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GASTRONOMIA
La trufa negra es un hongo que destaca y ha tomado fuerza en la gastronomía internacional durante las
últimas décadas, sobre todo en Italia, España y Francia pero, ¿Cómo es el origen y la evolución en la
historia de este preciado alimento? Os lo contamos.
Con el paso de los siglos, la trufa negra mantuvo su preciado valor, formando parte de las mesas de más
alto nivel. Su precio era tan elevado que solo la nobleza y las cocinas de alto poderío eran capaces de
incluirla en sus recetas. Los mismos Luis XVIII y Napoleón Bonaparte fueron dos amantes de la trufa
negra.
Entre otras propiedades de este preciado hongo, también se le otorgaron las medicinales y se utilizaba
como antibiótico y para curar la gota.
La Exposición Universal de París de 1855 sirvió para propagar la trufa negra a nivel mundial. Fue
Anthelme Brillat-Savarin, filósofo gastronómico y creador del primer tratado gastronómico, quien
denominó a la trufa negra como el “diamante negro”.
Nacimiento de la Truficultura
No fue hasta los siglos XVIII y XIX cuando el hombre comenzó a estudiar el complejo ciclo vital de la
trufa así como a diferenciar sus especies.
A pesar de los múltiples intentos de cultivar trufa, las primeras plantaciones fructíferas aparecieron a
finales del siglo XIX, aunque los resultados eran aleatorios. Los métodos de cultivo eran poco definidos
y se basaban en la plantación de una bellota de roble junto a un poco de trufa.
Los buenos resultados de inicios del siglo XX incitaron a los truficultores a aumentar sus intentos de
cultivo, pero las trufas no crecían, ya que el cultivo de este hongo necesita espacio y una amplia
biodiversidad en el suelo, que colabore con la riqueza y nutrición del árbol y el hongo.
En Fruits de la Terra somos amantes recolectores de la trufa silvestre pero nuestra pasión por este
producto nos ha llevado a cultivar nuestra propia explotación de trufa negra en una extensa plantación de
carrascas y robles micorrizados.
Si deseas conocer más sobre la historia y características de este maravilloso hongo, estaremos
encantados de que nos escribas o nos visites en nuestra masía de La Tinença de Benifassà, al norte de
Castellón.
Las trufas son un hongo subterráneo que crece cerca de las raíces de ciertos
árboles a los que se denominan especies truferas, por ejemplo: el roble o la
encina.
La trufa no está en contacto con las raíces del árbol, se une ellas por un micelio
que no percibimos. La relación entre árbol y trufa es una simbiosis, se asocian
entre sí.
Es un producto tan arraigado a la tierra que para extraer la trufa se requiere del
olfato del perro. Sin ellos es imposible encontrar el hongo en su momento de
maduración óptimo.
Hay hasta treinta variedades comestibles de trufa, no todas ellas con valor
culinario.
Tuber Melanosporum
Su temporada es de noviembre a abril. Esta es la trufa más valorada y apreciada
en la cocina, de aroma delicado y penetrante, una vez se prueba es difícil de
olvidar, su valor y rendimiento son inigualables.
Para esta variedad de trufa es muy importante la lluvia en la época estival, así
como las tormentas de verano, que es cuando se está formando.
Tuber Aestivum
Su temporada es de mayo a septiembre, de forma exterior parecida a la
Melanosporum, pero con la corteza piramidal mucho más pronunciada y por
dentro de color crema o avellana.
Aroma y sabor mucho más suave que la trufa negra o melanosporum, ya que es
un hongo de la temporada de verano, esto suaviza sus características
Tuber Uncinatum
La Tuber uncinatum, o trufa de otoño o también conocida como Trufa de
Borgoña, se recolecta durante el otoño, entre los meses que van desde septiembre
a noviembre. En otoño, las temperaturas templadas hacen que su aroma sea suave
con notas de madera y hongo. Su color es más oscuro que el de la trufa de
verano, pero más claro que el de la trufa de invierno.
HISTORIA
Mientras tanto, en España, en zonas del interior con terrenos calizos y climas de
contrastes, veían como en sus bosques crecía este preciado hongo de forma
silvestre, la naturaleza le daba el agua que necesitaba.
La demanda de trufa que venía desde nuestros países vecinos era cada vez mayor.
Sarrión se asentó como la capital de la trufa negra, no sólo por su trufa silvestre
sino por la apuesta de su gente a destinar la tierra a este tipo de agricultura.