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Arturo Espa Ruiz (1905-1976).

Trayectoria de la Quinta
Columna en Cartagena
Pedro M.ª Egea Bruno

Arturo Espa Ruiz (1905-1976).


Trayectoria de la Quinta Columna
en Cartagena
ARTURO ESPA RUIZ (1905-1976).
TRAYECTORIA DE LA QUINTA COLUMNA EN CARTAGENA

Autor:
Pedro M.ª Egea Bruno

Edita:
Fundación Centro de Estudios Históricos
e Investigaciones Locales Región de Murcia

Colección:
Murcianos para el recuerdo

Consejo Editorial:
Juan Roca Guillamón
Antonio Montoro Fraguas
Francisco Chacón Jiménez
Rafael Fresneda Collado
Miguel López Bachero
José Jesús García Hourcade
Cristina Roda Alcantud
Coord. Editorial: Agustín Bermúdez

© De la obra:
Pedro M.ª Egea Bruno

© De esta edición:
Fundación Centro de Estudios Históricos
e Investigaciones Locales de la Región de Murcia

Colaboran:

Depósito Legal: MU 000-2020


I.S.B.N.: 978-84-00-00000-0
Fotocomposición e Impresión: Compobell S.L.
Murcia, 2020.
A Floren Dimas,
a quien tanto deben estas páginas
SUMARIO

Pág.

PRESENTACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

ABREVIATURAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

I. ARTURO ESPA: UN MILITAR DE CARRERA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

II. LA BASE NAVAL DURANTE LA II REPÚBLICA . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

III. EL REGIMIENTO DE ARTILLERÍA DE COSTA Nº. 3 Y EL FRACASO


DE LA SUBLEVACIÓN DE JULIO DE 1936 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51

IV. LEAL GEOGRÁFICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63

V. EN EL FRENTE DEL JARAMA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

VI. LA RETAGUARDIA CARTAGENERA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79

VII. LA QUINTA COLUMNA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97

VIII. EN LAS BASES DE LA CONSPIRACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119

IX. CAPITULADORES Y GOLPISTAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131

X. MARZO DE 1939: RADIOGRAFÍA DE UN GOLPE . . . . . . . . . . . . . . 145

XI. BUSCANDO UN GENERAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155

XII. LA HUIDA DE LA ESCUADRA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163

XIII. LA OFENSIVA COMUNISTA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175


XIV. LA AYUDA EXTERIOR Y EL HUNDIMIENTO DEL CASTILLO DE
OLITE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189

XV. LOS DÍAS DE CASADO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201

XVI. EL PAGO DE LA TRAICIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217

CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237

ÍNDICE DE FUENTES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243

BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255

ÍNDICE DE ILUSTRACIONES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271


Presentación• 11

PRESENTACIÓN

La historia es como un gran puzle. Compuesta por numerosas porciones de diver-


so tipo y composición –aparentemente independientes– guardan entre sí una estrecha
conexión y comunicación. Precisamente, el desafío del historiador es establecer las rela-
ciones que permitan unir las distintas piezas del puzle para darle coherencia y ofrecer
explicaciones al lector, dentro de las variables espacio-temporales que contextualizan la
realidad histórica.
Microbiografías personales que transmitían tomas de decisión político-militares;
propuestas de pactos y acuerdos que ponían en cuestión lealtades mantenidas a partir de
principios ideológicos; creación de bulos, sabotajes y conspiraciones; vínculos y lazos per-
sonales plenos de amistad y lealtad o, por el contrario, traiciones, alianzas, conspiraciones
y deserciones en el contexto de compromisos políticos, llenan y cubren las páginas de
este libro levantando el edificio histórico que el inexorable velo del tiempo ha ocultado y
silenciado desde hace 81 años (final de la guerra civil, 1939). Su índice onomástico recu-
pera nombres y apellidos que conformaron la cotidianeidad de un período turbulento,
trágico y pleno de comportamientos e inquietudes impregnadas de temores, odios y
venganzas políticas y personales. En definitiva, el conflicto en la coyuntura más difícil y
destructiva de los seres humanos: la guerra.
Es evidente el esfuerzo del historiador respecto al distinto origen y casuística de
fuentes que necesitan ser cruzadas y contrastadas, en un ejercicio de oficio y mane-
jo inteligente de las mismas para hacerles “hablar” mediante la aplicación del método
nominativo y de microhistoria. La vida de Arturo Espa Ruiz (1905-1976) es algo más,
mucho más, que una biografía. A través de las páginas de este libro toman vida y pro-
tagonismo los principales actores de una tragedia social y vital. La repercusión militar y
política de los acontecimientos ocurridos en la Base naval de Cartagena para explicar
el final de la República en España, le otorgan un carácter extraordinario de dimensión
nacional e internacional. Nuevamente Cartagena vuelve a destacar en acontecimientos
militares de notable incidencia y consecuencias en la sociedad de la milenaria ciudad
marítima. Tan sólo habían transcurrido 65 años desde el aplastamiento de la sublevación
cantonal (1874). Sin embargo, el enfoque y ejemplo que significa el caso de Arturo Espa
Ruiz, aunque no cambia la perspectiva historiográfica mantenida por la línea editorial de
la colección Murcianos para el Recuerdo, sí matiza la orientación seguida hasta ahora.
Del estudio de personajes que a lo largo de su vida sobresalieron en distintas actividades
políticas, sociales y culturales y cuyas iniciativas, trayectorias y logros destacaron en el
contexto nacional e internacional, se presenta con éste libro un salto cualitativo al incor-
porar objeto y problema histórico junto al protagonista del mismo. Lo cual convierte el
contexto en el que se desarrolla en algo más que un ejemplo de caso. La unión de sujeto
y objeto es el novedoso matiz metodológico de esta nueva aportación a la presente
colección. Hemos elegido como sujeto vertebrador del análisis de la Quinta Columna, la
vida y acciones del comandante republicano, afirma el autor del libro. La diversidad de
planteamientos que ofrece la biografía, el contexto en el que tiene lugar y los problemas
que origina, resuelve y las consecuencias a que da lugar alcanzan una dimensión nove-
dosa al unir objeto y sujeto. Hilos de aquel laberinto, denomina Pedro María Egea Bruno
a la serie de incidencias, situaciones, problemas y perspectivas que vivió, protagonizó y
compartió con sus contemporáneos.
Perspectiva historiográfica contextualizadora; metodológicamente integradora y
que recupera la memoria en la historia reciente del siglo XX en España. Y, precisamente,
en una novedosa problemática que, si bien es conocida en sus líneas generales, alcanza
en el caso de Cartagena y de Arturo Espa Ruiz explicaciones especialmente relevantes
que el lector puede comprobar siguiendo la lectura de estas apasionantes páginas según
la manera que nos indicó el premio nobel García Márquez. Si el lector lee con interés las
primeras páginas del libro y queda prendido en sus palabras y en sus frases y argumen-
tos, está asegurada la lectura completa del libro. Seguro que le sucederá algo parecido a
usted lector; así, además, podrá componer el puzle de la quinta columna en Cartagena.

Francisco Chacón Jiménez


Director Fundación Centro de Estudios Históricos
e Investigaciones Locales Región de Murcia
Prólogo • 13

PRÓLOGO

Estimados lectores:
Tienen en sus manos un libro importante cuya lectura recomiendo a todos los afi-
cionados y profesionales de la Historia y, sobre todo, del período de la Guerra Civil
española. Aunque son innumerables las publicaciones sobre este apasionante tema, en
estas páginas se estudia una temática muy concreta y novedosa, como la Quinta Colum-
na, en uno de los escenarios más importantes de la guerra como el de Cartagena, por
albergar la Base Naval de la flota republicana. Todo ello se hace a partir del análisis de
la vida y obra de una persona singular, como fue Arturo Espa Ruiz, del que sólo conocía-
mos algunas breves referencias y que ahora se nos presenta como todo un personaje del
momento.
En los últimos años, las investigaciones sobre la organización clandestina de la
Quinta Columna, que operó en el frente y retaguardia del bando republicano en primer
lugar de forma espontánea y con posterioridad dirigida desde los servicios secretos del
bando franquista, han ido desarrollándose tanto en cantidad como en calidad. La inte-
resante documentación que nos ha dejado en los archivos una organización de embos-
cados y secreta, a pesar de que intentaba no dejar rastro en su difícil existencia para
evitar su persecución, ha permitido a los historiadores ir reconstruyendo sus actividades y
confirmando la importancia que tuvo en el desgaste de las autoridades civiles y militares
de la República y en el resquebrajamiento de la moral ciudadana del bando republicano.
En suma, cada vez los investigadores coincidimos más en sumar las múltiples actividades
de esta organización a los factores que más contribuyeron a la lenta agonía y a la pérdida
de la guerra por parte del régimen republicano.
Conocemos algunas de las actividades de sabotaje y espionaje de los quintaco-
lumnistas infiltrados en los cuarteles generales de los principales ejércitos del Ejército
Popular de la República, como el del Centro y de Extremadura. También de las variadas
14 • Francisco Alía Miranda

acciones en la retaguardia republicana, como Madrid, Barcelona, Ciudad Real, Murcia,


etc., con las que intentaban ayudar a los perseguidos por las autoridades republicanas
y, al mismo tiempo, boicotear el suministro de alimentos, para incrementar la desmorali-
zación entre la población civil, y el reclutamiento militar, para reducir la operatividad del
ejército republicano, lo que también consiguieron facilitando la deserción de los muchos
soldados que no sentían la guerra como suya.
En este libro de Pedro María Egea se estudia la Quinta Columna, sus actividades y
protagonistas, en uno de los principales escenarios de la guerra como fue la Base Naval
de Cartagena, clave para la República por ser la única que quedó en su poder a los pocos
días de desarrollo del conflicto bélico. En ella estaban todos sus barcos. La organización
clandestina operaba en la base desde los primeros momentos de la guerra. En noviembre
de 1938, los representantes del Grupo de Marina de Guerra del PCE, “se quejaban amar-
gamente del mucho tiempo que tardaban en reparar los barcos, achacable a elementos
perturbadores y desafectos al régimen que llevaban a cabo finos trabajos de sabotaje en la
ejecución de las obras”1.
La base adquirió un papel relevante en los últimos días de la guerra, coincidiendo
con el golpe de Estado del coronel Segismundo Casado, que acabó con el gobierno del
socialista Juan Negrín e instauró el Consejo de Defensa, apoyado por gran parte del
anarquismo y del socialismo que quería acabar cuanto antes con lo que ellos calificaban
de funesta influencia comunista en el gobierno del doctor Negrín y negociar con los
agentes de Franco el final de la guerra.
“Aquí todos conspiran”, decían por Cartagena a principios de marzo de 1939.
Tal vez sólo se libraba el general Carlos Bernal, jefe de la Base Naval, que a sus años no
quería saber nada de conspiraciones ni de sublevaciones. Según el profesor Egea, “Un
casadista cuya postura es de prudente espera y que acaba por negarse a dirigir la rebe-
lión, considerando innecesario arriesgarse en un movimiento incierto y, según su criterio,
animado por arribistas de última hora”.
Conspiraban los quintacolumnistas, los franquistas, los casadistas… Para sorpresa
de todos, cuando se esperaba el triunfo de la conspiración de los seguidores de Casado,
como en el resto del territorio republicano, la emisora local “Flota Republicana” anun-
ciaba a las 7,45 horas del 5 de marzo el triunfo de la sublevación de los partidarios de
Franco: “¡Atención, cartageneros! ¡Atención españoles todos! Cartagena ha sacudido el
yugo marxista que la oprimía y se pronuncia a favor del caudillo Franco y de la auténtica
España. ¡Arriba España! ¡Viva Franco!”2. Se trataba de un episodio totalmente singular,
una sublevación del ejército de Franco casi al final de la guerra.

1 Archivo General de la Marina “Álvaro de Bazán”, Leg. 8908.


2 Luis Romero: Desastre en Cartagena (marzo de 1939). Barcelona, Ariel, 1971, p. 116.
Prólogo • 15

Las autoridades franquistas, en connivencia con la Quinta Columna, querían dejar


sin barcos a la República, por lo que decidieron sacarlos lo antes posible, acabando en
el puerto tunecino de Bizerta. A esas alturas, poca trascendencia tuvo la decisión en la
estrategia de la guerra, pues estaba perdida desde hacía muchos meses para el régimen
republicano. Pero suponía un ataque a su debilitada moral y la supresión de una de las
principales vías de salida del país de numerosos mandos civiles y militares republicanos
en situación comprometida tras la publicación, un mes antes, de la Ley de Responsabi-
lidades Políticas. También las autoridades franquistas querían evitar a toda costa que la
base cayera en poder de los mandos comunistas, por lo que con su acción pretendían
evitar el relevo previsto en la jefatura de la misma.
Casi tres días duró la aventura del último alzamiento franquista de la guerra de
España. Las fuerzas militares de tendencia comunista reprimieron la sublevación, aunque
por la victoria de Casado en el territorio republicano se apoderaron de Cartagena las
autoridades del Consejo Nacional de Defensa, es decir, los socialistas y anarquistas. Por
tanto, el triunfo de los comunistas en Cartagena sobre los franquistas recuperó el poder
en la ciudad para los casadistas, que no lo habían sabido ganar frente a los franquistas
la noche del día 4 y la madrugada del 5. Una situación rocambolesca. En fin, cosas de la
guerra…
La República había reconquistado Cartagena, aunque ahora sin barcos, su valor
más preciado. “La Flota, en espíritu, se encuentra a las órdenes de V.E.”, decía el general
Jefe del Ejército del Centro en telegrama al coronel Casado3. No cabe más ironía. La
victoria en Cartagena sería utilizada inmediatamente por la propaganda comunista como
ejemplo no solo para todos los combatientes sino incluso para la victoria final, aunque
a esas alturas seguro que eran muy pocos los que lo creían. Ya prácticamente todos los
habitantes de la zona republicana pensaban en la paz, en sintonía con las nuevas autori-
dades del Consejo Nacional de Defensa.
El 30 de marzo por la mañana se llevó a cabo la entrega de la flota republicana refu-
giada en Bizerta, que pasó a ser la flota recuperada al mando del contralmirante 2º Jefe
del Estado Mayor de la Armada. Al día siguiente, en la fecha del último parte de guerra
del general Franco, el 1 de abril de 1939, a las 7 horas, habían entrado en el puerto de
Cartagena los submarinos nacionales General Mola y General Sanjurjo y más tarde, a las
10 horas, fondeaba y amarraba en el malecón de la Curra el crucero Canarias. Poco des-
pués lo hacían el crucero Navarra y el cañonero Dato. De nuevo ondeaba la bandera roja
y gualda en Cartagena.

3 Archivo General de la Marina “Álvaro de Bazán”, Leg. 9046. “Boletín de Información Roja”.
16 • Francisco Alía Miranda

Además del apasionante asunto del libro, que explica mejor que otros muchos
cómo fue en realidad la guerra, tengo que destacar que la obra está escrita de una forma
amena y, a la vez, científica, pues el autor es uno de los principales especialistas de la
historia de nuestra guerra civil, sobre todo de los múltiples acontecimientos por lo que
atravesó Cartagena durante los casi tres años de conflicto bélico. El profesor Egea ha for-
mado su investigación sobre una abundante y pertinente bibliografía, una cuidada lectura
de la prensa de la época y un amplio elenco de fuentes documentales, para lo que ha
tenido que consultar durante un vasto período de tiempo numerosos archivos repartidos
por todo el país, en busca de nuevos documentos que han contribuido a revisar y ampliar
los conocimientos sobre la Quinta Columna, la guerra en Cartagena y, en consecuencia,
la guerra de España en su conjunto.
Los ciudadanos de Cartagena y los estudiosos de la Guerra Civil española podemos
estar de enhorabuena por esta nueva aportación historiográfica. Muchas gracias al autor
por su esfuerzo y buen hacer, que ha querido ofrecernos generosamente, y al editor por
confiar en un trabajo de investigación serio, atractivo, detallado, riguroso e innovador.
Amigos lectores, lean y disfruten, pues estas páginas son un ejemplo de cómo la Historia
puede resultar amena, entretenida y, a la vez, científica.

Francisco Alía Miranda


(Catedrático de Historia Contemporánea,
Universidad de Castilla-La Mancha)
INTRODUCCIÓN

La Quinta Columna surgió durante la Guerra Civil en la retaguardia republicana.


Fue un ejército en la sombra, un enemigo encubierto que minó hasta donde pudo la
resistencia republicana. Militares y civiles que decían defender la causa de la República,
se valieron de la confianza conseguida para de forma soterrada socavar los cimientos de
aquel orden.
Arraigó con fuerza en la Base naval de Cartagena, bajo el estímulo del valor estra-
tégico de la misma y la presencia de la Escuadra. Su actuación tuvo además una enorme
trascendencia y resultó definitiva en la derrota de la II República, refutando las tesis que
defienden su carácter esencialmente propagandístico y simbólico. Fue capaz de articular
una red de espionaje y poner en práctica un sabotaje a gran escala, de efectos concluyen-
tes en el devenir del enfrentamiento. Incluso, llegado el momento, llevar a cabo, tras dos
intentos, una sublevación –la del 4 al 7 de marzo de 1939– que, tras provocar la salida de
la Escuadra, aceleró el final del conflicto bélico.
El quintacolumnismo es uno de los fenómenos menos conocidos de la Guerra Civil
española, dadas las dificultades para localizar una documentación adecuada y fiable para
su estudio. Tal vez por ello, la investigación se ha centrado en tareas solidarias, pasar
información al enemigo, minar la moral de la retaguardia, difundir bulos y fomentar el
rechazo a la guerra y al Estado republicano. Los consejos de guerra localizados en el
Archivo Naval de Cartagena permiten alumbrar tareas de mayor calado, precisamente en
la Base naval principal de la República, esencial por tantos conceptos y convertida por
ello en objetivo preferente de las fuerzas nacionalistas.
Hemos elegido al comandante Arturo Espa Ruiz (1905-1976) como sujeto vertebra-
dor del análisis propuesto por su significación y compromiso con aquella opción y por su
destacada intervención en el desarrollo y desenlace de los plantes de la Quinta Columna,
recuperando una vida olvidada, cuando no silenciada. Representa uno de los mejores
18 • Pedro M.ª Egea Bruno

ejemplos de aquellos militares que dentro del bando republicano sirvieron a los intereses
del enemigo. La secuencia de su actuación puede seguirse en el consejo de guerra a que
fue sometido el 12 de abril de 1939, acusado de auxilio a la rebelión, donde blasonó de
sus actos de sabotaje, espionaje y alta traición.
Frente a la despersonalización de la historia, abordamos al personaje en su condi-
ción más extensa, lo que la historia sociocultural llama el espacio de experiencia: familia,
relaciones sociales, trabajo, mentalidad y ámbitos militar y político, tratando de descifrar
los fundamentos de su actuación en el doble plano de lo acontecido y de lo reconstruido,
queriendo profundizar en sus inquietudes y en las claves de su comportamiento. En las
razones materiales y en los valores simbólicos.
No se trata de una vuelta al sujeto, sino de la construcción de una identidad plural,
marcada por el contexto social, político, económico y cultural de la Cartagena que le
tocó vivir, especialmente convulsa. Años a los que podía aplicarse el título de una obra
de Aminb Maalouf: Identidades asesinas. Subrayamos la tensión entre lo individual y lo
colectivo. Una historia coral, levantada con testimonios de sus coetáneos, tratando de
vincular su trayectoria personal con las características generales de una situación históri-
camente dada. Como nos recuerda Marc Bloch: “Los hombres son más hijos de su tiempo
que de sus padres”.
Contemplamos el espacio en el que se desenvolvió, la Base naval de Cartagena
–uno de los enclaves militares más importantes de España–, donde estuvo adscrito al
Regimiento de Artillería de Costa nº 3, tan concluyente en los hechos afrontados. Com-
ponemos su perfil de leal geográfico, desde su participación en tareas contrarrevolucio-
narias a su decidida intervención en la serie de conspiraciones que se fueron articulando,
hasta ocupar un lugar preeminente en la de 4 de marzo de 1939, de consecuencias
insalvables.
Desbrozamos los factores que hicieron posible el desarrollo de la Quinta Colum-
na. Nos adentramos en los círculos de la conspiración, en la peculiar mentalidad de los
militares, en su mundo de valores, en las tramas del golpismo. Exploramos los hilos de
aquel laberinto, analizando objetivos, alianzas y estrategias de las fuerzas en presencia:
gubernamentales, casadistas y quintacolumnistas.
Estudiamos las jornadas de marzo de 1939, la huída de la Escuadra republicana,
la ofensiva comunista en el intento gubernamental de conservar la Base de Cartagena,
el hundimiento del Castillo de Olite, los días en los que Cartagena permaneció bajo el
régimen del coronel Casado, el final de la guerra y el destino de los quintacolumnistas
tras la ocupación nacionalista.
La consulta de los consejos de guerra –hasta no hace mucho clausurada a cal y
canto–, permite revisar hipótesis e iluminar comportamientos individuales y colectivos
Arturo Espa Ruiz • 19

sólo genéricamente considerados. Alienta al descubrimiento de territorios inexplorados


o, cuando menos, poco transitados. Cuando la perspectiva adoptada es la del bando
vencedor en los meses que siguieron a la terminación de las hostilidades, la documenta-
ción autoriza un segundo nivel de análisis. Valores y contravalores en la dialéctica de unos
hechos sometidos al control ideológico, en los que el pasado inmediato se convierte en
arma política, en propaganda justificadora y justificante, según los casos.
Las pautas de la Quinta Columna –sus orígenes y configuración– y sus actividades
se perfilan en los sumarios en los que se vieron incursos sus dirigentes. Todo un reto. Des-
cifrar una organización clandestina, filtrada a través de las informaciones alumbradas en
medio del proceso coactivo de la posguerra, donde los intereses por deformar la realidad
eran manifiestos: desde unirse al carro del vencedor a escapar de la represión.
Dado lo intrincado de los hechos abordados, la variedad de colectivos implicados y
la diversidad de situaciones sobrevenidas, hemos optado por una estructuración sincróni-
ca, encadenando acciones paralelas.
En el orden metodológico, una de las dificultades –y no de las menores– ha sido
depurar el discurso histórico, desbrozando la serie de falsedades y medias verdades que
aparecían en los testimonios vertidos en los consejos de guerra, tablas de salvación o
clavos ardiendo a los que asirse frente a radicales coyunturas vitales. Pocas veces fue
tan radical la frontera entre la vida y la muerte que cuando los generales jugaron a ser
verdugos.
Hay razones para pensar que las declaraciones trataban de justificar comportamien-
tos ante los vencedores –meros gestos de supervivencia–, pero la concordancia y reite-
ración de tales atestaciones, las pruebas documentales y las aportaciones de los testigos
nacionalistas confirman su veracidad y extensión. En cualquier caso los vencedores se
encargaron de verificar las afirmaciones, cruzando testimonios y recabando informes de
diversas instancias, además de verse confirmados por los careos y las certificaciones de
los servicios de información republicanos y franquistas. A la postre, la Quinta Columna fue
acreditada por estos organismos.
La restante documentación utilizada merece igual cuidado, a tenor de su mayorita-
ria consideración: correspondencia epistolar, memorias personales e informes solicitados
por los órganos directivos de las organizaciones políticas y sindicales, en momentos de
irrevocable decantación, donde el más pequeño matiz podía separar la aceptación del
ostracismo. Por ello, es frecuente la manipulación del pasado, terciado en justificación,
exagerándose las hazañas propias y magnificando las culpas ajenas. La prensa –como es
lógico– se inscribe en la misma prevención.
Los fondos custodiados en el Archivo Naval de Cartagena se han revelado como
una fuente de excepcional relevancia para la problemática abordada. A los consejos de
20 • Pedro M.ª Egea Bruno

guerra consultados se han sumado los expedientes de carácter informativo sobre los
hechos más destacados acaecidos en la Base, instruidos a instancias de la Fiscalía del
Tribunal Supremo. Son de interés las notas elaboradas por el Servicio de Información
Policial, que no descuidaban ni las cuestiones más íntimas de los investigados.
La información generada por el Partido Comunista de España adquiere también
una elevada significación en las páginas que siguen. Deviene fundamental para dilucidar
tanto el estado de la Marina como los sucesos de marzo de 1939 y los últimos días de la
guerra. Informes, tesis, manuscritos y memorias de militantes locales y dirigentes nacio-
nales, políticos y militares: S. Antor, J. Conde Paliñanes, P. Checa, M. Espadas, R. Farré, F.
Galán, B. García, I. García, J. Hernández, A. Precioso, J. Rodríguez y E. Rodríguez Sierra.
Algunos aspectos han sido matizados por la aportación documental emanada del
Servicio Histórico del Estado Mayor de la Armada sobre el levantamiento de Cartagena
en marzo de 1939, custodiada en el Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán. Sobre
igual cuestión se destaca la atestación del comandante Manuel Lombardero, jefe de E.M.
de los sublevados, conservada por al autor.
Hemos consultado las piezas de la Causa General relacionadas con el presente
estudio, depositadas en el Archivo Histórico Nacional dentro de los fondos correspon-
dientes a la Fiscalía del Tribunal Supremo. De la misma procedencia son los expedientes
de los Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid, del Tribunal
Supremo y del fondo Margarita Nelken, utilizados puntualmente.
Entre los recursos del Centro Documental de la Memoria Histórica destaca el Archi-
vo de Bruno Alonso, donde ocupa un lugar de relieve la correspondencia con Indalecio
Prieto, ministro de Marina y Aire y luego de Defensa Nacional, que alerta sobre la situa-
ción de la Base de Cartagena. De carácter complementario pueden citarse los sumarios
del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo.
De interés son los documentos consultados en el Archivo de la Fundación Pablo
Iglesias, en particular la contribución de Eustaquio Cañas, gobernador civil de Murcia en
la crítica encrucijada de marzo de 1939, Notas históricas sobre los últimos momentos de
la guerra civil de España, consignadas por un testigo presencial, París, marzo de 1948.
También el Informe de la visita efectuada a Cartagena por los ministros de Justicia, Ins-
trucción Pública y sin cartera, González Peña, Blanco y Bilbao, respectivamente (Madrid,
20 de febrero de 1939). La Fundación conserva los informes sobre la Marina del anarquis-
ta César Zayuelos y diversa correspondencia con Indalecio Prieto, En el mismo nivel, la
documentación de la CNT (Fundación Anselmo Lorenzo) sobre la Marina republicana y los
papeles de Juan Negrín (Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores).
El expediente personal de Arturo Espa se ha localizado en el Archivo General Mili-
tar de Segovia. Concluyente es el procedimiento sumarísimo del general Carlos Bernal
Arturo Espa Ruiz • 21

García –en el Archivo General e Histórico de la Defensa–, jefe de la Base naval de Car-
tagena entre el 24 de enero y el 4 de marzo de 1939, cuando fue relevado por el comu-
nista Francisco Galán en un último intento por parte del Gobierno de conservar aquella
posición estratégica.
Las tramas de espionaje pueden seguirse en el Expediente informativo de la red
Hataca, custodiado en el Archivo General Militar de Álava, donde también se conservan
las primeras operaciones de la ocupación nacionalista de Cartagena. Sobre la vida en
retaguardia ha sido útil la aportación proveniente del Archivo Municipal de Cartagena,
donde se han consultado Actas Capitulares, legajos de Orden Público, expedientes de
depuración de funcionarios e informes del Frente Popular.
Deben mencionarse los materiales depositados en el Archivo Naval del Cantábrico
(Ferrol), así como determinados registros privados, orales y escritos, como el expediente
procesal de Manuel Chillón Cabrera, conservado en el Archivo General de la Región de
Murcia, donde salen a relucir algunas cuestiones sobre la Quinta Columna.
La prensa ha sido utilizada en extenso, abarcando el arco temporal del estudio, fun-
damentalmente la de carácter local y regional, buscando las cabeceras emergentes del
momento y de las militancias en presencia. Por citar las más repetidas: Cartagena Nueva,
El Noticiero, El Porvenir, La Tierra, Nuestra Lucha y Venceremos. La voz de los marinos
está representada por La Armada, dirigida por Bruno Alonso. Las referencias a nombra-
mientos, normativas, leyes y decretos han sido tomadas del Boletín Oficial del Estado,
Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional, Diario Oficial del Ministerio de la Guerra,
Gaceta de Madrid y Gaceta de la República.
La bibliografía ha sido revisada en muchas de sus afirmaciones, consecuencia de la
documentación manejada. Una relación ajustada a la temática abordada, en cuya inclu-
sión hemos cribado la extensísima literatura existente y recurrido a las memorias de los
coetáneos de uno y otro lado y a las sucesivas interpretaciones historiográficas.

Universidad de Murcia, junio de 2020


ABREVIATURAS

Aa: Archivo del autor


AAR: Archivo Amaro del Rosal
ABAG: Archivo Bruno Alonso González
AC: Acta Capitular
ACE: Archivo Comisión Ejecutiva
ACZ: Archivo César Zayuelos
AFPI: Archivo Fundación Pablo Iglesias
AHN: Archivo Histórico Nacional
AHPCE: Archivo Histórico del Partido Comunista de España
AMAE: Archivo Ministerio de Asuntos Exteriores
AMC: Archivo Municipal de Cartagena
ANC: Archivo Naval de Cartagena
ANCt: Archivo Naval del Cantábrico
BP: Buró Político
CASE: Cuerpo Auxiliar Subalterno del Ejército
CC: Comité Central
CDMH: Centro Documental de la Memoria Histórica
CEDA: Confederación Española de Derechas Autónomas
CIP: Correspondencia con Indalecio Prieto
CND: Consejo Nacional de Defensa
CNT: Confederación Nacional del Trabajo
CP: Comité Provincial
EM: Estado Mayor
FAI: Federación Anarquista Ibérica
FELAL: Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo
FET-JONS: Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional
Sindicalista
GMN: Glorioso Movimiento Nacional
IA: Inventario Ámsterdam
JAP: Juventud de Acción Popular
JSU: Juventud Socialista Unificada
PCE: Partido Comunista de España
PS: Político Social
PSOE: Partido Socialista Obrero Español
SEA: Servicio Español Anticomunista
SEAEM: Servicio Especial Antiextremista de la Marina
SECN: Sociedad Española de Construcción Naval
SGC: Sección Guerra Civil
SIM: Servicio de Investigación Militar
SIP: Servicio de Investigación Policial
SIPM: Servicio de Información y Policía Militar
UGT: Unión General de Trabajadores
UME: Unión Militar Española
UMRA: Unión Militar Republicana Antifascista
VV.AA.: Varios Autores
Arturo Espa Ruiz • 25

I. ARTURO ESPA: UN MILITAR DE CARRERA

Arturo Espa Ruiz es hijo de Arturo Espa Basset (1855) y Josefa Ruiz Ullate (1887).
Una familia paterna de raíces cartageneras. Son sus abuelos unos conocidos propietarios
locales: Bernardo Espa Algori (1814) y Carmen Basset Castillo (1824). Los maternos pro-
ceden de Fontellas (Navarra): Rufino Ruiz y Ciriaca Ullate. Los Espa forman tres grupos de
familia: Los Espa Manzano, los Espa Mora y los Espa Ruiz.
Arturo Espa Ruiz, hijo único, nació en Cartagena el 10 de octubre de 1905. A partir
de su padre los varones formaron en la Milicia. Su progenitor fue subintendente de la
Armada y su tío –el teniente coronel Rodolfo Espa–, participó en la Guerra de Marruecos
como comandante del Batallón de Cartagena1. La saga se prolongó en él, en un primo
Rodolfo Espa Manzano y en su sobrino Rodolfo Espa Mora. A la afección contribuyó el
Preparatorio López-Roldán-Espa, dedicado a la “Enseñanza especial para ingreso en las
Academias Militares”2.
Una familia de buen pasar, cuyos miembros habitaban en el barrio de Peral, lugar
de residencia –en villas y chalets– de una clase burguesa y militar, que desde finales de
siglo XIX busca horizontes más saludables al agobiante caserío de una ciudad amuralla-
da. Allí se censan conocidos apellidos de la buena sociedad: Berizo, Carlos-Roca, Vial,
Álvarez, Guardiola, Lombardero, Madrona, Prefumo y Dodero, Tapia, Matz, Ordóñez,
Delgado, Frigard, Albalá, Pelayo, Teulón, Gil, Aznar, Bárcena, Angosto, Lizana, Villalba
Moltó o Alcantud3.
Alternan con lo más granado de la sociedad, acuden como socios al exclusivo
casino de la ciudad, comparten la filantropía propia de aquellas clases, de carácter
devoto y patriótico. Participan de su religiosidad de ostentación. Figuran en la organi-

1 El Porvenir (Cartagena), 17 de noviembre de 1924.


2 El Porvenir (Cartagena), 2 de septiembre de 1921.
3 ESTRADA Y MAURESO, M. y N., Guía de Cartagena 1902, Cartagena, Tip. El Porvenir, 1902, pp. 218-222. EGEA
BRUNO, P.M.ª, La política y los políticos en la Cartagena de Alfonso XIII (1902-1923), Cartagena, Ayuntamiento de
Cartagena – Caja de Ahorros del Mediterráneo, 1990, pp. 25-76.
26 • Pedro M.ª Egea Bruno

zación de los desfiles pasionarios, de honda tradición local, cuyos cofrades gozan de
gran prestigio social4.
Son los que dan donativos para terminar las obras de la iglesia del lugar. Los que
rivalizan con sus iguales en cuantas suscripciones se abren en la prensa para los fines más
diversos, pero siempre religiosos y patrióticos, desde la bandera del Somatén a las col-
chonetas del batallón expedicionario en África5. No dudan en personalizar los óbolos, lo
que permite conocer sus relaciones de parentesco: Carmen Mora de Espa, Tudela Espa
Mora, Rodolfo Espa Manzano, Fidela Manzano de Espa, Fidela Espa y Mora, Josefa Ruiz
de Espa, Rodolfo Espa Basset y Carlitos Espa Mora.
En su sociabilidad median otros actos benéficos, como la intervención en funciones
teatrales organizadas a favor de las cofradías de Semana Santa, representando zarzuelas
como El dúo de la africana6. Unas actividades que alivian las horas de tedio de aquellas
clases, especialmente de las mujeres, que alternan su tiempo con fiestas privadas, peti-
ciones de mano, puestas de largo y bodas exclusivas, en las que no faltan cortes de amor
y pajes7. Algunas, como Fidela Espa, protagonizan portadas de la prensa ilustrada, remar-
cando la notoriedad social de la familia8. El fundador de la saga es socio del exclusivo
Casino de Cartagena9.
Aquel mundo no tardará en desmoronarse. Tal vez el primero en presentirlo fue
Arturo Espa, huérfano de padre desde el 28 de enero de 1920, lo que debió trastocar
su plácido acontecer, aunque sus valores sociales –como se verá– permanecieron inmu-
tables.
Inició la carrera militar el 27 de agosto de 1921 como alumno de Artillería en la Aca-
demia General de Segovia, en la que ingresó sin haber cumplido los 16 años, por debajo
de la edad mínima exigida. Lo hizo con el número 3. Su expediente fue el esperado. El 8
de agosto de 1923 ascendió a alférez alumno por reglamento y el 25 de mayo de 1925 a
teniente por promoción, recibió además –como todos los oficiales que cursaban sus estu-
dios en la Academia de Artillería– el título de Ingeniero Industrial del Ejército.
El 5 de junio de 1925 fue destinado al Regimiento de Artillería de Costa nº. 3 de
Cartagena, donde ejerció de habilitado. Como el resto de sus compañeros sufrió las con-

4 El Porvenir (Cartagena), 10 de abril de 1919. Vid. EGEA BRUNO, P.M.ª, “El siglo XIX. Hacia la institucionalización”,
en FERRÁNDIZ ARAUJO, C y GARCÍA BRAVO, A.J. (ed.), Las cofradías pasionarias de Cartagena, Murcia, Asamblea
Regional de Murcia, 1990, Vol I, pp. 241-369. VICTORIA MORENO, D. “Siglo XX”, en FERRÁNDIZ ARAUJO, C. y
GARCÍA BRAVO, A. J. (ed.), op. cit., pp. 371-582.
5 El Eco de Cartagena, 29 de octubre y 11 de noviembre de 1924.
6 Cartagena Nueva, 23 de marzo de 1926.
7 El Porvenir (Cartagena), 16 de agosto de 1926.
8 Cartagena Ilustrada, 31 de octubre de 1926.
9 El Porvenir (Cartagena), 10 de abril de 1919.
Arturo Espa Ruiz • 27

secuencias del conflicto artillero suscitado por Primo de Rivera, que supuso la disolución
del Arma el 5 de septiembre de 1926, quedando suspenso de empleo, fuero, atribucio-
nes, uso de uniforme y sueldo10. Reingresó al amparo del decreto de 17 de noviembre del
mismo año, volviendo a su destino con efectos administrativos desde el 1º de diciembre.
Bien parecido y con una talla considerable para la época –casi 1,80–, gustaba de
lucirse en los desfiles militares. Desde 1926 suele mandar el piquete del Regimiento de
Artillería que da escolta a las procesiones de Semana Santa, tanto a la del Santísimo
como a las del Miércoles Santo11. El 1º de septiembre de 1930 consolidará sus relaciones
sociales y profesionales al contraer matrimonio con María de los Desamparados Butigieg
Romero [Nené], la hija del coronel Antonio Butigieg Montero, miembro de una dinastía
de dilatada presencia en la capital departamental. Como testigos firmarán el goberna-
dor militar de Almería –donde se celebró el enlace–, el capitán de ingenieros Hidalgo,
el comandante Tamayo y Antonio Jiménez Butigieg. El círculo militar se cerraba con su
concuñado, el capitán de Intendencia Augusto Aguilar Crespo. La noticia fue recogida en
el ABC12.

1. Arturo Espa Ruiz (Luis Romero).

10 Vid. VICTORIA MORENO, D., Cartagena y la actual Región de Murcia durante la Dictadura de Primo de Rivera (1923-
1930), Cartagena, Ediciones Mediterráneo – Ayuntamiento de Cartagena, 2002, pp. 126-128. GÓMEZ NAVARRO,
J.L., El régimen de Primo de Rivera, Madrid, Cátedra, 1991, p. 381.
11 Cartagena Nueva, 31 de marzo de 1926 y 24 de mayo de 1927.
12 ABC (Madrid), 6 de septiembre de 1930.
28 • Pedro M.ª Egea Bruno

Siguió la tradición familiar y abrió un centro de enseñanza –el Instituto Juris–, dedi-
cado al ingreso en la carrera militar. Allí impartirá clase junto con su tío, el capitán de
Infantería Rodolfo Espa, el teniente de Artillería Rafael Latorre y el abogado y perito
mercantil Isidro Juan13. Previsor como pocos, todos los meses ingresa en la Delegación de
Hacienda el 5% de su sueldo íntegro para mejora de sus derechos pasivos.
Tuvo contados destinos fuera de Cartagena. Hombre de raíces, estuvo siempre
movido por el deseo de permanecer en su tierra. El 30 de junio de 1927 fue asignado
mediante concurso a la 2ª Sección –Artillería Montada– de la Escuela Central de Tiro del
Ejército (Madrid), encargándose de las funciones de ayudante y juez instructor de la mis-
ma, siendo felicitada toda la sección por las maniobras realizadas en Palma de Mallorca
entre el 12 de agosto y el 20 de noviembre de aquel año.
Como fue habitual en su generación pasó por Marruecos. El 27 de enero de 1928
fue enviado a la Comandancia de Artillería del Rif, con empleos en Villa Sanjurjo, Cam-
pamento de Targuist y Grupo Móvil. Un año más tarde fue adscrito a la Comandancia de
Artillería de Melilla, encargándose del mando y la administración de la 3ª Batería desta-
cada en Tensaman.

2. Firma de Arturo Espa.

Por Real orden circular de 26 de julio de 1930 regresó a Cartagena, al Regimien-


to de Artillería de Costa nº 3, incorporándose el 21 de agosto. Aquí realizó una de sus
aportaciones profesionales más destacadas. Como segundo ayudante del Regimiento,
encargado del servicio de automóviles, intervino en el transporte de material para el
artillado de las baterías de la Base naval, en concreto las de Las Cenizas, Jorel, Cas-
tillitos, Atalayón, El Conejo y La Chapa. Fue recompensado por ello, al igual que sus
compañeros, algunos ya en posiciones ideológicas antagónicas: Julián Orcajo Vázquez,
Segismundo Álvarez y Rodríguez Villamil, José López-Pinto, José Cifuentes del Rey, José
Carrero Blanco, Bartolomé Torres Hernández, Ginés Aznar Aznar, Juan García Gutiérrez

13 Cartagena Nueva, 10 de octubre de 1933.


Arturo Espa Ruiz • 29

y Marín Ordóñez, José Esteban Palero, Alberto Meca Motilla, Eduardo Roldán Lafuente,
Emilio Hernández Angosto y Antonio Bonet Molina. No tardarán en militar en bandos
contrarios. Recibió la cruz del Mérito Militar, con distintivo blanco, sin pensión14. Otros la
obtuvieron con asignación económica.
Testigo excepcional del acto institucional de la proclamación de la II República. En
la tarde del 14 de abril formó parte del séquito que acompañó al Gobernador Militar en
su visita oficial al Gobernador Civil para proceder a la necesaria transición dentro de la
normalidad política. Todos los militares vestían de paisano15.
Aceptó el régimen republicano, seguramente como mero trámite, para no tener
que abandonar el Ejército al que se sentía unido por tradición familiar. El 25 de abril de
1931 firmó la promesa de adhesión y fidelidad a la República, conforme al decreto de 22
del mismo mes. Quiso dar imagen de militar liberal. En mayo de 1931 aparecía en las lis-
tas de suscripción para mitigar la crisis del trabajo. Lo hizo con 50 pesetas, una cifra nada
desdeñable para la época16.
El 18 de agosto de 1932 ascendió a capitán por antigüedad. El 29 de septiembre
de 1933 tomó el mando de la Batería 12ª, hasta que el 12 de enero de 1933 se encargó
de la Caja del Regimiento. Participó en algunas comisiones de revisión de armamentos y
el 12 de enero de 1934 –tras cesar como cajero– se hizo cargo del mando de la Batería
14ª.
Asumió el decreto de 19 de julio de 1934 que prohibía a los militares pertenecer
a partido político alguno, presentando la correspondiente declaración jurada17. El 1º de
enero de 1935 marchó a Los Alcázares como secretario de actuaciones judiciales y del 17
al 20 del mismo mes asistió como vocal a dos consejos de guerra en Albacete, ecos tal
vez de los sucesos de octubre de 1934.
Según sus superiores sobresalía en aplicación, capacidad, conducta y puntualidad
en el servicio. Tampoco andaba mal en ordenanzas, táctica y procedimientos militares.
Destacaba en labores administrativas y contabilidad, teoría y práctica del tiro y arte mili-
tar. Traducía francés e inglés. El valor se le suponía. En enero de 1936 su jefe directo –el
coronel Bartolomé Feliú Fons– lo informaba de forma favorable: “Lo considero muy apto
para los destinos de su empleo, trabajador, inteligente y muy celoso en el cumplimiento
de su deber, desempeñando con acierto cuantas comisiones se le han conferido”18.

14 El Noticiero (Cartagena), 1 de febrero de 1936.


15 Levante Agrario (Murcia), 15 de abril de 1931.
16 La Tierra (Cartagena), 30 de mayo de 1931.
17 Gaceta de Madrid, 20 de julio de 1934, pp. 686-688.
18 Archivo General Militar de Segovia. Sección 1ª. Legajo E-1.286. Regimiento de Artillería de Costa Nº. 3. Copia de la
Hoja Matriz de Servicios de Arturo Espa Ruiz, fol. 14.
30 • Pedro M.ª Egea Bruno

Su ideología estaba ya claramente decantada en la opción conservadora. Así lo


expresa en el consejo de guerra que lo juzgó al término de la Guerra Civil: “No creo
necesario explicar mi personalidad antes del día 18 de julio de 1936; destinado como
capitán de Artillería en el Regimiento de Artillería de Costa nº 3, pueden dar fe de mis
acendrados sentimientos derechistas cuantos jefes había en la Plaza y en el Cuerpo en
aquella fecha”19. No es una simple exculpación. A las órdenes del general José López-
Pinto, gobernador militar de la plaza, es jefe de los servicios secretos paraestatales de la
guarnición, mediando en tareas de vigilancia y espionaje.

3. Hoja de servicios de Arturo Espa.

Pudo sortear las consecuencias más dramáticas de la Guerra Civil y aunque su signi-
ficación política despertó sospechas, consiguió mantenerse a salvo y alcanzar puestos de
confianza, lo que alerta sobre la eficacia de los servicios de inteligencia de la República o
sus dotes de persuasión. En junio de 1937 ascendió a comandante. A mediados de 1938
fue nombrado jefe de Instrucción de su Regimiento y en agosto, primer jefe accidental
del mismo. Participó en actos de sabotaje, espionaje y alta traición. Su intervención más

19 Archivo Naval de Cartagena [ANC]. Causa 894/1939. Instruida contra el capitán de Artillería Arturo Espa Ruiz, fol. 4.
Arturo Espa Ruiz • 31

destacada tuvo lugar en el levantamiento quintacolumnista desarrollado entre el 4 y el


7 de marzo de 1939, que contribuyó a precipitar el hundimiento de la República. El 29
de marzo, tras la experiencia casadista, dirigió la ocupación nacionalista de Cartagena.
El franquismo no reconoció aquella ayuda. El 17 de octubre 1939 fue condenado a diez
años de prisión y separado del servicio20. Con todo, supo adaptarse a la realidad social
entonces inaugurada.

20 EGEA BRUNO, P. M.ª, “Vencedores y vencidos: la represión franquista sobre la Quinta Columna. El proceso de Arturo
Espa”, Revista Murciana de Antropología, 23 (2016), pp, 17-46.
Arturo Espa Ruiz • 33

II. LA BASE NAVAL DURANTE LA II REPÚBLICA

Arturo Espa vivió los años de la II República en una Cartagena convulsa, super-
visada por el poder militar, asumiendo un papel directo en aquella trama censora, a
las órdenes del general José López Pinto, colaborando en los servicios secretos de la
Marina.
Cartagena fue durante la II República uno de los enclaves militares de mayor enver-
gadura de España. Cabecera del Departamento Marítimo del Mediterráneo, dependía de
la III Región Militar, con capital en Valencia. Destacaba por su Base naval, sede operativa
de las flotillas de destructores, submarinos y torpederos, con diversos barcos de trans-
porte y salvamento. Albergaba complejas instalaciones militares, desde el Arsenal a cuar-
teles de Marinería e Infantería de Marina, pasando por los servicios de Ingeniería Naval e
Intendencia, Hospital y Escuela de Buzos y Submarinistas de la Armada. Disponía de una
estación de radiotelegrafía e importantes depósitos de municiones y combustibles. Su
valor trascendía la mera realidad local. Para Benavides era el puesto “más importante de
la Marina en el orden del poder y la fuerza”21.
En la guarnición de tierra se encuadraba el Regimiento de Infantería nº 34 (Sevi-
lla) –luego denominado 7º Batallón de Retaguardia–, y, sobre todo, el Regimiento de
Artillería de Costa nº 3, responsable de un formidable despliegue artillero a lo largo del
litoral la Base. El dispositivo estaba defendido por dos aeródromos militares enclavados
en el Mar Menor: Los Alcázares y San Javier, pertenecientes, respectivamente, al Ejército
y la Marina. Los efectivos totales superaban con holgura los diez mil hombres, en una
población de poco más de cien mil habitantes22. Una plaza prácticamente inexpugnable,

21 BENAVIDES, M. D., La Escuadra la mandan los cabos, México D.F., Ediciones Roca, 1976, p. 319.
22 Vid. CEREZO, R., Armada española siglo XX, Madrid, Poniente, 1983, T. II, pp. 112-113. EGEA BRUNO, P.M.ª, “Los
siglos XIX y XX”, en TORNEL COBACHO, C. (coord.), Manual de Historia de Cartagena, Murcia, Ayuntamiento de
Cartagena – Universidad de Murcia – Caja de Ahorros del Mediterráneo, 1996, p. 307.
34 • Pedro M.ª Egea Bruno

que tan sólo podía ser tomada desde dentro, por la actuación de los enemigos internos,
como ocurrió en marzo de 193923.
La Base naval, con su inmenso poder y su inapelable trascendencia social y política,
estuvo en manos de dos militares decantados de manera inequívoca contra el régimen
republicano. El contralmirante Juan Cervera Valderrama –su jefe desde el 1 de septiem-
bre de 1931– y el general José López-Pinto Berizo, gobernador militar de la plaza, desti-
no para el que fue designado el 25 de septiembre de 1933.

4. Cartagena: Base Naval Principal de la República.

Cervera convirtió la Base en su feudo particular, restableciendo por su cuenta las


facultades que correspondían a los Capitanes Generales, suprimidas por decreto de 16
de junio de 1931 que, además de reducir su jurisdicción al puerto, arsenal e instalaciones
navales en tierra, cercenaba sus atribuciones de orden público24. La medida buscaba
alejar a los militares del poder político, borrando su imagen de virrey25. Lo remarca bien

23 EGEA BRUNO, P.M.ª, “Cultura de resistencia y guerra civil en la Base naval principal de la República. Cartagena
(1936-1939)”, Diacronie. Studi di Storia Contemporanea, 7 (2011), pp. 1-2.
24 Gaceta de Madrid, 17 de junio de 1931, pp. 1.433-1.435. Vid. BORDEJÉ Y MORENCOS, F. de, Vicisitudes de una
política naval, Madrid, Editorial San Martín, 1978, p. 569., ALPERT, M., La Guerra civil española en el mar, Barcelona,
Crítica, 2007, p. 21.
25 ROLDÁN CAÑIZARES, E., “Las reformas militares durante la II República: un asunto político”, Revista Internacional
de de Pensamiento Político, 11 (2016), pp. 409-410. HUERTA BARAJAS, J.A., Gobierno y administración militar en la
Arturo Espa Ruiz • 35

Aguilar Olivencia al reseñar que predominaban sobre las autoridades civiles y judiciales,
interviniendo en política y en los conflictos sociales26.
Nunca ocultó su rechazo ni su desprecio por el régimen republicano. Lo puso de
manifiesto el 29 de marzo de 1932 con ocasión de la recepción ofrecida a Niceto Alcalá
Zamora, frustrando –contra el deseo de la corporación municipal–, la parada de la Escua-
dra para que fuese revistada por el Jefe del Estado27. No fue el único desplante: “Las
palabras presidenciales enardecedoras de la Marina fueron recibidas con bulla y broma
por los mandos. Llegada la ocasión, arrastró a la oficialidad a un acto de insubordinación.
Ocurrió con ocasión de la función de gala ofrecida el día 30 a la memoria del capitán
García Hernández, a la que asistieron su viuda e hija:

Con esta finalidad ordenó que los marinos vistieran frac de uniforme. A Cervera,
que fingía guardar las deferencias debidas al Presidente, le constaba que casi ninguno
de sus subordinados poseía tal atuendo […] Por esta causa, muy pocos marinos concu-
rrieron a la fiesta y de esos pocos, unos no se levantaron al interpretarse el Himno de
Riego y otros se levantaron con la espalda vuelta hacia el presidente28.

En 1932 reactivó el servicio de información de la Marina vinculado al Centro Español


Antibolchevique, adherido a la Entente Internacional contra la III Internacional, con sede en
Ginebra, muy en la línea de los desvaríos sobre el peligro comunista aflorados en los años
veinte29. El negociado –auspiciado por Emilio Mola como director general de Seguridad–
había sido arrinconado con la proclamación de la II República30. Lo restableció a título per-
sonal, sin contar con ninguna instancia oficial. Contribuyeron los recelos despertados por
la nueva situación política, la agitación detectada entre sus subordinados, sobre todo entre
marineros y cabos; la percepción de indefensión y el hecho de considerarse depositario de

II República española (14 de abril de 1931/18 de julio de 1936), Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado, Madrid,
2016, pp. 241-243.
26 AGUILAR OLIVENCIA, M., 1986, El Ejército Español durante la II.ª República (Claves de su actuación posterior),
Madrid, Econorte, p. 471.
27 EGEA BRUNO, P.M.ª, “Festividad religiosa y festividad laica durante la Segunda República (Cartagena, 1932)”, Estu-
dios Románicos, 16-17 (2007-2008), pp. 111-126.
28 BENAVIDES, M.D., op. cit., pp. 323-324.
29 VIÑAS, Á., ¿Quien quiso la guerra civil? Historia de una conspiración, Barcelona, Planeta, 2019, p. 55.
30 GONZÁLEZ CALLEJA, E. y DEL REY REGUILLO, F., “Una iniciativa complementaria de ‘defensa social’: el Secretaria-
do español de la Entente Internacional contra la Tercera Internacional”, en La defensa armada contra la revolución:
una historia de las guardias cívicas en la España del siglo XX, Madrid, CSIC (Biblioteca de Historia), 1995, pp. 221-
234.
36 • Pedro M.ª Egea Bruno

las esencias patrias, por encima de la accidentabilidad de la forma de Gobierno. Recupe-


raba de este modo las funciones de control adscritas a las extintas Capitanías Generales31.
Su nombre no deja lugar a dudas: Servicio Especial Anticomunista (S.E.A.), aunque
también incluyó la investigación de las actividades masónicas. A la indagación añadió la
acción preventiva, con la intención de frustrar cualquier plan subversivo –la permanente
obsesión de Cervera–, aislando a los individuos considerados peligrosos. Unos fueron
recluidos en el buque de salvamento Kanguro, otros residenciados en la Base de Mahón,
sin que faltasen las expulsiones. Más allá, organizó un plan de movilización con personal
de la Base para mantener en funcionamiento los servicios públicos en caso de huelga o
alteración del orden público. El recurso se empleó en varias ocasiones, boicoteando las
medidas de presión puestas en pie por los trabajadores.
El servicio quedó a las órdenes inmediatas del capitán de fragata Pascual Cervera
y Cervera, hijo y ayudante del vicealmirante, aunque bajo la supervisión directa de éste.
Por cada dependencia de la Base –incluido el aeródromo de San Javier– se designó un
oficial del Cuerpo General de su entera confianza, organizándose una red de agentes y
confidentes, “… al objeto de descubrir e informarle de cualquier actividad extremista en
la gente”32. Dado su carácter piramidal, sobre células estancas, sólo Juan Cervera conocía
todo el entramado y manejaba toda la información, sin dar cuentas a nadie y evitando la
menor filtración entre sus propios colaboradores. Una estructura jerárquica en la que la
información circulaba en sentido ascendente y nunca horizontal33.
Sus integrantes, llegado el momento, formarán en la Quinta Columna. Entre otros,
el capitán de corbeta José M.ª Mena y Ruiz del Portal, responsable de la sección estable-
cida en el Arsenal; el capitán de fragata José Sierra Carmona, en igual puesto; el teniente
coronel Lorenzo Pallarés, en el Ramo de Artillería, y el coronel de infantería de Marina
Basilio Fuentes, de enlace en Madrid y Alicante. Con ellos, Arturo Espa.
Contó con la colaboración del jefe del Arsenal, el contralmirante Sebastián A.
Gómez Pablos, del gobernador militar de la plaza –José López-Pinto–, del juez de 1ª
Instancia –José González–, del capitán de la Guardia Civil –Pérez Moya–, de los jefes de
Policía y del cónsul alemán –Enrique C. Fricke–, conectado a los servicios secretos nazis.
Un indeseable a juicio de Eliah Meyer34.

31 EGEA BRUNO, P.M.ª, “La Marina contra la República (1931-1936): estrategia y conspiración (aportación documental
de la Causa General)”, Alcores, 20 (2016), pp. 119-144.
32 ANC. Causa 162/1942. Causa General de Murcia. Hechos ocurridos en este Departamento antes y durante el glorio-
so Alzamiento Nacional, fol. 81r.
33 Ibidem, fol. 121v.
34 Vid. FRANCO, F.J., “El cónsul Fricke y los intereses del III Reich en Cartagena”, Cartagena Histórica, 16 (2005), p. 12.
EGEA BRUNO, P.M.ª, “La Marina contra la República…, p. 128. MARTÍNEZ RUIZ-FUNES, M.ªJ. y CERDÁ MONDÉ-
JAR, V.M.ª, El colegio alemán de Cartagena (1931-1944). Élites e ideología”, Foro de Educación, 16 (25), (2018), pp.
Arturo Espa Ruiz • 37

Figuraban policías de la Dirección General de Seguridad y de la Comisaría de Car-


tagena, auxiliares de oficinas –especializados en huellas dactilares–, fotógrafos y personal
técnico diverso. No faltaban individuos de la más variada condición: “… una porción
de agentes eventuales y confidentes, de toda clase de matices, en los que el hecho de
haber trabajado con la dirección del servicio no significaba avalar su ideología…”35. Se
distinguía Julio Ortuño, camarero del Bar Chiqui de la calle Mayor, lugar de reunión de la
Falange36. También algunos subalternos, captados con el señuelo de “… ser beneficioso
para la República”37. A partir de ellos la red se extendió a los barcos. Sabemos que a las
alturas de 1935 en el acorazado Jaime I existía al menos un enlace, el buzo Pablo Rondón
Soriano.
Fiscalizó por igual a militares y civiles, vigilando a las formaciones políticas y sindica-
les de la izquierda, incluso las más templadas. No quedaron a salvo ni los concejales ni los
diputados a Cortes. El dispositivo permitió –a juicio de Pascual Cervera– mantener el orden:
“… dándose el caso extraordinario de no cometerse un crimen social, atentados, quemas
de iglesias, sabotajes y ni siquiera la rotura de un cristal…”. Un reto de principio a fin, dado
el concepto que tenían del lugar: “… un pueblo de abolengo izquierdista, republicano-can-
tonal, socialista y masónico […] una población de acusada mayoría aplastante de elementos
de izquierda y extremista (no hubo forma de ganar una elección para las derechas)…”38.
Actuó con dureza, forzando el cierre de un semanario clandestino titulado Lucha,
orientado por la masonería y editado por cabos y auxiliares, en el que se censuraba con
acritud las idas y venidas de los mandos, incluso las menos confesables: “… teniéndose
que apelar a toda clase de habilidades y violencias hasta conseguir, con la ayuda de las
personas de sano criterio, destruir la organización del libelo, que dejó de publicarse tres
o cuatro meses antes de las elecciones de 1933…”39.
Estableció un registro sobre los nuevos reemplazos. Un fichado exhaustivo –con
fotografías y huellas dactilares–, empleando los medios a su alcance, con informes de la
Dirección General de Seguridad, Guardia Civil y personas tenidas por solventes en los
lugares de procedencia de los quintos.

27-47. MEYER, E., The factual list of nazis protected by Spain, 2014, https://archive.org/details/THEFACTUA-
LLISTOFNAZISPROTECTEDBYSPAIN.
35 ANC. Causa 162/1942…, fol. 137r.
36 Vid. EGEA BRUNO, P. M.ª, La represión franquista en Cartagena (1939-1945), 2ª ed., Murcia, Memoria Histórica de
Cartagena - Ministerio de la Presidencia, 2011, p. 47.
37 ANC. Causa 604/1939. Instruida contra el cabo de 1ª buzo Gregorio García Tomás por el supuesto delito de adhesión
a la rebelión, (s.f).
38 ANC. Causa 162/1942…, fols. 121r, 122r y 123v.
39 Ibidem, fol. 122r.
38 • Pedro M.ª Egea Bruno

5. Alcalá-Zamora y Juan Cervera (Cartagena, abril de 1932).

La información recogida reveló las militancias en presencia. Entre los reclutas se


extendía la UGT, de la que nada se temía, al valorar su carácter como meramente laboral.
Otro tenor tenía el descubrimiento de algunas células libertarias, curiosamente integra-
das por individuos bien conceptuados, procedentes de Cataluña y Valencia, donde la
CNT estaba arraigada. La propaganda hallada tenía un sello especial, que no dejó de
sorprender a los investigadores, “… cubriéndola y fomentándola con una exaltación de la
cultura física y del naturalismo”40.
Los quintos, tras los filtros establecidos, dejaron de ser una preocupación. Para los
comunistas siempre fueron una masa inerte, dada la extensión del analfabetismo y su
nula ligazón con los fenómenos internos de la Marina. Su aspiración máxima era que los
licenciaran lo antes posible para volver a sus hogares y continuar con su vida41.
La gran preocupación del S.E.A. eran los subalternos y los marineros profesio-
nales, donde se daban todas las obediencias posibles, aunque de momento sin coor-
dinación entre ellas. El anarquismo se extendía entre cabos y marineros. Auxiliares y
maquinistas suscribían las opciones republicanas, con el nexo común de la masonería.
En el personal obrero adscrito a la Base –la maestranza del Arsenal– dominaba el socia-
lismo, inicialmente alejado de posturas extremistas: “… hasta los sucesos de 1934 tuvo

40 Ibidem, fol. 123r.


41 Archivo Histórico del Partido Comunista de España [AHPCE], ESPADAS, M., Informe a los comunistas de la dirección
sobre su actuación en la guerra en la Marina, Manuscritos, tesis y memorias, Sig. 35/1, fol. 10.
Arturo Espa Ruiz • 39

el prurito de mantenerse en aparente orden con carácter gubernamental y moderado


en sus manifestaciones”42.
El comunismo apenas tenía seguidores. Había empezado a infiltrarse en la Flota.
Sus afiliados recogían fondos para ayudar a los represaliados y contribuir a la publicación
de Mundo Obrero. Su acción más impactante –que consiguió alarmar al Cuerpo General–
fue la circulación de una octavilla titulada Listos a virar por avante, en la que –con más
voluntarismo que análisis– hacían un llamamiento a la insurrección armada, a organizar
consejos de soldados y marineros y a implantar el comunismo. Lo firmaban Los Marinos
Rojos de la Escuadra. Uno de sus dirigentes reconocía que el sectarismo los dejaba aisla-
dos: “… los comunistas vivíamos en aquellas fechas en el Valle de las Batucas”43. En ello
coincidía Pascual Cervera: “… afiliados pocos y teorizantes”44.
Se tuvo conocimiento del modus operandi de la masonería. El eje central era la
logia Atlántida45. Bajo la disciplina del Gran Oriente funcionaba con carácter y atribu-
ciones de regional en las capitales departamentales –Ferrol, Cádiz y Cartagena–, en la
Base de Mahón y seguramente en Barcelona. La trama se extendía a los barcos como
triángulos y, cuando había más de uno, como logias volantes, según ocurría en los cruce-
ros Cervantes y Libertad. Había penetrado en todos los estamentos, aunque con mayor
intensidad entre las clases: “La mayoría del Cuerpo de Maquinistas estaba afiliado, así
como muchos de los Cuerpos Auxiliares, especialmente de oficinas y radio; de los Cuer-
pos Patentados había pocos, casi ninguno del General y en el de Médicos era donde más
abundaban”46.
Otro foco de inquietud era la Escuela de Armas Submarinas y Radiotelegrafía, cuyo
personal estaba llamado a tener un protagonismo cierto en el fracaso del levantamiento
militar de julio de 1936, al controlar las comunicaciones. Pascual Cervera recordaba al
respecto nombres de comportamiento inequívoco: Farinós y los hermanos Balboa47. La
propuesta de Juan Cervera de que los oficiales del Cuerpo General que cursasen aquella
especialidad estudiasen como operadores apenas tuvo seguimiento: “… solo muy con-
tado número de oficiales, en los últimos cursos, se llegó a preparar como operadores, y

42 ANC. Causa 162/1942…, fol. 123v.


43 AHPCE, ESPADAS, M., Informe a los comunistas…, fol. 15.
44 ANC. Causa 162/1942…, fol. 123v.
45 Cfr. AYALA, J.A., La masonería contemporánea en la Región de Murcia, 2ª ed., Santa Cruz de Tenerife, Idea, 2009, pp.
541-555.
46 ANC. Causa 162/1942…, fol. 122v.
47 Vid. SUEIRO, M., La Flota es roja. Papel clave del radiotelegrafista Benjamín Balboa en julio de 1936, Barcelona, Argos
Vergara, 1983.
40 • Pedro M.ª Egea Bruno

al llegar la hora crítica del alzamiento estaban las estaciones en manos de auxiliares que
dieron el nefasto resultado de todos conocidos”48.
Tampoco consiguieron conjurar la amenaza que representaba para sus intereses la
Base aérea de Los Alcázares, ganada por la izquierda, con jefes como Ricardo Burguete y
Juan Ortiz. Su actuación fue crucial para que la República conservase Cartagena49.

6. Instalaciones militares.

No encontraron la aceptación esperada. Durante el primer bienio republicano los


mandos estuvieron más atentos a acomodarse a la nueva situación política o –si se quie-
re– menos galvanizados por la amenaza esgrimida: “Hubo jefes, de reconocido senti-
miento de orden, que no hicieron absolutamente nada, y otros que incluso nombraron
a las personas izquierdistas más afines a la República, para no levantar suspicacias o
congraciarse con la situación”. No se omitieron burlas ni rechazos a lo que conceptuaban
como una intromisión en su esfera de actuación, “… alegando en más de una ocasión que

48 ANC. Causa 162/1942…, fols. 122v-123r.


49 Vid. EGEA BRUNO, P.M.ª, “La Segunda República” y “La Guerra Civil”, en Historia de Los Alcázares, Murcia, Univer-
sidad de Murcia – Ayuntamiento de Los Alcázares, 2008, II, pp. 174-183 y 215-220. Del mismo autor: “Los Alcázares:
un enclave republicano en la Guerra Civil, Cartagena Histórica, 33 (2010), pp. 36-62.
Arturo Espa Ruiz • 41

se estaba jugando a los complots y a las novelas policiacas…”50. Era cuestión de tiem-
po. Una serie de acontecimientos, magnificados de forma interesada, irían extendiendo
la desconfianza y el recelo sobre un número cada vez mayor de oficiales, creando un
ambiente propicio para el levantamiento de julio de 1936.
El descubrimiento en mayo de 1932 de una célula anarquista en la Base de Sub-
marinos permitió a Cervera contagiar sus temores al ministro de Marina –José Giral–,
hasta el punto de embarcarlo en su propia guerra sucia contra la izquierda revolucionaria,
ordenando la organización de un servicio secreto para combatir las actividades conside-
radas sectarias, “… que no tuvieran cabida legal en la República”51. Ese fue el origen del
Servicio Especial Antiextremista de la Marina (S.E.A.E.M.). Para dirigirlo se nombró a Juan
Cervera que, sin conocimiento del Gobierno, mantuvo su propia organización52.

7. El general José López-Pinto (Cartagena, abril de 1939).

50 ANC. Causa 162/1942…, fol. 24r.


51 Sobre Giral CHAVES PALACIOS, J., “La Armada española en la Segunda República: José Giral ministro de Marina
(1931-1936)”, Ayer, 93 (2014), pp. 163-187. Su trayectoria conspiratoria puede seguirse en otra aportación de este
mismo autor: “Oposición política a la monarquía de Alfonso XIII. José Giral y los republicanos en la Dictadura de
Primo de Rivera”, Hispania, LXXVI, 252 (enero-abril, 2016), pp. 159-187.
52 Sobre la organización del servicio vid. HEIBERG, M. y ROS AGUDO, M., La trama oculta de la guerra civil. Los servi-
cios secretos de Franco, 1936-1945, Barcelona, Crítica, 2006, pp. 4-7.
42 • Pedro M.ª Egea Bruno

La misión recibió un impulso considerable a partir de diciembre de 1933, con la


formación del Gobierno Lerroux, de carácter derechista. Dotado de más recursos eco-
nómicos, quedó ligado a la Dirección General de Seguridad y al Ejército, ampliándose
con una sección de contraespionaje y coordinándose con el negociado de investigación
existente en la Capitanía General de Valencia, de la que dependía la Base de Cartagena.
A partir de 1934 se extendió a la guarnición de tierra, bajo la supervisión de López–
Pinto. El jefe del servicio para Cartagena y la provincia fue Arturo Espa: “… que trabaja
muy ligado y en armonía con la Marina, verificándose los estragos que la masonería hacía
en la guarnición y localizándose en ello a varios jefes, oficiales y sargentos…”53. Su labor
fue intensa, interviniendo

… en cuantas averiguaciones de índole social me fueron encomendadas; la


obtención de filiación política de determinados oficiales de Correos, el conocimien-
to de las radios en connivencia con los rebeldes en el levantamiento de octubre de
1934, la averiguación de manejos de oficiales izquierdistas del Regimiento [de Artille-
ría] durante las elecciones de febrero de 1936 –al entonces capitán Ávila lo expió por
encargo mío el artillero José Vázquez Marín–, son botones de muestra entre los muchos
que entonces se resolvieron…54.

En agosto de 1934 el servicio de Cervera estuvo sobre la pista de un complot en el


Arsenal de Cartagena que –según sus investigaciones– buscaba proclamar el comunismo
libertario:

… se descubrieron todos los hilos, y complicados marinos, de un levantamiento


de tipo comunista libertario que estaba en los comienzos de su gestación y que, dirigi-
do desde Cataluña, debía producirse junto con los de otras ciudades y regiones, tratán-
dose con probabilidad de una de las facetas que condujeron a los hechos de octubre
del mismo año en Cataluña y Asturias55.

Era la ocasión esperada para justificar su actuación, magnificando el alcance de la


conspiración:

53 ANC. Causa 162/1942…, fol. 122v.


54 ANC. Causa 894/1939…, fol. 14.
55 ANC. Causa 162/1942…, fol. 123r. Cfr. MARTÍNEZ NORTE, M., “En el 50 aniversario del movimiento de octubre”,
Octubre, 2 (1984), p. 5. Vid. CEREZO MARTÍNEZ, R., Armada española, siglo XX, T. IV, Madrid, Ediciones Poniente,
1983, p. 39.
Arturo Espa Ruiz • 43

Se descubrieron proclamas circulares y células de trabajo, todas ellas entre mari-


nería y cabos; tenían por objetivo el asesinato del comandante general del arsenal,
jefes y oficiales que no se sumasen a su causa y la unión del establecimiento y buques a
lo que ellos llamaban la Causa de la Libertad56.

Los periódicos conservadores no escatimaron detalles, expandiendo la alarma


social . Los comprometidos eran cabos de mar y marineros, entre 25 y 30, diseminados
57

por los barcos y los aeródromos de Los Alcázares y San Javier, adscritos respectivamente
al Ejército y la Marina. El movimiento debía estallar entre el 15 y el 20 de septiembre,
anticipándose a la acción que preveían iban a realizar los socialistas a principios de octu-
bre. Una fantasía apenas hilvanada por el cabo Atienza y respaldada por algunos de
sus compañeros. En el consejo de guerra –celebrado el 2 de noviembre de 1934 por el
supuesto delito de rebelión– se demostró el carácter novelesco del proyecto58. Aun así, el
sumario se cerró con una pena de muerte –luego conmutada– y varias condenas a cadena
perpetua59. El propio Tribunal Supremo se refería a su instigador como a “… un individuo
de verdadero delirio y megalomanía”60.
La prensa socialista basó la rebelión en las extralimitaciones de unos superiores de
incontestable inclinación monárquica, sin réplica por parte del Gobierno:

En el Arsenal de Cartagena, en los barcos, en todas las dependencias de la Mari-


na que la República –hay que decirlo– no supo atender ni ahora ni antes, existe entre la
tropa y cuerpos auxiliares un vivo descontento, que encuentra su principal justificación
en el trato que los jefes reaccionarios –¿cuántos hay que no lo sean?– les dispensan.

Denunciaba el acoso ideológico:

Mostrarse en la Armada como republicano –no digamos si se sospechan sim-


patías hacia los socialistas– motiva una persecución constante e implacable. Ya no hay
modo de escapar al servicio secreto –bien pagado– de espionaje para averiguar la

56 ANC. Causa 162/1942…, fol. 123r.


57 La Verdad de Murcia, 23 de agosto de 1934.
58 El Noticiero (Cartagena), 3 de noviembre de 1934.
59 Archivo Histórico Nacional [AHN]. Tribunal Supremo. Reservado. Exp. 23. N. 11. Expediente de indulto nº. 10/1934
del procesado Honorato Atienza Zamora, marinero de la dotación del Arsenal de Cartagena, relativo a la pena de
muerte dictada por sentencia del Consejo de Guerra ordinario de la Sala de Justicia del Arsenal de Cartagena por el
delito de rebelión militar en grado de conspiración durante los sucesos revolucionarios del mes de octubre de 1934.
60 Gaceta de Madrid, 13 de diciembre de 1934, fol. 2.131.
44 • Pedro M.ª Egea Bruno

filiación de cada cual. De eso podrían decir algo muchos marineros que lo saben por
experiencia»61.

Sacaba a la luz los métodos empleados en las pesquisas, alejados de toda legali-
dad, como la requisa de taquillas, en lo que coincidían los diarios locales62. La conclusión
iba más allá. Convenía el perverso uso de la acción malograda para estrechar y desmovi-
lizar voluntades:

… tienen ahora el pretexto que les hacía falta para justificar una represión que
siembre el pánico entre la marinería y acalle violentamente el descontento que en ella
pudiera existir. Ya que no a la justicia –esperanza que inútilmente abrigan desde hace
muchos años los subalternos de las Marina–, se acude al castigo. Política del palo, con
la cual se pretende pacificar espíritus63.

Juan Cervera fue recompensado. El 22 de agosto de 1934 se le concedió la Gran


Cruz del Mérito Naval con distintivo blanco, “… por los especiales méritos contraídos
en el mando de la Base naval principal de Cartagena”64. Estaba en la cima de su poder.
En octubre pudo actuar con independencia del Gobierno. Residenció a los elementos
considerados peligrosos y, de acuerdo con López-Pinto, declaró el estado de guerra.
Sólo hubo un intento de sublevación en Los Alcázares, que fue sofocado con medidas
enérgicas y orden de ocupación por fuerzas de San Javier y Cartagena, que ya estaban
preparadas al efecto. Según las confidencias que manejaba, la intervención de la Base
naval se consideraba decisiva en el movimiento proyectado en Cataluña.
A partir de 1935, frente al retroceso de la CNT, se detectó el ascenso comunista,
El PCE demostró su capacidad de penetración en auxiliares y cabos, incluso en capas
sociales muy alejadas de su ideario político, “… en gentes de posición y abolengo
burgués, recordando las discusiones oídas en el Casino, la defensa de las orientaciones
rusas, y hasta la organización (que no sé si se llevó a efecto) de un viaje de un grupo
para conocer el Paraíso Bolchevique”. El crecimiento se argumentaba en su cambio de
táctica: “Una propaganda hábil, preludio de la constitución del Frente Popular”65. El
Comité Comarcal recogía las cifras de la alarma: 50 militantes, casi todos en la Flota y
en la Base de Cartagena66.

61 El Socialista (Madrid), 24 de agosto de 1934.


62 La Tierra (Cartagena), 3 de noviembre de 1934.
63 El Socialista (Madrid), 24 de agosto de 1934.
64 Gaceta de Madrid, 22 de agosto de 1934, p. 1.635.
65 ANC. Causa 162/1942..., fol.123v.
66 AHPCE, GARCÍA, Z., Algunos datos característicos sobre Cartagena, Manuscritos, tesis y memorias, Carpeta 38/1.
Arturo Espa Ruiz • 45

La influencia socialista también se dejó notar, teniéndose constancia de su radicali-


zación, que no consiguieron neutralizar. Lo transmite Pascual Cervera: “… ya en febrero
de 1936 conceptuaba tan peligrosa su actuación que hube de decirlo a un oficial del Ser-
vicio que vino del Ministerio de Marina, contestándome que estaba dentro de la Repú-
blica y de la Ley”67. A pesar de la observación, el PSOE y la UGT quedaron sometidos a
constante vigilancia, infiltrándose en la Casa del Pueblo, comprobando la existencia de
una emisora clandestina.
La organización de Cervera dio un paso más, mezclándose en acciones políticas
directas. A principios de 1935 entró en contacto con el jefe de Falange de Murcia, Fede-
rico Servet Clemencín, actuando de mediadores el teniente de navío Fernando Oliva y el
capitán de aviación Martín Selgas, encargado luego de coordinar la conspiración contra
la República: “… se acordó apoyo mutuo y trabajo combinadamente en cuanto fuera
necesario para descubrir y destruir los propósitos marxistas”68.
Algunos oficiales participaron en tareas electorales y en el desarrollo de Falange,
su formación política más afín. Sabemos de la actuación del coronel de Infantería de
Marina Basilio Fuentes: “En los años 35 y 36, a las órdenes del almirante Cervera, como
agente secreto del Servicio de Contraespionaje en la provincia de Alicante, y durante
este tiempo fue un elemento activísimo en la preparación de las elecciones en su pueblo
natal (Albatera) a favor de las derechas y también organizó Falange española en el citado
pueblo”69. No descuidaron la acción armada. Lo exponía el capitán de corbeta José M.ª
Mena: “… que en varias ocasiones fueron afiliados de Murcia a su domicilio en el Arsenal,
donde les facilitó bastante cantidad de munición de pistola que sacaban escondida en
el cinturón”70. Contaron con la colaboración del teniente coronel de Infantería José Mín-
guez Enríquez de Salamanca, que les facilitaba el acceso al Arsenal71.
En los procedimientos sumarísimos de urgencia instruidos en la posguerra se reite-
ró la extensión entre la oficialidad del carné de Falange72. Está claro que contribuyeron a
su financiación. El teniente de navío José Luis Pérez Cela explica el procedimiento:

Que aproximadamente en el mes de enero de 1936 el capitán de corbeta Don


Juan García de la Mata dijo al declarante que tenían que ayudar a los elementos de
Falange, que en Cartagena no contaban con medios para adquirir armas, y le indicó

67 ANC. Causa 162/1942…, fol. 123v.


68 Ibidem, fol. 122v.
69 ANC. SIP. Caja 22. Exp. 1.842. Basilio Fuentes Serna, fol. 6r-v. Causa 122/1939. Instruida contra el comandante de
Infantería de Marina Basilio Fuentes Serna, fol. 5r.
70 ANC. Causa 162/1942…, fol. 24v.
71 GARCÍA GALLUD, E., O esto o aquello. 14 abril de 1931 – 18 de julio 1936, Murcia, Imp. Guirao, 1971, p. 291.
72 EGEA BRUNO, P.M.ª, “Vencedores y vencidos…”.
46 • Pedro M.ª Egea Bruno

que la cuota para contribuir a ello era de cinco pesetas mensuales y que el declarante
debía recaudar dicha cantidad de otras tres personas y estas a su vez cada uno a otras
tres, estableciéndose así una cadena73.

En los inicios de 1936 la estrategia de la tensión había dado sus frutos. En la cam-
paña electoral de febrero la oficialidad estaba perfectamente delimitada, decantada la
mayoría por las propuestas más reaccionarias y marcadamente antirrepublicanas, la CEDA
en particular. El decreto de 2 de agosto de 1934 que prohibía las actividades sindicales y
políticas de los marinos parecía no afectarles74. Según Pascual Cervera: “La oficialidad de
Marina, sana casi en su totalidad, dentro de lo que permitían ordenanzas, se unió a la pro-
paganda y medidas en favor de saldar la situación para un triunfo de las derechas”75. Lo
confirmará Julián Zugazagoitia, que desde abril de 1938 ocupaba la Secretaría General
de Defensa Nacional76. Lo corroboran las fuentes comunistas y los informes del Servicio
de Investigación Policial franquista77.
Unos pocos se manifestaron de izquierdas. Según los servicios secretos fueron los
mismos que en julio defendieron la legalidad republicana. Un tercer grupo estuvo forma-
do por los tibios, los que intentaron capear el temporal, a los que igualmente se culpó del
fracaso del golpe militar.
Las clases de tropa –suboficiales, brigadas y sargentos– se decidieron por las pro-
puestas más avanzadas, llegando a emplear el coche del jefe de la flotilla de destructores
en menesteres electorales. Las confidencias señalaban que los auxiliares asistían a la Casa
del Pueblo y a los mítines del Frente Popular. A ellos sí se les aplicó la prohibición dicta-
da: “Nuestro servicio localizó y sacó fotografías a varios asistentes que pertenecían a la
Armada y el almirante los sancionó con energía”78.

73 ANC. Causa 162/1942…, fol. 46v.


74 Gaceta de Madrid, 22 de agosto de 1934, pp. 1.635-1636.
75 ANC. Causa 162/1942…, fols. 123v-124r.
76 ZUGAZAGOITIA, J., Guerra y vicisitudes de los españoles, Barcelona, Tusquets, 2001, p. 563.
77 Vid. EGEA BRUNO, Pedro M.ª, “Contribución al estudio de la Flota republicana durante la guerra civil: la voladura
del acorazado Jaime I en el puerto de Cartagena”, Murgetana, 93 (1996), p. 94. Del mismo autor, “La visión comu-
nista sobre la Armada republicana: El informe de 1938”, en AVILÉS FARRÉ, J., Historia, política y cultura. Homenaje
a Javier Tusell, Madrid, UNED, 2009, II, pp. 307-356. Y “Entre la Historia y la propaganda: las dos sublevaciones
del acorazado Jaime I en julio de 1936”, Ebre 38. Revista Internacional de la Guerra Civil (1936-1939), 4 (2010), pp.
34-35.
78 ANC. Causa 162/1942…, fol. 123v.
Arturo Espa Ruiz • 47

8. Manifestación del 20 de febrero de 1936.

El orden de Cervera se desmoronó tras las elecciones de febrero de 1936: “…


la misma noche del escrutinio [16 de febrero] había ya grupos por las calles con gritos
subversivos, especialmente contra el general López-Pinto y el almirante”79. La exone-
ración de ambos personajes fue una petición unánime con el triunfo del Frente Popu-
lar. El 20 de febrero de 1936 se restauraron los Ayuntamientos elegidos el 12 de abril
de 1931, destituidos a raíz de los sucesos de octubre de 1934. En Cartagena, la reposi-
ción se vio respaldada con una imponente manifestación popular –más de 15.000 ciu-
dadanos–, la mayor conocida hasta ese momento80. Allí se escenificó el resentimiento
contra sendos jefes: “… salieron gritando las turbas contra el general López-Pinto y el
almirante, presididas por el nuevo alcalde y concejales que pidieron, en telegrama al
Gobierno, la inmediata destitución de ambos mandos militares, por ser de ideas con-
trarias al Frente Popular”81. La exigencia incluía a los funcionarios –policías y jueces–
que habían colaborado con el Servicio Especial Anticomunista: “Que inmediatamente
sean separados de sus cargos, por considerarlos enemigos del régimen, los señores
primer jefe de la Base naval de Cartagena; el Gobernador Militar de la Plaza don José

79 Ibidem, fol. 124r.


80 El Noticiero (Cartagena), 20 de febrero de 1936.
81 ANC. Causa 162/1942…, fol. 124r.
48 • Pedro M.ª Egea Bruno

López-Pinto; el Juez de Instrucción de Cartagena don José González, y el Juez Muni-


cipal don José Dodero”82.
El 28 de febrero López-Pinto fue nombrado comandante militar de la plaza marí-
tima de Cádiz, ocupando su puesto en la de Cartagena el general Toribio Martínez
Cabrera83. El 4 de marzo era relevado Juan Cervera, designándose en su lugar al viceal-
mirante José Gámez y Fossi84. El día 8, en compañía de su hijo Pascual, marchó a
Puerto Real (Cádiz), quedando en situación de eventualidades85. La prensa de ámbito
nacional –sin la presión local– recogió la noticia en términos meridianos: “En el correo,
marchó a Puerto Real el almirante Cervera, que ha cesado en el mando de la Base naval
a petición del Ayuntamiento repuesto”86. Su despedida fue un acto de afirmación de
las derechas87.
Las destituciones contribuyeron al fracaso de la sublevación en ciernes. Lo senten-
cia Pascual Cervera:

Cartagena quedaba entregada al marxismo sin posibilidades de salvación, en


manos de unas turbas […] con autoridades civiles que hacían causa común con los
amotinados y un gobernador militar, buscado ex profeso, para que no estuvieran los
resortes en quien pudiera desviar a la horda roja88.

Lo comparte Juan Cervera: “Creo que el General López-Pinto la hubiera conservado


[a Cartagena] para nuestra causa de haber continuado al mando…”89. Uno y otro secunda-
rían la rebelión desde Cádiz. Por allí desembarcarían las tropas alzadas de África90.

82 Archivo Municipal de Cartagena [AMC]. Caja 1.668. Exp. 22. Informe del Frente Popular de Izquierdas sobre la mani-
festación del pueblo de Cartagena del 12 de abril de 1936 [sic]. Cfr. EGEA BRUNO, P.M.ª, “La amnistía de febrero de
1936 en Cartagena: Verdad y versión. Aproximación a las claves de un proceso de mixtificación política”, Espacio,
Tiempo y Forma. Serie V. Historia Contemporánea, 23 (2011), p. 234. Del mismo autor: “17 de febrero de 1936.
Motín en el Penal de Cartagena. Simbologías y estrategia política”, Cartagena Histórica, 27 (2009), p. 59.
83 Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 1 de marzo de 1936, p. 623.
84 Gaceta de Madrid, 5 de marzo de 1936, p. 1.845.
85 Gaceta de Madrid, 10 de marzo de 1936, p. 1.956.
86 La Época (Madrid), 10 de marzo de 1936.
87 Cartagena Nueva, 10 de marzo de 1936.
88 ANC. Causa 162/1942…, fol. 124r.
89 CERVERA VALDERRAMA, J., Memorias de guerra, Madrid, Editora Nacional, 1968, p. 6.
90 PIÑEIRO BLANCA, J.: “Revolución y contrarrevolución: militares y republicanos en la ciudad de Cádiz durante la gue-
rra civil española, 1936-1939”, Trocadero, 8-9 (1997), pp. 277-290. ESPINOSA MAESTRE, F., “Apuntes para la historia
de la sublevación de julio de 1936 en Cádiz”, en Contra el olvido. Historia y memoria de la guerra civil, Barcelona,
Crítica, 2006, pp. 35-42. GIL HONDUVILLA, J., Militares y sublevación: Cádiz y provincia, 1936; Causas, personajes,
preparación y desarrollo, Sevilla, Muñoz Moya Editores, 2013.
Arturo Espa Ruiz • 49

Con el fin de la coacción, los subordinados se desembarazaron de sus temores: “…


empezaron a quitarse la careta y demostrar su ideología francamente izquierdista”. Fue
fácil identificarlos: “Estos elementos eran en general maquinistas, auxiliares y personal
enganchado, los obreros de la Base de submarinos, personal de la maestranza de tipo
obrero y en contacto con las organizaciones sindicales, [todos ellos] tomaron una actitud
hostil al mando”91.
A la tensión contribuyó el reingreso de los represaliados, especialmente por los
sucesos de octubre de 1934, readmitidos por decreto de 21 de marzo de 193692. Todos
los testimonios coinciden en esa apreciación, empezando por el del capitán de corbeta
José M.ª de la Puerta: “… medida de imposición netamente izquierdista que agravó
el ya precario estado de la disciplina”. Coincide Pascual Cervera: “… tuvieron decisi-
va intervención en los hechos del Departamento y de la Escuadra, cuando el Glorioso
Alzamiento”93. Lo confirma Bruno Alonso –ya como comisario general de la Flota– en
carta a Indalecio Prieto: “… esos hombres al estallar la guerra se apresuraron a responder
al llamamiento que se les hizo...”94.
El contenido de los enfrentamientos era ya decididamente político, en términos
inequívocos, como los que espetó un cabo a cierto alférez de navío: “Usted es un fascista,
ya llegará la nuestra”. En marzo de 1936 las octavillas encontradas en el Arsenal incitaban
a la rebelión contra los jefes. Ya no había dudas de lo que pensaban marineros y subal-
ternos: “… siendo en su inmensa mayoría opuestos a lo que ellos llamaban fascismo”. En
vísperas del levantamiento militar había síntomas evidentes de que la disciplina se estaba
quebrando. Lo pudo comprobar el teniente de navío Gil Adell: “… con ocasión de una
huelga general pocos días antes del Movimiento tuve que salir al mando de una sección
de marinería, pudiendo observar cierta resistencia pasiva a obedecer”95.

91 ANC. Causa 162/1942…, fol. 46r.


92 Gaceta de Madrid, 24 de marzo de 1936, pp. 2.323-2.324.
93 ANC. Causa 162/1942…, fols. 27v-28r y 122r.
94 Centro Documental de la Memoria Histórica [CDMH]. Archivo de Bruno Alonso González [ABAG]. Correspondencia
con Indalecio Prieto (1937-1938) [CIP]. Carta de 10 de noviembre de 1937, fols. 228r-229v..
95 ANC. Causa 162/1942…, fols. 44r y 86v. Se trata de la huelga general declarada en Cartagena entre el 14 y el 17 de
julio de 1936, realizada en solidaridad con los trabajadores empleados en la construcción de los Canales del Taibilla,
que llevaban tres meses sin cobrar. Cfr. MARTÍNEZ LEAL, J., República y Guerra Civil en Cartagena (1931-1939),
Murcia, Universidad de Murcia-Ayuntamiento de Cartagena, 1993, pp. 77-78.
Arturo Espa Ruiz • 51

III. EL REGIMIENTO DE ARTILLERÍA DE COSTA Nº. 3 Y EL


FRACASO DE LA SUBLEVACIÓN DE JULIO DE 1936

La historiografía tradicional ha venido subrayando que la Base naval de Cartagena


quedó al margen de las instrucciones dictadas por Mola para la sublevación96. La docu-
mentación consultada aclara la implicación de la oficialidad en tareas conspiratorias, des-
velando sus detalles.
La decantación antidemocrática de los oficiales se acentuó a partir del triunfo de
las izquierdas en febrero de 1936. Lo indica de forma que no ofrece dudas el teniente
de navío José Luis Pérez Cela: “… con motivo de las elecciones ganadas por el Frente
Popular se declaró abiertamente la incompatibilidad entre la República y los Institutos
Armados”97.
La inquina contra la República derivó en la preparación de un golpe contra la mis-
ma, dando ahora sus frutos. De su existencia hay constancia en marzo. La semilla estaba
sembrada –como se ha visto– desde tiempo atrás. De otro modo, no se explica la rapidez
del proceso, circunscrito a unos pocos meses. Lo trascribe el capitán de corbeta Emilio
Rodríguez Lizón:

Que al empezar el año treinta y seis el ambiente general entre los jefes y oficiales
de la Base era que no se podía continuar más en esta forma y había que tomar una
determinación, no pasando de comentarios y conversaciones. Esto se agudizó al triun-
far las izquierdas en las elecciones de febrero y hubo un contacto más íntimo entre jefes
y oficiales empezando a hablarse de un alzamiento…98.

96 CERVERA PERY, J., Alzamiento y revolución en la Marina, Madrid, ed. San Martín, 1978. y MORENO DE ALBORÁN
Y DE REYNA, F. y S., La guerra silenciosa y silenciada. Historia de la campaña naval durante de 1936-39, IV (segunda
parte), Madrid, Gráficas Lormo, 1998,
97 ANC. Causa 162/1942…, fol. 46r.
98 Ibidem, fol. 49r.
52 • Pedro M.ª Egea Bruno

En los testimonios vertidos en la Causa General de Murcia sale a relucir el argumen-


tario utilizado para captar adeptos, recurriendo al tópico, luego tan manido, del peligro
comunista:

…que había que adelantarse al golpe comunista […] que estando las Juventudes
Socialistas y Comunistas instruyéndose militarmente con objeto de que los próximos
reemplazos llamados a filas fueran de ideología y al nutrir con ellos los distintos insti-
tutos armados, éstos llegado el momento, obedeciendo consignas del Frente Popular,
anularían toda reacción derechista de los mandos que no les fueran afectos e implanta-
rían el comunismo en España.

No faltaba el llamamiento patriótico: “… había que resolver de una vez, enérgica-


mente, todo el estado de cosas que reinaba, y que nos conducía, si no se atajaba rápi-
damente, a la ruina de la patria”99. El miedo a la revolución que destacan Alía Miranda y
Hernández Sánchez100.

9. Regimiento de Artillería.

Al frente de la conspiración se situó el capitán de fragata Marcelino Galán Arrabal,


comandante del destructor Almirante Ferrándiz, asistido por el de corbeta Francisco
Pemartín San Juan. Recabarán, de los que estiman adictos, la firma de un documento de

99 Ibidem, fols. 24v, 28r y 49r.


100 ALÍA MIRANDA, F., Julio de 1936. Conspiración y alzamiento contra la Segunda República, Barcelona, Crítica, 2011,
pp. 115-122. HERNÁNDEZ SÁNCHEZ, F., “Con el cuchillo entre los dientes: el mito del peligro comunista en España
en julio de 1936”, en SÁNCHEZ PÉREZ, F. (coord.), Los mitos del 18 de julio, Barcelona, Crítica, 2013, pp. 275-290.
Arturo Espa Ruiz • 53

la Unión Militar Española, comprometiéndose a sublevarse contra el Gobierno, debiendo


suscribir alguna propuesta de las tres ofrecidas. Lo recuerda Pérez Cela:

Primero: Me comprometo bajo palabra de honor a sumarme al Movimiento


contra el Gobierno del Frente Popular y a cargarme tres socialistas por cada uno de
nosotros que caiga. El Segundo: Me comprometo bajo palabra de honor a sumarme
al Movimiento contra el Gobierno del Frente Popular, llegando a lo que sea preciso, y
el Tercero: Simpatizo con el Movimiento que se prepara contra el Gobierno del Frente
Popular101.

La mayoría de los oficiales firmó el segundo. No hay acuerdo en el número de asesi-


natos que debían cometer: dos, tres y hasta cinco, en el épico relato suscrito por el fiscal
de la Causa General102.
Avanzando el tiempo recibieron instrucciones para que se pusieran en contacto con
las fuerzas del Ejército y Aire del Departamento y con elementos de orden de la pobla-
ción civil, pertenecientes a la CEDA y Falange, siendo designado enlace de todos ellas el
capitán de Aviación Martín Selgas Perea.

10. Una de las baterías de costa (Aforca).

101 ANC. Causa 162/1942…, fol. 46v.


102 EGEA BRUNO, P.M.ª, “La Marina contra la República…”, p. 139.
54 • Pedro M.ª Egea Bruno

Se llevaron a cabo reuniones en los domicilios particulares de los oficiales más


comprometidos y a bordo de algunos destructores, como en el Churruca. La intriga se
extendió hasta conseguir cierta densidad. Lo expone con naturalidad el capitán de cor-
beta José M.ª Mena y Ruiz del Portal, que hace referencia al papel desempeñado por los
denominados oficiales de enlace. A su juicio, salvo las excepciones de rigor, el personal
de Marina del Departamento estaba al tanto del asunto, contándose con la totalidad
de los jefes y oficiales del Regimiento de Infantería de Marina, con la mayoría de los del
Regimiento de Infantería y como muchos de Artillería de Costa. Se estaba eb contacto
con los elementos de Falange.
El recuento de fuerzas tuvo lugar en la playa de la Horadada, provincia de Alicante,
donde se dieron cita delegaciones de Infantería, Aviación, Artillería del Ejército y de los
diversos Cuerpos de la Armada. A la salida de la reunión se trasladaron a San Javier, con-
siguiendo la adhesión de los jefes de la Base aeronaval, llegando a la conclusión de que
la mayoría de las fuerzas del aeródromo de Los Alcázares era afecta al Frente Popular.
Fue imposible mantener el secreto. Las clases de tropa vigilaban los movimientos
de los oficiales e incluso por la centralita del Arsenal tomaban nota de sus conversa-
ciones, que eran puestas en conocimiento del Frente Popular y del Ayuntamiento, que
dieron cuenta al Gobierno. Fueron destituidos los principales responsables de la trama,
empezando por Galán y Pemartín. Quedaron bajo sospecha el vicealmirante Francisco
Márquez Román, que el 13 de junio había sustituido a José M.ª Gámez y Fossi al frente
de la Base103. Tampoco ofrecía garantías el segundo jefe, el contralmirante Camilo Molín
Carreras, que lo era desde el 13 de abril de 1935104.
Fueron comisionados los tenientes de navío Vicente Ramírez Togores y Antonio
Ruiz con encargos precisos, que permitieron desbaratar los planes golpistas, depurando
al personal incierto y controlando las comunicaciones radiotelegráficas. El propio secre-
tario del ministro de Marina –Pedro Prado Mendizábal– se desplazó a Cartagena para
indagar lo que ocurría, reuniéndose con Vicente Ramírez y dirigentes del Frente Popular.
También se tomaron medidas en la guarnición de tierra, enviando a 80 sargentos para
controlar las baterías.
El levantamiento estalló, como estaba previsto, el 18 de julio, aunque circunscrito al
Arsenal y a la Base de San Javier. Fracasó por un cúmulo de circunstancias105. Las medidas

103 Gaceta de Madrid, 16 de junio de 1936, p. 2.379.


104 Gaceta de Madrid, 14 de abril de 1935, p. 347.
105 Al margen de la historiografía profranquista, la conspiración ha sido abordada por MARTÍNEZ LEAL, J., op. cit., pp.
169-185. Puntualmente por GONZÁLEZ MARTÍNEZ, C., Guerra civil en Murcia. Un análisis del poder y los comporta-
mientos colectivos, Murcia, Universidad de Murcia, 1999, pp. 57-58. De forma más reciente por ALÍA MIRANDA, F.,
op. cit., pp. 292-294.
Arturo Espa Ruiz • 55

adoptadas por el Gobierno fueron precisas. La separación de los cabecillas provocó la


incomunicación entre los conspiradores. Lo evidencia el teniente de navío Aquilino Prieto
García:

Nuestra desorientación era total y absoluta en aquellos momentos. El declaran-


te, particularmente, se había quedado sin los jefes con los cuales había estado hasta
entonces en más inmediato contacto. Y todos en general, faltos en absoluto de órde-
nes o por lo menos de indicaciones que nos orientasen respecto a un camino a seguir
en el caos que se venía venir, derrumbadas en una palabra las columnas básicas de toda
institución militar, las órdenes encadenadas de arriba abajo, nos encontrábamos en una
situación única en nuestra vida militar106.

Los dudosos fueron cambiados de destino, “… mandando fuerzas con las que no
habían tenido ningún contacto antes de aquel momento y todos ellos bastante alejados
entre sí”107. La salida de los barcos para evitar el paso de las tropas de África diezmó las
filas de los comprometidos.
Jugó en su contra la indecisión de los mandos superiores –Márquez y Molíns–, de
los que ahora podemos afirmar que estaban dispuestos a incorporarse al alzamiento. A
juicio de los golpistas su actuación no fue suficientemente enérgica. Vacilaron a la hora de
sacar las tropas a la calle, dieron tiempo a que los ánimos de la marinería se soliviantasen
y acabaron colaborando en la detención de los oficiales. Los dos serían destituidos el 24
de julio. El primero fue asesinado en una saca de presos en Madrid, el segundo fusilado
en Cartagena por los sediciosos al término de la guerra108.
Pesó sobremanera el fracaso del golpe en Valencia, cabecera de la III División Orgá-
nica de la que dependía Cartagena109. Devino decisiva la actitud enérgica de los oficiales
defensores de la legalidad, que contaron con la determinación de los subordinados de
los tres ejércitos y la intervención de la Base aérea de Los Alcázares.
Medió la disposición del Ayuntamiento y del Frente Popular, entregando armas
a la población civil. Así aparece en la confesión del capitán de corbeta José M.ª de la
Puerta: “Estas autoridades el día 18 por la tarde entregaron armas en el Ayuntamiento a

106 ANC. Causa 162/1942…, fol. 98r.


107 Ibidem, fol. 133r.
108 Vid. EGEA BRUNO, P.M.ª, La represión franquista en Cartagena…, p. 102.
109 Vid. MAINAR CABANES, E., L’alçamant militar a juliol de 1936 a València, Valencia, La Xara Edicions, 1996. Del mis-
mo autor, “El fracaso del golpe de Estado”, en GIRONA ALBUIXEXH, A. de y SANTACREU SOLER, J.M. (dirs,), La
guerra civil en la Comunidad Valenciana, Valencia, Prensa Valencia, 2006, pp. 31-71. EGEA BRUNO, P.M.ª, “Joaquín
Pérez Salas: Entre la defensa del orden republicano y la contrarrevolución (1936-1939)”, Espacio, Tiempo y Forma,
Serie V. Historia Contemporánea, 27 (2015), pp. 252-254.
56 • Pedro M.ª Egea Bruno

las distintas organizaciones del Frente Popular y permitieron el asalto de la armería del
Callejón de Campos, habiendo llegado noticias al Arsenal que ese mismo día 18 salieron
en camiones desde la misma Plaza del Ayuntamiento personal con armas para unirse a
las fuerzas de Aviación de Los Alcázares con objeto de asaltar el aeródromo de Marina
de San Javier”110.
A destacar la intervención de militantes de partidos y sindicatos obreros, capaces
de movilizar a las clases inferiores del Ejército frente a la amenaza común: “… supieron
aprovechar el espíritu de rebelión de las dotaciones que estaban cansadas del látigo
opresor, encauzando esta enorme fuerza y logrando apoderarse de los mandos rebeldes
y de los barcos…”111.
Fue concluyente el papel desempeñado por el general Martínez Cabrera, que había
sido nombrado gobernador militar de la plaza el 1 de marzo de 1936112. A juicio de los
sublevados tomó partido desde su incorporación: “… el citado general era masón y de
ideas de un matiz izquierdista que le hicieron ponerse en contacto con los componentes
del Frente Popular desde el momento de su toma de posesión de mando”. Sus gestos
públicos eran bien conocidos: “En cuanto a manifestaciones callejeras, despedidas a
organizaciones obreras, no tuvo inconveniente de saludar puño en alto”113.
Su actuación permitió abortar el levantamiento militar. Se apoyó en el Regimiento
de Artillería de Costa nº 3, al que se encontraba adscrito Arturo Espa. Allí se daba cita
una oficialidad republicana en su conjunto, empezando por su superior, el teniente coro-
nel José Brandaris de la Cuesta, que en septiembre de 1936 sería nombrado gobernador
militar de Menorca; los comandantes Julián Orcajo Vázquez y Gerardo Armentia Palacios,
que en marzo de 1939 cambiaría de bando; los capitanes Alberto Calderón, Francisco
Ávila Zapata y Fernando Souza; los tenientes Carlos Mira Mula, Ambrosio Mena Ferrer,

110 ANC. Causa 162/1942…, fol. 30v. Vid. EGEA BRUNO, P.M.ª, “La Segunda República” y “La Guerra Civil”, en Historia
de Los Alcázares, II…, pp. 174-183 y 215-220. Del mismo autor: “Los Alcázares: un enclave republicano…, pp. 36-62.
111 La Armada (Cartagena), 27 de marzo de 1937.
112 Gaceta de Madrid, 1 de marzo de 1936, pp. 1.756-1.757.
113 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia. Del Alzamiento
Nacional. Antecedentes, Ejército Rojo y Liberación, fols. 31-32. Toribio Martínez Cabrera ostentaba el grado de
general desde 1934. Gobernador Militar de Cartagena, defenderá la plaza en beneficio de la República. El 20 de
noviembre de 1936 fue nombrado Jefe de Estado Mayor del Ejército, cargo del que fue relevado poco después por
presión del PCE, que recelaba de su comportamiento. Destinado en el frente norte, el fracaso de las operaciones
militares y las represalias dentro del Ejército Popular por parte de los comunistas le llevarán a prisión hasta que
en 1938, bajo el gobierno de Juan Negrín, sea liberado y destinado como Comandante Militar en Madrid. Dio su
apoyo al golpe de estado del coronel Casado. Posteriormente consiguió llegar hasta Valencia donde, apresado
por las tropas franquistas, fue fusilado. CABELLO CARRO, P. y GARCÍA FERNÁNDEZ, J., “Toribio Martínez Cabre-
ra. General de Brigada, en GARCÍA FERNÁNDEZ, J. (coord.), 25 militares de la República, Ministerio de Defensa,
Madrid, 2011, pp. 632-645.
Arturo Espa Ruiz • 57

Estrada y Rubio Flórez y el alférez Valeriano Linares Alajarín. En los testimonios vertidos
en la Causa General, se les cita como “francamente rojos”. La mayoría –al igual que
Martínez Cabrera– militaba en la masonería, algunos con grados elevados, como Orcajo,
Ávila, Souza y Linares114.
Se distinguía a Julián Orcajo Vázquez, principal enlace del gobernador militar:

Masón, hombre de avanzadas ideas y gran ambición; perteneció desde el primer


momento al Frente Popular, en donde fue uno de los elementos directivos más desta-
cados. Persiguió y encarceló a los oficiales nacionales que en el Regimiento existían,
siendo uno de los primeros responsables de la muerte de muchos de ellos.

El informe no ocultaba sus cualidades ni su decidido interés por mejorar la pro-


ducción bélica: “Poseía cierta capacidad técnica que la dedicó a organizar las baterías y
servicios. También ejerció el cargo de director de la Fábrica de Cartuchería, que traída de
Toledo fue instalada en el Parque de Artillería de Cartagena. Por orden suya fueron requi-
sados materiales, minerales y máquinas”. No lo desmienten los comunicados cursados
desde el Partido Comunista115.
El Regimiento había sido previamente ganado para la República, lo que alude a
las medidas adoptadas por el Gobierno, consciente de la conspiración en marcha y de
la importancia de conservar la Base naval. No hubo, por tanto, improvisación de última
hora, aunque la documentación franquista esté sobredimensionada al objeto de justificar
el fracaso golpista:

… en el mes de abril de 1936 se había aumentado su plantilla en 600 indivi-


duos y en 70 sargentos; el referido aumento se había efectuado a costa de los demás

114 AYALA, J.A., op. cit. pp. 507-577.


115 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia…, fol. 37. No hay
duda de su elevada calificación profesional. En 1924 se le confirió una comisión de servicio para Inglaterra, “… con
el fin de visitar los establecimientos de dicha nación más relacionados con la especialidad artillera de costa”. El 28
de enero de 1936 se le concedió una recompensa por la meritoria labor desarrollada en los trabajos de artillado
y redacción de proyectos. ANTOR, S., Informe al buró político del PCE sobre las industrias de guerra en Alicante,
Pretel, Linares, Cieza y Cartagena, entre junio y julio de 1938, Tesis, manuscritos y memorias. Sig. 70/1. Su recorrido
político está igualmente contrastado. Ponente de la Asociación de Militares Profesionales Republicanos Españoles
en México y tesorero general del Comité Central de la Cruz Roja Española en el exilio, constituido en México el 27
de noviembre de 1945. Vid. Gaceta de Madrid, 21 de marzo de 1924, p. 1.503. GÓMEZ VIZCAÍNO, J.A., “Biogra-
fía Excmo. Sr. D. José López-Pinto y Berizo”, Memorial de Artillería, 159-1 (2003), p. 35. CDMH. Tribunal Especial
para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Sumario 1001-45 contra Julián Orcajo Vázquez por el delito de
masonería. TERMC, 15092. AHN. Margarita Nelken Mansberger. Correspondencia de la Asociación de Militares
Profesionales Republicanos Españoles a Margarita Nelken. Diversos-Títulos-Familias, 3233, N. 152. ALTED VIGIL, A.,
“La Cruz Roja Republicana Española en Francia, 1945-1986”, Historia Contemporánea, 6 (1991), p. 230.
58 • Pedro M.ª Egea Bruno

Regimientos de la Península, debido a lo cual, cada Regimiento había mandado sus


elementos más díscolos y más afectos a las organizaciones obreras y políticas. Solo del
Regimiento de Logroño mandaron unos 40 individuos, algunos de los cuales en el año
1934 habían tenido una destacada intervención en los sucesos revolucionarios ocurri-
dos en Asturias116.

Medió el compromiso de los sargentos que, desde la Ley de 4 de diciembre de


1931, pertenecían al cuerpo de suboficiales, en un intento del Gobierno de republicanizar
las categorías inferiores del Ejército117. Su decantación, a tenor de lo vertido en la Causa
General, fue nítida: “Los sargentos que se incorporaron al Regimiento de Costa nº. 3,
también en casi su totalidad eran destacados elementos rojos, masones y políticos de
marcado matiz izquierdista”. Se citaba a Aldaz, Aparicio, Martínez Masegosa, Luengo y
Ruiz. Su intervención será crucial:

… éstos sargentos desde el primer momento se pusieron en contacto con el


Frente Popular, organizaciones obreras y masónicas, es decir con todos los elementos
disolventes, que por desgracia existían en crecido número en la población, y apoyados
por los jefes y oficiales rojos y masones o apáticos, trataban de socavar la disciplina y
ejercían una vigilancia sobre los oficiales, clases y tropa que no eran afectos a su políti-
ca, es decir, espiaban a los oficiales que ya trataban de organizar un posible golpe de
fuerza que acabase con el caos reinante118.

Terció la actuación del Cuerpo Auxiliar Subalterno del Ejército, cuyo posiciona-
miento fue también decisivo: “… hay que añadir los individuos del C.A.S.E., en que casi
la totalidad era roja o afecta a la nefasta política de Azaña”119. Según la Causa General,
sus miembros –tachados de conflictivos–, contaban con la protección de la oficialidad
republicana:

La mayoría de los individuos de este Cuerpo daba lugar a frecuentes y preme-


ditados choques con los capitanes, tenientes y maestros de taller que mandaban las
baterías y talleres del Parque, haciéndose muy difícil, en algunos casos, a estos oficiales
el sancionar estas faltas e imponer la disciplina, por el apoyo que gozaban estos indi-

116 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia…, fols. 28-41.
117 Gaceta de Madrid, 5 de diciembre de 1931, pp. 1.443-1.444.
118 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia…, fol. 28.
119 Idem. El C.A.S.E se había creado el 13 de mayo de 1932 con la intención de regular la situación de los empleados
civiles del Ejército –conserjes, mecanógrafos, mecánicos o delineantes–, otorgándoles muchos de los derechos que
tenían los miembros del cuerpo de suboficiales. Vid. Gaceta de Madrid, 15 de mayo de 1932, pp. 1.202-1.204.
Arturo Espa Ruiz • 59

viduos del C.A.S.E. por parte del primer jefe teniente coronel Brandaris de la Cuesta,
comandantes Orcajo y Armentia, capitán Fernando Souza, tenientes Carlos Mira, Mena
y otros, que eran los verdaderos promotores de estos incidentes120.

Según la misma fuente, se buscó la complicidad de la tropa:

La propaganda comunista era introducida en el Cuartel, Parque y Baterías por los


sargentos e individuos del C.A.S.E. y distribuida entre la tropa más afecta s sus ideas;
esta propaganda estaba dedicada exclusivamente a la tropa y con la orientación clara
y precisa de crear un ambiente de recelo y desconfianza contra sus oficiales y daba sus
frutos rápidamente.

Se insistía en la anulación de los oficiales reaccionarios, no permitiéndoles tomar


medidas disciplinarias, “… siendo desautorizados cuando las aplicaban en casos que
revestían conatos de indisciplina”121.
Se perfila la vinculación de algunos artilleros con determinados miembros del
Partido Comunista, en un contexto ya claramente prebélico, proporcionándole armas y
conocimientos militares: “… gran número de sargentos celebraban reuniones con gran
descaro en el Barrio de Santa Lucía, con elementos comunistas, para organizar la acu-
mulación de dinamita, fabricación de líquidos inflamables, etc.”. La acusación alcanzaba
al teniente Ambrosio Mena Ferrer, comprometido en el reparto de armas a civiles. Los
hechos no fueron sancionados: “El capitán Lombarte y otros oficiales dieron cuenta al
primer jefe y gobernador militar de estas reuniones, y estos jefes no solo no tomaron
medidas para impedirlas, sino que no juzgaron oportuno el permitir su sanción por los
citados oficiales denunciantes del hecho”122.
A pesar de las prevenciones adoptadas, la conspiración contra la República
tomó asiento en el Regimiento, formando parte de un engranaje más amplio: “… para
ponerse de acuerdo con las demás unidades del Ejército, Marina y Aire se nombró una
ponencia, cuya misión era el organizar dentro del Cuerpo el golpe de fuerza y ponerse
en contacto con las demás Armas para cuando se ordene apoyar el Movimiento Salva-
dor de España”123.

120 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia…, fols. 28-29.
121 Idem.
122 Idem.
123 Ibidem, fol. 30.
60 • Pedro M.ª Egea Bruno

11. Despliegue artillero de la costa (Aforca)

La ponencia quedó constituida por miembros de la Unión Militar Española: los


capitanes José Esteban Palero, Ángel de la Iglesia y Morales de Setién y Antonio Lom-
barte. Tropezó con grandes dificultades, aunque llegó a contar con oficiales y núcleos
de personal en todas las dependencias del Regimiento y consiguió establecer relaciones
con las ponencias similares de Infantería, Aire, Marina, Infantería de Marina y con el 2º
jefe de E.M. del Gobierno Militar. Por lo demás, menudearon las reuniones secretas con
los dirigentes locales de los partidos de extrema derecha: Renovación Española, Acción
Popular y Círculo Tradicionalista.
Los encuentros –datados a partir del 24 de junio de 1936– tuvieron lugar en el
propio Parque de Artillería y no tardaron en despertar sospechas, con incidentes que en
alguna ocasión saltaron a la calle:

El día 29 de junio de 1936, con el pretexto de que había varios oficiales fascistas
(capitán Palero, de la Iglesia, Lombarte y otros oficiales) reunidos en el Cuartel y en el
Parque, los elementos rojos acaudillados por clases del Regimiento de Artillería y direc-
tivos de las organizaciones sindicales obreras, rodearon el Cuartel y Parque, provistos
de cartuchos de dinamita124.

124 Ibidem, fol. 29.


Arturo Espa Ruiz • 61

En última instancia a los golpistas –como ellos mismos reconocían– les sobró con-
fianza y les faltó la necesaria coordinación:

El día 18 llegó a Cartagena la noticia del Alzamiento, llegó a los Cuarteles, no


por la ponencia de enlace, que fue la primera sorprendida, sino por noticias privadas,
radios, etc.; por rápidas que fueron las medidas que tomó la ponencia y oficiales adic-
tos para sumarse al Alzamiento, no pudieron contrarrestar las que tomaron el general
gobernador y jefes y oficiales rojos (intervinieron todas las comunicaciones) apoyados
por la casi totalidad de los sargentos e individuos del C.A.S.E.125.

Las disposiciones adoptadas por los mandos leales desbarataron sus planes. Todo
encaraba a dejarlos aislados:

… el hacer que la tropa saliese de paseo, el que los sargentos permaneciesen


armados en el Cuartel y Parque, vigilando a los oficiales nacionales y el cambiar a un
gran número de éstos de batería, para aislarlos y que, al no conocer a la tropa que man-
daban, no pudieran ejecutar ningún acto de fuerza, como en todo momento trataban
de efectuar126.

De arriba abajo las fuerzas gubernamentales respondieron con unidad de criterio


para parar el golpe:

… se trató de reunir a los sargentos en la Biblioteca del Parque, lo que no se


pudo llevar a cabo, porque éstos fueron retrasando el cumplimiento de la orden, mien-
tras avisaban a los jefes rojos, que lo impidieron. Los sargentos se armaron y armaron a
la tropa de su confianza desde el primer momento, siempre en virtud de órdenes de los
jefes rojos del Regimiento, de manera que todos sus actos estaban siempre respalda-
dos por el primer jefe teniente coronel Brandaris y demás jefes y oficiales rojos que en
tan gran número existían en el Regimiento127.

En la apreciación coincide el abogado socialista Miguel Peydro, presidente del


Comité de Información y Control del Regimiento128. También los expedientes judiciales,
en concreto la pieza separada núm. 10 de 1936, dimanada del sumario general instruido

125 Idem.
126 Ibidem, fols. 32-33.
127 Idem.
128 Archivo Fundación Pablo Iglesias [AFPI]. AH-50-33. Correspondencia con Indalecio Prieto [CIP], Valencia, 21-01-1937
/ 25-04-1937. Sobre su vertiente profesional Cartagena Nueva, 27 de agosto de 1938.
62 • Pedro M.ª Egea Bruno

por el Tribunal Popular de Cartagena sobre aquellos sucesos, que subrayaba la trascen-
dente actuación de la tropa129. Según la calificación del Ministerio Fiscal:

… el 19 de julio de 1936, estando la fuerza de Artillería acuartelada, usando


de las pistolas y ya completamente levantados en armas y adheridos a la sublevación,
pretendieron eliminar a las clases de tropa con el fin de reducirla por la fuerza y la vio-
lencia si no secundaban su actitud; pero ante la firme y enérgica posición de afecto a
la República de dichas clases, no lograron imponer su gesto de rebeldía a toda la tropa
del Regimiento130.

El protagonismo último correspondió a las clases de tropa, –sargentos y brigadas–,


que fueron capaces de enfrentarse a los propósitos de los rebeldes y hacer fracasar la
sublevación: Julio Aldaz Ruiz, Julián Aparicio Moreno, Andrés Martínez Masegosa, Regino
García Culebra, Bartolomé Gomila Leonía, José Lafuente López, Amadeo Retiro López,
José Torrano Sánchez, Sebastián Romero García, Félix Vázquez Marín y Anastasio Ruiz. Una
fidelidad que pagaron al término de la guerra con el exilio, la cárcel o la muerte.
A las 6 de la mañana del 19 de julio el golpe se considera fracasado. Los cuarteles
están en manos de los militares afectos al Gobierno. Los jefes y oficiales rebeldes han
recibido orden de abandonar sus destinos. Por la tarde tiene lugar la llegada a Cartagena
del destructor Almirante Valdés con sus jefes detenidos. Una actuación que en la noche
se propaga a las restantes unidades. El día 20 las fuerzas de marinería del Arsenal se
sublevan contra los mandos. El jefe de la Base –almirante Francisco Márquez– aconseja
a los oficiales que salgan del recinto y busquen ponerse a cubierto, sin ninguna orden:
“… en tierra cada uno que corra su suerte”131. Fueron saliendo en pequeños grupos y
vestidos de paisano. En la Plaza de Armas del Arsenal circulan varias camionetas llenas
de marineros armados con fusiles. A las 11 de la mañana se abren las puertas de aquel
recinto y la población inunda las instalaciones. Todo ha terminado. Cartagena queda en
manos de la República. El Regimiento de Artillería ha jugado su papel. Arturo Espa bus-
cará su propio destino.

129 En la causa fueron incursos el capitán Ángel de la Iglesia y los tenientes Gaspar Mira Martínez y Rafael de la Torre
Con ellos fueron imputados los tenientes José Manuel Carreras Bosch, Mauricio Fraile Méndez y el capitán José
Esteban Palero. Todos tuvieron un trágico final. Vid. AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.161.
Exp. 2. Pieza quinta de Almería. Justicia roja, fols. 653-660.
130 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 4. Pieza quinta de Murcia. Justicia roja, fol. 156.
131 EGEA BRUNO, P.M.ª, “La Marina contra la República…, p. 142. La mayoría encontró la muerte a bordo del buque
prisión España Núm. 3. Vid. HERNÁNDEZ CONESA, R., “Muerte en la Marina. 14-15 de agosto de 1936, los sucesos
del Río Sil y del España número 3”, Cartagena Histórica, Extra 1, (2002). BAYONA FERNÁNDEZ, G., “El ajuste de
cuentas con los oficiales y suboficiales de la Armada republicana”, en SÁNCHEZ RECIO, G. y MORENO FONSERET,
R. (eds.), Aniquilación de la República y castigo a la lealtad, Alicante, Universidad de Alicante, 2015, pp. 280-286.
Arturo Espa Ruiz • 63

IV. LEAL GEOGRÁFICO

El concepto de leal geográfico viene siendo utilizado para referirse a los militares
que se encontraban en el territorio que permaneció fiel a la República al producirse el
golpe de Estado de julio de 1936. Un grupo heterogéneo. Desde los que se mantuvieron
leales a los que actuaron como agentes de los rebeldes, pasando por los indiferentes.
Tantos como sus motivaciones132. En una de aquellas situaciones se encontró nuestro
protagonista. El informe que el gobernador militar de Cartagena –Ricardo Marzo Pelli-
cer– remitió el 29 de noviembre de 1941 al fiscal de la Causa General sobre el compor-
tamiento durante la guerra de su unidad –el Regimiento de Artillería de Costa nº 3– lo
incluye en una relación de “… jefes y oficiales que por su apatía, indiferencia o coacciones
prestaron servicios a los rojos”133. Durante todo el proceso trató de buscar justificación a
sus actos. No parece que lo consiguiera, ni siquiera con su máximo acto exculpatorio, la
sublevación de marzo de 1939.
Quedó al margen de la intriga que desembocó en el levantamiento de julio de
1936, tal vez por no ofrecer las garantías suficientes en unas circunstancias extremas,
dado el sigilo con que se llevaba el complot y la desconfianza que generaba la amplia-
ción del círculo de iniciados. Procuró acreditarlo, atribuyéndolo a una desconexión
fortuita, a su estancia en Madrid entre el 1 de junio y el 16 de julio de 1936, preparando
el ingreso en la Escuela Superior de Guerra. El alegato, de ser cierto, traduce la precipi-
tación de última hora de los conspiradores y la consiguiente inmadurez de su proyecto:
“Durante ese plazo de mes y medio calculo que fue durante el que aquí [en Cartagena]
se fraguó todo”134.

132 Vid. ALPERT, M., El ejército republicano en la Guerra Civil, Madrid, Siglo XXI, 1989, pp. 103-105. NAVAJAS ZUBEL-
DIA, C., Leales y rebeldes. La tragedia de los militares republicanos, Madrid, Síntesis, 2011, p. 141.
133 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia…, fol. 40.
134 ANC. Causa 894/1939…, fol. 4.
64 • Pedro M.ª Egea Bruno

Aportó argumentos para demostrar su decantación derechista. No pudo hacer


mucho. El grado de compromiso de sus relaciones en la capital de España no iba más allá
de sus ambientes de estudio, donde –como mucho– se podían expresar resentimientos
contra el régimen republicano, confirmando la corta penetración de la conjura, delegada
en los mandos superiores:

… yo me reunía, en Madrid, con los que acudíamos a clase en el domicilio del


comandante de E.M. don Felipe de Vega y veía la tirantez de los momentos y el dis-
gusto por la situación reinante, disgusto y tirantez en los que participaba, pero nada en
concreto; igual ocurría en otra peña de tenientes del Regimiento de Costa que estaban
haciendo el curso del Taller de Precisión por proceder de la Academia General, eran
estos don Tomás Ravina, don Antonio Salanova, don José García Fuentes y don José
Luis Benavides –todos ellos héroes del Alcázar– […] pero tampoco dijeron nada fijo
sobre el plan a realizar.

El lenguaje de aquellos oficiales traduce una mentalidad antidemocrática, a la par


que una ciega presunción en el logro de sus planteamientos. De nuevo una prepotencia
vacua sin vinculación concreta con el designio liberticida que estaba en marcha:

… recuerdo el detalle de cierto día que al salir de casa del comandante Vega
y yendo por la calle de Claudio Coello, en donde vivía el capitán de Ingenieros Salas
Gavarret, destinado en el Regimiento de Transmisiones y también partícipe de las opo-
siciones a que yo acudía, dijo: siento entrar en la Escuela Superior de Guerra sin haber
salido con mi Compañía, sublevado, a la calle, lo que me dio a entender que aún no
había fijado nada sobre ello.

Espa no pudo ir más lejos de los gestos y las palabras. Un compromiso de difícil
comprobación:

… durante mi viaje de Madrid a [Cartagena], en el departamento en que lo hacía


surgió la discusión sobre el tema latente aquellos días en todas las conversaciones, que
era la alevosa muerte de Calvo Sotelo, sobre esto y sin la menor preocupación, en cuan-
to a la calidad de mis oyentes, di mi opinión dura y clara, lo que me valió la primera
del interminable número de denuncias que posteriormente fueron hechas sobre mí; el
denunciante, una clase de Marina, del que no he podido saber el nombre y que conmigo
viajaba, la hizo al diputado socialista Muñoz de Zafra que venía en el mismo convoy135.

135 Ibidem, fol. 5. Sobre Amancio Muñoz de Zafra vid. EGEA BRUNO, P.M.ª, “El socialismo español desde las bases: la
agrupación de Cartagena en los años de formación (1910-1923)”, en CERVERA SALINAS, V. y ADSUAR FERNÁNDEZ,
Arturo Espa Ruiz • 65

Llegó a Cartagena el 17 de julio, en un momento de efervescencia social, alimenta-


da por la huelga general de tres días que entonces termina y las alarmantes noticias que
proceden de Marruecos. Dispensado por su reciente viaje, no se reincorporará al Parque
de Artillería hasta la tarde del 18. Allí recibirá las primeras indicaciones, medias palabras
que revelan desconocimiento y redundan en la impremeditación:

… al paso, el teniente don Rafael Sánchez de León me dice: aquí hay mucha
gente mala, conviene que estés, esto, no obstante, como era para mí la demostración
clara de la participación del Regimiento y a ello quería ir con mi batería, marcho al cuar-
tel –que es donde estaba [mi unidad]– poniéndome en contacto al llegar con el capitán
don Antonio Lombarte, que me pareció jefe de lo que allí se fuese a hacer136.

Los golpistas ya habían sido sobrepasados por la determinación de los oficiales lea-
les, aunque él insistirá en su predisposición: “Este capitán me habló de la imposibilidad,
dada la situación, de echar las fuerzas a la calle; le pregunté noticias sobre el Alzamiento,
diciéndome tenía conocimiento del desembarco de fuerzas en Algeciras, quedando en
contacto con él, después de decirle que esperaba sus órdenes”137.
Leales y desleales, desinformación y recelo. Los partidarios de la insubordinación
aparecen como meros espectadores de unos hechos que se precipitan en su contra:

Y así transcurrió la noche. Durante ella fue extraño el ver armarse a los sargentos,
así como el de tomar medidas de defensa en el cuartel sólo por la guardia, el retén y los
jefes y oficiales; fueron tomadas éstas ante la idea de que Infantería de Marina nos ata-
case, si bien se convino en, antes de nada, preguntar el nombre del mando que traían
para –si era simpatizante del glorioso Alzamiento– unirnos a ellos…

Se mantienen a la expectativa, aguardando una agresión que precipite la cuarte-


lada: “… vi en los oficiales que estaban en el fondo de la cuestión la esperanza de que
fuesen masas populares que al atacar diesen pie para tomar la postura que todos deseá-
bamos, pero nada fue así…”138. A crear ese ambiente de tensión contribuye el designio
de los conspiradores de provocar un altercado callejero que justifique la declaración del

M.ªD. (coords.), Alma de América: in honorem Victorino Polo, Murcia, Universidad de Murcia, 2008, Vol. 1, pp. 215-
231. MARTÍN NÁJERA, A., El Grupo Parlamentario Socialista en la Segunda República, Madrid, Fundación Pablo
Iglesias, 2000, pp. 1.390-1.391. MARTÍN NÁJERA, A. (dir.), Diccionario biográfico del socialismo español (1879-
1939), Madrid, Fundación Pablo Iglesias, 2010, pp. 575-576.
136 ANC. Causa 894/1939…, fol. 5.
137 Idem.
138 Idem.
66 • Pedro M.ª Egea Bruno

estado de guerra. Su instrumento será Juan Vicente Fernández, el Chipé, un conocido


matón al servicio de las derechas, cuya premeditada acción debía desembocar en el
desarrollo previsto139.
Los complicados en el intento fueron relevados del mando. Espa no pudo dejar
sentada su participación: “… al día siguiente [19 de julio], noté la marcha del cuartel de
los oficiales que por sus ideas de derechas eran los que podían estar comprometidos,
viendo que se hacían cargo de los servicios los izquierdistas”. A su juicio, la argucia para
deshacerse de los primeros partió del gobernador militar, concediéndoles permiso de
verano.
Del 11 de agosto data la “Relación de personal del Regimiento de Artillería de
Costa nº. 3 de los que se sospecha pudieran haber tenido actividades concomitantes
con la actual rebelión con antelación a la fecha del pronunciamiento”. Todos oficiales:
diez capitanes y trece tenientes. Detenidos –en su mayoría– en el Cuartel Defensivo de
Fajardo y algunos más en el buque prisión España nº. 3, donde perderán la vida de forma
violenta el día 15140. Siete con permiso de verano, en paradero desconocido. Uno de ellos
Arturo Espa, que sorteó de este modo la represión, aunque él lo califique de otro modo,
ajustándose a la línea de defensa que mantiene: “… procedimiento que empleó D. Tori-
bio Martínez Cabrera para eliminar oficiales, dando cuenta después del lugar a donde
los había concedido al objeto de que fueran cazando a los permisionarios”. No fue su
caso, aunque lo tergiverse de forma interesada, asumiendo un destino heroico, “… con la
inmensa satisfacción de hallarme separado en absoluto de la horda desencadenada y en
espera de ser víctima de uno de sus ramalazos…”141.
El historial de persecución de Espa es, cuando menos, escueto. Su primer arresto se
produjo a finales de agosto de 1936, “… por una denuncia de tener depósito de armas,
personas escondidas en mi domicilio y papeles comprometedores”. Fue conducido ante

139 Vid. AHPCE. GARCÍA, B., Cartagena en el período de nuestra guerra. Tesis, manuscritos y memorias. Sig. 38/2.
Vid. ARRARÁS, J., Historia de la cruzada española, Madrid, Ediciones Españolas, 1942, VI, pp. 37-38. OLIVER, A.,
Los canes andan sueltos, Madrid, Círculo de Amigos de la Historia, 1976, p. 45. PLAZAS ESPINOSA, R., El Chipé,
Cartagena, Aries, 1999, pp. 22-23. RODA ALCANTUD, C., “Memoria y violencia colectiva en el prólogo de la Guerra
Civil española: El linchamiento de El Chipé en Cartagena”, en TRUJILLANO SÁNCHEZ, J.M. y GAGO GONZÁLEZ,
J.M. (eds.), Historia y fuentes orales. Las fuentes orales entre la memoria y la historia. La complementariedad con
otras fuentes, Actas VIIIas Jornadas, El Barco de Ávila, 2007, pp. 444-454. EGEA BRUNO, P. M.ª, “Violencia de clase
y construcción simbólica (Cartagena, 19 de julio de 1936)”, Stvdivm, 19 (2013), pp. 141-174. Del mismo autor, La
prostitución en la Cartagena contemporánea. En preparación.
140 Vid. HERNÁNDEZ CONESA, R., op. cit. HERNÁNDEZ CONESA, R. e IBÁÑEZ RUBIO, S., “Muerte en la Marina (II)”,
en Cartagena Histórica, Cuaderno Monográfico 36 (2008). MARTÍNEZ LEAL, J., op. cit., pp. 203-211. GONZÁLEZ
MARTÍNEZ, C., op. cit. pp. 160-161.
141 ANC. Causa 894/1939…, fol. 6.
Arturo Espa Ruiz • 67

el delegado gubernativo, Marcial Morales, quedando en libertad ante la falta de pruebas,


pero permaneciendo a disposición de aquél.
La segunda detención sucedió a mediados de octubre de 1936 por una orden que
llega de Madrid, conducida por una sección de policía especial: “… la denuncia esta
vez era por fascista peligrosísimo”. De nuevo un argumentado forzado. En esta ocasión,
sus relaciones con algunos dirigentes sindicales de la localidad lo libran del trance: “El
cariño que me profesaban elementos obreros de Los Molinos (Cartagena) –lugar de mi
residencia–, condiscípulos míos en las escuelas de primera enseñanza y con los que había
conservado la amistad, fue lo que me valió esta vez para salir de aquella detención y vol-
ver a mi situación anterior…”. De ajustarse a la verdad, nos situaría en el terreno de las
solidaridades, por encima del resentimiento de clase. No aporta nombres, con lo que no
se puede confirmar la veracidad de la confesión.
A mediados de diciembre –seguimos en 1936– fue declarado disponible guberna-
tivo, es decir desafecto al régimen. Tal clasificación provocó –según él– un movimiento
de simpatía dentro de su unidad, traducido en la recogida de firmas, que no tardó en
ser cortado por el Comité de Guerra del Regimiento. Ingresó en la cárcel de partido,
establecida en el barrio de San Antón de la localidad, por orden del Director General de
Seguridad. Estuvo en prisión 48 horas: entre el 2 y el 4 de enero de 1937. El delegado
gubernativo autorizó su excarcelación142.
Nada hay que justifique su suerte. El único alegato vertido en el consejo de guerra
–el aval firmado por algunos de sus subordinados– dista de ser concluyente, haciendo
referencia a su talante personal, a su capacidad para empatizar:

… que dicho señor Espa tenía antes del 18 de julio de 1936 una clara significa-
ción derechista y que, escondido en su domicilio hubo de correr durante siete meses
el riesgo y peligros a que, como persona decente, de derechas y por añadidura militar
estaba expuesto, sólo creemos que la afabilidad, simpatía y demás dotes personales de
su carácter se debe, quizá, el que el Sr. Espa no sufriera un daño irreparable143.

Una remodelación del Comité de Información y Control del Regimiento permitió


sustituir su calificación de disponible gubernativo por la de indiferente, lo que supuso
la reincorporación a su unidad. De nuevo una razón sin posible comprobación: “… fue
debido al favor de los compañeros sobre el objeto de que no fuese tan perseguido”.

142 AHN. FC-Causa General, 1.067. Exp. 2. Pieza tercera de Murcia. Cárceles y sacas. Prisión de partido de Cartagena.
Relación de reclusos de esta prisión desde el 19 de julio de 1936 al 29 de marzo de 1939.
143 ANC. Causa 894/1939…, fol. 41r.
68 • Pedro M.ª Egea Bruno

Sorprende el respaldo de los que debían encontrarse lejos de su credo político. Tampoco
aporta nombres.
Quedar a salvo de la vesania roja no era la mejor carta de presentación. Prestar
servicio a aquella causa era concluyente. Hubo de explicarse, como la inmensa mayoría
de los que se vieron en idéntica situación144. Comparado con el sacrificio de muchos de
sus compañeros de armas, su contribución a la causa nacional era, por el momento, pau-
pérrima. Debía buscar nuevos merecimientos.

144 ANC. Causa 250/1939. Instruida contra el teniente coronel de Intendencia de la Armada D. José Cabrerizo y otros
ocho jefes y oficiales más.
Arturo Espa Ruiz • 69

V. EN EL FRENTE DEL JARAMA

Las brigadas mixtas marcaron el nacimiento del Ejército Popular Republicano, reor-
ganizando sus fuerzas, tanto regulares como milicianas. De este modo, la labor empren-
dida a finales de 1936 por el Gobierno de Largo Caballero puso fin a la presencia de
pequeñas formaciones de combatientes arbitrariamente organizadas145. Llamadas a con-
vertirse en el núcleo básico del nuevo Ejército, estuvieron integradas por cuatro batallo-
nes y una compañía de reserva de Infantería, apoyados por un pelotón de caballería, una
patrulla de blindados, una batería con tres cañones, secciones de transmisiones, inten-
dencia, sanidad, zapadores y una columna de municionamiento. Sus efectivos debían
reunir 134 oficiales, 323 comisarios y 4.029 hombres, si bien sólo pudieron dotarse de
forma completa las primeras seis brigadas. No existían ni armas ni oficiales suficientes
para cubrir las necesidades previstas, a lo que se añadía la precipitación con que fueron
organizadas, lo que ha puesto en tela de juicio su operatividad146. No obstante, su actua-
ción fue decisiva en la defensa de Madrid y, en consecuencia, de la República.
La 23 Brigada Mixta se formó en Cartagena en octubre de 1936, con los bata-
llones Triana, Milicias de Cartagena, Fernando Condés y Comandante Ortiz, donde
previamente se habían integrado las milicias locales de la Juventud Socialista Unificada
[J.S.U.] y del P.C.E.147. Aquellas fuerzas estaban nutridas por trabajadores, algunos de
ellos menores de edad, como José Mateo Martínez de 16 años, huérfano de padre y
madre, “… que de la Casa de Misericordia en que se encontraba pasó a las milicias de
voluntario”148. Su organización corrió a cargo de Carlos Alberto Calderón Martínez,
capitán del Regimiento de Infantería de Sevilla núm. 34, con sede en la plaza. Durante

145 ROJO, V., Así fue la defensa de Madrid, Madrid, Asociación Libreros de Lance de Madrid, 2006.
146 ALPERT, M., El Ejército Popular de la República, 1936-1939, Barcelona, Crítica, 2007.
147 Venceremos (Cartagena), 15 de junio de 1937.
148 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910/937 instruido contra Bata-
llón Triana de la 23 Brigada (y ciento cincuenta y seis más), por abandono del servicio, desobediencia y negligencia,
fol. 156.
70 • Pedro M.ª Egea Bruno

el período de instrucción desempeñó su jefatura el teniente coronel de Infantería Eloy


Camino Perales, estando al frente de su Estado Mayor el comandante de infantería
Antonio Sicilia Serrano, siendo su primer comisario político Rafael Recatero Vilches, de
la J.S.U149. Con ellos, un agregado ruso, el capitán Nello, con su intérprete150. No salió
para el frente hasta principios de enero de 1937. El semanario anarquista Vida Nueva
–órgano de la Federación Comarcal de Sindicatos Únicos– criticó su dilatada permanen-
cia en la retaguardia151.

12. La marcha a los frentes.

El 20 de enero de 1937 Arturo Espa fue destinado a aquella unidad. Fiel a su línea
de defensa, negó su incorporación voluntaria, subrayando el sentido punitivo de la misma:

Hubo con esto, motivo de disgusto en el sector sano del Regimiento, pues
habían pedido mi permanencia aquí, por lo que yo atribuyo mi destino a que conocien-
do mis ideas, quisieran por ellas que saliese al frente. Nueva presión de los elementos
antes dichos motivó mi nuevo destino al Regimiento de Costa nº 3 con fecha 28 de
enero, pero cuando yo ya había salido para Chinchón con la citada brigada.

149 ENGEL MASOLIVER, C., Historia de las Brigadas Mixtas del Ejército Popular de la República, 1936-1939,
Madrid, Almena Ediciones, 2005, pp. 51 y 52.
150 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910 instruido contra Cristóbal
Hernández Peña, Isidoro Martínez García y Tomás Medrano Izquierdo por el delito de Rebelión Militar, fols. 41 y 57.
151 Cartagena Nueva, 6 de abril de 1937.
Arturo Espa Ruiz • 71

La brigada quedó –como la mayoría– sin equipar y lastrada por la carencia de


mandos profesionales, lo que facilitaría la actuación de los elementos quintacolumnistas.
Arturo Espa, en su permanente justificación, tratará de negar la menor implicación en
acciones de guerra. La formación contaba con un grupo de artillería, “… pero nunca vio
las piezas, marchando los de esta arma que con ella íbamos sin misión y solamente me
dijeron a mí que me uniese a su E.M., sin que aún comprenda para qué, pues no siendo
persona de confianza todo lo hacían procurando mi desconocimiento…”152.
Su bautismo de fuego tuvo lugar en la batalla del Jarama, el primer gran combate
de la guerra civil española, que se desarrolló entre el 6 y el 27 de febrero de 1937153. La
brigada se emplazó en el sector de San Martín de la Vega, agregada a la 9ª División, man-
dada por el teniente coronel Ricardo Burillo. Espa afirmará en su aserción que contribuyó
a la ineficacia de las operaciones, estacionando los cañones en lugar inapropiado y a tiro
directo del enemigo:

El jefe de la brigada me ordena indique a la batería que se emplace y le marco


para ello un cruce de carreteras (el de San Martín de la Marañosa y la que de esta
marcha hacia Casa de Gózquez Alto) sin desenfilada, sin observatorio ni comunicación
con las primeras líneas; solamente un trazo hecho en el plano por dicho jefe de la
brigada (capitán Calderón) indicaba a grosso modo las líneas rojas y delante tenía que
tirar el teniente que la mandaba154.

Lo avala el médico que los acompaña, el comandante Zenón Martínez Dueso, un


derechista confirmado –había sido alcalde de Cartagena en la comisión gestora nom-
brada por el gobernador civil el 7 de enero de 1936155–, que corrobora los extremos
indicados, empezando por la forzada inactividad de Espa: “… tenía el destino de Jefe de
Artillería y como dicha brigada no llevaba material alguno de esa rama nada tenía que
hacer”. Su indolencia se hizo patente hasta en pleno fragor de las batallas:

… durante los combates que se sucedieron de manera continuada durante siete


u ocho días el capitán D. Arturo Espa, falto de función, estuvo continuamente junto al

152 ANC. Causa 894/1939…, fol. 7.


153 GARCÍA RAMÍREZ, J.M., La batalla del Jarama, febrero 1937, Madrid, Almena Ediciones, 2005.
KRAWINKEL, M., La batalla del Jarama: entre memoria e historia, Madrid, Cyan, 2009. GONZÁLEZ DE MIGUEL,
J., La batalla del Jarama: febrero de 1937, testimonios desde un frente de la Guerra Civil, Madrid, La
Esfera de los Libros S.L., 2009. PERMUY LÓPEZ, R. A. y MORTERA PÉREZ, A., La batalla del Jarama,
Valladolid, Alcañiz y Fresnos, 2003. DÍEZ ÁLVAREZ, L., La batalla del Jarama, Madrid, Oberon, 2005.
154 ANC. Causa 894/1939…, fol. 7.
155 ABC (Madrid), 8 de enero de 1936
72 • Pedro M.ª Egea Bruno

que declara, entre los elementos sanitarios de la unidad, a que pertenecíamos. / Esta
actuación de apartamiento del capitán Espa era voluntaria.

Subrayará su rechazo a participar en hechos de armas, remarcando la escasez de


oficiales republicanos y sus consecuencias:

… por aquellos días contó la brigada con una batería de artillería de diez y
medio, que la mandaba un capitán no técnico, siendo objeto de comentarios jocosos
entre el capitán Espa y el declarante la escasa eficiencia de esta batería, a la cual me
dijo que no quería cooperar en su tiro ni acercarse por donde estaba el Estado Mayor
para evitarse una orden que suponía que le darían de tomar el mando de esa batería156.

Se explica la vulnerabilidad de aquellas fuerzas, sobre las que pesaba además su


nula experiencia en operaciones reales. Lo indica su responsable, el capitán Alberto Cal-
derón: “… las tropas que mandaba no habían entrado aún en fuego…”. Lo ratifica el
capitán del primer batallón, Federico Martínez Soler: “… que la tropa no tenía instrucción
militar, así como los oficiales a sus órdenes157.
Los resultados fueron las previsibles. El día 6 de febrero de 1937, ante el primer
envite del enemigo, se asistió a la huida desordenada de aquellas tropas, provocando la
ruptura del frente por aquel punto. Lo pondrá de relieve el propio Espa:

Desde las inmediaciones del pueblo [San Martín de la Vega] veo el avance fácil y
rápido de la caballería nacional y vuelvo al mismo, donde ya se había dado la orden de
evacuación, mandando el jefe de la batería marcharse a la margen izquierda del Jarama,
orden que no esperó, pues yendo el que suscribe por la carretera vio venir a las piezas en
franca huída, análoga a la de los milicianos del batallón que tenía por delante158.

La retirada de esa fuerza –el batallón Triana– dejó al descubierto el flanco derecho
del primer batallón de la Brigada, que se vio obligado a replegarse, contraviniendo una
exigencia ineludible:

… es tal la importancia del pueblo de San Martín de la Vega y su sector, que su


defensa en caso preciso ha de extremarse hasta el último momento, no procediendo
a su evacuación, en caso de acción desgraciada, sin recibir para ello orden expresa del
jefe de la División.

156 ANC. Causa 894/1939…, fol. 47.


157 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910/937…, fols. 93 y 105.
158 Ibidem, fol. 7.
Arturo Espa Ruiz • 73

La desbandada fue general:

… con motivo de un ataque enemigo se desmoralizaron, desbandándose, sin


que los jefes y oficiales procedieran con la energía necesaria para mantener la discipli-
na, abandonando los puestos y posiciones que defendían y parte del material, cons-
tituyendo con ello la ruptura del frente por aquel punto, con grave perjuicio para las
operaciones de represión de la rebelión militar en curso159.

El 7 de febrero el teniente coronel Burillo –Jefe de la 9ª División– remitía un telegra-


ma al general Pozas, jefe del Ejército de Operaciones del Centro, solicitando el procesa-
miento de los que consideraba responsables del desastre, empezando por Calderón: “…
quien obró manifiesta negligencia no apurando todos los medios en alcance mantener
línea confiada su custodia…”160. Calderón fue relevado del mando, quedando a disposi-
ción judicial, acusado de abandonar la posición, perdiendo en su retirada parte del arma-
mento, municiones y material. Se produjeron además 150 bajas:

El jefe de la brigada no supo encontrar resortes de mando suficientes para rein-


tegrar a su puesto estas unidades, sino que, por el contrario, aceptando el hecho por
consumado lo consideró como fundamento del repliegue total de su línea que llevó a
efecto, dejando en situación comprometida el Puente de San Martín de la Vega…161.

Los hechos fueron calificados como integrantes de los delitos de desobediencia,


negligencia y abandono de servicio. En total 157 encausados. Arturo Espa no fue moles-
tado, cuando la nula actuación de la artillería resultó explícita en lo acontecido. Calderón
señaló en el juicio que no descuidó su intervención: “… ordené a la batería de artillería se
emplazara en el cruce de caminos para atender a la defensa de aquel frente…”162. Otro
inculpado, Leandro Camarillo Vaquerizo, teniente ayudante del batallón Triana –un volun-
tario de 19 años–, puso de relieve la carencia de tal ayuda “… que ignora las causas de
no haber entrado en fuego la batería y artillería establecida en retaguardia”163. Y en otro
lugar añadía, “… que era materialmente imposible mantenerse en aquellas posiciones
por estar completamente batido por tanques, Infantería y fuerte fuego de artillería, que
en ningún momento se vio contrabatida…”164.

159 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910…, fols. 37, 86 y 98.
160 Ibidem, fol. 218.
161 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910/937…, fols. 208-209.
162 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910…, fol. 41.
163 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910/937…, fol. 110.
164 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910…, fol. 96.
74 • Pedro M.ª Egea Bruno

El comandante del Triana, Luis Carballo Huertas –minero y militante comunista–


presente en la línea defensiva de La Marañosa, recalcó la deficiencia, dejando constancia
de la inacción de Espa:

… considerando imprescindible establecer las adecuadas líneas de resistencia,


contestando el coronel [sic] Espa que debía atenerse a las determinaciones del Mando
Superior […] que en La Marañosa existía una batería que hubo que cambiar de empla-
zamiento por carecer de camino practicable para retirarse, haciéndoselo saber así al
Mando […] que por la mañana insistió [en] que la artillería disparase sobre los tanques
y caballería que atacaba Casa Gozquez, sin que se hiciera un solo disparo, habiendo
hablado posteriormente con el capitán de la batería, que le manifestó no había recibido
orden de disparar hasta las dos de la tarde165.

El coronel de Infantería Evelio Jiménez Orge, apuntó idénticos descubiertos:

… que se interesó reiteradamente fuego de artillería desde por la mañana,


diciendo personalmente el declarante que se fijara exactamente la posición del ene-
migo; que la falta de fuego de contención de artillería produjo desmoralización en
infantería […] que el comandante Carballo pidió la intervención de la artillería sin que
pudiera ser atendido porque las piezas no alcanzaban al haber tenido que retirarlas
antes de la Marañosa por carecer el campo de terreno practicable caso de que hubiera
que retirarse…166.

Se logró empañar la trayectoria de Calderón, impecable desde el punto de vista


militar. Había ingresado en la Academia de Infantería en 1916, de la que salió con el gra-
do de alférez en 1919, siendo destinado de guarnición hasta 1931. Era un leal intachable.
Iniciada la Guerra Civil, intervino en la rendición de la Base aeronaval de San Javier –pieza
clave en la trama golpista de los sublevados– y en la toma de Hellín, Tobarra y Albacete,
de significadas consecuencias estratégicas167. Pasó por los frentes de Granada, Córdoba y
Valencia, destacando por sus actuaciones en Pozoblanco y Ademuz. Fue propuesto para
gobernador militar de Cartagena, renunciado, “… por creer que sus servicios eran más
necesarios en un frente”168.
Su ejecutoria en la izquierda política estaba contrastada:

165 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910/937…, fols. 83-84 y 88.
166 Ibidem, fols. 214-216.
167 Vid. La Tierra (Cartagena), 21 de julio de 1936 y El Noticiero (Cartagena), 27 de julio de 1936.
168 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910/937…, fols. 89-92.
Arturo Espa Ruiz • 75

… que en la época de la Dictadura fue postergado, con posterioridad, en vista


del mal ambiente que tenía, fue pasado a situación de disponible. Siendo repuesto al
advenimiento de la República y conservado por esta en el mando de fuerzas cuando
últimamente se hicieron los cambios de mando; que en los sucesos de octubre [de
1934] fue preso y pasado a situación de disponible, siendo con posterioridad vuelto a
reponer en el mando después de las elecciones de diez y seis de febrero.

Había participado en la fundación de la Unión Militar Republicana Antifascista


[U.M.R.A.], era miembro del Comité de Infantería, militante de Acción Republicana y
luego de Izquierda Republicana. Según el Servicio de Información y Policía Militar (SIPM)
“… rojo muy significado, persona de confianza en Cartagena del Frente Popular…”169.
Las organizaciones políticas y sindicales se movilizaron en su defensa. La CNT a tra-
vés de su órgano de prensa –Cartagena Nueva– pidió la intervención del Frente Popular.
El director del periódico –Miguel Pérez Cordón170– no pudo ser más expresivo:

Y como a nuestro entender el camarada Calderón es un antifascista de siem-


pre, bien pudiera el Frente Popular informar en este sentido al Ministerio de Justicia
y a la Junta Delegada de Defensa para que obrase en consecuencia. La cárcel de San
Antón [de Madrid] es la antesala de la calle o del cementerio. Actúen a tiempo los
camaradas171.

En la intercesión medió Izquierda Republicana, donde militaba tras la filiación de


su mujer, al no poder hacerlo personalmente por su condición castrense, recibiendo las
mejores consideraciones:

… es un insuperable republicano, leal, activo, incansable, que ha puesto su pro-


pia vida a contribución constante de la República, antes y después del 14 de abril,
tomando parte en todos los movimientos republicanos, sufriendo estoicamente todas
las persecuciones, y granjeándose la admiración de todos los hombres de izquierda. /
Tratase de un excelente correligionario, ya que, en su nombre, en nuestra agrupación
figuraba, por ser militar el referido, su señora Doña Purificación Alcaraz. Es el verdadero
orgullo del partido […] Es un hombre republicanísimo sin tacha, cuya condición nadie
podrá atreverse a poner en duda.

169 ANC. Causa 894/1939…, fol. 58.


170 Miguel Pérez Cordón era compañero de María Silva, La Libertaria, nieta de Seisdedos, el conocido anarquista de
Casas Viejas. En marzo de 1937 se había incorporado a la redacción del periódico local. Vid. GUTIÉRREZ MOLINA,
J.L., Casas Viejas. Del crimen a la esperanza: María Silva “Libertaria” y Miguel Pérez Cordón, dos vidas unidas por un
ideal, Córdoba, Almuzara, 2008, pp. 204-238 y 249-261.
171 Cartagena Nueva, 20 de marzo de 1937.
76 • Pedro M.ª Egea Bruno

La Federación Comarcal de Sindicatos Únicos lo calificó de “Republicano-Revolu-


cionario de toda la vida”172. Terciaron en la campaña la Federación Comarcal de Socieda-
des afectas a la UGT, la Agrupación Socialista de Cartagena y el Frente Popular.
En el juicio testificó su superior –el teniente coronel Burillo– que, informado del
historial de Calderón, no dudó en rectificar:

… ha tenido ocasión de comprobar la moral de dicha brigada, indudablemente


elaborada por este jefe que la había formado y dirigido; que en las condiciones que se
hallaba la línea que cubrió el batallón Triana, y según se le explica por el Sr. fiscal, cree
que tenía que ser necesariamente arrollada y no podía de ningún modo conservarse.
Dice que cree hubo desbandada de tropa, que los oficiales no hubieran podido con-
tener aun cuando hubieran pretendido utilizar y hubieren utilizado los procedimientos
más enérgicos […] que el comandante Calderón procedió con absoluto acierto una vez
conocidos los elementos de juicio que se le ofrecen173.

Todos los procesados –a petición del fiscal– fueron absueltos. El comandante y


el comisario de la unidad recabaron del general Miaja –Jefe del Cuerpo de Ejército de
Madrid– la reposición de Calderón. El mismo Burillo secundó la solicitud. Fue puesto en
libertad el 29 de marzo de 1937. El 7 de agosto el ministro de Defensa Nacional –Indale-
cio Prieto– lo nombró Jefe de Orden Público de la Base naval de Cartagena174.
La brigada fue relevada y marchó a Ocaña para reorganizarse. A los pocos días
volvió a entrar en acción. A Espa se le otorgó mayor responsabilidad, entregándole el
mando de dos baterías:

… al marchar hacia el nuevo sector, y estando en Villaconejos me da orden el


Jefe del Cuerpo de Ejército [Miaja] de que deje la brigada y me haga cargo del mando
de una batería, también de 11,43, que había en Titulcia, pero ya aquí, de un modo
verbal, y por decir que era poco mando para un capitán procedente de Segovia, me
indican me haga cargo de un grupo formado por dos análogas que cubrían el puente
del pueblo175.

Su proceder fue de evidente obstrucción, vanagloriándose de no entrar en comba-


te y, sobre todo, de desnaturalizar la actuación artillera:

172 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910/937…, fols. 98 y 102.
173 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910…, fols. 189-191.
174 Gaceta de la República, 10 de agosto de 1937, p. 562.
175 ANC. Causa 894/1939…, fols. 7-8.
Arturo Espa Ruiz • 77

Que el mando de las dos baterías de once cuarenta y tres lo tuvo desde el trece
o catorce de febrero hasta el cinco de abril del año mil novecientos treinta y siete. Que
durante este mando no tuvo observatorio ni puesto de mando con vistas al enemigo.
Que no visitó las baterías más que una vez. Que procuró evitar todo lo posible que las
baterías hicieran fuego. Que el tiro lo dirigían los oficiales de las baterías conforme a las
instrucciones que recibían de la brigada por conducto del declarante176.

Su testimonio encuentra el respaldo del cabo Antonio Alegre Espert, calificado de


fascista, que traduce la gravedad de sus actos:

… su labor fue de un puro sabotaje al régimen marxista como lo prueban los


hechos de no aparecer nunca por las baterías, decirle a los jefes de la brigada, cuando
éstos decían que tirase con la artillería a la zona nacional, que no se podía hacer, ale-
gando excusas fútiles, como si hacía mal tiempo, o si era entre dos luces y cosas por el
estilo, y cuando se veía obligado a disparar, cosa que el declarante cree serían a lo sumo
dos o tres veces, lo hacía de manera que los tiros se quedasen cortos o cayesen en luga-
res donde no produjeran daños177.

Intentó pasarse al enemigo en dos ocasiones. La primera en San Martín de la Vega,


donde le fallaron los cálculos para encontrarse con las fuerzas nacionalistas: “… aún no
habían llegado las tropas donde yo creía, ni a la ida ni al regreso y, a más, por aquella
zona no había combate; tengo que volver al otro lado del río y dejar para mejor ocasión
el salto”. La segunda vez, desde Titulcia: “… al día siguiente comienzan los combates
fuertes por el Pingarrón y Casa Marañosa, de los que, afortunadamente, permanezco ale-
jado, correspondiendo a mi sector una tranquilidad absoluta que me permite el estudio
de las posibilidades de fuga. Vista rápidamente la imposibilidad de efectuarlo, por tener
que hacerlo por un puente extremadamente vigilado…”178.
El 5 de abril de 1937 regresó a Cartagena. La Base naval, asediada por la Quinta
Columna, era una fortaleza minada. No le resultó difícil camuflarse y actuar según sus
propósitos.

176 Ibidem, fol. 13.


177 Ibidem, fol. 44.
178 Ibidem, fols. 7-8.
Arturo Espa Ruiz • 79

VI. LA RETAGUARDIA CARTAGENERA

13. Capitanía de la Base.

La Base naval de Cartagena fue durante la Guerra Civil el principal enclave marí-
timo de la España republicana, por no decir el único. El Gobierno de Largo Caballero
–por decreto de 2 de enero de 1937– potenció su preeminencia, segregándola de la III
Región Militar y convirtiéndola en un poder autónomo. Sus límites territoriales queda-
ron definidos: Al Norte, el río Segura; al Oeste, el ferrocarril de Orihuela a Murcia, lle-
gando al empalme con el de Cartagena, y las sierras de Carrascoy y Almenara, hasta el
Cabo de Cope; al Sur y al Este, el Mar Mediterráneo, bordeando el límite de las aguas
jurisdiccionales. Se le anexionaron 21 localidades de las provincias de Murcia y Alicante.
Su jefe –que podía pertenecer a cualquiera de las tres armas– dependerá directamente
80 • Pedro M.ª Egea Bruno

del ministro de la Guerra, actuando como delegado del Gobierno y centralizando todos
los resortes del mando, tanto en el orden civil, como político y militar179.
A su poder militar sumó la capacidad industrial del área, que permitió sustentar
una relevante producción de guerra, la segunda en importancia tras la catalana, sobre-
saliendo la Sociedad Española de Construcción Naval con 3.000 obreros, el Arsenal
Militar con 1.500 y la Fábrica Nacional de Cartuchería –desplazada desde Toledo e
instalada en el Parque de Artillería– con 1.200. Contaba con una fábrica de productos
químicos en la diputación del Hondón –convertida en factoría de explosivos–, un taller
de cargas de proyectiles en la de Alumbres y la Maquinista de Levante en la inmediata
localidad de La Unión, reorientada hacia la producción bélica. Detrás un formidable
complejo minero y metalúrgico, que venía respaldando la economía regional desde
tiempo atrás, que fue sindicalizado y luego nacionalizado. Por su puerto se desembar-
cará el grueso de las armas rusas, que hará posible la defensa de Madrid y el manteni-
miento de la resistencia republicana. De aquí partirá el conocido como oro de Moscú,
el tesoro del Banco de España, que permitió financiar la compra de armamento180. Todo
ello explica que estuviese en el punto de mira de los nacionalistas, tanto de las agresio-
nes de su aviación como de la actividad de la Quinta Columna.
La retaguardia republicana, al igual que los frentes de batalla, tuvo su propia
evolución. En el caso de Cartagena lo pondrá de relieve el jefe de los servicios de
investigación franquista –el Servicio de Investigación Policial [S.I.P.]– del Departamento
Marítimo, en su afán de ofrecer a los tribunales franquistas un marco de interpretación
que facilitase la depuración de las conductas de los que habían permanecido en territo-
rio republicano y que ahora querían pasar factura por los servicios prestados o por los
sufrimientos padecidos181.
Según sus referencias, al igual que en el resto de la zona republicana, los meses
iniciales de la guerra estuvieron marcados por la atomización del poder del Estado, que
perdió el control de la violencia a manos de partidos y sindicatos obreros:

… es la época de los milicianos que con dos amigos de su calaña y un coche


robado se presentan en las casas, las desvalijan y asesinan a sus moradores en nom-

179 Gaceta de la República, 3 de enero de 1937, pp. 34-35.


180 VIÑAS, A., El oro español en la guerra civil, Instituto de Estudios Fiscales, Ministerio de Hacienda, Madrid, 1976.
Del mismo autor, El oro de Moscú. Alfa y omega de un mito franquista, Grijalbo, Barcelona, 1979. El escudo de la
República El oro de España, la apuesta soviética y lo hechos de mayo de 1937, Barcelona, Crítica, 2010. HOWSON,
G., Armas para España. La historia no contada de la Guerra Civil española, Barcelona, Península, 2000.
181 Sobre los servicios de información franquista vid. ZORZO FERRER, F.J., “Historia de los Servicios de Inteligencia: El
período predemocrático”, Arbor, CLXXX, 709 (2005), pp. 77-79. ALCALDE, J.J., Los servicios secretos en España. La
represión del movimiento libertario español, E-Books, UCM, 2008, cap. II.
Arturo Espa Ruiz • 81

bre de la F.A.I. o del comunismo. Nadie obedece, nadie acata; un fusil y un carnet
sindical son elementos sobrados para el ejercicio sin responsabilidad alguna de los
hechos más inhumanos y más monstruosos. Todos los poderes están encerrados en el
cargador de una pistola182.

Una violencia paralela, cuando no motivada por la desarrollada en la zona rebelde,


con hechos tan dramáticos como los escenificados en la plaza de toros de Badajoz o los
llevados a cabo por Queipo de Llano en Sevilla183. Se agregaban los continuos bombar-
deos, un total de 117184. Contaba el resentimiento arrastrado por los enfrentamientos
sociales de la etapa precedente185.
Lo confirman los oficiales derechistas, que insisten en el ambiente creado, en la
desconfianza generada entre ellos a pesar de la amistad que en muchos casos les unía186.
Su único propósito era salvar la vida, empezando por la asimilación de los nuevos usos
vestimentarios: “… lo primero que tuvimos que hacer fue quitarnos las insignias, vistiendo
de mono y alpargatas, para así pasar desapercibido de la gentuza que nos rodeaba”187.
A juicio del jefe del SIP solo les quedaba la huída: “En esta etapa, los hombres de orden
de la España roja, afectos al G.M.N. [Glorioso Movimiento Nacional], los que no están
tendidos en las carreteras o cunetas, pudriendo sus cuerpos al sol, o en las cárceles,
huyen; unos hacia la frontera, otros hacia lugares donde no los conozcan. Cada uno usa
los medios a su alcance, para restar su cuerpo a la orgía de sangre”188.
Tras el envite revolucionario de los primeros días se restableció el viejo orden jerár-
quico. Cambiaron los protagonistas pero no las relaciones de clase. En agosto de 1936 el
almirante Nikolái Kuznetsov, recién llegado a la ciudad como agregado naval soviético, se
sorprendía de los acusados contrastes sociales que le asaltaban por doquier: la conviven-

182 ANC. Causa 250/1939…, fols. 199-200.


183 PRESTON, P., El holocausto español. Odio y exterminio en la guerra civil y después, Barcelona, Debate, 2011, pp. 24,
193-252 y 411-457.
184 PUCHOL FRANCO, M.S., “Los bombardeos de la guerra civil en la costa murciana”, en JIMÉNEZ MADRID, R.
(coord.), Mirando al mar, vol. 2, Murcia, Universidad, 1999, pp. 137-158. PUCHOL FRANCO, M. S. y GARCÍA TOUS,
F.J., “Bombardeos aéreos sobre Cartagena en 1936. El bombardeo de las cuatro horas”, Cartagena Histórica, 3
(2003), pp. 5-19. De los mismos autores: “Los bombardeos de 1937, Cartagena histórica, 7 (2004), pp. 4-15. “Una
amenaza mortífera sobre el cielo de Cartagena: los aviones del 8º. Storno de la Italia de Mussolini (1938-1939)”,
Cartagena Histórica, 12 (2005), pp. 4-11. GRASSIA, E., L’Aviazione Legionaria da bombardamento: Spagna
1936-1939, Roma, IBN, 2009. EGEA BRUNO, P. M.ª, “Cultura de resistencia…
185 EGEA BRUNO, P.M.ª, “Los siglos XIX y XX”…, pp. 369-374.
186 ANC. Causa 775/1939. Instruida contra el teniente coronel de Artillería D. Lorenzo Pallarés Cachá, los capitanes D.
Bernardo Llobregat González y D. Joaquín Esteban Ciriquian y loa auxiliares de Artillería D. José Arguelles López, D.
Ginés Rueda Ros y D. José Bernal Martínez, fol. 61r.
187 Ibidem, fol. 82v.
188 ANC. Causa 250/1939…, fols. 199-200.
82 • Pedro M.ª Egea Bruno

cia del lujo y la miseria, del esplendor y la suciedad, de los automóviles Hispano-Suiza y
los carros tirados por débiles pollinos, de la residencia del almirante y el pequeño cuerpo
de guardia donde se hacinaban los marineros con su catre y su capote-manta, de los
salones de la oficialidad a bordo de los buques y los angostos sollados de la marinería,
de los emolumentos de los oficiales y la mísera soldada y el pobre rancho de marineros
y subalternos189.
La violencia también remitió. La última gran saca de presos tuvo lugar el 18 de
octubre de 1936: 49 fusilados en el cementerio de Santa Lucía, como represalia al primer
bombardeo con víctimas de la ciudad. Hasta marzo de 1939 –con ocasión de la subleva-
ción nacionalista– no volvió a reactivarse una represión de este calibre190.
La crisis de mayo de 1937, con la caída del Gobierno de Largo Caballero y el fin
de la hegemonía anarquista, marcaron un punto de no retorno191. Se asistió a la recons-
trucción del Estado y al cese de la coerción incontrolada192. La persecución se mitigó,
poniéndose tasa a los excesos revolucionarios y apareciendo nuevas relaciones socia-
les. La violencia quedó bajo control del Estado y las garantías procesales impuestas por
Manuel de Irujo, como ministro de Justicia del nuevo Gobierno presidido por Negrín,
limitaron el alcance de la persecución193.
La transformación operada, las razones del cambio y los beneficiarios de tal desa-
rrollo son puestos de relieve por González Quintana, que subraya el fin del proceso revo-
lucionario, el retorno al Estado surgido con el advenimiento de la República, según él al
servicio de los intereses de la burguesía y la pequeña burguesía, buscando el respaldo
de las democracias europeas y la consolidación de un modelo político homologable a las
mismas194.

189 KUNETSOV, N., “Con los marinos en España en su guerra nacional revolucionaria” en VV.AA., Bajo la bandera de la
España republicana, Moscú, Ed. Progreso, 1966, p. 135.
190 MARTÍNEZ LEAL, J., op. cit., 1993, pp. 199-200.
191 MUNIS, G., Jalones de derrota. Promesa de victoria. Crítica y teoría de la revolución española (1930-1939), Bilbao,
ZYX, 1977, p. 320ss. ENZENSBERGER, H.M., El corto verano de la anarquía: Vida y muerte de Durruti, Barcelona,
Anagrama, 2014, pp. 257-259. GRAHAM, H., La República española en guerra, 1936-1939, Barcelona, Debate, 2006,
pp. 153-235.
192 ENCINAS MORAL, A. (ed.), Las causas de la derrota de la República española. Informe elaborado por Stoyán Mínez,
alias Stepánov y Moreno, delegado en España de la Komintern durante los años 1937-1939, para el Comité Ejecutivo
de la Internacional Comunista, Moscú, [abril] de 1939, Madrid, Miraguano, 2003, pp. 242-244. PRESTON, P., op. cit.,
p. 511.
193 RAGUER, H., “Manuel de Irujo Ollo, ministro del Gobierno de la República”, Vasconia, 32 (2002), pp. 75-89.
194 GONZÁLEZ QUINTANA, A., “Justicia militar en la España republicana durante la Guerra Civil Española (1936-1939)”,
en Justicia en Guerra. Jornadas sobre la Administración de Justicia durante la Guerra Civil española: instituciones y
fuentes documentales, Madrid, Ministerio de Cultura, 1990, p. 185.
Arturo Espa Ruiz • 83

La indulgencia fue un mensaje legible. Según el jefe del SIP: “Ya no se ven pistolas
ni fusiles por las calles. / El Gobierno rojo ha desbancado al populacho, que robaba y
desbancaba por su cuenta y para su provecho […] Han desaparecido casi todos los comi-
tés, los que restan ya no tienen poder ni virulencia; nace un Estado, se precisa de órga-
nos administrativos […] el terror no es tan intenso, desaparece de las calles el miliciano
repugnante y el mono sucio”195. Surgieron nuevos representantes del poder, un nuevo
funcionariado, más acorde con el escenario inaugurado, marcado por los privilegios y el
subsiguiente rechazo de las propuestas más extremas: “Los automóviles de los comités,
de los partidos y de las sindicales pasan a los Estados Mayores, aparecen las Jefaturas de
todas clases, se desdoblan servicios, toda la frondosa burocracia nace del riego de sangre
de agosto [de 1936]; en cada cargo, alto o bajo, lleva anejo un montón de galones y un
coche. (En Cartagena hay uno en que los servicios personales de la Base naval absorben
más de doscientos coches de turismo)”196.
La vida en la retaguardia no fue igual para todos los derechistas, enjuiciando a los
que se adaptaron al nuevo orden de cosas y valorando a los que se mantuvieron firmes en
sus principios y sufrieron las consecuencias:

… existen dentro de las personas conocidas como de orden y de derechas dos


tipos bien diferenciados: a) El vividor al abrigo del sol que más calienta, y comodón
egoísta que no se ha privado de nada, y que al privar pone toda su voluntad e inte-
ligencia a las órdenes de los marxistas, causando con ello tanto daño como los rojos
puros o de corazón y por tanto tan responsables como ellos de la prolongación de la
guerra y sus consecuencias que tanto daño han ocasionado a nuestra querida patria y
b), el que tildado de fascista desde el primer momento, ha sufrido todas las privaciones,
persecuciones e incomodidades por no adaptarse al medioambiente circunstancial, y
que a juicio del jefe del S.I.P. debe ser tenido en cuenta al exigirles la responsabilidad
que pudiera haber contraído. Toda vez que además de las referidas persecuciones y
privaciones e incomodidades sufridas, ha sabido sostenerse en una posición digna,
repudiando a los dirigentes rojos, y no queriendo obtener favores de ellos en tiempos
verdaderamente difíciles, contrastando con la vida fácil y cómoda de los anteriores197.

195 ANC. Causa 250/1939…, fols. 199-200.


196 Los días 14 y 15 de agosto de 1936 contemplaron uno de los hechos más dramáticos de la guerra civil en Cartagena.
Se puso fin a la vida de los implicados en la fracasada intentona militar que se encontraban detenidos en los buques
prisión España núm. 3 y Río Sil. En total 214 víctimas. Vid. HERNÁNDEZ CONESA, R., op. cit. HERNÁNDEZ CONE-
SA, R. e IBÁÑEZ RUBIO, S., op. cit. MARTÍNEZ LEAL, J., op. cit., pp. 203-211. GONZÁLEZ MARTÍNEZ, C., op. cit.,
pp. 160-161.
197 ANC. Causa 250/1939…, fols. 200-201.
84 • Pedro M.ª Egea Bruno

La CNT resalta la existencia de una elite que vivía de espaldas a la guerra, lo que
exacerbaba al conjunto de la población con “… ostentación de galones, comisarios,
tabernas, cabarets, prostitutas y entretenidas”. Unas autoridades alejadas del momento
en que se vivía: “… en sus torres de marfil y empeñadas en apartarse del pueblo no pue-
den llegar a las entrañas de los problemas y todo lo convierten en bandos, alocuciones y
chin-chin de los desfiles…”198. Una vuelta al pasado con agravantes. Obreros de las fac-
torías de guerra que abandonaban la producción para realizar instalaciones de luz, agua,
gas y casetas de baño en los chalets requisados por los jefes militares a orillas de la playa.
Chóferes militarizados, que llevaban a sus superiores de juerga199.
La nueva situación y la relajación de la represión permitieron tomar posiciones a los
enemigos internos200. Para Vittorio Vidali, fundador y comisario político del Quinto Regi-
miento, “… los elementos de la Quinta Columna se sienten más seguros, trabajan más,
se reúnen y se organizan mejor”201. El PCE cartagenero era igualmente consciente de la
correlación: “Entre los elementos que interpretaron que la obra revolucionaria se había
suspendido, figuran los de la Quinta Columna [que] cobraron nuevos impulsos…”202.
La valoración de las conductas fue desde luego diferente:

… hay dos épocas de la revolución roja bien distintas y caracterizadas; una de


terror absoluto, terminante y sangriento. En esta época nadie hace cosa alguna que no
sea morir, entregarse o huir; los hombres en esta época de terror, sin precedentes his-
tóricos, no son plenamente responsables. Hay una segunda época benigna con relación
a la anterior, en la que se ve el tipo que vive feliz en el armatoste burocrático del estado
rojo. Muchos que empezaron a servir por miedo en la primera época, continuaron en la
segunda empujados por la ambición y el bienestar; es la época del vividor, que desea
el triunfo de Franco, pero que decide esperarle cómodamente y estar bien situado en
el futuro estado comunista, caso de que éste por una catástrofe internacional hubiese
llegado a dominar en España203.

198 AFPI. Archivo César Zayuelos [ACZ] 184-22. ZAYUELOS MORENO, C., Memoria: La política en la Marina de Guerra.
Once informes sobre lo que fue y como se procedió en la Marina de Guerra de la República. Estudios técnicos, infor-
mes de actividades de la Flota. La política comunista y de los demás políticos en la Flota, fols. 13-14.
199 Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo [FELAL]. Inventario Ámsterdam [IA]. Archivo del Comité Nacional
CNT. 33D. 2.2. Informe sobre la Marina Cartagena titulado: Suicidio voluntario. Agosto 1938, fol. 3.
200 ALÍA MIRANDA, F., “Negrín ante un enemigo invisible. La Quinta Columna y su lucha contra la República durante la
guerra civil española (1937-1939)”, Historia y Política, 33 (enero-junio, 2015), p. 188.
201 CONTRERAS, C. [Vittorio Vidali], La Quinta Columna: Cómo luchar contra la provocación y el espionaje, Madrid,
Sector Oeste del Partido Comunista, 1937, p. 23.
202 Venceremos (Cartagena), 28 de septiembre de 1937.
203 ANC. Causa 250/1939…, fol. 199.
Arturo Espa Ruiz • 85

La política de Indalecio Prieto al frente del Ministerio de Marina y Aire propició la


activación de los enemigos internos. Su primera tarea fue afrontar la carencia de mandos,
eliminados o encarcelados en los momentos iniciales de la rebelión militar. Recurrió a la
rehabilitación de los que habían sobrevivido, a pesar de las sospechas que recaían sobre
ellos, abriendo la puerta a un conjunto de seguros adversarios204. Para describir a aque-
llos oficiales –los aprovechables en definición de Benavides– se empleó el término de
rábanos que, al igual que la planta herbácea, eran rojos por fuera y blancos por dentro205.
En marzo de 1937 la CNT tenía sobrados motivos para revolverse contra el ministro.
Los nombres de los repuestos hasta esa fecha –como demostrarán los consejos de guerra
que siguieron al término de la contienda– no ofrecían ninguna garantía. Sirvan los casos,
por citar algunos, de Eduardo Armada, Carlos Esteban, Manuel Núñez, Fernando Oliva,
Ricardo Noval, Manuel Pasquín, José Barbastro, José García Fresno, José Lara y Dorda,
José Balboa, Enrique Manera, José Núñez, José María de la Puerta, Oscar Schafhausen,
Carlos Barreda, José Luis Pérez Cela, Ramón Guitart de Virto y Antonio Galvache Cerón.
La Subsecretaría de Marina no quedó a salvo de aquella presencia: “… fueron
llegando al Ministerio, Jefes y Oficiales tan probadamente reaccionarios que causan el
asombro de propios y extraños al verles actuando en puestos de responsabilidad”206.
Hasta el propio Estado Mayor nombrado por Prieto estaba en esa tesitura: Vicente Agu-
lló, Navarro, Gerardo López de Arce y Carlos Esteban Hernández que, como jefe de
operaciones, boicoteó los planes ideados para atacar a la flota nacionalista207. Ambos
extremos serán expresados por Bruno Alonso –el Comisario de la Flota– en carta a Prie-
to de 30 de julio de 1937: “Yo también creo que en la Subsecretaría y Estado Mayor se
sabotea cuanto no agrade a esos señores”208.
La CNT no dudó en responsabilizar a Prieto, reprochándole la restitución en sus
puestos de “… todos los indeseables que habían quedado en pie”, que se pasaron al
enemigo en más de la mitad de los casos, “… unos con dinero, otros con planos y claves
y todos ellos con su complacencia voluntaria y su flamante carnet de Partido”209. A su jui-
cio, las consecuencias fueron inevitables, una “Flota infecta de fascistas”, paulatinamente

204 PRIETO, I., “Cómo y por qué salí del Ministerio de Defensa Nacional”, en Convulsiones de España, México D.F.,
Ediciones Oasis, 1967, T. II. 7-85.
205 ALPERT, M., La Guerra civil española en el mar…, p. 304.
206 FELAL. IA. Archivo de la Sección Nacional de Coordinación y Servicio de Información Exterior. 005G. Situación Gene-
ral del Cuerpo de la Armada y de la Subsecretaría de Marina, fols. 10 y 13.
207 ANC. Causa 1.192/1939. Instruida contra el alférez de navío de la Armada Don Carlos Esteban Hernández, fol. 5v.
208 CDMH. ABAG. CIP (1937-1938), fol. 197r-v.
209 FELAL. IA. Archivo del Comité Nacional CNT. 33D. 2.2. Informe sobre la Marina Cartagena…, fol. 3.
86 • Pedro M.ª Egea Bruno

entregada al enemigo, cuando no saboteada como ocurrió con la voladura del Jaime I, y
finalmente rendida en Bizerta210.
Los mismos recelos se despertaron en el PCE, que consideró la falta de man-
dos como un razonamiento ficticio. Según su criterio quedaban suficientes leales en el
lado republicano y, en todo caso, se podían haber preparado los cuadros necesarios,
evitando de este modo una traición segura: “Poco a poco salen de las cárceles sin ser
juzgados todos los elementos de Falange Española en la Marina”211. Otro tanto pun-
teará el almirante Kunetsov, agregado soviético en la Base, “… el socialista Indalecio
Prieto, saboteó claramente la creación de una oficialidad de Marina auténticamente
democrática”212. El ministro se defendía con consideraciones judiciales, poco apropia-
das a las circunstancias: “… el mero procesamiento no supone culpabilidad y porque
la separación sólo en términos legales puede efectuarse si la lleva aneja la pena que se
imponga…”213.
A principios de 1938 la situación descrita en los informes del PCE era alarmante:
“... en caso de triunfo fascista, no [se] tiene necesidad de efectuar cambios ni en el
Ministerio, ni en Cartagena, ni en la Flota...”214. El realizado el 15 de agosto de aquel
año era demoledor215. De las 165 referencias anotadas solo aparecían 19 incondiciona-
les sin tacha, 21 con capacidad técnica contrastada y un solo juicio moral positivo. Los
peores resultados para la Subsecretaría de Marina, la Base de Cartagena y los Cuerpos
Patentados216.
La exigua lealtad será reconocida por el almirante Francisco Moreno, jefe de la Flo-
ta sublevada, lo que daba lugar a la que la republicana operara con las mínimas condicio-
nes de eficacia217. Lo manifestarán –ya en la posguerra– los propios oficiales que habían
intrigado contra la República. Así aparece, entre otros, en el sumario instruido al teniente
de navío Emilio Rodríguez Lizón, que declaró que la escasez de técnicos: “… obligó a los
mandos rojos a echar mano de todos los oficiales a sabiendas de que muchos de ellos
eran de ideas derechistas…”218.

210 AFPI. ACZ 184-22. ZAYUELOS MORENO, C., Memoria: La política en la Marina de Guerra...
211 AHPCE. RODRÍGUEZ SIERRA, E., Informe sobre la Marina de Guerra, Manuscritos, tesis y memorias, 64/7, fol. 14.
212 KUZNETSOV, N., “Con los marinos españoles en su guerra nacional-revolucionaria”, p. 138.
213 CDMH. ABAG. CIP (1937-1938). Carta de Prieto de 27 de marzo de 1937, fols. 42-43.
214 AHPCE, RODRÍGUEZ SIERRA, E., Informe al C.C. del Partido Comunista Español, Moscú, 10 de junio de 1941,
Manuscritos, tesis y memorias, Carpeta 56/2, fol. 31.
215 AHPCE, Informe sobre la Flota, 15 de agosto de 1938. Manuscritos, tesis y memorias. Sig. 19/8.
216 EGEA BRUNO, P.M.ª, “La visión comunista sobre la Armada republicana…, pp. 307-356.
217 Vid. MORENO, F., La guerra en el mar, Madrid, A.H.R., 1959, pp. 95 y 116-117. CERVERA VALDERRAMA, J., op. cit.,
p. 380. MORENO DE ALBORÁN Y DE REYNA, F. y S., op. cit., p. 3.241.
218 ANC. Causa 249/1939. Instruida contra el capitán de corbeta José Sierra Carmona, teniente de navío Emilio Rodrí-
guez Lizón, teniente de navío Ramón Guitar de Virto, alférez de navío Enrique Manera Regueira y teniente de navío
Arturo Espa Ruiz • 87

El grado de compromiso de los considerados adictos nunca fue firme, en conso-


nancia con la alicorta transformación operada en el arma y su dudosa empatía con el
viraje ideológico impuesto por la guerra219. Lo recogía el almirante Kuznetsov al refe-
rirse a la nula implicación de los mismos con el sentido y alcance de la contienda: “La
mayoría de los oficiales veía la sublevación y la guerra como un acontecimiento que no
tocaba a los fundamentos del orden social, y menos aún al orden militar y de la Flota”.
Afloraba en el mantenimiento de sus viejos hábitos, emanados de la despreocupación y
la vida fácil: “A veces, no había situación posible que pudiese distraerlos de una comida
prolongada con alegres conversaciones”220. Lo hacía ver Bruno Alonso a Indalecio Prie-
to en la carta que le remitía el 18 de diciembre de 1937: “… leales sin duda, pero nada
más”221. El mismo Prieto podía escribir “… los jefes de la Marina leales son tan escasos
que no hay donde elegir…”222. Azaña, por su parte, escribía: “La escuadra terminará en
explosiones, encalladuras y fugas a puertos extranjeros”223. Las prevenciones se confir-
man en el Informe sobre la flota emitido en 1938 por el partido comunista224.
Terciaba el deseo de muchos de ellos de no involucrarse demasiado. Jugaba
el miedo, contemplado en las estrategias quintacolumnistas: “Los que tenían senti-
do común comprendían que no podían ganar la guerra y solo tenían la aspiración de
poderse marchar y salvar la vida”. Las dudas alcanzaban al teniente de navío Vicente
Ramírez Togores, jefe del Estado Mayor Mixto de la Base, que tenía en sus manos los
resortes policiales y el Servicio de Investigación Militar, el SIM. Según la nota que el
capitán de Intendencia Antonio González de Guzmán pasó al enemigo el 13 de diciem-
bre de 1938: “… solo pensaba en huir […] que últimamente hacía la vista gorda para
que luego se la hiciera a él…”225.
Algunos no titubearon en enmascararse detrás de la imagen de revolucionarios
extremos. Uno de ellos, el maquinista Manuel Gutiérrez, nada menos que jefe del Arse-
nal, se mostraba expeditivo al dar posesión al teniente Fernando Oliva como comandan-
te del Almirante Valdés, exigiendo obediencia a la dotación, pero autorizándola, a “…
pegarle dos tiros en el menor movimiento que se le advierta en contra de la causa de

José M.ª de la Puerta Yáñez, fol. 192r.


219 Vid. EGEA BRUNO, P. M.ª, “La Marina contra la República, pp. 119-144.
220 KUZNETSOV, N., “Con los marinos españoles… p. 137.
221 CDMH. ABAG. CIP (1937-1938). Carta de Bruno Alonso de 18 de diciembre de 1937, fol. 244r-v.
222 Ibidem. Carta de Prieto de 9 de diciembre de 1937, fol. 145r-v.
223 AZAÑA, M., Memorias de guerra, 1936-1939, Barcelona, Grijalbo, 1978, p. 300.
224 EGEA BRUNO, P.M.ª, “La visión comunista sobre la Armada republicana…, pp. 307-356.
225 ANC. Causa 867/1939. Instruida contra el comandante de Intendencia de la Armada D. José Sicilia Mendo y siete
jefes y oficiales más, fol. 111r-v.
88 • Pedro M.ª Egea Bruno

la República”226. Luego, desde el exilio, mostraría su verdadera condición, señalando su


fingida militancia comunista: “Me convenía tener un partido que me respaldara para no
ser asesinado y morir heroicamente...”227.
La presencia de aquellos oficiales será justificada por algunos de sus jefes, como
el teniente de Navío Vicente Ramírez: “… todos los que hemos mandado y mandamos,
hemos tenido que tener a nuestras órdenes personas de antecedentes dudosos […] y con
el debido control y precaución se pueden tener y las tiene la flota, y todas por no haber
solución de sustitución por el momento”228. La Escuadra ya no la mandarán los cabos.
Las formaciones de izquierdas fueron presa fácil para los quintacolumnistas. Lo
evidencian las sentencias de los propios tribunales establecidos contra la sedición mili-
tar, que hacían referencia al aluvión de neófitos, favorecidos por la política de afiliación
masiva, “… sin el control preciso y sin tener en cuenta que más valen pocos y buenos que
muchos e inseguros”229. El mismo Vidali alertaba sobre el grado de intromisión detecta-
do, registrando la necesidad de depurar sindicatos y organizaciones políticas de embos-
cados, incontrolados y militantes de los viejos partidos burgueses, que buscaban ponerse
a cubierto de la justicia popular230.
Las células comunistas de la Marina prevenían contra aquella presencia, “… por ser
lamentable el cometer el error de poder mezclarse alguna persona no grata a nuestra
causa...”; con menciones a “ciertos emboscados con carnet”, a “comunistas de última
hora” y a los que “se dieron de baja al ver que se habían metido tantos hipócritas en el
partido”231. Desde el sarcasmo lo refería Bruno Alonso: “El nuevo comandante del Laya y
jefe a la vez de la Flotilla de Vigilancia de Valencia, me afirman que es un antiguo afiliado
de Acción Popular. ¡A lo mejor es ahora comunista!”232.
El espionaje también estaba detrás de aquella afiliación. Lo testificaron en la pos-
guerra los implicados en tal encargo. Lo hizo uno de sus jefes indiscutibles, el coronel
Basilio Fuentes Serna, que confesaba la inscripción de sus subordinados en el PCE, con el
fin de actuar de enlaces233.

226 ANC. Causa 160/1939. Instruida cintra el teniente de navío D. Fernando Oliva Llamusí, fol. 51.
227 GUTIÉRREZ PÉREZ, M., Arsenal de Cartagena 1936. Resumen de una vida, s.l. (Venezuela), Intensa Offset, 2000, p.
156.
228 ANC. Causa nº 141/1939. Instruida contra el maestre de Radio José Balboa por el supuesto delito de adhesión a la
rebelión, fol. 16.
229 Archivo General de la Región de Murcia. Prisiones, 49792/6. Expediente procesal de Manuel Chillón Cabrera, 1937-
1938, (s.f.).
230 Contreras, Carlos: La Quinta Columna…, p. 20.
231 .Vid. EGEA BRUNO, P. M.ª, “Contribución al estudio de la Flota…, p. 93.
232 CDMH. ABAG. CIP (1937-1938). Carta de 29 de noviembre de 1937, fol. 237r-v.
233 ANC. Causa 122/1939…, fol. 24r.
Arturo Espa Ruiz • 89

Julián Zugazagoitia, que desde abril de 1938 ocupaba la Secretaría General de


Defensa Nacional, se hacía eco de aquel estado de cosas en el enclave mediterráneo,
denunciando la actuación de grupos de falangistas, parapetados en toda suerte de car-
nets políticos y protegidos por “… una relajación de la moral, que, denunciada constan-
temente, no han sabido corregir las autoridades”234.
La Base naval se convirtió en una fortaleza minada. No ofrecía ninguna seguridad.
Lo transmitía Bruno Alonso a Indalecio Prieto, asentando responsabilidades y el grado de
penetración del enemigo interno. Sorprende la inacción del ministro:

La impresión que tengo es que en la Base y en Cartagena están incrustados


muchos fascistas; y el jefe de la Base, D. Valentín Fuentes, es un hombre que no tiene ni
carácter ni condición ninguna para este cargo, y creo que se precisa otro hombre que no
se entregue a los que socavan nuestra causa y que aprovecharán cualquier ocasión para
darnos un disgusto, pues repito que hay mucha gente que no merece la menor confianza,
habiendo entre ellos militares de graduación que siguen en la antigua Comandancia sin
ninguna justificación, donde se reúnen y conspiran seguramente, los cuales debieran de
mandarlos al frente235.

La Quinta Columna ya había penetrado en aquel ámbito. Lo refiere Alonso a Prieto


en carta del 14 de julio de 1937: “El comisario que tengo en la Jefatura de la Base ha des-
cubierto una organización fascista, y espero que caigan los principales, entre los cuales
creo que hay militares”. Lo reitera una semana más tarde:

Lo referente a los fascistas esos, interviene la Policía a la que he rogado me


tenga al corriente, y si no han detenido a los firmantes es porque esperan alcanzar a
cuantos estén comprometidos. Parece ser que es gente expropiada que añora volver
con el fascismo a ser dueña de lo que tenía236.

Las redadas se sucedieron, como la relatada el 25 de noviembre de 1937, pero la


trama tenía múltiples anclajes: “Se ha detenido a un buen número de supuestos fascistas,
pero yo tengo la impresión de que estos están incrustados en los partidos y las organiza-
ciones antifascistas”237. La Base era un refugio seguro: “… en todas estas oficinas –según
informe mensual que exijo a todos los comisarios– se hallan emboscados los fascistas y

234 ZUGAZAGOITIA, J., op. cit., p. 563.


235 CDMH. ABAG. CIP (1937-1938). Carta de Bruno Alonso de 23 junio de 1937, fols. 181r-182v.
236 Ibidem. Carta de Bruno Alonso de de julio de 1937, fol. 192 r-v.
237 Ibidem. Carta de Bruno Alonso de 25 de noviembre de 1937, fol. 235r.
90 • Pedro M.ª Egea Bruno

sus ahijados”238. En la observación coincidirá Pedro Prado, jefe de E.M. de Marina, que
meses más tarde remitía al ministro sus impresiones de un viaje a Cartagena: “Moral
derrotista. Mucho fascista con entera libertad de acción”239. No parecía muy eficaz el ser-
vicio de espionaje que –según Ramón Rufat– dispuso la Armada republicana240.
El fin del Comisariado de la Base en febrero de 1938 alentó las acciones contrarre-
volucionarias. Lo recogía Bruno Alonso en la carta de dimisión que dirigió a Prieto:

Creo que Cartagena por lo que supone ha de merecerle a usted la máxima


importancia, y aunque yo me abstenga de contarle nada de cuanto ocurra en la Base,
para que no crea que hostilizo a nadie, yo le ruego, no obstante, que no lo pierda de
vista por ser un campo abierto a muchas actividades contra nuestra Causa241.

La Base era un lugar de concentración de refractarios, dada su consideración de


centro de expiación. Lo traerá a colación el teniente coronel de ingenieros de la Armada
Manuel López-Acevedo Campoamor: “Dicho destino tenía el carácter de castigo, pues
había sido conferido a los que se consideraban como desafectos a la situación roja”242.
A la inseguridad contribuía la llegada masiva de refugiados, “… entre los cuales
puede haber alguno que no ofrezca la debida garantía…”243. Había que contar con los
tibios y los indiferentes, los que sabían manejarse en todas las situaciones. Lo denunciaba
el semanario La Armada, portavoz del Comisariado Político de la Marina Republicana244:
“Si por fortuna el criterio de estos bichos tuviese forma, tendrían la del agua, que se
amolda libremente al recipiente en que se la coloca”245.
Medió el abandono de una parcela tan importante como el orden público: “… el
alcalde, que es el delegado, está casi siempre ausente y la función la mediatiza con sus

238 CDMH. ABAG. Informe del Comisario General de la Flota Republicana y Base naval Principal de Cartagena, dirigido
al Ministro de Defensa Nacional (5 de diciembre de 1937).
239 Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores [AMAE]. Nota reservada y confidencial del Jefe de E.M. de Marina para
el Ministro sobre los resultados de la inspección a la Base naval de Cartagena y otras Bases, la Flota, el Comisariado,
la reorganización del E.M. y otros (11 de mayo de 1938). Caja RE.149. Carpeta 7. Estado Mayor de la Marina. Pliego
1, fol. 1.
240 RUFAT, R., “Le service d’espionnage de l’Armée républicaine pendant la Guerre Civile espagnole de 1936-1939”,
Matériaux pour l’histoire de notre temps, 3-4 (1985), pp. 68-70.
241 CDMH. ABAG. CIP. Carta de Bruno Alonso de 5 de febrero de 1938, fol. 261v.
242 ANC. Causa 385/1939. Instruida contra los tenientes coroneles de ingenieros de la Armada Pedro Vargas Serrano,
José Parga Rapa, Manuel López Acevedo y Campoamor y capitán del mismo cuerpo Rafael Crespo Rodríguez, fols.
44-45.
243 AMC, Acta Capitular [AC], 28 de abril de 1937, fol. 225v.
244 GÓMEZ VIZCAÍNO, A., “La Armada. Evolución del concepto disciplina en la Marina republicana (1936-1939)”, Anales
de Historia Contemporánea, 12 (1996), pp. 483-490.
245 La Armada (Cartagena), 1 de octubre de 1938.
Arturo Espa Ruiz • 91

debilidades el jefe de la Base (Valentín Fuentes)”246. La dotación de la Guardia de Asalto


resultaba insuficiente. Una Compañía –225 hombres– para una población que ascendía
con los refugiados a 120.000 habitantes, cuando se requerían cuatro unidades, una de
ellas motorizada. El jefe de Orden Público, el teniente coronel de Carabineros Muñoz
Vizcaíno, se distinguía por su derrotismo. A juicio de Bruno Alonso “… las referencias que
dieron son para formarle sumario y fusilarle incluso”247.
La distensión alumbró una realidad social terciada de gentes sin control, derechis-
tas declarados, vividores y asalariados al mejor postor. La prensa comunista lo denunciaba
sin ambages, recogiendo los efectos de la menor represión y la consiguiente afloración
de emboscados y arribistas:

Por nuestra ciudad pasean desde algún tiempo acá hombres y mujeres que no
se sabe de qué viven y qué trabajos realizan. Se aprecia, no obstante esto, que viven
espléndidamente, sin que nadie se preocupe de saber cuáles son sus actividades.

Un clima de corrupción y desorden moral: “A la sombra de la sórdida e indignante


especulación de los enemigos del pueblo florece toda una fauna de miserables, de ato-
nantes, de flamencos, de chulos, de gentuza”248. Hacía hincapié en la independencia con
que se movían, en sus actividades contrarrevolucionarias, en su presencia en los centros de
decisión:

… elementos que antes del 18 de julio hacían ostentación de sus ideales mar-
cadamente reaccionarios actúan con gran libertad. / Elementos que debieran estar en
la cárcel y que no sabemos por qué ni por quién andan sueltos, como si la sangre que
se derrama en los frentes no se derramara precisamente para que estos elementos no
puedan traicionar por la espalda. / Familiares y parientes de fascistas que sin ningún
recato hacen propaganda perjudicial para nuestra causa, y que sin trabajar viven tam-
bién espléndidamente. / Y, en suma, en muchos rincones de determinados organismos
oficiales, donde esperan el momento para traicionarnos por la espalda249.

El ambiente descrito tampoco era desconocido para la corporación municipal:

El camarada [Dionisio] Marí –teniente de alcalde por el Partido Sindicalista– insis-


te ampliamente en la necesidad de vigilar estrechamente a las personas de conducta

246 CDMH ABAG. CIP (1937-1938). Carta de Bruno Alonso de 23 junio de 1937, fols. 181r-182v.
247 Ibidem. Carta de 1 de agosto de 1937, fols. 198r-199r.
248 Venceremos (Cartagena), 20 de junio de 1937.
249 Venceremos (Cartagena), 18 de junio de 1937.
92 • Pedro M.ª Egea Bruno

dudosa y denunciarlas al delegado gubernativo, a fin de evitar que existan en la ciudad


y su término elementos que puedan pertenecer a la llamada Quinta Columna y que
para ello debe venir este asunto en el próximo orden del día250.

La prostitución, una vieja conocida de la ciudad251, se incrementó hasta límites


inconcebibles, en paralelo al mayor número de hombres regimentados, con su cohorte
de proxenetas: “Tipos indecentes que explotan a las mujeres y pasean sin vergüenza
por las calles ante el sonrojo de todos los antifascistas”252. Lo revalidaban los informes
comunistas: “Cartagena, cuartel y hogar de todos los marinos es convertida en un burdel.
Prostitución, tabernas y toda clase de vicios son autorizados, en la primera y única Base
naval de España republicana...”253.
En aquel medio –como avisaba la corporación municipal–, prosperaba la Quinta
Columna254. Los peligros iban más allá de los estrictamente sanitarios y morales, ya de
por sí graves255. Afectaban a la reserva de los secretos militares. Lo refería un concejal de
la CNT: “… que se vigile estrechamente a las mujeres que están ejerciendo la prostitu-
ción para evitar posibles actos de espionaje”256. No eran palabras vanas. Una tanguista
–Conchita Villena Gutiérrez–, fue detenida por el SIM por su implicación en una red de
información, siendo liberada por los sublevados de marzo de 1939257.
La corrupción favoreció el desarrollo de la Quinta Columna. Lo confirmaba Julián
Zugazagoitia, que desde abril de 1938 ocupaba la Secretaría General de Defensa Nacional:

Los agentes de Franco han logrado la diversión estratégica a que aspiraban.


Pueden avanzar en su osadía. Cartagena, con la Escuadra, tienta su codicia. El ambien-
te de la ciudad les es propicio. Está, desde hace tiempo, corrompido. Los grupos de
falangistas, parapetados en toda suerte de carnets políticos, no han dejado de trabajar,
protegidos por una relajación de la moral, que, denunciada constantemente, no han
sabido corregir las autoridades258.

250 AMC, AC, 17 de febrero de 1937, fol. 81r.


251 Vid. EGEA BRUNO, P. M.ª, “Las redes de prostitución en la España del siglo XIX: el enclave de Cartagena en los
inicios de la Restauración”, Studia historica. Historia contemporánea, 26, 2008, págs. 213-242. Del mismo autor:
“Violencia de clase y construcción simbólica…, pp. 141-174.
252 Venceremos (Cartagena), 14 de julio de 1937.
253 Vid. AHPCE. RODRÍGUEZ SIERRA E., Informe al C.C. del Partido Comunista Español…
254 AMC, AC, 17 de febrero de 1937, fol. 81r.
255 Venceremos (Cartagena), 14-VII-1937.
256 AMC, AC, 5 de mayo de 1937, fols. 235v-236r.
257 MARTÍNEZ PASTOR, M., Cinco de marzo de 1939. Cartagena, 2ª ed., Cartagena, Agua, 1992, pp. 161-162.
258 ZUGAZAGOITIA, J., op. cit., p. 563.
Arturo Espa Ruiz • 93

Los cónsules laboraron para el enemigo, empezando por el representante de Alema-


nia, Enrique C. Fricke que, tras el fracaso del golpe de julio de 1936, amparó a los falangis-
tas que buscaban protección259. Hasta que fue detenido en octubre, facilitó la evacuación
de oficiales nacionalistas en peligro, recurriendo a los barcos de guerra que bajo la bandera
de su país arribaban al puerto260. Kuznetsov añadía los servicios de espionaje que prestaba
al bando franquista, comunicando los movimientos de la Flota republicana261. El PCE iba
más lejos, destacando la relación íntima que unía al jefe del Arsenal –Norberto Morell– con
la mujer de Fricke, al que consideraba jefe del espionaje alemán en España262.
Más discreta fue la actuación de los diplomáticos de Gran Bretaña y Francia, que
también ayudaron a pasar a la zona nacionalista a los más comprometidos y a sus familias,
como algunos marinos pusieron de manifiesto al término de la guerra263. Participaron
igualmente en labores de espionaje, haciendo llegar cartas y mensajes al otro lado264.
Se destacó el inglés –Mr. Leverkus–, como aparece en una de aquellas comunicaciones,
remitida el 16 de enero de 1937 a un contacto establecido en Cádiz: “Hay espías por
todas partes; y no quiero tomar ningún paso que podía ser perjudicial o comprometedor
para ningún español y amigo de este rincón del aladroque”265. Dejaba constancia del
empleo de los barcos de guerra británicos, señalando que estaba abierta la vía del inter-
cambio, pero que su empleo dependía de los intereses franquistas de cada momento.
El periódico La Armada sabía de aquella ocupación, apenas disimulada por la labor
humanitaria de poner en relación a las familias separadas por la guerra: “¿quién nos dice
que no sea este medio por el cual se comunican?…”266. También el SIM conocía sus acti-
vidades, pero la inmunidad de que disfrutaban le impedía tomar medidas. Los tuvo bajo
vigilancia, comprobando que intercambiaban notas por medio de los capitanes de los
barcos. De los informes recogidos deducía que el cónsul francés no sentía “gran simpatía
por nuestra Causa”267.

259 GARCÍA GALLUD, E., op. cit., pp. 312-313.


260 ANC. Causa 893/1939. Instruida contra el teniente coronel Marcos Navarro Moreno, comandante de
Artillería, fol. 75r.
261 KUZNETSOV, N., “Con los marinos españoles…, p. 138.
262 AHPCE. Informe sobre la Flota…
263 ANC. Causa 775/1939…., fol. 13v. ANC. SIP. Caja 32. Exp. 2.618 Antonio González de Guzmán, capitán de Intenden-
cia de la Armada, fol. 7r. ANC. Causa 867/1939…, fol. 165r. ANC. Causa 250/1939…., fols. 53r, 119v y 148v. ANC.
DP. 335. Manuel Lombardero Vicente, s.f.
264 ANC. Causa 250/1939…, fol. 148v.
265 ANC. Causa 867/1939…, fol. 283r. Aladroque es un apodo popular empleado para referirse a los cartageneros.
266 La Armada (Cartagena), 12 de junio de 1937.
267 AMAE. Actividades sospechosas del cónsul francés en Cartagena (26 de septiembre de 1938). Caja RE. 99. Carpeta
4.
94 • Pedro M.ª Egea Bruno

La persecución de la Quinta Columna no pudo ser eficaz. El aparato judicial estaba


viciado268. El Tribunal Popular de Cartagena –arbitrado por oportunistas de doble juego
y miembros de la Quinta Columna, como José Balboa López– dejó de dictar penas de
muerte269. El Juzgado Permanente de la Base, sin ningún tipo de control, facilitó la actua-
ción de los emboscados: “… afortunadamente allí no había entrado ninguna represen-
tación de las hordas rojas”. El Juez instructor en aquella dependencia era el capitán de
Infantería de Marina Vicente Trigo Sandomingo, cuya labor se ajustó a aquellos intereses,
como declaró Fernando de Querol, teniente coronel jurídico,

... que conoce al capitán Trigo desde que estuvo destinado de Juez Permanente
a las órdenes del Auditor del Departamento, que colaboró dicho capitán eficazmente a
la labor de obstrucción y sabotaje que en la Auditoría se hacía a la justicia roja270.

De nada sirvió la creación de los denominados Tribunales Especiales de Guardia,


encargados de juzgar los delitos de alta traición, espionaje y derrotismo, establecidos el
29 de noviembre de 1937 y extendidos a partir del 9 de enero de 1938 a todas las pobla-
ciones con Audiencia provincial271.
Hasta agosto de 1938 el de Murcia había celebrado 188 juicios, la mayoría
–128– por delitos relacionados con el abastecimiento de la población, 47 por derro-
tismo, 11 por espionaje y tres por alta traición272. Su fiscal, José Garrigós Marín, se
distinguió por perseguir a izquierdistas, beneficiando en cambio a los enemigos en
la sombra, dilatando los procedimientos, pasándolos a la jurisdicción ordinaria –don-
de las penas eran menores– y procurando sobreseer, absolver o atenuar las con-
denas. El caso más extremo fue el proceso del teniente coronel Marcos Navarro,
principal responsable del complot descubierto en la Base de Cartagena en abril de
1938, exigiendo del juez la práctica de todas las diligencias “con objeto de esti-
rar el asunto”273. Dio lugar a que la guerra terminase sin haberse resuelto nada.

268 SÁNCHEZ RECIO, G., “Justicia ordinaria y justicia popular durante la guerra civil”, en Justicia en Guerra. Jornadas
sobre la Administración de Justicia durante la Guerra Civil española: instituciones y fuentes documentales, Madrid,
Ministerio de Cultura, 1990, pp. 87-107. Del mismo autor: Justicia y guerra en España. Los Tribunales Populares
(1936-1939), Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1991.
269 BERMEJO MERINO, C.; AYUSO HERRERA, M. y MARCOS RIVAS, J., “El Tribunal Popular de Cartagena”, en Justicia
en Guerra…, pp. 109-125.
270 ANC. Causa 50/1939. Instruida contra el capitán de infantería de Marina Don Vicente Trigo Sandomingo por el
supuesto delito de adhesión a la rebelión, fols. 4v y 55r.
271 Gaceta de la República, 11 de enero de 1938, pp. 151-152.
272 GONZÁLEZ MARTÍNEZ, C., op. cit., p. 251.
273 AHN. FC-Causa_General, 1067, Exp. 4. Pieza quinta de Murcia…, fol. 331.
Arturo Espa Ruiz • 95

A finales de junio de 1938 la Agrupación Socialista de Cartagena demandó de su


ejecutiva nacional la constitución urgente de un Tribunal Especial de Guardia274. Llegado
el caso, su fiscal se caracterizó –como el de Murcia– por la morosidad, hasta el punto de
ser amonestado por el Fiscal General de la República275.
Los informes que manejaba la CNT confirmaban la mediación de la justicia. En
agosto de 1938 no había nada seguro, ni los jueces ni el SIM, que según la CNT protegían
“al ricacho, al cacique y al burgués, persiguiendo a sangre y fuego al antifascista”. El
informante podía presentar tal cúmulo de pruebas, “… que les haría creer que estamos
en Burgos o en Salamanca en lugar de en Cartagena”276.
En ningún momento se profundizó en la represión. Ni siquiera cuando el 10 de
febrero de 1939 se descubrió una conspiración de amplio alcance. Según el PCE se prac-
ticaron arrestos y detenciones, pero no hubo ningún juicio sumarísimo, poniéndose en
libertad a algunos de los comprometidos y dando largas al procesamiento de los deteni-
dos, a pesar de estar convictos y confesos277.
La hidra de la conjura ya había calado entre los que tenían la obligación de segar-
la. Lo indicaban con contundencia los ministros González Peña, Bilbao y Blanco que
visitaron Cartagena el 17 de febrero de 1939, respaldando el testimonio del PCE sobre
la nula persecución de los enemigos internos, dedicándose los auditores de guerra
–transgrediendo la ley– a exhumar sumarios instruidos con anterioridad a la declaración
del estado de guerra, que afectaban por lo general a izquierdistas, incluidas las mismas
autoridades.
Para los ministros, la institución estaba infiltrada de arriba abajo: “No es
un secreto para nadie que en una y otra parte –tribunales y comandancias milita-
res– no están las personas ni más capaces ni que más se distinguen por su afec-
ción”. Ni la Policía era de fiar: “Conceptuamos indispensable y urgentísimo destacar
en Cartagena una plantilla de policía que termine rápidamente con el ambiente de
descomposición y derrota que allí se respira”278. La siguiente sublevación –la de mar-
zo de 1939– fue imparable y sus consecuencias irreparables para la República279.

274 AFPI. AH-5-19. Correspondencia con la Agrupación Socialista de Cartagena (06-11-1935 / 12-01-1939), fol. 88r.
275 GONZÁLEZ MARTÍNEZ, C., op. cit., pp. 253-254.
276 FELAL. IA. Informe sobre la Marina Cartagena…
277 VV.AA., Guerra y revolución en España 1936-1939, Moscú, Editorial Progreso, 1977, T. IV, p. 281.
278 AFPI. AH-70-26. Informe de la vista efectuada a Cartagena por los ministros de Justicia, Instrucción Pública y sin
cartera, González Peña, Blanco y Bilbao, Respectivamente (Madrid, 20 de febrero de 1939), fols. 1-2.
279 EGEA BRUNO, P.M.ª, “El final de la guerra civil: Cartagena, marzo de 1939”, Hispania Nova, Revista de Historia
Contemporánea, 14 (2016), http://www.uc3m.es/hispanianova.
Arturo Espa Ruiz • 97

VII. LA QUINTA COLUMNA

La Quinta Columna fue un ejército en la sombra, un enemigo encubierto que minó


hasta donde pudo la resistencia republicana280. Arraigó con intensidad en la Base naval
de Cartagena, bajo el estímulo de su valor estratégico y la presencia de la Escuadra281.
Lo remarcaba la prensa comunista: “Para nadie es un secreto el papel que Cartagena
juega en esta contienda”282. Según las fuentes coetáneas fue uno de sus puntos de mayor
actividad283. Su actuación tuvo además una enorme trascendencia y resultó definitiva en
el final de la guerra, refutando las tesis que defienden su carácter esencialmente propa-
gandístico y simbólico284.
El término para referirse a aquellos enemigos se atribuye al general Mola. Su ori-
gen data de unas manifestaciones realizadas a principios de octubre de 1936, con oca-
sión del sitio de Madrid285. Discutida la paternidad, incluso por gentes próximas a aquel
entorno, el concepto estaba claro: “… Mola o Queipo bautizaron de Quinta Columna a
la muchísima gente que esperaba en Madrid a que llegaran los nacionales para atacar

280 PASTOR PETIT, D., Los dossiers secretos de la Guerra Civil, Barcelona, Argos, 1978, pp. 249-490. Del mismo autor,
PASTOR PETIT, D., Resistencia y sabotaje en la Guerra Civil, Barcelona, Robinbook, 2013. NÚÑEZ DE PRADO Y
CLAVELL, S., “Las Quintas Columnas en la Guerra Civil española”, Anuario del Departamento de Historia, I, 1989,
pp. 223-232. TARÍN-IGLESIAS, M., Los años rojos, Barcelona, Planeta, 1985.
281 Vid. EGEA BRUNO, P. M.ª, “Cultura de resistencia…
282 Venceremos (Cartagena), 18 de junio de 1937.
283 Vid. MARTÍNEZ, S., El Regimiento Naval Núm. 1, s.i., s.l., s.a., p. 18.
284 CARRETERO, J.M.ª, La Quinta Columna, Madrid, Caballero Audaz, 1940. PANIAGUA, J., “La Quinta Columna.
Un arma franquista contra la II República española”, A Distancia, 3, 2003, p. 114. PANIAGUA, J. y LAJO, B. (eds.),
Sombras en la retaguardia. Testimonios sobre la 5ª columna en Valencia, Valencia, UNED, 2002. HEIBERG, M. y ROS
AGUDO, M., op. cit., p. 194. CERVERA GIL, J., Madrid en guerra. La ciudad clandestina, 1936-1939, Madrid, Alianza,
2006. Sobre su actuación en Cartagena ROMERO, L., Desastre en Cartagena (marzo de 1939), Barcelona, Ariel,
1971. Del mismo autor: El final de la guerra, Barcelona, Ariel, 1976. MARTÍNEZ PASTOR, M., 5 de marzo de 1939,
Cartagena, autor, 1969. 2ª ed., Cartagena, Agua, 1992.
285 Milicia Popular, Diario del 5º Regimiento de Milicias Populares (Madrid), 6 de octubre de 1936. Vid. JUANES, T., “La
Quinta Columna, espías de Franco”, Tiempo de Historia, 46 (1978), p. 4. NÚÑEZ DE PRADO, S., op. cit., p. 224.
98 • Pedro M.ª Egea Bruno

desde el interior de la capital…”286. Enrique Líster no tenía dudas: “El fascista Mola habló
de cuatro columnas, diciendo que éstas atacarían a Madrid simultáneamente, pero que
al final intervendría la Quinta Columna. Se refería a los emboscados, a los traidores que
aún permanecen ocultos en Madrid”287. El periodista soviético Mijail Koltsov, adjudicaba
su autoría al general Varela288. En todo caso, como señaló Manuel Chaves, “pocas veces
una simple frase ha costado más vidas”, añadiendo que ha sido la frase más cara que se
ha dicho en España”289.
La expresión tuvo inmediato éxito en los periódicos, incluso en los de ámbito inter-
nacional y no siempre de primera fila290. En Murcia comenzó a usarse a los pocos días de
su puesta en circulación, lo que refleja la celeridad con que se difunde la propaganda
política en tiempos de guerra. Se recogió en un acto organizado el 11 de octubre por
el PCE291. Días más tarde el gobernador civil, el también comunista Luis Cabo Giorla,
alentaba a “descubrirla y anularla”292. En Cartagena se glosó en un mitin convocado el 19
de noviembre de 1936 por los Amigos de la Unión Soviética293. Un mes más tarde, Juan
Sánchez Blaya, presidente del Tribunal de Desafectos –creado el 10 de octubre–, mencio-
naba su persecución entre las tareas que le habían sido asignadas:

En estos momentos en que la República y las libertades de los ciudadanos de


España se encuentran amenazados por la criminal intentona fascista, es un deber de
todos el señalar a quienes todavía permanecen emboscados en los pueblos y que son
los componentes de esa odiosa columna de Mola de la que esperan los generales
traidores, para sus criminales designios, obtener buenos resultados, pudiendo tener la
seguridad el pueblo de que este Tribunal actuará con toda rapidez en el cumplimiento
de la misión que le encomienda294.

El papel de la organización fue mitificado por uno de sus miembros legendarios,


José M.ª Carretero: “Gigante misterioso, poderoso y abnegado; poder sutil, sagaz, dis-
perso e imbatible. Todo despotismo, toda injusticia, toda ambición bastarda, toda cruel-

286 ALCOCER, S., La Quinta Columna (Madrid, 1937), Madrid, G. del Toro, 1976, p. 267.
287 Milicia Popular, Diario del 5º Regimiento de Milicias Populares (Madrid), 6 de octubre de 1936.
288 KOLTSOV, M., Diario de la guerra de España, Barcelona, Planeta, 2009, p. 208.
289 CHAVES NOGALES, M., A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España, Sevilla, Espuela de Plata, 2013, p.
171.
290 Vid. Le Midi Syndicaliste. Organe de l’Union Départamentale dés Syndicats des Bouches-du-Rhône (Marseille), 1 de
diciembre de 1936.
291 Nuestra Lucha (Murcia), 13 de octubre de 1936.
292 Nuestra Lucha (Murcia), 16 de octubre de 1936.
293 Cartagena Nueva, 20 de noviembre de 1936.
294 Cartagena Nueva, 19 de diciembre de 1936.
Arturo Espa Ruiz • 99

dad, todo terror, se estrellaban contra una fuerza de esta índole”295. El mismo autor se
encargaba de rebajar su alcance. Según su experiencia, resumen de lo acontecido en
Madrid, mantenía la moral de los perseguidos, a los que podía socorrer en alimentos y
librar de situaciones apuradas; captaba y difundía los partes de guerra del Cuartel Gene-
ral de Salamanca, fomentaba y extendía el descontento; llevaba a cabo pequeños actos
de sabotaje o espionaje; ponía en práctica una oposición pasiva y hacía circular bulos y
burlas derrotistas, algunas de ellas ideadas por el cómico Ramper296. Parecida interven-
ción le será atribuida por Javier Paniagua: “La actuación de los quintacolumnistas no
destacó por sus funciones de sabotaje militar, industrial o de todo tipo, sino por su labor
de extender mensajes derrotistas y desalentadores”297. Lejos de ello, demostraremos su
importancia en la línea de Alía Miranda298.
En la Base naval de Cartagena contribuyó de forma decisiva a la derrota de la
República. Al superior calado de las acciones emprendidas aquí, a tenor del peso militar
del lugar, se superpuso la significación de sus integrantes muchos de ellos, miembros de
las fuerzas armadas en puestos clave, entre otros Arturo Espa al frente del Regimiento de
Artillería de Costa Núm. 3.
Además de auxiliar a los correligionarios caídos en desgracia, fue capaz de trans-
mitir al enemigo informaciones relevantes, poner en marcha un sabotaje a gran escala y
recurrir al atentado terrorista, como el perpetrado el 21 de abril de 1937 en la estación
ferroviaria a un convoy que contenía material bélico, saldado con tres muertos y ocho
heridos299. Se le culpó del incendio del Teatro Principal en la noche del 27 del mismo mes.
También de la voladura del acorazado Jaime I el 17 de junio de aquel año, con un balance
de 300 muertos y un centenar de heridos300. Capaz de llevar a cabo una sublevación en
marzo de 1939, que acabó de hundir la resistencia republicana.
Dos etapas se distinguen en su estructuración, coincidiendo con la evolución polí-
tica de la retaguardia republicana. La intensidad de la represión de los primeros meses
glosó el nacimiento de una oposición dispersa. Una serie de grupúsculos inconexos, que
se reclamaban de Falange –aunque muchas veces no lo eran–, aupados por militares y

295 CARRETERO, J.M.ª, op. cit., p. 34.


296 Vid. MEJÍAS, L., Ramper, una vida para la risa y el dolor, Madrid, Suc. de J. Sánchez Ocaña, 1957.
297 PANIAGUA, J., op. cit., p. 114.
298 ALÍA MIRANDA, F., op. cit., pp. 189-198.
299 AMC. AC, 21 de abril de 1937, fols. 208v-209r.
300 Vid. AHN, Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.568, Exp. 6. Trozo tercero de la pieza principal del
sumario del Juez Especial Juan José González de la Calle, magistrado del Tribunal Supremo, por la explosión del
acorazado Jaime I. AHPCE, CONDE PALIÑANES, J., Carta al Partido dirigida al camarada Pinedo (julio, 1966). Tesis,
manuscritos y memorias. Sig. 66/17. Venceremos (Cartagena), 10 de diciembre de 1937. EGEA BRUNO, P.M.ª, “Con-
tribución al estudio de la Flota…, pp. 85-104.
100 • Pedro M.ª Egea Bruno

civiles, algunos de los cuales se presentaban como camisas viejas. Una entidad difusa,
integrada por grupos de afinidad que se coordinarán con gran dificultad, dada la perse-
cución impuesta, y sin propósito tangible:

Los elementos afectos a la causa de España habíamos ido agrupándonos poco a


poco y a costa de las naturales dificultades durante la dominación roja, pero y precisa-
mente a costa de lo difícil que resultaba eludir la vigilancia roja, esto no tenía más que
una utilidad romántica y poco positiva. Lo mismo pasaba en otras poblaciones con las
que habíamos tenido contacto, pero aislados y sin finalidad práctica301.

Al idealismo se unía la desinformación y la desconexión con el entorno: “… había


mucha fantasía en todo y las realidades se quedaban en nada al analizar los hechos”302.
Su primera formulación buscó sufragar las necesidades más perentorias de los
represaliados o las de sus familiares directos, si aquellos había sido muertos, o se encon-
traban huidos o encarcelados. La solidaridad ya había aparecido en los meses previos a la
Guerra Civil, a raíz de la declaración de ilegalidad de Falange, decretada el 17 de marzo
de 1936, y la subsiguiente detención de dirigentes y afiliados. Ese fue el origen del Soco-
rro Azul, básicamente encomendado a la Sección Femenina de la organización. Adquirió
especial relevancia en Cartagena, convertida en lugar de refugio de aquellos militantes.
En aquella labor participaron hijas de marinos y de familias bien: Josefina Martínez de
Galinsoga, las hermanas María Amalia y Pilar de la Rocha, Victorina Álvarez Alarcón, Pilar
Bragulat de Silva, Marianela Sebas y Amparo González Bolarín: “… se multiplicaban sin
desmayos en la tarea de recoger esas ayudas de simpatizantes y amigos, muy necesarias
para una organización tan perseguida”303. Contaron con la colaboración de la derecha
tradicional.
Iniciada la contienda surgieron iniciativas individuales, como la del habilitado de la
Base aérea de San Javier, capitán de Intendencia Diego Ferrer y Gil, o la del alférez de
navío Federico Vidal Cubas. Se destacó por su actividad el teniente de navío José M.ª
de la Puerta. Lo señalaba el auxiliar 1º de Oficinas y Archivo Manuel Pérez de Evora: “…
sabe que al principio del movimiento en que aun no estaba organizado el Socorro Blanco,
el teniente de navío de la Puerta en persona recaudaba entre personas de su confianza
cantidades para el mismo fin…”304.

301 ANC. Causa 867/1939…, fol. 110r.


302 Ibidem, fol. 110v.
303 GARCÍA GALLUP, E., op. cit., pp. 277-278.
304 ANC. Causa 249/1939…, fol. 161r.
Arturo Espa Ruiz • 101

Algunos de sus promotores –afianzando méritos ante los vencedores– dataron


su inmediata organización tras el fracaso de la rebelión militar de julio de 1936. Así, el
médico odontólogo Antonio Bermejo Sandoval, que en la posguerra sería jefe comarcal
de Sanidad de la Milicia Nacional de F.E.T. y de las J.O.N.S. Contó con Antonio Martínez
Gimeno, estudiante de Medicina; Calixto Molina López, sargento de Artillería y ex jefe de
la Guardia Municipal, y Eduardo Pignatelli, oficial de Infantería. Decía inspirarse “… en los
postulados de Falange Española de las JONS”305. Su tarea era muy concreta: “… socorrer
a las personas perseguidas y detenidas por los marxistas…”306. Parece muy pronto dada
la efervescencia revolucionaria de aquellos días.
La dispersión era manifiesta, como acredita el capitán ayudante de Infantería de
Marina Manuel Pérez Alarcón: “… se encontraba el llamado nuestro Socorro Blanco y
digo nuestro por la razón de que habían varios en plaza que nada tenían que ver con
nosotros”307. El teniente de Intendencia de la Armada José Francés Núñez de Arenas
señala que había “… cooperado a la unificación de tres ramas distintas y que funcionaban
con el mismo objeto en Cartagena”308.
Se proyectaron grupos de carácter corporativo, tanto civiles como militares, aun-
que de colaboración abierta. Lo atestigua el teniente de Intendencia de la Armada Dicti-
nio del Castillo Elejabeytia, luego profesor universitario y poeta de alguna resonancia: “…
que además de haber pertenecido al Socorro Blanco de Marina durante la dominación
roja ha pertenecido también al Socorro Blanco Civil…”309.
En septiembre de 1936, coincidiendo con el nombramiento del capitán de Inten-
dencia de la Armada Antonio González de Guzmán como Jefe del Servicio de Víveres
de la Base, nació el Socorro Blanco del Cuerpo de Intendencia, contando con el capitán
Andrés Senac Lissón y el comandante José Sicilia Mendo. Incorporaron a alguno de
sus compañeros, como el comandante Pedro Portáu Penne, el capitán Rafael Zarauz, el
teniente José Francés Núñez de Arenas y el auxiliar de oficinas Luis Boado Ramírez. Cola-
boraron con ellos el teniente de navío José M.ª de la Puerta, el teniente coronel Pedro
Vargas y el delineante Francisco Oliver.
En el Arsenal su organización corrió a cargo del teniente coronel de Artillería Loren-
zo Pallarés, después de unificar los círculos que existían en la mayoría de sus dependen-
cias. En el Regimiento Naval, pensado para los jefes y oficiales de Infantería de Marina,
apareció bajo los auspicios del coronel de Infantería de Marina Basilio Fuentes Serna, con

305 ANC. Causa 50/1939…, fol. 21r.


306 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia…, fol. 166.
307 ANC. Causa 122/1939..., fol. 38v.
308 ANC. Causa 867/1939..., 166r.
309 ANC. Causa 250/1939…, fol. 124r.
102 • Pedro M.ª Egea Bruno

el oportuno respaldo de González de Guzmán al frente del Servicio de Víveres, enrolando


al capitán ayudante Manuel Pérez Alarcón y los comandantes habilitados Vicente Trigo,
Francisco García Martín y Juan Luque.
En marzo de 1937, en una situación de menor control político, los diferentes gru-
pos confluyeron bajo la denominación común de Socorro Blanco. Lo señala el propio
Bermejo, que se atribuye un papel rector en su configuración definitiva: “Fueron atraídos
e incorporados a la organización algunos grupos que operaban aisladamente”310. El nom-
bre y la misión estaban presentes en Madrid, de donde seguramente los reprodujeron a
través del estudiante de Medicina Antonio Martínez Gimeno311.
La adscripción a la nueva entidad quedó regulada. Los miembros debían abonar
una cuota de entrada de 3.000 pesetas y luego pagos mensuales a tenor de sus ingresos,
entre 100 y 500 pesetas. Se encargaban de recoger fondos entre sus conocidos, que
aportaban entre 10 y 100 pesetas. La cantidad establecida para socorrer a cada familia
variaba –en función de sus miembros y condiciones– entre 250 y 500 pesetas mensuales,
con ayudas extraordinarias de 500 a 1.500 pesetas. A la red de recaudadores se unía
otra de distribuidores, que alcanzaba a barrios y diputaciones. Se completaba –según los
casos– con entregas de medicamentos, tabaco para los presos, combustible y alimentos,
sustraídos de las despensas de regimientos y cuarteles, del Economato de Artillería y de
la Intendencia de Marina, usando hasta sus camiones.
El monto manejado fue importante: unas 400.000 pesetas. La cantidad más elevada
se repartió en mayo de 1938, 23.500 pesetas, existiendo en caja en esa misma fecha una
reserva de 10.000 pesetas. Optaron por un criterio de compromiso militante, rechazando
las ayudas a su alcance:

La organización no utilizó jamás los ofrecimientos de grandes cantidades proce-


dentes de cajas rojas (ofrecidas por camaradas que intervenían en las mismas), por esti-
mar que la labor debía ser de muchos hombres y pequeñas cantidades y no a la inversa.
La comodidad en la acción nos hubiera alejado de la verdad de nuestra intención312.

No era cierto. Ocultaban que la Sociedad Española de Construcción Naval se erigió


en la gran provisora de fondos, como venía haciendo en las etapas anteriores con fines

310 ANC. Causa 50/1939…, fol. 19v.


311 ALCOCER, S., op. cit. CARRETERO, J.M., op. cit. HEIBERG, M. y ROS AGUDO, M., op. cit., pp. 186-195. CERVERA
GIL, J., “La Quinta Columna en la retaguardia republicana en Madrid”, Historia, Antropología y Fuentes Orales, 17
(1997), pp. 93-100. Del mismo autor, Violencia política y acción clandestina: La retaguardia de Madrid en Guerra
(1936-1939), Tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense, 2002. Madrid en guerra…, pp. 330-333.
312 ANC. Causa 50/1939…, fol. 20r.
Arturo Espa Ruiz • 103

menos confesables, como era la obtención de determinadas ventajas de la Intendencia


de Marina, encargada de compras y suministros313.
Atendieron a familias que por sus circunstancias carecían de cartillas de raciona-
miento. Sobresalían por su número las de los marinos, muertos la mayoría de ellos entre
el 14 y el 15 de agosto de 1936 a bordo de los buques prisión España núm. 3 y Río Sil. Un
total de 254, a los que se añadían las de los expulsados del servicio y las de los encarcela-
dos por delitos políticos y deserción militar. Se les fueron incorporando los detenidos por
sus implicaciones contrarrevolucionarias.
La ayuda llegó a Murcia, para los disponibles gubernativos, y Madrid, a los hogares
de los compañeros que se encontraban en zona nacionalista. Alcanzó a las prisiones de
Valencia –Monte-Olivete, Salesas, Torres de Cort y Carmen– y al campo de concentración
de Orihuela. Sirvió a los náufragos del Castillo Olite, hundido el 7 de marzo de 1939.
La burguesía y la clase media fueron igualmente socorridas, entre otras las fami-
lias de Wandosell, Ponciano Maestre, Eladio Inglés, Sandalio Alcantud, Miguel Martínez
Segado, Julio Mínguez, Pedro Jorquera y Pedro Sánchez Meca. Se dieron casos verda-
deramente apremiantes, como los de la prole del que fue alcalde de Cartagena, Alfonso
Torres: “… los hijos iban descalzos y pasaban mucha hambre…”314.
Estuvieron pendientes de los colectivos religiosos: Hermanitas de los Pobres, de
la Caridad y Siervas de Jesús, cuyos centros asistenciales –Asilo de Ancianos y Casa de
Expósitos– eran lugares de acogida de perseguidos políticos. La ayuda se repartía men-
sualmente y de manera generosa: “… en cantidades considerables, que han llegado a
constituir la principal base de la alimentación de los ancianos y religiosas refugiados en
el Asilo”315.
Un planteamiento más combativo defendió la Falange que, en el punto de mira
de la represión, reapareció fragmentada en diferentes organizaciones. En octubre de
1936 un agente comercial, Mamerto Melgarejo Cánovas, camisa vieja y luego Caba-
llero de España, dio vida a una denominada Falange clandestina. Seguía las órdenes
directas del jefe local de Murcia, Juan de Dios Moñino. No pasó de ser un grupúsculo
apenas cohesionado. Como secretario figuraba Antonio Ramos Carratalá –director de la

313 FELAL. IA. Archivo de la Sección Nacional de Coordinación y Servicio de Información Exterior. 005G. Situación
General del Cuerpo de la Armada y de la Subsecretaría de Marina, fols. 16 y 40. La Constructora Naval, como era
popularmente conocida, se había constituido condicionalmente en 18 de agosto de 1908 y en 2 de febrero de
1909 le fue arrendada una zona del arsenal militar de Cartagena. Vid. EGEA BRUNO, P.M.ª, Apuntes para la historia
del movimiento obrero en la industria naval de Cartagena (1898-1923), Murcia, Sección Sindical CC.OO. Bazán-
Cartagena, 1988.
314 Testimonio ante el SIM de Antonio Bermejo Sandoval (22 de febrero de 1939). Vid. MARTÍNEZ PASTOR, M., op.cit.,
2ª ed., p. 226.
315 ANC. Causa 867/1939…, fol. 303r.
104 • Pedro M.ª Egea Bruno

Caja de Ahorros–, atento a financiar las acciones a emprender, que contemplaban –con
más voluntarismo que operatividad– tres objetivos: sabotaje, espionaje y sublevación. Su
empeño era agrupar y coordinar los círculos diseminados por Murcia y Cartagena, llegan-
do a establecer contactos con Murcia, Valencia y Almería.
Se restableció en la Base naval, donde existía con anterioridad arropada por algu-
nos oficiales, como el alférez de navío Carlos Esteban Hernández, encargado de la cotiza-
ción durante la República316. En el Regimiento Naval la estableció ahora el coronel Basilio
Fuentes, contando con el ayudante Manuel Pérez Alarcón y los comandantes habilitados
Vicente Trigo, Francisco García Martín y Juan Luque. La coordinación de todas las depen-
dencias del Arsenal fue asumida por los capitanes de Intendencia José Montoya Pascual
y Antonio González de Guzmán317. En el Regimiento de Artillería la figura clave fue el
teniente coronel Marcos Navarro, a cuya red se incorporaría Arturo Espa.
La coordinación fue un objetivo preferente. El primer paso del grupo de Melga-
rejo fue entrar en contacto con Montoya y con Marcos Navarro. A finales de octubre o
primeros de noviembre de 1936, en una reunión conjunta, quedaron comprometidos
para actuar. Montoya se encargaría de la Base y Navarro de la guarnición de tierra. Su
propósito fue la de un enfrentamiento abierto: “… la formación de una organización
clandestina que cubriera todas las necesidades de un servicio de sabotajes, sublevación,
información, etc., que tuviera por objeto aminorar la duración de la guerra a favor de la
España Nacionalista”318.
El siguiente movimiento fue buscar la confluencia con el grupo de Bermejo, nacien-
do a finales de 1937 el denominado Socorro Blanco y Lucha contra el Marxismo, que
contó con Ramos Carratalá como segundo jefe. Para Calixto Molina, uno de sus orga-
nizadores, fueron dos secciones perfectamente diferenciadas319. El cambio fue notable:

… actuando hasta fines de 1937 en el solo aspecto de socorro blanco, y a partir


de esta fecha inició sus gestiones de captación de elementos militares con el propósito
de ganar la plaza de Cartagena para incorporarla a la España una, grande y libre que
soñara José Antonio320.

La evolución será corroborada por la Comisaría de Policía, que deja constancia de


la fecha en que se estructuró de forma estable:

316 ANC. Causa 1.192/1939…, fol. 61v.


317 ANC. Causa 122/1939…, fol. 83v.
318 ANC. Causa 893/1939…, fol. 66r.
319 CDMH. Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Juzgado. Exp. 41. Leg. 325. Sumario
29/42. Procedimiento del Tribunal nº 2.665. Calixto Molina López.
320 ANC. Causa 249/1939…, fol. 163r.
Arturo Espa Ruiz • 105

Desde principios del año 1937, empezó a funcionar en esta una organización
cuyo cometido era la de socorrer a las personas perseguidas y detenidas por los marxis-
tas. Esta organización fue engrosando paulatinamente hasta el punto de que en el año
1939 se contaba con fuerzas suficientes para intentar la toma de la plaza321.

La nueva entidad –el Socorro Blanco y Lucha contra el Marxismo– se dotó de una
constitución prácticamente militar, que exigía de sus integrantes una entrega total:

Todo miembro de la organización venía obligado a acatar sin vacilar las órdenes
recibidas poniendo al servicio de la causa: la hacienda, la libertad y la vida. Nuestro
lema era: por Dios, por España y por el Caudillo Franco y los puntos cardinales: Unidad,
Disciplina, Austeridad, Sacrificio322.

Sus objetivos se multiplicaron, desde los más básicos de propaganda, auxilio y


evacuación a la zona nacionalista, a los de espionaje y sabotaje, con la vista puesta en la
sublevación. Lo indica el capitán de Infantería de Marina Vicente Trigo:

Se realizó labor de propaganda del movimiento nacionalista y de proselitismo. A


la vez que se recogía dinero y se repartían socorros a familias de personas asesinadas o
encarceladas por los rojos, se organizaban grupos de acción en todas las dependencias
militares y grupos de acción, también, de elementos civiles323.

Existieron así cuatro frentes: el de la solidaridad, el del espionaje, el del sabotaje y


el de la sublevación, defendidos estos últimos por los falangistas. Las misiones, por razo-
nes de seguridad, quedaron separadas. Lo señala uno de sus más destacados exponen-
tes, el capitán de Intendencia de la Armada Antonio González de Guzmán, que deja de
manifiesto el temor despertado por los modos de actuación del Servicio de Investigación
Militar, el SIM:

Que las cuestiones de F.E. como las del Socorro Blanco se llevaban con completa
independencia unas de otras y que cada uno de los participantes, todos de común
acuerdo, procuraban no estar enterados de las actividades de los demás, con el fin de
que si a uno lo cogía el SIM y lo torturaba, como ha hecho siempre que cogía a uno de
nosotros, si su voluntad flaqueaba en su tortura no pudiera poner en peligro a toda la

321 AHN. FC-Causa_General, 1067, Exp.1. Pieza segunda de Murcia…, fol 167.
322 ANC. Causa 50/1939…, fol. 20r.
323 Idem.
106 • Pedro M.ª Egea Bruno

organización, y solo habiendo pasado por las manos del SIM es como puede saberse lo
que era ser interrogado por este324.

El Servicio de Investigación Militar se había creado el 6 de agosto de 1937 dentro


del Ministerio de Defensa: “… para combatir el espionaje, impedir los actos de sabotaje y
realizar funciones de investigación y vigilancia cerca de todas las fuerzas armadas depen-
dientes de dicho Ministerio…”325. Su eficacia quedó probada: “… había tanta vigilancia
que apenas podíamos movernos”326. Los métodos eran desde luego drásticos: “… lo
peor no es el tiro. Son las checas y sus interrogatorios”327.

14. Sello del SIM.

324 Ibidem, fol. 122r.


325 Gaceta de la República, 7 de agosto de 1937, p. 524. Sobre el SIM, PASTOR PETIT, D., op. cit., pp. 95-123. CORÉS
FERNÁNDEZ CAÑETE, A., Los servicios de espionaje en la Guerra Civil española (1936-1939), Madrid, San Martín,
1977. NÚÑEZ DE PRADO Y CLAVELL, S., “Los servicios de información republicanos (1936-1939)”, Anuario del
Departamento de Historia, 3 (1991), pp. 31-43. De la misma autora, Servicios de información y propaganda en la
guerra civil española, 1936-1939, Madrid, Universidad Complutense, 1992. GODICHEAU, F., “La légende noire du
Service d’Information Militaire de la Reépublique dans la guerre civile espagnole et l’idée de contrôle politique”, Le
Mouvement Social, 201(octubre-décembre 2002), pp. 29-52. SOLER FUENSANTA, J.R. y LÓPEZ-BREA ESPIAU, F.J.,
Soldados sin rostro. Los servicios de información, espionaje y criptografía en la guerra civil española, 1936-1939,
Barcelona, Inédita Editores, 2008, pp. 52-72. MORAL RONCAL, A.M., Diplomacia, humanitarismo y espionaje en la
Guerra Civil española, Madrid, Biblioteca Nueva, 2008. RODRÍGUEZ VELASCO, H., “Una historia del SIM: antece-
dentes, origen, estructura y reorganizaciones del contraespionaje republicano”, Ayer, 81 (2011), pp. 207-239.
326 ANC. Causa 867/1939…, fol. 111r-v
327 Ibidem, (s.f.).
Arturo Espa Ruiz • 107

La única opción era camuflarse y reunir los avales suficientes para acreditar su afec-
ción a la República. Uno de los complicados, Eduardo Espín –decano del Colegio de
Abogados–, aparecía en la lista de donantes en una suscripción abierta en favor de las
Milicias328. Los más involucrados enviaron sus familias a la zona nacionalista, sorteando
represalias y ganando libertad de acción. El teniente coronel de Artillería Marcos Nava-
rro, uno de sus más destacados dirigentes, consiguió tanto el respaldo de Jesús López
Lorente, destacado dirigente de la Agrupación Socialista de Cartagena, como el de la
cúpula de la Base, empezando por su Jefe, Antonio Ramírez, de José Semitiel, Jefe de los
Servicios Civiles y de Vicente Ramírez, Jefe del Estado Mayor. Toda precaución era poca:

… que una de las últimas entrevistas que tuvo con D. Marcos Navarro el Sr.
Fuentes tuvo que celebrarse en un entierro que se verificó en Fuente Álamo, ya que era
imposible debido a la estrecha vigilancia el celebrarlas de otro modo329.

Se reunían en donde podían, en domicilios particulares, en los despachos de los


regimientos, en el bar Columbus de la calle Mayor. No sabían que los camareros estaban
en contacto con el SIM y la Policía, ni que el SIM se había infiltrado en sus filas.
Se dotaron de una estructura celular –fundamentalmente triangular, tan extendida
en otros lugares330–, adoptando la línea de mando utilizada por Falange en situaciones
de clandestinidad:

Siendo la organización absolutamente secreta, eran transmitidas las órdenes por


las cadenas en sentido descendente, y recibidas las informaciones en orden inverso.
Sólo en casos de absoluta necesidad era segregado de su puesto un miembro para
entrevistarse con quien se le ordenase con las debidas garantías (contraseña, etc.),
volviendo a los puestos que ocupaban en sus respectivas cadenas una vez evacuada la
consulta331.

No resultó fácil encontrar adeptos, ni siquiera a partir de 1937, cuando la persecu-


ción política se atenuó. El miedo paralizó voluntades, como la del médico Máximo Cone-
sa Conesa que, tras salir de la cárcel optó por “… llevar una vida tranquila y acomodada

328 El Noticiero (Cartagena), 7 de septiembre de 1936.


329 ANC. Causa 122/1939…, fol. 88r.
330 PASTOR PETIT. D., “La Quinta Columna”, en La Guerra Civil, Historia 16, 9 (1986), p. 102. Del mismo autor, Anatomía
del espionaje, Barcelona, Plaza y Janés, 1970; Espionaje, España 1936-1939, Barcelona, Bruguera, 1977; Los dossiers
secretos..., 1978. NÚÑEZ DE PRADO, S., “Las Quintas Columnas..., p. 226.
331 ANC. Causa 50/1939…, fol. 19v.
108 • Pedro M.ª Egea Bruno

a las circunstancias, negándose a contribuir al Socorro Blanco”332. Otros vacilaron ante


la exigencia de responsabilidades por parte de los nacionalistas, considerando que sus
acciones no se verían recompensadas, como testimonia González de Guzmán:

Un resto de confianza –nosotros sabíamos todos que en la zona nacional descon-


fiaban de cuantos aquí prestábamos servicio– hubiera cambiado algunas conductas. Y
los hechos me han dado la razón. Se fue la Escuadra cargada de rojos y asesinos que
no debieron escaparse y en ella se fueron algunos oficiales de Marina de sentimientos
absolutamente nacionales y que sin embargo no han tenido el valor moral de quedarse
a que fuera juzgada su conducta333.

El temor se acentuó tras el hundimiento del crucero Baleares en la madrugada del


6 de marzo de 1938: “La gente del Cuerpo General tiene miedo por lo del Baleares y
hasta los que no son rojos podrían irse cuando llegue el final. Sería conveniente ofrecerles
el perdón a los de buenos antecedentes que se pongan incondicionalmente de nuestra
parte”334. Lo reitera González de Guzmán: “Y la horrible tragedia del Baleares vino a
hundirlos en un abismo de desesperación. Yo sabía de su dolor y de su pena, de su impo-
tencia para poder hacer más cosas y sabía que un aliento en su calvario les daría ánimos
para ir incluso a una actuación suicida por España”335.
Pesaba el deseo de que sus esfuerzos fueran tenidos en cuenta: “Menos los rojos,
todos estaban de nuestra parte, pero evidentemente no es lo mismo la situación de quien
trabaja por un ideal, si lo hace convencido de que su esclavitud es conocida y que si se
va a jugar la vida se le hará justicia. Morir creo que a ninguno le importaba. Morir como
un rojo o ser tenido por tal, nos llenaba de horror”336. Es cierto que el bando nacional
incentivó el engrose de las filas quintacolumnistas, otorgando la consideración de comba-
tientes a los adscritos a los servicios de espionaje, en clara alusión al SIPM. Pocos tuvieron
conocimiento de la medida. Uno de ellos Fernando Oliva:

Habiendo entrado en contacto con el capitán de Intendencia D. Andrés Senac,


este me trasladó en noviembre pasado (1938) la orden del Cuartel General del Gene-
ralísimo de septiembre (21) pasado en que determinaba se considerarían presentes en

332 AMC, Caja 1.451. Depuración. Juzgado Especial de Funcionarios Civiles. Expediente de depuración instruido a D.
Máximo Conesa Conesa, médico de la Beneficencia Municipal de Cartagena, 17 de diciembre de 1939, fols. 9 y 11.
333 ANC. Causa 867/1939…, fol. 111r.
334 Ibidem, (s.f.).
335 Ibidem, fol. 111r.
336 Idem.
Arturo Espa Ruiz • 109

campaña los jefes y oficiales y paisanos afectos al S.I.P.M. a los efectos de pensiones en
el caso de muerte por los peligros de la misión337.

El quintacolumnismo debió difundirse por afinidad ideológica, en entornos de com-


pañerismo, en dependencias militares y lugares de trabajo, a través de relaciones fami-
liares, de amistad, de contactos carcelarios y del propio Socorro Blanco338. Algunas veces
en reuniones informales de conocidos por su oposición a la República, como la realizada
a principios de noviembre de 1936 en el domicilio del teniente coronel de Intendencia
José Cabrerizo Gonzalo, alentada por la previsible caída de Madrid: “… para cambiar
impresiones y establecer los primeros contactos con vistas a una posible organización en
contra de los rojos”339. Acudieron el comandante médico José Uberos, los capitanes del
mismo Cuerpo José Solana y Justiniano Fernández Campa, el capitán de la Guardia Civil
Víctor Manuel, el de Intendencia Luis López Longoria y el alférez de navío Carlos Esteban
Hernández.
En el ámbito militar les resultó fácil reconocerse. Sirva la aseveración del teniente
coronel de Ingenieros José Parga Rapa:

… llegó a Cartagena el 15 de marzo [de 1938], entrevistándome inmediatamente


con mi compañero de promoción D. Pedro Vargas Serrano, quien le preguntó, cono-
ciendo sus antecedentes y su ideología, si quería tomar parte en una sublevación y al
recibir su confirmación afirmativa lo invitó a alojarse en su casa para concretar detalla-
damente el camino a seguir y preparar el golpe340.

Las relaciones personales estuvieron detrás de la mayoría de aquellos enlaces. Lo


pone de manifiesto el coronel Basilio Fuentes, que entró en contacto con el Jefe de Esta-
do Mayor de Marina en Cartagena, el alférez de navío Carlos Esteban, por mediación del
capitán de corbeta Manuel Pasquín y el de Intendencia de la Armada José Balboa, ambos
destinados en la Subsecretaría de Marina y de inequívoca significación nacionalista:

… supe que el Sr. Esteban era otra de las víctimas de la zona roja y de los que
compartían con nosotros y con otros buenos españoles las amarguras y torturas de
aquella situación, pero que también se encontraba dispuesto con nosotros a laborar
en bien de la Causa Nacional en cuanto le fuera posible. Bien pronto mis relaciones de
amistad se estrecharon con el Sr. Esteban y pude comprender había en él un hombre

337 ANC. Causa 160/1939…, fol. 5.


338 CONTRERAS, C.J., op. cit., p. 32.
339 ANC. Causa 1.192/1939…, fol. 38r.
340 ANC. Causa 385/1939…, s.f.
110 • Pedro M.ª Egea Bruno

de gran inteligencia y entusiasmo que se encontraba en un todo dispuesto para servir


a España341.

Tal era la confianza que les daba encontrarse entre iguales, compañeros de promo-
ción de las Escuelas Militares en que se habían formado, o conocidos en los destinos des-
empeñados, posicionados los más en ideologías conservadoras, cuando no claramente
falangistas, con militancia acreditada, con activa participación en la represión de la huelga
revolucionaria de octubre de 1934, o en labores de investigación y captación, como el
alférez Carlos Esteban y el propio Arturo Espa. Otros se habían dado a conocer por sus
intentos de evasión. Su carácter de grupo cerrado les permite esquivar con más facilidad
a los servicios de inteligencia.
Entre los civiles, bajo el común ideológico de la derecha, se dieron cita desde falan-
gistas a católicos, entre los que sobresalían los Hijos de María. Daba el perfil Salvador
Más Manzanera:

… pertenecía a Acción Popular desde su fundación en Cartagena, habiendo ocu-


pado cargos directivos como vocal de Prensa y Propaganda de la J.A.P. [Juventud de
Acción Popular] y vocal del Comité de Propaganda del Partido. Elemento muy entusias-
ta y activo, trabajó con gran entusiasmo en cuantos actos se celebraron en esta ciudad.
En las elecciones trabajó igualmente de apoderado de los candidatos de derechas,
actuando también en la fijación de propaganda y en las rondas volantes el día de las
elecciones de febrero de 1936.

Llegado el momento se sumó a la Quinta Columna: “Ingresó en el Socorro Blanco


de esta, prestando importantes servicios a la Causa Nacional como agente de enlace”342.
También individuos más templados, como el comerciante Pedro Sánchez Meca –alcalde
en 1933 por el Partido Radical–, incluso de la izquierda burguesa, como Francisco Pérez
Lurbe, de la Unión Mercantil e Industrial, del Radical Socialista, primer alcalde de la Repú-
blica y luego, propuesto por la Quinta Columna, el 5 y el 30 de marzo de 1939343.
No hay constancia de cuántos eran. Podemos aproximarnos a su número a través
de los listados que salieron a relucir en los consejos de guerra, tanto en las declaraciones
juradas como en los avales exhibidos. La relación más extensa –248 individuos– la pre-
sentó Bermejo Sandoval. En ella figuraban los que quisieron acreditar su adscripción, sin
duda para granjearse el favor de los vencedores. Si algunos quedaron fuera, otros debie-

341 Ibidem, fol. 110r.


342 AMC. Caja 1.309. Orden Público. Año 1939.
343 Vid. EGEA BRUNO, P.M.ª, La represión franquista…, pp. 29-30, 34 y 44.
Arturo Espa Ruiz • 111

ron incluirse sin merecerlo, como fue norma en la posguerra: “… compraron por medio
de amigos, un buen historial”344. Arturo Espa logró reunir 32 nombres, los que estuvieron
bajo sus órdenes.
El grupo más compacto –por encima del 50 por ciento– estuvo integrado por
miembros de las fuerzas armadas, en primer lugar jefes y oficiales de la Armada, fun-
damentalmente leales geográficos o provisionales –como los definía Cordón345–, que
buscaban hacer méritos y desnaturalizar los servicios que habían prestado en las filas
republicanas. En los sumarios explicaron –o se justificaron– que lo habían hecho forzados
por las circunstancias, que habían sido ascendidos o habilitados en contra de su voluntad
y que habían aprovechado su ascendencia para laborar en favor de sus aliados naturales.
Fueron las menciones más extendidas, empezando por la de Arturo Espa:

Que cuando fue el coche del Comité [del Regimiento] a buscarlo no le quedaba
otro dilema que el de negarse, ofreciendo su vida como tantos otros héroes, o bien el
de vestir el infamante uniforme del ejército rojo, realizando de esta manera una labor
ampliamente a favor de la Causa Nacional y de auxilio a favor de las innumerables vícti-
mas que el marxismo dejaba desamparadas en la zona roja346.

Fue un argumento reiterado. Entre muchos otros, el capitán de Intendencia de


Marina Vicente Trigo Sandomingo: “… podía ser más útil en la calle que preso”347.
Figuraban elementos sin significación política, resentidos por la pérdida de privile-
gios o posicionados contra la República tras la represión que acabó con la vida de fami-
liares y amigos. Con ellos, oportunistas de diverso calado. Mamerto Melgarejo, uno de
los puntales de la Quinta Columna, es un buen ejemplo de esa condición. Rechazado por
la masonería, por inmoralidad y malos antecedentes, falangista en 1934, asumió durante
la guerra la secretaría de la Federación de Trabajadores de la Tierra de la diputación de
Santa Ana, la jefatura de una cooperativa agrícola y una vocalía de la ejecutiva comarcal
de la UGT348. Detenido en 1938 por su implicación en la desaparición de un vagón de
patatas, lo atribuyó a sus actividades políticas. Al término de la contienda fue designado
delegado de Investigación de FET-JONS, siendo cesado y expulsado del partido por sus
manejos en el mercado negro349.

344 Vid. JUANES, T., op. cit., p. 9.


345 CORDÓN, A., Trayectoria. Recuerdos de un artillero. Ed. de Ángel Viñas, Sevilla, Espuela de Plata, 2008, p. 484.
346 ANC. Causa 894/1939…, fols. 7 y 78.
347 ANC. Causa 250/1939…, fol., 143r.
348 Venceremos (Cartagena), 29 de junio de 1937.
349 CDMH. Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Sumario 1148-44 contra Mamerto
Melgarejo Cánovas por delito de Masonería. TERMC, 11099 y Masonería B-595.
112 • Pedro M.ª Egea Bruno

La lista de jefes y oficiales, resulta interminable. Empezando de nuevo por Arturo


Espa y por citar a los más significativos: Eugenio Calderón, Eduardo Armada, Rafael
Crespo, Antonio Galvache, Manuel López-Acevedo, Edmundo Núñez Limón, Saturnino
Calderón Mélida, Guillermo Avancini, Basilio Fuentes Serna, José Ruiz Ahumada, Pedro
Portau-Penne, Carlos Esteban, José Parga Rapa, Pedro Vargas, José Servet, Rafael Quixal,
José Sicilia, José Montoya, Manuel Muñoz, Antonio González de Guzmán, Rafael Zarauz,
Andrés Senac, Luis Pendón, Enrique Manera, Joaquín E. Ciriquian, Camilo Bahamonde,
José Cabrerizo, Antonio Yelo Molina, Luis Ciga, Dictinio del Castillo, José Francés Núñez
de Arenas, José Barbastro Samper, Carlos Coll Blanca, José Sierra Carmona, Ramón Gui-
tart de Virto, Fernando Querol, Enrique Delgado, Juan Piteras, Zenón Martínez Dueso,
Justiniano Fernández Campa, Rafael Abengochea, Miguel Falero, Juan Manzanera, Fran-
cisco Muñoz Delgado, Fernando de Querol, Luis Junquera, Octavio San Martín, Joaquín
Estevan, Lorenzo Pallarés, Vicente Trigo, Ramón Guitar, José M.ª de la Puerta, Emilio
Rodríguez Lizón, Fernando Oliva, Federico Vidal, Alejo González, Nicolás Llobregat, Ber-
nardo González, Teodoro Formoso, Celso Pérez, Marcos Navarro, Alberto Meca, José
López Granados, Luis Abárzuza y Luis Núñez de Castro. No faltan generales retirados:
Antonio Murcia y Rafael Barrionuevo, figura desatacada en marzo de 1939. Con carácter
testimonial, auxiliares, suboficiales y clases350.
Seguían los profesionales liberales: médicos, Antonio Guillamón, Juan Ruiz Pérez-
Crespo, Domingo Ballester Pedreño, Isidro Mínguez, Luis Lara y Joaquín Pardo Martínez;
farmacéuticos, Francisco Melero; veterinarios, Martín Ciga; un pintor de cierto renombre,
Vicente Ros; abogados, algunos de prestigio, Miguel Rodríguez Valdés, Eduardo Espín y
el ex juez José Dodero; ingenieros, Ricardo Guardiola, Juan Martínez Fuentes y Rafael de
la Cerda, director de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla, en primera línea de la
conspiración de marzo de 1939. También cuadros técnicos de la Sociedad Española de
Construcción Naval, con su director –Luis de Vial– al frente.
Constaban industriales, comerciantes y propietarios: Sandalio Alcantud, Teodoro
Ketterer, Isaac Gutiérrez, Vicente Álvarez, Antonio Díaz Roca, José Sánchez Rosique,
Miguel Inglés, Jacinto Ceño, Alfonso Martínez Tapia, Antonio Restoy, Asensio Vilar, Anto-
nio Salmerón Garrido, Miguel Martínez, Ramiro Bermúdez de Castro y los citados Pedro
Sánchez Meca y Francisco Pérez Lurbe.
Participaban algunos estudiantes universitarios, sobre todo de Derecho, Medicina
y Farmacia, hijos de buena familia, iniciados en la ideología falangista en las facultades
madrileñas: Eduardo Pérez Mila, Leoncio Cerezuela, Saturnino Álvarez y Eduardo Fuertes

350 ANC. SIP. Caja 36. Exp. 2.959…, fols. 9-10.


Arturo Espa Ruiz • 113

Romero. Casi todos con cargos en Falange, desde la Secretaría a las Milicias, pasando por
los servicios de Prensa y Propaganda y la sección de Información e Investigación.
Figuraban empleados y funcionarios, como José Miguel Ruiz, Juan Burcet –tesorero
de Hacienda–, Raimundo Gómez y José Garrido Goicoechea –Correos y Telégrafos–;
profesores, José Vázquez Marín y Antonio Tuñón de Lara, tío del conocido historiador,
y miembros de las fuerzas de orden público. Más extraño era encontrar algún operario,
como Candelario Cerezuela.
El elemento femenino apenas estaba representado, a pesar de lo sostenido por
José Bertrán y Musitu, un destacado agente franquista, partícipe de la misoginia reinante:
“… la mujer es utilísima para ser empleada como elemento de enlace, papel que puede
encomendársele, siempre, aunque sea vieja y poco agraciada”351. La JSU sospechaba del
colectivo de beatas, cuyo comportamiento estaba acreditado en el pasado:

Todos sabemos […] que en Murcia hay una gran cantidad de beatas que eran las
encargadas de llevar y traer noticias a los grandes señores y a los elementos reaccio-
narios. Hay que conocer qué hacen ahora todas esas beatas; hay que vigilar sus movi-
mientos, conocer dónde se meten y averiguar a qué se dedican352.

En Cartagena contaron, que sepamos, con una religiosa –Soledad Pignatelli Gue-
rrero–, una maestra nacional –Sabina Ruiz Jover–, una profesora –Pilar Ochoa– y una tan-
guista, Conchita Villena Gutiérrez353. Con ellas, algunas viudas por razón de la represión,
como las de José Arroyo Martínez y Cantó354.
La organización se estructuró en un consejo con dos ramas: civil y militar. La pri-
mera, dirigida por Antonio Bermejo Sandoval, con Antonio Ramos como segundo jefe,
contó con 14 delegados: José Garrido, Antonio Martínez Gimeno, Francisco Pérez Lurbe,
Juan Martínez, José Sánchez, Mamerto Melgarejo (delegado civil), José Alajarín (Policía),
Víctor Manuel Álvarez (Guardia Civil y Asalto), Pedro Bernal (Prisiones), Prada (Carabine-
ros), José Pellíns (Teléfonos), Pablo Sánchez Velázquez (Telégrafos), Calixto Molina (Fren-
tes) y Eduardo Pignatelli (Valencia)355.
Sabemos de sus tareas. Los médicos –con el oportuno expediente de inutilidad–
dispensaron de hacer armas a los adictos, falangistas y derechistas allegados, además
de conseguir fondos y medicamentos. Empleados y funcionarios controlaron Teléfonos y

351 BERTRÁN Y MUSITU, J., Experiencias de los Servicios de Información del Nordeste de España (SIFNE) durante la
guerra. Una teoría, una técnica y una escuela sobre información general, Madrid, Espasa Calpe, 1940, p. 116.
352 Nuestra Lucha (Murcia), 13 de octubre de 1936.
353 MARTÍNEZ PASTOR, M., op. cit., 2ª ed., pp. 154-161.
354 ANC. SIP. Caja 36. Exp. 2.959…, fols. 9-10.
355 ANC. Causa 250/1939…, fol. 24r.
114 • Pedro M.ª Egea Bruno

Telégrafos y la propia cárcel del partido, con su director, Pedro Bernal. Los infiltrados en
las fuerzas de orden público –policía, carabineros, guardias de asalto y guardia nacional
republicana–, cortocircuitaron investigaciones en curso y facilitaron documentación a los
perseguidos356. Conocedores de actuaciones, nombres y domicilios, sirvieron luego a la
persecución franquista357.
Aprovecharon situaciones personales para ampliar la red opositora. La incorpo-
ración a filas de Calixto Molina les permitió contar con un delegado de frentes y crear
puntos de contacto en sus lugares de destino. La movilización de Martínez Gimeno y su
traslado a Madrid los puso en relación con la confabulación de la capital. Otro tanto se
derivó del desplazamiento a Valencia de Eduardo Pignatelli, donde la Quinta Columna
era una organización poderosa358.
Mamerto Melgarejo fue el encargado de mantener la comunicación con el jefe
militar de la organización. Al frente de la misma estuvo el teniente coronel de Artillería
Marcos Navarro y, tras su detención, el coronel de Infantería de Marina Basilio Fuentes
Serna. Su núcleo originario estuvo formado por 14 delegados: Emilio Entero (Aviación
Alcázares), Juan Tudela (Intendencia del Ejército), José López Granados (Aviación), José
Ferrándiz (223 Brigada Mixta), Lorenzo Pallarés (Arsenal), José M.ª de la Puerta (Infor-
mación Base y Escuela Naval), Juan Manzanera (Marina), Juan Lledó, Juan Antonio
Mercader y José Nieto García (tropa Infantería de Marina), José Cabrerizo (Intendencia
de Marina), Juan de la Cruz Mora y Antonio Zaplana (tropa de Artillería) y Vicente Trigo
(Regimiento Naval)359. A partir de ellos la trama se extendió al resto de dependencias y
se adentró en los buques, completándose con el nombramiento de enlaces entre clases
y tropas.
La actuación de marinos y militares –expuesta en los consejos de guerra– denota la
realización de reiterados actos de sabotaje, desmintiendo la escasa importancia atribuida
hasta ahora a la Quinta Columna, minimizada aún más para el caso de Cartagena360. El
sargento de Artillería Paulino Benito Miguel, destinado en la batería antiaérea de Sierra

356 JUANES, T., op. cit, pp. 7-8. DIMAS, F., “El papel de la Quinta Columna en la Base naval de Cartagena en la Guerra
Civil”, Tiempo de Historia, (12 de agosto de 2009). http://www.tiempodehistoria.com. CERVERA GIL, J., “Infil-
tración del quintacolumnismo y espionaje en el orden público y seguridad republicanas”, Diacronie. Studi di Storia
Contemporanea, 28, 4 (2016), p. 19.
357 AMC. Caja 1.309. Orden Público. Año 1939. CONTRERAS, C.J., op. cit., p. 36. DIMAS, F., op. cit.
358 PANIAGUA, J. y LAJO, B. (eds.), op. cit.
359 ANC. Causa 250/1939…, fol. 24r.
360 LÓPEZ GARCÍA, A., Guerrilleros y sabotaje en la retaguardia enemiga durante la guerra Civil española, Tesis doctoral
dirigida por Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valuguera y Manuel Aguilera Povedano, Universidad CEU San
Pablo, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación, Madrid, 2017, pp. 351-357. Del mismo autor, “Bom-
bas que nunca mataron: El sabotaje pacífico durante la Guerra Civil española”, Aportes, 95 (3/2017), pp. 230-234.
HEIBERG, M. y ROS AGUDO, M., op. cit., p. 194.
Arturo Espa Ruiz • 115

Gorda expone sin rubor: “Siempre que estaba a mi alcance evitaba que la puntería y los
datos de tiro fueran eficaces a su misión, no habiendo visto derribado por las propias
baterías ningún aparato”361.

15. Organigrama de la Quinta Columna.

Dominaron el Estado Mayor –con Fernando Oliva– y penetraron en la Secretaría de


la Base –José M.ª de la Puerta, Emilio Rodríguez Lizón y José Ruiz Ahumada–, con lo que
pudieron influir en la clasificación de las fuerzas y su conveniente distribución, enviando al
frente a los considerados contrarios a sus planes –elementos indeseables rojos–, dejando
en la retaguardia a los considerados afectos.
Alistaron ingenieros navales con grado de teniente coronel, y oficiales artilleros,
con los que controlaron la industria de guerra, resultándoles factible –con el respaldo del
Estado Mayor– el sabotaje de un sector estratégico, que contemplaba desde la repara-
ción de los buques a la producción de proyectiles, espoletas, bombas y minas antisubma-
rinas. Lo que ellos mismos calificaron de “sabotaje industrial a gran escala”362.
Mayoritarios en Intendencia –en su misma Jefatura–, desde tenientes coroneles a
capitanes–, crearon dificultades al abastecimiento de la Base y la Escuadra, estragando

361 ANC. Causa 7.055/1939. Instruida contra el sargento de Artillería Paulino Benito Miguel, fol.2v.
362 ANC. Causa 775/1939…, fol. 58v.
116 • Pedro M.ª Egea Bruno

toneladas de víveres y detrayendo recursos para atender a los represaliados y preparar


los suministros para la sublevación que tenían prevista.
La Sanidad de la Armada y del Ejército fueron otros tantos ámbitos bajo su influen-
cia, lo que les permitió expedir certificados con los que librar de ir al frente a los adeptos
y asignarlos a los puntos donde más les convenía o mermar fuerzas leales en lugares
comprometidos.
Dispusieron de mando directo sobre tropas, tanto en Infantería de Marina como
en Artillería del Ejército. Ganaron las Bases aéreas del Mar Menor –Los Alcázares y San
Javier– y la propia Escuela Naval, donde obstaculizaron la formación de futuros oficia-
les. Intervinieron la Secretaría de Justicia, desde los capitanes jurídicos al auditor, con
lo que propiciaron sobreseimientos y sentencias favorables. Ni las mecanógrafas eran
de fiar.
En el verano de 1938, en razón de su dominio, José Montoya Pascual, capitán de
Intendencia Naval, pudo organizar una red de espionaje, denominada Hataca, con cabeza
en Almería bajo la dirección de Manuel Fernández Aramburu, controlada a su vez por el
SIPM del Cuerpo de Ejército de Granada363. A las órdenes de José Montoya, constaban
como jefes de grupo el comandante de Intendencia Alfonso Carrasco Pérez (Arsenal), el
teniente coronel de Ingenieros Pedro Vargas Serrano (Ingenieros), los capitanes de Inten-
dencia Antonio González de Guzmán y Andrés Senac Lisson (Intendencia), el alférez de
navío Carlos Esteban (Estado Mayor) y el coronel de Infantería de Marina Basilio Fuentes
Serna (Infantería de Marina). Son sus colaboradores los comandantes de Intendencia
José Sicilia Mendo y Juan Manuel Ortiz, el de Ingenieros Antonio Galvache Cerón, el
capitán de Intendencia José Francés Núñez de Arenas, el alférez de navío José Martínez
Montero y el paisano Gregorio Pina Laplana. Su conexión central era el interventor de
Guerra Luis Ciarán Muñoz, cuyos enlaces directos eran el comandante de Intendencia
Guillermo Avancini Bellido, el oficial 2º del CASTA Francisco de Paula Oliver y el capitán
de Intendencia Diego Ferrer Gil364. Controlaron así la mayoría de los resortes de la Base,
pudiendo ofrecer a los rebeldes una amplia cobertura: “Podemos prestar un servicio de
información por tener elementos en todas partes”365.
El punto débil era la Escuadra: “… en la Escuadra había tal vigilancia y tantos
rojos que no era posible conseguir nada”366. Se insistía en ello: “A los que no son rojos,
no les dejan ni hablar a solas […] estaban atados de pies y manos […] con comisarios

363 ANC. Causa 867/1939…, fol. 110v.


364 Archivo General Militar de Álava [AGMA]. Expediente informativo de la red “Hataca”. I. C.2872,1. fol. 9
365 ANC. Causa 867/1939…, fol. 110v.
366 Idem.
Arturo Espa Ruiz • 117

políticos, con unas dotaciones completamente cerriles”367. El escenario en el que se


movían era particularmente comprometido: “… aislados en los barcos y sin el apoyo
de otros compañeros como los que en tierra estábamos destinados por grupos en las
dependencias y con gente adicta alrededor368. Su labor tuvo que concretarse a acciones
encubiertas:

… solo podrían tener la actuación callada del sabotaje, de la resistencia a salir,


del tiro desreglado, pero ¿cómo justificar después todo esto? Por fin de fiestas no
tenían tampoco la posibilidad de poder sublevar los barcos; estaban demasiado solos
y demasiado vigilados369.

Contaron, empero, con jefes y oficiales del Cuerpo General: capitanes de fragata
y corbeta, tenientes y alféreces de navío, es decir con mando en unidades navales, en
condiciones de extender el derrotismo entre las dotaciones, cuando la moral era tan
necesaria, sobre todo en las horas finales; de sabotear los buques, de entorpecer los
combates, manipulando los aparatos de tiro; de dificultar la navegación, ayudándose de
maquinistas de la Armada –desde coroneles a capitanes–, dejando desprotegidos los
convoyes que transportaban armamentos o víveres, facilitando su hundimiento por las
fuerzas enemigas.
En aquella guerra invisible se distinguieron dos estrategias. Una minoritaria, afecta
a la sublevación, y otra mayoritaria, partidaria de esperar la descomposición interna y de
hacer de puente a la ocupación nacionalista. Lo expresa el teniente médico Miguel For-
nell Casas, detenido por el SIM republicano:

… la que menos adeptos tenía, era la de procurar una sublevación en Cartagena,


y la segunda, que contaba con muchos más adeptos que la anterior, tenía el propósito
de que Cartagena se descompusiera por si propia y cuando llegara el momento de
mayor angustia antifascista y se diera la voz de sálvese el que pueda, surgir la organiza-
ción para sostener el orden y esperar que se hiciera cargo de Cartagena con completa
normalidad el elemento faccioso que entrase en ella y entre tanto que esto ocurriera
prestarse mutuo auxilio los organizados370.

367 Ibidem, fols 110v-111r.


368 Ibidem, fol. 111r.
369 Idem.
370 ANC. Causa 893/1939…, fol. 132v-133r.
118 • Pedro M.ª Egea Bruno

Se impuso la sublevación –como la llevada a cabo, tras varios intentos, en marzo de


1939, marcando las diferencias con el resto de las organizaciones quintacolumnistas de la
retaguardia republicana. Siguiendo a Luis Romero,

… la sublevación de Cartagena es la primera irrupción en la guerra de una Quin-


ta Columna un tanto caótica y desordenada, más un estado de opinión que una organi-
zación capaz de mover fuerzas coherentes y de eficacia combativa, capaz, sin embargo,
de desencadenar un golpe cuyas consecuencias fueron importantes371.

371 ROMERO, L., Desastre en Cartagena…, p. 29.


Arturo Espa Ruiz • 119

VIII. EN LAS BASES DE LA CONSPIRACIÓN

La defensa de la Base naval dependía del Regimiento de Artillería de Costa. El


dispositivo –siguiendo el Plan de Defensa Marítima de 1926– batía una extensa zona
marítima, hasta 35 km. mar adentro. Se organizaba en dos grupos, los denominados
frente occidental y oriental. Dos piezas Vickers de 15 pulgadas (381 mm.) en los extremos
de la línea litoral –Castillitos y Las Cenizas– y cuatro de 6 pulgadas (152,4 mm.) –también
Vickers– en Jorel, La Parajola, Aguilones y La Chapa. Cañones Krupp y Ordóñez –del plan
anterior– cerraban el acceso al puerto en las posiciones de La Podadera, Trincabotijas,
Santa Ana, San Julián, General Fajardo, Santa Florentina y San Leandro. El despliegue
se completaba con seis baterías de 105 mm. Vickers para tiro antiaéreo: Cabo Negrete,
Conejo, Roldán, Atalayón, Loma Larga y Los Dolores. Para Salas Larrázabal era la mejor
artillada de España372.
El conjunto, a falta de algún detalle, estaba ultimado en vísperas de la Guerra Civil.
Sus principales impulsores habían sido José López-Pinto y Juan Cervera373. Este último se
lamentará de su uso posterior: “¡Cuán ajeno estábamos de laborar para alimento de la
víbora que pudo acabar con la grandeza de España!”374. Durante la contienda se monta-
ron agrupaciones de menor porte en Isla Plana, Isla de Escombreras, Punta de la Galera
y Cabo de Palos. También en el Pilar de la Horadada y Punta Prima, en la inmediata costa
alicantina, para proteger los aeródromos de San Javier y Los Alcázares en el Mar Menor.

372 SALAS LARRAZÁBAL, R., El Ejército Popular de la República, T, 1, Madrid, Editora Nacional, 1973, p. 155. GÓMEZ
VIZCAÍNO, J.A., La artillería de Cartagena, 1503-2003: hechos, hombres y armas, Cartagena, autor, 2003.
373 GÓMEZ VIZCAÍNO, J.A., “Biografía Excmo. Sr. D. José López-Pinto y Berizo…, pp. 30-37. GÓMEZ VIZCAÍNO,
J.A., Panorámica de la Artillería como Real Cuerpo y Arma en la ciudad de Cartagena, Cartagena, autor, 1993, pp.
81-94. GÓMEZ VIZCAÍNO, A., Castillos y fortalezas de Cartagena, Cartagena, Aforca, 1997, pp. 43-54. SANTAELLA
PASCUAL, F., La artillería en la defensa de Cartagena y su base naval: desde los orígenes al Plan Vickers
de 1926, Cartagena, Áglaya, 2006. GÓMEZ VIZCAÍNO, A. y MUNUERA NAVARRO, D., “La defensa de la
Base naval en la época contemporánea”, en Estudio y catalogación de las defensas de Cartagena y Bahía,
Murcia, Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, 2004, p. 271ss.
374 CERVERA VALDERRAMA, J., op. cit., pp. 5-6.
120 • Pedro M.ª Egea Bruno

16. Cañón Vickers de 38/45 (Batería de las Cenizas).

Al frente de semejante resorte estará –llegado el momento– Arturo Espa, que


moviendo influencias pudo alejarse de las líneas de fuego y regresar a Cartagena el 5
de abril de 1937. Desde el primer momento se puso al servicio de la reacción. En junio
ascendió a comandante, distinción que quiso justificar ante los vencedores: “Por finales
de marzo se publicó una disposición en virtud de la cual debían ascender todos aquellos
que no lo hubiesen hecho…”375. Recibió el mando de las baterías de Cabo Tiñoso –Cas-
tillitos, Jorel y Loma Larga–, encontrándose la primera en su última fase de puesta en
servicio, el llenado de aceite para el movimiento a presión. Presumirá de su doblez:

Que durante el tiempo que estuvo al mando del Grupo de Cabo Tiñoso, sola-
mente una vez hizo un disparo una de las baterías cuando el deponente no se encon-
traba allí. Que varias veces que observaron estelas de submarinos, no se hizo fuego
contra ellos376.

Su labor fue claramente contrarrevolucionaria. Se inició en misiones de espionaje a


través del teniente de Carabineros Julio Gutiérrez: “… a él le di el estado de la batería de
Castillitos, la colocación de las del Pilar de la Horadada y Punta Prima, así como sectores

375 ANC. Causa 894/1939…, fol. 8r.


376 Ibidem, fol. 13r.
Arturo Espa Ruiz • 121

muertos de las antiaéreas”. No fue su único servicio. Llamado a Valencia para formar par-
te de una comisión que eligiera emplazamiento para una torre de 30,5 del Jaime I, indicó
su situación al enemigo en las inmediaciones de Sagunto377.

17. Piezas Vickers de 15 pulgadas (cartagenaantigua.wordpress.com).

Realizó trabajos de sabotaje. De ello dejarán constancia sus propios subordinados,


en su mayoría falangistas y derechistas palmarios378. Colaboró con el Socorro Blanco. Lo
avala la farera de Escombreras –Mari Carmen Hevia–, una de las beneficiadas, que tendrá
un protagonismo destacado en los sucesos de marzo de 1939: “… durante todo el tiem-
po recibió del citado Sr. Espa vales para víveres del Economato de Artillería, que luego la
declarante repartía entre personas perseguidas y necesitadas”379.
Protegió a los hostigados por su decantación antirrepublicana. El testimonio de
Hevia nos introduce en los códigos manejados en el establecimiento de las redes solida-
rias: “… conociendo a su simple vista que era un elemento completamente opuesto a la
situación que a la sazón imperaba”380. Hevia estaba sufriendo su particular calvario:

377 Ibidem, fol. 8r.


378 Ibidem, fol. 41r.
379 Ibidem, fol. 48r.
380 Idem.
122 • Pedro M.ª Egea Bruno

… con relación al capitán Fuentes, que en aquel tiempo mandaba la batería de


Aguilones y que conociendo la significación extremadamente derechista de la declaran-
te, la hacía objeto de una ensañada persecución, manifestada sobre todo en el hecho
de enviar al destacamento de la Isla los artilleros de peores antecedentes, advertidos
de que los allí vivían eran unos fascistas, con los que no se habían de tratar y a los que
era necesario vigilar381.

Espa, a juicio de la farera, se alejaba del comportamiento habitual de los que venían
ocultando su identidad política, dejando constancia de su decidida implicación:

… no se limitaba a ser persona de derechas que capeando el temporal iba con-


siguiendo salvar la situación, sino que valientemente y con el riesgo que ello suponía,
hacía cuanta labor estuviese a su alcance y tenía la primera prueba en cómo fue la
primera recomendación para que en lo sucesivo nos encontrásemos protegidos por él,
el hecho de que conociese nuestra decidida afección al Glorioso Movimiento Nacional,
así como para el cambio de gente de aquel peñón382.

Espa se deshizo de los izquierdistas a sus órdenes, remitiéndolos a batallones dis-


ciplinarios de combate, y entorpeció las depuraciones de los adictos383. Se multiplicó en
estos trámites como se deduce de los testimonios de los que estuvieron bajo su mando,
empezando por los falangistas384. Su propósito era integrar voluntades y minar la resisten-
cia de la retaguardia. Los artilleros segundos José Pallarés Cachá –un reconocido ginecó-
logo en la posguerra– y el citado Montoya Lillo, dirigentes de la Comunión Tradicionalista
de Lorca, avalan ese empeño: “Que dicho oficial, sabiendo nuestra significación tradi-
cionalista, nos destinó a su puesto de mando donde logró que todos sus componentes
fuésemos de ideas comunes a la España Nacional”385.
El sentido de la recluta era evidente: “Que se interesaba y nos preguntaba por el
número de artilleros y elementos simpatizantes con la España de Franco…”. Lo confirma
Carlos Navarro Palacios, otro de los favorecidos: “… parecía ser que dicho capitán quería
retener a su lado personas que fueran de toda confianza desde el punto de vista nacional386.
El proselitismo pasaba por la extensión del derrotismo. Lo ponen de manifiesto
Pallarés y Montoya: “Que durante los 20 meses que estuvimos bajo sus órdenes todas

381 Idem.
382 Idem.
383 Ibidem, fol. 45r.
384 Ibidem, fols. 63r y 77r-78r.
385 Ibidem, fol. 45r-v.
386 Ibidem, fols 45r y 50r.
Arturo Espa Ruiz • 123

las noches nos reuníamos con él, explicándonos ante los mapas las gloriosas operaciones
del Ejército nacional, como asimismo nos comunicaba el parte oficial nacional, el cual era
propagado al día siguiente por todo el Grupo…”387. La descalificación de los jefes milita-
res era otro de sus procedimientos: “… llevando con ello al ánimo de los indiferentes el
menosprecio por tales personajillos y por lo tanto la desmoralización de quienes por error
y encauzados en otro sentido llegar[on] a ser defensores de los rojos”388.
La confesionalidad se convirtió en seña de identidad. Tal fue la recomendación de
Carlos Navarro Palacios, oficial del Banco Internacional de Industria y Comercio para soli-
citar su traslado al Grupo de Cabo Tiñoso389. En la selección de adictos hay una credencial
aceptada, la de ser Hijo de María de la Medalla Milagrosa. Lo señala Hevia: “… envió al
artillero Alcibíades Sánchez del que le bastó le dijera, como de los anteriores, que era
Hijo de María para que le diese aquel puesto a su lado”. Es un dato reiterado: “… el que
le dijese [a Espa] como máximo título al indicarle alguno que era de derechas, o Hijo de
María, para que tomase con todo cariño el enviarlo allí”390. No hay duda del carácter polí-
tico de la asociación, lo que la situó en el punto de mira de la persecución: “… se cebó la
fiera marxista sobre ella y hoy cuenta en su martirología a once congregantes asesinados
por la horda y el completo destrozo de su salón de actos, de su biblioteca, de todas sus
obras”391. Entre las víctimas su director, el arcipreste Pedro Gambín Pérez392.
Las acciones de Espa respondían a los planes de la Quinta Columna, presente en el
Regimiento de Artillería por su actividad contrastada. Lo refrendan más de 40 artilleros,
algunos tan conocidos como el músico Benito Lauret, si bien las expresiones empleadas
sugieren la existencia de un escrito elaborado por el propio interesado: “Una amplia
labor de captación de toda clase de elementos hacia su persona, facilitando así el mejor
desenvolvimiento de sus actividades encaminadas a un término que, al fin, tuvo su logro
el día 4 de marzo último [1939]”393.
Secundaba los planes del teniente coronel Marcos Navarro –al frente de la Artillería
de Costa desde junio de 1937–, designado jefe de la conspiración, cuya entrega no tardó
en despertar sospechas, señalándose que en aquel regimiento: “… no estábamos nada
más que fascistas, el dicho si quieres ver a los hijos de María ves al Parque de Artillería y

387 Ibidem, fol. 45r-v.


388 Ibidem, fol. 64r.
389 ANC. Causa 894/1939..., fol. 50r.
390 Ibidem, fol. 50r.
391 Cartagena Nueva, 20 de septiembre de 1939.
392 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.068. Exp. 4. Pieza décima de Murcia. Persecución religiosa.
SÁNCHEZ BAEZA, R., La persecución religiosa en la Diócesis de Cartagena-Murcia, 1931-1939, Madrid, autor, 1988.
393 ANC. Causa 894/1939, fol. 62r.
124 • Pedro M.ª Egea Bruno

otras frases por el estilo394. Entre las denominaciones a aquellos recomendados se incluía
la de hijo de D. Marcos395. Por Navarro sabemos los procedimientos utilizados, contando
con los médicos militares para expedir certificados de inútiles a los derechistas que con-
venía, ingresando en la unidad a los militantes de la organización y evitando que saliesen
tropas para los frentes. Por su parte, Espa organizó las escuadras en las baterías396.
A la trama que se va tejiendo se une una pieza fundamental. A principios de marzo
de 1938 el coronel de Infantería de Marina Basilio Fuentes Serna –en esos momentos Jefe
de la sección de Infantería de Marina– es enviado a Cartagena al mando del Regimiento
Naval. No es un hecho casual. Desde la Subsecretaría de Marina –controlada por la Quin-
ta Columna–, buscan desplazar de aquel puesto al coronel Diego Baeza, un leal volcado
en la organización de batallones para el frente397.
Fuentes puso fin a la salida de combatientes a los frentes, a pesar de disponer de
una plantilla que en ocasiones alcanzaba los ocho mil hombres. Lo contactará Carlos
Esteban, jefe del Estado Mayor de la Base, al que ya conoce de su anterior empleo en
Valencia398.
Se vinculó a la Falange tanto civil –Bermejo y Ramos Carratalá– como militar:
Manuel Pérez Alarcón, José Montoya, Vicente Trigo, Francisco García Martín, Juan Luque
y Antonio González de Guzmán. A través de Mamerto Melgarejo entrará en contacto con
el teniente coronel Marcos Navarro, que está –como sabemos– al frente de la Artillería
de Costa.
Organizó la Plana Mayor del Regimiento de acuerdo con sus propósitos, rodeán-
dose de elementos adictos: García Martín es designado segundo jefe del Regimiento,
el capitán Manuel Pérez Alarcón su ayudante personal y como habilitados Luis Ciga
Olave y Hermenegildo Fernández-Delgado y Marín-Baldó. Selecciona al resto de per-
sonal con la finalidad de implantar la Falange en todas las dependencias bajo su man-
do399. Su ayudante –nombrado ex profeso– es el falangista Manuel Pérez Alarcón, cuya
labor deviene fundamental en la selección de los adictos y la depuración de los desa-
fectos. El proceder de Fuentes se ajustó al patrón establecido, estableciendo en todas
las unidades del Regimiento la organización de Falange, depurando el personal de filia-
ción roja y encuadrando a los elementos derechistas, los cuales quedaban en la plaza y

394 Ibidem, fol. 88r.


395 LÓPEZ BAYARDO, J.A., Diversidad e ideología de los grupos conservadores. La Quinta Columna de Cartagena
(1936-1939), Tesis Doctoral dirigida por Pedro M.ª Egea Bruno, Universidad de Murcia, 2018, fols. 207-269.
396 ANC. Causa 894/1939, fol., fol. 4r-v.
397 ANC. Causa 775/1939…, fol. 9v.
398 ANC. Causa 1.192/1939…, fol. 110r.
399 ANC. Causa 775/39…, fols. 9v-10r.
Arturo Espa Ruiz • 125

en destinos de absoluta confianza400. Una labor de envergadura, como atestiguan sus


subordinados401. Según su propia confesión llegó a disponer de los Batallones Trece y
Catorce. Lo cierto es que la 151 Brigada no tardó en ser conocida como La Sagrada
Familia y del 14 Batallón, que era un Batallón de tenderos y carcas obra de Basilio Fuen-
tes y los elementos que le rodeaban402.
Contó con Intendencia, donde la Quinta Columna había arraigado con fuerza, pre-
parándola para una sublevación nacionalista, recurriendo como siempre a la depuración
de elementos izquierdistas. Allí tenía a los capitanes Andrés Senac y González de Guz-
mán, al teniente coronel de Ingenieros Pedro Vargas, a los comandantes Portau y Sicilia,
al auxiliar de Oficinas Boado y a varios marineros403.
En la primavera de 1938 la red militar estaba organizada. El alférez de navío Carlos
Esteban se encargaba de la Marina, el comandante de Artillería Marcos Navarro del Ejér-
cito, Pedro Vargas y José Montoya del Arsenal, Basilio Fuentes de Infantería de Marina,
Andrés Senac y Antonio González de Guzmán de Intendencia.
El levantamiento se proyectó para junio. El plan parecía perfecto. Se contaba con la
Artillería, lo que permitía enfrentarse a la Flota, que les resultaba inaccesible. Lo acreditan
los testimonios de algunos oficiales que señalan “… la salida combinada de la Flota con
la sublevación y liberación de Cartagena”. Uno de ellos, el coronel de Intendencia José
Luis Barbastro anota que “… su deber lo marcaba el rumbo de procurar la salida de la
Flota”404. Lo sentencia también el comerciante Ramiro Bermúdez de Castro, otro de los
involucrados: “… no faltaba más que ponerse de acuerdo con los elementos adictos de la
Escuadra Roja, o esperar que esta saliese del Puerto de Cartagena”405. Lo descubre uno
de los complicados, el practicante Miguel Macip Mor: “… que el levantamiento de Car-
tagena se haría pero sin sangre, ya que para ello se hará cuando la Escuadra esté fuera…
”406. Lo corrobora el comandante de Infantería retirado Joaquín Portela de la Llera, que
señalaba el momento oportuno:

… uno de los días que saliera la Escuadra para recibir los barcos mercantes que
traían material de guerra, de acuerdo como lo estaba con el jefe de Infantería de Mari-

400 Ibídem, fols. 10r.


401 Ibidem, fol. 58r-v.
402 ANC. SIP. Caja 22. Exp. 1.842…, fol. 1.
403 ANC. Causa 250/1939…, fol. 148r-v.
404 ANC. Causa 111/1939. Instruida contra el coronel de Intendencia de la Armada retirado José Barbastro Samper, fol.
6r-v.
405 Ibidem, fol. 98r.
406 Ibidem, fol. 133r.
126 • Pedro M.ª Egea Bruno

na [Basilio Fuentes], sublevarse apoderándose de la plaza e impidiendo el regreso al


puerto de la expresada Escuadra407.

No se atreven a dar un paso sin el respaldo del alto mando franquista, a la par que
desconfían de su capacidad operativa, reclamando su intervención militar. Lo notifica
Navarro:

Nuestra organización y los medios de que podíamos disponer pensábamos


hacerlos llegar a conocimiento del Cuartel General del Generalísimo para su aproba-
ción si procedía y obrar con arreglo a sus órdenes e instrucciones, pues sin la inter-
vención del Glorioso Ejército Nacional no podíamos consolidar un alzamiento en
Cartagena y que en nuestra modesta opinión creíamos que era de eficaz ayuda a la
causa nacional408.

El capitán de Artillería Alberto Meca sería el encargado de llevar al otro lado el


proyecto y la clave para comunicarse por medio de la estación de radio que se instalaría
en el puesto de mando de la Artillería de la plaza.
Los preparativos se aceleraron a partir del 15 de abril de 1938, explotando el
impacto psicológico de la llegada de Franco al Mediterráneo y el corte de la España
republicana por Vinaroz. Los reveses republicanos formaban parte de su estrategia.
Lo indica el capitán de Intendencia José Francés: “En general los movimientos se
preparaban siempre a base de aprovechar una circunstancia favorable, como la caída
de alguna población importante en poder de los nacionales”409. Según el mismo depo-
nente se valoraba el oportunismo ante lo que parecía una decantación irreversible del
conflicto:

… consideraban que estando en poder de los nacionales las tres cuartas partes
del territorio nacional, era no ya conveniente sino imprescindible el hacer esa labor, ya
que si se conseguía organizar en la retaguardia sublevaciones en dos o tres ciudades
era inminente la caída del citado Gobierno410.

El movimiento adquirió tal envergadura que fue imposible mantener el secreto.


Juan Vidal Navarro, uno de los Hijos de D. Marcos, deja constancia de la resonancia
alcanzada: “Que en cierta ocasión, habiéndome enterado que corrían rumores de

407 ANC. Causa 893/1939…, 71r.


408 Ibidem, fol. 4v.
409 ANC. Causa 867/1939…, fol. 165v.
410 Ibidem, fol. 335r.
Arturo Espa Ruiz • 127

que se preparaba una sublevación en Cartagena y que el jefe era dicho Sr. [Marcos
Navarro] y constándome que era cierto, fui a prevenirlo, ordenándome que por todos
los medios desmintiésemos dicho rumor porque de lo contrario lo echarían todo a
perder…”411.
Se buscaron los últimos aliados. La 223 Brigada Mixta –de guarnición de la plaza–
que acababa de llegar del frente era la fuerza que les faltaba para controlar la Base.
Estaba armada y era considerada afecta a la República. Mamerto Melgarejo destaca
la entrevista celebrada al efecto en la Comandancia Militar, a la que acuden los tres
jefes del Cuerpo de Guarnición, es decir, Marcos Navarro de la Artillería Costa, Basilio
Fuentes del Regimiento Naval y Martín de Vidales, de la 223 Brigada Mixta. Toda una
maniobra:

… tratándose en dicha reunión por parte de los Sres. Fuentes y Navarro, de


hacer ver que la guerra estaba perdida e interrogando a modo de sondeo que actitud
observarían en caso de que por un desmoronamiento hubiera necesidad de imponer el
orden evitando las posibles tropelías que ello acarrearía412.

La negativa de Martín de Vidales fue rotunda, poniendo de manifiesto su


lealtad incuestionable: “Contestando el jefe que suscribe que no le preocupaba, pues-
to que la representación del Gobierno estaba en la Base y que siempre que las órdenes
de este fueran auténticas había que acatarlas sin discusión413.
Fracasado el intento, Melgarejo buscó otro enlace con la Brigada, su ayudante
mayor, el teniente Sabino Negre Queralt, sin saber que era un agente del SIM, que este
modo llegó a la cabeza de la conspiración414. El SIM denunció la operación al Juzgado
Especial de Guardia, que a principios de mayo de 1938 centró sus investigaciones en
Marcos Navarro, desactivando su dispositivo:

Que habiendo llegado a noticias o sospecha de ello al SIM se le empezaron a dar


órdenes de salidas fulminantes para los frentes los admitidos como voluntarios y demás
elementos obedientes a su mando, llegando algunos días a constituir estas bajas lista
de cerca de doscientos individuos desarticulando de esta manera el plan formado por
el repetido jefe415.

411 ANC. Causa 893/1939…, fol. 82r.


412 ANC. Causa 122/1939…, fol. 88r.
413 ANC. Causa 893/1939…, fol. 134r.
414 ANC. Causa 122/1939..., fol. 88r-v.
415 ANC. Caja 826. Sumario Republicano núm. 33. Juzgado Especial de Guardia (adscrito al Tribunal). Año 1938, fol. 71r.
128 • Pedro M.ª Egea Bruno

El 25 de junio fueron detenidos unos veinte sospechosos, entre ellos Marcos


Navarro y Mamerto Melgarejo, cerrándose el cerco sobre Basilio Fuentes, presionan-
do para ello a Melgarejo, en manos del SIM416. Fuentes fue llamado como testigo, no
pudiendo demostrarse su complicidad, como tampoco las de los demás investigados,
entre ellos Bermejo.
El 7 de julio Navarro y Melgarejo fueron trasladados a la Prisión Provincial de
Murcia, incursos en un delito de Espionaje y Alta Traición. Los resortes de la Quinta
Columna se pusieron en marcha. El Jefe del Estado Mayor de la Base –Carlos Esteban–,
actuó de avalista de Marcos Navarro, en tanto el fiscal demoró –como vimos– los trámi-
tes procesales. Si permaneció en prisión hasta el 28 de marzo de 1939 fue por su propia
seguridad.
Tras el encarcelamiento de Navarro, Arturo Espa asumió la dirección de la trama en
la Artillería de Costa: “Al ser detenido dicho comandante quedaba yo, tácitamente, de
jefe de cuanto en el Regimiento se organizase a favor de la Causa Nacional”417. Lo remar-
ca Marcos Navarro, que abunda en el papel de Espa: “Estos trabajos de organización los
hacía en íntima colaboración con el capitán Don Arturo Espa quien me sustituyó cuando
fui detenido”418.
Una serie de cambios de empleo lo situaron en un puesto relevante. En julio de
1938 fue nombrado jefe de Instrucción del Regimiento, que hubo de justificar ante al
consejo de guerra que lo juzgó en la posguerra, señalando, que no quedaba “nadie por
nombrar más que yo”. En agosto fue designado primer jefe accidental del Regimiento.
Lo atribuyó a otra casualidad: “… por arresto del entonces teniente coronel Orcajo, que
al cumplirlo no se volvió a hacer cargo del mismo…”419. Aprovechó los sucesivos relevos
para incrementar sus actividades subversivas420. Los frutos no tardaron en alcanzarse,
como respaldan algunos de sus subordinados, conocidos militantes de Falange:

Que de su conducta y de la de algún otro jefe pudo derivarse el que el citado


Regimiento fuese, no obstante la vigilancia de que era objeto por parte de elementos
rojos, una unidad donde predominaba el espíritu de la España nacional421.

La relevancia alcanzada explica a que a finales de enero o principios de febrero


de 1939 los jefes civiles de la Quinta Columna –Antonio Bermejo Sandoval y Antonio

416 ANC. Causa 122/1939…, fol. 88r-v.


417 ANC. Causa 894/1939…, fol. 9r.
418 ANC. Causa 893/1939…, fol. 4v.
419 Ibidem, fol. 8r.
420 Ibidem, fol. 9r.
421 ANC. Causa 894/1939…, fol. 64v.
Arturo Espa Ruiz • 129

Ramos Carratalá– contactasen con él. El testimonio del primero no deja lugar a dudas
de la responsabilidad asignada: “... que era el elemento de enlace y representante de la
organización en el Regimiento de Artillería para cuando se iniciase el Alzamiento a favor
de la Causa Nacional”422.

422 Ibidem, fol. 78r.


Arturo Espa Ruiz • 131

IX. CAPITULADORES Y GOLPISTAS

Tras las detenciones de junio de 1938 el golpismo se reactivó a finales de aquel


verano, tomándose conciencia de que la resistencia republicana podía encontrar aliados
en un previsible conflicto internacional. Así lo asienta el capitán de Intendencia Antonio
González de Guzmán: “… los rojos ponían su esperanza en que en el mes de octubre
estallase una guerra europea423.
Muy en la línea de hacer méritos, la paternidad de aquella reacción fue reclamada
por varios oficiales: Andrés Senac, González de Guzmán y Pedro Vargas, que coincidían
en la necesidad de reactivar Falange en las dependencias militares como vehículo para
llevar a cabo una nueva sublevación424.
Afloraron las carencias con las que se enfrentaban, subrayándose la ausencia de una
formación rectora, la dispersión y el aislamiento. En palabras de González de Guzmán:

En Murcia, como en Cartagena, existían varios pequeños grupos que se decían


de F.E. constituidos por gentes de derechas, ajenos a nuestra idea sindical y que fun-
cionaban sin control alguno. El Consejo de Murcia, encontró sensata nuestra opinión
de que era preciso unificar Murcia y Cartagena para lograr una acción eficaz, y nos dio
poderes al efecto y comenzamos a intentar comunicar la situación a la Zona Nacional
para que nos diese instrucciones, o enviase un delegado a poner orden425.

La ausencia de un jefe indiscutible, dada la baja graduación de los comprometidos,


les llevó a buscar el respaldo del bando nacionalista. Necesitaban de ese referente para
deshacer recelos. Tal es el sentido de la misiva que González de Guzmán hizo llegar al
otro lado: “… es preciso que Vds. vean la manera de entrar en relaciones seguras. Esta-

423 ANC. Causa 122/1939…, fol. 64r.


424 ANC. Causa 867/1939…, fol. 11v.
425 Ibidem, fol. 12r.
132 • Pedro M.ª Egea Bruno

mos buscando el medio de contar con una radio, pero para lograrlo sería preciso primero
la llegada de órdenes de ahí, a las que muchos temerosos ahora obedecerían”426.
La desconfianza hizo que se frustrase la conexión exterior, negándose Fuentes a
recibir a uno de los enviados, el que en su día fue secretario de Nicolás Franco Baha-
monde: “… recibió D. Basilio la visita de D. Antonio Sánchez Marín que venía a tratar
de poner en relación la organización que existía en Cartagena con Madrid y Salamanca.
Que no lo recibió por ignorar quien era…”427. Nicolás Franco era un destacado agente
franquista.
El enlace con Almería a través de Hataca, la red de espionaje establecida, era defi-
ciente y apenas llegaban las comunicaciones. González de Guzmán solicitó una relación
más estable a la par que insistía en la necesidad de contar con un jefe reconocido por
el mando nacionalista que estimulase la unidad de acción. Lo hizo a través de una carta
en tinta simpática –como mandan los cánones del espionaje– que nadie consiguió desci-
frar428. Solicitó una combinación para entenderse y entretanto recibir mensajes por Radio
Salamanca. No llegó la conexión esperada. El único interés que los servicios franquistas
manifestaron por Cartagena fue el envío de la clave de la Escuadra, que finalmente no
consiguieron.
Basilio Fuentes sustituyó a Marcos Navarro al frente de la nueva trama, que fue
extendiéndose entre los distintos Cuerpos: General, José María de la Puerta y Emilio
Rodríguez Lizón; Jurídico, el auditor, Camilo Bahamonde; Ingenieros, Pedro Vargas; Arti-
llería de Marina, Lorenzo Pallarés y Bernardo Llobregat; Intendencia de la Armada, Gon-
zález de Guzmán y Guillermo Avancini; Sanidad, Rafael Berenguer y Fernández Campa
y Artillería de Costa, Arturo Espa. Se les sumó el teniente Mora de Asalto y un oficial de
Aviación con grado de comandante429. El capitán Vicente Trigo –designado ante del Jefe
de la Base– informaría de los asuntos relacionados con aquella Jefatura y con el Estado
Mayor Mixto. Se siguió contando con la estructura civil, en manos de Bermejo Sandoval y
Ramos Carratalá, con el respaldo de Falange de Murcia.
El Estado Mayor de la Marina fue un instrumento a su servicio. El objetivo era
convertir al Regimiento Naval –al mando de Basilio Fuentes– en el ariete del nuevo levan-
tamiento. Contó con sus jefes –primero Carlos Esteban y luego Fernando Oliva–; sus
secretarios sucesivos –José Ruiz de Ahumada y José M.ª de la Puerta– y su responsable
de Personal: Emilio Rodríguez Lizón. Por este último sabemos el modo de selección del
personal, destinando a aquella unidad al personal afecto y destinando al frente a los

426 Ibidem, s/f.


427 ANC. Causa 122/1939…, fol. 50v.
428 ANC. Causa 867/1939…, fol. 112r.
429 ANC. Causa 122/1939…, fol. 10r.
Arturo Espa Ruiz • 133

hostiles, cuidando todos los detalles: “… cuando nos hacían que ingresásemos un rojo al
Regimiento la orden iba con una contraseña para que fuese conocido por la organización
afecta al Movimiento Nacional que había en el Regimiento430. La labor de Carlos Esteban
–como testimonia Fuentes– convirtió al Regimiento Naval en la fuerza más numerosa y
mejor armada de la Base431.
El 9 de diciembre de 1938 Fernando Oliva relevó a Carlos Esteban al frente del
Estado Mayor. El cambio resultó perceptible: “Con la llegada de Fernando Oliva al Estado
Mayor de la Base la reunión de comandantes y oficiales favorables y partidarios de que
se pusiese fin a aquella guerra fratricida y sectaria se incrementaron”432. Su tarea apuntó,
como la de Esteban, a fortalecer al Regimiento Naval, “… para lo cual daba el cese a
los elementos marxistas que me indicaba dicho Jefe, y destinando a aquel regimiento a
todos los elementos de derechas que eran movilizados en las distintas quintas”433. Basilio
Fuentes podía presumir de la conclusión del operativo:

… disponía de una Plana Mayor en el Regimiento perfectamente identificada


con su ideología y un catorce Batallón que en unión de [algunos] destacamentos […]
entregarían Cartagena al Caudillo sin pegar un solo tiro, ya que sus enlaces con Artille-
ría de Plaza y los demás servicios de la misma le aseguraban un triunfo rotundo a favor
de las armas del nunca bien ponderado Franco434.

Una serie de circunstancias favorecieron el proyecto. El 24 de enero Antonio Ruiz


fue sustituido como Jefe de la Base por el general Carlos Bernal, cuya decantación anti-
comunista era conocida435. Lo señala el capitán de artillería Bernardo Llobregat González:
“Desde el cese de Antonio Ruiz de jefe de la Base naval ya se insistía públicamente en un
movimiento”436.
Arturo Espa, como Jefe accidental del Regimiento de Artillería de Costa, asegura la
participación de la fuerza bajo su mando, aunque puede frustrarse por la incorporación,
prevista para febrero, del coronel Gerardo Armentia Palacios como mando efectivo, aun-

430 Ibidem, fol. 50r.


431 ANC. Causa 1.192/1939…, fol. 110v.
432 RUIZ SIERRA, M., Así empezó todo. Memorias de una marino de la República, Valladolid, AF Editores, 2005, pp.
61-62.
433 ANC. Causa 122/1939…, fol. 61r.
434 Ibidem, fol. 35r.
435 Sobre Bernal vid. GÓMEZ VIZCAÍNO, J.A., “El general de brigada de ingenieros Carlos Bernal García”, Memorial de
Ingenieros, 85 (diciembre 2010), pp. 116-123.
436 Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán [AGMAB]. Servicio Histórico del Estado Mayor de la Armada [SHEMA].
10398. Levantamiento de Cartagena [LC]. 1939.
134 • Pedro M.ª Egea Bruno

que cabe la posibilidad de sumarlo al movimiento437. Armentia, que acabó sumándose


a los conspiradores, pasaba –para propios y extraños– por filocomunista: “… entre sus
documentación tenía bastantes papeles de nuestro P. [Comunista], e incluso cartas de la
Comisión Político Militar enviándole material de nuestro P. para su estudio...”438. Para la
Fiscalía del Tribunal Supremo su fidelidad a la República estaba contrastada439.
Los golpistas se apoyaron en el clima de capitulación que venía arraigando en la
retaguardia cartagenera, especialmente a partir del 26 de enero de 1939 con la caída de
Barcelona, la incomunicación con el territorio catalán y la salida de España del Gobierno.
A partir de entonces –como señala el gobernador civil de Murcia, Eustaquio Cañas– cruzó
el Rubicón: “De esta fecha partió abiertamente la ofensiva interior contra el Gobierno
republicano”440. Lo corroboran los ministros que días más tarde visitaron Cartagena: “…
los vacilantes y los dudosos tienen vasto campo de acción especulando con un futuro
próximo, que a decir verdad nadie considera halagüeño”441.
A la deriva contribuyeron los frecuentes bombardeos, la escasez de alimentos, el
cansancio generalizado por la marcha de la guerra y el miedo a la exigencia de respon-
sabilidades por parte de los vencedores. Así aparece en la declaración del teniente de
Intendencia Dictinio del Castillo-Elejabeytia442. Lo corrobora el ingeniero Rafael de la
Cerda, subrayando “… el ambiente de rendición y sublevación que se iba extendiendo en
Cartagena, incluso entre los rojos, por efectos del hambre, los bombardeos, las derrotas
y el miedo a la justicia de Franco…”443. Los ataques aéreos se repitieron con una cadencia
inusitada, especialmente en los últimos meses de la guerra. Están datados en los días 1,
5, y 9 de enero, 1, 5, 7, 8 (dos), 9, 10 y 13 de febrero. Siguieron el 28 de febrero y el 1, 2,
5, 6 (dos), 10 (dos) y 15 (dos) de marzo444.
El hambre se dejó sentir a partir del segundo año de la guerra, con situaciones
extremas que no escapaban al comisario general de la Flota: “… ese espectáculo que se
ofrece todos los días en las horas de comida a la popa de los barcos. / Mujeres y niños

437 ANC. Causa 894/1939…, fol. 9r.


438 AHPCE. Informe que presenta al P. Joaquín Rodríguez sobre los hechos ocurridos en Cartagena durante la subleva-
ción fascista y en los que tomé parte, a bordo del Cooperatizia, 18 de mayo de 1939, Manuscritos, tesis y memorias.
Sig, 54/8, fol. 7.
439 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia…, fol. 38.
440 AFPI. Archivo Amaro del Rosal [AAR]. CAÑAS, E. Notas históricas sobre los últimos momentos de la guerra civil de
España, consignadas por un testigo presencial, París, marzo de 1948, texto mecanografiado, p. 2.
441 AFPI. AH-70-26. Informe de la vista efectuada a Cartagena…, fol. 2.
442 ANC. Causa 250/1939…, fol. 88.
443 AMC. Caja 1.323. Orden Público..., fol. 39r.
444 PUCHOL FRANCO, M. S. y GARCÍA TOUS, F.J., “Una amenaza mortífera sobre el cielo de Cartagena…, pp. 4-11.
GRASSIA, E., op.cit. EGEA BRUNO, P. M.ª, “Cultura de resistencia…
Arturo Espa Ruiz • 135

famélicos y harapientos, esperan las sobras de la comida, disputándosela muchas veces…


”445. Para entonces la situación era ya insostenible. Lo refiere Bruno Alonso: “La moral en
tierra se ha desplomado. En la Base de Cartagena predomina el ambiente de la derrota
y la deserción”446. El derrotismo se hacía patente en el Frente Popular, en los sindicatos y
en las formaciones políticas, que “… comienzan a quemar ficheros y archivos en la plaza
pública a la vista de todos”447.

18. Efectos de los bombardeos sobre la ciudad: Plaza del Risueño.

Para el auxiliar 2º de Artillería José Bernal la coerción contenía la desesperación:


“Que todo el pueblo deseaba acabar con el estado de ilegalidad, por estar desengañado
y hambriento, y que este temor era ahogado por el temor que había impuesto el Partido
Comunista y el S.I.M.”448.
Terció el masivo llamamiento de quintas, que quebró los servicios del Estado, la
industria y la agricultura, con efectos desastrosos sobre la moral: “… largas filas de hom-
bres, en espera de órdenes, ocupan las calles de los pueblos sin que nadie los mande,

445 La Armada (Cartagena), 2 de abril de 1938.


446 ALONSO, B., La Flota republicana y la guerra civil de España. (Memorias de su Comisario General), Imp. Grafos,
México D.F., 1944, pp. 124-125.
447 AHPCE. CHECA, P., Informe sobre los acontecimientos del 1 al 24 de marzo de 1939…
448 AGMAB. SHEMA 10398. LC. 1939.
136 • Pedro M.ª Egea Bruno

atienda ni organice”. Influye en materia de abastecimientos: “… los movilizados tienen


una ración inmediatamente de presentarse y ello disminuye las posibilidades para la
población civil, sin contar la duplicidad del racionamiento mientras se confeccionan las
listas que excluyan a los movilizados449.
La onda capituladora fue ganando adeptos. Para Eustaquio Cañas, gobernador
civil de Murcia, estaba saltando de la Quinta Columna a los que hasta ayer eran de fiar,
sembrando el desconcierto entre los trabajadores: “… que luchaban y morían por la
República, sin pensar en rendirse”450. En aquel contexto se ahondaron las líneas de ruptu-
ra. Ángel Bahamonde acierta al distinguir las tensiones internas del mando militar, desde
los partidarios de la política de resistencia de Negrín a sus contrarios, sin olvidar a los
elementos de la Quinta Columna, partidarios de entregar la Base a Franco451.
El complot quintacolumnista se ultimó entre el 26 de enero y el 8 de febrero, apro-
vechando el impacto de la caída de Barcelona y la salida de España del Gobierno. Coinci-
den en ello los más comprometidos, desde el maquinista Celso Pérez Fuentes al coronel
de Artillería Lorenzo Pallarés Cachá: “Reuniones a raíz de la caída de Barcelona indicaban
un inminente levantamiento en Cartagena del que se me habló y se me consultó si estaba
dispuesto a aceptar el cargo de jefe del Arsenal”. El comandante de ingenieros navales
Antonio Galvache Cerón señala la amplitud del movimiento: “… existía algún propósito
entre elementos de Intendencia, población civil y fuerzas de Infantería Marina que man-
daba Basilio Fuentes”452. Lo termina de confirmar el teniente de navío Emilio Rodríguez
Lizón: “… que a raíz del desastre de Cataluña, durante la estancia del gobierno Negrín en
Francia, se fijó la fecha para el segundo levantamiento en Cartagena”453. Para el jefe del
operativo –Basilio Fuentes– los decidió la rendición de Menorca, que tuvo lugar el 10 de
febrero, que resultaba decisiva para la defensa de Cartagena454.
Su punto débil era –como siempre– la Flota, a la que se venía explorando desde
tiempo atrás para provocar su salida y en la que ahora era posible descubrir ciertas
fisuras, dado el abatimiento reinante. Lo dejar ver el tercer maquinista de la Armada
José M.ª Díaz Santé, que habla de contar “… con los rojos moderados que estaban
desmoralizados”455.

449 AFPI. AH-70-26. Informe de la vista efectuada a Cartagena…, fol 2.


450 AFPI. AAR. CAÑAS, E. Notas históricas…, p. 2.
451 BAHAMONDE MAGRO, A., Madrid, 1939. La conjura del coronel Casado, Madrid, Cátedra, 2014.
452 AGMAB. SHEMA 10398. LC. 1939.
453 ANC. Causa 122/1939…, fol. 50r.
454 Ibidem, fol. 10v.
455 Archivo Naval del Cantábrico [ANCt]. Causa 1.189/1939, 2º rollo, fol. 410r.
Arturo Espa Ruiz • 137

Una comisión del crucero Cervantes –integrada por blancos y rojos– se entrevistó
con el comisario de la Flota –Bruno Alonso– con un propósito claramente derrotista,
exponiéndole: “… la inutilidad de continuar la lucha que hacía tiempo estaba perdida”.
La demanda fracasó, pero se quebró la autoridad de Alonso: “… si bien es verdad los
recibió mal y amenazó, no tuvo fuerza moral para llevar a la práctica sus amenazas, que-
dando desautorizado”456.
Basilio Fuentes seguía de cerca las negociaciones:

Por la tarde [del 8] una segunda reunión a la que asistió como representante
de las fuerzas un oficial cuyo nombre no recuerda y convino con Oliva, por si la Flota
aceptaba, tenerlo todo dispuesto y ya en el Cuartel designó aquella misma tarde las
unidades que tenían que hacerse cargo de todos los edificios militares de la Base,
tomar las cárceles, libertando a los presos, y taponar las carreteras. Se negó la Flota y
nada pudo hacerse457.

Para Manuel Pérez Alarcón, ayudante mayor del Regimiento Naval: “… el jefe que
mandaba la Flota republicana no se atrevió”458. El referido jefe –Miguel Buiza– estaba ya
en la línea entreguista del coronel Casado459. Oliva, al hilo de aquella negativa, pondrá
de relieve los avances conseguidos entre la oficialidad de los buques e indicará a Bruno
Alonso como responsable del fracaso: “… que dio intervención al SIM originando la
detención del comandante Fuentes y de otros elementos de nuestra organización”460.
Tampoco prosperó el recurso al general Bernal –Jefe de la Base–, que había prometido
su colaboración.
El movimiento estaba condenado al fracaso. Desde la detención de Marcos Nava-
rro, tanto Fuentes como Bermejo estaban en el punto de mira de los servicios de inves-
tigación. El 10 de febrero el SIM descubrió los planes de la sublevación prevista para el
día 12. Para González de Guzmán fue fruto de la vigilancia a la que estaban sometidos461.
Para Galvache, comandante de Ingenieros Navales, fue una indiscreción la que desbarató
el intento: “José Sicilia me dijo que todo había fracasado porque Fernando Oliva se lo
había contado de buena fe a Ramírez creyendo atraérselo y este lo echaría a perder”462.

456 Idem.
457 ANC. Causa 122/1939…, fol. 10v.
458 Ibidem, fol. 38r.
459 Vid. EGEA BRUNO, P. M.ª, “Miguel Buiza Fernández-Palacios. Almirante habilitado” en GARCÍA FERNÁNDEZ, J.
(coord.), 25 militares de la República, Madrid, Ministerio de Defensa, 2011, pp. 155-191.
460 ANC. Causa 122/1939…, fol. 61r.
461 Ibidem, fol. 10v.
462 AGMAB. SHEMA 10398. LC. 1939.
138 • Pedro M.ª Egea Bruno

La confidencia registra la fluidez de las relaciones entre los conspiradores y los altos
mandos de la Base, aunque de momento Ramírez parece mantener su fidelidad a la
República. Todos coinciden en “que tenía bien montado el servicio de vigilancia”463. Tal
vez albergue ya un traidor.
La operación de descuaje fue intensa, lo que indica el funcionamiento hasta última
hora de los servicios de inteligencia republicanos. Entre el 10 y el 12 de febrero se des-
articuló todo el entramado. El más afectado fue el Regimiento Naval a las órdenes como
sabemos de Basilio Fuentes. Fueron trasladados los mandos bajo sospecha, desplazadas
las unidades y distribuidos los armamentos, quedando en el cuartel de la Plaza, que era
el batallón mejor organizado para el fin que se perseguía, sólo dos compañías armadas,
enviando el restante personal a Cabo de Palos y las armas al Puerto de Mazarrón, dis-
tante 40 kilómetros, mientras una compañía de ametralladoras pasaba a Carabineros y
cien fusiles con quince mil cartuchos al 7º Batallón de Retaguardia464. Del regimiento de
Espa fueron transferidos unos 60 artilleros465. A partir del 14 de febrero se sucedieron
las detenciones. En total más de cuarenta, entre ellas las de los jefes de la conspiración:
Basilio Fuentes, Antonio Bermejo y Ramos Carratalá. También la segunda línea, con las de
Montoya, Guzmán y Avancini.
Ajeno a la conspiración, el desaliento siguió su curso. Lo trae a colación Dictinio del
Castillo, que señala que los días 11 y 12 de febrero hubo rumores de salida de la Escua-
dra para el extranjero. Tal fue así que “… muchos hombres de las dotaciones llevaron sus
maletas a bordo. Fue tan escandaloso esto, que en el Libertad dieron orden de prohibir
la entrada de maletas466.
El 16 de febrero tuvo lugar la conocida reunión del aeródromo de Los Llanos en
Albacete entre el presidente Negrín y los jefes y mandos de los Ejércitos de Tierra, Mar
y Aire467. Ya estaba en marcha el complot del coronel Casado para deponer a Negrín y
tratar con Franco, respondiendo a una coalición de intereses concretos, resumidos por
Fernando Hernández de militares profesionales, socialistas desplazados y anarquistas “…
que iban a aprovechar el cansancio generalizado de la guerra para desplazar a quienes
consideraban responsables de su decadencia, de la frustración de sus proyectos o, sen-
cillamente, de la inútil continuación del sufrimiento civil”468. Es lo que se ha denominado

463 ANC. Causa 122/1939…, fol. 38r,


464 Ibidem, fol. 10v.
465 ANC. Causa 894/1939…, fol. 9.
466 ANC. Causa 250/1939…, fol. 87v.
467 MIRALLES, R., Juan Negrín. La República en guerra, Temas de Hoy, Madrid, 2003, pp. 312-314.
468 HERNÁNDEZ SÁNCHEZ, F., Guerra o revolución. El Partido Comunista de España en la guerra civil, Barcelona, Críti-
ca, 2010, p. 421.
Arturo Espa Ruiz • 139

la Sexta Columna, que Indalecio Prieto definió como “… el efecto corrosivo de los anta-
gonismos políticos”469.

19. Bombardeo sobre la Escuadra republicana.

En aquel encuentro, Miguel Buiza, el jefe de la Escuadra –que ya estaba en contacto


con el grupo conspirador de Casado, coordinado por los generales Miaja y Matallana470–
dejó constancia de su oposición a los planes de Negrín, convencido de que la guerra
estaba perdida y de que era necesario entrar en negociaciones con el enemigo, poniendo
sobre el tapete los sacrificios de las tripulaciones, sometidos a intensos bombardeos en
el puerto de Cartagena. Su determinación era firme: la Flota se haría a la mar y desde allí
invitaría al Gobierno a entregar los poderes a una junta encargada de negociar la paz.
Sentaba el 4 de marzo como fecha límite. Decía hablar en nombre de sus oficiales471.

469 AGUILERA POVEDANO, M., “De la Quinta a la Sexta Columna: El enfrentamiento interno en el bando republicano”,
Altar Mayor, 135 (2010), pp. 917-919. Del mismo autor, “La Quinta Columna durante el golpe de Casado”, Aportes:
Revista de Historia Contemporánea, 69 (2009), pp. 99-111.
470 VIÑAS, A, y HERNÁNDEZ SÁNCHEZ, F., El desplome de la República, Barcelona, Crítica, 2009, pp. 271-272. CAM-
PANARIO, J.M.; DÍEZ HERNANDO, C., y CERVERA GIL, J., “El enigma del general republicano Manuel Matallana
Gómez, jefe del Estado Mayor de Miaja: ¿Fue un miembro activo de la Quinta Columna?”, Congreso Internacional La
Guerra Civil Española, 1936-1939, Madrid, 2006, 18 pp.
471 CARRIÓN IÑIGUEZ J. D. y V., La reunión de Los Llanos (Albacete) epilogo de la Segunda República, Albacete,
Imprenta GOYZA, 1984. MIRALLES, R., op. cit., p. 313. EGEA BRUNO, P.M.ª, “Miguel Buiza…
140 • Pedro M.ª Egea Bruno

El destino de la Flota estaba trazado. A su regreso a Cartagena Buiza comunicó los


planes a sus subordinados, consiguiendo su respaldo, empezando por el de Bruno Alon-
so: “… En esta reunión me limité a expresar mi adhesión a las palabras del señor Buiza, lo
que hicieron también los jefes y comisarios de la Flota”472.
En la avanzada casadista formaban Carlos Bernal, jefe de la Base; Vicente Ramírez,
jefe del Estado Mayor Mixto; Norberto Morell, jefe del Arsenal; José Semitiel, jefe de los
Servicios Civiles de la Base y Antonio Ruiz, subsecretario de Marina.

20. Bruno Alonso y Miguel Buiza.

Lo comprometido de la situación preocupó al Gobierno. Cartagena era una pieza


fundamental en el sistema defensivo de la República, a tenor de su valor estratégico y
militar, sin olvidar la nuclear presencia de la Escuadra. Resultaba cardinal en términos
de resistencia y en la organización de la evacuación. Permitiría negociar las condiciones
fijadas por Negrín el 1º de febrero en la última sesión de las Cortes de la República.
Los denominados tres puntos de Figueras: independencia frente a cualquier injerencia
extranjera; decisión libre y soberana del pueblo español sobre su régimen futuro y renun-
cia a persecuciones y represalias473.

472 BRUNO, A., op. cit., p. 125.


473 ÁLVAREZ, S., Negrín, personalidad histórica. Biografía. Madrid, Ediciones de la Torre, 1994, p. 157. JACKSON, G.,
Juan Negrín. Médico, socialista y jefe del Gobierno de la II República española, Barcelona, Crítica, 2008, p. 383.
Arturo Espa Ruiz • 141

El recelo se tradujo en el envío a Cartagena de tres ministros: González Peña,


González Blanco y Tomás Bilbao. Llegaron el 17 de febrero, entrevistándose con el Jefe
de la Flota –Miguel Buiza– y el comisario de la misma, Bruno Alonso, que ocultaron sus
verdaderas intenciones, mostrando una subordinación aparente, dejando constancia de
sus quejas en clave que argumentarán su traición unas semanas más tarde:

La visión de ambos mandos es a nuestro entender acertada. Comprenden


perfectamente la misión de la Flota y están absolutamente dispuestos a obedecer al
Gobierno hasta el último instante. / Hacen saber, sin embargo, la depresión que causan
los constantes bombardeos aéreos en la tripulación; la deplorable impresión que reci-
ben los marinos cuando van a tierra y la inquietud de todos por la actitud posible que
un día puede adoptar la defensa de costas474.

Los ministros tomaron conciencia del hundimiento de la moral, situando a los mili-
tares en el ojo del huracán:

Conceptuamos indispensable y urgentísimo destacar en Cartagena una plantilla


de Policía que termine rápidamente con el ambiente de descomposición y derrota que
allí se respira. / La Policía ha de ser de absoluta confianza y depender directamente de los
órganos propios del Ministerio de Gobernación. Confiar, o hacer depender este servicio
de los elementos militares equivaldría a colocar una manzana sana entre otras podridas475.

Constituían la principal fuente de inquietud: “… el Orden Público, que a todo tran-


ce y para lo que sea hay que conservar intacto, no rinde ninguna eficacia y es deber
nuestro hacer notar que únicamente por parte de las fuerzas armadas pudieran produ-
cirse disturbios”476. Consideraban imprescindible atribuir a los gobernadores civiles las
facultades que el estado de guerra confería a los Comandantes Militares. Solicitaban el
nombramiento de fiscales especiales, que acelerasen los trámites y asegurasen el buen
funcionamiento de los Tribunales de Justicia Militar.
Se desconfiaba del Jefe de la Base, general Bernal: “… consideramos que su falta
de carácter, actividad y entusiasmo, es un grave mal que con urgencia debe ser repa-
rado”. Solicitaban de urgencia la designación de un Comisario para la Base, vacante
desde que Bruno Alonso había dimitido de aquel cargo en febrero de 1938. Estima-

MORADIELLOS, E., Don Juan Negrín. Una biografía de la figura más difamada de la España del siglo XX, Barcelona,
Península, 2006, pp. 419-420. ZUGAZAGOITIA, J., op. cit., pp. 532-535.
474 AFPI. AH-70-26. Informe de la vista efectuada a Cartagena…, fol. 1.
475 Idem.
476 Ibidem, fol. 3.
142 • Pedro M.ª Egea Bruno

ban que la Jefatura de la Artillería de Costa –asumida interinamente por Arturo Espa–
debía ser provista rápidamente. El Jefe designado –pero no posesionado– era Gerardo
Armentia, del que tenían una información errónea “… goza al parecer de la confianza
de la Flota, de la Base y de la población”477. Será –como hemos dicho– uno de los que
se subleven en marzo de 1939. Sabían ya de la inclinación de Ricardo Burillo –el nuevo
Director General de Seguridad de Levante–, claramente enfrentado a las propuestas de
resistencia de Negrín, por lo que pedirán su destitución inmediata, considerando que
“… con su conducta ampliamente examinada y enjuiciada por distintas autoridades,
está produciendo grave desorientación y perjuicio en todas partes donde actúa”478. No
fueron atendidos.
La conjura quintacolumnista se reactivó al saberse de los propósitos capituladores
expuestos por Buiza en los Llanos:

Esta noticia corrió entre nosotros como un reguero de pólvora, máxime cuando
supimos que en la reunión llegó a manifestar que esa era la opinión de sus dotaciones
y que él aceptaba la responsabilidad de todo lo dicho. / A partir de aquellos días los
contactos y reuniones entre los que estábamos comprometidos para ir perfilando la
posible solución se hicieron más intensos. Incluso hubo una concentración en la Plaza
de España organizada por el capitán Maquinista Juan Diego Manzanera Gabarrón para
hacer recuento de las posibles fuerzas que pudieran llevar a cabo el apoyo a la postura
de Buiza, en caso de necesidad479.

Los mandos –los dudosos, los fieles a medias, los pusilánimes, los indecisos– cru-
zaron la línea de la traición al difundirse el reto de Buiza. El miedo y la incertidumbre
hicieron el resto. Un río revuelto donde casadistas y quintacolumnistas echaron sus redes
con ventaja. Unos y otros contaron con elementos vacilantes y oportunistas, atraídos por
la promesa casadista de que Franco respetaría los entorchados de los militares profesio-
nales480. Debió influir el temor al revanchismo alentado por la Ley de Responsabilidades
Políticas de 9 de febrero de 1939. No faltó la justificación ni el deseo de unirse al carro
del vencedor. Los Previsores del Porvenir481.
Los apremios fueron subiendo de tono. El 23 de febrero una comisión –en esta
ocasión de oficiales y auxiliares– se entrevistó con Bruno Alonso con un claro mensaje

477 Ibidem, fol. 1.


478 Ibidem, fol. 3.
479 RUIZ SIERRA, M., op. cit., p. 63. EGEA BRUNO, Pedro M.ª, “Miguel Buiza…
480 CASADO, S., The Last Days of Madrid, Londres, Peter Davies, 1939, p. 119. En el otro extreme ROJO, V., ¡Alerta los
pueblos!: estudio político-militar del período final de la guerra española, Barcelona, Ariel, 1974.
481 ROMERO, L., Desastre en Cartagena…, p. 35.
Arturo Espa Ruiz • 143

derrotista: “… para decirle que, puesto que la guerra estaba perdida, lo mejor que
se podía hacer era marchar al extranjero. Bruno los insultó, amenazó y ordenó que se
retirasen” 482.
Un paso más en aquella dirección fue el reparto de pasaportes. Zugazagoitia culpó
a Vicente Ramírez, el Jefe del Estado Mixto de la Base y a José Semitiel, que lo era de
los Servicios Civiles de la misma483. Bruno Alonso se hizo eco de esa realidad el 27 de
febrero, en un acto público que alcanzó una enorme repercusión, alertando del estado
de ánimo de las dotaciones y de la población484. En marzo, cuando cuadraron las lunas
de la intriga, el Comisario General de la Flota republicana fue uno más de los salieron de
España, en su caso a bordo del buque insignia.

482 ANC. Causa 250/1939…, fol. 88.


483 ZUGAZAGOITIA, J., op. cit., pp. 563-564.
484 La Armada (Cartagena) 4 de marzo de 1939. Vid. ALONSO, B., op. cit., pp. 126-132.
Arturo Espa Ruiz • 145

X. MARZO DE 1939: RADIOGRAFÍA DE UN GOLPE

Sobre los restos de los movimientos desarbolados se moduló la sublevación de


marzo de 1939. La detención de Fuentes llevó a Fernando Oliva, como Jefe del Estado
Mayor de la Marina, a la cabeza de la conspiración. Tenía detrás un historial tan brillante
como comprometedor: “… había mandado durante mucho tiempo la flotilla de torpede-
ros, y a él se le atribuía el hundimiento del Baleares, además de muchos más servicios,
habiéndole sido concedido la placa del valor”. Atesoraba un sólido prestigio, valorado en
las fuentes comunistas: “Reconocido por todos como el más preparado técnicamente, a
pesar de su juventud, de los mandos de la Marina…”485.
En la estrategia ideada, que pasaba por deshacerse de la Flota, le resultaba impres-
cindible contar con las baterías de costa, lo que convierte a Espa, como Jefe de Opera-
ciones del Regimiento de Artillería, en una referencia obligada486. Está a las órdenes del
coronel Gerardo Armentia, como jefe del Regimiento, situado en la línea casadista. Su
labor en la selección de personal resultará determinante para el movimiento que se pre-
para. Sobran avales que lo acrediten, resaltando la autoridad con que quedó revestido487.
Una y otra vez se resaltará su carisma:

… al solo saber que era él quien ordenaba a las baterías, los artilleros compo-
nentes de las distintas de costa y de la plaza, se sumaron como un solo hombre al grito
de ¡Arriba España! y al de ¡Viva Franco!, con la confianza de que quien los dirigía era
Espa488.

Está en relación con la Base a través de enlaces conocidos, como José M.ª de la
Puerta, Rodríguez Lizón y el mismo Fernando Oliva. A su unidad será destinado el sargen-

485 AHPCE. Informe sobre la Flota …


486 Ibidem, fols. 41r y 64v.
487 Idem.
488 Ibidem, fol. 41r.
146 • Pedro M.ª Egea Bruno

to de Artillería Calixto Molina, elevado a la Jefatura de la organización civil del Socorro


Blanco y Lucha contra el Marxismo tras la detención de Ramos Carratalá y Bermejo San-
doval. El otro vértice del complot continúa siendo el Regimiento Naval, en manos ahora
del coronel Francisco García Martín, que ha relevado a Basilio Fuentes.
Los acontecimientos se precipitarán en favor de la insidia. El 27 de febrero Francia
y Gran Bretaña reconocerán el gobierno de Franco. El 1 de marzo se hará pública la
renuncia de Azaña a la presidencia de la República. El derrotismo caló en el propio Comi-
sario General de la Flota:

… los ministros estaban constantemente errantes, vagando de ciudad en ciu-


dad, sin que en ningún momento se pudiera localizar […] En aquellos días la República
parecía carecer ya de Gobierno […] Los días pasaban y la situación empeoraba nota-
blemente. La política del Gobierno contribuía a enrarecer el ambiente moral y político,
y la crisis se agravó al hacerse pública la dimisión del Presidente de la República, señor
Azaña. El Estado quedaba sin Jefatura, a merced de un gobierno sin autoridad, y todos,
civiles y militares, teníamos la sensación de estar presos de un grupo de incondiciona-
les. La consigna era resistir, pero públicamente se sabía que no había con qué. Armas,
municiones y equipos habían quedado en Francia, y si en Cataluña no pudo contenerse
la ofensiva fascista, mal podría resistirse en una zona en donde los ejércitos habían
quedado casi desarmados489.

Los bombardeos se repitieron los días 28 de febrero y 1 y 2 de marzo, con efectos


indudables: “Los elementos rojos invadidos de pánico por los bombardeos, no pensaban
más que en salvar su inmunda existencia”490. La tensión subió de tono entre los capitu-
ladores. Se puso de manifiesto en los intentos de fuga de algunos buques. Así el 1º de
marzo, con motivo de una salida matinal de los destructores, hubo un conato de deser-
ción en el Lepanto, el cual le costó a su comandante, el teniente de navío Federico Vidal,
la destitución inmediata491. Ocurrió de nuevo el día 3, cuando lo pretendió el capitán de
corbeta José García Barreiro al frente de la flotilla de destructores: “… y lo hubiese hecho
sin la oposición de la marinería, que le ha obligado a regresar a Cartagena”492.
En la mañana del 2 de marzo Buiza asistió a un nuevo encuentro con Negrín, aho-
ra en la denominada posición Yuste (Elda). En presencia de Miaja, Matallana y Casado
reforzó su planteamiento, apostando por el entendimiento entre militares: “… quizá los

489 ALONSO, B., op. cit.…, pp. 121-122.


490 ANCt. Causa 1.189/1939, 2º rollo, fol. 410r.
491 ANC. Causa 250/1939…, fol. 88.
492 AFPI. AAR. CAÑAS, E. Notas históricas…, fol. 12. AHPCE. CHECA, P., Informe sobre los acontecimientos del 1 al 24
de marzo de 1939…
Arturo Espa Ruiz • 147

militares pudieran hacer algo tratando directamente con los militares contrarios, y que
Negrín le atajó, alegando que no podía autorizarlo ni creía que tuviera eficacia…”493. No
hay vuelta atrás en su decisión. Por la tarde, ya en Cartagena, reunió a sus oficiales. El
testimonio de Antonio Galvache Cerón, ingeniero de la Armada, es concluyente:

En la tarde del jueves 2 de marzo se reunieron en la Flota los comisarios y man-


dos diciéndose oficiosamente que se había concedido un plazo de 48 h. a las autori-
dades para decidir por la paz, pues en caso contrario la Flota obraría por su cuenta
marchándose494.

Buiza cuenta con el respaldo de Bruno Alonso, sumado a la solución Casado. Lo


confirma Pedro Marcos, comisario de la flotilla de destructores495. Lo ratifica el dirigente
comunista Mariano Ansó: “El viejo y áspero militante socialista Bruno Alonso, comisario
general de la Flota, no sólo avala con su presencia los propósitos de Buiza, sino que los
complementa con órdenes a los comisarios, conminándoles a aceptar los acuerdos de
capitulación”496. Casado, por su parte, está al tanto de lo que acontece en Cartagena:

El 2 de marzo el almirante de la Flota, D. Miguel Buiza, convocó a los Comandan-


tes de los buques, acompañados de los Comisarios políticos. En esa reunión les infor-
mó que era inminente un golpe de estado contra el gobierno del doctor Negrín, con
objeto de formar un Consejo Nacional de Defensa, en el que tendría representación
el Ejército, todos los partidos políticos y organizaciones sindicales, excepto el Partido
Comunista. Ninguno de los convocados hizo ninguna objeción, de donde se despren-
día que todos estaban conformes497.

Los conjurados a favor de Franco conocen también el tenor de aquellos conci-


liábulos: “El día 3 de marzo se supo por las reuniones de mandos de la Flota roja el
ultimátum que Buiza había lanzado al Gobierno y que expiraba en la noche del sábado
[día 4]…”498. No se les escapa el papel de la Escuadra como salvaguarda de la Repú-
blica. Lo recoge Antonio Galvache: “Desde varios días antes circulaba el rumor de que

493 ROMERO, L., El final de la guerra…, p. 193.


494 AGMAB. SHEMA 10398. LC. 1939. Cfr. MIRALLES, R., op. cit., p. 317. BAHAMONDE MAGRO, A., op. cit.
495 CDMH. ABAG. Informes del comisario de las flotillas de destructores (1939).
496 ANSÓ, M., Yo fui ministro de Negrín, Editorial Planeta, Barcelona, 1976, p. 244.
497 CASADO, S., Así cayó Madrid. Último episodio de la Guerra Civil Española, Madrid, Guadiana, 1968, p. 187.
RAMOS-OLIVEIRA, A., Historia de España, T. III, México, Compañía General de Ediciones, 1952, p. 383.
498 AMC. Caja 1.323…, fol. 39v.
148 • Pedro M.ª Egea Bruno

Cartagena se levantaría en cuanto saliese la Flota”499. A partir de ese momento sendas


conspiraciones –la quintacolumnista y la casadista– se superponen.
El derrotismo, que corre en aquellos días como la pólvora, es el caldo de cultivo
donde la Quinta Columna gana adeptos. Sirve de punto de encuentro con la confabu-
lación casadista, con la que se solapa. Su formulación coincide en la petición de paz. Se
escenifica en la mañana del 3 de marzo ante el jefe del Arsenal, el teniente coronel Nor-
berto Morell Salinas:

El viernes por la mañana se presentó una comisión del Arsenal que según infor-
mes capitaneaba el ayudante mayor José Moreira, y que al parecer le planteaba al
general [Bernal] un problema similar de pedir la paz, según se decía Morell se había
mostrado conforme y salió para Capitanía500.

Es un salto cualitativo, al tratarse de una iniciativa promovida por suboficiales, sar-


gentos y brigadas, que hasta entonces se habían identificado con la República, dejando
ver el calado del quintacolumnismo. El protagonismo no pasa desapercibido a los diri-
gentes, como trae a colación Lorenzo Pallarés: “El día tres del actual se enteró de que
algunas clases del Arsenal de Cartagena se habían reunido y habían expuesto al jefe del
Arsenal D. Norberto Morell la necesidad de terminar la guerra sin más derramamiento
de sangre”. Su posicionamiento era evidente: “… que en su condición de militares no
podían acatar más órdenes que las del Gobierno del Generalísimo Franco, único recono-
cido por las Naciones”501.
La reacción de Morell da las claves del movimiento que se viene fraguando por
parte de los casadistas, el entendimiento entre los militares:

… que por el jefe del Arsenal, se les hizo la siguiente pregunta: ¿Hablo con
políticos o con militares? Contestando que con militares. Que acto seguido, el jefe del
Arsenal respondió: gracias a Dios, ya tenía yo ganas de hablar con militares, y en ese
sentido estaba a disposición de ellos502.

Son los primeros síntomas de una rebelión a punto de estallar. Descorre el velo
Dictinio del Castillo al señalar que aquella junta: “… no reconocía como Gobierno de

499 AGMAB. SHEMA 10398. LC. 1939.


500 Ibidem. Norberto Morell Salinas, teniente coronel de Artillería, fue nombrado general del Arsenal de Cartagena el
25 de febrero de 1938, aparecía sin ninguna adscripción política. Cfr. EGEA BRUNO, P.M.ª, “La visión comunista..., p.
339.
501 ANC. Causa 775/1939…, fols. 3 y 6.
502 Ibidem, fol. 7v.
Arturo Espa Ruiz • 149

España más que el de Burgos503. Por la tarde se crea otra junta nacionalista en la Base. Los
propósitos son claros. Los expone el auxiliar 2º de Artillería José Bernal Martínez: “Desde
el día 3 de marzo ya estaba el firmante a la expectativa, esperando recibirse órdenes de
empezar el levantamiento”504.
La iniciativa es fruto de la precipitación de unos pocos, urgidos por el miedo o el
oportunismo, con más voluntad que planificación. Detrás un vago runrún, un estado de
inquietud, que no concluye de definirse en una acción decidida, lo que habla de su carác-
ter inmaduro, de su escasa preparación, de la excesiva confianza en las adhesiones que
consideran se suscitarían en el momento oportuno. Para el capitán Llobregat: “Durante
los días 3 y 4 se notaba gran agitación, pero sin acabar de concretarse. Don Celso Pérez
[Fuentes], capitán maquinista, me indicó que había un movimiento pero no me indicó
fecha”505. Coincide en ello Pallarés, uno de los más comprometidos: “El ambiente de
levantamiento continuaba pero no se concretaba en nada”. No sabe más el comandante
de ingenieros Antonio Galvache: “Por la tarde del viernes [día 3] circuló el rumor de que
a partir de las 10 de la mañana del sábado [4] se esperaban acontecimientos y que se
resolvería no más tarde de la noche de dicho día”506.
Negrín está decidido a frustrar el complot. En su propuesta de avenencia con
los marinos, enviará a Cartagena al ministro de la Gobernación –Paulino Gómez–, que
llegará en la tarde del 3 de marzo. Eustaquio Cañas –gobernador civil de Murcia–, que
lo acompaña es testigo del desprecio con que es recibido: “A las 4 y media de la tarde
suena la sirena de la alarma. Después he sabido que no había aviones a la vista, y que
los jefes de la Marina habían ordenado la cosa para mofarse del ministro”. La primera
entrevista tuvo lugar en la Base, con su jefe, el general Bernal, y con Vicente Ramírez,
que lo es del Estado Mayor. Ya no hay disimulos. El entreguismo –en la línea de Casado–
es manifiesto:

Estos dicen sin preámbulos al ministro que todo estaba perdido, y que había
llegado el momento de entregarse. Así lo pedían, añaden, no sólo la Escuadra, sino el
clamor general […] El ministro sale de esta entrevista enojado, pero no sorprendido.
Conocía, me dice, el estado de espíritu y el derrotismo de las autoridades de la Flota507.

503 ANC. Causa 250/1939…, fol. 88.


504 AGMAB. SHEMA 10398. LC. 1939.
505 Ibidem.
506 ANC. Causa 215/1939. Instruida contra el alférez de Navío Federico Vidal y Cubas, fol. 74r.
507 AFPI. AAR. CAÑAS, E., Notas históricas…, fol. 11.
150 • Pedro M.ª Egea Bruno

El segundo encuentro sucede horas más tarde en el crucero Libertad, donde son
atendidos por Bruno Alonso y José García Barreiro, jefe de la flotilla de destructores.
Están claramente posicionados en la capitulación. Lo sentencia Cañas:

En tono despectivo y casi insultante, García Barreiro señala al ministro que la


Escuadra no puede resistir más, y que lo que corresponde hacer al Gobierno es firmar
la paz, para evitar víctimas estériles. / –Tenga usted en cuenta –le responde el minis-
tro– que eso lo podrán decir los que están dando la vida en los frentes de Madrid y
Extremadura, pero no ustedes, desde este camarote. / A todo esto, Bruno Alonso per-
manece en silencio, asintiendo, al callar, a lo que decía Barreiro508.

Alonso no negará en sus memorias la responsabilidad que se deriva de su inacción,


dejando constancia de la firme alineación casadista de los mandos de la Escuadra:

Pocos días después, y también de incógnito, apareció por Cartagena el minis-


tro de la Gobernación, señor Gómez. En el camarote del segundo jefe conversamos
largo rato. El señor Barreiro, que asistía a la entrevista, tuvo un dialogo violento con el
ministro al exponerle la necesidad de tratar directamente con Franco, ya que la guerra
estaba perdida. Enérgicamente le replicó el señor Gómez, diciéndole que había que
luchar hasta el fin, y que en definitiva el gobierno no toleraba coacciones de los milita-
res. Como el señor Barreiro, al insistir en su argumentación, aludiera discretamente a
que el Gobierno estaba desprovisto de autoridad legal y constitucional, en razón de la
inexistencia del poder moderador por dimisión del señor Azaña, la conversación subió
de tono, y hube de intervenir en sentido conciliador, y restando importancia a lo dicho
por el segundo jefe de la Flota509.

A Negrín, dada la información de que dispone, no le queda otra opción que asegu-
rar Cartagena. El día 4 destituye al general Bernal como Jefe de la Base y lo sustituye por
Francisco Galán, recién ascendido a coronel y de filiación comunista. Será el detonante la
conspiración en marcha510. Como mantienen Viñas y Hernández Sánchez: “Lo que estaba
sobre la mesa no era preparar un golpe sino prever acontecimientos y contar con un apa-
rato capaz de hacerles frente”511.

508 Ibidem, fols. 11-12.


509 ALONSO, B., op.cit…, p. 123.
510 Cfr. VIÑAS, A. y HERNÁNDEZ SÁNCHEZ, F., op. cit., pp. 225-241
511 Ibidem, p. 239. En lo mismo coincide CAMPANARIO, J.M., “Los ascensos y nombramientos de militares comunistas
en marzo de 1939, la sublevación del coronel Segismundo Casado y el hallazgo de un ejemplar del Diario Oficial del
Ministerio de Defensa Nacional del día 5 de marzo cuya existencia se desconocía” en X Congreso de la Asociación
de Historia Contemporánea, Santander, 16-17 septiembre 2010.
Arturo Espa Ruiz • 151

La reacción de Buiza fue inmediata, cerrando filas contra la propuesta del presiden-
te del Gobierno. Se entrevistó con Bernal y con los Estados Mayores de la Base y convocó
en el Miguel de Cervantes –el buque insignia– a los comandantes de la Flota: “… todos
los presentes en la reunión fueron contrarios a aceptar a Galán”512. Amagó con la amena-
za de huir con la Escuadra. Lo expresa Galvache:

Por la tarde del sábado [4], la Flota se preparó a salir avivando fuegos y man-
dando avisar a todo el personal que descaradamente y abiertamente se despedía de
familias y amigos, despidiéndose para no volver y embarcando equipajes, a las cuatro
de la tarde cesaron inopinadamente los preparativos513.

La decisión de Negrín también removerá las inquietudes quintacolumnistas, que


confían como los casadistas en Bernal. Así lo menciona el capitán maquinista Celso Pérez
Fuentes:

Después de esto la efervescencia llegó al colmo de nuestra desesperación cuan-


do leímos en la prensa que en lugar del general Bernal había nombrado al comunista
Galán. En la mañana de este día [4], después de recoger impresiones en el Arsenal,
mandé a Capitanía a uno de mis enlaces (Tortosa, el contramaestre) le dije: Vaya a ver a
Trigo y dígale que haga saber al general Bernal que en el Arsenal creemos que ha llega-
do el momento, y que de ningún modo se le debe dar posesión, apelando a cualquier
modo por doloroso que sea514.

El nombramiento de Galán será utilizado para blandir como señuelo la amenaza


comunista y acelerar el inicio del levantamiento, estableciéndose para las 11 de la noche
su hora de inicio. Lo suscribe Galvache: “… algunos hablaban de un movimiento comu-
nista para adelantarse al nacionalista515.
Casadistas y quintacolumnistas comenzaron actuando al unísono. Lo corrobora el
que sendas iniciativas se proyecten a la misma hora. Unos y otros en pos de intereses
particulares: ponerse a salvo o unirse al carro del vencedor, haciéndose perdonar su per-
tenencia al bando derrotado. El movimiento estalla así de forma confusa en cuanto a sus
objetivos, enrolando a gentes de dispar compromiso o que, presos de las circunstancias,
aceptan implicarse. Algunos desconocen por entero en lo que están participando.

512 RUIZ SIERRA, M., op. cit., p. 66.


513 AGMAB. SHEMA 10398. LC. 1939.
514 Idem.
515 Idem.
152 • Pedro M.ª Egea Bruno

El miedo, la desmoralización y el deseo de tomar ventaja en un final anunciado hicie-


ron mella en muchos de los que hasta entonces se habían mostrado defensores de la Repú-
blica, incluso con acreditada militancia. Entre otros el coronel de Artillería Luis Monreal,
calificado de desafecto a la Causa Nacional, como declaró el teniente coronel Lorenzo
Pallarés “… y que a pesar de sus antecedentes de izquierda me mostró una gran lealtad y
una buena ayuda”516. En otro lugar señala “… que por todos ha sido tenido por rojo, pero
que a pesar de ello, le ayudó legalmente en la defensa del Arsenal”517. Es un buen ejemplo
del transfuguismo del momento: “Estando en Valencia me llamó por teléfono el auxiliar de
Artillería Don Germán Montero, diciéndome que mi primo estaba grave, lo que significaba
que debía trasladarme a Cartagena, según habíamos convenido”518.
El doble juego en el que participan razona la extrema fluidez de las adhesiones, las
dudas de última hora, la continua improvisación y el retraso de las incorporaciones. Están
avisados unos pocos, como el 2º maquinista Gabriel Bea Rocamora519. Los que tienen
cometidos concretos. Es el caso del comandante Joaquín Lascurán Berasategui, que se
encuentra en el puerto de Mazarrón y es advertido a las 11 de la noche del día 4 por el
ayudante del Regimiento Naval Nº. 1 para cumplir la misión que se le tiene asignada,
dirigirse a Cartagena a las 8 de la mañana del siguiente día con personal a sus órdenes,
para ocupar con su batallón un lateral del exterior del Arsenal520.
La mayoría se entera de forma indirecta y se ve forzada a unirse al levantamiento
cuando ya ha echado a andar. Apenas enlazados entre sí, sin instrucciones concretas y
domiciliados a una prudente distancia del núcleo urbano –por temor a los bombardeos–,
tardarán en reaccionar. Le ocurre a Lorenzo Pallarés, uno de sus jefes, que pasa por el
trago de la detención:

En la madrugada del domingo día 5 de marzo se me despertó al grito de Arri-


ba España en el pueblo donde pernoctaba (La Aljorra), anunciándome que la guerra
había terminado y que la Escuadra roja se había marchado, estando todo el pueblo
muy contento y dando gritos de Viva Franco y Arriba España. En vista de esto me
dirigí a Cartagena en la cabina de un camión, juntamente con el capitán de artillería
Llobregat. En la carretera y antes de entrar en San Antón se nos detuvo por personal
del Regimiento de Artillería de Costa de Los Dolores en donde se me reconoció, sin
necesidad de llegar a entrar en dicho cuartelillo, como persona de confianza y se me

516 Idem.
517 ANC. Causa 775/1939…, fol. 5r.
518 Idem.
519 Idem.
520 Idem.
Arturo Espa Ruiz • 153

dejó en libertad, pero yo insistí en ver a los jefes del movimiento para ponerme a sus
órdenes y prestar la ayuda que pudiera521.

No andaba lejos Llobregat: “El día 5 a las 5 de la mañana estando acostado en mi


casa de La Aljorra (pueblo a 12 kms. de Cartagena) me despertó el casero y me dijo que
la guerra se había acabado. Me trasladé rápidamente a Cartagena”522. Fuera de Cartage-
na también estaba el capitán de Artillería Joaquín Esteban Ciriquian:

Estando en mi casa en Cuesta Blanca, a las 9 de la mañana gente del pueblo


dijo que en Cartagena pasaba algo, pues no dejaban entrar a nadie, y que debía ser
una sublevación nacionalista pues la consigna que daban los soldados era Viva Franco,
Arriba España. Esto me lo corroboró el auxiliar de Artillería Don José Bernal, quien me
dijo no le habían dejado entrar en Cartagena y que venía a comunicármelo por estar
destinado a mis órdenes. Entonces fuimos a La Aljorra, lugar donde vivía el teniente
coronel jefe del ramo don Lorenzo Pallarés y en el pueblo nos encontramos a la gente
con el brazo levantado gritando Viva España, Arriba España y Viva Franco. El teniente
coronel había salido para Cartagena y yo me trasladé a la misma acompañado de Don
José Bernal en coche que pasó por allí con elementos nacionalistas523.

Otros retrasaron su incorporación paralizados por el miedo y la confusión reinante.


El capitán maquinista Celso Pérez Fuentes, que también estaba en su domicilio, aguantó
hasta las 8. Hasta las 9 no lo hizo el propio Galvache:

A las 11 y media de la noche del sábado se oyeron tiros en el cruce de la carre-


tera general de Murcia con la Media Sala, próxima a mi casa, oyéndose al poco rato
voces dando el alto a los coches y gritos de ¡Viva España! y ¡Viva Franco! Desde mi casa
me puse en observación pudiendo comprobar la presencia de una patrulla en funciones
de control en la carretera y que detenían todo tráfico continuando así toda la noche. /
Como desconocía quienes eran los dirigentes del movimiento, dónde y cómo se desa-
rrollaba este, me mantuve en casa toda la noche en expectativa esperando se aclarase
la situación a la mañana siguiente, pues no me atrevía a presentarme de noche a las
patrullas desconociendo las consignas524.

El Parque de Artillería, en absoluto caos, era el lugar de cita. La desorganización se


acentuó, como se verá, ante la ausencia de un mando reconocido.

521 Idem.
522 Idem.
523 Idem.
524 Idem.
Arturo Espa Ruiz • 155

XI. BUSCANDO UN GENERAL

La Quinta Columna midió sus fuerzas y valoró la posibilidad de realizar un acto de


fuerza. Para asegurar el éxito, sus dirigentes –como resume Rafael de la Cerda– conside-
raron necesarias tres condiciones:

1ª Establecer contacto con la España nacional para que esta ordenase el comien-
zo de la sublevación de acuerdo con sus planes. 2ª. Dar salida a los asesinos y elemen-
tos peligrosos de izquierdas, cosa fácil pues todos ellos estaban convencidos del final,
y sin remordimiento por la justicia, pues la vida que les esperase sería mil veces peor
que la muerte; y 3ª. Estar mandada la sublevación por el general Bernal, porque ello
suponía unidad y jerarquía en el mando y aun el personal dudoso quedaría encuadrado
automáticamente en el Alzamiento525.

Lo hicieron justamente en sentido inverso. La designación el 24 de enero de 1939


de Carlos Bernal García como jefe de la Base fue valorada positivamente por los cons-
piradores. Lo señala el ingeniero Rafael de la Cerda, que había sido jefe provincial de la
Juventud de Acción Popular, uno de los principales implicados en la trama civil quintaco-
lumnista:

La primera noticia que sobre las cualidades del Sr. Bernal tuve fue por mediación
del comandante de Ingenieros Don Francisco de Paula Oliver Riedel, quien a fines
de enero de 1939, al ser nombrado aquel jefe de la Base naval de Cartagena por el
Gobierno rojo, me indicó espontáneamente que el Sr. Bernal, general antiguo, era per-
sona decente, pues lo conocía desde antes del Glorioso Movimiento Nacional, y que
este representaba un cambio favorable para la actuación nuestra.

525 AMC. Caja 1.323. Orden Público. Año 1939, fol. 39r-v.
156 • Pedro M.ª Egea Bruno

La observación testimonia la firme determinación de los sediciosos: “… durante


toda la guerra estuvimos constantemente al acecho de cualquier circunstancia que pudie-
ra posibilitarnos la ayuda, dentro de nuestras posibilidades, a la Causa de España”526.
La apelación a Bernal destapa la descomposición reinante, haciendo posible la osa-
día de los enemigos internos, aunque debe relativizarse por la fecha en que se escribe, 26
de julio de 1939. Lo relata la Cerda:

… me presenté al general Bernal, declarándole sin rodeos desde el primer


momento mi significación absolutamente derechista (la que jamás oculté ni a los rojos)
y haciéndole saber que mi mayor satisfacción y honor sería dar la vida por España.
Dicho señor, que al principio de la entrevista, suponiéndome un rojo cualquiera, estuvo
algo frío, al conocer mi personalidad se tornó atento y cariñoso 527.

Arturo Espa fue animado a comportarse de igual modo: “… que le diga claramente
a este general mi manera de pensar…”528. La desintegración de la resistencia republicana
estimula a la inmediatez. Lo conviene, de nuevo, la Cerda:

El día 2 de marzo del corriente año comuniqué al general Bernal lo insostenible


de la situación, dándole cuenta de la actitud rendicionista [sic] de Buiza, el jefe de la
Flota roja, y del ambiente de sublevación de algunos mandos militares.

El general distará de comprometerse con aquella causa, defendiendo la propuesta


del coronel Casado y dejando abierta su decisión final al hilo de las circunstancias, prome-
tiendo hacer “… un último esfuerzo con el Gobierno rojo para obtener una decisión de
rendición de conjunto, y que si no se conseguía ya veríamos lo que hacíamos”529.
La postura del militar es de prudente espera, en exceso cautelosa, sin que se le
pase por alto el arribismo de los que quieren tender la mano a los vencedores. Lo valora
el propio la Cerda:

En sucesivas visitas indiqué al general Bernal la necesidad de una sublevación en


Cartagena, siempre que él se pusiera a la cabeza, así como el ofrecimiento de cuantos
medios disponíamos para tal fin. Su contestación fue que estando la guerra virtualmen-
te terminada con el triunfo del general Franco, lo que él quería era mantener el orden y

526 Archivo General e Histórico de Defensa [AGHD]. Procedimiento sumarísimo ordinario nº. 451. Leg. 5824. Procesado
Carlos Bernal García, fol. 53v.
527 Idem.
528 ANC. Causa 894/1939…, fol. 78.
529 AMC. Caja 1.323. Orden Público. Año 1939, fol. 39r-v.
Arturo Espa Ruiz • 157

evitar derramamientos inútiles de sangre hasta el momento de la rendición, ya que los


presuntos sublevantes [sic] lo hacían para adoptar posiciones, considerando prematuro
el contacto con la España Nacional530.

Para Julián Zugazagoitia –responsable de la Secretaría General de Defensa Nacio-


nal–, Bernal era la imagen misma de la elusión, atento a sus intereses personales, buscan-
do realizar méritos de cara a los vencedores:

La gestión del general en la Base no pudo ser más desdichada. Vivía para inhi-
birse de los problemas, dejando que los resolvieran, si podían, sus subordinados. Había
declarado públicamente su propósito de quedarse en España y coleccionaba méritos
para hacerse perdonar su lealtad geográfica a la República. Reservaba a los fascistas
los mejores puestos de la Base y emancipaba del CRIM, restituyéndolos a sus casas, a
los hijos de los propietarios de Murcia. Con los testimonios de sus protegidos esperaba
librar con bien del proceso que le instruyeran los vencedores531.

Nada le hará cambiar de actitud, ni siquiera cuando en la mañana del 4 de marzo


Negrín conceda la Jefatura de la Base a Francisco Galán, de la que debía tomar posesión
reforzado por la 206 Brigada Mixta, adscrita a la 10ª División, de orientación comunista,
y la compañía de blindados de Archena. Según Víctor de Frutos –jefe de la 10ª División–
la orden partió del general Leopoldo Menéndez –jefe del Ejército de Levante, de la que
dependía–, ya decantado por el casadismo: “Después de un cordial saludo, recibí la
orden de dirigirme inmediatamente a Cartagena y reconquistarla para la República, impi-
diendo si era posible que zarpara la Flota y contribuyendo a que mantuviese en su puesto
al coronel Galán”532. A la 206 Brigada se les unirán las 207 y 223 de la misma División.
A propuesta de Negrín, el coronel Joaquín Rodríguez López fue designado Jefe de las
Operaciones533.
El mandato de Negrín a Galán es terminante, demostrando que está al tanto de la
conspiración:

Con brigada o sin brigada, a las once de la noche usted tiene que estar dentro
de Cartagena, puesto que a esa hora estallará la sublevación. Y en cuanto a órdenes
especiales, sólo le doy una: ¡Ningún derramamiento de sangre! ¡Ni una sola gota de

530 Idem.
531 ZUGAZAGOITIA, J., op. cit., p. 572.
532 FRUTOS, V de., Los que no perdieron la guerra. España: 1936-39, Buenos Aires, Oberón, 1967, p. 161.
533 GÓMEZ VIZCAÍNO, J.A., “Los acontecimientos de marzo de 1939 en Cartagena. El hundimiento del buque Castillo
Olite, la mayor tragedia naval de la Guerra Civil”, Revista de Historia Naval, 106 (2009), p. 79.
158 • Pedro M.ª Egea Bruno

sangre republicana! Negocie, negocie y negocie. Apenas si nos queda ya retaguardia,


y la Flota nos es indispensable534.

Entrará sin brigada, lo que facilitará su detención, imprimiendo –como se verá– un


giro inesperado a los acontecimientos.
Los conjurados siguen confiando en Bernal, como atestigua el relato de la Cerda
que le urge en “… la necesidad de la acción y que asumiese el mando del alzamiento,
pues la situación era muy comprometida”535. En el cerco median Arturo Espa y Armentia,
los responsables de las fuerzas de Artillería536. No es la única presión que recibe Bernal.
Lo asedian con el mismo propósito el coronel Ricardo Burillo –Director General de Segu-
ridad de Levante– y la FAI murciana, uno y otra en la onda de Casado537.
El general acabó negándose a dirigir un pronunciamiento que considera abocado al
fracaso. Lo rememora Rafael de la Cerda:

… me dijo que era una locura dado que venía sobre Cartagena una brigada y
otra estaría ya en Murcia y era imposible pensar en mantenerse tres o cuatro días con
los medios de defensa de que se disponía y que él sabía insuficientes hasta tanto que
los refuerzos de Franco pudieran llegar, a más que no creía fácil que el Generalísimo
arriesgase sus fuerzas en un desembarco para el que no se le ofrecieran garantías538.

Los recursos eran claramente insuficientes: “… se disponía de unos 1.700 fusiles


en manos de gente poco curtida y que prácticamente se carecía de cañones y bombas
de mano, sin contar otros detalles de desorganización como el de no saber aún quien
iba a asumir el mando del alzamiento”. Resulta inútil el empeño sobre Bernal: “… reiteré
al general –sigue la Cerda– las razones que anteriormente le había expuesto, haciendo
resaltar casi violentamente lo dramático de aquellos instantes; el general insistió en su
negativa, rogándome, además, afectadísimo, que procurara detener la sublevación para
evitar una catástrofe”539. Según Galán, el mando de la Base le quema en las manos: “Des-

534 AHPCE. GALÁN, F., Yo no di la orden de refugiarse en Argel a la Flota republicana. Tesis, manuscritos y memorias.
Sig. 35/11, fol. 1. Del mismo informante, Con la Flota republicana: recuerdos. Tesis, manuscritos y memorias. Sig.
35/8.
535 AMC. Caja 1.323. Orden Público. Año 1939, fol. 39v.
536 ANC. Causa 894/1939…, fol. 10.
537 VV.AA., Guerra y revolución en España 1936-1939…, p. 284.
538 AMC. Caja 1.323. Orden Público. Año 1939, fol. 39v.
539 AGHD. Procedimiento sumarísimo ordinario nº. 451…, fol. 53v.
Arturo Espa Ruiz • 159

pués de cenar se efectuaba la toma de posesión que el general Bernal tiene gran interés
en que tenga lugar esa misma noche” 540.
El desánimo que ha prendido en la retaguardia, la relajación de los controles poli-
ciales y el derrotismo de los marinos es la única explicación para lanzar una sublevación
apenas engarzada y que desconoce la resistencia que va a encontrar, manejando hipó-
tesis más que certezas, sin que falte el arrojo de los desesperados: “… considerándose
con la cabeza perdida querían morir matando, desconfiaban de que llegasen las brigadas
comunistas y creían que la Flota iba a marcharse porque tenía los fuegos encendidos”541.
Una última circunstancia abriga su esperanza: Galán entra en Cartagena sin la brigada,
que aquella noche pernocta en El Albujón, a 14 Km. del núcleo urbano542.
El levantamiento está fijado –como saben propios y extraños– para las 23 horas
del día 4, coincidiendo con el ultimátum de la Escuadra. La acción debe iniciarse en las
baterías de costa y propagarse a los acuartelamientos de Infantería de Marina, Arsenal,
Intendencia y Parque de Artillería. Se cuenta con algunos enlaces en los buques surtos en
el puerto, como el 2º maquinista Gabriel Bea Rocamora543. Las fuerzas leales se limitan al
Batallón de Retaguardia, con algunos carabineros, guardias de asalto y policías544.
Al Regimiento de Costa corresponde un papel decisivo. Armentia telefonea al
secretario del Arsenal –el auxiliar de Artillería José Argüelles López– y le comunica que
las baterías de la plaza están apuntadas sobre aquella dependencia, “… que se decidiera
a sumarse al movimiento o si no haría fuego”545. No hubo vacilación. Espa, por su parte,
agregó algunos ofrecimientos de última hora –los capitanes Macián, Serna y Montes–,
marchando al puesto de mando central, emplazado en el Cabo de Agua (Escombreras).
Desde allí conseguirá el respaldo de todas las unidades:

… a la hora conveniente doy las consignas a quien las tenía, invito a las que no
las tenían y veo con plena satisfacción que el trabajo realizado da el fruto que esperaba,
pues ni una batería falló a la llamada; antes al contrario, sumé a mi mando y al grito

540 AHPCE. PRECIOSO, A., Informe sobre la sublevación en Cartagena, 18 de mayo de 1939. Tesis, manuscritos y memo-
rias. Sig. 50/8, fols. 1-2.
541 AMC. Caja 1.323. Orden Público. Año 1939, fol. 39v.
542 ANC. Causa 250/1939…, fols. 88-89.
543 AGMAB. SHEMA 10398. LC. 1939. Ramón Guitar de Virto, teniente de navío, estaba conceptuado por el PCE de
derechista. Es un destacado miembro de la Quinta Columna. Vid. EGEA BRUNO, P.M.ª, “La visión comunista…”, p.
325. MARTÍNEZ PASTOR, M., op. cit., 2º ed., pp. 154-161.
544 AHPCE. Informe del C.P. de Murcia. 1939. Documentos PCE. Film XX apartado 241, fols. 7 y 9.
545 ANC. Causa 775/1939…, fol. 7v.
160 • Pedro M.ª Egea Bruno

de ¡Arriba España! otras de la D.E.C.A. [Defensa Especial contra Aeronaves], que nada
tenían que ver con el Regimiento de Costa546.

Tras el rechazo de Bernal se busca una autoridad indiscutida, un militar de alto


rango, para que dirija el operativo, dado que la mayoría de los conspiradores son ofi-
ciales de baja graduación, capitanes sobre todo. Sin otra opción, se fuerza la presencia
del general Rafael Barrionuevo, retirado por la Ley Azaña. En la propuesta intervienen el
coronel Gerardo Armentia Palacios, jefe del Regimiento de Artillería, que acaba de cru-
zar la línea de la traición, y el teniente de navío Fernando Oliva Llamusí, jefe del Estado
Mayor de la Base, que ya venía actuando en aquellas lides. El interpelado no está muy
convencido con el papel asignado, evidenciando la precipitación con la que se desarrolla
el levantamiento:

El día 4, a las dos de la madrugada [ya es 5] vinieron a mi domicilio Armentia y


Oliva, con algunos paisanos de opinión derechista. Me dijeron que había llegado la
hora de dejar paso franco a las tropas nacionales, y que el comunista Galán no debía,
en manera alguna, posesionarse de la Jefatura de la Base. Añadieron que tenían nume-
rosos cómplices en la Escuadra, de la que sabían que no se opondría a ellos. / Yo me
resistía a aceptar el encargo […] pero ellos alegaban que, en realidad, la sublevación
ya había empezado, y que se dirigían a mí para que me pusiera en cabeza por ser yo el
militar de más alto grado. Ya habían detenido, me dijeron, a muchos paisanos y milita-
res. / Puse como condiciones a mi aceptación el que nuestra misión se redujese a lo que
me habían dicho, y que se evitasen los derramamientos de sangre. Aceptaron, y yo me
hice cargo del mando547.

El desbarajuste y la impremeditación son notas comunes de aquellos momentos,


como puede apreciar Lorenzo Pallarés en el Cuartel de Artillería, convertido en centro
de decisiones:

… entrando en el despacho del jefe donde se encontró a muchos elementos


conocidos y entre los cuales reinaba gran desconcierto, pues aún no se había nombra-
do jefe del movimiento, a pesar de ser las ocho de la mañana [del día 5]. En presencia

546 ANC. Causa 894/1939…, fol. 10. La D.E.C.A. –con sus precedentes el 8 de agosto de 1935 y 23 de septiembre de
1936- se creó como tal por decreto de 28 de junio de 1937, dependiendo de la Subsecretaría del Aire. Vid. Gaceta
de Madrid, 10 de agosto de 1935, p. 1.296; 27 de septiembre de 1936, p. 2. 006 y Gaceta de la República, 29 de
junio de 1937, pp. 1.407-1.408. VERA DELEITO, A. y VERA DE LEITO APARICI, J., Defensa antiaérea republicana
(1936-1939), autor, Valencia, 2000.
547 AFPI. AAR. CAÑAS, E., Notas históricas…, fol. 18.
Arturo Espa Ruiz • 161

del declarante se nombró al general Barrionuevo, que aceptó el cargo de jefe de la


Plaza de Cartagena y al Sr. Lombardero jefe del Estado Mayor.

Se improvisó sobre la marcha. Pallarés fue nombrado jefe del Arsenal, sin que nadie
le supiera decir el estado en que se encontraba y sin fuerza que lo acompañara para
hacer efectiva la ocupación548. Él mismo confesará la impremeditación: “No estaba bien
organizado el levantamiento sin duda por haberlo precipitado algún acontecimiento”549.
El falangista Manuel Pérez Alarcón reconocerá de que eran conscientes de sus escasas
posibilidades: “… con la seguridad absoluta de ir a un fracaso”550. Frente a aquellos ene-
migos, solo una Escuadra sin moral y minada por la traición podía soltar amarras.

548 Causa 775/1939…, fol. 3r-v.


549 AGMAB. SHEMA 10398. LC. 1939.
550 ANC. Causa 122/1939…, fols. 38r-v.
Arturo Espa Ruiz • 163

XII. LA HUIDA DE LA ESCUADRA

En la mañana del 4 de marzo Buiza telefoneó a Matallana desde el despacho de


Bernal. Le comunica que la Flota “… está lista para cumplir la parte del compromiso que
le corresponde”551. Espera la respuesta hasta las seis de la tarde. El general aplaza el gol-
pe al día 6 y deja al marino sin cobertura posible: “Encontrándonos desatendidos por una
parte del Ejército y habiendo surgido otras dificultades, queda sin efecto el acuerdo de
oponerse a Negrín y, en consecuencia, le relevamos a usted del compromiso contraído.
La Flota puede obrar de acuerdo con su criterio”552.
El almirante demora los planes de levar anclas, coincidiendo con los quintacolum-
nistas en un mismo objetivo: colaborar en el derrumbamiento del Gobierno Negrín y
evitar que Galán y la brigada comunista se apoderen de la ciudad, de la Base y de la
Flota553. El acuerdo se alcanza en la tarde del día 4 en la reunión conjunta de mandos y
comisarios. Allí se decide la detención de Galán y la puesta en libertad de los oficiales
nacionalistas presos. Lo confirma el teniente Artemio Precioso, que estaba al mando de
la 206 Brigada Mixta, encargada de respaldar a Galán en su toma de posesión como jefe
de la Base, aunque finalmente se retrasará en su cometido: “Entre los comprometidos
con Casado había fundamentalmente dos tendencias: los casadistas no fascistas y los
fascistas…”554. La información oficial del PCE –el informe Stalin– califica a los últimos de
aliados circunstanciales555.
El doble juego de unos –como el de Fernando Oliva, que está al tanto de sendas
combinaciones556, se da la mano con la desinformación de otros. Para Espa la sublevación
de Cartagena aparece desligada del movimiento de Casado, aunque se hace eco del

551 CEREZO MARTÍNEZ, R., op. cit. T. II, p. 260.


552 ROMERO, L., El final de la guerra…, p. 201.
553 BAHAMONDE MAGRO, A. y CERVERA GIL, J., Así terminó la guerra de España, Madrid, Marcial Pons, 1999, p. 430.
554 AHPCE. PRECIOSO, A., Informe sobre la sublevación en Cartagena…, fol. 8.
555 Reproducido por VIÑAS, A. y HERNÁNDEZ SÁNCHEZ, F., op. cit. CD-ROM. Apéndice documental, p. 73.
556 CEREZO MARTÍNEZ, R., op. cit., T. II, p. 259.
164 • Pedro M.ª Egea Bruno

sedicente peligro comunista y del control casadista de la Base por medio del teniente
coronel Joaquín Pérez Salas:

… nos enteramos [en la cárcel] de la huída de Negrín, la Pasionaria, Líster y


otros elementos por el estilo que se habían concentrado en Murcia el día 5, en espe-
ra, por lo visto, de que de esta zona se hubiese hecho un cantón comunista; igual-
mente supimos la creación del Consejo Nacional de Defensa, así como las intentonas
comunistas del resto de la zona y el nombramiento de Pérez Salas como Jefe de la
Base de Cartagena557.

21. La Flota: cuatro mil hombres armados.

El carácter de la rebelión se fue decantando en función de los acontecimientos,


demostrando su improvisación. Los casadistas –en boca de Matallana– habían aplazado
el levantamiento al lunes día 6, el que estalla en la noche del 4 acaba siendo netamente
pro franquista. Como estaba previsto, fueron puestos en libertad los presos nacionalis-
tas. Unos 30 jefes y oficiales, que fueron incorporados a las distintas dependencias de la

557 ANC. Causa 894/1939…, fol. 11.


Arturo Espa Ruiz • 165

Base. Como señala Galán: “Son estos los más firmes en la rebeldía y los que toman la
dirección del movimiento, cumpliendo el compromiso habido en la reunión de mandos y
comisarios”558.
Las vacilaciones de los casadistas serán aprovechadas por los quintacolumnistas
para cambiar la divisa pactada por ambos, pasando de Por España y por la paz a la de
Viva Franco, Arriba España559. No fue el único cambio. A la detención de Galán se unieron
las de destacados dirigentes casadistas –Ramírez, Morell y Semitiel–, que denunciaron
la deslealtad: “… dicen que no era lo convenido, que la consigna no era hacer de este
movimiento uno fascista, que luchaban por la paz y por España y no por Franco...”560. En
la misma contrariedad se sitúa Buiza, que amenaza con disparar sobre los focos rebeldes,
y Armentia, que reconoce haber sido desbordado por los acontecimientos. Según el
comandante Lombardero, el jefe de Estado Mayor de los rebeldes, “Se le preguntó si
estaba con nosotros. Replicó: Yo, por la Paz y por España. Eso no es contestar –le dije–
hay que definirse, por Franco o no. No se definió. Quedó detenido”561. Las diferencias
no eran tan insalvables. Fue puesto en libertad y colaboró con la sedición nacionalista.
Tenían un objetivo común: Negrín y los comunistas.
El desconcierto entre los sublevados fue completo, como recoge –pasados los
acontecimientos– la prensa socialista editada en la capital murciana:

Resultó difícil, en verdad, saber quiénes eran rojos y quienes eran blancos, hasta
el extremo de tener que detener, en uno y otro lado, a cuantas personas encontraban
hasta lograr identificarlas, cosa que, en no pocos casos, realizóse tras no pocas horas de
permanencia poco muelle en calabozos y prisiones […] En el balance ya de la jornada,
unos afirmaban su condición fascista y reaccionaria y otros reivindicaban su carácter
español y republicano562.

La ciudad se transformó en una encrucijada violenta. Según uno de los sublevados,


el teniente de Intendencia Dictinio del Castillo había patrullas diferentes con tres consig-
nas distintas: la nacional, la republicana y la Por España y por la Paz. El que no fue dete-
nido por las patrullas nacionalistas lo fue por las comunistas o por el 7º de Retaguardia.

558 AHPCE. Informe de Francisco Galán sobre su actuación en los días 4 y 5 de marzo como jefe de la base naval de
Cartagena, Tesis, manuscritos y memorias. Sig. 35/9, fols. 4-5.
559 AHPCE. PRECIOSO, A., Informe sobre la sublevación en Cartagena…, fol. 8.
560 AHPCE. Informe de Francisco Galán sobre su actuación…, fols. 4-5.
561 Aa. Información referente a lo ocurrido en Cartagena en los días 4, 5, 6, 7 de marzo y siguientes de 1939; sucesos en
los que tomó parte el comandante de E.M. don Manuel Lombardero y Vicente, que suscribe. Mayo de 1939.
562 Nuestra Lucha (Murcia), 9 de marzo de 1939.
166 • Pedro M.ª Egea Bruno

Así se explica que en diferentes campos, cárceles y cuarteles hubiese muchos miles de
presos, detenidos unos en sus casas, otros en las calles, otros en los refugios563.

22. Bombardeo 5 de marzo de 1939.

La decantación pro-franquista de la sublevación se hace notar desde el primer


momento, centrándose en deshacerse de la Flota republicana, el principal obstáculo a
sus propósitos. A juicio de Galán: “Desde que el general Barrionuevo se hace cargo del
mando, se recrudece la actitud subversiva de los facciosos, los controles se multiplican y
las amenazas a la Flota se suceden de no abandonar Cartagena”564.
El compromiso de Espa se hizo a todas luces necesario para poder blandir la coac-
ción. De ello queda constancia en el relato oficial del bando vencedor:

Hacia las ocho y media de la mañana del día 5 el general de Infantería de Mari-
na D. Rafael Barrionuevo ordenó al capitán D. Arturo Espa, por conducto de su jefe
de Estado Mayor, comandante Lombardero, que comunicara al mando de la Escua-
dra republicana que si no se hacían a la mar antes de un cuarto de hora abrirían fue-

563 ANC. Causa 250/1939…, fol. 88v.


564 AHPCE. Informe de Francisco Galán sobre su actuación…, fols. 7, 12 y 13.
Arturo Espa Ruiz • 167

go sobre las unidades situadas en el puerto. Contestó el almirante rojo Buiza que no
podían salir sus barcos en ese plazo porque tenían que hacer calderas565.

Los rebeldes contaron con la pasividad, más o menos encubierta, de los mandos
de la Flota, con Buiza a la cabeza. Lo indica Eustaquio Cañas, gobernador civil de Murcia:
“… sin unirse precisamente a los sublevados, tampoco cumplen en su elemental deber
de oponerse a ellos, y les dejan las manos libres”. Es así, como los facciosos aprovechan
esta libertad en que se les deja para detener a más de 3.000 republicanos destacados,
civiles y militares566.
En términos similares se expresa el coronel Joaquín Rodríguez, encargado de repri-
mir el levantamiento al frente de la 10ª División, que subraya la ausencia de un enemigo
fuerte:

El carácter del movimiento fue netamente fascista, como se puede comprobar


por los radios que el faccioso Barrionuevo enviaba a Franco, y cuyas copias entregué
al P.[partido], como así mismo la multitud de banderas monárquicas que ostentaban las
fachadas de muchos edificios. Y esto fue posible por la deserción de la Flota que de
haber desembarcado marinería hubiera liquidado en el acto todo, pues la fuerza más
considerable que tenían los facciosos era el Rto. Naval que constaba 4.500 hombres
con un total de 584 fusiles y una docena de ametralladoras, repartidas en toda la zona
de la Base567.

El ultimátum de Buiza de bombardear la Jefatura de la Base, al alcance de sus caño-


nes, determina la liberación de Galán, que sin embargo no logra convencer al almirante
de que desembarque tropas y domine la sublevación, medida de la que inicialmente
también participa Bruno Alonso.
El dominio de la situación, con la Escuadra detrás, estaba asegurado. Por el con-
trario, el desafío de abrir fuego contra la misma –como descubre Benavides– carece de
viabilidad:

Un cañonazo hubiera sido suficiente para restablecer el orden. Se ha dicho que


la Flota estaba expuesta al fuego de la artillería de costa. Las baterías de Espa no
podían intentar un ataque eficaz contra los barcos, fondeados dentro del puerto, sino
por medio de un tiro indirecto de difícil blanco. En cambio, la Flota tenía a su alcance

565 ABC (Madrid), 1 de abril de 1959.


566 AFPI. AAR. CAÑAS, E., Notas históricas…, fol. 13.
567 AHPCE. Informe que presenta al P. Joaquín Rodríguez..., fol. 6.
168 • Pedro M.ª Egea Bruno

los focos principales de la insurrección, Capitanía General y Cuartel de Infantería de


Marina568.

Es claro que Buiza mantenía su compromiso con Casado, dispuesto –como anota
Galán– “… a salir a la mar radiando al presidente Negrín que debe entregar el mando
a las autoridades militares y que estas hagan la paz”569. En última instancia, la supuesta
coacción que representaba la artillería de costa le pudo servir de coartada. Por lo demás,
la brigada comunista –la 206– estaba a las puertas de la ciudad.
Siguiendo a Galán, a las 11,30 la emisora Flota Republicana –emplazada en el
Barrio de Los Dolores y en manos de los sublevados–, difundió una nueva advertencia:
“Atención a las unidades de la Flota roja o la Escuadra se marcha inmediatamente del
Puerto de Cartagena o de lo contrario será bombardeada dentro de un plazo improrroga-
ble de 15 minutos”570. No parece que fuera una amenaza real. A juicio de Bruno Alonso,
lo que decidió la salida de la Escuadra fue el bombardeo llevado a cabo a las 10,30 de
la mañana por parte de la aviación franquista, que dejó fuera de combate al destructor
Sánchez Barcáiztegui, dañando gravemente al Lázaga y al Alcalá Galiano y destruyendo
diversas instalaciones del Arsenal y de la Sociedad Española de Construcción Naval571.
No difiere el tercer maquinista José M.ª Díaz Santé: “… El bombardeo realizado el día 5
por la mañana vino a ser la orden de marchar; la tensión reinante en las dotaciones hizo
claudicar a Bruno, que aún soñaba con enviar algunos borregos a luchar a la ciudad”572.
Para Negrín la razón de la huida fue el miedo a la rendición de cuentas:

Estos señores marinos que no han hecho nada por ganar la guerra, estaban en
el puerto de Cartagena dándose la gran vida, sin riesgos de ninguna clase, y en cuanto
vieron que mandé allí al heroico y glorioso jefe señor Galán, pensaron que éste podía
fusilar a todos los cobardes y traidores, y se largaron del puerto internándose en Bizer-
ta, traicionando así la gran Causa de nuestro pueblo573.

En la misma apreciación coincide el gobernador civil Cañas: “… la salida de la


Escuadra la han proyectado y realizado todos los que tenían alguna responsabilidad”.

568 BENAVIDES, M.D., op. cit., p. 526.


569 AHPCE. Informe de Francisco Galán sobre su actuación…, fols. 12-13.
570 Ibidem, fols. 7, 12 y 13.
571 ALONSO, B., op. cit., 143.
572 ANCt. Causa 1.189/1939, 2º rollo, fol. 410r.
573 CDMH. ABAG. Manifiestos de internados en el campo de acogida de marinos republicanos españoles de Meheri-
Zelbeus, Maknassy (Túnez), relativos a la actuación de la Flota Republicana y su comisario general Bruno Alonso
(12-07; 07-08 y 22-08-1939).
Arturo Espa Ruiz • 169

Exculpaba a Bruno Alonso: “… Con ese pobre hombre no he hablado […] ni creo que se
haya contado con él para nada”574.
El último intento de Negrín por evitar un baño de sangre fue el relevo de Galán
por el subsecretario de Marina, el teniente de navío Antonio Ruiz, bien relacionado con
sus compañeros de armas y con cierto ascendiente entre los leales a la República por su
protagonismo en julio de 1936, cuando ocupó la Jefatura de la Base. Ahora jugará la baza
casadista. Su labor consistirá en facilitar la salida de la Flota, operación que necesitaba
más tiempo del plazo dado por los sublevados, con los que finalmente transigen575. A él
corresponde dar la orden de apertura del puerto, protegido por redes metálicas antisub-
marinas a raíz de que el 22 de noviembre de 1936 el crucero Miguel de Cervantes fuese
torpedeado por el submarino italiano Torricelli cuando se encontraba fondeado en la
rada cartagenera576. Las medidas de seguridad adoptadas las trae a colación el segundo
maquinista Pedro San Martín:

… en diciembre de 1936 se cerró el Puerto [de Cartagena] con una red metálica
contra submarinos y se puso guardia permanente, con teléfono, en la Boca del Puerto,
que comunicaba entrada y salida de todos los barcos y no abría la red sin que le diesen
orden para ello577.

La deserción tuvo que ser pactada. La salida del puerto significaba ponerse al alcan-
ce de los cañones de Espa. No conocemos los términos del acuerdo, pero es seguro que
entre ellos no figuró la dignidad. El mismo Barrionuevo lo calificó de página de deshonra:

… estoy avergonzado de ser militar y español como ellos. Son unos cobardes.
Ruiz, Ramírez, Pérez Barreiro [García Barreiro] y los demás me pidieron llorando que
dejásemos salir a la Escuadra sin tirarle con las baterías de costa. / Me dieron palabra
de honor de que iban a entregarse a Palma de Mallorca. Asqueado por tan poca hom-
bría, les dije que me dejaran en paz, y comuniqué a Franco sus propósitos578.

La información no tardó en ser utilizada, reclamando la colaboración de la Armada


italiana, dada la previsión que se tenía de sus posibles opciones. El seguimiento de sus

574 Idem.
575 Idem.
576 ALCOFAR NASSAES, J.L., “El hundimiento del crucero Miguel de Cervantes, Historia y Vida, 120 (1978), pp. 119-124.
COVERDALE, J.F., La intervención fascista en la Guerra Civil Española, Madrid, Alianza Editorial, 1979, p. 172.
577 ANC. Causa 1.192/1939…, fol. 94.
578 AFPI. AAR. CAÑAS, E., Notas históricas…, fols. 18-19.
170 • Pedro M.ª Egea Bruno

movimientos fue completo y la supervisión de Mussolini detallada. El conde Galeazzo


Ciano deja constancia de todo ello en su Diario:

Ayer por la noche [5 de marzo], en Casa Colonna, una llamada telefónica de Pie-
tromarchi579 me informó sobre la insurrección del Cartagena y la huída de la flota roja,
así como la solicitud de Franco para obtener nuestra cooperación naval para rastrear a
las naves errantes en el Mediterráneo y evitar que crucen el Canal de Sicilia si tiene la
intención de enrutar, como se ha dicho, a Odessa”. Le di las instrucciones apropiadas a
la Armada y la Fuerza Aérea a las 9 am. Le informé al Duce que él había aprobado como
lo había hecho yo. Durante el día se completó la información sobre la Flota: quería
ingresar a Argel, pero no se le otorgó el permiso. Ahora parece centrarse en Bizerta580.

23. La huida de la Escuadra: 5 de marzo de 1939.

A las 12 horas del día 5 los navíos republicanos surcaron por última vez las aguas
cartageneras, al parecer de forma caótica, como relata el ingeniero Galvache, testigo
presencial de lo que debió ser una auténtica desbandada:

… la salida fue desordenada concurriendo un verdadero desbordamiento del


personal de Marinería, que atropelladamente se aperaba de toda clase de embar-
caciones, tal lo hizo el personal del Sánchez, Galiano, Churruca, Torpedos y Base de

579 Se trata del diplomático Luca Pietromarchi.


580 CIANO, G., Diario 1937-1943, Milano, Biblioteca Universale Rizzoli, 1996, pp. 418-419.
Arturo Espa Ruiz • 171

Submarinos llegando a entrar en colisión un remolcador con dos lanchas y el C-4 con
una motora remolcadora, todos cargados de gente; mientras acudía como ingeniero al
incendio provocado en la Constructora y Sánchez para evitar su propagación, vi salir al
Gaditano (remolcador afecto a la Base) y personal del destructor presos de verdadero
frenesí 581.

Enfilaron la bocana del puerto el submarino C-4, los destructores Ulloa, Escaño,
Gravina, Almirante Antequera, Almirante Mirada, Lepanto, Almirante Valdés y Jorge Juan
y los cruceros Méndez Núñez, Libertad y Miguel de Cervantes. Se quedaron fondeados
los destructores Sánchez Barcáiztegui, Alcalá Galiano, Churruca, Alsedo y Lazaga y el
submarino C-2, con averías que les impedían navegar.
Era un interés compartido. Benavides atina al afirmar que los buques zarparon “...
sin que le disparasen un tiro, porque su partida era la máxima aspiración del faccioso”582.
Se dieron facilidades para subir a bordo a los que habían sido copados por los rebeldes.
Ocurrió en el Arsenal, a instancias del teniente coronel Lorenzo Pallarés, que se había
hecho cargo de aquella dependencia. Una medida preventiva:

… para eliminar los elementos sospechosos y quedarse rodeado solamente de


personal afecto, dio la orden de que todo aquel que quisiera huir en la Flota que lo
hiciera, en la inteligencia de que el que se quedase en el Arsenal había de servir al
Generalísimo583.

Embarcaron, además de las dotaciones y los mandos de la Base, más de 600 civi-
les, cuya militancia se perfila con toda intención en las fuentes comunistas: “… entre los
cuales iban algunos dirigentes antifascistas y casi todos los dirigentes anarquistas”584.
También socialistas y republicanos, “… con el beneplácito de los fascistas”585. La cifra –en
la que se incluyen algunas mujeres y niños– tal vez esté hinchada y deba reducirse a 350,
según expone el résident général de Francia en Túnez586. En total, con los marinos, unas
4.000 personas. Lo habían perdido todo: la guerra, la patria y la familia. Su destino final

581 AGMAB. SHEMA 10398. LC. 1939.


582 BENAVIDES, M.D., op. cit., p. 544.
583 ANC. Causa 775/1939…, fol 3v.
584 AHPCE. Informe del C.P. de Murcia…, fol. 16.
585 AHPCE. GARCÍA, B., Cartagena en el período de nuestra guerra…
586 RUBIO, J., La emigración de la Guerra Civil de 1936-1939, Madrid, Ed. San Martín, 1977, vol. I, p. 79.
172 • Pedro M.ª Egea Bruno

fue Bizerta, tras negarle el Gobierno francés el acceso a Argel. El sino los dispersó luego
por medio mundo587.
La rebelión había alcanzado un logro fundamental, dejando sentenciada la suerte
de la República. Lo remarca, con indudable triunfalismo, Lorenzo Pallarés: la salida de
la Escuadra republicana, “quedando con ello terminada la guerra en el mar y dando así
un paso decisivo para la victoria final de la España Nacional Sindicalista”588. Lo respalda
Fernando Oliva, que abunda en las consecuencias: “… se consiguió el objetivo principal
de expulsar a la Flota roja de su base así como la caída del gobierno Negrín y el desco-
yuntamiento de la zona roja”589. Se pronunciará en el mismo sentido el embajador italiano
en Salamanca, el conde Viola de Campalto, al ministro de Asuntos Exteriores Galeazzo
Ciano el 9 de marzo de 1939: “… El único activo seguro del levantamiento es la huída
de la flota roja a Bizerta y su desarme”590. Cabe añadir el exilio de dirigentes políticos y
sindicales. Al día siguiente, sin más opciones, Negrín y su Gobierno abandonaron España.
Para Galán, la pérdida de la Escuadra clausuró las posibilidades de expatriación:
“La marcha de la Flota, en aquellas condiciones, fue lamentable, ya que si no podía
ayudar a los combatientes con la fuerza de sus cañones, por lo menos debía de haber-
les ofrecido sus bodegas y cubierta a quienes hubiesen querido exiliarse”591. No fueron
los únicos perjudicados. Manuel Tagüeña, responsable del XV Cuerpo del Ejército de la
República, escribe que la huida dejó inerme al propio Casado y a su Consejo Nacional de
Defensa, “… perdía una de sus cartas principales para las negociaciones que se proponía
entablar con el enemigo”592.

587 Vid. EL-GAFSI, A., “La situación de los refugiados españoles en Túnez, entre el 4 de febrero de 1939 y el 18 de julio
de 1940, según unos documentos de archivos del gobierno tunecino”, Almenara, 19 (1976-77), pp. 91-108. Del mis-
mo autor, “De Cartagena a Bizerta. Prolongaciones tunecinas de la Guerra Civil española (1936-1939)”, Cuadernos
de Historia Contemporánea, 2 (1983), pp. 251-261. FERNÁNDEZ DÍAZ, V., El exilio de los marinos republicanos,
Valencia, Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2009. YAZIDI, B., El exilio republicano en Túnez, Ferrol, Embo-
ra, 2008. VILAR, J.B., La España del exilio. Las emigraciones políticas españolas en los siglos XIX y XX, Madrid, Sínte-
sis, 2006, pp. 345-352. VILAR, J.B. y VILAR, M.J., Las emigraciones españolas al norte de África, 1830-1999, Madrid,
Arco-Libros, 1999. VILAR, J.B., “El exilio español de 1939 en el norte de África”, Historia del Presente, 12 (2008), pp.
19-42.
588 ANC. SIP. Caja 36. Exp. 2.959…, fols. 8-9.
589 ANC. Causa 160/1939…, fol. 6.
590 MINISTERO DEGLI AFFARI ESTERI COMMISSIONE PER LA PUBBLICAZIONE DEI DOCUMENTI DIPLOMATICI ITA-
LIANI, Documenti Diplomatici Italiani, Ottava Serie: 1935-1939. Volume XI (1° gennaio – 22 maggio 1939), Roma,
Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, 2007, p. 320.
591 AHPCE. GALÁN, F., Yo no di la orden…, fol. 5.
592 TAGÜEÑA LACORTE, M., Testimonio de dos guerras, Barcelona, Planeta, 2005, p. 325. EGEA BRUNO, P.M.ª,
“Miguel Buiza…, pp. 169-178.
Arturo Espa Ruiz • 173

La única oposición fue la comunista, como desvela Isabel García, del Comité Local
de Cartagena, que difundió hasta el final la consigna negrinista de que resistir era vencer:
“… la Flota marchó deteniendo a los comunistas que estaban dentro de la Flota, porque
hacían resistencia a que la Flota saliera de España”593. La secunda otro dirigente local,
Bartolomé García:

Las instrucciones que habíamos dado a las células de los barcos era la de impedir
la salida por todos los medios y si llegaba el caso hasta arrojar otra vez los mandos al
agua. Pero los enemigos no se durmieron y antes de salir al mar desarmaron y encerra-
ron a los comunistas en los sollados de los barcos594.

Galán, a bordo del crucero Libertad, matiza el sentido de la represión y los actores
de la misma:

… no todos los comunistas, pero sí los que se consideraban más peligrosos y


algunos anarquistas y socialistas tildados de bolchevizantes habían sido detenidos por
grupos de marineros y auxiliares (son clases) armados previamente y adictos al jefe de
E.M. D. José Núñez, profesional fascista, o al comisario de la Flota, camarada Bruno
Alonso. Estas detenciones se mantuvieron hasta entrar en Bizerta y se justificaron ante
la decisión de las dotaciones de arrojar al agua a todos los comunistas por oponerse a
la salida de la Flota de Cartagena595.

No sería tan fácil hacerles frente en tierra, cuya ofensiva militar apenas diferirá unas
horas de aquella precipitada marcha.

593 AHPCE. GARCÍA, I., Autobiografía. Cartagena 18 de julio (1936). Tesis, manuscritos y memorias. Sig. 38/6., fols. 6-7.
594 AHPCE. GARCÍA, B., Cartagena en el período de nuestra guerra...
595 AHPCE. Informe de Francisco Galán sobre su actuación…, fol. 14.
Arturo Espa Ruiz • 175

XIII. LA OFENSIVA COMUNISTA

La intervención comunista conoció dos actuaciones de signo diferente. La primera


a las órdenes de Negrín, para poner fin a la sublevación de Cartagena y evitar la marcha
de la Escuadra. La segunda, una vez fracasado este objetivo, destinada a facilitar la expa-
triación de los dirigentes del partido. La centralidad de Cartagena en aquellos momentos
explica la presencia de Palmiro Togliatti, máximo responsable de la III Internacional en
España.
Los primeros camiones de la 206 Brigada –perteneciente a la 10ª División– se esta-
cionaron en las afueras de Cartagena –diputación del Albujón– sobre las 4 ó 5 de la
madrugada del día 5. Con aquellas tropas venía una compañía de blindados de Arche-
na596. Su acometida fue imparable. A las 10,30 habían conquistado el barrio de Los Dolo-
res y tomado la batería antiaérea allí establecida. Ya nada los detendrá:

El avance prosigue sin que apenas ofrezcan resistencia las fuerzas rebeldes.
Hacia las 2 de la tarde se llega a las primeras casas de Cartagena […] A las 8 se han
dominado todas las alturas al S. de la ciudad, destacando en cada batería de costa
oficiales de la Bda. que garanticen la fidelidad de las mismas. En el casco quedan por
reducir el Arsenal, Parque de Artillería, Capitanía y pequeñas alturas que dominan este
último edificio597.

Desde las primeras horas de la tarde el coronel Joaquín Rodríguez y el dirigente


comunista Virgilio Llanos –como comisario– se habían hecho cargo de las fuerzas en
presencia. A la 206 Brigada Mixta y la compañía de blindados de Archena se habían
incorporado las brigadas 207 y 223, una compañía de Asalto de Murcia, contingentes de
aviación procedentes de Los Alcázares y una brigada de Carabineros. Su superioridad era

596 MEDINA TORNERO, M.E.: Archena 1931-1945. Segunda República, Guerra Civil y primeros Años de posguerra, Tesis
Doctoral dirigida por Pedro M.ª Egea Bruno, Universidad de Murcia, 2017, pp. 489-503.
597 AHPCE. PRECIOSO, A., Informe sobre la sublevación en Cartagena…, fol. 4.
176 • Pedro M.ª Egea Bruno

manifiesta. Lo especifica uno de los rebeldes, el coronel de Artillería Luis Monreal Pilón:
“Yo calculo en más de 9.000 hombres las fuerzas que nos atacaron”598.
La Brigada 206 –la principal protagonista de los combates– se había fogueado
en combate durante toda la guerra. Según testimonios de su actuación en Cartagena
eran capaces de hacer cantar a las ametralladoras599. Al otro lado estaban los que con
influencias se habían salvado de ir al frente, destinados justamente en las unidades
ahora amotinadas. En el Arsenal fue necesario instruirles –en plena sublevación– en el
manejo de las granadas de mano. Lo dice Lorenzo Pallarés, responsable de la defensa
de aquel recinto:

Como el enemigo disponía de tanquetas, hizo un recuento de las granadas de


mano de que el Arsenal disponía, encontrándose unas veinte o veinticinco del modelo
Lafite, las cuales se armaron con detonador y se distribuyeron a los distintos puestos,
pero como el personal desconocía su manejo, fue necesario desplazar al condestable
D. Germán Montero para que fuese explicando en los puestos la manera de lanzar
estas granadas 600.

El plan de ataque fue diseñado por Rodríguez. Una maniobra envolvente perfecta-
mente trazada y atenta a neutralizar a las baterías de costa, la única opción de resistencia
y desembarco de los rebeldes:

Hice una distribución de fuerzas que me permitiera encerrar Cartagena en un


semicírculo cuyos extremos se apoyaban en el mar por el N. en Cabo Palos y en el
mar también por el S. en Puerto de Mazarrón, siendo el punto más saliente de este
semicírculo la salida del casco de la ciudad de Cartagena […] La acción no nos costó
gran trabajo, ya que desde el primer momento el esfuerzo principal lo realicé sobre
las baterías de costa –que fueron tomadas en la madrugada del 5 al 6–, con objeto
de impedir un desembarco y con el de tener la plaza bajo nuestros fuegos, si acaso se
resistían mucho los sitiados601.

Las baterías de costa representaban –como se anota– el único peligro real. Coin-
cidirá en ello Arturo Espa, que las tenía bajo su mando: “Que en las últimas horas
del domingo [día 5], por dos veces y ante el ataque de que era objeto por la brigada

598 AGMAB. SHEMA 10398. LC. 1939.


599 Entrevista a Pedro Marín Sevilla, soldado del Regimiento de Artillería y testigo presencial de los hechos. Cartagena,
24 de mayo de 2007.
600 ANC. Causa 775/1939…, fol. 4r.
601 Idem.
Arturo Espa Ruiz • 177

comunista [el edificio de] la Base naval, se dio orden a dos baterías de que hicieran
fuego contra los atacantes”602. Una vez sometidas, la resistencia fue mínima y puntual-
mente localizada.
La primera de las localizaciones atacadas fue el Arsenal, hostigado al amanecer
del día 6 desde el barrio de Los Dolores –Casa Palacio del marqués de Fuente el Sol–,
faldas del Castillo Galeras y montes de Quitapellejos. Apenas se mantuvo unas horas.
A las 5 de la tarde los rebeldes huyeron a bordo de un submarino603. Se trataba del
C-2, que tras una accidente partida, se entregó en Palma de Mallorca: “… consiguió
con grandes peligros salir del puerto, no sin haber sufrido numerosos impactos de
ametralladora y cañón…”604. Se pusieron a salvo unos cuarenta individuos de diferentes
Cuerpos, sumando jefes, oficiales, clases, marinería y tropa. Entre ellos, algunos de
los responsables del levantamiento: Lorenzo Pallarés, Luis Monreal, Antonio Galvache,
Celso Pérez Fuentes y Bernardo Llobregat. En su precipitada marcha dejaron ondeando
la bandera bicolor, que días más tarde confundirá a las fuerzas nacionalistas que venían
a ocupar la ciudad, con resultados funestos para una de sus unidades, el transporte
Castillo de Olite.
No les resultó difícil dominar el Parque de Artillería, ocupado –como relata Cañas–
a las 10 de la mañana del día 7: “Manda a los insurrectos el coronel Armentia, leal a la
República hasta entonces. Se niega éste a rendirse, y después de haber anunciado a
los sitiados, por medio de altavoces, que toda resistencia es inútil, lanzamos el asalto.
Apenas empezado, se abre el portalón en signo de rendición”605. Una de las bajas es el
propio Armentia, decidido a una defensa numantina y cuya muerte conoce dos versio-
nes. De un lado, la franquista: “… fue muerto por las columnas comunistas que entraron
en el Parque”606. La noticia fue recogida por la prensa socialista: “La nota más desta-
cada es la de la muerte del coronel Armentia, en lucha –nos dijeron– contra las tropas
republicanas”607. Según Galán, optó por suicidarse. Suscribe la versión Cañas, testigo
presencial del momento:

Se abre una ventana del primer piso [del Parque de Artillería] y aparece Armen-
tia con una pistola de reglamento en una mano y una granada en la otra. Gesticula,
pronuncia palabras que no oímos, increpa a los que se habían rendido y, gritando
con toda su fuerza: ¡Viva España!, deja caer la granada a sus propios pies. En el humo

602 ANC. Causa 894/1939…, fol. 13.


603 ANC. Causa 59/193. Instruida contra el oficial 3º de Artillería de la Armada Manuel Gómez García, fol. 17.
604 ANC. Causa 775/1939…, fol. 196.
605 AFPI. AAR. CAÑAS, E., Notas históricas…, fol. 17.
606 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia…, fol. 38.
607 Nuestra Lucha (Murcia), 9 de marzo de 1939.
178 • Pedro M.ª Egea Bruno

de la inmediata explosión se ve caer su cuerpo horriblemente mutilado… El coronel


Armentia se ha hecho justicia608.

La toma de Capitanía –en la Muralla del Mar– el día 8 tampoco ofreció mayores
complicaciones. Siguiendo a Cañas:

Desde por la mañana se estaba hablando a los insurrectos con altavoces instala-
dos en los carros blindados, invitándolos a rendirse y a no prolongar una resistencia que
sería estéril y sangrienta. Manda a los facciosos de la Base el que hasta hoy era jefe de
Estado Mayor de la flotilla de destructores, Oliva.

24. Edificio de Capitanía de la Base (7 de marzo de 1939).

El forcejeo se prolongó hasta las 7 de la tarde:

Arrían en el interior la bandera monárquica e izan bandera blanca. La rendición


es acogida por nuestros soldados con muestras de júbilo desbordante. / Con los brazos
en alto, van saliendo los sitiados. Sólo quedan en el interior los heridos y algún muerto,
que son enseguida evacuados. Al fin sale el mismo Oliva, acompañado por un sargento
de Marina. Sale Oliva, el cabecilla, nervioso, con un cigarrillo en la boca que mordis-
quea más que fuma609.

608 AFPI. AAR. CAÑAS, E., Notas históricas…, fol. 18.


609 Ibidem, fols. 19-21.
Arturo Espa Ruiz • 179

Fueron respetadas las vidas de los dirigentes de la rebelión: Barrionuevo, Espa y


Oliva. Del 6 al 8 de marzo fue obligada la presentación en el puesto de mando que la 206
Brigada tenía instalado en San Antón. La represión fue intensa, siguiendo el criterio de
Togliatti: “… una represión que debía ejercerse, con extremo rigor”610. Se contó con la
colaboración del destacamento en Cartagena del Servicio de Investigación Militar [SIM]
–a las órdenes de Frutos Fernández Serrano–, convirtiéndose el cuartel de Antigones en
lugar de reclusión y registro611.
Las operaciones de criba se llevaron a término bajo la supervisión del coronel Joa-
quín Rodríguez:

Durante estos días se hicieron varios miles de prisioneros, ya que como es


natural se tuvieron que tomar medidas de seguridad al comprobar que el movimiento
tenía muchas ramificaciones; de la clasificación de ellos encargué al coronel de Infan-
tería de Marina Diego Baeza, el cual por ser miembro de nuestro P. estaba separado
del servicio, y de la limpieza, a un camarada del P. de Cartagena, llamado Cegarra
[Juan Cegarra Hermoso]. Los detenidos que habían tomado parte en los hechos, y
no tenían una filiación falangista, o no eran figuras relevantes del movimiento, eran
entregados al Tribunal Militar de la circunscripción que radicaba en Murcia, los que
eran simples soldados o mandos que no había sido posible probarles su participación
en los hechos eran encuadrados en las unidades del Rto. Naval, de la que previamen-
te habían sido sustituidos los mandos anteriores por otros de confianza, y los que no
estaban en estas condiciones anteriores, los clasificaba el camarada Cegarra; de estos
últimos resultaron 251 casos612.

Artemio Precioso cifra en 300 los prisioneros. Las víctimas que recoge la Causa
General suman 58613. Tal diferencia puede atribuirse al recuento exclusivo de las bajas
consideradas netamente franquistas. Según la adscripción política se contabilizan 23
derechistas y católicos, precisándose en algunos casos su pertenencia a Acción Popular,
Renovación Española, Juventud de Acción Popular y Juventud Tradicionalista. El expe-
diente más completo es el del propietario Sabas González López: católico, conservador,
militante Agrario, de Acción Popular y de Falange. Se ignoran esos extremos en los
restantes casos o simplemente se indica “sublevado el 5 de marzo”. La confusión debió
extenderse al reconocimiento de los cadáveres del bando vencedor. Se cita a un izquier-
dista con anterioridad al 18 de julio.

610 TOGLIATTI, P., Escritos sobre la guerra de España, Barcelona, Crítica, 1980, p. 286.
611 ANC. SIP. Caja 21. Exp. 1.729. Frutos Fernández Serrano.
612 AHPCE. Informe que presenta al P. Joaquín Rodríguez…, fol. 3.
613 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.065. Exp. 18. Cartagena (Murcia), fols. 9-20.
180 • Pedro M.ª Egea Bruno

El grupo más numeroso –26– está formado por militares: nueve oficiales, cinco sub-
oficiales, nueve soldados, dos del CASTA y un retirado. Siguen los estudiantes –nueve–,
las fuerzas de orden público –seis–, profesionales liberales –cuatro–, empleados –tres– y
un propietario614. Sus edades oscilan entre los 14 y los 82 años. La media es de 34.
Las muertes se sucedieron entre el 5 y el 9 de marzo, teniendo en cuenta que
partir del día 8 el control corresponde a la Junta de Casado. El día 6 –con 30– es el
momento más álgido, precedido por el día 5 –14– y con menor relevancia el 7 –tres–, 8
–seis– y 9: cinco, que se pueden atribuir a los enfrentamientos entre comunistas y casa-
distas. Los lugares donde se encuentran los cadáveres son indicativos de la diferente
significación de aquellas muertes. Hay dos parajes que se asocian con claridad a eje-
cuciones: La finca La Boticaria de Los Dolores –con 15 fusilamientos– y la finca Lo Soto
de San Antón con ocho. Otros casos se dieron en este barrio –cuatro– y en el caserío
de Los Patojos: dos. Por hechos de armas debieron perder la vida los hallados en los
edificios militares: Parque de Artillería –tres– Capitanía General –uno– o en la ciudad y
sus alrededores: 17. Hay siete ocurrencias no establecidas.
La reducción de la sublevación no conllevó el retorno de la Escuadra, cuyas dotacio-
nes debieron escuchar los disparos de las fuerzas negrinistas avanzando sobre la ciudad.
En alta mar se sucedieron los radios instando a la Flota a regresar a Cartagena, una vez
recuperada para la República. Fracasaron todos los intentos, empezando por el comunis-
ta: “Esta estación –Radio La Flota– fue utilizada desde el mismo día por Osorio y Tafall
–Comisario General de los Ejércitos de la República, próximo al PCE–, y en días sucesivos
por Virgilio Llanos, como comisario de la Base, con alocuciones y llamadas a la Flota para
su regreso a la Base, al haberse conseguido en la noche del 5 al 6 todas las baterías de
Costa por nuestras fuerzas”615. La misma petición se realizó desde el Gobierno de Negrín
y desde el Consejo Nacional de Defensa de Casado.
Todo en vano. Buiza consumó su acción, argumentando la contradicción de los
mensajes recibidos, las presiones de los comandantes de los barcos, el riesgo inútil, la
carencia de combustible en caso de tener que volver sobre sus pasos –omitía que en
Cartagena se encontraba el Campilo, un buque petrolero con 3.971 toneladas de carbu-
rante– o su liberación del compromiso con Matallana616.
Galán, que iba a bordo de la nave capitana, se hará eco en su informe al PCE de
la valoración moral de aquella decisión, de la que era consciente el jefe de la Escuadra
republicana, y del compromiso con la República de la militancia comunista:

614 Idem.
615 AHPCE. Informe que presenta al P. Joaquín Rodríguez…, fol. 8.
616 ROMERO, L., El final de la guerra…, pp. 305-308. ALONSO, B., op. cit., pp. 147-150.
Arturo Espa Ruiz • 181

El propio Buiza ha calificado de deserción doble este acto, pues desertaron


de su deber con el Gobierno Negrín y también con la Junta, reconociendo también
al mismo tiempo que contadas personas y no por casualidad todas ellas comunistas,
habían sido fieles al regreso de la Flota a Cartagena independientemente del Gobierno
existente, bien el legítimo del Dr. Negrín o la Junta facciosa de Casado.

Una vez en Bizerta algunos de sus oficiales se apresuraron a comunicar al enviado


de Franco –el almirante Salvador Moreno– el papel que habían desempeñado: “Que
habían colaborado con Casado contra Negrín y una vez en la mar contra Casado…”617. El
mismo Casado se sintió burlado:

La realidad es que la Flota se sublevó contra el Gobierno Negrín para apoyar


al Consejo Nacional de Defensa, aunque a última hora el almirante cambiara de pare-
cer”. Su sentencia era firme: “¿Qué razones o qué motivos tuvo el almirante Buiza
para desligarse del compromiso adquirido con el Consejo Nacional de Defensa? Lo
ignoro. Por la forma en que se produjeron los acontecimientos, cabe suponer que
obedeció estrictamente a un problema de conveniencia personal618.

Fracasado el intento de recuperar la Escuadra, el objetivo prioritario del PCE fue


poner a salvo a sus cuadros políticos. Era su principal obsesión: “Lo que nos interesa es
salvar el máximo de cuadros del Partido, pues la situación de nuestros camaradas en
Madrid es extraordinariamente grave”619. En ello coinciden otros dos responsables polí-
ticos, Checa y Cordón620.
La dirección del PCE ya venía valorando la importancia de Cartagena como reducto
defensivo de la República y al mismo tiempo como lugar de evacuación. Desde febrero
de 1939 es posible detectar la llegada a la localidad de destacados miembros del Comité
Central, difundiendo la tesis de la resistencia. Está documentada la presencia de Antonio
Pretel, antiguo gobernador civil de Murcia y diputado a Cortes, y de Agapito Escanilla de
Simón, secretario general del Radio Oeste de Madrid.

617 AHPCE. Informe de Francisco Galán sobre su actuación…, fols. 19 y 20.


618 CASADO, S., Así cayó Madrid…, pp. 193–194.
619 AHPCE. FARRÉ, R., Apuntes sobre la Junta de Casado en la zona de Levante. Tesis, manuscritos y memorias. Sig.
35/2. Su imagen de Hernández no es la mejor: “… había perdido la cabeza y no tenía más obsesión que la querida y
escapar a lugar seguro…”, fol. 1º.
620 Cfr. HERNÁNDEZ SÁNCHEZ, F. y DONCEL LÓPEZ, A., “Quinientas horas de clandestinidad: El PCE en Levante
y el final de la guerra civil”, Congreso La Guerra Civil Española, 1936-1939, 2006. Vid. CORDÓN, A., Trayectoria:
memorias de un militar republicano, 2ª ed., Barcelona, Crítica, 1977. Del mismo autor, Trayectoria. Recuerdos de un
artillero, ed. de Ángel Viñas, Sevilla, Espuela de Plata, 2008.
182 • Pedro M.ª Egea Bruno

A fines de febrero se decidió fijar en Murcia la residencia del buró político, a fin de
organizar la instalación del Comité Central, que finalmente ocupó un local en la pedanía
del Palmar y el edificio de la Escuela de Cuadros de la capital. La razón la explica Togliatti:
“… nosotros permanecíamos cerca de Murcia, para tener siempre la posibilidad de apo-
yarnos en una organización de partido de alguna entidad”621.
Se trataba de un repliegue hacia el Sureste, como venían haciendo las restantes
formaciones políticas y sindicales en sintonía con el Gobierno –que se había establecido
en Elda– y, en previsión del derrumbe final, favorecer la resistencia y la evacuación622. El
error –a juicio a Stoyán Mínez, de la Internacional Comunista– fue el traslado de su Comi-
té Central a pequeños pueblos de Levante, lo que provocó su aislamiento, a excepción
de la débil organización del partido en Murcia. Se metieron además en la boca del lobo:
“Toda la provincia de Murcia es ese punto de la España republicana donde mejor estaba
organizada la Quinta Columna, donde la Quinta Columna desarrolló libremente su activi-
dad durante todo el período de la guerra”623.
El 6 de marzo, tras el golpe de Casado y la huida del Gobierno de Negrín, se reunió
en el aeródromo de Monóvar (Alicante) el Buró Político del PCE con dirigentes del parti-
do y de la JSU, tomando el acuerdo de llevar a cabo la evacuación de los militantes más
comprometidos y preparar el trabajo clandestino ante el previsible triunfo de Franco624.
Se primó Cartagena como lugar de evacuación, dado que allí se estaba concen-
trando la 10ª División, de orientación comunista625. Lo corrobora Eustaquio Cañas: “…
disponen en el litoral de una División del Ejército, en la que el 80% de los mandos son
hombres adictos a ellos…”626. Lo sentencia el Informe a Stalin, “Cartagena estaba en
manos del PCE”627.
Cartagena les resulta fundamental como punto de evasión, sobre todo desde
que el día 6 Alicante había quedado en manos de la Junta de Casado. En palabras de
Jesús Hernández, comisario político de la Región Central en el área Centro-Sur, la ciudad
departamental era: “… una garantía para la salida de los cuadros fundamentales del
Partido”628.

621 TOGLIATTI, P., op. cit., p. 282.


622 Vid. CHECA, P., “Informe sobre los acontecimientos del 1 al 24 de marzo de 1939”. En VIÑAS A. y HERNÁNDEZ
SÁNCHEZ, F., op. cit., p. 251.
623 ENCINAS MORAL, A., (ed.), op. cit., pp. 201-202.
624 VV.AA., op, cit., p. 301.
625 LÍSTER, E., Nuestra guerra. Memorias de un luchador, Zaragoza, Silente, 2007, pp. 364-365.
626 AFPI. AAR. CAÑAS, E., Notas históricas…, fol. 26.
627 VIÑAS, A. y HERNÁNDEZ SÁNCHEZ, F., op. cit., p. 91.
628 AHPCE. HERNÁNDEZ, J., Informe sobre el período de dominación de la Junta de Casado, Dirigentes, 35, confiden-
cial.
Arturo Espa Ruiz • 183

La afluencia de dirigentes apenas se demoró, aunque resulta difícil establecer la


secuencia de sus llegadas, ya que varía en cada informe de los realizados por los implica-
dos, a pesar de realizarse en fechas muy cercanas a los hechos contados. Arribarán, entre
otros, Virgilio Llanos, Pedro Checa, Fernando Claudín, Ignacio Gallego, Lucio Santiago,
Francisco Ciutat, Juárez, Zapirain y Togliatti. Algunos lo harán al mediodía del 5 de mar-
zo, en mitad del levantamiento nacionalista, como explica Isabel García, del comité local:
“Estuve en Cartagena cuando era de los fascistas, entramos en dos coches dos grupos
de camaradas, entre ellos dos miembros del Comité Central, Juárez y Zapirain. Entramos
porque nos dijeron que Cartagena estaba en nuestro poder, pero resultó que no era
así”629.
La dirección del PCE los envía para respaldar políticamente la acción de la 206
Brigada630. Su misión es orientar a los cuadros comunistas, preparar su evacuación y
organizar una dirección en la clandestinidad631. Dadas las circunstancias priman los inte-
reses de partido. Lo recuerda Sebastián Zapirain, “… ya que no había autoridad ni nada
y teníamos que defendernos como podíamos”632. Contaron con la colaboración de la
dirección provincial:

A la vista de la gravedad de la situación el C.P. [Comité Provincial], de acuerdo


con la Delegación del C.C. [Comité Central], empezó los preparativos para la evacua-
ción de los cuadros del P. Dada la circunstancia de hallarse en Cartagena parte del B.P.
[Buró Político] y miembros del C.C., la principal preocupación del C.P. fue la de conse-
guir los medios de transporte necesarios para que la suprema dirección del P. saliera
al extranjero, lo que se consiguió con la ayuda de la Delegación [Provincial] pudiendo
organizar dos expediciones633.

Se desentendieron de la acción casadista. La última reunión del Comité Central,


celebrada el 6 de marzo en Monóvar (Alicante), tomó el acuerdo de no enfrentarse a la
Junta de Casado: “Los comunistas, campeones de la unidad no podían adoptar esa acti-
tud. No había otra alternativa que tratar de salvar la mayor cantidad de cuadros comunis-
tas y dejar la responsabilidad del final de la guerra en manos de la Junta de Casado”634. El
debate estaba servido. Para Jesús Hernández era una maniobra de Togliatti al dictado de

629 AHPCE. GARCÍA, I., Autobiografía. Cartagena 18 de julio…, fol. 7.


630 VV.AA., op. cit., p. 288.
631 TOGLIATTI, P., op. cit., p. 290.
632 JIMÉNEZ DE ABERASTURI, J.C., “Protagonistas de la historia vasca: Sebastián Zapirain” Cuadernos de Sección
Historia-Geografía, 6 (1985), p. 144.
633 AHPCE, Informe del C.P. de Murcia…, fol. 26.
634 TAGÜEÑA LACORTE, M., op. cit., p. 322.
184 • Pedro M.ª Egea Bruno

la URSS, atenta a terminar la guerra en España por sus negociaciones con Hitler. Según él,
la Junta de Casado era un “adversario insignificante”635.
A propuesta de Eustaquio Cañas, Casado nombró jefe de la Base a Joaquín Rodrí-
guez . Debió mediar la momentánea falta de otra alternativa y la contemporización del
636

PCE con la nueva realidad. Para comisario fue designado Virgilio Llanos. Cartagena se
convirtió así en el último reducto comunista.
La reducción de la rebelión se subordinó a fines políticos partidistas: la evacuación
de los cuadros del PCE. El coronel Rodríguez, revela la estrategia adoptada:

El enemigo quedó fijado en tres edificios fuertes en la ciudad, a saber el Par-


que de Artillería, la Capitanía General y el Arsenal. Fueron reducidos en tres días
por este orden, no habiéndose efectuado antes por ordenarme el P. [partido] que
no lo hiciera más pronto, ya que cuando se terminara con ello mandarían un nuevo
jefe, recibiendo orden del P. de terminar el día 8, pues se necesitaba el puerto para
evacuar personal por él637.

Mientras se mantenga sobre las armas puede asegurar la expatriación de algunos


miembros de la dirección del partido, sin olvidar a los consejeros soviéticos de la Base:

… teniendo en cuenta que cuando la sublevación quede sofocada las fuerzas de


la 10ª División serán seguramente trasladadas y por lo tanto las pocas posibilidades de
evacuación que ofrece Cartagena, dice que el P. ha decidido que en la noche de ese día
[8] se aproveche una de las embarcaciones que había en el puerto para que salieran de
España algunos cuadros del P. y los jefes de las fuerzas que actuaban en Cartagena. Se
decide a utilizar los barcos ingleses que había anclados en el puerto638.

El clima político de la ciudad tampoco les era propicio, propagándose la imagen de


ser el partido de la guerra. Lo trae a colación el responsable del operativo militar:

Existía en efecto en Cartagena un gran ambiente contra nuestro P., pues nues-
tros enemigos habían podido, de acuerdo con Bruno Alonso, hacer correr la especie de

635 HERNÁNDEZ, J., Yo fui ministro de Stalin, Madrid, G. del Toro, 1974, pp. 306-336. Vid. sobre todo el proceso HER-
NÁNDEZ SÁNCHEZ, F., Guerra o revolución…, pp. 421-443.
636 AFPI. AAR. CAÑAS, E., Notas históricas…, fol. 21.
637 AHPCE, Informe que presenta al P. Joaquín Rodríguez…, fols. 1-2.
638 AHPCE. PRECIOSO, A., Informe sobre la sublevación en Cartagena…, fol. 6.
Arturo Espa Ruiz • 185

que nuestro P. era el que tenía la culpa de que no se acabara la guerra, y que culminó
tal campaña con el nombramiento de Galán639.

La prensa anarquista los calificará de enemigos seculares: “los bárbaros del siglo
XX” . El mismo PCE cometió errores, como reconocerá Dolores Ibárruri:
640

Hay que confesar que éramos bastante ingenuos. Nuestra confianza en el pueblo
y nuestra fe en la victoria, y en la posibilidad de resistencia a pesar de todos los desca-
labros, era inconmovible, y a veces nos llevaba a no valorizar suficientemente todos los
factores en presencia641.

Tal vez por ello se les pueda atribuir una cuota de responsabilidad en el último giro
de la contienda:

En los inicios de la guerra los adversarios principales de los comunistas en su


lucha por el poder fueron los anarquistas y socialistas de izquierda, y por lo tanto el
énfasis de la propaganda comunista fue hacia una política moderada. El resultado de
esto fue dar el poder a oficiales y funcionarios burgueses republicanos, del cual el coro-
nel Casado se hizo el líder642.

Tuvieron en contra la propaganda casadista, que manipuló los sucesos locales para
justificar su propio golpe de fuerza:

Lo ocurrido en Cartagena ha sido otro de los factores que han acelerado la


determinación del coronel jefe del Ejército del Centro […] Se precisaba también reducir
a la obediencia del Partido Comunista, que tanta influencia ha tenido sobre el doctor
Negrín y al que se atribuyen gran parte de lo acaecido en Cartagena…643.

El coronel utilizó su condición de jefe de la Base para bloquear hasta donde pudo
las consecuencias del golpe de Casado, neutralizando para ello los movimientos de las
tropas procedentes de Alicante, Andalucía y Murcia, orientando la 207 Brigada al norte,

639 Ibidem, fol. 7.


640 Cartagena Nueva, 11 de marzo de 1939.
641 IBÁRRURI, D., El único camino, s.l., Ebro, s.a., p. 448.
642 ORWELL, G., “The Last Days of Madrid (Los últimos días de Madrid, de S. Casado)”, en Time and Tide, 20 de enero
de 1940.
643 La Libertad (Madrid), 7 de marzo de 1939.
186 • Pedro M.ª Egea Bruno

desplazando la 78 –procedente de Andalucía y de cariz casadista– al litoral de Mazarrón-


Águilas y aligerando la presión sobre los militantes de la capital murciana:

… al enterarme de que en Murcia se tomaban medidas contra los camaradas


del P. las tres compañías de asalto que en aquella ciudad tenían les di orden de que
en camiones se trasladaran a Mazarrón para guardar aquel puerto, ordenando así
mismo que los camiones regresaran a Cartagena; como la distancia es considerable
quedaba descartada una acción rápida sobre nosotros, como asimismo sobre la carre-
tera Murcia-Cartagena644.

El día 8, con la posesión del teniente coronel Joaquín Pérez Salas como jefe de
la Base en representación de la Junta de Casado, quedando Rodríguez como segundo
jefe, la situación se complicó. Lo señala este último: “… dio contraorden a la mía de
activar todas las reparaciones de los barcos que habían quedado, como así mismo de
sustituir las guardias de la 10ª Don. que controlaban la salida del puerto…”645. Defiende
otro tanto Jesús Hernández: “… Comprendíamos lo que este tipo significaba en tal
lugar. Íbamos a perder muchas posibilidades…”646. La capacidad de intervención acabó
de perderse el día 12, cuando Joaquín Rodríguez fue destituido como segundo jefe de
la Base.
Cartagena fue todavía una tierra de promisión, a la que siguieron llegando diri-
gentes, cuya evasión resultaba cada vez más difícil. El 24, bajo la protección de los
hombres de Artemio Precioso, se tomó al asalto la escuela de vuelo de Totana, desde
la que despegaron Togliatti, Checa, Palau, Diéguez, Vicente Uribe, Cabo Giorla, Jesús
Hernández, Virgilio Llanos y Artemio Precioso647. Se hizo otro tanto desde campos de
aterrizaje próximos a Cartagena. Uno de ellos fue el de Lomonte, de donde partieron
Fernando Claudín, Ignacio Gallego y Sebastián Zapirain. La última salida –compartida
con militantes de otras formaciones políticas y sindicales– se produjo el 29 a bordo
del petrolero Campilo –con pabellón monárquico, para sortear las acciones de la flota
nacionalista–, el bou Tramontana y pequeñas embarcaciones. Otros se dirigieron al
puerto de Alicante, de donde pudieron embarcarse en los últimos buques del exilio, el
Lezardieux y el Stanbrook648.

644 AHPCE. Informe que presenta al P. Joaquín Rodríguez…, fol. 3.


645 Idem.
646 HERNÁNDEZ, J., op. cit., p. 306.
647 Cfr. Entrevista a Artemio Precioso en COSTA MORATA, P., “El final de la República: Sublevación en Cartagena”,
Tiempo de Historia, 52 (1979), pp. 4-15.
648 VILAR, J.B., “La última gran emigración española. Relación nominal de los militantes republicanos evacuados de
Alicante por el buque ingles Stanbrook con destino a Orán en 28 de marzo de 1939”, Anales de Historia Contem-
Arturo Espa Ruiz • 187

Los dirigentes locales y militantes de a pie tuvieron menos facilidades. Lo recuerda


el comandante Ciutat, jefe de operaciones del Ejército de Levante: “Había salido de
Novelda para Cartagena, donde se encontró con un espectáculo dramático. Miles de
gentes de todos los partidos y organizaciones se disputaban todos los medios de nave-
gación para salir huyendo hacia las costas africanas del Marruecos francés”649.

poránea, 2 (1983), pp. 273-330. Una propuesta actualizada del mismo autor en “La singladura i els passatgers de
l’Stanbrook d’Alacant a Orá, març de 1939”, en SANTACREU, J.M. (ed.), Una presó amb vistes al mar. El drama del
port d’Alacant, març de 1939, Valencia, Tres i Quatre – Universitat d’Alacant, 2008, pp. 239-383. TUÑÓN DE LARA,
M., “Puerto de Alicante. 29 de marzo-1 de abril de 1939”, Canelobre, 7/8 (1986), pp. 152-156. MARTÍNEZ LEAL, J.,
“La guerra terminó en Alicante. La tragedia del puerto”, Canelobre, 7/8 (1986), pp. 157-166.
649 HERNÁNDEZ, J., op. cit., p. 306.
Arturo Espa Ruiz • 189

XIV. LA AYUDA EXTERIOR Y EL HUNDIMIENTO DEL


CASTILLO DE OLITE

La clave estratégica de los sublevados se redujo a esperar la llegada de las tro-


pas nacionalistas, facilitando su desembarco650. La ayuda fue reclamada desde el primer
momento de la insurrección. Los despachos fueron emitidos entre las 10:45 y las 12:35
del día 5 desde emisora La Flota Republicana651. Hubo además –a partir de las 14:00
horas– un contacto directo con el cuartel general de Franco por medio de la estación
radiotelegráfica del Arsenal652. El contenido de aquellos mensajes fue recogido por Eus-
taquio Cañas:

Encontramos en el edificio copia de los teletipos que el general Barrionuevo ha


enviado a Franco. En ellos, le da indicaciones precisas para el desembarco de refuerzos.
Pueden éstos entrar, arbolando bandera monárquica, en el Arsenal mismo. Pide que
traigan víveres, armas, medicamentos y hasta Cuerpo Jurídico. Quiere con esto Barrio-
nuevo impresionar al Estado Mayor franquista653.

Los mensajes se captaron en San Fernando (Cádiz) a las 11,15. La respuesta fue
inmediata, como anota el almirante Juan Cervera, jefe del Estado Mayor de la Armada
franquista: “Desde el despacho del Generalísimo cursé las órdenes para colocar frente a
Cartagena las divisiones acampadas en Castellón y Málaga”. Es decir, la 83 y la 122, que
serían embarcadas con premura. Contarían con el respaldo de los buques auxiliares Mar
Cantábrico –nave insignia del almirante Moreno– y Mar Negro, y los destructores Melilla,
Huesca y Teruel, que debían llegar a la costa cartagenera al amanecer del día 6. Con el

650 Vid. Aa. Informe referente a lo ocurrido en Cartagena en los días 4, 5, 6, 7 de marzo…, fol. 19.
651 AFPI. AH-71-12. Telegramas cruzados entre el Ministerio de Defensa Nacional y Gobierno Civil de Murcia sobre la
sublevación de la Base naval de Cartagena. Marzo de 1939.
652 MARTÍNEZ LEAL, J., República y Guerra Civil…., p. 345.
653 AFPI. AAR. CAÑAS, E., Notas históricas…, fol. 17.
190 • Pedro M.ª Egea Bruno

mismo destino partirían desde Mallorca el crucero Canarias y el cañonero Dato. En con-
junto esperaba reunir 22 navíos y 19.000 hombres654.
A las 7 de la mañana del día 6 el Mar Cantábrico y el Mar Negro, acompañados
por un hidro, serán avistados frente a la costa cartagenera, siendo hostigados por los
cazas republicanos de la Base de Los Alcázares. Los rebeldes reclamarán su intervención
inmediata, dada la apurada situación de en que se encontraban. En aquella misión medió
Arturo Espa:

Que el declarante desde su puesto de mando y por heliógrafo comunicó a los


barcos citados varias veces que el Arsenal estaba en peligro y era preciso acelerasen
el desembarco; que este aviso llegó a su conocimiento puesto que contestaron con el
enterado655.

Entre las 00:00 y las 10:00 horas del día 6 habían zarpado desde Castellón, de for-
ma escalonada, los cruceros auxiliares Antonio Lázaro y J.J. Sister, los minadores Marte,
Vulcano y Júpiter y los mercantes Sebastián, Castillo de Olite, Castillo de Peñafiel, Cas-
tillo de Gifralfaro y Castillo de Monforte. El convoy –por la urgencia– no cuenta con la
debida escolta ni con los medios necesarios de radio para estar en contacto e informado
de la situación656. A las 20:30 lo harán desde Málaga el crucero auxiliar Rey Jaime II,
seguido del Castillo Mombeltrán, Dómine, Cabo Huertas, Castillo Montealegre y Castillo
Simancas657.
Los primeros buques llegaron a su destino sobre las 15:00 horas. Será tarde. La
Artillería de Costa –la pieza clave de todo el dispositivo– no ha podido resistir el envite
de la brigada comunista. El repliegue –iniciado en la mañana del 6– deja al descubierto el
punto débil de aquellas defensas. Lo refrenda Arturo Espa:

Al recibir noticia de que la batería antiaérea de Sierra Gorda era atacada por
fuertes núcleos, carecía de armamento portátil (unos veinte mosquetones) y las piezas
no permitían tirar contra los atacantes, decidió ordenar su inutilización y la retirada
del personal hacia el grupo de Escombreras, lo mismo ordenó a las baterías viejas del
frente izquierdo, cuyo personal, tras inutilizarlas, se concentró en San Julián, todo ello
con objeto de evitar de que fueran tomadas en estado de servicio y fueran motivo de

654 CERVERA VALDERRAMA, J., op.cit., p. 379.


655 ANC. Causa 894/1939…, fol. 13.
656 GÓMEZ VIZCAÍNO, J.A., “Los acontecimientos de marzo de 1939 en Cartagena…, p. 81.
657 BLANCA CARLIER, J.M., “Las últimas operaciones navales: 1936-1939”, Revista General de Marina, 180 (1971), pp.
153-162. Del mismo autor, “Aquellos barcos con nombres de castillos”, Revista General de Marina, 183 (1972), pp.
9-19.
Arturo Espa Ruiz • 191

preocupación, como eran las viejas del frente derecho (Podaderas y Fajardo), ocupa-
das por los rojos por la mañana658.

La situación irá empeorando de forma progresiva. Las notas redactadas por Espa
no pueden ser más desalentadoras. Su misma redacción refleja su estado de ánimo y la
precipitación con la que se desarrollan los acontecimientos, con unas fuerzas extenua-
das y prácticamente sin municiones. El frente derecho está prácticamente perdido. Las
baterías de la Atalaya, Castillitos y Jorel, “… con el enemigo en el Campillo. Peligro.
Tropa sin comer tres días, escasas municiones”. La del Roldan, “… rebelde, difícil de
batir con los elementos actuales de defensa de la costa y antiaéreos”. La Parajola, “…
rebelde, batida por Aguilones y Jorel, esta dejó de hacerlo, al ocuparse de su defensa
inmediata”. Las de Fajardo y Podaderas, “rebeldes, las bate aviación, San Julián y Jorel,
éstas últimas dejarán de hacerlo mañana, peligro entrada del puerto”. El frente izquier-
do no ofrece mejor panorama. Han sido inutilizadas las dos de Santa Ana (acasamatada
y complementaria) y las dos de Trincabotijas (Baja y Comandante Royo). La de San
Julián, “… si han de replegarse dejará de actuar […] Ya están cercados”. Con la anti-
aérea de Los Dolores “… no hay comunicación ni contesta las llamadas efectuadas, se
desconoce su actitud”. Las de Aguilones y Conejo, “… espero mañana serán atacadas
y batidas por Parajola”. Las de la Chapa y Cenizas necesitaban protección. El puesto
de mando central sin comunicación de ninguna clase. La situación del personal dista de
ser la más apropiada, famélico y cansado, por los días de servicio continuado, sin horas
para el sueño: agotados. El armamento escaso, sin armas automáticas ni bombas de
mano y las municiones de cañón agotándose659.
El capitán de fragata Felipe Abarzuza Oliva, comandante del Mar Cantábrico, da
cuenta de las graves negligencias detectadas entre aquellos defensores que reclaman
ayuda:

Como se ignoraba si existían minas en la entrada de Cartagena como así mis-


mo si había barcos hundidos que dificultaran la entrada, el almirante [Moreno] mandó
poner por proyector a las baterías de tierra repetidas veces y con insistencia envíen
práctico, comunicaciones a las que no dieron el enterado, ni volvieron a ocuparse de
ellas.

Pesa la desinformación, que resulta imposible de corregir y acaba pasando factura:

658 ANC. Causa 894/1939…, fol. 13.


659 Ibidem, fol. 28r-v.
192 • Pedro M.ª Egea Bruno

Como el tiempo pasaba y no se lograba establecer comunicación con tierra y


solamente las baterías de tierra solo decían Arriba España, Viva Franco, el almirante
ordenó arriar un bote para que fuera a tierra el segundo comandante Don Pedro Pérez
de Guzmán, capitán de corbeta, y estando cumplimentando la orden y poco después el
Castillo Galeras preguntó por heliógrafo nuestra nacionalidad a lo cual se les contestó
Nacionales, Arriba España, empezaron a caer por ambas bandas y proa muy próximos
piques de quince con veinticuatro, sin poder precisar con exactitud la batería que dis-
paraba, aunque parece que era Punta Terrosa o Castillo Galeras660.

Siguiendo el relato de Espa, tercia el insuperable desconcierto de los alzados. La


batería de Escombreras, por orden de la Base, dio la señal de puerto libre, cuando algu-
nas de las defensas de la costa estaban ya en manos comunistas. El error fue advertido
de forma dramática:

… cuando se encontraban ya los barcos próximos al puerto, la batería de Parajo-


la rompió fuego sobre ellos y las de Aguilones y Jorel, la primera por orden del decla-
rante, hicieron fuego contra la Parajola, que cesó inmediatamente en el fuego, pero los
barcos al advertir que se les hacía fuego viraron hacia fuera, echando una cortina de
humo661.

La duda quedó sembrada, descartándose el puerto de Cartagena como lugar de


desembarco. La alternativa pasó por la bahía de Portmán: “Sobre las cinco y media o las
seis de la tarde [del día 6] se comunicó al Canarias y cree el declarante que acusó recibo,
que podían desembarcar libremente en Portmán”. Desde aquella batería se hizo fuego
sobre la plaza del pueblo y sus inmediaciones “… por si hubiese algún núcleo rojo”. Se
tropezó con un obstáculo insospechado. En la dársena se encontraba anclado el petro-
lero Campilo –repleto de carburante–, resultando imposible remolcarlo a pesar de los
varios intentos que se hicieron. No fue la única dificultad. La aviación republicana atacó
por la noche las posiciones rebeldes de la zona y Espa no se atrevió a dispararles pensan-
do que eran nacionales.
Al amanecer del día 7 la batería de las Cenizas –que domina aquella ensenada–
cae en manos enemigas, frustrando el desembarco. No es un accidente, los comunistas
controlan desde el primer momento la situación de aquella bahía. Lo alude el informe de
Artemio Precioso, comandante de la 206:

660 Ibidem, fol. 40r. Vid los partes del vicealmirante Moreno en MARTÍNEZ BANDE, J.M, El final de la Guerra Civil,
Madrid, San Martín, 1985, pp. 361-372.
661 ANC. Causa 894/1939…, fol. 13.
Arturo Espa Ruiz • 193

A mi P.C. [Puesto de Control] llegan noticias no confirmadas de intentos de des-


embarco por farruchas. A la altura de Portmán el Canarias se pone en comunicaciones
con las baterías de costa y pide se retire de la bahía el petrolero Campilo, pues es
imprescindible para el desembarco de las tropas facciosas, ya que su presencia allí
representa un gran peligro, caso de un bombardeo de la aviación leal. Cuando se
sostienen estas conversaciones llegan fuerzas nuestras que ocupan la Base naval de
Portmán y todas las baterías del flanco izquierdo662.

No tardarán en perderse las restantes posiciones, haciendo vulnerable la Escuadra


nacionalista. Del derrumbe general dará cuenta Arturo Espa:

… para entonces recibió noticias de que había caído el grupo de Cenizas y suce-
sivamente fueron cayendo todas las demás baterías, habiendo dado orden el decla-
rante de que se inutilizasen las piezas, lo que no fue posible más que en las de Cabo
Tiñoso, por haber sido copadas las restantes. Que al perderse la Chapa y las Cenizas y
teniendo la seguridad de que Cabo Tiñoso iba a caer de un momento a otro, el decla-
rante dio orden a los que se encontraban en el puesto de mando de que evacuasen
hacia Aguilones y se mezclaran con los artilleros, marchando el declarante con el que
hacía de capitán ayudante y Molina, en el chinchorro, a Cabo de Palos663.

La Escuadra permaneció frente a Cartagena hasta las 9:00 horas del día 7, en que
nuevamente fue hostilizada. Del fracaso se hace eco Francesco Giorgio Mameli, jefe de la
Legación italiana en Lisboa, que recogió el testimonio de Nicolás Franco, embajador en
Portugal del gobierno rebelde. Todavía pesaba el temor a la Escuadra republicana, cuya
potencialidad pudo haber rendido hasta el final de la guerra:

Sobre los eventos de Cartagena, dijo que los insurgentes tomaron posesión
de varios puntos de la ciudad, incluidas las baterías. La flota roja se vio así obligada a
despejar el puerto. Inmediatamente el gobierno nacional envió su flota y se embarca-
ron dos divisiones al rescate. Sin embargo, con una flota enemiga considerablemente
más grande, la operación no parecía fácil. Las unidades nacionales presentadas antes
de Cartagena fueron señaladas por el fuego de algunas baterías que caían en manos
de los rojos mientras tanto. La operación tuvo que ser abandonada. En Cartagena,
actualmente, parte de la ciudad está en manos del movimiento franquista y en parte
en manos de los rojos. Internada la flota roja en los puertos franceses, la situación se
invierte y el gobierno nacional está estudiando la acción para liberar a Cartagena.

662 AHPCE. PRECIOSO, A., Informe sobre la sublevación en Cartagena…, fol. 5.


663 ANC. Causa 894/1939…, fol. 13r-v.
194 • Pedro M.ª Egea Bruno

Nicolás Franco, con respecto a la flota roja, parecía muy satisfecho, el gobierno nacio-
nal ya no tiene que temerlo y Francia ya se ha comprometido a restaurarlo. Este es su
razonamiento664.

Tras la retirada de la Flota nacionalista sucedió el hundimiento del Castillo de Oli-


te665. Debido a su lento andar llegó a aquellas proximidades a las 11:00 de la mañana,
cuando el resto de las unidades se habían retirado, por lo que supuso que el desembarco
ya se había efectuado. Iba a ciegas: “… no llevaba telegrafía, por lo que no pudo captar
la noticia lanzada de que Cartagena se hallaba en poder de los comunistas”666.

25. Castillo de Olite (Luis Miguel Pérez Adán).

Lo vive en directo el comandante de Artillería José Virgili Quintanilla que iba a


bordo:

Ninguna noticia ni ningún aviso nos llegó hasta el momento de que al entrar en
la bahía de Escombreras nos encontramos sorprendidos por la intimación al rendimien-
to hecha por los rojos con dos cañonazos de aviso. Decidimos no rendirnos y virar el
barco buscando el cubrirlo de la batería que nos avisaba667.

664 MINISTERO DEGLI AFFARI ESTERI COMMISSIONE PER LA PUBBLICAZIONE DEI DOCUMENTI DIPLOMATICI ITA-
LIANI, op. cit., p. 321.
665 Vid. PÉREZ ADÁN, L.M., El hundimiento del Castillo Olite, Cartagena, Aglaya, 2004.
666 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia…, fol. 166.
667 Ibidem, fol. 70.
Arturo Espa Ruiz • 195

El gobernador Cañas, también presente, no ahorra detalles al describir la catástrofe


seguida, subrayando la confusión que produce la bandera bicolor que dejaron izada al
huir los defensores del Arsenal:

A la altura de la isla que allí hay [Escombreras] está el barco y ya se oyen los can-
tos de sus tripulantes, convencidos de que vienen a un paseo militar. Se dirige según
el rumbo que en los teletipos se le comunicó, y la bandera monárquica que en la Base
ondea les hace creer que Cartagena está en manos de sus cómplices. El barco entra ya
por la bocana. Y aquí me es dado asistir a uno de los episodios más terribles que en mi
vida he presenciado. / Cuando ya está el barco tan cerca que se ven los rostros de los
soldados, tira una batería costera y le alcanza en pleno puente. Hombres y pertrechos
vuelan a 50 ms. de altura. Casi simultáneamente, suena un segundo cañonazo que
también le alcanza en el puente, y por fin, un tercero que hace estallar las calderas.
Hombres, chapas, ametralladoras y hasta un cañón vuelan por los aires envueltos en
una densa nube de ardiente vapor. El barco se hunde en un instante. / El vocerío es
aturdidor. Numerosos heridos ganan a nado la isla, donde se los recoge para trasladar-
los al hospital. Por mejor decir, tantos son que hay que habilitar hospitales especiales
[…] A más de sus heridas, los soldados tienen casi todos gravísimas quemaduras 668.

Los fuegos de aviso se han realizado desde la batería de San Leandro y los mor-
tíferos desde La Parajola. El barco transporta dos batallones de Infantería, una sección
de transmisiones y un grupo de artillería de tres baterías de 100-17. Un total de 1.923
hombres. No negaba otros objetivos: “Venía también en el barco un Tribunal Militar que
presidía el coronel del Cuerpo Jurídico Sr. Fernández de la Escalera, Tribunal que había
de actuar en Cartagena”669.
Un total de 1.223 muertos. Los náufragos, unos 700, fueron recogidos por “… las
sencillas esposas de los pescadores”, en palabras del capitán López Canti, que también
iba a bordo670. Fueron localizados un total de 114 cadáveres, diseminados en un amplio
radio. Además de en Escombreras, se descubrieron en aguas de Portmán, Cabo de Palos,
Atamaría, La Manga del Mar Menor, Cabo Tiñoso, Cala Cortina y playa del Gorguel.
Otros –fallecidos en los días siguientes– serían enterrados en Fuente Álamo y Murcia671.
En abril de 1942 una comisión militar de La Coruña –de donde procedía la mayor parte
de su tripulación– vendría a recoger aquellos restos para darles sepultura en el mausoleo
levantado en el Cementerio de Los Remedios de Cartagena.

668 AFPI. AAR. CAÑAS, E., Notas históricas…, fol. 20.


669 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia…, fol. 70.
670 El Noticiero (Cartagena), 8 de marzo de 1964.
671 El Noticiero (Cartagena), 18 de abril de 1942.
196 • Pedro M.ª Egea Bruno

26. Batería de La Parajola. Al fondo la isla de Escombreras.

Espa y sus compañeros de viaje fueron detenidos por la unidad de Artemio Preciso.
Sus palabras rozan la épica:

… esperábamos la muerte inminente, con gusto si era el precio a nuestra acción


y ésta había resultado beneficiosa para la Causa Nacional y mucho más después de
por ella haber sido del Caudillo la costa de Cartagena durante 44 horas y haber visto
ondear en la misma la bandera de España.

A pesar de toda la propaganda sobre la vesania roja, sus vidas fueron respetadas:

… fuimos conducidos al puesto de mando de la 206 Brigada Mixta, que era la


comunista que venía con Galán, y tras amenazas de muerte y anuncio de paseo, fuimos
llevados al de la División, de donde al día siguiente nos condujeron a la Cárcel de
Murcia672.

Todos coinciden en atribuir el fracaso a los insurrectos locales, incluido algún des-
tacado dirigente de la Quinta Columna como Mamerto Melgarejo, que echa en falta una
dirección más comprometida:

672 ANC. Causa 894/1939…, fol. 11.


Arturo Espa Ruiz • 197

… que quiere hacer constar el declarante, y como criterio personal, que de


haber estado al mando del Regimiento Naval el citado Señor [Basilio] Fuentes el día
cinco de marzo, la sublevación tal vez no hubiera fracasado, ya que todo momento dio
a conocer su temple y su decisión terminante de sublevarse para entregarle la plaza al
Generalísimo o perder la vida caso necesario673.

Desde las filas comunistas el coronel Joaquín Rodríguez cifra el descalabro del
enemigo en la pérdida de control de las baterías de costa, confundiendo a las tropas de
desembarco:

Este hecho demuestra, como así mismo se demuestra por los radios fascistas,
como estos eran engañados por los de Cartagena que les decían que podían entrar
en el puerto sin precaución alguna ya que las preguntas que les hacían los de Franco si
podían llegar libremente, los de Cartagena respondían afirmativamente674.

Sentencia otro tanto el comandante del Mar Cantábrico:

… cree su deber hacer constar que en ningún momento pudo saberse la situa-
ción exacta en tierra por la falta de comunicaciones, debido a que de tierra no contes-
taban, y que las baterías que hostilizaron fueron las mismas que antes habían estando
diciendo Arriba España y Viva Franco675.

El propio vicealmirante Moreno se decanta en esa dirección:

El movimiento de Cartagena no fue de la amplitud que parecía a juzgar por las


noticias tendenciosas de las radios. El general Barrionuevo no tuvo el mando de todas
las baterías de costa en ningún momento, en especial las del frente occidental676.

Los sublevados locales denuncian la falta de ayuda exterior. Lo notifica Antonio


González de Guzmán, que recrimina la falta de respuesta a la carta que había remitido –la
de tinta simpática– al mando nacionalista:

Con lo expuesto creo dejar aclarados todos los extremos de mi información y


tanto la sublevación del día 5 de marzo último, como la huída de la Escuadra y demás

673 ANC. Causa 122/1939…, fol. 88v.


674 AHPCE. Informe que presenta al P. Joaquín Rodríguez…, fol. 6.
675 ANC. Causa 894/1939…, fol. 40r-v.
676 Cfr. MARTÍNEZ BANDE, J.M., op. cit., p. 370.
198 • Pedro M.ª Egea Bruno

hechos han venido a demostrar que tal vez fuera Cartagena la ciudad de la zona roja
donde se ha rendido más ferviente culto al ideal de España y que mi carta respondía a
realidades que requerían no nuestra buena voluntad, sino la dirección desde la Zona
Nacional677.

Algo de razón les da el embajador italiano conde de Viola, que reparte responsabi-
lidades y se hace eco de las sospechas que había despertado el movimiento cartagenero,
en sintonía con el de Casado: “De alguna manera similares a los eventos de Madrid son
los de Cartagena, que aquí se califican como inapropiados y precipitados. Incluso allí,
alguien quería celo por un posible perdón de Franco. Pero el aterrizaje en una base
fortificada como Cartagena siempre es algo difícil y, si en el lado nacional ya se ha sacri-
ficado para apoyar puntos morales [sic] y camaradas en peligro, esta vez uno no querría
arriesgar demasiado”678.
El desastre táctico y la tragedia humana se sublimarán en gesta superadora. Se
forjará una leyenda –la del Castillo de Olite– y un lugar de memoria, la Isla de Escombre-
ras, donde el 26 de julio de 1939 se erigió una cruz en recuerdo de los caídos. Se forjó
la leyenda de una nueva heroína, entre Mariana Pineda y Agustina de Aragón: María del
Carmen Hevia, la farera de Escombreras, que la propaganda franquista convirtió en refe-
rencia obligada de aquellos hechos.
En la construcción del mito, se elabora una historia engarzada de heroicidades. El
día 6 de marzo, Hevia, animada por Arturo Espa, contribuyó a que la Isla de Escombreras
se sumase a la insurrección:

… tomando el aparato a continuación la declarante y recibiendo del mismo


la orden de izar la bandera, como le preguntase ¿Cuál? Le dijo ¿Cuál ha de ser? La
nuestra, M.ª del Carmen ¡la Nacional! ¡Arriba España!, cosiendo una a continuación y
poniéndola.

La proeza será consagrada por la fabulación nacionalista:

Cuando llegó el momento, doña María del Carmen, ayudada por su madre y al
frente de dos soldados de la guarnición leales, se apoderó, aprovechando la noche, de
todo el armamento de la tropa y lo arrojó al mar. Luego, siempre al frente de sus dos
soldados, despertó a los rojos y los hizo prisioneros679.

677 ANC. Causa 867/1939…, fol. 111v.


678 MINISTERO DEGLI AFFARI ESTERI COMMISSIONE PER LA PUBBLICAZIONE DEI DOCUMENTI DIPLOMATICI ITA-
LIANI, op. cit., pp. 319-320.
679 ABC (Sevilla), 4 de marzo de 1964.
Arturo Espa Ruiz • 199

27. Mari Carmen Hevia junto al monumento a las bajas del Castillo de Olite.

Su intervención volvió a resaltarse con ocasión del hundimiento del Castillo de Oli-
te. Un lapsus dejará al descubierto las claves de la tragedia: “Don Arturo Espa me llamó
[sic] –imposible por encontrarse en un chinchorro en mitad del mar– para que yo intentara
comunicar con el barco y le avisara del peligro que corría. Pero todos mis esfuerzos fue-
ron inútiles. ¡Cómo lamenté no conocer el código de señales!, luego supe que todas mis
señas fueron interpretadas como signos de bienvenida”680.
La versión se nimba de epopeya con el rescate de los náufragos: “Estábamos emo-
cionados por las vidas salvadas y por la heroica muerte de los restantes. Yo vi a más de
uno hundirse definitivamente en el agua sin dejar de dar vivas a España y a Cristo Rey”.
Ella misma se salvó in extremis:

Poco después de estos hechos llegaron a la isla las tropas rojas para apoderarse
de los náufragos y tomar de nuevo posesión de la batería. Doña María del Carmen fue
hecha prisionera y se le comunicó que iba ser fusilada. Colocada contra una pared, se
formó el pelotón. Pudo oír como el piquete de fusilamiento cargaba los mosquetones.
Como las balas entraban en la recámara. De pronto un soldado llegó corriendo. Se
había recibido la orden de suspender el fusilamiento, para conseguir que pudiera dela-
tar a sus compañeros del levantamiento681.

680 Idem.
681 Idem.
200 • Pedro M.ª Egea Bruno

La moción que el alcalde de Cartagena –Tomás Cerezo Muñoz– presentó a la cor-


poración municipal el 23 de junio de 1939 recoge todos los tópicos imaginables en la
imagen que se quiere proyectar, convirtiéndose en una página de gloria patria:

Una mujer española en el genuino sentido de esa palabra, doña María del
Carmen Hevia de Saavedra, mujer del temple de aquellas que en verdad forjaron la
independencia de España, llevada de su santo amor a nuestra Cruzada, redujo ella
sola a diecisiete fanáticos rojos que se hallaban en el Islote de Escombreras, ofre-
ciéndoles el espectáculo de los infelices náufragos y moribundos que al ver como se
acercaba la muerte elevaban su brazo y sus cánticos Cara al Sol y les obligó a pesar
de su armamento a que la secundaran en la cristiana tarea de salvar a todos los que se
pudiera, y dando el ejemplo de sus propias vestiduras, rasgó la de aquellos desalma-
dos para vendar heridas, curar quemaduras y formar sudarios que sirvieran de mortaja
a muchos de aquellos héroes. / En los brazos de esta heroína, acariciados con ternura
de madre, rindieron su último suspiro a nuestra España innumerables mártires que
entregándole sus fotografías y el postrer aliento, le pedían con conmovedora gratitud
dijera a sus familias que morían con orgullo por Dios, por España, y por la indiscutible
victoria de nuestro Generalísimo. / Pues esta digna mujer, de recio patriotismo, que
personalmente dio cristiana sepultura a muchos de aquellos mártires, y que personal-
mente también desenterró a otros para enviar los restos de los cuerpos, como el del
marqués de Atalaya, a sus familiares682.

682 Cartagena Nueva, 24 de junio de 1939.


Arturo Espa Ruiz • 201

XV. LOS DÍAS DE CASADO

El dominio comunista de Cartagena se mantuvo –como hemos dicho– en tanto


en cuanto se consiguió controlar la insurrección quintacolumnista, que culminó el día 7
con la capitulación de la Capitanía General. A la mañana siguiente el gobernador civil
de Murcia –Eustaquio Cañas– lo comunicó telefónicamente a Casado, que apenas dejó
entrever sus intenciones: “… me dice que le lleve una lista con los oficiales que se hayan
distinguido en la acción, para recompensarlos. A propuesta suya nombró jefe de la Base
al teniente coronel comunista Rodríguez, que había dirigido las operaciones683. No tiene,
de momento, otra opción.
La ocupación casadista de Cartagena correrá a cargo del coronel Joaquín Pérez
Salas, respaldado por la 78º Brigada, integrada por antiguas milicias confederales684. Un
profesional de prestigio, apolítico, enemigo acérrimo de todo proselitismo y de la pri-
macía comunista. Un republicano sin más añadidos, señalado por su decidida alienación
al lado del régimen al que ha jurado fidelidad y su oposición a la violencia de clase685.
Le ocurrió como a tantos otros militares: “… no era lo mismo ser leal a la República que
simpatizar con la revolución y otra suerte de extremismos”686. Estaba conceptuado como
uno de los mejores artilleros de España, incluso desde las filas franquistas687.
Según su propio testimonio tomó posesión como jefe de la Base naval el día 9 y
entre el 10 y el 14 ayudó a sofocar en Madrid la resistencia comunista al golpe contra
Negrín, mandando –a las órdenes de Matallana– el Ejército de Maniobra, contribuyendo

683 AFPI. AAR. CAÑAS, E., Notas históricas…, fol. 21.


684 ENGEL, C., op. cit., pp. 105-106.
685 ZUGAZAGOITIA, J., op. cit., pp. 462-464. LÓPEZ ROMERO, L., Joaquín Pérez Salas. Su primera época (1926-1937),
Pozoblanco, Consejo Local de Izquierda Unida de Pozoblanco, 2002, pp. 33-52. EGEA BRUNO, P.M.ª, “Joaquín Pérez
Salas…, pp. 247-278. EGEA BRUNO, P.M.ª, “El final de la guerra civil...
686 NAVAJAS ZUBELDÍA, C., op. cit., p. 141.
687 ARRARÁS, J., Historia de la cruzada española, Madrid, Ediciones Españolas, 1944, vol. V, p. 474.
202 • Pedro M.ª Egea Bruno

de forma decisiva a salvar a Casado de una situación apurada688. Volvió a tomar el man-
do de la Base el día 15, cuando ya el CND había desarbolado la resistencia comunista y
dictado su persecución.
Su misión consistió en asegurar a Casado aquella posición, destituyendo a Joa-
quín Rodríguez como segundo jefe y designando a oficiales moderados para ocupar los
puestos claves de su estructura orgánica: al teniente coronel Esteban Calderón, para el
Estado Mayor Mixto, y a Marcial Morales, de Unión Republicana, que había sido delega-
do gubernativo de Orden Público y comisario jefe de Investigación y Vigilancia, para los
Servicios Civiles689.
En su gestión se encadenaron varias tareas. La primera fue mantener a raya a los
comunistas e impedir cualquier evacuación que pudiera realizarse al margen del CND,
tratando de dar una imagen de dominio de la retaguardia o por mejor negociar con los
franquistas. A partir del 21 trató de organizar la defensa del territorio que quedaba fiel a
la República y, tras la negativa de Casado a esta acción, preparar la entrega de la plaza,
apoyándose en los oficiales quintacolumnistas690.
La transición del orden comunista al casadista resultó compleja. Para Sebastián
Zapirain, dirigente de aquella formación, distó de ser pacífica, siendo necesaria la nego-
ciación para poner fin al enfrentamiento armado:

Cuando el coronel [Pérez] Salas […] llegó a Cartagena hubo una resistencia muy
fuerte con muchos muertos. Salas dio su palabra de honor a los defensores de [que] si
se rendían no les dejaría caer en manos de los franquistas y que respetaría la vida de
todos691.

Pérez Salas era consciente de la amenaza que representaban las brigadas comu-
nistas. Según el testimonio del teniente Artemio Precioso, al mando de una de ellas,
trató de contrarrestarlas concentrando fuerzas de Asalto y otras que creía afectas, a la
vez que diseminaba y alejaba de Cartagena a las unidades de la 10ª División. Uno de los
batallones de la 206 será enviado al puerto de Águilas y otro a Mazarrón, distanciados de
Cartagena por 40 – 80 kms.692.

688 MARTÍNEZ BANDE, J.M.: “El final de la guerra. La semana comunista en Madrid (febrero-marzo 1939)”, Ejército, 306
(julio 1965), pp. 26-27.
689 ANC. Causa 2-9.760/1962. Instruida contra Marcial Morales Martínez, fol. 113r-v.
690 EGEA BRUNO, P.M.ª: “El final de la Guerra Civil…, p. 142.
691 JIMÉNEZ DE ABERASTURI, J.C., “op. cit., p. 146.
692 AHPCE, PRECIOSO, A., Relato sobre la guerra de España, Tesis, manuscritos y memorias, Praga, septiembre de
1951, Carpeta 50/9, fol. 40.
Arturo Espa Ruiz • 203

Confirma sus temores el comandante Manuel Lombardero, uno de los jefes –como
hemos visto– del levantamiento del 4 de marzo: “… De Murcia le enviaron varios cente-
nares de guardias de asalto y con ellos fue desplazando la Brigada 206 y las otras dos que
acudieron sobre Cartagena”693. Clasificó a las restantes fuerzas, exigiendo la presentación
de sus responsables en los puestos de mando emplazados en el Arsenal y la Capitanía694.
La actuación más controvertida fue la clausura de las escasas posibilidades de eva-
cuación, poniendo fin al despacho de visados, que desde principios de año venía dis-
tribuyendo un interesado derrotismo. De ello deja constancia el gobernador civil, cuya
evocación pone al descubierto la descomposición reinante y la imprevisión del casadismo
con respecto a cuestión tan nuclear. Pérez Salas frustró además la ayuda exterior, que
de haberse producido hubiera permitido poner a salvo a miles de republicanos. Como
reconoce Eustaquio Cañas, fue la gran ocasión perdida tras la huída de la Escuadra,
impidiendo el 17 de marzo que un paquebote inglés –que unos decían fletado por las
Trade Unions y otros por la masonería– evacuase a los más significados. Daba la cifra
de 11.000, que suponemos serían trasladados en varios viajes695. El relato será revalida-
do por Togliatti: “… se opuso a la evacuación de prófugos republicanos por un barco
inglés”696. Víctor de Frutos –jefe de la 10ª División– indica los motivos aducidos: “… que
nadie saliese en barcos ingleses, porque esto perjudicaría nuestras relaciones con el
Reino Unido (orden que obra en mi poder)…”697. Otra más de las trapacerías de Casado.
Como es sabido, el coronel y sus más allegados surcaron los mares hacia el exilio en un
navío de aquella nacionalidad.
El monto del pasaje anotado –que se cubriría en varios viajes– se aproximaba a la
petición del PCE y a la dirigida por Casado a los gobiernos británico y francés: 11.000
plazas, aunque la demanda fue rechazada por el doble temor a la reacción de Franco
y a la problemática acogida de miles de antifascistas. Como acota Ángel Bahamonde:
“Los buques estarían autorizados a auxiliar a determinados líderes republicanos, pero
no de forma masiva”698. No obstante, y a pesar del bloqueo establecido por la flota
franquista, barcos mercantes de sendas potencias –contratados por diversas organiza-
ciones– realizaron operaciones de evacuación en diversos puertos del Mediterráneo,

693 Aa, Información referente a lo ocurrido en Cartagena en los días 4, 5, 6, 7 de marzo y siguientes de 1939…, fol. 45.
694 ANC, Causa 250/1939…, fol. 88v.
695 FPI. AAR, CAÑAS, E., Notas históricas…, fols. 25-26 y 29-30.
696 TOGLIATTI, P., op. cit., p. 208.
697 FRUTOS, V. de, op. cit., p. 158.
698 BAHAMONDE, A., op. cit., p. 202.
204 • Pedro M.ª Egea Bruno

primero entre el 7 y el 16 de marzo, y luego entre el 28 y el 29699. En Cartagena, tras el


desplante de Pérez Salas, no recaló ninguno.
La mayoría de las partidas se realizaron al margen de los cauces oficiales, por no
decir de forma clandestina, utilizando todo lo que quedaba a flote. Un continuo goteo,
cuyo destino final fue Orán700. El 28, a las 5 de la tarde, zarpó, sin autorización, una lan-
cha antisubmarina con el capitán de corbeta Luis Junquera, director de la Escuela Naval
Popular, y el jefe de E.M. de Marina, Ignacio Figueras. Poco antes lo había hecho el patru-
llero V-24, de la Flotilla de Vigilancia y Defensa Antisubmarina de Cartagena. A las 9,15
huyó una segunda lancha y a las 11,45 otra unidad de vigilancia.
El 29, en el patrullero V-28, partieron unos 20 altos cargos. Entre ellos Marcial
Morales –delegado de los Servicios Civiles de la Base–, Esteban Calderón –jefe del Esta-
do Mayor Mixto–, su hermano Carlos –teniente coronel de Infantería del Ejército–, Félix
Echevarría –jefe del Arsenal– y Rodríguez, coronel de infantería y gobernador militar de
la plaza701. Se les unió un transporte armado –el Tramontana– y algunas embarcaciones
menores.
La última salida se produjo a las 15:15 de aquel mismo día, a bordo del Campilo,
un buque de la CAMPSA, con 600 pasajeros. Pérez Salas hizo honor a la palabra dada a
los comunistas, cuando ya la ciudad estaba en manos de la Quinta Columna, superando
no pocas dificultades:

Preparó un barco bajo bandera monárquica española, para llevarlos a Orán. La


tripulación franquista se negó a transportarlos y hubo que improvisar otra, echando
mano incluso de prisioneros y voluntarios. Cumplió su promesa y no dejó que la gente
de Franco ni la Falange se acercasen a la Base702.

Según José García Pradas –director del periódico CNT–, embarcaron unos 300 anar-
quistas, la mitad del pasaje703. Todavía había signos –aunque solo fueran simbólicos– de
resistencia. Lo recuerda el cabo de Artillería de la Armada Manuel Pedreiro Pita, uno de los
que iban en aquel petrolero: “… la bandera monárquica estaba por todas partes, pero des-

699 SANTACREU SOLER, J.M., “La huída imposible: el fracaso de las gestiones del Consejo Nacional de Defensa en mar-
zo de 1939”, Ebre’38, 6 (2011), pp. 84-87. MAINAR, E.; SANTACREU, J.M. y LLOPIS, R., La agonía de la II República.
Del golpe de Casado al final de la guerra, Valencia, La Xara Edicions, 2014, pp. 41-49.
700 FERNÁNDEZ DÍAZ, V., op. cit., pp. 89-94.
701 ANC. Causa 2-9760/39…, fol. 97v.
702 JIMÉNEZ DE ABERASTURI, J.C., op. cit., p. 146.
703 GARCÍA PRADAS, J., La traición de Stalin. Cómo terminó la guerra de España, New York, Ediciones de Cultura Pro-
letaria, 1939, p. 137.
Arturo Espa Ruiz • 205

de el Arsenal, el muelle y las baterías saludaban con el puño en alto”704. Debieron sortear
el bloqueo de las unidades nacionalistas –Sanjurjo, Mola y Ceuta–, que en la madrugada
anterior habían abandonado Palma de Mallorca para controlar el puerto cartagenero705.
El número total de desplazados quedó muy lejos de las demandas y de las espe-
ranzas de miles de republicanos, concentrándose aquí una de las muchedumbres más
importantes. Su vivencia fue angustiosa, en paralelo a las escenas que tuvieron lugar
en Alicante: “… un contingente que esperará en el puerto hasta el mismo día 31, en el
que habrá de entregarse a las fuerzas de la 4ª División de Navarra que llegan a dicha
ciudad”706.
Los quintacolumnistas encontraron la mano tendida de Pérez Salas, que excarceló
a los más comprometidos, justificando aquel movimiento. Frente a la advertencia que le
hizo el jefe del Estado Mayor Mixto, teniente coronel Calderón, de que se habían suble-
vado al grito de Arriba España, Viva Franco, respondió: “… que él, si hubiera estado en
Cartagena, hubiera hecho lo propio y que por lo tanto no iba a tener encerrados a los
que hicieron lo que hubiera hecho él”707. Tal fue la trascendencia de aquella acción que
su hermano Jesús tuvo que desmentir los comentarios que circulaban por las oficinas del
SERE [Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles] en París, “… de que se había ido
a última hora con los falangistas”708.
En la disposición pudo influir la personalidad de Pérez Salas, contrario a toda vio-
lencia, y su anotado anticomunismo709. En todo caso, seguía las órdenes del CND –dic-
tadas por Ricardo Burillo, director general de Seguridad de Levante–, en cuyo proceder
primaba el deseo de granjearse el favor de los nacionalistas. Esa era la percepción de
quienes lo combatían:

… como otra muestra más de agradar a Franco con testimonios tangibles, decre-
tó la libertad de todos los fascistas, enemigos del régimen republicano, que estaban
encarcelados, y para hacer más destacada esta acción, mantuvo en las cárceles, sin
embargo, a los comunistas710.

Los quintacolumnistas eran de la misma opinión. En palabras de Lombardero:

704 FERNÁNDEZ DÍAZ, V., op. cit., p. 92.


705 Vid. MARTÍNEZ BANDE, J.M., “El final de la guerra…, p. 44.
706 RUBIO, J., op. cit., p. 85.
707 ANC. Causa 310/1939. Instruida al comandante de Artillería D. Joaquín Pérez Salas, fol. 60v.
708 PÉREZ SALAS, J., Guerra en España (1936-1939), Imp. Grafos, México, 1947, p. 249.
709 LÓPEZ SERVIÁ, C., “Don Joaquín y lo paseos”, Historia y Vida, Extra 4 (1974). SUERO ROCA, M.T, “Un general de la
República: Joaquín Pérez Salas”, Tiempo de Historia, 74 (1981), pp. pp. 107-108.
710 DOMÍNGUEZ ARAGONÉS, E., Los vencedores de Negrín, Roca, México, 1976, p. 235.
206 • Pedro M.ª Egea Bruno

… quieren hacer méritos; ordenan que se nos respete la vida y nos ponen a
todos en libertad. Se encuentran en esos días en lucha con los comunistas y saben que
en resumidas cuentas han de entregarse a los nacionales. ¿Para qué, pues, ensañarse
con nosotros?711.

El coronel Joaquín Rodríguez –de la 10ª División– no duda en calificar aquel com-
portamiento con los términos más duros:

La estancia de este allí [de Pérez Salas en la Base de Cartagena] fue la de un ver-
dadero fascista, ya que puso en libertad a todos los que estaban detenidos de resultas
de este movimiento [del 4 de marzo], como así mismo [de] los anteriores, no haciéndolo
con nosotros por la amenaza constante que yo le presentaba con la 10ª Don.712.

A esas alturas, la descomposición de la retaguardia era total. En un entorno de


entreguismo, el arribismo se extendía por doquier. Para el gobernador civil, los que
podían trataban de unirse al carro del vencedor. Unos, evitando el arresto de los enemi-
gos de la República. Otros, dictando la persecución de los leales:

Por la noche [del 15 de marzo] me anuncian que algunos jueces, procurando


hacer méritos para con Franco, han lanzado órdenes de detención, que se están cum-
plimentando, contra antifascistas. Ordeno que se me traigan previamente dichas órde-
nes, con lo que evito algunos encarcelamientos713.

El 23 de marzo ya se sabe que han fracasado las negociaciones de Casado con


Franco. El 25 la desbandada es general. Siguiendo a Cañas:

De los cuarteles desertan en masa los reclutas. La desmoralización adquiere


tales proporciones que si los derechistas no han intentado aún ningún levantamiento es
porque esperan que se les entregue todo en bandeja. Los más temibles son los repre-
sentantes del orden público que, para congraciarse con Franco, no se sabe qué méritos
van a procurar hacer 714.

El hundimiento total de la República y el deseo de contar con aliados en una etapa


de transición que se prevé comprometida razona las últimas excarcelaciones sin cuento.

711 Aa, Información referente a lo ocurrido en Cartagena…, fol. 43.


712 AHPCE, Informe que presenta al P. Joaquín Rodríguez…, fol. 6
713 FPI. AAE. CAÑAS, E., Notas históricas…, fols. 28-29 y 31.
714 AFPI. AAR. CAÑAS, E., Notas históricas…, fol. 35.
Arturo Espa Ruiz • 207

El 25 de marzo las de Espa y sus compañeros. El procedimiento deja al descubierto la


penetración de la Quinta Columna en el organigrama de la Base, hasta el punto de con-
trolar el aparato jurídico, responsable directo de aquellas salidas715.

Por disposición del jefe de la Base fueron puestos en libertad, a los 14 días,
todos los que allí había detenidos, menos 12 que, por haber sido jefes del levantamien-
to no se atrevían a hacerlo sin darle determinada apariencia jurídica, y a ello se presta-
ron, con el valor que aún era necesario en aquellos momentos, los tenientes auditores
de Marina Sres. Martín y Núñez de Castro, los que tras tomar declaración a cada uno de
nosotros iban decretando nuestra libertad716.

28. Permiso concedido a Espa por Pérez Salas.

De alguna manera se está recomponiendo la alianza entre casadistas y quintaco-


lumnistas que se había formulado contra Negrín y que había desembocado en la revuelta

715 ANC. Causa 50/1939…, fol. 9r.


716 ANC. Causa 894/1939…, fol. 11.
208 • Pedro M.ª Egea Bruno

del 4 de marzo717. Seguían coincidiendo en el deseo de poner fin a la guerra, ahora en


la seguridad de ofrecer la victoria a Franco. Se explica de este modo que los recién libe-
rados fueran reincorporados a sus antiguos empleos718. Más todavía, la excarcelación
conllevaba la afección al CND: “En la cárcel nos dieron un papel para firmar la adhesión
a la Junta de Defensa, yo lo firmé a reserva de conocer su programa, pues sería ridículo
que nos propusieran seguir resistiendo después de lo hecho”719.
Pérez Salas hizo suyo el concepto –arraigado entre los faccionarios de Casado– de
que la rendición era una cuestión militar, apoyándose justamente en aquellos abande-
rados de la sedición. Lo señala uno de ellos, el coronel Marcos Navarro, requerido para
mantener el orden y colaborar en la “… entrega de la plaza a las fuerzas nacionales como
corresponde hacerlo a los militares profesionales…”720.
Salas abrigaba la idea de poder utilizarlos para neutralizar cualquier movimiento
comunista e incluso contar con ellos en el hipotético caso de que el CND apostase por la
resistencia. Así le fue planteado a Arturo Espa, instado para reorganizar el Regimiento de
Artillería de Costa. Una cooperación necesaria ante la inminencia del desplome republi-
cano y la ruptura de toda disciplina: “… es de notar que la tropa había emprendido, hacía
días, una deserción colectiva, al no querer estar mandada por los oficiales que reunieron
tras el movimiento…”721. La medida servía también de prevención frente a la amenaza
que representaba la presencia comunista, cuyas fuerzas seguían armadas.
Los quintacolumnistas admitieron la oferta que se les brindaba al hilo de las nego-
ciones que se estaban llevando a cabo con Burgos722. Se consideraban además –como
proclamaba Arturo Espa– en condiciones de marcar los límites de la colaboración, que se
centraría en imposibilitar cualquier reacción de los enemigos de Casado, pero también la
menor oposición a los nacionalistas:

… le dije que me tenía a su disposición para la reorganización del Regimiento y


su entrega en una paz inmediata, siempre que saliesen de él elementos con los que no
podía convivir; que le aseguraba no habría en él movimientos extremistas de izquierdas
pero que, desde luego, no contase conmigo para tirar a la Escuadra nacional si el Con-

717 Vid. ALÍA MIRANDA, F., La agonía de la República. El final de la guerra civil española (1938-1939), Barcelona, Crítica,
2015, pp. 191-208.
718 Vid. ANC. Causa 215/1939…, fol. 9r.
719 ANC. Causa 50/1939…, fol. 9r.
720 ANC. Causa 310/1939…, fol. 6v.
721 ANC. Causa 894/1939…, fol. 11.
722 ANC, Causa 385/1939…, fol. 48.
Arturo Espa Ruiz • 209

sejo decidía resistir, por ello le rogaba me concediese permiso –hasta estar conforme
con mis manifestaciones– para estar en mi domicilio723.

El recurso a aquellos hombres fue reiterado, aunque su compromiso se mantuvo


en los extremos anotados, optando –rotas las conversaciones con el Cuartel General de
Franco– por un discreto distanciamiento. Lo participa el teniente coronel Manuel López-
Acevedo:

Al ser puesto en libertad me encontré propuesto para Jefe del Ramo de Inge-
nieros, cargo vacante por haber pasado a Jefatura del Arsenal el comandante D. Félix
Echevarría. Teniendo en cuenta las negociaciones de entrega que estaban entonces en
trámite, acepté dicho destino, el cual, sin embargo, al interrumpirse éstas, dimití ante el
jefe del Arsenal, el cual no me aceptó la dimisión oficialmente, aunque sí el que dejara
de actuar, como efectué, autorizándome para permanecer en mi domicilio724.

La Quinta Columna aprovechó la permisividad para reorganizarse. Muchos de los


militares que habían secundado la sublevación del 4 de marzo y que permanecían ocul-
tos, reaparecieron ahora, preparando en la sombra la recogida del poder. Uno de ellos es
el alférez de navío Enrique Manera Regueyra, camuflado como secretario de Luis Junque-
ra, director de la Escuela Naval Popular: “Aproveché esa situación para dar toda clase de
salvoconductos y justificantes para los que me enteré estaban escondidos…”725.
Arturo Espa siguió siendo una de sus referencias: “En los días en que estuve en casa
recibí incontables visitas de elementos del Regimiento y de paisanos, animados todos del
elevado espíritu que demostraron los días del movimiento [del 4 de marzo]…”. Su misión
estaba bien definida: el pertrecho de las únicas tropas disponibles para hacer bascular la
situación a su favor. Así aparece en el testimonio de María Carmen Hevia, la heroína de
Escombreras: “En su casa era el sitio donde se reunían las ropas para los náufragos del
Castillo de Olite que conseguía recoger la declarante…”726.
El 28 se recibieron las noticias de la entrada de las tropas franquistas en Pozoblan-
co, Baza y Madrid. El general en jefe del Ejército de Levante –Leopoldo Menéndez–, dio
orden de rendición a las fuerzas bajo su mando. Pérez Salas notificó a sus subordinados
que la guerra estaba perdida, aconsejándoles que permanecieran en sus puestos para
evitar desórdenes. Sólo le quedaba preparar el traspaso de poderes. Tal vez fuese una

723 ANC. Causa 894/1939…, fol. 11.


724 ANC, Causa 385/1939…., fol. 48.
725 ANC. Causa 249/1939…, fol. 69v.
726 ANC. Causa 894/1939…, fol. 48v.
210 • Pedro M.ª Egea Bruno

casualidad que por aquellos días se proyectase en un cine de Cartagena –el Coliseo Gar-
cía Lorca– El Domador de Tim McCoy y el corto de animación Los Tres Cerditos727.
A partir de este momento los quintacolumnistas se decidieron actuar por su cuenta,
cuando los riesgos eran inexistentes, aunque en el procedimiento judicial a que fueron
sometidos al término de la guerra amplificarían su actuación en un intento de acreditar su
colaboración con los vencedores. Eran dueños de los resortes del mando. Lo documenta
el alférez de navío Enrique Manera:

También influí para que bajaran del Castillo de Galeras [a] los cuatro oficiales del
Cuerpo General que allí se encontraban presos; desde ese momento se puede decir
que la plaza cayó en nuestras manos; no se hacían más salvoconductos que los que yo
firmaba, que solo eran de personas de mi absoluta confianza728.

En la dirección de la que fue la última sublevación contra la República coincidieron


–como en la del 4 de marzo– mandos militares de Artillería –Marcos Navarro y Arturo
Espa–, Infantería –Manuel Hidalgo y Vicente Trigo– y Marina: Enrique Manera, José M.ª
de la Puerta, Federico Vidal y Fernando Oliva. La organización de las patrullas precisas,
corrió a cargo de Serna, mayor del Regimiento de Artillería. El Parque de Artillería se
convirtió de nuevo en su cuartel general.
Sus acciones se vieron respaldadas en el entreguismo de los casadistas: “A las 5 de
la tarde [del día 28] se recibe orden del jefe del Grupo de Ejércitos –general Matallana–
de no disparar sobre la aviación pase lo que pase”. Tras aquella notificación, el orden
militar de la República se desintegró, asistiéndose a una deserción en masa. Lo relata el
alférez de navío Federico Vidal:

A las 9 de la noche dicto un oficio pidiendo al jefe del Regimiento Naval un pelo-
tón para impedir desde los malecones la fuga de embarcaciones. Quince minutos des-
pués, antes de poder ser cumplimentada la orden, se escapa una lancha antisubmarina
y empiezan a llegar confusas noticias de que los soldados están dejando el armamento
en los fuertes y brigadas y saliendo por las diferentes carreteras729.

Actuarán ya con entera autonomía, con la aquiescencia del principal mandatario


en Cartagena del CND. Así lo dice Vidal: “Desde este momento empiezo a dar órdenes
sin tener en cuenta más que mi criterio […] si algo firma el coronel Pérez Salas es porque

727 Cartagena Nueva, 28 de marzo de 1939.


728 ANC. Causa 249/1939…, fol. 69v.
729 ANC. Causa 215/1939…, fol. 10r.
Arturo Espa Ruiz • 211

todos coincidimos en algunas cosas”. Notario de la debacle total, puede inventariar los
restos del naufragio:

A las 11 menos cuarto se escapa otro buque de vigilancia y poco después llega
una orden telegráfica de la Agrupación de Ejércitos de no disparar al acercarse fuerzas
nacionales e izar bandera blanca y a partir de este momento dicto diferentes órdenes
para que se recoja el material que van abandonando de los fuertes y de las brigadas
acantonadas en los alrededores de Cartagena, como el Parque de Artillería y cuartel de
Antigones que quedan solos730.

Apelarán –como se ha indicado– a las tropas que consideraron enteramente fiables,


capacitadas a su juicio para hacer bascular el precario equilibrio de aquellos días: los náu-
fragos del Castillo de Olite, que se encontraban confinados en la iglesia de la localidad
cercana de Fuente Álamo, a las órdenes del capitán Fernando López Canti, el oficial de
mayor graduación, que no tardó en ser puesto al corriente de lo que pasaba en Cartage-
na. Arturo Espa, que asumió un papel directo en aquella operación, les facilitó equipos
completos de vestuario y demás pertrechos, provenientes del Regimiento de Artillería731.
Pérez Salas se mantuvo firme hasta el final. En la mañana del 29 de marzo se negó
a entregar el mando a Fernando López Canti, el único representante autorizado de las
fuerzas nacionalistas. La escena referida por Manuel Hidalgo Ros –capitán retirado de
Infantería de Marina–, transmite el escaso arrojo de aquél oficial y su exiguo respaldo,
cuando no el pavor que prende en los emboscados. Sobre Cartagena se repliegan las
fuerzas supervivientes de la 38ª División, que había mandado Pérez Salas732. En semejante
tesitura, López Canti marchó a Murcia en busca de refuerzos.
Preparó la transmisión de poderes de acuerdo con los quintacolumnistas. A instan-
cias de Marcos Navarro sustituyó al jefe del Estado Mayor Mixto –Esteban Calderón– por
el teniente de navío Fernando Oliva, que lo había sido hasta su detención el 6 de mar-
zo733. Todo se va a ejecutar siguiendo la línea jerárquica. Así consta en la explicación de
Federico Vidal: “El Sr. Calderón ha mandado llamar a D. Fernando Oliva, que se dirige a
Capitanía y al llegar a presentarme me dice Hazte cargo del Arsenal y me da una orden
escrita”734.
Oliva, impaciente o buscando reconocimientos, intentará hacerse con las riendas
de la situación. Tras los oportunos nombramientos y ceses, recabó la Jefatura de la Base.

730 Idem.
731 EGEA BRUNO, P.M.ª, “El final de la Guerra Civil…, p. 157.
732 ANC. Causa 310/1939…, fol. 7r.
733 ANC. SIP. Caja 64. Exp. 5.328. Fernando Oliva Llamusí.
734 ANC. Causa 215/1939…, fol. 10r.
212 • Pedro M.ª Egea Bruno

Su alegato traduce el ambiente de capitulación que impera en lo que es el último bastión


de la República:

A su llegada a Capitanía la encontró abarrotada de gente de izquierda, que muy


apurada iba en busca de su pasaporte para marchar al extranjero […] Que Pérez Salas
se negaba a firmar el pasaporte a la gente que estaba esperando y que, por otra parte,
en toda Cartagena se notaban ya los ánimos levantados por Franco y en algunas bate-
rías se veían banderas blancas735.

29. Certificado de Fernando López-Cantí.

Pérez Salas no se dejará amedrantar por los advenedizos que desean hacer méritos
o lavar su imagen. Su única defensa son 15 oficiales, armados con fusiles ametralladores,
que hacen guardia a su puerta. La resistencia será remarcada por Oliva, que enfatizó su
papel en la entrega de la plaza, aunque no parece que la provisión adoptada –el envío de
doce jóvenes falangistas para hacer frente a la guardia personal de Pérez Salas– pudiese
arredrar a su oponente736. En su deseo de sobresalir se adjudicó la puesta en marcha de

735 ANC. Causa 310/1939…, fol. 7v.


736 ANC. Causa 160/1939…, fol. 6.
Arturo Espa Ruiz • 213

la expedición de los que anhelaban salir de España, desalojándolos del edificio de Capi-
tanía, concentrándolos en el Arsenal –donde iban siendo desarmados a la espera de los
pasaportes– y alistando el buque petrolero Campilo. Tropezó con la cerrada obstinación
de su antagonista, asentada en la obediencia jerárquica que como militar siente que
debe a sus superiores: “… hasta que no recibiera la orden del Comité de Defensa rojo no
entregaría la Base a no ser por la fuerza”. Según la indagatoria que firmó al término de la
guerra consiguió doblegar a su contrario, haciéndose “… cargo en nombre de España y
de Franco de la Jefatura de la Base naval y procediendo a nombrar personal en los distin-
tos puestos necesarios para su funcionamiento”737.
Muy otra es la versión que Pérez Salas anotó en su diario, donde contradice la
cesión anotada, aludiendo a la línea de mando a la que presta obediencia, es decir a los
representantes del CND en Valencia, de cuya Capitanía depende la Base de Cartagena.
Es así como el coronel Muedra –Jefe del Estado Mayor del Cuerpo de Ejércitos– le comu-
nica que el CND abandona el territorio nacional y que el general Matallana le ordena que
entregue el mando de la Base al jefe de Marina más caracterizado. Desconfió –con todo–
y pidió que se lo confirmase el propio Matallana, como así ocurrió. Se tomó entonces el
plazo necesario:

Contesté que no quería hacer una entrega precipitada que pudiera interpretarse
como un abandono, por mi parte, a última hora y en momento de peligro y que, hasta
pasadas dos horas no podría hacerlo. El general me autorizó para demorar, por ese
tiempo, la entrega.

Autorizó entonces la partida –a bordo del Campilo– de los que esperaban hacerlo,
atendiendo a las consignas recibidas y desmintiendo el relato de Oliva738. Los pasaportes
fueron firmados por él en representación del CND, como acredita el expedido a nombre
del que era jefe del Orden Público de la Base: “Salvoconducto a favor de Don Alberto
Calderón Martínez, para que pueda trasladarse fuera de España, según la Ley de Evacua-
ción aprobada por el Consejo de Defensa Nacional”739.

737 ANC. Causa 310/1939…, fol. 7v.


738 Ibidem, fol. 37r.
739 ANC. SIP. Caja 12. Exp. 994. Alberto Calderón Martínez.
214 • Pedro M.ª Egea Bruno

30. La gloria efímera de la Quinta Columna.

El mando fue traspasado sin ningún tipo de presión y con el aplomo y la arrogancia
de quien controla la situación, manteniéndose fiel, hasta el último momento, a su Repú-
blica, a la que él considera que ha jurado obediencia. De este modo resignó el mando
en Fernando Oliva que, tras los trámites oportunos, lo traspasó a Fernando López Canti,
nuevo jefe de la Base. Su observación sobre la Quinta Columna define con claridad el
concepto que le merecía:

Salí del edificio de la Jefatura dejando izada, como estaba, la bandera de la


República. Quiero hacer constar, en forma que no admita dudas, que mi entrega no fue
al enemigo ni a los ridículos rebeldes de última hora, sino a quien se me había ordena-
do por el mando dentro de la República740.

La última actuación de la Quinta Columna carece de relevancia, al margen de lo


simbólico, atribuyéndose una gesta que no fue más allá de la ocupación de una tierra de
nadie. El cese de toda resistencia fue lo que permitió su anticipación a la ocupación oficial
por parte de las tropas nacionalistas, aunque los testimonios vertidos en los consejos
de guerra que siguieron se rodeasen de una gloria inexistente: “… más cuando estas

740 ANC. Causa 310/1939…, fol. 37r.


Arturo Espa Ruiz • 215

llegaron [las tropas franquistas] ya Cartagena era nacional; nunca hubiésemos podido
consentir otra cosa los que dentro de la zona habíamos ya dado vivas al Caudillo y puesto
nuestras vidas al servicio de la Causa…”741.
La ciudad fue ocupada con un paseo militar, con alarde teatral, con un desfile enca-
bezado por los oficiales quintacolumnistas, seguidos de los 700 supervivientes del Castillo
de Olite: “Cartagena era ya, definitivamente, una ciudad más de la España liberada”742.
Un mérito del que tratarán de hacer gala para ganarse el favor de los vencedores.
Se abrió un compás de espera, una interinidad, hasta la llegada de las fuerzas
nacionalistas. Apenas 48 horas, que Espa, encargado de la dirección del Regimiento de
Costa por López Cantí, quiso llenar de servicios a la patria:

… permanecí [en el cargo] hasta la llegada de las fuerzas navarras y orden de


estas de desalojar el Parque, acompañando a oficiales de las mismas en visita a las dife-
rentes baterías y pasando, a continuación, a los tramites ordenados por el mando743.

El 31 de marzo tuvo lugar la ocupación oficial de Cartagena, con la entrada de las


Brigadas de Navarra al mando de su jefe de Operaciones, general Solchaga, a quien
acompañaban los también generales Saliquet, jefe del Ejército del Centro, y Alonso
Vega, de la 4ª División Navarra. Por mar lo hicieron el vicealmirante Francisco Moreno,
nuevo jefe del Departamento Marítimo, y Ramón Agacino, designado para hacerse
cargo del Arsenal. Unidades de guerra y mercantes artillados entraron en el puerto, que
ahora se les ofrecía franco: Canarias, Mar Cantábrico, Mar Negro, A. Lázaro, V. Puchol,
J.J. Síster, Ciudad de Palma, Marqués de Comillas, Ciaño, Castillo de Gibralfaro, Vulca-
no, Júpiter y los submarinos General Mola y General Sanjurjo744. Era el último reducto
de la España republicana.
El 1º de abril –con el último parte oficial de guerra– una orden general estableció
las directrices a imponer, prefigurando el régimen de terror que seguiría: recoger el arma-
mento abandonado, identificar milicianos y militares por sus grados, enviarlos a campos
de concentración, intervenir los depósitos de material, víveres y vestuario y establecer
comisiones gestoras en los ayuntamientos de la provincia745. Para recluir a los derrotados

741 Ibidem, fol. 11.


742 ABC (Sevilla), 4 de marzo de 1964.
743 ANC. Causa 894/1939…, fol. 12.
744 BLANCA CARLIER, J.M.ª, “Ocupación de los últimos puertos”, Revista General de Marina, 181 (1971), pp. 9-10.
745 AGMA, C2602,128. Orden general nº. 23 del Cuerpo de Ejército de Navarra dando normas total ocupación de la
zona asignada en la provincia de Murcia, 1 de abril de 1939, fol. 2.
216 • Pedro M.ª Egea Bruno

se habilitaron los cuarteles de Antigones y Fajardo, Castillo de Galeras y Algameca, don-


de fueron ingresados los carabineros. En total 2.275 presos746.
No hubo perdón para nadie. Joaquín Pérez Salas fue fusilado el 4 de agosto de
1939. La mayoría de los quintacolumnistas perdieron sus carreras militares y sufrieron
diversas condenas de prisión al quedar incursos en delitos de auxilio a la rebelión. Fueron
los casos, por citar los más señalados, de Marcos Navarro, Vicente Trigo, Fernando Oliva,
Federico Vidal y Arturo Espa.

31. La IV División Navarra ocupa Cartagena (31 de marzo de 1939).

746 AGMA, C.1516.62. Prisioneros. Relaciones nominales y numéricas, altas y bajas en campos de concentración de
Murcia y su provincia. Abril de 1939.
Arturo Espa Ruiz • 217

XVI. EL PAGO DE LA TRAICIÓN

Los quintacolumnistas quedaron bajo sospecha. Sus méritos y servicios fueron mira-
dos con lupa por los vencedores. Su supuesta colaboración quedó empañada al haber
prestado obediencia, prácticamente hasta el final de la contienda, a las fuerzas republi-
canas. Su ayuda a las familias de los compañeros caídos en desgracia –enmarcada en la
solidaridad corporativa– no fue considerada relevante y su participación en la sublevación
de 4 de marzo de 1939, tras ser un fracaso saldado con numerosas víctimas, demasiado
tardía. La ocupación del 29, fue tenida por innecesaria y oportunista.

El 10 de abril Espa fue recluido en el Castillo de San Julián, habilitado como prisión.
Quedó a disposición del Juzgado Militar de Jefes y Oficiales perteneciente a la Audito-
ría de Guerra del Ejército de Ocupación, emplazado en el Grupo Escolar de la Calle de
Gisbert, conocido como Las Graduadas, a la sazón las primeras de España. El 8 de mayo,
tras los interrogatorios del 12 y 22 de abril, fue encausado por el supuesto delito de
negligencia, luego convertido en el de auxilio a la rebelión. Se trató de un procedimiento
sumarísimo ordinario, frente al de urgencia, que acortaba los trámites. Acabada la con-
tienda, los vencedores no tuvieron tanta prisa en juzgar a sus oponentes, tomándose con
más tiempo la búsqueda de responsabilidades. Se explica que el sumarísimo de urgencia
fuese derogado por Ley de 12 de julio de 1940, haciendo referencia a las circunstancias
referidas: “… libre el Mando de las preocupaciones más perentorias que imponía la
guerra”747.
El comportamiento de Espa se ajustó a las pautas de los incursos en tales procedi-
mientos. Intentó demostrar a toda costa su condición de leal geográfico y relacionar los
méritos contraídos en la consecución de la victoria franquista. No se arrugó a la hora de
clasificar a los jefes, oficiales y clases por su grado de afección al Movimiento Nacional,
como tampoco cuando tuvo que nombrar a los civiles que más se habían distinguido

747 Boletín Oficial del Estado, 22 de julio de 1940, pp. 5.102-5.103.


218 • Pedro M.ª Egea Bruno

en su compromiso político. En aquel trance pocos oficiales dieron muestra de entereza.


Podemos destacar la del teniente coronel Joaquín Pérez Salas, que desde la dignidad y la
defensa del orden republicano plantó cara al tribunal militar que lo juzgó748.

32. Consejo de guerra de Arturo Espa.

Espa –ahora capitán al rebajársele los grados que había conseguido durante la gue-
rra– articuló su defensa en testimonios y documentos que acreditaran toda su trayectoria
contrarrevolucionaria: su implicación en las tareas de espionaje a las órdenes de López-
Pinto, el boicot a las operaciones del ejército republicano, su participación en la Quinta
Columna, su implicación en la sublevación del 4 de marzo y en la postrer ocupación de
la ciudad. Contó con la colaboración de avalistas, lo que nos introduce en el mundo de
las solidaridades, en el peso específico de las influencias sociales y políticas del primer
franquismo. Amigos y familiares debieron movilizarse en su logro. Si el consenso fue
necesario para llevar a cabo la represión, las redes tejidas también funcionaron en sen-
tido contrario, como contención de aquella dinámica y como recurso identitario de los
vencedores frente a los vencidos749. En aquel orden, el agradecimiento se convertía en

748 Vid. EGEA BRUNO, P.M.ª, “Joaquín Pérez Salas… Del mismo autor: “El final de la Guerra Civil…, pp. 139-164.
749 Sobre el carácter del consenso en la represión vid. CASANOVA, J., “Una dictadura de cuarenta años”, en VV.AA.:
Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco, Barcelona, Crítica, 2002, pp. 28-33. GÓMEZ BRAVO,
G. y MARCO, J., La obra del miedo. Violencia y sociedad en la España franquista (1936-1950), Barcelona, Península,
2011, pp. 30-31.
Arturo Espa Ruiz • 219

una nueva forma de sumisión a los que ostentaban el poder de interferir en los procesos
judiciales750.
Los documentos aportados inciden en respaldar sus méritos militares y sus valores
morales, políticos y religiosos. El comandante médico Zenón Martínez Dueso, además de
subrayar su papel en el frente del Jarama, dejará constancia de su arraigada mentalidad
reaccionaria:

Que el declarante tiene satisfacción en declarar que conocía hace muchos años
al capitán Espa y sabía sus conceptos sociales y políticos plenamente de hombre de
orden y de tradición y por lo tanto juzga que la posición ideológica de este Sr. […] no
eran postura nueva ni cosa accidental sino exacta correspondencia con todos sus con-
ceptos políticos y sociales anteriores751.

El alegato de mayor peso fue el suscrito por el dirigente quintacolumnista Antonio


Bermejo, ratificado además por José Garrido Goicoechea, delegado local de Información
e Investigación de Falange:

Que D. Arturo Espa Ruiz es miembro de nuestra organización, estando conecta-


do con el delegado e la misma en el Regimiento de Artillería de Costa Nº 3 D. Marcos
Navarro Moreno, hasta el momento en que éste fue detenido; posteriormente quedó
conectado con el que suscribe. / Ha actuado en cuantas intervenciones ha tenido la
citada organización en contra del marxismo y a favor del Glorioso Movimiento Nacio-
nal, cooperando con gran entusiasmo en el movimiento iniciado en esta plaza el día
cuatro de marzo del año en curso752.

El 9 de junio aportó un aval firmado por 32 subordinados, algunos de los cuales


eran falangistas de cierto peso. El escrito pretende abarcar la “conducta moral, política y
militar observada […] en el tiempo de dominación roja…”. El lenguaje resulta inequívo-
co: “… hombre intachable en el orden moral, de acendrados sentimientos religiosos, de
significada tendencia derechista y de clara afección a la Causa Nacional y, por ende, al
Movimiento Salvador de España”753. Se enumeraban sus menciones al frente de la Artille-
ría de Costa: proselitismo, protección y colocación de adeptos en los destinos de mayor
responsabilidad y confianza, sin olvidar las gestiones llevadas a cabo para demorar o

750 NÚÑEZ DÍAZ-BALART, M., “El porqué y el para qué de la represión”, en NÚÑEZ DÍAZ-BALART, M., La gran repre-
sión. Los años de plomo del franquismo, Barcelona, Flor del Viento, 2009, p. 26.
751 ANC. Causa 894/1939…, fol. 47.
752 Ibidem, fol. 36.
753 Ibidem, fol. 41.
220 • Pedro M.ª Egea Bruno

impedir su envío a batallones disciplinarios. El 15 de junio otros 44 soldados –entre ellos


el músico Benito Lauret– suscribían una aseveración calcada de la anterior. En la misma
fecha lo hacían once reclutas que habían cumplido el servicio militar bajo su mando, en
este caso jerarquías y camisas viejas de la Falange murciana.

33. Aval de Antonio Bermejo.

34. Aval de Pedro Aguilar, cura castrense.


Arturo Espa Ruiz • 221

El capellán castrense y sacerdote de Falange Pedro Aguilar Guerrero –encarga-


do de la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús– signaba su refrendo particular: “...
fue siempre de muy buenas costumbres morales y religiosas; católico práctico; aman-
te de sus familiares, creyendo que durante el período Rojo [sic] habrá observado igual
conducta”754. Le resultó favorable la deposición de María Carmen Hevia. Un respaldo
notable, al tratarse de una heroína reconocida por su intervención en el salvamento de
los náufragos del Castillo de Olite.

35. Aval de Falange.

El Servicio de Información y Policía Militar (SIPM) –de filiación franquista755– respal-


dó su trayectoria:

Simpatizante con el Glorioso Movimiento Nacional, de ideas religiosas, buenas


costumbres, moral elevada y muy competente […] En los primeros días del Movimiento
ya se le clasificó como desafecto a los rojos y por tanto se le envió con permiso forzo-
so, no haciendo uso de éste, marchándose a su casa, quedando después disponible
gubernativo y siendo detenido dos veces durante los siete meses que estuvo en esta

754 Ibidem, fol. 42.


755 Sobre los servicios de información franquista vid. ZORZO FERRER, F.C., op. cit., pp. 77-79. ALCALDE, J.J., op. cit.
222 • Pedro M.ª Egea Bruno

situación […] fue requerido […] para formar parte de la 23 Brigada Mixta a lo que no
pudo negarse dada su delicada situación y antecedentes. En la referida brigada perma-
neció un mes aproximadamente. Últimamente se le concedió el mando del Regimiento
de Artillería de Costa Nº 3, realizando la labor de preparación subversiva que culminó
en el Movimiento Nacional de Cartagena el día 5 de marzo de 1939756.

En la misma línea se decantó la Delegación de Información e Investigación de


Falange:

… que estuvo conectado a la organización de Socorro Blanco y Lucha contra el


Marxismo dirigida por Antonio Bermejo, en el alzamiento de Cartagena de 4 de marzo
último fue nombrado y actuó de Jefe de Artillería de la plaza. Su conducta e ideología
son de completa afección al Movimiento Nacional757.

No todos los testimonios le fueron propicios. De nada le sirvió la tibieza mostrada


por su antiguo superior, el coronel Bartolomé Feliú Fons, que no quiso comprometerse en
el telegrama que cursó al juez instructor:

Conducta e ideología relacionada Movimiento Nacional de capitán Artillería


Arturo Espa Ruiz muy buena considerándole por sus ideas adicto al citado Movimiento
Nacional aptitud física y moral para servicio muy buenas todo ello hasta fines del mes
de junio del año 1936 ignorando su manera de proceder posterior758.

36. Telegrama de López-Pinto.

756 ANC. Causa 894/1939…, fol. 58.


757 Ibidem, fol. 60.
758 Ibidem, fol. 34.
Arturo Espa Ruiz • 223

Le perjudicó sobremanera la comunicación telegráfica del general López-Pinto, con


el que había colaborado en los servicios de espionaje durante los años de la Segunda
República: “Capitán Arturo Espa Ruiz antes del Movimiento fue un oficial bueno digno
lamentando no poder avalarlo después por su falta de valor patriótico general”759. En
semejante comunicación tuvo que interferir el extendido concepto entre aquellos milita-
res de la insalvable división entre afectos y desafectos. Tal vez, el vacío que debió sentir
por parte de sus subordinados al ser exonerado de su cargo de gobernador militar tras el
triunfo del Frente Popular en febrero de 1936760.
El 27 de junio de 1939 el juez instructor remitió las actuaciones a la Auditoría de
Guerra del Ejército de Ocupación para que fuesen elevadas al consejo de guerra. El 3
de julio el auditor promovió la causa a plenario, pasando los autos a la Fiscalía Jurídica
Militar y al juez instructor para la práctica de las diligencias oportunas.
El 6 de julio el encausado nombró abogado de una lista de oficiales en turno para el
ejercicio de la defensa. Designó a un antiguo compañero de armas, al capitán de Artillería
José López-Pinto Gómez, hijo del general citado, que había estado encarcelado en Car-
tagena durante la Guerra Civil, lo que podía ser una garantía de su fidelidad al Glorioso
Movimiento Nacional, aunque con posterioridad se fue posicionando contra la dictadu-
ra761. Una historia que desborda el marco interpretativo del presente trabajo.
Los hechos por los que se le juzgó fueron calificados por el Ministerio Público de
auxilio a la rebelión, tipificado en el artículo 240 del Código de Justicia Militar de 1890,
restablecido por decreto de 31 de agosto de 1936, que abolía las reformas introducidas
por la República, que circunscribían su ámbito de actuación al ámbito militar762. La nueva
normativa se armonizaba con lo dispuesto en el Bando del 28 de julio de 1936, que esta-
blecía el estado de guerra en toda España y establecía el procedimiento sumarísimo para
los delitos de rebelión763. La excepcionalidad se mantuvo hasta el 7 de abril de 1948. En
palabras de Mariano Ruiz-Funes –catedrático de Derecho Penal y ministro de Justicia con
Largo Caballero–: “Una legislación de guerra para aplicarla en la paz” 764.

759 Ibidem, fol. 35.


760 Vid. EGEA BRUNO, P. M.ª, “La amnistía de febrero de 1936 en Cartagena…, p. 234.
761 MARTÍNEZ OVEJERO, A., “Cartagena 1939-44, falangistas, republicanos, monárquicos, espías, germanófilos y alia-
dófilos, en medio de la autarquía, el hambre, la represión y la II Guerra Mundial”, Cartagena Histórica, Cuaderno
Monográfico 34 (2008), p. 27.
762 Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España, 4 de septiembre de 1936.
763 Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España, 30 de julio de 1936.
764 RUIZ-FUNES, M., La justicia de Franco, México D.F., Artes 50, 1943, p. 4. Sobre Ruiz-Funes existen dos excelentes
monografías: GARCÍA ARCE, B., Trayectoria política e intelectual de Mariano Ruiz-Funes: República y exilio, Murcia,
Universidad de Murcia, 2014. BLASCO GIL, Y. y SAORÍN PÉREZ, T., Las universidades de Mariano Ruiz-Funes. La
lucha desde el exilio por la Universidad perdida, Murcia, Universidad de Murcia, 2014.
224 • Pedro M.ª Egea Bruno

El fiscal lo consideró responsable en concepto de autor, aunque se tenía en cuenta


su ejecutoria: “Son de apreciar a favor del procesado, en atención de sus buenos antece-
dentes, falta de peligrosidad y servicios prestados a la Causa, las circunstancias atenuan-
tes a que se refiere el artículo 173 del citado código como muy cualificada”765. Según ese
artículo, los Tribunales obrarían con prudente arbitrio, teniendo en cuenta el grado de
perversidad del delincuente, la trascendencia del delito y el daño producido766.
La condena propuesta era particularmente leve: “Procede imponer al procesado la
pena de 6 meses y un día a 6 años de prisión, accesorias correspondientes, y habiendo
lugar a exigirle responsabilidad civil de cuantía indeterminada”767. Era la penalidad más
baja de las establecidas en el Código de Justicia Militar. El abogado defensor disintió de
la petición fiscal, al estimar que los hechos relacionados no eran constitutivos de delito,
pidiendo la absolución.
El 12 de julio se constituyó el Consejo de Guerra de Oficiales Generales, previa
Misa del Espíritu Santo, como estaba previsto en aquellos casos, ponderando el carácter
católico redentorista de la represión, en sintonía con el respaldo de la Iglesia al régimen
franquista. Tal vez esperasen recibir algunos dones de aquel ser extraordinario, aunque
debieron descartar el de la tolerancia.
El acto se llevó a cabo en la biblioteca del Parque de Artillería. Lo presidió el coro-
nel de Artillería José Martínez Sapiña. Concurrían como vocales los coroneles de Infante-
ría Julio González Cadenas y Sebastián Sard Montaner, los tenientes coroneles del mismo
arma José Batlle de Batlle, Francisco Pérez Miravete Martínez y Enrique Pérez O’Dena.
Los únicos con formación jurídica eran el vocal ponente, que actuaba como asesor del tri-
bunal, en este caso el auditor de brigada Juan de los Ríos Hernández, y el representante
del ministerio fiscal: el teniente auditor Francisco González Mariño.
Frente a ellos el capitán López-Pinto, que tampoco era letrado como expresamente
señalaba el Código de Justicia Militar al indicar que la defensa sería desempeñada en
todo caso por un militar, lo que suponía un grave atentado al derecho del inculpado768.

765 ANC. Causa 894/1939…, fol. 70.


766 Vid. VEGA SOMBRÍA, S., La política del miedo. El papel de la represión en el franquismo, Barcelona, Crítica, 2011, p.
89.
767 ANC. Causa 894/1939…, fol. 70.
768 PEDRAZ PENALLA, E, “La Administración de Justicia durante la Guerra Civil en la España Nacional”, en VV.AA.,
Justicia en guerra, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1990, p. 363. DEL ÁGUILA TORRES, J.J., “Las supuestas
defensas en los consejos de guerra sumarísimos del franquismo: 1936-1945”, VIII Encuentro Internacional de Inves-
tigadores del Franquismo, Barcelona, 2013. Del mismo autor, “La represión política a través de la jurisdicción de
guerra y sucesivas jurisdicciones especiales del franquismo”, Hispania Nova, 1, Extraordinario, 2015, pp. 211-242,
http://e-revistas.uc3m.es/index.php/HISPANOV/issue/archive.
Arturo Espa Ruiz • 225

No existía igualdad de partes. Los fiscales eran técnicos jurídicos y los defensores legos
en Derecho769. El encausado carecía de todas las garantías procesales770.
Se dieron cita otros pormenores. Martínez Sapiña era el comandante militar de la
plaza y se venía significando por su extrema dureza, como reflejan las medidas adoptadas
para el control de la población771. Francisco Pérez Miravete tenía un hijo falangista que
había sido “asesinado por los rojos en Madrid en septiembre de 1936”772. A Juan de los
Ríos se le habían encomendado tareas represivas de envergadura. El 1 de abril de 1939
había sido destinado a la Asesoría Jurídica del Ministerio y, en comisión, a la Auditoría
del Ejército de Ocupación de Madrid773. Debió hacer méritos. El 13 de septiembre de
1957 fue nombrado magistrado de la Sala Quinta del Tribunal Supremo. Ya era auditor
general774. La graduación militar de López-Pinto– era muy inferior a la que ostentaban los
miembros del Tribunal. A sus nulos conocimientos jurídicos se añadió el escaso tiempo
de que dispuso para preparar la defensa. El 8 de julio asistió a la lectura de declaraciones
y diligencias sumariales y al escrito de calificación. El 12 se celebró el consejo de guerra.
La vista –como era habitual en los procedimientos sumarísimos– se resolvió en
apenas una hora. El acto se redujo a un breve interrogatorio y a la comparecencia de un
testigo de la defensa, la de Antonio Bermejo Sandoval775. El fiscal elevó sus conclusiones
a definitivas y solicitó la pena de tres años y un día de prisión. La defensa insistió en la
libre absolución.
La sentencia fue más allá de lo establecido en el procedimiento judicial, repro-
duciendo la lógica de los golpistas, transformando en legal un acto de fuerza contra el
orden constitucional, calificando de rebeldes a sus defensores776. Como escribía Ruiz-
Funes: “… los delincuentes persiguen a sus jueces naturales. Los jueces naturales eran el

769 PRADA RODRÍGUEZ, J., La España masacrada. La represión franquista de guerra y posguerra, Madrid, Alianza Edi-
torial, 2010, pp. 163-166.
770 GIL VICO, P., “Derecho y ficción: la represión judicial militar”, en ESPINOSA MAESTRE, F. (ed.), Violencia roja y
azul. España, 1936-1950, Barcelona, Crítica, 2010, pp. 251-346. MARCO, J., “Debemos condenar y condenamos…
Justicia militar y represión en España (1936-1939)”, en ARÓSTEGUI, J. (coord.), Franco: La represión como sistema,
Barcelona, Flor del Viento, 2012, pp. 190-229.
771 EGEA BRUNO, P. M.ª: La represión franquista en Cartagena (1939-1945)…, pp. 44-45.
772 El Noticiero (Cartagena), 5 de julio de 1940.
773 Boletín Oficial del Estado, 6 de abril de 1939, pp. 1.981-1.982.
774 Boletín Oficial del Estado, 9 de octubre de 1957, p. 5.591.
775 Sobre procedimiento judicial vid. SÁNCHEZ RECIO, G., “La aniquilación de la República en la inmediata posguerra,
1939-1945”, en SÁNCHEZ RECIO, G. y MORENO MONSERET, R. (eds.), Aniquilación de la República y castigo a la
lealtad, Alicante, Universidad de Alicante, 2015, pp. 23-63.
776 Sobre el uso extensivo de esta práctica vid. VEGA SOMBRÍA, S., op. cit., pp. 35 y 79.
226 • Pedro M.ª Egea Bruno

Poder legítimo de España. Ahora, los delincuentes que se sublevaron contra ese Poder
legítimo, están hostilizando a los jueces, en nombre de la Ley”777.
El primer resultando era todo un ejercicio de retórica, remontándose a la Ley cons-
titutiva del Ejército de 29 de noviembre de 1878778:

Que asumido el poder legítimo del Estado por las autoridades militares que a
partir del diez siete de julio de mil novecientos treinta y seis, se alzaron en cumplimien-
to de la misión atribuida al Ejército en su Ley constitutiva, contra enemigo tanto interior
como exterior que significaban los partidos del llamado Gobierno del Frente Popular,
es evidente que surgido así el nuevo Estado nacional, la oposición armada contra el
mismo y sus fuerzas defensoras, dirigida o ejecutada por los servidores de aquel frente
y pseudo Gobierno, origina la rebelión definida en el artículo 237 del Código de Justi-
cia Militar, en lo que este delito tiene de esencia y no de accidente, esto es, de subver-
sión armada contra el orden jurídico del Estado, con abstracción de las particularidades
en que se haya podido estructurar779.

Lo curioso del caso es que, según el artículo mencionado –el 237 del Código de
Justicia Militar–, eran rebeldes los alzados en armas contra la Constitución, contra el Jefe
del Estado, contra los Cuerpos Colegisladores y contra el Gobierno legítimo. Lo expuesto
no difería en nada con lo sostenido en el Dictamen de la comisión sobre ilegitimidad de
poderes actuantes en 18 de julio de 1936, cuya finalidad era: “… instruir las actuaciones
encaminadas a demostrar plenamente la ilegitimidad de los poderes actuantes en la
República española en 18 de julio de 1936”780. La Causa General fue su obligado coro-
lario781. La represión se convertía en instrumento de legitimación782. La justicia militar se
convertía en aparato ideológico del Estado. Habida cuenta de que el encausado recibía
una copia de la sentencia, cabe hablar del carácter divulgativo de la justificación del
golpe, de su dimensión explicativa, de su dimensión pedagógica. En la misma línea, la
sentencia discernía entre adhesión y auxilio a la rebelión:

777 RUIZ-FUNES, M., op. cit., p. 5.


778 Vid. GONZÁLEZ CALLEJA, E., “La política de orden público en la Restauración”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie V,
Historia Contemporánea, 20, 2008, pp. 93-127.
779 ANC. Causa 894/1939…, fols. 79v-80r.
780 Boletín Oficial del Estado, 22 de diciembre de 1938, pp. 3.079-3.080. Vid. SÁNCHEZ RECIO, G., “La lealtad a la ley
convertida en delito de rebelión: la represión de los jueces, en SÁNCHEZ RECIO, G. y MORENO MONSERET, R.
(eds.), op. cit., pp. 109-111.
781 GIL VICO, P., “Ideología y represión: La Causa General. Evolución histórica de un mecanismo jurídico-político del
régimen franquista”, Revista de Estudios Políticos, 101, julio-septiembre 1998, pp. 159-189.
782 Vid. ARÓSTEGUI, J., “Coerción, violencia, exclusión. La dictadura de Franco como sistema represivo”, en ARÓSTE-
GUI, J. (coord.), op. cit., pp. 19-59.
Arturo Espa Ruiz • 227

Que la diferente responsabilidad de quienes participan en el expresado delito,


obedece de modo principal al distingo que se ha de hacer entre adheridos a la rebe-
lión y auxiliadores de ella, teniéndose por adheridos, según normas interpretativas del
Alto Tribunal de Justicia Militar, a quienes estén identificados con la rebelión misma y
persigan con sus actos precisamente los fines de ésta, como compenetrados con los
rebeldes y unidos también en espíritu a ellos; como igualmente a quienes sin esta com-
penetración ideológica realizan actos de tal eficacia y trascendencia en provecho de los
rebeldes, que en su realidad objetiva rebasan los límites del mero auxilio en su sentido
racional, con el que se ha de conformar su calificación jurídica783.

El dictamen consideraba que el procesado era auxiliador de la rebelión, “… porque


ni su participación en el delito, objetivamente apreciada, reviste aquella trascendental
eficacia para que sustantivamente genere otra calificación, ni sus antecedentes y actua-
ción personal ponen de manifiesto identificación alguna con los fines y propósitos de la
rebelión”. Como atenuante se hacía constar que actuó bajo coacción:

Que dado el ambiente de terror que produjo la criminal actuación de los ele-
mentos del Frente Popular a partir del 17 de julio de 1936 y la significación ideológica
del procesado, se aprecia de modo indudable que obró coartado intensamente en su
libre determinación784.

En función de ello se le aplicaba el artículo 72 del Código de Justicia Militar, que


rebajaba la pena en uno o dos grados. Ese era el premio a su labor quintacolumnista.
El fallo del Tribunal superó la petición fiscal, señalando la pena de diez años de pri-
sión mayor, con accesorias de separación del servicio y suspensión de todo cargo durante
el tiempo de la condena, añadiéndole la oportuna responsabilidad civil. Pudo influir el
temor a la disidencia interna dentro del Ejército y la competencia que podía representar
en el escalafón. Coadyuvó la cualidad de los miembros del Tribunal, el carácter represor
de Martínez Sapiña, el resentimiento de Pérez Miravete por su hijo caído o el deseo de
hacer méritos de Juan de los Ríos. Contribuyó el negativo informe del general López-
Pinto.
No era una condena excesiva, a tenor de las que se estaban imponiendo en aque-
llos momentos785. Mucho peor escaparon los casadistas que, como los quintacolumnistas,

783 Causa 894/1939…, fol. 80r.


784 Ibidem, fols. 79v-80r.
785 Vid. EGEA BRUNO, P. M.ª, La represión franquista en Cartagena… MARTÍNEZ OVEJERO, A., Peligrosos e indesea-
bles para la Causa Nacional. Los vencidos de la Guerra Civil en la Región de Murcia, 1939-48. Una visión regional con
proyección nacional, Tesis doctoral dirigida por Encarna Nicolás Marín, Universidad de Murcia, 2015..
228 • Pedro M.ª Egea Bruno

allanaron el camino a la victoria franquista. Ahí estaban los ejemplos del general de
brigada Carlos Bernal García –condenado a muerte, conmutada por la de 30 años de
reclusión mayor, que murió en la cárcel–, del también general Toribio Martínez Cabrera y
ya nombrado teniente coronel Joaquín Pérez Salas, fusilados ambos786. No podían ofre-
cer un largo historial de colaboración. Lejos de ello, se habían opuesto desde el primer
momento a los designios de los golpistas y se había unido a aquella causa a última hora.
La sentencia fue recurrida por el abogado defensor en escrito de 14 de julio de
1939. Consideraba desaforada la pena impuesta, aceptando los hechos tal y como los
relataba el fiscal en sus conclusiones provisionales. Ni siquiera requería la absolución.
Solicitaba la reducción a tres años y un día, de conformidad con la petición del acusador.
Se sorprendía de la resolución, aunque asumía los indefinibles contornos de aquel orden
jurídico:

Con estos antecedentes no concibe esta defensa la notable desproporción entre


lo solicitado por el representante del Ministerio Fiscal y el fallo con que el Consejo puso
término a su sentencia condenatoria, no injusta dado el margen que la ley concede al
arbitrio de los juzgadores, pero si incongruente en la modesta opinión del defensor
que suscribe, dado los resultandos y considerandos en que aquella sentencia tiene sus
fundamentos787.

El 18 de julio el auditor desestimó el recurso, señalando que la petición fiscal no


constituía base de forzado juicio y que existían elementos de cargo que permitían llegar
a la condena impuesta. Se respaldaba en el artículo 172 del Código de Justicia Militar,
donde se sostenía que “Los Tribunales impondrán la pena señalada en la extensión que
estimen justa, a no ser que el acusado estuviese exento de responsabilidad criminal”788.
La sentencia –una vez aprobada– fue sometida al plácet del General Jefe de la Región
Militar –Antonio Aranda–, que la ratificó el 22 de julio.
El 27 de julio la Auditoría de Guerra del Ejército de Ocupación la tramitó a efectos
de ejecución y la remitió al Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas en aplicación
de la Ley de 9 de febrero de 1939. A la represión política se unía la represión económica.
Las penas impuestas por esta instancia contemplaban desde la pérdida total o parcial de
los bienes al pago de una multa789. Más allá del objetivo recaudador destacaba el carácter

786 BARBA LAGONAZZINI, J., Hombres de armas de la República (Guerra Civil española 1936-1939. Biografías de mili-
tares de la República), Madrid, Ministerio de Defensa, 2015, pp. 81-84 y 426-433. EGEA BRUNO, P. M.ª, “El final de
la guerra…”, p. 163. Del mismo autor, “Joaquín Pérez Salas…”, p. 278.
787 ANC. Causa 894/1939…, fols. 82r-v.
788 Gaceta de Madrid, 6 de octubre de 1890, p. 74.
789 PRADA RODRÍGUEZ, J., op. cit., p. 296.
Arturo Espa Ruiz • 229

legitimador del golpe de Estado, ya que los acusados eran responsables de la “destruc-
ción material y espiritual de la patria”790.
Un rayo de esperanza se abrió con la orden de 25 de enero de 1940, que daba
vida en cada capital de provincia a una denominada Comisión de Examen de Penas,
encargada de tamizar los fallos señalados por los tribunales militares791. Su tenor reco-
nocía la arbitrariedad de aquellos procedimientos, aprovechando la exposición de
motivos para extender su conocido razonamiento:

Es propósito fundamental del nuevo Estado liquidar las responsabilidades con-


traídas con ocasión de la criminal traición que contra la Patria realizó el marxismo al
oponerse al Alzamiento del Ejército y la Causa Nacional, con el fin de alejar, en lo
humanamente posible, desigualdades que pudieran producirse y que de he hecho se
han dado en numerosos casos, en que en diversas causas ha faltado la uniformidad de
criterio para enjuiciar y sancionar con penas iguales delitos de la misma gravedad792.

El 1 de marzo de 1940 López-Pinto apeló a la Comisión de Examen de Penas de


la Provincia de Murcia. En el oficio presentado se seguía instando la reducción de la
condena a tres años de prisión menor. El dictamen definitivo –suscrito el 31 de mayo–
fue de seis años de prisión menor. Resoluciones como aquella –frente a otras donde las
reducciones eran considerables–, traducían, junto a la extendida parcialidad, el deseo
de mantener el castigo ejemplarizante de la justicia de Franco contra el menor signo de
disidencia.
La gracia del perdón era otra cosa. Espa se pudo beneficiar de la política de excar-
celaciones, atenta a aliviar la elevada presión poblacional que pesaba sobre las cárceles.

790 VEGA SOMBRÍA, S., op. cit., pp. 144-145. ÁLVARO DUEÑAS, M., “Los militares en la represión política de la posgue-
rra: la jurisdicción especial de responsabilidades políticas hasta la reforma de 1942”, Revista de Estudios Políticos, 69
(julio-septiembre 1990), pp. 144-145. Del mismo autor, Por ministerio de la ley y voluntad del Caudillo: la jurisdicción
especial de responsabilidades políticas (1939-1945), Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2006.
Del mismo autor, “La incautación de bienes en el origen y legitimación del Estado franquista”, en VV.AA., Historia
de la propiedad: La expropiación, VII Encuentro Interdisciplinar, Salamanca, Universidad de Salamanca – Servicio de
Estudios del Colegio de Registradores, 2012, pp. 413-442.
791 Unas semanas más tarde -el 17 de febrero de 1940- se creaba la Comisión Central de Examen de Penas, con el fin de
unificar los criterios de las revisiones provinciales y establecer sobre estas propuestas los suyos propios. Vid. NÚÑEZ
DÍAZ-BALART, M., “Una benevolencia contradictoria. Los mecanismos de integración de los presos políticos en el
franquismo”, Berceo, 159, 2010, pp. 183-204. EIROA, M. y EGIDO, A., “Los confusos caminos del perdón: De la pena
de muerte a la conmutación”, en ARÓSTEGUI, J. (coord.), op. cit., pp. 320-326. DEL ÁGUILA TORRES, J.J., “La juris-
dicción militar de guerra en la represión política: Las Comisiones Provinciales (CPEP) y Central de Examen de Penas
(CCEP), (1940-1947)”, en NICOLÁS MARÍN, M.ªE, y GONZÁLEZ MARTÍNEZ, C. (coords.), Ayeres en discusión: temas
clave de Historia Contemporánea hoy, IX Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea, Murcia, 2008.
792 Boletín Oficial del Estado, 26 de enero de 1940, pp. 662-665.
230 • Pedro M.ª Egea Bruno

El 18 de junio de 1940 tuvo acogida en el indulto promulgado el 1º de octubre del año


anterior para conmemorar el Día del Caudillo. La prensa se hizo eco del generoso rasgo
del Generalísimo, de la sentida emoción de los liberados: “… de cuyos labios salían fra-
ses de gratitud y arrepentimiento por su pasado bochornoso”793. La medida alcanzaba
a los jefes, oficiales, suboficiales, clases e individuos de tropa que, condenados por las
jurisdicciones de Guerra y Marina a penas inferiores a seis años y un día de privación de
libertad, tuvieran buenos antecedentes de conducta con referencia a la que siguieron con
anterioridad al 18 de julio de 1936794. Obtuvo la libertad definitiva. Otros tuvieron que
pechar con la condicional, una nueva forma de control795.
Se le hacía ver que su nuevo estado se lo debía a la magnanimidad del Caudillo.
Que el proceso judicial a que había sido sometido era ecuánime. Que la sentencia era
justa. Que sus errores, ciertos. Su privación de libertad había durado 14 meses, apenas
nada, dadas las circunstancias. Se le mantenían las accesorias de la pena primitiva, es
decir la expulsión del Ejército. Una sanción común a los miembros de la Quinta Colum-
na796.
Era un militar de carrera. Tenía 33 años. Buscó por todos los medios su reincorpo-
ración a la Milicia. El 7 de diciembre de 1951 se dirigió a la Comisión Central de Examen
de Penas, invocando la Ley de 18 de diciembre de 1946 sobre la conmutación de aquella
sanción797. La solicitud fue desestimada por el Jefe del Estado.
Dominó el deseo de mantener el estigma sobre los derrotados, aunque fuesen
aquellos leales geográficos que tanto les habían ayudado. Quedaron excluidos de la
comunidad triunfante. No eran dignos de recuperar sus antiguos empleos, de imponer a
sus compañeros una presencia que se suponía incómoda, uniendo víctimas y verdugos,
vencedores y vencidos, o compitiendo en el escalafón. La depuración formaba parte de
la limpieza del Ejército. Dentro del arma corrieron parecida suerte hombres de recono-
cida actuación quintacolumnista como Antonio Gómez de Salazar, Francisco Balibrea,
Francisco Oliver y un largo etcétera. En la Marina pasó otro tanto con Vicente Trigo San-
domingo, Federico Vidal, Luis Núñez de Castro, José Luis Barbastro, Carlos Coll Blanca,
José Ruiz de Ahumada, Vicente Buyo, Rafael Zarauz, Manuel Pasquín, Basilio Fuentes
Serna, Fernando Oliva Llamusí y Francisco Guimerá798. Ese fue su castigo. Sirva de ejem-

793 La Vanguardia Española (Barcelona), 5 de octubre de 1939.


794 Línea Nacional Sindicalista (Murcia), 3 de octubre de 1939.
795 GIL VICO, P., La noche de los generales. Militares y represión en el régimen de Franco, Barcelona, Ediciones B, 2004,
p. 255.
796 ALPERT, M., El ejército republicano…, pp. 302-304.
797 Boletín Oficial del Estado, 19 de diciembre de 1946, pp. 8.827-8.828.
798 AHN. FC-Causa General, 1067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia…, fols. 160-162. ANC. Causa 162/1942…, fols. 203-
205.
Arturo Espa Ruiz • 231

plo el caso de Federico Vidal: “... procuró –alegará en su atestación– que los buques
de su mando rindieran la menor eficacia posible; protegió a compañeros y a personas
derechistas, y tomó parte activa en el movimiento del cinco de marzo de mil novecientos
treinta y nueve...”799. Fue condenado a 15 años de reclusión menor, pérdida de empleo
y expulsión de la Marina, exigiéndosele responsabilidad civil con arreglo a la ley de 9 de
febrero de 1939800.
Aconteció también en la esfera civil. Calixto Molina López, jefe de la Guardia Muni-
cipal, declarado excedente forzoso tras el triunfo del Frente Popular, denunciado como
masón por Diego Pérez Espejo, que fue condenado a las sanciones de inhabilitación y
separación absoluta y perpetua para el ejercicio de cualquier cargo del Estado, Corpora-
ciones públicas u oficiales801.
La derecha cartagenera no alcanzó a entender que algunos de sus representantes
más cualificados recibieran aquel trato por parte de sus aliados naturales:

… aquella pequeña burguesía de funcionarios civiles y militares que desde el


primer día boicotearon, jugándose las vidas, tanto la producción como la siembra, o las
operaciones militares o provocando, inventado o alargando reparaciones en los barcos;
que habían pertenecido activamente al Socorro Blanco, encontraban que los suyos los
depuraban, golpeaban y trataban como a enemigos, sin parar mientes en que si los
marinos o los militares que habían quedado del lado republicano, hubieran servido de
verdad y lealmente al gobierno, el resultado de la contienda tal vez hubiera sido otro802.

No se hicieron republicanos ni de izquierdas pero desde luego dejaron de ser fran-


quistas, aunque en adelante se acomodaron con el Régimen. Quedaron situados en tie-
rra de nadie. Ni franquistas ni demócratas. Surgió una nueva categoría sociopolítica.
Más que una oposición formal y organizada, mostraron su rechazo personal a Franco.
Una variante de las tres Españas definidas por Paul Preston803. Ese tenor aparece en las
memorias de Ruiz de Ahumada en confesión a su hijo: “Los resultados de los consejos de
guerra, ya lo hemos visto y hemos hablado tu y yo, fueron muy duros y aleatorios, pero
agua pasada no mueve molino […] ¡Me considero en paz con mi Patria y con mi Dios!”804.

799 ANCt. Causa 1.189/1939. 4º rollo, fol. 1.393.


800 Boletín Oficial del Estado, 23-IX-1939, p. 5.349.
801 CDMH. Juzgado Nº 2 del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Exp. 41. Leg. 325.
Sumario 29/42. Procedimiento del Tribunal nº 2.665. Calixto Molina López.
802 MARTÍNEZ PASTOR, M., Los años de la victoria (la posguerra civil en Cartagena), Cartagena, Aglaya, 2008, pp.
15-16.
803 PRESTON, P., Las tres Españas del 36, Madrid, Plaza & Janés, 1998.
804 RUIZ SIERRA, M., op. cit., p. 78.
232 • Pedro M.ª Egea Bruno

Se dieron mutaciones excepcionales, como el de Fernando Oliva Llamusí, sacada a


la luz por el SIP:

Su permanencia en el penal de Cartagena, desde la liberación hasta marzo de de


1941, ha operado un cambio notable en su moral e incluso parece ser en sus conviccio-
nes políticas. Actualmente está comprobado que es un invertido habiendo tenido den-
tro del penal relaciones íntimas con personal de actuación roja de lo más indeseable al
que trata de favorecer descaradamente. En general protege a todos sus conocidos y
antiguos subordinados que tienen actuación roja805.

37. Profesorado del Colegio Hispania.

Los quintacolumnistas no llegaron, ni con mucho –salvos sumarios concretos–, a


cumplir las condenas impuestas y encontraron empleo, en más de una ocasión, en empre-
sas estatales806. En 1942 Arturo Espa fue contratado –con el título de Ingeniero Industrial–
por el Colegio Hispania, fundado por la Caja General de Ahorros y Monte de Piedad del
Sureste de España, cuyo director –Antonio Ramos Carratalá– había sido un destacado

805 ANC. SIP. Caja 64. Exp. 5.328. Fernando Oliva Llamusí, fol. 25v.
806 MORENO DE ALBORÁN Y DE REYNA, F. y S., op. cit., p. 3.241.
Arturo Espa Ruiz • 233

dirigente del Socorro Blanco y Lucha contra el Marxismo. Al frente del centro educativo
figuraba otro militar represaliado: Antonio Gómez de Salazar y Martínez-Illescas, com-
partiendo labores docentes algunos de los que habían seguido su mismo sino: Dictinio
del Castillo –que no escapó a la expulsión a pesar de estar avalado por Gonzalo Torrente
Ballester– y José Luis Barbastro Jiménez807. Casi todos acabaron consiguiendo un buen
destino. Espa ocupó un alto cargo en el INI. Los marinos Fernando Oliva, José Ruiz de
Ahumada y Vicente Buyo fueron contratados como ingenieros en los astilleros del Conse-
jo Ordenador de Construcciones Navales Militares –la futura Empresa Nacional Bazán–;
Pedro Vargas Serrano llegó a ser director de aquella factoría808; Dictinio del Castillo fue
profesor en la Universidad de Murcia y Rafael Zarauz registrador de la propiedad809.
Hubo salvedades. El capitán de Intendencia Vicente Trigo fue colocado en las
oficinas de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla por su director, Rafael de la
Cerda, un antiguo correligionario de la Quinta Columna: “… en virtud de su buen com-
portamiento durante la guerra”. Apenas para vivir. Quiso compensarlo madrugando
cada día para ir a la lonja de pescado y lograr algún remate a buen precio para redon-
dear sus ingresos. Ni eso le dejaron: “Que va por la pescadería para ver si consigue el
quedarse con la venta del pescado que retiene el Penal y el cuartel de Infantería de
Marina, pues en una ocasión le ofrecieron que le darían la venta del Penal y después le
dijeron que no. Que actualmente no le vende a nadie”. No pudo asumir su situación,
arrastrando de por vida un poso de amargura. Sólo lo manifestó en lo más íntimo. La
pedagogía del miedo había obrado sus efectos: la negación del yo810. Lo trascribe el
Servicio de Investigación Policial con su habitual sintaxis: “… que tiene pocas amistades
y además no habla casi nada […] Que sin llegar a hablar mal del régimen, por el motivo
de ser afecto, si refiere entre sus íntimas amistades y de una forma reservadísima se
lamenta de que le hayan separado”811.
Quisieron hacer borrón y cuenta nueva. Identificarse con el nuevo orden, aunque
desconocemos su grado de sinceridad. Un hijo de Espa –Arturo Espa Butigieg– se afilió
al Frente de Juventudes, solicitando “… el honor de un puesto de servicio en la Falange
de voluntarios”812.
Buscaron reintegrarse al ámbito social al que pertenecían antes de la guerra, a
aquellas fuerzas vivas que gustaban de hacer gala de sus buenas relaciones, de dejarse

807 El Noticiero (Cartagena), 2 de septiembre de 1942.


808 Línea (Murcia), 26 de noviembre de 1948.
809 MARTÍNEZ PASTOR, M., Los años de la victoria…, p. 47.
810 PRADA RODRÍGUEZ, J., op. cit., pp. 350-356.
811 ANC. SIP. Exp. 4.805. Vicente Trigo Sandomingo.
812 El Noticiero (Cartagena), 14 de julio de 1942.
234 • Pedro M.ª Egea Bruno

ver en actos públicos. A este respecto las cofradías de Semana Santa –verdaderos grupos
de presión– gozaban de una enorme influencia local y de una notable proyección nacio-
nal813. En 1948 la propia esposa de Franco acudió a los desfiles pasionarios814. Detrás de
las congregaciones alentaban las más altas autoridades del Ejército y la Marina: el general
José López-Pinto y el contralmirante Juan Muñoz-Delgado815. Los nombres de los cofra-
des se aireaban en la prensa, orlados por el altruismo y la piedad.
Ya en 1943 Espa aparecía en la directiva de la Agrupación de la Santísima Virgen,
adscrita a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús en el Paso del Prendimiento, que había
nombrado Hermano Mayor a Franco. La hermandad había nacido en 1929 al amparo de
los Hijos de María y los socios del Casino, dos entidades muy presentes en su trayectoria
vital. El ex militar figuraba de tesorero, compartiendo responsabilidades con conocidos
miembros del establishment franquista. Allí estaba Carolina Martínez de Galinsoga, viuda
de un caído de renombre, adscrito al mismísimo circulo del Jefe del Estado, el teniente
de Artillería José Carrero Blanco. Con ellos, Joaquín Maestre Zapata, que a su estirpe
podía añadir el cargo de concejal y tener un hermano y un tío asesinados por las hordas
marxistas, sin olvidar a su hermano Tomás, capitán de la Policía Militar de Vanguardia, uno
de los encargados de llevar a cabo las tareas de represión en Cartagena y su comarca816.
En 1944 constaba como directivo –con el cargo de consiliario– de la cofradía titu-
lar. En 1948 era mayordomo de la Santísima Virgen del Primer Dolor y al año siguiente
presidente de su agrupación817. La cofradía rival –Nuestro Padre Jesús Nazareno– estaba
presidida por Antonio Ramos Carratalá y tenía como comisario general a otro quintaco-
lumnista: Ramón Minguell Carreras818.
Una vía de integración por la que algunos de aquellos peculiares derrotados consi-
guieron formar parte de los vencedores. A la representación social que se derivaba de las
afiliaciones congregacionales se completaba con la publicidad de la identidad deseada.
No podía tener otro sentido el arropar a tal o cual imagen religiosa, haciendo suyo uno
de los símbolos del nuevo Estado: el catolicismo exteriorizado.
Espa falleció en Cartagena el 14 de febrero de 1976. La esquela publicada en la
prensa local reflejaba su frustrada carrera militar: Ingeniero Industrial del Ejército –omi-
tiendo la graduación alcanzada– y un timbre religioso que acreditaba su catolicismo: ex

813 Semana Santa en Cartagena (1944), p. 9.


814 El Noticiero (Cartagena), 23 de marzo de 1948.
815 Vid. VICTORIA MORENO, D., “Siglo XX”…, p. 419.
816 EGEA BRUNO, P.M.ª, La represión franquista en Cartagena…, p. 58.
817 El Noticiero (Cartagena), 23 de marzo de 1948 y 12 de abril de 1949.
818 El Noticiero (Cartagena), 1 de abril de 1955.
Arturo Espa Ruiz • 235

presidente de la Agrupación de la Santísima Virgen Dolorosa819. Su mentor –Ramos Carra-


talá– eligió parecido honor y su féretro fue cubierto con la túnica morada y el escudo de
la otra cofradía820.
La aceptación social alcanzada y la misma consideración franquista de la que alar-
deaban no fueron óbice para que llegado el caso reclamasen lo que consideraban les
pertenecía, haciendo abstracción de pasadas adscripciones ideológicas. Seguían en tie-
rra de nadie: vencedores y víctimas a la vez. Algunos de sus deudos –como la viuda de
Basilio Fuentes– se acogieron a la Ley de Amnistía de 30 de julio de 1976: “…Que en
agosto de 1939 el citado causante fue juzgado en juicio sumarísimo celebrado en Carta-
gena y condenado por un delito de Auxilio a la Rebelión con la accesoria de separación
del servicio”821. Mal que les pesase, a efectos de la norma, eran miembros del Ejército
republicano represaliados por Franco. Para aquellos transbordados, el reconocimiento
crematístico no distinguía de colores políticos.

38. Esquela de Arturo Espa.

Los beneficios quedaron restringidos al orden económico. Se les mantuvieron las


penas accesorias. Sirva de ejemplo el caso del auxiliar 2º de Artillería Ginés Rueda Ros

819 ABC (Madrid), 19 de febrero de 1976.


820 El Noticiero (Cartagena), 14 de enero de 1970.
821 ANC. Causa 122/1939…, fol. 156r.
236 • Pedro M.ª Egea Bruno

–sublevado en el Arsenal el 5 de marzo de 1939 y condenado por el delito de adhesión


a la rebelión–: “El amnistiado seguirá definitivamente separado del servicio, pudiendo
acogerse al sistema de pensiones regulado por las Leyes de 12 de julio de 1940 y 13 de
diciembre de 1943, a los efectos de haber pasivo que pueda corresponderle con arreglo
al empleo que tuviera en la fecha de comisión del delito amnistiado”822. Se cancelaban
los antecedentes penales pero sin condenar la ilegalidad del procedimiento judicial, que
sigue pendiente de conseguirse.

822 ANC. Causa 775/1939…, fol. 293.


Arturo Espa Ruiz • 237

CONCLUSIONES

La Guerra Civil española sigue siendo un campo abierto a la investigación. La con-


sulta de nuevas fuentes permite rectificar y completar aspectos intuidos o incluso dis-
torsionados, como es el caso de la Quinta Columna en la retaguardia republicana. En
este sentido, los sumarios de los consejos de guerra demuestran su relevancia, dada su
versatilidad y el amplio campo que brindan al estudio del conflicto armado y la represión
posbélica. Frente a la literatura publicada –que minusvalora la actividad de aquel caballo
de Troya–, la documentación manejada saca a la luz actos de sabotaje, espionaje, terroris-
mo y alta traición. Su actividad culminará en la sedición del 4 de marzo en Cartagena que,
podemos decir, pone fin a la contienda.
Se acrecienta la importancia de Cartagena, potenciándose su carácter estratégico
en el Mediterráneo. Durante la guerra fue la única Base naval de la República, sede ope-
rativa de la Escuadra y apostadero de submarinos. Contó con importantes instalaciones
militares y una notable industria de guerra, estando protegida por un impresionante
despliegue artillero. Un total de 13 baterías desplegadas a la sombra del Plan Vickers de
1926, con cañones de 38/45 capaces de batir 35 kilómetros de frente marítimo, convir-
tiendo a Cartagena en una plaza prácticamente inexpugnable por mar. Solo podría ser
tomada por tierra –como hicieron las fuerzas de la 10ª División– o desde dentro, por la
actuación de la Quinta Columna. Sobre ello, seis baterías antiaéreas y dos bases de avia-
ción emplazadas en el Mar Menor, las de Los Alcázares y San Javier. Por decreto de 2 de
enero de 1937 se erigió en un poder autónomo, político, militar y civil. Su trascendencia
explica que se convirtiera en objetivo preferente de la aviación enemiga y en centro de
actividad de la Quinta Columna.
La figura de Arturo Espa sirve de hilo conductor al proceso abordado. De trato afable
y con buena presencia se ganó la simpatía y la confianza de los que le rodeaban. Su carrera
militar –por tradición familiar– estaba predestinada. Se entregó a la misma con dedicación.
Alcanzó el grado de comandante y llegó a ser jefe del Regimiento de Artillería de Costa nº
238 • Pedro M.ª Egea Bruno

3. Apostó desde un principio por la opción contrarrevolucionaria, a las órdenes del general
López-Pinto. Iniciada la guerra, participó en operaciones de sabotaje y espionaje, y acabó
interviniendo en la sublevación del 4 de marzo de 1939, de la que fue eficaz resorte.
Ahora sabemos que la conspiración militar contra la República apenas se demoró.
Desde la Jefatura de la Base naval –la más importante en cuanto a poder dentro de la
Marina– el vicealmirante Juan Cervera Valderrama puso en pie un servicio de espionaje
–Servicio Especial Anticomunista– al margen de toda legalidad, que fiscalizó a militares,
dirigentes obreros y clase política, con especial atención a la masonería, concentrada en
la logia Atlántida, con destacada presencia de marinos. El servicio se extendió a la guar-
nición de tierra bajo la dirección de López-Pinto.
La trama urdida no pasó desapercibida. Con el triunfo electoral del Frente Popular
–en febrero de 1936– una multitudinaria manifestación ciudadana reclamó la destitución
de sendos mandos. Su descabalamiento incidió en el fracaso del levantamiento militar
de julio. Resultó concluyente el papel del general Toribio Martínez Cabrera, gobernador
militar de Cartagena, que contó con el apoyo del Regimiento de Artillería de Costa nº 3,
desde la mayoría de los oficiales a los sargentos y brigadas, pasando por los suboficiales
y tropa de la Marina, sin olvidar la decidida intervención de la población civil. Al lazo
republicano se unió el masónico.
Iniciada la guerra, el doble juego de algunos militares restó capacidad ofensiva a la
República. Sirven de ejemplo las actuaciones de nuestro protagonista en la 23ª Brigada
Mixta, que se formó en Cartagena con las milicias locales, la base del Ejército Popular. A
las órdenes del comandante Alberto Calderón entró en combate el 6 de febrero de 1937,
en la batalla del Jarama, el primer gran choque armado de la contienda. Espa saboteó
las operaciones, obstaculizando e impidiendo la actuación de la artillería bajo su mando,
hasta el punto de romperse el frente por aquella línea. El jefe de la brigada –Calderón–
fue procesado y estuvo a punto de ser fusilado. La movilización de la izquierda local –sin
matices ideológicos– lo salvó de un final seguro. El responsable no fue molestado y pudo
permanecer en la brigada, donde siguió operando del mismo modo hasta su traslado a
Cartagena, donde se integró en la Quinta Columna.
La red se había organizado a principios de 1937. Lo permitió la recomposición del
Estado republicano, que puso fin a la etapa revolucionaria, buscando el parabién de las
democracias occidentales. Se relajaron entonces los controles, la disciplina y la represión
política. La creación del denominado Socorro Blanco y Lucha contra el Marxismo corrió a
cargo de una clase media civil y militar bajo el común ideológico de la Falange, infiltrada
en los partidos de izquierdas. Limitada inicialmente a dispensar ayuda económica a los
perseguidos, no tardó en asumir tareas más complejas. Su gran cantera fueron las fuerzas
armadas, a tenor de la política de Prieto que, ante la falta de técnicos, repuso a mandos
Arturo Espa Ruiz • 239

sospechosos de connivencia con el enemigo. Se les agregaron los que por diversas cir-
cunstancias decidieron dar el paso de la traición. No andaba lejos su decantación política
–republicanos a secas–, la desmoralización y el oportunismo.
Controlaron la Base en sus distintas dependencias y su propia Jefatura. Su labor
fue demoledora. El sabotaje, el espionaje y la contrarrevolución quedaron asegurados. El
último escalón fue la insurrección armada. Se dieron tres intentos: junio de 1938, febrero
de 1939 y marzo de 1939. Los dos primeros fueron descubiertos, estallando el tercero.
En aquellos planes, el Regimiento de Artillería de Costa jugó un papel fundamental.
Se convirtió en el arma decisiva para deshacerse de la Escuadra republicana, el principal
obstáculo a la sublevación. En la dirección de tal dispositivo estará –llegado el momento–
Arturo Espa, su jefe accidental a partir de agosto de 1938. Desde ese puesto contribuyó
a desalojar a los subordinados leales a la República, obstruir las depuraciones en curso
contra sus enemigos e incorporar voluntades a sus fines. Un dato a retener fue la capta-
ción de aquellos incondicionales a través de las organizaciones religiosas, especialmente
de los Hijos de María de la Medalla Milagrosa.
Una segunda línea de fractura se abrió cuando Negrín puso en pie su política de
resistencia. La encabezó el coronel Segismundo Casado, escenificándose el 16 de febrero
de 1939 en la reunión de Los Llanos, en la que el jefe de la Escuadra –Miguel Buiza– lan-
zó el reto de la negociación. Fue el acta de nacimiento del casadismo, que no tardó en
ganar adeptos en la Base y en la Flota.
Cartagena y la Escuadra resultaban claves para el Gobierno. Era su última baza para
hacer viable la resistencia y la evacuación. Para asegurar la posición, el 4 de marzo, el
coronel Galán –un respaldo seguro– fue designado jefe de la Base. No hay ningún golpe
comunista, como tergiversa una literatura justificadora de todas las maquinaciones. Se
hace frente a la capitulación. El nombramiento de Galán es el detonante de la conspira-
ción en marcha. Casadistas y quintacolumnistas coincidirán en un mismo objetivo: derro-
car el gobierno de Negrín y evitar que Galán se hiciera cargo de la Base.
La Quinta Columna creyó encontrar su momento. Consideró tres condiciones nece-
sarias: establecer contacto con la España nacional, alentar la salida de la Escuadra y bus-
car un general que se pusiera al frente del levantamiento. El jefe militar que creen haber
encontrado es el general Bernal. Un casadista cuya postura es de prudente espera y que
acaba por negarse a dirigir la rebelión, considerando innecesario arriesgarse en un movi-
miento incierto y, según su criterio, animado por arribistas de última hora. En la noche del
4 de marzo Bernal cedió el mando en Galán y salió de escena.
La rebelión estalló a las 23 horas de aquel día. La revuelta nació indefinida con dos
aliados circunstanciales y con fines opuestos. De un lado los casadistas, cuya consigna
era Por España y por la paz. De otro, los quintacolumnistas al grito de Viva Franco, arriba
240 • Pedro M.ª Egea Bruno

España. El pulso será ganado por los segundos –que han encontrado su superior natural
en el general Barrionuevo–, contra los que piensan que la paz es sinónimo de entreguis-
mo. La pasividad de la dirección de la Flota –ganada por los casadistas, con Buiza y Bruno
a la cabeza– es el mejor argumento. Hubiera bastado desembarcar a las dotaciones –unos
cuatro mil hombres– para deshacerse de un enemigo mal armado, apenas instruido y
enteramente desorganizado. Sólo así se explica que cerrase su cuaderno de bitácora en
el puerto tunecino de Bizerta.
La deserción puso fin a la guerra en el mar, provocó la caída de Negrín, sentenció
la suerte de la República, hizo imposible la evacuación y dejó a Casado sin opciones para
negociar con Franco. La única oposición fue la comunista, pero sus militantes más firmes
iban detenidos en los sollados de los barcos.
La intervención comunista –el último recurso de Negrín– no consiguió evitar aquella
salida, pero fue capaz de sofocar la rebelión quintacolumnista y los intentos de desem-
barco de las tropas franquistas, con el desenlace del hundimiento del Castillo de Olite,
donde terció el desconcierto y la desinformación, aludiendo a Espa como responsable. El
desastre fue sublimado en gesta, erigiéndose una cruz en memoria de los caídos. Nació
una nueva heroína –Mari Carmen Hevia–, que había participado en la asonada y en el
rescate de los náufragos. A partir de entonces, el PCE dejaría la responsabilidad del final
de la guerra a la Junta de Casado y organizaría la evacuación de sus cuadros.
La Junta de Casado se hizo cargo de la Base el 8 de marzo. El coronel Joaquín
Pérez Salas, posesionado de su Jefatura, siguiendo los principios emanados de la misma,
detuvo a los comunistas, liberó a los franquistas y dificultó la expatriación. El caso más
sangriento fue el rechazo al atraque de un paquebote inglés que hubiera podido aliviar la
desesperación de miles de republicanos.
Lo que quiso ser una demolición controlada, acabó en una desbandada general,
que fue aprovechada por la Quinta Columna –de nuevo con Espa– para hacerse con el
control de la situación. Apenas 48 horas, hasta la llegada de las tropas nacionalistas. Un
tiempo que quisieron ser utilizadas como acreditación de méritos ante los vencedores.
Aquellos soldados encubiertos no fueron recompensados por sus servicios, al
menos como esperaban. Pesaba sobre ellos la sospecha de su sincero posicionamiento,
su oportunismo. La mayor prueba de acusación era la de que estaban vivos.
La fuente central del estudio: los expedientes judiciales, ofrecen múltiples lecturas.
En primer lugar, la personalidad de Espa, atento a justificar cada uno de sus pasos, cui-
dando las palabras, con toda la retórica del momento, enfrentado a un tribunal que busca
intersticios, zonas oscuras, puntos débiles, que desconfía. No le ayuda la fecha tardía de su
última actuación –marzo de 1939–, cuando la guerra ya está decidida, ni menos el terrible
balance de víctimas que se deriva de aquella acción: el hundimiento del Castillo de Olite.
Arturo Espa Ruiz • 241

Queda matizado el perfil del protagonista, sus gestos de generosidad, de entrega,


también su miedo y su indecisión. Detrás aletea el comportamiento humano en situacio-
nes límite, ante la amenaza de la pena capital o de largas condenas de cárcel. Se pulsa
el afán extremo por conseguir testigos de descargo y avales que garanticen acrisolados
sentimientos patrióticos y religiosos, que detallen los esfuerzos prestados al triunfo de los
que ganaron. Nos introduce en las redes solidarias, en el mundo de las influencias, en el
peso de determinadas categorías sociales: curas, militares y falangistas.
Se subraya el valor del relato. La percepción y la autopercepción. Los planos de
significación y resignificación. Arturo Espa se esforzó desde su detención en construirse
una identidad contrarrevolucionaria, en declararse contrario a la República, en aportar
antecedentes, testimonios y avales. Su línea de defensa fue clara: si prestó servicio a los
rojos fue para atender a los perseguidos y favorecer a los vencedores. Todo lo tuvo que
justificar, desde los ascensos obtenidos a no haber sido fusilado. Su actuación –como la
de tantos integrantes de aquel ejército en la sombra– le permitió salvar la vida, pero no
su deseada reincorporación al Ejército. Ese castigo formaba parte de la depuración de
sus filas. Peor lo tuvieron los casadistas, que también ayudaron a Franco y algunos –como
Joaquín Pérez Salas– terminaron en el paredón.
La documentación manejada nos acerca al papel desempeñado por Cartagena en
la conflagración, su sistema defensivo y su estratégico emplazamiento como puerto y
base de la Flota. Conocemos ahora la intrahistoria de la guerra y la posguerra. Destacan
los medios empleados para minar la resistencia y la capacidad operativa de las fuerzas
republicanas, los actos de sabotaje y espionaje. Nos adentra en los servicios secretos
paraestatales, en el imaginario de la conspiración, en la peculiar mentalidad de los mili-
tares reaccionarios, en su mundo de valores, en las tramas de la Quinta Columna, en el
modus operandi de aquella guerra invisible.
La polaridad recorre los sumarios. Una dualidad que salta al lenguaje: frente al ele-
vado patriotismo de unos, la acerba crítica a los elementos rojos. Un referente clave en la
acuñación de conceptos, convertidos en códigos aceptados. Nos alertan sobre la existen-
cia de una extensa red de servicios de información. Apuntan a la trascendencia de aquel
Estado policial, donde todas las instancias ofrecían informes y contrainformes: Desde los
servicios de inteligencia a la Falange, a la Guardia Civil, la Policía y los Ayuntamientos.
Unos y otros hicieron un uso político de lo privado.
El edificio de la justicia militar se nos ofrece entero. Desde el primer interrogatorio
a la sentencia y los recursos posteriores. A su través conocemos el papel de sus tribunales
como depositarios de la verdad rectora, como transmisores de ideología de la sinrazón
golpista. Un entramado teórico para clasificar a los enemigos, distinguiendo entre adhe-
sión y auxilio a la rebelión.
242 • Pedro M.ª Egea Bruno

De principio a fin los juicios eran una farsa, dada la indefensión de los encausados.
El tribunal imponía la pena que consideraba oportuna, al margen de la petición fiscal y
las razones de la defensa. En las sentencias mediaba el factor humano: la composición
de los consejos de guerra, el grado de resentimiento de sus miembros con respecto a los
vencidos y todo lo que significaban, o los deseos de hacer méritos de la mejor forma que
sabían en aquel orden opresor. Los fallos eran inapelables. Los auditores respaldaban las
decisiones adoptadas. La falta de uniformidad en las sentencias se quiso corregir con la
Comisiones de Examen de Penas, a la que se llegaba tras un largo peregrinar de instan-
cias y alzadas. Detrás latía el sentido ejemplarizante de los dictámenes. Si Espa salió de la
cárcel fue por la magnanimidad del Caudillo.
Los quintacolumnistas estuvieron lejos de entender el trato recibido. Se habían
jugado la vida por el bando contrario. La suerte de la República hubiera sido otra de
haber actuado lealmente. Apenas cumplieron las condenas y fueron colocados en empre-
sas estatales, pero la mayoría perdió su carrera militar. Fueron aceptados en la sociedad
triunfante, en las cofradías de Semana Santa, que representaban un poderoso grupo de
presión respaldado por el Ejército y la Marina.
Ni la Ley de Amnistía de 1976 declaró ilegales los procedimientos judiciales a que
fueron sometidos. Una demanda que sigue postergada en la actualidad. Pero esa es
otra historia. En el orden personal quedaron para siempre en ese territorio indefinido
derivado de su doble condición de vencedores y vencidos. Extraviados de por vida en la
encrucijada de 1936.
Arturo Espa Ruiz • 243

ÍNDICE DE FUENTES

Fuentes inéditas

I. ARCHIVO DEL AUTOR


1. Información referente a lo ocurrido en Cartagena en los días 4, 5, 6, 7 de marzo
y siguientes de 1939; sucesos en los que tomó parte el comandante de E.M.
don Manuel Lombardero y Vicente, que suscribe. Mayo de 1939.

II. ARCHIVO FUNDACIÓN PABLO IGLESIAS


1. AH-5-19. Correspondencia con la Agrupación Socialista de Cartagena (06-11-
1935 / 12-01-1939)
2. AH-50-33. Correspondencia con Indalecio Prieto, ministro de Marina y Aire.
Valencia, 21-01-1937 / 25-04-1937.
3. AH-70-26. Informe de la visita efectuada a Cartagena por los ministros de Jus-
ticia, Instrucción Pública y sin cartera, González Peña, Blanco y Bilbao, respecti-
vamente (Madrid, 20 de febrero de 1939).
4. AH-71-12. Telegramas cruzados entre el Ministerio de Defensa Nacional y
Gobierno Civil de Murcia sobre la sublevación de la Base naval de Cartagena.
Marzo de 1939.
5. Archivo Amaro del Rosal. CAÑAS, E., Notas históricas sobre los últimos momen-
tos de la guerra civil de España, consignadas por un testigo presencial, París,
marzo de 1948, texto mecanografiado. 352-3.
6. Archivo César Zayuelos 184-22. César ZAYUELOS MORENO, Memoria: La polí-
tica en la Marina de Guerra. Once informes sobre lo que fue y como se pro-
cedió en la Marina de Guerra de la República. Estudios técnicos, informes de
actividades de la Flota. La política comunista y de los demás políticos en la
Flota.
244 • Pedro M.ª Egea Bruno

III. ARCHIVO GENERAL DE LA MARINA ÁLVARO DE BAZÁN


1. Servicio Histórico del Estado Mayor de la Armada [SHEMA] 10398. Levanta-
miento de Cartagena. 1939.

IV. ARCHIVO GENERAL DE LA REGIÓN DE MURCIA


1. Prisiones, 49792/6. Expediente procesal de Manuel Chillón Cabrera, 1937-1938,
(s.f.).

V. ARCHIVO GENERAL E HISTÓRICO DE DEFENSA


1. Procedimiento sumarísimo ordinario nº. 451. Leg. 5824. Procesado Carlos Ber-
nal García.

VI. ARCHIVO GENERAL MILITAR DE ÁLAVA


1. Expediente informativo de la red “Hataca”. I. C.2872,1.
2. C. 2602.128. Orden general nº. 23 del Cuerpo de Ejército de Navarra dando
normas total ocupación de la zona asignada en la provincia de Murcia, 1 de abril
de 1939.
3. C.1516.62. Prisioneros. Relaciones nominales y numéricas, altas y bajas en cam-
pos de concentración de Murcia y su provincia. Abril de 1939.

VII. ARCHIVO GENERAL MILITAR DE SEGOVIA


1. Sección 1ª. Legajo E-1.286. Regimiento de Artillería de Costa nº 3 Copia de la
Hoja Matriz de Servicios de Arturo Espa Ruiz.

VIII. ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL (MADRID)


1. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.065. Exp. 18. Cartagena
(Murcia).
2. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda
de Murcia. Del Alzamiento Nacional. Antecedentes, Ejército Rojo y Liberación,
fol. 117.
3. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 2. Pieza tercera de
Murcia. Cárceles y sacas. Prisión de partido de Cartagena. Relación de reclusos
de esta prisión desde el 19 de julio de 1936 al 29 de marzo de 1939.
4. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 4. Pieza quinta de
Murcia. Justicia roja.
5. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.068. Exp. 4. Pieza décima
de Murcia. Persecución religiosa.
Arturo Espa Ruiz • 245

6. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.161. Exp. 2. Pieza quinta de
Almería. Justicia roja
7. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.568, Exp. 6. Trozo tercero
de la pieza principal del sumario del Juez Especial Juan José González de la
Calle, magistrado del Tribunal Supremo, por la explosión del acorazado Jaime I.
8. Margarita Nelken Mansberger. Correspondencia de la Asociación de Militares
Profesionales Republicanos Españoles a Margarita Nelken. Diversos-Títulos-
Familias, 3233, N. 152.
9. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº
910/937 instruido contra Batallón Triana de la 23 Brigada (y ciento cincuenta y
seis más), por abandono del servicio, desobediencia y negligencia.
10. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº
910 instruido contra Cristóbal Hernández Peña, Isidoro Martínez García y Tomás
Medrano Izquierdo por el delito de Rebelión Militar.
11. Tribunal Supremo. Reservado. Exp. 23. N. 11. Expediente de indulto nº. 10/1934
del procesado Honorato Atienza Zamora, marinero de la dotación del arsenal
de Cartagena, relativo a la pena de muerte dictada por sentencia del Consejo
de Guerra ordinario de la Sala de Justicia del Arsenal de Cartagena por el delito
de rebelión militar en grado de conspiración durante los sucesos revoluciona-
rios del mes de octubre de 1934.

IX. ARCHIVO HISTÓRICO DEL PARTIDO COMUNISTA DE ESPAÑA


(MADRID)
1. ANTOR, S., Informe al buró político del PCE sobre las industrias de guerra en
Alicante, Pretel, Linares, Cieza y Cartagena, entre junio y julio de 1938, Tesis,
manuscritos y memorias. Sig. 70/1.
2. CONDE PALIÑANES, J., Carta al Partido dirigida al camarada Pinedo (julio,
1966). Tesis, manuscritos y memorias. Sig. 66/17.
3. CHECA, P., Informe sobre los acontecimientos del 1 al 24 de marzo de 1939,
Dirigentes, 7/3.1.4.
4. ESPADAS, M., Informe a los comunistas de la dirección sobre su actuación en la
guerra en la Marina. Tesis, manuscritos y memorias. Sig. 35/1.
5. FARRÉ, R., Apuntes sobre la Junta de Casado en la zona de Levante. Tesis,
manuscritos y memorias. Sig. 35/2.
6. GALÁN, F., Yo no di la orden de refugiarse en Argel a la Flota republicana. Tesis,
manuscritos y memorias. Sig. 35/11.
246 • Pedro M.ª Egea Bruno

7. GALÁN, F., Con la Flota republicana: recuerdos. Tesis, manuscritos y memorias.


Sig. 35/8.
8. GARCÍA, B., Cartagena en el período de nuestra guerra. Tesis, manuscritos y
memorias. Sig. 38/2.
9. GARCÍA, I., Autobiografía. Cartagena 18 de julio (1936). Tesis, manuscritos y
memorias. Sig. 38/6.
10. GARCÍA, Z., Algunos datos característicos sobre Cartagena, Manuscritos, tesis
y memorias, Carpeta 38/1.
11. HERNÁNDEZ, J., Informe sobre el período de dominación de la Junta de Casa-
do, Dirigentes, 35, confidencial.
12. Informe de Francisco Galán sobre su actuación en los días 4 y 5 de marzo como
jefe de la base naval de Cartagena, Tesis, manuscritos y memorias. Sig. 35/9.
13. Informe del C.P. de Murcia. 1939. Documentos PCE. Film XX apartado 241.
14. Informe que presenta al P. Joaquín Rodríguez sobre los hechos ocurridos en
Cartagena durante la sublevación fascista y en los que tomé parte, 18 de mayo
de 1939. Tesis, manuscritos y memorias. Sig. 54/8.
15. Informe sobre la Flota, 15 de agosto de 1938. Tesis, manuscritos y memorias.
Sig. 19/8.
16. PRECIOSO, A., Informe sobre la sublevación en Cartagena, 18 de mayo de
1939. Tesis, manuscritos y memorias. Sig. 50/8.
17. PRECIOSO, A., Relato sobre la guerra de España, Tesis, manuscritos y memo-
rias, Praga, septiembre de 1951, Carpeta 50/9
18. RODRÍGUEZ SIERRA, E., Informe al C.C. del Partido Comunista Español, Moscú,
22 de mayo de 1941. Tesis, manuscritos y memorias. Sig. 56/2.
19. RODRÍGUEZ SIERRA, E., Informe sobre la Marina de Guerra, Manuscritos, tesis y
memorias, 64/7, fol. 14.

X. ARCHIVO MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES (MADRID)


1. Nota reservada y confidencial del Jefe de E.M. de Marina para el Ministro sobre
los resultados de la inspección a la Base naval de Cartagena y otras Bases, la
Flota, el Comisariado, la reorganización del E.M. y otros (11 de mayo de 1938).
Caja RE.149. Carpeta 7. Estado Mayor de la Marina. Pliego 1.
2. Actividades sospechosas del cónsul francés en Cartagena (26 de septiembre de
1938). Caja RE. 99. Carpeta 4.
Arturo Espa Ruiz • 247

XI. ARCHIVO MUNICIPAL DE CARTAGENA


1. Actas Capitulares:
1937
1938
2. Caja 1.309. Orden Público. Año 1939.
3. Caja 1.323. Orden Público. Año 1939.
4. Caja 1.451. Depuración. Juzgado Especial de Funcionarios Civiles. Expediente
de depuración instruido a D. Máximo Conesa Conesa, médico de la Beneficen-
cia Municipal de Cartagena, 17 de diciembre de 1939.
5. Caja 1.668. Exp. 22. Informe del Frente Popular de Izquierdas sobre la manifes-
tación del pueblo de Cartagena del 12 de abril de 1936 [sic].

XII. ARCHIVO NAVAL DE CARTAGENA


1. Caja 826. Sumario Republicano núm. 33. Juzgado Especial de Guardia (adscrito
al Tribunal). Año 1938.
2. Causa 50/1939. Instruida contra el capitán de infantería de Marina Don Vicente
Trigo Sandomingo por el supuesto delito de adhesión a la rebelión
3. Causa 59/1939. Instruida contra el oficial 3º de Artillería de la Armada Manuel
Gómez García.
4. Causa 111/1939. Instruida contra el coronel de Intendencia de la Armada retira-
do José Barbastro Samper
5. Causa 122/1939. Instruida contra el comandante de Infantería de Marina Basilio
Fuentes Serna.
6. Causa 141/1939. Instruida contra el maestre de Radio José Balboa por el
supuesto delito de adhesión a la rebelión.
7. Causa 160/1939. Instruida contra el teniente de Navío Fernando Oliva Llamusí.
8. Causa 162/1942. Causa General de Murcia. Hechos ocurridos en este Departa-
mento antes y durante el Glorioso Alzamiento Nacional.
9. Causa 215/1939. Instruida contra el alférez de navío Federico Vidal y Cubas
10. Causa 249/1939. Instruida contra el capitán de corbeta José Sierra Carmona,
teniente de navío Emilio Rodríguez Lizón, teniente de navío Ramón Guitar de
Virto, alférez de navío Enrique Manera Regueira y teniente de navío José M.ª de
la Puerta Yáñez
11. Causa 250/1939 instruida contra el teniente coronel de Intendencia de la Arma-
da D. José Cabrerizo de la Serna y ocho jefes y oficiales más.
12. Causa 310/1939. Instruida al comandante de Artillería D. Joaquín Pérez Salas.
248 • Pedro M.ª Egea Bruno

13. Causa 385/1939. Instruida contra los tenientes coroneles de Ingenieros de la


Armada D. Pedro Vargas Serrano, D. José Parga Rapa, D. Manuel López Aceve-
do Campoamor y capitán del mismo Cuerpo D. Rafael Crespo Rodríguez.
14. Causa 604/1939. Instruida contra el cabo de 1ª buzo Gregorio García Tomás por
el supuesto delito de adhesión a la rebelión, (s.f).
15. Causa 775/1939. Instruida contra el teniente coronel de Artillería Lorenzo Palla-
rés Cachá, los capitanes Bernardo Llobregat González, y Joaquín Esteban Ciri-
quian y los auxiliares José Argüelles López, Ginés Rueda Ros y José Bernal
Martínez.
16. Causa 867/1939. Instruida contra el comandante de Intendencia de la Armada
D. José Sicilia Mendo y siete jefes y oficiales más
17. Causa 893/1939. Instruida contra el teniente coronel Marcos Navarro Moreno,
comandante de Artillería
18. Causa 894/1939. Instruida contra el capitán de Artillería Arturo Espa Ruiz.
19. Causa 1.192/1939. Instruida contra el alférez de navío de la armada Don Carlos
Esteban Hernández.
20. Causa 7.055/1939. Instruida contra el sargento de Artillería Paulino Benito
Miguel.
21. Causa 2-9.760/1962. Instruida contra Marcial Morales Martínez.
22. DP. 335. Manuel Lombardero Vicente.
23. SIP. Caja 12. Exp. 994. Alberto Calderón Martínez.
24. SIP. Caja 21, Exp. 1.729. Frutos Fernández Serrano.
25. SIP. Caja. 22. Exp. 1.842. Basilio Fuentes Serna.
26. SIP. Caja 32. Exp. 2.618. Antonio González de Guzmán.
27. SIP. Caja 36. Exp. 2.959. Lorenzo Pallarés Cachá.
28. SIP. Caja 64. Exp. 5.328. Fernando Oliva Llamusí.
29. SIP. Exp. 4.805. Vicente Trigo Sandomingo.

XIII. ARCHIVO NAVAL DEL CANTÁBRICO (FERROL)


1. Causa 1. 189/1939. 2º rollo
2. Causa 1.189/1939. 4º rollo.
Arturo Espa Ruiz • 249

XIV. CENTRO DOCUMENTAL DE LA MEMORIA HISTÓRICA


(SALAMANCA)
1. Archivo de Bruno Alonso González. Correspondencia con Indalecio Prieto
(1937-1938).
2. Archivo de Bruno Alonso González. Informe del Comisario General de la Flota
Republicana y Base naval Principal de Cartagena, dirigido al Ministro de Defen-
sa Nacional (1937).
3. Archivo de Bruno Alonso González. Informes del comisario de las flotillas de
destructores (1939).
4. Archivo de Bruno Alonso González. Manifiestos de internados en el campo
de acogida de marinos republicanos españoles de Meheri-Zelbeus, Maknassy
(Túnez), relativos a la actuación de la Flota Republicana y su comisario general
Bruno Alonso (12-07; 07-08 y 22-08-1939).
5. Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Juzgado
Nº 2. Exp. 41. Leg. 325. Sumario 29/42. Procedimiento del Tribunal nº 2.665.
Calixto Molina López.
6. Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo Sumario
1148-44 contra Mamerto Melgarejo Cánovas por delito de masonería. TERMC,
11099 y Masonería B-595.
7. Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Suma-
rio 1001-45 contra Julián Orcajo Vázquez por el delito de masonería. TERMC,
15092.

XV. FUNDACIÓN DE ESTUDIOS LIBERTARIOS ANSELMO LORENZO


(MADRID)
1. Inventario Ámsterdam. Archivo del Comité Nacional CNT. 33 D. 2.2. Informe
sobre la Marina en Cartagena titulado Suicidio voluntario. Agosto 1938.
2. Inventario Ámsterdam. Archivo de la Sección Nacional de Coordinación y Servi-
cio de Información Exterior. 005G. Situación General del Cuerpo de la Armada
y de la Subsecretaría de Marina.
250 • Pedro M.ª Egea Bruno

Fuentes Hemerográficas
1. ABC (Madrid)
1930
1936
1959
1964
1976

2. ABC (Sevilla)
1964
1976

3. Armada, La (Cartagena)
1937
1938
1939

4. Boletín Oficial del Estado


1938
1939
1940
1946
1957
1960
1963
1964
1966

5. Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España


1936

6. Cartagena Ilustrada
1926
Arturo Espa Ruiz • 251

7. Cartagena Nueva
1926
1927
1933
1936
1937
1938
1939

8. Correspondencia de España, La
1885

9. Diario Oficial del Ministerio de la Guerra


1936

10. Eco de Cartagena, El


1924

11. Época, La (Madrid)


1936

12. Gaceta de Madrid


1890
1924
1931
1932
1934
1935
1936

13. Gaceta de la República


1936
1937
1938
252 • Pedro M.ª Egea Bruno

14. Levante Agrario (Murcia)


1931

15. Libertad, La (Madrid)


1939

16. Línea Nacional Sindicalista (Murcia)


1939
1948

17. Midi Syndicaliste, Le. Organe de l’Union Départamentale dés Syndicats des
Bouches-du-Rhône (Marseille)
1936

18. Milicia Popular, Diario del 5º Regimiento de Milicias Populares (Madrid)


1936

19. Noticiero, El (Cartagena)


1934
1936
1940
1942
1944
1945
1946
1948
1949
1955
1964
1970

20. Nuestra Lucha (Murcia)


1936
1939
Arturo Espa Ruiz • 253

21. Porvenir, El (Cartagena)


1919
1921
1924
1926

22. Semana Santa en Cartagena


1944

23. Socialista, El (Madrid)


1934

24. Tierra, La (Cartagena)


1931
1934
1936

25. Vanguardia Española, La (Barcelona)


1939

26. Venceremos (Cartagena)


1937

27. Verdad, La (Murcia)


1934

Fuentes orales
Entrevista a Pedro Marín Sevilla. Cartagena, 24 de mayo de 2007.
Arturo Espa Ruiz • 255

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ÍNDICE DE ILUSTRACIONES

Pág.

1. Arturo Espa Ruiz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27


2. Firma de Arturo Espa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
3. Hoja de servicios de Arturo Espa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
4. Cartagena: Base Naval Principal de la República . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
5. Alcalá-Zamora y Juan Cervera (Cartagena, abril de 1932) . . . . . . . . . . . 38
6. Instalaciones militares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
7. El general José López-Pinto (Cartagena, abril de 1939) . . . . . . . . . . . . . 41
8. Manifestación del 20 de febrero de 1936 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
9. Regimiento de Artillería. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
10. Una de las baterías de costa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
11. Despliegue artillero de la costa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
12. La marcha a los frentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
13. Capitanía de la Base. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
14. Sello del SIM. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
15. Organigrama de la Quinta Columna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
16. Cañón Vickers de 38/45 (Batería de las Cenizas). . . . . . . . . . . . . . . . . . 120
17. Piezas Vickers de 15 pulgadas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
18. Efectos de los bombardeos sobre la ciudad: Plaza del Risueño. . . . . . 135
19. Bombardeo sobre la Escuadra republicana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
20. Bruno Alonso y Miguel Buiza. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
21. La Flota: cuatro mil hombres armados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164
22. Bombardeo 5 de marzo de 1939 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166
23. La huida de la Escuadra: 5 de marzo de 1939. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170
24. Edificio de Capitanía de la Base (7 de marzo de 1939). . . . . . . . . . . . . 178
25. Castillo de Olite . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194
272 • Pedro M.ª Egea Bruno

26. Batería de La Parajola. Al fondo la isla de Escombreras . . . . . . . . . . . . 196


27. Mari Carmen Hevia junto al monumento a las bajas del Castillo de Olite. 199
28. Permiso concedido a Espa por Pérez Salas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207
29. Certificado de Fernando López-Cantí . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 212
30. La gloria efímera de la Quinta Columna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214
31. La IV División Navarra ocupa Cartagena (31 de marzo de 1939) . . . . . 216
32. Consejo de guerra de Arturo Espa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 218
33. Aval de Antonio Bermejo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 220
34. Aval de Pedro Aguilar, cura castrense . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 220
35. Aval de Falange . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221
36. Telegrama de López-Pinto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 222
37. Profesorado del Colegio Hispania. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 232
38. Esquela de Arturo Espa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235

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