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CELAYA.

TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

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RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

SINOPSIS:

En la mayor parte de los artículos que conforman este


volumen, campea la inquietud por demostrar que la villa de
Celaya fue fundada el 1º de enero de 1571 y no el 12 de
octubre de 1570, cuando el virrey de la Nueva España,
Martín Enríquez de Almanza, se limita a expedir la licencia
de fundación, que se efectúa de hecho y de derecho cuando
se constituye el primer Cabildo y se empiezan a repartir
los predios para el definitivo establecimiento de los
originarios pobladores españoles.
Para reforzar su alegato, Zamarroni Arroyose remite
a documentos de aquella época, muchos de los cuales están
transcritos o se presentan en forma facsimilar, formando
un corpus inapreciable que enriquece nuestra visión
de aquel período inaugural de la Puerta de Oro del Bajío.
En general sus argumentos son plenamente atendibles,
aunque están lastrados de un apasionamiento más propio
del escritor panfletario que del historiador riguroso,
susceptible de apelar a otros argumentos para combatir
mitos y prejuicios.
No obstante, sus aportaciones a la historiografía local
son de un extraordinario mérito para comprender
los años iniciales de nuestra comunidad.

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CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

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CELAYA.
TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

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RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

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CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Rafael Zamarroni Arroyo

CELAYA.
TRES SIGLOS
DE SU HISTORIA

Editora Mexicana de Periódicos,


Libros y Revistas, S.A.
México, 1987.

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RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

1ª Edición digital: 2007.

Capturó:
Juan M. Álvarez

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CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

PALABRAS DEL AUTOR

NOS ES GRATO dedicar este modesto libro, en que está contenida la


Historia de Celaya, correspondiente a sus tres primeros siglos de
existencia, a las juventudes estudiosas de hoy, que indudablemente
llegarán a formar parte activa de la intelectualidad celayense del
mañana, esperando que sabrán conservar el espíritu libre de tantas
ofuscaciones de que adolecen las actuales generaciones, ofuscaciones
que tuvieron su origen en viejas y falsas tradiciones, cuya veracidad
jamás podrán comprobar aquellas que aún las sustentan y las
difunden.
Así, pues, empezaremos por dar a conocer cómo nació en la mente
de don Martín Enríquez, visorrey de la Nueva España, la idea de que
se fundara una villa de españoles, en la extensa comarca del
"Mezquital de Apaseo", donde en 1570, incursionaban los indómitos
chichimecas.
También esperamos que nuestras informaciones, despierten en
dichas juventudes el más vivo interés, a fin de que a su tiempo, ellas
promuevan ante quien corresponda lo que se juzgue necesario, para
lograr que sean rectificados gravísimos errores que a partir de 1908,
deforman fundamentalmente la historia de nuestra ciudad, con unas
disparatadas inscripciones hechas en un monumento público erigido
en el Barrio del Zapote.
Ni remotamente crean ustedes que van a encontrar en nuestro
libro una obra literaria, sencillamente porque carecemos de la
inventiva que se requiere para crear situaciones con visos de
veracidad, pero sí les ofrecemos que en él encontrarán, quizá por
primera vez, la más fiel interpretación a los muchos documentos que
en más de veinte años de investigación continua, hemos logrado
consultar.
De ustedes, atentamente,
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO.

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RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

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CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

¿QUIÉN FUE EL AUTOR?

EL SR. RAFAEL Zamarroni Arroyo, ilustre guanajuatense, nació el 30


de julio de 1897 y murió en esta ciudad de Celaya el 7 de agosto de
1975.
Fue discípulo del gran historiador don Pedro González, autor de la
Geografía del Estado de Guanajuato.
A causa del ambiente y de la problemática de los años de su
juventud, hubo de empeñarse en el trabajo de telegrafista de la
Federación y llegó a ocupar puestos de primera importancia. En
efecto, fue telegrafista de la Presidencia de la República, al mando del
general Álvaro Obregón; labor que también desempeñó en los
períodos de los Presidentes Plutarco Elías Calles, Emilio Portes Gil y
Abelardo L. Rodríguez.
Se conservan cartas de estos mandatarios de la nación en las que
se reconoce el trabajo leal y eficaz del Sr. Zamarroni. Existe
igualmente un diploma póstumo en el mismo sentido.
El 19 de septiembre de 1932 contrajo nupcias con la Sra. Dolores
Suárez Rivera, en la ciudad de México, sus hijos son: Rafael
Guillermo, María Graciela y Alma Aurora.
Desde 1933 prestó sus servicios en la Secretaría de
Comunicaciones y Obras Públicas y en 1940 fue nombrado Jefe de
Inspectores de la Secretaría de Telecomunicaciones y Transportes. En
1946, contralor en el Departamento de Telecomunicaciones de la
Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas y luego recibió el
nombramiento de Jefe de Oficina en el mismo Departamento de
Telecomunicaciones.
Una vez jubilado en 1952, regresó a su Estado natal, donde obtuvo
el permiso oficial para establecer Radio Celaya, con las siglas X.E.Y.,
en la ciudad del mismo nombre. Más adelante adquirió los derechos
de la radiodifusora X.E.N.C., esto le dio oportunidad de cooperar con
los clubes de servicio social y de impulsar el deporte.
En el año de 1963 ingresó en la Sociedad Mexicana de Geografía y
Estadística; tanto amó a esta tierra llana, Celaya, que se dio a la tarea
de escribir una Historia de esta población apegada a la verdad y se
entregó a la investigación de documentos en los archivos locales, en el

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RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Archivo General de la Nación —allí tuve el honor de conocerlo—; en el


Archivo de Indias en Sevilla, España, etc.
Escribió los siguientes libros: Narraciones y Leyendas de Celaya
y del Bajío, el primer tomo en el año de 1959 y el segundo tomo en
1960, y Corralejo, Cuna del Libertador, en 1963, y dejó a la
posteridad estos apuntes que ahora se publican con el nombre de
Celaya. Tres siglos de su Historia, escrita con fundamento en
documentos auténticos.
En el año de 1974, la Asociación Nacional de Periodistas lo
nombró "Primer Cronista de la Ciudad", y recibió un diploma con el
texto siguiente:

ASOCIACIÓN NACIONAL DE PERIODISTAS

Otorga el presente Diploma al Ciudadano RAFAEL ZAMARRONI


ARROYO, por su brillante labor como CRONISTA DE CELAYA y defender
la libertad, la verdad y la justicia en el ejercicio profesional del
Periodismo.
México, D.F., 27 de Noviembre de 1974.

Escribió y editó, asimismo, dos monografías: Fundación de la


Villa de la Concepción de Zelaya y Descripción del Escudo de Armas
de la Muy Noble y Leal Ciudad de la Purísima Concepción de Zelaya.
Escribir Historia a base de documentos y no con pura
imaginación, es sin duda alguna, de gran valía; éste es el sello de los
historiadores auténticos.
Al publicarse su obra póstuma, la ciudad de Celaya aprecia y
agradece el empeño histórico de don Rafael, a quien recuerda con
estimación y afecto.
Celaya, Gto., a 6 de febrero de 1987.

LUIS MUÑOZ LEDO CABRERA.

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CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

CAPÍTULO I

ANTECEDENTES RELATIVOS
A LA FUNDACIÓN DE LA VILLA
DE "NTRA. SRA. DE LA CONCELSION
DE SELAIA"
(Textual)

EN LA PUBLICACIÓN mensual "Boletín", revista especializada, órgano


del Archivo Histórico Municipal de la ciudad de León, Gto., en su
número 43, correspondiente al 20 de julio de 1964, bajo el título de
"Datos para la Historia de León y del Estado", aparecen algunas
notas, entre las que figuran las siguientes:
"1568-1569.- En el período comprendido entre estos años, los
indomables chichimecas se alzaron atacando Comanja; asesinaron a
todos los españoles residentes, salvándose solamente el Padre Cura,
Presbítero Juan de Cuenca y el seglar Juan de Sayas que lo
acompañaba, gracias a que antes de la degollina había salido a ejercer
su ministerio en alguna de las estancias aledañas, o sea en el territorio
en que con posterioridad se fundaría la Villa de León.
1570.- Desplazándose de estas regiones hasta Xilotepec, los
chichimecas incursionaban peligrosamente, obligando al Virrey a que
urgiera al Ayuntamiento de la capital para que equipara otro ejército,
que saliera a someterlos y castigarlos. Indica el profesor W. Jiménez
Moreno, que Cavo, (Andrés Cavo historiador religioso de la Compañía
de Jesús, muy apegado a la verdad), sostiene que el propio Virrey
encabezó la hueste, que probablemente llegó hasta el lugar donde se
levanta Celaya, razón por la que ordenó que se poblara esa villa, como
ocurrió en 1571".
Efectivamente, en vista de las frecuentes y peligrosas incursiones
de los chichimecas que, como ya se dijo se prolongaban hasta
Xilotepec, cometiendo toda clase de depredaciones, y aún asesinando
con todo lujo de crueldad a cuanto español sorprendían fuera de los

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recintos amurallados de sus estancias, el Virrey Don Martín Enríquez,


exigió al Ayuntamiento de la ciudad de México, que levantara, armara
y pertrechara un ejército que saliera a combatirlos y escarmentarlos,
castigando con máxima dureza sus excesos. Nosotros también
estamos de acuerdo con el Historiador Andrés Cavo, en que fue el
propio Virrey Enríquez quien se puso al frente de la expedición,
llevando como lugarteniente al Doctor don Francisco de Sandi,
Alcalde de Corte y Cancillería de la Real Audiencia de México y
Teniente de Capitán General, saliendo de la ciudad de México en los
primeros días del mes de julio de 1570.
En su empeño por castigar a los indómitos chichimecas, no sólo
como lo deseaba el Virrey Enríquez, sino como en realidad éstos lo
merecían, no obstante que la libertad es sagrada y se debe defender a
como haya lugar, las tropas llegaron hasta la margen izquierda del río
de San Miguel, (hoy Río de la Laja), sin que pudieran continuar
adelante, debido a que por lo impetuoso y crecido, hubiera sido muy
peligroso tratar de vadear su corriente.
En vista de esa dificultad imprevista, y considerando que más
convenía esperar el descenso de las aguas, que dar un rodeo hasta la
villa de San Miguel, equivalente a caminar cuatro o cinco jornadas
además de las usuales para llegar hasta las minas de Guanajuato, el
Virrey Enríquez dispuso que allí se acampara, procediéndose desde
luego montar las tiendas y a descargar las impedimentas, que en una
expedición a regiones inhóspitas deben ser bastantes.
Después de que fue repartido el "rancho" de ese día, (comida que
se proporcionaba a los soldados), se dispuso que pequeñas patrullas,
compuestas por un oficial y cinco soldados, exploraban por los
montecillos cercanos, ya que los jefes superiores "sentían"
materialmente que todos sus movimientos eran vigilados; esto habría
que considerarlo como un efecto natural, ya que los indios también
contaban con un servicio de espionaje que para aquellas horas ya
tendría informados a sus jefes de que por el momento no había nada
que pudieran temer, ya que el enemigo se encontraba acampado a la
vera del Camino Real, frente al vado del Río de San Miguel. Hecho el
reconocimiento, todos los pelotones rindieron parte de "sin novedad",
sin embargo, en previsión de un sorpresivo ataque, se ordenó que los
sacos y cajas conteniendo los pertrechos consistentes en armas,

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parque y alimentos, se colocaran en semicírculo en la parte interior de


las tiendas, que en el exterior también fueron rodeadas por los carros
y carretas, atándose a éstas los ronzales a los que quedaría sujeta la
caballada. Terminada la tarea y no teniendo más que hacer, soldados
y oficiales se envolvieron en sus mantas, tendiéndose en el suelo para
dormir, usando como cabecera las monturas, poniendo al alcance de
la mano el sable y el arcabuz de pedernal... El tiempo transcurrió...
¿Cuánto?... sería imposible calcularlo cuando los relojes no existían,
ya que en aquella época, el tiempo tan sólo se regía por el sol; pero
esto no será óbice para informar que quizá en la madrugada, una
inquietante alarma se produjo, al escucharse que los caballos atados a
los carros, pateaban y relinchaban; tal parecía que algún extraño
tratara de acercarse a ellos; poco tiempo después, se empezó a
percibir en torno al campamento el ruido que produce el
desenfrenado galopar de cientos de caballos, mientras que en el
interior de éste, sin que nadie hubiera dado la voz de alarma, tropa y
oficiales se encontraban en pie de guerra, creyendo que el ataque de
los indios sería inminente. El Virrey se sentía feliz, porque al fin se
presentaba la oportunidad de ver la cara al enemigo y de medir sus
fuerzas con él; siguió transcurriendo el tiempo sin que el esperado
ataque se produjera, por lo que se ordenó una salida a paso redoblado
para dar una carga a bayoneta calada, mas al llegar a hacer contacto
con lo que se creía que era el enemigo, se vio que aquella caballada no
montaba jinete alguno, y que en lugar de repeler la agresión, daba
media vuelta, y asustada en exceso se alejaba hasta perderse entre las
frondas del cercano bosque... Cuando todos reían y festejaban el
"chasco" que les propinó una manada de yeguas cimarronas que había
pretendido sonsacar a la caballada del ejército, el Virrey don Martín
Enríquez se retiró a su tienda callado y pensativo, para seguir en ella
cavilando sobre la lección recibida, que lo acabó de convencer de que
los chichimecas eran muy hábiles para "hurtar el cuerpo", es decir,
para no presentar combate, conformándose con emboscar a las tropas
en los pasos difíciles para causarle unas cuantas bajas, huyendo
después a refugiarse en sus habituales madrigueras... Que los miles de
pesos gastados en levantar, armar y pertrechar magníficamente aquel
ejército, debieron invertirse en levantar y fundar por lo menos tres
villas de españoles, que bien guarnecidas y con suficientes vecinos, se

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encargarán de mantener a los indios dentro de las fronteras que


tenían señaladas, dándose así protección en los campos y seguridad
en los caminos...
Al día siguiente, que según nuestros cálculos debió de ser el 21 de
julio de 1570, ya que el Virrey con sus tropas llegó a las minas de
Guanajuato el 27 del mismo mes, se acercó a él un grupo de
estancieros y labradores del "Mezquital de Apaseo", extensa comarca
boscosa que abarca el territorio que hoy ocupan los municipios de
Apaseo el Alto, Apaseo el Grande, la parte media y norte de Celaya,
Comonfort y Cortazar, para pedirle la fundación de una villa de
españoles, donde pudieran juntarse a vivir en comunidad, a fin de
poner a salvo a sus familias de las frecuentes y peligrosas incursiones
chichimecas. De los documentos que más adelante daremos a
conocer, se desprende que el mencionado grupo estuvo integrado por
las siguientes personas: Juan Freire, el Viejo, Domingo de Silva, Lope
García, Gonzalo Jorge, Miguel Muñoz, Juan Gallego, Diego Pérez
Lemus, Francisco Ramírez, Basco Domínguez, Domingo Martín, Juan
Franco y Martín Hernández, este último nieto de Juan de Illanes, a
quien el segundo Virrey de la Nueva España, don Luis de Velasco, le
mercedó la estancia del Río, sitio donde seis meses después se haría la
fundación de la Villa de "SELAIA" (textual). Quien formuló la citada
petición a nombre de los españoles residentes en la región, fue
Domingo de Silva, acomodado propietario de la finca de labor
denominada "Hacienda de Silva", persona que ejerciendo cierta
preponderancia entre sus compañeros, fue designado primer Alcalde
de la citada villa.
En esta petición, resuelta en forma ambigua por el Virrey, ya que
éste se concretó a indicar a los solicitantes que sería estudiada y que
en su oportunidad se les daría a conocer el acuerdo que sobre ella
recayera, tuvo su apoyo el permiso de fundación de la citada villa,
expedido el 12 de octubre de ese mismo año de 1570, permiso que en
su parte inicial dice a la letra: "Don Martín Enríquez Visorrei
Gobernador e Capitán General por su Majestad en esta Nueva
España e Presidente de la Audiencia Real que en ella reside etc., por
cuanto por ciertos hombres españoles que dicen tener labrancas en
el mezquital de Apaseo me fue hecha relación que en el dicho
mezquital avía tierra cómoda y de disposición para fundar en ella

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una villa de españoles a los cuales se les pudiese dar tierras de rriego
y sequedad para en que sembrar trigo, maíz, viñas y olivares y otras
partes de donde redundaría gran bien y que por ser en tierras de
guerra donde andan levantados y revelados al servicio de Su
Majestad los indios chichimecas, guachichiles e guamares y de otras
naciones, fundándose la dicha villa sería mucha causa para
pacificar los dichos indios y asegurar los caminos e que avía más de
quarenta hombres españoles casados de acuerdo para poblar e vivir
y residir en ella y me pidieron mandase fundar la dicha villa y dar
título de ella con las preeminencias justas que suelen tener y se an
dado a las demás villas que en este Reino se han fundado, e que ellos
se irían a poblar e vivir en ella debaxo de las condiciones que para el
asiento y perpetuidad de ella se les pusiese...".
Al día siguiente, 22 de julio, una vez que las aguas del Río de San
Miguel (hoy de la Laja) volvieron a su acostumbrado nivel, y éste fue
vadeado por el Virrey Enríquez y sus tropas, se reanudó el
interrumpido viaje hacia las minas de Guanajuato...
Aquí abrimos un paréntesis para despertar en ustedes, amables
lectores, la primera gran inquietud, por medio de la siguiente
interrogación, cuya respuesta a primera vista parece muy sencilla,
pero que hasta ahora no ha habido quien la proporcione correcta,
debido a que las personas que han escrito algo sobre la Historia de
Celaya, son las más ignorantes de dicha Historia: ¿Aproximadamente
en qué lugar se encontraba instalada el 21 de julio de 1570, la tienda
de campaña del Virrey Enríquez, en la que fue entrevistado por un
grupo de estancieros y labradores del Mezquital de Apaseo, a fin de
solicitarle se fundara una villa de españoles en dicho mezquital?... Los
datos positivos existentes, dicen que el campamento del Virrey se
encontraba instalado a la vera del Camino Real entre la ciudad de
México y las minas de Guanajuato y Zacatecas, en la margen izquierda
del Río de San Miguel (hoy Río de la Laja), precisamente donde
existía el "vado" para cruzar su corriente. Hasta hoy no hemos
encontrado una persona celayense o no, que no esté en la creencia de
que dicho lugar existió aproximadamente donde se encuentra el
puente construido por Tresguerras, a tres cuartos de legua de la Plaza
Mayor de la ciudad de Celaya, lo cual es un error, ya que dicho "vado"
según nuestras particulares observaciones, debió encontrarse en las

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RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

proximidades de lo que ahora es la segunda fracción de Crespo, pero


que en 1570 eran terrenos eriales pertenecientes a una hacienda
denominada "El Guaje", siendo la distancia entre el Río San Miguel y
la Plaza de Armas de la villa de Nuestra Señora de la Concepción de
Celaya, de una legua un cuarto, equivalente aproximadamente a unos
seis o siete kilómetros, hacia el Poniente de la citada villa... ¿Qué fue
lo que motivó el cambio de ubicación del cauce del citado río hacia el
oriente?... Nada menos que una terrible inundación, ocurrida la noche
del 28 de junio de 1692, que causó la total destrucción del aledaño
pueblo de indios de Nuestra Señora de la Asunción, (hoy barrio del
Zapote). La desaparición total de este pueblo, se debió a que sus
propios habitantes se negaron rotundamente a reconstruirlo,
prefiriendo acomodarse en los demás barrios de la ya para entonces
ciudad de Celaya de la Purísima Concepción, o ausentarse para ir a
vivir en los pueblos más cercanos pertenecientes a la Provincia de
Acámbaro, siendo éstos San Miguel Octopan y San Francisco
Chamacuero, (hoy ciudad de Comonfort) que volver a sus antiguos
solares para no tener que enfrentarse nuevamente a las autoridades
celayenses, de cuyos malos tratos, intrigas y hasta persecuciones
obran en nuestro poder constancias irrefutables, entre ellas, una Real
Provisión, en que se prohíbe a los Alcaldes de Celaya trasponer los
linderos del citado pueblo, a donde concurrían a las altas horas de la
noche a vejar y humillar a los indios, sacándoles de paso los ocho o los
diez pesos, lo que nos hace suponer que dicha inundación fue
provocada intencionalmente por dichas autoridades a manera de
criminal venganza... Pero, será mejor que regresemos con el Virrey
Enríquez a las minas de Guanajuato, a donde hizo su "entrada
triunfal" el día 27 de julio de 1570, siendo apurada y apresuradamente
recibido por el Alcalde Mayor de las Minas, don Juan de Torres, en la
puerta misma de la Alcaldía Mayor, ya que todo mundo ignoraba
aquel intempestivo viaje de su Excelencia.
Dos o tres días después, ya reparados de las fatigas del viaje, se
reunieron el Virrey don Martín Enríquez, su lugarteniente, el
Teniente de Capitán General Dr. Francisco de Sandi, Alcalde de Corte
y Cancillería de la Real Audiencia de México, que como ya se ha dicho
acompañaba al Virrey; don Juan de Torres, Alcalde Mayor de las
Minas; el Comandante de la Guarnición de éstas, por cierto muy

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numerosa, ya que también era muy grande la responsabilidad que


sobre ella pesaba, porque debía mantener en seguridad los enormes
tesoros que en oro y plata se acumulaban en las bodegas de las
haciendas de Beneficio, sobre todo, durante la época de lluvias, en que
los caminos se encontraban intransitables y consecuentemente, las
"conductas" no iban a recogerlos para su conducción hasta la fortaleza
de San Juan de Ulúa, en el puerto Villa Rica de la Veracruz, donde
forzosamente tendrían que esperar el arribo y salida de la única flota
que habría de conducirlos hasta la ciudad de Sevilla, en los Reinos de
Castilla, convertida en puerto del Río Guadalquivir, donde aun se
encuentra la Torre del Oro, a la cual no podían llegar los grandes
galeones de la piratería inglesa, por la poca profundidad de sus aguas.
De las conversaciones que allí se tuvieron entre el Virrey y los
personajes mencionados, se llegó a la conclusión de que en vista de
que los chichimecas eran muy hábiles para "hurtar el cuerpo" —como
decía el Virrey—, o sea que siempre eludían presentar combate, la
mejor forma de evitar sus peligrosas y dañinas incursiones, era la de
obligarlos a que se mantuvieran dentro de las fronteras que tenían
señaladas, erigiendo en los lugares más estratégicos, dos o tres villas
de españoles bien guarnecidas y con suficientes vecinos, dando en
esta forma seguridad en los campos y protección en los caminos, y
existiendo la posibilidad de fundar en breve tiempo la primera villa en
el Mezquital de Apaseo, como lo solicitó al Virrey un grupo de
estancieros y labradores de aquella región, se convino en que ésta se
levantaría en el lugar más apropiado, pero cercano a donde se juntaba
el Camino Real de la ciudad de México a las minas de Guanajuato y
Zacatecas, con el que venía de las minas de San Luis Potosí, pasando
por las villas de San Felipe y San Miguel, comisionando allí mismo el
Virrey a su Lugarteniente, Teniente de Capital General don Francisco
de Sandi para que estableciendo su cuartel general en la citada villa de
San Miguel, con una parte del ejército que se dejaría a sus órdenes,
pacificara la comarca, eligiera el lugar más adecuado para establecer
la nueva población, la trazara señalando sitios para iglesia, casa de
cabildos, plaza, solares para los vecinos y otras cosas y se encargara
de organizar la gente que habría de poblarla conforme a los términos
establecidos por la ley, (Ordenanzas 4 y 8 del Título XII de la Nueva
Recopilación de Indias, vigentes desde 1542, precisamente para

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RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

reglamentar el capítulo de fundaciones; a don Juan de Torres, Alcalde


Mayor de las minas de Guanajuato, lo comisionó para que viera el
lugar elegido, le diera su parecer sobre si la fundación de la villa sería
en servicio de Dios y de su Majestad, y sin con dicha fundación no se
causaría perjuicio tan grande como para que no conviniera hacerla,
acordándose, además, que al entrar la primera villa en su completo
desarrollo, sería fundada la segunda, en el Valle de Señora,
precisamente en la frontera con los llanos chichimecas.
La fundación de esta segunda villa, que fue la de León de la Nueva
España, pone de manifiesto el error en que incurrió el grupo de
fanáticos religiosos que en 1908 erigió un monumento en el barrio del
Zapote, en una de cuyas inscripciones se asienta este disparate: "La
ciudad de Celaya (?) fue fundada por Cédula Real del Virrey Don
Martín Enríquez de Almanza, el 12 de Octubre de 1570...", mientras
que la Villa de León, de acuerdo con las Ordenanzas señaladas, al
amparo de un permiso expedido por el mismo Virrey Enríquez el 12
de diciembre de 1575, fue fundada por su primer Ayuntamiento,
constituido en Cabildo, el 20 de enero del siguiente año 1576,
haciéndose en esta forma, porque así lo prevenían las citadas
Ordenanzas, que además, disponían terminantemente que para
fundar una villa se requería que hubiera treinta vecinos, hombres
casados, que ya tuvieran firmado asiento de vecindad, en que se
obligaban a vivir durante diez años consecutivos en dicha villa,
requisito que en el caso de Celaya aun no estaba satisfecho el 12 de
octubre de 1570, en que el Virrey Enríquez sólo concedió licencia y
facultad para que fuera fundada la Villa de Celaya, en dicho sitio y
lugar (Estancia del Río en el Mezquital de Apaseo).
Dos días después, ya abastecido el ejército de todo aquello que
pudiera necesitar, encabezado por el Virrey, salió de regreso a la
ciudad de México, haciéndolo en esta ocasión, por el camino de las
Minas a la Villa de San Miguel, tanto para que su Lugarteniente se
quedara en dicha villa con parte de la tropa para desempeñar la
comisión conferida, como para evitar otra larga espera a fin de vadear
el río.
Mientras el Dr. don Francisco de Sandi, Alcalde de Corte y
Cancillería de la Real Audiencia de México y Teniente de Capitán
General iniciaba la difícil y peligrosa tarea de pacificar a los indios

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CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

rebeldes que se encontraban en la región del Mezquital de Apaseo, el


Virrey Don Martín Enríquez llegaba a la capital del Virreinato, a
mediados de agosto de 1570, llevando consigo como trofeos de guerra
a unos cuatro o cinco infantes que fueron abandonados por los
padres, en su precipitada huida de sus jacales en una ranchería de la
Sierra de Pénxamo, los cuales iban a ser internados en algún colegio
para convertirlos en gente civilizada. Una vez que el propio Virrey se
sintió reconfortado con las comodidades de la corte, se puso a rendir
un informe al Rey Felipe II, a quien con anterioridad había anunciado
la expedición que pensaba emprender, y aun cuando en su extensa
relación nada dice sobre el fracaso sufrido, no precisamente porque se
le hubiese derrotado, sino más bien porque se sentía humillado por
no haber podido castigar a los indios, a pesar de haber llevado consigo
numeroso y bien pertrechado ejército, diciendo en su citado informe,
lo que sintetizado asentamos a continuación: "...Son unos indios que
acá llaman chichimecas, a los cuales se juntan otros alzados y
rebelados al servicio de Dios y de su Majestad, y ha sido una plaga que
ha dado bien que entender en estos Reinos, porque estos habitan en la
tierra más larga y fragosa que hay acá, no bastarían porque ellos no
tiene asiento ni lugar cierto donde se les pueda hallar, sino que con
sus arcos y flechas, andan de un lugar a otro como venados,
sustentándose sólo de yerbas y raíces y polvos de animales que traen
en unas calabazas. Saben bien hurtar el cuerpo a los que suelen
buscarlos, y cuando los españoles piensan dar con ellos, están bien
lejos de allí y tienen mil astucias para buscar y hallar a los españoles,
hasta emboscarlos en pasos forzosos y caminos, y ansí hacen de
ordinario robos y muertes con crueldades increíbles, aunque para
remediarlo, se ha hecho siempre lo que se ha podido por mí y por la
Audiencia de aquí y la de Guadalajara, comunicando algunos
remedios con personas graves y religiosas, siendo personas
interesadas que tienen por allí haciendas, pero nunca ha sido
bastante, si su Majestad no determina mandar que sean asolados a
sangre y fuego...".
Así estaban las cosas en la ciudad capital de la Nueva España,
cuando el doctor don Francisco de Sandi, dando por terminados los
trabajos preliminares que se le habían encomendado, todos ellos
relacionados con la fundación de una villa de españoles en el

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RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Mezquital de Apaseo, el 11 de septiembre de 1570, desde la villa de


San Miguel, (hoy Allende), escribió una extensa carta al Virrey
Enríquez, proporcionándole la más amplia información, pero, como
las injurias del tiempo han destruido la primera parte de dicha carta,
trataremos de suplirla con lo que sobre el particular asienta dicho
Virrey en el Mandamiento por el cual concedió licencia y facultad
para que se llevara a cabo la citada fundación: "...Atento que el Doctor
Francisco de Sandi, Alcalde de esta Corte y Chancillería y mi
Teniente de Capitán General andaba en la dicha comarca en el
castigo y pacificación de los dichos indios alzados, le volví a cometer
el dicho negocio de que viese la parte y lugar donde más
cómodamente y sin menos perjuicio se podía fundar la dicha villa y
le señalase y trazase señalando sitio para iglesia, plaza, casas de
cabildo y solares para los vecinos y dehesa y exido y otras cosas, el
cual ansimismo en vista de lo susodicho hizo otras diligencias e
averiguaciones las cuales con su parecer envió ante mí, por lo que le
consta y parecer ser conveniente y necesario al servicio de Dios
Nuestro Señor y de Su Majestad y común utilidad que se fundara la
dicha Villa en el dicho Mezquital, cerca donde se juntan los ríos de
San Miguel y Apaseo, en una tierra arenisca, un poco alta, que está
en término de una estancia del dicho Gaspar de Salvago que llaman
del Río, al cual no le venía de la población más daño del valor del
sitio de dicha estancia, porque el ganado suyo no estaba allí
aquerenciado sino en otras estancias muchas que tenía cuatro
leguas de allí, el qual sitio de estancia se le podría mandar pagar por
él hasta cuatrocientos pesos de oro común, que averiguo por
información poder valer y que dicha parte y lugar era cerca de los
dichos ríos...", hasta aquí lo que dice el Virrey Enríquez en su permiso
de fundación, que se interrumpe porque ya se puede seguir
insertando la carta del doctor Sandi, que como ya se dijo está fechada
en la Villa de San Miguel, el 11 de septiembre de 1570, pero antes, a
manera de comentario, cabe abrir esta interrogación: ¿De dónde
sacan nuestros ilustres historiógrafos que el lugar en que se fundó
Celaya fue el antiguo poblado indígena de Nattahí, hoy barrio del
Zapote, que en 1570 no era más que el pueblo de indios de Nuestra
Señora de la Asunción?...

20
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

El Dr. don Francisco de Sandi en su carta del 11 de septiembre,


continúa diciendo así:
"...el río junto a la población tiene mucho pescado y muchos
cedros y sabinos y diferentes árboles para madera y muy buena tierra
y aparejo para hacer adobes y cerca piedra donde se puede hacer cal,
las tierras fértiles puédese sacar el Río de Apaseo a dar en el de San
Miguel más arriba para que el agua regáse mucha más tierra; el
asiento de la Villa lo tracé como vá en el Auto y envíe a Vuestra
Excelencia el proceso y todo para que mande lo que fuere servido.
Convendrá Vuestra Excelencia mande que los vecinos del Mezquital
que están esparcidos, se junten y congreguen a la Villa con pena; y
porque el ancón que hace el Río de San Miguel se tiene por mejor
tierra y dicen los labradores que está mal trazada ocupada, se reparta
bien teniendo respecto a los más antiguos poseedores como lo que
sobrare se puede dar a los que agora van a ser, se comenzará a medir
por la banda de Chamacuero y para en caso de lo que agora esté como
convenga se ha de dar a los vecinos que piden agora de nuevo con
baja de las caballerías que disque tiene Arteaga hasta dar en la Villa y
dar con el Río de San Miguel y con los labradores que agora están, de
manera que las suertes lleguen todas a descabezar al río y vayan hacia
el poniente, las demás suertes que faltasen se darán desde la Villa al
río debajo de esta banda del Norte. Esto es sin perjuicio de nadie; y de
la otra banda del Sur del río están estancias de Bernardino de
Bocanegra allí se puede dar una legua y propios de la Villa y para
potrero que esté cercado donde anden caballos sin que los lleven las
lleguas cimarronas".
"Entre los dos ríos y la acequia que ha de venir del río de Apaseo
al de San Miguel, se hace una isla estanciera o dehesa del común para
bueyes de arado. Toda la demás tierra es común en esta Nueva
España, que todos la pueden pascer con sus ganados y porque podría
ser inconveniente haber estancia cerca de la Villa, mandará Vuestra
Excelencia que una lega dentro en ella por ninguna banda puede
haber Estancia asentada aunque bien podían dormir dentro de ella los
ganados de los vecinos".
"Mandará Vuestra Excelencia dar a esta Villa jurisdicción civil y
criminal Mero Mixto Imperio cinco leguas a la redonda de cada
banda. En estos ríos hay mucha comodidad para hacer molinos; dará

21
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Vuestra Excelencia merced a quien los pidiere y convendría que sea a


los vecinos. A cada vecino le mande dar dos caballerías de tierra y una
suerte para huerta y otra para viña y un solar para casa de la cual
convendrá darles traza que sigan precisa porque sean mejores los
edificios de los vecinos que allí se poblarán. Van en esta plana, por
orden se les irá haciendo la merced".
"Las huertas se harán de la Villa para abajo, ende con el río, en
unas vegas, y allí también las viñas. Más largo escribo en otra carta a
Vuestra Excelencia mi Señoría Ilustrísima y muy Excelentísima
persona casa y estado de Vuestra Excelencia Dios guarde y aumente
como sus servidores desean.
"De San Miguel 11 de septiembre de 1570 años.- Ilustrísimo y Muy
Excelentísimo Señor.- Besa la mano de Vuestra Excelencia su
servidor.
El Doctor Francisco de Sandi.

Los vecinos que han de ir al Mezquital, a quienes se les ha de dar


tierras según Vuestra Excelencia ordenare, son:

Juan Rengel Núñez. Cristóbal Sánchez Carvajal.


Alonso Ortiz. Domingo Martín.
Diego Juárez. Juan Franco.
Francisco Ortiz. Francisco Ramos Adalid.
Juan Freire. Alonso Ramírez de Arteaga.
Domingo de Silva Rodrigo Contreras.
Alonso de Arteaga. Antón García Maldonado.
Lope García. Cristóbal Carballo.
Gonzalo Jorge. Martín Segura.
Miguel Muñóz. Juan Sánchez Sevillano.
Juan Gallego. Blas de Trujillo.
Francisco Páez. El Lic. Castañeda.
Diego Pérez Lemus. Rodrigo de Acosta.
Juan Martín. Martín Hernández.
Francisco Ramírez. Martín Alonso.
La Viuda de Beleño. Lázaro Páez.
Alonso Quesada. Lino Camacho.
Basco Domínguez. Son XXXV vecinos.

22
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Y sacado, corregido y concertado, etc., etc.


Cristóbal de Osorio.

Nota: El original obra en el volumen Núm. 674 del Ramo de Tierras, en


el Archivo General de la Nación, de cuyo documento se sacó a nuestra
costa la copia fotostática que aquí se reproduce.

23
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO II

EL PERMISO DE FUNDACIÓN

RECIBIDA por el Virrey Enríquez la carta que antecede, éste hizo


llamar a su secretario de Gobernación, don Juan de la Cueva, a quien
se la entregó, recomendándole que librara sus órdenes a fin de que a
la mayor brevedad se expidiera el permiso de fundación para la Villa
que ya se había acordado sería erigida en el Mezquital de Apaseo,
siendo en esta ocasión, cuando ambos personajes estaban poniendo
de acuerdo sobre los pormenores, condiciones y circunstancias con
que se debería expedir el citado permiso, cuando don Juan de la
Cueva solicitó de su Excelencia la debida autorización para que a la
referida Villa se le diera el nombre de la taumaturga Imagen de la
Madre de Dios, que era venerada en "Zelaya o San Pedro de Mendeja"
su tierra natal, en el Reyno de Vizcaya, donde desde tiempo
inmemorial se le rendía culto bajo la advocación de "Nuestra Señora
de la Concepción de Zelaya", y como para ello no hubiera ningún
inconveniente, el Virrey accedió gustoso a conceder la citada petición.
De una cosa tan sencilla como fue la de aplicar el nombre de Nuestra
Señora Purísima a la Villa que se iba a fundar, el implacable correr de
los siglos que borra el verdadero origen de las cosas, la intromisión
del clero en la historia de Celaya y la supuesta carencia de
documentos, pretexto al que se acogieron nuestros ilustres
historiógrafos, porque si bien es cierto que en Celaya no los hay,
porque se vendió por kilos el Archivo Histórico de la ciudad, abundan
en las fuentes oficiales, sólo que lo difícil es dar con ellos y sobre todo
saber interpretarlos, lo cual denota que ésta es la razón principal por
la cual no se ha practicado una investigación a fondo que impida que
nuestra historia se siga convirtiendo en un verdadero erradero, al
grado de que el ilustre "Comité Celaya IV Centenario 1970", pensó
muy seriamente en trasplantar a esta ciudad los Fueros de Vizcaya,
simbolizados en un tardío retoño del Árbol de Guernica, que se
plantaría en ella en memoria de los colonizadores vascos que la
fundaron, (?) teniendo sólo como base para llegar a esta conclusión,

24
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

que la voz "Zelaya", tiene por origen la lengua vascuense... ¿Quién, si


no nuestros ilustres historiógrafos, pese a su gran erudición, (citan no
menos de doscientas obras en su acervo bibliográfico), han sido los
más ignorantes, claro está, de la historia de Celaya que tiende a
desaparecer si las nuevas generaciones no la salvan del cúmulo de
disparates con que le han plagado?.
A pesar del interés que su Excelencia mostrara porque ese
permiso de fundación se despachara preferentemente, la eterna
inercia burocrática no podría fallar, siendo esta la razón por la cual
fue expedido hasta el 12 de octubre de 1570, y todavía ya firmado, se
tuvo que regresar a la Secretaría de Gobernación para que fuera
asentado en los libros de registro, y por último, ya en poder del
enviado especial que debería conducir dicho pliego hasta la Villa de
San Miguel, (hoy Allende), donde los seguía esperando el Dr. don
Francisco de Sandi Alcalde de Corte y Cancillería de la Real Audiencia
de México y Teniente de Capitán General, para proseguir los "Autos"
de fundación como se lo dejó ordenado el Virrey, determinó dicho
enviado que siendo tan largo y peligroso el camino que tenía que
recorrer, para no exponerse a perder la vida en una emboscada
chichimeca, decidió esperar la salida de la próxima "recua", que no
era otra cosa que un grupo de veinticinco a treinta arrieros,
perfectamente montados y armados, los cuales conducían una partida
hasta de cien acémilas, cargadas con las más heterogéneas
mercancías: aceite, vino, especias y ultramarinos para el activo
comercio; pólvora y otros explosivos para las minas y el
imprescindible azogue destinado a las haciendas de beneficio, siendo
ésta la razón principal por la que dicho enviado llegó a su destino
hasta los primeros días de noviembre.
En cuanto el importante documento llegó a manos del doctor
Sandi, éste envió emisarios para que convocaran a los presuntos
"vecinos" con que sería poblada la villa, a fin de que se presentaran el
próximo día 15 del mismo mes de noviembre, a las diez de la mañana,
en el portal exterior de la casa solariega perteneciente a la Estancia
del Río, con objeto de hacerles saber las prerrogativas y obligaciones
que iban a adquirir en su carácter de fundadores y primeros
pobladores de la nueva Villa.

25
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Con objeto de que nuestros lectores conozcan previamente el


documento a que le daría lectura, insertamos a continuación una
reproducción facsimilar del mismo y a continuación, su traducción
paleográfica, que es la siguiente, libre de mutilaciones y
mixtificaciones que posteriormente se le han hecho, a fin de adaptarlo
a las conveniencias de las partes interesadas.
La traducción paleográfica a que nos hemos referido, dice así:
DON MARTÍN ENRÍQUEZ Visorrey Gobernador e Capitán
General por Su Majestad en esta Nueva España y Presidente de la
Audiencia Real que en ella reside, etc. Por cuanto por ciertos hombres
españoles que dicen tener labranza en el Mezquital de Apaseo me fue
fecha relación que en el dicho Mezquital había tierra cómoda y de
disposición para fundar en ella una Villa de españoles a los cuales se
pudiese dar tierras de riego y sequedad para en que sembrar trigo,
maíz, viñas, olivares y otras cosas y solares y suertes de tierra para
huertas y estaban en comarca donde se proveerían de bastimentos las
minas de Guanajuato, Zacatecas y las Villas de San Felipe y San Migue
y otras partes de que redundaría gran bien y que por ser en tierras de
guerra donde andaban levantados y rebelados del servicio de Su
Majestad los indios chichimecas, guachichiles y guamares y otras
naciones, fundándose la dicha Villa sería mucha causa para pacificar
los dichos indios y asegurar los caminos y que había más de cuarenta
hombres españoles casados de acuerdo para poblar y vivir y residir en
ella y me pidieron mandase fundar la dicha Villa y dar título de ella
con las preeminencias justas que suelen tener y se han dado a las
demás Villas que en este Reino se han fundado y que ellos se irían a
poblar y vivir en ella debajo de las condiciones para el asiento y
perpetuidad de ella se les pusiese y por mi se cometió Juan de Torres
Alcalde Mayor de las Minas de Guanajuato comarcanas al dicho
Mezquital e viese la parte y lugar donde se podría fundar la dicha Villa
y si sería conveniente y necesario al servicio de Su Majestad y
pacificación de los dichos indios y seguridad de los caminos que se
fundase y si de ese fundar vendría dañoso perjuicio que fuese tan
bastante que no conviniese hacerse el cual cerca de ello y de cierta
contradicción que Gaspar Salvago hizo ser en perjuicio de ciertas
estancias suyas hizo ciertas diligencias y averiguaciones las cuales con
su parecer envió ante mi vistas asentó que el doctor Francisco de

26
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Sandi, Alcalde de esta Corte y Cancillería y mi Teniente de Capitán


General andava en la dicha comarca en el castigo y pacificación de los
dichos indios alzados le volvía a someter el dicho negocio de que viese
la parte y lugar donde más cómodamente y sin menos perjuicios se
podrían fundar la dicha Villa y la señalase y trazase señalando sitio
para Iglesia, plaza, Casas de Cabildo y solares para los vecinos y
dehesa y ejido y otras cosas el cual ansimismo en razón de lo
susodicho hizo otras diligencias y averiguaciones las cuales con su
parecer envió ante mi por lo cual consta y parecer ser conveniente y
necesario al servicio de Dios Nuestro Señor y de Su Majestad y
común utilidad que se hiciese y fundase la dicha Villa en el dicho
Mezquital, cerca donde se juntan los ríos de San Miguel y Apaseo en
una tierra arenisca, un poco alta en término de una estancia del
dicho Gaspar Salvago que llaman del Río al cual no le venía de la
población más daño del valor del sitio de la dicha estancia porque el
ganado suyo no estaba allí aquerenciado sino en otras estancias
muchas que tenía cuatro leguas de allí, el cual sitio de estancia se le
podría mandar pagar por el hasta cuatrocientos o quinientos pesos
de oro común que averiguo por información poder valer y que la
dicha parte y lugar era cerca de los dichos ríos a donde había mucho
pescado y cedros y sabinos y otros diferentes árboles para hacer
madera para las casas y muy buena tierra para hacer adobes y
ansimismo había piedra cerca del sitio para las dichas casas y para
poder hacer cal y las tierras eran fértiles y se podía sacar el río para
riego y para hacer molinos y que la dicha población será útil para la
defensa y pacificación de los dichos indios rebeldes lo cual todo visto
por mi por la presente doy licencia y facultad para que en la dicha
parte y lugar se haga y funde la dicha Villa y se pueble de españoles
conforme a la traza que el dicho Alcalde dejó fecha la cual dicha Villa
se llame e intitule La Villa de Nuestra Señora de la Concepción de
Selaia y los vecinos que en ella asentaren y vivieren llegando a
treinta hombres casados puedan juntarse y señalar Cabildo y parte
donde se junten y desde el día del año nuevo primero que viene del
año primero venidero de mil y quinientos y setenta y uno en
adelante habiendo oído una misa del Espíritu Santo elegir y
nombrar cuatro regidores los cuales después de nombrados y
elegidos nombren y elijan dos alcaldes ordinarios de los más viejos y

27
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

honrados que entre ellos hubiere los cuales conozcan de las casas
civiles y criminales que en la dicha Villa y cuatro leguas a la redonda
de ella se ofrecieren y ocurrieren las cuales cuatro leguas señalo por
jurisdicción a la dicha Villa sin perjuicio de tercero haciendo a las
partes justicia con que en los casos criminales no puedan proceder a
pena de muerte, en efusión de sangre ni mutilación de miembro sino
que en estos casos saquen los procesos y conclusos los remitan
quedando los delincuentes presos y a buen recaudo a los Alcaldes de
esta dicha Corte y Cancillería para que hagan justicia y no han de
tener jurisdicción sobre indios ningunos porque esto ha de ser la
jurisdicción de Alcalde Mayor que se pusiere para la dicha Villa el cual
ha de ser juez de los tales indios y conocer en prevención con los
dichos Alcaldes de los casos criminales y en apelación de ellos de los
civiles y los dichos Alcaldes y Regidores ante el escribano de su
Cabildo señalen a cada vecino dos caballerías de tierra y una suerte
para huerta y otra para viña y un solar para hacer casa obligándose
ante todas las cosas que estará en la dicha Villa de asiento diez años
continuos sopena de perder las dichas tierras, suertes y solar de lo
cual en constando de ausencia por cuatro meses sin tener licencia se
pueda hacer merced de ello a otra persona que allí viva y resida y
señalado con las dichas obligaciones lo envíen ante mi para que en
nombre de Su Majestad les haga merced de lo que ansí se le señale. La
cual dicha elección de Alcaldes y Regidores hagan cada un año el día
de Año Nuevo según dicho es eligiendo los Regidores que salieren a
los Regidores que hubieren de ser el año y esta dicha orden se guarde
en el entretanto que sobre el caso otra cosa se proveyere y mandare y
los tales electos usen desde luego de los oficios con que dentro de
treinta días siguientes lleven confirmación mía y ansimismo puedan
elegir un Alguacil Ejecutor que entienda de la ejecución de la justicia y
los que fueren un año elegidos salgan electos los que tuvieren más
votos y habiendo votos iguales vote el Alcalde Mayor si estuviere en la
dicha Villa y no lo estando el Alcalde que fuere primero electo y
nombrado y conforme a la dicha traza que el dicho Alcalde Mayor
dejó dada se comiencen a sentar y medir las dichas tierras por la
banda que dicen de Chamacuero y de presente a los primeros
pobladores se les señalen las dichas tierras como baja de las
caballerías que dizque tiene un Arteaga hasta dar en el sitio de la Villa

28
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

linde con el río de San Miguel y con los labradores que agora allí están
de manera que las suertes lleguen a todas a descabezar a el río y vayan
hacia el poniente y si faltaren suertes se den desde el sitio de la Villa el
río abajo a la banda del norte y de la dicha banda del río al sur señalen
una legua de tierra linde con el río de un cuarto de legua de ancho
para dehesa y ejido de la dicha Villa y para potrero el cual han de
cercar y para dehesa boyal una isla que se ha de hacer entre los dos
ríos y la acequia que ha de venir del Río de Apaseo al de San Miguel y
las suertes en unas vegas que hay de la Villa para abajo linde con el río
y todo después de fecho y señalada se me envíe para que lo apruebe y
confirme. Y mando que a la dicha Villa tenga y se le guarde todas las
exenciones preeminencias y libertades que a las demás villas de este
Reino y de los demás reinos de Su Majestad por ser villas y les
pertenecer y se les debe guardar de todo bien y cumplidamente sin
que falte cosa alguna y mando a todas las justicias de Su Majestad que
en la población y asiento de la dicha Villa no pongan ni consientan
poner embargo ni contradicción alguna antes den para ello todo el
favor y ayuda que fuere necesario con que ante todas las cosas los
dichos vecinos que en ella hubieren de asentar y poblar la dicha Villa
reservando en mi nombrar tercero no se conformando ellos y lo que
ellos juntos o el uno de ellos no se conformando con el tercero
apreciaren que vale sean obligados los dichos vecinos a lo pagar luego
al dicho Gaspar Salvago dando para ello desde luego y antes de que se
pueblen fianzas y seguridad bastante y mando a los labradores y
personas que tienen labranzas dentro de las dichas cuatro leguas que
se dan de jurisdicción a la dicha Villa que se junten en ella a vivir y
residir y hacer sus casas y asiento dentro de un año primero siguiente
so pena de perdimiento de las tales tierras y labranzas que en el dicho
término tuvieren. Fecho en México a doce días del mes de octubre de
mil quinientos y setenta años.- Don Martín Enríquez.- Por mandado
de Su Excelencia, Joan de Cueva.- Sacado del Libro de la Gobernación
y corregido.- Joan de Cueva".
El original de este "traslado" que debe haberse sacado en el año de
1578, obra en el volumen 678 del Ramo de Tierras en el Archivo
General de la Nación, y ha sido calificado por el Instituto Nacional de
Antropología e Historia, como documento "Auténtico", por lo que
habrá que darle fé a su contenido.

29
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Nos encontramos completamente seguros que desde el día 15 de


noviembre de 1570 en que por primera vez se dio a conocer a los
futuros "celayeños", (como entonces se les decía), el texto del permiso
de fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de
Celaya, durante más de cuatro siglos no ha habido nadie que conozca
el citado documento, como lo están viendo las actuales generaciones,
libre de componendas y mutilaciones, y como no hace mucho se nos
discutía que en las páginas 328 y 332 del primer tomo de la "Historia
de la Ciudad de Celaya", escrita por don Luis de Velasco y Mendoza en
1947, se encontraba transcrito el mismo documento sin que se
denotara ninguna alteración es muy conveniente aclarar que en su
parte fundamental, sí se encuentra mixtificado en la citada obra. En la
reproducción fotográfica que aquí publicamos, su segunda hoja se
inicia así: "...la dicha parte y lugar se haga y funde la dicha Villa y se
pueble de españoles conforme a la traza que el dicho Alcalde dejó
fecha la qual dicha Villa se llame e intitule la Villa de Nuestra Señora
de la Concepción de Selaia y los vecinos que en ella asentaren y
vivieren llegando a treinta hombres casados, pueden juntarse y
señalar Cabildo y parte donde se junten. Y desde el día de año nuevo
primero que viene del año primero venidero de mill y quinientos y
setenta y uno en adelante aviendo oído una misa del Espíritu Santo
elegir y nombrar quatro regidores, etc., etc. Mientras que en la citada
obra página 330, renglón catorce, el señor Velasco y Mendoza dice:
"...lo cual todo visto por mí por la presente doi licencia y facultad para
que en la dicha parte y lugar se funde la dicha Villa y se pueble de
españoles conforme a la traza que el dicho Alcalde dejó hecha, y dicha
Villa se llame e intitule la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de
Zalaya, e los vecinos que en ella asentaren y vivieren, llevando a
treinta hombres casados, pueden juntarse y señalar Cabildo y parte
donde se junten, desde el día de Año Nuevo en adelante, etc., etc." Si
lo anterior no es una clásica mutilación y mixtificación de un
documento, hechos con toda mala fe, no sabemos como podría
intitularse a un hecho de tal naturaleza, empleado para sacar avantes
los puntos de vista completamente infundados que se han venido
empleando para cambiar la fecha de fundación de la Villa de Celaya,
que no es otra que la del primero de enero de 1571, simbolizada en su
propio Escudo de Armas, según se dice en una relación hecha al rey

30
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Carlos IV el 15 de octubre de 1803, por el Escribano Real Público de


Cabildo y Guerra Don Joseph Bellojín y Fresnada, en la cual dice
"...más abajo un árbol de mezquite a cuya sombra se verificó el
primer cabildo de la fundación en la villa...".
Como a la fecha ya sería imposible que el autor de semejante
desacato hiciera una rectificación pública del error en que incurrió,
toca a la autoridad municipal hacer dicha rectificación, disponiendo
se retiren del monumento público erigido en el barrio del Zapote las
dolosas y mostrencas inscripciones, hechas por Juan Escobedo,
hombre de paja que jamás existió, ya que como era natural, ninguno
de los verdaderos autores quiso que allí figurara su nombre.

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RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO III

QUIÉNES FUERON
LOS FUNDADORES Y PRIMEROS
POBLADORES DE LA VILLA

EL 12 DE OCTUBRE de 1570, el Virrey Don Martín Enríquez, Visorrey,


Gobernador y Capitán General de la Nueva España, concedió licencia
y facultad para que en la Estancia del Río del Mezquital de Apaseo
fuera fundada una Villa de españoles, que se habría de poblar
conforme a la traza hecha por el Alcalde de Corte y Cancillería don
Francisco de Sandi, cuya Villa sería llamada e intitulada "La Villa de
Nuestra Señora de la Concelción de Selaia", (textual). Como ya se ha
dicho, el mencionado alcalde fue comisionado por el citado Virrey,
tanto para pacificar la comarca, donde andaban rebelados al servicio
de Su Majestad los chichimecas alzados, como para encargarse de
todo lo relativo a la citada fundación, que se pretendía ejecutar como
medio efectivo de proteger los caminos y evitar las frecuentes
incursiones de los indios, siendo éstas las razones que se tuvieron
para que el permiso de fundación mencionado, se remitiera
directamente a él, dirigido a la Villa de San Miguel, (hoy de Allende),
donde tenía establecido su cuartel general.
Debido a lo peligroso que hubiera resultado al mensajero,
portador del pliego de referencia, transitar enteramente solo por un
camino que no era más que una brecha abierta a través de los montes
por el Beato Sebastián de Aparicio para el tránsito de la arriería entre
la ciudad de México y las minas de Guanajuato y Zacatecas, camino
en que podía existir una acechanza oculta tras de cada matorral, el
correo mencionado forzosamente tuvo que esperar la salida de la
"recua", que era un grupo de veinticino o más arrieros, bien montados
y armados, que conducían hasta cien acémilas cargadas con los
"mantenimientos", consistentes en ropa, calzado, aceite, vino y otras
muchas mercancías destinadas al activo comercio de las minas, y el
azogue, herramientas y otros explosivos destinados a la extracción y
beneficio de los metales, en los "Reales" de Guanajuato, Zacatecas y

32
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

San Luis Potosí, y al abastecimiento de las Villas de San Felipe y San


Miguel, que iniciaron su existencia como simples "presidios" en 1542,
los cuales se establecieron en cumplimiento a las órdenes libradas por
el primer Virrey Don Antonio de Mendoza, siendo así como el enviado
especial conductor del permiso de fundación de la Villa de Zalaya,
como simple agregado a un grupo de arrieros arribó a San Miguel por
el diez de noviembre, ya que el Alcalde don Francisco de Sandi
convocó a los interesados en la Nueva fundación para reunirse el día
15 del mismo mes, en la Estancia del Río, en vista de que la mayoría
de los presuntos pobladores de la Villa, eran labradores y estancieros
de la región del Mezquital de Apaseo, quienes oportunamente se
presentaron para asistir a tal reunión que tuvo verificativo en el
portar exterior de la finca ganadera mencionada, llamado
posteriormente "Portal de Requena", quizá porque algún español de
ese apellido compró la casa solariega, denominación que fue olvidada
al transcurso del tiempo, para ser conocido y mencionado única y
exclusivamente con el remoquete de "Portal Chaparro", que pervivió
por lo menos durante dos siglos, hasta mediados del actual Siglo XX,
en que se le denominó "Portal Colunga", en memoria de un
gobernante guanajuatense.
Como estaba previsto en lo que hoy suele llamarse "Orden del
Día", la Asamblea se inició con la lectura de la provisión virreinal, por
la cual su Excelencia concedía licencia y facultad para que se efectuara
la citada fundación, y mientras por la voz del citado Escribano se fue
haciendo saber a los circunstantes el resultado de las diligencias y
averiguaciones practicadas por don Juan de Torres, Alcalde Mayor de
las Minas de Guanajuato, que envió con su parecer, y a lo asentado
por el Dr. don Francisco de Sandi, Alcalde de Corte y Cancillería de la
Real Audiencia de México y Teniente de Capitán General, en el
informe que le rindió al Virrey el 11 de septiembre de 1570, haciéndole
saber que la Villa ya estaba trazada conforme a sus instrucciones,
señalando sitios para iglesia, casas de cabildo, plaza, calles y solares
para los vecinos, así como ejido y dehesa boyal, la Audiencia venía
escuchando pasivamente, y siguió haciéndolo con cierto interés,
cuando el Virrey expresa: "...y visto todo por mí, por la presente doy
licencia y facultad para que en dicha parte y lugar, se haga y funde la
dicha villa, y se pueble de españoles conforme a la traza que el dicho

33
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Alcalde dejó fecha, la cual dicha villa se llame e intitule: "La Villa de
Nuestra Señora de la Consepción de Zalaya", y los vecinos que en
ella vivieren y asentaren, llegando a treinta hombres casados, pueden
juntarse y señalar Cabildo y parte donde se junten, y desde el día de
año nuevo primero que viene del año venidero de mil quinientos
setenta y uno en adelante, habiendo oído una Misa de Espíritu Santo,
elegir cuatro Regidores los cuales después de elegidos y nombrados,
elijan dos Alcaldes Ordinarios, de los más viejos y honrados que entre
ellos hubiere..." El interés volvió a decaer, cuando el Escribano
continuó leyendo las instrucciones que se dan a los citados Alcaldes
sobre la forma de impartir justicia, y se despierta nuevamente su
atención, cuando dicho Escribano dice: "...y sin proceder más
adelante, remitir las causas; a tal Alcalde Mayor, el cual con los dichos
Alcaldes y Regidores, entre el Escribano de su Cabildo, señalen a cada
vecino dos caballerías de tierra, una suerte para huerta, otra para viña
y un solar para hacer su casa, obligándose ante todas las cosas, que
estarán de asiento diez años continuos...", siendo en esta parte,
cuando se empiezan a escuchar algunos murmullos de desaprobación,
ya que a una parte de los presentes "vecinos", les ha parecido poca la
cantidad de tierras que se les mercedarán a modo de compensación:
Dos caballerías, que en la actualidad equivalen aproximadamente a
unas ochenta hectáreas, de las cuales, seguramente, una será de riego
y la otra de temporal; pero cuando el descontento llegó a su climax, lo
que se manifestó con ruidosas exclamaciones, fue al leerse la
penúltima cláusula, que a la letra dice: "...y mando a todas las
justicias de Su Majestad, que en la población y asiento de la dicha
villa, no pongan ni consientan poner embarazo ni contradicción
alguna, antes bien den todo favor y ayuda que fuese necesario, con
que ante todas las cosas, los dichos vecinos que hubieren de asentar
y poblar, o quienes el poder de los que lo pretendan hubiere,
nombren una persona y el dicho Gaspar Salvago otra, las cuales
aprecien el valor de dicho sitio de estancia, donde como dicho es, se
ha de asentar y poblar dicha villa, reservando en mi nombrar
tercero no se conformare con lo que el tercero apreciare que vale,
sean obligados los dichos vecinos a lo pagar luego al dicho Gaspar
de Salvago, dando luego y antes de que se pueble, fianzas y
seguridad estantes y mando...etc., etc...", siendo en este momento

34
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

cuando como si hubieran sido impulsados por un resorte, los


presuntos vecinos se levantaron de las vigas en que se encontraban
sentados, y en medio de la algarabía que produjo su ruidosa protesta,
se retractaron del compromiso que tenían contraído para poblar la
susodicha villa, diciendo que además de ser muy poco lo que se les
daba a modo de compensación por las molestias, peligros y sabe Dios
cuántos sacrificios pasados en compañía de sus familias, todavía
pretendía el superior Gobierno que fueran ellos los que de su propio
peculio, pagaran a Gaspar de Salvago el importe de su Estancia del
Río, sitio donde sería fundada la villa, provocando una verdadera
desbandada, aquellos individuos llenos de indignación, montaron en
sus cabalgaduras, retirándose a sus lugares de origen...
Pese al descontento general provocado por la inconsecuencia del
Virrey que así aplicaba el adagio que reza: "El que quiera azul celeste,
que le cueste...", hubo un pequeño grupo de presuntos pobladores que
después de parlamentar entre sí, acordó volver a la finca para
entrevistar al doctor don Francisco de Sandi, a quien le expusieron
que ellos no estaban conformes con el procedimiento bochornoso que
habían seguido algunos de sus compañeros, y que le suplicaban que
siguieran adelante los "autos", comprometiéndose ellos a pagar al
susodicho Salvago el importe de su Estancia del Río, y a reunir entre
sus parientes y amigos el número de vecinos requeridos por la Ley
para la fundación de una villa, antes del vencimiento del término
señalado por su Excelencia el Señor Virrey para efectuar la elección
del primer Ayuntamiento, el Día de Año Nuevo, primero de enero de
mil quinientos setenta y uno.
Como Alcalde de Corte y Cancillería don Francisco de Sandi
tampoco le convenía que por la inconsecuencia de algunas gentes se
entorpeciera la fundación de la villa que tanto interesaba al Virrey,
aceptó la solución que se le propuso, sin embargo, para asegurarse de
la buena fe con que aquel grupo procedía, dispuso que la reanudación
de los "autos" se iniciara con la legalización del contrato de compra-
venta de la Estancia del Río, según se dijo, para que los primeros
pobladores empezaran a edificar sus casas en los solares que se les
entregarían una vez que firmaran su asiento de vecindad, a reserva de
que el primer Ayuntamiento les diera oficialmente la posesión, una
vez que aquel quedara integrado.

35
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Como consideramos que sería injusto seguir adelante sin


referirnos expresamente al grupo que propuso la solución aceptada,
debemos informar que éste estuvo integrado por los mismos doce
estancieros y labradores del Mezquital de Apaseo, que a mediados de
julio anterior se había acercado al Virrey Enríquez para pedirle la
fundación de la villa, cuando éste se vio obligado a acampar con sus
tropas en la margen izquierda del Río de San Miguel, (hoy de La
Laja), durante dos o tres días, en tanto descendían de nivel sus turbias
aguas para poder vadearlo y continuar su camino hacia las minas de
Guanajuato, siendo éstos los siguientes: Juan Freire (el Viejo),
Domingo de Silva, Lope García, Gonzalo Jorge, Miguel Muñóz, Juan
Gállego, Diego Pérez Lemus, Francisco Ramírez, Basco Domínguez,
Domingo Martín, Juan Franco y Martín Hernández. La digna actitud
adoptada por dicho grupo, que a leguas denotaba la buena calidad
moral de sus componentes, fue quizá lo que contribuyó para que de
entre ellas se eligieran mes y medio después, a quienes deberían
integrar el primer Ayuntamiento de Celaya.
Por lo que respecta al grupo disidente, que no tuvo empacho en
retractarse del compromiso que había contraído bajo el señuelo de
obtener gratuitamente buenas tierras y magníficos solares paraformar
una heredad en una villa con un futuro halagador, ya que era la
primera que se iba a fundar sobre el Camino Real entre la ciudad de
México y las minas de Guanajuato, Zacatecas y San Luis Potosí, villa
que lógicamente sería la que se encargara de proveer de
mantenimientos a las citadas minas y a las villas de San Felipe y San
Miguel levantadas en zonas áridas, siendo su misión exclusivamente
la de dar protección al tránsito en los caminos hemos logrado
comprobar, que a excepción de Diego Juárez, que sólo tenía labranza
en el Mezquital, y Juan Martín, que era propietario de la hacienda que
hasta ahora lleva su nombre, si bien es cierto que en calidad de
"Poblado de Juan Martín", las veintiuna personas restantes, eran
vecinos del Pueblo de Apaseo, donde aun viviendo con
incomodidades, se consideraban a salvo de las fatídicas incursiones
chichimecas, que sólo llevaban por objeto adueñarse de las cosechas y
robar el ganado, dando muerte con las mayores crueldades a cuanto
español lograban sorprender fuera de los recintos fortificados de sus
estancias. Este grupo, justamente considerado como disidente, lo

36
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

integraron las siguientes personas: Juan Rangel Núñez, Alonso y


Francisco Ortiz, Alonso de Arteaga, (quien prefirió vender sus tierras
a Domingo de Silva, por no verse obligado a concentrarse a vivir en la
Villa, como deberían hacerlo quienes tuvieran tierras o labranzas
dentro de las cuatro leguas señaladas a ésta como jurisdicción),
Francisco Páez, la viuda de Beleño, Alonso Quesada, Cristóbal
Sánchez Carvajal, Francisco Ramos Adalid, Alonso Ramírez de
Arteaga, Rodrigo Contreras, Antón García Maldonado, Cristóbal
Carballo, Martín Segura, Juan Sánchez Sevillano, Blas de Trujillo, el
licenciado Castañeda, Rodrigo de Acosta, Martín Alonso, Lázaro Páez
y Lino Camacho.
En cumplimiento a su compromiso, el grupo de estancieros y
labradores que no quebrantaron la palabra empeñada, poco a poco
fueron presentando nuevos prospectos para suplir a los vecinos del
pueblo de Apaseo antes mencionados, llegando ya a veintinueve jefes
de familia, (hombres casados), los que para el treinta y uno de
diciembre de 1570 habían firmado Asiento de Vecindad, faltando uno
solamente para completar los treinta que se requerían para fundar
una villa, según lo dispuesto por las Ordenanzas 4 y 8 del Título XII
de la Nueva Recopilación de Indias, y lo ordenado por el Virrey
Enríquez en su licencia de fundación, a pesar de que había dos
hombres jóvenes dispuestos a firmar dicho Asiento, los hermanos
Sebastián y Toribio Díaz, los que venían gestionando ser admitidos
como vecinos, sin conseguirlo, debido a que el Escribano, don Alonso
Gutiérrez García no había querido verificarlo, en virtud de que ambos
interesados no habían podido comprobar que fueran casados, siendo
así como este funcionario, tan estricto en el cumplimiento de su
deber, para no entorpecer la elección del primer Ayuntamiento, que
debería verificarse al día siguiente, después de haberse celebrado la
Misa del Espíritu Santo, prefirió extender y firmar su propio asiento
de vecindad, comprometiéndose con los demás vecinos, a vivir en la
villa, por el término de diez años consecutivos, bajo pena de perder
sus bienes si se ausentaba, que transgredir, en forma alguna los
Ordenamientos mencionados, no obstante que a la postre resultó
inútil el sacrificio que hacía el Escribano, ya que al atardecer de ese
mismo día, último del año, acompañando al Alcalde de Corte y
Cancillería y Teniente de Capitán General, don Francisco de Sandi,

37
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

hizo acto de presencia don Antonio Martínez de Contreras, quien


fuera designado por el Virrey Alférez Real de la nueva villa, a fin de
que el primer Cabildo de la misma se pudiera constituir debidamente
integrado por las tres inseparables Potencias: La Justicia,
representada por los dos Alcaldes Ordinarios y el Alguacil Mayor; el
Consejo, compuesto por los cuatro Regidores o Concejales, y el
Regimiento, encarnado en la persona del Alférez Real.
Al dar a conocer el resultado de las elecciones verificadas en la
villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya, después de oír la
consabida Misa del Espíritu Santo, en que sería impetrada al Altísimo
su divina luz, el día de año nuevo primero que viene del año primero
venidero de mil quinientos setenta y uno, (textual en el permiso de
fundación), daremos a conocer la relación exacta de Fundadores y
Primeros Pobladores, tomada del acta que se levantó con motivo de la
entrega de tierras que se les mercedaron conforme al título de
Fundación... y el grupo de colonizadores vascos?..., éstos se quedaron
en el aire, pese al esfuerzo que hizo para corporizarlos el Muy Ilustre
"Comité Celaya IV Centenario 1970", que hasta en el nombre elegido
por sus miembros se equivocó, ya que dichos colonizadores vascos
sólo existieron en su imaginación, constituyendo uno de tantos
errores de que adolece la Historia de Celaya.

38
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

CAPÍTULO IV

REACCIONES PRODUCIDAS POR EL


PERMISO DE FUNDACIÓN

EL DOCE DE OCTUBRE de mil quinientos setenta, el cuarto Virrey de la


Nueva España, Don Martín Enríquez de Almanza, concedió licencia y
facultad para que en la Estancia del Río, del Mezquital de Apaseo, se
hiciera y fundara una Villa de españoles la que sería nombrada e
intitulada "La Villa de Nuestra Señora de la Concelcion de Selaia"
(textual) y a cuatrocientos años de distancia, a nosotros se nos ocurre
investigar las reacciones que indudablemente produjo en el ánimo de
sus primeros pobladores el contenido del citado documento, o si se
quiere, cuál fue el efecto causado en dichos primeros pobladores por
las prerrogativas y obligaciones impuestas por éste.
Desde luego, debemos suponer que en este caso tuvieron que
presentarse dos reacciones diametralmente opuestas, en primer lugar,
las del grupo integrado por los doce estancieros y labradores de la
región gente noble, fijodalgos venidos a menos o con tan mala suerte,
que nunca pudieron labrarse una fortuna, dedicados unos a las
crianzas en la fundación de la Villa, que vendría a resolver muchos de
sus problemas, de los cuales, el principal, era la sempiterna
inseguridad en el campo, donde siempre se encontraban expuestos
alas frecuentes y peligrosas incursiones chichimecas, lo que hizo que
su principal deseo consistiera en poder vivir en una población bien
guarnecida y protegida, donde uniendo sus esfuerzos, vecinos y
soldados, conjuntamente pudieran defenderse y rechazar los ataques
de los bárbaros. Este grupo, era el mismo que a mediados de julio
anterior se había acercado al Virrey Enríquez, cuando éste se vio
obligado a acampar con sus tropas en la margen izquierda del Río de
San Miguel (hoy de la Laja), en espera de que descendieran de nivel
sus turbias aguas, para vadearlo y proseguir su marcha hacia las
Minas de Guanajuato, en cuya entrevista le solicitaron la fundación de
una villa en el Mezquital de Apaseo, cuyo grupo de estancieros y
labradores fue integrado por Juan Freire, (el Viejo), Domingo de

39
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Silva, Lope García, Gonzalo Jorge, Miguel Muñóz, Juan Gállego,


Diego Pérez Lemus, Francisco Ramírez, Basco Domínguez, Domingo
Martín, Juan Franco y Martín Hernández, este último nieto de Juan
de Yllanes, a quien el Virrey Don Luis de Velasco mercedó en 1558, la
Estancia del Río, sitio donde se iba a efectuar la fundación, siendo
dicho Martín quien la vendió por una fruslería a Gaspar de Salvago,
incluyendo en la operación el poco ganado que él y su primo Martín
de Ortega, habían podido salvar del desastre sufrido en sus fincas del
Valle de Cuatzindeo, sacadas a remate por las monjas Clarisas de la
ciudad de México, por no haber podido pagar en tiempo un censo por
seis mil pesos, que con intereses, gastos y costas hicieron ascender a
treinta y ocho mil, cuyo censo Martín Hernández se había impuesto
para cubrir el importe de la dote de sus tres hermanas, que a la
muerte de sus padres, profesaron religiosas en el citado Convento, y
como no se presentara postor, las mencionadas monjas,
contraviniendo sus reglas, se adjudicaron las tres mejores haciendas
de aquella región: Santo Tomás, La Concepción y El Refugio, además,
un molino de harinas instalado en la hacienda de Santo Tomás, el que
era movido por las aguas del Río Lerma o Grande de Toluca, que
también irrigaban las tierras de las fincas mencionadas, consideradas
como de "pan llevar", por las enormes cosechas de trigo que
producían... y todo ello por la irrisoria suma de seis mil pesos que
fijaron como "dote" a las tres hermanas de Martín Hernández, que
profesaron como monjas bajo los arbitrarios nombres de Sor
Melchora, Sor Gaspara y Sor Baltazara...
Otro grupo, integrado por veintitrés vecinos del pueblo de Apaseo,
también fue interesado para que fuera a poblar la Villa por el doctor
don Francisco de Sandi, Alcalde de Corte y Cancillería de la Real
Audiencia de México y Teniente de Capitán General, comisionado por
el Virrey Enríquez para pacificar la comarca, elegir el lugar más
adecuado para fundar la villa, y trazarla, señalando sitios para iglesia,
casas de cabildos, plaza, solares para los vecinos y otras cosas. Las
personas que integraban este grupo y que fueron: Juan Rengel Núñez,
Alonso Ortiz, Alonso de Arteaga, Francisco Ortiz, Francisco Páez, la
Viuda de Beleño, Alonso Quesada, Cristóbal Sánchez Carbajal,
Francisco Ramos Adalid, Alonso Ramírez de Arteaga, Rodrigo
Contreras, Antón García Maldonado, Cristóbal Carballo, Martín

40
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Segura, Juan Sánchez Sevillano, Blas de Trujillo, el Licenciado


Castañeda, Rodrigo de Acosta, Martín Alonso, Lázaro Páez y Lino
Camacho, seguramente se encontraban en la creencia de que por el
solo hecho de cambiar su residencia del pueblo de Apaseo a la Villa
que se iba a fundar, todos y cada uno de ellos recibirían como merced
tres o cuatro caballerías de buenas tierras y magníficos solares para
viñas y huertas y posiblemente hasta una casa habitación, todo ello a
título de regalo gracioso, sin acordarse de que las mercedes otorgadas
eran a modo de compensación por las obligaciones que les imponía el
contrato de Asiento de Vecindad que deberían firmar ante Escribano,
por el cual se comprometían a vivir en la villa por el término de diez
años consecutivos, bajo pena de perder dichos bienes si se ausentaban
y... ¡Oh!... desengaño, en esta ocasión a pagar de su peculio a Gaspar
de Salvago el importe de su Estancia del Río, sitio donde se iba a
efectuar la repetida fundación...
Únicamente una reacción tuvieron conjuntamente los dos grupos:
el de la intranquilidad al ver que el tiempo transcurría y el Virrey
Enríquez no otorgaba la correspondiente licencia para que se llevara a
cabo la susodicha fundación, cuya demora a nosotros nos parece
ahora natural, si se atiende a que en aquella época no existía ningún
medio rápido de comunicación; que el peligro existente en los
caminos eran muchos, sobre todo, si se trataba de un correo
gubernamental, ya que éste siempre fue pertinazmente perseguido
tanto por los indios como por los maleantes. Debido a que el
mensajero enviado por el doctor Sandi con su carta del 11 de
septiembre tuvo que esperar en las Minas de Guanajuato el paso de
alguna "conducta" o "recua", procedente de las Minas de Zacatecas,
con destino a la ciudad de México, a este último lugar llegó a fines del
citado mes de septiembre, y una vez que la misiva se entregó en su
destino, se inició la pesada y larguísima cadena de trámites
burocráticos; recibida por el Virrey, éste esperó el día de "acuerdo"
con su secretario de la Gobernación; llegada esta fecha, se dispuso
todo lo relativo al permiso de fundación de la nueva villa, inclusive, se
acordó denominarla "Villa de Nuestra Señora de la Concepción de
Zalaya", porque don Juan de Cueva, secretario de Gobernación, era
natural de "Zalaya", en las montañas de las provincias Vascongadas.
A pesar del empeño puesto por el Virrey en que el permiso para esta

41
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

fundación se despachara a la brevedad posible, se formuló un


anteproyecto del documento de conformidad con las órdenes
especiales que dictara el Virrey, y lo previsto por las Ordenanzas 4 y 8
del Título XII de la Nueva Recopilación de Indias, vigentes desde
1524, para reglamentar el Capítulo de Fundaciones; aprobado dicho
anteproyecto, se formuló el documento original y pasó nuevamente a
la firma del propio Virrey, y todavía de allí, ya debidamente
rubricado, volvió a la Gobernación para su inscripción en los libros de
Registro y se sacaran los "traslados" o copias necesarias que se
enviarían desde el Consejo de Indias, para que su Majestad designara
Alcalde Mayor, hasta la Contaduría Mayor de la Real Hacienda para
que organizara la exacción de alcabalas. ¿Cuánto tiempo
calcularíamos para el desahogo de tanta diligencia?... ¿Unos ocho
días?... no es esto exagerado, así es que la licencia expedida el 12 de
octubre de 1570, fue entregada al mensajero que habría de conducirla
hasta la Villa de San Miguel, (hoy de Allende), allá por el día veinte
del citado mes de octubre...
El Alcalde de Corte y Cancillería de la Real Audiencia de México y
Teniente de Capitán General, don Francisco de Sandi, no podía faltar
a esa reunión, en que le darían a conocer a los presuntos pobladores
de la villa, las condiciones impuestas por el Virrey en el permiso de
fundación de la villa, así fue como además de la escolta que le
acompañó para seguridad personal, se presentó acompañado por el
Escribano de su Majestad, don Alonso Gutiérrez García, no sólo para
que diera testimonio de lo que allí se tratara, sino para que se hiciera
cargo de la prosecución de los "autos", o sean los trámites legales
relacionados con la fundación, que deberían continuar a renglón
seguido con la expedición y firma de las Escrituras de Asiento de
Vecindad, de todos y cada uno de los pseudo fundadores y primeros
pobladores, así como proceder a la formulación y firma del contrato
de compra-venta de la Estancia del Río, por el cual Gaspar de Salvago
vendía, y la Villa de Zalaya compraba dicho Sitio para Ganado Mayor
con superficie de una legua cuadrada, que serviría para la formación
del fundo Legal de dicha Villa, cuyo importe ya estaba convenido sería
de quinientos pesos de oro común, pagaderos a prorrata por los
propios "vecinos", aunque éstos no lo supieran todavía, tomándose en
cuenta que la fundación de la citada villa sería verificada como medio

42
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

efectivo de dar protección en los caminos y en el campo, evitando las


frecuentes incursiones de los indios cuyo gasto sería compensado a
éstos con las mercedes de tierras y solares que se les harían conforme
al Título de Fundación.
En lo que se llama "orden del día", la Asamblea se inició dando
lectura a la Provisión Virreinal, fechada el doce de octubre de mil
quinientos setenta, por la cual su Excelencia concedió licencia y
facultad para la fundación de la Villa, cuyo documento ya
transcribimos en el Capítulo Segundo.

43
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO V

LA FUNDACIÓN

NO OBSTANTE que aun no amanecía completamente, el día de Año


Nuevo, primero de enero de 1571, los caminos que convergían al
Mezquital de Apaseo, ya se veían muy transitados por personas que
usando los medios de transporte que tuvieron a su alcance, se dirigían
a la Estancia del Río, antigua finca ganadera estratégicamente situada
precisamente en el lugar en que se cruzaban los caminos que,
viniendo el uno de la ciudad de México, iba hacia las Minas de
Guanajuato y Zacatecas, el cual fue construido por el Beato Sebastián
de Aparicio, (1535-1539), quien se dedicaba al noble oficio de la
arriería, siendo beatificado por su Santidad Pío VI, por Decreto del 17
de mayo de 1798, y el segundo, que viniendo de la opulenta ciudad de
Valladolid, sede del Obispado de Michoacán, iba a las Minas de San
Luis Potosí, pasando por las villas de San Miguel y San Felipe; este
camino fue trazado por fray Juan de San Miguel... ¡Dos Santos con
muchas ganas de hacer méritos con tan difíciles tareas!... El
cruzamiento de los caminos mencionados, se verificaba exactamente
en el sitio que ahora ocupa el templo de Nuestra Señora de la Merced,
donde ya a fines del Siglo XVI, existía el "Mesón de Nuestra Señora",
en la esquina que formaban el citado Camino Real de San Luis, con la
calle de Linares; este Mesón fue donado a la Orden Militar de los
Mercedarios, para la construcción de su casa y templo, por los
sucesores del Alférez Real don Diego Basurto de la Pedriza,
cumpliendo con las disposiciones testamentarias de éste. Si hacemos
mención de lo anterior, es porque queremos recordar que en las
pláticas que tuvieron el Virrey don Martín Enríquez, don Juan de
Torres, Alcalde Mayor de las Minas de Guanajuato, y el Alcalde de
Corte y Cancillería don Francisco de Sandi, quien además era
Teniente de Capitán General, o sea el segundo del Virrey, cuyas
pláticas se verificaron en las citadas Minas de Guanajuato, a fines de
julio de 1570, se llegó a la conclusión que la única forma de dar
protección y seguridad en los caminos, era fundando por lo menos

44
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

tres villas de españoles, la primera, precisamente en el lugar donde


confluían los caminos de Zacatecas con el que iba a San Luis Potosí; la
segunda, en el Valle de Señora, en la frontera chichimeca y guachichil,
y la tercera, en un lugar intermedio, siendo así como por estrategia
militar, seis meses después era fundada la Villa de Nuestra Señora de
la Concepción de Zalaya, dándole por asiento la Estancia del Río,
comprada para ese objeto a Gaspar de Salvago; la licencia de
fundación fue expedida por el Virrey Enríquez el 12 de octubre de
1570, efectuándose dicha fundación el 1º. de enero de 1571; la segunda
villa que se fundó, fue la de León de la Nueva España, cuyo permiso
fue expedido el 12 de diciembre de 1575, ejecutado el 20 de enero de
1576, debido a que el documento fue recibido hasta el día 16 por el
doctor don Juan de Orozco, Alcalde de Corte y Cancillería y Teniente
de Capitán General, quien se encontraba en los llanos chichimecas,
tratando de someter a los indios, y por último, la Villa de Salamanca,
que por razones que nosotros ignoramos, fue fundada hasta el 6 de
enero de 1603. Todo lo anteriormente dicho, demuestra que la Villa
de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya, no era posible
edificarla o iniciar su edificación en el stio que ahora ocupa el barrio
del Zapote, donde ya en 1563 existía el pueblo de indios de "Santa
María de la Asunción", posteriormente denominada "Nuestra Señora
de la Asunción", para ponerlo a tono con el que se le asignó a la villa,
y en segundo lugar, porque la distancia existente entre dicho pueblo y
el cruzamiento de los caminos que estratégicamente se trataba de
proteger, era aproximadamente de una legua, en un terreno cubierto
por espesos montes. Curioso hubiera sido que la citada Villa de Zalaya
se fundara en un lugar y fecha equivocados, a pesar de estar presente
el representante del Virrey, siendo él quien eligió dicho lugar y trazó
la susodicha villa, y que fueron sus fundadores y primeros pobladores
quienes pagaron de su peculio los quinientos pesos, importe de la
Estancia del Río, comprada a Gaspar de Salvago para la formación de
su Fundo Legal... ¡A estos errores en que voluntariamente incurren
los señores historiógrafos, se les suele llamar parcialidad!....
Como hasta ahora no hemos dicho cuál era el objeto perseguido
por toda aquella gente que se dirigía a la Estancia del Río, al
amanecer del Día de Año Nuevo, primero de enero de 1571, debemos
informar que la inmensa mayoría iba sólo por la curiosidad de

45
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

presenciar un acontecimiento inusitado: la fundación de una villa de


españoles, que se verificaría unas horas después, y aun cuando la cita
era para las diez de la mañana, tal parecía que todas aquellas
personas hubieran sentido un gran deseo de madrugar, porque de la
antigua casona solariega, perteneciente a la Estancia del Río, finca
ganadera mercedada en 1558 por el primer Virrey de la Nueva
España, Don Antonio de Mendoza, al portugués don Juan de Yllanes.
No menos de doscientas personas eran las que se encontraban
reunidas allí, y como este número pudiera parecer exagerado, cabe
aclarar que, si bien es cierto que sólo treinta de ellas tenían firmado
asiento de vecindad en la nueva villa, también lo es que, de
conformidad con las leyes vigentes, (Ordenanzas 4 y 8 del Título XII
de la Nueva Recopilación de Indias), para fundar una villa se
requerían treinta vecinos como mínimo, que deberían ser "hombres
casados", por lo cual no puede existir exageración, si se considera que
todos tenían mujer e hijos, éstos casi siempre numerosos, si se
atiende a que en aquella época no existía la planeación familiar, por lo
que no era raro encontrar matrimonio en que se contaba la prole por
docenas, como el formado por don Juan Infante y su mujer doña
Catalina Samaniego, propietarios del Cortijo de San Juan de la Vega,
en cuyo matrimonio se procrearon doce hijos, más otros diez que
aportó doña Leonor, hermana de doña Catalina, al enviudar de don
Antonio Infante, hermano de don Juan, por cuyas razones, en aquel
"dichoso" hogar, existían veintidós vástagos que bien o mal, llevaban
el apellido de Infante Samaniego.
Serían aproximadamente las diez de la mañana, cuando salieron
de la antigua casona solariega de la estancia, donde estaban reunidos,
los treinta presuntos primeros pobladores de la villa, y unos diez
minutos después, jinetes en sendos enjaezados caballos, el doctor (en
leyes) don Francisco de Sandi, Alcalde de Corte y Cancillería de la
Real Audiencia de México y Teniente de Capitán General; el Caballero
don Nuño de Chávez, Encomendero por Su Majestad de los cincuenta
pueblos que integraban la provincia de Acámbaro, en cuyos términos
se encontraba la Estancia del Río, y el Alférez Real, don Antonio
Martínez de Contreras, sin cuya presencia el primer Ayuntamiento de
la Villa no podía constituirse en Cabildo, debido a que la ley prevenía
que éste debería estar integrado por las tres inseparables potencias:

46
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

La Justicia, representada por los dos Alcaldes; el Consejo encarnado


en los cuatro Regidores o Consejales y el Regimiento, representado
por el Alférez Real.
Tanto los treinta "vecinos", como los tres personajes indicados, se
dirigían a la Ermita del Señor del Zapote, en el cercano pueblo de
Santa María de la Asunción, lugar donde con anterioridad se había
acordado que se celebraría la "Misa del Espíritu Santo", que de
acuerdo con la ley y lo ordenado por el Virrey, debería anteceder a la
elección del primer Ayuntamiento de la villa, y... aun cuando no
quisiéramos decir lo que aquel a quien le preguntaron: ¿Porqué no
repican?, contestando: Verá usted, no se repica por muchísimas
razones; la primera: porque existía en varias leguas a la redonda, y el
clérigo agustino que la atendía, no podía celebrar más que tres Misas
en un día, como lo previenen los Cánones, también era el único en la
comarca, siendo dos de las misas bajo el rito señalado para la citada
"Misa del Espíritu Santo" que sólo se celebra el día de Año Nuevo, y
una con las solemnidades de "Acción de Gracias", hubo que hacer una
adecuada distribución, de acuerdo con el representante del Virrey, a
fin de que nadie se sintiera defraudado: La primera Misa del Espíritu
Santo, se celebraría en la Ermita del Señor del Zapote, asistiendo a
ella, los treinta "vecinos" de la villa, quienes tenían que elegir su
primer Ayuntamiento, así como los caciques y principales del pueblo,
sus electores naturales para elegir un alcalde y dos regidores que
deberían sustituir a los alientes de su república de indios; la segunda
Misa del Espíritu Santo, sería celebrada en San Miguel Octopan, para
que asistieran a ella los electores del propio pueblo y del de
Chamacuero, quienes también tenían que hacer sus elecciones, y por
último, la Misa de Acción de Gracias, que se celebraría en el solar
señalado en la "traza" para Casas de Cabildo de la Villa, después de
ser declarada la Fundación Legal de la misma. A esta Misa, que según
la "Relación", fue la primera que se ofreció al Eterno en el vasto
territorio de Celaya, asistió en pleno el Ilustre Cabildo, el Magnífico
Señor representante de su Excelencia, el Visorrey, Gobernador y
capitán General de esta Nueva España, los fundadores y primeros
pobladores de la villa, sus familias y demás asistentes al solemnísimo
acto de la fundación.

47
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

A las once en punto, si es que cabe la puntualidad, ya que ninguno


contaba con reloj, se inició la celebración de la primera "Misa del
Espíritu Santo" en la pequeña ermita del "Señor del Zapote". Imagen
que era sumamente venerada con fama de "aparecida", no sólo por los
naturales de aquel pueblo y de otros muchos de la provincia de
Acámbaro, sino también por los españoles residentes en aquella
región, debido a las circunstancias extraordinarias que concurrieron
en su "milagroso" hallazgo: Un grupo de naturales del pueblo de
Santa María de la Asunción, nombre primitivo que se le impuso al
ser fundado el primero de enero de mil quinientos sesenta y dos,
simultáneamente con San Miguel Octopan y San Francisco
Chamacuero, para que se juntaran a vivir en ellos todos los indios que
se encontraban diseminados en el Mezquital de Apaseo, en
cumplimiento a lo ordenado por Felipe II en su Real Cédula de
Reducción de Indios, expedida el 15 de febrero de 1560, grupo que al
regreso de la Villa de San Miguel, donde permanecieron algunos
meses ocupados en la reparación de los edificios públicos por órdenes
del Virrey, al pasar por "una barranca muy pedregosa que está al
descolgar del puerto que llaman de Chamacuero, vio que una imagen
de Cristo se encontraba abandonada, cubierta por la maleza que
crecía al pie de un árbol de zapote; lo extraordinario de aquel hallazgo
consistió en que dicha imagen se encontraba en un gran charco de
sangre ya coagulada, sangre que debió brotar de la herida que produjo
una flecha chichimeca hundida aun en su sacratísimo costado, sangre
con la que todo su cuerpo también estaba manchado...", esto es más o
menos lo que cuenta la "Relación de las Imágenes de Cristo que ya
eran veneradas en la Nueva España a mediados del Siglo XVI",
creyendo nosotros que la imagen del Señor del Zapote, fue
contemporánea de la que aun es venerada en el templo parroquial de
San Miguel (hoy de Allende), bajo la advocación del Señor de la
Conquista; que ambas eran transportadas por algunos religiosos
sacrificados por los indios chichimecas; que la sangre que las cubría y
la que estaba encharcada, perteneció a los citados mártires, de los
cuales, sólo un cuerpo y una imagen fueron recogidos por algunos
vecinos de la entonces Villa de San Miguel, mientras que el cuerpo del
segundo religioso desnudo y destrozado por los bárbaros, es de
suponerse que fue pasto de las fieras, a las que no les fue difícil

48
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

arrastrar hasta sus cubiles los pobres huesos... Si hemos narrado lo


anterior, es para que las actuales generaciones comprendan, cómo a
pesar de la discriminación que entonces existía para con los indios,
los españoles no tuvieron inconveniente en aceptar que la "Misa del
Espíritu Santo", que debería anteceder a la elección del primer
Ayuntamiento de la Villa, fuera celebrada en aquella humildísima
ermita, y lo emotivo que dicha ceremonia debe haber resultado para
quienes, como los fundadores y primeros pobladores de la Villa de
Zalaya, no era desconocida la patética historia de aquella Imagen,
ante la cual postrados, pedirían al Altísimo que iluminara su
entendimiento para hacer una buena elección de sus primeros
gobernantes...
Terminada la ceremonia religiosa, los treinta y un primeros
pobladores de la villa, porque hay que hacer notar que con
anterioridad a la celebración de la Misa, había ingresado al grupo de
éstos el Alférez Real designado por el Virrey Enríquez, don Antonio
Martínez de Contreras, grupo que rápidamente retornó al lugar ya
señalado en la "traza" para la Plaza Mayor, donde ya se encontraban
congregados los familiares y amigos de quienes dentro de unos
momentos, serían también los primeros "vecinos" de la dicha villa y...
Estando presentes éstos, el Alcalde de Corte y Cancillería de la Real
Audiencia de México y Teniente de Capitán General, doctor en Leyes
don Francisco de Sandi, y el Caballero don Nuño de Chávez,
Encomendero por su Majestad de los cincuenta pueblos de indios que
integraban la Provincia de Acámbaro, en cuyos términos se
encontraba ubicada la Estancia del Río. "...dicho muy magníficos
señores Jueces de Comisión, diputados por el Ilustrísimo Señor Don
Martín Enríquez, Visorrey, Gobernador e Capitán General de Esta
Nueva España E presidente de la Real Audiencia que en ella radica,
por virtud de Provisión que para ello tienen, que es la que de suso se
hace mención, Dijeron: Que por virtud de la dicha Provisión y
Mandamiento de Su Señoría Ilustrísima, son venidos a tomar
posesión del dicho sitio de Estancia que llaman del Río para asentar y
poblar a la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya, a
repartir solares, a los vecinos que lo son, como por su Señoría
Ilustrísima les es mandado, y en cumplimiento de ello, se apearon de
los caballos en que venían, y pasearon por el dicho sitio de la Plaza

49
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Mayor, de una parte a otra e de otra a otra, hollándolo con sus pies, e
cortando o arrancando con sus manos las ramas e yerbas que allí
había; e mandando limpiar a ciertos naturales el asiento de las Casas
de Cabildo, trazado al oriente de la dicha Plaza, todo en señal de
verdadera posesión por parte de la susodicha Villa de Nuestra Señora
de la Concepción de Zalaya, todo pacífica y quietamente, sin haber ni
parecer persona alguna que lo contradijese y perturbase, se procedió a
la elección del primer Ayuntamiento, en la forma que manda su
Excelencia en su mandamiento de fundación, fecho en México a doce
de octubre del Año del Señor de mil quinientos setenta...".
En seguida, el Escribano de Su Majestad, don Alonso Gutiérrez
García, a cuyo cargo habían venido corriendo todos los trámites y
"autos" de fundación, procedió a pasar lista de presente a los treinta y
un vecinos, que ya tenían firmada escritura de asiento de vecindad,
por la cual se habían obligado a vivir en la villa por el término de diez
años consecutivos, siendo las siguientes personas las que dieron
respuesta a su llamado, con la consabida voz de: ¡¡Presente!!...
Domingo de Silva; Pedro Sánchez de Alcalá, Martín de Ortega,
Francisco Arias, Juan Freire (el Viejo), Cristóbal Benítez, Miguel
Muñoz, Juan Gallego, Miguel Juan de Santillán, Gonzalo Díaz, Pedro
Hernández de los Reyes, Pedro González Peinado, Diego Pérez
Lemus, Domingo Martín, Juan Franco, Francisco de Aguilar, Pedro
del Olmo, Lope García, Francisco Ramírez, Martín Hernández, Miguel
Sánchez, Gonzalo Jorge, Juan Díaz, Frutos Delgado, Basco
Domínguez, Alonso Muñoz, Bartolomé de Orduña, Alonso García
Corona, Bautista Figueroa y Alonso Gutiérrez García, Escribano de Su
Majestad, quien también había firmado asiento de vecindad,
obligándose como los demás vecinos, a vivir en la villa por el término
de diez años consecutivos, en la creencia de que nadie más se
presentaría con dicho carácter, pretendió sacrificarse con el sólo fin
de completar los treinta vecinos, que conforme a lo previsto por la
ley, se requerían como mínimo para fundar una villa; además, en la
votación fue considerado el Alférez Real don Antonio Martínez de
Contreras, a pesar de no ser "vecino" de la villa porque nunca llegó a
vivir en ella, sino que cumplida su comisión, se regresó a la ciudad de
México, junto con el Alcalde de Corte y Cancillería, don Francisco de
Sandi.

50
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Una vez que se comprobó que el número de "vecinos" se


encontraba dentro de lo previsto por la Ley, se procedió a elegir a los
miembros del primer Ayuntamiento en la forma dispuesta por el
Virrey, en la parte relativa de su licencia de fundación, fechada el doce
de octubre de mil quinientos setenta, que a la letra dice lo siguiente:
"...y los vecinos que asentaren y vivieren en ella llegando a treinta
hombres casados, pueden juntarse y señalar cabildo y parte donde
se junten y desde el día de año nuevo primero venidero de
mil quinientos setenta y uno en adelante, habiendo oído una
misa del Espíritu Santo, elegir y nombrar cuatro regidores, los
cuales después de nombrados y elegidos, nombren y elijan dos
alcaldes ordinarios de los más viejos y honrados que entre ellos
hubiere, los cuales conozcan de las causas civiles y criminales, etc...",
siendo así como, cumpliendo con todos los requisitos establecidos por
la ley, reunidos los treinta y un vecinos, procedieron a elegir y
nombrar de entre ellos mismos, a los cuatro regidores; efectuado el
escrito correspondiente, del cual dio fe el Escribano Real don Alonso
Gutiérrez García, se encontró que las personas electas fueron las
siguientes: Miguel Juan de Santillán, Diego Pérez Lemus, Domingo
Martín y Lope García; reunidos estos cuatro regidores, después de
conferenciar brevemente entre sí, declaran que han acordado elegir y
nombrar a Domingo de Silva, como Alcalde Ordinario de primer voto,
y a don Juan Freire (el viejo), de segundo voto, y después de
conferenciar entre sí los seis personajes mencionados, designan
Alguacil Mayor a Francisco Ramírez, y reunidos los siete con el
Alférez Real, don Antonio Martínez de Contreras y el Escribano de su
Majestad don Alonso Gutiérrez García, queda integrado el Primer
Ayuntamiento de la Villa, el cual, a renglón seguido se constituye en
Cabildo a la sombra de un mezquite, a falta de Sala Capitular, para
declarar legalmente fundada la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zalaya.
Levantada el acta correspondiente, la cual quedó asentada en la
página ciento veinticinco del primer libro de Cabildos, según se
consigna en un documento que figura en el volumen 674 del Ramo de
Tierras, del Archivo General de la Nación y firmada por todos los que
en dicho acto intervinieron, el magnífico señor, comisionado por su
Excelencia el señor Virrey, acompañado por el Ilustre Cabildo, dio

51
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

posesión oficialmente a los treinta y un vecinos, del solar que les


correspondía para construir su casa, aun cuando algunos de ellos ya lo
tenían en su poder con autorización particular, a fin de que
construyeran algún albergue provisional, en tanto era edificada su
casa. La mayoría de los vecinos se acogió al plazo de un año, contado
del primero de enero de mil quinientos setenta y uno, que concedía el
permiso de fundación para quienes siendo propietarios de tierras y
labranzas dentro de las cuatro leguas a la redonda de jurisdicción
señalada a la villa, para que se mudaran a vivir en ella, tomando en
cuenta que el mes y medio existente entre la fecha en que se les dio a
conocer el mandamiento de fundación y la ejecución de ésta, era
completamente insuficiente, si se considera que tenían que proveerse
por sí mismos del material necesario: fabricar adobes en cantidad
suficiente y esperar a que se secaran, acercar piedra, cortar la madera
en el monte, labrar las vigas y tablazones para techar, y por último,
solicitaron de su Excelencia el señor Virrey que designara un Juez
Visitador que midiera y deslindara las tierras que conforme al Título
de Fundación serían mercedes a cada vecino, en este caso jueces y
parte, lo que se prestaría a que se dudara de su integridad, debido a
que las tierras no eran exactamente de la misma calidad, ni se
encontraban todas a igual distancia de las casas, con lo cual se evitaría
provocar inconformidades, mayormente que ninguno de los
beneficiarios estaba urgido de recibir dichas mercedes, ya que todos
contaban con lo suficiente para vivir modestamente en tanto se
efectuaba el reparto.
Tratando de evitar confusiones, sólo nos queda aclarar que el
clérigo celebrante de las Misas que antecedieron y precedieron a la
fundación de la Villa de Zalaya, fue agustino, conventual del
Monasterio de Guango, (hoy Villa Morelos), dependiente de la
Provincia Agustina de San Nicolás de Tolentino de Michoacán,
porque a pesar de que en el pueblo de Apaseo había dos o tres
religiosos franciscanos, éstos eran conventuales del Monasterio de
Santa María de Gracia en el pueblo de Acámbaro, el cual dependía de
la Provincia Franciscana de los Santos Apóstoles San Pedro y San
Pablo de Michoacán, y ni unos ni otros podían violar sus respetivas
jurisdicciones eclesiásticas; las dos Órdenes mencionadas hicieron
gestiones, promovieron influencias, y hasta pelearon por obtener la

52
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

licencia correspondiente para fundar un Monasterio en la


recientemente fundada Villa de Zalaya, y con ella, la exclusividad para
administrar los Sacramentos, no siendo sino hasta el 18 de noviembre
de 1574, cuando el Virrey don Martín Enríquez, concedió a los
franciscanos lo que éstos pedían, no sin ordenar al Ilustre Cabildo de
la villa que procediera a la inmediata expulsión de los clérigos
agustinos, de lo cual resulta que es un error del ilustre arquitecto don
Francisco Eduardo Tresguerras, que fue quien reestructuró en 1804 el
Escudo de Armas de su ciudad natal, colocando la figura de un fraile
franciscano bajo el histórico mezquite de la fundación, ya que el
sacerdote celebrante de la primera misa que se ofreció al Eterno en el
vasto territorio de Celaya, frase también del insigne celayense,
contenida en la "Relación de la Religiosa Acción de Gracias" que se
celebró con motivo de la terminación de la Guerra de la
Independencia, "Relación" que fue hecha por el Ilustre Ayuntamiento,
del cual Tresguerras era Regidor, al Virrey don Juan Ruiz de Apodaca,
publicada por "La Gaceta del Gobierno de México" en su número 65,
correspondiente al 23 de mayo de 1820.
Además, consideramos que es muy importante hacer notar a la
Honorable Comisión Revisora de la Historia de Celaya, que en el
Archivo General de la Nación, Ramo Clero Regular y Secular,
Volumen 189, Expediente 8, fojas 291 a 296, existe original una
Descripción del Escudo de Armas que de esta ciudad le formuló el
Ilustre Cabildo, pidiéndole se estableciera en ella la sede del Obispado
que se pretendía crear en la región, en cuya descripción, al referirse a
su campo central, se dice: "...más abajo un árbol de mezquite en
campo de plata, por haberse hecho a su sombra el primer cabildo de
la fundación de la villa..." Y como la mencionada "Relación" finaliza
así: "Todo lo cual así resulta y parece de los documentos que al
intento he reconocido y existen en el Archivo del Ylustre Cabildo que
son a mi cargo y de su orden, para que conste donde convenga, doy la
presente en esta ciudad de la Purísima Concepción de Celaya a quince
de octubre de mil ochocientos tres, siendo testigos Dn. Vicente
Carmona, Dn. Luis Malagón y José Francisco Lizalde.- Escribano
Real, Público de Cabildo y Guerra, Joseph Antonio Lizalde.- (Signo y
Rúbrica), cuya firma y signo certifican el Capitán de Ejército D. José
Bellojín y Fresneda, Subdelegado Justicia Mayor; Dn. José Ramón

53
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Guerra, Regidor Capitular y el Capitán de Milicias Provinciales D.


José Duro, Alcaldes Ordinarios de Primero y Segundo voto de esta
ciudad, y por último, una copia fotostática de dicho documento que
obra en nuestro poder, ha sido verificada por el Instituto Nacional de
Antropología e Historia, quien la califica de documento auténtico, a
nuestro juicio tiene la fuerza legal suficiente no sólo para rectificar el
doloso contenido de las inscripciones hechas en un monumento
público, erigido en el barrio del Zapote, el 12 de octubre de 1908, sino
para rectificar públicamente por sus autores, pero como éstos a la
fecha ya no existen y buen cuidado tuvieron de hacer aparecer como
autor a un hombre de paja, Juan Escobedo, que según allí se dice
"costeó y terminó el referido monumento", lo más conveniente sería
sustituir las inscripciones por unas más adecuadas que expongan la
verdad, sin tratar de destruir la columna, ya que esto produciría
efectos negativos.
El acta de fundación de la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zelaya la insertamos a continuación:
"Yo Dn. Beltrán González de la Mora, Escribano Pbco. del Pueblo
de Appasseo doi fee q' oi dia de año nuevo primero de henero de mily
quinientos setenta y un años cumpliendo con el mandamto. de su
Exa. el Señor Visorrei Governador e Capitan General de estos Reinos;
después de aver oido una Missa del Espiritu Sancto asta quarenta
hombres casados e fundaron la Villa de Ntra. Sra. de la Concepción de
Zalaya i aviendo echo elección por mandado de su Exa. nombraron
Regidores Capitulares de la dha Villa a Dn. Miguel Juan de Santillana,
Dn. Diego Peres Lemos, Dn. Domingo Martines e Dn. Lepe Garsoa y
entre estos quatro eligieron Alcalde Ordo. de primer boto a Dn.
Domingo de Silba e de segundo boto a Dn. Juan Freire i para que
conste por Antemi doi fee. Dn. Beltrán Gonzalez de la Mora.-
Escribano Pbco. (Rúbrica)".
Y para verdad losione.

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CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

CAPÍTULO VI

EL REPARTO DE LAS TIERRAS


MERCEDADAS

UNA VEZ TERMINADA la ceremonia con que se efectuó la fundación de


la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya, hecha a la
sombra de un mezquite a falta de Sala Capitular, así como efectuando
el reparto de solares para casas de morada en la forma que lo dispuso
el Virrey don Martín Enríquez en su licencia de fundación expedida el
12 de octubre de 1570, o sea con la intervención de Ilustre Cabildo, en
presencia de su Escribano y con asistencia del Representante del
propio Virrey, doctor don Francisco de Sandi, Alcalde de Corte y
Cancillería de la Real Audiencia de México y Teniente de Capitán
General, éste empezó a ultimar sus preparativos para salir a primera
hora del día siguiente a la Villa de San Miguel, a donde iría a recoger
la impedimenta y el resto de las tropas que tenía allí acuarteladas, a
fin de retornar cuanto antes a la capital del Virreinato, de cuya ciudad
hacía seis meses que se había ausentado, debido a que, como se
recordará, fue en los primeros días de julio de 1570, cuando salió de
ella acompañando al Virrey Enríquez, que se había empeñado en
ponerse al frente del ejército que levantó y pertrechó el Ilustre
Ayuntamiento de la ciudad de México para salir a la Tierra Adentro al
castigo y pacificación de los indios chichimecas que se habían
rebelado al servicio de su Majestad, y que en el mes de enero anterior
asesinaron a todos los habitantes españoles de las Minas de Comanja,
emprendiendo en seguida una peligrosa incursión, que se prolongó
hasta el pueblo de Xilotepec, causando daños y depredaciones en
cuanta finca estanciera encontraron a su paso; y como también se
recordará, dicha expedición punitiva resultó un verdadero fracaso, no
precisamente porque hubieran sido derrotadas las numerosas fuerzas
que seguían al Virrey, sino porque en todo el recorrido de la citada
expedición, no se encontró a nadie que le presentara un frente de
batalla, ya que los indios alzados se conformaban con emboscar a las
tropas en los pasos difíciles y después de ocasionarle algunas bajas,

55
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

huían a esconderse en sus madrigueras enclavadas en las más


abruptas serranías. En esta forma, el ejército comandado por el Virrey
Enríquez y su segundo, el Alcalde de Corte y Teniente de Capitán
General, prosiguieron su marcha hasta las Minas de Guanajuato, en
donde los personajes mencionados, después de las pláticas que
tuvieron con el Alcalde Mayor, don Juan de Torres, llegaron a la
conclusión de que la mejor forma de proteger los caminos y dar cierta
seguridad en el campo, era la de fundar por lo menos tres villas de
españoles, que bien guarnecidas y con numerosos vecinos,
infundieran cierto respeto entre los bárbaros, y plugo a Dios que ese
habría de ser el más infalible remedio, ya que el doctor Sandi,
Teniente de Capitán General, pudo comprobar que mientras él
permaneció con sus tropas en la Villa de San Miguel, recorriendo en
patrulla el Mezquital de Apaseo, pudo elegir el lugar más adecuado
para la fundación de la primera villa, y trazarla señalando sitios para
iglesia, casa de cabildos, plaza, solares para los vecinos, ejido y dehesa
boya, sin que se presentara chichimeco alguno que alterara la paz.
Encontrándose el doctor Francisco de Sandi, no sólo cansado, sino
deseoso de volver a sus patrios solares, ya no quiso encargarse del
reparto de las mercedes de tierras que conforme el título de fundación
debería hacerse a los vecinos de la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zalaya, ya que ello hubiera significado para él la
permanencia por lo menos de otros dos meses en aquella comarca,
porque no era cosa fácil medir y deslindar una caballería de tierra de
riego (unas cuarenta hectáreas), para cada uno de los treinta vecinos,
así como otra de temporal, en sitios diferentes, y diez hectáreas de
que se componían aproximadamente las dos "suertes", una para
huerta y otra para viña, que serían señaladas a cada un de los citados
vecinos, en unas vegas que se encontraban "ende" el río, cuyas
mediciones y deslindes deberían practicarse en tierras vírgenes,
cubiertas por espesos mezquitales, y como tampoco el Ilustre
Ayuntamiento de la Villa, quiso echarse a cuestas tan ímprobo
trabajo, aduciendo que legalmente se encontraba impedido de
efectuarlo por carencia de Alcalde mayor por su Majestad; además,
moralmente tampoco los miembros del Cabildo tenían derecho a
recibir también dichas mercedes, por tener todos firmado asiento de
vecindad; en tal virtud se acordó que el repetido doctor Sandi

56
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

solicitara a nombre del Ayuntamiento de la Villa de su Excelencia el


señor Virrey, el envío de un Juez Visitador, que se encargara de hacer
dicho "repartimiento" en toda forma de Derecho.
Esas son las razones que nosotros encontramos para que los
"vecinos" de la Villa de Zalaya, recibieron las mercedes de tierras de
labranza y "suertes" para huerta y viña, un poco más de tres años
después de la fundación, aunque también consideramos que tal
demora no los perjudicó, ya que siendo todos ellos labradores y
estancieros de la comarca, contaban con medios suficientes para su
subsistencia, y hasta es posible que esa tardanza beneficiara a la
población, ya que contando con un año por delante para la edificación
de sus casas, éstas pudieron ser construidas con mayor perfección.
En el Acta que se levantó con motivo del "repartimiento" de
tierras mercedadas, hecho por el docto don Alonso Martínez, Juez
Visitador de esta Nueva España por su Majestad, comisionado para
ese efecto por su Excelencia el señor Virrey don Martín Enríquez, nos
encontramos con que éste, en uso de las facultades con las cuales vino
investido, concedió para propios de la Villa, un solar especialmente
reservado por su Ilustre Cabildo para la construcción de un Mesón,
que en aquellos buenos tiempos, era una verdadera Institución,
encargada de proporcionar cómodo y seguro albergue tanto a los
encumbrados viandantes, como al viajero honrado que confiaba su
vida y su fortuna al noble oficio de la arriería... ¿Y dónde se
encontraba ubicado el solar reservado para ese objeto?... ¿Qué
celayense ignora que el histórico Mesón de Guadalupe, así como las
Casas de Cabildo y la de la mayoría de fundadores y primeros
pobladores se levantaron frente a la Plaza Mayor, y precisamente en
su costado Sur, linde con las casas de Miguel Sánchez? Ese
documento, viene a dar el más rotundo mentís a nuestros ilustres
historiógrafos, que en su afán de querer hacer el juego a sus paisanos
y amigos, que el 12 de octubre de 1908, inauguraron un monumento
que ellos mismos habían erigido en el barrio del Zapote, bajo el
pretexto de "recordar la fundación de la ciudad", siendo así como,
también a partir de entonces, nuestros ilustres historiógrafos tratan
de investir al barrio mencionado con el honor que nunca tuvo de que
allí existiera el histórico mezquite a cuya sombra el primer Cabildo de
la Villa hizo su fundación, si bien es cierto que éstos no se han

57
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

atrevido a repetir lo asentado en la dolosa inscripción hecha en el


monumento: "Para recordar la fundación de la Ciudad (?) habiendo
desaparecido el mezquite bajo cuyo ramaje se hizo el juramento del
Patronato (?) se determinó erigir este monumento que terminado y
costeado por el Sr. Juan Escobedo, se inauguró el 12 de octubre de
1908", burda mixtificación que nadie la hubiera creído, porque ni
fundación, ni juramento fueron hechos en ese lugar, como tampoco es
cierto que en esa populosa barriada se repartieran a los fundadores y
primeros pobladores, sendos solares para que edificaran sus casas,
hecho que documentalmente jamás ha sido comprobado por quienes
así lo afirman, como tampoco han podido probar que dichos
fundadores fueran "vascos", siendo ellos quienes dieron a la villa el
nombre de "Zalaya", que en su lenguaje vascuense significa "tierra
llana", muy de acuerdo con la topografía del lugar donde, de no
haberlo impedido las autoridades federales, porque los locales
estaban de acuerdo en que se perpetuara el error, se hubiera plantado
un retoño del árbol de Guernica, símbolo de los Fueros Vascos,
donado gentilmente por la Excelentísima Diputación Provincial de
Vizcaya, por Decreto fechado el 5 de septiembre de 1970, plantación
que se iba a hacer en lo fue cementerio de la ermita del Señor del
Zapote, transformado para ese objeto en "Plaza de la Fundación",
pero... fundación de qué?; de la Villa de Zalaya?... Podrían acaso
comprobarlo?, ya que lo que allí existió fue el pueblo denominado de
Nuestra Señora de la Asunción, que pervivió durante ciento treinta
años (1562-1692), siendo destruido por una inundación. En su
oportunidad, exhibiendo documentos irrefutables, trataremos de
rehacer la historia de dicho pueblo y del increíblemente fastuoso
"Juramento del Patronato", hecho en el primero y único Cabildo Real
que se ha celebrado, el cual tuvo verificativo como si hubiera sido
presidido por el Rey Carlos II, en uso de las "preeminencias,
excenciones y prerrogativas, como en especial las tiene y goza la
ciudad de la Puebla de los Ángeles...", porque parece increíble, todo lo
que hasta ahora se ha dicho sobre el particular, ha sido forjado a base
de imaginación, conjeturas y suposiciones... ¿Por qué razón?, porque
es muy difícil investigar lo que sucedió en el pasado, si se carece de
documentos y de tiempo para buscarlos, porque quienes hasta ahora
lo han intentado, han sido, lamentablemente, personas muy ocupadas

58
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

y que, además, su permanencia en esta ciudad fue muy corta, durante


un periodo máximo de tres años, siendo ésta la forma en que se
escribió la siguiente "Datos histórico" (,): "Conviene hacer notar en
primer lugar que por ordenamiento del Virrey don Martín Enríquez
de Almanza, expedido el 12 de octubre de 1570, se dispuso la
fundación de esta villa, dándosele por Patrona a la Inmaculada
Concepción, por lo que debería llamarse "Villa de Ntra. Sra. de la
Concepción de Zalaya", siendo la realidad de las cosas que en la
Licencia que concedió el citado Virrey para la fundación de esta villa,
se concentra a decir simple y llanamente: "Visto todo por mí, por la
presente doy licencia y facultad para que en la dicha parte y lugar se
haga y funde la dicha Villa y se pueble de españoles conforme a la
traza que el dicho Alcalde dejó fecha, la cual dicha villa se llame e
intitule "La Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Selaia"
(textual). Solamente las personas que se encuentren en gracia de
Dios, suelen ver cosas que los simples mortales no encontramos, o
¿usted encuentra que el Virrey Enríquez haya dispuesto la fundación
de la villa dándosele por Patrona a la Inmaculada Concepción; por
otra parte "también conviene" hacer notar que todavía por 1570 no se
inventaban los "patronímicos", que vinieron a entrar en boga doce o
trece años después, o sea hasta que Su Santidad Gregorio XIII,
después de varios arreglos, puso en vigor en 1582 el Calendario que
lleva su nombre Calendario Gregoriano, siendo curioso ver que la
fecha titular de la Purísima Concepción, es el 8 de diciembre de cada
año, de lo cual también se deduce que dicho dato carece de un
fundamento racional.
Volviendo a nuestro punto de partida, es de nuestro deber indicar
que, nadie más que las personas que recibieron merced de tierras,
suertes y solares conforme al título de fundación, son las que se
puede y se debe considerar como fundadores y primeros pobladores
de la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya; quienes
llegaron a vivir en ella con posterioridad a su fundación, ya sólo puede
considerárseles como simples "pobladores" o "vecinos", y aunque es
cierto que algunas de estas personas recibieron mercedes, sobre todo
de solares para edificar sus casas, dichas mercedes ya fueron
otorgadas por el Ilustre Cabildo, a condición de traer en treinta días la
confirmación virreinal.

59
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

A continuación, vamos a insertar el Acta que se levantó con


motivo de la entrega de dichas tierras, hecha por el Juez Visitador de
la Nueva España por Su Majestad, don Alonso Martínez, el 3 de
febrero de 1574, no obstante de que para dicho objeto, llegó a la villa a
fines de octubre de 1573, pero como ya se ha explicado, no era cosa de
un día hacer mediciones, deslindes, trazos y complicados cálculos de
agrimensura para no perjudicar al interesado, válganos la expresión,
como que dicho Juez iba con los gastos y costas pagados, por lo que la
formulación del Acta ya fue el toque legal que habría de justificar la
labor desarrollada durante tres largos meses: ¡El Juez, no llevaba
priesa!... Este documento, cuya autenticidad ha sido comprobada por
el Instituto Nacional de Antropología e Historia, dice así:
"En la ciudad de Selaya del mezquital en tres días del mes de
febrero del Señor de mil y quinientos y setenta y cuatro años el Señor
Doctor Alonso Martínez, Juez Visitador en ella por Su Majestad por
virtud de la comisión que tiene de su Excelencia para repartir las
tierras entre los vecinos de la dicha Villa y enterarles de las que han
de tener conforme al título de la fundación de ella, hizo el
repartimiento siguiente:
1. A Domingo de Silva le están señaladas dos caballerías de tierra
de temporal encabezadas de tres suertes que se le quitaron a Juan de
Yllanes hacia el poniente señalándosele dos suertes de tierra, una
para huerta y otra para viña, que es a cumplimiento de lo que ha de
haber como tal vecino conforme al Título de Fundación de esta dicha
Villa a linde de las tierras que compró de Alonso de Artiaga hacia el
río.
2. A Pedro Sánchez de Alcalá se le señalaron dos caballerías de
tierra de temporal linde con Domingo de Silva por la parte del norte,
donde dicen el Qugin de Restome (sic) e dos suertes de tierra para
huerta y viña a cumplimiento de lo que por el Título de Fundación de
la dicha Villa ha de haber como tal vecino, señalándosele a linde de
las tierras de riego que tiene y compró que están linde de una
caballería de tierra de la mujer y herederos de Juan Freire que se le
quitó a Juan de Yllanes.
3. A Martín de Ortega se le señaló una caballería y media de tierra
de temporal encabezadas de Domingo de Silva su suegro, a la parte
del poniente señálase otra caballería de riego a cumplimiento de lo

60
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

que ha de haber como tal vecino de ella otra banda del río que solía
ser ejido linde con otra caballería que se señaló a Basco Domínguez.
4. A Francisco Arias se le señalaron dos caballerías de tierra de
temporal linde y encabezadas de Domingo de Silva y de Pedro
Sánchez de Alcalá y caballerías de la Estancia de Monroy y otra media
de temporal en ese llano encabezadas de caballerías de Francisco
Arias hacia el poniente.
5. A Cristóbal Benítez se le señalaron dos caballerías y media de
tierra que ha de haber como tal vecino, una de riego a linde de Pedro
Sánchez de Alcalá y caballerías de la Estancia de Monroy y otra media
de temporal en ese llano acabezadas de caballerías de Francisco Arias
hacia el poniente.
6. A Miguel Juan se le señaló una caballería de tierra de riego
linde con caballerías de Gaspar Salvago y dentro de un cercado en las
sobras que se le quitaron a linde del camino que va de Apaseo a
Guanajuato y caballería y media de temporal en el llano encabezadas
de tierras de Juan de Yllanes que compró de Alonso de Aguilar.
7. A Miguel Muñoz se le señaló dos caballerías y media de tierra,
una de riego en lo que solía ser ejido de la otra banda del río, linde
con caballerías de Gonzalo Díaz y Pedro del Olmo herrero y otra y
media en ella no de temporal, linde por la cabezada de Alonso Muñoz
hacia el poniente.
8. A Juan Gallego se le señaló dos caballerías y media de tierra
que ha de haber como tal vecino, las dos caballerías de temporal en el
llano encabezadas de caballerías de Miguel Sánchez y hacia el
poniente, y la media caballería alindando con caballerías de tierra que
se le señaló a Miguel Juan en lo que se le quitó a Gaspar de Salvago y
dentro de la cerca por la parte de arriba.
9. A Diego Pérez de Lemus se le señaló dos caballerías y media de
tierra que ha de haber como tal vecino, una caballería de riego en la
que se le quitó a Juan de Yllanes, linde de la caballería que se le
señaló para propios de la Villa y con el Camino Real dentro de la
cerca, y otra media de temporal encabezadas de ésta por la parte del
poniente y otra caballería de temporal linde con caballerías de
Gonzalo Díaz.
10. A Gonzalo Díaz se le señaló dos caballerías y media de tierra
que ha de haber como tal vecino, la una caballería de riego en lo que

61
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

solía ser ejido de la otra banda del río linde con caballerías de Martín
Ortega y Miguel Muñoz y otra caballería y media de temporal en el
llano, linde con tierras de Miguel Sánchez su suegro y Diego Pérez, y
en la margen de esta partida dice esta caballería que se le señaló de
riego a Gonzalo Díaz, es de Bautista Figueroa y la que señaló a
Figueroa es de Gonzalo Díaz, porque hubo yerro en el asiento de ello y
ansí se ha de entender en las partidas y linderos porque es y pasa así.
11. A Juan Freire el mozo, se le señaló una caballería de tierra en
el llano de temporal encabezada de Martín de Ortega, no se le dio más
por no estar presente.
Ítem se le señaló a dicho Juan Freire otra caballería y media de
tierra a cumplimiento de lo que ha de haber como tal vecino la media
caballería en el llano, linde con caballería que se le señaló a Diego
Pérez Lemus y la otra caballería de la otra banda del río en lo que
solía ser ejido linde con caballería de Alonso Muñoz hacia el medio
día.
12. A Martín Hernández se le señaló dos caballerías y media de
tierra que ha de haber como tal vecino, la una y media en lo que se le
quitó a Juan Yllanes. La una de riego linde con caballería de la mujer
e hijos de Juan Freire que se le quitó al dicho Juan Yllanes y la media
de temporal encabezadas de esta de la banda del camino hacia el
poniente y otra caballería de temporal en el llano acabezadas de
Miguel Sánchez.
13. A Miguel Sánchez se le señaló dos caballerías y media de tierra
que ha de haber como tal vecino, la una caballería de la otra banda del
río en lo que solía ser ejido que es de riego, linde con caballerías de
Gonzalo Díaz por una parte y por otra a Lope García, y otra caballería
y media de temporal en el llano acabezadas de Martín Hernández.
14. A Francisco Ramírez se le señaló dos caballerías de tierra
fronteras de caballerías de Gonzalo Díaz, que está en valle en medio, y
no se le dio más por no estar presente a se obligar como los demás
vecinos.
15. A Gonzalo Jorge se le señaló dos caballerías y media de tierra
que ha de haber como tal vecino, la una de riego en la islilla, linde con
tierras de los herederos de Diego Juárez y de Juan Freire, y la otra y
media de temporal en el llano a la linde de caballerías de Juan Gallego
hacia el medio día.

62
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

16. A Juan Díaz se le señaló dos caballerías y media de tierra que


ha de haber como vecino de esta villa, en el llano linde con tierras de
Gonzalo Díaz, son de temporal porque ansí las quiso el susodicho a se
obligar como los demás vecinos.
17. A Frutos Delgado se le señaló dos caballerías y media de tierra
que ha de haber como tal vecino, las dos de temporal, linde con
caballerías de Francisco Ramírez hacia el poniente y la media
caballería de riego de la otra parte del río en lo que solía ser ejido
linde con caballerías de Pedro González Peynado y otra media
caballería de Juan Franco.
18. A Basco Domínguez se le señaló dos caballerías y media de
tierra que ha de haber como tal vecino de la dicha Villa, la una de
riego en la otra banda del río en lo que solía ser ejido, linde con dicho
río y con caballería de Cristóbal Benítez hacia el poniente.
19. A Pedro Hernández de los Reyes se le señaló dos caballerías y
media de tierra que ha de haber como tal vecino, la una de riego con
tierras de Gaspar de Salvago hacia la parte y la otra y media de
temporal cerca del hoyo grande alindando con caballerías de Pedro
Sánchez de Alcalá.
20. A Lope García se le señalo dos caballerías y media de tierra
que ha de haber como tal vecino de esta villa la una de riego, de la otra
parte del río donde solía ser ejido, linde caballería de Miguel Sánchez
y otra media de temporal en el llano, encabezadas de Miguel Muñoz
hacia el poniente.
21. A Pedro González Peynado, se le señaló dos caballerías y
media de tierra que ha de haber como tal vecino, la una de riego de la
otra parte del río donde solía ser ejido alindando con el dicho río y
con media caballería de Frutos Delgado, y otra y media de temporal
en el llano, linde de encabezadas de Lope García hacia el poniente.
22. A Juan Franco se le señaló dos caballerías y media de tierra de
que ha de haber como vecino de esta villa, la media de riego linde con
otra media de Frutos Delgado de la otra banda del río en lo que solía
ser dehesa, y las dos caballerías de temporal linde con caballerías de
Martín Ortega hacia el poniente.
23. A Francisco de Aguilar se le señaló dos caballerías y media de
tierra que ha de haber como vecino de esta villa, la una de riego linde
con caballería de Pedro Hernández de los Reyes, su padre y con

63
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Gaspar Salvago hacia la parte del norte y la otra y media de temporal


a linde del dicho su padre y de Pedro Sánchez de Alcalá cerca del hoyo
grande.
24. A Pedro del Olmo herrero se le señaló dos caballerías y media
de tierra que ha de haber como vecino de esta villa, la una de riego de
la otra parte del río en lo que solía ser ejido, linde con Miguel Muñoz y
con Bartolomé de Orduña y otra y media en el llano, encabezadas de
Francisco Ramírez hacia el poniente.
25. A Alonso Muñoz se le señaló dos caballerías y media de tierra
que ha de haber como vecino de esta villa, la una de riego de la otra
parte del río en lo que solía ser ejido, linde con caballería de
Bartolomé de Orduña y otra y media en el llano, linde con Pedro del
Olmo, herrero, de temporal.
26. A Bartolomé de Orduña se le señaló dos caballerías y media de
tierra que ha de haber como tal vecino de esta villa, la una de riego de
la otra parte del río en lo que solía ser ejido, en un llano que no tiene
monte, linde con caballería de Pedro del Olmo y por otra parte de
Alonso Muñoz y otra media de temporal en el llano encabezadas de
Francisco de Aguilar por cima del hoyo grande.
27. A Alonso García Corona se le señaló dos caballerías y media de
tierra que ha de haber como vecino de esta villa haciendo escritura de
asiento de vecindad de ella porque no la ha hecho por ser ausente, la
una de las dos caballerías y media de la otra banda del río y
encabezadas de Pedro González Peynado y Basco Domínguez, y otra y
media en el llano de temporal encabezadas de Bartolomé de Orduña
al poniente.
28. A Alonso Gutiérrez Escribano de Su Majestad se le señaló dos
caballerías y media de tierra que ha de haber como vecino de la dicha
villa, una caballería y media de riego, linde con caballerías de Lope
García junto al camino, viniendo hacia esta villa, y otra de temporal
en el llano acabezada de tierra de Pedro Hernández de los Reyes.
29. A Bautista de Figueroa se le señaló dos caballerías y media de
tierra que ha de haber como vecino de esta villa, la una de riego en la
otra parte del río en lo que solía ser ejido, entre caballerías de Alonso
García Corona y Miguel Muñoz y otra media de temporal en el llano
alinde de caballerías de Alonso Gutiérrez García al medio día y en la
margen dice la caballería de riego que en esta partida se señaló a

64
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Figueroa, es de Gonzalo Díaz y la que de riego se señaló a Gonzalo


Díaz es de Figueroa y así se ha de entender porque hubo yerro en el
asiento de ello.
30. A Pedro de Uribe se le señaló dos caballerías y media de tierra
que ha de haber como vecino de esta villa obligándose primero como
tal vecino la una caballería de riego en la otra parte del río en lo que
solía ser ejido, alindando con caballerías de Sebastián Díaz hacia el
medio día y otra y media en el llano de temporal, linde con caballerías
de Bautista de Figueroa.
31. A Sebastián Díaz se le señaló dos caballerías y media de tierra
que ha de haber como vecino de esta villa haciendo escritura de
asiento de vecindad en forma. La una caballería de riego en lo que
solía ser ejido, linde con tierras de Toribio Díaz por una parte, y por
otra, Pedro de Uribe y una caballerías y media en el llano de temporal
linde con caballería y media de Pedro Uribe.
32. A Toribio Díaz se le señaló dos caballerías y media de tierra
que ha de haber como tal vecino haciendo ante todas las cosas
escritura de vecindad, la una de riego en lo que solía ser ejido de la
otra parte del río, linde con Juan Franco y Sebastián Díaz y otra y
media de temporal en el llano linde con tierras de Juan Franco.
Para propios de esta villa se señaló dos caballerías de tierra, una
de riego en las que quitaron a Juan de Yllanes, en medio del cercado,
linde de una parte y de la otra, caballerías de tierra que se señalaron a
Diego Pérez de Lemus y a Martín Hernández, y la de temporal en la
que ansí mesmo se le quitaron al dicho Juan de Yllanes acabezadas de
la de riego hacia el poniente, linde por ambas partes con los dichos
Martín Hernández y Diego Pérez.
Para Mesón y propios de la villa se señaló un solar en que se
edifiquen y hagan las casas del linde con casas de Miguel Sánchez,
vecino de la dicha villa hacia el río abajo.
El cual dicho repartimiento el dicho Juez hizo en la manera dicha
y declarada y mandó que las personas en él contenidas labren y
cultiven las dichas tierras en el tiempo y según y como están obligados
por el título de la fundación de la dicha villa y por el asiento de
vencidad que tienen hecho y so las penas en ello contenidas y así lo
mandó y firmólo y que dentro de tres meses traigan aprobación de su
Excelencia.- El Doctor Alfonso Martínez.- Ante mí Hernán Sánchez".

65
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Como ya hemos dicho, la autenticidad de este documento se


encuentra comprobada por el Instituto Nacional de Antropología e
Historia, y su transcripción ha sido hecha en forma literal,
únicamente nosotros numeramos cada una de las partidas de las
treinta y dos que contiene, para poder hacer referencia a ellas, por
ejemplo, en la Partida Núm. 12, encontramos a Martín Hernández,
recibiendo una sopa de su propio chocolate: se le da caballería y
media de tierra en lo que se le quitó a Juan de Yllanes, su abuelo, que
originalmente fuera el propietario de toda la Estancia del Río, por
haberla recibido por merced que le hizo en 1558 el primer Virrey de la
Nueva España, Don Antonio de Mendoza; Martín Hernández fue
quien la vendió a Gaspar de Salvago y éste a su vez a la Villa de Zalaya
para la formación de su Fundo Legal. Además la misma partida nos
entera de la muerte de Juan Freire (el viejo), que fuera el primer
Alcalde Ordinario de Segundo Voto que tuvo la Villa, porque la
merced que le correspondía como "tal vecino de ella" se le señala a su
mujer e hijos.
La siguiente Partida Núm. 13, prueba que Miguel Sánchez, a
quien se refiere, era vecino de la Villa, y que éste, como todos los
demás, tenía su casa de morada frente a la Plaza Mayor, por lo cual, al
señalar el Juez Visitador el solar que habría de ocupar el Mesón, éste
quedó colindante con la casa de Miguel Sánchez; este asiento,
comprueba que no es exacto que, como lo afirman los historiógrafos,
la Villa de Zalaya se edificara primero en el sitio que ahora ocupa el
barrio del Zapote, siendo trasladada posteriormente a donde ahora se
encuentra; sólo la parcialidad de estas personas, las hizo concebir esa
idea descabellada, tratando con ello de justificar la erección de un
monumento, cuyas disparatadas inscripciones son las que no están
acordes con la realidad histórica.
En la Partida 30, correspondiente a Pedro de Uribe, notamos que
todavía en 1574, cuando se le otorgó la merced de tierras, aun no se
encontraba reconocido como tal vecino, cuando en ella se dice: "Se le
señaló dos caballerías y media de tierra que ha de haber como vecino
de esta villa, obligándose primero como tal vecino", sucediendo lo
mismo en las Partidas 31 y 32, correspondientes respectivamente a
Sebastián y Toribio Díaz, aquellos muchachos a quienes el Escribano
don Alonso Gutiérrez García no admitió como "vecinos", porque no

66
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

pudieron comprobar que fueran "hombres casados", prefiriendo


entonces extender y firmar su propio asiento de vecindad, para
completar el número de treinta vecinos, que de acuerdo con la ley se
requerían como mínimo para fundar una villa, a incurrir en una
punible irregularidad, siendo ésta la razón por la cual en ambas
partidas se dice: Se le señaló dos caballerías y media de tierra que ha
de haber como tal vecino haciendo ante todas las cosas escritura de
vecindad..." Además notamos que en el acta que venimos
comentando, no figura uno de los primeros cuatro regidores;
Domingo Martín; ¿Por qué razón?... Lo más natural es que, lo mismo
que don Juan Freire, Alcalde Ordinario de Segundo Voto, falleciera
en el periodo comprendido entre 1571 y 1574, quizá en alguna o
algunas de las escaramuzas que por cerca de cuarenta años tuvieron
los vecinos de la villa con los indios chichimecas, que en cuanto se
retiraron las fuerzas comandadas por el Dr. don Francisco de Sandi,
volvieron a invadir la comarca, sólo que en el caso de Domingo
Martín, la familia no quiso continuar viviendo en la villa, sino que se
volvió a su lugar de origen, siendo por ello que ya no se le asignara
merced alguna.
Con todos estos datos que se han podido recopilar, ya podemos
llegar a una conclusión, que los fundadores y primeros pobladores de
la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya, fueron treinta
y uno, más tres personas que por magnanimidad o por justicia del
doctor don Alonso Martínez, Juez Visitador por Su Majestad, se les
admitió con la calidad de vecinos primeros pobladores, recibiendo
mercedes de tierras conforme al Título de Fundación, ya que por
carencia de antecedentes no nos es posible establecer las razones que
tuvo el citado Juez para admitirlos con dicho carácter. Los citados
treinta y un fundadores y primeros pobladores son los siguientes:
 Domingo de Silva, Alcalde ordinario de Primer Voto.
Fundador.
 Juan Freire (el viejo), Alcalde Ordinario de Segundo Voto.
Fundador.
 Miguel Juan de Santillán, Regidor. Fundador.
 Diego Pérez Lemus, Regidor. Fundador.
 Domingo Martín, Regidor. Fundador.
 Lope García, Regidor. Fundador.

67
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

 Antonio Martínez de Contreras, Alférez Real.


 Francisco Ramírez, Alguacil Mayor. Fundador.
 Alonso Gutiérrez García, Escribano de su Majestad.
Fundador.
 Pedro Sánchez de Alcalá, "vecino", Primer Poblador.
 Martín de Ortega, "Vecino", Primer Poblador.
 Francisco Arias, "vecino", Primer Poblador.
 Cristóbal Benítez, "vecino", Primer Poblador.
 Miguel Muñoz, "vecino", Primer Poblador.
 Juan Gallego, "vecino", Primer Poblador.
 Gonzalo Díaz, "vecino", Primer Poblador.
 Martín Hernández, "vecino", Primer Poblador.
 Miguel Sánchez, "vecino", Primer poblador.
 Gonzalo Jorge, "vecino", Primer Poblador.
 Juan Díaz, "vecino", Primer Poblador.
 Frutos Delgado, "vecino", Primer Poblador.
 Basco Domínguez, "vecino", Primer Poblador.
 Pedro Hernández de los Reyes, "vecino", Primer Poblador.
 Pedro González Peynado, "vecino", Primer Poblador.
 Juan Franco, "vecino", Primer Poblador.
 Francisco de Aguilar, "vecino", Primer Poblador.
 Pedro del Olmo, "vecino", Primer Poblador.
 Alonso Muñoz, "vecino", Primer Poblador.
 Bartolomé de Orduña, "vecino", Primer Poblador.
 Alonso García Corona, "vecino", Primer Poblador.
 Bautista Figueroa, "vecino", Primer Poblador.

Son treinta y una personas que se consideran fundadores y


primeros pobladores, más tres personas a quienes se concedieron
mercedes de tierras conforme al Título de Fundación, que se pueden
considerar simplemente como "vecinos", siendo éstas las siguientes:
Pedro de Uribe, Sebastián Díaz y Toribio Díaz.

68
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

CAPÍTULO VII

SE INICIA EL PROGRESO
DE LA VILLA DE "SELAYA"

EL DÍA 3 de febrero de 1574, el doctor don Alonso Martínez de


Contreras, Juez Visitador de esta Nueva España por su Majestad,
comisionado por el Virrey Don Martín Enríquez, después de hacer los
deslindes y trazos correspondientes llevó a cabo el "repartimiento" de
tierras mercedadas conforme al título de fundación, entre los vecinos
de la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya, levantando
el acta respectiva, de cuyo documento, el Muy Ilustre Ayuntamiento
mandó se sacara un "traslado", o sea una copia certificada, como hoy
se diría, que envió al citado Virrey, para que en término previstos por
la ley, confirmara y aprobara dicho "repartimiento", si así procedía o
lo denegara con su veto, dentro del término de noventa días, que los
propios ordenamientos señalan, siendo así como el dársele cuenta de
este asunto, dispuso que a la mayor brevedad se librara la siguiente
Provisión Virreinal:
"Don Martín Enríquez, Visorrey, Gobernador y Capitán General
por Su Majestad de esta Nueva España y Nuevo Reyno de Galicia y
Presidente de la Audiencia Real que reside en esta dicha Nueva
España, habiendo visto el repartimiento de tierras de esta otra parte
contenido, hecho por mandado y comisión de su Excelencia entre los
vecinos de la Villa de Selaya por el doctor Alonso Martínez, su
Excelencia Dijo que aprobaba y confirmaba y aprobó y confirmó el
dicho repartimiento y mandó se guarde y cumpla en todo y por todo
como en él se contiene, y siendo necesario, hacía e hizo merced a los
dichos vecinos de las tierras que por él se les dieron y repartieron. Y
así lo proveyó y firmó Don Martín Enríquez.- Ante mí Joan de
Cueva".
Este otro "traslado" que obra en el Archivo General de la Nación,
Ramo de Tierras, Volumen 674, se encuentra certificado así: "Yo
Martín Ortega, Escribano nombrado por el Ylustre Cavildo de esta
Villa de Nuestra Señora de la Concepción de "Selaya", nos hace

69
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

patentes dos cosas importantes: la primera, esa nueva personalidad


adquirida por Martín de Ortega, "El Bachiller", como era motejado
por sus amigos, a la cual nos referimos cuando nos llegue el turno de
hablar de él y de su mujer, doña María Magdalena de la Cruz Silva, en
su calidad de ""Donantes" de la graciosísima Imagen de la Purísima
Concepción, que se venera en el Templo de San Francisco, y en
segundo lugar, a esta cosa insólita, que en dicho documento se ve por
primera vez: Que dicho "Bachiller" Martín de Ortega, al referirse a la
Villa, la denomina: "Villa de Selaya", que aunque todavía escrito
dicho nombre con "S", nos viene a demostrar que sólo la falta de
ortografía en la generalidad de las personas de aquella época, era lo
que las obligaba a escribir el nombre de la villa cada quien como
podía: "Zalaya", "Zelaya", "Salaia", "Selaia", etc., etc.
Lo que dijo Martín de Ortega:
...doy fee y verdadero testimonio que saqué este Traslado del
original bien y fielmente con el cual correxí y enmendé en presencia
del muy magnífico Señor (nombre ilegible) Alcalde Ordinario de
dicha Villa por su majestad y de los testigos de susoescriptos y el
dicho Señor Alcalde dixo que en este dicho traslado ponía e interpuso
toda su autoridad y decreto judicial tanto cuanto de derecho puede y
debe y en tal caso se requiere para que valga y haga fee en juicio y
fuera de él y firmolo de su nombre siendo Testigos............
Una vez que el "repartimiento" de tierras hecho por el doctor don
Alonso Martínez, quedó confirmado y aprobado por el Virrey
Enríquez, resolución que no podía demorarse más allá de los noventa
días previstos por la ley, para denegar o confirmar esta clase de
concesiones, los vecinos de la villa de Selaya, se dedicaron con todo
ahinco y entusiasmo a desmontar y roturar las tierras mercedadas,
sembrándolas a su máxima capacidad; a aumentar y mejorar la
crianza de los ganados vacunos; a instalar y operar molinos para el
"beneficio" de los trigos de riego y de temporal; a levantar bordos y
abrir acequias para el regadío de dichas tierras; en fin, a colocar a
estar en condiciones de rendir óptimos frutos, para los cuales se
contaba con los magníficos mercados de las Minas de Guanajuato y
Zacatecas, que hasta entonces habían venido restringiendo sus
laboríos, debido a la escasez de mantenimientos, tanto para la gente

70
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

que en ellas laboraba, como pasturas para un elevado número de


bestias de carga empleadas en las haciendas de beneficio.
No deseando ser nosotros quienes hagamos la relación de los
progresos alcanzados por la Villa de Zelaya y su región durante los
primeros seis años de laborioso e intensivo trabajo de sus activos
vecinos, dejaremos que sea su primer Alcalde Mayor, don Cristóbal de
Vargas Valadez, quien lo haga, dando a conocer la "Relación de
Celaya y su Partido, año 1580", que se envió a su Majestad Felipe II,
en cumplimiento a la Instrucción y Memoria de las Relaciones que se
han de hacer, para la descripción de las Indias, que su Majestad
manda hacer para el buen gobierno y ennoblecimiento dellas".
Antes de iniciar la transcripción del documento, asentaremos
unas acotaciones manuscritas que se encuentran en la Instrucción
impresa, ambas de diferentes letras: "No. 101 Villa de la Concepción,
Michoacán, Nueva España.- Céspedes". Vista.- Es de creerse que esta
acotación la hizo el Sr. Céspedes, funcionario a quien tocó en suerte
clasificarla. En el margen izquierdo, con diferente letra, se encuentra
esta otra que es de suponerse la hizo algún Oidor de la Real
Audiencia, o alto funcionario del Consejo de Indias: "...La Concepción
de Salaya la poblo un tal de Salaya por mandado del Visorrey don
Martín Enríquez, año 1570, tomó el nombre de Salaya por Juan de la
Cueva, secretario de Audiencia de México". Como se ve, esta última
acotación es importantísima para la historia de nuestra ciudad, ya que
ahora resulta que también el doctor don Francisco de Sandi, Alcalde
de Corte y Cancillería de la Real Audiencia de México y Teniente de
Capitán General, que trató de poblar la Villa de Zalaya, era natural de
"Zalaya" en la Provincia de Vizcaya, y si no lo logró, esto se debió a
que los "pobladores" que había conseguido se retractaron del
compromiso que tenían contraído, por no convenirles las condiciones
impuestas por el Virrey, que no eran cualquier cosa, sino pagar de su
propio peculio a Gaspar de Sálvago el importe de su Estancia del Río,
sitio donde se iba a hacer la fundación de la Villa. Hasta hemos
llegado a suponer que Su Excelencia el Virrey Enríquez, también fuera
originario de "Zalaya", quizá algún Señorío enclavado en las
montañas de Vizcaya, porque bien pudo estar el poblado español de
Zalaya alguna vez en el candelero...
La "Relación" hecha a Felipe II, dice así:

71
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

"En la Villa de Nuestra Señora de la Consezion de Zalaya a quinze


días del mes de junio de mill e quinientos e ochenta años, Yo,
Christoual de Vargas Valadez, Alcalde Mayor de la dicha Villa, e
corregidor del pueblo de Yurirapundaro, y justicia del pueblo de
Acámbaro por su Majestad, en presencia de Domingo de Silva y de
Hernando de Peralta, Alcaldez ordinarios de la dicha villa, en
cumplimyento de la ynstruzion de Su Majestad que me entregó
Gordián Cassasano, Contador y administrador de la Real Alcauala
desta Nueba España, hize la rrelación siguiente de lo tocante a la
dicha villa de Salaya.
1. La Villa de Salaya está en términos del Pueblo de Acámbaro.
2. ..............................
3. Su temperamento es templado, que algo toca más en caliente
que en frío; es tierra seca y no de muchas aguas, y son más desde
junio, julio y agosto y setienbre, y rreina la mayor parte del año.
4. Es tierra llana y montuossa de vnos arboles que llaman
"mesquites". Está asentasda en vn rincón que haze la junta de dos
rrios; uno, que viene de la Villa que dicen de San Miguel, corre norte
sur y entra en otro río que llaman de Apaseo, que corre leste sueste, y
destos dos rrios se aprovechan los vezinos de la dicha villa, en tal
manera, que con ellos riegan sus labores y tierras de pan, de manera
que con el rriego dellos cojerán diez y siete y diez y ocho mil hanegas
de trigo; es abundosa de pastos para ganados y fértil de frutos de
España, como son durasnos, menbrillos, granadas, vbas, higos, y
otros frutasles, danse todas las semillas de legumbres, es abundosa de
mantenimyentos, ansy de trigo como de maíz.
5. ..........................................
6. El mes de Junio no hecha sombra el punto del medio día.
7. Está treinta y zinco leguas de la ciudad de México leste sueste
con ella.
8. Está siete leguas de la villa de San Miguel; es despañoles y está
con ella norte sur; las leguas son algo grandes y es tierra llana.
9. Poblóse el año de setenta por mandado de don Martín
Enríquez visorrey que fue desta Nueva España; comenzóse a poblar
con tres o cuatro vecinos; tiene oy setenta. Llámase Salaya por Juan
de Cueva, en las montañas, en los rreynos de Castilla.

72
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

10. Está azentada en un llano y en traza de calles derechas e


anchas que corren leste suoeste y causan norte sur, con su plaza
grande; tiene un monasterio de la orden del Señor San Francisco en
que residen de ordinario quatro relijiosos.
11. ......................................
12. Tiene al rrededor de eya poblaciones de yndios, a una legua
(Nuestra Señora de la Asunzion) y a dos (San Miguel Octopan) y tres
(San Francisco Chamaquero), sujetos de la cabezera de Acanbaro, y
las leguas son rrazonables y caminos llanos.
12.- 14.- 15.- 16. ....................................
17. Es un pueblo sano y de buen temple como está dicho.
18. Está dos leguas de unas serranías llamadas de Juan Martín e
Barajas y Sierra de Santa María, las quales caen a la banda del sur.
19. Como está dicho, está entre los dichos rrios de San Miguel y de
Apaseo, y del rrio estarán las casas un tiro de piedra, y del de San
Miguel está media legua; y en ellos hay quatro molinos de pan para el
seruizio de la dicha villa, y muy cerca della; los quales le son muy
prouechosos para los trigos de rriego, como está dicho.
20.- 21...................................
22. Los arboles que en su comarca tienen son, el dicho rrio de
Apaseo munchos sabinos de que se aprouechan para maderas y
tablazones de sus casas; hay gran cantidad de unos arboles silvestres
que llaman mesquites, que dan una fruta de vainillas como algarrovas
de España, que son buenos de comer, ansy para los hombres como
para ganados bacunos, que ay muchos en los terminos de la dicha
villa, de tal suerte que quatro leguas al rrededor della se hierran cada
año veinte mill vezerros.
23. Dase qualquiera arbol de coltura es el dicho termino.
24. Dase mucho trigo y mucho mays y qualquiera ortalizas, que
siruen de sustento para los dichos uezinos.
25.- 26. .....................................
27. Ay lobos y zorros grandes, que llaman acá "coyotes" que son
dañosos para los ganados.
28.- 29. .....................................
30. Proveense de antenymientos y vestidos necesarios de la ziudad
de México; en rrequas y carros la traen.

73
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

31. Las casas de paredes hechas de adobes y cubiertas con buenas


vigas y tablas, y de terrado, que no les pasa el agua.
32. .....................................
33. Y su contratazion es bender harina y trajenallas a otra partes.
34. Cae en la diosi del Obispado de Mechoacán; está diez y siete
leguas de la catedral, tienela a la banda del sur; caminase por tierra
llana.
35. ......................................
36. Ay un monasterio de la horden del Señor San Francisco,
donde rresiden cuatro religiosos; fundose por mandado del dicho
Visorrey Don Martín Enriquez.
Es tan clara y precisa la información contenida en la "relación",
transcrita que realmente para entenderse no requiere aclaración
alguna sin embargo, es conveniente dejar establecido para evitar
confusiones que pudieran ser aprovechadas por personas a quienes
les encantan las cosas, que en relación con la respuesta nueve,
consideramos está bien dicho: "...poblóse el año del setenta por
mandado de don Martín Enríquez, Visorrey que fue de esta Nueva
España; comenzóse a poblar con tres o cuatro vecinos tiene hoy
setenta...", como ya hemos dicho en diversas ocasiones, según lo
ordenado por el Virrey en su Mandamiento de Fundación, y lo
previsto por las Ordenanzas 4 y 8 del Título XII de la Nueva
Recopilación de Indias vigentes desde 1524, se requería un mínimo de
treinta vecinos para fundar una villa y cincuenta para una ciudad, en
tal virtud, antes de que el primer Ayuntamiento, constituido en
Cabildo hiciera la declaratoria de fundación legal, la villa debería
contar con treinta jefes de familia que ya vivieran en ella, aunque sólo
fuera en albergues provisionales o por lo menos que tuvieran firmada
escritura de asiento de vecindad, documento por el cual se
comprometían a vivir en la misma durante diez años consecutivos.
También cabe hacer notar que el escaso incremento demográfico que
se observa durante los diez primeros años, indudablemente se debió a
que estando integrado el núcleo de primero pobladores esencialmente
por matrimonios jóvenes, al llegar sus hijos a vivir en la villa o eran
niños pequeños o ya nacieron allí con posterioridad de lo cual se
desprende que esa generación no se empezó a reproducir,
multiplicándose sino hasta pasados quince o veinte años. En este

74
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

documento, a todas luces fidedigno, también se desvirtúa la leyenda


relativa a que el nombre de Zalaya o Selaya que se dio a la Villa,
siendo de origen vasco y significaba "tierra llana", nombre que iba de
acuerdo con la topografía del terreno en que quedó asentada, y
establece claramente y sin lugar a dudas, que se le aplicó
sencillamente porque así se llamaba la patria de don Juan de Cueva,
secretario de Gobernación en la Nueva España.
A continuación, siguen las Relaciones de Acámbaro y
Yuririapúndaro, que eran parte integrante del territorio de la Alcaldía
Mayor de la Villa de Celaya, de las cuales, don Cristóbal de Vargas
Valadéz, Alcalde Mayor de la Villa, por su Majestad, era
respectivamente Justicia Mayor y Corregidor, pero a reserva de
insertarlas también, hemos creído conveniente hacer unos
importantes comentarios, que seguramente va a caer como bomba
entre las personas que siguen creyendo que la Villa de Celaya fue
fundada en el sitio que ahora se conoce como barrio del Zapote,
siendo que en 1570 no era otra cosa que el pueblo de indios de
Nuestra Señora de la Asunción que, si bien es cierto que políticamente
dicho pueblo se encontraba dentro de las cuatro leguas señaladas
como Jurisdicción a la Villa, era completamente independiente en su
administración, ya que dicho pueblo se encontraba constituido en
república de indios, formada por su Alcalde, dos Regidores, un
Alguacil de Orden, otro de doctrina y dos Oficiales de república y un
intérprete, teniendo prohibido los Alcaldes Ordinarios de Celaya
trasponer sus linderos, pena de doscientos pesos de multa.

PROVINCIA DE ACANBARO

1. Primeramente este pueblo de Acanbaro cae en la prouincia que


dizen de Mechoacan; quiere dezir este nombre de Acanbaro en la
lengua de los naturales "lugar de Maguies", ques un arbol del qual en
esta Nueva España sacan los yndios muchos prouechos a casua de los
aprouechamientos del; está encomendado a vn caballero llamado
Nuño de Chaues.
2. Fue el descubridor y conquistador deste dicho pueblo y de toda
la probinzia de Mechoacán don Fernando Cortés, Marquez del Valle,

75
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

conquistose año de veynte y dos después de ganada la ciudad de


México.
3. El temperamento es templado, que toca más en caliente que en
frío, y su calidad generalmente es seco, avnque en algunas partes, por
cavsa de dos rrios grandes que por esta prounzia pasan, ay alguna
unidad. Es prouinzias y las fuerzas de las llubias son los meses de
Junio, Julio y Agosto y Septiembre; y el viento que mas hordinario
corre en toda ella es solano, y su violencia es moderada, y rreina casi
todo el año syno es que el tiempo que quiere llouer se muda a la vanda
del norte y las menos al sur.
4. Es toda tierra muy llana; de muchas vegas, avnque la atrauiesan
por algunas partes serranías grandes, montuosas; y por los dichos
llanos en algunas partes, muchos boscaxes de arboles espinosos
llamados "mesquites" de altura de dos estados poco más o menos, los
cuales dan fruta que llaman mesquites ques mantenimyento de
yndios y de ganados bacunos. Es prouincia de munchas fuentes, y por
ella pasan dos rrios muy caudalosos que la zercan, abundossos de
pescado que llaman bagres; es muy fértil, ansy de munchos y muy
buenos pastos para todos generos de ganados, como detrigo, cebada,
mays, frutas de España y otras semillas de la tierra, con que los
naturales se sustentan, de manera que de mantenimyentos es muy
abundosa.
5. Es prouinzia de dos myll y seiscientos vecinos; a sydo antes de
agora muy poblada, y por causa de vna pestilencia, que vbo general en
esta nueva España abrá quatro años, se desminuyó e baxó en esta
dicha cantidad; y por lo que al presente son están congregados en
pueblos formados de calles y cassas, yglesia; de manera que a lo que
de presente pareze será permanente. Son jente de buena rrazón, y,
para yndios, de rrazonable entendimyentos, y enclinados al vizio de la
briages; su modo de bibir es cultivar la tierra y algunas uezes sirven
de jornaleros a españoles que les pagan su trauajo. Ay cuatro generos
de lenguas, que son: Chichimeca, otomí, mazagua, tarasca y esta
tarasca es la más general.
6. El sol, a mediodía, no echa sombras en el punto, por el mes de
mayo e junio.

76
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

7. Está leste sueste, a la vanda del punyente, con la ziudad de


México, a cuya gouernazión está sujeta, y dista de la dicha ziudad
treynta leguas poco más o menos.
8. .............................
9. La causa del nombre deste dicho pueblo de Acanbaro fue que de
muchos años a esta parte quatro principales con sus mugeres, según
su ley, partieron de un sujeto de la prouinzia de Xilotepeque, llamado
Huychiapa, y estos truxeron consygo hasta seseya yndios, ansy
mesmo cassados, los quales eran de nacion otomí, y esa lengua
hablan; y estos quatro prinzipales, con los dichos yndios, se fueron
derechos al rrey o Señor que en aquella sazón señoreaba la prouinzia
que dizen de Mechoacán, y le dijeron que ellos eran de nazión otomí y
que querían estar en surreyno a su seuizio, que les diesse y señalase
lugar e tierras donde poblasen; el qual, admitiéndolos, les señaló un
sitio junto a la ciudad que dicen Guayangareo, y allí poblaron y
estubieron algunos días, y no hallándose bien, se binieron den lugar
hasta llegar al rrio grande que passa por este dicho pueblo, y allí
poblaron, gouernándose por las dichas personas otomíes, no
embargante quel rreconocinyento tenían al dicho Señor de
Mechoacán, el qual desde a ciertos años enbio a este dicho pueblo
quatro personas casadas de su nación, tarascos, mandándoles que
biniesen a poblar a donde estos otomíes estauan, los quales binieron y
poblaron a la halda del Zerro queste dicho pueblo tiene; y, estando
poblados, enbio después otro principal que mandase e gouernase a los
dichos tarascos, y este postrero que vino truxo por muger vna yndia
llamada Acanbé, ye stando ella una vez bañándose el rrio se hahogó, y
por memoira de la dicha yndia pusieron por nombre a este lugar
Acanba, yéndose corrompiendo la letra le an benido a llamar
Acanbaro, y este es su origen; y que el Señor que entonces gouernaua
en Mechoacán se llamaua Tariacure, y entonzes por la horden que los
otomíes poblaron en este dicho pueblo, poblaron anaymemo los
yndios que dycen chichimecas, los quales tuvieron siempre los
gouernadores del dicho Mechoacán, puestos en fronteras para
defensa de sus tierras contra los yndios mexicanos y otros enemigos
suyos.
10. Está asentado este pueblo de Acanbaro en un llano y su
asiento corre norte sur y está al pie de un zerro prolongado, que corre

77
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

ansy mesmo norte sur, el qual lo abriga del viento solano de suso
declarado, y un monasterio de la horden del Señor San Francisco en
medio.
11. Este dicho pueblo de Acanbaro cae en la jurisdizión del
corregimyento del pueblo de Yuririapúndaro, y dista la vna cabezera
de la otra siete leguas, y los sujetos queste dicho pueblo de Acanbaro
tiene son los siguientes: Tarandaquao, Tepaqua, Chamáquaro,
Menguaro, Puroagua, Chipícuaro, Piritzeo, Yramoco, Vrireo,
Chochones, Xerécuaro, Tacámbaro, Laborranca (sic), Aguascaliente,
Agustín, Apaseo, San Pedro, San Miguel, Santiago, San Lucas, San
Francisco, San Gerónimo, San Pedro Vecoreo, Labor de Apaseo
elAlto, Acanbaro, Toquaro, Los Pescadores, Nacaztepeque,
Contepeque, Pirhtsio, San Juan Tehpaqua, Vatzaquao, Xanaquao,
Sirandaro, Cachadurio, Paraquaro, Santa María de la Asunción, la
Estancia de Tarimoro, Huripitio, Cusinjo, Catsirehpeo, San Pedro,
Villa de Salaya, Apatsio, Portesuelo, Coroneo.
12. Por la uanda del Sur tiene este dicho pueblo de Acanbaro que
ha partiendo terminos con el al pueblo de Ocareo, que dista del tres
leguas poco más o menos; y por la banda del lebante parte terminos
con vn pueblo llamado Queretaro que de la vna cabesera a la otra abra
doze leguas poco más o menos; y por la vanda del norte terminos con
vna villa de españoles que dicen de San Miguel, que dista desta dicha
cabesera quinze leguas; y por la banda del punyente parte terminos
con el dicho pueblo de Yurirapundero, que la vna cabesera a la otra
abra como dicho es la siete leguas; los caminos de todo lo que dicho es
son llanos y derechos y las leguas grandes.
13. Quiere decir el nombre de Acanbaro "lugar de Maguey" ques
vn arbol de muncho prouecho para los yndios; hablan lengua tarasca,
otomí, chichimeca y mazagua; la lengua tarasca es la general.
14. Que haran al tiempo quel marques del Valle bino a esta tierra
de vn Señor llamado el Cazonzi, que señoreaba toda la prouincia de
Mechoacan, el qual la nasion tarasca deste dicho pueblo, en
reconocimiento de vasallaje, la hacia algunas simenteras de mays y
otras semillas, con las quales le acudían para rregalo y suisio de su
casa; y ansi mesmo den quando, le daban algunas mantas, no en
mucha cantidad, y los otomíes y chichimecas no le seruian de otra
cossa mas de estar en frontera de los enemigos, y ansy en los

78
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

rrecuentros ganavan algun despojo de mantar o prisiones, acudian


con todo ello al dicho Señor; y que adorauan ydolos de piedra o
madera, a los cuales ofrecían comidas, y sy en las guerras prendian
alguna persona las sacrificavan delante dellos, y le rrogauan les diese
vitoria contra sus enemigos; y que los chichimecas adorauan en el Sol,
y que en el dicho tiempo se ocupaban en labrar sus simenteras y en
llebar cargas de leña a Pasquaro y a Zinzonsa, donde residía el Señor,
y al que beyan que era holgazan e vagabundo lo mandauan matar.
15. Que como dicho está heran sujetos al Señor de Mechoacan, y
este embiaba persona que byniese a gobernar la parte de los tarascos,
porque la de los otomíes y chichimecas ellos heran governados por los
Señores que lijitamente eran de su nasion, y en muriendo uno destos,
el que ayia de suseder yba al dicho Señor a que le diere licencia para
gouernar su parcialidad; y quando algun gouernador que gouernaua
los dichos tarascos no hacía el deber en su ofisio no lo pribaba ni
suspendían syno moria por ello; y que trayan guerra con los yndios de
Xocotitlan, que son en su frontera, y con los de Mexico benían, y
questo hera por la banda del oriente; y que al punuente el dicho Señor
tenia guerra con los de jalisco y la jente deste pueblo le yuan a ayudar
y peleauvan con arcos y flechas y porras y con vnos paños a forma
despadas con munchas nauajas por los cantos y que el abito que
siempre traían hera tan solamente vnas chamarrillas de berbaje que
les llegauan a medio muslo, y no mas avito; y el que agora vsan en
general es camysas y zaraqueles y mantas, todo de algodón, y sus
sombreros de friecto (fieltro?), y muchos deste pueblo vsan capas y
sacos y zaragguelse de lo mismo, y sapatos a nuestro modo; y solian
vsar para sus mantenimyentos lo mesmo que agora, ques mays y otras
semillas; y antiguamente bibian muy sanos y morían de viejos, porque
los que agora ay se acuerdan que entonces bejan grandísima cantidad
de biejos y agora son pocos los que ay, y que acuden den quando en
quando pestilencias por ello que los ban acabando, y no saen que sea
la causa desto mas de rremitillo al hornenamyento debino.
16. Este dicho pueblo esta asentado en vn llano al pie del serro
rreferido, y por junto a los casso passa vn rrio muy grande, abundoso
de pescado; y la mayor parte de los sujetos deste dicho pueblo, y casi
todos estan asentados en lugares llanos, y, como dicho es, este
nombre de Acanbaro quiere decir "lugar de maguei".

79
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

17. Es prouincia toda ella muy sana, sin enfermedades notables de


que se pueda tratar.
18. Esta dicha prouincia es muy larga, y en ella por munchas
partes la atrauiesam por munchas cordilleras de sierras, que corren
vnas leste sueste y otras norte sur, y entre estas sierras ay muchos
llanos y balles, como esta dicho; y las serranías mas principales es vna
que corre norte sur que llaman "las sierras de Agustín" por estar cerca
dellas asentado vn pueblo que se dize Agustín, y los naturales les
llaman... (hueco)... Ay otra serranía que corre leste suste que llaman
de Pcoque que en lengua de los yndios.. (hueco)... Ay otras que llaman
la sierra de Guaruato que corre leste suste quel nombre de los
naturales... (hueco)... y serca destas sierras, en los llanos, ay algunos
sujetos deste pueblo asentados, que estaran de las dichas sierras a
legua y a dos leguas.
19. Y pasan por junto de las cassas deste dicho pueblo de
Acanbaro vn rrio muy grande y hondable lleno de vnos arboledas
grandes que llaman sabinos: corre este rrio leste sueste y a la rribera
del de vna banda y de otra, ay ocho sujetos deste dicho pueblo; no se
aprobechan del rriego, podrían aprovecharse del si quisiesen porque
ba por tierra llana y podia sacar por muchas partes para regar
munchas tierras, si quisiesen: no lo hazen por floxedad; passa a otro
rrio no menos prinsipal quel susodicho por vn sujeto deste dicho
pueblo llamado Apaseo, que distas vn rrio del otro ocho leguas:
aprovechase los naturales del dicho pueblo de Apaseo, del dicho rrio,
rregando sus tierras, y lo mesmo hazen algunos españoles que tienen
labores de pan junto al dicho rrio va a juntarse el dicho rrio con el
grande rreferido casi deiz leguas del dicho pueblo de Apaseo, de la
villa de San Miguel, y biene corriendo para entrar en el, norte sur, y
en las rriberes deste rrio de San Miguel, los dichos vezinos de la dicha
Villa de Salaya tienen sus labores de pan que, con el rriego del, cosen
veinte mil hanegas de trigo; atan entre los dichos rrios de Acanbaro y
Apaseo algunas estancias de bacas yeguas, que abra mas de cien myll,
que se apacientan entre los dichos rrios, y el dicho rrio de Apaseo
tiene su nasimyento vna legua o dos del dicho pueblo.
20. En vn sujeto deste dicho pueblo llamado Yramoco ay vna
laguna que tendra treinta leguas en rredondo, porque partisipa de
otros munchos pueblos desta prouincia, la cual se seba con vn rrio

80
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

que biene de la ciudad de Gyayangareo, que agora se nombra


Valladolid, la qual es de muncho provecho de pescado para los
circunvecinos; ansy mesmo en otro sujeto llamado Aguas calientes ay
vnas fuentes quel agua dellas es muy caliente y haze vna alaguna de
mill pasos en redondo, con algun pescado, y tan solamente es el agua
caliente quando sale de la fuente, y ansy mismo ay otra fuente muy
grande en otro sujeto llamado Apaseo de la qual sale el rrio que
llaman Apaseo, syn aver otra fuente que lo acreciente.
21. ...................................
22. Comundmente ay vn genero de arboleda siluestre que haze
gran boscaxe que llaman mesquit, el qual da vna fruta suave en vnas
bainillas a forma de algarrobas, el qual es gran sustento para los
naturales y ansy mismo para los ganados bacunos; ay montes de
rrobles y pinos de donde se sacan maderas para edificios, y ansy
mismo se sacan de las arboledas que estan en estos rrios de Apaseo y
Acanbaro, que son sabinos muy grandes.
23. Dense todos generos de arboles de fruta de España, ansy como
durasnos, menbrillos, pera, granadas, vbas, higos y todo genero de
lengunbres; y de los naturales tan solamente ay tunas; todo lo qual se
da muy bien y ansy mismo algodón.
24. Comen maíz, frisoles, axi, todo lo qual les ha seruido y sirue de
sus mantenimyentos.
25. Dase muncho trigo y sebada y maiz.
26. .................................
27. Los animales que ay son leones y coyotes y lobos y benados y
liebres y conexos en muncha cantidad, ay gallinas de la tierra a
codornices y gallinas de Castilla.
28. Ay de la yerba con que se haze el añiz.
29. Ay canteras de cal.
30. La sal que an menester la conpran de vn pueblo llamado
Araron, ques dos leguas desta dicha cabecera.
31. La forma de cassas que tienen es, las paredes de adobes y
cubiertas de paja; materiales para edificarlas, es cal y piedra y
madera: en este dicho pueblo ay hasta.
32. ................................
33. Pagan sus tributos en dineros y mays conforme a la horden
general.

81
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

34. Es este dicho pueblo del Obispado de Mechoacan: esta diez


leguas de la ciudad de Valladolid, donde rreside la catedral hazia el
punyente, son las leguas hordinarias de tierra llana y caminos
derechos.
35. .................................
36. Ay vn monesterio en la cabesera deste dicho pueblo, de la
horden del Señor San Francisco, en que de ordinario ay tres o quatro
saserdotes con vn lego; y ansy mesmo ay otro monesterio de la dicha
horden en vn sujeto deste dicho pueblo llamado Apasseo, donde
rresiden de hordinario dos sacerdotes, y el moneterio que esta dicho
pueblo abra que se fundo quarenta años, y el dicho Apaseo abra seis
años que se fundo poco mas o menos; los quales fundaron los
prouinsiales deste prouincia.
37. Ay dos espitales es este dicho pueblo: vno de los tarascos y
otro de los otomíes, los quales fundo vn rreligioso de la dicha horden
del Señor San Francisco llamado Fray Juan de San Miguel, los quales
abra treynta años.

Pueblo de Yurirapúndaro (hoy Yuriria)

1. El pueblo de Yurirapundaro es de la Corona rreal y corregimiento


de el Alcalde mayor de la villa de Zalaya; esta en la prouinsia de
Mechoacan y llamase Yurirapundaro porque quiere decir en legua
tarasca "laguna de sangre", y pusose este nombre a este dicho pueblo
porque tiene vna laguna, entre las cassas de media legua en rredondo,
qual agua della es algo vermeja, semejante a sangre.
2. Conquistola don Martín Cortes marques del Valle el año de mil
y quinientos y veinte y dos.
3. El tenperamento es mas caliente que frio, y algo vmido por las
lagunas que tienen: es prouincia de menos aguas que otras porque
comienzan las lubias desde en principio de Junio y se acaban por
Octubre, y el biento que corre mas general es brissa y rreina la mayor
parte del año.
4. Es prouincia que tiene de todo, llanos y montes, con asperezas
de montañas; tiene algunas fuentes y vn rrio principal grande,
abundosso de pescado que dizen bagres: corre de lebante a puniente;
nase nueve de la siudad de Mexico, de vn valle que llaman Tuluca; es

82
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

fertil, abundoso, y de frutas, ansy de la tierra como de Spaña, y de


muncho mays.
5. Tiene nuouesientos yndios tributarios. Solia tener siete y ocho
mill y por edifisios que se an hecho en el dicho pueblo en vn
monesterio de rrelijossos, que tienen de la orden del Señor Agustín, y
por enfermedades, an benido en esta disminución, y, los que al
presente son, estan poblados, en poblezuelos formados en traza con
sus calles, de la mesma suerte que de beinte años a esta parte an
estado sus entendimientos son baxos, ynclinados al bicio de la
embriagues: su bibir es labrar sus simenteras y contratar su pesvado y
otras cossas que ay en la dicha prouincia; y la lengua general della es
la tarasca, y ay otra que llaman chichimeca.
6. Por el mes de Junio hecha sonbra el pundo a medio día.
7. Esta quinze leguas de la ciudad de Valladolid, que dicen
Guayangareo, cabeza del Obispado de Mechoacan, y nuebe de Salaya
y quarenta de la siudad de Mexico, a cuya gouernación se sujeta; esta
con la dicha siudad de Mexico leste sueste, y la dicha de Guayangareo
tiene a sur, y a la villa de Salaya al norte; y el dicho pueblo esta en
medio a estos dichos lugares: se camina por tierras llanas y caminos
derechos.
8.- 9. ...................................
10. El dicho pueblo esta asentado en vn valle entre vnas serranías
altas, y corre norte sur; su población tiene vn monasterio de
solenisimo edificio de rreligiosos de la horden del Señor San Agustin.
11. Dista de la villa de Salaya, a cuya juridision esta sujeto, las
dichas nuebe leguas, y el dicho pueblo tiene los sujetos siguientes:
Jurirapundaro, Charaquao San Pedro, Emengoruzunbao, quiyzvuim
Pamaseo, Charondeo, Puriguicuaro, Caranbatio, Huriansato,
Turecato, Nianonaqua, Queretaro, Emenguaro, Araseo,
Taramamuchao, Parosuco, Erajamaqua, Corasio, Santa María,
Trietaran, Guazundesco, estancia de Caracheo, Quripeo, pajanutio
cacaqueran, Marabatio.
12. Dista cinco leguas del pueblo de quisco y otras sinco del de
Quiseo y otras sinco del de Guango y siete del de Acanbaro, los quales
tiene en su contorno; las leguas son rrazonables, y los caminos por
llanos y montes.
13. ................................

83
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

14. Eram del Cazonzi Señor de la prouincia de Mechoacan, y, en


rreconocimyento de bassallaje, le acudian con algunos pellejos de
animales; adorauan en ydolos, bibian en vausidad.
15. Trayan guerra con los yndios de Mexico; peleaban con arcos y
flechas; su abito era vna chamarrilla de manta que les llegaua hasta
medio muslo; su comida eran "tamales", ques lo mesmo que agora
vsan, y que siempre an tenido enfermedades.
16.- 17.- 18. ....................
19. Passa el dicho rrio grande de susso rrefierido dos leguas del
dicho pueblo y del se hizo vna sanja que por ella entra el dicho rrio y
hinche de agua vn llano que tendrá sinco leguas en rredondo, y se
haze vna laguna grande donde los naturales matan muncho pescado,
que lo tienen por granjería, y llega esta dicha alaguna hasta casi las
cercas y cassas del dicho pueblo; podriase sacer este dicho rrio y
aprovecjalle por muchos llanos para rregar labransas, y no se hase por
lo qual seria de muncha ynde munchas tierras y grandycimas
cantidad de agua.
20.- 21.- 22. ........................
23. Danse qualesquier frutas de'Spaña.
24.- 25.- 26.
27. Ay leones y lobos y coyotes; benados, liebres, conejos, muncha
cantidad de abes, de Gallinas de Castilla que de la tierra ay pocas.
29. ..........................
30. Tienen falta de sal, que la compran seis leguas del pueblo.
31. Las cassas son de adobes, cubiertas de paja; ay cal y piedra y
madera para edifisios, si quisiesen aprouecharse dello los naturales, y
no lo hazen.
32. ...........................
33. Pagan sus tributos en dieneros y mayz, como son obligados;
tratan en el pescado de la dicha laguna y rrio.
34. Cae en el Obispado de Mechoacan; esa como dicho es, quinze
leguas de la dicha ciudad de Guayangareo, donde esta la catedral.
35. ............................
36. Esta en el dicho pueblo vn monasterio de la horden del Señor
San Agustín en el qual rrediden quatro rrelijossos de ordinario; abra
treinta años que se fundo, por mandado del Prouincial de la dicha
horden.

84
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

37. Ay vn espital en el dicho pueblo a donde recogen yndios


enfermos, el qual se fundo por mandado de los rreligiosos del dicho
pueblo.
La qual dicha rrelasion es sierta y verdadera, segun e como lo e
podido saber y entender, y con ella van las pinturas de las dichas
prouincias de Acanbaro e Yurirapundaro e villa de Salaya, y en
sertificacion lo firme de mi nombre ques dicho vdsupra Christoual de
Vargas Valades (rubricado).

(En el respaldo de cubierta, a través).


La Villa de Zalaya, Corregimiento de Orirapundaro.
La Instrucción y Memoria de las Relaciones, de esta instrucción se
toma la pregunta y de la "Relación de Celaya", la respuesta, que se
han de hacer, para la descripción de las Indias, que Su Majestad
manda hacer para el buen gobierno y ennoblecimiento dellas.
Primeramente, los gobernadores, corregidores o alcaldes mayores
a quien los virreyes o audiencia y otras personas del gobierno
enviaren estas Instrucciones y Memorias impresas, ante todas cosas
harán lista y memoria de los pueblos de españoles y de indios que
hubiere en su jurisdicción, en que solamente se pongan los nombres
de ellos escriptos de letra legible y clara, y luego la enviarán a las
dichas personas del gobierno, para que juntamente con las relaciones
que en los dichos pueblos se hicieren, la envíen a Su Majestad y al
Consejo de Indias.
Y distribuyan las dichas Instrucciones y Memorias impresas por
los pueblos de los españoles y de indios, de su jurisdicción, donde
hubiere españoles, enviándolas a los concejos y donde no a los curas
si los hubiere, y si no a los religiosos a cuyo cargo fuere la doctrina,
mandando a los concejos y encargando de parte de Su Majestad a los
curas y religiosos, que dentro de un breve término las respondan y
satisfagan como en ellas se declara, y les envíen las relaciones que
hicieren, juntamente con estas Memorias, para que ellos como fueren
recibiendo las relaciones vayan enviándolas a las personas de
gobierno que se las hubieren enviado, y las Instrucciones y Memorias
las vuelvan a distribuir, y si fueren menester por los otros pueblos a
donde no las hubieren enviado.

85
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Y en los pueblos y ciudades donde los gobernadores o


corregidores y personas de gobierno residieren, harán las relaciones
de ellos, o encargarlas han a personas inteligentes de las cosas de la
tierra, que las hagan según el tenor de las dichas Memorias.
Las personas a quien se diere cargo en los pueblos de hacer la
relación particular de cada uno dellos, responderán a los capítulos de
la Memoria que se sigue, por la orden y forma siguiente:
Primeramente en un papel aparte pondrán por cabeza de la
relación que hicieren el día, mes y año de la fecha de ella, con el
nombre de la persona o personas que se hallaren a hacerla, y el del
gobernador u otra persona que les hubiere enviado la dicha
Instrucción.
Y leyendo atentamente cada capítulo de la Memoria, escribirán lo
que hubiere que decir a él, en otro capítulo por sí, respondiendo a
cada uno por sus números, como van en la Memoria, uno tras otro, y
en las que no hubiere qué decir, dejarlos han sin hacer mención de
ellos y pasarán a los siguientes, hasta acabarlos de leer todos y
responder los que tuvieren qué decir, como queda dicho breve y
claramente en todo, afirmando por cierto lo que lo fuere, y lo que no
poniéndolo por dudoso, de manera que las relaciones vengan ciertas
conforme a lo contenido en los capítulos siguientes.
Memoria de las cosas que se ha de responder y de que se han de
hacer las relaciones:
(Al margen): 1.
Primeramente, en los pueblos de los españoles se diga el nombre
de la comarca o provincia en que están, y qué quiere decir el dicho
nombre en lengua de indios, y por qué se llama así.
(Al margen): 2.
Quién fue el descubridor y conquistador de la dicha provincia y
por cuya orden y mandado se descubrió, y el año de su
descubrimiento y conquista, lo que de todo buenamente se pudiere
saber.
(Al margen): 3.
Y generalmente el temperamento y calidad de la dicha provincia o
comarca; si es muy fría o caliente, o húmeda, o seca, de muchas aguas
o pocas y cuándo son más o menos, y los vientos que corren en ella,
qué tan violentos y de qué parte son y en qué tiempos del año.

86
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

(Al margen): 4.
Si es tierra llana o áspera, rasa o montosa, de muchos o pocos ríos
o fuentes, y abundosa o falta de agua, fértil o falta de pastos,
abundosa o estéril de frutos y de mantenimientos.
(Al margen): 5.
De muchos o pocos indios, y si ha tenido más o menos en otro
tiempo que ahora, y las causas que dello se supieren, y si los que hay
están o no están poblados en pueblos formados y permanentes, y el
talle y suerte de sus entendimientos, inclinaciones y manera de vivir,
y si hay diferentes lenguas en toda la provincia, o tienen alguna
general en que hablen todos.
(Al margen): 6.
El altura o elevación del polo en que están los dichos pueblos de
españoles, si estuviere tomada, y se supiere o hubiere quién la sepa
tomar; o en qué días del año no echa sombra ninguna al punto del
mediodía.
(Al margen): 7.
Las leguas que cada ciudad o pueblo de españoles estuviere de la
ciudad donde residiere la audiencia en cuyo distrito cayere, o del
pueblo donde residiere el gobernador a quien estuviere sujeta, y a qué
parte de las dichas ciudades o pueblos estuviere.
(Al margen): 8.
Asimismo las leguas que distare cada ciudad o pueblo de
españoles de los otros con quien partiere términos, declarando a qué
parte cae dellos, y si las leguas son grandes o pequeñas, y por tierra
llana o doblada, y si por caminos derechos u torcidos, buenos u malos
de caminar.
(Al margen): 9.
El nombre y sobrenombre que tiene o hubiere tenido cada ciudad
o pueblo, y porqué se hubiere llamado así (si se supiere), y quién le
puso el nombre y fue el fundador della, por cuya orden y mandado la
pobló, y el año de su fundación y con cuántos vecinos se comenzó a
poblar y los que al presente tiene.
(Al margen): 10.
El sitio y asiento donde los dichos pueblos estuvieren, si es en alto
o en bajo, o llano, con la traza y de signo en pintura de las calles y
plazas y otros lugares señalados de monesterios como quiera que se

87
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

pueda rascuñar fácilmente en un papel, en que se declare qué parte


del pueblo mira al mediodía o al norte.
(Al margen): 11.
En los pueblos de los indios solamente se diga lo que distan del
pueblo en cuyo corregimiento o jurisdicción estuvieren y del que fuere
su cabecera de doctrina, declarando todas las cabeceras que en la
jurisdicción hobiere, y los sujetos que cada cabecera tiene y sus
nombres.
(Al margen): 12.
Y asimesmo lo que distan de los otros pueblos de indios o de
españoles que en torno de sí tuvieren, declarando en los unos y en los
otros a qué parte dellos caen, y si las leguas son grandes o pequeñas, y
los caminos por tierra llana o doblada, derechos u torcidos.
(Al margen): 13.
Ítem, lo que quiere decir en lengua de indios el nombre del dicho
pueblo de indios, y por qué se llama así, si hubiere que saber en ello, y
cómo se llama la lengua que los indios del dicho pueblo hablan.
(Al margen): 14.
Cuyos eran en tiempo de su gentilidad, y el señorío que sobre ellos
tenían sus señores, y lo que tributaban, y las adoraciones, ritos y
costumbres buenas o malas que tenían.
(Al margen): 15.
Cómo se gobernaban y con quién traían guerra, y cómo peleaban,
y el hábito y traje que traían y el que ahora traen y los
mantenimientos de que antes usaban y ahora usan, y si han vivido
más o menos sanos antiguamente que ahora, y la causa que dello se
entendiere.
(Al margen): 16.
En todos los pueblos de españoles y de indios se diga el asiento
donde están poblados, si es sierra o valle, o tierra descubierta y llana,
y el nombre de la sierra o valle y comarca do estuvieren, y lo que
quiere decir en su lengua el nombre de cada cosa.
(Al margen): 17.
Y si es en tierra o puesto sano o enfermo, y si enfermo por qué
causa (si se entendiere), y las enfermedades que comúnmente
suceden y los remedios que se suelen hacer para ellas.
(Al margen): 18.

88
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Qué tan lejos o cerca está de alguna sierra o cordillera señalada


que esté cerca de él, y a qué parte le cae, y cómo se llama.
(Al margen): 19.
El río o ríos principales que pasaren por cerca, y qué tanto
apartados de él, y a qué parte, y qué tan caudalosos son y si hubiere
que saber alguna cosa notable de sus nacimientos, aguas, huertas y
aprovechamientos de sus riberas, y si hay en ellas o podrían haber
algunos regadíos que fuesen de importancia.
(Al margen): 20.
Los lagos, lagunas o fuentes señaladas que hubiere en los
términos de los pueblos, con las cosas notables que hubiere en ellos.
(Al margen): 21.
Los volcanes, grutas y todas las otras cosas notables y admirables
en naturaleza que hubiere en la comarca dignas de ser sabidas.
(Al margen): 22.
Los árboles silvestres que hubiere en la dicha comarca
comúnmente, y los frutos y provechos que dellos y de sus maderas se
saca, y para lo que son o serian buenas.
(Al margen): 23.
Los árboles de cultura y frutales que hay en la dicha tierra, y los
que de España y otras partes se han llevado y se dan o no se dan bien
en ella.
(Al margen): 24.
Los granos y semillas y otras hortalizas y verduras que sirven o
han servido de sustento a los naturales.
(Al margen): 25.
Las que de España se han llevado, y si se da en la tierra el trigo,
cebada, vino y aceite, en qué cantidad se coge, y si hay seda o grana en
la tierra, y en qué cantidad.
(Al margen): 26.
Las yerbas o plantas aromáticas con que se curan los indios, y las
virtudes medicinales o venenosas de ellas.
(Al margen): 27.
Los animales y abes bravos y domésticos de la tierra, y los que de
España se han llevado, y cómo se crían y multiplican en ella.
(Al margen): 28.

89
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Las minas de oro y plata y otros mineros de metales o atramentos


y colores que hubiere en la comarca y términos del dicho pueblo.
(Al margen): 29.
Las canteras de piedras preciosas, jaspes, mármoles y otras
señaladas y de estima que asimesmo hubiere.
(Al margen): 30.
Si hay salinas en el dicho pueblo o cerca de él, o de dónde se
proveen de sal y de todas las otras cosas de que tuvieren falta para el
mantenimiento o el vestido.
(Al margen): 31.
La forma y edificio de las casas y los materiales que hay para
edificarlas en los dichos pueblos o en otras partes de donde los
trujeren.
(Al margen): 32.
Las fortalezas de los dichos pueblos, y los puestos y lugares fuertes
e inexpugnables que hay en sus términos y comarcas.
(Al margen): 33.
Los tratos y contrataciones y granjerías de que viven y se
sustentan, así los españoles como los indios naturales, de qué cosas y
en qué pagan sus tributos.
(Al margen): 34.
La diócesis de arzobispado o obispado, o abadía en que cada
pueblo estuviere, y el partido en que cayere y cuántas leguas, y a qué
parte del pueblo donde reside la catedral y la cabecera del partido, y si
las leguas son grandes o pequeñas, por caminos derechos o torcidos, y
por tierra llana o doblada.
(Al margen): 35.
La iglesia catedral y la parrochial o parrochiales que hubiere en
cada pueblo con el número de los beneficios y prebendas que en ellas
hubiere, y si hubiere en ellas alguna capilla o dotación señalada, cuya
es y quién la fundó.
(Al margen): 36.
Los monesterios de frailes o monjas de cada orden que en cada
pueblo hubiere, y por quién y cuándo se fundaron, y el número de
religiosos y cosas señaladas que en ellos hubiere.
(Al margen): 37.

90
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Asimesmo los hospitales y colegios y obras pías que hubiere en los


dichos pueblos, y por quién y cuándo fuero instituidos.
(Al margen): 38.
Y si los pueblos fueren marítimos, demás de lo susodicho se diga
en la relacion que dello se hiciere la suerte de la mar que alcanza, si es
mar blanda o tormentosa, y de qué tormentas y peligros y en qué
tiempos comúnmente suceden más o menos.
(Al margen): 39.
Si la costa es playa, o costa brava, los arrecifes señalados y
peligros para la navegación que hay en ella.
(Al margen): 40.
Las mareas y crecimientos de la mar qué tan grandes son, y a qué
tiempos mayores o menores, y en qué día y horas del día.
(Al margen): 41.
Los cabos, puntas, ensenadas y bahías señaladas que en la dicha
comarca hubiere, con los nombres y grandeza dellos, cuanto
buenamente se pudiere declarar.
(Al margen): 42.
Los puertos y desembarcaderos que hubiere en la dicha costa y la
figura y traza de ellos en pintura como quiera que sea, en un papel por
donde se pueda ver la forma y talle que tienen.
(Al margen): 43.
La grandeza y capacidad dellos, con los pasos y lenguas que
tendrá de ancho y largo poco más o menos (como se pudiere saber), y
para qué tantos navíos serán capaces.
(Al margen): 44.
Las brazas del fondo dellos, la limpieza del suelo, y los bajos y
topaderos que hay en ellos, y a qué parte están, si son limpios de
broma y de otros inconvenientes.
(Al margen): 45.
Las entradas y salidas dellos, a qué parte miran, y los vientos con
que se ha de entrar y salir dellos.
(Al margen): 46.
Las comodidades y descomodidades que tienen de leña, agua y
refrescos, y otras cosas buenas y malas para entrar y estar en ellos.
(Al margen): 47.

91
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Los nombres de las islas pertenecientes a la costa, y por qué se


llaman así, la forma y figura dellas en pintura si pudiere ser, y el largo
y ancho, y lo que boja, el suelo, pastos, árboles y aprovechamientos
que tuvieren, las aves y animales que hay en ellas, y los ríos y fuentes
señalados.
(Al margen): 48.
Y generalmente los sitios de pueblos de españoles despoblados, y
cuándo se poblaron y despoblaron, y lo que se supiere de las causas de
haberse despoblado.
(Al margen): 49.
Con todas las demás cosas notables en naturaleza, y efectos del
suelo, aire y cielo que en cualesquiera parte hubiere y fueren dignas
de ser sabidas.
(Al margen): 50.
Y hecha la relación la firmarán de sus nombres las personas que se
hubieren hallado a hacerla, y sin dilación la enviarán con esta
Instructio a la persona que se la hubiera enviado.

92
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

CAPÍTULO VIII

UNA ACLARACIÓN PERTINENTE

DISTINGUE temporas et concordabis juditia!... ¡Distingue tiempos y


concertarás juicios!... Esto dice un antiguo axioma latino que encierra
una gran verdad que algunas veces ponen en entredicho la buena fe
de las personas que como en el caso que relataremos, se ve que aún
existen gentes que ahora se piense y obre en la misma forma que hace
cuatro siglos, y todos ellos sólo con el afán de confundir a las demás...
Los hechos, son los siguientes:
No existe un solo celayense que ignore que fue el doce de octubre
de mil quinientos setenta, la fecha en que el tercer Virrey de la Nueva
España, don Martín Enríquez, concedió licencia y facultad para que
en el Mezquital de Apaseo, en una tierra arenisca, un poco alta,
perteneciente a la Estancia del Río, propiedad de Gaspar de Salvago,
se hiciera y fundara una Villa que se poblara de españoles conforme a
la planificación que de la misma ya tenía hecha el Alcalde de Corte y
Cancillería y Teniente de Capitán General don Francisco de Sandi,
cuya Villa se habría de llamar e intitular, es decir de palabra y por
escrito, La Villa de Nuestra Señora de la Concelsion de Selaia
(textual), y que fue precisamente con el citado permiso con lo que fue
erigida en Villa la nueva población!... El Diccionario de la Lengua
Castellana, señala varias acepciones al verbo erigir, entre otras la de
fundar, levantar, poner en estado de erección, que se aplican según el
caso, pero siempre teniendo muy presente la principal, que es la de
"investir a una persona o cosa con un carácter que antes no tenía";
así es que al decir que el 12 de octubre de 1570 Celaya fue erigida en
villa, esto no quiere decir que forzosamente la citada fecha haya sido
fundada, sino que exclusivamente se le reconocía este carácter,
porque conforme a las Ordenanzas 4 y 8 del Título XII de la Nueva
Recopilación de Indias, vigentes desde 1542, precisamente para
reglamentar el Capítulo de Fundaciones, porque existen las
circunstancias que se requerían para serlo, o sea que se contaba con
treinta y cinco personas dispuestas a ir a poblarla, y esto no lo

93
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

decimos nosotros, sino que el segundo del Virrey, Teniente de Capitán


General y Alcalde de Corte y Cancillería don Francisco de Sandi, así se
lo había informado, haciendo una relación con los nombres de las
citadas personas, contenida en su carta fechada el 11 de septiembre de
1570 en la Villa de San Miguel, faltando únicamente que dichas
personas firmaran escritura de Asiento de Vencidad, documento por
el cual se obligaban a vivir en la villa por el término de diez años
consecutivos, bajo pena de perder las tierras, suertes y solares que le
fueran mercedados conforme al Título de Fundación en el caso de
ausentarse por más de tres meses sin tener licencia, y por su parte, la
Villa se comprometía a que se les mercedaran determinado número
de tierras. Además, las repetidas Ordenanzas precisaban que los
"vecinos", hombres casados, no podían empezar a poblar en tanto no
tuvieran firmado el citado "Asiento de Vencidad", y en el caso muy
especial de la Villa de Celaya, mientras dichos vecinos no hubieran
pagado o dado fianzas y garantías suficientes a Gaspar de Salvago que
aseguraran a éste al pago de su Estancia del Río, sitio donde se iba a
hacer la fundación.
Es tan claro todo esto, que se encuentra consignado en el propio
permiso de fundación, que sólo el desconocimiento de éste, o que con
toda mala fé pretenda ignorarlo, que sólo la intromisión del Clero en
la Historia de Celaya, pudo ser el factor que de una plumada tratara
de hacer tabla raza de todas las disposiciones legales, tocando en
suerte al señor Canónigo Doctoral de la Catedral de Michoacán don
José Guadalupe Romero, Párroco de Silao, su tierra natal y político de
altos vuelos, Diputado al Congreso del Estado de Guanajuato, en su
obra Noticias para formar la Historia y la Estadística del Obispado
de Michoacán, que se editó por primera y única vez en México, el año
de 1862, y que aunque no es ni Historia ni Estadística, fue un estudio
presentado a la sociedad de Geografía y Estadística del año de 1860,
en la cual se encuentran asentados un número tan elevado de errores
fundamentales, que en la actualidad es punto menos que negativa la
información que proporciona, por lo cual carece de la importancia
que se le ha querido dar, sobre todo por los historiógrafos
segundones, que jamás han practicado ni saben siquiera lo que es una
investigación, concretándose a copiar los errores ajenos y a
propagarlos como si fueran verdades del Evangelio, sólo porque

94
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

fueron escritos por un jerarca del Clero Michoacano y Guanajuatense,


ya que como lo hemos dicho, al escribir su libro era Canónigo
Doctoral de la Catedral de Michoacán y Párroco de Silao, su tierra
natal, y Diputado al Congreso Local de Guanajuato. La parte
correspondiente al Departamento o Distrito de Celaya, el señor
Canónigo la inicia así:
"Esta Ciudad (?) fue fundada el 12 de octubre de 1570 por orden
del Virrey Don Martín Enríquez de Almanza. Antes de la conquista, el
suelo de la población actual era un terreno eriazo; después fue una
estancia de ganado mayor, rodeada de tribus chichimecas. Los dueños
de la referida estancia y los de las haciendas inmediatas alcanzaron
del gobierno español las licencias necesarias para fundar una villa, y
obtenida, se decidieron a establecerla en el paraje que hoy está,
porque los terrenos podían regarse por dos aguas que son las de
Apaseo y las del río de San Miguel. La fundación pasó de la manera
siguiente:
Se hallaban avecindados en Apaseo muchos españoles, oriundos
principalmente de la Provincia de Vizcaya. Se les habían mercedado
terrenos vastos donde pudieran dedicarse a la agricultura, pero las
continuas agresiones de los chichimecas los tenían en la mayor
inquietud, y no podían hacer productivos los feraces terrenos de su
propiedad; creyendo que ésta duplicaría su valor si estuviera
inmediata a una población respetable, determinaron fundar una
nueva villa en medio de aquellos, con autorización del Virrey que en
ese mismo tiempo se afanaban por reunir a los indios en
congregaciones, para facilitar así su enseñanza religiosa y su
civilización. Casi todos los pueblos antiguos de los indios tienen un
nombre que da a conocer su titulación física o las cualidades que le
distinguen. Los fundadores de Celaya quisieron seguir la misma
costumbre y pusieron a la villa el nombre de Zalaya, que en idioma
vascuense quiere decir "Tierra Llana".
El primer Cabildo fue nombrado por el Virrey antes de trazarse la
planta de la población, y la primera sesión que tuvieron los concejales
fue debajo de la sombra de un corpulento mezquite que se conservó
por muchos años.
Como quizá se quemaron las actas originales de la fundación en el
tumulto e incendio del archivo municipal verificado el año de 1857,

95
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

creo conveniente poner aquí la nómina de los pobladores y la de los


primeros empleados municipales. Los primeros sitios se repartieron a
los vecinos siguientes, todos españoles: Pedro Fernández de los
Reyes, Vasco Domínguez, Cristóbal Benítez, Gonzalo Díaz, Juan
Núñez de Torres, Pedro Uribe, Francisco Ramírez Vives, Juan
Gallegos, Francisco Ramos, Cristóbal de Estrada, Domingo Santos,
Melquíades López Pallares, Gonzalo Gorje, Sebastián de Arriola, y
Juan de Salazar que eran casados y llevaron sus familias. Además, se
avecindaron diez y siete solteros más, y gran número de indios
tarascos y otomíes.
El cuerpo municipal lo compusieron los Alcaldes D. Domingo de
Silva y D. Juan Freire, el Alférez real D. Antonio Martínez de
Contreras, el Alguacil mayor D. Francisco Ramírez y los Regidores
Miguel de Santillán, Pedro Lemus, Domingo Martínez y Felipe García;
a cada uno de ellos se les asignaron sus solares respectivos. La
población progresó con tal rapidez que el Rey Felipe IV le concedió el
título de Ciudad, y todos los fueros y preeminencias que había
otorgado antes a la ciudad de Puebla. La fecha de esta concesión fue el
20 de octubre de 1655, mucho antes de que consiguiese este honor la
ciudad de Guanajuato. El Virrey Marqués de Mancera, expidió el
título respectivo el 7 de diciembre de 1658.
Como lo vamos a constatar más adelante, todos los datos que
proporciona el señor Canónigo Romero, se encuentran equivocados; y
por lo que respecta al título de Ciudad, ojalá y se le hubiera dado a
Celaya por su rápido crecimiento; pero no fue así, la villa lo adquirió
por la cantidad de dos mil pesos pagaderos con un enganche de
quinientos pesos y tres anualidades por igual cantidad, y lo que se le
dio el 20 de octubre de 1655, fue sencillamente la promesa de "venta
con todas las preeminencias y prerrogativas otorgadas a la ciudad de
Puebla; para efectuar esta clase de ventas con objeto de obtener un
aumento en la Real Hacienda para cubrir los gastos de guerra que
entonces se mantenía con los enemigos de la Monarquía, Felipe IV
comisionó al Lic. D. Antonio de Lara y Mogrovejo, sin que el Virrey,
Duque de Alburquerque tuviera la menor ingerencia en ello y como
Felipe IV muriese antes de que el Ayuntamiento de Celaya pagara la
totalidad de su adeudo, el título se le expidió el 7 de diciembre de

96
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

1668, cuando ya gobernaba la Reina Mariana de Austria ya que su


hijo, Carlos II, aun no lo podía hacer debido a su corta edad.
Como el lector va a apreciarlo en seguida, lo malo no es que un
personaje a quien se considera dotado de una personalidad intelectual
excepcional, como la del Señor Canónigo Doctor D. José Guadalupe
Romero, se ponga a disertar sobre la Historia de una Ciudad, sin
documentarse previamente, o si lo hizo, esto fue completamente a la
ligera, o más bien cambiando con su fecunda imaginación el sentido
de la información que proporciona la fuente; por algunos detalles,
como los nombres de fundadores y primeros pobladores,
naturalmente equivocados, la interpretación que da el verbo erigir,
sustituyendo dolosamente por el de fundar etc., creemos que se
documentó en la Relación de méritos y privilegios de la Ciudad de
Celaya, que formuló el Escribano Real, Público, de Cabildo y Guerra
D. Joseph Antonio de Lizalde, en presencia de los testigos Vicente
Carmona, Luis Malagón y Francisco Lizalde, para ser agregada como
anexo número uno a la petición que presentó la Ciudad a través de su
Cabildo, pidiendo al Rey Carlos IV que se estableciera en ella la Silla
Episcopal del nuevo Obispado que se pretendía crear, cuya Sede al fin
quedó establecida en Querétaro; dicha "Relación" se formuló teniendo
a la vista la documentación oficial existente en el Archivo Municipal, a
cargo del citado escribano, el 15 de octubre de 1803, con anterioridad
al año de 1857 en que el señor Canónigo dice que fue incendiado. Este
documento, a nuestro juicio ha sido el mejor ensayo de la Historia de
Celaya, escrito hasta ahora, pero claro está, deformado por la
imaginación del Señor Canónigo, influenciado por el Clero secular y
regular de la ciudad cuando estuvo en ésta para recabar los datos que
habría de consignar en su obra. Claro que la mencionada Relación
contiene dos errores fundamentales que en forma alguna son
atribuibles al Escribano Lizalde, porque los documentos ya se
encontraban alterados por las propias autoridades municipales desde
los años de 1655 y 1667, el primero tratando de adular a los
gobernantes de su época asentando que Felipe IV dio a Celaya el título
de Ciudad por conducto del Virrey D. Francisco Fernández de la
Cueva, Duque de Alburquerque, sin considerar lo que podría ocurrir
de la fecha en que se les hizo el ofrecimiento a aquella en que se les
expidió el título respectivo, que fue el 7 de diciembre de 1668, cuando

97
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Felipe IV tenía cuatro años de muerto y el Duque de Alburquerque se


había ausentado desde 1660; el segundo error consiste en la
alteración de la nómina de fundadores y primeros pobladores,
aumentando a cuarenta el número de éstos, siendo que no fueron sino
treinta y uno, con objeto de poner a la venta sitios en el Escudo de
Armas que se dio a la Ciudad, con objeto de que figuraban "en cuerpo
y medios cuerpos con sus nombres aquellas personas cuyos familiares
dieron un donativo para completar los dos mil pesos que se
adeudaban para la compra del mencionado título".
La forma en que quedó la citada nómina fue discriminando a diez
de los auténticos primeros pobladores y aumentando ocho más que
aun cuando fueron vecinos de Celaya esto fue muchos años después
de la fundación.
Por lo que respecta a uno de los errores más grandes en que
incurrió el señor Canónigo D. José Guadalupe Romero, asentando
que la Ciudad (?) de Celaya fue fundada el 12 de octubre de 1570, en el
punto número dos el señor Escribano D. José Antonio de Lizalde,
asienta textualmente lo siguiente en su relación que obra original en
el Archivo General de la Nación, Volumen 189, expediente 8, fojas 291
a la 295 vuelta, se asienta textualmente lo siguiente: Con facultad de
Excelentísimo Señor Don Martín Enríquez gobernando esta Nueva
España, se erigió en Villa a 12 de Octubre de 1570. En el punto
número siete que contiene la descripción el blasón de armas señalado
a la Ciudad textualmente dice:
Más abajo un árbol de mezquite en campo de plata, por haberse
hecho a su sombra el Primer Cabildo de la Fundación en Villa, y
alrededor cuarenta cuerpos y medios cuerpos para que permanesca
la memoria de sus cuarenta primeros pobladores y principales
fundadores.
Pese a la inteligencia del Señor Canónigo Romero incurre en el
error de confundir el significado de la palabra erigir, con el del verbo
fundar que en el caso debe entenderse el primero como el 12 de
octubre de 1570 únicamente se le dio la categoría de Villa en el
Permiso de Fundación, porque se contaba con el suficiente número de
pobladores para ello, pero se fundó hasta el 1º. de enero de 1571 en
que así lo declaró su primer Ayuntamiento constituido en Cabildo
celebrado a la sombra de un mezquite a falta de Sala Capitular.

98
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Como ya hemos dicho, dados el prestigio del Señor Canónigo


Romero, los errores que asentó hicieron escuela entre los
historiógrafos contemporáneos que en realidad no han hecho otra
cosa que copiar errores ajenos.
El señor profesor D. Pedro González Director de Instrucción
Pública en el Estado de Guanajuato, durante la época en que fue
Gobernador el señor Lic. D. Joaquín Obregón González, con la ayuda
económica de éste, editó una Geografía Local del Estado de
Guanajuato, quizá la primera que se escribió, porque esto fue a fines
del siglo pasado; en la parte referente a la ciudad de Celaya, en forma
sumamente breve, se concretó a decir que con apoyo en un
ordenamiento expedido por el Virrey D. Martín Enríquez, el 12 de
octubre de 1570, fue fundada la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Celaya por su primer Cabildo, el cual se instaló bajo un
mezquite, el 1º. de enero de 1571, siendo los integrantes de dicho
Cabildo: Domingo de Silva y Juan Freire, Alcaldes Ordinarios;
Antonio Martínez de Contreras, Alférez Real; Francisco Ramírez,
Alguacil Mayor; y los Regidores Miguel Juan de Santillán, Diego Pérez
Lemus, Domingo Martín y Lope García:
Que el 20 de octubre de 1655, el Virrey D. Francisco Fernández de
la Cueva, le concedió el Título de Ciudad con derecho a usar blasón, el
cual le fue confirmado por el Rey Carlos IV, el 1º. de noviembre de
1796. En honor a la verdad, es nuestro deber hacer notar que salvo el
Escribano D. José Luis Lizalde, que formuló su relación el 1803,
ningún historiador ha dado una noticia tan precisa y exacta como el
Profr. D. Pedro González, quien aventajando a Lizalde, ya precisa que
la fundación hecha por el primer Cabildo celayense, tuvo verificativo
el 1º. de enero de 1571.
En la exposición, muy florida por cierto de este gran literato es de
reconocerse, y se reconoce al autor, una fecundidad imaginativa
maravillosa pero el caso es que en toda ella, sólo encontramos una
verdad: que la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya fue
fundada el 1º. de enero de 1571, ya que lo que con anterioridad a esta
fecha lo que había sido fundado en el ahora populoso barrio del
Zapote, fue el pueblo de indios de Nuestra Señora de la Asunción,
cuya fundación se hizo precisamente con apoyo en la Real Cédula de
Reducción de Indios expedida por Felipe II, el 15 de febrero de 1560,

99
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

para que se concentraran a vivir en él los naturales del Mezquital de


Apaseo, mientras que la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de
Zalaya, fue fundada nueve años después, en calidad de villa de
españoles, a la cual se le dio por asiento la Estancia del Río, comprada
para ese objeto a D. Gaspar de Salvago.
La similitud de nombres y de fechas, debe haber sido lo que
originó la confusión en que incurrió el señor Profr. D. Fulgencio
Vargas, lo cual se hubiera evitado, si como buen historiógrafo, para
escribir su Monografía de la Ciudad de Celaya, recurre a las fuentes
documentales, y no se concreta a copiar los errores ajenos, que es lo
que hasta ahora ha venido ocurriendo, en detrimento de la verdadera
historia de esta Ciudad.

100
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

CAPÍTULO IX

MIL Y UN ERRORES EN TORNO A LA


FUNDACIÓN DE CELAYA

ANTES DE INTENTAR hacer la descripción del solemne acto de la


fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Selaia,
(textual en el permiso de fundación), que tuvo verificativo el día de
Año Nuevo, primero de enero de mil quinientos setenta y uno, hemos
creído conveniente tratar de practicar un nuevo estudio, a fin de
precisar el lugar en que se verificó, porque no estamos conformes con
lo que al respecto han dicho nuestros ilustres historiógrafos,
influenciados por una no muy rancia tradición, ya que sólo data de
1908, en que un grupo de personas, sin contar para ello con ninguna
autorización oficial, "determinó" erigir un monumento público en el
barrio del Zapote.
Como según se aprecia en las aseveraciones hechas pro los citados
historiógrafos, no ha existido entre ellos un verdadero consenso, sino
que sólo se han concretado a copiar los ajenos errores,
intercalándolos con los de su propia cosecha, para no extendernos con
exceso, sólo vamos a referirnos a aquellos que deforman
fundamentalmente la Historias de nuestra Ciudad.
El señor D. Luis Velasco y Mendoza, en su obra intitulada
Historia de la Ciudad de Celaya, que dio a la luz pública en 1947, en
la página 33 del primer tomo dice lo siguiente: ...El Virrey dictó el
mandamiento de fundación, apoyado en la real cédula de reducción
de indios, que con fecha 19 de febrero de 1560 había otorgado el
Monarca español D. Felipe II, y haciendo hincapié en las condiciones
favorables del lugar...".
El ilustre Profr. D. Fulgencio Vargas, historiador, literato de altos
vuelos y catedrático de la Universidad de Guanajuato, en una
Monografía de la Ciudad de Celaya que publicó en 1949, dice: ...El
mandamiento de fundación tuvo su apoyo en la Real Cédula sobre
reducción de indios en 1560, y la fecha del resurgimiento de la Villa
de Zalaya, es el 1º.de enero de 1571...".

101
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

El señor Profr. D. José Arvizu Vázquez Mellado, en su obra


intitulada Ensayo Histórico del Estado de Guanajuato, publicada en
1971, en lo que se refiere a Celaya, dice: "...La Ciudad (?) de Celaya fue
fundada el 12 de octubre de 1570, por órdenes del Virrey Enríquez y
con apoyo en la Cédula de Felipe II, de fecha 1º. de febrero de 1570...".
Según se aprecia, aunque difiriendo en las fechas, los tres
historiógrafos se encuentran plenamente convencidos de que el
mandamiento de fundación de la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zalaya, tuvo su apoyo en la Real Cédula de Reducción
de Indios, expedida por Felipe II el 15 de febrero de 1560, sin
embargo, su categórica afirmación sólo nos ha producido la impresión
de que ninguno de los tres sabe lo que está diciendo, ya que lo
ordenado por Felipe II, fue en concreto que todos los naturales se
"juntaran" a vivir en sus pueblos bajo pena de que aquellos que no lo
hicieran serían perseguidos y exterminados; como se ve, dicha
disposición no reza en lo absoluto con la fundación de Zalaya, "villa
de españoles", erigida diez años después. El objeto que se perseguía
con la orden de referencia fue, en primer lugar, determinar quiénes
eran los chichimecas rebelados al servicio de Su Majestad, y en
segundo, reimplantar el cobro de los reales tributos, que hacía cinco
años se encontraba suspendido en virtud de que desde 1555, los
naturales que habitaban en los pueblos, abandonando sus chozas y
sementeras, se habían diseminado en bosques y montes, tratando de
escapar de los estragos de la peste del terrible "matlalzahuatl", que en
ese tiempo ocasionó la muerte a un noventa por ciento de la población
indígena. Para hacer cumplir tal disposición en la región del
Mezquital de Apaseo, el Virrey D. Luis de Velasco comisionó al
Capitán D. Juan de Villaseñor y Orozco, conquistador, Visitador de la
Nueva España por su Majestad, fundador de la ciudad de Valladolid
de Michoacán, quien la trazó en compañía de Juan de Alvarado y Luis
León Romano; riquísimo terrateniente, a quien Nuño Beltrán de
Guzmán le disputó sus propiedades que se extendían hasta la Nueva
Galicia; encomendero de más de cuarenta pueblos; protector de la
Provincia Agustiniana de San Nicolás Tolentino de Michoacán,
promotor del Monasterio del pueblo de Guango, cuya fachada
principal en su totalidad está formada por el escudo de sus armas.
Para cumplir dicha comisión, levantó un pequeño ejército con los

102
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

empleados y servidores de sus haciendas, el cual sería comandado por


sus diez hijos, los famosos Villaseñor y Cervantes, y poniéndose D.
Juan al frente de dicha tropa, salió y llegó al susodicho Mezquital a
mediados de diciembre de 1561. Desde luego, aquel improvisado
ejército no tuvo necesidad de combatir, porque al saber los
chichimecas que se acercaba con no muy buenas intenciones, se
fueron a refugiar en las abruptas serranías, mientras que los pacíficos
naturales ya sometidos, manifestaban por conducto de sus caciques y
principales, que se encontraban anuentes en concentrarse a vivir en
los pueblos, a cuyo efecto, simultáneamente fueron fundados tres, el
día de Año Nuevo, primero de enero de 1562, siendo éstos los
siguientes: Nuestra Señora de la Asunción, (hoy barrio del Zapote),
donde se concentraron a vivir los otomíes; San Miguel Octopan, que
aun conserva su nombre donde se "juntaron" los de lengua mazagua,
y San Francisco Chamacuero, (hoy ciudad de Comonfort), donde
quedaron concentrados los tarascos. Vuelto todo a la normalidad, D.
Juan de Villaseñor y Orozco, retornó a su encomienda predilecta del
pueblo de Guango, (hoy Villa Morelos), donde tenía su residencia
habitual, y según los cronistas michoacanos Escobar y Basalenque,
vivía con tal lujo y boato, que su casa era considerada como "la Corte
Chica".
Los tres pueblos mencionados, una vez constituidos en
"Repúblicas de Indios", quedaron agregados a la Provincia Indígena
de Acámbaro, llamada así, porque el pueblo mencionado era
considerado como cabecera por residir en él el Gobernador, quien
sólo recibía órdenes directas del Virrey, sobre todo en lo que se refería
a proporcionar gente para la reparación y construcción de templos y
edificios públicos, tanto en la ciudad de Valladolid, donde duró
muchísimos años la edificación de su grandiosa catedral, como en las
Villas de San Felipe y San Miguel donde también se efectuaron
algunas construcciones, el pueblo de Nuestra Señora de la Asunción,
(hoy barrio del Zapote), pervivió durante ciento treinta años, (1562-
1692), siendo destruido por una inundación, que a nosotros nos ha
parecido intencional, si se considera la antagónica tensión existente
entre dicho pueblo y la ya para entonces Ciudad de Celaya, cuyas
autoridades fueron durante esa época de muy baja calidad moral,
plenamente comprobada con una Real Provisión, expedida por Carlos

103
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

II, el año de 1680, por la cual señala como linderos de dicho pueblo,
una acequia y un pedazo de monte y prohibe a los Alcaldes de Celaya
que los traspongan, pena de doscientos pesos de multa en virtud de
que la Real Audiencia de México comprobó que dichos Alcaldes,
acompañados por sus esclavos y otras gentes, a las altas horas de la
noche se introducían a dicho pueblo a vejar y humillar a los indios,
sacándoles de paso los diez o doce pesos; obra en poder nuestro un
expediente completo localizado en el "Protocolo" del Escribano D.
Agustín de Carranza Salcedo, fundador de la ciudad de Salvatierra,
quien patrocinó a los naturales de la Provincia de Acámbaro en un
pleito contra el Alcalde Mayor de Celaya, quien se negaba a entregar
las varas de mando a los Alcaldes de las repúblicas de indios, porque
no pudo imponer a un Gobernador que le era parcial, manteniendo a
dichos pueblos durante dos meses sin autoridades, teniendo que
intervenir el Virrey mediante un decreto en que ordenó entregar
dichas varas a reserva de que la Justicia dictaminara sobre la
legalidad de dichas elecciones; en este expediente, obra un
nombramiento que se inicia así: "D. Antonio Sebastián de Toledo
Molina y Salazar, Marqués de Mancera, etc... Por la presente nombro
por Gobernador del Pueblo de San Francisco Acámbaro, para el año
que viene de seiscientos sesenta y cinco a bos Don Miguel Hernández
y por Alcalde del Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción
extramuros de la ciudad de Zelaya a don Francisco Damián y por
Alguacil Mayor a Don Pedro Nicolás, etc...". Cuando dicho pueblo fue
destruido, los naturales ya no quisieron reconstruirlo, prefiriendo
diseminarse en los barrios y pueblos comarcanos. Cien años duró el
abandono, no siendo sino hasta el año de 1792 en que aparece
nuevamente el poblado, aunque ya en calidad de barrio, con muy
pocos habitantes, según se ve en un Padrón levantado por el señor
Cura y Juez Eclesiástico D. Joseph de Michelena, sin embargo,
conserva su nombre, figurando como Barrio de la Asunción y aunque
ya lo hemos dicho muchas veces, no será por demás repetirlo, que
habiendo sido sentenciado a muerte el "Señor del Zapote", un Santo
Cristo venerado por los naturales desde tiempo inmemorial, con fama
de "aparecido", en virtud de que el Tribunal de la Inquisición
comprobó (?) que impartía su divina protección a los insurgentes; la
sentencia fue ejecutada cambiándole el nombre por el de "Señor de la

104
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Clemencia", que hasta la fecha lleva; los indios rogaron y suplicaron


se reconsiderara aquella sentencia, pero como nada obtuvieron, a
modo de protesta, ellos cambiaron la denominación al poblado,
llamándolo Barrio del Señor del Zapote, nombre que al transcurso
del tiempo y con la duda del Clero, degeneró a Barrio del Zapote, que
es como se le conoce.
A partir de 1947, en que se publicó la Historia de la Ciudad de
Celaya, escrita por D. Luis Velasco y Mendoza, se han venido
suscitando problemas, creados por la falta de una investigación
acertada por parte de nuestros ilustres historiógrafos y por otros
muchos escritores ocasionales que echando su cuarto a espadas, sólo
vinieron a aumentar la desorientación reinante en lo que se refiere a
la Historia de nuestra Ciudad, que empieza a desvirtuarse cuando el
citado señor Velasco, en la página 55 del primer tomo de su obra
mencionada, dice: "...Contándose ya con la delineación de la Villa que
se iba a establecer, en cuyos trazos estaban señalados sitios
destinados para Casa de Cabildo, Iglesia, plaza y solares para los
vecinos, así como también terrenos para ejidos y dehesa, se congregó
a los interesados para efectuar el reparto de solares, que hizo el
Alcalde Mayor D. Pedro de Villegas, teniendo efecto la reunión de los
fundadores (?) a la sombra de un corpulento mezquite que crecía al
lado de la pequeña ermita que había en el poblado de Nattahí, donde
se levantó después el templo que aun subsiste en el barrio del Zapote,
dándose así cumplimiento al mandamiento de fundación..."
¿De cuando a acá se considera cumplimentado un mandamiento
de fundación con un simple reparto de solares, hecho por un Alcalde
Mayor que jamás existió y sin decir siquiera la fecha en que dicho
reparto tuvo verificativo?... Es tan marcada la parcialidad del señor
Velasco, que sólo trató de favorecer con esa invención a sus parientes
y amigos, los treinta y dos diputados de Nuestra Señora Purísima, que
impulsados por un exaltado fanatismo erigieron un monumento
público en la barriada del Zapote, bajo el pretexto de "recordar la
fundación de la ciudad" (?). En esa forma, el repetido señor Velasco
no tuvo empacho en dejar a los fundadores y primeros pobladores de
la Villa de Zalaya, con todos los gastos hechos, ya que habiendo sido
pagada por ellos la cantidad de quinientos pesos, importe de la
Estancia del Río, sitio en que se haría la fundación, los manda a una

105
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

legua de distancia a un ficticio reparto de solares con el que considera


hecha la fundación, y al representante del Virrey, doctor D. Francisco
de Sandi, Alcalde de Corte y Cancillería de la Real Audiencia de
México y Teniente de Capitán General, también lo deja con su villa
trazada sólo porque al citado historiógrafo se le ocurrió que la
fundación de la misma se hiciera en el poblado otomí de Nattahí, bajo
un frondoso mezquite existente junto a la ermita del barrio del
Zapote... ¡Por favor, señor Velasco!, siquiera por atención hubiera
dicho que los citados fundadores (?) cumplieron en debida forma con
lo ordenado por el Virrey, cuando éste dice en su permiso de
fundación: "...Visto todo por mí, por la presente doy licencia y
facultad, para que en dicha parte y lugar (Estancia del Río, en el
Mezquital de Apaseo), se haga y funde, (repetimos) se haga y funde
la dicha villa, y se pueble de españoles conforme a la traza que el
dicho alcalde dejó fecha, etc..." Aquí es donde comienza usted a
arrojar por la borda los atributos de Historiador: Honradez...
Imparcialidad... Veracidad... y Justicia, que ya tirará el resto en
cuanto empiece a mistificar documentos, ya sea mutilándolos o
alterándolos a su conveniencia.
Por su parte, el señor profesor D. Fulgencio Vargas, como siempre
haciendo gala de su gran erudición, en la Monografía de la Ciudad de
Celaya, publicada en enero de 1949, como ya se comentó en el
capítulo anterior.
Esta serie de gazapos, dichos por un señor profesor que hasta la
fecha se le tiene por une rudito historiador, tenía que producir sus
frutos, siendo así como vemos que el señor profesor D. José Arvizu
Vázquez Mellado, en su obra intitulada Ensayo Histórico del Estado
de Guanajuato, en su parte referente a Celaya, que se encuentra en la
página 31, dice lo que sigue: Celaya primitivamente se llamó Nattahí,
voz otomí que significa "Tierra Llana", pero donde más graves
efectos produjo, fue entre los miembros del H. Comité Celaya IV
Centenario 1970, quienes creyendo a pie juntillas que la Villa de
Zalaya fue fundada por u grupo de colonizadores vascos, esperando
lograr una gran innovación en eso de las conmemoraciones, una cosa
que resultara verdaderamente sensacional, solicitaron de la
Excelentísima Diputación Provincial de Vizcaya, que donara a esta
ciudad un retoño del "Árbol de Guernica", símbolo de los "Fueros

106
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Vascos", para ser plantado en ella en memoria de dichos


colonizadores que la fundaron!...
Por Decreto fechado el 5 de septiembre de 1970, la citada
Diputación tuvo la gentileza de acceder a la petición, informando su
señor Presidente que el envío sería hecho por conducto de "valija
diplomática", pero... el arbolito no llegó, por lo menos eso se dijo,
como también hay quien asegura que a su arribo, se le encerró en una
bodega municipal, donde se le dejó morir de sed... ¡Pobre destino de
este retoño del viejo roble a cuya sombra se discutieron los Fueros
Vascos!...
Ojalá y que con esto hubiera terminado l cadena de errores, pero
no fue así, para que el monumento de las disparatadas inscripciones
no se sintiera tan solo, se erigió otro que contiene la nómina de
fundadores y primeros pobladores de la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zalaya, la cual fue publicada por el señor D. Luis
Velasco y Mendoza, en la página 56 de su ya mencionada obra, en
cuya relación, faltan los nombres de un fundador y nueve primeros
pobladores, pero en cambio, sobran diez y siete que corresponden a
personas que si bien es cierto fueron vecinos de Celaya, llegaron a
vivir en ella muchos años después de la fundación. Además, para que
los dos monumentos y el retoño descendiente del Árbol de Guernica
quedaran perfectamente instalados, se construyó una hermosa
explanada, en lo que fuera el cementerio de la Ermita del "Señor del
Zapote" en el pueblo de indios de Nuestra Señora de la Asunción
denominándola Plaza de la Fundación, lo que si no se dice es a qué
fundación se refiere, si a la del precortesiano poblado de Nattahí, voz
que significa "en el mezquite", y que estamos seguros jamás existió, o
a la del Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, efectuada el 1º. de
enero de 1562, o a la del Barrio del Zapote, cuyo nombre se debe a
una curiosa sentencia del Tribunal de la Inquisición. Toca pues a las
autoridades, así se llamen municipales, estatales o federales, hacer
justicia a nuestra ciudad, disponiendo se corrijan por lo menos dos
garrafales errores: el de la fecha de su fundación, que no es la del 12
de octubre de 1570, día en que únicamente el Virrey concedió licencia
y facultad para que en la Estancia del Río, del Mezquital de Apaseo,
se haga y funde la dicha villa, y se pueble de españoles conforme a la
traza que dicho alcalde dejó fecha... sino la del Día de Año Nuevo,

107
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

primero de enero de mil quinientos setenta y uno, en que después de


decir una Misa del Espíritu Santo los fundadores y primeros
pobladores de la Villa, hicieron entre ellos mismos la elección de su
primer Ayuntamiento, el cual se constituyó en Cabildo, que es el
mismo que ahora ocupa el moderno Palacio Municipal, para hacer la
declaratoria de fundación legal de la susodicha Villa.
Como la parte interesada en que se mantengan dichos errores hizo
desaparecer los papeles que integraron el Archivo Histórico de la
Ciudad de Celaya, pero no han podido hacer lo mismo con el Archivo
General de la Nación, empezaremos por insertar un fragmento de la
Relación de Méritos y Privilegios de la Ciudad de Celaya, que fue
remitida como anexo número uno, a la petición elevada por el Ilustre
Cabildo a nombre de la Ciudad, pidiéndole al Rey Carlos IV, el
establecimiento en ella del nuevo Obispado que se pensaba crear en
esta región, en cuya "Relación", al describirse el Escudo de Armas, en
la parte que se refiere a su Campo central, se dice: "...más abajo un
árbol de mezquite en campo de plata, por haberse hecho a su sombra
el primer cabildo de la fundación de la villa..." ¿Acaso no es esto muy
elocuente? Además, el documento que contiene la citada descripción
finaliza en esta forma: ...todo lo qual así resulta y parece de los
documentos que en el intento he reconocido y existen en el archivo
del ilustre cabildo, que son a mi cargo, y de su orden, para que
conste donde convenga, doy la presente en esta ciudad de la
Purísima Concepción de Celaya a quince de octubre de mil
ochocientos tres, siendo testigos D. Vicente Carmona, D. Luis
Malagón y Francisco José Lizalde.- (firma) José Antonio Lizalde,
Escribano Real, Público de Cabildo y Guerra.- (Signo y Rúbrica).
Certifican: El Capitán del Ejército José Bellojín y Fresnada,
Subdelegado Justicia Mayor; D. José Duro. Este documento, que obra
en el Archivo General de la Nación, Ramo de Clero Regular y Secular,
Volumen 189, Expediente 8, a fojas 291 a 296, tiene la fuerza legal
suficiente, para destruir esta capciosa inscripción, hecha en el
monumento público, erigido en 1908, en el barrio del Zapote: Para
recordar la fundación de la ciudad (?), habiendo desaparecido el
mezquite bajo cuyo ramaje se hizo el juramento del Patronato se
determinó erigir este monumento que terminado y costeado por el
Sr. Juan Escobedo, se inauguró el 12 de octubre de 1908.

108
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Al comprobarse que a la sombra del histórico mezquite se


constituyó el primer Cabildo de la Fundación de la Villa,
automáticamente se destruye también esta otra inscripción hecha en
el mismo monumento: La ciudad de Celaya (?) fue fundada por
Cédula Real del Virrey (?) D. Martín Enríquez de Almanza, bajo la
protección y grandioso amparo de la Sma. Madre de Dios, en el
Misterio de su Inmaculada Concepción el 12 de octubre del año del
Señor de 1570.
Es curioso ver que en la primera grada del monumento, al pie de
la primera inscripción transcrita, se lee lo siguiente: 8-29-52.-
Reconstruido a iniciativa del señor D. Luis Velasco y Mendoza.
Historiador celayense. 2-28-53.
En la Biblioteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia,
se nos proporcionó una copia fotostática de la Relación de Celaya y
su Partido, que figura entre los papeles de la Nueva España,
coleccionados por D. Francisco del Paso y Troncoso, y en la Biblioteca
de la Universidad del Estado de México, otra de la Instrucción y
Memoria de las Relaciones que se han de hacer, para la descripción
de las Indias, que Su Majestad (Felipe II, 1580) manda hacer para el
buen gobierno y ennoblecimiento de ellas. De esta "Instrucción",
tomamos la pregunta, y de la "Relación de Celaya", la respuesta. Esta
relación, se inicia así: "...En la Villa de Nuestra Señora de la
Concezión de Salaya a quinze días del mes de junio de mill e
quinientos e ochenta años. Yo, Chistoual de Vargas Valadés, Alcalde
Mayor de la dicha Villa, e Corregidor del pueblo de Yurirapúndaro y
justicia del pueblo de Acámbaro por su Magestad, en prezencia de
Domingo de Silva y de Hernando de Peralta, Alcaldes hordinarios de
la dicha villa; en cumplimyento de la ynstruzión de su Magestad que
me entregó Gordian Cassasano, Contador y administrador de la Real
Alcavala desta Nueba España, hize la rrelación siguiente de lo tocante
a la dicha villa de Salaya. Incertaremos a contiunación las preguntas y
respuestas que corresponden a los puntos 9 y 10, que por ahora son
los que interesan para fines de este estudio:

P-9. El Nombre y sobrenombre que tiene o hubiere tenido cada


ciudad o pueblo, y por qué se hubiere llamado así (si se supiere) y
quien le puso el nombre y fue el fundador della, por cuya orden y

109
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

mandado la pobló, y el año de su fundación y los que al presente


tiene.
R-9. Poblóse el año de setenta por mandato de don Martín
Enríquez Visorrey y que fue desta Nueva España; comensose a poblar
con tres o cuatro vecinos, tiene oy sesenta. Llámase Salaya por Juan
de Queva, Secretario de la Gobernación desta Nueva España, por ser
él natural de Salaya, en las montañas, en los Reinos de Castilla.
P-10. El sitio y asiento donde los dichos pueblos estuvieren, si es
en alto o en bajo, o llano, con la traza y de signos en pintura de las
calles y plazas y otros lugares señalados de monasterios, como quiera
que se pueda rascuñar fácilmente en un papel, en que se declare qué
parte del pueblo mira al mediodía o al norte.
R-10. Está asentada en un llano y en traza de calles derechas e
anchas que corren leste susuoeste y cruzan norte sur, con su plaza
grande; tiene un monasterio de la Orden del Señor San Francisco en
que residen de ordinario quatro religiosos".
Con la respuesta que se da al Punto 9, se destruye por completo la
invención del ilustre historiógrafo D. Fulgencio Vargas, quien
discurrió que si el origen de la palabra "Zalaya" era vascuense, los
fundadores tenían que ser forzosamente "Vascos". Cuando no se
investiga debidamente la Historia, ésta se deforma con múltiples
errores.
Con la respuesta que se da a la pregunta número 10, se destruye
completamente la falsa hipótesis del señor Velasco y Mendoza, que
asegura la Villa de Zalaya se fundó en el poblado otomite de Nattahí;
es de presumirse que éste se dio por asiento al pueblo de indios de
Nuestra Señora de la Asunción, o simplemente no existió, ya que
dicho pueblo no figura ni en los planos, ni en las "relaciones" antiguas
de la región; hasta hemos llegado a suponer que se trata de otra de las
eruditas invenciones del profesor Vargas porque si Nattahí, en otomí
significa "en el mezquite", esto va muy de acuerdo con la fundación de
Celaya que se hizo bajo un mezquite...
En el asiento número trece de los treinta que contiene el acta que
se levantó con motivo de la entrega de las tierras mercedadas
conforme al Título de Fundación, hecha por el Dr. D. Alonso Martínez
de Contreras, Juez Visitador de su Majestad, se dice: "A Miguel
Sánchez se le señaló dos caballerías y media de tierra que ha de haber

110
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

como tal vecino, la una caballería de la otra banda del río, en lo que
solía ser ejido que es de riego, linde con caballerías de Gonzalo Díaz
por una parte y por otra Lope García, y otra caballería y media de
temporal en el llano, encabezadas de Martín Hernández". Al final del
acta mencionada, se dice para mesón y propios de la villa se señaló
un solar en que se edifiquen y hagan las casas (de dicho Mesón),
linde con las casas de Miguel Sánchez, vecino de la dicha villa hacia
el río abajo... Y como en Celaya no hay persona que ignore que el
histórico costado sur de la "Plaza Mayor", donde hoy existe el "Pasaje
de Guadalupe", no nos va a decir el señor Velasco y Mendoza que
dicho Mesón existió junto a la "Ermita" del poblado de Nattahí,
donde después se construyó el templo que aun subsiste en el barrio
del Zapote, donde tampoco existieron alguna vez "calles derechas y
anchas, trazadas este-oeste y cruzadas norte-sur, con su plaza
grande", como se asienta en la relación hecha a Felipe II, el 15 de
junio de 1580.
Por último, vamos a referirnos al gran error, origen de todos
estos enredos, nos referimos al primero de los datos históricos sobre
la venerada y milagrosísima Imagen de Nuestra Señora La
Purísima Concepción Patrona y Reina de esta Ciudad de Celaya,
Gto., cuyos "datos", se leen en un retablo fijado en el pórtico del
Convento de San Francisco de esta ciudad, e impresos al dorso de la
hermosísima Imagen de Nuestro Señor, que se reparte profusamente
en las grandes festividades religiosas. El primer dato mencionado,
dice así: conviene hacer notar en primer lugar que por
ordenamiento del Virrey D. Martín Enríquez de Almanza, expedido
el 12 de octubre de 1570, se dispuso la fundación de la villa de
Celaya, dándosele por Patrona a la Inmaculada Concepción, por lo
que debería llamarse "Villa de Ntra. Sra. de la Concepcion de
Zalaya.
Tratando de economizar comentarios, veamos lo que sobre el
particular dijo el citado Virrey: Visto todo por mí, por la presente doy
Licencia y Facultad para que en dicha parte y lugar, se haga la
dicha villa y se pueble de españoles conforme a la traza que el dicho
alcalde dejó fecha, la cual dicha villa se llame e intitule la Villa de
Nuestra Señora de la Concepción de Selaia, (textual), y por lo que
hace a los patronímicos, también conviene hacer notar, que todavía

111
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

por 1570 no se habían inventado, ya que éstos se empezaron a usar


con posterioridad al año de 1582, en que Su Santidad Gregorio XIII,
puso en vigor su famoso Calendario Gregoriano, siendo curioso ver
que la fecha titular correspondiente a la Purísima Concepción, es la
del 8 de diciembre de cada año.
Este error "monumental" aun cuando se atribuye al M. R. P. Fr.
Leopoldo Campos, O.F.M. "Cronista Franciscano", tratando de
aprovechar su preclara personalidad, corresponde a los máximos
dirigentes de la Organización de Diputados de la Purísima
Concepción, que en 1908, erigieron el monumento de las disparatadas
inscripciones en el barrio del Zapote.
Con verdadero interés he leído el folleto escrito, con el cariño, la
ternura y delicadeza de una mujer, en homenaje a su tierra natal, en
la celebración de su cuarto centenario; me refiero a Celaya, la
pequeña gran obra gráfico-literaria escrita por la apreciable señorita
Ana María Jaramillo Duarte, quien con acierto, elevado criterio y
mucha sinceridad, apartándose un poco de los viejos moldes, se apega
hasta donde es posible a la verdad histórica de nuestra ciudad.
Sin que nuestra intención sea la de hacer una insana crítica, ni
tampoco la de adular con falsedad a la distinguida dama, después de
apreciar, constatar y reconocer los méritos e importancia de su obra,
intentaremos hacer un breve glosario de la misma, sólo para aclarar,
poniéndolos al día aquellos puntos para hacer justicia a la ciudad, que
alguna vez tendrán que ser rectificados.
La obra mencionada, se inicia así: "Zalaya, que en el idioma
vascuense quiere decir "Tierra Llana", tuvo su origen junto al antiguo
poblado de otomites llamado Nattahí, actualmente Barrio del Zapote,
por gestiones de un grupo de españoles avecindados en Apaseo, fue
fundada la "Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya",
denominación que al correr de los años sería sustituida por la de
"Celaya" de la Purísima Concepción. El día 12 de octubre de 1579, el
Virrey D. Martín Enríquez de Almanza autorizó la fundación. El día
1º. de enero de 1571, después de haber oído la "misa de Espíritu
Santo", que tuvo lugar en el mismo sitio en que hoy se levanta el
Palacio Municipal, se llevó a efecto la integración del Cabildo".
Para que el párrafo transcrito hubiera sido perfecto, sólo faltó
agregarle: Para declarar fundada legalmente la mencionada villa,

112
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

porque hay que considerar que las Ordenanzas 4 y 8 del Título XII,
que entonces eran las leyes vigentes que reglamentaban cualquier
fundación, además de establecer que para ello se requerían de treinta
a cincuenta hombres casados para fundar una villa y de cincuenta y
uno a cien para una ciudad, prevenían que al primer Ayuntamiento
era a quien correspondía, constituido en Cabildo, declarar la
fundación. Sobre este punto tan importante, en el caso de la ciudad de
León se sentaron precedentes que definen claramente que conforme a
Derecho, la entonces Villa de León de la Nueva España, fue fundada el
20 de enero de 1576, día en que así lo declaró su primer
Ayuntamiento constituido en Cabildo, y no el 12 de diciembre de 1575,
en que el Virrey don Martín Enríquez de Almanza otorgó el permiso
correspondiente. El error que subsiste en el caso de Celaya, tuvo su
origen en que indebidamente en 1908, se involucró la función
meramente cívica del 12 de octubre, aniversario del descubrimiento
de América y de la expedición del permiso para la fundación de Celaya
del 12 de octubre de 1570, con la cuestión religiosa del Juramento del
Patronato Mariano, que se verificó 26 años después de la fundación,
el 12 de octubre de 1597.
En la página 8 de la obra que venimos comentando, se lee lo que
sigue: "Para efectuar el reparto de solares, los fundadores,
acompañados de un religioso franciscano, se reunieron a la sombra de
un mezquite en el Barrio del Zapote. En el sitio que ocupó el
mezquite, se levanta hoy el monumento conmemorativo de la
fundación de Celaya..." En la página 11, como parte de la descripción
del Escudo de Armas de la Ciudad, se dice: "La franja blanca, que es la
de en medio, tiene un árbol frondoso que cobija a varias personas,
entre las que se ve a un religioso franciscano; representación ésta de
la fundación de la Villa y de los primeros pobladores...".
Conforme a los párrafos transcritos, tal parece que fueron tres los
mezquites que prominentemente deben figurar en la Historia de
Celaya, aunque en realidad, sólo se trata de uno, que en lo
subsecuente, habremos de ubicar en el lugar que le corresponde, y
desde luego, atendiendo a que tanto el mezquite bajo el cual se
integró el Cabildo y aquel otro que figura en el campo central del
Escudo, simbolizando el acto de fundación, forzosamente tienen que
ser el mismo, si atendemos a que conforme a Derecho, correspondía

113
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

al primer Ayuntamiento, constituido en Cabildo hacer la declaratoria


de fundación, siendo éste el árbol que existía en el solar donde serían
edificadas las Casas Reales o de Cabildo, y ahora se encuentra el
Palacio Municipal, según lo dejó asentado un ilustre celayense, D.
Francisco Eduardo Tresguerras, en el informe que rindió el Ilustre
Ayuntamiento de Celaya, al Virrey D. Juan Ruiz de Apodaca, el 8 de
mayo de 1820, publicado por la Gaceta del Gobierno de México,
periódico que en su época correspondía al actual Diario Oficial de la
Federación, dándole cuenta de la religiosa acción de gracias que
tributó Celaya a la Virgen Purísima, el 3 de abril de 1820, por la
terminación de la guerra de Independencia, sitio, que aunque en
forma indirecta, lo confirma la planificación de la villa, hecha por el
doctor D. Francisco de Sandi, Alcalde de Corte y Cancillería de la
ciudad de México y Teniente de Capitán General y la carta fechada el
11 de septiembre de 1570, con que la remitió el Virrey, en que se la
informa que ya van señalados sitios para iglesia, Casa de Cabildo,
plaza, solares para los vecinos, ejidos y dehesa boyal (Tierras. Vol.
676. Archivo General de la Nación), ya que lógicamente se puede y
debe suponer, que los primeros pobladores, después de oír
devotamente la Misa del Espíritu Santo, en la capilla del Señor del
Zapote, del pueblo de Nuestra Señora de la Asunción (hoy Barrio del
Zapote) única capilla que existía en varias leguas a la redonda, se
trasladaron al solar, donde posteriormente se edificaron las Casas de
Cabildo, donde a falta de "Sala Capitular", bajo la fronda de un
mezquite, el primer Ayuntamiento, constituido en Cabildo, declaró
legalmente fundada la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de
Zalaya. ¿Está claro? Y por lo que respecta al mezquite que aparece en
tercer lugar o sea bajo el cual se hizo un reparto de solares en el
Barrio del Zapote (?), no pasa de ser inaudito gazapo, que en forma
alguna puede ser imputable a la señorita Jaramillo Duarte, sino al
historiador D. Luis Velasco y Mendoza, quien en la página 55 del
primer tomo de la Historia de Celaya, asienta lo dicho en capítulos
anteriores.
No será por demás comentar que D. Luis Velasco y Mendoza
también estuvo terriblemente equivocado en primer lugar, no indica
la fecha en que se hizo el reparto de solares con que da por
cumplimiento el mandamiento de fundación del Virrey, y no lo hace

114
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

tampoco en toda su obra que consta de cuatro tomos de cuatrocientas


páginas cada uno; ¿sería porque se pretendió obligarlo a que dijera
que la fundación de Celaya fue el 12 de octubre de 1570? Esta
suposición se origina en que conservo una carta de él en que
tácitamente estuvo de acuerdo conmigo en que la fundación de Celaya
fue el 1º. de enero de 1571. Además, era imposible que los
"fundadores" se reunieran en el poblado otomite de Nattahí porque
con apoyo en la Real Cédula de Reducción de Indios, expedida por
Felipe II, el 15 de febrero de 1560, D. Juan de Villaseñor Orozco fundó
el pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, dándole por asiento el
antiguo poblado de Nattahí.

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RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO X

LA CONQUISTA DE LA REGIÓN
BAJO SUS DIVERSOS ASPECTOS

POCO TIEMPO después de la catástrofe de la Gran Tenochtitlan,


algunos caciques indios se dieron a la tarea de imitar a los españoles,
emprendiendo por su cuenta, dizque como aliados de aquéllos,
expediciones conquistadoras tierra adentro. Uno de ellos, Nicolás de
San Luis Montañez, cacique del pueblo de Jilotepec, que se decía
emparentado con el extinto emperador Moctezuma, a mediados de
1526 organizó una expedición de la naturaleza indicada, la cual,
partiendo de su cacicazgo hacia el occidente, y siguiendo la margen
derecha del Río Lerma o Grande de Toluca, llegó a mediados de
septiembre del mismo año hasta el lugar donde hoy se encuentra la
ciudad guanajuatense de Acámbaro.
En la "Relación de Méritos", documento dictado por el propio
cacique-caudillo Montañez, con gran simpleza e ingenuidad, describe
más o menos así, la fundación de dicho pueblo: "Después de las peleas
sostenidas con el ejército enviado por el rey Caltzontzin para rescatar
a sus emisarios, a los que se les hizo prisioneros cuando el citado rey
resolvió que él no tomaría parte en esta expedición emprendida por
nosotros los mexicanos para conquistar la Chichimeca, se resolvió
continuarla siguiendo la margen derecha del río, hasta un llano lo
bastante grande para fundar en él en conveniencia y comodidad, un
pueblo donde se diera acomodo a los muchos naturales que se habían
recogido a nuestro paso; para que conste, en seguida digo cómo se
hizo la fundación de dicho pueblo, el cual ahora se le da el nombre de
San Francisco Acámbaro. A Pedro de los Santos, Principal de
Xilotepec, lo nombró como Alcalde, y éste a su vez, hizo sus
nombramientos de alguaciles y regidores entre los mismos hombres
de Xilotepec, y habiéndose hecho la "traza" del pueblo, además de
señalarse sitios para iglesia, Casa de Cabildos, plaza y solares para los
vecinos, el pueblo quedó dividido en cuatro barrios, de los cuales, el
mejor ubicado debería ser el de Mexicanos, que también contaría con

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CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

su propio Ayuntamiento, como si se tratara de otro pueblo, para que


los vecinos allí radicados no tuvieran contacto con los indios de otras
"naciones", otomites, guachichiles, tarascos, etc., que habitarían en el
resto del pueblo. Para hacer la citada fundación, el Alcalde, Regidores
y "las justicias que han de ser", se "juntaron" en cabildo para hacer la
declaratoria de fundación, formándose en seguida una gran
procesión, la cual fue encabezada por mí —dice Montañez—
montando en mi caballo que nombran "El Rayo", el que había sido
bañado en el río para enjaezarlo con riarneses y gualdrapas; yo
llevaba puesta mi armadura de soldado español, que de tan limpia y
bruñida echaba luces llevando adornado el morrión de plumas
blancas y rojas. Al iniciarse la procesión, se dio fuego a los cinco
cañones españoles que se llevaban, así como a otros morterillos. Con
acompañamiento del dicho Alcalde, el cabildo y todos los caciques y
principales, me coloqué al frente de la dicha procesión; nos seguían
los guerreros más notables, los arcabuceros y la gente flechera de a
pie; las mujeres también se juntaron, pero hasta lo último, y mientras
se daba vuelta al sitio señalado para plaza y se caminaban unas
trescientas cuerdas, hasta descabezar en el río, los cañones estuvieron
atronando, gastándose en esta operación diez y seis arrobas de
pólvora, con lo cual la dicha procesión fue muy solemne..." Es
probable que del estruendo que se produjo para "solemnizar" la
procesión organizada como un corolario a la fundación del pueblo, se
derivara la costumbre, que hasta ahora perdura en la actual ciudad de
Acámbaro, de atronar el espacio con "morterillos", "cámaras" y
"cohetones", durante las celebraciones del 4 de julio, en honor de
Nuestra Señora del Refugio, Patrona de la ciudad.
Es de advertir que el acto descrito por Nicolás de San Luis
Montañez, más que una "solemne procesión", debe considerarse
como un desfile o parada militar, organizada para que él pudiera lucir
su rico atuendo de conquistador español, y por lo que hace a la
"fundación", verificada en tan curiosa forma, habrá que considerarla
sencillamente irregular, y si se quiere, con el empleo de
procedimientos viciados, tanto por no haberse efectuado conforme a
Derecho, esto es, conforme a lo previsto por las Ordenanzas 4 y 8 del
Título XII, como por no haberse contado previamente con la
autorización de la Real Audiencia de México, aunque es cierto que con

117
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

posterioridad, Carlos V otorgó su real aprobación, tal como lo hizo


también con la fundación del pueblo de Pénxamo, verificada en 1558
en condiciones similares por el cacique tarasco Tomás de Jochitzecua,
quien en lugar de la reprimenda que merecía por tomarse
atribuciones que no eran de su incumbencia, se le colmó de honores y
privilegios, como el de adornar con plumas su morrión y labrar en el
pueblo "casa de cadena", en que el derecho de asilo era tan inviolable,
que bastaba con tender una cadena a la entrada, casi siempre
sostenida por sendos leones de piedra, para que nadie, ni aun las más
elevadas autoridades ni los más importantes personajes pudieran
trasponer, pena de la vida, la susodicha cadena, sin permiso del
dueño.
Días después de fundado el pueblo de San Francisco Acámbaro,
Nicolás de San Luis Montañez ordenó que la expedición siguiera
adelante, pero esta vez por la margen izquierda del río, para someter
al poderío de la corona de España a los poblados indígenas de
Guatzindeo y Chochones, los que fueron conquistados sin la menor
resistencia, ya que se trataba de pequeños caseríos, miserables e
indefensos, donde la conquista no produjo otro efecto que el simple
cambio de nombres, siendo así como a partir de entonces, se les
denominó, respectivamente, Santa María Guatzindeo y San Andrés
Chochones. A partir de este último lugar, la columna expedicionaria
continuó avanzando por la margen derecha del río, internándose en
regiones donde éste ya era denominado "Madonté", o sea que,
habiendo quedado atrás de los dominios de Tzitzincha, el rey tarasco,
se cruzaba ya por las regiones otomíes. A mediados de noviembre de
1526, la expedición encabezada por Montañez, se encontraba frente al
pueblo de Xido, considerado como de cierta importancia, por su
elevado número de habitantes, pero como estos otomíes nunca fueron
jinetes de pelea, optaron por someterse en las mejores condiciones
que les fue posible obtener, aceptando desde luego que el gobierno del
pueblo, quedara en manos de los caciques y principales de Xilotepec,
por cuyo conducto serían cubiertos los respectivos tributos, y además,
por cuenta de los vecinos se mantendría un fuerte destacamento de
indios mexicanos para proteger las fronteras establecidas allí, ya que
este pueblo, al que se dio el nombre de San Juan Sido, quedaría
contiguo a los llanos chichimecas, que a partir de las ciénegas de

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CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Iriguato se extendían hacia el occidente.- Aquí cabe precisar que no es


exacto que al ser fundada la Villa de Salamanca, el 6 de enero de 1603,
se le diera por asiento este pueblo de San Juan Sido, ya que tanto
Celaya, como Salamanca y León, fueron las tres villas de españoles de
tipo estanciero, planeadas por el virrey Enríquez de Almanza para
proteger el camino real entre la ciudad de México y las Minas de
Guanajuato, Zacatecas y San Luis del Potosí, cuyas villas fueron
fundadas respectivamente, en la Estancia del Río, Estancia de
Barahona y Estancia de Señora, y los pueblos de indios que quedaron
extra muros de ellas, y les fueron anexados con la categoría de barrios
durante el último tercio del Siglo XVII, fueron también
respectivamente, Nuestra Señora de la Asunción, antes Nattahí, San
Juan Sido y el Cuicillo.
Practicadas algunas exploraciones por las fronteras del reino
Guachichil, comprendido principalmente en los Valles de Pénxamo,
Cuerámaro y Piedra Gorda, así como otras en el Valle de la Señora,
limitado al Norte por la Sierra de Comanja, Nicolás de San Luis
Montañez pudo convencerse de que no le convenía seguir adelante
con su expedición conquistadora, en virtud de ser muy numerosas las
concentraciones de guamares y tepehuanes que se habían efectuado, y
para no exponer a su gente a una posible derrota, decidió volver a
Xilotepec, aunque por distintas rutas, para someter a su paso los
pueblos de Nattahí, Apatzecua y Querétaro, este último de mucha
importancia, por ser un puesto avanzado para proteger la entrada a la
Sierra Gorda. Tomada esta decisión, después de designar al
destacamento que permanecería posesionado del pueblo de Sido, el 17
de noviembre de 1526, Montañez, seguido por el grueso de su ejército,
reanudó la marcha hacia el oriente. Después de recorrer en dos días
las cinco o seis leguas que separaban a Sido de Nattahí, al atardecer
del día 19 llegó a este insignificante caserío, el cual se encontró
abandonado, ya que los moradores al saber que se acercaba en son de
guerra un poderoso ejército, que contaba con armas de fuego, que en
realidad no eran sino unos cuantos arcabuces y cinco pequeños
cañones españoles, cuyos artefactos era más el ruido que producían
que los estragos que causaban, habían huido hacia los montes
cercanos. Para lograr que los azorados otomíes regresaran a sus
hogares, hubo necesidad de enviar emisarios a fin de que los instaran

119
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

a volver al poblado, advertidos de que si lo hacían voluntariamente, se


les trataría como amigos, pero de negarse a ello, serían tratados como
enemigos y en consecuencia, serían incendiadas todas las chozas del
pueblo, y a ellos se les daría muerte en el lugar donde fueran
encontrados. Ante esa terrible disyuntiva, los indígenas otomíes se
vieron obligados a regresar y ya en son de paz, los conquistadores
procedieron a designar nuevas autoridades. Por falta de
documentación fehaciente, nos es imposible precisar si al ser
conquistado este pueblo, fue cuando se le dio el nombre de "Nuestra
Señora de la Asunción", o si esa denominación se le impuso cuando
dicho caserío se dio por asiento al pueblo de este nombre fundado a
fines de 1561 por D. Juan de Villaseñor Orozco, para que se juntaran a
vivir en él los naturales del Mezquital de Apaseo, en cumplimiento a
lo ordenado por Felipe II, en su Real Cédula de Reducción de Indios,
fechada el 15 de febrero de 1560, que es lo que nos parece más
probable, ya que hasta ahora sólo hemos podido comprobar por una
información testimonial que se levantó allí ante testigos
juramentados, que para el año de 1563, ya se le había impuesto ese
nombre.
Desde Nattahí, o pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, si así
se prefiere, Nicolás de San Luis Montañez dirigió el asalto y conquista
de los pueblos de Chamacuero y Apatzecua, a una distancia
aproximada de dos leguas, al norte y al oriente de Nattahí siendo
ocupados por huestes el 20 y el 21 de noviembre de 1526, ya que sólo
opusieron resistencia pequeños grupos de chichimecas, los cuales al
ser derrotados se retiraron rumbo a Querétaro. Los otomíes
residentes en ambos pueblos, no obstante que a última hora hicieron
causa común con los mexicanos de Montañez, también quedaron
sometidos al cacicazgo impuesto por éste, siendo uno de sus primeros
actos cambiar el nombre de ambos pueblos, imponiéndoles,
respectivamente, los de San Francisco de Chamacuero y San Juan de
Apaseo. Nos excusamos de continuar hablando sobre la pretendida
conquista de Querétaro, en virtud de que ésta resultó muy difícil y se
llevó muchos años el conseguirlo, lo que cronológicamente, nos
apartaría de la época a que se contrae el objeto de nuestro estudio.
Dos y medio años después de que fue conquistada por Nicolás de
San Luis Montañez esta región del Bajío, o sea a mediados de 1529,

120
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Nuño Beltrán de Guzmán, Presidente de la Primera Real Audiencia,


temeroso del castigo que merecía por sus innumerables crímenes y
quizá tratando de hacer méritos, que a la postre le resultaron fallidos
por los fieros instintos de que no podía prescindir, dejó el gobierno en
manos de sus cómplices, los Oidores Matienzo y Delgadillo, y
pretextando emprender la conquista de la Chichimeca, salió de la
ciudad de México con doscientos peones, ciento cincuenta jinetes,
algunos cañones y numerosos indios, a quienes obligó que lo
siguieran; pasó por Xilotepec, donde se le unieron escasos
contingentes del ejército de Nicolás de San Luis Montañez, ya que
éste por entonces se encontraba empeñado en pacificar con el grupo
de su ejército la región de Querétaro, empresa muy ardua, ya que casi
dos siglos después, las tribus chichimecas remontadas en la Sierra
Gorda, todavía permanecían en pie de guerra, no obstante que ya se
trataba de nuevas generaciones. Nuño Beltrán de Guzmán entró al
reino de Michoacán por Taximaroa, siguiendo de allí directamente a
Tzintzuntzan, para sorprender al rey Caltzontzin, a quien obligó que
le proporcionara diez mil hombres y que le entregara todo el oro que
tuviese; como el botín no fuera muy abundante, llevando prisionero al
citado rey, se dirigió a Pátzcuaro, y de allí hacia el principado de
Tarímbaro, en este lugar obligó a los príncipes a que le entregaran
más oro; saqueó las yácatas sagradas, tumbas de los reyes antiguos;
atormentó a los nobles de mayor prosapia, exigiéndoles oro y más
oro; siguió rumbo a Puruándiro, llevando prisionera a casi toda la
nobleza tarasca; llegó a Conguripo, pueblo que se encuentra situado
en la margen izquierda del Río de la Purificación, donde se detuvo
varios días que empleó tratando de obligar a Caltzontzin y a los
caciques principales a que le entregaran más oro, y finalmente,
procediendo como un desalmado forajido, hizo atormentar al rey
tarasco, a quien le fueron rebanadas las plantas de los pies para
hacerlo caminar a latigazos sobre pequeñas piedras de hormiguero, y
como por este infame procedimiento ya no pudo obtener que se le
entregara más oro, sencillamente porque ya no lo había, para
culminar su brutal infamia, ordenó que el rey fuera atado a la cola de
un caballo, al que se le fustigó para que lo arrastrara en desenfrenada
carrera, y por si esto fuera poco, para aterrorizar a los príncipes y
demás nobles que aun mantenía prisioneros, a la vista de ellos mandó

121
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

que se arrojara el cuerpo de Caltzontzin, aun con vida, a una hoguera


que se encendió ex profeso, donde ardió hasta convertirse en cenizas,
que ordenó se arrojaran al río!... Si a una distancia de cuatro siglos y
medio aun se crispan los nervios con tan bárbaros horrores, cabe
pensar cómo serían recibidas estas noticias por los moradores
indígenas de una extensa comarca, en la cual se encontraban
comprendidas estas tierras del Bajío, noticias que al extenderse
amplificadas por el terror que producían, les daban la certeza de que
la destrucción de las razas aborígenes sería completa, despertando en
su ánimo un terrible pero impotente rencor, que empezó a borrar la
magnífica impresión que habían producido en ellos los primeros
evangelizadores franciscanos y agustinos que con tanta dulzura los
trataron. El pánico que reinaba en toda la comarca, aminoró un poco
cuando por los mismos religiosos se tuvieron noticias de que había
llegado a la capital de la Nueva España, una segunda Real Audiencia,
integrada por personas muy honorables, con la misión expresa de
restablecer el orden y la justicia, castigando los desmanes de Nuño
Beltrán de Guzmán y de sus cómplices. También se recibieron
informes sobre el regreso del Capitán D. Hernando de Cortés, a cuya
protección poderosa se acogían los pueblos indígenas, tratando de
evitar que entre conquistadores, colonizadores y encomenderos, los
destruyeran por completo.
Durante la década de 1531 a 1540, se desarrolló en esta región la
más asombrosa obra de evangelización emprendida por Fr. Juan de
San Miguel y sus religiosos auxiliares, no dejando —como dice el
cronista Larrea— monte, valle, cueva o precipicio, que no fuera
recorrido por este santo varón, a pie, descalzo y casi desnudo, en
busca de los indios, para incorporarlos a la civilización occidental,
destruyendo sus antiguas y torpes idolatrías, que eran sustituidas con
nociones del cristianismo. Tanto Fr. Juan de San Miguel, como
posteriormente por su Señoría Ilustrísima D. Vasco de Quiroga,
Primer Obispo de Michoacán, para facilitar la evangelización, e
introducir el orden, buscando la protección de los indios, tratando de
aliviar en algo sus necesidades y penas, se hizo la fundación de más de
veinte hospitalillos, que fueron siendo ubicados en aquellos lugares
estimados como concéntricos de comarcas determinadas. Estos
establecimientos, como impropiamente se llamaba a una humildísima

122
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

capilla o ermita, construida con adobes y tres o cuatro anexos,


edificados con el mismo material y techados con vigas, no servían
solamente para acoger enfermos y proteger ancianos y niños
desvalidos, sino que también fueron utilizados para instituir en ellos
una forma de trabajo comunal, que debería producir los elementos
necesarios para la atención de los mismos, la conservación de los
indios y el socorro a sus necesidades y penas. La curiosa organización
de estas comunidades, casi todas atendidas por mujeres indígenas,
aleccionadas previamente por los religiosos, tenía mucha similitud
con las corporaciones primitivas del Cristianismo, facilitó
grandemente la tarea de introducir la nueva religión entre los
naturales, que encontraban allí lugares de patrocinio, que poco a poco
les fueron dando a conocer y apreciar los sentimientos de caridad y
amor para con el prójimo, de que tanto habían menester en medio de
la miseria y aflicción general en que vivían, como lógico resultado de
la conquista y dominación despiadada que ejerció la mayoría de los
españoles.
El Hospitalillo de Guatzindeo, no debe haber sido de una
extensión mayor ni de mejor edificación que las de los demás, aunque
sí de cierta importancia por los opimos frutos de la tierra. El sitio que
fuera ocupado por este hospitalillo, y aun el mismo poblado, es hoy
un lugar agreste e inculto, en el cual entre huizaches y nopaleras se
ven las escasas ruinas de unos cimientos, en medio de los cuales se
levanta una moderna cruz, que para los habitantes de este valle,
señala el lugar donde tuvieron su origen hermosas tradiciones.
Quienes contemplen hoy el campo triste y solo, no podrán formarse
una idea de lo que hace más de cuatro siglos ocurrió allí, en ese
mismo lugar donde en uno de los semiderruidos cuartos de ese
hospitalillo, fue encontrada por D. Nicolás de Tamayo, entre maderos
y trastos viejos, la imagen de Nuestra Señora de la Asunción, llamada
después Nuestra Señora del Valle, y posteriormente Nuestra Señora
de las Luces, debido a sus múltiples manifestaciones luminosas, y
donde vivió y murió en olor de santidad, uno de los más insignes
protectores de la raza indiana, quien siempre llorando, como el
Apóstol, las penas ajenas, hacía florecer su virtud más grande: la
Caridad; después de que desempeñaba su trabajo en la huerta,
llamaba a los indezuelos y los expurgaba, remendaba y socorría con

123
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

algún regalito del refectorio o de los que le permitía su extrema


pobreza. Se le atribuía el don de profesía y se aseguraba que predijo la
fundación de la ciudad y de sus conventos; los cronistas franciscanos
también le atribuyeron ese don (Larrea fue cronista agustino)
refiriendo que una vecina de Guatzindeo llamada Francisca de Raya,
muy devota del Siervo de Dios, estando en la hora postrera, llamó al
guardián del convento y al lego, y después de haberse consolado con
sus palabras, pidió a éste que le diese algo para partir de esta vida; el
lego le respondió que le daba todos los actos meritorios que podía si
tenía algunos, pero que fuese consolada, que dentro de ocho días se
verían en el cielo. Despidióse con esto, y luego a la puesta del sol
murió la señora y muerta otro día el Siervo de Dios asistió al entierro
y funeral y corrido el novenario, enfermó el lego de dolor de costado y
luchando con su espíritu que jamás pudo derribarlo en cama hasta el
último día, después de que recibió todos los Sacramentos, siendo
lunes a las cinco de la tarde, se acostó en su pobre cama de tabla,
llamó al Guardián, protestó sus defectos, confesó sus culpas, pidió
hábito y sepultura de limosna y después de estos actos dignos de su
santidad, a la puesta del sol expiró y dio su alma al Creador, a la
misma hora en que se cumplían los ocho días de muerta doña
Francisca y como a ésta le prometió, sin faltar un punto. Enterróse el
cadáver en la puerta que comunicaba el presbiterio con la sacristía.
Quedaron los pobres, los devotos y los religiosos como los polluelos
que muerta la madre todo se les va en piar, buscándola de una en otra
parte; y así los pobres lo buscaban en sus necesidades, el devoto en
sus menesteres y el religioso en el consuelo espiritual, porque todos lo
tenían con verlo y así lo aclamaban en todas ocasiones como a quien
sabía socorrer. Llegaron estas voces a oídos de los Prelados y
determinaron sacarlo de la sepultura y colocarlo en un lugar más
decente a sus merecimientos. "Corrieron más de treinta años
esperanzas, hasta que el Padre Fr. Alonso de Santa María, con
comisión particular, fue al convento de Guatzindeo a sacarle de tierra,
y abriendo la sepultura para trasladar los huesos, convocó a la gente
más devota y concurriendo otras tantas, dieron con ellos; pero como
Dios es maravilloso en sus santos, y en cada uno muestra lo que los
quiere, así lo mostró con este su siervo, pues toda la cal que le echaron

124
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

sobre su cuerpo cuando lo enterraron, se levantó arriba y formó como


una bóveda de cal, se miraba el cuerpo como si fuera molde suyo...".
Del hospitalillo de Sido, que es otro de los que existen noticias,
sólo queda la capillita de la Asunción que mandara erigir D. Vasco de
Quiroga, Primer Obispo de Michoacán, en la cual, según la tradición,
sin intervención humana, se encontró clavada en tierra la cruz del
Señor de los Agonizantes, posteriormente llamado "Señor del
Hospital", por habérsele expuesto a la veneración pública, en la citada
capilla, anexa al Hospitalillo de Sido, teniéndose por cierto que la
imagen manifestó en esa forma su deseo de permanecer allí hasta la
consumación de los siglos; por la misma tradición, también se sabe
que el mismo día en que ocurrió ese maravilloso suceso, un martes
santo, a mediados del Siglo XVI, las campanas de la capilla doblaron
solas, anunciando la muerte de Juan Cardona, indio xilotepecano que
la había llevado hasta allí cumpliendo los divinos designios que se le
revelaron en su sueño, en el cual el Señor le ordenó que tomara su
imagen y la llevara tierra adentro, hasta el lugar que él le señalaría, en
la forma que ya hemos indicado. De este Hospitalillo de Xidoó a la
fecha, no quedan ni vestigios, ya que sus últimos paredones,
carcomidos por el tiempo y la humedad e invadido por el "tepozán" y
la "mala mujer", malezas que abundan en esa ruina, totalmente
desaparecieron, allá por 1908, cuando el Presbítero D. Juan
Hernández inició la construcción del moderno Santuario donde ahora
se sigue venerando al "Señor del Hospital".
Por lo que respecta a la ermita y hospitalillo de Nattahí, voz que
en el lenguaje otomí significa "El Mezquite" erigidos junto al árbol
secular que diera nombre al poblado precortesiano, que en 1560 sirvió
de asiento al Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción (hoy barrio del
Zapote de la ciudad de Celaya), ya nadie recuerda su hermosa
tradición, que empezó a olvidarse desde el día en que pretextándose
que era irreverencia denominar Señor del Zapote a una imagen de
Cristo Crucificado, que aproximadamente desde 1563 se veneraba allí,
las autoridades eclesiásticas ordenaron que el citado nombre fuera
sustituido por el de Señor de la Clemencia, ignorantes quizá de que su
antigua denominación se le dio porque fue encontrado por un grupo
de indígenas, ensangrentado, con una flecha chichimeca hundida en
su costado, al pie de un árbol de zapote, en cuyo tronco, ¡Oh prodigio,

125
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

se veía estampada con sangre la mano del Señor!... Este suceso, que
ocurrió por los años 1563-1564, conmovió tan profundamente no sólo
a los habitantes de la región, sino hasta los de otras muchas partes
hasta donde llegó la noticia de un milagroso "Cristo Aparecido", que
constantemente llegaban al lugar caravanas creyentes que procedían
de diversos pueblos de la Nueva España. No más de siete años habían
transcurrido a partir del milagroso hallazgo, cuando el Virrey
Enríquez concedió "licencia y facultad" (textual), para que en el
Mezquital de Apaseo precisamente en la Estancia del Río comprada
para el objeto a D. Gaspar de Salvago, fuera fundada una Villa de
españoles que sería denominada La Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zalaya. Ya en vísperas de este acontecimiento, que
debería verificarse el primero de enero de 1571 fecha señalada por el
propio Virrey de su "mandamiento de fundación", los futuros
fundadores y primeros pobladores de la villa, sencillos y devotos
estancieros de la región acordaron que la "Misa del Espíritu Santo"
que por órdenes del repetido Virrey debería anteceder a la elección
del Primer Ayuntamiento de la citada villa, fuera celebrada en la
capilla del Señor del Zapote en el cercano pueblo de Nuestra Señora
de la Asunción, atentos a estas importantes razones: Que dicha capilla
era la única que existía en varias leguas a la redonda, y que siendo
muy grande la veneración que profesaban a la citada Imagen, los
primeros pobladores no hubieran podido prescindir que fuera
presidido por ella un acto tan importante, y hasta es probable que una
vez que terminó la ceremonia, allí mismo, en el exterior de la ermita,
se eligieron los miembros de dicho Ayuntamiento, los que ya
designados, en compañía de todos los vecinos, se trasladaron a la
Estancia del Río, para reunirse en el solar destinado para erigir las
casas de cabildo, que es el mismo donde hasta ahora se encuentra el
Palacio Municipal, en cuyo sitio, bajo un mezquite, a falta de Sala
Capitular, se constituyó el primer Cabildo de la Villa de Nuestra
Señora de la Concepción de Zalaya, a fin de declararla legalmente
fundada, en los términos establecidos por las Ordenanzas 4 y 8 del
Título XII de la Nueva Recopilación de Indias.
En su oportunidad, exhibiendo la documentación que gracias a
nuestra buena estrella hemos podido reunir, nos referimos a las tres
épocas en que prácticamente se encuentra dividida la conquista de

126
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

México en su región central, y que pueden clasificarse así: La


conquista del más fuerte, que no requiere otras explicaciones que las
que ya hemos dejado asentadas; la conquista del espíritu, ejercida a
base de persuasión y de hechos milagrosos, y por último, la conquista
de los caciques y principales, una hábil maniobra empleada por
Carlos V para convertirlos en sus cómplices mediante el otorgamiento
de prerrogativas y privilegios, tan inútiles como ridículos con que
logró halagar su vanidad, por ejemplo: A Nicolás de San Luis
Montañez, cacique de Jilotepec, le concedió grado de General de los
Reales Ejércitos, con derecho a usar armadura de conquistador
español y morrión adornado con plumas blancas y rojas; al cacique de
Yuririapúndaro, hoy Yuriria, le permitió usar el nobiliario nombre de
Alonso de Sosa, le otorgó el título de Mariscal de Castilla,
mercedándole gran cantidad de tierras, de las cuales D. Alonso
proporcionó a los religiosos agustinos, las suficientes para formar su
hacienda de San Nicolás de los Agustinos; a Tomás de Xochisecua,
cacique tarasco de Pénxamo, lo consideró fundador de este pueblo,
por lo que le permitió usar atuendo de conquistador español, lo
facultó para labrar casa de cadena en el pueblo, cuya prerrogativa le
daría inmunidad, ya que bastaba con tender una cadena de lado a
lado de la puerta principal, casi siempre sostenida en los extremos por
sendos leones de piedra, la cual, pena de la vida, nadie podía
trasponer sin previo permiso del dueño. Además, Carlos V le mercedó
una mina de oro y plata que había pertenecido a Tzintzincha,
hermano del rey Caltzontzin, mina que para nada servía, ya que para
obtener beneficios se necesitaba trabajarla y para hacerlo habría que
llegar a ella, lo que resultaba imposible si se atiende a que se
encontraba ubicada en la parte más inaccesible de la sierra. Más
práctica resultó la conquista política, cuando Felipe II concedió a los
indios cierta autonomía con la expedición de su Real Cédula de
Reducción de Indios, por la cual ordenó entre otras cosas, que los
naturales se juntaran a vivir en sus pueblos, ya que aquellos que no lo
hicieran serían considerados como rebelados al servicio de su
Majestad, y por tanto, perseguidos y exterminados; esta Cédula fue
expedida en el Pardo, el 15 de febrero de 1560, y para hacerla cumplir
en esta región del Bajío, el Virrey D. Luis de Velasco, comisionó al
capitán D. Juan de Villaseñor Orozco, cuyos datos biográficos

127
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

proporcionaremos cuando vayamos a referirnos a la colonización, el


cual, para concentrar a los indios del Mezquital de Apaseo fundó dos
pueblos, el de San Miguel Octopan y el de Nuestra Señora de la
Asunción, al que dio por asiento el antiguo caserío precortesiano de
Nattahí, organizando a los ya existentes, y para facilitar su gobierno,
constituyó con ellos la Provincia Indígena de Acámbaro, a la que dio
este nombre por haber señalado a dicho pueblo como cabecera donde
residiría el Gobernador. Esta Provincia quedó integrada por los
siguientes pueblos de indios: San Francisco Acámbaro, San Andrés
Chochones (hoy Salvatierra), Santa María Guatzindeo, Nuestra
Señora de la Asunción (hoy barrio del Zapote de la ciudad de Celaya),
San Miguel Octopan y San Francisco Chamacuero (hoy Comonfort).
En su oportunidad nos referiremos ampliamente a la citada provincia,
cuya existencia hasta ahora había permanecido casi ignorada, no
obstante su importancia, si se considera que ella fue quien
proporcionó la mano de obra necesaria para la edificación inicial de
casi todas las ciudades, villas y pueblos del hoy Estado de Guanajuato,
la catedral de Guayangareo (hoy Morelia) y el laborío de las minas de
Guanajuato y Tlalpujahua. También consideramos conveniente
aclarar, que si en este Capítulo hemos hecho referencia a algunos de
los hechos ocurridos en los pueblos de indios mencionados, es porque
todos ellos, hasta fines del Siglo XVII estuvieron comprendidos
dentro de la jurisdicción de la Alcaldía Mayor de Celaya, que abarcaba
desde el antiguo pueblo de Chamacuero, hasta el poblado de Cerano,
cerca de Puruándiro, del ahora Estado de Michoacán.

128
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

CAPÍTULO XI

EL SEÑOR DEL ZAPOTE

YA HEMOS informado con anterioridad, de los desmanes cometidos a


fines de 1529 por Nuño Beltrán de Guzmán, Presidente de la Primera
Real Audiencia, cuya cadena de crímenes culminó con el brutal
asesinato del rey tarasco Caltzontzin, a quien atormentó infamemente
para obligarlo, igual que a los demás príncipes y nobles, a que le
entregasen todo el oro que tuvieran.
Sabedor Carlos V de lo que acontecía en la Nueva España, y
tratando de remediar los males causados por su primera Real
Audiencia, que lamentablemente había caído en manos de ladrones y
asesinos, nombró la segunda, formada por varones de una rectitud
reconocida: D. Sebastián Ramírez de Fuenleal, Obispo de Santo
Domingo, que fungiría como Presidente, y como Oidores, D. Juan de
Salmerón, Alcalde que había sido de Castilla del Oro; el Lic. D. Vasco
de Quiroga, D. Alonso Maldonado y D. Francisco Ceynos. Salmerón y
Ceynos llegaron a México en 1530; D. Vasco de Quiroga y Maldonado,
un año después, el 9 de septiembre de 1531, y D. Sebastián Ramírez de
Fuenleal, el 23 de septiembre del mismo año. Esa Segunda Audiencia,
se dio con todas sus fuerzas a la tarea de reparar los males causados
por la Primera, y D. Vasco de Quiroga, desde su llegada a México,
concibió la idea de proteger material, moral y espiritualmente a la
pobre raza conquistada; fundaría, pues, hospitales en los pueblos,
verdaderas casas de protección en donde los indios fueran socorridos
en todas sus necesidades, que eran muchísimas, iniciando su obra con
la fundación de su primer Hospital, extramuros de la ciudad de
México, hospital al que denominó Santa Fe, que fue como modelo de
los muchos que andando el tiempo, fundaría en su Obispado de
Michoacán.
En esta Provincia, quizá las más azotada por los desmanes y
tropelías de Nuño Beltrán de Guzmán, los indios, si bien, no en
abierta rebeldía contra la Corona de España, oponían una sistemática
y sorda resistencia a sus conquistadores. En 1533, D. Vasco de

129
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Quiroga fue enviado como Visitador, saliendo acompañado tan sólo


por el Alguacil Andrés Suárez y el Escribano Antonio de la Paz;
llegado a Tzintzuntzan, convocó a los caciques y principales del
pueblo, y en aquella época pareció cosa de milagro el haberlos
reducido desde luego a la obediencia y sumisión; los trajo a la vida
civilizada y les obtuvo el título de ciudad para Tzintzuntzan, lugar en
que los congregó, como cabecera que habría de ser de aquella
Provincia de la Santa Fe de la Laguna.
En 1535, aparece nuevamente D. Vasco de Quiroga en la ciudad de
México, después de haber apaciguado Michoacán, sin derramar una
gota de sangre. El 8 de agosto de 1536, su Santidad Paulo III, expidió
una Bula erigiendo canónicamente la Diócesis de Michoacán y el Rey
Carlos V, propuso para primer Obispo al religioso franciscano Fr. Luis
de Fuensalida, quien humildemente rehusó tal honor, siendo
entonces cuando el Rey presentó al Lic. D. Vasco de Quiroga, a quien
en unos cuantos días, del estado laical se le elevó a la plenitud del
sacerdocio. Lo ordenó y consagró Obispo D. Fr. Juan de Zumárraga,
primer Obispo y Arzobispo de México, en el mes de diciembre de
1538, y un año después de ser consagrado, tomó posesión de su
Diócesis en la ciudad de Tzintzuntzan, en la iglesia que tenían allí los
religiosos franciscanos, y el 25 de julio de 1539, la Corte de España
aprobó el establecimiento de la Iglesia Catedral en Pátzcuaro, como lo
había propuesto D. Vasco de Quiroga; además, a solicitud de éste,
Carlos V concedió un donativo personal, que debe haber sido de
alguna cuantía, ya que dicha suma estaba destinada a la fabricación
de "Sagrados Bultos", esto es, la construcción de imágenes de Cristo
Crucificado y de Nuestra Señora de la Asunción, elegida por patrona
de todos y cada uno de los Hospitalillos, que para la protección y
socorro de los indios, mandó construir "Tata Vasco", como
cariñosamente lo motejaron los naturales, debido al afecto paternal
que aquel les profesaba.
Tratando de reforzar la obra de evangelización emprendida con
tanto celo por Fr. Juan de San Miguel y aprovechando el donativo que
hiciera Carlos V, por el año de 1542, D. Vasco de Quiroga dispuso que
se construyeran en Pátzcuaro algunas imágenes, tanto de la Santísima
Virgen, como de Jesús Crucificado, encomendando la ejecución de
este trabajo al indio tarasco Juan, quien habiendo sido sacerdote de la

130
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

diosa Xataranga, se convirtió después en escultor cristiano, a cuyas


manos privilegiadas, se atribuyen imágenes tan famosas, como la de
Nuestra Señora de la Salud, que se venera en Pátzcuaro; la del Señor
del Hospital, de Salamanca, la de Nuestra Señora de las Luces,
Patrona de Salvatierra, que originalmente fue llevada al Hospitalillo
de Guatzindeo por el lego Juan Lozano, muerto allí en olor de
santidad, según lo relatan los cronistas franciscanos de aquella época;
el Señor de la Conquista, venerado en San Felipe de los Herreros; el
Señor de la Conquista que se venera en San Miguel el Grande; el
Señor del Zapote, adorado con suma veneración por la raza otomí, en
el pueblo de indios denominado Pueblo de Nuestra Señora de la
Asunción extramuros de la ciudad de Celaya, y conocido como Barrio
del Zapote; y otras tantas imágenes que en la actualidad ya es
imposible identificar, debido a que con el correr del tiempo, clérigos y
frailes ignorantes y además poco escrupulosos, no vacilaron en
sustituir los antiquísimos nombres con que son mencionados en las
viejas relaciones de Santos y sus portentosos milagros,
sustituyéndolos por otros más modernos y quizá más adecuados,
como éstos con que se rompió una tradición constante de tres o
cuatro siglos: "El Señor del Perdón", "El Señor de la Misericordia", "El
Señor de la Piedad", "El Señor de la Clemencia", siendo éste el
nombre que ahora se da, sin pena ni gloria, al veneradísimo "Señor
del Zapote", cuya fama, extendida por todo el Reino debido a sus
admirables milagros, rivalizaba con la que había alcanzado "El Señor
del Hospital", que entonces se encontraba en el pueblo otomí de San
Juan Xidoó, y hoy en la ciudad de Salamanca.
Como ya lo hemos dicho, de muy merecida fama, extendida por
toda la Nueva España, gozaban las esculturas modeladas por el indios
tarasco Juan, quien para darles forma, empleaba la pulpa de la caña
de maíz. Sobre la fabricación de estas esculturas, dice un cronista de
la época: "...Es el modo, coger la caña de maíz y sacarle el corazón;
éste es molido en una piedra llamada "metate" para hacer una pasta
que mezclan con una especie de engrudo que llaman "tatzingue", y de
esta materia hacen los sagrados bultos. Desde antes de la conquista,
los escultores tarascos ya fabricaban con esta pasta sus deidades,
porque resultando de poco peso, eran fácilmente transportables
durante las expediciones guerreras...".

131
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Llevados por esa misma fama —nos cuenta la relación—


pusiéronse en camino hacia la capital tarasca los frailes franciscanos
Fr. Francisco Doncel, Cura del pueblo de San Francisco de los
Herreros, Fr. Pedro de Burgos, conventual de la villa de Zelaya, y Fr.
Antonio de Ulloa, fundador de la Doctrina en las Nuevas Minas de
Xichú, para recibir como dádiva del Rey Carlos V, y por el venerable
conducto de su Señoría Ilustrísima D. Vasco de Quiroga, primer
Obispo de Michoacán, sendos crucifijos, que ellos mismos
transportarían hasta sus lugares de origen, situados al norte y ya en
los términos de dicho Obispado de Michoacán. Una vez que
recibieron sus respectivas imágenes, y que éstas fueron bendecidas
por D. Vasco de Quiroga, ilustre santo varón, acompañados por una
pequeña escolta, se pusieron en camino hacia sus respectivos lugares.
Dejemos que sea la propia "relación", quien continúe narrando este
caso interesante: "...Era el 8 de enero de 1585, viniendo para la Villa
de San Felipe de los Herreros, su Cura Franciscano Fr. Francisco
Doncel, en compañía de Fr. Pedro de Burgos, conventual de la villa de
Zelaya, llevando cada religioso un Crucifijo grande pero de escaso
peso; venían los dichos religiosos con una escolta de soldados muy
desimaginados de los insultos de los bárbaros, quando passado el
portezuelo que hasta hoy llaman de Chamacuero, dos leguas de la
villa de San Miguel, que ya lo era desde 1560, en un arroyo muy
pedregoso que está al descolgar del Puerto y bajo la serranía
inmediata, salieron de emboscada multitud de bárbaros chichimecos,
y al espantoso alarido con que siempre acometen, les faltó aliento a
los pocos soldados que venían escoltando a los religiosos, y huyeron
despavoridos cada uno por donde pudo escaparse, dejando a los
inermes religiosos expuestos a la voracidad de aquellos carniceros
lobos. Viendo los Siervos de Dios ser inexcusable morir, se abrazaron
de los Santos Crucifijos poniéndose de rodillas a sus sacratísimos
pies, y acometiendo sobre ellos los bárbaros, los cubrieron de flechas
hasta que cayeron muertos. Desnudándolos de sus pobre hábitos, les
aserraron por el casco las cabezas con el cerquillo de las coronas y se
las ponían a modo de capacetes. Los Santos Cristos aun se pueden
contemplar en la Parroquia de San Miguel el Grande y en la de San
Felipe Torres Mochas; cada uno de ellos se conoce con el nombre de
Señor de la Conquista, y aun ostentan vestigios de la sangre de los

132
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

martyres. El Padre Doncel exhaló el último suspiro abrazado de la


Imagen del Santo cristo, que todavía se ve teñido con su sangre. Este
Crucifijo se venera en San Felipe y es tradición constante, que
habiéndolo hayado con un brazo menos y hecha la dilixencia de
suplirlo con otro que mandaron hacer, nunca ajustaba o lo
encontraban dividido, hasta que con nuevas dilixencias movidas del
prodigio, lo buscaron de nuevo en el lugar del martyrio, que era
montuoso y lo hayaron, y puesto en la Santa Imagen, le quedó tan
ajustado como hoy se vé".
Esta narración, que nosotros tomamos de la Revista Trento,
Órgano del Seminario de Morelia, para reproducirla en el libro
Narraciones y Leyendas de Celaya y del Bajío, donde aparece en la
página 87 del primer Tomo, dio lugar a que al ser comentada con
nosotros por el señor Canónigo D. Juan Manuel Rodríguez,
afortunado poseedor de un rarísimo ejemplar de la Historia de
algunas Imágenes de Cristo veneradas en la Nueva España, éste
respetable señor nos informara que en el mismo incunable (es Libro
manuscrito), se encontraba otra relación, referente a un caso que se
calificó de milagroso, acaecido en esta región de Celaya "muy al
principio" de la segunda mitad del Siglo XVI, y tuvo la gentileza de
permitirnos consultar el antiquísimo libro, y tomar de él los apuntes
necesarios, para formular la siguiente información:
Entre los antiguos papeles que contienen relatos referentes a las
más notables imágenes de Cristo, expuestas a la veneración del
pueblo de la Nueva España, durante la segunda mitad del Siglo XVI,
nos encontramos con unos, que una vez leídos, nos dieron la
impresión de que el lugar donde se desarrollaron los hechos, nos era
familiar y de antemano conocido, ya que la relación que de tales
hechos se hizo, no era sino el complemento de aquella otra
información que dimos a conocer en párrafos anteriores, y como
según parece, para las personas que efectuaron la recopilación de
datos esta circunstancia pasó desapercibida, hemos considerado
indispensable analizarlas escrupulosamente en conjunto y conforme a
nuestro leal saber y entender, con objeto de estar en aptitud de dar a
conocer, por primera vez en la historia de Celaya y su región, el
verdadero origen del Señor del Zapote, que hace cuatrocientos años
ya era muy venerado por propios y extraños, en la humilde capilla del

133
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, fundado aproximadamente


por 1563, dándole por asiento el antiguo poblado indígena Nattahí,
presumiblemente, poco antes de que ocurrieran los acontecimientos
que vamos a narrar, ya que por ahora nos ha sido imposible precisar
fechas, porque las que proporcionan las antiguas relaciones, nos han
parecido incorrectas, por las razones que expondremos en su
oportunidad.
La segunda "relación" a que hemos hecho referencia, nos dice lo
que sigue:
"...Se iniciaba la segunda mitad del Siglo XVI, cuando ocurrieron
estos hechos, que además de ser extraordinarios, tienen mucho de
milagroso y sobrenatural. Viniendo de la Villa de San Miguel, que ya
lo era desde 1560, rumbo a su Pueblo de Nuestra Señora de la
Asunción, que se encuentra en los términos de este Obispado de
Michoacán, algunos indios otomites, de los ya convertidos a nuestra
Santa Religión, y por ende, ya cristianizados; en un grupo separado,
venían las mujeres, las cuales, tal vez por el cansancio que les había
producido el subir y bajar empinadas cuestas y laderas, se habían
quedado a la zaga. Al bajar dichas mujeres al fondo de un barranco
muy pedregoso, donde corría un arroyo, buscaron un remanso de la
corriente para poder beber, y estando en la dicha dilexencia, vieron en
el suelo de la opuesta orilla, entre las zarzas que crecían al pie de un
añoso zapote, un Santo Cristo grande, casi de la talla de un hombre.
Pasado el estupor y la sorpresa que les produjo aquel hallazgo,
cruzaron la corriente, y al acercarse vieron que el sagrado bulto yacía
cubierto de sangre, y tenía una flecha clavada en su sacratísimo
costado; la flecha era un chinapo negro, como las que usan los
bárbaros chichimecos; grandes manchas de sangre coagulada cubrían
el suelo, algunas ya ennegrecidas por el sol y... ¡Oh!, prodigio... en el
tronco del árbol de zapote, estampada con sangre, se veía una mano,
como si el Señor, ya herido de muerte, hubiera pretendido
incorporarse, y para lograrlo, hubiera buscado el apoyo de aquel
tronco. Las mujeres indígenas, afligidas y grandemente
impresionadas por el doloroso cuadro que tenían ante sí,
prorrumpieron en plañidero llanto, permaneciendo así, hasta que los
varones, cansados de esperar, volvieron en su busca. Reunidos ambos
grupos, los indios también fueron partícipes de aquel dolor inmenso.

134
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Al fin, acordaron llevar hasta la capilla de su pueblo, aquella divina


imagen del Redentor, a cuyo efecto, la colocaron sobre unas
improvisadas angarillas, y después de cubrirla con ramajes y flores
silvestres, se pusieron en marcha, no sin increpar previamente, en
medio de amargas lágrimas, a los bárbaros chichimecos, que tan
despiadadamente habían sacrificado a tan grande Señor. Esta imagen
de Jesús Crucificado, en la que aun se aprecia la sangre derramada,
porque no ha habido quién se atreva a limpiarla con sus impuras
manos, se encuentra en la capilla de los naturales, en el pueblo de
Nuestra Señora de la Asunción, donde cada día que pasa es más
venerado, no sólo por los indios otomites de aquel lugar, sino que
extendida por todo el Reino su fama de "Cristo Aparecido" concurren
gentes de todas partes, aun de lejanas tierras, ya para rendir pleitesía
al Milagrosos Señor del Zapote, ya para implorar el remedio a sus
necesidades, o simplemente para darle gracias por los favores y
beneficios recibidos...".
Corrido el tiempo, éste mismo a través de los años, se encargó de
confirmar el nombre de Milagroso Señor del Zapote, que impusieron
a aquella imagen los indígenas, en atención a las extraordinarias
circunstancias en que fue encontrada por ellos, al pie de un árbol de
zapote, cuyo nombre conservó por cerca de tres siglos, hasta que
quiso Dios que un clérigo ignorante, vino a matar a la gallina de los
huevos de oro, al cambiarle aquel nombre por el que supuso más
adecuado de Señor de la Clemencia, que ahora lleva sin pena ni
gloria, porque perdida la fe que le profesaba en su antigua
advocación, dejó de hacer aquellos portentosos milagros que se le
atribuían, viniendo a menos su crédito, debido a que la misma
vulgaridad del nombre que se le dio, éste ya fue insuficiente para
hacer pensar a las futuras generaciones en el origen divino atribuido a
esta imagen por los indios otomites del Pueblo de Nuestra Señora de
la Asunción. Si no se hubiera cometido semejante aberración, quizá a
la fecha, la piedad de las gentes ya le hubieran erigido un hermoso
Santuario al Señor del Zapote, como lo levantó al Señor del Hospital
en la ciudad de Salamanca.

Primera. No creemos que los hechos que se relatan en las dos


"relaciones", transcritas, se refieran a dos casos diferentes, y mucho

135
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

menos que uno de ellos hubiera tenido verificativo "en los inicios de la
segunda mitad del Siglo XVI", es decir, allá por 1550 o 1551, y el otro
el 8 de enero de 1585, con lo cual se presumen treinta y cinco años de
diferencia entre uno y otro suceso. Conocido el relato de cada uno de
los dos acontecimientos, obtuvimos la convicción de que siendo uno
complemento del otro, ambos tuvieron que ocurrir el mismo día y a la
misma hora, apoyándonos para ello en las siguientes razones: En el
Primer relato, sólo se hace mención del sacrificio de dos religiosos, Fr.
Francisco Doncel, Cura franciscano de San Felipe de los Herreros, y
Fr. Pedro de Burgos, conventual de la Villa de Zelaya, olvidándose el
narrador de Fr. Antonio de Ulloa, fundador de la Doctrina en las
Nuevas Minas de Xichú, se encontraban al norte del Puerto de
Chamacuero, donde ocurrieron los hechos, y en consecuencia, allí
debieron ir juntos los tres religiosos. La anterior omisión nos parece
natural si se considera que la persona que recopiló los datos, quizá
sacerdote residente en Valladolid, (hoy Morelia) ignoraba esta
circunstancia, lo que lo hizo pensar que Fr. Antonio de Ulloa,
habiendo llegado a su destino, ya no iba con sus compañeros cuando
éstos encontraron la muerte. Habiendo sido tres los religiosos que
salieron de Pátzcuaro y tres los Crucifijos que éstos portaban, de los
cuales únicamente dos llegaron, uno a San Miguel y el otro a San
Felipe, donde son conocidos ambos con el nombre de Señor de la
Conquista, resulta indudable que el tercer Santo Cristo, fue el que
encontraron unas indias a la margen derecha de un arroyo muy
pedregoso, es de suponer que se trata del mismo sitio que en el
primer relato se describe como "arroyo pedregoso que está al
descolgar el puerto que hasta hoy llaman de Chamacuero", por lo
cual, pasos más o menos, se trata del mismo lugar donde fueron
sacrificados los frailes Doncel y Burgos.
Segunda. Que la sangre que cubría al Santo Cristo encontrado por
las indias otomíes, y la mano que vieron estampada en el tronco del
árbol de zapote, fueron, sin duda alguna, del mártir Fr. Antonio de
Ulloa, sacrificado el mismo día y a la misma hora que sus
compañeros, Fr. Francisco Doncel y Fr. Pedro de Burgos, pudiendo
suceder que Fr. Antonio de Ulloa, no muriera en el momento en que
fue cubierto de flechas por los chichimecas, sino que debido tal vez a
su propia vitalidad, o a que las flechas que recibió en su cuerpo no

136
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

traspasaron órganos tan sensibles como el corazón, que le hubieran


producido una muerte instantánea, pudo recobrar el conocimiento
cuando ya se habían alejado sus verdugos, siendo entonces, cuando al
tratar de incorporarse, se apoyó en el tronco del zapote, donde quedó
estampada su mano con su propia sangre; quizá el religioso se alejó
un poco tratando de pedir auxilio, pero no lo logró, yendo a caer
adelante, para no levantarse más. Como se encontraba desnudo y
cubierto de heridas, su cuerpo pudo ser devorado fácilmente por las
fieras, quedando ocultos sus huesos en los cubiles de éstas, o bien
sepultados entre las malezas del monte.
Tercera. Los sucesos que se consignan en ambas relaciones, no
pudieron ocurrir en fechas diferentes, y mucho menos, uno el 8 de
enero de 1585, y el otro treinta y cinco años antes, o sea "muy al
principio de la segunda mitad del Siglo XVI"; de conformidad con
nuestras lógicas deducciones, tales hechos debieron ocurrir el año de
1563, siendo éstas las razones que las sostienen: 1. Con apoyo en la
Real Cédula de Reducción de Indios, expedida por Felipe II, el 15 de
febrero de 1560, fue fundado el pueblo de Nuestra Señora de la
Asunción, dándosele por asiento el antiguo poblado de Nattahí, a fin
de que se juntaran a vivir en él los naturales del Mezquital de Apaseo,
consecuentemente, el nombre de pueblo de Nuestra Señora de la
Asunción, se le asigno con posterioridad a 1560. 2. En la primera
relación, se dice que antes de salir de Pátzcuaro, su Señoría
Ilustrísima D. Vasco de Quiroga, primer Obispo de Michoacán,
bendijo los tres Crucifijos, lo que ya no podía ser en 1585, si se atiende
a que para entonces, este ilustre y santo varón, estaba por cumplir los
veinte años de muerto, ya que dejó de existir en Uruapan, la tarde del
primero de marzo de 1565, a los noventa y cinco años de edad,
después de veintiséis de glorioso pontificado; además, si las imágenes
eran un regio regalo, debieron ser pagadas por Felipe II, ya que Carlos
V traspuso los umbrales de la eternidad en 1555. 3. Tampoco era
posible que tales sucesos hubieran ocurrido el 8 de enero de 1585,
sencillamente porque catorce años antes, al ser fundada la Villa de
Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya, ya se veneraba en la
capilla del Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, la imagen del
milagroso Señor del Zapote, siendo precisamente esta imagen, la que
ocupaba el lugar preferente en el Altar Mayor, el día de año nuevo,

137
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

primero de enero de mil quinientos setenta y uno, al ser celebrada allí


la Misa del Espíritu Santo que por órdenes expresas del Virrey
Enríquez, contenida en el Ordenamiento de Fundación, debía
anteceder a la elección del Primer Ayuntamiento de la Villa; al
terminarse esta ceremonia, los futuros pobladores, en número de
treinta, se reunieron bajo un mezquite secular que existía en el
exterior de la ermita, procediendo a elegir de entre ellos mismos a los
miembros de dicho Ayuntamiento, que al quedar integrado, se
trasladó a la cercana Estancia del Río, para celebrar su primera sesión
de cabildo, que se verificó en el solar ya señalado para erigir en él las
Casas Reales o de Cabildo, que es el mismo donde hasta la fecha se
encuentra la Presidencia Municipal, en cuya sesión, el Comisionado
del Virrey, Dr. D. Francisco de Sandi, Alcalde de Corte y Cancillería de
la Ciudad de México, dio posesión al Primer Ayuntamiento celayense,
siendo éste, conforme a las Ordenanzas, quien declaró fundada
legalmente la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya.
Por el año de 1664, ciento cuatro años después de fundado el
Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, por cuestiones de carácter
político, que por ahora no tiene caso precisar, dicho pueblo se anexó a
la ya para entonces ciudad de Celaya de la Purísima Concepción, en
calidad de barrio, conservando su mismo nombre. Un siglo después, o
sea en 1972, según un Padrón Eclesiástico, que obra en nuestro poder,
el barrio sólo se le había reducido el nombre, mencionándosele como
barrio de la Asunción, mientras al Santo Cristo de los otomíes, se le
seguía llamando Señor del Zapote, no siendo sino hasta el primer
tercio del Siglo XIX, cuando injustificadamente se le cambió el
nombre por el de Señor de la Clemencia, y aun cuando los indígenas
protestaron por ello, tanto a modo de represalia acordaron denominar
al poblado barrio del Señor del Zapote, las obcecadas autoridades
eclesiásticas negaron toda reconsideración, por lo cual las cosas
quedaron así, hasta que pasado el tiempo, con el advenimiento de
nuevas generaciones, al caserío ya sólo se le denomina barrio del
Zapote, y al Santo Cristo de los naturales, Señor de la Clemencia, sin
que los celayenses de ahora tengan siquiera nociones, del porqué
llevan ambos los citados nombres.

138
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

CAPÍTULO XII

EL OCASO DE UN PUEBLO

CON OBJETO de no dejar sin terminar la información contenida en el


Capítulo anterior, aun a riesgo de atentar contra la Cronología, una de
las ramas más importantes de la Historia, vamos a continuarla, para
dejar asentado de una vez, que si el Pueblo de Nuestra Señora de la
Asunción tuvo una existencia efímera, de sólo ciento cuatro años, esto
se debió a las dificultades que inevitablemente tenían que surgir algún
día, como fruto del antagonismo ancestral que siempre existió entre
conquistadores y conquistados.
Los naturales, nativos y vecinos del citado pueblo de Nuestra
Señora de la Asunción, lo mismo que los de todos los demás que
formaban parte de la Provincia Indígena de Acámbaro, integrada por
Chamacuero, San Miguel (Octopan), Nuestra Señora de la Asunción,
San Andrés (para entonces ciudad de Salvatierra), el pueblo de
Acámbaro, su cabecera y el barrio de Mexicanos, de este último lugar,
se sentían justamente molestos e indignados por el extraño proceder
del Alcalde Mayor de la ya para entonces ciudad de Celaya de la
Purísima Concepción, D. Diego de Monsalve y Aguilar, posiblemente
hijo de su antecesor en el cargo, el Mariscal de Campo D. Lope de
Monsalve de Armendáriz, bajo cuya administración, hacía apenas
nueve años que la villa de Zalaya, había sido erigida en ciudad; como
ya se dijo, esa absurda forma de proceder, desde hacía dos meses
provocaba la situación de malestar que se dejaba sentir en todos los
pueblos de indios de la citada Provincia, situación que tuvo su origen
en el hecho de que habiéndose efectuado las elecciones para designar
Gobernador, Alcaldes y demás oficiales de república, desde el 30 de
noviembre, día de San Andrés, como se tenía de uso y costumbre, a
pesar de que ya se había iniciado el mes de enero, el citado Alcalde
Mayor se negaba a entregar las "varas", símbolo de su autoridad, a los
funcionarios electos. El pretexto que aducía el señor de Armendáriz y
Aguilar, para no cumplir con aquella obligación, tan inherente a su
cargo, era el de que él no había intervenido ni tuvo conocimiento de la

139
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

citada elección, razón verdaderamente pueril si se atiende a que ya


era un secreto a voces, que se encontraban resentidos porque salió
derrotado D. Diego Jacinto, incondicional suyo que había figurado
como candidato a Gobernador, y claro, no quería dar su brazo a torcer
entregando la "vara" a su contrincante, D. Miguel Hernández.
Desde luego, la parcialidad del Alcalde Mayor de Celaya y el haber
tomado partido por persona determinada, era contrario a las
Ordenanzas del Gobierno, que terminantemente prohibían a los
Alcaldes y Ministros de Justicia o de Doctrina inmiscuirse en la
elección de autoridades para los pueblos de indios, siendo obvio
agregar que esa medida se debía a que en tales actos reinara la más
absoluta libertad, siendo directamente el Virrey el único que podía
calificar la validez y legalidad de las elecciones, y en este caso, ya
hasta había expedido los respectivos nombramientos a los
funcionarios electos.
El nombramiento expedido por el Virrey en favor de D. Miguel
Hernández como Gobernador de la provincia y de D. Francisco
Damián, como Alcalde del pueblo de Nuestra Señora de la Asunción,
extramuros de la ciudad de Celaya, dice lo siguiente: "...D. Antonio
Sebastián de Toledo Molina y Salazar, Marqués de Mancera, Señor de
las Cinco Villas y la del Mármol, Tesorero General de la Orden de
Alcántara, Comendador de Puerto llano en la de Calatrava, del
Consejo de Guerra de Su Majestad, su Virrey Lugarteniente,
Gobernador y Capitán General de la Nueva España, Presidente de la
Audiencia y Chancillería Real que en ella reside, etc. Por la presente
nombro por Gobernador del Pueblo de San Francisco Acámbaro, para
el año que viene de seiscientos sesenta y cinco años a Vos Don Miguel
Hernández y para Alcalde del Pueblo de Nuestra Señora de la
Asunción extramuros de la ciudad de Celaya a Don Francisco
Damián y para Alguacil Mayor a Don Pedro Nicolás y para Alcalde del
Barrio de los Mexicanos a Don Marcos Pérez y para Alguacil Mayor a
Diego Martín y para Alguacil Mayor de la Doctrina a Don Jacinto
Hernández y todos guarden las hordenanzas y tengan cuidado del
amparo de los naturales, y que hagan sus sementeras y acudan a la
doctrina y a los Oficios Divinos y que no se les lleven tributos
demasiados ni se carguen por tamemes, evitarán las borracheras,
amansebamientos y otros pecados públicos hechos en ofensa de Dios

140
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Nuestro Señor, castigando a los que exhedieren que para ello les doy
facultad qual de Derecho se requiere, la qual dicha elección confirmo
sin perjuicio de lo que tuviere que decir la justicia de este Partido y los
electores que no se hallaron en ella. México y diez y seis de diziembre
de mill y seiscientos y sesenta y quatro años.- El Marqués de
Mancera.- Por mandado de su Exa. D. Pedro Velázquez de la Cadena.-
Al margen: (Nombramiento de Gobernador y República del Pueblo de
Acámbaro)".
Muy semejantes al nombramiento anterior, figuran otros dos en el
expediente, por los cuales, el Virrey nombra Alcaldes, Regidores,
Alguaciles y oficiales de república para los pueblos de San Francisco
Chamacuero y San Miguel Octopan, ambos de la jurisdicción de
Celaya. Como se observan los citados documentos, tal parece que un
Padre hiciera sabias recomendaciones a sus hijos, a quienes
encargaba el amparo de sus hermanos menores, y les da facultad para
el castigo de sus faltas, pero... D. Diego de Monsalve y Aguilar, Alcalde
Mayor por su Majestad de las ciudades de Celaya, Salvatierra y sus
jurisdicciones, se había empeñado en torcer la buena fe de las
autoridades superiores y no pudiendo varias el resultado de dichas
elecciones, verificadas desde el 30 de noviembre anterior, ya
confirmadas por el Virrey, y ya expedidos por éste los nombramientos
a favor de los individuos que resultaron electos, el Alcalde Mayor de
Celaya sólo con el afán de molestar y humillar a los indios, se negaba
rotundamente a entregarles las varas, no obstante que a partir del
primero de enero de 1665 debían entrar en funciones, propiciando
con esto una situación irregular para todos los pueblos de la
Provincia, debido a la falta de autoridades y un resentimiento general
entre todos los naturales, quienes ya exasperados por las
circunstancias que concurrían, decidieron elevar sus quejas ante el
Virrey, Marqués de Mancera, haciéndolo en el escrito que insertamos
a continuación, respetando su ortografía:
"Excelentísimo Señor: Los Principales, Oficiales de República y
electores de la Provincia de Acámbaro, desimos que nosotros nos
juntamos en nuestro Cabildo, hicimos nuestra elección de
Gobernador, Alcaldes y demás oficiales de república para la dicha
Provincia, en conformidad con las Ordenanzas del Gobierno que
permite a los naturales haser sus elecciones sin la intervención de las

141
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Justicias, Ministros de Doctrina ni otras personas, la qual trujimos


ante V. Exa. que fue servido de despacharnos la confirmación y
respecto de no aver dado parte al Alcalde Maior de Salaia de la dicha
elección trata de molestar a los electos y no darles las varas de los
oficios en que va nombrados en las dichas elecciones y respecto de
que sea nombrado Alcalde Maior en la Ciudad de San Andrés de
Salvatierra y Acámbaro su sujeto que estaba agregado a Salaia y que
todo es una Provincia, se ha de servir V. Exa. de mandar al dicho
Alcalde Maior dé las varas de los oficios en que van nombrados en las
elecciones para el año venidero de seis sientos sesenta y cinco con que
se excusarán los agravios y vejaciones que el Alcalde Maior de Salaia
pretende hacernos y otros inconvenientes por todo lo cual y los mas
que a nuestro derecho convenga: A V. Exa. pedimos y suplicamos se
sirva mandar que el dicho Alcalde Maior de las varas a los electos en
las dichas elecciones imponiéndole penas para que lo cumpla y nos de
testimonio de haberlo executado, pedimos justicia y que lo notifique
cualquier persona que sepa leer y escribir con testigos y en lo
necesario etc. Otro si suplicamos a V. Excelencia sea servido de
mandar al Alcalde Maior de Salaia no nos inquiete ni moleste por
dichas elecciones imponiéndole una pena para que lo cumpla y se le
notifique en la misma forma pedimos. Utsupra.- D. Luis Hernández,
D. Antonio Ramírez, D. Pascual Ramírez, D. Lorenzo Francisco.
(Otras dos firmas más que son ilegibles).
Es indudable que el escrito que hemos insertado, se envió al
Virrey por conducto de algún comisionado especial, con instrucciones
de que él mismo sería portador de la respuesta, lo cual cumplió, ya
que al reverso del mismo escrito, se encuentra asentado el siguiente
decreto del Virrey.
"En México a veinte y zinco de diziembre de mill y seiscientos
sesenta y quatro años. Mando a Bos el Alcalde Mayor del Partido de
Acámbaro que habiéndose hecho esta elección conforme lo disponen
las Ordenanzas, se les den las varas a los nombrados en ellas y no se
les impida por persona alguna usar los oficios pena del que lo
contraviniere de doscientos pesos que aplico a mi distribución y se les
dé testimonio de haberlo executado y habiéndoseles dado la posesión,
si hubiere que decir se ocurra a este Tribunal a representar lo que se
les ofreciere y se notifique como se pide.- El Marqués de Mancera.-

142
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

(Una rúbrica). Por mandado de su Exa. D. Pedro Velázquez de la


Cadena".
Como se vé, los naturales triunfaron en su demanda,
sencillamente porque les asistía la razón y la justicia, sin embargo,
antes de exponer cualquier comentario, a modo de antecedente, es
conveniente informar que hacía veinte años, para ser exactos, desde el
9 de febrero de 1644, en que se autorizó la fundación de la ciudad de
San Andrés de Salvatierra, al Alcalde Mayor de la Villa de Nuestra
Señora de la Concepción de Zalaya, como llovida del cielo, le cayó la
Alcaldía de la nueva ciudad, debido a que al ir a efectuarse la elección
de su primer Ayuntamiento, en que ya habían resultado designados
para desempeñar el cargo de regidores los señores Hernando Luis,
Cristóbal de Estrada, Miguel Piña y Felipe Jiménez Larios, éstos
manifestaron no poder aceptar aquellos nombramientos, en virtud de
que siendo pobres de solemnidad, se encontraban imposibilitados de
aportar a la Corona de España la suma proporcional que les
correspondía, sobre los veinte mil quinientos pesos, en que fueron
tasados los "oficios" de la citada Alcaldía, ni tampoco se presentaron
otras personas que se interesaran en obtener, en una forma tan
onerosa, los puestos de Regidores, Alcaldes Ordinarios, Procuradores,
escribanos, etc., siendo ésta la razón por la cual, todavía en 1664, a D.
Diego de Monsalve y Aguilar, se le continuaba dando el título de
Alcalde Mayor por Su Majestad, de las ciudades de Celaya,
Salvatierra y sus jurisdicciones. Expuesto lo anterior, ya no se
juzgará extraño que el asunto que nos ocupa, se continuara ventilando
en la ciudad de San Andrés de Salvatierra, donde residía un
"theniente" del Alcalde Mayor de Celaya, quien despachaba con el
carácter de "Corregidor por Su Majestad, de la ciudad de Salvatierra y
Pueblo de Acámbaro".
Con el decreto del Virrey, en que pena de doscientos pesos,
conminaba al Alcalde Mayor que hiciera entrega de las varas, el
Gobernador entrante de la Provincia indígena de Acámbaro, D.
Miguel Hernández, D. Francisco Damián, Alcalde del Pueblo de
Nuestra Señora de la Asunción, extramuros de la ciudad de Celaya, D.
Francisco de San Juan, Alcalde del Pueblo de San Miguel, D. Lucas
San Juan, Alcalde del Pueblo de Chamacuero, los regidores D.
Francisco Xuárez y D. Lucas Phelipe, del citado lugar, y algunos otros

143
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

oficiales de república, cuyos nombres ya no tiene caso citar, el día 14


de enero de 1665, se presentaron en la Alcaldía Mayor de Celaya, para
gestionar, por enésima vez, la entrega de las varas; como era natural,
el Alcalde Mayor, D. Diego de Monsalve y Aguilar, se negó a recibir a
la comisión integrada por los citados naturales, pero como ya estaba
enterado de la pena de doscientos pesos impuesta por el Virrey a
quien les impidiera usar de los "oficios" para los que estaban
nombrados, fue el Escribano Público y de Cabildo, D. Diego de la Cruz
y Sarabia, quien les informó que sus gestiones deberían encaminarlas
por conducto del Capitán D. Bernardo del Castillo y Villaseñor,
Corregidor de Salvatierra y Acámbaro, que sería quien, una vez que
practicara las averiguaciones respectivas, resolvería lo que estimara
conveniente.
En vista de que la Provincia llevaba ya dos semanas sin contar con
autoridades de ninguna naturaleza, el grupo de caciques y principales
que se encontraba en Celaya tratando de hablar con el Alcalde Mayor,
acordó trasladarse de inmediato a la ciudad de Salvatierra, donde al
día siguiente, 15 de enero de 1665, ya asesorados por el Escribano
Real D. Agustín de Carranca Salcedo, presentaban ante el señor
Corregidor el escrito que se inserta en el acta que se levantó, y que a la
letra dice:
"En la Ciudad de San Andrés de Salvatierra a quince de henero de
mill y seiscientos sesenta y cinco años, ante mí el Capitán D. Bernardo
del Castillo Villaseñor, Corregidor por Su Majestad de ella y su
jurisdicción, el contenido presentó esta petición con tres
mandamientos del Escelentísimo Sr. Birrey de esta Nueva España y
un decreto de su Excelencia "Don Miguel Hernández, Principal
Cacique de esta Provincia de Acámbaro paresco ante V. Merced, en la
mayor via y forma que me combenga y digo que por elección que
hicieron los principales electores de esta Provincia para el presente
año de mill y seiscientos sesenta y cinco a los treinta de noviembre del
año pasado de sesenta y quatro, día del Señor San Andrés como se
tiene de costumbre hacer dicha elección en ese día todos los años de
ynmemorial tiempo a esta parte y se remitió al Superior Govierno del
Exmo. Sr. Birrei de esta Nueva España fue servido de confirmar y
despachar mandamiento cometido a Vuestra Merced para que me dé
la posesión, todo lo qual presento con la solemnidad debida y por

144
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

tanto= A Vuestra Merced pido y suplico habiéndolo por presentado se


me mande dar la posesión, que ello así ha de ser y discirniendo con
justicia y de todo lo obrado y que se obrarse se me dé por testimonio
como su Exa. manda. Protesto costas y en lo necesario etc.- D. Miguel
Hernández (Rúbrica)" "...Y visto por el dicho Corregidor con los
mandamientos y decreto de su Exa.= Dijo—Que obedece lo que su
Excelencia manda y en cumplimiento de ello y en conformidad de
dicho decreto en que se refiere que habiéndose hecho la elección
según lo disponen las hordenanzas se les den las varas, mediante a
que no la presenta por estar todo ya en el Supremo Gobierno, para
más bien cumplir lo que se manda en el dicho decreto, mando se
junten los principales y electores que isieron la elección y los demás
principales en la cabecera de Acámbaro y su Doctrina para que en
conformidad de lo que declarasen se les den las varas y lo firmo.—Don
Bernardo del Castillo Villaseñor. Testigo de Asistencia, Joseph López
del Castillo, Testigo de Asistencia. Alonso González de Córdova".
Dos días después, reunidos en el despacho del Corregidor todos
los electores que el 30 de noviembre anterior, habían designado
Gobernador, Alcaldes y demás oficiales de república estar en puestos
desde el primero de enero, en presencia del citado Corregidor D.
Bernardo del Castillo Villaseñor y ante la fe del Escribano de su
Majestad D. Agustín de Carranca Salcedo, que veinte años antes, en
1644, había sido promotor de la fundación y de hecho único fundador
de la ciudad de San Andrés de Salvatierra, confirmaron y ratificaron,
los resultados de dicha elección a fin de que se entregaran las varas a
las personas que resultaron electas, todo lo cual quedó asentado en el
acta que se levantó y que es del tenor siguiente:
"En la ciudad de San Andrés de Salvatierra, a diez y nueve de
henero de mill y seiscientos sesenta y cinco años, ante el Capitán D.
Bernardo del Castillo Villaseñor, Corregidor por su Magestad de ella:
Mediante Blas de Villagrán, Ynterprete de este Juzgado, parecieron D.
Pedro de la Cruz y otros principales y naturales que dixeron llamarse
D. Luis Hernández, D. Francisco Pérez, Governadores que han sido,
D. Lorenzo Francisco, D. Francisco Juárez que an sido Alcaldes, D.
Francisco Pérez Regidor; Baltazar Martín, Juan Jacinto, Francisco
Martín, Lucas Martín, D. Francisco Martín, D. Marcos Pérez que ha
sido Gobernador, D. Juan Baltazar, D. Melchor Lorenzo, D. Francisco

145
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

de San Juan, Alcalde, D. Diego Luis, Regidor; D. Diego de la Cruz,


Gabriel Martín, D. Andrés Juan, que dixeron ser todos Principales y
electores y habiéndoseles mostrado a los susodichos los
mandamientos de su Excelencia presentados y la confirmación de
Gobernador de D. Miguel Hernández y decreto de su Excelencia,
todos los susodichos mediante dicho Ynterprete dixeron: Que la
elección hecha en los susos es mui ajustada y buena y en que todos
que tienen votos y electores an convenido y conbienen que así botaron
y si fuese necesario de nuevo se ratifican en sus botos porque el dicho
Governador y Alcaldes y demás oficiales de república contenidos en la
dicha elección que se yso en el dicho D. Miguel Hernández
Governador que su Exa. se ha servido confirmar es en personas
convenientes para la paz y quietud de los naturales por ser quieto y
pacíficos y que los tratan bien y que no son inquietos ni pleitistas ni
echan deramas para pleitear y uno que otro lo declaran y juran a Dios
y la Santa Cruz en forma de Derecho y manifiestan estar muy
contentos y gustosos de que su Excelencia dios guarde ya sido servido
de confirmar dicha elección de que tanto bien, sosiego y quietud a de
redundar a favor de la Provincia de naturales: Y así lo dixeron y
firmaron los que supieron; no firmó el intérprete que dixo no saber
firmólo dicho Corregidor.- D. Bernardo del Castillo Villaseñor.- D.
Antonio Ramírez.- D. Lorenzo Francisco.- D. Lucas de San Juan. Ante
mi: Agustín de Carranca Salcedo. Escribano de Su Magestad".
Faltando tomar su parecer a los caciques y principales del pueblo
de Acámbaro, donde algunos de ellos, quizá influenciados por el
Alcalde Mayor de Celaya, de cuya jurisdicción también dependía este
pueblo, habían estado de parte del candidato a Gobernador de la
imposición, y hasta habían votado por el impopular D. Diego Jacinto
personas que no estaban consideradas como electores, es decir, que
no tenían derecho al voto, se acordó en forma económica entre el
Corregidor y los naturales, que éstos se "juntaría" en Acámbaro el
próximo día 23, para que en vista de lo que allí se resolviera, que se
esperaba sería en forma favorable, se procedería a la inmediata
entrega de la vara al Gobernador, para que éste a su vez lo hiciera con
las varas de Alcaldes, Alguaciles, Regidores y demás oficiales de
república. El acta que con motivo de dicha reunión se levantó en
Acámbaro, cabecera de la Provincia, a la letra dice así:

146
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

"En el Pueblo de Acámbaro, Jurisdicción de San Andrés de


Salvatierra a veinte y tres de henero de mil seiscientos sesenta y cinco
años, ante el Capitán don Bernardo del Castillo Villaseñor, Corregidor
pos su Magestad de toda esta Jurisdicción y mediante Matís de
Hincapié que hasse oficio de Ynterprete, parecieron Mateo Uruque y
don Juan Miguel, Alcaldes de este pueblo y cabecera; don Phelipe
Miguel y Jesús Mariano, Rexidores y don Juan Bautista de la Roza,
Principal, don Alonso de Laguna, Principal, D. Francisco de Mendoza,
don Diego del Aguila y don Joseph de León Principales y Caciques de
este pueblo y habiéndoseles hecho notorio a los susodichos el
mandamiento del Exmo. Señor Birrey de esta Nueva España, en que
se sirvió confirmar al elección de Governador fecha en Don Miguel
Hernández, dijeron que lo susodichos hicieron contradicción en este
pueblo a la elección en que salió por Governador Don Diego Jacinto,
por haber votado en ella los que no eran votos y por los defectos... que
padezian y por lo demás que se contiene en la petición de Don
Antonio Ramírez, Governador que hera y la contradizión que ycieron
nos puso en la dicha llamada elección como el Theniente lo dixo y
declaró en el testimonio que se le dio para ocurrir con él ante su
Excelencia y que... en la dicha contradizion y en lo demás que tienen
declarado se ratifican que la hecha en dicho don Miguel Hernández en
que salió por tal Governador es buena y conveniente para la paz y
quietud y conservación de los naturales por el buen tratamiento que
les hace y por el contrario los maltrata y aflije el dicho Don Diego
Jacinto cruda y asperamente como manifiesta ante... Siendo el dicho
don Miguel Hernández como Governador en esta Cabecera como es
obligación, se evitarán los pleitos con los de Salaya y no habrá
parcialidades de que se redundan tantos daños a los naturales así
juran a Dios y a la Cruz lo que va referido ser cierto y verdadero y
rinden muchas gracias a su Excelencia por el bien que les ha hecho en
la confirmación de dicho don Miguel Hernández y lo firmaron los que
supieron con el Ynterprete. Cap. D. Bernardo del Castillo Villaseñor,
D. Juan Bautista de la Roza, D. Sebastián Pérez, D. Miguel Felipe,
Matías Hincapié.- Ante mi Agustín de Carranca Salcedo. Escribano de
su Magestad". [Los puntos suspensivos sustituyen algunas palabras
que ya no obran en el documento original, que en parte se encuentra
roído por ratones y polillas].

147
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

En vista de la entereza y decisión demostrada por todos los


naturales, que de ninguna manera podían admitir la imposición de D.
Diego Jacinto, como Gobernador de la Provincia, que en su perjuicio
pretendió llevar a cabo el Acalde Mayor de Celaya, al Corregidor de
Salvatierra, Capitán D. Bernardo del Castillo Villaseñor, no le quedó
otro recurso que cumplir fielmente las órdenes del Virrey, so pena de
pagar de su propio peculio los doscientos pesos de multa, siendo así
como hizo entrega de la vara que le daría personalidad al Gobernador
electo D. Miguel Hernández, según quedó consignado en el siguiente:
"AUTO: En el Pueblo de Acámbaro a veinte y tres de henero de
mil y sesenta y cinco años (sic) el Cap. Don Bernardo del Castillo
Villaseñor, Correxidor por su Magestad de toda esta jurisdicción
aviendo visto los mandamientos de su Exmo. Señor Birrey y de esta
Nueva España de la confirmación de la elección de Gobernador hecha
en don Miguel Hernández y el Decreto de su Excelencia manda, ha
hecho todas las dilixencias necesarias y juntados los principales
caciques de esta Cavecera y governación y como con las dichas
dilixencias están muy gozosos y contentos de que su Excelencia se
haya servido de confirmar la elección de Gobernador fecha en Don
Miguel Hernández, en conformidad y ovedecimiento del
mandamiento de su Excelencia en presencia de dichos principales de
esta cavecera y de otros y de mi, el presente escribano de su
Magestad, se entregó la vara de tal Governador al dicho don Miguel
Hernández de que doi fee, el qual juró a Dios y a la Cruz de usar bien y
fielmente y hacer lo que su Excelencia manda y pidió los Autos se le
dé testimonio para que lo presente ante su Excelencia y lo firmo con
el dicho Governador ba testado con el que tiene sacado.- Cap.
Bernardo del Castillo Villaseñor.- Ante mi, Agustín de Carranca
Salcedo, Escribano de su Magestad".
Una vez que se hizo entrega de la vara de Gobernador a D. Miguel
Hernández, el júbilo de los naturales se desbordó en ruidosas
manifestaciones, festejando así el justo contento que les embargaba
por el triunfo cívico alcanzado por ellos sobre el orgulloso Alcalde
Mayor por su Majestad, de la Muy Noble y Leal Ciudad de Celaya de
la Purísima Concepción, título que apenas hacía seis años le había
conferido a Celaya Felipe IV, en su Real Cédula, fecha en El Pardo, a 7
de diciembre de 1668, quien puso todo su empeño en imponer en el

148
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

citado cargo a D. Diego Jacinto, para contar con un Gobernador


incondicional en la Provincia de Acámbaro, quien entre otras cosas, le
había ofrecido que procuraría que con su apoyo, se trasladara la
cabecera a la ciudad de Celaya, para mejor colaborar con él y no hacer
ninguna gestión ante su Excelencia, para que se nombraran Alcaldes
Mayores para la ciudad de Salvatierra y el pueblo de Acámbaro, a fin
de que él pudiera seguir intitulándose Alcalde Mayor por Su
Majestad de las ciudades de Celaya, Salvatierra y sus Jurisdicciones.
Como era de esperarse, el triunfo obtenido por los naturales,
resultó contrario a sus intereses, siendo los indígenas del Pueblo de
Nuestra Señora de la Asunción, a extramuros de la Ciudad de
Celaya, los primeros en sentir los efectos del odio y el rencor del
señor Armendáriz y Aguilar, cuando supo por el Escribano Público y
de Cabildo, D. Diego de la Cruz y Sarabia, de la acusación elevada al
señor Virrey por los Caciques y Principales de todos los pueblos de la
Provincia, acusándolo de que sólo con el fin de humillarlos, se negaba
a entregar las varas al Gobernador, Alcaldes y demás oficiales de la
república, y más debe haberle dolido que le recordaran al Virrey el
nombramiento de Alcaldes Mayores para Salvatierra y Acámbaro, y le
enteró también del decreto de su Excelencia, en que le ordenaba a él,
personaje tan importante como influyente: "...Mando a Vos el Alcalde
Mayor, que habiéndose hecho esta elección conforme lo disponen las
ordenanzas, se les den las varas a los nombrados en ellas, pena de
doscientos pesos a quien lo contraviniere, y no se les impida por
persona alguna usar los oficios, y habiéndoseles dado la posesión, si
hubiere que decir, se ocurra a este Tribunal a representar lo que se les
ofreciere...".
Ya hemos dicho que debido a la proximidad existente entre la
ciudad de Celaya y el Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, los
naturales de este último lugar, fueron los primeros en sufrir las
consecuencias del enojo del Alcalde Mayor de Celaya, pero hasta
ahora, nada hemos dicho que dé una idea de la distancia a que
equivalía esa proximidad, lo cual consideramos de importancia, ya
que habrá muchas personas que lo deseen saber, porque para las
actuales generaciones es una verdadera sorpresa el hecho de haberles
informado nosotros por primera vez, de la antigua existencia de ese
pueblo. Si nos fuera factible retroceder el tiempo, o bien trasladarnos

149
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

nosotros a vivir en la ciudad de Celaya de hace trescientos años, éste


tendría que ser el recorrido que habría de hacerse, para trasladarnos
del templo de San Francisco, al del Señor del Zapote, situado ya en
"los términos" del Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción: Al salir
del cementerio, por dicho cementerio y la calle de la Puerta Falsa de
San Francisco, dando vuelta, también a la derecha, para continuar por
esta calle rumbo al oriente; al llegar a la calle de Silva, llamada así en
memoria de D. Domingo de Silva, Fundador y primer Alcalde de la
Villa de Zalaya; al finalizar esta calle, continuamos en línea recta por
la siguiente, que se llama calle de la Asunción, cuyo extremo norte, ya
desemboca a la Plaza del Pueblito; de esta plaza, seguimos la calle
transversal "que va al Señor del Zapote", si es que calle se puede
nombrar a una vereda bordeada por jacales y huertas cercadas con
granjenos, hasta llegar al templo, rodeado de amplio cementerio
donde existe el histórico mezquite secular. El mismo recorrido, ahora
lo haríamos por la Calzada Independencia, hacia el norte, en la
próxima esquina, daríamos vuelta para seguir por la calle de Madero,
hasta el crucero con las calles de Tenochtitlan, daríamos vuelta a la
izquierda para seguir rumbo al norte, recorriendo dos tramos de la
citada calle de Tenochtitlan, hasta desembocar en la Plazuela del
Chubasco, y como a partir de ésta, ya no existe la brecha transversal,
tomaríamos cualquier calle, incluso la de Tenochtitlan que nos lleve
hasta el Templo del Barrio del Zapote. El centro del Pueblo de
Nuestra Señora de la Asunción, era la Plaza del Pueblito, hoy Plazuela
del Chubasco, que gracias a la voracidad de los vecinos, ya presenta
una forma irregular y completamente reducida, ya que éstos al fincar
nuevas construcciones, se fueron metiendo en terreno de la plaza; lo
mismo está ocurriendo en el templo donde una empresa particular,
con o sin derechos legales, que a nosotros no corresponde averiguar,
ya ha construido en el cementerio hasta la mitad del templo, en su
costado poniente. Con lo anterior, hemos dejado precisado, que del
templo de San Francisco a la Plaza del Pueblito, no existían más que
cinco calles, y de la tapia de la huerta del Convento, al mismo lugar
solamente dos, por lo cual consideramos que en 1664, era correcto
decir que el Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, se encontraba
extramuros de la ciudad de Celaya.

150
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

El absoluto desconocimiento de la existencia de este pueblo, tan


ligado a la historia local, hizo que personas tan doctas como el
párroco Pbro. D. Francisco María Góngora, D. Eusebio Antonio
Garcidueñas, el Lic. D. Manuel Concha y algunas otras, el año de
1908, al tratar de erigirse un monumento que recordara la fundación
de Celaya, incurrieron en varios errores, de los cuales dos son el
fundamento y origen de una falsa tradición:
Primero. Señalaron el 12 de octubre de 1570, como fecha de la
fundación de Celaya, aduciendo que siendo imposible establecer
cuándo fue erigido por los otomíes el poblado precortesiano de
Nattahí, que sirvió de asiento a la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zalaya, era bueno, valedero y completamente legal,
considerar como fecha de su fundación, la que ostenta la Cédula Real
(?) expedida por el Virrey D. Martín Enríquez de Almanza, el 12 de
octubre de 1570; este error se perpetuó al ser grabado en piedra en la
cara que ve al sur de la base del mencionado monumento, en el barrio
del Zapote.
Segundo. Este error, que por lo general debiera ser el primero, en
realidad, no se debe a nuestros ilustres antepasados, sino al
historiador D. Pedro González, que fue el primero en asentar en su
Geografía del Estado de Guanajuato, editada en 1897, que al ser
fundada la Villa de Zalaya, se le dio por asiento el poblado indígena
precortesiano de Nattahí, estableciéndose con este gazapillo, que en
el mismo lugar: Nattahí, se erigieron dos entidades de población
distintas, perfectamente definidas: Pueblo de Nuestra Señora de la
Asunción, que se fundó aproximadamente por 1563, éste sí con apoyo
en la Real Cédula expedida por Felipe II, el 15 de febrero de 1560,
para que se juntaran a vivir en él los naturales del Mezquital de
Apaseo, y la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya,
Villa de españoles, fundada, según nuestros ilustres antepasados, por
Cédula Real (?) expedida por el Virrey D. Martín Enríquez de
Almanza, el 12 de octubre de 1570, no obstante que tenemos
entendido que un Virrey, podría expedir Mandamientos,
Ordenamientos, Licencias, etc., pero jamás Cédulas Reales, privilegio
reservado exclusivamente a los monarcas, iniciándose
invariablemente estos documentos así: Don Phelipe, por la gracia de
Dios Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de

151
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Jerusalén, de Granada, de Navarra, de Toledo, de Valencia, de


Galicia, de Mayorca, etc., etc., y era asignado invariablemente con las
palabras sacramentales de: YO EL REY, seguida de: Fecho en... (podía
ser en Madrid, El Pardo, El Retiro, etc., y la fecha conteniendo el día,
mes y año), de todo lo cual carece el documento en que fue autorizada
la fundación de la Villa de Zalaya, documento que no es más que un
Permiso Condicionado, ya que en la parte relativa dice así: "...Lo cual
todo visto por mí, por la presente doy licencia y facultad, para que
en la dicha parte y lugar (mezquital de Apaseo, Estancia del Río) se
haga la fundación de dicha Villa y se pueble de españoles, conforme a
la traza que el dicho Alcalde dejó fecha, la cual dicha Villa, se llame e
intitule la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya, y los
vecinos que en ella asentaren y vivieren llegando a treinta hombres
casados pueden juntarse y señalar cabildo, y parte donde se junten, y
desde el día de año nuevo primero que viene del año de mil
quinientos setenta y uno en adelante, habiendo oído una Misa del
Espíritu Santo elegir y nombrar cuatro Regidores, los cuales después
de nombrados y elegidos, nombren y elijan dos Alcaldes Ordinarios
de los más viejos y honrados que entre ellos hubiere..." Entre las
diversas condiciones impuestas por el Virrey, se encuentra ésta
considerada como altamente injusta por los futuros pobladores, tanto
que dio lugar a que de los treinta y cinco individuos que se
encontraban anuentes en poblar la villa, veinticinco se retractaron:
"...ante todas las cosas, ordeno y mando a quienes hayan firmado
asiento de vencidad y a quienes tengan poder de otros para hacerlo,
que no pueden empezar a poblar en tanto no haya pagado a Don
Gaspar de Salvago el importe de su Estancia del Río, sitio donde se
va a hacer la Fundación...".
Volviendo al curso normal de lo que veníamos mencionando
referente al Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, diremos que el
triunfo cívico logrado por los naturales de la Provincia de Acámbaro,
como era de esperarse, resultó contrario a sus intereses, y los
primeros en resentirlo, fueron los del pueblo mencionado, ya que
desde el día en que tomó posesión D. Francisco Damián como Alcalde
del Pueblo, las autoridades de Celaya los empezaron a hostilizar,
creándoles graves y múltiples problemas, al grado de que cualquier
delito que se cometía en Celaya o sus aledaños, era imputado a los

152
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

naturales del Pueblo de la Asunción, a quienes injustamente se


perseguía y encarcelaba por ello, hasta que llegó el día en que el
Ilustre Cabildo de la Muy Noble y Leal Ciudad de Celaya de la
Purísima Concepción, encabezado por el digno Alcalde Mayor por su
Magestad D. Diego de Monsalve y Aguilar, impetró de la piedad de su
Excelencia, que el Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción se
anexara a Celaya en calidad de barrio, a fin de que la Alcaldía Mayor
de esta ciudad pudiera imponer el orden, evitando los frecuentes
desacatos de los indios, los que eran solapados por su Alcalde y demás
oficiales de república del pueblo. Ignoramos la fecha exacta en que fue
resuelto favorablemente la capciosa petición del Cabildo, y cuándo y
cómo fueron puestas en ejecución las órdenes del Virrey, que se
venían gestionando con el único fin de humillar y vejar a los
naturales, ya que sólo hemos visto en un Padrón que se levantó en
1660, que dicho pueblo ya figura en él como "Barrio de Nuestra
Señora de la Asunción", y en otro, correspondiente al año de 1792, ya
sólo se les menciona, como hasta ahora "Barrio de la Asunción". En el
Capítulo anterior, ya hemos explicado porqué se le denomina Barrio
del Zapote, sin que éste sea su nombre oficial.
Para que el Alcalde Mayor de Selaia haga notificar a los Alcaldes
Ordinarios de ella, se contengan en los límites de sus límites de su
ciudad y jurisdicción, sin hacer molestias a los naturales, de
pedimento de Juan Francisco, Diego Salvador y demás naturales del
Pueblo de la Asunción de dicha jurisdicción, dice así:
"Don Carlos, por la gracia de Dios Rey de Castilla y de León etc. A
bos mi Alcalde Mayor de la Jurisdicción y Ciudad de Selaia sabed
como ante el Presidente y Oidores de mi audiencia y Chancillería que
reside en la ciudad de México de la Nueva España Juan López de
Pareja, Procurador Don Juan Francisco, Diego Salvador, Miguel
Xuárez, Diego Pérez y demás naturales del Pueblo de la Asumpción de
esa jurisdicción de Selaia, presentó petición diciendo que el dicho
Pueblo estaba distante de esa Ciudad a quienes dividía un pedazo de
monte y una acequia y siendo asi lo referido, los Alcaldes Ordinarios
de la Ciudad de Selaia, excediendo sus términos pasaban a dicho
Pueblo a las horas mas desacomodadas de la noche, con pretexto de
rondar entrándose en las casas de su pares y quitando los diez y doce
pesos, recibiendo semejantes agravios de los esclavos y personas que

153
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

los acompañan, todo lo qual era en perjuicio de sus pares y del Común
de dicho Pueblo, teniendo Alcalde Mayor esa Ciudad de Selaia que los
gobernase y administrase justicia por ser como eran de su
Jurisdicción y no de la de los Alcaldes Ordinarios y para que cesasen
las molestias referidas, pidió se mandase despachar mi Real Provisión
para que dichos Alcaldes Ordinarios no ronden ni vayan con ese
pretexto a dicho Pueblo ni conociesen de las causas de dichos
naturales si no es a vos dicho mi Alcalde Mayor con penas que se
impusieron para su cumplimiento y notificase persona que supiese
leer y escribir con testigos Mandase llevar al fiscal de la dicha mi
audiencia por quien se dio la respuesta del Tenor siguiente Muy
poderoso Señor: Buestro Oydor Fiscal dice que Vuestra Alteza se ha
de servir de mandar que se despache a estas partes Real Provisión
para que el Alcalde Mayor de Selaia notifique a los Alcaldes
Ordinarios de quien se quejan se contengan en los límites de su
Ciudad y Jurisdicción sin hacerles molestias con ningún pretexto con
apercibimiento de que se proveerá del remedio que convenga, México
y Abril trece de mil seiscientos ochenta y dos años. Licenciado Don
Francisco Fernández Marmolejo Y vista dicha respuesta por los
dichos mi Presidente y Oidores se mandó despacharse como lo desea
el dicho mi oidor fiscal Y para que tenga efecto con su acuerdo mando
dar esta mi carta por la qual os mando que siendo os mostrada por los
dichos Juan Francisco, Juan, Diego Salvador, Miguel Xuárez, Diego
Pérez y demás naturales del dicho Pueblo de la Asumpción que
proveais y deis orden que luego y sin dilación alguna se notifique y
hareis notificar a los dichos Alcaldes Ordinarios de esa Ciudad de
Selaia de quienes se quejan se contengan en los límites de su Ciudad y
Jurisdicción sin exeder en ello en manera alguna, sin hacer a los
naturales molestias y vejaciones con ningún pretexto con
apercibimiento que se proveerá del remedio que convenga= Y a bos
dicho mi Alcalde Mayor pondréis todo cuidado en el cumplimiento de
esta mi carta y que dichos naturales se conserven en toda paz y
quietud y no reciban los agravios que representan de dichos Alcaldes
Ordinarios ni de otra persona alguna amparandolos en dicha razón y
procurando su alivio y dichos mis Alcaldes Ordinarios y bos mi
Alcalde Mayor no hagais cosa en contrario pena de mi real enojo y de
doscientos pesos de oro comun que aplicareis por tercias partes para

154
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

mi cámara, gastos de justicia y extraordinarios de dicha mi audiencia


en que desde luego os declaro por incurso contraviniéndolo de que
tome razón mi contador de esta. Y mando a cualquiera persona que
sepa leer y escribir os notifique esta mi carta con testigos e sin ir ellos
mas que con el gobernador, un Alcalde, un Regidor y el Alguacil
Mayor y no otro ningún natural pena de cuatro años de obraje que se
encuentra dispuesto por auto de la dicha mi audiencia y dicho se les
vuelva para en guarda de su Justicia. YO EL REY= Dada en la Ciudad
de México a tres días del mes de agosto de mil seiscientos y ochenta y
dos años= El Conde de Paredes y Marques de la Laguna= Lizdo. Don
Gonzalo Suárez, Lisenciado D. Juan Saez Moreno= Lizdo. Don
Francisco Fernández= Yo Juan de Anaya Escribano de Cámara del
Rey Nuestro Señor la hice escribir por su mandado con acuerdo de su
Presidente y Oidores.

155
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XIII

LA ESTANCIA DEL RÍO

EN EL MANDAMIENTO de Fundación de Celaya, expedido por el Virrey


Enríquez, el 12 de octubre de 1570, se encuentra asentado lo que
sigue: "Atento a que el Dr. Francisco de Sandi, Alcalde de esta Corte y
Cancillería y Teniente de Capitán General, andaba en la dicha
comarca en el castigo y pacificación de los dichos indios alzados, le
volví a cometer el dicho negocio de que viese la parte y lugar donde
más cómodamente y sin menor perjuicio se podría fundar la dicha
Villa, y la señalase y trazase, señalando sitio para Iglesia, plaza, casa
de cabildo y solares para los vecinos y dehesa y exido y otras cosas, el
cual ansi mesmo en orden de lo susodicho, hizo estas dilixencias y
averiguaciones, las cuales con su parecer envió ante mí, por lo cual
consta y parece ser conveniente y necesario al servicio de Dios
Nuestro Señor y Su Majestad y común utilidad que se hiciese y
fundase la dicha Villa, en el dicho Mezquital, cerca donde se juntan
los ríos de San Miguel y Apaseo, es una tierra arenisca un poco, que
está en el terreno de una Estancia del dicho Gaspar Salvago, que
llaman del Río, el cual no le viene de la población más daño que
echarlo del sitio de dicha estancia, porque el ganado suyo no estaba
aquerenciado, etc..." (Tierras, Vol. 2680. Archivo General de la
Nación).
Si consideramos que el ganado de Gaspar Salvago no estaba
aquerenciado todavía en la Estancia del Río, cabe suponer su reciente
adquisición, por venta que le hizo Juan de Illanes, quien la recibió por
mercedación, según este otro documento: "Nosotros, el Presidente y
Oidores en la Real Audiencia de esta Nueva España, el Presidente y
Oidores en la Real Audiencia de esa Nueva España, por la presente,
en nombre de Su Majestad, que Dios Guarde, hacemos merced a Juan
de Illanes, vecino del pueblo de Santa María Guatzindeo, de la
Provincia de Mechoacán de un sitio de estancia para ganado mayor en
el Mezquital de Apaseo, una legua donde se juntan los ríos de San
Miguel y de Apaseo, en un llano grande, entre estancias de Pedro

156
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Hernández de los Reyes y Alonso Maldonado, de las dos que pedisteis


se os hiciera merced, una para ganado mayor y otra para menor, la
cual por mandado y comisión del Muy Ylustre Visorrey Don Luis
Velasco, fue a ver y vido don Alonso de Castilla, Corregidor del Pueblo
de Oririapúndaro y hechas las dilixencias y averiguaciones que se la
mandaron hacer, declaró y dio parecer estar sin perjuicio del tercero y
con que dentro del año la tengais poblado con el dicho ganado mayor,
y de ningún valor y efecto y guárdense las Ordenanzas que están
hechas sobre la distancia que debe haber de una estancia a otra, que
es a la estancia de ganado mayor tres mil pasos de marca a la
antigua, ya la de menor dos mil y cumplido lo susodicho, sea vuestra
y vuestros herederos y sucesores y de aquel o aquellos que obtuvieren
título en causa y como de cosa vuestra y adquirida con justo título,
pase a quien por bien tuviereis, corrido dicho término, por tanto no
sea Iglesia o Monasterio ni que de ella tomados, no seais despojado
sin ser primeramente oído por fuero y dicho vedado ante como dicho
debais.- Fecho en México a siete días del mes de junio de mil y
quinientos cincuenta y ocho años.- "Firman, el Dr. Ceynos, el Dr.
Salmerón, el Dr. Vasco de Puga y otros cuyas firmas son ilegibles".
(Ramo de Tierras. Libro de Mercedes. Archivo General de la Nación).
Los documentos parcialmente transcritos, prueban
evidentemente, que al ser fundada Celaya, no tuvo por asiento ningún
pueblo de indios, así llámase Nattahí, Nuestra Señora de la Asunción
ó Barrio del Zapote, como ahora se conoce el lugar donde
pésimamente ubicado, se erigió un monumento, que según el acta
levantada el día de su inauguración, señala el sitio Donde el 12 de
octubre de 1570, se celebró la primera misa, se erigió la ciudad (?) y
se juró por Patrona a la Madre de Dios, en el arrobador misterio de
su Limpia Concepción.
Confirmando la suposición que nos hemos forjado, relativa a la
que el anterior título de mercedación, si se refiere a la Estancia del
Río, sitio que sirvió de asiento a la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zalaya, cuando se le fundó, se encuentra el siguiente
documento en el Archivo General de la Nación, Ramo de Tierras,
Volumen 674 "Relación del Reparto de Mercedes", hecho a los
primeros pobladores de la citada Villa, el 3 de febrero de 1574, por el
Doctor Alonso Martínez, Juez Visitador por su Majestad, en virtud de

157
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

la comisión que para ello le fue conferida por el Virrey D. Martín


Enríquez de Almanza", que ya se dio a conocer en el capítulo seis. Los
contenidos en las listas que hasta ahora se conocen, porque resulta
incuestionable, que no se pueden exceder de treinta, ni ser menos de
este número, que son exactamente las personas que en calidad de
vecinos de la villa, es decir, que habían firmado asiento de vecindad,
las que recibieron como merced, dos y media caballerías de tierra
conforme al Título de fundación. El asiento que figura en el sexto
lugar, dice así: "A Miguel Juan se le señaló una caballería, linde con
caballería de Gaspar Sálvago, y dentro de un cercado en las sobras que
se le quitaron a linde del camino Real que va de Apaseo a Guanajuato,
y caballerías y media de temporal en el llano, acabezadas de tierras de
Juan de Illanes que compró de Alonso Aguilar..." Para nosotros, que
hemos venido practicando investigaciones desde hace más de quince
años, con objeto de obtener un estudio lo más circunstanciado
posible, este asiento nos revela:
Primero. Que D. Juan de Illanes, además de la Estancia del Río,
que como hemos visto, es lo más probable que fue mercedada a él
directamente, poseía otras tierras que compró de Alonso Aguilar, y
como este señor fue hijo de Pedro Hernández de los Reyes, que
poseía una estancia colindante con la que se le mercedó a Illanes, se
empieza a confirmar que el título de mercedación que hemos dado a
conocer, sí puede corresponder a la Estancia del Río, asiento de la
Villa de Zalaya.
Segundo. El mismo asiento también nos informa que a Gaspar
Salvago, a quien se compró la mencionada Estancia del Río, con
objeto de fundar allí dicha Villa, aún le quedaron tierras realengas,
dentro de un cercado, linde con el Camino Real. (Tierras realengas se
les nombra a las que correspondían a los tres mil pasos de marca a la
antigua, que debían existir entre estancia y estancia), en este caso,
entre la Estancia del Río y la Estancia de Pedro Hernández de los
Reyes.- El asiento que figura en el décimo noveno lugar, dice: "A
Pedro Hernández de los Reyes, se le señaló dos caballerías y media de
tierras que ha de haber como tal vecino, la una de riego, linde con
Gaspar Salvago, hacia la parte del Norte, y la otra y media de
temporal, cerca del hoyo grande, alindando con caballería de Pedro
Sánchez de Alcalá..." Este asiento nos revela, que Pedro Hernández de

158
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

los Reyes, que poseyó una estancia colindante con la Estancia del Río,
mercedada a Juan de Illanes, aun vivía en el año de 1574, lo que nos
ha hecho suponer que fue en vida cuando repartió su hacienda entre
sus hijos Francisco y Alonso Aguilar, siendo este último quien vendió
su parte a Juan de Illanes.
El asiento número veintitrés, dice: "...A Francisco de Aguilar, se
le señaló dos caballerías y media de tierra que ha de haber como
vecino de esta Villa, la una de riego, linde con caballería de Pedro
Hernández de los Reyes, su padre, y con Gaspar de Salvago hacia la
parte del Norte y la otra y media de temporal a linde del dicho su
padre, y de Pedro Sánchez de Alcalá, cerca del hoyo grande". Este
asiento nos revela claramente la paternidad de Pedro Hernández de
los Reyes para con Alonso y Francisco de Aguilar. La razón por la
cual éstos no llevaban el apellido de su padre, no interesa averiguarla,
ya que tal vez se trataba de hijos naturales, aunque en aquella época
era común y corriente que al llegar a la mayoría de edad, los hijos
podían llevar el apellido de su padre o elegir entre las de sus
antepasados, aquel que mayor lustre y señoría tuviera.
Ya hemos dicho que el tercer portugués, D. Joan d'a Ponte, se fue
a establecer en el Valle de Señora, siendo tan sólo la codicia quien lo
llevó hasta aquel lugar, donde constantemente acechaba la muerte,
por ser aquellas tierras las más feraces de la comarca. D. Joan d'a
Ponte, lo mismo que sus conterráneos d'a Silva y d'a Ibáñez, pronto
fue dueño de varias estancias, de las cuales, por 1560, la principal y
preferida, era la estancia de Señora, mercedada en 1551 por el Virrey
D. Luis de Velasco, al Capitán Juan de Jasso, uno de los
lugartenientes de Hernán Cortés en la conquista de México, y quien
también lo acompañó a las Higueras. Para 1569, año en que
chichimecas, guachichiles, guamares y tepehuanes se confabularon
contra sus opresores, comenzando por arrasar el pueblo de Comanja,
asesinando con todo género de crueldades a los vecinos españoles, de
cuya masacre únicamente se salvaron el cura Juan de Cuenca y el
seglar Juan de Sayas, quienes se refugiaron en una estancia cercana,
D. Joan d'a Ponte ya había muerto, sucediéndole en el manejo de su
cuantiosa fortuna, su hijo o nieto D. Diego Frausto d'a Ponte,
individuo tan apegado a los bienes terrenales, que en los papeles que
hemos consultado, aparece allá por 1579, acusando a un infeliz, por el

159
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

delito de injurias y desacato, por lo que fue encarcelado, siendo que


todo su crimen consistió en tratar de ponerlo en su lugar, cuando
groseramente le cobraba cierta cantidad de pesos. Este hecho sin
importancia, nos hizo recordar que tres años antes, precisamente el
24 de enero de 1576, según se consigna en los autos de fundación de la
Villa de León de la Nueva España, a D. Diego Frausto d'a Ponte se le
desterró de ella por desacato a las órdenes del Virrey. Según los
citados "Autos", el caso ocurrió así: El 16 de enero de 1576, el Dr. D.
Juan Bautista de Orozco, Alcalde de Corte y Cancillería de la Ciudad
de México, llegó al Valle de Señora comisionado por el Virrey D.
Martín Enríquez de Almanza, para intervenir en la fundación de la
Villa o Ciudad de León, esto no se podía precisar por depender del
número de vecinos que se reuniera, procediendo a trazar la nueva
población, señalando lugares para plaza, iglesia, solares para los
vecinos, caballería y huertas para los fundadores y ejido y dehesa para
la nueva colectividad, así como para presidir la integración del primer
cabildo leonés, acto que tuvo verificativo el día 20 del mismo mes y
año. Al hacerse la elección de los miembros del Ayuntamiento, resultó
designado Alguacil Mayor, D. Diego Frausto d'a Ponte, a pesar de las
objeciones que interponían alegando que la fundación de la Villa
afectaba su Estancia de Señora, y alguna otra de las diversas que
poseía; tres días consecutivos molestó a los Alcaldes y Regidores,
pidiendo en todos los tonos que se cambiara la ubicación de la villa o
que por lo menos se le indemnizara de los perjuicios que recibía, y
tanto calentó la cabeza a los citados funcionarios, que éstos se vieron
precisados a juzgarlo y condenarlo por el delito de desacato a una
Provisión del Virrey, en la que éste dijo textualmente: "...Ordeno y
mando a todas las Justicias de Su Majestad, que en la población y
asiento de la dicha Villa, no pongan ni consientan poner embarazo o
contradicción alguna, antes den para ello todo el favor y ayuda que
fuese necesario..." Como, efectivamente, en su calidad de Alguacil
Mayor, con sus objeciones incurría D. Diego en desacato a esa
disposición, los Alcaldes lo condenaron a destierro, y para cumplir
con esta sentencia, se le llevó hasta los Términos de la Villa, y puesto
en la raya del lindero, se le despojó de la vara de Alguacil Mayor,
entregándola a su sustituto Antonio d'a Silva y cogiéndolo por el
cuello como a cualquier malandrín —dice la relación— para infamarlo

160
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

se le aplicó un puntapié, extrañándolo de la villa. Tan rigurosa


sentencia tal vez posteriormente se reconsideró, ya que tres años
después, lo encontramos haciendo de las suyas en la nueva Villa de
León. Las personas que aun creen en el infundio esculpido por
nuestros antepasados en el monumento erigido en el Barrio del
Zapote, en que se dice que la Villa de Zalaya fue fundada por Cédula
Real del Virrey (?) el 12 de octubre de 1570, deben tomar por ejemplo
la fundación de la villa de León, que se verificó el 20 de enero de 1576
por ordenamiento del mismo Virrey Enríquez de Almanza, fechado el
12 de diciembre de 1575.
Para el año de 1565, en las inmediaciones del Pueblo de Nuestra
Señora de la Asunción, fundado con apoyo en la Real Cédula de
Reducción de Indios, expedida por Felipe II, el 15 de febrero de 1560,
para que se juntaran a vivir en dicho pueblo los naturales del
Mezquital de Apaseo, ya existía otro pequeño centro de población que
se denominaba Cortijo de San Juan de la Vega, o simplemente San
Juan de la Vega, como hasta ahora se le conoce, cuyo propietario y
fundador D. Juan Infante (el viejo), vivía allí en compañía de su
mujer, doña Catalina de Samaniego, una hermana de ésta, doña
Leonor, del mismo apellido, y nada menos que diez hijos del
matrimonio indicado. Al ser fundada la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zalaya, el 1º. de enero de 1571, doña Catalina, ya para
entonces viuda de D. Juan, para cumplir con las órdenes del Virrey
que había dispuesto que en el término de un año, que vencía el 31 de
diciembre de 1571, deberían juntarse a vivir en la villa todas las
personas que tuvieran tierras o labranzas dentro de las cuatro leguas
de jurisdicción de la propia villa, so pena de "perdimiento" de tales
tierras y labranzas. Doña Catalina de Samaniego viuda de Juan
Infante ya como vecina de Zalaya, por sí y a nombre de sus hijos,
promovió en la Sala del Crimen de la Corte de México, un litigio que
fue muy sonado, en contra de D. Francisco de Villaseñor y Orozco,
hijo de D. Juan de Villaseñor y de Dª. Catalina Cervantes de Lara,
acusándolo de haber turbado la pacífica posesión de las Estancias de
Villachuato, Conguripo, Yéstaro y Corralejo, las dos últimas en el
Valle de Pénjamo, y de haberse aprovechado de los frutos, pastos y
ganados, y de haber echado fuera de ellas a los criados y demás gentes
que las habitaban. "...Y habiendo dado informes contrarios para el

161
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

acusado, D. Juan de Porras, Corregidor de Oririapúndaro...", (hoy


simplemente Yuriria), fue condenado a pagar una fuerte
indemnización, a restituir las tierras, a pagar las costas y daños y
perjuicios a los demandantes. Esta sentencia definitiva, fue ejecutada
a mediados de 1574, época para la cual, Dª. Catalina de Samaniego y
sus hijos legítimos, como herederos de Juan Infante (el viejo), ya eran
dueños de otras muchas estancias, (cuando menos diez) ya que cada
una de ellas era administrada por uno de sus diez hijos; entre estas
estancias, podemos citar las siguientes: San Gregorio, El Saúz,
Corralejo, La Ordeña y Guanímaro, todas ellas en el Valle de
Pénjamo; la Hacienda de Cuiceo de los Naranjos, que figuraba en este
grupo, pertenecía a Dª. Leonor de Samaniego, hermana de Dª.
Catalina. Tan enorme fortuna, amasada a fuerza de trabajo por D.
Juan Infante y sus hijos, la vemos esfumarse a principios del Siglo
XVII, aproximadamente por 1618, en que se presentó en aquella
región, el terrible D. Alonso de Alcocer, Tesorero General de la Santa
Cruzada, quien abusando de tan importante y elevado puesto, sólo
vino a la Nueva España para hacer fortuna, sin reparar en los medios,
ya que para lograrlo se valió de amenazas y artimañas, imponiendo
entre los hacendados, a censo forzoso y con muy elevados réditos, los
fondos de la Tesorería a su cargo; las víctimas, previamente
seleccionadas, como siempre sucede en estos casos, fueron personas
de buena fe, a quienes se había hecho creer que serían tenidas por
herejes y judaizantes, si se negaban a cooperar en esa forma con la
Santa Religión, y como las deudas que obligadamente se contraían
eran muy elevadas, no por la ínfima cantidad recibida, sino por los
tremendos intereses que se le cargaban, y el plazo que se concedía
para saldar esa cuenta, era muy perentorio, lo que les impedía hacerlo
en tiempo y con oportunidad, era entonces cuando las fincas eran
embargadas y sacadas inmediatamente a remate, interviniendo
entonces con sus mañas D. Alonso de Alcocer, para que nadie más
que él se presentara como postor, a fin de que los inmuebles le fueran
adjudicados en forma personal, sin sacar un solo centavo de la bolsa,
ya que sólo bastaba que diera por pagado el crédito otorgado por la
Tesorería a su cargo, para que los bienes fueran escriturados a su
favor, sencilla forma en que pudo hacerse de no menos de veinte

162
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

haciendas, las mejores de la comarca, empleando el timo de la Santa


Cruzada, que tan buen resultado le dio.
Indudablemente que uno de los primeros, y quizá el más
importante de los colonizadores, lo fue D. Juan de Villaseñor y
Orozco, Capitán de los Reales Ejércitos, quien además de
conquistador, fue dos veces Visitador de la Nueva España; fundador
de la ciudad de Valladolid de Michoacán, en el Valle de Guayangareo y
en la falda del Punguato, cuya traza le ordenó el Virrey D. Antonio de
Mendoza, que la hiciera en compañía de Juan de Alvarado y Luis de
León Romano. Por comisión directamente conferida por Carlos V, D.
Juan de Villaseñor era encomendero de Guango, Purándiro,
Conguripo, Numarán, Pénxamo y toda la Provincia indígena de
Acámbaro, que comprendía los pueblos de Chamacuero, San Miguel
Octopan, Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción (hoy barrio del
Zapote de Celaya), San Andrés Chochones (hoy Salvatierra), el Barrio
de Mexicanos y el mismo Pueblo de Acámbaro, cabecera de la
Provincia. Era dueño de estancias en los Valles de Querémbaro,
Urísipo y Villachuato, con sus respectivos ranchos, sitios y caballerías.
Fue protector de la Provincia Franciscana de San Pedro y San Pablo
de Michoacán; protector de la Provincia Agustiniana de San Nicolás
Tolentino de Michoacán; promotor del Monasterio de Guango, cuya
primera piedra colocó en 1550, según Fr. Matías de Escobar;
construyó templos e instituyó algunas Capellanías en los pueblos de
sus encomiendas; riquísimos terratenientes, cuyas propiedades se las
disputó Nuño Beltrán de Guzmán, considerándolas comprendidas en
la Nueva Galicia. Casi a raíz de la fundación de Valladolid, el Virrey D.
Antonio de Mendoza le mercedó el sitio principal del Valle de
Villachuato, con casa, huerta, potreros y demás dependencias, a que
se refiere el Título de Mercedación fecho en México a 11 de agosto de
1542, firmado por dicho Virrey y refrendado por su Secretario de la
Gobernación Alonso de Almaguer. Además de las encomiendas
citadas anteriormente, en un viejo manuscrito de cuarenta y ocho
hojas, en que se hace una relación de papeles y títulos de Corámaro,
donde también tenía propiedades, se mencionan como de las
encomiendas de D. Juan, los pueblos de Ayo el Grande, Ayo el Chico,
Huáscato, Huascatillo, Acuibazo, Acapo, Tecato, Xalpa, Xalpilla,
Enándiro, Curisco, Pénxamo, Tupátaro, Guacítaro, San Gregorio

163
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Sirácuaro, San Jerónimo y Estaro, con sus sujetos y rancherías, y por


último Cochihuato. Su fecha: Julio 2 de 1544. D. Juan de Villaseñor y
Orozco, nació en la Villa de Vélez, el año de 1500; vino a la Nueva
España en 1524, y en 1526 el Ayuntamiento de la Ciudad de México le
mercedó un solar para que estableciera su casa, contigua a la de Juan
de Jaramillo, en la calle del Agua, aunque la mayor parte de su vida la
pasó en Michoacán, al cuidado de sus encomiendas, de las cuales, la
principal y predilecta, tuvo su asiento en Guango, antiguo pueblo
tarasco (hoy Villa Morelos), que era su habitual residencia, donde
vivió con tal lujo y esplendor, que algunos cronistas michoacanos —el
Padre Basalenque, entre otros— llamaron a Guango la Corte Chica.
Fr. Matías de Escobar, en su famosa "Thebaida Americana", asienta
que poco le faltó a Guango para ser "El Versalles de América" ó "La
Florencia del Nuevo Mundo" "...Todos los hijos de este caballero —
agrega el cronista citado— aunque tenían sus casas muy ostentosas en
las haciendas que les había dado su padre, las fiestas, Pascuas y otros
días, que eran los más del año, moraban en Guango, y para su
comodidad, todos estos caballeros tenían labradas casas competentes
a su grandeza..." Murió D. Juan en su hacienda de Querémbaro, el
jueves 24 de mayo de 1566, a los sesenta y seis años de edad, bajo
testamento que otorgó el mismo día ante el Escribano Real D. Pedro
Cardoso. Fue dos veces casado, la primera, con Dª. Catalina Cervantes
de Lara, sevillana, nacida el año de 1516 y radicada en la Nueva
España en 1524, hija legítima del Comendador y Conquistador D.
Leonel de Cervantes, originario de la Villa de Tarrancona, en Castilla
la Nueva, uno de los principales vecinos de la ciudad de México; de
esta unión, se formó el tronco de la familia de Villaseñor y Cervantes,
ese árbol de frutos maravillosos en sus diversas ramas, entre las
cuales descuellan personalidades tan luminosas, como la del héroe
máximo de México, D. Miguel Hidalgo y Costilla, cuyo bisabuelo, D.
Juan de Villaseñor y Lomelí representó la quinta generación, en línea
recta; D. Agustín de Iturbide, libertador, consumador de la
Independencia de México y emperador; el Conde de Valenciana, los
Condes de Miravalle, los Villaseñor y Cervantes de Celaya, uno de los
cuales, siendo Alcalde Mayor de esta ciudad, renovó por tercera vez el
Juramento del Patronato Mariano; y otros muchos personajes
extraordinarios, con perfiles de leyenda, o tan preclaros, como su

164
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Eminencia D. José Garibi y Rivera, Primer Purpurado mexicano. El


segundo matrimonio de D. Juan de Villaseñor, también fue con una
dama de muy elevada alcurnia, cuyo nombre y ascendencia hasta
ahora no nos ha sido posible establecer, porque se ignora dónde y
cuándo fue celebrado este matrimonio, en el cual únicamente se
procreó un hijo, que todavía pequeño tuvo la desgracia de perder a su
madre, circunstancia que obligó a su padre a enviarlo a España para
que allá se educara al lado de la familia materna. Terminada su
primera instrucción, fue inscrito en la Universidad de Santa María de
Sevilla, con el nombre de Juan Bautista de Orozco; el cambio al
segundo apellido de su padre, no nos debe extrañar, ya que en aquella
lejana época, se consideraba normal que el interesado eligiera, al
llegar a cierta edad, entre los apellidos de sus antepasados, el que le
agradara o mejor conviniera a sus intereses, lo que muchas veces dio
lugar a lamentables confusiones, que en más de una ocasión han
cambiado el curso de la historia. Muy brillantes fueron los estudios
del joven Juan Bautista de Orozco, quien ya con el Título de Doctor en
Derecho, fue comisionado por el Rey Felipe II, para que pasara a la
Nueva España como Alcalde de Corte y Cancillería de la ciudad de
México. El 12 de diciembre de 1575, el Virrey D. Martín Enríquez de
Almanza firmó el permiso para que en el Valle de Señora se fundara la
Villa de León, comisionando al Dr. Orozco para que poniéndose al
frente de un pequeño, pero bien pertrechado ejército, marchara al
citado valle para elegir el lugar más conveniente para la fundación,
trazara la futura villa, e interviniera en la elección de su primer
Ayuntamiento. A pesar de su diligencia, no fue sino hasta el 16 de
enero de 1576, en que Orozco llegó al citado valle; convocó a los
interesados a fin de que los que desearan poblar el lugar firmaran
compromiso de asiento de vecindad, con objeto de comprobar el
número de vecinos con que se contaba, ya que para fundar una villa se
requerían de treinta a cincuenta, y de cincuenta a cien para una
ciudad, pero en virtud de que al hacerse el recuento sólo llegaron a
treinta y tres, entre ellos el Br. Alonso Espino, Presbítero, Diego
Hernández, mulato y Marcos Francisco, indio, personas que no
podían figurar como fundadores, porque según las Ordenanzas,
deberían ser españoles casados, apenas si llegaron a 30 los individuos
hábiles el día 20 de enero siguiente, una vez que se integró el primer

165
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Ayuntamiento, la fundación se hizo con el rango de Villa. En un acto


solemne que tuvo verificativo el 10 de noviembre de 1578 en la ciudad
de México, el Dr. D. Juan Bautista de Orozco, fue electo Rector de la
Real y Pontificia Universidad de México, lo cual implicó el
reconocimiento a sus cualidades culturales; encontrándose ausente, el
juramento de Estatutos se celebró en la Iglesia Catedral hasta el 27 de
enero de 1579, durando en tan honroso puesto apenas el corto tiempo
de dos meses, ya que el 25 del siguiente marzo, se reunió nuevamente
el Claustro Universitario para elegir Rector, por fallecimiento del
Doctor Orozco.
D. Francisco de Villaseñor y Cervantes, quien conforme a las
costumbres de su tiempo, fue más conocido por D. Francisco Orozco y
Tovar, desde su temprana edad también pasó a los Reinos de Castilla
a concluir sus estudios iniciados en México, y ya casado con Dª.
Leonisia de Gasca y Reus regresó a la Nueva España en 1559,
dedicándose al cultivo de tierras y a la crianza de ganados mayores.
Entre los sitios de estancia que poseía, se contaba uno en términos del
pueblo de Guango, junto a la Laguna de Caramán; la magnífica
hacienda del Valle de Villachuato, colindante con otras que poseyeron
sus hermanos, la hacienda de Xanamuato, la Estancia de Cuiceo y la
Estancia del Río, en el Valle de Puruándiro, en la cual pasó el resto de
su vida. Muchas de las propiedades adquiridas por su padre, dieron
lugar a que D. Francisco sostuviera diversos litigios y controversias,
ya que en algunas ocasiones trató de desconocer ventas y
enajenaciones hechas por los dueños anteriores y obrando con
imprudencia y terquedad, en defensa de intereses que sólo él creía
poseer, en más de una ocasión se equivocó rotundamente, siendo el
más sonado de los litigios que sostuvo, el que promovió en su contra
Dª. Catalina de Samaniego, el año de 1571, ya como vecina de la Villa
de Zalaya.
No queremos finalizar nuestra exposición, sin dejar asentado que
entre los primeros pobladores de la villa de Zalaya y su región, no se
debe omitir a los Peralta y López de Peralta, del Mayorazgo de
Tarimoro, fundado por D. Jerónimo López, hijo del Tesorero D.
Jerónimo López y nieto del conquistador Jerónimo López,
lugarteniente de Hernán Cortés en la conquista de México, quien en
unión de su mujer Dª. Ana Carrillo de Peralta lo constituyeron con

166
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

cincuenta sitios de estancia, equivalentes a cincuenta leguas


cuadradas, el cual abarca parte del valle de Chochones (hoy
Salvatierra) y parte del de Celaya, hasta el Cerro de Culiacán,
incluyendo las estancias de Caracheo y Urireo. Algunos de los
miembros de este Mayorazgo, que al fundarse la villa de Zalaya quedó
dentro de su jurisdicción, cumpliendo las órdenes del Virrey, en el
año de 1571 tuvieron que edificar casa en la Villa y mudarse a vivir en
ella, tanto que el año de 1580 eran Alcaldes Ordinarios D. Hernando
de Peralta y D. Domingo de Silva.
Todo lo que hemos venido exponiendo, ha sido con objeto de
aclarar que en la región de Celaya y su Jurisdicción, no hubo más
encomendero que D. Juan de Villaseñor y posiblemente, a la muerte
de éste acaecida en 1566, fuera sustituido por Hernán Pérez de
Bocanegra, aunque esto sólo lo suponemos, porque a éste y a Juan de
Illanes, eran los únicos a quienes la Provincia de Acámbaro
proporcionaba indios para sus labores de estancia, por órdenes del
Virrey Enríquez, de lo cual se deduce es inexacto, que los fundadores
de Celaya, hayan sido los "encomenderos de Apaseo", cuyos nombres
ni siquiera los precisa quien ha asegurado esto, que también
suponemos nunca ha practicado ninguna investigación, ya que en la
actualidad se encuentra comprobado que los fundadores y primeros
pobladores de Celaya, excepción hecha del Dr. Francisco de Sandi,
Comisionado del Virrey y el Alférez Real D. Antonio Martínez de
Contreras, quienes cumplida su misión se regresaron a México, los
demás fueron gentes sencillas, miembros de la nobleza campesina
(fijosdalgos), o nobles venidos a menos y administradores y
servidores de las estancias comarcanas, cuyos ricos propietarios
radicaban en la Corte de México, porque no es difícil comprender que
los ricos o los potentados que poseían grandes fortunas, no iban a
venir a poblar una villa fundada en tierras de guerra, por dos y media
caballerías, que aproximadamente equivalían a seis hectáreas de
tierra, caballerías que a la postre ni siquiera se les dieron a título de
merced graciosa, ya que entre los treinta primeros pobladores se
prorrateó la cantidad de quinientos pesos de oro común, que se le
pagaron a D. Gaspar de Sálvago, como importe de su Estancia del Río,
sitio donde se llevó a cabo la fundación de la villa.

167
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XIV

¿QUIÉN CELEBRÓ LA MISA


DEL ESPÍRITU SANTO
EL 1º. DE ENERO DE 1571?

DESDE 1958, cuando escribíamos Narraciones y Leyendas de Celaya


y del Bajío, se despertó en nosotros la inquietud de saber quién fue el
religioso que el 1º. de enero de 1571, celebró la Misa del Espíritu
Santo, que por orden del Virrey Enríquez debería anteceder a la
elección del primer Ayuntamiento de la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zalaya, y nos parecía tan oscuro este punto de su
historia, que lo veíamos como una incógnita destinada a perderse en
la noche de los tiempos; sin embargo, un simple pleito por cuestión de
elecciones, ocurrido a principios de 1665 entre los naturales de la
provincia indígena de Acámbaro, y D. Alonso Monsalve de Aguilar,
Alcalde Mayor por su Majestad de las ciudades de Celaya, Salvatierra
y sus jurisdicciones, vino a poner de manifiesto, cuanta sabiduría
encierra este refrán popular "Cuando se pelean las comadre, salen a
relucir las verdades", siendo hasta ahora la más importante de las
verdades que se nos han revelado, la imposibilidad que existió para
que la Villa de españoles de Zalaya, fuera fundada en el pueblo de
indios de Nuestra Señora de la Asunción, que es el poblado que ahora
se conoce como barrio del Zapote.
Para iniciar un nuevo estudio de los muchos que tendrán que
plantearse ahora que ya se sabe que el citado pueblo de Nuestra
Señora de la Asunción no tuvo hasta 1667 otro nexo con Celaya que el
de su proximidad, ya que sólo los separaba la "Calle de la Puerta Falsa
de San Francisco", si es que por aquella época se podía llamar calle, a
una brecha existente en el exterior del larguísimo muro, que
partiendo del edificio del monasterio, circundaba su enorme huerta,
empezaremos por aceptar, como tendrán que hacerlo todos los
historiadores guanajuatenses, que hasta hará dos o tres años, jamás
se había oído hablar de la Provincia de Acámbaro, y mucho menos de
su curiosa organización política, instituida por su personaje célebre,

168
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

con perfiles de leyenda: D. Juan de Villaseñor y Orozco, pero... antes


de proporcionar algunos datos biográficos de D. Juan, será mejor que
se expongan los antecedentes del caso: el 15 de febrero de 1560, Felipe
II expidió su famosa Real Cédula de Reducción de Indios, por la cual
ordenó que todos los naturales deberían concentrarse a vivir en sus
pueblos, so pena de persecución y exterminio para aquellos que no lo
hicieran. Bien claro está el objetivo de dicha disposición: definir
cuáles eran los indios pacíficos ya sometidos, que vivían de su trabajo,
pagando puntualmente los tributos que les correspondían, y quiénes
eran los "chichimecas bravos", rebelados al servicio de su Majestad.
Para hacer que se cumpliera esta orden, el Virrey D. Luis de Velasco,
comisionó al Capitán D. Juan de Villaseñor y Orozco, quien, además
de conquistador, fue en dos ocasiones Visitador de la Nueva España;
fundador de la ciudad de Valladolid de Michoacán, cuya traza hizo
auxiliado por Juan de Alvarado y Luis León Romano; hecha esta
fundación, el Virrey D. Antonio de Mendoza le mercedó la hacienda
principal del valle de Villachuato, con casa, huerta y muchas
caballerías sembradas de trigo, y Carlos V lo nombró encomendero de
los pueblos de Acámbaro, Guango, Puruándiro, Pénxamo y
Conguripo, y en un viejo manuscrito relativo a su estancia en
Cuerámaro, se hace mención de cuarenta encomiendas más; D. Juan
fue uno de los más ricos terratenientes de la Nueva España; en el
pueblo de Guango tuvo su residencia habitual, donde vivía con tal lujo
y esplendor, que algunos cronistas michoacanos, el padre Basalenque,
entre otros, calificaron a Guango como "La Corte Chica", y Fr. Matías
de Escobar, en su "Thebaida Americana", asienta que poco le faltó a
Guango para ser la "Florencia del Nuevo Mundo" ó "El Versalles de
América". "...Todos los hijos de este caballero —agrega el citado
cronista— aunque tenían sus casas muy ostentosas en las haciendas
que les había dado su padre, las fiestas, Pascuas y otros días, que eran
los más del año, los pasaban en Guango, y para su comodidad todos
estos caballeros tenían labradas casas competentes a su grandeza..."
Tan grande fue su riqueza como su munificencia; construyó templos e
instituyó capellanía en casi todos los pueblos de su encomienda; fue
decidido benefactor de la Provincia Agustiniana de San Nicolás
Tolentino, en Cuitzeo de la Laguna, y promotor del Monasterio de

169
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Guango, edificado a su costa, en el cual quiso que la fachada principal


del Templo de San Agustín la formar un enorme escudo de armas.
Para desempeñar la comisión que le confirió el Virrey D. Luis de
Velasco de que hiciera cumplir en el Bajío las órdenes de Felipe II
obligando a los indios a juntarse a vivir en sus pueblos, D. Juan de
Villaseñor levantó y armó por su cuenta un verdadero ejército que
formó con dos empleados y servidores de sus numerosas haciendas, el
cual sería comandado por él y sus numerosos hijos; la Provincia
Agustiniana proporcionó los frailes que deberían acompañarlo en su
expedición, que debió iniciarse a fines de 1561 o a principios de 1562.
Para dar acomodo a los naturales de Mezquital de Apaseo, D.
Juan de Villaseñor y Orozco fundó dos pueblos, el de Nuestra Señora
de la Asunción al cual dio por asiento el antiguo poblado otomí de
Nattahí, y el de San Miguel Octopan, reorganizando únicamente los
existentes: San Francisco Chamacuero (hoy Comonfort), San Andrés
Chochones (hoy Salvatierra), San Francisco Acámbaro y su barrio de
Mexicanos, considerado como un pueblo más, debido a que sus
habitantes descendientes de los jilotepecanos de Nicolás de San Luis
Montañez, fundador de Acámbaro, nunca permitieron ser gobernador
por otras autoridades como no fueran sus propios caciques y
principales. Una vez concentrados todos los naturales en sus pueblos
respectivos, los chichimecas rebeldes después de algunas escaramuzas
se remontaron a las serranías, siendo hasta entonces cuando D. Juan
organizó para dichos pueblos un sistema de gobierno: Con los pueblos
mencionados, formó la provincia indígena de Acámbaro, y para
gobernarla, hizo que se eligiera entre los caciques y principales de
todos los pueblos, un gobernador, que residiría en Acámbaro,
designado cabecera de la provincia e individualmente, un
Ayuntamiento para gobernar cada pueblo, el cual se componía de un
Alcalde, dos Regidores, un Alguacil de Justicia y otro de Doctrina y
dos oficiales de república; para la atención espiritual de los pueblos, la
Provincia de San Nicolás Tolentino, designó dos o tres religiosos, los
cuales se hicieron cargo de las capillas que D. Juan de Villaseñor
dispuso fueran construidas. El resultado de dichas elecciones era
calificado directamente por el Virrey, quien expedía los respectivos
nombramientos, siendo curioso ver cómo invariablemente en ellos
ordenaba: "...Y todos guarden las Ordenanzas y tengan cuidado del

170
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

amparo de los naturales, que hagan sus sementeras y acudan a la


doctrina y divinos oficios, y que no se les lleven tributos demasiados
ni se cargue en portamemes; evitarán las borracheras,
amancebamientos y otros pecados públicos hechos en ofensa de Dios
Nuestro Señor, castigando a los que exhibieren, que para les doy
facultad que en Derecho les corresponde..." Todos los pueblos de la
Provincia, se encontraban obligados a proporcionar la gente necesaria
para la ejecución de las obras consideradas como de servicio público,
previa orden girada directamente por el Virrey, por conducto del
Gobernador. El 21 de enero de 1571, el citado Virrey tuvo a bien firmar
la siguiente disposición: "Don Martín Enríquez, Visorrey, Gobernador
e Capitán General desta Nueva España e Presidente de la Real
Audiencia que en ella reside, etc. Por quanto por mi mandado fue
fundada la villa de Nuestra Señora de la Concepción a vuestro
lugarteniente, por la presente os mando que proveais como de los
trecientos y cincuenta indios que de la dicha Provincia se dan a la
ciudad de Guayangareo para la construcción de su Iglesia Catedral e a
las Minas de Tlalpujahua, no se de, más de ciento y cincuenta a la
dicha Villa de Selaya para que edifique sus casas reales, cárcel,
alhóndiga y demás edificios públicos, e los indios que se están dando
para las Estancias de Hernando Pérez de Bocanegra e Juan de Illanes
e de cualesquier otras obras de labranza e estancias lo reservo a mi
disposición, aunque para darlos hay mandamiento mío e que en
contra de ellos no sean compelidos. Fecho en México a veintiuno de
enero de mill y quinientos y setenta y un años.- Don Martín
Enríquez.- Por mandado de Su Excelencia.- Juan de Cueva.
A mediados de 1569, después de efectuar una gran concentración
de sus aliados tarascos, guachichiles, guamares y tepehuanes, los
indómitos chichimecas, después de arrasar completamente el pueblo
y minas de Comanja, asesinando a todos los habitantes españoles,
emprendieron una peligrosa incursión, llegando con sus
depredaciones hasta el pueblo de Jilotepec. No pudiendo permanecer
impasible el Virrey D. Martín Enríquez, urgió al Ayuntamiento de la
ciudad de México que levantara, armara y pertrechara un ejército
para castigar a los indios alzados, no siendo sino hasta mediados de
1570 cuando éste se puso en marcha, comandado por el propio Virrey,
llevando como lugarteniente al Doctor D. Francisco de Sandi, Alcalde

171
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

de Corte y Cancillería de la ciudad de México y Teniente de Capitán


General. Esta expedición punitiva fue considerada como un verdadero
fracaso no tanto porque hubieran sido derrotados los Reales Ejércitos,
sino porque fue imposible castigar a los indios rebeldes, como lo
hubiera deseado el Virrey, ya que éstos jamás presentaron combarte,
y "hurtando el cuerpo" dijo en su informe a Felipe II, sólo se
concretaron a emboscar a las tropas en los pasos difíciles y después de
causarles algunas bajas, se remontaban a las abruptas serranías. Así
llegó el Virrey hasta las Minas de Guanajuato, donde conferenció con
D. Juan de Torres, Alcalde Mayor de las citadas minas, llegando a la
conclusión de que las incursiones que efectuaban los chichimecas,
sólo podrían evitarse fundando por lo menos tres villas de españoles
sobre el camino de México a Zacatecas. A su regreso a la ciudad de
México, el Virrey encomendó a su lugarteniente el Dr. D. Francisco de
Sandi que eligiera el lugar donde con menos perjuicios podría
fundarse una villa de españoles para cubrir el entronque del citado
camino México-Zacatecas, con el de San Luis Potosí, trazara la dicha
villa señalando sitios para iglesias, casa de cabildos, plaza, solares
para los vecinos, ejido y dehesa boyal, practicando las diligencias
necesarias hasta efectuar la citada fundación, que tuvo verificativo el
día 1º. de enero de 1571, después de que los futuros pobladores oyeron
la Misa del Espíritu Santo que por órdenes del Virrey debería
anteceder a la elección del primer Ayuntamiento, la cual fue celebrada
en la capilla del Señor del Zapote en el Pueblo de Nuestra Señora de la
Asunción, por dos razones esenciales: que no existía ninguna otra
capilla en varias leguas a la redonda y porque los futuros fundadores y
primeros pobladores se empeñaron en que ese acto trascendental
fuera presidido por el "Milagroso Señor del Zapote", sumamente
venerada por todos los habitantes de la región. Hecha la elección del
Ayuntamiento, antes de que éste se erigiera en Cabildo. "...Ya en el
extenso territorio de Celaya se celebró la primera Misa" —dice la
relación— y reunido el Cabildo bajo un mezquite, a falta de Sala
Capitular en el solar destinado para Casas de Cabildo (que es el
mismo que ahora ocupa el Palacio Municipal), se declaró fundada
legalmente la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya...".
¿Pero quién fue el religioso o religiosos celebrantes de la "Misa del
Espíritu Santo" que antecedió a la elección del primer Ayuntamiento

172
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

de Celaya, y de la "Primera Misa que se celebró ya en el extenso


territorio de Celaya", que ha sido el objeto de nuestra inquietud?
Desde luego, podemos afirmar que el celebrante o celebrantes, si es
que fueron dos, no eran religiosos franciscanos, ya que los que habían
venido administrando los Sacramentos e impartiendo la doctrina en
el Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, eran Agustinos,
pertenecientes a la Provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán.
Cuando fue fundada la Villa de Zalaya, fueron tan pocas las familias
avecindadas en ella, que el Reverendo Provincial consideró que para
su atención espiritual serían suficientes los dos sacerdotes residentes
en el cercano Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, en tanto se
edificaba un monasterio en la villa, para lo cual se solicitó el
correspondiente permiso, que a la postre fue denegado, debido a que
la Orden de San Francisco también lo solicitó, interponiendo tan
grandes influencias que al fin se le concedió con las más favorables
condiciones, según consta en el mandamiento, expedido casi tres años
después de la fundación de la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zalaya.
En cumplimiento a la parte relativa del mandamiento, D. Pedro de
Villegas, Alcalde Mayor de la Villa de Zalaya, tal vez excediéndose en
las facultades que se le dieron, dispuso la expulsión de los religiosos
agustinos que hasta entonces habían ejercido su ministerio en el
Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, extramuros de la citada
villa, (hoy Barrio del Zapote), que eran los que proporcionaban sus
servicios a la misma, siendo ellos Fr. Diego de Campos y Fr. Antonio
de Salazar, dependientes, ambos de la Provincia de San Nicolás
Tolentino de Michoacán, perteneciente a la Orden de San Agustín,
residente en Cuitzeo de la Laguna, no siéndonos posibles por ahora
precisar, si alguno de ellos celebró la Misa del Espíritu Santo, que
tuvo verificativo el 1º. de enero de 1571, antecediendo a la elección del
primer Ayuntamiento de Celaya, o bien la "Primera Misa que ya se
celebró en el basto territorio de Celaya", como dice la relación,
sencillamente porque hasta ahora o menos podido establecer, si para
la fecha indicada ya se encontraban los citados religiosos en el Pueblo
de Nuestra Señora de la Asunción, no obstante que se puede presumir
que Fr. Diego de Campos fuera el celebrante de la "Misa del Espíritu
Santo", por ser él el encargado de la capilla del pueblo, mientras que

173
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Fr. Antonio de Salazar fue el Auxiliar enviado en 1564, al ser expuesto


a la veneración pública el Señor del Zapote. También conviene
considerar que tanto el Padre Campos como el Escribano Real D.
Pedro Cardoso, fueron las personas que auxiliaron en sus últimos
momentos a D. Juan de Villaseñor y Orozco, quien falleció en una de
sus haciendas de Michoacán, el 26 de mayo de 1566, y lo volvemos a
encontrar en 1606, de la Laguna. ??????**** De no haber ocurrido la
muerte de D. Juan de Villaseñor y Orozco antes de la fundación de
Celaya, no hubieran sido expulsados los religiosos agustinos de la
nueva villa, ya que influencias y dinero no le faltaban como
descendiente de la realeza española, miembro de las Casas de Lara y
Ulloa.
La razón que nosotros encontramos para que en el escudo de
armas de Celaya, figure entre el grupo de personas que simboliza el
acto de fundación, un religioso que por el hábito se deduce es
franciscano, se debe a que el artífice que lo delineó, tomó como base
los informes proporcionados a Felipe II, por el Alcalde Mayor de la
Villa de Zalaya, el 15 de junio de 1580, ya que en el punto número 39
*** del cuestionario que se le presentó, textualmente dijo: "Hay un
solo monasterio de la Orden del Señor San Francisco, fundado por
mandado del dicho Virrey D. Martín Enríquez". Este error del
dibujante ha sido muy bien aprovechado por la parte interesada, para
asegurar que no hubo ningún acto de fundación de la Villa de Nuestra
Señora de la Concepción de Zalaya, ya que la reunión efectuada bajo
un mezquite, fue para hacer el "Juramento del Patronato" (véanse las
inscripciones del monumento erigido en el barrio del Zapote).

174
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

CAPÍTULO XV

LA PRIMERA DÉCADA DE LA VILLA

AUN CUANDO la atención religiosa no faltaba a los vecinos de la Villa


de Zalaya según se desprende de todos los antecedentes que hemos
dado a conocer, dichos vecinos estimaron que, siendo Zalaya una villa
de españoles, con cuatro o cinco pueblos de indios dentro de su
jurisdicción, debería de contarse en ella por lo menos con un templo
donde fueran administrados los Santos Sacramentos del Bautismo,
Matrimonio, Penitencia y Extremaunción, y sobre todo que contara
con su propio cementerio para dar cristiana sepultura a sus muertos y
si a esto se agrega que al ser trazada la villa, de acuerdo con las
órdenes del Virrey ya existía procederse en consecuencia, [sic] al
tratar de ponerse en práctica, se vio convertido en complicado
problema, ya que al tratar ambas órdenes religiosas de obtener para sí
Mandamiento de Fundación de un Monasterio, las dos pidieron que
dicho permiso se expidiera en forma exclusiva, es decir, autorizando a
una sola de ellas para verificarlo, aduciendo que siendo muy reducido
el vecindario de la villa, la ayuda que éste pudiera proporcionar sería
muy exigua, no alcanzando ni siquiera a cubrir las más ingentes
necesidades de uno solo de dichos conventos, aun cuando la verdad
de las cosas es que, con miras al futuro, ambas Órdenes pretendían
obtener para sí la primacía presintiendo un halagüeño porvenir para
la dicha villa, por ser la que primer se erigía "tierra adentro", o sea en
la región central de la Nueva España y la única existente sobre el
Camino Real entre la ciudad de México y las Minas de Guanajuato y
Zacatecas, y sitio donde se bifurcaba el camino que conducía a las
Minas de San Luis Potosí y Xichú, siendo digno de tomarse en cuenta
que dentro de las cuatro leguas señaladas como jurisdicción de la
villa, se encontraban por lo menos cinco pueblos de indios, entre ellos
el de Nuestra Señora de la Asunción, extramuros de la propia villa,
donde era venerado con fama de "aparecido" el "Milagroso Señor del
Zapote", que siendo muy visitado no sólo por gentes de la comarca
sino de todas partes del Reino, las limosnas recibidas llegaban a ser

175
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

cuantiosas, siendo esto en realidad lo que había despertado el interés


de las órdenes religiosas, las cuales, para lograr su objetivo, no
vacilaron en recurrir al poderío de los grandes señorones... Las
influencias se movieron; los religiosos franciscanos buscaron el apoyo
de los López de Peralta, que acababan de formar el Mayorazgo de
Tarimoro con cincuenta sitios de estancia para ganado mayor,
fantástica superficie formada por nada menos que cincuenta leguas
cuadradas, y como tal extensión aun pareciera poca a sus riquísimos
dueños, éstos acababan de adquirir las magníficas haciendas de
Urireo y Caracheo, con las cuales pasó a ser de su propiedad el Cerro
de Culiacán, que después del "Cubilete", es la montaña más elevada
del ahora Estado de Guanajuato. Al frente del Mayorazgo, por
entonces se encontraba D. Hernando de Peralta, personaje de leyenda
que al ser fundada Zalaya, recibió como merced del Ilustre
Ayuntamiento un solar en lo que fue la calle de la Nueva Frente, hoy
segunda de Juárez, donde edificó su casa para dar cumplimiento a la
cláusula final del Mandamiento de Fundación de la villa, que a la letra
dic:
"...Ordeno y mando a todas las personas que tengan tierras o
labranzas dentro de las cuatro leguas que se dan de jurisdicción a la
villa, que se junten a vivir en ella, al residir y hacer su casa y asiento
dentro del año primero siguiente, so pena de perdimiento de las
dichas tierras y labranzas..." Terminada la construcción de la finca,
que no hace mucho tiempo aun era conocida como la Casa del
Diezmo, y que hoy ocupan las oficinas del Banco Ejidal, D. Hernando
se instaló en ella con gran lujo y boato. No está por demás informar
que la familia de los López de Peralta, que promovería en pro de los
franciscanos, la integraban los descendientes del Capitán D. Jerónimo
López, lugarteniente de Hernán Cortés, en la conquista de México, y
de su hijo D. Jerónimo López, Tesorero General de la Nueva España,
casado con Dª. Ana Carrillo de Peralta, encumbrada dama de la Corte
Virreinal; en este matrimonio se procrearon varios hijos, pero fue el
primogénito al que correspondió llevar el nombre abolengo de
Jerónimo López, y consecuentemente, para él fue construido por sus
padres el Mayorazgo de Tarimoro, que como hemos dicho, lo
formaban más de cincuenta estancias para ganado mayor, ubicados
en su inmensa mayoría en el Valle de Guatzindeo. En cuanto a D.

176
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Hernando de Peralta, tío carnal del dueño del Mayorazgo, quedó


instalado en su señorial casona de la villa de Zalaya fue considerado
vecino muy distinguido y como tal, al quedar vacante el puesto de
Alcalde Ordinario de Segundo Voto por fallecimiento de D. Juan
Freire, fue designado para ocuparlo, con lo cual se vio muy
acrecentada su calidad de influyente.
Por su parte, los religiosos agustinos se acogieron al poder de los
descendientes de su gran protector, D. Juan de Villaseñor y Orozco,
concretamente a su hijo, D. Juan de Villaseñor y Cervantes, y a la
madre de éste que aun vivía, Dª. Catalina Cervantes de Lara, que
fuera hija del Comendador D. Leonel de Cervantes, muy distinguido
miembro de la Corte de México, además de ser uno de sus
conquistadores; D. Juan de Villaseñor y Cervantes, que iniciara sus
estudios en la ciudad de México, para terminarlos fue enviado por sus
padres a los Reinos de Castilla, en donde regresó a la muerte de su
padre acaecida el viernes 24 de mayo de 1566, ya casado con Dª.
Guiomar de Ulloa, Condesa de Reus, poniéndose desde luego al frente
de los negocios y de la inmensa fortuna que dejara su padre. Muchos
historiadores confunden a D. Juan de Villaseñor y Cervantes con su
padre, D. Juan de Villaseñor y Orozco, y lo hacen aparecer como
fundador de la ciudad de Valladolid, lo que o puede ser, ya que en
1544, no era más que un adolescente que empezaba sus estudios
superiores en la Universidad de Santa María de la ciudad de Sevilla.
Presentadas al Virrey D. Martín Enríquez de Almanza las
peticiones formuladas por las dos órdenes religiosas interesadas, los
patrocinantes de ambas empezaron a mover sus poderosas influencias
a fin de obtener un resultado favorable a los intereses de sus
respectivos representados, y al decir "intereses", lo hacemos con
pleno conocimiento de causa, ya que no era otra cosa que los
intereses, la meta por la que se iba a pelear, porque ninguna de las
partes ignoraba que fundado el Monasterio y construida una iglesia,
por pequeña que ésta fuera, se constituiría en Parroquia con lo cual ya
se obtenía la percepción de "derechos" por bautismo, matrimonio y
entierros, así como los productos de las famosas "Mandas Forzosas",
con que para salvar el alma del moribundo, sus bienes se repartían
entre curas y herederos; además de los "Diezmos", las "Primicias", las
"Limosnas" y otros muchos medios, como las "Santas Cruzadas" que

177
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

se inventaron para dejar al cristiano en cueros, y visto por el Virrey el


empeño interpuesto por los López de Peralta y los Villaseñor y
Cervantes y todos sus testaferros, para no quedar mal con ninguno de
los dos bandos, optó por turnar el caso a la Real Corte de España, a fin
de que fuera el Rey quien este lío resolviera, y como es lo más
probable que hasta los reinos de Castilla llegaran aquellas influencias,
el asunto se turnó al Real Consejo de Indias el cual en última
instancia, a la Orden Franciscana dio su fallo favorable, y como los
trámites seguidos en estos casos eran muchos y muy largos, el
acuerdo recaído se comunicó al Virrey de la Nueva España hasta fines
de 1573, no siendo sino hasta enero de 1574, cuando en cumplimiento
a las bárbaras instrucciones giradas, los religiosos agustinos fueran
"extrañados", es decir expulsados de la villa de Zalaya y de "dicho
pueblo", que es de suponer sería el pueblo de Nuestra Señora de la
Asunción, (hoy barrio del Zapote de la ciudad de Celaya), que
entonces pertenecía a la Provincia de Acámbaro, y para que no sea
puesta en tela de duda el resultado de nuestra imparcial investigación,
en seguida transcribimos íntegro el texto del Mandamiento de
Fundación de un Monasterio de San Francisco de la Villa de "Selaya",
el cual ha sido tomado del "Epistolario de la Nueva España", obra
publicada por D. Francisco del Paso y Troncoso, cuyo prestigio como
historiador es insospechable; el texto del documento de referencia
puede localizarse en la página 135 del Tomo XI, que dice:
Con este documento se comprueba hasta la evidencia, que los
religiosos franciscanos iniciaron sus esporádicas visitas a la Villa de
Zalaya, para impartir a sus vecinos los Santos Sacramentos, hasta
fines de 1573 o a principios de 1574, cuyas visitas eran más bien para
ver el avance de las obras de construcción del Monasterio, para cuya
ejecución, a instancia de la Provincia Indígena de Acámbaro que
proporcionara cien indios, posiblemente fueron de los que vivían en el
Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, ya que para concurrir a la
obra no era necesario que abandonaran sus casas, si se toma en
cuenta que la distancia entre el pueblo y la villa era mínima, ya que
sólo se reducía a la anchura de la Calle que al construirse el Convento,
fue denominada "Calle de la Tapia de San Francisco", que es la que
hoy conocemos como Avenida Madero. Por los años de 1574-1580 en
que se ejecutó la obra de construcción del Monasterio y el primer

178
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Templo de San Francisco en la Villa de Zalaya, los naturales, en su


mayoría otomíes, vivían en los pueblos integrantes de la Provincia de
Acámbaro: Chamacuero, la Asunción, San Miguel Octopan, San
Andrés Chochones (hoy Salvatierra) y el pueblo de Acámbaro
considerado como cabecera por residir allí el gobernador, ya eran
verdaderos expertos en la rama de la construcción y en el laborío de
minas, ya que a partir de 1562, en que se integró la citada Provincia,
se les obligó a prestar sus servicios como albañiles o mineros, en la
construcción de los edificios públicos y monasterios religiosos en las
villas de San Miguel (hoy Allende) Celaya, León, etc., y en el laborío
de las minas de Tlalpujahua y Guanajuato.
En el año de 1578 se terminó la construcción y se efectuó la
solemne bendición del primer templo y Monasterio de San Francisco,
en el cual "...residen de ordinario cuatro religiosos de la dicha
Orden...", esto dice un informe rendido al Rey Felipe II, el 15 de junio
de 1580, por el primer Alcalde Mayor de la Villa de Zalaya, D.
Cristóbal de Vargas Valadez, informe que también suscriben los
Alcaldes Ordinarios Domingo de Silva y Hernando de Peralta; este
documento, que reviste alguna importancia para la Historia de
Celaya, íntegramente lo daremos a conocer más adelante.
Una vez que se dieron por terminadas las obras de construcción
del Monasterio y templo de San Francisco, los dos o tres religiosos
que hasta entonces habían vivido en el pueblo de Apaseo, trasladaron
su residencia a su nuevo convento de la Villa de Zalaya y hechas las
respectivas consagraciones, la Provincia Franciscana de los Santos
Apóstoles San Pedro y San Pablo de Michoacán, inició sus gestiones a
fin de que dicho templo fuera erigido canónicamente en Parroquia, lo
cual se verificó hasta fines de 1580, según Fr. Alonso de Larrea,
insigne cronista michoacano quien así lo consigna en su "Crónica de
la Orden de N.P.S. Francisco, Provincia de S. Pedro y S. Pablo de
Michoacán en la N. España". "...Siendo Su Santidad Paulo II Papa; D.
Felipe II Rey de España, D. Martín Enríquez de Almanza, Visorrey
Gobernador y Capitán General de Nueva España, D. Fr. Juan de
Medina Rincón, tercer Obispo de la Nueva España, D. Cristóbal de
Vargas Valadez, Alcalde Mayor por su Majestad de la Villa de Zalaya y
M.R.P. Guardián del Convento de la dicha villa Fr. Antonio de Burgos,
el 15 de noviembre de 1580, con autorización del Real Patronato,

179
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

canónicamente se erigió en Parroquia la Doctrina de la Villa de


Zalaya".
Durante ciento ochenta y siete años esta Parroquia fue erigida por
los religiosos franciscanos, hasta el 10 de febrero de 1767, en que el
Excmo. Sr. D. Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, Vigésimo Segundo
Obispo de Michoacán, la entregó al clero secular, siendo nombrado
interinamente primer Cura Párroco secular y Juez Eclesiástico, el
señor Lic. D. Vicente Ferrer de Zamarripa y Ramos, abogado de la
Real Audiencia de México.
Todos estos antecedentes que hemos recabado en las más serias y
verídicas fuentes, nos han llevado a la conclusión de que los muy
Reverendos Religiosos Franciscanos no tuvieron la menor
intervención en los actos religiosos que se verificaron el 1º. de enero
de 1571, con motivo de la fundación legal de la Villa de Nuestra
Señora de la Concepción de Zalaya, siendo los religiosos agustinos,
encargados de la Ermita del Señor del Zapote en el cercano Pueblo de
Nuestra Señora de la Asunción (hoy barrio del Zapote), lugar donde
residían desde el año de 1562, los que tuvieron a su cargo la
celebración de la Misa del Espíritu Santo, que por órdenes del Virrey
debería anteceder a la elección del primer Ayuntamiento de la citada
villa, que se verificó en la citada fecha, en cumplimiento a lo
expresamente ordenado por el Virrey Enríquez en su Mandamiento
de Fundación, cuya cláusula relatada textualmente dice: "...la cual
dicha Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya y los
vecinos que en ella asentaren y vivieren llegando a treinta hombres
casados, pueden juntarse y señalar Cabildo y parte donde se junten, y
debe el día de año nuevo primero que viene del año primero
venidero de mil quinientos setenta y uno en adelante, habiendo oído
una Misa del Espíritu Santo elegir y nombrar cuatro Regidores, los
cuales después de nombrados y elegidos, nombren y elijan dos
Alcaldes Ordinarios de los más viejos y honrados que entre ellos
hubiere..." Este Ordenamiento legal que en la parte transcrita es la
piedra angular de la cuestión, dolosamente ha sido mutilado en la
transcripción contenida en la página 330 de la Historia de Celaya,
publicada en 1947 por D. Luis de Velasco y Mendoza, con el único
objeto de seguir engañando a los celayenses que de buena fe están en
la creencia de que su ciudad natal fue fundada el 12 de octubre de

180
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

1570, fecha en que exclusivamente se expidió el permiso en la ciudad


de México.
Permiso para que en la dicha parte y lugar sea fundada la dicha
Villa", a cuyo documento también los mal intencionados o han
vacilado en calificar de Cédula Real, a sabiendas de que la expedición
de éstas sea un privilegio reservado a los Monarcas y que los
Mandamientos expedidos por los Virreyes, jamás causaron ejecutoria
obligatoria en la fecha de su expedición. De los antecedentes que
hemos visto, también se desprende que fueron los religiosos agustinos
residentes en el entonces Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción,
(hoy barrio del Zapote) los que el mismo día primero de enero de
1571, dijeron la "...Primera Misa que ya se celebró en el extremo
territorio de Celaya...", ceremonia que según lo informó el Ilustre
Ayuntamiento de Celaya al Virrey D. Juan Ruiz de Apodaca, tuvo
verificativo bajo el histórico mezquite bajo el cual a falta de Sala
Capitular se constituyó en cabildo del Primer Ayuntamiento que
declaró fundada legalmente la Villa de Zalaya; este informe fue
redactado por un celayense ilustre, D. Francisco Eduardo
Tresguerras, quien también agrega que dicho mezquite existió en el
lugar señalado para Casas de Cabildo, que es el mismo donde hoy
existe el Palacio Municipal, y como dicho informe se encuentra
publicado por la Gaceta del Gobierno se levantó el 12 de octubre de
1908, con motivo de la inauguración del monumento erigido en el
barrio del Zapote dizque "como un recuerdo de la fundación de la
Ciudad" (?) que en su parte relativa dice lo dicho en capítulos
anteriores.
Este documento, que según los nombres que contiene escritos a
máquina debió ser rubricado por todo el clero celayense, sólo tiene
estampada la firma de un individuo que no era sacerdote, cuyo
nombre nos reservamos para no mortificar a sus descendientes, pero
quien quiera consultarlo lo puede hacer en el documento original, que
desde que fue descubierto encerrado en una botella colocada en la
base de la Columna, que se conserva entre cristales y está a la vista en
el templo de la Asunción, sito en el barrio del Zapote.
Como ya lo hemos informado con anterioridad, el día tres de
febrero de 1574, el Juez Visitador por Su Majestad D. Alonso Martínez
de Contreras, repartió entre los fundadores y primeros pobladores de

181
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya, las tierras que


"habían de haber como vecinos de la misma conforme al Título de
Fundación, consistentes en una caballería de tierra de riego, otra de
temporal, una suerte para viña y otra para huerta.
Mientras los vecinos de la villa permanecieron, es decir sin iniciar
aun sus labores agrícolas en las tierras mercedadas, en espera tanto
de la confirmación del Virrey, como de la época propicia para la
siembra, no se suscitó ninguna dificultad, pero en cuanto empezaron
la labranza en la tierra de riego, aquello se volvió un verdadero campo
de Agramonte, debido a que o se había establecido ni siquiera
estudiado una reglamentación para utilizar las aguas de los ríos en el
regadío de aquellas tierras, ya que sin contar por lo menos con un
plan de "tandas", no era posible hacer el reparto del agua en una
forma equitativa y sobre todo oportuna en relación con las siembras
efectuadas. Las dificultades y pleitos que con este motivo se
suscitaron, no fueron de los vecinos de la villa entre sí, sino que los
dueños o encargados de las estancias colindantes, al sentirse
afectados también intervinieron; demandas, juicios y litigios se
multiplicaron, originando inútiles y crecidas "costas" y gastos, desde
luego sin beneficio alguno para las "partes", por o existir la base que
se necesitaba para llegar a una verdadera solución. Enterado el Virrey
Enríquez de la situación anormal que prevalecía en la comarca,
ordenó la construcción de un "partidor", pero comprendiendo que lo
que más urgía era una reglamentación para ser utilizado, con lo cual
se evitarían futuras dificultades al sujetarse todos los usuarios a las
disposiciones de la ley, comisionó al Dr. D. Hernando de Robles,
Alcalde de Corte y Cancillería de la ciudad de México y Teniente de
Capitán General, que a la sazón se ocupaba en pacificar con sus tropas
los llanos de los chichimecas, comarcanos a la Villa de León, para que
haciendo un estudio concienzudo de este caso, dictara las órdenes y
disposiciones pertinentes a fin de poner fin a aquella situación
anormal. El Mandamiento que al respecto fue librado por el Virrey, se
encuentra en el Archivo General de la Nación, Ramo de Tierras,
Volumen 674, y dice así:
"Don Martín Enríquez, Visorrey, Gobernador e Capitán General
por su Majestad de esta Nueva España e Presidente de la Nueva
Audiencia Real que en ella reside, etc. Hago saber al Doctor Hernando

182
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

de Robles, Alcalde de esta Corte y Cancillería, que al presente está


como Theniente e Capitán General en los llanos de los chichimecas,
que al tiempo que por mi mandado se fundó la Villa de Salaya, mandé
que se diese a cada vecino una caballería de tierra de riego e otra de
temporal, e una suerte para huerta e otra para viña, e habiendo
habido diferencia entre los vecinos sobre el modo de regar la dicha
Tierra, mandé que se hiciese un partido y que se repartiese la dicha
agua entre los dichos vecinos en igualdad y de manera que ninguno
recibiese agravio y fuese de manera que los demás vecinos que
viniesen a la dicha Villa, se les pudiese dar parte de dicha agua; acerca
de esto he dado otros mandamientos y se han hecho por los demás
Alcaldes Mayores diligencia en virtud de ello, y todavía tengo noticia
que hay disensiones entre los dichos vecinos sobre la dicha agua de
que se les siguen costas y gastos y alguna ocasión para la dicha Villa
no vaya en aumento, atento a lo cual, por la presente encargo y
mando al dicho Alcalde, que vea los Mandamientos en razón de lo
susodicho por mi estan dados y conforme a ellos dé orden y asiento
sobre la dicha agua y el modo que se hubiere de tener en el regar con
ella, de manera que ningún vecino reciba agravios y se quiten de
pleitos y gastos y como no se defraude a los demás vecinos que a dicha
Villa viniesen a poblar considerada el agua que hay tierras que con
ella se pueden regar y las demás cosas convengan considerarse, que
para ello y anexo y dependiente le doy poder y facultad igual que de
Derecho se requiere. Fecho en México a veinticuatro días del mes de
mayo de mil quinientos setenta y siete años.- Don Martín Enríquez.-
Por mandado de su Excelencia.- Juan de Cueva".
No había trascurrido un mes, cuando el Dr. D. Hernando de
Robles, dejando el mando de las tropas a su lugarteniente para que
continuara la campaña emprendida a fin de pacificar a los
chichimecas de los llanos cercanos a la Villa de León, fundada el 20 de
enero de 1576, hizo acto de presencia en la Villa de Celaya,
poniéndose desde luego al habla con el Alcalde Mayor, D. Cristóbal de
Vargas Valadez, y después de mostrarse el mandamiento de comisión
del Virrey, pidió que se le dieran a conocer los ordenamientos
librados al efecto por su Excelencia, y en lo general, todos los
antecedentes que se tuvieran sobre las dificultades suscitadas entre
los vecinos de la villa, relacionados con el repartimiento del agua para

183
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

riego. Una vez que el Comisionado se enteró debidamente de la


documentación relativa, pidió al Alcalde Mayor que convocara a
Cabildo, girando desde luego el respectivo "Billete de Antediem",
citándose también a aquella junta a todos los vecinos, especialmente a
aquellos que poseían tierras de riego conforme al Título de
Fundación. En la citada reunión, que tuvo verificativo el día 28 de
junio de 1577, después de un cambio de impresiones entre el
representante del Virrey, las Autoridades locales y los vecinos de la
villa, se pudieron solucionar fácilmente las dificultades que hasta
entonces se habían suscitado, mediante una reglamentación adecuada
que se formuló sobre la marcha, de completo acuerdo con las
personas que se decían afectadas y en general con todos los usuarios,
quienes se comprometieron, reduciéndose todo a hacer comprender a
quienes frecuentemente se molestaba por creer que sus derechos eran
vulnerados sólo porque no se les dejaba en libertad de irrigar sus
tierras en el momento que así lo quisieran, sino que deberían
efectuarlo en el día y la hora que les correspondiera a fin de no
perjudicar a los demás, ya que el volumen de agua de que se disponía
excedía con creces a la que se necesitaba para irrigar la superficie
cultivada sólo que, como era natural, no era factible que todos
pretendieran usarla al mismo tiempo.
Pasaron algunos años, la Villa de Zalaya seguía progresando, si no
a un ritmo acelerado, sí con toda la firmeza en la cual se finca la
verdadera prosperidad. Por el año de 1580, el Rey Felipe II se interesó
por conocer la verdadera situación imperante de la Nueva España,
sobre todo aquellas ciudades y villas, que se habían fundado a partir
de 1556, año en que se inició su reinado. Para obtener una
información precisa y uniforme en todos y cada uno de sus datos, se
formuló un Cuestionario que sería llenado por los Alcaldes Mayores,
asesorados por los Alcaldes Ordinarios que por ser nativos de sus
respectivos lugares, se encontraban perfectamente enterados de las
peculiaridades correspondientes a su villa o ciudad.
No se podría pasar por alto cómo y por quiénes fue traída a la
Villa de Zalaya la Imagen de la Purísima Concepción que el 12 de
octubre de 1579, veintiséis años después de su fundación, fue jurada
por el vecindario Patrona de la Villa, siendo lo siguiente lo que se ha
podido comprobar.- Cuando en el año de 1578 estaba por terminarse

184
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

la construcción del templo anexo al Monasterio de San Francisco, los


religiosos que habían tenido a su cuidado dicha edificación, lograron
convencer a algunos de los vecinos sobre la conveniencia de que fuera
adquirida por éstos, una imagen de bulto de la Purísima Concepción,
cuyo nombre se había asignado a la villa, siendo entonces cuando el
joven matrimonio formado por Martín Ortega y María Magdalena de
la Cruz Silva, esta última hija del Alcalde Ordinario de primer voto, D.
Domingo de Silva, ofreció que a costa de su hacienda se adquiriera y
fuera traída y como se averiguara con personas conocedoras
residentes en México que su valor podría ascender a unos trescientos
pesos, sin contar con los gastos de traída, en reales contantes y
sonantes el referido matrimonio puso esa suma a disposición de los
padres franciscanos, quienes a su vez la enviaron al Reverendo
Provincial, a fin de que por conducto de la Orden se hiciera aquella
adquisición. Pasaron los meses, y en la Villa de Zalaya nadie volvió a
tener noticias del asunto, hasta el mes de diciembre de 1579, cuando
ya se entonaban los cánticos navideños, un día al anochecer, se
escucharon los gritos destemplados y las imprecaciones de unos
arrieros... ¡Arre mula! ...¡Levántate bestia!... exclamaciones que iban
intercaladas con golpes y rudas interjecciones; como ya hemos dicho,
era un grupo de arrieros que inútilmente trataban de obtener que se
levantara del suelo una acémila que habiéndose separado del resto de
la recua, yacía echada a media calle, frente al templo de San
Francisco, con todo y la carga que portaba, que consistía en una
enorme caja; los palos y los denuestos siguieron menudeando y fue
tanto el alboroto que se causaba, que algunos de los vecinos más
conspicuos se vieron precisados a intervenir... como no se encontrara
modo alguno para que el animal se incorporara, alguien reflexionó
que tal vez despojándola de la carga aquello se lograra, y así como se
pensó se hizo, se desató la carga y cuidadosamente se retiró la caja...
en cuanto la mula se sintió libre, rápidamente se levantó para salir
corriendo a gran velocidad, y mientras los arrieros se fueron
persiguiéndola, los vecinos, ayudados por unos indios de los muchos
que se habían congregado haciendo gala de curiosidad, recogieron la
caja, la depositaron en la iglesia para que posteriormente la
recogieran sus dueños. Allí les esperaba una sorpresa; cuando uno de
los religiosos conventuales ocurrió portando una candela encendida,

185
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

porque para entonces ya había anochecido, pudo verse que dicha caja
venía destinada a D. Martín de Ortega; apresuradamente se le fue a
avisar, su casa no estaba lejana ya que vivía en la segunda casa de lo
que ahora es el portal Guerrero, ya que en la esquina con la calle que
se llama de Obregón vivía su suegro Domingo de Silva; cuando Martín
se presentó dispuso que la caja fuera abierta... Al retirarse la tapa,
perfectamente acojinada, apareció dentro la imagen de Nuestra
Señora de la Limpia Concepción, pues era aquella que se había
encargado a los Reinos de Castilla.
Como reguero de pólvora que arde, se extendió la noticia por
todos los ámbitos de la villa; era tan reducido su caserío, que bastaron
unos cuantos minutos para que todo el vecindario estuviera
congregado en el templo; abriéndose paso entre la multitud, llegó el
Alférez Real y el Alguacil Mayor, procediéndose ya con todas las
formalidades de la ley a desempacar completamente la imagen. Se
trajeron suficientes luces, viéndose con grata sorpresa que ésta era
hermosísima, como ninguno de los presentes siquiera la había
soñado; medía exactamente vara y media, de la planta de los pies a la
coronilla de la cabeza; su vestido era de talla; su actitud modesta y
devota, con aire infantil aunque sencillamente majestuoso, su rostro
correspondía a una jovencita de quince años; la mirada hacia abajo,
apacible y encantadora; la boca risueña, con expresión de bondad, las
cejas, la nariz y las mejillas, eran perfectas, como lo era el óvalo de la
cara; toda ella revelaba un tipo no definido, pero ideal; las manos de
buena forma y delicadas y el color de su piel rosado trigueño.
Después de un ligero examen que dejó a todos admirados, la
imagen de la Virgen se colocó provisionalmente en uno de los altares;
retirándose todos los vecinos embargados de la mayor felicidad, para
ir a celebrar jubilosamente con sus familias aquella Nochebuena... Así
fue como el 25 de diciembre de 1579, resultó una Navidad muy
memorable para la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de
Zalaya, pues ese mismo día se bendijo la Santa Imagen que quedó
entronizada en la parte superior del Altar Mayor de la primera iglesia
de San Francisco.
Cabe hacer notar que la forma en que llegó a la Villa de Zalaya la
taumaturga imagen de la Purísima no se encuentra comprobada por
ningún documento, creyendo que en gran parte se debe a la fantasía

186
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

con que ha sido trasmitida de padre a hijos la tradición, y por lo que


respecta a la fecha en que fue traída, sólo es aproximada; tomando
como base el tiempo que duró la construcción del templo de San
Francisco iniciada en 1574, y la fecha en que para tributar a dicha
imagen un culto regular, se instituyó la Cofradía de la Purísima
Concepción, a fines del año de 1580, presumiblemente el 8 de
diciembre, en ocasión de la festividad titular, ya que el permiso
otorgado para instituirla se encuentra fechado el 13 de septiembre de
1580, habiéndolo concedido su Señoría Ilustrísima D. Fr. Juan de
Medina Rincón, tercer Obispo de la Diócesis de Michoacán.
En capítulo aparte nos referimos al Juramento del Patronato,
efectuado el 12 de octubre de 1597, veintisiete años después de la
fundación de la villa.

187
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XVI

SE FUNDA EL CONVENTO
DE CARMELITAS DESCALZOS

POR LOS ÚLTIMOS días del mes de junio de 1597, ante su Excelencia D.
Gaspar de Zúñiga y Acevedo, Conde de Monterrey, Virrey,
Gobernador y Capitán General de la Nueva España, se presentó el
Muy Reverendo Padre Fr. Eliseo de los Mártires, Comisario General
de la Orden de Carmelitas Descalzos, para hacerle entrega de una
Cédula Real expedida por su Majestad Felipe II, el 28 de enero
anterior, y suplicarle se sirviera ordenar el cumplimiento de ello. El
documento de que se trata decía así:
"Don Phelipe, por la gracia de Dios Rey de Castilla, de León, de
Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de
Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mayorca, de Sevilla, de Cerdeña,
de Córdova, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de
Algezira, de Gibraltar, de las Islas Canarias, de las Yndias Orientales y
Occidentales y de la tierra firme del Mar Oceano; de Flandes, de Tirol,
y Barzelona: Señor de Vizcaya y de Molina etcétera.- EL REY: Conde
Monterrey, pariente, mi Virrey Gobernador de la Nueva España o otra
persona o personas a cuyo cargo fuere el gobierno de ella Fray Joseph
de Jesús María, de la Orden, y que ansí, para tener donde repararse
en el camino, como por el consuelo de los vecinos que lo desean,
convenía se fundase un Convento en la dicha Villa, suplicándome
mandar dar licencia para ello. Visto por el Consejo de las Yndias, tuve
por bien mandar dar ésta mi Cédula, por lo que a ellos mando, que no
habiendo inconveniente, permitáis a la dicha Orden que funde el
dicho Convento en la dicha Villa, que yo os corremito.- YO EL REY.-
Fecho en Madrid a veintiocho de enero de mil quinientos y noventa y
siete años.- Por mandado del Rey Nuestro Señor, Joan de Ybarra
(rúbrica).- Al virrey de la Nueva España, que no habiendo
inconveniente, permita que la Orden de los Carmelitas Descalzos,
funde un Convento en la Villa de Zalaya.- Grts. (una rúbrica)".

188
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Enterado el Conde de Monterrey de la Cédula Real antes


transcrita, ofreció a su Reverencia, Fr. Eliseo de los Mártires,
Comisario General de la Orden de Carmelitas Descalzos, que en
cuanto fuera tomada razón del documento por la Secretaría de la
Gobernación, en cuya dependencia ya obraban algunos antecedentes,
sería librado el Mandamiento del caso, a fin de que el Alcalde Mayor
de la citada Villa procediera conforme su Majestad lo ordenaba,
permitiendo la fundación del dicho Convento a la Orden referida,
dándole todo favor y ayuda para que se llevara a cabo la susodicha
fundación.
Mandamiento librado al Alcalde Mayor de la Villa de Zalaya debe
haberse empleado el conducto del propio comisario General de la
Orden, ya que fue el Muy Reverendo Padre Provincial, Fr. Pedro de
San Hilarión, quien doce días después, el 12 de julio de 1597, lo ponía
en manos del citado funcionario, quien le ofreció tratarlo desde luego
en Sesión del Cabildo del Ilustre Ayuntamiento. El mandamiento
librado por el Virrey se encuentra concebido en los siguientes
términos:
"En la Ciudad de México, a treinta días del mes de junio de mil
quinientos y noventa y siete años. Don Gaspar de Zúñiga y Acevedo,
Conde de Monterrey, Señor, su Gobernador y Capitán General de esta
Nueva España y Presidente de la Real Audiencia que en ella reside,
etc. Habiendo visto su manda que no habiendo inconveniente,
permita que la Orden de Carmelitas Descalzos funde un Convento en
la Villa de Zalaya, la obedece con la reverencia y acatamiento debido,
y en cuanto a su cumplimiento, dejo su provento que con la insita
(sic) que por otra parte de la dicha Villa de Zalaya, y por cartas que
muchos vecinos de ella escribieron al Padre Fray Eliseo de los
Mártires, Comisario General de la dicha Orden de Nuestra Señora del
Carmen, fecha en veintisiete de septiembre de este año pasado de
noventa y seis, se ha deseado y pedido que en la dicha Villa se funde
Convento de la dicha Orden, en unas casas que allí tenía en la Plaza de
la dicha Villa Francisco Hernández Molinillos, vecino de ella, como
parece por escritura también manda su Señoría que se pasen y
pongan cualesquiera otras cartas y a su Señoría noticias de próximo
por información que se le ha mandado recibir sobre los
repartimientos de tierras y aguas que los vecinos pretenden para su

189
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

conservación y aumento, que está en la dicha Gobernación ante el


Secretario, por escrito, y se manda juntar con éste; que la dicha Villa
hay buen número de vecinos y que cada día se va poblando y
engrosando con la comodidad de la tierra y fertilidad y abundancia de
mantenimientos que allí se cojen y cercanía de las minas nuevas, y
conforme ha esto se puede y debe presumir que tiene caudal para
sustentar este nuevo Convento pues en otros lugares de españoles de
esta tierra donde hay nuevos vecinos que allí más pobres, se sustentan
dos y tres monasterios en cuya consideración y la poca carga que es
un Descalzo cual este suele causar, su Señoría permitía y daba
licencias, como su Majestad manda, que en la dicha Villa de Zalaya se
puede fundar el dicho Monasterio del Carmen con los religiosos que a
Dicho Comisario pareciere que conviene haya, conforme a la
disposición de dicha casa y tierra, procediendo ante todas las cosas,
licencia en forma para fundar el dicho Monasterio, del Ordinario
Cabildo o Sede Vacante del Obispado de Michoacán, en cuya Diócesis
caé y no de otra manera y sin perjuicio de cualesquiera privilegios que
tuvieren concedidos a favor de la iglesia y Monasterio que al presente
han en la dicha Villa y ansí lo mando asentar por auto y lo firmó.- El
Conde de Monterrey.- Ante mí. P. de Campos.- Grts. A.P. Obedece
Vuestra Excelencia la Cédula Real de esta otra parte sobre fundarse
en la Villa de Zalaya, Monasterio de la Orden del Carmen Descalzos.-
Al Alcalde Mayor de la Villa de Zalaya, para que obedezca la Cédula
Real y de ayuda a la dicha fundación.
Antes de continuar nuestra labor de información, cabe comentar
que siendo terminante lo ordenado por el Rey Felipe II en su Cédula
Real del 28 de enero de 1597, el Virrey no podía eximirse a dar
cumplimientos a la Real disposición, y lo hace dejando a salvo los
privilegios concedidos con anterioridad a la Orden de San Francisco,
consistentes en la Administración de los Sacramentos en la Parroquia
a su cargo, sin embargo, no dejó de producirse el consiguiente
revuelo.
Pocos días después, precisamente el 12 de julio de 1597, con
autoridad del Muy Reverendo Padre Provincial, se presentó ante el
Alcalde Mayor de la Villa de Zalaya, Fr. Pedro de San Hilarión,
portando el mandamiento del Virrey antes transcrito y del Obispo de
Michoacán, que entonces se encontraba Sede Vacante, por

190
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

fallecimiento del Ilustrísimo Señor Don Fr. Alonso Guerra, de la


Orden de Predicadores Dominicanos, acaecida en la ciudad de
Valladolid, el 18 de julio de 1596, en este permiso, también se
establece claramente que tal licencia se otorgaba sin perjuicio de los
privilegios concedidos al Convento de San Francisco en el
Mandamiento de Fundación expedido por el Virrey D. Martín
Enríquez de Almanza, el 18 de noviembre de 1573, privilegios que
como es sabido, consistían en tener a su cargo la doctrina y
administración de los Sacramentos, prerrogativa que también les
confirmaba Fr. Juan de Medina Rincón, tercer Obispo de Michoacán,
cuando erigió en Parroquia el templo de San Francisco el año de 1580,
dándoles además facultad para hacer los asientos de las Partidas de
Bautismo, Matrimonio y Entierros, ya que los religiosos Carmelitas
sólo actuarían como auxiliares en la administración de los Santos
Sacramentos de la Confesión y Penitencia.
Como la presentación de los documentos de que era portador Fr.
Pedro de San Hilarión, de acuerdo con las normas establecidas
debería hacerse en Sesión Extraordinaria de Cabildo, ya que uno de
dichos documentos tenía el carácter de Cédula Real, y el asunto a que
se contraía no era sólo de la incumbencia del Alcalde Mayor, dicha
presentación se aplazó para el día siguiente, dando tiempo a que el
Escribano Real, Público y de Cabildo, D. Beltrán González de
Lamadrid, girara el consabido Billete de Antediem, citando a todos los
miembros del Ilustre Ayuntamiento en su Sala Capitular, para las diez
de la mañana del día siguiente, 13 de julio de 1597.
En la citada fecha y abierta la sesión, el escribano dio lectura al
Mandamiento librado por el Virrey, D. Gaspar de Zúñiga y Acevedo,
Conde de Monterrey, en el cual, después de transcribirse la Real
Cédula de Felipe II, fecha en Madrid el 28 de enero de 1597, dice que
la obedece, y de hecho obliga al Cabildo de la Villa de Zalaya, inclusive
a su Alcalde Mayor, cuando cierra la comunicación de referencia con
el siguiente lema: "Al Alcalde Mayor de la Villa de Selaya, para que
obedezca la Cédula Real y dé ayuda en favor a la dicha fundación..."
En estas condiciones, qué otra cosa podía hacer el mencionado
Alcalde, como no fuera tomar en sus manos el superior mandamiento
y puesto de pie, lo colocó sobre su cabeza destocada, pronunciando

191
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

solemnemente la frase sacramental: "Será cumplido con el respeto y


veneración debidos a una Provisión de Nuestro Rey y Señor...".
Durante las primeras horas del día siguiente, el 14 de julio de
1597, el Reverendo Padre Provincial, Fr. Pedro de San Hilarión, pasó
al "oficio" ante el cual se iban a firmar las escrituras mediante las
cuales D. Francisco Hernández de Molinillos, uno de los más antiguos
vecinos de la villa, cedía en favor de la Orden de Carmelitas Descalzos,
unas casas que tenía frente a la plaza, para que provisionalmente se
hiciera en ellas la fundación de su convento. Ya cercano al medio día
se dio por terminada la diligencia, pasando los circunstantes a las
casas mencionadas que se encontraban vacías, con objeto de hacer
entrega de las mismas, y una vez que el Padre Provincia tomó
posesión y ya se aprestaba a celebrar en ellas la primera Misa... pero,
mejor será que dejemos que sea el Primer Prior del Convento, Fr.
Antonio de Santa Teresa, quien nos informe en la siguiente relación,
consignada por Fr. Pablo A. Jiménez en un cuaderno intitulado El
Carmen de Celaya, el cual se publicó en marzo de 1925, cuáles fueron
los acontecimientos que allí se produjeron...
"El Convento de Carmelitas Descalzos de la Villa de la Concepción
de Zalaya, que también es Colegio de Theulogía Moral, fundó el año
del Nacimiento del Xpto. de mil quinientos noventa y siete, siendo
Pontífice de Roma Nuestro Santo Padre Clemente VIII; Rey de
España don Felipe II; Gobernador de la Nueva España, don Gaspar de
Zúñiga y Acevedo, Conde de Monterrey; estando la Yglesia de este
Obispado de Michoacán, Sede Vacante, fundóle el P. Fray Pedro de
San Hilarión, con autoridad de vicario Provincial, habiendo primero
precedido la licencia de Ntro. Padre General, que era Fray Elías de
San Martín, que fue el que fundó el de nuestra Reforma y todas las
demás licencias, se tomó la posesión de este Convento a catorce de
julio de dicho año, y como el demonio previó que se fundaba éste para
su daño y gloria de Dios y provecho de las almas, dispuesta Villa
recibieron y ayudaron a los religiosos, no faltasen también
contradicciones de gente grave y revoltosa, las cuales luego que
supieron que se tomaba posesión, vinieron a mano armada a
estorbarla y contradecirla, pero como era traza de Dios que se
fundase, fácilmente se disuadieron de sus intentos y quedaron
convencidos con un caso notable: Llegaron con grande alboroto a

192
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

notificar al fundador que no pasase adelante, amenazando de que no


le sucedería bien si no desistía de sus intentos, fue éste el punto que
acababa de decir la primera Misa que se celebró en esta Casa y el
Siervo de Dios al punto que acabó de decirla, se hincó de rodillas
como si nada oyera, ni viera, y sin hacer movimiento alguno perseveró
de esta suerte con gran sosiego y reposo dando gracias a Dios y
encomendándole el buen suceso sin que lo pudiesen impedir las
voces, ni el alboroto, ni las notificaciones que le hicieron, hasta que
cansados y confusos los que contradecían volvieron a sus casas,
desistiendo de su pretensión. Pasó adelante la fundación y fue muy
notable en este tiempo la devoción con que todos los vecinos de la
villa ayudaron con sus limosnas a los religiosos, así en la fábrica y
obras del Convento, como en todo lo necesario al sustento de los
religiosos, porque o solamente ayudaban con sus limosnas y peones
que ofrecían para la fábrica de la iglesia y convento, sino también por
sus mismas personas ayudaron a meter la piedra y los demás
materiales, porfiando con santa emulación los más principales de la
villa sobre quien se había aventajado en esta santa porfía y como el
ejemplo suele mover más que las palabras, causó tan santa envidia en
las mujeres de esta contienda, que viéndose impedidas por la decencia
de su estado a ser participante de día, se determinaron a acudir todas
las noches y cuidándose unas a otras, acercaban las piedras y los
materiales a donde lo hay en más a mano al día siguiente los que
servían a los maestros de la obra. Han pagado muy bien los religiosos
después acá ésta continuando con sus oraciones, doctrina y buen
ejemplo que siempre ha florecido en este religiosísimo convento de
que también son participantes los de la comarca de esta villa de donde
contar los sacramentos, satisfacer a sus dudas y dificultades y a
buscar el consuelo a sus almas, para lo cual, además de otros
religiosos confesores y predicadores de mucha satisfacción que
siempre hay en este Colegio, están señalados por sus prelados lectores
de Theulogía Moral que todo el año se ocupan de este ministerio,
acudiendo no sólo a resolver los casos de conciencia, sino a leerles la
Theulogía Moral a los religiosos que habiendo ya acabado seis años de
sus estudios escolásticos, vienen por orden de sus Prelados a estudiar
a este Colegio otros dos años de Theulogía Moral, de donde no pueden
salir, ni confesar, ni predicar, hasta cumplir este tiempo".

193
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Como ya lo hemos dicho en otras ocasiones, la "Gente grave y


religiosa", que provocó un escándalo, pretendiendo impedir a mano
armada la fundación del Convento de Carmelitas Descalzos de Celaya,
no podría proceder de otra parte como no fuera del propio
Monasterio de San Francisco, que era el único que hasta entonces
había existido en la citada villa, resultando lógico que se procedería
en esa forma, si se considera que podía pensarse que con esta
fundación quedarían vulnerados los derechos de primacía y se podían
nulificar las preeminencias y prerrogativas de exclusividad que había
otorgado a los franciscanos el Virrey D. Martín Enríquez de Almanza
para impartir la doctrina y administras los Sacramentos dentro de la
jurisdicción de la propia villa, cuando en dicho ordenamiento se dijo
así: "...y en nombre de su Majestad, ordeno y mando a cualquier
clérigo y otros sacerdotes que estén en la dicha villa y pueblos, que
luego se salgan y dejan a la dicha doctrina y administración de los
Sacramentos a los dichos religiosos, sin que en ellos les pongan
embarazo ni contradicción alguna..." y aun cuando en el caso que nos
ocupa todo se redujo a una tempestad en un vaso de agua, la
intervención que tuvo la autoridad civil con objeto de restablecer el
orden y la tranquilidad, produjo en los padres franciscanos un
resentimiento en su contra, quizá injustificado, si se toma en cuenta
que ellos fueron los que no procedieron con cordura, es decir, que
antes de enviar gente armada o contradecir y tal vez hasta impedir la
fundación por el Virrey D. Gaspar Zúñiga y Acevedo, en su
mandamiento del 30 de junio de 1597, que en su parte relativa a la
letra dice:
"...Habiendo visto su Señoría la Cédula Real de esta otra parte, en
que su Majestad le ordena que no habiendo inconveniente, permita
que la Orden de Carmelitas Descalzos funde un convento en la Villa
de Zelaya, la obedece con la reverencia y acatamiento debido... y
tomando en cuenta que en la dicha villa hay buen número de vecinos
y que cada día se va poblando y engrozando con la comodidad de la
tierra y fertilidad y minas nuevas, y conforme a esto se puede y debe
presumir que tiene caudal para sustentar este nuevo convento, pues
en otros lugares de españoles de esta tierra, donde hay menos vecinos
que allí, y más pobres, se sustentan dos y tres monasterios, con cuya
consideración y la poca carga que es un Descalzo cual este suele

194
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

causar, su Señoría permitía y daba licencia, como su Majestad manda,


que en la dicha Villa se puede fundar el dicho Monasterio que
conviene haya, conforme a la disposición de dicha casa y tierra,
procediendo ante todas las cosas Licencia en forma para fundar el
dicho Monasterio, del Ordinario, Cabildo o Sede Vacante del
Obispado de Michoacan, en cuya Diócesis caé y no de otra manera y
sin perjuicio de cualesquiera de los privilegios que tuvieren
concedidos a favor de la Iglesia y Monasterio que al presente hay en la
dicha Villa, y ansí lo mando asentar por Auto y lo firmo..", cuyas
disposiciones quedaron cumplimentadas, ya que en el permiso en
forma expedido por el Cabildo Diocesano por Sede Vacante, no sólo
fueron respetadas las prerrogativas concedidas con anterioridad, sino
que éstas fueron confirmadas, tomando como norma las que señaló el
Obispo Don Fray Juan de Medina Rincón en el año de 1680, en que
erigió en Parroquia el templo de San Francisco y autorizó a los
religiosos franciscanos para asentar en los libros y respectivos, las
partidas de bautismos, matrimonios y entierros, y les facultó para
recibir por ello los derechos que señalaban los aranceles para tales
casos.
En estas condiciones, cabe suponer que lejos de ser en detrimento
de las prerrogativas que gozaban los franciscanos, la llegada de los
religiosos carmelitas, vino a ser para ellos un auxilio y un alivio, ya
que siendo tan extensa la jurisdicción de la villa y existiendo dentro
de ella numerosos pueblos de indios, sería simplificada su labor de
propagar la doctrina y la fe, sin menoscabo de los intereses, tales
como los diezmos, las primicias, las limosnas y las mandas forzosas,
cuya posible pérdida, era lo que tanto preocupaba a los religiosos
franciscanos.

195
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XVII

EL PATRONATO MARIANO

Dad al César lo que es del César,


y a Dios lo que es de Dios.

EL AMOROSO CELO con que los celayenses veneramos a nuestra Excelsa


y Celestial Patrona, la Inmaculada y Limpia Concepción cuya
taumaturga Imagen hace cerca de cuatrocientos años fue entronizada
en el pobrísimo templo anexo al no menos paupérrimo Monasterio de
San Francisco, es el sentimiento que hábilmente se ha venido
explotando durante las últimas décadas, tratando de involucrar la
fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya,
con el Juramento del Patronato Mariano. Esta aberración, se
encuentra comprobada con la siguiente inscripción, hecha en un
monumento público erigido en el barrio del Zapote: Para conservar
el recuerdo de la fundación de la ciudad (?), se determinó que
habiendo desaparecido el mezquite bajo cuyo ramaje se hizo el
juramento del Patronato, se erigiese este monumento, que
terminado y costeado por el señor Juan Escobedo, se inauguró el 12
de octubre de 1908.
El monumento en que se encuentra contenida la anterior
inscripción, es una columna conmemorativa, que se levantó bajo la
euforia de un grandioso acontecimiento: la Solemnísima Coronación
Apostólica de la citada imagen, como Reina y Patrona de la Ciudad, y
tal se pretende conservarla perpetuamente, creyéndola el fruto de una
tradición. Nosotros jamás nos opondríamos a que dicho monumento
se respete y se conserve, como una obra de utilidad para la Historia o
simplemente como un objeto de recuerdo a la memoria de nuestros
antepasados, pero también es incorcuso, que las leyendas que ostente
deben ser dignas, no apartándose de la verdad histórica para no
convertirlas en engañoso fraude, y que, además, no pregonen a los
cuatro vientos la incultura y la ignorancia, y no precisamente de
quienes la mandaron esculpir, sino de las autoridades que las toleran,

196
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

y en general, de todos los celayenses, porque eso de asentar en otra de


ellas: "... la ciudad de Celaya (?) fue fundada por Cédula Real del
Virrey (?) el 12 de octubre de 1570", equivale a decir: ¡Oiga, amigo,
emprésteme su pariaguas!... a quien habría que contestarle: ¡Ni soy su
amigo; ni esto es "pariaguas", ni se lo presto!... ya que realmente no es
necesario ser una persona ilustrada, para saber que los Virreyes jamás
expidieron Cédulas Reales, privilegio que, como su nombre lo indica,
siempre estuvo reservado a los monarcas; mientras que los
"despachos", "provisiones" u "ordenamientos" librados por los
Virreyes, nunca causaron ejecutoria obligada el mismo día de su
expedición, salvo que así lo expresara el propio documento.
En el semanario El Informador, correspondiente al día 30 de
septiembre de 1972, bajo este titular: Celaya se fundó el 12 de octubre
de 1570, así lo asegura el Dr. en Historia Fray Leopoldo Campos,
O.F.M., entre otras cosas, dice en la Homilía leída por el citado
religioso en la concelebración verificada el día 12 de octubre de 1970,
en ocasión de la festinada conmemoración del IV Centenario de la
Fundación de Celaya, asentó lo siguiente: "...llevóse a cabo (la
fundación), no en virtud de Cédula Real, sino de un ordenamiento del
Cuarto Virrey, Gobernador y Capitán General de la Nueva España,
Don Martín Enríquez de Almanza, quien lo expidió el 12 de octubre de
1570, disponiendo, entre otras cosas, que la nueva fundación se
llamase Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya.-
Precedió a ese ordenamiento una información topográfica-ecológica,
presentada al mismo Virrey por el Teniente de Capitán General Don
Francisco de Sandi, expedida en la Villa de San Miguel, el 11 de
septiembre de ese mismo año de 1570. Dio él también las lista de los
35 españoles que iban a ser los primeros fundadores. El mismo Sandi
hizo la traza de la villa, es decir, antes del hecho de la fundación.-
Entre la fecha del Ordenamiento para la fundación (12 de octubre de
1570), y la fecha del primer Cabildo, (1º. de octubre de 1571), hay un
intervalo de dos meses y días; esto ha dado lugar a que algunos crean
que la fundación de Celaya ocurrió en la primera fecha indicada,
mientras otros aseguran que ocurrió en la segunda. Para dirimir esta
cuestión, creemos se debe tener presente lo dicho en un principio,
esto es, que mandato y ejecución forma un todo, así se interponga
entre ambos más o menos tiempo porque es un acontecimiento

197
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

histórico-jurídico íntimamente relacionado como de causa a efecto y


viceversa.- Para mayor claridad tengamos en cuenta los siguientes
hechos: a). La Relación de Celaya, escrita diez años después de la
fundación, nos dice que ésta empezó con tres o cuatro vecinos, y que
ya para entonces llegaban a setenta. Ahora bien, por exiguo que haya
sido el número de primitivos fundadores, se da a entender que la
ejecución del Ordenamiento fue casi inmediata.- b). Además, el hecho
de nombrar cabildo el primero de enero de 1571 supone por otra
parte, que había suficientes vecinos, pues debieron nombrarse
regidores, alcaldes ordinarios, alguacil, alférez, etc., de entre los
treinta hombres casados que exigía el Ordenamiento, y por otra parte,
que el nombramiento de alcaldes y concejales en Año Nuevo, era
costumbre seguida por doquier en pueblos, villas y ciudades,
escogiendo cada una de estas poblaciones los gobernantes que les
correspondía tener. c). No olvidemos también que el reparto de
suertes y caballerías de tierras, así como de solares, reparto esencial e
indispensable en toda fundación, se hizo hasta 1574. Veamos, pues,
que la fundación de esta ciudad, abarca una serie de hechos
progresivos que dieron forma pero siempre bajo la base del
Ordenamiento Virreinal. Es por esto que consideramos ser una idea y
propósito muy acertada la celebración del IV Centenario de la
Fundación de Celaya, precisamente el día de hoy, 12 de octubre de
1970, etc...".
Como ya lo hemos dicho al principio de este Capítulo,
aprovechando los sentimientos de amor y veneración que profesa el
pueblo celayense a su Reina Patrona la Inmaculada Concepción, de
algunas décadas a esta parte, se ha tratado de involucrar la fundación
de la Villa de Nuestra Señora de Concepción de Zalaya, con el
Juramento del Patronato Mariano, sin otro objeto que el de pretender
justificar con ello, los errores en que incurrieron los antepasados al
ordenar que se grabaran en un monumento público las disparatadas
inscripciones a que ya hemos hecho referencia, las cuales no se
atreven a retirar por temor al ridículo, que es lo que los ha seguido
obligando a tratar de mantener a capa y espada esos errores,
olvidándose que es de sabios rectificarse a sí mismo, puesto que en
otra forma no se podría concebir que un personaje tan ilustrado,
doctorado en Historia y considerado como el Cronista Oficial de la

198
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Provincia Franciscana de los Gloriosos Apóstoles San Pedro y San


Pablo de Michoacán, ignore que la fundación de pueblos, villas y
ciudades, se encontraba reglamentada por las Ordenanzas 4 y 8 del
Titulo XII de la Nueva Recopilación de Indias, vigentes desde 1542,
las cuales, entre otras cosas, disponían que para fundar una villa, se
requerían como mínimo treinta vecinos, y de cincuenta a cien para
una ciudad, definiendo, además, lo que debería entenderse por
vecino, esto es, un hombre casado (jefe de familia) que ya tuviera
firmado Asiento de Vecindad, en escritura levantada ante Escribano,
por la cual se obligaba a vivir en la nueva población por el término de
diez años consecutivos, pena de "perdimiento" de las tierras, suertes y
solares que tuvieran mercedados, los cuales, en constando de
ausencia por tres meses, podían mercedarse a otra persona, dando
aviso de ello al Virrey; que la "traza" de la villa o ciudad, debería
hacerla "persona lega y abonada", es decir, competente y responsable;
que en dicha "traza" deberían quedar señalados sitios para iglesia,
plaza, casas de cabildo, solares para los vecinos, ejido y dehesa boyal;
que la fundación debería hacerse precisamente en el lugar elegido
para ello que sería donde menos perjuicios pudiera causar; después
venían las instrucciones sobre la forma en que los Alcaldes deberían
impartir justicia y la manera de hacer el reparto de solares, que sería
ejecutado por el Alcalde Mayor, acompañado por los Alcaldes
Ordinarios y Regidores, ante el Escribano de su Cabildo, siendo
precisamente en estas prevenciones de carácter legal en las que se
encuentra apoyado el permiso de fundación, expedido por el Virrey
Enríquez, el 12 de octubre de 1570, que en su parte relativa, dice a la
letra:
"...lo qual todo visto por mi por la presente doy licencia y
facultad para que en dicha parte y lugar (Estancia del Río, en el
Mezquital de Apaseo), se haga y funde la dicha villa y se pueble de
españoles conforme a la traza que el dicho alcalde dejo fecha, (Dr. D.
Francisco de Sandi), la cual dicha villa se llame e intitule La Villa de
Nuestra Señora de la Concelcion de Selaia (textual) y los vecinos
que en ella asentaren y vivieren, llegando a treinta hombres casados
pueden juntarse y señalar cabildo y parte donde se junte y desde el
día de año nuevo primero que viene del año primero venidero de mil
quinientos setenta y uno en adelante habiendo oído una misa del

199
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Espíritu Santo elegir y nombrar cuatro regidores, los cuales después


de nombrados y elegidos, elijan y nombren dos alcaldes ordinarios
de los mas viejos y honrados que hubiere...", lo demás, ya se ejecutó
como lo prevenían las ordenanzas: Una vez elegidos los miembros del
primer Ayuntamiento, éste se constituyó en Cabildo; ¿Dónde?...
Desde luego que esto fue en la Estancia del Río, del Mezquital de
Apaseo, y no en el aledaño pueblo de Nuestra Señora de la Asunción,
que es lo que entonces era el lugar que se conoce como barrio del
Zapote... ¿En qué sitio?, en el que desde antes del 11 de septiembre de
1570 se encontraba señalado para Casas de Cabildo, que es el mismo
que ahora ocupa el Palacio Municipal, donde el Día de Año Nuevo
primero de enero de 1571, tal como lo ordenó el Virrey, se congregó el
Cabildo, a la sombra de un mezquite, a la falta de Sala Capitular, para
hacer la declaratoria oficial de la fundación legal de la Villa de
Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya, lo cual quedó consignado
en el acta que con tal motivo, levantó el Escribano Real D. Alonso
Gutiérrez García, la cual quedó asentada a fojas 125 del primer Libro
de Cabildos, el cual, como todo el Archivo Histórico de Celaya,
maliciosamente se le hizo desaparecer.
A nuestro juicio, las apreciaciones hechas por el señor doctor en
Historia y que señala como a), b), y c), sólo las consideramos como
sutilezas que hábilmente se tratan de esgrimir con objeto de
confundir al pueblo celayense y aun a las personas ilustradas, que
naturalmente desconocen el contenido de los documentos en que se
pretende apoyarlas, pero son tan frágiles, tan deleznables y tan
inconsistentes, que no pueden resistir el más insignificante análisis ya
que se esfuman a la luz de la verdad, como vamos a comprobarlo.
Para analizar dichas apreciaciones, consideramos que es necesario
repetirlas: "...Para dirimir esta cuestión, (la fecha de fundación de
Celaya), se debe tener presente lo dicho al principio, esto es que
mandato y ejecución forman un todo, así se interponga entre ambos o
menos tiempo, porque es un acontecimiento histórico-jurídico
íntimamente relacionado, como de causa a efecto y viceversa. Para
mayor claridad, tengamos en cuenta los siguientes hechos: a). La
Relación de Celaya, escrita diez años después de la fundación, nos
dice que ésa empezó (¿la fundación?), con tres o cuatro vecinos, y que
ya para entonces llegaban a setenta. Ahora bien, por exiguo que haya

200
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

sido el número de primitivos fundadores (?), se da a entender que la


ejecución de Ordenamiento fue casi inmediata..." Nos abstenemos de
hacer comentarios, por o faltar al respeto a su Reverencia, pero
indigna verdaderamente la forma sutil con que se pretende envolver
al auditorio, pero sí consideramos que para nosotros es un deber
aclarar, que la Relación de Celaya y su Partido, hecha al Rey Felipe
II, el 15 de junio de 1580, por D. Cristóbal de Vargas Valadez, primer
Alcalde Mayor por su Majestad de la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zalaya, teniendo como testigos a los Alcaldes
Ordinarios, Domingo de Silva y Hernando de Peralta, contestando un
cuestionario impreso que le fue entregado por Gordián de Cassano,
Contador y Administrador de la Real Alcabala de la Nueva España, en
cumplimiento a una instrucción de su Majestad, de cuyo documento
obtuvimos una copia fotostática en el Instituto Nacional de
Antropología e Historia, que se nos proporcionó con autorización del
Secretario Perpetuo, D. Antonio Pompa y Pompa, prestigiado
historiador guanajuatense; en el punto nueve de dicho cuestionario,
se dijo lo siguiente: "9. Poblóse el año de setenta por mandado de D.
Martín Enríquez, Visorrey que fue desta Nueva España;
comenzóse a poblar con tres o cuatro vecinos, tiene oy setenta,
llámase Zalaya por Juan de Queva, secretario de la gobernación
desta Nueva España, y por ser natural de Salaya en las montañasde
los reinos de Castilla". (Conste, no dice fundóse el año de setenta, y
comensose a fundar con tres o cuatro vecinos), sino: poblóse
el año de setenta y comensose a poblar con tres o cuatro vecinos.
Curioso hubiera sido que la citada villa se hubiera empezado a fundar
con tres o cuatro "fundadores", como si un acto tan solemne y
trascendental se hubiera podido ejecutar por episodios.
Por lo que hace a los puntos b) y c), no es necesario comentarlos,
ya que si el M.R.P. historiador reconocer que la fundación de la Villa
de Zalaya, o de cualquiera otra —decimos nosotros— es un
acontecimiento histórico-jurídico, ya no tendremos más que hablar
sobre el particular, porque es de necios querer arreglar el mundo con
discusiones y polémicas siendo que las Ordenanzas 4 y 8 del Título
XII, que pueden consultarse en la Biblioteca Nacional de México o en
la del Instituto Nacional de Antropología, despejan cualquier duda
que al respecto pudiera presentarse, sobre todo, en la información

201
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

topográfica-ecológica, que precedió a la expedición, del permiso de


fundación que tanto preocupa al señor doctor en Historia, la cual, de
acuerdo con las citadas prevenciones legales, se requería para poder
establecer: I. Si la fundación de la nueva población era conveniente y
necesaria al servicio de Dios y de Su Majestad y de común utilidad. II.
Si de dicha fundación no provendría un perjuicio, que fuera tan
grande como para que no conviniera ejecutarla, y III. Saber con
cuántos vecinos se contaba, para determinar la categoría que habría
de darse a la nueva población, ya que las mismas Ordenanzas
establecen que para fundar una villa se requerían treinta como
mínimo, y de cincuenta a cien para una ciudad, y por último, estando
establecido por las propias leyes y Ordenanzas y aceptado por el
Instituto Nacional de Antropología e Historia que el permiso, licencia,
mandamiento, ordenamiento o como quiera llamársele, sólo daba a la
nueva población existencia jurídica, o sea que la erigía en villa o
ciudad, según el caso, y si su Reverencia se toma la molestia de
consultar el Diccionario de la Lengua Castellana, podrá ver que el
verbo erigir, entre otras, se le da la siguiente acepción: investir a una
persona o cosa con un carácter que antes no tenía, con ello, y con la
asignación del nombre que debería llevar, se le daba esa personalidad
legal que la "Judicatura", como se decía entonces, o "Jurisprudencia",
como ahora se dice, denominan existencia jurídica, que, repetimos,
no es sino una personalidad legal meramente transitoria, aunque
indispensable, a fin de que se pudieran extender y firmar las
escrituras de "Asiento de Vecindad" por las cuales, el individuo se
obligaba a vivir en la villa por el término de diez años consecutivos,
pena de perder las tierras, suertes y solares que se le mercedaran, y
por su parte, la villa se comprometía a que se le hicieran las mercedes
conforme al Título de Fundación, es decir, en la cantidad señalada por
éste.
Además cabe considerar que la Villa de Zalaya no fue el único
lugar al que se aplicó el nombre de un santo, existiendo el
antecedente de que a todos los pueblos, villas o ciudades que se
fundaron durante los Siglos XVI y XVII, invariablemente se les
asignaban nombres de santos, debiéndose esto exclusivamente al
espíritu religioso de los funcionarios del gobierno virreinal, y no
porque se deseara imponer Patronatos específicos a los mismos, lo

202
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

que se puede constatar con la mayoría de poblaciones de esta región,


donde tales Patronatos se debieron a la preferente devoción de sus
habitantes por determinado santo o imagen, haciéndose caso omiso
del nombre impuesto a la población, teniendo así, por ejemplo, que en
San Francisco Acámbaro, la Patrona es Nuestra Señora del Refugio;
en San Andrés de Salvatierra, la Patrona es la Virgen de la Luz; en San
Francisco Chamacuero, la Patrona es la Virgen de los Remedios; en
San Sebastián de León, la Patrona también es la Virgen de la Luz, y
para no ir muy lejos en el Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción,
extramuros de la ciudad de Celaya, (hoy barrio del Zapote), su
Patrón fue el milagroso Señor del Zapote, celebrándose la fiesta
titular, el Día del Año Nuevo, primero de enero de cada año,
costumbre que llega hasta nuestros días, aunque ahora se dice que la
festividad es en homenaje al Señor de la Clemencia. En el caso
específico de Celaya, más adelante veremos las circunstancias que
concurrieron para que los religiosos franciscanos instaran a su
vecindario para que jurara por Patrona a la Purísima Concepción,
juramento que tuvo verificativo el 12 de octubre de 1597, veintiséis
años después de que fue fundada la villa; sin embargo, tomando en
cuenta que se ha dicho que los fundadores y primeros pobladores de
Celaya, aceptaron lo que les fue insinuado, referente a que al darle
nombre a la villa, el Virrey le señaló por Patrona a la Purísima
Concepción, nosotros no tenemos ningún inconveniente para
admitirlo también, aprovechando sólo esta oportunidad, para hacer
un poco de historia en relación con el Juramento del Patronato
Mariano en la ciudad de Celaya, no sólo por el interés que reviste este
acontecimiento, sino porque muchas de las circunstancias que en él
concurrieron, han permanecido completamente ignoradas, no sólo
para los habitantes de Celaya, sino aun para los mismos religiosos
franciscanos, debido a que falta la memoria en los humanos, y los
documentos, sencillamente se extravían:
Hechas las consideraciones anteriores, pasamos a desarrollar tan
apasionante tema:
El Virrey D. Martín Enríquez de Almanza, con fecha 18 de
noviembre de 1573, a solicitud de la Orden de Religiosos
Franciscanos, expidió un ordenamiento en que la autorizaba para
fundar un Monasterio en la Villa de Nuestra Señora de la Concepción

203
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

de Zalaya, otorgando, además, a dicha Orden, tan señaladas


prerrogativas y preeminencias, que casi equivalían a la más absoluta
exclusividad para impartir la doctrina y administrar los Sacramentos:
"...y en nombre de Su Majestad —dice el Virrey— ordeno y mando a
cualquier clérigo y otros sacerdotes que estén en la dicha villa y
pueblo, (el Virrey se refería exclusivamente al Pueblo de Apaseo), que
luego se salgan dél y dejen la dicha doctrina y administración de los
Sacramentos a los dichos religiosos, sin que en ello los ponga
embarazo ni contradicción alguna, y mando al Alcalde Mayor de la
dicha villa que para la fundación y administración, dé todo favor y
ayuda a los dichos religiosos y no consienta que se les haga la dicha
contradicción...".
No obstante que a partir de 1563, en que con apoyo en la Real
Cédula de Reducción de Indios, expedida por Felipe II, el 15 de
febrero de 1560, se habían erigido en pueblos de indios, a todos
aquellos lugares conquistados en 1526 por Nicolás de San Luis
Montañez, cacique xilotepecano que se decía emparentado con el
Emperador Moctezuma, y se había formado con ellos la Provincia
Indígena de Acámbaro, cuyos pueblos ya venían siendo atendidos en
sus necesidades espirituales, por los religiosos agustinos de la
Provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán, que contaba con
monasterios en Cuitzeo de la Laguna y en el Pueblo de
Yuririapúndaro, excediéndose las autoridades celayenses a lo
dispuesto por el Virrey, fueron expulsados todos los sacerdotes,
clérigos y religiosos de otras Órdenes, de todos los pueblos de la
Provincia de Acámbaro, integrada por Chamacuero, San Miguel
Octopan, Nuestra Señora de la Asunción (extramuros de Celaya), San
Andrés Chochones, San Francisco Acámbaro y el Barrio de
Mexicanos, en este último considerado como pueblo, con
Ayuntamiento propio, ya que los mexicanos sólo reconocían como
autoridad a sus propios caciques y principales; para cometer la
arbitrariedad mencionada, se apoyaron en que todos los pueblos
citados eran de la jurisdicción de la Villa de Zalaya. Para la edificación
de la iglesia, del monasterio y de una capilla para los naturales, el
Virrey Enríquez ordenó al Gobernador de la Provincia de Acámbaro
que proporcionara a los religiosos franciscanos cien indios, que
posiblemente fueron del pueblo de Nuestra Señora de la Asunción,

204
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

por su proximidad a la villa, ya que de Acámbaro y San Andrés


Chochones, por órdenes del Virrey, se proporcionaba mano de obra
de cien individuos para la construcción de la catedral de Guayangareo
(después Valladolid) y otros cien para las minas de Tlalpujahua, y a
partir de febrero de 1576, hubo que proporcionar otros cien para la
edificación de los edificios públicos en la recién fundada Villa de
León.
En el dorso de una estampa que contiene la bellísima Imagen de la
Purísima Concepción, que se venera en el templo de San Francisco de
la ciudad de Celaya, encontramos impresos los siguientes datos
históricos, proporcionados por el M.R.P. Fr. Leopoldo Campos,
O.F.M., Cronista Franciscano, los cuales, a pesar de que nosotros no
somos más que simples empíricos investigadores de la Historia, nos
vamos a atrever a ampliar los comentarios y rectificarlos, cuando así
proceda, para lo que habremos de sujetarnos estrictamente a lo que
podemos comprobar con los documentos, que gracias a nuestra buena
estrella, hemos logrado localizar en las más importantes fuentes de
información, tales como el Archivo General de la Nación, el Obispado
de Michoacán, la Hemeroteca Nacional, etc.
La información proporcionada por el M.R.P. Fr. Leopoldo
Campos, a los religiosos que ordenaron la impresión y publicación de
la misma al dorso de la Imagen mencionada, se encuentra dividida en
varias partes numeradas del I al VII, lo cual habrá de facilitarnos su
estudio que, como ya se dijo, haremos con toda imparcialidad. El
título con que han sido publicados dichos datos, es el que en seguida
se asienta: Datos históricos sobre la Venerada y Milagrosísima
Imagen de Nuestra Señora la Purísima Concepción, Patrona y Reina
de esta Ciudad de Celaya, Gto.; su texto es el siguiente:
I. Conviene hacer notar en primer lugar, que por ordenamiento
del Virrey D. Martín Enríquez de Almanza, expedido el 12 de octubre
de 1570, se dispuso la fundación de la Villa de Celaya, dándosele
por Patrona a la Inmaculada Concepción, por lo que debería
llamarse Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Celaya.
En primer lugar, nosotros también debemos hacer notar, que el
Virrey Enríquez, no dispuso la fundación de la Villa de Zalaya, sino
que dio licencia y facultad para que se hiciera su fundación, además,
que desde mediados del Siglo XVI, que fue cuando se empezaron a

205
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

fundar en la Nueva España, pueblos, villas y ciudades, debido al


espíritu religioso de sus católicas Majestades, éstas dispusieron que a
las nuevas poblaciones se les dieran nombres de Santos, sin que por
esto, la denominación que se les fue dando, denotara Patronato
alguno, sencillamente porque no fue sino hasta el año de 1582, doce o
trece años después de fundada la Villa de Zalaya, que se empezaron a
usar los patronímicos, conforme a las reformas que introdujo al
Calendario su Santidad el Papa Gregorio XIII, de donde dicho
Calendario tomó el nombre de Gregoriano. Así pues, rectificamos que
el Virrey D. Martín Enríquez, no dio Patronato alguno a la Villa de
Zalaya, lo que no pasa de ser modernas invención, ya que éste se
concretó a decir en su permiso de fundación, fechado el doce de
octubre de 1570, lo que sigue: "...lo cual todo visto por mi por la
presente doy licencia y facultad para en la dicha parte y lugar, se
haga y funde dicha villa y se pueble de españoles conforme a la traza
que el dicho alcalde dejo fecha, la cual dicha villa se llame e intitule
la villa de Nuestra señora de la Concelcion de Selaia". (Textual).
II. Recién fundada la villa, por especial encargo y empeño de los
esposos Martín de Ortega y María Magdalena de la Cruz Silva, fue
traída de España la Taumaturga Imagen de la Inmaculada
Concepción, que desde entonces fue jurada Patrona de la población
celayense.
Con objeto de que se pueda hacer conciencia de la verdad
histórica, es conveniente precisar hasta donde sea posible el
desarrollo de los acontecimientos, ya que resulta cómodo, pero
absolutamente vago, eso de decir: "recién fundada la villa...", porque
en la inmensidad de los siglos, eso pudo ser al día siguiente o muchos
años después; la realidad de las cosas, según se deduce de los
documentos, la venerada Imagen, debió llegar a la villa a fines de
1579, o en los inicios de 1580; para ser consecuentes con la tradición
que dice fue por las Navidades, bien se puede aceptar que el hecho
haya ocurrido en diciembre de 1579, si consideramos que en aquella
época, sólo había una "flota" de ida y otra de vuelta durante el año, y
es difícil precisar cuál de las dos fue la que "vino" de España, y por lo
que hace al "Juramento del Patronato", éste tuvo verificativo el 12 de
octubre de 1579, o sea veintiséis años después de la fundación de la
villa, como trataremos de demostrarlo

206
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

En el Archivo General de la Nación, Ramo de Tierras, Volumen


674, se encuentra el testimonio de una escritura, pasada ante la fe del
Escribano Real, Público y de Cabildo de la Villa de Zelaya, D. Pedro
Téllez de Fonseca, el 8 de febrero de 1578, por la cual D. Martín de
Ortega y Dª. María Magdalena de la Cruz Silva, su esposa, venden, y
D. Cristóbal de Estrada, compra, un molino de harinas, en cuya
operación quedaron comprendidos, la "herida", o sea la acequia de cal
y canto por donde entraba y salía el agua río, después de poner en
movimiento la rueda maestra; la casa, los enseres y todo cuanto de
hecho y por derecho correspondía al citado molino, todo en la
cantidad de quinientos pesos, de los cuales, correspondían doscientos
cincuenta a D. Domingo de Silva, suegro de D. Martín, con quien
tenían a media el repetido molino...
Si se considera el espíritu altamente religioso que debe poseer un
hombre que ha estado a punto de recibir las órdenes sacerdotales, lo
que no consiguió, debido a que le fue imposible comprobar la
limpieza de su linaje, como invariablemente sucedía a los españoles
criollos, por carecer de papeles u otros medios para acreditar que eran
hijos legítimos de matrimonio; si se encontraban bautizados; si sus
padres no eran o había sido descendientes de herejes, moros o
musulmanes; si habían sido descendientes de cristianos viejos, no de
los recién convertidos, en fin, si hemos de hablar con claridad, la
verdad es que la vocación y la carrera eclesiástica, se encontraban
reservadas sólo para las clases privilegiadas; así pues, no nos debe de
extrañar que Martín de Ortega y su esposa María Magdalena de la
Cruz Silva, una buena y piadosa mujer, apegada en todo a las normas
cristianas, tuvieran la sana intención de dedicar sus doscientos
cincuenta pesos que recibieron como importe del molino, a comprar y
traer de España una linda Imagen de la Purísima Concepción de
María, para hacer donación de ella al pobrísimo templo, anexo al no
menos paupérrimo Convento de San Francisco en la Villa de Zalaya,
no sin dejar de considerar que dicha cantidad no les era necesaria
para el sustento de su familia, y como tan generoso proceder es poco
usual y moverá a muchas gentes a preguntar quiénes fueron Martín
de Ortega y su mujer, nos anticipamos a informarles lo que sigue, que
es cuanto hemos logrado averiguara:

207
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Martín de Ortega, fue nieto de Juan de Illanes, hombre muy rico,


dueño de las haciendas de Santo Tomás, San Antonio y otras en el
Valle de Guatzindeo, a quien todavía en 1558, el Virrey D. Luis de
Velasco le hizo merced de una estancia para ganado mayor en el
Mezquital de Apaseo, denominada Estancia del Río: "En una casa
grande de gente mucha" —dice el Cronista Fr. Alonso de Larrea—,
vivía D. Juan en el pueblo de Guatzindeo, con sus dos hijas casadas,
una con Francisco de Ortega y otra con Martín Hernández; a la
muerte de D. Juan, Martín Hernández le sucedió como albacea, y
poco tiempo después, a consecuencia de una de tantas pestes del
terrible "matlalzahuatl", murió D. Martín, su esposa y la otra hija de
D. Juan, quedando vivos solamente, Martín de Ortega y Martín
Hernández, el mozo, que hacían sus estudios en el Colegio Seminario
de la Ciudad de México, y las tres hermanas de Martín Hernández,
quien tuvo que cortar sus estudios para hacerse cargo de las
haciendas que dejara su abuelo y de sus hermanas. Martín de Ortega
continuó sus estudios hasta alcanzar el grado de bachiller, pero no
habiendo podido comprobar la limpieza de su linaje, se vio obligado a
abandonar la carrera sacerdotal y volver al pueblo de Guatzindeo,
donde siguió viviendo al lado de su primo Martín Hernández a quien
ayudaba en las labores del campo, una de las tres hermanas de Martín
Hernández se casó y las otras dos se hicieron religiosas del Convento
de Santa Clara de México: Sor Melchora de los Reyes y Sor Antonia de
San Martín, quienes recibieron de su hermano sendos legados y dotes
consistentes en treinta caballerías de tierras de la mejor calidad en el
Valle de Guatzindeo y ocho mil quince pesos en réditos de un censo
impuesto por el propio Martín a favor del citado Convento. Esta
deuda, que por diversas circunstancias Martín no pudo cubrir, originó
un litigio, cuyo final fue que sus tres haciendas se sacaran a remate,
ero no habiéndose presentado postor, el propio Convento las adquirió
en contravención de sus Reglas que sólo le permitían tener sus
templos y sus conventos. Rentadas dichas haciendas a personas
extrañas, Martín de Ortega y Martín Hernández, tuvieron que
ausentarse del pueblo de Guatzindeo, y llevando consigo el escaso
ganado que les quedó por no haber entrado en el remate, se fueron a
refugiar a la Estancia del Río, en el Mezquital de Apaseo, la cual se
había podido salvar porque aun permanecía a nombre del abuelo

208
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Juan de Illanes. Tanto Martín de Ortega como Martín Hernández


contrajeron matrimonio, el primero con Magdalena de la Cruz Silva y
Martín Hernández, no sabemos con quién, pero a ambos los
encontramos como "hombres casados" figurando como "vecinos" y
primeros pobladores de la Villa de Zalaya y tres años después,
recibiendo las mercedes que como tales les repartió el Juez Alonso
Martínez de Contreras el 3 de febrero de 1574, pero para esto, Martín
Hernández ya había vendido la Estancia del Río a D. Gaspar de
Sálvago, quien a su vez, se vio obligado a venderla a la Villa de Zalaya,
para la formación de su Fundo legal... Lo demás, ya lo saben ustedes y
hasta habrán pensado que esto último lo soñamos o lo hemos
inventado, pero todo esto y mucho más, se encuentra consignado
tanto en el litigio a que hemos hecho referencia como en los que le
siguieron: "Las monjas clarisas rentaron las haciendas y así
transcurrió el tiempo, hasta el 4 de agosto de 1669, en que la Abadesa,
la Vicaria y las Defensoras, por escrituras otorgadas ante Gaspar de
Rueda, Escribano Real, vendieron a censo a Antonio Ramos y Antonio
Aguirre, su mujer, las haciendas y el molino que entonces estaban
rentadas a Pedro de Mercado, Damián de Oro y Andrés de la Vanda;
dicha venta se hizo a Ramos Romano en trece mil pesos de oro común
de principal, pagando por réditos de ellos seiscientos pesos en cada
año, y además, cincuenta pesos para el Síndico y Convento de Santa
María de Gracia del pueblo de Acámbaro, a cumplimiento de las
Misas de la Capellanía fundada a favor de ese convento por Juan de
Illanes, dueño que fuera de dichas haciendas y de quien fue albacea
Martín Hernández, quien las poseyó y después sus hijos y herederos,
sin imponer ni cumplir dicha Capellanía... y así la historia continúa,
que siendo muy interesante, la hemos dejado consignada bajo el título
de "Un Pleito Famoso", en las páginas 55 a la 60 del primer tomo de
"Narraciones y Leyendas de Celaya y del Bajío".
Un hombre instruido, como lo fue D. Martín de Ortega, "El
Bachiller", como lo motejaban sus amigos, no hubiera podido
resignarse a pasar la vida pegado al surco, o en la ruda tarea de su
molino... Un día, o en la ruda tarea de su molino... Un día, en que nos
esforzábamos por leer un papel, muy importante para la Historia de
Celaya, se trataba de la aprobación que dio el Virrey Enríquez al
repartimiento de tierras mercedadas a los vecinos de la villa conforme

209
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

al Título de Fundación, hecho por el Dr. D. Alonso Martínez el 3 de


febrero de 1574, vimos que después de las firmas de su Excelencia y
del imprescindible secretario de la Gobernación, D. Juan de Cueva,
por quien se dio a la villa el nombre de Zalaya, por ser él natural de
Zalaya, en la provincia de Vizcaya, continuaba la "Certificación", ya
que era un "traslado" hecho a pedimento de "parte", y... ¡Oh!
sorpresa, esto es lo que allí se dice, como se puede constatar en la
fotostática de todo el documento, que obra en nuestro poder: Yo
Martín de Ortega, Escribano Nombrado por el Ylustre Cavildo desta
villa y los testigos de susoescriptos, etc., etc..." Esto nos demuestra
que D. Martín no fue un palurdo cualquiera; algunos años después, lo
hemos vuelto a encontrar, aunque ya figurando como Alcalde
Ordinario de la Villa, pero... mejor será continuar con nuestro
abandonado tema: el Patronato Mariano.
Una vez que D. Martín de Ortega y su esposa Dª. María
Magdalena de la Cruz Silva, tomaron la resolución de dedicar la
cantidad que les correspondió en la venta del molino, a comprar y
traer de España una Imagen de la Purísima Concepción, encargaron a
alguno de los comerciantes que los visitaban para la compra y venta
de harina, que atendiera aquella su piadosa diligencia; sugiriéndonos
que fue usado ese procedimiento, el contenido de sus puntos 30 y 33
de la Relación de Zalaya y su Partido, hecha precisamente por esos
días al Rey Felipe II, ya que esto fue el 15 de junio de 1580, que dicen:
Proveénse de mantenimientos y vestidos necesarios de la ciudad de
México, que en recuas y carros los traen, y su contratación es vender
harinas y tranjinallas a otras partes.
En virtud de que, como ya está dicho, por entonces sólo había una
"flota" de ida y otra de vuelta en cada año, como única comunicación
marítima con España, calculamos que la Imagen no pudo llegar a la
Villa antes de los últimos meses de 1579, o en los primeros de 1580; lo
que sí resulta completamente inexacto, es que desde el momento en
que llegó, fuera jurada como Patrona de la población celayense,
como se asienta en la información que venimos comentando, y que en
su tercer punto, dice lo siguiente:
III. La Cofradía de la Inmaculada Concepción existió casi desde
que se trajo la Imagen a Celaya; pero en 1597, se hizo una nueva
erección de la misma.

210
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Efectivamente, al siguiente año de 1580, el tercer Obispo de


Michoacán, D. Fr. Juan de Medina Rincón, erigió en Parroquia el
humildísimo templo franciscano de la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zalaya, y con este motivo, los vecinos de la misma, que
para entonces ya llegaban a sesenta, según la "Relación que este
mismo año se hizo a Felipe II, de acuerdo con los religiosos
franciscanos, decidieron llevar a cabo algunas solemnidades, como
fue la de la institución de la Cofradía de la Purísima Concepción, a fin
de dar a la recién traída Imagen un culto regular y la entronización de
ésta en el Altar Mayor, que desde entonces ocupa ese lugar
preferente; después de mucho cavilar, también se acordó que dicho
acto tuviera verificativo el próximo 12 de octubre de 1580, Décimo
Aniversario de que el Virrey D. Martín Enríquez, en su permiso de
fundación, expedido el 12 de octubre de 1570, le diera a la villa el
nombre de Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya. Si se
señaló esa fecha, como pudo señalarse otra cualquiera, fue porque
entonces se creyó que era lo más adecuado por lo antes expuesto, ya
que la fecha titular del ocho de diciembre, dedicada a la Purísima
Concepción de María, se instituyó dos años después, o sea en 1582,
cuando su Santidad el Papa Gregorio XIII introdujo reformas al
Calendario, que desde entonces lleva el nombre de Calendario
Gregoriano.
El Juramento del Patronato Mariano, lo hizo exclusivamente el
vecindario de esta villa, a instancias de los religiosos franciscanos,
diez y siete años después de la entronización de la Imagen, o sea el 12
de octubre de 1597, fecha en que por segunda vez se instituyó la
"Cofradía de la Purísima Concepción", ya sea porque en 1580 se había
hecho sin permiso del "Ordinario", o porque dicho permiso se
extravió, el caso que en esta segunda ocasión, la licencia fue expedida
por el Vicario General del Obispado que por entonces se encontraba
"Sede Vacante", por fallecimiento de su Ilustrísima D. Fray Alonso
Guerra, acaecido en la ciudad Episcopal de Valladolid, el 18 de julio
de 1586.
A nuestro juicio, las circunstancias que obligaron a los religiosos
franciscanos a ejercer cierta presión entre sus feligreses, a fin de
obtener que éstos juraran como Patrona a la Imagen de la Purísima
Concepción que se veneraba en su templo, son las que se expresan a

211
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

continuación: Por Real Cédula, fecha en Madrid, a 26 de enero de


1597, el Rey Felipe II ordenó al Virrey de la Nueva España, D. Gaspar
de Zúñiga y Acevedo, Conde de Monterrey, que de no haber
inconveniente, permitiera que la Orden de los Carmelitas Descalzos,
fundara un convento en la Villa de Zalaya. Dicho Virrey, atendiendo
tanto a la orden de Su Majestad, como las gestiones hechas por los
vecinos de la citada villa en 7 de septiembre de 1595 y en 14 de abril
de 1597, en cuyas cartas dijeron que deseaban y pedían la fundación
de dicho convento, tuvo a bien acceder a su petición, en un despacho
fecho en México, el 30 de junio de 1597. Días después, el catorce de
julio: "...Fray Pedro de San Hilarión, con authoridad de Vicario
Provincial con objeto de hacerle entrega de una Real Provisión
expedida por Felipe II, documento en el cual, con toda claridad se
decía lo siguiente: "Visto por mi Consejo de las Yndias, tuve por bien
mandar dar ésta mi Cédula, por la que Vos mando, que no habiendo
inconveniente, permitáis a la dicha Orden que funde el dicho
convento en la dicha villa, que yo os corremito.- YO EL REY.- Fecho
en Madrid a veintiocho de enero de mil y quinientos y noventa y siete
años. Por mandado del Rey Nuestro Señor. Joan de Ybarra".
Después de que el Escribano Real, Público y de Cabildo, D.
Beltrán González de Lamadrid, en Sesión Extraordinaria de Cabildo, a
la cual se había convocado por Billete de Ante Diem, dio lectura a la
Cédula Real, que en su parte esencial hemos transcrito, y puesto en
pie, lo beso reverente, colocando después sobre su cabeza destocada,
para declarar solemnemente que sería cumplida aquella orden, como
una Real Provisión.
En los días subsecuentes, ante el ya citado Escribano Real Público
y de Cabildo, se firmaron las escrituras mediante las cuales D.
Francisco Hernández Molinillos, uno de los pocos fundadores de la
villa que aun supervivía, hizo donación en favor de la Orden de
Carmelitas Descalzos de una casas que tenía frente a la plaza, para
que en ellas fundara su convento, y según lo redactado por Fr. Pedro
de Santa Teresa en capítulo anterior, lo que aconteció para la
fundación de este monasterio.
No se necesita ser muy perspicaz para comprender que ese loable
comportamiento de los vecinos de la villa, fue lo que hizo que los
religiosos franciscanos, temerosos de perder el ascendiente que hasta

212
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

entonces habían ejercido sobre ellos, los obligaron a que, tal vez sin la
debida preparación, y quizá sin la solemnidad requerida por el acto,
juraran como Patrona de la villa a la Imagen de la Purísima
Concepción, que hacía diez y siete años, era venerada en su templo...
Este acto tuvo verificativo el 12 de octubre de 1597, eligiéndose esa
fecha, como en la ocasión anterior, tomándose en cuenta que el 12 de
octubre de 1570 se había señalado a la villa el nombre de Villa de
Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya.
Confirmando esta antigüedad del "Juramento del Patronato", se
encuentran dos hechos muy elocuentes: la nueva institución de la
Cofradía de la Purísima Concepción de la Villa de Zalaya, a que hace
referencia el M.R.P. Fr. Leopoldo Campos y una petición presentada a
fines de 1605 por Dª. Magdalena de la Cruz Silva, ya para entonces
Viuda de Martín de Ortega, en la cual solicitó al M.R.P. Fr. Miguel
López, Comisario General de los Frailes Menores, para sí y sus
descendientes, la confirmación del derecho de entierro cerca del Altar
Mayor del Templo de San Francisco de la Villa de Zalaya; apoyando
dicha petición, dijo que a costa de su hacienda y de la de su esposo
Martín de Ortega, fue traída de España la Imagen de Nuestra Señora
de la Limpia Concepción, jurada como Patrona de la villa, que es la
misma que estaba en el Altar y que, sin los gastos de traída, importó
doscientos cincuenta pesos. Efectivamente, al pie de la Imagen de
Nuestra Señora, existe una inscripción en caracteres muy antiguos
que dice: Se hizo a devoción de Don Martín de Ortega y su esposa,
los que hicieron donación a este Colegio de esta Imagen, y tres
renovaciones que se le han dado han sido acosta de este Colegio y sta
prsente fue a 21 del ms de julio de 1764, siendo Guardián Fr.
Domingo de Ocaranza.
El Regidor D. Agustín Muñiz, nieto de Martín de Ortega, en
escritura pública otorgada en 1666, ratificó la donación hecha por su
abuelo y afirma que en honor de esa Imagen, desde tiempo
inmemorial estaba fundada la Cofradía de la Limpia Concepción.
Originalmente, la Imagen fue de talla, como lo eran las más
antiguas, creyendo que en alguna de las renovaciones que se le
hicieron con anterioridad al año de 1668, fue desbastada, y se le
pusieron brazos y manos nuevas, con objeto de poder ataviarla con
ricas telas, a la usanza del Siglo XVII. Señalamos el año de 1668 en

213
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

que se dio a Celaya el Título de Ciudad, porque ya en el diseño del


Escudo de Armas que se le asignó, aparece la Imagen de la Purísima
con un regio traje de amplios vuelos; bajo su manto, el sol; a sus pies,
la luna y nuestro mundo con la sierpe del pecado original.
El dato histórico que contiene el punto cuarto, aunque es
interesante, se le consigna con la inseguridad de quien no desea
comprometerse, dice así:
IV. En 1638 se abrió junto al Convento de San Francisco el
Colegio de la Purísima Concepción, declarado después
Universidad Real y Pontificia a fines de 1725.
En la Biblioteca Nacional de México, Archivo Inédito Franciscano,
Caja Número 47, se encuentra toda la documentación relativa al
Colegio de la Purísima Concepción, desde el testamento de D. Pedro
Núñez de la Roja, hasta el Decreto que lo elevó a la categoría de
Universidad. Por dicha documentación, consta que por "Breve
Pontificio", fecho en Roma, en Santa María la Mayor, en quince días
del mes de octubre de mil seiscientos veinticuatro, del Pontificado
Año Segundo, lugar cuarto del Anillo del Pescador, su Santidad
Urbano Papa Octavo, con paternal benevolencia, derogando por esta
única vez todas las disposiciones que se opongan, instituye y funda el
citado Colegio, el cual empezó a funcionar con las debidas
autorizaciones el mes de febrero de 1627, y casi un siglo después, por
Decreto del Virrey D. Juan de Acuña, Marqués de Casa Fuerte, fecho
en México el 17 de diciembre de 1725, se le eleva a la categoría de Real
y Pontificia Universidad con igual plan de estudios, matrículas,
juramentos, certificaciones y derechos, que la Universidad Real y
Pontificia de la Ciudad de México.
V. El 20 de octubre de 1655, el Rey Felipe IV otorga a Celaya el
Título de Ciudad concediéndole un Escudo de Armas, en uno de
cuyos cuarteles está la Inmaculada Concepción como Patrona de la
ciudad.
Como en Capítulo por separado ya hemos hecho la rectificación
del contenido de este punto, uno de los más complejos en la Historia
de Celaya, baste por ahora decir que el Titulo de Ciudad fue expedido
por el Virrey D. Antonio Sebastián de Toledo Molino y Salazar,
Marqués de Mancera, por Real Cédula fecha en México, a nombre del
Monarca reinante Carlos II, el 7 de diciembre de 1668, Carlos II, para

214
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

esa fecha, contaba con ocho años de edad, por cuya razón reinaba
bajo la tutela de la Reina Gobernadora Mariana de Austria. Por lo que
respecta al Escudo de Armas asignado a la ciudad, lo siguiente en lo
que dice su descripción con referencia al cuartel superior: "...en el
cuartel superior, ocupa el centro la Imagen de la Pura y Limpia
Concepción, cuyo nombre se dio a la población al ser erigida en
villa: Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya; a la
derecha de la Imagen, se encuentran las siglas FII, con corona de
oro, para recordar que fue fundada durante el reinado de Felipe
Segundo; a la izquierda, hay una cueva, en memoria de Juan de
Cueva, secretario de la gobernación, por quien se dio a la villa el
nombre de Zalaya, por ser el natural de Zalaya en la provincia de
Vizcaya. Cabe hacer notar, que absolutamente toda la descripción del
Escudo, se refiere a la época de la fundación, así, exactamente
después de lo que hemos transcrito, continúa diciendo: "...más abajo
un árbol de mezquite en campo de plata, por haberse hecho a su
sombra el primer cabildo de la fundación en villa, y alrededor los
integrantes de dicho cabildo, que tuvo verificativo el día de año
nuevo, primero de enero de 1571, siendo ellos: Domingo de Silva y
Juan Freire, Alcaldes Ordinarios de Primero y Segundo Voto;
Antonio Martínez de Contreras, Alférez Real; los Regidores Miguel
Juan de Santillán, Diego Pérez Lemus, Domingo Martín y Lope
García; Alguacil Mayor Francisco Ramírez, y el Escribano de su
Majestad Alonso Gutiérrez García..." En fin, que la descripción del
Escudo de Armas de la ciudad de Celaya, es el documento que ha
venido a dar el más rotundo mentís, a todos los que en una forma u
otra, han pretendido deformar la historia de la ciudad.
VI. En 1774 Celaya renovó con gran solemnidad el patronato de
la Purísima y ahora también "Sobre Tierras y Aguas", todo por
acuerdo del cabildo municipal..
Con lo que respecta a este punto en que fue verificada la
renovación del "Juramento", se realizó el 24 de junio de 1774, los
celayenses, están y estuvieron en la creencia de que esa renovación
era la primera que se hacía, sin embargo, se comprueba con
documento original que la primera renovación se llevó a cabo el 4 de
diciembre de 1705. Ese documento lo daremos a conocer más
adelante.

215
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

La renovación hecha en 1705 fue la más importante, por haberlo


hecho la ciudad a través de su Ilustre Cabildo, omisión que se ha
debido a que los historiadores no han sabido nada de él, trataremos
de informarles lo que nosotros hemos logrado investigar sobre el
particular:
El 21 de enero de 1703, en el templo de San Francisco de la ciudad
de Celaya, recibió la consagración episcopal el señor D. Manuel
Escalante y Colombres, recientemente nombrado Obispo de Durango;
en septiembre de ese año, tomó posesión de su vastísima Diócesis, y
unos meses después, el 31 de mayo de 1704, fue trasladado a la
Diócesis de Michoacán... ¿Fue acaso celayenses su Señoría
Ilustrísima?... ¿Hizo sus estudios en el Colegio Seminario de la
Purísima Concepción de la ciudad de Celaya?... ¿Cuál fue la razón que
se tuvo para que recibiera su consagración en dicho lugar? ...A todas
estas interrogantes, no hemos obtenido respuesta, ya que sus
biógrafos dicen que nació en el pueblo de Lerma, del ahora Estado de
México, y que sus estudios los hizo en la capital del virreinato, el caso
es que, durante su visita pastoral a Celaya, verificada a fines de ese
mismo año 1704, se interesó mucho por saber si ya con su nuevo
carácter de "Ciudad", la población había jurado como Celestial
Patrona a la Purísima Concepción y como entre sus interlocutores no
hubo quién le informara, recomendó al señor General D. Manuel
Joseph de Bernabeitia y Colma, Alcalde Mayor y Teniente de Capitán
General de esta Provincia, que recabara los datos necesarios, con
objeto, de que si aun no se había verificado, se hiciera con toda
solemnidad y si ya se había ejecutado, fuera ratificado en la misma
forma, ya que no había encontrado ninguna persona que le informara
sobre el particular.
Cumpliendo con tal recomendación, el señor Alcalde Mayor
convocó al Ilustre Cabildo a sesión extraordinaria, la cual tuvo
verificativo el día 4 de diciembre de 1705, y considerando nosotros
que nadie podría informar mejor de lo tratado en ella que la propia
acta que se levantó, se inserta a continuación:
"En la Ciudad de Selaia en cuatro días del mes de diciembre de
mill setecientos y cinco años, estando en las casas de la morada del
señor Alcalde Mayor de esta dicha Ciudad los Señores Capitulares de
ella; conviene a saber: El señor Manuel Joseph Bernabeitia y Coloma,

216
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Caballero de la Horden del señor Santiago, Alcalde Maior de esta


dicha Ciudad, la de Salvatierra y sus Jurisdicciones por su Majestad y
Theniente de Capitán General de esta Provincia; Don Diego Basurto
de la Pedriza, Regidor y Provincial de la Santa Hermandad, Francisco
de Zamora Alguacil Mayor, el Regidor y Depositario General Lucas de
Aguilar y Artiaga y el Regidor Don Agustín Camargo, en quienes
concurre la mayor parte de este Cavildo, citados por Billete de Ante
diem para el efecto que se expresara, habiéndose expuesto por el
Señor Alcalde Mayor el que se revalidara el Juramento que tiene
hecho esta Ciudad en haber electo por Patrona de ella a la Serenísima
Reina de los Anjeles de la Purísima Concepción y su festividad,
entendidos dichos Señores, de un acuerdo y conformidad Dijeron:
que mandaron que el Oficio Público y de Cabildo se hagan dilixencia,
de buscar dicho Juramento dentro de seis días y no hallándolo en los
libros antiguos y modernos de este Cavildo, el presente Escribano le
ponga por certificación y se dé cuenta al Señor Alcalde Maior para que
en este punto expida Billete avisando a los Señores Capitulares el día
que asignare para hallándose dicho Juramento se revalide y no
hallándose se haga en la forma que más convenga.- Y así lo
proveyeron y mandaron.- Don Manuel Joseph de Bernabeitia.- Diego
Basurto de la Pedriza.- Francisco de Zamora.- Lucas de Aguilar y
Artiaga.- Agustín Camargo.- Ante mi: Nicolás de Aguilera Mexía,
Escribano Público y de Cavildo".
Este documento, copia fotostática en nuestro poder, ostentando
las firmas auténticas de todos los funcionarios que intervinieron en el
acto, gracias a que una persona de humilde condición, estaba
enterada de que nos hemos venido dedicando a la investigación de la
historia de nuestra Ciudad, por lo que creyó que podría sernos de
alguna utilidad, por cuya razón nos la trajo. Interrogado sobre la
forma en que había llegado a su poder, nos platicó que él tiene un
puesto de frijol en la calle que está atrás del Mercado Morelos, (esto
nos lo dijo hace veinte años) y que iba entre un montón de papeles
viejos que se le vendieron para usarlos como envoltura, pero como
son tan antiguos, se le deshacían al tratar de envolver con ellos, que
aun los tenía en su casa, y que si nos interesaban nos los iba a
regalar... con esos documentos, unos originales, otros muchos
obtenidos en diferentes partes y lugares, y un buen número de copias

217
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

fotostáticas de aquellos documentos que por considerarlos


importantes, a nuestra costa, y cueste lo que cueste, se han logrado
obtener teniendo por patrón los propios originales, que se conservan
en los archivos oficiales tanto del país como del extranjero, con cuyas
copias hemos logrado formar la maravillosa colección.
Como al ser jurada la Purísima Concepción como Patrona de la
Villa de Zalaya, el 12 de octubre de 1597, su ilustre Ayuntamiento se
abstuvo de concurrir al acto, en vista de que a los religiosos
franciscanos se les olvidó pasarle la debida invitación, resentidos
quizá porque aquel permitió se estableciera en ella un monasterio
Carmelita, contraviniendo lo que el Virrey Enríquez dispuso hacía
veinticuatro años, concediéndoles cierta exclusividad para impartir la
doctrina y administrar los Santos Sacramentos, y hasta ordenó que se
salieran de la villa y pueblo (pueblo de Nuestra Señora de la
Asunción, extramuros de Celaya), cuanto clérigo o fraile de diversa
Orden se encontrara allí, no obstante que los franciscanos no
ignoraban que al permitirlo se estaba cumplimentando una Real
Provisión dictada por Felipe II en su Real Cédula del 28 de enero de
1597, dando por resultado que al no ser el Cabildo quien Juró el
Patronato, no fue la villa quien lo hizo, sino su vecindario, en una
forma particular, siendo ésta la razón por la cual en el año de 1705, el
Escribano D. Nicolás de Aguilera Mexía, no encontró ningún
antecedente en los archivos oficiales, y en vista de ello, se dispuso que
el susodicho juramento, por segunda vez se hiciera en debida forma,
pero estando por finalizar el año, se acordó que el acto tuviera
verificativo el 12 de octubre del siguiente año 1706, ya que era
indispensable contar con tiempo suficiente para darle el esplendor y
solemnidad que se requerían, y sobre todo, que la ceremonia tuviera
verificativo en 12 de octubre, que era la fecha tradicional.
Apenas iniciado el año 1706, se hizo la designación de comisiones
que se encargarían de preparar, bajo sus diversos aspectos, la fastuosa
ceremonia en que la ya para entonces Muy Noble y Leal Ciudad de
Celaya de la Purísima Concepción, representada por su Ilustre
Cabildo, juraría por Patrona a la Inmaculada Virgen María. Cabe
hacer notar que el título de Muy Noble y Leal Ciudad, con derecho a
usar blasón, le fue concedido a Celaya por Real Cédula expedida en El
Pardo por Felipe IV, el 7 de diciembre de 1668.

218
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Considerando que entre el 7 de diciembre de 1668, en que fue


expedido el Título de Ciudad que dio a Celaya el Marqués de Mancera,
y el 4 de diciembre de 1705, en que se levantara el acta que hemos
dado a conocer, sólo existe un lapso de cuarenta y tres años, tiempo
que en forma alguna puede ser suficiente, para que ya no existiera
una sola persona con edad de sesenta años o más que recordara la
celebración de un acto de tanta trascendencia y solemnidad, esto nos
llevó a la conclusión de que todavía en 1705 la Muy Noble y Leal
Ciudad de la Purísima Concepción de Celaya, no había hecho aun con
su nuevo carácter el "Juramento del Patronato", siendo así como
debió informarlo al Ilustre Cabildo por "certificación", el Escribano D.
Nicolás de Aguilera Mexía, por cuya razón el acuerdo que tomara el
citado Cabildo en su próxima reunión, fue en el sentido de que se
llevara a cabo con la debida solemnidad, pero estando por finalizar el
año, también dispuso que dicho acto se aplazara para el próximo, a fin
de que se contara con tiempo suficiente, tanto para informarlo a su
Señoría Ilustrísima que tanto empeño había tomado en ello, como
para que se contara con tiempo suficiente para preparar lo
conducente.
Hasta aquí nos fue posible deducir, pero los años pasaban y
nuestras búsquedas seguían resultando infructuosas; en los Archivos
del Obispado de Michoacán, a pesar de estar a cargo de un amigo, el
historiador D. Jesús Romero Flores, quien nos brindó su ayuda, sólo
encontramos datos aislados que, aunque muy significativos, no nos
daban ninguna seguridad; por ejemplo, nos enteramos de que en
1706, se estableció canónicamente en la ciudad de Celaya la
"Diputación y un Mayordomo", elegidos entre los vecinos más
piadosos y de mayor representación; que considerándose insuficiente
el número de diputados, ese mismo año se elevó a ocho; que durante
el mes de octubre, el señor Obispo estuvo de visita en la ciudad de
Celaya, pero este dato, tampoco a nada conducía concretamente,
porque estando entonces considerada dicha ciudad como cabecera de
la Provincia, frecuentemente se encontraban en ella Prelados y
Dignatarios de la Iglesia para el arreglo de diversos asuntos, en fin,
que no fue sino hasta el año de 1969, en que encontrándonos en la
ciudad de México, un día de tantos tuvimos la ocurrencia de conocer
la "Relación Circunstanciada de la Religiosa Acción de Gracias que

219
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

tributó la Ciudad de Celaya a su Patrona Titular, por el advenimiento


de la paz, el 3 de abril de 1820", deseo que nos condujo a la
Hemeroteca Nacional, donde sin dificultad alguna, se nos
proporcionó el Nº. 63 de la Gaceta del Gobierno de México,
correspondiente al martes 23 de mayo de 1820, en la cual, según
teníamos anotado en nuestra agenda, se publicó la citada "Relación".
Iniciada la lectura, por su redacción reconocimos desde luego que su
autor, fue un celayense, o "celayeño" ilustre, D. Francisco Eduardo
Tresguerras, por entonces Regidor, quien junto con D. Juan José
Gayón, también Regidor del Ayuntamiento, fueron los comisionados
por éste para la organización y realización de la "Religiosa Acción de
Gracias" a que hemos hecho referencia.
Claro, que no podríamos desconocer que el lugar que ocuparon las
Casas de Cabildo o del Ayuntamiento, que es el mismo que ahora
ocupa el Palacio Municipal, es el lugar que cuenta con mayor
historicidad en la ciudad de Celaya, ya que además de lo indicado por
el señor Tresguerras, el 22 de septiembre de 1810, allí le fue ceñida al
señor Cura D. Miguel Hidalgo y Costilla, la banda de Capitán General
del Ejército Insurgente, y allí, en la Sala de Cabildos, el 17 de enero de
1857, se celebró la junta en que el señor Lic. D. Benito Juárez,
contando con el apoyo que le ofrecieron los diversos grupos de
liberales guanajuatenses que encabezaba el General y Lic. D. Manuel
Doblado, decidió asumir por ministerio de ley la Presidencia de la
República, redactándose allí mismo el Manifiesto a la Nación y
Circular dirigida a los Gobernadores de los Estados, razones por las
cuales corresponde a Celaya el título honorífico de Cuna de la
Insurgencia y forja de la Reforma, pero... es preciso volver al tema
principal: El Patronato Mariano.
Una vez que el señor General D. Manuel Joseph de Bernabeitia y
Coloma, Alcalde Mayor por su Majestad de las ciudades de Celaya,
Salvatierra y sus jurisdicciones, Caballero de la Orden de Santiago,
Teniente de Capitán General, quedó enterado por la "certificación"
hecha por el Escribano D. Nicolás de Aguilera Mejía, que no había
encontrado ninguna noticia referente a que con su carácter de Muy
Noble y Leal Ciudad, Celaya hubiera hecho el "Juramento del
Patronato", dispuso que éste se verificara en debida forma, y como se
contara con tiempo suficiente para hacer los preparativos necesarios,

220
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

se empezó por solicitar la erección canónica de la Diputación de


Nuestra Señora de la Limpia Concepción, para el sostenimiento
perpetuo de su culto; sin embargo, no existiendo ninguna crónica
escrita que consigne la forma en que se desarrollaron los actos, y
mucho menos el Acta de la solemnísima sesión de Cabildo Real en
que con asistencia de la nobleza, el clero y los vecinos principales, se
hizo el citado Juramento, gracias a la incuria de las modernas
autoridades municipales, que no tuvieron el menor reparo en vender
como papel de desperdicio el Archivo Histórico de la Ciudad,
emulando tal vez a aquel Mandarín chino, que hace cuatro mil años
mandó quemar todos los libros, para que la Historia empezara
precisamente hablando de él y de su dinastía, haciendo tabla rasa del
pasado, siendo así como habrá que contentarse con imaginar su
inmensa grandeza...
Como ya lo hemos dicho, la nobleza, el clero y los vecinos
principales fueron los invitados; en el estrado principal, sentados en
sitiales bajo dosel, se encontraban su Señoría Illma. D. Manuel
Escalante y Colombres, Obispo de Michoacán, a cuya Diócesis
siempre había pertenecido la ciudad; su Merced, el Alcalde Mayor y el
señor Procurador General; en los estrados laterales, los Alcaldes
Ordinarios, los Regidores, el Alférez Real y el Regidor Provincial de la
Santa Hermandad, personajes que integraban las Tres Potencias de
que se compone el Cabildo; la Justicia, el Consejo y el Regimiento, sin
faltar el imprescindible Escribano Real que habría de dar fe de aquel
acontecimiento, y en el último estrado lateral, el Mayordomo, o sea el
Presidente y los ocho Diputados de la Purísima Concepción,
organización instituida canónicamente para el perpetuo
sostenimiento de su culto, y distribuidos en el salón, en calidad de
invitados, los personajes más destacados en todos los órdenes; en las
puertas, mujeres edecanes para colocar a los invitados en el lugar que
se les había reservado de acuerdo con su jerarquía entre nobles y
prelados. Al anunciar la campanilla la iniciación de la ceremonia, todo
el mundo se puso de pie; el señor Obispo revestido de pontifical y
acompañado por tres caballeros que portaban la Cruz Alta y los
Ciriales, tomó el Juramento al Ilustre Cabildo, quien lo hizo por sí y
en nombre de la Muy Noble y Leal Ciudad de la Purísima Concepción
de Celaya, declarando elegida por Patrona a la Reina de los Ángeles,

221
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

bajo la advocación de Nuestra Señora de la Limpia Concepción; el


Escribano dio lectura al acta que con antelación tenía formulada, por
lo que resultó verdadera pieza de oratoria. Concluida la ceremonia, se
formó la comitiva que, encabezada por el señor Alcalde Mayor y el
Ilustre Ayuntamiento, seguido de todos los invitados, se encaminó
hacia el templo de San Francisco, en medio de una valla de
alabarderos, tendida desde las Casas Consistoriales hasta el pórtico
principal de la iglesia; mientras se hizo el recorrido, las salvas de
artillería atronaban el espacio; al llegar, el grupo principal fue
recibido por el señor Obispo, quien se había adelantado para unirse a
los altos dignatarios y a la comunidad Religiosa que habría de
conducirlo bajo palio, porque de acuerdo con las preeminencias,
excelsiones y prerrogativas otorgadas por el Título de Ciudad, en
aquel momento solemne, no era el Alcalde Mayor o al Ayuntamiento a
quien se recibía, sino al representante en que iba personificada la
Majestad del Rey Felipe Quinto de Borbón, acompañado de su Corte y
séquito para rendir pleitesía a la Reina de los Ángeles... una vez
instalados en el estrado formado en el Presbiterio, se inició la
ceremonia, que resultó solemnísima; los coros acompañados por una
orquesta actuaron magistralmente; tomaron la Cátedra Sagrada los
mas notables oradores; el adorno era verdaderamente regio y
espléndida la iluminación; diez y ocho arrobas de cera costeadas por
el Cabildo, se consumían en todos los altares, pasillos y cornisas. Al
finalizar la ceremonia, en medio de un repique general, se pasó a los
amplios corredores del Convento, donde fue servido un espléndido
refresco costeado por los vecinos principales de la ciudad, y como es
de justicia, debemos consignar que la organización y financiamiento
de los actos civiles y religiosos que se desarrollaron, estuvieron a
cargo de la Diputación, instituida canónicamente para el
sostenimiento perpetuo del culto a la Purísima Concepción.
El siguiente dato histórico mejor dicho la otra mitad del dato ya
mencionado (número siete) que dice: "...y ahora también sobre
tierras y aguas, todo por acuerdo del cabildo municipal". Como estos
renglones transcritos no proporcionan ningún detalle, los celayenses,
que aman y veneran a su Patrona Celestial, quedarán tan ignorantes
como hasta ahora si no se les explican las circunstancias que para ello
concurrieron, así, pues, nos vemos precisados a tratar de ampliar esa

222
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

escueta información sobre lo que ocurrió hace exactamente


doscientos años, ya que nos encontramos en 1974.
A pesar de que ya casi finalizaba el mes de junio de 1774, ni la más
ligera lluvia había humedecido los campos calcinados por el sol; las
norias y los pozos, con sus malacates y bimbaletes ancestrales, único
medio de irrigación, resultaban inoperantes, por haberse agotado los
veneros que los surtían. Los sembradíos de maíz y de frijol que se
habían hecho confiando en el porvenir, se encontraban agotados, y al
secarse los jagüeyes y los charcos, el ganado moría de sed...
Considerándose que situación tan crítica y angustiosa sólo podría
remediarse con la Divina intervención, en todos los templos se hacían
rogativas, y los Padres franciscanos habían organizado una piadosa
procesión en la cual sería llevada la venerada Imagen de la Purísima
Concepción, Patrona de la Ciudad... El día 20 de junio, a las cuatro de
la tarde, como se había anunciado, se inició la procesión; al aparecer
la Imagen en el pórtico del templo, brillaba el solo en todo su
esplendor... al contemplarla tan radiante y hermosa, la atribulada
multitud prorrumpió en llanto, que sólo con lágrimas en los ojos se
hubiera podido impetrar su divino favor... Lentamente fue conducida
la Virgen hasta la puerta del Santuario de la Cruz, de donde se inició
el retorno, con similar lentitud... De pronto, el cielo se tornó gris, un
cegador relámpago rasgó el firmamento y el trueno retumbó, gruesas
gotas de lluvia empezaron a caer; los conductores de la Imagen
apretaron el paso, y precisamente, cuando ésta trasponía el umbral, el
torrencial aguacero se desató... todos los concurrentes lloraban, pero
esta vez de gozo... ¡El milagro se había operado!... La lluvia se
extendió por toda la región; volvió a llover aquella noche, a la otra y a
la otra, regularizándose así el temporal, con lo cual se vio ahuyentado
el espectro del hambre y de la miseria...
Siendo para nosotros muy difícil describir el desarrollo de
acontecimientos que no presenciamos, preferimos transcribir íntegro
el documento en que se refieren:
"En la Ciudad de la Purísima Concepción de Zelaya a veinticuatro
días del mes de junio de mil setecientos setenta y cuatro años: El Muy
Ilustre Cavildo, Justicia y Regimiento de esta Nobilísima Ciudad,
estando juntos y congregados en esta su Sala de Ayuntamiento,
conviene a saber: Don Pedro Antonio de Villaseñor Cervantes,

223
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Regidor Decano y Theniente General con aprobación del Superior


Gobierno, que preside; Don Manuel Villaseñor Cervantes, Depositario
General; Don Jossef Díaz Quijano, Alcalde Provincia; Don Vicente
Bayuga y Don Jossef Tomás Aguilar, Fiel Contrate; todos Regidores
Capitulares de este Cavildo, y al que concurre el Alférez Real D. Pedro
Jossef de Michelena, por hallarse enfermo, y son los únicos de que se
compone y a que se halló presente el Procurador General Don
Francisco Xavier Bustamante. En el que se está celebrando, y por ante
mi el infrascrito, su Señoría Dixo: Que por gloria y honor de esta
Ciudad, sus primeros conquistadores y fundadores en Villa, acaso, no
sin especial providencia del Altísimo, la pusieron bajo el Título y
Patronato de María Santísima en su Purísimo y Primero Instante de
su Concepción Gloriosa, jurando a ésta por su Patrona Titular con
cuyo respeto y reverencia han venerado, de unos en otros sus
antepasados y tributándole hasta los presentes a este Misterio y su
Divino Simulacro, que se venera en la Iglesia de Religiosos de Nuestro
Padre San Francisco de esta Ciudad, los más reverentes, humildes,
devotos cultos, no sólo en las tribulaciones temporales y calamidades
con que por pestes, escasés de lluvias y otras se ha visto atormentada
esta Ciudad y sus moradores, sino en las acciones de gracias, ya en la
coronación de nuestros Soberanos, y ya en los nacimientos de los
principales, y otros acudiendo siempre como a su único asilo, refugio
y Patrona a dha. Divina Imagen, quien mostrándose serlo tal le ha
llenado de innumerables portentosos beneficios, que palpablemente
ha experimentado, no sólo en el público de esta Ciudad, sino toda la
Jurisdicción, como así lo aclaman sus moradores gloriándose con
emulación de las demás ciudades de este Reyno, de tan glorioso
anticuado Patronato, que con juramento y la solemnidad debida
hicieron los primeros pobladores de ella... (Efectivamente, el 12 de
octubre de 1597, cuando aun vivían algunos de los fundadores y
primeros pobladores, se juró este Patronato) y posteriormente ha
reproducido diversas ocasiones esta Ciudad, denominada por esto la
Purísima Concepción de Zelaya, y teniendo por timbre de sus armas,
concedido al erigirse en tal ciudad, este Misterio que veneran como
imán de sus corazones acogiéndose con esos a dicha divina Imagen en
todas sus aflicciones de que los ha liberado, interponiendo sus
piadosísimos ruegos, para con el Todopoderoso quien mediante ella

224
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

lograr, como ha logrado el público, o ya la libertad de las pestes con


que la Divina Justicia le ha amenazado, o ya la abundancia de las
mieses y semillas, dándole copiosas aguas en tiempos oportunos, y
retirándole los hielos, según que se ha pedido por medio del Santo
Sacrificio de la Misa, novenarios y otros reverentes cultos que ha
ofrecido esta Ciudad a dha. Sma. Patrona como de presente lo ha
efectuado pidiéndole las lluvias que habían escaseado, y le ha dado
copiosamente con admiración de todos. Teniendo en consideración a
todo lo dicho y deseosa esta Nobilísima Ciudad por sí, y como que en
su voz representa la de todo el público de radicar para gloria suya por
cuantos medios y arbitrios pueda, su feliz Patronato: reproduce el que
tiene hecho con solemne juramento a la expresada Divina Imagen y
Misterio de su Purísima Concepción en el simulacro que se venera en
su supramencionada Iglesia de Ntro. Padre San Francisco y la aclama
y vota por Patrona igualmente de las aguas, y en señal de ello y
reverente tributo, acuerda se celebre como tal, anual y
perpetuamente un solemne novenario de misas cantadas que
comienzen precisamente el viernes inmediato después de la
Ascensión y termine el sábado, víspera de la Pascua de Pentecostés,
con asistencia a el último día de la novena de este Ilustre Cavildo y
Reverendos Padres Prelados de las Sacratísimas Religiones,
solemnizándose este día según se hace en el ocho de Diciembre en
cuanto a las asistencias y los demás de la Novena conforme se ha
efectuado siempre por parte de este Cavildo se ha hecho: Conviene a
saber: con misas y repiques solemnes a las ocho horas de la mañana;
diez y seis luces en el Altar; dos en los ciriales, y sus cuatro hachas;
rogativas de las campañas, y letanías después de las Misas por cuya
limosna, gasto de cera y demás, consignan para dh. Convento sus
Religiosos; cincuenta pesos que se den de los propios y rentas de esta
Ciudad, anual y perpetuamente por el Procurador General que de ella
fuere, entregando esta cantidad al Muy Reverendo Padre Guardián
que por tiempo fuere de este Convento, pasándole el presente
testimonio de esta determinación para que en su vista y por parte de
su comunidad, aceptando y practicando como lo expresa este Cavildo
de su religiosidad y celo la propia diligencia de jurar por Patrona de
las aguas igualmente que de esta ciudad a la Soberana Imagen de
María Santísima en su Concepción Sagrada quede entendido de ello

225
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

reservando en su archivo dho. testimonio para su constancia y


pasando a este Cavildo otra de la que en su Comunidad practicare
para el mismo efecto, y para que ejecuten lo propio el Señor Cura Juez
Eclesiástico y los demás Reverendos Padres Prelados de las
Sacratísimas Religiones de esta Ciudad se les pase otro testimonio que
se comuniquen unos a otros y lo hagan a este cavildo de quedar
inteligenciados y cooperar por su parte a lo aquí contenido, teniendo
por precisa Asistencia de Tabla, y la expresada función del día último
de la Novena. Y así lo acordaron, determinaron y en cuanto sea
necesario otorgaron por ante mi de que doy fé. Pedro Antonio
Villaseñor Cerbantes.- Josef Díaz Quijano.- Vicente de Bayuga.- Joseff
Thomás de Aguilar.- Francisco Xavier de Bustamante.- Ante mi Juan
de Dios Castro y Ochoa, Escribano Real Theniente del Público y de
Cavildo.
El penúltimo de los datos históricos, proporcionados por el
M.R.P. Fr. Leopoldo Campos, dice lo siguiente:
VII.- El 12 de Octubre de 1909, tuvo lugar la coronación canónica
y pontificia Imagen de la Inmaculada como Reina de Celaya.
De este acontecimiento tan solemne e impresionantemente
grandioso, que siendo todavía unos adolescentes nos tocó en suerte
presenciar, fue quizá el más grandioso de los actos de homenaje y
veneración celebrados en esta ciudad en honor de su Celestial
Patrona, absteniéndonos, hasta donde sea posible, de intercalar
nuestros comentarios, a fin de que sea la propia documentación
oficial que se formuló durante los años 1907-1909, la que de a conocer
a las actuales generaciones, los graves errores, sobre todo de carácter
histórico, en que incurrieron los promotores y organizadores de la
canónica coronación de la Imagen de la Purísima Concepción, como
Reina y Patrona de Celaya, errores en que desde hace sesenta años se
apoya una falsa tradición; la documentación de que se trata, se inicia
así:
"Celaya de la Purísima Concepción, 2 de marzo de 1907.-
Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Arzobispo de Michoacán: Los que
suscribimos en representación de la H. Diputación de Ntra. Señora
Purísima en esta Ciudad, ante V. S. Ilma. y Rma. con el mayor respeto
exponemos: Que en la junta general de Diputados celebrada en 28 de
diciembre de 1903, nació la idea de coronar canónicamente la Santa

226
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Imagen de la Inmaculada Concepción nuestra Augusta Patrona, que


se venera en el Templo de San Francisco.- Acogido con regocijo y
entusiasmo el pensamiento, se dio principio a recolectar fondos; pero
habiendo ocurrido en el siguiente año a 7 de diciembre el desgraciado
incendio del Altar Mayor del citado Templo, del cual fue testigo V.
Ilma. y Rma., la cantidad reunida con el objeto dicho, se aplicó a la
reparación del mismo Templo. No por esto murió el noble propósito
que los celayenses tenían, pues aleccionados por la elocuente voz de
V. Illma. que les hacía ver en aquella tremenda desgracia un castigo
del cielo, y los estimulaba a ser más amantes de la Santísima Virgen,
han tomado con mayor empeño la realización de esta piadosa idea. Y
en efecto, en la última junta general, se trató con toda decisión el
asunto, y una comisión de los mismos señores Diputados, pasó a esa
Metrópoli a solicitar de V. S. Ilma. y Rma. el hacer la coronación
mediante autorización de la Santa Sede.- La comisión dio cuenta a la
Diputación de que V. Ilma. y Rma. no sólo se había dignado aprobar
con aplauso el pensamiento, sino que había ofrecido toda su valiosa
ayuda y dado las instrucciones sobre los trabajos que se debían
emprender.- De conformidad con lo ordenado por V. Ilma. y Rma. la
H. Diputación se sirvió comisionarnos para levantar el informe
respectivo, que tenemos la honra de acompañar documentado, y al
cual nos remitimos para no repetir aquí las ideas; en él consta tan
sucintamente como nos fue posible el estudio de los puntos que indicó
V. Ilma. y Rma...".
Informe.- Primer Punto: La Santa Imagen de la Purísima
Concepción de Celaya es tan antigua como la Ciudad, así nos lo
enseña una tradición respetable y constante, y documentos
fehacientes. Sabemos en efecto, que D. Martín de Ortega uno de los
fundadores de la ciudad en unión de su esposa, le hizo donación de la
Venerable Imagen bajo cuyo Patronato había sido erigida la misma
Ciudad... (esta donación se hizo el año 1580, mismo en que se
instituyó la Cofradía de la Purísima Concepción). En el punto de la
misma Imagen y con letras grabadas en puntos dorados consta así; y
sobre esa inscripción grabada en la madera se puso más tarde una
placa de plata con la misma constancia, sin duda con el noble objeto
de resguardar la primitiva de las injurias del tiempo y de tributar
nuevo honor a la Venerable Efigie.- La donación hecha por D. Martín

227
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

de Ortega fue ratificada por su nieto el Regidor Agustín Muñiz en


escritura pública otorgada en esta Ciudad el año de 1666". "Otra
prueba firmísima y clara de la misma antigüedad, se saca del
documento Nº. 2, que es la Renovación del Juramento del
Patronato... (Este documento es el mismo que ya hemos dado a
conocer y que data de 1774).- En cuanto a la veneración que desde su
origen hasta nuestros días ha tenido la misma Venerable Imagen,
consta igualmente por las dos fuentes autorizadas de la tradición y los
documentos. Cosa verdaderamente singular y gloriosa para nuestra
ciudad, es que haya sido fundada bajo la advocación de Nuestra
Señora de la Concepción, y que tres siglos antes de la Declaración
Docmática, sus fundadores juraron el Misterio de la Inmaculada
Concepción..." (No es exacto; el 12 de octubre de 1597, el vecindario
juró a la Imagen de la Purísima Concepción donada por Martín de
Ortega, como Patrona de la Villa de Zalaya, mas no el Docma del
Misterio de la Inmaculada Concepción). "...Pues aun hay más Ilmo.
Señor: hubo un día aciago para Celaya, el 7 de diciembre de 1904; se
preparaban las espléndidas fiestas del 8; V. S. Ilma. y Rma. por su
solicitud paternal se había dignado, obsequiando nuestra humilde y
empeñosa invitación, venir a oficiar de Pontifical, dando así mayor
lustre a la solemnidad, cuando un incendio de causa misteriosa y
desconocida se declaró en el Altar Mayor de San Francisco, en que se
venera la celebrada Imagen, a la madrugada del día 7; el fuego abrazó
como era natural el nicho donde se encontraba colocada la Efigie, y la
misma Imagen quedó envuelta en llamas, fundiéndose parte del oro
de que está formada la corona. Debía creerse que si el metal había
sido fundido por la intensidad del fuego, con mayor razón se hubiera
consumido la Imagen que es de madera; sin embargo, no fue así;
ligeros desperfectos sufrió como consta en el acta que acompañamos
bajo el Nº. 3 y tanto en la misma noche del día 7 pudo ser expuesta en
el Templo en el altar provisional a la veneración de los fieles, quienes
del llanto pasaron, al verla, a tal colmo de alegría, que prorrumpieron
en aplausos y vítores a la Santa Imagen, convencidos de que se había
obrado un verdadero milagro. Testigos de esto fueron los habitantes
de Celaya; pero hay otro más respetable que todos ellos, V. S. Ilma. y
Rma. quien ofició al día siguiente en acción de gracias en el propio

228
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Templo y ordenó los actos de reparación que deberían hacerse por


parte de la Ciudad...".
Omitimos la inserción del Segundo Punto, por contener
exclusivamente la descripción del Templo de San Francisco,
ampliamente conocido por todos.
Tercer Punto. Celaya nació bajo el manto de la Purísima
Concepción; su historia es inseparable de la de su culto; fundada en
12 de octubre de 1570 por Cédula Real del Virrey Enríquez... (Véase
la inscripción grabada en la base del monumento erigido en el Barrio
del Zapote, cara que ve al sur, génesis de una errónea tradición).
"...con el nombre de Villa de Nuestra Señora de la Concepción, se
desarrolló rápidamente bajo tan benéfico Patronato, y en 1669
recibió el Título de Ciudad bajo el nombre de Celaya de la Purísima
Concepción, con Blasón de Armas en esta forma: la Imagen de la
Purísima en campo azul coronando un mezquite, bajo el cual
aparecen reunidos los fundadores en número de 32, y con esta
inscripción: De Forti Dulcedo..." (Este último párrafo confirma que la
persona que redactó la información rendida al Illmo. y Rvmo. Señor
Arzobispo D. Atenógenes Silva, contaba con una erudición muy
deficiente o no quiso tomarse la molestia de documentarse para ello,
ya que el título de Muy Noble y Leal Ciudad de Celaya de la Purísima
Concepción y el derecho a usar Blasón, se lo otorgó Felipe IV, por
Cédula Real fechada en El Pardo el 7 de diciembre de 1658.
Para finalizar, haremos algunos comentarios indispensables: La
Imagen de la Purísima Concepción, fue coronada canónicamente por
el Illmo. y Revmo. Arzobispo de Michoacán, D. Atenógenes Silva, el 12
de octubre de 1909; el acto de la coronación, fue verdaderamente
grandioso, y la Cátedra Sagrada estuvo a cargo del Illmo Señor Dr. y
Maestro D. Ramón Ibarra González, Arzobispo de Puebla, quien
produjo una pieza oratoria por todos conceptos admirable. En el
"Album de la Coronación", lujosa edición gráfica, se encuentra con
toda clase de detalles una relación de tan fastuoso acontecimiento, en
que todo fue grande, estupendo, magnífico, calificativos que también
merecen los gazapos y errores en que incurrieron las personas que
tuvieron a su cargo la parte literaria e histórica; por ejemplo, en el
Primer Punto de la información proporcionada al Señor Arzobispo,
quien a su vez la transcribió a la Santa Sede, se dice que los

229
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

fundadores de Celaya, en 1570 juraron el Misterio de la Inmaculada


Concepción, trescientos años antes de la Declaración Docmática,
siendo que la verdad es que el 12 de octubre de 1597, veintiséis años
después de la fundación de la Villa, los vecinos, a instancias de los
religiosos franciscanos, juraron por Patrona de ella a la Imagen de la
Purísima Concepción donada por Martín de Ortega, que se venera
en el Templo de San Francisco.- En el Tercer Punto, se dice:
"...Celaya nació bajo el mando de la Purísima Concepción; su historia
es inseparable de la de su culto; fundada en 12 de octubre de 1570 por
el Virrey Enríquez...", siendo que lo único que hizo este señor, en la
citada fecha, fue rubricar un Despacho u Oficio, como hoy se diría, en
que se concedía Licencia y facultad para que en dicho sitio y lugar,
sea fundada una villa que se pueble de españoles..." (Textual). El
nombre de Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya, se lo
dio D. Juan de Cueva, Ministro de Gobernación en la Nueva España,
por llamarse Zalaya la patria de éste en los Reinos de Castilla; esto
está comprobado con una relación hecha a Felipe II, el 15 de junio de
1580, por D. Cristóbal de Vargas Valdéz, Alcalde Mayor de la villa;
esta relación también la firman dos, Domingo de Silva, primer Alcalde
de Zalaya y Hernando de Peralta, a la sazón Alcalde Ordinario. Por si
esto fuera poco, en el Escudo de Armas, a los datos de la Imagen de la
Purísima Concepción, se ve, en el de la izquierda, el Monograma
coronado de Felipe IV, por ser este monarca quien le otorgó el título
de Muy Noble y Leal Ciudad de Celaya de la Purísima Concepción, y
en el derecho, una cueva, por haber sido Juan de Cueva quien le dio
el nombre de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya. Como es
de verse, ni siquiera ese mérito le corresponde al Virrey Enríquez,
mucho menos el de ser fundador único, haciéndose a un lado a
personajes como el Doctor D. Juan Francisco de Sandi, Alcalde de
Corte y Cancillería de la Ciudad de México y Teniente de Capitán
General, quien al frente de un pequeño ejército, con su espada,
reconquistó el territorio donde sería fundada la villa, y con su ingenio,
hizo la traza de ella, señalando lugares para iglesia, plaza, casas de
cabildo, solares para los vecinos, ejido, dehesa boyal, etc., y también
se relegan al olvido a los miembros del Primer Ayuntamiento, a
quienes por ley, correspondió hacer la declaratoria de fundación legal,
y a tantos otros que sacrificaron sus vidas por dar paz y tranquilidad a

230
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

sus familias avecindadas en la susodicha villa; pero donde


verdaderamente se lucieron los pseudo-historiadores de principios de
siglo, fue en el monumento que para conmemorar la fundación se
erigió en el barrio del Zapote, como anteriormente se discutió.
Los puntos fundamentales en que nos apoyamos para calificar de
insigne gazapillo la frase literariamente hermosa que hemos
transcrito, porque se aparte de la Geografía y la Cronología, ciencia
que se dice son como los ojos de la Historia, los condensamos así:
Sólo en el cerebro de personas empecinadas en imponer los
puntos de vista que dimanan de su errónea "Tradición", pudo caber
que los futuros pobladores de la Villa de Zalaya, el 12 de octubre de
1570, juraron por Patrona de ella a la Limpia Concepción, y ¿sabe
usted por qué?, sencillamente porque en la citada fecha totalmente
ignoraban que ese mismo día, en la ciudad de México, D. Juan de
Cueva, Ministro de Gobernación de la Nueva España, en el permiso de
fundación que sería firmado por el Virrey Enríquez, a la nueva
población le había impuesto el nombre de Villa de Nuestra Señora de
la Concepción de Zalaya, por llamarse Zalaya su patria en los Reinos
de Castilla. El Juramento de este Patronato, lo hizo el vecindario de la
citada villa veintisiete años después, el 12 de octubre de 1597, a
instancias de los Religiosos Franciscanos, en su Templo de San
Francisco, porque se encontraban aquellos temerosos de perder las
prerrogativas que les concediera el Virrey Enríquez, algunas tan
improcedentes, como la exclusividad que les concedió para impartir la
doctrina y administrar los Sacramentos.
Por todo lo expuesto, llegamos a la conclusión de que el hecho,
cuya memoria se conservó latente por más de tres siglos en una
tradición, es aquel que se atribuyó al Virrey Enríquez de Almanza,
consistente en haber dado a Celaya por Patrona la Inmaculada
Concepción de María, cuando en el ordenamiento de su fundación en
villa, fechado el 12 de octubre de 1570, le asignó el nombre de Villa de
Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya, de allí que el 12 de
octubre de 1706, por el Ilustre Cabildo de la ya ara entonces Muy
Noble y Leal Ciudad de Celaya de la Purísima Concepción, y el 12 de
octubre de 1909, fue coronada canónicamente la Imagen que se trajo
de España a costa de la hacienda de Martín de Ortega y de su esposa
Magdalena de la Cruz Silva; no hacemos mención al título de Patrona

231
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

de las Aguas que se dio a esta imagen el 24 de junio de 1774, porque


esto se debió a circunstancias excepcionales, no siendo sino hasta los
años de 1907-1909, en que tanto se quiso recargar el saco de los
méritos correspondientes a la fecha del 12 de octubre, con una
fundación, primera misa, erección de la ciudad, juramento del
Patronato, coronación, etc., etc., que dicho saco no pudo resistir tanto
peso, y hoy ha quedado roto, para seguir en adelante conteniendo
escuetamente lo siguiente: 12 de octubre de 1570, fecha en que el
Virrey D. Martín Enríquez de Almanza, otorgó su Licencia y Facultad,
para que en la Estancia del Río, del Mezquital de Apaseo, fuera
fundada una villa que se poblara de españoles y se llamara e intitulara
La Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya.
Se jura Generala de los Reales Ejércitos a la Purísima
Concepción, Patrona de la Ciudad de Celaya.
Ante todo, debemos aclarar que el siguiente dato histórico, ya no
figura entre los que fueron proporcionados para su publicación por el
M.R.P. Fr. Leopoldo Campos, Cronista Franciscano de la Provincia de
los Gloriosos Apóstoles San Pedro y San Pablo de Michoacán, sino
que fueron tomados del Juicio sumario instaurado contra Francisco
Juan y Petra Domitila, "antes" de oficio, por el delito que se indica.
...Este sumario "Juicio", se conserva como "caso curioso" en el
Archivo de la Universidad de Guanajuato. Además, el hecho de que la
taumaturga imagen fue jurada Generala de los Reales Ejércitos, lo
comprueba el siguiente documento que aparece publicado en el Nº.
65 de la Gaceta del Gobierno de México, correspondiente al día 23 de
mayo de 1820, que dice lo siguiente:
Excelentísimo Señor.- El Ayuntamiento de esta muy noble y leal
ciudad, con la mayor sumisión acompaña a Vuestra Excelencia, en
tres pliegos útiles, la relación circunstanciada de la religiosa acción
de gracias que en 3 de abril anterior tributó a Dios y su Santísima
Madre con la advocación de La Purísima Concepción, su Patrona
titular, y jurada Generala desde el año pasado de 1811. Por la
pacificación de la Provincia de Guanajuato, a que corresponde,
penetrado del mayor júbilo y regocijo por deberse al sabio y
prudente gobierno de Vuestra Excelencia para su inteligencia este
Cuerpo.- Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.- Celaya
Mayo 8 de 1820.- Juan José Gayón.- Pedro Rodríguez Fernández.-

232
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Francisco Eduardo Tresguerras.- Francisco Murteu.- Al


Excelentísimo Señor Virrey Conde del Venadito.
Al referirnos a este caso, no lo hacemos por el morbo de descubrir
ante el público un secreto que se quiso guardar en el misterio,
simplemente porque a la Augusta Generala, le tocó la de perder; ni
por el insano deseo de poner en ridículo al Tribunal del Santo Oficio,
sino porque es de vital interés para los celayenses saber por qué, cómo
y cuándo se dio el nombre de Barrio del Zapote, el lugar que durante
ciento treinta años (1562-1692), fuera el pueblo de indios de Nuestra
Señora de la Asunción, destruido por una inundación, la noche del 28
de junio de 1692; lugar que en un Padrón levantado por el Señor Cura
D. Juan Joseph Michelena, exactamente cien años después, el 10 de
octubre de 1792, ya aparece como Barrio de Nuestra Señora de la
Asunción, cuyo nombre, a modo de protesta, fue cambiado por el
vecindario del lugar, quien le dio el de Barrio del Señor del Zapote,
allá por el año de 1811, nombre que al transcurso del tiempo y con la
ayuda del clero, ha degenerado a Barrio del Zapote, como ahora se le
conoce, como se comentó en capítulos anteriores, en el cual la
"Diputación de la Purísima Concepción" erigió en 1908 un
monumento, que se dijo era una sustitución del desaparecido
mezquite bajo cuyo ramaje se hizo el "Juramento del Patronato", lo
que resulta completamente inexacto, ya que dicho juramento tuvo
verificativo el 12 de octubre de 1597, en el templo de San Francisco.
Los acontecimientos en que la venerada Imagen de Nuestra
Señora de la Limpia Concepción fue jurada Generala de los Reales
Ejércitos, ya se comentarán en el capítulo de "El Escudo de Armas de
la Muy Noble y Leal Ciudad de la Purísima Concepción de Celay

233
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XVIII

LA REAL Y PONTIFICIA
UNIVERSIDAD DE CELAYA

POR EL MES de octubre de 1617, enfermó gravemente en la Villa de


Zelaya Don Pedro Núñez de la Roja, y habiendo de dictar su última
voluntad, hizo llamar a Fr. Juan López, que gobernaba a la Provincia
de los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo de Michoacán, que se
encontraba de visita en la villa, rogándole se encargara de hacerle el
testamento, ya que era su deseo legar sus bienes al Convento de San
Francisco, a fin de que se instituyera en él un colegio de religiosos.
Como de conformidad con las Reglas de su Orden, los religiosos
franciscanos no podían poseer ningunos bienes, ni en común, ni en lo
personal, al estudiar el caso, Fr. Juan López llegó a la conclusión de
que la única forma factible para zanjar esa dificultad, sería
designando directamente heredero universal al Colegio de la Purísima
Concepción, nombre que se le asignaría, a fin de que éste funcionara
únicamente como un anexo al Monasterio de la villa, donde pudieran
estudiar Artes y Teología tanto los religiosos como los hijos de los
vecinos de la propia villa, destinándose las rentas de los bienes
legados al Colegio, el sustento y vestuario del Rector, los lectores y los
estudiantes, siendo administrados dichos bienes por el propio
Albacea Testamentario, en calidad de Síndico Procurador.
Resuelto el punto, Fr. Juan López comunicó al testador la forma
en que a su juicio podría resolverse el problema, empezando a
funcionar el Colegio una vez recibida la Pontificia Licencia, que
inexcusablemente se habría de solicitar; enterado D. Pedro Núñez de
la Roja, dispuso que desde luego fuera puesta en práctica aquella
sugerencia, empezando por otorgar su testamento en forma de
Derecho, lo cual ejecutó D. Bernardo Márquez, Escribano Real
Público y de Cabildo, designándose como Albacea a D. Gaspar de
Almanza y al Colegio de la Purísima Concepción como heredero
universal a bienes de D. Pedro, quien en el mismo testamento dejó
nombrado como Rector perpetuo del Colegio al M.R.P. Fr. Juan

234
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

López, muriendo confortado con tan loables resoluciones, el viernes 6


de noviembre de 1617.
Dice Fr. Isidro Félix de Espinosa en su "Crónica Franciscana de
Michoacán": "...Muerto D. Pedro Núñez de la Roja, trató el Rector,
perpetuo del Colegio como Provincial con el Definitorio de la
Provincia, de enviar a Roma por la Dispensación y confirmación del
Colegio, por cuanto en nuestra Regla no se permiten rentas, ni
patrimonios, ni en común, ni en particular, porque debo advertir que
en el tiempo en que se despachó para solicitar el Breve de su Santidad
para la fundación del Colegio, era Provincial el M.R.P. Fr. Francisco
Villalva, hijo de la Santa Provincia de la Concepción, y me fundo para
esto en que la súplica se hizo a la Santidad de Urbano VIII, y este
Pontífice, el año de 1624 estaba en el segundo de su pontificado, y ya
para este tiempo no estaba de Provincial Fr. Juan López, primer
Rector nombrado del futuro Colegio...".
Con todo el respeto que como historiador nos merece Fr. Isidro
Félix de Espinosa, nos atrevemos a rectificar su información, ya que
en el "Buleto" que acompañó al "Breve" expedido por su Santidad, se
dice literalmente, Por cuanto poco ha nos hizo saber nuestro amado
hijo Sr. Juan López, de la orden de Frailes Menores de San
Francisco, de la observancia del processo, que un Pedro Núñez,
vecino del pueblo de Zelaya de la Diósesis de Michoacan, en las
Indias, en su último testamento, etc...", de lo cual se desprende, que
ya sea con autorización del nuevo Provincial Fr. Francisco Villalva, o
todavía durante su trienio, que terminó hasta 1618, lo que es más
probable, fue Fr. Juan López quien solicitó la licencia pontificia para
la fundación del Colegio.
Atendiendo esta petición, su Santidad no sólo concedió lo que se
le solicitaba, sino que excediéndose en su paternal benevolencia,
apoyado en estas consideraciones: "...revolviendo en lo íntimo de
nuestro entendimiento cuanto con los literarios estudios la fe se
aumenta; el culto divino se extiende; la verdad se conoce; la justicia
se honra y aquellas cosas por las cuales los estudios de las letras se
levantan, ponemos de buena gana el cuidado de nuestro pastoral
oficio conforme vemos en el Señor, que pensadas las calidades de las
cosas y de los tiempos, más saludablemente conviene... Urbano Papa
Octavo, en Santa María la Mayor, debajo del anillo del Pescador, a

235
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

quince días del mes de octubre de mil seiscientos veinticuatro, de


nuestro Pontificado año segundo, lugar cuarto del anillo del
Pescador, Ovestrio Barbiano, simbólicamente instituyó y fundó el
Colegio de la Purísima Concepción del Pueblo de Zelaya...".
Las letras apostólicas fueron remitidas en primer lugar, a la Curia
Romana, para que se sacara copia de las mismas, la cual, con la
certificación debida, sería la que por los debidos conductos se
remitiría a la Villa de Zelaya; legalizado el documento, se envió al Rey
de España, quien lo turnó a su Real Consejo de Indias, donde, casi dos
años después, se le anotó la certificación correspondiente dada por
Juan Bautista de Uberoaga, Secretario del Rey y Oficial Mayor en los
papeles de Gobierno y Guerra de la Secretaría de Indias, de donde se
remitió al entonces Virrey Marqués de Cerralvo, razón por la cual se
hizo en la citada copia la siguiente anotación: "Las quales letras yo el
infrascripto Notario recibiéndoles en mi con la reverencia debida, y
enviéndolas visto, y por diligencia mirado, hallé y vide, que este
presente público instrumento, conviene y quadra bien y fielmente con
las letras originales en todo y por todo, conforme al instrumento en
pública, forma que remitiese a la inquisición y justicia el M.R.P. Lucas
Madengo, de la Orden de San Francisco expresamente professo; y lo
signé y roboré con mi signo y suscripción acostumbradas, y para que
en este público instrumento se esté y firmemente se crea, y se le dé fee
y crédito en juicio y fuera de él, de la misma manera que si las letras
originales en forma breve expuestas se exhibiesen y mostrasen; por
todas las quales premissas me pidieron a mi el infrascrito Notario
hiciese el presente instrumento hecho en Roma en el año indicación,
día, mes y Pontificado arriba expuestos, Dominis Henrico
Nomerchomio y Gerardo Perci, Cléricos leodicenses testigos para las
cosas dichas llamados especialmente, y rogados, y porque ya Arnoldo
Matheo, Clérigo Leodicense por autoridad apostólica Público Notario
puesto en el Archivo de la Curia Romana de estas premissas fui
rogado, por tanto suscribo y publiqué este presente público
instrumento de translado. En testimonio de verdad. El Colegio de los
escriptores de el Archivo de la Curia Romana, damos fee, y
testificamos que el susodicho Arnoldo Matheo, Clérigo Leodicense ha
sido, y es Notario Público, escripto en el archivo de la Curia Romana y
sus escripturas públicas por él escriptas y publicadas averle dado y

236
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

darle en juycio y fuera de él plenaria fee y crédito; en cuyo testimonio


de verdad se da o es fecho en Roma en el día mes y año ya dichos.-
Camilo Cayetano, Escriptor del Archivo de la Curia Romana".
El documento de referencia, ya legalizado en la forma descrita, fue
remitido al Rey de España, quien lo turnó a su Real Consejo de Indias,
en donde cerca de dos años después, se le anotó la siguiente
Certificación: "Yo Juan Baptista de Vberoaga, Secretario del Rey
Nuestro Señor, y su Oficial Mayor en los papeles de Gobierno y
Guerra de la Secretaría de Indias en lo tocante a la Nueva España,
certifico, que en quinze de junio de este presente año se presentó en el
Real Consejo de las Indias este Trasunpto de un Breve concedido por
su Santidad y habiéndolo visto los Señores de él, mandaron dar
testimonio de su presentación, en cuyo cumplimiento doy el presente,
en Madrid a diez y siete de junio de mil seiscientos y veinte y seis
años.- Juan Baptista de Vberoaga.- Los escribanos del Rey Nuestro
Señor que aquí signamos y firmamos, certificamos y damos fee, que
Juan Baptista Vberoaga de quien parece estar firmada la certificación
del su es Secretario del Rey Nuestro Señor y Oficial Mayor de los
Papeles de Gobierno y Guerra de la Secretaría de Indias en lo tocante
a la Nueva España, y a las certificaciones que ha dado y da entera fee y
crédito, y para que de ello conste, dimos la presente en Madrid a
veinte de junio de mil seiscientos y veintiséis años.- En Testimonio de
Verdad.- Julián Lozano.- En testimonio de Verdad, Francisco de
Cartagena".
Casi nueve años habían trascurrido desde la muerte de D. Pedro
Núñez de la Roja, acaecida el viernes 6 de noviembre de 1617, hasta el
mes de febrero de 1627 en que el Colegio de la Purísima Concepción
empezó a funcionar, teniendo como lectores a los religiosos del
Convento de San Francisco, y como estudiantes a unos cuantos
jóvenes, hijos de los vecinos de la villa a quienes se leía gramática,
artes y teología.
Una vez que el M.R.P. Fr. Juan López tuvo en su poder la
documentación original y las copias que mandó imprimir, de las
cuales, afortunadamente una ha llegado a nuestras manos, para
insertarla aquí, pues aun cuando habrá personas que les parezca largo
y tedioso enterarse de su contenido, habrá a quien le parezca
interesante, aparte de que consideramos un deber proporcionar la

237
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

información más completa posible para, que se pueda formar la


verdadera Historia de Celaya; decíamos que una vez que tuvo en su
poder toda la documentación, Fr. Juan López hizo las notificaciones
correspondientes, enviándolas como era de rigor, al Virrey
Gobernador y Capitán General de estos Reinos, D. Rodrigo Pacheco
de Osorio, Marqués de Cerralvo; a D. Fr. Alonso Enríquez de Toledo y
Armendáriz, O. M., Obispo de Michoacán; al M.R.P. Fr. Francisco
Villalva, Provincial de la Provincia de los Santos Apóstoles San Pedro
y San Pablo de Michoacán, y a quien más le interesaba el documento,
D. Gaspar de Almanza, Ejecutor Testamentario de D. Pedro Núñez de
la Roja, que heredara su cuantiosa fortuna para la institución y
perpetuo sostenimiento del Colegio de la Purísima Concepción, hecho
lo cual, con fundamento en las amplísimas concesiones Pontificias
con las cuales fue fundado e instituido por su Santidad Urbano VIII,
Fr. Juan López, en su calidad de Rector perpetuo empezó a trabajar
intensamente por el engrandecimiento del citado Colegio.
A la muerte de D. Gaspar de Almanza, Albacea Testamentario,
lamentablemente acaecida pocos meses después, o sea el domingo 28
de noviembre de 1627, las rentas destinadas al sostenimiento del
Colegio, se vieron aumentadas considerablemente, ya que este señor,
siguiendo el ejemplo de su amigo D. Pedro Núñez de la Roja, también
legó todos sus bienes al citado Colegio, y poco tiempo después hacían
lo mismo el Escribano D. Basco Sánchez Vadillo, Dª. Ana Ortiz,
esposa que había sido de D. Pedro Núñez y algunas otras personas
piadosas, con lo cual, para mediados del Siglo XVII, el Colegio de la
Purísima Concepción, anexo al Convento Franciscano de la Villa de
Zelaya, ya contaba con un Rector, cinco lectores y noventa
estudiantes, futuros religiosos franciscanos, para honra y lustre de la
Provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán.
Casi un siglo después, el Colegio de la Purísima Concepción de la
ya para entonces ciudad de Celaya, a quien le había concedido este
título el Virrey D. Sebastián de Toledo y Molina Salazar, Marqués de
Mancera, el 7 de diciembre de 1668, ya estaba considerado como un
verdadero centro educativo, pues si bien es cierto que en él sólo se
podía cursar la carrera sacerdotal, muchos estudiantes después de
efectuar allí sus estudios preparatorios, al no contar con la vocación
necesaria para abrazar la carrera monástica, se ausentaban para ir a

238
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

graduarse en alguna profesión liberal a la Real y Pontificia


Universidad de la Ciudad de México, siendo ésta una de las causas por
las cuales el número de estudiantes en el Colegio de la Purísima
Concepción, ya no bajaba de doscientos cincuenta que recibían las
enseñanzas de no menos doce lectores y profesores, lo que hacía que
para cubrir los gastos de mantenimiento, de por sí muy elevados, ya
no fueran suficientes los frutos y los réditos del caudal legado por D.
Pedro Núñez de la Roja y algunos otros benefactores, siendo entonces
cuando el "Patronato de Propios y Rentas", como se denominaba el
Organismo encargado de administrar dichos bienes, empezara a
preocuparse y siendo las labores de trigo de la hacienda de Santa
María las que mayores ingresos proporcionaban anualmente, trató de
ver en qué forma se podrían aumentar las superficies cultivables, para
lo cual, el 22 de octubre de 1720, D. Salvador Félix, Presidente del
Patronato, elevó la siguiente petición al Ilustre Cabildo de la Ciudad
de Celaya.
"Salvador Félix, vecino de esta Ciudad de Celaya, Patrón y
Administrador de los Propios y Rentas del Colexio de Nuestra Señora
de la Concepción, que Pedro Núñez de la Roxa mandó fundar en
virtud de Bulas Apostólicas en el Convento del Señor San Francisco de
esta dicha Ciudad; Digo= que la dicha fundación fue atendiendo el
bien común y general de ella y Religiosos del Señor San Francisco de
esta Provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán, para que se
leyese gramática, Artes, Teología, etc., en bien y aprovechamiento de
los unos y los otros, según se expresa en su primer testamento, y en el
segundo dice que la dicha fundación es en orden de hazer vien y
limosna a la Santa Provincia de Michoacán y a los hijos de los vezinos
de esta dicha Ciudad que quisieren estudiar y se vé con tan buen logro
su disposición, que las Religiones Sagradas, el Ylustrisimo Clero y
Nobilísimo Estado Secular, se hallan adornados de subjetos grandes y
mui graduados, assí en letras como en virtud, que han estudiado y
aprendido la Gramática, Philosophia y Teología en dicho Colegio, con
la buena enseñanza que an tenido, y respecto de que la permanencia y
duración que deben tanto al fundador comiensa a dificultarseles por
lo deteriorado de los bienes en que se afiansa la continuación de los
estudios, pues se vé que la Hacienda que dexó, nombrada Santa
María, con diez caballerías de tierra, todas de riego, y venido a quedar

239
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

con solamente seis sobre que se está entendiendo en sus medidas y a


costa de excesivos gastos y si para su restauración y conservación a Su
Señoría pido y suplico sea servido de hazer merced a dicho Colexio de
los valdíos que se hallaren a la linde de la dicha Hacienda de Santa
María y por bajo de las tierras que fueron de Juan de Quintanilla y oi
pertenecen al Capitán Dn. Agustín de Osio y Ocampo que éstas están
asia el Norte y los valdíos que se piden a la parte del Sur y por el
Oriente el camino Real de San Luis con pasa por entre dichas
haziendas y por el Poniente lindando con tierras de Miguel Muñiz y
por la parte del sur con las que parecieren estar repartidas a otros
vecinos para su averiguación y que no se perjudique a tercero demas
por derecho ni aiga litigio alguno se a de servir Vuestra Señoría
mandar (teniendo gusto) que los vecinos y interesados digan y
declaren en debida forma de derecho asta donde llegan sus tierras
para que así se le haga merced a dicho Colexio de los valdíos que
quedaren pues en utilidad de esta Ciudad Nobilísima y que son tierras
delgadas, salitrosas e infecundas que solo pueden servir para entradas
y salidas y que ramoneen los bueyes de dicha Hacienda de Santa
María que todo recibiré bien y merced. Y juro conforme a este mi
escripto ser cierto y no de malicia. Y en lo necesario &.- Salvador
Félix".
De justa y correcta calificamos nosotros la anterior petición, por la
cual concretamente era solicitado que bajo juramento, conforme a
Derecho, los vecinos colindantes con las tierras de la Hacienda de
Santa María, dijeran hasta dónde llegaban sus linderos, a fin de que
los baldíos que resultaran excedentes, le fueran mercedados al
benéfico Colegio por el Ilustre Cabildo. Hasta aquí, esta gestión se
encontraba decentemente encaminada, pero donde la cosa se
descompuso, fue cuando personajes muy influyentes, enterados del
asunto, quisieron obtener de él algún provecho. El primero en
interponer contradicciones, fue D. Juan de la Ruia Rucavado,
Familiar y Alguacil Mayor del Santo Oficio, quien con fecha 22 de
noviembre de 1722, presentó al Ilustre Ayuntamiento un pliego en
que dijo lo siguiente:
"Dn. Juan de la Ruia Rucavado, vecino y dueño de haciendas en
esta jurisdicción, Familiar y Alguacil Mayor del Santo Oficio de la
Santa Ynquisición de este Reino; como mejor halla lugar en derecho y

240
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

con protesta de ussar de los recursos que mas me convengan Digo:


Que por Auto proveydo por Vuesas Mercedes se me a sitado para una
dilixencia mandada hacer por los Señores del Cavildo sobre una
merced de tierras que pretende la parte del Colejio de esta Ciudad a
los lindes de tierras de Miguel Muñiz y otros que cita la petición que
se me izo notoria y porque las dichas tierras en que se pretende hazer
la merced por parte de dicho Colejio son mías y que actualmente
poseo en virtud de los títulos que paran en mi poder que en caso
nezesario protesto presentar y que estas lindan con las que se dicen
son del dicho Miguel Muñiz las quales también me tocan por causa de
aver impuesto un censo de trescientos pesos por mi parte sobre
cavallería y media que compré en propiedad a Nicolás de Molina y
Phelipe Arredondo y así por dicho perjuicio que de hazer dicha
merced pueden recibir mis tierras, por razón también conla
nombrada El Montecillo que pertenecen a Antonio Covian a lindes de
la Hazienda de Santa María que dicho Colegio del Señor San
Francisco posee, como por razón que casso negado, que ayga dichas
tierras de demasía sobre que pueda correr merced a la linde de las
mías, para obiar pleytos y disturbios al presente y en lo venidero, yo
como vecino de dicha Ciudad y como interesado en dichas tierras por
estar a mi linde y atendiendo a la nezesidad de propios con que se
halla esta Ciudad desde luego estoy pronto a servir a este Cavildo con
el valor que tuvieren dichos valdíos nombrando persona quien los
aprecie para que el monto de ellas quede a zensso redimible, y yo con
obligación de pagar los réditos a este Cabildo a razón de un zinco por
ciento en cada año para cuyo seguro ypotecaré las dichas tierras, para
que con este medio pueda estar dicha Ciudad yr aumentando dichos
propios y en esta atención a Vuesas Mercedes suplico aviendo por
contradicha la pretensión de parte de dicho Colejio se me dé la
preferencia en la merced que llevo expresada y de lo contrario,
hablando para cuyo fin y guarda de mi derecho pido se me dé
testimonio de esta petición y el Auto que Vuesas Mercedes fueren
servidos de proveer pues es Justicia que pido &.- Juan de la Ruia
Rucavado".
Como el lector se habrá podido percatar, D. Juan de la Ruia
Rucavado, que no se sentía muy seguro sobre la posesión que tenía de
tres caballerías de tierra, que indudablemente formaban parte de las

241
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

cuatro que faltaban a la Hacienda de Santa María, según lo


manifestado por el administrador de los Propios y Rentas del Colegio
anexo al Convento de San Francisco, trataba de dorarle la píldora al
Cabildo, proponiéndole la compra de los baldíos, pero en qué forma,
hipotecando estos mismos para garantizar el censo que se impusiera,
pagando sólo un cinco por ciento en cada año, cuyo rédito podría
llegar cuando mucho a nueve pesos anuales, si se considera que cada
una de las tres caballerías valuadas a sesenta pesos.
La situación que se había venido creando, se complicó mucho
más, cuando al día siguiente, 23 de noviembre, el Ilustre Cabildo
recibía esta otra petición, que firmaba también otro personaje
importante:
"Don Antonio Cobián, vezino de esta Ciudad, Alcalde Provincial
de la Santa Hermandad en ella, como mejor proceda en Derecho
parezco ante Vuesas Mercedes y Digo: Que por quanto se me ha
citado para unas dilixencias que se han mandado hacer sobre la
merced de tierras que pretende el Administrador de los bienes del
Colexio del Convento de Nuestro Padre San Francisco, a las lindes de
su Hacienda nombrada Santa María y a las lindes de las tierras de
Miguel Muñiz y otros, por éste mi escripto hago contradicción de la
dicha petición por resultar perjuiciosa a mis intereses, porque son de
mi propiedad las dichas tierras que se pretenden como baldías, las
quales huve de Phelipe Arredondo, según títulos que estoy pronto a
mostrar. Por noticias que he tenido, sé que las quatro cavallerías de
tierra faltantes a la Hacienda de Santa María, paran en poder de Juan
de Ruia, malabidas de Miguel Muñiz, ya defunto, y de Nicolás de
Molina, también defunto; a Muñiz se las sacó de la Ruia con amenaza
de seguirle un processo por rénego de Dios y de sus Santos, obligado
que fue assi a dar título de las dichas tierras al dicho de la Ruia, y a
Nicolás Molina, mediante tormento lo hizo reconocer un zensso por
trecientos pesos que nunca había recibido, adjudicándose las dichas
tierras a su muerte por no haver pagado ni logros ni capital; por lo
dicho que juro en forma de derecho ser cierto y verdadero, a Vuesas
Mercedes pido que el dicho Juan de la Ruia Rucavado se le saquen las
dichas tierras para ser restituidas al Convento, con lo que el suso ya
no necesita que se le haga la dicha merced de baldíos y pudo a Vuesas

242
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Mercedes ser servidos de dar proveydo en justicia &.- Dn. Antonio de


Cobián".
No lo decimos nosotros, sino el muy probo y honrado D. Marcos
de Acuña y Salguero, Procurador general de la ciudad de Celaya
durante cuarenta y siete años, en un documento del cual se desprende
que este D. Antonio Cobián, también era otro pájaro de cuenta, que
explotaba a la comunidad a través del Abasto de la Vaca, que
manejaba como cosa propia, colocando al frente de él a individuos
que eran verdaderos rufianes, que robaban, maltrataban y vejaban a
las personas que tenían necesidad de tratar con ellos, sobre todo, a los
indefensos indios, que eran despojados de sus animales, por lo cual
no nos extraña que este D. Antonio recurriera hasta la denuncia de
hechos que aunque ciertos, ese papel que desempeñaba no era menos
cobarde y asqueroso.
Sabedor de la Ruia de la denuncia hecha por Cobián, sumamente
indignado lo mandó citar a fin de que compareciera a su presencia,
pues no hay que olvidar que este individuo era Familiar y Alguacil
Mayor del Santo Oficio, cargo que le daba la autoridad suficiente, no
obstante que Cobián fungía como Alcalde Provincial de la Santa
Hermandad. Al recibir Cobián que al ser llamado a la presencia de
Ruia, era lo más probable que por cualquier medio se propusiera
obligarlo a que se retractara de su acusación, mandó llamar a su
Theniente otro rufián como él, ordenándole que a las nueve en punto
del día siguiente, tuviera en pie de guerra a todo el Regimiento, no
siendo por demás informar que por 1720, el Alcalde Provincia de la
Santa Hermandad, era el Jefe nato de las milicias irregulares que
posteriormente se llamaron las "Acordadas" y mucho después se les
dio en nombre de "Rurales".
Poco después de las diez de la mañana del 24 de noviembre de
1722, D. Antonio Cobián, al frente de cien hombres armados que
marchaban pie a tierra, pues había dispuesto que las cabalgaduras
permanecieran en el cuartel, se dirigió al Tribunal del Santo Oficio,
frente a cuyas casas colocó a la tropa en fila desplegada. Seis matarifes
del Abasto, cargaban una pesada viga, que en caso necesario se usaría
como ariete; Cobián llamó al Theniente y le ordenó que pena de la
vida, contara hasta diez minutos desde el momento en que él entrara
en aquel recinto y si durante dicho lapso él no salía para darle

243
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

personalmente órdenes en contrario, se procedería a romper la puerta


con la viga y, abierto el paso, entraría con su gente para rescatarlo a
como diera lugar, pasando a cuchillo a quienes le opusieran
resistencia... El militar se concretó a cuadrarse militarmente,
indicando con ello su pasiva obediencia.
Dn. Antonio se encaminó a la puerta que se encontraba bien
cerrada como de costumbre... Llamó con fuertes golpes de aldabón,
tal como debe hacerlo el que se encuentra respaldado por cien
espadas... La puerta se entreabrió para darle acceso, cerrándose
nuevamente. El Theniente, al frente de la tropa, comenzó a contar los
diez minutos.
Conducido el Provincial de la Santa Hermandad ante la presencia
del Familiar Alguacil Mayor del Santo Oficio, éste lo recibió
fríamente, diciendo: Os he hecho venir don Antonio Cobián, para que
firméis este escrito en que vos os retractais de la acusación que en mi
contra teneis presentada; de no hacerlo voluntariamente me
obligareis a emplear algún medio de violencia... Cuando esto decía,
con la mano señalaba a unos hombres que en la penumbra del salón,
preparaban instrumentos de tortura.
—Antes de actuar, señor don Juan, os ruego os asomeis a esa
ventana, al mismo tiempo que don Antonio le señala a la tropa en
formación, con las espadas desenvainadas y a los matarifes del Abasto
en actitud de romper la puerta con la pesada viga; sin que un solo
músculo del rostro se le contrajera, el Alguacil con fingida gentileza
exclamó: —No hagáis aprecio de lo dicho, don Antonio, sólo he
querido jugaros una broma...
—Conociendo vuestro carácter tan bromista, mi estimado señor
don Juan, he venido preparado para corresponderla... ¿Qué os parece
si ambos revocamos los escritos que tenemos presentados al Cabildo y
devolvemos al Colegio lo que le pertenece?...
—Magnífica idea, acepto entusiasmado la propuesta, pongámosla
desde luego en ejecución. Pero antes, dice don Antonio, permitid dar
instrucciones a mi gente; si no salgo, ellos tienen órdenes terminantes
de romper la puerta, pasando a cuchillo a quienes traten de impedir
su entrada a fin de rescatarme.
Durante breves momentos, don Antonio salió a la calle, dio
instrucciones al Theniente, y aun cuando éste dejó de contar los

244
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

minutos, por las dudas, la tropa permaneció en su puesto. A su vuelta,


don Antonio notó que también los esbirros de don Juan se habían
retirado, tranquilamente, como si fueran dos buenos amigos, se
pusieron a formular un escrito mancomunado que cancelaba las
"contradicciones" que ambos tenían presentadas, en la forma
siguiente: "...por quanto de común acuerdo hemos llegado a
establecer no seguir adelante las contradicciones que tenemos
presentadas para evitar disturbios y siendo verdad que el Colegio del
Convento de San Francisco necesita el aumento de sus propios y
rentas para remediar la pobreza en que se encuentra, en mancomún
hemos acordado tengan sus Mercedes por no presentar nuestras
peticiones, y hacerle donación de dos caballerías de tierra cada uno,
las cuales podrán ser tomadas de las que mejor convenga a las lindes
de la Hacienda de Santa María, propiedad del dicho Convento, con
nuestras Haciendas de Señora Santana y el Montecillo, con la dicha
donación, ya no será preciso que ese Cavildo le mercede los valdíos
que el dicho Colexio pretende para el aumento de sus rentas. Otro si
decimos: Que estamos prontos a otorgar los títulos que corresponde.
Juramos este rescripto ser sierto y no de malicia.- Juan de la Ruia
Rucavado.- Antonio Covián".
Un año después de estos acontecimientos, el Rector, los lectores y
los estudiantes del antiguo Colegio de la Purísima Concepción,
empezaron a pensar en celebrar dignamente el primer centenario de
su fundación, que tendría verificativo el 15 de octubre de 1724,
formando para el objeto una comisión que se encargara de acercarse
al Muy Reverendo Padre Fr. Fernando Alonso González, Comisario
General de las Indias, justamente llamado el hombre de la
beneficencia, porque en su alma siempre floreció la Caridad, que
según San Pablo, es la mayor de todas las Virtudes, quien enterado
del asunto, grandemente se interesó en él, después de aquilatar que
hasta entonces, muy grandes y abundantes habían sido los frutos
obtenidos con el funcionamiento del citado Colegio, en el cual se
habían formado muchos de los más preclaros prelados que habían
gobernado y seguían gobernando muchos de los más importantes
monasterios pertenecientes a la extensa Provincia de los Santos
Apóstoles San Pedro y San Pablo de Michoacán. Fue tan grande y
sincero el amor con que brindó la ayuda que se le pedía, que no tuvo

245
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

reparo en trasladarse a la ciudad de Celaya, para tomar


personalmente a su cargo las obras de restauración y
perfeccionamiento del Colegio, gastando en ello cuantiosas sumas de
dinero de su propio peculio.
Tan majestuoso y señorial quedó el viejo edificio cuando fue
remozado y mejor acondicionado con los arreglos y mejora que se le
hicieron, que Fr. Fernando González, empezó a pensar en que para
dar a Dios una gloria mayor, además de formarse en aquellas aulas
sus más humildes siervos como lo eran los religiosos franciscanos,
bien podrían prepararse en ellas hombres útiles a la sociedad, que se
dedicaran al estudio en todos los órdenes de la ciencia, siendo
entonces cuando empezó a bullir en su cerebro la luminosa idea de
crear en él una Universidad... Poco a poco, esa idea se fue
desarrollando, empezó a crear cuerpo, a echar raíces, que pronto
profundizaron en aquel espíritu noble y generoso, y como a cada paso
constaba la necesidad que existía de contar con una casa de estudios
en esta región tan amplia, donde, lamentablemente, no se podía
aprovechar la inteligencia natural de muchos jóvenes, que debido a la
distancia, a la carencia de recursos económicos y tantas otras causas
que les impedían trasladarse a la ciudad de México para hacer sus
estudios y graduarse en las diversas profesiones, siendo éstas las
razones que lo indujeron a promover ante Fr. Juan Barrientos,
Procurador General de estas Provincias, la creación de esa
Universidad en la ya para entonces Muy Noble y Leal Ciudad de
Celaya de la Purísima Concepción.
Con tal vehemencia y persuasión expuso Fr. Fernando al
Procurador los proyectos que le animaban, que obligó a éste a
ofrecerle que haría las gestiones necesarias ante el Marqués de Casa-
Fuerte, entonces Virrey de la Nueva España, pero a pesar de que
cumplió su promesa, la misma grandiosidad de la obra por
emprender, hizo que ésta no quedara terminada antes del 15 de
octubre de 1724, fecha en que fue conmemorado con grandes
solemnidades religiosas, el primer Centenario de la Fundación del
Colegio, no obstante que ya se tenían noticias de que el Excelentísimo
Señor Virrey, atendiendo a la petición que le hiciera Fr. Juan
Barrientos, ya venía dando trámite oficial a la misma, para lo cual el
Capitán Salvador Félix, Síndico Patrono del Convento y Colegio, ya le

246
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

había remitido la documentación necesaria en copias y testimonios


expedidos por el Escribano Real D. Manuel de la Riva.
Más de un año tardó en resolverse esta cuestión, habiendo sido
expedido el Mandamiento correspondiente el 17 de diciembre de
1725, cuyo documento se inicia así:
"Don Juan de Acuña, Marqués de Casa-Fuerte, Caballero de la
Orden de Santiago, Comendador de Adelfa en la de Calatrava, del
Consejo de su majestad en el Supremo de Guerra; Capitán General de
los Reales Ejércitos, Virrey Gobernador y Capitán General de esta
Nueva España y Presidente de la Real Audiencia y Chancillería que en
ella reside etc... la petición presentada por Fr. Juan Barrientos, la
opinión del Fiscal de su Majestad Lic. Palacios; la opinión de los
Doctores Joseph de Ordaz y Antonio de Chávez Lizardi, Abogados de
la Real Audiencia, así como la del Claustro Mayor de la Real
Universidad de México, que suscriben los Doctores Joseph Fernández
Méndez, Joseph de Villafuerte y Juan Joseph de la Mota. El
Mandamiento expedido por el Virrey, finaliza así: "...Con cuya
respuesta me conformé en decreto de quince del corriente y en su
conformidad, atendiendo a los eficaces motivos que en su consulta
propone el Claustro Mayor de esta Real Universidad, para
dispensarse, y condescenderse en la súplica; y los que propone el
Señor Fiscal de su Majestad en su respuesta inserta: Por el presente
amplio las facultades a el Colegio, que en la Ciudad de Celaya tienen a
su cuidado los religiosos del Seraphico Padre San Francisco, de la
Provincia de los Santos apóstoles San Pedro y San Pablo de
Michoacán, para que goce los privilegios de Real Universidad, en
cuanto en él pueden cursar los estudiantes seglares que quisieren,
Gramática, Retórica, Filosofía, Letras y Sagrada Teología, por el
tiempo que es estilo y se requiere, para que haciendo constar con
certificaciones del tiempo que cursaron, y que sea el que piden los
estatutos, puedan graduarse en esta Real Universidad, gozando este
privilegio, como lo tienen y gozan los Colegios Seminarios de Santa
Cruz, de la Ciudad de Oaxaca, el de la Compañía de Jesús en la
Ciudad de Querétaro, y el de San Juan de la Ciudad de Puebla,
practicándose en cuanto a los derechos de esta Real Universidad y su
Secretaría, lo mismo que los referidos Seminarios han practicado, en
matrículas, juramentos de cursos y certificaciones, para que no se

247
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

defrauden los que le son debidos; para que en este medio se alienten
los estudiantes, que por falta de esta providencia desmayaban en el
aprovechamiento de las letras.- México y Diciembre diez y siete de mil
setecientos veinticinco años".

248
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

CAPÍTULO XIX

LA VILLA DE ZELAYA
SE COMPONE CON EL REY

DESDE EL SIGLO XVI (1520-1599), piratas, corsarios y filibusteros eran


una amenaza constante para la Nueva España, cuyas flotas y puertos
asaltaron y saquearon; sus actividades eran parte o meros accidentes
marginales de las guerras de España con Francia, Inglaterra y los
sublevados Países Bajos, así, hubo piratas franceses, corsarios
ingleses y holandeses y filibusteros, bucaneros o pechelingues,
ingleses en su mayor parte. Jean Florin, rochelés, en 1522 apresa
junto a las Azores el "Tesoro de Moctezuma y Guatemuz"; Thomas
Cavendish en 1568 y Sir Francis Drake en 1587, se apoderaron en los
litorales de California de sendos galeones, y el 16 de septiembre de
1586, John Hawkins, llamado por los escritores virreinales Juan de
Aquines, merodeando por el Mar Caribe y el Golfo de México, tras
ocho días de borrasca, arribó violentamente a Veracruz. Como las
autoridades del Puerto esperaban la llegada de D. Martín Enríquez,
nuevo virrey designado por Felipe II, se engañaron viendo los cinco
bajeles de corsarios que fraudulentamente traían insignias españolas
y les permitieron la entrada; Hawkins se adueñó del Castillo de San
Juan de Ulúa y del puerto; a la mañana siguiente, se avistaron los
trece bajeles de la comitiva del citado virrey D. Martín Enríquez y
cuando los piratas definieron la naturaleza de los recién llegados, les
enviaron emisarios para pactar un convenio, que de no hacerlo,
impedirían la entrada. Se hizo tal pacto y se dieron rehenes de una y
otra partes; faltando a su palabra, el virrey Enríquez atacó los barcos
de los corsarios el 21 del mismo mes. Apenas pudo escapar Hawkins,
los demás piratas fueron aprehendidos y llevados a la ciudad de
México y otros cayeron en poder de Luis de Carvajal, el viejo, en las
cercanías de Tampico, de donde éste era Alcalde. Tanto los
aprehendidos por la comitiva de Enríquez, como los que tomó presos
Carvajal, fueron llevados a las cárceles de la Inquisición y procesados
como herejes luteranos y condenados en el Auto de Fe de 1574, que

249
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

fue el primero celebrado en México con toda solemnidad, el cual tuvo


verificativo en la Plaza del Marqués o sea en el tramo que había entre
la Catedral y el Palacio de Cortés. Treinta fueron los procesados, de
los cuales, los jóvenes, de 16 a 20 años fueron condenados a servir en
diversos conventos y los mayores, recibieron de cien a trescientos
azotes y de cuatro a diez años de galeras.
Desde el año de 1591, el Rey de España, Don Felipe II, había
venido insistiendo al Virrey de la Nueva España, D. Luis de Velasco,
(el mozo), que exigiera a sus vasallos de estos Reinos, la restitución de
todas aquellas tierras que estuvieran poseyendo, sin contar para ello
con títulos legítimos, o en su defecto, procedieran a la "composición"
de las mismas, sirviendo al Rey con las cantidades en efectivo que se
estimasen como justas compensaciones, con objeto de que dichos
fondos fueran destinados a la formación y sostenimiento de la
Armada de Barlovento, la cual se consideraba necesaria para proteger
y defender de los asaltos y robos de la piratería extranjera, no sólo las
flotas comerciales, que hacían el tráfico marítimo entre América y la
Península Ibérica, sino también las islas, costas y mares del territorio
novohispano, que prácticamente se encontraba en poder de la citada
piratería.
Para llevar a cabo dicha "composición", se enviaron a las diversas
Provincias, Jueces de Medida y Tierras y Aguas, los cuales se
encargarían de medir y valuar las propiedades de los vecinos y fijar el
monto de dicha "composición", para que después de que hubieran
pagado su importe, se les expidieran los Títulos respectivos. Cabe
hacer notar que por cuenta de los vecinos de las Villas, Ciudades y
Lugares visitados, corrían las costas, gastos y gajes, no sólo de los
Altos Funcionarios, sino también de sus "oficiales", ayudantes y
menestriles, no obstante de que la intervención de toda esta gente,
cuando menos por lo que respecta a la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zalaya, siempre resultó nugatoria y demasiado
costosa, pues sólo el Comisionado D. Juan de Soto, causó cuatro mil
pesos de gastos y costas a los vecinos de la villa, y D. Diego de Toledo,
otros dos mil, sin que con ello se obtuviera beneficio alguno, ni para el
Rey, y mucho menos para el sufrido vecindario de la villa y su región,
que sólo vieron mermados sus bienes con tan animosas cargas,

250
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

permaneciendo las cosas en la misma forma en que se encontraban de


muchos años atrás.
Tan penosa situación había venido subsistiendo desde principios
del siglo, hasta el año de mil seiscientos cuarenta y tres, en que ya
desesperado el vecindario de la Villa de Zelaya, instó con apremio a su
Ilustre Cabildo para que de una vez por todas, se abocara a la
resolución de tan molesto como ingente problema, que día a día se
venía haciendo secular, ya que se tenía conocimiento de que el
Excelentísimo Señor Virrey, Don García Sarmiento de Sotomayor,
Conde de Salvatierra y Marqués de Sobroso, acababa de comisionar a
D. Gabriel de Ugarte, para que en calidad de Juez de Medidas de
Tierras y Aguas, viniera a la villa y su jurisdicción, a continuar la
medición de tierras y aguas, que habría de servir de base para llevar a
cabo la repetida "composición".
Atento a las circunstancias que en el caso concurrían, el Muy
Ilustre Cabildo, con asistencia del Clero, la Nobleza y los vecinos más
caracterizados de la villa, sesionó los días primero, dos y tres de julio
de 1643, en que después de acaloradas discusiones, se llegó a la
conclusión de que una ve por todas, habría que dar solución al
problema, "cogiendo al toro por los cuernos", costara menos que lo
que ya se habían llevado los atrabiliarios jueces en costas y gastos, que
sólo a ellos había beneficiado; en la primera junta, se discutió y
aprobó que el Procurador General de la Villa, se trasladara a la ciudad
de México, para que el asunto fuera tratado directamente con el señor
Virrey; en la segunda reunión se discutió la parte económica, ya que
era preciso saber con lo que se contaba, a fin de poder ofrecer,
quedando desde luego definido que las cantidades que se aportaran,
serían en calidad de préstamos, reintegrables conforme al valor real
de los bienes que poseían, consistentes en fincas rústicas y urbanas.
En estas condiciones, el Honorable Ayuntamiento, ofreció aportar un
mil pesos cada uno, a excepción del Escribano D. Diego de la Cruz y
Sarabia, que dijo que de momento sólo podía disponer de setecientos;
siendo dichas aportaciones enteramente voluntarias, así se aceptó,
siendo dichos aportadores, las siguientes personas: Regidor D. Felipe
Guerra; Lic. D. Pedro Plancarte Contreras, Abogado que fue de la Real
Audiencia, residente ahora en la villa, donde tenía dos magníficas
haciendas; D. Juan Álvarez Arellano, Alcalde de Defensa de la villa; el

251
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Regidor Juan Antonio Camargo, D. Pedro Almanza, que


voluntariamente aceptó dos aportaciones de mil pesos cada una, y el
Escribano que contribuyó con setecientos, reuniendo en total, la suma
de diez y seis mil setecientos pesos, cantidad que se estimó más que
suficiente para llevar a cabo la "composición" de todas las tierras y
aguas comprendidas dentro de las cuatro leguas a la redonda, que
comprendía la Jurisdicción de la Villa.
La tercera sesión, ya fue meramente de Cabildo, ya que el Acta que
de ella se levantara, sería el Poder amplísimo que confería el Ilustre
Cabildo a D. Gonzalo Tello de Sandoval, Regidor, Alcalde Ordinario y
Procurador Mayor de la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de
Zelaya, quien en representación de ésta, se trasladaría a la ciudad de
México, a fin de concertar un arreglo definitivo con el Superior
Gobierno para dejar perpetuamente "compuestas" con el Rey, las
tierras y aguas comprendidas de la Jurisdicción de la Villa.
El acta correspondiente a la última de las tres históricas sesiones,
verificada el tres de julio de 1643, fue redactada por el Escribano Real,
Público y de Cabildo D. Diego de la Cruz y Sarabia, que doce años
después, sería el comisionado para trasladarse a la ciudad de México,
a fin de gestionar para Celaya el Título de Ciudad, y dicho documento,
dice así:
"En la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zelaya, a tres
de julio de mil seiscientos cuarenta y tres años, estando juntos y
congregados el Cavildo, Justicia y Regimiento de esta dicha Villa, en
la Sala de su Ayuntamiento, conviene a saber: El Regidor Felipe
Guerra, Teniente del Alcalde Mayor, por el General Don Lope de
Monsalve; Diego López de Aguirre, Alcalde Ordinario; Cristóbal Cano
y Molinillos, Depositario General; Gonzalo Tello de Sandoval; Pedro
de Arismendi, Juan Antonio Camargo, Regidores todos, los que yo el
Escribano conozco, otorgaron que dan su Poder amplio cuan bastante
en Derecho, al Regidor Don Gonzalo Tello Sandoval, Alcalde
Ordinario actual de esta Villa, como Procurador Mayor de ella, de que
se ha hecho nombramiento generalmente para que en todos los
pleitos, causas y negocios civiles y criminales de este dicho Cavildo,
así demandando, como defendiendo con cualquiera persona y para
cualesquiera efectos, en los cuales y cada uno de ellos comparezca
ante cualquiera de los Jueces y Justicias de su Majestad y otros

252
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Tribunales, así sean Eclesiásticos o Consulares y ante los Señores


Presidente y Oidores de la Real Audiencia de la Nueva España, ante el
Excelentísimo Señor Virrey de ella, o ante quien o con derecho de ella
y ponga demandas y responda de ellas, haga pedimentos,
informaciones, contradicciones, enriquecimientos, situaciones,
juramentos de calumnia y divisorios y saque recaudos, cartas de
justicia, mandamientos, testimonios, prohibiciones, y los demás
despachos necesarios; pida términos y prórrogas de ellos y los
renuncie, concluya las dichas causas definitivamente y haga
cobranzas de abonos fechos presentes y otras cualesquiera escrituras,
papeles de que ello pueda aprovechar y los saque de cualquier parte
que estuvieran, recurra Jueces, Letrados, Escribanos y otras personas,
jure las tales recusaciones y se aparte de ellas, oiga autos y sentencias
interlocutorias o definitivas y las favorables consienta y de las cuales
apele o suplique ante quien derechos deba; siga y prosiga las tales
acusaciones; saque los recaudos convenientes, pida censuras hasta la
de anatema por cualquiera cosa que convenga y haga razón de todos
los usos, todos los actos y diligencias que judicial y extrajudicialmente
convengan; otros, y le dan poder para que comparezca ante el Exmo.
Señor Virrey de esta Nueva España y represente los servicios de esta
Villa que sus antepasados hicieron a su Majestad en la conquista de
los chichimecas, fundación de esta Villa, pacificación de su comarca
y seguros de los caminos de S. Luis Potosí, Guanajuato y Zacatecas
con tanta utilidad se ha seguido a la Real Corona, en cuya atención y
remuneración se dijo de dicha villa y sus cuatro leguas, comprándose
el sitio donde está citada su poseedor y repartiéndose vecindades,
tierras y aguas a pobladores y tomar el costo del desmonte y beneficio
de ellas que por su valor es el que ha dado la industria de los
labradores, porque en sus principios valían muy poco las tierras por
sí, como hoy se experimenta pues se hayan vecindades de dos
caballerías y media de tierra a cincuenta y sesenta pesos, porque en si
no tienen más valor que el que les ha dado la cultura, de la que se ha
seguido el sustento de dichos Reales de Minas y sin el cual no
pudieron haberse beneficiado sus metales, y habiendo dado a
entender que acaso haya valdíos en las cuatro leguas o ilegales títulos
en algunos poseedores, será sin responsiva de la dicha Villa, a quien
se hizo utilidad de sus cuatro leguas sin que este título pueda padecer

253
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

defectos algunos; Trate de que se sirva a su Majestad por via del mar
si la puede haber en lo que justamente posee, lo que viene, del servicio
o lo que mejor le pareciere o por las tierras que se le comprendiesen
desde el Puerto de la Villa de San Miguel hasta la cerca que lo divide
del Pueblo de Querétaro, hasta la raya del límite divisor que une esta
Villa con la de Salamanca, así mismo desde Apaseo el Alto hasta la
Estancia de Tarimoro, Cerro de Culiacán, y Cerro de Zopilillo
inclusivamente, que es lo que principalmente poseen los vecinos de
esta Villa, quedando fuera el resto de su jurisdicción, que por partes
corre veinte leguas a lo más pero que de estancias y sembradíos como
son los Valles de Huasindeo y Chochones y Pueblos de
Yuririapúndaro y Acámbaro y por las tierras incluidas en los dichos
linderos y su composición por los defectos de títulos de tierras y aguas
conforme a sus instrucciones para los plazos y los tiempos que
consintiere, la fuerza y gravámenes, circunstancias y requisitos que
fueren pedidos, sacando el primer Título general para todo lo
comprendido en dicho distrito en que le sean empleados todos y
cualesquiera efectos que tuviere facultad para que el Cabildo reparta
entre los vecinos de que se trata la cantidad que le hubiere a lo que
conforme pase y rinda para la paga de la cantidad que así apresare y
los costos que se causen en la prosecución de la causa. Y así mismo
para que pueda reservarse alguna cantidad de valdíos para propios y
rentas de la Villa, por tener solo trescientos pesos de renta y muchas
obligaciones y necesidades considerables, como son la conducción de
agua para que beban sus moradores, puentes para dos ríos caudalosos
y otras necesidades urgentes, y así mismo pueda vender los valdíos
que quedasen para ayuda de la paga y servicios que se deben hacer a
Su Majestad por obra de composición. Y este artículo contradicho por
el Regidor Pedro de Arizmendi, según consta por el auto acordado,
cuya contradicción se mando a mi, el presente Escribano, ponga a la
letra y su exclamación que es como sigue: Y asimismo puede vender
todo y cuales quiera valdío que se incluyere en dicho Distrito para el
efecto de dicha paga y habiéndose morado este artículo en la forma de
arriba, lo fue de contrario parecer el Regidor Pedro de Arizmendi, que
dijo que en tres juntas que se han hecho ante el Cavildo para
comunicar este mismo negocio, habiéndose tratado que los valdíos de
dicha jurisdicción se habían de vender, no le pareció ser conveniente,

254
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

porque estas discusiones y pleitos contra los vecinos poseedores de


dichas tierras, si no fuesen repartidas a los dichos poseedores, lo que
podía montar de más a más el valor de las demacías, porque
habiéndose de abrir la puerta y venderla por sus comodidades y acaso
por hacerle mal un vecino a otro acomodando su causa, será en daño
de lo que están poseyendo quieta y pacíficamente, y esta
contradicción la hizo y fijó por las causas referidas, y pidió que esta
contradicción por personas doctas y experimentadas, se disponga a lo
que más conviniere en utilidad de los vecinos y en vista de este dicho
Poder, pide el dicho Regidor las preeminencias y comodidades que le
pareciere ser conveniente para dicha Villa y para todos, los susodichos
le dan poder bastante por libre y generada ilustración que puede
otorgar las escrituras de obligación para la paga de dicha
composición, en la forma y con las calidades, requisitos, gravámenes,
condiciones, penas, posturas, salarios, sumisiones, remuneraciones
del fuero de esta Villa leyes y poderíos a las Justicias y demás
circunstancias que convengan, obligando los plazos en las partes y
cantidades que concertare a todos los poseedores de haciendas de esta
Villa y Distrito y a los propios y rentas de ella, con que se entienda que
ninguno de los Capitulares otorgantes quedan obligados a alguna cosa
de los usos de dichos bienes y con lo que en razón contiene este
Poder, haya todas las proposiciones de licencias, autos, informaciones
que sean necesarias y el asiento y escritura de obligaciones y se les
pida con dichas cantidades y requisitos declarados de manera que lo
hiciere todo y sentase lo demás dependiente de este Poder todo lo
traigan y aprueben y ratifiquen y esta pasase a dicha Villa y por ellos
se les de cumplido y que saque y pida los recaudos, mandamientos,
prohibiciones y demás despachos necesarios y dan el dicho Poder
cumplido y con libre y general administración para hacer todos los
autos y diligencias que judicial y extrajudicialmente convengan y sean
necesarios y facultad que sea para enjuiciar, jurar y sustituir este
Poder al cual ya sus sustitutos relavan en forma de dicho y la firmeza
de todo obligan por propios y rentas de esta dicha Villa con poderes a
los Justicieros de Su Majestad, al fue o de cualquiera lo sometan,
renunciando al suyo, domicilio y vecindario o ley como mejor pudiere
para el cumplimiento de dicho Poder lo que es decir si hubiere o que
como las apruebe, como presente pasada en cosa juzgada minuciosa

255
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

los hechos a favor y defensa de dicha Villa con general derecho y en su


nombre obligaron y firmaron siendo testigos Felipe de Santiago, Don
Juan de Espinosa y Diego Freire, vecinos de esta Villa.- Felipe de
Guerra.- Diego López Aguirre.- Cristóbal Cano y Molinillos.- Gonzalo
Tello de Sandoval.- Juan Antonio Camargo, Pedro Arizmendi
Arechichi.- Don Diego de la Cruz y Sarabia. Escribano de Cabildo.
Hago mi protesta de verdad.- Diego de la Cruz y Sarabia.- (rúbrica y
Signo).
Dos o tres días después, D. Gonzalo Tello de Sandoval, Regidor,
Alcalde Ordinario, y Procurador Mayor de la Villa de Zelaya, salía con
destino a la ciudad de México, llevando consigo, desde luego, el
extensísimo Poder expedido a su favor por el Ilustre Cabildo de la
Villa, y una carta de representación para D. Francisco Manrique,
Fiscal de su Majestad, que le fuera proporcionada por el Lic. D. Pedro
Plancarte Contreras, quien habiendo sido Abogado de la Real
Audiencia a pesar de encontrarse retirado de la Corte, aun conservaba
con él ciertos lazos de amistad.
Ya en la ciudad capital, D. Gonzalo se apersonó con D. Francisco
Manrique, para poner en sus manos la carta de que era portador, y
cuando lo hubo logrado, aquel señor, muy amable, se puso a su
disposición... ¡Bien dice el adagio, que más vale un amigo, que una
bolsa de dinero!... Una vez que D. Francisco se enteró del asunto,
aconsejó a D. Gonzalo, que por escrito le planteara a su Excelencia el
problema que confrontaba la villa, y de ser posible, le hiciera una
proposición concreta: ¡Con cuánto servirían los vecinos a su Majestad
a cambio de la composición de sus tierras!... El señor Manrique se
mostró tan caballeroso y gentil, que ofreció a Tello de Sandoval, que él
mismo gestionaría la audiencia y lo acompañaría a su entrevista con
el Virrey...
Conforme quedó asentado en el acuerdo dictado por el Virrey, D.
Gonzalo aun tenía que entenderse respecto a las condiciones, con el
Fiscal D. Francisco Manrique y con el Lic. Luis de Berrio, Asesor
Jurídico de la Real Audiencia de México, sin embargo, estando
aceptado por ambas partes el monto de la "composición", ya sólo
quedaba por discutirse en detalle la forma de pago y algunos otros
puntos de carácter legal, según se desprende de la siguiente opinión
rendida al Virrey por el citado Fiscal de su Majestad:

256
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

"Excelentísimo Señor: El Fiscal de su Magestad dice: Que como el


derecho referente se haya presente por V. E. a esta composición que
primero trató don Gonzalo Tello de Sandoval que fue por las cuatro
leguas de la jurisdicción de Zelaya y luego fuese hecho por todo el
Distrito de la Alcaldía Mayor de ella, excepto Salamanca y sus cuatro
leguas y las Haciendas de los Monjes del Pueblo de Querétaro que
están compuestas y esto en la cantidad de veinte mil pesos en dos
flotas, que fue lo más que se les pudo sacar después de tantas
instancias y tan largas conferencias, y para ajustar a forma lo dicho, le
ha remitido a Vuestra Excelencia este memorial de primer
ofrecimiento y el dicho Comisionado le ha entregado los Poderes,
siguiente Poder en que le da instrucciones y le dice lo que hay que
hacer, la primera del tres de este mes y la segunda moderando la
primera y diciéndole no exceda de diez mil pesos por Zelaya y sus
cuatro leguas para obligar a los interesados, a los propios de la Villa y
a otros dos poderes de otros Regidores de ella, por los que puede
obligar a cada uno en cantidades de un mil cien pesos; que con los de
arriba son diez y siete mil pesos, poco menos, con que solo son tres los
que faltan del cumplimiento de los veinte mil del contrato, y habiendo
sido en intento solo en las cuatro leguas, y consiguiendo por dicha
cantidad toda la Jurisdicción, que es de tanta importancia como los
mismos papeles dice; la Villa y Capitulares claro está que reconocen a
la merced que Vuestra Excelencia le pone en esta composición, que
solo con Zelaya pudo hacerse por su antiguedad, muchos servicios y
seguridad de la Tierra Adentro (Tierra Adentro se le llamaba a todo el
centro del país) con su población y conservación a que Vuestra
Excelencia ha atendido y a las muchas razones que el dicho Gonzalo
Tello de Sandoval le representó y así podrá fundar la escritura de
obligación en la confirmación que le han hecho las demás Provincias y
actas de los veinte mil pesos en dos flotas, obligándose así la Villa y
sus propios en virtud del Poder que tiene y a los Regidores en la de
dos que le otorgaron y todos interesados la cual obligación ratificarán
dentro del término que a Vuestra Excelencia pareciere conveniente y
le remitirán a la Fiscalía para que ajustada se llegue al Gobierno y en
cuanto a las condiciones favorables a la dicha Villa y su Jurisdicción
serán las de esta Junta de Hacienda, en que Vuestra Excelencia tomó
tres soluciones generales con Atlixco y Huejotzingo, insertándola a la

257
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

letra en que se le da en todo por V. E. forma conveniente y segura a la


Villa con su acostumbrado celo y piedad con que igualmente desea el
vasallo de su Magestad aumento de su Real Haber y conjuración y
alivio de sus vasallos, Vuestra Excelencia lo proveerá así o lo que fuese
su justicia que pido.- México diecinueve de julio de mil seiscientos
cuarenta y tres años.- Francisco Manrique, Fiscal de su Magestad".
Gracias a la influencia ejercida por D. Francisco Manrique, Fiscal
de Su Majestad, el diez y siete de julio de mil seiscientos cuarenta y
tres, D. Gonzalo Tello de Sandoval, Regidor, Alcalde Ordinario,
Procurador Mayor de la Villa y Apoderado de ésta sin ninguna
limitación, fue recibido en una audiencia especial por su Excelencia
Don García Sarmiento de Sotomayor, Conde de Salvatierra y Marqués
de Sobroso; después de ser presentado por el señor Manrique, Tello
de Sandoval le hizo entrega del liego que llevaba preparado,
suplicando a su Excelencia que se enterara de él... Este es su
contenido:
"Excelentísimo Señor: Don Gonzalo Tello de Sandoval, Regidor,
Alcalde Ordinario de la Villa de Zelaya, Procurador Mayor, Parezco
ante Vuestra Excelencia en su nombre, como mejor a su derecho
convenga y Digo: Que Vuestra Excelencia fue servido mandar a Don
Gabriel de Ugarte, por Juez de Medidas de Tierras y Aguas de aquella
Jurisdicción, que al presente está emprendido ejecutar su comisión.
En virtud de la misma Cédula Real que hoy se sigue ejecutando, se
han despachado, antes otros comisionados al mismo efecto, que lo
fueron Don Diego de Toledo, que causó de costas a los vecinos
interesados de mi parte, dos mil pesos, Don Juan de Soto, que causó
cerca de cuatro mil, y en conformidad de sus comisiones, midieron la
mayor parte de dichas tierras y aguas, y no resultó útil a su Majestad,
y sí en perjuicio de dichos vecinos, con el aprovechamiento de dichos
comisionados, y sobre estas costas, les sobreviene ahora las que les
está causando el dicho Don Gabriel de Ugarte, con que todos se hayan
tan desconsolados y apenados, que no habiendo librado las
esperanzas de su remedio en el celo y piedad de Vuestra Excelencia,
hubieran dejado sus casas y haciendas, porque las consideran de poco
valor, y vienen a importar dichas costas más de lo que valen, y cuando
esperaban premio por haber sus mayores a quienes han sucedido,
fundando aquella Villa a su costa, de que resultó excusar a Su

258
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Majestad, de más de quinientos mil reales y que todos los gastos en


fronteras de gobiernos, para que pudieran de aquí y de otras partes
fraccionarse las Villas de Guanajuato, San Luis Potosí y Zacatecas, y
no se podía ni pudo conseguirse este efecto, hasta que lo hubo la dicha
fundación, se hayan cada día más pobre y gastados con semejantes
costas y sin embargo, por cumplir con Vuestra Excelencia lo que en
esta parte desea y redimir su vegetación y con la esperanza cierta de
que su buen pasaje por premio de tan conocidos servicios, hago a la
Real Corona ofrecimiento por parte de todos los interesados que
tienen hacienda dentro de sus cuatro leguas, cuatro mil pesos, para
efectos de la Real Cédula por Vía de Composición, para que dichas
medidas cesen de aquí en adelante y tráiganse las escrituras y
recaudos que convengan, pagados en dos flotas por mitad y con las
condiciones y calidades de las demás composiciones que hasta aquí se
han hecho, y es lo más que puedo ofrecer, según el estado con que se
hayan y el poco valor de Haciendas de riego y Estancias
comprendidas en dichas cuatro leguas.- Por tanto, a Vuestra
Excelencia suplico se sirva con atención a lo referido, a su justificado
celo y piedad, admitir la dicha cantidad que ofrezco en nombre de mi
parte por todo el territorio de dichas cuatro leguas, proveyendo en lo
demás como queda referido, con asiento y punto fijo para la escritura
y se despachen mandamientos cual convenga para que el dicho Juez
se vuelva, que cesen las costas que sobre lo referido se les están
causando proveyendo así mismo del remedio que convengan para que
los Jueces comisionados, que antecedieron al dicho Gabriel Ugarte,
vuelvan a mi parte las costas y salarios que se les causaron por las
medidas que hicieron, pues no se pasó por ellas y que de su parte
recibiría un gran bien y miro con justicia y pido lo necesario.- D.
Gonzalo Tello.
Según se desprende del acuerdo dictado por su Excelencia Don
García Sarmiento de Sotomayor, Conde de Salvatierra el cual se
encuentra asentado en el mismo pliego que contiene el ofrecimiento
transcrito, en esa única entrevista quedó resuelto definitivamente el
asunto que tanto había preocupado al vecindario de la Villa de Zelaya;
después del inevitable "estira y afloja", que hubo entre el citado Virrey
y el Regidor D. Gonzalo Tello, en presencia del señor Fiscal de su
Majestad, D. Francisco Manrique, el primero haciendo ver la

259
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

necesidad cada día más apremiante de formar a la mayor brevedad la


Armada de Barlovento, para proteger las flotas que hacían el tráfico
marítimo entre la Nueva España y la Península Ibérica, y librar los
mares y costas de corsarios, piratas y bucaneros, y el segundo,
atrincherado en la pobreza de los vecinos, las exacciones sufridas por
éstos por parte de jueces atrabiliarios, y en que dichos vecinos bien
merecían un premio por el servicio que hicieron a la Real Corona
fundando a su costa la dicha villa, comprando de su peculio la
Estancia del Río para su fundo legal, o sea las tierras en que se asentó
y aquellas que se les dieron a título de merced, que si ahora tenían un
valor era porque ellos se lo dieron haciéndolas producir, ya que antes
sólo eran montes plagados de chichimecas. Tras de mucho discutir, el
señor Virrey propuso que por veinte mil pesos, se haría la
composición no sólo de las cuatro leguas de jurisdicción de la villa,
sino por todo el territorio de su Alcaldía Mayor, que por la banda del
sur llegaba hasta veinte leguas, quedando en ella comprendidos los
Valles de Guatzindeo y de Chochones; la intervención en este asunto
de D. Francisco Manrique fue decisiva, ya que habiendo aceptado
Tello de Sandoval aquella proposición, él mismo quedó de fiador por
los veinte mil pesos. El acuerdo dictado por el Virrey, se encuentra
asentado en el mismo pliego presentado por Tello de Sandoval, y dice
así:
"México, Julio diez y siete de mil seiscientos y cuarenta y tres
años.- Admítase esta composición en veinte mil pesos, con que se ha
concertado el contenido presente el Señor Fiscal, menos las
Haciendas de los Monjes del Pueblo de Querétaro, que cayesen en la
jurisdicción de Zelaya, y lo demás que pretendiesen poner por
condiciones, que se les vea al señor Fiscal y al Señor Licenciado Don
Luis de Verrio, para que tomeis parecer, con lo que se les despache
mandamiento para que pagadas las costas después se vuelvan.- S. E.
(rubricado)".
Dos días después, el 19 de julio, D. Francisco Manrique, en su
carácter de Fiscal de su Majestad, emitía su opinión, que no podía ser
más favorable para la Villa de Zelaya, según se desprende del
siguiente párrafo con que finaliza:
"...La Villa y Capitulares de ella, claro está que reconocer a la
merced que Vuestra Excelencia le pone a esta composición, que sólo

260
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

con Zelaya pudo hacerse, por su antigüedad, muchos servicios y


seguridad de la "Tierra Adentro" con su población y conservación a
que Vuestra Excelencia ha atendido y a las muchas razones que el
dicho Gonzalo Tello de Sandoval le representó, y así podrá fundar la
escritura de obligación, en la confirmación que le han hecho las
demás provincias y actas de los veinte mil pesos en dos flotas,
obligándose así la Villa y sus propios en virtud del Poder que tiene y a
los Regidores en la de dos que le otorgaron y todos interesados, la
cual obligación ratificarán dentro del término que a Vuestra
Excelencia pareciere conveniente, y la remitirán a la Fiscalía, para que
ajustada se lleve al Gobierno. Y en cuanto a las condiciones favorables
a la dicha Villa y su jurisdicción, serán las de esta Junta de Hacienda,
en que Vuestra Excelencia tomó tres soluciones generales con Atlixco
y Huejotzingo, insertándola a la letra en que se le de en todo por V. E.
forma conveniente y segura a la Villa con su acostumbrado celo y
piedad, con que igualmente desea el vasallo de su Majestad aumento
de su Real haber y conjuración y alivio de sus vasallos. Vuestra
Excelencia lo proveerá así o lo que fuere su justicia que pido.- México
diecinueve de julio de mil seiscientos cuarenta y tres años".
La intervención en este asunto de D. Francisco Manrique, Fiscal
de su Majestad, debe haber sido muy decisiva, ya que ese mismo día
se llegó a un acuerdo definitivo, porque por ambas partes se había
aceptado que no había tiempo que perder en prolongados e inútiles
regateos, debido a que por ambas partes la situación era muy
apremiante, ya que al Gobierno Virreinal de la Nueva España, le urgía
terminar la fortificación de los Puertos de Veracruz y Campeche, a fin
de dejarlos aptos para poder resistir cualquier ataque de los piratas y
bucaneros que infestaban el Mar Caribe y el Golfo de México, y que
apenas hacía poco más de un mes, el 5 de junio de ese mismo año, el
llamado "Pié de Palo" había causado depredaciones en Campeche,
mientras que en los litorales de la Florida, Pier Hein acababa de
capturar toda una flota de treinta naos y cinco galones que
comandaba D. Juan de Benavides y Baján; otra flota procedente de
Veracruz, había sido asaltada frente al Puerto de Vigo y los ingleses
mantenían en su poder la Isla de Tris (Términos) y el territorio
llamado por ellos "Belice"; la defensa de España era débil y en general
tardía debido a las pésimas circunstancias por las cuales atravesaba

261
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

su "Armada de Barlovento" y las malas condiciones en que se


encontraban las fortificaciones que se habían construido en la Nueva
España, por cuyas razones era inaplazable reforzar a una y a otras.
Por su parte, a la Villa de Zelaya también le urgía que su precaria
situación quedara resuelta en definitiva, ya que sus vecinos llevaban
hasta entonces erogados más de seis mil pesos en gasto y costas que
habían causado los Jueces de Medidas de Tierras y Aguas, D. Diego de
Toledo y D. Juan de Soto, teniendo todavía por delante la cuenta que
iba a originar D. Gabriel de Ugarte, recientemente comisionado por el
Virrey, sin que se hubiera llegado a la menor solución, ya que a los
citados individuos lo único que les interesaba era vivir bien y comer
opíparamente ellos y sus numerosos ayudantes, a expensas de los
sufridos vecinos de la villa.
Por lo que respecta a la opinión emitida por el señor Lic. D. Luis
de Berrio, ésta se encuentra hecha en los siguientes términos:
"El Mariscal V.- Excelentísimo Señor: Siendo Vuestra Excelencia
servido, hará mandar se haga la obligación de esta composición como
lo dice el Señor Fiscal, con las condiciones generales en que están
resueltas y dí por parecer con las Provincias de Atlixco y Huejotzingo
que se insertará en ella. México julio veintiuno de mil y seiscientos
cuarenta y tres años".
En cuanto al señor Virrey, Conde de Salvatierra, hubo conocido
las opiniones transcritas, tuvo a bien ordenar que se formulase la
escritura de obligaciones, la cual, leída que fue al Apoderado General
de la villa, D. Gonzalo Tello de Sandoval, y firmada por éste, fue
sancionada con el siguiente Decreto: "México, dos de agosto de mil
seiscientos cuarenta y tres años. Apruébase esta escritura en su
totalidad y conforme a lo asentado en la Real Solución General, se
despache a esta parte Título inmediato de esta composición.- El
Conde de Salvatierra".
El Título a que se hace referencia, se encuentra contenido en esta
Real Provisión:
Don Phelipe, por la gracia de Dios Rey de Castilla, de León, de
Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalem, de Portugal, de Navarra, de
Granada, de Toledo, de Valencia, de Mayorca, de Sevilla, de Cerdeña,
de Córdova, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Albarves, de
Algecira, de Gibraltar, de las Islas Canarias, de las Indias Orientales y

262
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Occidentales, Islas y tierra firme del Mar Oceano, Archiduque de


Austria, Duque de Borgoña, de Bravante, de Milán, Conde de
Hamburgo, Tirol y Barcelona; Señor de Vizcaya, de Molina &.- Conde
de Salvatierra, Mi Virrey Gobernador y Capitán General de la Nueva
España.- Por cuanto y atendiendo al servicio que se me hace por la
dicha Villa de Zelaya, vecinos de ella y Jurisdicción de la Alcaldía
Mayor, con acuerdo del dicho mi Virrey, he tenido por bien aprobar y
confirmar como por el presente apruebo y confirmo, la dicha
composición y contrato en su virtud aprobado como en él se contiene
y hago a los vecinos y labradores de la dicha Villa de Zelaya y
Jurisdicción de su Alcaldía Mayor y a cada una de todas las tierras de
labor de riego y de temporal, sitios de estancia de ganado mayores y
menores, abrevaderos, molinos, batanes, jagüeyes, ranchos, astilleros,
puertos, jacales, solares de casa y todas las demás suertes de tierras y
haciendas que tienen y poseen para las cuales quiera efectos y usos en
que las han ocupado y ocupan, asimismo, de las aguas en cuyo uso y
posesión se hayan en el ministerio a que se aplican, en la forma, con
las calidades y condiciones que se asentasen las composiciones de la
Provincia de Huejotzingo y Valle de Atlixco, que se toma por
resolución para las demás y suplo y dispenso todos y cualquiera
defectos y faltas que padecieren los Títulos y Recaudos en cuya virtud
se están poseyendo y a los que no los hubieren, les doy y concedo
Título legítimo cual convenga mediante esta merced para ellos y
descendientes y los que en cualquiera manera se vendieren en su
derecho, sin perjuicio de terceros y mando que de la posesión actual
en que están y la que de nuevo se diere en virtud de esta mi Carta o su
traslado autorizado, estando ante todas las cosas haber satisfecho con
Mi Real Caja los dichos veinte mil peso, no sean despojados sin ser
oidos, y por fuero y hechos vencidos ante Juez competente, y para
Título de esta Merced que les concedo, en mi voluntad que baste un
tanto autorizado de ella, que se dará a cada uno de los interesados al
tiempo que tomase nueva posesión en su virtud, que ha de ser como
va referido, cuando todos y cada uno de ellos haya pagado lo que les
hubiere en el repartimiento y hasta que se hiciere de dichos veinte mil
pesos, de que ha de constar por satisfacción de los Oficiales de mi
Real Hacienda, y habiéndose tomado razón de este despacho por el
Contador de los efectos de mi Real Armada de Barlovento, se asentará

263
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

en los Libros de Cavildo de la dicha Villa de Zelaya. Se incluye alguna


hacienda que posean las Religiones es para ellas esta gracia y merced,
sin perjuicio del derecho que para mi Real Fisco se pretende en el
pleito que está pendiente sobre si en aquel Reyno pueden tener
haciendas o no, por lo que se ha de estar por lo que se determinare,
respecto de que estas composiciones que admito y permito que se
hagan solamente con las personas capaces de tener haciendas y
declaro haberse cumplido con lo que perteneció por esta gracia y
merced al derecho de la Media Annata y mando al Alcalde Mayor que
al presente es en la dicha Villa de Zelaya y a los que adelante fueren y
a las demás Justicias y Jueces ante quien se presentase esta mi carta y
se pidiese su cumplimiento, observe y ejecute su tenor con toda
precisión y puntualidad, sin ir ni permitir cosa en contrario.- Yo el
Rey.- Dada en la Ciudad de México, a ocho de agosto de mil
seiscientos cuarenta y tres años.- Yo, Luis de Tovar Godínez,
Escribano Mayor y de Guerra de esta Nueva España, por el Rey
Nuestro Señor, la hice escribir por su mandado su Virrey y en su
nombre".
Después de que D. Gonzalo Tello de Sandoval hubo ingresado en
las Cajas Reales los quinientos pesos que se le "regularon" como
pertenecientes al Real derecho de la Media Annata, con la
certificación que le fuera expedida por el Lic. D. Andrés Pardo del
Lago, ya pudo recoger la Real Provisión, transcrita anteriormente,
regresando a la Villa de Zelaya, satisfecho de haber cumplido la
comisión conferida. En la Villa de Zelaya, se le recibió con muestras
de agradecimiento, tanto por parte de las autoridades, como del
vecindario en general, ya que a pesar del enorme esfuerzo que todos
tendrían que realizar para el pago de la deuda contraída, bien se
comprendía que con la "composición" de tierras y aguas que se había
verificado, ya podrían dedicarse a trabajar libremente, sin la zozobra y
constante amenaza de los Jueces de Medias, que sólo buscaban el
medro personal.
El día 20 de agosto se verificó la solemnísima sesión en que sería
presentada ante el Ilustre Cabildo la Real Provisión obtenida a costa
de tantos sacrificios, siendo del tenor siguiente el acta que con tal
motivo se levantó:

264
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

"En la Villa de Zelaya en veinte días del mes de agosto de mil


seiscientos cuarenta y tres años, estando la Justicia, Cavildo y
Regimiento en su Sala de Ayuntamiento, según lo tienen de uso y
costumbre, especialmente el Mariscal de Campo Don Lope de
Monsalve y Armendáriz, Caballero de la Orden de Santiago, Alcalde
Mayor de esta Villa; Depositario General José Cano y Molinillos; los
Regidores Felipe Igarte y Pedro de Arizmendi, el Regidor Gonzalo
Tello de Sandoval, Alcalde Ordinario y Procurador de esta villa y
Comisionado nombrado por ella para la composición de tierras y
aguas de esta Villa y su jurisdicción, presentó la Real Provisión de
estas otras fojas, en que por ella Su Majestad le ha servido de las
tierras, aguas y demás cosas que poseen sus vecinos, por los veinte
mil pesos de su composición en lo general. Yo, el presente Escribano,
Ley de Verbo ad Verbo como en ella ase y habiéndolo oído y
entendido el Cavildo Justicia y Regimiento, la obedecieron con el
respeto debido, dijeron y pusieron sobre sus cabezas destocadas como
Carta y Provisión de su Rey Natural que se guarde y cumpla lo en ella
contenido y acordaron se asiente en el Libro de Cavildo de
Provisiones y Mandamientos y todos lo firmaron.- Don Lope de
Monsalve y Armendáriz.- José Cano y Molinillos.- Gonzalo Tello de
Sandoval.- Felipe de Ugarte.- Pablo de Arizmendi.- Ante mi= don
Diego de la Cruz y Sarabia, Escribano Público y de Cabildo".
Terminado el acto de presentación de la Real Provisión, el Ilustre
Cabildo acordó continuar en Sesión Ordinaria, y a propuesta de su
Señoría el Mariscal de Campo Don Lope de Monsalve y Armendariz,
Alcalde Mayor, se puso a votación el nombramiento de Juez Privativo,
de Cobranza, resultando electo, como era de esperarse, el Regidor,
Alcalde Ordinario y Procurador Mayor, D. Gonzalo Tello de Sandoval,
y "prosiguiendo las diligencias de esta causa", el Ilustre Cabildo dijo,
que mandaba y mandó, que por Bando se publique y en voz del
Pregonero se haga saber a los vecinos de la Villa, de su jurisdicción y
los de la Jurisdicción de su Alcaldía Mayor, la obligación que tienen
de manifestar, en el término de tres meses, bajo juramento en toda
forma de derecho, por Dios Nuestro Señor y la Señal de la Santa Cruz,
sus estancias, haciendas, ranchos, solares y labores; jagueyes,
batanes, molinos y en general cualquier posesión de tierras y aguas
que tengan en uso y propiedad, con indicación de medidas, linderos,

265
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

usos y en general todo aquello que sea necesario para poderse


calificar, y cuantos datos les sean requeridos por el Juez Privativo de
Cobranza, quien señalará el monto de su adeudo, que deberán
liquidar en el término de dos flotas, o sea el primer abono en el mes
de diciembre de 1643 y el segundo, también en diciembre de 1644. La
publicación se hizo el tres de septiembre y para el día siguiente, lunes
cuatro, se presentaba esta:

MANIFESTACIÓN:

Cristóbal Pérez, Vecino de esta Villa de Zelaya, digo que a mi noticia


se venido que por usted está mandado por auto que todos los vecinos
y labradores que tuviesen tierras y solares, lo manifiesten debajo de
Juramento y por cumplir en dicho auto por lo que me toca, declaro las
tierras y solares que poseo que son las siguientes, para componerme
con Su Majestad: Tres Caballerías de Tierras de que hizo merced el
Cavildo de esta Villa, que linda con Domingo de Aguirre, difunto, con
más de un solar que tengo enfrente de las casas de mi morada en esta
dicha Villa, de que también me hizo merced, más un solar en que
tengo las dichas casas de mi morada que compré a Juan González,
difunto, que lo hubo de Juan de Campo, difunto, vecinos que fueron
de esta Villa por merced que la dicha Villa, les hizo; más tres
Caballerías que compré a Jerónimo de Rojas, vecino de esta Villa, que
lindan con tierras de Beatriz Ramos, difunta, que poseé hoy el Lic. Gil
Ramírez; Mas estoy poseyendo tres caballerías que están entre los dos
ríos de esta Villa, en término donde se junta el río de Apaseo con el de
San Miguel, río arriba, las cuales son salitrosas y anegadizas, que no
sirven sino para pastos de ganados y siempre las he tenido por
realengas, por no parecer el dueño de ellas desde que las poseo y para
que conste de todo lo susodicho, suplico se tenga por manifiesto para
la dicha composición, y juro a Dios y a la Cruz en forma de derecho,
ser cierta y verdadera esta mi relación, sin encubrir cosa alguna (estas
corresponden a las tierras de los ejidos según el mapa) y pido
justicia.- Cristóbal Pérez".
Ya haya sido por mera curiosidad de D. Gonzalo Tello de
Sandoval, Juez Privativo de Cobranza o porque se imaginó que
después de algo más de trescientos años se iba a despertar la nuestra,

266
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

el caso es que, para no dejar trunca la historia de cómo se


"compusieron" con su Majestad Felipe IV, los vecinos dela Villa de
Zelaya, allá por los años 1643-1644, dejó agregados a este expediente,
los "Autos", la calificación y cuantificación de todas las
manifestaciones presentadas dentro del plazo señalado, que debieron
ser absolutamente los de todos los propietarios de predios rústicos y
urbanos de la Villa de Zelaya, la jurisdicción de ésta, (cuatro leguas a
la redonda) y los de la jurisdicción de su Alcaldía Mayor, que por el
sur se extendía más de veinte leguas, abarcando los pueblos de
Acámbaro y Yuririapúndaro y los Valles de Guatzindeo y de
Chochones, (hoy de la jurisdicción de Salvatierra), y tal parece que el
destino quiso que nada faltara de lo relativo a dicha "composición",
para que no quedara ignorado por nosotros, y consecuentemente, por
las actuales generaciones, y hasta nos parece cosa de milagro, que
ciento treinta y dos años después de que D. Cristóbal Pérez liquido sus
cuentas con el Rey, un Escribano Público, asentó en el citado
expediente, que quedó formado con motivo de la Composición de
Tierras y Aguas de la Villa de Zelaya, su Jurisdicción y la
jurisdicción de su Alcaldía Mayor, la siguiente:

RAZÓN:

"Celaya, 6 de marzo de 1775. Este día, ante mi el Escribano, y en el


Registro de Instrucción de este Oficio de Cabildo a mi cargo, Salvador
Simón Pérez, como descendiente legítimo de Cristóbal Pérez, su
bisabuelo, vendió un pedazo de tierra de las nueve Caballerías que
aquí se contienen, y para que conste, expongo esta razón.- Coronado
(Rúbrica)".
Con la citada "Razón", quedó agregada al expediente, la
Constancia de Paga, que se le expidió a Cristóbal Pérez, el 19 de enero
de 1644, suscrita por D. Gonzalo Tello de Sandoval, ante el Escribano
Público y de Cabildo, D. Diego de la Cruz y Sarabia.
Con referencia a la manifestación presentada por D. Cristóbal
Pérez, el lunes 4 de septiembre de 1643, el "Auto" dictado por el Juez
Privativo de Cobranza, fue el siguiente:

267
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

"El dicho Juez la hubo por presentada y mandó se ponga por los
Autos y lo firmó. Gonzalo Tello de Sandoval.- Diego de la Cruz y
Sarabia, Escribano Público:

AUTO:

"En la Villa de Zelaya, el diez de diciembre de mil seiscientos cuarenta


y tres años, Yo, Alfonso de Zurita, Contador Nombrado para hacer el
repartimiento de los veinte mil pesos en que ésta y toda su
Jurisdicción se compusieron con Su Majestad con todo y salario,
habiéndose visto los aprecios de las tierras y aguas, sitios de estancia
de ganados mayores y menores, solares, molinos y otras Haciendas
Ricas de esta Villa y su Jurisdicción, parece montar tres mil ciento
cinco pesos, y lo que se han de pagar efectivos, dos mil setecientos
noventa y siete pesos (que monta) todas las costas causadas hasta hoy
y para que Su Majestad sea pagado con los veinte mil pesos que se le
sirven —siete mil seiscientos noventa y siete, todo lo que montan las
costas tomadas hasta hoy, según la memoria que en esta razón tengo
hecha, que a los $316,500.00 (trescientos diez y seis mil quinientos
pesos) han de repartir y caben a ochenta la millar y al ocho por ciento,
pormenor que se ajustan veinticuatro mil ochocientos cuarenta
pesos, a razón de ocho por ciento lo apreciado, que junto con los
efectivos ajustan toda la cantidad enteramente y por Auto de los
Señores Diputados para este repartimiento se manda que hasta
primer pago se cobren las costas causadas para pagarlas a quien se
deben para que repartiéndose 50% para esta primera paga, a lo
apreciado la ajustarán los diez mil pesos de ella y las costas, pagando
así mismo luego lo efectivo los que deben conforme a lo cual lo
apreciado de esta Villa de Selaya, monta ciento un mil trescientos
sesenta y cinco pesos, le cabe de repartimiento, ocho mil ciento nueve
pesos, que repartidos, a la dicha razón de ocho por ciento, le cabe a
cada uno lo siguiente:

LA VILLA DE ZELAYA.

A Cristóbal Pérez, montó su aprecio seiscientos sesenta pesos,


cabiánle cincuenta y dos pesos seis centavos dos tomines y ocho

268
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

gramos. Debe a la primera paga: treinta y tres pesos, y a la segunda,


diez y seis pesos seis centavos dos tomines y ocho gramos.

CONSTANCIA DE PAGA.

El diez y nueve de enero de mil seiscientos cuarenta y cuatro,


Cristóbal Pérez, vecino de esta Villa, pagó cinco mil trescientos cinco
reales, los veintiocho pesos siete tomines en reales me entregó, y
veinticuatro (reales) de una parte de pago del Regidor Pedro
Arizmendi, para la paga de los salarios de D. Gabriel de Ugarte, lo que
a la dicha cantidad le cupo y se partió de primera y segunda paga.-
Gonzalo Tello de Sandoval. Ante mi: D. Diego de la Cruz y Sarabia.
Escribano Público.
NOTAS ACLARATORIAS.

1. Por si a alguna persona curiosa se le ocurriese hacer cuentas, a


continuación le proporcionamos las siguientes equivalencias
aproximadas:

Estancia para Ganado Mayor: 1750 Hectáreas.


Estancia para Ganado Menor: 775 Hectáreas.
Una Caballería: 40 Hectáreas.
Una Suerte: 1 Hectárea.
Un Peso: 8 Reales, 16 medios,
treinta y dos cuar-
tillas, 64 tlacos, 128
tomines.

2. Para apreciar el valor intrínseco de las cosas durante el Siglo


XVII, según avalúo practicado a una hacienda ganadera, una res, de
dos años para arriba, no un novillo, que carecía de valor, costaba
$4.50, ahora eso cuesta un cuarto de kilo de retazo con hueso, más
hueso que retazo; un toro de lidia, valía seis pesos. Según un Arancel
del Pan, que tenemos a la vista, la tasa media, era la siguiente:
Valiendo la carga de harina $8.00, los panaderos que la beneficien
deben dar por medio real: 20 onzas de pan cocido, equivalentes a 560
gramos.

269
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XX

UN DOCUMENTO
DE EXTRAORDINARIO INTERÉS

NUESTRO dilecto amigo, el señor D. Vicente Ruiz Arias, distinguido


salvaterrense, tan afecto como nosotros a la investigación de la
Historia, no hace mucho tiempo, atendiendo a nuestro ruego, tuvo la
gentileza de proporcionarnos una copia de un documento inédito,
localizado por él en el Archivo General de la Nación que reservaba
para ser publicado en el cuarto tomo de una obra que tiene en
preparación, intitulada Historia de la Provincia de Santa Fe de
Guanajuato, cediéndonos amablemente la prioridad de su
publicación, tomando en cuenta que para nosotros por ahora encierra
una importancia excepcional, por encontrarnos empeñados en
precisas con documentos la Historia de Celaya, aprovechando para
ello el maravilloso acervo documental que a costa de mucho trabajo,
penalidades y crecidos gastos, hemos logrado reunir en México y en el
extranjero.
Antes de dar a conocer ese documento que transcribiremos en su
totalidad, debemos explicar la razón por la que hemos numerado cada
uno de sus párrafos, que no es otra que la de evitar tener que
repetirlos cuando tratemos de comentar específicamente cada uno de
ellos, porque así será suficiente con citar el numero con que queden
clasificados. Así, pues, empezaremos por insertar su título:
1. Relación de Méritos y Privilegios de la Ciudad de Celaya, que
se presentó con motivo del intento que se eligiera un nuevo Obispado
en la mencionada ciudad.
2. "La Muy Noble y Leal Ciudad de la Purísima Concepción de
Celaya en América, sugeta a la intendencia y provincia de Guanajuato,
se haya situado en la latitud de 20 grados y 50 minutos en 265 grados
40 minutos de longitud".
3. "Con facultad del Excelentísimo Señor Don Martín Enríquez,
gobernando esta Nueva España, se erigió en Villa a 12 de octubre de
1570".

270
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

4. "Fueron cuarenta sus primeros pobladores, conquistadores y


fundadores, cuyos nombres y empleos de policía que obtuvieron, se
expresan en la manera siguiente: Domingo de Silva- Juan Freire-
Antonio Martínez de Contreras- Francisco Ramírez- Miguel Juan de
Santillán- Diego Pérez Lemus- Domingo Martín y Lope García,
quienes fueron los primeros Alcaldes Ordinarios, Alférez Real,
Alguacil Mayor y Regidores.- Pedro Hernández de los Reyes, Vasco
Domínguez, Cristóbal Benítez, Gonzalo Díaz, Juan Núñez de Jerez,
Pedro Uribe, Francisco Ramírez Vivis, Juan Gallegos, Francisco
Ramos, Cristóbal de Estrada, Domingo Santos, Melchor López
Pallares, Gonzalo George, Sebastián de Arriola, Juan Salazar,
Bernardino Guerra, Martín Hernández, Miguel Muñiz, Miguel
Sánchez Izquierdo, Pedro del Olmo, Diego Juárez, Martín de Ortega,
Martín Alonso, Alonso Muñoz, Pedro Sánchez de Alcalá, Juan de
Quintanilla, Luis Hernández, Rodrigo de Soto, Diego Landín,
Francisco Hernández Molinillos, Francisco Vallejo y Juan de la Cruz
Sarabia".
5. "En 20 de Octubre de 1655 se erigió en Ciudad, previas las
diligencias del caso, según Auto proveído por el señor Lic. D. Antonio
de Lara y Mogrovejo, del Consejo de su Majestad, su Alcalde de Corte
y Cancillería en la Real Audiencia de esta Nueva España, como Juez
particular en virtud de Reales Cédulas, comisión y nombramiento del
Excelentísimo Virrey Dn. Francisco Fernández de la Cueva, Duque de
Alburquerque, tratando del beneficio de real Donativo y otros medios
de aumento de la real Hacienda para el socorro de las necesidades de
ella y ocurrir a los graves gastos que se tenían entonces dimanados de
la Guerra con que los enemigos de la Monarquía turbaban la paz
universal.- Concedióse a ésta el título de tal, mediante el servicio que
hizo a Su Majestad dedos mil pesos con los expresados objetos y con
atención a su antigüedad en Villa, dándosele la denominación de Muy
Noble y Leal Ciudad de la Purísima Concepción de Celaya, con todos
aquellos honores, preeminencias dentro y fuera del Cabildo, como
especialmente los tiene y goza la de la Puebla de los Ángeles, cuyo
exemplar debe seguir y guardar esta de Celaya".
6. "Con fecha en México a 7 de diciembre del año de 1668 se le
expidió el Real Título por el Excelentísimo Señor Marqués de

271
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Mancera, previa la satisfacción de la cantidad ofrecida y de la que


importó el real Derecho de la Media Annata".
7. "El Blasón de Armas señalado a la Ciudad, es un Escudo y en lo
alto de él, una Imagen de la Limpia y Pura Concepción de Nuestra
Señora, en campo azul; al lado diestro, una cifra que dice: Felipe
Quarto, coronada de oro, en memoria de haberse conseguido la
Honra y Título de Ciudad en tiempo de su Reynado; en el siniestro,
una cueva por haberse obtenido dicho Título gobernando esta Nueva
España el ya citado Excelentísimo Señor Dn. Francisco Fernández de
la Cueva, Duque de Alburquerque; más abajo un árbol de mezquite
en campo de plata, por haberse hecho a su sombra el primer cabildo
de la fundación en villa, y alrededor quarenta cuerpos y medios
cuerpos para que permanezca la memoria de sus quarenta primeros
fundadores y principales pobladores con sus nombres; en lo bajo de
dichas armas, dos brazos desnudos rindiendo dos arcos, en Campo
Rojo, en señal de vencimiento en guerra viva que por espacio de más
de quarenta años, mantuvieron los mismos pobladores con las
naciones guachichiles y guamares. Yndios belicosos y del mayor valor,
que poseyan estos Países, con una letra que dice: De Forti Dulceco; y
en la orla del Escudo cinco manojos de flechas, por ser las armas que
usaban dichas naciones.
8. "Por Real Cédula de Su Majestad expedida en San Lorenzo a
primero de noviembre de 1796, firmada de la Real Mano y
Refrendada de Don Francisco Cerda, Secretario de Su Majestad, se
dignó confirmar y aprobar el Título que va dicho de esta Ciudad
librado en 7 de diciembre de 1668 por el Excmo. Señor Virrey
Marqués de Mancera".
9. "Todo lo qual así resulta y parece de los documentos que al
intento he reconocido y existen en el Archivo del Ylustre Cabildo que
son a mi cargo y de su orden, para que conste donde convenga, doy la
presente en esta Ciudad de la Purísima Concepción de Celaya a 15 de
octubre de 1803 siendo testigos Dn. Vicente Carmona y Dn. Luis
Malagón.- Francisco Lizalde. Escribano Real, Público y de Cabildo y
Guerra".
Este documento, que usted puede ver en reproducción fotostática,
es copia del original que obra en el Archivo General de la Nación, en

272
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

el Ramo de Clero Regular y Secular, Volumen 189, Expediente 8, fojas


291 a la 295 vuelta.
Una vez que hemos dado a conocer el contenido de este
documento, sería lógico que hubieran quién nos preguntara: ¿Y cuál
es la relación que puede haber entre un fallido intento de conseguir
que se estableciera en la ciudad de Celaya un nuevo Obispado, con el
también fallido intento de plantar un retoño del Árbol de Guernica en
esta ciudad?... Desde luego, habrá que reconocer que el Árbol de
Guernica es histórico y simbólico en las Provincias Vascongadas,
mientras el establecimiento de un Obispado en la ciudad de Celaya,
también les importa un bledo a los oriundos de Vizcaya... pero no es
éste el caso, porque lo muy importante que encierra el documento, se
encuentra en el relato que contiene y al que moros y cristianos
tendrán que darle crédito, porque es un testimonio con todas las de la
ley, sacados por Escribano Real, Público y de Cabildo y Guerra, con
testigos de asistencia y debidamente certificado por la Autoridad
Municipal correspondiente, habiéndose obtenido teniendo a la vista la
documentación que entonces obraba en el Archivo del Ilustre Cabildo,
lo que ahora resultaría imposible, por no existir ya dicho Archivo, ya
sea por lo que muchas veces se ha dicho: que un guerrillero apellidado
Almanza lo destruyó en una de tantas asonadas, o porque cumpliendo
con órdenes gubernamentales, dicho archivo se concentró a alguna
parte que ahora se ignora, como también se ha dicho tratando de
justificar su pérdida, o simplemente, como también se rumora, que
creyéndolo inútil, alguna administración municipal ordenó que fuera
incinerado, pero como ese acto se efectuó en la forma legal
acostumbrada, los empleados inferiores lo vendieron como papel de
desperdicio, cuando el Archivo Histórico de la Ciudad de Celaya se
convirtió en estorbo para la edificación del nuevo Palacio Municipal,
casos y cosas a las cuales se les puede conceder un interés relativo, si
se compara con el gran valor que puede y debe concederse a este
documento que a falta de otro instrumento de prueba, resulta
legalmente fehaciente, porque fue formulado por un Escribano
autorizado, con la intervención de testigos a quienes les constó se
tuvieron a la vista los libros y papeles del antiguo Cabildo, siendo así
un testimonio fiel y verdadero de los méritos y privilegios de la ciudad
de Celaya, expedido por orden del propio Cabildo, "para que conste

273
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

donde así convenga", con el que ahora se prueba y comprueban los


puntos fundamentales de la Historia de esta ciudad que por error o
por malicia han sido desvirtuados. Con lo anterior, damos por
comentado el título de Relación de Méritos y Privilegios de la Ciudad
de Celaya que dieron nuestros antepasados a esta preciosa
información, que si bien es cierto que contiene algunos errores, éstos
son de aquellos fáciles de corregir, porque no existen intereses de por
medio que ameriten su defensa con necias y enconadas polémicas, ya
que sólo se trata de aclarar que sólo fueron treinta y no quarenta los
principales pobladores", porque eso de "principales" ya lleva jiribilla,
y que entre los "fundadores", se omite el nombre de uno, quizá el más
importante, D. Alonso Gutiérrez García, Escribano de su Majestad,
que con dicho carácter tuvo que consignar en sendas actas los dos
hechos más importantes, el resultado de la elección del primer
Ayuntamiento y el de la declaratoria de fundación hecha por éste una
vez que se constituyó en Cabildo, así como rectificar lo asentado en la
descripción del Escudo de Armas asignado a la ciudad, pues si fue el
Marqués de Mancera quien le dio este título el 7 de diciembre de
1668, n tienen por qué figurar allí las siglas de Felipe IV, que ya había
muerto, dándole su verdadero significado a la "cueva", que fue en
memoria de Juan de Cueva, Secretario de la Gobernación, por quien
se dio a la villa el nombre de Zelaya, por ser él natural de Zalaya en la
Provincia de Vizcaya.
En el punto número dos, se asienta que la Muy Noble y Leal
Ciudad de la Purísima Concepción de Celaya, sujeta a la Intendencia y
Provincia de Guanajuato, se haya situada en la latitud de 20º y 50" y
en 265º 40' de longitud, situación geográfica que a la fecha ha variado
bastante, no precisamente porque Celaya haya cambiado su
ubicación, sino porque el cálculo ahora se practica con relación al
Meridiano de Greenwich, siendo ésta su situación: 20º 31' 26" N y
100º 48' y 31" W.
En el siguiente punto, que es el número 3, asienta que con
facultad del Excmo. Sr. D. Martín Enríquez, Virrey de la Nueva
España, la hoy ciudad de Celaya se erigió en villa, a 12 de octubre de
1570, bajo el nombre de Villa de Nuestra Señora de la Concepción de
Zelaya. Este punto es el que sin fundamento ni razón alguna el Clero
Regular ha tratado de desvirtuar, dando al verbo erigir el significado

274
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

de fundar que no tuvo en la antigüedad, cuando sólo significaba


levantar, por ejemplo, un palacio, una casa, un monumento, o sea
"levantar" físicamente una cosa, o bien elevar, dar cierta personalidad
con aumento de categoría, por ejemplo a un pueblo, a una persona,
etc., así tenemos que en el mismo documento, que es el que venimos
comentando, se dice indistintamente: "Celaya se erigió en villa, a 12
de octubre de 1570, por medio del permiso o mandamiento de
fundación expedido en esa fecha por el Virrey Enríquez, se le dio
equivalente a que existencia jurídica, una personalidad meramente
legal, necesaria para la ejecución de ciertos actos previos al de la
fundación en villa; también se dice: Celaya se erigió en ciudad a 20 de
octubre de 1655, es decir que nuevamente se le dio existencia jurídica
con la categoría de ciudad, mediante un simple "Auto" proveído por el
Lic. Antonio Lara y Mogroviejo, para el trámite legal de algunos actos
previos a la obtención del Título que se le expidió trece años después,
el 7 de diciembre de 1668, por el entonces Virrey Marqués de
Mancera, y no por esto los señores del Clero nos van a decir que
Celaya fue fundada dos veces.
En el número 4, se dice que los fundadores y primeros pobladores
fueron quarenta, siendo que con muchísimo trabajo se logró reunir
los treinta que como mínimo se requerían para fundar una villa, al
grado de que para completar ese número el Escribano D. Alonso
Gutiérrez García tuvo que firmar su propio asiento de vecindad sin
estar obligado a ello; con los documentos correspondientes,
comprobaremos que sólo fueron nueve fundadores, y veintidós
primeros pobladores, y eso porque a última hora se presentó el
Alférez Real Antonio Martínez de Contreras en calidad de fundador
enviado por el Virrey.
El punto número 5, tendrá que discutirse por separado, ya que
para adular a los gobernantes de su época, el Cabildo que actuó en
1655, presidido por el Regidor Decano D. Cristóbal Cano y Molinillos
en sustitución del Alcalde Mayor D. Lope de Monsalve y Aguilar,
acordó que en la descripción del Escudo de Armas de Celaya fueran
sustituidas las siglas coronadas FII de Felipe Segundo, con cuyo
reinado se fundó en villa, por las de Felipe Cuarto FIV, en cuyo
tiempo se le dio el título de Ciudad, así como el significado de la
"Cueva", que originalmente fue en memoria de Juan de Cueva,

275
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Secretario de la Gobernación por quien se dio a la villa el nombre de


Zelaya, por ser él natural de Zelaya en las Provincias Vascongadas,
diciéndose que era en memoria del Virrey Fernández de la Cueva,
quien le dio el título de Ciudad, lo que por angas o por mangas resultó
inexacto, ya que el dichoso título se lo dio el Marqués de Mancera,
hasta el 7 de diciembre de 1668, cuando Felipe IV había traspuesto los
umbrales de la eternidad y el Virrey, Duque de Alburquerque tenía
ocho años de haberse ausentado de la Nueva España para ir a Sicilia,
también en calidad de virrey.
Los puntos 6 y 7, en parte ya quedan comentado en el párrafo
anterior, sin embargo, en el punto 7, que contiene la Descripción del
Escudo de Armas de Celaya, se muestra palpablemente al Clero
Regular y a sus obcecados testaferros lo que debe entenderse por
erección en villa y lo que significa fundación en villa, cuando en el
primer caso se dice: Con facultad del Excmo. Señor Don Martín
Enríquez, gobernando esta Nueva España, se erigió en Villa a 12 de
octubre de 1570, fecha en que con el permiso de fundación se dio a la
villa existencia jurídica; y en el segundo caso, se dice: más abajo un
árbol de mezquite en campo de plata, por haberse hecho a su sombra
el primer cabildo de la fundación en Villa... acto que en
cumplimiento a lo ordenado por el virrey, tuvo verificativo el día de
año nuevo, primero de enero de mil quinientos setenta y uno, acto
que aquí y en todas partes es el que siempre se ha considerado como
la fundación legal, habiendo sentado precedente el dictamen emitido
por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, no siendo por
demás referir esta anécdota que ahora viene al caso: Un amigo
nuestro celayense "tradicionalista hasta las cachas", nos decía:
¡Bueno, y si nosotros queremos conmemorar el IV Centenario de la
fundación de Celaya el 12 de octubre de 1970, quién nos lo va a
impedir?... Este es el caso de la persona que celebra su "cumpleaños"
el día que puede o quiere, es decir, que se festeja cuando le viene en
gana, pero no por eso es forzoso creer que el día que lo hace, es el
aniversario de la fecha en que nació. ¿Se encuentra esto lo
suficientemente claro como para que las nuevas generaciones no se
dejen sorprender?.
El punto 8, realmente no tiene comentarios, como no sea que el
Ilustre Ayuntamiento de Celaya para patentizar su gratitud al Rey

276
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Carlos IV por haber expedido el 1º. de noviembre de 1796 su Cédula


Real por la cual confirmó a Celaya el Título de Ciudad que le dio el
Virrey D. Antonio Sebastián de Toledo Molina y Salazar, Marqués de
Mancera, el 7 de diciembre de 1668, dispuso se le erigiera un
monumento, lo cual se ejecutó al siguiente año de 1797, siendo D.
Francisco Eduardo Tresguerras el encargado de realizar dicha obra, a
la cual se refiere el destacado escritor leonés D. Nicolás Rangel, en la
siguiente forma: "...Pero donde el genio de Tresguerras sobresalió, fue
en la Pirámide, en la construcción de ésta trabajaron escultores,
talladores, canteros, herreros, albañiles y peones, todos bajo la
inteligente dirección del insigne arquitecto. Solamente un bloque de
cantera que sirvió para labrar la estatua y el pedestal, importó
$93.00. "El Coloso", que del tamaño natural; constaba esta Pirámide
de pedestal, sotabanco, peana, columna y estatua; en los recuadros
del pedestal se tallaron unos óvalos y en éstos una alegoría, en el
sotabanco había tallado un laurel, en el capitel de la columna,
primorosamente tallado un festón, y en la peana de la estatua se
grabaron unas inscripciones alusivas... ¿La anterior descripción,
desde luego sin la figura del Rey, no corresponde exactamente al
monumento que ahora conocemos como "Columna de la
Independencia"?.
El punto 9, tiene para nosotros la mayor importancia por ser el
que da el documento que hemos venido comentando, la calidad de
testimonio de prueba irrecusable en juicio o fuera de él, cuando se
dice textualmente: "Todo lo cual así resulta y parece de los
documentos que al intento he reconocido y existen en el archivo
ylustre cabildo que son a mi cargo y de su orden, para que conste
donde convenga, doy la presente en esta ciudad de la Purísima
Concepción de Celaya a 15 de octubre de 1803 siendo testigos Dn.
Vicente Carmona y Dn. Luis Malagón.- Escribano Real, Público y de
Cabildo y Guerra". A continuación aparece la Certificación hecha por
las autoridades municipales.
Muchas veces hemos pensado que el cúmulo de errores
confrontados en la actuación del "Comité Celaya IV Centenario 1970",
sólo pudo tener origen en el absoluto desconocimiento de la
verdadera Historia de Celaya, no sólo entre los miembros del
organismo indicado, sino aun de los celayenses en general, lo cual se

277
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

debe, no a la carencia de civismo de nuestras gentes, ni a la falta de


interés que todo mundo siente por conocer las cosas de su tierra, sino
a que siempre han existido en esta ciudad poderosas fuerzas
negativas, que a título de conservar la "tradición" (¿cuál?), pretenden
mantener el mismo oscurantismo que imperaba hace doscientos años,
debiéndose a tan torpe afán, el hecho de que más del noventa por
ciento de la población, hasta la fecha ignore, que aun antes de nacer
"La Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya", ésta ya
contaba con un hermano siamés, el Pueblo de Indios de Nuestra
Señora de la Asunción, (hoy barrio del Zapote), que pegado a su
cuerpo, durante ciento treinta años, siempre significó para ella un
extraño y molesto agregado!... Así como el agua y el aceite no se
mezclan, durante sus primeros años así permanecieron estas dos
poblaciones; si bien es cierto que ambas se toleraban, esto fue porque
las dos se necesitaban entre sí, pero llegó el momento en que debido a
su crecimiento y expansión, ya no pudieron soportarse,
convirtiéndose entonces en dos entidades antagónicas, y claro está,
teniendo los españoles de la villa el sartén por el mango, como suele
decirse, los indios tenían que conformarse con las vejaciones y
humillaciones que recibían, hasta que agotada su paciencia, tenían
que recurrir a las autoridades superiores en demanda de justicia,
siendo éstas amargas experiencias, las que ahora nos permiten, no
sólo enterarnos de la ignorada existencia de este pueblo, sino de la
triste condición en que vivían sus paupérrimos moradores...

278
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

CAPÍTULO XXI

ERECCIÓN EN CIUDAD

MIENTRAS en la Villa de Zelaya, los vecinos de ella se "componían"


con el Rey, presentando las manifestaciones en que bajo juramento
declaraban las tierras y solares que poseían, y dichas declaraciones
eran calificadas por el Juez Privativo de Cobranza, D. Gonzalo Tello
de Sandoval, en la ciudad de México, capital de la Nueva España, D.
Agustín de Carranza Salcedo, ex Auxiliar del Escribano Público y de
Cabildo de esta villa, D. Diego de la Cruz y Sarabia, que para entonces
ya había ascendido a Canciller de la Gobernación, aprovechando el
ofrecimiento que hizo D. Gabriel López de Peralta, de ceder cincuenta
sitios de estancia pertenecientes al Mayorazgo de Tarimoro, para la
fundación de una ciudad, Carranza Salcedo gestionaba activamente el
permiso del virrey, y pedía que se le diera el nombre de ciudad de San
Andrés de Salvatierra, para perpetuar la memoria del feliz gobierno
de su Excelencia. Halagado con esto, D. García Sarmiento de
Sotomayor, Conde de Salvatierra y Marqués de Sobroso, que por otra
parte ya había llegado al convencimiento de que era conveniente que
se llevara a cabo ese proyecto, tanto por los buenos informes que
recibió del Obispado de Michoacán, cuanto que dicha fundación sería
para gloria de Dios y aumento del servicio de su Majestad, con fecha 9
de febrero de 1644, expidió su ordenamiento de fundación.
D. Agustín de Carranza Salcedo, que por mérito de sus gestiones a
favor de la fundación, había obtenido el cargo perpetuo de Alguacil
Mayor de la nueva ciudad, que a partir de esa fecha tenía asiento en el
antiguo poblado de San Andrés Chochones, a su arribo a este lugar,
portando el Título respectivo, procedió desde luego, de acuerdo con la
autorización del virrey otorgada en el propio documento, a convocar a
los vecinos, para que después de oír una Misa del Espíritu Santo,
procedieran a la elección de Ayuntamiento. Hecha la citada elección,
resultaron designados Regidores, D. Cristóbal de Estrada, Hernando
Luis, Felipe Jiménez Larios y Miguel Piña, personas que no llegaron a
tomar posesión de dichos cargos, en virtud de que habiéndose

279
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

enterado de que tendrían que pagar la parte proporcional que les


correspondía de los veinte mil pesos en que habían sido tasados los
"oficios" de su Alcaldía Mayor, se declararon pobres de solemnidad, y
consecuentemente insolventes. No obstante este contratiempo, que
impidió que en la ciudad de Salvatierra se constituyera una Alcaldía
Mayor, D. Agustín de Carranza Salcedo, envió al Alcalde Mayor de la
Villa de Zelaya, una copia certificada del Ordenamiento de Fundación,
para que quedara enterado de que la nueva ciudad, quedaría
segregada de su jurisdicción.
Como era de esperarse, tanto a las autoridades como al vecindario
de Zelaya, no les causó una buena impresión semejante noticia, ya
que no podían considerar como justo y lógico, que un mísero poblado,
como lo era entonces San Andrés Chochones, pueblo de indios de la
provincia indígena de Acámbaro, que además, sólo contaba con
cuarenta vecinos españoles, necesitándose cien por lo menos para
erigir una ciudad, según estaba previsto por las Ordenanzas 4 y 8 del
Título XII de la Nueva Recopilación de Yndias, en tanto que Zelaya,
que ya contaba con cuatro Monasterios, Casas Reales o de Cabildo,
Alhóndiga, algunos buenos edificios, muchas casas y más de cinco mil
habitantes, permaneciera con categoría de villa, mientras que a
Chochones se le daba categoría de ciudad. Otra de las circunstancias
que concurrían para que las autoridades y vecinos de Zelaya se
mostraran celosos de la distinción otorgada a Chochones eran los
beneficios que de la villa había recibido la Corona de España con su
fundación, esto es, seguridad en los caminos, como fruto de la
pacificación de la comarca que tanta sangre había costado, el auge
alcanzado por la región con el labrantío de sus tierras que permitió el
abastecimiento de cereales y forrajes que se venía haciendo a los
Reales de Minas de Guanajuato, Zacatecas y San Luis del Potosí, sin el
cual no se hubieran podido beneficiar sus metales.
Dos o tres años después, los moradores de la Villa de Zelaya se
fueron olvidando de aquellos resentimientos que produjo en su ánimo
la fundación de la ciudad de San Andrés de Salvatierra, que en su
principio habían creído que iría a opacar el brillo, esplendor y
progreso de su villa, cuando empezaron a palpar que dicha fundación
se había convertido en un fracaso, al darse cuenta de que los primeros
Regidores electos, no pudieron pagar los mil quinientos pesos en que

280
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

estaban tasados cada uno de sus "oficios", ni se habían presentado


otras personas interesadas en adquirirlos, o comprar los cargos de
Alcalde Mayor, Alférez Real, Alcaldes Ordinarios, etc., etc., volviendo
entonces a quedar la flamante pero paupérrima ciudad, bajo la
jurisdicción de la Villa de Zelaya, designándose a un "Theniente" para
que representara al Alcalde Mayor de la villa en los actos de gobierno.
Este estado de cosas continuó en la región, hasta el año de 1655,
en que el Rey Felipe IV designó a su sobrino y gentil hombre de
Cámara, D. Francisco Fernández de la Cueva Enríquez, Duque de
Alburquerque, como su Virrey, Gobernador y Capitán General de esta
Nueva España, en sustitución del Conde de Salvatierra, que se
ausentó para ir a acres cargo del virreinato del Perú. Con objeto de
aumentar la Real Hacienda, que por entonces no se encontraba muy
boyante, Felipe IV expidió una Cédula Real, en la que se dispuso que a
cambio de algunos donativos, se vendieran títulos de Ciudad,
preeminencias y gracias para las mismas, empleos de Alcaldes
Mayores, Alcaldes Ordinarios y Regidores y el otorgamiento de
privilegios para éstos. Al amparo de esta orden Real, el Duque de
Alburquerque facultó al Lic. D. Antonio de Lara y Mogrovejo, para
que se hiciera cargo de concertar estas ventas.
Sabedor el Cabildo de Zelaya de la facilidad que se presentaba
para obtener el título de ciudad para esta villa, en sesión celebrada el
9 de octubre de 1655, acordó comisionar a D. Diego de la Cruz y
Sarabia, Escribano Real, Público y de Cabildo, para que se trasladara
a la ciudad de México, con objeto de que en su nombre y
representación, ofreciendo el donativo que se estimara adecuado,
gestionara y obtuviera tan anhelado privilegio.
De conformidad con lo que fuera acordado por el Ilustre Cabildo,
D. Diego de la Cruz y Sarabia se trasladó a la capital de la Nueva
España, siendo portador, además de los poderes necesarios, de un
amplio memorial en el cual nuevamente eran expuestos los méritos
obtenidos por los antepasados, con la pacificación de la comarca, que
dio seguridad a los caminos; el abastecimiento de bastimentos y
mantenimientos que se hacía a los Reales de minas que permitía el
laborío de ellas y el beneficio de sus metales; la importancia material,
política y social alcanzada por la propia villa que hacía que resultara
incongruente que la nueva ciudad de San Andrés de Salvatierra se

281
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

encontrara bajo la férula gubernamental de ella, donde de ordinario


residían el Alcalde Mayor, el Alcalde Provincial y los Alcaldes
Ordinarios, encargados de impartir la justicia. Ofreciendo un
donativo de dos mil pesos, pagaderos en dos flotas, D. Diego de la
Cruz y Sarabia obtuvo del Lic. Lara y Mogrovejo, el Título que daría a
Celaya la preeminencia y categoría de Ciudad, el cual fue aprobado
por el Virrey D. Francisco Fernández de la Cueva Enríquez, Duque de
Alburquerque, con fecha 20 de octubre de ese mismo año de 1655.
Después de que se pagó religiosamente el donativo ofrecido, que
se reunió por partes iguales con aportaciones del vecindario y con
cargo a los propios de la villa, se notaron algunos defectos de forma
en el título expedido por el virrey, por cuya razón el Cabildo, Justicia y
Regimiento, acordó solicitar de Felipe IV su Real confirmación, la
cual se obtuvo por Cédula Real, expedida el 7 de diciembre de 1668,
mediante la cual, también se concedió el calificativo de Muy Noble y
Leal Ciudad de Celaya de la Purísima Concepción, así como el
derecho de usar Blasón. El texto de dicha confirmación, es el
siguiente:
"Don Phelipe, por la gracia de Dios Rey de Castilla, de León, de
Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalem, de Navarra, de Granada, de
Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mayorca, de Sevilla, de Cerdeña,
de Córdova, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarvez, de
Algecira, de Gibraltar, de las Yslas Canarias, de las Yndias Orientales
y Occidentales y de la tierra firme del Mar Oceano; Archiduque de
Austria, Duque de Borgoña, de Bravante y Milán, Conde de Apsburgo,
de Flandes, Tirol y Barcelona; Señor de Vizcaya y de Molina &.- Por
cuanto por parte del Cabildo, Justicia y Regimiento de la Villa de
Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya en la Nueva España, se
me ha hecho relación que en virtud de la orden e instrucción que
envié al Duque de Alburquerque, mi Virrey en la dicha Nueva España,
en primero de junio del año pasado de mil seiscientos y cincuenta y
cuatro, para beneficiar algunos medios con que se aumente mi Real
Hacienda, le hizo merced en mi nombre de darle título de Ciudad, por
tener la vecindad, comercio y lustre bastante para serlo, he tenido y
tengo por bien de dar la presente, por la cual erijo a la dicha Villa de
Nuestra Señora de la Concepción de Selaya por Ciudad, para que de
hoy en adelante para siempre jamás, se intitule y nombre y sea

282
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

intitulada y nombrada por escrito y de palabra, la Ciudad de Celaya


de la Purísima Concepción, y como tal sea venerada y respetada y los
Capitulares y vecinos, gobernándose y gozando de todas las
preeminencias, exenciones y prerrogativas de que gozan y deben
gozar las demás ciudades de la Nueva España, en todos los actos y
concurrencia dentro y fuera de Cavildo, y en las dichas ciudades, villas
y lugares de ellos, como en especialmente las tiene y goza la Ciudad
de la Puebla de los Ángeles, cuyo exemplar se ha de seguir y guardar
en esta Celaya de la Purísima Concepción, en lo presente y lo futuro,
y en todo y por todo, para que en cualquier duda y acontecimiento, sin
que en ello o parte de ello se le pueda poner ni ponga disminución,
estorbo o impedimento alguno, con ninguna causa ni acción que
suceda y pueda suceder, gozando de las mismas preeminencias y
prerrogativas con que se fundó y se concedieron a la dicha Ciudad de
la Puebla de los Ángeles, que por testimonio de Escribano constate y
le han de guardar y cumplir como en ella se contiene.- En hoja que
corre anexa a ésta mi Real Cédula se delinea y describe el Escudo de
Armas y Blasón que le corresponde por ser Ciudad y ordeno a mi
Alcalde Mayor y Theniente de Capitán General que lo sean y en
adelante fueren que respeten todas las prerrogativas concedidas a la
Ciudad, con sus privilegios e inmunidades. Y como por parte de dicho
Cavildo, Justicia y Regimiento de la Ciudad de Celaya de la Purísima
Concepción se me ha suplicado de dar confirmación de dicho Título y
habiéndose visto por los de mi Consejo Real de las Yndias el
testimonio de autos que en él se presentó, por donde consta todo lo
referido, lo he tenido por bien y por la presente apruebo y confirmo el
título de Ciudad que en esta va inserto y le dio el dicho mi Virrey
Duque de Alburquerque, según en la forma y manera y con las
condiciones y calidades que en él se contienen y declaran; y es mi
voluntad que ahora y de aquí en adelante, la dicha Villa se llame e
intitule La Muy Noble y Leal Ciudad de Celaya de la Purísima
Concepción, y que goce de las preeminencias e inmunidades que
puede y debe gozar por ser Ciudad.- Yo el Rey.- Dado en El Pardo a
siete de diciembre de mil y seiscientos y sesenta y ocho años.- Yo,
Joseph Antonio de Anaya, Escribano del Rey Nuestro Señor la hice
escribir por su mandado. (rúbrica).

283
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

¡Viva Felipe Cuarto!... ¡Viva nuestro Rey y Señor!... fueron las


exclamaciones unánimes que se escucharon en la Sala de Cabildos de
las Casas Reales en la ciudad de Celaya de la Purísima Concepción,
cuando en presencia del Ayuntamiento en pleno, de la nobleza, de los
prelados de las religiones y de todos los funcionarios de la ciudad, se
dio lectura a esta Cédula Real. El júbilo se desbordó pot toda la ciudad
cuando la noticia hubo trascendido al público; las campanas de todas
las iglesias repicaron a vuelo; los cañones del Regimiento y los
morterillos y cámaras que se instalaron en la Plaza Mayor, atronaron
el espacio y la alegría reinó durante tres días consecutivos en todas las
esferas sociales: los nobles y patricios, en su mayoría españoles
peninsulares, miembros de Casas y Mayorazgos, se divertían en las
tertulias y los saraos; mientras la plebe, compuesta por los mestizos y
mulatos, eran felices, durante el día, con los toritos de petate, los
palos ensebados y las "juras" organizadas por los magnates y que
consistían en arrojar al pueblo puñados de monedas, y por las noches,
con la quema de "ruedas" y "sierpes", las grandes iluminaciones con
mechas de manteca colocadas en cornisas y balcones, así como las
"luminarias", hechas con los combustibles más disímbolos y con
hachones de ocote.
Por tradición constante, que llega hasta nuestros días convertida
en la fiesta titular del Barrio del Zapote, antiguamente Pueblo de
Nuestra Señora de la Asunción, se sabe que la citada Misa del Espíritu
Santo, que de acuerdo con lo previsto por las Ordenanzas y dispuesto
por el Virrey, debería anteceder a la elección del primer
Ayuntamiento de la villa, se celebró el primero de enero de 1571, en la
Capilla del Milagroso Señor del Zapote, un Crucifijo con fama de
"aparecido", que se veneraba en la capilla del citado pueblo, al que
posteriormente, durante la primera década de la guerra de
Independencia, se le cambió el nombre por el de "Señor de la
Clemencia". La sesión de cabildo en que se hizo la fundación de
Zalaya, tuvo verificativo el mismo día 1º. de enero de 1571, en la
Estancia del Río, en el solar señalado en la "traza" para casas de
cabildo, bajo un corpulento mezquite que allí existía; este solar,
situado en el lado oriente, mismo en que actualmente se encuentra
situada la Presidencia Municipal, y por último, en el campo rojo, que
es inferior, bajo una divisa escrita en latín, que dice: De Forti

284
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Dulcedo, que en romance quiere decir, La Dulzura del Fuerte, que se


refiere a la leyenda mitológica que nos cuenta que en la calavera de la
cabeza que cortara Dalila a Sansón, las abejas formaron un panal muy
abundante en miel; se encuntran dos brazos desnudos rindiendo
sendos arcos, que simbolizan la sumisión de las razas autóctonas, al
poderío hispano.
Por Cédula Real, fecha en San Lorenzo, a primero de noviembre
de 1796, Carlos IV confirmó nuevamente a Celaya, el título de Ciudad
que le concedió D. Francisco Fernández de la Cueva, Virrey de Nueva
España, por órdenes de Felipe IV, el 20 de octubre de 1655,
confirmado por dicho Monarca que esta ciudad no debe cosa alguna
al Derecho de Media Anata, por el motivo expresado, siendo ésta, una
de las principales razones por las cuales el Cabildo celayenses quiso
demostrar su amor y gratitud para este Rey, ordenando se le erigiera
un monumento al centro de la Plaza Mayor, cuya construcción estuvo
a cargo del insigne arquitecto celayense, D. Francisco Eduardo
Tresguerras, este monumento, que está formado por una columna del
Orden Toscano, es el mismo que ahora conocemos como
"Monumento a la Independencia", y claro, tenía que ser el primero
que se erigió en el país para esta noble causa, ya que no debe haber
sido muy laborioso descender la efigie de Carlos IV, y colocar en su
lugar el emblema de la libertad, simbolizado por el águila que se posa
en el nopal para devorar una serpiente. Este emblema, que se
destruyó cuando fue cambiada la ubicación de esta columna a la
Calzada Independencia, fue sustituida por las armas alegóricas que
ahora ostenta, y las cuatro leyendas que aun figuran en la base de la
columna, que dicen:
1. A la perpetua memoria de la Independencia.
2. Estas Armas blasón glorioso de la Patria.
3. En Monumento de su Fidelidad y Amor.
4. Erigió Celaya año de 1823. 2º. de su Libertad.

Estas leyendas tienen una particularidad de que por cualquiera de


los lados donde se empiecen a leer, forman entre todas una frase
completa. Se dice que también dichas leyendas se deben al ingenio de
D. Francisco Eduardo Tresguerras, pero esto, no lo tenemos
comprobado.

285
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Como ya lo hemos dicho, el quinto punto contenido en la Relación


de Méritos y Privilegios de la Ciudad de Celaya, es importantísimo, y
precisamente por esto, debe conocerse a fondo para estudiarlo con
toda minuciosidad no sólo porque se pueda establecer en justicia a
quién debe reconocerse el mérito de haber otorgado a Celaya el Título
de Ciudad, ya que hasta ahora, nuestros ilustres historiógrafos se han
conformado con pretender dar marcha atrás al tiempo inexorable,
para concederlo al Virrey D. Francisco Fernández de la Cueva, Duque
de Alburquerque, quien aun gobernaba la Nueva España en 1658, año
en que todavía Felipe IV era el Monarca reinante... pero, antes de
exponer nuestros puntos de vista, veamos lo que dice el Escribano D.
Joseph Antonio de Lizalde en su citada Relación:
En veinte de octubre de mil seiscientos cincuenta y cinco se
erigió en Ciudad, previas las diligencias del caso, según Auto
proveído por el señor Lic. D. Antonio de Lara y Mogrovejo, del
Consejo de su Majestad, su Alcalde de Corte en la Real Audiencia de
esta Nueva España, como Juez Particular, en virtud de Reales
Cédulas, comisión y nombramiento del Excelentísimo Señor Virrey
Don Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque,
tratando del beneficio del Real donativo, y otros medios de aumento
a la Real Hacienda para el socorro de las necesidades de ella y
ocurrir a los graves gastos que se tenían entonces, dimanados de la
guerra con que los enemigos de la Monarquía turbaban la paz
universal.- Confirióse a ésta el Título de Ciudad, mediante el servicio
que hizo a Su Majestad de dos mil pesoso con los expresados objetos
y con atención a su antigüedad en villa, dándosele la denominación
de Muy Noble y Leal Ciudad de la Purísima Concepción de Celaya,
con todos aquellos honores, preeminencias, exenciones y
prerrogativas que gozan las demás ciudades del Reino en los actos y
concurrencias dentro y fuera del Cabildo, como especialmente las
tiene y goza la de La Puebla de los Ángeles, cuyo exemplar debe
guardar y seguir esta de Celaya.- Con fecha en México a siete de
diciembre del año de mil seiscientos sesenta y ocho, se le expidió el
Real Título por el Excelentísimo Señor Virrey, Marqués de Mancera,
previa satisfacción de la cantidad ofrecida, y de lo que importó el
Real derecho de la media annata.

286
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Por lo que se desprende de la anterior información, el caso resulta


clarísimo y no vemos razón para que se tratara de entrar en
confusiones: el veinte de octubre de mil seiscientos cincuenta y cinco,
el señor Lic. D. Antonio de Lara y Mogrovejo, de acuerdo con las
facultades que se le habían conferido para el desempeño de su
comisión, erigió en ciudad a la villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zelaya, con lo cual se le dio una personalidad legal,
meramente transitoria, para que pudiera formular las Ordenanzas
que habrían de regirla al recibir el Título de Ciudad, con todos
aquellos honores, preeminencias, exensiones y prerrogativas que
gozaban las demás ciudades del Reino, en los actos y concurrencias
dentro y fuera del Cabildo como especialmente las tiene y goza la de la
Puebla de los Ángeles, cuyo ejemplar debe guardar y seguir ésta de
Celaya, y el día siete de diciembre de mil seiscientos sesenta y ocho, se
le expidió el Real Título, por el Excelentísmo Señor Virrey, Marqués
de Mancera, previa satisfacción de la cantidad ofrecida y de lo que
importó el Real derecho de la media annata, ni más ni menos, de lo
que sucede cuando se compra a plazos, un lote de terreno, pongamos
por caso; cuando se ha pagado el "enganche" y se ha firmado entre el
comprador y el vendedor, un contrato de obligaciones mutuas, se le
da posesión de él al comprador, se le permite edificar su casa y hasta
habitarla si es necesario, pero no se le da la escritura o Título de
Propiedad, sin antes haber dejado cubierto su importe hasta el último
centavo, junto con los intereses devengados; exactamente esto es lo
que pasó cuando el Virrey Enríquez erigió en villa a la nueva
población que intitulara Villa de Nuestra Señora de la Concepción de
Zalaya, a la cual se le dio existencia jurídica con el permiso expedido
por él, el doce de octubre de mil quinientos setenta, o sea un
apersonalidad meramente legal, para que se pudieran extender y
firmar por ambas partes, las Escrituras de Asiento de Vecindad; el
contrato de compra-venta, por el cual Gaspar de Salvago, vendía y la
Villa de Zalaya, compraba, la Esancia del Río, para la formación de su
fundo legal... Distingue tempora concordabis juditi (Distingue
tiempos y concertarás juicios) dice el viejo proverbio latino, que
nuestros historiadores contemporáneos no debieron olvidar para no
incurrir en errores, estos tremendos errores que les hicieron creer,
primero, que la Villa de Zalaya quedó fundada con la Cédula Real del

287
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Virrey, o sea la licencia y facultad que concedió para que fuera


fundada, y que al darle el nombre de Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zalaya, le dio por Patrona a la Purísima Concepción,
siendo que los patronímicos se empezaron a usar con posterioridad a
1582, y segundo, que con el "Auto" proveído por el Lic. Lara y
Mogrovejo, el 20 de octubre de 1655, mediante el cual la erigió en
Ciudad, con ello ya habían obtenido el Título respectivo, error que en
vez de ser corregido o rectificado, lo complican más, pretendiendo dar
marcha atrás al tiempo inexorable en diez años, para poder decir que
el Título de Ciudad lo dio a Celaya el Rey Felipe IV, por mediación
del Virrey Dn. Francisco Fernández de la Cueva, el siete de
diciembre de mil seiscientos cincuenta y ocho, fecha para la cual
Felipe IV aun vivía y el Virrey, Duque de Alburquerque, todavía no se
ausentaba de la Nueva España, sin pensar siquiera que al sol no se le
puede ocultar con un dedo, siendo el Destino el encargado de
descubrir el truco, ya que como era natural en un lapso que se
prolongó a trece años, tendrían que ocurrir varios sucesos, algunos de
ellos graves, como lo fue la muerte del Rey Felipe IV, acaecida el 24 de
septiembre de 1664, fecha en que automáticamente lo sucedió en el
trono el Príncipe heredero Carlos II, una criatura de sólo cuatro años,
que no podía ser más que una figura decorativa, ya que quien iba a
reinar en realidad, era su madre Doña Mariana de Austria, en calidad
de Reina Gobernadora, y por lo que hace al Virrey Dn. Francisco
Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque, en 1660 se ausentó
de la Nueva España, siendo sustituido en su cargo por el Marqués de
Leyva, quien gobernó hasta junio de 1664, siendo relevado
provisionalmente, de junio a octubre por Dn. Diego Osorio de
Escobar, Obispo de Puebla, en tanto llegaba Dn. Antonio Sebastián de
Toledo Molino y Salazar, Marqués de Mancera, quien venía a ocupar
definitivamente el virreinato.
Con objeto de que sean rectificados los errores en que se ha
incurrido, es preciso conocerlos, y para ello debemos transcribir lo
que sobre el particular han dejado asentado en sus obras respectivas:
En la página 136 del primer tomo de la obra intitulada Historia de
la Ciudad de Celaya, publicada en 1947, se asienta lo siguiente:
"...Mediante un donativo de dos mil pesos, que se pagarían en el
término de cuatro años, le fue al fin concedida a Celaya, por el Lic.

288
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Lara y Mogrovejo, la preeminencia de Ciudad, cuyo Título aprobó el


Virrey Alburquerque el veinte de octubre de mil seiscientos cincuenta
y cinco, concediéndole también, con autorización Real (?) el
calificativo de Muy Noble y Leal Ciudad, con Blasón: tocándole ya al
Virrey D. Sebastián de Toledo, Marqués de Mancera, entregar el
Título respectivo, que había sido confirmado por el Rey
Felipe IV, el día siete de diciembre de mil seiscientos
cincuenta y ocho, después de haber sido pagada la
cantidad esipulada, en parte con las aportaciones que hicieron los
vecinos, y cubriéndose el faltante con los productos de los propios del
Cabildo, que entregaron los Capitulares...".
Un poco más adelante, en la página 138, el autor transcribe el
siguiente párrafo, que previamente ha hecho suponer que
corresponde a la Real Cédula, por la cual Felipe IV, confirmó a Celaya
el Título de Ciudad, en siete de diciembre de mil seiscientos
cincuenta y ocho, en el que se dice:
"...Y como parte del dicho Concejo, Cabildo y Regimiento de la de
Celaya de la Purísima Concepción se me ha suplicado de dar
confirmación de dicho Título de Ciudad, y habiéndose visto
por los de mi Concejo Real de las Indias el Testimonio de Autos que
en éste se presentó, por donde consta todo lo referido, lo he tenido
por bien y por la presente apruebo y confirmo el Título de Ciudad que
en este va inserto y le dio el dicho mi virrey Duque de Alburquerque,
según, en la forma y manera y con las condiciones y calidades que
en él se contienen y declaran; y es mi voluntad, que ahora, y de aquí
en adelante, la dicha villa se llame e intitule La Muy Noble y Leal
ciudad de la Purísima Concepción...".
Esta Real Cédula, que se reproduce en las páginas 353 a la 358 del
primer tomo de la obra intitulada Historia de la Ciudad de Celaya,
bajo la denominación de Título de la Muy Noble y Leal Ciudad,
concedido a Celaya, por S. M. Don Felipe IV, Rey de España y de las
Indias, (Manuscritos Inéditos, B. N. de México) lo tildamos de
apócrifo, por las siguientes razones: 1. Porque en la ficha bibliográfica
que se indica: Manuscritos inéditos, Biblioteca Nacional de México,
no existe el citado documento. 2. Porque estando fechada esa Real
Cédula en la siguiente forma: Dada en Madrid a siete de diciembre de
mil seiscientos y cincuenta y ocho años, no se encuentra asentada en

289
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

el Libro de Registro de Cédulas Reales, que obra en poder del Archivo


General de Indias, en la ciudad de Sevilla, España, donde después de
una búsqueda minuciosa, se encontró la Real Cédula fecha en San
Lorenzo el 1º. de noviembre de 1796, por la cual Carlos IV confirma a
Celaya el Título de Ciudad que le dio el Marqués de Mancera, en siete
de diciembre de mil seiscientos sesenta y ocho, de cuyo documento se
nos proporcionó copia fotostática, que aquí se inserta y en facsímil se
reproduce, pero antes, veamos lo que asienta otro señor historiógrafo,
en un folleto intitulado Monografía de la Ciudad de Celaya, el cual se
publicó en enero de 1949, en ocasión de la inauguración de la Planta
Termoeléctrica "Frank L. Gilmore" de la ciudad de Celaya.
"...Años más tarde, el siete de diciembre de mil seiscientos
cincuenta y ocho, siendo Virrey Dn. Francisco Fernández de la
Cueva, Duque de Alburquerque, se confirmó la merced de fundación
(?) y se le expidió a Celaya el Título de Ciudad, con derecho a Escudo
de Armas. Este escudo, se compone de un óvalo dentro de una orla
que ostenta cinco carcaxes de flechas simbolizando las tribus
sometidas. El campo está dividido en tres cuarteles; el superior, color
azul; el medio blanco, y el inferior rojo. En el primero, está la Imagen
de la Purísima Concepción, teniendo a los lados el monograma con
corona de Felipe IV, y la figura de una cueva, aludiendo al Virrey de la
Cueva. En el segundo cuartel se ve un árbol frondoso, y a su sombra
varios individuos. En el tercero la leyenda "De Forti Dulcedo" y dos
brazos rindiendo unos arcos".
En esta transcripción, ya puede apreciarse cómo cunde el mal
ejemplo, viéndose que este historiógrafo ya ha abrevado en una fuente
poco diáfana, y copia el error o la mixtificación, si se debe mencionar
por su nombre, cuando dice que el 7 de diciembre de 1658 se le
expidió a Celaya el título de Ciudad, siendo Virrey Dn. Francisco
Fernández de la Cueva. Por lo que respecta a la descripción que hace
del Escudo de Armas de la ciudad, es tan parco en su información que
no proporciona mayor información que la que puede obtenerse
viendo el dibujo con que la adorna.
Por último, sin que el desplante le haya causado al autor el menor
rubor, producto de la vergüenza, en un Ensayo Histórico del Estado
de Guanajuato, editado el año de 1971, con miras a colocarlo como

290
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

obra de consulta en los planteles educativos, en laparte referente a la


ciudad de Celaya, se asienta lo que sigue:
"...Celaya primitivamente se llamó Nattahí (voz otomí que
significa en el mezquite); posteriormente "Zalaya (voz vascuense que
significa, tierra llana), la ciudad de Celaya fue fundada el 12 de
octubre de 1570, por órdenes del Virrey Enríquez y con apoyo en
Real Cédula de Felipe II, de fecha 1º. de febrero de 1570 (?) —En 7 de
octubre de 1669 (?), Felipe IV confirmó a Celaya el título de "Muy
Noble y Leal Ciudad de la Purísima Concepción de Celaya", dándole
por Escudo de Armas en que se describe: Arriba la Imagen de la
Purísima, en campo azul; a la derecha, la cifra del Monarca
reinante, con corona de oro; a la izquierda una cueva, en memoria
de Don Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque,
entonces Virrey de México, más debajo de él, treinta personas, y a
los pies de éstas, en campo rojo, dos brazos rindiendo dos carcos, la
orla debía de ser de cinco manojos de flechas y en el centro de ella el
lema: "De Forti Dulcedo".
Con semejantes datos históricos, no nos queda más que
compadecer a las nuevas generaciones, entre las que se encuentran
nuestros hijos, por las nociones de civismo que se les imparten, y
admirarnos de cómo las autoridades de la educació permiten
semejantes exabruptos, de los cuales buena parte de responsabilidad
corresponde a nuestros insignes historiógrafos, que han sido los
primeros en deformar y mistificar la Historia de Nuestra Ciudad.
Tratando de poner un "hasta aquí" a tanto disparate originado en
la ignorancia, por primera vez se dá a conocer en una reproducción
fotostática, la Cédula Real, fecha en San Lorenzo, el 1º. de noviembre
de 1796, por la cual Carlos IV confirmó a Celaya el Título de Ciudad
que le dio el Virrey Don Antonio Sebastián de Toleno Molina y
Salazar, Marqués de Mancera, el 7 de diciembre de 1668, cuya
transcripción paleográfica es la siguiente:

A la Ciudad de Celaya en Nueva En 1º. de Noviembre de 1796.


España
Don Carlos por la Gracia de Dios
Confirmación Rey de Castilla, de León, de
Del Título de tal Ciudad que se le Aragón, de las dos Sicilias, de

291
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

concedió en 7 de diciembre de Jerusalem, de Navarra, de


1668 y declarando no debe cosa Granada, de Toledo, de Valencia,
alguna al Derecho de Media de Galicia, de Mayorca, de Sevilla,
Annata por el motivo que se de Cerdeña, de Córdova, de
expresa. Córcega, de Murcia, de Jaén, de
Derechos: 20 los Algarves, de Algecira, de
5 Gibraltar, de las Yslas Canarias,
4 de las Yndias Orientales y
----------------- Occidentales y de la Tierra firme
29 Reales Plata. del Mar Oceano, etc., etc. Por
29 quanto habiéndome dado quenta
---------------- el Conde de Revillagigedo siendo
58 Reales Vellón. Vivrey, Governador y Capitán
General de las Provincias
de la
Nueva España, en carta de veintinueve de Mayor de mil setecientos
noventa y tres, con tres testimonios del expediente instruido para
calificar las Ciudades y Villas de aquel Reyno que se hayasen sujetas
al pago de Media Annata en conformidad de lo que previene la Regla
treinta y ocho del Arancel de este Real Derecho, y declaración que
hizo la Junta Superior de Real Hacienda de que las Ciudades de San
Luis Potosí, Veracruz y todas las demás que se hallasen en igual caso
de ser sus erecciones anteriores al Arancel del año de mil seiscientos
sesenta y cuatro no estaban comprendidas en la satisfacción de aquel
Real Derecho, recomendando al propio tiempo a la de Celaya, a fin de
que me dignase dispensarla igual gracia, y suplirla en atención a su
pobreza y antigüedad el defecto de no haber obtenido Real
Confirmación del Título que según aparecía de uno de los tres citados
testimonios le expidió el Virrey Marqués de Mancera en siete de
diciembre de mil seiscientos sesenta y ocho por el servicio de dos mil
pesos que satisfizo junto con cincuenta de Media Annata y por cuya
fecha posterior a la del referido Arancel no se les había considerado
en igual caso de excempción que a las dos expresadas: no obstante
que mereció mi real aprobación la declaración de la Junta Superior en
quanto a las ciudades de San Luis Potosí y Veracruz, porque respecta
a la recomendación que a favor de la de Celaya hacían aquel Tribunal
y el Virrey, mandé por real orde de quatro de Octubre del citado año

292
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

de noventa y tres a mi Consejo de Cámara de las Indias que expusiese


su parecer y conformándome con el que se propuso en consulta de
diez y ocho de abril y doce de Mayo del corriente tuve a bien resolver
se observase en mis Reynos de las Indias lo dispuesto en Real Orden
comunicada a mi Consejo de Hacienda en veinticuatro de febrero de
mil setecientos ochenta y nueve con ocasión de la gracia de Título de
Villa hecha al Pueblo de Marinilla Provincia de Antioquia en el
Virreynato de Santa Fe por la qual se declaró que los Pueblos de las
Indias a quienes se concediese título de Ciudad o Villa cumplían con
satisfacer el referido derecho en la forma que siempre se había
executado, sin quedar obligados a la paga d elos quindenios; y el
citado Capítulo de Arancel sólo debía regir en España y no en Indias,
donde no estaba admitido por especial Real Cédula expedida por el
Consejo de ellas, y para el debido cumplimiento de esta mi Real
determinación, se expidió la Real Cédula circular correspondiente a
aquellos mis reynos en catorce de agosto último al mismo tiempo
conformándome también con el parecer del expresado mi Consejo de
Cámara y atendiendo a la antiguedad concedió el Virrey Marqués de
Mancera, de que no consta hubiese obtenido real confirmación, según
en él se prevenía, he venido en suplirla este defecto y mandar se le
expida ahora. Por tanto por el presente confirmo y apruebo el Título
que en siete de diciembre de mil seiscientos sesenta y ocho concedió
el Virrey Marqués de Mancera a la Villa entonces de Celaya,
erigiéndola en ciudad, baxo la denominación de Nuestra Señora de la
Concepción de Celaya para que así se titulase y nombrase y como tal
fuese venerada y respetada y sus Capitulares y vecinos, governándose
y gozando de todas las preheminencias, excempciones y prerrogativas
de que gozaban y debían gozar las demás ciudades de la Nueva
España en todos los actos y concurrencias dentro y fuera del Cabildo y
en las Ciudades, Villas y lugares de estos y aquellos Reynos y en los
Tribunales Superiores e inferiores y demás partes, como en especial lo
tenía y gozaba la Ciudad de la Puebla de los Ángeles, cuyo exemplar se
había de seguir y guardar en la de Nuestra Señora de la Concepción de
Celaya en lo presente y futuro en todo y por todo y con las demás
facultades que en el mencionado Título se contienen y declaran, las
quales y demás gracias, excempciones y prerrogativas que en él se
expresan, es mi merced y voluntad continue gozando y disfrutando

293
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

como las ha gozado y disfrutado hasta el presente sin limitación,


embarazo ni impedimento alguno, pues yo por este mi Real Título las
confirmo y apruebo. En cuya consecuencia encargo al Serenísimo
Príncipe don Fernando, mi muy caro y amado Hijo y mando a los
Infantes, Prelados, Duques, Marqueses, Condes, Ricos Hombres,
Priores de las Ordenes, Comendadores y Subcomendadores, Alcaydes
de los Castillos, Casas Fuertes y Llanas, y a los de mi Consejo,
Presidentes, Regentes, y Oidores de mis Audiencias y Chancillerías y a
todos los Consejos, Corregidores, Asistentes, Governadores, Alcaldes
Mayores y Ordinarios, Alguaciles, Merinos, Prebostes, Veinte y
quatros, Caballeros, Escuderos, Oficiales y Hombres Buenos y a las
demás, personas de qualquier estado y condición que sean o ser
puedan y a todos mis vasallos súbditos naturales que ahora son y en
adelante fueren a todos y cada uno de ellos de todas las ciudades,
Villas y lugares de mis Reynos y Señoríos, tanto de España como de
las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Oceano a quienes esta mi carta
o su traslado signado de Escribano Público fuere mostrada, llamen, e
intitulen perpetuamente, así por escrito, como de palabra y hagan
llamar e intitular al mencionado pueblo, la Ciudad de la Purísima
Concepción de Celaya, y que la hayan y tengan por tal, guardándola y
haciéndola guardar todas las honrras, gracias, mercedes, franquezas,
libertades, excepciones, preheminencias, inmunidades y prerrogativas
y todas las otras cosas que por razón de ser tal Ciudad debe haber y
gozar y la deben ser guardadas sinlimitación alguna, como si todas y
cada una de ellas fueran aquí insertas; pues mi voluntad es que desde
ahora en adelante perpetuamente las goce y tenga como queda
expresado, todo bien y cumplidamente, sin que les falte alguna de
ellas, sin que contra lo contenido en este mi Real Título bayan ni
pasen ni consientan ir ni pasar en manera alguna antes bien todas las
mencionadas Justicias lo hagan guardar como si en particular fuera
dirigido a cualquiera de ellas. Y mando al Ayuntamiento de la referida
Ciudad de Celaya que en el caso de que no tuviere aún formadas y
aprobadas por el Superior Gobierno de México sus ordenanzas y
estatutos para el gobierno político y económico de ella, las forme
inmediatamente y las remita al referido mi Consejo para su examen y
aprobación. Finalmente en conformidad de lo dispuesto en la
novísima Real Cédula circular de catorce de agosto del corriente año,

294
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

relativa a la Media Annata que deben satisfacer los pueblos de las


Indias a quienes se concediese Título de Ciudad o Villa, declaro que la
Ciudad de Celaya no debe cosa alguna al mencionado Real Derecho
respecto a resular del indicado expediente que satisfizo los cincuenta
pesos que se le regularon por razón de los dos mil con que sirvió
quando por el mencionado Virrey Marqués de Mancera se le expidió
el título. Y de este se tomará razón en la Contaduríai General del
referido mi Consejo de las Indias. Dado en San Lorenzo a primero de
Noviembre de mil setecientos noventa y seis.- Yo el Rey.- Yo Don
Francisco Cerda Secretario del Rey Nuestro Señor lo hice escribir por
su mandado.- El Marqués de Baxamar Bernardo Iriarte. Josef García
de León y Pizarro". Nota: Tomóse razón en el Departamento
Septentrional de la Contaduría General de las Indias. Madrid, 25 de
Noviembre de 1796.- Don Pedro Aparici. (Rubricado)".
El Archivo General de Indias, en Sevilla, España, tuvo la gentileza
de expedir a nuestro ruego y debidas costas, una Copia Certificada de
una Cédula Real por la cual Carlos IV confirmó el Título de Ciudad;
esta copia, se tomó del original, que obra en el Legajo Méjico 1684.
Resulta inútil advertir que, debido al tiempo que tardaba en llegar
a México la correspondencia de España, esta Real Cédula fue recibida
por el Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad de Celaya, hasta
fines de enero de 1807, aunque muy a tiempo para que a modo de
testimonio de gratitud para el Rey Carlos IV, también se hiciera la
dedicación del monumento que en la Plaza Mayor de la ciudad, se
había erigido en honor de este Monarca, y que por razones de índole
económico, no se había terminado su construcción, ya que sólo el
bloque de cantera que se compró para tallar la estatua, de una sola
pieza y con altura mayor que la de un hombre, había costado noventa
pesos, siendo éstos los antecedentes del caso: El 14 de diciembre de
1788, a la una menos cuarto de la mañana, murió el Rey Carlos III,
recayendo, con este motivo, en su hijo Carlos IV, todos los reinos y
señoríos pertenecientes a la Corona de España. El 7 de julio de 1789,
se celebraron en Celaya los suntuosos funerales por el ilustre
desaparecido, mas las fiestas de la Proclamación y Jura de Carlos IV,
se aplazaron más de lo debido, no siendo hasta el 18 de noviembre de
1791, cuando la población se enteró por medio de Bando solemne, que
el 10 de diciembre siguiente, tendría verificativo tan magno

295
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

acontecimiento. Deseoso el Ayuntamiento de que las citadas fiestas se


significaran por lo fastuoso, comisionó al artista celayense don
Francisco Eduardo Tresguerras para la construcción de un tablado,
un arco triunfal y una pirámide. El arco triunfal, de elegantes
proporciones, denunciaba inmediatamente la mano maestra y el
refinado gusto de Tresguerras; diez retratos de reyes antiguos,
pintados al óleo y de tamaño natural, con marcos dorados, adornaban
este famoso arco. Para el Tablado Real, levantado en la Plaza de
Toros, se trajeron de San Miguel el Grande, riquísimas colgaduras de
Damasco, y de México, diez y siete piezas de papel tapiz, que por el
precio de sesenta pesos, puede deducirse que sería excelente. Dos
retratos de los soberanos reinantes, de más de medio cuerpo y de
tamaño natural, en marcos dorados con oro fino y con copete, obra
acabada del pincel del arquitecto, porque por entonces, ni había
obtenido el título, ni iniciaba aún su obra maestra, la iglesia del
Carmen, que fue de hecho, la que vino a doctorar como tal, "El
Coloso" o estatua, llamó Tresguerras a la figura del Rey, que era
mayor que de tamaño natural. Constaba esta pirámide de pedestal,
sotabanco, peana, columna y estatua. En los recuadros del pedestal,
se tallaron unos óvalos, y en éstos unas alegorías; en el sotabanco,
había tallado un Laurel; en la peana de la estatua se grabaron unas
inscripciones alusivas. Quedó tan satisfecho el Ayuntamiento de las
disposiciones y dirección de Tresguerras —dice D. Nicolás Rangel—
que hubo que asignarle la cantidad de $500.00 como gratificación
para satisfacerle su trabajo en las nobles y excelentes pinturas conq eu
adornó dicho tablado y Arco, y por el que tuvo en la dirección de la
pirámide, su famosa estatua y demás que relaciona su cuenta, con la
individualidad que es de ver en ella. Por los retratos de los Reyes,
cargó en cuenta Tresguerras $44.00; por los retratos de los Reyes
antiguos, con marcos goteados, $160.00 y los $500.00 de
gratificación, "se me asignaron por todo el trabajo que impedí en
pinturas, trazos, mapas y general incumbenciade las tres maniobras".
"Las fuertes lluvias que entonces se desataron sobre la ciudad de
Celaya estuvieron a punto de malograr aquellas tardías fiestas de la
Jura; no obstante, todos los actos anunciados se llevaron a cabo entre
el entusiasmo del pueblo y la satisfacción de los comisionados por el
Cabildo celayense, los señores D. Tomás Fernández Cabadas y D.

296
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Manuel Fernández Solano, con los que Francisco Eduardo


Tresguerras tuvo que tratar y tener frecuentes cambios de
impresiones durante el proceso de las obras.
Pero no todo salió como nos lo pinta el maestro Nicolás Rangel,
pues muchos hubo que no quedaron satisfechos con lo realizado por
Tresguerras y de eso —entre ellos un tal Filandro— todavía una
década después lo estaban molestando, y en tal forma, que D.
Francisco, fuera de sí, se revolvía furioso para contestar sus chifletas y
sarcasmos, según se desprende de las notas que dejó en sus Ocios,
manuscrito que data de los años 1796-1810, y que constituyen para el
biógrafo un filón fecundísimo de noticias sobre el ideario de este
distinguido arquitecto. Oigámosle: Sigue criticando la columna que el
vulgo llama "El Pirame" que yo dirigí en Celaya —y dice—: "El capitel
cuajado de hojas es pintoresco y no está delineado geométricamente",
y como sabes fémino Filandro?, y caso estuviese "pintoresco", crees
ser defecto? Quien pudiera instruirte en los principios del Arte, para
que o hables tan disparatadamente. Pues, mira, D. Antonio
Pañomino, dice, y lo cita el Diccionario de las Artes, en la Pág. 164,
que "Pintoresco", se aplica a lo que está pintado con buen manejo, y
es lo mismo que si dijéramos está hecha esta obra con desembarazo,
con magisterio, sin apuración y con gracia...".
Como Filando se había propuesto exhibir todo lo que le parecía
defectos, dijo entre otras cosas, que la estatua Real, cuya altura debía
ser una quinta parte del monumento, no tenía sino cuarta, que el
cetro qu empuñaba no era sino un garrote o insignia de general y que
la capa que portaba Carlos IV parecía un ropón mojado y con mil
roturas, "en que quiso demostrar, comenta sarcásticamente Filandro,
la suma pobreza de la Monarquía Española, aún en el único
testimonio que ha dado Celaya a su Monarca de su amor y lealtad... A
lo que replica Tresguerras con esa su franqueza y altivez
características: "Sepa que la tal pieza es en todas sus partes la menos
mala que se ejecutó por estos países, advirtiendo que he mirado la de
San Miguel, Valladolid, Guanajuato y Querétaro y con mucho tino y
no menos espacio hablaré de ellas... Mi columna tiene puntualmente
nueve varas; tres el pedestal; la escocia que lo recibe una y dos gradas
(que en día, dice en una nota, han terraplenado la Plaza, dejándola en
figuera convexa, por lo que, como el pirámide está en medio, le

297
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

cubrieron enteramente las primeras gradas), sobre las que allí nace y
se forma otra vara con seis dedos, con que tenemos ya catorce varas.
Sobre el capitel hay una peana o recipiente de la estatua, que con el
plinto de ésta, casi completa otra vara, y nos resultan quince por todo.
La estatua, es colosal, y tiene de altura tres varas escasas. Ah, Seor
Filandro, ajuste su cuenta y de 18 varas que es el todo del
monumento, cuál será la quinta parte? Esto sí que es criticar con
salero, para decir a un celayense que su arma es un garrote, y que se
infiere que cada uno de mis paisanos traé consigo la insignia de un
General de las armas, pues para el Seor Filandro todo es todo. Lector,
qué vulgaridad, qué estupidez no se conoce en este majadero? Luego
la estatua ecuestre del Señor Felipe IV que está en el sitio del Retiro —
como se puede ver en D. Antonio Pons y en otras infinitas, pues es la
práctica regular de los estatuarios de más nombre. ¿Todos estarán
con garrote?, y cuántos Emperadores vieres, en especial romanos,
serán garroteros? Y aun el General de las Milicias Celestes, Señor San
Miguel, pues nunca lo verás con cetro, como dana ante, sino con un
garrote, será lo mismo? Qué vergüenza.
Vamos por partes, Seor Filandro, porque lo pide su vulgar
mordacidad. Las roturas que murmura, fueron hechas de intento,
pues como está la estatua a tanta altura, expuesta a los vientos, se le
hicieron en las partes cóncavas de la clámide por burlar sus esfuerzos,
evitando una ruina, sirviéndome de ejemplo lo sucedido en
Guanajuato, pues un viento recio le tiró la cabeza a la estatua del Rey,
que asimismo, está sobre una columna.
"En que quiso demostrar su pobreza, etc... Vaya, Seor Filando, que
ésta es sátira de Querétaro hacia Celaya, y nada más. Pues bien, en
cuanto yo he escrito hasta ahora, no se me había notado semejante
porquería, porque la gente de crianza no tira de esa suerte, infamando
a un lugar entero, fundado por gente noble, Villa desde sus principios,
que competía otro tiempo con Querétaro, con fundamento, y otras
partidas que no diré porque toda comparación es odiosa, pero sí haré
con paralelo y ahora sobre las dos pirámides... Pregunto, criticones
ridículos, arquitectos porque tienen un Viñola u otro autor, que
cuando se ofrece, no sabéis más que poner columnas y fronteras,
vengan o no al caso, porque sois copiantes de lo que tiene el libro,
teniendo sus ejemplares por ideas universales y uniformes. ¿Por qué

298
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

se coloca la estatua de un Rey sobre una columna?, ¿Qué significado


tiene?, mas como no habréis de responder, yo os diré, y veréis, sin que
nadie sea capaz de contrarrestarme: ¿De qué clase es también el único
testimonio que Querétaro ha dado de su amor y lealtad hacia el
Monarca?...
Aun a riesgo de incurrir en prolijidades, hemos querido repetir el
contenido de los párrafos anteriores, publicados ya en Narraciones y
Leyendas de Celaya y del Bajío, como antecedentes a lo que en 1960
era sólo una sospecha, de que el monumento a Carlos IV y la actual
Columna a la Independencia, son la misma obra de D. Francisco
Eduardo Tresguerras, porque no existiendo ninguna documentación
que pruebe lo contrario, es lógico admitir que o se iba a demoler un
monumento, para erigir otro exactamente igual en el mismo lugar, o
sea el centro de la Plaza Mayor, y que lo único que se hizo en 1822, fue
descender la efigie de Carlos IV, para colocar en su lugar el emblema
de la Independencia, consistente en un águila que se posa en un nopal
para devorar una serpiente, cuyo emblema perduró hasta 1906,
cuando accidentalmente se destruyó al cambiar la ubicación de la
columna a la Calzada Independencia, causa por la cual se sustituyó
dicho emblema, por las armas alegóricas que hoy ostenta.
Para finalizar este imporante Capítulo relacionado con la erección
en Ciudad de la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zelaya,
sólo nos queda hacer notar, que en la confirmación del Título
respectivo que hace el Rey Carlos IV por Real Cédula fecha en San
Lorenzo el primero de noviembre de mil setecientos noventa y seis, Su
Majestad ni siquiera hace mención de la intervención que pudieron
tener en su expedición, el Virrey Don Francisco Fernández de la
Cueva, Duque de Alburquerque, y mucho menos, del Lic. D. Antonio
de Lara y Mogrovejo, para lo cual hacemos hincapié en las propias
palabras del Monarca, quien refiriéndose a la recomendación que le
hizo el Virrey, Conde de Revillagigedo, en carta del 29 de mayo de
1793, dice en la primera cita: "...recomendando el propio tiempo a la
de Celaya a fin de que me dignase dispensarla igual gracia y supliarle
en atención a su pobreza y antigüedad, el defecto de no haber
obtenido Real Confirmación del Título, que según aparecía en uno de
los tres citados Testimonios, le expidió el Marqués de Mancera, en
siete de diciembre de mil seiscientos sesenta y ocho, por el servicio de

299
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

dos mil pesos que satisfizo junto con cincuenta de Media Annata
etc...".
En la segunda cita, se dice: "...Al mismo tiempo conformándome
también con el expresado mi Consejo de Cámara, y atendiendo a la
antigüedad y posesión en que se halla el pueblo de Celaya del Título
de Ciudad que le concedió el Marqués de Mancera, de que no consta
hubiese obtenido Real Confirmación, según en él se prevenía, he
venido a suplirla ese defecto y mandar que se le expida ahora, etc...".
En la tercera cita, se dice: "...Por tanto, por el presente confirmo y
apruebo el Título que en siete de diciembre de mil seiscientos sesenta
y ocho concedió el Virrey Marqués de Mancera a la Villa entonces de
Celaya, erigiéndola en Ciudad, baxo la denominación de Nuestra
Señora de la Concepción de Celaya, para que así se titulase y
nombrase, y como tal fuese venerada y respetada y sus capitulares y
vecinos, gobernándose y gozando de todas las preeminencias,
excempciones y prerrogativas de que gozaban y debían gozar las
demás ciudades de la Nueva España, en todos los actos y
concurrencias, dentro y fuera del Cabildo, y en las Ciudades, Villas y
Lugares de estos y aquellos Reynos en los Tribunales Superiores e
Inferiores, y demás partes, como en especial los tenía y gozaba la
ciudad de la Puebla de los Ángeles, cuyo exemplar se había de seguir
y guardar en la de Nuestra Señora de la Concepción de Celaya, en lo
presente y en lo futuro, en todo y por todo y con las demás facultades
que en el mencionado Título se contienen: las quales y demás gracias,
excempciones y prerrogativas que en él se expresan es mi merced y
voluntad continúe gozando y disfrutando como las ha gozado y
disfrutado hasta el presente, sin limitación, embarazo ni impedimento
alguno, pues Yo por este mi Real Título las confirmo y apruebo...".
Ya para finalizar el citado Título de Confirmación, se encuentra
asentado el siguiente párrafo: "...Y mando al referido Ayuntamiento
de la Ciudad de Celaya, que en el caso de que no tuviere aun
formadas y aprobadas por el superior gobierno de México sus
ordenanzas y estatutos para el gobierno político y económico de
ellas, las forme inmediatamente y las remita al eferido mi Consejo
para su examen y aprobación...", como se recordará, en el "Auto"
proveído por el señor Lic. D. Antonio de Lara y Mogrovejo, el 20 de
octubre de 1655, era lo único que se le concedía a la Villa de Zelaya, a

300
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

la cual erigió en Ciudad, para que su Ayuntamiento hiciera las


Ordenanzas y Estatutos que la habrían de regir cuando recibiera el
Título de Ciudad, lo cual, hablando en plata, sólo equivalía a "darle
atole con el dedo", para dar tiempo al tiempo, es decir, en tanto
transcurrían los tres años que faltaban para que se completaran los
dos mil pesos ofrecidos, a razón de quinientos anuales. ¿En estas
condiciones, se puede creer que sea justo que en el Escudo de Armas
de la Ciudad, se le siga rindiendo perpetuo homenaje al Virrey D.
Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque, diciéndose
que la "cueva" que allí aparece, es en memoria de él, ya que por su
mediación, Celaya obtuvo el Título de Ciudad?... ¿Y será justo que al
Rey Felipe IV, se le siga adjudicando el mérito que se le dio hace
trescientos años con objeto de adularlo, diciendo que él "confirmó" a
Celaya el Título de Ciudad?... Creemos que al ser conocida por la
intelectualidad celayense la Real Cédula por la cual Carlos IV
confirmó a Celaya el Título de Ciudad, queda ampliamente
demostrado que dicho Título, fue expedido por el Virrey D. Antonio
Sebastián de Toledo Molina y Salazar, Marqués de Mancera a nombre
de Su Majestad Carlos Segundo, el Rey niño, que a partir de la muerte
de su padre Felipe IV, acaecida el 24 de septiembre de 1664,
gobernaba bajo la maternal tutela de Mariana de Austria. A nuestro
juicio, a pesar de que a las actuales generaciones ya nos les interesa
que haya sido Felipe IV o Carlos II quien dio a Celaya la categoría de
Ciudad, ni que fuera el Duque de Alburquerque o el Marqués de
Mancera, quien expidió el respectivo Título, pero como celayenses
debe interesarnos a todos, que en la Historia de la Ciudad, se dé
honor a quien honor merece, volviendo por lo pronto a su estado
original el Escudo de Armas, en que aun figura el Monograma
coronado de Felipe IV, no obstante que él no confirmó a Celaya el
repetido Título de Ciudad, sustituyéndolo por el Monograma FII de
Felipe Segundo, durante cuyo reinado se fundó la villa, y en su
descripción se diga que la "cueva" que allí aparece, es en memoria de
Juan de Cueva, Secretario de la Gobernación de esta Nueva España,
por quien se dio a la villa el nombre de Zalaya por ser él natural de
"Zalaya" en las Provincias Vascongadas, lo que por lo menos servirá
para que dentro de otros cien años no haya un "Comité Celaya Quinto
Centenario, que pida a la Diputación Provincial de Vizcaya, la

301
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

donación de un retoño del "Árbol de Guernica", para plantarlo en


Celaya en memoria de los "Colonizadores Vascos que la fundaron" (?).
Volviendo a referirnos a la Cédula Real dada en Madrid 7 de
diciembre de 1658 que se encuentra transcrita en las páginas 153 a la
158 del primer tomo de la "Historia de la Ciudad de Celaya", sólo cabe
decir para que el historiógrafo celayense, no hallando una forma
decorosa de salir del paso, se vio obligado a adoptar la muy triste y
poco usual, por respeto así mismo, de ajustar los documentos al
desarrollo de la Historia, y no el desarrollo de la Historia conforme a
los documentos hasta convertirlo en la Real Cédula por la cual Felipe
IV, confirmó a Celaya el Título de Ciudad, que le dio el Virrey, Duque
de Alburquerque en veinte de octubre de mil seiscientos cincuenta y
cinco, Título y Confirmación que jamás existieron, ya que de ser así,
Celaya hubiera gozado de ese privilegio por partida doble.
Afortunadamente para la Historia de nuestra ciudad, el influyente
historiógrafo, que tal parece que no llevó a cabo alteraciones
fundamentales en la primera parte del documento, como no fuera la
de cambiar el nombre del Monarca reinante y hacer las
modificaciones que necesitó para poner en boca del extinto Felipe IV,
frases como ésta: "...en virtud de la orden e instrucción que envié al
Duque de Alburquerque...".
Si se considera que tenemos en nuestro poder una copia
fotostática de la Real Cédula fecha en San Lorenzo, el primero de
Noviembre de mil setecientos noventa y seis, por la cual Carlos IV
confirmó a Celaya el Título de Ciudad que le dio el Virrey, Marqués
de Mancera, cuya Cédula, firmada de su Real mano y refrendada por
su Secretario D. Francisco de Cerdá, se inicia así: "A la Ciudad de
Celaya en Nueva España.- Confirmación del Título de tal Ciudad que
se le concedió en 7 de diciembre de 1668, declarando no deber cosa
alguna al derecho de la media annata por el motivo que se expresa.-
En 1º. de Noviembre de 1796.- Don Carlos, por la Gracia de Dios,
etc., etc...", bien podemos darnos el lujo de intentar reconstruir, para
reintegrarle su primitiva forma, a la primera parte del documento
mixtificado por el historiógrafo, que consta poco más o menos de una
foja, y que corresponde, como ya lo hemos dicho, a la Real Cédula
fecha en México, el siete de diciembre de mil seiscientos sesenta y
ocho por la cual el Marqués de Mancera, a nombre del Rey Carlos II,

302
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

dio a Celaya el Título de Ciudad, y que el historiógrafo de marras,


dice corresponder a la Real Cédula fecha en Madrid el siete de
diciembre de mil seiscientos cincuenta y ocho, dando marcha atrás al
tiempo en diez años, afirma es del Rey Felipe IV, por la cual confirmó
a Celaya el Título de Ciudad que le dio el Virrey, Duque de
Alburquerque, documentos que jamás han existido, como lo
vamos a demostrar sólo con volver a su forma primitiva el documento
alterado, que debio decir:
"Don Carlos, por la gracia de Dios Rey de Castilla, de León, etc.,
etc. Por quanto por parte del Cabildo, Justicia y Regimiento de la Villa
de Ntra. Sra. de la Concepción de Selaya e la Nueva España, se me ha
hecho relación, que en virtud de la orden e instrucción que Su
Majestad Felipe IV envió al Duque de Alburquerque, Virrey de la
Nueva España, en primero de junio del año pasado de mil seiscientos
cincuenta y cuatro, para beneficiar algunos medios con que se
aumentase la Real Hacienda, le hizo merced en su nombre, en veinte
de octubre de mil seiscientos cincuenta y cinco, de concederle Título
de Ciudad por tener la vecindad, comercio y lustre bastante para
serlo, y ofrecer los vecinos servirle con dos mil pesos, apgados a
ciertos plazos en las Cajas Reales, para cuya satisfacción se obligó en
forma dicho Cabildo, y en su cumplimiento enteraron en ellas los
quinientos pesos del primer plazo con más treinta y siete pesos y
medio de oro común, por la cantidad de setenta y cinco pesos a que se
regularon debe pagar por el Derecho de la Media Annata al Rey
perteneciente, por razón de lo que rentan los dichos mil quinientos
pesos al veinte mil al millar (sic), con que dentro de cuatro años
llevase confirmación de este Título y con otras calidades y condiciones
que más particularmente se contienen y declaran en el testimonio del
Despacho que sobre esto le dio el dicho Virrey, "Duque de
Alburquerque". En el renglón siguiente, y como si fuera la
transcripción del citado Despacho se repite el consabido "Don Felipe
por la gracia de Dios Rey de Castilla, etc., etc.- Por parte de D. Diego
de la Cruz y Sarabia, Escribano Público y de Cabildo de la dicha Villa,
se hizo relación al dicho mi Virrey que el Lic. D. Antonio de Lara y
Mogrovejo en virtud de la dicha Real Cédula Capítulo de Instrucción y
Comisión que se le dio, había concedido Título de Ciudad a la dicha
Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Selaya, en la cantidad y

303
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

con las calidades y condiciones insertas, y suplicó le mandase


despachar el Titulo en forma, y el dicho mi Virrey proveyó se le
despachase no trayendo condición contra orden mía, en conformidad
con el dicho testimonio inserto, con acuerdo del dicho mi Virrey
Marqués de Mancera (en la transcripción que hace nuestro insigne
historiógrafo, dice Duque de Alburquerque) he tenido y tengo por
bien dar la presente, por la cual erijo a la dicha Villa de Ntra. Sra. de
la Concepción de Selaya por Ciudad, para que de hoy en adelante para
siempre jamás, se intitule y nombre y sea intitulada y nombrada, por
escrito y de palabra la Muy Noble y Leal Ciudad de Selaya de la
Purísima Concepción, y como tal sea venerada y respetada, y los
Capitulares y Vecinos, gobernándose y gozando de todas las
preeminencias y excepciones y prerrogativas de que gozan y deben
gozar las demás ciudades de la dicha Nueva España, en todos los
actos y concurrencias dentro y fuera del dicho Cabildo, etc., etc.".
Como se ve, todavía para el siete de diciembre de mil seiscientos
sesenta y ocho, fecha en que fue expedido este Título por el Virrey
Marqués de Mancera, esta población continuaba siendo Villa de Ntra.
Sra. de la Concepción de Selaya.
Como ya lo hemos explicado, el veinte de octubre d emil
seiscientos cincuenta y cinco, se le hizo a la Villa de Zelaya, la merced
de concederle título de Ciudad, es decir, que sólo se le hizo una
concesión condicionada, desde luego, a pagar en cuatro plazos los dos
mil pesos ofrecidos como donativo, de los cuales, se enteraron desde
luego los quinientos pesos, importe del primer plazo, siendo entonces
cuando el Lic. Lara y Mogrovejo el dio al Escribano D. Diego de la
Cruz y Sarabia, un Despacho u Oficio, como ahora se diría, en el cual
quedaron consignados todas las condiciones, calidades y demás
particularidades con que en su oportunidad sería expedido el Título
respectivo.
Hemos creído conveniente, anteponer el interés cívico a la
curiosidad, dándole a conocer a las actuales generaciones, que ni
siquiera han tenido noticias de su existencia, porque nadie
absolutamente se ha referido a él, quizá porque pone al descubierto
los gravísimos errores en que incurrieron nuestros ilustres
historiográfos al referirse a ese famoso Título de Ciudad, el Virrey D.
Antonio Sebastián de Toledo Molina y Salazar, Marqués de Mancera,

304
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

como se asienta en la Real Cédula, documento del cual obtuvimos una


copia, que se tomó del libro de Registros de las Cédulas Reales
(México 1684), que obra en el Archivo General de Indias en la ciudad
de Sevilla, España.

305
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XXII

EL ESCUDO DE ARMAS
DE LA MUY NOBLE Y LEAL
CIUDAD DE LA PURÍSIMA
CONCEPCIÓN DE CELAYA

ANTES DE HACER cualquier comentario, empezaremos por dar a


conocer la descripción del Escudo de Armas de la Ciudad de Celaya,
hecha por el Escribano Real, Público de Cabildo y Guerra, don Joseph
Antonio de Lizalde, el 15 de octubre de 1803, pocos días antes de que
por encargo del Ilustre Ayuntamiento, dicho Escudo fuera modificado
por un celayense ilustre, D. Francisco Eduardo Tresguerras, quien a
nuestro leal saber y entender, se concretó a efectuar en él las
enmendaduras que le fueron ordenadas, esto es, hacerle algunos
arreglos en la Orla, colocando los "manojos" de flechas que ostentaba,
dentro de unos decentes carcaxes, y reducir a un número razonable el
girupo de "Cuarenta" fundadores y "principales" pobladores, que en
cuerpos y medios cuerpos, con sus nombres, aparecía bajo el histórico
mezquite,, semejando más bien un retablo de ánimas, que la
memorable escena del Primer Cabildo de la Fundación.
La descripción del Escudo, hecha para la posteridad por el citado
Escribano en 1803, siendo testigos de Asistencia José María
Izquierdo, Vicente Carmona y Francisco Lizalde, y cuya autenticidad
certifiquen bajo su firma. El delegado Justicia Mayor, José Bellojín y
Fresneda y los Alcaldes José Ramón Guerra y Joseph Duro;
encontrándose contenida en la Relación de Méritos y Privilegios de la
Ciudad de Celaya, dice así:
El Blasón de Armas, señaladas a la Ciudad es un Escudo, y en lo
alto de él, una Imagen de la Limpia y Pura Concepción de Nuestra
Señora, en campo azul; al lado diestro, una cifra que dice: Felipe
Cuarto, coronada de oro, en memoria de haberse conseguido la
Honra y Título de Ciudad en tiempo de su reinado; en el siniestro
una cueva, por haberse obtenido dicho Título, gobernando esta

306
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Nueva España el ya citado Excelentísimo Señor Don Francisco


Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque, más abaxo un
árbol de mezquite en campo de plata por haberse hecho a
su sombra el primer cabildo de la fundación en villa; y
alrededor quarenta cuerpos o medios cuerpos, para que permanezca
la memoria de los quarenta primeros fundadores y principales
pobladores con sus nombres, en lo baxo de dichas armas, dos brazos
desnudos rindiendo dos arcos en campo rojo, en señal de
vencimiento y guerra viva que por espacio de más de quarenta años,
mantuvieron los mismos pobladores, con las naciones guachichiles y
guamares, yndios belicosos y del mayor valor que poseyan estos
países, con una letra que dice "De Forti Dulcedo", y en la orla del
escudo cinco manojos de flechas, por ser las armas que usaban
dichas naciones.
Según nuestro leal saber y entender, en tres ocasiones ha sido
modificado el Escudo de referencia, a partir de 1655 en que fue
diseñado, debiéndose esto a que entonces, como ahora, se ha tenido
muy poco respeto para estas cosas, que gústenos o no, son las que han
venido formando la Historia de nuestra ciudad, dándole la
personalidad que la distingue y la hace diferente de las demás.
El diseño original de dicho Escudo, fue hecho por anónimos
expertos en heráldica, bueno, si decimos que eran anónimos, es
porque no se ha encontrado referencia alguna, pero pudieron ser
famosos en su tierra, ya que dicho diseño se encuentra formando
parte de una maravillosa colección de blasones, planos, mapas o
simples dibujos, pertenecientes a ciudades, villas y regiones de la
Nueva España, algunos tan antiguos, que están hechos con papel,
pinturas y procedimientos indianos, y por lo que respecta a su figura
en lo material, no cambia gran cosa si se le compara con el que ahora
conocemos, sin embargo, para un celayense, amante de estas cosas,
que lo ha venido viendo más que a diario, porque lo tiene tallado en
madera en el muro frontal de su despacho, no podía pasar
desapercibido que el monograma con corona, que se encuentra al lado
diestro de la Imagen de la Purísima Concepción, difiere en una sola
letra del usual, ya que tiene una I que fue sustituida por la V, a find e
qu ela cifra completa, dijera IV en vez de II, ya que los expertos en
heráldica que lo diseñaron, habían querido que todos los símbolos y

307
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

alegorías que contiene el escudo, hicieran referencia única y


exclusivamente, tal como debe ser, a la época de la fundación en villa,
así como cuando este tipo de blasones era otorgado a una persona o
entidad, en ellos sólo se hacía mérito de la alcurnia del nacimiento o
de las glorias pasadas, pero nunca de las que posteriormente se
pudieran conquistar, ya que sería imposible preverlas, más bien,
adivinarlas, siendo ésta la razón por la cual en ese diseño del escudo
de Celaya, se hicieron figurar las siglas de Felipe II porque su
fundación en villa, tuvo verificativo durante el reinado de dicho
monarca, y esto nos ha hecho pensar, que ya fuera el Lic. D. Antonio
de Lara y Mogrovejo, Alcalde de Corte y Cancillería de la Real
Audiencia, señalado por Reales Cédulas y nombrado y comisionado
por el Virrey, D. Francisco de la Cueva, Duque de Alburquerque, para
tratar lo relativo a la venta de Títulos y toda clase de honores y
privilegios, había dispuesto dicho cambio, o bien que éste se hizo a
iniciativa del Ilustre Ayuntamiento de la villa, tratando de adular a los
gobernantes de su época, el caso es que en el citado monograma, fue
sustituida la "I" por una "V", a fin de que la cifra coronada
correspondiera al Rey Felipe IV, durante cuyo reinado la Villa de
Zelaya que a la postre, la muerte inexorable lo frustró por que dicho
monarca falleció el 24 de septiembre de 1664, y la honrosa distinción
del Título de Ciudad, fue recibida por la Villa de Celaya, por conducto
del Virrey de la Nueva España Don Antonio Sebastián de Toledo
Molina y Salazar, que fue quien lo expidició con fecha 7 de diciembre
de 1668, a nombre de su Majestad Carlos II, el niño Rey, entonces de
ocho años de edad, que reinaba bajo la tutela materna de la Reina
Gobernadora Doña Mariana de Austria, por lo cual deducimos que
sea más correcto se vuelva a usar en el Escudo de Armas la cifra II de
Felipe Segundo, durante cuyo reinado fue fundada la villa y no la de
Carlos II, que en realidad sólo fue un símbolo de la monarquía,
porque quien mandaba era la Reina Gobernadora, ya que además de
su corta edad, el "Rey", padeciendo "epilepsia", siempre fue un
retrasado mental, terminando con él la dinastía de los "Austria", por
haber muerto sin dejar sucesor; además, debe tomarse en cuenta que
en el escudo de Celaya, todos los símbolos y alegorías se refieren a la
época de su fundación en villa, como más adelante se verá, y por lo
que respecta al significado de la "cueva", tratándose únicamente de

308
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

rectificar la "descripción" del escudo, es más fácil reintegrar ésta a su


forma original que decía: Ser en memoria de Juan de Cueva,
secretario de la Gobernación de esta Nueva España, por quien se dio a
la villa el nombre de Zalaya, por ser él natural de Zalaya, en las
Provincias Vascongadas, sustituyendo la dedicatoria que aun se le da,
que dice ser para recordar al Virrey D. Francisco Fernández de la
Cueva, quien dio a Celaya el Título de Ciudad; la verdad es que se
tardó tanto la expedición del mencionado Título que, como ya se dijo,
Felipe IV murió y el Virrey, Duque de Alburquerque, llevaba ocho
años de Virrey en Sicilia, cuando se dio a Celaya dicho título de
Ciudad.
La segunda modificación sufrida por el escudo de Armas de la
Muy Noble y Leal Ciudad de la Purísima Concepción de Celaya, fue
también por acuerdo de su Ilustre Cabildo, allá por los años 1667-
1668, en que dispuso que para reunir los mil quinientos pesos que
aun se debían para completar los dos mil, importe del donativo
ofrecido a cambio del Título de Ciudad, se pusieran a la "venta sitios
en el Escudo", con objeto de recabar los fondos necesarios, "sitios" en
que iban a figurar en calidad de "principales pobladores", en cuerpos
y medios cuerpos con sus nombres, bajo el Histórico mezquite de la
Fundación, los antepasados de las personas adineradas que pudieran
pagar las cuotas asignadas, pero sin tener ningún derecho a recibir tal
honor, ya que si bien es cierto que se trataba de antiguos vecinos de la
villa, y que algunos de ellos todavía alcanzaron a tomar parte en la
lucha contra las hordas chichimecas, llegaron a vivir en ella mucho
tiempo después de su fundación. En esta forma, se aumentó a
cuarenta, el número de "fundadores y principales pobladores", pero
lo peor no estuvo en este procedimiento, desde luego indebido,sino
que habiendo resulado insuficiente el "cupo" para acomodar diez y
siete efigies de personas por las que se pagó, más las treinta y una
que tenían derecho, con las que se ya se formaba un total de cuarenta
y ocho, fueron discriminados diez de los auténticos fundadores y
primeros pobladores, con lo cual ya se pudo dar acomodo a diez y
siete espurios "principales pobladores", como lo tenemos
perfectamente comprobado, con las actas levantadas en las fechas en
que fueron admitidos como "tales vecinos", cuyos documentos obran
en el Volumen Nº. 674 del Ramo de Tierras, en el Archivo General de

309
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

la Nación, ya que aunque en fechas muy posteriores al 1º. de enero de


1571, y aun del reparto general de mercedes, hecho por el Juez
Visitador D. Alonso Martínez, el 3 de febrero de 1574, documento que
en copia fotostática tenemos en nuestro poder, recibieron
aisladamente sus respectivas mercedades, tanto de las dos caballerías
de tierra, una "suerte" para huerta y otra para viña, como de un solar
para su casa habitación.
La tercera modificación que se hizo al Escudo de Armas de la
ciudad, aunque hasta cierto punto justificado, no estuvo exenta de
errores; nos referimos a los arreglos que por encargo del Ilustre
Ayuntamiento llevó a cabo D. Francisco Eduardo Tresguerras,
"Profesor de las Tres Bellas Artes", como entonces se decía, no
obstante que ya se encontraba edificando la actual iglesia del Carmen,
debido a que el título de Arquitecto lo obtuvo con posterioridad a la
terminación de la citada obra, y hasta creemos que dicho "título" no
existió, sino que la Real Academia, en vista de que se trataba de una
persona muy preparada, "lo licenció" para ejecutar obras de dicha
naturaleza, porque no podía expedirle título alguno, dado que no
había sido alumno de la citada Academia, porque el año que concurrió
a sus aulas fue sólo en arreglos que ejecutó, aunque justificados,
restaron al escudo mucho del aspecto señorial y majestuoso que
habían querido imprimirle sus autores a mediados del Siglo XVII, a
fin de que fuera digno de la Muy Noble y Leal Ciudad de la Purísima
Concepción de Celaya, sin embargo, salió ganando bastante con que
se le suprimieran los adefesios hechos por cualquier mal pintor, sobre
todo, suprimiendo el amontonamiento de efigies en cuerpos y medios
cuerpos, contenido en el cuartel central, donde se hicieron caber a la
fuerza los cuarenta fundadores y principales pobladores, con sus
nombres, cobijados por la sombra del histórico mezquite de la
fundación, grupo que más que una sesión de cabildo hecha al aire
libre, parecía un retablo del Purgatorio. Dicha modificación, fue
acordada por el Ilustre Cabildo, el 20 de agosto de 1804, presidido
entonces por el Capitán de Ejército, D. Joseph Bellojín y Fresneda,
Subdelegado y lo integraban los siguientes alcaldes y regidores: Juan
Gregorio Bosque, Joseph Duro, Manuel Gómez Linares, José Ramón
Guerra, Francisco Gómez de Linares, y el Escribano Real Público de
Cabildo y Guerra, D. Joseph Antonio de Lizalde, autor de la Relación

310
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

de Méritos y Privilegios de la Ciudad de Celaya, que hemos venido


transcribiendo y comentando. Esta sesión de cabildo bien pudiera ser
considerada como "Solemne y Pública" puesto que a ella concurrieron
las fuerzas vivas de la ciudad, que entonces las componía el clero, la
nobleza y el comercio, porque seiba a dar lectura a la petición que
sería elevada al Soberano Reinante, pidiéndole, a nombre de la ciudad
de Celaya, el establecimiento en ella de la Silla Episcopal del Obispado
que se pretendía crear, en esta región, petición que, además del citado
Cabildo, fue firmada por las siguientes personas: D. Pedro Rodríguez
Pérez, D. Antonio de Linares, D. Pedro González, D. Rafael Antonio
de Aguilar, el Lic. Luis Fernando Romero y muchísimas
personalidades más que sería largo enumerar, siendo entonces
cuando se trató del lastimoso estado en que artísticamente se
encontraba el Escudo de Armas de la Ciudad, por lo que, a renglón
seguido, se acordó comisionar al artífice celayense, D. Francisco
Eduardo Tresgueras, persona muy ilustrada y entendida en estas
cosas, a fin de que se encargara de reestructurar el repetido escudo,
para que ya con vista del anteproyecto que presentara el Ilustre
Cabildo, le diera o no su aprobación.
Los nombres de las personas que fueron discriminadas por el
delito de no haber dejado ricos herederos que pagaran por ellos el
honor de figurar en cuerpos y medios cuerpos con sus nombres en el
escudo de armas de la ciudad, fueron los que siguen: Francisco Arias,
Juan Freire (el mozo), Juan Díaz, Frutos Delgado, Pedro González
Peynado, Juan Franco, Francisco de Aguilar, Alonso García Corona,
Bautista Figueroa y Alonso Gutiérrez García, este último, Escribano
de su Majestad, que con este carácter formó parte del grupo de
personas que integraron el primer Cabildo de la fundación en villa,
por lo cual justamente debe ser considerado como uno de los nueve
fundadores, y además, también es justo que se le reconozca este noble
gesto: sin encontrarse obligado para ello, extendió y firmó su propia
escritura de asiento de vecindad, por la cual se obligó a vivir en la villa
por el término de diez años consecutivos, pena de perder todos sus
bienes; con qué objeto?... Sólo para completar el número de treinta
vecinos, que conforme a la ley se requerían para fundar una villa de
españoles.

311
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Los nombres de las personas que indebidamente se hicieron


figurar en calidad de fundadores y principales pobladores, son los
siguientes: Francisco Ramírez Vivis, Juan Núñez de Jerez, Francisco
Ramos, Cristóbal de Estrada, Domingo Santos, Melchor López
Pallares, Sebastián de Arriola, Juan Salazar, Bernardino Guerra,
Diego Juárez, Juan de Quintanilla, Luis Hernández, Rodrigo de
Soto, Diego Landín, Francisco Hernández Molinillos, Francisco
Vallejo y Juan de la Cruz y Sarabia... Y sabe usted por qué no figuró
entre esos "principales" pobladores D. Pedro Núñez de la Roja, un
verdadero benefactor, que legó todos sus bienes para instituir el
Colegio de la Purísima Concepción, que al transcurso del tiempo llegó
a ser la famosa Universidad Real y Pontificia de Celaya?...
Sencillamente porque al morir D. Pedro, el viernes 6 de noviembre de
1617, y su esposa Dª. Ana Ortiz, el 13 de agosto de 1625, no dejaron
ningunos herederos, que treinta años después, a fines de octubre de
1655, hubieran pagado por él el derecho de figurar en el Escudo de
Armas de Celaya, así como D. Francisco Hernández de Molinillos, que
donó unas casas frente a la plaza, para que se fundara en ellas el
Monasterio de Carmelitas descalzos, quien tuvo a su sobrino el
Regidor Decano Cristóbal Cano y Molinillos, o D. Francisco de la Cruz
y Sarabia, que tenía a su hijo, el Escribano D. Diego de los mismos
apellidos, que fungió como gestor del Título de Ciudad.
No obstante que por entonces el señor Tresguerras se encontraba
sumamente ocupado con la edificación de la tercera iglesia del
Carmen, tratándose de su ciudad natal, y atendiendo a que casi era un
señalado honor el que se le confería, aceptó encargarse de la ejecución
de aquel trabajo, que antes de un mes dejara terminado, contenido en
una magnífica pintura, que en reproducción fotográfica aquí
publicamos. Desde luego, los cinco manojos de flechas que antes
ostentaba la Orla, quedaron colocados en artísticos carcaxes
distribuidos simétricamente, con lo que se le dio un aspecto más
artístico a la citada orla y por lo que se refiere al amontonamiento que
se notaba en el campo central, ya había quedado suprimido:
"modernizó", si así puede decirse, a la Imagen de la Purísima
Concepción, cambiándole el venerable atuendo de Reina antigua, con
su sol y su luna bajo el manto, y a sus pies nuestro mundo con la
sierpe del Pecado Original, por una figurita de "madona renacentista",

312
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

que ahora, en muchas ocasiones, dibujada por artistas mostrencos,


más parece una bailarina que la Madre de Dios. Además, esta obra,
que al Ilustre Cabildo debio parecerle espléndida, puesto que la
aprobó, no estuvo exenta de errores, por ejemplo, allí vemos que bajo
el histórico mezquite, el primer Cabildo de la Fundación en villa, se
encuentra integrado por doce personas y un religioso que por el
hábito parecer ser franciscano, siendo que los integrantes de dicho
Cabildo, sólo fueron nueve, a saber: Domingo de Silva y Juan Freire,
Alcaldes Ordinarios de primero y segundo voto, respectivamente;
Miguel Juan de Santillán, Diego Pérez Lemus, Domingo Martín y
Lope García, los cuatro regidores; Antonio Martínez de Contreras,
Alférez Real; Francisco Ramírez, Alguacil Mayor y el Escribano de Su
Majestad D. Alonso Gutiérrez, y por lo que respecta al religioso que
allí aparece, es muy importante aclarar que según la antigua
tradición, la que se vino trasmitiendo de padres a hijos, no la modrna
que con sus múltiples errores fue inventada en 1908 por los señores
diputados de la Purísima Concepción, que fueron los que erigieron el
monumento que aun subsiste en el barrio del Zapote, los dos
religiosos que tenían a su cargo la ermita del Señor del Zapote, en el
aledaño pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, (hoy barrio del
Zapote) eran agustinos; que la Misa del Espíritu Santo que según
Órdenes del Virrey debería anteceder a la elección del primer
Ayuntamiento de la villa de Zelaya, tuvo verificativo en la citada
ermita, debido a la gran devoción que tanto fundadores como
primeros pobladores de la villa, profesaban al "Señor del Zapote",
venerado con fama de "aparecido", no sólo por los naturales, sino por
todos los moradores de la región, donde también vivían en las
Estancias muchos españoles; y que la misa rezada que ya se celebró
en el vasto territorio de Celaya, o sea bajo el histórico mezquite de la
fundación, antecediendo a la misma, también estuvo a cargo de uno
de los religiosos agustinos que residían en el pueblo de la Asunción,
en unos cuartos anexos a la citada ermita del Señor del Zapote, que
entonces competía en popular veneración con el "Señor del Hospital",
que desde 1542, se veneraba en la capilla de la Asunción, anexa al
Hospitalillo de Xidoó, aledaño a la hacienda de Barahona, donde en
1606 se fundó la villa de Salamanca. Lo único que hemos logrado
comprobar documentalmente es que los religiosos franciscanos

313
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

empezaron a visitar la recientemente fundada villa de Nuestra Señora


de la Concepción de Zalaya, hasta los inicios del año 1574, previa
expulsión de los agustinos que se encontraban radicados en el pueblo
de la Asunción (hoy barrio del Zapote) según el siguiente
Ordenamiento expedido por el Virrey Enríquez, el 18 de noviembre de
1573:
"Don Martín Enríquez, Visorrey, Gobernador y Capitán General
de esta Nueva España e Presidente de la Audiencia Real que en ella
reside, etc. Por quanto por mi mandado se ha fundado la Villa de
Selaya, cerca del Pueblo de Apaseo y conviene para el bien de los
vecinos de la dicha Villa y naturales del dicho Pueblo fundar un
Monasterio de religiosos de la Orden de San Francisco en la dicha
Villa e que tengan cargo de la doctrina y administración de los
Sacramentos de los naturales del pueblo de Apaseo y sus subjetos, y
en el entretanto que se hace el edificio del dicho Monasterio en la
dicha Villa pueden estar y residir en el dicho pueblo de Apaseo y
desde allí acudir a la dicha Villa y decir Misa y administrar los
Sacramentos a los vecinos della y en nombre de Su Magestad encargo
y mando a cualquier clérigo o otros sacerdotes que estén en la dicha
villa y pueblo de la Asunción, que luego se salgan del y dejen la dicha
doctrina y administración de los sacramentos a los dichos religiosos,
sin que en ello les pongan embarazo o contradicción alguna y mando
al Alcalde Mayor de la dicha Villa que para la dicha fundación y
administración de todo favor y ayuda a los dichos religiosos y no
consienta que se les haga la dicha contradicción.- Fecho en México a
diez y ocho días del mes de Noviembre de mil quinientos setenta y
tres años.- Don Martín Enríquez.- Por mandado de su Excelencia.-
Juan de Cueva".
La realidad de las cosas, es que el hecho de que en el escudo de
armas de la ciudad, aparezcan, doce o nueve personas como
integrantes del primer Cabildo de la fundación en villa, ni si fue
franciscano o agustino el religioso que oficiara la primera misa que se
celebró en el vasto territorio de Celaya, como lo asienta un celayense
ilustre D. Francisco Eduardo Tresguerras, en un importante
documento; no se puede admitir que se pretendía dar marcha atrás al
tiempo, restándole diez años, sólo para decir que el Título de Ciudad
se lo dio el Virrey D. Francisco Fernández de la Cueva, el 7 de

314
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

diciembre de mil quinientos cincuenta y ocho, fecha en que aun


reinaba Felipe IV, porque ello sería faltar a la verdad histórica, ya que
se encuentra plenamente comprobado por la Cédula Real, fecha en
San Lorenzo, el primero de noviembre de mil setecientos noventa y
seis, por lo cual Carlos IV confirmó a Celaya el Título de Ciudad, que
le dio el Virrey Marqués de Mancera, el siete de diciembre de mil
seiscientos sesenta y ocho, cuando ya reinaba Carlos II, bajo la
maternal tutela de Mariana de Austria, y Felipe IV llevaba cuatro años
de muerto y el Duque de Alburquerque, tenía ocho de ser Virrey en
Sicilia, por lo cual resulta indiscutible que tanto el monograma
coronado, como el significado de la "cueva", deben volver a su estado
original, llevando el primero las siglas FII que corresponden a Felipe
Segundo, durante cuyo reinado se fundó la villa, y en el significado de
la "cueva", se diga que ésta es en memoria de Juan de Cueva,
secretario de la Gobernación de esta Nueva España, por quien se dio a
la villa el nombre de Zalaya, por ser él natural de Zalaya en las
montañas de Vizcaya, ya que esto último, también se encuentra
debidamente comprobado con lo que se dice en el punto nueve, de la
Relación de Celaya y su Partido, hecha a Felipe II, el 15 de junio de
1580, por el Alcalde Mayor de la villa D. Cristóbal de Vargas Valadez,
en presencia de los Alcaldes Ordinarios de la misma, D. Domingo de
Silva y D. Hernando de Peralta, documento que en copia fotostática
obra en nuestro poder...
Siguiendo el orden cronológico con que los historiógrafos han
venido publicando sus obras, a continuación insertaremos lo que
éstos han dicho en relación con el Escudo de Armas de la Ciudad de
Celaya:
El primero en hacer su descripción, fue el Escribano Real, Público
de Cabildo y Guerra, D. Joseph Antonio de Lizalde, quien por acuerdo
del Ilustre Cabildo, el 15 de octubre de 1803 formuló la Relación de
Méritos y Privilegios de la Ciudad de Celaya, que en calidad de anexo
habría de acompañar la solicitud que a nombre de la Ciudad se
elevara al Rey Carlos IV, el 20 de agosto del siguiente año de 1804,
pidiéndole se estableciera en ella la Sede del nuevo Obispado que
sería creado en esta región, descripción que, aun cuando ya le hemos
consignado, no será por demás repetir, debido al interés que reviste
para la Historia lo que en ella se dice sobre el Cuartel Central, que es

315
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

el blanco: "...el Blasón de Armas señaladas a la ciudad, es un escudo,


y en lo alto de él, una Imagen de la Limpia y Pura Concepción de
Nuestra Señora, en campo azul; al lado diestro, una cifra que dice:
Felipe Quarto, coronada de oro, en memoria de haberse conseguido
la honra y título de ciudad en tiempo de su reinado; en el siniestro
una cueva, por haberse obtenido dicho título, gobernando esta
Nueva españa el ya citado Excelentísimo Señor Don Francisco
Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque más abaxo un
árbol de mezquite en campo de plata por haberse hecho a
su sombra el primer cabildo de la fundación en villa; y
alrededor quarenta cuerpos o medios cuerpos, para que permanezca
la memoria de los quarenta primeros fundadores y principales
pobladores con sus nombres, en lo bajo de dichas armas, etc., etc...".
Tomándose por buenos todos estos datos, quedaron consignados
en la citada descripción y sin que existiera en ello malicia o dolo
alguno, con algunos de ellos se inició esa cadena de errores y
mixtificaciones que deforman la Historia de Celaya, pero en cambio,
habrá que agradecer al honorabilísimo escribano, y a los dignos
testigos que intervinieron al levantar la información, que no se
mordieran la lengua al consigar esta verdad, cuando dicen al describir
la parte central de dicho escudo: "...y más abaxo un árbol de
mezquite en campo de plata, por haberse hecho a su
sombra el primer cabildo de la fundación en villa...", lo cual
contrasta con el contenido de esta inscripción, hecha en un
monumento público, erigido un siglo después, en la barriada del
Zapote: "Para recordar la fundación de la ciudad, habiendo
desaparecido el mezquite bajo cuyo ramaje se hizo el juramento del
Patronato, se determinó erigir este Monumento que terminado y
costeado por el señor Juan Escobedo, se inauguró el 12 de octubre de
1908".
El señor Canónigo, Dr. D. José Guadalupe Romero, en su obra
intitulada Noticias para formar la Historia y la Estadística del
Obispado de Michoacán, publicada en 1862, en la parte que se refiere
a la erección en ciudad de la villa de Nuestra Señora de la Concepción
de Zelaya, y al escudo de armas que se le asignó, dice lo siguiente:
La población creció con tal rapidez, que el Rey Felipe IV le
concedió el Título de Ciudad y todos los fueros y privilegios que

316
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

había otorgado antes a la ciudad de Puebla. La fecha de esta


concesión fue el 20 deoctubre de 1655, mucho antes de que
consiguiese ese honor la ciudad de Guanajuato, el Virrey Marqués de
Mancera expidió en México el Título respectivo el 7 de diciembre de
1668. El mismo Monarca le concedió Escudo de Armas, en el que
figuran una Imagen de la Purísima Concepción, en campo azul, la
cifra del Rey, el mezquite bajo cuya sombra estuvo el primer
cabildo, una cueva para recordar la memoria del Virrey Don
Francisco de la Cueva, por cuyo gobierno se expidió el Título, y dos
brazos desnudos rindiendo dos arcos que recuerdan a la posteridad
el triunfo sobre los chichimecas en cuarenta años de guerras
continuadas que sostuvieron los referidos pobladores.
Según se desprende de la anterior información, sólo la negligencia
y el descuido de nuestros historiógrafos, hace que la verdad se
empiece a degenerar, ya que aquí vemos que la población había
crecido con tal rapidez, que Felipe IV concedió a Celaya el Título de
Ciudad, omitiéndose que dicho Monarca para cubrir los gastos de
guerra que entonces se tenían, dispuso se usieran a la venta Títulos y
preeminencias; que para obtener dicho título, la villa de Zelaya
ofreció un donativo de dos mil pesos, pagaderos en cuatro
anualidades, que por "Auto" proveído por el Lic. Antonio de Lara y
Mogrovejo, comisionado para la venta de dichos títulos, el 20 de
octubre de 1655, sólo se le ofreció a Celaya que dicho título se le daría
con iguales preeminencias que a la ciudad de la Puebla, y por último,
si el Virrey Marqués de Mancera expidió en México el título
respectivo, el 7 de diciembre de 1668, no pudo expedírsele también
por el Gobierno del Virrey Fernández de la Cueva, quien se ausentó de
la Nueva España en 1660.
Previo pago de un anticipo de quinientos pesos que hubo que
enterar en las Cajas Reales, el 20 de octubre de 1655, por "auto"
proveído por dicho licenciado, la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zelaya, fue erigida en Ciudad, es decir, que en la isma
forma con que se leerigió en Villa el 12 de octubre de 1570, mediante
la expedición del Mandamiento de Fundación, sólo se le dio
existencia jurídica, o sea una personalidad legal transitoria, para el
trámite de algunos asuntos de carácter también meramente legal, en
tanto se le expedía el Título correspondiente.

317
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Junto con un "translado" del Auto proveído, se entregó al


Escribano el anteproyecto y la descripción del blasón o escudo de
armas asignado a la pseudo ciudad, cuyo escudo fue diseñado por un
experto en heráldica, razón por la cual, apegándose a las reglas de esta
ciencia, sólo se refería a la época de la fundación de la villa.
Cuando D. Diego de la Cruz y Sarabia rindió su informe ante el
Ilustre Cabildo e hizo entrega a éste de los citados documentos y entre
alcaldes y regidores se empezó a planear el financiamiento de los dos
mil pesos ofrecidos, fue cuando se inició esa larga cadena de errores
que confronta la Historia de Celaya, siendo el primero tan simple, que
ahora nos aprecería inconcebible, ya que tan sólo consistió en que las
autoridades, poco avezadas a las cosas del gobierno, creyeron que con
el "auto" proveído por el Lic. Lara y Mogrovejo, aun sin cubrir el
citado donativo, la villa de Zelaya ya había recibido el Título de
ciudad, siendo los errores subsecuentes tan graves y censurables, que
todavía causa pena tener que recordarlos.
Para adular a los gobernantes de su época, el Ilustre Cabildo, que
entonces presidía el Regidor D. Cristóbal Cano y Molinillos, por
ausencia del Alcalde Mayor el Mariscal de Campo D. Lope de
Monsalve y Aguilar, acordó que en el Escudo de Armas de la Ciudad,
fuera sustituida la cifra FII de Felipe Segundo. Bajo los auspicios del
entonces Gobernador del Estado de Guanajuato, Lic. D. Joaquín
Obregón González, el señor Profr. D. Pedro González, Director de
Instrucción Pública, el año de 1897, dio a la publicidad una obra
intitulada Geografía Elemental del Estado de Guanajuato, en la cual,
en la parte correspondiente a la ciudad de Celaya, asienta
exactamente lo que consignó en su Relación de Méritos y Privilegios
de la Ciudad de Celaya, el señor Escribano D. Joseph Antonio de
Lizalde, hasta su errática nómina de "fundadores y principales
pobladores", desprendiéndose de ello que esos datos los obtuvo
oficialmente de la Jefatura Política de este lugar, razón por la cual no
tiene caso repetir más que esta gran verdad histórica: "...más abaxo
un árbol de mezquite en campo de plata, por haberse hecho a su
sombra el primer cabildo de la fundación en Villa, frase que once
años después sería totalmente mistificada, en la forma que a
continuación se indica:

318
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

En el año de 1707, se instituyó canónicamente la Diputación de


Nuestra Señora Purísima, integrada por un Mayordomo y dos
Diputados que deberían velar por la conservación y aumento de su
culto y ver la forma de solventar los gastos que ello demandara;
considerándose que sería insuficiente tan raquítico número de
Diputados, éste se aumentó a ocho, conservándose así hasta le año de
1904, enq ue con miras a promover la coronación canónica de la
taumaturga Imagen, la membresía de la Diputación, se elevó a treinta
y dos, incluyendo a su Presidente, según se dijo por ser el número de
fundadores y primeros pobladores de Celaya, a quienes el Excmo.
Señor Apostólico, Dr. D. José Ridolfi, tomó juramento de guardar
fielmente y conservar la corona de oro que ceñiría las sienes de la
Imagen. Contándose con la ayuda ofrecida por su Señoría Illma D.
Atenógenes Silva, Arzobispo de Michoacán, por conducto del señor
Canónigo D. Francisco Venegas Galván, Secretario de la Mitra, se
presentó la solicitud que se hacía al Solio Pontificio para que
autorizara dicha coronación, en la cual se asentó en el Tercer Punto
que la fundamentaba: Celaya nació bajo el manto de la Purísima
Concepción; su historia es inseparable de la de su culto; fundada en
12 de octubre de 1570 por el Virrey Enríquez con el nombre de Villa
de Nuestra Señora de la Concepción, se desarrolló rápidamente bajo
tan benéfico Patronato, y en 1669 recibió el Título de Ciudad bajo el
nombre de Celaya de la Purísima Concepción, con el blasón de
armas en esta forma: la Imagen de la Purísima en campo azul
coronado un mezquite, bajo el cual aparecen reunidos los
fundadores en número de treinta y dos, y con esta inscripción: "De
Forti Dulcedo".
Por Edicto hecho en San Pedro de Roma, el 10 de Agosto de 1908,
Su Santidad el Papa Pío X, con paternal benevolencia concedió su
autorización, comisionando al Señor Arzobispo D. Atenógenes Silva
para que en su representación, colocara la corona de oro a Nuestra
Señora Purísima, como Reina y Patrona de la ciudad.
En la junta que celebró la Diputación para dar a conocer a sus
miembros el contenido de aquel Edicto, también se acordó que, en
vista de que por lo avanzado del tiempo se tendría que esperar hasta
el 12 de octubre, durante esa obligada espera se erigiera un
monumento para perpetuar la memoria de aquel grandioso

319
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

acontecimiento, designándose desde luego la comisión que debería


entrevistar a la autoridad para solicitar el permiso correspondiente.
Entrevistado D. Perfecto Aranda, entonces Jefe Político de esta
ciudad, dijo a la Comisión que no obstante que la idea era de todo su
agrado, no podría colocarse al margen de la ley concediendo dicho
permiso, por lo cual sugería que estando iniciada la construcción de
una columna en el barrio del Zapote que iba a erigir el señor Cura D.
Francisco María Góngora, para que recordara la fundación de Celaya,
cuya obra suspendió hacía más de treinta y cinco años porque no faltó
quién le dijera que Celaya no había sido fundada allí, sino en el sitio
en donde se encontraba la Casa Municipal!... Habiendo sido aprobada
esta sugerencia por la H. Diputación pocos días después era
reanudada la construcción de aquel monumento que por más de
treinta y cinco años había permanecido abandonada. Este
monumento, es una columna, coronada por la Imagen de la Purísima
Concepción; el conjunto es hermoso, y realmente con unas
inscripciones adecuadas, discretamente hubiera llenado su misión de
recordar perpetuamente a los celayenses el grandioso acontecimiento
que próximamente se iba a verificar, pero tal parece que la persona a
quien se encargó redactarlas, buscó la forma de mostrarse desleal
para con su ciudad, ya que a partir del 12 de octubre de 1908, fecha en
que fuera inaugurada, modificó la parte más importante de su
historia: la fecha y el lugar de su fundación!... Las inscripciones, que
por encontrarse en un documento público ha venido a desviar la
realidad histórica de nuestra ciudad y con ello los entusiasmos cívicos
de sus hijos, lo que sólo denota mezquindad, son las que siguen:
Para conservar el recuerdo de la fundación de la ciudad, se
determinó que habiendo desaparecido el mezquite bajo cuyo ramaje
se hizo el juramento del Patronato, se erigiese este Monumento, que
terminado y costeado por el Sr. Juan Escobedo, se inauguró el 12 de
octubre de 1908, y esta otra que se lee en la cara opuesta: La ciudad
de Celaya fue fundada por Cédula Real del Virrey (?) Don Martín
Enríquez de Almanza, bajo la protección y grandioso amparo de la
Sma. Madre de Dios en el Misterio de su Inmaculada Concepción el
12 de octubre del año del Señor de 1570.
Como los señores "Diputados de Nuestra Señora Purísima" no
ignoraban la responsabilidad moral que contraían al tratar de

320
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

engañar a las nuevas generaciones, haciéndoles creer que allí, donde


fuera el pueblo de Indios de Nuestra Señora de la Asunción, que
pervivió durante ciento treinta años (1562-1692) había sido fundada
la Villa de Zelaya el 12 de octubre de 1570, fecha en que el Virrey
Enríquez concedió Licencia y Facultad para que en dicha parte y
lugar (Estancia del Río, en el Mezquital de Apaseo) se haga y funde
la dicha villa y se pueble de españoles conforme a la traza que el
dicho Alcalde dejó fecha..." (textual), pensaron curarse en salud,
diciendo que dicho monumento lo terminó y costeó Juan Escobedo,
un hombre de paja, que sencillamente no existió, pero que la
inscripción continuará figurando como autor material e intelectual de
ese tremendo desacato; y por lo quehace al Juramento del Patronato,
baste decir que éste lo verificó el vecindario de la villa, a instancias de
los padres Franciscanos, el 12 de octubre de 1597... ¡Veintisiete años
después de la fundación y ya en el modesto templo de San
Francisco!...
Con objeto de que los celayenses conozcan lo que hasta ahora han
dicho sobre el particular los señores historiógrafos, veamos lo que el
señor Dr. D. David Reynoso Beltrán, un celayense culto e ilustrado,
dejó escrito en una monografía de esta ciudad, que bajo el breve título
de Celaya, se publicó en 1930, contando con el apoyo del entonces
Gobernador del Estado, Lic. D. Agustín Arroyo Ch., cuya monografía,
a nuestro juicio, contiene la mejor información publicada hasta la
fecha en relación con el asunto que nos ocupa, y que dice así:
El mandamiento virreinal (de fundación), se expidió el doce de
octubre de mil quinientos setenta, bajo el concepto de que la
fundación la verificarían treinta hombres casados que se
reunieron en cabildo el día de año nuevo de mil quinientos
setenta y uno, verificándolo a la sombra de un mezquite.
Esa concesión provino de la solicitud que ante el Virrey hicieron
varios vecinos del "Mezquital de Apaseo" para fundar una villa de
españoles, y previo informe que rindió D. Juan de Torres, Alcalde
Mayor de las Minas de Guanajuato, quien comisionó al Capitán
Francisco Sandi, que andaba en persecución de los indios
insometidos, para que trazara la villa y señalara sitios para iglesia,
casa de cabildos y ejidos.- En tiempo de Felipe IV, siendo Virrey de la
Nueva España Don Francisco Fernández de la Cueva, Duque de

321
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Alburquerque, y por Real Cédula del 7 de diciembre de 1668, se


confirmó la merced de la fundación y se expidió el Título de Muy
Noble y Leal Ciudad de la Purísima Concepción de Celaya, con
blasón.- La heráldica sintetizó en el escudo la historia de la
fundación; en efecto, en la parte superior y en campo de azul, se
grabó la Imagen de la Purísima Concepción, Patrona de la Ciudad, a
la derecha la cifra FIV en honor del Rey que concedió el Titulo de
Ciudad, a la izquierda una cueva, en recuerdo del Virrey de este
apellido que entonces gobernaba; en el centro y en campo de plata
que denota la fertilidad el terreno en cereales, un mezquite frondoso
a cuya sombra se ven los treinta fundadores; en la parte inferior
una inscripción que dice De Forti Dulcedo y dos brazos desnudos
rindiendos dos arcos, en señal de triunfo contra los indios; por
último, en la orla hay distribuidos cinco manojos de flechas.- Nota:
No me ha sido posible encontrar el documento histórico que los
vecinos de "El Mezquital de Apaseo" dirigieron al Virrey, con objeto
de conocer los nombres de los treinta fundadores de Celaya.
Estos son nuestros comentarios: La parte que se refiere a la
fundación de la villa es correcta; el permiso correspondiente fue
expedido por el Virrey Enríquez el 12 de octubre de 1570, y la
fundación la hizo el primer Ayuntamiento, constituido en Cabildo, el
día de Año Nuevo, primero de enero de 1571; efectivamente, los
fundadores y primeros pobladores fueron treinta hombres casados, o
sea jefes de familia, cuyos nombres los da el acta que se levantó el 3
de febrero de 1574, con motivo de la entrega de las tierras
mercedadas, la cual hizo el Dr. Alonso Martínez, comisionado para
ello por el Virrey; la solicitud de licencia para la fundación, fue verbal,
y se le hizo al Virrey a mediados de julio de 1570, en la margen
izquierda del Río de San Miguel (hoy de la Laja) durante la obligada
espera para que descendieran sus turbias aguas y poder vadearlo con
su ejército, y poder continuar su camino a las minas de Guanajuato,
creyéndose que por eso no existió una previs solicitud escrita. Por lo
que respecta a la expedición del título de Ciudad, la fecha del 7 de
diciembre de 1668, es correcta, sólo que habiendo fallecido el Rey
Felipe IV el 24 de septiembre de 1664, dicho título se expidió a
nombre del Rey Carlos II, que era quien reinaba en 1668, bajo la
tutela de su madre Mariana de Austria, quien fungía como Reina

322
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Gobernadora y el Virrey que lo expidió, ya lo fue D. Antonio Sebastián


de Toledo, Marqués de Mancera que era quien gobernaba la Nueva
España, y por lo que se refiere al escudo de armas, no podemos menos
que admirar la intuicio del señor Dr. D. David Reynoso Beltrán,
cuando dice que la heráldica sintetizó en él la Historia de la
Fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Celaya,
porque en efecto, habiendo sido esa la idea que concibieron los
expertos que lo diseñaron, cuyo anteproyecto nos fue dable conocerlo
en el Archivo General de Indias, en la ciudad de Sevilla, en el que el
monograma coronado es de Felipe II, en cuyo tiempo se fundó la villa,
no existiendo en el citado blasón ninguna alegoría que simbolice algo
fuera de la citada época, ya que la "cueva" que allí figura, es en
memoria de Juan de Cueva, secretario de Gobernación de esta Nueva
España, por quien se dio a la villa el nombre de Zalaya, el permiso de
fundación lo revalida con su firma Joan de Cueva, y el testimonio que
de él aquí se publica en copia fotostática, ostenta su firma auténtica;
también pudimos comprobar que actualmente el poblado de Celaya o
San Pedro Mendeja, es un lugar del Partido de Marquina, en la
provincia de Vizcaya, lo cual comprueba que la versión, no es más que
un mito inventado no sabemos por quién que así lo supuso cuando
supo que la voz Zalaya era de origen vasco, que significa "tierra
llana", muy de acuerdo con la topografía de este lugar.
Sólo una cosa empaña la limpidez de la obra literaria del Dr.
Reynoso Beltrán, siendo ella el hecho de que haya ilustrado su
primera parte con una reproducción fotográfica de la columna erigida
en 1908 por los diputados de Nuestra Señora Purísima, en el barrio
del Zapote, con el siguiente pie: Monumento conmemorativo de la
fundación de Celaya, existe en el barrio del Zapote, en el sitio exacto
que ocupó el mezquite, con que se le hubiera suprimido la última
parte, todo hubiera sido perfecto, ya que está comprobado que el
mezquite de la fundación, existió en el sitio señalado en la "traza"
para casas de Cabildo, que es el mismo que ahora ocupa el moderno
Palacio Municipal. Por otra parte, existen diversos documentos tales
como nombramientos de Alcaldes, con las firmas auténticas de los
virreyes, y una Real Provisión que señala los linderos del Pueblo de
Indios de Nuestra Señora de la Asunción, que es lo que ahora
conocemos como barrio del Zapote, el cual pervivió durante ciento

323
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

treinta años (1562-1692), siendo destruido por una inundación.


Además, tanto el señor Dr. Reynoso, como el señor Profr. D.
Fulgencio Vargas y otros distinguidos autores, han sufrido una
lamentable confusión, cuando dicen que el Mandamiento de
Fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya,
tuvo su apoyo en la Real Cédula de Reducción de Indios, expedida por
Felipe II el 15 de febrero de 1560, por la cual ordenó que todos los
naturales se juntaran a vivir en sus pueblos, so pena de ser
perseguidos y exterminados, ya que los pueblos que se fundaron en
cumplimiento a dicha disposición, fueron precisamente el ya citado
pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, San Miguel Octopan y San
Francisco Chamacuero (hoy ciudad de Comonfort); el objeto de estas
fundaciones, que tuvieron verificativo el Día de Año Nuevo, primero
de enero de 1562, fue el de juntar a vivir en dichos pueblos, a los
naturales que se encontraban diseminados en el Mezquital de Apaseo.
La similitud de nombres (Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción,
Villa de Nuestra Señora de la Concepción), de fechas de fundación
(Día de Año Nuevo, primero de enero de 1562 y Día de Año Nuevo,
primero de enero de 1571), la primera teniendo por asiento el poblado
de Nattahí, voz que en lengua otomí significa en el mezquite, y la
segunda, hecha su fundación bajo un mezquite, han sido las
circunstancias en que por confusión, a través del tiempo se originó
una equivocada "tradición", que pudo tomar cuerpo, debido a que el
lugar que ocupara el Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción,
permaneció abandonado, no siendo sino hasta mediados del Siglo
XVIII cuando algunas personas indigentes empezaron a construir sus
chozas en las proximidades de la "Capilla del Señor del Zapote", a
cuyo conjunto ya se le dio el nombre de Barrio de la Asunción, que
conservó hasta el mes de octubre de 1811, en que ocurrió un
acontecimiento verdaderamente insólito: Después del desastre de
Aculco, el señor Cura Hidalgo con los escasos restos de sus tropas,
regresó a Celaya, de donde él, acompañado por su hermano Mariano,
y dos o tres de sus fieles, continuó su viaje hasta Valladolid, mientras
Allende, con las escasas tropas que le quedaban, siguió hacia
Guanajuato... Dos o tres días después, convergían en Celaya las tropas
de los Reales Ejércitos, comandadas por Calleja, Flon, Iturbide,
García Conde, etc., etc. Antes de salir éstos para Guanajuato, donde se

324
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

habían atrincherado las fuerzas insurgentes, alguien propuso fuera


jurada "Generala" de dichos Reales Ejércitos a la Purísima
Concepción, Patrona de Celaya, como Hidalgo lo había hecho con
Nuestra Señora del Refugio en el pueblo de Acámbaro; dos o tres días
después, sólo en lo que se hicieron los preparativos, en solemnísima
ceremonia celebrada en el Templo de San Francisco; fue impuesta la
simbólica banda a la taumaturga Imagen. (Gaceta del Gobierno de
México, martes 23 de agosto de 1820. Hemeroteca Nacional). Al día
siguiente, una pareja de "Antes" (corrupción del vocablo "Entes"),
cantaba en la plaza y los portales las siguientes coplas: "Me clavaron
una espina ¡Oh! mi Divina Zagala, volviéndote gachupina y de pilón
Generala... a mi Señor del Zapote, yo le pido su clemencia, porque es
un Cristo grandote, el Cristo de la Insurgencia!... No pasó mucho
tiempo sin que fueran apresados los infelices cantantes; llevados a la
"prevención", de allí los trajeron de Herodes a Pilatos; se les formó
proceso y fueron sentenciados a treinta días de arresto y veinticinco
azotes, pero al pobre "Señor del Zapote", habiéndose comprobado que
impartía su Divina protección a los insurgentes, fue sentenciado a
muerte, pena que se aplicó simbólicamente, cambiándole el nombre
por el de "Señor de la Clemencia"... Los vecinos del barrio rogaron,
suplicaron, lloraron, pero fue inflexible el Comisario del Santo Oficio.
Los indígenas a modo de represalia acordaron denominar al poblado
"Barrio del Señor del Zapote". Las obcecadas autoridades eclesiásticas
negaron toda reconsideración, por lo cual las cosas quedaron así,
hasta que pasado el tiempo con el advenimiento de nuevas
generaciones, al caserío ya sólo se le denomina Barrio del Zapote, y al
Santo Cristo de los Naturales, Señor de la Clemencia, sin que los
celayenses de ahora tengan siquiera nociones del porqué llevan
ambos los citados nombres.
"Por Cédula Real del 7 de diciembre de 1668, Felipe IV confirmó a
Celaya el Título de Ciudad", que por su "mandato" le otorgó el 20 de
diciembre de 1655, el Virrey Duque de Alburquerque, y ordena
graciosamente que se le intitule y llame La Muy Noble y Leal Ciudad
de Celaya de la Purísima Concepción, y en el siguiente expresa: "En
hoja que corre por separado, se delinea y describe el escudo o blasón
que le corresponde por ser Ciudad".

325
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

"El campo del escudo es un óvalo, como corresponde a un estado,


región o reino y está enmarcado dentro de una orla que ostenta como
adorno cinco carcaxes de flechas, que simbolizan las tribus sometidas.
El campo está dividido transversalmente en tres franjas o cuarteles
con los colores azul, símbolo de realeza y majestad; blanco, símbolo
de pureza e inocencia y rojo, símbolo de dignidad, poder y soberanía.
En el cuartel azul que es el superior, está ocupando el centro del
mismo, la imagen de la Purísima Concepción, Patrona de la Ciudad; a
su lado derecho luce la dorada cifra o monograma con corona, de
Felipe IV, en memoria de haber sido este Rey quien concedió a Celaya
el Título de Ciudad; y a la izquierda de la imagen de la Virgen, se ve
una cueva, en recordación de que el título se obtuvo por mediación
del Virrey de la Cueva, Duque de Alburquerque, el campo blanco, que
es el de en medio, tiene un árbol frondoso que cobija a varias
personas entre las que se ve a un religioso franciscano; representación
ésta de la fundación de la villa y de los primeros pobladores que se
reunieron para hacer el reparto de solares bajo la sombra de un
corpulento mezquite. Finalmente, en el campo rojo, que viene a ser el
inferior, debajo de la divisa escrita en italiano antiguo, que dice: De
Forti Dulcedo, que en romance, y haciendo la traducción libremente,
quiere decir: "De los Fuertes es la Dulzura" o "La Dulzura del Fuerte",
están dos brazos desnudos, rindiendo dos arcos, que son una
ostentación simbólica de la sumisión de los chichimecas al poderío
español".
La descripción de este escudo prueba que la fundación de Celaya,
fue hecha bajo la fronda de un mezquite por su primer Ayuntamiento
el 1º. de enero de 1571, fecha previamente fijada por el Virrey
Enríquez en su mandamiento de fundación. El 12 de octubre de 1570,
es únicamente el día en que se expidió el mencionado documento,
fecha que a partir de 1908 se igualó con la del Juramento del
Patronato y la Fundación, 26 años después de la fundación fue hecho
el Juramento del Patronato el 12 de octubre de 1597, siendo éste el
origen de la inscripción ya mencionada en el Monumento del Barrio
del Zapote.
Hace apenas tres años, en esta ciudad de Celaya fue publicado un
libro, con miras de contar en las escuelas con una obra de consulta,
por no existir actualmente ninguna, el cual se intitula Ensayo

326
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Histórico del Estado de Guanajuato, cuyo autor, el señor Profr. D.


José Arvizu Vázquez Mellado, tuvo la gentileza de dedicarme un
ejemplar, por cuya razón me siento verdaderamente apenado, porque
a riesgo de parecer ingrato, me veo en la necesidad de confesar, que
por lo menos en la parte que corresponde a la historia de la Ciudad de
Celaya, ésta es la peor monografía que se ha escrito, debido a lo mal
documentada, ya que el cien por ciento de los datos que proporciona
se encuentran totalmente equivocados, pues le tocó la mala suerte de
copiar de cada uno de los autores que han escrito sobre el particular,
el gazapo más gordo y bien cebado. Ustedes, amigos lectores, serán
los encargados de juzgar:
"Celaya, primitivamente se llamó Nattahí (voz otomí que significa
en el mezquite); posteriormente Zalaya, (voz vascuense que significa
tierra llana); la ciudad de Celaya fue fundada el 12 de octubre de 1570,
por órdenes del Virrey Enríquez y con apoyo en Real Cédula de Felipe
II, de fecha 1º. de febrero de 1570. El Mineral de Guanajuato, que
dependía de Yuriria, quedó sujeto a Celaya, hasta 1574 en que fue
erigida la nueva Alcaldía Mayor de Guanajuato, con jurisdicción en
Silao e Irapuato. El 7 de octubre de 1669, Felipe IV confirmó a Celaya
el Título de Muy Noble y Leal Ciudad de la Purísima Concepción de
Celaya, dándole por escudo de armas el que se describe: Arriba, la
Imagen de la Purísima Concepción en campo azul; a la derecha la
cifra del monarca reinante, con corona de oro; a la izquierda una
cueva, en memoria de don Francisco Fernández de la Cueva, Duque
de Alburquerque, entonces Virrey de México, más debajo de él treinta
personas, y a los pies de éstas en campo rojo, dos brazos rindiendo
dos arcos. La orla debía de ser de cinco manojos de flechas y en el
centro de ella el lema De Forti Dulcedo.
Baste decir que Felipe IV murió el 24 de septiembre de 1664, y
que el Virrey Duque de Alburquerque, se ausentó de la Nueva España
en 1660. Con esto, huelga hacer cualquier otro comentario.
De la confirmación del Título de Ciudad, por el Rey Carlos IV, por
Real Cédula, fecha en San Lorenzo el 1º. de noviembre de 1796,
documento absolutamente desconocido para las actuales
generaciones, ya que hasta ahora ningún historiador ha hecho
referencia de él, obtuvimos una copia fotostática, que se tomó del
Libro de Registro de las Cédulas Reales, (México 1684), que obra en el

327
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Archivo General de Indias, en la ciudad de Sevilla, España, copia que


junto con otras muchas que hemos logrado obtener, entre las que
figuran prominentemente; fotostática del Mandamiento de Fundación
de la Villa de Zelaya, sin errores ni mutilaciones, luciendo la firma
auténtica de Juan de la Cueva, secretario de la Gobernación por quien
se dio a esta villa el nombre de Zelaya; otra del acta que se levantó con
motivo de la entrega de tierras y solares mercedados a los fundadores
y primeros pobladores conforme al Título de Fundación; otra de la
aprobación que dio el Virrey Enríquez a dicho "repartimiento";
fotostáticas de diversos documentos que comprueban que el lugar que
ahora conocemos como barrio del Zapote, no era sino el Pueblo de
Nuestra Señora de la Asunción, fundado nueve años antes que la
Villa de Zelaya, perviviendo hasta 1692; en fin, papeles de gran
importancia, que en conjunto forman un acervo documental
maravilloso, que compaginarían con el Archivo Histórico de la Ciudad
de Celaya, desaparecido, según se dice, porque un guerrillero
apellidado Almanza, lo destruyó en una de tantas asonadas; o porque
fue reconcentrado en algún lugar que ahora se desconoce, o
simplemente, porque fue vendido como papel de desperdicio, cuando
constituyó un estorbo para la edificación del moderno Palacio
Municipal. Además de ímprobo trabajo nos ha costado buena parte de
nuestro modesto patrimonio familiar el conseguir copias de los
documentos. No obstante que hasta ahora los profesionistas,
escritores, universitarios en general, hombres y mujeres de gran valía,
demuestran poco interés en dedicar un momento de su tiempo para
conocer la historia de su tierra, pero que es indudable que llegado el
momento tendrán que reaccionar, como ya lo han hecho los valores
intelectuales de algunos lugares de nuestro Estado, sobre todo los
leoneses, que desde hace algunos años se han venido preparando para
celebrar dignamente el IV Centenario de la fundación de su ciudad,
sin errores y sobre todo, sin mixtificaciones, para no verse obligados a
efectuar después penosas rectificaciones, que en el caso de Celaya
deberán hacerse algún día, ya que, como se desprende de este estudio,
su bellísima Historia está plagada de desaciertos y tiene no pocos
gazapos mal intencionados, que es preciso corregir.
Coon fundamento en la documentación que hemos logrado reunir
y conocer durante más de veinte años de constante investigación, a

328
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

continuación vamos a describir el escudo de armas de la Muy Noble y


Leal Ciudad de la Purísima Concepción de Celaya, empezando por
hacer notar que, conforme a las reglas de la heráldica, seguramente
expertos en la materia, tuvieron la idea de sintetizar en él la historia
de su fundación en villa, siendo ésta la razón por la cual todos y cada
uno de sus rasgos, aun los más pequeños, tienen un significado;
ciertamente que algunos de ellos a través de los años han ido
perdiendo poco a poco algunas de sus características, debido a que
cada dibujante o pintor que lo ha reproducido, le quita o le pone algo
que para él no es más que simple adorno, porque cree con toda buena
fe, que bajo el punto de vista meramente artístico, con o sin él, se ve
mejor, pero jamás se han dado cuenta que con ello, en una forma
inconsciente se modifica la Historia. Si se comparan dos o más
dibujos del escudo, y se analizan detenidamente, en seguida se nota
pequeñas diferencias, que precisamente por pequeñas se creen
intrascendentes, pero no es así, porque cada una de ellas tiene o ha
tenido un significado. En el momento en que nos aprestamos a
describir dicho escudo, tenemos a la vista dos ejemplares,
posiblemente hechos por diferente artista, uno de ellos, que en lo
subsecuente llamaremos "el primero", tiene cuatro muescas en el
remate superior de la orla, el segundo, tiene seis; en el mismo remate,
el primero ostenta un punto grande en el centro, el otro tiene el punto
grande y uno pequeño en cada uno de sus lados; abajo del carcax, que
también se encuentra en la parte superior, haya varias líneas que
cruzan entre sí, formando unos rombos en cada uno de los lados.
Sobre los dos carcaxes laterales hay unas series de discos
yuxtapuestos, el primer escudo tiene seis discos en cada lado y el
segundo siete... Y aquí cabría preguntar: ¿Cuál de los dos dibujos es el
correcto?, a lo que cualquier persona sins er un experto en heráldica,
sólo con sentido común, diría que ninguno, puesto que cada uno de
ellos tiene sus propios errores. La única forma de evitar estas
anomalías, sería que el Ilustre Cabildo de Celaya, adoptara un
"patrón", a cuyo diseño deberían ajustarse los dibujantes, con mayor
razón ahora, en que estando restringido por ley el uso del Emblema
Nacional, el Municipio, sus dependencias, las Cámaras de Comercio e
Industria y algunas otras instituciones de carácter semioficial o local,
usan en sus membretes el escudo de armas de la Ciudad, pero...

329
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

siendo tan renuentes las autoridades municipales a interesarse por


todo aquello que signifique una mejora, o un adelanto cultural que no
sea de relumbrón, ¿serían capaces de aceptar esta idea?... Eso, el
tiempo lo dirá... Por lo pronto, ésta es nuestra:
Descripción del Escudo de Armas de la Ciudad de Celaya
El campo del escudo es un óvalo enmarcado por una orla, como
corresponde a un Reino, un Estado o una Región; dicho campo, se
encuentra dividido en tres cuarteles, siendo el primero azul, símbolo
de realiza y majestad; el segundo es blanco, denotando pureza e
inocencia; y el tercero, es rojo, que significa dignidad, poder y
soberanía.
En el cuartel superior, ocupa el centro la Imagen de la Pura y
Limpia Concepción, cuyo nombre se dio a la población al ser erigida
en Villa: Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zelaya; a la
derecha de la imagen, se encuentran las siglas FII, con corona de oro,
para recordar que dicha Villa fue fundada durante el reinado de Juan
de Cueva, Secretario de la Gobernación de esta Nueva España, por
quien se dio a la Villa el nombre de Zelaya, por ser él natural de
Zalaya en la Provincia de Vizcaya; además, Juan de Cueva revalidó
con su firma el permiso de fundación de la Villa de Zelaya.
En el cuartel central, hay un árbol de mezquite, en campo de
plata, por haberse hecho a su sombra el primer Cabildo de la
Fundación en Villa, y alrededor de él, las personas que integraron el
citado Cabildo, que tuvo verificativo en la fecha señalada por el Virrey
en su Mandamiento de Fundación: Día de Año Nuevo, Primero de
enero de mil quinientos setenta y uno, dichos integrantes fueron:
Domingo de Silva y Juan Freire, Alcaldes Ordinarios de primero y
segundo voto; Antonio Martínez de Contreras, Alférez Real; los
Regidores Miguel Juan de Santillán, Diego Pérez Lemus, Domingo
Martín y Lope García; el Alguacil Mayor Francisco Ramírez y el
Escribano de su Majestad Alonso Gutiérrez García.
En el último cuartel, que es el rojo, bajo la divisa latina De Forti
Dulcedo, que significa "Del Fuerte es la Dulzura" o "La Dulzura del
Fuerte", hay dos brazos desnudos rindiendo sendos arcos, que
simbolizan la rendición en guerra viva de las naciones Guachichiles y
Guamares.

330
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

En la parte superior de la Orla, hay cuatro muescas, y bajo ellas, al


centro un punto blando grande, lo cual simboliza que con licencia y
facultad del cuarto Virrey de la Nueva España, D. Martín Enríquez, se
hizo la fundación de esta villa. Abajo del carcax superior, hay unas
líneas que se cruzan formando treinta rombos, los cuales simbolizan
las mercedes de tierras que conforme al Título de Fundación, se
otorgaron a los treinta vecinos, fundadores y primeros pobladores.
Distribuidos simétricamente en la misma orla, se encuentran cinco
carcaxes de flecas que representan los cinco pueblos de indios que
quedaron dentro de la jurisdicción señalada a la villa, dichos pueblos
son: Nuestra Señora de la Asunción (hoy barrio del Zapote); San
Francisco Chamacuero, (hoy ciudad de Comonfort); San Miguel
Octopan, (que aun conserva su nombre); San Francisco Acámbaro y
Yuririapúndaro, (hoy Yuriria). El Alcalde Mayor de la Villa, además
de desempeñar este cargo, tenía el de Justicia Mayor de Acámbaro y
Corregidor de Yuririapúndaro, por su Majestad. Además de los cinco
pueblos mencionados, dentro del territorio de la Alcaldía Mayor de la
Villa de Zelaya, quedaron comprendidos doce más, que están
simbolizados en la Orla, por dos series de seis discos yuxtapuestos
que se encuentran en la parte superior de los dos carcaxes laterales.
Los nombres de estos pueblos, usando la misma ortografía con que
están escritos en la relación hecha a Felipe Segundo el 15 de junio de
1580, suscrita por el Alcalde Mayor Cristóbal de Vargas Valadez y los
Alcaldes Ordinarios de la Villa, Domingo de Silva y Hernando de
Peralta, son los siguientes: Tarandaquao, Ménguaro, Tepaqua,
Puroagua, Chochones (hoy Salvatierra), Chupícuaro, Yramuco,
Urireo, Guatzindeo, Xerécuaro, Aguascalientes (San Bartolo) y la
Labor de Apaseo el Alto. Los diez y siete pueblos mencionados,
formaban parte de la Provincia de Acámbaro, denominada así, porque
este pueblo era considerado como cabecera, por residir allí el
Gobernador, funcionario que era elegido por los naturales de todos
los pueblos de la Provincia, entre sus propios caciques y principales,
elección que debería ser aprobada por el virrey.

331
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

NOTAS

1. Datos tomados de la Relación de Méritos y Privilegios de la


Ciudad de Celaya, presentada como anexo Nº. Uno, a la solicitud que
en 20 de agosto de 1804, elevó el Ilustre Cabildo de Celaya al Rey
Carlos IV, pidiéndole se estableciera en esta ciudad el nuevo Obispado
que se pretendía crear en esta región.- (Archivo General de la Nación,
Ramo Clero Regular y Secular, Vol. 189. Exp. 8. Fjs. 291 a 295 vuelta).
2. Para evitar confusiones, es conveniente aclarar que con
intervención del Instituto Nacional de Antropología e Historia, se
encuentra definido y sentados precedentes, de que la fecha de
expedición del permiso o mandamiento de fundación de cualquier
ciudad o villa, no debe considerarse como fecha de fundación, y aun
cuando antiguamente solía decirse, como se ve en la "Relación de
Méritos y Privilegios de la Ciudad de Celaya", que ésta se erigió en
villa a 12 de octubre de 1570, conforme a la legislación de la época,
(Ordenanzas 4 y 8 del Título XII de la Nueva Recopilación de Indias)
esto sólo significaba que con el citado permiso o mandamiento de
fundación se le daba a la villa o ciudad, existencia jurídica,
personalidad legal transitoria, aunque indispensable para el trámite y
ejecución de algunos actos previos al de la fundación, entre los que se
encuentra la firma de las Escrituras de Asiento de Vecindad, contrato
celebrado entre la villa y el presunto vecino, por el cual éste se
comprometí a que a modo de compensación se le mercedaran dos
caballerías de tierra, una suerte para huerta, otra para viña y un solar
para casa habitación, si éste se obligaba a vivir en la villa por el
término de diez años consecutivos. Las citadas ordenanzas que
reglamentan las fundaciones, también señalan que el primer
Ayuntamiento, constituido en Cabildo correspondía hacer la
declaratoria de fundación. En la descripción "...y más abajo un árbol
de mezquite en campo de plata por haberse hecho a su sombra el
primer cabildo de la fundación en villa, y alrededor en cuerpos y
medios cuerpos los fundadores y primeros pobladores...", y este acto,
en cumplimiento a las órdenes del Virrey Enríquez, tuvo verificativo
el Día de Año Nuevo, primero de enero de mil quinientos setenta y
uno. No será por demás hacer notar que el permiso de fundación de la

332
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Villa de León está fechado el 12 de diciembre de 1575, y el primer


Cabildo de su fundación en villa, se verificó el 20 de enero de 1576.
3. En una relación hecha al Rey Felipe II, el 15 de junio de 1580,
que suscriben Cristóbal de Vargas Valadez, Domigno de Silva y
Hernando de Peralta, respectivamente, Alcalde Mayor y Alcaldes
Ordinarios de la Villa de Zelaya, en el Punto Nº. 9, se dice
textualmente: Llámase Zelaya por Juan de Cueva secretario de la
Gobernación desta Nueva españa, por ser él natural de Zelaya en las
montañas de los reinos de Castilla. (Suplemento al Tomo VII de
Papeles de la Nueva España, recopilados por D. Francisco del Paso y
Troncoso, Biblioteca del Instituto Nacional de Antropología e
Historia). Con nuestras particulares investigaciones hemos
comprobado que el poblado de Celaya o San Pedro de Mendeja,
pertenece al Municipio de Mendeja en el Partido Judicial de
Marquina, en la Provincia de Vizcaya, de lo cual se desprende que si la
voz Zelaya, en lengua vascuense quiere decir tierra llana, esto se
refería a Celaya o San Pedro de Mendeja, y el hecho de que esta
Zelaya en América haya quedado asentada en tierra llana, no pasó de
ser una mera coincidencia.
4. El Mandamiento o Permiso de Fundación de la Villa de Nuestra
Señora de la Concepción de Zelaya, en la parte relativa, mutilada por
algunos autores a fin de que los celayenses lo ignoren, dice
textualmente: "...Y los vecinos que en ella asentaren y vivieren
llegando a treinta hombres casados, pueden juntarse y señalar
cabildo y parte donde se junten y desde el día de Año Nuevo Primero
que viene del año Primero venidero de mil quinientos setenta y uno
en adelante habiendo oído una Misa del Espíritu Santo elegir y
nombrar cuatro regidores, los cuales después de elegidos y
nombrados, nombren y elijan dos Alcaldes Ordinarios de los más
viejos y honrados que entre ellos hubiere..." (Archivo General de la
Nación, Ramo de Tierras, Vol. 674, fojas 5 a la 8). De este documento,
obra en nuestro poder una copia fotostática.

333
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XXIII

SE FUNDA
EL CONVENTO DE SAN AGUSTÍN

EN EL CAPÍTULO celebrado en Valladolid en el mes de abril de 1608, a


propuesta del Muy Reverendo Padre Provincial Fr. Diego del Águila,
se acordó solicitar a su Majestad Felipe III, su Real Cédula
concediendo licencia para la fundación de cuatro conventos de la
Orden de San Agustín, en cuatro diferentes lugares de la Santa
Provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán, lo que se verificó
desde luego, enviando la solicitud respectiva por el debido conducto
de su Excelencia D. Luis de Velasco, Marqués de Salinas, por entonces
Virrey Gobernador y Capitán General de esta Nueva España. Cabe
aclarar que el Marqués de Salinas, fue hijo de D. Luis de Velasco,
segundo virrey de México, por cuya razón llevaba su nombre.
Más de un año tardó en recibirse la respuesta del monarca, ya que
estando fecha en Madrid el 28 de febrero de 1608, fue recibida por el
Virrey hasta mediados de julio de 1609, cuyo documento se encuentra
concebido en los siguientes términos, un tanto cuanto ambiguos, pues
deja a éste la resolución del asunto después de que conozca cuál es la
opinión del señor Obispo de Michoacán.
"El Rey.- Marqués de Salinas, mi Virrey Gobernador de la Nueva
España u otra persona o personas a cuyo cargo fuere el Gobierno de
ella.- Fray Francisco de P. Oseguera, Vicario General en la Provincia
de Castilla de la Orden de Frailes Agustinos, me ha hecho relación de
que siendo muy extenso el territorio que comprende la Provincia
Agustiniana de San Nicolás de Tolentino de Michoacán en aquellos
Reinos, en el Capítulo celebrado en Valladolid en abril del año pasado
de seiscientos ocho, se acordó pedir mi licencia para la fundación de
cuatro conventos de la dicha Orden en cuatro de los pueblos de dicha
Provincia para la atención y consuelo de sus vecinos. Vistoo por mi
Consejo de las Yndias, tuve por bien mandar esta mi Cédula por la
que mandó el dicho pedimento, sea visto por el Ordinario o Sede
Vacante del Obispado de Michoacán, para que conforme a su opinión,

334
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

sea resuelto en la forma que proceda por el dicho mi Virrey


Gobernador de la Nueva España. Fechado en Madrid el veintiocho de
febrero de mil seiscientos y ocho años.- YO EL REY.- Por mandado
del Rey Nuestro Señor, Pedro de Torres (Rúbrica).- Al Virrey de la
Nueva España que no habiendo inconveniente por parte del Obispado
de Michoacán, permita a la Orden de San Agustín que funde el
Convento o Conventos que el Obpdo. de Michoacán diga y en los
lugares que señale. Grats. (Rúbrica).
El virrey de Nueva España, D. Luis de Velasco, Marqués de
Salinas, se sirvió comunicar lo anterior al M. R. P. Padre Provincial
Fr. Diego del Águila, quien a su vez lo puso en conocimiento de su
Señoría Illma, Dr. Fr. Baltazar de Covarrubias, Obispo de Michoacán,
quien perteneciendo también a la orden de Agustinos, desde luego,
accedió a señalar los cuatro lugares, donde a su juicio, deberían de
ubicarse los cuatro conventos que la citada Orden pensaba fundar,
para mayor gloria de Dios y consuelo de las almas, siendo dichos
lugares: Las Villas de Celaya, Salamanca, San Miguel y Colima; pero
antes de comunicar lo anterior al Virrey, se acordó no fundar por lo
pronto ningún monasterio en las dos últimas villas citadas, y aplazar
para el año siguiente la fundación del convento de Salamanca; en el
mes de septiembre siguiente, la Provincia de San Nicolás Tolentino
recibió la licencia expedida por el Virrey y a mediados de octubre de
ese mismo año de 1609, el Provincial Fr. Diego del Águila se puso en
camino para poner en ejecución la Cédula Real e iniciar la obra a la
mayor brevedad; el historidador D. Luis de Velasco y Mendoza, dice
que el Alcalde Mayor D. Juan Núñez de Prado, acompañado por una
comisión de vecinos salieron a recibirlo al camino y que al llegar a la
población, el pueblo le tributó entusiasta y cordial recibimiento.
Tomada la posesión del solar mercedado por el Cabildo para la
erección del convento y templo de San Agustín en esta villa de Celaya,
el día primero de noviembre de 1609, el M.R.P. Provincial Fr. Diego
del Águila bendijo colocó la primera piedra, con asistencia de los
religiosos Franciscanos y Carmelitas, que era el único clero que había;
el Cabildo, Justicia y Regimiento y numerosa concurrencia de vecinos
principales. El Padre Basalenque, Cronista de la Orden de Agustinos,
en la Provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán, (Crónica,
Libro III, Pág. 148), alaba mucho a los celayenses diciendo que son

335
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

buenos y muy amigables, que desde luego formaron un Patronato de


Ayuda para la edificación del Convento, el cual quedó integrado por
veinticinco miembros, que desde luego cooperaron con la cantidad de
quinientos pesos cada uno, y el padre del Religioso Fr. Provincial a su
Secretario, en papeles varios del Archivo Agustino de la ciudad de
Morelia).
El M.R.P. Provincial Fr. Diego del Águila, que fue quien inició la
ejecución de las obras, regresó a Valladolid a mediados de 1610,
dejándolas en manos del primer Padre Prior, Fr. Jerónimo de
Morales, a quien por el hecho de haber sido el primer religioso titular
del citado cargo, le corresponde el calificativo de fundador del
Convento. Treinta años (1610-1640), fungió como Prior Fr. Jerónimo,
para lo cual era reelecto en cada trienio, hasta el citado año de 1640,
en que debido a su ancianidad y quebrantada salud entregó la citada
obra completamente terminadas las estructuras arquitectónicas del
templo y del monasterio, Fr. Jerónimo de Morales era originario de
Burgos (España), donde nació el 30 de septiembre de 1575. Muy niño
fue traído por sus padres a esta Nueva España, estableciéndose
precisamente en la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de
Celaya, siendo en este lugar donde germinó su vocación agustiniana,
profesando en Valladolid, el 12 de octubre de 1591, siendo ordenado
sacerdote en 1599, siendo enviado como Ministro Doctrinero al
pueblo de Undameo, entre los indios matlalzingas, para los cuales fue
un verdadero apóstol. En el Capítulo intermedio, verificado en
noviembre de 1609, se eligió Vicario Prior de la nueva fundación de la
Villa de Celaya, y el Capítulo Provincial de abril de 1611, lo confirmó
Prior de este Convento, reeligiéndolo en los Capítulos subsecuentes,
durante nueve trienios, como ya lo habíamos dicho. En el año de
1638, el Definitorio expuso las causas de las citadas reelecciones,
haciéndolo en la siguiente forma: "...Se reelije al Prior de Celaya, por
estar muy ocupado en la construcción de un suntuoso oficio para el
Convento, el cual ha aumentado mucho, tanto lo espiritual, como en
lo temporal..." (Libro Primero de Provincia, foja 192).
La obra arquitectónica del templo y Convento de San Agustín de la
ciudad de Celaya, en conjunto, es de estilo Plateresco del Siglo XVII,
en el que ya empiezan a notar algunos detalles barrocos, y en la
suntuosa decoración interior, que se inició en 1676, el Altar Mayor y

336
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

los dos cruceros, fueron adornados con sendos retablos del estilo
churrigueresco, y la torre es de un arte muy original que recuerda el
mozárabe, como si el arquitecto que la edificó, se hubiera inspirado al
ser delineada, en la famosa Giralda de la ciudad de Sevilla... y, a
propósito, ¿quién fue el arquitecto que planeó y dirigió la
construcción del templo y del monumental edificio para el
Convento?... Lo fue D. Antonio Elexalde, el viejo, padre de Fr. Felipe
de Vergara, según se informa en el libro Nº. Uno de Gastos del
Convento, Foja 63, lo cual viene a rectificar lo asentado por el
historiador celayense D. Luis de Velasco y Mendoza, quien asegura
que también el insigne arquitecto D. Francisco Eduardo Tresguerras,
echó su cuarto a espadas en la construcción de la torre, que ejecutó en
1795, cuando a solicitud del Padre Prior Fr. Bernabé Calderón, se
encargó de edificarla... Dos cosas se oponen a que sea cierta la citada
aseveración: Primera.- Que en los Anales del Convento, figura como
Padre Prior de 1782 a 1793, Fr. Miguel Frías; de 1794 a 1801, Fr. Juan
Agustín Alfonsín, sin que antes ni después de los citados Priores,
aparezca Fr. Bernabé Calderón, quien sencillamente no existió, por lo
menos en el Convento de Celaya. Segunda: En el libro manuscrito
Ocios de Tresguerras, iniciado por D. Francisco en el año de 1796,
libro que constituye para el biógrafo del ilustre hombre, un filón
fecundísimo de noticias, no encontramos nada que se refiera a la
construcción de dicha torre, que por su propia importancia de la obra,
como se hizo con otra de mucho menos envergadura, ejecutada por
esas fechas: La Pirámide.
Desde 1609 hasta 1972, sesenta y ocho Priores han regido el
Convento de San Agustín de la ciudad de Celaya, pero como no sería
posible proporcionar aquí el "Curriculum Vitae" de todos y cada uno
de ellos, sólo vamos a referirnos a aquellos religiosos que en pro o en
contra del arte y del buen gusto, ejecutaron algunas obras en el
templo del citado Monasterio, hermoseándolo en algunas ocasiones,
pero en otras, cometiendo verdaderos atentados contra la cultura,
pues como dice la voz popular: ¡Líbranos Señor de un cura tonto con
iniciativa! ...aunque debemos recordar que los errores cometidos,
estuvieron animados de la mejor intención.
1609. Una vez iniciadas las obras de construcción del Convento
por el reverendo Padre Provincial Fr. Diego del Águila, cuando apenas

337
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

se empezaba a nivelar el terreno, llegó para hacerse cargo de ellas al


primer Padre Prior designado, Fr. Jerónimo de Morales, no sin hacer
notar que el encargado de la planificación y dirección técnica de dicha
obra, fue el Arquitecto D. Antonio Elexaldi, el Viejo, padre de Fr.
Felipe de Vergara, según se lee en la foja 63, del Libro Nº. Uno de
Gastos del Convento. Treinta y un años dura en ese cargo Fr.
Jerónimo Morales, para lo cual era reelecto cada trienio, siendo
sustituido por Fr. Juan de Castro, hasta el año de 1640, cuando ya
había sido bendecido y dedicado el edificio y el templo del Convento
de San Agustín.
1676. Fray Diego Frías se hace cargo del Priorato del Convento de
San Agustín de la ciudad de Celaya, durante su trienio, llevó a cabo la
construcción de tres preciosos retablos del más puro estilo
churrigueresco, artísticamente tallados en maderas preciosas y
dorados con oro fino; estos retablos quedaron colocados en el Altar
Mayor y los dos de los cruceros. Siguiendo el mismo estilo, los Padres
Priores subsecuentes, sin que nos sea posible establecer por ahora
quiénes fueron, construyeron los siete retablos que se colocaron en la
nave del templo, con lo cual, la iglesia de San Agustín de Celaya,
quedó transformada en la más bella y suntuosa, no sólo de la ciudad
sino de otras muchas de la región; únicamente el templo de San
Agustín de Salamanca llegó a competirle en hermosura, que era tanta,
que durante la invasión francesa, el coronel O'Gorman, se llevó como
trofeo de guerra el retablo del Altar Mayor del templo de la citada villa
de Salamanca, que ahora lucirá en algún museo de Francia, claro, sin
que se diga de dónde procede.
1806. Siendo Padre Prior Fr. Juan de Gayarrola, este convento
comenzó a funcionar "Casa de Noviciario", actuando como Mentor de
Novicios Fr. Mateo Álvarez.
1810. El 21 de septiembre de este año, al hacer su entrada triunfal
a Celaya, el Ejército Independiente, el Padre Prior Fr. Francisco
Rodríguez, no obstante ser español peninsular se mostró partidario
de la Independencia de México, siendo el único religioso que hizo acto
de presencia ante el señor Cura del pueblo de Dolores, D. Miguel
Hidalgo y Costilla para saludarlo y desearle éxito en su empresa, salvo
el Hermano Luis de Herrera, Lego de la Orden de los Padres
Dieguinos, encargados del Hospital de Curaciones de San Juan de

338
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Dios, que voluntariamente se incorporó al ejército con el grado de


Primer Cirujano; las demás comunidades religiosas existentes en la
ciudad, se mostraron enemigas acérrimas de la insurgencia, tanto,
que se tuvo que arrestar al Padre Prior del Convento de Carmelitas
Descalzos, Fr. Marcos de la Cruz, por negarse a entregar unos
caudales consistentes en cuarenta mil pesos depositados en el
Convento por la Testamentaría de Taboada, en la que era interesada
Dª. Manuela Rojas y Taboada, esposa de Abasolo, préstamo que se le
hacía al señor Cura Hidalgo, para los primeros gastos de la
Revolución, y por haerse desatado en contra los insurgentes,
independientemente de que el día anterior había organizado unas
"rogativas" y salió en procesión con el "Señor de la Escalera", para que
Dios librara a la ciudad de tales facinerosos; y por lo que hace a los
padres franciscanos, éstos se encerraron en su Convento no por
temor, sino como un mero desaire, debido a su franca filiación
realista, la cual quedó demostrada tres meses después, cuando a sus
instancias, la Plana Mayor de los Reales Ejércitos: Calleja, Flon,
García Conde, Iturbide, etc., el 11 de enero de 1811, juraron Generala
a la Imagen de la Purísima Concepción Patrona de la ciudad, para
salir a atacar la ciudad de Guanajuato, que permanecía en poder de la
insurgencia.
1830. Siendo Prior Fr. José María Marocho, el Convento de San
Agustín de esta ciudad, quedó converitod en Casa de Estudios
Superiores de Filosofía y Teología.
1846. Siendo Prior Fr. Antonio de Jesús Águila se quitó el retablo
churrigueresco del Altar Mayor, para construirse el de cantera que
hasta la fecha subsiste con tendencias ojivales o góticas en forma de
un cortinaje abierto.
1850. Siendo Prior Fr. Mariano Herrera, fueron destruidos los
retablos de los cruceros, siendo sustituidos por los actuales de
cantería, en forma de medallones góticos.
1863. El 29 de agosto de este año, siendo Padre Prior Fr. Blas
Enciso, se hizo la primera exclaustración. El Gobierno Imperial
restituyó el Convento que estuvo en poder de los religiosos hasta
1873, en que fue expropiado definitivamente, para ser dedicado a
Cárcel Municipal, cuyo destino, que duró hasta 1961, le ocasionó

339
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

gravísimos desperfectos, que no han podido ser reparados, ni por el


Gobierno, ni por instituciones que lo ocupan.
1892. Fray Pedro del Socorro Lagunas fue el muy respetable Prior
que consumó la destrucción de los siete preciosos retablos sobrantes
en el cuerpo de la iglesia, y ojalá lo hubiera hecho para ser sustituidos
por algo digno, pero no señor, después del arte, llenó los huecos que
éstos dejaron con unos altares de estilo gótico, construidos con
madera corriente, pintados al temple hecho con aguacola simulando
cantera, conforme a las ficciones del Siglo XIX, y bueno hubiera sido
que allí quedara la cosa, pero por si tales mamarrachos hubieran sido
pocos, mandó cubrir con pintura de aceite color verde bandera, no
sólo los muros del templo, sino también los altares y columnas de
cantera, dándole a todo, dizque un aspecto marmoleado, y como
digno remate a tanta chabacanería, mandó encalar la cantería de la
torre... ¡Dios nos libre de un padrecito con mal gusto y mucha
iniciativa!...
1900. El siguiente Padre Prior, que lo fue Fr. Mariano A.
Villagómez, compadecido del estado en que encontró la iglesia,
mandó raspar las columnas, al Altar Mayor y los dos de los cruceros,
dorándolos con oro corrientito, pero ya les dio un aspecto decente,
además dotó a la iglesia con mosaico de no muy buen gusto.
1946. Fray Nicolás P. Navarrete, dotó a la iglesia de todos los
vitrales emplomados; de dos cuadros murales al fresco del pintor
Pedro Cruz representando, respectivamente, a San Agustín y San
Nicolás; dotó también al templo de un órgano Hammond y mandó
construir un comulgatorio de granito artificial, después de ejecutadas
estas obras, la iglesia fue consagrada el 9 de septiembre de 1952, por
Monseñor Altamirano. Se reparó la casa habitación, que sólo es una
pequeña parte del antiguo Convento.
1955. Fray Gabriel D. Díaz, renovó las insalaciones eléctricas y
colocó los candiles.
1958. Fray Salvador A. Rivera. Emprendió la decoración general
del templo, sustituyendo los altares de madera por otros de cantera
labrada; durante su trienio, alcanzó a dorar el Altar Mayor; construir
y dorar tres altares y a decorar los muros y las bóvedas del
Presbiterio.

340
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

1961. Fray Manuel Edgardo Guzmán. Conforme al plan del Padre


Prior anterior, se continuó a ritmo acelerado la obra del decorado de
la iglesia, terminando en dos años escasos las cuatro quintas partes
que faltaban en los cruceros, la nave y la cúpula por dentro y por
fuera, llevó a cabo una nueva y costosa instalación eléctrica
totalmente oculta, construyó los confesionarios incrustados en los
muros, dos altares laterales y la completa pavimentación de la iglesia,
hecha con mármol.
Esta es la Historia del Convento y Templo de San Agustín de la
ciudad de Celaya, desde su fundación, hasta nuestros días,
conservando todavía la esperanza de ver restaurado totalmente la
parte del monasterio que fuera ocupada por la Cárcel Municipal, que
permanece semidestruida, debido a que no hay quien afronte los
gastos de reparación, que se calculan en dos millones de pesos.

341
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XXIV

EL REMATE
DE LA PLAZA DE TOROS

AL MISMO TIEMPO que el Agente del Número D. Nicolás de Calera


tramitaba en la ciudad de México la aprobación del diseño bajo cuyas
normas se habría de construir en las inmediaciones de Celaya el
famoso puente sobre el Río de la Laja, el Escribano Real Público de
Cabildo y Guerra D. José Antonio de Lizalde, cumpliendo con lo
acordado por el Ilustre Ayuntamiento, el 27 de junio de 1803 instruía
las diligencias necesarias a fin de que pusiera a remate la concesión
para operar la Plaza de Toros, con cuyos productos se pensaba
recabar los fondos necesarios para la construcción de dicho puente.
Por primeras providencias, el mencionado señor Escribano formuló el
Testimonio Notarial en que debería quedar consignada toda la
documentación relativa a este asunto, habiendo figurado como
testigos de verlo sacar los señores D. José Luis Malagón, D. Vicente
Carmona y D. José Tataya, todos ellos vecinos de Celaya; a
continuación, veamos lo que con toda solemnidad dejó asentado el
propio Escribano en este expediente: "En conformidad de lo
determinado por el Ilustre Ayuntamiento en su acuerdo de que es
Testimonio el anterior, Yo el Escribano certifico: Que por medio de
Agustín García, mulato libre, que hace oficio de Pregonero Público, la
mañana de este día, poco más de las once horas de ella, estando a las
Puertas de la Escribanía de mi cargo, en vozes altas y claras, se dixo el
Pregón siguiente: Quien quisiere haser postura en arrendamiento por
uno, dos, tres o más años, hasta nueve, a la Plaza de Toros de esta
Ciudad, sobre que hay superior permiso, con el destino de imbertir su
producto en la construcción de un puente en el Río de la Laja;
paresca, y se le admitirá vajo el correspondiente abono; pues al
intento se manda pregonar por treinta días consecutivos= Y para que
assí conste lo siento por feé y diligencia. Celaya primero de Julio de
mil ochocientos tres= JH. Antonio Lizalde". (Rúbrica).

342
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Efectivamente, durante treinta días consecutivos se estuvo


convocando a los postores mediante el consabido Pregón, sin haberse
obtenido ningún resultado positivo, según se desprende de las treinta
"razones" asentadas en el expediente, concebidas poco más, poco
menos, al siguiente tenor: "En tantos de julio del citado año de mil
ochocientos tres, se dio igual pregón al primero y no resultó postor.
Doy fé Yo el Alcalde de Segunda Elección y Justicia Mayor en Turno.
Lizdo Romero= De asistencia: Vicente Carmona= De asistencia:
Francisco Lizalde.
Una vez que se dio a conocer el señor Lic. D. Andrés Vicente
Marqués, Presidente del Ilustre Ayuntamiento, el resultado negativo
de las convocatorias hechas por medio del pregón, éste dispuso la
celebración de un cabildo extraordinario, el cual tuvo verificativo
enteramente de acuerdo con lo que se consignara en la siguiente acta:
"Sala Capitular de la Muy Noble y Leal Ciudad de la Purísima
Concepción de Celaya y Agosto ocho de mil ochocientos tres. En
Cabildo extraordinario a que han concurrido los Señores que de
presente lo componen, cuyos nombres constarán de sus firmas, se
vieron estas diligencias y acordó señalar para Remate de la Plaza de
Toros el día veinte y nueve del corriente: y que para convocar postores
aquí, en Querétaro, Guanaxuato, San Miguel el Grande y Valladolid,
se fixen los correspondientes Rotulones, dirijiendose al intento por el
Señor Presidente los necesarios oficios a los señores Jueces de dichos
Lugares. Y lo firmó su Señoría por ante mi de que doy feé.= Ldo.
Andrés Vicente Márquez= Juan Gregorio Bosque= Manuel Gómez de
Linares= Juan Pérez Gayón= José Ramón Guerra= Pedro Rodríguez=
Antemi= JH. Antonio Lizalde". (Rúbricas). A continuación de esta
acta, aparece la siguiente "Razón": "Con fecha de oy se libraron por el
Señor Justicia Mayor en Turno de este Partido los oficios prevenidos
en el Acuerdo anterior: y se fixaron en las partes públicas y
acostumbradas de esta Ciudad los correspondientes Rotulones. Doy
Feé. Celaya ocho de agosto de mil ochocientos tres= Lizalde.
(Rúbrica)"...
A fin de que nuestros lectores se enteren del contenido, así como
del trámite dado por los interesados a los oficios a que se ha hecho
mención, en seguida insertaremos uno de ellos, eligiendo para el caso
el que se dirigió al señor D. Juan Antonio de Riaño, Intendente

343
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Corregidor de Guanajuato, el cual a la letra dice así: "Sabe Vuestra


Señoría que por Superior Decreto del Excmo. Señor Virrey
Governador y Capitán General de esta Nueva España, fecho en esa
Capital a 21 del pasado Junio, se consedió a esta Ciudad la necesaria
Licencia, para celebrar en el discurso de nueve años, otras tantas
corridas de Toros, con el objeto de imbertir sus productos en la
construcción de un Puente en el Río de la Laja; Y haviéndose visto por
el Ayuntamiento el Expediente que se ha instruydo sobre Pregones, y
Remate de la Plaza, para dichas corridas de Toros que deven
principiar en Diciembre próximo de este año, se ha señalado el día 29
del presente mes para celebrar su remate; acordándose que en el
entretanto para excitar Postores, se fixen los correspondientes
Rotulones en esa Ciudad, las de Valladolid, Querétaro, y Villa de San
Miguel el Grande. En cuya atención Suplico a Vuestra Señoría, se
sirba mandar disponer los citados Edictos, o rotulones, y que desde
luego se fixen en los parages acostumbrados de essa Ciudad
anunciando al Público la noticia del expresado Remate, con la
prevención de que ocurran a esta a hacer la postura que les paresca
los Individuos que quieran executarla. Dios Guarde a V. S. Muchos
Años. Celaya 8 de agosto de 1803.- Ldo. Andrés Vicente Márquez.-
Señor Intendente Corregidor Dn. Juan Anto. de Riaño".
Al finalizar el pliego en que se encuentra contenido el oficio
anterior, da principio el Decreto dictado por el señor Intendente, con
una sola sílaba, bien grande, por cierto, que dice: Gua-, continuando
en otra hoja de papel, Sello Primero, de cuarenta y ocho reales:
naxuato 18 de Agosto de 1803- Cúmplase lo pedido en el oficio que
precede, y diligenciado se volverá al Alcalde Ordinario de primer Voto
de la Ciudad de Celaya, Licenciado D. Vicente Márquez. El Sr.
Yntendente Corregidor de esta Provincia así lo decretó con su Asesor
ordinario mandó y firmó de que doy fé.= Riaño= Lic. Marañón= José
Ygnacio Rocha. (Rúbricas)".- "Formé e hize fijar en los parajes
públicos de esta Ciudad, los rotulones combocatorios a que se
contrahé el oficio que antecede: Doy fé= Guanajuato 19 de agosto de
1803.= Rocha (Rúbrica).- Al Margen: Derechos inclusos los del
Asesor: 6 pesos 5 reales que suplico al Sr. D. Andrés Márquez haga se
me satisfagan. Rúbrica". Nota final: "Estoy pagado por el Sr. Don
Bernavé de Bustamante".

344
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

En igual forma que en la ciudad de Guanajuato, los rotulones


convocatorios fueron publicados en Querétaro, Valladolid y San
Miguel el Grande, por lo cual ya sólo se tuvo que esperar a que llegara
el 29 de agosto, fecha que se había señalado para que tuviera
verificativo el remate de la Plaza de Toros. Al atardecer del día 28, D.
Pedro de Villaseñor y Cervantes pasó a las Casas Consistoriales para
visitar en su despacho al Lic. D. Andrés Vicente Márquez, Presidente
del Ilustre Ayuntamiento, con objeto de informarle por encargo de su
hermano, D. José Ignacio Villaseñor y Cervantes, que fungía como
Alférez Real honorario y Regidor Alcalde Provincial en la ciudad de
Querétaro, que al día siguiente se presentaría en la almoneda D.
Francisco Galván, vecino de lapropia ciudad de Querétaro, para hacer
aplicación al remate de referencia, recomendando de paso que se le
dieran las facilidades necesarias para obtener la citada concesión,
inteligenciado de que el propio D. José Ignacio se constituía fiador de
Galván por cualquier cantidad a la que éste se comprometiera en las
pujas y mejoras. El Lic. Márquez ofreció que ayudaría a Galván hasta
donde sus facultades como Alcalde se lo permitieran, dando con esto
por terminada la entrevista. Una vez que se retiró D. Pedro Villaseñor,
el Licenciado también tomó su sombrero y salió del edificio
dirigiéndose a la calle de Parra, donde vivía su amigo D. Francisco
Eduardo Tresguerras, quien para esas horas ya debería encontrarse
en su domicilio descansando de las múltiples fatigas originadas en el
arduo trabajo que tenía con motivo de la construcción de la nueva
iglesia del Carmen. Una vez que D. Francisco pasó al saloncito en
donde lo esperaba el Licenciado, éste le expuso sin ambajes la
situación que se había creado al no haber más postor para el remate
de la Plaza de Toros que el queretano D. Francisco Galván, a cuya
merced iba a quedar la concesión por cualquier bagatela, pues no
teniendo contrincante en la subasta, se le tendría que aplicar por el
monto que fuera su propuesta. Tratándose de poner a salvo los
intereses de la ciudad y, sobre todo, evitar que la construcción del
puente fuera a quedar en suspenso por falta de los fondos necesarios,
a pesar de ser una obra de ingente necesidad, no fue muy difícil que el
Lic. Márquez convenciera a Tresguerras para que éste también se
presentara como postor, no sólo para elevar las pujas en una forma
adecuada, sino para que en caso necesario, si Galván no llegaba a

345
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

ofrecer una suma razonable, la concesión se adjudicara a un


celayense, quien sólo por este motivo podía contar con el respaldo de
todos sus paisanos, incluso el del propio Ayuntamiento, para que se
llevara a feliz término y con mucho éxito la celebración de las corridas
de toros. Convenido lo anterior, los dos amigos salieron a
entrevistarse con D. Joaquín Natera, rico vecino de la ciudad, a quien
tampoco fue difícil convencer para que se prestara a firmar el papel de
abono a favor de Tresguerras, a quien conocía como persona muy
capaz y honorable, cuyo documento fue redactado por el Lic. Márquez
en el momento en que Natera dio su conformidad, conviniendo
además, enq ue al día siguiente, a las diez horas, estaría presente en el
Oficio Público para ratificar o ampliar su fianza en cuanto fuera
necesario. Finiquitados estos arreglos, los tres amigos se despidieron
retirándose a descansar en sus respectivos domicilios.
Para no ir a incurrir en cualquier error que pudiera atribuirnos
como parcialidad en un asunto de tanta trascendencia, dejaremos que
sean las propias actas que se formularon las que informen a los
lectores sobre la forma y condiciones en que quedó adjudicada la
concesión para celebrar corridas de toros, hasta por nueve años
consecutivos, en la Plaza Mayor de la ciudad de Celaya, destinándose
sus productos a la construcción del Puente sobre el Río de la Laja:
"En la Ciudad de Celaya a veinte y nueve de Agosto del año de mil
ochocientos tres el Muy Ylustre Cavildo, Justicia y Reximiento de ella,
compuesto de su Precidente Licdo Don Andrés Vicente Márquez,
Abogado de la Real Audiencia de esta Neuva España de su Ylustre y
Real Colegio, Alcalde Ordinario de Primer Voto de esta Ciudad, y
Justicia Mayor en turno por ausencia del propietario; Don Juan
Gregorio Bosque, Rexidor Decano Alférez Real; Dn. Manuel Gómez de
Linares Rexidor Alcalde Provincial; Dn. Juan Pérez Gayón, Rexidor
Fiel Constraste; Don José Ramón Guerra, Rexidor llano; y Don Pedro
Rodríguez Fernández, Procurador General de esta Nobilísima Ciudad,
haviéndose congregado en el Oficio Público la mañana de oy con el
objeto de proceder al Remate de la Plaza Mayor para las Corridas de
Toros sobre que se ha formado este Expediente, tratando antes Su
Señoría entre si la materia, y particulares condiciones que deverán
extipularse en dicho Remate se acordó lo primero. Que el Tablado de
la Ciudad como principal se halla de poner en el Lugar que siempre se

346
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

ha acostumbrado, siendo su extención de dos Bigas; la construcción


agraciada, cómoda, del mejor arte, y todo con su adorno
correspondiente de quenta del Rematador.= Lo Segundo: Que para
cada uno de los individuos que componen el Ylustre Ayuntamiento,
sus Alcaldes Ordinarios, Procurador General y Escribano de Cabildo
se ha de dar una Lumbrera en el sitio adonde la eligieren para si y sus
Familias.= Lo Tercero: Que todos los Tablados se han de poner con la
mayor seguridad y comodidad, a satisfacción de la persona o perito
que nombrare la Ciudad.= Lo Quarto: Que la construcción planta o
figura de la Plaza ha de ser ochavada, con Balla y Terreno Libre por la
parte de afuera para que con comodidad puedan transitar los coches y
gentes; donde no habrá puestos algunos, quedando a beneficio del
Rematador los que se colocaren en las concavidades de los Tablados.=
Lo Quinto: Que todos los gastos de tropa para partir la Plaza y
Patruyas de resguardo han de ser de cuenta del Rematador.= Y lo
sexto: Que la corrida de Toros repartida en dos semanas habrá de
comenzar el treze de Diziembre próximo para finalizar el veinte y tres
del mismo.= Y supuestos tales preliminares o condiciones, siendo
cosa de las diez y media oras de la mañana por medio de Juan
Antonio Albarez, Mulato libre que hace oficio de Pregonero Público,
se dixo en vozes altas y claras::: Al Remate: Al Remate en
arrendamiento por uno, dos, tres o más años hasta nueve de la Plaza
de Toros de esta Ciudad para las corridas que tiene superior permiso
con el destino de imbertir su sproductos en la construcción de un
Puente en el Río de la Laja, Si hay quien quiera hacer postura,
parezca, y se le admitirá con el Habono necesario; pues se ha de
rematar dicha Plaza en el mayor y mejor Postor que resultare dadas
que sean las doze oras de este día.= Cuyo Pregón se estubo repitiendo
con cortas intermisiones, y en el ínterin ocurrió D. Francisco Xavier
Galván, vecino de Querétaro, presentando el papel de Havono que
aquí se agrega a fojas 13, legalizado en forma que comienza a la 14"
buelta concluyendo a las 15" suscripto del Alférez Real honorario
Rexidor Alcalde Provincial de aquella Ciudad Dn José Ygnacio de
Villaseñor Servantes el qual fue admitido atenta su idoneidad para el
efecto, y Dijo: Que bajo del propio Habono, y entendido de las seis
condiciones que van acentadas de que quedó y fue impuesto, hacía
postura a la citada Plaza por tiempo de los nueve años, ofreciendo de

347
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

enta en cada uno dos mil pesos aceptando las propuestas extipuladas
por el Ayuntamiento con la reforma a la segunda de que las
Lumbreras de sus Individuos las daría no en el sitio de su elección
sino en seguida del Tablado Real para el poniente Y en orden a lo que
se trata en la quinta sobre gastos de Tropa daría veinte y cinco pesos
diarios con tal destino, y el de las Patruyas de que habla modificando
semejante pención. Que tres Toros se Lidiarían en las mañanas, seis
por las Tardes; y sólo dos de los matados esarían a disposición del
Presidente Justicia Mayor. Y que no verificándose el Remate a su
favor en este acto se le debolviese su papel de Habono, y se tuviere
por desistido de la misma postura.= Y dava así el pregón de orden de
este Cavildo resultó Dn. Francisco Eduardo Tresguerras de esta
vecindad presentando igualmente un papel de Havono firmado por
Don Joaquín Natera, vecino de aquí (el que por estar presente lo
confesó, reconoció y ratificó para su cumplimiento) significando que
inclusas todas las condiciones ya dichas adelantaba la postura de D.
Francisco Galván en doscientos pesos más por el tiempo de tres años.
El nominado por el que tienen asignado se la pujó con otros
cinquenta; Tresguerras se la subio en otros tantos, llegando a ponerse
en dos mil trescientos pesos y Galván en dos mil y cuatrocientos sobre
el pie de condiciones expecificadas. Mas no haviendo quien mejorase
las ya hechas, aun después con mucho a la ora señalada, oydo el
Procurador General a quien no apreció combeniente se efectuase el
remate por la cantidad así ofrecida pues apenas excede de la mitad en
que susedió con motivo de la proclamación de Ntro. Soberano el año
de noventa y uno, considerando que pueden acaso en estos días
siguientes resultar otros mejores Postores de que redunde mayor
interés o beneficio de la recomendable obra del Puente, se resolvió
por el Ayuntamiento deferirse el remate para el savado tres del
inmediato septiembre. Lo que se anunciará al Público por medio de
rotulones, que se fixarán desde luego en esta Ciudad, Y porque ambos
postores se retrajeron y pidieron su papel de havono se les mandaron
debolber desprenhendiendose de la actuación. Con lo que se concluyó
el acto que se firmó con testigos de asistencia por ausencia del
Escribano de Cavildo, y falta de otros en el lugar siendo testigos Don
Luis Malagón, Don Vicente Camarena, Don Luis González, y otras
muchas personas que concurrieron de esta vecindad.- Ldo.- Andrés

348
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Vicente Márquez= Juan Gregorio Bosque= Manuel Gómez de


Linares= Juan Pérez Gayón= José Ramón Guerra= Pedro
Rodríguez= Francisco Lizalde= De Asistencia= José Joaquín de
Villanueva".
Como nuestros lectores ya lo habrán podido constatar con la
documentación inserta, el primer intento de remate de la Plaza de
Toros se vio frustrado, porque ninguno de los dos únicos postores
elevó la cuatía de sus proposiciones. Por lo que respecta al celayense
D. Francisco Eduardo Tresguerras, suponemos que si no mejoró su
oferta y prefirió que la subasta se dejara en suspenso conforme la
opinión del señor Procurador, esto se debió a que no se había puesto
de acuerdo con el Lic. Márquez hasta qué cantidad podría aumentar el
monto de sus "pujas", pues era lógico suponer que el queretano D.
Francisco Xavier Galván en cualquier momento podía retirar sus
ofertas, dejando que se adjudicara la concesión al competidor. Con
posterioridad a este acto, se convino en que Tresguerras podía
aumentar su ofrecimiento hasta los tres mil cuatrocientos pesos,
dejando el negocio en favor de Galván en cuanto éste sobrepasara esa
cantidad, ya que por parte del Ayuntamiento no existía otro interés
que el de obtener que se pagara por el arrendamiento de la plaza una
cantidad justa y equitativa para ambas partes, es decir que más o
menos se aproximara a los tres mil quinientos pesos que se habían
pagado por la concesión para celebrar las corridas de toros en la
"Jura" de Carlos IV.
Ni remotamente se vaya a pensar que en estas competencias
mediaba algún interés bastardo entre las autoridades y el señor
Tresguerras, ya que, como más adelante lo veremos, en la
construcción del puente sobre el Río de la Laja, si no perdió dinero el
ilustre Arquitecto, tampoco obtuvo otro beneficio, como no fuera el
meramente espiritual de sentirse profundamente satisfecho de haber
podido servir a la humanidad con una obra que, como un puente, una
calzada y otras de esta clase, son preferibles a muchas pías, por
resultar en beneficio general de almas y cuerpos..., según las propias
expresiones de Tresguerras, publicadas por el "Diario de México",
correspondiente al día 27 de febrero de 1807.

349
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Sobre la reanudación del trámtie para rematar la Plaza de Toros,


se levantó el acta que se inserta a continuación, cuyo original obra en
los Archivos del Ayuntamiento de Celaya:
"En la Ciudad de la Purísima Concepción de Celaya a tres de
Septiembre de mil ochocientos tres: El Muy Ilto. Señor Cavildo
Justicia y Regimiento de ella, compuesto por su Presidente Capitán de
Exército Dn Josse Bellojín y Frezneda Subdelegado Justicia Mayor de
este Partido y el de Salvatierra; Dn. Juan Gregorio Bosque, Rexidor
Decano Alférez Real; Dn. Manuel Gómez de Linares, Rexidor Alcalde
Provincial; Dn. Juan Pérez Gayón, Rexidor Fiel Contraste; Dn José
Ramón Guerra, Rexidor Llano y Dn. Pedro Rodríguez Fernández,
Procurador General: Estando juntos y congregados en el Oficio de mi
cargo haciendo Audiencia Pública en forma de Tribunal con el destino
de proceder al Remate de la Plaza Mayor de esta Ciudad en
arrendamiento para las nueve corridas de que tiene Superior Licencia
por otros tantos años, cuyo remate por la determinación anterior
quedó deferido para hoy Su Señoría pues, siendo cossa de las diez y
media de la mañana, mandó se trajese al pregón, según se hizo por
medio de Juan Antonio Alvarez, Mulato libre que exerce de Pregonero
Público, diciendo en vozes altas y claras= Al Remate= Al Remate, en
arrendamiento, por uno, dos tres o más años hasta nueve, de la Plaza
de Toros de esta Ciudad para las corridas de que tiene Superior
permiso con el destino de imbertir sus productos en la construcción
de un Puente en el Río de la Laja. Si hay quien quiera hacer postura
parezca y se le admitirá vajo el correspondiente Havono; pues se ha
de celebrar dicho remate en el mejor postor que resultare, dadas que
sean las doze horas de este día.= Cuyo pregón se estubo repitiendo
con cortas intermisiones, y en las intermisiones, y en el ínterin
pareció Dn. Francisco Tresguerras de esta vecindad expresando que
bajo el mismo Papel de Havono que había producido (y de nuevo
exhivió) en el acto anterior, suscripto a su favor por D. José Joaquín
Natera, hacía postura a la citada Plaza por tiempo de tres años
ofreciendo en cada uno la cantidad de dos mil quinientos pesos
apgaderos en fin de Diziembre de ellos: con calidad de que si desde el
treze al veinte y tres que son los que intermedian a las dos semanas de
la corrida de toros, huviere algunas representaciones cómicas ha de
tener acción al Partido que ajustan con el autor. Que las Lumbreras de

350
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

los Individuos de este Ilte. Ayuntamiento, serán a elección de los


propios, y en el sitio en que las pidan. Que diariamente se lidiarán a
nueve toros, tres por la mañana y seis a la tarde. Que de los que se
mataren, quedarán dos a disposición del Señor Presidente Justicia
Mayor. Y en lo demás observará aquellas otras circunstancias que
especifica la diligencia del acto de remate primero, fecha 23 del
pasado Agosto por estar desde entonces entendido de ellas= La cual
postura le fue admitida, y comunicada al público por el Pregonero;
ocurrió luego Dn. Francisco Galván vecino de Querétaro, con el
mismo Papel de Havono que consta haver presentado en aquel día
firmado del Rexidor Alcalde Provincial y Alférez Real honorario de la
propia Ciudad Dn. José Ygnacio Villaseñor Cervantes, legalizado en
forma que siéndole admitido como entonzes por la notoria idoneidad
del nominado. Dijo: Que vajo el pie de condiciones, con que Dn.
Francisco Tresguerras ha hecho su Postura la executaba él, ofreciendo
dos mil seiscientos pesos por la Plaza y durante el término de tres
años. Lo que oydo por Dn. Francisco Tresguerras se la pujó en
sincuenta, y alternativamente aquel le subió otros tantos; este ciento,
el otra igual Partida; Tresguerras la puso en tres mil, Galván en ciento
más. El primero aumentó sincuenta. El segundo lo mismo. Su
competidor otros ciento. Y en este estado, Dn. Francisco Galván Dixo:
Que entendiéndose el remate por el todo de los nueve años daría
sincuenta pesos. Después inteligenciado Tresguerras, significó que en
cada uno de los tres de su Postura daría tres mil y quatrocientos
veinte y sinco pesos. Resultando de esto que Tresguerras significase
su retiro, y pidiese su papel de Havono, que con efecto se le devolvió.
Dándose al Pregón tales pujas con la última relacionada hasta ser ya
como la una del día sin que hubiese quien la mejore o hiciese de
nuevo Causa por que de consentimiento del Procurador General, y
común acuerdo de los Capitulares que componen el Ilte.
Ayuntamiento, se mandó avivar la voz a la Almoneda con
apercivimientos del Remate hasta executarlo. Y así el Pregonero Dixo:
"Tres mil quatrocientos veinte y sinco pesos son los ofrecidos de anual
pención por la Plaza de Toros de esa ciudad durante los nueve años
que se han dicho, pagaderos en rreales efectivos en fines de Diziembre
de ellos, y con calidad de que el Tablado Real o principal del Ilte.
Cavildo se ha de poner donde siempre se ha observado con la

351
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

extensión o largo de dos vigas: de cómoda agraciada construcción, del


mejor arte, y todo con su adorno correspondiente de cuenta del
Rematador.= Que para cada uno de los Individuos del Ayuntamiento
Alcaldes Ordinarios, Procurador General y Escrivano se ha de dar una
Lumbrera en el sitio donde la elixieren= Que todos los tablados se han
de poner con la mayor seguridad, comodidad y a satisfacción de la
Persona o Perito que nombrare o comisionare la Ciudad. Que la
construcción, planta o figura de la Plaza ha de ser ochavada, con balla,
contra balla, y terreno libre por la parte de afuera, para que con
comodidad puedan trancitar los coches y Gentes; donde no habrá
puestos algunos; quedando a veneficio del Rematador los que se
colocaren en las concavidades d elos tablados. Que todos los gastos de
tropa para partir la Plaza y Patruyas de resguardo han de ser de
cuenta del mismo Rematador. Que la corrida de toros repartida en
dos semanas ha de comenzar el treze de Diziembre próximo para
finalizar el veinte y tres del propio mes. Que los toros que se lidiaren
han de ser nueve diarios, tres por la mañana, y seis por la tarde. Que
de ellos, o de los que se mataren cada día, quedarán dos a la
disposición del Señor Presidente de Ilustre Cavildo Subdelegado
justicia Mayor. Que si desde el día treze hasta el veinte y tres del
citado Diziembre huviere de haver algunas representaciones de
comedias, ha de tener acción el Rematador, al Partido que ajustare
con el Autor. En correpto de todo lo cual, si hay persona que mejore
esta postura, paresca, y se le admitiera. Que apercivo: Que apersibo:
Que apersibo de Remate::: Y pues que no hay quien puje, ofrezca o dé
más, que buena pro le haga el Postor Don Francisco Galván. Quien
aceptó el Remate, obligándose en devida forma a su observancia y
cumplimiento vajo las calidades y condiciones con que se ha
verificado mediante el Orlabono que va relacionado, y se hagrega a
esta diligencia. Acordando el Ilustre Ayuntamiento que si pasados los
nueve días siguientes no huviere dentro de ellos motibo justo que
exhija la apertura de nuevo acto, desde luego se tenga ése por
aprovado con las solemnidades requisitas. Y con lo expuesto se
concluyó dicho Remate, que firmó su Señoría, por ante mi siendo
testigos D. Luis Gonzales, D. Joaquín Natera, D. Vicente Carmona, y
otras muchas personas que concurrieron de esta vecindad. Doy feé.
Firman: José Bellojín y Fresneda, Juan Gregorio Bora, Gómez de

352
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Linares, Juan Pérez Guyín, José Ramón Guerra, Pedro Rodríguez,


Francisco Eduardo Tresguerras, Francisco Xavier Galban. Ante mi
José Antonio Lizalde.
Razón= Según consta de acuerdo celebrado oy por el Ilustre
Cabildo de esta Ciudad, Don Francisco Galban ha satisfecho los tres
mil quatrocientos veinte y cinco pesos correspondientes al primer año
de su obligación por lo que es el remate de la Plaza de Toros
verificado a su favor. Y para que aun conste con estas diligencias
siento la presente razón. Celaya siete de enero de mil ochocientos
quatro: José Antonio Lizalde.

353
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XXV

CONSTRUCCIÓN DEL PUENTE

FINALIZABA el mes de abril de 1803, cuando el señor Subdelegado


Justicia Mayor de la ciudad de Celaya, D. José Bellojín y Fresneda,
tuvo conocimiento de que próximamente el señor Virrey, D. José de
Iturrigaray, pasaría por esta ciudad en tránsito para la de Guanajuato.
Inmediatamente convocó al Cabildo a una sesión extraordinaria, en la
cual por primeras providencias se designó la comisión que a nombre
de la Comuna debería rendir sus respetos al Excmo. Señor y
acompañarlo durante sus viajes de ida y retorno, así como durante su
permanencia en aquella ciudad. La comisión de referencia quedó
integrada por los señores D. Juan Gregorio Bosque, Regidor Decano
Alférez Real y D. Manuel Gómez de Linares, Regidor Alcalde
Provincial, quienes desde luego fueron investidos con el título de
"Diputados por el Ilustre Cabildo". A continuación, se puso sobre el
tapete d elas discusiones la medida que debería adoptarse a fin de
que, sin el menor peligro para la preciosísima vida de su Excelencia y
las no menos valiosas de sus distinguidos acompañantes, pudieran
éstos cruzar con todo y sus carruajes el turbulento Río de la Laja, que
como era bien sabido por todos los allí reunidos, para principios de
junio en que se realizaría el viaje, debería encontrarse convertido en
un verdadero torrente; aquí cabe informar a los lectores que no
obstante que el tráfico por el Camino Real que pasaba por Celaya
siempre fue muy intenso ya que era el único medio de comunicación
entre los Reales de Minas de Guanajuato, Zacatecas, San Luis, ciudad
de Guadalajara y ciudad de México y Puerto de Veracruz, para cruzar
el citado río sólo se contaba con un "vado" natural, esto es, un lugar
en que sus márgenes se encontraban algo más separadas, lo que hacía
al extenderse el agua en una amplitud mayor, perdiera
proporcionalmente su profundidad, permitiendo así el paso a las
diligencias, conductas y recuas en que se hacía el transporte de
pasajeros y carga dey para los lugares mencionados y pueblos
intermedios. Cruzar el río en estas condiciones, era desde luego

354
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

sumamente eventual, sobre todo en la época de las grandes


precipitaciones pluviales que ocasionaban a éstos molestas y onerosas
demoras en su tránsito. Tratando de evitar un contratiempo de esta
naturaleza al señor Virrey Iturrigaray y a su numerosa comitiva, el
Ilustre Cabildo tuvo a bien acordar que de inmediato se procediera a
la construcción de una "canoa" de madera, lo suficientemente amplia
para que en ella cupiera holgadamente un carruaje en su doble tiro de
mulas, lo cual se verificó, sirviendo en su oportunidad este
adminículo para transportar de un lado a otro, sostenido por un
grueso cable, la carroza de su Excelencia y los coches de sus
acompañantes. Resuelto provisionalmente este problema con el cual
se había puesto de manifiesto la necesidad de construir un puente
sobre el río para facilitar el libre tránsito a todos los viajeros, también
se acordó que los señores diputados por el Ilustre Cabildo, en el
momento que consideraran oportuno, habrían de hacer una
representación ante el señor virrey, suplicándole la expedición de un
decreto mediante el cual se permitiera la celebración de corridas de
toros, durante nueve años consecutivos, a fin de que el Ayuntamiento
se arbitrara los fondos necesarios para la construcción de dicho
puente y si sobrara algún remanente, éste se aplicara a la introducción
del agua a las fuentes públicas, servicio de que carecía la población lo
más del año.
Al día siguiente de haber sido tomadas por el Cabildo estas
resoluciones, se mandó llamar a D. Francisco Eduardo Tresguerras,
competente arquitecto celayense, que por esos días ya casi se
encontraba terminando la cimentación para la nueva iglesia del
Carmen, con el objeto de encomendarle la ejecución de los plaos y el
cálculo de los costos del puente, ya que junto con la solicitud a que
antes nos hemos referido, se pensaba poner en manos del Virrey
Iturrigaray toda la documentación relativa, a fin de abreviar trámites.
Por fin llegó el día 7 de junio, fecha en que debería arribar a
Celaya el señor virrey D. josé de Iturrigaray, según había tenido a bien
comunicarlo anticipadamente por medio de un correo extraordinario;
desde temprana hora ya se notaba en la ciudad ese espíritu de
inquietud que antecede a los grandes acontecimientos; afanosamente
eran revestidos con variados y costosos adornos los arcos triunfales
que se habían levantado cada cien varas a todo lo largo de la Calle

355
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Real; los frentes de las casas más humildes, a falta de algo mejor, se
encontraban perfectamente barridos y regados y sus fachadas
adornadas con festones y coronadas de ramajes y flores naturales,
mientras que las puertas y balcones de las moradas de gente principal
ostentaban hermosos cortinajes y ricas colgaduras entre los que
destacaban los blasones nobiliarios alternando con el Escudo Real.
Para medio día, los preparativos estaban terminados y ya sólo se
esperaba el paso de la comitiva virreinal... Desde la entrada de la
ciudad se encontraban apostadas formando valla, las fuerzas del
Regimiento de la Reina, traídas desde la Villa de San Miguel el
Grande, las del Regimiento de Celaya y las de la Infantería Provincial,
tras de las cuales el populacho se agolpaba para presenciar el paso de
su Excelencia y de los altos personajes que le acompañaban. Entre las
dos y las tres de la tarde una salva de morterillos y cámaras anunció
que la carroza del virrey había cruzado el Río de la Laja, distante una
media legua de la ciudad, siendo esto la señal para que con los
esquilones y campanas de todas las iglesias echadas a vuelo se iniciara
un repique general... A los pocos minutos, una nube de polvo que se
mecía sobre el Camino Real, indicaba que la comitiva se acercaba, no
tardando en aparecer la descubierta formada por las músicas de los
Regimientos; veinte niños a caballo, con sus respectivos palafreneros,
todos vestidos con ricos trajes a la usanza de los pajes y escuderos
reales antecedían a la carroza del virrey que era seguida por diez o
doce carruajes en que viajaban los personajes de la comitiva,
escoltados por la oficialidad y los dragones del Regimiento de
Querétaro, cerrando la cabalgata un grupo como de doscientos jinetes
ricamente ataviados a la usanza del país, formado por los más
prominentes vecinos de Celaya. Al llegar la carroza al puente sobre el
"Riyito", denominado actualmente de "Las Monas", fue recibida por el
pueblo con vítores y aplausos; un grupo de individuos de la plebe,
encabezados por algunos de los señores regidores, desengancharon
las mulas que tiraban el carruaje del virrey, que en prueba de
sumisión y servilismo continuó conducido por ellos mismos hasta la
puerta de las casas consistoriales.
Después de recibir los parabienes y felicitaciones del Iltre.
Cabildo, de los Prelados de las Religiones y de la nobleza y vecinos
principales de la ciudad, el virrey fue alojado en la Hospedería del

356
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Convento del Carmen, según lo afirman algunos historiadores,


aunque nosotros creemos que más bien pudo ser en la Hospederíai de
la Real y Militar Orden de Mercedarios, por la sencilla razón de que
por esos días, debido al reciente incendio de la iglesia del Carmen, se
encontraban concentrados en una capilla provisional en la que los
religiosos celebraban sus oficios, contando en cambio el de la Merced
con un buen "Hospicio", en el cual de ordinario se alojaban los
Presidentes, Comendadores y Padres de dicha Orden, en su tránsito
entre las ciudades de México, Guadalajara y el Valle de Santiago en
donde tenían muy grandes e importantes conventos.
Dejemos a su Excelencia el señor virrey D. José de Iturrigaray
continuando sus viajes de ida y vuelta a la ciudad de Guanajuato, para
referirnos a la sesión extraordinaria de Cabildo celebrada en Celaya el
27 de junio de 1803, en la cual los señores D. Juan Gregorio Bosque y
D. Manuel Gómez de Linares, en su calidad de "Diputados por el Iltre.
Ayuntamiento", rinden a éste su informe sobre la comisión que les fue
conferida y desempeñada ante el citado virrey. Para no apartarnos ni
un ápice de la verdad, preferimos insertar el acta que sobre este
particular fue formulada por D. José Antonio de Lizalde, Escribano
Real Público, de Cabildo y Guerra:
"En la Ciudad de Celaya a veinte y siete de Junio de mil
ochocientos tres: El Muy Ilustre Señor Cavildo Justicia y Reximiento
de ella compuesto de su Presidente Capitán de Exército Don José
Bellojín y Fresneda, Subdelegado Justicia Mayor de este Partido y el
de Salvatierra; Don Juan Gregorio Bosque, Rexidor Decano Alférez
Real; Don Manuel Gómez de Linares, Rexidor Alcalde Provincial; Don
Juan Pérez Gallon, Rexidor Fiel Contraste; Don José Ramón Guerra,
Rexidor Llano, y Don Pedro Rodríguez Fernández, Procurador
General estando juntos y congregados según costumbre en su Sala de
Acuerdos, los dos primeros citados Capitulares Diputados por este
Ilustre Cavildo para rendir sus respetos al Excelentísimo Señor Virrey
Governador y Capitán General de este Reyno, y felicitarlo en su
tránsito para la Ciudad de Guanajuato hasta donde lo acompañaron
en ida, estada y regreso, hicieron presentación de la gracia que
impetraron y obtuvieron de su Excelencia a nombre de este propio
Cavildo para celebrar el espacio de nueve años, otras tantas corridas
de Toros, destinado el producto de la Plaza a la construcción del

357
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Puente, que se ha tratado levantar en el Río de la Laja, según el


expediente instruido en la materia, donde obra el diseño y regulación
de sus costos, formado por Don Joaquín de Heredia, Arquitecto de
mérito de la de San Carlos de este Reyno, y Agrisensor General de
Tierras y Aguas en estos Dominios de Nueva España, cuya Gracia, o
superior Licencia transcripta a la letra dice así= Escelentísimo Señor=
Don Juan Gregorio Bosque, Rexidor Decano Alférez Real de la Ciudad
de Celaya, y Don Manuel Gómez de Linares Rexidor Alcalde
Provincial de la misma, Diputados de Aquel Ilustre Ayuntamiento,
ante V. Excelencia Decimos: Que habiéndose dignado la Bondad de V.
Excelencia dispensarnos la gracia que impetramos por nueve años,
para que con el rendimiento, que produzcan otras tantas Corridas de
Toros, se construya un puente en el Río de la Laja; se sirvió V.
Excelencia prevenirnos sería conveniente, que en el caso de resultar
algún sobrante, se aplicase éste a los gastos de la Yntroducción del
Agua para las Fuentes Públicas, de cuio forsoso Abasto se carese lo
más del Año, en aquella Población; de que resultará en Beneficio
General a aquel vecindario: En cuia virtud Suplicamos A V.
Excelencia, con el más profundo respeto se sirba Decretarlo para la
futura constancia en que recibiremos Merced= Juan Gregorio
Bosque; Manuel Gómez de Linares= Otro si Decimos: Que como el
producto del arbitrio propuesto deve ser paulatino y no completará el
fondo necesario, sino después de ocho o diez años, con lo que habría
de fierirse el veneficio común del Puente por otro tanto tiempo, y
acaso esto pueda influir en que jamás se verifique; para evitar estos
incombenientes, se presenta el arbitrio de buscar el Capital necesario
pagando su rédito, y asegurando con especial ypoteca de los citados
rendimientos que tenga la Plaza de Toros: cuia diligencia nos
ofrecemos a practicar si la Clemencia de V. Excelencia para todo ello
nos faculta con su superior licencia, que reberentes suplicamos ut
Supra.= Juan Gregorio Bosque.-= Manuel Gómez de Linares.= )Al
margen: Superior Decreto).- Guanajuato veinte y uno de Junio de mil
ochocientos tres.= Concedo las nueve Corridas de Toros que
solicitaban los diputados de esta Ciudad, para que su producto se
imbierta en la construcción del Puente, y lo sobrante se aplique a la
conducción del Agua como proponen pasando el Diseño con
anticipación a la Real Academia.= Iturrigaray.- (Al margen Otro).-

358
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Guanajuato veinte y dos de junio de mil ochocientos tres= Concedido


el otro si, como lo piden los Señores Diputados, por sus justísimas
razones- Iturrigaray.= En cuya vista dándose pro este Ilustre Cavildo
las más expresivas gracias a los dichos sus Diputados pro la parte que
tuvieron en la consecución de tal Licencia: y pidiendo el Procurador
General, que para diziembre de este año sea la primer Corrida de
Toros, dividida en dos semanas, practicándose con anticipación, de
tiempo las diligencias necesarias al Remate de la Plaza, cuio producto
según su asendiente servirá de govierno para usar del tro Suprerior
permiso, que inclye la propia Licencia, en cuanto a hipotecarlo
expecialmente al seguro del Capital que se tome a rédito con el
destino de avanzar mas término en la construcción del Puente: Se
acordó, que desde primero del inmediato Julio, se refiera al Pregón
por treinta días continuos en esta Ciudad la citada Plaza,
admitiéndose las Posturas, pujas y mejoras que resultasen, con las
que concluidos los mismos pregones se dará cuenta al Ayuntamiento
para asignar el Remate, formándose sobre estas diligencias el
necesario expediente que comenzará con Testimonio de esta acta
capitular, quedando archivada la referida licencia original de la que
también se sacará otro testimonio para agregarlo al Dizeño, y que se
pase a la Real Academia de San Carlos de esta Nueva España
solicitando su aprobación como ordena la Superioridad de su
Excelencia; Reserbando acordar en su devido tiempo lo demás que
corresponde en el asunto. Y assi su Señoría lo determinó y firmó.=
José Bellojín y Frezneda.= Juan Gregorio Bosque.= Manuel Gómez de
Linares.= Juan Pérez Gayón.= José Ramón Guerra.= Pedro Rodríguez
Fernández.= Ante mi= José Antonio Lizalde, Escribano Real Público
de Cavildo y Guerra".
Mientras por una parte se pasaba el Pregón la convocatoria de
postores para la concesión de las corridas de toros, curioso trámite
que veremos con posterioridad, tal como lo había dispuesto el Ilustre
Cabildo en la parte relativa del acuerdo que tomó, el Escribano Real
D. José Antonio de Lizalde expedía el testimonio del acta que se acaba
de transcribir, el cual fue remitido con todas las instrucciones del caso
al Agente del Número D. Nicolás de Calera, a fin de que éste hiciera
las gestiones que fueran necesarias hasta obtener la aprobación de la
Real Academia de San Carlos para el anteproyecto del puente, cuyo

359
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

diseño y cálculos ya habían sido entregados al señor Virrey


Iturrigaray, en la ciudad de Guanajuato, juntamente con la solicitud
que le fue presentada por la Diputación Celayense. Considerando que
es muy interesante que nuestros lectores conozcan detalladamente las
gestiones que al respecto se hicieron no sólo por estar consignadas en
una documentación original, hasta ahora completamente inédita, sino
porque vienen a confirmar una vez más que no hemos estado en un
error al afirmar que el insigne arquitecto D. Francisco Eduardo
Tresguerras, aun no contaba con la licenciatura de la Real Academia
cuando construyó la iglesia del Carmen en Celaya, licenciatura que
nosotros suponemos le fue expedida hasta por el año de 1808, es decir
casi un año después de que qeudó concluida e inaugurada la citada
iglesia, generalmente considerada como su Obra Maestra, a
continuación vamos a ver lo que dichos papeles nos revelan:
Al recibir el Agente de Negocios D. Nicolás de Calera el testimonio
y las instrucciones que le enviara el Ilustre Ayuntamiento de Celaya,
por primera providencia, durante los primeros días del mes de agosto
de 1803, presentó al Virrey Iturrigaray la siguiente petición:
"Excelentísimo Señor= Don Nicolás de Calera, Aente de Negocios
del Número, por el Ylustre Ayuntamiento de la Ciudad de Celaya ante
Vuestra Excelencia por sus superiores Decretos de veinte y uno y
veinte y dos de junio último, conceder a los Diputados de aquel
Cuerpo, la licencia que solicitaron de poder hacer nueve corridas de
toros, para que su producto se imbierta en la construcción del Puente
en el Río de la Laja, y en caso de sobrante se aplique éste a los gastos
de la introducción de el agua para las Fuentes públicas: con
prevención de que el diseño de la expresada obra se pase con
anticipación a la Real Academia de San Carlos.= En esta atención se
ha de servir la justificación de Vuestra Excelencia mandar se me
entregue el mencionado Diseño para el expresado efecto. Por tanto=
A Vuestra Excelencia suplico así lo mande por ser justicia= Nicolás de
Calera".
El acuerdo recaído a la anterior solicitud, quedó consignado en el
siguiente Decreto: México doce de agosto de mil ochocientos tres= Al
Señor Fiscal de lo Civil, en donde se halla el Expediente relativo=
Rubricado de Su Excelencia".

360
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Casi después de un mes de que le fue turnada al Señor Fiscal la


solicitud presentada por Calera con el Decreto anterior, éste formuló
el siguiente pedimento:
"Excelentísimo Señor: El Fiscal de lo Civil dice: Que supuesta la
resolución que comprende el Superior Decreto de veinte y uno de
Junio de este año, que presenta en Testimonio la parte de el
Ayuntamiento de Celaya, no haya que tratar de los arbitrios que
indicó el Real Tribunal de Consulado en su ynforme de dos de dicho
mes para la construcción de un puente en el Río de la Laja, inmediato
a aquella Ciudad, que son substancialmente los mismos que aprovó el
citado Superior Decreto= En este se previno que el Diseño de la obra
se pasara con anticipación a la Real Academia, y a este fin solicita la
parte de dicho Ayuntamiento, se le entregue el que corre en estos
Autos: El Fiscal no haya reparo en que así se haga; pero en
consideración a que se conforme al artículo setenta de la Real
Ordenanza de Yntendentes de quatro de Diciembre de setecientos
ochenta y seis, no puede construirse edificio alguno público, sin que
preceda que los dibjos de los Planos Alzados y cortes se presenten en
la Junta Superior de Real Hacienda, para que rectificados por Peritos,
en lo que conduce a la mayor firmeza, duración y hermosura de la
obra, califique la proporción de los gatstos con los medios de donde
deven verificarse; la Superioridad de Vuestra Excelencia, siendo
servido podrá mandar se entregue a la Parte de dicho Ayuntamiento
el mencionado diseño, para que lo pase a la Real Academia, con
prevención de que con el juicio que allí se formare lo vuelva a
presentar a fin de que se vea, y apruebe en dicha Junta Superior
según las resultas.- México treinta y uno de agosto de mil ochocientos
tres.= Zagarzurieta." (Rúbrica).
A continuación, asentados en el mismo pliego que contiene el
"Pedimento" se encuentran un "Decreto" y una "Razón de
Notoriedad", que a la letra dice así:
"México Septiembre site de mil ochocientos tres= Como pide el
Señor Fiscal de lo Civil= Iturrigaray. (Rúbrica)". Al margen: "Razón
de Notoriedad: En México a doce de septiembre de mil ochocientos
tres; presente D. Nicolás Calera, por el Ayuntamiento su parte, le hize
saver el superior Decreto, y Pedimento anteriores, y dixo lo oye, y se le
entregue. Doy fé= Calera= Manuel Martínez del Campo". (Rúbrica).

361
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Una vez que D. Nicolás de Calera tuvo en su poder los planos del
puente, la opinión del señor Fiscal y los acuerdos y decretos dicados
por el señor virrey, inmediatamente salió del Palacio del Gobierno
para dirigirse al edificio ocupado por la Real Academia, que sólo
distaba unos cuantos pasos, con el objeto de entrevsitarse con el señor
Presidente de la misma, Marqués de San Román; sin embarog, la
audiencia privada que solicitara de éste, no fue posible que se le
concediera de inmediato, por encontrarse en "junta2 el señor
Marqués, pero en cambio, por conducto del Oficial mayor D. Pedro
Galindo, le hizo saber que tendría mucho gusto en recibirlo al día
siguiente; a las once d ela mañana, con lo cual ya quedaba concertada
la entrevista. Al celebrarse ésta, Calera expuso al señor Presidente de
la Real Academia la representación que llevaba por parte del Ilustre
Ayuntamiento de Celaya; le mostró la documentación de que era
portador y, como era natural, encarecidamente le suplicó que se
sirviera dar sus órdenes, a fin de que se practicara el estudio y se
rindiera el dictamen a la mayor brevedad. Por su parte, el Marqués
indicó a Calera que, para poder ordenar que se hiciera el estudio
solicitado, debería entregar en la Secretaría toda la documentación,
previo recibo que por ella se le expidiera, y ofreció que en cuanto ésta
se le turnara de "oficio", serían dictadas las órdenes del caso. En la
propia documentación vemos que el señor Marqués cumplió su
ofrecimiento, ya que al día siguiente, los papeles de referencia fueron
turnados a la Dirección de la Academia con el siguiente acuerdo,
escrito de su puño y letra: "México trece de septiembre de mil y
ochocientos tres". "Ynforme el Director de Arquitectura Don Antonio
Velázquez", cuyo acuerdo sólo está signado con su rúbrica.
El informe rendido por D. Antonio Velázquez, que insertaremos a
continuación, una vez más nos confirma que los planos y cálculos del
Puente sobre el Río de la Laja, aunque dibujados y hechos por D.
Francisco Eduardo Tresguerras, no fueron firmados por él... ¿Cuál fue
la razón que tuvo para eximirse de ello?... ¿La que expuso al Ilustre
Cabildo de Celaya, es decir, para no dar pábulo a nuevos y enconados
ataques de sus enemigos y deturpadores?... Tomando en cuenta el
espíritu combativo de D. Francisco, que la mayor parte de su vida se
la había pasado enfrascado en cuentas y hasta escandalosas
polémicas, sinceramente suponemos que ése no fue el verdadero

362
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

motivo, sino más bien que aun no contaba con la licenciatura de la


Real Academia para actuar como Arquitecto, pues siendo una persona
muy ilustrada, no podía ignorar las Reales Ordenanzas y Reglamentos
de la materia, máximo que a nosotros nos consta, por tenerlo a la
vista, que obraba en su poder un ejemplar del libro intitulado
Ordenanzas de Madrid y otras diferentes, por D. Teodoro Ardemans,
Arquitecto y Tracista Mayor de las Obras Reales, Maestro Mayor de la
de Madrid, Veedor de las conducciones de las Aguas, Maestro Mayor
de Fuentes y Santa Iglesia de Toledo, Pintor de Cámara de su
Magestad con la Llave deFurriera, y de la Noble Guardia de Coros
jubilada, en cuyo ejemplar, asentadas de puño y letra de Tresguerras
se encuentran estas notas en la portada y contraportada del
mencionado libro: Del uso de Francisco Tresguerras año de 1794 y
Véase a Don Antonio Palomino, en las Visas de los pintores famosos
Pag. 430 y se hallarán algunas particulares noticias de la habilidad
de Dn. Teodoro Ardemans, autor de esta obra; además en las páginas
interiores de este libro, también de su puño y letra, existen
entrerrenglonadas o marginales curiosas acotaciones tan
demoledoras y contundentes comoo éstas, que muy a las claras
denotan el carácter de este hombre excepcional: "Josef Donoso,
Pintor, Arquitecto universal, y ridículo, Maestro Mayor de la Santa
Iglesia de Toledo: corrompió a la buena arquitectura... "Josef de
Churriguera, Arquitecto, Dibujante y Escultor. Lo cierto es, que
corrompió la buena arquitectura. (Las palabras asentadas con
cursivas, son las que fueron escritas por Tresguerras) Pero... es mejor
que nos apartemos de estas disertaciones, para continuar dando a
conocer a nuestros lectores cuál fue la opinión emitida por D. Antonio
Velázquez, Director de Arquitectura, en relación con los planos y
documentos que le fueron turnados por el Marqués de San Román,
Presidente de la Real Academia, cuyo informe dice así:
"Examinado con la mayor atención el Plano formado por el
Académico de Mérito de esta Real academia D. Joaquín de Heredia,
para la construcción del Puente en el Río de la Laja, inmediación de
Zelaya, le hallo mui digno de aprobación, pues tanto en sus plantas,
como en su elevación, está perfectamente arreglado a la buena
edificación y noblesa de aspecto con sencillez, por lo que soy de sentir
deve construirse con dicho Plano la obra, sin variar en nada;

363
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

exceptuando las ramblas o terraplenes de subida y bajada, que las da


cien varas de longitud a cada una, y siendo la altura de el Puente diez
varas y media, me parece no deven bajar de ciento y cincuenta varas,
para que sea suave el ascenso y descenso= Del abalúo no puedo
formar cabal idea, pues pone por mayor trece mil pesos sin los datos
para deducir el resultado, me no obstante me parece que, atendidos
sus tamaños y clases de materiales, puede subir más de lo que en que
le abalúa; bien que esto puede consistir, en no tener yo la instrucción
que en el contemplo de los precios y proporción de los materiales en
el sitio donde se intenta construir= Dios guarde a Usia muchos años.
México catorce de septiembre de mil ochocientos y tres Antonio
Velázquez= Señor Marqués de San Román, Presidente de la Real
Academia de San Carlos de Nueva España= Es copia. México dies y
siete de septiembre de mil ochocientos tres= Antonio Piñeiro".
Como dato curioso, asentamos que por rendir el anterior informe,
D. Antonio Velázquez cobró como honorarios la modesta suma de
cuatro pesos, según el recibo original que hemos tenido el privilegio
de ver en nuestras manos.
A continuación, para darse cumplimiento a lo dispuesto por el
Artículo 70 de la Real Ordenanza de Intendentes, de fecha 4 de
diciembre de 1786, toda la documentación, incluso el informe rendido
por el señor Director de Arquitectura, fue presentada a revisión de la
Junta Superior, por conducto de su Secretario Perpetuo D. Pedro
Galindo, la cual no tuvo inconveniente de dictar el siguiente Acuerdo:
"México treinta de septiembre de mil ochocientos tres= Visto.
Apruevase el Plano formado para la construcción del Puente del Río
de la Laja en los términos que ynforma el Director General de
Arquitectura. Así lo acordaron y firmaron= Guevara= Borbón=
Monterde= Bachiller Vildisola= Pedro Galindo".
Previa liquidación de los derechos correspondientes, que
importaron la cantidad de nueve pesos, según un recibo firmado por
D. Pedro Galindo, por los conductos debidos fue devuelto el
expediente, pasando de mano en mano hasta llegar nuevamente a las
de su Excelencia el señor virrey a quien recurrió en última instancia
D. Nicolás de Calera, en un escrito que dice así:
"Excelentísimo Señor= Don Nicolás Calera, por el Ylustre
Ayuntamiento de la Ciudad de Celaya, en los autos sobre la

364
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

construcción del Puente del Río de la Laja, ante Vuestra Excelencia


como mejor proceda Digo: que respecto a hallarse concluido
enteramente este negocio se ha de servir la justificación de Vuestra
Excelencia mandar, se me entregue el Diseño o Plano que formó el
Arquitecto Heredia, para verificar la obra arreglado a él, con las
modificaciones y prevenciones que aparecen de dicho Expediente, y
así mismo Testimonio de este Escrito, del que presenté con el
respectivo documento, en doce de Agosto, de la última respuesta del
Señor Fiscal de lo Civil, del Superior Decreto de conformidad, de lo
expuesto por la Real Academia de San Carlos, y de lo determinado en
su consecuencia por la Junta Superior de Real Hacienda, para el
Govierno e inteligencia del referido Ylustre Ayuntamiento, quedando
en el Expediente la correspondiente Razón. Por tanto= A Vuestra
Excelencia suplico así lo mande por ser justicia= Nicolás de Calera".-
A continuación, en el mismo pliego, se encuentran asentados del
Decreto y la Razón siguiente: "México octubre 10 de 1803= Désele el
testimonio que pide= Iturrigaray (Rubricado).- "En virtud de lo
mandado, este Oficio de Govierno y Guerra de mi cargo expidió el
Testimonio. México once de octubre de mil ochocientos tres= Josef
Negueyri y Soria.
Dos días después, o sea el 13 de octubre de 1803, el Sargento
Mayor D. Juan Noriega recogía del Agente de Negocios del Número,
D. Nicolás de Calera la documentación que pormenorizadamente
hemos dado a conocer, no sin antes liquidar, como era debido, la
siguiente:
Cuenta de gastos a nombre del Yltre. Ayuntamiento de la ciudad
de Celaya, en los Autos sobre construcción del Puente del Río de la
Laja...
A saber:
En 9 de Agto. de 803 Cargo 14 reales por el Escrito que
presentó..............................
En 27 de dicho 16 pesos y 4 reales, que según recibo, pagué al Agente
Fiscal de lo Civil, Licenciado Espinosa, por el despacho del
Expediente........................................... 16.4
En 5 de Septiembre 4 reales al Escribiente de la Fiscalía por la
lleba.......................... 4

365
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

En 12 dicho 3 pesos reales al Escribano Martínez por la notoriedad y


debolución que se me hizo del Expediente para pasarlo a la Real
Academia de San Carlos...................... 3.4
En 19 dicho 4 pesos según recibo al Director de Arquitectura D.
Antonio Velázquez por el informa que
extendió..............................................................................................
.. 4.0
En 1º. de Octubre Cargo 9 pesos, que según recibo, pagué al Oficial
Mayor de Govierno Lzdo. Dn. Pedro Galindo, por la dada cuenta
en Junta Superior............................ 9.0
Ytem 1 peso en el oficio por la cogida de firmas de los Señores de la
Junta................. 1.0
En 7 de octubre cargo 14 reales por un Escrito en que pedí Testimonio
de lo resuelto, y el diseño del
Puente.................................................................................................
..... 1.6
En 12 dicho cargo 18 pesos 2.5 reales que pagué en Govierno por
derechos y costos del Decreto definitivo y
Testimonio............................................................................. 18.2 ½
Por mi honorario cargo 35
pesos..................................................................................----------
Cuya cantidad de noventa y un pesos dos y medio
reales.......................................... 91. 2 ½
he recibido del Sr. Dn. Juan Noriega, Sargento Mayor de esta
Plaza.
México 13 de Octubre de 1803.

Nicolás de Calera. (Rúbrica).

Cuando ya habíamos puesto punto final a este Capítulo, casualmente


nos hemos dado cuenta de otra de las maravillosas coincidencias que
el mismo D. Francisco Eduardo Tresguerras solía hacer resaltar, esto
es, que toda la tramitación de los documentos relacionados con la
construcción del Puente sobre el Río de la Laja, otra de las obras
principales ejecutadas por este insigne arquitecto, quedó terminada
precisamente el día 13 de octubre de 1803, fecha en que éste cumplía
los 44 años de edad; cuatro años después, el 13 de octubre de 1807, al

366
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

cumplir los 48 años de existencia, sin que esto fuera el móvil, se


bendijo y dedicó solmnemente la iglesia del Carmen de Celaya, obra
que indudablemente fue la que le abrió las puertas de la fama.

367
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XXVI

LA LICENCIATURA
DE TRESGUERRAS

POR EL MES de agosto próximo pasado, en el diario local nos


enteramos de que cierta persona importante, cuyo nombre sentimos
no recordar, entregó al señor D. Arturo Nieto Piña, entonces
Presidente del H. Comité Celaya IV Centenario 1970 (?), una copia
fotostática de la solicitud que presentó ante la ilustre Academia de
San Carlos, el insigne arquitecto celayense D. Francisco Eduardo
Tresguerras, a fin de que ésta le expidiera la licenciatura
correspondiente. Sin que esto sea una irreverencia de nuestra parte,
nos permitimos opinar que más intersante hubiera sido que la citada
persona nos diera a conocer el resultado obtenido con dicha solicitud,
ya que, aunque fuera en una forma parcial, ésta ya la había publicado
D. Abelardo Carrillo y Gariel, en un breve estudio histórico sobre la
Academia de San Carlos, en el que transcribió lo siguiente:
...Francisco Tresguerras, vecino de la ciudad de Celaya, y aficionado
a las Bellas Artes, Comparece ante los muy ilustres miembros que
componen el todo sabio y respetable, y dice: Que por cuanto ha
practicado algunas operaciones pertenecientes a las tres Artes, y por
vivir en un lugar, aunque no de entidad tal vez se ofrezcan algunas
obrillas, o para lo mismo suele ser solicitado de otras inmediatas, y
que reconociendo faltarle, según las Reales Ordenanzas, aquella
aprobación que justamente debe impetrar y obtener cualquiera
facultad para ejercer la arquitectura con libertad, a esa muy ilustre
Academia, etc...
Nuestro estimado amigo, el señor D. Jesús Rodríguez Fraustro, ex
–Director del Archvio Histórico de la Universidad de Guanajuato, y
acucioso investigador, para comprobar lo manifesado por Carrillo y
Gariel, practicó una minuciosa búsqueda, cuyo resultado lo dio a
conocer en el número 89 de Biografías, órgano de divulgación del
Archivo mencionado haciéndolo de esta forma la siguiente anotación:
En la ciudad de México, a veintinueve del mes de octubre de mil

368
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

setecientos noventa y cuatro, estando en Junta Ordinaria los señores


Córdova, Antonio Barroso, Antonio Bassoco, Marquez de Ciria,
Antramina y Castañeda, se vio un Memorial de Don Francisco
Tresguerras, solicitando se le de al asunto el trámtie que se juzgue
conveniente en el ramo de arquitectura, para que en vsita d esu
desempeño, se le conceda el grado a que fuere acreedor, y acordaron
que desde luego proceda a formar los diesños de un retablo.
Hacemos notar que a la sazón era secretario de la Junta, el señor
Antonio Piñeiro y como tal debió firmar el acta anterior, pero no lo
hizo, por causas que ignoramos. Advertimos también que por ahora,
no fue posible que consultáramos el memorial de Tresguerras ni la
Licencia asignada por el maestro Antonio Velázquez de que nos habla
Carrilo y Gariel, lo que no es motivo para que continuemos dudadno
de su existencia, máxime cuando nos parece oír la voz de D. Francisco
Eduardo Tresguerras: "Confesaremos con la franqueza que nos
caracteriza, que sobre el particular tuvimos nuestras dudas y
dudábamos, porque en concepto de muchas personas, Tresguerras
jamás había alcanzado la licenciatura, idea que prevaleció hasta hace
poco aun entre sus propios coterráneos. Confesaremos también, que
influenciados por lo que se decía, llegamos hasta a dudar de los que
había transcrito Carrillo y Gariel, y más todavía, cuando advertimos
que éste no daba razón del archivo donde había tomado tales noticias.
Entonces decidimos ratificar o rectificar lo que se divulgaba y para
ello recurrimos a los libros y documentos antiguos que habían
pertenecido a la Academia de San Carlos, y que ahora se guardan en el
Archivo de la Escuela Nacional de Arquitectura, donde encontramos
después de una paciente investigación, en el Libro de Juntas
Ordinarias, señalado con el número tres, a fojas ochenta y cinco
vuelta, Francisco Eduardo, contestanto a uno de sus enemigos, que se
atrevió a decir en 1797, que la Academia no lo había encontrado con la
pericia necesaria para que fuese su alumno: Esto conviene, con estar
licenciado por ella para que pueda practicar cualesquiera obra de
arquitectura, como lo haría constar al que no lo creyese.
Desde luego, nosotros estamos de acuerdo porque es indudable
que D. Francisco Eduardo Tresguerras, sí fue licenciado por la
Academia de San Carlos para ejercer la profesión de arquitecto, en lo
que no estamos de acuerdo, es en la fecha que se dice le fue otorgado

369
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

el permiso, por ser creencia nuestra, que entre lo que dijo en el


párrafo que acabamos de insertar, esto conviene con estar licenciado
por ella..., y aquel otro: ya soy Arquitecto, amigo mío..., frase con que
finaliza la histórica carta publicada por D. Manuel Payno,, bien
pudieran transcurrir muchos años, que es lo que nosotros nos
inclinamos a creer, tomando en cuenta que la obra manuscrita Ocios
de Tresguerras, en sus dos tomos también abarca un periodo muy
amplio de su vida, y por lo que hace a la carta mencionada más que
dirigida a un amigo, está destinada a la posteridad, según se
desprende del siguiente párrafo, que tomamos de la publicación que
hizo D. Manuel Payno en El Museo Mexicano, Tomo II, página 16,
impreso en julio de 1843, en ocasión de conmemorarse la primera
década de la muerte del ilustre arquitecto, pero lamentablemente, no
indica la fecha en que fue escrita dicha carta, como si hubiera querido
dejarnos la inquietud, de adivinar, cuando fue que ...siempre
vacilando, dí de hocicos en lo de arquitecto, estimulado de que
cualesquiera lo es, con sólo querer serlo; sólo se requiere aprender
una jerga de disparates como la de los médicos, babosear cualquier
autor de arquitectura, de las escalas de Vignola; hablar áreas,
tangentes, curvas, segmentos, dobelas, imoescarpos, etc., pero con
cautela, siempre delante de mujeres, cajeros, y otros que no las
entiendan; después entra el ponderar unas obras, echar por tierra
otras, hablar mal de los sujetos, abrogarse mil aciertos y decidir
magistralmente, y heteo ya arquitete hecho y derecho....
Como algunos historiadores y biógrafos utilizando las propias
palabras de Tresguerras, han preguntado que cuándo fue que dio de
hocicos en lo de arquitecto, tendremos que informarles, que D.
Francisco pudo comprobar por sí mismo, la verdad, que se encierra
en aquel refrán que dice: "Nadie es profeta en su tierra, ya que tuvo
que iniciar su profesión en la ciudad de Querétaro, donde era un
desconocido, participando en forma muy secundaria en la
restauración del templo y convento de Santa Rosa de Viterbo, allá por
los años de 1783-1785, época en la que "sobre ya casado", se las veía
muy negras para atender, con cierto decoro, el mantenimiento de su
familia; además resulta lógico deducir que si el trabajo escaseaba en
Celaya, por su proximidad, lo fuera a buscar a la ciudad de Querétaro,
y como habilidad no le faltaban, su inteligencia era sobrenatural y la

370
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

necesidad que lo acicateaba no le permitía darse el lujo de tener


elevadas pretensiones, rápidamente se fue abriendo paso en aquel
lugar, donde ejecutó sus primeras obras arquitectónicas, aunque
conviene aclarar que Tresguerras nunca radicó en aquella ciudad, sino
que normalmente vivia en Celaya, donde nacieron todos sus hijos,
donde radicaba su madre, Dª. Francisca Martínez de Ybarra al lado de
su abuelo Francisco, del mismo apellido, más conocido por "Capitán
Tareta", siendo completamente esporádicas sus permanencias en la
ciudad de Querétaro sin prolongadas, de acuerdo con sus
necesidades. También es conveniente dejar asentado aquí que no es
exacto lo que han dicho muchos de sus biógrafos que lo han hecho
aparecer restaurando el templo y convento de Santa Rosa de Viterbo,
por el año de 1775, sencillamente porque entonces debido a su corta
edad, no se encontraba capacitado para ejecutar obra alguna,
debiéndose este error a que durante mucho tiempo, los historiadores
entre otros D. Manuel Payno y el señor Canónigo D. J. Guadalupe
Romero señalaban el año de 1745 como el de su nacimiento, y siendo
la fecha exacta el 13 de octubre de 1759, resulta que para 1775, apenas
si contaba con quince años de edad y era cuando acababa de ingresar
a la Real y Pontificia Universidad de Celaya, donde en 1779 estuvo a
punto de profesar como religiosos franciscano, siendo el año de 1780,
el que pasó en la ciudad de México. ...absorto en las hermosas
doctrinas del dibujo..., el 16 de enero de 1782, contrajo matrimonio
en Celaya, con Dª. María Guadalupe Trinidad Ramírez, y el resto de
ese año lo pasó dedicado al ...noble arte de la pintura, a la suave y
dulcísima pintura..., en la que jamás medró sencillamente porque no
era comprendido...
Para seguir comentando la carta de D. Francisco Eduardo
Tresguerras, publicada por D. Manuel Payno, en la página 16 del
Tomo II de El Museo Mexicano impreso en julio de 1843, en ocasión
de la primera década del fallecimiento del insigne arquitecto, quien
murió el 1º. de agosto de 1833, fecha que hasta 1960 nos tocó en
suerte precisar con su Partida de Entierro que publicamos en la
página 219 del primer tomo de Narraciones y Leyendas de Celaya y
del Bajío, ya que hasta sus propios coterráneos estaban en la creencia
de que el deceso fue el día 3 del citado mes y año, como lo asentaron
en la inscripción que figura en el monumento que se le erigió en

371
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Celaya en el primer centenario de su fallecimiento, para no perder la


hilación de nuestra carta que mencionamos, volveremos al último
párrafo transcrito: ...después entra el ponderar algunas obras, echar
por tierra otras, hablar mal de los sujetos, abrogarse mil aciertos, y
decidir magistralmente y hételo ya arquitete hecho y derecho... Así
es Paz, que ha llenado a Querétaro de monumentos ridículos, y así
son varios de chupa larga, que giran errantes por estos lugares,
luego yo me dije a mi sayo, ¿puedo entrar en corro con tanto seor
arquitete?; saqué a las tablas mis pocos estudios, mis experiencias,
mi buen dibujo y otras baratijas que me adornan, y lo que es del
caso, las asocié con el engaño y alucinamiento o tonterías de los
marchantes, y me hallé capaz de desempeñar el papel de arquitete, a
ciencia y paciencia de griegos y romanos, vándalos y suecos....
Entre la época en que a ciencia y paciencia de griegos y romanos,
vándolos y suecos, se decidión D. Francisco Eduardo Tresguerras a
ejecutar trabajos, sin contar para ello con la licenciatura d ela Real
Academia de San Carlos, y aquella en que ya muy satisfecho finaliza
su carta con el párrafo que transcribimos a continuación, debe haber
transcurrido un lapso no menor a un cuarto de siglo: ...ya soy
arquitecto, amigo mío, a pesar de follones y malandrines; la
Academia me reconoce por su discípulo, y me ha licenciado para
cualesquiera obra, y yo las he ejecutado hasta ahora con felicidad no
debido a mi pericia, pero sí a mi buena fortuna.
Como esta carta, que no está por demás repetir, fue dada a
conocer por D. Manuel Payno, en el Museo Mexicano, el 16 de julio de
1843, carece de fecha, es decir que Tresguerras no tuvo cuidado de
señalarla, aunque nada extraño hubiera teniddo que esto lo hiciera a
posteriori para ponernos a sufrir, dejándola al criterio de biógrafos y
escritores, por el año de 1794, es decir, de cuando presentó su
solicitud a la Academia, hasta ahora en que nosotros nos atrevemos a
insinuar, que si la licenciatura data del año de 1808, para lo cual nos
estamos apoyando en las siguientes razones: por los años de 1791 a
1794, Tresguerras no mantenía discusiones de ninguna naturaleza,
por lo que consecuentemente no tenía ninguna necesidad de informar
a alguien sobre el resultado de sus gestiones ante la Academia las
cuales, bien pudieron ser negativas. Por otra parte, durante ese lapso
él estuvo muy atareado en la construcción del tablado, los arcos

372
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

triunfales y sobre todo el "Pirame" como era denominado por el


pueblo el monumento que se erigía, intitulado por él "El Coloso", o se
la dórica columna con que el Cabildo Celayense quiso testimoniar su
amor y fidelidad al Rey Carlos IV, cuya "Jura", por razones que
nosotros desconocemos, se celebró en Celaya con mucho retraso,
hasta el 18 de noviembre de 1791, no obstante de que los funerales de
Carlos III tuvieron lugar en el Templo de San Francisco el 7 de julio
de 1789, y el fallecimiento de este monarca, tuvo lugar el 14 de
diciembre de 1788, fecha en que exactamente a la una menos cuarto,
se pronunció la frase sacramental: ¡El Rey ha muerto! ¡Viva el Rey!...
siendo ésta la hora en que Carlos IV sucedió a su padre en todos los
Reinos, Estados y Señoríos pertenecientesa la Corona de España. Una
vez terminadoel monumento, en el año de 1797, fue cuando se
desataron enconadas polémicas entre Tresguerras y un tal "Filandro
el Queretano". Cabe indicar que dicho monumento, es el mismo que
ahora conocemos bajo el título de "Columna a la Independencia",
debido a que en 1822, por acuerdo del H. Ayuntamiento, fue
descendida la efigie de Carlos IV, colocándose en su lugar el emblema
de la libertad, simbolizada por un águila que con las alas abiertas se
posa sobre un nopal para devorar una serpiente; este emblema de la
libertad, fue sustituido a su vez por las armas que ahora ostenta,
cuando ne 1906, fue cambiado el monumento de la Plaza Mayor a la
Calzada Independencia.
Cuando Tresguerras dice: Así es Paz, que ha llenado a Querétaro
de monumentos ridículos, y aun son varios de chupa larga que giran
errantes por estos lugares..., no podía referirse a otra época, como no
fuera al período comprendido entre 1802 y 1807, en que mientras él
construía su obra maestra, el templo del Carmen de Celaya y el
Puente sobre el Río de la Laja, el arquitecto Paz llenaba a Querétaro
de monumentos sin importancia, y tanto éste, como los demás de
"chupa larga" que fueron Zápari, García y Ortiz, lo insultaban y
molestaban con sus malévolos y criminales panfletos, producto de la
envidia que los corroía, siendo precisamente éstos, los follones y
malandrines, a cuyo pesar la Real Academia reconoció por su
discípulo a Tresguerras, licenciándole para ejercer como arquitecto.
Para suponer que la carta que hemos venido comentando data de
1808 hemos tomado muy en cuenta lo siguiente, que es el fruto de

373
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

nuestras particulares investigaciones: Cuando en 1804, el Virrey


Iturrigaray autorizó al Cabildo de Celaya para poner al remate la
concesión para celebrarse durante nueve años consecutivos
determinado número de corridas de toros para financiar la
construcción del Puente sobre el Río de la Laja, y se encargó a
Tresguerras la ejecuciónde la obra, los planos y cálculos que éste
formulara para ser sometidos al estudio y aprobación de la Real
Academia, en cumplimiento a la Ordenanza deIntendencias, el
comisionado, D. Nicolás de Calera, Agente de Negocios del Número,
en la solicitud que presentó junto con dichos documentos, dijo que
éstos había sido hechos y firmados por el Académico, del mérito D.
Joaquín de Heredia, subterfugio que nos demuestra que Tresguerras
aun no contaba con la debida autorización. Por otra parte, Fr. José de
Santa Teresa, Superior de los Carmelitas Descalzos de Celaya durante
el trienio 1806-1808, en la relación que hace de los actos de bendición
y dedicación del nuevo templo, que se verificaron del 13 al 17 de
octubre de 1807, dice textualmente: es de advertir que dicho
Tresguerras jamás había sido examinado, pero sacó la obra con
tanta perfección, que los más sabios se admiraron. Nadie mejor que
Fr. José de Santa Teresa pudo estar mejor enterado de esto, ya que
por más de dos años había convivido con el Maestro y Director d ela
obra, D. Francisco Eduardo Tresguerras, precisamente cuando eran
comentados por ambos los insultos, las amenazas y otras majaderías
que lanzaban los arquitectos de "Chupa Larga".
Volviendo a referirnos a lo que dice Carrillo y Gariel, quien asienta
que Tresguerras finalizó su solicitud, pidiendo con el debido respeto,
se le autorizara para ejercer la profesión de arquitecto, dado que he
certificado todas las formalidades que en el caso se requieren, como
lo prueba el plan y alzado pedido a discreción y ejecutado por mí en
la sala arquita, de mi propia invención, sin dolo ni plagio, y agrega
que esta operación estuvo autenticada con la firma del Director, D.
Antonio Velázquez, de lo cual nosotros hemos deducido, que
Tresguerras presentó su solicitud, que el 29 de octubre de 1794, la
Junta acordó que procedira a formar un diseño, y que habiendo
demorado dicha Junta su resolución, Tresguerras insistió: "...Dado
que he certificado todas las formalidades...", y por último, que por
causas que nosotros desconocemos, bien pudo ser negativo el acuerdo

374
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

final, tal vez para no sentar un precedente, que más tarde podría ser
aprovechado por otro Payo Colás. Además, por deducción lógica se
establece que la resolución negativa no afectó tanto a Tresguerras,
como el calificativo de "Payo Colás" que indirectamente se le aplicó,
cuando lo vemos en 1808, terminada la construcción del templo que
le abriera las puertas de la fama y de la gloria y que acababa de
obtener la ansiada licenciatura, después de la visita que practicaron a
su obra los siete ilustres académicos:

"Vaya que mi compagre es arquitete,


Aunque más le joroben la pacencia,
¿Qué no quere a los payos esa cencia?
¿Es fuerza para todo traer bonete?

Pero si no lo sabe y se entromete,


Yo croque se lo sopla en mi concencia,
Porque a liglesia fui con otros siete
y nó pudimos más que reverencia.

¡Qué vidrios! ¡quánta luz! ¡quánta coluna!


Yncreíbles se hace a cualquier regego;
Todita es piegra, como no hay ninguna,
Pues vaya agora que la queme el fuego;
Compagre, no sabrás, pero es fortuna,
Que cuanto hicistes cuadra luego, luego.

375
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XXVII

VELADA CONMEMORATIVA
A D. FRANCISCO EDUARDO
TRESGUERRAS

BUSCANDO algunos datos en nuestro archivo particular, casualmente


llegó a nuestras manos un pliego amarillento por la pátina del tiempo,
en cuya carátula leímos lo siguiente: "El Comité formado para
conmemorar el Primer Centenario de la muerte del Insigne
Arquitecto D. Francisco Eduardo Tresguerras, se hace el honor de
invitar a Ud. y a su apreciable familia a la Solemne Velada que en su
memoria se llevará a cabo hoy a las 20.30 h. en el Teatro
"Cinelandia". Celaya, Gto., 3 de agosto de 1933".
Como era natural, la lectura de dicha invitación, provocó nuestra
innata curiosidad, y dando vuelta a la hoja, nos encontramos con el
siguiente sugestivo Programa:
I. "Francisco J. Navarro —Banda— Sr. Profr. Isaías Barrón.
II. Diálogo a cargo de los niños Gustavo Pérez Hernández,
Antonio Pérez Vela M. y Fernando Córdoba, del Instituto
"Tresguerras".
III. "Salut d' amour", E. Elgar, Terceto violín, cello y piano,
desempeñado por los Sres. Profrs. Enrique Sánchez, Ignacio
Maldonado y joven Mariano Barrón.
IV. Alocución del joven Trueba Olivares.
V. "Cuentos", de J. Jesús Pérez Vela.
VI. "Faust", Gounod —Romanza— por la Srta. Lucía Díaz
González.
VII. "Danza Húngara", Popp y "Serenata", Gounod, flauta Sr. Lic.
Gonzalo Silva, Piano Sr. Profr. J. Jesús Pérez Mediana.
VIII. Himno a Tresguerras, Coro niños y niñas 500 voces
acompañados por la Banda, Letra del Poeta José Nieto y Aguilar.
—Música del Profr. Isaías Barrón.
IX. Discurso por el eminente literato guanajuatense, Sr. Profr.
Fulgencio Vargas.

376
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

X. "Tresguerras en las Bellas Artes", Cuadro Plástico por alumnas


del Colegio "Isabel la Católica".
XI. "Patria", Gavota, Sr. Profr. Isaías Barrón".
Cuarenta y dos años han pasado a partir de la fecha en que se
verificó esta magnífica Velada Conmemorativa, como homenaje a D.
Francisco Eduardo Tresguerras, en el Primer Centenario de su
muerte. Muchas, muchísimas personas que tomaron participación en
ella, ya han pagado tributo a la Madre Tierra, y para quienes entonces
eran niños, la transcripción que hemos hecho, será como una página
del recuerdo, pero... para aquellas personas que integraron el Comité
Organizador, que aun sobrevivan, será como un duchazo de agua fría,
cuando les hagamos notar que el Insigne Celayense D. Francisco
Eduardo Tresguerras, no murió el 3 de agosto de 1833, sino el día
primero de dicho mes y año, lo que también se hace notar, a quienes
mandaron grabar esa fecha equivocada en la placa que se colocó en el
monumento erigido por sus paisanos frente a su obra maestra, el
Templo del Carmen, monumento inaugurado en la misma fecha de la
Velada: 3 de agosto de 1933. En el "Libro de Entierros 1831-1833",
pertenciente al Archivo Parroquial, a fojas 96, tercera partida, se
encuentra asentado lo siguiente: "Al margen.- Francisco
Tresguerras.- Al Centro.- En Celaya a primero de agosto de mil
ochocientos treinta y tres. Yo Juan José de Zimavilla, Cura Propio de
esta Ciudad, mandé dar sepultura en el camposanto el cuerpo de
Francisco Eduardo Tresguerras, casado con María Josefa (sic)
Ramírez, y para que conste lo firmé.- Juan José de Zimavilla".
Así, precisamente, es como se gestan los errores; el Comité Pro
Primer Centenario de la Muerte de Tresguerras", no tuvo la atingente
acuciosidad de comisionar a uno de sus miembros a fin de que en los
Libros de Entierros de la Parroquia, ratificara o rectificara la fecha del
deceso del Ilustre Celayense, y aquí están los resultados: Asentar e
inaugurar un monumento con una fecha equivocada. Pasarán los
años, vendrán nuevas generaciones, nadie se preocupará porque el
error se corrija, hasta que venga otro "Comité Celaya IV Centenario 3
de Agosto", y aunque el difunto protestara, que seguramente no lo
hará, porque aquí nadie protesta aunque cambien la fecha y el lugar
de la fundación de Celaya, se le dará por bien muerto el 3 de agosto de
1833.

377
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XXVIII

EL ILUSTRE AYUNTAMIENTO
DE CELAYA IMPETRA
EL FAVOR DE CARLOS IV

EL ESCRIBANO Real, Público de Cabildo y Guerra, D. Joseph Antonio


de Lizalde, quien por acuerdo del Ilustre Cabildo solicitó a nombre de
la Ciudad se elevara al Rey Carlos IV, el 20 de Agosto de 1804,
pidiéndole se estableciera en ella la sede del nuevo Obispado que sería
creado en esta región (Archivo General de la Nación, Ramo Clero
Regular y Secular, Vol. 189), cuya transcripción paleográfica dice así:

"S E Ñ O R :
El Ayuntamiento de la Muy Noble y Leal Ciudad de Celaya, de la
Intendencia de Guanaxuato, Diócesis de Valladolid de Michoacán,
conducido de la paternal clemencia con que Vuestra Magestad se
presta benigno a admitir pretensiones de sus Pueblos y Basallos
quando lleban el Sello de fundadas, ocurre a los pies del Trono de
Vuestra Magestad con la firme confianza de ver atendida la reverente
súplica que se ve precisado a hacer, por conducto de Vuestro Virrey de
ésta N. E. sobre la preferencia, que estima justa, de su suelo para el
establecimiento de una de las Sillas Episcopales que se han
proyectado aumentar, con la mira de mejor servicio de Dios, el de
Vuestra Magestad y felicidad de los Habitadores de estas distancias.
Entre los quatro, o cinco que se representaron como precisos al
efecto, se cuenta de seguro el que debe eririgirse en estos terrenos,
desmembrando de las Mitras de Valladolid y de México las
poblaciones y diezmatorios correspondientes a la subsistencia; y
como el de Celaya ocupa, sin questión el centro en que puede
verificarse con beneficio conocido suyo, y de las Ciudades, Villas y
Pueblos de que ha de componerse, no pudo menos que llenarse de
complacencia y júvilo al instruirse de la novedad, porque preferido su
Suelo, como parece de razón y justicia, vé próximos los días de su
felicidad, y su riqueza en el aumento de la población, ampliación de su

378
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

feraz agricultura, y restablecimiento de su arruinada industria;


copiosa y floreciente en otros tiempos.
No ignoramo, Señor, que aspiran a tal gracia las Ciudades de
Santiago de Querétaro, y Santa Fe de Guanaxuato, alegando méritos
dignos de atención para otras diferentes que el justificado piadoso
corazón de Vuestra Magestad puede dispensarlas, sobre las muchas
que se hallan disfrutando; mas no para la ubicación de Mitra y
Catedral, por los títulos, méritos y razones sobre que suplicamos a V.
Magestad nos preste grato oído.
A la rendición de México por las Armas de Vuestra Magestad,
siguió la del Reyno de Michoacán, y por sus tierras intentó el invicto
Dn. Hernando Cortés, la exploración y adquisición de otras muchas
para agregar a las Coronas de León y Castilla. El primer Presidente
Nuño de Guzmán dejando ilusorias sus ideas, conquistó la Nueva
Galicia, y abrió campo a las provincias interiores de Sinaloa, Sonora,
California y Nuevo México. Para unas y otras era camino y rumbo más
directo, que el de las tierras y costas de Michoacán, el establecido
después por nuestra Capital, y por la Villa de San Miguel el Grande
más uno y otro feraz Suelo ocupaban bajo el nombre de Chichimecos
los indios Pames, Capuces, Samues, Zancas, Mayolias, Guamares,
Guachichiles, todos los quales habitan desde San Miguel hasta
Zamora, cuya travesía no podía hacerse a la Nueva Galicia sin gran
riezgo de dar en manos de unos infieles, los más valientes y atrevidos
que conocieron los Españoles.
Era preciso domar estas tribus, o hacerlas desocupar estos
caminos, sopena de abandonar y perder las conquistas indicadas; y
para conseguirlo, y precaber al mismo tiempo las repetidas
incursiones, robos, daños y muertes que hacían en los Castellanos
aventureros, dispuso en 1551, el Virrey Dn. Luis de Velasco el
establecimiento de Colonias en toda la extensión de dicha línea. La de
Celaya, que fue la primera, se compuso de quarenta hombres
adelantados que mantuvieron con dichas tribus guerra continua por
igual número de años. En el de 1570 se erigió ya en Villa por premio
de la constancia y vencimiento, y a la sombra de un robusto Mezquite
celebraron su primer cabildo aquellos fundadores, como manifiesta el
Escudo de Armas, y se refiere en el documento que acompañamos
autorizado de nuestro Escribano Público y de Guerra José Antonio

379
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Lizalde y después en el año de 1655, governando el Duque de


Alburquerque se la erigió en ciudad con la denominación de la
Purísima Concepción de Salaya, hoy corrompido en Celaya.
La capital se fundó en terreno llano, espacioso y tan ventilado que
no pudo escogerse otro más sano para la vida en sus alrededores y
contiguas a los catorce Barrios de que se compone, hay veintitrés
Haciendas opulentas, y veinte y quatro Ranchos que producen trigo,
cevada, maíz, garvanzo, frijol, lenteja, chile, algodón y lino; cuyas dos
últimas semillas han dejado de cultivarse por falta de fomento; las
frutas y hortalizas de España se dan copiosamente, como son sandía,
melones y pepinos, siendo sobre todo especiales los olivos por la
excelente aceituna que producen y compite con la mejor de Europa.
Hay también viñas de que se hace vino y aguardiente conpermiso Real
y territorios a propósito para plantío de moreras, y crías de gusanos
de seda, cuya industria se abandonó tiempo hace porque la que se
beneficiaba no podía entrar, por su costo, a competencia con la que se
traé de la China; y si la Agricultura bien fomentada es la base
fundamental de las riquezas y de la fuerza de un estado quánto pesar
tendrá, Señor, Celaya de ver perecer, y gemir en la necesidad, y en la
indigencia tantos Indios honrados descendientes de aquellos
pobladores por no poder disfrutar en su completo las felicidades que
ofrece un Suelo tan fecundo, que a más de lo expresado, abunda en la
cría de toda clase de ganado vacuno, caballar, cabrío, obejuno, y de
cerda, de que se hacen cebas para el gasto de Guanaxuato y aun de
México, sinq ue falten a su suelo y situación los ramos de industria
provenientes de los esquilmos, como son mantas, rebozos, gerguillas y
otros tejidos en que se consumen y giran crecidas cantidades, con
beneficio y utilidad de las Rentas de Vuestra Magestad, la qual sería
doblemente interesante, si estuvieran en manos de Españoles, como
Querétaro lo experimenta.
La jurisdicción consta de diez y seis Pueblos, de ciento quarenta y
quatro Haciendas, y de ciento noventa y nueve Ranchos, sin doce
Rancherías, en todas las quales se dan los frutos mismos que en los
alrededores de la Capital, y la harían opulenta, si correspondiese la
saca, a los que pudieran cosecharse; sin embargo, cuando los diezmos
que produce Querétaro, Ciudad doblemente populosa, por su
afortunada situación, y su agregado de San Juan del Río apenas llegan

380
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

de setenta y seis a setenta y siete mil pesos, los de Celaya y su Alcaldía


Mayor exceden de ciento veinte mil pesos, que constituyen mérito
singular para la preferencia que solicita, sobre el ya enunciado de su
territorio por el punto céntrico que forma entre los que pueden
adjudicarse a la nueva Mitra; pero estos méritos no son sólo los que
favorecen la prevención y recomiendan nuestra súplica.
Se ha dicho que Querétaro ocupa un terreno afortunado, no más
oportuno ni a propósito, y no puede negarse ni contradecirse la
expresión, por habérsele constituido escala y paso para toda la tierra
adentro, de donde la han venido sus felicidades en perjuicio de
nuestro mejor Suelo, como lo dio a entender el Caballero Intendente
en esta Provincia D. Juan Antonio de Riaño en el informe oficioso que
hizo al recomendar nuestra primera instancia ante Vuestro Virrey
actual; de que nos ha parecido acompañar copia con el Nº. 2, por si
corriese por separado cuaderno o expediente, a fin de que no menos,
le vea lo que dice del estado floreciente de aquella Ciudad, sino
también el voto que forma sobre el mérito preferible de Celaya.
No hubiera progresado Querétaro, ni habría llegado a tanta
opulencia, si se hubiesen repartido las atenciones, y las gracias entre
uno y otra. Su situación a una jornada menos que esta Ciudad, y otra
de San Miguel el Grande para los que vienen de la tierra baxa de
México ningún perjuicio causaría a nuestra población, a no ser por el
Río de la Laja, distante una legua poco más o menos, pues aunque en
los tiempos de secas ofrece paso bueno y ventajoso, en el de lluvias
lleva un torrente y raudal de aguas, cuyos riesgos y experiencias
fatales, obligan a tomar rumbo diferente, y aunque el de San Miguel
sea de ásperas sierras, de barrancas y caminos quebrados, le han
adoptado por más seguro los correos y viajantes.
La suma pobreza d eCelaya por la disminución de su industria, y
por la corta utilidad de su cultivo, no ha podido llevar a efecto su
espaciosa idea de fabricar un Puente sobre aquel Río, que promete
felicidades; pero con los arbitrios que le ha concecido la justificación
de Vuestro Virrey Dn. José de Iturrigaray a vista de la necesidad que
advirtió por sí propio, no duda conseguir una ventaja, que tanto cede
a favor de la causa pública, y es otro mérito distinguido que con razón
puede alegarse para la solicitud a que se contraé nuestra reverente
instancia; pues siendo el camino más corto y recto para las

381
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Providencias interiores, que el que precisa a tomar ahora la falta de


tal Puente en la estación de lluvias, es de esperarse prefiera su uso y
paso en cuanto se concluya, con beneficio de nuestra agricultura y
aumento de los diezmos sustentadores de las Mitras y Prevendas
Eclesiásticas, siendo evidente que no hay para la que se piensa
establecer lugar más a propósito, por ser el tránsito común de todos
los arrieros y traginantes que siempre buscan la comodidad de las
posadas, bondad y equidad en los alimentos, y abundancia y
nutrimento de los Pastos, negado en lo general a los otros rumbos y
carreras por las que actualmente se transita.
Mucho pudiéramos añadir si nos dedicásemos, Señor, a hacer una
descripción formal de las ventajas locales que favorecen al terreno de
Celaya para un establecimiento como el que se trata; pues entre los
muchos privilegios de extensión, cultura y feracidad, que le ha
dispensado el Autor de la naturaleza, tiene el temple sano en todo
tiempo, y en donde no se conocen los temblores de tierra que tanto
asustan a la humanidad, pero más que en todo fundamos esperanza
en la situación topográfica que manifiesta el mapa adjunto Nº. 3º,
una sola mirada de ojos hace ver a Celaya en el Centro que exije la
creación de un Obispado, y nosotros debmos añadir para conciliarnos
más atención en la beneficencia de Vuestra Magestad, que la
comprehensión de su suelo respectivo de Oriente a Poniente ocupa al
pie de legua y media, y de Norte a Sur, más de legua y tres quartos;
terreno todo igual y llano en que puede formarse una población tan
grande y extendida como de las más grandes Cortes de la Europa,
ventaja que no admite paralelo con las otras ciudades pretendientes,
para las construcciones de Catedral, Sagrario, Seminario Tridentino,
Casa Episcopal, con huertas y jardines. Haceduría, Juzgados y demás
piezas y oficinas que requiere una Curia; teniendo canteras y
materiales exquisitos a la mano y pudiendo entrar desde luego con el
pie de un Colegio Real y Pontificio de Universidad que corre a cargo
de los Religiosos Observantes de Michoacán, erigido con autoridad
apostólica del Señor Urbano Octavo, según su Bula de 19 de diciembre
de 1624 cuyo exequatur puso en 17 de junio de 1626 el Supremo
Consejo de Yndias.
Su fundador fue Pedro Núñez de la Roxa a quien se permitió y
dispensó la gracia de dejar a dichos religiosos (contra el primitivo

382
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

estatuto de su Santo Patriarca) fincas rurales para dotar cátedras, a


más de la concesión que hizo el Señor Don Carlos III digno Padre de
Vuestra Magestad de las doctrinas de sus Pueblos del Curato de San
Juan de la Vega con destino a la subsistencia de cátedras de estudios
de Gramática, Retórica, Filosofía, Teología Moral Escolástica y
Canónica que existen fundadas; sobre las de educación y primeros
rudimentos; a más de lo qual tiene dicho Colegio dotadas seis Becas, y
capacidad para cien colegiales; todos los quales fondos y
contribuciones pudieran ayudar y servir mucho para la construcción
de obras inherentes a las de Instituto y para la habitación y domicilio
de Capitulares de un Cabildo Eclesiástico, aunque fueran en mayor
número de los de dotación de otras Iglesias Catedrales del Reyno, y a
proporción los individuos de coro, músicos que exige su servicio.
A lo expuesto puede añadirse, con satisfacción de este Cabildo,
haber en él un Santuario con el título de la Santa Cruz, dotación
piadosa cuyos fondos no bajan de doscientos cincuenta mil pesos, los
ciento veinticinco mil en dinero que se reconoce y satisface premio, y
el resto en fincas rústicas sumamente pingües, cuyo capital pudiera
adjudicarse el establecimiento y subsistencia de la nueva Mitra con las
de esta instancia de que se trata el párrafo anterior, tomando bajo su
cuidado y protección la del Colegio y Cátedras de Estudio, de que hace
referencia, para cumplir y aun ampliar en caso necesario, la voluntad
política y cristiana del fundador, sobre todos los quales puntos nos
referimos al primer acuerdo que con noticia de la novedad tuvo este
Ilustre Cuerpo en 3 de septiembre del año anterior de 1803, cuya
copia nos ha parecido acompañar certificada con el Nº. 4, por la
propia razón que la del segundo, relativa a la recomendación e
informe del Magistrado de esta Provincia, para que se vean y
examinen a buena luz los apreciables méritos en que apoyamos
nuestra súplica, de cuya atención y diferencia pende ciertamente la
felicidad de una Ciudad, por tantos méritos recomendables, sin
hacerle de los servicios pecuniarios hechos a la Corona en varios
tiempos, ya para la Armada de Barlovento en el Reinado del Señor
Rey Don Felipe Tercero, en que por su más opulenta constitución
pudo contribuir veinte mil pesos; ya que quatro mil en la última
Guerra con Franceses e Ingleses, y ya con haber mantenido

383
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

acantonadas en Perote y en Veracruz las Milicias de ste País con


sacrificio de muchas vidas que produxeron uno y otro contrario clima.
Gracias y distinciones, como las de que trata nuestra súplica, no se
dispensan sino a Suelos oportunos; y nosotros, Señor, hemos hecho
ver, si no equivocamos el concepto, que de desmembrar Pueblos y
Diezmatarios de las Diócesis de México y Valladolid para los efectos
justas miras que constituyen fundamento a la Real Cédula de 20 de
Mayo de 1800, cuya copia tenemos a la vista, ninguno puede competir
con el de esta Ciudad por las circunstancias referidas, pero mucho
más por hallarse en el centro de las que demuestra el mapa adjunto
Nº. 3º y son los de que puede componerse la nueva Mitra en opinión
de los Cabildos que la pretenden, uno de ellos es el de Querétaro,
fundado en la opulencia a que ha llegado por las razones insinuadas;
no nos admiran sus esforzadas intenciones, ni es tan nuestra, Señor,
degradar a aquella Ciudad de los méritos que la asisten, pero sobre no
poseer la precisa situación central que requieren las fundaciones, de
obispados para el bien de los Curatos y Pilas Bautismales que los
reconozcan, debemos esperar de la rectitud de Vuestra Magestad mira
a Celaya con los ojos de aquella justicia distributiva que regla la iguala
y proporción, y es característica de su Real Persona.
Querétaro, Señor, es la última Ciudad de la Intendencia de
México, por el rumbo de estos terrenos interiores; los basallos que las
habitan tienen varios obrajes, y por las causas referidas disfrutan un
lucroso comercio, gozando gracias y privilegios que le aseguran y
acrecientan, de los quales es uno, demasiado especial, el de la fábrica
de Puros y Cigarros que estableció allí la Renta del Tabaco; la qual si
estuviese en nuestro suelo le habría redimido de las angustias que
sufre la pobreza, por faltade entretenimiento semejante, fomentaría el
país con la circulación del varlo de los jornales, y no palparía la
decadencia en que notoriamente se halla, por haberse reconcentrado
en aquella Ciduad tantos objetos de felicidad que la hacen opulenta en
cuyo mérito, se nos dice, funda su pretensión, siendo realmente muy
contrario a la máxima de igualdad y proporción que debe regir en las
jurisdicciones de un propio dominio, sin dar lugar a que la poderosa
aninquile las inmediatas, absorviendo utilidades que pueden
repartirse; todo lo qual puede remediar la determinación Soberana a
que aspiramos; pues del aumento de población que debe producir son

384
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

consiguientes las demás felicidades que le recomienda, y entonces


podrá ponerse al paralelo de sus dos rivales con beneficios con los de
la Corona y de la causa pública.
Contra Guanaxuato que es la otra no tenemos empeño que
contraiga las distinciones y gracias a que es acreedora. Su posición
local la recomienda poco o nada, así por ser un punto notablemente
separado del centro, como por carecer de las proporciones que sobran
a Celaya. Pudiéramos hacerlo con verdad y justicia, si en nuestro
corazón cupiesen resentimientos y pesares de desdenes sufridos, al
intentar la solicitud de sus votos y sufragios, como interesado en la
cercanía o proximidad de la erección en nuestro suelo, pero la culpa
de unos pocos, faltos de nociones y del talento político requisito, no
debe perjudicar a todo el honrado vecindario que no tuvo en ella más
participio que el de la increpación y vituperio de una solicitud
extravagante, pues siendo evidente que el de su forzada situación, no
admite construcciones de engrandecimiento, ni comodidades para la
vida; que no produce Diezmo alguno que la recomiende y favorezca,
no siendo probable que su duración en el auge que debe a sus Minas
sea permanente, y que en éste y en el otro Reyno sobran lastimosos
exemplos de la ruina o abandono a que han llegado con mejores
principios otros Reales de ellas, nos contentamos con representarlo
todo ligeramente al alto discernimiento y sabiduría de Vuestra
Magestad sin excedernos a la demostración de defectos de
organización y policía que refiere el adjunto papel Nº. 5, hecho por
uno de los vecinos imparciales de aquella Ciudad y de distinguido
carácter en ella, cuyo nombre nos ha pedido se suprima por prudencia
y a que se haga uso de sus verdades.
A ellas podemos nosotros añadir que en quanto a privilegios,
ninguno puede equivaler al que goza Guanaxuato en la essención de
Alcabala a quantos artículos y renglones necesita para la saca y
beneficio de sus platas, cuyo valor anual sabemos de buen original
exceden de quarenta mil pesos, sin la limitación de que se
introduzcan por mineros, sino por qualquiera otro comerciante, de
suerte que la gracia es extensiva a todo el vecindario, aunque el efecto
varié de amplicación, o de consumo, de donde proviene que de las
crecidas introducciones de fierro, acero y de otros principales salgan
muchos cargamentos para jurisdicciones diferentes, que aunque allí

385
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

adeuden y paguen el derecho Real, siempre dejan al vendedor o


remitente utilidad y ventaja conocida que no se halla en los otros giros
y especulaciones de comercio. Dígase norabuena que de tal gracia no
disfruta solamente el Real de Minas de Guanaxuato, sino todos los
demás de esta Septentrional América que la han merecido de la
justificada dignación de Vuestra Magestad para auxilio y fomento de
la mayor saca de frutos. Confesamos que en este Hemispherio, al paso
que en otros, la cultura y observancia de leyes agrarias forman el
nervio de los estados, es ella en realidad la que le constituye y le hace
benemérita de toda clase de atenciones; mas no, como hemos dicho,
en otra parte, a la de preferencia que ha solicitado, por la erección de
Mitra en el escabroso plan de su suelo, con perjuicio de nuestra
Ciudad y otros inmensos que presenta la imaginación para lo
sucesivo.
Vuestra Magestad, Señor, es dueño de todo y de la distribución de
gracias, auxilios y essenciones a que se hacen condignos sus Pueblos y
Basallos. Celaya representada por nosotros, hace ver humildemente el
precioso mérito que la asiste para solicitar en su territorio la
fundación de Obispado, con tanta razón y justicia promovido, para
bien de la sociedad y de la propagación del Evangelio en estas remotas
distancias, ya que por otras partes donde no alcanzan sus influxos de
Vuestra Magestad se haya experimentado que va a menos. Repetimos
rendidamente a los Pies de Vuestra Magestad que ya no es la primera
vez que a nuestro territorio se ha declarado el más oportuno para el
caso, de que sabemos se formó expediente. En el Consejo de Yndias
tiene Vuestra Magestad Ministros sabios e imparciales que le
conocen, o porque vivieron cerca o por haberle transitado; su voto
decidirá la conveniencia, y la suerte de una Ciudad, acreedora a tal
auxilio y distinción y quando no merezcamos la preferencia a que
aspiramos, veneramos resignados lo que Vuestra Magestad tenga a
bien disponer que será de todos modos lo mejor.
Dios Guarde la Católica Real Persona de Vuestra Magestad los
muchos años que la cristinandad necesita.- Celaya 20 de Agosto de
1804.

Señor:

386
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

José Duro, Juan Gregorio Bosque, Manuel Gómez de Linares,


Juan Pérez C., José Ramón Guerra, Francisco Gómez de Linares,
Pedro Rodríguez, Pedro González, Antonio de Linares, Rafael Antonio
Mexía; Luis Fernando Romero.

Por mandado de Celaya,


Jph. Antonio Lizalde.
Escribano Real, Pub. y de Cabildo".

Como podemos ver un gravísimo error es el de no mencionar la


fecha en que se reunieron bajo la sombra de un robusto mezquite,
para señalar el primer Cabildo los fundadores y primeros pobladores;
como el de cometer el error garrafal de mencionar "...y después en el
año 1655; governando el Duque de Alburquerque se le erigió en
Ciudad con la denominación de la Purísima Concepción de Salaya,
hoy corrumpido en Celaya"; por esos descuidos y negligencias se hace
que la verdad se comience a degenerar, el monarca para cubrir los
gastos de guerra que entonces tenía, dispuso se pusieran a la venta
títulos y preeminencias que para obtener dicho Título, la Villa de
Zelaya ofreción un donativo de dos mil pesos, pagadero en cuatro
anualidades, que por "Auto" proveído por el Lic. Antonio de Lara y
Mogrovejo, comisionado para la venta de dichos títulos, el 20 de
Octubre de 1655, sólo se le ofreció a Celaya que dicho título se le daría
en iguales preeminencias que a la ciudad de Puebla, siendo expedido
dicho título por el Virrey Marqués de Mancera el 7 de Diciembre de
1668, no pudiendo ser expedido por el Virrey Fernández de la Cueva
quien tenía ya ocho años de ausente en la Nueva España por ser
nombrado virrey en Sicilia, quien en ese periodo de la expedición
reinaba Carlos II bajo la maternal tutela de Mariana de Austria y
Felipe IV llevaba cuatro años de muerto.

387
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XXIX

LA VERDADERA RELACIÓN
QUE EXISTIÓ
ENTRE CELAYA Y NATTHAHÍ

EL SEÑOR Profr. D. Fulgencio Vargas, afamado historiador


guanajuatense contemporáneo, cuya especialidad destacó más bien en
el aspecto literario, en su Monografía de la Ciudad de Celaya,
publicada en enero de 1949, asienta lo siguiente:
1. Con el nombre de Nattahí (En el Mezquite), se conoció una
aldea precortesiana de indios otomíes, en un punto que después
formó parte del Mezquital de Apaseo", este nombre de origen tarasco
o purépecha (Apatzecua), (Lugar de Comadrejas).- La fertilidad de las
tierras en el antiguo dominio, otomí, tierras abajeñas, producto de
fenómenos de explosión en la zona volcánica de Salamanca, Valle de
Santiago y Yuriria, motivaron la presencia de españoles y la
formación de estancias, factibles de un creciente y próspero
desarrollo.
2. Estos españoles, en su mayoría vascos, preocupáronse por la
seguridad de sus tierras y su fácil comunicación con centros
productores de abolengo y como les pareciera conveniente a sus
intereses la fundación de un poblado con buen número de vecinos y
de regulares aposentamientos, solicitaron del entonces virrey D.
Martín Enríquez de Almanza, que en el susodicho Nattahí y sus
aledaños, se fundara una villa de españoles con el nombre de Nuestra
Señora de la Concepción de Zalaya.
3. Esta voz, que al fin prevaleció, es de origen vascuense y vale por
tierra llana, que está perfectamente de acuerdo con la topografía del
terreno.
4. El mandamiento de fundación, tuvo su apoyo en la Real Cédula
sobre reducción de indios en 1650.
5. La fundación efectuóse a la sombra de un mezquite en la hoy
populosa barriada del Zapote, con asistencia de treinta y cinco
futuros pobladores de la villa".

388
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Como en la actualidad, lo asentado por el señor Profr. D.


Fulgencia Vargas, en su Monografía de la Ciudad de Celaya,
publicada hace un poco más de veinte años, ya no concuerda con la
realidad histórica, puesta de manifiesto por la documentación que
ahora se conoce, hemos numerado cada uno de los diferentes párrafos
que contienen sus aseveraciones, con el objeto de hacer a cada una de
ellas la rectificación que le corresponde.
1. Efectivamente, un grupo de indios otomíes, tan pobres, tan
miserables y sobre todo, tan desafortunados, como siempre fueron los
individuos de esa raza, después de aquilatar los beneficios que podría
reportarles su establecimiento en el lugar por ellos elegido,
decidieroninstalarse allí, y al efecto, levantaron sus papérrimas
chozas en torno de un mezquite secular, siendo lo más probable que
de esta circunstancia, se derivara el nombre de Nattahí, con que sus
fundadores denominaron al poblado, ya que Nattahí, en su lengua
aborigen, significa el mezquite, o en el mezquite, como asienta el
Profr. Vargas.
La primera noticia que obtuvimos sobre este poblado, del cual
hasta llegamos a dudar que hubiera existido, data de noviembre de
1526, fecha en que según la "Relación de Méritos" de Nicolás de San
Luis Montañez, fue conquistado por él, en calidad de "General" aliado
de los españoles, porque hay que recordar que Montañez era indio
mexicano, cacique del pueblo de Xilotepec y que, además se decía
emparentado con el extinto emperador Moctezuma.
La segunda información, que nos vino a confirmar la existencia de
este poblado, la obtuvimos en la documentación de un litigio
entablado por D. José de Alcocer Bocanegra y Dávalos, en contra del
Mariscal de Castilla, en el cual, el primero declara ser suyo el sitio de
ganado mayor nombrado Tupátaro, diciendo: "...Y para que el
Mariscal de Castilla le conste haber comprado con ilexitimidad, con
vista de la merced de dicho sitio, incontinenti presento los Títulos de
Tupátaro, y dos declaraciones hechas en el Pueblo de Nuestra Señora
de la Asunción, en términos de la Provincia de Michoacán de esta
Nueva España, en once días del mes de julio de mil quinientos sesenta
y cuatro años, ante la presencia de escribano y testigos juramentos,
quienes declararon: D. Francisco Infante Samaniego, dixo ser verdad
que D. Santiago Cabrera, vecinod e la ciudad de México, le vendió un

389
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

sitio de ganado mayor en los términs del Puerto de Tupátaro, linde


con la Estancia de Alonso Rangel y de la otra parte con la heredad de
tierras de labor de D. Juan de Villaseñor, que llaman Corámaro en las
Chichimecas y ansí mesmo, dos caballerías de tierra que el dicho D.
Juan tiene en Corámaro, sitio que le pertenecía conforme a los títulos
que de él tenía dicho Santiago Cabrera y determinación hecha por
Juan Bautista Avendaño, Alcalde Mayor de la Provincia de
Michoacán, el testigo añade que es hijo legítimo de D. Juan Infante y
de Dª. Catalina de Samaniego, vecinos que fueron de este pueblo y
actualmente del Cortijo de San Juan de la Vega.- En el mesmo lugar y
fecha, jurando por Dios Nuestro Señor y la Señal de la Santa Cruz, D.
Marcos de Mexía de Bocanegra, hijo de D. Alonso Pérez de Bocanegra
y con vecindad en el Pueblo de Querétaro, declara ser verdad lo antes
dicho por el testigo, etc., etc..." (Archivo Histórico Municipal de León,
Gto.).
Antes de continuar nuestra información, conviene aclarar que el
cambio de nombre que se hizo al poblado de Nattahí, sustituyéndolo
por el de Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, se debio única y
exclusivamente a que con apoyo en la Real Cédula de Reducción de
Indios, expedida por Felipe II, el 15 de febrero de 1560, por la cual se
dispuso que todos los naturales d ela Nueva España deberían juntarse
a vivir en sus pueblos, ya que todos aquellos que se encontraran
vagando por los cmapos, serían considerados como rebeldes al
servicio de su Majestad y consecuentemente, tratados con todo el
rigor de la ley. Este es el primer error en que incurrió, no
precisamente D. Fulgencio Vargas, porque esto mismo ya había sido
consignado por D. Pedro González, en su Geografía del Estado de
Guanajuato, publicada el 1897, ya que Celaya jamás fue pueblo de
indios, sino villa de españoles desde su fundación, y tampoco tuvo
por asiento el poblado indígena de Nattahí, sino la Estancia del Río,
comprada para ello a D. Gaspar de Salvago. Este es el peligro de
recurrir a la Bibliografía para hacer historia, ya que esto, la mayoría
de las veces, equivale a copiar errores ajenos, que es exactamente lo
que le sucedió al señor Profr. Vargas.
2. No es exacto que don fulano o don zutano, individuos de origen
vasco, hayan solicitado del Virrey D. Martín Enríquez de Almanza que
en el susodicho Nattahí y sus aledaños, se fundara una villa de

390
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

españoles con el nombre de Nuestra Señora de la Concepción de


Zalaya, esta villa, lo mismo que la de León de la Nueva España, y la
de Salamanca, se fundaron como resultado de un plan de estrategia
militar, tendiente a proteger y asegurar el tránsito en los caminos
entre la ciudad de México y las Minas de Guanajuato, Zacatecas y San
Luis del Potosí, siendo la primera en erigirse, la de Nuestra Señora de
la Concepción de Zalaya, para cubrir el entronque d elos caminos
México-Zacatecas, con el de San Luis, para entonces ya semiprotegido
con las fundaciones de las Villas de San Felipe y San Miguel,
fundaciones verificadas en 1560, siendo el propio Virrey Enríquez de
Almanza, quien en su ordenamiento de fundación, se encarga de
desmentir a D. Fulgencio Vargas, cuando dice en el citado
documento: "...Atento a que el Dr. Francisco de Sandi, Alcalde en esta
Corte y Chancillería y Teniente de Capitán General, andaba en la
dicha comarca en el castigo y pacificación de los dichos indios
alzados, le volví a cometer el dicho negocio de que viese la parte y
lugar donde más cómodamente y sin menor perjuicio se podría
fundar la dicha villa y la señalase y trasase señalando sitios para
Yglesia, Plaza, Casa de Cabildo y solares para los vecinos y dehesa y
exido y otras cosas; el cual ansí mesmo en orden de lo susodicho hizo
estas dilixencias y averiguaciones, las quales con su parecer envió
ante mí, por lo qual consta y parece ser conveniente y común utilidad
que se hiciese y fundase la dicha villa en el dicho mezquital, cerca
donde se juntan los ríos de San Miguel y Apaseo, en una tierra
arenisca un poco, que está en el terreno de una Estancia del dicho
Gaspar Salvago que llaman del Río, al qual no le viene la población
más daño que echarlos del sitio de la dicha Estancia, porque el ganado
suyo no estaba allí aquerenciado, sino en otras estancias muchas que
tenía cuatro leguas de allí; que el dicho sitio de estancia se le podría
mandar pagar por él hasta cuatrocientos o quinientos pesos de oro
común, que averiguó por información podría valer, y que la dicha
parte y lugar era cerca de los dichos ríos donde había mucho pescado
y cedros y sabinal y otros diferentes árboles para hacer madera para
las casas y muy buena tierra para hacer adobes y ansí mesmo, había
piedra cerca del dicho sitio para las dichas casas y para poder hacer
cal, y las tierras eran fértiles y se podría sacar el río para riego o para
hacer molinos; y que la dicha población será útil para la defensa y

391
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

pacificación de los dichos indios rebeldes; lo qual todo visto por mi,
por la presente doy licencia y facultad para que en la dicha parte y
lugar se haga la fundación de dicha villa y se pueble de españoles,
conforme a la traza que el dicho Alcalde dejó fecha, la qual dicha villa
se llame e intitule la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de
Zalaya, y los vecinos que en ella asentaren y vivieren, llegando a
treinta hombres casados, pueden juntarse y señalar Cabildo, y parte
donde se junten, y desde el Día de año nuevo primero que viene del
año primero venidero de mil quinientos setenta y uno en adelante,
habiendo oído una Misa del Espíritu Santo, elegiro y nombrar cuatro
Regidores, los quales después de nombrados y elegidos, nombren y
elijan dos Alcaldes Ordinarios de los más viejos y honrados que entre
ellos hubiere...".
Como claramente se vé, el documento transcrito, en parte no deja
lugar a dudas y prueba hasta la evidencia, que la Villa de Nuestra
Señora de la Concepción de Zalaya, fue fundada en la Estancia del
Río, el Día de Año Nuevo, primero de enero de 1571; no
mencionándose en absoluto el antiguo poblado de Nattahí, que hacía
ocho años, con apoyo en la Real Cédula de Reducción de Indios,
expedida por Felipe II, el 15 de febrero de 1560, había servido de
asiento para fundar el Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción,
lugar donde deberían juntarse a vivir todos los indios del Mezquital
de Apaseo.
3. El señor Profr. D. Fulgencio Vargas, consigna en su Monografía
de la Ciudad de Celaya, que la voz Zalaya, que al fin prevaleció, es de
origen vascuense y vale por tierra llana, que está perfectamente de
acuerdo con la topografía del lugar, y que este nombre se aplicó a la
villa, porque así lo habían solicitado los individuos de origen vasco,
que mucho se habían interesado por su fundación, por convenir a sus
intereses. Sobre el particular, y a fin de que se vea claramente que el
señor Profr. D. Fulgencio Vargas no hizo otra cosa que bordar en el
vacío, cuando escribió su Monografía de la Ciudad de Celaya, a
continuación insertamos un fragmento de la información rendida a
Felipe II, el 15 de junio de 1580, por Cristóbal de Vargas Valadez,
Alcalde Mayor de la Villa, (véase: "Papeles de la Nueva España",
Suplemento al Tomo VII, Francisco del Paso y Troncoso): "...En la
Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya a quince días del

392
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

mes de junio de mil quinientos ochenta años, Yo Cristóbal de Vargas


Valadés, Alcalde Mayor de la dicha Villa y Corregidor del Pueblo de
Yuririapúndaro y Justicia del Pueblo de Acámbaro por su Magestad,
en presencia de Domingo de Silva y de Hernando de Peralta, Alcaldes
Ordinarios de la dicha Villa, en cumplimiento de la instrucción de Su
Magestad que me entregó Gordian de Casssasano, Contador y
Administrador de la Real Alcabala de esta Nueva España, hice la
relación siguiente, tocante a la dicha Villa: ...poblóse el año de setenta
por mandado de Don Martín Enríquez, Visorrey que fue desta Nueva
España; comensose a poblar con tres o cuatro vecinos, hoy tiene
sesenta, llamase Zalaya por Juan de Cueva, secretario de la
Gobernación de esta Nueva España, por ser natural de Salaya,
en las montañas de los reinos de Castilla..." D. Juan de Cueva,
Ministro de la Gobernación, fue quien redactó y refrendó con su firma
el mandamiento de la fundación de la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zalaya, circunstancia que aprovechó para perpetuar en
América el nombre de su patria, de lo cual se deduce, que si la voz
Zalaya, es de origen vascuense y vale por tierra llana, esto se refería,
naturalmente, a Zalaya en los Reinos de Castilla, y no a la villa
fundada en el Mezquital de Apaseo siendo una mera coincidencia la
similitud topográfica existente entre ambos lugares.
4. Para finalizar, sólo resta añadir que el único acierto que tuvo el
señor Profr. D. Fulgencio Vargas, en la parte histórica de su
Monografía de la Ciudad de Celaya, fue la fecha de su fundación,
primero de enero de mil quinientos setenta y uno, pero como esto lo
dijo en calidad de complemento a errores monumentales, dicha
información pierde todo su mérito, porque, como ya lo hemos dicho,
no habiendo tenido Celaya la categoría de pueblo de indios, y ya desde
el mandamiento de la fundación, que tal parece no llegó a ser
conocido por el Profr. Vargas, se le reconoce la calidad de Villa de
españoles, dicho mandamiento no pudo tener su apoyo en la Cédula
Real de Reducción de Indios, expedida por Felipe II, el 15 de febrero
de 1560, y en consecuencia, no pudo haber ningún resurgimiento,
puesto que no fue fundada en la "populosa Barriada del Zapote", sino
en la Estancia del Río, como indiscutiblemente lo prueba el propio
mandamiento de fundación, siendo el Pueblo de Nuestra Señora de la
Asunción el que, al ser fundado con apoyo en la Cédula Real ya

393
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

mencionada, quedó asentado en el antiguo poblado de Nattahí.


También cabe aclarar que la fundación de Celaya no se hizo con la
asistencia de treinta y cinco pobladores, sino únicamente con treinta
y uno, como se comprueba con la relación de mercedes de tierras
otorgadas conforme al Título de Fundación.
La única relación que nosotros encontramos entre el antiguo
poblado indígena de Nattahí o Pueblo de Nuestra Señora de la
Asunción, nombre que se le dio en 1563, al ser elevado a la categoría
de pueblo de indios, y la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de
Zalaya, radica en el hehco de que en la humilde capilla de ese pueblo,
llamada pomposamente por los naturales Templo del Milagroso
Señor del Zapote, el Día de Año Nuevo, primero de enero de 1571, se
celebró allí la Misa del Espíritu Santo, que por órdenes del virrey,
debería anteceder a la elección del primer Ayuntamiento de la citada
villa. Es incuestionable que los fundadores y primeros pobladores
tuvieron que trasladarse a la cercana Estancia del Río, a fin de
celebrar su primera sesión del cabildo, en el lugar señalado para
Casas Reales o de Cabildo, donde una vez que el Comisionado del
virrey, Dr. D. Francisco de Sandi, dio posesión de sus cargos a los
funcionarios electos, éstos hicieron la declaratoria oficial de quedar
legalmente fundada la Villa de Zalaya; conforme a las Ordenanzas 4 y
8 del Título XII de la Nueva Recopilación de Yndias, nadie más que el
citado Cabildo, podía hacer la mencionada declaratoria.
También cabe reconocer, como otro d elos nexos que existieron
entre el antiguo Nattahí o Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, y
la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya, la valiosa
ayuda que el primero prestó a la segunda en mano de obra, a partir de
1571, al iniciarse la construcción de los edificios públicos, tales como
la Casa de Cabildo, la iglesia, la cárcel, el mesón, la Alhóndiga y
algunos otros que consideramos como indispensables para el
bienestar material y atención espiritual de los moradores de la citada
villa. Por gestiones hechas por el Dr. D. Francisco de Sandi, el Virrey
Enríquez concedió que la Provincia Indígena de Acámbaro, a la cual
pertenecía el Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, proporcionara
ciento cincuenta indios, de los doscientos que se le pidieron, en
atención a que por entonces una cooperación mayor, podría resultar
una carga para la citada Provincia, que estaba proporcionando buen

394
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

número de gente para la construcción de la Catedral de Guayangareo,


hoy Morelia, y para los trabajos de las Minas de Tlalpujahua, así como
para el desempeño de las obras de labranza en las estancias
comarcanas, especialmente en las de D. Hernán Pérez de Bocanegra y
Juan de Illanes, personajes muy importantes e influyentes, quien el
primero había sido designado por Felipe II, en sustitución de D. Juan
de Villaseñor y Orozco, muerto el 24 de mayo de 1566. La ayuda
solicitada, se redujo a sólo cien individuos, cuyo número era
relativamente insuficiente, si se atiende a que con ellos había que
fabricar adobes, acarrear gran cantidad de piedras, cortar y labrar
madera, transportar en carretas todos los materiales requeridos para
ejecutar aquellas robustas construcciones del Siglo XVI. El
mandamiento del virrey, que obra en el Archivo General de la Nación,
Ramo General de Partes, fojas 253 vuelta a la 254, dice lo que sigue:
"...Hago saber a Vos mi Gobernador de la Provincia de Acámbaro, o a
vuestro lugarteniente, que por la presente os mando que proveáis y
deis orden como de los ciento y cincuenta indios que se piden a dicha
Provincia de Acámbaro, para la dicha Villa de Zalaya, no se den más
de ciento, porque los cincuenta los reservo y lo mesmo me reservo de
los que han dado y dan en las estancias de Hernán Pérez de
Bocanegra y Juan de Villaseñor y Orozco y de cualquier obras de
labranza y estancia aunque haya para ello mandamiento mío. Los
indios para Zalaya podéis darlos de los pueblos de Chamaquero, San
Miguel y Nuestra Señora de la Asunción, ya sea por tercias partes, o
trabajando una semana cada pueblo, y de los que dan para la ciudad
de Guayangareo solamente den los que están repartidos en la Villa de
Zelaya y Minas de Tlalpujahua, en que en contra de ello no sea
compelidos".
Independientemente del "auxilio" oficial, consistente en los cien
hombres que durante largo tiempo proporcionó la Provincia de
Acámbaro, los vecinos de la Villa de Zalaya levantaron las casas de
morada con sus propias manos, y de su peculio pagaron la mano de
obra ejecutada por algunos indios de los contornos, a quien se pagaba
como jornal diario, un real en efectivo y dos cuarterones de maíz.

395
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XXX

DON FRANCISCO E. TRESGUERRAS


OPINA SOBRE LA FUNDACIÓN
DE CELAYA

LA ANTIGUA tradición, comprobada con documentos, que por primera


vez nos la da a conocer un celayense ilustre, D. Francisco Eduardo
Tresguerras, en la relación que formuló sobre la religiosa acción de
gracias que tributó esta ciudad a Nuestro Dios y su Madre Purísima,
que se encuentra en la Gaceta del Gobierno de México,
correspondiente al marte 23 de mayo de 1820, se inserta un
importante documento, así como la Relación de la religiosa acción de
gracias, que en 3 de abril de 1820 tributó Celaya a Dios y su Madre
Purísima, por la pacificación de la Provincia de Guanajuato, a que
pertenece. Esta relación hecha por el ilustre celayense D. Francisco
Eduardo Tresguerras, por entonces Regidor del Ayuntamiento, viene
a desmentir rotundamente, las inscripciones que un grupo de
fanáticos dejó asentadas en el monumento erigido en 1908, en el
barrio del Zapote, precisando el lugar y fecha de la fundación de
Celaya, y para darla a conocer, empezaremos por insertar el oficio de
remisión, que dice así:
"Excelentísimo Señor:
El Ayuntamiento de esta Muy Noble y Leal Ciudad, con la mayor
sumisión acompaña a V. E. en tres pliegos útiles, la relación
circunstanciada de la religiosa acción de gracias que en 3 de abril
anterior tributó a Dios y su Santísima Madre con la advocación de la
Purísima Concepción, su Patrona titular, y jurada Generala desde el
año pasado de 1811, por la pacificación de la Provincia de Guanajuato,
a que corresponde, penetrado del mayor júbilo y regocijo por deberse
al sabio y prudente gobierno de V. E. la felicidad de la paz que tanto se
deseaba. Lo que participio a V. E. para su inteligencia este Cuerpo.
Dios guarde a V. E. muchos años. Celaya Mayo 8 de 1820.
Excelentísimo Señor, Martín Antonio de Montes, José Ramón Guerra,
Juan José Gayón, Pedro Rodríguez Fernández, Francisco Eduardo

396
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Tresguerras, Francisco Murteu.- Al Excelentísimo Señor Virrey


Conde del Venadito".

Relación de la religiosa Acción de Gracias que en 3 de Abril de


1820 tributó Celaya a Dios y su Madre Purísima, por la
pacificación de la Provincia de Guanajuato a que pertenece:

La Muy Noble y Leal Ciudad de la Purísima Concepción de Celaya


y el Ilustre Ayuntamiento penetrado del mismo espíritu y con
emociones de gratitud religiosa, procedió muy luego a promover y
acordar una demostración pública de su reconocimiento a tamaño
beneficio, que incesantemente había implorado al pie de los altares y
ante su Purísima Patrona por el dilatado tiempo de dicha revolución,
y dispuso tributarle a Dios y a su Madre Inmaculada, la acción de
gracias más cordial, solemne y expresiva, y celebrarla en el espacioso
templo y nuevo altar de piedra y exquisita arquitectura en que se
venera la graciosísima Imagen de su Titular Patrona, que es el más
atractivo imán y dulce encanto de todos los celayeños y la alhaja
preciosísima que poseen y adoran los religiosos franciscanos
observantes en su Colegio Real y Pontificio de la misma advocación.
Encargóse disponer lo conducente al efecto, a los señores
Regidores D. Francisco Eduardo Tresguerras y D. Juan José Gayón,
que perfectamente llenaron su comisión, generalizando el
enstusiasmo religioso que activaron en todas las clases,
corporaciones, calidades, sexos e individuos de sus compatriotas,
verificando así la ciudad el significado d ela voz hebrea Celaya, que
según el Venerable Beda, es voz que eleva y hace elevar hacia Dios. A
la voz de aquellos Diputados, el clero secular y regular, la milicia, ya
se dijo; todos han desplegado y extendido a lo posible las alas de sus
afectos, cooperando hasta los más infelices al mayor lucimiento de la
función, con sus personas y haberes y con la devoción más tierna y
expresiva.
En la mañana del primero de abril, se preparó aquella por un
bando muy solemne con acompañamiento de la tropa y música del
Provincial de Celaya, y en su tarde, por un festivo general repique de
campanas y salva de artillería, lenguas de bronce de fuego, en una
palabra, todo se hizo lenguas ese día y en los dos consecutivos, para

397
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

celebrar la paz tan deseada y las misericordias de Dios y de su madre.-


En los días 2 y 3, se vieron todas las calles hermosísimamente
engalanadas de vistosas telas, gallardetes y festones, y colocada en
altares y otros recipientes adornados con primor, y en las más de las
casas, aun las más pobres, la Imagen de la tiernísima niña concebida
sin pecado, pareciendo toda la población un nuevo y precioso
templo...
...Veintisiete hermosos arcos de invenciones muy felices y de
diferentes formas y materias, de talla, de perspectiva, de telas y de
solas flores naturales, se interpolaron también a proporcionados
trechos. El del Ilustre Ayuntamiento, colocado frente a sus casas (sitio
que sigue ocupando actualmente la Presidencia Municipal, aquí
llamamos mucho la atención a los miembros del Comité Celaya IV
Centenario y a todos los celayenses en general) lugar en que se
celebró la primera misa que se ofreció al Eterno en el vasto territorio
de Celaya, en que fue erigida en villa y se instaló en 1571 (1º. de
enero) su primer Cabildo Real y en que éste juró por Titular Patrona
a María Santísima en su Pura Concepción; tenía al pie d euna
portada fingida, dos bien vestidas estatuas, expresivas d ela Castidad
y Pureza con referencia a la imagen de la Concepción Inmaculada, que
en campo azul y sobre la cúspide de un pomposo mezquite, llena el
principal cuartel del Escudo de Armas de Celaya, y que al pie del
mezquite y bajo de la sombra de María, expresa en campo de plata los
cuarenta principales conquistadores y pobladores de la villa.- Mira
base también en dicho centro, el retrato de nuestro deseado y amado
Rey y Señor Don Fernando VII (Q.D.G.) y laterales a él, el de sus
progenitores siempre augustos, los Señores Reyes Carlos el I de
Austria y el Tercero de Borbón, conquistadores, aquel de estos
dominios y muy religioso amante de María, y éste, conservador y
protector de los propios y devotísimo de la Concepción Inmaculada,
promotor de su universal Patronato en las Españas y fundador de su
distinguido Orden".
A nuestro leal saber y entender, la opinión de D. Francisco
Eduardo Tresguerras, que contiene la relación transcrita, destruye
por completo lo asentado por autores anónimos en las inscripciones
del monumento en el barrio del Zapote, lugar que desde 1560, ya era
el pueblo de indios de Nuestra Señora de la Asunción.

398
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Como es de verse, en esta relación el insigne arquitecto celayense,


todavía por 1820 campeaba la antigua tradición confirmada por los
documentos originales que indudablemente él conoció, y cuya
desaparición se debe a la incuria de pasadas administraciones
municipales, que señalaban la casa del Ayuntamiento, como el sitio
preciso donde existió el mezquite bajo el cual, el 1º. de enero de 1571,
se constituyó el primer Cabildo celayense para declarar fundada
legalmente la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya.
Sólo la ignorancia, el fanatismo y la deliberada mala fe de algunas
gentes que por ahorrarse algunos pesos, que a la postre ni siquiera
fueron gastados por ellos, porque fue quien costeó los gastos hechos
en la terminación del monumento inaugurado el 12 de octubre de
1908, en el Barrio del Zapote, cuya construcción se inició en 1870,
para conmemorar el Tercer Centenario de la fundación de Celaya, el
señor Cura Párroco D. Francisco María Góngora, y que él mismo
suspendió, cuando mostrándose un ejemplar de la Gaceta del
Gobierno de México, del 23 de mayo de 1820, periódico que en su
época equivalía al actual Diario Oficial de la Federación, en que se
encuentra contenida la relación que acabamos de transcribir, se le
informó que Celaya, no había sido fundada allí sino en el sitio que
entonces ocupaba la Prefectura Municipal, lo que está de acuerdo con
la planificación previa de la villa, hecha por el Dr. Francisco de Sandi,
Alcalde de Corte y Cancillería de la ciudad de México, comisionado
por el Virrey Enríquez, el mandamiento de fundación expedido por
éste el 12 de octubre de 1570, y el expediente formado con motivo del
litigio entablado pro los naturales de la Provincia de Acámbaro, a la
cual pertenecía el pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, contra el
Alcalde Mayor de Celaya.

399
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XXXI

EL MONUMENTO A LA FUNDACIÓN
ERIGIDO EN EL BARRIO DEL ZAPOTE

EL 23 DE MARZO de 1865, se hizo cargo de la feligresía de Celaya, su


nuevo Cura Párroco D. Francisco María Góngora, virtuoso y ejemplar
sacerdote, quien cinco años después, dando muestras de su elevado
espíritu de civismo para que no pasara desapercibido el Tercer
Centenario de la Fundación de esta ciudad, decidió conmemorarlo
erigiendo aunque fuera un sencillo monumento en el sitio que por
entonces se suponía allí existió el histórico mezquite bajo el cual, el
1º. de enero de 1571, el primer Ayuntamiento de la Villa de Nuestra
Señora de la Concepción de Zalaya, se constituyó en Cabildo para
declarar su fundación legal.
Por el costo de ciento cincuenta pesos que se presupuestó para la
construcción del monumento, es de suponer que éste iba a ser muy
modesto, y aun así, el citado señor Cura no quiso solicitar la
cooperación del vecindario atento a que por entonces, no sólo la
ciudad de Celaya, sino también todos los pueblos enclavados en su
zona de influencia, atravesaban por una aflictiva situación, rayana
casi en miseria, debido a que por largos meses habían tenido que
soportar, a costa de sus mermados recursos, el mantenimiento de los
Ejércitos Republicanos, que sitiaron la ciudad de Querétaro, hasta
que ésta cayó en su poder, el 15 de mayo de 1867.
Siendo ésa la primera ocasión en que se iba a conmemorar un
centenario, transcurridos a partir de la fundación de Celaya, sin que
hasta entonces siquiera se hubiera hecho notar esa circunstancia,
debido a que durante los tres siglos de la dominación española, las
funciones cívicas se habían concretado exclusivamente a celebrar un
acontecimiento de esta naturaleza en cada generación para establecer
dónde y cuándo tuvo verificativo la fundación de Celaya, el señor Cura
Góngora tropezó con algunas dificultades; sin embargo, pronto logró
comprobar la fecha con el propio mandamiento de fundación,
expedido por el Virrey D. Martín Enríquez de Almanza, el 12 de

400
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

octubre de 1570, en cuyo documento claramente se establece lo


siguiente:
"...Y desde el día de Año Nuevo Primero que viene, del año
primero venidero de mil quinientos setenta y uno en adelante, ha tu
Santo, elegir y nombrar cuatro Regidores, los cuales después de
nombrados y elegidos nombren y elijan dos Alcaldes Ordinarios de
los más viejos y honrados que entre ellos hubiere, etc..." Por otra
parte, la constante tradición señalaba el 1º. de enero como el día en
que fue celebrada la Misa del Espíritu Santo en la Capilla de la
Asunción, cuya ceremonia antecedió a la elección del primer
Ayuntamiento de Celaya, tradición que ha llegado hasta nosotros
convertida en fiesta titular del barrio del Zapote donde se encuentra el
templo mencionado, y por lo que respecta al lugar bien pudo creer el
señor Cura que el mezquite tradiconal bajo el cual se efectuó la
fundación, era el mismo que diera su nombre al poblado
precortesiano de Nattahí, voz que en la lengua otomí significa el
mezquite, cuyo poblado, sin fundamento alguno se ha creído se dio
por asiento a la Villa de Zalaya, siendo que ésta fue fundada en la
Estancia del Río, comprada para ese objeto a D. Gaspar de Salvago,
mientras que el Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, fundado
con apoyo en la Rela Cédula de Reducción de Indios, expedida por
Felipe II, el 15 de febrero de 1560, habiendo oído una Misa del
Espíritu Santo, fue el que tuvo por asiento el antiguo poblado de
Nattahí.
Poco tiempo después de iniciada la construcción del monumento
en el barrio del Zapote, con el que se pensaba conmemorar el Tercer
Centenario de la Fundación de Celaya, no faltó quién informara al
señor Cura Góngora, que fue que la citada fundación no se había
verificado en aquel lugar, sino en el sitio que entonces ocupaba la
Prefectura Política, que es el mismo que ahora ocupa el Palacio
Municipal, y para comprobar su aserto, el informante le mostró un
ejemplar de la Gaceta del Gobierno de México correspondiente al día
ya antes mencionado en el capítulo anterior.
Vista y apreciada por el señor Cura Góngora prueba tan
contundente, por la relación de Francisco Eduardo Tresguerras como
ya se comentó en el capítulo anterior, se encuentra plenamente
comprobada con los siguientes documentos: Mandamiento de

401
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

fundación, que existe en el Archivo General de la Nación, Ramo de


Tierras, Volumen 2680; fragmento d ela carta enviada al virrey por el
Dr. D. Francisco de Sandi, el día 11 de septiembre de 1570 y la "traza"
que hizo de la villa, señalando sitios para iglesia, plaza, Casa de
Cabildos, solares para los vecinos, etc. (Tierras. Vol. 674, del Archivo
General de la Nación), y el expediente que se formó con motivo del
pleito instaurado por los naturales de la Provincia de Acámbaro,
contra el Alcalde Mayor de Celaya, el año de 1665, que culminó en
1667, con la anexión a la ciudad d eCelaya, en calidad de barrio, del
Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción. Cuyo expediente obra en
mi poder y se dispuso la inmediata suspensión de las obras que se
efectuaban para la erección de un monumento en el citado barrio del
Zapote.
Durante más de treinta y siete años permaneció abandonada
aquella construcción, hasta el día en que fue reanudada por un grupo
de personas poseídas de la euforia que reunió a partir del 8 de
diciembre de 1907, en que debido a un conato de incendio ocurrido en
el Altar Mayor del Templo de San Francisco, estuvo a punto de ser
derruida la taumaturga Imagen de la Purísima Concepción,
atribuyéndose a un milagro su salvación, siendo entonces cuando se
acordó coronarla canónicamente como Reina y Patrona de Celaya,
erigirle un monumento público para perpetuar el portento, como era
natural, el Jefe político D. Perfecto Aranda, negó el permiso que se
pidió para erigir un monumento público con la citada dedicación,
siendo entonces un grupo de exaltados celayenses quienes acordaron
terminar la construcción de la Columna iniciada en 1870 por el señor
Cura Góngora, en el barrio del Zapote, que sería dedicada a "recordar"
la fundación, para lo cual se le hicieron las siguientes inscripciones
que han sido el génesis de la actual desorientación: La Ciudad (?) de
Celaya fundada por Cédula Real del Virrey (?) Don Martín Enríquez
de Almanza, bajo la protección y grandioso amparo de la Sma.
Madre de Dios en el Misterio de su Inmaculada Concepción, el 12 de
Octubre del año del Señor de 1570. Aun se puede ver, como se consta
en la fotografía que publicamos de este estudio: Reconstruido a
iniciativa del señor D. Luis de Velasco y Mendoza, Historiador
celayense, y en los lados de dicha inscripción, estas fechas 2-29-52. 2-
28-53. Además es muy probable que dicha reconstrucción, fuera

402
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

costeada por el señor Velasco y Mendoza, cooperando con el señor


Juan Escobedo, que fue quien "terminó" y "costeó" el citado
monumento inaugurado el 12 de octubre de 1908; y como corolario a
tales exabruptos, se encuentra lo asentado en el acta que se levantó
con motivo de la inauguración, documento que se encuentra
protegido por cristales en el templo de la Asunción, en el barrio del
Zapote: El 12 de Octubre de 1570, en este lugar se celebró la primera
misa, se erigió la ciudad (?) y se juró por Patrona a la Emperatriz de
los Cielos y de la Tierra, Madre de Nuestro Divino Redentor
Jesucristo, en el arrobador misterio de su Inmaculada Concepción.
Este documento que debió ser firmado por todos y cada uno de los
personajes representativos del Clero Celayense, cuyos nombres se
encuentran allí estampados, porque por circunstancias que nosotros
ignoramos, solamente, uno fue rubricado con un nombre ilegible,
circunstancia por la cual le corresponde el carácter de anónimo, al ser
encontrado por un albañil que practicaba algunas reparaciones en la
base de la columna, fue publicado por el diario local, con este titular a
ocho columnas: "Se encuentra un documento que precisa el lugar y
fecha de la fundación de Celaya". (El Sol del Bajío, 16 de julio de
1966).
Comprometido como estaba el señor D. Luis de Velasco y
Mendoza ante todos sus amigos y paisanos a sostener contra viento y
marea su errónea "tradición" que sólo data de 1908, y que es por la
que quieren hacer creer a todo el mundo que la Villa de Zalaya fue
fundada el 12 de octubre de 1570, bajo un mezquite que existía en el
sitio que se señala el monumento. El no les podía fallar, siendo así
como, sin señalar alguna fecha para no comprometerse, en la Pág. 55
del primer tomo de su Historia de la Ciudad de Celaya, dejó asentado
lo siguiente:
"Contándose ya con la delineación de la villa que se iba a
establecer, en cuyo trazo estaban señalados los sitios destinados para
Casa de Cabildos, Iglesia, Plaza y solares para los vecinos, así como
también terrenos para ejidos y dehesa, se congregó a los interesados,
para efectuar el reparto de solares, que hizo el Alcalde Mayor, D.
Pedro de Villegas, teniendo efecto la reunión de los fundadores (?) a
la sombra de un corpulento mezquite que crecía al lado de la pequeña
ermita que había en el poblado de Nattahí, donde se levantó después

403
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

el templo que aun subsiste en el barrio del Zapote, dándose así


cumplimiento al mandamiento de fundación del Virrey D. Martín
Enríquez de Almanza; pero no sin dejar de advertir a los nuevos
propietarios de la villa que se iban a establecer: "Que se juntan en ella
a vivir y residir y hacer sus casas y asiento, dentro de un año primero
siguiente, so pena de perdimiento de las tierras y labranza que en
dicho tiempo tuvieren. Y el 1º. de enero de 1571, después de haber
oído con unción la "Misa del Espíritu Santo", que fue la primera que
se celebró ya en Celaya, ya que tuvo lugar en el mismo sitio en que
hoy se levanta el Palacio Municipal, se llevó a efecto, con asistencia de
todos los pobladores, como estaba ordenado, la integración del
Cabildo de la villa recién fundada.- A esta reunión concurrieron los
treintas hombres "casados" y cinco varones más o sea el religioso
franciscano que ofición la Misa y... A continuación, el señor Velasco
hace una lista con los treinta hombres casados, y cinco varones más
contando entre los "más" a los miembros del Cabildo, siendo que
éstos se eligieron de entre los mismos "Treinta", con lo cual se ve que
este último número en nada se afecta; el jueguito lo hace incrustar los
nombres de cinco personas más que no fueron ni fundadores ni
primeros pobladores, de los cuales, sin que practiquemos
previamente un análisis, desde luego podemos señalar a Cristóbal de
Estrada, quien llegó a la Villa de Zalaya, ocho o diez años después de
la fundación de ella.
No hay celayense ya en la edad madura, que no recuerda y quizá
añore, aquellas grandes fiestas con que hace veinte años era
conmemorada en Celaya la fecha del 12 de octubre, que según decíai
era la correspondiente al aniversario de la fundación de la ciudad, a
cuya celebración, no había un solo celayense residente en la ciudad de
México y aun en otras partes de la República, que no concurriera a la
ciudad de Celaya, no tanto para disfrutar de aquellas rumbosas
fiestas, cuanto a que no hubieran podido prescindir de acudir como
moscas a un rico pastel, para hacerse presentes a la señora esposa y
demás allegados del señor Presidente de la República D. Miguel
Alemán Valdés, unos para demostrar agradecimiento, porque ya
disfrutaban de algún jugoso empleo en alguna de las muchas
dependencias gubernamentales y otros, para impetrar su poderosa
ayuda y favor, el caso era que por lo menos, durante dos o tres días,

404
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

en la ciudad de Celaya era confrontada una numerosa afluencia de


visitantes, ya que, además del objetivo principal que dejamos
señalado, había otras muchas y grandes atracciones, desde los
grandiosos festejos populares, con música de viento, danzas
autóctonas, castillos y numerosas vendimias de buñuelos y
cacahuates, como las fastuosas dermesses en la Calzada
Independencia, organizadas por los Padres Franciscanos a beneficio
de la restauración de su templo y convento, hasta las suntuosas
recepciones y banquetes, organizados por el Ilustre Ayuntamiento, de
a tanto la entrada, así como los grandiosos bailes "exclusivos" para la
aristocrática sociedad "celayense" y los más distinguidos visitantes,
saraos muy concurridos, debido a que allí era más fácil saludar y
presentar los debidos respetos a la señora de Alemán, ya que durante
el día, sus atenciones eran numerosas obras de carácter benéfico-
social que auspiciaba su altruismo. Tanto en los eventos sociales de
mayor categoría, como en la conmemoración oficial, sobre todo, en
esta ceremonia, el "Alma Mater" era D. Luis Velasco y Mendoza,
hermano político del señor Presidente de la República quien en
calidad de "historiador", era costumbre inveterada que hiciera el
panegírico de la fundación, con su famoso "reparto de solares hecho
bajo la fronda de un mezquite en el ahora barrio del Zapote", y la
encomiástica alabanza para los "cuarenta" fundadores, héroes de mil
batallas contra las huestes chichimecas...
Toca a las actuales generaciones en calificar estas inscripciones
desorientadoras en el monumento del barrio del Zapote, que muchas
personas aun consideraon como una tradición, legada por nuestros
antepasados, a sabiendas que se encuentran reñidas con la verdad, y
sólo servirán en lo subsecuente para exhibir, ante propios y extraños,
la ignorancia o la estulticia de quienes la mandaron esculpir.

405
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XXXII

CELAYA,
CUNA DE LA INDEPENDENCIA

EL SEÑOR CURA de Dolores, D. Miguel Hidalgo y Costilla se valió del


Tambor Mayor José María Garrido, para tratar de atraer a su partido
al Regimiento Provincial de Guanajuato, al llegar a dicha ciudad, dio
aviso al Teniente Coronel de los Reales Ejércitos, D. Juan Antonio de
Riaño y Bárcena, Intendente Corregidor y Comandante de las Armas,
sobre la misión que se le había conferido y, en unión de los Sargentos
Domínguez y Navarro, delató a los Capitanes Allende, Aldama y
Abasolo como inodados en la conspiración, entregando como cuerpo
del delito los setenta pesos que le había dado el Cura de Dolores para
seducir a la tropa del citado Regimiento Provincial; esta resolución la
había tomado Garrido después de cavilar mucho durante su trayecto
del pueblo de Dolores a la ciudad de Guanajuato, ya que, es de
presumirse que, en un principio, estuvo convencido por la persuasiva
verba del Cura don Miguel, ya que de otra manera no se explica que
aceptara aquel dinero que, posteriormente, decidió entregar a su
superior al hacer la denuncia, temeroso quizá de las terribles
consecuencias que se le podrían acarrear si, como era de esperarse, la
trama era descubierta. Como resultado de su delación, el Intendente
Riaño envió inmediatamente una orden al Subdelegado en San
Miguel el Grande, para que procediera a la aprehensión de Allende,
Aldama, Abasolo y el Cura Hidalgo.
Al atardecer del día 14 de septiembre, de 1810, el Capitán Allende
se encontraba en la casa del Mayor D. Francisco Camúñez,
Comandante del Regimiento de la reina, en San Miguel el Grande, al
cual pertenecía, cuando discretamente recibió un aviso que se le
enviaba desde la ciudad de Guanajuato, informándole que la
conspiración estaba descubierta estando por llegar a San Miguel el
individuo de tropa que portaba la orden de aprehensión en su contra,
así como de los demás conspiradores. Indudablemente que aquel
misterioso aviso provenía de algún amigo compañero de armas o de

406
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

algún simpatizador de la causa, que se había enterado de lo que


ocurría, en el mismo despacho del Intendente Riaño; también pudo
provenir del Tambor Mayor José María Garrido que, arrepentido de
la cobardía con que acababa de proceder o al sentirse atormentado
por anticipados remoridimientos considerándose culpable de la
muerte a que indudablemente serían condenados todos los
complicados, trataba de enmendar en esa forma la situación creada
por su delación. Es de presumirse que dicho aviso también pudo
partir de los Sargentos Domínguez y Navarro, que no pudieron hacer
otra cosa como no fuera confirmar lo dicho por el Tambor Mayor...
¿De quién procedió ese aviso?... Este es uno de los puntos que no
esclarece la Historia y tal vez jamás llegue a ser aclarado, el caso es
que habiendo sido recibido oportunamente por el Capitán Allende,
quien fue informado además, que era cosa de momentos la llegada del
portador de la orden de aprehensión, pues había quedado atrás
apenas una escasa media legua. Con cualquier pretexto, Alende salió
al encuentro del soldado emisario, a fin de interceptar la mencionada
orden, lo que logró fácilmente, debido a su alta investidura militar, ya
que en cuanto vio venir al soldado, imperativamente lo llamó y,
después de amonestarlo severamente por su tardanza, le dijo que el
señor Subdelegado, D. Pedro Bellojín, impaciente porque no llegaba,
lo había enviado para que recogiera el pliego de que era portador, que
desde la mañana era esperado con urgencia. El soldado, ingenuo
como lo era la mayoría de la gente del pueblo en aquella época, la cual
no estaba avezada a la malicia y en cambio sí estaba acostumbrada a
obedecer ciegamente a sus superiores, cayó redondamente en el
garlito y entregó el pliego a "su Capitán", quien todavía le ordenó que
de allí se regresara a Guanajuato para informar al Comandante que
inmediatamente serían cumplidas sus órdenes por las autoriddes de
San Miguel. Esa misma noche, Allende salio para el pueblo de Dolores
con objeto de informar a Hidalgo lo que ocurría...
Aquí abrimos un paréntesis en la narración de los sucesos
acaecidos en septiembre de 1810, para exponer que, con cuánta razón
los patriotas sanmiguelenses consideran y gestionan se reconozca a su
ciudd el título honorífico de Forja de la Independencia. Las razones
en que nosotros creemos que se apoya esta justa gestión, las
condensamos así: Es inegable que D. Ignacio Allende, D. Juan

407
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Aldama y D. Mariano Abasolo, originarios y vecinos de San Miguel,


fueron los precursores en ese lugar, de los ideales de Independencia y
Libertad, inspirados y fomentados con las fogosas pláticas del Cura de
Dolores, y sostenido por ellos con toda decisión hasta sellar con su
sangre la causa de la emancipación. La Patria reconoció sus méritos y,
siendo Presidente del Supremo Gobierno de la República el General
D. Vicente Guerrero, con fecha 19 de julio de 1823, el Soberano
Congreso Constituyente de México expidió un Decreto, cuyo Artículo
Décimo tercero dice lo siguiente: "13º. El Congreso declara
Beneméritos de la Patria en Heroico Grado a los Señores Dn. Miguel
Hidalgo, Dn. Ignacio Allende, Dn. Juan Aldama, Dn. Mariano
Abasolo, Dn. José M. Morelos, Dn. José Mariano Jiménez, Dn.
Francisco Javier Mina, Dn. Pedro Moreno y Dn. Víctor Rosales: Sus
Padres e Hijos y así mismo las hermanas de los Señores Allende,
Morelos, Hidalgo y Matamoros gozara´n de la pensión que les señale
el Supremo Poder Ejecutivo conforme a los extraordinarios servicios
que prestaron, guardándose el orden de preferencia que previene el
Artículo 10...".
Reconocidos como Beneméritos de la Patria en Grado Heroico
Allende, Aldama y Abasolo, por gestiones de un grupo de patriotas
sanmiguelenses, en Decreto fechado el 10 de mayo de 1826, que
suscribe el C. Gobernador del Estado D. Carlos Montes de Oca, se
honra a la Villa de San Miguel el Grande, concediéndole el título de
Ciudad con el nombre de San Miguel de Allende.
Estando comprobado plenamente que tanto Allende, como
Aldama y Abasolo se comprometieron gravemente abrazando la causa
de la Libertad, luchando por ella aun antes de la iniciación de la
guerra de la Independencia, es muy justo se conceda a San Miguel de
Allende, su tierra natal, el honroso título de Forja de la
Independencia, por haber sido en San Miguel donde se gestó el
movimiento que debía iniciarse hasta el 1º. de octubre de 1810, pero
debido a que fue descubierta la trama, los acontecimientos se
precipitaron, tocándole en suerte al Pueblo de Dolores ser el lugar
donde primero resonó el grito de libertad.
Interrumpida nuestra narración en el momento en que íbamos a
informar que la misma noche del 14 de septiembre de 1810, el Capitán
D. Ignacio Allende, sin tomar ninguna resolución, en la creencia de

408
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

que aun podrían contar con algunos días para madurar algún plan,
pues no deseaban festinar el movimiento insurrecto, cuya f echa de
iniciación ya estaba señalada para el siguiente primero de octubre.
Ese mismo día 15, llegó a San Miguel el Grande el Alcaide de la Cárcel
de Querétaro, D. Ignacio Pérez que, como ustedes no lo ignoran, era
portador del aviso que la señora Corregidora, Dª. Josefa Ortiz de
Domínguez enviaba al Capitán Allende, pero no encontrando a éste,
dio el informe a Aldama, a quien conocía y sabía que también estaba
en la conspiración, acordando entre ambos que esa misma noche
saldrían para Dolores.
Mientras el Capitán Aldama y el Alcaide Pérez, envueltos por las
sombras de la noche, recorrían el camino entre San Miguel y el pueblo
de Dolores, el señor Cura de este último lugar, se encontraba en la
casa del Subdelegado, D. Nicolás Fernández del Rincón, jugando su
acostumbrada partida de "Malilla" con la esposa de éste y con la del
español D. Ignacio Cortina, que se encontraba de visita alojado
temporalmente en la casa del Subdelegado; Hidalgo permaneció en
esa diversión hasta las once de la ncohe, hora en que se retiró de la
tertulia para ir a recogerse en la Casa Cural, al llegar a ésta, preguntó
al sirviente que acudió a abrir el zaguán si no había ocurrido novedad,
y como se le informara que no, se dirigió por los corredores en
penumbra hacia su recámara para acostarse a dormir tranquilamente.
Aldama y el Alcaide de Querétaro llegaron a Dolores como a las
dos de la mañana del diez y seis de septiembre; inmediatamente se
dirigieron a la casa del Cura Hidalgo, en donde, como era costumbre,
se encontraba alojado el Capitán Allende y, despertándolo luego, le
comunicó Aldama el aviso que la Corregidora de Querétaro le
mandaba con el Alcaide Pérez; Allende se levantó inmediatamente y
tanto éste como Aldama, entraron a la recámara del señor Cura
Hidalgo para informarle lo que acontecía; el señor Cura se incorporó
y, considerando por los informes que se le habían dado de Guanajuato
y los que en ese momento se le proporcionaban de lo que acontecía en
Querétaro, que todo estaba descubierto, creyó que las más prudentes
providencias que podría tomar, eran las de obrar desde luego: "Y
oyendo mientras se vestía —dice el historiador D. Lucas Alamán— la
relación que Aldama le hizo, al calzarse las medias, le interrumpió
diciendo: Caballeros, somos perdidos, aquí no hay más recurso que ir

409
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

a coger gachupines!... Horrorizado Aldama con tal idea le replicó:


Señor, qué va a hacer usted?... ¡Por el amor de Dios que vea lo que
hace!... y se lo repitió por dos veces pero la resolución de Hidalgo
estaba tomada y, de acuerdo con su medio hermano D. Mariano y D.
José Santos Villa, a quienes mandó llamar, salió de su casa con éstos,
con Allende y Aldama y diez hombres armados que tenía en la casa y,
dirigiéndose a la cárcel, hizo poner en libertad a los reos, amenazando
con una pistola amartillada al Alcaide que se le oponía; con los reos
liberados se reunieron hasta ochenta hombres, lo sucales se armaron
con las espadas de la Compañía del Regimiento de la Reina, cuyo
cuartel franqueó el Sargento Martínez, reuniendo los soldados que
pudo.
En vez de llamarse a misa, como era costumbre los domingos a las
seis de la mañana, las campanas de la iglesia tocaron a rebato. Con la
gente que había reunido Hidalgo y otras muchas personas que
acudieron al llamado, se formó un gran conjunto, siendo entonces
cuando se produjo el momento histórico en que el Cura de Dolores,
apareciendo en la escalinata que sube del atrio a la puerta de la
iglesia, arengó al pueblo invitándolo para derrocar al mal gobierno,
terminando su alocución con las frases consabidas: ¡Viva la
Religión!... ¡Viva Fernando Séptimo!... ¡Viva la América!...
Siendo el pueblo de Dolores el lugar donde primero resonó el grito
de Libertad una vez proclamada la Independencia, por Decreto Nº.
Seis del 21 de mayo de 1824, el Congreso Constituyente del Estado de
Guanajuato, dispuso se le erigiera en Villa, bajo el nombre de Dolores
Hidalgo y, posteriormente, se le concedió la categoría de Ciudad y el
muy merecido título honorífico de Cuna de la Independencia...
Ya amanecía el 16 de septiembre de 1810, cuando el Cura Hidalgo
ordenó que se diera el toque de alba, siendo el encargado de cumplir
esta misión el cojo Galván, quien al hacerlo con el esquilón "San
Joseph", quizá por el estado nervioso en que se encontraba debido a
los sucesos que se veníand esarrollando, o quizá a propósito, ya que
esto resulta difícil de ser averiguado, lo verificó con tal precipitación
que, en vez de toque de alba, resultó toque a rebato; con dicha alarma,
el vecindario se empezó a reunir, los rancheros y campesinos que
como era costumbre venían para asistir a la primera misa,
aumentaron considerablemente los contingentes ya reunidos en el

410
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

cementerio de la Parroquia. El Cura Hidalgo improvisadamente les


habló recordándoles los agravios recibidos de los dominadores y los
invitó para que se unieran a él en el movimiento que ya se había
iniciado tendiente a derrocar el mal gobierno, quitándoles el poder a
los españoles, quienes, según él, querían entregar el país a los
franceses. La parte económica también se puso en juego, ofreciendo a
quienes lo acompañaran en aquella campaña, pagarles un peso diario
a quienes tuvieran caballo y cincuenta centavos a los que fueran a pie.
El entusiasmo con que fueron recibidas sus palabras, hizo que
muchos de los allí reunidos se dispusieran a seguirle en su empresa,
volviendo sólo a sus casas para avisar que se marchaban y de paso
armarse con un palo o cualquier herramienta. Con los "Serenos"
Vicente Lobo y José Cecilio Arteaga, el señor Cura mandó llamar a su
vicario José Gabriel Gutiérrez, al Padre Mariano Balleza y a los
operarios de sus obrajes, siendo los siguientes los que se reunieron:
los hermanos Ignacio y Pedro José Sotelo, Juan de Anaya, Francisco
Barreto, Isidro Luna, José María Perales, Atilano Guerra, Manuel
Morales, José María Puchín, Jesús Galván, Antonio Hurtado de
Mendoza, Pantaleón de Maya, Brígido González, Francisco
Moctezuma, Nicolás, Francisco y Miguel Avilés, Julián, Antonio y
Tiburcio Gámez; siendo los anteriores los primeros patriotas que se
unieron al Cura Hidalgo, además de los primeros jefes que los
comandaron, que ya es muy sabido fueron los Capitanes Allende,
Aldama y Abasolo, D. José Santos Villa y D. Mariano Hidalgo,
persona que todos los historiadores han considerado como hermano
del Caudillo, pero que en realidad no era sino su medio hermano,
parentesco que hemos sido los primeros en aclarar, informando que
fue hijo de D. Cristóbal Hidalgo Costilla y de su tercera esposa Dª.
María Cecilia de Olmos, nacido en la hacienda de Corralejo y
bautizado en Pénjamo el 2 de julio de 1771, por lo que era 18 años
menos que su medio hermano D. Miguel; que dicho D. Mariano fue
sietemesino y quedó huérfano a los siete meses y días, pues su madre
fue sepultada el 16 de febrero de 1772.
Para las once de la mañana, hora en que se puso en marcha la
turba de patriotas, éstos ya ascendían a cerca de doscientos, estando
integrada la columna en la siguiente forma: al frente, el señor Cura
Hidalgo, que montaba en caballo prieto de pequeña alzada,

411
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

acompañado por los Capitanes Allende, Aldama y Abasolo, que


montaban briosos corceles; enseguida, iban el Vicario José Gabriel
Gutiérrez, el Padre Balleza, D. Mariano Hidalgo y D. José Santos
Villa; a continuación, los operarios de los obrajes del señor Cura,
también montados y armados con lanzas; a continuación, el pelotón
de vecinos y rancheros a caballo, después venía el carruaje, o como se
decía entonces "La Estufa del Viático", en que viajaba el Santísimo
cuando era llevado a los enfermos, entonces cargado con los bagajes y
la impedimenta, siendo conducido por Mateo, el cochero del señor
Cura, viniendo a continuación las infanterías, formadas por vecinos
del pueblo y de las rancherías aledañas que caminaban a pie, armados
con lo que habían podido traer de sus casas. Toda esta gente siguió
por la calle que conduce al puente sobre el Río de Trancas para salir al
camino con rumbo a San Miguel. El primer lugar donde se llegó, fue
la Hacienda de La Erre, ese antiguo feudo que exigiera fundara en el
Siglo XVII el Mariscal de Castilla D. Agustín Guerrero de Luna. Sería
la una de la tarde cuando se hizo el arribo a la citada hacienda, que
dista una legua al sur del pueblo de Dolores. En este lugar el señor
Cura Hidalgo había dado cita a los hermanos Gutiérrez que venían de
su rancho de Santa Bárbara, trayendo un grupo de campesinos y una
cantidad de machetes y de lanzas que habían mandado fabricar por su
cuenta para armar los primeros libertadores. En la Hacienda de La
Erre todo el grupo revolucionario, jefes y tropa, fue invitado a comer
por D. Manuel María Malo, administrador de la finca. Serían las tres
de la tarde cuando se reanudó la marcha, ascendiendo para entonces
el conjunto a unos trescientos hombres con la gente aportada por los
hermanos Gutiérrez, quienes también se incorporaron entre los jefes.
Al pasar por el Santuario de Atotonilco, alguien tomó de allí un
estandarte que ostentaba la Virgen de Guadalupe, para ofrecerlo a su
gente como bandera, siendo recibido por ésta con gritos de
entusiasmo.
A las siete de la noche de ese mismo día, las huestes del Cura
Hidalgo hacían su entrada a San Miguel el Grande por las primeras
calles del Barrio de San Juan de Dios. Pocos momentos después los
propios "pronunciados" tocaban a rebato con la campana mayor y, en
grupos que desembocan a la Plaza Mayor, gritando a voz en cuello:
¡Viva Hidalgo!... ¡Viva la Religión!... ¡Viva Fernando Séptimo!... Aun

412
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

cuando la villa no opuso ninguna resistencia, al amparo del desorden


que se formó, se suscitó un connato de saqueo, que fue reprimido por
Allende con toda energía al frente de las milicias de la Reina. Como la
noticia del "pronunciamiento" del Cura Hidalgo ya se había extendido
por la región, al día siguiente, 17 de septiembre, empezaron a llegar a
San Miguel grandes contingentes de campesinos a pie y rancheros a
caballo, acaudillados por los mismos "cabezas" de rancho y
mayordomos de las haciendas circunvecinas. Ese mismo día se
designaron y se les dio posesión a las nuevas autoridades, ya que al
Delegado Bellojín junto con los europeos más connotados, se les puso
presos desde la noche anterior. Por instrucciones de Hidalgo, Aldama
ordenó a un artista sanmiguelense que construyera y pintara un
estandarte con la efigie del Rey.
Al siguiente día, 18 de septiembre salió la turba revolucionaria
compuesta para entonces por más de tres mil campesinos y gente del
pueblo a pie, como dos mil rancheros a caballo y el Regimiento de la
Reina formado por más de cien dragones, portando ya el estandarte
mencionado anteriormente y llevando entre sus filas a todos los
españoles europeos aprehendidos tanto en Dolores como en San
Miguel.
Rodeando la Sierra de Guanajuato, la tropa tomó el rumbo de
Querétaro hasta llegar a un lugar en que se desvió para pasar por
Chamacuero, donde después de hablar por unos momentos con el
señor Rojas, padre de Dª. Manuel Rojas y Taboada, esposa de
Abasolo, el señor Cura Hidalgo súbitamente cambió de parecer y
dirigió su gente hacia Celaya, llegando a la hacienda de Santa Rita, en
las inmediaciones de la ciudad, al atardecer del día 19 pernoctando
con sus seguidores en este lugar.
El número de "pronunciados" aumentaba constantemente,
habiendo pueblos que se levantaban en masa. Los grados se daban
según el número de hombres que presentaba cada caudillo,
empezando por el de Coronel, para el que se fijó un mínimo de mil
individuos. Allende, con su genio organizador, trató de dar forma a la
multitud, pero pese a sus esfuerzos, la avalancha continuó, semejando
la emigración de una tribu bárbara. Al llegar Hidalgo a la hacienda de
Santa Rita, junto con el Capitán Allende redactó la siguiente
intimación, dirigida al Ayuntamiento de Celaya, presidido por el

413
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

Subdelegado D. Joseph Duro: "Nos hemos acercado a esa ciudad, con


el objeto de asegurar las personas de todos los españoles europeos; si
se entregan a discreción, serán tratadas sus personas con humanidad,
pero si por el contrario se hiciera resistencia por su parte y se
mandare hacer fuego contra nosotros, se tratarán con todo el rigor
que corresponde a su resistencia; esperamos pronto la respuesta para
proceder. Dios guarde a ustedes muchos años. Campo de Batalla,
septiembre 19 de 1810.- Miguel Hidalgo.- Ignacio Allende".- Como
después de leer la comunicación anterior, acordaron agregar esta nota
final: "En el mismo momento en que se mandare dar fuego contra
nuestra gente, serán degollados setenta europeos que traemos a
nuestra disposición".- Hidalgo.- Allende.- Señores del Ayuntamiento
de Celaya".
La comunicación anterior fue enviada inmediatamente con un
"propio", con órdenes de traer la contestación, mientras tanto, toda la
gente pernoctó en Santa Rita, para continuar su marcha al día
siguiente, jueves 20, acampando frente a la entrada de la ciudad, en
espera de la respuesta del Cabildo. Durante todo el día continuaron
llegando al campamento numerosos grupos de gente a pie y rancheros
a caballo, que inútilmente trataban de organizar con cierta disciplina
militar Allende, Aldama, Abasolo y los demás jefes que se habían
improvisado, ya que toda esa turba carecía de las más elementales
nociones de educación y se presentaba en grupos desordenados y
apenas armados con las mismas herramientas con que hasta aquella
mañana habían estado trabajando en el campo.
Desde la noche del 19 de septiembre en que se supo en Celaya la
proximidad de los insurrectos y que la plaza ya había sido intimada a
rendición y, al amanecer del día 20, que las fuerzas ya habían
avanzado hasta las goteras de la ciudad, en ésta todo era confusión;
las más descabelladas versiones circulaban crispando los nervios de
terror a la gente más pusilánime. Desde luego, nadie se consideraba
seguro en su casa, circunstancia por la cual la mayoría de los vecinos
principales iban y venían con sus familias en todas direcciones,
tratando de encontrar lugar apropiado para su refugio; con el pánico
reflejado en los rostros, todos trataban de huir a los pueblos
comarcanos, llevando consigo sus pertenencias de más valor. En
coches, carros, caballos, acémilas y a pie, los vecinos más

414
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

prominentes, sobre todos los españoles europeos, salían para


Querétaro, lugar donde creían encontrar protección. Todos los
comercios y casas particulares habían cerrado sus puertas y, para
complementar el cuadro de terror, los frailes Carmelitas organizaron
una procesión con el Señor de la Escalera, imagen que sólo era sacada
en las grandes calamidades que afligían a la ciudad. La misma noche
del 19 de septiembre en que se recibión la intimación suscrita por
Hidalgo y Allende, el Subdelegado D. Joseph Duro hizo que se
reuniera el Ayuntamiento, los prelados de todas las religiones y los
vecinos principales para que dieran su parecer sobre lo que debía
hacerse en tan comprometido caso. En esta junta se acordó, vista la
inminencia del peligro, pedir auxilio al Comandante de Brigada
García Rebollo que se encontraba en Querétaro, citándose para las
ocho de la mañana del día siguiente, en que se esperaba tener
respuesta de García Rebollo. Esta nueva reunión ya sólo se celebró
con dos o tres oficiales del gobierno y unos cuantos vecinos, ya que
desde la madrugada la mayoría se había ausentado en busca de
protección a los pueblos comarcanos. Como a las diez de la mañana
regresó el emisario portador de la respuesta de García Rebollo, la cual
fue negativa, ya que en ella manifestó que no podía atender la petición
del Ayuntamiento de Celaya, en vista de que Querétaro estaba
corriendo el mismo riesgo. Con tan desconsoladora noticia, el
Subdelegado Duro y el Coronel del Regimiento de Celaya, D. Manuel
Fernández Solano, acordaron abandonar esta plaza para refugiarse en
Querétaro. Acordada esta evacuación, las autoridades con los pocos
soldados que se pudieron reunir y unos cuantos españoles europeos
que no había salido aún, se trasladaron a la citada ciudad de
Querétaro.
Al saber Hidalgo que la plaza se encontraba abandonada y
enteramente a su disposición, dio las órdenes conducentes para hacer
la entrada de las fuerzas insurrectas al día siguiente, viernes 21 de
septiembre de 1810.
Al día siguiente, todas las fuerzas mencionadas se empezaron a
colocar en formación sobre el camino Real de San Luis. El señor Cura
Hidalgo se encontraba a la sombra proyectada por el lado poniente de
la iglesia de San Antonio, situada a extramuros de la ciudad, a su lado,
apoyado en la pared, estaba el estandarte con la Virgen de Guadalupe

415
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

adoptado como bandera; acompañando a Hidalgo se encontraban los


Capitanes Allende, Aldama y Abasolo y, cerca de ellos, los asistentes
sostenían por la brida los caballos... Los primeros en desfilar, ya que
formaban la descubierta, fueron los jefes, entre los cuales sobresalían
D. Mariano Hidalgo, D. José Santos Villa, los sacerdotes José Gabriel
Gutiérrez y Mariano Balleza, los hermanos Gutiérrez de la hacienda
de Santa Bárbara y algunos otros que se habían incorporado en San
Miguel, a continuación, iba la música del Regimiento de la Reina y,
encabezando a los dragones de este Regimiento, iba un oficial
abanderado, portando el estandarte de la efigie de Fernando VII;
seguían las fuerzas de caballería, compuestas por más de cuatro mil
rancheros a caballo, muchos ya armados con lanzas, viniendo a
continuación las infanterías, inegradas por cerca de mil campesinos a
pie, armados con hondas, piedras, palos e instrumentos de labranza.
En cuanto pasó frente a ellos la descubierta, ya montados en sus
respectivas cabalgaduras, se incorporaron el señor Hidalgo y sus
acompañantes, llevando enarbolado el primero, el estandarte de la
Virgen de Guadalupe. Apenas llegaba la descubierta a las primeras
casas de la ciudad cuando todas las campanas de las iglesias
repicaban a vuelo; una multitud de gente del pueblo los recibió con
vítores y gritos de entusiasmo y los siguió corriendo por las calles sin
dejar de lanzar vivas a Hidalgo y a sus acompañantes. Así llegó hasta
el crucero formado por la Calle Real y la de San Juan de Dios, donde
se hizo un alto, a fin de que el señor Cura Hidalgo recibiera de manos
de la comisión que se designó, las llaves de la ciudad.
La cabalgata continuó su marcha hasta la Plaza Mayor, alojándose
Hidalgo y los jefes principales en el Mesón de Guadalupe, situado en
el lado sur de dicha plaza; pocos momentos después, aparecía la
venerable figura del caudillo Hidalgo en el balcón central del edificio,
desde el cual arengó a la multitud que ya había llenado la plaza.
Todavía se encontraba en dicho balcón presenciando el paso de su
gente, cuando de la azotea de una de las casas contiguas se hizo un
disparo de pistola y, aunque nunca llegó a saberse si fue dirigido a
alguien o meramente accidental, el caso es que esa imprudencia hizo
que la soldadesca enardecida rompiera la puerta de la casa, subiera a
la azotea y descuartizara materialmente al infeliz autor del disparo,
que lo fue un individuo de nombre José Guadalupe Cisneros, que

416
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

prestaba sus servicios en calidad de cochero en la casa de D. Manuel


López Linares. Este hombre, bien puede decirse que fue la primera
víctima de la revolución, ya que hasta ese momento no había corrido
más sangre que la de una descalabradura que recibió un europeo en el
pueblo de Dolores, el cual trató de oponer resistencia en el momento
en que se le aprehendió. Este incidente fue tomado por las chusmas
como pretexto para iniciar un desenfrenado saqueo en las tiendas y en
las casas de los españoles que se habían ausentado, las cuales iban
siendo señaladas por la plebe de la ciudad que ya se había unido a los
contingente recién llegados; como si el demonio de la destrucción se
hubiera apoderado de aquellas hordas, no sólo se apoderaban de las
mercancías, prendas y objetos de valor, sino que arrojaban a la calle
por puertas y ventanas, toda clase de muebles, sin más objeto que
romperlos. Todos los reos que se encontraban presos en la Cárcel
Municipal fueron puestos en libertad, quienes buscando el desahogo a
sus rencores se unieron a la plebe y a la soldadesca en sus tropelías.
Cuando el tumulto era mayor, Aldama, acercándose a Hidalgo le dijo:
Señor, este desorden es horrible, es necesario someter, y castigar a los
perturbadores... —Aprehended a todo el pueblo y traédmelo para
castigarlo, repuso Hidalgo y, acercándose aun más, casi al oído,
añadió: ésta es la revolución; mañana no se romperán muebles, se
despedazarán hombres en el campo de batalla—. A pesar de que
Aldama guardó un silencio sombrío, Hidalgo no dejó de pensar, al
igual que todos sus acompañantes, sobre la necesidad imperiosa de
disciplinar en alguna forma aquellas hordas vandálicas...
Restableciendo el orden, el señor Hidalgo envió a su hermano D.
Mariano, acompañado por oficiales y soldados del Regimiento de la
Reina, para que recogiera unos caudales del convento de Carmelitas
Descalzos, los cuales habían sido traídos de Chamacuero por un
destacamento del Regimiento de Celaya, al mando del oficial Antonio
Linares. Al presentarse el grupo de insurrectos en el citado convento,
el Padre Prior Fr. Marcos de la Cruz se opuso terminantemente a
entregar el depósito y como se desatara en denuestos contra los
hombres de la revolución, tildándolos de bandidos, fue necesario
arrestarlo. Aun cuando algunos historiadores dicen que por una
mujer que misteriosamente se acercó a Allende, se supo que dichos
caudales se habían ocultado en los sepulcros de las catacumbas del

417
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

convento, esto carece de veracidad, pues precisamente el señor Rojas,


suegro de Abasolo, mandó depositar allí cuarenta mil pesos en
efectivo para que a su paso fueran recogidos por Hidalgo para el pago
de la tropa, siendo ésta la razón por la cual el señor Cura D. Miguel
Hidalgo desvió su derrotero del pueblo de Chamacuero a la ciudad de
Celaya; además, ya el propio señor Hidalgo había extendido un
resguardo o recibo explícito en el que obligaba a la Nación a reconocer
dicha deuda, la que fue pagada un siglo después a los descendientes
de la familia materna de Dª. Manueal Rojas y Taboada, esposa que
fue del Capitán Abasolo, por el C. Presidente de la República, Gral. de
División Porfirio Díaz, el año de 1910, en ocasión de celebrarse el
primer Centenario de la Independencia. Habiéndose negado el Prior
del Convento del Carmen a revelar el lugar donde estaba oculto el
depósito, para recogerlo, sabiéndose que se encontraba en las criptas
subterráneas de la capilla de San Plácido, fue menester recurrir a un
desagradable y macabro procedimiento, éste fue el de abrir todas las
tumbas y destapar los féretros, con lo que se tuvo que sufrir
insoportable hedor, ya que los cadáveres allí sepultados, no pasaban
de más de 3 años, porque la iglesia con todos sus anexos, apenas
había sido puesta en servicio en octubre de 1807, siendo así como
fueron recogidos los cuarenta mil pesos facilitados por la
Testamentaría de Taboada como primera aportación económica a la
causa de la Libertad.
El mismo día 21 de septiembre, el cura Hidalgo designó
Subdelegado de Celaya al Lic. D. Carlos Camargo, dándole inmediata
posesión, a fin de que a su vez integrara desde luego nuevo
Ayuntamiento para que la ciudad no permaneciera sin autoridades.
Este Licenciado Camargo, a la postre resultó un traidor, ya que con
posterioridad a la batalla de Aculco, en que el ejército Independiente
sufrió su primera derrota, él sería quien informaría al Coronel
Realista D. Diego García Conde, todos los movimientos que
ejecutaban los insurgentes, debiéndose quizá al celo de este individuo,
la muerte de dos destacados patriotas: Andrés Delgado, asesinado por
los realistas en una emboscada que le tendieron en un lugar cercano
al pueblo de Santa Cruz, y Albino García, aprehendido en Valle de
Santiago en una celada y fusilado y mutilado su cuerpo en la ciudad
de Celaya por el sanguinario García Conde. El día 21 también se

418
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

presentó al señor cura Hidalgo D. Ignacio Camargo, patriota


celayense que alcanzó el grado de Mariscal de Campo del Ejército
Independiente y que selló con su sangre la causa de la Libertad, al ser
fusilado en Chihuahua el 10 de mayo de 1811, después de la traición
de Elizondo en las Norias de Baján, D. Ignacio Camargo, acompañado
por Aldama, fue quien intimó la rendición de Guanajuato, siendo
ambos los portadores de las cartas que desde la Hacienda de Burras,
envió Hidalgo al Intendente Riaño.
El 22 de septiembre de 1810, es la fecha más gloriosa que se
registra en la historia de Celaya no obstante que, debido a la
ingratitud de las actuales generaciones ya se haya olvidado; para
recordar su histórica trascendencia, haremos remembranza de estos
hechos: Durante la semana del 16 al 21 de septiembre de 1810, para
los españoles peninsulares, D. Miguel Hidalgo y Costilla no era sino
un cura de pueblo que, obsesinado por las ideas exóticas nacidas en la
revolucionaria Francia, había conspirado y, no teniendo otro camino
que seguir una vez descubierta la conjura, se lanzó a la rebelión
desconociendo el poderío hispano, secundado primero por unos
cuantos alborotadores y, después, por una horda de indios miserables
y ladrones y de varios sentenciados por la justicia que fueron sacados
de las cárceles, los que ya habían atentado contra las vidas e intereses
de los europeos, el día 16 en el pueblo de Dolores y en San Miguel el
Grande, y el día 21, en la ciudad de Celaya.
Siendo indiscutiblemente que para evitar hasta donde fuera
posible, las tropelías que al amparo de un ideal libertario se venían
cometiendo por gentes irresponsables por lo incultas e ignorantes, se
pensó en la imperiosa necesidad de tratar de disciplinarlas, para lo
cual, la mañana del 22 de septiembre de 1810, fueron concentrados
todos los contingentes insurrectos, que para entonces ya ascendían a
veinte mil hombres, en los llanos de San Juanico y Tierras Negras,
situados en las goteras al poniente d ela ciudad de Celaya; serían las
once de la mañana cuando se presentó el señor Cura D. Miguel
Hidalgo acompañado por sus jefes principales: Allende, Aldama,
Abasolo, los hermanos Gutiérrez, D. José Santos Villa, su medio
hermano D. Mariano Hidalgo; el Capitán del Regimiento de Celaya D.
Joaquín Arias, D. Ignacio Camargo y otros muchos a quienes por
haberse presentado al frente de más de mil hombres, se les había

419
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

otorgado el grado de Coronel... Con la verba persuasiva que siempre


caracterizo al venerable Cura, exhortó a su gente a conducirse como
verdaderos patriotas, amantes de la Libertad de América, evitando
cuanto acto de pillaje pretendiera cometer gentes extrañas, ya que a
partir de ese momento, las huestes de valientes que le seguían, se
intitularían y serían llamadas: Ejército Independiente, para que como
tal se hiciera respetar y fuera respetado... ¡Viva Hidalgo!... ¡Viva el
Ejército Independiente!... ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, fueron los
gritos que brotados de veinte mil gargantas hicieron retemblar la
tierra de los llanos de San Juanico... Don Ignacio Camargo, a nombre
del pueblo de Celaya y del propio Ejército Independiente, propuso
que se invistiera al señor Cura Hidalgo con el grado de Capitán
General, para que fuera él quien continuara encabezado el
movimiento y, a D. Ignacio Allende con el de Teniente General, a fin
de que él tomara el mando directo del Ejército... En señal de
aprobación, nuevos vivas hundieron los aires... Después de tan
patética como emotiva ceremonia, los Jefes principales se retiraron a
su alojamiento del Mesón de Guadalupe y, ya en las primeras horas de
la tarde, se reunieron en la Sala de Cabildos, local que, en las antiguas
Casas Consistoriales, se encontraba situado en la esquina que
actualmente forman el Portal Independencia y la Calle de Morelos,
donde en presencia del Ayuntamiento en pleno, de los jefes del
Ejército Independiente y de algunos vecinos connotados, le fue ceñida
(dicenq eu por el entonces Subdelegado D. Carlos Camargo) al señor
Cura D. Miguel Hidalgo y Costilla, la banda azul, insignia de la
elevada jerarquía de Capitán General con que esa misma mañana
había sido investido por sus tropas y por el pueblo de Celaya.
Después de hacerse otros nombramientos, como el de Tesorero
del Ejército Independiente, que recayó en D. Mariano Hidalgo, el
señor Cura D. Miguel, ya ostentando el símbolo de su alto grado
militar y portando el Estandarte de la Virgen de Guadalupe tomado
por bandera en el Santuario de Atotonilco, acompañado por toda la
Plana Mayor de su Ejército y en medio de vítores del pueblo y de la
tropa que se había congregado en la Plaza Mayor dio una vuelta por
los portales, hasta llegar al ahora Mesón de Guadalupe, situado en el
portal del lado sur, desde cuyo balcón principal arengó por segunda
vez a sus tropas y a la muchedumbre... Así fue como la ciudad de

420
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

Celaya fue testigo de estos gloriosos sucesos que con el trágico fin del
Primer Imperio, las vicisitudes por las que atravesó el país durante un
largo lapso, la ominosa paz d euna dictadura y el olvido o la
ignorancia de las actuales generaciones sobre los hechos
trascendentales que hemos relatado, hicieron que hasta ahora no se
reconozca en forma oficial a la ciudad de Celaya, algú título honorífico
posterior a la Consumación de la Independencia, que nos habló de los
esfuerzos de los hijos de Celaya por conquistar su Libertad.

421
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

CAPÍTULO XXXIII

LA GRAN ODISEA

EL PRIMERO de diciembre de 1857, el señor Lic. D. Benito Juárez


prestó juramento como Presidente de la Suprema Corte de Justicia,
tomando posesión de su puesto hasta el día catorce; tres días después,
el 17, era proclamado el Plan de Tacubaya, y habiéndose negado el
señor Juárez a seguir la nueva política de Comonfort, fue encarcelado.
Desde el momento en que el orden constitucional se interrumpió con
esta asonada, el Lic. Juárez estuvo consciente de la responsabilidad
que pesaba sobre él como Presidente de la Suprema Corte de Justicia,
de reintegrar el país a la normalidad, pero nada podía hacer en las
circunstancias en que se encontraba.
El 17 de enero de 1858, estuvo aquí de paso el Sr. Lic. D. Benito
Juárez... Ni más, ni menos, esto es lo que dice una inscripción que se
labró en una loza de cantera incrustada en la fachada del Palacio
Municipal... ¿Será esta frase lo suficientemente explícita como para
dar una lección de civismo a la niñez y al pueblo celayense?... ¿Bastará
para honrar a la ciudad, informando al visitante nacional o
extranjero, que allí, en la vieja Casa Municipal ese 17 de enero se
gestó una de las etapas más importantes de la Historia de México?...
¡Por favor!... Ilustre Ayuntamiento de Celaya u Honorable Comité
Municipal de Acción Cívica y Social, es a ustedes a quien toca actuar
para que esas inscripciones intrascendentes, se sustituyan por unas
placas monumentales, verdaderamente conmemorativas, no
solamente de éste, sino de otros muchos acontecimientos de
indiscutible historicidad, y si como es lo más probable, se arguye que
no hay dinero para ello, podría efectuarse el cambio por suscripción
popular.
Siendo probable que ya no sea recordado por ustedes lo que
aconteció allí, en la vieja Casa Municipal, ese memorable 17 de enero,
con todo gusto lo volvemos a repetir: En medio de las vicisitudes de
una guerra civil, la más cruenta de todas, denominada la "Guerra de
Reforma", el día 11 de enero de 1858, se suscitó en la ciudad de

422
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

México, una asonada más, y junto con los más destacados liberales,
fue aprehendido y encarcelado el señor Licenciado D. Benito Juárez,
Presidente de la Suprema Corte de Justicia; el día 14, sus amigos
lograron que fuera puesto en libertad, y al día siguiente, en un
carruaje particular, se ausentó de la capital de la República, para
dirigirse a la ciudad de Guanajuato, donde es sabido contaba con
amigos; esa noche, la pasó en el pueblo de Tepeji, prosiguiendo su
viaje al amanecer; el día 16, pernoctó en la ciudad de Querétaro, y ya
pasaba el medio día del 17 cuando llegó a Celaya, donde era esperado
por D. Manuel Doblado, ex Gobernador del Estado, quien dos días
antes renunció a ese puesto para obtener su libertad guanajuatense;
después de su llegada, la comitiva se dirigió a la Casa Municipal,
donde fue recibida por el Ilustre Ayuntamiento, quien la condujo a la
Sala Capitular, dándole allí la bienvenida y... para no hacer muy
extensa esta información, sólo diremos que en esa histórica reunión
después de un cambio de impresiones, se resolvió que para volver al
país al orden constitucional, interrumpido en la ciudad de México, el
señor Lic. D. Benito Juárez, como Presidente de la Suprema Corte de
Justicia, iba a asumir el Poder Ejecutivo de la Nación por Ministerio
de Ley, para lo cual, todos los asistentes, por sí y a nombre de sus
representados, le ofrecieron el más completo respaldo y apoyo;
habiéndose acordado que la toma de posesión sería en la capital del
Estado, ciudad de Guanajuato, el día 10 a la llegada del señor Lic.
Juárez a dicho lugar, y se comisionó a los señores D. Manuel Ruiz y D.
Manuel Doblado para que redactaran la Circular que el día 19 se
enviaría a todos los Gobernadores de los Estados Confederados y el
Manifiesto a la Nación, que con tal motivo habría de lanzarse.
Al darse cuenta los conservadores de que el Gobierno
Constitucional se había instalado en la ciudad de Guanajuato, para
combatirlo enviaron una División al mando del General Luis G.
Osollo, quien tenía como subalternos a Miramón, Mejía, Márquez y
otros; después de algunas escaramuzas que se libraron desde su
entrada a territorio guanajuatense, la batalla formal tuvo verificativo
en el Puente de Arroyo Feo, a escasa media legua de la Villa de
Salamanca, el 10 de marzo de 1858, en cuya acción, lamentablemente
fue derrotado el General liberal Anastasio Parrodi, quien tenía como

423
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

jefes inmediatos a los Coroneles Apolinar Sánchez, Edmundo


Domenzáin, Leandro Valle, Moret y algunos otros.
El resultado de la derrota no se hizo esperar; el señor Lic. Juárez,
que había recibido una invitación del Coronel Manuel Gutiérrez
Zamora, Gobernador del Estado de Veracruz, para que trasladara su
gobierno al puerto del mismo nombre, ofreciéndole que con su apoyo
lograría llegar a la capital de la República, decidió partir para aquel
lugar, pero siendo imposible hacerlo por la ruta normal, en poder de
los conservadores, salió para Guadalajara, donde estuvo a punto de
ser fusilado, salvándolo en este trance la berba de D. Guillermo
Prieto, a quien se atribuye la frase: "¡Los valientes no asesinan!"... de
este lugar se dirigió a Colima y luego al Puerto de Manzanillo, donde
se embarcó para Panamá, y después de cruzar el Continente, volvió a
embarcarse, navegando por el Atlántico hasta Veracruz a donde llegó
a fines de junio. Efectivamente, el Coronel Gutiérrez Zamora le
proporcionó toda clase de garantías; formó una División que luchó
victoriosamente contra los conservadores Robles Pezuela y
Echegaray; se enfrentó a los asaltos efectuados por mar en marzo de
1859 y febrero y marzo de 1860; a fines de este año, envió al General
Ampudia para que amagando a las ciudades de México y Puebla,
facilitara la victoria definitiva a las fuerzas comandadas por el Jefe
liberal D. Jesús González Ortega, militar improvisado que llevaba a
sus órdenes a D. Ignacio Zaragoza, Leandro Valle, Francisco Alatorre
y otros; esta batalla se libró el 22 de diciembre de 1860, en San Miguel
Calpulalpan, cerca de Arroyo Zarco (kilómetro 114 de la autopista
México-Querétaro), contra las fuerzas conservadoras mandadas por el
Gral. Miguel Miramón, quien tenía a sus órdenes a Márquez, Vélez,
Negrete, Allesterán, Cobos, Valle, Joaquín Miramón, etc.; los liberales
contaban con once mil hombres casi todos soldados improvisados,
pero que Santos Degollado había fogueado aun en la derrota y catorce
piezas de artillería, contra treinta piezas y ocho mil hombres de los
conservadores. La batalla determinó la caída de Miramón y su huída
el 24 de diciembre de la ciudad de México, que los liberales ocuparon
el 25; el día primero de enero se hizo una entrada triunfal pocos días
después, el señor Presidente Interino Nacional, y habiendo
prorrogado su mandato, convocó a elecciones, en la sque resultó
electo para continuar en el mando supremo.

424
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

La Circular enviada a los gobiernos de los estados coaligados,


anunciándoles el establecimiento del gobierno de la legalidad.
Guanajuato 19 de enero de 1858. Empieza así:
"Secretaría de Estado y del Despacho de Gobernación.
Excmo. Señor: Conforme a lo dispuesto por el Artículo 79 de la
Constitución General y la expresa voluntad de la inmensa mayoría de
los Estados que forman la Confederación Mexicana, se ha encargado
interinamente del Supremo Poder Ejecutivo Nacional, el Excmo.
Señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Licenciado D.
Benito Juárez.
Al tener el honor de participarlo a V. E. le acompaño ejemplares
del Manifiesto que el Excmo. Sr. Presidente acaba de dar a la Nación.
Por este documento verá V. E. cuáles son los vivos deseos que tiene de
que cuanto antes se restablezca el orden constitucional, que
desgraciadamente se interrumpió en la capital de la República.
S. E. espera que una administración legítima, liberal, progesista
como la que hoy comienza, no encontrará obstáculo alguno de parte
de los Jefes sublevados, porque pasado ya el primer momento que los
enemigos de la paz pública aprovecharon para sorprenderlos y vivo el
sentimiento nacional que altamente ha reprobado el movimiento
militar, verificado en Tacubaya el 17 del presente (sic), su primera
obligación es acatar la voluntad nacional y prestar obediencia a la
autoridad que de ella emane. La sangre mexicana derramada
inútilmente en combates fratricidas, sólo ha producido amargos
frutos para la Patria; más amargos aun deberán ser los de una
rebelión en que no se sostiene ningún principio y que el último
resultado se encamina a proteger intereses personales que la Nación
está muy lejos de aceptar.
Los mexicanos que en algo estimen el bien de su país y que ven en
la República alzarse para reclamar el orden legal, porque colocada en
él se prometían la Paz y la Prosperidad, no puede sin faltar a su propio
deber, tomar parte en las sediciones que desgarran el seno de la patria
y que le alejan toda esperanza de progreso. S. E. el Presidente espera,
fundadamente, que los hombres que han cometido un error, tal vez
emanado de sanas intenciones, vuelvan sobre sí y pensando las
funestas consecuencias de su obstinación, depongan su actitud hostil
que aun guarden, y obsequien sin dificultad la voluntad pública. En

425
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

caso de que esta esperanza quede burlada, porque todavía se quiera


escuchar el grito de las pasiones, S. E. está firmemente decidido a
reprimir los excesos y que le sea preciso combatir los sentimientos
generosos que lo animan, llenaré con toda clase de sacrificios, el
sagrado deber de consolidar la paz, restaurar el orden legal y la buena
administración pública.
Para tan importante objeto, el Excmo. Sr. Presidente se promete
de V. E. la eficaz y activa cooperación, encargándole, además, que se
sirva dar a la publicidad conveniente esta Circular, para que llegue la
noticia a todos los habitantes de ese Estado.
Disfruto la satisfacción de protestas de V. E. las atentas
consideraciones de mi particular aprecio.- Dios y Libertad.-
Guanajuato, enero 19 de 1858.- Ruiz. (Don Manuel Ruiz, figuró como
Secretario de Gobernación del Gabinete del Presidente Interino, Sr.
Lic. D. Benito Juárez).
En su Manifiesto, el señor Lic. D. Benito Juárez expone:
"...Obedeciendo al llamamiento de la Nación he reasumido el
mando supremo luego que he tenido libertad para verificarlo.
Llamado a este difícil puesto por un precepto constitucional y no por
favor de las facciones, procuraré en el corto periodo de mi
administración que el Gobierno sea el protector imparcial de las
garantías individuales, el defensor de los derechos de la Nación y las
libertades públicas... Llamaré al orden a los que, con las armas en la
mano o de cualquier manera niegan la obediencia a la ley y a la
autoridad y si por desgracia lamentable se obstinaran en seguir la
senda extraviada que han emprendido, cuidaré de reprimirlos con
toda la energía que corresponde, haciendo respetar las prerrogativas,
de la autoridad suprema de la República...".
La trascendencia de ese momento histórico vivido por nuestros
antepasados es más que suficiente para que se le conmemore en
forma adecuada y no sólo por una inscripción intrascendente.
¿Qué reacción favorable pueden producir en el visitante, nacional
o extranjero, esos letreritos, insignificantes unos, como los que se
exponen en la fachada del Palacio Municipal, o negativos a la más
elemental cultura, com aquel que dice: La ciudad (?) de Celaya fue
fundada por Cédula Real del Virrey...? Por qué se trata de ocultar
que en el sitio que hoy ocupa el Palacio Municipal, existió el histórico

426
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

mezquite, bajo el cual se congregó el primer Cabildo celayense que


declaró fundada legalmente la Villa de Nuestra Señora de la
Concepción de Zalaya?... ¿Por qué ocultar que allí, en la antigua
Alcaldía Mayor, el 6 de marzo de 1669, por voz del Pregonero se dio a
conocer y por Bando Solemne fue publicada la Real Cédula por la cual
Felipe IV concedió a la villa el título de Muy Noble y Leal Ciudad?...
¿Por qué ocultar que allí, el 8 de febrero de 1797, en Sesión de Cabildo
a la cual asistieron los Prelados de las "Santas Religiones" y los
representantes de la Nobleza, los Patricios y los Plebeyos, se dio
lectura a la Cédula Real por la cual Carlos IV confirmó a Celaya el
título de Ciudad con las mismas preeminencias, excepciones y
prerrogativas con que se le concedió a la Puebla de los Ángeles?...
¿Por qué empañar, empequeñeciéndola, la más brillante página de la
Historia de Celaya, con este letrerito: Del 21 al 28 de Septiembre de
1810 aquí estuvo el Señor Cura Don Miguel Hidalgo, cuando la
propia Historia consigna que allí, en la vieja Casa Municipal, el 22 de
septiembre de 1810, el Cura Párroco del Pueblo de Dolores, D. Miguel
Hidalgo y Costilla, dejó de ser el reo de rebelión, y se convierte en
Paladín de la Libertad, al ser investido por el Ayuntamiento de Celaya
con el grado de Capitán General del Ejército Independiente?...
Los celayenses deben exigir, colocando unas placas
monumentales, que pregonen las legítimas glorias de Celaya,
diciéndoles las causas del porqué estuvieron ahí.

***

427
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

428
CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

ÍNDICE

Pág.
PALABRAS DEL AUTOR 7
¿QUIÉN FUE EL AUTOR? 9
Capítulo I 11
Antecedentes relativos a la fundación de la Villa de "Ntra. Sra. De la
Concelsión de Selaía" (Textual)
Capítulo II 24
El permiso de fundación
Capítulo III 32
Quiénes fueron los fundadores y primeros pobladores de la villa
Capítulo IV 39
Reacciones producidas por el permiso de fundación
Capítulo V 44
La fundación
Capítulo VI 55
El reparto de las tierras mercedadas
Capítulo VII 69
Se inicia el progreso de la Villa de "Selaya"
Capítulo VIII 93
Una aclaración pertinente
Capítulo IX 101
Mil y un errores en torno a la fundación de Celaya
Capítulo X 116
La conquista de la región bajo sus diversos aspectos
Capítulo XU 129
El Señor del Zapote
Capítulo XII 139
El ocaso de un pueblo
Capítulo XIII 156
La Estancia del Río
Capítulo XIV 168
¿Quién celebró la misa del Espíritu Santo el 1º de enero de 1571?
Capítulo XV 175
La primera década de la villa
Capítulo XVI 188
Se funda el Convento de Carmelitas Descalzos
Capítulo XVII 196
El Patronato Mariano
Capítulo XVIII 234

429
RAFAEL ZAMARRONI ARROYO

La Real y Pontificia Universidad de Celaya


Capítulo XIX 249
La Villa de Zelaya se compone con el Rey
Capítulo XX 270
Un documento de extraordinario interés
Capítulo XXI 279
Erección en Ciudad
Capítulo XXII 306
El escudo de armas de la Muy Noble y Leal Ciudad de la Purísima
Concepción de Celaya
Capítulo XXIII 334
Se funda el Convento de San Agustín
Capítulo XXIV 342
El remate de la plaza de toros
Capítulo XXV 354
Construcción del puente
Capítulo XXVI 368
La licenciatura de Tresguerras
Capítulo XXVII 376
Velada conmemorativa a D. Francisco Eduardo Tresguerras
Capítulo XXVIII 378
El Ilustre Ayuntamiento de Celaya impetra el favor de Calos IV
Capítulo XXIX 388
La verdadera relación que existió entre Celaya y Natthahí
Capítulo XXX 396
Don Francisco E. Tresguerras opina sobre la fundación de Celaya
Capítulo XXXI 400
El monumento a la Fundación erigido en el Barrio del Zapote
Capítulo XXXII 406
Celaya, Cuna de la Independencia
Capítulo XXXIII 422
La gran Odisea
ÍNDICE 429

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CELAYA. TRES SIGLOS DE SU HISTORIA

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