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EL ARADO ( A )

Por un lado, Diceópolis empuja los bueyes, mientras que por otro los bueyes arrastran el arado,
pues Jantias siembra la semilla. Pero he aquí, los bueyes ya no esperan y ya no arrastran el arado.
Así pues, ciertamente, Diceópolis llama a los bueyes y, "apresúrense, oh bueyes," dice "no
esperen". Así pues, los bueyes todavía esperan. Así pues, Diceópolis, " ¿por qué esperan, oh
bueyes?" dice, y mira hacia el arado, y he aquí, (una) piedra lo obstaculiza. Así pues, Diceópolis
toma la piedra, pero no la levanta, pues grande es. Llama, pues, al esclavo y, "ven aquí, oh Jantias,"
dice, "y ayúdame, pues (una) gran piedra obstaculiza el arado, y los bueyes esperan".

Así pues, Jantias lentamente se acerca, pero no lo ayuda, mira, pues hacia la piedra y dice,
"grande es la piedra, oh amo," dice. "he aquí, no es posible levantarla". En efecto, Diceópolis, "nos
seas vago," dice, "sino ayúdame. Pues, es posible levantar la piedra". Así pues, juntos tanto el amo
como el esclavo levantan la piedra y la llevan fuera del campo.
Mientras, pues la llevan, Jantias se tropieza y tira la piedra, en efecto la piedra cae hacia el pie
de Diceópolis. Así pues, Diceópolis se queja y, "oh, Zeus," dice "¡ay, mi pie! Toma la piedra, oh
idiota, y levántala, pero no seas tan torpe". Pues Jantias, "¿por qué eres tan difícil, oh amo" dice,
"pues no soy culpable yo, pues grande es la piedra, y no es posible levantarla". Pues, Diceópolis,
"no digas tonterías, oh llorón, sino levanta la piedra y sácala del campo". Así pues, otra vez
levantan la piedra y apenas la sacan del campo. Después, en efecto, por un lado Diceópolis empuja
los bueyes, mientras que por otro los bueyes ya no esperan sino arrastran el arado.

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