Está en la página 1de 4

García Rodríguez Nathalia Astrid.

REFLEXIÓN; ESTREMECIMIENTO DE LO REAL.

Principalmente cabe resaltar que el tema que se eligió del libro, “Estremecimiento de
lo real, sobre cuerpo y violencia” es una frase muy fuerte, conmueve, la cual
estremece porque a veces nos creemos dueños de nuestro tiempo, nuestro cuerpo,
nuestros pensamientos, nuestra alma… Nuestra vida… Luego nos damos cuenta que
ni nuestro cuerpo nos pertenece, que ha sido utilizado por algún otro que a hecho de
él tanto como de nuestra alma lo que ha querido y eso marca la vida de cada sujeto,
marca la psique dejándolo a expectativas de un futuro incierto. El solo darnos cuenta
que desde niños nos predestinan a un futuro lleno de traumas y problemas es difícil
de afrontarlo, darnos cuenta que nuestro cuerpo no es nuestro, sino de quien dejemos
que lo maneje o de quien por asares del destino lo maneja a su conveniencia, a sus
expectativas o sus placeres.

Todos los temas son relevantes y no hay uno menos importante ya que cada uno
aporta sobre la importancia de las vivencias en nuestra psique y en como
manejaremos nuestra vida en la sociedad como individuos pero el que mas me llamo
la atención es “Derivas del cuerpo y de violencia. Una secuencia Freudiana” (Mario
Orozco Guzmán) en donde me muestra que las marcas que traemos arrastrando
desde niños involucra un sin fin de señas, de escritura, de cicatrices que marcan el
cuerpo, el alma y a nosotros mismos como sujetos, es una forma terrorífica en la que
se presencia la violencia en el cuerpo como en el alma, que envuelve lo social y lo
cultural que se presenta en este México de forma considerablemente importante ya
que todos tenemos escrituras corporales, cicatrices del alma y es importante saber
sobre este tema.

Toda la violencia que se escribe en el cuerpo y que se quedan con marcas, son las
cicatrices, son escrituras; es la evidencia de que algo se sufrió y que esto alude a que
se pueda encontrar una realidad en el mundo porque hay escritura sobre el cuerpo.

Por la situación en la que vivimos hoy en día de violencia por doquier nos podemos
preguntar ¿Qué es lo que espera el adolescente, el individuo? Ya que podemos
abarcar la violencia incluso auto inducida a partir de que existen muchos jóvenes que
se lastiman y se cortan la piel ya que al estar sufriendo y sentir ese sufrimiento solo
suyo al no poder hablarlo ó gritarlo marcan sus propias cicatrices y de esa forma solo
están intentando escribir o describir lo innombrable para ellos, la cual es su propia
realidad, una realidad que ya esta marcada por un destino que otro marco, pero este
que la vive es quien sufre y ahí ya están marcadas la heridas del alma.

No podría dejar afuera de este texto algo que marca al sujeto de manera considerable
siendo ello esta sociedad, la cultura como generadora de violencia, con sus
prohibiciones y leyes incuestionables hacen que el sujeto se adapte al mundo de una
manera que no tiene comparación a ninguna otra, que implica su existencia y todo lo
que la sociedad le exige para poder ser bien visto, he ahí las marcas de la psique, del
alma y terminan por ser violencia en el cuerpo porque tenemos que ir respondiendo a
una demanda social que se impone y que obliga a una satisfacción inmediata sobre
como se vinculara con la realidad que está sujeto a todo aquello que se le presente,
que se desarrolle entorno a él o como lo dijo alguna vez Jean Paul Sartre “Somos lo
que hacemos con lo que hicieron de nosotros”. Con esto quiero dar a entender que la
violencia que cualquier humano reproduzca, haga o ejerza sobre otra persona, fue
aprendida anteriormente y nadie aprende sin otro.

Lo que el texto me da a entender es cómo el sujeto no es esencialmente violento, sino


sus vivencias lo hacen ser, lo es porque está reproduciendo aquello que él vivió
alguna vez y no de una manera exacta, tampoco como una venganza, pero aquello
que reproduce a modo de violencia tiene en esencia lo vivido por éste sujeto, presenta
alguna característica de lo visto por él, de vivido por él a lo largo de su desarrollo
infante.

En una edad temprana ningún ser humano ó bien niño toma decisiones propias en
cuanto a sus deseos, esos deseos siempre están conducidos por el deseo de otro y
en esencia por los deseos de los padres o las personas que cumplan esta función. Es
por ello que los niños están sometidos a todo aquello que otro desee. Todos esos
deseos entran de forma discursiva en la psique del niño y permanecerán a lo largo de
su vida afectándolo de cualquier manera. Esta imposición de un poder externo que
actúa sin cuestionamientos con el niño, lo mantendrá en una posición de
sometimiento ante un ser superior que rige aquello que tiene que decir, hacer, vestir,
esperar, actuar, sentir, vivir…

Todos los seres humanos de ésta manera hemos sido formados, ya que sin otro de
por medio no habríamos podido sobrevivir, sin aquella madre que nos cobijó, nos
alimento, nos bañó, cambio y permitió de cierta manera continuar en éste mundo. Que
nos ayudo a sobrevivir a su manera y a sus deseos pero dándonos lo que
necesitábamos para seguir viviendo. De la misma manera en la que nuestros padres
nos cuidaron y nos dieron una formación, nos formaron también en ámbitos negativos,
si es que se puede considerar negativa a la violencia a sabiendas que a lo largo de la
existencia humana ha existido, lo cual nos diría que es parte de la misma naturaleza.
Pero la cultura y la religión se ha encargado de delimitar todo aquello que es parte de
la misma, de lo instintivo humano, lo cual ha tenido consecuencia la locura.

Al igual que todo aquello considerado como positivo que el humano posee dentro de
la cultura, también todo lo considerado como negativo sólo pudo ser aprendido de la
misma y visto de manera más cercana de nuestros padres, y con lo considerado
negativo me refiero a “la violencia”. La violencia que un sujeto es capaz de ejercer es
la misma que un día se ejerció sobre él, incluso desde mi opinión podría ir más allá de
lo vivido. Esta violencia representará a modo de puesta en escena la parte que se
apoderó de él (el padre o adulto perverso), y a su vez esa parte suya (la inocencia
infantil) pero como menciona Freud, no de la misma forma en la que fue, no
exactamente igual sino que posee variaciones. El sujeto vivirá con esa violencia y ésta
se presentara tanto en sus acciones como en el discurso que presenta. Es por ello
que el discurso tiene las respuestas de lo traumático del ser, porque en el sólo hay lo
que es parte del sujeto. El sujeto habla a partir de sus vivencias, y la repetición
constante en un discurso habla precisamente de algo que hay por resolver, con ello se
logra la cura mediante el habla (método psicoanalítico). El hecho de que la cultura
diga que las cosas son de tal o cual manera, y que la realidad las presente de otra,
lleva al sujeto (que en este caso está en una edad infante) a un conflicto entre lo que
es y entre lo que debería de ser, que se presentará a modo de síntoma, aquello que le
permitirá seguir su vida no teniendo claro cual es la respuesta real de lo que vivió. Es
por ello que el sujeto a lo largo de su vida se encarga de reproducir una y otra vez
aquello que vi venció, y antes que reproducirlo se presentará en el discurso, desde su
forma de amar hasta su forma de llevar la sexualidad. Todo esto está ligado siempre a
como fue la relación con los padres, cómo se desarrolló el complejo de Edipo y la
castración. Es por esto que los seres humanos somos tan variados, no nos
parecemos unos con otros y no logramos entender el porque de los otros, incluso no
conocemos el porque nuestro.

Existen muchos estudios que retoman al cuerpo como objeto y hay diversidad de
autores y campos que lo abordan pero desde el psicoanálisis nos podemos dar cuenta
de este cuerpo con una lectura crítica de la realidad. Como lo dice Lacan “si el
sadismo queda ligado a los excesos inseparables de embriaguez del poder y el
masoquismo expuesto a la servidumbre, la dicha y a la esclavitud en esa gratificación
del deseo entre las dos barreras quedando el campo del deseo inconsciente entre dos
muertes”. Me parece interesante para poder ver como pensar en esta paradoja entre
el masoquismo y el sadismo y esta sumisión extrema voluntaria y la embriaguez del
poder que se da obviamente de manera inconsciente.

El libro me permitió reflexionar personalmente y de acuerdo a mi experiencia y


vivencias; la escritura que hay en mi cuerpo, las letras que han ido quedando
plasmadas en mi cuerpo y alma. Esos gritos de mi sufrimiento donde no solo marcan
la razón sino la vida misma.

También podría gustarte