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historia y origen de los cultivos tradicionales de leguminosas: Lentejas y

Garbanzos
Históricamente, en la Península Ibérica, con un clima mediterráneo y una gran tradición
agrícola, se han cultivado y seleccionado distintas especies de leguminosas, tanto para su
uso en alimentación humana (lenteja, garbanzo, etc.), como para alimentación animal
(veza, yero, algarroba, etc.). FGN y el IRIAF han firmado un convenio que busca recuperar
cultivos tradicionales de leguminosas en Castilla-La Mancha como estrategia para la
diversificación del mosaico agrícola actual y brindar una herramienta más a para aumentar
la competitividad del agricultor manchego.
Ocho son las variedades de leguminosas con las que se está trabajando para identificar
cuál se adapta mejor a las condiciones de suelo de cada una de las cuatro ZEPA en las
que el proyecto LIFE Estepas de La Mancha se lleva a cabo (Humedales de La
Mancha, Área Esteparia de La Mancha Norte, San Clemente, Laguna del Hito). Estas
variedades traen consigo su propia historia, en esta entrega, y a continuación, te contamos
sobre las lentejas y los garbanzos.
Lentejas
Se considera que las lentejas, son originarias del Medio Oriente, donde todavía se les
puede encontrar en estado silvestre. Los primeros indicios de su cultivo se habrían
encontrado en la zona de Israel y se corresponderían con una antigüedad de unos 7000-
9000 años, constituyendo una de las primeras plantas en ser cultivadas.
La civilización egipcia se destacó por su cultivo intensivo y por ser los primeros
exportadores de lentejas de la Antigüedad. Era la comida destinada a la realeza. Pero
también fue la comida de los obreros que construyeron la gran pirámide de Keops. En
cambio, los griegos y los romanos la consideraban un alimento destinado únicamente a los
pobres o para aquellos que querían dar muestras de pobreza y humildad como algunos
filósofos o religiosos. Según Apiano, natural de Alejandría, que ocupó altos puestos como
funcionario en Egipto a mediados del siglo II d. C, la lenteja era el plato principal de las
cenas funerarias. Para Apiano, era esta virtud de alegrar a los deprimidos, llorosos y
desesperados la que incitó a los romanos a servirlas durante las cenas de duelo familiar.
Durante la Edad Media se revaloriza nuevamente su consumo. La razón fue que se trató
de una época de hambre y escasez. Durante el siglo XVII nuevamente se rechazó su
inclusión en la dieta humana y se proclamó que sólo era buena para los caballos. Pasó así
de la mesa familiar a la caballeriza. Y debió esperar hasta otra época de penuria, esta vez
durante la Revolución Francesa para ser bienvenida nuevamente en los hogares, lugar
que ya nunca más perdió. En Italia, en la actualidad, se comen el último día del año, en la
cena de Nochevieja. Según parece, cuantas más cucharadas de lentejas seas capaz de
comer durante las campanadas de fin de año, más dinero entrará en tu bolsillo en el año
que comienza. En Castilla-La Mancha, un buen potaje de lentejas es una de las mejores
opciones para contrarrestar el frío invernal.
Garbanzos
El origen del garbanzo como cultivo a base de domesticar las variedades salvajes se
puede encontrar en el libro “Tratado del garbanzo” de Robert Bistolfi y Farouk Mardam-
Bey en una difusa zona situada entre las orillas orientales del Mediterráneo y la falda del
Himalaya. Aunque los autores de este libro mencionan que la aparición de paelosemillas
garbanceras en nuestras latitudes es algo más temprana ya que en Francia,
unos yacimientos arqueológicos en el Languedoc confirmaron el consumo de especies
silvestres a 7.000 años A.C. y, poco después, de variedades mejoradas.
El Cicer arietinum, nombre botánico y latín del garbanzo, ya es nombrado por Plinio el
Viejo (escritor, científico, naturalista y militar latino) entre las leguminas consumidas por los
romanos y cuenta la leyenda que Cicerón debía su apellido bien al comercio de garbanzos
–cicer– por parte de su familia o a una fea verruga que coronaba altiva la nariz del sabio
latino. En todo caso los romanos, griegos y egipcios comían garbanzos tanto en
formato seco como en verde.
No era muy buena la fama de los garbanzos en Roma, puesto que por su origen
cartaginés solía asociarse como comida de esclavos de la ciudad enemiga y sometida. En
el blog Gastronofera mencionan una curiosa cita del dramaturgo romano Pultafagónides “A
los romanos el garbanzo les inspiraba el mismo menosprecio en que hoy le tienen los
franceses, y en general, todos los países europeos. En los suburbios de la Roma Imperial
se exhibía a un esclavo cartaginés, con cara de tonto, comiendo garbanzos y a la gente le
bastaba verle para morirse de la risa”.
Lo cierto es que al ser un cultivo generoso de buen rendimiento su expansión mundial
contó con muchos próceres, como el mismo Emperador Carlomagno que enamorado de la
imperfecta esfera garbancera ordenó en el documento De Villisque todas las granjas de su
imperio debían cuanto menos cultivar el garbanzo y a partir de ahí libre mercado liberal; el
garbanzo se presentaba como una gran solución alimentaria.

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