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PROGRAMA MAGISTER EN CURRICULUM Y EVALUACIÓN

MÓDULO 1

ASIGNATURA FUNDAMENTOS DE LA EDUCACIÓN

EL PROCESO EDUCATIVO EN EL PARADIGMA DE LA COMPLEJIDAD

EDUARDO IBARRA MUÑOZ GUIDO MARTÍNEZ SALAZAR

2007
El proceso educativo en el paradigma de la complejidad

I. ÍNDICE

I.ÍNDICE .............................................................................................................. 1

II.RESUMEN ....................................................................................................... 2

III.INTRODUCCIÓN ........................................................................................... 2

IV.DESARROLLO DEL TEMA ......................................................................... 7

V.CONCLUSIONES .......................................................................................... 13

VI.BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................... 16

Eduardo Ibarra Muñoz


Guido Martínez Salazar 1
El proceso educativo en el paradigma de la complejidad

II. RESUMEN

El presente ensayo tiene como propósito explorar los escenarios de discusión


referidos al proceso educativo en el paradigma de la complejidad. Así mismo, se
aspira analizar el concepto de proceso educativo y las consideraciones relativas a
la aplicación del paradigma de la complejidad, considerando que en la sociedad
actual, es de vital importancia que nuestros alumnos posean la capacidad de
integrar las diferentes disciplinas del conocimiento, que conforman un mundo
complejo.
Se dará énfasis en que xxxxx.

Asimismo, presentamos una reflexión respecto xxxxxx. Concluyendo que xxx

III. INTRODUCCIÓN
La globalización ha producido un crecimiento constante y creciente de la
información científica y tecnológica, que aplicado a la industria, ha permitido lograr
eficiencia en la producción de bienes y servicios, con altos estándares de calidad,
automatización y bajos costos. Realidad que exige a países como el nuestro, cuya
estrategia de desarrollo se basa en tener éxito en los mercados mundiales,
obtener resultados de calidad en la educación. Se requieren sujetos críticos,
abiertos a los cambios, con capacidad de ver en la incertidumbre una oportunidad
para el emprendimiento y la colaboración, flexibles frente a la obsolescencia y
perfectibilidad del conocimiento. No obstante, la globalización ha traído nuevos
problemas como el mercantilismo, el individualismo y abusos contra el medio
ambiente, justificados en la necesidad de crecimiento económico, que es
necesario abordar desde el punto de vista de la comprensión del fenómeno de lo
complejo, del proceso educativo y la construcción del currículum, para formar
valóricamente a los educandos como sujetos constructores de una civilización
humana sostenible.

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El proceso educativo es interiorización, aspecto que muestra la


personalización mejor realizada en la educación que en el abandono en brazos de
la espontaneidad natural. SÓCRATES fue el primer educador que dio el grito de
alerta sobre la ineficacia de cuanto disipase al hombre y le distrajera del mundo
interior, en el que porta excelsitudes, que la ciencia y la filosofía posterior han
revelado; fue el primero en proclamar una educación mediante «el conócete a ti
mismo», que no es sino una forma de interiorización; SAN AGUSTÍN, amparado
por el pensamiento cristiano de la inhabitación del Espíritu en el hombre, fue
reiterante en la idea de la interiorización, con aquella célebre frase: «Vuélvete a ti
mismo, no quieras ir fuera, porque en el interior del hombre habita la verdad», con
la que convocaba al hombre hacia sí mismo en lugar de distraerse en las cosas
exteriores que le fascinan con su brillo y le hacen olvidarse de la más grande
realidad: su ser-sí-mismo. Las corrientes místicas medievales y las más brillantes
del siglo de oro de la lengua castellana pregonaron la misma idea; la filosofía
moderna, con Descartes a la cabeza, constituye al hombre y su interior en fuente
de conocimiento y verdad; y, en nuestro siglo, MAX SCHELER y el agustinismo
floreciente inciden en el mismo slogan: «In te ipsum reddi» (Vuélvete hacia ti
mismo).
El proceso educativo es una endoculturación, que corresponde a su faceta
socializadora. La endoculturación supone que el proceso educativo es una
transacción entre el hombre y el medio, un dar y un tomar, es la suma de
presiones socioculturales sobre el individuo, principalmente en la institución
escolar, es el «proceso de aprendizaje acerca de la cultura en la cual el niño ha
nacido, vive y muere» (BRAUNER, 1969) . El proceso educativo es una
transmisión de hechos establecidos y valores sancionados ya por la generación
adulta, además de estimular la creación y progreso de nuevos valores. La

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endoculturación se diferencia de la socialización en que la primera introduce al ser


en desarrollo en la cultura adulta, y la segunda en la sociedad adulta. La
endoculturación la califican los antropólogos de «pasaje a la humanidad». El
proceso educativo es endoculturación, porque prepara a los individuos para que
por ellos la sociedad se cambie y se proyecte hacia el futuro.
El proceso educativo es formación y perfeccionamiento. Volvemos de nuevo
a insertarnos en el pensamiento de K. JASPERS, para quien la educación es
perfeccionamiento, quehacer técnico y comunicación; pues bien, nos detenemos
ahora a pensar en la primera de esas tres modalidades. El perfeccionamiento es,
para el filósofo existencialista, la cara sociológica del proceso educativo. El
educando vive en medio de una comunidad sustancial y de una sociedad técnica
para servir a las cuales se prepara el individuo mediante el cultivo del espíritu
histórico de la comunidad, mediante la adquisición de conocimientos y mediante la
práctica necesaria para adquirir destrezas y habilidades profesionales. Esto es
perfeccionarse. Y este perfeccionamiento diferencia al hombre del animal,
impulsado éste por sustancias biológicas hereditarias, en lugar de ser movido por
la transformación histórica heredada.
El proceso educativo, en cuanto a perfeccionamiento, es para JASPERS la
adquisición de la «segunda naturaleza», siempre en consonancia con los tipos
socioculturales en los que se desenvuelve; esta razón justifica que haya habido
escuelas aristócratas, privadas, públicas, democráticas, caballerescas. En
conclusión, el perfeccionamiento recibe en JASPERS una clara orientación
sociológica, de forma que no es perfecto el caballero medieval para los siglos
renacentistas, ni el aventurero renacentista para la época industrializada, ni el
cabal inglés para la nación griega, y así sucesivamente. La perfección es siempre
buena para una coyuntura histórica, geográfica y cultural; pero puede resultar
menos adecuada para una comunidad con una tradición histórica propia, que no
encaja en un tipo concreto de perfección. El sentido sociológico de la palabra
«perfeccionamiento» hace válida esta interpretación jasperiana, porque él mismo
renuncia a considerar el proceso educativo como una perfección absoluta con

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significado universal y omnitemporal. Pero es igualmente verdad que no es éste el


único enfoque posible de este vocablo, como veremos a continuación.
El proceso educativo es adquisición de hábitos, vieja forma de entenderle,
que, a pesar de las rectificaciones continuas, es aceptado comúnmente como
parte fundamental del proceso educativo, aunque no sea su elemento esencial.
Esta ha sido la actitud de ARISTÓTELES, cuando fijaba la meta educativa en la
consecución de la virtud y ésta era un hábito ético; de STO. TOMÁS, repetidor de
la doctrina aristotélica y creador de puntos de vista inéditos, ofrecidos por la
Teología católica; de J. LOCKE y de cuantos han sido defensores de la disciplina
formal, que hermanaba la teoría defensora de la educación como formación de
hábitos y la transferencia del aprendizaje-hábito a otras facultades o esferas
aparentemente distanciadas de aquellas que habían sido perfeccionadas; de J.
DEWEY, aunque siempre dentro del marco referencial de su teoría
experimentalista e instrumentalista; del perennialismo contemporáneo, que
defiende la adquisición de hábitos por el ejercicio reiterado...
Finalmente, la teoría del análisis filosófico afirma, por boca de R. S.
PETERS, profesor del Instituto de Educación de la Universidad de Londres, que
«el concepto de educación no se refiere a ningún proceso particular, más bien
contiene referencias a los criterios a que deben ajustarse determinados
procesos». El criterio básico es el de rendimiento, o mejor aún, el de tarea-
rendimiento, que nos depara un medio utilitarista, externo y evaluable de entender
la educación. PETERS no habla en singular del proceso educativo, consecuente
con sus principios, sino de procesos educacionales; y si se le urgiese a que
indicase cuál es el verdadero proceso de la educación respondería que la
iniciación, en el sentido de que una persona que aprende es iniciada por otra en
algo que deberá apropiarse.
Es decir, el proceso educativo es complejo.
A lo largo del siglo XX el concepto de complejidad se ha integrado prácticamente
en todos los ámbitos. Se habla de una realidad compleja, de relaciones complejas,
de la ciencia de la complejidad, de la teoría de sistemas complejos, del paradigma

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de la complejidad. El paradigma de la complejidad es una opción ideológica, que


asumiendo las aportaciones de la ciencia de la complejidad, es orientadora de un
modelo de pensamiento y de acción ciudadana.
Las primeras referencias al paradigma de la complejidad las da Morin (1977, 1980,
1984, 1986, 1991, 1994, 1995, 1996), en contraposición a lo que denomina
paradigma de la simplificación. Éste plantea la necesidad de construir un
pensamiento complejo y la importancia de una acción ciudadana orientada por una
forma de posicionarse en el mundo que recupera los valores de la modernidad. El
paradigma de la complejidad constituye una forma de situarse en el mundo que
ofrece un marco creador de nuevas formas de sentir, pensar y actuar que orientan
el conocimiento de la realidad y la adquisición de criterios para posicionarse y
cambiarla. Supone una opción ideológica orientadora de valores, pensamiento y
acción. Reúne aportaciones de campos muy diversos que configuran una
perspectiva ética, una perspectiva de la construcción del conocimiento y una
perspectiva de la acción (Pujol, RM., 2002).

Desde la perspectiva ética, frente al antropocentrismo dominante, el paradigma de


la complejidad apuesta por el ambiocentrismo. La extendida idea de igualdad es
substituida por la de equidad, que entiende la diversidad como un valor. Frente al
concepto de dependencia establecido por las sociedades dominantes reivindica la
inclusión de la autonomía, que incluye la responsabilidad y la solidaridad.

Desde el punto de vista del pensamiento, el paradigma de la complejidad hace


suyo el concepto de sistema complejo adaptativo (Gell-Mann, M., 1995) como
forma de comprender cómo son y cuál es la dinámica de los fenómenos naturales
y sociales del mundo. Incorpora la necesidad de un diálogo continuado entre las
distintas formas de conocer el mundo dada la existencia de incertidumbres en
cada una de ellas, propugnando la importancia del diálogo entre una visión
específica y una global que incorpore el azar y la indeterminación. Sitúa la
perspectiva holográmatica, desde la que se asume que todos los sistemas están

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relacionados entre sí, reflejando cada uno de ellos la complejidad y, por


consiguiente, negando la existencia de sistemas más simples que otros.

Desde la perspectiva de la acción, el paradigma de la complejidad apuesta por


defender un modelo de vida que entiende la libertad como responsabilidad, un
modelo de convivencia política orientado hacía la democracia participativa,
y la comunidad como forma de proyectarse hacia la globalidad (Morin, E.,
2001).

IV. DESARROLLO DEL TEMA


Morin, a instancias de la UNESCO, publica “Los siete saberes necesarios para
la educación del futuro” (Morín:1999), obra que enfrenta el problema de cómo
debiera ser el proceso educativo en el paradigma de la complejidad, proponiendo
una reforma del pensamiento y la educación: civilizadora y fundada en una nueva
ética planetaria, ecológica e integradora de los saberes dispersos del hombre:

1. Una educación que cure la ceguera del conocimiento.

Todo conocimiento puede encerrar un error y una ilusión de verdad por


razones perceptivo-cognitivas, socio-afectivas y culturales, aún el conocimiento
científico: todo conocimiento es obsolescente o perfectible. “La primera e
ineludible tarea de la educación es enseñar un conocimiento capaz de criticar
el propio conocimiento”.

2. Una educación que garantice el conocimiento pertinente.

Ante la avalancha informativa, “la educación debe promover una inteligencia


general apta para referirse al contexto, a lo global, a lo multidimensional y a la
interacción compleja de los elementos”. Es decir, abandonar los esquemas
organigrámicos de análisis, que ofrecen una visión estática de la realidad y

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reemplazarlos por otros basados en la dinámica de lo complejo, superponiendo


lo global y lo particular.

3. Enseñar la condición humana.

La expansión de la conectividad y el acceso a los medios dan hoy al hombre la


oportunidad de reconocerse en su humanidad común y diversidad cultural,
inherente a su condición humana. “Al igual que cualquier otro conocimiento, el
del ser humano también debe ser contextualizado: Quiénes somos es una
cuestión inseparable de dónde estamos, de dónde venimos y a dónde vamos.
La educación deberá mostrar el destino individual, social, global de todos los
humanos y nuestro arraigamiento como ciudadanos de la Tierra. Éste será el
núcleo esencial formativo del futuro”.

4. Enseñar la identidad terrenal.

Los avances tecnológicos han logrado conectar una enorme cantidad de


pueblos, lenguas, religiones y culturas que por milenios vivieron aisladas. No
obstante, los beneficios de la comunicación global no llegan a tres cuartas
partes de la humanidad. “Es necesario introducir en la educación una noción
mundial más poderosa que el desarrollo económico: el desarrollo intelectual,
afectivo y moral a escala terrestre”.

5. Enfrentar las incertidumbres.

El ascenso y caída de las civilizaciones en la historia de hombre,


especialmente el devenir del siglo XX, “han derruido totalmente la predictividad
del futuro como extrapolación del presente y ha introducido vitalmente la
incertidumbre sobre nuestro futuro”. Morin afirma que la educación debe hacer
suyo el “principio de incertidumbre”, tan válido para la evolución social como la
formulaciones dinámicas de Física y Biología. “La historia avanza por atajos y
desviaciones y, como pasa en la evolución biológica, todo cambio es fruto de

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una mutación, a veces de civilización y a veces de barbarie. Todo ello obedece


en gran medida al azar o a factores impredecibles”.

6. Enseñar la comprensión.

La comunicación no implica comprensión. La educación debe abordar este


tema crucial para la humanidad directamente a nivel interpersonal y grupal y a
escala planetaria. Enseñar la comprensión significa enseñar a no reducir el ser
humano sino abordarlo en toda su diversidad y complejidad, promoviendo “la
apertura empática hacia los demás” y “la tolerancia hacia las ideas y formas
diferentes, mientras no atenten a la dignidad humana”

7. La ética del género humano.

Sumada a las éticas individuales, la enseñanza de una ética válida para todo el
género humano resulta crucial. Morin presenta el bucle “individuo-sociedad-
especie” como fundamento para la ética del futuro. El ciclo “individuo-sociedad”
surge del deber ético de enseñar la democracia y sus reglas de respeto por las
minorías, la diversidad, la confrontación y el antagonismo. El ciclo “individuo-
especie” fundamenta la necesidad de enseñar la ciudadanía terrestre. La
humanidad con los medios de la globalización ha dejado de ser algo abstracto
o lejano para convertirse en algo concreto y cercano, con interacciones y
compromisos a nivel planetario en la “Tierra Patria”.

¿Como integrar el pensamiento complejo en la acción pedagógica cotidiana del


docente en el aula? Los siguientes pudieran constituir criterios de acción en tal
sentido:

1. Establecer instancias efectivas de reflexión y análisis crítico a nivel individual y


grupal, idealmente vinculándolas a quienes participan en la industria y la
gestión de conocimiento, en el diseño de políticas públicas y a la propia
comunidad, de manera que permita a los docentes dominar sus asignaturas,

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desarrollando la capacidad de pensarla estratégicamente y de situarla a nivel


local y global, tanto respecto de la estrategia de desarrollo económico del país
como del aporte a la construcción de sociedad global más humana, solidaria,
diversa, democrática y respetuosa del ecosistema planetario.

2. Superar las limitaciones de la enseñanza tradicional memorística y acumulativa


y avanzar en ser constructores de un currículum adaptado a las conductas de
entrada cognitivas y socio-afectivas del alumno y del contexto histórico,
geográfico y cultural en que se desarrolla el aprendizaje. Es decir, siguiendo
los parámetros del constructivismo, plantear la enseñanza en un entorno social
o “comunidad interpretativa” (Bruner: 1997), buscando logros más
orientados a lo metacognitivo que a contenidos específicos, a través de un
proceso de “aprendizaje mediado” (Vygotsky, Freverstein) y el logro de
“significatividad en los aprendizajes” (Ausubel: 1983). Enriquecer el
significado de su experiencia de aprendizaje, favoreciendo la interacción del
alumno con sus propias necesidades de aprendizaje y conocimiento pertinente,
empleando creatividad, iniciativa y colaboración, los medios y tecnología a su
alcance.

3. La complejidad exige además, al sistema educacional y al profesor, realizar un


esfuerzo de sistematización de los resultados de la experiencia pedagógica,
que permita evaluar la efectividad de los materiales, tecnología educativa y
actividades propuestas, y promover la resolución de problemas en el aula para
avanzar con cada alumno en igualdad de oportunidades a obtener resultados
de calidad en su educación.

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¿Cómo formamos a los docentes en el paradigma de la complejidad?

La formación de profesores en el paradigma de la complejidad puede conducir a la


formación de concepciones más cercanas a la manera como se ha desarrollado el
conocimiento y el trabajo científico, y a tomar posturas críticas ante la realidad.

Formar profesores en el paradigma de la complejidad requiere de grandes


esfuerzos organizacionales, en los que todos los que participan de ella compartan
ideas, intereses y proyectos de vida. La planeación, ejecución y evaluación son
aspectos relevantes para elaborar estrategias de mejoramiento continuo, para
saber en donde se encuentra la calidad de la educación que reciben los
profesores y hacia donde dirigirla.
No le resulta fácil a un profesor en ejercicio ver la realidad de la complejidad,
cuando el paradigma en el cual ha sido formado corresponde al de las ciencias
clásicas; mucho menos le debe ser fácil enseñarla. Es el momento de empezar a
romper con las concepciones reduccionistas y deterministas de la ciencia y del
mundo.

¿Qué metodología se debe utilizar en la complejidad?


Algunos lineamientos generales para el diseño y desarrollo de metodologías que
favorecen la generación de razonamientos complejos:
Debe contemplar aspectos que permitan el desarrollo del pensamiento,
observación y análisis de la realidad desde el paradigma de la complejidad, al
igual que las habilidades, destrezas y competencias comunicativas,
argumentativas, interpretativas y propositivas, así como también el fortalecimiento
de valores.
Es importante señalar que dadas las características que encierra el trabajo bajo el
paradigma de la complejidad, en la cual el pensamiento sistémico es el centro de
todo quehacer; los sistemas, cualesquiera que estos sean, máxime si se
encuentran siendo parte de otros sistemas que se relacionan entre sí
recíprocamente, constituyen variables difíciles de controlar; el mismo sistema

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educativo y sus procesos no son ajenos a esto, lo que hace tener como naturaleza
la complejidad. Las variables son interdependientes y afectan los resultados en
todo momento; por lo tanto, deben ser consideradas al hacer las descripciones de
las actividades realizadas, la sistematización y procesamiento de información,
Lesourne (1993), enfatiza que “ocuparse del sistema educativo es ocuparse de la
complejidad”.

¿Cómo debiera ser la Evaluación en la complejidad?

Dada la complejidad de la complejidad, no es de extrañar que evaluarla no lo sea,


aún cuando ya era difícil evaluar sin apenas pensar en la complejidad.

Al respecto, Cárdenas (1998) manifiesta que “es posible decir que el dominio de
los procesos de razonamiento complejo implica el desarrollo de competencias
para resolver problemas, tomar decisiones, hacer uso crítico de las teorías
conceptos y principios científicos, así como también pensar en forma creativa
acerca de ellos.

En cuanto a la evaluación de los razonamientos complejos de los estudiantes,


Barón (1987) propone técnicas tales como la discusión interactiva, el análisis de
los escritos de los alumnos, la realización de diferentes actividades para observar
el desempeño y las tradicionales pruebas de lápiz y papel. Cárdenas (1998)
resalta que un sistema de evaluación basado en instrumentos que buscan
prioritariamente establecer conocimiento declarativo es poco congruente con el
razonamiento complejo que trata fundamentalmente con procesos divergentes de
pensamiento; reconoce algunos aspectos actitudinacionales que podrían ser
tenidos en cuenta: un carácter reflexivo, una mentalidad abierta, la curiosidad, la
perseverancia, la precisión y una gran capacidad de aceptar los distintos puntos
de vista presentados por otras personas.

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Dimensiones de la mutación Contemporánea De la simplicidad a la Complejidad

En el cuadro siguiente consideramos cuáles son algunas de las dimensiones


fundamentales de este cambio de las perspectivas de la simplicidad a los
abordajes de la complejidad que hacen tanto a la trasformación de nuestra
mirada como de nuestro mundo con ella.

Giro Epistemológico
De la Razón Pura al Conocimiento Social Encarnado
De la Monológica a las Inteligencias Múltiples
Del pensamiento Analítico al pensamiento polifónico

Cambio en las Metáforas Globales


De la partícula a la Red
Del Universo a los Multimundos (Escenarios Diversos)

Cambio en las Estrategias de Abordaje


De las Teorías A-priori a las Prácticas Cognitivas
Del Experimento Controlado a la Simulación
Del conocimiento universal a las producciones de sentido situadas

Cambio Paradigmático en las Ciencias


De la conservación a las Dinámicas no lineales
De la Homeostasis a la Creatividad Lejos del Equilibrio
De la Linealidad a la No-linealidad DENISE NAJMANOVICH
De la Causalidad a la Emergencia

V. CONCLUSIONES
El paradigma de la complejidad se conforma pues, como un marco integrador
de las perspectivas ética, cognitiva y conativa en un esquema retroactivo
que se genera de forma dinámica en la interacción entre dichos elementos
(Bonil, J. & Pujol, RM., 2003). Constituye una opción filosófica ideológica que
ofrece nuevas posibilidades para una revolución conceptual, y abre nuevos
caminos para la formación de una ciudadanía capaz de pensar y construir un
mundo más justo y sostenible. Incluye valores éticos, valores epistémicos y
valores de acción.

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En el paradigma de la complejidad una persona es cliente, pero también es


empleado; es madre de hijos adolescentes, pero también es estudiante; es policía,
pero también va a la cancha con sus amigos.
En el paradigma de la simplicidad un empleado es un empleado. Nada más.
Mediante el Paradigma de la Complejidad nos aproximamos a una nueva forma de
pensar la realidad. Frente a una educación reduccionista y monolingüe, el
Paradigma de la Complejidad nos exhorta a construir una educación integradora,
políglota, y, por tanto, inter y transdisciplinar. Frente a una educación que excluye
la aleatoriedad, las bifurcaciones y fluctuaciones, en definitiva, el tiempo y, con
ello, la irreversibilidad, el Paradigma de la Complejidad los incorpora y, con ello, la
capacidad evolutiva y posibilidades transformadoras de los sistemas. Frente a la
visión entrópica de la realidad, se opone, en el Paradigma de la Complejidad, la
visión sinérgica de la misma.
En definitiva y tal como nos enseñó el precursor de este Paradigma, L. Von
Bertalanffy (1976), el Paradigma de la Complejidad –y, con ello, la Sistémica que
es donde tiene su origen– constituye algo más que ciencia, de tal modo que es
también y simultáneamente tecnología, epistemología, ontología y axiología.

Un abordaje que haga honor a la complejidad debe ser capaz de conjugar de


múltiples maneras los distintos niveles del cambio, explorar sus articulaciones,
construir itinerarios según las problemáticas particulares que se presenten en cada
indagación específica. Consideramos que la complejidad no debe ser un “imperativo”
sino una elección. Una elección que abarca tanto el plano cognitivo como el ético, el
estético, el práctico, el emocional. No se trata de un mero cambio de paradigmas, sino
de formas de experimentar el mundo y producir sentido, de interactuar y de convivir,
una transformación multidimensional en una permanente evolución.
La complejidad está íntimamente ligada a esta renuncia, sin embargo no significa una
pérdida gravosa. Se trata de dejar la seguridad de los territorios fijos para pasar a
movernos siguiendo las olas de flujos cambiantes. No sólo tenemos que ser

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capaces de inventar nuevas cartografías, nuevos paradigmas, sino también de ir


más allá, de construir formas diversas de cartografiar es decir: nuevas figuras
del pensar. La complejidad no debe limitarse a los productos del conocimiento sino
avanzar hacia los procesos de producción de sentido y experiencia. El método fue el
ariete con que la nueva mentalidad burguesa golpeó las puertas de la ciudadela
medieval. Bajo su hechizo, aunque no por su mérito, se construyó todo un modo de
experiencia y legitimación del conocimiento. En su momento significó una gran
apertura, pero sus pretensiones absolutistas llevaron a una nueva clausura. El método
conlleva un tribunal de fiscalización, supone un único sistema de medidas, exige que
se cumplan con sus postulados, y de ese modo achata la experiencia a sus
parámetros. El imperio del método es el de la simplicidad. El desafío de la
contemporaneidad es el de la convivencia con la incertidumbre y la diversidad.
Para aceptar este reto el pensamiento complejo no puede restringirse, admitir
fronteras infranqueables o métodos a-LA COMPLEJIDAD: DE LOS PARADIGMAS A
LAS FIGURAS DEL PENSAR.

priori. Es preciso saltar las alambradas conceptuales creadas por las disciplinas
modernas - regidas por la pretensión metódica - y abrir un espacio de
pensamiento multidimensional capaz de producir sentidos ricos y fértiles, pero
no garantizados ni absolutos. En el cuadro siguiente considero cuáles algunas
de las dimensiones fundamentales de este cambio de las perspectivas de la
simplicidad a los abordajes de la complejidad que hacen tanto a la
trasformación de nuestra mirada como de nuestro mundo con ella.
Al instalarse en el mundo, en la década de los noventa la globalización, la educación ya no
puede considerarse en forma aislada, pues ha pasado a formar parte de un fenómeno
complejo (paradigma de la complejidad); y debe analizarse a través de los aportes de
diferentes disciplinas como la filosofía, la psicología, la pedagogía, la política educacional
y la sociología, entre otras.
Además la Sociedad del Conocimiento propone modificaciones económicas y sociales, que
Chile y Latinoamérica en general, deberían implementar para poder insertarse en la
educación más acorde para el siglo XXI.
Una educación que asume la complejidad se sitúa, sin perder su identidad, en la necesidad de
dialogar entre varias disciplinas diseñando estrategias que faciliten dicho diálogo. Sitúa el reto de hacer una
educación que ayude a ver el mundo sin perder de vista su globalidad y al mismo tiempo, desde la globalidad,
detectar aquellas preguntas que son propias de la educación.

Ahora bien, existe pensamiento complejo cuando son inseparables los elementos que
constituyen un todo, cuando existe un tejido interdependiente, interactivo e inter-retroactivo
entre el objeto de conocimiento y su contexto. En consecuencia, la educación tiene que

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promover una inteligencia general, apta para referirse de manera multidimensional a lo


complejo y al contexto.

Orientar el trabajo educativo desde el paradigma de la complejidad contempla considerar una perspectiva
ética que le da una dimensión de opción ideológica.

Asumir la complejidad comporta hacer frente al reto de entender los fenómenos del mundo como sistemas
complejos. Ello requiere una fuerte reflexión conceptual que capacite a los docentes para realizar una
transposición didáctica que facilite hacer llegar al alumnado los principios del paradigma de la complejidad.

VI. BIBLIOGRAFÍA
Morin, Edgar “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro” (PDF). UNESCO.
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Bruner, Jerome S. 1997, "Pedagogía de Uso Común" en The Culture Of Education, Mónica Utillia
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