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Módulo 3

LA CON STITUCIÓN Y EL SISTEMA POLÍTICO

Introducción

6. TEOR ÍA DE LA CON STITUCIÓN

6.1 La Constitución

6.2 Constitución formal

6.3 Constitución material

6.4 Función política de la Constitución

6.5 Supremacía de la Constitución

6.6 El constitucionalismo

7. EL PR OCESO DE OR IEN TACIÓN POLÍTICA

7.1 Realidad política

7.2 Concepto de orientación política


7.3 El gobierno

7.4 Las formas de gobierno

7.5 Los regímenes políticos

7.6 Las formas de Estado democráticas

7.7 Las formas de Estado Autocráticas

CIER R E DEL MÓDULO

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Introducción

Derecho Político M3
EaD Kennedy

05:49

El desarrollo de este módulo se divide en dos: En la teoría de la Constitución y la orientación política. Es


importante saber que el derecho político antecede al derecho constitucional. Veremos la definición de
Constitución, los distintos modelos, sus características y formas para entrar en la definición de
orientación política. Acá será clave entender el concepto de ideología y la función del gobierno y sus
diferentes tipos y funciones.
Objetivos del módulo

Definir la Constitución.

Distinguir entre Constitución formal y material.

Definir sistema político.


6.1 La Constitución.
6.2 Constitución Formal.
6.3 Constitución Material.
UNIDAD 6 6.4 Función política de la
Teoría de la Constitución Constitución.
6.5 Supremacía de la
Constitución.
6.6 El Constitucionalismo.

7.1 Realidad política.


7.2 Concepto de
orientación política.
UNIDAD 7
7.3 El Gobierno.
El proceso de
7.4 Las formas de
orientación política Gobierno.
7.5 Los regímenes
políticos.
7.6 Las formas de Estado

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6.1 La Constitución

Esta unidad estará dedicada a las definiciones de constitución y de constitucionalismo. En un principio,


vamos a distinguir entre los distintos tipos de Constitución: Formal y material y definiremos la importancia de
su función política para regular y limitar el poder político. La Constitución, a la vez, institucionaliza los
diferentes poderes sociales y legitima y encauza la acción política y estatal.

La palabra constitución proviene del latín constitutio, que a su vez proviene del verbo constituere: Instituir,
fundar. En el lenguaje corriente empleamos la palabra constitución para significar esencia y calidades de
una cosa. Pero en el lenguaje político y jurídico, su uso varía considerablemente. Con el propósito de facilitar
la clasificación de las múltiples definiciones vamos a distinguir dos grandes grupos:
El de los conceptos amplios y empíricos, basados en que toda comunidad política tiene un
orden natural que puede estar formalizado bajo la forma de ley escrita o no. En este caso, la
constitución consiste en el ordenamiento fundamental del Estado, siendo indiferentes los
instrumentos, hechos o actos que la establezcan (normas escritas, costumbres, tradiciones,
meros actos de mando y obediencia) y la finalidad política que se propone (liberal, totalitaria,
etcétera). Este concepto es muy amplio y se apoya en el fundamento de que todo Estado
deberá tener algún tipo de reglas, aunque no le haya dado el nombre de constitución a la ley
escrita.

El de los conceptos restringidos o ideales, basados en la creencia de que la razón del hombre
está dotada para trazar a priori un plan de ordenamiento de la comunidad. El instrumento
ordenador por excelencia será una ley escrita sancionada por el legislador. De este modo, la
constitución es una ley escrita de determinada forma y contenido y al mismo tiempo un
instrumento para la realización de los fines objetivos y subjetivos del Estado. Este concepto se
identifica históricamente con el liberalismo político, que sostiene que la constitución es el
ordenamiento protector de las libertades del ciudadano (garantismo). Es un concepto
restringido, pues solo tendrán constitución los Estados que garanticen las libertades
individuales, no así aquellos otros Estados con una ley escrita con ese nombre, pero que
efectivamente no las garanticen, como las constituciones de los estados totalitarios.

Desde el punto de vista de la ciencia política podemos decir que la realidad política institucionalizada en el
Estado se desenvuelve dentro de un orden que es su constitución organizativa en sentido amplio, ya que ella
refleja la estructura, finalidad, distribución y atribuciones del poder. Éste es el concepto originario que se
desprende del pensamiento aristotélico, en el cual la politeia comprendía la estructura total de la comunidad
y no simplemente su régimen jurídico. Es esta última significación la que prevalece actualmente y fue por
primera vez utilizada por Cicerón. Esta fue dando lugar a que más tarde las leyes imperiales recibiesen el
nombre de constituciones. El significado adquirido en nuestros días, como conjunto de normas
fundamentales, consensuadas o escritas que rigen a una comunidad, tiene su origen en el siglo XVII.

Entendemos que la constitución del Estado es esencialmente política, en el sentido que debe expresar cierto
grado de congruencia entre la constitución natural y la constitución normativa, teniendo en cuenta que la
normalidad resultante de la realidad social no excluye la normatividad jurídica.
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6.2 Constitución formal

1 Como derecho especial que garantiza el orden, se asegura su observancia, instituyéndola en


un documento escrito frecuentemente codificado, esto es, ordenado sistemáticamente en un
solo cuerpo legal, cuya sanción se reviste de especiales solemnidades.

2 Se entiende que el carácter fundamental de la constitución debe asegurarse instituyéndola


como una superley sancionada por un superlegislador, distinto y superior al legislador ordinario,
y que por su naturaleza de superley tiene un rango superior a la ley ordinaria. Si la ley ordinaria
contradice a la ley fundamental, deberá ser anulada por los tribunales o por un órgano ad-hoc.

3 Desde el punto de vista de la organización, se le asigna un contenido específico: La


organización constitucional debe contener un equilibrio de poderes y una declaración de
derechos. Con este contenido realiza una función: Limitar el poder. Como consecuencia de
estos caracteres, la constitución en este sentido jurídico formal puede definirse como una
superley escrita de garantía de una organización determinada que tiende a limitar el poder.
Así, entendida como instrumento jurídico de limitación del poder, la encontramos presidiendo el
pensamiento político liberal del siglo XIX a través de un movimiento que ha dado en llamarse
constitucionalismo.

¿Cuáles de las siguientes opciones corresponden a la


Constitución formal? Marque las opciones correctas.
Está basada en la esencia de su contenido y en las
funciones que cumple, con prescindencia de una forma
específica.

Es el producto de la tradición histórica y de la estructura


social de un pueblo determinado.

Se ajusta a las circunstancias o “factores reales y efectivos


de poder”.

Es un documento escrito, frecuentemente codificado, esto


es, ordenado sistemáticamente en un solo cuerpo legal,
cuya sanción se reviste de especiales solemnidades.

Puede definirse como una superley escrita de garantía de


una organización determinada que tiende a limitar el poder.
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6.3 Constitución material

Se contrapone a la noción de constitución formal que acabamos de exponer. El concepto de constitución


material está basado en la esencia de su contenido y en las funciones que cumple (con prescindencia de
una forma específica).

Vista como el orden social concreto, la constitución material es el producto de la tradición histórica y de la
estructura social de un pueblo determinado. En este sentido, Ferdinand Lassalle decía que la constitución
real se ajusta a las circunstancias o factores reales y efectivos de poder y la constitución escrita, cuando no
se asienta en dichos factores, es una constitución meramente formal. La teoría de que una cosa puede ser
la realidad política (los mecanismos de poder, las relaciones reales entre gobernantes y gobernados, la
función de los partidos políticos, los grupos) y otra, los textos legales (teoría que equipara a la constitución a
una hoja de papel sin valor) quedó fortalecida sobre todo en la Europa de la interguerra y en la América Latina
de la posguerra. Así vimos, por ejemplo, cómo Italia de ser una monarquía parlamentaria se convirtió en una
dictadura fascista y cómo las repúblicas democráticas latinoamericanas se convirtieron en dictaduras
autoritarias sin necesidad de cambiar su constitución.

La constitución material es la condición necesaria de la existencia de un Estado y, por lo tanto, antecede a la


constitución formal. Sin embargo, esas fuerzas o factores reales de poder no son más que la expresión
material de un basamento fundamental que radica en los valores, las creencias, opiniones, intereses y
necesidades de una determinada comunidad política y que se reflejan en las actitudes y los
comportamientos de sus miembros.

Vemos también que el concepto material de constitución encierra una decisión política fundamental,
formulada por quien está investido del poder constituyente, que determinará el modo y la forma de una
unidad política. Esta posición sustentada por Carl Schmitt agrega que esta decisión de conjunto podrá
cambiarse, pero siempre mediante un acto constituyente realizado por un sujeto capaz de obrar y con la
voluntad de dar una constitución. Este carácter decisionista se manifiesta con mayor claridad en la
fundación de Estados nuevos y en las revoluciones políticas.

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6.4 Función política de la Constitución

Todo régimen político tiene su constitución real basada en los factores de poder, pero si ellos han de asumir
una configuración, ésta no tiene otra vía de expresión que el derecho. De ahí que resulte legítimo hablar de la
constitución jurídica bajo formulación positiva. La constitución puede ser definida también como “el mínimo
acuerdo para estar en desacuerdo”.

En virtud de tratarse de una norma jurídica reguladora, de carácter fundamental, limita al poder público y
cumple la función de institucionalización de los poderes sociales en la organización estatal, a la vez que
legítima y encauza la acción política de los individuos, partidos, grupos y asociaciones a fin de regular su
participación e influencia en la adopción y control de las decisiones públicas. De esta manera, la
constitución aparece como la regulación armónica de la unidad del orden de un régimen político. Hoy en día
es un pacto o acuerdo entre fuerzas políticas diversas (Pacto de Olivos, por ejemplo); y es también un
símbolo de la comunidad política. En realidad, el texto de la constitución es el que sirve para marcar las
reglas del juego político que han de respetarse, si se pretende cuidar la continuidad del sistema político.
Desde este punto de vista también determina la “fórmula política”, es decir, el programa y la ideología de la
formulación del principio de legitimidad del poder político, y, por lo tanto, se convierte en la depositaria de ese
principio de legitimidad en un sistema político.

Otras funciones:

Funciones de carácter jurídico



La constitución es la estructura básica del Estado. Es una ley de leyes dotada de supremacía, dando origen
a un ámbito denominado “supralegalidad” porque su existencia permite determinar la jerarquía y el carácter
de las demás normas y el lugar que éstas ocupan en el ordenamiento jurídico. A su vez, cumple la función
fundamental de establecer el marco interpretativo del resto del ordenamiento jurídico, estableciendo las
pautas procedimentales y materiales con arreglo a las cuales se interpreta el resto de las normas y se
determina su validez o invalidez.

Funciones de carácter social



Hoy las constituciones determinan en gran medida un marco de relaciones sociales que, en parte,
reconocen la realidad, y en parte, tratan también de modificar. Esta función de regular las relaciones
sociales ha venido siendo progresivamente creciente hasta nuestros días, en la medida en que ha venido
también consolidándose la tendencia contemporánea a regular, por vía constitucional, aspectos casi
privados de las relaciones sociales (por ejemplo, las relaciones laborales, la huelga, etc.) o bien, aspectos
francamente privados como la educación, la institución familiar, etc.

Funciones de carácter económico



Hasta hoy día, todas las constituciones han venido ocupándose de este aspecto. La introducción de temas
económicos se debió al crecimiento progresivo de los sectores públicos en las economías occidentales, y
a la implementación de una política de planificación económica. Pero, las determinaciones económicas, al
igual que lo que sucede con los derechos sociales, son difíciles de llevar a la práctica, dado que las
actividades normativas chocan con las pautas por las que se rige la actividad económica, totalmente ajena
a los criterios de conveniencia política. De allí que la gran mayoría de esos derechos de carácter económico
reconocidos en una constitución no puedan ser de cumplimiento efectivo, cualquiera sea el contexto o
sistema económico en el que se formulen.

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6.5 Supremacía de la Constitución

Considerada desde el punto de vista jurídico, la constitución es un conjunto de normas fundamentales, es


decir, normas que tienen un carácter superior con respecto a las restantes normas del ordenamiento jurídico.
En esta distinción formal con las demás y en la superioridad que se le atribuye a las normas
constitucionales sobre las demás (a las que al mismo tiempo les otorga validez y fundamento), radica la
supremacía constitucional, llamada también supralegalidad. La capacidad, competencia o facultad de
establecer normas de carácter constitucional recibe el nombre de poder constituyente.

El poder constituyente es un concepto clave en toda la teoría de la constitución. Estando la constitución en el


fundamento del Estado, y siendo la que regula sus órganos de poder, puede emanar de un poder especial.
Este poder especial es el que Sieyés denomina por primera vez puovoir constituant, una elaboración
doctrinal que profundiza y amplía el concepto de volonté génerale formulado por Rousseau. Como sucede
con la voluntad general, el poder constituyente tampoco tiene por qué justificar sus actos en función de
criterios racionales distintos de él mismo.

La teoría del poder constituyente establece una cualidad básica que se da entre:

El poder constituyente propiamente dicho, que en realidad es un acto de soberanía.

El poder constituido, que es aquel otro poder inferior, sometido a la constitución y a las leyes.

En total acuerdo con Carl Schmitt podemos sostener que el poder constituyente es la voluntad jurídica
política suprema, cuya fuerza y autoridad puede tomar la decisión fundamental del sistema político.

Este poder constituyente es:


Ú NIC O I N D I V I S I BLE I N A LI E N A BLE O RI G I N A RI O

Porque no tendría sentido que hubiese dos instancias desde las que pudiera articularse la norma
fundamental de la comunidad política y, por sobre todo, porque ésta a su vez tiene el carácter de unidad.

Ú NIC O I N D I V I S I BLE I N A LI E N A BLE O RI G I N A RI O

Ya que su titular no puede ni debe compartirlo. Es posible que, como tal, decida un uso compartido de su
ejercicio permanente. Es un uso compartido de la soberanía, pero por definición, no puede compartir el uso
del propio poder constituyente.

Ú NIC O I N D I V I S I BLE I N A LI E N A BLE O RI G I N A RI O

Porque nadie que hubiera recibido el poder constituyente de otro podría ejercerlo como tal.

Ú NIC O I N D I V I S I BLE I N A LI E N A BLE O RI G I N A RI O


En el sentido de que no emana ni deriva de ninguno otro previo.

Además de un concepto básico de la teoría constitucional, el poder constituyente es también un concepto


difícil porque evidentemente, dado sus rasgos, implica un elemento revolucionario y entra en relación con el
principio de legitimidad.

En todo caso, este concepto de poder constituyente es imprescindible para explicar la supremacía de la
constitución. La supremacía de la constitución quiere decir, en términos prácticos, que, en primer término, la
constitución ocupa el lugar más elevado dentro de la jerarquía de normas que regulan la forma política. Ello
implica que las otras normas han de ajustarse a ella y que el conjunto del ordenamiento adquiere su sentido
cuando este ajuste se produce sin problemas. En segundo término, la supremacía está dada por la
diferenciación entre el poder constituyente y los poderes constituidos (especiales capacidades,
competencias o facultades de los órganos de gobierno, emanadas de la constitución), con lo que se
establecen distintos mecanismos para el ejercicio de uno y otro de estos poderes, impidiendo que los
órganos que ejercen los poderes constituidos puedan, mediante su procedimiento ordinario, ejercer el poder
constituyente. En esto consiste la rigidez constitucional. No hay supremacía sin rigidez, ya que si la
constitución pudiera ser dictada por el poder legislativo ordinario, se esfumarían sus rasgos de fundamental
y suprema, y a la vez, la rigidez supone la supremacía, puesto que si todas las normas fueran de igual
jerarquía carecería de sentido dificultar y solemnizar la sanción de alguna de ellas. Además, tanto la
supremacía como la rigidez importan la diferenciación entre poder constituyente y poder constituido.

Pero, para asegurar la supremacía constitucional, no basta que ésta sea solemnemente declarada, ni
tampoco que se establezca la diferenciación del poder constituyente y la consiguiente rigidez constitucional.
Siempre queda abierta la posibilidad de que los órganos que ejercen los poderes constituidos se extralimiten
y vayan más allá de lo que la misma constitución les permite. Precisamente, para evitarlo se hacen
necesarias otras técnicas jurídicas que garanticen, frente a la posibilidad de alguna violación, el
mantenimiento y la efectividad de la supremacía de la constitución. Estos sistemas de garantía de
constitucionalidad pueden ser:

PO LÍ T I C O S J U D I C I A LE S M I XT O S
El órgano encargado de controlar la supremacía constitucional está formado y funciona de manera análoga
a los que tienen a su cargo funciones políticas o son éstos mismos parte de ellos. Un ejemplo de esto fue la
constitución de Rumania de 1965, que le otorgó a la Asamblea Nacional la facultad de ejercer el control
general sobre la aplicación de la constitución, al mismo tiempo que lo invistió como el único órgano
competente para decidir sobre la constitucionalidad de las leyes.

PO LÍ T I C O S J U D I C I A LE S M I XT O S

Que a su vez pueden ser:

Comunes: Les corresponde a los jueces comunes asegurar la supremacía constitucional. La


República Argentina ha adoptado el sistema judicial común. En nuestro país todos los jueces están
facultados para declarar la inconstitucionalidad de las leyes u otros actos de los poderes políticos en
los casos concretos en que corresponda intervenir y siempre que medie una petición concreta a ese
efecto por una de las partes intervinientes. El juez se pronuncia sobre el particular en el acto de dictar
sentencia y, cuando declara la inconstitucionalidad de la norma impugnada, el efecto de tal
declaración no significa la derogación de la norma afectada por ella, pudiéndose llegar por vía de
apelación hasta la Corte Suprema de Justicia de la Nación mediante un instrumento procesal que
recibe el nombre de recurso extraordinario, a la que le corresponde decidir en última instancia.

Especiales: Se crea al efecto una corte o tribunal especial para decidir sobre la inconstitucionalidad de
las leyes y de otros actos de los poderes políticos. Estos tribunales constitucionales existen en varios
Estados de Europa occidental.

PO LÍ T I C O S J U D I C I A LE S M I XT O S
Hacen repartir o compartir el control de constitucionalidad entre órganos que ejercen función judicial y otros
que ejercen funciones legislativas.

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6.6 El constitucionalismo

El poder es una fuerza, una energía que se racionaliza a través del derecho para configurar una forma política
identificada como Estado de derecho. Éste ha sido el resultado de un largo proceso político al que se conoce
con el nombre de constitucionalismo.

El constitucionalismo es un movimiento histórico político que tiene como finalidad una doctrina
caracterizada por erigir a la dignidad de la persona humana en supremo valor terrenal y, por otro lado, limitar
el poder. Se asienta sobre los principios del imperio de la ley y la soberanía del pueblo y se vale de
determinadas técnicas jurídicas para hacer efectiva su finalidad y sus principios.

El desarrollo del constitucionalismo

Si bien este movimiento histórico político hunde sus raíces en lo profundo de la historia, Platón, Aristóteles y
Polibio desarrollaron doctrinas tendientes a acotar la actividad de los gobernantes. Podemos fijar
arbitrariamente el inicio de este proceso en 1215, a partir de la Carta Magna que el rey Juan I se vio obligado
a otorgar. Dicha carta es un documento escrito que consta de 63 artículos en virtud de los cuales el rey de
Inglaterra reconoció a los barones y hombres libres del reino derechos y libertades personales en materia de
administración de justicia, impositiva, de propiedad y de locomoción. Esta carta reconoció además la libertad
a la Iglesia y libertades comunales, a la vez que extendió la protección a las personas que se hallaban
subordinadas a los señores feudales. Esta tradición inglesa tuvo, además de las treinta y dos
confirmaciones de la Carta a lo largo de distintos reinados, diversas manifestaciones de institucionalización,
entre las que se destacan la Peticion of rights de 1628, el Agreement of the people de 1647, el Instrument of
government de 1653, el Habeas corpus Act de 1679 y el Bill of Rights que consagró en 1689 la superioridad
de la ley por sobre la voluntad del rey.
Aunque, en términos generales, puede decirse que el constitucionalismo comienza en la segunda mitad del
siglo XVIII como consecuencia de las revoluciones americana (1776) y francesa (1789), ambas enlazadas
con la Gloriosa Revolución inglesa de 1688, la realidad histórica pone de relieve que no existe un origen único
y que, por lo mismo, no se produce en un lugar y momento determinado. El constitucionalismo con sus
rasgos característicos: Constitución jurídica pensada como una obra de la comunidad (pueblo),
universalización de los derechos y libertades garantizados, y perfeccionamiento de las técnicas jurídicas
limitadoras del poder político estatal, aparece por primera vez como una creación deliberada y consciente y
traducida en un documento escrito en la constitución americana de 1787 e inmediatamente en los
sucesivos documentos que se fueron sancionando a partir de la Revolución Francesa: La Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 y las constituciones francesas de 1791, 1793, 1795 y 1799.

A lo largo del siglo XIX y hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914, el desarrollo del
constitucionalismo fue cada vez mayor y merecen destacarse la sanción de la constitución de Cádiz de
1812, de Suecia de 1809, de Noruega de 1814, la griega de 1827 y las constituciones de los nuevos Estados
latinoamericanos. A partir de la posguerra se produce un doble fenómeno. Por un lado, las constituciones,
además de garantizar derechos civiles y políticos, reconocen los derechos sociales y la función social de la
propiedad. Este constitucionalismo social se materializa, entre otras, en la constitución mexicana de 1917, la
alemana de Wiemar de 1919, la de Austria de 1920, la española de 1931 y la argentina de 1949. Por otro lado,
se difunden con éxito movimientos que dejan de lado la protección de los derechos humanos y las
limitaciones al poder que producen una desconstitucionalización del Estado y que alcanzan su máxima
expresión en los regímenes totalitarios instalados en Rusia en 1917, Italia en 1922 y Alemania en 1933. A
partir de 1945, con la finalización de la II Guerra Mundial, se produce la aparición de las llamadas
democracias populares en la Europa oriental, cuyas constituciones se encuadraron dentro de las
denominadas fachada. Lo mismo puede decirse de la de varios de los países que se descolonizaron,
principalmente en Asia y África, a partir de 1960. Con la caída del Muro de Berlín en 1989 y la disolución de la
Unión Soviética dos años después, los países que se encontraban bajo su hegemonía comenzaron un
proceso de constitucionalización.

La finalidad del constitucionalismo

La meta o finalidad del constitucionalismo radica en asegurar el reconocimiento de la dignidad de la persona


humana como supremo valor terrenal, por un lado, y establecer, por el otro, limitaciones al poder. Para ello se
basa en los principios de la soberanía del pueblo y del imperio de la ley, cuya instrumentación se hace
efectiva mediante ciertas técnicas:
Para la vigencia del principio de soberanía del pueblo se apoya en la legitimación por consenso
popular a través de la selección, mediante elecciones libres, periódicas, limpias, competitivas
y pacificas, de los titulares tanto del poder constituyente como de los poderes constituidos,
como así también el reconocimiento de la oposición legítima como posibilidad de la
periodicidad y alternancia en el ejercicio del poder.

Para la vigencia del principio del imperio de la ley, el constitucionalismo se ha valido de las
técnicas de declaración de derechos y garantías, de la separación de poderes, de la
independencia del poder judicial, de la distinción entre poder constituyente y poderes
constituidos, de la supremacía de la constitución, del control de la constitucionalidad de las
leyes, de la legalidad administrativa, etcétera.

Para la descripción detallada de las técnicas jurídicas del constitucionalismo (supremacía de la


constitución, distinción entre poder constituyente y poder constituido, división orgánica y funcional de los
poderes constituidos, legalidad administrativa, independencia del poder judicial) deberemos remitirnos a las
técnicas de realización del Estado de derecho.

El constitucionalismo ha procurado, pues, dotar a los pueblos —elemento esencial del Estado— de una
Constitución escrita que formalice la función de limitar el poder y garantice los derechos fundamentales. En
este principio esencial de garantía de dichos derechos tendientes a la protección de las libertades del
ciudadano, señala Sartori que el constitucionalismo en el siglo XVIII se apropió del vocablo Constitución
para dar la idea de un gobierno de las leyes (y no de los hombres) y limitado por las leyes. Estableciendo, así,
un equilibrio —siempre inestable y difícil— entre el ejercicio del poder y el control sobre el poder. Equilibrio
que, para Von Der Gablentz, es el que establece la Constitución entre la soberanía y la colectividad.

Desde este punto de vista es de sumo interés la clasificación ontológica de las constituciones formulada
por Karl Loewenstein, que distingue entre:

Normativa.

Nominal.
Semántica.

Una Constitución es normativa cuando existe concordancia entre la Constitución formal y la material, sea
porque las normas de la primera regulan el proceso político, o bien, porque la Constitución material, en el
proceso del poder, se adapta a las normas de la Constitución formal.

La Constitución es nominal cuando, no obstante su validez jurídica, se comprueba que en la realidad sus
normas no regulan el proceso político.

Se considera que una Constitución es semántica, o sea, una suma de palabras, cuando restringe el cuadro
funcional en que se desenvuelve la dinámica social y política, ajustándolo a los criterios de los detentadores
del poder.

El constitucionalismo

A través del desarrollo de esta unidad, podemos entender al constitucionalismo como un movimiento
histórico político que tiene como finalidades una doctrina caracterizada: Por un lado, en erigir a la dignidad de
la persona humana en supremo valor terrenal y, por el otro, limitar el poder. Se asienta sobre los principios
del imperio de la ley y la soberanía del pueblo y se vale de determinadas técnicas jurídicas para hacer
efectivas su finalidad y sus principios. Ahora, ¿cuándo surge el constitucionalismo? A través del texto y del
enlace que está a continuación podremos ver su evolución y desarrollo. También poder responder la
siguiente pregunta:

¿Por qué podríamos afirmar que el constitucionalismo fue la mejor herramienta para enfrentar
al absolutismo?
24:00

Manuel, C. (2018). Evolución histórica del Constitucionalismo. Recuperado el 20 de septiembre de 2021 de YouTube.

Bibliografía de referencia

Loewenstein, K. (1978). Teoría de la Constitución. Barcelona: Editorial Ariel.

Schmitt, C. (1982). Teoría de la Constitución. Madrid: Alianza Universidad Textos.


Von Der Glabentz, O. (1974). Introducción a la Ciencia Política. Barcelona: Editorial Herder.

Zarini, H. (1996). Constitución Argentina. Comentada y concordada. Buenos Aires: Astrea.

Bibliografía obligatoria

Bidart Campos, G. (2012). Lecciones elementales de política. Buenos Aires: EDIAR.

Caro Figueroa, R. (2000). Manual de Teoría del Estado y Derecho Político. Buenos Aires: LEUKA.

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7.1 Realidad política

Durante esta unidad desarrollaremos la importancia del conocimiento teórico de la política entendida como
un proceso dinámico y un método de interpretación de la realidad social. Reflexionaremos sobre el concepto
de gobierno, sus diferentes formas y regímenes democráticos y antidemocráticos o autoritarios.

El estudio de la realidad política implica tanto el análisis de su faz estructural (formas, instituciones,
etcétera) como el de su faz dinámica (procesos políticos). La vida política es un dinamismo que transcurre
dentro, a través y en torno de las estructuras, impulsadas por individuos y grupos conforme a sus roles
correspondientes (entendiendo por rol como una acción que la sociedad espera de un individuo en una
situación y una cultura dada). Este dinamismo político se concreta en la idea de proceso, término
relativamente reciente en ciencia política que abarca diversas acepciones:
El proceso político se refiere tanto a un método de interpretación de la realidad política, como a
los fenómenos mismos de la realidad política en cuanto producto de múltiples causas que
reaccionan en cadena.

Indica la interrelación, interdependencia e interfuncionalidad entre los individuos, grupos e


instituciones.

Subraya la periodización o despliegue en fases del acontecer político.

Señala la transformación, cambio o tránsito de situación de una realidad política determinada a


otra.

Considera que la política no es solo resultado final, sino también la concatenación de las
diversas fases con sus características, el tiempo y el ritmo de su realización.

Estudia la interacción entre instituciones públicas y los grupos de la sociedad.

Revela el grado de equilibrio alcanzado entre las interacciones de los miembros de una
institución.

Estudia la interacción entre el Estado como aparato (gobernantes) y el Estado como


comunidad (gobernados).

Hemos dicho que el objeto del conocimiento teórico de lo político es la realidad política y vimos que ella
presentaba varias fases y características, que quedan claramente identificadas si las observamos como el
desenvolvimiento de un proceso, es decir, como una serie de hechos y fenómenos políticos que guardan
cierta relación y se desenvuelven en períodos temporales. El proceso político supone la actividad del hombre
en el plano político, la acción política, el comportamiento político que transcurre, en virtud del pluralismo de
los grupos, en las estructuras, formas e instituciones políticas, ya sea de modo regular, dentro de las pautas
de legalidad y legitimidad, o de modo irregular bajo formas configurativas de ilegitimidad.
El estudio de la realidad política desde una perspectiva dinámica, como proceso, es un aporte a la ciencia
política proveniente del análisis sistémico introducido por David Eeaston a mediados del siglo pasado. Las
categorías analíticas que propone han alcanzado una aceptación bastante generalizada tanto por su
denominación como por la función o contenido que se les atribuye. Algunos de los procesos a los que
haremos referencia en el presente trabajo son: El de institucionalización política (que culmina con la
formación del Estado moderno desarrollado en la Unidad III), el de orientación política, el de participación
política, el de mediación política y el de comunicación política.

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7.2 Concepto de orientación política

La orientación política se desenvuelve de manera casi excluyente en el Estado, en la medida en que éste
atrae casi todo el dinamismo político. Así podemos definir a la orientación política como el proceso político
que se desarrolla dentro, entre y alrededor de las estructuras políticas estatales (tanto en el aparato del
Estado como en la comunidad del Estado) y que impulsa a los órganos e instituciones estatales a conseguir
los fines políticos y sociales, ideológicamente predeterminados por el equipo gobernante.

Las ideologías políticas desempeñan una importante función en el proceso de orientación política. No hay
orientación política sin la predeterminación ideológica acerca de los fines subjetivos del Estado, los que han
de ser alcanzados mediante la oportuna actividad de sus órganos. La predeterminación ideológica fija las
metas alcanzables, las cuales afectarán la estructura de la comunidad. En la medida en que es siempre una
interpretación acerca de cómo debe estructurarse la sociedad y puesto que exige que la acción
gubernamental se ajuste al conjunto de afirmaciones políticas configuradoras de la sociedad, puede ocurrir
que la orientación política incida sobre el Estado procurando las reformas o modificaciones
correspondientes. Estas modificaciones se operarán si hay una fuerza o coalición de fuerzas gobernantes
suficientemente eficaces para realizarlas.

A la ciencia política, le corresponde indagar acerca del contenido y las características de la orientación
política. Su contenido surge de la predeterminación ideológica, la que se nutrirá de las creencias, valores,
necesidades e intereses de la comunidad y estará en correlación directa con el tipo de régimen, dando lugar
a las diferentes clases de orientación política. Este proceso se expresa por la acción política, entendida
como la búsqueda de metas colectivas, alcanzando su máximo desenvolvimiento en la política plenaria,
principalmente en la faz arquitectónica de la realidad política.

La participación política se conecta con la orientación en la medida que ésta variará según sea el grado o
índole de la participación y se diferencia según la calificación de la orientación: Democrática, autoritaria o
totalitaria. Asimismo, la oposición política adquiere sentido comparándola con la orientación porque toda
oposición aspira a sustituir, contrarrestar, modificar o al menos influir sobre el desarrollo de la orientación
política del Estado.

Los sujetos de la orientación política

Esta es una cuestión íntimamente relacionada con el tipo de régimen político. Desde el punto de vista
formal, los sujetos conductores de la orientación serán los órganos estatales que resulten de la estructura
de poder expresado en la constitución escrita. Pero desde el punto de vista material, dichos sujetos se
corresponden con los factores reales y efectivos de poder. En tal sentido, reviste particular interés la
existencia tanto de una clase política como de una élite cultural, el tipo de sistema de partidos, los grupos
asociativos de interés y de presión, así como el examen de la constitución que rige una comunidad enfocada
desde el punto de vista ontológico.

Sistema político - Régimen político - Orientación política

El sistema político fue definido por Easton como el conjunto de interacciones abstraídas de la totalidad de
los comportamientos mediante las cuales se asignan imperativamente valores para una sociedad. Este
sistema es el género que comprende o se identifica con un concepto global y omnicomprensivo de la vida
política. Donde exista, en todo tiempo y lugar, un grupo de hombres que se organiza para vivir en comunidad y
sé dé una dirección política para ordenar su convivencia, allí habrá un sistema político. El régimen político
(que queda englobado dentro del sistema político) es la especie y está conformado por los valores, las
creencias, opiniones e ideologías dominantes, las normas formalizadas y no formalizadas para la solución
pacífica de los conflictos y por las estructuras de autoridad (tanto de decisión como de coacción). La
configuración del régimen dependerá de la manera en que cada sistema político ordene sus elementos
constitutivos. Finalmente, cada régimen político se dará para sí una determinada orientación política que no
será siempre la misma, sino que dependerá de las acciones y decisiones del gobernante de turno. Por
ejemplo, podemos decir que el sistema político argentino tiene hoy un régimen político denominado
república presidencialista y que bajo el gobierno de Alfonsín su orientación política era socialdemócrata y
bajo el gobierno de Menem esa orientación fue neoliberal.

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7.3 El gobierno

La escena política contemporánea presenta una gama de variaciones extremadamente extensa en cuanto a
las estructuras de las que se compone el sistema político y las modalidades funcionales según las cuales
éstas se relacionan entre sí. No obstante, en todas ellas se puede aislar un elemento constante: El gobierno.
Pueden faltar los partidos, el parlamento, las elecciones, los aparatos burocráticos desarrollados, pero
nunca alguna estructura de gobierno. Esta presencia constante puede presentar una variedad de formas.

La explicación de esta situación es simple y consiste en la proximidad del concepto de gobierno al núcleo
central de la definición de la propia experiencia política. Está a la vista que el gobierno constituye el eje del
sistema político. Lo revela la visibilidad de las personas, los actos, los gestos y también los edificios (Casa
Rosada, Casa Blanca, el Kremlin, el Elíseo). Por esto podemos decir que el gobierno representa el elemento
constante, la función identificadora, el núcleo irreductible de la actividad política, sin el cual parece difícil
pensar en la dimensión propia de lo político. Si para Max Weber un grupo político se caracteriza por el hecho
de que sus ordenamientos están garantizados mediante el empleo o la amenaza de una coerción física por
parte del aparato administrativo, el gobernar se presentará como el ejercicio del poder apoyado en el control
sobre el recurso a la fuerza coercitiva. Y el gobierno como estructura aparecerá estrechamente asociado a
la posesión y control de los instrumentos coercitivos (ejército, policía, etcétera). Si el proceso político tiene
que ver esencialmente con la producción, la distribución y el ejercicio del poder, el gobierno representa
bastante bien al núcleo en cuanto lugar en el cual se lleva a cabo una particular concentración del poder.

Hemos visto en el gobierno el sujeto y protagonista principal del proceso de orientación política. En su
acepción amplia, el gobierno es el poder político estabilizado, estructurado e institucionalizado en el Estado y
que asume la responsabilidad de la orientación política. Este conjunto de órganos estables actualizan,
coordinan e instrumentan la orientación política expresada como fines del Estado. En América se entiende
que el gobierno se desenvuelve en el ejercicio de sus funciones básicas: Ejecutiva, legislativa y
jurisdiccional, mientras que en Europa tiene un alcance más restringido, al referirse con el nombre de
gobierno solamente al poder ejecutivo.
Elementos: órganos y funciones

Los elementos que integran la estructura y el proceso gubernamental son:

1 Los órganos: Medios o instrumentos que en su conjunto conforman la unidad del poder del
Estado y le sirven para el cumplimiento de sus fines.

2 Sus funciones: Es la competencia atribuida que encuadra la voluntad del órgano. Ellas podrán
ser legislativas, ejecutivas y judiciales.

Formalmente, ambos elementos estarán definidos y sus competencias establecidas en la constitución


jurídica.

LA FU N C I Ó N LE G I S LAT I V A LA FU N C I Ó N E J E C U T I V A LA FU N C I Ó N J U RI S D I C C I O N A L

Es de naturaleza jurídica y atiende al objeto de sancionar y promulgar las normas establecidas por la
autoridad pública que integran el derecho objetivo como ordenamiento jurídico de carácter imperativo,
abstracto e impersonal. En el proceso político de los regímenes democráticos, la función legislativa
constituye un medio técnico eficiente para realizar cambios sociales, profundos y pacíficos, ajustados a
derecho mediante la revisión, modificación y sanción de leyes. El proceso legislativo se desenvuelve en
diversas etapas que comprenden: La iniciación de las leyes, la reunión y consulta de datos, la formulación
de alternativas, la deliberación y la decisión (en este último paso interviene el ejecutivo promulgando o
vetando el proyecto de ley sancionado por el legislativo). La última etapa del proceso legislativo consiste en
la publicación, a fin de que la ley adquiera vigencia como regla jurídica de carácter obligatorio.

LA FU N C I Ó N LE G I S LAT I V A LA FU N C I Ó N E J E C U T I V A LA FU N C I Ó N J U RI S D I C C I O N A L
Se trata de una función permanente cuyo contenido se origina en la constitución y comprende tanto la
aplicación concreta e individualmente nominada de los principios normativos establecidos por la legislación
(actividad reglada), como la actividad amplia y compleja de la administración y los actos propiamente
denominados de gobierno, abarcando un campo de libre iniciativa que puede ser limitado por las reglas
jurídicas, pero cuyo contenido no es delimitable por esas reglas. Por sus características de permanencia y
discrecionalidad se le reconocen al ejecutivo las funciones de gobierno y administración. La administración
es el complemento necesario de la función gobierno, vinculando el Estado con la sociedad bajo la
modalidad de prestación de servicios. Para el cumplimiento de estos cometidos se vale de una
organización estructural burocrática que, desde el punto de vista político, tiene la función directa de brindar
asesoramiento técnico a la dirección u orientación política por medio de informes o dictámenes.

LA FU N C I Ó N LE G I S LAT I V A LA FU N C I Ó N E J E C U T I V A LA FU N C I Ó N J U RI S D I C C I O N A L

Desde el punto de vista material, esta función es de carácter ejecutivo administrativa. Su cometido es
pronunciar el derecho en casos concretos y litigiosos, pero no se reduce a reconocer y declarar el derecho
expresado en las disposiciones legales, sino que implica cubrir los vacíos de la legislación mediante la
creación del derecho judicial y nuevo, ya que la jurisprudencia es también fuente de derecho. Este, si bien es
un poder de decisión inicial semejante al legislativo, estará limitado al caso concreto. Desde el punto de
vista político, el poder jurisdiccional integra la balanza o equilibrio de poderes. Adquirirá un especial
significado en el Estado de derecho, ya que será el poder jurisdiccional el encargado de luchar contra la
arbitrariedad manifestada tanto en la infracción al derecho vigente, como en la interpretación del orden
jurídico existente. De ahí la necesidad de mantener la independencia de los órganos judiciales y la
inamovilidad de los jueces, de asegurar el respeto del debido proceso, de establecer una organización que
garantice el derecho a que nadie pueda ser sacado de sus jueces naturales para ser sometido al juicio de
comisiones especiales y de garantizar la existencia de instancias de apelación que permitan la revisión de
los fallos reputados injustos.

¿Qué significa gobernar?


La dominación racional legal sobre la que se basan los regímenes democráticos presupone que los
ocupantes de los cargos de gobierno limitan su acción al ámbito de su competencia. Esto significa que un
político o un funcionario solo tienen autoridad cuando ejercen las funciones o las competencias que se
derivan de su cargo. Cuando no han sido electos o designados para ejercerlas, se convierten en simples
particulares. Tanto el conjunto de la sociedad cuanto el resto de las instituciones estatales deben velar para
que una persona investida de autoridad no actúe como si ese cargo que está ejerciendo ocasional y
temporariamente formase parte de su patrimonio personal y se sirva de él para obtener beneficios privados.
Por esta razón, los ciudadanos han de depositar en sus gobernantes solo una mínima confianza y ejercer
sobre ellos el máximo control posible.

Si la función esencial y básica de los gobernantes es la de tomar decisiones, podemos enumerar de manera
genérica que consisten en:

Establecer y mantener un conjunto de prioridades. Frente a la diversidad de demandas que se


le formulan al sistema político desde el ambiente societal, los gobernantes han de establecer
claramente las prioridades, evitando modificarlas continuamente para no generar
desorientación e incertidumbre.

Asignar los recursos y distribuirlos allí donde resulten más eficientes.

Innovar, sustituir políticas fracasadas por nuevas políticas.

Coordinar objetivos conflictivos y saber hacerlos compatibles en el ámbito de una política


global.

Tener la capacidad de imponer pérdidas a los grupos poderosos.

No solo ha de responder a los grupos organizados y compactos que representan intereses muy
concretos, sino que también deben asumirse a los intereses difusos y que no están
representados de manera orgánica.

Asegurar una implementación efectiva de las decisiones tomadas. Una vez tomada una
decisión, el gobernante debe asegurarse que la misma sea aplicada de la forma y con el objeto
que produzca la respuesta deseada.
Garantizar una estabilidad para que las decisiones sean eficaces y eficientes. Es necesario
que dispongan del tiempo necesario para producir los efectos esperados.

Establecer y mantener los compromisos adquiridos. Si el gobernante aspira a contar con una
credibilidad mínima, es evidente que si ha establecido acuerdos o compromisos, tácitos o
explícitos, deberá mantenerlos a rajatabla.

Gestionar el conflicto. Esto significa que el gobernante debe ser capaz de encontrar, frente a
los conflictos, las soluciones que eviten la tensión o que pongan en peligro la persistencia del
sistema político.

El gobierno

¿Qué es el gobierno? Es el actor principal del proceso de orientación política. Por supuesto, es que a lo largo
de la historia diversos filósofos y autores han desarrollado diversas formas de gobierno. Compartimos el
siguiente enlace para poder entender mejor diversas formas que tenemos de gobierno.

Les proponemos las siguientes preguntas para reflexionar:

¿Hay una forma de gobierno que considere ideal?

¿Incide una forma de gobierno en el mejor funcionamiento de las instituciones que lo conforman?
13:48

Aprender (2019). El Gobierno. ¿Qué es el Gobierno? Formas de Gobierno. Teoría del Estado. Ciencia Política. YouTube.

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7.4 Las formas de gobierno

Las formas de gobierno para Platón

En La República, Platón clasifica a los gobiernos, según las formas que asumen, en cinco tipos.
La aristocracia es el gobierno de los sabios y de los filósofos, ideal soñado, pero no realizado en la práctica,
en donde se imponen la razón y la justicia. En la sociedad se suceden cuatro formas de gobierno formando
un ciclo. Ellas son: La timocracia o timarquía, en donde la guerra adquiere una importancia extraordinaria,
pues el Estado busca la gloria y el honor. Allí el valor se impone a la misma razón; la oligarquía, gobierno de
los ricos, que lleva en su seno el germen de su propia destrucción (el pobre, en lucha continua contra
aquellos); la democracia, surgida con el triunfo del pobre y basada en la libertad. Su degeneración, la
anarquía, provoca una inevitable reacción y aparece entonces la forma más alejada de la justicia: La tiranía.

Las formas de gobierno para Aristóteles

El pensamiento fundamental y el que mejor resistió los embates del tiempo, es su clásica teoría de las
formas de gobierno. Utilizando el ya conocido criterio numérico, clasifica a los gobiernos según sea ejercido
por uno, unos pocos o muchos: Monarquía, aristocracia y politeia. La innovación introducida por Aristóteles,
es combinar ese criterio cuantitativo con otro cualitativo. Así distingue entre formas puras y su
degeneración: Formas impuras. Las primeras serán aquellas en donde el gobernante ejerza el poder
atendiendo al bienestar general, y las segundas caracterizadas porque quienes mandan atienden a su
interés personal. De esta manera, la forma pura monarquía (gobierno de uno que persigue el interés
común) degenera en su forma impura: La tiranía (gobierno de uno que pretende satisfacer el interés del
tirano). La aristocracia se convierte en oligarquía y la politeia en democracia. Cada una de estas seis formas
de gobierno es analizada en su especificidad histórica y subdividida en muchas especies particulares.
Reconoce distintos tipos de monarquía:
1 La monarquía de tiempos heroicos, que era hereditaria y se basaba en el consenso que los
súbditos le otorgaban al monarca.

2 La monarquía espartana en donde el poder se identifica con el poder militar.

3 La monarquía de los eximios: La de los tiranos electivos, vitalicios o por cierto período, que
asumen el poder cuando existen grandes conflictos entre facciones opuestas.

4 La monarquía despótica: El poder es ejercido tiránicamente (asemejándose al poder del tirano)


pero legítimamente. Es decir, que es aceptado por los súbditos (se diferencia del poder que
ejerce el tirano porque el de éste es ilegítimo). El poder despótico es absoluto y se ejerce en
beneficio del amo. Como Aristóteles acepta la esclavitud como algo propio de la naturaleza,
dice que sobre los pueblos esclavos el poder no puede ser diferente de aquel que el amo
ejerce sobre sus esclavos, es decir, despótico. Y estos pueblos lo aceptan sin dificultad o sin
lamentarse (a diferencia de la tiranía que azota a los pueblos libres y domina sobre súbditos
descontentos).

La politeia era, para él, el poder de muchos que se ejerce en función del interés común (agregando que es
una mezcla de oligarquía y democracia). Hay democracia si los libres y pobres son señores del poder. Hay
oligarquía si lo constituyen los ricos y los más nobles (la minoría). Explica cómo estas formas de gobierno
pueden mezclarse para producir una tercera mejor que ambas:

Si la oligarquía otorga el derecho a participar en las asambleas a los que tienen altos ingresos,
y en la democracia no hay un premio para aquellos que sí lo hacen, habrá que establecer una
ley que pene a los ricos que no participen y premie a los pobres que sí lo hacen.

Si la oligarquía otorga el derecho a participar en las asambleas a los que tienen altos ingresos
y en la democracia ese derecho es para todos (incluidos los desposeídos), el punto medio
consiste en disminuir los altos requerimientos y aumentar las estipulaciones para los pobres.

Si en la oligarquía los cargos a la asamblea se atribuyen a los ricos por elección, y en la


democracia se los sortean entre todos, lo bueno es conservar el método de elección y excluir
los requisitos para el ingreso.
Lo ideal de esta forma de gobierno es una mediación, una mezcla, entre ambos extremos. Este criterio del
punto medio también lo aplica a las clases que componen la sociedad: La mejor comunidad política es la de
la clase media (ni muy ricos ni muy pobres), la que deberá ser lo suficientemente numerosa como para
asegurar la nivelación y evitar la aparición de los excesos contrarios que pueden provocar sedición y atentar
contra la estabilidad del gobierno.

Las formas de gobierno para Polibio

Polibio (206 — 128 a.C.) se inserta en la historia del pensamiento político con su obra Historia Universal,
escrita durante la República Romana, la que se conoce fragmentada, pues la mayoría de sus libros se han
perdido. No es filósofo sino historiador. En libro VI de su obra hace una exposición detallada de la
constitución de Roma describiendo sus diversas magistraturas. Sostiene que el éxito o el fracaso de toda
acción de un pueblo debe buscarse en su constitución. Sus consideraciones sobre las constituciones son
unas de las más completas teorías de las formas de gobiernos que la historia nos transmitió.

Su teoría se basa en:

1 Existen básicamente seis formas de gobierno: Tres buenas y tres malas.

2 Las seis formas se suceden una a otra según cierto ritmo, constituyendo un proceso
recurrente que se repite en el tiempo (ciclos).

3 Existe, además, una séptima forma que es la síntesis de las tres buenas (gobiernos mixtos).

En su primer ítem realiza una sistematización de las formas de gobierno, en el segundo usa un criterio
historiográfico y en el tercero, se basa en un criterio axiológico.

Sostiene que de la tipología tradicional existen como formas de gobierno el reino, que es el gobierno ejercido
más por la razón que por el miedo o la violencia, de una sola persona y aceptado libremente, la aristocracia,
que es el gobierno de hombres muy justos y prudentes designados por elección y la democracia (le da una
connotación positiva) en donde existe una costumbre ancestral en venerar a los dioses, honrar a los padres,
reverenciar a los ancianos y respetar a las leyes. Luego, aborda las formas corruptas que de ellas derivan:
Tianía, oligarquía y oclocracia. La distinción que establece entre las formas buenas y malas no se acierta
en el criterio aristotélico del interés, sino según:

1 Que el gobierno esté fundamentado en la fuerza o en el consenso.

2 Que el gobierno sea ilegal o arbitrario, por un lado, o respete las leyes por el otro.

Los ciclos

Un ciclo comienza como un proceso espontáneo y natural que tiene como punto de partida al gobierno de
uno solo: El reino. Éste degenera y se transforma en tiranía, la que es sucedida por la aristocracia que al
corromperse se transforma en oligarquía, cuyo gobierno indigna a las turbas por sus injusticias. Esta es
suplantada por la democracia en donde la soberbia y el desprecio de las leyes conduce a la oclocracia.
Afirma que hay una alternancia entre las formas buenas y las malas: A una buena le sigue una menos
buena que la anterior y la mala siguiente es peor que precedente. El ciclo se reinicia pasando de la
oclocracia al reino. La teoría polibiana de los ciclos expresa como los gobiernos pasan de un período de
crecimiento y florecimiento a la decadencia.

Gobiernos mixtos

Es la tesis principal de la de la teoría polibiana. Las formas gobierno simples, rectas o corruptas son de
breve duración, por lo que están destinadas por su misma naturaleza a transformarse en una diferente.
Su vicio es la falta de estabilidad, con lo que no se puede tener un gobierno de desenvolvimiento regular y
ordenado de la vida en comunidad.

Teniendo en cuenta el orden (al que considera como un valor) la teoría de los ciclos indica que las
constituciones comunes son inestables, incluso las buenas, porque son simples: Gobierne el rey o el
tirano, los mejores o los ricos, el pueblo o la plebe. ¿Cuál es el remedio? El gobierno mixto, que es una
constitución producto de un arreglo entre las tres formas buenas. Polibio elabora su tesis del gobierno
mixto sosteniendo que deben combinarse todas las formas puras, como ocurre en Roma, donde la
monarquía está representada por los dos cónsules, la aristocracia por el senado y la democracia por los
comicios. Los cónsules son controlados por los comicios, que a su vez son controlados por el senado. A
diferencia del equilibrio aristotélico, que es social (clase media), el de Polibio es institucional.

Existe una contradicción entre la afirmación categórica de los ciclos y la estabilidad de los gobiernos
mixtos: Que las constituciones mixtas sean estables no quiere decir que sean eternas, sino que
simplemente duran más.

Las formas de gobiernos para Maquiavelo

Con Maquiavelo se inician muchas cosas importantes en la historia del pensamiento político, incluso una
nueva clasificación de las formas de gobierno, las que son abordadas tanto en El Príncipe como en los
Discursos sobre la primera década de Tito Livio. La novedad de la clasificación propuesta con respecto a la
catalogación clásica, aparece desde las primeras palabras con las que inicia El Príncipe, dedicadas
precisamente a nuestro tema: “Todos los Estados, todas las dominaciones que ejercieron y ejercen imperio
sobre los hombres, fueron y son repúblicas o principados”.

De aquí se desprende que se presenta una bipartición en vez de la tripartición aristotélica. El


principado (hereditario, nuevo o mixto) corresponde al reino y la república abarca tanto a la aristocracia
como a la democracia. La diferencia continúa siendo cuantitativa, pero es simplificada: Los Estados están
regidos por uno o por varios. Esta es la diferencia verdaderamente sustancial: Pueden ser pocos o muchos,
de allí que en el ámbito de las repúblicas se distingan las aristocráticas y las democráticas. Pero esta
segunda distinción ya no está basada en una diferencia esencial. Dicho de otro modo: O el poder reside en la
voluntad de uno solo y se tiene el principado, o el poder radica en la voluntad colectiva, que se expresa en un
colegio o en una asamblea y se tiene la república en sus diversas formas.

La diferencia entre la voluntad de un colegio restringido, como puede ser el de una república aristocrática, y
la una asamblea popular, como puede ser la de una república democrática, no es tan relevante como la
diferencia entre la voluntad del soberano único, que es el de una persona física y la de un soberano
colectivo, que es la voluntad de una persona jurídica. Lo que cambia en el paso del principado a la república
es la naturaleza misma de la voluntad. Lo que cambia en el paso de la república aristocrática a la república
democrática, solo es la diferente formación de la voluntad colectiva. Una voluntad colectiva, cualquiera que
sea, para formarse, tiene necesidad de que se respeten ciertas reglas de procedimiento (por ejemplo, la de
la mayoría), que no se aplican a la formación de la voluntad única del príncipe, en cuanto ésta se identifica
como la de una persona física.

Según Platón, ¿Qué es la aristocracia? Marque la


opción correcta.
Es el gobierno de los sabios y de los filósofos, ideal
soñado, pero no realizado en la práctica, en donde se
imponen la razón y la justicia.

Es el gobierno de los sabios y de los filósofos, ideal


soñado, pero no realizado en la práctica, en donde se
impone la democracia.

Es el gobierno de los ricos desde el que se impone a la


guerra.

Es el gobierno de la ley en donde se imponen la razón y la


justicia.

Es el gobierno de los ricos que está en constante lucha con


los pobres.
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7.5 Los regímenes políticos

Anteriormente, hacíamos referencia a las formas de Estado que relacionaban el poder con la población y que
respondían a la pregunta cómo manda el poder por sobre la población. Es decir, si manda
democráticamente o autocráticamente. Y en este último caso, si lo hace de forma autoritaria o totalitaria. Si
tomamos la libertad como un valor, ésta alcanza su máxima expresión en los regímenes democráticos, se
encuentra restringida en los autoritarismos y es nula en los totalitarismos.

PODER POLÍTICO

Figura 1. Poder político. Elaboración propia (2018)

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7.6 Las formas de Estado democráticas

Las formas de Estado democráticas pueden materializarse en diversos regímenes políticos como el
presidencialismo, el semipresidencialismo y el parlamentarismo, que a su vez podrá darse dentro de una
monarquía o de una república. Tanto el presidencialismo como el parlamentarismo y el
semipresidencialismo conforman regímenes pertenecientes a los sistemas políticos conocidos como
democracias constitucionales, pues en ellos rige una Constitución.

El concepto de democracia

El término democracia aparece por primera vez en Herodoto y significa gobierno del pueblo. Desde el siglo III
a.C. hasta el siglo XIX, el término ha sufrido un largo eclipse. Durante milenios, el régimen político óptimo se
denominó república y no democracia. Recién a partir de la segunda mitad del siglo XIX, el concepto de
democracia adquiere un significado elogioso.

Hay que distinguir en ella tres aspectos fundamentales:

1 Como principio de legitimidad: La democracia no acepta autoinvestiduras ni el poder derivado


de la fuerza. Para ella el poder deriva únicamente del pueblo y está basado en el consenso
verificado de los ciudadanos. En las democracias el poder está legitimado por elecciones
recurrentes, libres y competitivas.

2 La democracia es un sistema político llamado a resolver problemas del ejercicio del poder. En
una democracia directa, cara a cara, la titularidad y el ejercicio del poder pueden permanecer
juntos, pero ello no es así cuando el pueblo se compone de millones de personas. Si bien en
los años sesenta aparece la fórmula de la democracia participativa (el ciudadano participante
es aquel que ejerce en nombre propio y por la cuota que le corresponde el poder del que es
titular), este concepto no sirve para resolver la cuestión de cuál es la cuota de poder que le
toca a cada ciudadano. Por ello, la democracia en grande ya no puede ser más que una
democracia representativa, que separa la titularidad del ejercicio del poder: El pueblo no
delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes.

3 La democracia como ideal: La democracia, como es, no es como debería ser. La democracia
es ante todo y sobre todo un ideal de autogobierno del pueblo sobre sí mismo. Sin democracia
ideal no existiría democracia real. ¿Cómo se vinculan los ideales con la realidad? Es un ideal a
alcanzar y la democracia ideal jamás coincidirá con la democracia real. Hay entre ellas una
permanente tensión.

La democracia es un régimen que se caracteriza por poseer un conjunto de reglas primarias y


fundamentales que establecen quién está autorizado a tomar las decisiones colectivas y bajo qué
procedimientos.

Las reglas del juego de una democracia son:

Sufragio universal: Todos los ciudadanos tienen el derecho y las mismas posibilidades de
participar en la designación de los gobernantes.

Principio de la mayoría: Lo acordado o decidido por el mayor número de ciudadanos deberá ser
acatado por todos.

Igualdad político-jurídica: Todos los votos tienen igual valor (un ciudadano, un voto).

La mayoría no debe tomar decisiones que restrinjan los derechos de las minorías.

El elector podrá formar su opinión libremente.

El elector podrá seleccionar entre alternativas reales.

Los valores en los que se apoya la democracia son:


Libertad: Se realiza mediante la participación de los ciudadanos en la definición de las
decisiones colectivas.

Igualdad: Particularmente en el ámbito político otorga la misma dignidad a cada uno de los
ciudadanos.

Solución pacífica de las controversias mediante el diálogo y el entendimiento entre posiciones


disímiles.

Tolerancia: Es la capacidad de admitir que existen formas de pensamiento diferentes de las


propias.

Son varios los criterios para distinguir un tipo de democracias de otras. Por ejemplo, Lijphart distingue entre:

D E M O C RA C I A M AY O RI TA RI A D E M O C RA C I A D E C O N S E N S O

Caracterizada por la concentración del poder Ejecutivo en forma de gabinetes de un solo partido y estricta
mayoría (gobiernos en sentido restringido) que tienen dominio de la vida política, existencia de
bicameralismo asimétrico en el poder Legislativo, sistema de partidos bipartidista. Está centrada sobre un
conflicto básico (la política socioeconómica), un sistema electoral mayoritario y una organización territorial
de poder unitaria y participación política limitada exclusivamente a expedientes representativos.

D E M O C RA C I A M AY O RI TA RI A D E M O C RA C I A D E C O N S E N S O

Caracterizada por el recurso a coaliciones para la formación de los gabinetes. Tiene mayor separación entre
los tres poderes, tendencia hacia el bicameralismo equilibrado, existencia de sistemas de partidos
pluripartidistas atentos a un conflicto multidimensional, sistema electoral de participación proporcional,
distintas formas de descentralización política, constituciones escritas y concesión de alguna forma de veto
a las minorías.

Los distintos gobiernos democráticos oscilan entre esos dos extremos.

La jefatura del estado en la monarquía y en la república

La distinción entre monarquía y república resulta significativa cuando es vista desde una perspectiva
histórica y nos remite a la distinción entre dos modelos de Estado, caracterizado por la concentración del
poder en una persona en contra del gobierno aristocrático o democrático.

La república adquiere pleno sentido como forma de gobierno enfrentada a la monarquía, cuando esta última
permanece fiel a su sentido tradicional o lucha por mantener algunas de sus características del pasado en el
proceso de acomodo con el nuevo orden liberal democrático. En la medida que las monarquías europeas del
siglo XIX y XX se obstinan en atrincherarse en construcciones teóricas de transición (monarquías
constitucionales, formas no desarrolladas de monarquía parlamentaria), la república se equipara a una
pretensión de reconciliación plena con la lógica democrática. Los republicanos ven en esas formas de
gobierno monárquico obstáculos para superar. Cuando la conexión de la monarquía con el Estado liberal
democrático alcanza su plenitud en forma de monarquías parlamentarias, como auténticas repúblicas
coronadas, se reduce drásticamente el interés político de la cuestión. A ello contribuirá la constatación de
equiparar la capacidad de la república para garantizar un gobierno democrático. La práctica de las viejas
monarquías europeas sentencia una visión superficial de la cuestión, evidenciando su capacidad para
coexistir con ese gobierno en forma similar a unas repúblicas que no resultan incompatibles con distintas
formas de gobierno autocrático. Seguirán dándose algunos rasgos en la monarquía (el principio hereditario
fundamentalmente) que dificultarán su encaje con una plena racionalidad democrática. La posibilidad de
responsabilidad política, del recurso a un procedimiento de directa o indirecta elección popular o el libre
acceso de todos los ciudadanos a la jefatura del Estado, son un plus de legitimidad democrática para la
república.
Podemos decir que aquel Estado en donde su jefe ejerza ese cargo con carácter hereditario y vitalicio será
una monarquía y cuando el jefe de Estado ejerza el cargo con carácter no hereditario ni vitalicio, será una
república. Así, por ejemplo, el nombre oficial de España es Reino de España y el de nuestro país República
Argentina, en virtud de que sus jefes de Estado son un rey y un presidente, respectivamente.

Definido el concepto de república, se hace necesario distinguir república de republicano, forma de gobierno
que adopta nuestro país, según lo establece el artículo 1º de la Constitución Nacional. Esta forma
republicana se distinguen por las siguientes características:

Los cargos públicos (electivos) se legitiman por el procedimiento electoral.

El ejercicio de esos cargos públicos electivos tiene una duración limitada, atinente a su
periodicidad, con excepción de los jueces que permanecen en sus cargos mientras dure su
buena conducta.

Los actos de gobierno deben ser dados a publicidad, situación que supone la plena vigencia de
la libertad de prensa.

Por aplicación del principio de división de poderes se da una distribución de las funciones del
poder entre varios órganos independientes y supremos en el marco de sus respectivas
competencias, responsables, coordinados entre sí, sujetos a controles recíprocos, como así
también al del electorado y al de la opinión pública.

Un poder judicial independiente asegura el control de constitucionalidad.

Todos los habitantes son iguales ante la ley.

De acuerdo con esto, podemos decir que la República Argentina actualmente tiene una forma de gobierno
republicano, es decir, somos una república republicana (nuestro jefe de Estado es un presidente y se cumple
con la división de poderes, la periodicidad de los mandatos, la publicidad de los actos de gobierno). Del
mismo modo, el Reino de España es una monarquía con un gobierno republicano, pero no una república. Por
su parte, Cuba es una república, pero no tiene un gobierno republicano.
El Parlamentarismo

El régimen parlamentario debe su nombre a su principio fundador. El Parlamento es soberano y de su seno


surge el equipo gobernante. Se estructura de acuerdo con una interpretación de la división de poderes,
según la cual la articulación de las funciones del Estado (legislar, ejecutar, juzgar) se deposita en órganos
diferentes, aunque estén en estrecha colaboración. El sistema funciona gracias al concurso de los tres
poderes, que sin llegar a confundirse, están íntimamente relacionados. Dos de ellos, el legislativo y el
ejecutivo, realizan la labor más dinámica, mientras que el poder judicial permanece ajeno al quehacer
político inmediato y limita su actuación a dirimir los conflictos y a aplicar e interpretar las normas. La esencia
del régimen parlamentario radicará en el modo en que están establecidas las relaciones entre esos poderes,
sobre todo entre el ejecutivo y el legislativo.

El parlamento nace de la voluntad popular, encarna la soberanía y es el órgano de representación. En su


composición se reproducen, más o menos fielmente y según los sistemas electorales, los distintos
segmentos de opinión resultantes de la libertad de pensamiento, de expresión y de asociación. Y el gobierno,
con su jefe de gobierno al frente, surge de la mayoría parlamentaria. Como sistema de gobierno, el
parlamentarismo se perfecciona al asumir la configuración triangular del poder:

E L E LE C T O RA D O E L PA RLA M E N T O E L G O BI E RN O

En él reside el principio de legitimidad basado en el consenso como base cierta de orientación política.

E L E LE C T O RA D O E L PA RLA M E N T O E L G O BI E RN O

En donde reside la representatividad, fundada y actualizada mediante el procedimiento de elección y


mediatizada en virtud del sistema de partidos.
E L E LE C T O RA D O E L PA RLA M E N T O E L G O BI E RN O

Asiento de la operatividad exteriorizada en la acción de gobierno.

Tomando como modelo a la monarquía parlamentaria de Inglaterra, diremos que este sistema parlamentario
funciona de la siguiente manera. Primeramente, habrá que destacar la existencia de una dualidad de
jefaturas: La que corresponde a la del jefe del Estado ejercida por el rey y la del jefe de gobierno cuyo titular
es el primer ministro. El monarca simboliza la unidad del Estado y de la nación y ejerce, además de la del
Estado, la jefatura de las fuerzas armadas y de la Iglesia anglicana. Entre sus facultades está la de nombrar
al primer ministro y al gobierno y aceptar su dimisión. Esto se trata de un poder formal, porque por
convención tiene que nombrar primer ministro al líder del partido mayoritario en la Cámara de los Comunes.
Otras de sus facultades más importantes son las de convocar, aplazar y disolver al Parlamento, sancionar
las leyes aprobadas por el parlamento, o declarar la guerra, hacer la paz y establecer tratados
internacionales. El jefe del Estado no tiene responsabilidad política ante el parlamento, es decir, es
políticamente irresponsable, lo que significa que no puede censurarlo y el rey no necesita de su confianza.
Habrá países con régimen parlamentario cuyo jefe de Estado no sea un monarca, tal el caso de Italia y
Alemania que tienen a un presidente (no electo por el pueblo) ejerciendo esa jefatura. Ambos son repúblicas
parlamentarias.

El procedimiento para la formación del gobierno comienza en las elecciones para elegir miembros a la
cámara baja del parlamento. Éstas tendrán diferentes nombres: Cámara de los Comunes en Inglaterra,
Congreso de los Diputados en España, Riksdag en Suecia, Folketing en Dinamarca, Bundestag en Alemania.
Al líder parlamentario del partido que ha obtenido el mayor número de votos, el rey le encarga formar
gobierno y luego el Parlamento lo inviste como primer ministro y expone ante él su programa de gobierno.
Generalmente, en todos los países con régimen parlamentario se exige al primer ministro contar con el
apoyo de la mitad más uno de los parlamentarios, con lo que son frecuentes los gobiernos de coalición
formados con base en acuerdos políticos entre dos o más partidos con representación en el parlamento.
Para gobernar, el ejecutivo necesita que el parlamento le preste su apoyo o respaldo, que se materializa por
medio del llamado voto de confianza; cuando en su lugar emite el voto de censura, el gobierno cae o debe
renunciar. El órgano ejecutivo o gobierno es el gabinete o ministerio presidido por el primer ministro. En
algunos países el primer ministro suele llamarse de otro modo. Por ejemplo, en Alemania se lo conoce como
canciller, en España, presidente del gobierno. Este acompaña a otros ministros que, generalmente, también
son parlamentarios. La vida del gobierno, al igual que su nacimiento, está condicionada por el parlamento. La
facultad del jefe del Estado para disolver el parlamento implica también la caída del gobierno.

En sus diversas variantes, el parlamentarismo presenta algunos rasgos comunes que lo identifican:

Los miembros del gobierno (o del gabinete) son al mismo tiempo miembros del parlamento,
método que facilita el control de la gestión con la consiguiente responsabilidad política.

El gobierno (o el gabinete) se conforma con los jefes del partido mayoritario o de la coalición
partidaria que alcanzó la mayoría. La fusión del gobierno con el parlamento no impide que
estén separados funcionalmente y sean independientes. Por eso se ha caracterizado al
parlamentarismo como sistema de interdependencia por integración.

La estructura del gobierno es de forma piramidal: El poder se concentra en el primer ministro;

El gobierno mantiene el poder si lo apoya la mayoría del parlamento (voto de confianza) y lo


pierde cuando del mismo modo le impone un voto de censura o porque no cuenta con dicha
mayoría parlamentaria, ya sea porque de un nuevo procedimiento electoral ha surgido un
cambio en la composición de dicha mayoría en el parlamento o si se ha roto la coalición de
partidos.

La función de determinar la decisión política está distribuida entre el gobierno y el parlamento.


En su ejecución colaboran ambos a través de la legislación.

La nota característica del auténtico parlamentarismo radica en el control político recíproco y


realmente efectivo entre gobierno y parlamento. El parlamento tiene la posibilidad de exigir
responsabilidad política al gobierno: Colectiva, cuando compromete a todo el gabinete, o
individual, cuando afecta a un miembro del gabinete. Si el parlamento no otorga su voto de
confianza al gobierno o le aplica el voto de censura por mayoría, se conduce a la disolución del
parlamento y a nuevas elecciones o a un cambio de gabinete. El medio más riguroso de control
que puede ejercer el gobierno consiste en la facultad de disolver el parlamento y convocar al
electorado a nuevas elecciones, de manera que el electorado soberano toma la decisión de
elegir, a través del sistema de partidos, entre el gobierno y la oposición.

El gabinete o ministerio refrenda los actos del jefe de Estado y asume, en consecuencia, la
responsabilidad política ante el parlamento.

En el caso concreto de España, el parlamentarismo funciona de la siguiente manera: El gobierno (primer


ministro o presidente del gobierno) para poder gobernar debe tener la cuestión de confianza del parlamento.
El presidente del gobierno, previa deliberación del Consejo de Ministros, plantea ante el Congreso de los
Diputados (la cámara de representación popular) la confianza sobre su programa o sobre una declaración de
política en general, advirtiendo que de no ser aceptada por el Congreso ser verá obligado a dimitir. La
confianza se logra si votan a favor de la misma la mayoría simple de los diputados.

El mecanismo de control más trascendente con que cuenta el Parlamento es la moción de censura. A
diferencia de la cuestión de confianza, la moción de censura la propone el Congreso de los Diputados para
comprobar si el gobierno sigue teniendo la confianza de la Cámara. Para evitar la posible inestabilidad del
gobierno, la Constitución española impone una serie de requisitos que hacen muy difícil que la moción
prospere y logre derribar al gobierno:

Debe ser presentada por un mínimo de diputados (1/10) y debe incluir un candidato a la
presidencia de Gobierno (moción de censura constructiva).

Los firmantes de la moción no podrán presentar otra durante el mismo período de sesiones si
la moción no prospera.

Para que la moción se apruebe, debe ser votada por la mayoría absoluta de los miembros del
Congreso (las ausencias y abstenciones se contabilizan a favor del Gobierno). Esto es, de 176
diputados.

Si la moción prospera, el gobierno presentará la dimisión al Rey, el candidato incluido en


aquella se considerará investido de la confianza de la cámara y el Rey lo nombrará presidente
del Gobierno.
Presidencialismo

Es la denominación que fuera de Estados Unidos se ha aplicado al sistema de gobierno de ese país, donde
se lo designa como gobierno con separación y coordinación de poderes.

Podemos decir que un sistema político posee un régimen presidencial si el jefe del Estado (presidente):

Es electo popularmente por un tiempo determinado.

No puede ser despedido de su cargo por una votación del Congreso o Parlamento durante su
período preestablecido (excepto por juicio político).

Encabeza o dirige, de alguna forma, el gobierno que preside.

La jefatura del Estado y la jefatura del gobierno están reunidas en una misma persona: El presidente de la
república, que es elegido por sufragio universal, directo o indirecto según los casos y que representa, del
mismo modo que el Congreso, la voluntad popular. Este hecho fortalece políticamente al presidente que,
dado su origen, no tiene por qué someterse a la voluntad de los parlamentarios. El ejecutivo y el legislativo se
tratan de dos órganos con idéntica legitimidad, lo que supone, al menos teóricamente, que no habrá
supremacía de uno sobre otro. En el presidencialismo la íntima relación entre ejecutivo y parlamento no
existe. Se establece aquí la separación de poderes con autonomía y monopolio de acción atribuido a cada
magistratura: El Ejecutivo al Presidente, el Legislativo al Congreso y el Judicial a los Tribunales. Pero, para
evitar el bloqueo recíproco y la parálisis del proceso político, se determinó la necesidad de la coordinación en
ciertos puntos de contacto exactamente determinados. De manera que el mecanismo funcional, en su
totalidad, es de interdependencia por coordinación, en tanto que el del parlamentarismo es de
interdependencia por integración.

La configuración que asuma el tipo de interdependencia por coordinación está supeditada a la personalidad
del magistrado que desempeña el rol presidencial, imprimiéndole, ya sea la impronta de presidencialismo
auténtico (con los fuertes liderazgos políticos de los presidentes americanos Jackson, Lincoln, Teodoro
Roosevelt, Wilson y Franklin D. Roosevelt) o bien, como lo caracterizó Wilson, asumiendo los rasgos del
Gobierno del Congreso después de la Guerra Civil de Secesión. Loewenstein (1986) caracteriza al tipo de
gobierno americano como el de más difícil funcionamiento, particularmente si se lo equipa con las
complejidades del federalismo, pero reconoce que el sistema de interdependencia por coordinación ha
entrenado al pueblo americano en el arte necesario del compromiso político atinente a la relación de poder
basada en la negociación. El presidente ejerce un auténtico liderazgo personal, ya que acumula al mismo
tiempo varias jefaturas (la del Estado, la del gobierno, la de las fuerzas armadas y casi siempre la del partido
a que pertenece) y está ligado al pueblo no solo por el voto, sino también por los mecanismos que hoy en día
posibilitan un contacto directo y permanente con la opinión pública a través de los medios masivos de
comunicación.

Cabe señalar la influencia que el presidencialismo ha tenido en Iberoamérica, particularmente en la


República Argentina, donde se mantiene luego de la reforma constitucional de 1994, a pesar de haberse
introducido la innovación de la figura del jefe de gabinete de ministros.

Debemos decir que se ha suscitado un debate doctrinario sobre presidencialismo versus parlamentarismo
con relación a la problemática de los procesos de transición a la democracia, su instauración y
consolidación, en el que se han alegado supuestas ventajas del parlamentarismo sobre el presidencialismo,
referidas a la competencia, el liderazgo y el estilo políticos. Entre las bondades atribuidas al
parlamentarismo podemos destacar su elasticidad para hacer frente a las más diversas situaciones
políticas. Si bien el gobierno es elegido por el parlamento para ejercer su mandato por un período
determinado, en casos de crisis el mismo puede caer, ya sea por la disolución del parlamento por parte del
jefe de Estado o bien por una voto de censura. Un nuevo gobierno estará en mejores condiciones para
afrontar esa crisis, lo que pone en evidencia que se puede preservar el sistema político con un cambio de
gobernantes dentro del régimen. La posibilidad que tiene el gobierno de convocar a elecciones anticipadas
le permite, en caso de que su gestión cuente con el consentimiento de los gobernados, acceder a un nuevo
mandato. También es importante el papel de la oposición, que si bien no participa del gobierno, su
desempeño en el parlamento le permite a la opinión pública y al electorado saber cuál es la alternativa o la
otra opción de gobierno con que cuentan. Por otra parte, el presidencialismo, en su deformación, ha dado
lugar a que bajo su denominación se ocultaran regímenes asentados sobre un poder personalizado de base
oligárquica y no sujeto a controles democráticos, como por ejemplo Paraguay bajo la presidencia de
Stroessner. Entre las desventajas que se le imputan están: Las de carecer de cauces institucionales fuertes
de comunicación entre ejecutivo y Congreso, la inexistencia de instrumentos ordinarios disponibles para
resolver las crisis políticas que puedan surgir como consecuencia de mutuos enfrentamientos (sobre todo
en el caso de que el partido del presidente no fuera mayoritario), el no contar con los recursos de que está
asistido el parlamentarismo como por ejemplo la caída del gobierno o la disolución del Parlamento y la
convocatoria a nuevas elecciones. Además, al ser votado el presidente por un período fijo de tiempo para
ejercer su mandato, llegado el caso en que pierde sustento político, no hay mecanismos institucionales para
fortalecerlo o relevarlo del cargo dentro de la legalidad. En consecuencia, en casos extremos se abren las
puertas para medidas extraconstitucionales con los peligros que esto implica.

Loewenstein (1986) considera al presidencialismo como un producto artificial de la teoría política en


oposición al parlamentarismo que se ha desarrollado orgánica y empíricamente.

Semipresidencialismo

Con el nacimiento de la V República de 1958 se instaura este nuevo régimen político en Francia, que supone
la consolidación de un proceso orientado al establecimiento del parlamentarismo frenado o corregido.

Existe el presidente de la república elegido por sufragio universal directo, que dura cinco años en su función
y es el delegado personal y directo de la soberanía nacional. Se le otorga la supremacía política al poder
ejecutivo, que desempeña un papel de primer orden, no solo por las funciones que la Constitución le otorga
(como la de nombrar al primer ministro y poner fin a sus funciones cuando éste le presenta la dimisión del
gobierno al disolver a la Asamblea Nacional previa consulta con el primer ministro), sino porque le queda el
recurso de descender a la lucha política y poder crear un estado de opinión pública. El presidente tiene una
representación de origen popular equivalente a la que se deposita en la Asamblea Nacional, y al mismo
tiempo, ostenta la jefatura de su partido o de la coalición gobernante y el liderazgo de la mayoría
parlamentaria, para finalmente ser de hecho el jefe del ejecutivo, ya que preside los consejos de ministros.
La constitución francesa instituye, además de presidente, la figura del primer ministro, que tiene
responsabilidad política ante el parlamento y que ejercerá las funciones de dirigir la acción de gobierno. Si
bien es una atribución considerable, en la práctica se ve reducida al tener que compartirla con el presidente.
También le propone al presidente a los demás ministros. Se instaura así una diarquía desigual en beneficio
del presidente de la república. La Asamblea deberá también prestar su confianza al gobierno y en caso de
que aquella se la retirara, éste (encabezado por el primer ministro) tendría que dimitir. Pero, ¿qué ocurre si el
presidente no está de acuerdo con esta decisión de la Asamblea? La solución a este enfrentamiento vendría
dada normalmente por la búsqueda de un arbitraje popular, que implica por fuerza la disolución de la
Asamblea y la convocatoria a nuevas elecciones. La figura del primer ministro evita la parálisis del gobierno
si el partido gobernante pierde elecciones legislativas en medio del mandato presidencial. En este caso, el
presidente de la república procederá a nombrar (con el acuerdo de la Asamblea Nacional) como primer
ministro a una figura relevante del triunfante partido de oposición. Tendremos al presidente de la república y
al primer ministro como provenientes de dos partidos políticos diferentes. Esta particular situación recibe el
nombre de cohabitación.

Gobiernos colegiados

Existe otra forma de gobierno a la que se le da el nombre de colegiada y que no se corresponde con ninguna
de las anteriores. El órgano ejecutivo, que se conforma siempre con más de un individuo, podrá configurarse
con dos o más hombres. Es la forma conocida como directorial, utilizada en la Confederación Helvética —
Suiza— en donde su poder ejecutivo se encuentra en manos de un Consejo Federal de siete miembros
elegidos por la mayoría absoluta de las dos cámaras que componen la Asamblea Federal. La forma
directorial se utilizó también en el Uruguay a mediados del siglo pasado y nuestro país la adoptó en el siglo
XIX bajo la forma de triunvirato.

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7.7 Las formas de Estado Autocráticas

Los Autoritarismos

Son todos aquellos sistemas políticos caracterizados por:

Un pluralismo limitado

Como consecuencia que los diferentes grupos sociales o institucionales están formando parte de la
coalición dominante, por lo que pugnan por influenciar sobre el proceso político. Entre los actores
institucionales encontramos al ejército, la burocracia, la iglesia, los grupos económicos y financieros,
determinados sindicatos. Al estar formando parte de la coalición gobernante queda muy poco espacio
para la competencia y para la oposición. Esto se materializa en la negación de algunos derechos civiles y
de todos los políticos a toda o a una parte de la ciudadanía y por la imposibilidad de amplios sectores
para competir por el poder.

Mentalidades peculiares

Se generan predisposiciones psíquicas y mentales simples y capaces de generar en la sociedad una


cohesión con fuerte contenido utópico, emocional e irracional. Así, conceptos como patria, raza, imperio,
sustituyen a las ideologías propias de los sistemas democráticos.

Ausencia de movilización política

No se fomenta, salvo raras excepciones, la movilización como en los totalitarismos. Se tiende hacia la
despolitización de la sociedad, pues se considera a la política como una actividad deleznable.

Líder o grupo reducido

Puede haber un líder como también es posible que el liderazgo sea compartido, como por ejemplo, las
juntas militares en Argentina.

Límites formalmente mal definidos

No se proporciona seguridad jurídica a los habitantes y se apela a la discrecionalidad para fijar los
criterios de legalidad, por los que el individuo no tiene ninguna garantía contra la acción del poder
autoritario.
Las formas que pueden desarrollar los autoritarismos son muy variadas. Pueden presentarse como
regímenes puramente militares, cívico-militares (como lo fueron en nuestro país los golpes de Estado) o
puramente civiles.

Según Juan Linz, el autoritarismo es un tipo de sistema político con un pluralismo limitado, no responsable,
sin una ideología elaborada y directora (pero con mentalidad peculiar), carente de movilización política
intensa o extensa (excepto en algunos puntos de su evolución) en los que un líder o un grupo reducido ejerce
el poder dentro de límites formalmente mal definidos, pero en realidad bastante predecibles.

Los totalitarismos

Son sistemas políticos caracterizados por una forma de gobierno personalizada en un líder o una élite, que
trata de dominar tanto a la sociedad como la estructura regular legal que llamamos Estado. Pretende borrar
toda separación entre el Estado y la sociedad, quitándole a ésta su autonomía y poniéndola al total servicio
de las necesidades del Estado.

Bajo esta denominación se agrupan a determinados regímenes políticos como el soviético de 1917, el
fascismo italiano de 1922 y el nacionalsocialismo alemán de 1933, que presentaron el rasgo común de
convertir al Estado en un fin y a las personas en los medios.

Entre las características más salientes del Estado totalitario mencionaremos:


Ausencia de pluralismo y papel determinante del partido único y de las organizaciones por éste
articuladas, las cuales sirven para integrar, politizar, controlar e impulsar a la sociedad civil.

El partido único, en el vértice del poder, ocupa una posición central y determinante respecto a
otros posibles actores como la iglesia, los militares o la burocracia.

Existencia de una ideología articulada y rígida que legitima al régimen y da contenido a las
políticas de movilización.

Movilización alta y continua sostenida por la ideología, el partido único y sus organizaciones
satélites.

Existencia de un líder carismático o un pequeño grupo en la cúspide del partido único.

Límites no previsibles al poder del líder y amenaza permanente de sanciones por la


inexistencia de libertades individuales.

Exaltación del nacionalismo.

Masificación.

Inexistencia de oposición legalizada.

Inexistencia de elecciones libres y competitivas.

Centralización económica.

Podemos distinguir entre un totalitarismo de izquierda (el comunismo) y un totalitarismo de derecha (el
fascismo y el nacionalsocialismo) a los que genéricamente denominaremos fascismos.

Los Estados fascistas


Si bien hoy día disponemos de valiosos estudios sobre los fascismos como ideología y movimiento, no
existe un intento de formulación de una teoría general del fascismo como institución o del Estado fascista
en sus rasgos comunes. Sin embargo, enumeraremos las principales características compartidas a las que
distinguiremos por su naturaleza en positivas o negativas.

Rasgos de naturaleza positiva o afirmativa:

El Estado se concibe como totalitario y esencial. Las autoridades públicas intervienen en todos
los órdenes sociales, de forma que ya no existe ese ámbito de la libertad individual que es
propio de la sociedad civil.

El sistema político se fundamenta en la legitimación carismática de un dirigente. El Fürerprinzip


o principio del caudillaje implica la implantación de la dictadura y la relativización o anulación
del imperio de la ley y, consecuentemente, del principio de legalidad.

Garantiza la participación política de los partidarios a través de sistemas representativos


mediatizados por el Estado.

Sostiene la necesidad de integrar el capital y el trabajo en un proyecto común. De este modo


se pretende formular una tercera vía entre el comunismo y el capitalismo.

El sistema político posee una clara vocación expansionista de carácter imperial (como por
ejemplo Alemania, Italia y Japón).

Rasgos de naturaleza negativa:

1 El expreso rechazo al capitalismo y al comunismo conlleva tres factores: Discurso


anticapitalista, prohibición de sindicatos, e imagen idealizada del trabajo.

2 Negación expresa de la lucha de clases, que supone todo rechazo a cualquier conflicto
institucional.
3 Rechazo de los sistemas electorales, los partidos políticos y la representación democrática.
Las elecciones, de celebrarse, están mediatizadas. Por ejemplo, el fascismo italiano, que
prefería la representación corporativa.

4 El rechazo de las garantías de los derechos fundamentales y de las libertades públicas arranca
de una concepción totalitaria, integradora y colectivista de la vida política.

5 El rechazo de los medios pacíficos para la resolución de conflictos internacionales se


fundamenta en una concepción militarista de las relaciones exteriores.

Hubo rasgos que no fueron comunes. Así, el racismo, que fue un elemento esencial del Estado
nacionalsocialista alemán, no estuvo presente en el fascismo italiano. Del mismo modo, las relaciones con
las confesiones religiosas fueron diferentes, malas en el régimen alemán, pero no así en Italia, donde el
fascismo llegó a acuerdos con el Vaticano en 1929.

Los Estados fascistas, con su tercera vía, no son hoy más que fenómenos de la historia pasada, pero su
conocimiento es importante porque sin ellos no se entienden muchos de los fenómenos de la historia
política contemporánea y tampoco pueden enjuiciarse acertadamente los parecidos y diferencias que
pueden tener con otros sistemas políticos dictatoriales posteriores en diversos lugares del mundo.
Bibliografía de referencia

Easton, D. (2013). Esquema para el análisis político. 3Era Ed. Madrid: Editorial Amorrortu.

Lijphart, A. (2000). Modelos de democracia. Barcelona: Editorial Ariel.

Bibliografía obligatoria

Bidart Campos, G. (2012). Lecciones elementales de política. Buenos Aires: EDIAR.

Caro Figueroa, R. (2000). Manual de Teoría del Estado y Derecho Político. Buenos Aires: LEUKA.

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