Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
«Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial
de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el
tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o
préstamo públicos.
© Santos Juliá
© Fundación Alfonso Martín Escudero
Avenida de Brasil, 30 - 28020 Madrid
91 597 05 14
fundame@fundame.org
© Marcial Pons, Ediciones de Historia, S. A.
San Sotero, 6 - 28037 Madrid
91 304 33 03
edicioneshistoria@marcialpons.es
ISBN:
Pág.
1
«Historia» significa en adelante análisis o relatos escritos por historiadores
sobre hechos del pasado. Para evitar equívocos, cuando me refiera a hechos suce-
didos en el pasado, utilizaré, como sustantivo, la voz «pasado».
14 Santos Juliá
2
«Pablo VI y la guerra de Vietnam» y «Para entender lo del diálogo»,
Cuadernos de Ruedo Ibérico, 18 (abril-mayo de 1968), pp. 51-72, y 20-21 (agosto-
noviembre de 1968), pp. 121-155.
Historiador por azar 15
3
Sobre la revolución y la China de Mao había publicado yo en 1971 un librito
para la colección «Problemas candentes de la historia», de Círculo de Amigos de
la Historia, por encargo de Daniel Romero, que titulé La China Popular, devuelto
por la censura como La China Roja, y tachado todo lo relativo a la larga marcha,
que debió de sonar a los censores demasiado épico.
16 Santos Juliá
4
Los capítulos traducidos fueron de Historia de la Filosofía, vol. 1, El pensa-
miento prefilosófico y oriental, y vol. 2, La filosofía griega, Madrid, Siglo XXI, 1971
y 1972. El libro La izquierda del PSOE, 1935-1936 apareció en octubre de 1977.
Historiador por azar 17
1
«Carrillo no se considera responsable de la matanza de Paracuellos», El País,
4 de enero de 1977; «Ricardo Rambal, superviviente de Paracuellos», ABC, 16 de
enero de 1977; editorial, «La libertad bajo fianza de Carrillo», y Torcuato LUCA DE
TENA, «Un regalo para Carrillo», ABC, 31 de diciembre de 1976; en fin, editorial,
«La memoria histórica», El País, 7 de enero de 1977.
22 Santos Juliá
2
Giovanni SARTORI, Parties and party systems. A framework for analysis, Cam-
bridge, Cambridge University Press, 1976, pp. 155 y 165.
En transición, o cuando la memoria llevó a la amnistía 23
3
Real Decreto-Ley 10/1976, de 30 de julio, sobre Amnistía, art. 1, BOE, 4 de
agosto.
24 Santos Juliá
4
Por ejemplo, Vicent VENTURA, «No perder la memoria histórica», El País,
8 de agosto de 1979.
En transición, o cuando la memoria llevó a la amnistía 25
5
José María JOVER, «Corrientes historiográficas en la España contemporá-
nea», Boletín Informativo de la Fundación Juan March, marzo de 1975, recogido
en Historiadores españoles de nuestro siglo, Madrid, Real Academia de la Historia,
1999, p. 278.
6
En opinión de Manuel VÁZQUEZ MONTALBÁN, Crónica sentimental de la tran-
sición [1985], Barcelona, 2005, p. 126. Durante estos años, Interviú alcanzó una
difusión en torno a 750.000 ejemplares, convirtiéndose en la revista de información
general más difundida.
26 Santos Juliá
7
«Monumento a las víctimas del pozo Fumeres. Asesinados en Asturias en la
posguerra», El País, 28 de octubre de 1976. Federico GRAU, «Psicopatología de un
dictador», entrevista a Carlos Castilla del Pino, El Viejo Topo, Extra/1, s. f. [pero
firmada en Córdoba, 5 de noviembre de 1977], pp. 18-22.
8
Reyes MATE, «Informe bio-bibliográfico», Anthropos, 228 (2010), p. 31.
En transición, o cuando la memoria llevó a la amnistía 27
9
Los premios Planeta de 1976 a 1979 se concedieron a Jesús Torbado, por
En el día de hoy; a Jorge Semprún, por Autobiografía de Federico Sánchez; a Juan
Marsé, por La muchacha de las bragas de oro; y a Manuel Vázquez Montalbán, por
En los mares del Sur. Sobre la ansiedad de éste y los comentarios de Lara, Rafael
BORRÁS, La guerra de los planetas. Memoria de un editor, Barcelona, Ediciones B,
2005, pp. 334-335.
10
Raymond CARR, «La ruptura del dique», en El rostro cambiante de Clío,
Madrid, Biblioteca Nueva-Fundación José Ortega y Gasset, 2005, p. 264.
28 Santos Juliá
11
Memoria elevada al Gobierno de S. M. ... por el fiscal del Reino, Madrid,
Reus, 1977, pp. 58-59, que da reiteradamente por error como fecha del decreto
el 30 de junio.
30 Santos Juliá
12
Julio JÁUREGUI, «La amnistía y la violencia», El País, 18 de mayo de 1977.
En transición, o cuando la memoria llevó a la amnistía 31
13
Citada por Carme MOLINERO, «La política de reconciliación nacional», Ayer,
66 (2007), pp. 205-206.
32 Santos Juliá
14
«Encuentro con John Leche», 29 de julio de 1938, en Manuel AZAÑA,
Obras Completas, edición de Santos JULIÁ, Madrid, Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, 2007, vol. 6, p. 183.
En transición, o cuando la memoria llevó a la amnistía 33
15
Es elocuente a este respecto «Justicia y Paz al Arzobispo de Madrid»,
Cuadernos para el diálogo, enero-febrero de 1975. Comisión permanente, Comuni-
cado final, 26 de enero de 1975, en Jesús IRIBARREN, Documentos de la Conferencia
Episcopal Española, 1965-1983, Madrid, BAC, 1984, p. 343.
16
Tal fue el argumento utilizado por el PNV en las conversaciones de Chi-
berta para justificar que de todos modos, con o sin amnistía general previa, ellos
acudirían a las elecciones. Santiago DE PABLO, Ludger MEES y José A. RODRÍGUEZ
RANZ, El péndulo patriótico. Historia del Partido Nacionalista Vasco, Barcelona,
Crítica, vol. II, p. 342.
34 Santos Juliá
17
Diario de Sesiones de las Cortes. Congreso de los Diputados (en adelante,
DSCD), 27 de julio de 1977, pp. 83-84.
En transición, o cuando la memoria llevó a la amnistía 35
18
«Proyecto de decreto-ley de amnistía», 13 de septiembre de 1977, Archivo
del Congreso de Diputados, Serie General, leg. 2.329, núm. 4. Agradezco a Mer-
cedes Cabrera su ayuda para la consulta de estos documentos.
36 Santos Juliá
19
«Proposición de ley de amnistía general», Madrid, 14 de julio de 1977,
Archivo del Congreso de Diputados, Serie General, leg. 2.329, núm. 2.
En transición, o cuando la memoria llevó a la amnistía 37
20
Las proposiciones de ley del grupo socialista y del grupo de UCD llevan
fecha de 20 de septiembre y 2 de octubre, respectivamente: Archivo del Congreso
de Diputados, Serie General, leg. 2.329, núms. 5 y 16.
21
Boletín Oficial de las Cortes (en adelante, BOC), 11 de octubre de 1977,
pp. 203-204, para el proyecto, y DSCD, 14 de octubre de 1977, para el debate.
22
«Sin el rey ya habría empezado el tiroteo. Mitin de Carrillo en Madrid», El
País, 2 de octubre de 1977.
38 Santos Juliá
23
Todas las citas de este y el siguiente párrafo, en DSCD, 14 de octubre de
1977.
En transición, o cuando la memoria llevó a la amnistía 39
24
Real Decreto-Ley 6/1978, de 6 de marzo, por el que se regula la situación de
los militares que tomaron parte en la guerra civil, BOE, 7 de marzo, p. 5384; Real
Decreto-Ley 35/1978, de 16 de noviembre, por el que se conceden pensiones a los
familiares de los españoles fallecidos como consecuencia de la guerra, BOE, 18 de
noviembre, pp. 26245-26246; Real Decreto-Ley 43/1978, de 21 de diciembre, por
el que se reconocen beneficios económicos a los que sufrieron lesiones y mutila-
ciones en la Guerra Civil Española, BOE, 22 de diciembre, pp. 28932-28933; Real
Decreto-Ley 46/1978, de 21 de diciembre, por el que se regulan las pensiones de
mutilación de los militares profesionales no integrados en el Cuerpo de Caballeros
Mutilados, BOE, 23 de diciembre, pp. 29030-29031.
25
«Reconocimiento oficial a las viudas y mutilados de guerra» y «Tres mil
viudas y mutilados celebran su reconocimiento oficial»; La Vanguardia y El País,
19 de diciembre de 1978; intervención de Modesto Fraile, en representación del
gobierno, en el debate sobre la proposición de Ley de pensiones a mutilados del
Ejército de la República, presentada por el grupo comunista, DSCD, 21 de diciem-
bre de 1978, p. 5932.
En transición, o cuando la memoria llevó a la amnistía 41
26
Ley 5/1979, de 18 de septiembre, BOE, 28 de septiembre, pp. 22605-22606,
y Ley 35/1980, de 26 de junio, BOE, núm. 165, 10 de julio, pp. 1573-1576. Cifras
del ministro de Hacienda, Jaime García Añoveros, en el debate de la ley, DSCD,
26 de marzo de 1980, p. 5165.
3
ENTRE HISTORIADORES PÚBLICOS
1
De Anderson, traduje Transiciones de la antigüedad al feudalismo, 1978, y El
Estado absolutista, 1979; de Miliband, Marxismo y política, 1978, y de Therborn,
Ciencia, clase y sociedad. Sobre la formación de la sociología y del materialismo
histórico, 1980.
44 Santos Juliá
2
«Segunda República: por otro objeto de investigación», en Manuel TUÑÓN
DE LARA (ed.), Historiografía española contemporánea. X Coloquio del Centro de
Investigaciones Hispánicas de la Universidad de Pau. Balance y resumen, Madrid,
Siglo XXI, 1980, pp. 295-313.
46 Santos Juliá
3
Sin descuidar unas investigaciones sociológicas sobre alumnado y licenciados
de la UNED que, en la muy grata compañía de Marisa García de Cortázar, dieron
como resultado: Los primeros licenciados de la UNED y Alumnos y licenciados de la
UNED, 1980-1981, Madrid, UNED, 1981 y 1982.
4
«Marx y la clase obrera de la revolución industrial», En Teoría, 8-9 (octubre
de 1981-marzo de 1982), pp. 97-135.
Entre historiadores públicos 47
5
Para este punto, Thomas L. HASKELL, «Objectivity is not neutrality: rethoric
vs. practice in Peter Novick’s That Noble Dream», History and Theory, 29 (1990),
pp. 129-157.
48 Santos Juliá
6
Gabriel JACKSON publicó sus peripecias en España a principios de los años
sesenta en Historian’s Quest (1969), del que luego apareció una versión ampliada
como Memoria de un historiador, Madrid, Temas de Hoy, 2001, donde narra esta y
otras sabrosas experiencias.
Entre historiadores públicos 49
7
Salvador SÁNCHEZ TERÁN, siguiendo «órdenes estrictas del ministerio», pro-
cedió a destruir los archivos de la Jefatura Provincial del Movimiento de Barcelona,
con las «miles y miles de fichas de personas, en las que constaba su historial político
y filiación». Su argumento es revelador: «Aquellos archivos olían a un pasado re-
moto»: De Franco a la Generalitat, Barcelona, Planeta, 1988, p. 261.
8
Francisco RUBIO LLORENTE, Diccionario del sistema político español, Madrid,
Akal, 1984, p. 120.
9
JACKSON, Memoria, op. cit., p. 173.
Entre historiadores públicos 51
10
Para «La recepción del constitucionalismo italiano en la Constitución
española de 1978», Miguel Ángel PRESNO LINERA y Roger CAMPIONE, «Parte intro-
ductoria», en Las sentencias básicas del Tribunal Constitucional italiano, Madrid,
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2010, pp. 30-46.
11
Jorge SEMPRÚN, Autobiografía de Federico Sánchez, Barcelona, Planeta, 1977,
p. 103. Editorial «La memoria histórica», El País, 7 de enero de 1977. Una carta
de Manuel Andújar publicada el día siguiente consideraba este editorial «no sólo
correcto y constructivo, sino que debe incitar, a todos, a cumplida meditación».
52 Santos Juliá
se quería decir era que había que tener en cuenta todo el pasado
y así pactar el futuro. Las memorias incitaban, pues, no sólo a
la amnistía, sino a la historia, al conocimiento y la reflexión, al
debate abierto sobre todo el pasado, con la expresa finalidad de
que aquello que había ocurrido, y que debía ser conocido en su
totalidad, no podía ocurrir de nuevo: tal fue la relación entre
historia y memoria predominante en los diversos sectores de
oposición a la Dictadura, desde demócrata-cristianos a comunis-
tas, que habían mantenido frecuentes contactos y habían firmado
numerosos papeles en las dos décadas anteriores.
Más que de una memoria habría que hablar de rememo-
raciones si por tal se entiende la comprensión del pasado
estrechamente vinculada al presente, que va unida a una di-
mensión práctica en un proceso cognitivo en el que se adquiere
un conocimiento del que antes no se disponía 12. Algunos han
atribuido esa disposición de espíritu, que incitó a la búsqueda
de acuerdo en los frágiles medios de la oposición a la Dicta-
dura, al miedo obsesivo o a la aversión al riesgo, pero miedo
o aversión al riesgo habría sido no pactar el futuro, como fue
el caso durante el semestre presidido por Carlos Arias, con su
gobierno en pleno, comenzando por Manuel Fraga, temeroso
de las repercusiones que pudiera tener entre los mandos milita-
res la incorporación al proceso político abierto desde la muerte
de Franco de todas las fuerzas de la oposición hasta entonces
ilegales y clandestinas, comunistas incluidas; o sea, miedo o
aversión al riesgo de hacer legal lo que existía de hecho. Pero
luego, con la transición en marcha a partir del nombramiento
de Adolfo Suárez como presidente del gobierno y el inmediato
Decreto-Ley de Amnistía, de 30 de julio de 1976, que devolvía
a la oposición, antes de ser legal, el espacio para actuar a cara
descubierta, la «idea pactista», que ya venía muy trabajada y
rodada desde mediados de los años cincuenta, sólo logró abrir-
se paso porque ni el miedo ni la aversión al riesgo, ni el silencio
12
Son palabras de Daniel BAUER, «Rememoración y verdad en la narración
historiográfica», en Manuel CRUZ y Daniel BAUER, La comprensión del pasado, Bar-
celona, Herder, 2005, p. 19.
Entre historiadores públicos 53
13
«Presentación de los fascículos Historia del franquismo, por Sueiro y Díaz
Nosty», El País, 27 de enero de 1978.
14
El País, 14 de mayo de 1982.
15
«El rescate de la historia», El País, 4 de febrero de 1984, editorial publica-
do a propósito de la recuperación de los papeles de Manuel Azaña en la Escuela
Superior de Policía.
Entre historiadores públicos 55
16
Edward MALEFAKIS, «Peculiaridad de la República española», Revista
de Occidente, 7-8, Extraordinario I, noviembre de 1981, pp. 17-18, observa con
razón que lo ocurrido en Tarragona en abril de 1981 se repitió ese año en muchas
ciudades españolas. De Paul PRESTON, «Venganza y reconciliación: la guerra civil
española y la memoria histórica», en Birute CIPLIJAUSKAITÉ y Christopher MAURER
(eds.), La voluntad de humanismo. Homenaje a Juan Marichal, Barcelona, Anthro-
pos, 1990, pp. 75 y 71.
56 Santos Juliá
17
Exposición y La velada, en «Aquella guerra», El País, 9 de noviembre de
1980; serie de TVE, Alberto REIG TAPIA, «El recuerdo y el olvido. Los lugares de
Entre historiadores públicos 57
18
Los volúmenes, coordinados por mí, llevaron por título: El socialismo en
España. Desde la fundación del PSOE hasta 1975, Socialismo y Guerra civil y El
socialismo en las nacionalidades y regiones, Madrid, Ed. Pablo Iglesias, 1986, 1987
y 1989. A esta serie pertenece también mi edición, estudio preliminar (con el título
«Socialismo y revolución en el pensamiento y la acción política de Francisco Largo
Caballero») y notas a Francisco LARGO CABALLERO, Escritos de la República, Madrid,
Ed. Pablo Iglesias, 1985, LXVI + 307 pp. El seminario de historia continuó dos
años más, dedicados a la Europa del siglo XX, que coordiné al alimón con Mercedes
Cabrera y Pablo Martín Aceña y que dieron lugar a sendos volúmenes: Europa en
crisis (1919-1939) y Europa (1945-1985), Madrid, Ed. Pablo Iglesias, 1991 y 1992.
19
Felipe GONZÁLEZ y Juan Luis CEBRIÁN, El futuro no es lo que era, Madrid,
Aguilar, 2001, pp. 34-36.
Entre historiadores públicos 59
20
El propósito de Adolfo Suárez —como dijo a Santiago CARRILLO, Memorias,
Barcelona, Planeta, 1993, p. 632, el empresario Pere Duran Farell en otoño de
1976— consiste en crear en España un partido que desempeñe el papel desempe-
ñado por la democracia cristiana en Italia.
Entre historiadores públicos 63
21
Luis GONZÁLEZ SEARA, «Los nuevos españoles. Introducción a un informe»,
Estudios sociológicos sobre la situación social de España. 1975, Madrid, Fundación
FOESSA-Euramérica, 1976, pp. XIX-XXXII.
22
«If Spaniards were to vote like Italians», en Juan LINZ, «The Party system
of Spain: past and future», en Seymour M. LIPSET y Stein ROKKAN (eds.), Party sys-
tems and voter alignments: cross-national perspectives, Nueva York, The Free Press,
1976, pp. 268-271. Del caso italiano como modelo en que se inspiraron los políticos
españoles, trato en «España, siglo XX, ¿fin de la excepción?», en José Luis MALO
DE MOLINA y Pablo MARTÍN-ACEÑA (eds.), Un siglo de historia del sistema financiero
español, Madrid, Alianza Editorial, 2011, pp. 35-60.
23
José María MARAVALL, La política de la transición, Madrid, Taurus, 1982,
y Richard GUNTHER, «Spain: the very model of the modern elite settlement», en
John HIGLEY y Richard GUNTHER (eds.), Elites and democratic consolidation in Latin
American and southern Europe, Cambridge, Cambridge University Press, 1992.
4
EL MEJOR MOMENTO
DE LA HISTORIA SOCIAL
1
Jaime VICENS VIVES, «La historia cambia de signo», Destino, 18 de abril de
1959, y José María JOVER, El siglo XIX en España: doce estudios, Barcelona, Planeta,
1974, p. 59. La voz que faltaba es la de Josep FONTANA, Historia. Análisis del pasado
y proyecto social, Barcelona, Crítica, 1982, p. 171.
2
Eric HOBSBAWM, «From social history to the history of society», en F. GILBERT
66 Santos Juliá
3
Jaume VICENS VIVES, «La nova història», Serra d’Or, II:1 (enero de 1960),
que añade a esa disciplina la problemática del poder y los hechos de la conciencia
religiosa.
68 Santos Juliá
4
Seymour MARTIN LIPSET, «Some social requisites of democracy: economic
development and political legitimacy», American Political Science Review, 53 (1959),
pp. 81-114, y Barrington MOORE, Social origins of dictatorship and democracy. Lord
and peasant in the making of the modern world, Boston, Beacon Press, 1966.
El mejor momento de la historia social 69
5
Un retrato de esa generación, en Theda SKOCPOL, «An “uppity generation”
and the revitalization of macroscopic sociology. Reflections at mid-career by a
woman from the sixties», Theory and Society, 17 (1988), pp. 627-643. La misma
SKOCPOL coordinó el volumen Vision and method in historical sociology, Cambridge,
Ms., Cambridge University Press, 1984.
6
Edward H. CARR, What is history?, Harmondsworth, Penguin, 1975, p. 66.
70 Santos Juliá
7
Como ha escrito Jürgen HABERMAS, al confrontar a Weber y su teoría de la
racionalización con Condorcet y su Esquisse d’un tableau historique des progrès de
l’esprit humain, en Teoría de la acción comunicativa, Madrid, Taurus, 1992, vol. 1,
cap. 2.
8
Eric HOBSBAWM, «Del feudalismo al capitalismo», en Rodney HILTON (ed.),
La transición del feudalismo al capitalismo, Barcelona, Crítica, 1977, p. 230.
El mejor momento de la historia social 71
9
Historia social/Sociología histórica, Madrid, Siglo XXI, 1989. Hay una recien-
te edición en la misma editorial, con prólogo de Pablo SÁNCHEZ LEÓN, un apéndice
con mi artículo «Marx y la clase obrera de la revolución industrial», y una entrevista
a cargo de mi colega Marisa González de Oleaga.
10
Jaume VICENS VIVES, Noticia de Cataluña [1954], Barcelona, Destino, 1980,
p. 9.
74 Santos Juliá
monopolio del poder. Tal vez por eso, no seguí la sugerencia que
me hizo Raymond Carr cuando llegué a Oxford y le hablé de las
luchas sociales en el Madrid de la República: ¿y por qué no pre-
para usted una tesis sobre la Iglesia católica en España? No me
interesaba la Iglesia, la verdad, aunque después he comprobado
la pertinencia de aquella propuesta: nada se entiende de la Espa-
ña del siglo XX, por lo menos hasta la década de los setenta, sin
tener en cuenta el maléfico poder social y político ejercido por
la Iglesia católica desde que volvió a levantar cabeza y expandir
sus órdenes religiosas en el largo tramo de la Restauración. Pero
a mí me interesaba entonces la República y quienes la trajeron, la
coalición de clase media profesional, encuadrada en varios parti-
dos republicanos, y de clase obrera, organizada en un sindicato,
la Unión General, y en un partido, el socialista.
A este conjunto de factores se debe que mi aproximación
a las luchas sociales y políticas de los años treinta se basara en
análisis combinados de las transformaciones sociales y económi-
cas experimentadas por España en el primer tercio del siglo XX
y de las estrategias políticas adoptadas por sindicatos y partidos
en los años treinta. Desde que comencé a dedicarme a este ofi-
cio, tuve por consustancial al trabajo de historiador evitar, por
una parte, «la ilusión retrospectiva de fatalidad», sobre la que
advertía Raymond Aron, y, por otra, no incurrir en la «obsesión
embriogénica» o «el demonio de los orígenes» que tanto irrita-
ba a Marc Bloch 11. Afirmar, por un lado, que un cambio en la
estructura económica no determina necesariamente el sentido
de un cambio en el sistema de la política, que dependerá de las
relaciones de poder y de las estrategias adoptadas por los actores
políticos y sociales; y, por otro, que el presente no es mero desa-
rrollo de un pasado que habría evolucionado orgánicamente en
sus fases de nacimiento, crecimiento, desarrollo hasta la supuesta
plenitud desde la que el historiador contempla todo el proceso.
11
Raymond ARON, «Introducción» [1959], en Max WEBER, El político y el
científico, Madrid, Alianza Editorial, 1972, p. 12, y Marc BLOCH, Introducción a la
Historia [en realidad: Apologie pour l’histoire ou métier d’historien], Madrid, Fondo
de Cultura Económica, 1980, pp. 28-29.
El mejor momento de la historia social 75
12
«El fracaso de la República», Revista de Occidente, 7-8, Extraordinario I,
noviembre de 1981, pp. 196-211. Lo escrito en este artículo sobre el golpe militar
fracasado y el poder republicano fragmentado tendrá un desarrollo más amplio casi
veinte años después en «España sin guerra civil», en Niall FERGUSON (ed.), Historia
virtual ¿Qué hubiera pasado si..?, Madrid, Taurus, 1999, pp. 181-210.
76 Santos Juliá
13
En Vicente-Alberto SERRANO y José-María SAN LUCIANO (eds.), Azaña, Ma-
drid, Edascal, 1980, pp. 297-310.
El mejor momento de la historia social 77
14
Así, mi contribución, «Antecedentes políticos: la primavera de 1936», a
la serie sobre la guerra civil dirigida por Edward MALEFAKIS para El País, Madrid
1986, reeditada por Taurus en 1996 y otra vez en 2006. También «The origins
and nature of the Spanish Popular Front», en Martin S. ALEXANDER y Helen GRA-
HAM (comps.), The French and Spanish Popular Fronts: Comparative Perspectives,
Cambridge, Cambridge University Press, 1989, pp. 24-37, y «Strategia comune e
lotta per l’egemonia: forza e debolezza del Fronte Popolare nella Guerra Civile»,
en Aldo AGOSTI (comp.), La Stagione dei Fronti Popolari, Bolonia, Capelli, 1989,
pp. 241-263.
5
¿LA HISTORIA EN CRISIS...
1
Miguel Ángel CABRERA, «El debate postmoderno sobre el conocimiento his-
tórico y su repercusión en España», Historia Social, 50 (2004), pp. 141-164. Caso
de especial acritud fue el debate, si así puede definirse, entre Richard J. Evans y
Keith Jenkins.
80 Santos Juliá
2
Patrick JOYCE, «The end of social history?», Social History, 20:1 (enero de
1995), pp. 73-91.
¿La historia en crisis... 81
3
Para la ya secular historia de la «nueva historia» y sus variedades, Ignacio
OLÁBARRI CORTAZAR, «La “Nueva Historia”, una estructura de larga duración», en
José ANDRÉS-GALLEGO (dir.), New history, nouvelle histoire: hacia una nueva historia,
Madrid, Actas, 1993, pp. 29-81.
82 Santos Juliá
4
«Histoire et sciences sociales: Tentons l’expérience», Annales ESC, 6
(noviembre-diciembre de 1989), pp. 1317-1323, que completaba el editorial
de marzo-abril de 1988: «Histoire et sciences sociales: Un tournant critique?».
De Gérard NOIRIEL, «Pour un approche subjetiviste du social», Annales ESC, 6
(noviembre-diciembre de 1989), pp. 1435-1459.
¿La historia en crisis... 83
5
«Introduction», en Lynn HUNT (ed.), The new cultural history, Berkeley,
University of California Press, 1989, p. 22.
84 Santos Juliá
6
H. Aram VEESER, «Introduction», en H. Aram VEESER, The New Historicism,
Nueva York, Routledge-Chapman and Hall, 1989, p. ix. En su contribución a este
volumen, «Literary criticism and the politics of the new historicism», Elisabeth FOX
GENOVESE define el nuevo historicismo como «un hijo bastardo de una historia que
se parece a la descripción densa de la antropología y a una teoría literaria en busca
de su posible significado», p. 213.
¿La historia en crisis... 85
7
Miguel Ángel CABRERA, Historia, lenguaje y teoría de la sociedad, Madrid,
Cátedra, 2001, pp. 177-179; Juan José CARRERAS, Seis lecciones sobre historia, Zara-
goza, Institución Fernando el Católico, 2003, pp. 92-93, y Keith JENKINS, Repensar
la historia [1991], Madrid, Siglo XXI, 2009, p. 41.
8
Richard RORTY, «Veinte años después», en El giro lingüístico. Dificultades
metafilosóficas de la filosofía linguística, Barcelona, Paidós, 1990, pp. 164-165.
86 Santos Juliá
9
Así lo resume, con su habitual concisión y claridad, Georg IGGERS, Historio-
graphy in the Twentieth century. From scientific objetivity to the postmodern challenge,
Middletown, Wesleyan University Press, 2005, p. 118. Sobre el culturalismo como
una derivación del idealismo, Julio CARABAÑA, «De la conveniencia de no confundir
sociedad y cultura», en Emilio LAMO DE ESPINOSA y José Enrique RODRÍGUEZ IBÁÑEZ,
Problemas de teoría social contemporánea, Madrid, CIS, 1993, pp. 87-113.
10
En la entrevista concedida a Aitor Bolaños de Miguel, en JENKINS, Repensar
la historia, op. cit., p. 99.
¿La historia en crisis... 87
11
Los principales debates en torno a posmodernismo e historia, que alimen-
taron durante años las páginas de Past and Present y de Theory and History, están
recogidos en Keith JENKINS (ed.), The postmodern history reader, Nueva York,
Routledge, 1997.
88 Santos Juliá
1
«¿La historia en crisis?», El País, Temas de Nuestra Época, 29 de julio de
1993.
2
«Recientes debates sobre historia social», en José L. DE LA GRANJA, Alberto
REIG TAPIA y Ricardo MIRALLES (comps.), Tuñón de Lara y la historiografía españo-
la, Madrid, Siglo XXI, 1999, p. 254. HOBSBAWM interpretó los nuevos giros como
«The new threat to history», The New York Review of Books, 16 de diciembre de
1993, pp. 62-64.
... o pluralismo y nuevos territorios? 91
3
Frank ANKERSMIT, «Seis tesis sobre la filosofía narrativista de la historia»,
recogidas en Historia y tropología. Ascenso y caída de la metáfora, México, Fondo
de Cultura Económica, 2004, p. 71. Robin G. COLLINGWOOD, Idea de la historia
[1946], México, Fondo de Cultura Económica, 1979, p. 19.
... o pluralismo y nuevos territorios? 95
4
Clifford GEERTZ, La interpretación de las culturas, Madrid, Gedisa, 1988
[orig. 1973].
5
Charles MAIER, «A surfeit of memory? Reflections on history, melancholy and
denial», History and Memory, 5 (otoño-invierno de 1993), pp. 144-145.
6
Carl SCHORSKE, Pensar con la historia. Ensayos sobre la transición a la moder-
nidad, Madrid, Taurus, 2001, p. 373.
... o pluralismo y nuevos territorios? 97
7
«Sociedad y política», en Manuel TUÑÓN DE LARA (dir.), Historia de España,
vol. 10**, Transición y democracia (1973-1986), Madrid, Labor, 1991, pp. 27-186.
... o pluralismo y nuevos territorios? 99
8
«The ideological conversion of the leaders of the PSOE, 1976-1979», en
Frances LANNON y Paul PRESTON (eds.), Elites and power in Twentieth Century
Spain. Essays in honour of Sir Raymond Carr, Oxford, Clarendon Press, 1990,
pp. 269-285.
9
Memoria de la Transición, coordinado por Santos JULIÁ, Javier PRADERA y
Joaquín PRIETO, Madrid, Taurus, 1996.
... o pluralismo y nuevos territorios? 101
10
En Memoria del 98. De la guerra de Cuba a la Semana Trágica, dirección de
Santos JULIÁ, Madrid, El País, 1998.
11
«Aquella guerra nuestra con Estados Unidos...»: Prensa y propaganda en 1898,
Comisarios: Santos Juliá y Jaime de Ojeda, Madrid, Fundación Carlos de Amberes,
1998. También, Debates en torno al 98: Estado, Sociedad y Política, coordinado
por Santos JULIÁ, Madrid, Comunidad de Madrid, 1998. Y, entre otros artículos,
«Protesta, liga, partido: tres maneras de ser intelectual», en Teresa CARNERO (ed.),
El reinado de Alfonso XIII, Ayer, 28 (1997), pp. 163-192; «La aparición de “los
102 Santos Juliá
13
Los socialistas en la política española, 1879-1982, Madrid, Taurus, 1997.
104 Santos Juliá
14
Hans KELLNER, que cita a Richard Lamham, «Introduction: describing
redescriptions», en Frank ANKERSMIT y Hans KELLNER (eds.), A new philosophy of
History, Londres, Reaktion Books, 1995, p. 1.
7
UN SIGLO DE ESPAÑA, ENSAYOS
DE INTERPRETACIÓN
1
Extractos de este discurso se reprodujeron como «Intelectuales en periódi-
cos: de la estrella polar al observatorio crítico», El País, 11 de mayo de 2005.
2
John DUNN (dir.), Democracia. El viaje inacabado (508 a.C.-1993 d.C.), Bar-
celona, Tusquets, 1995, pp. 253-291.
108 Santos Juliá
3
Benedetto CROCE, La historia como hazaña de la libertad [en realidad: La
storia come pensiero e come azione, 1938], México, Fondo de Cultura Económica,
1990, p. 11.
Un siglo de España, ensayos de interpretación 109
4
«La nueva historia económica» y, sobre historia agraria, «Los falsos atrasos»,
El País, Libros, 7 de noviembre de 1985 y 22 de octubre de 1987.
5
«Anomalía, dolor y fracaso de España», publicado en Claves de razón prác-
tica, octubre de 1996, y recogido en Hoy no es ayer. Ensayos sobre la España del
siglo XX, Barcelona, RBA, 2010, pp. 25-56.
6
Un siglo de España. Política y sociedad, Madrid, Marcial Pons, 1999, ree-
ditado después, con mejor criterio, en un solo volumen, junto a los dedicados a
110 Santos Juliá
economía y cultura a cargo de José Luis GARCÍA DELGADO, Juan Carlos JIMÉNEZ y
Juan Pablo FUSI, La España del siglo XX, Madrid, Marcial Pons, 2003.
Un siglo de España, ensayos de interpretación 111
7
En Niall FERGUSON (ed.), Historia virtual ¿Qué hubiera pasado si..?, Madrid,
Taurus, 1999, pp. 181-210.
8
También he recogido estos dos ensayos en Hoy no es ayer, op. cit., pp. 123-
159 y 173-231.
9
Por ejemplo, en sus declaraciones a la Agencia Havas, de 27 de agosto de
1938, en Pensamiento político de Franco, Madrid, Ediciones del Movimiento, 1975,
vol. 1, p. 50.
112 Santos Juliá
10
He vuelto recientemente sobre esta cuestión: «En torno a los orígenes de
la guerra civil», en Enrique FUENTES QUINTANA (dir.), y Francisco COMÍN COMÍN
(coord.), Economía y economistas españoles en la Guerra Civil, Madrid, Real Aca-
demia de Ciencia Morales y Políticas-Galaxia Gutemberg-Círculo de Lectores,
2008, vol. I, pp. 171-189.
Un siglo de España, ensayos de interpretación 113
11
Maw WEBER, «La objetividad del conocimiento en las ciencias y la política
sociales», recogido por S. GINER y J. F. YVARS en Max WEBER, La acción social:
ensayos metodológicos, Barcelona, Península, 1984, p. 140.
12
Max WEBER, Economía y sociedad, México, Fondo de Cultura Económica,
1964, vol. I, p. 16.
114 Santos Juliá
1
Como señalaba con razón Carlos FORCADELL en «Una historia ya no tan ocul-
ta: guerra civil y primer franquismo», Revista de Libros, 45 (septiembre de 2000),
pp. 23-25, mostrando su malestar por lo reiterado del tópico.
Víctimas, intelectuales y, de nuevo, Azaña 119
2
Este documento, de 1 de abril de 1956, puede verse en el libro que años des-
pués escribí al alimón con Giuliana DI FEBO, Il franchismo, Roma, Carocci Editori,
2003, del que hay versión española, El franquismo, Barcelona, Paidós, 2005.
120 Santos Juliá
3
«De “guerra contra el invasor” a “guerra fratricida”», en Santos JULIÁ
(coord.), Víctimas de la guerra civil, Madrid, Temas de Hoy, 1999, un libro que,
en su resultado final, debe mucho al excelente trabajo editorial realizado sobre los
originales por Santos López. Estas reflexiones continuaron con «Los nombres de
la guerra», Claves de razón práctica, 164 (julio-agosto de 2006) pp. 22-31.
Víctimas, intelectuales y, de nuevo, Azaña 121
4
Lo expongo con más detalle en Historias de las dos Españas, Madrid, Taurus,
2004, pp. 441-442. No debía ser necesario aclarar que ésas no son mis definiciones
de la guerra, sino las que aparecen en los manifiestos de aquellos universitarios de
los años cincuenta.
5
François GODICHEAU, «La represión y la guerra civil española. Memoria y
tratamiento histórico», Prohistoria, 5 (2001), pp. 103-123.
6
«Prólogo», a Julián ZUGAZAGOITIA, Guerra y vicisitudes de los españoles,
Barcelona, Tusquets, 2001, pp. I-XXXI, con referencias a su declaración ológrafa,
depositada en el Archivo Histórico Nacional, y al sumario del Consejo de Guerra
de Oficiales Generales que se conserva en el Archivo Judicial Territorial Primero,
Plaza de Madrid, Ejército Español, causa 100.159. Y «Persecución en el exilio:
122 Santos Juliá
8
«Rastros del pasado», El País, 25 de julio de 1999.
9
Max WEBER, «Excurso. Teoría de los estadios y direcciones del rechazo
religioso del mundo», en Ensayos sobre sociología de la religión, Madrid, Taurus,
1998, vol. I, pp. 539-540. Georges BERNANOS, Les grands cimitières sous la lune
[1938], París, Plon, 1966, p. 146.
124 Santos Juliá
10
Etapas de este largo viaje fueron, además, de las indicadas en nota 89:
«Sradicate il passato: gli intellettuali cattolici nel primo franchismo», Giornale di
Storia Contemporanea, II:2 (diciembre de 1999), pp. 81-99; «Intelectuales católi-
cos a la reconquista del Estado», Ayer, 40 (2000), pp. 79-103; «¿Falange liberal o
Víctimas, intelectuales y, de nuevo, Azaña 125
intelectuales fascistas?», Claves de Razón Práctica, 121 (abril de 2002), pp. 4-13;
«Intellettuali in politica: il caso della Spagna», Ricerche di storia politica, 5:2 (junio
de 2002), pp. 213-230, y «Despertar a la nación dormida: intelectuales catalanes
como artífices de identidad nacional», Historia y Política, 2 (2002), pp. 57-89.
11
«Raíces morales de una disidencia política: intelectuales, marxismo y len-
guaje de reconciliación», último capítulo de Historias de las dos España, op. cit.,
pp. 409-462.
126 Santos Juliá
12
«Por un Azaña completo», El País, 10 de junio de 1990, que terminaba
diciendo: «Y alguien, en el Ministerio de Cultura, en las Cortes, en el Centro de
Estudios Constitucionales, o donde sea, debía impulsar, sin escatimar medios, la
edición íntegra de la palabra política más justa, más honda, más elevada que se haya
pronunciado durante este siglo en España».
Víctimas, intelectuales y, de nuevo, Azaña 127
13
Como escribí en la solapa de sus Obras Completas, op. cit. En el descifre
de los manuscritos inéditos incorporados a la edición colaboró mi mujer, Carmen,
convertida en experta en la muy enrevesada grafía de don Manuel.
128 Santos Juliá
14
«Echar al olvido. Memoria y amnistía en la transición a la democracia»,
Claves de razón práctica, 129 (enero-febrero de 2003), pp. 14-24.
15
Así lo calificaba Thierry MAURICE, «La movida ou l’impossible mémoire du
franquisme», Esprit, 226-227 (agosto-septiembre de 2000), pp. 103 y 113.
16
BEDMAR (coord.), Memoria y olvido sobre la guerra civil y la represión fran-
quista, op. cit.
Víctimas, intelectuales y, de nuevo, Azaña 129
17
Lo escribe Alicia GIL GIL, La justicia de transición en España. De la amnistía
a la memoria histórica, Barcelona, Atelier, 2009, p. 25, pero se puede leer lo mismo
en decenas, tal vez ya cientos, de publicaciones sobre la Transición.
130 Santos Juliá
1
Reyes MATE, La herencia del olvido, Madrid, Errata Naturae, 2009, p. 149;
Tzvetan TODOROV, que cita a Jean Claude Guillebaud, Los abusos de la memoria,
132 Santos Juliá
marea llegó tan alta que uno de sus estudiosos escribió, con inten-
ción provocadora: «Welcome to the memory industry», invitando
a un recorrido por las diversas «narrativas» sobre los orígenes y el
auge del nuevo discurso de la memoria: respuesta a la destrucción
de nuestra conciencia histórica, nueva categoría surgida de la crisis
modernista del yo, retorno de lo reprimido entendido en términos
metahistóricos o psicoanalíticos, discurso natural de los pueblos
sin historia, respuesta tardía a las heridas de la modernidad, la
memoria —según Kerwin L. Klein— se había convertido a finales
del siglo XX en una nueva y potente «industria» o, como escribe
Alon Confino, en «el término líder» en historia cultural 2.
El alza de cotización de la memoria, su liderazgo en el ámbi-
to en continua expansión de los estudios culturales y, de rechazo,
la industria de ella derivada pueden atribuirse a la confluencia
en un corto período de tiempo del auge de la nueva historia
cultural, con sus giros hacia el sujeto y hacia el lenguaje; de la
proliferación de políticas de construcción de identidades colec-
tivas, con la activa participación de los Estados; de la creciente
judicialización del pasado por la declaración como imprescripti-
bles de los crímenes contra la humanidad de los que tan repleto
aparece el siglo XX; de la conciencia del derrumbe de proyectos
colectivos de futuro que ha acompañado al hundimiento de los
sistemas de socialismo real y a la proclamación de la democracia
como horizonte irrebasable de la política; y, en fin, del pensa-
miento posmoderno, con su réquiem por los grandes relatos y su
visión del pasado como un repertorio del que cada cual extrae
su fragmento preferido para resignificarlo según lo exijan los
intereses del presente, sin consideración alguna hacia lo que
tal fragmento significó en su tiempo. La memoria se presenta
entonces como un «producto cultural» que, como resultado de
una práctica social, contribuye «a producir aquello que llama pa-
3
Así lo escribe Isabel PIPER, de quien es también la cita anterior: «Investiga-
ción y acción política en prácticas de memoria colectiva», en R. VINYES, El Estado
y la memoria, Barcelona, RBA, 2010, pp. 151-152.
134 Santos Juliá
4
Astrid ERLL, «Cultural memory studies: An introduction», en Astrid ERLL
y Ansgar NÜNNING (eds.), A companion to cultural memory studies, Berlín-Nueva
York, De Gruyter, 2010, pp. 7 y 9.
La memoria cotiza al alza 135
5
Norman G. FINKELSTEIN, La industria del Holocausto. Reflexiones sobre la
explotación del sufrimiento judío, Madrid, Siglo XXI, pp. 36-38.
6
Peter NOVICK, The Holocaust in American life, que cito por la edición —con
título algo diferente— de Londres, Bloomsbury, 2001, pp. 209-213. Según Shlo-
mo Sand, la historia cinematográfica del Holocausto se divide en un antes y un
después de la proyección de esta serie: El siglo XX en pantalla, Barcelona, Crítica,
2004, p. 339.
136 Santos Juliá
7
Puede verse Jeffrey K. OLICK y Joyce ROBBINS, «Social memory studies: from
“collective memory” to the historical sociology of mnemonic practices», Annual
Review of Sociology, 24 (1998), pp. 105-140.
La memoria cotiza al alza 137
8
Citados por Juan José CARRERAS, «¿Por qué hablamos de memoria cuando
queremos decir historia?», en C. FORCADELL y A. SABIO (eds.), Las escalas del pasado.
IV Congreso de historia local de Aragón, Barbastro, IEA-UNED, 2005, pp. 20-21.
138 Santos Juliá
9
Elisabeth JELIN, Los trabajos de la memoria, Madrid, Siglo XXI, 2002, p. 49.
10
NOVICK, The Holocaust, op. cit., p. 19. Shlomo BEN AMI, «La memoria del
holocausto en la configuración de la identidad nacional israelí», Pasajes, 1 (1999),
pp. 7-8. FINKLESTEIN, La industria, op. cit., p. 36.
11
NOVICK, The Holocaust, op. cit., p. 275, y también para la reflexión de Primo
Levi sobre el valor de los testimonios de sobrevivientes.
La memoria cotiza al alza 139
12
Yosef Hayim YERUSHALMI, «Postscript: Reflections on forgetting», en
Zakhor. Jewish history and jewish memory, Seattle, University of Washington Press,
1996, pp. 116-117.
13
Shlomo Sand muestra su respeto por Lanzmann pero le reprocha haber
reinventado el pasado para hacerse con el monopolio de su nueva visión, sustan-
cialmente basada en lugares y testimonios polacos, «antes que contribuir a una
mejor comprensión de los hechos», El siglo XX en pantalla, op. cit., pp. 346-347.
Beatriz SARLO, al observar que la memoria no es siempre espontánea, afirma que en
Shoah, Lanzmann «obliga a los aldeanos polacos a recordar, con violencia verbal y
acosándolos con la cámara», Tiempo pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo.
Una discusión, Madrid, Siglo XXI, p. 77.
14
Cita de Evron, en FALKENSTEIN, La industria, op. cit., p. 47.
140 Santos Juliá
15
Sobre la historia natural de la destrucción, Barcelona, Anagrama, 2003, p. 14.
Me ha llamado la atención que Daniel J. GOLDHAGEN, que comienza su Peor que
la guerra. Genocidio, eliminacionismo y la continua agresión contra la humanidad
(Madrid, Taurus, 2010, p. 17) con la enfática sentencia: «Harry Truman, trigésimo
tercer presidente de Estados Unidos, fue un asesino en masa», no mencione como
un caso de «eliminacionismo» los bombardeos de la Royal Air Force, planificados
para provocar tormentas de fuego sobre ciudades enteras, que causaron la muerte
de más de 600.000 alemanes, y ni por asomo se le ocurra mencionar a Winston
Churchill entre sus «asesinos en masa» de aquellos años. Pero si lo fue Truman por
arrojar dos bombas atómicas, ¿por qué no Churchill, que arrojó cientos de tonela-
das de bombas incendiarias? Para la magnitud de este crimen contra la humanidad
debe verse Jörg FRIEDRICH, El incendio, Madrid, Taurus, 2003.
La memoria cotiza al alza 141
16
Juan José CARRERAS, «¿Por qué hablamos de memoria cuando queremos
decir historia?», op. cit., p. 24.
17
Ernest RENAN, ¿Qué es una nación?, estudio preliminar y notas de Andrés DE
BLAS GUERRERO, Madrid, Alianza Editorial, 1987, p. 65, y Paul RICOEUR, «Mémoire,
Histoire, Oubli», Esprit, 323 (marzo-abril de 2006), pp. 20-21.
10
Y LOS POLÍTICOS RECUPERAN
LA MEMORIA
1
Con algunas modificaciones, este capítulo funde mucho de lo que publiqué
en «El retorno del pasado al debate parlamentario,1996-2003», Alcores. Revista
de Historia Contemporánea, 7 (2009), pp. 231-256, con parte de mi trabajo sobre
«Políticas públicas de la memoria», publicado en Informe sobre la democracia en
España. 2011, Madrid, Fundación Alternativas, 2011.
144 Santos Juliá
2
Como propuso Guillermo Gortázar, secretario de formación del Partido Po-
pular, en entrevista concedida a Enric González y publicada en El País, 28 de mayo
de 1993, bajo el expresivo título, «Ni terratenientes, ni clericales, ni militares».
3
«No me identifico con la derecha española clásica», entrevista en El País,
3 de junio de 1993. «Aznar reivindica Azaña en Barcelona», El País, 28 de abril
de 1993.
146 Santos Juliá
4
Lo ha recordado Carles CASTRO en Relato electoral de España (1977-2007),
Barcelona, Instituto de Ciencias Políticas y Sociales, 2008, p. 141.
5
«Aznar acusa a González de romper el pacto para no remover el pasado. El
líder del PP rinde homenaje a Azaña», El País, 24 de mayo de 1993.
Y los políticos recuperan la memoria 147
6
Alfonso Guerra en la presentación de la campaña electoral, El País, 7 de
mayo de 1993.
7
Mitin de Felipe González en el Palau Sant Jordi, de Barcelona, La Van-
guardia, 4 de junio de 1993. Arcadi ESPADA, «Sentimientos», El País, 4 de junio
de 1993.
8
Así se expresó el candidato socialista a la presidencia de la Xunta, Antolín
Sánchez Presedo, según informaba Xosé HERMIDA en El País, 25 de agosto de
1993.
148 Santos Juliá
9
«Unas 40.000 personas reciben al líder socialista al grito de “No pasarán”»,
escribía La Vanguardia, 1 de marzo de 1996, al dar cuenta del mitin convocado
por el PSC en el Palau Sant Jordi, de Barcelona. En el mismo día, según otra in-
formación de La Vanguardia, Aznar invocaba a Azaña en un «gigantesco concierto
mitin de Valencia».
Y los políticos recuperan la memoria 149
que se codea con los grandes del planeta». Frente a esa España,
se alzaba en el vídeo «una España en blanco y negro en la que las
imágenes deformadas de Aznar y Álvarez Cascos se sobreponen
a las de las fauces de un dóberman, la explosión de una bomba,
la caída de unos rayos y los oscuros manejos de un titiritero».
El PSC también tomó gusto a los vídeos y presentó en uno de
ellos imágenes en sepia de las dos dictaduras del siglo XX, la de
Franco y la de Primo de Rivera 10. Fue la primera representación,
después de la muerte de Franco, de la entrañable y algo vetusta
imagen de las dos Españas, ahora revitalizada a todo color en
cintas de vídeo, y la primera en la que una España resistía a la
otra con lenguaje rescatado de la guerra civil.
Y con un resultado espectacular: ganó el PP, como todo
el mundo daba por descontado, pero no se hundió el PSOE,
al que, en palabras de su secretario general, sólo le faltó una
semana de campaña para dar la vuelta al estrecho margen ob-
tenido por los populares. Con sus 156 escaños frente a los 141
obtenidos por el PSOE, el PP tendría que gobernar en minoría,
negociando el apoyo de los nacionalistas catalanes y vascos, que
se lo concedieron después de recibir algo más que las contra-
partidas habituales en los acuerdos entre gobiernos centrales y
autonómicos: Aznar no dudó en pagar un precio relativamente
alto para lograr el voto del PNV en la sesión de investidura,
recuerda Xavier Arzalluz, muy sorprendido porque en realidad
no lo necesitaba: para la mayoría absoluta en primera votación
le hubieran bastado los votos de CiU 11. Sostenido en esos acuer-
dos, Aznar pudo desarrollar una política destinada a desvanecer
cualquier temor sobre las intenciones que la izquierda le había
atribuido durante la campaña electoral. Y por lo que se refería a
las políticas hacia el pasado, todo parecía indicar que continuaría
las desarrolladas por el PSOE, con iniciativas parlamentarias
destinadas a restituir derechos o aprobar compensaciones eco-
10
Crónicas publicadas en El País, 19 y 22 de febrero de 1996. Un segundo
vídeo repetía el mismo esquema, aunque en su primera parte las citas históricas se
dedicaban a recordar la Generalitat republicana , hasta entonces olvidada.
11
Xavier ARZALLUZ, Así fue, Madrid, 2005, pp. 442-443.
150 Santos Juliá
12
BOCG, CD, serie A, núm. 100-1, 30 de diciembre de 1997, pp. 1-4. Según
González de Txabarri, DSCD, Comisión Constitucional, 23 de junio de 1998,
p. 14064, este proyecto de ley formaba parte de un «pacto de legislatura». Fue apro-
bado en Comisión por 24 votos contra 14. El pleno de 26 de noviembre de 1998
Y los políticos recuperan la memoria 151
aprobó la Ley por 184 votos a favor, 133 en contra y cuatro abstenciones: DSCD,
Pleno y Diputación Permanente, p. 10794. Como Ley 43/1998, de 15 de diciembre,
de Restitución o Compensación a los Partidos Políticos de Bienes y Derechos Incau-
tados en aplicación de la normativa sobre responsabilidades políticas del período
1936-1939, fue publicada en BOE, 16 de diciembre de 1998.
13
En su intervención en el debate sobre condena del «alzamiento militar de
18 de julio de 1936», presentada por el Grupo Parlamentario Vasco: DSCD, 13 de
febrero de 2001, p. 2820.
14
Presentación de la proposición no de ley: BOCG, CD, serie D, núm. 447,
14 de junio de 1999. El debate: DSCD. Comisión de Asuntos Exteriores, 14 de
septiembre de 1999.
152 Santos Juliá
15
BOGD, CD, 14 de junio de 1999, pp. 13-14. La proposición fue firmada
el 26 de mayo de 1999 por los diputados Josep López de Lerma, Luis Martínez
Noval, José Carlos Mauricio, Felipe Alcaraz, Begoña Lasagabaster, Iñaki Anasagasti,
Guillermo Vázquez y Ricardo Peralta.
Y los políticos recuperan la memoria 153
16
Intervención de Robles Fraga, DSCD, Comisión de Asuntos Exteriores,
14 de septiembre de 1999, pp. 21856-21858.
Y los políticos recuperan la memoria 155
17
Proposición no de ley de los grupos parlamentarios Socialista, Catalán,
Federal de Izquierda Unida, Vasco, Coalición Canaria y Mixto, sobre la adopción
de medidas de reparación moral y económica a los presos y represaliados políticos
durante el régimen franquista, DSCD, Pleno y Diputación Permanente, núm. 139,
19 de febrero de 2002, p. 7045.
156 Santos Juliá
18
Ibid., pp. 7048-7052.
Y los políticos recuperan la memoria 157
19
En el debate sobre rehabilitación de los combatientes guerrilleros: DSCD,
Comisión de Defensa, 27 de febrero de 2001, pp. 4810-4811.
158 Santos Juliá
20
DSDC, Comisión de Justicia e Interior, 24 de octubre de 2002, pp. 1615-1616.
Y los políticos recuperan la memoria 159
21
DSCD, Comisión Constitucional, 20 de noviembre de 2002, p. 20502.
22
Para que quedara constancia en el Diario de Sesiones, la enmienda transac-
cional fue leída por el presidente de la Comisión, Jaime Ignacio del Burgo, l. c.,
pp. 20510-20511.
160 Santos Juliá
23
«El PP condena el golpe de Franco y promete honrar a todas las víctimas
de la Guerra Civil» fue el titular de la noticia que El País dedicó a la sesión en su
edición de 21 de noviembre de 2002, p. 27.
Y los políticos recuperan la memoria 161
24
BOCG, CD, serie D, núm. 580, pp. 39-40.
Y los políticos recuperan la memoria 163
25
DSCD, Pleno y Diputación Permanente, 14 de octubre de 2003, pp. 14888-
14893. DEFENSOR DEL PUEBLO, Informe 2003, pp. 1352-1354.
164 Santos Juliá
* * *
26
DSCD, núm. 13, 1 de junio de 2004, pp. 477-492.
27
Enmienda de sustitución, firmada por Diego López Garrido, BOCG, CD,
serie D, núm. 31, 8 de junio de 2004, pp. 7-11.
166 Santos Juliá
28
DSCD, núm. 13, 1 de junio de 2004, pp. 489-490, para la intervención del
diputado de CiU, Jordi Xuclà.
Y los políticos recuperan la memoria 167
29
Real Decreto 1891/2004, de 10 de septiembre, por el que se crea la Comi-
sión interministerial para el estudio de la situación de las víctimas de la guerra civil
y del franquismo, BOE, núm. 227, 20 de septiembre de 2004, pp. 31523-31524.
168 Santos Juliá
30
Así lo solicitó el diputado Fernández González en la defensa de la enmienda
a la proposición no de ley relativa a la anulación del Consejo de Guerra sumarísimo
a que fue sometido el presidente de la Generalitat de Cataluña Lluis Companys,
DSCD, núm. 34, 28 de septiembre de 2004, pp. 1456-1458.
Y los políticos recuperan la memoria 169
31
Comisión interministerial para el estudio de las víctimas de la guerra civil
y del franquismo. Informe general. Anteproyecto de Ley de solidaridad con las vícti-
mas de la guerra civil y del franquismo, Madrid, 27 de diciembre de 2005, ejemplar
multicopiado.
32
Ministerio de Justicia, Abogado General del Estado, «Primera nota sobre
la posible revisión-nulidad de sentencias dictadas durante la Guerra Civil y el
período franquista».
170 Santos Juliá
33
«Exhumaciones de fosas comunes de la Guerra Civil», en DEFENSOR
DEL PUEBLO, Informe 2003, pp. 1352-1354, http://defensordelpueblo.es/index.
asp?destino=informes1asp.
34
«Informe General de la Comisión Interministerial» de fechas 27 de di-
ciembre de 2005 y 2 de junio de 2006. Agradezco al profesor José Álvarez Junco
la consulta de diferentes versiones de este Informe.
172 Santos Juliá
35
Información de El País, 21 de octubre de 2010, p. 27.
Javier ORTIZ, «Abrir las fosas comunes de una vez», El País, 31 de mayo
36
de 2010.
Y los políticos recuperan la memoria 173
37
El Parlament de Catalunya aprobó el 17 de junio de 2009 por 114 votos
a favor, 14 en contra y 3 abstenciones el proyecto de ley «sobre la localització i la
identificación de les persones desaparegudes durante la Guerra Civil i la dictadura
franquista, i la dignificació de les fosses comunes», con el propósito de reconocer
y rehabilitar la memoria de todos aquellos que sufrieron persecución como conse-
cuencia de la defensa de la democracia y el autogobierno de Cataluña o debido a
sus opciones personales, ideológicas o de conciencia, una fórmula que daba satis-
facción a una amplia mayoría de la Cámara, incluido el grupo de Convergencia i
Unió: Diari de sessions del Parlament de Catalunya, serie P, núm. 85, 17 de junio de
2009, pp. 3-18. Presentación por la Junta de Andalucía: «1.850 fosas en el primer
mapa de la tragedia», El País, 4 de marzo de 2010, p. 20.
38
Ley 24/2006, de 7 de julio, sobre declaración del año 2006 como Año de la
Memoria Histórica, BOE, núm. 162, 8 de julio de 2006, p. 25573.
39
BOCG, CD, serie A, núm. 99-1, 8 de septiembre de 2006, pp. 1-9.
174 Santos Juliá
40
Palabras de la vicepresidenta del gobierno en el debate de totalidad, DSCD,
núm. 222, 14 de diciembre de 2006, p. 11256, para la cita.
Y los políticos recuperan la memoria 175
41
Las enmiendas fueron publicadas en BOCG, CD, Serie A, núm. 99-20,
14 de marzo de 2007.
42
Enmienda núm. 90, firmada por Grupo Parlamentario de Izquierda Unida-
Iniciativa per Catalunya Verds, BOCG, CD, Serie A, núm. 99-20, 14 de marzo de
2007, p. 55, y «Exposición de motivos» del proyecto de ley, l. c., p. 2.
176 Santos Juliá
43
Pregunta del diputado de IU, Gaspar Llamazares, y respuesta del presidente
del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en DSCD, núm. 198, 13 de septiembre
de 2006, pp. 9953-9954.
Y los políticos recuperan la memoria 177
44
Debate del proyecto de ley y votación de cada artículo, DSCD, núm. 296,
31 de octubre de 2007, pp. 14611-14633 y 14644-14646. El Partido Popular sumó
sus votos a los de la mayoría en las votaciones de los artículos 5, 6, 7, 8, 9 y 16 y
en la disposición adicional sexta, votando en contra en todos los demás. Texto de
la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, BOE, núm. 310, 27 de diciembre de 2007,
pp. 53410-53416.
45
Tienen interés, a este respecto, las reflexiones de Michael S CHUDSON, «Dy-
namics of distortion in collective memory», en Daniel L. S CHACTER (ed.), Memory
distortion. How minds, brains and societies reconstruct the past, Cambridge, Ms.,
Harvard University Press, 1995, pp. 346-364.
178 Santos Juliá
1
Así me he vuelto a expresar en «Federico García Lorca. Muerte y memoria»,
Claves de razón práctica, 200 (enero-febrero de 2010), pp. 56-60.
2
La última convocatoria, Orden PRE/786, 2010, de 24 de marzo, con un
presupuesto de 5.681.000, se publicó en BOE, núm. 76, 29 de marzo de 2010,
Memoria histórica como ideología política 181
4
He dedicado unos comentarios a este asunto en «Cosas que de la transición
se cuentan», Ayer, 79 (2010), pp. 297-319.
184 Santos Juliá
5
Proposición de Ley de modificación de la Ley 46/1997, de 15 de octubre,
de Amnistía, presentada por el grupo parlamentario de Esquerra Republicana-
Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds. BOCG, CD, Serie B, núm. 241-1,
30 de abril de 2010, pp. 1-3.
Memoria histórica como ideología política 185
6
Una muestra muy incompleta de lo mucho publicado y debatido en estos
años puede verse en mi «Memoria, historia y política de un pasado de guerra y
dictadura», en Santos JULIÁ (dir.), Memoria de la guerra y del franquismo, Madrid,
Taurus, 2006, pp. 60-69.
186 Santos Juliá
7
Juzgado Central de Instrucción, núm. 5, Audiencia Nacional, Diligencias
previas, Proc. Abreviado 399/12006V, Auto de 16 de octubre de 2008. Alicia G IL,
en su comentario jurídico al auto de Baltasar Garzón, afirma que «la argumentación
de que el delito se sigue cometiendo, cuando ya están muertos los acusados, parece
algo surrealista», La justicia de transición en España, op. cit., p. 162.
188 Santos Juliá
8
ORTIZ, «Abrir las fosas comunes de una vez», op. cit., También yo he utili-
zado este término en «Duelo por la República española», El País, 25 de junio de
2010.
Memoria histórica como ideología política 189
9
El 5 de abril de 2010, el fiscal general del Estado, al rechazar la presentación
ante el Tribunal Supremo del recurso de revisión, a instancias de CiU, de las sen-
tencias del Tribunal de Responsabilidades Políticas y del Consejo de Guerra contra
Lluis Companys, ha decretado que esas sentencias son «inexistentes y nulas de
pleno derecho», fundamentando este acuerdo en la ilegitimidad de esos tribunales
y la injusticia de sus sentencias, reconocidas ambas, ilegitimidad e injusticia, en la
Ley de Memoria Histórica. Pero si esto es así, ¿por qué los legisladores rechazaron
expresamente, y tras duras polémicas, incluir la nulidad en el texto de la ley? ¿Basta
un decreto del fiscal general para hacer efectiva a efectos jurídicos la nulidad de
las sentencias emitidas por los consejos de guerra de la dictadura? ¿O será porque
si se reconociera la nulidad de cada una de las sentencias habría que proceder a
reparar los daños ocasionados por su cumplimiento?
190 Santos Juliá
10
Es lo que sostiene Francisco FERRÁNDIZ, «De las fosas comunes a los de-
rechos humanos: el descubrimiento de las desapariciones forzadas en la España
contemporánea», artículo en prensa, disponible en internet.
Memoria histórica como ideología política 191
11
Lo entrecomillado del párrafo es de Jordi FONT, «Contra la nostalgia (y a
favor). El rescate de la memoria democrática como identidad civil», en R. VINYES,
El Estado y la memoria, Barcelona, 2009, p. 388.
192 Santos Juliá
12
Mark MAZOWER, Dark continent. Europe’s twentieth century, Nueva York,
Vintage, 2000, pp. 3-40.
13
Ley 13/2007, de 31 de octubre, del Memorial Democrático, aprobada por
el Parlament de Cataluña, BOE, núm. 284, 27 de noviembre de 2007, p. 48487.
14
Comparto, por eso, la posición de Pierre Nora cuando, en diálogo con
Jacques Julliard y Claude Lanzmann para Le Nouvel Observateur, reproducido en
Memoria histórica como ideología política 193
16
Miguel DE UNAMUNO, «Sobre la tumba de Costa», Obras Completas, Ma-
drid, Escelicer, 1968, vol. III, p. 941, y BLOCH, Introducción a la historia, op. cit.,
p. 110.
17
Antonio DOÑATE MARTÍN, «Jueces y fiscales ante los crímenes del franquis-
mo», mientras tanto, 114 (2010), p. 96.
Memoria histórica como ideología política 195
18
Felipe GÓMEZ ISA, «El derecho de las víctimas a la reparación por violacio-
nes graves y sistemáticas de los derechos humanos», en Felipe GÓMEZ ISA (dir.), El
derecho a la memoria, Bilbao, Diputación foral de Gipuzkoa, 2006, p. 55.
196 Santos Juliá
19
Jordi PUJOL, «Memorial democrático», La Vanguardia, 14 de diciembre de
2006.
Memoria histórica como ideología política 199
rebeldes, por decirlo con las palabras del mismo Manuel Azaña,
cometieron un crimen horrendo, un crimen contra la patria,
un crimen de rebelión, que no tiene justificación posible, pero
que tampoco puede servir de excusa a los crímenes cometidos
en territorio de la República. No se trata de cubrir un crimen
con otro, ni de entrar en una competición sobre la naturaleza
y la magnitud de los crímenes de una y otra parte, cuestiones
todas sobre las que no ha dejado de hablarse desde el mismo día
de su comisión, sino de reconocer que todos los que sufrieron
la violencia asesina fueron víctimas de graves violaciones de
derechos humanos y que, por serlo, un Estado democrático no
puede calificar a unos como fallecidos y a otros como asesinados,
no puede recordar a unos y olvidar o volver invisibles y excluir
a otros, como fue el caso de la dictadura, por la simple razón
de que una democracia no es una dictadura vuelta del revés.
Transcurridos setenta y cinco años de sus muertes, un Estado
democrático que se decida a emprender políticas de memoria,
además de reconocer y reparar a todas las víctimas de acuerdo
con las exigencias del Derecho y de la moral, debe conmemorar
aquellas muertes planteando preguntas más que impartiendo
doctrina o imponiendo una determinada «narrativa pública» o
una determinada «memoria social» 20.
En fin, una quinta dimensión de las políticas de memoria que
tampoco comparto es la pretensión de desplazar la legitimidad
de la democracia actual desde el proceso constituyente de los
años setenta a la proclamación de la República de 1931, como
si la actual democracia sufriera un déficit de legitimidad por ha-
berse construido sobre el pacto al que llegaron fuerzas políticas
y movimientos sociales procedentes de la oposición con partidos
y grupos procedentes de la dictadura y estuviera necesitada de
«recuperar la memoria» de la primera democracia española
20
Esto es lo que, con mejor o peor fortuna, he sostenido en varias co-
lumnas de El País: «Toda la historia», 19 de septiembre de 2004; «Cruces y
caballos», 3 de abril de 2005; «Memorias en lugar de memoria», 2 de julio de
2006; «Víctima y verdugo», 3 de diciembre de 2006; «Inventariar todos los
muertos», 21 de septiembre de 2008, y en «Duelo por la República española»,
25 de junio de 2010.
200 Santos Juliá
21
Miguel RODRÍGUEZ-PIÑERO Y BRAVO-FERRER, «La vigencia del legado de la
Segunda República», El País, 13 de abril de 2001.
Memoria histórica como ideología política 201
22
Manuel Azaña a Luis Fernández Clérigo, 3 de julio de 1939, en Manuel
AZAÑA, Obras Completas, op. cit., vol. 6, p. 683.
202 Santos Juliá
23
A este tema he dedicado alguna atención en «Proyectos de transición en la
oposición antifranquista», en Walter L. BERNECKER (comp.), De la Guerra Civil a
la Transición: memoria histórica, cambio de valores y conciencia colectiva, Mesa Re-
donda, Neue Folge, núm. 9, Universitat Ausburg [1996], pp. 9-37, y en «Transición
antes de la transición», recogido en Hoy no es ayer, op. cit., pp. 245-261.
Memoria histórica como ideología política 203
1
Reproduzco sin cambios lo publicado en Claves de razón práctica, 200 (marzo
de 2010), pp. 56-60.
206 Santos Juliá
2
Reportajes y declaraciones en El País, 16-20 de diciembre de 2009.
3
Ian GIBSON, «El Estado debe buscar de una vez a Federico García Lorca»,
El País, 30 de diciembre de 2009.
4
Julián CASANOVA, «¿Debe el Estado buscar a García Lorca?», El País, 5 de
enero de 2010.
5
Así se califican en el Auto de 16 de octubre de 2008 firmado por Baltasar
Garzón.
Federico García Lorca, muerte y memoria 207
6
«Un testigo presencial relata cómo asesinaron los facciosos al inmortal
García Lorca. Se levantó, sangrando... Con ojos terribles miró a todos, que re-
trocedieron espantados»: con estos título y subtítulo, publicó ABC de Madrid,17
de septiembre de 1937, un relato que presenta a Lorca marchando «seguro, con
magnífica serenidad. De pronto se paró, se volvió cara a nosotros pidiendo hablar
[...] Y habló. Habló García Lorca con firmeza y voz segura. No eran sus palabras
de flaqueza o invocando el perdón. Eran palabras viriles en defensa de lo que
siempre amó: La libertad».
208 Santos Juliá
Muerte
Podían tomarse todos un respiro mientras volvemos, como
pedía Luis García Montero, a lo incontestable 7. Y lo incontestable
comienza con la misma muerte de Lorca. En el ya lejano 1954, la
editorial Aguilar sacaba a la calle «la primera y única edición, en
un solo tomo, de las Obras Completas de Federico García Lorca».
Losada, en Buenos Aires, se había adelantado con una edición en
ocho tomos, juzgada de meritoria en la nota editorial del tomo
de Aguilar por su intento de recoger las hasta entonces dispersas
publicaciones del poeta. La nueva edición venía precedida de un
emocionante prólogo de Jorge Guillén y se cerraba con la inolvi-
dable semblanza del «noble Federico de la tristeza, del hombre
de soledad y de pasión», que Vicente Aleixandre había escrito
para Hora de España. Incluía, entre variada documentación, una
detallada cronología de la vida y obra de Federico García Lorca
en la que a 1936, 19 de agosto, seguía esta escueta información:
«Muere». En 1954, en España, nadie podía publicar nada más elo-
cuente sobre la muerte de García Lorca que la constatación pura y
simple de que efectivamente murió un día de agosto de 1936 8.
Fue la suya, desde el mismo momento en que manos asesinas
dispararon sobre el poeta desvalido, una muerte rodeada de mis-
terio. Ante todo, porque fue una muerte increíble, una muerte que
7
Luis GARCÍA MONTERO, «Volvamos a lo incontestable», El País, 19 de di-
ciembre de 2009.
8
Cito por la 6.ª edición, de 1965, de Federico G ARCÍA LORCA, Obras Comple-
tas, recopilación y notas de Arturo DEL HOYO, Madrid, Aguilar, p. 1909. De Vicente
ALEIXANDRE, «Federico», Hora de España, julio de 1937, pp. 43-45.
Federico García Lorca, muerte y memoria 209
9
Declaraciones de Antonio MACHADO, La Vanguardia, 12 de diciembre de
1936. Carlos MORLA LYNCH, España sufre. Diarios de guerra en el Madrid republica-
no, Sevilla, Renacimiento, 2008, entradas de 1, 7 y 19 de septiembre de 1936.
210 Santos Juliá
10
José María PEMÁN, «García Lorca», ABC, 5 de diciembre de 1948; Car-
men SOLER, «Despilfarro de palabras solemnes...», ABC, 25 de agosto de 1946, y
Melchor FERNÁNDEZ ALMAGRO, «Primeros versos de García Lorca», ABC, 15 de
octubre de 1949.
Federico García Lorca, muerte y memoria 211
11
Felipe BENÍTEZ REYES, «El poeta inocente», El País, Babelia, 3 de enero de
1998. Por dos veces repite Juan Ramón Jiménez en la misma conferencia —«El ro-
mance, río de la lengua española», recogido en Prosas críticas, Madrid, Taurus, 1981,
pp. 262 y 284— que Lorca sacó de la copla popular sus mejores versos. No todo
fue copla popular, sin embargo; otros materiales proceden de la rica tradición que
él dominaba y del jardín, la casa y los juegos de infancia, por ejemplo, las anémonas,
como recuerda Isabel GARCÍA LORCA, Recuerdos míos, Barcelona, Tusquets, 2002.
212 Santos Juliá
Memoria
Lo de Lorca es de otra índole. Es, como señaló Benjamin Jar-
nés, la prodigiosa maestría con la que supo «engarzar en versos,
ya inmortales, la poesía popular y la erudita». Un prodigio de
pasión, de entusiasmo, de felicidad, de tormento, como calificó
Vicente Aleixandre sus Sonetos del amor oscuro, «honor de la
poesía española y deleite de las generaciones hasta la consuma-
ción de la lengua». Es la gracia y la tristeza, el luto y la extraña
alegría, que Rafael Alberti recordaba como esencia del cante
12
De este diálogo con Luis Bagaría, publicado en El Sol, 10 de junio de 1936,
se suprimió en la edición de sus Obras Completas —es de suponer que por la vigi-
lante atención de la censura eclesiástica— un inocuo párrafo en el que el entrevis-
tador respondía a una pregunta del entrevistado diciendo: «Querido Lorca: Según
los católicos, los animales no tienen alma; tan sólo algunos animales enchufistas,
como el perro de San Roque, el cerdo de San Antón, el gallo de San Pedro y el
palomo de la divina carpintería...».
Federico García Lorca, muerte y memoria 213
13
De Benjamín JARNÉS, mentando Yerma como «La casada fiel», La Van-
guardia, 20 de diciembre de 1936. ALEIXANDRE, «Federico», op. cit., Y de Rafael
ALBERTI, su conferencia de diciembre de 1932, en Berlín, «La poesía popular en la
lírica española contemporánea», recogida en Prosas encontradas, edición de Robert
MARRAST, Barcelona, Seix Barral, 2000, p. 99.
14
MORLA, España sufre, op. cit., entrada de 22 de agosto de 1937.
214 Santos Juliá
canta así a un muerto 15. Proliferan las odas y elegías, que luego la
gente aprende y repite. Nadie falta: Machado, Neruda, Alberti,
Prados, Altolaguierre, Cernuda. Todas son dolor y llanto: «Sufro
tu irreparable perdida llorando», termina su elegía Manuel —su
querido Manolín— Altolaguirre. «Si pudiera llorar de miedo en
una casa sola», comienza su oda Pablo Neruda. Labrad, decía
Machado a sus amigos —y sus amigos de hoy, en Granada, de-
bían escuchar de nuevo esta voz tantas veces oída—, «un túmulo
al poeta sobre una fuente donde llore el agua». Si vive, Lorca
vivirá en el llorar del agua y en el emocionado recuerdo de sus
amigos. Y si alguien abriera por azar un poema de Lorca y al re-
citarlo en voz alta no regresara «a un tiempo destruido en el que
queremos llorar diciendo nuestro nombre» 16, entonces será que
no hay nada que hacer: más le valdría olvidarse del poeta.
Pero mientras le queden amigos, gentes que lo encuentren
sin necesidad de preguntarle dónde está, sin necesidad de exigir
perentoriamente al Estado que siga buscando sus restos, ése ha
de ser su monumento: un túmulo sobre una fuente donde llore
el agua. ¿Para qué grandes mausoleos? ¿Qué monumento po-
drá compararse a su fosa, sea cual fuere el lugar exacto en que
se encuentren sus huesos? ¿Qué mejor compañía para el poeta
y para los miles que con él sufrieron la misma muerte que el
llanto del agua? Dejaros, amigos de Lorca, de intervenciones de
arquitectos y escultores de fama internacional 17, allí donde bas-
ta la tierra, el árbol y el viento: anchos espacios hay en la triste
España para construir un lugar de memoria a todos los muertos
de la guerra y de la dictadura, un memorial que abra ventanas a
la reflexión y al dolor por tanta muerte. Pero que nadie convierta
aquellos parajes ni sus aledaños en cualquier suerte de parque
temático ni en visita obligada de los tour operators. Escuchad,
más bien, la voz de otro poeta andaluz, otro más de aquella ge-
15
«Exploraciones escénicas. Music-Hall en el Tìvoli», La Vanguardia, 19 de
marzo de 1937.
16
Como escribe también BENÍTEZ REYES, op. cit.
17
Lo propone Luis García Montero en su artículo citado. Y esto no me parece
tan incontestable como todo lo demás.
Federico García Lorca, muerte y memoria 215
18
Luis CERNUDA, «Elegía a un poeta muerto», Hora de España, junio de 1937,
pp. 35-36.
216 Santos Juliá
1
«Mémoire, histoire: loin d’être synonymes, nous prenons conscience que tout
les oppose», escribía Pierre NORA en Les lieux de mémoire, vol. I, La République,
París, Gallimard, 1984, p. XIX.
218 Santos Juliá
2
Jorge Semprún, citado por Jaime CÉSPEDES GALLEGO, «Un eslabón perdido
en la historiografía documental sobre la guerra civil: Las dos memorias de Jorge
Semprún», Cartaphilus, 5 (2009), pp. 33-34.
220 Santos Juliá
3
Tropecé con esta expresión en «Testimonio de las generaciones ajenas a la
guerra civil», escrito en Barcelona y reproducido por Le Socialiste, 23 de agosto de
Esbozo de memoria de una generación 221
1957. Puede verse en Esteban PINILLA DE LAS HERAS, que fue el autor de ese testi-
monio, En menos de la libertad. Dimensiones políticas del grupo Laye en Barcelona
y en España, Barcelona, Anthropos, 1989, pp. 315-317.
222 Santos Juliá
4
Stefano RODOTÀ, La vida y las reglas. Entre el derecho y el no derecho, Ma-
drid, Trotta-Fundación Alfonso Martín Escudero, 2010, pp. 81 y 83.
224 Santos Juliá
5
FRENTE UNIVERSITARIO ESPAÑOL, «Coincidencia de propósitos», FPI AE,
617-4. En el mismo manifiesto se decía: «La pasada guerra civil entraña una gran
responsabilidad colectiva de la que ningún sector de la vida española puede esti-
marse exento, para cargarla íntegra sobre los hombros del adversario. Declaramos
nuestra voluntad radical de que tales hechos no vuelvan jamás a repetirse». Entre
los firmantes de este escrito, por el comité rector, figuraban Antonio María Sbert
y Manuel Tagüeña.
6
No entiendo cómo fue compatible este «tremendo auge» a partir de 1975 y
la «enorme importancia» que la guerra seguía teniendo en 1991 con la «pérdida de
memoria» que habría afectado a la sociedad española durante ese mismo período:
las tres expresiones son de Walter BERNECKER, «De la diferencia a la indiferencia.
La sociedad española y la guerra civil (1936/39-1986/89)», en Francisco LÓPEZ CA-
SERO, Walter BERNECKER y Peter WALDMANN (comps.), El precio de la modernización,
Frankfurt-Main, Vervuert Verlag, 1994.
Esbozo de memoria de una generación 225
7
Enzo Traverso afirma que «el reconocimiento del genocidio fascista en Etio-
pía fue una adquisición exclusivamente historiográfica que no ha penetrado todavía
en la memoria colectiva de los italianos», con lo que tendríamos, en este caso, que
la memoria, más que matriz, es masa opaca, reacia a dejarse penetrar por la historia.
En otras ocasiones, el historiador aparece como deudor de la memoria pero actúa a
su vez sobre ella para «formarla y orientarla». Enzo T RAVERSO, Il passato: istruzioni
per l’uso, Verona, Ombre Corte, 2006, pp. 17 y 35.
8
Que la memoria fuera musa o matriz de la historia pasó inadvertido en todas
las ponencias presentadas en el famoso congreso de Cornell de 1980, calificadas de
manifiesto por su editor: Dominick LACAPRA y Steven L. KAPLAN (eds.), Modern
European intellectual history. Reappraisals and new perspectives, Ithaca-Londres,
Cornell University Press, 1982. Para el «turn to memory» y sus razones Dominick
LACAPRA, History and memory after Auschwitz, Ithaca-Londres, Cornell University
Press, 1998, pp. 8-12.
Esbozo de memoria de una generación 227
9
Algunas de las posiciones mantenidas en este debate aparecen recogidas en
Anna ROSSI-DORIA, «Il conflitto tra memoria e storia. Appunti», en Saul MEGHNAGI
(ed.), Memoria della Shoah. Dopo «i testimoni», Roma, Donzelli, 2007, pp. 59-70.
228 Santos Juliá
10
Tony JUDT, Sobre el olvidado siglo XX, Madrid, Taurus, 2008, p. 15, y entre-
vista de Judt por José Manuel CALVO, en El País, 18 de junio de 2006. El epílogo
a que se refiere es «From the House of the Dead. An essay on Modern European
Memory», en Postwar. A history of Europe since 1945, Londres, Penguin Books,
2005.
11
Paul RICOEUR, La mémoire, l’histoire, l’oubli, París, Seuil, 2000, pp. 504 y
168-169.
14
EL HISTORIADOR, ARTESANO
EN SU TALLER
1
Lo digo con la conocida y polémica expresión de Ranke, de quien «es equi-
vocado suponer que con ella hace una profesión de fe positivista», como observa
Juan José CARRERAS en una de sus estupendas Seis lecciones sobre historia, op. cit.,
p. 38.
El historiador, artesano en su taller 231
2
Para los problemas que plantean las diferentes lógicas de la historia y la
justicia en un tiempo de pasados traumáticos, interesan, entre otros, los dossiers:
«Vérité judiciaire, vérité historique», Le Debat, 102 (noviembre de 1998); «Verité
historique, vérité judiciaire», Droit et Société, 38 (1998), y «Vérité, justice, recon-
ciliation. Les dilemmes de la justice transitionelle», Mouvementes des idées et des
luttes, marzo-mayo de 2008. También Carlo GINZBURG, El juez y el historiador.
Acotaciones al margen del caso Sofri, Madrid, Anaya-Muchnick, 1993.
232 Santos Juliá
3
Algo que se sabe décadas antes de que Alun MUNSLOW (Deconstructing his-
tory, Londres, Routledge, 1997, p. 162) llamara la atención sobre el particular.
El historiador, artesano en su taller 233
4
Lucien FEBVRE, «De 1892 a 1933. Examen de conciencia de una historia y de
un historiador», en Combates por la historia, Barcelona, Ariel, 1970, p. 21.
234 Santos Juliá
5
Pere BOSCH GIMPERA, «España», en Pedro RUIZ TORRES (ed.), Discursos sobre
la historia, Valencia, Universitat de València, 2000, p. 346, y José María JOVER,
«Conciencia burguesa y conciencia obrera en la España contemporánea» [1951],
en Política, diplomacia y humanismo popular, Madrid, Taurus, 1976, p. 48.
6
De Perry ANDERSON, «On emplotment: two kinds of ruin»; de Carlo GINZ-
BURG, «Just one witness», ambos en Saul FRIEDLANDER (ed.), Probing the limits of
representation. Nazism and the «Final Solution», Cambridge, Harvard University
Press, 1992, pp. 54-65 y 82-96, respectivamente.
El historiador, artesano en su taller 235
tightly in check by the voices of the past, dicho así, en inglés, por-
que la edición española de este libro precioso arruina por com-
pleto la fuerza de la expresión cuando libremente traduce: «lo
que aquí ofrezco es, en parte, una invención, pero una invención
canalizada por una atenta escucha del pasado» 7. No, no es una
invención cualquiera sino su invención —my invention— que
no está canalizada por la escucha del pasado, sino controlada
firme, severamente, por las voces del pasado. El sujeto que con-
trola severamente es la voz misma del pasado, dotada de vida
propia; el que escucha será el historiador, cuya invención no
puede, no debe, estar controlada por su propia escucha, por su
propio oído, sino por la voz que hasta él llega. Lo real, escribe
Funkenstein, es en un sentido lo que escapa a nuestro control,
en otro lo que nosotros construimos: sólo porque el historiador
reconoce las constricciones de la realidad podrá trabajar con
ella, manipularla 8, construirla al escribirla.
Y ahí radica buena parte de la sustancia y, sí, de la grandeza
de nuestro oficio: no que sea cincuenta por cien hechos y cin-
cuenta por cien invención, como respondía François Furet, y se
mostraba de acuerdo Jacques Le Goff, a un pregunta de Alain
Finkielkraut 9. No se trata de porcentajes ni tampoco de líneas
divisorias: hasta aquí indagación o descripción, hasta aquí em-
pirismo, desde aquí invención, narración, representación. En la
reminiscencia —escribió Ortega hace un siglo— se presentan las
cosas por sí mismas; en la historia las recreamos nosotros total-
mente 10. El relato en el que finalmente se presenta el producto
de nuestro oficio es una recreación, una invención, totalmente:
7
Natalie Z. DAVIS, El regreso de Martin Guerre, Barcelona, Antoni Bosch,
1984, p. 5 [mejor para esto, The return of Martin Guerre, Cambridge, Ms., Harvard
University Press, 1983].
8
Amos FUNKENSTEIN, «History, counterhistory and narrative», en FRIEDLAN-
DER, Probing the limits, op. cit., pp. 68-69.
9
«Michelet, la France et les historiens. Entretien avec François Furet et
Jacques Le Goff», en Alain FINKIELKRAUT (dir.), Qu’est-ce que la France, París,
Gallimard, 2007, p. 244.
10
José ORTEGA, «Una polémica. I. La visión de la historia. San Pedro y San
Pablo», El Imparcial, 6 de octubre de 1910.
236 Santos Juliá
11
Me refiero al célebre y muy sugerente estudio de Hayden WHITE, Metahis-
toria. La imaginación histórica en la Europa del siglo XIX [1973], México, Fondo
de Cultura Económica, 1992, que en su «Introducción: La poética de la historia»
(pp. 13-50), establecía cuatro modos de tramar, otros cuatro de argumentación y
cuatro más de implicación ideológica, aparte de sus cuatro tropos retóricos.
El historiador, artesano en su taller 237