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BUCARAMANGA
2018
LA EUTANASIA
BUCARAMANGA
2018
TABLA DE CONTENIDO
1. INTRODUCCIÓN (1)
2. PRIMERAS CONCEPTUALIZACIONES (2)
3. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL CONCEPTO (5)
3.1. Eutanasia equívoca (5)
3.2. Eutanasia unívoca situacional (8)
3.3. Unívoca práctica (10)
4. TIPOLOGÍAS (13)
4.1. Según la realización (14)
4.2. Según la intencionalidad (16)
4.3. Según la voluntariedad (18)
4.4. Según la finalidad perseguida (19)
4.5. Sedación terminal (21)
4.6. Ortotanasia (22)
4.7. Distanasia (23)
4.8. Adistanasia o antidistanasia (23)
4.9. Suicidio asistido (23)
4.10. Inducción al suicidio (24)
4.11. Ayuda a morir (24)
5. NORMATIVAS, CONTEXTOS, DINÁMICAS, MANIFESTACIONES (25)
5.1. Nacional (25)
5.2. Proyectos de ley para reglamentar la eutanasia y el suicidio asistido
(28)
5.3. Internacional (31)
6. ACTORES Y GRUPOS POBLACIONALES (31)
6.1. Clínicas terminales (32)
6.2. Enfermo desahuciado (33)
6.3. Enfermo terminal (33)
7. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS (34)
1. INTRODUCCIÓN
1
2. PRINCIPALES CONCEPTUALIZACIONES
Asimismo, es relevante tener en cuenta las ideas de la autora Gilli Kahn Golan a
manera de resaltar las múltiples conceptualizaciones que expone en su texto
“Eutanasia y justicia”, con el fin de disponer de la variedad de conceptos que existen
y que se han interpretado a lo largo de la historia, recordando que el concepto aún
en nuestros días es carente de unanimidad. No obstante, gran parte de las
definiciones que se presentarán a continuación cuentan con una característica
similar, y es que parten de una condición física y moral del cuerpo humano que
implica el sufrimiento. Lo anterior, la autora lo sustenta en la siguiente definición:
“Eutanasia”: n.f (gr. Eutanasia). Muerte sin sufrimiento físico. Acción de acortar
voluntariamente la vida de quien, sufriendo una enfermedad incurable, lo solicita
para poner fin a sus sufrimientos físicos”2.
1
NÚÑEZ, Miguel Ángel. Homicidio consentido, eutanasia y derecho a morir con dignidad. España:
Editorial Tecnos, 1999, p. 31. Citado por GOLAN, Gilli Kahn. Eutanasia y justicia. Pontificia
Universidad Javeriana. Santiago de Cali, Colombia. Octubre, 2008. p. 25.
2
Nuevo Diccionario Laurousse, Volumen 3, Barcelona: Editorial Planeta. Agostini, 1993. Citado por
EUTANASIA Y JUSTICIA. Op. Cit. p. 25.
2
Entre tanto, y siguiendo paulatinamente las conceptualizaciones de la autora quien
recopila de forma breve y detallada varias definiciones para; primero, ofrecerle a
lector significaciones varias, y segundo, porque resulta de interés destacar la
diversidad en la que radica un término, a modo de ver, complejo.
El tema de la eutanasia viene solamente a tomar gran auge y relevancia a partir del
siglo XIX, cuando las prácticas asociadas a provocar la muerte de quienes sufrían
enfermedades incurables empezaron a tomar rigor y causar preocupación. Además,
existen incontables entidades, fundaciones y sociedades que han tenido su
emergencia a lo largo de los últimos dos siglos que han aportado a la
conceptualización del término ya sea con posiciones a favor o en contra, lo
importante aquí es tener en cuenta la gran variedad de perspectivas desde muchos
ámbitos, como la ética, la bioética, la médica y la religiosa.
Para comenzar con las definiciones rescatadas por la autora, en 1987 la Asociación
Médica Mundial propuso la siguiente definición de eutanasia: “acto deliberado de
dar fin a la vida de un paciente”3. Por otro lado, la Sociedad Española de Cuidados
Paliativos definió el término en enero de 2002 como “la conducta (acción u omisión)
intencionalmente dirigida a terminar con la vida de una persona que tiene una
enfermedad grave e irreversible, por razones compasivas y en un contexto
médico”4.
3
CODIGNIDAD. Definiciones, recuperado: 19 de septiembre de 2006. Citado por EUTANASIA Y
JUSTICIA. Op. Cit. p. 28.
4
Ibíd.
5
MARTÍNEZ DIE, R.; SESÉ, A.; SOBREVIA, X; SUREDA y VILADOMIU, I. Razones del no a la
Eutanasia. Septiembre, 2005. Citado por EUTANASIA Y JUSTICIA. Op. Cit., p. 29.
3
en ciertos casos específicos y bajo algunas condiciones, con la intención de eliminar
el sufrimiento que padecen y que se considera insoportable y sin posibilidad de cura.
Del mismo modo, Golan comprende la variación de significados que tiene el término
“eutanasia” en otros idiomas, que como podremos observar, tiene connotaciones
distintas. Como en el caso de Alemania, que, en alemán Euthanasie, adjudicada
bajo la determinación “Sterbehilfe”, significa “ayuda para morir”. Es así como se
compara la idea que se sobreentiende de la etimología griega del término a diferir
6 WILLKE, Jack. WILLKE, Bárbara. Entrevista sobre la eutanasia. Agosto, 2005. Ibíd., p. 29.
7 JAMA. Decisions near the end of life, Journal of the American Medical Association, 267, 1992. p.
22-29.
8
NÚÑEZ PAZ, Miguel Ángel. Homicidio consentido, eutanasia y derecho a morir con dignidad.
España: Editorial Tecnos, 1999. p. 43.
4
en la medida en que ya no se asocia con una “buena muerte” sino como un soporte
que le es otorgado a un individuo para morir.
Hay que tener en cuenta que, a pesar de representar significados distintos, las
definiciones parten en su mayoría de una misma base, pero no deben ser
interpretadas en sentido general ya que se puede cometer el error de caer en
confusiones y ambigüedades. Por ello es importante comprender la diversidad que
presenta el concepto de acuerdo a los contextos, las posiciones, perspectivas y
puntos de vista, ya que, al ser un término de connotación compleja, es tendiente a
desencadenar polémicas y controversias.
En primer lugar, para abordar la evolución histórica del concepto, Gracia9, una de
las figuras españolas de la bioética más relevantes a nivel internacional, propone
tres periodos distintos fundamentales en donde se logran evidenciar las
configuraciones del término en tanto que tuvo lugar desde la constitución ontológica
del hombre. Es importante aclarar que, para atender rigurosamente el proceso
crucial e histórico del concepto, los estudios realizados con éste fin tuvieron que
remitirse a las fuentes cuyas lenguas originales son hoy en día catalogadas como
lenguas muertas, por lo que resultó compleja la accesibilidad a las lenguas
modernas.
9 GRACIA, Diego. Historia de la eutanasia. En: J. GAFO (ed.), La eutanasia y el arte de morir,
Universidad Pontificia Comillas, Madrid 1990, 13-32. Citado por CAAMAÑA, José Manuel. Breve
historia de la eutanasia. Aproximación al concepto. Moralia 35, 2012. p. 179-211.
(*) Análisis de los conceptos en el capítulo “Salir de la vida” por Diego Gracia en su obra Como
arqueros al blanco. Estudios de bioética, Triacastela, Madrid 2004, 399ss.
5
conceptualizaciones que varían conforme al contexto y a las mentalidades de la
época. Éste periodo se conoce como la eutanasia equívoca.
10 KASSEL, K. – AUSTIN, C. (eds.), Poetae Comici Graeci, Vol. IV, Berolino et Novi Eboraci, Berlin
1983, 321. Citado por CAAMAÑA, José Manuel. Breve historia de la eutanasia. Aproximación al
concepto. Moralia 35, 2012. p. 183.
11
CAAMAÑA, José Manuel. Breve historia de la eutanasia. Aproximación al concepto. Moralia 35,
2012. p. 184.
12
Ibíd. p. 184.
(*) Flavio Josefo (Ant. Jud., 6, 3), Aelio Teón (Progymnasmata, 110), Clemente de Alejandría
(Stromata, 5, 62, 2-3), Marco Aurelio Antonino (Ta eis heauton, 10, 36), o incluso por Filón de
Alejandría, ya en el s. I d.C., que la incluye entre uno de los más grandes bienes del hombre.
(**)
6
“deseable” (**). Sin embargo, ninguna de dichas conceptualizaciones logra acercar
la definición a lo que hoy en día significa la eutanasia para el mundo moderno.
Del mismo modo, pero ahora en el estoicismo romano, se aprecia una evolución en
tanto que el concepto ahora adquiere una faceta más sólida y concreta. En efecto,
el historiador romano Suetonio transfiere el término de su sentido moral a un
procedimiento rápido y sin dolor como se evidencia en su texto “la vida de los doce
césares” en su narración de la muerte de Augusto, en el cual dice lo siguiente:
“Alcanzó así una muerte dulce y a la medida de sus deseos, pues casi siempre,
cuando oía que alguien había muerto rápidamente y sin dolor, pedía para él y para
los suyos una similar ευθανασία (esta era, en efecto, la palabra que solía
emplear)”13.
13 SUETONIO, Vida de los doce césares, II, 99, Gredos (traducc. de Rosa Mª Agudo), Madrid 1992.
p. 284 (la obra está fechada entre los años 119 y 123 d.C.). Citado por CAAMAÑA, José Manuel.
Breve historia de la eutanasia. Aproximación al concepto. Moralia 35, 2012. p. 186.
7
5) Como una muerte suave y tranquila, sin
sufrimiento, como aparece en la narración
de Suetonio14.
Hay que destacar que en éste periodo no se llega a ningún término específico
debido al pluralismo de las conceptualizaciones aportadas por cada autor, que,
aunque posean características similares y se haya mostrado cierta evolución,
denotan contextos y significados distintos sin llegar a algo determinado.
En los siglos en los que aconteció la primera etapa, a pesar de las manifiestas
aproximaciones, ninguna logra acercarse a ser algún tipo de procedimiento que
posea determinación sobre la vida de alguien. Continuando con la idea de Suetonio
en el texto de Gracia, el sentido que le daba el autor al término, se refiere casi en
exclusiva a la descripción de una muerte serena y deseable, alejándose del conjunto
de definiciones expuestas anteriormente. Del mismo modo, y de acuerdo a las ideas
de Humphry y Wickett, Sócrates en la Antigua Grecia antes de que se envenenara
con cicuta, le atribuyó a la muerte de igual manera características similares,
describiéndola como “noble” y “deseable”15. Más tarde, hasta 1605, sería el célebre
filósofo y escritor inglés Francis Bacon quien recuperaría el término en su obra De
dignitate et augmentis scientiarum16:
14 CAAMAÑO, José Manuel. Breve historia de la eutanasia. Aproximación al concepto. Moralia 35,
2012. p. 187.
15 HUMPHRY, D., WICKETT, Ann. El derecho a morir. Comprender la eutanasia. En: Tusquets
Bacon of the Proficience and Advancement of Learning divine et human, trabajo que sería
incorporado en el 1623 a la versión latina ampliada y revisada por el propio Bacon con el título De
dignitate et augmentis scientiarum (a ella corresponde el texto reproducido arriba). Cf. M. CUYÁS,
Eutanasia. Reflexiones éticas y morales en: AAVV, Eutanasia y derecho a morir-1, Institut Borja de
Bioètica, Barcelona 1991, 3-4.
8
ayuda y conduce a la recuperación, sino
también cuando, habiéndose esfumado toda
esperanza de recuperación, sirve solo para
conseguir una salida de la vida más dulce y
plácida. Pues no es pequeña felicidad (que
el mismo Cesar Augusto pedía para sí) esta
‘Eutanasia’; esta fue especialmente notada
en la muerte de Antonino Pío, que no
pareció que se muriera, sino que fue a modo
de un adormecimiento dulce y placentero
[…]. Pero en nuestros tiempos, los médicos
hacen cuestión de escrúpulo y religión el
estar junto al paciente cuando ha sido
desahuciado; siendo así que, a mi juicio, si
no quieren faltar a su oficio e incluso a la
humanidad, deben adquirir las habilidades y
prestar atención a cómo puede el moribundo
dejar la vida más fácil y silenciosamente. A
esta parte la llamamos investigación sobre
la ‘Eutanasia externa’ (para distinguirla de la
Eutanasia que mira a la preparación del
alma) y la incluimos entre las cosas
deseadas”17.
Bacon presenta una evolución del concepto. Es aquí donde se detalla el término
desde una descripción más específica y concreta, donde se mantiene firme la idea
de la buena muerte, dulce y plácida. Vale la pena hacer hincapié en la señalización
que le otorga Bacon a los médicos, en quienes recae la responsabilidad de su oficio
que, más allá de restaurar la salud, es su labor la de conducir al paciente, cuando
ya no hay manera de amortiguar el dolor, a la única solución que le evitaría tal
sufrimiento: la muerte. En efecto, es Bacon quien finalmente acuñaría el término en
relación a lo que conocemos actualmente por eutanasia. De hecho, Gracia afirma
que “en la literatura clásica eutanasia y desahucio son términos correlativos”18.
17 La traducción utilizada es la citada por Diego Gracia con ligeras modificaciones (cf. D. GRACIA,
Historia de la eutanasia, 24).
18 D. GRACIA, Historia de la eutanasia, o. c., 23. Citado por CAAMAÑO, José Manuel. Breve
9
3.3. La eutanasia unívoca-práctica (S. XVII - S. XXI)
A modo de continuar con las ideas rescatas de Diego Gracia por Caamaño, el autor
resalta en éste periodo el inicio de la utilización del término por médicos y moralistas,
al igual que el surgimiento de diversas obras referentes. Éste acontecimiento se
destaca propio del siglo XVII y presenta un auge mayor aún en el siglo XVIII. Esto
ejemplifica de cierta manera, que el significado real de la eutanasia es un concepto
reciente, debido a su evolución continua y variaciones de su significado.
Ahora bien, una vez ya expuestas las ideas rescatadas de Gracia por José
Caamaño en donde se conciben tres periodos específicos que dan lugar a la
evolución del concepto, Derek Humphry y Ann Wickett en su obra “el derecho a
morir. Comprender la eutanasia”21 manifiestan, en una aproximación similar, una
perspectiva histórica que se remonta tanto en Grecia y Roma, como en prácticas
elaboradas por culturas primitivas, evidenciándose también una evolución del
concepto en tanto que solían aplicarse algunos métodos como acto piadoso a
404-416: cit. por A. R. JONSEN, Ética de la eutanasia, o. c., 104-105. Citado por CAAMAÑA, José
Manuel. Breve historia de la eutanasia. Aproximación al concepto. Moralia 35, 2012. p. 191.
21 HUMPHRY, D., WICKETT, Ann. El derecho a morir. Comprender la eutanasia. En: Tusquets
10
manera de “evitar el sufrimiento”. Algunas familias primitivas festejaban antes de
abandonar a algún pariente en una choza en medio de la selva, también se disponía
de ejecutores llamados caritanos, quienes ahogaban a los ancianos para evitar el
sufrimiento, o como en el caso de algunas culturales esquimales en donde los
ancianos ya enfermos comunicaban su anhelo de morir, por lo que la familia
procedía a conceder tal deseo abandonándoles en medio de las selvas o
simplemente, matándolos. Pero ahora, el asunto ha tomado un giro trascendental.
Continuamente han avanzado los métodos para prolongar la vida, para mantener
los signos vitales en funcionamiento por medio de tecnología avanzada. Pero
destacan los autores, que esto mismo que se entiende como progreso puede ser un
“arma de doble filo”22. En la misma medida en que se pugna por prolongar la vida
de un individuo, se desaprueba la voluntad del mismo por centrarse en principios
meramente medicinales y científicos sin tener en cuenta, entre tanto, que las bases
psicológicas y sociales del individuo han de primar por encima de todo.
“Quien no desee vivir debe exponer los motivos al Senado, y una vez haya recibido
el permiso puede quitarse la vida. Si la existencia te resulta odiosa, muere; si el
destino te es adverso, bebe cicuta. Si la pena te abruma, abandona la vida. Dejad
que el infeliz relate su desgracia, dejad que el magistrado le proporcione el remedio
para que él mismo pueda ponerle el fin”23.
22 Ibíd., p. 19.
23 Ibíd. p. 20.
11
Sócrates también manifestaría que una enfermedad dolorosa era una buena razón
para dejar de vivir. “La República” de Platón condena al médico Herodito, por
“fomentar las enfermedades… E inventar la forma de prolongar la muerte”,
posteriormente agrega: “Por ser maestro y de constitución enfermiza, ha encontrado
la manera de torturarse primero a sí mismo, y después al resto del mundo”24.
Desde el punto de vista del cristianismo, en los siglos II y III, la Iglesia condenaba al
suicidio y modificó su legislación al respecto, pues todo quien que optara por atentar
contra su propia vida no recibiría cristiana sepultura. Lo que también tuvo gran
influencia sobre la legislación civil. Los autores en su obra afirman que: “Para los
romanos y los griegos, morir decentemente, racionalmente y al mismo tiempo con
24 Ibíd. p. 20-21.
25 Ibíd. p. 21-22.
12
dignidad, era muy importante. En cierto modo, la forma de morir era la medida del
valor del final de la vida, en especial para aquellas vidas consumidas por la
enfermedad y el sufrimiento”26.
No obstante, para los cristianos la muerte era voluntad de Dios y solamente de Dios.
Es aquí en donde comienza a tener predominancia el Sexto Mandamiento de la
Biblia: “No matarás”. Asimismo, San Agustín afirmaba que Dios otorgaba la vida y
los sufrimientos y que por lo tanto se tenían que soportar27. Posteriormente, se
procedería a condenar el suicidio oficialmente. En el año 693 el Concilio de Toledo
anunciaría que todo individuo que intentara suicidarse sería excomulgado, es
imprescindible destacar que en el transcurso de éste periodo se estructuró la
relación entre las comunidades médicas y laicas. Según los autores “de acuerdo
con las directrices de la Iglesia y el Estado, atentar contra la propia vida bajo
cualquier circunstancia estaba prohibido. Todo honrado ciudadano debía acatar
estas leyes, y sobre todo los médicos o curanderos”28.
4. TIPOLOGÍAS
26 Ibíd. p. 23.
27 Ibíd. p. 23.
28 Ibíd. p. 24.
29 Ibíd. p. 24.
13
a manera de identificar los factores que, por un lado, ayudan a precisar los motivos
que conllevan a la realización del procedimiento, y por otro, de acuerdo al estado
del paciente y de qué forma la decisión es tomada.
“Se trata de la acción médica por la que se pone fin a la vida de una persona
enferma, sea que ésta la solicite o bien que se realice al margen o en contra de la
voluntad del paciente. El ejemplo típico sería el de administración de una sobredosis
de morfina con la intencionalidad de poner término a la vida de un enfermo” 31.
Un ejemplo de esto puede tener lugar en Holanda, donde los casos de eutanasia
activa son los más recurrentes y se le suministra legalmente al enfermo la ayuda
para acelerar y producir la muerte.
14
Puede considerarse como el procedimiento que se toman para dejar morir
intencionadamente al paciente ya que se omite cualquier cuidado o tratamiento y
así evitar la prolongación de la vida del paciente.
“La eutanasia negativa o pasiva no consiste en una acción médica sino en una
omisión, es decir, la no-aplicación de una terapia médica con la que se podría
prolongar la vida de la persona enferma. El ejemplo típico sería el de la no aplicación
o desconexión del respirador a un paciente terminal sobre el que no existe
esperanza de vida”. Denominada también “suspensión de medidas de soporte
vital”32.
32 Ibíd., p. 126.
15
“permitir la muerte” frente al de “eutanasia
por omisión”, pero es posible establecer un
criterio claro. La clave reside en la intención
que preside la conducta médica. Ante un
paciente en situación terminal lo que se hace
o se deja de hacer con la intención de
prestarle el mejor cuidado, permitiendo la
llegada de la muerte, no sólo es moralmente
aceptable, sino que muchas veces llega a
ser obligatorio desde la ética de las
profesiones sanitarias. (…) Por el contrario,
cuando algo se hace o se deja de hacer con
la intención directa de producir o acelerar la
muerte del paciente, entonces corresponde
aplicar el calificativo de eutanasia”33.
Es por esto que se considera más adecuado determinar entre “eutanasia por acción
(cuando se provoca intencionadamente la muerte mediante la administración de una
sustancia letal) y la eutanasia por omisión (cuando se provoca intencionadamente
la muerte por la omisión de un tratamiento imprescindible para mantener la vida y
que en situación concreta de ese enfermo está indicado, por ser un tratamiento útil
y proporcionado (…)”34.
16
también como homicidio piadoso o por piedad, pues se busca la muerte como el
único medio que puede mitigar dichos dolores.
Golan describe que se produce “cuando se trata del efecto que causó la muerte de
un paciente a consecuencia de un efecto secundario provocado por un tratamiento
que pretende el alivio sintomático en el seno de una enfermedad y de una situación
clínica que lo hace insoportable”35. Esta acción médica es conocida bajo el “principio
del doble efecto”, en donde, describe también Caamaño, “el acortamiento de la vida
simplemente se tolera, no se busca de forma directa”36.
17
fundamental, aun cuando tal aplicación ocasiones una disminución de la resistencia
orgánica y una anticipación del momento de la muerte”37.
En éste caso se siente en cuenta, como carácter principal, la voluntad del paciente,
por lo que Campos realiza una clasificación de voluntaria e involuntaria 38:
Es así como se logra detallar que el consentimiento del paciente es clave importante
para llevar a cabo el procedimiento, ya sea, como anteriormente se ha explicado,
por acción u omisión.
18
en particular. Golan a modo de ejemplificar la eutanasia involuntaria se remite
a las prácticas eutanásicas que se llevaban a cabo durante el régimen nazi
a quienes padecían algún tipo de discapacidad. Pero éste es un
acontecimiento que no se abordará por el momento.
Eutanasia no voluntaria. Méndez la describe como “aquella en la que no se
puede averiguar la voluntad del que muere, dada su incapacidad para
expresarla”40. Es decir, el paciente ha perdido la capacidad que conciencia,
encontrándose en una condición que le impide considerar alguna especie de
decisión semejante, por lo que es complejo determinar si el paciente ha de
estar de acuerdo o no con que se le aplicara una práctica eutanásica.
Eutanasia piadosa. Campos afirma que: “En sentido propio y estricto es la buena
muerte que otro procura a una persona que padece una enfermedad incurable o
muy penosa y la cual tiene a truncar la agonía demasiado cruel o prolongada” 41.
Dicho de otra manera y resaltando que también se le conoce como “homicidio por
piedad”, éste tipo de eutanasia se lleva a cabo con el fin de mitigar los dolores y
sufrimientos de la persona enferma, es decir, la muerte es considerada con el
objetivo únicamente de evitarle al paciente éste proceso cruel e insoportable por el
que está presidido. Esta acción, describe Golan, surge por la compasión despertada
en una persona por el sufrimiento de la persona enferma42.
40 Ibíd.
41 CAMPOS. Op. Cit., p. 29 – 64.
42
EUTANASIA Y JUSTICIA. Op. Cit., p. 39.
19
Eutanasia eugenésica: Éste tipo de eutanasia hace alusión a las prácticas
que se llevan a cabo con el único propósito de “higiene racial” tal cual lo
llamaba Adolf Hitler cuyo método consistía en ejecutar a quienes se
consideraban no pertenecientes a una determinada raza, y así liberar a la
sociedad de las personas que representaban una carga para la misma. Los
nazis incluyeron la palabra eutanasia en sus actividades, más esto no
significa que realmente tales atrocidades correspondieras a prácticas
eutanásicas.
Eutanasia económica: Se refiere al procedimiento que conlleva a terminar
con la vida de una persona bajo el fundamento de que representa una carga
económica para los familiares debido a los tratamientos médicos, fármacos,
empleo de aparatos costosos que le proporcionen al individuo funciones
vitales y que, asimismo, son imprescindibles para mantener al paciente con
vida.
Eutanasia social: Ésta tercera clasificación refuerza las dos tipologías
anteriormente explicadas. Según Golan, “la eutanasia social se refiere a que
la persona representa una carga para la sociedad y por consiguiente no
merece seguir viviendo”43. Éste tipo de eutanasia puede corresponder tanto
a la económica como a la eugenésica, a como dé lugar, en ambos casos, la
persona es señalada como una carga para la sociedad.
43
Ibíd., p. 40.
20
los últimos días puedan discurrir con
dignidad, en su casa o en un lugar lo más
parecido posible, rodeados de la gente que
les quiere. (…) Los cuidados paliativos ni
aceleran ni detienen el proceso de morir. No
prolongan la vida ni tampoco aceleran la
muerte. Solamente intentan estar presentes
y aportar los conocimientos especializados
de cuidados médicos y psicológicos, y el
soporte emocional y espiritual durante la
fase terminal y en un entorno que incluye el
hogar, la familia y los amigos. La atención
después del fallecimiento es fundamental
para los miembros de la familia y algunos
amigos. Los voluntarios juegan un rol
importante en el soporte de la familia”44.
Entre tanto, es relevante distinguir también los tipos de cuidados paliativos que se
efectúan en las prácticas eutanásicas. Golan realiza una breve clasificación:
44
SUREDA GONZÁLEZ, Manuel. Aproximación al enfermo terminal y a la muerte. España, 2003.
Agosto, 2005. Citado por: EUTANASIA Y JUSTICIA. Op. Cit., p. 44.
21
define como “la administración de fármacos adecuados para disminuir el nivel de
conciencia del enfermo, con el objetivo de controlar algunos síntomas o de
prepararlo para una intervención diagnóstica o terapéutica que pueda ser estresante
o dolorosa”45.
Esta práctica es generalmente aplicada en los casos de las personas que padecen
enfermedades cancerígenas. Parafraseando a Lorda y Barrio, la sedación paliativa
es una práctica médica que, si se hace de acuerdo a los reglamentos estipulados,
es una buena práctica clínica. “Consiste en facilitar a los pacientes terminales en
agonía que lo autoricen a la posibilidad de recibir medicación que los duerma
profundamente mientras esperan la muerte”46.
4.6. Ortotanasia
45
PRAT, Quico. Sedación en enfermos terminales. España. Septiembre, 2005.
46
LORDA, Pablo Simón y BARRIO, Inés M. La frontera entre la vida y la muerte: qué es y qué no
es eutanasia, En: El País, Madrid, 27 de marzo de 2005. Citado por EUTANASIA Y JUSTICIA. Op.
Cit., p. 46.
22
sufrimientos recurriendo a medidas razonables, y dejando de utilizar medios
desproporcionados que lo único que harán es prolongar agonías y costos”47.
Dicho de otro modo, la ortotanasia hace referencia, más que todo, a una muerte
correcta y justa, como tratamiento que consiste en dejar que la muerte llegue al
paciente en el momento en que ha de llegar, es decir, bajo las condiciones naturales
del cuerpo. El propósito central es implementar los posibles alivios médicos sin
someterse a abusivos procedimientos en el intento de prolongar la vida, es por eso
que tiende a conocerse también como “muerte digna”.
4.7. Distanasia
47
GUTIÉRREZ JARAMILLO, Javier. Ortonasia versus Eutanasia. Cali, 2004.
48
EUTANASIA Y JUSTICIA. Op. Cit., p. 49.
23
En primer lugar, el suicidio se considera según Gafo, Vidal y Gil como: “la muerte
artificial y violenta anticipadamente buscada. Con mayor exactitud, la destrucción
de la propia vida realizada en forma directa por medio de actos positivos o negativos
de omisión”49. Ahora, partiendo de esa idea, la ayuda o auxilio al suicidio es la
colaboración de una persona en la realización de un acto suicida de otra persona,
a través del ofrecimiento de los medios necesarios para ello. Para llevar a cabo lo
anterior, el sujeto cooperante debe estar a disposición de brindar los mecanismos a
la persona para que lleve a cabo su suicidio teniendo en cuenta que éste posee total
consentimiento.
Éste concepto por lo general suele confundirse con la ayuda al suicidio, pero se
trata de dos casos completamente distintos. Como su nombre lo indica, ésta
conducta consiste en que un individuo induzca a otro a suicidarse y, según Golan,
presenta las siguientes características:
Éste concepto hace referencia a la actividad de una persona que causa muerte a
otra. Dicha conducta es equiparable a la eutanasia, pero la diferencia radica en que,
mientras la eutanasia es efectuada por un médico quien posee una autorización
legal, en la ayuda a morir no necesariamente tiene que estar involucrado un médico
ni tampoco la persona que la solicite posea una enfermedad terminal. Es decir,
49
GAFO, Javier; VIDAL, M. GIL, E. La eutanasia y el derecho a morir con dignidad, España:
Editorial Ediciones Paulinas, 1984, p. 105.
24
cualquier persona puede ayudar a otra a morir; un individuo puede pedirle a otro
que le propine múltiples puñaladas hasta matarlo. Éste caso puede equipararse con
el de homicidio consentido, y no debe confundirse con el de ayuda al suicidio, debido
a que se deben tener en cuenta que las consecuciones de la muerte en ambos son
completamente distintas. Mientras que en la ayuda al suicido, es el sujeto quien
determina que le sea suministrado un procedimiento con la cooperación de otro
sujeto, en la ayuda a morir, por más que la persona haya solicitado que le provoquen
su muerte, no deja de ser homicidio, pues en éste caso, una persona mata a otra
persona.
En otras palabras, para esclarecer un poco más esta distinción, cabe mencionar
que, y explica Golan: “para muchas personas la ayuda a morir implica siempre la
presencia de una persona enferma mientras que el suicidio asistido puede ser
practicado por una persona en buenas condiciones de salud”50.
Se entiende que la muerte es un hecho natural inevitable y que, por tanto, debe
ser aceptada como tal. No obstante, y como se describía anteriormente, al ser un
procedimiento involucrado con algo tan trascendental como la culminación de la
vida de una persona, requiere un trato jurídico especializado.
50
EUTANASIA Y JUSTICIA. Op. Cit., p. 55.
25
magistrado Carlos Gaviria Díaz. En el texto “Eutanasia y justicia” de Golan, se
señala que: “En dicha sentencia se demandó la constitucionalidad del artículo 326
del Código Penal que tipifica como delito el homicidio por piedad.51” Cabe aclarar
que para el año 1997 todavía estaba en vigencia el Código Penal de 1980 que
estipulaba en el artículo 326 lo siguiente: “Homicidio por piedad. El que matare a
otro por piedad, para poner fin a intensos sufrimientos provenientes de lesión
corporal o enfermedad grave e incurable, incurrirá en prisión de seis meses a tres
años”52.
Asimismo, la corte constitucional define por piedad como: “Un estado afectivo de
conmoción y alteración anímica profundas, similar al estado de dolor que consagra
el artículo 60 del Código Penal como causal genérica de atenuación punitiva; pero
que, a diferencia de éste, mueve a obrar en favor de otro y no en consideración a sí
mismo”.
51
Ibíd., p. 80.
52
COLOMBIA, CORTE CONSTITUCIONAL. (1997, mayo), Sentencias. M.P.: Carlos Gaviria Díaz.
Bogotá.
26
misericordiosa. En un Estado Social de Derecho las penas tienen que guardar una
razonable proporcionalidad con el grado de culpabilidad del acto, y no sólo con la
gravedad material y objetiva de la lesión al bien jurídico53.
53
COLOMBIA, CORTE CONSTITUCIONAL. (1997), Sentencias, “Sentencia C-239”, Homicidio por
piedad. M.P.: Carlos Gaviria Díaz. Bogotá.
54
Ibíd.
27
procedimientos terapéuticos y pronósticos le pueden ser suministrados, esto implica
poseer suficiente capacidad intelectual para abordar dicha decisión. Es por lo
anterior que la Corte Constitucional sugiere que el sujeto activo debe ser un médico,
ya que se considera como profesional capacitado para proporcionarle ese tipo de
información al paciente y brindarle las condiciones justas y necesarias para morir
dignamente. “Por ende, en los casos de enfermos terminales, los médicos que
ejecuten el hecho descrito en la norma penal con el consentimiento del sujeto pasivo
no pueden ser, entonces, objeto de sanción y, en consecuencia, los jueces deben
exonerar de responsabilidad a quienes así obren”55.
Adicionalmente, para que lo anterior pueda ser viable, se deben tener en cuenta los
siguientes requisitos:
55
Ibíd.
56
COLOMBIA, CONGRESO NACIONAL DE LA REPÚBLICA. Proyecto de Ley “Mediante el cual se
reglamenta el derecho de los enfermos terminales a desistir de medios terapéuticos y se prohíbe el
ensañamiento terapéutico”, agosto, 2006.
28
Que el paciente sea mayor de 18 años.
Manifestación formal realizada por
escrito de la voluntad del paciente, si se
encuentra en un estado consciente, ante
la presencia de un notario.
En estado inconsciente únicamente
podrá acogerse la voluntad si se ha
elaborado el documento con
anterioridad.
Que la enfermedad cause sufrimientos
inaguantables, aunque estos sean
causados en periodos de tiempo
esporádicos o que haya producido un
estado vegetativo o de muerte cerebral.
Que el paciente haya sido informado del
carácter incurable de su enfermedad,
por parte de un médico especializado en
el tipo de enfermedad tratada, y posea
constancia escrita en la que se exponga
la enfermedad, sus consecuencias,
anexando exámenes donde pueda ser
observado claramente el tipo de
patología.
Que el paciente haya sido informado por
el médico especializado que lo asiste,
sobre la inoperancia de las drogas
administradas en la mejoría de su
enfermedad y las posibles
consecuencias que puedan derivar en la
calidad de vida.
El concepto de éste médico debe
siempre estar acompañado del de dos
(2) médicos especializados, también de
diferentes entidades médica que hayan
estudiado el caso.
Que el paciente decida con base en sus
creencias religiosas que al optar por una
muerte natural es su mejor opción.
La opción de someterse a la medicina
paliativa puede estar plasmada dentro
del mismo documento, y en caso de no
ser así, será respetado el derecho del
individuo a someterse a este tipo de
cuidados por parte de una institución
médica o en su mismo hogar siempre
podrá acogerse a este tipo de cuidados
que apacigüen el dolor aun sin
contemplarse por escrito, ya que esto
29
forma parte del tratamiento normal que
pueda aplicarse a un enfermo terminal57.
Ahora bien, las prácticas eutanásicas tendrán que cumplir con las siguientes
condiciones:
57
Ibíd.
30
continuos padecimientos, los cuales no
pueden ser aliviados por la ciencia
médica moderna con esperanza de cura
o mejoría58.
Al hablar de eutanasia, según Golan, se deben tener en cuenta las siguientes dos
condiciones:
5858
Ibíd.
31
2. El sujeto activo, que realiza la acción u omisión tendiente a acabar los
sufrimientos de la otra persona, es un médico.
6.1. Clínicas terminales
Hay que destacar que, de acuerdo a lo anterior, la familia también juega un papel
trascendental en éste proceso. El paciente y la familia son los protagonistas
principales a la hora de determinar el tratamiento. Los conyugues, los hijos, los
padres o los hermanos del paciente desempeñan un rol crucial en cuanto al afecto,
el apoyo y al acompañamiento que debe recibir el individuo en tanto que atraviesa
una situación semejante. La ayuda de los familiares resulta primordial y necesaria.
Dentro de las clínicas terminales también hay voluntarios, el personal está
disponible durante las 24 horas del día, y se turnan con los familiares para que estos
59
ORGANIZACIÓN NACIONAL DE CLÍNICAS TERMINALES. Citado por HUMPHRY, D.,
WICKETT, Ann. El derecho a morir. Comprender la eutanasia. En: Tusquets Editores, S.A. 1°
edición. Marzo, 1989. Barcelona, España.
32
puedan cumplir con sus horas de sueño. Tanto los familiares como los voluntarios
representan un apoyo moral para el paciente, atendiendo sus necesidades y
supliendo cualquier inconveniente que se presente.
Según Golan: “Es la persona que padece una enfermedad para la que no existe un
tratamiento curativo, por lo cual se considera una enfermedad mortal, ya sea a corto
o largo plazo”60. El autor José Manuel Martínez Lage afirma que: “Un enfermo es
desahuciado cuando desaparece toda esperanza de curación”61.
En éste caso, y retomando las ideas de Golan, la persona padece una enfermedad
irrecuperable y previsiblemente mortal en un plazo relativamente corto62. Un
paciente es catalogado como terminar cuando presenta las siguientes condiciones:
60
Ibíd., p. 42.
61
MARTÍNEZ LAGE, José Manuel, Rudimentos sobre la enfermedad de Alzheimer. Agosto, 2005.
Citado por Eutanasia y Justicia. Op. Cit., p. 42.
62
Ibíd., p. 43.
33
1. Presencia de una enfermedad
avanzada, progresiva, incurable.
2. Falta de posibilidades razonables de
respuesta al tratamiento específico.
3. Presencia de numerosos problemas o
síntomas intensos, múltiples,
multifactoriales y cambiantes.
4. Gran impacto emocional en paciente,
familia y equipo terapéutico, muy
relacionado con la presencia, explícita o
no, de la muerte.
5. Pronóstico de vida inferior a seis
meses63.
63
SOCIEDAD ESPAÑOLA DE CUIDADOS PALIATIVOS. Definición de una enfermedad terminal.
Junio, 2006. Citado por Eutanasia y Justicia. Op. Cit., p. 43.
34
7. REFERENCIAS BIBILIOGRÁFICAS
WILLKE, Jack. WILLKE, Bárbara. Entrevista sobre la eutanasia. Agosto, 2005. Ibíd.,
p. 29.
JAMA. Decisions near the end of life, Journal of the American Medical Association,
267, 1992. p. 22-29.
NÚÑEZ PAZ, Miguel Ángel. Homicidio consentido, eutanasia y derecho a morir con
dignidad. España: Editorial Tecnos, 1999. p. 43.
35
KASSEL, K. – AUSTIN, C. (eds.), Poetae Comici Graeci, Vol. IV, Berolino et Novi
Eboraci, Berlin 1983, 321. Citado por CAAMAÑA, José Manuel. Breve historia de la
eutanasia. Aproximación al concepto. Moralia 35, 2012. p. 183.
SUETONIO, Vida de los doce césares, II, 99, Gredos (traducc. de Rosa Mª Agudo),
Madrid 1992. p. 284 (la obra está fechada entre los años 119 y 123 d.C.).
36