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BATALLA DE

BETIJOQUE
PONEMESA, en el
contexto de la Campaña
Admirable

Por:
Eduardo II Zambrano R.

i
DERECHOS

Y propiedad
intelectual

Imagen de portada:

Sección diestra del Escudo de


armas del Municipio Rafael
Rangel, del estado Trujillo.

En esta página: sección siniestra


del mismo escudo.

Creado por el autor y aprobado por


el ayuntamiento rangeliano en
2018

ii
Dedicado
A todos los jóvenes y personas con
aprehensión de conocimientos, que
hacen de esta tierra trujillana su
hogar y su vida…

A los que buscan la verdad histórica,


aunque nos equivoquemos en el
andar, es el camino correcto…

iii
Prólogo

Me ha tocado la suerte de leer poco más de cinco rústicos de diferentes


investigaciones históricas realizadas por Eduardo II Zambrano Rivero, en ellas existe un
común denominador: cuenta la historia como cuando un niño va descubriendo hechos de
la vida, con una pasión propia y un asombro genuino que se hace eco en cada línea que
tamizan los ojos de sus lectores.
En esta ocasión, Zambrano Rivero, trae al podio un episodio relevante,
significativo y apoteósico de nuestra gesta libertadora, la Batalla de Betijoque y, como
siempre, no se queda en el contexto local para lograr los objetivos de academia, sino utiliza
los mismos para darnos a conocer, con detalle magistral, todo el contexto de la guerra de
independencia del año 1813. Quizá sea su condición de Arquitecto que lo lleva a
esquematizar, de una manera sobresaliente, los elementos claves del entendimiento de la
historia; aunque es raro dentro de sus investigaciones encontrar análisis crítico, dentro de
este trabajo no hubo manera de evitarlo, seguramente por la inmensa cantidad de
“protohistorias” o “mitos” arraigados en torno al evento histórico ocurrido el 4 de junio
de 1813.
También es de destacar – y se siente en su lectura – el tratamiento sistémico conque
presenta la investigación, desgranando los partes de guerra, escudriñando en sus palabras,
hilando en su contenido y poniendo en el contexto regional el significado clave de cada
carta, cada proclama, cada orden del Libertador. Hace que pensemos en el día a día de la
contienda guerrera desde sus trincheras, introduciéndonos de lleno en la época y viviendo
los hechos como testigos presenciales de cada evento. Quizá ello se deba a la manera
especial de cambiar los tiempos verbales para hacerse entender, única, que va
magistralmente entre primera persona del singular a primera del plural y, del pasado
perfecto al presente imperfecto. Definitivamente, es un toque.
Zambrano, por primera vez en la historia, contabiliza los triunfos de la campaña
admirable, al lado a un pequeño revés patriótico, escondido del legajo documental quizá
por el oscurantismo suspicaz conque otros autores tiende a ocultar, para no contar. Y lo
magistral, en su mapa regional trujillano, podemos visualizar, paso a paso, día a día, el
avance patriótico de las fuerzas libertadoras en detrimento, pérdida y retroceso de las
realistas. Finaliza Zambrano, con un epílogo extraordinario, reconciliando la crónica
popular con la investigación científica y poniéndose del lado humanista al establecer
claramente que el 4 de junio de 1813 se realizaron en el espacio territorial de Betijoque
una serie de hechos y operaciones militares de la vanguardia libertadora en detrimento de
las fuerzas españolas a las que hoy llamamos Batalla de Betijoque.
Sharlyn Thailiana Espina
Febrero, 2019

iv
Índice

Prólogo ..............................................................................................................................iv
Introducción ....................................................................................................................... 1
Batalla de Betijoque – Sitio de Ponemesa .......................................................................... 3
El enigma de Ponemesa ..................................................................................................... 9
Batalla campal de Betijoque – Proclama del 8 de agosto de 1813 .................................... 15
La hipérbole en documentos públicos del Libertador ....................................................... 17
Primera cita: ..................................................................................................................... 17
Segunda cita: .................................................................................................................... 22
Tercera cita: ..................................................................................................................... 23
Sobre las siete batallas campales de la Campaña Admirable ............................................ 26
Sobre la ubicación geográfica de Ponemesa ..................................................................... 52
Epílogo ............................................................................................................................. 58
Referencias y Publicaciones Periódicas ........................................................................... 61
Referencias Electrónicas .................................................................................................. 64

v
Imágenes y tablas

Imagen A-1.- Parte original, de la Proclama a los caraqueños del 8 de


49
agosto de 1813.

Imagen A-2.- Detalle del Parte original de la Proclama a los


50
caraqueños del 8 de agosto de 1813

Mapa A-3.- Rutas y caminos existentes en las épocas de la conquista,


53
colonia e inicios de la republicana (1600, 1705 y 1777)

Tablas A-4 y A-5.- Tablas comparativas de la posición astronómica


56
de las cabeceras de cada cantón

Mapa A-6.- Recreación de las rutas y caminos existentes para los siglos
XVII al XIX; con rutas hasta Gibraltar y Moporo; incluyendo los linderos 57
de las Encomiendas de Moporo, Betijoque y Escuque, para el año 1611

Mapa A-7.- Ruta Admirable. Mapa físico de Trujillo y su entorno


65
cercano

vi
Introducción

Desde 1986 comencé a preocuparme por la poca información que se tenía sobre
uno de los eventos relevantes sobre la gesta patriótica local, ocurrida en estas tierras
betijoqueñas para el año 1813; se trataba de la Batalla de Betijoque, mencionada por
el Libertador como una de las siete batallas que se desarrollaron a lo largo de la
Campaña Admirable y que culmino con su entrada triunfal a la ciudad de Caracas,
dando inicio a la segunda república.
Durante 30 años se recogió información aislada, crónicas y mitos; se
consultaron las bibliografías más resaltantes de la epopeya libertaria venezolana, para
solo lograr reunir líneas aisladas, retazos y releer autores que copiaban autores,
expresando el mismo criterio superfluo, ocurrido en las inmediaciones del sitio de
Ponemesa, lugar casi perdido en la historia etnográfica del estado Trujillo. Pasé horas
escuchando a nuestro cronista, atenta y aprehensivamente, aprendiendo de sus palabras
y la crónica recogida por él, leí con esmero los artículos que año tras año aparecían en
la prensa regional cercana a la fecha de aniversario del magno evento local, publicados
por destacados voceros, todos amigos y ganados a difundir el patrimonio cultural e
historio de nuestro lar.
Creo haberme perdido en esos 30 años muy pocos discursos de eminentes
personajes que, cada 4 de junio, por invitación del cabildo municipal, aportaban más
y más elementos a los hechos desarrollados en la batalla local de la gesta admirable de
Bolívar, unos más sobresalientes que otros. También, acudíamos en tropel al sitio
donde se erigió un monumento a la Batalla de Betijoque, cercano al Pueblo de la Laja,
entre el límite de los actuales Municipios Escuque y Rafael Rangel, sobre el antiguo
“camino real”.
Pero a medida que más aprendía, más información recogía y más discursos
escuchaba, más eran las dudas lógicas y de contexto que me aquejaban. Dentro de esa
aprensión decidí reunir mi propia publicación de la crónica oficial, escuchada de sus
pocos voceros que versionaban el hecho histórico; y para 2006 realicé una publicación
del evento, un tiraje de unos 300 ejemplares fotocopiados a color cuyo contenido era
igualmente gráfico como narrativa. Su propósito fue medir la reacción de los lectores
escogidos, palpar su posición crítica y establecer un punto de partida para realizar una
investigación, con rigor académico, auspiciada por la UNEFA Núcleo Trujillo; el
resultado del impacto de ello ya era esperado, silencio, sin comentarios; la historia,

1
pareciera, no genera el interés requerido para salvaguardar su legado. Lo aprendí a lo
duro.
Más adelante, para 2010, realicé otro experimento social; ya con un proceso
investigativo, académico, bastante avanzado, publique un artículo no muy extenso,
cuyo contenido principal abordaba los partes de guerra de la campaña admirable,
denotando en ellos la ausencia total del evento en cuestión: no hubo confrontación, no
batalla. La difusión fue específica, no aleatoria; esto es, se seleccionaron lectores a
dedo, entre miembros de la Comisión de Patrimonio histórico de Betijoque, así como
personeros de convicción académica, políticos destacados a la fecha y periodistas
locales.
El resultado de ese segundo experimento social, si tuvo un peso específico;
“Zambrano dice que no hubo Batalla de Betijoque”… era el coro casi unísono del
colectivo sometido a experimento y, algo más curioso, personas que no habían leído
el artículo repetían al acorde la conclusión ya asumida como propia. Desde entonces,
transcurrieron siete años más, intentando tener tanto todas las herramientas de
investigación científica y académica, como todos los documentos y fuentes primarias
que establecieran un verdadero acercamiento a los hechos de la gesta heroica local.
Así, nace esta investigación, que hoy se pone a disposición del colectivo, del
lector habido de conocimiento, en donde el mito y la crónica juegan su rol
transcendental pero que los hechos reclamados en órdenes militares, partes de guerra
y proclamas llenas de metáforas tórridas, establecen una verdad científica, clara y sin
ambigüedades.
En ella, el rol del mito jugó un papel preponderante, inclusive falacias vulgares
creadas por políticos sin academia real, hicieron imposible el trato justo y sistémico de
la investigación, teniendo que recurrir al análisis crítico, austero pero crítico, para
desmontar dichas falacias e inventos creados quien sabe con qué intensión torcida. No
así la crónica justa sostenida por los voceros de ética reconocida, como el cronista
Rafael Argüello, su hijo el Lcdo. Alfredo Arguello y el historiador Gustavo Salas
Cubillan, cuyo recorrido titánico por llevar a término el reconocimiento del augusto
evento los hacen hoy por hoy las únicas voces que se alzan por el reconocimiento de
la Batalla de Betijoque.
Eduardo II Zambrano Rivero
En mi estudio, febrero, 2019

2
Batalla de
Betijoque – Sitio
de Ponemesa

La relación más completa de los hechos que se tiene a la fecha, es la crónica e


investigación del honorable y distinguido cronista de la ciudad de Betijoque, el señor
Rafael de Jesús Arguello, quien desde 1979 ha difundido los pormenores sobre el
magno evento ocurrido en tierras del actual municipio Rafael Rangel.

En su pequeña publicación multigrafiada, ampliada posteriormente por otros


historiadores, ha señalado Arguello, como fecha del evento bélico el 4 de junio de
1813. Los escritos aparecidos con fechas más recientes a la publicación de Arguello
(1979), han ido agregando elementos y se han hecho eco del proceso de la gesta
inmersa dentro de la Campaña Admirable del Libertador Simón Bolívar. Estos nuevos
elementos van enriqueciendo poco a poco el laberinto histórico acaecido con
Ponemesa; Benito Flores (2011), Eudomario Rangel (2011) y Alfredo Arguello Lugo
(2013) son algunos de sus exponentes que han expandido el aporte original expresado
por nuestro cronista desde 1979; son poca las voces que a la fecha hacen eco de este
evento histórico, digno del rescate en los cuadernos de la historia local.

Ya es tradición los actos protocolares del ayuntamiento rangeliano cada 4 de


junio y, junto a sus oradores de orden, cuidan relacionar desde su óptica los
pormenores del evento histórico, además de instar a fortalecer nuestro acervo cultural,
o hacer llamados de unión e integridad, en general.

A continuación los hechos sobre Ponemesa, basada en la crónica de Arguello


(1979) y Arguello Lugo (2013):

Desde el Cuartel de Mérida, Bolívar da las órdenes para invadir la Provincia de


Trujillo y dispone que el Cuarto Regimiento de la Unión, comandada por el Teniente Coronel
Atanasio Girardot, con la asistencia del Capitán Luciano D’Elúyar, marchen a Trujillo en dos
flancos paralelos para enfrentar los enemigos de paso por esta Provincia que se encontraban
concentrados en Boconó, Carache y Trujillo...

Maza, Ricaurte y Yépez comandan la columna patriota que baja por el páramo de
Mucuchíes, baja al Valle del Motatán y se dirige a hacerle frente a Correa... La otra columna
al mando de D’Elúyar y Manuel Cogorza dispersan el enemigo que se encuentra entre
Carache y Boconó. Fusionada las columnas del ejército patriota, bajo la dirección de los
Capitanes D’Elúyar y Hermógenes Maza, una rápida escaramuza - el día 3 de junio – logra
dispersar a unos 50 maracaiberos del Ejercito realista en el sitio de “El Colorado” (antiguo
camino entre la hoy Casa Carmania y Escuque)...

Estos realistas eran parte de la avanzada al mando del Brigadier Correa. El


Brigadier Correa venía retrocediendo en falanges simultáneas, tanto como Bolívar avanzaba
hacia el centro del país... Correa entró a la Provincia de Trujillo por la vía de Timotes; por lo
que bajó a La Puerta, llegó a Carmania, siguió a Escuque, La Mata, El Alto, Ponemesa, La

3
Laja, Carambú y Betijoque. Aquí esperó los refuerzos prometidos por el Gobernador de
Maracaibo para poder avanzar luego sobre Carache...

Dada la tardanza de en la llegada de los refuerzos realistas, Correa decide no esperar


más y comienza la marcha con sus 400 hombres hacia Carache.

Betijoque y Carache, junto a Boconó y Trujillo, estaba bajo el control - tanto militar
como civil - de las fuerzas del Rey; por lo que se le hizo fácil a Correa reclutar nuevos hombres
para engrosar las filas realistas en su iniciado intento de avanzada hacia Carache... Correa
no imaginaba que el ejército libertador estaba demasiado cerca; los realistas que lograron
escapar de la escaramuza de “El Colorado” en Escuque, notifican a este Brigadier la cercanía
de los patriotas... A Correa no le queda más remedio que hacerse el fuerte en el Paso de
Ponemesa con una fuerza que apenas superaba los 400 hombres entre reclutas e irregulares...

El 04 de junio, cerca del mediodía, ambos ejércitos chocan sus armas, prolongándose
en encuentro por varias horas... La estrategia de los patriotas hace que luego de una violenta
batalla se corone el Alto de Ponemesa... Correa toca la retirada y se repliega hacia Betijoque,
buscando bajar a la Laguna... El ejército de Correa está totalmente desmembrado, dejando
en Ponemesa equipo, pertrechos, armamento y hombres tanto heridos como muertos...

Con apenas un centenar de hombres se refugia en Betijoque en donde llega muy


entrada la noche del 4, quizá ya era la madrugada del 5 de junio... Al percatarse de la
avanzada del ejército patriota decide escapar hacia el puerto de Moporo, donde se embarca
para Maracaibo el día 6 de junio de 1813... Un grupo armado de betijoqueños, comandados
por el Capitán Anselmo Abreu, termina hostigando al reducido grupo de Correa, obligándolos
a apresurar su marcha hacia Moporo...

D’Elúyar prosigue la persecución todo el día 5 por la llanada de Agua Santa, El


Sequión y Matías, en las inmediaciones de Moporo... Un pequeño refuerzo realista llega el 6
a Moporo pero ese mismo día el Brigadier Correa opta por avandonar el territorio de la
Provincia de Trujillo y se marcha a Maracaibo... Dejando el territorio trujillano libre de toda
dominación realista, encaminando al ejército patriota hacia la promulgación de la Segunda
República con la victoria aplastante de Bolívar en su estraordinaria Campaña Admirable...

Hasta aquí todo parece bien, normal en el sentido estricto de la crónica histórica
contada por personas serias, correctas y con amor a su lar. Se refuerza el contexto
histórico con la proclama del Libertador, quien una vez coronado con total éxito la
Campaña Admirable, desde su cuartel en Caracas, el 8 de agosto de 1813, dirige su
proclama de vencedores al mundo:

“SIMÓN BOLÍVAR, BRIGADIER DE LA UNIÓN Y GENERAL EN JEFE DEL EJÉRCITO


LIBERTADOR DE VENEZUELA

A los Caraqueños

Anonadados por las vicisitudes físicas y políticas, hasta el último punto de oprobio y de
infortunio a que la suerte ha podido reducir a un pueblo civilizado, os veis ya libres de las
calamidades espantosas que os hicieran desaparecer de la escena del mundo, y por decirlo
así, hasta de la faz de la tierra; pues sepultados, muertos en los templos, y vivos en las cavernas
que el arte y la naturaleza habían formado, estabais privados de la influencia del cielo y de
los auxilios de sus semejantes.

4
En un estado tan cruel y lamentable, y a tiempo que las persecuciones habían llegado a su
colmo, un ejército bienhechor, compuesto de vuestros hermanos los ínclitos soldados
granadinos parecen, y como ángeles tutelares, os hacen salir de las selvas y os arrancan de
las horribles mazmorras donde yacíais sobrecogidos de espanto o cargados de cadenas, tanto
más pesadas cuanto más ignominiosas. Parecen, digo, vuestros libertadores, y desde las
márgenes del caudaloso Magdalena, hasta los floridos valles de Aragua, y recinto de esta
ilustre capital, siempre victoriosos, han surcado los ríos del Zulia, del Táchira, de Boconó, de
Masparro, la Portuguesa, el Morador y Acarigua, transitando los helados páramos de
Mucuchíes, Boconó y Niquitao; atravesando los desiertos y montañas de Ocaña, Mérida y
Trujillo; y triunfando siete veces en las campales batallas de Cúcuta, La Grita, Betijoque,
Carache, Niquitao, Barquisimeto y Tinaquillo, donde han quedado vencidos cinco ejércitos
que en número de diez mil hombres devastaban las hermosas provincias de Santa Marta,
Pamplona, Mérida, Trujillo, Barinas y Caracas.

Caraqueños: el ejército de bandidos que profanó vuestro territorio sagrado ha desaparecido


delante de las huestes granadinas y venezolanas, que animadas del sublime entusiasmo de la
libertad y de la gloria, han combatido con un valor divino, y han llenado de un pánico terror
a los tiranos, cuya sangre regada en los campos ha expiado una parte de sus enormes
crímenes. Vuestros ultrajes han sido vengados por nuestra espada libertadora, que a un solo
golpe han inmolado los verdugos y cortado las ligaduras de las víctimas.

Los habéis visto, caraqueños, escaparse como tránsfugas de vuestra capital y puertos,
temiendo vuestra justa indignación, y no temiendo la vergüenza de huir de un pueblo todavía
encadenado. No esperaron, no, la clemencia del vencedor a que ellos no eran acreedores por
las infracciones impías que han cometido en todas partes del mundo americano; pero el
magnánimo carácter de nuestra nación ha querido superarse a sí mismo, concediendo a
nuestros bárbaros enemigos tratados tan benéficos que les han asegurado sus bienes y sus
vidas, únicos objetos de su codicia.

Mirad cuán pérfidos deben ser unos hombres, que entregándoos a la anarquía os pusieron en
la necesidad absoluta de existir en medio de los tumultos, sin gobierno y sin orden. Mirad cuál
será su carácter fementido y protervo, cuando abandonan a sus propios defensores a la merced
de un vencedor, y de un pueblo irritado, que con razón clamaba a la venganza de tres siglos
de opresión, y de un año de exterminio. Mirad, en fin, con el vilipendio que ellos merecen, a
esos miserables, que erguidos en la prosperidad, y cobardes en el infortunio precipitan a sus
hermanos al peligro y los abandonan en él.

Por fin, compatriotas míos, vuestra República acaba de renacer bajo los auspicios del
Congreso de la Nueva Granada, vuestra auxiliadora, que ha enviado sus ejércitos, no a daros
leyes, sino a restablecer las vuestras, extinguidas por la irrupción de los bárbaros, que
envolvió en el caos, la confusión y la muerte, los Estados Soberanos de Venezuela, que hoy
existen nuevamente libres e independientes y colocados en el rango de nación.

Ésta es, caraqueños, mi misión; aceptad con gratitud los heroicos sacrificios que han hecho
por vuestra salud mis compañeros de armas, que al daros la libertad se han cubierto de una
gloria inmortal.

Cuartel general de Caracas, 8 de agosto de 1813, 3º de la Independencia y 1º de la Guerra a


Muerte”.1

1
Bolívar, vol. III, Nro. 15; pp. 561, 562

5
En 2011, 10 de abril, Benito Flores publica en su columna Renacer, para
entonces columna de aparición regular en el Diario El Tiempo, un artículo en donde
establece datos precisos sobre el evento de la Batalla Campal de Betijoque, tal cual la
menciona el Libertador en su proclama del 8 de agosto; entre ellos, el parte de guerra
que Girardot remite al Libertador:

“Informe de la Batalla Campal de Ponemesa realizado por el Comandante Atanasio Girardot


al Libertador Simón Bolívar Palacios.

Excmo. señor Presidente, Encargado del Supremo Poder Ejecutivo de La Unión.

Excmo. señor:

Tengo el honor de dirigir a V. E. el parte que el Comandante de la Vanguardia me da.

El día 4 de Junio divisamos las tropas enemigas del realista Ramón Correa, ordené a los
oficiales Antonio Ricaurte, Luciano D´Elhuyar, Hermógenes de La Maza, Francisco Yépez
Roldán y Manuel Gogorza, para que atacaran en dos grupos de 100 hombres cada uno;
conservé un centenar de hombres para hacer un contraataque al enemigo, que en número de
600 se disponía a enfrentar un fiero batallar; el primer grupo comandado por Francisco Yépez
Roldán y Manuel Gogorza se dirigieron hacia el centro del enemigo y el segundo dirigido por
Antonio Ricaurte, Luciano D’Elhuyar, Hermógenes de La Maza, se abrió hacia el lado
derecho.

Comenzó a las 9 de la mañana la cruenta batalla y terminó a las 12 de medio día, las tropas
de Ramón Correa se diezmaron ante nuestra arremetida y huyeron despavoridos vía Betijoque,
Moporo, Las Trincheras, El Colorado y en su camino iban dejando heridos, muertos y
pertrechos útiles a nuestra causa. El Brigadier Ramón Correa huyó hacia el Lago de
Maracaibo por el Puerto de Moporo, con lo que capturamos 300 hombres, 120 armas, ganado,
alimento y otros pertrechos. Se produjeron 45 muertos, de los cuales 10 eran nuestros;
mañana nos dispondremos a partir hacia Trujillo.

Dios guarde a US. muchos años. Cuartel General de la Vanguardia en Ponemesa, a 4 de Junio
de 1813.- 3º de la Independencia, 1º de la Guerra a Muerte, a las 7 de la noche.- Atanasio
Girardot. Señor Comandante en Jefe Brigadier Simón Bolívar”.2

Flores, fue designado Orador de Orden para los actos del 198 aniversario de la
Batalla de Betijoque, conmemorados el 4 de junio de 2011; invitado por el poder
legislativo del Municipio Rafael Rangel en la población de San Juan. Para esa época
el profesor Benito Flores Sáez, era el Director de Educación de la Gobernación
trujillana. En su discurso, Flores señaló que la Batalla Campal de Betijoque tuvo un
radio de acción de 12 Km2 y una duración de 3 horas; desde las 9:00 de la mañana
hasta las 12:00 de medio día, produciéndose 35 muertos para el ejército español y 10
bajas para las fuerzas patriotas; batalla donde los Patriotas vencen al realista Coronel
Ramón Correa, quien tenía 600 hombres. Flores señaló que al final de la Batalla
Girardot, Jefe de la Vanguardia libertadora; organiza un gobierno provisional en
Betijoque, encargando a Gregorio Arguelle.

2
Flores, Diario El Tiempo, columna Renacer, 10/04//2011

6
Arguello Lugo, el 31 de mayo de 2014, publica un artículo con motivo a la
conmemoración de los 201 años de la Batalla de Betijoque, el cual se hace eco en
varios portales digitales (aporrea.org e iberoamerica.net), con razonada afección por
la realidad que tal evento histórico tiene como significado para la dirigencia política
local y regional:

“Que tristeza para lo que amamos la historia que el año Bicentenario de la Campaña
Admirable termina este año pasando muy por debajo de la mesa. El Gobierno se limitó a
celebrar como siempre los actos conmemorativos: oradores de orden, ofrenda florares y
pésimos desfiles. En el caso de la celebración en el estado Trujillo: batalla de Betijoque,
Proclama de Guerra a Muerte, Batalla de Carache y Niquitao, ni se hable los actos fueron
politizados y los oradores de orden no acumulaban méritos para ser tal figura. Se limitaron a
realizar esos actos y a inventar hechos históricos que ponen a llorar a nuestros Libertadores.
Los 200 años de la Batalla de Betijoque se conmemoraron nuevamente en la población de San
Juan de Isnotú, sin ser el sitio donde se ejecutó ese importante hecho de armas; la razón fue
simple, ningún gobierno desde 1996 para acá ha querido edificar un monumento acorde con
el momento, no aman la historia; ni el mismo gobernador de Trujillo Rangel Silva que se dice
amar la historia ha hecho nada, no valoran, no dan ejemplo.

A pesar de ser la Batalla de Betijoque (no de Ponemesa como la llaman algunos) la que le
permitió al ejército Libertador ingresar a la Provincia de Trujillo y que se pudieran suceder
los hechos continuos: Firma de la Proclama de Guerra a Muerte, Batalla de Carache y
Niquitao; no ha recibido la importancia que merece y de paso este año designa la
municipalidad como orador de orden al Prof. Eduardo Zuleta que no reúne méritos suficientes
para tal caso, además que en los actuales momentos es acusado de atropellar, humillar a los
educadores jubilados trujillanos al ser partícipe de la rebaja de sueldos a menos del salario
mínimo a miles de jubilados amantes de la historia regional. A nivel local y regional existen
otras personas que conocen del tema y merecían ser designados en tan importante fecha.

Girardot, Maza, D’Elhuyar, Ricaurte lucharon hasta vencer en el cerro de Ponemesa;


derrotaron por tercera vez al yerno del Gobernador de Maracaibo Fernando Miyares, Ramón
Correa que huye hacia las riberas del Lago de Maracaibo. En el sitio de la Batalla, luce entre
la maleza una columna levantada por la Comisión del Año Bicentenario de Betijoque de 1984,
año en que se celebró por todo lo alto tan significativo evento”.3

Hasta aquí los hechos; todo pareciera indicar que solo algunos connotados
cronistas e historiadores de renombre conocen de cerca los pormenores del magno
evento, olvidado por la memoria de las nuevas generaciones de pobladores falto de
cultura, auspiciados por el desinterés de los educadores que a la larga, también
desconocen la relación histórica del evento patrio local.

Solo por auspicio, originalmente del cronista, el 4 de junio es recordado año


tras año por la legislación local en eventos solemnes cuyos oradores, de una u otra
forma, intentan cobijar la historia divulgada y repetir lo que hasta la fecha es conocido
a través de publicaciones y artículos periodísticos, agregándoles a sus discursos locales
emotivos consejos sociales, culturales y de contexto personal. La remisa corte política

3
Arguello Lugo, Portal digital Aporrea, 31/05/2014

7
local, aprovecha los momentos fastuosos que ofrece el acto solemne del ayuntamiento
para retratarse con figuras más destacadas a nivel regional y nacional.

Si hemos notado algo importante en el devenir histórico de la crónica sobre la


batalla: se ha intentado minimizar el nombre mediático de “batalla de Ponemesa” y se
ha generalizado el de “batalla de Betijoque”; los fines son obvios, darle el nombre
correcto al evento tal cual fue mencionado por el Libertador en su proclama del 8 de
agosto de 1813. También, se ha notado como el vocero casi exclusivo de la crónica de
Ponemesa es Arguello Lugo, hijo del cronista. En sus artículos de prensa se observa el
esfuerzo titánico, casi de única voz que se alza en defensa de la batalla de Betijoque y
su importancia vital dentro del contexto de la campaña admirable.

Al respecto Arguello Lugo, publica el 13 de mayo de 2013 por el diario El


Tiempo: “…quienes hablan de este hecho histórico se empeñan en seguir desconociendo las batallas
campales de Betijoque en el sitio de Ponemesa y Carache en Agua de Obispo… Y es inaudito escuchar
a voceros de la Dirección de Cultura de la Gobernación del Estado decir que no es nada importante
construir monumentos en los sitios de esas batallas. Y aquí les dejó el significado del término BATALLA
CAMPAL: Una batalla campal es una batalla donde ambos ejércitos eligen luchar en una localización
elegida y en un momento determinado y donde cada facción tiene la opción de abandonar antes de que
la batalla comience, o poco después del primer choque armado…”. Claro está, aludiendo ello a
la proclama del Libertador del 8 de agosto de 1813 donde Bolívar expresa “…triunfando
siete veces en las campales batallas…”.

8
El enigma de Ponemesa

Pero, ¿en dónde termina el enigma y comienza la historia?; ¿qué tan acertadas
y confiables son estas voces que nos dicen del acontecer histórico para la fecha 4 de
junio de 1813?. Las referencias encontradas de la Batalla de Betijoque o el sitio de
Ponemesa son reseñadas de esta forma en el acontecer bibliográfico:

RESTREPO (1858), Historia de la revolución de la República de Colombia


(copiado de Blanco y Aspurua (1875), Tomo IV; Nro.839, p. 639). “En el ínterin de la
vanguardia, compuesta de quinientos hombres, había marchado adelante al mando de Girardot a
ocupar la provincia de Trujillo: este siguió el camino recto hacia la capital, y D’Eluyar se dirigió a
Escuque con el objeto de perseguir una parte de la división Correa, que había tomado posiciones
ventajosas en Ponemesa: Correa no se atrevió a esperar el ataque y los primeros días de junio se
escapó a Maracaibo por el camino que conduce al puerto de Moporo sobre el lago. Sin embargo, otra
parte de sus tropas, que ascendían a cuatrocientos buenos infantes y cincuenta caballos, quedaba en
la cercanía de Carache, al mando del marino español don Manuel de Cañas…”

LARRAZABAL, Felipe (1883; tomo I, p. 176). “La vanguardia de los republicanos


ocupo sin resistencia a Bailadores, y con solo este hecho la división de Correa – una nueva división –,
que no bajaba de 1.000 hombres, abandonó a Mérida y se retiró a Betijoque. Mérida, libre de la
opresión, proclamó de nuevo su independencia… Atendiendo a la organización del territorio liberado
y al aumento de sus fuerzas [Bolívar], hizo a la vez marchar a D’Eluyar sobre Escuque, con el fin de
perseguir la división de Correa y a Girardot sobre Trujillo, para ocupar esta provincia. Correa no se
resolvió a esperar el ataque, y en los primeros días de junio se escapó para Maracaibo por el camino
que conduce a Moporo, sobre el Lago”.

RIVAS Vicuña, Francisco. Las Guerras de Bolívar, (1921; pág. 152). “…Tres
días después, se producía un primer contacto con el enemigo en Escuque; Correa, que estaba en
Ponemesa, abandona sus posiciones y se embarcaba en el puerto de Moporo con dirección a
Maracaibo”.

LECUNA, Vicente. Crónica razonada de las Guerras de Bolívar. (1950, Tomo


1, p. 45). “El 3 de junio D’Eluyar y Maza dispersaron una partida de 50 maracaiberos cerca de
Escuque y luego arrojaron a Correa de la Fila de Ponemesa donde había reunido 418 infantes y lo
obligaron a huir a los bosques del Lago de Maracaibo con unos 100 hombres, restos de su columna,
las otras partidas se disolvieron en la persecución…”

HELLMUND Tello (1957, p. 246). “Dejada Mérida, el Ejército Libertador se


encaminó haría Trujillo. D’Elhuyar recibió órdenes de avanzar sobre ponemesa; Correa abandonó la
posición huyendo hacia Moporo y luego Maracaibo. Poco después entra la vanguardia mandada por
Girardot, a Trujillo, donde el Libertador lo esperaba con otro de los cuerpos”.

MUÑOZ, Gabriel (1987, pp. 30, 31). “Al día siguiente de su llegada a Mérida y después
de haber ordenado que la vanguardia de 500 plazas y al mando del Comandante Girardot marchase
sobre Trujillo y que de la misma D’Eluyar con un destacamento fuese a Escuque a desalojar a Correa

9
que había tomado posiciones en Ponemesa, dirigió Bolívar al Congreso Granadino la siguiente
comunicación…”

Seis autores, de un bloque de más de setenta analizados, menos de 40 líneas


resumidas en un complejo ejercicio que supera las veinte mil páginas consultadas. En
particular es muy extraño que autores de la talla de Aguirre, Masur, Lecuna, José de
la Cruz Herrera, Rumanso González, entre muchos otros no contemplen este espacio
de la historia altamente significativo, no por la mención de Betijoque, o Ponemesa,
sino por la desaparición del realista Correa del escenario de guerra de 1813. Y luego,
irónicamente, en un arduo trabajo de historia, consigue Flores (abril de 2011) el parte
de Girardot sobre la batalla de Betijoque, incluyendo fecha de inicio y culminación,
número de heridos por bandos y dimensión del campo de batalla. Eso, en aras de esta
investigación, merece atención especial y dedicación analítica.

En tal sentido, comencemos analizando el parte que Atanasio Girardot envía a


Bolívar, Suministrado por Flores y hecho público en su columna periódica, veamos el
documento en secciones estructuradas:

Informe de la Batalla Campal de Ponemesa realizado por el Comandante


Atanasio Girardot al Libertador Simón Bolívar Palacios.

Flores titula el documento como “Informe de la Batalla Campal de


Ponemesa...” Alude claramente al concepto y acuerdo entre las partes de generar un
encuentro bélico en el sitio de Ponemesa; tal hecho no está demostrado dentro de la
Campaña Admirable. No así los casos de Agua de Obispos, Niquitao, Horcones y
Taguanes, sitios donde el enemigo si planteo la batalla.

Excmo. señor Presidente, Encargado del Supremo Poder Ejecutivo de La Unión.

Excmo. señor:

De aquí en adelante es el Brigadier Simón Bolívar quien escribe la misiva al


Presidente encargado del supremo poder Ejecutivo de la Unión quien para el momento
es Camilo Torres Tenorio.

Tengo el honor de dirigir a V. E. el parte que el Comandante de la Vanguardia me da.

El día 4 de Junio divisamos las tropas enemigas del realista Ramón Correa, ordené a los
oficiales Antonio Ricaurte, Luciano D’Elhuyar, Hermógenes de La Maza, Francisco Yépez
Roldán y Manuel Gogorza, para que atacaran en dos grupos de 100 hombres cada uno;
conservé un centenar de hombres para hacer un contraataque al enemigo, que en número de
600 se disponía a enfrentar un fiero batallar; el primer grupo comandado por Francisco Yépez
Roldán y Manuel Gogorza se dirigieron hacia el centro del enemigo y el segundo dirigido por
Antonio Ricaurte, Luciano D’Elhuyar, Hermógenes de La Maza, se abrió hacia el lado
derecho.

En esta sección Girardot le describe a Bolívar las acciones del día 4 de junio y
de cómo distribuyó el ejército de vanguardia ante su enemigo.

10
Comenzó a las 9 de la mañana la cruenta batalla y terminó a las 12 de medio día, las tropas
de Ramón Correa se diezmaron ante nuestra arremetida y huyeron despavoridos vía Betijoque,
Moporo, Las Trincheras, El Colorado y en su camino iban dejando heridos, muertos y
pertrechos útiles a nuestra causa. El Brigadier Ramón Correa huyó hacia el Lago de
Maracaibo por el Puerto de Moporo, con lo que capturamos 300 hombres, 120 armas, ganado,
alimento y otros pertrechos. Se produjeron 45 muertos, de los cuales 10 eran nuestros;
mañana nos dispondremos a partir hacia Trujillo.

El comandante de la vanguardia señala la hora de comienzo del encuentro


bélico y su culminación, marca las bajas obtenidas y los pertrechos capturados. Y una
primera incongruencia no conciliable con la época: Las Trincheras, no existe; ese
nombre nunca ha existido; los foráneos, los que no son del cantón Betijoque cometen
muy seguido el error llamando al sector – que realmente se denomina La Trinchera,
en singular –por su plural Las Trincheras, nombre incorrecto. No sabemos cómo
Girardot sabe de la existencia de un nombre cuando el mismo no existe en la historia.
Para la época colonial y preindependentista el sector es conocido como La Alcabala,
era el lugar donde llegaban los arrieros de carga y recuas desde Moporo y zonas
vecinas y pernoctaban en el sitio, en casa de posta ubicada en dicho sector, para luego
pagar los impuestos respectivos de las mercancías. El nombre de “La Trinchera” – en
singular – se le empieza a reconocer muy posterior a la fecha del evento donde se
atrincheró Correa antes de su huida a la Laguna de Maracaibo.

Dios guarde a US. muchos años. Cuartel General de la Vanguardia en Ponemesa, a 4 de Junio
de 1813.- 3º de la Independencia, 1º de la Guerra a Muerte, a las 7 de la noche.- Atanasio
Girardot.

Señor Comandante en Jefe Brigadier Simón Bolívar.

Girardot despide su informe estableciendo dos eventos; en el primero señala el


tiempo de la guerra de independencia (3º de la Independencia) y, segundo, dice que es
el primer año de la Guerra a Muerte, fechado el 4 de junio de 1813. Mucho más grave;
ello establece que Girardot sabe de antemano lo que va a ocurrir once días en el futuro.
Ni el documento del Decreto de Guerra a muerte, dado el 15 de junio de 1813 culmina
con el inciso de 1° de la guerra a muerte.

Otras incongruencias, el documento no está indexado dentro del orden del libro
de órdenes de la fecha; ubica a Girardot dentro del Campo de Ponemesa; establece que
a las 7:00 pm ya tenía noticias que Correa se había embarcado en la laguna, sin esperar
reportes de D’Eluyar y Maza que fueron en su persecución. El documento no tiene
fecha de remisión ante el presidente encargado de la unión, o sea, luego de trascrito el
parte de Girardot, Bolívar no cierra la misiva.

Todos estos elementos establecen un vicio de nulidad a la autenticación del


informe que Flores presenta públicamente dentro de su columna, como artículo
periodístico de corte documental – histórico; para este investigador, el documento es
falso; dicho indicador no pasó el análisis sistémico de su confiabilidad. A la fecha no
sabemos de dónde lo obtuvo o quien suministró a Flores dichos papeles, pero a nuestro

11
criterio debió realizar un estudio más minucioso a dicho documento antes de darlo por
autentico y publicarlo como el parte de Girardot a Bolívar.

Sin detenernos aquí, una revisión exhaustiva de la Bibliografía de Blanco y


Aspurua – Tomo IV – entre marzo de 1813 (p. 538) en el cuartel de Cúcuta y el 25 de
junio de 1813 en el cuartel general de Trujillo (p. 626), no hay registros indexados del
documento firmado por el Libertador citado por Flores, señalando su fecha de
construcción el 4 de junio de 1813.

Así también, O’Leary en sus Memorias, Tomo 13, desde el 2 de marzo de 1813
en Cúcuta (p.156) al 9 de julio de 1813 en el cuartel General de Barinas libre (p. 292),
tampoco se indexa el documento referido por Flores.

Existe un documento, con características semejantes al descrito por Flores,


indexado bajo el Nro. 106 (O’Leary, Tomo 13; pp. 266, 267); donde el Libertador
remite oficio al Presidente encargado de la Unión y, seguido, le anexa el parte de
Girardot referido a la batalla de Carache en Agua de Obispos en fecha 19 de junio de
1813, 3° a las 5 de la tarde. Bolívar agrega posterior comentario y lo remite al
presidente de la unión al día siguiente.

A todas estas, está un oficio excepcional de fecha 14 de junio de 1813, un día


antes del decreto de guerra a muerte y, dirigido al Presidente de la Unión:

“[…] Correa ha desaparecido ya, sin haber tenido el valor para presentar una
acción: la sola vista de nuestras tropas ha sido bastante para que nos abandonara la Provincia
de Trujillo, y se refugiara precipitadamente a la Laguna: alguno de sus soldados se han
presentado, pidiendo servicio en nuestro ejército, y se ha recogido fusiles”. 4

Bolívar expresa que, junto a esta, tiene el honor de incluir los partes del
Comandante de la vanguardia, los cuales recibió en tránsito desde Mérida a Trujillo.
Revisando cronológicamente la correspondencia, conforme el libro de órdenes, estos
son los hechos:

El 24 de mayo de 1813, Bolívar le comunica al Presidente de la Unión que:


“Mañana saldrá la descubierta y después la vanguardia hacia Betijoque, a donde se
ha atrincherado Correa con 200 hombres…”.5 Leyendo la totalidad del documento
se puede ver con que claridad Bolívar manejaba el panorama del mapa de guerra, al
saber lo que hacían todos sus frentes de vanguardia entre Trujillo y Barinas, estando
el cuartel general en la ciudad de Mérida.

Al día siguiente, 25 de mayo, Bolívar emana una orden para el capitán


Hermógenes Maza, en donde le indica: “el itinerario que debe usted seguir en su
marcha hacia Trujillo, la cual debe dirigirse a perseguir al enemigo, si se hallase en

4
O´Leary Nro. 87, original del archivo, Tomo 13, p. 250
5
Op. cit. Nro. 72, p. 234

12
Betijoque todavía, y no fuese de fuerzas superiores a la de U.; y en caso de haber
abandonado Correa aquel punto, marchará U.; hacia la ciudad de Trujillo, con el
objeto de cortar la retirada a los bandidos de Carache…”.6 Las ordenes son claras,
Maza, quien comanda la descubierta, deberá llegarse hasta Betijoque y hacerle frente
a Correa, solo si este no tiene fuerzas superiores a la descubierta patriota; de no
encontrar Maza a Correa en Betijoque deberá partir de inmediato a Trujillo para cortar
la retirada de los realistas que vienen desde Carache.

Sigue; desde el cuartel general de Mérida, el 30 de mayo Bolívar le ordena al


Capitán José María Ricaurte, quien comanda la vanguardia que: “En el lugar de
Mendoza [de la Puerta] debe el capitán Maza haber tenido noticias del estado del
enemigo, que se halla en Betijoque. Siempre que las fuerzas contrarias sean inferiores
a las nuestras, las atacará U.; y procurará por lo menos, desalojar a Correa de
Betijoque, y obligarlo a que se embarque por la Laguna…”.7 Bolívar ordena que la
descubierta del ejército dirigida por Maza, le de alcance a Ricaurte en Mendoza Fría,
ya aquí Maza debe saber lo que acontece en Betijoque con Correa e informárselo a
Ricaurte para que tome las acciones pertinentes de atacar si Correa está en desventaja
numérica y de pertrechos. Agrega el Libertador que libre Betijoque y todo el camino
hasta Trujillo, la vanguardia deberá hacer el Cuartel General en esta última ciudad
(Trujillo), así como investigar las fuerzas de los rebeldes en Carache.

Para el Día 6 de junio, Bolívar le escribe a Maza que ha recibido el oficio que
le ha enviado con Diego Ozuna, seguramente informándole del estado de hombres y
pertrechos de Correa.8 Bolívar le insiste a este Comandante de la Descubierta que
conociendo el valor y talento militar que le distinguen, que a esa fecha haya batido a
Correa. Bolívar, para el 6 de junio, no sabe que ha acontecido en Betijoque.

El 7 de junio, Bolívar le remite un oficio al Presidente de la Unión,


expresándole: “Acabo de recibir de parte del comandante de la vanguardia, Teniente Coronel
Girardot, en que me dice que en la tarde del 3 tuvieron el Capitán D’Eluyar y Capitán Maza, una
escaramuza con 50 maracaiberos; que estos huyeron precipitadamente y fueron perseguidos por los
nuestros hasta el pueblo de Escuque, y que él seguía inmediatamente a reunirse con aquellos capitanes.
Yo creo que ayer (6 de junio – presume Bolívar) habrá dado la acción, que no dudo nos será ventajosa
(Bolívar sabe que Correa está en desventaja numérica). El comandante Correa estaba en Ponemesa con
200 hombres, pero esperaba refuerzo de los de Carache de igual número de soldados…”. 9

Queda claro la intensidad del correo de los partes de guerra, ya que Bolívar
desde su cuartel general de Mérida, tiene solo un retraso de dos días en toda la
información que controla; leyendo no solo estos documentos sino el contexto de la

6
Op. cit. Nro. 79, p. 242
7
Op. cit. Nro. 81, p. 243
8
Op. cit. Nro. 93, p. 259
9
Op. cit. Nro. 83, pp. 244 y 245

13
mayoría, se puede dibujar un mapa de la red del Ejercito Patriota, con informes que
varían desde horas a un máximo de 2 días.

Ya en el Cuartel General de Trujillo, el 14 de junio de 1813, Bolívar le escribe


al Presidente de la Unión: “Correa ha desaparecido ya, sin haber tenido el valor para
presentar una acción: la sola vista de nuestras tropas ha sido bastante para que nos
abandonara la provincia de Trujillo y se refugiase precipitadamente a la laguna…”.10
Señala Bolívar en el mismo documento que hasta incluso soldados de Correa se han
presentado ante el Ejército libertador a pedir servicio. Agrega Bolívar en el Documento
que de tránsito hacia Trujillo recibió los partes de la vanguardia los cuales los incluye
al presidente en el oficio. Estos partes señalan lo ya indicado por Bolívar y este les
responde tanto a D’Elhuyar, comandante de la Descubierta como a Girardot
comandante de la Vanguardia en sendas órdenes:

Doc. 99 – del libro de órdenes – p. 263

“Ciudadano Comandante de la Descubierta, Capitán Lusiano D’Elhuyar.

He recibido el oficio de U.; de 4 del corriente, en que me participa la fuga de Correa, sin
haber podido batir por su cobardía. Supongo que a esta fecha habrá tenido U. esta fortuna, si
tubo aliento siquiera para aguardarnos en Betijoque aquel indigno jefe español.

Dios guarde a V.E. muchos años. Cuartel General de Mérida, junio 8 de 1813 – 3º. S.B.”

Doc. 100 – del libro de órdenes – p. 263

“Ciudadano Comandante de la Vanguardia [Tte. Cnel. Atanasio Girardot]

He visto lo que al pie del oficio del Capitán D’Elhuyar, me dice U. Espero que Correa esté a
esta fecha o del otro lado de la Laguna, o en poder de U., si ha tenido valor para aguardarlo.

Dios guarde a U. muchos años. Cuartel General de Mérida, junio 8 de 1813 3º- S.B.”

Los anteriores documentos, del libro de órdenes, expresan claramente la


repuesta de Bolívar a sus comandantes sobre los partes de estos informándole la
cobardía de Correa.

Para concluir la relación de los hechos, Bolívar emite una proclama, junto con
un Boletín del ejército libertador de Venezuela (el Nº 2), el 22 de junio de 1813; en
donde señala claramente a Correa como miserable y cobarde junto a Cañas, los cuales
solo con la presencia del ejército libertador se han arrojado precipitadamente al lago
de Maracaibo.11

Estos son los hechos, directamente de sus protagonistas, tomados de las fuentes
originales de los libros de órdenes de la gesta independentista. Lo más cercano a una

10
Op. cit. Nro. 87, p. 250
11
Op. cit. Nro. 108, p. 270

14
Batalla, quedo establecida en la frase “escaramuza”, citada por el Libertador el 7 de
junio en documento remitido al Presidente de la Unión, en donde 50 maracaiberos
(realistas) enfrentan a D’Elhuyar y Maza vía Escuque – y esta no es la referida Batalla
de Ponemesa, sino la escaramuza del Colorado que si está documentada en los partes
de guerra –, sin embargo deja claro la ausencia de Correa de esta acción al no estar
presente. Si se sigue el hilo (o la semántica de la gesta) se podrá comprobar que la
Vanguardia y la descubierta bajan de la Puerta; la ruta es Carmania, La Cabaña,
Escuque, La Mata, El Alto, Paso de Ponemesa, La Laja, Carambú, Betijoque; El Cerro
de Ponemesa se localiza al final de la estribación del Cerro Pobipón, falda sur del Cerro
El Alto, entre la actual Sabana Libre y el poblado de El Boquerón. El monumento a la
Batalla de Betijoque está ubicado entre La Laja y el desaparecido pueblo de Carambú,
cuyas ruinas aún son visibles, ubicado en las cercanías de la quebrada del mismo
nombre, pero que ya para hoy es conocida como quebrada Juan Pérez.

A la vista de estos hechos, narrados por Bolívar de su gesta admirable del año 1813,
toda la historia conocida sobre la Batalla de Betijoque ofrece dudas razonadas sobre
sus reales eventos. ¿Acaso no es suficiente la proclama del Libertador el 8 de agosto
de 1813, para sentir que así sucedió?; ¿será el poder de la desidia e ignorancia social y
cultural la que no coloca en su justo pedestal tan insigne evento historio?.

Batalla campal de Betijoque – Proclama del 8 de agosto de 1813

Para analizar la proclama del Libertador, del 8 de agosto de 1813, se debe


entender, primero, el carácter y significado de las proclamas y cartas públicas de
Bolívar. Estas, en su gran mayoría, son escritos o discursos de carácter político en el
que generalmente el Libertador expone sus propósitos logrados o por lograr. No está
de más expresar el rigor epopéyico que contienen los discursos y proclamas de Bolívar;
casi en general es punto de honor “las metáforas alegóricas a las gestas europeas, con
el claro y clásico sabor de la zona tórrida” como lo describió en una ocasión Don
Andrés Bello. Las proclamas y cartas públicas del Libertador tienen un objetivo claro:
Conquistar a las masas. Bajo este criterio, es ufanad del historiador y escritor “escrutar
la historia que envuelve cada palabra establecida un manuscrito de este tipo”.

No así – podemos expresar – sucede con los archivos privados de la gesta


independentista, los cuales contienen en detalle las acciones, congruentes y específicas
de los hechos reales que convergen en particular sobre un punto la gesta libertadora
que se desee investigar. Para el investigador, por lo tanto, es de vital importancia
remitirse a las fuentes originales que hacen la historia. Siguiendo este principio, se
expresan a continuación “Criterios” que sirvan de hipótesis abiertas para un punto en
común de discusión sobre los verdaderos hechos que rodean a la Batalla de Betijoque
en Ponemesa.

15
Como es habitual, para esta investigación se usan en la medida de las
posibilidades, información de las fuentes originales, cuando el escrutinio de la
documentación histórica lo permite. Es así, como para aseverar el hecho exagerado de
las proclamas y cartas públicas del Libertador, tomaremos sus propios ejemplos. No
significa que falsea, solo significa que extrema los hechos para conquistar las masas y
arropar sus triunfos loables.

16
La hipérbole en
documentos públicos del
Libertador

Primera cita:

Proclama del Libertador a los soldados del ejército de Cartagena y de la Unión,


en fecha 1° de marzo de 1813: “…tomando las fortalezas de Tenerife, Guamal, Banco
y Puerto de Ocaña: combatiendo en los campos de Chiriguaná, Alto de la Aguada,
San Cayetano y Cúcuta, reconquistando cien lugares, cinco Villas y seis ciudades de
las provincias de Santa Marta y Pamplona…”. 12 Bolívar claramente generaliza al
establecer la reconquista del territorio del Magdalena; la ruta es:

1 Calamar 19 San José del Purgatorio


2 Puerto Niño 20 Pueblo Nuevo de San Antonio
3 Barranca Nueva 21 El Carmen del Magdalena
4 Pedraza 22 Tacamocho
5 Barranca Vieja 23 Tacaloa
6 Yucal 24 Santa Barbara de Pinto
7 Guacarí 25 Barro Blanco
8 Bahiahonda 26 El Porvenir
9 Robles 27 Patico
10 Heredia 28 Peñon de Duran
11 Tasajera 29 Santa Ana
12 Neviti 30 Talaiga Nuevo
13 Rea del Obispo 31 San Fernando
14 Tenerife 32 Ancón
15 Jesus del Río 33 San Zenón
16 San Luis 34 Puerto Arturo
17 Plato 35 El Horno
18 Zambrano 36 Bermejal

12
Bolívar, Obras Completas, tomo III, Nro. 8; p. 552

17
37 Mompós 54 Pailitas
38 San Sebastián de Buena Vista 55 Tamalameque
39 San Fernando 56 Las Vegas
40 Punta de Hornos 57 San Sebastian
41 Murillo 58 Chiriguaná
42 Margarita 59 Pelaya
43 Gumal 60 Puerto nuevo
44 Chilloa 61 Puerto de Ocaña
45 Doña Juana 62 Río de oro
46 Cantera 63 El Higuerón
47 San Roque 64 Abrego
48 Felipe Eduardo 65 Sardinata
49 Los Negritos 66 Loúrdes
50 La Ribona 67 Gramalote
51 San Miguel 68 Santiago
52 Banco 69 San Cayetano
53 El Peñón 70 Cúcuta

Las cinco Villas son: Plato, Zambrano, Mompós, Guamal y Cúcuta; esta última
el Libertador la nombra como Villa, el 28 de febrero en el parte de la Batalla de Cúcuta.
Las ciudades son: Chiriguaná, San Cayetano, Ocaña, Valle de Upar – al norte – y,
Pamplona, al sur de Cúcuta; solo cinco. Aunque. Falta ubicar en el contexto a Tenerife
y Tamalameque, bien como villa o ciudad. Hoy por hoy, retirando a estos centros
poblados ya nombrados, solo existen cincuenta y siete lugares (de cien proclamados);
¿quién los cuenta en el fragor de las armas y el poco tiempo para estampar las
proclamas?, la epopeya de la libertad dicen que son cien lugares, la hipérbole pudo
haber sido cien más... eso es suficiente para conquistar a los soldados que en masas se
unen a la gesta.

En contexto la ruta del Magdalena; Bolívar, esperando respuesta de la


presidencia de la Unión con el fin de comenzar su avance aguas arriba, hace un balance
del entorno realista a lo largo del esplendoroso río Magdalena, decide que las
operaciones a desarrollar serán rápidas y de corto alcance. Sin los permisos solicitados,
pone en marcha su plan libertador.

Así, el 23 de diciembre de 1812 Bolívar ocupa, con muy poca o nula


resistencia, la fortificación de Tenerife, la cual estaba conformada por 500 soldados
del ejército español; sigue recorriendo el Magdalena y el 24 llega a una pequeña
población, el Plato; para el 25 ocupa Zambrano y los días 26 y 27 tiene combates a su
llegada a Mompox.

18
Para entonces, ya su ejército se ha triplicado; jóvenes neogranadinos se van
sumando a la causa por la libertad. Incorpora 15 nuevas chalanas menores, ampliando
su capacidad móvil para el ejército que día a día crece entusiastamente. El 29 de
diciembre de 1812 llega a Guamal, Banco y a Chiriguaná el último día del año;
continúa aguas arriba sin encontrar resistencia realista hasta los poblados de
Tamalameque, Puente Real, y el Peñón y así entra victorioso el 8 de enero al Puerto
de Ocaña.

Los realistas siguen presionados por Bolívar, retrocediendo estos hasta Valle
de Upar (hoy Valledupar), pero este los alcanza en Rincón Hondo, inmediaciones de
Chiriguaná y en extraordinarios combates cortos y precisos propina una contundente
derrota; Valle de Upar quedó liberada el 4 de febrero de 1813, tanto por las acciones
de Bolívar como por las de sus ciudadanos. María Concepción Loperena de Fernández
de Castro, mujer libre, originalmente realista, puso a disposición de Bolívar 300
caballos de sus haciendas tras el acto de independencia de Valle de Upar. Entre la
ciudad de Ocaña y Valledupar hay 340 km., los cuales el ejército va reuniendo hombres
y acrecentando su ejército. Regresa a Ocaña y allí, con 800 soldados solicita
autorización a las autoridades neogranadinas para avanzar hacia Cúcuta y Mérida.

Para el 11 y 14 de febrero Bolívar se moviliza entre Piedecuesta y


Bucaramanga, donde ordena a la vanguardia de su ejército marchar hacia Salazar y
luego a Pamplona, según convenga, y la retaguardia que aún está en el Magdalena,
podrá seguirla a esta ciudad. El 22 de febrero queda libre Salazar, a 40 km al este de
Cúcuta y ese mismo día Bolívar notifica la toma de la cuesta de Quebrada Honda, un
antiguo paso entre Villa Caro y Salazar; desde aquí se continúa hasta Arboledas y
Pamplona; cuenta Bolívar:

“Este punto está situado en la cúspide de la elevadísima montaña de la cuesta de


Quebrada Honda, tan inexpugnable por su situación local, que el sacrificio de todas nuestras
tropas habría bastado apenas para tomarlo, si el enemigo, como lo intentó, lo defiende
obstinadamente; pero conociendo yo la importancia de apoderarme de aquel desfiladero y
siéndome demasiadamente costosa su adquisición por la vía de la fuerza sola, emplee una
estratagema, cuyo resultado ha sido el más dichoso; pues acobardado el Comandante
Capdevila que allí mandaba, por las noticias exageradas y falsas que le dio un espía que
fingidamente le envié como fugitivo, se sobrecogió, como acostumbraba, de un terror
pánico, y se puso en fuga precipitada…”.13

Así igual, para ese 22 de febrero de 1813, Bolívar toma posesión de Pamplona,
a través del camino de Salazar, Arboledas y el Alto de la Aguada, otro filo en
desfiladero y paso de recuas de apenas 4 metros de ancho a 18 km al noroeste de
Pamplona; camino cubierto por fuertes destacamentos¸ expresa Bolívar que
vergonzosamente se dispersaron ante la sola presencia de la descubierta libertadora.
Para el 25 de febrero ya Bolívar se encontraba en San Cayetano a tres leguas de Cúcuta

13
O’Leary; Nro. 9, Tomo 13, pp. 141 y 142

19
(hoy casi la misma distancia, 21 km). Allí, por primera vez, Bolívar menciona a
Correa:

“…Correa, con su Cuartel General, artillería, caballería e infantería ha sido


rechazado por nuestra descubierta, batido por nuestra avanzada y perseguido por la tercera
parte de la vanguardia, abandonándonos el campo, despojos, muertos y heridos; y llevando el
deshonor y la vergüenza que acompañan siempre a las armas españolas. Por un
reconocimiento que mandé hacer muy adelante, he sabido positivamente que el ejército de
Correa se ha encerrado en San José de Cúcuta, su Cuartel General sin dejar a retaguardia
una partida siquiera que le sirva de vigía…”.14

Para el Brigadier Bolívar no era desconocido el Coronel Ramón Correa y


Guevara Vasconcelos, este se casó en 1809 con Úrsula Miyares quien fue vecina de la
familia del Libertador y de apenas semanas mayor que él; hija de Fernando Miyares,
Capitán General y Gobernador de Venezuela luego de Emparan y antes que Juan
Domingo de Monteverde; y su madre Doña Inés Mancebo Quiroga. A Úrsula y Bolívar
los unen un lazo, podría decirse que materno, ya que su madre, Inés Mancebo, nutrió
a Bolívar con sus pechos hasta que Matea dio a luz a su hijo al mes siguiente y pudo
esta nodriza encargarse de seguir amamantando al futuro Libertador. El mismo Bolívar
lo reconoce en oficio que remite al Gobernador de Barinas, Coronel Manuel Antonio
Pulido, en fecha agosto de 1813: “…Cuanto usted haga a favor de esta señora (doña
Inés Mancebo de Miyares), corresponde a la gratitud que un corazón como el mío
sabe guardar a la que me alimentó como madre. Fue ella la que en primeros meses
me arrulló en su seno. ¡Que más recomendación que ésta para el que sabe amar y
agradecer como yo!. (Para pedirle se levantara el secuestro de los bienes de dicha
señora, lo que fue obtenido. Nota de Pérez y Soto).15

Inés Mancebo es la primera mujer que amamanta al Libertador, nacida en


Santiago, Cuba; casó en la Habana en 1766, a la muerte de su esposo Miyares en 1818
se residencia en Coro entre 1819 a 1821. La carta de Bolívar al Gobernador de Barinas
indica que existía una relación y contacto entre esta señora y ambas familias. No fue
el último contacto de doña Inés y Bolívar; para 1821 el Libertador entraba triunfante
en Caracas, y en la esquina de Camejo, en una casa modesta Bolívar la visita y ella,
entre tertulias y recuerdos, le dice que los bienes de su yerno (Ramón Correa) han sido
secuestrados, “serán devueltos hoy mismo – exclamó Bolívar – vuestro yerno es un
oficial que honra las armas españolas. Nos ha combatido como militar
pundonoroso…”; al día siguiente Bolívar libraba los bienes del Brigadier Correa. Doña
Inés sobrevivió a Bolívar tres años, murió en 1833, no hay referencias que fue visitada
por este en 1827, la última vez del Libertador en su patria.16

Siguiendo con los hechos de la antesala de la Campaña Admirable; el 25 de


febrero, en San Cayetano libertado, Bolívar coloca su Cuartel y espera la llegada de

14
O’Leary; Nro. 13, Tomo 13, pp. 148 y 149
15
Bolívar, Obras completas, Tomo 1, Nro. 50 – de una copia, fragmento –, p. 62
16
ROJAS, Arístides. Crónicas de Caracas. 2002; pp. 130-132

20
refuerzos de élite para hacer la batalla de Cúcuta; así, el 27, un importante contingente
entra a la Villa, allí se encuentran los brillantes oficiales: Rafael Urdaneta, Luciano
D’Eluyar, Antonio Ricaurte y Atanasio Girardot. Ese día por la tarde destroza las
avanzadas realistas que en definitiva se guarnecen en Cúcuta y, al día siguiente, se
produce la primera batalla campal, propiamente dicha, en suelo suramericano. Leemos
al propio Bolívar dirigiéndose al poder Ejecutivo de la Unión en la tarde del 28 de
febrero de 1813:

“Después de haber llegado a mi cuartel general de San Cayetano los pertrechos y retaguardia
y ciento y pico de hombres de la Unión, al mando de los Capitanes Uscátegui y Ramírez,
pasamos ayer tarde el río Zulia, y al amanecer de este día nos pusimos en marcha hacia esta
Villa Capital de Cúcuta, y cuartel general del enemigo.

Aún no eran las nueve de la mañana cuando nos encontramos posesionados de la altura que
dominaba el Valle, desde donde empezamos a batir al enemigo que se había acampado fuera
de la Villa, a tiro de fusil de la cima del monte. Inmediatamente que nos presentamos, una
partida de 100 hombres quiso tomarnos la espalda por nuestra derecha, pero en vano porque
nuestros movimientos los hicieron desistir de su proyecto. Entonces varió su tentativa y se
apoderó de las alturas que estaban a nuestra izquierda de donde fue desalojado violentamente
y bien a su costa.

Mientras tanto mi centro, al mando del coronel José Félix Ribas, sostenía un fuego horrible
contra el del enemigo que se defendía con una ciega obstinación, ganándole palmo a palmo
el terreno, y obligándolo a tomar cada instante nuevas posiciones, que él sostenía con el
grueso de sus tropas y toda su artillería y caballería. Viendo que nuestros soldados se llenaban
de tanto más ardor, cuando era mayor el peligro, di orden al Coronel Rivas y al resto de las
tropas que tomasen al asalto la Villa y el campo.

Así lo ejecutaron a pesar del vivo fuego que por todas partes nos llovía, así de artillería como
de fusilería, avanzando paso a paso; y cansado ya de cuatro horas de combate, entramos a la
bayoneta, por habérsenos casi acabado las municiones de caballería.

El enemigo, sobrecogido en este momento de un terror pánico, se escapó precipitadamente,


dejando en nuestro poder la plaza, artillería, pertrechos, fusiles, víveres y cuantos efectos
pertenecían al gobierno español y a sus cómplices.

Hemos alcanzado la más completa victoria, apoderándonos de sus fuertes posiciones y de


estos floridos valles que ellos oprimían; matándoles o hiriéndoles una multitud de soldados
y oficiales, inclusive el mismo comandante Correa, que lo han recogido del campo de batalla
gravemente herido en la cabeza: siendo por nuestra parte la pérdida tan desproporcionada,
que solo tenemos que deplorar dos hombres muertos y 14 heridos, entre ellos el valeroso
teniente de las tropas de la Unión ciudadano Concha.

Todos nuestros soldados, oficiales se han cubierto de gloria; pero muy particularmente el
Coronel Rivas, que mandaba todas las tropas de vanguardia, y a quien la Patria debe en este
día una gran parte de su triunfo; como igualmente se señalaron el mayor Narvárez, el capitán
Vigil, Comandante de la retaguardia, el Capitán Lino Ramírez, Comandante de las tropas de
Pamplona; el Comandante de vanguardia, el bizarro ciudadano Pedro Guillin; el Ayudante
Ribon; y por no hacer una larga enumeración diré en una palabra que todos, hasta los últimos
soldados, han llenado honrosamente su deber. Jamás el enemigo logró hacernos retroceder
un solo paso: no obstante sus ventajas en artillería y caballería y posiciones dentro de la Villa,

21
que ciertamente habría sido inexpugnable para todas otras tropas que las combinadas de la
Unión y Cartagena…

Cuartel General de Cúcuta libertada, a las tres de la tarde del 28 de febrero de 1830.- Tercero.
SIMÓN BOLÍVAR”.17

Culmina con esta la liberación de Nueva Gradana, sin embargo Bolívar estará
en Cúcuta y se movilizara en la zona durante más de diez semanas cuidando los
pueblos liberados y reforzando con leyes la administración de los mismos, mientras
que la penosa derrota de Correa trata de reunir nuevamente su ejército y para el 1° de
marzo entra a la ciudad de La Grita. El Comandante español se ubica en el sitio de
Angostura (de la Grita) y se atrinchera allí con mucho tiempo por delante. Bolívar no
puede entrar a territorio venezolano, esperando la autorización de Cartagena. Para el
13 de abril se suceden los acontecimientos de la batalla de Angostura de la Grita, la
cual fue comandada por el Coronel Manuel Castillo, que, a pesar de todas las
divergencias con Bolívar, fue quien conquistó La Grita.

El 8 de mayo de 1813 Bolívar le escribe al Presidente Encargado del Poder Ejecutivo


de la unión: “He recibido ayer el oficio de V.E. fecha 27 del pasado [abril], en que el
señor secretario de Estado se sirve comunicarme a nombre del Gobierno la orden de
marchar el ejército a ocupar las provincias de Mérida y Trujillo…”.18

Segunda cita:

Proclama del Libertador a los soldados del ejército libertador de Venezuela, en


fecha 17 de septiembre de 1813, desde el Cuartel General de Puerto Cabello.

“Una serie de triunfos no interrumpida, os ha puesto en posesión de todas las


Provincias que forman la República de Venezuela, cuyo territorio se halla enteramente libre
de los bandidos de la España que acaudillados por Monteverde asolaban estos hermosos
países. Vuestras armas libertadoras son el espanto de los tiranos que no se atreven ni a salir
de sus atrincheramientos, y menos abandonar sus buques, que recientemente los han
conducido de España. Fatigada nuestra paciencia de esperar el deseado momento de batir en
campo raso a estos nuevos mercenarios de la tiranía, y estando cierto de que jamás abordarán
a nuestras costas ínterin nosotros las cubramos, he resuelto alejarme de ellas, para inspirar
al enemigo la confianza que le falta y que nosotros necesitamos para lograr comprometerlos
a una acción decisiva que termine para siempre la guerra, dé la paz a nuestros amados
ciudadanos, y nos llene de una gloria inmortal…”.19

La cita en cuestión es totalmente una hipérbole continuada: el ejército


libertador, a las órdenes de Bolívar no toco las Provincias de Maracaibo, Coro,
Guayana, el Bajo Apure, Barcelona y Margarita. Bolívar ya sabe del ejército real que

17
O´Leary, Nro. 14. Tomo 13, pp. 149-151
18
O’Leary, Nro. 55; Tomo 13, p. 203
19
Bolívar, Obras completas, Tomo III. Nro. 21, p. 572

22
se avecina a Margarita, y prepara al suyo anímicamente para las acciones próximas
futuras.

Tercera cita:

Parte de la Batalla de Carabobo, remitida por El Libertador desde su Cuartel


General, en Valencia, el 25 de junio de 1821:

“Valencia, junio 25 de 1821.

Al Soberano Congreso.

Excelentísimo Señor:

Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria el nacimiento político de la República de


Colombia.

Reunidas las divisiones del Ejército Libertador en los campos del Tinaquillo el 23, marchamos
ayer por la mañana sobre el Cuartel General enemigo, situado en Carabobo, en el orden
siguiente: La primera división compuesta del bravo batallón Británico, del Bravos de Apure y
[toda la caballería] 1.500 caballos a las órdenes del Señor General Páez. La segunda
compuesta de la 2ª Brigada de La Guardia con los batallones Tiradores, Boyacá y Vargas y
el Escuadrón Sagrado que manda el impertérrito Coronel Aramendi, a las órdenes del Señor
General Sedeño. La tercera, compuesta de la 1ª brigada de La Guardia con los batallones
Rifles, Granaderos, Vencedor de Boyacá, Anzoátegui y el Regimiento de caballería del in-
trépido Coronel Rondón, a las órdenes del Señor Coronel Plaza.

Nuestra marcha por los montes y desfiladeros que nos separaban del campo enemigo fue
rápida y ordenada. A las 11 de la mañana desfilamos [de frente] por nuestra izquierda al
frente del ejército enemigo bajo sus fuegos; atravesamos un riachuelo que sólo daba frente
para un hombre, a presencia de un ejército [enemigo] que bien colocado en una altura
inaccesible y plana nos dominaba y nos cruzaba con todos sus fuegos.

El bizarro General Páez, a la cabeza de los dos batallones de su división y del regimiento de
caballería del valiente Coronel Muñoz, marchó con tal intrepidez sobre la derecha del
enemigo que en media hora [de fuego] todo él fue envuelto y cortado. Nada hará jamás
bastante honor al valor de estas tropas. El Batallón Británico mandado por el Benemérito
Coronel Ferriar pudo aún distinguirse entre tantos valientes y tuvo una gran pérdida de
oficiales.

La conducta del General Páez en la última y en la más gloriosa victoria de Colombia lo ha


hecho acreedor al último rango en la milicia y yo, en nombre del Congreso le he ofrecido en
el campo de batalla el empleo de General en Jefe del Ejército.

De la segunda división no entró en acción más que una parte del batallón de Tiradores de la
Guardia que manda el Benemérito Comandante Heras. Pero su General, desesperado de no
poder entrar en la batalla con toda la división por los obstáculos del terreno, dio solo contra
una masa de infantería y murió en medio de ella del modo heroico que merecía terminar la
noble carrera del bravo de los bravos de Colombia. La República ha perdido en el General
Sedeño un gran apoyo en paz o guerra: ninguno más valiente que él, ninguno más obediente
al Gobierno. Yo recomiendo las cenizas de este General al Congreso Soberano para que se le
tributen los honores de un triunfo solemne. Igual dolor sufre la República por la muerte del

23
intrepidísimo Coronel Plaza, que lleno de un entusiasmo sin ejemplo se precipitó sobre un
batallón enemigo a rendirlo. El Coronel Plaza es acreedor a las lágrimas de Colombia y que
el Congreso le conceda los honores de un heroísmo eminente.

Disperso el ejército enemigo, el ardor de nuestros jefes y oficiales en perseguirlo fue tal que
tuvimos una gran pérdida en esta alta clase del ejército. El Boletín dará el nombre de estos
ilustres.

El ejército español pasaba de seis mil hombres compuesto de todo lo mejor de las expediciones
pacificadoras. Este ejército ha dejado de serlo. Cuatrocientos hombres habrán entrado hoy a
Puerto Cabello.

El ejército Libertador tenía igual fuerza que el enemigo, pero no más que una quinta parte de
él ha decidido la batalla. Nuestra pérdida no es sino dolorosa: apenas doscientos muertos y
heridos.

El Coronel Rangel, que hizo como siempre prodigios, ha marchado hoy a establecer la línea
contra Puerto Cabello.

Acepte el Congreso Soberano [un afecto que le hago] en nombre de los bravos que tengo la
honra de mandar, el homenaje de un ejército rendido, el más grande y más hermoso que ha
hecho armas en Colombia en un campo de batalla.

Tengo el honor de ser con la más alta consideración de V.E. atento humilde servidor. [S.
BOLÍVAR]”.20

El mismo Vicente Lecuna, en nota adjunta al documento, hace los reparos


sobre la prosa hiperbólica del Libertador en dicho documento, al respecto:

“Bolívar exagera en esta carta destinada a la publicidad, con el objeto de exaltar la moral de
sus tropas. En realidad todo el ejército patriota entró en la lid, y en el momento culminante de
la batalla los españoles combatieron contra fuerzas superiores. La división Plaza fue situada
de manera que los enemigos creyeron que iban a ser atacados de frente, mientras las de Páez
y Sedeño giraban a la izquierda, a fin de caer a retaguardia de la derecha española. Hubo un
momento en que un batallón de Páez estuvo en desventaja mientras toda su división entraba a
la llanura, seguida prontamente de la división Sedeño; pero no habiéndose dado cuenta los
españoles, en los primeros momentos, de que por ese lado marchaba el grueso del ejército
republicano, sólo enviaron a contener el ataque un batallón y luego otro, y cuando la mayor
parte del ejército cambió de frente sobre la retaguardia de su derecha ya la división Sedeño
sostenía la división de Páez, y la de Plaza, encontrando desguarnecido el terreno antes
ocupado por los realistas, penetró en la llanura, rindió el Batallón del Infante, después de una
corta lucha en que murió el general Plaza, y completó el desastre, precipitándose en ese
momento la fuga de la caballería realista. Las pérdidas en muertos y heridos de los patriotas
fueron mayores que las que indica Bolívar. El ejército real tuvo de 1.000 a 1.500 muertos y
heridos, 1.700 prisioneros, no heridos y 1.000 dispersos por lo menos”.21

Lo ufano del escritor de establecer parámetros históricos correctos a través de


las proclamas del Libertador, se verá mermado con las claras contradicciones que se
encontrará al cruzar sus datos con los hechos revelados en los documentos privados,
20
Bolívar, Obras Completas, Vol I, doc. 494; pp. 566, 567
21
Op. cit., doc. 494; pp. 567, 568
24
estos de índole personal, tales como los partes de guerra, las órdenes a seguir y los
documentos que dan respuestas a los hechos en dichos partes. Bolívar lo sabe y usa
magistralmente su conocimiento enciclopedista para redactar sus proclamas, al tiempo
que logra sus objetivos de convencer, informar y justificar ante las masas los hechos
que van ocurriendo dentro de la gesta heroica, vista desde su óptica particular.

25
Sobre las siete batallas campales
de la Campaña Admirable

Revisemos las “siete campales batallas” mencionadas por Bolívar en su


proclama a los Caraqueños el 8 de agosto de 1813: Cúcuta, La Grita, Betijoque,
Carache, Niquitao, Barquisimeto y Tinaquillo.

En primer caso, la Batalla de Cúcuta ya la hemos reseñado en parte del


Libertador el 28 de febrero de 1813; Bolívar permanece en San José de Cúcuta hasta
el 13 de mayo de 1813 y para el 18 del mismo mes ya se encontraba en su Cuartel
General de La Grita. Antes, Bolívar tránsito hacia esa ciudad el 26 abril con el fin de
supervisar el estado de sus tropas, regresando a Cúcuta.22

En este segundo caso, para el 13 de abril suceden los hechos del encuentro
bélico de Angostura de La Grita. La relación de estos hechos son también fugases al
buscarlos entre los partes y documentos de la gesta histórica de la independencia. Hay
bastante comunicación entre las fechas referenciales que determinan el retroceso del
realista Correa de su puesto en La Grita luego de los hechos de Cúcuta, sobre el caso
específico se localizaron dos documentos que describen claramente los hechos
relacionados con el encuentro en Angostura de La Grita. Así las cosas, para el 15 de
abril, Bolívar le escribe al Presidente de la Unión que “he mandado ahora mismo al
Coronel Castillo conserve las posiciones que ocupe al momento de recibir mi orden,
si ha batido ya al enemigo en La Grita, o donde haya tenido la fortuna de
encontrarlo…”. 23 Para entonces, ya las relaciones entre Bolívar y Castillo eran
notorias; este último se negaba a reconocer las órdenes del Libertador y marchar hacia
Caracas con él.

Debemos recurrir a un excelente trabajo realizado por Ángel Onistes Torres


Useche, miembro Honorario de la Sociedad Bolivariana del Táchira, quien en un
trabajo publicado en la Revista de dicha Sociedad Bolivariana del Estado Táchira
(Núm. 22; julio - 2008. pp. 104 – 111), hace una relación detallada de los hechos
relacionados a las hostilidades en el sitio de Angostura de la Grita. Sin embargo, su
trabajo solo servirá en esta investigación para emplazar en sitio histórico y comparar
los hechos conforme los partes de guerra suministrados.

Después de un batallar de cuatro horas, el 28 de febrero de 1813, Bolívar


derrota a las fuerzas realistas de Correa en San José de Cúcuta y da captura a un enorme
botín de guerra, esto le permite a Bolívar robustecer su ejército, persigue a los hostiles

22
Blanco y Aspurua. Tomo IV; Nro. 798, pp. 576-577
23
O’Leary, Tomo 13; Nro. 42, p. 189

26
hasta San Antonio del Táchira. A Correa no le queda alternativa de buscar al norte
algún punto estratégico en donde concentrar sus hombres y es así como el 1° de marzo
llega a La Grita. Este español sabe que Bolívar se prepara para entrar a Venezuela, por
lo que consigue ubicar sus tropas, en espera de un triunfo seguro, en Angostura, al lado
derecho aguas abajo del río Valle (hoy caserío de Angostura, Municipio José María
Vargas, en todo el centro del estado Táchira). Correa llega allí con tiempo suficiente,
a la espera del ejército patriota. Bolívar sigue en Cúcuta, con unos 500 efectivos en
espera de la orden del Congreso de la Unión para continuar la marcha hacia Venezuela.

Mientras, Bolívar entra en divergencia con el Coronel Manuel Castillo, por


causas que van desde la dirección que debe tomar el ejército hasta la distribución del
parque y el desconocimiento como jefe del ejército. En este punto, Bolívar, inquieto
por la posibilidad de seguir avanzando, escribió y publicó floridas proclamas tanto a
las tropas como a los pueblos libertados: “Yo soy uno de vuestros hermanos de Caracas, que
arrancado prodigiosamente por el Dios de la Misericordia de las manos de los tiranos que agobian a
Venezuela… he venido, digo, a traeros la libertad, la independencia y el reino de la justicia, protegidos
por los Gobiernos de Cartagena y de la Unión…”.24

Esta batalla en la estrecha Angostura, se realiza el día jueves Santo 13 de abril


de 1813. Entre el Páramo del Zumbador y La Grita, un poco más allá del Cobre, hay
un pequeño y angosto valle regado por una pequeña quebrada, a su lado occidental
existe un erguido cerro a modo de muro natural. Al lado del naciente hay otro cerro de
menor elevación que culmina en estribación al fondo del valle. A esta garganta se
conoce con el nombre de Angostura por la estrechez de su cañón.

El Coronel Manuel Castillo documenta el hecho en el parte que remite al


secretario del Poder Ejecutivo:

“La Grita, 15 de abril de 1813

Señor secretario del Poder Ejecutivo Federal, ciudadano Frutos Joaquín Gutiérrez.

Desde Táriba di parte a usted de mi marcha sobre los enemigos que ocupaban la ciudad de
La Grita. El día 7 la emprendí decampando a las 12 del día y marchando hasta el Campo de
Salomón, y en los siguientes 8, 9,10, 11, en el de Laura, Palmar y la Higuera frente al enemigo.
El 12 hice un reconocimiento del país inmediato a la eminencia inexpugnable que ocupaba y
en que estaba atrincherado el enemigo sobre la Angostura de La Grita.

Durante el reconocimiento la partida que le auxiliaba tuvo un ligero tiroteo. Examinado el


país por la izquierda destiné al mayor Ricaurte a ocupar la altura verdaderamente inaccesible
que forma este costado, y lo ejecutó a pesar de la fraguosidad natural del terreno y de una
fuerte lluvia que los obligó a subir arrastrándose y apoyándose de los troncos del espeso
bosque que cubre la montaña.

Sin desayunarse, sin tiendas, envueltos en lodo y empapados en agua pasaron Ricaurte y sus
dignos compañeros la noche ocultos del enemigo a favor de la eterna niebla que cubre la cima
de este cerro colosal. El centro, compuesto de las tropas de Cartagena en número de 90

24
O’Leary, Nro. 16, Tomo 13. p. 152

27
hombres y de la 3ª compañía del batallón N° 4º, vino a cubrir la subida de la montaña con
destino de embestir de frente por la Angostura, y en esta disposición pasamos la noche.

Al amanecer el 13 repetí el reconocimiento a media altura de la montaña que ocupaba


Ricaurte; y hecho capaz del mecanismo del terreno, destiné al mayor Santander con las
compañías 1ª y 3ª del batallón No 5º a ocupar la altura de nuestra derecha en cuya declinación
estaba situado el enemigo, y apoyaba su ala izquierda. Ya Ricaurte se había avanzado y dejaba
ver por el flanco derecho y trabajaba por tomar la retaguardia; el capitán Ramírez que
mandaba el centro se había adelantado a tiro de fusil poniendo un corto destacamento a medio
tiro, y la reserva había ocupado la posición que dejó Ramírez.

En este tiempo hubo algunos tiros entre los centinelas avanzados, y así divertido el enemigo,
dio lugar a que Santander concluyese su operación sin ser notado y en tan corto tiempo y con
tal astucia, que no será creíble sino a los que lo presenciamos, y que logró subiendo por el
escarpado dejar a su espalda las vigías que tenía el enemigo avanzadas hacia el camino, y no
ser notado de las que estaban sobre su campo hasta que ya salió a él. Así sorprendido el
enemigo rompió su fuego de cañón y fusil, a que se le contestó con viveza y uniformidad por
derecha, izquierda y por el centro que entró por la Angostura dilatándose y ocupándola toda,
forzando dos cortaduras parapetadas, y las trincheras que las dominaban a la falda del Alto
de la Cruz.

Entretanto Santander batía al enemigo en su mismo campo; Ricaurte bajaba por su espalda y
él aterrado abandonaba en desorden una posición que no puede ser ocupada en poco más de
tres cuartos de hora, por otras tropas que las valientes de la República. Santander tomó las
trincheras del Alto de la Cruz, destinó al teniente Almeida a la persecución de los derrotados
por el camino de San José a La Grita y Bailadores, el enemigo en una total dispersión y los
fugitivos que llegaron a La Grita poseídos de tal terror que contagiando a su jefe principal y
reserva los determinaron a abandonar aquella ciudad, y para ello se ocuparon toda la noche
en echar mucha cantidad de pólvora en una acequia, en romper las monturas de sus cañones
y en alistarlo todo para fugarse a Bailadores, como lo hicieron a la mañana siguiente
abandonando tres trincheras con que fortalecieron La Grita, en su subida, dos en el alto del
Calvario, y una más en la subida de la Porquera que dominaba la ciudad.

En la primera tarde se tomaron cuatro fusiles, cinco bayonetas, otras tantas cartucheras,
alguna ropa de uso, una tienda y seis prisioneros; el día siguiente en La Grita un cañón de a
dos, dos sacos de metralla y dos balas de a cuatro, cuatro lanzas, tres fusiles, dos prisioneros,
algún ganado y el botiquín en dos cañones, con otras frioleras.

En tan breve tiempo se ha concluido esta campaña sin más desgracia que la de los heridos
con el subteniente ciudadano Manuel Dabausa, ambos de la división del mando del mayor
Santander. Se han aguerrido los reclutas, pues las dos compañías con que batió Santander al
enemigo eran de las del batallón número 5º, lo mismo que una de las que obraron con Ricaurte,
y se ha visto que enterrados en el lodo, en las cimas nevadas en medio del invierno más fuerte,
y sufriendo todas las privaciones, las tropas de la Unión son siempre impertérritas cuando
luchan por su libertad.

Ya habrá tiempo de enviar a usted la carta y descripción del país teatro de la guerra para que
se forme un juicio exacto de la acción. Entretanto puedo asegurar a usted que no hay un
oficial, un soldado que no haya sido un héroe, y que si alguno no obró fue porque el cobarde
enemigo le robó la ocasión porque todos ansiaban. Es, sin embargo, de mi deber hacer una
particular recomendación del mérito particular que han contraído los mayores Ricaurte y
Santander, los capitanes Ramírez y Andrade, el ayudante de campo Rodriolos, tenientes
Madrid, Almeida, el subteniente Acevedo, los sargentos Gabriel Cárdenas, José María Serna,

28
José Roche y Narciso Osuna y los cabos Pacífico Lugo, Salvador Fernández y Marín
Camargo. Dígnese usted elevar este parte al conocimiento del poder ejecutivo federal, con la
respectiva consagración que le hago del pequeño triunfo de las armas que tengo el honor de
mandar.

Dios guarde a usted muchos años.

Cuartel general de La Grita, territorio de Venezuela reconquistado por las armas de la Nueva
Granada el jueves santo 15 de abril de 1813. MANUEL DEL CASTILLO”.25

El parte de Bolívar es como sigue:

“Cuartel general de la villa de San Cristóbal, a las 5 de la tarde, 16 de abril de 1813; 3°

Excelentísimo señor presidente, encargado del supremo poder ejecutivo de la Unión.

Excelentísimo señor:

En el camino para esta villa, adonde acabo de llegar, he recibido el parte del Coronel Castillo
en que me dice lo siguiente:

"Ayer a la una y media del día, me he posesionado de esta altura forzando el inexpugnable
estrecho de La Grita, que guarnecía el enemigo con 150 hombres. Se han tomado cuatro
prisioneros, tres fusiles, cinco cartucheras, una tienda, cinco puñales, cinco bayonetas, una
pistola, algún ganado, ropa de uso, etcétera. Hemos tenido heridos, el subteniente Manuel
Davoura y un soldado; el enemigo, según lo declara el sargento primero, ha tenido igual
número de heridos.

A pesar de esta ventaja, que parece lo ha allanado todo, yo creo aún muy difícil tomar La
Grita porque estoy seguro de que el comandante Correa ha sido reforzado considerablemente.
La oficialidad y tropa han acreditado que son dignos de ser libres, y el mayor Santander y
capitán Andrade, que subieron por la montaña que domina la posición y los desalojaron, son
dignos de una distinción, como la merecen el mayor Ricaurte, y capitán Ramírez, que
cooperaron por la izquierda y centro.

Dios guarde a usted muchos años.

Campo de la Cruz sobre la Angostura de La Grita, 11 de abril de 1813; 3°.

Posdata. En este momento me han presentado un fusil más y dos prisioneros de los cuales está
el uno herido”.

Vuestra excelencia verá por el antecedente oficio que el enemigo se ha reforzado, como yo lo
había previsto; lo cual se habría evitado si el coronel Castillo hubiese ejecutado mis órdenes
y atacado al enemigo cuando se lo mandé. Esta noche pienso partir para La Grita, a ver por
mí mismo, cuáles son los inconvenientes que hay para no atacar a Correa, y ejecutarlo,
siempre que sea conveniente.

25
Montaña. Santander y los Ejércitos Patriotas. Bogotá, 1989. Tomo I; pp. 31-33

29
Dios guarde a vuestra excelencia muchos años. Simón Bolívar”.26

Esta es la Historia de la ofensiva en Angostura de la Grita, el 13 de abril de


1813. Existen crónicas que señalan que el ejército patriota atacó con sus casi 500
soldados y el de Correa con sus más de 1.000 hombres, pero la realidad de los partes
de Castillo y Bolívar señalan que, en el caso del ejército libertador no entró toda su
fuerza y del lado de Correa solo una avanzada con 150 hombres guarneciendo el paso
de Angostura.

En el tercer caso, Bolívar menciona su batalla campal de Betijoque, misma


que ya se ha relacionado con los partes de guerra y demostrado que, a excepción de la
escaramuza del colorado con cincuenta maracaiberos, Correa no dio otra
confrontación, desapareciendo por completo de las acciones militares de ese periodo
y refugiándose en Maracaibo, en donde desde 1814 a 1817 gobernará y controlará esa
provincia en nombre de España. Los mejores números establecen que Correa contaba
con 1400 hombres a su salida de Cúcuta y, al embarcarse por Moporo hacia Maracaibo
no iban más de 200.

Bolívar entra en Mérida para el 23 de mayo, para el 26 le escribe al Presidente


de la Unión: “…mañana marchará la avanzada y sucesivamente el grueso del ejército
hacia Betijoque y Carache, que es donde únicamente existen algunas reliquias de
nuestros enemigos…”. 27 El 10 de junio antes del amanecer, sale de Mérida, pasa
Mucuchíes, Apartaderos, Chachopo, Timotes, La Puerta y llega a Mendoza el 13 de
junio; desde allí le escribe a Girardot que prepare la marcha de la vanguardia a atacar
a los caracheros y que todo esté listo y preparado para el 15 del corriente; agregando
que él llegará el 14 a Trujillo.28

Ya el 14, desde de Trujillo, Bolívar dice que “Correa ha desaparecido ya, sin
haber tenido el valor para presentar una acción: la sola vista de nuestras tropas ha
sido bastante para que nos abandonara la Provincia de Trujillo, y se refugiara
precipitadamente a la Laguna...”;29 y para el 15 de junio redacta su Decreto de Guerra
a Muerte. Bolívar vuelve a confirmar el 16 de junio que “…Correa no tuvo el valor
para aguardar nuestras tropas, y que se embarcó sin haber tenido un encuentro: tal
es la cobardía y el terror en que se hallan nuestros enemigos que con solo
presentarnos vencemos y nuestra sola presencia los disuelve…”. 30

26
O´Leary, Nro.44; Tomo 13, p. 191
27
Bolívar, Obras completas, Tomo 1, Nro. 41, p. 54
28
O’Leary, Nro. 102, Tomo 13, p. 264
29
Op. cit. Nro. 87, Tomo 13, p. 250
30
Op. cit. Nro. 90, Tomo 13, p. 254

30
En este mismo oficio Bolívar hace una reseña de sus fuerzas de vanguardia:

Infantería
Del 3º batallón 44 plazas
Del 4º batallón 165 plazas
Del 5º batallón 200 plazas
Del mismo, destacados en Betijoque 46 plazas
Total: 455
Artillería
De la Unión y Cartagena 13
Caballería
De voluntarios de Mérida 20
Total: (488)

Y agrega: “A más de las 488 plazas que se demuestran de margen, se está


formando una compañía de voluntarios de este país, cuya fuerza ha de ser de 100
hombres, y según las providencias que se han tomado, debe estar completa
mañana…”.31 Como se observa, un contingente de 46 soldados pertenecientes al 5º
batallón de infantería del ejército de Bolívar, se queda acantonado en Betijoque; no se
han encontrado órdenes subsiguientes para saber el destino que estos hombres tomaron
luego de Betijoque y la Campaña Admirable.

El cuarto caso, Carache; sobre el particular, Bolívar expresa el 19 de junio:

“El Comandante de la vanguardia, en oficio que me hace con fecha 17 del corriente,
me dice: que los enemigos se retiraron cobardemente antes de presentarse nuestras tropas,
desamparando el pueblo de Carache y las inexpugnables posiciones que le ofrecía e terreno:
que él seguía inmediatamente en su alcance y que creía tener acción con ellos en el Alto de
las Palmas o Salto e Agua de Obispos, donde se habían atrincherado en número de 400
hombres de infantería y 60 de caballería”.32

Sin confrontaciones, el Comandante de la vanguardia le hace relación a Bolívar


que tomó el pueblo de Carache sin ninguna resistencia; seguidamente Atanasio
Girardot, en un decreto que emite allí a sus ciudadanos el mismo 19 de junio de 1813,
les dice entre otras: “…del mismo modo se presentarán con sus fusiles, fornitura u
otra cualquier arma con que se encuentren todos los soldados del ejército enemigo
comandado por el español Cañas que andan dispersos por estas inmediaciones, de
resulta de la completa derrota que sufrieron el día de ayer…”. 33

31
Op. cit. p. 255
32
Op. cit. Nro. 91, p. 257
33
Op. cit. Nro. 92, p. 258

31
Bolívar insiste a Girardot, mismo 19 de junio: “…he recibido el oficio de U. de
17 del corriente, en que me comunica la retirada de los enemigos, antes de que fuesen
batidos. Es necesario aprovechar los momentos del terror para perseguirlos, y ver si
se logra tener algún encuentro, en que se puede obtener mayores ventajas.”. 34

Para esa misma tarde del 17 Girardot sale en busca del ejército español,
comandados por el marino Manuel Cañas, quien había dejado Carache siguiendo la
ruta noreste; habiendo recorrido unos 6 km. la avanzada patriota localiza y reconoce
el enemigo, el cual se encuentra pasando la fila del páramo Las Palmas, en el sitio
llamado Pozo Seco; entre ambos ejércitos hay una visual directa, también de
aproximadamente 5 km. El sitio ocupado por los realistas es en extremo ventajoso, no
permitía el avance directo del ejército libertador ni puntos donde cubrirse puesto que
ambos flancos son desfiladeros; la avanzada y el resto de la vanguardia pasan allí la
noche en impávida tensión; sin embargo Cañas, en algún momento de esa noche,
temiendo el ataque nocturno de Girardot, decide ordenar a sus soldados que retrocedan,
de esta manera toman posesión del sitio conocido como Agua de Obispos, una planicie
en pendiente regular a 2.300 metros sobre el mar, en donde nacen las cuatro nacientes
tributarias de la quebrada que da nombre al sitio.

Al amanecer del 18 de junio, Girardot levanta su campamento y se prepara a


encontrar el enemigo que ya se encuentra ubicado en la planicie inclinada, dividiendo
sus fusileros en cuatro alas de 100 soldados cada una, al igual que la caballería dividida
en las dos alas posteriores; ese es el panorama que tiene el Comandante de la
vanguardia al divisar Agua de Obispos. Ambos ejércitos contaban con la misma
paridad de hombres, aproximadamente 450 plazas. Pero que sea de la tinta del mismo
Atanasio Girardot quien nos dé los pormenores del encuentro; para el 20 de junio,
Bolívar le escribe al Presidente de la Unión, haciéndole llegar el parte del Comandante
de la vanguardia:

Excmo. señor Presidente, Encargado del Supremo Poder Ejecutivo de la Unión.

Excmo. señor:

Tengo el honor de dirigir a V. E. el parte que el Comandante de la Vanguardia me da.

“Me puse en marcha en busca del enemigo la tarde del 17 y logré acampar al anochecer a su
vista, y como una legua de su campo establecido en la altura de Pozo Seco; pero temeroso de
que lo sorprendiera aquella noche, abandonó la ventajosísima posición que ocupaba, y se
trasladó a la toma de Agua de Obispos, que llaman las Rancherías de Matías, como tres
cuartos de leguas más atrás.

Al amanecer del día de ayer levanté mi campo, y me puse en marcha, solicitando el encuentro
con el enemigo: efectivamente a la hora y media de marcha tuve la dulce satisfacción de verlo
en número de 400 fusileros y 50 de a caballo, formado en cuatro alas, y en dos estrechos
distintos, al parecer inaccesibles, que figuraban un zic-zac: determiné atacarlo, y enarbolando

34
Op. cit. Nro. 105, p. 265

32
el estandarte republicano, resonó en nuestro campo un grito universal de ¡Viva La Libertad!
y a una voz amenazadora se siguió el silencio.

Formé en columna, avancé de frente, y rompiendo el fuego, hice que sus dos primeras alas se
replegasen a las segundas, donde haciéndose firmes, quisieron disputarnos la victoria; pero
a las tropas libertadoras ningunas pueden resistir, y así fue que al cabo de una hora nos
hicimos dueños de su campo, poniéndolos en la más espantosa derrota; seguimos en su
alcance cuatro leguas, haciéndoles de paso sesenta y tres prisioneros, entre los cuales tres
oficiales, y a Don Miguel Barreto, y al isleño José Rodríguez, y tomándoles un cañón de batir
montado con veinte tiros de pólvora y metralla, ochenta y ocho balas rasas, treinta
lanzafuegos, ochenta fusiles, quince bayonetas, mil y quinientos cartuchos de fusil con bala,
siete escopetas, algunos correajes, pistolas y sables, cuarenta cargas de víveres, bastantes
caballerías, y mucho ganado vacuno.

Toda la oficialidad y tropas, por un movimiento simultáneo, y como movidos de un impulso


secreto, cada uno se disputaba la gloria de distinguirse, y cada uno intentaba oscurecer los
hechos de los otros, ¡tal era el ardor que los animaba! Sí, señor General, todos se han portado
con el mismo valor, y así es que me atrevo a recomendarlos a todos, sin excepción alguna.

Por nuestra parte hemos tenido muertos un cabo del 5º batallón, y un soldado de caballería y
tres heridos, el uno de gravedad. Del campo enemigo se han recogido cuatro muertos y muchos
heridos.

Como a la una de esta tarde he regresado a este pueblo, donde hice publicar el bando que
acompaño, y que va produciendo tan buen efecto, que ya se me han presentado varios de los
soldados dispersos, nueve de ellos con sus fusiles y fornituras: este número de fusiles es
además de los ochenta que dejó relacionados, y espero que se me presenten muchos más,
porque el enemigo absolutamente fue deshecho y disperso en los montes: tal fue la velocidad
con que se les persiguió.

Acompaño una declaración instructiva, que creí conveniente tomar al prisionero Barreto.

Mañana continuaré mi contramarcha para ese Cuartel General, cumpliendo con las previsivas
órdenes de US.

Sigue el Capitán París, para que pueda aclarar cualquier duda que ocurra y ofrezca a US.
mis respetos, los de la oficialidad y tropa.

Dios guarde a US. muchos años. Cuartel General de la Vanguardia en Carache Libertado, a
19 de Junio de 1813.- 3º, a las 5 de la tarde.- Atanasio Girardot.- Señor Comandante en Jefe
Brigadier Simón Bolívar”.35

Como lo expresa Girardot, este sale en persecución del ejército realista en


desbandada; desde Agua de Obispos al cruce del Paso de la Peña hay contados los 10
km, desde allí, al norte es Barbacoa, a 18 km.; antes, a unos 6 km. de la llegada a este
pueblo se encuentran un hermoso sitio turístico en la actualidad: las cascadas del Vino.
Y, desde el cruce del Paso de la Peña, hacia el sureste, flanqueando la Quebrada de
Porras, por un camino de recuas que baja la montaña, se siguen 21 km. hasta llegar a
Humocaro Bajo. Leyendo a Girardot, el cual expresa literalmente que “seguimos en

35
Op. cit. Nro. 106. pp. 266, 267

33
su alcance cuatro leguas, haciéndoles de paso sesenta y tres prisioneros”, es muy
probable que la persecución haya llegado casi a las inmediaciones tanto de Barbacoa
como de Humocaro Bajo. La mayoría de los prisioneros, también es lógico, fueron
tomados de los que siguieron desde el Paso de la Peña hacia Barbacoa, ya que hacia
Humocaro Bajo, en una ruta de 30 km. se encuentra El Tocuyo y de allí Quibor. Cañas
abandonó la Provincia de Trujillo por esta vía.

Para el quinto caso, se relaciona a Niquitao. Dice Restrepo (1858),36 que en


Trujillo, Bolívar, se entera del cruel tratamiento que los realistas daban a los patriotas
en su poder; los emisarios y portadores de noticias pintaban, con exagerados colores,
las crueldades de los españoles en Calabozo, San Juan de los Morros, Aragua, entre
otras ciudades; le describían tan vivamente las prisiones, confiscaciones y desgraciada
suerte de los patriotas en las cárceles de Puerto Cabello y la Guaira.

Al igual que estas noticias, Bolívar recibe de Barinas de boca de algunos


emigrados informes, también bastantes inexactos pero que se creían cierto para el
momento, de que el Coronel Antonio Nicolás Briceño junto a 16 oficiales más y otros
patriotas distinguidos de esa ciudad, habían sido fusilado por su gobernador Antonio
Tízcar; los autores realistas establecen en 9 los fusilados luego de un Consejo de
Guerra y arcabuceados públicamente. Todas estas reseñas, exageradas o no,
confirmaron en el Libertador la adopción meditada, que estremecería la humanidad y
filantropía de las naciones cultas: La Guerra a Muerte.

Para muchos, ello produjo un bien, el de elevar los ánimos de los venezolanos,
al sacarlos de una indiferencia y apatía por la libertad del continente. Ya no se podía
ser indiferente a los intereses vitales de la nueva realidad republicana; Bolívar, por un
momento se engañó concientemente, y pensó que los españoles y canarios huirían de
Venezuela. Pero los españoles contestaron, quizá con mayor ahinco, tanto, que tiño en
sangre patriota casi todo el territorio de sus provincias. Este es el panorama que se
asoma en el territorio a inicio del segundo semestre de 1813.

Así los hechos, Bolívar, antes de abandonar Trujillo, el 24 de junio convoca a


una asamblea general de toda la Municipalidad de esa ciudad donde expresa la misión
que trae el ejército: “…ha tomado a su cargo el glorioso empeño de socorrer a nuestra afligida
Patria, y ha enviado a su ejército a libertaros de los verdugos que con tanta ignominia os tenían
subyugados”. 37 Dos días antes había remitido carta al Gobernador encargado de la
Provincia, solicitándole el cumplimiento de los petitorios del ejército libertador, nada
sencillos: “…reunir toda la caballería que hubiese en el estado para el servicio del ejército,…las
sumas que el Estado pudiese suministrar para el gasto del ejército; y… una compañía de cien hombres
que todavía no se ha podido completar”.38 Y Bolívar aireado le recalca la importancia de
estos suministros y le increpa que “…si para mañana [23 de junio] no tenemos trescientas
caballerías capaces de transportar nuestros bagajes a Guanare, diez mil pesos en plata para pagar las

36
Citado por Blanco y Aspurua (1875, Tomo IV, pp. 640-642)
37
O’Leary, Nro, 110, p. 273
38
Op. cit. Nro, 117; pp. 277,278

34
tropas, y el completo de los cien reclutas, consideraré la provincia de Trujillo como país enemigo y
será en consecuencia tratada como tal”.

No es para menos la presión que dicho gobernador tiene sobre sus hombros, y
este, al no poder cumplirle al Libertador, se exime del mando y renuncia dos días
después; Bolívar encarga inmediatamente a Fernando Guillen, a quien le comunica
que su primera obligación a atender son las del ejército “…procurando con la mayor
eficacia, celo y actividad recoger cuanta mulas y caballos hallan en el Estado, para
que conduzcan los víveres y peltrechos del ejército, dinero para pagar las tropas y
hombres para que tomen las armas y sirvan de arrieros”. 39 Estas circunstancias hacen
que Bolívar atrase su partida de la provincia hasta fin de mes.

Paralelo a estos hechos y luego del triunfo de la vanguardia en Agua de


Obispos, un prisionero de nombre José Miguel Barreto asegura que Tízca está por
enviar una expedición desde Barinas a Mérida, para su reconquista; ello hace que José
Félix Rivas reciba nuevas órdenes y lo abrevia a que agilice su salida de Mérida,
consiga todas las municiones y pertrechos posibles y se reúna con la tropa de
vanguardia en la ciudad de Boconó.

Bolívar, que ya tiene un destacamento de avanzada en Las Piedras, poblado


ubicado a 8,5 km. al este de Santo Domingo, en el Valle del río Aracay, principal
afluente de la actual represa de Santo Domingo o represa José Antonio Páez; así, el
Comandante de Las Piedras recibe de Bolívar el 21 de junio órdenes para que indague
sobre la veracidad del ejército que se dirige a Mérida, proveniente de Barinas, y de ser
cierto tales noticias, se repliegue con diligencia y en orden hacia Mérida, sin abandonar
ninguno de los útiles de guerra a su cargo; le insiste Bolívar, que envíe muchos espías
a indagar la veracidad de esas noticias y lo tenga informado constantemente, así como
darle los mismos avisos al Coronel Ribas que sale de Mérida.

Así también, Bolívar alerta a su vanguardia que se encuentra en Carache en


persecución de Cañas quien huyó hacia Humocaro Bajo y de allí a El Tocuyo, que
acelere su retorno a Trujillo, ya que recibió noticias que una División enemiga
compuesta de 300 o 400 hombres provenientes de Barinas, se dirige a Las Piedras por
el camino de los Callejones (este era la vía que comunicaba a Barinas con Mérida antes
de la construcción de la trasandina, cuyo recorrido es casi idéntico en su trayecto entre
Barinas y Apartaderos).

Y para el mismo 21 de junio le escribe a Ribas que un ciudadano de nombre


Pedro Montenegro, proveniente de Caracas a Guanare y de esta a Boconó, donde llegó
el 20 de junio, dice que “…el día que salió de Guanare vió un parte que daban de
Barinas al Comandante de allí, avisándole que el Comandante Nieto había salido por
el camino de los Callejones con 400 hombres a atacar Las Piedras y que también
habían salido 400 para Guasdualito a disposición de Yañez…”. 40 Bolívar duda de la

39
Op. cit. Nro, 119, p. 279
40
Op. cit. Nro. 114, p. 276

35
veracidad de esta información alegando no creer que en Barinas haya 800 hombres.
Sin embargo, le ordena a Ribas dirigirse a las Piedras a encontrarse con el enemigo y
batirlo y, de lo contrario, de estar muy expuesto, se vaya replegando y entreteniendo
al enemigo, mientras que la vanguardia los ataca por la espalda, provenientes de
Boconó y Niquitao.

Emite el Libertador ese día, otra orden al Teniente Luís Marquí, destacado en
Trujillo, para que marche a Boconó con la Caballería apostando una avanzada en el
camino de Guanare y así impedir cualquier comunicación; agrega Bolívar
“…procurará el comandante evitar todo, todo exceso y desorden, tanto en el tránsito
como en el pueblo. Bolívar hace un cerco a Boconó; si en la vía se encuentra los
caballos que vienen a Trujillo, arriados por un ciudadano de nombre Angulo, este
Teniente deberá tomarlos para que sirvan a la caballería, también tomará y hará volver
a Boconó a maestros armeros para que reparen el parque y les asignará escolta para
evitar que se fuguen.41

Este es el panorama para la última semana de junio de 1813. Los hechos


siguientes los narran sus protagonistas, directamente de las fuentes originales:

Primera voz, Simón Bolívar; en el parte que remite al gobierno neogranadino


el 6 de julio: luego del triunfo libertador de Carache, junto a la toma de prisioneros del
diezmado ejército que habían quedado rezagado en la huida de Cañaz, estos confiesan
que el ejército de Tízcar envió una división de 800 soldador al mando de Martí para
que marchen sobre Trujillo y Mérida; Bolívar, en vista de esas noticias ordena a Ribas,
Comandante de la retaguardia que se dirija a Las Piedra y de allí a Boconó, que ocupe
posiciones convenientes a sabiendas que Martí va vía Niquitao a través de los caminos
de Calderas. Este osado español, decide abandonar el camino de los Callejones para
sorprender al ejército libertador en el centro de sus operaciones entre Boconó y
Niquitao, en el valle del río Burate al norte de Las Piedras, a unos 42 km. de esta; una
travesía por la montaña andina de unos 22 km., desde Calderas a 885 metros de cota,
hasta coronar el Páramo de Ortiz a una altitud de 3.580 m.s.n.m.; hoy este camino por
el lado de Niquitao es transitable desde Las Mesitas, a 8 km. al sur de Niquitao, hasta
el cerro Calderas; pero desde allí hasta el caserío del mismo nombre ya no existe
camino ni senderos, apenas un recordatorio del mismo por la vega del río Azul, en
extremo peligrosa por los inmensos acantilados.

Con esta maniobra pretendía Martí sorprender el ejército libertador quien se


dirigía por el valle del Burate hacia Niquitao y Boconó. Pero cuando el español llega
a la Vega, a unos 2 km. al norte de Las Mesitas y 7 km. al sur de Niquitao, el día 1° de
julio, ya Ribas se encuentra en posesión de este pueblo con una avanzada y, el grueso
de su tropa, se localizaba en Boca del Monte, pasando Boconó en la vía a Guanare, a
unos 10 km. de la primera y a 37 km. al norte de Niquitao. En retrospectiva histórica,
a la fecha no se entiende por qué Martí no tomó la ruta entre Calderas y la planicie de

41
Op. cit. Nro. 115, pp. 276, 277

36
Masparro, a salir al encuentro del río Boconó, que median unos 32 km en un camino
casi lineal y desde allí aguas arriba hasta Boconó, 22 km. hacia el oeste; la altitud
mayor de esta ruta no superaba los 1.500 metros y entre el cruce de Masparro con el
Boconó hay una media de 480 m.s.n.m., para subir por la vega del río hasta la ciudad
a 1.260 m.s.n.m.; de haber realizado esto, habría llegado a Boconó antes que Ribas y
quizá otra habría sido la historia.

Mientras esto sucedía, con la llegada de Martí al sur de Niquitao el 1° de julio,


ya Bolívar junto al Comandante de la vanguardia Teniente Coronel Atanasio Girardot,
habían salido de Trujillo el 26 de junio y tomado Boconó, desde allí exhorta al
Gobernador la consecución de los recursos económicos para la campaña; el 28 le
escribe a Ribas que acelere su marcha y se reúna con él, dejando el segundo al mando
en Niquitao, que ya la vanguardia va vía Guanare desde el 27 y para el 29 piensa
Bolívar alcanzarla, por lo que era preciso la reunión ese día 28 de junio; la reunión no
se dio, Bolívar esperó infructuosa su llegada a Boconó, preocupado y con paso
descansado partió su ejército haciendo escala en el sitio llamado Boca del Monte, a 10
km al noreste de Boconó. Sabemos que la reunión Ribas – Bolívar no se dio porque
luego, el 1º de julio desde Guanare, el Libertador vuelve a escribirle que acelere su
marcha desde Las Piedras, que ponga en juego toda su actividad para batir al español
Martí, y que apure su paso para reunirse con él en Guanare a la mayor brevedad. 42

Bolívar, en su camino a Guanare encuentra la vanguardia en Biscucuy y junto


el ejército llega en la mañana de este 1º de julio a Desembocadero de Guanare, 21 km
antes de esta ciudad en donde toman por sorpresa a un destacamento español y a la
1:00 pm de la tarde Bolívar entraba con su ejército a la ciudad de Guanare. El escenario
estaba preparado para el 2 de julio de 1813.

Segunda voz, José Félix Ribas: es de letra y sentimiento de Ribas quien emite
el parte de la Batalla y lo remite al Libertador el 4 de julio:

"Señor General:

Hallándose acampada mi División la noche del 30, en el sitio llamado la Boca del Monte,
recibí parte del Teniente de Niquitao, en que me avisaba la salida que habían hecho los
enemigos al sitio de la Vega, cuatro leguas distante de dicho pueblo. Inmediatamente puse en
movimiento el campo y le hice marchar a paso redoblado, trayendo consigo sola una pieza de
artillería, y los pertrechos que juzgué necesarios; dejando el resto en la Boca del Monte con
35 hombres de custodia, y todas las acémilas. En efecto, logré llegar a las nueve de la noche
con toda la División a este pueblo el día primero, habiendo hecho trece leguas de jornada.

El enemigo tenía puestas sus avanzadas como a una legua de aquí y su Cuartel General en el
sitio de la Vega; y con este motivo, después de haber hecho las descubiertas necesarias para
reconocerle, hice colocar mis avanzadas en donde creí conveniente. Al amanecer del día 2
puse en movimiento mi división, haciéndola marchar con el orden debido; y a las nueve de la
mañana avistamos el ejército contrario, que en número de 800 hombres, bien armados, se

42
Op. cit. Nro. 127, p. 296

37
habían situado en una altura al parecer inexpugnable; antes de esto mis avanzadas habían
hecho desaparecer las enemigas.

Apenas estuve a tiro de fusil, cuando di orden al Mayor General, ciudadano Rafael Urdaneta,
que mandaba el centro, de romper el fuego, como efectivamente se verificó; y viendo que
pasaba ya una hora de fuego sostenido y vivo de ambas partes, previne al mismo Mayor
General, que formando una gran parte de las tropas en columna, forzase al enemigo,
rompiéndole su centro, si fuese posible, al mismo tiempo que hice avanzar la ala derecha
mandada por el capitán José María Ortega con las mismas órdenes. Apenas el enemigo
observó la impavidez de nuestras tropas; y que a pesar del fuego vivísimo con que sostenía su
formidable posición, ganábamos siempre terreno, y hubiéramos llegado a las manos, si fuese
preciso; abandonó los primeros puntos que tenía tomados, y se retiró a ocupar otras alturas
de mayor importancia, que cubiertas de peñas inaccesibles por todas partes, se creyó que en
caso de que nuestras tropas tuviesen el valor de acometerles, serían todas víctimas de sus
fuegos, sin poder padecer daño por su parte. Efectivamente, las posiciones militares que ellos
ocuparon en esta ocasión, solamente pudieron haber sido forzadas por unas tropas que
prefiriendo la muerte a la deshonra, obraron con el valor que caracteriza a los republicanos.

Allí fue donde trabándose un fuego el más vivo de parte a parte mostraron nuestras tropas, de
cuánto es capaz el hombre libre. Con la mayor constancia sufrían a pecho descubierto los
fuegos, cuando el enemigo, parapetado con los peñascos, apenas descubría sus gorros.
Después de tres horas consumidas en este último fuego, y de haberles ido ganando el terreno
palmo a palmo, mandé que por todas partes se le estrechase, y que nuestros soldados treparan
los riscos y peñas, hasta apoderarse de ellas. Nuevamente se obstina el enemigo y se renueva
un fuego aún con mayor viveza.

En tal estado, y hallándose éste entretenido con nuestra infantería, que casi llegaba ya a las
manos, mandé a la caballería marchase en columna por el camino, y tocando a degüello
tomase las alturas de la espalda del enemigo. Este fue el momento de desesperación para los
cobardes españoles; se creyeron ya todos cortados, y abandonando sus admirables posiciones,
huyen precipitadamente por los bosques y barrancos, arrojándose a los precipicios, y dejando
a nuestras valerosas tropas el campo de batalla, después de cinco horas de combate. Estas, a
pesar de las esforzadas marchas que habían traído, y de la incomodidad de la campaña,
apenas oyen mi voz de perseguir al enemigo, cuando cada uno por su parte cumple con el
lleno de sus deberes.

Con una velocidad increíble siguen al alcance de los cobardes en tres leguas de un terreno el
más escabroso, logrando por este medio destruir totalmente la fuerza enemiga; veinte y tres
de ellos muertos (incluso un Capitán) han quedado en el campo de batalla, y multitud de
heridos, de los cuales se han recogido algunos. De nuestra parte tenemos que llorar la muerte
de seis soldados, dos sargentos y quince heridos, entre ellos tres oficiales, que lo son el
Capitán Félix Uzcátegui, y los Tenientes Antonio París, y Sebastián Peña; pero todos tres
levemente.

Cuatrocientos cuarenta y cinco prisioneros; cuatrocientos cincuenta fusiles; sesenta sables,


ciento sesenta tiros de cañón de a cuatro; veinte y cuatro mil cartuchos de fusil; dos mil
seiscientas piedras de chispa; doscientas y cincuenta cartucheras con sus fornituras; un
violento de a cuatro de bronce, montado perfectamente para campaña con todos sus útiles,
único que tenían; siete cajas de guerra; sus ollas de campaña, y sus bagajes, todos han caído
en nuestras manos. Entre los prisioneros han sido aprehendidos tres capitanes españoles, y
ocho más de esta infame nación, entre ellos el que vendió la Provincia de Trujillo, y delató la
conspiración que los patriotas de Barinas intentaron contra sus opresores [Manuel Gómez];
pero todos ellos han pagado ya sus delitos, y acaban de ser pasados por las armas. También
se les cogieron cerca de quinientos gorros de cuero, con sus chapas de los Batallones

38
Constitución y España triunfante; pero todos se mandaron arrojar por ser divisa española, y
para que las tropas nuestras en ningún caso se equivoquen con las de los tiranos.

El resto del enemigo queda disperso en las inaccesibles montañas de estos páramos. Casi
ninguno ha podido salir a Barinas; desnudos, perseguidos del hambre y de la desesperación,
van cayendo muertos, o ya refugiándose en las asperísimas breñas de estos lugares. Las armas
las han tirado por los bosques y puedo asegurar a V. S., que veinte y cinco hombres no han
seguido al traidor y cobarde Comandante Martí. A esta hora todavía se están presentando
hombres y armas, y como ayer 3 al amanecer mandé una partida a perseguir a los que
hubiesen tenido lugar de escaparse por el camino de Calderas, ha sido mayor el terror de los
poquísimos, que desnudos y hambrientos han sido víctima de los hielos de aquellas cumbres.
Así es, que se ha encontrado aquel camino lleno de cadáveres, y la partida ha vuelto cubierta
de despojos.

La tropa y oficialidad se han cubierto de gloria, llenando cada uno su deber, dando un ejemplo
a los americanos de firmeza y de valor; todos a porfía se disputaban el triunfo; pero muy
particularmente se distinguieron el Mayor General ciudadano Rafael Urdaneta, que mandaba
el centro, y cuya serenidad en medio del fuego es digna de recomendación, y el Capitán
ciudadano José María Ortega, que mandaba el ala derecha. No son menos dignos de las
consideraciones de V. S. y del Gobierno el Capitán Vicente Campo de Elías, que con una
impavidez increíble era el primero que desde el principio de la acción, con un trozo de su
compañía de Granaderos, estrechaba y perseguía al enemigo, exponiéndose al mayor peligro;
y el Teniente Tomás Planes, que siendo mi ayudante, y cumpliendo con la mayor fidelidad con
este encargo, se arrojó varias veces sobre el enemigo, tomando un fusil en la mano, haciendo
las veces de un soldado, y otros hechos de valor extraordinario. También se distinguieron el
Sargento Almeida y el soldado Simón Rodríguez. El ejército, que los opresores de Venezuela
llamaban el ejército grande de operación; ese ejército, con que ellos se habían figurado, no
sólo reconquistar las Provincias perdidas de Venezuela, sino también atacar y subyugar la
Nueva Granada, ha sido enteramente destruido en el glorioso día 2, cayendo todas sus fuerzas
en nuestras manos. La sola División de mi mando ha sido bastante para destruir todas las
fuerzas del enemigo; el mejor fruto de esta acción ha sido el espanto, el terror que seguramente
infundirá en los demás opresores de Venezuela, que ven destruida la áncora de su esperanza.

Incluyo a V. S. las declaraciones, que por medio del Auditor de Guerra del ejército, se han
recibido a los tres Capitanes españoles, antes de ser pasados por las armas. Por ellas verá V.
S. las poquísimas fuerzas que quedan en Barinas; el número de tropas que han sido
derrotadas; y el ningún impedimento que tienen las nuestras para entrar en aquella Provincia.
Mañana pienso seguir a Boconó, y de allí marcharé sin dilación hacia Guanare, a incorpo-
rarme al grueso del ejército. La División de mi mando, engrosada en el día considerablemente,
sería capaz ella sola con la orden de V. S. de libertar a todo Venezuela, tal es el valor, el
entusiasmo, y deseo que respiran estas tropas de libertar a los países oprimidos.

Cuartel General de la retaguardia en Niquitao, a 4 de julio de mil ochocientos trece, tercero


y primero. JOSÉ FÉLIX RIBAS”.43

Bolívar, agrega en el parte de Ribas que, recibida noticias, sabe que el realista
José Martí escapó desarmado, solo con seis de los suyos.

Tercera voz, los condenados: dentro del parte realizado, Ribas le incluye a
Bolívar declaraciones que los capitanes españoles capturados, a los cuales se les hizo

43
Op. cit. Nro. 123, pp. 288-292
39
Consejo de Guerra, para luego ser pasado por las armas. El auditor de Guerra fue el
jurista Vicente Tejera, quien acompaña al Libertador desde Curazao y de allí a
Cartagena para seguir en la ruta admirable. Estos capitanes españoles aprendidos eran:

 Florencio del Valle, de 32 años de edad, Capitán de la 2a Compañía del


Batallón "España Triunfante", acantonado en Barinas, natural de Cortegana,
para entonces una dependencia administrativa de Sevilla y hoy dependiente
de la provincia de Huelva, en Andalucía;
 Manuel Gómez, de 40 años de edad, natural de España, Capitán del Batallón
"Constitución"; y
 José Jiménez Sánchez, de 21 años de edad, nacido en Cádiz y radicado con su
familia en Cumaná desde que tenía 4 años, también Capitán.

Los dos últimos habían servido en el ejército republicano bajo el Generalísimo


Miranda y se habían pasado a los realistas durante la campaña de 1812. Todos ellos
fusilados el 3 de julio de 1830.

Este informe, está indexado en O’Leary, Memorias, tomo XII, Nro. 121 (pp.
281 – 282); y deja al descubiertos tanto las acciones recientes tomadas por el ejército
realista como las inmediatas futuras a tomar por Tízcar. Interrogado el Capitán don
Florencio del Valle, confirmó que la expedición donde fue capturado la comandaba
José Martí, que con el venían aproximadamente 800 hombres, de las cuales unas 100
pertenecen a la caballerías; expresó que estaba destacado en el puente de Santo
Domingo, esto es a 18 Km de Las Piedras y el antiguo camino de los Callejones, a la
altura de Altamira y el acceso hacia Calderas; por lo que es claro y evidente que por
su avanzada, sabían del paso de Ribas por ese punto hacia Boconó, con unos 500
hombres; así lo expresó en su interrogatorio. Es a su llegada a La Vega, luego de cruzar
el páramo de Ortiz y el cerro de Calderas que se percatan que tres o cuatro días antes
había pasado en ejército patriota por ese punto.

La siguiente voz fue del Capitán Manuel Gómez, quien ratifica la cantidad de
soldados y caballería española, expresó que en Barinas fueron pasados por las armas
ocho republicanos, entre los que destaca el alcalde de dicha ciudad, Juan José Briceño
y que él fue quien descubrió la conspiración de esos señores; agregó que además de
estos, había sido fusilado ocho prisioneros más capturados en Guasdualito, entre ellos
Antonio Nicolás Briceño, junto a unos franceses y otros compañeros. Según, en
Barinas quedaron 400 hombres, casi todos reclutas, y que 400 más, de los
disciplinados, habían salido a Guasdualito comandados por Yañez y a ellos se
agregaron 300 reclutas más de Nutrias; además de 100 de caballería salieron para
Guanare. Y algo realmente impactante, de los 800 soldados del ejército español
comandados por José Martí en Niquitao, solo 60 eran españoles, repartidos entre
oficiales y soldados de la comandancia de milicia; por lo que de los 445 prisioneros
tomados por Ribas su gran mayoría eran americanos.

40
Tocó el turno a José Jiménez Sánchez un párvulo criado en Cumana, hecho
Capitán a los 20 años por Monteverde; expresó lo afirmado por Manuel Gómez, sobre
el ejército de Martí y los 400 reclutas de Barinas; ratificó la pérdida de Cumaná de
Monteverde. Este soldado agrega que “…había sido adicto a la libertad de América,
y deseando quedarse con las tropas patriotas, formó el designio de no hacer fuego
contra estas, permaneciendo en toda la acción sin hacer ninguna descarga ni mandar
tirar a sus soldados bajo varios pretextos…”. 44 Existe una crónica fabulada alrededor
de este personaje, el cual establece que en la huida de su comandante Martí, él lo
detuvo y lo instó a tener valor y capitular la batalla ya perdida, pero Martí en su
cobardía, haciendo caso omiso, se despojó de su uniforme para no ser reconocido y
prosiguió con su huida, sin embargo este Capitán Jiménez Sánchez siguió tras él y en
el forcejeo producido entre ambos, Martí cayó por un acantilado; sus casaca, rato
después, fue recogida por otro español para protegerse de la intemperie en franca
huida. Lo cierto de los hechos es que luego de Niquitao, nunca más se tuvo noticias de
Martí en otros eventos de las guerras de independencia americana.

Con esta información Bolívar ordena el panorama inmediato de su avance por


el centro del país con su destino final puesto en Caracas.

Como sexto caso, entre las “siete campales batallas” mencionadas por Bolívar
en su proclama a los Caraqueños el 8 de agosto de 1813, le sigue Barquisimeto. Visto
el contexto y significado de Niquitao para la libertad de Venezuela, el 2 de julio el
Libertador cuenta su entrada a Guanare; en Biscucuy, el 29 de junio ya por la tarde,
estaba una avanzada realista quienes huyeron hacia Guanare nomás sintieron la
presencia del ejército; Bolívar ordena una partida de cazadores y de caballería para
darles alcance y ya temprano del día 1º de julio fueron divisados en el último paso del
río Guanare (paso del Desembocadero de Guanare ya definido), allí les dieron caza a
pesar de lo caudaloso del río. De esta avanzada realista solo uno salvo y huyó, el resto
quedó tendido entre la orilla y las aguas del Guanare. Entre los muertos tres capitanes
españoles, uno de ellos el Comandante de la vanguardia, Capitán Montalvo, traidor a
la patria, al haber pasado toda la caballería en San Carlos, en 1812 a manos de
Monteverde. Bolívar se siente vengado por la justicia divina.

El único realista que alcanzó escapar esa mañana del 1º de julio de 1813, logró
dar aviso al resto de sus compañeros en Guanare de la proximidad del ejército
libertador y huyeron precipitadamente, dejando; dice Bolívar, “…hemos tomado
caudales suficiente para la reconquista de Venezuela; en la Administración de tabaco
hay existentes sobre doscientos mil pesos; y además hemos hallado porción de
almacenes de ropa… los que vendidos producirán muchos miles…”.45

A su entrada a Guanare, Bolívar ordena al Teniente Cruz Carrillo, salir a la


Villa de Ospino, 50 km al norte de Guanare y mitad de camino a Araure; debe reclutar

44
Op. cit. Nro. 121, p. 285
45
Op. cit. Nro. 128, p. 297

41
cuantos hombre pueda, armarlos y seguir su ruta a Araure y a todos los demás pueblos
cercanos que sepa tengan fuerzas enemigas. Y nomás tome pueblos y Villas “hará
proclamas de independencia absoluta, constituirá jueces que se encarguen del
gobierno, procurando que estos sean patriotas y de actividad...”.46

El 3 de julio por la mañana Bolívar sale de Guanare; dejando encargado como


Comandante de armas de esa ciudad a Francisco Ponce (un español que, al igual que
Vicente Campo Elías, luchaban por la libertad americana); aún no tiene noticias del
triunfo de Niquitao; sus tropas atraviesan el río Boconó (actual límite de Portuguesa y
Barinas), que se encuentra a unos 45 km. para la época, los cuales en terreno llano se
hacía en media jornada; el 5 de julio por la noche Tízcar, enterado de la derrota de su
ejército en Niquitao, abandona Barinas con 500 hombres de su ejército, compuesto por
infantería, caballería y artillería, vía Nutrias, con objeto de embarcarse a Guayana por
el Orinoco; dejando el parque abandonado para beneplácito de los republicanos.

El Brigadier Bolívar estando a media legua de su llegada a Barinas, el 6 de


julio, se entera que Tízcar había dejado Barinas y, viendo que la ciudad no ofrece
resistencia, ordena que volviese una compañía de fusileros a Guanare a las órdenes de
Ponce. Allí en Barinas, consigue documentos del enemigo, entre ellos uno de José
Yañez fechado en 29 de junio donde desde Guasdualito le escribe a Antonio de Tízcar;
y le expresa que solo espera la orden suya para dirigirse a Cúcuta y en el recorrido
lograr la derrota completa del enemigo; que para dicha expedición posee 500 soldados
de infantería, 32 artilleros y dos piezas de bronce y 2 más del tipo pedrero, montados
en sus cureñas (carros de madera de dos o cuatro ruedas donde reposa el cañón de
artillería), 180 hombres a caballería. Así, ordena a Girardot perseguir a Tízcar que fugó
hacia el Puerto de Nutrias, sobre el río Apure y al mismo tiempo deberá evitar el avance
de Yañez que pretendía unírsele allí procedente de Guasdualito. Pero, ¿qué hacía en
Guasdualito en español Yañez?; se preparaba para retomar Cúcuta, pasando por La
Piedra, El Piñal, Santa Ana del Táchira y San Cristóbal.

Bolívar ya para el 6 de julio estaba enterado del triunfo de Niquitao, pero solo
es hasta el 9 del corriente que recibe el parte de Ribas; enterado por Francisco Ponce,
destacado en Guanare, que el Comandante español Pedro González Fuentes (de
Canarias), avanza desde El Tocuyo hacia Chabasquen, 18 km. al norte de Biscocuy, le
ordena a Ribas que corra a batirlo donde quiera que este se encuentre, las noticias son
que este isleño viene con 500 o 600 hombres. Bolívar refuerza a Ribas enviándole unos
200 soldados. Ya para el 12 de julio Girardot le notifica al Libertador que Tízcar ha
huido de Nutrias con dirección de Guayana y solo falta derrotar a Yañez. A Ribas le
insiste, buscar al enemigo donde lo encuentre y batirlo, además de reunirse con el
Libertador el San Carlos.

Bolívar presume que Yañez se embarcó por el Arauca, para irse por el Orinoco,
pero temiendo una barbaridad de este español en atacar Barinas, decide crear un cuerpo

46
Op. cit. Nro. 130, p. 198

42
de cazadores para acantonarlos en dicha ciudad y además ordena a Girardot no
desampare las posiciones que ocupa u ocupare hasta tanto todas las divisiones del
remanente ejército de Tízcar y Yañez se halla disuelto o disperso. Bolívar informa al
Congreso neogranadino que para el 14 saldrá nuevamente a Guanare, a reunirse con
su retaguardia que ha llegado allí y tomar posesión de San Carlos, en donde todos los
españoles e isleños han sido detenidos al intentar huir.

Por el otro extremo, el caso de Nutrias es digno de resaltar; Girardot llega a


esta ciudad el 13 de julio, justo a tiempo para impedir la ejecución de ciudadanos
distinguidos por su patriotismo; así las tropas de Tízcar y su segundo Nieto,
conformada por americanos, al enterarse que estos huían apresurados a Guayana, se
sublevaron a sus oficiales españoles, les quitaron armas, pertrechos y saquearon
horrorosamente la ciudad, de allí que casi ajusticiaban a las autoridades y españoles
distinguidos que hacen por la libertad. De tal modo cayeron en poder del ejército
patriota todas dichas armas. Queda por batir el último Comandante español de Barinas,
Yañez, a quien le están desertando los americanos y presentándose al ejército
libertador.

Para el 17 de julio, Bolívar retorna a Guanare, le solicita a Ribas quien se


encuentra entre Biscucuy, Humocaro y El Tocuyo que debe dirigirse a Araure por el
camino más expedito (el cual no es el de Barquisimeto); e intente no encontrarse con
fuerzas desiguales. El Teniente Coronel Rafael Urdaneta, al frente del 5º batallón de
línea, ya se encuentra en Araure, Bolívar pretende seguir para esa ciudad el 23 de julio
y, antes de partir, ordena a Girardot que conforme lleguen sus tropas a Guanare (de las
persecuciones de Nutria y Barinas), sean despachadas hacia Araure para incorporarlas
al grueso del ejército, allí en manos del Gobernador de Guanare deja los uniformes de
las tropas de la unión, además de suficiente dinero para suplir algunas faltas de salario
a dichas tropas; armamento suficiente para armar dos compañías de cazadores y,
aquellos soldados de caballería desarmados, tomaran lanzas preparadas al efecto.

Ribas, con el ejército de la retaguardia, toma posesión de El Tocuyo para el 18


de julio; el 20 sigue su marcha para Quibor y, el 21, una vigía de 6 hombres,
pertenecientes a la avanzada patriota, se ve sorprendida por una columna de la
caballería española.

El 22 de julio, ya el ejército español se encontraba acantonado en la sabana de


Los Horcones; su emplazamiento exacto no se conoce, pero al igual que pasó con el
sitio de Ponemesa en Betijoque, se levanta un monumento situado conforme la crónica
oficial lo establece, a escasos dos km. a la derecha del actual Parque del oeste, entrada
de Barquisimeto (vía Quíbor – Barquisimeto), en pleno centro de la urbanización
Simón Bolívar. Este ejército realista, al igual que otros, solo estaba conformado por la
oficialidad de españoles y canarios, el resto de la tropa eran americanos; y lo
comandaba el Teniente Coronel de infantería don Francisco Oberto, quien ostentaba

43
ese grado militar desde el 12 de febrero pasado, junto con el de Teniente Gobernador
de Barquisimeto.47

A su lado, Pedro González Fuentes, quien en lo futuro, para mayo de 1819 sería
Teniente justicia mayor de El Tocuyo, firmante del manifiesto antibolivariano de la
creación de la nueva nación Colombia; este no era General, como lo llaman algunas
crónicas. (op. cit. Nro. 1.507, p. 663). Ribas, venía persiguiendo a este Comandante
desde Chabisquén, Humocaro, El Tocuyo y Quíbor; pero logró unírsele a Oberto en la
sabana de Los Horcones. González Fuentes no era un militar profesional, pertenecía a
los estratos más baja de la sociedad venezolana, prácticamente era simple miliciano
cuando comenzó la guerra.48

Allí también estaba Manuel Cañas con los soldados que pudieron salvar la vida
proveniente del enfrentamiento con Girardot en Agua de Obispos. Ribas tiene órdenes
del Libertador de no confrontar al enemigo cuando este sea mayor; para él no hubiese
sido obstáculo rehuir este combate y esperar lograr unir los ejércitos de Bolívar y
Girardot, era lo prudente, lo sensato; pero Ribas, arrojado, quería distinguirse en los
laureles de la patria. Y así lo hace; la relación más cercanas a los eventos son el Boletín
del Ejército Libertador de Venezuela número 6º y el parte del Libertador al Presidente
encargado del Supremo Poder Ejecutivo de la Unión, ambos fechados el 25 de julio de
1813;49 de ellos es la relación de los hechos:

En la sabana de Los Horcones, se encontraban el Teniente Coronel don


Francisco Oberto y su división junto a la de Pedro González Fuentes más otro refuerzo
de caballería e infantería de Coro. La primera carga patriota se produce a las once del
día, soportando la intensa artillería enemiga sin poder romper las líneas enemigas; el
ejército de Ribas se repliega y vuelve a contraatacar con la misma fuerza pero el fuego,
intenso y seguido, impiden el avance patriótico, perdiéndose en este segundo ataque
más vidas de ambos lados.

Ribas insiste y organiza la tercera carga del ejército y esta vez logra romper las
líneas enemigas, desbandando las alas del ejército español y haciéndolas dispersar; por
lo que se logra tomar el campo, el ejército, la artillería, los pertrechos, los bagajes, así
como todo el bagaje acumulado en la ciudad de Barquisimeto y que ha sido libertada
posterior al encuentro bélico, por las armas libertadoras y con el gozo de sus habitantes.

Los Comandantes Francisco Oberto, Pedro González Fuentes y Manuel Cañas


logran escapar acompañados de apena quince hombres de caballería, por el camino de
San Felipe. Han ido en persecución de estos Comandantes el mismo Coronel Ribas
con un piquete de 50 hombres a caballo, dándoles caza por unos 25 km. hasta Cabudare
y en el transcurso terminó de destruir dicho ejército realista.

47
Blanco y Azpurua, Nro. 1.367; Tomo VI, p. 229
48
Hernández González; p. 135
49
O’Leary, Tomo 13, Nros. 149 y 150; pp. 314-316

44
Se contaron unos 100 hombres muertos y otro tanto de heridos de parte del
enemigo; mientras por el lado patriota las pérdidas son menores pero lamentables,
sobresale el Subteniente Gabriel Picón, con solo 14 años, se había enrolado en las filas
patrióticas a la llegada de Bolívar a Mérida. Este niño tuvo brillante actuación en la
batalla de Niquitao y aquí, en Los Horcones, se abalanzó hacia los cañones del
enemigo con tal ímpetu que logró romper sus líneas antes de caer gloriosamente en el
campo de batalla. Al igual que en Niquitao, Rivas ha pasado por las armas a tres
Capitanes españoles hechos prisioneros.

El séptimo y último caso, de las “siete campales batallas” referidas por el


Libertador el 8 de agosto de 1813, finaliza con las acciones de Tinaquillo.

El 23 de julio Bolívar parte a la Villa de Araure, sin saber el resulta de Los


Horcones; solo es hasta la noche del 24 que se entera; desde Nutrias sube Girardot a
paso redoblado para reunirse con Bolívar, en ese puerto fluvial quedó destacado el
Trujillano Manuel Gogorza con 100 fusileros, éste le informa a Bolívar que en el
pueblo de Apurito, separado de Nutrias por vía fluvial unos 100 km., los patriotas de
dicho pueblo han tomado del ejército en desbandada de Yañez varias embarcaciones
con artillería, fusiles y pertrechos; así mismo le notifica que las tropas de oriente han
derrotado por quinta vez a Monteverde y el enemigo se encuentra en Calabozo; muy
probable buscando el Apure a través de San Fernando, para de allí saltar a Guayana.

A sabiendas que las fuerzas de Monteverde han retrocedido a Valencia y


Aragua, Bolívar ordena a Urdaneta marchar hacia San Carlos el 24 de julio; para el 25
le escribe a su comandante de Guanare que contacte a Gogorza, para que traiga consigo
los pertrechos tomados de Yañez y deje en Barinas la artillería; también le escribe a
Ribas que apresure a atender a las tropas en San Carlos; sin embargo, en la tarde del
26 el Mayor General Teniente Coronel Rafael Urdaneta toma esta ciudad;
seguidamente el Libertador la ocupa en la tarde del 27 y ordena a todos los
componentes de su ejército ubicados en Araure, Ospino, Guanare y Barinas a que
marchen con celeridad a esa plaza en San Carlos, con todos los pertrechos, armas,
ropas, dinero, víveres y cuanto pertenezca al ejército. Para ese mismo día nombra
Gobernador del Estado de Caracas a Cristóbal Mendoza.

Para el 28 de julio el Libertador emite su segunda proclama dirigida a los


españoles y canarios, ratificando su decreto de guerra a muerte emitida 6 semanas atrás
en Trujillo: “…Un puñado de españoles y canarios, pretende con demencia detener el veloz carro de
nuestras victorias, guiado por la fortuna, y sostenido por el valor divino de nuestros soldados
granadinos y venezolanos. Las bandas enemigas desaparecen delante de nosotros, aun antes de
presentarnos, porque temen una espada exterminadora, que la justicia del Cielo ha puesto en nuestras
manos para vengar la humanidad, que tan vilipendiosamente ha sido escarnecida en el suelo
americano...”.50

50
Bolívar, vol. III, Nro. 14, p. 560
45
Y agrega:

“…Por la última vez, españoles y canarios, oíd la voz de la justicia y de la clemencia, Si


preferís nuestra causa a la de los tiranos, seréis perdonados y disfrutaréis de vuestros bienes, vidas, y
honor; y si persistís en ser nuestros enemigos, alejaos de nuestro país, o preparaos a morir. Cuartel
General de San Carlos, julio 28 de 1813.- 3° de la Independencia, 1° de la Guerra a Muerte. Simón
Bolívar”.51

Pasada la medianoche del día 29 (madrugada del 30), Bolívar moviliza su


ejército hacia Las Palmas, un caserío cerca de la población de La Aguadita; ubicado
en el actual municipio Lima Blanco, cerca al poblado La Aguadita, estado Cojedes,
donde pasa el resto de ese día; el 31 sale temprano hacia Tinaquillo, donde tuvo lugar
la batalla. El propio Bolívar da una narración muy precisa de lo acontecido en un oficio
dirigido el 2 de agosto, desde su cuartel general de Valencia, al Congreso de la Nueva
Granada:
“El 29 a las diez de la noche recibí parte del comandante de nuestra avanzada en que me
comunica que los enemigos existían en el Tinaquillo, y que intentaban atacarnos. Con esta
noticia hice poner en movimiento inmediatamente una parte de la vanguardia y el centro del
ejército, que salió a las doce de la misma noche. El 30 vine al sitio de Las Palmas, seis leguas
distante del campo enemigo.

El 31, bien temprano me puse en marcha, y a las dos horas de jornada recibí aviso del
comandante de nuestra descubierta, en que me dice que el enemigo, en número de más de mil
hombres, venía al encuentro, y que se hallaba al frente de él en la sabana de los Pegones.
Forcé mis marchas, y cuando llegué allí, el enemigo, acobardado con la sola presencia de
nuestros cazadores, se retiraba.

Di orden para que lo persiguiese nuestra caballería, que inmediatamente obedeció, y cargó
sobre él; pero cuando llegó a la sabana de los Taguanes, lo halló formado en batalla, y fue
preciso que aguardase a la infantería; llegó esta; dispuse el campo, y viendo que el enemigo
marchaba sobre nosotros, determiné irlo a recibir; ordené marchase de frente la infantería, y
que la caballería, que formaba mi ala derecha, fuese a cortarlo por la espalda en la grande
llanura en que se presentó la acción.

Entonces la intrepidez de nuestras tropas produjo en las españolas el pavor; inmediatamente


emprendieron su retirada ordenada, y la sostuvieron por espacio de seis horas, hasta que
viendo que nuestra caballería casi los cortaba, se introdujo el desorden, empezó la disolución,
y a las dos horas de persecución, ya teníamos en nuestro poder más de doscientos prisioneros,
porción de fusiles, cartucheras, y pertrechos que dejaban en el campo.

Toda la tarde duró la acción, en que murieron muchos españoles, entre ellos seis de sus
mejores oficiales, uno de estos el Comandante [Julián] Izquierdo; perdieron toda su
infantería, que quedó, o dispersa por los bosques, o prisionera, o pasada a nosotros, pudiendo

51
Op. cit. pp. 560, 561. Nota. Este documento está mal indexado en O´Leary; posee fecha de
28 de junio de 1813, cuando debería decir 28 de julio de 1813; O’Leary; tomo 13, pp. 280,
281
46
asegurar a U.S. que no escapó un solo infante (…) Aquella noche acampé en el sitio llamado
el Hoyo, de donde continué las marchas el día primero hasta Tocuyito…”.52

Monteverde, siendo ya noche de ese 31 de julio, venía a reforzar al Coronel


Julián Izquierdo con dos compañías de caballería e infantería, sin saber que este ya
había sido derrotado; en Carabobo, a 11 km. de Taguanes recibe la noticia de la derrota
de este Comandante y de inmediato gira su destacamento hacia Valencia y, en tránsito
por los poblados iba hostigando a sus vecinos llegando hasta incendiar casas que
encontraba a su paso.

Cipriano de Mosquera, en sus memorias sobre la vida del General Simón


Bolívar (1870, p. 57), narra con una óptica muy acertada, los momentos postreros del
combate de Taguanes. Por seis horas había resistido Izquierdo el embate patriota; este
siempre cediendo terreno; la derrota fue completa no más allá de este tiempo, toda la
división de este Comandante español fue muerta y hecha prisionera. Este insigne
español, muy mal herido en el campo de batalla, fue auxiliado por el propio Bolívar,
honrando su valor, le hizo conducir a un hospital en la ciudad de San Carlos, donde
esa misma noche murió producto de las heridas. Igual suerte corrieron otros oficiales
y prisioneros mal herido. 700 hombres del ejército español quedó muerto y esparcido
en el campo de Taguanes; más de 200 republicanos dieron su sangre junto a estos.

Entre los distinguidos por el ejército libertador, el Mayor General Urdaneta, el


Comandante Girardot. El 2 de agosto, Bolívar toma posesión de Valencia, el día 4 llega
a Maracay y de allí a La Victoria; el 6 de agosto de 1813 entra triunfante a Caracas, y
para el día 8 emite su “PROCLAMA DEL GENERAL EN JEFE DEL EJERCITO
LIBERTADOR DE VENEZUELA MANIFESTANDO EL OBJETO DE SU MISIÓN”;
allí expresa su apoteósico avance “triunfando siete veces en las campañas campales
de Cúcuta, La Grita, Betijoque, Carache, Niquitao, Barquisimeto y Tinaquillo…”.53

¿Pero?... ¿?... re-textemos: “…triunfando siete veces en las campañas


campales…”; esto es el párrafo según las Memorias de Daniel Florencio O’Leary (op.
cit. p. 332), quien comienza a recopilar toda la información relativa del Libertador
desde el mismo instante de su muerte en 1830 y culmina su compilación casi a la
muerte de este en 1854, su trabajo se publica en 1883 bajo el gobierno de Antonio
Guzmán Blanco con motivo del centenario del nacimiento del Libertador.

Y, ¿cómo dice el texto según la publicación de Vicente Lecuna en las Obras


completas del Libertador?: “…triunfando siete veces en las campales batallas…”.54
La compilación de Vicente Lecuna data de su recopilación desde 1915 a 1950.

52
O’Leary, p. 322
53
O’Leary. Tomo 13. Nro. 171, pp. 332, 333
54
Bolívar, vol. III, p. 561
47
Indaguemos; ¿qué dice Blanco y Azpurua?: “…triunfando siete veces en las
campales batallas…”.55 También, ordenadas a publicar por Guzmán Blanco en 1875.

Este orden de compilación es importante puesto que el error pudo ser de dos
tipos: a) de certidumbre y b) involuntario. El error de certidumbre podría establecer
que, dado que la frase “campañas campales” no posee un sentido estricto, fue
sustituido en los siguientes compiladores como “batallas campales”. O, error
involuntario del propio O’Leary al confundir el texto en compilación y, los siguientes
copistas lo subsanaron. Y es muy importante corregir este error, ya que para discernir
el significado, la epopeya de la Campaña Admirable tiene un sentido mucho más
amplio al expresarse como campañas campales, ya que todos los encuentros no se
pueden considerar campales batallas; y, rigurosamente, bajo el escrutinio de la
historia, hoy sabemos de su necesaria importancia de todos los encuentros para el
triunfo de la segunda República.

Las divergencias llevan a revisar un ejemplar original de la proclama a los


caraqueños, archivado en la Academia General de la Historia, de la imprenta del
francés Juan Baillío, impresor de la expedición libertadora desde 1810; su imprenta,
ubicada en la esquina del Palacio Arzobispal de Caracas es la segunda de la ciudad.
Allí se hizo el Semanario de Caracas desde el 4 de noviembre de 1810, El Publicista
de Venezuela, El Patriota de Venezuela, El Mercurio, entre otros y varios números de
la Gaceta de Caracas. El Decreto de Guerra a Muerte tiene el pie de imprenta de su
taller, al igual, por supuesto, la proclama de Bolívar a los caraqueños, el 8 de agosto
de 1813.

55
Blanco y Azpurua. Tomo IV, p. 849
48
Imagen A-1.- Parte original, de la Proclama a los caraqueños del 8 de agosto de 1813. Fuente: Academia
Nacional de la Historia. 28 de octubre de 1888. Signatura: Originante: Bolívar,
Simón. Destinatario: Documento público. Procedencia: Tunja / Trujillo / San Carlos / Caracas.
Breve: Manifiestos, proclamas y decretos emitidos por Bolívar entre el 20 de mayo de 1813 y el 28 de
enero de 1814. Rollo: 19. Páginas: Nro. 5 de 9.

49
Imagen A-2.- Detalle del Parte original de la Proclama a los caraqueños del 8 de agosto
de 1813; obsérvese la selección subrayada. Fuente: (op. cit.).

La proclama pública de la fecha original lo certifica: “campales batallas”.


Queda corroborado que se trata de un error de dicción de O’Leary y su compilación.
Para aprender de la llamada Batalla de Betijoque o Ponemesa, fue necesario auscultar
dentro de toda la Campaña Admirable y ver más allá de las letras de las proclamas para
examinar las hipérboles del Libertador en sus tórridos escritos epopéyicos.
Aprendimos como el ejército libertador fue replegando desde Cúcuta al español
Correa, luego de La Grita hacia Mérida, Escuque, Betijoque y Moporo; Como Cañas
se libró de Ribas huyendo desde Agua de Obispos hacia Humocaro y El Tocuyo.

De cómo trascendió la guerra a campos político internacionales con el Decreto


de Guerra a Muerte y de cómo Martí desapareció de la historia luego de su derrota en
Niquitao; de la toma de Guanare sin acciones mayores, y el avance de Bolívar de la
ciudad de Barinas junto al repliegue de Tízcar a Nutrias, luego al Apurito para
esconderse en la Guayana; por el norte, nuevamente Ribas, desalojando a tres
Comandantes españoles en la sabana de Los Horcones, Oberto, González y Cañas y,
antes de la entrada a Caracas, de la muerte el Taguanes de Izquierdo y el porte de
caballero de Bolívar para ofrecerle los primeros auxilios dentro de sus filas. Entre el
13 de abril y el 31 de julio de 1813, son 109 días de gloriosa acción heroica, valerosa,
que trajo para Venezuela el comienzo de su segunda República.

50
Así, conforme esta investigación pormenorizada, se pueden establecer las
siguientes acciones bélicas dentro de la Campaña Admirable:

1.- Batalla de San José de Cúcuta; 28 de febrero de 1813.

2.- Enfrentamiento de Angostura de la Grita; 13 de abril de 1813.

3.- Escaramuza del Colorado; 3 de junio de 1813.

4.- Repliegue de las tropas de Correa del Paso de Ponemesa hacia


Betijoque, Agua Santa, El Jaguito y Moporo; 04 de junio de 1813.

5.- Batalla de Agua de Obispos; 18 de junio de 1813

6.- Toma del Desembocadero de Guanare; 1º de julio de 1813

7.- Batalla de Niquitao; 2 de julio de 1813.

8.- Repliegue de las tropas de Tízcar desde Barinas a Nutrias, Apurito,


Apure, Guayana; 5 de julio de 1813.

9.- Emboscada de Quibor, 21 de julio de 1813 (revés de tropas


libertadoras)

10.- Batalla de la sabana de Los Horcones; 22 de julio de 1813.

11.- Batalla de Taguanes; 31 de julio de 1813.

12.- Repliegue de Monteverde a Puerto Cabello; 1º de agosto de 1813

51
Sobre la ubicación
geográfica de Ponemesa

En 1983, una comisión presidida por el Cronista de la ciudad de Betijoque, en


busca del emplazamiento de la Batalla de Betijoque, se dirigió al caserío de La Laja,
jurisdicción de Municipio Escuque, y desde allí se adentró por un camino colonial con
dirección hacia el poniente, que descendía al sitio que para la colonia era llamado El
Borbollón, debido a los manantiales de aguas frías que de allí nacían; hoy se
encuentran los poblados de Sara Linda, al margen de la quebrada Juan Pérez, conocida
antes con su nombre aborigen de quebrada de Carambú; en lengua cuica es Ka
shömbuch (se lee en castellano castizo Kajaombuc y significa “agua que vuelve”.

En una pequeña planicie de menos de una hectárea se ubicó el sitio de la


Batalla, sin mediar ningún precepto histórico; aislado de la ruta principal para el año
de 1813 y carente de alguna estrategia geográfica significativa, a escasos metros del
actual límite geográfico que separa los municipios Escuque y Rafael Rangel. Allí
quedó, donde dijo el cronista, para luego al año siguiente elaborar un pequeño pedestal
como monumento mudo a una de las campales batalla de la Campaña Admirable,
mencionadas por el Libertador en su proclama a los caraqueños el 8 de agosto de 1813.

Las rutas, límites, linderos, bordes y caminos, tanto de la conquista, colonia


como la época republicana, son definidos en muchas fuentes oficiales, de alta
credibilidad y confiabilidad. Es el caso, por ejemplo de Ramírez Méndez, en su tercer
tomo de “La tierra prometida al sur del Lago de Maracaibo” (2005),56 donde expresa
que “De allí se embarcó nuevamente hasta La Ceiba, donde se encontró con un ataque
de los indios, los que siguió hasta el camino de la atravesía que conducía a Betijoque,
lográndolos pacificar. En esos recorridos había invertido elevadas sumas de dinero
destinada a la donas que entregaba a los indios para que se mantuviesen en paz”.

Igual, en la Geografía de Codazzi (1841), refiriéndose a los linderos entre la


provincia de Maracaibo con la de Trujillo señala: “La raya va al pie de la serranía, al
N.N.E. atravesando los ríos Moiapá, Alguacil, Arapoi-Grande, hasta las quebraditas
que están en el camino que de Chirigüe va a Gibraltar. Aquí la línea de aparta de la
serranía, y por una selva intransitalbe se dirige casi al N.N.E., atravesando todas las
aguas que encuentra y también el camino que de Betijoque va al Lago, dos leguas
más abajo del paso del Sequion, y siguiendo siempre por montañas desiertas llega al
río Motatán o Cenizo.57

56
Cita, del Archivo General de la Nación de Bogotá (AGNB), una exposición de don Sebastian
Guillen (16 de enero de 1775; N° 62, doc. 29)
57
Codazzi, 1841; p. 448

52
Mapa A-3.- Rutas y caminos existentes en las épocas de la conquista, colonia e inicios de la
republicana (1600, 1705 y 1777), conforme planimetría histórica contenida en los
levantamientos de Codazzi y los cronistas de la conquista y coloniales. Se usaron cartas
estereofotogramétrica de 1976 y 1961 (NC199C); y la información fue cruzada con mapeos
de la base de datos satelital del Landsat 8 Global Imagery (Dowload vía EarthExplorer). El
Satélite Landsat 8 toma imágenes de toda la Tierra en un periodo de 8 días. Los datos recogidos
por los instrumentos a bordo del satélite están disponibles para descargar de forma gratuita
en Glovis, EarthExplorer, y a través del visor de LandsatLook dentro de las 24 horas de
recepción. El mapeo a través del Landsat 8 usa el relieve para que, a través de software como
el Global Maper (en este caso la versión 15.2), transforme dicho relieve del suelo en curvas de
nivel y espectografía que aclara significativamente las vías y caminos que la vegetación más
intensa pueda cubrir. Fuente: construcción del investigador teniendo a la vista los datos
históricos señalados; marzo 2017.

53
Sigue Codazzi, en su “Resumen de la geografía de Venezuela” (pp. 485 y 486)
realiza una descripción del Cantón de Escuque:

“La villa de Escuque se encuentra en una bella planicie formada por el declive de un ramal
de la serranía que se dirige por Betijoque hacia el lago de Maracaibo, perdiéndose en las
selvas bañadas por el Cirigüé. El río Escuque, formado por la unión de los ríos Colorado y
Blanco, baña el pie de esta villa, cuya situación alta y despejada, le proporciona un
temperamento sano, refrescado por las brisas que descienden de las serranías. Hacia el S. la
vista se recrea sobre un terreno quebrado que se pierde a las orillas del Motatán, y la variedad
del paisaje hace agradable la perspectiva. Pero nada es comparable a la de que se goza desde
el lugar nombrado Ponemesa, en el camino que va a Betijoque. De allí se descubre todo el
llano, la parroquia de Valera, el curso del río Motatán, y Sabana larga que se mira como
una espaciosa mesa en medio de cerros. Al lado opuesto se ven en toda su estención los
llanos del Cenizo, las selvas y serranías que le rodean, y en forma de pan de azúcar el cerro
Conquistado, en cuyas faldas se encuentra unas aguas termales que son solobres y calientes.
A la izquierda del camino que va a Betijoque, se ve un cerro elevado [Boquerón], en el cual
esta una mina de petróleo, conocido con el nombre de aceite colombiano, por haberse
descubierto la mina de donde se estrae, poco tiempo después que las armas republicanas
ocuparon la provincia. Este aceite da una luz viva, difícil de extinguir, y despide un olor
desagradable. Casi en las faldas de este mismo cerro y antes de llegar a la quebrada
Carambus, para ir a Betijoque, se encuertran muchos borbollones de agua muy fría y
saludable.

Los terrenos fértiles que hai incultos en este cantón, forman diferentes valles, en climas
cálidos, templados y fríos en que se prospera bien el cacao, el café, el trigo y la caña dulce.
Estos valles miran casi todos hacia el lago de Maracaibo. El Motatán ya navegable en este
cantón, los llanos, en que prosperan las crias, aunque en ellos no sea mui sano el clima, y el
estar fundado Escuque en el camino que va al lago de Maracaibo, hacen esta población útil
para el comercio, ventajosa a la agricultura y mui interesante a la cría de ganado, cabras,
ovejas, mulas y caballos.

Las parroquias son: Escuque, Betijoque, Valera, Motatán, Mendoza y La Mesa.”

De Codazzi, también: “Todavía tiene Trujillo otro ramal mui importante, que pertenece
también a la serranía de los Andes. Empieza en el páramo de la Sal, de cuyos flancos sale la cuesta de
Mucutí, o del Portachuelo, y de esta una cadena de cerros que pasan al oriente de Mendoza,
perdiéndose en la confluencia del río Momboy con el Motatán; mientras que el ramo del páramo de la
Sal, siguiendo paralelo al descrito por el N. se abre en dos; uno se acaba sobre Betijoque y el otro
cerca de Valera, en una meseta hermosa llamada Sabana-Larga, , antiguamente llamada Sabana de
los Truenos”.58

Hojeando la geografía de Codazzi y recordando las polémicas surgidas a nivel


de cabildos entre Escuque y Trujillo, sobre quién fue la primera ciudad de los Andes,
cabe expresar el triste desconocimiento de nuestra historia regional; la misma ya
debería estar a la fecha arraigada en nuestras venas y hecha patrimonio en nuestra
cultura social, impartida hasta no poder más en escuelas y liceos. Codazzi, en la
descripción del Cantón de Trujillo, en la geografía oficial auspiciada por el Estado
venezolano en 1841, ya había solucionado este devenir.

58
Op. cit. p. 479

54
Expresa Codazzi que la ciudad de Trujillo es capital de la Provincia del mismo
nombre, erigida en 1811 y cuyo territorio es el ocupado por el antiguo distrito de los
Cuicas, quien en 1542 fue descubierto este territorio por un contador de nombre Diego
Luis Vallejo quien para entonces estaba en la búsqueda de una mina de oro que decían
se encontraba en el valle de Boconó. Sin embargo lo que encontró Vallejo fue un
extenso cultivo de algodón sembrado por sus naturales.

Para 1556, Diego García Paredes entra en estas tierras cuicas y, cerca del
Motatán, donde hoy se encuentra Escuque, fundó la ciudad de Trujillo (primera); sin
embargo en el devenir del año 1557 los naturales sitiaron la ciudad, cansados del
maltrato de los castellanos. García Paredes, que para entonces se encontraba en El
Tocuyo, va a Trujillo y liberta a los sitiados, sin embargo debió abandonar la ciudad y
retirarse del sitio, dejando el emplazamiento a merced de sus indígenas.

Ya en 1559, Pedro Ruiz, por órdenes del Gobernador Gutiérrez de la Peña,


vuelve a este sitio original y lo repuebla, dándole el nombre de Mirabel (segunda).
Pero ese mismo año los poderes otorgados a Ruiz son revocados y se le otorga nuevos
títulos a García Paredes quien devolvió en nombre a la ciudad de Trujillo y al poco
tiempo la ciudad es trasladada a la cabecera de uno de los ríos que caen al Boconó
(tercera).

Los habitantes nuevamente tomaron bandos y durante el gobierno del


Licenciado Bernal se mudó la ciudad a la Sabana de los Truenos, hoy Sabana Grande
(cuarta). De allí la población toda hubo de retirarse por las plagas de hormigas que
destruían las siembras y a ello se agregan los tigres que devoraban al ganado. La ciudad
se estableció 4 leguas más abajo (más al norte), sobre el río Motatán (quinta), pero otra
vez la humedad, los tigres, las culebras y las hormigas incidieron en el abandono de
este punto.

La ciudad se comenzó a fundar en el valle de Pampán (sexta); pero por lo cálido


y húmedo del sitio, se hizo nueva mudanza al lugar donde actualmente está (séptima).
Señala Codazzi que en este sitio para 1668 Francisco Gramont quemó y destruyo las
prosperas fábricas de la ciudad, y muchas de las familias que pudieron escapar del
saqueo de este pirata se llegaron hasta Mérida. Casi que la ciudad vuelve a
desaparecer.59 Codazzi erra en la fecha; otros autores señalan este evento para 1678.

De la Geografía de Codazzi, se extrae y reedita las particularidades más


notables de la provincia de Trujillo, conformada por sus cuatro cantones. Allí se
desborda las principales características de la provincia; el número de habitantes, su
clima, tierras baldías y en producción; tipos de terreno, extensión de las mismas; su
distancia por los caminos tanto a la capital de la provincia como a Caracas; cantidad
de esclavos y hombres dispuestos para las armas.

59
op. cit. pp. 488, 489
55
Calidad de los terrenos de que se
Posición Astronómica componen los Cantones en leguas
Altura en
Nombre de Temperatur cuadradas
varas
Las Longitud a media del
sobre el
Cabeceras O. del termómetro Total de
Latitud nivel del De De De
de Cantón meridiado centígrado leguas
norte mar llano páramo serranías
de cuadradas
Carácas
Trujillo 8°.51'.0'' 3°.2'.0'' 980 22,4° 15 8 63 86
Carache 9°.8'.10'' 2°.51'.45'' 1.460 19,12° 6 8 32 46
Escuque 8°.58'.20'' 3°.20'.55'' 987 21,39° 36 6 130 172
Boconó 4°.44'.0'' 20°.52'.0'' 1.572 18,23° 4 22 32 58
Total…………….. 61 44 257 362

Distancia de los
Número de Población de Los Cantones
Nombre de Cantones Frutos que
leguas2 (lc)
Las Total de Población Hombres A la A la se cultivan
que se Numero
Cabeceras la relativa útiles Capital Capital de para la
creen de
de Cantón población por legua para las de la la exportación
baldía esclavos
en 1830 cuadradas armas provincia República
Caña, café,
Trujillo 22 11.883 138 900 579 " 102 1/3
cacao y añil

Carache 6 9.770 212 800 303 8,3 93 5/6 Caña y café


Caña, café,
Escuque 30 12.198 74 1000 442 9,33 108 5/6 cacao y
algodón
Caña, café,
Boconó 8 10.937 189 900 247 9,33 103 5/6 cacao y
algodón
Total… 66 44788 123,7 3600 1571 6,5
Tablas A-4 y A-5.- Tablas comparativas de la posición astronómica de las cabeceras de cada cantón, su
altura sobre el nivel del mar, su temperatura media, calidad de sus tierras, terrenos baldíos, población
absoluta, relativa, hombres de armas, esclavos, distancia a la capital de la provincia y de la República,
y los frutos que se cultivan para la exportación. Existe un error de Codazzi en la media total de habitantes
por leguas cuadradas el cual es 153,25. Fuente: Codazzi (1841), pp. 488, 489.

Hoy sabemos, gracias a estos elementos históricos, junto a las crónicas


existentes, que Ponemesa es, o fue, una encrucijada importante, ubicada precisamente
donde hoy está asentada la ya ciudad de Sabana Libre, jurisdicción del municipio
Escuque. Desde allí, los caminos bifurcaban hacia el naciente (Trujillo, El Tocuyo),
hacia el poniente (Betijoque, Gibraltal, Moporo), hacia el norte (El Baño, Motatán) y
hacia el Sur (Mendoza, Timotes, Mérida). Punto militar estratégico y de control de
avanzada o repliegue durante la conquista y la guerra de independencia.

56
Recordemos, que el paso del Motatán hacia lo que hoy conocemos como Agua
Viva (Carretera troncal 02), no existía, productos de las crecidas y vaguadas de este
río, el paso por esa zona era imposible. La ruta, por lo tanto, si se venía de la ciudad
de Trujillo, o Mérida – antes de 1850 – y se iba hacia Gibraltar o Moporo (o viceversa),
obligante era llegar a Ponemesa, de allí, si la ruta era Moporo, se debía llegar a
Betijoque, bajar la atravesía, que era el paso hacia el norte por Vichú, el Sequión¸
desplazarse hacia Agua Santa, llegar al vado de El Jaguito, que era el lugar idóneo y
menos ancho del río Motatán, atravezarlo y seguir al poniente, paralelo al cause hasta
llegar a Moporo.
O si a Gibraltar nos embarcamos, la ruta desde Ponemesa era por el camino de
recuas (camino real), a la Gira (norte de Betijoque), Canelones, Las Pavas, Mesa del
Palmar, Paso de Buena Vista, Boscán, Gibraltar (ver Mapa A-6).

Mapa N° A-6.- Recreación de las rutas y caminos existentes para los siglos XVII al XIX con rutas hasta
Gibraltar y Moporo; incluyendo los linderos de las Encomiendas de Moporo, Betijoque y Escuque, para
el año 1611; realizada sobre carta estereofotogrametrica N° NC 199C de 1961, Fuente: Autoría propia,
basada en los documentos de la época y el Mapa de Agustín Codazzi del año 1840.

57
Epílogo

Vale la pena cerrar este trabajo con unas reflexiones realizadas por el
Licenciado Gerardo de San Martín Viloria Montilla, en el marco del 205° aniversario
de la conmemoración por parte del Ayuntamiento del Municipio Rafael Rangel,
referida a la acción militar del ejército libertador dentro de la campaña admirable,
librada en suelo betijoqueño.

Para el 4 de junio de 2018, toco el augusto honor a Viloria, ejercer el atril


oratorio de la Cámara Municipal rangeliana en donde expuso una interesante posición
referida a los acontecimientos del magno evento dentro de la campaña admirable.
Enterado Viloria del legajo de aportes a la fecha sobre ello, primeramente agradeció
significativamente a aquellos realizados por el cronista municipal, Sr. Rafael Argüello,
a su hijo, el Licdo. Alfredo Argüello Lugo, al Sr. Gustavo Salas Cubillán y a mi
persona, como ciudadanos dedicados a rescatar la memoria histórica de nuestro
pueblo, independientemente de métodos, formas, intensiones y contenidos.

Expresaba Viloria para entonces que el esfuerzo investigativo necesariamente


debe aportar elementos útiles al progreso social, civilista y, definitivamente humanista,
en donde debemos construir consensos sociales productivos, antes que conflictos. Ello,
precisamente al tener Viloria conocimientos académicos sobre las opiniones
encontradas de la existencia o no de la Batalla de Betijoque. Precisamente en su
oratoria Viloria se hace dicha pregunta: ¿existió realmente la Batalla de Betijoque?.

Y va mucho más allá de la definición etimológica del concepto “Batalla”, y lo


expande – con aprehensión humanista – al principio de no enaltecer la guerra, la sangre
y la tragedia; así, batalla es “el desarrollo de algún tipo de estrategia militar que puede
tener diferentes objetivos y resultados”60; atendiendo de esta manera a una retórica
más cercana a los preceptos que involucra el proceso de estrategias militares con
objetivos y resultado diferentes a los de una acción frontal bélica. Viloria, claramente
apuesta a que toda guerra, toda violencia, por cruenta e inhumana, debe evitarse y, para
ello todo ejército utilizará la mejor estrategia de inteligencia militar.

Bien, teniendo esos preceptos y definiciones en la mira, Viloria establece otra


serie de principios y valores dentro del hecho histórico que son ciertamente gobernadas
por interpretaciones afectivas, en donde se mezclan elementos míticos que de una u
otra forma cumplen con un rol positivo – Viloria lo llama inspirador – orientada a

60
Viloria Montilla, Discurso de orden, 4 de febrero de 2018, Concejo Municipal Rafael
Rangel.
58
captar a las nuevas generaciones que hoy por hoy están sujetas al bombardeo de la
globalización y transculturización, amenazante de la identidad y pertenencia histórica
de los pueblos… definitivamente nos hace falta el mito, la leyenda y la crónica.

Pero en contrapeso, también existen análisis críticos, altamente académicos y


respetables, cuyos argumentos en este caso trastocan con la existencia de un combate
directo y que es ineludible, vistos los argumentos presentados, dejan poco a la duda e
imaginación. Es allí donde Viloria esgrime una magistral posición humanista y toma
los elementos coincidentes de las partes para entender los hechos y así lograr aportes
positivos a la sociedad.

Viloria vuelve a hace una segunda pregunta: ¿cuál era la importancia táctica
militar de Betijoque?; y muy claramente lo expresa al establecer en dicha ciudad como
centro de aprovisionamiento entre Moporo y Trujillo, tanto para el ejército libertador
como para el realista, quien para entonces controlaba el país. También, Betijoque,
poseía lugares tácticos, como el caso del paso de Ponemesa; desde allí el control
comercial y militar de la provincia era vital para la defensa integral.

Es así como el suelo de la provincia trujillana y en particular la betijoqueña,


fue objeto de operaciones militares de la vanguardia libertadora; héroes como el
Teniente Coronel Atanasio Girardot, bajo sus órdenes estaban los Capitanes
D´Elhuyar, Maza y Ricaurter quienes se llegaron hasta Ponemesa y trataron de
alcanzar al realista Correa, ya atrincherado en Betijoque para luego retirarse hacia el
puerto de Moporo.

Y en la ruta de este consenso de ideas, planteadas por Viloria, habiendo ya


definido su concepto de “batalla”, establece que “efectivamente el 4 de junio del año
1813 se libró una batalla en Betijoque, que estuvo en el marco de las operaciones
militares de la campaña admirable por su importancia táctica para la liberación de
Venezuela del yugo español”61.

La óptica de Viloria para llegar a este planteamiento integral lo sustenta con


los aportes de la crónica de Argüello, junto a su afán por sostener lo importante de esta
gesta; a Gustavo Salas Cubillán, quien desde su cargo de Director del Museo Histórico
rangeliano ha dedicado esfuerzos titánicos para mantener la historia betijoqueña y,
cito: “para Eduardo Zambrano quien ha refinado y utilizado su gran habilidad
científica e histórica para plantear interesantes hallazgos acerca de nuestra historia
local, que confirman en términos incontrovertibles, que el 4 de junio de 1813 se
realizaron en el ámbito territorial de Betijoque un conjunto de operaciones militares
por parte del ejército libertador contra las fuerzas españolas, eso es una batalla”62.

En conclusión, desde la óptica de Viloria, si ocurrió la Batalla de Betijoque,


llamando batalla al conjunto de operaciones militares y tácticas que debilitó y puso al

61
Op. cit.
62
Op. cit.
59
coronel español Correa fuera del territorio y abriendo el camino a las operaciones de
la campaña admirable con la cual conseguimos la segunda república. Betijoque, desde
siempre tuvo vocación patriótica, dejando a los realistas sin apoyo táctico social,
incluso sin hombres que se asieran de armas en contra de sus libertadores. Según, el
triunfo del humanismo queda expresado a través del axioma que refiere a aquella que
se gana sin confrontación; por lo que la Batalla de Betijoque se debe considerar un
canto a la inteligencia y a la vida.

Hay que asumir, con orgullo, el gentilicio, ya que nuestros habitantes de la


época participaron de lleno en la gesta heroica bolivariana. Nuestra provincia fue
liberada por próceres como Atanasio, Luciano y Hermógenes, por órdenes directas del
Libertador. Betijoque tiene un lugar ganado en la historia patria y eso debe de contarse
en nuestras calles, nuestras escuelas, cada año.

Eduardo II Zambrano Rivero

60
Referencias y Publicaciones
Periódicas

ARGUELLO G. Rafael de J. Batalla de Betijoque o de Ponemesa. 1° edición 1979.


Impresión del autor Rafael Arguello (Cronista de Betijoque). Facsímil multigrafiado.
Betijoque, 1979.

ARGUELLO L., Alfredo. “Bicentenaria”.


Artículo. Diario El Tiempo. Columna: Bicentenaria, de fecha 13 de mayo de
2013.
Enlace del artículo:
http://www.diarioeltiempo.com.ve/V3_Secciones/index.php?id=76002013&_
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BLANCO, José Félix y Azpurua Ramón. Documentos para la Historia de la Vida


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BOLÍVAR, Simón. Discursos y proclamas, Simón Bolívar. Compilación, prólogo y


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BOLÍVAR, Simón. Obras Completas; Vol I, II y III. Compilación y notas de Vicente


Lecuna, con la colaboración de la señorita Esther Barret de Nazaris. Edición del
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CODAZZI Bertoloti, J.B. Agustín. Resumen de la geografía de Venezuela. Formado


bajo el mismo plan que el de Balbi y según los conocimientos prácticos adquiridos por
el autor en el curso de la Comisión Geográfica que puso a su cargo el Gobierno de
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FLORES, Benito. "Trujillo alcanzará un alto rango en el concierto de las Naciones


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Artículo. Diario El Tiempo. Columna Renacer. 10 de abril del 2011.
Enlace del artículo:
http://www.diarioeltiempo.com.ve/V3_Secciones/index.php?id=72472011

FLORES, Benito. Heroica Batalla Campal de Betijoque.


Artículo. Diario El Tiempo. 04 de junio del 2014.

61
Enlace del artículo:
http://www.diarioeltiempo.com.ve/V3_Secciones/index.php?id=58282014&_
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HELLMUND Tello, Arturo. Cumbres de Gloria, Vol. II. Autor, editor y distribuidor;
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HERNÁNDEZ González, Manuel. La emigración canaria a Venezuela. Editores: Idea,


Santa Cruz de Tenerife, 2007. ISBN: 978-84-8382-237-1

LARRAZABAL, Felipe. Bolívar (escrita por el autor en 1883). Tomo I. Edición


modificada con prólogo y notas de Rufino Blanco Fombona. Ediciones Centauro. José
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LECUNA, Vicente. Crónica razonada de las Guerras de Bolívar. Tomo 1 (de 3).
Ediciones de The Colonial Press Inc. New York, 1950. Pág. 45.

LECUNA, Vicente - Compilador y notas. Simón Bolívar, Obras Completas; Tomos I,


II, III; Ediciones del Ministerio de Educación Nacional de los Estados Unidos de
Venezuela. Caracas 1926 –

MONTAÑA, Andrés; Riaño Camilo. Santander y los Ejércitos Patriotas; compilación,


ordenamiento y selección de textos Andrés Montaña; prologuista y asesor histórico
Camilo Riaño. Fundación Francisco de Paula Santander. Bogotá, 1989. Obra editada
en 2 Tomos.

MUÑOZ, Gabriel E. Monteverde: Cuatro años de historia patria. 1812-1816. Tomo II.
Ediciones de la Academia Nacional de la Historia. Fuentes para la Historia
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O'LEARI, Daniel Florencio. Memorias del General O’Leary. Tomos 1 al 34. Ediciones
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RANGEL M., Eudomario. Ponemesa (I).


Artículo. Diario El Tiempo. Columna: Desde El Portal de Valera, Plata II. 09
de junio del 2011.
Enlace del artículo:
http://www.diarioeltiempo.com.ve/V3_Secciones/index.php?id=116342011

RIVAS Vicuña, Francisco. Las Guerras de Bolívar; primera guerra 1812 – 1814,
formación del alma venezolana. Editorial Victoria, Manrique & Ramírez Ángel;
Caracas, 1921.

ROJAS, Arístides. Crónicas de Caracas. Colección Ares, Nro. 9. Editorial CEC, s.a.
1° edición 1999; 2° reimpresión, Caracas, 2002.

62
VILORIA M., Gerardo. Betijoque en la gesta emancipadora de la campaña admirable
dirigida magistralmente por nuestro libertador Simón Bolívar en 1813. (Reflexiones
con motivo del ducentésimo aniversario (205°) de la acción militar del Ejército
Libertador en su campaña admirable librada en suelo betijoqueño). Betijoque, 4 de
junio de 2018.

ZAMBRANO R., Eduardo II. Batalla de Ponemesa 4 de junio de 1813. 1° edición julio
2006. Edición del autor Eduardo Zambrano. Tiraje de 310 ejemplares fotocopiados.
Betijoque, 2006

63
Referencias Electrónicas

 https://www.aporrea.org/actualidad/a166346.html
ARGUELLO, Alfredo. Batalla de Betijoque. Portal Aporrea. Martes,
21/05/2013 09:51 AM

 https:// bibliotecayacucho.gob.ve/
Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Fundación Biblioteca
Ayacucho Digital

Páginas siguientes: Mapa A-7.- Ruta Admirable. Mapa físico de Trujillo y su entorno
cercano, en donde se detalla paso a paso, la Campaña Admirable en su travesía por
esta Provincia. Fuente: Arq. Eduardo S. Zambrano, realizado especialmente para esta
investigación, siguiendo todas las fuentes citadas.

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