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En unión con todos mis hermanos del Club Guadalupano, recordando las palabras
de tu hijo en la cruz: “Mujer he ahí a tu hijo” y a Juan: “He ahí a tu madre”,
deseo consagrar todo mi ser a ti para que siendo pertenencia tuya y a través de tu
mano amorosa me lleves a identificarme cada día más con tu hijo Jesucristo,
hasta llegar a ser otro Cristo.
Madre mía, finalmente quiero ser todo(a) tuyo(a) por siempre, toma lo que tengo y
lo que soy, nada poseo y nada soy fuera de ti, imprime en mi corazón el deseo
ardiente de parecerme cada día más a ti hasta llegar a ser un reflejo de tu corazón
inmaculado y pueda llevar a todos mis hermanos la alegría de encontrarse con el
fruto de tu vientre JESÚS.