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El hinduismo
Pu b u c a d o por Th e P ress Syndicate of th e University of Cambridge
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por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografia
y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella
mediante alquiler o préstamo público.
Ilustraciones 6
Agradecimientos 8
Nota sobre la lengua y la transliteración 9
Abreviaturas y textos 10
Introducción 13
1 Puntos de partida 17
2 Los orígenes 37
3 Dbarma 67
4 El yoga y la renuncia al mundo 93
3 Tradiciones literarias y vaisnavismo primitivo 123
6 El amor de Visnu 147
7 Saivismo y tantrismo 167
8 Tradiciones de la Diosa y sáktismo 193
9 El ritual hindú 217
10 La teología y la filosofía hindúes 243
11 El hinduismo y el mundo contemporáneo 269
Bibliografía 311
Indice alfabético 327
Ilustraciones
Fotografías
Salvo que se especifique una fuente distinta las fotografías son de! autor.
Elefante simbólico (Reproducido con la autorización del Museo Victoria and Albert).
Portada
6
Ilustraciones
Mapas
1 La India con indicación de algunos lugares sagrados importantes pág. 14
2 Emplazamientos principales de la civilización del Valle del Indo
(adaptado de Parpóla, Deciphering the Indus Script, pág. 7) 41
Figuras
1 Sello «proto-Siva» de la civilización del Valle del Indo pág. 44
2 Tradiciones de los Vedas Rg y Yajur 53
3 Fisiología mística del yoga 118
4 Desarrollo de las tradiciones vaisnava 137
5 Cosmología pairearátra 141
6 Desarrollo de las tradiciones saiva 171
7 Desarrollo de las tradiciones del culto a la Diosa 199
8 Los veinticinco tattvas del sámkhya 252
7
Agradecimientos
8
Nota sobre la lengua y la transliteración
Lis lenguas del hinduismo son el sánscrito y las lenguas vernáculas indias, especialmente
el tamil. Este libro se atiene al modo normalizado de transliteración salvo en lo referente
a algunos nombres de lugar y nombres propios de uso más común, que se reflejan en sus
roanas españolas generalmente aceptadas y sin puntos diacríticos. Existe una diferencia
en el sánscrito entre la forma radical de una palabra y el caso nominativo. Generalmente,
se emplearan las formas radicales de palabras sánscritas a excepción de términos comunes
tales como karm a (nominativo singular) y de algunos nombres propios como Hanumán
(en lugar de Hanumat) y Bliagaván (en lugar de Bhagavat). Los plurales se reflejan gene
ralmente por medio de la inclusión de una s final (a la manera inglesa). El sánscrito es un
idioma fonético de modo que la transliteración refleja la pronunciación correcta. Existen
vocales breves (a, i, u, r, /) y vocales largas (á, i, u , r, e, o, ai, aü), dos veces más largas
que las breves; de modo aproximado r se lee «ri» con una i breve; / «li» con una i breve; au
se lee «ou». Las consonantes pueden ser no aspiradas (como ka, ga, p a ), o aspiradas
(t omo kha, gha, pba). Los sonidos retroflejos ta, tha, da, dha y na se pronuncian con la
punta de la lengua arqueada hacia auás hasta tocar el paladar. Las dentales ta, tba, da, dha
y na se pronuncian con la punta de la lengua detrás de los dientes. La nasal gutural na,
pronunciada «ng» y la palatal ña, pronunciada como en español, siempre se presentan en
i onjtmción con otras consonantes de su categoría (salvo en el caso de algunos «mantras
seminales»). El sonido m, o anusvára, representa una nasalización de la vocal anterior y
el sonido h o visarga, representa una aspiración de la vocal anterior. La c se pronuncia
como la ch española. Aparte de estos sonidos dos consonantes tamiles sin equivalencia en
español son ¡a y ra, se trata de sonidos retroflejos.
9
Abreviaturas y textos
A continuación se desarrollan las abreviaturas de los textos sánscritos citados; el carácter intro
ductorio de este libro permite suponer que las ediciones eruditas de los textos en sánscrito no
tendrán utilidad para el lector común, por esta razón sólo se facilitan detalles bibliográficos
cuando hay traducciones disponibles (las aparecidas en lengua española cuando son recien
tes, directas y suficientemente fiables y en su defecto las consultables en lengua inglesa).
10
Abreviaturas y textos
ll
El hinduismo
12
Introducción
Durante una visita a la India en la primera mitad del siglo xi el notable erudito musulmán Al-
Biruni, distinguió entre los puntos de vista de los filósofos hindúes y los del pueblo llano1.
Pensaba que podía encontrar entre aquéllos analogías con sus propias creencias mono
teístas. Al-Birüni pudo haber acertado o no, pero resulta significativo el hecho de que se
reconozca, por parte de un extraño, la diversidad del hinduismo además de los rasgos apa
rentemente unificadores. Según Al-BTrünl, la unidad filosófica de las tradiciones hindúes
es la base de la diversidad de la religión popular, Mí intención en este libro es analizar la
amplia diversidad de lo que ha llegado a conocerse como «hinduismo», y también indicar
algunos de sus elementos comunes y de sus temas unificadores.
El hinduismo es la religión de la mayoría de los habitantes de la India y el Nepal ade
más de una fuerza cultural destacable en los demás continentes. A cualquier visitante del
subcontinente indio procedente de Occidente le llaman fuertemente la atención no sólo
los colores, sonidos, olores y lo vibrante de los rituales obligatorios diarios, sino también
cómo la vida se fundamenta en la religión. Hay un sinfín de templetes apartados, dedica
dos a diosas locales o antepasados divinizados, templos majestuosos para «grandes» divi
nidades como Visnu o Siva, festivales, peregrinaciones a ríos y lugares sagrados, y
representaciones de divinidades engalanadas con flores en los autocares, tiendas y casas.
Los hindúes a menudo dicen que el hinduismo, más que una religión, es un modo de vida.
A pesar de los comentarios de Al-Birúni, el hinduismo también incluye tradiciones com
plejas y muy elaboradas de índole filosófica y teológica que pueden resultar muy diversas
de las de Occidente.
Este libro es un estudio histórico a la vez que temático del hinduismo. Intenta aclarar
las estructuras del hinduismo y explicar tanto su cohesión interna como sus incoherencias
aparentes. Aunque hay que reconocer que es imposible aproximarse de modo profundo
a un tema que abarca cinco mil años y que se ha desarrollado en una extensa área geográ
fica, se procura aportar información suficiente y adecuada de la historia, las tradiciones, los
rituales y las teologías del hinduismo. Inevitablemente, al utilizar una presentación temá-
1 Sacliau, A lberuni's India, vol. I, L ondres, T n ib n e r and Co., 1888, págs. 2 2-23 .
13
El binduismo
l4
In tro d u cció n
lu ,i <■histórica a la vez cabe la posibilidad de que se produzca algún solapamiento del mate-
ital tratado. Sin embargo, es posible que este hecho redunde en el mutuo reforzamiento
de los ternas e ideas importantes revisados. En este libro se presentan los ámbitos de
actuación de los cabezas de familia y de los renunciantes como si fueran distintos y se
pone de relieve el ritual como rasgo unificador de las tradiciones hindúes. También se
destaca la influencia del tantrismo, cuya importancia a menudo no ha sido apreciada en
sus justos términos. Son más relevantes para el lector que desea obtener una visión gene
ral del hinduismo los capítulos 1, de carácter introductorio, y 9, que versa sobre el ritual
hindú (más importante, según mi opinión, que la doctrina para ahondar en la compren
sión del hinduismo). Para el lector más interesado en la teología y la filosofía recomiendo
el capítulo 10, ya que aporta una sistemática visión de conjunto. Este libro está dirigido
principalmente a estudiantes universitarios, aunque se espera que otros lectores, sobre
lodo en el seno de las propias comunidades hindúes, puedan encontrar algún interés en
la lectura de estas páginas.
El capítulo 1 comienza con la pregunta: «¿qué es el hinduismo»? Se trata de una
cuestión compleja, ya que el término «hindú» sólo se emplea de forma generalizada
desde hace un par de siglos, de modo que intentar rastrear el «hinduismo» en el pasado
es cuando menos problemático. En dicho capítulo se analiza esta cuestión, pasando a
continuación a elaborar algunas ideas acerca de las características generales del hin
duismo y a relacionar el estudio del mismo con diversos puntos actuales del debate aca
démico. El capítulo 2 inicia el estudio histórico de las tradiciones hindúes a partir de la
icligión védica y el examen de la relación entre la cultura aria (que dio vida al Veda, la
revelación del hinduismo) y la cultura del Valle del Indo. El capítulo 3 avanza en el aná
lisis histórico repasando los conceptos de dha rm a, verdad y deber, y las instituciones
de casta y monarquía. El capítulo 4 introduce el concepto de renuncia al mundo y exa
mina los ideales de liberación a partir del ciclo de la reencarnación a través del asce
tismo y el yoga. Los capítulos 5 al 8 describen las grandes tradiciones del vaisnavismo,
cuyo foco es la deidad Visnu y sus reencarnaciones, del saivismo, cuyo foco es Siva, y
del saktismo, encardinado en la Diosa (Devi). Los capítulos 9 y 10 son temáticos y exa
minan el ritual y la teología hindúes respectivamente. El capítulo 11 sigue el desarrollo
riel hinduismo como religión mundial y sus manifestaciones más recientes en la polí
tica nacionalista hindú.
En la redacción de este libro parto del supuesto de que el estudio de la religión es de
importancia capital en el mundo actual en el que todos, de alguna manera, somos con
ciudadanos, y en el que los conceptos de identidad y significado siguen teniendo una
importancia comparable a la del pasado. En el hinduismo destacan dos fuerzas culturales
que caracterizan a las comunidades en la actualidad: por una parte, la tendencia hacia la
globalización y conformación de la identidad que convierte al hinduismo en una religión
15
El hinduismo
transnacional y mundial junto al cristianismo, el budismo o el islam; por otra parte, la frag
mentación que percibe al hinduismo como identidad nacional de estrecha conceptualiza-
cion. Ambas fuerzas, la que tiende hacia la globalización y la que lo hace hacia la
configuración de un nacionalismo fragmentado, son poderosas en el seno del hinduismo
y queda por dirimir cuál llegará a alcanzar la preeminencia.
Espero que a los hindúes que lean este libro, la visión que se expone en sus páginas
les resulte reconocible. Dejo que el lector juzgue lo conveniente o no de los «discursos» y
movimientos que he puesto de relieve y de los que, en consecuencia, y por omisión, no
han podido ser tratados.
16
1 Puntos de partida
¿Qué es el hinduismo? Una respuesta sencilla sería: hinduismo es un término que englo
ba a las religiones de la mayoría de los habitantes de la India y Nepal y de algunas comu
nidades en otros países que se autodenominan «hindúes». Las dificultades surgen cuando
intentamos sistematizar el significado de lo anterior, ya que la diversidad del hinduismo es
realmente notable y su historia larga y compleja, Se podría afirmar, tanto desde dentro
como desde fuera de esta tradición, como resultado de tal diversidad que «el hinduismo
no existe», mientras que también se podría defender que, a pesar de la diversidad, hay
una -esencia» que estructura o modela sus manifestaciones. La verdad probablemente se
encuentre a medio camino entre estas afirmaciones contrapuestas. Muchos hindúes, si se
les pregunta, estarán seguros de su identidad como tales «hindúes» diferenciados de cris
tianos, musulmanes o budistas, pero variará mucho la categoría de hindú a la que estiman
pertenecer; las diferencias entre hindúes pueden llegar a ser tan grandes como las que
enfrentan a hindúes y budistas o cristianos.
De una población de aproximadamente 900 millones1 de habitantes de la India, 700
millones son hindúes mientras que el resto son musulmanes, sijs, cristianos, jamas, budis
tas, parsis, judíos y seguidores de religiones «tribales». Hay 120 millones de musulmanes y
45 millones de ádivásis o seguidores de cultos tribales, a la par que 14 millones de sijs y
aproximadamente 14 millones de cristianos12. Se constituye así una abigarrada combina
ción de religiones y grupos culturales y todos interactúan y se entremezclan con el hin
duismo de diversos modos. También existen comunidades numerosas de hindúes más allá
de las fronteras del subcontinente indio, en Sudáfrica, Africa Oriental, Sudamérica, el Cari
be, los EE UU, Canadá, Europa, Australia, Nueva Zelanda, Bali y Java, Según el censo de
1981 de los EE UU se estima en 387.223 la población de las comunidades indias, la mayo
ría de la cual sería hindú. El número de hindúes del Reino Unido en el mismo año se calcu
ló en 300.C003. Además, hay muchos occidentales de Europa y América que dicen seguir
el hinduismo o religiones derivadas de él o de ideas hindúes como el karma, el yoga y el
vegetarianismo, todas ellas comunes actualmente en Occidente.
1 Según el C enso c o rre sp o n d ie n te al m es de marzo del a ñ o 1991, se calculó la pob lació n d e la India en
843.930.861.
2 Véase K losterm aier, A Survey o f Hinduism, Albany, SUNY Press, 1994
5 K nott y T o on , Muslims. Sikbs and Hindus in the UK- Problems in the Estimation o f Religious
Statistics, Religious R esearcli P ap er 6 (D ep a rtam e n to d e T eo lo g ía y E stu dio s Religiosos, U niversidad de
le e d s , 1982).
17
El hinduismo
El termino actual «hindú» aparece por vez primera como un concepto geográfico
persa para referirse a la población que vivía más allá del río Indo (Sindbu en sánscrito). En
textos árabes Al-ílind es un término aplicado a la gente de la India actuar mientras «hindú»
o «Hindoo» fue empleado hacia finales del siglo xvm por los británicos para referirse a la
gente del «Hindostán», la zona noroeste de la India. Finalmente, «hindú» terminó prácti
camente equivaliendo a «indio» no musulmán, si), jaina o cristiano, sirviendo, por tanto,
para definir todo un conjunto de creencias y prácticas religiosas. Se añadió el sufijo «-ismo»
alrededor de 1830 para denominar la cultura y religión de los brahmanes de casta alta y
diferenciarlas de otras religiones. No mucho después, el término fue aplicado por los pro
pios indios en el contexto del establecimiento de una identidad nacional como contra
partida al colonialismo*5, aunque el término «hindú» ya fue empleado en textos sánscritos
y bengalíes como contraste al de «yavana» o musulmán en el siglo xvi6.
DEFINICIÓN DE HINDUISMO
Dada la amplia gama de tradiciones y significados incorporados al término «hindú», ade
lantar una definición resulta un notable problema. La mayor parte de las tradiciones hin
dúes (aunque no todas) reverencian un cuerpo de literatura sagrada, el Veda, como
revelación; algunas tradiciones consideran ciertos rituales como esenciales para la salva
ción, otras no; algunas filosofías hindúes postulan una realidad de índole teísta que crea,
mantiene y destruye el universo, otros rechazan este postulado. A menudo se describe el
hinduismo como la creencia en la reencarnación (samsára) determinada por la ley que
dicta que toda acción conlleva efectos (kanna), y que la salvación es la liberación de este
ciclo, Pero otras religiones asiáticas, como el budismo y el jainismo, tienen creencias pare
cidas. Parte del problema de alcanzar una definición se debe a que el hinduismo no tiene
ningún fundador histórico en particular como tantas otras religiones mundiales; no tiene
un sistema unificado de creencias en forma de código, de credo o de declaración de fe; no
tiene un sistema único de soteriología; tampoco tiene una autoridad centralizada ni una
estructura burocrática. Es, por tanto, en estos aspectos un tipo de religión muy diferente
de las tradiciones monoteístas occidentales (cristianismo e islam), aunque se pueden ade
lantar argumentos a favor de afinidades más fuertes con el judaismo.
' R. Tliapar, Interpreting Early India, Delhi, Oxford U niversity Press, 1993, pag. 77.
5 C. Smith, The Meaning a n d End o f Religion, San Francisco, Harper y Row, 1962, pag. 207;
Frykenberg, -The Emergence o f M o dem “Hinduism”», en Sontheimer y Kulke, e ds., Hinduism Reconsidered,
Delhi, Manohar, 1991, pags. 30-1.
É O’Connell, «The Word "Hindu" in Gaudiya Vaisnava Texts», en Journal o f the American Oriental
Society, 93 3, 1973, pags. 340—d.
18
Puntos de partida
Jawaharlal Nehru, el que fue el primer primer ministro de la India independiente, decía-
id que el hinduismo «es todo para todos los hombres»7, una definición ciertamente ambicio
sa y de extenso ámbito aunque en tal medida que no resulta verdaderamente útil para nuestro
propósito. Sin embargo, si bien puede que no sea posible llegar a una definición absoluta de
hinduismo, esto no significa que se trate de un término vacío. Existen ciertos tipos de prácti
cas, de textos y de creencias básicos en la identificación del ser «hindú», y otros que están en
los limites del hinduismo. Soy de la opinión de que si bien el «hinduismo» no constituye una
i alegoría en el sentido clásico de esencia definida por propiedades determinadas, existen, no
i ibstante, formas prototípicas de prácticas y creencias hindúes. Las creencias y prácticas de un
devoto del dios hindú Visnu de casta alta y que vive en Tamilnadu, en el sur de la India, se
engloban claramente dentro de la categoría de lo «hindú» y son prototípicas de esa categoría,
las creencias y prácticas de un devoto radhasoami del Punjab, que adora a un dios sin atribu
ios, que no acepta el Veda como revelación e incluso rechaza muchas de las enseñanzas hin
dúes ortodoxas, aunque no sea prototípicamente hindú, sin embargo, estará dentro de la
esfera y categoría del hinduismo. De todos modos el devoto de Visnu del sur de la India es un
miembro más típico de la categoría de lo «hindú» que el devoto radhasoami. En otras pala-
I'i as, el hinduismo no es una categoría en el sentido clásico (centrado en la pertenencia o no
pertenencia), sino más bien en el sentido expuesto en la teoría prototipo.
la teoría prototipo, desarrollada por George Lakofi8 , mantiene que las categorías no
I¡i<'sentan fronteras rígidas, sino grados de pertenencia a la misma; algunos miembros de una
categoría son más prototípicos que otros. Estos grados pueden relacionarse mediante un
parecido familiar; es decir, que «los miembros de una categoría pueden estar relacionados
unos con otros sin que todos los miembros compartan necesariamente cualquier propiedad
que defina a la categoría»9 . En este sentido el hinduismo puede considerarse una categoría.
Sus límites no están claramente definidos. Algunas formas de religión son fundamentales en
I hinduismo, otras lo son en menor medida pero permanecen dentro de la categoría.
Desde luego, afirmar lo que es o no fundamental para la categoría de hinduismo es juz
gar el grado de prototipicidad. Surge entonces la cuestión de la base de tales juicios. En este
caso, por un lado debemos recurrirá la comprensión del hinduismo por sí mismo, ya que el
hinduismo ha desarrollado categorías para describirse10, y por otro al entendimiento erudi
to de los rasgos comunes o principios estructurales vistos desde fuera de la tradición.
7 Cita de B.K. Smith, «Exorcising the Transcendent: Strategies for Redefining Hinduism and Religion»,
<:n History o f Religions, agosto, 1987, pag. 36.
8 Lakoff, Women, Fire a n d Dangerous Things■What Categories Reveal About the Mind, Chicago y
I.ondres, University of Chicago Press, 1987.
9 Ibid. pag. 12.
10 Piatigorsky, «Some Phenomenological Observations on the Study of Indian Religion», en Burghardt
y Cantille eds., Indian Religion, Londres, Curaon, 1983, pags. 208-24.
19
El hinduismo
IA RELIGIÓN Y LO SAGRADO
Lo que entendemos por hinduismo en cuanto religión depende en parte de lo que enten
damos por «religión». Nuestra comprensión del hinduismo ha quedado mediada por con
ceptos occidentales de lo que son la religión y la proyección del hinduismo como
«alteridad» respecto al cristianismo occidental14. Si bien no es éste el lugar adecuado para
11 J.Z. Smith, Imagining Religion. From Babylon to Jonestown, University of Chicago Press, 1982,
pág. XI.
1' Smart, «The Formation Rather than the Origin of a Tradition», DISKUS. A Disembodied Journal o f
Religious Studies, 1 ,1993, pág. I.
1:1 W.C. Smith, The Meaning and End o f Religion, pág, 6; véase también H. von Stietencron, «Hinduism:
On the Proper Use of a Descriptive Term», en Sontheimer y Kulke, Hinduism Reconsidered, págs. 11-27;
también I lalbfass, Tradition a n d Reflection, Albany, SUNY Press, 1991, págs, 1-22. Par a un estudio general,
breve e interesante, sobre el concepto del hinduismo y la investigación moderna, véase i lardy, «Hinduism», en
King, ed., Turning Points in Religious Studies, Edimburgo, T. and T. Clark, 1990, págs. 145-55.
11 Inden, Imagining India, Oxford-Cambridge, Blackwells, 1990.
20
Puntos de partida
un análisis profundo sobre el significado del término religión, es importante, sin embargo,
exponerlo e indicar algunos parámetros sobre su empleo. La categoría «religión» ha sido
desarrollada a partir del punto de vista cristiano (sobre todo en la variante protestante), y
se define partiendo del concepto de creencia. Este hecho queda patente en el uso fre
cuente del término «fe» como sinónimo de «religión». Si el termino «religión» pretende
contribuir a nuestra comprensión de las opiniones y prácticas humanas, su caracterización
exclusivamente en función de la creencia es claramente inadecuada y requeriría un ade
cuado replanteamiento para así incluir la diversidad de las prácticas humanas.
Las definiciones de religión suscitan debates y desacuerdos, pero si queremos seguir
utilizando el término hemos de formular algunas ideas respecto de cómo lo entendemos.
Es necesario que la religión se ubique justamente dentro de la sociedad y la cultura huma
nas; no existen discursos privilegiados sobre la religión fuera de culturas y sociedades
determinadas. El eminente sociólogo Entile Durkheim en su obra Lasform as elementales
de la vida religiosa, publicada por vez primera en 1912, definió la religión como «un con
mino unificado de creencias y prácticas relativas a las cosas sagradas» que crea un vínculo
sixial entre las personas1’. Este conjunto unificado de creencias y prácticas actúa como un
dosel sagrado» (en la expresión de Peter Berger) que dota a la vida individual y social de
.ignificado. Lo «sagrado» se refiere a un tipo de poder misterioso que se cree morador de
ciertos objetos, personas y lugares y que se opone al caos y la muerte, La religión, siempre
según Berger, establece un «cosmos sagrado» que aporta «el escudo protector definitivo
contra el terror frente a la anomia»1516.
Esta sensación de poder sagrado es de vital importancia en la experiencia de hom
bres y mujeres a lo largo de la historia de las religiones. En el hinduismo podría experi
mentarse lo sagrado como la aceptación de la existencia de un ser superior más allá de
uno mismo, una experiencia «numinosa», utilizando el término acuñado por el teólogo
alemán Rudolf Otto, caracterizada por una sensación de sobrecogimiento, fascinación y
misterio17. Por otra parte, el sentido de lo sagrado podría manifestarse en tanto que expe-
ileticia contemplativa radicada en el interior de uno mismo; se podría denominar como
experiencia «mística»18.
15 Durkheim, The Elementary Forms o f Religious Life, Londres, Allen and Unwin, 1964, pág. 37 (las
i Herencias a las traducciones al español se incluyen en la bibliografía).
16 Berger, The Sacred Canopy. FJemenls o f a Sociological Theory o f Religion, Nueva York, Anchor
IN«)ks, 1990, pág. 26. En este punto también ha influido en mi pensamiento la definición de Clifford Geertz
que plantea que la religión «sintoniza las acciones humanas con el orden cósmico representado, y proyecta
Imágenes del orden cósmico en el nivel de la experiencia humana», Geertz, The interpretation o f Cultures,
11 imlres, Fontana, 1993, pág. 90.
17 Otto, The Idea o f the Holy, 2a ed., Oxford, Londres y Nueva York, Oxford University Press, 1982.
18 Para un análisis de esta diferencia véase Smart, Reasons a n d Faiths, Londres, Koutledge and Kegan
I ml, 1968; y más recientemente su The World’s Religions, Cambridge University Press, 1989, págs. 13-14.
21
El hinduismo
19 Por ejemplo, el importante trabajo de Dirks, The Hollow Crown, Ann Arbor, University of Michigan
Press, 1993, págs. 106-7.
20 J.Z. Smith, Imagining Religion, pág. 55- Prefiero emplear el término -icono» en lugar de «imagen» a
la hora de traducir ios términos murti y uigraha cuando se refieren a la manifestación física de una deidad.
Mi percepción de este asunto ha sufrido la influencia del concepto de Charles Peirce de icono en tanto que
«signo que se refiere al objeto al que designa en virtud de sus propios caracteres, que igualmente posee,
exista o no tal objeto», en Peirce, Collected Papen o f Charles Sanders Peirce, vol, II, Cambridge, Mass.,
Harvard University Press, 1932, pág. 247 También existen paralelos entre murti hindú e «icono» del
cristianismo ortodoxo en tanto que centro material que, según Vladamir Lossky, contiene energía y verdad
divina (citado en Miguel, «Théologie de l’icône», en Viller, Cavadera y de Guibert, eds., Dictionnaire de
spiritualité, vol. Vil, París, Beauchesme, 1971, pág. 1236). Partiendo de lo anterior, icono puede ser tanto una
persona como un «objeto» en piedra, madera u otro material.
21 Smart, The Worlds's Religions, pág. 9.
22
\
Puntos de partida
23
El binduismo
VEDA Y JOHARMA
El Veda es un extenso Corpus de literatura compuesta en sánscrito, la principal lengua
sagrada del hinduismo, reverenciada como revelación (srnti) y como fuente de dbarma.
La palabra veda significa «conocimiento», revelado en sus orígenes a los sabios (rsi), de la
antigüedad transmitido a la comunidad por ellos y divulgado a través de generaciones ini
cialmente como tradición oral. También existe un extenso corpus de literatura sánscrita
inspirada, pero considerada como de autoría humana, que contiene las reglas de conduc
ta (la literatura de Dharma) e historias de personas y dioses (la épica y los textos mitoló
gicos denominados Puránas). Estos textos pueden considerarse como revelaciones
secundarias o indirectas (smrti)2^. También existen textos en lenguas vernáculas indias,
especialmente el tamil, estimados por algunos hindúes como comparables al Veda.
El Veda como revelación resulta de importancia vital para comprender el hinduismo a
pesar de que no sea aceptado como tal por todos ios hindúes, pues existen formas de hin
duismo que rechazan el Veda y su autoridad legitimadora a la hora de justificar el orden jerár
quico de la sociedad. No obstante, todas las tradiciones hindúes hacen alguna referencia al
Veda, para aceptarlo o rechazarlo, y algunos estudiosos consideran la referencia a su autori
dad legitimadora como criterio del hecho de ser o no hindú2526. Si bien la revelación es una
entidad abstracta y hasta especulativa, el contenido en sí del Veda ha sido frecuentemente
descuidado por las tradiciones hindúes; de hecho, ha cumplido más bien el papel de punto
de referencia para la construcción de la identidad y autocomprensión hindúes27
El dharma es revelado por el Veda. Es el equivalente semántico en sánscrito más cer
cano al término español «religión», pero con una connotación más amplia que incluye las
ideas de «verdad», «deber», «ética», «derecho», e incluso «derecho natural». Es el poder que
sostiene y fundamenta la sociedad y el cosmos; el poder que abarca los fenómenos en sus
25 Los términos «secundario» y «revelación indirecta» en relación con la literatura de autoría humana,
son empleados por Alexis Sanderson. Véase Sanderson, «Saivism and the Tantric Traditions», en Sutherland,
Houlden, Clarke y Hardy, eds., The World's Religions, Londres, Routledge, 1988, pág. 662.
26 Brian Smith definió el hinduismo como «la religión de aquellos seres humanos que crean,
perpetúan y transfonnan tradiciones cuya referencia legitimadora es la autoridad del Veda». B.K. Smith,
«Excorcising the Transcendent», pág. 40.
27 Halbfass, Tradition and Reflection, págs. 1-22.
24
Puntos de partida
particularidades, que convierte las cosas en lo que son28. Los reformadores hindúes del
siglo xix hablan del hinduismo como la religión o el derecho eterno (sanátana dharrna),
una idea que es comúnmente aplicada por parte de los hindúes actuales para autoidenti-
ficarse y comprenderse. Específicamente dharrna se refiere al deber de los hindúes de
casta alta respecto de la posición en el entramado social, la casta o clase (varrta) a la que
se pertenece, y la etapa de la vida (ásrama) en la que se encuentra uno. Todos estos sig
nificados se engloban en el término vamásrama-dharma.
Un rasgo llamativo del hinduismo es que la práctica tiene precedencia sobre la creencia.
Es más importante lo que hace un hindú que lo que cree. El hinduismo no gusta de cre
dos. Suscribirse al Dharrna no es, por tanto, la aceptación de cierto corpus de creencias,
sino la práctica o ejecución de ciertos deberes definidos de acuerdo con la estratificación
social del dharrna. Los límites de lo que puede o no puede hacer un hindú han sido deter
minados en gran medida por el grupo social endogámico particular al que pertenece, o
sea, su casta, configurada según un orden jerárquico y, también, por su sexo. Esta jerarquía
social está sustentada por la diferencia de percepción entre pureza y polución (contami
nación) de modo que las castas superiores y puras se figuran en lo alto de la estructura y
las inferiores, contaminadas y contaminantes, en lo bajo. El comportamiento, expresado
según los valores y estructuras hindúes, precede a las creencias, la ortopraxis antecede a
la ortodoxia. Como afirma Frits Staal, un hindú «puede ser teísta, panteísta, ateo, comu
nista y creer en lo que quiera, pero lo que le convierte en hindú son las prácticas rituales
que realiza y las reglas a las que se somete; en breve, lo que hace»29.
Esta caracterización sociológica del hinduismo es muy convincente. Un hindú es
il'uiten nacido dentro de un grupo social indio, una casta, que se comporta según las reglas
lel.tiivas a la pureza y el matrimonio, y que realiza los rituales obligatorios normalmente
enfocados hacia alguna de las muchas divinidades hindúes (tales como Siva o Visnu). Se
puede agregar que estos rituales y reglas sociales proceden de la revelación hindú prima
ria, el Veda, y de la revelación secundaria, los textos inspirados de autoría humana. El Veda
y sus recitadores rituales, la casta más alta, la de los brahmanes, representan el punto álgi
do en que el hinduismo se aproxima a instaurar una autoridad legitimadora, pues la clase
di los brahmanes ha sido extremadamente importante para la continuidad de la cultura
hindú. Generalmente, es la clase de los brahmanes la que ha intentado estructurar de modo
coherente las múltiples expresiones del hinduismo; es necesario analizar sus mecanismos
de autocomprensión con detalle para profundizar en el estudio del hinduismo.
a Zaehner relaciona dharrna con la raíz sánscrita dhr que significa «asir, tener o mantener». Define
dhiirnia como la -forma» de las cosas como son, y el poder que las mantiene como son y no de otra forma».
.ir liiicr, llinduism, Oxford University Press, 1966, pág, 2.
w Staal, Rules Without Meaning, Ritual. Maturas and the H uman Sciences, Nueva York, Peter Lang,
1'iH'I, |>ág. 589.
25
El hinduismo
RITUAL Y SALVACIÓN
Dharma implica una diferencia fundamental entre la aceptación de la vida mundanay los
valores sociales, por una parte, y, por otra, el rechazo de la vida mundana o renuncia al
mundo (samnyása) a fin de lograr la salvación o liberación imoksa). La religión en la vida
mundana tiene como campo de actuación las necesidades prácticas: la búsqueda de
ayuda de una divinidad en tiempo de crisis, como, por ejemplo, la enfermedad de un niño;
el procurarse una mejor suerte en esta vida y en la que viene; y la regulación ritual del
paso por las diversas categorías a lo-largo de la vida en el seno de las instituciones socia
les en las que uno nace. Este tipo de religión se basa en el cumplimiento de los ritos de
paso del nacimiento, del matrimonio y la muerte, es decir, en el ordenamiento regular de
la vida mediante rituales y resulta diferente de la religión que conduce a la salvación o
liberación personales (m oksa). Richard Gombrich, al destacar esta diferencia, opta por
acuñar la denominación «religión comunal», para diferenciarla de la soteriología, el cami
no de la salvación30. La religión como soteriología tiene que ver con el individuo y su pro
pia salvación (por muy conceptualizada que ésta se figure), mientras que la religión
comunal tiene que ver con la regulación de las comunidades, la estructura ritual del paso
por las fases de la vida, y la transición con éxito al otro mundo en el momento de la muer
te. La primera implica un elemento de fe y, algo aún más importante, la iniciación en un
camino o método particular que conduce a la meta espiritual buscada por el practicante.
La segunda tiene que ver con la legitimación de las relaciones jerárquicas sociales y la pro
piciación de las divinidades.
La relación entre la soteriología y la religión práctica es variable. Los caminos podrían
exigir el celibato total y la renuncia a la vida social, en cuyo caso el hindú se convierte en
un renunciante (samnyásin), un asceta errante, o podrían adaptarse a ios modos de com
portamiento del cabeza de familia que continúa viviendo en el mundo, por ejemplo,
mediante la exigencia de alguna práctica yóguica. Algunos caminos espirituales admitían
la iniciación de las mujeres, otros no, algunos estaban abiertos a las castas de intocables,
otros no. La meta de un camino espiritual es, finalmente, la liberación en vez de la pros
peridad mundana, meta legítima del seguidor de la religión práctica. Un hindú puede par
ticipar en ambas formas de religión y de hecho lo hace.
Esta diferencia entre la religión práctica y la religión como soteriología, entre el cum
plimiento y el misticismo, se expresa a nivel social por una parte en la figura del cabeza de
familia que provee al sustento de sus familiares y cumple sus obligaciones rituales, y el
renunciante que abandona la vida social, realiza sus propios ritos funerarios y busca la libe
ración final. Los motivos del cabeza de familia y el renunciante, como Louis Dumont ha
■w Gombrich, Tberavâda Buddhism, Londres y Nueva York, Routledge and Kegan Paul, 1988,
pâgs. 25-7.
26
I
Puntos de partida
LA MEDIACIÓN Y LO SAGRADO
El papel de la mediación entre lo sagrado y lo cotidiano, o «profano», es fundamental para
comprender mínimamente el hinduismo. El lugar de la interacción de lo sagrado con lo
humano es el lugar de la mediación: la conexión entre la comunidad o individuo y el foco
religioso. Estas diferencias se median en el tiempo a través de ciclos rituales y festivales, y
en el espacio a través de los templos, iconos, hombres santos y lugares sagrados. En lo
ritual, la ofrenda de incienso al icono de una divinidad media entre el hindú y el poder1
27
El hinduismo
28
Puntos de partida
soteriologías hindúes que afirman que la esencia de una persona, (su auténtico yo:
atm an), es idéntica a la esencia del cosmos, el absoluto (brahmán). Incluso las tradicio
nes que ponen de relieve la diferencia entre Dios y el yo en algún nivel, suelen aceptar la
identidad, o cuando menos la identidad parcial del que venera con lo que se venera, del
amante y el amado. Esta idea de una identidad entre el devoto y la divinidad ha sido carac
terizada como una de las «verdades axiomáticas» del hinduismo por el antropólogo Chris
Fuller3 . Sin embargo, la coexistencia de identidad y diferencia, de lo inmediato y la media
ción, también es axiomática. Hay unidad, pero también diferencia. La consorte del dios
Krsna, Radhá, está unida a él, pero retiene su identidad distinta; puede que el yo y lo abso
luto sean uno, sin embargo, la casta y el género resultan significativos.
TRADICIONES HINDÚES
I I concepto de tradición inevitablemente destaca la unidad a costa de la diferencia y diver-
■nu ia. En la India preislámica existían muchos grupos diferentes e identidades religiosas
regionales, quizá unidas por símbolos culturales comunes pero sin aglutinarse en torno a
ninguna noción de «hinduismo» en cuanto entidad de conjunto. Sin embargo, existen con-
miuidades extraordinarias en las tradiciones hindúes. Se han reconocido, en síntesis, dos
.... délos de tradición: el arbóreo y el fluvial. El modelo arbóreo afirma que varias subtra-
i li> u mes se ramifican a partir de una tradición central y original, a menudo fundada por
una persona específica. El modelo fluvial, exactamente inverso al modelo arbóreo, afirma
qn> una tradición incluye múltiples corrientes que se funden en la principal y única
" iik 'lite35. No se puede seguir la pista del hinduismo contemporáneo hasta llegar a un
'i \¿ 11 común, de tal modo que el debate se orienta a la cuestión de si el hinduismo se
•111 1.1 o no al modelo fluvial o, por otra parte, para extender la metáfora, si el término
liiin luismo» estaría refiriéndose simplemente a «ríos» completamente diferentes. Si bien
l,i utilización de estos modelos es necesariamente restringida, puesto que sugieren una
dilección, o intención ideológica, el modelo fluvial parece quizá resultar más adecuado,
' ■|iu pone de relieve de modo satisfactorio los orígenes múltiples del hinduismo.
Las muy diferentes tradiciones que alimentan el hinduismo contemporáneo pueden
i l.i'iilirarse en tres grandes apartados: las tradiciones de la ortopraxis brahmánica, las tra-
i un- de los renunciantes y las tradiciones populares o locales, la tradición de la orto-
piaxis brahmánica ha desempeñado el papel de «ideología maestra» que transmite un
ii pus de conocimientos y comportamientos a través del tiempo, y define las condiciones
h la propia ortopraxis, tales como la adecuación al varndsrama-dbarma.
29
El hinduismo
TRADICIONES BRAHMÁNICAS
La propia tradición brahm ánica puede subdividirse en m uchos sistemas o religiones, dife
rentes entre sí pero interrelacionados, que se autodenom inan «tradiciones» (sampradáya)
o sistem as de transm isión m aestro-discípulo (parampará). F.stas tradiciones, desarrolla
das d e forma significativa durante el prim er milenio d.C., están orientadas liada una divi
nidad, o grupo de divinidades, en particular. D entro de estas tradiciones brahmánicas en
el sentido más am plio del térm ino, hay tres particularm ente im portantes en la autorre-
presentación hindú: las tradiciones vaisnava orientadas hacia Visnu y sus encarnaciones:
las tradiciones saiva orientadas hacia Siva; y las tradiciones sákta orientadas hacia la Diosa
o D eví. También existe otra tradición im portante brahmánica denom inada srnárta; se refie
re a los q u e siguen la smrti o revelación secundaria y adoran a cinco divinidades: Visnu,
Siva, Súrya, Ganesa y Devi. Estas tradiciones tienen sus propios textos y ritos sagrados aún
m anteniéndose de todos m odos dentro de la categoría general de hinduism o36
Lo q u e unifica estas tradiciones religiosas es la teología vedántica, el planteam iento
de un discurso detallado y profundo sobre la naturaleza y los contenidos de las escrituras
sagradas, que explora las cuestiones de la existencia y el conocimiento. El vedánta es la arti
culación teológica d e las tradiciones védicas, un discurso que penetró el pensam iento
vaisnava y, en m enor grado, el saiva y el sákta. La tradición vedánta llegó a conform ar la
base filosófica del renacim iento hindú del siglo xix y resulta om nipresente en la religión
mundial en que se ha convertido el hinduismo.
50
Puntos de partida
TRADICIONES POPULARES
i luí n es verdad que destacan las tradiciones panhindúes del vaisnavismo, saivismo y
rt il'imo junto a las tradiciones de los renunciantes, también se detectan otras de tipo
m >|Hilar que conviven en ámbitos geográficos más limitados, e incluso circunscritos a algún
pueblo o aldea en concreto. Los idiomas de transmisión son las lenguas regionales y verná-
• illas en vez del sánscrito de la tradición brahmánica. Están menos preocupados por el
ascetismo que por el crecimiento de los cultivos, por alejar las enfermedades, o mantener
i mya a los fantasmas. Estas tradiciones se desarrollan entre las castas «inferiores» y buscan
apaciguar a divinidades «calientes», particularmente de género femenino, por medio de
i lirondas de sangre y alcohol. Si bien es verdad que los temas de la religión popular son
ililorentes de los de las tradiciones brahmánica y de los renunciantes, están, sin embargo,
primeados por la cultura «superior».
El proceso por el que la tradición brahmánica influye en la religión popular se deno
mina sanscritización. Las divinidades locales se identifican con las grandes divinidades de
la tradición brahmánica, y los mitos locales llegan a hacer otro tanto con los grandes mitos
I»¡inhindúes. Por ejemplo, la diosa dravídica de las enfermedades pustulares, Máriyamman,
podría identificarse como manifestación de la gran Diosa panhindú Durgá. Las divinidades
ii ii ales pueden convertirse en divinidades panhindúes y las narraciones locales llegan a ser
Millos comunes37. El dios Krsna, por ejemplo, puede haber sido una divinidad local que
In minó alcanzando un impacto panhindú. Ejemplos más recientes serían la Diosa sep-
ii nlrional Sanstosi Ma, transformada en divinidad panhindú tras haber sido el tema de una
película, o la divinidad de Kerala, Aiyappan, de creciente atracción transregional. La
, .iluencia de la cultura dravídica (del sur de la India) en la gran literatura de tradición sáns-
i ■a 1 1a ahmánica ha sido valorada por debajo de su importancia real, y, hasta época recien-
li.i sido poco investigada.
la relación entre los niveles popular y brahmánico de la cultura es el foco de un notable
I I'.itc entre los estudiosos del hinduismo. Por una parte, la tradición popular puede consi-
I i use como residuo o consecuencia de la gran literatura de tradición brahmánica: una ¡mi
li iuii de la cultura superior. Por otra parte, se puede considerar que la tradición popular
1mu.¡una independientemente de la alta cultura brahmánica aunque interactúa con ella38. Los
,(lidiosos que interpretan el hinduismo holísticamente, como Madeleine Biardeau, tienden
.i favorecer la importancia de la cultura brahmánica en la forja de la tradición39. Otros, espe-
,7 Véase Staal, «Sanskrit and Sanskritization»,/oííma/ o f Asian Studies, 233,1963, págs. 261-75.
Para un análisis de estos niveles véase Fauré, The Rhetoric o f Immediacy, págs. 80-7.
w Biardeau (ed.), Autour de la Déese hindoue, París, Éditions de l’École de Hautes Études en
■unes Sociales, 1981, págs. 9-16. Véase también la notable obra de Hiltebeitel, The Cult o f D raupadi, vol.
Mythologiesfrom Gingee to Kurukselra, Chicago y Iondres, University of Chicago Press, 1988, vol. It: On
•tiltt Ritual a n d the Goddess, Chicago y Londres, University of Chicago Press, 1991-
31
El hinduismo
cialmente los antropólogos que han llevado a cabo trabajo de campo en lugares específicos,
ponen de relieve las discontinuidades de la tradición y la importancia e independencia de la
religión popular o regional40.
Las tradiciones hindúes, dada la trascendencia que otorgan a la continuidad y a la
importancia del maestro o gurú en la transferencia de conocimientos, son esencialmente
conservadoras y resistentes al cambio. Existe un fino equilibrio entre dicho conservaduris
mo, que defiende el mantenimiento de la tradición, y la necesidad de adaptarse a las con
diciones históricas nuevas. Si las tradiciones se adaptan demasiado, mutan, pero si no lo
hacen corren el peligro de extinguirse. Algunas tradiciones hindúes se han desvanecido y
otras han surgido en su lugar. El hinduismo se ha adaptado y reaccionado ante los diversos
retos a lo largo de su historia, manteniendo casi sin cambios muchas de sus tradiciones
rituales y sus estructuras sociales durante siglos. El hinduismo sufrirá inevitablemente el
impacto cada vez más notorio de la modernidad y tanto la aparición de una clase media en
la India, como las disputas acerca de los derechos aviles, el nacionalismo, los derechos de
las castas catalogadas y el movimiento feminista indio inevitablemente lo transformarán.
* Véase Appadurai, Korom y Miles (eds.), Gender. Genre a n d Power in South Asian Expressiue
Traditions, Filadelfia, University of Philadelphia Press, 1991.
32
Puntos de partida
al olvido otros, de un modo que resulta una diáfana demostración de ejercicio del poder,
y de la negación de la acción de los oprimidos. El discurso histórico, según Guha, ha ten
dido a hacer caso omiso de las clases subalternas (las más bajas) y considerar las protestas
ile estos grupos como meras «erupciones» de descontento similares a los desastres natu-
tales41. Esta crítica de la investigación occidental y sus presupuestos, especialmente en lo
icferente a la disciplina indológica, queda manifiesta también en el libro, importante e
influyente, de Ronald Inden, ¡magining In d ia '2, lnden critica los supuestos epistemoló
gicos y los prejuicios políticos que subyacen en las «construcciones» orientalistas del hin-
duísmo occidental que lo han caracterizado sobre todo en términos de castas, entendidas
11 uno formas de organización comunitaria idealizadas, pero también y de modo no menos
ilistorsivo como «despotismo oriental». Afirma que todos estos puntos de vista privan a los
hindúes de su identidad considerándolos gobernados por fuerzas externas que escapan a
mi control.
El debate respecto de los problemas relativos al género entronca en la reflexión en
ii Huo a la importancia de la comprensión de los límites de la acción y la práctica humanas,
y contrasta con el énfasis que en otras estrategias de análisis se otorga a las estructuras
impersonales que rigen los destinos de los seres humanos43, la historia del hinduismo es
1.1 historia de un discurso masculino, los textos y escritos, excepción hecha de algunos
i kIi ai irdinarios poemas devocionales, han sido compuestos por varones, normalmente de
1.1 i asta superior de los brahmanes. La imagen que una tradición tiene de sí misma, que es
la que nos ha llegado a nosotros, es, generalmente, una percepción procedente de varones
I**casta superior acerca de ellos mismos, y de las mujeres. A pesar de todo, algunos estu-
lu * lucientes han puesto de relieve la existencia de un discurso femenino en el pasado44.
■hinduismo ha sido un asunto de varones y este hecho queda reflejado en las presentes
páginas, aunque de todos modos se ha intentado tener en cuenta que la percepción que
liciini Lis mujeres de sí mismas, y su experiencia, ha sido, por regla general, «excluida» de
11 .n lición. Naturalmente, estos problemas no se detectan exclusivamente en el hinduis-
■ algunas de las preocupaciones contemporáneas del movimiento feminista indio,
m u por ejemplo, si el hinduismo es inherentemente androcéntrico o si puede llegar a
H" i.ii fe del androcentrismo, tienen paralelos en el cristianismo y otras religiones. Las más
i 'ules investigaciones empiezan a desvelar estas tradiciones marginadas; remitiré al lec-
i lignitos de esos trabajos en el lugar oportuno,1
11 (■null, -The Prose of Counter-Insurgency, en Dirks, Eley yOrtner (eds), Culture, Power, History:
In Contemporary Social Theory, Princeton University Press, 1994, pág. 337.
‘ hull'll, qp cit.
I'.ii i un buen resumen de la postura estructuralista (Marx, Dumont) comparada con la teoría de la
11 lli mrilieu, Giddens), y cómo se relacionan con el sistema de castas, véase Milner, op. cit.
'' ve.i'.r la revista feminista india Manushi: Women Bhakli Poets. 50, 51,52, ene.-jun., 1989-
33
El hinduismo
45 Véase Bechert, «The Date of the Buddha Reconsidered», en Indologica Taurinensia, 10,1982,
pigs. 29-36.
44 Gombrich, op. cit., pig. 6.
47 Thapar, op. cit., pigs. 136-73.
48 Kalhana, Rájatararigim, trad, de Dutt, Kings o f Kashmir: Being a Translation o f the Samkrita
Work Rájatararigim o f Kalhana Pandita, 3 vols. (1879, Delhi, MIBD, reimpresión, 1990).
34
Puntos de partida
la civilización del Valle del Indo (aproximadamente 2500-1500 a.C.). Algunos ele
mentos del hinduismo remontan a este periodo.
el periodo védico (aproximadamente 1500-500 a.C.). El advenimiento de la cultu
ra aria, a diferencia de la dravídica, se produce en este periodo, aunque puede que
haya más continuidad entre la cultura aria y la del Valle del Indo de la que se supo
nía hasta ahora. Durante ese periodo se formuló el Veda y se compusieron los tex
tos y rituales del dharma.
el periodo épico y puránico (aproximadamente 500 a.C.-500 d.C.). En este periodo
se componen el Mabdbhárata, el R ám áyam y la mayor parte de los Puránas. Sur
gen muchos reinos importantes, especialmente la dinastía Gupta (aproximada
mente 320 d.C,-500), y las grandes tradiciones del vaisnavismo, saivismo y sáktismo
comienzan su desarrollo.
el periodo medieval (aproximadamente 500-1500 d.C.) coincide con el desarrollo
de la devoción hacia las principales divinidades hindúes, especialmente Visnu, Siva
y Devi, Tienen lugar acontecimientos fundamentales en el desarrollo de las tradi
ciones teístas del vaisnavismo, saivismo y sáktismo. En este periodo se compone
la literatura devocional y poética, en sánscrito y en lenguas vernáculas, y se consta
ta la plasmación escrita de la literatura tántrica.
- el periodo moderno-contemporáneo (aproximadamente 1500 hasta el presente)
corresponde con el advenimiento y caída de dos grandes imperios (el mogol y el
británico) y el origen de la India como estado-nación. Continúan las tradiciones
pero sin un patrocinio principesco importante. Durante el siglo XIX tiene lugar el
desarrollo del Renacimiento hindú y, en el siglo xx, la eclosión del hinduismo como
notable religión mundial,
35
2 Los orígenes
I" . orígenes del hinduismo se rastrean en dos antiguos complejos culturales: la civili-
i' mu del Valle del Indo, que floreció desde á rea 2500 a.C. hasta alrededor del 1500
y la cultura aria, que se desarrolló durante el segundo milenio a.C. Se ha produci
do una notable controversia acerca de la relación entre estas dos culturas. Según la opi
nión tradicional, aún sostenida por algunos estudiosos, la civilización del Valle del Indo
iInclinó y fue sustituida por la cultura de los arios, un pueblo indoeuropeo cuyo origen
•'Mana en la región caucásica, que migró hasta el subcontinente indio, extendiéndose
l Hu las llanuras fértiles del norte, donde nunca, durante la larga historia de la India, ha
' iisiido ningún obstáculo frente a invasores o emigrantes. La opinión alternativa plan-
n .i que la cultura aria se desarrolló a partir de la civilización del Valle del Indo y no fue
luimducida por invasores o emigrantes foráneos; que no hay ninguna disyuntiva cultu-
i 'I cu la historia antigua del subcontinente indio, sino una continuidad desde el perio-
ili ■más antiguo. No obstante, provengan los arios del exterior del subcontinente o no,
j'ii> de considerar que el hinduismo es un desarrollo de la cultura aria, pero de un
•! ■dinámico, habiendo sufrido la influencia y a la par habiendo influido en las cul-
■ no anas de la India (o dravídicas) y en las culturas tribales. Sin embargo, será la
ili'u i n a la que aportará la «ideología maestra» que encardinará y dominará los
n i.is discursos.
los puntos de vista y argumentos acerca de los orígenes del hinduismo no se han
••lili i libres de intereses ideológicos, mientras que la propia búsqueda de orígenes ha
mil,ido un factor notable en el desarrollo del hinduismo en las dos últimas centurias.
'.Milnics, como Dayánanda Sarasvatí, expusieron la idea de un resurgimiento hindú en el
|li' pasado tuvieron como punto de referencia el pasado ario hinduista para infundirle
‘in nuevo ímpetu moral. Por su parte, la búsqueda de los orígenes ha sido ingrediente
nn|Mii i.iutc en la ciencia de la indoiogía como articulación y justificación erudita del colo-
n.ilnmo la búsqueda de los orígenes también resulta relevante para los movimientos
i<iluiios anuales de corte hinduista, ya que buscan una continuidad entre un pasado
mii)|iii> y el presente, siendo el primero testigo de la grandeza pasada de la India y del
ni liil.uuo (véase pág. 280).
Al analizar las raíces del hinduismo debemos tener en cuenta la denominada retórica
nigrnes. En efecto, la misma búsqueda de un «origen» podría conducir al estable-
iii« iilr una «esencia», concepto que resulta muy problemático. Ai buscar un origen
míos meramente algunas «huellas» o signos que constantemente señalan más allá
37
El binduismo
’ Al escribir sobre la idea de la «huella» en relación con el «origen», el filófoso francés Derrida afirma
que «la huella no es solamente la desaparición del origen; significa... que el origen ni siquiera desapareció, o
sea, nunca fue constituido salvo de forma recíproca por un no-origen, la huella, que se convierte en el origen
del origen»; Derrida, 0 / Grammatology, Baltimore, Johns Hopkins University Press. 1976, pág. 61.
2 Wheeler, The Indus Civilization. The Cambridge History o f India Supplementary Volume,
Cambridge University Press, 1953- Dales y Kenoyer, Excavations at Mohenjo Daro, Pakistan, Museum
Monograph, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1993.
3 Parpóla, Deciphering the Indus Script, Cambridge University Press, 1994, pág. 8.
38
Los orígenes
'Mille que los grandes graneros de los poblados fueran utilizados para almacenar los
i !• ales recogidos como resultado del sistema de impuestos. Se desarrollaron relaciones
míen iales con la zona de Oriente Medio y con las tribus de cazadores-recolectores del
'lierai donde la ciudad de Lotal aparece como uno de los centros más importantes en la
«portación e importación de mercancías. No se han excavado todavía algunas ciudades
i leí Valle del Indo como Judeiro-Daro, Lurewala H ier y Ganaweriwala Tlier en el curso del
I laki.i, un antiguo río (hoy sin caudal) en la Haryana actual. Los orígenes de esta cultura
e li h alizan en el sitio de Mergarh, a unos 240 kilómetros al norte de Mohenjo-Daro en el
Melurhistán, donde el arqueólogo francés Jean-François Jarrige ha fechado el surgimien-
i di las primeras comunidades agrícolas con anterioridad al 6000 a.C.; ha establecido
una continuidad cultural ininterrumpida desde ese periodo antiguo hasta la época de la
■wih/ación del Valle del Indo4.
39
El hinduismo
6 Asko Parpóla y los estudiosos rusos afirman que la escritura es dravídica. Véase Parpóla, op. cit
Subash Kak ha afirmado en numerosos artículos que la escritura del Indo es indoeuropea y guarda una
estrecha relación con la escritura brahmi, precursora del devanagari en que generalmente se escribe el
sánscrito. Véase su «On the Decipherment of the Indus Script. A Preliminary Study of its Connections with
Brahmi», en The Indian Journal o f History of Science, 22.1, 1987, págs. 51-62.
1 Renfrew, Archeology and Language The Puzzle o f Indo-European Origins, Londres, Jonathan
Cape, 1987, pig. 185.
40
Los orígenes
41
El hinduismo
Quizá lo más extraordinario de la civilización del Valle del Indo sea el alto grado de
uniformidad en la planificación urbana que llega hasta la identidad en el tamaño de los
ladrillos. Muchas casas fueron construidas según un plano parecido, alrededor de un patio
central, y muchas de ellas tenían suministro de agua y alcantarillado. Todo lo anterior sugie
re una administración sofisticada y una estructura social jerarquizada. Tanto en Harappa
como en Mohenjo-Daro había una ciudad baja, fortificada y separada de una ciudadela fot
tificada, o «acrópolis» que se situaba en un altozano donde radicaban las casas principales
y los templos. Tal uniformidad podría sugerir algo más que una amplia difusión de una
forma cultural; quizá se tratase de un sistema político impuesto por medio de la conquista
en una extensa zona con un centro imperial y administrativo en Mohenjo-Daro. Si esto
fuera cierto, se trataría de la formación imperial más antigua del subcontinente indio que
pudo conllevar la imposición de una religión oficial, tal vez basada en el culto al soberano.
Sin embargo, no pueden encontrarse pruebas concluyentes si no se descifra la escritura y
cualquier hipótesis acerca de la naturaleza del estado seguirá siendo pura especulación.
La religión de la civilización del Valle del Indo en su apogeo ha de ser deducida a par
tir de la arquitectura, probablemente sagrada, de la estatuaria en piedra, las figuras en
terracota y, sobre todo, de los sellos de esteatita. La religión estatal parece haber incluido
rituales en los templos, tal vez sacrificios de animales, y el baño ritual en la «gran bañera»
situada en la ciudadela de Mohenjo-Daro. Esta bañera recuerda a los tanques encontrados
en templos hindúes posteriores y refleja una preocupación por la purificación ritual por
medio del agua, un concepto importante en el hinduismo. En Kalibangan se ha encontra
do una zona ritual en la que parece que se practicaban sacrificios de animales, y siete «alta
res de fuego» han sido localizados. De hecho, las plataformas de ladrillo junto al gran baño
de Mohenjo-Daro pueden haber sido empleadas para actividades parecidas8.
El gran número de pequeñas figuras femeninas en terracota descubiertas durante las
excavaciones, junto a la presencia de la devoción a la Diosa en el hinduismo posterior
puede de modo hipotético permitir que defendamos que esta forma religiosa de culto
quizá se remonte a este periodo primitivo. Es, naturalmente, imposible afirmar con segu
ridad que existiera una continuidad del culto de la Diosa desde una fecha tan temprana,
y el que las diosas sean el foco central del culto en la civilización del Valle Indo no signi
fica necesariamente que sean las precursoras de las diosas hindúes. El culto a divinidades
femeninas y la preocupación por la fertilidad parecen haber sido comunes en el mundo
antiguo, y la diosa, o las diosas de Harappa quizá puedan tener más rasgos comparables
con las divinidades sumerias o mesopotámicas que con las hindúes posteriores.
Es posible que las imágenes de los extraordinarios sellos de esteatita, especialmente
el denominado sello «Pasupati», con una figura sentada, tal vez itifálica, rodeada de ani1
42
V*
Los orígenes
iih ion cuernos o llevando un tocado de adorno, evoquen formas religiosas posterio-
■ii lolin Marshall y otros autores afirman que esta figura es el prototipo del dios hindú
'ni yogui y Señor de los animales (Pasupati) representado a veces con tres rostros,
ii mías la postura con las rodillas hacia afuera y los pies juntos, ha sido interpretada
tiio piueba de la existencia del yoga en la cultura prearia (véase figura l) 9.
Sin embargo, no queda claro que en los sellos la figura «proto-Siva» tenga tres ros-
lal como se afirma; tampoco está claro que esté sentado conforme a una postura
.' gun ¡i. Asko Parpóla ha sugerido de manera muy convincente que el proto-Siva es, de
I" lio, un toro «sentado», casi idéntico a las figuras de toros sentados que se encuentran
■u los antiguos sellos elamitas (aproximadamente 3000—2750 a.C.)101. Afirmar que los
ii'lloii contienen representaciones de un proto-Siva es pura especulación, pero, sinembar-
i|i es posible que algunos rasgos tengan paralelos en la iconografía de Siva: así la media
.... . en el cabello de Siva se asemeja a los cuernos del dios-toro. También se han encon-
' i,11 lo | liedras en forma «fálica» que sugieren la representación anicónica posterior de Siva,
el lingt
Sin embargo, si bien estas correlaciones pueden ser meramente especulativas,
1 upóla ha intentado demostrar que existen muchas continuidades lingüísticas e icono-
■.lili as entre la civilización del Valle del Indo y las formas dravídicas del hinduismo de la
india meridional. El dios Murugan, del sur de la India, figurado como un joven e identifi-
■>iilo con el dios de la guerra Skanda, se representa en los caracteres del Valle del Indo,
■ .mi la hipótesis de Parpóla, mediante dos círculos entrelazados (es sugerente que la
i «ilabra m uruku en las lenguas dravídicas se pueda traducir por «ajorca»), y un sello que
u-pirsenta a un individuo inclinándose ante una figura de pie en medio de una higuera
ic icpite en la iconografía india posterior (en la higuera de indias budista que simboliza
■il Iluda en las más antiguas representaciones). Además, el higo se asimila a! planeta Venus,
'•I i nal a su vez se relaciona con la diosa Durgá y con el tilak, el punto rojo que se dibu-
...... la frente11.
lis tentador especular sobre la existencia de continuidades entre la religión de! Valle
I ludo y el hinduismo, ya que determinaría que las raíces de esta religión remontarían a
9 M arshall, Mohenjo-Daro a n d the Indus Civilization, 3 vols., Londres, University of Oxford Press,
l'MI vnl. 1, pág. 52. Véase también Allchin y Allchin, op. cit., págs. 213—315- Acerca de los sellos véase
l'iili irrvis, The Roots o f Ancient India, University of Chicago Press, 1975, págs. 274-7. Para un análisis del
nit «ii-iílva véase Hiltebeitel, «The Indus Valley «proto-Siva», Re-examination through Reflection on the
nlilrss, the Buffalo, and the Symbolism of the udhanas, en Anibropos, 73.5-6,1978, págs. 767-79;
■uilv.isani, «Unhinging Siva from the Indus Civilization», en Journal o f the Royal Asiatic Society o f Great
h llnln and Ireland, 1, 1984, págs. 77-89.
111 Parpóla, op. cit., págs. 248-50.
11 ibid., págs. 256-71.
43
El hinduismo
un pasado muy lejano; pero quizá convenga mantener una postura de cautela. El baño
ritual, los altares de fuego, las pequeñas figuras femeninas, las divinidades con cuernos y los
4ingas» ciertamente sugieren posteriores tradiciones hindúes. No obstante, la pureza ritual,
la importancia concedida a la fertilidad, el sacrificio y el culto a las diosas también son com
partidos por otras religiones del mundo antiguo. En efecto, la imagen en esteatita de una
figura en pugna con leones recuerda más al mito mesopotámico de Gilgamesh que a cual
quier episodio testificado en el hinduismo posterior, aunque en este punto Parpóla defien
de la continuidad con el mito de la Diosa Durgá enfrentada con el búfalo-demonio12.
la civilización del Valle del Indo parece haber entrado en declive de forma más bien
repentina entre 1800 y 1700 a.C., sobre todo por causas naturales como inundaciones o un
descenso de la pluviometría al que siguieron invasiones, aunque parece que los pueblos y
aldeas más pequeños del Valle del Indo sobrevivieron al abandono de las grandes ciudades.
En Mohenjo-Daro se han encontrado algunos esqueletos in situ, víctimas de una muerte vio
lenta. Se ha afirmado que estas muertes fueron causadas por los primeros invasores arios ’I
44
Los orígenes
LOS ARIOS
II i .1.1 l,i fecha, la teoría más aceptada para explicar los orígenes del hinduismo ha defendí-
I' i|iic surgió como consecuencia de las incursiones de grupos de población conocidos
mik i arios desde Asia central hasta las llanuras septentrionales de la India, a través de los
, unios tle montaña de Afganistán, hacia el 1500 a.C, Algunos de estos grupos penetraron
n lun íixisten afinidades notorias entre la religión irania plasmada en el Avesta (libro
igr.ido del zoroastrismo) y la religión védica. Se mantiene que los arios procedían del
un ido imnco que grupos de población que se dispersaron hasta el territorio europeo y
a ni,ni una lengua indoeuropea que evolucionó conformando el sánscrito védico y, final-
iiiniir, H sánscrito clásico, lenguaje sagrado del hinduismo. Veneraron, principalmente al
' lii i-, drl fuego, Agni, aSoma, una planta (u hongo) alucinógena, y a Indra, dios-guerrero. Se
II iiiiaron a sí mismos árya, término que significaba «noble» u «honorable» y que se aplica-
i' i .i las tres clases sociales superiores de la sociedad diferenciadas de la población indígena
I, I in i ilorio que subyugaron gracias a una tecnología bélica superior. Se extendieron por
i m llanuras del norte y, en algún momento posterior al 1000 a.C., desembocaron en la
, gii'ui del Ganges que llegó a conocerse como la «patria aria» (áryávartá). La cultura aria
I» ririuS lentamente en el Deccan y se estableció en el sur de la India hacia el siglo vi d.C.
i ii irsiimcn, según esta visión, los arios, parlantes de una lengua indoeuropea, contrastan
un los descendientes indígenas, que hablaban lenguas dravídicas y descendían de los
Iii il iln<li ues del territorio de la civilización del Valle del Indo conquistados por los primeros,
mu -.iiiis conocimientos de los arios proceden principalmente de sus textos sagrados, en
, .| ii'i l.il de la Rg Veda Samhitá, la literatura más antigua del hinduismo.
SI bien ningún investigador cuestiona el predominio de la cultura aria sobre ladraví-
ilii , l,i loralización de la patria original de los arios fuera del subcontinente indio ha sido
iiiriiii en duda recientemente. Han surgido dos teorías sobre el origen de los arios; laque
,»di u denominar «tesis de la migración aria», y la «tesis de la transformación cultural».I
I .i tesis de la migración aria defiende que la civilización del Valle del Indo decayó
m ire el 2000 y el 1800 a.C. Las migraciones (o incluso invasiones) arias se suce-
ilinón a partir de á rea el 1500 a.C. y los arios se convirtieron en la fuerza cultural
dominante. Ésta es la visión tradicional de los investigadores y, a grandes rasgos,
i", la que se ha explicado en los párrafos anteriores.
I.i tesis de la transformación cultural defiende que la cultura aria se desarrolla a
partir de la civilización del Valle del Indo cuya lengua pertenece a la familia indo
europea, posiblemente hablada en la región desde un periodo tan remoto como
■I neolítico y en interacción con la cultura dravídica. Según esta hipótesis, la pe-
neiiai ión aria en la India nunca se produjo y la cultura del Valle del Indo sería una
antigua cultura aria o védica.
45
El hinduismo
Ambas hipótesis han sido expuestas de una manera sintética por motivos de claridad
y hay que tener en cuenta que existen variantes de ambas.
1' T rip a ih i, The Painted Grey Ware, an Iron Age Culture o f Northern India , Delhi, C o n c e p t
I’nlillililiiK Co., 1976.
111 Shatter, «Bronze Age Iron from A fg hanistan: Its Im p lic a tio n s fo r S ou th A sian P roto-H istory«, en
1 1*1im r ily y I’o sse lll (eds.), Studies in the Archeology a n d Paleoanthropology o f South Asia, Nueva D e hli,
'Until ,intl IBM P ublishers, 1983, p igs. 63-1 0 2.
w Shaffer, «Indo-A ryan Invasions: M yth o r Reality?», p ig . 88.
I'a rpo la , op. cit., pags. 152-3.
47
El hinduismo
crito y otros idiomas indoeuropeos, y entre la religión védica y las religiones de otros gru
pos indoeuropeos son indiscutibles.
Un argumento que consensuaría estas ideas es que la lengua de la civilización del
Valle del Indo no perteneciera a la familia de idiomas dravídicos, sino, como Colin Renfrew
y otros sugieren, a la familia indoeuropea. Según esta hipótesis, «la historia de las lenguas
indoeuropeas del norte de la India e Irán se remontaría hasta el primitivo periodo neolí
tico en esas zonas»21. Por tanto, se constataría una continuidad a todos los niveles desde
la civilización del Valle del Indo hasta la cultura aria del primer milenio a.C. Según esta
opinión, la religión de la civilización del Valle del Indo sería ni más ni menos que la reli
gión de los hindúes. La lengua de la civilización del Valle del Indo según esta hipótesis se
convertiría posteriormente en el sánscrito védicoy la agricultura de esta civilización pasa
ría a ser el modus vivendi agrario védico.
48
Los orígenes
miento de la civilización del Valle del Indo y no están representados en sellos22. El caba-
lli i es un animal ario y el carro un ejemplo de una tecnología bélica superior.
Por tanto, una teoría modificada de la migración aria se podría adecuar a las con-
' luMones del trabajo de Parpóla. A principios del segundo milenio a.C. nómadas arios
pnictraron en el subcontinente indio. Constituyeron, claro está, una minoría y, mientras la
' Miración del Valle del Indo se mantuvo sin solución de continuidad, como demuestran
liMi piuebas arqueológicas, la cultura aria coexistió y se desarrolló en paralelo absorbiendo
algunos de sus elementos. Por otra parte, existen pocas dudas respecto de las continuida
des entre la civilización del valle del Indo y la védica. Los grupos nuevos, poseedores de
tHya, «nobleza», terminaron formando una elite dominante arioparlante, aunque el sáns-
■lira absorbió algunas características protodravídicas, como el sonido retroflexo que no
i ■imc en otros idiomas indoeuropeos, y algunos términos agrícolas. Como sería de esperar,
luí lenguas dravídicas también absorbieron algunos elementos del sánscnto23. Con el paso
de los siglos debió de producirse una situación de bilingüismo que terminó desembocan-
i en la aceptación mayoritaria de la lengua aria, una variante del sánscrito védico, de igual
i....lo que el francés o el español actuales se desarrollaron a partir del latín vulgar24.
Tal vez esta hipótesis del bilingüismo resulte algo problemática, ya que son necesa-
i Inertes presiones sociales para que se adopte una lengua nueva, pero los argumentos
i' r ti pola están bien respaldados. Las pruebas definitivas tendrán que surgir de la escri-
'ii.1 de la civilización del Valle del Indo, y solamente cuando ésta se descifre de modo
mili,u torio podrá ser adecuadamente encauzada la cuestión de la relación entre la civi-
nii ióii del Valle del Indo y la aria. Sin embargo, sean cuales fueren los orígenes de los
■i i lauto si su cultura se desarrolló a partir de las civilizaciones indígenas, como si
migiaioii desde lugares exteriores a la India, nuestro conocimiento de su estructura
i d sus mitologías y, sobre todo, de su ritual, procede de las representaciones que de
i iiiimiius dejaron en sus textos sagrados más antiguos, el Veda.
EL VEDA
11 u msiderado por algunos hindúes como una revelación atemporal, de autoría
< mi ((i¡>aurusya), eterna y que contiene todos los conocimientos; mientras que
■ .1 unan como una revelación de Dios. Fue recibido, o «visto», por los sabios visio-
.... . antiguos (rsí), quienes lo transmitieron a otros y fue compilado por el sabio Vyása.
i ■lirio, una definición popular de «hindú» engloba a aquellos que aceptan el Veda
ii’veLtción. Esta idea no está exenta de problemas y excepciones, pero ilustra la
1,ii pilla , op . cil., págs. 1 42 -5 9- E specíficam ente para el a rg u m e n to d e l caballo véase págs. 155—9-
1 1 in ru c a u y B u rro w , Drauidian Borrowingsfrom Indo-Aryan, B erkeley, U iliv e rs lty o f C a lifo rn ia
.. I'*,.1
I»pula, op cil., págs. 167-8.
49
El hinduismo
indudable importancia del Veda para entender cómo los hindúes se perciben y se repre
sentan a sí mismos.
Desde la perspectiva del creyente el Veda es una revelación eterna. Sin embargo,
desde la perspectiva del estudioso formado en Occidente que aplica la crítica histórico-
filológica a los textos sagrados, fue compilado a lo largo de un amplio periodo de tiempo
y refleja fases diferentes en que se ilustran acontecimientos sociales y religiosos diversos.
De todos modos ambas perspectivas no resultan incompatibles, ya que la revelación pudo
haberse escalonado y es posible que haya, y de hecho los hay, muchos estudiosos que
también son creyentes.
El término «texto», o «canon» en el contexto indio, implica una tradición oral trans
mitida con un cuidado y precisión meticulosos de generación en generación y originada
entre los sabios arios rsis del Veda, según defiende la tradición, la clase sacerdotal de los
arios védicos, los brahmanes, era, y sigue siendo, guardiana de esta tradición, preservando
también la recitación oral de los textos. En efecto, el Veda no fue codificado por escrito
hasta unos mil años después de su composición y el mismo hecho de escribir fue consi
derado como una actividad contaminante25. Aunque el texto principal del Veda está cla
ramente delineado, en la categoría de «revelación» a veces se incorpora material más
reciente. Por ejemplo, algunos textos a los que se les da el título de «Upanisad» fueron
compuestos en el siglo xvn d.C. e incluso podrían considerarse como revelación los escri
tos de hombres y mujeres santos actuales. Será esta tradición sánscrita y védica, que ha
mantenido una continuidad hasta la actualidad, una importante fuente de inspiración
tanto para tradiciones como para devotos hindúes. El Veda es la base de la mayoría de los
posteriores desarrollos de lo que se conoce por hinduismo.
El Veda está íntimamente relacionado con el rito védico y su función principal es de
tipo ritual. La clasificación según el Veda no es el único criterio que el hinduismo ha uti
lizado para ordenar sus escrituras, también lo ha hecho ateniéndose al rito Una de las cla
sificaciones védicas principales es la que opone, por una parte, Mantra, versos empleados
en la liturgia que componen la colección de textos llamados Samhita y, por otra parte,
Bráhmana, textos de exégests ritual. Los Bráhmanas son textos que describen las reglas
y explicaciones del ritual, especialmente en lo referente a los significados y finalidades.
Contienen mitos etiológicos, postulan complejas correspondencias {bandhu) entre el
rito y el cosmos e incluso sostienen que el sacrificio asegura la continuidad del cosmos.
LosÁranyakas, textos compuestos en el bosque, constituyen las partes finales de muchos
Bráhmanas. Analizan el rito y su interpretación formando un vínculo de transición entre
los Bráhmanas y las Upanisads. Las Upanisads analizan los temas expuestos en los Áran
yakas exponiendo la verdadera naturaleza y significado del ritual.
25 Ait.Ar. 5.5.3.
50
Los orígenes
El Rg Veda es una colección (samhitá) de diez libros (marídala) con 1.028 himnos
dedicados a varias divinidades, compuestos en sánscrito védico y que pueden datarse desde
una fecha tan antigua como el 1200 a.C. (en su fase primera) y a lo largo de varios cientos
de años26. Cada uno de los diez libros fue compuesto por los sabios de familias diferentes,
los más antiguos son los libros II—Vil y constituyen nuestra fuente de conocimiento más
antigua e importante respecto de la religión y sociedad védicas. El Sania Veda es un libro
de cantos rituales (saman) basado en el Rg Veda y que incluye las instrucciones acerca de
26 La tra d u c ció n alem ana fu n d a m e n ta l del Rg Veda es la d e G e ld n e r, Der Rigveda: Aus dem Sanskrit
im Deutsche Übersetzt und mit einem laufenden Kommentar versehen, 3 vo ls., H a rvard O rie n ta l Series, 33,
34 , 35 (C am bndge, Mass., H a rvard U n ive rs ity Press, 1951. Las tra d uccion e s al inglés son d e M ü lle r y
O ld e n b e rg , Vedic hymns, 2 vols., SBE 3 2 ,4 6 , D e lh i, M LBD , re im p re s ió n , 1973. E xiste u n a tra d u c ció n asequible
al inglés d e algunos h im n o s p o r O 'F la h e rty, The Rg Veda. Se cu e n ta e n lengua española co n u n a s elección del
Rgveda en una tra d u c ció n co m p e te n te d e F. V illa r, Himnos Védicos, M a d rid , E d ito ra N acional, 1975-
51
El hinduismo
la recitación (gana). El Yajur Veda es una colección de breves fórmulas en prosa que se uti
liza en los rituales y de la que existen dos recensiones: la «negra» y la «blanca»; la primera es
una mezcla de prosa y verso, la segunda está compuesta casi completamente en versos o
mantras. El Yajur Veda blanco contiene un solo libro, la Vájasaneyi-Samhitá, mientras que
el Yajur Veda negro contiene tres: la Taütiriya Samhitá, la Maitráyani Samhitá y la
Kátbaka-Samhitá. Finalmente, el Atbarva Veda es una colección de himnos y fórmulas
mágicas compilada hacia el 900 a.C., aunque algunas de sus partes pueden remontarse a los
tiempos del flg Veda. El Atbarva Veda tiene menos relación con los sacrificios y ha sido con
siderado como inferior a los otros tres Sambitás. La mayor parte de esta literatura, verda
deramente extensa, está aún sin traducir a las lenguas modernas europeas.
27 Véase Kak, «On the C h ro n o lo g y o f A n c ie n t india», Indian Journal o f History o f Science, 2 2.3,1987,
págs. 222—34. Véase ta m b ié n Frawly, Gods, Sages a n d Kings: Vedic Secrets ofAncient Civilization, Salt Lake
City: Passages Press, 1991.
28 Muller, The Six Systems o f Indian Philosophy, Londres, Longemans, Green and Co,, 1899, págs. 44-47,
52
Sam hitä B rähm ana Ä ranyaka
Rg Aitareya Aitareya
Kausltaki Kausitaki
Taittinya Taittinya Taittinya
Los orígenes
Bharadvája Bharadvája
Ápastamba Ápastamba
Hiranyakesin Hiranyakesin
Katha Káthaka Káthaka
Maitri Mánava Mánava
Brhadáranyaka Kátyáyana Paraskara
til h im liiist'ii■
LAS UPANISADS
Las Upanisads son un desarrollo de los Áraiyakas sin solución de continuidad nim
ambos géneros. El Aitareya Áranyaka, relacionado con el Rg Veda, se clasifica como
Upanisad30, y una de las más antiguas, si no la primera de las Upanisads, la Brhadáran
yaka (del «Gran Bosque») del Yajur Veda blanco, se a x n o á tm m m Aranyaka (igual que
el último libro del Satapatha B ráhm am que pertenece a la misma escuela). I i
Upanisads más antiguas (Brhadáranyaka, Cbándogya y Taittiriya) están en prosa y las
más recientes, alejándose de los Áranyakas, aparecen en verso.
54
Ly ' ilíones
EL RITUAL VÉDICO
» Mi ,i rrllginsa básica de los arios védicos era el sacrificio y la subsiguiente comida
• i i Mi' tal 11 impartida con los miembros del grupo y con numerosos seres sobrenatura-
1 i ,/ei'ii\ Mediante el sacrificio, los dioses pueden ser aplacados, se puede recibir de
■llt la iiHii los materiales, como descendencia o ganado, y se puede realzar la posición
1 1poder o la pureza del que efectúa el sacrificio (yajam ána), es decir, la perso-
i . luí encargado (y pagado). Tales prácticas religiosas no requieren de edificios
» |>lli idos ni imágenes, sino de la mera presencia de sacerdotes cualificados que
.ni los procedimientos y fórmulas necesarios. Jamison destacó que la religión
i ,i «la religión transportable ideal» sin lugares de culto fijos, sin imágenes y sin
agí arios que transportar de un lugar a otro33, lo cual posiblemente sugiere un
■«I de vida nómada. El término «sacrificio» (boma, yajña) no se limita a la inmola-
h miníales, sino que se refiere de forma más amplia a cualquier ofrenda al fuego
i m ío, sobre todo leche, mantequilla clarificada (gbt), cuajada, cereales, la planta
••iii.i y animales domésticos (cabras, ganado vacuno, ovejas y caballos). Estas ofrendas
'iiii.ii. ■se conducen a través del fuego al deva o los devas invocados. El fuego es el
'• i. i nitral del ritual védico y es a la vez sustancia o elemento, y deva-, el vínculo trans-
i i unidor entre los reinos divino y mundano.1
11 t.nbum, «“Scripture” in India: Towards a Typology of the Word in Hindu Life», en Levering (ed),
tMimkluit St rlpture; Essaysfrom a Comparative Perspective, Albany, SUNY Press, 1989, pág. 112.
I'.sie grupo más antiguo incluye catorce textos, a saber: Brhadáranyaka, Cbándogya, Mtareya,
ImitttlftH Ktnisüaki, ¡Cena, ha, Katha, Svetdsvatara, Prasna, Mundaka, Mahánáráyana, M andukyay
i los más antiguos son los cinco primeros
lamison, Ravenous Hyenas and the Wounded Sun, Ithaca y Londres, Cornell University Press,
■' f lu 17
55
El hinduismo
* RV 2.1.1.3.
33 Ap.S.S. véase H e este m ian , The Broken World o f Sacrifice: Essays in Ancient Indian Ritual, C hicago
y Lon d res, U n ive rs ity o f C hicago Press, 1993. pág, 10.
36 Staal, op. cit., pág. 68. T a m b ié n Staal ( eá.),AGNI. The Vedic Ritual o f the Fire Altar, 2 vols.,
B erkeley, U n ive rs ity o f C a lifo rn ia Press.
56
Los orígenes
Aunque la acción central de todo ritual védico, tanto solemne como doméstico, es
sencilla (la ofrenda de sustancias al luego), los ritos preparatorios y de conclusión pueden
ser muy complejos como resultado de que un tipo de ritual y sus correspondientes versos
se insertan en otro. En los ritos srauta esta complejidad se ve aumentada por la exigencia
de la participación de varios especialistas. Se requería la presencia de estos especialistas y
sus ayudantes para algunas partes específicas de los rituales cuyas recitaciones apropiadas
del Veda les eran conocidas sólo a ellos. En los rituales más complicados, como en el
sacrificio de la planta soma, se necesitaba la presencia de cuatro sacerdotes, cada uno
especialista en una de las cuatro samhitás, aunque para la mayoría de los ritos sólo se
necesitaban dos sacerdotes. El sacerdote principal, hotr, recitaba versos del Rg Veda, un
segundo sacerdote, el udgatr, salmodiaba o cantaba canciones (.stotra) versificadas con
las melodías del Sama Veda, y el sacerdote adhvaryu salmodiaba versos del Yajur Veda
mientras ejecutaba muchas de la acciones rituales necesarias. En tiempos posteriores se
requirió la supervisión de un sacerdote relacionado con el Atbarva Veda, el brahmán,
cuya función consistía en vigilar que no se produjeran omisiones o procedimientos
incorrectos. Al principio, sólo había tres sacerdotes relacionados con las tres pnmeras sa
mhitás porque el brahmán como supervisor de los ritos no aparece en el Rg Veda y sólo
se incorpora más tarde. Esto demuestra, por tanto, que el Atbarva Veda, que en origen
se estimaba distinto de las otras samhitás por su identificación con los estratos sociales
inferiores, terminó alcanzando una posición de igualdad con los otros textos.
Los ritos srauta implicaban como mínimo el establecimiento de tres fuegos: el fuego
del cabeza de familia (gárhapatya) al oeste, el fuego que se ofrendaba (áhavaniya) al
este, y el tercer fuego (dakdrúgni) al sur. El altar, o vedi, consistía en un hoyo ubicado en
el centro, poco profundo y donde se esparcía hierba o, para ritos más específicos, en una
estructura de ladrillos más compleja, que se colocaba entre los fuegos del este y oeste. Se
situaban allí los instrumentos rituales necesarios para el sacrificio y se invitaba a los que
iban a realizar el sacrificio, y a los dioses, a tomar asiento. Para los sacrificios de animales
se requería un poste (yupa) al que se ataba el animal.
Los textos védicos contienen varios rituales srauta que presentan diferentes grados
de complejidad. El agnistoma era un sacrificio soma relativamente simple, de un día de
duración, pero precedido por diversos preparativos, mientras que el agnicayana, el «api-
lamiento de Agni», era un procedimiento complejo de varios días de duración. El rito del
agnicayana como tradición viva entre los brahmanes de Kerala ha sido documentado y
analizado con precisión por Staal37. Este rito implica la construcción de un altar, en forma
de un gran pájaro, con más de 2.000 ladrillos, al oeste del paraje ritual normal de los tic.-.
37 Staal, op cit. Para un resumen conciso déla secuencia soma véase Staal, Rutes Without Meauiuy.
págs. 81-3.
El hinduismo
fuegos. Cerca de este altar se localizan dos zonas, una para salmodiar los textos y la otra
para la preparación del soma. Este altar de cinco estratos se fabrica al son de la apropia
da recitación de man tras. A lo largo de doce días se realizan varias secuencias rituales que
implican el canto de versos (stotra) del Sama Veda, recitaciones del Rg Veda, la ofrenda
de soma a las divinidades, la ingestión de soma por parte del que realiza el sacrificio y de
algunos sacerdotes. El que sufraga el sacrificio o benefactor (yajamána), el que ha paga
do los honorarios de los ritos en concepto de ganado o dinero, recoge los beneficios
aunque durante las ceremonias permanece en una actitud bastante pasiva. Antes del
ritual el yajam ána, en compañía de su esposa, realiza una iniciación (diksa) que podría
incluir un grado determinado de prácticas ascéticas [tapas), como el ayuno, para lograr
la purificación.
SOMA
El brebaje soma, que requiere una preparación complicada que tiene lugar durante el
sacrificio Soma, probablemente fue en sus orígenes una sustancia alucinógena o embria
gadora preparada a partir de la planta soma. Casi con total seguridad no se trataba de una
bebida fermentada (que también conocían los arios védicos y que denominaron sü rá) y
Gordon Wasson ha defendido la opinión de que esta «planta» era el hongo am anita mus
caria cuyo empleo en la inducción de estados de conciencia de tipo místico está testifi
cada en el chamanismo38. Por otra parte, muchos estudiosos actuales piensan que era la
ephedra, la «uva del mar», una planta del desierto articulada pero sin hojas. Se han encon
trado huellas de esta planta en vasos cerámicos en excavaciones arqueológicas de Irán,
donde al soma se le denominaba haom a39. La ephedra es un estimulante y no un aluci-
nógeno, pero si el soma fuera la ephedra quedaría resuelto el problema de las fuentes de
abastecimiento, ya que la am anita muscaria no crece en el norte de la India.
Sea cual sea su identidad, lo importante es que el soma inducía estados de arrebato
posiblemente de tipo visionario entre los que lo ingerían40. El secreto de la preparación
del soma original fue finalmente olvidado por los arios védicos y se reemplazó su com
ponente por sustitutos, plantas sin propiedades embriagadoras. El material védico nos
ilustra sobradamente que el ritual era la principal preocupación religiosa de los indoarios,
pero también que la experiencia mística inducida por la planta soma fue un elemento cru
cial en los inicios del desarrollo de la tradición. Estos dos temas, el ritual y el misticismo,
destacan en las posteriores tradiciones de la India.
38 Wasson, Soma, the Divine Mushroom o f Immortality. Ethno-mycological Studies 1, Nueva York,
Harcoun, Brace and World, 1968.
39 Parpola, op. cit., pag. 149.
30 Staal, Exploring Mysticism, Hamiondsworth, Penguin, 1975, pags. 187-93.
58
Los orígenes
El sacrificio sotna también se incluía en otros rituales, sobre todo en el del sacrificio
de animales, entre los cuales los más im portantes eran el sacrificio del caballo (asva-
medha), y la consagración real (rájasüya). Exclusivamente el rey podía realizar el sacrifi
cio del caballo41 descrito en el Rg Veda y en los B ráhm anas42. El sacrificio consistía en
permitir que un caballo sem ental deam bulara en libertad durante un año, tras lo cual era
ritualm ente estrangulado. Antes de que el caballo fuera descuartizado y se realizaran las
ofrendas de las diversas partes de su cuerpo a diferentes divinidades, la esposa del rey
tenía que copular sim bólicam ente con el sem ental m uerto para que el poder divino del
caballo (también identificado con la divinidad Prajápati) penetrara en ella y, por tanto,
también en el rey y el pueblo43.
No se puede reducir a un solo co m ponente el significado y las funciones del ritual
en la cultura indoaria. Es posible, como opina Girard44, que el sacrificio cumpliera un
efecto catártico en cuanto expresión de la agresividad social que se encauzaba de mane
ra controlada y socialmente aceptable. Tuviera o no ese efecto catártico, lo cierto es que
el sacrificio cumplía la función de evidenciar el estatus y poder de quien lo sufragaba den
tro de la comunidad y puede, en un sentido durkheimiano, haber servido para reforzar
los valores sociales y legitimar las relaciones de poder en el seno de la sociedad, puesto
que a la par que permitía que únicamente las clases altas realizaran los rituales, excluía de
este cumplimiento a las demás. El ritual era importante no sólo para aquellos que incluía,
sino también para los que excluía, delineando una sutil frontera entre los grupos sociales
pudientes y los inferiores4546.
41 Para una descripción del sacrificio del caballo véase P.E. Dumont, L'Asuamedha: description du
sacrifice solennel dit cheval d a m le culte védique d ’après les textes du Yajurueda blanc, Pans, Geuthner, 1927.
42 RV 1.162; Sat.Br. 13.2.8; 13-5.2.
44 El sacrificio del caballo y la cópula con el caballo parece haber sido un tema indoeuropeo corriente,
con algunos paralelos en zonas tan alejadas como Irlanda. Véase O'Flaherty, Women, Androgynes a nd Other
Mythical Beasts, Londres y Chicago, University of Chicago Press, 1980, pág. 168.
44 René Girard, Violence a n d the Sacred, Baltimore y Londres, The Johns Hopkins University Press, 1977.
45 Véase Bourdieu, Language a n d Symbolic Power, Cambridge, Polity Press, 1991, prigs. 117-26.
46 BAU 39.1-2.
59
El binduismo
LOS D E V A S
El Rg Veda rebosa de himnos en honor de las diversas divinidades invocadas en el
ritual. Sin embargo, aparecen muy pocas narraciones sistemáticas sobre los dioses
tanto en el Rg Veda como en los Bráhmanas a pesar de que los textos dan por supues
to unos conocimientos previos comunes acerca de sus hazañas. El gran sanscritista del
siglo xix, Max Müller, interpretó que las divinidades del Veda eran «los agentes que se
postulaban radicar tras los grandes fenómenos de la naturaleza», como el fuego, el agua,
la lluvia, el sol, las tormentas, etc.47. Si bien es verdad que muchas divinidades del Veda
están relacionadas con los fenómenos naturales, algunos dioses no se ajustan a este
modelo y los estudios sobre el Veda ya no aceptan este análisis reduccionista a la hora
de explicar el panteón. Los dioses también tienen cualidades humanas. La mayoría de
las divinidades son masculinas, aunque hay algunas diosas (devi) como Aditi, la madre
del universo, Usas, el amanecer, Nirrti, la destrucción, y Vác, el habla. Es posible comu
nicarse por medio de himnos con los dioses que comparten con los seres humanos las
emociones; sienten deseos; pueden ser invitados al sacrificio; y pueden participar en
el banquete ritual.
En efecto, en los textos posteriores, los Bráhmanas, su relación con el sacrificio es lo
que les distingue de otros seres sobrenaturales, como los «demonios» o «anti-dioses», los
asuras. Según el Satapatha B rá h a m a m 48, se supone que tanto los devas como los asu
ras proceden de Prajápati, el «señor de las criaturas», una divinidad que tomó el puesto
de dios creador. Los asuras realizaron ofrendas sacrificiales a sí mismos, mientras que los
devas las hicieron a los demás. Por esta razón Prajápati se ofreció a los devas como ali
mento, lo que lleva a que éstos acepten ofrendas rituales y los asuras no. Los devas son
seres íntimamente relacionados con (y de hecho definidos por) el sacrificio en tanto que
entidades sobrenaturales que aceptan ofrendas y, en correspondencia, otorgan su ayuda
o, como el caso de los dioses más coléricos como Rudra, simplemente evitan el mundo
humano. Es posible que los devas representen los dioses originales de los arios y los asu
ras las divinidades de sus enemigos los Dásas.
60
Los orígenes
Los devas habitan un cosmos jerárquico. Según uno de los esquemas, encarnado por
tres frases pronunciadas cada día por los brahmanes ortodoxos, este cosmos está dividi
do en los tres mundos que son el cielo o paraíso (svar), la atmósfera (bhuvas) y la tierra
(ibhúr), y cada uno de estos dominios está habitado por divinidades diferentes. Los tres
dominios y las divinidades principales que contienen son:
- el cielo (svar) incluye al dios celestial Dyaus; a Varuna, señor del orden (rta) y de
la noche; a Mitra, compañero de Varuna y dios del día; a Plisan, el que da susten
to; y a Visnu, el omnipresente.
- la atmósfera (bhuvas) contiene al guerrero Indra: a Váyu, el viento; a los Maruts,
dioses de las tormentas; y al terrible Rudra.
- la tierra (bhúr) contiene a Soma, el dios-planta; al fuego Agni; y al dios sacerdotal
del poder creativo, Brhaspati.
Otra clasificación sitúa al grupo de dioses llamado Ádityas, los hijos de la Diosa Aditi
(es decir, Mitra, Aryaman, Bhaga, Varuna, Daksa y Amsa) en la categoría celeste; a los
Maruts o Rudras, hijos de Rudra, en la atmosférica; y a los Vasus, los sirvientes de Indra,
personificaciones de los fenómenos naturales, o sea, Ápa (agua), Dhruva (la estrella
polar), Soma (la luna), Dhara (la tierra), Añila (el viento), Anala (el fuego), Prabhása (el
amanecer) y Pratyúsa (la luz) en el nivel terrestre.
En el Rg Veda no hay ninguna divinidad suprema, aunque indudablemente algunas
son más importantes que otras, Los dos devas más significativos en el nivel terrestre son
Agni y Soma. Agni se difunde misteriosamente por la tierra como calor y se identifica con
la tierra en tanto que vaca sagrada Prsni, y también con el sol, con el amanecer y con el
fuego radicado en su estómago49. Cuando es simplemente fuego, Agni es específicamente
el fuego del sacrificio. Conduce a los muertos al reino de Yama, el señor de la muerte, y
purifica todas las ofrendas y las transporta al reino de los dioses. La mitología de Agni
explota la idea del fuego oculto en el mundo que despiertan los leños que prenden en él.
Como Agni, Soma es una divinidad que intercede entre hombres y dioses y es consi
derado como un vínculo entre lo divino y humano, el pilar del cielo y el que otorga el éxta
sis y la comprensión de los reinos divinos5051.De hecho Soma se identifica con Agni y con la
luna, que contiene la ambrosía de la inmortalidad (amrta). Existen paralelos entre la mito
logía de Soma y la de Agni; cuando este último se ocultó en las aguas de donde nació ori
ginalmente, fue descubierto por los dioses y aceptó el papel de portarles el sacrificio^1. De
igual manera Soma, escondido de los dioses en una montaña, fue capturado por Indra que
w rv 4.5.
50 RV9. l l
51 rv 10.51.
61
El hinduismo
cabalgaba un águila52. Destacan en este punto los paralelos con el mito griego de
Prometeo y tanto Agni como Soma pueden estimarse dadores de cultura; representan lo
que distingue el mundo de lo humano del mundo de lo natural.
Otras divinidades en el Rg Veda desarrollan un papel importante, pero ninguna de
ellas detenta tanto poder transformador en el mundo como Agni y Soma. Indra/es el rey-
guerrero, fortalecido por el soma, que destruye obstáculos con su maza de rayo. Su mito
más famoso narra la destrucción de la serpiente Vrtra (cuyo nombre significa «obstácu
lo»), que simboliza el caos cósmico, liberando, por tanto, las aguas del cielo53. Los dioses
de las tormentas, los Maruts, acompañan a Indra en sus aventuras que parecen reflejar el
ethos guerrero de la sociedad védica: Indra captura las vacas igual que los guerreros arios
realizarían expediciones para apoderarse del ganado de sus vecinos.
Aunque Indra presenta un perfil bien claro, muchos de los dioses del Veda resultan
opacos. Los Ádityas, hijos de la diosa Aditi, incluyen a Varuna, el distante y majestuoso dios
celeste que protege el cosmos y el orden social (ría)-, su acompañante, Mitra, dios de las
responsabilidades sociales o pactos y contratos; Aryaman, dios de las costumbres, como el
matrimonio; y, en una posición muy inferior a los otros tres, Plisan, que preside los desplaza-
mientos5! De todos ellos el más importante es Varuna, el señor del orden ético, al que se
implora perdón y misericordia ante cualquier transgresión moral o por «ir contracorriente»55.
Los jóvenes gemelos Asvin son divinidades de la buena ventura y la salud. Aparte de
los anteriores se deifican los elementos y fenómenos naturales como el sol (Sürya), el sol al
amanecer y crepúsculo (Savitr), el viento (Váyu), las aguas (Apas), la diosa tierra (Prthivi) y
su consorte, el padre cielo (Dyaus Pitar). Aparecen otros dioses en el panteón como Visnu
y Rudra (es decir, Siva) que se convertirán en el foco central de tradiciones posteriores.
TEOLOGÍA ANTIGUA
En la visión del mundo védico el ritual tiene una importancia primordial y las Samhitás
cumplen ante todo la función de textos litúrgicos. Aunque su empleo era sobre todo litúr
gico, el contenido de los himnos védicos refleja y presupone una serie de tradiciones de
índole narrativa sobre los dioses, los orígenes del mundo y de la sociedad humana.
Incluye también especulaciones filosóficas acerca de los orígenes de la vida. El más famo
so de estos himnos56 plantea una serie de preguntas sin respuesta respecto de lo que
existía en el principio del tiempo cuando no había ni existencia (sat) ni no-existencia
52 RV 4.26.
53 « V 1.32.
^ Para u n a d e s crip ció n d e los Á dityas véase B re re to n , The Rgvedic Adityas, N e w H aven, A m erica n
O rie n ta l Series 6 3 ,1 98 1 .
55 RV 7.89-
% RV 10.129.
62
Los orígenes
(asat), ni muerte ni inmortalidad, ni luz ni oscuridad. El verso final expone lo que entien
de el himno por el misterio cósmico: podemos divisar en él los orígenes de una tradición
de tipo teísta pero también del escepticismo indio. Se lee: «Cómo surgió la creación -si
se formó a sí misma, o si ocurrió lo contrario- sólo aquel que la contempla desde arriba,
tlesde el cielo más alto, puede saberlo, aunque tal vez no lo sepa»57.
No obstante, con los Bráhmanas comenzarán a desarrollarse especulaciones de carác
ter más sistemático sobre todo en lo relativo a la naturaleza de los sacrificios, que más tarde
se ahondarán en las Upanisads. Los Bráhmanas son las especulaciones de los brahmanes
sobre los rituales srauta que intentan explicar la acción ritual y relacionarla con fenómenos
cósmicos y mitológicos de mayor importancia. Un comentarista indio de la Taittiñya Sam-
hitá definió un Bráhmana clara y sucintamente como «la explicación de un acto ritual y de
los maturas que se le asocian»’8. El sociólogo Entile Durkheim escribió: «en el momento en
que los hombres tienen la idea de que existen relaciones interiores entre las cosas, entonces
ciencia y filosofía son posibles»59. Uno de los intereses principales de los Bráhmanas consis
tía en establecer estas relaciones ocultas, o interiores (bandbu, nidána) entre los rituales
•.rauta y sus motivos, y entre el ritual y la mitología. Por ejemplo, el Satapatha Bráhmana
aclara la relación entre los leños superior e inferior que se emplean para prender los fuegos
sagrados, y entre los seres divinos UrvasI y su esposo Purüravas, cuyos nombre se invocan
durante la ceremonia de encender el fuego. El redactor de! texto es consciente del simbo
lismo sexual de los leños al prender e identifica la mantequilla clarificada (ghi) en el reci
piente adecuado con Áyu, hijo de la pareja divina. El sacerdote adhvaryu toca el recipiente
y lo coloca sobre el leño inferior (femenino). La mantequilla clarificada también se identifica
con el semen (retas), y retas a su vez se identifica con un embrión y también con la lluvia60.
Este tipo de identificaciones y analogías se testifican a lo largo de los textos y expresan una
cosmología en la que la estructura jerárquica del gran cosmos se resume en la estructura de
la sociedad, en el cuerpo del individuo y en el ritual. El ritual es un microcosmos que refle
ja el más amplio macrocosmos cósmico y también el mesocosmos soca!.
HOMOLOGÍA CÓSMICA
la identificación, u «homología cósmica» tal como la denomina el historiador de las
religiones Mircea Eliade61, se puede decir que es, junto con la jerarquía, fundamento
63
El hinduismo
62 RV 10.90.
® Vease L in c o ln , Myth. Cosmos and Society: Indo-European Themes o f Creation a nd Destruction,
C am bridge, Mass,, H arvard U n ive rsity Press, 1986, pags. 1 4 1 -4 .
64
Los orígenes
LA SOCIEDAD VÉDICA
De las cuatro clases (v a m a ) de la sociedad aria, las tres más altas son conocidas por el
nombre de «nacido dos veces» (dvijá) porque los hombres de estas clases han pasado por
una iniciación (upanayana), un rito de paso que les permite convertirse en miembros
plenos de la sociedad, que pueden casarse y perpetuar las tradiciones rituales. Este rito
separa a los dos veces nacidos del cuarto estado, los «siervos» (súdra), y claramente
marca el límite entre los que tienen acceso a la tradición védica y los que no lo tienen.
Georges Dumézil, el gran especialista de los estudios indoeuropeos, opina que la ideolo
gía indoeuropea se caracteriza por una estructura en tres clases o funciones: la función
del sacerdote, la del guerrero o gobernante, y la del agricultor6^. La clase sacerdotal sirve
a la aristocracia dirigente militar. Esta estructura está presente en todas las comunidades
indoeuropeas.
En la India védica las tres funciones de Dumézil se corresponden con las clases de
nacidos dos veces, sacerdotes (brdhm ana), guerreros o dirigentes (ksatriya, rájanyá) y
pueblo llano (vaisya). Según este argumento, cuando los arios entraron en el subconti
nente portando su estructura social tripartita, situaron a la población local en los estratos
más bajos, en laclase servil (súdra), compuesta por los dravídicos no arios. Sin embargo,
el proceso de formación de clases parece más compleja que en la hipótesis de Dumézil y
pudiera remontarse hasta la estructura indígena del pasado remoto, tal vez presente en la
civilización del Valle del Indo. De hecho, las clases sacerdotal y dirigente del Valle del Indo
probablemente vivieron separadas del resto del grupo social residiendo en las partes altas
fortificadas de las ciudades o en las zonas aledañas.
Sean cuales fueran los orígenes del sistema debe recordarse que la estructura de
clases cuatripartita es un modelo teórico y una justificación ideológica basada en la reve
lación sagrada. Parece que la realidad de las clases sociales de la sociedad védica era más
compleja. Más que una clase sacerdotal que servía a una aristocracia dirigente, al menos
en los tiempos del Rg Veda, parece que había dos elites dirigentes, los suris y los aris,
cada una servida por sus propios sacerdotes. Aguilar i Matas ha defendido la opinión que
la religión Rg védica surge bajo el patronazgo de los suris y por eso el Rg Veda les favo
rece a expensas de los aris, infravalorados en el texto. Esto se refleja en los niveles del
culto y de la teología cuando India, el dios favorito de los suris, vence a Varuna, dios
supremo de los aris, conviertiéndose en el más importante. Además, las dos divinidades
litúrgicas, Agni y Soma, pasan del bando de Varuna al de Indra, asegurando así el poder
ritual de los suris65.
65
El binduismo
RESUMEN
Hemos visto como los orígenes del hinduismo se retrotraen a las antiguas culturas de la
civilización del Valle del Indo y de los arios. Aunque el tema sea discutible, existeiY argu
mentos considerables a favor de que la lengua de la civilización del Valle del Indo fuera
de tipo dravídico, a diferencia de la lengua indoeuropea de los arios védicos. Estas dos
culturas, la dravídica del Valle del Indo y la védica de los arios, contribuyen a la formación
de las tradiciones hindúes y la civilización hindú puede considerarse como producto de
la interacción compleja entre las esferas culturales de los dravídicos y de los arios. Si bien
la cultura aria de los brahmanes aporta la «ideología maestra» de las posteriores tradicio
nes, la importancia de la esfera cultural dravídica no debe ser desdeñada, pues la misma
cultura aria, incluyendo la lengua sánscrita, ha absorbido elementos dravídicos.
66
3 D h a rm a
Durante el periodo védico tardío, antes de la composición del Satapatha B ráhm am y las
primeras Upamsads, la cultura aria había arraigado en la llanura del Ganges. Sabemos que
el Satapatha B ráhm am y la Brhadáranyaka Upanisad fueron compuestos en la región
Videha1 Los reinos pequeños fueron reemplazados por otros mayores y se desarrolló el
proceso de urbanización. Se trató de un periodo formativo en la historia de las religiones
indias que asistió a la ascención de las tradiciones de los renunciantes, especialmente el
budismo, y el establecimiento de la ideología brahmánica. Entre la dinastía maurya (apro
ximadamente 320-185 a.C.) y el imperio gupta (320-500 d.C.), se produjo un periodo polí
ticamente inestable propiciado por incursiones venidas del noroeste. Brhadratha, el último
rey maurya, fue asesinado por su general brahmán, Pusyamitra Sunga en el 185 a.C. La
dinastía sunga (aproximadamente 185-73 a.C.) perdió gran parte de su imperio frente a
los invasores griegos de Bactria que bajo el rey Demetrio consolidaron un extenso impe
rio, cuyo rey más importante fue Menandro (aproximadamente 166-150 a.C.). Tras la
muerte de Menandro el reino se desmembró y, finalmente, fue reemplazado por el impe
rio sáka, establecido por tribus sai-wang de Asia Central (aproximadamente 140-78 d.C.).
Al declinar el poder sáka, se produjo la invasión de los kusána (Kuei-shang) que estable
cieron un imperio que se extendía a lo largo de la llanura del Ganges hasta más allá de
Benarés y que tuvo su punto álgido en el reinado de Kaniska (78-144 d.C.). Por último, se
produjo el establecimiento del imperio gupta, fundado por Candragupta I (aproximada
mente 320 d.C.) que se extendió por todo el norte y parte del centro de la India.
El apoyo político a las diversas religiones de la India variaba según las diferentes dinas-
das y reyes. Asoka (268-233 d.C.) apoyó al budismo, igual que Kaniska (primer siglo d.C.),
aunque parece que ambos toleraban otras religiones dentro de sus dominios. Es posible
que Candragupta Maurya fuera jaina. Al morir el último rey maurya, su asesino, Pusayami-
tra, apoyó una vuelta a la religión védica sacrificial. Realizó el sacrificio del caballo y parece
que hizo un sacrificio humano en la ciudad de Kausambi, tal vez para celebrar una victoria
sobre los griegos. Aunque la protección oficial de las religiones variaba, la ideología brah
mánica creció en importancia y se consolido como núcleo de una religión sociopolítica,
íntimamente ligada a la posición del rey, que resultó básica en las dinastías gupta (320-600
d.C.) y posteriores. La religión brahmánica se interesaba particularmente por la posición
1 W itze l, «On L ocalization o f d ie V edic Texts and Schools», en P o lle t (e d .), India a nd the Ancient
World, O rie m a lia Lovaniensia A nalecta 2 5,1 98 7 , pags. 194 -2 00 .
67
El hinduismo
ritual del rey, por el mantenimiento de los límites entre los grupos sociales, y la regulación
del comportamiento individual de acuerdo con el principio angular de! dharma. Con el
esplendor monárquico que culminó con los guptas, el dharm a llegó a ser un ideal que
operaba tanto en e¡ dominio doméstico de los cabezas de familia de casta alta como en el
dominio político del estado hindú.
La ideología brahmánica del dharm a fue vertebrada por las tradiciones o escuelas
(.sákhd) en los textos que trataban de la ejecución del ritual védico y de la ética social, y
se expresó en el ámbito doméstico en la figura del brahmán ideal, y en el ámbito político
en la figura del rey ideal. Estas dos figuras, el brahmán y el rey, estaban íntimamente rela
cionadas. Era el rey quien legitimaba el poder del brahmán por medio de su protección,
pero los brahmanes eran los que realizaban la consagración ritual del rey. La ideología del
dharma fue vertebrada en el nivel cortesano, tomó cuerpo en la figura del rey, y se mani
festó en el mundo social por las reglas de la interacción interpersonal y el interdicto ritual.
En este capítulo examinaremos las instituciones del dharma tal y como se desarrollaron
en la literatura del dharma y tal y como se materializaron en la historia hindú.
EL CONCEPTO DE DHARMA
No se puede traducir el término dharma, ya que no tiene en ninguna lengua occidental
equivalencia semántica que abarque la resonancia de asociaciones expresada en este tér
mino. Ha sido traducido por «deben>, «religión», «justicia», «leyes»2, «ética», «mérito reli
gioso», «principio» y «derecho». Más específicamente, dharma es la realización del ritual'
védico por los brahmanes. Es «el orden ritual del sacrificio védico»3*que se refiere espe
cialmente a la realización de los ritos «solemnes» {srauta, consustanciales a la vida de todo
brahmán), a los rituales domésticos (grhya). y a las obligaciones propias de cada familia y
del grupo social. Dharma es una ideología que lo abarca todo y que incluye el comporta
miento tanto ritual como moral, y cuya inobservancia conlleva funestas consecuencias socia
les y personales. El filósofo de la escuela mimámsá (véase pág. 255), Jaimini, define dharma
como aquello cuya característica es el interdicto (vid h tf. Esto significa que dharma es la
obligación, declarada por el Veda, de cumplir las acciones legales (karma), lo que en sí no
proporciona ningún premio pero cuya inobservancia sería «aquello que no es dharma»
(adharma) y que conllevaría una retribución o «pecado» (papa). Los rituales (sobre todo
los ritos solemnes) existen por y para su propia realización; se trata del rito por el rito
2 Coward, Lipner y Young (eds.), Hindu Ethics, Albany, SUNY Press, 1991, pag. 2; Z aeh n cr, op. cit.,
pags. 102-24.
3 Heesterman, The Inner Conflict o f Traditions. Essays in Indian Ritual Kingship and Society,
University of Chicago Press, IPS'), pag. 3-
1 AO 1.1.2.
68
Dharma
(como finalidad en sí mismo), aunque acumula un premio celestial para el que lo sufraga.
Un brahmán también puede realizar rituales suplementarios para acumular riquezas y feli
cidad en este mundo y en el más allá, pero éstos no son obligatorios. Dbarma se identi
fica con la obligación védica, que es eterna, y con una acción particular: el dharm a
trascendente se expresa o se manifiesta en el nivel humano en la acción ritual cuya finali
dad es producir lo que es bueno.
El Gautama Dharma Súfra enseña que el Veda es la fuente del dharma y también de
las tradiciones que fluyen de él5. Según los Dharma Sütras, hay tres fuentes de dharma: la
revelación (o sea, el Veda), la tradición (smrti) y las costumbres, o «buenas costumbres», de
los virtuosos o instruidos en el Veda. La ManuSmrti o Mánava Dharma Sastra agrega a estas
tres «lo que complace a uno mismo»y que se podría interpretar como «conciencia»6.
Los Kalpa Sütras, segunda fuente de dharma, están catalogados en tres grupos:
- los Srauta Sütras, textos que tratan de la correcta ejecución de los ritos solemnes o
públicos;
- los Grhya Sütras, que trata n te los ritos domésticos;
- los Dharma Sütras, que tratan del derecho y la ética social.
Si bien el Veda es revelación, los Kalpa Sütras son tradición o revelación secundaria,
textos «recordados» (smrtri) compuestos por sabios humanos de las diferentes escuelas
védicas, pero considerados como seres inspirados y extraordinarios. Se considera que cada
69
T
I ■■
El hinduismo
sabio compuso un texto en cada una de las tres clases, aunque en realidad Srauta, Dharma
y Grhya Sütras han sido atribuidos sólo a tres: Ápastamba, Hiranyakesin y Baudháyana, En
todos estos textos vemos cómo dharma se consideraba especialmente en función del ritual;
ejecutar dharma correctamente es cumplir con las obligaciones rituales. 1
i I* ^
LOS GRHYA SÜTRAS
Los Grhya Sütras describen tres tipos diferentes de ritual (yajña) que se realizan en el
ámbito doméstico. La realización de estos rituales quizá estuvo abierta a todas las clases de
los dos veces nacidos durante el periodo védico antiguo, pero posteriormente se restringió
a la clase brahmánica. Un brahmán podía realizarlos en beneficio propio o para las otras cla
ses de los dos veces nacidos. Estos Sütras contienen instrucciones para prender el fuego
70
Dharma
doméstico (que incumben a todo brahmán); reglas sobre la pureza ritual; y sobre los ritos
de paso, especialmente el nacimiento, la iniciación, el matrimonio y la muerte. De hecho,
una casa podría emplear tanto a un brahmán para realizar los ritos domésticos de paso cla
sificados como «ritos ocasionales» (naimittika-karma), como para los «ritos diarios» (ntiya-
karm a). También se reflejó la preocupación por el ritual en anejos de los Dharma Sütras
que trataban de la regulación y definición de relaciones sociales en el interior de los grupos
y también entre unos y otros. Es interesante notar que, en el nivel de las autorrepresenta-
ciones, los procedimientos rituales eran considerados más importantes que sus implica
ciones sociales, aunque ambas esferas llegaron a estar íntimamente relacionadas, dado que
la realización de las obligaciones rituales equivalía a comportarse de acuerdo con la posi
ción social correspondiente (era actuar éticamente). Es decir, desde la perspectiva del
dharma no hay separación entre la realización ritual y la obligación social o ética, idea ésta
que rechazarían las tradiciones de los renunciantes, sobre todo el budismo.
9 Lingat, The Classical Law o f India, Berkeley, University of California Press, 1973, pags. 73-74,
71
El hinduismo
en cuanto a los deberes a realizar, lo que se espera de él, lo que le está prohibido y cómo
estas reglas se relacionan con un sentido cósmico más amplio del derecho y el deber Los
brahmanes que siguieron las enseñanzas de estos textos fueron conocidos como los smárta,
los seguidores de las smrtis, y estaban especialmente interesados en el dharma relativo a las
castas y las etapas de la vida (el varmsrama-dharma).
Las reglas del dharma en los Dharma Sastras se entremezclan con la jurisprudencia, lo
que los convierte en importantes textos para la legislación hindú, incluso durante el periodo
del dominio británico en la India. De hecho, uno de los primeros textos sánscritos «descu
biertos» por los británicos era la Manu Smrti o M ánava Dharma Sastra (Leyes de Manu),
traducido por primera vez al inglés por el fundador de la indoiogía, Sir William Jones, y publi
cado en 1794. Si bien la Manu Smrti es el texto más importante de este género, compuesto
entre los siglos 11 y m a.C., otros Dharma Sastras son importantes por las materias jurídicas
que contienen, especialmente la Yájñavalkya Smrti y h N d ra d a Smrti, probablemente
compuestos durante el periodo gupta (320-500 a.C.). Los comentarios en sánscrito tam
bién son importantes, en especial el de Medhátithi sobre la M anu Smrti. Estos textos con
tienen una doctrina del dharm a en tanto que ley universal, que lo abarca todo, pero que
se expone de un modo flexible y adaptable a circunstancias diferentes y a una multitud de
situaciones posibles. Fueron utilizados especialmente por asambleas de brahmanes a lo
largo de la historia del hinduismo para ayudar en la toma de decisiones jurídicas. Sabemos
algo de su utilización a partir de pruebas epigráficas del siglo xn. En una inscripción, la casta
de los rathakáras (literalmente «carreteros») pleiteaban por determinar su situación en la
jerarquía social védica. Con citas de numerosas fuentes sánscritas, incluyendo las Nárada
y Yájñavalkya Smrtis, en el epígrafe se inscribe la decisión que establece la distinción entre
dos tipos de rathakára-, un grupo nacido de matrimonios «respetables» o hipérgamos en
el seno de las clases de dos veces nacidos y otro grupo, servil, nacido de matrimonios de
mujeres de casta alta con hombres de casta baja10.
Estas inscripciones demuestran que los Dharma Sastras eran importantes y que fue
ron utilizados como asesoramiento en la solución de asuntos legales de carácter ambiguo.
Al citar una amplia gama de fuentes textuales y no sólo los Dharma Sastras, las inscripcio
nes sugieren la existencia de una tradición erudita hindú a la par que un alto grado de con
fianza y autoestima entre los grupos sociales más bajos. Los epígrafes también establecen
que los textos estaban insertos en un proceso continuo de interpretaciones a la luz de los
acontecimientos sociales contemporáneos. Los Sastras reflejan la ideología dominante de
los brahmanes y una visión del orden social en la que los brahmanes, la clase que disfrutaba
de la máxima posición, mantenían un lugar nuclear como baluarte del ritual y la pureza
moral, y se configuran como los detentadores de las tradiciones sagradas.
72
Dharma
73
n
¡1
E l h in d u ism o
VARNÁSRAMA-DHARMA
Los Dharmn Su'tras y los Sastras están especialmente dominados por dos aspectos: la
obligación (dharm a) con respecto a la posición en la sociedad, es decir, la clase de uno
(ivarna) y la obligación con respecto a la etapa de la vida (dsram a). juntos, estos;dos
aspectos llegaron a ser conocidos por el nombre de vamásrama-dharma, cuya realiza
M C U S E (V A R N A ) Y CASTA ( J A I I )
.11 Como hemos visto, la sociedad védica estaba dividida en cuatro clases: los brahmanes,
los nobles o guerreros (rdjanya, ksatriya), el pueblo llano (vaisya), y los siervos
(súdra), las tres primeras de las cuales fueron llamadas de los «dos veces nacidos» (dvija)
i'i
porque los niños eran sometidos a una iniciación (upanayana) especial. Este sistema
'i a formaba parte de una «cadena existencial» más amplia que se englobaba en una jerarquía
cósmica en que se ordenaban varias categorías (játi) con varios grados de sutilidad y
i
, *11 pureza, y asociadas unas con otras15. Sólo se permitía que las clases de los dos veces naci
111
dos escucharan el Veda y, mientras que en un periodo anterior todos los dos veces naci
:ii! dos podían aprenderlo, sólo los brahmanes se terminaron convirtiendo en sus guardianes
(sólo ellos lo aprendían y lo recitaban durante los rituales). La Visnu Smrti afirma clara
mente que los deberes de los brahmanes consisten en enseñar el Veda y realizar para los
demás los sacrificios, los de los ksatriya prepararse para la acción bélica y proteger al
;! pueblo, los vaisya deben cuidar el ganado, dedicarse a la agricultura y al comercio y los
súdra deben servir a los demás y desarrollar labores artesanales16. El término que se tra
duce por «clase» es varna, «color», y no se refiere a ninguna supuesta característica racial,
sino a un sistema de simbolismo de colores que refleja la jerarquía social y las cualida
des (gima) presentes en varios grados en todas las cosas. Los brahmanes se asociaban
con el blanco, color de la pureza y claridad, los ksatriya con el rojo, color de la pasión y
'h la energía, los vaisya con el amarillo, color de la tierra, y los súdra con el negro, color de
la oscuridad y la inercia.
15 B.K Smith, Classifying the Uniuerse the Ancient Indian Varna System a nd the Origins o f Caste,
Nueva York y Oxford, Oxford University Press, 1994.
16 Vis.Smrt, 2.4-14.
74
Dharma
Mientras el término varita alude a las cuatro clases de la sociedad védica, el término
já ti («nacimiento») se refiere a esas secciones endogámicas de la sociedad hindú que cono
cemos por «castas». Las castas se caracterizan por las siguientes características:
- s e ordenan según una estructura jerárquica en todos los territorios, con los brah
manes situados en lo más alto, y los intocables (barijan, como los llamó Ghandi, o
dalit, como ellos mismos se denominan) en lo más bajo. Entre las dos existen una
amplia gama de otras castas.
- la jerarquía de castas se basa en la polaridad entre pureza y polución; los brahma
nes son los más puros, los intocables son los más impuros.
- la casta de cualquier individuo es inalienable; es una propiedad del cuerpo y no
puede ser suprimida (salvo por la iniciación, según algunas tradiciones).
- existen reglas estrictas de endogamia y comensalidad de castas.
El términojá ti se refiere no sólo a las clases sociales, sino a todas las categorías de las
cosas. Los insectos, las plantas, los animales domésticos, los animales salvajes y los seres
celestiales, todos constituyenjátis, lo cti^l demuestra que las diferencias entre las castas
humanas podrían considerarse tan importantes como las diferencias entre especies diver
sas. Los miembros de unajá ti comparten la misma sustancia corporal, sustancias que se
ordenan jerárquicamente17. Esta «sustancia» ha sido considerada por algunos antropólo
gos como algo que se intercambia en transacciones; en las relaciones sociales se está cons
tantemente emitiendo y absorbiendo la sustancia de otros y, de esta manera, nadie aparece
como un individuo autónomo18. Lasjátis humanas son una realidad social altamente com
pleja que incluye numerosas subdivisiones. De hecho, también se consideran los varitas
brahmánico y ksatriya como játis. No obstante, el sistema de castas, si bien ha cambiado
con el tiempo como todas las instituciones sociales humanas, ha mantenido una conti
nuidad. Es probable que el sistema de castas ya fuera complejo en tiempos de la compila
ción de las Leyes de Manu, y también flexible en el sentido que castas diferentes podían
cambiar sus rangos relativos en cualquier región a lo largo de un periodo de tiempo dado,
por ejemplo, edificando la leyenda de un origen puro. Por otra parte, los vam as aportan
el modelo estable de un orden social estratificado en el que cada grupo está claramente
definido y funciona como parte de un todo orgánico; como parte del cuerpo de la socie
dad que a la par resulta ser el cuerpo del ser primordial que se sacrificó al comienzo de los
tiempos, tal como afirma el Rg Veda.
17 E.V. Daniel, Fluid Signs: Being a Person the Tamil 'Way, Berkeley, University of California Press,
1984, pigs. 235-6
18 Marriott, «Hindu Transactions: Diversity Without Dualism», en B. Kapferer (ed.), Transaction and
Meaning: Directions m the Antropology o f Exchange and Symbolic Behaviour, Filadelfia, Institute for the
Study of Human Issues, 1976, pigs. 109-42.
75
El binduismo
La relación histórica exacta entre varrn yjáti no está clara. No resulta suficientemente
establecida la hipótesis que las «castas» ojátis se desarrollaran a partir del sistema vam a.
De hecho, los textos filosóficos no distinguen de modo relevante entre ambos términos y,
según H albfassjád se emplea en el sentido de varna en la literatura Dharma Sastra19. £1
punto de vista tradicional es que las já tis resultan una proliferación de grupos sociales a
partir del sistema varna. Es posible que en las Leyes de Manu se esté intentando explicar
la estratificación social, ya dada, partiendo de la particular ideología de las clases védicas al
intentar explicar la proliferación de játis como mestizaje entre vamas, ante cuyos peligros
se advierte a los dos veces nacidos20. En efecto, en las Leyes de Manu se recomienda una
serie de severos castigos por «mala conducta sexual». Un brahmán que duerme con una
südra va al infierno y pierde el estado brahmánico al nacer un hijo; la homosexualidad se
castiga con la pérdida de casta; el adulterio por parte de la mujer es castigado siendo la
infractora «devorada por perros en un sitio muy frecuentado» y por parte del hombre
siendo «abrasado en un lecho de hierros candentes»21.
No sabemos si estos severos castigos fueron realmente ejecutados, pero son ejem
plos que producen un auténtico impacto retórico; las Leyes de Manu claramente especifi
can que el sexo fuera de las fronteras del matrimonio, aun aconsejado por el dharm a, no
se debe tolerar en una sociedad ordenada. Sin embargo, mientras que las Leyes de M anu
presentan una visión rotunda de la ética social basada en la jerarquía de castas, existen suti
lezas en el dharm a que se acomodan a la diversidad de las situaciones humanas posibles.
Por ejemplo, la práctica del sexo fuera del matrimonio, restringida por consideraciones de
casta, es claramente incorrecta, pero surge la institución del matrimoniogándharva pro
visional para satisfacer el deseo; matar es una actuación reprobable, pero existen circuns
tancias en que se permite. Dharma, la ley moral universal, debe adaptarse a las situaciones
humanas y a la realidad cotidiana del cabeza de familia.
Aunque se condenan los matrimonios mixtos (entre miembros de diferentes castas),
si no hay modo de que no se produzcan, entonces resultan preferibles los que unen a un
hombre procedente de una casta más alta que la mujer (llamados «matrimonios a pelo»:
anuloma), que los matrimonios de hombres de casta baja con mujeres de casta alta (matri
monios «a contrapelo»: pratilom a). Según Las Leyes de Manu, las játis son la consecuen
cia de estos matrimonios mixtos. Por ejemplo, tres de los grupos más bajos, o parias (las
castas de los carpinteros, talladores y los feroces «intocables» candála), nacen de la unión
de mujeres südra con gentes del pueblo llano, guerreros y brahmanes respectivamente22.
La casta «feroz», los candálas, clasificada por las Leyes de Manu como el grupo denomi-
76
Dharma
EL SISTEMA ÁSRAMA
El segundo concepto de la ideología del dharma es el de las etapas vitales o ásramas. Son
codificaciones de los diferentes elementos presentes en la sociedad védica y constituyen
un intento de integrarlos en un sistema coherente. Las cuatro etapas son: la del estudiante
23 Ibid., 5.85.
24 ¡bid., 10.51.
25 G iles, The Travels o f Fa-hsien (399-414 AD), or Record o f the Buddhist Kingdoms, C a m brid g e
U n ive rs ity Press, 1923, pag. 21.
26 L. D u m o n t, o f cit., pag. 54.
77
El hinduismo
célibe (bm hm acárya), la del cabeza de familia (grhaslba), la del hermitaño, o morador
del bosque (vanaprastba), y la del renunciante (samnyása). Patrick Olivello ha demostra
do que el sistema ásrama, como construcción teológica dentro de la tradición hermenéutica
hindú, debe distinguirse de las instituciones socio-religiosas incluidas en el sistema27. Los
asramas constituyen una entidad teológica cuyo objeto de reflexión es la institución o ins
tituciones sociales, que reflc|a la sociedad.
El sistema ásrama surgió en el siglo v a.C. como resultado de los cambios dentro de
la tradición brahmánica. Al principio, el término se refirió a la «ermita» {ásrama, origen de
la voz inglesa «ashram», morada apartada para actividades religiosas) pero terminó apli
cándose al estilo de vida de aquellos brahmanes que moraban en dichos lugares. Los «ermi
taños» brahmánicos que vivían en ásramas eran cabezas de familia de estirpe védica que
realizaban el sacrificio doméstico y que seguían una vida religiosa, probablemente en zonas
alejadas de ciudades y aldeas. El término, como ha demostrado Olivelle, se refirió origi
nalmente a esa categoría especial de cabezas de familia brahmanes28. Con el paso del
tiempo el campo de significado llegó a extenderse no sólo al lugar donde los ermitaños
brahmánicos, cabezas de familia, moraban, sino también al estilo de vida que seguían y,
finalmente, a otros estilos de vida brahmánicos. En los Dharma Su tras los ásramas no se
consideran como etapas sucesivas por las que debe pasar un hombre, sino como posibili
dades permanentes (o elecciones de estilos de vida) ofrecidas al varón nacido dos veces
después de terminar sus estudios. El niño nacido dos veces superaba la niñez a través de
la iniciación védica. Después, se convertía en un «estudiante» que vivía en casa de un maes
tro durante cuya estancia aprendía los deberes y responsabilidades de cada uno de los cua
tro ásramas. Al final de este periodo de estudio elegía uno de los ásramas para seguirlo el
resto de su vida adulta29. De esta manera, podía elegir una vida de estudio y continuar
como «estudiante» o brahmacárín. Antes de la redacción de los Dharma Sastras los ásra
mas habían adquirido la forma de etapas sucesivas por las que un nacido dos veces debía
pasar. Se dedica mucho espacio en los Sástras a la descripción de las exigencias de cada
etapa. Como en el caso del sistema Varna los asramas son un molde, pero en este caso no
cumplen como medios de ordenación de la sociedad, sino que sirven para la ordenación
diacrònica de la vida de un individuo: constituyen un paradigma de cómo el hombre de
casta alta debe vivir.
La etapa de estudiante célibe (brahmacárya) se refiere al periodo tras la iniciación
(upanayana) en una casta alta, cuando el muchacho marcha a casa de su maestro {ácárya,
27 Olivelle, The Asrama System: the History and Hermeneutics o f a Religious Tradition, N ueva Y ork y
O xford, O xford U niversity Press, 1993, pags. 7, 2 4 -8 .
28 Ibid., 1 9-20.
29 Ibid . pags. 80-1.
78
Dharma
guru) para aprender el Veda. Ya se conoce la figura del estudiante del Veda o brahmacárin
(«aquel que se mueve con. o se dedica a brahm án»). en un texto tan antiguo como el
Atharva Vedai0. donde presenta todas las características que aparecen en los Dharma
Sastras: mendiga comida, practica la penitencia, porta una piel de antílope, recoge leña y
practica los ejercicios ascéticos que generan calor interior (tapas)iX. Sin embargo, a dife
rencia de la idea contemporánea de estudiante, el brahmacárin se encuentra en un estado
sagrado en el que se identifica con Prajápati, la divinidad creadora en los Bráhmanas, y está
sujeto a una severa regla de celibato. De hecho, el término brahmacárin puede también
significar «el que es célibe». La idea subyacente, común a todas las religiones de la India,
es que el que permanece célibe está libre de la polución que resulta de la esfera de lo
sexual, de tal modo que puede controlar su energía sexual (lo que se entiende normal
mente por la retención de esperma) y sublimarla con propósitos religiosos. Según las Leyes
de Mana, este estado podía durar de nueve a treinta y seis años, durante los cuales el estu
diante aprendía todos los Vedas (o un buen número de ellos). Posteriormente, el estu
diante se sometía a un ritual de reintegración en el ámbito doméstico, contraía nupcias y
entraba en la vida propia de un cabeza de familia32.
Cuando un cabeza de familia envejecía hasta llenarse de arrugas y canas y le rodeaban
sus nietos, según las Leyes de M a m era el momento de retirarse y convertirse en ermitaño
o morador del bosque (vanaprastha). Durante esta etapa acompañado por su esposa si
lo deseaba, se apartaba de los deberes del cabeza de familia para vivir una vida de asceta
en el bosque y dedicarse al ritual. Allí, en palabras de las Leyes de Manu, «dedicándose cons-
i,intérnente a la recitación del Veda, desarrollaría el autodominio, un comportamiento amis-
loso y el sosiego mental; siempre dando y no recibiendo, y siendo compasivo con todo ser
viviente»33. No es un renunciante completo, ya que notha prescindido del fuego para pre
parar sus alimentos y, lo que es más importante, tampoco para efectuar las tres ofrendas
diarias al fuego de los sacrificios. Sin embargo, a partir de las descripciones de esta etapa
en los Dharma Sastras sabemos que el vanaprastha practicaba un severo ascetismo cor
poral basado en una dieta restringida a determinados alimentos, tales como vegetales, flo
res, raíces y frutas e incluso practicando el ascetismo extremo de permanecer sentado en
pleno verano rodeado por cinco fuegos, o llevando ropas mojadas en el invierno a fin de
generar energía espiritual o «calor interno» (tapas)34 La diferencia significativa entre esta
etapa y la del renunciante completo del mundo es el empleo del diego. El renunciante ha
w Alb.V. ll.j.
-,1 Gonda. Cbange and Continuay in Iridian Religión. 1965, Nueva Delhi, Munshiram Manoharlal,
rcimpresión, 198$, pág. 28$.
1,2 ibid, 3-1-2.
^ Ibid. , 6.8. En !a traducción de Doniger, The Laius o f Manu, pág. 117.
w Manu 6.13; 6.23-24.
79
El hinduismo
ido más allá del requerimiento védico de mantener los fuegos sagrados. Vive enteramente
de la limosna y no prepara su propia comida. Si el fuego y los alimentos cocinados son sím
bolos de la cultura y los alimentos crudos lo son de la naturaleza, tal como sugiere Lévi-
Strauss, entonces el renunciante, al prescindir del fuego, también renuncia a la cultura,'en
cierta forma. Intenta trascender la cultura para llegar al reino puro y transhumano de la
liberación espiritual.
Si un brahmán sigue las etapas de la vida, según las Leyes de Manu, y ha pagado las
tres deudas (pía), del estudio védico en relación con los maestros videntes (rsi), del ritual
en relación con los dioses (deva) y de engendrar hijos para realizar ofrendas funerarias en
relación con los antepasados (pitr), entonces puede aspirar a la obtención de la liberación
(moksa). Sin embargo, si no ha cumplido con sus obligaciones sociales, su destino sería el
infierno, lo cual aclara que si bien la renuncia al mundo y el objetivo de la liberación son
válidos, deben aplazarse hasta que las obligaciones sociales se hayan cumplido. En este
caso el dharma, en el sentido de obligación social, es claramente superior al moksa.
De todos los ásramas, las etapas correspondientes al cabeza de familia y al renunciante
son claramente las más importantes ideológicamente y en función de los acontecimientos
históricos concretos. Estas dos etapas, o más bien la figura del cabeza de familia o del
renunciante que pasa por ellas, reflejan la diferencia entre la religión sociopolítica y la sote-
riología. Si bien han existido intentos de reconciliar los ideales del cabeza de familia con
los de los renunciantes a lo largo de la historia del hinduismo, ambas imágenes, y ambas
instituciones, permanecen en tensión.
Los Dharma Sastras favorecen la vida del cabeza de familia. Las Leyes de Manu afir
man explícitamente que de las cuatro etapas la del cabeza de familia es la mejor porque el
cabeza de familia sostiene a los otros y su actividad es el bien supremo3’. El texto repre
senta al brahmán como un hombre sabio, paradigma del autocontrol racional que sabe fre
nar sus sentidos «igual que un auriga sus corceles»336,
5 y que realiza las actividades rituales
apropiadas. Se rige por las obligaciones rituales (vidhi) del Veda, o sea, la realización de
los rituales diarios obligatorios (nitya-kamia), los rituales puntuales (naimittika-kamia),
los rituales del ciclo vital (samskárá), como los relativos al nacimiento, la iniciación en una
casta alta y los ritos funerarios, y los ritos que se realizan con la finalidad de cumplir un
resultado en concreto (kámya-kanna), como ir al cielo. Lo anterior contrasta con los inte
reses del renunciante que abjura del hogar, de la utilización del fuego para el ritual y la
cocina y que cultiva la imparcialidad completa tratando la totalidad de lo manifestado con
ecuanimidad y superando el apego al mundo material37.
80
Dhanna
La imagen del renunciante puede contrastarse no sólo con la del brahmán, sino tam
bién con la del rey, el cabeza de familia ideal que, al contrario que el renunciante, detenta
el poder político y que, al contrario que el brahmán, no posee la pureza brahmánica y, por
tanto, se sitúa en una posición inferior en la jerarquía vam a soportando una polución cor
poral debida a la violencia de la guerra y del control sobre el sistema de castigos. La rela
ción entre la representación social del renunciante, el cabeza de familia brahmán y el rey
ha sido objeto de polémica. Algunos estudiosos, como Louis Dumont, han considerado al
renunciante y al cabeza de familia como los polos de contraste principales en el seno del
hinduismo, mientras que otros, notablemente Jan Jeesterman, han defendido la similitud
entre el renunciante y el brahmán y han puesto de relieve el contraste existente entre el
brahmán y el rey38 (véase pág. 88).
GÉNERO Y ROL
Todas estas etapas se caracterizan por regímenes distintos del cuerpo, en particular en lo
relativo al control de los alimentos y la sexualidad. El primero y el último de los ásramas se
caracterizan por el celibato. Resulta determinante en brahmacárya, cuya idea ascética prin
cipal es que el poder sexual que contiene el semen puede redirigirse hacia un objetivo espi
ritual y, de hecho, puede almacenarse en la cabeza. El morador del bosque y el renunciante,
igual que el brahmacárin, procuran trascender y transformar el poder sexual para cum
plir el objetivo superior que es la liberación. Solamente el cabeza de familia puede expre
sar y explorar su sexualidad como objetivo legítimo de la vida (kám ártha), y al respecto
se generó una nutrida literatura, los Káma Sastras, cuyo texto más destacable, el Káma
Sútra de Vatsyáyana, era un escrito que, de forma excepcional, se ponía a! alcance de las
mujeres. Se consideraba el gozo sexual como el principal de los placeres y un hombre rico,
sobre todo si era un rey, podía experimentar ká m a con las cortesanas instruidas en las
artes del amor. Pero hasta la sexualidad de un brahmán se enmarca dentro del control
racional, control que ordena su mundo según los principios del mantenimiento de la
pureza ritual y del control de los elementos que amenazan con desbaratar esa pureza, par
ticularmente el propio deseo y su foco, es decir, la esposa y las otras mujeres de la casa.
El que el amor físico {káma) sea motivación legítima de la vida resulta argumento sig
nificativo para demostrar la existencia de una corriente dentro de la ideología brahmánica
que percibía de modo positivo el cuerpo y la sexualidad. El sexo no constituye pecado de
manera inherente, sino que puede ser explorado y expresado dentro de los límites correc
tos de las castas específicas, muy especialmente por parte de los varones ricos y podero
81
El hinduismo
sos. Incluso las Leyes de Manu, texto que según la sensibilidad occidental contemporánea
resultaría defensor de una ideología contraria a los derechos de la mujer, reconoce la nece
sidad de la mutua satisfacción sexual del esposo y de la esposa39. Del mismo modo en el
resto de la literatura erótica hindú las mujeres no son simplemente instrumentos del deseo
masculino. Como observa Biardeau, el amor (kám a) era un arte tradicional que las muje
res enseñaron unas a otras durante generaciones; el amor era el svadham ia de la mujer,
o lo que seria más correcto, era su stridharma. e! «deber de la mujer»40, se trata de todo
un mundo de la experiencia humana legitimado en la literaturasmrti. No obstante, la sexua
lidad más allá del control racional, es decir, fuera de las restricciones de casta y los con
troles contra la contaminación, era tabú para los brahmanes ortodoxos, ya que amenazaba
su pureza ritual y la estabilidad de la familia y de la sociedad.
La actitud de las Leyes de Manu respecto de las mujeres es sintomática de la ambiva
lencia del ideal brahmánico común. La mujer ha de ser reverenciada y complacida por parte
del cabeza de familia a fin de que florezca la familia, y, sin embargo, la mujer es contaminante
para el brahmán durante la menstruación. Según las Leyes de Manu, las mujeres están some
tidas al control del hombre a lo largo de sus vidas. Una mujer de casta alta no puede hacer
nada de manera independiente (svatantra); tiene que permanecer sujeta a una autoridad
masculina: cuando niña respecto de su padre, durante su etapa de mujer casada bajo la tutela
de su esposo y cuando enviuda en relación a sus hijos varones41. Una vida sujeta a la autori
dad masculina, determina el comportamiento virtuoso de la mujer que será premiado con
el cielo al morir42. Según la tradición brahmánica posterior, una «buena mujer» (sati) es la
que muere en la pira fúnebre de su esposo si éste muere antes que ella. Esta práctica ya se
había desarrollado hacia el siglo Xiv, aunque no aparece en las Leyes de Manu y, aunque hoy
día es ilegal, todavía tiene lugar ocasionalmente en la India contemporánea43.
Un texto dhármico del siglo xvm, titulado Stridharma Paddbati y compuesto por
Tryambaka, aporta detalles acerca de los deberes de la mujer respecto de su esposo (a
quien ha de tratar como a un deva) y io que éste espera de ella, Sobre todo, se requiere
de ella servicio obediente a su esposo, entendido como su principal deber religioso44,
incluso más allá de la salvaguarda de la propia vida. Sin embargo, quizá el texto que mejor
■w Manu 3.60.
40 Biardeau, Hinduism. The Anthropology o f a Civilization, N ueva Delhi, O xford University Press,
1989, pág. 50.
41 Manu 5.147-8.
Ibid., 5.165-6.
43 Leslie, «Suttee o r Sati: Victim o r Victor?», en Leslie (e d ) , Roles a nd Rituals fo r Hindu Women,
L ondres, P inter Publishers, 1991, págs. 1 75-91. V éase tam b ién H aw ley (ed.) Sati, The Blessing a n d the Curse:
the Burning o f Wives in India, Nueva Y ork y O xford, O xford U niversity Press, 1994.
44 Leslie, The Perfect Wife: the Orthodox Hindu Woman According to the Stridharmapadilban of
Tryambakayajvan, Oxford U niversity S o u th Asian Series, D elhi, O xford U niversity Press, 1989, págs 305 -1 6.
82
Dbarma
retrata a la mujer ideal de casta alta no sea un libro técnico, sino el poema épico hindú
compuesto tal vez ya en el siglo v a C titulado Rámáyana. Se narra que el dios-rey Rama
es desterrado al bosque junto a su hermano Laksmana, y su esposa Sita. Sita es recatada,
modesta, hermosa y entregada a su señor Rama; pero también es fuerte en sí, resiste
grandes infortunios y muestra una gran devoción hacia su esposo. Es la mujer ideal de
casta alta.
Al analizar la literatura hindú sobredharma hemos expuesto las autorrepresentacio-
nes y las imágenes idealizadas de los roles sexuales entre los grupos brahmánicos. Con las
Leyes de Mana tenemos la visión brahmánica de cómo deben ser las cosas; una estampa
clara de la ideología brahmánica. Pero el grado en que lo anterior refleja la realidad social
no queda claro. Es probable que las mujeres detentasen parcelas importantes de poder
dentro de la casa, en el reino de lo doméstico, pero en los cargos públicos, la administra
ción y la política su papel era muy poco relevante, circunstancia que en la India, como en
el resto del mundo, sólo ha comenzado a cambiar en el siglo xx.
PUREZA Y PROPICIACIÓN
Dos pares de opuestos lian resultado claves en la historia de la sociedad hindú: por una
parte, la diferencia entre pureza (sauca, suddhi) y contaminación (asauca, asuddhi)
y, por otra entre, lo propicio (subha, mangala) y lo no propicio (asubha, am angala).
La escala de pureza y contaminación configura una jerarquía de estatus que se corres
ponde con la jerarquía de castas que sitúa a los brahmanes en la parte superior, y a los
dalits en la inferior. La sociedad hindú está ordenada según este esquema. Por otra
parte, lo propicio y lo no propicio conforman una escala graduada en la que aconteci
mientos, momentos y relaciones conducen al bienestar de la sociedad o del individuo.
En este caso, la astrología es especialmente im portante para determ inar el grado de
potencia de lo propicio respecto de un acontecimiento en particular, como, por ejem
plo, el matrimonio.
El grado de pureza y contaminación tiene que ver con el estatus, la gradación entre
lo propicio y no propicio con el poder, especialmente el poder político. Mientras que la
pureza ha sido la finalidad predominante de los brahmanes, lo propicio lo ha sido el des
velo de! rey y la casta local dominante. Si bien es verdad que el brahmán debe crear un
ambiente ritualmente puro, el rey debe crear un reino propicio, un reino en el que
impere la buena fortuna y la prosperidad. La capacidad de fomentar lo propicio en su
reino es una función del rey que lo entronca con la divinidad. El rey, como el ¡cono en
el templo, puede considerarse como un canal del poder divino, así el nivel de prosperi
dad del reino está íntimamente relacionado con el grado en el que el rey cumple con
esta responsabilidad.
83
El hinduismo
monarquía sagrada en la política de la India antigua a partir de los Dharma Sastras, el Artha
Sastra de Kautilya y el gran poema épico Mahábhárata. Este modelo de monarquía
sagrada posteriormente se consolidó con la identificación tántríca del rey y la divinidad, en
particular la Diosa, y con el planteamiento de que la energía de la divinidad (sakti) fluía a
través de él48.
Una vez consagrado, aun incluso sin ser un ksatriya, el rey no era tenido por un mero
ser humano, sino por un dios, Según las Leyes de Mana, el rey es producido por el Señor
del Cosmos. Es la gran divinidad en forma de hombre, o más bien una divinidad com
puesta. formada a partir de fragmentos de los distintos dioses védicos (Indra, Váyu, Sürya,
Agni, Varuna, Soma y Kubera); de algún modo puede decirse que contiene a todos los dio
ses. Según se dice en las Leyes de M anu:
Porque un rey está hecho de partículas de estos soberanos divinos, sobrepasa, por
tanto, a todo ser vivo en energía brillante, y, como el Sol, quema los ojos y los
corazones, y nadie en la tierra es capaz siquiera de mirarle. Por su poder especial se
conviene en Fuego y Viento, él es el Sol y la Luna, y él es (Yama) el Rey de la Justicia,
él es Kubera (Señor de la riqueza), él es Varuna, y también el gran Indra'19.
Este pasaje muestra al rey como piedra angular del reino o entidad política. Ni siquiera
un niño-rey es meramente mortal, sino una gran divinidad en forma humana. No se afian
zaba el mantenimiento del poder en el carisma (de algún rey en particular), sino en la tra
dición y la legitimación de la institución monárquica gracias a la idea del descenso del poder
desde ¡os cielos durante la consagración del rey. El poder, se estimaba, se transmitía a su
vez a la corte y al resto del reino gracias a la intermediación de la figura del rey.
Si bien es verdad que en la literatura dhármica se insiste en la necesidad de que el
rey administre justicia, el monarca hindú, sin embargo, era más importante en cuanto
figura ritual, próxima a lo divino, que como dirigente encargado de la burocracia y la ges
tión del reino. El dirigente de un reino grande, un dharmarája, era más importante como
fuente moral y ritual que por ios asuntos prácticos de la administración cotidiana de una
región o regiones que gestionaba. La naturaleza políticamente fragmentaria del reino
hindú se unificaba ritualmente en la figura del rey. No podemos simplemente considerar
al rey hindú como un déspota, o a la institución de la monarquía divina como una con
secuencia peculiar de la sociedad de castas. Al contrario, el rey formaba parte integral de
toda la estructura en la que él, y los que se situaban por debajo de él, hasta la gente común
de las aldeas, funcionaban de manera integrada. La entidad política hindú era una estrile
tura compleja, una «formación imperial» en palabras de Ronald Inden, en la que cada parte
98 Gupta y Gombrich, «Kings, Power and the Goddess», South Asia Research, 6.2,1986, págs. 12.1 til
Vj Manu 7.5-7. Traducción de Doniger, The Laws o f Manu, pág. 128.
El hinduismo
EL ESTADO SEGMENTARIO H IN D Ú
Como ha dem ostrado Burton Stein, el reino hindú era de tipo segmentario e incluía
varios elementos imbricados, agrupamientos sociales que formaban una estructura pira
midal. Estos elementos estaban integrados los unos en los otros; la aldea en ¡a localidad,
la localidad en la supralocalidad, y la supralocalidad en el reino5051. Los reyes menores jura
ban lealtad ritual y simbólica a reyes más poderosos, y los jefes locales rendían homenaje
a los reyes menores. Durante la mayor parte de la historia del subcontinente indio, desde
el advenimiento de la monarquía hasta el dominio extranjero, cada región era regida por
un jefe, o príncipe, que reconocía, y se sometía a un centro sagrado. El rey hindú era el
foco ritual del centro sagrado, una figura ritual que mantenía su reino unido no tanto
como entidad administrativa, cuanto en calidad de estructura política segmentaria cohe
sionada por un orden moral de referencia. Este modelo se encuentra en el Artha Sastra
que presenta al rey como centro de una formación estatal unida mediante alianzas y agre
siones bélicas.
Además, el reino estaba imbricado en un cosmos jerárquico. En las cosmologías védi-
cas, y las posteriores hindúes, el universo es considerado como una estructura jerárquica
en la que se ubican «en la parte superior» mundos más puros y refinados, pero que al
mismo tiempo incorpora mundos inferiores, impuros, los cuales, como el reino fragmen
tario hindú, tienen algo de autonomía. En esta cosmología los numerosos mundos o rei
nos están gobernados por un jefe supremo, o dios, que también encama los principios que
controlan o gobiernan ese mundo. Los numerosos mundos que componen el cosmos están
controlados por fuerzas que son también «personas», Inden ha observado que «el mundo
natural de la India antigua y medieval estaba basado en la persona y construido en torno y
por un jefe supremo cósmico a partir de sí mismo»52. El reino humano ha de situarse den
tro del contexto de esta cosmología más amplia de la que se consideraba parte. Existe una
«cadena existencial» en el universo hindú que está reflejada en el reino sociopolítico del
estado segmentario hindú, De igual manera que un dios puede dirigir una esfera del cos
mos, así el rey dirige su reino.
86
Dbarnia
Según las Leyes de Manu, el rey es creado «en tanto que protector de las clases y eta
pas de la vida»55. Es el supremo garante de la justicia en el mundo social; asegura la pros
peridad y protección en las comunidades donde gobierna para que sus súbditos vivan con
seguridad. El rey es el administrador de justicia, denominada danda (literalmente «el palo»),
un término que también significa castigo.
Danda es la forma en que dharma se manifiesta en la tierra. Inspira miedo en todos
los seres a fin de que nadie se aleje de los deberes propios de su casta y así asegura la obe
diencia de las castas al ideal dhármico. Mantiene el orden en todo el mundo, gobierna
87
El hinduismo
todos los seres creados, los protege mientras duermen; en su ausencia no habría orden en
la sociedad, las castas se entremezclarían y el mundo entero zozobraría en un estado de
agitación56. El rey, a través del procedimiento legal del estado, debe asegurar que se admi
nistre justicia para mantener el orden social y la armonía, Un rey malo, que descuida la pro
tección del pueblo y la correcta administración de la justicia, atrae la discordia y el caos
sociales.
Con el colonialismo británico el poder de los reyes en la India disminuyó pero no fue
erradicado completamente. Como apunta Fuller, se contabilizaban >65 reinos o principa
dos que no caían directamente bajo el control británico en 1947, e incluso hasta los años
treinta el Maharajá de Mysore, reino que se había desarrollado a partir de las ruinas del de
Vijayanagara, celebraba el festival navarátri, herencia directa del festival de los reyes de
Vijayanagara. La importancia ritual del rey no debe ser desdeñada, Incluso a nivel ideoló
gico, el rey como sostén del orden cósmico, odharm a, es fundamental para la política
contemporánea hindú (véase pág. 280). Ei rey era el centro del universo hindú en el mundo
material, y el sistema político ideal era la monarquía ideal dirigida por un rey análogo a ¡a
divinidad, este ideal aparece establecido en el ritual.
EL SISTEMA JAJMÁNÍ
Mientras que el rey de reyes dirigía varios reinos, a su vez regidos por reyes menores, estos
reyes también dirigían varias regiones controladas por una casta dominante o coalición de
castas. Estas castas dominantes no estaban compuestas por brahmanes como regla gene
ral, sino por miembros de otras castas, frecuentemente súdras. Elja jm á n es un terrate
niente local poderoso que contrata a brahmanes para que realicen rituales a cambio de un
pago. También distribuye cereales a otras castas que le proporcionan servicios. El término
deriva del védicoyajam dna, «el que realiza sacrificios», es decir, el personaje notable para
quien el brahmán (mediante pago) realizaba los sacrificios. El sistema jajmáni no es un
arreglo puramente económico, sino que está profundamente arraigado en la estructura
socio-ritual de la jerarquía de castas, ya de por sí sagrada.
Dumont ha observado que las castas pueden también diferenciarse en las que poseen
tierra y las que no la poseen. La casta de una aldea o región que es propietaria de la tierra,
es la casta que detenta el poder político y el control sobre las demás, ya que controla los
medios del sustento. Las otras castas logran acceder a estos medios gracias a las relaciones
personales trenzadas con la casta dominante. Se trata, pues, de una relación recíproca. La
casta dominante emplea a los brahmanes para sus necesidades rituales, pero también a
barberos, carpinteros y jornaleros intocables que reciben «regalos» a cambio de sus setvi-
% ibld, 7 .1 2 -2 4 .
88
Dharma
dos’7 Si analizamos el nivel sociológico del reino, al rey podría considerársele unja jm á n
que recibe los servicios de otros, incluyendo la adoración, y, a cambio, reparte regalos y,
sobre todo, protección.
89
II El hinduismo
si bien éstos eran claramente diferentes del rey, no había una total ruptura entre la vida
mundana y la trascendencia tal y como sugiere Heesterman. El brahmán percibía una con
% tinuidad entre su vida interior y su expresión exterior,
h Nicholas Dirks ha afirmado, enfrentándose a Dumont, que no se pueden compren
Xi der las castas al margen de las ideas de monarquía y de estructura del estado hindú. Dirks
•v afirma que las castas están plenamente imbricadas en la monarquía y que la ideología domi
»i
.1 nante no se ha caracterizado por supravalorar el concepto de pureza, sino el de autoridad
f1 real (y en general las relaciones sociales basadas en el poder y el dominio). Las castas (y de
il'l
Á modo especial el papel de los brahmanes) se basan en el poder que radica en la monar
P quía y el estado hindú. Con el debilitamiento progresivo del estado hindú, las castas lle
Jf
garon a separarse de la monarquía y terminaron sobreviviendo a la institución monárquica,
í
\ conduciendo en general todo el proceso al encumbramiento de los brahmanes. Por el con
iM trario, en el pequeño estado de Pudokkottai, en el centro del Tamilnadu, donde hasta hace
'II
lli unos años se mantenía la monarquía, los brahmanes realizaban los rituales por encargo del
A
rey y se convirtieron en emblema de la soberanía del rey. En contrapartida el rey daba tie
rras a los brahmanes. Según Dirks, la importancia de éstos siempre aparecía mediada por
la del rey «cuyo trono, en cambio, se fortalecía en mayor medida gracias a la presencia de
los brahmanes»61. Pudokkottai es un ejemplo que ilustra que el poder de los brahmanes
está directamente relacionado con el poder del rey, y que la pureza de los brahmanes está
subordinada a su dependencia respecto del patrocinio del rey.
¡\
i
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RESUMEN
D ham ia es la ideología central de la ortopraxis hindú considerada como eterna y derivada
de la revelación del Veda y de la revelación secundaria presente en la literatura dharma.
Tiene que ver de modo especial con la jerarquía de castas expresada en el sistema varnás-
I ram a y con la naturaleza y el comportamiento del rey hindú. El rey simboliza el dharma
por medio de una administración justa, asegurando así la prosperidad del reino. La relación
i
del rey con los brahmanes es ambigua. Por una parte, el brahmán ocupa el vértice superior
i\
de la jerarquía de pureza y contaminación, pero a la par depende del poder del rey para
su patrocinio. Heesterman ha descrito esta tensión que se produce en el grupo de brah
W
manes entre las tendencias hacia la trascendencia y la derivación hacia las preocupaciones
I:
Ii
mundanas como el conflicto clave en la tradición. Por el contrario, los estudios de Inden
y Dirks han apostado por una mayor dependencia de los brahmanes respecto del rey. Dirks
afirma que el estatus de los brabantes no puede separarse del poder del rey. La esfera
religiosa de los brahmanes no puede entenderse al margen de la esfera política del rey.
!
61 Dirks, op cit., pág. 249.
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I 90
$
Dharma
91
-J
4 El yoga y la renuncia al mundo
Ya en el siglo vi a.C. las escuelas brahmánicas estaban bien implantadas y las tradiciones
rituales se transmitían de generación en generación de maestro a discípulo. Es probable
que la época dorada de la ejecución de los rituales védicos se situase entre los años 1000
y 500 a.C., aunque esta tradición nunca desapareció completamente y ha sobrevivido hasta
la actualidad. A la par que se desarrollaba la práctica ritual se potenció la especulación acer
ca de su naturaleza y sus objetivos, al principio en los Brihmanas y más tarde en los Áran-
yakas y las Upanisads. Al reflexionar sobre el papel del individuo que encargaba el ritual y
los efectos que su ejecución tenían sobre su persona, en los Bráhmanas se comenzó a per
cibir el ritual como la clave para el sostenimiento de la vida y se postularon correspon
dencias complejas (bandhu) entre el ritual y la inmensidad del cosmos. Estas
especulaciones se desarrollan en los Áranyakas y las Upanisads que reevalúan completa
mente la naturaleza del ritual al estimar su interiorización en el individuo como su senti
do más noble, y al subordinar la acción ritual a la sabiduría (e! conocimiento). Este
conocimiento espiritual podía ser alcanzado mediante el ascetismo o la renuncia al mundo
y con la práctica de disciplinas que posteriormente terminaron conociéndose con el nom
bre de yoga. Las Upanisads dan fe de su existencia y, hacia el siglo vi o v a.C., ya se habían
desarrollado tradiciones de ascetismo y de renuncia al mundo que fijaban su interés en el
conocimiento espiritual y la liberación. Estas tradiciones se habían desarrollado en los már
genes de la tradición védica y también más allá de ésta, especialmente en las tradiciones
jaina y budista.
OBSERVACIONES GENERALES
Entre los siglos ix y vi a.C. se desarrollaron dos ideas de gran trascendencia: que los seres
se reencarnan en el mundo (samsdra) una y otra vez y que los resultados de la acción
(karm a) se manifestaban en vidas futuras. Este proceso de renacimiento sin fin se carac
teriza por el sufrimiento (duhkha), cuya escapatoria radicaba en minimizar la acción y bus
car el conocimiento espiritual. Patañjali (siglo n a.C.), sistematizador de la práctica y
filosofía del yoga, afirma que todo es sufrimiento para la persona espiritualmente cons
ciente (vivekin)*. Esta doctrina, que plantea que toda la vida es sufrimiento, es común a las
tradiciones de renuncia al mundo y es la primera noble verdad de la predicación del Buda.
Para liberarse del sufrimiento hay que liberarse de la acción y sus efectos. Renunciar a la1
1 W 2 . 15 .
(
93
El hinduismo
94
El yoga y la renuncia al mundo
ASCETAS EN EL VEDA
En la Rg Veda Samhitá ias figuras religiosas importantes son los sacerdotes que ofician los
rituales y los sabios (;rsi) a los que se manifiesta el Veda. No obstante, hay algunas refe
rencias en el corpus védico a personajes que no tienen una función ritual y parecen estar
fuera de la comunidad brahmánica védica. Dos grupos de ellos, los kesins y los vrátyas,
merecen una atención especial.
LOS KESINS
Un himno muy conocido de la Rg Veda Samhitá describe a los ascetas de larga melena (kesirí),
o a los silenciosos (m uni), presentan un notable parecido con los posteriores ascetas hindúes,
El texto les describe como desnudos («ceñidos por el viento») o vestidos de harapos de color
rojo. Tienen experiencias extáticas, son «poseídos por los dioses», y vuelan fuera del cuerpo,
lo que tal vez sugiere lo que se conocen como «experiencias extra-corpóreas». El texto tam
bién indica que poseen la capacidad de leer en las mentes, poder atribuido a los yoguis expe
rimentados en las posteriores tradiciones yóguicas. Parece que estas experiencias eran
inducidas por una «droga» sin identificar (visa) que se decía que bebía el asceta en compañía
del dios Rudray que era preparada por la diosa (posiblemente jorobada) Kunamnamá4.
95
El hinduismo
El que el himno describa una experiencia visionaria, inducida por la droga depende
de la interpretación que se dé del término visa, que suele entenderse por «veneno». Algu
nos estudiosos han afirmado que en este caso visa se refiere a una droga alucinógena, dife
rente del som a5, mientras que, según otros, el considerar el himno en función de un
éxtasis químicamente inducido equivale a hacer caso omiso de la naturaleza simbólica de
los textos védicos; en esta interpretación el acto de beber veneno rememoraría el mito de
Siva cuando absorbió el veneno emitido por el océano universal, Según esta última ópti
ca, los kesin alcanzaban estados místicos gracias a una práctica del tipo yoga, y el motivo
del veneno se referiría a su capacidad de permanecer en el mundo materialista y envene
nado sin que les afectase6 De todos modos es posible, claro está, considerar el himno
como una descripción de un éxtasis inducido por un alucinógeno y a la par entenderlo en
clave simbólica.
Esta caracterización de los kesin recuerda a los ascetas posteriores que alcanzaron
experiencias interiores extraordinarias. No resulta tan importante la causa o factor que las
inducía, fuese la ingestión de drogas o las prácticas ascéticas, lo interesante es que este
himno proporciona una de las primeras descripciones de una experiencia de éxtasis reli
gioso. Otras características del himno, como la asociación de los kesin con Rudra, son sig-
nifictivas para establecer la conexión con las tradiciones yóguicas posteriores. Rudra, que
más tarde se nombrará Siva (asceta arquetípico asociado a su vez con la planta alucinóge
na datura), es una divinidad sobrecogedora de largos cabellos trenzados, que mora al mar
gen de la sociedad védica y al que se suplica para que no haga daño a las comunidades
humanas robando el ganado y raptando a los niños7. Rudra aparece en una posición peri
férica respecto del panteón védico, sólo hay tres himnos que se le dedican en el Rg Veda,
y su asociación con los kesin sugiere que éstos también se ubicaban al margen de la comu
nidad védica. La diosa Kunamnamá sólo se cita en el Veda en este himno, lo cual sugiere
de nuevo la ubicación de los kesin ai margen de la comunidad védica.
Si bien puede que no sea legítimo afirmar que los kesin representen una tradición
no-aria (después de todo el compositor del himno se muestra favorable a ellos), es, por
otra parte, razonable suponer que los kesin representen una rama del ascetismo que se
ubicaba al margen de la directriz principal de la cultura védica (de carácter ritual) y que
probablemente constituyó una influencia notable en posteriores tradiciones de la renun
cia al mundo; de hecho, el propio Buda, como el kesin, es denominado m uni. No obs
tante, sería una simplificación grotesca sugerir que la tradición de los renunciantes se
96
El yoga y la renuncia al mundo
desarrolló a partir de esta cultura muni. El desarrollo de la renuncia en las Upamsads está
íntimamente relacionado con la tradición védica ritual, aunque hay que reconocer la fuer
za del argumento que defiende que las Upanisads contienen una discontinuidad de ideas
respecto de la tradición ritual védica. Esta discontinuidad parece implicar influencias no-
védicas en la línea de las representadas en el «himno kesin».
los m ir a s
Además de los kesins, el Libro 15 de la Atharva VedaSamhitá da fe de la existencia de una
comunidad de guerreros agresivos que se movían en bandas, los vrdtyas, viviendo al mar
gen de la sociedad aria y que podrían estar relacionados con ios kesins. Estos vrátyas esta
ban compuestos por grupos itinerantes, concentrados en el noreste de la India y que
hablaban la misma lengua que los arios védicos pero eran despreciados por éstos. De
hecho existe un ritual específico de purificación, el vrátyastoma, tras cuyo cumplimiento
podían entrar a formar parte de la sociedad védica y acogerse al estatus ario perdido al no
haberse sometido a los ritos brahmánicos de paso. Si bien faltan pruebas para precisar
quiénes eran los vrátyas, parece claro que se encontraban en el límite de lo que se podía
considerar aceptable para los arios védicos, aunque Heersterman sugiere que el iniciado
sacrificial védico (diksita) deriva del vrátya8. El Atharva Veda los describe llevando tur
bantes, vestidos de negro, con dos pieles de cabra sobre los hombros9.
Los vrátyas realizaron sus propias ceremonias. No está clara la naturaleza exacta de
estos ritos, pero probablemente tenían que ver con la fertilidad y la renovación de la vida
en las estaciones. Durante el rito del «gran voto» del solsticio de verano (m ahávrata), el
sacerdote (botr) recitaba cánticos que incluían referencias a los tres alientos que dan vida
al cuerpo. Estos alientos son la inhalación, el aliento que se retiene, y la exhalación; sugie
ren un tipo antiguo de control de la respiración que se desarrollará comopránáyám a en
la posterior tradición yóguica. Este rito se acompañaba de diálogos obscenos y también
incluía la cópula ritual entre un «poeta», que de otra manera se hubiera mantenido célibe,
y una «prostituta». Este rito tiene reminiscencias en el posterior ritual tántrico (véase
págs. 208-210),
Los vrátyas ilustran una íntima relación, que se manifiesta en tradiciones posteriores,
entre el ascetismo y la guerra, Cofradías de guerreros asociaban las habilidades en técni
cas corporales y en el arte del combate con las prácticas ascéticas y renunciatorias. Es*1
" H eesterm an, The Broken World o f Sacrifice, págs. 178—9- S obre los vrátyas en general véase Eliade,
Yoga: Immortality and Freedom, P rin ce to n U n ive rsity Press, 1973, págs. 1 0 3 -4 ; Feuerstein, Yoga, The
Technology o f Ecstasy, W e llin g b o ro u g h , C rucible , 1989, págs. 1 1 1 -1 4 ; H a ue r, Der Vrátya, vol. I: Die Vrátyas
als nichtbrahmanische Kultgenossenschaften arischer Herkunft, S tu ttg a rt, K o h lh a m m e r V erlag, 1927;
H e este m ta n , »Vrätya and Sacrifice», en Indo-Iranian Journal, 6 ,1 9 6 2 , págs. 1-37,
1 Eliade, op. eit, pág. 103.
97
El hinduismo
com o si la guerra exterior se convirtiera en una guerra interior para dom inar e! cuerpo y
las pasiones. Esta relación entre las hermandades de ascetas y de guerreros está corrobo
rada aún más por el hecho de que las ideologías y prácticas ascéticas emergieron en el seno
de las clases gobernantes y guerreras en la sociedad india. Por ejemplo, el Buda surgió de
un contexto guerrero (pertenecía a una familia ksatriya) y las enseñanzas secretas de las
Upanisads están asociadas con los grupos d e gobernantes.
Si bien la renuncia al m undo y el ascetismo están prefigurados en la religión védica,
una ideología de renuncia al mundo plenamente desarrollada no aparece hasta la muta
ción de las condiciones socioeconóm icas de la India que se producen a partir del siglo vi
a.C. Estos cambios potenciaron el impacto de ideas que surgían más allá de las referencias
estrictamente brahmánicas y rituales. Al análisis de estas condiciones dirigiremos nuestra
atención en las páginas que siguen.
EL INDIVIDUALISMO Y LA URBANIZACIÓN
El ritualism o védico se desarrolló en una sociedad agraria. Los arios eran pastores y, más
tarde, agricultores que vivían en com unidades rurales, No obstante, desde el siglo va.C. se
fue desarrollando una cultura urbana en la llanura del Ganges y surgieron reinos impor
tantes asociados con el crecimiento de los centros urbanos. Especialmente interesantes
son los reinos de Mágadha y Kosala, y las «repúblicas» tribales de los vrijis y los sakyas al
norte. Algunas de estas ciudades, como Patalipütra (Patna), capital del imperio Mágadha,
eran centros bien fortificados que crecieron rápidam ente con el aum ento de población,
los excedentes de alim entos y el desarrollo del com ercio. Con el desarrollo de los reinos
se hicieron más seguras las rutas de com ercio y se construyeron carreteras. A su vez, estas
comunicaciones mejoradas supusieron una mayor facilidad para la difusión de nuevas
ideas, especialmente por parte de los ascetas errantes, En el contexto de urbanización se
desarrollaron las tradiciones de renunciantes. Richard Gombrich ha descrito este proceso
mostrando cómo el crecimiento de las ciudades bajo protección real favoreció el comercio,
la movilidad de personas y bienes y una mayor libertad personal. A la par que estos cam
bios se conformó un sistema de burocracia e instituciones de control que erosionaron el
orden social tradicional y rural10.
En la comprensión de los fenómenos de cambio hay que tener en cuenta no sólo
estos aspectos materiales y políticos, sino también los aspectos ideológicos. Paul Wheatley
ha planteado de m anera convincente que las ciudades más antiguas no eran solamente
centros comerciales, sino principalmente complejos rituales, y que el tamaño y el volumen
de las murallas de la ciudad pueden entenderse no sólo en función de la defensa, sino tam-1
98
El yoga y la renuncia al mundo
bien como muestras de estatus y prestigio que reflejan la grandeza del rey11. Este esque
ma cumple perfectamente en la teología hindú referente a la monarquía sagrada. Las pri
meras ciudades del valle del Ganges son centros de las primeras unidades políticas que
reflejan o simbolizan la posición ritual de! rey. El centro urbano como símbolo del poder
del rey es un fenómeno que se desarrollará posteriormente en la historia del subconti
nente indio, por ejemplo, en Vijayanagara, y da fe de una continuidad en la ideología
monárquica desde tiempos antiguos hasta el periodo medieval.
Con la urbanización se erosionó el tipo de vida agrario tradicional y aumentó el inte
rés por las iniciativas comerciales y empresariales. Estos nuevos valores ponen de relieve
al individuo frente al grupo social en general. El cambio de un modelo agrario-aldeano
hacia un modelo urbano proporcionó un contexto en que el individualismo podía desa
rrollarse en algunos segmentos de la comunidad. Con el despertar de pautas tradiciona
les, ritualizadas, de comportamiento, el individuo, en lugar del grupo, tal como ha
demostrado Gombrich, se convirtió en el agente más importante para el funcionamiento
de las ciudades, desempeñando oficios como el de comerciante, tendero, obrero especia
lizado o funcionario gubernamental1112. Esto no significa que se fraguase a la sazón una ideo
logía del individualismo que insistiese en la autonomía y los derechos personales (tal cosa
no existía), o que el morador urbano no estuviera sometido al derecho y la estructura
social jerárquica, sino que simplemente el funcionamiento socioeconómico estaba más en
manos de individuos innovadores que lo que hubiera sido posible en un contexto rural. El
tipo de individualismo que se desarrolló en el Occidente protestante, con su insistencia en
la autonomía y la responsabilidad, nunca llegó a madurar en el mundo antiguo. Sin embar
go, sí se desarrolló una forma de individualismo que puso de relieve, o particularizó, la
diversidad de identidades. En efecto, la distinción o diferenciación de las personas resulta
necesaria para que puedan ser objetos del control social por medio de una estructura
social abstracta, del derecho y de la burocracia13.
Las tradiciones ascéticas bien documentadas más antiguas, el jainismo y el budismo,
crecieron en un contexto urbano donde las clases comerciales emergentes estaban inte
resadas por las nuevas ideas. El Buda visitó varias ciudades, mencionadas en las escrituras
budistas, y recibió el apoyo del laicado urbano, en el que destacan algunos integrantes aco
modados. Además, la mayoría de su comunidad de monjes y monjas parece haber sido
reclutada entre originarios de las ciudades más que entre campesinos14.
11 Wheatly, The Pivot o f the Four Quarters, Chicago, Aldine Publishing Co., 1971, pág. 8. Véase
también Eck, »The City as Sacred Centre», en B. Smith y H.B. Reynolds (eds.), The City as Sacred Centre:
Essays on Six Asian Contexts, Leyden, Nueva York y Colonia, Brill, 1987.
12 Gombrich, op cit., págs. 51-8; Olivelle, The Samnyása Upanisads, págs. 30-33-
13 B.S. Turner, Religious a n d Social Theory, Londres, SAGE Publications, 1991, pág. 163.
H Gokhale, «The Early Buddhist Elite», en Journal o f Indian History, 42.2,1965, págs, 391—402.
99
El hinduismo
100
El yoga y la renuncia al mundo
la acción17. Sin embargo, aunque existen divergencias dentro del sramanismo, todos los
grupos sramana compartieron un mismo sistema de valores y de estructura de discur
so, y todos rechazaron el Veda como revelación y de esa manera se enfrentaron a las
enseñanzas ortodoxas brahmánicas, o las reinterpretaron. Es comprensible que estas
escuelas sean consideradas como heterodoxas (n d s t i k a ) por el brahmanismo ortodoxo
(idstika). La mutua hostilidad entre estos dos grupos ha sido advertida porRomila Tina-
par y nota que el gramático Patañjali se refiere a la actitud que unos mantienen frente a
los otros como la de la serpiente y la mangosta18.
Sin embargo, mientras que el brahmanismo rechaza la autoridad y las enseñanzas de
las escuelas sramana, algunas enseñanzas semejantes a las sramanas, que tratan del rena
cimiento, la acción retribuida y la liberación, encuentran su expresión en las Upantsads, el
cuarto estrato del Veda, y en la literatura posterior.
17 Sobre los ájlvikas véase Basham, History a n d Doctrines o f the Ájivikas, Delili, MLBD, 1981. Sobre
los jainas véase Dundas, The Jains, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1992. Sobre los materialistas véase
Chattopadhyaya, Lokdyata, Nueva Delili, People's Publishing House, 1959.
18 Tliapar, op. d t., pág. 63.
19 Bronkhorst, op. d t. , págs. 45-53.
20 BAU 6.51-4.
101
El binduismo
por indagar en la comparación entre las correspondencias esotéricas y la acción ritual; las
secciones sobre el conocimiento (jficuiakánda) son más importantes que las secciones
sobre el ritual (kannakándá). Las primeras Upanisads continúan con las especulaciones
mágicas de los Bráhmanas que defendían que el conocimiento de las correspondencias
entre el ritual y el cosmos es una suerte de poder. Por ejemplo, los primeros versos de la
Brbadáranyaka Upanisadcomienzan identificando el sacrificio del caballo con el mundo
natural; la cabeza del caballo es el amanecer, el ojo es el sol, el aliento es el viento, etcéte
ra21. También, la Cbándogya Upanisad ilustra este upo de especulación, pero combinán
dola con la idea de que el conocimiento genera poder o energía. Al identificar el udgitba
(los versos del Sama Veda cantados por el sacerdote udgátr durante el ritual ¡rauta) con
la sílaba sagrada aum, el texto discrimina entre conocimiento e ignorancia:
Al decir aum, se recita; al decir aum se ordena, al decir aum se canta en voz alta en
loa de esa sílaba, con su grandeza y su esencia.
Que así lo hagan tanto los que lo saben como los que no. Sin embargo, el
conocimiento y la ignorancia son diferentes. Realmente, lo que se hace con
conocimiento, fe y meditación de hecho tiene mayor poder22.
BRAHMAN
Fn los Bráhmanas el término brahmán significa el poder del ritual al margen del cual no
existe nada más antiguo o más brillante2“4. Brahmán es un sustantivo neutro y no debe
21 ib id , 1 .1 .1 -2 .
22 Ch.U. 1.1.9—10. Traducción de Radhakrishnan, The Principal Upanisads, págs. 331-3.
21 Staal, Rules Without Meaning, págs. 117-20.
21 Sai.Br 10.2.5.11.
102
El yoga y la renuncia a l mundo
25 BAU 4 1 .1 -7 .
26 Ch U 6 -1 3 .1 -3 .
27 Ibid, 1 .12.1-5.
103
El hinduismo
KARMA Y REENCARNACIÓN
Dicha realización espiritual, junto con la experiencia gozosa de darse cuenta de la esencia
propia como brahmán, es la cesación de la acción y sus consecuencias, es decir, del rena
cimiento. La idea de que cada acción tiene un efecto que ha que explicarse en esta vida, o
en futuras vidas, y que las experiencias de esta vida son consecuencias de acciones pasa
das, es de importancia fundamental para la soceriología hindú. La salvación o liberación
[moksa, mukti, apavarga), para la mayoría de las tradiciones hindúes, consiste en libe
rarse del ciclo de la reencarnación (satnsára), lo cual también equivale liberarse de la carga
de la acción (k a n n a ) almacenada a lo largo de innumerables vidas, Esta estructura sote-
riológica básica, desarrollada con variantes en la mayoría de las tradiciones posteriores,
empieza a articularse en las Upanisads.
Los orígenes de las doctrinas de karnia y samsára resultan confusos. Con toda segu
ridad estos conceptos circulaban entre los sramanas a la par que el jainismo y el budismo
elaboraron ideas específicas y muy complejas acerca del proceso de la transmigración. Es
muy posible que karma y reencarnación penetraran en el pensamiento principal brahmá-
mco a partir de las tradiciones sramana, o de la renuncia al mundo. Pero, por otra parte,
aunque no se establece ninguna doctrina clara sobre la transmigración en los himnos védi-
cos, sí parece expresarse la idea de «volver a morin» una persona que haya muerto en este
mundo podría volver a hacerlo en el otro. Los procedimientos rituales están pensados para
prevenir esa eventualidad. Es posible que la idea de un retomo a este mundo se haya desa
rrollado a partir de esta noción de doble morir. También se testifica en el Rg Veda la idea
de que las diferentes partes del cuerpo se dirigen a diferentes lugares al morir: los ojos van
al sol, el aliento (átntarí) al viento, y la «persona» esencial junto a los antepasados29. La
noción del renacimiento en este mundo podría haberse elaborado a partir de esta visión*25
104
Elyogay la renuncia al mundo
LA TEORÍA ORTOGÉNICA
La teoría denominada «ortogémea» de la renuncia al mundo afirma que existe una línea de
desarrollo que parte de la ideología védica del cabeza de familia, centrada en el ritual s'rau-
ta y que desemboca en la ideología de la renuncia al mundo. El término «ortogénico» es
10 Para un análisis d e e sta con trov ersia y artículos acerca d e v anos p u n to s d e vista v éase O'Flaherty
(ed .). Karma and Rebirth in Classimi Iridian Traditions, B erkeley y Los A ngeles, U niversity o í California
Press, 1980. T am bién Boyer, «Etude su r l’origine d e la d o c trin e du sam sara» en Journal Asiatique, 2 ,1 9 0 1 ,
pàgs. 451-99.
31 BAU 3.2.13.
32 Ibid., AA.3.
33 SvetU. 5.7.
105
*
El hinduismo
empleado por Heesterman para referirse a este proceso gradual e interno del pensamien
to védicoH Es decir, que la renuncia al mundo no es una idea que proceda de fuera de la
comunidad védica (por ejemplo, de los dravídicos pre-arios), sino un proceso interno den
tro de la cultura védica. Se argumenta que finalmente hay poca diferencia entre el brah
mán ideal y el renunciante ideal salvo en lo referente al grado de énfasis de su
compromiso. La fisura o conflicto de la sociedad brahmánica no se manifestaría entre el
cabeza de familia brahmán y el renunciante, sino entre el brahmán y el rey (véase supra
págs. 88-89).
Según lo anterior, la renuncia al mundo, tal como se elabora en las Upanisads y se
codifica más tarde en los Dharma Sastras, tiene su origen en los rituales védicos srauta tal
como se presentan en los Bráhmanas y los Srauta Sútras. En este caso, el que sufraga el
ritual (yajam ána) se somete a la iniciación (d ik sá ), convirtiéndose en un «iniciado»
(diksitá), y realiza prácticas ascéticas con la finalidad de la preparación del propio ritual,
que encarna simbólicamente la regeneración y renovación del que sufraga el rito y tam
bién simboliza la regeneración del cosmos. El yajam ána se ubica en el centro del ritual .
que ha patrocinado poniendo de relieve, por ende, que «el hombre depende sólo de su
propia obra (ritual)»35. Según la hipótesis de Heesterman, la idea del ritual en tanto que
proceso privado desemboca en el ideal upanisádico que percibe el verdadero ritual como
interiorización o trascendencia; la renuncia se desarrollaría como consecuencia de esta
interiorización.
RENUNCIANTE Y BRAHMÁN
Además, existe un fuerte paralelismo entre el código ideal del cabeza de familia brahmán
y el del renunciante; la diferencia siendo más de grado que de tipo. Como el brahmán, el
renunciante debe dominar sus sentidos, ser honrado, practicar la no-violencia hacia todos
los seres y comportarse con objetividad y ecuanimidad3*3. La diferencia entre las dos figu
ras radicaría en que el brahmán estaría cumpliendo las obligaciones de cabeza de familia,
mientras que el renunciante se encuentra en la última etapa (ásrama) de la vida, exento
de obligaciones rituales. Mientras que el renunciante ha dado la espalda a la sociedad, el
brahmán, no; o más bien, sólo se aparta del mundo social durante el ritual srauta, pero
vuelve a él al concluir el rito.
Como complemento al argumento de Heesterman, Madeleine Biardeau y Charles
Malamoud han planteado dicha continuidad con la tradición védica del siguiente modo:
según la primera, las diversas tradiciones del universo hindú están imbricadas en un nivel
106
El yoga y la renuncia al mundo
más profundo. Las diferentes partes, pero relacionadas entre sí, están integradas en una
cultura hindú entendida como un todo. Esta integración no aparece en tanto que unidad
institucionalizada (que no se encuentra en ningún momento en el hinduismo), smo en
cuanto unidad estructural; todos los movimientos diversos presentes en el hinduismo,
incluyendo la renuncia al mundo, se originan en la revelación védica37 Se advierte esta
unidad estructural en los dos ámbitos más importantes de la cultura hindú, el sacrificio y
la renuncia al mundo, dos caras de la misma moneda cuya diferencia estriba en que el
cabeza de familia se relaciona con el sacrificio externo y el renunciante ha interiorizado el
sacrificio. Un ulterior argumento para dicha continuidad podría ofrecerlo el hecho de que
tanto el que sufraga el ritual como el renunciante se someten a ritos de purificación y, de
esta manera, están relacionados estructuralmentc.
•” Biardeau, op. cit. , pág. 159. Véase también Biardeau y Malamoud, Le sacrifice dans l’Inde
ancienne, Paris, Presses Universitaires de France, 1976.
107
El hinduismo
reza, fija el estatus del cabeza de familia brahmán. A causa de las restricciones sociales de
casta, el hombre-en-el-mundo no aparece como individuo; existe exclusivamente en una
estructura de relaciones sociales, lo contrario se produce en el caso del renunciante que
ha trascendido esta estructura58. Según lo anteriormente expuesto, el renunciante está
fuera de la sociedad y por ello ha podido construirse una individualidad. El renunciante es
un individuo dedicado a su propia salvación del que derivan ideas seminales e influencias
que impactan en la religión del cabeza de familia. El renunciante, como tal individuo fuera
de la sociedad, es el auténtico agente dinamizador de la religión india y el generador de
valores que penetran desde el exterior en la tradición brahmánica del cabeza de familia.
Si bien es verdad que se pueden dirigir críticas a la proposición de Dumont, sobre
todo porque resta importancia a los actores sociales indios59, la idea de que la renuncia al
mundo introduce un «nuevo» elemento en las religiones indias, y presenta un reto para la
tradición ritual ortodoxa del Veda es algo que hay que tomar en serio. Olivelle ha ahonda
do en la distinción entre el ideal renunciante y el ideal del cabeza de familia argumentan
do que el «conflicto profundo» que existe entre los dos no puede realmente explicarse
desde la hipótesis de Heesterman. Afirmaciones extraídas de la posterior literatura védica
que aplauden al brahmán en tanto que renunciante ideal, más que reflejar la proximidad
del renunciante y el brahmán, demuestran que los valores de los renunciantes se incor
poraron a la ideología védica; las afirmaciones que elogian al brahmán en cuanto renun
ciante ideal resultan a menudo «meramente retóricas»383940.
Para resumir lo expuesto hasta ahora, hay en esencia dos posturas relativas a los orí
genes de la renuncia en la India: por una parte, están los que defienden que surgió del
ritualismo védico (Heesterman y Biardeau); por otra, los que optan por plantear que se
originó fuera del mundo védico, aunque no necesariamente fuera del mundo brahmánico
(es la postura de Olivelle a partir del trabajo de Dumont). La primera postura pone de
relieve las continuidades entre la tradición védica y las tradiciones de los renunciantes,
entre el individualismo del ritualista y el renunciante, y entre las prácticas purificadoras del
ritualista y el renunciante. La segunda postura pone de relieve las discontinuidades, argu
mentando que los valores que niegan el mundo, característicos de la renuncia son bien dis
tintos de los valores que lo afirman, característicos del cabeza de familia ritualista. Parece
claro que los orígenes de la renuncia no pueden comprenderse simplemente en función
de una tradición védica o no-védica. Al contrario, existe un proceso complejo de asimila
ción desde fuera de la esfera védica a la par que una transformación de elementos desde
el interior de la tradición védica.
108
El yoga y la renuncia al mundo
LA RENUNCIA ORTODOXA
Los primeros renunciantes vagaban solos, en pequeños grupos itinerantes o, tras el advi
nimiento del budismo, aglutinados en comunidades monásticas. Aunque también se lian
testificado mujeres renunciantes, la inmmensa mayoría han sido varones. Los renuncian
tes sólo tienen cobijo durante los cuatro meses que dura la estación lluviosa, consiguen
alimentos mendigando y se visten con un manto de color ocre o van desnudos. Es impni
tante notar que el brahmanismo primitivo no generó establecimientos para renunciantes,
como ocurrió en el budismo o el jainismo. Existen, ciertamente, linajes de maestros qu<
se remontan muchas generaciones atrás, pero no han constituido instituciones monásti
cas. La institución monástica no aparece en el hinduismo hasta el Medievo, aunque, mu
Ili"
m
El binduismo
Vis.Smrt. 96.12.
'M Nar.U. en divelle, op cit., pág5.191-2.
* Olivelle, op- cit.. pág. 9L
110
El yoga y la renuncia al mundo
sociedad, en las orillas de los ríos sagrados, o en lugares salvajes tales como zonas monta
ñosas o en los campos de cremación de cadáveres. Vistiendo mantos de color ocre, o des
nudos, cubiertos de cenizas sagradas, con la cabeza rapada o el cabello largo y
enmarañado, estos renunciantes elaboran sus propias prácticas espirituales (sádhana) a
fin de convertirse en liberados en vida (jiv a n m u k ti). Otros se unen a comunidades de
renunciantes y viven en «ermitas» (ásramas) o «monasterios» (mathas). Estas comunida
des se insertan en importantes tradiciones hindúes, especialmente la tradición saiva y la
vaisnava (centradas en los dioses Sivay Visnu respectivamente). Algunas órdenes de renun
ciantes se ubican fundamentalmente dentro de la tradición védica, mientras que otras,
como los ascetas de los campos de cremación, se identifican con la veneración de Siva y la
Diosa, y se ubican en los márgenes de la ortodoxia y ortopraxis védicas (véase pág. 180).
Mientras que el monacato se desarrolló en el budismo desde sus comienzos, institu
ciones parecidas sólo aparecen en el hinduismo más tarde. Según la tradición, el gran teó
logo vedántico, Sankara (aproximadamente 788-820 d.C.) fundó centros monásticos en los
cuatro rincones de la India, es decir, en Sringeri, Kerala; en Dwarka en el extremo oeste;
en Badrinath en el Himalaya; y en Puri en la costa este. Otro centro importante en Kanchi,
en Tamilnadu, y pudo haber sido fundado por Sankara o por su discípulo, Suresvara. Junto
a estos centros monásticos Sankara fundó la orden de renunciantes de los «diez bien nom
brados», los Dasanámis, denominadosgiri («montaña»),puri (ciudad»), bhárati («apren
der»), vana («espesura»), áranya («bosque»),parvata («montaña»),ságara («océano»),
tirtba («vado»), ásrama («ermita») y sarasváti («elocuencia»). Estas órdenes se identifican
con los diferentes centros monásticos: bháratis, puris, y sarasvatis con Sringeri; tírthas y
ásramas con Dwarka; giris, ságaras y parvatas con Badrinath; y aranyas v vanas con Puri. El
jerarca del monasterio de Puri se considera como cabeza visible de toda la orden dasanámi
y se le denomina jagadguru, maestro del universo. En el acto de iniciación a estas órde
nes, el renunciante recibe un nuevo nombre, que a menudo termina en ánanda, y el nom
bre de la orden que recibe.
Las órdenes fundadas por Sankara contribuyeron en parte a la erradicación del jai-
nismo y budismo del sur de la India y también a dotar de coherencia y de un sentido de
identidad pan-india a las tradiciones védicas ortodoxas. En efecto, los renunciantes, al
vagar de aldea en aldea, enseñando y transmitiendo ideas religiosas al pueblo llano han
aportado una notable cohesión al hinduismo. La peregrinación de circunvalación por los
cuatro rincones de la India, Badrinath al norte, Puri al este, Rameshwaram al sur y Dwarka
al oeste, que hace el renunciante, también ha sido clave para dotar de un nuevo sentido
de coherencia a la tradición védica.
Los dasanámis son los más ortodoxos y eruditos de los renunciantes hindúes. Vesti
dos con mantos de color ocre, se les puede distinguir de los renunciantes desnudos, los
nagas, los cuales, desde el siglo vn d.C. han actuado en calidad de guerreros-ascetas, pro-
íll
(
El binduismo
tectores de la tradición dasanámi. Estos ascetas en armas, como los dasanámis, filosófica
mente abrazan una metafísica monística (véase pág. 259) y su divinidad tutelar es Siva,
señor de los ascetas y yoguis. Estas órdenes de guerreros-ascetas evolucionaron entre los
siglos ix y xvm como respuesta a las invasiones musulmanas y se organizaron en seis
«regimientos» o ákháras (denominados ánanda, nirañjani, juna, avahan, atal y nirváni)^.
A lo largo del siglo xvn surgen escuelas vaisnava de guerreros, los bairágis, quienes, al
contrario de los nágas, no van desnudos. También existen tradiciones de ascetas luchadores
que han desarrollado sofisticados sistemas de combate, en particular en Kerala.
Al haber abandonado el mundo, el renunciante puede practicar el ascetismo o el
desarrollo del «calor interno» (tapas) a fin de alcanzar la liberación. El ascetismo puede
adoptar la forma de una penitencia severa (como la promesa de no acostarse o sentarse
durante doce años y sólo descansar apoyándose en un soporte, o mantener un brazo en
alto hasta que los músculos se atrofien). No obstante, se anima especialmente a los asce
tas a que practiquen el yoga a fin de conseguir un estado de no-acción, para aquietar el
cuerpo, el aliento y, finalmente, la mente.
YOGA
Junto a los conceptos de renuncia mundana, transmigración, karma y liberación, se plantean
toda una serie de ideas relativas a los caminos o senderos que desembocan en la liberación;
los métodos o técnicas que pueden conducir más allá del mundo del sufrimiento, la tradición
hindú ofrece diferentes respuestas a la pregunta que se refiere a los modos de lograr este
objetivo. Por una parte, las tradiciones teístas sostienen que la liberación se produce por
medio de la gracia concedida por una divinidad benévola al fiel que la venera. Por otra, las tra
diciones no-teístas sostienen que la liberación se alcanza gracias al esfuerzo continuo enca
minado a separar el yo del mundo sensorial por medio del ascetismo y la meditación, y que
desemboca en un estado de gnosis (jñdtia). Se pueden combinar ambas respuestas cuando
la devoción se considera una forma de conocimiento y la gracia complemento del esfuerzo.
El término yoga deriva de la raíz sánscritayuj, «controlar», «enyugar», o «unir», y se
refiere a las técnicas o disciplinas de ascetismo o meditación que supuestamente poten
cian la experiencia espiritual y la comprensión o intuición profunda de la naturaleza de la
existencia. Yoga es el medio por el que la mente y los sentidos pueden restringirse, el yo,
o ego, limitado y empírico (abombara) puede trascenderse y la verdadera identidad del
yo puede ser finalmente experimentada. Se trata de un aspecto del hinduismo que no se
circunscribe necesariamente a ninguna visión del mundo en especial y que, de hecho, ha46
46 Para un análisis breve pero claro véase H artsuiker, Sddhus, The Holy Men o f .India, Londres,
T h am es and Hudson, 1993, págs. 31-5,
112
El yoga y la renuncia al mundo
sido exportado con éxito más allá de las fronteras del hinduismo (a diversos contextos reli
giosos y no religiosos en el Occidente contemporáneo). Mientras que el desarrollo del
yoga, y la idea de salvación espiritual (moksa) que procura, deben entenderse histórica
mente en el contexto de las tradiciones de la renuncia al mundo, las cuales, como hemos
visto, forman un complejo ideológico y social que evolucionó en los nuevos centros urba
nos de la antigua India, el yogui se separa de la institución de la renuncia al mundo y se
adapta a la vida del cabeza de familia.
El yoga, en tanto que disciplina espiritual no limitada a ninguna afiliación sectaria o
forma social en especial, presenta los siguientes rasgos distintivos:
47 & W 4/1.23.
1" Kat. U. 2 .3 .1 0 -1 1 .
113
El binduisnio
segunda m uerte (punarmrtyu). Yama intenta disuadirle de solicitar este tercer deseo al pro
meterle larga vida y riquezas, pero ante la m uerte Naciketas contesta que «toda vida es breve»,
No im porta lo que dure la vida, al final vence la m uerte. Yama termina contestando que el
sabio alcanza a Dios mediante la práctica de la auto-contemplación. A continuación, el texto
pasa a com parar al individuo con un carro: el yo (diman) es el que controla el carro, el cuer
po es el carro mismo y los sentidos son los caballos. Igual que el auriga controla los caballos
del carro, del mismo m odo debe el yo controlar los sentidos restringiéndolos49.
La Svetásvatara Upanisad afirma de forma parecida que un yogui debe m antenerse
erecto, constreñir la respiración y restringir la m ente com o un auriga haría con «un carro
uncido con caballos salvajes». Esta unción de la m ente potencia la visión interior y, lo que es
más importante, contruye «un cuerpo forjado por el fuego del yoga» que asegura que el
hombre sabio tendrá salud, se liberará de la tristeza y alcanzará su objetivo5051. La última de
las Upanisads clásicas que tratan el yoga de manera más o menos amplia es la Maitráyamya,
oM aitri Upanisad, que pertenece a la rama de! Yajur Veda negro. Este texto habla de un
rey retirado, Brhadratha, que practica el ascetismo (tapas) mirando fijamente al sol con los
brazos en alto durante mil días. Luego recibe la visita de un asceta iluminado que habla al
anciano rey acerca de la diferencia entre el yo d e los fenómenos, sometido a karma, y el yo
puro al que la acción no afecta. El sabio, d e nom bre Sákáyanya, enseña a continuación al rey
prácticas yóguicas de seis tipos que incluyen el control de la respiración (prdnáydma ), el
desapego de los sentidos (pratyahára), la m editación (dhyána), la concentración
(dbáraná), la argumentación (tarka), y la absorción (sam ddht). Esta clasificación es ante
rior al similar sistema del yoga clásico propuesto por Patañjali (véase in fra yb
Transcurren varios siglos entre la composición de la Katha y la Svetásvatara Upa
nisads y hemos de suponer que la tradición yóguica se desarrolló en este periodo inserta
en la órbita del pensamiento hindú. Diversos pasajes de! famoso poema épico
Mahábhárata (ca.400 a.C.-300 d.C.) contienen textos que describen prácticas yóguicas,
así en la Bbagavad G itá, se incluye un capítulo entero (cap. 6) dedicado a la práctica tra
dicional del yoga. La Gitá también introduce los famosos tres ámbitos del yoga, «conoci
miento» (jñána), «acción» (karma) y «amor» (bhakti). Se siguen componiendo Upanisads
en nuestra era y tienden a optar por orientaciones de tipo particular. Un grupo de alrede
dor de veinte textos, las Yoga Upanisads, probablemente compuestas del 100 al 300 d.C.,
contienen detalles interesantes sobre la práctica del yoga referentes a las posturas, el con
trol de la respiración, las visualizaciones interiores, el yoga del sonido interior (nada,
sabda), y también descripciones de fisiología sutil, mística o esotérica.
114
El yoga y la renuncia al mundo
La más famosa de las Yoga Upanisads, la Yogatallva, habla de cuatro tipos de yoga: el
mantra-yoga, que se basa en la repetición de manteas; el lava-yoga, que busca la disolu
ción simbólica dei cosmos dentro del cuerpo y el surgimiento de una energía corporal
conocida como Kundalini; el hatha-yoga, el yoga de la «fuerza», que utiliza una diversidad
de posturas, el control de la respiración, las visualizaciones luminosas y el sonido interior;
y el raja-yoga («real», o simplemente «el mejor»), que es el sistema clásico de Patañjali. El
texto también habla de los poderes mágicos (siddbi) que se obtienen por medio de la
práctica. En torno a! batha-yoga también se elaboró una amplia literatura, destacando
foHatbayogapradipiká de Svátmaráma (siglo xv d.C,), que tiene puntos en común con la
alquimia india, el tantrismo y la tradición siddha.
RÁJA-YOGA
El texto más significativo de la tradición yóguica es el Yoga Sütra de Patañjali. Este texto,
compuesto en algún momento entre el 100 y el 500 d.C., contiene aforismos sucintos acer
ca del yoga clásico, llamado yoga «de ocho miembros» (astdnga), o «el mejon» (raja) yoga.
El Yoga Súfra es una codificación de ideas y prácticas yóguicas que se desarrollaron a lo
largo de muchos siglos. Patañjali aporta una definición sucinta de yoga en el segundo
sütra: «yoga es la cesación de las fluctuaciones mentales»52, es decir, el yoga es un estado
de concentración en el que la mente distraída, alimentada por impresiones y recuerdos,
es dominada y transformada en uni-direccionada (ekágratá). Este control mental se con
sigue con la práctica de los ocho aspectos, o miembros, del camino yóguico, es decir:
u R 1.2.
115
El hinduismo
HATHA-YOGA
Mientras que el yoga de Patañjali se interesa principalmente por el desarrollo de la concentra
ción mental a fin de experimentar samádhi, el hatba-yoga, o «yoga de la tuerza», desarrolla un
sistema de posturas (ásarn) complejas y difíciles acompañadas por técnicas de respiración
(pránáyámá). Aunque algunos aspectos de estas prácticas son mucho más antiguos, el hatba-
yoga como sistema completo fue desarrollado a partir del siglo ix d.C. por la escuela náth, o
kaphata, cuyos orígenes se remontan al hombre santo Matsyendranath, venerado también por
el budismo, y a su discípulo Goraklmáth (fechables entre los siglos ix y xm d.C.). El objetivo
del hatba-yoga es la obtención de la liberación en esta vida, consiguiendo que el yo despierte
ante su identificación innata con el absoluto {sobaja), por medio del cultivo de un cuerpo
hecho perfección, o transformado en divino en el «fuego» del yoga.
Uno de los textos principales de esta tradición es la Hathayoga-pradipiká de
Svátmaráma (siglo xv) que describe las numerosas posturas complejas (<isana ), control de
respiración y «ligaduras» (bandha), que son las constricciones musculares de la respirá
is
El yoga y la renuncia al mundo
ción y energía que fluyen por el cuerpo’3. Otros textos de interés son la Gheranda Sam-
hitá, la Siva Sambitá y, probablemente el texto nath más antiguo, el Siddhasiddhanta
Paddbati. Si bien es verdad que estos textos se interesan principalmente por los niveles
más sutiles de la meditación, indudablemente se ponen de relieve con interés las discipli
nas del cuerpo: lavar el estómago tragando un trapo, absorber agua por el recto, limpiar la
nariz con hilos e introducir agua por la nariz para expulsarla por la boca. Son actividades
muy estimadas como métodos purificadores que preparan el cuerpo para la práctica más
complicada de posturas y control de la respiración.
FISIOLOGÍA MÍSTICA
Estos textos también describen la existencia de un cuerpo sutil con centros, o «ruedas»
(los cabras) ubicadas a lo largo del eje central, conectadas por canales (las nádis), por
los que fluye la energía (prána ), o fuerza vital, que es la que otorga vida al cuerpo. De
estos canales tres son especialmente importantes: el canal central (susumná nádi) que
conecta la base del tronco a la coronilla para formar un eje vertical atravesando el cuer
po, y dos canales a su derecha e izquierda que fluyen desde las fosas nasales para unirse
al canal central en la base. Con el hatha-yoga se despierta la energía dormida en la base
del canal central situado en el «centro raíz» (múládhára), Esta energía se identifica con
la diosa Kundalini, el «poder serpentino», que fluye por el canal central hasta el «loto de
los mil pétalos» (sahasrára padmá) en la coronilla donde se accede a la experiencia del
éxtasis de la liberación5354
Aunque en los textos primitivos existen varios sistemas de cabras y nádis, el sistema
basado en seis o siete cakras se convertirá en el modelo pan-hindú dominante adoptado
por la mayoría de las escuelas yóguicas. Este sistema se origina en el seno dei culto a la
diosa tántrica Kubjiká alrededor del siglo xi d.C., pero rápidamente se convierte en mode
lo popular y normalizado de la fisiología mística. Se dice que estos centros se sitúan en las
zonas del perineo, los genitales, el plexo solar, el corazón, la garganta, el entrecejo y la
coronilla (véase figura 3).
El poder de KundalinI, despertado por el hatha-yoga, asciende por el canal central,
atravesando estos centros hasta lograr el éxtasis de la unión con el dios Siva que reside en
la coronilla. Cada centro, o loto, se define identificándolo con un sonido particular y un
número específico de pétalos sobre los que se inscriben letras del alfabeto sánscrito. No
parece que estos sistemas de fisiología mística tuviesen que ser entendidos de un modo
literal u ontológico; más bien resultan sistemas de visualización en la meditación con el
propósito de alcanzar el samádhi.
53 Svátmaráma, The Hathayogapradipiká, Madras, The Adyar Library Research Centre, 1972.
54 Véase Silburn, Kundahni, the Energy from the Depths, Albany, SUNY Press, 1988.
117
El hinduismo
/
ii
Un cakra importante para ios yoguis náth, que no se incorpora en el esquema de seis
centros, es el «centro del paladar {tcdu-cakra) o úvula, conocido como «muela real», del que
se dice que gotea el néctar de la inmortalidad (amrta). En la Taittiñya Upanisad ya se plan
teaba la importancia de este punto al que se describe como el «lugar de nacimiento de Indra»
donde la cabeza «está escindida» por la anchura de un cabello55. Una de las prácticas náth,
conocida como khecañ mudra, consiste en detener el goteo del néctar de la «muela» hacien
do que la lengua se introduzca, moviéndose atrás hacia el paladar, en la cavidad que lleva al
cráneo. La Hathayogapradipiká describe con detalles el modo de conseguirlo seccionando
la membrana que conecta la lengua con la parte inferior de la boca y, poco a poco, estirando
hacia atrás la lengua56. El goteo del néctar de la inmortalidad desde la coronilla a través del
lalu-cakra no sólo se considera como una metáfora de la atención que fluye del mundo, sino
también se entiende, en uno de los niveles de comprensión, de un modo literal, siendo la
finalidad de khecañ mudra detener este flujo. Se dice que el yogui que ha completado esta
técnica no sufre enfermedades, y no le afecta el karma y el paso del tiempo. No necesita dor
mir y puede controlar el deseo incluso si «le abraza una mujer apasionada»57.
55 Tait U 1.6.1.
56 Hat.Yog. 3.32-8.
57 Ibid . . 3.42.
El yoga y la reimncia al mundo
PODERES MÁGICOS
Mientras que el fin último de la práctica yóguica es la liberación en vida, las tradiciones de!
yoga afirman que se adquieren poderes mágicos en el camino hacia ese fin, generalmente
58 Ibid., 4.65-102.
w Juergensmeyer, Radhasoami Reality, the Logic o f a Modem Faith, Princeton University Press, 1991,
págs. 90-1.
119
El hinduismo
RESUMEN
En este capítulo se ha analizado un conjunto complejo de conceptos, prácticas y formas
sociales desarrollado a lo largo de milenios y que se ubica en el corazón mismo del hin
duismo. La renuncia al mundo, aunque esté incorporada en la tradición védica, puede
haberse originado fuera de ella, en los movimientos sramana de los que el budismo y el
jainismo forman parte. Cualquiera que fuesen sus orígenes (dentro o fuera de la tradición
védica), la renuncia al mundo es una institución clave en el seno del hinduismo y ofrece
planteamientos fundamentales relativos a la soteriología hindú. Junto a la renuncia al
mundo se testifican las ideas de karrna (la persona experimenta las consecuencias de sus
00 KS 3.1d—49.
61 YSbhasya 1.45.
120
El yoga y la renuncia al mundo
121
123
El hinduismo
EL MAHABHARATA
El Mahábbarata es un poema épico de proporciones gigantescas, polo de atracción que
engloba centurias y desborda culturas, como demuestra la popularidad de la producción
teatral en lengua inglesa de nueve horas de duración creada por Peter Brook. Es el poema
épico más largo del mundo con sus más de 100.000 versos. Según la tradición, el autor del
texto fue el sabio Vyasa, cuyo nombre significa «compilador», aunque la investigación ha
demostrado que de hecho fue compuesto a lo largo de varios siglos desde la primera
mitad del primer milenio a.C., y que, si bien llegó a una forma establecida antes del primer
siglo d.C., aún se estaba construyendo en el siglo iv de la era. Probablemente hubo dos
etapas en su composición La primera maduró en una versión de unos 7.000 versos, o
slokas, atribuida a Vyása, la segunda fue una elaboración de Vaisampáyana. En el Medie
vo este poema épico circulaba en dos recensiones básicas, una del norte y otra del sur, y
124
Tradiciones literarias y vaisnavismo primitivo
fue reelaborado en una versión tamil. La edición crítica de la versión sánscrita fue produ
cida por los eruditos del Instituto de Investigaciones Orientales de Bhandarkar (Poona,
India), que cotejaron un gran número de manuscritos1. Optaron por la versión formulada
por la familia brahmánica de los Bhárgava, descendientes del sabio Bhrgu, que volvió a
redactar el poema incorporando mucho material sobre dharma. De hecho, el héroe cen
tral de la obra, Yudhisthira, es hijo de Dharma (personificado como divinidad). El texto en
sí está dividido en dieciocho partes desiguales; la más larga tiene más de 14.000 versos, la
más corta cuenta sólo 120 versos. El texto está subdividido en 98 fracciones. La obra ha
tenido también un suplemento, el Harivamsa, un texto sobre la vida de Krsna.
Aparte de las recensiones septentrional y meridional, existen variantes regionales del
texto y es importante poner de relieve que el Mahábhárata no sólo existe como «edición crí
tica», o como objeto de estudios eruditos, sino también como parte vital y fluida del hinduis-
mo contemporáneo, todavía en proceso de refundirse en moldes diferentes. Las tradiciones
narrativas sánscritas del Mahábhárata también son objeto de obras teatrales y recitales en
lenguas vernáculas a lo largo de la geografía de la Lidia durante las fiestas populares. El
Mahábhárata es una obra viva, como lo demuestran las representaciones antes citadas, o por
ejemplo, la serie televisiva que cautivó a la audiencia de toda la India en los años 80.
El origen del Mahábhárata hay que buscarlo entre los grupos sociales no brahmáni-
cos de la «patria aria» (áryávarta), y más específicamente entre la aristocracia ksatriya, el
poema ofrece algunos retazos ilustrativos de la vida de aquellos grupos, aunque rápida
mente los brahmanes se apropiaron de la trama argumental y la familia Bhárgava confec
cionó un relato impregnado de ideología brahmánica que insistía en el cumplimiento del
deber social (dharma). Mientras que se puede disfrutar del texto simplemente en tanto
que narración legendaria, también puede percibirse según niveles de significado diferen
tes, por ejemplo, como metáfora del combate ético en el plano humano, o de la batalla
entre el yo inferior y superior en el plano que transciende el mundo.
La narración cuenta lo siguiente: un rey de la dinastía lunar, Vicitravirya, tiene dos
hijos, Pándu y Dhrtarástra. Dhrtarástra, el primogénito, hubiera tenido que suceder a su
padre, pero, como nació ciego (signo de un karma particularmente desfavorable), queda
relegado. Pándu reina y tiene cinco hijos, los pándavas o «hijos de Pandu». Al morir Pándu,
su hermano ciego, Dhrtarástra, ocupa el trono y los pándavas (Yudhisthira, Bhima, Arju
na, Nakula y Sahadeva) se educan junto a sus cien primos, los hijos de Dhrtarástra, los kau-
ravas. El mayor de los kauravas, Duryodhana, reivindica el trono y destierra a los pándavas
ya la esposa común de todos ellos, Draupadi. Duryodhana se convierte en rey y su padre
1 Mahábhárata. CriticalEdition with Pralika Index, 28 vols., Poona, B h an d ark ar Oriental R esearch
in stitute, 1923-72. Van B u iten en ha iniciado u n a tradu cció n inglesa d e e sta o bra de la q u e h an aparecido tres
volúm enes: V an B u iten en, The Mahábhárata
123
El hinduismo
abdica. Sin embargo, los pándavas cuestionan su derecho al trono y, para evitar conflictos,
el viejo y ciego ex-rey divide el reino en dos, con Duryodhana en el norte, desde Hastina-
pur, y Yudhisthira, el mayor de los pandava, en el sur, desde Indraprastha (el Delhi moder
no). Duryodhana visita Indraprasta, pero, estando allí, cae accidentalmente en un lago, lo
cual provoca las risas de Yudhisthira. Duryodhana no aguanta este insulto y reta a Yu
dhisthira a jugar una partida de dados en Hastinapur con todo el reino como premio. Yu
dhisthira, apasionado del juego, pierde todo ante Duryodhana incluyendo a su esposa,
Draupadi. Ésta es humillada en público por los kauravas que intentan quitarle la ropa con
violencia, pero, milagrosamente, la ropa no se desprende por el poder de la gracia de Krs-
na. Juegan una partida más en la que el perdedor tendrá que exiliarse al bosque durante
doce años, y pasar un año adicional de modo incógnito. Una vez más pierde Yudhisthira y
comienza así el destierro de trece años con Draupadi.
En el bosque se producen muy diversos sucesos que refleja el M abábhdrata con
detalle, y hay narraciones dentro de otras contadas por personajes diferentes. Viven el
decimotercer año disfrazados en la corte de un rey y vuelven del destierro el decimocuar
to año para reclamar su reino. Sin embargo, Duryodhana ya no está dispuesto a renunciar
a su reino y todo preludia la guerra, que efectivamente dura dieciocho días. En c! campo
de Kuruksetra ambos ejércitos están en línea y la víspera de la batalla proporciona las con
diciones para el desarrollo de la Bhagavad Gitá, el famoso diálogo entre Krsna y Arjuna.
La batalla es tremenda, mueren todos los kauravas y aunque ganan los pándavas, la triste
za es grande por la pérdida de tantos aliados y parientes pese a que fueran enemigos. Yu
dhisthira abdica y deja el reino bajo la soberanía de un pariente más joven y, acompañado
por sus hermanos y Draupadi, parte hacia el reino del cielo de Indra en el Himalaya. Drau
padi y cuatro de los hermanos mueren por el camino. Sólo Yudhisthira, acompañado por
un perro fiel que se había unido a él, continúa el viaje. Indra, en su carro, sale al encuen
tro de Yudhisthira y le invita a entrar en el cielo, pero Yudhisthira se niega a ir a ninguna
parte sin el perro que le había sido fiel (bhakta). No obstante, el perro resulta ser el dios
Dharma en persona que a continuación conduce a Yudhisthira al cielo, donde le sorpren
de ver a Duryodhana, que, a pesar de ser el causante de tanto sufrimiento, disfruta de su
destino porque había cumplido su dharma como guerrero. Yudhisthira, ejemplo del com
portamiento dhármico, aún no ha renacido en la tierra como consecuencia de su afecto:
se trata de un último apego que ha de purgar antes de alcanzar la liberación.
Dentro de esta estructura básica literaria se incluyen toda una serie de narraciones
que originalmente debieron de ser leyendas independientes, como la historia de amor
entre Nala y Damayanti2, y la historia de la ninfa Sakuntalá3. La famosa Bhagavad Gitá, la
2 Mbh. 3-52-79.
3 ¡bict., 1.68-72.
126
Tradiciones literarias y vaisnavismo primitivo
«Canción del Señor», que se fecha no antes del siglo n a.C, muy posiblemente debió <1«
haber sido introducida aposteriori en el M ahábbárata, aunque algunos estudiosos píen
sin que fue compuesta como parte del texto4. Este diálogo entre Arjuna y Krsna, narrado
par el sabio Sanjaya para el rey ciego Dhrtarástra, se convirtió en uno de los textos más
importantes del hinduismo. Durante el diálogo, Krsna responde a las dudas de Arjuna acer
ca de la guerra y, poco a poco, se revela como el Señor supremo, el creador, el que man
tiene y destruye el universo.
EL RÁMÁYANA
Li segunda gran obra épica, algo más corta, es el Rámáyana, la historia del rey Rima, atn
buida a Válmiki. Seguramente, el texto circulaba con anterioridad al siglo i d.C,, aunque
criterios estilísticos parecen sugerir que es posterior al Mahábhárata. Como ocurre con
el Mahábbárata, existen dos recensiones principales: la septentrional y la meridional, sien
do esta última anterior en el tiempo5. Hay versiones sánscritas del texto y se compusieron
otras en lenguas vernáculas presentando un particular interés la versión tamil de Kampa.n
(de los siglos ix-xn), y el famoso Rámacaritmánas («El lago de los hechos de Rama») de
Tulsidás (aproximadamente 1543-1623) compuesto en hindi. Además de estos textos exis
ten incontables versiones del texto que circulan en diferentes regiones del país6. Del
Rámáyana se han confeccionado puestas en escena en muy diversos soportes, como la
producción de una cadena de televisión en hindi de 1987, que vieron 80 millones de tele
videntes, las actuaciones sin grandes medios que se presentan en las aldeas de Tamilnadu
o las producciones teatrales más elaboradas estrenadas en los EE UU7 El festival anual
Rám Lila, en particular el de Rámnagar cerca de Benarés, atrae a miles de peregrinos y
demuestra que la representación del Rámáyana8 goza de la fuerza de una tradición viva.
La narración tiene una trama sencilla, un príncipe de Ayodhyá, hijo del rey Dasaralha,
se casa con la Princesa Sita, hija del rcyjanaka de Vidcha (conocido por vez primera en la
Brhadáranyaka Upanisad). Por culpa de la segunda esposa de su padre, Kaikeyí, que
arranca a Dasaratha la promesa de desterrarle, Rama ha de marchar al exilio al bosque *
127
El hinduismo
128
Tradiciones literarias y vaisnavismo primitivo
LOS PURÁNAS
A diferencia de la épica, los Puránas, «historias del pasado lejano», constituyen un extenso
cuerpo de complejas narraciones que contienen genealogías de divinidades y reyes previos
a la dinastía gupta, cosmologías, códigos de legislación, y descripciones de rituales y pere
grinaciones a lugares santos. Se trata de tradiciones orales posteriormente plasmadas por
escrito y que sufrieron las influencias de la épica, las Upanisads, la literatura dharma y los tex
tos rituales. Probablemente, los Puránas eran recitados en las reuniones por narradores espe
cialistas, tradicionalmente hijos de padres ksatriyas y madres brahmanas. En la actualidad
estos textos son recitados por individuas especiales nombrados con el término hindú bhat.
Existen dieciocho Puranas principales y dieciocho textos subordinados relacionados,
llamados Upapuranas, aunque hay variantes en cuanto a qué textos se incluyen en el núme
ro ideal de dieciocho. Tradicionalmente, se han clasificado los Puránas según las tres cuali
dades (guna) inherentes ala existencia: la cualidad de la luz o la pureza (sativa), la pasión
(rajas) y la oscuridad o inercia (tamas). Cada categoría incluye seis Puránas. La categoría
sativa está formada por los Vaisnava Puránas (los Puránas Visnu Bhágavata, Garuda,
Narádiya, Padma y Varaba)', la categoría rajas incluye Puránas cuya divinidad principal
es el creador Brahmá (los Puránas Brahma, Brahmanda, Brahmavaivarta, Mdrkandeya,
Bhavisya y Vámana)-, y la categoría tamas la forman los Saiva Puránas, textos cuya divini
dad principal es Siva (los Puránas Siva, Litiga, Matsya, Kúrrna, Skanda y Agni). Esta clasi
ficación tan bien delimitada e interesante en términos de autocomprensión de la tradición,
no ilustra verdaderamente la naturaleza o contenido de estos textos, que no se ubican fácil
mente en este entramado, ya que los propios textos no se enfocan exclusivamente hacia
una sola divinidad. Sin embargo, bien es verdad que se evidencian tendencias hacía la afi
liación sesgada y algunos textos, como los Puránas Visnu y Siva se centran claramente en
un dios en particular, aunque otros, como e\Agni Purána, que contiene material acerca de
Visnu y Siva no resulte tan claramente sesgado. También existen Puránas que se asocian con
algún lugar o templo en particular, como los Puránas sthála.
t Whalling, The Rise o f the Religious Significance o f Rama, Delhi, MLBD, 1980.
129
El hinduismo
Se acepta que la mayoría del material de los Putañas se había fijado ya durante el rei
nado de los guptas (aproximadamente 320-500 d.C), aunque los textos sufrieron modifi
caciones hasta bien entrado el primer Medievo. Los estudiosos han intentado establecer
las partes originales y las cronologías de cada texto específico10*,lo que resulta notoria
mente difícil. Es imposible establecer una fecha exacta para los textos, o afinar una crono
logía precisa, porque fueron elaborados durante un largo periodo y sus límites eran
cambiantes. Es posible encontrar pasajes con paralelos en Putañas diferentes, pero es muy
difícil establecer la secuencia de su composición. Para comprender los Puranas tiene más
sentido tratarlos como textos completos en sí y examinarlos en su intei textualidad de
manera sincrónica, en vez de intentar establecer su secuencia diacrònica o histórica.
Los Putañas contienen material esencial para comprender las religiones de Visnu, Siva,
la Diosa (Devi), y otras divinidades del panteón hindú como Agni (el lio? del fuego). Sknn-
da (el dios de la guerra e hijo de Siva), Ganosa (ci hijo de diva con c,ibc/,i d t elefante) y
Brahmá (el tetrncéfalo creador del universo). Ilustran el auge de la populandad de Visnu
y Siva, y documentan la expresión brahmánica de sus respectivos cultos demostrando
cómo ios brahmanes que ios compusieron eran capaces de asimilar la religión popular.
Aunque estos textos están interrelaciodados, y el material de uno puede encontrarse en
otro, presentan, sin embargo, un visión del orden del mundo que arranca de perspectivas
diferentes. No hay que considerarlos como caóticas colecciones de relatos antiguos, sino
J j1 como exposiciones altamente seleccionadas y bien construidas de oismovisiones v sote-
j,!i
riologías, compiladas por grupos específicos de brahmanes coi. la finalidad de propagar
una visión teológica en particular, que puede incardinarne en Visnu Siva, D e l o, de hecho,
en un número cualquiera de divinidades.
Por ejemplo, el Puniría Visnu (siglo iv d.C.), si bien sigue en líneas generales el esti
lo típicamente puránico, está centrado en Visnu y presenta una visión vaisnava del mundo.
)»l Visnu despierta, se convierte en el dios creador Brahmá, crea el universo, lo mantiene y lo
II, destruye en tanto que Rudra (uno de los nombre de Siva). Después descansa sobre la ser
piente Sesa en el mar cósmico. De esta manera el texto establece a Visnu como la divini
dad suprema; será Visnu, a quien el texto denomina janárddhana, «el adorado de la
humanidad», al que se designará con las denominaciones de Brahmá, Visnu y Siva11. La
supremacía de Visnu en este texto también se establece por medio de narraciones como
;ri
la historia de Prahláda. Prahláda es el hijo del diablo Hiranyakasipu, que no puede ser
10 Hardy, Viraba Bbakti, Delhi, Oxford University Press, 1983, pág. 86. También Hacker, Prahláda,
"¡l 1 Werden u n d Wandlungen einer Idealgestalt, Akademie der Wissenschaft und der Literatur In Mainz,
ik Abhandlungen der Geistes- und Sozialwissenschaft Klasse 13, Wiesbaden, Franz Steiner Verlag, I960. También
Baily, «On die Object of Study in Puränic Research; Three Recent Books on the Puranas», en Reeiew o f the
ut i Asian Studies Association o f Australia, 10.3,1987, págs. 106-14.
I11 H VisPur. 1.30-2.
• li'
f.'i1
Ii.t' 130
Tradiciones literarias y vaisnavismo primitivo
muerto ni de día ni de noche, ni por hombre ni animal, ni dentro ni fuera de la casa, Hiran-
yakasipu manda matar al muchacho por rendir culto aVisnu. Pero, a pesar de sus esfuerzos,
no puede conseguirlo y Visnu, para vengar a Prahlada, toma la forma del «león-hombre» Nata-
simba (ni hombre ni animal), al crepúsculo (ni de día ni de noche), surgiendo de un pilar
(ni dentro ni fuera de casa) para matar al diablo.
COSMOLOGÍA PURÁNICA
Aunque ningún texto particular sigue estrictamente este modelo, los Putañas tradicional
mente cubren cinco temas:
Los temas principales de los Putañas son las geneologías de diversos linajes reales (en
las se imbrican la historia y la mitología), y complejas cosmologías que se producen a (o largo
de extensos periodos de tiempo. Se concibe el universo como un conjunto de círculos con
céntricos que se extienden desde el Monte Meru en el centro, completamente inserto en el
enorme «huevo del mu ndo». Jambu-dvipa, la tierra o «isla del manzano-rosal», se sitúa en el
primer círculo que envuelve a Meru, aunque se encuentra a varios miles de kilómetros de
éste. Jambu-dvipa está rodeado por un océano salino. Extendiéndose desde este punto apa
recen siete tierras más y varios tipos de océano (de zumo de caña, vino, mantequilla clarifi
cada, leche de manteca, leche y agua dulce), hasta que se llega al reino de la oscuridad en la
cáscara exterior del huevo. Se trata de un modelo muy parecido al de las cosmologías jainas
que especulan con océanos de sal, de agua negra, de ron, de leche, de mantequilla clarifica
da y de melaza12. En Jambu-dvipa se localizan una serie de países, incluyendo la India
(Bhárata) que sesubdivide en nueve regiones gobernadas por los descendientes del héroe
cultural Prthu, el que cultivaba la tierna (prthvi). Por debajo y por encima del nivel de la tie
rra en el huevo cósmico aparecen más capas. Debajo de la tierra se encuentran los siete infra-
mundos, y debajo de éstos, en la base del huevo, están los dominios infernales cuyos
nombres («empalamiento», «hierro al rojo vivo», etc.) describen con viva precisión sus res
pectivos contenidos. Encima de la tierra (bhur) están la atmósfera (bbuvas), el ciclo (svar)
y varios mundos más ascendiendo por el Monte Meru hasta el «mundo verdadero» (salyn
12 Véase Hardy, The Religions Culture o f India- Power, Love a n d Wisdom, Cambridge University
Press, 1994, pág. 29.
El hinduismo
loka) que se encuentra en la cima. Este cosmos está completamente poblado por todo tipo
de seres; humanos, animales, plantas, dioses, seres serpentinos (naga), ninfas (apsaras),
músicos celestiales (gandharva), seres demoniacos (paisáca) y muchos otros; son reinos
en los que se puede producir el renacimiento en consonancia con los actos propios
(,kartna) 13. Evidentemente la vida no es eterna en estos mundos y antes o después uno vol
verá a renacer en otro lugar. No son eternos ni el cielo ni el infierno.
A la par que desarrollan esta concepción extraordinaria de la estructura cósmica, los
Puránas también hacen otro tanto respecto del tiempo. El mundo pasa por un ciclo de cua
tro edades, o yugas-, el krta, o satya, periodo perfecto que dura 1.728.000 años humanos;
la edad treta de 1.296.000 años; la edad dvápara de 864.000 años; y la edad oscura kali
de 432.000 años que comenzó con la guerra mahábhárata (que, según la tradición, empe
zó en 3102 a.C.). En total suma 4.320.000 años en los que el mundo se aparta progresiva
mente de un estado perfecto tendiendo hacia un estado moralmente degenerado en que
se olvida el dharma. El kali-yuga, la edad actual de oscuridad, se caracteriza por la pérdi
da del dharma que será renovado gracias a la intercesión del futuro avatar de Visnu, Kalki,
que vendrá a inaugurar un nuevo y perfecto krta yuga14. La imagen que sé emplea como
metáfora de esta progresiva degeneración es la de una vaca sostenida en sus cuatro patas
en la edad perfecta, en tres patas en la edad treta, en dos en la edad dvápara , pero tam
baleándose en una sola pata en la edad kali. El periodo total de cuatro yugas se denomi
na manvantara, la edad, o periodo vital de un manu. Después de mil manvantaras, que
suman un solo día para Brahmá, el universo será destruido por el fuego o una inundación,
a lo cual seguirá una noche de Brahmá de idéntica duración, o sea, mil manvantaras, hasta
que el proceso empiece de nuevo y así durante toda la eternidad. Un kalpa es un día y una
noche de Brahmá y totaliza 8.649.000.000 años, No hay final para este proceso, ni otro pro
pósito que servir de juego (lila) al Señor.
LOS SMÁRTAS
Con la composición de los Puránas se inicia una corriente principal de la religión brahmánica
que creció y se desarrolló durante la época medieval, Los brahmanes que siguieron la religión
puránica fueron conocidos como smárta (los que basan el culto en las srnrtis) o paurárnka
(los que se basan en los Puránas). Esta forma de religión se interesa por el culto doméstico de
los cinco altares (lapañcáyatana-pújá) y sus divinidades, que son Visnu, Siva, Ganesa (hijo
de Siva con cabeza de elefante), Sürya (el Sol) y la Diosa (Devi). Los smártas se contraponen
a los srautas, que realizan complicados ritos védicos en público (los ritos solemnes) y también
13 Vis.Pur. 2.214; Afana 1.37-40. Para un estudio de las cosmologías indias véase Gombrich, «Ancient
Indian Cosmology», en Blacker y Loewe (eds.), Ancient Cosmologies, Londres, George Allen and Unwin, 1975,
págs. 110—42.
^ Vis.Pur. 3; 4.21-4.
132
Tradiciones literarias y vaisnavisnio primitivo
VISNU
Las IJpanisads tardías, compuestas entre los siglos vm y vi a.C , especialmente la Sveldsva-
tara y la M abduá rayana. son testigos del albor del teísmo hindú El teísmo defiende la
idea de que existe un dios (Bbagavdn), o diosa (Bhagavati), supremo y definido que
genera el cosmos, lo mantiene y. finalmente, lo destruye, y que tiene el poder de salvar a
133
El hinduismo
los seres por la intercesión de su gracia. Dos divinidades fueron las primeras en convertir
se en foco de la atención teísta: Siva. el Rudra del Rg Veda, y Visnu, cuyos adeptos llegaron
rápidamente a identificarlo con el dios más alto, la realidad suprema o absoluta. Los devo
tos de Siva son denominados saivas, y los de Visnu, y sus manifestaciones, vaisnavas.
En el Rg Veda, Visnu es una divinidad solar benévola, a menudo emparejada con el
dios guerrero Indra15. El nombre Visnu puede derivar de la raíz sánscrita vis ^entrar») de
manera que Visnu sería «el que entra, o que se extiende por el universo». En un himno
Visnu da tres pasos y separa así la tierra del cielo16. Esta historia aporta la base del mito
puránico posterior en el que Visnu, en forma de enano, cubre el universo con tres pasos y
destruye el poder del diablo Bali17.
En la época de los Puránas (siglos ív-vi a.C.) la iconografía de Visnu le representa de dos
maneras. Primero, como un joven de color azul oscuro, de pie, con cuatro brazos y mante
niendo respectivamente en cada mano una concha, un disco, una maza y un loto. Lleva pues
ta la joya llamada kaustubha y un bucle en el pecho, el srivalsa («el bien amado de la diosa
Sn»). La segunda forma es la de Visnu dormido tumbado sobre los anillos de la gran ser
piente cósmica, Sesa («resto») o Ananta («sinfín»), que flota sobre el océano cósmico. Al des
pertar crea el universo, surge un loto de su ombligo; y de este loto el dios creador Brahmá
que da lugar al universo, que Visnu conserva y posteriormente Siva destruirá. Brahmá será
envuelto por el loto, que se retrae en el ombligo de Visnu, y éste, finalmente, se duerme de
nuevo. Visnu desposa a Laksmi y Sri, quienes forman un solo ser, aunque al principio eran
diosas separadas (aparecerán en el hindujSmo posterior otras consortes del dios). También
se le representa montado, a veces en compañía de Laksmi, en el águila Garuda.
Para sus devotos, y en la literatura vaisnava, Visnu es el Señor trascendente que mora
en su cielo más alto, Vaikuntha, en la cima del huevo cósmico donde se dirigen los devo
tos al alcanzar la liberación por la gracia de su Señor. Pero las tradiciones vaisnava sostie
nen que el Señor no sólo habita en el lejano Vaikuntha, sino que también se manifiesta en
el mundo, especialmente de tres maneras.
Estas ideas son defendidas, con varios niveles de énfasis, por todas las tradiciones
vaisnava y han sido descritas en textos tanto en sánscrito como en tamil.
15 RV 91.22.16-21.
16 Ibid., 1.154.
17 Vay.Pur. 2 36.74-86.
134
Tradiciones literarias y vaisnavismo primitivo
135
El hinduismo
20 Vis.Pur. 1 .4 .3 -1 1 ,2 5 -9 ,4 5 -9 -
21 Hardv, op. cit. , págs. 299-301,
22 VisPur. 1.4.17; 1.19.80; 5.9.28.
136
Tradiciones literarias y vaisnavismo primitivo
Visnu en el Veda
grandes tradiciones teístas del vaisnavismo y el saivismo. Son religiones con textos revela
dos y consolidados, con doctrinas, rituales y organizaciones sociales desarrollados. Duran
te sus primeras etapas el vaisnavismo aparece como una mixtura de las religiones de vanos
grupos sociales distintos del norte y sur de la India. En primer lugar, describiremos la for
mación del vaisnavismo en las tradiciones del norte antes de trasladarnos al sur. La literatu
ra sánscrita da fe de la existencia de varias divinidades, al principio independientes (y de
cultos basados en ellas) que se fusionaron con Visnu, especialmente Vásudeva, Krsna y
Nárayana. De estas divinidades Krsna tiene una especial importancia y las tradiciones vaisnava
tienden a centrarse en Visnu o Krsna. Hay que tener en cuenta también que el término
«krsnaísmo» se lia utilizado para describir los cultos de Krsna, reservando el término «vaisna
vismo» para los cultos enfocados en Visnu en los que Krsna se estima simplemente como
avatar, y no en su calidad de ser trascendente en sí mismo23. Los cultos independientes
dedicados a Vásudeva-Krsna, Krsna-Gopála, y Nárayana se mezclaron con el emergente vaisna
vismo. término empleado justamente para referirse a una forma religiosa que incluye varias
tradiciones diferentes (sampradáya). Pero, a pesar de la diversidad de tradiciones dentro
del grupo vaisnava, existen ciertos rasgos comunes a lodos ellos:
137
El hinduismo
- el Señor se manifiesta a través de las escrituras sagradas, los iconos de los templos,
sus propias encarnaciones (avalara ) y los santos.
EL CULTO DE VASUDEVA-KRSNA
Vásudeva, que llega a identificarse con Krsna y con Visnu, era la divinidad suprema de la
tribu de los vrsnis, o satvatas, y pudo haber sido en origen un héroe o un rey vrsni, aun
que es imposible seguir una línea hacia atrás hasta un Vásudeva original. Los vrsnis se fusio
naron con los yádavas, la tribu de Krsna. El culto a Vásudeva se testimonia en una época
tan temprana como los siglos vi o v a.C. y fue mencionado por el famoso gramático Pánini
en su A stádhyáyft, en el que explica que el término vásudevaka se refiere a un devoto
(.bbakta) del dios Vásudeva. Megástenes, embajador griego ante la corte del rey Candra-
gupta Maurya (aproximadamente 320 a.C.) en Pataliputra, afirma que las gentes de Ma-
thura, sobre el río Yamuna, veneraban a Heracles (se considera que era el equivalente
griego más cercano de Vásudeva). Dos siglos después, otro embajador griego, Heliodoro,
afirma en una inscripción hallada en Besnagar en Madhya Pradesh, que hizo construir una
columna honrando a Vásudeva (se fecha aproximadamente en el 115 a.C ). Heliodoro se
describe a sí mismo como devoto (bhágavata) de Vásudeva, lo que demuestra que la reli
gión de Vásudeva fue abrazada por algunos griegos de Bactria. Las escrituras del budismo
theraváda (el canon pali redactado en el siglo i a.C.), también hablan de los devotos de
Vásudeva en una lista en la que se citan diferentes escuelas religiosas2’. Vásudeva es cita
do en la Bhagavad G itá*2526, y en el Mahábhásya («Gran Comentario»)27 del gramático
Patañjali, un comentario sobre Pánini (aproximadamente 150 a.C.) en que describe á
Vásudeva como perteneciente a la tribu vrsni.
138
Tradiciones literarias y vaisnavismo primitivo
Krsna era una divinidad del clan Yádava que probablemente se fusionó con la divi
nidad Vásudeva Aunque es imposible remontarse hasta un Krsna original, ya que la for
mación de la divinidad es demasiado compleja, es probable que Krsna fuera un rey o
héroe deificado. Es imposible valorar la historicidad de Krsna a partir de fuentes en que
hagiografía e historia están inextricablemente unidas. Sin embargo, la historicidad de
Krsna es elemento im portante en la tradición y los vaisnavas creen que fue un perso
naje histórico282930.Existe una referencia a Krsna en la Chándogya Upanisad29 que, desde
la óptica de sus devotos, sirve para situarlo dentro de la estructura referencial védica.
En el Mahábbárata Krsna es el jefe de los yádavas de Dváraka, el Dwarka actual de la
costa noroeste y, de hecho, uno de los personajes cardinales del poema épico, muy
especialmente de la Bbagavad Gitd. Ya en el siglo n a C. se veneraba a Vásudeva-Krsna
en calidad de dios independiente que, finalmente identificado con Visnu en el
M ahábbárata aparecerá citado, por ejemplo, tres veces en la Bhagavad G itd 30 como
sinónimo de Visnu.
EL CULTO KRSNA-GOPÁLA
En el siglo tv d.C. la tradición Bhágavata, es decir, la centrada en Vásudeva-Krsna y testifi
cada en el Mahábbárata, absorbe otra tradición, la del culto a Krsna joven de Vrndávana:
se trata de Krsna-Gopála, el protector del ganado, dios tribal de los abhiras, que junto con
su hermano Balaráma, o Samkarsana, eran dioses pastores que terminaron siendo asimi
lados por la tradición vaisnava. El Harivarnsa (el «apéndice» del Mahábbárata), el Visnu
Purána, y especialmente el Bhágavata P urána, incluyen narraciones acerca de Krsna
niño en Gokula, aldea de pastores de ganado vacuno a orillas de la Yamuna. El Harivarnsa
influyó directamente en el Visnu Purána y, de modo especial, en el Bhágavata Purátia,
aunque este último texto fue compuesto en la zona meridional bajo fuerte influencia del
devocionalismo emotivo del sur de la India. El Harivarnsa data de los primeros siglos de
nuestra era y es fuente notable de información sobre las actividades de Krsna antes de los
acontecimientos de la guerra mahabhárata. Estos relatos, tan importantes como foco de
las tradiciones devocionales y populares posteriores, describen a Krsna-Gopála como un
joven amoroso que vaga con su hermano, Balaráma, por el bosque de Vrndávana destru
yendo demonios, bailando y haciendo el amor con las vaqueras (gopis). Se insiste en las
aventuras eróticas del joven en la posterior poesía vaisnava, como el Gitagovinda de Jaya-
deva (siglo xu) que ensalza el amor entre Krsna y su gopi favorita, Rádhá, y en la poesía de
Candidas y Vidyápti (siglo xiv).
139
El hinduismo
EL PÁÑCARÁTRA
La tradición que se asocia con el culto a Náráyana es el páñearátra. El nombrepáñearátra
(«de cinco noches») bien pudiera derivarse del «sacrificio de cinco noches» del que se
habla en el Salapatha Brdhm ana3637:Purusa-Náráyana concibe la idea de un sacrificio de
cinco noches de duración por el que se convertirá en el ser supremo. Las doctrinas del
páñearátra se citan en la sección N áráyaniya del Mahábháratai7, donde Bhagaván
140
Tradiciones literarias y vaisrmvismo primitivo
V yúhas
Vásudeva
I
Samkarsana
i
Pradyumna
creación pura
I
Aniruddha
I
creación mixta
i
creación impura
ción38. Esta literatura se centra en los siguientes intereses: cosmología, iniciación (d íksá),
ritual, fórmulas sagradas (;mantra). y construcción de templos. Estos textos conforman la
base del culto en los templos del sur de la India hasta la actualidad, aunque con la sustitu
ción de los mantras y divinidades tántricos porvédicos.
Las Pañcarutra Samlnias represcman el vaisnawsmo «lamnco* en i orn aste con el
vaisnavismo «ortodoxo» vedico de los Bhagavatas. Si bien es verdad que no hay que exa
gerar esta diferencia, es, sin embargo, un factor importante, ya que muchos brahmanes
ortodoxos que aceptan la autoridad del Veda rechazan la autoridad de los Taimas. De
hecho, la posición de las Páñcaratra Samhitás dentro del vaisnavismo (el considerarlas o
no como revelación) es un tema que dio pie a un notable debate. Por ejemplo, Yámuna,
uno de los maestros de la tradición sri vaisnava, defendía que estos textos constituían reve
lación39. Otra tradición brahmánica que se identifica con los páñearátras, pero que difiere
de ellos acerca de este tema de la ortodoxia, es la de los vaikhánasas.
\
LOS VAIKHANASAS
La escuela vaikhánasa se autoconsidcra como una tradición vaisnava totalmente vedica \
ortodoxa, incluida en la escuela taittiriva del Yajur Veda negro. Tiene su propio
Vaikhánasasmárta Sútra (siglo iv d.C.) que descube un culto <otidiano de Visnu en el
que se entremezclan ritos tradicionales védicos y no-védicos. También posee una colec
ción de Vaikhánasa Samhitás, diferentes de las Páñcaratra Samhitás, que describen
ofrendas de diferentes tipos y establecen el culto al Señor bajo sus formas de Visnu, Purusa,
Satya, Acyuta y Aniruddha. Surgen puntos de conexión con las Páñcafátra Samhitás, pues
to que la Jayákhya Samhitá cita a Purusa. Satya y Acyuta como vyúhas de Vásudeva40. El
ritual diario se cumple realizando las ofrendas obligatorias védicas al fuego, y ofrendas a
Visnu, bien bajo su forma esencial e indivisible, instalado en el sanctasanctórum del tem
plo, o bien bajo su forma divisible y movible. Durante la ceremonia (puja) se da la bien
venida a Visnu como huésped real y se le ofrecen alimentos que se acompañan de la
recitación de mantras védicos y no-védicos. Por la gracia de Visnu el devoto logra la libe
ración (moksa), entendida como el ingreso en el cielo de Visnu (Vaikuntha).
Los vaikhánasas llegaron a funcionar en tanto que sacerdotes principales (dreakd)
en muchos templos vaisnava del sur de la India, donde st mantienen hast.i nuestros díac,
sobre todo en el templo Tirupati, centro de peregrinación en Andhra Pradesh. En la auto-
-I £ )
w V éase Schrader, Introducción tothe Páñcaratra and the Ahirbudhnya Samhitá M adras. Advar
Library and Research Centre, reimpresión e n 1973, pigs. 23-24.
Véase Neeval, Yáinuna's Vedánta and Páñcaratra: lntegraling the Classical with the Popular,
Montana, Scholar’s Press, 1977.
® Jay.Sam. 4.8.
142
Tradiciones literarias y vaisnavismo primitivo
percepción que esta tradición tiene se diferencian de modo claro de la tradición «no-orto
doxa» tántrica del páñcarátra; insisten en su posición ortodoxa, o estatus vaidika.
LOS BiiAGAVATAS
Ya en el siglo 11 a.C , si no antes, .as denominaciones Vásudev.i y Kisna se emplearon para
iclerusc a la núsnu dr.mirlad Gis devotos cían los blnigavatas, los seguidores de Bhaga-
\án nombre que con el tiempo sirvió de referencia para nominar al Dios personal abso
luto. Es posible que el término bhágavata se refiriera a una tradición u orientación general
que tendía hacia conceptos y modos de culto teístas, especialmente el culto a Vasudeva-
Krsna, más que a una escuela específica al modo de la de los páñearatras o los vaikhánasas.
Los guptas, que gobernaron del siglo iv al vi d.C., apoyaron la religión de los bhagavatas
además de la tradición yogácára budista, aunque el vaisnavismo seguía siendo la religión
nás importante de! esiado. La protección real que aportaron los guptas ilustra la notable
influencia y atracción que la religión bhágavata debía ofrecer para la vida y cultura estatal
(interés muy superior al de una escuela de estrechos límites). De hecho, el texto central
de los blnigavatas. la famosa v célebre tíhagam d Gitá, tiene para el hmduismo un encan
to universalista y superador de las diferencias entre escuelas, lo cual parece reflejar que la
tundición bhágavata carece de una esencia específicamente sectaria. Lo anterior no signifi
ca que el texto no tenga una teología específica, sino que la teología se estableció sobre
una base muy amplia y contando con el apoyo real vbiahmánico Para los bhagavatas los
temimos Krsna, Vásudeva, Vismi y Bhagaván se refieren a la misma divinidad personal
supiema, divinidad cuyas cualidades se detallan en la Gitá.
IA fílM A V A D GITA
I a fíhagavad Gitá, «El canto del seño;», es tal vez la más famosa de las escrituras indias,
traducida a multitud de lenguas europeas e índicas, y de la que se dice que era libro favo
rito de Gandhi; ha calado hondo en los corazones de millones de personas tanto en el sub
continente indio como en todo el mundo. La primera traducción inglesa fue la de Charles
Wilkin de 1785, con un prefacio de Warren Hastings. Desde entonces se han realizado
numerosas versiones e incluso algunos han llegado a otorgarle el título de «Nuevo Testa
mento» hindú. No obstante, no siempre la obra ha gozado de tan notoria popularidad, de
hecho este gran interés sólo se detecta a partir del auge de los movimientos de renovación
hindú del siglo xix y especialmente entre los grupos sociales más instruidos. Incluso
Gandhi leía, y quedó marcado por la influencia de la traducción inglesa de la Gitá de Sir
Mrlwin Arnold. Sin embargo, en las aldeas los cuentos toscos del Bhágavata Puniría han
disfrutado de una aceptación mucho mayor que la Gitá. Aunque la perspectiva es necesa-
143
El hinduismo
ría a la hora de comprender el verdadero impacto histórico del libro (su aceptación masi
va es un fenómeno relativamente reciente), debemos, sin embargo, reconocer su impor
tancia teológica en tanto que fuente cié comen tai ios por paite de famosos teólogos
hindúes, especialmente Saiikara, Rámánuja, Madhva (de la tradición vedánta) y Abhinava-
gupta (de la tradición saiva). Se vertió a lenguas vernáculas, destacando especialmente la
versión marati en verso de Jñánesvara (siglo xm d.C.), y se han publicado comentarios
contemporáneos en inglés, por ejemplo, el del famoso gurú de la meditación trascenden
tal, Maharishi Mahesh Yogi, y el del gurú de los Haré Krsna, Srila Bhaktivedánta Swami
Prabhupada.
La tradición vedánta reivindica la Cita como texto propio, en calidad de base de uno
de los tres sistemas que la constituían (junto con las Upanisads y el Brahma Sútrá). Sin
embargo, la estructura ideológica del texto difiere considerablemente de la de los dos ante
riores y debe entenderse, dentro de su propio contexto, como una teología en la que la
devoción al Señor, por una parte, y la acción en el mundo para el mantenimiento del orden
social, realizada con desprendimiento, por la otra, devienen fundamentales. El texto expre
sa, en clave de narración, los grandes temas de la ortodoxia hindú: la importancia del dhar-
m a y del mantenimiento de la estabilidad social, la importancia de las acciones responsables
y correctas, y la importancia de la devoción dirigida hacia lo trascendente percibido en cali
dad de Señor personal (parecido al rey ideal). La Gild muestra varias influencias, incluyen
do el culto bhakli de Krsna, la filosofía sámkhya e incluso ideas y terminología budistas. Se
pueden resumir los temas principales de la Gitá en los siguientes cinco puntos:
En vísperas de la gran batalla entre los pándavas y los kauravas, Arjuna se enfrenta a
un dilema moral: ¿debe pelear en la batalla y matar a miembros de su propia familia, o sería
mejor renunciar y dedicarse a pedir limosna, evitando así el inevitable derramamiento de
sangrei1Existe, pues, una lucha en el interior de Arjuna entre su deber de luchar (como
guerrero e hijo de Pándu, y el ideal de la no-violencia (abimsá), enunciado en las tradi
ciones de la renuncia al mundo. Como contestación a su profunda reticencia, Krsna le
exhorta a luchar, ya que no hacerlo sería cobarde y no honorable. No obstante, Arjuna
rechaza este argumento y persiste en su negativa a luchar. A continuación Kisna aporta dos
razones más para involucrar a Arjuna en la batalla: primera, el alma no puede morir, «ni es
muerta, ni mata», a! contrario:
144
\
Tradiciones literarias y vaisnavisnio primitivo
No importa que Arjuna luche o no. su acción no afecta al alma eterna que va de cuer
po en cuerpo en una serie de reencarnaciones. La segunda razón y la más importante, y la
que convence a Apuna para que luche, es que el debet-propio (svadbarma) y la respon
sabilidad de Arjuna en tanto que guerrero es participar en la batalla. La guerra es legítima
y debe hacerse a fin de defender el dhanna4142*.
Hay varios temas constantes a lo largo del texto: la necesidad de cumplir con el deber,
lo cual, sin embargo, es compatible con la liberación; la revelación de la divinidad de Krsna;
y el desarrollo de los caminos hacia la liberación. Uno de los mensajes más importantes
presente en el texto expone la necesidad de cumplir con el deber propio, aunque reali
zando los actos con desapego. Krsna, como Señor, le dice a Arjuna que aunque creó las
cuatro clases sociales {ram a), no se encuentra sometido por la acción (ka n n a ) y no tiene
apego a los resultados, o frutos, de sus acciones. Un hombre que comprende al Señor, se
libera igualmente del fruto de sus acciones. El término «acción» en este contexto se refie
re tanto a los actos cotidianos en el mundo, como a los actos rituales tradicionales del
Veda. Igual que los sabios antiguos que deseaban la liberación se alejaban del resultado de
sus actos rituales (kanna), así debe Arjuna alejarse de sus actos y entregarlos a Krsna. Nin
gún acto le corresponde a una persona que actúa con una mente controlada, sin interés,
y satisfecha sea cual sea el resultado. Por medio del desapego respecto de las acciones, y
del conocimiento del Señor, el individuo se liberará y se unirá con El al m orir15.
Krsna revela su divinidad a Arjuna gradualmente, proceso que culmina en la teofanía
del capítulo 11 cuando Arjuna pide a Krsna, la Persona Suprema (pumsottama), que reve
le su forma gloriosa, o mayestática, Knna responde a esta petición ortogando a Arjuna un
ojo divino con el que puede observarlo en su gloria de creador y destructoi del universo,
forma cósmica de aspectos y colores innumerables que contiene la totalidad del universo
con todos ios dioses y criaturas que en el moran44.
La Gitá expone la idea de que existen varios caminos (marga') hacia la liberación,
idea que ha sido desarrollada por el hinduismo moderno. Se insiste en el camino de la
acción (kanna-yoga), que, como hemos visto, parte del desapego de los frutos de los
actos (o de los actos rituales), en tanto que modo de reconciliare! compromiso mundano
Iá 5
El hinduismo
con la liberación (una idea de primordial importancia en la 67la). Sin embargo, poi enci
ma de la acción se postula la vía de la devoción (bbakU-yoga) como forma de salvación.
De hecho, hasta tas mujeres y tos individuos de casta baja pueden logiar la liberación de
esta manera45, lo cual está en franco desacuerdo con la idea ortodoxa brnhmanica de que
solamente los dos veces nacidos tienen acceso a la liberación través de la renuncia al
mundo, o sea, por medio del sistema ásrama. Por medio de la devoción se alcanza el esta
do de brahm án y se entra en el Señor por medio de su gracia (prasáda). Surge aquí,
por vez primera en el hinduismo, la idea de que un ser humano (concretamente Arjuna)
es querido (priya) por el Señor; que puede existir un vínculo de amor entre lo humano
y lo divino46.
Estos caminos de acción y devoción son diferentes del camino del conocimiento
(jñana-yoga) que también se menciona en el texto y que se refiere al conocimiento de lo
absoluto (brahmán), pero también al sistema sámkhya de discernimiento de los elemen
tos diferentes (tattva) constitutivos del cosmos47. La Bhagavad Gitú es un texto rico y
abierto, tal como demuestra la variedad de interpretaciones que de él se han realizado. Los
comentaristas han insistido en sus propios puntos de vista en lo relativo a sus diferentes
aspectos: el filósofo monista Sañkara puso de relieve el conocimiento de lo absoluto
(¡ñaña), mientras que el vaisnaua Rámfmuja consideró el conocimiento únicamente
como condición de lo divino.
RESUMEN
Durante la última mitad del último milenio a.C. la devoción (bhakli) encardinada hacia un
dios personal empezó a desarrollarse en las tradiciones hindúes. Este devocionalismo
(bhaktismo) encuentra su expresión en el «quinto Veda», la tradición épica, y los l’urñnas
(Itihdsa Purdna). Por una parte, estos textos reflejan una apropiación de las tradiciones
populares, y, por otra, el advenimiento del ideal monárquico. Las tradiciones teístas basa
das en Visnu y Siva de forma especial, empiezan a desarrollarse durante este periodo.
Hemos analizado el advenimiento de Visnu y de algunas de las tradiciones centradas en su
veneración o en la de alguna de sus formas. Ahora analizaremos el desarrollo de este culto
en las tradiciones posteriores, especialmente en las que se ubican en el sur de la India.
¡bid, 9.33.
* Ibid., 18.54-5,65 .
'a Ibid, 3.3; 13.5-19.
146
ó El amor de Visnu
Hasta ahora hemos descrito las tradiciones literarias sánscritas elaboradas en el norte y
encardinadas en las religiones de Visnu reflejadas en dicha literatura. Aunque llegó a ejer
cer una atracción pan-hindú. hB hagavad Gitá tuvo sus orígenes en el norte igual que el
culto a Visnu y a Krsna. Sin embargo, existe un extenso Corpus de literatura de devoción,
tanto saiva como vaisnava, que procede del sur de la India, y que está compuesto en tamil,
una lengua dravídica. Si bien es verdad que el material sánscrito es clave para entender el
desarrollo del teísmo en la India, la literatura tamil tuvo también una honda influencia en
ese mismo desarrollo y, en el sur, su influencia es comparable a la del material sánscrito.
La literatura tamil más antigua fue elaborada antes del advenimiento de la «sanscritiza-
ción» y, de este modo, es bastante diferente en sus orígenes de la literatura sánscrita, la
sanscritización es el proceso por el que las formas locales o regionales de la cultura y la
religión (divinidades locales, rituales, géneros literarios) llegan a identificarse con la «gran
tradición» de la literatura y cultura sánscritas; o sea, la cultura y religión de los brahmanes
arios ortodoxos, que acepta el Veda como revelación y, en general, se adhiere al vamds-
rama-dharma. El tamil empezó a cultivarse como lengua literaria alrededor de los siglos
iv y m a.C. De hecho, una gramática descriptiva del tamil literario primitivo, bajo el título
de Tolkáppiyam, fue compuesta en el sur de Kerala, hacia el año 100 a.C. por un monje
jaina que parece haber tenido conocimientos sólidos de la especulación gramatical sáns
crita1. Desde el siglo i a.C. y, tal vez, hasta el siglo vi a.C., se desarrolló una tradición de
poesía que fue reunida en varias antologías, conocidas conjuntamente como la literatura
cankam 12. Una vez que se hubo establecido, la cultura hindú tamil floreció bajo el domi
nio de la dinastía chola desde el siglo ix d.C. hasta el xm, mientras que la cuenca de la
Kaveri llegó a ser tan importante para el desarrollo del hinduismo como la del Ganges en
el norte.
El proceso de sanscritización sólo comenzó a influir en el sur de forma significativa
después de los primeros siglos de nuestra era, y las divinidades y formas de culto tamiles
se adaptaron a las formas sánscritas del norte. Sin embargo, prosperaba una floreciente
cultura tamil y, tras el establecimiento del imperio musulmán mogol en el norte,
Tamilnadu se convirtió en la región más importante para el desarrollo del hinduismo.
Surgieron enormes templos, no superados por ninguno del norte, en Cidambaram,
147
El hinduismo
148
El amor de Visnu
ja una cultura de elite que propagó una ideología muy apegada al mundo, que presenta
ba al hombre ideal viviendo una vida de casado, combatiendo, cazando y también hacien
do el amor; estamos muy lejos del ideal ascético de la tradición de los renunciantes del
norte. El nivel inferior de la sociedad, apenas citado en la literatura carikam, incluye a los
obreros, herreros, orfebres, carpinteros, alfareros y agricultores345.
En esta cultura se testican mínimamente el tipo de ideas respecto lo trascendental
que se habían desarrollado, por ejemplo, en las Upanisads. En su lugar imperaba un con
cepto de lo divino o sobrenatural (katavulj) que podía manifestarse por medio de esta
dos de posesión. Uno de los dioses mencionados en las antologías carikam es Muruka¿i,
joven, bien parecido, heroico y que aceptaba sacrificios de sangre. Es un dios tanto del
amor como de la guerra. Es posible que su ritual fuera oficiado por sacerdotisas y los tex
tos mencionan un rito en el que mujeres jóvenes poseídas por el dios bailaban «con fre
nesí» (veri a y a rta lf. Más tarde Murukaj¿ se identificó con el hijo de Siva, Skanda, el dios
de la guerra, y fue asimilado en e! panteón hindú. Sin embargo, su mera presencia
demuestra el alejamiento de esta religión de los ideales ascéticos de la renuncia al mundo
y la trascendencia mundana propagados por las Upanisads, por el jainismo y el budismo,
y, a la par, la certeza de que la «religión popular» que parece representar era importante
y gozaba del beneplácito oficial de la corte. Hardy apunta que el culto de Murukan se ase
mejaba a la religión popular del norte y representaba una «forma muy arcaica y pan-india
de religión popular de origen no-ario»’. De hecho, Parpóla afirma que Murukan era una
divinidad de la civilización del Valle del Indo cuyo nombre está testificado en la lengua de
esta cultura6.
El rito de posesión de Murukan y la notable tradición de poesía amorosa potenció la
fácil absorción de la ideología b b a k ti provimcnte del norte y su transformación en una
forma característicamente tamil. Krsna y los cuentos de Vrndávana comienzan a penetrar
en el sur e infiltrarse en la literatura cankam ya en el siglo m d.C. Krsna se convierte en
Máyón y su paisaje mítico de Mathura se transforma en un paisaje tamil. Las tradiciones
literarias y el culto de Krsna arraigaron firmemente en el sur al vincularse con modelos
culturales ya establecidos. En el siglo vn d.C. la b b a k li, como amor intenso y emotivo diri
gido a un Señor personal (sea Visnu/Krsna o Siva), encarnado en el icono de un templo
v expresado por medio de tradiciones literarias, ya se había desarrollado plenamente en
el sur. Esta devoción intensa encontró su vehículo de expresión en la poesía de los vaisna-
vas Mvárs y de los saivas nivanárs que estaba destinada a influir en las posteriores tradi
3 Kailasapathy, Tamil Heroic Poetry, Oxford University Press, 1968, pags. 238-64.
4 26/W., pags. 63—4.
5 Hardy, op. tit., pag. 141
6 Parpola, op. t i t . pags. 225-32.
149
El hinduismo
ciones bhakti tanto en el norte como en el sur Sus canciones aún se cantan en las casas
y templos tamiles durante eventos públicos tales como enlaces matrimoniales.
Las tradiciones bhakti a menudo rechazan formas institucionalizadas de la religión
tales como el culto formal en los templos, el yoga y la teología, a favor de una experien
cia inmediata de lo divino. Las formas devocionales de la religión, especialmente las que
se desarrollaron en el sur durante el tardío Medievo, valoran las efusiones amorosas de!
devoto respecto de la divinidad entendidas como experiencias en las que el yo limitado y
autorreferencial se anula y en el acto de amor divino se transciende el ego. Este tipo de
religión devocional que insiste en la experiencia personal a menudo se encardina en un
fundador carismàtico deificado por la tradición posterior. Las tradiciones bhakti que se
desarrollaron en el sur, tanto la vaisnava como la saiva, son ejemplos de estas tendencias
generales.
7 Son: Poykai, Pútam, Péy, Tiruppin, Tirumaticai, Tontaratippoti, Kulacékaran, Penyálvár, Antáj,
Tirumarikai, Nammálvár y Maturakavi.
8 Véase Meenakshi, «Andal: She Who Rules», Manusbi Tenth Anniversary Issue. Women Bhakta
Poets, 50-2, Delhi, Manusln Trust, 1989, págs. 34-8,
150
El amor de Visnu
cia en tanto que base escriturística de los sri vaisnavas. Ha suscitado la redacción de varios
comentarios importantes y su impacto ha trascendido más allá del sur influyendo en el
vaisnavismo bengalí. El texto más famoso y destacado de la colección es el titulado
Tiruváymoli («las diez decenas») compuesto por Nammájvár (aproximadamente 880-930)
y que contiene un millar de versos de cantos dedicados a Visnu (denominado por su nom
bre tamil Máyón, «el Oscuro») en su calidad de Rey y Amante, y que es botón de muestra
de los antiguos géneros poéticos tamiles conocidos como akarn y puram.
Se considera al texto de Nammálvár de igual valor al Veda entre los vaisnavas y se le
llama el «Veda tamil». De hecho, la tradición tamil de los sri vaisnavas es conocida como
el «vedánta dual» (ubbaya vedánta) porque venera tanto la tradición sánscrita proce
dente del Veda como la tradición tamil de los ájvárs. El Veda tamil contiene canciones de
gran fuerza emotiva que expresan la devoción del poeta hacia Visnu bajo muchas de las
formas en las que se le conoce en los templos de Tamilnadu. Estos «poemas» eran canta
dos y, de ese modo, guardan más relación a las composiciones de los bardos que con la
poesía sánscrita más formal (kávya) de lá corte. Nammñlvar expresa en estos poemas el
carácter trascendente y más allá de la forma de Visnu pero también se establece que el
Señor se manifiesta bajo la forma de iconos en templos específicos. El lamento, la danza
y los cánticos del devoto poseído por el dios son característicos del devocionalismo emo
tivo, esa devoción anhelante (viraba bhaktí) propia de los ájvárs y posteriormente de los
devotos de Krsna-Gopála. Se trata de una religión del anhelo, el éxtasis y la sumisión que
se dirigen hacia un Señor personal que está más allá del cosmos, pero a la par presente
en el mundo en lugares específicos de la geografía sagrada de Tamilnadu. Habita en los
templos (en los iconos) y su devoción ha de entenderse en el contexto del culto en los
templos ipújá). De hecho, las imágenes de los propios á|várs llegaron a percibirse como
iconos o manifestaciones del Señor.
151
El hinduismo
5 Tyagisananda, Aphorisms on the Gospel o f Diuine Lone o f the Narada Bhakti Sutras, Madras,
Ramakrishna Math, 1 9 7 2 , pags 82—3.
10 Fuller, op. a t , pag. 165.
152
El amor de Visnu
cada gurú se inserta en una línea de gurús (santána o parampará), que se originó con
el fundador o, en otros casos, con la propia divinidad. La idea de sucesión discipular es
extraordinariamente importante en todas las formas del hinduismo, ya que autentifica y
legitima la tradición y sus enseñanzas. Las disputas acerca de la sucesión, que a veces lle
gan a ser violentas, pueden llegar a poseer una profunda importancia religiosa, especial
mente en las tradiciones que consideran al gurú como encarnación de lo divino poseedor
del poder de otorgar la gracia del Señor a sus devotos. Con la iniciación (diksá) a u n sam-
pradáya el discípulo se compromete a guiarse por los valores de la tradición y la comu
nidad, él o ella recibe un nombre nuevo y se le dispensa un mantra especialmente sagrado
para esa tradición. Un sampradáya puede exigir el celibato e incluir solamente a los que
renuncian al mundo, pero otro puede tener una base social mucho más amplia y acep
tar a cabezas de familia y, en algunos casos, a miembros de todas las castas (incluyendo
a intocables).
Estos sampradáyas se desarrollaron en el seno de la corriente más extensa del culto
bralimánico basada en los textos smrti y especialmente en los Puránas. El mismo culto
smárta (basado en la smrti) estaba impregnado por formas e ideas derivadas de la revela
ción no védica, los Tantras, pero incorporó dichas formas de manera védica, de manera
aceptable. De hecho, las sampradáyas vaisnava por regla general se situaron dentro del
contexto del culto smárta, sobre todo en las tradiciones sri vaisnava y gaudiya vaisnava,
ambas directamente encardinadas en la tradición védica y purámea pero incluyendo
muchos elementos tomados de los Tantras no védicos.
Se desarrolló una diversidad de actitudes devocionales frente a lo absoluto, a menu
do identificadas con diferentes sampradáyas. La relación entre el discípulo y el Señor
podía asemejarse a la del siervo frente al amo, a ¡a del padre frente al hijo, a la recíproca
entre amigos o a la del amante respecto del amado. Por ejemplo, los vaisnavas bengalíes
consideraron la relación amante-amado como la expresión más alta de devoción, mien
tras que la escuela tukárám consideró la relación devociona! comparable la del siervo
frente a su amo. En cualquier caso, el dato de interés lo aporta el hecho de que la rcla-
■ion entre el devoto y el Señor se modela según (elaciones humanas y que este último
i mede ser percibido y aproximado de muchas y diferentes maneras, pues el amor del
l iios es multiforme.
Es importante recordar que existe un fuerte elemento de búsqueda y devoción per-
■males en las tradiciones bhakti, sin embargo, las formas que toma esta devoción están
mediatizadas por el lugar que ocupa el devoto en el seno de la jerarquía social, es decir,
•mu su casta y su género. Aunque a nivel ideológico la mayor parte de las tradiciones
l’itklt sostienen que casta y géneio no resultan relevantes en lo que atañe a la devoción
11 salvación final, algunas, sin embargo, se mostiaron más tolerantes que otras a la hora
minimizar la discriminación. Por e]emp!o, los sri vaisnavas, si bien no excluyen a las
153
El hinduismo
mujeres y los individuos de castas inferiores, restringen el acceso de las castas bajas a su
!V templo en Snrangani. otras escuelas, por el contrario, como los raidásis, están formadas
por miembros de casta baja. Los cultos y órdenes vaisnava más importantes son:
,
orden ascética de los rámánandi veneran a Ráma y Sita;
lili - la tradición sant del norte si bien no es estrictamente vaisnava (ya que veneran un
11
i r li
Señor trascendente más allá de calquier cualidad), sin embargo, deriva gran parte
de sus enseñanzas y teonimia del vaisnavismo. Veneran especialmente a Kabir y a
Nának, fundador del sijismo.
LA TR A D IC IO N SRI VAISNAVA
Ü La tradición sri vaisnava, desarrollada en Tamilnadu, heredó una visión dual del univer
so: por una parte, bebía de la tradición septentrional sánscrita del páñearátra y del culto
puránico a Visnu, con su insistencia en el Señor como causa trascendente y potencia que
sostiene el cosmos; y, por otra, entroncaba en la tradición meridional tamil centrada en
la devoción anhelante hacia un Señor personal radicado en los iconos específicos de los
templos. Por tanto, los sri vaisnavas reverenciaban las escrituras sagradas en sánscrito,
tanto los Vedas y los Páñearátra Ágamas, o Samhitás, como las canciones tamiles de los
áivárs. Los sri vaisnavas también veneraban un linaje de maestros (<icárya) que cumplían
los cometidos de teólogos e intérpretes de !a tradición y de jerarcas de la orden. El pri
mero de estos ácáryas fue Náthamuni (siglo x), que recopiló las canciones de los áivárs
en su Prabandham. Aunque su inspiración emotiva y ascética procedía de los santones-
poetas tamiles, la herencia principal de Náthamuni fue la tradición filosófica sánscrita,
especialmente el vedánta y las teologías de la Bhagavad Gitá, el Visnu Purána y los
Páñearátra Ágamas. Se le atribuye la fundación de la tradición sri vaisnava, a la cual otor
gó legitimidad mediante el establecimiento de un linaje que entroncaba con los áivárs
tamiles. Se cuenta que Náthamuni partió de peregrinación a Vrndávana en el norte, el
principal centro religioso vaisnava y patria mítica de Krsna, donde tuvo la visión de Visnu
154
El amor de Visnu
bajo la forma de Mannanár, icono de un templo local en Tamilnadu. En esta visión el dios
le mandó regresar a su pueblo natal, lo que cumplió convirtiéndose en administrador, pri
mero en el templo de Mannanár y más tarde en el templo de Visnu de Srirarigam, que se
convirtió en centro de la comunidad sri vaisnava. El nieto de Náthamuni, Yámuna, secón-
virtió en el siguiente ácárya sri vaisnava y se destacó por la defensa de la naturaleza reve
lada de los Páñcaratra Ágamas, y de la igualdad del ritual páñcaratra respecto de los ritos
ortodoxos brahmánicos11.
El líder sri vaisnava más famoso, cuya influencia alcanzó a todo el hínduismo, fue
Rámánuja (aproximadamente 1017-1137). No conoció directamente a Yámuna, aunque
se convirtió en cabeza visible de la comunidad, y llegó a desarrollar una teología vaisnava
que interpretaba la tradición vedanta a la luz de un tipo de teísmo que se conoce bajo la
denominación de «no-dualismo cualificado» {visistádvaita-, véase pág. 262). Ramánuja
escribió en sánscrito pero recibió la influencia de la poesía bakhti de los álvárs. Su discí
pulo favorito, Pillán, redactó un comentario al Tiruvdymoli de Nammálvár en una lengua
que mezclaba el sánscrito y el tamil (el m anipravála) que elevó el estatus del texto tamil,
puesto que se convirtió en la primera obra en un idioma dravídico a la que se dedicó un
comentario, Pillán, que era súdra, plantea que la casta no constituye ningún impedimento
para la salvación1112.
Para los sri vaisnavas la salvación, o liberación, se concebía como la acción de tras
cender el ciclo de reencarnaciones (sa m a ra ) y el karma, e ingresar tras la muerte en el
cielo de Visnu (vaikuntba), donde el alma se une con el Señor en una relación de amor,
aunque manteniendo su mutua diferenciación. Este estado se alcanza por medio del
apego al Señor y del desapego al mundo o, más específicamente, gracias a la práctica reli
giosa (updsana) de la devoción y el servicio (seva) al Señor en alguna de sus encarna
ciones representadas en los iconos de los templos (arcávatára). También se plantea el
camino de la rendición total (prapatti) en el que el devoto se entrega al Señor, quien le
salva en un acto de gracia divina no merecida srandgati). En el primer camino se insis
te en alguna medida en el esfuerzo propio y en la acción humana, en el segundo el énfa
sis recae completamente en la gracia y acción del Señor.
Unos doscientos años después de la muerte de Ramánuja, la comunidad sri vaisnava
se hallaba escindida en varias sub-escuelas englobadas en las denominaciones cultura del
norte» (vatakalai), y «cultura del sur» (iterikalai). La visión vatakalai insistía en las escri
turas sánscritas y la búsqueda de la salvación a través del bhakti-yoga tradicional, es decir,
por medio de la devoción a un icono de un templo; mientras que la terikalai se basaba
155
El hinduismo
en las escrituras tamiles y en la rendición ante la gracia del Señor; llegaron a conocerse
como las escuelas «simio» y «gato» respectivamente. En la escuela «simio» se consigue la
salvación tanto por el esfuerzo como por la gracia; el devoto se acerca al Dios gracias a su
esfuerzo propio, pero el Señor le salva del mismo modo que la cría de simio se agarra a
su madre cuando ésta se mueve entre los árboles. Por otra parte, la escuela «gato» insiste
en la gracia del Señor; afirma que el devoto sólo se salva por la gracia, igual que una gata
madre recoge a sus crías y las transporta sin el menor esfuerzo por parte de ellas. La dife
rencia de planteamiento se evidencia en dos modos de comprender el famoso pasaje de
la Bhagavad Gitá (18,66), denominado carama-sloka-, «Buscad refugio sólo en mí al
abandonar todas las leyes. Os salvaré de todos los pecados. No temáis». Los tenkalai
entendieron que el pasaje mostraba dos caminos diferentes: el bhakti-yoga tradicional, y
el camino de la renuncia, esotérico, superior (prapatti). Por otra parte, Vedántadesika,
teólogo vatakalai (1269-1307), sostenía que los versos se referían a dos grupos de per
sonas: los dos veces nacidos, liberados por la realización de la devoción ritual, y los de las
castas bajas que no pueden realizar la devoción ritual en los templos y por eso se liberan
mediante la renuncia13*.
La comunidad srí vaisnava, que aglutinaba a brahmanes y no brahmanes, se desen
volvió en el contexto social amplio de brahmanes que aceptaban el culto puránico de Vis-
nu y de otras divinidades (es decir, entre smártas) pero también entre las castas no brah-
mánicas que veneraban a las divinidades locales de las aldeas. Los sri vaisnava orientaron
su interés hacia las enseñanzas sánscritas y la especulación teológica ganándose a la casta
alta y, al mismo tiempo, gozaron de una atracción popular de amplia base, incluso entre
las castas inferiores. Pero, mientras el devocionalismo de los álvárs presentaba formas
de manifestación de carácter extático, la devoción de los srí vaisnavas, mucho más con
trolada, tenia lugar en el contexto del ritual formal de los templos. Sin embargo, esta
dimensión extática de las tradiciones bbakti no se extinguió con los álvárs, sino que se
desarrolló en el vaisnavismo del norte, especialmente en Bengala
VAISNAVISMO GAUDI YA
Las tradiciones devocionales centradas en Krsna pastor (de ganado vacuno) se desa
rrollaron en el norte de la India y fueron articuladas tanto en la literatura devocional y
poética en sánscrito, como también en los movimientos más populares devocionales,
especialmente en Vrndávana y en Bengala. La forma de vaisnavismo que se extendió en
Bengala elaboró una teología que insistió especialmente en la devoción y la relación de
amor entre el devoto y Krsna. Aunque en el saivismo se había percibido una correspon-
13 Mumme, «Haunted by Sankara’s Ghost: the Srivaisnava Interpretation of Bhagavad Gita 18.66», en
Timm (ed.), Texts in Context: Traditional Hermeneutics in South Asia. Albany SUNY Press, 1992, pags. 69-84.
156
El amor de Visnu
dencia directa entre lo religioso y lo estético, la tradición vaisnava gaudiya elaboró una
teología en la que las categorías de la experiencia estética, descritas en la poesía clásica
(kávyá), llegaron a aplicarse a la experiencia religiosa devocional. En el periodo medieval
floreció una tradición de poesía amorosa cortesana en sánscrito, florida y barroca que
expresaba emociones estereotipadas de forma particular. En la corte del rey bengalí
Laksman asena (aproximadamente 1179-1209) Jayadeva, poeta que disfrutaba de su
mecenazgo, compuso un poema famoso titulado Gitagovinda, acerca del amor de Krsna y
su compañera Rádha1'. Jayadeva. poeta de clase alta que pertenecía a la tradición kávya,
utilizaba las convenciones formales del kávya (el vocabulario característico, el lenguaje
ornamental y las metáforas estereotipadas) para expresar el amor de Rádha por Krsna y,
por analogía, del devoto hacia Krsna. Como suele ocurrir con la poesía de corte, el tema
del poema es la unión, separación y reencuentro de los amantes. Se encuentran en secreto
en el bosque para sus juegos amorosos sabiendo que al amanecer tendrán que separarse,
lo que les sume en un gran anhelo (viraba) hasta su siguiente encuentro. Esta tradición
poética sobre el amor de Krsna y Rádha continuó, especialmente con la poesía bengalí de
Candidása y los versos mathilis de Vidyápati (siglos xiv-xv)15. Esta poesía, compuesta
desde el punto de vista de Rádha, expresaba su profundo anhelo emocional por Krsna,
semejante al del devoto que busca al Señor. Candidása expresa con gran belleza ese anhelo
esencial, característico de la bhakti, al describir la emoción de Rádha al oír el sonido de
la flauta de Krsna:
Sin embargo, la figura que promocionó la bhakti centrada en Krsna fiie Krsnacaitan-
>a, o simplemente Caitanya (1486-1533), considerado como encarnación de Krsna y
Rádha en un solo cuerpo Dio origen a una tradición que hoy en día perdura y que en
Occidente se manifiesta en el movimiento Haré Krsna. Caitanya creció en una familia
M Stoler-Milier, Love Song o f the Dark Lord, Nueva York, Columbia University Press, 1977
h Para algunas buenas traducciones al inglés de estos poetas véase Bhattacharya, Love Songs of
(handidás, londres, Alien and Unwin, 1967; Baicacharya, Love Songs ofVidyäpari, Londres, Allen and Unwin,
1963; Dimock y Levertov, In Praise o f Krsna: Songs from the Bengali. Nueva York, Anchor Books, 1967,
16 Bhattacharya, Love Songs o f Cbandidás, pdg. 107,
137
El hinduismo
Ci ’ Majumdar, Caitanya bis Life and Doctrine Bombay. Bharatiya Vidya Bhavan, 1969.
11 Siege], Sacred and Profane Dimensions of Love in Indian Traditions as Exemplified ill The
Gitagovinda ofjayadetia, Oxford University Press, 1978, pigs. 137-77.
158
El amor de Visnu
y de casta baja19. Sin embargo, la tradición vaisnava gaudiya rechaza estas practicas esti
madas mala interpretación de una espiritualidad profunda. Las obras de los gosvamins
son, en efecto, altamente ortodoxas en el sentido de que aceptan la autoridad del Veda,
pero estiman a los Punirías como revelación, especialmente el Bhágavata Purána.
Aunque gran pane del Bhágavata Purána contiene referencias a los juegos amoro
sos de Krsna con las gopis, no cita a Rádha con su nombre; ésta sólo aparece en el Gitago-
vinda y la literatura e iconografía posteriores. En la mitología vaisnava aparece como mujer
casada y madura y el amor entre ella y Krsna es. por convención, adúltero. Rádha deja su
sombra junto a su marido y sale de noche, atraída por el sonido de la flauta de Krsna para
encontrarse con él. Esto es teológicamente importante y se relaciona con una diferencia
en la poesía sánscrita entre el amor-unión (svakiyi, «la mujer propia»), que se identifica
con el matrimonio, y el amor-separación (parakiyi, «la mujer ajena») que se identifica con
el amor adultero. Aquél se caracteriza por el gozo (ká m a ) y la unión, éste por el amor puro
(prema) y el anhelo (viraba). Al amar a Krsna, Rádha contraviene su deber conyugal
(stridharma) (véase pág. 81), va que el amor por Dios transciende la obligación social. El
amor entre Rádha y Krsna es el amor-separación caracterizado por el anhelo (ya que el
anhelo del alma por el Señor es la más alta espiritualidad del ser humano).
Rúpagosvámin escribió dos textos importantes en sánscrito sobre la devoción a Krsna:
el Ujjvala-nilamani («La maravillosa gema azul»), y elBhakti-rasdmrta-sindbu («El océa
no del néctar inmortal de la devoción»20). En este caso las categorías estéticas que se
h bí.in desarrollado en la poesía sánscrita se aplicaron a tipos diferentes de emoción y
i .ponencia devocionales. Según la poesía sánscrita, la emoción (bhakti) puede transfor
marse en expciicucia estética (rasa). Por ejemplo, el dolor puede transformarse en trage
dia, el humor en comedia y el deseo sexual en una experiencia erótica. De forma parecida,
1deseo sexual puede transformarse en canción erótica, o «dulce» (irrigara o madhüra-
bhakti) dedicada a Krsna; es decir, se produce la sublimación del amor sexual humano en
amor divino, o trascendente y erótico. Este amor apasionado por Krsna que lo consume
do es denominado por Rúpagosvámin rágánuga-bhakü, en contraste con la bahkti en
qu ■el devoto sigue las reglas y prohibiciones (vidhi) estipuladas en las escrituras, uaidbi-
'A illi En la uigánuga-bhakti Krjna puede estar igual de próximo y ser igual de íntimo
i n[ devoto que un amante, mientras que en la vaidhi-bbakti Krsna es percibido como
i iey poderoso y majestuoso. Ambos caminos conducen a la salvación, aunque la devo-
■mu apasionada es estimada superior al método más formal y conduce de modo directo
i 1 i .na.
•J 19 Para un análisis de lus sahajiyas y ios bauls, véase Dasgupta, Obscure Religious Culis. Calcuta,
Mukllopadhyay, 1969; Dimock, The Place o f tbe Hiddeti Moon, Chicago University Press, 1966.
-° Bou Maharaj (truel.), The Bhakti-rasamrta-sindbit, vol. I, Vrindaban, Institute of Oriental
"luloJophy, 1965-
159
El hinduismo
Para alcanzar sus nietas soteriológicas los vaisnavas gaudiyas desarrollaban las prácticas
rituales de la repetición de los nombres de Krsna (ñama jupa), el canto de himnos (kiríana),
la veneración de los iconos de los templos o de la planta tulasl, sagrada para Visnu y, en el
camino de la rágánuga-bhakti, la visualización de las acciones de Krsna, especialmente los
juegos amorosos de Krsna y hsgopis (lila m araña). Después de su iniciación el devoto de
Krsna realizaba los ritos matutinos, vespertinos y nocturnos, que incluyen la repetición de los
nombres de Krsna, como el famoso mantra Haré Krsna (haré krsna, haré krsna, krsna krsna,
haré haré, haré rama, haré ráma, rama rama, haré haré) seguida por libaciones por los
antepasados y ofrendas21. El nombre de la divinidad personifica su esencia, por eso al repe
tirlo el devoto invoca su presencia. Al morir el devoto servirá a Krsna en un cuerpo espiritual
perfeccionado (siddha-deha) en una de las moradas espirituales del Señor22.
21 Véase Joshi, Le rituel de la dévotion krsnaite, Pondicherry, Institut Français d'indologie, 1959,
pâgs. 32-3.
22 Habennan, Acting as a Way o f Salvation a Study o f Râgâmtga Bhaklt, Nueva York y Oxford,
Oxford University Press, 1988, pâgs. 87-93.
21 Barz. The Bhakti Sect ofVallabhdcarya, Fandabad, Thompson Press, 1976.
24 Williams, The New Face o f Hinduism, the Swaminarayan Religion, Cambridge University Press, 1984.
160
El amor de Visnu
que una rama de los mismos, la escuela masculina de los sákbt bhávas, que aún perdu
ran en la actualidad, se visten de mujer y adoptan un comportamiento afeminado a fin de
emular a lasgopis. Por fin, hay que citar a los visnusvámis, fundados en el siglo xn, y famo
sos por un texto sánscrito escrito por uno de sus devotos, Bilvamarigala, nombrado Krsna-
kám ám rta («El néctar de las acciones de Krsna»)25.
EL CULTO DE VITHOBA
El devocionalismo vaisnava se extendió hacia el norte y las divinidades locales, identifica
das con los grandes dioses hindúes, se convirtieron en focos de los movimientos devo-
cionales. En Maharashtra, en la costa este, dentro de la esfera cultural sánscrita, pero muy
influidos por la dravídica, surgieron varios movimientos devocionales vaisnava que, a
grandes rasgos, pueden describirse como tradiciones sant, El término sant significa «buen
hombre» y se refiere a los santos de todas las castas que vivieron entre los siglos xm y xvii.
Enseñaron un camino hacia la liberación centrado en la devoción al nombre del Señor
(inám), al propio gurú, y en las reuniones devocionales o satsañg («la comunidad en la
verdad»). Los sants vaisnavas enseñaron la devoción al Señor en tanto ser personal,
emplazado en los templos, y dotado de cualidades (saguna); aunque otra tradición sant,
surgida en el Punjab y en cuyo seno se desarrolló el sijismo, defendía la devoción a un
Señor abstracto más allá de las cualidades (nirguna).
En Maharashtra, dentro de la categoría general sant, se establecieron varias tradicio
nes devocionales. El mahánubháva sampradáya, fundado por Chakradhár Swami en el
siglo xni, sólo veneraba a Krsna, mientras que la escuela más importante, Várkari Panth
(«El camino de los peregrinos»), se basaba en el culto a Vithobá, cuyo templo principal,
foco de una peregrinación importante, se encuentra en Pandharpur, en el sur de
Maharashtra. Se elaboró una literatura devocional en marati, lengua de la familia sánscrita
desarrollada en los escritos de varios hombres santos maratíes, especialmente Jñánesvara
(siglo xm), Námdev (aproximadamente 1270-1350), Tukárám (aproximadamente
1568-1650), Janabaí, Eknáth (aproximadamente 1533-99) y Rámdas (1608-81); todos,
menos Rámdas, pertenecientes a la tradición várkan26. Ya en el siglo xvn los várkarís cons-
iHuían la escuela más importante en Mararashtra y se dice que el famoso rey Sivaji, azote
del mogol Aurangzeb, conoció a Tukárám y fue iniciado por Rámdas.
Aveces se considera que Jñánesvara fue el fundador de la escuela várkari panth, pero
el culto a Vithobá le precede. Escribió un comentario en marati sobre la Bhagavad Gltá,
25 Wilson (trad.). The Love o f Krsna the Krsnakamamrta o f Lilasuka Biluamangala, Leyden, Brill,
l')7.t
l< Véase Deleury, TheC ultofVitoba, Poona, Deccan College Postgraduate and Research Institute,
I'M). Ranade, Mysticism in India: the Poet-Saints o f Maharashtra, Albany, SUNY Press, reimpresión, 1983.
161
El hinduismo
tituladoJñánesvariP, que demuestra influencias del advaita vedánta y los náths (véase pág.
117), a añadir a la de la bhakti vaisnava. En su texto ensalza la devoción al Señor y también
a su gurú, quienes, según Jñánesvara, le rescataron del océano de la existencia mundana.
Según Jñánesvara, la liberación consiste en mezclarse con e! Señor, aunque el devoto indi
vidual nunca podrá llegar a comprender su inmensidad. Námdev no es sólo venerado como
santo en Maharashtra, sino también en el Punjab, y algunos de sus versos se incluyen en el
libro sagrado de los sijs, el Ádi Granth. Tukárám es, tal vez, el santo más venerado en
Maharashtra. Insistió en el amor del Señor como camino hacia la liberación y la necesidad
de un dualismo entre el devoto y el Señor a fin de que el amor pueda desarrollarse. Como
ocurrió con otros muchos sants, Tukáram abogó por cantar alabanzas al Señor, y desarro
lló un devocionalismo meditativo por el que se alcanza la liberación mediante la meditación
sentada repitiendo el nombre del Señor (nám ), se trata de una enseñanza compartida con
las tradiciones sant del norte. Contrariamente al vaisnavismo gaudiya, los sants de
Maharashtra no emplean las imágenes eróticas y la devoción pura (prema-bbakti) que
defienden encarna al Señor como padre dedicado en vez de amante.
Si bien para los muy ortodoxos hindúes smárta las castas bajas y las mujeres se exclu
yen de la liberación espiritual y de ciertas formas de culto, para los sants de Maharashtra
las castas y el género no constituyen obstáculos. Aunque Jñánesvara era brahman,
muchos otros sants de Maharashtra eran de casta baja, Námdev era sastre, mientras que
Tukáram era súdra. También había algunas mujeres en la tradición vákari, aunque gene»
raímente las imágenes de las mujeres en la poesía de Eknáth y de Tukáram son negativas;
representan a la mujer como la que tienta y distrae al hombre apartándole de! camino del
desapego al mundo. Algunas sants notables eran la hermana de Jñánesvara, Muktabai, ini
ciada del náth yoga, y janabai, la criada de Námdev, cuyos versos dedicados a Vithobá a
veces se dirigen a él como si fuera una mujer, Vithabai.
El que Janabai pudiera dirigirse a Vithobá como mujer demuestra la ambigüedad de
este dios. Aunque generalmente es masculino, en algunos casos es de sexo contrario y se
le invoca como a una madre. Generalmente se le identifica con Visnu o Krsna, aunque a
veces es identificado con Siva, trascendiendo así la diferencia entre vaisnava y saiva. De
hecho, el culto de Vithobá va más allá de las divisiones sectarias y las dos peregrinacio
nes anuales a su templo en Pancharpur atraen a amplios sectores de la comunidad. Hasta
6.000 personas acuden a las más importantes peregrinaciones en asádba (junio-julio),
aunque las divisiones entre castas durante las ceremonias religiosas no se han llegado a
erradicar completamente2728.
27 Tulpe (trad ),Jnaneshu>ar’s Gita: a Rendering o f the Jnaneshwari, Albany, SUNY Press, 1989.
28 Para una excelente descripción personal de la peregrinación véase Karve, «Oil the Road: a
Maharashtrian Pilgrimage», en Zelliott y Bernstein feds.), Essays on Religion in Maharashtra, Albany, SUNY
Press, 1988; también Fuller, o/>. t i t , págs. 210-14.
162
El amor de Visnu
LA TRADICIÓN SANT
Mientras que ia tradición sant vaisnava se desarrolló en Maharashtra, centrada en la devo
ción a una forma saguna de Visnu o de Krsna, más al norte, y especialmente en e! Punjab,
se desarrolló otra tradición sant que abogó por la devoción a un Señor nirguna percibido
com o el absoluto inefable, sin forma, fuente y sostén del cosmos, por cuya gracia los seres
se liberan del ciclo de nacimiento y m uerte. Esta tradición sant del norte se inspiró en el
vaisnavismo bhakti, el sufismo y el yoga náth, cuyas terminologías pueden encontrarse en
la literatura sant, pero rechazó el ritual exterior insistiendo en la experiencia de un Señor
trascendente, más allá de la forma. Como los sants de Maharashtra, los del norte com pu
sieron canciones devocionales en lenguas vernáculas (en este caso hindi y punjabí). Entre
los sants más famosos se cuentan Kablr, Nának, Miraba!, Raidás y Dádu. Muchos eran de
casta baja, com o Raidas, trabajador del cuero (chamar)29intocable, m ientras que Kablr era
tejedor30. Sin embargo, no todos procedían de bajo rango: Nának era un «guerrero» (kha-
tri) y Mirabai una princesa. Algunos de los sants dieron origen a tradiciones que continúan
hasta nuestros días, la más notable, sin lugar a dudas, es el sijismo, que surgió con el gurú
Nának, pero también están los raidásis, los dádüpanthis y los kabirpanthis.
Las enseñanzas de los sants se conservan en colecciones de poesía en sus respecti
vas lenguas y en el libro sagrado de los sijs, el Adi Grantb. Las canciones de estos sants
se difunderon por el norte de la India en el siglo xvi, cantadas en diferentes tem plos por
bardos errantes, lo m ism o que probablem ente ocurrió en el sur con las canciones de los
ájvárs y los náyanárs. El más popular e influyente de los sants fue Kabir (1398-1448), que
nació en el seno de una familia de tejedores en Benarés convertidos al islam una o dos
generaciones antes de su nacimiento. Según la tradición, su gurú era Rámánanda, vaisnava
y perteneciente al linaje de Rámánuja, aunque si Rámánanda nació en 1299, com o pare
ce plantearse en una de nuestra fuentes textuales, es muy inverosímil que Kabir, nacido
casi cien años después, hubiera podido conocerle. Recibió la influencia de Námdev y de
la poesía de la m ujer santa saiva, Lallá (siglo xiv). La poesía de Kabir es muy personal. Una
de las características más llamativas es el em pleo de oscuras imágenes en un «lenguaje al
revés» (ultavámsi), por ejem plo, la sentencia «la vaca está m am ando de la ubre de la
ternera», se utilizaba para chocar al público y provocar en ellos el rechazo de la autosufi
ciencia a fin de ahondar en la idea de que el Señor es inefable, más allá de la lógica coti
diana. Fue crítico con las castas, pues sostiene que son irrelevantes para la liberación, y se
enfrentó a las prácticas y doctrinas hindúes y m usulm anas de su tiem po. Escribe: «El
hindú dice que Ram es el bien amado, el turco dice Rahim. Después se m atan entre sí»31.
29 Para una descripción de Raídas, véase Callewaert y Friedlander, The Life and Works o f Raidas,
Delhi, Manohar, 1992.
* Vadeville, Kabir, vol. 1. Oxford, Clarendon Press. 1974.
11 Hess y Singh, The Bijak o f Kabir, San Francisco, Mord) Point Press, 1983, pág. 42.
163
El hinduismo
Naturalmente, existen diferencias individuales entre los sants del norte, pero, sin
embargo, también hay temas comunes en sus enseñanzas. El alma está atrapada en el
mundo gobernado por la Muerte o el Tiempo (kdt) y la ilusión (m aya), y debe volver al
Señor tanto mediante la devoción meditativa consistente en la repetición de su nombre
(ndm sirnran) como por la gracia del gurú. Gracias a esta repetición el alma percibirá la
luz de Dios, escuchará el «sonido no tocado» divino (andhata sabda) del Señor, y ascen
derá por el cosmos jerárquico, devuelta a su verdadera morada (sach-kband). Los nom
bres del Señor utilizados por los sants son generalmente vaisnava, tales como Ram,
Mádhav, Krsna y Hari, aunque a veces usaron denominaciones de tipo más saiva, como
Nátha o Umápati, e incluso el término Alláh a veces se testifica.
E l CULTO DE RAMA
El término Rám es empleado por los sants para referirse al Señor trascendente; sin embar
go, en los cultos centrados en Ráma el término se refiere al Señor encarnado en el rey
Rama, héroe del Rámdyana, rey de Ayodhya. La devoción a Ráma, y también la que se diri
ge a su comandante simio, Hanumán, se extendió ampliamente por el norte de la India
durante el Medievo. Se localizan centros de culto a Ráma en Janakpur, el legendario lugar
de nacimiento de Sita, yen Áyodha en Uttar Pradesh, legendario lugar de nacimiento y capi
tal del reino de Ráma. De hecho el culto a Ráma sigue teniendo consecuencias muy serias
en la India contemporánea, como la demolición, en 1992, de la mezquita Babri en Ayodhya
permite ilustrar. La escuela del culto a Ráma predominante en Ayodhya es la orden
rámñnandl, que también se testifica en Nepal, cerca de la frontera de Biliar32.
Los rámánandis, cuyo centro principal se encuentra en Ayodhya, fueron fundados
por Rámánanda (¿siglo xv?) y presentan posibles conexiones con la tradición sri vaisna
va. Su literatura se expresa en hindi, aunque hay que tener en cuenta que no se conser
va ningún escrito del propio Rámánanda. Según la tradición, abogó por la devoción a
Ráma y Sita, devoción que, al contrario de lo que ocurre en el vaisnavismo gaudiya, care
ce de connotaciones eróticas. En este tipo de bhakti la actitud del devoto es la de un
criado hacia su amo en vez de un amante ante el amado, por tanto, Hanumán es parti
cularmente alabado como ejemplo de servicio devocional a su amo, Ráma. Al no haber
escritos del propio Rámánanda, la teología de la escuela está basada en las obras de
Tulsidás (1532-1623), que compuso el Rámacaritmánasa («El lago sagrado de los
hechos de Rama»33), versión de una versión del Rámáyana de Válmiki, compuesto en
32 Van der Veer, Gods on Earth: the Management o f Religious Experience and Identity in a North
Indian Pilgrimage Centre, Londres, Athlone, 1988; Fuller, op. cit. , pags. 163-9.
33 Hill, The Holy Lake o f the Acts o f Rama, an English Translation ofTulsi Das’s Ramacarilmanasa,
Calcuta, Oxford University Press, 1952.
164
El amor de Visnu
hindi en vez de en sánscrito, lengua sagrada. Se dice que los brahmanes de Benarés, donde
se compuso el texto, estaban escandalizados porque un texto de tales características
hubiese sido compuesto en una lengua vernácula. Fue puesto a prueba colocándolo
durante una noche en el templo de Siva debajo de los Vedas y Puránas. Por la mañana el
texto de Tulsidás estaba encima de todos, legitimando así su autoridad34. En este texto,
y en otros compuestos por Tulsidás, Rama es el Señor supremo, y otras divinidades, si
bien reciben alabanzas, le están subordinadas.
La orden rámánandi es sobre todo ascética y renunciante. Antiguamente, todas las
castas, incluso los intocables, recibieron una iniciación en ella. Durante la iniciación se
abandonaban todos los deberes anteriores inherentes a la pertenencia a la casta propia
instituyendo en su lugar el servicio a Rama. No obstante! en la práctica de hoy en día se
imponen restricciones de casta y sólo los brahmanes pueden ser sacerdotes. Al principio
ambos sexos recibieron la iniciación, pero ahora quedan pocas monjas en la orden.
El festival más popular asociado con Rama es el Ramilla que tiene lugar en todo el
norte de la India y especialmente en Ramnagar, cerca de Benarés. Durante este festival,
sacerdotes del Maharája de Benarés recitan el Ramacaritmdnasa de Tulsidás, también se
incluye el recitado de diálogos dramatizados. Se pone en escena la historia de Rama y
Sita, desde el nacimiento de aquél, y se representan los acontecimientos principales de
su vida (matrimonio, destierro, la guerra contra Rávana) hasta su regreso triunfal y el esta
blecimiento de su reino35.
RESUMEN
En este análisis de los vaisnavas, y las tradiciones asociadas con ellos, hemos podido
observar el proceso por el que la forma exuberante y emotiva de devoción, originada en
4 sur, llegó a asociarse con la más sobria tradición de devoción respetuosa que se origi
no en el norte. Los modelos de bhakti que se han podido repasar (la identificación de las
divinidades locales o regionales con las divinidades de la gran tradición sánscrita y el esta
blecimiento de las órdenes de santones) se detectan también entre los movimientos
dcvocionales del saivismo. Aunque el saivismo ha tendido más hacia los ideales de yoga
v i ascetismo que hacia el devocionalismo emotivo, destacan, sin embargo, fuertes ten
dencias devocionales dentro de él, especialmente en el sur, Ahora dirigiremos nuestra
,iirnción hacia esta importante tradición.
14 Lamb, «Personalizing Ramayan-. Ramnamis and Their Use of the Ram acarilm am s», en Many
H,lntiiyiinas. pag. 237.
Scheckner, op cit.. pags. 131-83.
165
t
7 Saivismo y tantrismo
1 Véase M adan. Non-renunciation, Delhi, Oxford University Press, 1987. págs. 17—47.
167
El binduismo
EL MITO DE DAKSA
Un mito im portante en el corpus narrativo de Siva es el mito de Daksa. La leyenda se
cuenta en el Mahábbárata y existen num erosas variantes en los Puránas. Daksa, hijo de
Brahmá (en el Veda su m adre es Aditi), es el padre de Sati. Satl se convierte en esposa
de Siva, atraído por ella a causa de la fuerza de su ascetismo a la par que su belleza, pero,
durante la boda, crece la tensión entre Daksa y un yerno tan poco convencional. Siva y
Satl se retiran al Monte Kailása y Daksa prepara el sacrificio del caballo a cuya ceremonia
invita a todos los dioses excepto a Siva. Aunque el dios no está resentido por el desaire,1
1 Benedict, Patterns o f Culture, Londres, 193'», reimpresión por RKP, 1971, págs. 56-8.
168
Mivismoy tantrismo
Sati, p o r el contrario, muy molesta por el insulto, acude, enfadada, a ia cerem onia de
sacrificio y es desairada por el desdén de Daksa. Ciega de rabia se suicida, en una auto
com bustión inducida por m edio de sus poderes yóguicos. Al enterarse de la m uerte de
su esposa, Siva se encoleriza y arrem ete contra la cerem onia de sacrificio de Daksa bajo
la forma de Virabhadra, al m ando de sus hordas de seres demoniacos. T odo queda des
truido y Daksa m uere decapitado por Siva, convirtiéndose, por tanto, en la propia víctima
del sacrificio. A continuación Siva retom a el sacrificio y resucita a Daksa (según algunas
versiones con cabeza de cabra) y la cerem onia continúa de m odo pacífico ya en presen
cia de Siva3, En algunas versiones, posiblem ente posteriores, Siva encuentra el cuerpo de
Sati y, en estado de aflicción y delirio, lo recoge y baila con el cadáver de m odo frenético
por todo el universo (véase pág. 211 para lo que sucede a continuación).
Este mito presenta varios niveles de lectura que pueden entenderse de muy diver
sas maneras, sin embargo, una lectura de tipo literal perm itiría defender que Siva en un
prim er m om ento estaba excluido del sacrificio védico y que, por tanto, se trataría de una
divinidad que quizá originalm ente procedía de fuera del panteón védico pero que llegó a
ser aceptado com o uno de los dioses. De hecho, ai destruir la cerem onia con fuego, Siva,
paradójicam ente, cum ple con el requisito del sacrificio y se asegura de esa manera la pro
piedad del mismo. De hecho, podem os com prender este mito com o una analogía del
desarrollo del saivismo. Igual que Siva está fuera de la grey védica, también lo están las
tradiciones identificadas con él, pero, dado que Siva se manifiesta de un m odo tan pode
roso y por ello fue necesariam ente absorbido por el panteón védico, así también las tra
diciones saiva term inaron incorporándose en la ideología y práctica védicas.
IA IMAGEN DE SIVA
Siva es un dios de la paradoja y la ambigüedad. W endy D oniger O ’Flaherty le ha descrito
com o el «asceta erótico», el dios itifálico y prom iscuo pero, a la par, yogui célibe que
practica el ascetism o en el Himalava. Es el dios de los tres ojos que con el tercero de ellos
calcinó al Deseo, baila en los campos de cremación pero, a un tiempo, seduce a las esposas
de los sabios en la soledad de los bosques d e pinos. Es el asceta greñudo, pero también
el varón y cabeza de familia ideal que vive con su esposa, Párvali, y sus dos hijos, Ganesa
y Skanda. C ontiene todos los opuestos en sí e incluso se le describe com o mitad hombre,
mitad m ujer (ardhanarisvara)^. Siva es a veces el dios de la destrucción, com ponente
de la «trinidad hindú» que imagina a Brahmá com o creador y a Visnu com o conservador,
169
■
El hinduismo
aunque para sus devotos es el Señor suprem o que crea, m antiene y destruye el cosmos.
Oculta su verdadera naturaleza a la hum anidad pero, al mismo tiempo, puede revelarla
como un acto de gracia. Aunque se destaca de m odo claro el carácter trascendente del
dios en el saivismo, sin embargo, se le representa bajo diferentes formas en templos y
santuarios de igual m odo que en la mitología. Se le venera y representa iconográfica
m ente bajo las siguientes formas:
17(1
¿divismo y tantrismo
culto popular
a Siva
Aghori
himno dedicado a ios «cien nombres de Rudra» (satam dríya) que elabora con mayor
detalle la naturaleza ambigua del dios y hace hincapié más en su forma benéfica que en
la destructiva. Es dios de lugares salvajes y terribles, vive alejado de las comunidades
humanas presas de terror por las espantosas moradas que frecuenta. Sin embargo, como
en el Rg Veda, es también sanador, Señor de las hierbas medicinales, y Pasupati, Señor
del ganado. Este himno es un temprano ejemplo de enumeración de nombres de una
divinidad con la finalidad de establecer contacto con él o ella. Ya durante los primeros
siglos de nuestra era se afirma, en laJábala Upanisad, por ejemplo, que la recitación del
Satarudriya lleva a la inmortalidad7, y hay referencias numerosas al Satarudriya en el
¿iva Purána. En la actualidad todavía se recita este himno en los templos saiva8.
Rudra es una divinidad periférica en el panteón védico y las descripciones que lo
caracterizan viviendo al margen de las comunidades de los arios parecen indicar que sus
orígenes no deben de ser védicos. Sin embargo, el hecho de que se le incluya en los him
nos demuestra que ha de formar parte, aunque de modo periférico, del panteón védico.
No obstante, ya en los siglos tv o v a.C. Rudra-Siva había ido ascendiendo a un puesto más
destacado y en la Svetásvatara Upanisad se le había identificado con el absoluto supre
mo, causa eficiente y material del cosmos.
7 Jab.U. 3.66.
8 Véase Gonda, «The Satarudriya», en Nagaromi, Matilal y Masson (eds.), Sanskrit a nd Indian
Studies Essays in Honour o f Daniel H.H. Ingalls. Dordrecht, Reidel, 1979, pâgs. 75-91.
171
El hinduismo
LA 'VFTÁSVATARA UPANISAD
La Svetásvatara Upanisad, las enseñanzas del sabio «de la muía blanca» Isvetásvatara),
se com puso en torno a los siglos v o iv a.C., con posterioridad a las Brhadáranyaka y
Cbdndogya Upanisads, pero antes de la Bhagavad Gitá. Este texto es muy im portante
para la com prensión del desarrollo del pensam iento religioso hindú, ya que marca una
transición entre el más simple m onism o de las Upanisads anteriores y el teísmo de las tra
diciones saiva y vaisnava posteriores. El texto comienza planteando una serie de pregun
tas acerca del origen del universo y de la hum anidad. ¿Cuál es la causa de todo esto?
¿Quién gobierna nuestras m últiples condiciones de placer y dolor? A continuación, el
texto pretende contestar a estos interrogantes m ediante la propuesta de una teología que
eleva a Rudra al estatus del ser suprem o, es el Señor (isa) trascendente pero m antenien
do funciones cosmológicas, al m odo de Siva en las tradiciones posteriores. Para la
Svetásvatara:
Se pueden detectar paralelos en este punto entre las teologías vaisnava algo posterio
res de la Mahánáráyana Upanisad y la Bhagavad Gitá, e igual que ocurre en estos textos,
parece postularse algún tipo de diferencia entre el Señor y el alma individual y, aunque el
térm ino bhedábheda no se emplea, la Svetásvatara presenta una teología del tipo «dife
rencia en la identidad». El alma, que no posee género, viaja de cuerpo en cuerpo según su
karma hasta que llegue a alcanzar la liberación por medio del esfuerzo yóguico y por la gra
cia (prasáda) del Señor con quien se une. De hecho, el térm ino bhakti en la acepción de
ofrendar la máxima devoción a Dios y al gurú como si del Dios se tratare, se testifica por vez
primera en este texto9. No obstante, ya que se expone en la última adhyáya del texto cabe
la posibilidad que se trate de una interpolación posterior, pues, aunque las claves de la
bhakti están ya presentes en potencia, no se desarrollan plenamente.
9 Svet.U.6.23.
172
Saivismo y tantrismo
SAIVISMO PURÁNICO
D urante la dinastía gupta (aproxim adam ente 320-500 d.C.) la religión puránica se tiesa
rrolló y extendió rápidam ente p o r el subcontinente a través de cantores, recitadores y
creadores de narraciones. La expansión conllevó el desarrollo de la forma de culto btali
mánica basada en estos textos (smárta, o pauránika). Con el declive de los guptas, si bien
este culto smárta estaba bien consolidado, se produjo un aum ento de los cultos esotéricos,
m uchos de los cuales (o cuando m enos una parte de ellos) term inaron siendo asimilados
p o r las formas de culto brahmánicas.
Los Saiva Puránas (el más im portante es el Linga) y los Siva Puránas desarrollan los
tem as puránicos habituales consistentes en genealogías, exposición de los deberes de las
diferentes castas, material Dharma Sastra y astrológico, pero además incluyen elem entos
exclusivamente salva, tales com o la erección de ¡ingas en los templos, descripciones de las
diversas formas en que se puede manifestar Siva, y de la naturaleza de Siva del que se im.i
gina que el cuerpo es el cosm os, trascendente e inm anente. Además del material relativo
al culto formal de Siva, algunos Puránas com o el Liriga también contienen informal ion
sobre las técnicas ascéticas y el yoga, especialm ente referentes a los pásupatas, la esnicl.i
saiva más antigua de la que tenem os noticia. Los Puránas clasifican a los salvas en cu.iim
grupos: pásupata, lákufisa, saiva y kápálika. Por su parte, Rámánuja en el com entario al
Rrabma-Sútra m enciona a saivas, pásupatas, kápálins y kálámukhas11. Todos estos gru
pos, p o r lo general, se perciben com o exteriores al sistema védico o puránico. De lu-i h< i,
todos los Puránas fueron redactados dentro de la esfera de la ortodoxia védica o siiinrm, y
textos com o el Kúrma-Purána condenan claramente el sistema pásupata12, defiaiClM-ndi i
en su lugar la autoridad del Satarudriya y de una Upanisad tardía que contiene malí m i
saiva, la Atharvasiras Upanisad. Aunque los Puránas están repletos de material u i w n i o
doxo saiva, se distanciaron, sin embargo, de los sistemas no-ortodoxos o támbeos, pm -
estimaban que constituían una amenaza para la pureza védica y el dharma.
10 Bhandarkar, Vaisnaeism, Saiuism a n d Minar Religious Systems, 1913; reimpresión en Nueva I Hlil,
Asian Educational Services, 1983, pág. 165.
11 Sribba. 2.2.37.
12 Kur.Pur. 1.14.30; 1.20.69.
I
El hinduismo
SATVISMO PÁSUPATA
En el seno de la vía suprem a (atimárga) destacan dos escuelas im portantes, la orden
pásupata, y una suborden, la lákula, parte de la cual constituía la orden kálámukha. La
pasupata es la escuela saiva más antigua, datando probablem ente del siglo II d.C. m en
cionada en la sección Náráyaniya del Mahábháratal\ a pesar de que no nos han 11c-
13 Sanderson, «Saivism and the Tamric Traditions»; A. Sanderson, «Purity and Power Among the
Brahmans of Kashmir», en Carri thers, Collins y Lukes (eds.), The Category o f the Person: Anthropology,
Philosophy, History, Cambridge University Press, 1985, pigs. 190-8.
Sanderson, «Saivism and the Tamric Traditions», pags. 664-90.
13 Mbh santiparvan 349-64.
174
Saivismo y tantrismo
gado ninguno d e sus textos propios. El único escrito pásupata que se conserva es el
Pásupata Sútra que se acom paña de un com entario tardío de Kaundinya1617(aunque ante
rior al siglo x). Según la tradición, el texto fue revelado por Rudra, que se había trans
formado en el sabio LakuÜsa (personaje posiblem ente histórico), al entrar y reanim ar el
cadáver de un brahm án en un cam po de crem aciones. Se ha considerado a este perso
naje com o la última de las encarnaciones (avatára) de Siva (que aparece m encionada
en el Kúrma PuránaP). Bajo esta forma im partió las enseñanzas contenidas en el Pásu
pata Sútra.
El asceta pásupata había de ser un varón brahm án que hubiese cum plido la cere
monia de iniciación en la casta alta. A unque se podría llegar a ser pásupata desd e cual
quier fase de la vida, el estatus de casta alta se m antenía com o ingrediente notorio en
la práctica religiosa, ya que no estaba perm itido dirigir la palabra ni a m iem bros de cas
tas bajas ni a m ujeres. De hecho, en un pasaje del com entario de Kaundinya sobre el
Pásupata Sútra18 se habla de la m ujer en térm inos misóginos figurándola com o la ten
tadora del asceta, qu e lo lleva a la locura y cuya sexualidad no puede ser controlada por
las escrituras. Si bien el asceta pásupata tenía q ue ser brahm án y célibe (brahm acárya ),
algunos textos védicos sm árta, com o el K úrm a-Purána I9, lo desaprobaron y censura
ron. Parece que los pásupatas se situaban en los límites de la sociedad ortodoxa de los
cabezas de familia, se ubicaban más allá de las cuatro etapas (ásrarna ), en una quinta
etapa «perfeccionada» (siddha ásramá) y rechazaban las prohibiciones que atañían a los
cabezas de familia en asuntos de pureza y vida familiar. Sin em bargo, al contrario de
m uchos otros grupos saiva, los pásupatas nunca abandonaron com pletam ente los valo
res védicos, ni los atacaron explícitam ente, ya qu e percibían su tradición no com o un
rechazo, sino com o la culm inación y realización plena de la vida védica. La liberación de
las ataduras del karm a y el renacim iento qu e estim aban que se producía tras la m uerte
se concebía com o la adquisición de las cualidades de la om nisciencia y la o m nipoten
cia. A unque en últim a instancia esta liberación se llevaba a cabo por la gracia de Rudra,
era m enester algún esfuerzo por parte del pásupata. Se materializó en la figura de un
voto o cum plim iento (vrata) que implicaba una práctica espiritual (sádhana) en tres
etapas progresivas.
Durante la prim era etapa el asceta vivía en un tem plo saiva. cubierto de cenizas y evi
tando lavarse con agua m ientras veneraba al dios por m edio de la danza y los cánticos, la
meditación enfocada hacia los cinco mantras sagrados de Siva, la risa y la circumambula-
ción del templo. D urante la segunda etapa tenía que abandonar el tem plo y los signos
175
El hinduismo
20 Pas.Su. 4.1-24.
21 Sanderson, op. cit. . págs. 665-6.
21 Mam, 11,73.
176
Saivismo y tantrismo
LA REVELACIÓN TÁNTRICA
Los Tantras no pueden datarse antes de 600 d.C. (los más antiguos), y la mayoría proba
blemente fueron compuestos a partir del siglo vin, de modo que hacia el siglo x existía un
gran Corpus de textos sánscritos, generalmente denominados «Tantras», aunque también
se empleaba el término Ágama, y «Samhitá» para nombrar a los textos vaisnava del
páñcarátra (véase pág. 141). Existe un amplio Corpus de Tantras budistas que forman la
base textual del vajrayána, se han conservado muy pocos en sánscrito, aunque quedan
suplidos por las traducciones tibetanas que han llegado hasta la actualidad. La cultura reli-*21
a O’Flalierty, op. cit. , pags. 123-27; Kranirisch, The Presence o f Siva, Princeton University Press,
1981, pags. 239-63.
21 Sanderson, op. cit., pags. 667-9.
177
El hinduismo
27 Snellgrove, Indo-Tibetan Buddhism. Indian Buddhists and their Tibetan Successors, Londres,
Serindia Publications, 1987 pugs. 152—60.
178
Saivismoy tantrismo
como secretos, sólo dignos de ser revelados por un gurú y tras una correcta iniciación que
anula el poder de los actos pasados26.
Los Tantras destacan por sus elementos eróticos y antinómicos (la práctica del sexo
ritual o el consumo de alcohol y carne ofrecidos a divinidades feroces), sin embargo, la
mayor parte de su contenido resulta de naturaleza más sobria incluyendo material que
versa sobre una amplia gama de cuestiones. Aunque se trata de textos principalmente
rituales, los Tantras también se interesan por explicar la formación de maturas, por pre
sentar cosmologías estructuradas y jerarquizadas, por la evolución del sonido del nivel
sutil al grosero, por las iniciaciones, el yoga, la doctrina, el comportamiento correcto o la
arquitectura de los templos. Tradicionalmente los Tantras deben cubrir cuatro temas, o
permanecer de pie sobre cuatro «patas» o «apoyos» (pádá)\ específicamente, la doctrina
(yidyá ojñána-páda), el ritual (kriyá-páda), el yoga (yoga-pada), y la disciplina o com
portamiento correcto (cárya-páda), aunque resulta excepcional que un texto se atenga
a este esquema27. Hay diferencias doctrinales y cada sistema tántrico se considera a sí
mismo como superior a los demás, especialmente en cuanto a la práctica espiritual
(sádbana) y al ritual (ya que la práctica se antepone a las diferencias doctrinales)*2728 Los
rasgos más característicos que se destacan en los Tantras son los siguientes (aunque algu
nos no son exclusivos de los Tantras y no en todos se contienen todos estos elementos):
179
El binduismo
Aunque todo lo anterior conforma una síntesis de rasgos comunes, las órdenes tán-
tricas tendían a la segregación, considerando sus propias revelaciones por encima de las
de las demás tradiciones. Los Tantras simplemente desarrollan una constante de ¡as tra
diciones hindúes: el incorporar las formas religiosas y los textos de grupos anteriores en
el seno de la nueva escuela pero en una posición de subordinación doctrinal.
29 Norman, TheElder's Verses, vol. II, Londres, l.uzac, 1971, pâg. 123-
111 Brunner, «Un Tantra du nord: le Netra Tantra», en Bulletin de l ’Écolefrançaise d ’Extrême-Orient,
61,1974, pags. 125-96.
180
Saivismo y tantrismo
Las ideologías de estos grupos empezaron a influir no sólo en la religión popular, sino
también en círculos brahmánicos, como podemos observar en la Cachemira del siglo xi. En
este caso, el culto popular de la divinidad Svacchanda-Bhairava (una manifestación de Siva).
sufre la influencia del ascetismo tántrico, pero este mismo proceso se produce también en
los niveles sociales superiores de brahmanes y en la corte, lo que resulta más significativo.
De hecho, la elite brahmánica instruida, de la que formaba paite el teólogo saiva
Abhinavagupta, empezaba a transformar la ideología extremista tántrica en una religión más
respetable para las castas altas. La influencia tántrica era motivo real de preocupación social
y su infiltración en los círculos de la corte en Cachemira fue caricaturizado por dramaturgos
como Ksemendra31. No obstante, a partir del siglo xn, el tantrismo sufrió un rápido declive
en el norte y el centro de la India en gran medida a causa de !a embestida musulmana y el
establecimiento del Sultanato de Delhi (1206-1526). Cachemira fue saqueada por Mahmud
de Ghazni en 1014, aunque permaneció libre de la dominación musulmana hasta el siglo xn.
En el sur, más allá de las fronteras musulmanas, el tantrismo ha sobrevivido y ha sido asimi
lado por el sistema social. Los Tantras son empleados como textos en los templos y resultan
perfectamente respetables en Tamilnadu y Kerala, donde los «tantris» son brahmanes de
casta alta que se encargan de acomodar los iconos en los templos; situación bien alejada de
los orígenes marginales del tantrismo de los campos de cremación.
31 Sanderson, «Purity and Power», pâgs. 190-216; Dyczkowski, The Doctrine of Vibration, Albany,
SUNY Press, 1987, pàgs. 14-7
32 Dyczkowski, The Canon o f the Saioàgama and the Kubjikdtantras of the Western Kaula Tradition,
Albany, SUNY Press, 1988, pàgs. 31-2.
31 Sanderson, «Saivism and the Tantric Tradition», pâg. 668,
181
El hinduismo
EL SAIVA SIDDHÁNTA
El saiva siddhánta aporta el ritual y sistema doctrinal básicos para la vía de los maneras,
que aceptan todas las tradiciones no-siddhánta. El saiva siddhánta es la principal forma
normativa del saivismo en la India del sur, utilizando escrituras tamiles, a pesar de que se
originó en el norte, especialmente en Cachemira. En Tamilnadu la tradición incorpora
una devoción emotiva (bbakti) expresada en los himnos de los hombres santos tamiles
(como también ocurrió con la tradición paralela de! sri vaisnava), aunque en origen se
trataba de un sistema de tipo ritual no interesado en la bhakti. El saiva siddhánta es un
sistema «dualista» que sostiene que hay una diferencia eterna entre el Señor y el alma, y
contrasta con el saivismo de «Cachemira» monista que consideraba al Señor y al alma
como una unidad. El saivismo monista sustituyó al saiva siddhánta en Cachemira, y des
pués, en el siglo xi o xn, se estableció en el sur. Destacan numerosos teólogos eminentes
del saiva siddhánta que redactaron comentarios a los textos tántricos y obras sobre ritual
y teología; los más significativos fueron Sadyojoti (siglo yin) en Cachemira, y Bhojadeva
(siglo xi) y Aghorasiva (siglo xn) en el sur.
Según la teología saiva siddhánta existen tres categorías diferentes de existencia: El
Señor (pati), y el universo mental y material que los une (pasa). El Señor, en uno de sus
aspectos llamado Sadásiva, realiza cinco acciones: la creación del cosmos, su manteni
miento, su re-absorción, la auto-ocultación, y la revelación por su gracia. Es completa
mente trascendente y diferente de la sustancia eterna de m áyá de la que el universo
material y mental surge. El Señor es la causa eficiente del cosmos, creándolo a través de
un regente, el Señor Ananta, que activa m áyá, la causa y sustancia materiales de las que el
universo constituye una transformación. Al haber sido creado, el cosmos ha de disolverse
de nuevo en maya en un proceso sin fin de emanación y reabsorción. Las almas vincula
das son seres conscientes aprisionados en el universo material inconsciente por la impu
reza (mala), por la acción y sus consecuencias (kanna), por máyá, y por el poder de la
voluntad del Señor. Eventualmente, el alma se libera de esta prisión mediante la acción
ritual y por ¡a gracia de Siva. Las tres categorías ontológicas pueden resumirse como sigue:
Pati («el Señor») Siva, causa eficiente del cosmos. Como Sadásiva realiza las cinco
acciones de creación, mantenimiento, reabsorción, ocultación y
revelación por la gracia.
pasa («vínculo») El universo que abarca todo fenómeno mental y material; inclu
ye muchos mundos diferentes y se manifiesta a partir de máyá,
su sustrato materia!.
182
Saivistn o y tantrismo
do en Siva, debe venerar a Siva»35. Esta práctica de identificación con la divinidad pudie
ra entenderse como expresión ritual de la metafísica monista que propugna que el alma
y lo absoluto son uno. Lo anterior cumple perfectamente para muchos sistemas tántri-
cos, pero no para el saiva siddhánta. Según el significado correcto del rito, el devoto
(sádhaka) se iguala a Siva pero permanece ontológicamente distinto.
SAIVISMO KÁPÁLIKA
El saiva siddhánta constituye el ritual básico y sistema teológico de la vía de los mantras.
La otra rama importante de esta forma religiosa está constituida por los sistemas no-sidd-
hánta. Realizar una clasificación de Tantras y grupos en esta categoría resulta extremada
mente complejo. Estos Tantras, diferentes de los veintiocho Ágamas del saiva siddhánta
son denominados Tantras Bhairava. Esta categoría incluye varias subdivisiones, pero
todas se caracterizan por la insistencia en el culto a las formas feroces de Siva y de la terri
ble diosa Káfi36. Los devotos que redactaron estos textos y los que practicaron el ascetismo
en los campos de cremación donde se originaron, eran llamado kápálikas, los «hombres
de la calavera», porque, igual que los ascetas lákula de la vía suprema, portaban un bastón
en cuyo extremo se localizaba una calavera (khatváñga) y un cuenco en forma de cráneo
para mendigar; es decir, habían tomado el «gran voto» (m ahávrata), equivalente a la
penitencia por haber matado a un brahmán.
El asceta kápálika era el contraejemplo del respetable cabeza de familia brahmán, e
incluso de los seguidores del saiva siddhánta. Sin embargo, su teología estaba funda
mentada en la ideología saiva siddhánta, aunque interpretada del modo más radical, El
asceta vivía en los campos de cremación imitando a sus divinidades feroces y apaci
guándolas con ofrendas de sangre, carne, alcohol y secreciones sexuales que se procu
raba por medio de realizar cópulas rituales sin restricciones de casta. Para el brahmán
ortodoxo se trataba de actividades altamente contaminantes (incluso la mera visión de
uno de estos ascetas resultaría una polución). La carne y el vino eran de uso bastante
corriente entre las castas bajas, pero impuros para un brahmán. Un brahmán ortodoxo
sólo realizaba ofrendas puras y vegetarianas a sus dioses, y la actividad sexual estaba res
tringida por el código del vamásrama-dharrna y excluida del mundo de la p u ja . En
lugar de comida vegetariana los kápálika ofrecían carne, en lugar de leche ofrecían vino.
El objetivo de los kápálika era el poder (sidhi) y pensaban que podían alcanzarlo por
medio de la ruptura con los tabúes de la sociedad, apaciguando a sus divinidades con
ofrendas que serían anatema para los ortodoxos, y captando el poder de sus divinidades
a través de la posesión controlada.
En los Tantras Bhairava se suele realizar una ulterior división que discrimina entre
los textos que pertenecen a la «sede de los maneras» (mantrapitba) y los de la «sede de
las vidyas» (vidyápitha). En la sede de los mantras se incluían textos que planteaban el
culto de Siva bajo la forma de Svacchanda (por ejemplo, el Svacchandabhairava-Tantra,
muy popular en el valle de Cachemira), mientras que en la sede de las vidyas los textos se
dedicaban a cultos extremistas en honor a la Diosa, poder {sakti) de Siva, siendo los más
importantes los kaula, o kuia, cuya denominación hace referencia tanto a grupos diversos
de adeptos como a una orientación general que encardina el culto tántrico en las divini
dades femeninas. El ascetismo kápálika prácticamente ha desaparecido de la India, excep
ción hecha de los aghorls (radicados especialmente en Benarés), que conservan los
modos de vida y pensamiento kápálika consistentes en usar calaveras como cuencos para
comer, meditar en los campos de cremación, utilizar secreciones corporales para apaci
guar a su dios y, cuando menos en teoría (y quizás también en la práctica), cumplir un
ritual que se basa en la ingestión de cadáveres37.
LA TRADICIÓN KAULA
La tradición kaula, o kula, se desarrolló en el contexto del ascetismo kápálika de los cam
pos de cremación. El término kula, que significa «familia», se refiere a las familias de dio
sas (yogini) que forman los séquitos de varias divinidades tántricas y sus consortes. El
kaula se autodivide en cuatro transmisiones (orientaciones) nombradas según las direc
ciones cardinales, aunque no se ha esclarecido de modo suficiente hasta qué punto la
clasificación refleja la realidad socio-histórica de estos grupos. La transmisión del este
venera a Siva y Sakti como Kulesvara y Kulesvarí, rodeados por su séquito de diosas; bajo
su influencia se desarrollará la escuela trika del saivismo de Cachemira. La transmisión del
norte venera a la terrible Diosa Guhyakáfi y configura el sistema krama que venera una
serie de divinidades feroces ordenadas según una secuencia {krama) específica. La trans
misión del oeste enfoca el culto en Kubjiká, imaginada como una anciana jorobada, mien
tras que la del sur venera a la bella y erótica Kámesvari (o Tripurasundarí). La tradición
rtil vidyá del sur (véase págs. 205-207)38 se basa en esta orientación.
El desarrollo de estos grupos tántricos y la confección de sus textos son complejos
ile analizar, aunque puede resultar útil una clasificación dicotòmica; por una parte, des
taran los cultos apacibles (en particular el saiva siddhánta), que veneran a Siva en su
Parry, «The Agliori Ascetics of Benares», en Burghardt y Cantille (eds.), Indian Religion, Londres,
1117011,1985, pigs. 51-78; Parry, «Sacrificial Death and the Necrophagus Ascetic», en Parry y Bloch (eds.),
/ tenth and the Regeneration o f Life, Cambridge University Press, 1982; Parry, Death in Banaras, Cambridge
University Press, 1994, pigs. 251-71.
18 pacj0UXi Le Coeur de la Yogini. Yoginïhrdaya avec le commentaire Dipika d'Amrtdnanda,
ml'.. Diffusion de Boccard, 1994, pags. 8-10,
185
El hinduismo
,1,1
i> caracterización menos terrible (como Saciasiva), y, por otra, los cultos encardinados en la
figura de la Diosa, que veneraban a divinidades feroces (especialmente las diosas), que
exigen que se las apacigüe con sangre, alcohol y ofrendas de carácter erótico. El saiva
siddhánta, como sistema normativo, se estableció en tanto que religión de cabezas de
'I familia y como tal permanece hasta hoy en el sur. La ideología y algunas de las prácticas
ir
; ,i
de los cultos kaula extremistas terminaron siendo adaptadas para que pudieran resultar
íi aceptables para un público más amplio. Este fenómeno, al que dedicaremos las páginas
siguientes, terminó conociéndose como saivismo de Cachemira.
V1 EL SAIVISMO DE CACHEMIRA
El término saivismo de Cachemira se emplea en referencia a la transformación de la trans
ti misión kaula del este conocida como trika («triple») en una religión de cabezas de familia
Y,
parecida al saiva siddhánta. No obstante, al contrario del saiva siddhánta, la escuela trika
era monista, sosteniendo una teología que profesaba la identidad del Señor, el alma indi
i vidual y el universo, o vínculo. No se trata de ontologías diferentes, sino, esencialmente,
,]i I
1|l de una realidad única cuya naturaleza es la conciencia (samvit, cit). El cosmos es una
ji|
íi, emanación, o vibración, de la conciencia y los seres individuales no son sino manifesta
ciones del absoluto «Gran Siva» (Mahesvara o Paramesvara) cuya naturaleza última es la
y pura conciencia. El objetivo soteriológico del iniciado en la escuela trika es reunificar su
'í
conciencia individual con la conciencia superior, universal, que, a nivel de culto, se mani
! fiesta bajo las formas de Siva y, también, de la Diosa Ká!¡. Aunque la escuela trika surgió
en los marginales campos de cremación, sin embargo, su ideología y prácticas de carácter
monista llegaron a interesar e influir en los cabezas de familia brahmanes que se apropiaron
de las enseñanzas trika, adaptándolas a la corriente principal de las tradiciones hindúes y
articulando una teología diferente de la de los dualistas saiva.
Como ingrediente de la revelación tántrica se narra la siguiente leyenda: un sabio de
nombre Vasugupta (fechable aproximadamente entre el 875 y el 925) tuvo un sueño por
el que Siva le mandó viajar al Monte Mahádeva en Cachemira. Se dice que en este monte
encontró un compendio de versos inscritos en una roca, los Siva Sútras, que perfilan la
enseñanza del monismo saiva, siendo este texto una de las fuentes clave de la tradición.
Además de esta revelación estimada de carácter divino, destacan autores que ahondaron
en la articulación teológica de los textos saiva monistas escritos por mano humana, en par
ticular Sománanda (aproximadamente 900-950), que fue el primero en generar una teo
logía saiva monista sistemática en su «Visión de Siva» (Sivadrsti), y su discípulo Utpaladeva
(aproximadamente 925-75), antecesor del gran teólogo saiva Abhinavagupta (aproxima
damente 975-1025). Aunque el sistema ritual o base del saivismo de Cachemira lo ofrece
la escuela trika, la articulación teológica que se lleva a cabo en las obras de los autores antes
citados tomó el nombre de escuela «reconocimiento» (pratyabhijña). Postula que el obje-
186
<i
Saivismoy tantrismo
tivo de la vida sería reconocer nuestra identidad con la conciencia absoluta de Siva que, no
obstante, para las enseñanzas esotéricas de la escuela trika toma la forma de Kátí.
La práctica (sádh a n a ) de la escuela trika, descrita en el compendio de
Abhinavagupta titulado «Luz sobre el Tantra» (Tantraloka), consistía en un largo ritual
diario que seguía el modelo del saiva siddhánta, a la vez que incluía algunas prácticas
yóguicas denominadas los «métodos» (upáya), entre los que se contaba el yoga kundalinl
(véase pág. 117). El iniciado tenía que purificar su cuerpo mediante su destrucción sim
bólica, recrearlo mediante la utilización de mantras (nyasa), realizar un culto mental o
interior que incluía la visualización del símbolo del tridente de Siva penetrando por todo
el cuerpo, y, finalmente, realizar un culto externo usando un diagrama simbólico externo
(marídala). El tridente visualizado es importante para la teología trika, ya que cada punta
representa una de las tres diosas, de las que se deriva el nombre «trika», o sea, Para («la
Suprema»), Parapara («la Suprema no-Suprema») y Apara («la no-Suprema»), Éstas, a su
vez, representan manifestaciones de la conciencia pura expresada bajo la forma de la
diosa Kálasamkarsim. A un nivel más profundo de la liturgia trika y para los elegidos, se
postula el «ritual secreto» (kulayága) que incluye ofrendas a la Diosa de carne, alcohol, y
la realización del acto sexual en un contexto ritual entre el devoto y su pareja femenina.
Este rito resume la unión (yámala) de Siva y su energía, Sákti, y el placer (rasa) que nace
de este encuentro sexual ritualizado refleja la alegría (á n a n d a ) y la maravilla
(icamatkára) de la conciencia pura39.
Los teólogos trika, especialmente Abhinavagupta y su discípulo Ksemarája (aproxima
damente 1000-1050) se enfrentaron con éxito a la interpretación dualista implicada en las
escrituras de Cachemira. No obstante, la doctrina dualista, si bien desapareció de
Cachemira, arraigó en el sur, donde fusionó con el bhaktismo tamil. Aunque probablemente
nunca fue muy popular entre los estratos inferiores de la sociedad, la ideología trika influyó
en la corte y muchas de sus ideas y prácticas fueron asimiladas por el brahmanismo orto
doxo smárta. Tras el sometimiento de Cachemira por los musulmanes en el siglo xi, el
saivismo prácticamente se extinguió en la zona manteniéndose tan sólo un leve eco de la
tradición en la actualidad'10. Muy diferente será la historia del saiva siddhánta, ya que, al
trasladarse al sur, lejos del dominio musulmán directo, estableció florecientes escuelas cen-
iradas en prósperos templos, a veces bajo patrocinio real, que aún sobreviven hoy en día.
■
w Sobre ambas formas del ritual trika véase Sanderson, op. cit, pags. 672-74; Sanderson, «Mandala
.mil the Agamic Identity of the Trika of Kashmii», en Padoux (ed.), Muniras et diagrammes rituels d a m
I hindouisme, Paris, CNRS, 1986, pàgs. 169-207; Flood, Body a n d Cosmology in Kashmir Saivism, San
Francisco, Mellen Research Press, 1993, pâgs. 269-301.
m Madan, «The Ideology of the Householder Among the Kashmiri Pandits», en Madan (ed ), Way o f
I .'/e, King, Householder, Renouncer, Delhi, Vikas Publishing I louse, 1982, pigs. 223—49; para un exponente
ai mal de la escuela pratyabhijnà, véase Lakshman Jee, Kashmir Saivisnt: The Secret Supreme, Albany,
Universal Saiva Trust, 1988.
187
El hinduismo
188 /
Éaivismoy tantrismo
por los que se desarrollaba la segunda, siempre cabía la posibilidad de que la bhakli toma
se derroteros salvaos, incontrolados y extáticos.
Los textos venerados por el saiva siddhánta del sur eran los Vedas; los veintiocho
Ágamas dualistas que forman la base ritual de la tradición; los doce libros del canon saiva
tamil, denominado Tirumurai y que contiene la poesía de los náyanárs; y los Sastras
saiva siddhánta. El Tirumurai contiene un extenso corpus de material cuyas fechas
cubren un periodo de 600 años, desde alrededor del siglo vi hasta el xn. Entre los poetas
cuya obra aparece en el canon saiva destacan Appar, Campantar y Cuntarar (siglos vi-vm
d.C.). Su poesía forma el Téváram, una colección compilada y clasificada basándose en
criterios musicales en el siglo x por Nampi Antar Nampi. Los tres poetas antes citados,
junto al hombre santo de finales del siglo ix, Mánikkavácakar, autor del Tiruvácakam,
son considerados como los padres fundadores del saiva siddhánta del sur. Estos poetas
ensalzan a Siva y sus moradas, los templos del sur de la India que formaron una red de
centros de peregrinación; se creó una geografía sagrada que a la par se transformó en una
geografía sacro-política durante la dinastía de los reyes chola (aproximadamente
870—1280)41. Bajo los cholas, el saivísmo disfrutó del patrocinio real y el gran templo de
Cidambaram se convirtió en un importante centro político y religioso.
Durante el periodo que abarca desde el 600 d.C. y el advenimiento de los cholas, coin
cidente con la época de composición de los himnos de los náyanárs, los palavas, que gober
naban el norte de Tamilnadu, y los pandeyas, que gobernaban el sur, desarrollaron una
estructura social fuerte, parecida al feudalismo, una jerarquía de patrocinio que incluía una
burocracia sofisticada42. Se produjeron conflictos políticos y militares constantes entre estos
reinos, y también con el reino chalukya del norte. El movimiento bhakti, tanto saiva como
vaisnava, con su insistencia en la igualdad entre los devotos, puede considerarse como parte
de una reacción contra un sistema que oprimía a los grupos inferiores de la sociedad e
impuso una tuerte carga fiscal a fin de financiar los enfrentamientos militares. Si bien el
movimiento bhakli no debe percibirse exageradamente como un modelo de articulación
de «lucha de clases», sin embargo, destaca de modo evidente en tanto que modelo de opo
sición a estructuras rígidas y sistemas racionalizadores. Todos los devotos de Siva son sus
esclavos (aliyár) y cada uno tiene una relación personal con él al margen de cualquier reli
gión institucionalizada43. Destacan algunos escritos contrarios a las castas generados por los
denominados «adeptos» (cittar en tamil; siddha en sánscrito); es decir, yoguis tamiles cuyas
ideas se expresan de modo diáfano en el Tirumantiram de Tirumular.12
11 Peterson, Poems to Siva, The Hymns o f the Tamil Saints, Princeton University Press, 1989, págs. 13-14.
12 No obstante, se ha puesto en duda el concepto de feudalismo como modelo para la comprensión
de la historia del subcontinente indio. Véase Stein, op. cit.
Zvelebil, op cit., págs. 185-95.
189
El hinduismo
Otro factor importante que llevó al desarrollo de la bhakti fue la reacción popular
contra el budismo y el jainismo, ambos movimientos ascéticos y de renuncia, bien esta
blecidos en el sur hasta el año 1200 d.C. Los jainas en especial fueron duramente critica
dos por los devotos que les acusaban de desconocer el tamil y el sánscrito (su lengua era
el prácrito), de ser sucios y, en general, antisociales. Las doctrinas de renuncia al mundo
y el «ateísmo» de estas religiones resultaban poco atractivos en la cultura tamil del
Medievo de tal modo que terminaron languideciendo mientras la devoción se convertía
en la ideología dominante, y la puja hacia divinidades bien perceptibles pasó a ser la prac
tica religiosa básica.
El saiva siddhánta tamil se construye, en resumen, por la fusión de varios elemen
tos. Por una parte, se constata una aceptación de raíz brahmánica del Veda, pese a que en
la practica quede relegada en detrimento de losÁgamas; además destaca un fuerte culto
basado en los rituales centrados en templos que se encardina en las materializaciones de
Siva ubicadas en los diversos templos diseminados por el territorio sagrado tamil; por últi
mo hay que añadir un culto bhakti emotivo basado en los himnos de los náyapárs. Este
tipo de bhakti, si bien se originó en el sur y floreció en la poesía de los návanárs y ájvars,
se extendió rápidamente al norte e influyó en la tradición liñgayat de Karnataka.
EL TANTR1SMO EN KERALA
El tantrismo también arraigó en Kerala, el extremo suroeste de la India donde ha llega
do a ser una de las tradiciones predominantes entre los brahmanes nambudri. En
Kerala, como, de hecho, ocurría en Tamilnadu, la importancia del tantrismo en la cul
tura centrada en ios templos resulta muy destacable y las formas de culto tántrico son
parte integral de las prácticas rituales diarias. Sin embargo, mientras que en Tamilnadu
las tradiciones tántricas presentan una orientación saiva o vaisnava, en Kerala estas dife
rencias no cumplen y el tantrismo de Kerala no puede clasificarse según esos criterios,
ya que incorpora en su culto diferentes divinidades brahmánicas saiva y vaisnava, tales
como Siva, Visnu, Ganesa y divinidades regionales de las castas bajas, y en particular
diosas, El tantrismo de Kerala se encuentra muy alejado de las tradiciones de los cam
pos de cremación, claves en el tantrismo del norte, y aparece completamente asimilado
en las tradiciones ortopráxicas vaidika. En Kerala un tantri es un brahmán nambudri
perteneciente a alguno de los grupos de familias ordenadas según una jerarquía de
estatus. La función principal de estos tantris es la de instalar los iconos en los templos
mientras que los ritos diarios son realizados por pü jd ris de familias diferentes. Destaca
también, sobre todo entre las castas inferiores, una tradición centrada en la magia ritual,
mattíravádam . y enfocada hacia la curación de enfermedades y el alejamiento de la
mala fortuna; un tantri bien puede añadir a las funciones de sacerdote en un templo las
de «mago» (m antravddin).
190
\
Saivimo y tantrismo
Los orígenes del tantrismo en Kerala resultan todavía confusos aunque la tradiiiuii
parece proceder de Cachemira. Los dos textos clave empleados en el ritual de los templo.',
son el Tantrasatnuccaya de Cenasnambudri (siglo xv d.C.), y el isá n a siva g u n u lm t
l>addhati que remonta al siglo xn44. Aunque son textos que se emplean en los cultos tan
tríeos centrados en los templos (y se insertan en la religión de los cabezas de familia), sin
embargo reflejan en ocasiones una cosmovisión de carácter muy arcaico cuyas raíces se
adentran en el ascetismo de los campos de cremación. Otra tradición regional importan
te, fusión de la bhakti con el tantrismo y que se desarrolló en Karnataka, fue la de los
lirigayats, que trataremos a continuación.
LOS LIÑGAYATS
los lirigayats, «los que portan el liriga», o virasaivas, «héroes por Siva», fueron fundados
por Basava (siglo xn d.C,), aunque parece que tuvieron algunas conexiones con la orden
kálámukha. No obstante, al contrario que los kálámukhas, favorecen la devoción por enci
ma del ascetismo y rechazan ei culto centrado en los templos y los ¡conos, excepción
hecha del liriga, que se porta al cuello, y al que se dedica un culto diario. El devoto
liñgayat cree que al morir se producirá directamente la unión con Siva y no regresará al
mundo. Por tanto, los lirigayats no necesitan ritos funerarios ortopráxicos y enticrian a
sus muertos igual que se hace con los hombres santos. Aún hoy en día se mantiene un a
importante comunidad liñgayat en Karnataka.
Basava (aproximadamente 1106-1167) fue un brahmán saiva de la corte de Bijjala, tey
ils Kalyána. Reformador social y religioso, devoto de Siva bajo la advocación de «Señor del
lincuentro de los Ríos», expresaba su devoción por medio de la poesía y que fundó una nueva
i omunidad. Otra poetisa notable de la comunidad liñgayat fue Mahádevyakka, algo más joven
que Basava, aunque coetánea suya. Llevó una vida de asceta errante y desnuda, en la icono
grafía se la representa tapada solamente por su cabello. En su poesía habla de su arriicnii
deseo por Siva despreciando el amor mundano al que estima provisional e insatisfactorio:
44 Para un análisis del tantrismo de Kerala véase Unni, «Introduction», en Campati Sosti i (cd.), Tniihii
'«muccaya ofNdräyana, Delhi, Nag Publishers, 1990, págs. 1-75.
^ Ramanujan, Speaking ofSiua, Harmondsworth, Penguin, 1973, púg. 134.
Ivi
El binduismo
RESUMEN
Al igual que el vaisnavismo, el saivismo constituye una tradición rica y compleja que alcan
za una clara articulación durante el periodo posterior a los gupta, aunque sus raíces tienen
un origen muy remoto, quizá anclado en la civilización del Valle del Indo. El saivismo ha
sido por lo general menos ortopráxico que el vaisnavismo, menos preocupado por ubi
carse en la tradición que arranca de la revelación védica. Ha conformado su propia revela
ción en los Tantas saiva, incorporando la revelación védica/pero estimándola de inferior
nivel. Como también ocurría en el vaisnavismo, coexisten una amplia variedad de formas
religiosas que van desde el culto a Siva smárta o pauránika de carácter ortopráxico, hasta
la bhakti extática y las formas altamente esotéricas y antinómicas del culto extremista
tántrico. En lo referente al universo religioso tántrico, y en los Tantras en los que la Diosa
presenta un papel preponderante, la distinción entre las orientaciones saiva y sákta resul
ta muy difícil. En las páginas que siguen dirigiremos nuestra atención hacia la variante
sakta y hacia la religión de la Diosa.
192
8 Tradiciones de ia Diosa y sáktismo
Las tradiciones de Siva y de Visnu han dominado la literatura hindú y han sido el foco
principal de la atención devocional. Sin embargo, también ha florecido una tradición de
gran vitalidad centrada en la Diosa y todos los días se cumplen actos de culto a un gran
número de diosas en todo el subcontinente indio. Las innumerables diosas de las tra
diciones locales son generalmente consideradas por los hindúes como manifestaciones,
o aspectos, de una sola Gran Diosa, o Mahá Devi, cuyo culto podría remontarse hasta
los tiempos prehistóricos si las figuritas de terracota del VI o V milenio se entienden
como imágenes suyas. El culto de la Diosa hindú también es importante, más allá de las
fronteras del hinduismo, en las revitalizaciones occidentales contemporáneas del culto
a la Diosa1.
La Diosa es una figura contradictoria y ambivalente en el hinduismo. Por una parte,
es fuente de la vida, madre benévola, generosa y efusiva, pero por otra, es la terrible fuer
za malévola que exige ofrendas de sangre, carne y alcohol para aplacar su ira. Wendy
Doniger O’Flaherty se lia referido a dos categorías diferentes de diosas indias que refle
jan estas dos naturalezas: por una parte, están las «diosas de diente», eróticas, feroces y
peligrosas, y, por otra parte, están las «diosas de pecho», propicias, bondadosas y fértiles1
2.
Las diosas de pecho son generalmente modelos paradigmáticos para las mujeres hindúes
y encarnan las cualidades maternales de la generosidad y la elegancia, serviciales hacia sus
esposos divinos; por su parte, las diosas de diente son independientes, de bajo rango y
someten a sus consortes (caso de tenerlos). Las diosas de pecho, de alto rango, presen
tan una sexualidad adaptada a los esquemas ideológicos brahmánicos, mientras que las
diosas de diente, de bajo rango, se caracterizan por la libertad, como observa Wendy
Doniger O’Flaherty, incluso de agredir a los hombres3. De todos modos, destacan algu
nas excepciones a esta dicotomía y algunas diosas, como Tripurasundarl, unen belleza e
independencia. Devi, la Gran Diosa, por su parte, aúna ambas caracterizaciones y los cul
tos que se le dedican expresan esta ambivalencia.
1 Gross, «Hindu Female Deities as a Resource for the Contemporary Rediscovery of the Goddess», en
¡nurnal o f the American Academy o f Religion, 46.3, 1978, págs. 269-92.
2 O'Flaherty, Women, Androgynes and other Mythical Beasts, pig, 91. Véase el excelente estudio
general sobre la Diosa y las diosas: Kinsley, Hindu Goddesses: Visions o f the Feminine in the Hindu Religious
Tradition, Berkeley y Los Ángeles, University of California Press, 1986. Véase también N.N. Bhattacharyya,
History o f the Sdkta Religion, Delhi, Munshiratn Manoharlal, 1974; Payne, TheSaktas, Calcuta. YMCA
Publishing House, 1933.
3 O’Flaherty, op. c il, pág. 91.
193
El hinduismo
EL MITO DE DEVÍ
Se conocen un buen número de tradiciones literarias referentes a la Diosa y a diosas
menores en Puránas y Tantras. La manifestación más notable de Devi toma el nombre de
Durgá, la diosa guerrera que mata al búfalo-demonio Mahisa. Este mito es clave en el
culto de Devi y base del motivo iconográfico principal, su representación bajo los atribu
tos deMahisa-mardini, la matadora del búfalo-demonio. Se cuenta el mito con numero
sas variantes en los Puránas, y especialmente en el Devlbhágavata Purdna y el
Devlmáhátmya (que forma parte del Márkandeya Purdna). Este último texto, la obra
más antigua que glorifica a la Diosa, data de los siglos v al vu d.C y presenta una versión
sencilla en la que se basa la siguiente descripción.
El búfalo-demonio, Mahisásura, o simplemente Mahisa («búfalo»), había recibido de
Brahmá el don de no poder ser muerto por ningún varón. Confiado en su invencibilidad,
conquistó el mundo y, deseando conquistar también el cielo, envió un ultimátum a Indra
194
Tradiciones de la Diosa y sáktismo
rey de los dioses. Indra, tras despreciar a Mahisa, entabló una terrible batalla en la que el
dios fue vencido y huyó con Brahmá en busca de refugio; otro tanto ocurrió con Siva y,
finalmente, con Visnu. De los cuerpos y rostros enojados de los dioses em ergen grandes
masas de energía q ue tom an la forma de una bella mujer, que es, naturalm ente, D evi. Los
dioses materializan copias de sus armas y las entregan a DevI con el encargo de vencer al
dem onio Mahisa. Recibe el león-m ontura del dios de la m ontaña Himavat y la copa de
vino de Kubera, el dios septentrional de la riqueza. Lanza una terrible carcajada y los dio
ses gritan «victoria». Al oír los gritos de los dioses, Mahisa, encolerizado, m anda a sus tro
pas que descubran lo que ocurre. Regresan y le narran la extrem a belleza de la Diosa que
posee todas las cualidades del am or, el heroísm o, la risa, el terror y el prodigio y además
está soltera. Por m edio de sus emisarios, Mahisa la pide en m atrimonio, pero Devi lo des
deña dejando perplejos a Mahisa y sus consejeros tanto por su conducta am orosa como
por su discurso bélico. Los emisarios al recibir la negativa atacan a la Diosa y son venci
dos. El propio Mahisa, tom ando la forma d e un joven bien parecido, acude a Devi de
nuevo para declararse, pero ella le dice que ha nacido para proteger a los rectos y que
debe huir al infierno o luchar. Tom ando las formas de varios animales ataca a D evi, pero
ella bebe vino, lo persigue m ontada en su león, lo atraviesa con su tridente y lo decapita
con su disco cuando em erge bajo forma hum ana del cuerpo del búfalo. Los dem ás dem o
nios huyen al infierno y Devi recibe las alabanzas de los dioses a quienes prom ete ayudar
cuando sea necesario“1.
Un buen núm ero de temas y actitudes características aparecen expuestos en este
mito. El relato enfrenta directam ente los m odelos brahm ánicos de m ujer tal como se
expresan en los Dharm a Sastras, donde la naturaleza femenina (stñsvabhává) se define
com o pasiva, no bélica, y donde el papel de la m ujer se construye a partir de la autoridad
masculina, a la que ha d e som eterse siem pre, ya sea en tanto hija, esposa o madre. Mahisa
no puede ser m uerto por ningún varón, y estim a imposible que una m ujer pueda tener
suficiente fuerza para vencerle. La reacción inicial de Mahisa es q uerer casarse con la
herm osa Devi y así som eterla y controlarla, pero queda perplejo am e su belleza, que con
trasta con el discurso belicoso que expone; de hecho, la Diosa encarna a la par las cuali
dades estéticas tradicionales (rasa) relativas al heroísm o (virya) y al erotism o (irrigara)
que se alaban en la poesía sánscrita. Cuando Mahisa ataca ella bebe vino antes de entrar
en lid, se trata de acto indicativo de que se trata de una divinidad que exige ofrendas de
alcohol y sangre; además su poder es muy superior al de los dioses varones, puesto que
sólo ella fue capaz de vencer al dem onio invicto.
“* Vijnanananda (trad.), The Srimad Devi Bhdgavatam, Sacred Books of the Hindus 26, Nueva W in.
■Mental Books, reimpresión, 1977. Para una comparación del mito en otros Puránas véase C.M. Brown, TI»■
Iriitmph o f the Goddess■Canonical Models a n d Theological Visions o f the Devi-Bbágavala P urdm , AH' mi
IINY Press. 1990.
I'
El hinduismo
196
Tradiciones de la Diosa y sáktismo
197
El hinduismo
pan-hindúes com o Kafi. Los him nos del Rg Veda imploran que se aleje y piden protección
a los dioses contra sus desm anes7. En los Brahmanas se la describe com o de tez morena y
moradora de las tierras meridionales, la dirección d e la m uerte8. Por el contrario, Vác (el
habla) es la diosa del poder creativo, inspiración de los sabios, reveladora de los significa
dos del lenguaje, e identificada con la verdad. El habla desem peña un papel im portante en
la posterior filosofía hindú y en las tradiciones yóguicas y tántricas en cuanto poder radi
cado en las palabras y especialm ente en los mantras. Se cita a otras diosas en la primitiva
literatura védica, com o la diosa-río Saravati, la Noche, la Selva, y Diti, m adre de los dem o
nios, pero sus com etidos se subordinan a los de los dioses. —
Ya que los primitivos textos constituyen la única evidencia de que disponem os res
pecto de la religión védica, podem os concluir, a partir de ellos, lo siguiente:
198
Tradiciones de la Diosa y sáktismo
Sríkula Káfikula
niños, que deben ser protegidos de sus atenciones no solicitadas. La feroz Kafi aparece en
la épica en calidad de producto generado por la ira de la consorte de Siva, la Diosa Umá
o Párvati, y Durgá es objeto de alabanza en dos plegarias realizadas por Arjuna con la
intención de vencer a sus enemigos9. En el sur de la India conocemos más datos, algunos
muy antiguos, de culto a divinidades femeninas. La Diosa Virgen, Kanya Kumárt, cuyo
templo está ubicado en el punto extremo de la India, ya se conoce en los primeros siglos
de nuestra era, y la literatura carikam tamil menciona a Korravai, diosa de la victoria a
quien se sacrificaban búfalos y en cuyo honor se exhortaba a los guerreros del bosque, los
mapvars, al suicidio ritual10 No obstante, hasta los Puránas no encontramos una teología
y mitología sákta desarrolladas, ni se constata la idea de una «Gran Diosa» (Mahádevi) sín
tesis de las demás divinidades femeninas.
Por tanto, va tomando forma de modo gradual un proceso de incorporación de la
Diosa a la esfera brahmánica, una asimilación que podría considerarse como un movi
miento «ascendente» por el que las diosas locales se van transformando desde entida
des probablemente anicónicas (divinidades representadas por piedras, armas, bastones
y fenómenos naturales) en representaciones que finalmente son asimiladas en el pan
teón brahmánico como esposas de los dioses. La Diosa como entidad propia (al mar
gen de cualquier relación con divinidades masculinas) se incorpora al culto smárta
como una de las cinco divinidades de lapañcáyatana pú já y queda unlversalizada en
la mitología puránica.*19
199
I
El hinduismo
DIOSAS PAN-HINDÚES
La ideología puránica y smárta dominó el primer Medievo y alcanzó una difusión pan-
india. Con los Puránas la Diosa fue asimilada por la religión brahmánica y una teóloga de
la Diosa se fue articulando en el seno de las tradiciones narrativas puránicas. Estas tradi
ciones se expandieron y las pruebas arqueológicas dan fe de un culto a la Diosa disemi
nado por todo el subcontinente indio. En Mámallapuram (también conocido por
Mahabalipuram) en la costa sureste de Tamilnadu, ya aparecen representaciones de
200
Tradiciones de la Diosa y sdktismo
201
El hinduismo
LA DIOSA Y EL SACRIFICIO
Una de las características más sorprendentes de la Diosa es que acepta, y exige, sacrificios
de sangre. El sacrificio forma parte de su culto y es fundamental para su mitología (por
analogía matar al búfalo demonio puede interpretarse como el sacrificio del búfalo). La
Diosa bebe vino de una copa mientras mata al búfalo demonio, en un reflejo mítico de la
idea de beber la sangre de la víctima sacrificada durante el ritual. De hecho, beber la san
gre de la víctima ha sido una característica del culto a la Diosa, especialmente en su varie
dad tántrica medieval, tratándose de un elemento importante de la mitología de la Diosa,
presente tanto en lo referente a la divinidad pan-hindú Durgá, como en las manifestacio
nes tántricas de la Diosa, y a nivel local en las diosas aldeanas. Si bien para las formas brah-
mánicas «purificadas» del hinduismo el concepto de sacrificio se separa del ámbito del
ritual, y se limita al simbolismo o al campo de la mitología, en la religión popular de las
aldeas, en cambio, el sacrificio de sangre es parte integral del culto local a la diosa. Por
ejemplo, los brahmanes nambudri de Kerala no practican el sacrificio de sangre porque
hubiera sido extremadamente contaminante, pero realizan ofrendas de sustitución de
sangre a las Diosas locales, o familiares, como Raktesvari, la «Diosa de la Sangre» (véase
págs. 229-230).
La no violencia (ahim sd) es un elemento importante en el hinduismo, particular
mente entre los brahmanes y renunciantes. Pero este ideal contrasta fuertemente con la
violencia explosiva y sangrienta de la diosa. Puesto que la Diosa es fértil y dadora de todos
los bienes, debe ser renovada con sangre, que es poder de [vida, a fin potenciar que su
acción beneficiosa se multiplique, Esta renovación sangrienta, puede entenderse como
analogía con los ciclos de menstruación de la Diosa, aunque la sangre de las víctimas del
sacrificio ante todo se considera como sustituto del devoto o devota. De hecho, así como
la no violencia constituye un elemento esencial en el mundo del brahmán cuya finalidad
es el mantenimiento de la pureza ritual, de igual modo la violencia podría considerarse
como elemento esencial en el mundo de los ksatriya. La conexión entre la Diosa y el
poder real atañe al sacrificio en cuanto que uno de los ideales de la monarquía era hacer
prosperar la situación de guerra con los reinos vecinos. Por tanto, el campo de batalla
puede considerarse un sacrificio, y la muerte de los enemigos equivale a la de las víctimas
del sacrificio. De hecho, el sacrificio humano, el sacrificio de la «gran bestia» (mahápasu),
se considera en el Veda como el mayor sacrificio posible, aunque probablemente nunca
tuviera lugar tal sacrificio humano. Existe, entonces, una correspondencia entre el rey por
una parte, que acepta el «sacrificio» del enemigo y de su propio ejército, y la Diosa, por
otra, que acepta el sacrificio de animales.
Esta idea del sacrificio se infiltró en el entramado cultural hindú por varias vías. En el
nivel aldeano, a las diosas, generalmente identificadas con las castas inferiores, se dedica
ban normalmente sacrificios de animales; en las comunidades de brahmanes el sacrificio
202
Tradiciones de la Diosa y sáktismo
203
I
El binduismo
es motivo de un festival importante todos los años en Nepal. Sin embargo, si bien la Diosa
es venerada como una joven, también puede serlo bajo una forma terrible como Káli la
bebedora de sangre, o Kubjiká la anciana jorobada.
Í del norte y del este. El Jayadratbaydm ala, texto de la transmisión del norte, describe
algunas manifestaciones de Kâli, que el devoto visualizaría, y que transcienden la forma
masculina de Siva, Bhairava, sobre cuyo cadáver y en pie se sitúa la diosa. En este caso,
Kali aparece en calidad de absoluto, identificada con la luz que mora en el corazón de la
pura conciencia, a partir de la cual se manifiesta el universo y a la que ha de retornar. El
devoto debe meditar sobre este proceso de proyección y retracción de la conciencia,
identificada con las doce Kálls, y realizar la implosión, final y liberadora de la conciencia
en su propio interior, simbolizada por la «decimotercera» Kñfi, KálasamkarsinI12. Estas tra
diciones esotéricas que identifican a Káli con los estados de conciencia, se expresan en
términos concretos más tarde (ya en el siglo x) en un ritual exteriorizado, centrado en la
diosa Guhyakáfi, visualizada con cabezas animal y humana y con ocho brazos que portan
armas. Se la venera en un contexto exotérico y popular en Nepal bajo la advocación de
Guhyesvari y en asociación con la Diosa Kubjiká (véase infra).
Los textos de los káfikula describen ritos macabros realizados en am p o s de crema
ción para invocar a alguna diosa y conseguir que el devoto alcance ¡a salvación mediante
la confrontación con experiencias horripilantes (gbora). En un rito notable, la «ofrenda a
los chacales», se venera a estos animales estimados manifestaciones de Káli y se les dedi
can ofrendas en lugares nefastos, pero poderosos, tales como cruces de caminos, bos
ques o campos de cremación13.
Otra diosa tántrica, a la que se dedican un grupo de Tantras de la transmisión kaula
del oeste es Kubjiká, la «Encorvada». Esta escuela se originó en el Himalaya occidental,
posiblemente en Cachemira, y se sabe que perduraba en Nepal en el siglo xn y, según sus
textos, se extendió por la India. El texto principal de esta escuela es el «Tantra de las ense-
1
Tradiciones de la Diosa y sáktismo
ñanzas de la diosa encorada», el Kubjikámata Tantra, que expone la mitología, las doc
trinas y el ritual identificados con esta divinidad. Aunque el texto y la tradición toma su
nombre.de la Diosa venerada bajo la forma de una vieja deforme, ésta no es otra que la
Diosa Suprema (Para Devi), y también se le da culto bajo las formas de una muchacha y
una joven. La escuela cultivó una notable dimensión esotérica y se ejemplifica su íntima
relación con el saivismo de Cachemira en la identificación de la Diosa con la conciencia
pura14; por otra parte, también es asimilada a la diosa «enroscada» Kundalini, poder que
radica en la base del cuerpo hasta que gradas al yoga despierta para atravesar los centros
de la fisiología sutil y unirse con Siva en la parte superior de la cabeza del adepto. La
escuela kubjiká tiene una particular importancia porque será el Kubjikámata Tantra el
primer texto en el que aparecen citados los seis centros clásicos (cakra) de fisiología mís
tica que alcanzaron el carácter de pan-hindúes y han sido popularizados en Occidente15.
Los Tantras anteriores hablan de un número diferente de cakras con diversas ubicacio
nes. Estos seis centros también han sido adoptados por la tradición sri vidyá.
IA TR AD ICIÓ N S R ÍV ID Y Á
Sri vidyá es el culto de Lalitá Tripurasundari, o simplemente Tripurasundarí («La bella
diosa de las tres ciudades»), una advocación tántrica de Sri/Laksmi, venerada bajo la
forma de un diagrama sagrado, o yantra, de nueve triángulos entrelazados, denominado
sricakra y como un mantra de quince sílabas denominado srívidyá, de donde la tradi
ción toma su nombre. El culto de Tripurasundari, en su primera fase, puede clasificarse
en tanto que último nivel del mantramárga, la «vía de los mantras» (véase pág. 182). Las
fuentes más antiguas del movimiento sri vidyá dentro de esta categoría son dos textos:
el N ityásodasikámava («Océano de la tradición de las dieciséis diosas Nityá») que se
autoclasifica dentro del mantramárga, y el Yoginibrdaya («Corazón de la yoguini», juntos
forman el Vámakesvara Tantra16. El Nityásodasikámava se interesa por los rituales
externos y sus efectos mágicos, mientras que el Yoginibrdaya es más esotérico, pues
interpreta el sricakra en clave de expansión y contracción del cosmos. Un texto poste
rior, el Tantrarája Tantra («Rey de los Tantras»), proporciona una exposición más deta
llada de estos temas17. Además de estos primitivos Tantras otros textos posteriores alaban
a la Diosa Tripurasundari, especialmente la extremadamente popular Saundaryalabari
(«Océano de belleza»), el Lalitásaharanáma («Los mil nombres de Lalita»), y la Trípara
205
El hinduismo
206
Tradiciones de la Diosa y sáklismo
los esquemas cosmológicos pueden variar según los textos, pero los principios son idén
ticos en los textos srí vidyá y en los Tantras del saivismo de Cachemira21.
Esta cosmología se simboliza en el cosmograma del sricakra, la imagen fundamental
de esta tradición, utilizado como foco de veneración e instalado en los templos. Este diagrama
o instrumento ritual (yantra) es a la vez divinidad y representación del cosmos. Los cuatro
triángulos orientados hacia arriba simbolizan el principio masculino presente en el universo,
es decir, Siva, y los cinco triángulos orientados hacia abajo representan el principio femenino,
es decir, Sakti. Todos estos triángulos emanan a partir del punto central, o bindu. Su interpe
netración representa la unión de Siva y la Diosa, la que el adepto o sádbaka realiza en su
interior por medio de una identificación ritual del sricakra con su propio cuerpo.
La idea de que el cuerpo humano material es una manifestación tosca de un cuerpo
sutil, que a su vez es manifestación de un cuerpo supremo o causal, forma parte integral de
las prácticas más esotéricas de la tradición sri vidyá y está íntimamente relacionada con la
especulación cosmológica. Igual que el mundo material es la coagulación más solidificada
de los mundos sutiles, así el cuerpo es la forma más coagulada del cuerpo sutil, que a su vez
es una manifestación de una forma superior. La salvación, o liberación, consiste en superar
el ciclo de nacimiento y muerte y se concibe como un viaje que desanda las etapas de mani
festación hasta llegar a la fuente, la Diosa, Este viaje yóguico por el cosmos también se con
cibe como un viaje por el cuerpo, y los niveles de manifestación cosmológica se identifican
con los niveles que jalonan el eje vertical del cuerpo. El yogui sñ vidyá intenta despertare!
poder dormido de la Diosa Kundalini, que asciende desde el cen tro radical» en la base del
canal central, recorre todo el cuerpo, para unirse con Siva en la coronilla, atravesando varios
centros, o ruedas de energía a medida que va produciéndose la ascensión (véase págs.
117-118). El modelo que sigue el sistema sri vidyá es el habitual en el hatha yoga, su carac
terización pan-hindú supera los límites de cualquier tradición en particular.
Las ideas acerca del universo como jerarquía de niveles, y la homología o corres
pondencia esotérica entre el cuerpo y el cosmos, son fundamentales para la práctica y
teología sri vidyá, igual que lo son para las demás tradiciones tántricas. Un buen ejemplo
lo ofrece el Tantrarája Tantra cuando describe tres aspectos, o formas (ñ ip a ) de
Tripurasundari (la suprema, la sutil y la tosca), que se corresponden con tres maneras de
venerarla (con la mente, con el habla y con el cuerpo). Se trata de una referencia a la
meditación sobre la diosa, la visualización de su forma, la repetición de mantras, y el cum
plimiento del culto externo con ofrendas de flores, incienso y vegetales. Naturalmente, la
iniciación es un requisito para tener acceso a los rituales diarios sri vidyá, y un gurú debe
determinar si la persona está cualificada o no, aunque lo anterior no se basa en criterios
de casta, como ocurre en la iniciación védica.
-■ Padoux. Vac, the Concept o f the Word in Selected Hindu Tantras, Albany, SUNY Press, 1990, pigs. 103-24.
207
El binduismo
208
Tradiciones de la Diosa y sáktismo
res sociales brahmánicos a la par que defiendan una soteriología tántrica que implica el
uso de sustancias prohibidas en otros contextos. Hay un dicho muy citado según el cual
un brahmán tántrico debe ser un kaula (practicante tántrico de la mano izquierda) en
secreto, un saiva en sus actos externos, permaneciendo védico en sus prácticas sociales25.
El sexo en contexto ritual y la transmutación del deseo con fines de índole espiritual
constituyen prácticas antiguas en la religión india que se remontan al menos a los tiempos
del Buda26; la unión mística con lo absoluto ya se comparó con la alegría de la unión sexual
en la Brhadáranyaka Upanisad27. La unión sexual (m aithuna) toma importancia en el
tantrismo como símbolo y como acontecimiento. La literatura primitiva tántrica parece
poner de relieve los ritos sexuales en cuanto ofrendas a la divinidad. En cambio, los textos
posteriores indican que el semen debe retenerse a fin de facilitar una transformación
yóguica hacia un estado superior de conciencia. Los Tantras sákta llegan a clasificar a los
seres humanos con arreglo a tres naturalezas, o humores (bhdva), la del animal (pasu), el
héroe (vira) y el ser divino (divya), aunque esta clasificación no se encuentra en los tex
tos saiva. Solamente los héroes y los seres «divinos» deben realizar el culto sexual, ya que
los de naturaleza animal dominados por el deseo serían llevados a su destrucción28. De
hecho, que se realice efectivamente la unión sexual como en el rito de la mano izquierda,
o se sustituya como en el de la mano derecha, el culto sexual sugiere un simbolismo rico
y poderoso. La unión real, o simbólica, de Jos practicantes tántricos simboliza la unión de
Siva con Sakti, de la polaridad masculina y femenina del cosmos, y su alegría refleja la ale
gría (ananda) de esa condición última. También existen cadenas de identificaciones sim
bólicas en los Tantras entre Siva, el semen blanco, la luna, la pasividad y la conciencia, por
una parte, y Sakti, sangre roja, el sol, la acdvidad y la naturaleza (prakrti), por otra.
Como las mujeres rebosan sakti, en la ideología tántrica se consideran más podero
sas que los hombres, aunque este poder generalmente no se refleja en la realidad social,
ya que las mujeres han seguido padeciendo un estatus de subordinación29. Los textos tán
tricos fueron compuestos por varones, normalmente brahmanes, y específica (aunque no
exclusivamente) para uso de los varones. Reflejan las preocupaciones del devoto mascu
lino más que de su pareja femenina a la que se suele considerar «mensajera» o puerta de
209
El hinduismo
acceso al reino divino, aunque algunos textos aclaran que la consiguiente liberación cum
ple para los dos. Sin embargo, las mujeres disfrutan de un estatus ideológico más alto en
el tantrismo que en el brahmanismo estrictamente ortopráxico, aunque puede que esto
no halle eco en las instituciones sociales. Las mujeres que actuaban en estos ritos gene
ralmente procedían de las castas bajas, tales como lavanderas, y a la par que en la vida real
estas mujeres sufrían mucho mayores restricciones que sus consortes masculinos, el
modelo tán trico de la mujer fuerte, inteligente y hermosa se oponía al modelo brahmá-
nico basado en la pasividad y la dependencia dócil30. También existían mujeres renun
ciantes tántricas, eran muy consideradas y moraban en emplazamientos sagrados de la
Diosa (pltha), los yoguis tántricos guardaban la esperanza de conocerlas y obtener pode
res mágicos de sus encuentros31.
Además de la transgresora rama kaula del movimiento srl vidyá, surgieron otros
grupos tántricos que adoptaron las cinco emes durante el tardío Medievo. De especial
interés resulta la tradición vaismva de los sahajiyas que se desarrolló a partir de sahajiyas
budistas que adoptaron una teología vaisnava32. Según ellos, el hombre y la mujer son
representaciones de Krsna y Rádhá y, gracias al ritual erótico, se puede lograr un estado
de conciencia superior o samádhi. Los bauls de Bengala han heredado la ideología saha-
jiya y siguen utilizando el ritual erótico33.
Muchos de los elementos del culto tántrico brahmánico derivan de la propiciación de
dioses feroces por parte de las castas bajas con ofrendas de alcohol y sangre y del ascetismo
kápálika de los campos de cremación. Sin embargo, en el contexto del cabeza de familia
brahmánico, como, por ejemplo, el devoto srí vidyá, esta idelogía se toma una soteriolo-
gía en la que el brahmán tántrico puede abrazar el camino tántrico y seguir manteniendo
su pleno estatus. Aun conservando su posición social, el brahmán tántrico puede avanzar
en su búsqueda soteriológica de poderes y de la liberación mediante la trascendencia de
sus restricciones sociales de casta en un contexto ritual controlado. Una cosa es realizar el
culto erótico con una mujer de casta baja en un ambiente ritual, y otra tener contactos con
ella fuera de ese contexto. La escisión en el movimiento srl vidyá entre el camino sama-
yácára/de la mano derecha, y el camino kaula/de la mano izquierda pone de relieve una
tensión entre la ideología dominante del brahmanismo y una ideología influida por ideas
y prácticas que nacen y se desarrollan en el ascetismo de los campos de cremación, y que
corresponden a prácticas y formas religiosas arraigadas entre las castas bajas. En cualquier
w Sanderson, op. cit., pag. 202; Gupta, «Women in the Saiva/Sakta Ethos», en Leslie, Roles and Rituals
fo r Hindu Women, pags. 193-210.
51 Kau. 16.7-10.
32 Dasgupta, op. cit.; Dimock, op. cit.
33 Das, «Problematic .Aspects of the Sexual Rituals of the Bauls of Bengal», en Journal o f the American
Oriental Society. 112.3,1992, pags. 388-432.
210
Tradiciones de la Diosa y sáktismo
caso, para el sistema sri vidyá, este tipo de religión queda sometida a los requerimientos
de control y contención de las estructuras e ideología brahmánicas.
p ít h a s s a r t a
Destacan algunos centros importantes de culto a la Diosa tanto en el norte como en el sur
de la India, por ejemplo, el templo de la Diosa Virgen, Kanya Ruinan, en el Cabo Comorin,
el templo de Mináksi en Madurai, y el templo de KáG en Calcuta. La Diosa no sólo se ubica
en lugares particulares, sino que se identifica con la Tierra y el paisaje, de manera que en
cierto sentido toda la «India» es la Diosa, las «cuatro esquinas» por las que un peregrino
puede viajar y recibir por ello grandes bendiciones, Sin embargo, la literatura se refiere
específicamente a «sedes» (pitha) de la Diosa diferenciadas de otros centros de peregrina
ción. La ubicación de estas «sedes» se explica en el mito de la primera esposa de Siva, Satí.
Ya se expuso anteriormente el mito del sacrificio de Daksa; el suegro de Siva, Daksa,
no le había invitado al sacrificio; su hija Sati, en el paroxismo de la cólera, se autoinmoló
en el fuego generado por su fuerza yóguica; y Siva destruyó el sacrificio bajo la forma del
feroz VIrabhadra (véase págs. 168—169). La historia continúa en versiones posteriores del
mito, en el Devibhágavata P u rá m y el Kálika P urám . Siva, profundamente afligido por
la muerte de su esposa recoge su cadáver y baila con él sobre sus hombros en estado de
gran desesperación. Los demás dioses se preocupan y temen la destrucción del universo
a causa de este baile de muerte, así que Visnu descuartiza el cadáver de Sati a hachazos
hasta que Siva recobra la compostura34.
Si bien puede leerse como un mito etiológico de la inmolación (sañ, «suttee» en la gra
fía que refleja la pronunciación inglesa) de las viudas en las piras funerarias de sus maridos,
también sirve para explicar la localización de los pithas, que se ubicaban en los lugares
donde cayeron los trozos descuartizados del cuerpo de Sañ. En los Tantras y Puránas se
habla de cuatro sitios principales, aunque otros textos aumentan el número y el Tantra
Kubjikámata dice que todos los hogares de las mujeres deben venerarse como pithas35.
Las cuatro «Grandes Sedes» (mahápitha) comúnmente aceptadas son la de Jalandhára
(posiblemente Jullundur en el Punjab), Oddiyana o Uddayana (el Valle Swat en el extremo
noroeste), Purnagiri (de localización desconocida) y Kámarupaen Assam. En estos lugares
se cuenta que cayeron la lengua, los pezones y la vulva (yoni) de la Diosa. La más impor
tante de estas «sedes» lugar de peregrinación aún en la actualidad es Kámaaipa, o Kámagiri
en Assam, donde cayó la yoni de Sati. En este lugar se da culto a la Diosa bajo la forma de
vulva y sus ciclos de menstruación se celebran adornando el icono con polvos de color rojo.
Esta materialización de layo«/ no es común, aunque su iconografía está bien documentada.31
211
El hinduismo
U S DIOSAS ALDEANAS
Se puede plantear una diferencia en el hinduismo entre divinidades «calientes» y «frías».
Las divinidades calientes se identifican con la pasión, las enfermedades ígneas (como la
viruela) que necesitan enfriarse, la polución y las capas sociales inferiores. Las diosas aldea
nas y las diosas feroces, como Kâli, se clasifican como divinidades calientes en contraste
con las divinidades frías, generalmente masculinas, del panteón hindú, como Visnu y Siva.
Las divinidades de las aldeas (grámadevatás) se clasifican generalmente como calientes.
Casi siempre de género femenino, son llamadas «madres» {mata), identificadas con un
pueblo o aldea en particular, y representadas por un símbolo como una piedra, un mon
tón de rocas, un palo, un par de ladrillos, una zarza con trozos de tela atados a ella como
ofrendas, o bajo la forma de un recipiente36. Estas diosas anicónicas no sólo aceptan ofren
das vegetarianas, sino que también exigen sacrificios de sangre {balf) de pollos, cabras y,
a veces, búfalos, y necesitan apaciguarse con ofrendas de alcohol. En comparación, las divi
nidades frías pan-hindúes que tienen representación iconográfica establecida sólo aceptan
ofrendas vegetarianas. En cualquier caso la Gran Diosa participa de ambas categorías.
Puede ser caliente y feroz, exigiendo sangre y alcohol, pero también fría y benévola acep
tando solamente ofrendas vegetarianas, como Tripurasundarí y Inksmi.
Alguna diosa en particular, naturalmente, puede presentar ambas formas: una forma
iconográfica y fría dentro de un santuario o templo, y una forma anicónica y caliente fuera
del santuario (y que tal vez sólo se manifiesta durante ciertos festivales). Por ejemplo,
Máriyamman, la diosa tamil, puede tener un icono, inmóvil en su propio templo, pero
también aceptar ofrendas de sangre bajo una segunda forma (como recipiente para agua),
fuera del santuario principal. Así, la diosa se manifiesta bajo dos formas, alta y baja, tal
como describe Fuller37. Hasta cierto punto estas ofrendas reflejan las categorías inheren-
36 Pocock, Body, Mind a n d Wealth: a Study o f Belief and Practice in an Indian Village, Oxford,
Blackwell, 1973, pag. 42; fillade, op. cit., pàgs. 349-50.
37 Fuller, op. cit., pags. 91-2.
212
Tradiciones de la Diosa y sáktismo
tes al sistema de castas apareciendo los «oficiantes» de casta baja, tal vez poseídos por
alguna diosa, como los que cumplen el rito de ofrendar carne a la forma inferior de la divi
nidad. Si bien es cierto que algunas divinidades están relacionadas con alguna casta espe
cífica (por ejemplo, Laksmi, diosa de la riqueza, es objeto de culto por parte de las castas
de comerciantes) sería una simplificación considerar las categorías de divinidades como
simple reflejo de la sociedad de castas. Mientras que algunas diosas aldeanas pueden no
ser veneradas por los brahmanes o, incluso dentro de la misma casta, la diosa de una fami
lia específica (kula m á tá ) no ser venerada por otras familias, otras divinidades lo son por
todo el espectro de la sociedad.
Aunque a veces son difíciles de distinguir, las diosas feroces aldeanas tienen nombres
y ubicaciones específicos. Tienden a identificarse con enfermedades, especialmente las
pustulares como la viruela, y la muerte por accidente, y requieren ser apaciguadas, normal
mente con sangre y carne. Aunque son impredecibles, son también las protectoras del pue
blo o aldea. Estas diosas carecen de relaciones formales con las diosas pan-hindúes, aunque
frecuentemente los habitantes de los pueblos o aldeas las identifican con la Gran Diosa pan-
hindú, a pesar de no guardar ningún parecido iconográfico o mitológico. A veces la diosa
aldeana tiene un mito que explica cómo llegó a estar en un lugar concreto.
Por ejemplo, en Kerala se venera a MúválamkuHcámundi, una diosa especialmente
terrible, en diversos emplazamientos, los santuarios teyyam, y, junto a otras divinidades,
es conmemorada en festivales anuales locales, centrados en bailes extáticos (de pose
sión). Durante estos festivales la bailarina se convierte en la diosa y relata su mito. Se
cuenta que un brahmán que lanzaba hechizos contra uno de sus devotos, intentó captu
rar a la diosa por medio de mantras y confinarla en un recipiente de cobre con tapón. A
continuación, enterró el recipiente en un hoyo (kulí) de una profundidad correspon
diente a la altura de tres hombres (m úválam ). La diosa emergió con violencia bajo una
forma espantosa y persiguió al brahmán hasta un templo de Siva, donde aceptó instalarse
con la condición de cohabitar junto a Siva, lo cual sucedió. Por tanto, la diosa es venera
da como consorte de Siva en el templo Trikanyalapan y también en los santuarios teyyam.
Este mito indica que, pese a tratarse de una divinidad de casta baja (el baile teyyam lo eje
cutan miembros de la casta inferior malaya constituida por hechiceros profesionales), se
identifica con el poder de Siva, divinidad de casta alta y pan-hindú. Su poder en el mito
es definido y localizado por la divinidad masculina, por tanto, se trata de un asimilación
por parte de la estructura brahmánica.
Entre las diosas con culto regional de una categoría superior a la aldeana, pero no
identificadas con las divinidades pan-hindúes con grandes templos, se encuentran dos
diosas de la viruela, Sítala en el norte, y Máriamman en el sur. Aunque erradicada en la
actualidad, la viruela resultaba particularmente terrible en algunas zonas de la India
durante la estación calurosa y se consideraba como una visita, o «posesión», por parte
213
El hinduismo
de la diosa de la viruela. Máriyamman cuenta con mitos que refieren sus orígenes. En
uno de ellos era una joven brahmana que se casó por engaño con un intocable disfra
zado de brahmán. Al conocer la verdad se suicidó y fue transformada en la diosa
Máriyammaa que a continuación abrasó reduciendo a cenizas al intocable. El segundo
mito narra la historia de la esposa, pura pero a la par poderosa, de un hombre santo,
que era capaz de obrar milagros y que en cierta ocasión contempló a dos seres divinos
haciendo el amor. Sintió celos y como consecuencia de ello perdió sus poderes; su
esposo, sospechando una infidelidad, mandó a su hijo que la matara. El hijo, obediente,
le cortó la cabeza. Finalmente, fue devuelta a la vida bajo la forma de Máriyamman pero,
en vez de mantener su propio cuerpo, la cabeza fue colocada en el cuerpo de un into
cable, expresando así la naturaleza ambivalente e iracunda que corresponde a la mezcla
de brahmán e intocable.
Sítala es una diosa caliente que duerme la mayor parte del año pero que, según la
tradición, despierta con una violencia terrible durante la estación calurosa extendiendo su
«gracia» en forma de epidemias por los pueblos y aldeas y exigiendo ser aplacada. A veces
estas enfermedades se consideran como obra de demonios a quienes la diosa debe ven
cer, y otras veces son la obra de la misma diosa. Las víctimas de la viruela eran considera
das como poseídas por la diosa y eran, «refrescadas» con agua y leche, que constituyen,
en efecto, las ofrendas que se realizan para apaciguar su ira, aunque la ofrenda más eficaz
para ablandar su cólera es el sacrificio de sangre.
Estas diosas aldeanas calientes y, de hecho, la misma Gran Diosa, se relacionan ínti
mamente con el devenir cíclico del año, especialmente el que regula la actividad agrícola.
La Diosa se identifica con la tierra y las estaciones en sus cambios podrían considerarse
como los modos mudables de manifestación de la Diosa. En la India septentrional y
central las estaciones se resumen en tres: la estación calurosa (aproximadamente de
marzo a junio); la estación húmeda (aproximadamente de junio a octubre); y la estación
seca, o invierno (el resto del año pero especialmente diciembre y enero). Los ciclos ritua
les de los pueblos y aldeas están íntimamente relacionados con los cambios estacionales
a la par que el culto a la Diosa, identificada con la tierra, se muestra en toda su impor
tancia en esos momentos. En el contexto de los ciclos rituales, la estación calurosa es
clave para las diosas aldeanas y regionales, pues es la época de celebración de sus festi
vales (se venera a la diosa caliente durante la estación calurosa) y de muchas bodas en
que resulta propio dejar que se exprese el «calor de la pasión»38. Además de los festivales
locales durante la estación calurosa, el festival más importante para la Diosa como divini
dad panltindú es la Durgá-pújá de octubre que culmina el día de dassera, el décimo día
después del comienzo del festival de la «novena noche» (navarátri).18
18 Babb, The Diuine Hierarchy, Nueva York, Columbia University Press, 1975, pag. 128.
214
Tradiciones de la Diosa y sáktismo
RESUMEN
El hinduismo no puede entenderse sin la figura de la Diosa; está presente en todos los
niveles, desde el de las divinidades anicónicas de los pueblos y aldeas hasta las diosas pan-
hindúes de casta alta, como Durgá, o las paredras de las divinidades masculinas, como
Laksmi. En el presente capítulo se repasaron las claves, la mitología y las representacio
nes iconográficas fundamentales de la Diosa en el hinduismo brahmánico y en el de las
aldeas. Planteamos que, si bien existen innumerables diosas, y cada cual tiene una parti
cular vinculación con un lugar determinado, existen, sin embargo, esencialmente dos
tipos de representación de la Diosa: bajo un aspecto feroz, como Káti, y bajo uno bené
volo, suave, como Tripurasundarí o Laksmi. Algunas diosas son independientes (tienden
a presentar aspectos feroces) y otras cumplen el papel de esposas perfectas para sus con
sortes divinos a quienes aportan energía. De hecho, sin la Diosa un dios como Siva no
sería en realidad nada más que un inerte cadáver.
,9 Hiltebeitel, op cit.
215
9 El ritual hindú
En las tradiciones hindúes destaca un gran número de formas de culto y ofrendas vege
tarianas y no vegetarianas que se realizan en honor de innumerables divinidades a lo largo
de todo el subcontinente indio. El ritual hindú se desarrolla en el hogar, en el templo, en
santuarios alejados, en lugares de peregrinación como la confluencia de ríos sagrados, y
en pabellones especialmente construidos al efecto. Los rituales se realizan para conme
morar ocasiones especiales, para implorar bendiciones o para agradar y ganarse a los dio
ses. Un entramado de carácter ritual restringe y enmarca la vida en sus fases que van del
nacimiento a la muerte pasando por la iniciación y el matrimonio. Aunque el comporta
miento ritual puede ser extremadamente diverso, sin embargo, siempre navega en los
límites del rito, encauzado por escrito en los manuales y materializado en pautas de actua
ción que se han transmitido de generación en generación de maestro a discípulo y de
padre a hijo, dando forma, y un cierto grado de unidad, a las tradiciones hindúes. En para
lelo a los rituales, y en ocasiones íntimamente relacionados con ellos, surgen los mitos,
las tradiciones narradas de la India, que también sirven para dar coherencia ai sistema. Las
tradiciones narradas permiten que la gente comprenda quiénes son, y que esta com
prensión tenga un sentido; ofrece el marco para explicar cómo llegaron a ser quienes son.
La acción ritual aporta a la gente un sentimiento de profunda identidad y un sentido de
pertenecer a un colectivo caracterizado. Los hindúes han cuestionado las significaciones
del ritual y han interpretado los rituales de diversas maneras, sin embargo, el ritual pocas
veces ha sido abandonado. Los modelos de actuación ritual se reproducen en extensas
areas geográficas del subcontinente indio y han sido repetidos y transmitidos desde tiem
pos remotos; muchos elementos rituales y, de hecho, muchos rituales en sí pueden
remontarse a los primeros textos hindúes.
217
El hinduismo
tes, surgieron en el Medievo. Naturalmente, los rituales cambian y nuevos rituales surgen,
pero mutan a un ritmo mucho más lento que las sociedades donde se realizan. Por ejem
plo, los rituales identificados con la monarquía aún se practican en la India. Los rituales
tienen una persistencia que sobrevive a las grandes conmociones políticas, catástrofes
ecológicas y represión colonial.
La cuestión del grado en que el ritual sufre los avatares de la historia, o refleja las
estructuras socio-políticas, es difícil de resolver. Por una parte, está claro que algunas for
mas rituales se originaron durante periodos históricos específicos y reflejan elementos
culturales y políticos presentes en aquellos tiempos. Sin embargo, por otra parte, algunas
estructuras rituales, notablemente las de los rituales solemnes védicos (srauta), no pare
cen haber sufrido de modo notable el embate de los cambios sociales, políticos, y eco
nómicos. Ya que el ritual ha sobrevivido a grandes cambios políticos y económicos en el
subcontinente indio, no puede depender directamente de las estructuras económicas.
Los dominios del ritual y los de la política y la economía deben ser en esencia diversos.
Esto no quiere decir que nunca coincidan (de hecho está claro que lo hacen), sino que lo
ritual y lo político-económico constituyen niveles o dominios diferentes dentro de la cul
tura hindú. El dominio de lo ritual y, por tanto, de lo religioso, no puede reducirse al de
lo político. De hecho, el ritual podría entenderse como un acontecimiento comparativa
mente estable e invariable en contraste con una historia político-económica cambiante y,
a menudo, inestable. De alguna manera lo ritual desafía a la historia.
El ritual también se superpone a las diferencias teológicas. Si una definición de hin
duismo fuese posible, está claro que no se podría construir en términos de doctrina o de
creencias teológicas. El ritual es anterior a la teología, tanto histórica como conceptual
mente, y diferentes teologías de la India han sido edificadas sobre una base ritual semejan
te y sólo tienen sentido en el contexto de las tradiciones rituales. Por ejemplo, la mímámsá
está basada en la interpretación de los ritos védicos. Entre la rica variedad del ritual hindú
surgen formas culturales que no exigen ninguna creencia en doctrina particular alguna, sino
la mera acción. Será la persistencia del ritual en el hinduismo, la conformación de la acción
a ciertas pautas, y su comprensión por parte de los que emprenden esta acción, lo que con
fiere un sentido de identidad a la comunidad hindú; identidad que va más allá de los cam
bios sociales y políticos, y aporta a los hindúes una sensación de pertenecer a un grupo
identificable, pese a enfrentarse a cambios sociales a veces vertiginosos.
Si bien el comportamiento ritual parece proporcionar una sensación de continuidad
y de pertenencia, recientemente Frits Staal ha afirmado que cualquier sentido que se atri
buya al ritual es aleatorio, A menudo se ha comparado ritual y lenguaje como sistemas de
comunicación. No obstante, usando como base referencias específicas a los solemnes
ritos védicos, Staal sostiene que, si bien el ritual se parece al lenguaje en cuanto que
posee estructura y sintaxis, se aparta del modelo lingüístico porque carece de significado,
218
El ritual hindú
219
/
El hinduismo
:i M a m 2.9.
^ Turner, The Forest o f Symbols, Itliaca y Londres, Comell University Press, 1970, pág. 93.
5 Por esta razón Turner se refiere a los ritos de paso como «ritos de institución». Bourdieu, op. cil.,
págs. 117-26. I
220
El ritual hindú
populares6. Para los varones hindúes de casta alta, o «dos veces nacidos» (los que per
tenecen a las tres clases superiores de brahmanes, ksatriyas y vaisyas) el modelo teóri
co del sistema ásrama, o etapas de la vida hindúes, sostiene que hay cuatro estados pol
los que se puede pasar en esta vida: el del estudiante (brahmacdrya), el de cabeza de
familia (grhastha), el de ermitaño o morador del bosque (vánaprasthá) y el de renun
ciante (samnydsa). Como hemos visto, las dos primeras etapas tienen que ver con la
vida mundana, la tercera con una vida retirada de los deberes del hogar, y la cuarta con
la trascendencia del mundo social. La mayoría de los hindúes permanecen como cabe
zas de familia, y los sam skáras tienen que ver exclusivamente con la vida en tanto ser
social, es decir, de las dos primeras etapas o estados.
Si bien hay un número variable de samskáras citados en diferentes textos, lo impor
tante es que forman una secuencia ritual, o sistema completo, que expresa el orden social
hindú, o dharma. La realización de cualquiera de ellos implica la aceptación de los valo
res brahmánicos ortopráxicos y pone de relieve las diferencias entre los roles sexuales y
las castas. El muchacho de casta alta que se somete a la iniciación védica se aparta de sus
coetáneos más jóvenes, de las castas bajas y de las mujeres que no pueden someterse al
rito. Los ritos de paso son también ritos de exclusión y destacan la diferencia entre el
muchacho de casta alta y los del resto de la comunidad.
El número de samskáras varía. Se habla de cuarenta en el Gautama Dharma Sastra
aunque el número más aceptado en los Grhya Sútras se sitúa entre doce y dieciocho. La
Manu Smrti cita trece, pero dieciséis tiende a ser el número más aceptado7 Pueden divi
dirse en ritos prenatales, de nacimiento, de niñez, de educación y, poseriormente, en
ritos de matrimonio y de muerte. Los dieciséis normales son:
6 Véase Duwury, Play, Symbolism and Ritual: a Study o f Tamil Brahman Women's Rites o f Passage.
Nueva York, Peter Lang, 1991.
7 Manu 2.16; 26; 29. Pandey, Hindu Samskáras, Delhi, MLBD, 1969.
221
El binduismo
222
El ritual hindú
de casta alta. Si bien los textos rituales contienen estrictas limitaciones de edad (según el
Asvaláyana Grhya Sútra, un muchacho brahmán debe tener entre ocho y dieciséis años,
un ksatriya entre once y veintidós, y un vaisya entre doce y veinticuatro9), la vida hindú
contemporánea es menos estricta y es corriente celebrar la ceremonia upanayana en
vísperas de la boda del joven. Por medio del upanayana el chico es admitido en la socie
dad de casta alta, lo cual le excluye de otras esferas de actividad social. Es separado del
mundo de las mujeres y de la esfera de la madre, y de las cristas inferiores impuras, legi
timando así la estructura social y los roles sexuales.
La ceremonia en sí dura alrededor de un día, aunque existen variedades regionales
en cuanto al contenido del rito. Un modelo corriente consiste en raparle al joven la cabe
za, menos un mechón en la coronilla, bañarle, y vestirle con un taparrabos, un ceñidor y
una piel de antílope al hombro. Se realizan votos y ofrendas al fuego sagrado, el mucha
cho jura mantenerse célibe y es investido con el hilo sagrado formado por tres veces tres
hebras sencillas, símbolo del estado de dos veces nacido, que se lleva sobre el hombro
izquierdo y que se renueva anualmente hasta la muerte o la renunciación. Se le enseña el
famoso «mantra de la raíz», lagáyatri que debe recitar a partir de ese momento todos los
días, se le impone un nombre secreto, y se le enseña cómo efectuar las ofrendas al fuego.
La ceremonia termina con la «salida hacia Kasi», el gesto simbólico de salir hacia la ciudad
sagrada de Benarcs para estudiar el Veda. Su tío materno le convence, entre risas, de que
no debe ir. Sigue una fiesta y se le hacen regalos al muchacho. Según el modelo clásico,
después de la iniciación el chico entraría en la etapa de la vida de estudiante y pasaría a
aprender el Veda con un maestro.
La iniciación védica cumple para los varones de casta alta, pero, sin embargo, esto
no quiere decir, naturalmente, que a las mujeres se las excluya de las comunidades de
casta alta. Aunque, según las Leyes de Manu, el matrimonio es la ceremonia upanaya
na de la mujer, servir a su esposo es el equivalente del estudio védico, y las tareas
domésticas equivalen a las ofrendas al fuego10, existen, sin embargo, ritos de paso feme
ninos. Estos ritos para la mujer no tienen como base tratados en sánscrito, sino tradi
ciones orales populares (ilaukika), y, como ha señalado Julia Leslie, es clave para no
errar nuestros juicios no considerar a las mujeres del subcontinente indio como «vícti
mas pasivas de una ideología de opresión, sino también (tal vez sobre todo) como agen
tes activas de sus propios constructos positivos»11. Aunque sin duda se trata de una
apreciación muy interesante, el poder del esquema, o modelo ideológico, brahmánico
no debe ser menospreciado.
223
El hinduismo
EL MATRIMONIO
El matrimonio (vivaba) es, y ha sido, la norma en la sociedad hindú, a no ser que la per
sona optase por el camino de la renuncia al mundo. Con el matrimonio saniskdra un joven
de casta alta entra plenamente en la vida del cabeza de familia donde puede alcanzar los
objetivos del cumplimiento del deber (dbarmá), la consecución de riquezas, el éxito en el
mundo (artha), y experimentar placer, especialmente el placer sexual (káma). Para la
mujer, el matrimonio señala el fin de la vida infantil con su familia y amigas, y el comienzo
de una nueva vida con su esposo, probablemente en su mismo pueblo, con un nuevo
juego de relaciones sociales que gestionar. Los matrimonios son concertados de antema
no. En la India meridional dravídica los matrimonios entre primos son corrientes, de mane
ra que es posible que la pareja se conozca antes, pero en el norte los esposos serán unos
desconocidos. El matrimonio, por tanto, puede ser emocionalmente tenso y se espera, cul
turalmente, que una joven muestre tristeza al dejar el viejo hogar y su forma de vida. Sin
embargo, la mayoría de las mujeres desean el matrimonio como transición necesaria para
completar su feminidad y su integración en plenitud en el mundo de las mujeres.
224
/
El ritual hindú
13 Manu 3.4-5.
14 L. Dumont, op cit., pág. 119.
15 Ibid., pág. 110.
225
E l h in d u is m o
226
El ritual hindú
ritos fúnebres ilustran otro m odelo de vida en el más allá que coexiste junto con el m ode
lo de la reencarnación. En este caso, los m uertos viajan a un reino interm edio, el «mundo
de los fantasmas» (preta-loka) y, cuando poseen un cuerpo com pleto construido con
ofrendas pinda, pasan al reino de los antepasados, o de los padres (pitr-loka). En la religión
de los pueblos y las aldeas las creencias acerca de la próxima vida no son coherentes. Por
lo general, se considera al individuo com o un com puesto cuyos diferentes elem entos, o
poderes, que lo constituían, viajan a lugares diferentes después de la m uerte. Por ejem
plo, en Kerala una creencia popular corriente plantea que la persona tiene al m enos dos
poderes ( sakti ) que se separan al morir. El «alma» ('jiva), o «principio vital» (ayus), va al
Señor o al cielo (svargam ), incluso llamado m oksam , «liberación», m ientras que el otro
poder, relacionado con el cuerpo, perm anece en la tierra com o fantasma (preta, pisáca).
A veces se cree q ue esta parte de la persona relacionada con la tierra se transforma en un
cuervo18. M uchos no-brahm anes se proclaman no-creyentes en la reencarnación, y, sin
embargo, no se constata ninguna disonancia cognitiva respecto de los hindúes que creen
en ella en lo relativo a los ritos fúnebres, todos cum plen los procedim ientos correcta
m ente, lo que parece consolidar la noción de autonom ía del reino ritual. De hecho el
m odelo ritual del funeral, seguido por la construcción imaginaria del cuerpo del difunto
en el próximo m undo, se rem onta a la época d e los Vedas, antes de que surgiera la ideo
logía de la reencarnación19.
Los ritos de paso son rituales ocasionales que se realizan en las diferentes coyuntu
ras de la vida de una persona. También hay rituales que se realizan diariam ente, no sola
m ente por parte de los brahm anes, sino tam bién por todos los hindúes. Constituyen el
culto diario a las divinidades, consistente en realizar ofrendas para, com o contrapartida,
recibir d e los dioses favores y bendiciones.
PUJA
En com paración con el sacrificio de animales, lapújá es la ofrenda de alimentos vegeta
rianos, flores e incienso a una divinidad. Todas las divinidades aceptan estas ofrendas, que
constituyen los focos de puja, aunque algunas aceptan también el sacrificio de sangre
{hall). Pújá, palabra sánscrita cuya traducción libre sería «culto», se realiza en las casas
particulares y en los tem plos públicos por todo el subcontinente indio. En su mínima
expresión implica la pequeña ofrenda de una m oneda a la imagen de una divinidad, y la
contrapartida de la bendición de la divinidad que se exterioriza por m edio de una señal
18 Véase Freeman, P urity and Violence: Sacred Powers in the Teyyam Worship o f Malabar, Tesis
Doctoral, Filadelfia, University of Pennsylvania, 1991, págs. 113-14.
19 Véase O'Flaherty, Karma a n d Rebirth in Classical In d ia n Traditions, págs. XVI11-XX, 3-37.
227
El hinduisrno
228
El ritual hindú
como sinónim o de pújá. Chris Fuller observa que en el tem plo de Minakshi en Madurai,
en una situación ideal, la p ú já debería precederse por un ritual preparatorio y term inar
con un fuego ritual (boma), pero esto sólo se cum ple en las ocasiones im portantes20. En
muchos tem plos, com o el famoso tem plo Jagannáth de Puri, se contaba con bailarinas
(devadási), o sea, prostitutas del templo, casadas con la divinidad que realizaban bailes
sagrados ante el altar.
En algunos templos, com o el famoso de Guruvayur en la costa de Kerala que atrae a
millares de peregrinos, se celebran cinco pújás diarias que tienen lugar en los tres
m om entos clave del día (am anecer, m ediodía y anochecer), y dos más entre el am anecer
y el mediodía. La divinidad que preside el tem plo es Guruvayurappan, «Señor de
Guruvayur», al que se considera una manifestación de Krsna. El icono aparece en posición
vertical, de pie, en el sanctasantórum del tem plo d o n d e se realizan los ritos diarios. Si
bien el día está técnicam ente dividido en cinco pújás, de alguna manera se puede con
cebir el ciclo ritual diario com o una sola pújá-, se despierta al dios, se le baña, se realiza
con la estatua una am bulación ritual del templo, se le alimenta, se le ofrecen lámparas y
todo ello mientras sus devotos reciben bendiciones p o r m edio de su contemplación
(darsanani), y del reparto de alim entos y polvos de colores21.
El m odelo del culto que encontram os en el tem plo de Guruvayur (en su expresión
mínima: realizar una ofrenda y recibir una bendición) se encuentra, con algunas varian
tes, en todo el hinduism o. Sirva de dem ostración un ejem plo más. A una jom ada al norte
de Guruvayur se encuentra el pequeño poblado de Payyanur, donde, a la par que muchas
otras familias en toda Kerala, una familia brahm án nam budri realiza un ritual anual, la
p ú já en hon o r de la divinidad familiar Raktesvari. Tradicionalm ente cada grupo familiar
nambudri posee una casa ancestral (illarn) donde retornan los m iembros de la familia
con motivo de celebraciones rituales especiales. En esta p ú já en particular la divinidad
familiar, Raktesvari, es apaciguada m ediante ofrendas y, en contrapartida, otorga su ben
dición (anugrabam ) a la familia.
Comienzan los preparativos de la p ú já la noche anterior del ritual en sí con la cons
trucción de una estructura que cumplirá la función de altar, o m andalam , hecha con
troncos partidos de banano. El día del ritual, que dura un par de horas, la familia extensa
formada por padres, hijos y tíos se reúne en el santuario contiguo a la casa familiar por la
mañana. Un anciano, acreedor del respeto de todos, se dirige a la Diosa tras la puerta
cerrada del sanctasanctórum del santuario donde mora. Se ilumina el santuario con lám
paras y el anciano pronuncia m antras mientras toca diferentes partes del cuerpo de la
Diosa dotándolas así de poder (nyása). El sacerdote entonces sale del sanctasanctórum
229
El hinduismo
FESTIVALES
El año hindú, que se rige por el calendario lunar, está jalonado de diversos festivales reli
giosos (utsava), algunos de los cuales tienen un carácter pan-indio y otros sim plem ente
locales. Durante los festivales, a m enudo propios de templos específicos, miles de perso
nas abarrotan las calles para ver la procesión del icono (mürti) radicado en el templo en
un carro (ratha) portado en ocasiones por centenares de hombres. Hay un festival famo
so del tem plo Jagannátha, en Puri, en que un carro y una imagen de enorm e tamaño son
arrastrados por la calle procesional (la palabra inglesa «juggernaut», que sirve para nom
brar a cualquier fuerza destructora que se mueve lema e irresistiblemente, deriva del tér
mino para nom brar ese carro). A m enudo el icono se acom paña de una procesión de
engalanados elefantes, caballos y hom bres santos (sddbu) en un am biente de carnaval. Se
dice que contem plar esta imagen equivale a una visión (darsana) de carácter propicio cic
la divinidad que se derram a sobre el fiel en forma de bendición. El icono que se empica
en la procesión no es el principal, que se halla instalado en el templo, sino una imagen
230
El ritual hindú
que sólo se utiliza para las ocasiones festivas cuando la divinidad circumambula el tem
plo. Los festivales pan-hindúes principales son:
Existen otros festivales que, aunque no tan im portantes com o los anteriores, son
celebrados por un buen núm ero de personas. El naga pañcaml, en el sur de la India, es
particularm ente popular y consiste en alim entar y venerar a las serpientes. En el festival
de primavera vasant, en el norte, las m ujeres y muchachas se visten con ropas de color
amarillo brillante. También tienen lugar festivales locales com o los festivales de «posesión
por la danza» de las divinidades teyyam en Kerala.
PEREGRINACIÓN
La peregrinación constituye una parte esencial del hinduism o y en la actualidad, con el
desarrollo de la m oderna red de com unicaciones a lo largo y ancho de la India, ha aum en
tado su popularidad. Una peregrinación es un tirtha yatra, un viaje a un lugar sagrado,
llamado «vado» (tirtha), un lugar que perm ite «cruzai», donde el m undo divino toca, o
confluye con el m undo hum ano. En el tirtha lo trascendente se manifiesta en la tierra, las
moradas superiores se encuentran con las inferiores; es un punto de mediación entre dos
231
El hinduistno
m undos. Las peregrinaciones resultan especialm ente propicias cuando se hacen durante
el festival de un tem plo, com o la procesión anual del Señor Jagannátha en Puri. En estos
lugares los hindúes pueden deshacerse del «pecado» (papa) o karma acumulados, cum
plir con un voto (vrata), o sim plem ente disfrutar de la experiencia transformadora de la
peregrinación. Durante el periodo de peregrinación se tiende a ignorar las diferencias entre
las castas (aunque, quizá, no completam ente), y se potencia el que la gente se identifique
con una identidad colectiva caracterizada por los ideales de igualdad y com unión22.
Existen m uchos centros de peregrinación en la India; algunos son pan-hindúes,
com o la ciudad de Benarés, o el tem plo de Kanya Kumárl en el extrem o más meridional
de la India, mientras que otros son de interés más local o regional, com o el ya citado tem
plo de Guruvayur en Kerala. Las ciudades y los pueblos considerados com o sagrados para
alguna divinidad específica (como Avodhya, lugar de nacimiento de Rama) o los que han
surgido en la confluencia de ríos (com o Aliahabad en la unión del Ganges, la Yamuna y la
mítica Sarasvati) son centros de peregrinación extrem adam ente populares. Tradi
cionalm ente hay siete ciudades sagradas de peregrinación: Ayodhya, Mathura, Ilardwar,
Benarés, Ujjain, Dwarka y Kanchipuram. Los ríos sagrados son ya de por sí lugares de
peregrinación, especialm ente el Ganges, que nace en el Hintalaya y fluye hasta el mar en
la Bengala Occidental; la Yamuna, que tam bién nace en el Himalaya y se une al Ganges;
la Godvari, que nace en M aharashtra y fluye por el Andhra Pradesh; y la Kaveri, que fluye
desde Karnataka p o r el Tamilnadu. Los asentam ientos hum anos situados a orillas de estos
ríos suelen atraer a los peregrinos, especialm ente las ciudades sagradas: en el cauce pleno
del río Ganges, las poblaciones de Benarés, Aliahabad (o Prayaga) o Hardwar y, río arriba,
Badrinath y Kedarnath. El nacim iento del Ganges, más allá de Kedarnath en Gomukha,
atrae a m uchos peregrinos a pesar de su inaccesibilidad. Otros centros im portantes de
peregrinación son M athura (lugar de nacim iento de Krsna), Vrndavana (hogar en el bos
que de Krsna) y, en el sur, Kanchipuram. También hay, tradicionalmente, cuatro moradas
sagradas (dhama) correspondientes a los cuatro puntos cardinales de la India: Badrinath
en el norte, Puri en la costa este, Rameshwaram en el sur, y Dwarka en la costa oeste. Es
extraordinariam ente propicio realizar la peregrinación a los cuatro centros {dhama
yatra) siguiendo el sentido de las manecillas del reloj, pues, según algunos hindúes, se
alcanza de este m odo la salvación.
BENARÉS (VARANASI)
Benarés, es tal vez, la ciudad más im portante y famosa para los hindúes; famosa por sus
ghats, las escaleras que descienden hasta el Ganges, por cuya orilla los peregrinos se
bañan y a lo largo de las cuales se incineran los cadáveres. De hecho, morir en Kási, otro
232
El ritual hindú
nom bre para esta ciudad sagrada de Siva, es lograr la liberación (moksa ). Es quizá la meta
de peregrinación más popular y se considera el centro no sólo de la India, sino de todo
el cosmos, la totalidad de los dioses se reúnen allí y todos los lugares de peregrinación se
resumen en la ciudad. Un em plazam iento que es m ucho más que un mero centro urba
no, es el lugar que todo lo contiene, símbolo del Señor que abarca todos los fenómenos.
Benarés es el gran cam po de cremación (mahdsmasána) que resum e ese gran campo de
cremación que es el universo23.
KUMBHA MEIA
Los festivales kurnbha meta son reuniones especialm ente sagradas para hom bres y muje
res santos que se celebran en Allahabad, Ujjain, Hardwar y Nasik. E! más im portante se
celebra en Allahabad cada doce años, ciclo que se relaciona con el m ovim iento del pla
neta Júpiter. D urante el festival los peregrinos y renunciantes bajan en procesión al río
Ganges para lavarse. Los naga sádhus, cubiertos con cenizas y greñudos, van en cabeza,
seguidos por otras órdenes de ascetas y, finalm ente, p o r los cabezas de familia24. Estas
peregrinaciones atraen a enorm es m ultitudes y durante el festival kumbha niela de
Allahabad de 1989 se estim ó que quince millones de personas se bañaron en el río.
SABARIMALAI
Examinemos un últim o ejem plo tom ado de Sabarimalai en los Ghats occidentales de
Kerala. En este lugar se levanta un tem plo al dios Aiyappan, hijo de Siva y Mohiní, forma
femenina de Visnu. La peregrinación tiene lugar en el mes de margali (diciem bre-enero)
y, tradicionalm ente, dura cuarenta y un días. En el culto de Aiyappan predom inan los
hombres, principalm ente jóvenes, aunque se perm ite que m uchachas prem enstruales y
mujeres posm enstruales participen en la peregrinación. Los peregrinos llevan ropa negra
(en algunos casos es ocre) y siguen una estricta pauta de abstinencia del sexo, el alcohol,
y la ingestión de carne y huevos durante los cuarenta y un días que dura el festival.
Durante el festival el peregrino se convierte en renunciante, cum pliendo sus propios ritos
fúnebres, simbólicos, durante la cerem onia de la iniciación dirigida por un gurú en vís
peras de la peregrinación. Al llegar al tem plo el peregrino rom pe un coco contra uno de
los dieciocho escalones del templo, sím bolo de la disolución de su ser en la divinidad25.
El peregrino d ebe llevar a cabo esta peregrinación todos los años, rom piendo un coco en
cada sucesivo escalón hasta com pletar los dieciocho.
li Véase Eck, Bañaras: City o/Ligbl, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1984.
2l> Para una descripción de prim era mano del festival kumbha meta (fechado en 1939) véase Bharati,
The Ochre Robe, Sama Bárbara, Ross Erikson, 1980, págs. 228-31.
Daniel, op. cit., págs, 243-78.
233
El hinduismo
ASTROLOGÍA
Existe en el hinduism o la profunda convicción de que la vida hum ana esta determ inada
por el m ovim iento de los planetas, de alai que la astrología resulte de vital importancia
para determ inar el m om ento (e incluso la hora) favorable para realizar los rituales. Este
cálculo es clave para determ inar la fecha de las peregrinaciones, los festivales, los matri
m onios e incluso la compatibilidad de las partes contrayentes. La ciencia de la astrología
(jyotisa) se incluye com o uno de los Vedárigas26, textos que explican diversos aspectos
de los conocim ientos védicos, y que se diseñaron (o se em plearon en prim er lugar) para
determ inar la hora correcta de realización de un sacrificio. El astrólogo (jyotisi) es un per
sonaje muy significativo en la vida de los hindúes, quienes tom an las decisiones im por
tantes siguiendo sus consejos. Por ejem plo, los peregrinos de Benarés. disponen en las
gradas que bajan al Ganges de una serie de astrólogos a los que pueden consultar, y los
padres de m uchos niños encargan el horóscopo de sus hijos instantes después del naci
m iento. Estos horóscopos se consultan en las ocasiones im portantes de la vida del niño
para guiar en la determ inación del m om ento propicio para celebrar cada rito de paso.
EL RITUAL PRIVADO
Los tipos de puja que hem os descrito hasta ahora corresponden al ámbito de lo público
tanto en lo que concierne a los tem plos, com o a los santuarios familiares, aunque un cier
to grado de privacidad queda implícito en la veneración que realiza el sacerdote tras una
pantalla en algunas ocasiones. Se trata de rituales propiciatorios y la comunidad, en con
secuencia, goza de la bendición de la divinidad bajo las formas de su darsana, prasáda,
y de la esperanza d e que les protegerá y guiará. Algunos hindúes, además, cum plen ritua
les para alcanzar la salvación espiritual, que se percibe de muy diversas maneras. Estos
buscadores d e la sabiduría y de la liberación del m undo material regido por el sufrimien
to pueden ser iniciados de alguna de las grandes tradiciones del hinduism o (como la
saiva, centrada en el dios Siva, la vaisnava, encardinada en Visnu o en alguna de sus encar
naciones, o la sakta basada en la Diosa o en alguna de sus manifestaciones). Los textos
que forman la base escriturística de la mayoría de estas tradiciones son los Ágamas y los
Tantras, que ya hem os revisado.
El devoto de una de estas tradiciones, por ejemplo, el saiva siddhánta que describe
Richard Davis27, realiza en total soledad sus pújás privadas en honor a la divinidad de su
elección (ista-devatá ) en un acto íntim o ante el icono de la divinidad, pero, a la par, man
tiene una actividad ritual pública, asistiendo al tem plo y a los santuarios familiares y, en
234
El ritual hindú
general, cum pliendo con sus obligaciones en tanto que cabeza de familia. Los devotos
son, por lo general, hom bres, aunque las m ujeres no están necesariam ente excluidas de
la iniciación en estas tradiciones. Los rituales privados, que incum ben al iniciado y buscan
alcanzar la salvación espiritual no sustituyen a sus obligaciones rituales públicas. Por
haber realizado los rituales privados adecuados, el devoto aspira a [a salvación espiritual
bien en esta vida, bien al morir, según la tradición específica en que haya sido iniciado.
Aunque el ritual interiorizado ha sido la práctica de unos pocos (los virtuosos dedi
cados a la búsqueda de la liberación o de la adquisición de poderes espirituales, o ambas
dos cosas a la vez) la mayoría de los hindúes sólo realizanpújás normales, de los dos tipos
descritos anteriorm ente, en casa y en el tem plo. Una forma antigua y destacada de! culto
hindú, aunque tiende a marginalizarse en los últimos tiem pos com o resultado de la popu
larización de las ideas acerca de la no-violencia y de la preponderancia de la ideología
brahmánica y su insistencia en el vegetarianismo, es el sacrificio. Se trata de un rito en el
que se inmola a un animal (norm alm ente por parte de fieles pertenecientes a grupos de
casta baja), que se presenta com o ofrenda generalm ente a diosas que exigen sangre. Es
una práctica com ún en los pueblos y aldeas, aunque los brahm anes por lo general no la
realizan (salvo que se trate de un rito védico srauta especial) por m iedo a la contam ina
ción asociada con la m uerte (consustancial al sacrificio).
EL SACRIFICIO
Como liemos visto, existen dos tipos de ofrendas a las divinidades: ofrendas «vegetaria
nas» de frutas, vegetales, arroz y productos similares que aceptan todos los dioses; y
ofrendas no-vegetarianas o sacrificios de animales [bali) que sólo algunas divinidades
aceptan. El sacrificio de animales ha sido im portante en la historia de las tradiciones hin
dúes. Aunque a m enudo ha sido duram ente desaprobado por el hinduism o contem porá
neo, el sacrificio de aves, cabras y, a veces, búfalos es parte integral del culto de ciertas
divinidades, y en particular d e diosas feroces y violentas (o calientes), com o Máriyamman
o Káli. De hecho, el sacrificio del búfalo se relaciona con el poder real y en los pueblos y
aldeas puede interpretarse com o una proyección de los grandes sacrificios reales a la
Diosa durante el festival de «diez días» (dassera).
Si bien frecuentem ente se sacrifican aves, cabras y ovejas (pero principalm ente aves)
a las divinidades masculinas y femeninas feroces, el sacrificio de búfalos sólo se produce
esporádicam ente, sobre todo tras su prohibición por el Estado Indio en 1947. No obs
tante, sí tienen lugar sacrificios de búfalos a la Diosa durante el festival de otoño de «diez
días», o Durgá pújá, que conm em ora su victoria sobre el demonio-búfalo. Dada la poca
frecuencia de los sacrificios de búfalos, también son raras las descripciones etnográficas.
Alf Hiltebeitel cita un testim onio etnográfico antiguo, el de Sir Walter Elliot, fechado en
235
El hinduismo
1829, que añade a su experiencia directa de una de estas ceremonias que se produjo en
Gingee, Tamilnadu, en 1984. En este caso la receptora principal del sacrificio fue la diosa
Kamalakkanfli, la «Doncella del Loto», cuyo pequeño tem plo se sitúa a mitad de la em pi
nada subida al Fuerte Real de Gingee. Se asocian con la diosa en el sacrificio dos de sus
siete herm anas, Káliyamman y Mariyamman.
El sacrificio tiene lugar al final del festival de diez días y están implicados en él los
tres tem plos de las diosas; los complicados preparativos requieren el nom bram iento de
un com ité de organización com puesto, principalm ente, por miembros de una casta lla
mada Vanniyar (son südras que reivindican una ascendencia ksatriya). Durante la cele
bración se sacrifican dos búfalos a la diosa en el culto público y varios gallos y machos
cabríos en los cultos privados realizados por individuos o familias particulares. El sacrifi
cio en sí es ejecutado por la casta pataiyar, intocables o harijans. Las diosas Kamalakkanai
y Káliyamman hacen acto de presencia bajo las formas de un tridente y un recipiente res
pectivam ente. Más tarde se reunirán con su herm ana Máriyammao, pero en el entreacto,
las acom paña la feroz divinidad masculina Virappan, que posee a uno de los paraiyars.
Se conduce al prim er búfalo a un claro junto a un árbol extramuros del Fuerte Real,
se le asperja con agua y se espolvorea su cabeza con cúrcum a molida roja y amarilla. Se le
tum ba de costado, con las patas atadas por encima de las pezuñas, y se le decapita con
varios golpes secos propinados con un gran cuchillo. El m odo tradicional de sacrificio del
búfalo ha sido la decapitación, aunque Berreman relata un caso en Nepal en que el animal
fue acuchillado con espadas y navajas28. En la descripción de 1829 de Elliot, recogida por
Hiltebeitel, una pata seccionada del búfalo se le introducía en la boca. Esta humillación de
la víctima constituye un tem a corriente en el sacrificio en que se m uestran actitudes am bi
valentes hacia la víctima, p o r una parte, se la percibe com o sagrada y digna de ser tratada
con reverencia y, por otra, es objeto d e una violencia desatada en la que se la estima sagra
da sólo porque va a sufrir la m uerte29. En Gingee se retira en prim er lugar la cabeza de la
escena del sacrificio y después se trasladan cabeza y cuerpo a la colonia harijan. Los aldea
nos que han sido poseídos por la diosa saltan sobre el suelo m anchado de sangre y las
m ujeres se untan la frente con la sangre del búfalo en calidad de señal tilak. Los repre
sentantes de las diosas y de Virappaji (los que llevan sus emblemas) bailan en estado de
intoxicación en el lugar del sacrificio, lo cual rem em ora, según Hiltebeitel, la embriaguez
de la Diosa cuando m ató al demonio-búfalo. Un segundo sacrificio se produce en otro
lugar del camino que lleva a la colonia harijan y el cuerpo sigue el mismo proceso que en
el caso anterior. Entre tanto, las dos diosas, Kamalakkanni y Káliyamman, se encuentran
28 Berreman, Hindus o f the Himalayas: Ethnography a nd Change, t ed., Berkeley, Los Angeles,
Londres. University of California Press, 1972, pags. 378-9.
29 Girard, op cit., pag. 1.
236
El ritual hindú
MITO Y SACRIFICIO
La violencia que se realiza sobre el búfalo como víctima refleja la violencia de la Diosa contra
el búfalo-demonio; una práctica sangrienta que, a la par, resulta un poder purificador, Al rea
lizar un sacrificio el donante, o la comunidad, se purifica: la víctima del sacrificio, a un nivel
más profundo, se convierte en sustituto del donante o de la comunidad y en cierto modo
sirve para que se produzca una transmutación de los pecados del donante o de la comuni
dad en la bendición de la Diosa. A un nivel más profundo la víctima del sacrificio actúa como
sustituto del donante humano, del que realiza el sacrificio, o, tal vez, incluso de la comuni
dad entera. Se conocen algunos textos que se refieren al sacrificio humano en las tradiciones
de la India, pero es posible que nunca se materializaran tales prácticas y que sólo existieran
como una posibilidad o como ideal32. La identificación de la víctima del sacrificio con el sacri-
ficador se testifica en muchos mitos hindúes y, de forma notable, en la leyenda que se cuen
30 H iltebeitel, «On [he H an dling o f M eat, and R elated M atters in Tw o South Indian Buffalo Sacrifices»,
en L'Uomo, 9 .1 /2 ,1985, pags. 1 7 1 -9 9
31 Ibid., pag. 191.
32 Lincoln, Myth, Cosmos and Society: Indo-European Themes o f Creation a nd Destruction ,
C am bridge, Mass., H arvard U niversity Press, 1986, pag. 186.
23 7
E l h in d u is m o
PUREZA RITUAL
El concepto de pureza es fundamental para los hindúes. El que lleve a cabo un ritual, o el
que lo encargue, debe estar lo más libre posible de contaminación. Lis funciones natura
les del cuerpo y las secreciones corporales (todos los líquidos del cuerpo, el cabello y las
uñas cortadas) son contaminantes para los hindúes que han de purificarse cada día duran
te las abluciones rituales matutinas. También existen formas más graves de contaminación
causadas por la muerte y el luto, la menstruación y el parto; en estas ocasiones la perso
na afectada es considerada como contaminada y excluida de ciertas actividades, como,
por ejemplo, entrar en un templo. De hecho, tradicionalmente las mujeres eran excluidas
de las faenas de la cocina durante su menstruación a fin de evitar que la contaminación
se extendiera al resto de la familia. En presencia de lo divino en un templo, o delante del
altar doméstico, el hindú tiene que estar en un estado de pureza ritual, lo cual significa
que la contaminación {mala) tiene que haber sido erradicada en lo posible.
Naturalmente, existen límites a lo anterior y ciertas clases de personas nunca podían des
hacerse de la contaminación que afecta sus cuerpos a causa de su adscripción grupal
social; la entrada de una persona de casta baja en un santuario, por ejemplo, no se tole
raba durante la pújá de los nambudris dedicada a Raktesvan. De modo parecido, sola
mente se permite que el sacerdote brahmán entre en el sanctasanctórum del templo
donde la fuerza de la divinidad es mayor.
La escala d e p u re za y c o n ta m in ac ió n d iferen cia a los individuos e n tre sí, a los h o m
b re s d e las m u jeres, a la casta alta d e la baja. A dem ás d e la co n tam in ació n co tid ian a c a u
sad a p o r el c u e rp o y el c o n ta cto in v o lu n ta rio con su stan cias in d eseab les, existe un nivel
m ás p ro fu n d o d e p u re za y c o n ta m in ac ió n q u e , p o r lo g en e ra l, se c o n sid e ra c o m o p ro
p ied a d d el c u e rp o , c o m o u n a su stan cia c o rp ó re a . Los b ra h m a n es, la casta m ás alta, tien en
u n a su sta n cia co rp o ra l p u ra m ien tras q u e las castas m ás bajas la tien en im p u ra, y los in to
cables s o n los q u e p re se n ta n un m ayor g ra d o d e co n tam in ació n . A causa d e su e sta d o
c o n s ta n te d e p o lu ció n , p o r la su stan cia co rp o ra l co n q u e n acen , a m en u d o se p ro h íb e la
e n tra d a e n los tem p lo s o san tu ario s h in d ú es a los in to cab les, a u n q u e esta discrim in ació n
■''' O’Flaherty, Other People's Myths the Cane o f Echoes, Nueva York, Macmillan, 1988, pag. 99.
238
El ritual hindú
ahora es ilegal en la India. Sin embargo, a pesar de esta legislación los hindúes de casta
baja y los extranjeros son excluidos frecuentemente de los templos, pues se piensa que
su naturaleza contaminante irritaría a la divinidad. La escala de pureza y contaminación es
un principio organizativo y de restricción que controla la regulación de cuerpos en el
espacio social hinduista. El ritual hindú no sólo expresa el culto a una divinidad (o solicita
su protección, o la apacigua), sino que también asienta los principios de la identidad del
grupo planteando afirmaciones implícitas y explícitas no solamente sobre quiénes pue
den incluirse en un rito en particular, sino también, como hemos visto en el caso de los
ritos de paso, sobre quiénes se excluyen de los ritos34.
EL RITUAL Y LA POSESIÓN
La posesión (dvesa) por parte de las divinidades de los templos, constituye un aspecto
importante del ritual público durante los festivales. Suele producirse entre individuos de
castas bajas y es, a menudo, fundamental para el proceso ritual. Igual que la presencia
divina toma posesión de un icono (rnürti) en el templo, también la divinidad puede
entrar y tomar posesión del cuerpo de su devoto o devota. La persona poseída se transfor
ma en manifestación de lo divino; su cuerpo se asemeja al icono de la divinidad (vigraha,
múrti). La posesión en contexto ritual por parte de la divinidad se considera una bendi
ción de buen augurio, aunque, claro está, la posesión por parte de un fantasma o una pre
sencia demoníaca se percibe como augurio desfavorable y requeriría la realización de un
exorcismo por parte de un especialista ritual. Hasta puede darse el caso de que una per
sona poseída por la divinidad con regularidad con ocasión del festival, termine convir
tiéndose en «sacerdote» o «sacerdotisa» del dios35.
La posesión ritual tiene lugar de forma muy llamativa en los festivales, especialmen
te en los de las divinidades teyyam de Kerala. Estos festivales de casta baja se desarrollan
en toda la región malabar en los muy numerosos santuarios que albergan a las divinida
des teyyam bajo forma de iconos o espadas. Durante el festival la divinidad tomará pose
sión de un bailarín teyyam, engalanado del mismo modo que la divinidad, adornado de
modo extravagante con un tocado y un maquillaje elaborados (véanse fotos 19 y 20) que
bailará alrededor del complejo del santuario otorgando darsanam a los concurrentes.
Hay un ambiente electrizante durante estos festivales y el teyyam baila al son del frenéti
co ritmo de los tambores que tocan sus ayudantes. El festival dura unos dos días y cada
divinidad es representada a su vez por un danzante específicamente engalanado para la
ejecución de la danza de esa divinidad en particular con ocasión del festival. Empieza su*3
239
El hinduismo
baile junto a un altar donde se sacrifican pollos y se vierte alcohol. Se presenta un espejo
al bailarín que al ver su imagen reflejada cae en trance, poseído por la divinidad que está
representando. Ante el altar teyyam canta en malayalam una serie de alabanzas a la divi
nidad primero en tercera persona, después en segunda y, finalmente, en primera perso
na, indicando esta fase final que la posesión se ha completado. Baila blandiendo espadas
y escudos tomados del altar y ataca, simbólicamente, a la entusiasmada muchedumbre. A
veces, el teyyam sale del recinto del templo y avanza por las calles de la ciudad hacia el
templo local (en un eco de las procesiones en las que se portan los iconos de las divini
dades), donde exige la atención del oficiante de casta alta que se encuentra en su interior.
Al teyyam se le niega la entrada, aunque a veces hay un intercambio de ofrendas rituales,
y se vuelve al santuario teyyam repartiendo darsanam entre las gentes que se agolpan
en el camino y entrando en algunas casas, otorgándoles así su bendición. El modelo ritual
consistente en llamar a la puerta del templo seguido por una prohibición de entrar en él,
expresa una relación jerárquica entre la fría divinidad de casta alta de carácter pan-hindú
que está instalada en el templo, y el caliente teyyam de casta baja y de carácter local.
Aunque existe una clara diferencia entre la divinidad alta y el teyyam, los teyyams, si bien
nunca pierden su personalidad feroz, se identifican a menudo, sin embargo, con las divi
nidades altas. Por ejemplo, el teyyam Visnumúrti de un santuario de la aldea de
Nileshwaram, se identifica con Narasimha, el avatar más feroz de Visnu.
El ejemplo del teyyam demuestra cómo la posesión es un fenómeno social y cultu
ralmente definido, según ha mostrado Rich Freeman en su estudio exhaustivo. El bailarín
ritual poseído se porta de una forma ritualmente determinada. Resulta verdaderamente
notable que la posesión esté determinada culturalmente y no se trate principalmente de
un estado interior de conciencia del que actúa. Aunque puede haber, hasta cierto punto,
lugar a la improvisación, las canciones rituales que canta acerca del teyyam siguen un
modelo establecido, Freeman plantea la siguiente observación: «la posesión teyyam es
una actividad fundamentalmente ritual, es decir, caracterizada por unas pautas de com
portamiento y unas creencias convencionales que dejan poco lugar para las motivaciones
y disposiciones personales»36.
RITUAL Y MANIRA
Una de las características más llamativas de todo ritual hindú es la repetición de fórmulas
sagradas, los mantras, normalmente en sánscrito, que acompañan los actos rituales.
Resulta extraordinariamente difícil definir el término matura, aunque en su sentido más
36 Freeman, «Performing Possession: Ritual and Consciousness in die Teyyam Complex», en Bruckner,
Lutze y Malik (eds.), Flags o f Flame; Studies in South Asian Folk Culture, Nueva Delhi, Manohar Publishers,
1993, pág. 116.
240
i
E l r it u a l h in d ú
37 Véase Alper (ed.), Understanding Mantras, Albany, SUNY Press, 1989, págs. 3-5.
38 Ap.S.S. 24.1.8-15.
39 Mana 2.85-
« RV 3.62.10.
Tait.Up. 1.8.
« Mdndúkya Upartisad, I en Radhakrishnan, op. cit., págs. 693—705-
241
El hinduismo
pus védico; es aceptado como sagrado incluso fuera de la religión hindú entre el budis
mo y el sijismo43. Si bien om carece de significado semántico, es venerado en calidad de
sonido de lo absoluto que se manifiesta en el cosmos: sería la esencia del Veda.
RESUMEN
Partiendo de diversos ejemplos se ha evidenciado que en el hinduismo existe una amplia
gama de prácticas rituales encardinadas en diferentes divinidades, cada una de ellas carac
terística de su tradición y región, pero que al mismo tiempo se detectan rasgos comunes
en todo el hinduismo desde Kerala hasta los Estados Unidos. Los hindúes realizan el ritual
de sacrificio y la p ú j á para propiciar a las divinidades y alcanzar sus bendiciones, además,
algunos adeptos realizan rituales privados para alcanzar la salvación (m ukti) o gozar las
delicias de mundos o cielos superiores (bbuktí). El ritual aporta el ingrediente de la con
tinuidad de la tradición de generación en generación, transmite eficazmente los valores
hindúes implícitos, y fija los parámetros del sentido de identidad hindú.*
** Killingley, «Om: the sacred syllable ill the Veda», en Lipner (ed.) , A Net Cast Wide Investigation into
Indian Thought in Memory o f David Friedman, Newcastle upon Tyne, Grevatt and Grevatt, 1987, pag 14,
242
10 La teología y la filosofía hindúes
Desde los tiempos más remotos, junto a sistemas rituales y soteriológicos que se basa
ban en el yoga y la meditación, se desarrollaron en el hinduismo complejos y sofisti
cados esquemas doctrinales, y una profunda especulación metafísica. A menudo se ha
utilizado el término «filosofía» para describir estos sistemas. Si bien es indudable que
existen similitudes entre el pensamiento hindú tradicional y la filosofía contemporánea
occidental, lo que los pensadores tradicionales hindúes elaboraron sólo resultaría par
cialmente reconocible por los departamentos de filosofía de las universidades occiden
tales actuales. De modo alternativo el término «teología» expresa no sólo los aspectos
sistemáticos y trascendentales del pensamiento hindú, sino también su carácter exegé-
tico, pero presenta el problema de que algunas escuelas de! hinduismo son ateas, y no
tienen interés por algo que en griego se denominaba «theós». Ambos términos se usa
rán en las páginas que siguen al estimarlos adecuados. Los vocablos sánscritos que
generalmente se traducen como «filosofía» o «teología» son darsana (sistema de pen
samiento expresado por una tradición de comentarios basados en distintos textos fun
damentales) y ánviksiki, «análisis» o «ciencia de la investigación» encardinada en el
campo de los conocimientos védicos, y que se emplea especialmente en referencia a la
lógica (nyáyá)1. El término darsana, derivado de la raíz verbal drs, «ver», implica
«vista», o incluso «visión», del mundo y se emplea para referirse no sólo a los sistemas
ortodoxos (dstika) que reconocen el Veda como revelación, sino también a las opinio
nes heterodoxas (ndstika ) tales como el jainismo, budismo y el materialismo
(lokáyata). El término darsana también se emplea en un sentido bastante diferente
para referirse a la acción religiosa de contemplar una imagen de algún templo o a un
santón vivo,
Los darsanas ortodoxos han codificado sus enseñanzas en forma de aforismos lla
mados sütras («hilos»), frecuentemente demasiado condensados para comprenderse sin
el recurso a un comentario (bhásya). Estos comentarios constituyen la expresión exegé-
tica de la tradición y presentan, a su vez, subcomentarios y glosas redactados basándose
en ellos. Se desarrollan controversias muy sutiles y refutaciones técnicas de las escuelas
rivales en la literatura de los comentarios. Estas controversias han sido a menudo muy
ingeniosas y de un gran rigor intelectual; y dificultan seriamente algunos intentos hindúes
recientes de desmontar las diferencias entre diversos darsanas, o de percibirlos como
1 Halbfass, India and Europe, an Essay in Understanding, Albany, SUNY Press, 1988, pags. 263 -8 6,
243
El h in d u ism o
244
La te o lo g ía y la filo s o fía hindúes
mandatos del Veda se verbalizan (se hacen lenguaje), y las tradiciones de los comentarios
teológicos se expresan por medio del lenguaje. Para los hindúes védicos el lenguaje ins
pira, aclara y revela verdades y significados y, así, constituye el punto de partida de la
investigación teológica (brahmajijñásá). El lenguaje aparece como punto de interés
fundamental en la teología hindú que asume (y utiliza) una larga tradición de análisis lin
güístico. Esta tradición puede remontarse hasta las «articulaciones del Veda», oVedáñgas,
las ciencias auxiliares que se enseñaban a los brahmanes y que aseguraban la correcta
transmisión del Veda de generación en generación, y una adecuada ejecución de los rituales.
De los seis Vedáñgas (véase pág. 69), la gramática iyyákarana) y la etimología (nirukta)
tienen que ver directamente con el lenguaje como sistema abstracto, mientras que la pro
nunciación (siksa) y la prosodia (chandas) atañen a la expresión. La ciencia de la gra
mática (vyákarana) evolucionó como tradición independiente, un darsana aparte, y
aportó la inspiración y precisión analítica necesaria para otras escuelas más directamente
interesadas en los temas teológicos.
LOS GRAMÁTICOS
Desde al menos el siglo va.C., una fecha asombrosamente antigua, se había desarrollado
en la India una ciencia del lenguaje de tal categoría que ha llegado a influir de modo nota
ble en la lingüística moderna gracias al estudio del sánscrito, y a la traducción a idiomas
europeos de algunos de sus textos clave en el el siglo xix,
El lingüista hindú más antiguo de quien tenemos noticias, Pánini (fechable hacia el
siglo v a.C.), en sus «Ocho Capítulos» (Astadhyáyñ) creó una gramática descriptiva analí
tica del sánscrito que cubría el análisis de fonemas, sufijos, frases, la reglas para combinar
palabras (sandhi), y la formación de raíces verbales. Esta obra aún no ha sido superada y
su cabal comprensión ha sido posible solamente con el desarrollo de la lingüística moder
na en Occidente. Aunque los 4.000 sútras en que consiste este texto contienen poca teo
logía directa, es la obra fundamental con la que se confronta el idioma posterior y el
punto de referencia para las subsiguientes interpretaciones de los textos védicos.
También aporta la base para una escuela gramatical que tuvo intereses teológicos además
de los estrictamente filosóficos.
246
La te o lo g ía y la filo s o fía hindúes
247
E l h in d u ism o
colores101. Sphota es el estallido del significado de una frase, un libro o un poema; como
una revelación que parte de un nivel más sutil cuyo terreno primario es lo absoluto sono
ro. Este absoluto, cuyo conocimiento constituye una «intuición» (pratibhá), es el objeti
vo último, además de la fuente, del lenguaje.
Las teorías del lenguaje son también teorías de la conciencia con la que está íntima
mente relacionado. Varios términos para denominar la conciencia (cit, citta, caitanya,
samvit) son el punto central de muchos sistemas filosóficos y teológicos indios, especial
mente la escuela de sólo-conciencia (vijñánaváda) del budismo, y la escuela del correcto
reconocimiento (pratyabhijñá) del saivismo de Cachemira. Y, sin embargo, hasta cierto
punto la cuestión de la conciencia está presente en todos los sistemas filosóficos indios,
especialmente en lo referente a su relación con el lenguaje y con el ser. De hecho,
muchas escuelas, especialmente el saivismo de Cachemira y el vedánta advaita, identifi
can la conciencia purificada o absoluta con el ser. A veces se considera que esta concien
cia purificada va más allá del lenguaje, mientras que el lenguaje comunicativo cotidiano,
que expresa el deseo, impide que la conciencia realice su verdadera naturaleza inefable,
Para los gramáticos el lenguaje es la característica diferenciadora de la conciencia huma
na que, en su nivel más profundo, se identifica con el ser. Sin estar de acuerdo con los
gramáticos, todas las escuelas del pensamiento indio responden, de alguna manera, a la
escuela de los gramáticos, participan en el debate acerca del lenguaje, su relación con la
conciencia y el ser, y emplean una terminología filosófica compartida.
LO UNO Y LO MÚLTIPLE
Además del interés por el lenguaje y su relación con el ser, las teologías hindúes han
ahondado en la comprensión de la relación entre «lo uno» y «lo múltiple». La revelación
hindú y la experiencia yóguica se refieren a una realidad absoluta que es unitaria y sin
derivaciones; y, sin embargo, la experiencia del mundo nos dice que la existencia es múl
tiple y diversa. ¿Cuál es la relación entre este «uno» único, y este «múltiple» diverso?.
Algunas teologías hindúes sostienen que se trata de una identidad, que lo absoluto es en
última instancia idéntico a lo múltiple y su diferencia es mera ilusión; otros exponen que
se trata de una relación de diferencias y que ambos son ontológicamente muy diferentes;
e incluso otros sostienen que a la par la identidad y la diferencia son aplicables a la rela
ción entre lo uno y lo múltiple11. Las teologías hindúes, por tanto, llegan a conclusiones
diferentes en lo relativo a esta pregunta fundamental.
10 Ibid., págs. 10-11. Véase también Coward, The Sphota Theory o f Language, Delhi, MI.BD, 1986;
Raja, Indian Theories o f Meaning, Madras, Adyar Libraiy and Research Centre, 1963, págs. 95-148.
11 Acerca de estas posturas véase Pereira, Hindu Theology Themes, Texts a nd Structures, Delhi,
MLBD, reimpresión, 1991, págs. 37—<Í0.
248
La teología y la filosofía hindúes
11 Clooney, Theology after Vedanta: an Experiment in Comparative Theology, Delhi, Sri Satguru
Publications. 1993, pag. 21.
249
El hinduismo
250
La teología y la filosofía hindúes
SÁMKHYA
El sistema sámkhya es la filosofía sistemática más antigua que surgió en la tradición hindú,
y ejerce una gran influencia en las posteriores escuelas filosóficas y especialmente en el
saivismo tántrico y en el páñcarátra. De hecho, otras escuelas de pensamiento indio,
como el nyáya y el vedánta, fueron desarrolladas en los primeros siglos de nuestra era par
cialmente debido a reacciones polémicas ante la filosofía sámkhya. El término sámkhya,
que significa «enumeración» o «cálculo», tiene dos sentidos: el primero es general y se
emplea en las tradiciones de renunciantes, incluyendo el jainismo y el budismo, para la
enumeración y catalogación de los elementos que constituyen el cosmos; el segundo es
un sentido más específico para referirse al sistema filosófico sámkhya que elaboró una tra
dición de comentarios en torno a sus textos claves y que constituye el trasfondo del yoga
de Patañjali, Estos dos significados se ordenan cronológicamente: la tendencia más anti
gua, la de catalogar el cosmos y la psicología humana, la que podríamos llamar «proto-
sámkhya», surge en fechas muy tempranas en las tradiciones de renunciantes (desde los
siglos ix al ni a.C.); mientras que la segunda, la de la filosofía sistemática káriká -sámkhya,
se desarrolla a partir del siglo ivd.C. aproximadamente13.
PROTO-SÁMKHYA
En la acepción general de enum eración de elem entos, o com ponentes de! cosmos, ya se
rastrean especulaciones del tipo sámkhya en los primitivos textos del jainismo, budismo
e hinduismo. No obstante, en lugar de considerar que las especulaciones sámkhya sur
gieran de contextos jainas o budistas, es probablem ente más correcto suponer que las pri
meras especulaciones jainas, budistas y brahm ánicas, incluyendo la especulación de tipo
médico, surgieron d e u n contexto ideológico com ún en el que era elemento clave la enu
meración de tipo sámkhya de las categorías de la experiencia.
Se constatan llamativas semejanzas entre la filosofía sámkhya posterior, los sistemas
médicos o Ayurveda, y los sistemas budistas, especialmente el budismo abhidharma y el
yogácára. De hecho ísvarakrsna, exponente de la tradición filosófica, comienza su tratado
sobre el sámkhya con la idea de la vida com o sufrim iento (duhkha), tema muy im portan
te en el budismo. Más que un sistema que tom a en préstam o conceptos de otro, es pro
bable que se trate de desarrollos surgidos a partir de un legado com ún. La más antigua
enum eración de principios cósmicos en la tradición brahmánica aparece en la Chándogya
Upanisad que postula un ser único (afea), o verdad [sai] que produce fuego, que a su vez
produce agua, que a su vez se convierte en alimento. El texto se refiere a un sentido de la
propia identidad parecido a la idea sámkhya de ego (aham kára) y también identifica los
13 Véase Larson y Bhattacharya, Sdmkhya, a Dualist Tradition in Indian Philosphy, Delhi, MLBD,
1987, pigs. 3—41.
251
El hinduismo
4 ego (ahamkara)
5 mente
(manas)
colores rojo, blanco y negro con el fuego, el agua y la tierra. Esto recuerda la posterior cla
sificación de la materia (prakrti) en tres cualidades (gunaj1^. La enumeración de las cate
gorías también se encuentra en otras Upamsads, notablemente la Katha y la Svetásvatara.
Listas de carácter presistemático de los elementos de la experiencia y del mundo aparecen
en dM ahábhdrata, especialmente en la sección llamadaMoksadbamia y en la Bhagavad
Gitá. Por ejemplo, la Gitá describe la naturaleza de Krsna en ocho facetas: tierra, agua,
fuego, viento, éter, mente (manas), intelecto (buddhi) y ego (aham kara)*15, todas ellas
categorías enumeradas en la literatura sámkhya posterior.
252
La teología y la filosofía hindúes
tados en una tradición sámkhya ya en pleno desarrollo. Este texto postula un dualismo
radical entre el yo, o conciencia pura (purusa), y la materia (prakrti) con la que parece
estar enredado16. La liberación (kaivalya) es el conocimiento discriminativo que afirma
que la conciencia pura es eternamente diferente de la materia primordial; sólo existe una
proximidad entre ellas pero su comprensión tiene como resultado la cesación del sufri
miento y de la reencarnación17. El discernimiento permite a la conciencia distinguir el yo
de lo que no es el yo, y percibir así que el yo nunca estuvo realmente sujeto a la materia,
Este yo es trascendente, testigo silencioso de la confusión del yo común. A su vez el yo
empírico, el yo de las afirmaciones en primera persona del singular, surge como evolución
de la materia a partir de un estado primordial, pero no constituye por sí mismo el verda
dero sujeto. Mientras que en el dualismo filosófico occidental se distingue entre la mente
y el cuerpo, en el sistema sámkhya el dualismo se establece entre el yo (purusa) y la mate
ria que abarca lo que la filosofía tradicional occidental ha denominado «mente». El yo
común cae dentro de terreno de la prakrti, pero el yo verdadero está más allá de ésta.
Prakrti, un concepto más amplio que la categoría occidental de «materia», incluye la
idea occidental de «mente», evoluciona o se transforma a partir de un estado no-mani
fiesto, a través de una serie de etapas o niveles en que aparecen categorías diversificadas.
Estas categorías, o tattvas (literalmente, «el ser eso») contienen el universo de la expe
riencia. Esta evolución, o transformación (parim m a), está gobernada, o mantenida en
estado equilibrado, por tres cualidades (guqa); las calidades de la luz {sativa), de la
pasión o energía {rajas), y la de la oscuridad o inercia (tamas). Estas cualidades son muy
importantes en el pensamiento hindú y, más tarde, se convierten en la base de varias
identificaciones y clasificaciones. Las tres categorías superiores se identifican con losgum s,
como, por ejemplo, en las categorías de los alimentos clasificados como «fríos» {sativa),
«picantes» {rajas) e «insípidos» {tamas). Aunque parece que el yo (purusai está confun
dido con la materia, y transmigra hacia un cuerpo sutil, se trata únicamente del yo empí
rico bajo la influencia de los gunas quien lo hace.
Lo interesante de la enumeración sámkhya de los principios de la experiencia en vein
ticinco categorías es que la estructura se refiere tanto a la psico-fisiología individual, como a
las categorías cosmológicas. La evolución de la materia es un proceso tanto cósmico como
individual; las funciones fisiológicas y los componentes del mundo físico emergen del sen
tido del ego. La primera transformación a partir de la materia se traduce como «intelecto» o
«mente superior (buddhi), también llamado el «grande» (mahat), y se refiere tanto al fun
cionamiento psicológico individual como al nivel superior de la cosmología jerárquica. A par
tir de buddhi se desarrolla el sentido del «yo», o ego (ahamkára), del que emerge la mente
16 SarnKar 20.1.
17 ¡bid., 62—4.
253
El binduismo
(manas), los cinco sentidos y sus objetos, los cinco órganos de acción, o funcionamiento
motriz, los cinco elementos sutiles y los cinco elementos ordinarios (véase la figura 8).
SÁMKHYA Y YOGA
El sámkhya se desarrolló en un contexto donde la renuncia al mundo y la práctica del yoga
eran comunes. El sistema yóguico de Patañjali, descrito en el capítulo 2, adopta la meta
física dualista sámkhya y enmarca la liberación dentro de sus límites. El esquema general
de ¡svarakrsna es asumido por Patañjali, pero con algunas diferencias. Buddbi, ego y
mente son clasificados en la categoría general de «conciencia» (cittá) y, mientras que el
sámkhya se interesa por la ontología, el establecimiento de la existencia del yo y la enu
meración de lo que existe en el mundo, el yoga se interesa por la transformación y la
estructuración de los diferentes estados interiores de la conciencia. Además, el sámkhya
es un sistema ateo y el darsana yóguico admite la idea de Dios, o el Señor (ísvara), como
un tipo especial del yo (purusa) que nunca ha estado mezclado en laprakrti y que, por
tanto, puede actuar como foco de meditación. Estas tendencias teístas se desarrollaron
en la tradición posterior de tal modo que el teólogo del siglo xvi, Vljñánabhiksu, si bien
reconoce que el sistema no lo necesita, afirma que la idea de un Señor no es irreconcilia
ble con la anterior visión sámkhya.
Vijñánabhiksu encama la tendencia que busca sintetizar los puntos de vista del sám
khya y del vedánta y, a la par, valerse de las más amplias tradiciones populares de la épica
y los Puránas. En sus comentarios procura reconciliar el pluralismo y el ateísmo del sám
khya con el monismo de algunas formas de! vedánta, El sinfín de «voes» del sámkhya,
ontológicamente diferentes entre sí, y diferentes de la materia (prakrti), están, no obs
tante, relacionados con lo absoluto (brahmán) y comparten su ser, igual que las chispas
comparten el ser del fuego, o un hijo guarda un parentesco con su padre. En el momen
to de la liberación estos yoes descansan en su conciencia, ya purificados de toda confu
sión con la materia. Si bien Vijñánabhiksu reconoce la independencia de las almas, de la
materia y de lo absoluto, procura establecer, gracias a una lectura propia de textos y
comentarios, que el brahmán es la conciencia trascendente, inmutable y pura, y también
la causa eficaz y material del universo18.
MÍMÁMSÁ
Las Upanisads son llamadas el Vedánta, el «fin del Veda», término también aplicado a la
tradición teológica que se desarrolla a partir de ellas, Esta tradición, Inmensamente rica,
ejerce tanta influencia que, a nivel popular en Occidente, por «Vedánta» se entiende «filo-
18 Rukmani, Yogavárttika ofV ijm nabbiksu, vol. I, Delhi, Munshiram Manoharlal, 1981, págs. 9-12,
254
La teología y la filosofía hindúes
sofía india». No obstante, el vedánta está dividido en dos ramas fundamentales llamadas
mimámsás, o sea, escuelas de exégesis o de indagación. Estas escuelas son la púrva
mimámsá, a veces llamada simplemente la mimámsá, y la uttara mimámsá, a veces llama
da simplemente el vedánta. Aquélla se interesa por la acción correcta de acuerdo con el
dharma-, ésta se interesa por los conocimientos correctos (jñána) de brahmán. Es sig
nificativo que incluso la escuela posterior se llame mimámsá, término que insiste en que
se trata de una tradición exegética de comentario y subcomentario de los textos sagrados.
Por razones de claridad, llamaré a la púrva mimámsá simplemente «mimámsá», y a la utta
ra mimámsá «vedánta», pero quisiera insistir en la continuidad exegética, tal como ha
demostrado Francis Clooney, entre ambas19.
La mimámsá remonta sus orígenes al Piirva M imám sá Sútra de Jaimini (aproxima
damente 200 a.C.) con su comentario por Sabara (siglos n-iv d.C.), denominado Bhásya,
aunque hay que buscar los orígenes de la mimámsá en las ciencias auxiliares (Vedárigas)
y especialmente en los Kalpa Sil tras. A su vez, el comentario de Sabara tiene subcomen
tarios, siendo los más notables los de Prabhákara y de Kumárila Bhatta (siglo vil d.C.), que
representan dos interpretaciones diferentes de la mimámsá20. De hecho, la tradición está
dividida en dos ramas, prabhákara y kumárila, que difieren en lo relativo al concepto de
los efectos de la acción ritual (apürva) y la naturaleza del error, aunque la escuela
kumárila es la representante más importante de la tradición21.
Jaimini declara el propósito de su texto en el primer verso: «comencemos la inves
tigación sobre el dbarma» (atháto dharm a-jijñásá). Dharma, el orden del universo,
está revelado en el Veda y las investigaciones que se le dedican demuestran que el Veda
es, principalmente, una serie de mandatos (vidhi) acerca de la acción ritual. La acción
ritual, y específicamente el sacrificio, pueden remontarse al Veda, y la mimámsá es la
reflexión racional sobre sus motivos. Según Jaimini, la realización correcta del sacrificio
produce un poder trascendente, llamado apürva, que genera el resultado del sacrificio,
y, en particular, la recompensa del cielo (svarga) tras la muerte. Apürva es la fuerza pos
tulada que explica cómo el resultado de un sacrificio sigue a su realización, a pesar de
que pueda darse un lapso temporal entre la acción y su resultado. Cada parte de un
ritual, una vez que se ha realizado, crea su particular apürva que se va acumulando hasta
que la secuencia ritual se termine; los resultados serán experimentados por el que sufra
ga el sacrificio (yajam ána) en el cielo. Más que la liberación (moksa), el cielo es el resul
tado del sacrificio.
255
El binduismo
256
La teología y la filosofía hindúes
VEDANTA
La escuela de teología india que ha ejercido una m ayor influencia ha sido ei vedánta. Su
impacto ha sido enorm e en todas las tradiciones religiosas y se convirtió en la principal
ideología del Renacimiento Hindú del siglo xix. Es el paradigm a filosófico del hinduism o
por excelencia. Sin em bargo, aunque se constatan continuidades en la escuela vedánta
que se rem ontan a las Upanisads, desborda cualquier adscripción única y contiene una
gran variedad de posturas teológicas y filosóficas. La posición ambigua consistente en
em plear para la escuela vedánta tanto la denom inación de «teología» com o de «filosofía»
radica en que presenta un interés, claram ente filosófico, por la epistemología, la ontología
y el razonamiento, pero su naturaleza exegética lleva a que se la considere com o «teología».
Actualmente, los estudiosos tienden a ubicar a la escuela vedánta dentro de un sistem a
teológico de com entarios que pone d e relieve las continuidades y la tradición anterior de
la m im ám sá24. Además se constatan fuertes continuidades con la tradición vaisnava, y se
podría argum entar que la escuela vedánta es, esencialm ente, una articulación teológica
vaisnava. De hecho, hasta e! propio Saiikara, tradicionalm ente considerado com o saiva,
pudo haber sido un vaisnava según algunos investigadores.
Como se ha afirmado, el térm ino «vedánta» tiene com o punto de referencia a las
Upanisads y sus enseñanzas a las que se añaden las tradiciones inspiradas en ellas y que
surgen a su am paro. Encabezando estas tradiciones están los Siitras, diseñados para ser
aprendidos de m em oria, que resum en las enseñanzas del Veda y las Upanisads. El Pürva
Mimámsá Sútra, de Jaimini, es el texto fundacional de la pürva m im ám sá; y el equiva
lente en la uttara m im ám sá, o vedánta, es el Brahma Sútra de Bádaráyana, tam bién lla
mado Vedánta Sútra y Uttara Mimámsá Sútra. Este texto fue redactado más o m enos al
mismo tiem po qu e el de Jaimini (aproxim adam ente el 200 a.C.) y, de hecho, en ambos
textos se hacen referencias cruzadas de sus autores. Sin embargo, m ientras que el
Mimámsá Sútra investiga el dharm a , el Brahma Sútra es una investigación sobre el
brahmán. De hecho, com ienza de forma parecida: «comencemos la investigación sobre
lo absoluto» (atháto brahma-jijñásá). Estos dos textos articulan las dos grandes áreas de
interés de las tradiciones hindúes: por una parte, el dharma, foco de atención del cabe
za de familia brahm án; p o r otra parte, el brahmán, concepto clave para el renunciante en
busca de la liberación.
Varias escuelas se desarrollaron en el m arco de la tradición vedánta y sus fundado
res y máximos exponentes redactaron com entarios sobre el Brahma Sútra, establecien
Véase Clooney, «Binding the Text, Vedanta as Philosophy and Commentary», en Rimm (ed.), Texts
in Context, Traditional Hermeneutics in South Asia, Albany, SUNY Press, 1992, págs. 47-68; Halblass,
Human Reason and Vedic Revelation in the Philosophy o f Sankara, Studien zur Indologie und Iranistik 9.
Reinbeck: Verlag für orientalische Fachpublikation, 1983; Murty, Revelation and Reason in Advaita Vedänla,
Delhi, MLBD, 1974.
257
El hinduismo
EL VEDÁNTA ADVAITA
El vedánta advaita es la más famosa escuela filosófica india a m enudo equivocadam ente
considerada única representante del pensam iento vedánta25. El térm ino aduaita signifi
ca «no-dual» y se refiere al m onism o absoluto que predica esta tradición, significa, en tér
minos sencillos, que sus adeptos defienden la realidad de lo «uno» por encim a de la rea
lidad de lo «múltiple». El pensador advaita más famoso, y a la par el filósofo indio más
notable de todos los tiem pos, es Sarikara o Sarikarácárya.
SANKARA
No se pueden fijar con exactitud las fechas de la vida de Sañkara, aunque algunos estudiosos
aventuran un abanico entre los años 788 y 820 d.C. Sin duda no puede haber vivido antes de
la mitad del siglo vn, ya que habla del teólogo mímámsáka Kumárila, y de! budista Dhamakirti
que, con seguridad se datan en esa centuria. Se redactaron varias biografías, las Sañkaravi-
jayas, por parte de sus seguidores que coinciden en que su lugar de nacimiento fue Kaladi,
una aldea de Kerala, lo cual es probablemente cierto, ya que, al no tratarse ni de un empla
zamiento real, ni un lugar de importancia religiosa (si exceptuamos justamente el ser el lugar
de nacimiento de Sarikara) no existe ninguna razón ideológica que lleve a potenciar tal ubi
cación. Su padre murió cuando era joven y fue educado por su madre.
Se dice que cuando era un joven brahm án nam budri de unos ocho años, Sarikara
juró convertirse en renunciante, pero su m adre no se lo permitió. Se cuenta que un día,
m ientras se estaba lavando en el río, se acercó un cocodrilo y le atrapó por la pierna. Al
gritar, acudió su m adre a la orilla del río, viendo que la única esperanza para que siguie
se con vida era permitirle tomar el camino de la renuncia al m undo, se dejó persuadir, y
el cocodrilo se apartó de su presa. Se convirtió en renunciante pero prom etió a su madre
que estaría con ella durante sus últimos días y realizaría los ritos fúnebres en su honor, lo
que cumplió. Sarikara dejó su casa y siguió las enseñanzas de un gurú, Govinda, junto al
río Narmadá. Tras una fase de discipulado terminó abandonando a su m aestro y viajó
i : Potter, Aciuaita Vedanta up to Samkara and bis pupils, Encyclopaedia of Indian Philosophies 3,
Delhi, MLBD, 1981, pag. 6.
258
La teología y la filosofía hindúes
hacia el norte, a Benarés. En este lugar enseñó y se rodeó de discípulos. Marchó de pere
grinación a las fuentes del Ganges y permaneció en Badrinath cuatro años, durante los
cuales compuso sus obras principales. Volvió a Benarés, donde continuó con sus ense
ñanzas y debates con otros pensadores, incluyendo al mimámsáka Mandanamisra, al que
convirtió al advaita. Se cuenta que la esposa de Mandana, Bharati, retó a Sañkara a deba
tir sobre el arte del amor, acerca del cual, por ser renunciante, era un absoluto ignoran
te. Así que Sañkara entró en el cuerpo de un rey durante un breve periodo de tiempo
para experimentar el arte del amor y volvió para vencer a Bháratl en el debate. Después,
tanto ella como su esposo se convirtieron en advaitines. Sañkara no sólo compuso
comentarios, sino que también fundó una orden monástica, los dasanámis, que contaban
con cuatro centros en Srñgeri, Dwarka, Badrinath y Puri, y quizá un posible quinto cen
tro en Kanchi. Murió murió a los treinta y dos años en el Himalaya.
Aunque un gran número de textos filosóficos e himnos devocionales se atribuyen a
Sañkara, los investigadores aceptan que hay que usar como referencia segura el comen
tario (hhasya i sobre el Brabma Sútra. Además de este texto se aceptan tres más como
de su indiscutible autoría: los comentarios sobre la Brhadárartyaka y la Taittiñya
Upanisads, y la obra independiente «Las mil enseñanzas» (U padesasáhañ)1(¡. Es proba
ble que también escribiera el comentario sobre el resumen (,Káriká) de Gaudapáda a la
M ándukya Upanisad, y un comentario sobre la Bhagavad Gitá, aunque no existe una
nimidad de opinión sobre este particular. Gaudapáda fue el gurú del gurú de Sañkara a
quien éste llama su supremo maestro (paratnaguru). Gaudapáda sufrió la influencia del
budismo y sus Kárikás llegaron a ser citadas por el filósofo budista Bhávaviveka. No obs
tante, por lo general la tradición advaita es muy contraria al budismo y Sañkara dirige
vehementes ataques contra la que denomina «herejía» budista que rechaza el Veda.
Además de los comentarios teológicos, las tradiciones advaita y sri vidyá atribuyen a
Sañkara la autoría de un himno famoso dedicado a la Diosa, titulado Saundaryálahañ.
Norman Browne, traductor de la obra, acepta la autoría parcial de Sañkara, y es cierta
mente posible que un teólogo hindú pudiera componer tanto comentarios eruditos
como literatura devocional, tal como ha señalado Bharati27.
LA TEOLOGÍA DE SAÑKARA
En sus comentarios Sañkara elabora una teología en la que intenta establecer que la igno
rancia espiritual (<avidyd), o ilusión (maya), tiene como causa la superposición (adhyása)
2(1 Ibid. , pág. 116. Para las traducciones al inglés del Brabma Sútra Bbasya, véase Thibaut, Veddnta
Sütras, SBE 34,38, D e lh i, AVF Books, 1987; Gambirananda, Brahmasútrabhasya, Calcuta, Advaita Ashrama,
1965.
l,! Bharati, Hindu Views a n d Ways and the Hindu-Muslim Interface, págs. 23—lO. N. B ro w n , The
Saundaryálahañ o f Flood o fBeauty, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1938,
259
El hinduismo
Es un hecho que el objeto y el sujeto, cuyas respectivas esferas son «yo» y «tú», que
se oponen el uno al otro como la oscuridad y la luz, no pueden identificarse con
sus respectivos atributos. Por tanto, es incorrecto sobreponer al sujeto (cuya
naturaleza es la percepción: cit y cuya esfera es la noción del «yo») el objeto y sus
atributos (cuya esfera es la noción del «no-yo»). También al contrario: es incorrecto
sobreponer el sujeto y sus atributos al objeto23.
Este pasaje resume un tema central del pensamiento de Sarikara y nos permite
saborear el estilo conciso de sus comentarios. La superposición del yo en lo que no es
el yo, y lo que no es el yo en el yo es la propensión natural de la conciencia ignorante.
Eliminar la sobreposición es acabar con la ignorancia y alcanzar ta realización del yo
(átman) como sujeto presente idéntico con brahmán. Obtener estos conocimientos es
la liberación (moksa).
El objetivo de Sarikara es demostrar que su interpretación a dm ita de las escrituras
sagradas es la correcta, un método que consiste en leer los textos para adquirir e! conoci
miento de la verdad revelada; un proceso consistente en oír (sravam), pensar (manaría),
y reflexionar o en meditar (inidhidhydsana). Si bien el concepto de experiencia mística
(anubhava), fundamental en la percepción occidental en los últimos tiempos, es clave para
Sarikara en tanto que meta que conduce a la revelación, su interés nuclear resulta ser la
correcta interpretación de las escrituras y la refutación de lo que considera como falso. En
sus obras no hay referencias a ninguna experiencia religiosa personal, ni a la experiencia de
los sabios de la antigüedad. Naturalmente, el Veda no es considerado como una obra de
autoría humana, así que la experiencia personal en este caso es irrelevante2829.
Las escrituras sagradas pueden dividirse en secciones que tratan de la acción (kar-
m akánda), y secciones que tratan de los conocimientos (jñánakánda). La mimámsá
260
La teología y la filosofía hindúes
sostiene que las secciones sobre la acción (es decir, la acción ritual) son de importancia
fundamental porque la obligación de ejecutar el dharm a constituye el objetivo principal
del Veda. Por su parte, Sañkara afirma que las secciones sobre los conocimientos son de
mayor importancia porque la liberación es el mensaje básico del Veda, y solamente los
conocimientos desembocan en la liberación. Se refiere a estos conocimientos liberadores
en los denominados «grandes preceptos» (m ahávákya) de las Upanisads, es decir: «Yo
soy lo absoluto» (abam brahmásmí); '«este yo es lo absoluto» (ayam á tm á brahma);
«verdaderamente todo es lo absoluto» (sarvam khali idam brahma); y «eso eres tú»
(tattvamasi). Percibir la fuerza existencial de estas afirmaciones es liberarse y ser capaz
de distinguir entre el ser puro y los fenómenos del mundo. El resultado no se parece al
cielo de los mimámsákas, puesto que la liberación no es un estado o meta futuros que se
pueda alcanzar; solamente puede despertarse en ella.
Después de exponer su postura, Sañkara hace algunas concesiones a la ideología de
la devoción (bbakti) hacia un señor personal (Isvara) aunque en calidad de nivel inferior
de conocimiento. Brahmán, en su esencia atemporal idéntica al yo, está más allá de todo
predicado y cualidad (nirguna), pero en su modo temporal, como el Señor, tiene atri
butos (saguna), y así puede ser tratado mediante la devoción como objeto de la con
ciencia, Ver lo absoluto como el Señor es mantener la diferencia entre el yo y lo absolu
to, lo cual significa retener un vestigio de ignorancia que, finalmente, ha de trascendcisi.
Si la realidad es uno, toda diferencia debe de ser ilusoria.
EL ADVAITA POSTERIOR
Después de Sañkara diversos teólogos advaitas importantes redactaron textos siguiendo
la tradición de los comentaristas, resolviendo problemas teológicos y filosóficos incipien
tes en los textos advaitas anteriores, y respondiendo a los oponentes de otras escuelas. MI
ya mencionado Mandanamisra es un contemporáneo de Sañkara, aunque de mayor edad,
antiguo teólogo mimámsá convertido al advaita del que cabe la posibilidad de que fuera
el mismo que se conoce bajo el nombre de Suresvara (aunque la investigación está divi
dida y muchos estiman que se trata de un autor advaita independiente). Vácaspatimisra
(siglo x) escribió comentarios sobre los textos advaitas y también sobre otros darsanas,
y Sri Harsa (aproximadamente 1150 d.C.) elaboró una argumentación del tipo reductio
a d absurdum para demostrar las contradicciones inherentes en todas las proposiciones
acerca del mundo (y especialmente las del nyáya). Con este método saca a relucir las con
secuencias no deseadas de las posturas de sus oponentes. Este sistema de argumentación
es esencialmente el mismo que utiliza el filósofo budista Nágárjuna50.
:’° Grajioft, Philosophy and Argument in Late Vedánta, Boston y Londres, Reidel, 1978. Véase Dasgupta,
History o f Indian Philosophy, vol. Il, 1922, Delhi, MLBD, 1988 para la historia de los advaitas tardíos.
261
El hinduismo
EL VEDÁNTA VISISTÁDVAITA
Con el desarrollo del teísmo en la gran tradición vaisnava, la lectura monista de las escri
turas sagradas encontró una seria oposición. El gran teólogo y líder de la comunidad sri
vaisnava, Rámanuja (véase págs. 155-156), compuso un comentario, denominado Sri
Bhasya, sobre el Brahma Sütra, y otro comentario sobre la Gitá, para refutar el monis
mo de Sarikara. También redactó una breve obra independiente, titulada Vedánta Sam
graba}1. En estas obras argumenta con vehemencia en contra de la lectura monista que
hace Sarikara de las escrituras sagradas; de modo contundente afirma que la postura
advaita se enfrenta a la razón, a la firme comprensión del significado del lenguaje, y a las
escrituras. Termina exponiendo que los adeptos del advaita, al sostener tales opiniones
sin fundamento, ¡debieron de sentirse atormentados por las huellas de un pecado (papa)
sin origen!3132. Las interpretaciones vedánticas de Rámanuja se denominan «no-dualismo
cualificado» (visistádvaita) y articulan un modelo teológico vaisnava que procede de
Náthamuni, el maestro de Yámuna, su amado maestro: una teología que no desdeña las
extensas fuentes textuales de la épica, los Puránas, y hasta la literatura páñcarátra.
Como Sarikara y los mlmámsákas, Rámanuja se interesó por la exégesis, por una cui
dadosa lectura de las escrituras a fin de llegar a la comprensión de Dios y su relación con
el mundo plural. Sarikara sostuvo que al leer un texto sagrado funcionan dos niveles de
verdad: el que se interesa por la verdad superior de la unidad de brahm án■y el otro nivel,
inferior, que representa a brahmán como Señor personal. Rámanuja rechaza esta dife
rencia afirmando que todos los pasajes de las escrituras sagradas tienen que aceptarse
como iguales y que no es metodológicamente correcto dividir las escrituras a la manera
de Sarikara. Al rechazar la teoría de los dos niveles de verdad en lo relativo a las escritu
ras sagradas se puede llegar a entender, según Rámanuja, que las escrituras están dando
fe de un alma suprema, el brahmán, en su calidad de esencia del universo y alma interior
de todas las almas finitas, pero también en cuanto ser personal.
Aparte del problema de cómo interpretar las escrituras, las principales preocupacio
nes teológicas de Rámanuja tienen que ver con la naturaleza de lo absoluto, o Dios, y las
relaciones entre lo absoluto, el yo finito, y el mundo33. De acuerdo con Sarikara,
Rámanuja afirma que brahmán es la única realidad perfecta inmutable en sí. No obstan
te, rechaza la opinión de Sarikara de que el mundo de la experiencia múltiple sea una ilu-
31 Thibaut, The Vedánta Sidras with Commentary by Rámanuja, SBE 48, Delhi, MI.BD, reimpresión
1976; Van Buitenen, Rámanuja on the Bhagauadgild: a Condensed Rendering o f his Gilabhásya with
Copious Notes and an Introduction, Delhi, MLBD, 1974; Van Buitenen, Ramanuja's Vedänlasamgraha,
Poona, Deccan College Postgraduate and Research Institute, 1956.
12 Thibaut, op. c i i , pág. 436.
33 Sobre la teología de Rámanuja véase Carman, The Theology o f Rámanuja: an Essay in
Imerreligious Understanding, New Haven y Londres, Yale University Press, 1974.
262
La teología y la filosofía hindúes
sión (m aya) causada por la ignorancia; rechaza la idea de que el Señor, como ser perso
nal, esté a un nivel más bajo que lo absoluto impersonal. Para él, lo «uno» y lo múltiple
son reales; lo múltiple es el modo múltiple de expresión de lo «uno». Para Rámánuja, Dios
tiene dos aspectos, o facetas: primero, el aspecto supremo de Dios en su naturaleza, o
esencia, interna (suarúpa); segundo, su naturaleza exterior, o accesibilidad (saulabhya)
La esencia de Dios tiene cinco atributos: la verdad (satya), el conocimiento (jñána), la
infinitud, la felicidad y la pureza. Por otra parte, la accesibilidad de Dios se materializa en
los modos de la compasión y el amor, la generosidad, el afecto y el amor paterno(-mater-
no). El Señor también tiene belleza (saudarya) tanto en su esencia como en sus encar
naciones mundanas, los avatdras. Los seres humanos toman contacto con la naturaleza
de Dios a través de la accesibilidad de su amor (una teología con paralelismos occidenta
les en la diferencia que hace Gregorio Palamas entre la esencia de Dios y su energía).
El yo individual (¡iva) es diferente de Dios y, sin embargo, participa de Dios, su osen
cia y controlador interno (antaryámin) sin el cual no existiría. La relación entre el yo y
Dios es de inseparabilidad; el yo depende totalmente de la existencia de Dios pata ali.ui
zarsu ser. El yo y el mundo participan de la existencia de Dios, pero son diferentes ,i el a
la vez que dependen de él totalmente. La relación entre Dios, el yo y el mundo tiene
expresión en una conocida analogía según la cual el universo, que incluye los yoes cons
cientes (cit) y la materia inconsciente (acit), es el cuerpo del Señor. Igual que el yo está
relacionado con el cuerpo, así está relacionado el Señor con el yo y el mundo. El univei
so de la materia sensible y no sensible en tanto que cuerpo de Dios no es, pues, ilusorio
para Rámánuja, sino que expresa su poder y es denominado reino de la gloria (vibbuli).
Mediante la comprensión de la gloria del Señor en el mundo, el devoto puede llegar a
comprender que el brahmán sea la Persona suprema34. La profunda comprensión de la
naturaleza del Señor equivale a la experiencia de la liberación del ciclo sin comienzo de
la reencarnación. No se trata de una remoción de la ignorancia en el sentido advaita de
coronar la identidad del yo con lo absoluto. De hecho, tai noción carece de sentido paia
Rámánuja. Según él, la ignorancia requiere una base, o necesita descansar en un soporii
Este soporte no puede ser el yo, ya que el concepto de yo es producto de la ignoram ia,
pero tampoco puede ser brahmán porque brahmán es la conciencia plenamente tilla
recida y, por definición, carece de ignorancia35. En este argumento Rámánuja desentraña
hábilmente la confusión advaita acerca de la naturaleza de la ignorancia y su pertenencia.
Para Rámánuja hay una separación real de un yo distinto del Señor hasta el momento cu
que ese yo se libera. Esta liberación consiste en eliminar el karma pasado, y no la igno
ij Véase Hunt Overzee, The Body Divine, the Symbol o/lheBody in ¡he Work ofTeilbard (te (huillín
and Rám ánuja, Cambridge University Press, 1992.
35 Véase Dasgupta, op. c it, vol. II, págs. 175-9.
El hinduismo
rancia. De hecho, incluso después de la eliminación del karma, los seres siguen indivi
dualizados por naturaleza, no por factores extrínsecos. Algunos yoes siguen migrando por
el ciclo de la reencarnación, otros ya se han liberado, y unos pocos, como la magnífica ave
Garuda, montura de Visnu, nunca estuvieron sujetos a él.
La tradición visistádvaita continuó tras la muerte de Rámánuja con exegetas tan señala
dos como Pillán, autor de un comentario sobre el Veda Tamil; Vedántadesika, principal teó
logo de la escuela norte (la vatakalai); y Lokácárya Pillai, principal teólogo de la escuela sur (la
terikalai). También se han compuesto diversas obras que resumen el dogma visistádvaita.
EL VEDÁNTA DVAITA
Con Madhva, teólogo vaisnava de la India meridional fechado en el siglo xiii y autor de
comentarios sobre varias Upanisads, la Bhagavad Gltá, el Brahma Sútra, y el Bhdgavata
Purdna, además de un tratado independiente que resume las enseñanzas del Brahma
Sútra (titulado Anuvydkhyánai6) se desarrolla una tradición exegética que establece el
dualismo (dvaita), como nueva interpretación del vedánta. Madhva nació cerca del pueblo
de Udipi, en Kanara del Sur, y, de joven, se convirtió en renunciante, entrando en la orden
de los ekánti vaisnavas, donde su gurú, Acyuta Preksa, quedó rápidamente impresionado
por su habilidad para interpretar las escrituras sagradas. Madhva viajó con su preceptor por
el sur de la India y, posteriormente, emprendió la peregrinación hasta el nacimiento del
Ganges en el norte, discutiendo con budistas, jainas y advaitistas que encontraba por el
camino. iHasta se cuenta que aconsejó insistentemente a un rey del sur de la India que
empalara a miles de herejes jainas! Finalmente Madhva se convirtió en jerarca de su
comunidad monástica y se ganó una gran reputación con su comentario sobre el Brahma
Sútra. Fundó un centro monástico en su lugar de nacimiento, Udipi, que se ha manteni
do hasta nuestros días, e instaló allí un icono de Krsna muy afamado3637.
Contrastando con el advaita de Sarikara, Madhva sostiene que la correcta interpretación
de las escrituras sagradas es dualista: que las escrituras mantienen una separación eterna entre
el yo individual y el Señor. Por un lado, la tradición advaita pone de relieve la no-diferencia
(abheda) entre el yo y lo absoluto; Mahdva, por otro, insiste en su total separación. La dife
rencia (bheda) es la piedra angular de su teología e interpretación de las escrituras. Cada
cosa del universo es lo que es, único; no puede reducirse a otra cosa (esta idea es parecida
a la aseveración de Wittgenstein según la cual una cosa es lo que es y no puede ser otra
36 El A m vydkhydm se tradu jo al Irancés por Slauve, La noie vers la connaissance de Dieu selon l'Ami-
vyàkhydna de Madhva, P ondicherry, Institut Français d'indologie, 1957. El contentano sobre la G ild ha sido
traducido al inglés p o r Rau, The Bhagavad Gita and Commentaries According to S ri Madwacharya's
Bhdsyas, M adras, M in e ra Press, 1906.
37 Rau, op. cil. , pags. VII—XVII].
264
La teología y la filosofia hindúes
cosa). Cada fenómeno en el universo existe en sí de forma única gracias al poder de la pai
ticularidad (visesa). Si bien cada cosa es única en sí, existen, sin embargo, cinco categima
de diferencias (bheda): entre el Señor y el yo (jivátman); entre yoes innumerables; eitiic <I
Señor y la materia (prakrti); entre el yo y la materia; y entre los fenómenos dentro de 11
materia. Sin embargo, si bien estas diferencias y fenómenos existen de forma independien
te entre sí, nada puede existir fuera de la voluntad del Señor. Igual que el cuerpo dc| ><a u h
del yo, también todos los seres y la materia dependen del Señor, su soporte.
No se puede conocer al Señor en su esencia, pero radica en todo ser como tcsügi ■
interior, y en toda la materia como controlador interno. Hay una jerarquía graduada d<
yoes que se localizan en niveles diferentes del cosmos jerárquico, los yoes más puros li|< a
lizados en una posición superior respecto de los impuros. Estos yoes están divididos t n
tres grandes categorías; los liberados, como dioses y sabios; los aún no liberados, pt:n
capaces de liberarse; y los incapaces de liberarse, como los yoes eternamente transmi
grantes, los condenados al infierno, y varias clases de demonios. La liberación <■, • I •.
por parte del yo de su ser interior, la conciencia y la dicha (saccidánandá), qut .. ■
me en la participación en la dicha del Señor lograda por medio de la devoción )
hacia una imagen y la gracia del Señor3839.
LA TEOLOGÍA SAIVA
Aunque se plantea que Sarikara fue un saiva, la tradición vedánta es un discurso que
corresponde sobradamente con los parámetros de vaisnavismo. Es verdad que en el si,tic
xtu, con las enseñanzas del sivádvaita Srl Kantha, se desarrolló una interpretación saiv.i
del vedánta, pero a excepción de este intento, la teología saiva se desarrolla lucra <ld
vedánta bebiendo de fuentes menos védicas que originadas en la propia revelación n .i i v .i
de los Tantras y Ágamas. Es significativo que las teologías saiva estén excluidas de la I i m .i
ortodoxa (ástika) de los seis darsanas, demostrando así que desde una pei.sp<rnv,i
estrictamente védica se perciben en los márgenes de la ortodoxia. Sin embargo, i un
incluidas en la exhaustiva recopilación (Sarvadarsanasatngraba) de Mádhava, lo qm
demuestra que aún se tenían en cuenta dentro de la esfera del discurso y argunicniai ion
ortodoxos. Si bien todas las tradiciones saiva están dotadas de teología, aunque sólo lim i
implícita, las dos verdaderamente importantes en la historia de la teología india son h
escuelas dualista y monista del saivismo: el saiva siddhánta, y el saivismo de ( i<IiciiiIci
o escuela del correcto reconocimiento (pratyabhijñá) ^ .
38 Para una descripción completa de las enseñanzas d e M adhva véase Dasgupta, op. cit., págs. III.’ m
39 Sobre la teología saiva siddhánta véase Dunuwila. Saiua Siddhánta Theology, Delhi, Ml.lll), I1)1
Dasgupta. op cit., vol. V; Dhavamony, Love o f God According to Saiua Siddhánta, Oxford, Claremli m IV
1971. Sobre la teología saiva siddhánta de Cachemira véase Dyczkowski, The Doctrine o f Vibration y I hr
Stanzas on Vibration, Albany, SUNY Press, 1992.
El hinduismo
Los grandes rasgos de las tradiciones saiva ya han sido presentados en el capítulo 7;
nos quedan por resumir los puntos fundamentales de la teología saiva. Como hemos
visto, hay un saiva siddhánta dualista que se desarrolló en el norte y posteriormente en
el sur donde incorporó la bhakti tamil y una escuela monista conocida como el saivismo
de Cachemira, aunque esta escuela también existió en el sur. Los dualistas sostienen que
el Señor (pati) es diferente del alma (pasu) y del mundo (pasa), mientras que los monis
tas proclaman que el yo, el mundo y el Señor son esencialmente una única realidad: la
conciencia purificada de contenido. La situación ontològica del yo se convirtió, por tanto,
en el punto central del debate teológico. Dualistas como Sadyojoti (siglo vm d.C.),
Bhojadeva (siglo xt d.C.) y Aghorasiva (siglo xii d.C.) afirmaron en sus comentarios sobre
textos tántricos, como el Mrgendragama, y en tratados independientes (especialmente
el Naranaresvaraprakdsa de Sadyojoti, y el Tattvaprakdsa de Bhojadeva) que el yo es
diferente de Siva pero, en último análisis, resulta idéntico a él (Sivatulya). Los teólogos
de la escuela monista, llamada la escuela del correcto reconocimiento, o pratyabhijñá y
en particular Sománanda (aproximadamente 900-950), Utpala (aproximadamente
925-975), Abhinavagupta (aproximadamente 975-1025) y Ksemarája (aproximadamente
1000-1050), afirmaron que el yo, caracterizado por la conciencia, es idéntico a Siva, ser
cuya conciencia es absoluta.
En la tradición pratyabhijñá, se mantienen simultáneamente dos posturas metafísicas
diferentes conceptualmente. Por una parte, hay un monismo puro que sostiene que lo
uno, definido como conciencia pura, es real, y lo múltiple es falso. Según este punto de
vista no puede haber diferencias en la realidad última, y, por tanto, ninguna impureza: el
yo tiene que abrirse a la realización de su identidad con la conciencia pura, Ksemarája dice
que, a causa de la identidad ontològica de la conciencia y su objeto, no hay nada impuro
(asuci). Por otra parte, la escuela pratyabhijñá mantiene una doctrina cosmológica de la
emanación según la cual el cosmos emana del uno; o dicho en otros términos, que la con
ciencia se manifiesta a través de sus vibraciones (spanda) como sujeto y objeto del conoci
miento en una secuencia jerárquica: las formas puras están en lo «alto» de la jerarquía, y
las formas contaminadas por las impurezas de la acción (karm a-m ala), la ilusión
(mdyiya-mala) y el egocentrismo, o individualidad (dnava-mala) en lo «bajo»40. La
escuela pratyabhijñá, especialmente en la obra de Abhinavagupta, también elabora una
estética teológica en la que las diferentes emociones estéticas (rasa) se consideran como
emparentadas con las emociones religiosas y la más profunda experiencia estética de paz
interior (sdntarasa) se identifica con la experiencia religiosa, o mística, de unión con Siva41.
266
La teo log ía y la filo s o fía h in d ú e s
DESARROLLOS POSTERIORES
Si bien el florecimiento de la teología hindú (el periodo en el que desarrollaron su activi
dad la mayoría de los teólogos más importantes) ya concluyó, los temas teológicos y filo
sóficos tradicionales hindúes han seguido debatiéndose hasta la actualidad. Se siguen
redactando comentarios y tratados independientes en el seno de los darsanas sobre las
escrituras sagradas y sus comentarios. Las tradiciones sámkhya, advaita, gramatical y nyáya
no son simplemente temas de estudio erudito, sino tradiciones intelectuales vivas al mar
gen del sistema universitario secular.
Aunque la teología y filosofía hindúes se perpetúan en formas bastante tradicio
nales, desde el colonialismo los sistemas hindúes han sufrido el impacto de influen
cias exteriores, y se ha producido un diálogo entre le filosofía india y la occidental.
Este diálogo confinado principalmente al mundo angloparlante de la India, ha reac
cionado frente al orientalismo intentando dem ostrar la igualdad (y hasta superioridad)
del pensamiento indio respecto del occidental. Desde el siglo xtx y tras la labor de
revitalización de Swatni Vivekánanda, el clima intelectual en los departamentos de filo
sofía de la India ha seguido la directriz vedánta advaita, acrecentándose el interés por
la metafísica occidental que pueda asemejarse con el advaita. Aunque la fenomenolo
gía y el existencialismo europeos han ejercido una fuerte influencia en el trabajo de
filósofos indios del siglo xx, como, por ejemplo, K.C. Bhattacharya yJ.L. Mehta, la filo
sofía analítica tal como se enseña en las universidades británicas y norteamericanas,
también ha tenido una gran reputación42. Uno de los estudiosos indios que ha des
plegado un mayor nivel de erudición dedicando sus esfuerzos tanto a la filosofía occi
dental como a la india, fue el antiguo Presidente de la India, Sarvapalli Radhakrishnan.
En sus numerosos libros, tales como E astem Religions a n d Western Thought (un
notable estudio de las ideas occidentales e indias) procura reconciliar el racionalismo
occidental con el hinduismo, presentando el hinduismo como una experiencia esen
cialmente racionalista y humanista43. Este m étodo no tiene en cuenta las tradiciones
hindúes regionales y aldeanas (el hinduismo pragmático del día a día) o relega estas
expresiones religiosas a un «pasado irracional». Sin embargo, la insistencia en el hin
duismo en cuanto discurso racional pero a la par interesado por el «espíritu» ha teni
do una gran relevancia en la formación de la identidad hindú contemporánea. En el
capítulo final de este libro analizaremos este tema así como algunas de sus expresio
nes de carácter nacionalista.
n Véase, por ejemplo, Chatterjee (ed), Contemporary Indian Philosophy, Londres, George Allen and
Unwin, 1974.
4{ Radhakrishnan, Eastem Religions and Western Thought, Oxford University Press, 1939, págs. 20—1.
267
El hinduismo
RESUMEN
En este capítulo sintético hemos puesto de manifiesto la amplitud de las tradiciones teo
lógicas y filosóficas hindúes. Aunque la escuela vedánta advaita ha alcanzado un nivel
enorme de popularidad que la llevó a ser entendida como la filosofía por excelencia del
hinduismo, existen, sin embargo, muchas posturas metafísicas diferentes y una larga sin
gladura de rigurosas controversias filosóficas. La naturaleza sistemática de la argumenta
ción filosófica (dentro de los parámetros de la revelación, la retórica de la liberación, y las
premisas acerca de la naturaleza del conocimiento) no ha sido ingrediente notable en la
percepción occidental reciente del hinduismo en parte como consecuencia del construc-
to imaginario romántico de una India «mística», y en parte provocado por la erosión de
estas tradiciones durante los periodos pre-colonial y colonial. Si bien no existe una visión
ortodoxa hindú común relativa a la teología, las tradiciones teológicas y filosóficas han
compartido una terminología común y un interés por temas comunes. En las páginas
anteriores se pusieron en evidencia las dos áreas más importantes en la especulación
metafísica india. La primera se interesa por el lenguaje, la naturaleza de la revelación, y la
relación entre el lenguaje y el ser; la segunda lo hace por la ontología y la relación de lo
uno con lo múltiple. El interés por el lenguaje se centra en buena medida en el sánscrito,
estimado idioma de los dioses {devavám) y considerado sagrado. El interés por la onto
logía procede de la reconciliación de la pluralidad de la experiencia con lo «uno» absolu
to manifestado en la revelación y experimentado en el yoga. Estos temas siguen vivos en
el debate filosófico hindú, aunque ahora se han ampliado para incorporar también los
intereses tradicionales de la filosofía occidental.
268
11 El hinduismo y el m undo contemporáneo
El declive del imperio mogol, extinguido en 1720, provocó una lucha por el poder en la
India que desembocó en la supremacía británica, tras la victoria de Clive sobre el Nabab de
Bengala en la batalla de Plassey en 1757. A mediados del siglo xix el poder británico estaba
en auge. Las tradiciones hindúes, aunque encerradas en sí mismas e incapaces de respon
der ante acontecimientos e ideas provinientes del exteiior, comenzaron a reaccionar con
tra ¡a presencia británica y, en especial, contra el impacto del cristianismo. Se desarrollaron
movimientos reformistas que intentaron reivindicar y restaurar la grandeza del esplendoro
so pasado del hinduismo, adoptar elementos racionalistas del cristianismo, y prestar espe
cial atención a los temas sociales y étnicos. Estas reformas hindúes, lideradas por diversas
figuras significativas (especialmente Ram Mohan Roy) se conocen como «renacimiento
hindú»; un movimiento religioso y político íntimamente relacionado con el naciente nacio
nalismo indio. Este nacionalismo finalmente fructificó en la expulsión de los ingleses y el
establecimiento de la Unión India como estado secular en 1948, y, más recientemente, ha
encontrado su expresión en movimientos nacionalistas y partidos políticos.
El hinduismo como religión global, dotado de una identidad diferenciada, surgió a
partir del siglo xix en gran medida debido a la actuación de los reformistas. El hinduismo que
éstos difundieron es el más conocido en Occidente, gracias sobre todo al empleo del inglés
como medio de comunicación, la adopción de elementos cristianos, y una perspectiva que
dirigía la mirada hacia el exterior. Aunque el movimiento de revitalización (revivalism) del
hinduismo contiene un fuerte elemento brahmánico, resulta muy poco representativo de
las tradiciones hindúes que se han transmitido de generación en generación desde tiempos
precoloniales y cuyo idioma de comunicación no es el inglés, sino el sánscrito y las lenguas
vernáculas de la India. Estas tradiciones engloban los sistemas brahmánicos de teología, el
aprendizaje del sánscrito, y los sistemas rituales y textuales populares o regionales encar-
dinados en templos locales y regionales. Si bien la revitalización hindú es de vital impor
tancia para el desarrollo del hinduismo como religión mundial, la influencia que sobre él
han ejercido las tradiciones basadas en conocimientos sánscritos y en ios ritos populares
ha sido mínima. El renacimiento hindú ha tendido a restar importancia a las diferencias
entre las diversas tradiciones teológicas, y a relegar el ritual a un nivel «popular», percibido
como inferior a la espiritualidad ética de las Upamsads y la Gitá.
El Renacimiento Hindú se caracteriza por los rasgos siguientes:
269
El hinduismo
1 Sobre Roy y su labor véase Crawford, Ram Mohan Roy: Social, Political and Religious Reform in
Nineteenth Century India. Nueva York, Paragon House, 1987; Killingley, Ranmiohun Roy in Hindu and
Christian Tradition: the Teape Lectures 1990. Newcastle upon Tyne. Grevatt and Grevatt, 1993-
270
El hinduismoy el mundo contemporáneo
sola. Este Dios puede llegar a conocerse mediante la razón y la observación del mundo
natural, o cosmos, o sea, el efecto de Dios. Para Roy, se trata de un Dios de la naturaleza
que se venera mediante la razón. Las principales influencias filosóficas de Roy proceden
de Oriente y de Occidente: de las Upanisads y la teología de Sarikara; de la teología islá
mica, especialmente la variante sufí; y del unitarianismo y el deísmo. De hecho, la religión
ética a que se llega mediante la razón abogada por Roy, recuerda mucho a los deístas
ingleses del siglo xvui: Dios y sus leves morales pueden conocerse mediante la razón y la
observación de la naturaleza. La visión fundamental de Roy consiste en restaurar y purifi
car el hinduismo mediante un retorno a las enseñanzas de las Upanisads y el Brahma
Sútra, que, según él, encarna una sabiduría atemporal, en contraste con la «idolatría» y
degeneración ética en que se debatía el hinduismo. A fin de mejorar la situación política,
además de la moral, de los hindúes, es necesario, según Roy, que se abandone el culto a
las imágenes, la proliferación de sistemas rituales, y prácticas inmorales como el matri
monio infantil y la inmolación de viudas (sati). Roy condenó con vehemencia esta prác
tica, ya que, con frecuencia, la viuda era atada a la pira, voluntariamente o no; él mismo
había sido testigo de la ceremonia en su juventud, pues asistió a la muerte de su cuñada
quemada viva en la pira de su marido y el incidente le marcó profundamente. Presentó
varias cartas y solicitudes a la Cámara de Comunes en Londres abogando por la prohibi
ción de la sati, o «suttee» en la transcripción fonetizada inglesa (incorrecta en una pro
nunciación a la española). La práctica fue prohibida en 1829 por el gobierno británico,
como consecuencia, en parte, de la presión ejercida por Roy.
La razón y la ética son los conceptos fundamentales para Roy. Por medio de la razón,
las doctrinas del karma y de la reencarnación deben rechazarse; pero la teología que se refie
re a Jesús, como las doctrinas de la expiación y de la Trinidad, también deben desecharse
como irracionales. La razón, por encima de la revelación, conduce al descubrimiento de los
códigos éticos universales; los dogmas, en contraste, llevan a la irracionalidad y al compor
tamiento anti-ético. Adoptar una religión purificada, racional y ética (las cualidades esencia
les del hinduismo según Roy) significaría la transformación de la sociedad india.
EL BRAHMO SAMÁJ
A fin ue difundir sus ideas tendentes a una restauración del hinduismo como la religión
racional y etica que en el pasado había sido (según sus particulares opiniones), Roy fundó
un movimiento en 1828 llamado el Brahmo Samñj2, Este movimiento, o sociedad, fue
modelado siguiendo el ejemplo de los movimientos reformistas cristianos y convocaba
- Kopf, The Brahmo Santa] and the Shaping o f the Modem Indian Mind, P rin c eto n U niversity
Press, 1978.
271
El binduismo
reuniones con regularidad para realizar ceremonias religiosas. Durante estas ceremonias
se leían pasajes de las Upanisads. se pronunciaban sermones y se cantaban himnos, algu
nos compuestos por el propio Roy. El Brahmo Samáj se reunía con regularidad en Calcuta
y su Carta Fundacional, firmada por Roy y siete asociados, establece las finalidades de un
edificio dedicado tanto para el culto como para ofrecer «un lugar de reunión pública para
todo tipo de personas sin distinción siempre que se comporten de forma ordenada,
sobria, religiosa y devota al dar culto y veneración al Ser Inmutable e Inalcanzable, Autor
y Conservador del Universo3».
Tras su muerte, los dos líderes de la sociedad que mantuvieron el mensaje de refor
ma social de Roy, fueron Debendranath Tagore (1817-1905), padre del famoso poeta
Rabmdranath Tagore, y Keshab Chandra Sen (1838-84). Tagore, como Roy, estaba en con
tra de las omnipresentes formas tántricas y puránicas de culto e iconografía que conside
raba como idolatría. Solamente el absoluto impersonal de las Upanisads debía ser foco de
la devoción religiosa. Sen, agresivamente entusiasta, profundamente influido por el cris
tianismo, se mantenía, en general, en la misma línea. No obstante, tuvo lugar una escisión
en el grupo por culpa de Sen. El joven entusiasta Sen y sus seguidores dejaron de portar
el hilo sagrado, afirmando de este modo la igualdad social, incluso entre brahmanes y
súdras. Esto fue demasiado para Tagore y los miembros más conservadores de la socie
dad que, como Tagore, mantenían la licitud de! hilo. La mayoría optaron por Sen, pero
otras escisiones en el movimiento debilitaron el impacto de su influencia.
El Brahmo Samáj ejerció una mayor atracción entre los brahmanes de clase baja, y
las emergentes clases urbanas medias compuestas por comerciantes y mercaderes, Sin
embargo, gozó de poca simpatía a nivel popular y aldeano, donde el ritual y la devoción
a las imágenes de las divinidades sigue siendo el núcleo principal de la religión. Roy, un
intelectual muy instruido, realmente no comprendió la profunda devoción reinante entre
las capas defavorecidas rurales. Las ideas del Brahmo Samáj tampoco tuvieron mucho
éxito entre los brahmanes ortopráxicos cuyo interés principal radicaba en mantener la
pureza ritual. No obstante, con la aparición del Brahmo Samáj nace un sentido de identi
dad nacional hindú, aunque de tipo muy «deísta» y abstracto, que será reelaborado, y de
modo más agresivo, por otra sociedad, el Árya Samáj, fundada por Dayánanda Sarasvati.
1 Collet, The Ufe a n d Lelters o f Raja Raimnohan Roy, Calcuta, Sadharan Brahmo Samaj, 1962, pág. 471.
272
El hinduismoy el mundo contemporáneo
Dayananda perdió la fe en la religión saiva basada en el culto a las imágenes durante una
vigilia que duró toda una noche. Sentado con su padre en un templo saiva durante el festi
val sivarátri, observó cómo los ratones trepaban por la imagen del templo para comer la
comida que se había dejado a la divinidad como ofrenda y, de esa manera, la contaminaban.
Dayananda razonó que si la imagen fuera una divinidad poderosa no permitiría tal sacrile
gio. El escepticismo de Dayananda no disminuyó tras las explicaciones de su padre acerca
de la naturaleza del simbolismo, y del proceso que convertía al icono del templo, una vez
consagrado, en representación y encarnación de un poder superior. Se hizo renunciante
para buscar la verdad del hinduismo mis allá de la «superstición» (consiguiendo además,
evitar el matrimonio que sus padres estaban concertando para él). Se dedicó a la vida de
santón errante tras adoptar el nombre de Dayananda, y como apellido el de la orden renun
ciante sarasvatl, en una búsqueda personal y religiosa de la verdad. En Mathura conoció a
un viejo gurú ciego, Virjánanda Sarasvati, que le predijo que devolvería al hinduismo su glo
ria védica. Después Dayananda abandonó su búsqueda de la liberación personal y se con
virtió en reformador y predicador, decidido a transformar el hinduismo. Afirmó que el Veda
es la revelación y que las «supersticiones» hindúes deberían abandonarse a la par que des
dotar de valor escriturístico a la épica y los Puránas. No obstante, aceptó las enseñanzas de
los Dharma Sútras, así como las «Leyes de Manu», que revelan el Dios sin forma y omnipre
sente en el que creía Dayananda. En 1875 fundó una sociedad, el Árya Samáj (la Sociedad
«Noble» o «Aria») en Bombay para fomentar la reforma hindú.
Como Roy, que influyó en él, Dayananda abogó por un retorno a una forma más
pura de religión védica cuyo foco fuera un Dios eterno, omnipresente e impersonal.
Quería volver a la ley eterna, o sanátana dharm a, de la que los hindúes se habían aleja
do como consecuencia de su veneración de imágenes y encarnaciones, por sus peregri
naciones, y por reverenciar las leyendas y doctrinas de la épica y los Puranas, Dayananda
sostenía que todo ese material no se hallaba en los cuatro Vedas pensando que las demás
escrituras eran creencias posteriores que desvirtuaban la pureza del mensaje védico. Sus
ideas metafísicas eran simples, más conformes con las enseñanzas visistádvatas que con
las advaitas, ya que la liberación (moksa), según él, no consiste en que el alma se mezcle
con Dios, sino en una liberación del sufrimiento donde el alma mantiene su identidad
particular. No obstante, más significativas que sus ideas metafísicas son sus enseñanzas
acerca de la casta, la educación, el lenguaje y la transformación del hinduismo en una
fuerza política agresiva contraria al cristianismo y el islam. Eran los aspectos reformistas
del Arya Samáj, y su contraofensiva ante los ataques contra el hinduismo por parte del
cristianismo, lo que atrajo a las clases mercantiles que engrosaban sus filas además de los
hindúes de África del Sur y Fidji.
Dayananda no condena el sistema de castas, sino que lo reinterpreta; para él clase
(;varrn) está refiriéndose a las diferencias de carácter, cualificaciones y méritos. Razonó
273
I
El h in d u ism o
que si la pertenencia a la clase estuviera determinada por las inclinaciones y mérito per
sonales, entonces las clases altas mantendrían estándares muy altos por miedo a que
sus hijos se convirtieran en miembros de una clase inferior, y las clases bajas se esfor
zarían por alcanzar a las clases superiores7'. Dayánanda abogó por reformas sociales
radicales, incluyendo el matrimonio por decisión personal, en vez de por arreglo, y el
fin de los matrimonios infantiles para reducir el número de viudas y así suavizar un gran
problema social. También abogó por una alianza legal provisional entre viudas y viudos,
denominada «matrimonio niyoga», para la mutua compañía y la educación de los hijos.
Sostenía que la educación debe darse a ambos sexos, ya que por medio de la educación,
especialmente el estudio de la gramática, el dbarm a, la medicina y los oficios, los hin
dúes aprenderían a ser responsables. Dayánanda llegó a sostener que todos los descu
brimientos científicos estaban previstos en el Veda, afirmación que aún hoy mantienen
muchos hindúes.
El Árya Samáj fundó escuelas, las gurukulas, que todavía existen en toda la India,
que divulgaron la causa de la unidad hindú y la cultura védica, o aria. La enseñanza del
sánscrito, símbolo del glorioso pasado de la India, fue un punto importante para el pro
grama de estudios, además de la enseñanza del hindi, que Dayánanda apoyó como len
gua nacional. Hay un fuerte nexo entre la lengua y la identidad nacional, por una parte, y
el fomento del sánscrito y el hindi, por otra. El Árya Samáj fomentó una particular visión
de la India que, si bien exaltaba la concepción dayánandiana del hinduismo, obstruyó
otros elementos y fuerzas presentes en la sociedad india, especialmente el islam, el cris
tianismo y las religiones hindúes dravídicas, particularmente las tamiles. De hecho, el
Árya Samáj no se ha abierto a una visión pluralista del hinduismo, afirmando en su lugar
un nacionalismo hindú agresivo basado en un «retomo» a los Vedas primigenios, y criti
cando cualquier tradición elaborada desde aquel entonces. Si bien adopta muchos ele
mentos modernos, la sociedad, en cierta manera, ha rechazado la historia a fin de volver
a un imaginario pasado de pureza hindú.
El Árya Samáj, muy influyente en el Punjab, reconvirtió al hinduismo a muchos
conversos musulmanes y cristianos de casta baja mediante una ceremonia denomina
da la «purificación» (suddhi), que transformaba a los intocables en hindúes nacidos dos
veces. Con este éxito en el Punjab, Dayánanda trasladó la sede principal de la sociedad
a Lahore, actualmente en Pakistán, y, tras su muerte, el movimiento se dividió en una
rama conservadora y una progresista que buscaba una «educación avanzada» y el aban
dono de las restricciones dietéticas hindúes. El Árya Samáj ha sido una voz poderosa
en el desarrollo de la política nacionalista hindú, aunque intolerante con otras religio
nes y opiniones. Si bien la influencia del Árya Samáj es notoria en la política y vida cul-4
4 Richards (e d ), A Sourcebook o f Modem Hinduism, L ondres y D ublin, C urzon Press, 198), pag. 56.
274
El hinduistnoy el mundo contemporáneo
tural contemporáneas de la India, también destaca otra fuerza de carácter opuesto den
tro del hinduismo, encardinada en la tolerancia y la apertura que, en su proyección
moderna nace con el santón bengalí Rámakrishna y su fiel discípulo e intérprete,
Vivekánanda.
RAMAKRISHNA Y VIVEKÁNANDA
Paramahamsa Rámakrishna (1836-86) era un místico hindú que proclamó la unidad de
todas las religiones. Nació en el seno de una familia brahmánica vaisnava de Bengala y se
convirtió en sacerdote del templo de Káli en Daksinesvar, a escasos kilómetros al norte
de Calcuta. Era un devoto extático de Káli, la Madre, y demostró un gran amor hacia ella,
llorando e implorando para que se manifestara ante él. Empezaron a pensar que estaba
loco y su familia lo casó con la esperanza de que una vida familiar terminaría por apaci
guarlo. Se casó en su pueblo natal con una niña de cinco anos y volvió a Calcuta, donde
ella se reuniría con él cuando hubiera crecido. De vuelta al templo, su amor y devoción
hacia Káli aumentaron y, finalmente, perdió toda sensación exterior y alcanzó a percibir
a la Diosa en una visión interior. Estas visones se produjeron cada vez con mayor fre
cuencia y sus estados de trance duraban cada vez más tiempo, hasta el punto que le fue
imposible llevar a cabo las ceremonias diarias y las funciones sacerdotales del templo. Su
sobrino fue nombrado sacerdote funcional y a Rámakrishna le autorizaron a que se de
dicase completamente a sus prácticas. A los diecisiete años su esposa caminó los 50
kilómetros hasta Daksinesvar para estar con su marido. En ese momento, las prácticas
religiosas ya le habían transformado y no podía cumplir el papel marital en un sentido
convencional. Rámakrishna veneraba a su esposa como manifestación de la Madre y ella
le sirvió en el templo hasta su muerte.
Antes de que su esposa se reuniera con él influyeron en Rámakrishna dos maestros
importantes. En primer lugar Bhairavi, una brahmana instruida e iniciada tántrica, que
enseñó a Rámakrishna cómo controlar las energías de su cuerpo y la pasión. El segundo
era un sádhu errante, desnudo, Totapuri, que enseñó a Rámakrishna cómo meditar y
cómo realizar la unión con lo absoluto en un estado de nirvikalpa samddhi, un alto esta
do de concentración en el que no existe conciencia de la diferencia sujeto-objeto.
Después de esta experiencia de unidad, cumplió el ideal de amor vaisnava por Dios
a través de su devoción hacia Krsna, igualándose a Radhá, y alcanzó la visión del dios.
Tuvo visiones de otras divinidades, incluyendo a Jesucristo, y se adentró en los caminos
espirituales de otras religiones, incluyendo el cristianismo y el islam. Después de haber
practicado estas religiones y, según Rámakrishna, de haber alcanzado sus objetivos, llegó
a la conclusión de que todas las religiones eran verdaderas, caminos diferentes hacia lo
Uno, el ser eterno e indivisible que es conocimiento y felicidad absolutos. Las diferentes
275
El hinduismo
religiones no pueden expresar la totalidad de ese Uno, pero cada cual manifiesta parte de
él, Káfi y brahmán son aspectos diferentes de la misma realidad5.
En vida Rámakrishna atrajo a muchos hindúes intelectuales de clase media que se
acercaban a él para escuchar sus palabras y convivir con el santo en Daksinesvar. Entre
éstos había un (oven, Narendranath («Naren») Datta, miembro del Àrya Samáj y fuerte
mente influido por la ciencia y racionalismo occidentales. Tuvo una experiencia religiosa
transformadora cuando Rámakrishna puso los pies sobre su pecho entrando en un tran
ce profundo. Abandonó su carrera de abogado para convertirse en discípulo devoto de
Rámakrishna y, finalmente, se hizo renunciante bajo el nombre de Vivekánanda.
Swami Vivekánanda (1863-1902) es una figura de gran importancia en el desarrollo
de la autocomprensión hindú moderna, y en la formulación de la visión occidental del hin
duismo. Como renunciante, erró por toda la India, meditando durante algún tiempo en un
peñón cerca del Cabo Comorín, en la punta meridional del país donde hoy se levanta un
templo. En este lugar alcanzó el estado de samádhi que había alcanzado Rámakrishna, y
acordó llevar su visión del hinduismo ai mundo entero. Su filosofía defiende el concepto
vedántico de que lo divino, lo absoluto, existe dentro de todo ser sin que importe su esta
tus. Los seres humanos pueden alcanzar la unión con esta divinidad interior (como había
hecho Rámakrishna), y al descubrir lo divino como esencia en los otros, fomentar el amor
y armonía social. Vivekánanda viajó al Parlamento Mundial de las Religiones celebrado en
Chicago en 1893, donde tuvo un enorme impacto; en la actualidad es, tal vez, la figura más
recordada de aquella ocasión. En Chicago predicó la doctrina de unidad de todas las reli
giones y de la tolerancia; defendiendo que es necesario un reconocimiento de la diversi
dad, puesto que en ella radica un valor de primer orden. Planteó, además, que la India no
necesitaba misioneros que intentasen convertir a la población al cristianismo, ni iglesias,
sino apoyo material para detener el hambre. Vivekánanda es en parte responsable de la
concepción popular según la cual Oriente es espiritual y Occidente materialista. Estaba
convencido de la superioridad espiritual oriental, y reconocía la superioridad material, téc
nica y científica occidental. Esta concepción dicotómica ha reforzado la imagen de la India
como «alter ego» de Occidente; la realidad resulta más compleja, ya que ambas culturas
contienen fuertes elementos (espirituales» y «materiales».
Vivekánanda residió en Occidente con la finalidad de difundir sus ideas; fundó la
Sociedad Vedánta en Nueva York en 1895- De hecho, se puede considerar a Vivekánanda
como el primer exponente eficaz del hinduismo como religión mundial. Al volver a la*
* Sobre la vida de Rámakrishna véase Müller, Rámakrishna, His Life and Sayings, Londres,
Longman’s, Green and Co., 1900; Nikhilananda, The Gospel of Sri Rámakrishna, Nueva York, Rámakrishna-
Vivekánanda Center, 1980; y Hixon, Great Swan, Boston, Shambala, 1993. Para un análisis interesante, aunque
algo reduccionista y psicológico, véase Sil, Rámakrishna Paramahamsa, a Psychological Profile, Leyden,
Brill, 1991.
276
El hinduismo y el mundo contemporáneo
India en 1895 fundó la Misión Rámakrishna, una orden monástica que se distingue de las
órdenes tradicionales del hinduismo en que fomenta reformas sociales y educativas, y
ayuda a los enfermos. La misión otorga una gran importancia a este aspecto de su labor,
que considera como ka n n a y o g a , el yoga de la acción y las obras pías, y existen universi
dades, colegios y hospitales administrados por la Misión Rámakrishna por toda la India.
La orden difunde la visión del modernismo hindú de Vivekánanda como un neo-vedánta,
planteando que hay una unidad esencial del hinduismo que reside en el núcleo de la
diversidad de sus múltiples formas. Vivekánanda afirmó que el cristianismo sólo se acep
ta a sí mismo como verdad, mientras que el hinduismo es pluralista y acepta todas las reli
giones como aspectos de la única verdad. Este mensaje gozó de una gran popularidad
entre las emergentes clases medias de la India, educadas a la inglesa; se añadía a la par la
insistencia de Vivekánanda en el hinduismo como religión «científica», de la que los indios
debían estar orgullosos en vez de renuentes, Esta visión del hinduismo tiende a hacer
caso omiso de las diferencias entre las tradiciones hindúes (por no decir nada de las reli
giones del mundo), y ha sido criticada como generadora de una forma de pensar impre
cisa, lejos de la meticulosidad intelectual de las tradiciones teológicas6. Sin embargo,
aporta una ideología de gran impacto a la hora de vincular el nacionalismo indio por una
parte, y la construcción del hinduismo como religión mundial por otra. Vivekánanda
podría considerarse como el primero que articuló claramente la noción de hinduismo
como religión mundial, ocupando un lugar junto al cristianismo, el islam, el judaismo y el
budismo7. La visión del hinduismo establecida por Vivekánanda es la que generalmente
acepta la mayoría de los angloparlantes de la clase media india de hoy en día, El neo-
vedánta y las ideas acerca del cambio social de Vivekánanda alimentaron las opiniones de
otro reformador destinado a cambiar la faz de la vida política y pública india: Mohandás
Karamchand Gandhi,
GANDHI
Gandhi (1869-1948) nació en el seno de una familia de la casta bania (mercaderes) de
Gujarat, devotos vaisnavas, pero en su contexto religioso tuvo influencias bhakti, además
de islámicas y jainas. Gandhi estudió derecho en Londres, donde se relacionó con Tolstoi
y conoció la teosofía, un movimiento europeo que buscaba la sabiduría espiritual en las
tradiciones (y la propia tierra) de Oriente. De hecho, la intermediación de una pareja
de teósofos llevó a Gandhi a leer la traducción de Edwin Arnold de la Bhagavad Cita,
6 Véase Bharati, «The Hindu Renaissance and Its Apologetic Pattern», en Journal o f Asian Studies,
29.2,1970, págs. 267-87, véase también Bharati, The Ochre Robe, pág. 116.
7 Véase Sharpe, Western Images of the Bhagavad Gita, Londres, Duckworth, 1985, pág. 68.
277
El hinduismo
278
El hinduismoy el mundo contemporáneo
279
El hinduismo
10 Bharati, Hindú Views and Ways and Ihe Hindu-Muslim ¡nterface, pags, 17— 18.
280
El hinduismo y el mundo contemporáneo
canciller de la Universidad Hindú de Benarés, Pandit Mohán Malaviya, miembro del Árya
Samáj, fundó la Hindú Mahá-Sabhá, un partido hindú conservador que se proclamó con
trario al Partido del Congreso y a la Liga Musulmana en la época anterior a la indepen
dencia, aunque el partido no ha tenido mucha influencia en los años que siguieron a la
independencia. El líder más conocido del partido fue Vinayak Damodar Savarkar que dife
renció el «dharma hindú», religión de las numerosas tradiciones hindúes, y el «hindutva»,
fuerza sociopolítica capaz de unir a todos los hindúes contra las influencias extranjeras. El
concepto de «hindutva» («hinduidad» o «hindismo») también ha sido retomada en la ideo
logía de grupos políticos hindúes recientes. La Hindú Mahá-Sabhá fomenta la idea de la
India entendida como «Hindustán», y del derecho de los hindúes para legislar y gober
narse a sí mismos de acuerdo con la ideología hindú11,
ELRSS
K.V. Hedgewar (1890-1940), miembro de la Hindú Mahá-Sabhá, fundó en 1925 el muy
influyente Rástriya Svayam-Sevak Sañgh, o RSS, organización que aún perdura en la actua
lidad1112. No es un partido político como tal, sino una poderosa organización cultural para
fomentar los intereses hindúes en contra de musulmanes, cristianos y comunistas. Al
mantenerse como organización cultural, y no como partido político, el RSS ha podido
ejercer una considerable influencia en la vida política y cultural de la India como patroci
nador de instituciones hindúes, como templos y escuelas. Los miembros del RSS visten
de caqui y pueden verse a lo largo de todo el país entrenándose al estilo militar por las
mañanas. Una organización similar, el Visva Hindú Parisad (VHP), fundada en 1964, tiene
objetivos parecidos a los del RSS. Estas organizaciones han tenido un impacto especial
entre los jóvenes de clase media baja, dotándoles de un fuerte sentido de la identidad y
una vía de escape para sus aspiraciones nacionalistas. Una de las metas del RSS ha sido
consolidar un ambiente en el que los hinduistas pudieran iniciarse en la ideología del
nacionalismo y los nacionalistas aprender a identificarse con el hinduismo13.
El hecho de que el RSS tenga una estructura asociativa abierta ha llevado a que sus
miembros hayan podido militar en diferentes partidos políticos y ejercer en ellos una
influencia en ocasiones notable. De hecho, se han producido conflictos en el Partido del
Congreso entre secularistas liberales y tradicionalistas hindúes, parte de los cuales, de
hecho, eran miembros del RSS. La organización fue puesta fuera de la ley durante un año
por Nehru, pero la prohibición fue levantada y el RSS continúa en la actualidad su labor
11 Sobre los orígenes del movimiento Malta Sabhá véase Gordon, *The Hindu Mahasabha and the
Indian National Congress, 1915 to 1926», en Modem. Asian Studies, 9 2 , 1975, págs. 145-71.
12 Véase Anderson y Damle, The Brotherhood in Saffron: the Rashtriya Swayamsevak Sangh and
Hindu Revivalism, Boulder, Westview Press, 1987.
13 Graham, Hindu Nationalism a n d Indian Politics, Cambridge University Press, 1990, pág. 18.
281
El hinduismo
ELBJP
El partido nacionalista hindú más importante es el BJP. Procede del Jana Sarigh, partido
fundado en 1951 por Shyama Prasad Mookerjee, para dar voz al nacionalismo hindú y para
oponerse al Partido del Congreso. En las décadas de los cincuenta y sesenta el Jana Sarigh
intentó desplazar al Partido del Congreso como fuerza principal en el norte hindiparlante
(aunque no lo consiguió), insistiendo en políticas como la introducción del hindi como
idioma nacional, la prohibición de matar vacas, y el reconocimiento del estado de Israel
que son implícitamente anti-musulmanas, El Jana Sarigh se unió en coalición con otros
grupos enfrentados al Partido del Congreso para formar el Partido Janata (disolviendo for
malmente el Jana Sarigh), y vencieron a la Sra. Gandhi y al Partido del Congreso en las elec
ciones de 1977 después de haber sido puestos fuera de la ley por su gobierno durante el
régimen de estado de excepción (1975-77). No obstante, las luchas internas imposibilita
ron un gobierno eficaz y la Sra. Gandhi volvió al poder en 1980. Después de este fracaso,
el Partido Janata se desmembró y en abril de 1980 se fundó el Partido Bharatiya Janata, o
BJP14. El BJP es un partido nacionalista hindú que busca defender los derechos de los hin
dúes y establecer un sistema de valores hindúes en la India, en contraste con los valores
seculares procedentes de Occidente que potencia el Partido del Congreso. El BJP ha teni
do un apoyo amplio, especialmente entre las clases instruidas del norte y sur de la India y,
a la par que defiende los valores del varnásrama-dhamia, hace campaña a favor de todos
los hindúes y luchando por la superación de las injusticias sociales. Si bien a veces se iden
tifica la violencia comunal con el BJP, hay que recordar que no todos los miembros y adep
tos del BJP aprueban la violencia como herramienta para alcanzar los fines políticos.
NACIONALISMOS REGIONALES
El RSS y el BJP tienen un ámbito de acción pan-hindú; sin embargo, existen otros grupos
nacionalistas hindúes que sólo actúan en una región específica. Entre estos, es especial
mente importante el Shiv Sena («el ejército de Siva»), fundado en 1966 en Bombay por
Bal Thakkeray. El objetivo del Shiv Sena es proteger los derechos de los hindúes maha-
rastrianos y liberar Maharashtra de las «influencias extranjeras» (refiriéndose a los musul
manes y, en menor grado, a los cristianos). El movimiento es el directo responsable del
motín comunal contra los musulmanes en Bombay tras la demolición de la mezquita
282
El hinduismoy el mundo contemporáneo
15 Véase, por ejemplo, la descripción detallada de la violencia del Shiv Sena en Manushi, 7 4 -5 , 1993,
págs. 22-32.
16 Guardian, 7 de diciembre de 1992, pág. 22.
17 Véase Manushi, 79, noviembre-diciembre, 1994.
18 Gold, «Rational Action and Uncontrolled Violence: Explaining Hindu Communalism», en Religion,
22, 1991, págs. 357-76. Véase también Gold, «Organized Hinduism: from Vedic Truth to Hindu Nurture», en
Martz y Appleby (eds.), Fundamentalisms Observed, University of Chicago Press, 1991, págs. 531-93,
283
El hinduismo
cada con una interpretación literal, o fundamentalista, de una tradición textual religiosa,
es un fenómeno común en el mundo actual y desde luego no se limita a la India. El pro
blema del comunalismo no es solamente indio; pero es especialmente intenso en el con
texto indio contemporáneo. La naturaleza beligerante de los movimientos conservadores
indios, como el Shiv Sena, se opone radicalmente al mensaje de tolerancia y no-violencia
de Gandhi, y el impacto de estos grupos no es fácil de contrarrestar.
EL HINDUISMO GLOBAL
En contraste con el nacionalismo estrecho de grupos como el RSS, también se detectan
tendencias dentro del hinduismo que apuntan hacia la universalidad, o globalización, a la
conformación de un hinduismo global de espectro amplio que se está convirtiendo en
una religión mundial (comparable al cristianismo, el islam y el budismo) y que también
profesan tanto comunidades de la diáspora hindú como occidentales que buscan el sen
tido de la vida en el marco de las culturas y religiones no-occidentales. Insiste en lo que
considera como valores universales tales como la justicia social, la paz y la transformación
espiritual de la humanidad. Se trata del tipo de religión expresada por Vivekánanda y
Gandhi que estima a la India punto de referencia pero que ha trascendido las fronteras
nacionales. Defiende que el hinduismo contiene la más antigua revelación al alcance de
la humanidad, el Veda; cree en un Dios trascendente sin atributos pero que se manifies
ta, sin embargo, bajo las formas innumerables de los dioses y hombres santos hindúes;
cree en las reencarnaciones; hace caso omiso de las diferencias entre las tradiciones; y
tiende a evitar el tema de las castas, o bien lo reinterpreta con arreglo a las ideas de
Gandhi, de manera que las castas se perciben simplemente como un mecanismo para
organizar la sociedad según la profesión ejercida. La filosofía que predomina en este
movimiento es el neo-vedánta de Swami Vivekánanda, aunque otras voces, como el movi
miento teísta Haré Krsna y hasta el saiva siddhánta, han aportado su contribución. Nos
hallamos ante un tipo de hinduismo atractivo para los hindúes más formados, anglopar-
lantes y urbanos, muchos de los cuales viven fuera de la India.
LA DIÁSPORA HINDÚ
Si bien el hinduismo está íntimamente relacionado con la tierra sagrada de la India, su
influencia cultural se extendió durante el Medievo hasta el sureste asiático y más allá,
hasta Java y Bali. Los reinos del sureste asiático se modelaron según las pautas de los rei
nos hindúes, el sánscrito era la lengua sagrada y los brahmanes realizaban los rituales en
la corte.
Desde el siglo pasado el hinduismo se ha extendido a otras partes del mundo gracias
a un proceso de migraciones. Esta última diáspora hindú, debida a una emigración de mano
284
El hinduismoy el mundo contemporáneo
de obra tutelada por los ingleses para trabajar en plantaciones y en la construcción de ferro
carriles, ha instalado a hindúes en todos los continentes: en Sudàfrica y el este de Africa, las
islas del Pacífico, Sudamérica, el Caribe, Norteamérica, Europa y Australia.
La inmigración india hacia los Estados Unidos aumentó de manera notable a partir
de 1965 cuando se eliminaron las cuotas de la Ley de Inmigración. Estas comunidades
hindúes han seguido practicando su religión convirtiendo viejas iglesias y escuelas en
templos, o edificando templos nuevos por suscripción en las comunidades más pudien
tes. En Gran Bretaña el hinduismo se ha desarrollado en mayor medida como resultado
de la llegada de hindúes de África del este en 1965, y han surgido comunidades como con
secuencia de la inmigración directa desde la India, sobre todo desde el Gujarat. De los
300.000 hindúes que habitan en Gran Bretaña en la actualidad el 70 por 100 son gujara-
tíes por ernia, el 15 por 100 punjabíes, y el 15 por 100 del resto de la India19. Las comu
nidades hindúes de Gran Bretaña no son homogéneas. Por ejemplo, como ha observado
Kim Knott, los hindúes gujaratíes y punjabíes «hablan idiomas diferentes, comen alimen
tos diferentes y se visten de forma diferente»20. Estas comunidades hindúes realizan el
culto sobre todo en sus casas, pero también en templos para las divinidades Krsna, Ráma,
Durgá y Ganesa, especialmente durante los festivales.
El hinduismo de la diàspora se ha alejado del estricto sistema del varmsrarna-dhar-
m a, y se ha acercado al tipo de ideología universalista fomentada por los reformistas hin
dúes como Vivekànanda y Gandhi. El centro cultural indio de Londres Bharatiya Vidya
Bhavan es un ejemplo de círculo dedicado a la divulgación de la cultura india inspirado
en los ideales universalistas hindúes de Gandhi. Sin embargo, se constatan algunas ten
dencias nacionalistas entre las comunidades de la diàspora y, además, las actitudes hacia
el sistema de castas presentan pocas señales de erosión, algo que se ejemplifica en la
mínima frecuencia de matrimonios entre castas21.
EL MOVIMIENTO FEMINISTA
El hinduismo global inspirado en las enseñanzas de los reformistas hindúes está en pleno
desarrollo y las voces de las mujeres empiezan a tener mayor cabida. El movimiento femi
nista indio ha sufrido la influencia del movimiento feminista occidental, de tal modo que
sus reacciones ante el hinduismo son comparables a las occidentales respecto del cristia
nismo. Algunas mujeres opinan que el patriarcado es inherente al sistema de creencias,
mientras que otras defienden que puede aislarse de los valores espirituales de la religión.
15 Nesbitt y Jac k so n , «Sketches of Formal Hindu Nurture», en Hayward (ed.), World Religions in
Education: Religions in Britain, SHAP Mailing, Londres, Commission for Racial Equality, 1986, pág. 25.
2(1 K nott, «Hinduism in Britain», e n Haywaid, op. cit., pág. 10,
21 Sobre los hindúes de la diaspora y su estudio véase, por ejemplo. Knott, Hinduism in Leeds,
University of Leeds Press, 1986 o Vertovec, Hindu Trinidad , Londres, Macmillan, 1992.
285
E l h in d u is m o
EL «EFECTO PIZZA»
El hinduismo se ha desarrollado durante este siglo gracias en parte a la re-enculturación:
lo que Agehananda Bharati ha denominado con humor el «efecto pizza». La pizza original
era un pan al horno caliente que fue exportado desde Italia a América; tras adornar la rece
ta con ingredientes diversos volvió a su patria original, donde se convirtió en plato nacio
nal. De forma parecida, algunos elementos de la cultura hindú, como el yoga, la bhakti, los
gurús, y algunas enseñanzas, danzas y músicas hindúes han sido exportados a Occidente,
gracias en gran medida al Renacimiento Hindú, tras popularizarse y adaptarse han retor
nado a la India, donde han adquirido el favor de ios hindúes urbanos23. La globalización
del hinduismo se debe, en principio, a la labor de Swarni Vivekánanda, la fundación de
sociedades vedánta, y la Misión Rámakrishna, a la que se añade el trabajo de discípulos y
otros hindúes muy influidos por su mensaje de universalismo y tolerancia. Otros muchos
maestros siguieron tras él, llevando a Occidente enseñanzas que han hallado un lugar nota
ble en la cultura contemporánea de las sociedades occidentales, como ahora veremos y, a su
vez, se han convertido en una fuerza cultural importante en la India, su lugar de origen.
EL HINDUISMO EN OCCIDENTE
Las interacción entre el hinduismo y la cultura occidental surgió como consecuencia de los
contactos occidentales con la India y el proceso colonial Vasco de Gama abrió una ruta marí
tima hacia la India alrededor del año 1500, y el comercio de las especias tomó auge. Además,
misioneros católicos se establecieron en la costa oeste del país, se trató de los primeros que
mostraban un genuino interés por las tradiciones hindúes, aunque solamente fuera con la
intención de efectuar conversiones. Especialmente notable fue Roberto de Nobili
(1577-1656) que intentó comprender la visión del mundo de los hindúes, para intentar hallar
en las escrituras hindúes «un sentido no-idólatra de Dios» a fin de convertir la India al cristia
nismo. En el siglo xvm misioneros franceses colaboraron con los pandits hindúes en investí*21
22 Véase K um ar, The History o f Doing, an Illustrated Account o f Movements for Women's Rights and
Feminism in India, 1800-1990, Londres, Verso Press, 1994.
21 Bharati, «The Hindu Renaissance and its Apologetic Pattern», pág. 273.
286
El binduismoyel mundo contemporáneo
gaciones textuales, y un jesuíta francés J.F. Pons, escribió una gramática del sánscrito en 1733;
se trató del comienzo de la indoiogía y del interés «científico» occidental por la India.
Hacia finales del siglo xvm los «orientalistas» británicos establecidos en Bengala,
emprendieron el estudio sistemático del sánscrito y su literatura. Entre éstos se encontraban
Sir William Jones (1746-94), C. Wilkins (1749-1836) y Tilomas Colebrooke (1765-1837),
pioneros cuyo trabajo permitió el establecimiento de la disciplina de la indoiogía (centrada
en el estudio filológico de los textos sánscritos), que tuvo un enorme desarrollo a lo largo
del siglo xix. El filósofo Friedrich Schlegel fue el primer profesor de sánscrito en Bonn en
1818 y H.H. Wilson desempeñó la primera Cátedra Boden de Sánscrito en Oxford (de 1832
a 1860), seguido por Monier Monier-Williams (de 1860 a 1888) cuyo diccionario sánscrito
aún se emplea en la actualidad, aunque se basa en la extraordinaria investigación alemana
que maduró en el diccionario sánscrito en siete volúmenes de R. Rotli y Otto Bothlingk24.
Friedrich Max Müller, sanscritista y pionero en el estudio comparado de las religiones, se
dedicó a la edición de textos orientales creando la serie que todavía se reedita SacredBooks
o f tbeEast. En los Estados Unidos a la indoiogía se dedicaron diferentes estudiosos en Nueva
York, Yale y Harvard, resultando especialmente destacados C.R. Lanman (1850-1941), cuyo
manual sánscrito todavía se utiliza en algunas universidades25, William Dwight Whitney
(1827-94), y Maurice Bioomfield (1885-1928), tío del famoso lingüista Leonard
Bloomfield26. Durante el siglo xk se produjo un destacado interés por parte de teólogos cris
tianos por el hinduismo que marcan los comienzos del diálogo interconfesional. Uno de los
primeros fue Rowland Williams de Lampeter que expresó una opinión favorable respecto de
las doctrinas hindúes, aunque, inevitablemente, consideraba el cnstianismo como una reli
gión superior27. No obstante, a pesar de los avances de los indólogos en la compresión del
sánscrito, de las religiones indias y de la historia india, la disciplina ha recibido críticas en los
últimos tiempos, por una parte, porque se estima que sirvió (y puede seguir haciéndolo) a
los intereses del colonialismo y, por otra, porque tiene la osadía de querer establecer «cono
cimientos objetivos» respecto de los textos cuando el conocimiento siempre se enmarca
dentro de presupuestos y límites culturales28.
Además de para misioneros e indólogos, las ideas hindúes, especialmente las pan-
teístas. despertaron el interés de filósofos occidentales de la tradición romántica alemana
como J.G. Herder (1744-1803), Friedrich Schlegel (1722-1839) y Hegel (1770-1831),
287
El hinduismo
Hegel fue de los primeros pensadores en tomar en serio la teología hindú e incorporó e!
pensamiento hindú en su gran esquema filosófico, aunque, inevitablemente, lo relegó a
un nivel por debajo de la filosofía occidental. Schelling (1775-1854) el joven colega de
Hegel, consideró el vedñnta como un «idealismo exaltado»29, y el entusiasmo por el pen
samiento indio fue perpetuado por Arthur Schopenhauer (1788-1860), que consideró
que la India era una tierra de sabiduría ancestral. El heredero filosófico de Schopenhauer,
Friedrich Nietzsche (1844-1900) también fue un admirador de las ideas hindúes y se refi
rió a las «Leyes de Manu» como texto muy superior al Nuevo Testamento50. Estos pensa
dores no están interesados en la lectura precisa de los textos y la filosofía hindúes, sino en
el empleo del pensamiento hindú para respaldar, o contribuir al establecimiento de su pro
pia filosofía y obra literaria. El legado de esta tradición también se advierte en las novelas
de Hermann Hesse (1877-1962) y en el psicólogo Cari Jung (1875-1961), quienes conci
bieron la India como la casa espiritual de la humanidad y el lugar donde los símbolos se
manifiestan del modo más evidente y libre a partir del inconsciente colectivo31.
Las ideas hindúes, especialmente vedánücas, no sólo tuvieron impacto en el mundo
intelectual alemán, sino también en América entre los trascendentalistas de Nueva Inglaterra,
Ralph Waldo Emerson (1803-1882) y Henry David Thoreau (1817-1862). Su interés influyó
en la Asociación Unitaria que se hermanó con el Brahmo Samáj. De hecho, el primer hindú
en hablar de hinduismo en Occidente, aun antes de Vivekánanda, lo hizo invitado por la
Asociación Unitaria y fue Protap Chunder Mozoomdar, que impartió una conferencia en 1883
ante un grupo de miembros de la asociación en la casa de la viuda de Emerson32.
288
El hinduismoy el mundo contemporáneo
289
■
El hinduismo
,f’ Miller y Miller feds.), The Spiritual Teaching o f Ramana Maharashi, Boulder y Londres, Shambala,
1972, págs. 3-14.
57 Yogánanda, The Autobiography o f a Yogi, Londres, Rider and Co., 1930.
a |. Johnson, The Path o f the Masters: the Science o f Surat Shabd Yoga, Beas, Radlia Soami Satsang,
1975. Véase también Juergensmeyer, op. cit.
‘i ¿90
El hinduisnioy el mundo c o n te m p o rá n e o
yl La producción escrita de estos movimientos es muy dilatada, aunque destacan los relativamente
poco numerosos estudios eruditos. Acerca de Rajneesh véase Thompson y Heelas, The Way o f the Heart,
Wellingborough, Aquarian Press, 1986. Sobre el movimiento Hare Krona véase Knott, My Sweet Lord. Sobre
Anandamayima consúltese Das Gupta, The Mother as Reuealled to Me, Benarés, Shree Anandamayi Sangha,
1954- Sobre Maharishi véase Eban (ed.), Maharishi the Guru. The Story o f Maharishi Mahesh Yogi, Bombay,
Peal Publications, 1968. Se puede encontrar un análisis de algunos de estos grupos en Baker (ed.), New
Religious Movements: a Perspective fo r Understanding Society, Nueva York, Mellen, 1982; Needham, The
New Religious, Nueva York, Crossroad Press, 1984; Hardy, «How "Indian" are the new Indian Religions?», en
Religion Today A Journal o f Contemporary Religions, 1.2/3, octubre-diciembre, 1984, págs. 15-16. Sobre la
idea d e «locura sagrada» en la enseñanza y la vida de muchos gurús occidentales véase Feuerstein, Holy
Madness, N ueva York, Arkana, 1990.
291
El binduisnio
Muchos de estos gurús lian sido aceptados por hindúes urbanos en la India como
consecuencia del ya citado «efecto pizza». Por ejemplo, los centros del movimiento Haré
Krsna (Bhaktivedánta Manor, cerca de Watford. Inglaterra, entre otros) han sido reconoci
dos por las comunidades hindúes que viven fuera de la India como propios. Será cada vez
más difícil separar las manifestaciones más recientes del hinduismo tal como se plasman
en las enseñanzas de los gurús que han influido en Occidente, de las interpretaciones más
tradicionales de las comunidades de la diáspora. De hecho, los nuevos movimientos reli
giosos, a que se hace referencia libremente como «New Age» (Nueva Era), muchas de
cuyas ideas derivan del hinduismo por la intermediación de la teosofía, también pueden
contribuir a la conformación del hinduismo global en el futuro.
RESUMEN
Dos fuerzas evidencian la vitalidad del hinduismo en el mundo contemporáneo: poruña
parte, la tendencia al universalismo que contribuye a la configuración de la cultura global
contemporánea, y, por otra, la tendencia hacia formaciones de identidad exclusiva, local o
nacional. Ambas tendencias han surgido a lo largo de los dos últimos siglos. El hinduismo
como religión global, expresada en las ideas del Renacimiento Hindú, se ha desarrollado
desde el siglo xix como reacción contra el colonialismo y el cristianismo. Este tipo de hin
duismo se lia mostrado de carácter sincrético y se ha establecido firmemente en el esce
nario mundial reformulando la religión y descubriendo sus orígenes antiguos. Gracias a
la labor de Rám Mohán Roy y, más tarde, de Vivekánanda y sus seguidores, el hinduismo
se ha convertido en una religión mundial que ha originado una profunda impronta, tanto
en la India como en Occidente, en todos los niveles culturales, desde el estudio erudito
de la literatura en los departamentos universitarios de Indoiogía, hasta la devoción por los
gurús populares. Pero, en contraste con estas tendencias universalistas, también se ha
desarrollado un nacionalismo político hindú que relaciona el hinduismo, o hindú dhar-
ma, con el estado-nación indio. Este nacionalismo ha causado fricciones entre las comu
nidades hindú, musulmana y cristiana en la India que han desembocado en una terrible
violencia. Como todas las religiones, el hinduismo ha sido causa de derramamiento de
sangre e intolerancia. Sin embargo, también encierra en su seno recursos para construir
la paz y la reconciliación; se trata de fuerzas que buscan su modo de expresión y que pue
den contribuir a hallar soluciones a los problemas globales a los que se enfrentará la
comunidad humana en el próximo siglo.
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