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José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

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Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

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José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

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Bullying y contexto escolar. Una mirada relacional

Andrade Salazar, José Alonso


Rodríguez González, Lida

ISBN: 978-958-56012-1-5

© Fundación Participar IPS


José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

Contenido

1
Introducción ................................................................................. 3
Primera parte. Contexto y conceptualización
del fenómeno ............................................................................... 7
Bullying y contexto escolar .................................................. 7
Definición ............................................................................... 11
Bullying, cutting y parasuicidio. Aproximación
conceptual .............................................................................. 17
Anotaciones acerca de la agresión escolar ..................... 22
Etiología multifactorial ......................................................... 29
Psicopatología implicada en la conducta de
acoso escolar ......................................................................... 34
Tendencias explicativas del Bullying .................................. 40
¿Qué comportamientos no son Bullying? ........................ 42
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

Primeras experiencias de acoso ........................................ 44


Bullying y negativismo en la adolescencia ........................ 47

Segunda parte. Características y tipologías de bullying .... 51


Intensidad, cronicidad y tipos de respuesta .................... 52
Motivos desencadenantes ................................................... 53
Tipos de Bullying ................................................................... 54
Bullying relacional ................................................................. 55
Bullying verbal........................................................................ 57
Bullying psicológico .............................................................. 59
Bullying físico ......................................................................... 61
Ciberbullying y Grooming .................................................. 62
Modalidades de Bullying de acuerdo con el género ...... 65

Tercera parte. Perfil de los actores sociales


y papel de la familia................................................................... 69
Aproximación al perfil del agresor ................................... 69
Características generales de los agresores ..................... 74
Condición psicosocial de los agresores ........................... 77
Aproximación al perfil de la víctima ................................. 79
Aproximación al perfil del observador ............................ 81
Tipos de observadores ........................................................ 82
2
El papel de la familia en los tres tipos de
actores sociales ..................................................................... 85
Patrones familiares ............................................................... 88

¿Por qué apostarle a la prevención del Bullying? ................ 93

A modo de corolario ............................................................ 103

Anotaciones finales ................................................................ 103

Referencias bibliográficas ............................................... 109g65


José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

Introducción

3
La persona que agrede produce, reproduce y modifica los
estados emocionales que lo tornan agresivo, así como también
sus condiciones imaginarias respecto a la legitimidad del otro.
La agresión entre pares surge en un contexto significante de
competitividad, exclusión, no-hospitalidad e individualismo,
características propias de la sociedad de consumo masivo, misma
que brinda a los sujetos modelos de relación anulativa de amplia
divulgación y adherencia. El Bullying es un fenómeno de amplia
complejidad, dadas las características de interacción, inter-
influencia, creatividad anulativa e interrelación que le son propias
y que sientan las bases para su comprensión. Las conductas
agresivas implicadas en el Bullying, y en sus diversas modalidades
de aparición, suelen ser imitadas y reproducidas por niños, niñas
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

y adolescentes quienes encuentran en dichas prácticas opciones


viables para ganar estatus, poder y reconocimiento social. En
contraste con los mensajes positivos acerca de la convivencia,
el respeto y la legitimidad, se suman aspectos como la
información ambivalente o dicotómica, naturalización de las
conductas agresivas, confabulación social-institucional con las
acciones de agresión, una pobre educación preventiva o
tensiones agresivas entre educadores y estudiantes, entre otros
aspectos que, en conjunto, generan ideas mutuamente
excluyentes acerca de la integración en la diferencia.
Cabe anotar que dicha fuente común de información
proviene en gran medida de los medios masivos de
comunicación, las tecnologías de la información y de la
comunicación, así como de la interacción diaria con la otredad.
Es a partir de ellas que las personas operan en lo social y logran
reproducir los discursos y prácticas aprendidos y aprehendidos.
Dicho esto, gran parte de las reacciones de agresión, resistencia
y oposición ante los sistemas normativos y el orden social
establecido, proceden del registro de lo violento como
estrategia para ganar estatus, respeto, figurabilidad, defensa ante
ataques reales o posibles; al tiempo que del temor, la impotencia
y la frustración respecto al nivel de participación que el mundo
4
adulto permite a los niños, niñas y adolescentes conflictivos, de
modo que uno de los primeros escenarios que genera el registro
de agresión es la familia, la comunidad y, luego, la escuela.
Espacios que deben resignificar sus prácticas protectoras a fin
de generar sujetos de tolerancia, respeto y legitimidad, trilogía
interrelacionada y necesaria para repensar la convivencia social.
Los problemas de convivencia son apuntalados por la presión
social derivada de los cambios coyunturales a nivel socio-
familiar-político-ambiental, al tiempo que del escaso
entendimiento por parte de sus padres, comunidades, docentes
o cuidadores, de la “naturalidad conflictiva” de la vida social, la
cual presenta un importante nivel de participación, crecimiento
e interinfluencia inter y transcultural; aspecto en que no debe
pasarse por alto la influencia cibernética en las modalidades de
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acoso, dado que tecnifica y virtualiza el encuentro y el contacto


con otros, aumentando, en el caso del acoso escolar, la intensidad
de las huellas psicológicas dolorosas en las víctimas.
Todas las modalidades de Bullying son dañinas para la
integridad de las personas que han sido víctimas en diferentes
contextos académicos y de trabajo, como niños, niñas,
adolescentes, jóvenes y adultos, y es menester de las
instituciones, familias y la comunidad implementar acciones para
mitigar, contener y prevenir su incidencia negativa. Este libro
es un aporte a una discusión extensa sobre el tema; además, se
constituye en insumo para investigadores y personas interesadas
en ella. La visión relacional del fenómeno permitirá superar la
estrechez de miradas con respecto a la lógica con la cual se
han interpretado sus causas, consecuencias y proyecciones.
Este documento está compuesto de cuatro capítulos en los
cuales se busca explicar, a través de una mirada modesta, las
características del fenómeno a la luz de la experiencia e
investigación del mismo.
El primer capítulo se esfuerza en generar la conceptualización
del fenómeno, señalando las modalidades de agresión y sus
definiciones, además de su etiología y las características que le
son propias como agresión continua. El segundo, Características,
5
indicadores, tipos y actores sociales en el Bullying, tiene como
objetivo identificar la intensidad, cronicidad y tipos de respuesta,
detallando las características de cada tipo y las modalidades de
Bullying con base en el género. La tercera parte se enfoca en
determinar el perfil de los actores sociales y papel de la familia,
además de aportar en un tema poco explorado: los tipos de
observadores. El cuarto capítulo se concentra en explicar la
prevención y en responder a la pregunta ¿Por qué apostarle a
la prevención del Bullying? Al final, se reseñan las conclusiones y
recomendaciones a las cuales se llegó en este trabajo.

José Alonso Andrade Salazar


Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

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José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

Primera parte
Contexto y conceptualización del fenómeno

7
Bullying y contexto escolar

El Bullying o acoso escolar no es una acción aislada,


independiente, impulsiva o carente de interacciones e
interrelaciones significantes, puesto que su ejercicio requiere
la planificación consciente de las agresiones e iniciativas de
intimidación en el otro; es decir, la generación de un
comportamiento premeditado que busca la humillación-
sumisión como fin en sí mismo, y que valida el acoso y la agresión
como medio para alcanzarlo. Igualmente, referencia la
conjunción de múltiples vivencias, necesidades, demandas y
deseos; así como de carencias, privaciones y frustraciones vividas
por agresores, agredidos y observadores, de formas que pueden
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

resultar disfuncionales. Por ello, su comprensión debe orientar


lo que se conoce del fenómeno, hacia un diálogo de saberes
que incluya también elementos histórico-socio-culturales-
educativos que le dan forma y significancia en los contextos en
los cuales emerge. Comúnmente, al Bullying se le asocia a
conductas de agresión que se escalan en la relación con el otro
en el ámbito escolar hasta convertirse en patrones de
comportamiento estereotipado presentes en ciertas personas
con vivencias específicas o perfiles sociales determinados. Sin
embargo, aunque lo anterior es en parte cierto, no es aplicable
a todos los casos de agresores y agredidos, ya que la experiencia
muestra que puede aparecer en perfiles de comportamiento
inusuales.Tal es el caso de un estudiante con un buen promedio
académico “que no molesta a nadie”, u otro con un “perfil
normal de interacción social” que goce de buenas relaciones
sociales, también aquel que molesta más en la clase, quien
sobresale en un deporte o asignatura, una víctima que ahora es
victimario, un victimario que ahora es víctima de un estudiante
o de un grupo que asumió el control de un colectivo de alumnos
y es liderado por uno o varios agresores, etc.
En general, en estos casos atípicos, el estudiante es acosado
en el contexto escolar a razón de alguna circunstancia que le
8
causó pudor o vergüenza social o porque personifica un rol
que se encuentra por fuera de la pauta de relación entre pares.
Tómese como ejemplo un estudiante con múltiples habilidades
de lenguaje, que al hablar se expresa con términos a menudo
incomprensibles para otros, ora porque son tecnicismos
académicos, ora porque sus frases “están adelantadas” para su
edad, y personifican vivencias del mundo adulto que la mayoría
de adolescentes rechaza. Dicho así, el Bullying puede ser descrito
como el conglomerado de acciones bio-físico-antropo-sociales-
culturales reticularmente vinculadas, que tienen la propiedad
de generar en el escenario escolar prácticas de acoso cuya
connotación destructiva transita desde la agresión y el conflicto
escolar -el cual es natural entre pares-, hasta la persecución
por diversos medios y la violencia instrumentalizada.
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

La palabra acoso está compuesta del prefijo verbal “a” que


señala aproximación-acercamiento, y de la palabra antigua
“cosso” que se traduce como “carrera” y que a su vez proviene
del latín “cursus”, carrera, correr, lo cual se trascribe como
aproximarse a alguien de forma insistente. El diccionario de la
Real Academia Española (RAE, 2000) lo refiere como la acción
de perseguir a alguien sin darle tregua o reposo, o de apremiar
insistentemente a alguien con martirios o imposiciones.
El Bullying es un fenómeno emergente en el contexto escolar
que tiene un carácter complejo dada la multiplicidad de
interacciones y emergencias fenoménicas que lo componen,
no reducible a la agresión visible y directa, y que afecta la calidad
y expectativa de vida de los actores sociales que de él participan,
agresores, agredidos y observadores. Para que sea considerado
como tal, debe superar la agresión procedente del roce crítico
entre estudiantes en su día a día y constituir una serie de
conductas de acoso a uno o varias personas, durante un periodo
mayor o igual a un semestre académico; sin embargo, cuando
el acoso es continuo, todos los días, día por medio o dos veces
por semana, este tiempo puede reducirse entre dos y tres meses.
Sus efectos son permanentes, variados y se interrelacionan entre
sí, provocando afectaciones globales persistentes en las víctimas
9
implicadas. Su modus operandi puede ser directo a través de la
agresión física, verbal, o relacional, evitar que otros se lleven
bien con el agredido, descalificarlo públicamente, excluirlo o
no tomarle en cuenta aun cuando esté presente, y/o indirecto;
es decir, acciones que afectan a otros indirectamente por efecto
de una especie de “bola de nieve” que tiene consecuencias
secundarias de las agresiones en otras personas.También puede
valerse de lo virtual a través de medios electrónicos, redes
sociales, mensajes de texto, email, llamadas de celular, etc.;
además de usar la diversidad sexual, homosexualidad,
bisexualidad, transgénero, etc., y la discapacidad y/o la condición
social como elemento motivador de la estigmatización y
exclusión continua de otros. En todos los casos y modalidades
en que se presenta, tiene el mismo efecto: la humillación,
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

estigmatización, aminoramiento y cosificación del otro, que


desembocan en problemas psicológicos a corto, mediano y largo
plazo, y en casos extremos puede llevar a la víctima convertirse
en agresor, o a la muerte por suicidio (Klomek, Marrocco,
Kleinman & Gould, 2007)
En gran medida, la complejidad de su compresión revela su
dependencia relativa con otras estructuras de relación
disfuncional y del mal manejo del poder construidas, mantenidas,
reproducidas y legadas en la familia, la sociedad y lo político,
que tienen como fundamento el control, la imposición, la
intolerancia, la inequidad, y la lucha descarnada por el poder, el
deseo de sobresalir a toda costa por encima de otros, así como
también notables fallas en los sistemas educativos, mismos que
no enseñan la condición humana y la comprensión como
fundamentos de todo conocimiento y de lo humano.
Se debe comprender que, aunque las instituciones educativas
realizan esfuerzos por disminuir su incidencia a través de
campañas y programas educativos en convivencia, se requiere
antes que todo ello una educación en el respeto y la inclusión
de lo diverso, que parta del reconocimiento de la legitimidad
existencial del otro, del aprecio y admiración por su diversidad.
Estos componentes deben ser parte de las políticas internas
10
de las instituciones educativas y permear todos los contextos
de interacción académica y laboral, ya que el acoso hacia un
par no solo sucede en la escuela o colegio, sino también en
institutos, universidades y en el ambiente laboral (Mobbing).
Los contextos escolares brindan los espacios para prevenir
este tipo de acciones, al tiempo que los escenarios para que el
fenómeno emerja, especialmente cuando no se controlan
adecuadamente los brotes de roces, choques y crisis de los
estudiantes, o si los mismos docentes y autoridades de la
institución educativa tienen una actitud apática, negligente, pasiva,
laxa, extremadamente coercitiva e incluso cómplice con este
tipo de eventos.
También se incrementa su incidencia si se produce una
“naturalización de lo violento” en padres de familia, comunidad,
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docentes, directivos y estudiantes; es decir, cuando la agresión


es pasada por alto bajo el argumento de que forma parte natural
del desarrollo de los estudiantes y por ello no debe ser
controlada, revenida, resignificada y reparada. Cabría mencionar
que este tipo de actitudes pueden hacer de los contextos
escolares, nichos donde germinan la intolerancia, la inequidad
e impunidad, elementos que carcomen y desintegran las
instituciones sociales, y que a la vez son fuente de delitos y
actos en contra de la dignidad de las personas. Este argumento
no es una sentencia; en otras palabras, no constituye una regla
para todas las instituciones educativas, pues existen esfuerzos
importantes en este tema que han generado mejores estados
de coexistencia académica.Tal es el caso de las leyes que castigan
el Bullying en la escuela y el ámbito laboral, la inclusión de
planes de prevención en los manuales de convivencia de las
escuelas y colegios, la implementación de comités escolares
encargados de monitorear brotes, hacer procesos de
seguimiento a los casos críticos y frenar el escalamiento de
dichas acciones, entre otras actividades. Dicho esto, la
extrapolación de las nociones de intolerancia, inequidad e
impunidad lo que revela en realidad es la necesidad de mejorar
y humanizar los procesos pedagógicos en tres escenarios de
11
interacción educativa: la familia, la comunidad y la escuela, a fin
de que en ellos se enseñe acerca de la condición humana, la
comprensión y la legitimidad; es decir, que en estos territorios
se construyan conjuntamente procesos de socialización con
base en el amor, el cual, en palabras de Humberto Maturana
(1995) se comprende como la aceptación del otro como un
legítimo otro en la convivencia.

Definición
El Bullying se define a partir de una relación de poder desigual
en la que uno de los participantes tiene la posibilidad de
movilizar una mayor cantidad de fuerza, la cual puede ser de
tipo social, relacional, física, verbal-psicológica-simbólica, o una
combinación de todas o entre algunas de ellas, en contra de un
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otro asumido como oponente, adversario, débil y/o desigual


(Olweus, 1978, 1980, 1998). Para los agresores, el agredido
constituye en gran medida una negación de sí, ya que quien
hace Bullying no puede reconocer en sí mismo su debilidad o
vulnerabilidad, misma que reconoce en la víctima. En suma, el
agresor teme y niega la posibilidad de verse en el rol de víctima,
motivo por el cual aumenta la intensidad de sus acciones, ya
que, si no lo hiciera, otro agresor podría victimizarlo; así hace
del acoso una certeza y de la debilidad propia una posibilidad
que no puede admitir. Ante el temor, el agresor genera la
conducta de acoso y proyecta en el agredido su rencor y
descrédito de múltiples formas, lo cual sucede especialmente
en espacios concurridos, pues lo que realmente le interesa es
la visibilidad de dichas acciones, mismas que constituyen un
mensaje de advertencia para personas que lo pueden agredir,
observadores y potenciales agresores, al tiempo que una puesta
en escena de las consecuencias que puede acarrear el “meterse
con él”.
Respecto a la relación entre visibilidad de la agresión en el
Bullying y medios de comunicación, es dable considerar que la
necesidad de hacer notar los abusos sobre otro es, en gran
medida, el reflejo de otros actos de barbarie internalizados
12
que forman parte de la dinámica con que los medios de
comunicación a través de algunos ejercicios periodísticos,
películas de violencia, reality shows, radio y redes sociales, entre
otros, hacen de toda forma de violencia un espectáculo de
consumo, dable y legítimo, en la medida que genera un
intercambio económico, reiterativo en la movilidad de intereses,
cooptaciones de poder, visibilidad periodística y/o sofismas de
distracción, implementados para encubrir otros delitos o
exacerbaciones del poder en lo público, lo privado y lo político,
en cuyo caso dichas prácticas sirven a una lógica destructiva
que deteriora lentamente las capas cohesivas del poder popular,
la empatía, solidaridades y hospitalidad de personas, grupos,
colectivos, instituciones, comunidades y familias. A ello debe
sumarse la influencia de la violencia intrafamiliar vivida, percibida
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o practicada, las secuelas derivadas de la violencia y guerra


entre grupos armados, Estado-insurgencia armada; el crecer
en territorios cuyo lenguaje y prácticas socializadoras resultan
del todo riesgosas, excluyentes, coercitivas y/o violentas; el tener
antecedentes de victimización por parte de un agresor en la
escuela o en la comunidad, haber sido víctima de violación,
abusos o explotación sexual, o de cualquier otro tipo de
violencia.
Ergo, es posible argumentar que de estos focos de violencia
pueden surgir acciones de agresión escolar, dado que se
constituyen en posibles fuentes de identificación de rol y porque
de ellos se derivan los ejemplos, tensiones, conflictos y
agresiones que los niños, niñas y adolescentes reproducen es
sus escenarios académicos. Así, la reproducción de la agresión
de la cual los niños, niñas y adolescentes tienen registro en su
experiencia vital de desarrollo, se constituye en uno de los
elementos centrales para comprender la lógica de la agresión
entre pares a nivel académico. El Bullying es un fenómeno
policéntrico, multi explicativo y multidimensional, condición que
permite validar su complejidad a razón de la multiplicidad de
interacciones que de dichas relaciones se derivan. Por ello, no
puede ser comprendido a la luz de una sola teoría o propuesta
13
explicativa. A cambio de ello, se hace preciso articular todos
los aportes de forma, dinámica, asociativa y reticular; es decir,
en red, configurando un territorio de diálogo y encuentro desde
el cual es posible generar una mirada conjunta acerca de los
fenómenos y epifenómenos que lo componen (Andrade, 2015).
El Bullying implica la interinfluencia de elementos emergentes,
constitutivos, consecuentes, precipitantes, etc., que se auto-eco-
transforman mutuamente, a la vez que modifican la
correspondiente representación interna del otro en la
convivencia.
De suyo, es notable que existen relaciones entre los dominios
interaccionales de Familia-escuela-guerra-violencia-agresión-
Bullying-, en cuyo caso, el último de ellos puede ser pensado de
acuerdo con subdominios en los cuales se modifica la
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potencialidad destructiva-demostrativa-reorganizacional de las


relaciones que lo componen. Tómese como ejemplo de estos
subdominios: el acoso laboral y educativo a nivel de institutos,
centros de aprendizaje y universidades; el acoso entre miembros
de la familia, competencia deslegitimadora entre hermanos,
discriminación del otro a nivel familiar, comunitario o social.
Desde un componente etológico, Lorenz (1998), tomando el
concepto de acoso desarrollado por Leymann, señala que el
acoso entre animales lleva el nombre Mobbing o hacinamiento,
y referencia toda conducta llevada a cabo por muchas especies
de aves para proteger su manada o sus crías de un depredador,
con el fin de confundirlos y alarmar a otras aves. Para Heinz
Leymann (1990), este concepto se asocia en los humanos al
acoso laboral, pero a diferencia de lo que sucede en las aves,
no se realiza para evitar grupalmente a un depredador, sino
para reafirmar comportamientos destructivos y de exclusión
en contra de un subalterno, quien suele ser discriminado,
distinguido negativamente o calumniado por uno o varios
compañeros de trabajo (Brodsky, 1977)
Lo anterior puede generar una visión sesgada del asunto si
se piensa que el Bullying obedece específicamente a las causas
enunciadas, que pueden identificarse una tras otra o que son
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confluyentes de forma armónica y predecible.A cambio de ello,
este trabajo propone busca ir más allá; es decir transitar a una
visión que incluya la interrelación y cambio emergente de las
interacciones en cada dominio.Tampoco se sugiere afirmar que
el Bullying es específicamente el correlato de la violencia interna
de un país, pues de lo que se trata es de comprender
precisamente que su complejidad radica en la multiplicidad de
factores entrelazados y “tejidos conjuntamente”, que permiten
una mirada e interpretación inter-multi-pluri y transdisciplinar
de sus dinámicas, al tiempo que abren el espectro de
posibilidades explicativas y opciones de solución a los conflictos
y dilemas constitutivos y emergentes que lo atraviesan, aspecto
que requiere comprender su complejidad desde un punto de
vista relacional. Dicho esto, más que un resultado, el Bullying es
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una dinámica compleja anulativa, un fenómeno que se retroactúa


bajo diversas formas de manifestación en las escuelas y hogares,
que responde a una lógica destructiva cuyo registro puede darse
en las interacciones intrafamiliares, que se extiende a otros
espacios de socialización deteriorando las interrelaciones entre
pares y fortaleciendo interdependencias dañinas que
reproducen de forma latente y manifiesta modelos de anulación
recíprocos, con los cuales los conflictos y toda forma de
anulación violenta se legitima como modus operandi generador
de estatus, poder y transformación social.

Interrelaciones anulativas que dan forma al Bullying y otros tipos de violencia. Fuente propia.
15
Para el caso de la violencia urbana, las guerras y conflictos
armados, como fuentes de aprendizaje de lo violento, aspectos
como la agresión, el poder, el temor y el terror que estos
elementos generan se muestran para los niños, niñas y
adolescentes como un bien, estado o condición admisible, ya
que muchos actos de maldad se narran a modo de acciones
heroicas y libertarias, para lo cual se recurre a las noticias, el
cine, las redes sociales, los medios masivos de comunicación
(MASS MEDIA), así como también a legados trans-
generacionales de prácticas de maldad; es decir, a patrones de
comportamiento sesgados por la intolerancia y la violencia que
son trasmitidos generacionalmente y exacerban sus
demostraciones de poder de acuerdo con los contextos en
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

que emergen. En estos escenarios se produce la reproducción y


afianzamiento de territorios de encuentro simbólicamente
destructivos, en los que todo tipo de anulación ecosistémica
es posible y legítima. A menudo, la agresión entre personas es
tan frecuente que se pierde la perspectiva del daño. Así, dichas
conductas sufren un proceso de normalización a razón de la
recontextualización; esto es, de la inserción de una práctica
social en otra (van Leeuwen, 1996) la cual es reinterpretada
como normal o propia de la dinámica de ciertos grupos. Es
aquí cuando la violencia y las agresiones son legalizadas por los
agresores puesto que ya han sido validadas en otros escenarios.
Ejemplo de ello es el padre de familia que minimiza la agresión
de su hijo sobre otro y argumenta que dicho comportamiento
“es propio de la edad y que el desarrollo “normal” implica ese tipo
de roces, choques y crisis”, situación que resulta análoga a las
acciones de Bullying, agresión y violencia social a pequeña,
mediana o gran escala.
Al respecto, es preciso señalar que las acciones violentas
son destructivas per se, y se escalan de acuerdo con los intereses
y necesidades generadas por personas o grupos que encarnan
e instrumentalizan el poder conforme a los beneficios
perseguidos, convirtiendo la violencia en un fin en sí mismo. En
16
este sentido, todas las violencias son destructivas y al atentar
contra un individuo lo hacen también contra toda la humanidad.
El Bullying es una de las formas escolares de la violencia que
asola de modo pluridimensional la sociedad (Olweus, 1989), y
en gran medida ha estado presente en los espacios académicos
desde el momento en el que la educación se orientó hacia la
acumulación y repetición de saberes, con lo cual perdió parte
de su función matrística; es decir, su aplicación protectora,
incluyente, creativa, equitativa, generadora de asombro,
cuestionamiento y sostén. Como resultado, la agresión y el
acoso escolar se tornan más insidiosos y dañinos cuando la
praxis educativa transita desde la radicalidad pedagógica que
impone visiones lineales e irrefutables de los conocimientos,
hacia perspectivas académicas alejadas de un fondo ecologizado
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de pensamiento. Lo anterior lo propone Edgar Morin (2001)


cuando menciona que es cada vez más necesario una educación
que cure la ceguera del conocimiento, que garantice el
conocimiento pertinente, y que enseñe la condición humana,
la identidad terrenal, a enfrentar las incertidumbres, la
comprensión y la ética del género humano.
Es importante anotar que el Bullying es frecuentemente
invisibilizado por padres de familia y algunas instituciones
educativas quienes lo consideran un mal indicador de su gestión
(Andrade, 2014). Sin embargo, cuando su ejecución se torna
pública responde al llamado de la necesidad de poder, de
mostrar valía a través de la destrucción, de reproducir la
vulnerabilidad familiar, personal y/o social a través de la
vulnerabilidad puesta en escena de la víctima (Ortega, Minguez,
& Gil, 1996), no es fruto del aburrimiento, de la desolación, o
de una violencia natural, puesto que del Bullying y de otras
formas de destrucción es preciso considerar la naturaleza de
las acciones violentas, aspecto en el que lo transdisciplinar brinda
muchas luces y guías de comprensión.

Bullying, cutting y parasuicidio. Aproximación


conceptual 17
El Bullying, acoso escolar; cutting, autoflagelación con cortadas;
la ideación suicida, ideas reiterativas de muerte; el intento suicida
y el parasuicidio, amenaza de suicidio sin una intención clara de
querer hacerlo, son fenómenos interdependientes al tiempo
que interrelacionados, y aunque cada uno pueda emerger de
forma singular cuando alguno o varios son detonantes,
reforzadores o emergencias del otro, su articulación puede
resultar fatal para quien es víctima de este tipo de conductas
(Ortega, Mora-Merchán, & Mora, 2000) Es preciso aclarar que
la interacción entre estos factores no se constituye en el modelo
sine qua non que eleve o determine los riesgos de suicidio, pues
existen otras interacciones y sucesos que pueden tener incluso
mayor incidencia; sin embargo, para el caso de esta reflexión,
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dichas interrelaciones se ajustan mejor a un modelo relacional


y sirven para comprender la lógica de las acciones suicidas en
niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Las conductas suicidas
presentan una inevitable complejidad de base, dado que su
multiplicidad de interpretaciones y asociaciones conceptuales
permite nuevos territorios de comprensión, que amplían la
mirada sobre sus definiciones, conjunciones, transformaciones
y bricolajes.
Si bien existen axiomas que precisan conceptualmente las
características de las conductas suicidas, es claro que un intento
de pensar estas y nuevas formas de analizarlas, invita a considerar
–de forma atrevida, pero no inadvertida- una visión relacional
que genere transdisciplinariedad, diálogos de saberes y
concurrencias conceptuales, y que a su vez globalice sin
simplificar. Es decir, que incluya la posibilidad de pensar estas
conductas en términos de dialogía, emergencias, identidades,
antagonismos-complementarios, y principios auto-poiéticos
(que se producen a sí-mismos; auto-producción).
Las conductas suicidas son complejas y en ellas suceden
concurrencias, desórdenes, antagonismos, organizaciones,
irregularidades y complementariedades, que dotan cada episodio
(acto suicida) de particularidades, cuya apreciación requiere
18
de conjunciones más que de pensamientos lineales, metodismos
o ideas reductoras-simplificantes. El Bullying, el cutting y el
parasuicidio están íntimamente relacionados y aunque no se
causen mutuamente, aparecen como latencias (conductas
posibles) en la mayoría de personas con conductas suicidas
(Ortega, 1994; Smith & Sharp, 1994; Andrade, 2015)
El Bullying representa el conglomerado de relaciones
anulativas direccionadas a legitimar la agresión en el agresor y
deslegitimar toda posibilidad de defensa en el otro (agredido);
implica por ello relaciones de fuerza entre pares, en las que
prima una notable desigualdad en la robustez (emocional-física-
social) para confrontar situaciones estresantes y presiones
socio-familiares, lo cual no se constituye en el elemento central
de la intención de acoso, pero sí en uno de los factores que
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determina su mantenimiento. El Bullying no se limita a la


competencia, agresión y/o necesidad de representatividad entre
pares, ya que implica un “acoso” continuo y reiterado durante
como mínimo, un periodo académico, 6-12 meses; un año
escolar, o menor cuando su intensidad-cronicidad es diaria o
día de por medio (2-4 meses). El concepto se aplica a los
escenarios académicos puesto que para el ámbito laboral y
social existen otras denominaciones análogas como Mobbing:
acoso laboral; Grooming: acoso de un adulto a un menor con
fines de manipulación, chantaje, violación o prostitución
principalmente. Como fenómeno, debe ser comprendido en
función de tres elementos: el contexto en el que emerge, se
mantiene y se reproduce; las situaciones precedentes y sus
posibles derivaciones, y su articulación a otros fenómenos socio-
familiar, violencia intrafamiliar, pandillismo, brutalización, conflicto
armado, etc.
El Bullying tiene varias connotaciones: puede ser de carácter
relacional, físico, verbal-psicológico, cibernético o de género;
es decir, en contra de otro género el cual se señala de débil o
incapaz de realizar ciertas tareas, y cuando el acoso se dirige a
personas homosexuales. En este tipo de relaciones la persona
que agrede, agresor, demuestra su poder y anhelos de
19
“superioridad” a través de la anulación de la legitimidad del
otro, víctima, mancillando su honra, exponiendo públicamente
sus elecciones, debilidades o situaciones vergonzosas, así como
también agrediéndole física, simbólica, relacional o
psicológicamente a través de las redes sociales u otros medios
tecnológicos. El ejercicio de agredir públicamente tiene tres
referentes: ser constante, intencional e incrementar la intensidad
del acoso en cada agresión; así, el agresor, y en gran medida
quienes lo siguen, observadores, obtienen el respeto y temor
de sus pares, además de reconocimiento, legitimidad, aceptación
y el sometimiento de otros a través del temor que el Bullying
suscita.
Existe también la agresión social, constituida por roces,
choques y crisis emergentes entre pares, que pueden terminar
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

en agresiones y/o violencia y que se resuelven por vía del diálogo


o por medidas institucionales. Estas agresiones no suelen avanzar
a ataques frecuentes; sin embargo, suele confundirse con Bullying,
motivo por el cual es necesario considerar que este último
debe cumplir los siguientes criterios: a) tiempo, mayor a seis
meses; b) intensidad, aumento de ataques y de la fuerza e
intención destructiva, puesto que los ataques cada vez pueden
ser peores; c) cronicidad, regularidad diaria o semanal de los
ataques; d) ganancia secundaria, el agresor se siente protegido,
respaldado o tolerado por otros, a quienes atemoriza, aceptado
en sus conductas y poderoso ante sus pares e) regularidad de la
víctima, se suele atormentar a los más débiles y los eligen como
blancos de agresiones, de acuerdo con características físicas,
débiles o más pequeños; emocionales, susceptibles, lábiles, tímidos,
poco populares, con defectos físicos; y conductuales, de escasas
interacciones, con tendencia al aislamiento, “nerds”, “pone
quejas”, de pocos amigos, muy apegados a figuras adultas,
demuestran una búsqueda de aprobación constante.
Por otra parte, y muy relacionado con el Bullying, se
encuentra el cutting o “self injur y”, toda conducta de
autoflagelación cutánea, casi siempre de brazos y piernas, en la
que se encuentran comprometidos reticularmente y de forma
20
interrelacionada e interdependiente aspectos emocionales,
cognitivos y afectivos que confluyen entre sí y se reorganizan
formando reacciones diversas en las que se interconectan
estados de desprotección, desesperanza, deseos de expiación,
interpretaciones fatalistas, culpas y frustraciones que afectan
directamente la capacidad auto protectora de los sujetos –
especialmente de adolescentes-, tornándolos proclives a
realizarse heridas auto-infringidas con objetos corto-punzantes
tales como: cuchillas, alambres, cuerdas, cuchillos, láminas, bisturís
entre otros. El cutting es un problema de salud pública que
puede ser incluido entre el espectro de conductas de riesgo
suicida. Uno de los referentes asociados son las conductas
imitativas en niños y adolescentes, ya que programas de TV,
redes sociales, series, además de comportamientos autolesivos
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

de pares en el colegio y de otras personas, se convierten en


referentes de aprendizaje que regularmente se imitan en
momentos de crisis.
Para muchos niños, niñas y adolescentes, el cutting es en
realidad una forma de expiar las culpas; impotencia por no poder
cambiar situaciones, personas, experiencias, asociado a la
creciente incapacidad para controlar-equilibrar su vida
emocional, condiciones a las que a menudo suman uno o varios
de los siguientes efectos cuando los adultos o cuidadores se
enteran del suceso, entre los que se encuentran restricciones,
amenazas, constricciones, privaciones, insultos; conflictos, peleas,
disgustos, reiteraciones de lo malo que se es y/o del grave
error cometido; vejaciones, maltratos, castigos físicos o morales,
exposiciones públicas, ridiculización, y aminoramientos del
problema, negligencia, olvido, no abordaje de los motivos,
secretismos, tozudez respecto a la necesidad de ayuda. Es
preciso mencionar que el cutting siempre tiene para el
adolescente un efecto negativo sobre las interacciones consigo
mismo, con pares y adultos, motivo por el cual una comprensión
adecuada puede incluir la interrelación entre los componentes
personal-familiar-social-político-escolar, referentes desde los
cuales es posible tener una mirada articulada y compleja del
21
fenómeno.
De otro lado, el parasuicidio se define como toda acción
intencional que presenta algún tipo de riesgo suicida, y que
está dirigida al daño físico de baja o mediana letalidad, cortes
poco profundos, intoxicaciones limitadas, etc., sin que la
consecuencia directa sea el suicidio, pero con una clara intención
de demostrar a otros de que ello puede suceder y generarles
preocupación, atención o culpa. Aunque una parte importante
de parasuicidios no terminan en suicidios, no se debe pasar
por alto su elevado nivel de riesgo, ya que muchas conductas
pueden salirse de control y causar daños letales en quienes lo
hacen, así como también progresen hasta formas complejas de
autoflagelación que pueden concluir en el desarrollo de
conductas suicidas y en la muerte. Muchos niños y adolescentes
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

víctimas de Bullying tienden a auto-flagelarse a través de cortes,


algunos se golpean o autolesionan de otras formas y, aunque la
mayoría de ellas se orienta a disminuir la tensión, existe el
riesgo que evolucionen a comportamientos cada vez más
autodestructivos.

Anotaciones acerca de la agresión escolar


Valorar como respetable, legitima o necesaria la agresión a
otros, desensibilizarse o mostrar indolencia ante el sufrimiento
de otras personas u animales, sentir placer y gusto por agredir,
acosar o humillar a compañeros en el aula, y asumir la agresión
como un medio para reforzar el individualismo, son algunas de
las acciones, actitudes y pensamientos asociados al Bullying o
acoso entre estudiantes. El Bullying, matoneo o acoso entre
pares académicos es un fenómeno documentado desde 1973
por el psicólogo noruego Dan Olweus (1993) a partir de
investigaciones con estudiantes víctimas de acoso, amenazas,
maltrato, violencia física e intimidación por parte de sus
compañeros.Aunque el interés primordial de este investigador
era develar las causas particulares del suicidio de algunos
estudiantes, sus indagaciones le condujeron a revelar una
22 conducta casi imperceptible y tolerada por muchos padres de
familia y docentes: el Bullying o intimidación. Olweus (1993)
encontró que la gran mayoría de los problemas emocionales
de los niños y adolescentes tenían que ver con la relación
establecida con otros compañeros, y observó que entre más
violentas y persecutorias eran dichas interacciones, más
depresivos y vulnerables se tornaban ciertos estudiantes,
especialmente aquellos que tenían un menor poder físico, social
y emocional, o que no contaban con una red de apoyo que los
sostuviera en momentos de crisis. Estos antecedentes hicieron
del Bullying el más grave de los efectos de una relación de
fuerza desigual, donde uno de los participantes acosa a otro y
lo agrede de diversas maneras, incluso, aunque esto pueda
ocasionarle a la víctima problemas en todas sus áreas de
desarrollo, y en casos extremos la muerte por suicidio.
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

A partir de estos y otros eventos de agresión se prestó una


mayor atención a los casos de Bullying, especialmente porque
las acciones no eran reducibles a la mera competencia natural
entre pares, o solamente al deseo de estatus y reconocimiento
propio de la adolescencia, sino porque teleológica e
intencionalmente se dirigían a dañar al otro a través de varias
fases: primero, dominando su vida y quebrando su voluntad;
luego, colocando en evidencia pública su debilidad y, finalmente,
destruyendo su integridad hasta anularlo psicológica, educativa,
familiar y socialmente. Se debe mencionar que aunque en la
actualidad el panorama parezca poco alentador, no todos los
acosos realizados en el ámbito escolar terminan en suicidios, y
esto se debe en gran medida a que los padres retiran del colegio
a la víctima, otrora porque el victimario es expulsado, o porque
el colegio establece controles disciplinares que detienen
parcialmente la formación de núcleos de agresores, mismos
que se disputan frecuentemente el poder de representatividad
y el estatus de “matones” que sus acciones generan en el
colectivo educativo y profesoral.
Cabe mencionar que la gran mayoría de estos niños, niñas y
adolescentes, al persistir en su patrón de conducta disfuncional-
agresiva, regularmente caen en otros desajustes sociales como
23
por ejemplo actos de vandalismo, bajo rendimiento académico
y deserción escolar, consumo de alcohol y de otras sustancias
psicoactivas, porte, uso de armas y robos que en conjunto los
involucran en procesos con la justicia por conducta criminal.
Muchos de los agresores disfrutan de cargar armas corto
punzantes o de fuego y la llevan al colegio para reafirmar su
poder. La gran mayoría actúa impulsivamente en la primera
descarga agresiva contra la víctima; después, la agresión ya es
premeditada. Seguidamente, se produce el acoso en público, lo
cual es importante porque implica la demostración y
consolidación de su dominio y poder en el escenario escolar,
con lo que gana respeto, estatus y temor de otros a través de
la violencia (Moreno, Estévez, Murgui, & Musitu, 2009) Es de
resaltar que también puede generarse intimidaciones y
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

agresiones “en privado”, especialmente cuando se trata de


“saldar deudas” por efecto de quejas ante autoridades y padres
de familia, o cuando el agredido se defiende, huye
constantemente, o no accede a realizar lo que el agresor le
pide (tareas, entregar dinero, humillarse públicamente, entregar
su lonchera, etc.).
La actitud principal y generalizada en el agresor es la
demostración de poder, pues sin público no tiene sentido agredir.
Por ello, escogen los recreos o descansos y lugares abiertos
para la agresión. Según informan muchos docentes, tanto de
instituciones públicas como privadas, el Bullying es un problema
que no se reduce a las cifras, y que va más allá de la competencia
y el deseo de reconocimiento social de los victimarios. El acoso
escolar presenta una relación importante con el funcionamiento
y la finalidad social de las estructuras familiares, y el modo
como la relación entre entorno, familia y escuela, afectan la
capacidad de respuesta ante la presión en los niños, niñas y
adolescentes vinculados a dicha trama de eventos. Respecto a
las cifras, algunas investigaciones indican que el Bullying afecta
a uno de cada tres estudiantes (Chaux, 2003) ); así, en un salón
de clase de más de 25 niños y niñas, existen al menos ocho
agredidos directos o indirectos, y generalmente dos agresores
24
reconocidos que se participan de la distribución de la agresión,
principalmente en víctimas específicas que identifican por su
elevado nivel de indefensión y vulnerabilidad.
La relación de uno a tres, un agresor por cada tres agredidos,
indica la multidimensionalidad del fenómeno en cuanto la
diversidad de las formas implementadas para anular a otros,
aspecto que resulta análogo a las múltiples formas sociopolíticas
de anulación colectiva, siendo el Bullying una especie de
prolongación de la violencia estructural que afecta en diversas
formas y niveles a todas las instituciones sociales. Las cifras
muestran que incluso el daño puede ser mayor en los
observadores cuando se consideran a sí mismos “posibles
víctimas”, pues dicha potencialidad inhibe la solidaridad y la
defensa con el agredido, por lo que la agresión instaura patrones
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

de reproducción de la violencia psicológica mantenidos a través


de acciones de sugestión, amenazas directas o indirectas, mitos,
leyendas o historias acerca de las acciones agresivas y sus
consecuencias; en general, por medio del temor infundido que
actúa como dispositivo de control y miedo, y que tiene como
finalidad el reproducir en el colectivo la noción de respeto,
poder e invencibilidad.
En muchas ocasiones los observadores “heredan el poder”
dejado o cedido por el agresor, especialmente cuando este es
expulsado de la institución educativa o es cambiado de aula o
sede académica. Dicho fenómeno es visible en la permanencia
de las agresiones en los espacios educativos y en el deseo cada
vez más acentuado de muchas víctimas y observadores de
acceder al estatus ganado a través de la agresión, el dominio, la
sumisión y las conductas de coerción que son operativas a
través de la exclusión de la voluntad del otro y la intimidación
progresiva.
La palabra Bullying hace referencia a una relación de
desigualdad en la fuerza física, psicológica o social de una o más
personas que presentan un vínculo académico (pares), en la
que una de las partes se somete, responde pasivamente o evade
la relación de control y agresión, lo cual suscita el interés en el
25
agresor y en los observadores de estos eventos, al tiempo que
motiva la reedición de los ataques, como efecto de una
necesidad acentuada por obtener ganancias primarias y
secundarias de sus acciones.
Las ganancias primarias, como el desahogo, la distensión y la
proyección agresiva-defensiva de los problemas psicológicos,
se expresan a través de la liberación de tensión somato-psíquica
en el acto de agresión, e indican un proceso cíclico de
elaboración precaria de conflictos a nivel psicosocial y familiar;
mientras que las ganancias secundarias son el producto directo
de la relación de dominación-dominado, cuya frecuencia es
directamente proporcional a la agresión-humillación del otro,
lo que produce en los victimarios activos, agresores, y en los
agresores pasivos, observadores, el beneficio del estatus, la
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

obtención de poder, además de reconocimiento, respeto y


temor proyectado.
A nivel mundial, especialmente en países altamente
desarrollados y en vía de desarrollo, el Bullying es un fenómeno
que se ha convertido en un problema de salud pública, toda
vez que su forma particular de afectación a la salud mental
comunitaria, sumada a las consecuencias psicológicas y físicas
en sus actores sociales, víctimas, victimarios y observadores,
determina las relaciones aleatorias entre causa, proceso, efecto,
asimilación y repetición de las acciones, las cuales pueden ser
descritas a través de la dinámica agresiva que lo estructura de
forma fenoménica. Por esta razón, su emergencia,
mantenimiento, agudización y cronicidad no son invisibles o
ajenos a la dinámica operativa de la sociedad, la comunidad,
instituciones educativas y estamentos de salud de los entes
territoriales.
Durante mucho tiempo el fenómeno vivió el oscurantismo
propio de aquellos eventos que aún no tienen nombre, porque
la categoría no se incorporaba al ámbito académico o porque
no se ajustaban sus indicadores a la especificidad cultural del
colectivo, condición básica para entender lo normal y lo
patológico de las conductas humanas. Pese a ello, el Bullying o
26
“intimidación”, estuvo presente en las relaciones entre
estudiantes, especialmente de aquellos que se vieron
influenciados por factores socioculturales de otras latitudes, a
través de la literatura, el arte, el cine, etc.; es decir, por ideas de
poder, estatus, competencia y conformidad social que
reemplazaron el diálogo como elemento mediador entre
sujetos, o por motilidades y expresiones físicas donde el atributo
de la fuerza y la dominación fue el elemento principal del
contacto social.
Ejemplo de ello es la novela “El atravesado” (Caicedo, 2003),
en la que se expresa de forma realista la dinámica de las pandillas
en el Valle del Cauca, Colombia, entre los años 60 y 70, además
de la movilización grupal, la identificación con los agresores, las
condiciones de competencia social y, a grosso modo, la influencia
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

del cine en los procesos de modelamiento de conductas


agresivas y contestatarias de jóvenes y adolescentes, aspecto
que en la actualidad tiene su símil en la información derivada
de la televisión y las tecnologías de la información y la
comunicación,TIC. En este trabajo literario el Bullying aparece
bajo la dinámica del poder físico y el acoso a quienes no cumplen
los parámetros para pertenecer a las pandillas, bajo un modelo
de cambio grupal y sincretismo cultural donde el esquema
represor y alienador del Estado deja de ser operativo en la
intersubjetividad del pandillero, lo que afecta la dinámica de las
relaciones entre estudiantes, profesores, y padres de familia.
Dichos elementos extrapolan el conflicto social externo,
armado, inestabilidad política, guerra de pandillas, inequidad
social, etc., a otros espacios de relación como la escuela y el
hogar. El autor muestra cómo la necesidad de “heredar el trono”
del agresor que abandona el colegio, tanto en los agredidos
como en los observadores, se convierte incluso en un proyecto
de vida para quienes han vivido el Bullying de forma análoga a
su proceso educativo. En estos escenarios de confrontación y
humillación del otro, la presión del grupo de pares juega un
papel importante porque no sólo alienta la confrontación, sino
que surte de legitimidad, estatus y poder social a quienes
27
participan de ella.
Tal como se entiende, el Bullying afecta los sistemas de
relación entre pares en la esfera educativa, sin embargo este
escenario es sólo uno de los espacios donde su potencia
destructiva es severa ya que, lugares como parques, baños
públicos, centros comerciales, fiestas, sitios virtuales entre otros,
se convierten en nuevos territorios de acoso y violencia para
las víctimas, lo que evidencia la extensión del fenómeno a
espacios extra pedagógicos, además del impacto negativo que
tiene en las víctimas y en otros colectivos que son testigos y
víctimas de los ataques. En gran medida los agresores prefieren
lugares abiertos, pues para el que agrede el Bullying se convierte
en un sistema de comunicación direccional con la víctima y la
sociedad que es testigo de su poder; por ello, no tiene sentido
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

si no se practica en público, especialmente frente a quienes


representan la autoridad, aspecto que instituye la dinámica del
desafío como elemento central de la posibilidad de rompimiento
de la norma social.
Esta condición es una demostración del poder individual
del agresor sobre la normatividad adulta que emerge como un
intento de transformación de un orden sociocultural que, a su
modo de ver, intenta determinar los lineamientos legales y
morales de sus prácticas sociales; grosso modo, la agresión es
también un acto político, constituido por exégesis en el reflejo
de la violencia institucional propia de un estado social
democrático y de derecho en formación, cuya impunidad
impone y proyecta su ideología como la única vía de ingreso a
lo real.
La presencia del Bullying no es nueva, pues las agresiones
entre pares por motivo de la competencia y la necesidad de
estatus, son la expresión ritual de la motilidad agresiva asociada
a la idea de fortaleza, al tiempo que forman parte de una
estrategia de supervivencia social, en la que se reproducen los
diversos modos de producción de la agresión y de la violencia,
entendiéndolos como necesarios para definir un rol de respeto
a través del temor y la sumisión del otro; dicho esto, el Bullying
28
puede resultar del deseo imperioso del adolescente por
sobresalir, ser reconocido, respetado, incluido, señalado, e incluso
“temido” y aceptado por cualquier medio en el ámbito escolar,
familiar y social, lo cual define las diversas formas de entender
la alteridad entre pares a nivel académico, al tiempo que las
diferencias entre los fines que persiguen los sujetos, factor que
determina la teleología de sus avances, arremetidas e
intenciones, además de la puesta en escena de un andamiaje de
lenguajes, metalenguajes y deseos, convergentes y divergentes,
que emergen de los encuentros entre personas y colectivos
sociales.
Estas desigualdades y los acuerdos a los que se llega cuando
las diferencias superan las congruencias entre los motivos
sociales, se tornan definitorias de los modelos y estructuras
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

interaccionales entre sujetos y grupos, constituyendo el sustrato


básico para la conformación de imágenes, representaciones,
emociones, afectos e imaginarios sociales, sobre los cuales la
sociedad ha construido el sentido de lo democrático, los ideales
de poder, el conformismo y la apatía, así como el inconformismo
ante el sistema de gobierno, siendo el acoso escolar un
prototipo mecánico de una prótesis anulativa de la prosocialidad
que actúa como extensión escenificada de la dimensión política
y social de la violencia, y que extiende cada vez con mayor
frecuencia su halo de influencia a escenarios familiares y social-
comunitarios.

Etiología multifactorial
El Bullying parte del deseo de romper a toda costa los
acuerdos de convivencia escolar y social, al tiempo que la
necesidad de atención, protección y reconocimiento, factores
que en los adolescentes se conjugan a una notable demanda de
participación en el poder para transformar la realidad. Sin
embargo, este deseo no es total o definitorio del sujeto, puesto
que no representa todos sus requerimientos psicoafectivos y
manifestaciones somato psíquicas, condición evidente en los
actores sociales vinculados cuya ambivalencia afectiva suscita 29
la instauración de una trama de eventos dolorosos para los
agredidos, necesarios en cuanto estatus y canalización de la ira
para los agresores y demandadas activamente por los
observadores cuya tendencia hacia la búsqueda de
reconocimiento, protección y afecto, los obliga a apuntalarse
en una cultura de la agresión, el sometimiento, la apatía y el
silenciamiento del otro, por lo que el acoso escolar es también
la evidencia de una rotura no prescrita, de una ruptura con lo
impuesto por el sistema, llevado a cabo por sus representantes
escolares, profesores, coordinadores, rector, padres, etc., quienes
son depositarios de la norma y reproductores de los diversos
modos de violencia simbólica.
Según lo expuesto, este comportamiento es el resultado de
la emergencia actualizada de eventos de violencia legados al
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

sujeto de forma transgeneracional a través del habla, el juego,


la escritura, la cultura y el cuerpo en el plano individual, grupal,
tecnológico e interinstitucional. Debido a ello, reestructura su
operatividad de forma dinámica, adhiriéndose o anclándose a
la identidad y necesidades socio-cibernéticas de generaciones,
que operan con nuevos códigos virtuales de interacción social1.
En estos escenarios existen dos tendencias dignas de analizar:
la violencia como efecto de una búsqueda de “renovación” del
funcionamiento socio familiar, a través de la lucha contra un
sistema comunitario y parental que no incorporan, y el deseo
de destrucción del otro, derivado de una intensa frustración
multicausal y de la interiorización de la violencia como condición
de legitimidad social. Cabe mencionar que en ambos escenarios
los adolescentes agresores buscan el relevo generacional del poder
para tomar decisiones y transformar el orden social adulto; un orden
que debe admitir nuevas formas de asimilación de la diferencia,
tolerancia y disposición al encuentro real, simbólico e imaginario
con el otro.
Muchos adolescentes suelen crecer en entornos tan crueles,
por excesos o por carencias afectivas y materiales, que aprenden
a vivir a la defensiva, aprehensivos y “esperando el ataque”; por
esta razón, cuando su víctima u otro estudiante no los provoca
30
o desafía, los agresores buscan cualquier modo para introducirlo
al conflicto, a fin de configurar en las víctimas la aprehensión
hacia los actos repetitivos de maldad, aspecto que va en contra
de la tolerancia y la concertación social, creando en su repetición
un círculo de maldad con el que los acosadores dan cuenta de
la realidad social. En el Bullying el tema de la transgresión emerge
como posibilidad de transformación, porque es allí donde se
gesta el cambio y donde se debe implementar la reparación de
las víctimas; por ello, cuando la norma es llevada a su límite se
auto-(de)construye en la transgresión misma, ergo la conducta

El Ciberbullying es en la actualidad uno de las modalidades de acoso que afecta gravemente el desarrollo
biopsicosocial de los niños, niñas y adolescentes. Este tipo de intimidación, sumada a la agresión relacional, es frecuente
en el género femenino, dado que es una forma de agredir sin ser directamente detectado, lo cual problematiza los
eventos porque las víctimas enfrentan a una persona virtual que a menudo resulta indetectable, así el agresor se
conserva en privado u oculto, mientras el agredido suele ser violentado en un escenario público de amplio impacto
dada la “viralización” que las redes sociales permiten de sus contenidos.
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

de acoso es también una posibilidad de cambio en la estructura


de un sistema político cuya actividad vigilante, instaura una
condición panóptica que limita la creatividad y anula la
reparación, confinándola a un proyecto castrense en el que
priman los castigos y la supresión institucional selectiva.
El comportamiento Bullying fue primeramente asimilado o
reducido a las prácticas de competencia y reconocimiento social
de los adolescentes, posición que excluía del análisis las
consecuencias psicológicas para las víctimas, la estructura
psicosocial de los agresores y un fenómeno al que se puede
llamar “la herencia del trono”; es decir, el deseo cada vez más
asiduo de los observadores de obtener el nivel de respeto que
tienen los agresores, anhelo que contrasta en muchos sentidos
con la sensación de impotencia que los invade; así en los
observadores participantes el apoyo brindado al agresor, se
asocia a la necesidad de movilizar la frustración, desplazando
repudio, evasión y falta de solidaridad en la víctima, a razón de
la identificación con el agresor, empatía forzada, y el temor de
verse en lugar del agredido (empatía reprimida), puesto que el
colocarse en el lugar del otro implica convertirse simbólica e
imaginariamente en una víctima.
Lo anterior evidencia que todo observador es un agresor
31
en potencia; sin embargo, dicha propensión no es una tendencia
o probabilidad exclusiva de este grupo, puesto que estudios
indican que una proporción importante de agresores fueron
primero víctimas del Bullying de uno o varios compañeros de
clase. En este sentido, el fenómeno presenta una elevada
tendencia a expandirse como modelo de identificación en
personas cuyas estructuras socio familiares no brindan sostén,
acogimiento y protección continua, aspecto que puede suceder
en un entorno materialmente estable, pero afectivamente
discontinuo, como también en escenarios familiares con
frecuentes carencias económicas, connotados por entornos
peligrosos y socialmente deprimidos. Otros elementos son la
presencia de disfuncionalidad familiar, separaciones entre padres
con una connotación de inequidad y falta de acuerdo en su
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

relación, separaciones traumáticas, abuso sexual, agresiones


entre hermanos, y ser testigo o víctima de violencia al interior
del hogar o en la comunidad, secuelas de estrés agudo.
Asimismo, estos comportamientos tienen una fuerte
influencia de elementos de inestabilidad social como la
brutalización, presencia de un “pandillero” o de un hermano
delincuente al interior de la familia; compartir actos de
trasgresión con grupos de pares violentos o consumidores de
sustancias psicoactivas, SPA; pertenencia a una pandilla o tribu
urbana de connotaciones agresivas; ser influenciado
severamente por las Tic y los medios masivos de comunicación
en lo que se refiere a violencia; ser víctima de agresión y
humillaciones por su “debilidad” en otros escenarios, familia,
comunidad, escuela, agrupación subversiva, etc., además de la
propensión a crear círculos de relaciones conflictivas y circuitos
de acción impulsiva en los que el contacto agresivo y la violencia
se determinan como el modo de contacto primordial con la
otredad, aspecto connotado por una elevada sugestión respecto
a la idea de ser agredidos o señalados como débiles, indicación
que a su vez es interpretada como un ataque en sí mismo.
Entre otros aspectos asociados con este comportamiento,
está el manejo de armas desde temprana edad, a menudo
32
reforzado por uno o varios familiares o incluso por un círculo
social con el que los padres o cuidadores no tienen una relación
cercana. Para muchos adultos el manejo de armas prepara a
los niños, niñas y adolescentes para un mundo peligroso, en el
que hay que defenderse incluso de las probabilidades de ataque,
porque es necesario “estar siempre en guardia”, acción en la
que se traspasa la paranoia e inseguridad del adulto a los hijos
bajo el presupuesto de que la responsabilidad de su manejo
instaura las bases del “ser responsable” en otras áreas de la
vida, lo que se constituye en un error, pues la responsabilidad
es ante todo una vivencia democrática per se, que sólo puede
ser vivida a través de un proceso emocional de enseñanza-
aprendizaje con base en la protección, el sostén emocional, la
continuidad del afecto, la definición de reglas no-dicotómicas
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

respecto a la crianza y la instauración de límites claros


necesarios para que la relación afectiva sea operativa a nivel
intrafamiliar y social.
En este sentido, aspectos de modelado posibilitan el hecho
de que las vivencias positivas que impactan el sensorio de los
niños, niñas y adolescentes sean retenidas, mantenidas y
reproducidas bajo un proceso motivacional convergente hacia
la convivencia, cuyos parámetros son connotados por Maturana
(1997) como “relaciones de amor”, dadas bajo una condición de
respeto por el otro como un legítimo otro en la relación y la
convivencia, situación posible a partir de la coordinación de
coordinaciones vitales a nivel emocional entre aquello que al
estar vivo se enlaza dinámicamente de forma autopoiética.
De acuerdo con lo expuesto, el ejemplo que los padres,
maestros y cuidadores ofrecen a sus hijos, además de la
influencia y responsabilidad sobre la información visual y auditiva
derivada de los medios masivos de comunicación, debe enlazarse
a una actitud pedagógica ante el mundo que forme parte de un
macro proyecto de reconstitución de tejido social comunitario,
en el que las emociones constructivas, determinen la orientación
productiva de los procesos de comunicación y dirijan el
contenido de las estructuras semánticas-psicoafectivas del
33
lenguaje hacia la mediación asertiva y multidimensional, con
base en la promoción temprana de una ética del acercamiento
afectivo que incluya, a través de la estética, una admiración por
la existencia del otro, la cual debe estar adscrita multi-
dimensionalmente a las formas simples y complejas del lenguaje
y la acción colectiva.
Este aspecto demarca la búsqueda de carencias importantes
en los agresores, las cuales no son necesariamente una falta de
necesidades, demandas o de objetos materiales, sino una
ausencia de significación respecto a la relación conflictiva que
mantienen con otros y consigo mismos. En consecuencia, los
agresores presentan una notable dificultad para hablar de sus
sentimientos, que emerge como efecto de la elevada inhibición
del “afecto expresado”, mismo que es asociado a debilidad,
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

sentimentalismos, homosexualidad o fragilidad en el contacto


social. Por ello, mostrarse fuertes, poderosos, invencibles a través
de la agresión, el dominio, la sumisión y el acoso en todos los
sentidos, es una de las formas preferidas por los agresores
para reforzar el individualismo, la represión de la solidaridad y
la empatía con el mundo.

Psicopatología implicada en la conducta de


acoso escolar
El Bullying se encuentra adscrito a varias conductas y
trastornos mentales; sin embargo, no se reduce a ellos por lo
que no puede ser tratado como una enfermedad o cuadro
clínico. Este comportamiento es visible en trastornos de la
conducta y puede ser analizado como una de las causas,
consecuencias o como ambas, dependiendo de la magnitud de
la estructura disfuncional del afectado, agresor, agredido o
espectador. En el ámbito clínico, para algunos investigadores, la
conducta agresiva de muchos niños, niñas y adolescentes –entre
ellas el Bullying- puede estar asociada a la presencia del trastorno
Negativista desafiante (Barkley, Edwards, & Robin, 1999; Pineda
& Puerta, 2001; Rey, 2001) y del trastorno disocial (Barkley,
34 1990; Mash & Graham, 2001), y aunque exista evidencia que
muchos niños, niñas y adolescentes agresivos no los presentan,
no se debe pasar por alto la influencia que su presencia suscita
(Pineda & Puerta, 2001). En este sentido una mirada relacional
del fenómeno invita a incluir todas aquellas condiciones de la
socialización que son productoras y mantenedoras de conductas
agresivas, que no cumplen las características para definidas como
síndrome o trastorno, y que una vez pasan los estímulos
estresores se tramitan o postergan sus elementos
desencadenantes y mantenedores, por lo que tienden a
atenuarse hasta desaparecer parcial o totalmente.
Caso similar sucede con otros trastornos que, en lo
concerniente a comorbilidad, pueden mostrar aspectos de
relación futura importante con el Bullying a edades tempranas,
como el trastorno antisocial de la personalidad (Pineda & Puerta,
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

2001; Rey, 2001; Atkins & Hart, 2003), la psicopatía (Currie,


2000; Alcázar-Córcoles & Bouso-Saiz, 2008) y el trastorno
explosivo intermitente, cuya existencia no se reduce al historial
de este comportamiento y que pueden ser emergentes,
concomitantes o estructurados a partir de otros trastornos y
en etapas posteriores a la adolescencia, presentando un fuerte
componente biopsicosocial de base.
Una posición un poco más extrema indicaría que estos
adolescentes pueden presentar actitudes pre-psicopáticas y que
más tarde se transformarán en psicópatas sociales, cuya
conducta no es necesariamente representativa en cuanto al
asesinato, sino hacia la falta de empatía, solidaridad, amistad y
acoplamiento a la diversidad que implica el sentido de lo humano.
Estos elementos, si bien pueden ser tomados como
posibilidades elevadas, no se constituyen en certezas, ya que la
contingencia de lo humano y la variabilidad de las relaciones
sociales, en conjunción con los aprendizajes y la dinámica
psíquica individual, indican el punto de partida de los análisis,
pero permite a las variaciones multidimensionales del saber-
ser, al aleatorizar los puntos de llegada o fines de la vida
emocional, afectiva y conductual. Por ello, el Bullying puede ser
una de las formas de ser de adolescentes que han crecido en
35
un entorno hostil, negligente o excluyente, donde vivir implica
la supervivencia, la lucha y la competencia, llegando a crear un
mundo que interpretan colmado de desconfianza, donde existir
implica necesariamente defenderse de todo. Otros encontrarán
en esta conducta una ruta de escape ante problemas socio
familiares complejos, incluso para los padres, manifestando su
preocupación, impotencia y frustración a través de la agresividad,
misma que surge como una vía de canalización de la angustia
en ausencia de medios afectivos y asertivos de comunicación
consigo mismos a través del hecho de ser-estar en lo emocional
y en el mundo.
Para otros, el Bullying es uno de los medios usados para
romper la pasividad de su rutina vital, puesto que de alguna
manera “lo tienen todo”, menos la voluntad de otros, y sus
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

padres, al ser exageradamente complacientes, les enseñan que


es posible dominar, someter o doblegar la voluntad ajena,
empezando por la de ellos mismos. Estos padres han creado
en sus hijos, especialmente únicos, de forma directa o indirecta,
la tendencia a no-valorar el esfuerzo implícito al hecho de
obtener, conservar, cuidar e integrar adecuadamente las cosas
que les proporcionan, llegando en algunos momentos a cubrir
su ausencia paterna a través de regalos materiales con los que
subliman negativamente el contacto y la escucha activa de los
hijos. Estos patrones de relación son reproducidos en el
escenario escolar, pero se ejecutan por medio de una conversión
reactiva donde el valor del autocuidado y la protección se
transforman en egoísmo y agresión, al tiempo que la empatía y
cooperación se vuelven apatía y dominación. Estos adolescentes
sienten cada uno de estos elementos como necesidades; es
decir, actos de consumo en los que se implementa la supresión
de hambre de afectos, se tramita la ausencia de los objetos de
amor y se confronta con agresiones la incomprensión socio
familiar, además de servir de refuerzo frente a la idea irracional
de estatus, reconocimiento y admiración a través del temor.
De forma independiente a su causa, el Bullying siempre tendrá
la misma consecuencia: la humillación del otro y su posterior
36
desintegración biopsicosocial.
Existen casos críticos en los que se presentan combinaciones
de factores de riesgo. Así, en muchos de los adolescentes de
comportamientos Bullying, los escenarios de crecimiento son
muy hostiles, familia, comunidad real o virtual, y el ambiente
escolar es relativamente estable, mientras que pueden aparecer
otros donde el hogar es normo funcional, pero el clima escolar
es agresivo e inestable. En estos casos la conducta de acoso es
una extensión de los aprendizajes agresivos, desde escenarios
en los que desarrollan una parte importante de su interacción
hasta nuevos entornos de relación donde su actividad puede
ser tomada en cuenta y “valorada” a través de los parámetros
que consideran legítimos para interactuar con otros. Asimismo,
puede existir en estos adolescentes una actitud de defensa
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

ante la hostilidad de los nichos de socialización que hace del


éste un comportamiento de respuesta con el que cada sujeto
entra a participar de los códigos del lenguaje usualmente
asociados al respeto: el prestigio, el poder y el estatus social.
Para aquellos eventos de Bullying que tienen una doble raíz en
sus victimarios ; en otras palabras, presentan una desarticulación
importante de los escenarios socio familiares y escolares,
además de una fuerte influencia de actores externos y de los
medios de comunicación masivo, el pronóstico resulta muy
negativo puesto que a menudo estos patrones de actuar, pensar
y sentir se acoplan rápidamente a las estructuras caracteriales
de la personalidad en formación, conformando un rasgo de
personalidad agresivo, desafiante, contestatario y violento, lo
que torna proclives a estas personas a actos delincuenciales,
en los que prima la transgresión frecuente de las normas de
convivencia.
En muchas ocasiones, los adolescentes de comportamiento
Bullying fueron víctimas de abusos en su infancia, pubertad o
adolescencia, o provienen de colegios en los que han sido
violentados por otros. Por tal razón, las agresiones que cometen
a uno o varios estudiantes son en gran parte un intento
inapropiado de “ajuste de cuentas” o necesidad imperiosa de
37
retaliación en aquellos pares que simbólicamente representan
a victimarios pasados, ya imposibles de agredir o de
desnaturalizar en su escenario físico, social y mental. En este
tipo de acciones representativas opera la lógica de la
autoanulación retroactiva en la que el sujeto desplaza la
representación emocional de su experiencia, cuando fue
agredido; en otro, víctima, identificándose con el agresor para
recrearlo en la actualidad, más fuerte, más decidido o más letal;
anulando tanto al agresor como a la imagen especular, débil,
indefensa, vulnerable de sí mismo. Por ello, para cancelar un
pasado del cual se avergüenza, el agresor tiene que eliminar a
ambos actores sociales: al agresor y al agredido, por lo que la
única forma de hacerlo en transformándose en este, así ello le
implique renunciar a una parte importante de sus vivencias.
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

Volverse un agresor conlleva pues, negar defensivamente la


vulnerabilidad pasada y asumir de facto el estatus del que gozan
los violentos a través del temor, incorporando aquello que más
se teme sin confrontarlo. En la anulación retroactiva se activan
comportamientos paranoides por proyección de elementos
no reconocidos como propios, en los que la existencia del otro
conlleva la anulación propia, ya que la actitud “frágil,
parsimoniosa, o vulnerable” del otro, entra en resonancia a
nivel psíquico con una posición idéntica y negada en sí mismo,
lo que desata una serie de defensas psicológicas ante la culpa,
la idea de debilidad y la impotencia para evitar las agresiones
pasadas.
La repetición e intensidad de las agresiones se acopla
dinámicamente a la intensidad traumática de sus vivencias
anteriores, reforzándose cuando el grupo de pares presiona la
agresión, para tramitar su angustia o para cambiar el estado
del clima grupal, o si los padres de los agresores validan las
agresiones como parte “normal” del desarrollo de un carácter
combativo y “luchador” necesario para “batallar” y “salir
adelante” en la vida. De suyo, entre las causas del Bullying, desde
el punto de vista del trauma, se encuentra el haber sido víctima
de agresiones, humillaciones y silenciamientos en la comunidad,
38
familia o en su grupo de relación social, aspecto al que debe
sumarse el crecer con modelos de identificación de corte
agresivo y transgresor, como también a nivel psicopatológico
el presentar antecedentes de trastorno Negativista-desafiante,
trastorno de atención con hiperactividad (Barkley, 1990),
padecer un trastorno del comportamiento disocial en curso
(Rey, 2001; Andrade, Ñustes, & Lozada, 2012), haber pasado
por una depresión reactiva que no fue tramitada (Wang, Nansel,
& Lannotti, 2011), además de la presencia en uno o en ambos
padres o cuidadores de patologías mentales relacionados con
la agresividad, la depresión, el consumo de sustancias
psicoactivas blandas y duras, y el escaso control de los impulsos,
entre otros aspectos (Barkley, 1997; Pineda & Puerta, 2001;
Farrington, 2002; 2004)
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

Otros trastornos asociados son el de ansiedad por


separación, trastorno reactivo de vinculación en la infancia,
problemas de duelo patológico, negligencia y abandono de la
familia, experiencia de rupturas emocionalmente complejas
derivadas de un apego ansioso previo, y la existencia de
indicadores de acciones de indolencia como por ejemplo, ser
cruel y despiadado con animales, repetir esa crueldad en
personas, promover actos de vandalismo y tener un
comportamiento ladino orientado hacia actos de maldad, por
ejemplo.
De acuerdo con el modelo psicoanalítico (Andrade, Bonilla,
& Valencia, 2011), entre las causas posibles del Bullying está el
hecho de que en un determinado momento de la vida de la
sexualidad infantil no se desarrollen adecuadamente los diques
del “asco, la vergüenza, y la culpa o moral” llevando a que lo
innato, (agresividad, impulsividad, instinto) se convierta en
estructural del yo, por efecto de la sobreprotección parental,
la existencia de una simbiosis patológica con los padres, el
descuido consecutivo de las necesidades psicoafectivas, la
negligencia de los cuidadores primarios, la presencia de una
condición moral, Súper yo recalcitrante que opera desde el
aparato psíquico de forma castigadora y exigente, la inclusión
39
de normas paradojales en el hogar que tornan ambivalente la
expresión afectiva, además de un entorno inseguro, agresor,
peyorativo y/o violento que no facilite la experiencia de un
desarrollo emocional, afectiva y socialmente estable.
Estos tres diques son los límites que regulan la experiencia
de la norma y la actividad social per se. Por ello, sus variaciones
producen una suerte de comportamientos desajustados que
promueven la transgresión y la existencia de significancias en
contra de la socialización, la empatía, el autocuidado y el cuidado
de otros, como también de la capacidad de reparar los daños
hechos a otros a partir de la sensibilidad social y la cooperación
en pro del bien común.
La idea de estos tres diques se sustenta sobre la base de
que no es posible estar en los extremos de cada categoría sin
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

generar patologías de la relación con los demás, pues alguien


en un extremo podría ser muy descuidado y en el otro,
exageradamente pulcro, muy penoso o muy desinhibido, muy
martirizado o escasamente sentirse culpable por el daño hecho
a los demás.

Tendencias explicativas del Bullying


Según el modelo etológico-cognitivista algunas funciones
mentales superiores, FMS, deben convertirse en instrumentos
para negociar los conflictos, lo cual indica el grado de
importancia que tienen los aprendizajes y los procesos de
socialización en los sujetos y el desarrollo social-comunitario.
Otras tendencias indican que el aprendizaje social, como
dominio de la agresividad y la de otros, implica un adecuado
desarrollo social en el sujeto, además de un mayor control
sobre las imposiciones de otros, lo cual conlleva a la búsqueda
de la independencia individual en función del adelanto social y
la concertación de lo normativos en el plano grupal.
Dicho esto, se debe tomar en cuenta que agresividad natural
no es igual a violencia, ya que no existen animales violentos o
“asesinos”. La violencia, por tanto, es teleológica, planificada
40 para dañar al otro. Tampoco existen niños perversos por
naturaleza, pues la bondad biológica (tendencia celular a la
supervivencia) es natural en todos los seres vivos, y aunque
existan condiciones de la rivalidad natural de las especies
siempre la idea de dañar es construida socialmente, tomando
en cuenta que hacer daño no es igual a defenderse; de suerte
que, lo segundo, es una reacción biológica ante una acción que
puede ser refleja o intencional, mientras lo primero es fruto de
una intencionalidad destructiva y programada.
El Bullying, más que una patología social, representa la
actividad resultante de entramado de acciones violentas de las
cuales el sujeto es testigo o víctima directa e indirecta, así las
agresiones previas y actuales se escenifican en el plano
contextual de los agresores, espacio, temporalidad, emociones,
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

y producen una perturbación notable de los sistemas de


comunicación, los lenguajes con los que se apuntala la relación
social, afectando el sistema de creencias y los valores, el
conocimiento y el reconocimiento de la legitimidad del otro, y
generando un deseo ferviente de conservar el estatus y obtener
poder social a través del control emocional propio y de los
otros.
Paul Ekman (1999) considera que las emociones determinan
la calidad de la vida y funcionan a modo de banco de datos de
alerta emocional, operando a través de una red neuronal que
permite la identificación de las siguientes seis emociones
principales: enojo, disgusto, temor, alegría, tristeza y sorpresa.
Estas emociones tienen indicadores musculares específicos para
cada tipo de emoción básica, por lo que en el comportamiento
Bullying operan a priori y se anteceden a posibles agresiones
que el agresor denota como certezas. De acuerdo con esto, el
Esquema explicativo sobre el cual opera, es el de Dominio
emocional – sumisión del otro, el cual se constituye
primariamente como efecto de una Matiz de poder y control
interpersonal, propios del proceso natural de socialización. En
este modelo el compañero/a que se sienta más fuerte o con
mayor habilidad somete al otro a una RR de poder personal y
41
social, relacional, que busca el control de su personalidad y de
su capacidad para emocionar.
Por esta razón, un correcto aprendizaje de este esquema
genera o limita la integración de los límites, consecuencia visible
a través de la conducta agresiva, la alteración en los patrones
de juego, y en el desarrollo y satisfacción personal frente a las
relaciones interpersonales. Ergo para el análisis del fenómeno
a través del esquema dominio-sumisión, se debe incluir en un
primer momento el análisis de los factores que influyen en la
expresión de la agresividad, la interpretación de la agresión,
víctima, incluida su percepción del evento, y las acciones de
aprobación, rechazo, sumisión o respuesta agresiva en
victimarios, víctimas y observadores
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

En el esquema la conducta posterior del agresor implica la


reiteración de las agresiones de acuerdo con una relación en la
que, a mayor temor infundido, mayor es la continuidad del acto
agresivo, como también el deseo de inhibición en la víctima, y
la búsqueda en el agresor de un poder más elevado a fin de
mantener el status adquirido, lo cual lo motiva a perpetrar más
agresiones sobre actuales o en nuevas víctimas.
En esta relación se observa que el monto de daño recibido
se relaciona con posibilidad de quejarse o de callar, intimidación
y amenaza constante; las secuelas físicas y psicológicas producto
de la agresión y las características hostiles presentes en el
agresor, tales como superioridad física, conductas dominantes,
impulsivas, notable dificultad para seguir reglas, baja tolerancia
a la frustración, actitud desafiante ante la autoridad, buena
autoestima y conductas megalomaniacas, actitud positiva hacia
la violencia, creación de conflictos donde no existen, falta de
empatía ante el dolor de la víctima y el no arrepentimiento de
sus actos (Trautmann, 2007).
Otro de los aspectos del esquema son las características
“específicas” de esta situación de agresión o violencia
connotadas por los acompañantes, los observadores, la
condición biopsicosocial de la víctima y la existencia de
42
vulnerabilidades psicológicas previas que hacen que en la
mayoría de los casos la víctima ingrese a un círculo de
violaciones a sus derechos que aumentan su debilidad, la cual
es inversamente proporcional al fortalecimiento del narcicismo
y el poder social del victimario.

¿Qué comportamientos no son Bullying?


El Bullying se comprende a fin de que aquella acción agresiva
enviada a otra persona que no es capaz de protegerse por sí
solo. Olweus (1978) le otorgó las características de
intencionalidad, tiempo permanente e intimidación, con el
propósito de compararlo con otras expresiones agresivas de
la convivencia escolar, como por ejemplo, conductas disruptivas,
juegos turbulentos, bromas e incidentes puntuales. No es
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

Bullying una relación de fuerza asimétrica por efecto de la


competencia entre pares, que surge de manera eventual en
escenarios estimados para el encuentro con otros, o por efecto
de una actividad física, intelectual o social en la que unos son
señalados como “ganadores” y otros como “perdedores”.
Tampoco lo es cuando los niños, niñas y adolescentes “explotan”,
presentan acting outs o son especialmente impulsivos, porque
tienen un mal manejo de la ira, la frustración y la crítica. No es
acoso escolar si por efecto de una frecuente necesidad
insatisfecha, afectiva, material o social, tanto como por notables
diferencias en sus habilidades y estilos de vida, los adolescentes
se molestan, insultan, admiran, envidian o se comparan
mutuamente, llegando uno a sobresalir sobre otro.
No es Bullying el hecho de que dos o más compañeros se
peleen y dejen de hablarse un buen tiempo, o que estos hablen
mal uno del otro, si ello no trasciende, si no se repite
frecuentemente o no se intensifican sus prácticas. Tampoco
cuando en el aspecto lúdico los estudiantes se agreden a través
de roces y choques por motivo del enfrentamiento y el contacto
físico. No es matoneo cuando se forman “bandos escolares
temporales” o alianzas por conveniencias y en función de la
cercanía entre pares, en contra de otros grupos o personas,
43
siempre y cuando los actos se reduzcan a conflictos que superan
con la mediación de un tercero.
No es Bullying una burla eventual hacia alguien que participa
de un grupo, que se repita cada periodo como consecuencia
de la dinámica grupal y su sintalidad, identidad grupal, y que no
constituya un comportamiento estereotípico hacia él o ella.
Tampoco cuando un estudiante es señalado por una persona o
grupo por un defecto y este logra integrar el señalamiento, sin
generar conflictos posteriores, ni respondiendo con el mismo
nivel de agresión que el agresor espera.
La mayoría de los estudiantes que no presentan este tipo de
comportamientos, observadores, víctimas y victimarios, suelen
ser amables con otros compañeros, cooperativos y solidarios;
empatizan con los problemas, deseos, demandas y necesidades
de otros y tienden a ayudarlos. Muchos de ellos conservan en
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

orden los objetos de su cuarto al igual que su pupitre, aspectos


que evidencian una adecuada función de autocuidado.
Frecuentemente realizan sus tareas sin conflictos o presiones,
no exhiben conductas que indiquen que está realizando tareas
para otros, trabajan en equipo con otros compañeros e incluyen
sin conflicto a compañeros nuevos, ayudándolos en su proceso
de ajuste y acople a las dinámicas grupales.
Realizan las tareas en clase y en la casa sin hacer conflictos
exacerbados acerca de un tema que no entienden, por ello
asignan un tiempo importante a los deberes de la escuela y de
la casa, y se preocupan mucho cuando no cumplen dichos
objetivos. Suelen ser muy prudentes al momento de manifestar
sus necesidades y prefieren hacerlo en privado, siendo a menudo
muy asertivos al momento de manifestar dichas preocupaciones.
Un factor importante es el “buen humor” y una actitud
habitualmente abierta al chiste sano que no descalifica ni se
burla de las limitaciones o debilidades de sus compañeros de
clase. Presentan representaciones sociales positivas acerca de
la vida y de la convivencia, con una conciencia ecológica
importante. Estos niños y adolescentes suelen seguir órdenes
sin que ello les provoque conflictos persistentes, y se empeñan
en conseguir metas a corto y mediano plazo; se muestran
44
cooperativos en el aula, en la casa y en la comunidad,
mostrándose estables en la mayoría de las situaciones críticas
que enfrentan.

Primeras experiencias de acoso


Cabe mencionar que el acoso escolar se presenta en diversos
escenarios de encuentro social entre pares, y aunque sus inicios
pueden ser rastreados en la escuela, su verdadera fuente
motivacional guarda relación estrecha con las primeras vivencias
de gratificación y frustración a nivel familiar y social; experiencias
que están mediadas por la calidad y la forma de comunicación
con otros y con lo otro, la vivencia afectiva que enmarcó la
adquisición de lenguaje, y el apuntalamiento de acciones de
prosocialidad que constituyen repertorios del hablar y del hacer
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

en el acto interaccional. Dicho esto, el Bullying opera a través


de registros psicosociales y dispositivos de acción individual y
colectiva enmarcados en el plano de lo real, lo simbólico y lo
imaginario, lo que indica a su vez la presencia de conflictos con
relación a los momentos de frustración, privación y castración
en los actores sociales implicados, que modifican
correlativamente la vivencia de lo público y lo privado, de lo
sano y lo enfermo, generando nuevas formas de relación con
sus pares y complejidades de la acción a nivel sociocultural.
De acuerdo con esto, el Bullying en Colombia es un fenómeno
que no puede ser analizado bajo una dinámica unilateral, toda
vez que sus particularidades devienen de la dinámica de los
grupos observadores, actores agresivos y víctimas implicadas,
así como de aspectos de interinfluencia socio familiar y
deficiencias en las aplicaciones institucionales de los programas
de prevención, intervención y control que hacen de este
fenómeno un problema de salud pública que impacta la vida, el
emocionar y la estabilidad biopsicosocial de las niñas, niños y
adolescentes.
Es importante resaltar que muchos adolescentes
colombianos presentan condiciones particulares de crianza y
desarrollo social, que influyen de manera directa en las
45
habilidades que tienen para abandonar o confrontar conflictos,
resolverlos creativamente y generar mejores opciones de
respuesta ante la frustración y el estrés. Dichos elementos
parten de configuraciones familiares cuyas vinculaciones a nivel
intrafamiliar, con relación a la red comunitaria que conforma el
tejido social, vínculos, tradiciones, pautas de crianza, imaginarios
y representaciones sociales, etc., reproducen al interior del
sistema familiar las condiciones de estrés y de violencia propias
del entorno en el que se desarrollan sus prácticas.
Por tanto, es propicio analizar el Bullying desde un escenario
complejo, bajo una perspectiva crítica-social, en el que dicha
aproximación incluya factores como la asimilación, evasión o
rechazo de la condición humana descendiente de la experiencia
de ser agredido o agresor, la afectación diacrónica de las
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

constelaciones familiares y los sistemas de comunicación


adjuntos a las dinámicas exo e intrafamiliar, la particularidad de
las experiencias agresivas en los actores implicados, las
consecuencias biopsicosociales actuales y futuras de las
agresiones, además de los circuitos afectivos circundantes en
el entramado de vinculaciones entre pares y la condición
heterocíclica de las acciones de represión y control institucional,
situación que posibilita el análisis de las variaciones emocionales,
conductuales y comportamentales que determinan la
especificidad de la trama de sucesos incorporada al fenómeno.
Los adolescentes de comportamiento Bullying asimilan las
condiciones de relación de su entorno familiar y social,
configurando en su sistema de representación, posiciones
fluctuantes a nivel de pensamiento y acción, mismas que
apuntalan el imaginario social de la violencia, movilizan el magma
de representaciones compartidas y producen diversas formas
de reacción ante los estímulos sociales e intrapsíquicos,
reacciones agresivas, pasivas, pasivo-agresivas, disociativas,
permisivas, asertivas, etc. De estos elementos se generan
relaciones que instauran territorios discursivos que se encajan,
adhieren o se (de)construyen y resignifican en la interacción
social de los actores a nivel escolar, tornándose aprensivamente
46
operantes en el aspecto psicomotor y conceptual. En
consecuencia, la condición intersubjetiva respecto al Bullying
en profesores y estudiantes puede estar tan segada y defensiva,
por efecto de anclajes mentales, imaginarios y apuntalamientos
sociales acerca de los parámetros de violencia, que aun cuando
algunas acciones no se determinen como acoso, estas tiendan
a generalizarse. Lo anterior configura el modo en que cada
actor social interviene activa o pasivamente en lo social,
condición que proviene en gran medida de la forma como cada
núcleo familiar, otorga un particular o estereotipado número
de respuestas o explicaciones ante las contingencias del mundo,
generando una interpretación que puede ser “sesgada” respecto
a las necesidades, demandas, deseos y emergencias de los sujetos.
Las respuestas y explicaciones acerca del Bullying surgen en
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

función del nivel de reproducción de aprendizajes, cogniciones,


emociones y tendencias de interpretación de la violencia y el
conflicto, asociadas a mitologías familiares cuyo componente
transgeneracional determina la potencialidad reproductiva del
legado de negociación, fuga, pasividad, auto control, agresividad,
dependencia o sumisión de sus miembros.

Bullying y negativismo en la adolescencia


Para los adolescentes, el pensar diferente, entender lo
contrario y hacer lo opuesto a aquello que el mundo adulto
les obliga, sugiere o dictamina, se constituye más que en una
actitud desafiante a su familia, en una oportunidad de
transformación del mundo que opera a través de complejos
dispositivos de lenguaje y acción individual y colectiva. Estos
dispositivos son en sí mismos acciones que operan en dominios
intersubjetivos de pensamiento y emoción, configurando redes
de conceptos y discursos, respecto al ordenamiento político
de la familia, la comunidad, el estado y el mundo; posición crítica
que acerca al adolescente a la universalidad de su condición
biopsicosocial. Si bien dichas posiciones pueden presentar
tendencias estereotípicas al repetirse en dimensiones, como
por ejemplo la rebeldía, el negativismo, la tozudez, estos 47
elementos se dinamizan de acuerdo con las coyunturas
socioculturales que impactan al adolescente contemporáneo,
el cual es distinto y multidiverso, tecnológico y demandante de
velocidad en el sistema de relación e intercambio, situación
análoga a lo esperado por ellos en la relación cibernética
establecida con el mundo.
En los adolescentes, el negativismo compartido, ir en contra
de la norma y hacer o entender lo contrario de lo que se les
pide, configura diversos modos de entender la interacción social,
además de generar escenarios de conversión de la ambigüedad,
a través de la incorporación de nuevos repertorios del lenguaje
y la acción colectiva, en los que se fraguan afectos, demandas,
identificaciones, cooperaciones, operaciones agresivas e
interconexiones violentas, que desde el punto de vista
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

tecnológico y social determinan las directrices de la


comunicación y el lenguaje entre pares.
En la percepción de muchos adolescentes de
comportamiento Bullying, el acoso que aplican a otros tiene
que ver con una creciente necesidad de estatus, reconocimiento
y pertenencia a un grupo que admiran y que se caracteriza por
ser agresivo. Por ello, el hecho de figurar ante este colectivo
como “poderoso” o el “más malo”, implica cambiar el respeto
por el otro y el reconocimiento de su legitimidad, por la
transgresión, coacción y dominio, a través de la difusión del
temor y la agresividad, aspectos que producen en estas personas
una sensación de control social, además de la descarga de la
tensión acumulada. Dichos elementos suelen ser más poderosos
que la empatía cuando se trata de mediar los conflictos y son
el indicador de notables falencias en las estructuras emocionales
que determinan la respuesta de los adolescentes ante las
diversas presiones y exigencias sociales.
En los casos de Bullying son evidentes los dominios
emocionales concretos, connotados por acciones de agresión
repetitivas en su intencionalidad. Así, para el agresor, el repetir
el método de acoso es tan valioso como acosar durante un
periodo prolongado a la misma persona; aspecto que se modifica
48
si el agredido responde y se defiende, cuando evade o es retirado
de colegio, lo cual obliga a “crear” nuevas formas de violentar
al otro, como también a “recrear” otros estilos de Bullying
connotados por dominios relacionales, verbales, psicológicos,
físicos o cibernéticos, de los que se documenta a través de las
redes sociales, la internet, la radio, los grupos de pares, y la
violencia sociopolítica adscrita a los medios masivos de
comunicación.
A nivel de bachillerato, las agresiones se hacen cada vez más
específicas y teleológicas. Así, en las mujeres prevalecen los
aspectos simbólicos derivados de la exclusión relacional y las
agresiones psicológicas llevadas a cabo especialmente a través
de medios tecnológicos (Ciberbullying), mientras en los hombres
son comunes las agresiones físicas y verbales, sin excluir los
otros tipos de modalidades que también son usados con menos
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

frecuencia, pero que comportan una letalidad similar. Para los


docentes y padres una actitud oposicionista y desafiante, sumada
al uso de frases de violencia y cambios importantes en el patrón
de conducta que se repita de forma frecuente y sea exigida
bajo la necesidad innegociable de espacio e intimidad inusuales,
además de que no se ajuste a los límites impuestos en el hogar,
es el primer bloque indicador de acciones de asimilación,
reproducción y ejecución de variadas conductas agresivas en
contra del ordenamiento social, y aunque el Bullying no se
reduzca a dichos elementos, es posible que una de sus
manifestaciones iniciales sean acciones de “llevar siempre la
idea contraria”,“hacer todo lo contrario de los que se les pide”
y “estar siempre a la defensiva”, además de contar con una baja
tolerancia a la frustración y la crítica, que los lleva a ser irascibles
y explosivos. Ejemplo de ello es que si “pierden en un juego de
video” lanzan los controles del juego contra el suelo o agreden
a quien está al lado; cuando se lastiman accidentalmente, se
golpean en el lugar de la lesión; ante un evento que no sale
como esperan o que resulta inesperado, golpean la pared; dicen
frases soeces, maltratan y torturan animales o destruyen
intencionalmente varios objetos, llegando a salirse de control
frecuentemente.
49
Cabe resaltar que la actitud de oposición ante las normas
del mundo adulto no necesariamente implica destrucción o
respuestas agresivas, puesto que algunos adolescentes de
comportamiento Bullying suelen ser muy manipuladores y
muestran en su hogar una faceta “estable” o “perfil bajo” muy
próximo a actitudes calculadoras, en las que planifican
detalladamente las agresiones y establecen parámetros de
reacción-agresión-escape y justificación para cada caso. Así,
algunos colocan límites a su resistencia a ciertos estímulos que
consideran insoportables: “a la tercera le pego”, “me aguanto
hasta cierto punto” o “no me aguanto ninguna”. Para los
agresores existe una variedad importante de estímulos que
pueden ser desencadenantes como la risa de un compañero, el
ver que el otro es pasivo o callado, verlo estrenar o tener algo
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

nuevo, la torpeza y/o nerviosismo de otro, el que le vaya bien a


alguien en un examen o el hecho de saber que esta “feliz”, son
en conjunto e individualmente motivos que desatan la ira
rápidamente y detonan los comportamientos agresivos.
Estas atribuciones indican que usualmente este tipo de niños
y adolescentes ubican externamente tanto el estímulo como la
motivación para la agresión, con lo que justifican sus actos a
través de la existencia de “ciertas actitudes” de otros. Por ello,
muchos suelen afirmar que “ no le hubiera pegado si él no
fuera así”, frase común cuando el agresor se excusa ante los
adultos.

50
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

Segunda parte
Características y tipologías de bullying

51
La violencia entre adolescentes escolares se define a partir
de aquellas conductas agresivas de carácter repetido y frecuente
en el tiempo, que deben estar dirigidas a dañar a alguien que
no puede defenderse o salir de la situación con facilidad (Olweus,
1993, 1998), lo cual indica que en una relación de desigualdad
física, psicológica, mental o relacional el Bullying emerge como
resultante de notables fallas en los procesos pedagógicos
instaurados desde el hogar, mismos que son apuntalados en
otros espacios de socialización secundaria.
El acoso no es un fenómeno exclusivo de los adolescentes
porque implica el abuso de uno y la sumisión o agresión de
otro u otros en ámbitos educativos diversos, donde las
agresiones asumen particularidades de acuerdo con los
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

contextos. Es preciso mencionar que a menudo el Bullying puede


ser encubierto e invisibilizado por los padres de familia y
docentes, quienes interpretan muchas agresiones entre
estudiantes como parte de la relación de poder propia del
desarrollo biopsicosocial de los niños y niñas.
El encubrimiento tiene que ver en los agresores con una
escala de valores fragmentada y la escasa interiorización de la
norma del hogar, lo cual los torna igualmente desafiantes en la
escuela y por fuera de ella. De esta manera, muchos agresores
crecen en ambientes que limitan sus elecciones y a cambio de
ello se resaltan dudas, ambivalencias y agresiones, lo cual conlleva
a que no interioricen la ley adecuadamente, tornando sus
acciones cada vez más imprecisas e insuficientes de “tacto
social”; como consecuencia suelen elegir aquello que responde
a sus necesidades afectivas, antes que, al bienestar común,
manipulando a los adultos de acuerdo con sus beneficios. Grosso
modo, en el bachillerato, el Bullying es en gran medida la expresión
de una creciente necesidad de reconocimiento, participación y
estatus, derivada del anclaje que tienen los sujetos a relaciones
cada vez más ambivalentes y conflictivo en el plano emocional
y afectivo.
52
Intensidad, cronicidad y tipos de respuesta
Para el caso del Bullying se hace necesario replantear las
fuentes de poder implicadas en dos sentidos: 1) intensidad-
frecuencia de la agresión, agresores, y 2) resistencia-pasiva/activa
ante la agresión, agredidos; es decir, discriminar características
específicas de respuesta en ambos actores sociales del conflicto,
escenario en el que pueden ser incluidos los observadores
que participan directa e indirectamente de ambos modos de
implicación violenta.
Para los agresores las fuentes de poder toman más la forma
de recursos disponibles de su entorno y responden a acciones
individuales apoyadas en algunas ocasiones por un grupo que
los sigue a modo de séquito y tribunal de enjuiciamiento
compuesto por otros agresores y por observadores activos,
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

que alientan la agresión, y pasivos, que observan y no participan


directamente. Dichas acciones se encuentran articuladas a
necesidades emocionales de los actores implicados, tales como
necesidad de pertenencia, inclusión, reconocimiento y
legitimidad que en su naturaleza conflictiva provienen de
contextos familiares, comunitarios y sociales. La intensidad y
frecuencia de agresiones sobre las víctimas depende en gran
medida de la articulación de una o varias de las siguientes
razones: la capacidad de respuesta pasiva, sumisión, o activa,
agresión, de la víctima; la vulnerabilidad proyectada en los
contextos de socialización, la falta de grupos de apoyo, la
tendencia a evadir conflictos y la compañía de otros; es decir,
de autoaislamiento, la falta de identificación de las alertas
tempranas en las instituciones educativas entre otros.
Asimismo, en los agredidos la resistencia es una forma de
tener control; por tanto, la sumisión es una vía de negociación
de poder activo-pasivo, con lo que se evita que el daño sea
mayor a un coste muy alto: la humillación y la pérdida de una
imagen de fortaleza física y robustez psicosocial ante el entorno
escolar. Por su parte, los observadores toman de las fuentes de
poder el prestigio del agresor o la incertidumbre del agredido,
lo que dependerá del grado de apatía o de simpatía con ambos,
53
por lo que la observancia de escenas de agresión puede
desembocar en alianzas defensivas con el agredido, la defensa
del mismo, acciones preventivas, solidaridades, así como arengas
a favor de la situación agresiva, alianzas con el agresor, agresiones
anexas en contra del agredido que es asumido como invalidado,
poco fuerte o sumiso en todos los sentidos.

Motivos desencadenantes
Respecto a los agresores es útil mencionar que cuando estos
no terminan sus acciones agresivas, ya sea porque fueron
interrumpidos, castigados o porque la víctima escapó, suelen
engancharse al conflicto y buscan a toda costa cualquier medio
para concretar la agresión, lo que implica violentar a sus víctimas
en espacios abiertos o lugares públicos como la salida del
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

colegio, centros comerciales, parques, pasillos, etc. Un hecho


importante es que gran parte de las agresiones comienza desde
los primeros cursos de educación básica primaria, cuarto y
quinto grado, y son regularmente verbales, de tipo relacional, o
de exclusión, especialmente en contra de las niñas. Tiempo
después, se generan rivalidades entre géneros y se especifican
las víctimas, mismas que pueden continuar siendo agredidas
una vez ingresan al bachillerato a través de violencia física, verbal,
relacional y cibernética-virtual.
Se debe precisar que una buena parte de problemas y
trastornos del aprendizaje en muchas personas que fueron
víctima de Bullying, se asientan en experiencias de acoso o
intimidación que dejaron secuelas permanentes, generando en
ocasiones actitudes fóbicas y resistencias a establecer nuevos
contactos, dado que a menudo el mínimo atisbo de agresión
en otro escenario y la aprehensión ante un posible ataque,
producen el mismo temor que el evidenciado en el pasado,
incluso en ausencia de un peligro real o evidente, situación que
reviste una importancia notable al momento de comprender
el comportamiento retraído, aislado, desinteresado o ausente
de muchos niños con problemas académicos y/o de muchos
adolescentes y jóvenes que presentan u historial de fracasos
54
académicos frecuentes.
En el bachillerato, la felicidad, el estatus, las buenas notas o
la “lentitud” del otro, puede motivar la agresión, en este espacio
es muy común el señalamiento respecto a la homosexualidad.
Así, muchos adolescentes son acusados de “gais o lesbianas”, lo
que motiva la exclusión, las burlas, el señalamiento y una serie
de acciones de agresión psicológica que debilitan la autoestima
y generan diversas reacciones psicopatológicas en las víctimas.

Tipos de Bullying
En el estudio de la agresión escolar se distinguen cuatro
tipos de Bullying: relacional, físico, verbal psicológico y ciberbullying,
a los cuales debe sumarse el que reviste un enfoque homofóbico,
en el cual una persona es acosada debido a su condición/elección
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

sexual, aspecto que es más reacio y frecuente cuando se trata


de hombres homosexuales.
Muchos agresores utilizan diversos medios y estrategias para
agredir al otro; sin embargo, existe una tendencia a implementar
un tipo de agresión más que otras, lo cual genera un estilo de
agresión específico. Entre los varones, priman las agresiones
físicas, a las que se suman amenazas y descalificaciones, mientras
en las mujeres prevalece el Bullying relacional y el ciberbullying,
dado que en raras ocasiones se enfrentan físicamente. Sin
embargo, existen casos de agresión física entre mujeres, las
cuales suelen darse en torno a la búsqueda de legitimidad del
poder ante agresores hombres de los cuales requieren
aprobación, como medida de legitimidad ante el grupo o a modo
de “precedente” ante posibles agresoras.
El Bullying y sus tipologías emergen de acuerdo con las
posibilidades de agresión del agresor, y se consolidan en función
del efecto que tienen en las víctimas y observadores, De esta
manera, un agresor puede contemplar la idea de probar varios
tipos de métodos hasta encontrar aquel que hace más daño a
su víctima y que impacta negativamente a los observadores al
infundirles temor respeto.
55
Bullying relacional
La agresión relacional, también llamada “agresión encubierta”,
o Bullying relacional, se tipifica como todo ataque cuyo objetivo
primordial es afectar la interrelación y desarrollo intrapersonal
de la víctima, perturbando de forma permanente su posición
social en un grupo determinado (McGrath, 2006; Underwood,
2003) este tipo de intimidación emerge inicialmente como parte
de las interacciones entre pares y luego se consolida como
una conducta de acoso, una vez los agresores han identificado
debilidades en las habilidades sociales de las víctimas reales o
potenciales. Puede emerger en diferentes escenarios y no
solamente en la escuela; se presenta en la niñez y la adolescencia,
siendo frecuente también a edades cada vez más tempranas,
usualmente en los primeros años de escolaridad (Crick &
Grotpeter, 1995).
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

El Bullying relacional es común entre los adolescentes


especialmente en mujeres y niñas (Downey, Lebolt, Rincon, &
Freitas, 1998; Crick & Dodge, 1994) Entre las características
típicas de este tipo de acoso se encuentran: separar o ignorar
a otros de actividades sociales de los que pueden participar;
por ejemplo, invitar a todos a una reunión menos a la víctima,
sacarla de los grupos de trabajo en el colegio, retirarse cuando
se acerca o cuando pasa, perjudicar su imagen frente a otros a
través de chismes y calumnias, entorpecer, ignorar o conspirar
para que sus amistades se alejen, entre otros aspectos (McGrath,
2006).
El objetivo principal del acoso es herir de modo permanente
la vida emocional y social de la víctima, intentando controlar la
capacidad que esta tiene para relacionarse con otros; es decir,
impidiendo que se relacione y que conserve un clima positivo
y de aceptación social por parte de sus compañeros (Crick &
Dodge, 1994). La manipulación de las relaciones de la víctima
tiene como efecto un temor permanente a entrar en contacto
con otros, lo cual deteriora sus habilidades sociales, además de
obligarlos a profundizar más en los contactos que a extenderlos.
La mayoría de agresiones relacionales se refuerzan a través
de mensajes de textos, chats y redes sociales, en cuyo caso los
56
efectos psicológicos son más nocivos para las víctimas. Las niñas
suelen manifestar más respuestas de agresión relacional ante
provocaciones y desafíos. Así, muchas agresoras relacionales
fueron antes víctimas de este tipo de intimidación, de modo
que su respuesta se construye sobre el principio de retaliación,
a diferencia de los hombres quienes suelen ser más físicos y
verbales en cuanto modalidades de acoso (Crick & Grotpete,
1995).
Cabe anotar que en educación primaria prevalecen las
bromas y humillaciones públicas para descalificar a otros
compañeros, como la principal agresión entre estudiantes.
Cuando estas persisten e intensifican su cronicidad, muchas de
ellas toman la forma de Bullying verbal y relacional. Entre los
temas implicados en dichas bromas se encuentran las diferencias
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

socioeconómicas, limitaciones físicas, exposición al ridículo por


descontrol de esfínteres, e incluso por la cercanía de padres,
aspectos que a menudo son fuente de burla y crítica. Como
consecuencia, algunos agresores suelen llamar públicamente
“bebés, niñitas, nenas o nenes” a uno o varios compañeros con
la finalidad de aminorarlos y generar temor en ellos,
posteriormente viene la agresión física y/o la humillación pública.

Bullying verbal
Según lo expone McGrath, (2006) el Bullying verbal implica
la manipulación de recursos lingüísticos, simbólicos e
instrumentales para generar un impacto emocional que aminore
la capacidad de respuesta de la víctima, y con ello revele su
debilidad o dificultades de forma pública, de modo que otros
(observadores) puedan identificar el poder físico y social del
agresor, al tiempo que la vulnerabilidad de la víctima. La violencia
verbal puede ser más dañina que la física, ya que en la mayoría
de contextos y encuentros escolares tiende a ser implementada
para deformar la imagen social del agredido, y con ello promover
que otros estudiantes se pongan en su contra, lo eviten y aíslen.
La cercanía de este tipo de Bullying con el relacional es innegable,
puesto que el verbal es coadyuvante del relacional cuando se 57
enfoca en el lenguaje verbal directo, y también si a través del
lenguaje no-verbal tiende a vulnerar la dignidad de otro
estudiante.
Todo ello se logra cuando se exponen ideas descalificadoras
que, a menudo, suelen acompañarse de imágenes distorsionadas
y negativas de la víctima, aun cuando este no ha dicho o hecho
algo en contra del victimario. Asimismo, en muchas ocasiones
al agresor no le interesa la respuesta de la víctima, dado que
cualquier respuesta en su defensa por pequeña que esta pueda
ser es manipulada para generar al rechazo de otros, el cual se
constituye en el objetivo principal del Bullying Verbal-psicológico.
Por tal motivo, el victimario tiende a administrar la reputación
de la víctima afectando negativamente su imagen social, además
de tornar proclives a otros a que también la agredan, mismos
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

que se vinculan al grupo de acoso de forma rápida, al distinguir


que de ello “ganan” en cierta medida del respeto o prestigio
del agresor.
Para Garaigordobil & Oñederra, (2008) este tipo agresión
se caracteriza por una frecuencia elevada de insultos, burlas,
calumnias, chismes, acusaciones y acciones de desprestigio
realizadas por el agresor a nivel individual y grupal.Al respecto,
Schmill (2014) en su modelo Socio-Ecológico, señala que este
tipo de Bullying consiste en realizar constantes amenazas de
manera holística; es decir, generalizada. En ella, se implementan
a veces herramientas corto-punzantes que sirven como arma
intimidadora, que acompaña las palabras y frases agresivas en
contra de la integridad de otra persona. Así mismo, se pueden
presentar calumnias, exposición pública de temas confidenciales
y ridiculización con sobrenombres o debilidades. En
consecuencia, se deteriora la reputación social del agredido,
no solo a nivel oral, sino también a través de escritos como
cartas, pasquines, panfletos o ensayos críticos sobre una persona
determinada, que pueden ser colocados en el “muro” de las
redes sociales y en las paredes en sitios visibles para otros, lo
cual genera grandes daños a nivel emocional y social.Asimismo,
ingresa en esta categoría el hecho de burlarse públicamente
58
de alguna discapacidad física o mental a través de grafitis, dibujos
o notas que pasan de mano en mano, así como críticas respecto
a la familia origen, burlas acerca del nivel socioeconómico de la
víctima, familiares y amigos, entre otras descalificaciones cuyo
objetivo es dañar la integridad biopsicosocial de las personas.
De igual manera, Bullying verbal es uno de los tipos de acoso
frecuentes en las instituciones educativas (Chaux, Bustamante,
Castellanos, Chaparro, & Jiménez, 2009, citados por Chaux, y
otros, 2008), ya que por medio de él se llevan a cabo insultos
verbales, menosprecios y humillaciones públicas, además de
descalificaciones en los diversos espacios de interacción entre
pares que brinda el colegio. En este tipo de abuso los agresores
se enfocan en resaltar defectos físicos, problemas emocionales
y sociales, vulnerabilidades, cognitivas o socio familiares, y
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

también suelen poner sobrenombres degradantes a través de


mensajes de texto, escritos en paredes, cuadernos, pupitres,
grupos de chats, y en los baños, así como también a través de
llamadas telefónicas agresivas cargadas de improperios, groserías
y amenazas. Por ultimo pueden también divulgar rumores o
chismes falsos en contra del agredido.
Según el National Parents Council Primary (s.f.) el Bullying
verbal se caracteriza por “persistentes sobrenombres dirigidos
a los mismos individuos, con daños, insultos y humillaciones”
(p. 1). Estos eventos desencadenan rumores o chismes que
suceden a espaldas de la víctima.Asimismo, a los sobrenombres
se suelen agregar golpes e intimidaciones, además de amenazas
verbales y escritas, que ponen en peligro la vida de los
estudiantes dado el nivel de estrés que generan en personas y
grupos. Se debe tomar en cuenta que esta modalidad de agresión
asume una característica socio grupal dado que los insultos y
descalificaciones tienen un mayor efecto cuando se realizan e
púbico y en espacios abiertos donde la víctima se siente más
desprotegida y abandonada por otros (Salmivalli, Huttunen, &
Lagerspetz, 1977; Salmivalli & Isaacs, 2005). Entre las
características que permiten identificar este tipo de Bullying se
encuentran la burla satírica, mal intencionada, constante y
59
molesta hacia otros, hacer bromas desagradables, decir mentiras
de una persona e inventar rumores, hablar a sus espaldas, decir
cosas desagradables de otros compañeros con la intensión de
descalificarlos, llamar a uno o varios compañeros con
sobrenombres que le molestan, amenazar con golpearlos o
molestarlos insistentemente, realizar llamadas desagradables,
entre otros.

Bullying psicológico
Este tipo de Bullying se caracteriza por minimizar la
autoestima y provocar una elevada inseguridad en la persona,
trayendo consigo el miedo al enfrentarse en cualquier situación
de la realidad cotidiana de un individuo (Garaigordobil &
Oñederra, 2008) Es preciso mencionar que el maltrato
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

psicológico se encuentra presente en todas las formas de acoso,


de modo que todos los tipos de Bullying tienen efectos
psicológicos, lo que no significa que todas sean acoso psicológico
de forma específica. Es así que este tipo de acoso aparece cuando
los daños al otro incluyen una intencionalidad destructiva que
busca el daño emocional permanente, por sobre otras
intenciones. Esta modalidad de acoso suele combinarse con
otras formas de maltrato y más que un elemento sobreañadido
es la base de toda teleología del maltrato. Cabe mencionar que
en este tipo de Bullying ingresan todas aquellas expresiones
corporales connotadas como agresivas e intimidantes, como
los gestos ofensivos de desaprobación, hostigamientos
emocionales o actitudes de desprecio y descalificación cómo
ignorar la presencia del otro, levantarse cuando se acerca, emitir
sonidos agresivos cuando el otro se acerca, etc., juegan un papel
importante como hacer amenazas repetitivas o exigir al infante
a cometer algún tipo de acción con la que no esté de acuerdo
o clausurarlo de su grupo de pares. Sin embargo, cuando se ve
atacada la autoestima del individuo se fomentan una gran
sensación de temor, inseguridad, aislamiento, dolor, lo que
posiblemente podría desencadenar en un desconsuelo que
interfiere en su desarrollo social y emocional (Avilés, 2009)
60
A razón de que aparece adjunto a otras formas de agresión
escolar, este tipo de Bullying es uno de más complejos para
identificar, debido a que suele presentarse bajo la forma de
actitudes y gestos de agresión, amenazas verbales, y/o exclusión,
especialmente en momentos y situaciones sociales en las cuales
las víctimas se sienten acorraladas o expuestas, lo cual limita su
capacidad de respuesta ante los gestos, palabras o conductas
de desprecio.
En este tipo de Bullying el agresor oculta su identidad y suele
resguardarse en otros “seguidores” buscando el momento en
que la víctima se encuentre más vulnerable o desprotegida para
agredirlo psicológicamente. La finalidad simbólica del daño es
causar una herida permanente en la víctima, miedo que se ve
sostenido sobre el temor anticipatorio; es decir, la reacción de
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

temor, incluso sin la presencia del agresor o de las agresiones.


Es preciso señalar que a menudo los victimarios incrementan
sus acciones agresivas en la presencia de adultos, con la finalidad
de demostrar a la víctima que se tiene cierto poder sobre los
adultos, o que éstos de forma directa o indirecta aprueban su
conducta, situación que eleva la vulnerabilidad de la víctima,
quien se siente más vulnerable a razón de percibir una baja
protección en su entorno.
El Bullying psicológico se asemeja al relacional. La diferencia
se encuentra en la especificidad de las intenciones, dado que
en este último prima la ruptura de las relaciones de la víctima
a través de actos de anulación sistemática de su integridad,
situación que es común en espacios abiertos de encuentro
entre pares; mientras que en el primero, son prevalentes las
descalificaciones gesticulares, corporales y simbólicas a través
de las cuales se buscan impactos psicológicos precisos, tales
como hacer que se sienta mal, provocar llanto y terror
permanente, generar en la víctima un estado alterado de
conciencia, que a menudo puede desembocar en ideas suicidas,
trastornos mentales y problemas de ajuste psicosocial
permanentes.
61
Bullying físico
Es aquel que se realiza de forma intencionada para causar
daño físico-corporal contra el cuerpo de otro a través de
empujones, golpes, mordiscos, hematomas, rasguños y que a
menudo genera consecuencias graves a nivel físico, tales como
heridas, fisuras, fracturas, daños irreparables para el cuerpo e
incluso la muerte (Garaigordobil & Oñederra, 2008).Asimismo,
se incluyen en esta conducta el ahorcar, golpear, arrojar objetos
o utilizar cualquier arma u objeto contundente hacia otro. Cabe
señalar que esta modalidad de Bullying en prevalente en hombres,
aunque en la actualidad existe una evidencia fuerte de
participación de mujeres en riñas y conductas de acoso físico.
Es dable mencionar que este tipo de Bullying es frecuente en
básica primaria y secundaria; en él, los agresores buscan dejar
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

huellas corporales o cicatrices permanentes en los afectados.


Cabe resaltar que las agresiones pueden ser más nocivas de
acuerdo con variables como edad, estatus en el grupo y grado
de desarrollo físico, social, cognitivo y emocional, aspectos que
pueden tornarlas más directivas y peligrosas (Andrade, et al,
2011)
Otras acciones involucradas en este tipo de agresión son
tomar los implementos de otra persona y esconderlos, no
devolver lo que le quitan al otro y pegarlo si se reclaman, rozar
y chocar con sus pares a razón de su agresividad permanente y
su deseo de romper las normas, y por verse involucrados en
conductas de mordeduras, pellizcos, rasguños, golpes e
intimidaciones, todo ello con la finalidad de iniciar algún tipo
de conflicto y prolongar sus efectos personales y colectivos, a
veces motivados por el aburrimiento o por el deseo de
descargar frustraciones personales (Salmivalli C. , Lagerspetz,
Björkqvist, Österman, & Kaukiainen, 1996)

Ciberbullying y Grooming
El concepto de Ciberbullying fue utilizado por primera vez
por el canadiense Bill Belsey para referirse a conducta de acoso
62 a través de las redes sociales y otros medios tecnológicos. El
mismo autor acuño términos como “Ciberacoso” para referirse
al acoso electrónico; el e-acoso para destacar la intimidación a
través del e-mail; el acoso-sms, con el uso de mensajes de texto;
el “network mobbing”, o acoso por medio de las redes sociales;
además de categorías como “acoso móvil” realizado a través de
celulares, “acoso en línea” implementado cuando se intimida
por medio de chats, blogs u otros escenarios virtuales de
comunicación en línea; el “acoso digital” para referirse al uso de
archivos digitales en las prácticas de acoso; y el “acoso por
internet” para destacar cualquier conducta de acoso dada a
través de la internet. En este aspecto, resulta importante
mencionar que el uso inapropiado de las tecnologías de la
información y de la comunicación (TIC), puede incrementar
gravemente el número de casos de ciberacoso, dado el elevado
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

grado de anonimato que permite a los agresores, y la rapidez


de divulgación de la información. De esta manera, las fuentes
de información como el internet, el teléfono móvil, los
computadores, tabletas y demás aparatos tecnológicos que
amplían las posibilidades globales de comunicación, se
constituyen también en herramientas que a menudo facilitan
las agresiones, y en particular la intimidación entre pares.
El Ciberbullying es llevado a cabo regularmente a través de
las redes sociales y tiene como comportamiento base difundir
información sobre otra persona con el fin de descalificarlo,
anular su vida social y causar un impacto negativo permanente
en la comunidad virtual y real.Así, lo que el agresor en realidad
busca es que la información negativa que difunde se convierta
en “viral” para así desacreditar su vida y afectar su estabilidad
psicosocial. Otras acciones vinculadas al Ciberbullying son la
suplantación de identidad de otro con el objetivo de generar y
difundir mensajes bajo el nombre de la persona acosada, sin
que esta sepa que se escribe eso de sí, motivo por el cual crean
falsos perfiles en las redes sociales, suben información
inapropiada o falsa, como fotos, mensajes, perfiles, gustos, vida
privada, etc., crean nuevos blogs, chats, o e-mails para
comunicarse con extraños y conocidos, lo cual genera riesgos
63
para las víctimas, quienes pueden ser parte de extorsiones,
estafas e intimidaciones de otros, Sexting y Ciberestafa. El
acosador también desprestigia a su víctima usando la internet
para divulgar videos o imágenes, a menudo editadas, que se
envían a través de teléfonos celulares o creando grupos de
desprestigio a través de chats (Avilés, 2009)
En este tipo de conducta cibernética de acoso también se
incluyen insultos, falsos testimonios, amenazas, exageraciones,
improperios, rumores, calumnias y otras formas de intimidación
a través de redes sociales, cuya condición masiva y a menudo
anónima suele tener un impacto negativo en las víctimas, quienes
sufren porque su nombre, identidad o secretos se encuentran
“ventilados” de forma global.
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

Así, entre más capacidad de divulgación tenga la red, mayor


será la condición de sufrimiento de la víctima, la cual puede
tomar decisiones inapropiadas cuando percibe que los factores
de riesgo son mayores que los mecanismos protectores en el
hogar y en su entorno de desarrollo. La conducta de acoso es
deliberada, repetida y hostil; además, rápida, viral, global y de
fácil implementación. Para Bill Belsey (2005) las víctimas se ven
muy amenazadas y suelen no contarle a sus padres, lo cual
aumenta el conflicto interno, posterga las soluciones y eleva su
incomodidad emocional haciéndola permanente, factor que
contrasta con el criterio de relatividad de los mensajes, dado
que en cualquier momento puede emerger uno de acoso,
haciendo que la víctima esté intranquilo dado el elevado nivel
de expectativa que ello le genera.
Entre las causas de este tipo de conducta se encuentra
principalmente la necesidad de explorar nuevas fuentes de
comunicación que se deterioran cuando no existe una
supervisión adecuada de los adultos; la demanda de pertenencia
social en ausencia de una red real de personas lo cual puede
ser elevado en niños y adolescentes con déficit de habilidades
sociales; el fácil acceso que se tiene a la redes y sus contenidos;
la búsqueda de nuevas formas de agresión que permitan al
64
agresor “camuflarse” y ocultar su identidad; el escaso filtro sobre
la información respecto a contenidos sexuales, violentos o de
riesgo; el haber experimentado alguna forma de acoso, lo cual
motiva a buscar retaliación y anonimato con el fin de evitar
una agresión real, fenómeno que puede ser llamado “acosador
– acosado”; la existencia de “nativos digitales” es decir, de niños,
niñas y adolescentes dependientes del internet para todas sus
actividades y decisiones y la idea, curiosidad y/o necesidad de
generar alguna forma de agresión, con el fin de obtener poder
y reafirmación social de un grupo pequeño de adeptos o
cómplices-seguidores, de los cuales se busca aprobación y
reconocimiento permanente.
Por su parte, el Grooming, es el acoso ejecutado por un adulto
a través de acciones realizadas deliberadamente para establecer
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

una relación inapropiada y control emocional sobre un niño,


niña o adolescente. Grosso modo se catalogan como situaciones
de acoso con un contenido sexual explícito o implícito, en el
cual el acosador es un adulto y existe una intención sexual.
Esta intencionalidad es manifiesta a través de las redes sociales,
los mensajes etc. La intención del adulto es encontrarse con el
menor y tener contacto físico.

Modalidades de Bullying de acuerdo con el


género
Respecto a las modalidades prevalentes por género, el Bullying
relacional y psicológico presenta una tendencia mayor en el
género femenino, mientras en el masculino suele exteriorizarse
con mayor frecuencia el Bullying verbal y físico, casi siempre
observable a través de acciones como, tomar las cosas de otros
compañeros, esconderlas, dañarlas o alejarlas de ellos, tropezar
intencionalmente con alguien para buscar motivos de pelea,
actitud paranoide o “en guardia”, empujones, halar partes del
cuerpo, ropa, maletín, accesorios o el cabello, patear, pellizcar,
arañar, abofetear o golpear a otro sin razón, casi siempre en
espera de que la persona responda o “revire”, el cual es el
neologismo que referencia el acto de dar vuelta o de “volver a 65
mirar”, acción que desata en el agresor la idea de la legitimidad
de la agresión, misma que se convierte en el único vehículo
comunicacional. Respecto al Bullying verbal son frecuentes las
conductas de burla despectiva, los apodos y muletillas a los
cuales se les agrega un dejo de sarcasmo y futilidad, los
señalamientos desagradables y displacenteros respecto a un
defecto físico, una debilidad o un acontecimiento en el que la
persona fue ridiculizada en el pasado. Asimismo, aparecen
asociados el hecho de inventar calumnias o mentiras de la
persona que se agrede, las amenazas de “palizas o golpizas”, el
difundir rumores desagradables sobre alguien y el anular la
participación oral en el salón de clases como en otros espacios.
El Bullying verbal puede presentarse en estudiantes destacados
que obtienen poder y estatus de su buen rendimiento
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

académico, pero que anulan o humillan a otros en función de


los problemas de aprendizaje que estos presentan. Este tipo de
agresión ha sido poco estudiada, aunque se debe estar alerta
respecto al hecho de catalogar toda agresión, competencia o
evento asimétrico en la relación entre pares como Bullying.
Cabe mencionar que el Bullying no es de uso exclusivo del
género masculino, ya que paulatinamente se ha posicionado en
el ámbito femenino, el cual para agredir y acosar a otros presenta
un uso mayor de las redes sociales y de otros medios
electrónicos (Ciberbullying), especialmente de los mensajes de
celular, vídeos en la web, chats y grupos de difamación en los
celulares o en las páginas de redes sociales, crear páginas web
de desprestigio social, montar encuestas on line para acosar y
desprestigiar a alguien a través de “votos”, entre otros. Cabe
mencionar que estos medios para agredir son usados por ambos
géneros en la modalidad de Ciberbullying, aunque su tendencia
es mayor entre el género femenino. Por ello, aunque
socioculturalmente se piense erróneamente que la agresión
escolar se concentra en los varones, el Bullying femenino de
corte Cibernético puede resultar incluso más letal para un
adolescente, porque su poder de divulgación social, hace de la
agresión virtual una realidad letal, cuyos efectos a la estabilidad
66
psicosocial aumentan la vulnerabilidad de las víctimas. Se debe
resaltar que las agresiones en las mujeres suelen ser menos
visibles, en gran medida por un plus innecesario de tolerancia
e imaginarios sociales adscritos a roles históricamente definidos,
pero sofisticadamente dinámicos y mudables, por parte de la
comunidad, la familia y el colectivo socioeducativo. Dichos
elementos reproducen ideas clásicas de la mujer como pasiva,
no agresiva, serena y receptiva, lo cual en la actualidad representa
una exclusión de la diversidad caracterológica y temperamental
de cada género.
Grosso modo, la tendencia a la elegir medios cada vez más
simbólicos y virtuales para ejecutar el acoso virtual, hace de
las agresiones actos pseudo invisibles en el aula o en otros
espacios, factor que dificulta su identificación temprana, al
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

tiempo que limita las posibilidades de la víctima para evitar


estas acción es o defenderse contra ellas, pues cuando intenta
hacerlo la información ya circula por las redes sociales y su
reputación e intimidad ya se encuentra en detrimento por
efecto del daño moral recibido. Muchos agresores replican las
agresiones que circulan por la web interiorizando la idea de
que es posible obtener reconocimiento entre más se divulguen
sus “hazañas violentas”; de igual manera, muchos de los vídeos
que circulan por la red imprimen en los estudiantes, la ansiedad
necesaria para movilizarse hacia la supresión de su pasividad
interna, respecto al estado emocional que los invade, dicho
esto la connotación violenta de las relaciones del agresor, se ve
reforzada por los Mass Media y la saturación cada vez más
elevada de series, revistas y novelas que imprimen a los
adolescentes el ideal de un poder alcanzable a través del
ejercicio de la fuerza, la manipulación y los bienes materiales;
es decir, un territorio ideal en el que la subjetividad recrea
acciones de satisfacción mental, que actúan como paliativo ante
la necesidad de pertenecer a un mundo cada vez más virtual.

67
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

68
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

Tercera parte.
Perfil de los actores sociales y papel de la
familia

69
Aproximación al perfil del agresor

Muchos de ellos exhiben una considerable capacidad para


expresar su inconformismo socio familiar y pedagógico ante
su núcleo de pares e incluso delante de sus maestros, llegando
a transformar la frustración interna en justificaciones constantes
acerca de la agresión, lo cual connota un rasgo primario de
anulación retroactiva de la culpa, mismo que se constituye en
el síntoma principal del desarrollo del trastorno disocial y, a
futuro, de conductas psicopáticas.
Los agresores están la mayor parte del tiempo inconformes
con lo que tienen afectiva, social y materialmente hablando, y a
menudo desean el bienestar o el estatus de otros, usando la
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

violencia como vía de anulación de la felicidad externa, la cual


es negada en sí mismos, o como castigo de la no-participación
o la no-idolatría respecto a ellos, especialmente cuando las
víctimas lo evaden o no rinden el “culto al héroe”. A nivel del
hogar pueden mostrarse receptivos a las críticas y contar con
una sobrecarga emocional importante, que puede ser anulada
por un núcleo familiar agresivo, violento y evasivo que presenta
escasas habilidades de contención y procesamiento de la
angustia. Los agresores exhiben un contacto social dominante,
connotado por el uso de la fuerza “primitivismo”, agresión
verbal, mayor en los hombres, y “astucia” para la planificación
de agresiones simbólicas, frecuente en las mujeres. Estos
comportamientos pueden ser visibles en la relación con sus
hermanos y otros grupos de pares, y aunque no es una regla
básica que el agresor agreda en otros espacios, sí es frecuente
que los actos de violencia se repliquen en nuevos escenarios
de relación, con una escala menor de impacto que gradualmente
se eleva, en la medida que el agresor se apodera de territorios
simbólicos y materiales de la relación con otros.
En los adolescentes de comportamiento Bullying priman los
siguientes aspectos psicoafectivos: ira, deseo de venganza o de
“retaliación contingente”, inconformidad, sensación de vaciado
70
“siente que algo le han quitado”, rabia no-funcional, baja
tolerancia a la crítica, baja tolerancia a la frustración, sensación
de independencia, y de que “muchas cosas del mundo adulto
dependen de ellos”, sentimientos de culpa reprimidos, idea de
que “son necesarios” para que la escuela funcione mejor,
egocentrismo, entre otros.
En el aspecto psicológico se encuentra en ellos una necesidad
de dependencia frustrada, situación que proviene de un
“recorte” o la discontinuidad en los nutrientes afectivos en
etapas de desarrollo preescolares, que se mantienen hasta las
primeras emergencias de las conductas agresivas en el escenario
educativo. La necesidad de depender es tramitada con la ayuda
de los padres, a través de actitudes y enseñanzas direccionadas
a la resolución de conflictos, la toma de decisiones, la inclusión
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

adecuada de otros hermanos o “normo funcionalidad de la


fratría”, y la ruptura de la unidad simbiótica derivada de la
relación de cercanía con los padres. Cabe mencionar que para
el niño resulta crucial el modo como dependen de los padres
al inicio de su vida y la forma como se separan de ellos a través
el proceso de escolarización, aspecto que los marca por el
resto de su vida, y aunque no determina de forma específica un
destino de agresiones, sí estructura de forma primitiva el modo
con el que los niños, niñas y adolescentes se relacionan con
muchos de sus objetos de amor. Un adolescente con necesidad
de dependencia frustrada, encontrará válido el hecho de contar
con una actitud de coerción, con las cuales se apropia de los
sujetos a través del dominio de sus particularidades o atributos,
a fin de anularlos, dominar su voluntad, someterlos a sus deseos,
ridiculizarlos en público o para dejar en ellos “una marca”,
aspecto asociado a su enorme necesidad de trascendencia
social.
Entre los elementos mantenedores del Bullying en
adolescentes colombianos se encuentra la falta de articulación
de acciones colectivas transdisciplinarias, con las que se logre
integrar a los niños, niñas y adolescentes de comportamientos
agresivos a nuevos entornos educativos donde no sean juzgados
71
por su historial de agresiones o, en su defecto, para reintegrar
al sujeto al grupo sin articular a las acciones institucionales y
familiares un modelo castrense operante expulsión, castigo,
deprivación afectiva, etc., a través de circuitos de represión-
anulación-amenaza-expulsión del agresor. Otros factores
asociados son el poseer un legado generacional de malos tratos
en el hogar y en la escuela, ejemplo de ello es el hecho de
contar con hermanos o familiares que fueron agredidos o
agresores en la escuela/colegio, lo que promueve en los
agresores el mantenimiento del legado como atributo de
dominio y reconocimiento social, y en los agredidos la
aprehensión y el temor anticipatorio que dificulta su proceso
adaptativo en la institución educativa.
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

Además de esto, otros elementos asociados son el participar


de grupos “autistas” o vertidos en sus mismos, con una cohesión
interna diluyente de la prosocialidad y la empatía, sentir y creer
que se tiene el “deber” de ser agresivo porque “así es como se
sobrevive en el medio en el que se vive”, el contar con una
relación diádica excluyente fruto del señalamiento negativo y
la elevada rigidez familiar respecto a los patrones de crianza.
Para muchos agresores el contar con un repertorio conductual
de experiencias en las que se obtuvo una “ganancia afectiva de
reconocimiento y estatus” a través de los malos tratos,
constituye el basamento de legitimidad de sus conductas
agresivas, por lo que un modelado “en violencia” producto de
crecer con padres agresivos puede ser letal para el desarrollo
biopsicosocial de los niños, niñas y adolescentes implicados en
este tipo de conductas.
Asimismo, influyen la desvitalización del rol de madre, ya
sea porque se encuentra ausente o porque no cohesiona a los
miembros familiares en torno a un objetivo grupal de apoyo y
satisfacciones afectivas, como también la identificación con
agresores o con una parte del comportamiento agresivo de
estos, del cual obtienen respeto y estatus similar, la demanda
por parte de los pares o cuidadores de una obediencia absoluta
72
que anula la cooperación, y el crecer en familias “autistas-
esquizofrenoticas” que al estar imbuidas en sí mismas y emitir
discursos contradictorios disocian la realidad y alteran el
lenguaje y los sistemas de comunicación con los cuales cada
miembro da cuenta de la realidad que viven.
En los agresores funcionan elementos prospectivos y de
planificación que se articulan a la actividad lúdica y social a
través de escenarios mentales específicos, los cuales orientan
la constitución de una estructura psicológicamente defensiva,
ante la presión de las instituciones sociales respecto a su cambio
actitudinal y la incorporación a su vida de pautas de crianza
definidas y patrones de comportamiento socialmente aceptables
normo funcionales, situación que es tomada por estos como
contraproducente, desafiante, constrictora y de carácter
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

impositivo, lo que desata en muchos de ellos actitudes y acciones


contestatarias.
Dichas acciones proceden de la ansiedad flotante que los
acompaña, la frustración acumulada respecto a los nutrientes
sociales, la capacidad deteriorada del sostén y apoyo familiar,
en enlace a una percepción de que son víctimas de un
inadecuado control social, en el que se imponen normas que
no pueden ser cumplidas, porque no han logrado integrar lo
normativo a sus vidas, dificultades para integrar el sistema
religioso y moral.
Tanto en agresores como en los estudiantes agredidos, el
entorno de desarrollo proximal, presenta una elevación
importante de los factores de riesgo socio familiar, además de
condiciones de vulnerabilidad a nivel biopsicosocial, siendo
mayor los factores de riesgo simbólico, físico y relacional que
los factores protectores a nivel emocional y afectivo.Asimismo,
el hecho de tener familiares con antecedentes de abuso escolar,
configura en ellos ideas, representaciones, comportamientos y
motilidades, orientadas a la repetición de esas conductas a fin
de validar en ellos un legado generacional del cual se sienten
responsables, lo que indica la formación de mitos grupales de
corte generacional, al tiempo que favorece la reproducibilidad
73
de los medios y modos de agresión en la escuela puesto que
aunque cambie el agresor, la intencionalidad y los fines
perseguidos son los mismos. Respecto al comportamiento
Bullying es útil mencionar que en muchos de estos niños y
adolescentes existe una validación personal, social e incluso en
algunos casos familiar de Imaginarios sociales, que legitiman la
idea de la agresión como componente de los sistemas de
comunicación, por ello hablarse “golpeado”, gritar para ser
escuchado, empujar a otros para llamar la atención sobre algo,
o coaccionar para lograr un objetivo pueden constituirse en
pautas de interacción consideradas como permitidas por los
estudiantes, especialmente cuando dichos elementos son válidos
al nervios del hogar. Otro elemento coadyuvante es el crecer
en una comunidad que refuerza la agresión como un acto de
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

defensa y de crianza “normal”, además de actitudes y acciones


de patriarcalismo y machismo que son reforzadas por la madre
cuando se “acomoda” a la relación disfuncional y de
sometimiento con el padre.
En general, los “matones escolares” exhiben una necesidad
creciente de mantener esas conductas, en gran medida porque
así son tomados en cuenta a nivel social, especialmente cuando
los modelos de identificación familiar tienen un patrón de
exigencia que obliga a sus miembros a la obediencia automática
y hacia la rigidez en el manejo de las ideas absurdas por parte
de los adultos; ergo puede estimarse que su conducta es un
intento de romper el círculo vicioso de estímulo – respuesta,
impuesto a través de la pedagogía tradicional emisor, docente
– receptor pasivo, alumno. Muchos abusadores toman venganza
de los abusos pasados, por partes e sus padres, o de otros
compañeros más fuertes o socialmente más activos, algunos
son víctimas de negligencia y malos tratos en su hogar o cuentan
con hermanos mayores que ejercen roles paternos de forma
exagerada. Estos estudiantes se destacan entre su grupo por
una variedad de características muy limitadas que guardan
relación con la fuerza y las conductas agresivas, algunos de
ellos tienen baja autoestima e intentan superarlo a través de la
74
violencia a otros con el fin de sentirse poderosos e invulnerables,
además de tener familias que pueden ser muy conflictivas,
desconfiadas, confabuladoras, laxas, conflictivas, o que se
muestran ante los demás “aparentemente” funcionales.

Características generales de los agresores


Es importante mencionar que frecuentemente los agresores
tienden a controlar a otros a su alrededor, exigiendo de ellos
ciertas reacciones de sumisión, obediencia y de “culto” a sus
acciones. Debido a ello molesta a otros compañeros, fanfarronea
y bravea tornándose pendenciero y provocador de respuestas
en aquellos que acosa, como también en personas que considera
pueden disputarle el “trono” de bravucón. El agresor presenta
notables necesidades de afirmación externa por lo tanto su
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

conducta cobra sentido a través de actos visibles a otros, así se


hace notar a través de peleas o creando “retos” en los que
involucra a compañeros, observadores, a fin de compartir con
ellos las responsabilidades de sus acciones o de culparlos en
caso de ser “necesario”. Este tipo de estudiantes presenta una
elevada sensibilidad a la crítica y a ser desafiado, llegando a
interpretarlos como acciones o correcciones efectuadas por
sus compañeros, profesores u otros adultos. En el colegio se
molesta fácilmente y participa de constantes peleas y discusiones
aun cuando estas no tengan que ver con él o con su grupo.
Se caracteriza por prometer que va a cambiar, y cuando es
presionado por las figuras de autoridad puede llevar a manipular
a los adultos a través de la victimización o en su defecto a
reaccionar agresivamente con estos. Dado el caso, es importante
revisar las pautas de interacción familiar en las que
probablemente primen patrones de relación flexibles y de escasa
consolidación e interiorización de las normas y límites del hogar.
Los agresores de otros compañeros de estudio constantemente
rompen las promesas, mienten para evitar castigos u obtener
beneficios e involucran a otros en problemas que son de su
autoría o completa responsabilidad, llegando a culparlos como
estrategia para disminuir la culpa que sienten una vez que han
75
agredido a otros. En este sentido, es importante mencionar
que no existe en los agresores una especie de “falta de culpa”
constitutiva, pues lo que sucede en estos casos son
desplazamientos de la intencionalidad culposa en otros ante la
emergencia de sentimientos ambivalentes que el agresor no se
permite reconocer porque los asocia a factores como “debilidad,
homosexualidad, flaqueza, pérdida de estatus, etc.”.
Muchos de los agresores Bullying, en un intento de llamar la
atención de los demás, toman las cosas de sus compañeros sin
pedir permiso y en ocasiones las dañan y no responden por
ello; son descuidados con objetos personales y ajenos, rompen,
dañan y rayan los libros u otros objetos; interrumpen en los
juegos de otros, irrumpen en las conversaciones ajenas y, a
menudo, si se integran a juegos o actividades que implican cierto
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

nivel de competencia, reaccionan agresivamente cuando pierden


o hacen trampa en el juego, y cuando se les reclama reaccionan
con agresiones o amenazas. Muchos de estos niños, niñas y
adolescentes no sienten placer en cuidar la propiedad privada
de la institución educativa, por ello escriben en las paredes,
pupitres y en las “cosas personales” de otros; frases degradantes,
ofensivas, discriminatorias o alusivas a su discapacidad, conflictos
o problemas personales y socio-familiares. En el salón de clase
regularmente se ubica en la parte de atrás “al lado de los más
vagos y molestosos”, generando un ambiente de predisposición
al chiste, la ridiculización y el saboteo-amotinamiento en las
clases. Se muestra desordenado, liberal y con “derechos”, por
lo que emite constantes exabruptos que alteran la
concentración del grupo. De manera constante desafía y rompe
las normas de la institución educativa, dice malas palabras, se
demora en “entrar del recreo o descanso”, en la casa puede
suceder lo mismo, y toman diversos rumbos antes de llegar a
la casa después de salir del colegio.
Los agresores son frecuentemente desordenados en el aula,
aunque ello no signifique que lo sean también en la casa, ya que
muchos de ellos pueden vivir escenarios dobles: “en la casa un
orden estricto” y en el colegio “un desorden generalizado”, en
76
cuyo caso, el Bullying forma parte de las estrategias de escape
ante el “yugo” familiar arbitrario y castrante de su individualidad.
Con sus compañeros se portan dominantes, les ponen
sobrenombres, igual que a los adultos, a menudo gritan en clase
y no controlan sus emociones, buscando el comentario y la
broma-chiste a fin de suscitar y la pérdida del control grupal
por parte del maestro. En ocasiones, llegan a interrumpir tanto
la clase que el profesor debe sacarlos, aspecto que actúa en
ellos a modo de reforzador de la conducta disruptiva. Así, al
interrumpir a otros mientras hablan o al interferir en su trabajo
grupal desobedecen las reglas, mandatos, convenciones,
acuerdos e instrucciones dadas por el mundo adulto.
Presenta en el aula y en otros escenarios baja tolerancia a la
crítica y a la frustración, llegando a ejercer el filtraje de que
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

toda sanción es un ataque programado contra su individualidad


y deseo de ser “sí mismo”. Frecuentemente el agresor desafía
abiertamente a los adultos con un lenguaje verbal y corporal
fuerte y grotesco, por ello muchas de sus palabras y gestos son
de carácter soez. En ocasiones pueden incurrir en delitos,
consumir sustancias psicoactivas y tener una actividad sexual
precoz.

Condición psicosocial de los agresores


En una cantidad importante de agresores la actividad
psicológica está caracterizada por niveles elevados de represión
emocional e inhibiciones afectivas evidentes en pocas muestras
de cariño y admiración hacia otros; así, cuando dichas emociones
se contienen por temor a ser visto como alguien débil o porque
se suele burlar de ellas en sus víctimas, el resultado es el
incremento del nivel de frustración personal, aumentando la
tensión mental y social del sujeto. En el agresor, este proceso
emerge por efecto de la aparición externa, en otros, de actos,
aptitudes, diferencias, actitudes o situaciones negadas, no-
aceptadas o toleradas parcialmente en sí mismo, que entran en
resonancia con contenidos análogos, reprimidos, de su vida
interna. Una mirada psicodinámica revela que en el agresor 77
suceden “movilizaciones o desplazamientos” de motivos
psicológicos fuertemente reprimidos y cargados de angustia,
que por efecto de una elevada inhibición psíquica deterioran la
fortaleza Yoica, encargada de mantener el estatus quo u
homeostasis de la psique respecto a las demandas de la sociedad,
la impulsividad “natural”, demandas de satisfacción internas, y
la normatividad moral con la que el Yo opera en lo social
(Andrade, Bonilla, & Valencia, 2011). Dicha configuración mental
afecta al Yo, en particular en su habilidad de articular la realidad
a lo imaginario, alterando en los agresores la capacidad simbólica
para entrar en contacto con el sufrimiento del otro o de pensar
asertivamente en las consecuencias antes de ejecutar las
agresiones (Andrade, et al., 2011). En general, para los
adolescentes que agreden, el hecho de que el otro exhiba
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

conductas que ellos repudian en sí mismos es uno de los factores


motivadores para que dicha conducta sea anulada a través de
cualquier medio.
Lo que sucede en estos casos es una “resonancia
psicoafectiva” entre lo que reprime el agresor porque indica
debilidad, y lo que este ve en la víctima a modo de defecto
(pasividad, debilidad, fragilidad, vulnerabilidad). El agresor se
protege de instalar en su vida esas características las reprime,
pero las proyecta en otro, constituyen la víctima la negación de
sí, misma que quede ser anulada a cualquier modo (paranoia).
En este proceso se produce una liberación de motivos
inconscientes de los cuales el sujeto es en sí mismo: víctima
(latente, potencial, reprimida) y victimario (manifiesto, real), lo cual
produce un interjuego dual, en el que el rol de víctima es anulado
en el agresor a fin de negar la vulnerabilidad como parte de su
estructura. Por esta razón, la resonancia psíquica desata lo
“perdido-reprimido-irreconocible” e inefable de los motivos
reales desencadenantes de la agresión, vinculándolos a una trama
de posibilidades simbólicas que se re-categorizan y redefinen
en la actividad agresiva, misma que de forma teleológica busca
la ilegitimidad del otro, para conservar la legitimidad personal
de sus acciones agresivas.
78
Los comportamientos antisociales, disruptivos, de retaliación
o de sevicia y maldad se asocian al Bullying, y generan un anclaje
a respuestas estereotípicas, con las cuales los agresores
consolidan una posición respecto al mundo, lo normativo y su
experiencia emocional interior. Ergo el Bullying surge de la
transformación de una parte de la energía psíquica en motilidad
impulsiva, mientras la otra facción actúa a modo de dispositivo
de apuntalamiento y gatillaje de la violencia, producto de la
asociación entre lo visto en el otro y lo negado en sí mismo. En
este sentido el Bullying es parte de una estrategia psíquica
empleada para anular una sección “irreconocible” de su
condición psíquica (afectividad), que por configuración
imaginaria (identificaciones, representaciones e imaginarios
sociales), considera lo tornan débil o frágil ante otros, del mismo
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

modo como él/ella ha aparecido ante sus progenitores o figuras


de autoridad en el pasado (Andrade, et al., 2011).
El Bullying efectuado por los agresores tiene como
connotación especial cuando está relacionado con la
impulsividad, el deseo de explorar experiencias distintas a la
pasividad y el ordenamiento social, la necesidad de desinhibición
total, como también una búsqueda de beneficios afectivos a
través de la excitación ante el “careo” o el desafío, por lo que
la agresión forma parte de una organización mental, en el que
el “reto” auto estipulado es considerado como necesario para
definir el estado de excitación mental de los sujetos; de suyo,
además de la particularización de la acción social en actos de
impaciencia, el favoritismo hacia pequeñas recompensas del
acoso, y las grandes recompensas narcisistas en la agresión
propiamente dicha, el deseo imperioso de exploración de los
riesgos de establecer “roturas” en los sistemas normativos.
Además de la sensación de placer y de goce, cabe resaltar que
este último estadio emerge cuando el placer que resulta de
acosar a otros le resulta insuficiente y el agresor busca la
permanencia de los refuerzos derivados de la humillación del
otro, perversión, auto apuntalándose en un lugar de negación
de la legitimidad del otro y de la parte vulnerable de sí mismo,
79
proceso que se decanta en la capacidad práctica para generar
indiferencia afectiva, apatía ante el dolor ajeno, y represión del
sentimiento de culpa respecto a estas prácticas.

Aproximación al perfil de la víctima


El Bullying aparece en el ámbito público y privado, y aunque
se atenúe con el paso el tiempo la inclusión de nuevos intereses
y el aumento de las necesidades de relación en los actores
sociales, las secuelas traumáticas pueden perdurar toda la vida.
Entre los indicadores comunes en las víctimas se encuentra
que pide más dinero de lo normal, para pagar a los abusadores,
cambia súbitamente su deseo de ir a espacios públicos en los
que pudiera encontrarse con el acosador, no asiste a reuniones
del colegio porque teme ser ridiculizado, regularmente tiene
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

mucho más trabajo de lo normal, hace tareas a otros estudiantes;


se ausenta de espacios deportivos, porque es tomado como
débil; se le excluye del juego o se le incluye para agredirlo
“legítimamente”, muchos de ellos pueden generar enuresis,
orinarse en la cama, por temor a ir al baño en el colegio porque
en ese espacio lo agreden, como también encopresis descontrol
del esfínter anal; colitis nerviosa, diarrea por nervios; prurito
psicógeno, ronchas, alergias, etc., o estar tan débiles que queden
a expensas de enfermedades oportunistas lo cual encaja con
su deseo de no regresar al colegio. En estos niños son frecuentes
las pesadillas o terrores nocturnos, el desvelo, la aprehensión
fatalista y un estado nervioso generalizado que también se
expresa a través de síntomas gástricos y trastornos de la
alimentación, como inapetencia, ansiedad bulímica, bulimia
nerviosa y anorexia nerviosa.
Otros indicadores en las víctimas son la aparición de marcas
o laceraciones en los brazos y/o piernas, conductas evitativas,
auto confinamiento, desconfianza e inseguridad, además de
notables cambios en su apariencia física (descuido personal,
uso de prendas para ocultar defectos físicos, llega a la casa
“confundido” o con las prendas desgarradas o dañadas). A
menudo cuando los acosan con su peso u obesidad, suelen
80
usar ropa más ancha u oscura, o también vestir prendas que
los ridiculicen públicamente como consecuencia del mandato
que impone el agresor. Otros, en cambio, presentan sobresaltos
en las noches, tienen pesadillas y se asustan con facilidad. A
menudo llegan de afán a la casa y tienen un escaso contacto
con otros, por lo que se encierran para no mostrar las heridas,
hematomas, o que les faltan sus cosas personales. Algunos de
ellos se demoran más de lo normal en levantarse y hacen lo
posible para no ir a estudiar, argumentando que este les produce
un malestar insoportable, por lo que piden cambio de colegio,
de casa o de ciudad. Estos niños, niñas y adolescentes
regularmente pierden objetos valiosos porque son decomisados,
destruidos o vendidos por los agresores, y no avisan a sus padres
pues se encuentran amenazados en algunos casos de muerte.
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

En la mayoría de los casos, especialmente en las primeras etapas


de acoso, las víctimas llegan a la casa con hambre, porque el
agresor le “roba” la comida y la mesada; análogamente otros
pierden el apetito por efecto de la depresión, llegando a
presentar un miedo notable a pasar tiempo solos o salir sin
compañía de alguien mayor con quien se sientan temporalmente
seguros (Wang, Nansel, & Lannotti, 2011; Cong, David & Weiss,
2012). En otras ocasiones aparecen con la ropa rasgada o sin
partes del uniforme, con raspones, moretones sin justificación,
también bajan su rendimiento académico, se aíslan en la escuela
y en ocasiones llegan muy trasnochados al aula, durmiéndose
en el pupitre o en plena clase.

Aproximación al perfil del observador


Los observadores del comportamiento Bullying se convierten
en copartícipes de los comportamientos agresivos de sus
compañeros de clase. Frecuentemente gozan o disfrutan con
los actos de violencia y comparten con el agresor el poder
derivado de la intimidación al igual que el prestigio de “andar
con el matón” y no ser agredido por este, aspecto que permite
que la relación observador-intimidador presente una mutualidad
destructiva respecto a las víctimas. En este espacio ambos 81
actores sociales son nocivos para su entorno, cabe mencionar
que en el observador emergen distinciones respecto a los roles
de forma manifiesta, aunque de forma latente persista en ellos
el deseo de poder, estatus, temor e incluso de “respeto” que el
agresor induce en los demás y que reproduce a través del acoso
a otros compañeros. En la relación observador-intimidador se
genera una autonomía-dependiente porque el hecho de “alabar
o admirar” al agresor constituye una elección al tiempo que el
hecho de alentar al agresor a perpetrar el Bullying reproduce
acciones de dependencia respecto a la conducta de intimidación.
Lo anterior desemboca en actividades de “culto al agresor”
que rápidamente este asocia a la necesidad de aprobación y
admiración que sostiene sus conductas. De estas condiciones
ambos salen beneficiados y cubren con ellos gran parte de sus
necesidades psicológicas pasadas y emergentes.
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

Entre las características generales de los observadores se


encuentran las de promover a las personas para que empujen,
golpeen o pateen a otros, gritando o animado por ellos; se
acerca para ver cuándo alguien está siendo empujado; incita a
personas quienes empujan, golpean o tropiezan a otros. Es usual
presentarse cuando otros están siendo empujados, golpeados
o pateados, aunque ellos no se unan. Incita a personas quienes
se burlan o llaman a otros con nombres desagradables. Es usual
que se presente cuando alguien es ignorado o dejado de lado.
Asegura a personas quienes han dejado a otros fuera, ríe cuando
alguien más ha sido empujado, tropezado o golpeado. Observa
cuando otras personas se burlan o llaman a otros con nombres
desagradables. Es usual que se presente cuando otros están
siendo víctimas de burla o siendo llamados con nombres que
duelen, aun cuando ellos no se unan a eso, ríe cuando alguien
es ignorado o dejado de lado y cuando alguien ha sido víctima
de burla o ha sido llamado con nombres desagradables.

Tipos de observadores
Como fenómeno, el Bullying es un problema de salud
pública que afecta los vínculos y redes sociales de las familias y
82 comunidades, ocasionando graves inconvenientes de salud
mental y física en todos sus participantes. Para los agresores,
los beneficios percibidos se asocian a la “diversión” que trae el
hecho de acosar a otros, el poder que sienten cuando lo hacen
y el “respeto” proveniente del apoyo y la observancia de sus
compañeros de clase, factores que asocian al hecho de ser
reconocidos como “fuertes o poderosos” por los demás, y
que contrasta con relaciones, sentimientos, experiencias y
escenarios en los que no son reconocidos como tal. En los
agresores el hecho de ser apoyados por los observadores, se
constituye en el indicador de aceptación social de la violencia,
factor que es análogo a la violencia social y política percibida
de su entorno. Muchos de estos adolescentes presentan una
sensibilidad especial a temas relacionados con la violencia en
sus diferentes manifestaciones, mostrándose “poco
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

sorprendidos”, cooperantes, indolentes o apáticos por eventos


que pueden llegar a considerar como “normales”. Respecto a
los observadores, en la dinámica Bullying impera la ley del
reconocimiento y el temor, aspectos que se ganan a partir de
“rendir culto al otro”, aún a cuestas de su propio beneficio, lo
cual se constituye por efecto de un altruismo negativo, pues no
se busca el bienestar social, sino el bienestar del agresor.
Bienestar que se comparte con este cuando el agresor los
busca para realizar una agresión, al no ser agredidos o al ganar
respeto por andar con el “matón” del colegio.
Por ello, aquellos que presencian estos eventos pueden tener
varios roles:
• Observadores activos directos: son aquellos que fomentan las
agresiones, cambiando el estado emocional del agresor,
promoviendo peleas a través de comentarios o retos, a este
aspecto en el ambiente escolar se le denomina como “dar
pedal”. Cuando esto sucede, el agresor pasa a ser el “chivo
expiatorio” del salón de clases, pues se le exige dicho
comportamiento por medio de la “presión social” a fin de
que el grupo logre cambiar su clima de relación interno, aun
cuando quienes lo apoyan corran el riesgo de ser agredidos
igualmente.
83
• Observadores activos indirectos: son quienes participan
señalando las víctimas ante los agresores y promoviendo
agresiones a través de modos cada vez más simbólicos, pero
toman distancia de los eventos observando “desde lejos” lo
que sucede, estos observadores pueden estar de acuerdo o
en contra de las agresiones, argumentando que es “problema
de ellos” o que “seguramente se lo merecía”. Dicha dualidad
es característica de este grupo y constituye una actitud
defensiva ante las posibles consecuencias, además de
instaurar una especie de “futilidad” que abre paso a la falta
de solidaridad y escasa empatía propia de los agresores
propiamente dichos.
• Observadores apáticos: se tornan totalmente indolentes y
desinteresados por el dolor de la víctima, lo que instaura un
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

apoyo indirecto al agresor. Para estos observadores los


problemas de Bullying pertenecen a quienes de ellos
participan, por ello toman una distancia mayor, pero observan
los hechos, suelen no declarar nada de lo que pasó y no
toman partido por ninguna de las partes, obteniendo el
beneficio del hecho de “ver algo diferente” al ambiente
escolar.
• Observadores temerosos: son aquellos que se relacionan con
la víctima, o que se sienten solidarios con ella, llegando a
“no entrometerse” por temor a ser igualmente agredidos.
Por esta razón, su actitud suele ser muy pasiva, llegando en
contadas ocasiones a recomendar acciones evitativas o
defensivas a la víctima (denunciar, evitar-huir, decirles a los
padres, responder con agresión, cambiarse de colegio, etc.).
De suyo, muchos de ellos fueron víctimas en esa u otras
instituciones y han evadido, ocultado o disimulado su
vulnerabilidad, llegando a incorporar a su repertorio de
conductas, estilos y estrategias de afrontamiento ante el
estrés derivado de los eventos. Este tipo de observador
suele presentar características depresivas, temerosas o
comportamientos de autoexclusión importantes. Para ellos,
las agresiones de otros constituyen la reedición de eventos
84
traumáticos repetidos en experiencias ajenas, con las que
se sienten empáticos en el dolor, más no en las estrategias
para confrontar las adversidades.
Estos cuatro tipos de observadores comportan una
particularidad que los une: el hecho de ser de alguna forma
posibles víctimas o posibles agresores, además de contar en su
experiencia vital, con los registros de los diversos modos de
agresión, las conductas de respuesta, los roles asumidos, y las
consecuencias de dichos eventos, pues los actores sociales del
Bullying presentan una dificultad notable para describir la
multiplicidad de causas asociadas al acoso escolar, condiciones
que en conjunto son también, una invitación a ganar el poder y
el estatus de quienes agreden. Grosso modo el Bullying solo puede
ser operativamente satisfactorio para el agresor, a través de la
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

presencia de espectadores, ya que sin ellos la agresión pierde


interés y aprobación social, cabe mencionar que aquellas
agresiones hechas en privado, a menudo corresponden a
“vendettas”, agresiones no concluidas o retos personales,
producto de la presión social, los señalamientos o el escape de
las víctimas ante agresiones en escenarios abiertos.

El papel de la familia en los tres tipos de


actores sociales
El Bullying no conoce sexos o estratos, aunque tiene una
mayor representatividad en colegios públicos que privados,
tornándose cada vez más cibernético y relacional en ambos
espacios y géneros. En la actualidad la facilidad de acceso al
internet y otros medios de comunicación masiva -con un escaso
control de los padres-, es uno de los elementos que más fomenta
la agresión entre pares, actuando como reforzador de las
conductas de acoso y agresión, al tiempo que su evidencia
funciona a modo de indicador de la operatividad de los límites
y la funcionalidad/disfuncionalidad del hogar.
De acuerdo con lo expuesto, las relaciones intrafamiliares
son determinantes de las conductas agresivas, especialmente
porque es allí donde se crean, aprenden, refuerzan, limitan, 85
reproducen y controlan, contienen, siendo los padres o
cuidadores los ejes articulados sobre los cuales se desarrollan
las pautas de crianza y el sistema de relaciones positivas con la
comunidad y la sociedad. Dicho esto, el papel de la familia en la
crianza va más allá de sugerir o reproducir patrones de
conducta, pues se especifica especialmente en el modo
específico como dichos patrones tienen una connotación
emocional-afectiva como base, y se articulan a procesos de
socialización en los cuales se incluye y respeta la individualidad
de todas las personas que participan de la interacción social.
En este aspecto, la escuela y la sociedad son garantes de la
reproducción de modos cada vez más influyentes de
socialización, además de las condiciones en las cuales las pautas
de crianza tradicional se acoplan a los nuevos discursos,
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

representaciones e imaginarios sociales respecto a la relación


con otros y con las instituciones.
Así muchos hogares de estos niños y niñas, al menos 8 de
cada 10, presentan elementos de disfuncionalidad familiar en
aspectos como la cooperación intrafamiliar, apoyo en momentos
de crisis, participación en las decisiones, apoyo a nuevas
iniciativas, compartir espacios diferentes al trabajo y hacer
seguimiento afectivo-constructivo a las tareas escolares. Estas
condiciones se mantienen constantes e implican igualmente un
manejo inapropiado de la expresión afectiva.
Muchos de estos padres reaccionan con hostilidad ante las
quejas de los docentes y padres de los agredidos, castigando
con actos de violencia a sus hijos, conllevando a que en este
tipo de familias uno o ambos padres sean agresivos, explosivos,
demuestren baja tolerancia a la frustración y que algunos de
ellos cuenten con trastornos o aptitudes depresivas, en cuyo
caso el Bullying puede emerger en los hijos a modo de acto
compensatorio ante la frustración derivada del hecho de no
poder tramitar adecuadamente las actitudes y comportamientos
desajustados de los padres.
En otras familias, los padres pueden ser laxos y justificar el
comportamiento del hijo a través de un patrón natural de
86
crecimiento y desarrollo social, lo cual estructura en los
agresores la idea de que la agresión es legítima. Cabe resaltar
que estos elementos no constituyen una condición sine qua
non o la formula explicativa “exacta” de la agresión entre pares
académicos; sin embargo, es innegable que a partir del análisis
de ciertas pautas de interacción socio familiar, se puede
entender la importancia de la familia en el acercamiento
explicativo al fenómeno.
En los adolescentes que cometen agresiones tipo Bullying
prevalecen patrones de modelado que provienen del hogar y
que encuentran una vía de reproducción de la violencia en las
relaciones con otros. Dicho esto, muchos integrantes de estos
hogares, han sido víctimas de violencia en cualquiera de sus
dimensiones, por lo que experiencias previas de agresión, les
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

otorgan un conocimiento per se de los estilos de agresión, los


tipos de respuestas de acuerdo con el evento, los pensamientos
explicativos personales y sociales, y las consecuencias asociadas
a cada ataque, entre otros aspectos. El hecho de ser testigos
observadores de violencia intrafamiliar, actos de vandalismo
social, brutalización y agresión como medio de comunicación
entre personas, generan en los adolescentes la idea de que la
violencia es el método de socialización por excelencia, lo cual
redefine la escala de valores que la institución educativa y la
sociedad quiere inculcar. A menudo, la observancia y la
participación pasiva de actos de agresión familiar y social en
los que no pueden defender a las víctimas directas, madre,
hermanos, etc., surte un efecto de motivación inverso en el
que el hecho de convertirse en agresores se constituye en la
única posibilidad de abandonar un rol anterior de
“observadores”, el cual asocian a debilidad, impotencia,
frustración y ambivalencias afectivas en las que prima la
metonimia “amo a los padres que odio”.
Se debe resaltar que una cantidad importante de estos
adolescentes exhiben comportamientos ansiosos, desafiantes,
contestatarios y de manipulación socio familiar y escolar, por
lo que no suele ser de su agrado la repetición de consejos
87
extensos y recomendaciones cargadas de una exagerada
moralidad, ya que es precisamente su posición desafiante y de
rechazo respecto a estos elementos lo que le da volumen a la
intensidad violenta de su comportamiento. Esto ocurre en gran
medida por el carácter de inmediatez con el que manejan sus
expresiones afectivas de carga/descarga/recarga, generando
actitudes de rechazo y evasión a la consejería, prefiriendo
entonces los castigos y penalizaciones a la negociación, el perdón
o la reparación de las consecuencias. Estos aspectos de desafío
a la autoridad, los castigos recibidos y el número de agredidos
y seguidores, son a modo de “huellas de guerra” experiencias
que refuerzan a nivel educativo, el estatus y el temor que ganan
con la agresión sobre las víctimas. Por este motivo, la
intervención suele ser mucho más efectiva cuando se aplica a
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

través de asesorías cortas en las que el terapeuta, consejero o


la persona que lo contiene y controla, no es manipulada, lo cual
abre posibilidades de tomar decisiones acertadas acerca del
mejor plan de intervención. Muchos de ellos son tan impulsivos
que se relacionan con otros en función de la inmediatistas que
“todo lo quieren ya”, así la tendencia a la manipulación es una
estrategia orientada a la obtención de beneficios, tomando en
cuenta que muchos de ellos son buenos estudiantes, pero
poseen problemas de atención y de socialización evidentes
desde edades tempranas. En este aspecto es necesario subrayar
que el trastorno de atención con hiperactividad (TDAH) e
incluso el trastorno disocial, no son garantía de una conducta
Bullying, aun cuando aumenten los riesgos de su emergencia.

Patrones familiares
Grosso modo en las familias los siguientes componentes al
aparecer de manera conjunta o individual elevan el riesgo de
conductas agresivas en los niños, niñas y adolescentes, ya que
su permanencia puede estructurar patrones comportamentales
de coerción, desafío, necesidad de expulsión de la ira y motilidad
agresiva, cuya condición teleológica aumente la tensión
88 psicológica y la competencia por el poder, lo cual promueve al
interior de los grupos la conformación de bandos “amigos y
enemigos”, además del distanciamiento entre sujetos y la
operacionalización de respuestas agresivas, como estrategia para
confrontar la condición dimensional de las presiones escolares
y socio familiares. Cabe resaltar que la víctima tiene una “florida”
vida interna, la cual le resulta difícil de expresar por medios
convencionales, ya que una de las características de la agresión
recibida es la tendencia a ser juzgado por su estatus social
(Cerezo, 2013), la elevada susceptibilidad, la pasividad de la
respuestas, y la fragilidad emocional expresada, aspectos que
son asumidos por el agresor como modos de legitimidad de su
conducta, pues,“el otro los requiere” para aprender a ser fuerte,
madurar el carácter o para entender que el mundo está lleno
de acciones agresivas, en cuyo caso se le estaría haciendo “un
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

favor” al agredirlo. De acuerdo don Patterson, DeBaryshe &


Ramsey (1990) el entorno familiar puede ser la esfera principal
en el aprendizaje del comportamiento agresivo, así entre más
cercanía existe entre sus miembros, la violencia y os
comportamientos agresivos presentan una mayor influencia.
Por tal motivo, en estos eventos, víctimas y victimarios
emplean los repertorios conductuales aprendidos en la relación
con sus padres, los cuales al interior de la familia y a través de
las características transgeneracionales adscritas a las pautas de
crianza promueven la formación de identificaciones con las
actitudes y reacciones de las figuras de poder con respecto a
las acciones de estos ante los conflictos. De suyo, en los
modelados realizados a partir de los patrones educativos
recibidos de familiares y otras personas, se determinan las
reacciones de la víctima ante la agresión, además de su
permanencia a modo de estereotipia conductual. Se debe
resaltar que las agresiones son siempre visibles para los padres,
ya que los cambios en los hábitos vitales y en los
comportamientos de los hijos, representan el mejor indicador
de que “algo no está bien en ellos”. Por tal motivo, resulta
imposible estratificar radicalmente a las familias, o decir a modo
de veredicto que existe un patrón inamovible en el cual el
89
Bullying puede germinar a modo de condición sine qua non o
estructura familiar esencial. Pese a ello, si es dable señalar algunas
características que pueden definir estos patrones de manera
general y no-generalizadora. Respecto a las familias de los
agredidos o víctimas, en estas se encuentran patrones de
comportamiento laxo con límites permeables y a menudo
difusos en las pautas comportamentales de los hijos, que los
llevan a ser tolerantes en exceso, a “pasar por alto” los
indicadores de agresiones, e incluso a justificar la violencia bajo
el argumento de la “naturalidad de los actos de agresión entre
pares”.
También afloran en algunas familias exageraciones, en la forma
de articular los mecanismos de negociación a los conflictos
emergentes en los hogares, ejemplo de ello son familias que
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

exigen a sus miembros ser tolerantes con los abusos y denunciar


a los agresores, pero hacen un acompañamiento “virtual” a sus
hijos, delegando la toma de decisiones en la institución educativa,
factor que deteriora la imagen de los padres ante el hijo además,
de postergar el empoderamiento familiar respecto al evento,
lo cual genera en los hijos la sensación de abandono, conductas
de desapego, sentimientos de desamparo e incluso rebeldía y
decepción ante la actuación familiar, aspectos que se reproducen
a modo de mecanismo alternativo de respuesta (sumisión, auto-
silenciamiento, resistencia pasiva, etc., en el acto de vulneración
de sus derechos.
Otro de los escenarios que aumenta la probabilidad de
emergencia del matoneo en víctimas es el hecho de contar
con cuidadores, o con ambos padres negligentes. Esta
vulnerabilidad aumenta si estos se agreden delante de los hijos
y amenazan cíclicamente con dejarse, cabe mencionar que este
patrón de vulnerabilidad desata también actitudes de agresión
a otro y de auto agresión tanto en víctimas como en victimarios.
El Bullying puede aparecer en familias de víctimas normo-
funcionales en las que los padres manejan un adecuado respeto
de los valores y derechos. De hecho, para muchos agresores el
saber que alguien es feliz a nivel familiar puede constituirse en
90
un elemento determinante que impulse la emergencia del acoso.
Para estas familias, el acoso suscita frecuentemente una cadena
de eventos, que llevan a tomar acciones de facto respecto a la
protección de sus hijos.
Los agresores tienen escasas relaciones externas y pueden
concentrar su amistad en un amigo con el cual tienen constantes
relaciones de fuerza; escenario en el que miden el poder
adquirido y que casi siempre termina en peleas y
confrontaciones mayores. Para otros agresores tener con uno
o varios amigos entre los que se cuenta “alguien que tranquiliza”,
les permite validar la idea de que pueden controlarse o llevar
la agresión hasta cierto punto, factor que puede constituirse
en un recurso terapéutico al momento de abordar este tipo
de casos; en este sentido la “persona control” que puede ser
un estudiante, un familiar o un docente actuaría como un “yo
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

auxiliar” generando acciones de control previamente


determinadas. Cabe mencionar que los factores de crianza
derivados de excesos afectivos y una actitud “contemplativa” y
laxa que “todo lo permite”, se suman a una notable dificultad
para integrar las otras instituciones sociales, incluida la familia
propia y a otras familias. Dichos elementos actúan de manera
conjunta a factores hereditarios, temperamentos agresivos, y a
dificultades notables para integrar la diferencia ideológica, la
diversidad de conductas, pensamientos, emociones y
cogniciones. En este sentido, los niños, niñas y adolescentes se
tornan proclives al Bullying, cuando su desarrollo psicosexual
se ve alterado por falencias al interior de la familia para integrar
la biodiversidad étnica o las diferencias de género en el proceso
de socialización.
También en las familias de agresores y agredidos
frecuentemente aparece la figura de padres o cuidadores que
se contradicen mutuamente o “doble vínculo”, escenario en
que los niños, niñas y adolescentes adquieren de forma
inadecuada una posición ambivalente e inestable respecto a la
toma de decisiones. Así, suelen tener dificultades para asumir
una posición central con la cual hacerse cargo de la reparación
de los errores cometidos.
91
Equivocadamente para muchas familias el respeto se refuerza
a través del castigo físico, lo cual no genera carácter y a cambio
de ello fortalece el imaginario y las acciones violentas entre los
miembros de la familia. Por este motivo, se debe evitar toda
educación que implique la ilegitimidad del otro, la intolerancia
y la agresión como medida de control y de comunicación con
otros. Este aspecto puede trabajarse desde la familia y a edades
cada vez más tempranas, de modo que la socialización primaria
tiene como finalidad también, la evitación de conductas agresivas
posteriores, especialmente si se basa en el respeto, la enseñanza
con el ejemplo y la práctica de una solidaridad responsable y
duradera.
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

92
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

¿Por qué apostarle a la prevención del


Bullying?

93
El término prevención tiene un origen latino y referencia
grosso modo la acción y efecto de prevenir (RAE, 2000). Es así que
relaciona dos nociones antepuestas: a) la preparación o acción
anticipada, y b) el impedir o evitar daños o amenazas
apremiantes. Asimismo, se encuentra vinculado al hecho de
prever, vislumbrar, notificar, y asumir acciones con la finalidad
de impedir o corregir una situación determinada.
La primera acepción hace referencia a avisar. Así se habla de
un sujeto “prevenido” como de una persona avisada, que conoce
con antelación el curso de los acontecimientos. En un segundo
momento, la prevención se asocia a todas las gestiones que
coarten los perjuicios que podrían ser inevitables o cuyas
consecuencias sean funestas.
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

En gran medida la prevención hace posible conocer y


reconocer los comienzos de conductas y fenómenos que
entorpezcan el desarrollo y operatividad adecuado de personas
grupos y comunidades, ya que, de acuerdo con el conocimiento
disponible de los riesgos, es posible evitar, prevenir, controlar e
intervenir a quienes se encuentran en riesgo, con la finalidad
principal de garantizar su vitalidad mental, física, social y
comunitaria. Tómese como punto de referencia la prevención
de las conductas de acoso escolar, mismas que deben partir de
un equipo interdisciplinario que pueda advertir riesgos,
identificar acciones de agresión y acoso en curso y contener
los casos que se presenten de forma organizada y realista. En
este sentido, es posible encontrar tres estrategias de prevención:
primaria, secundaria y terciaria, las cuales aplicadas colectivamente
aseguran el adecuado desarrollo de la población.
Es importante mencionar que la prevención primaria, con
respecto a los casos de Bullying, son el conjunto de todas
aquellas estrategias dirigidas a evitar las acciones de acoso y de
agresión escolar, principalmente aquellas que presentan
indicadores de reproducción y mantenimiento de la actividad
intimidadora en varios escenarios escolares. De otro lado, la
prevención secundaria se encuentra orientada a la identificación
94
de factores de riesgo relacionados con la conducta agresiva,
sumada a la limitación y control de conductas de acoso escolar.
Por último, la prevención terciaria, está dirigida a evitar la
recurrencia de dichos eventos, además de la estabilización de
las conductas violentas; estas acciones se encuentran orientadas
a erradicar su presencia una vez se han detectado las acciones
de intimidación y acosos escolar.
La prevención debe orientarse a construir una cultura de
vida, la cual surja de la interrelación entre interacciones
familiares, apoyo comunitario y empoderamiento
interinstitucional del problema. Dichas acciones pueden tener
resultados efectivos si generan alternativas encaminadas a la
auto e interprotección entre los miembros de una comunidad,
de modo que la acción “proteger” sea el resultado de un
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

conglomerado de ejercicios en los cuales se cree una relación


de empatía y solidaridad en la que prime el respeto, el adecuado
sostén emocional, la seguridad que ofrece el hecho de saber
que se cuenta con el apoyo del otro, además de la tendencia a
robustecer la estabilidad mental que las relaciones de respeto
y legitimidad requieren.
Con el fin de conservar el equilibrio relativo de la salud
mental y de las relaciones social-comunitarias, se pueden
generar mecanismos y actividades preventivas-protectoras, en
las cuales se produzcan, aprendan, interioricen y pongan en
práctica, mecanismos evitativos contra la conducta agresiva tales
como la identificación temprana de estudiantes, grupos y
acciones de riesgo, la elaboración de una red de atención a las
víctimas y de intervención con el victimario, articulada al plan
de trabajo preventivo de la institución educativa, la generación
de una ruta de atención crítica que debe ser conocida por
todos los miembros del colegios, estudiantes, profesores, padres
de familia, personas de servicios varios y administrativos.
Otras opciones son también, el fomento de trabajo en equipo
–estudiantes y docentes- enfocado en la cooperación entre
personas para evitar los abusos, la solidaridad entre compañeros
direccionada a acoger y proteger a las víctimas, la educación
95
en valores especialmente en el principio de legitimidad e
integración de la diferencia, la educación en el adecuado manejo
de las tecnologías de información y de la comunicación, y
acciones educativas-preventivas ante la influencia de los medios
masivos de comunicación y sus contenidos violentos. De igual
forma es importante formar creativa-preventivamente a padres,
madres y todo aquel que ejerza el rol de cuidador para que
conozcan e implementen mecanismos preventivos ante la
agresión de la que pueden ser víctimas sus hijos, a través de
ejemplos de vida: testimonios, video-foros, charlas, obras de
teatro, etc.; puesto que en la familia se generan las bases de
preceptos morales, las normas e ideales sociales de convivencia,
además de la cooperación, legitimidad y protección que se le
entrega a otros. Por ello, una falla escolar en estos ámbitos
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

puede ser asumida como el correlato de falencias educativas


en los primeros registros de protección que produce la
socialización primaria (familia).
Cabe anotar que fortalecer principios éticos y morales en
la persona genera inevitablemente el reconocimiento del otro
como legítimo en la convivencia, lo cual se decanta en una
sensación permanente de seguridad y estabilidad en los
miembros de la familia, la escuela y el colegio. Además, como
valor adicional ayuda a consolidar factores protectores de la
agresión entre pares y del Bullying presenten en los escenarios
académicos y social-comunitarios. Las instituciones escolares
son lugares favorables para el desarrollo del Bullying, mismo
que suele pasar desapercibido por profesores e incluso por los
padres de familia. A nivel de contexto escolar es preciso
mencionar que las acciones preventivas y de control suelen
ser más efectivas cuando se realizan en las zonas de mayor
incidencia del fenómeno tales como, patios de descanso, pasillos,
baños, vestuarios, comedores escolares, o en la calle cuando
los estudiantes abandonan la institución educativa. Otros
espacios pueden ser el aula de clase, su abordaje como tema
agregado a una actividad o encuentro entre estudiantes, en el
trasporte escolar, la casa de las víctimas, entre otros (Barri,
96
2011).
Como los acosadores suelen tratar de justificar sus actos
basados en ideas de poder, de victimización o de prejuicios
existentes, los programas preventivos deben trabajar a nivel
individual esta problemática, precisando ayuda de las aulas de
apoyo, del consejero, trabajador social o del psicólogo de la
institución. Otras formas son la remisión a profesionales
externos, la búsqueda de apoyos como conferencias, talleres y
cine foros para estudiantes, padres de familia y educadores,
con el fin de tener conocimiento de sus consecuencias,
especialmente porque los abusadores suelen tener poca empatía
por la víctima y sus acciones tienden a volverse legítimas por la
fuerza cuando la comunidad académica no auxilia al agredido o
se siente solidario con su vulnerabilidad.
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

En las personas abusadas el Bullying causa secuelas


psicológicas que pueden persistir hasta edades posteriores y
causar graves daños a la auto-confianza y, en general, a la salud
mental. Por ello, los programas preventivos deben no solo
investigar a los agresores, sino la intensidad de dichas secuelas,
además de identificar tempranamente a aquellas personas que
son o que podrían ser agredidas dados los perfiles ya descritos
en este libro. Lo anterior puede ayudar a evitar estas
consecuencias, además de propiciar acciones protectoras
efectivas.
Con la finalidad de garantizar la prevención exitosa, es
importante que los padres de familia, cuidadores, reflexionen
acerca de la importancia de los maestros, los cuales operan
como una extensión de las normas en el hogar, tenerlos de su
lado no es solo ir por las calificaciones sino también, preguntar
qué sucede con su hijo cómo pueden ayudar a solucionar los
conflictos desde el hogar.
Entre las pautas y estrategias posibles a tener en cuenta
para intervenir a las personas implicadas en el Bullying se
encuentran:
• Reunir información sobre lo sucedido de varias fuentes y
prepararse para escuchar a los implicados. Tratar de
97
esclarecer los hechos y las consecuencias, guiándose también
por el manual de convivencia de la institución educativa.
• No entrar en una “lucha de fuerzas” con los agresores que
tratan de justificar sus conductas ni con las víctimas que
tratan de ser restituidas, sino operar desde la comprensión
antes que en el juicio de valor.
• Tener contacto visual y reinstaurar la confianza, lo que quiere
decir que los implicados sientan que están en un lugar donde
se pueden generar consecuencias de sus actos, pero que
dichas acciones son entendidas más no aprobadas. Lo
anterior implica no regañarlos frente a otros, ni someterlos
al escarnio público. Resulta por demás trascendental pensar
en castigos en clave de reparación, evitando castigos largos
y malos tratos.
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

• Es importante otorgar a las víctimas el apoyo que requieren


en su proceso de resignificación de los hechos, además de
un lugar de poder y reconocimiento en el aula, para los cual
es preciso la asignación de responsabilidades en el aula
orientados al control y reconocimiento social.
• Es relevante también, educar a víctimas y victimarios en el
uso de estrategias no-agresivas para solucionar conflictos.
Ello se logra a través del trabajo grupal con todo el curso, y
también con el apoyo terapéutico individual. En este caso la
relación individuo-grupo debe ser restablecida con
estrategias lúdico-psico-educativas.
• Es importante no evadir la responsabilidad de discutir el
incidente con el agresor, lo cual se hace en clave de formalidad
y enfatizando en el reconocimiento de consecuencias como
elemento básico de auto-control.
• Se puede organizar un espacio para la disculpa entre las
partes; es decir, para la reparación entre pares, ejecutando
esta acción individualmente a cada implicado a través de un
juego de roles. Luego, es preciso hablar con los padres para
que trabajen y refuercen dicha reparación en la casa.
• Es significativo ocupar a los agresores en actividades que
impliquen la reparación de los afectados, la educación en
98
estrategias de auto-control así como en actividades
deportivas donde ejerzan un liderazgo positivo.
• Se aconseja que, pasados los hechos, los consejeros no sean
reiterativos con los sucesos o reclamos a los agresores,
puesto que se puede terminar reforzando el fenómeno o
convertirlo en algo deseable.A cambio de ello, toda la energía
debe desplazarse a la “reparación”, lo cual implica cambiar
obediencia por la colaboración y castigo por reparación.
• Es importante hacer recomendaciones a los docentes acerca
de la implementación de señalamientos positivos en el aula
y coordinar el trabajo conjunto con el aula de apoyo, los
profesionales de apoyo en salud mental y otros encargados
de contener y trabajar con los implicados en dichas acciones.
Aquí se parte del criterio de que el trabajo en red es más
sostenedor y preventivo.
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

• En caso de sospechar que el consumo de alguna sustancia


psicoactiva, la presencia de patologías mentales o la influencia
de presiones externas relacionadas con el hecho de agredir
a otros, están implicados en el Bullying, es necesario revisar
la veracidad de los supuestos y luego intervenir
colectivamente a través de un plan de acción debidamente
diseñado en un comité interinstitucional. La mayoría de estos
casos se trabajan en remisión a profesionales externos.
• Se debe evitar el hecho de ocultar información a los padres;
sí como optar por “naturalizar” el fenómeno ante otros o
confabular con una de las partes, por lo que un adecuado
ejercicio de instrucción puede constituirse en un mecanismo
protector importante en la institución educativa. Es preciso
optar en todo momento por medidas reparatorias de las
cuales se obtienen aprendizajes mucho más estructurados.
Los docentes constituyen un grupo muy valioso para las
medidas de identificación y de prevención en las instituciones
educativas, motivo por el cual se recomiendan a ellos las
siguientes medidas de forma específica:
• Aumentar el contacto con padres de familia e indagar acerca
del comportamiento familiar y social del estudiante.
• Trabajar en el comité de convivencia escolar e incluir en las
99
asignaturas un tema direccionado con el respeto, el trabajo
en equipo, la protección a otros tanto como a sí mismos,
entre otros temas que favorecen la convivencia escolar.
• Se sugiere que al momento de abordar el tema del acoso
escolar con los padres se enfoque en los aspectos positivos
y creativos de cada familia y de los hijos, tomando en cuenta
el problema, pero recomendando a los padres serenidad y
equilibrio al momento de trabajar la contención del Bullying
o de implementar castigos y recomendaciones, es decir evitar
el hecho de “aconsejar regañando”.
• Es necesario ayudar a los padres con soluciones prácticas al
momento de abordar el tema con los hijos, que ello se sienta
reconocidos más no juzgados en su rol parental, ayudando a
que los padres conozcan más a sus hijos y se empoderen de
su seguimiento y proceso educativo.
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

• Para los docentes puede ser más notable identificar a los


observadores y sus diversos roles, motivo por el cual es
preciso que trabajen en esta población, pues con sus acciones
aprueban o desaprueban las conductas y suelen generar
deseos por ganar el estatus y reconocimiento del agresor,
lo cual los constituye en firmes aspirantes al título de “matón”
cuando el agresor principal es expulsado o sancionado por
la institución educativa.
• Tener presente información actualizada y suficiente para
brindar a los padres, maestros y otras personas implicadas
en la prevención y contención del fenómeno. La información
debe ser divulgada en un lenguaje entendible en el que
primen los ejemplos cotidianos y las medidas para trabajar
con los implicados, agresores, víctimas y observadores.
• Es importante mantener comunicación constante con el
equipo de apoyo en el aula y con la red preventiva interna
creada en el colegio para casos como este, misma que opera
a través del manual de convivencia. El trabajo en habilidades
sociales y el fomento por la cultura ciudadana pueden ser
áreas no limitadas a los saberes humanísticos del programa
educativo.
• La institución educativa y todos sus miembros deben trabajar
100
por la creación, mantenimiento y reproducción de una
cultura de convivencia escolar, lo que se logra a través del
ejemplo de la convivencia entre profesores, además del
adecuado manejo del conflicto en el aula por parte
estudiantes y docentes, quienes se constituyen también en
ejemplos a seguir por los educandos.
• Otras recomendaciones para docentes y otros profesionales
es el trabajo de los siguientes puntos:
• Evitar a toda costa los desafíos entre docentes y estudiantes,
y de estos entre sí. La intervención es un espacio de
encuentro para la reparación.
• Evitar la visión de túnel que solo permite ver una causa y
una consecuencia, y propender porque el estudiante
reconozca la red de eventos vinculados al Bullying.
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

• Enseñar a pensar en las consecuencias; es decir, en la cadena


de eventos a que la agresión a otros suscita.
• Manejar técnicas de autocontrol y aplicarlas-enseñarlas a
los estudiantes antes y también después de los eventos.
• Buscar un apoyo externo que ayude al agredido y al agresor
a calmarse y después a auto-regularse.
• Fomentar la reparación del agredido a través de acciones
puntuales que impliquen el reconocimiento del error, y
también la participación de los padres del agresor en la
movilidad de recursos para reparar a la víctima.
• Por otra parte, para el caso del Ciberbullying y todo tipo de
acoso a través de las redes sociales se recomienda conocer
y recomendar a estudiantes y padres de familia lo siguiente:
• Conocer el tipo de información debe ser guardada y salvada
con el fin que los agresores logren ser identificados
fácilmente.
• Es necesario no borrar las evidencias y guardar información
de las conversaciones, fotos o insinuaciones presentes en
estos medios masivos de comunicación.
• Para el caso de e-mail, se necesita conservar la fecha y hora
de recibido y el contenido.
• Es preciso realizar copias textuales en documentos de Word
101
de los mensajes de correo electrónico o de texto. Al igual
que de imágenes o de videos. Se puede también realizar una
captura la pantalla de la conversación o del chat.
• Se recomienda hacer educación preventiva mientras se
solicitan estos elementos probatorios.
• Entre las recomendaciones en estos casos están:
• Hablar con pocos contactos, no es necesario tener tantos
contactos “que no te contacte casi ninguno”
• Propender por el contacto físico entre pares y la actividad
deportiva, más que las relaciones virtuales
• Contar con una red de apoyo con los padres y otros adultos
responsables, que sepan cómo actuar –en cuanto
recomendación a otros padres y estrategias para acercarse
a los hijos- cuando se presenten estos casos.
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

• Agregar a los padres a las redes sociales y estos hacer un


seguimiento prudente de los contactos y conversaciones
de los hijos.
• Recomendar el no-envío de información gráfica (videos, fotos,
desnudos, etc.).
• Limitar el uso de audios en los chats, que puedan
comprometer la integridad de una de las partes.
• Aprender a identificar acosos e informar a los padres en
caso de que estos sucedan.
• Auto-educación parental: que los padres se instruyen en la
identificación de los riesgos de usar las redes sociales y los
modos de recomendar a sus hijos un buen manejo de las
plataformas virtuales de comunicación.

102
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

A modo de corolario

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Anotaciones finales

El interés por comprender la naturaleza de la agresividad a


través del Bullying puede ser orientada, acogiendo como punto
de interés conjunto y reunión entre disciplinas en el diálogo de
saberes, diez premisas fundamentales:
• Existe un monto de agresividad natural-pulsional (instintiva-
biológica) que difiere la violencia instrumental, porque en la
violencia la exacerbación, descontrol o instrumentalización
resulta teleológica, definida y programada para dañar al otro.
• Se convive en un mundo en permanente conflicto con
nosotros mismos, con otros y con lo otro (especies,
ecosistemas, instituciones, etc.), que se extiende a la gran
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

mayoría de otros seres vivos, por lo que vivir y con-vivir


son dos partes integradas rizomáticamente en los procesos
de socialización.
• La agresividad es una tendencia haca la transformación del
ser y de su entorno bajo condiciones de mutualidad biológica,
de modo que la violencia se aprende, se apuntala en las
instituciones sociales y se reproduce en los diversos
contextos de la actividad humana.
• La pérdida del sentido vital en la familia puede ser traspasada
a los hijos (es legada), a través de pautas de crianza
disfuncionales y poco afectivas, y los límites de la socialización,
lo cual pone a expensas de agresiones a los niños, niñas y
adolescentes.
• Existe una especie de naturalización de la violencia arraiga
en la “liquidez” de Bauman (2004); es decir, en una tolerancia
que se disipa en el colectivo y produce problemas de
identificación de este tipo de conductas. En el imaginario
social de este elemento incluye la idea, de que es necesario
ser agresivo porque el entorno es peligroso, ergo para
muchos padres que refuerzan directa o indirectamente el
Bullying, consideran que “los niños, niñas y adolescentes son
violentos porque eso es natural en ellos” y todos los niños
104
son malos, perversos o violentos en algún momento de su
vida.
• La violencia ha disminuido en el mundo (Pinker, 2012), pero
la necesidad de connotarla, identificarla, reproducirla o
fetichizarla está en aumento, en gran medida debido al
acostumbramiento a las formas coercitivas de relación social
y biopolítica;
• Gran parte de las nuevas generaciones vive una
incertidumbre flotante frente al futuro, que ya se gestaba se
forma discreta y silenciosa en las generaciones pasadas. Esta
incertidumbre surge en relación a la ruptura de los
parámetros de interacción tradicional y por efecto de la
incorporación de nuevas formas de vivir lo ético y lo moral
desde un escenario globalizante;
José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

• El aumento de la enfermedad mental en el mundo,


especialmente de la depresión, fruto de la respuesta
generalizada ante las coyunturas históricas y los cambios en
las estructuras sociales, las cuales generan nuevos principios
de realidad que se legitiman en función de las prácticas y la
reproductibilidad de los regímenes políticos.
• Aunque el fenómeno del Bullying es estadísticamente poco
representativo en las tasas de eventos nivela nacional, es
funcional y completamente dañino para la estabilidad
biopsicosocial de los actores sociales implicados: víctimas,
victimarios, observadores. Por esta razón, la prevención de las
conductas hostiles entre pares, puede tener como
fundamento la reconstitución del tejido social vinculante
entre estudiantes, ello a razón del creciente deterioro de la
Calidad de la interacción escolar por motivo del acoso y la
violencia en escenarios educativos.
• La agresión entre pares no debe concentrarse en medidas
restrictivas que aumenten más la frustración entre
estudiantes o que los alienten a la resistencia agresiva; en
contraste los eventos de agresión pueden alentar a la
comunidad académica y a los padres de familia hacia el
desarrollo de proyectos y programas, orientados hacia la
105
promoción del buen trato y del diálogo solidario, para lo
cual se requiere la interiorización del principio de legitimidad
de la diferencia, aspecto que inicia desde casa. En este sentido
la prevención busca la disminución del impacto de la violencia
presente en los espacios visual social-escolar-familiar, misma
que es percibida como legítima para conseguir estatus y
poder, por lo que a menudo es considerada un bien al cual
se puede aspirar.
De acuerdo con lo expuesto, es dable considerar de manera
general que el escaso control de la agresividad social por parte
de los aparatos represivos y la deficiencias en la instauración
de los límites sociales que median y regulan el encuentro con
otros aumenta los registros de agresión y violencia en etapas
cada vez más tempranas de desarrollo, provocando el registro
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

de lo violento en la educación y desarrollo de los sujetos.


Además de la emergencia y reproducción de conductas hostiles
en diversos escenarios de interacción social. Es así que, en la
sociedad actual, la notable tendencia a la generalización y
simbolización del comportamiento violento, agresivo y anormal
presenta un especial y paradójico direccionamiento hacia la
normalización patológica de la violencia entre pares, por lo
que cuando esta violencia se detecta, ya la conducta de acoso
está muy arraigada y tanto la identificación de las víctimas, como
la persecución de victimarios resulta traumática.
Es importante resaltar que el Bullying es el producto de un
mundo de acciones y objetos que sólo tienen existencia y
significado en el dominio social en el que surgen, escuela, familia,
sociedad. Para los actores sociales implicados, estos lugares
cambian sus estructuras y su forma, pero no la función anexa
(sometimiento) con la que se determina la permanencia de la
agresión, su reproducción sistemática y los parámetros
simbólicos de su diseminación somato psíquica y social. Dicho
esto, las emociones desde una condición estructural son
disposiciones corporales dinámicas, por tanto las acciones
agresivas o de acoso estudiantil se definen a partir de los
distintos dominios de acción en los que se mueve cada sujeto
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implicado, agresor, agredido, observador, en relación a lo diversas
influencias interaccionales -congruentes o incongruentes-
propias de la relación con otros sujetos del lenguaje, por ello
cuando la persona cambia de emoción, cambia de dominio de
la acción (Maturana, 1997), lo que no quiere decir -en este
caso- que la única emoción asociada al Bullying sea la ira no-
funcional, sino que esta es un componente esencial para
entender la violencia entre pares y su proceso de legitimidad
en el agresor.
Asimismo, en el comportamiento Bullying opera la necesidad
de victoria, la cual es un fenómeno cultural que se constituye
en la derrota del otro, es grosso modo un sistema de
competencia que excluye a la víctima de su defensa y de la
articulación de un proceso de negociación y reconocimiento.
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Pese a ello según Maturana (1995) en la competencia se gana


cuando el otro fracasa o se somete, lo cual parece ser algo
culturalmente deseable especialmente en los agresores en el
plano educativo.
Tal como se ha expresado en este documento, el agresor
busca legitimidad por cualquier medio a fin de cubrir la escasa
legitimidad en su hogar, así la violencia que surge de no
considerar al otro como real y legitimo es una proyección, un
intento de anular en el otro la frustración y anulación que vive
en otros escenarios, por ello su “emocionar” está cargado de
frustración y usa cualquier método para desprenderse de ella,
a razón del elevado temor a reconocer los motivos implícitos
a sus conductas, por tal motivo antes que ser odiado por sus
conductas quiere ser amado a través de la agresión, incluso y
aunque esto implique la vivencia de un amor deformado en el
plano psicosocial.
En este sentido, para Maturana (1994), el amor es la emoción
que constituye el dominio de acciones en que nuestras
interacciones recurrentes con otro, hacen al otro un legítimo
otro en la convivencia, pero si el amor vivenciado es el referente
interno de exclusión y coerción, la ilegitimidad del otro se
transforma en el resultado anhelado para que el egoísmo tome
107
posesión del encuentro psicoafectivo, dicho esto el amor
fracturado que surge de estas relaciones de poder, no se da en
la interacción con el otro, sino en la relación unívoca consigo
mismo, lo cual deteriora la interacción social y la conformación
de redes de participación y apoyo. Para el autor las interacciones
recurrentes en el amor, amplían y estabilizan la convivencia,
pero las interacciones recurrentes en la agresión la interfieren
y la rompen generando actos de violencia y exclusión a pequeña,
mediana y gran escala, como consecuencia el Bullying coarta la
expresión afectiva sana de los estudiantes, y asienta una
estereotipia emocional (ira, frustración, agresión…) como
dominio de la acción violenta, aun cuando existan otras
emociones que pueden generar empatía e inclusión social.
Bullying y contexto escolar: Una mirada relacional

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José Alonso Andrade Salazar - Lida Rodríguez González

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