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Apuntes Derecho Constitucional

ivan-gasca17 de julio de 2019

Relevancia respectiva del análisis


jurídico y político de la Constitución,
Apuntes de Derecho Constitucional
Universidad CNCI
Derecho Constitucional,Derecho
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DESCRIPCIÓN
relevancia respectiva del análisis jurídico y político de la Constitución
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LICENCIATURA EN DERECHO GRUPO:

DE-DEECG-1801-M2-010

DOCENTE: JUANITA FARIDE BARRIOS BOLADO

MODULO 2. Estado, Constitución y gobierno

UNIDAD 2SESION 1 ACTIVIDAD INTEGRADORA

ESTUDIANTE:

IVÁN ARTURO GASCA VÁZQUEZ

FECHA: 10/03/2018

Actividad integradora.- Redacta un ensayo cubriendo los siguientes puntos:

• ¿Cuál es la relevancia respectiva del análisis jurídico y político de la


Constitución?

• ¿Cuál es la relación entre la Constitución, el Estado y del orden jurídico?

Análisis jurídico y político de la Constitución.

En primer lugar, previo a abordar el tema en cuestión, es prerrequisito definir el


concepto de

Constitución. Este tema no es sencillo de abordar debido a que hay un sinnúmero


de corrientes del

conocimiento que han tratado de establecer una definición de dicho concepto. Hay
que tomar en

en cuenta que una constitución no es un simple concepto jurídico, sino que si no


que encierra
diferentes conceptos dependiendo del enfoque que se busque dar; los enfoques
principales que se

le han dado a la búsqueda de este concepto tan complejo son el enfoque jurídico,
político,

sociológico y axiológico (Martínez-Santistevan, 2016).

El análisis y el estudio de la Constitución requiere de un enfoque tanto jurídico


como

político, así como desde otros ámbitos tales como económico, histórico, cultural y
sociológico,

debido a su contenido y materias que regula. Vergottini (2004) inclusive hace


referencia, además

de la noción política y jurídica de la Constitución, a la noción deontológica y a la


sociológica-

fenomenológica, es decir, a su estudio en cuanto modelo ideal de organización


estatal y en cuanto

modo de ser del Estado, respectivament.

Tal como refiere Guastini (2001), el término Constitución es usado en el lenguaje


jurídico y

político con una multiplicidad de significados, cada uno de los cuales presenta muy
diversos

matices, y a continuación se distinguen cuatro significados principales: (1) en una


primera

acepción, Constitución denota todo ordenamiento político de tipo liberal; (2) en una
segunda

acepción, Constitución denota un cierto conjunto de normas jurídicas, grosso


modo, el conjunto de

normas – en algún sentido fundamentales- que caracterizan e identifican todo


ordenamiento; (3) en

una tercera acepción, Constitución denota simplemente un documento normativo


que tiene ese
nombre; (4) en una cuarta acepción, Constitución denota un particular texto
normativo dotado de

ciertas características formales, o sea de un peculiar régimen jurídico.

Desde la perspectiva del ámbito político, la Constitución puede ser definida como
el pacto

social y político adoptado por el pueblo para fijar las reglas básicas de convivencia
pacífica y la

construcción de la sociedad. De esta forma la Constitución, se concibe en


ocasiones como una

estructura organizativa de la comunidad estatal o, en sentido más restrictivo, como


base

fundamental del ordenamiento estatal. La Constitución coincide con la estructura


organizadora de

un grupo social y, por tanto, en el caso del Estado, también con la organización de
su comunidad.

Este tipo de análisis se basa en los ordenamientos políticos, es decir, en aquellos


que

potencialmente son destinados a satisfacer las diversas finalidades percibidas por


los miembros de

una comunidad, de un Estado, en otras palabras, a los ordenamientos estatales..

Para la filosofía política, el término Constitución es comúnmente utilizado, en su


sentido

originario, para denotar cualquier ordenamiento estatal de tipo liberal, un


ordenamiento en el que la

libertad de los ciudadanos en sus relaciones con el Estado esté protegida


mediante oportunas

técnicas de división del poder político. En este contexto, el término Constitución


denota no ya una

organización política cualquiera, sino una organización política liberal y garantista.


La Constitución
es concebida como el límite al poder político

Por otro lado desde la perspectiva jurídica, la Constitución es la ley fundamental


del

ordenamiento jurídico del Estado que consigna normas que regulan el sistema
constitucional, es

decir, el modo y forma en que se organiza y estructura el Estado, lo que supone la


proclamación de

los valores supremos y principios fundamentales, la consagración de los derechos


y garantías

constitucionales de las personas, así como la delimitación de la estructura social,


económica-

financiera, jurídica y política, definiendo la forma de Estado, el régimen de


gobierno, los órganos a

través de los cuales se ejerce el poder político, determinando su estructura,


organización y su

ámbito de competencias (Rivera-Santivañez). En el campo de la teoría general del


derecho, el

término Constitución es generalmente usado para designar el conjunto de normas


fundamentales

que identifican o caracterizan cualquier ordenamiento jurídico.

De estos dos análisis, jurídico y político de la Constitución, podemos observar que


la

misma, es la base de la estructura organizadora del Estado. La formación del


mismo se da, valga

la redundancia, cuando una población en determinado territorio establece su


Constitución para

regular su vida en común. Entonces, podemos hacer un breve análisis de cómo se


forma un

Estado y por ende su Constitución, desde el punto de vista político y jurídico.


Para ello, inicialmente un grupo de habitantes se asienta sobre cierto territorio,
formando

una población, tan solo por el mero hecho de la relación física entre ellos en dicho
lugar.

Posteriormente, éste grupo comienza a identificar entre sí elementos comunes


tales como

aspectos de carácter religioso, económicos o de tradiciones, entre otros, la


población asume la

calidad de comunidad. Y finalmente esta comunidad evoluciona a nación, desde el


punto

sociológico, cuando toma consciencia de su propia identidad como grupo étnico


con un conjunto

de normas, tal como cita Burgoa (2009) a Maritain: “una nación es una comunidad
de gentes que

advierten cómo la historia las ha hecho, que valoran su pasado y que se aman a sí
mismas tal cual

saben o se imaginan ser, con una especie de inevitable introversión”. Sin


embargo, la

transformación de una etnia a una nación no implica que tengan una estructura
política ni

organización jurídica.

La nación desde el enfoque anterior, no es un grupo político, sino puramente


social.

Cuando una comunidad-nación asume su identidad para organizarse


políticamente de acuerdo a

determinados ideales, este grupo se convierte en una sociedad política. Para


llegar a este punto se

establece cierto orden jurídico que determinará su estructura orgánica, de tal


forma que esta

nación evoluciona de su formación natural, nación-comunidad a nación-sociedad,


que es de
creación jurídica.

Cuando toda una nación-sociedad establece su estructura jurídico política,


mediante el acto

constituyente, que pretende darse (autodeterminación) y se integran los órganos


de gobierno

respectivos que la nación acepta mediante su acatamiento (legitimación), se


origina la formación

de una persona moral que se denomina como Estado, En otras palabras, el


Estado se encuentra

conformado desde el momento en que existen a la cabeza de la nación-sociedad


ciertas

autoridades que actúan en representación del mismo para mantener una


estabilidad y orden. Se

dice entonces que el grupo posee una Constitución, es decir, una organización de
la que resulta un

poder efectivo de dominación ejercido por ciertos miembros del grupo sobre el
mismo.

Tratándose de un Estado específico, la integración de sus elementos opera


históricamente, o sea, que el proceso lógico de la formación estatal se registra en
la realidad histórica. Por tanto, la determinación de cuándo surge un Estado en
especial y, concretamente, el Estado mexicano, es el resultado de la investigación
histórica que al efecto se emprenda para señalar en qué momento de la vida de un
pueblo o una nación aparece el Estado como forma de organización jurídico-
política (Burgoa, 2009).

Puede decirse que el Estado es la culminación del proceso político social descrito

anteriormente y puede notarse que el Estado no produce el Derecho, sino que es


el Derecho quien

crea el Estado, a través de su orden jurídico fundamental: la Constitución, que


puede calificarse

como disciplina del supremo poder constituido. Esto último se ve reflejado en las
diferentes
entidades a las que todo ordenamiento reconoce la titularidad del poder, variando
de Estado a

Estado, según la forma del mismo y la forma de gobierno.

Como vimos la constitución es aquella norma que fundamenta a nuestro estado


desde

aquellos puntos que van más allá del universo jurídico. Es por ello que hay que
tener claro que los

cambios en una nación o estado no llegan con la constitución, la reforma de esta o


cualquier otra

medida legislativa, sino que son estos los que deberían de impulsar a estas
medidas. (Martinez-

Santiestevan, 2014).

Al respecto del estudio de la Constitución, Burgoa (2009), refiere que: “estudio de


una Constitución obviamente comprende el de todas sus disposiciones,
agrupándolas sistematizadamente en diversas instituciones o materias que aquélla
establece o regula. Por ende, la comprensión didáctica del Derecho Constitucional
debe abarcar todas las instituciones o materias que en la Constitución se
encuentran normadas o previstas por modo fundamental o básico, ponderándolas
únicamente como contenido de las disposiciones constitucionales respectivas. Si
dichas instituciones o materias son objeto de regulación de una variada legislación
ordinaria que pormenoriza normativamente las reglas consignadas en la
Constitución, el estudio de las mismas, fuera de su conformación preceptiva
constitucional, corresponderá a otras disciplinas jurídicas. Para ilustrar las
anteriores ideas es pertinente aducir uno de los muchos ejemplos que pueden
ponerse.”

Y continua Burgoa: “Al afirmar que el objeto del Derecho Constitucional es el


estudio de una Constitución específica, no pretendemos, ni por asomo, dar a
entender que su tarea investigadora se contraiga a un mero comentario de las
disposiciones que integran dicho ordenamiento, pues esta inadmisible suposición
relevaría a tal disciplina de todo carácter científico. Lo que queremos enfatizar es
que el estudio de la Constitución debe obedecer a una metodología en que
concurran diversos puntos de vista para lograr su análisis exhaustivo mediante el
examen sistemático de todas y cada una de las normaciones que comprende. No
se trata, por ende, de señalar las materias que abarca o pueda abarcar el objeto
del Derecho Constitucional, como lo ha pretendido generalmente la doctrina, sino
de estudiar una Constitución específica en cuanto a la regulación total que
instituye.”
Por todo lo anterior, es de crucial importancia al avocarnos al estudio de la
Constitución,

adentrarnos tanto en el enfoque político como en el jurídico, ya que si bien se


pueden estudiar de

formas independientes, por su naturaleza, descrita en párrafos previos, al


mantener un sólo punto

de vista nos vamos a ver inmersos en estudiar en consecuencia el otro, por estar
tan

interrelacionados dichos enfoques. No podemos dejar de estudiar las estructuras


políticas del

Estado sin dejar de lado las estructuras jurídicas que los regulan; al estudiar las
diversas formas

políticas profundizaremos en los distintos regímenes jurídicos con ellas vinculados.

Relación entre la Constitución, el Estado y del orden jurídico

Hemos descrito brevemente la formación del Estado, de forma evolutiva, de una


población

hasta su integración en una nación-política. Diversos autores coinciden en definir


que la máxima

forma organizada del poder político en las sociedades contemporáneas se define


como "Estado".

El Estado es un ente independiente con fines generales, que comprende


necesariamente a la

población establecida sobre cierto territorio, dotado de una estructura de gobierno


y basado en un

conjunto homogéneo y autosuficiente de normas que regulan a la sociedad y su


estructura

organizativa.

Existes tres aspectos de la definición de Estado a destacar, se considera una


institución
corporativa, territorial y soberana. Al considerarlo como una institución corporativa,
nos referimos a

que ésta conformada por una pluralidad de individuos que constituyen el elemento
personal y

colectivo definido como pueblo. En segundo lugar, al considerarse como una


institución territorial,

lo vincula como una comunidad política en determinado y específico ámbito


espacial

predeterminado sobre el cual se asienta el pueblo y sobre el cual se ejerce el


poder. Finalmente, el

Estado se considera una institución soberana, ya que atendiendo a la


circunstancia de que el

poder político que lo caracteriza se presenta como supremo, originario e


incondicionado por otros

poderes que le sean superiores. Ésta última consideración, nos refiere la


necesidad de

Constitución y un orden jurídico que regulen y por ende establezcan al Estado;


desde el punto de

vista de la doctrina jurídica es el poder constituyente, definido soberano, el atributo


que se

transfiere al Estado en cuanto poder constituido.

De acuerdo a Carré de Malberg (1998), las teorías que aseveran que el Estado es
un poder

-coactivo o institucionalizado- o un orden jurídico, cometen el error de identificarlo


con uno de

loselementos que componen su ser esencial, sin advertir que lógica y realmente
tras del poder y

del Derecho está un elemento que los genera y produce, cual es el pueblo o la
nación, o al menos,

un grupo o una persona dominante, que al desplegar el uno crea al otro y lo


impone. Además,
ninguna de tales teorías puede explicar por qué el Estado es sujeto de derecho y
obligaciones

interior y exteriormente, pues es evidente que el solo poder como actividad, fuerza
o dinámica, y el

Derecho, como conjunto de normas, no tienen esa capacidad. Un poder y no


puede contratar, ni

obligarse, ni adquirir derechos y muchos menos puede realizar estos actos el


orden jurídico, que

sólo son susceptibles de efectuarse por las personas físicas o morales. Por ende,
sostener que el

Estado es un poder o un orden jurídico, significa postular un "estado sin


personalidad", o sea sin la

capacidad mencionada y concluir que lo tratados y conveniointernacionales, por


ejemplo, son

inexistentes por falta de sujeto contratante, lo que sería verdaderamente


paradógico.

La existencia de una Constitución es la condición indispensable y la base misma


del

Estado, en el sentido de que éste no puede existir si no es gracias a una


estructura que pueda

mantener la la unión de todos sus miembros bajo la potestad de su voluntad


superior. El

nacimiento del Estado tiene lugar en el preciso momento en que surge su primera
Constitución.

Esta Constitución originaria no depende su establecimiento de ningún orden


jurídico anterior a ese

Estado.

Hemos aseverado que el análisis de un Estado en particular es un tema que


corresponde

puntualmente al Derecho constitucional ya que entraña la ponderación de una


determinada
constitución en lo que atañe a los aspectos normativos al través de los cuales lo
estructura,

consignando las modalidades de cada uno de sus elementos propios y su


teleología. Ahora bien,

para que el Estado desempeñe esta tarea tan diversificada, en su carácter de


persona moral el

Derecho lo dota de una actividad, que es el poder público, desarrollado


generalmente por las

funciones legislativa, administrativa y jurisdiccional mediante un conjunto de


órganos, establecidos

en el estatuto creativo, y que se denomina gobierno en el amplio sentido del


vocablo. A cada uno

de esos órganos, el orden jurídico señala una esfera de atribuciones o facultades -


competencia-,

para que por su ejercicio se despliegue el poder público, traducido en una


variedad de actos de

autoridad, y que tiene como característica sobresaliente la coercitividad o el


imperio (De Vergottini,

2004)

Al afirmar que la existencia y la personalidad del Estado se deben a su


Constitución, no se

pretende decir con ello que sea la Constitución la que, por las reglas orgánicas
que consagra, haya

creado por sí sola, y sea capaz por sí sola de mantener el equilibrio político y
social, en virtud del

cual el Estado y sus gobernantes se imponen a la nación política. Si se usaran


simples textos o

estatutos sencillos para mantener el orden, sería imposible, pero la Constitución


es la base para el

equilibrio del Estado y su expresión jurídicas. Por eso el Estado no existe sino por
su Constitución.
Esto es por lo tanto la principal relación entre Estado y Constitución, al ser la
misma, uno de los

elementos esenciales que contribuyen a asegurar la conservación del Estado.

Sin embargo, al haber tantos aspectos que regular en el Estado, la Constitución


resulta

insuficiente para poder cubrir cada especto que se va especializando de la nación.


Cada sociedad

política necesita aparatos de gobierno y que estos últimos, para satisfacer los
intereses colectivos,

deben establecer criterios generales de comportamiento, es decir, reglamentación


y deben aplicar

estas normas para resolver las controversias, lo que equivale a la jurisdicción y


para gestionar o

administrar. De modo más analítico debe recordarse que en todo Estado se


identifican,

tradicionalmente, tres tipos esenciales de actividades: legislativa, ejecutiva y


jurisdiccional.

Es evidente que todo Estado tiene necesariamente su propia Constitución. Puede


tratarse

de un conjunto de normas escritas o bien consetudinarias. Estas normas, si son


escritas, pueden

estar o no recogidas en un único documento. Pero, en cualquier caso, todos los


Estados están

provistos de una Constitución de algún tipo.

Lo descrito en el párrafo previor nos aclara directamente la relación existente entre


Estado,

Constitución y orden jurídico. La idea de fijar criterios regulares de conducta es


contextual a la

formación de las estructuras organizativas. Este conjunto de reglas o normas que


configuran un
conjunto unitario y homogéneo regulador de la sociedad constituye el orden
jurídico.

Tal como refiere De Vergottini (2004): “No es menos infeliz la teoría que identifica
al Estado

con el orden jurídico proclamada por Kelsen y sus seguidores. El orden jurídico,
como conjunto de

normas positivas, no se crea sin una causa eficiente. Esta causa necesariamente
es un poder que

tiene como finalidad establecer el Derecho, que es un producto cultural en cuya


formación

interviene forzosa e ineludiblemente la inteligencia humana. Por tanto, si el Estado


es el orden

jurídico, y si éste debe siempre reconocer una causa que es el poder, luego el
Estado emana del

poder, el cual, a su vez, brota de un ente que lo origina y en el que se asienta. E te


proceso lógico

enlaza, en una vinculación de puntual causalidad, al orden jurídico, al poder y a la


comunidad. De

este enlace se deduce que si el Estado fuese sólo el orden jurídico, se preferirían
los otros dos

elementos, como lo pretende Kelsen, lo que significa que, para el ilustre jurista
vienés, el poder y

la comunidad son ajenos a la esencia de la entidad estatal, y es inconcuso, como


lo hemos

afirmado reiteradamente, que sin ellos no puede haber Estado ni Derecho. El


Estado, por ende, no

se circunscribe a ninguno de los elementos que concurren en su formación, ni su


concepto debe

elaborarse tomando en cuenta aisladamente alguno de ellos, ya que en su entidad


los envuelve
sintéticamente a todos como persona moral suprema, revelándose la supremacía
estatal en que,

respecto de un cierto territorio y de una misma población -que, como lo hemos


dicho, puede

comprender a una sola nación o a varias comunidades nacionales- ninguna otra


entidad social está

sobre el Estado, el cual, por el poder público coactivo o de imperio con que está
investido,

condiciona y somete a sus decisiones a todo lo que dentro de él existe, siempre


dentro del orden

jurídico fundamental creativo -Constitución- o del orden jurídico secundario


establecido mediante

una de las funciones -la legislativa- en que tal poder se desenvuelve. Estos dos
tipos de órdenes

jurídicos se distinguen entre sí, como se habrá advertido, por la circunstancia de


que el primero, o

sea, el fundamental o constitucional, emana del poder soberano del pueblo o la


nación ejercitado

al través de sus representantes reunidos en una asamblea -la constituyente- y es


fuente dinámica

del Estado, en tanto que el segundo, es decir, el ordinario, deriva del poder público
estatal,

dependiendo su validez formal del primero.”

Burgoa refiere, respecto al orden jurídico: “toda norma jurídica necesariamente


tiene un contenido múltiple y variable. Este contenido, que es la materia de
regulación jurídica, puede darse dentro de normas de derecho de diferente tipo
jerárquico. En otras palabras, una misma materia, traducida en hechos, actos,
relaciones, situaciones, intereses, etc., objetivamente registrados y registrables en
la dinámica social, es susceptible de ordenarse concurrentemente por normas
jurídicas de diversa jerarquía: constitucionales, legales o reglamentarias. De esta
guisa, y tomando en cuenta exclusivamente dicha materia, no podrían con claridad
deslindarse los campos de estudio de las distintas ramas jurídicas específicas,
pues la investigación que sobre ella cada una de éstas se emprendiera, provocaría
una recíproca interferencia.Así, por ejemplo, en la Constitución existen
disposiciones relativas a las materias civil, penal, procesal, administrativa, laboral,
política, etc., y las cuales, a su vez, están regidas por los respectivos
ordenamientos jurídicos secundarios. Por ende, y en vista de esta confluencia
normativa, el análisis de tales materias al través de su ordenación jurídica
correspondería indistintamente, o al Derecho Constitucional o a las demás
disciplinas específicas que integran la Ciencia del Derecho, según que los
principios y reglas que se examinen provengan de la Constitución o de los
ordenamientos secundarios. Por otra parte, como la Constitución contiene una
serie de normas sobre diversas materias, si su estudio se enmarcara
exclusivamente dentro de la esfera investigatoria de las diferentes disciplinas
jurídicas distintas del Derecho Constitucional, el terreno científico de éste quedaría
a tal extremo reducido, que sólo se integraría, por exclusión, con aquellas normas
constitucionales que rigieran una materia que no estuviese ya regulada por ningún
ordenamiento secundario.”

Bibliografía:

Burgoa O. I. (2009). Derecho constitucional mexicano. (20ª ed.). México: Porrúa.


Recuperado de:

https://docs.google.com/file/d/0B96ivXcibpN2eUk2ZWQxQ1N0MFU/edit

Carré de Malberg, R. (1998). Teoría general del Estado. (2ª edición). México: FCE.

Guastini, R. (2001) Estudio de teoría constitucional. Instituto de Investigaciones


Jurídicas UNAM.

México. Recuperado de:https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv/detalle-libro/22-


estudios-de-teoria- constitucional

Martinez-Santiestevan, C. (2016) Los diferentes enfoques de la Constitución


mexicana de 1917.

Recuperado de: http://www.politicadmente.com/2016/02/04/los-diferentes-


enfoques-de-la-

constitucion-mexicana-de-1917/

Rivera-Santivañez, J.A. (s.f.) Análisis de la nueva Constitución política del


Estado. Recuperado:

https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2728/6.pdf

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