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CAPITULO I:
INTRODUCCION
1. ¿Que es Administración?
1.1.- Sentido de uso común: acción de dirección o gestión de negocios que pueden ser
propios o ajenos, de suerte que la palabra Administración no está reservada al derecho,
sino también al campo económico.
1.2.- Sentido etimológico: Etimológicamente la palabra Administración viene del latín "at"
que significa a y "ministrare" servir, de manera que significa la "acción de servir a".
1.3- Sentido jurídico: Acción destinada a satisfacer ciertos intereses o fines. Por ejemplo,
la Administración de una sociedad comercial o de una corporación que satisface intereses
particulares, el primero de lucro, el segundo de beneficencia. Otro caso, la Administración
de la sociedad conyugal.
Pero en un sentido técnico jurídico del Derecho Público, esta palabra tiene un
significado más restringido, pues para nosotros la expresión Administración dice relación
con la acción o actividad que desarrollan determinados órganos del Estado y que está
dirigida a satisfacer intereses comunes de la colectividad, o sea, intereses generales que
afectan en mayor o menor medida a todos los integrantes de la comunidad nacional. Esta
definición se desprende del Art. 1° de la CPR
Art. 1º: "...El Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover
el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que
permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor
realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantías
que esta Constitución establece..."
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empresa, etc. Este es un tema que puede desarrollarse latamente, pero sus diferencias
más notorias estriban en dos aspectos fundamentales:
b) Los medios o instrumentos jurídicos de los que se valen para el logro de esos fines.
a) De la función legislativa
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- Es una función netamente intelectual: En cambio en la Administración esto no ocurre,
pues su acción es concreta, es objetivamente perceptible.
b) De la función jurisdiccional
Los jueces conocen las controversias entre particulares y declaran derechos. Por lo
que su función se proyecta hacia el pasado. Además la función jurisdiccional, generalmente
requiere el ejercicio de una acción privada, en cambio en materia administrativa, el Estado
no puede esperar que los particulares accionen, por tanto la regla general es que la
Administración actúe de oficio. Por otro lado la ley en función jurisdiccional determina quien
de dos actores tiene la razón, en cambio la Administración juega un papel dual: por una
parte es el instrumento jurídico que emplea para lograr su cometido, y por otro es la ley la
que el otorga poder, le da instrumentos y le pone los límites a su ejercicio, pues en el
Derecho Público no puede hacerse más de lo que está permitido por la ley (Art. 7 CPR). En
cambio en la función jurisdiccional rige el principio de la inexcusabilidad, en virtud del cual
aun a falta de ley el juez debe zanjar la controversia.
3. Gobernar y Administrar
Esta materia tiene una connotación consistente en que cuando actúan los órganos
de la Administración, están en condiciones de poder provocar perjuicios, y también es
posible que las autoridades que ejercen esta función cometan ilegalidades. Entonces es
posible recurrir a tribunales para impugnarlos, no así con los actos de gobierno, aun cuando
esto último es discutible. ello por cuanto la doctrina y derecho comparado sostiene hoy que
todos los actos emanados de la Autoridad (sean de gobierno o meramente
administrativos) son justiciables y por ende, son objeto de control jurisdiccional. Ello en
la medida que vinculen cuestiones jurídicas y no aspectos de mera conveniencia y
oportunidad política. Hoy se exige que la Autoridad señale expresamente los motivos que
lo llevan a tomar una decisión, sea o no de contenido político, y si dichos motivos esgrimidos
no corresponden a la realidad de los hechos, o son incoherentes o inconsistentes, o bien
son desproporcionados o arbitrarios, en suma, no hay razonabilidad en la decisión, aquella
eventualmente puede ser tachada de ilegal o arbitraria (tema discutible hoy en el Derecho
Comparado).
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criterios de conveniencia u oportunidad política, esto es, sobre materias de orden
gubernativo o de alta dirección pública. (Como puede verse una definición un tanto
tautológica y de difícil conceptualización, pero no es posible aclara más sobre el tema).
En España, influida por la doctrina Francesa, se estableció la teoría del móvil político
a través de la larga vigencia de una ley dictada en dicho país. Sin embargo, la
jurisprudencia comenzó todo un proceso de reducción del concepto hasta su franca
retirada, abandonado la vieja categoría de los actos de gobierno para situarse en la técnica
del “derecho universal al juez”6. Sin embargo el tema en aquel país no es claro. Así Mozo
Seoane indica que la mayoría de los autores admite la existencia de unos actos políticos,
distintos de los administrativos. Sin embargo indica que los administrativistas españoles
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muestran sus reticencias, e incluso, niegan el acto político, queriendo en realidad, decir que
no deben haber actos administrativos que goce de inmunidad judicial amparándose en su
calificación como supuestamente políticos, y obviamente, así debe ser; la unanimidad es
absoluta a la hora de reducir al máximo su categoría, pero difícil resulta escapar a su
reconocimiento. Finalmente se ha postulado que en el Derecho Administrativo no hay actos
políticos, ya que estos pertenecen al ámbito del Derecho Constitucional. En todo caso, ante
la verdadera imposibilidad de trazar nítidamente la frontera del acto político con el puro acto
administrativo, no queda otra salida que dejar en manos de los jueces su concreta
delimitación7. También se ha postulado en esta materia el principio de la neutralidad política
de la Administración y la neutralidad administrativa del Gobierno: la eficacia indiferente8.
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a que el derecho (y el control judicial) puede englobar la totalidad de la actividad de poder
político estatal; quebrando definitivamente el principio de separación de poderes y la lírica
del «checks and balance» en la limitación y equilibrio de poder”13.
Con todo, a juicio del profesor Huepe, el problema acerca de la posibilidad del control
del acto de gobierno, más que de tratarse de si es un acto reglado o discrecional, es un
problema de competencia del órgano para revisarlo. Así, el problema que plantee un acto
legislativo no es de competencia de un tribunal ordinario para su control y corrección jurídica
(en nuestro sistema al menos, con algunas discusiones)14 sino que del Tribunal
Constitucional; el acto emanado de un tribunal (acto jurisdiccional) será controlado por el
tribunal superior del que lo dictó; el acto administrativo, sea reglado discrecional, será objeto
de control jurídico administrativo o jurisdiccional, en tanto que el “acto de gobierno”,
entendido como un acto político, será objeto de un control político, y no jurídico porque el
órgano jurisdiccional no está para resolver controversias políticas, salvo que dicho acto
genere un conflicto de relevancia jurídica, que entonces activará la competencia del órgano
de control jurisdiccional. El tema es complejo.
En todo caso, en Chile existe un control jurídico pleno de los actos de la Administración. A
este respecto deben tenerse en consideración los artículos 6° y 7° de la CPR, en armonía
con los artículos 2° y 53 de la LOCBGAE y 11° inciso 2° y 41 inciso 4° de la LPBA que
estudiaremos más adelante. Sólo decir por ahora y como resumen en aplicación de estas
normas que:
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2.- Se destaca que este control es “jurídico” por lo que se descarta un control de mérito
oportunidad o conveniencia del acto, destacando que cuando se trata de controlar el acto
administrativo, la aplicación del principio jurídico de la razonabilidad constituye el eje central
para la configuración de los límites de la actividad administrativa, , así como sus derivados
de la racionalidad y proporcionalidad, todo ello con el fin de determinar si el motivo de un
acto administrativo puede ser calificado de “infundado” por irrazonable, irracional o
desproporcionado, teniendo presente que, de acuerdo al artículo 41 inciso 4° de la ley
19.880 las resoluciones contendrán la decisión, que será “fundada”; el artículo 11 inciso 2°
se refiere a la motivación del acto y el artículo 53 a la razonabilidad e imparcialidad del
mismo.
3.- Finalmente, los fundamentos normativos para justificar el control jurídico pleno de la
Administración descansan en el sometimiento de la Administración al Derecho, la
prohibición de la arbitrariedad y la consagración de la razonabilidad de las decisiones
administrativas que deben ser fundadas y motivadas, establecido todo ello en los artículos
6º, 7º, 19 Nº 2 inciso 2º de la CPR (que consagra la iguadad ante la ley y prohibición de
discriminaciones arbitrarias) y artículos 2º, 53 de la LOCBGAE y 11 inciso 2º y 41 inciso 4º
de la LBPA principalmente.
6. Administración y Derecho
La Administración está vinculada con el Derecho. No cabe ninguna duda que si hay
una organización jerarquizada donde hay órganos y personas que deben actuar en pro del
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bien común, deben existir normas obligatorias por las cuales se regule el funcionamiento
de estos órganos y personas, y estas por tanto deben ser normas de derecho.
Podemos decir que se han concebido dos sistemas para determinar el derecho
aplicable a la Administración: un sistema es el llamado "insular", que es el sistema
imperante en Inglaterra, conforme al cual los órganos de la Administración están sometidos
a las normas del derecho común.
Después de la Revolución francesa empieza a formarse en el continente un derecho
especial, una rama independiente del derecho común, que es la que regula la
Administración y sus relaciones con los administrados. Este es el derecho que nosotros
conocemos y que inspira la ley 18.575, denominado sistema "continental".
“Es aquella rama del Derecho Público consistente en un conjunto de principios y normas
jurídicas que regulan la organización y funcionamiento de la Administración Pública así
como sus relaciones jurídicas con los particulares o administrados, teniendo como finalidad
satisfacer necesidades de interés general.”
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d) Es un Derecho Jurisprudencial
Los jueces han tenido que buscar sendas de justicia y lo han hecho a través de sus
fallos. De esta forma tiene cierta relación con el derecho pretoriano, los tribunales son
creadores de derecho.
Esto es bueno y es malo. Pues si está en la jurisprudencia la decisión del juez no
necesariamente va a repetirse en el fallo siguiente, por lo que le da cierto dinamismo a las
soluciones de las controversias lo que podría ser bueno, pero al mismo tiempo puede
generar incerteza jurídica y surge todo el conflicto relativo a un posible activismo judicial o
sustitución de la actividad administrativa que corresponde a la Administración, por parte de
los jueces. Cabe destacar que se hace referencia tanto a una jurisprudencia judicial como
administrativa. La gran fuente de jurisprudencia administrativa en chile es la Contraloría
General de la República.
1.- Es Derecho Público, al regular las Administraciones Públicas que personifican al Estado
en la satisfacción de las necesidades públicas.
3.- Su ánimo es ser un Derecho común, esto es, una rama jurídica que regule con vocación
de integridad toda la actividad de las Administraciones Públicas y no sólo algunos sectores
o instituciones. Así se advierte por ejemplo, como el Derecho Laboral no es un Derecho
común, en la medida en que no tiene una vocación de complitud en la regulación de las
relaciones e instituciones jurídicas de los sujetos a los que va destinado, sino un Derecho
especial, como el Derecho Mercantil, cuyas lagunas, en aquellos aspectos por ellos no
regulados, se integran por el Derecho Civil. Del mismo modo, el Derecho Penal Militar no
es un Derecho común sino un Derecho Penal especial. Este rasgo del Derecho
Administrativo tiene dos principales consecuencias:
3.1.- Todas las instituciones y técnicas de los Derechos comunes sufren modulaciones y
adaptaciones cuando inciden sobre sujetos administrativos. Así por ejemplo, las
instituciones comunes de la responsabilidad, los contratos, las sanciones, la propiedad,
(que podrían ser por ejemplo, la responsabilidad civil, contratos civiles, sanciones civiles,
propiedad privada) dan lugar en el ámbito administrativo a la responsabilidad administrativa,
los contratos administrativos, las sanciones administrativas, las propiedades públicas. Es
decir, las instituciones del Derecho Civil son morigeradas o alteradas por el Derecho
Administrativo estatutario.
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3.2.- Las lagunas del Derecho Administrativo no se integran con los preceptos de ningún
otro Derecho, por lo que no regiría en este ámbito la regla de supletoriedad del Derecho
Civil como Derecho Común. Es el propio del Derecho Administrativo quien tiene la
capacidad de autointegración de sus lagunas conforme a principios propios. No obstante,
es preciso aclarar que las normas administrativas acuden en ciertos casos al Derecho
privado para la integración de sus lagunas, tal y como sucede singularmente en materia
contractual.
En Francia hubo una serie de posturas sobre la diferenciación del derecho privado
común. Para algunos autores la gran diferencia es la noción de servicio público. A
comienzos del siglo XX empiezan a surgir las ideas de tipo socialista, donde el Estado es
el gran prestador de servicios, para cuya satisfacción comienzan a surgir una serie de
entidades, lo que desde el punto de vista orgánico se llamó el servicio público. Se llegó
a decir incluso que el Estado es un conjunto de servicios públicos organizados, y todo lo
que concierne a los servicios públicos está reglado por el Derecho Administrativo. Sin
embargo con el curso del tiempo se advirtió que esta noción no es tan precisa, pues muchas
veces las necesidades públicas son cubiertas por órganos que no son del Estado
(bomberos), de suerte que si todo lo que concierne a la prestación de servicios a la
comunidad no es estatal, empieza a fallar esta postura. Por otra parte, no toda actividad
que emana de un órgano de la Administración es necesariamente Derecho Administrativo
(por ejemplo, un órgano administrativo celebra un contrato de arrendamiento del derecho
privado con un particular).
Entonces, aparecen otras doctrinas como la teoría de los intereses generales, que
también falla por las razones antes mencionadas (ya que hay muchas entidades privadas
que satisfacen intereses públicos tales como salud, educación o previsión, y no por eso es
actividad administrativa o son entes administrativos).
Otros dicen que la gran diferencia del Derecho Común con el Derecho Administrativo
es el poder Público. Pero hay acciones del Estado que no están investidas de poder
público, por ejemplo cuando el Estado contrata con particulares. De tal modo que si bien la
noción de poder público es importante no es la gran distinción entre esta rama del derecho
y su tronco.
Por otra parte, un elemento característico es que siempre una de las partes
involucradas es un órgano de la Administración Pública. (Ya sea actuando
directamente o delegando su potestad).
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Además útil es recordar que los órganos de la Administración solo pueden actuar
cuando hayan sido investido previamente por la ley de las potestades correspondientes.
Por todo esto, a la definición que hemos dado podemos agregar que las normas de
este derecho se caracterizan, en relación a las del Derecho Privado, por otorgar a la
Administración prerrogativas que no tienen equivalente en las relaciones privadas y, por
otra parte, estas normas le imponen a los órganos públicos limitaciones a su libertad de
acción.
1) El Derecho Administrativo regula las relaciones entre los particulares y algún órgano de
la Administración de Estado o las relaciones entre dos o más órganos de la
Administración del Estado entre sí. En cambio la Administración privada regula las
relaciones de las partes entre si.
2) El objeto inmediato de la Administración privada es el interés particular de sus
intervinientes en su condición de partes. En cambio el objeto inmediato de la
Administración del Estado es la satisfacción del interés publico o general.
3) En el campo de la Administración privada las personas se encuentran en un plano de
igualdad jurídica. En cambio en el campo de la Administración del Estado, los órganos
que ejercen esta actividad, disponen de prerrogativas especiales en relación con los
particulares, que les permite actuar sobre la voluntad de ellos, sin consultarles, e incluso
en contra de sus intereses, actuando válidamente y unilateralmente no obstante ello, en
la generalidad de los casos. Teniendo como limite el principio de la legalidad.
4) En la Administración privada las personas naturales o jurídicas pueden realizar todos los
actos que deseen, aun cuando los perjudiquen, con la condición de no contravenir la ley.
En cambio en la Administración Pública solo se permite a los órganos hacer aquellos
que se encuentra expresamente autorizado por la ley.
5) En el campo de la Administración privada los particulares pueden por regla general
renunciar al ejercicio de sus derechos. En cambio en el campo de la Administración
publica los derechos de los órganos son irrenunciables, salvo que la ley autorice
expresamente la renuncia.
6) En el campo de la Administración privada el particular que vea lesionado, postergado o
incumplido sus derechos debe necesariamente recurrir a los tribunales de justicia para
obtener la satisfacción de este derecho, pero no es el particular el que declara y ejecuta
este derecho. En cambio, en el campo de la Administración publica es la propia
Administración la que declara y ejecuta, unilateralmente, sus derechos e incluso puede
obtener su cumplimiento forzado con el auxilio de la fuerza publica.
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la realice una persona natural, la responsabilidad es siempre del Estado. Por tanto toda
acción administrativa supone necesariamente la intervención de una persona jurídica.
En general todo el derecho, desde sus inicios le atribuye la calidad de sujeto de
derechos a la persona natural. Conforme a determinas culturas esto varía, como por
ejemplo el caso de los esclavos, pero en general es así. Además de este sujeto de derechos
existen ciertos entes que se configuran por la conjunción de voluntades de varias personas
y que actúan en el campo del derecho y están reconocidos por este, ellas son las personas
jurídicas, denominación que trata de poner el acento en que esta persona tiene su origen
en el derecho y no en la naturaleza.
Se discutió en su tiempo si las personas jurídicas son una realidad o una ficción. En
nuestro derecho las personas jurídicas son entes ficticios, así lo dice la ley.
Estas personas jurídicas pueden ser de dos naturalezas: son personas jurídicas de
Derecho Privado o lo son de Derecho Público. El código civil chileno establece esta
diferencia de forma muy clara en su Art. 547.
Art. 547 inciso 2º "Tampoco se extienden las disposiciones de este título a las
corporaciones o fundaciones de Derecho Público, como la nación, el fisco, las
municipalidades, las iglesias, las comunidades religiosas, y los establecimientos que
se costean con fondos del erario: estas corporaciones y fundaciones se rigen por
leyes y reglamentos especiales"
La primera cuestión que hay que analizar es si el Estado en sí mismo es una persona
jurídica de Derecho Público. La doctrina ius publicista se preocupó, a comienzos de siglo
pasado, de analizar este tema. Sobre esta materia ha habido en la doctrina diversas
posturas: una de ellas señala que el Estado es un sujeto de derecho al margen de cualquier
consideración relativa a su existencia como persona jurídica. Es decir, el Estado existe y no
es necesario atribuirle personalidad jurídica alguna, es un sujeto de derecho por
antonomasia. Dicen que eso es así porque la personalidad jurídica es una ficción del
legislador, y luego se preguntan: ¿cómo el legislador va a crear la persona jurídica Estado
si este es anterior al primero?
Otros tienen una postura distinta y dicen que hay que distinguir entre los órganos
que regulan la Administración del Estado y los que regulan su funcionamiento. En los casos
en que los órganos actúan con poder público no requieren de personalidad jurídica, en
cambio si el Estado actúa en la esfera de los intereses patrimoniales, como si fuera un
particular, allí queda sometido a las normas del derecho común y por consiguiente para ser
sujeto del derecho común es indispensable que tenga la calidad de persona jurídica. De
esta postura doctrinaria se deriva la confusión entre Estado y fisco, la mal llamada "doble
personalidad del Estado".
Otra posición, también doctrinaria, señala que el Estado tiene una personalidad
jurídica única y que como tal puede desenvolverse tanto en el campo del Derecho Público
como del privado. Esta es la doctrina que hoy en día se acepta. Osea que el Estado con o
sin poder público es una sola persona jurídica, son solo manifestaciones distintas.
Además del Estado existen otras personas jurídicas de Derecho Público. La
complejidad del Estado implica que deban existir organismos especializados para cumplir
con fines que no pueden ser satisfechos por él, de esta forma la ley empieza a crear órganos
que tienen una personalidad y un patrimonio distinto a el Estado mismo. Estas personas
jurídicas las llamamos "personas jurídicas menores", y en la nomenclatura técnico jurídica,
se denominan "personas administrativas", "órganos personificados" u "órganos
descentralizados".
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De manera que abundando en la definición de Administración, podemos decir que
la Administración Pública, está configurada por el Estado mismo y el conjunto de personas
administrativas menores que realizan la función administrativa.
El código civil chileno fue uno de los primeros en regular a las personas jurídicas en
su título XXXIII, que en su Art. 547 dice: "tampoco se extienden las disposiciones de este
título a la personas jurídicas de Derecho Público". Cuando Bello escribió esta norma no
tuvo por objetivo enumerar las personas jurídicas de Derecho Público existentes, lo que
quiso no es más que abstraer de la aplicación de estas normas a estas entidades. De suerte
que no podemos decir cuales son las personas jurídicas Derecho Público en Chile, ello lo
podemos inferir de distintos cuerpos normativos.
De suerte que la Administración se compone del Estado y estas diversas entidades
de Derecho Público.
a) Actividad de Policía
b) Actividad de Servicio Público
c) Actividad de Fomento
d) Actividad de Gestión Económica
El Art. 1° de la constitución gira en torno a la frase "bien común", término que debe
ser precisado. Es un concepto evidentemente genérico pero tiene en mente el bien de cada
uno de los miembros de la comunidad.
La acción de policía está orientada a lograr el equilibrio, esta armonía entre la
libertad individual y el bien común. En el fondo la actividad de policía se ejercita como una
limitación a ese valor jurídico que es la libertad individual, para posibilitar el logro de otro
valor jurídico que es el bien común expresado en un interés común. Osea la actividad de
policía irá dirigido fundamentalmente a la libertad con el objeto de hacerla conjugar con el
interés común.
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Normalmente esta actividad está regulada por ciertos conceptos llamados
"conceptos jurídicos indeterminados" que otros denominan "conceptos jurídicos elásticos",
tales como el bien común, la utilidad pública, la seguridad pública, la salubridad pública, el
orden público, la tranquilidad pública, el bien público y la moralidad pública.
Recurrentemente las leyes que limitan el ejercicio de libertades personales lo hacen en
función de alguno de estos conceptos, que no son propios del Derecho Público.
De manera que en un sentido jurídico el término "policía", en materia administrativa,
implica el conjunto de prerrogativas de que dispone el Estado para limitar la libertad de los
gobernados en beneficio del interés social.
Esta prerrogativa que tiene el Estado puede hacerse, en primer lugar por la propia
constitución, por la ley, y también pueden ser impuestas a través de sus órganos
administrativos.
Art. 155. Para la debida aplicación del presente Código y de sus reglamentos, decretos y
resoluciones del Director General de Salud, la autoridad sanitaria podrá practicar la
inspección y registro de cualquier sitio, edificio, casa, local y lugares de trabajo, sean
públicos o privados.
Cuando se trate de edificio o lugares cerrados, deberá procederse a la entrada y registro
previo decretode allanamiento del Director General de Salud, con el auxilio de la fuerza
pública si fuere necesario.
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2. Función de policía por impuesta por órganos de la Administración
Podría decirse que el orden público está configurado por un conjunto de exigencias
que conforman la disciplina, paz u orden social, o sea, la disciplina que requiere una
sociedad en una época y en un lugar determinado. Este concepto no es estático, sino más
bien socialmente dinámico.
La doctrina se ha preocupado de determinar qué constituye esta disciplina paz u
orden social y ha concordado que los elementos son los siguientes:
La seguridad pública
Se entiende por seguridad pública todo lo que concierne a la prevención de
atentados u accidentes que puedan lesionar a los administrados en su persona o sus
bienes.
La tranquilidad pública
El acto o la acción de policía se traduce en la prevención de desórdenes en lugares
públicos o privados que puedan perturbar la vida normal.
La salubridad pública
Se trata de prevenir riesgos de enfermedades, de que los alimentos que se
expenden estén en condiciones sanitarias excelentes, etc.
La moralidad pública
Lo propio de este elemento es la facultad de intervenir en las expresiones inmorales,
no en el fuero interno del hombre.
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13. Medidas de policía que puede adoptar la Administración
Las normas de policía, cuando son infringidas, son susceptibles de ser sancionadas
vía multa, comisos, clausura, etc. Toda esta facultad de imponer sanciones administrativas
a quienes infrinjan estas normas constituye el "Derecho Penal Administrativo o
Sancionatorio", aunque hoy este concepto “penal” sancionatorio ha sido puesto más en
discusión de tal manera que lo correcto es hablar de “Derecho Administrativo Sancionador”.
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CONAF, el SAG, la SUBTEL, etc. Esta tendencia actual es notoria y probablemente el fin
perseguido por el legislador es no recargar de trabajo a los tribunales de justicia. Esta
potestad se extiende en dos aspectos: la potestad disciplinaria sobre sus propios
funcionarios, y la potestad correctiva sobre los administrados.
Esta materia debemos relacionarla con el Art. 6º de la Constitución:
"Art. 6. Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las
normas dictadas conforme a ella. Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a
los titulares o integrantes de dichos órganos como a toda persona, institución o
grupo. La infracción de esta norma generará las responsabilidades y sanciones que
determine la ley"
Esta disposición nos dice que las normas de la Constitución y todas aquellas
dictadas conforme a ella deben ser acatadas. Si se infringe se incurre en la sanción
correspondiente que señala la ley, es decir, la sanción debe estar expresada en la ley y
no otorgar potestades “en blanco” o generales a la Administración para que termine
aplicando sanciones por reglamento. Sin embargo este tema hoy no es tan categórico
como se verá cuando estudiemos la potestad sancionadora de la Administración.
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17. ¿A quién le corresponde sancionar?
"Art. 76. La facultad de conocer de las causas civiles y criminales, de resolverlas y de hacer
ejecutar lo juzgado, pertenece exclusivamente a los tribunales establecidos por la ley. Ni el
Presidente de la República ni el Congreso pueden, en caso alguno, ejercer funciones
judiciales, avocarse causas pendientes, revisar los fundamentos o contenidos de sus
resoluciones o hacer revivir procesos fenecidos".
En este aspecto podemos ver algunos fallos que se han pronunciado sobre este
tema:
1.- Así en Corporación Nacional del Cobre de Chile - División Codelco Norte c/ Dirección
Regional del Trabajo Antofagasta y otros (Corte Suprema 12-may-2008) la doctrina del
fallo señala que “Toda vez que el acta de constatación de hechos labrada por la Dirección
del Trabajo contra la cual se interpuso recurso de protección, contiene dos decisiones de
evidente sentido jurídico dado que en el caso considera al dueño de la obra empresa o
faena -Codelco- como empleadora de los trabajadores comprendidos en el proceso de
fiscalización, y por la otra, conmina a la corrección de régimen legal fiscalizado para
apercibimiento de ser multada, resulta inconcuso que la autoridad fiscalizadora ha
transgredido la legalidad vigente al pronunciarse con fuerza decisoria respecto de un
asunto cuyo conocimiento, por su contenido controversial, era de la competencia
exclusiva de los órganos jurisdiccionales, debiendo acogerse el recurso incoado”
En esta primera oportunidad el ministro sr. Pierry, si bien concurre al acogimiento
del recurso, sostiene que la razón sería que la calificación errónea de la Inspección del
Trabajo habría vulnerado el derecho de propiedad. (Pero no se pronuncia sobre el carácter
jurisdiccional de la decisión).
2.- Esta doctrina se reitera en “Prunesco con Inspección Provincial del Trabajo Cordillera”
(Corte Suprema 14-04-2008). Aquí la doctrina principal señal que “En el caso, la autoridad
administrativa (Inspección del Trabajo Cordillera) procedió a interpretar jurídicamente los
contratos celebrados por 57 trabajadores con la empresa recurrente. En efecto, el
organismo fiscalizador determinó, por medio de la resolución cuestionada, que los 57
trabajadores de la recurrente no se hallaban impedidos de negociar colectivamente, según
lo dispuesto en el artículo 305 Nº 1 del Código del Trabajo, pese a estar vinculados a su
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empleadora por un “contrato de trabajo para obra o faena transitoria” Lo expuesto pone en
evidencia que la entidad recurrida se excedió del marco de competencia que le fijan los
artículos 474 y siguientes del Código del Trabajo y 23 y siguientes del D.F.L. Nº 2 de
1967 del Ministerio del Trabajo y Previsión Social -ley Orgánica de la Dirección del Trabajo-
incursionando en el ámbito de materias cuyo conocimiento corresponde a los tribunales del
trabajo, acorde con lo establecido en el artículo 420 Nº 2 del Código del ramo De esta
manera ha vulnerado el principio de legalidad que rige la actividad de la Administración,
de acuerdo con los artículos 6 y 7 de la Constitución Política de la República y artículo 2 de
la ley Nº 18.575, Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administración del
Estado, y que obliga a los órganos de ésta a desempeñarse dentro del marco de la
competencia que le asigna el ordenamiento positivo; y con semejante actuación ilegal ha
vulnerado la garantía del Juez natural, contemplada en el artículo 19 Nº 3 inciso 4º de la
Carta Fundamental.(Considerando 5º, 6º, 7º y 8º sentencia Corte Suprema)”.
3.- Finalmente en Cervecería Austral S.A. con Inspección Provincial del Trabajo de Punta
Arenas (Corte Suprema, 25/11/2008) nuevamente se mantiene la doctrina señalada, pero
esta vez, con voto disidente del sr. Pierry. En efecto la decisión de mayoría sostuvo que “I.-
El artículo 2º del Código del Trabajo, junto con reconocer la función social que cumple el
trabajo, otorga al Estado la misión de amparar al trabajador en su derecho a elegir
libremente su empleo y, además, la de velar por el cumplimiento de las normas que regulan
la prestación de los servicios, labor esta última que corresponde cautelar en representación
del Estado a la Dirección del Trabajo Sin embargo, tales facultades deben ejercerse sólo
cuando dicho servicio se encuentre frente a situaciones de infracción a las normas
laborales, o sea, cuando con su actividad de fiscalización se sorprendan ilegalidades
claras, precisas y determinadas; II.- Si la Inspección se pronuncia sobre la estructura
jurídica societaria de dos empresas privadas y la relación existente entre éstas y sus
trabajadores, decidiendo sobre vínculos laborales, dicha decisión no corresponde porque
es una cuestión que se encuentra al margen de las facultades conferidas a la
Inspección del Trabajo, la que debe ser resuelta por la judicatura especial que conoce de
estos asuntos.
Aquí se destaca el voto disidente del ministro sr. Pierry quien manifiesta que lo
resuelto por la Inspección del Trabajo no es actividad jurisdiccional sino que
administrativa al señalar que “La Inspección del Trabajo como la autoridad administrativa,
está facultada para calificar jurídicamente los hechos, siendo esto parte de su actividad
administrativa. En efecto, es precisamente dicha calificación jurídica la que es
indispensable para el ejercicio de esa actividad, en particular para la sanción administrativa,
por lo que, en consecuencia, no existe garantía constitucional alguna que pueda protegerse
por la presente vía, ya que la Inspección del Trabajo de que se trata no ha actuado como
comisión especial sino en el desempeño de una actividad administrativa. La Inspección
del Trabajo carece de titularidad para imponer denuncias ante los tribunales, por lo que al
prohibirle efectuar la calificación jurídica de los hechos por ser una actividad reservada a
los tribunales de justicia, se está despojando de contenido a las normas de protección al
trabajador, ya que ningún órgano de control, sea jurisdiccional o administrativo, llevará a
cabo dicha calificación, y la eventual conducta transgresora de la ley quedará sin sanción,
salvo que sea el propio trabajador afectado el que reclame, lo que en muchos casos resulta
ilusorio”
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partes a la vez. V.g. el SII y los tribunales tributarios (los que hoy tiene el carácter de ser
tribunales independientes de la Administración, ley 20.233).
Como hemos visto, la salubridad pública, es un elemento del orden público, y para
preservar este elemento es indispensable que existan normas que restrinjan ciertas
libertades a muchas personas relacionadas con este medio.
El código sanitario es el DFL N° 725 del 31 de enero de 1968. En este código se
contempla una diversidad de normas, y entre ellas se habla de los procedimientos y
sanciones en el libro X, regulándose el "sumario sanitario", y también se incluye un título
especial referido a las sanciones y medidas sanitarias. De manera que este código
determina que en el caso de que se infrinjan sus normas o su legislación complementaria,
el infractor podrá ser sancionado, y las penas que contemplan son multas de hasta 1000
UTM, clausura, cancelación de autorización de funcionamiento, paralización de obras,
comiso, destrucción y desnaturalización de productos cuando sea procedente. (Artículo
174 del CS) Lo curioso es que las multas son interpuestas en beneficio del mismo Servicio
Nacional de Salud.
El procedimiento ante supuestas infracciones se traduce en lo que se denomina el
"sumario sanitario", que es una investigación de hechos, que puede iniciarse de oficio por
20
la autoridad sanitaria o por denuncia de particulares, y la tramitación de este sumario
depende precisamente de la forma como se inicia.
Si se trata de denuncia hecha por particulares el procedimiento consiste en que la
autoridad sanitaria citará al posible infractor, así como al denunciante, y examinará
separadamente a los testigos y demás medios probatorios que se le presenten, levantando
acta de lo obrado ante dos personas, y se practicará las investigaciones necesarias para el
esclarecimiento de los hechos denunciados (Art. 164) Aquí basta para comprobar la
existencia de la infracción el testimonio de dos personas contestes en el hecho y en sus
circunstancias esenciales. (Art. 166 primera parte)
En segundo término, si se trata de un sumario iniciado de oficio, deberá citarse al
infractor después de levantada el acta respectiva. La persona citada deberá concurrir el día
y horas que se señale, con todos sus medios probatorios. (art. 163) En todo caso, el CS
establece que el acta que haya levantado el inspector sanitario en el momento en que dice
haber comprobado la infracción es suficiente prueba de la existencia de la misma, (art. 166
segunda parte) puesto que el Art. 156 del CS señala que estos funcionarios tienen el
carácter de ministros de fe.
Luego, en el sumario sanitario corresponde al SEREMI respectivo dictar la
resolución correspondiente, es raro que se deje sin efecto al sanción en este procedimiento.
El código sanitario habla de "dictar sentencia", lo que implica atribuirle la calidad de juez.
El CS en su Art. 171 señala que el afectado puede reclamar de la resolución ante la
justicia ordinaria dentro de los cinco días hábiles siguientes a la notificación de la sentencia
(curiosamente se refiere a “sentencia” en un procedimiento administrativo). Este reclamo
llega ante el juez y se tramita en procedimiento sumario. EL CS en esta materia contiene
normas sobre cómo debe actuar el juez que conoce de esta reclamación (171). Conforme
a este precepto el juez debe rechazar la reclamación cuando copulativamente concurran
las siguientes circunstancias: si los hechos que hayan motivado la sanción se encuentran
comprobados en el sumario sanitario, si de acuerdo con las normas que este código señala
tales hechos constituyen una infracción a las leyes o reglamentos sanitarios, y si la sanción
aplicada es la que corresponde a la infracción cometida. Esta última puede ser la forma de
impugnar pues en general en el derecho penal administrativo no existe tipificación. La
interposición de la sanción no suspende el cumplimiento de la resolución recurrida.
La Constitución respecto de esta materia habilita en el Art. 64 al Presidente de la
Repúblida para dictar DFL y precisamente el CS un DFL, pero lo limita estableciendo que
no puede esta habilitación alcanzar materias de "garantías constitucionales", por lo que es
cuestionable la validez de estas infracciones.
Finalmente cabe destacar que la redacción original del artículo 171 del CS exigía al
reclamante, como requisito de admisibilidad del reclamo, “el pago total de la multa”, figura
que en doctrina recibe el nombre de “solve et repete” (paga y después repite) clara
exigencia contraria al acceso a la justicia y la igual protección en el ejercicio de los derechos
de los afectados. Al respecto, esta figura fue objeto de inaplicabilidad por inconstitucional y
así por ejemplo, en “ARCO ARQUITECTURA Y CONSTRUCCIÓN LIMITADA CON
SECRETARÍAREGIONAL MINISTERIAL DE SALUD DE VALPARAÍSO” (T.C 27 de enero
de 2009) e señaló lo siguiente.
21
de la sanción. Ese marginal de eficacia lo logra al incentivar el pago voluntario y evitar otros
modos compulsivos de cumplimiento. Sin embargo, ese margen que agrega a la eficacia y
oportunidad es a costa de limitar severamente el acceso a la justicia, el que constituye una
garantía constitucional esencial para el ejercicio de los derechos. 25.- Que la conclusión
necesaria de lo razonado en los considerandos precedentes es que, de aplicarse en el juicio
individualizado en el considerando primero las expresiones legales impugnadas en este
caso: “Para dar curso a ellos se exigirá que el infractor acompañe el comprobante de haber
pagado la multa”, constituye una barrera injustificada y carente de razonabilidad al derecho
de acceso a la justicia, que forma parte de la garantía de la igual protección de la ley en el
ejercicio de los derechos y del derecho a defensa en un procedimiento racional y justo, que
consagra la Carta Fundamental en el numeral 3º de su artículo 19, y así se declarará”
22
del administrado. En todo casos hay algunos autores (García de Enterría por ejemplo) que
indican que no hay en realidad un traslado de la carga procesal en estas materias sino que,
impugnada la presunción de legalidad en un recurso o reclamo, se aplican las reglas
generales de carga de prueba, siendo la Administración quien debería probar que el
particular infringió una norma administrativa.
Doctrina
I. El hecho de que determinadas responsabilidades se rijan por normas de Derecho Público,
no es impedimento para su prescripción, toda vez que la ley que regula la materia –Ley
18.410 que crea la Superintendencia de Electricidad y Combustibles– no establece
disposiciones que consagren la imprescriptibilidad de las acciones que castigan conforme
a la normativa eléctrica. En relación con lo anteriormente mencionado, corresponde aplicar
el derecho común contingente al caso, a saber el Derecho Penal, puesto que el
procedimiento infraccional administrativo se realiza con miras a la sanción de una falta, por
tanto la prescripción que se debe observar es de seis meses, plazo que ha transcurrido en
el caso particular, correspondiendo por tanto acoger la excepción de prescripción solicitada
por el privado.
II. Que la infracción se castigue con una multa, no lleva a asimilarla automáticamente a una
falta penal, dada la independencia que existe entre la sanción administrativa y la punitiva.
En razón de esto, es que los principios de derecho penal deben ser observados con los
matices correspondientes, y aplicar la prescripción penal a un proceso administrativo
claramente no cumple con esta premisa, puesto que resta ineficacia a la labor de la
Administración e impide sancionar conductas ilícitas. Un factor que da cuenta de esta
diferencia, es el hecho de que las personas jurídicas si pueden incurrir en responsabilidad
administrativa, pero en ningún caso son susceptibles de ser responsables en sede penal.
Situados en este marco, y al no existir norma específica, debe observarse las normas de
Derecho Civil para contabilizar la prescripción, siendo el plazo correspondiente en este
caso, de 5 años.
Ministros:
Adalís Oyarzún Miranda; Héctor Carreño Seaman; Julio Torres Allú; Patricio Valdés
Aldunate; Pedro Pierry Arrau
23
Texto completo de la Sentencia
Segundo: Que asentada la premisa de que la prescripción, como regla general, es aplicable
también en el ámbito del Derecho Administrativo sancionador, cabe consignar que la Ley
N° 18.410 no contempla disposiciones que establezcan la imprescriptibilidad de las
acciones destinadas a castigar las infracciones administrativas relativas a la normativa
eléctrica;
24
Acordada con el voto en contra del Ministro Sr. Pierry, quien estuvo por no acoger la
excepción de prescripción de la acción ejercida por la Superintendencia de Electricidad y
Combustibles y revocar la sentencia apelada, por las siguientes consideraciones:
2°) Que si bien la potestad sancionadora de la Administración forma parte del denominado
“ius puniendi del Estado , no es menos cierto que la sanción administrativa es independiente
de la sanción penal, por lo que debe hacerse una aplicación matizada de los principios del
derecho penal en materia de sanción administrativa, no siendo razonable aplicar el plazo
de prescripción de las faltas, porque al ser una prescripción de corto tiempo –seis meses–
resultaría eludida la finalidad del legislador de dar eficacia a la Administración en la
represión de estos ilícitos y la sanción contemplada en la ley carecería de toda finalidad
preventiva general;
3°) Que esta independencia entre la sanción administrativa y la sanción penal queda
claramente establecida si se considera que la primera puede afectar a las personas
jurídicas, en cambio en la legislación penal chilena ello resultaría imposible;
4°) Que aceptar la prescripción de seis meses para la aplicación de la sanción administrativa
atenta contra la debida relación y armonía que debe guardar la legislación, ya que no resulta
coherente que la acción disciplinaria por responsabilidad administrativa de los funcionarios
públicos prescriba en cuatro años, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 158 del Estatuto
Administrativo y 154 del Estatuto Administrativo para Funcionarios Municipales y, en
cambio, tratándose de la acción sancionatoria dirigida contra particulares, prescriba en el
plazo de seis meses;
5°) Que al no existir una norma especial de extinción de esta clase de acciones, sólo cabe
acudir a las normas generales del derecho común y dentro del ámbito civil y, en ese
entendido, cabe hacer aplicación a la regla general de prescripción extintiva de cinco años
a que se refiere el artículo 2515 del Código Civil, con lo cual, ninguno de los hechos
denunciados como constitutivos de infracciones a la reglamentación eléctrica se hallan
prescritos;
6°) Que, finalmente, conviene destacar que la aplicación de la normativa del ordenamiento
ordinario en materia de prescripción de las acciones que aquí se tratan no lo es en carácter
supletorio, basada en principios generales del derecho, sino en virtud de un mandato
expreso del legislador, consignado en el artículo 2497 del Código Civil, conforme al cual las
reglas relativas a la prescripción se aplican igualmente a favor y en contra del Estado, de
las iglesias, de las municipalidades, de los establecimientos y corporaciones nacionales y
de los individuos particulares que tienen la libre Administración de lo suyo.
Regístrese y devuélvase.
25
Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema integrada por los Ministros Sr.
Adalis Oyarzún Miranda, Sr. Patricio Valdés Aldunate, Sr. Héctor Carreño Seaman, Sr.
Pedro Pierry Arrau y Sr. Julio Torres Allú. No firma el Ministro Sr. Valdés, no obstante haber
Estado en la vista y acuerdo de la causa, por estar con feriado legal. Santiago, 3 de agosto
de 2009.
Una postura distinta es aquella que pone el acento no en el órgano que otorga la
prestación, sino en la prestación misma. Si la prestación que se otorga es de interés
general, si satisface necesidades públicas, este es un servicio público sin importar el
órgano que lo preste, y por tanto puede haber servicios públicos prestados por los
particulares.
26
sus propios fines específicos, respetando el derecho de las personas para realizar cualquier
actividad económica en conformidad a la constitución y a las leyes.
Evidentemente que para determinar si estamos frente a una necesidad de este tipo,
es necesario que una ley así lo determine, de tal manera que la necesidad pública, que es
aquella que se satisface con la actividad administrativa estatal, no es sinónimo de
necesidades generales, estas hay muchas peros solo aquellas que las leyes las califiquen
serán públicas.
Otro requisito de este concepto es la existencia de una persona jurídica de Derecho
Público que debe satisfacer las necesidades públicas. De manera que el servicio público
mirado desde un punto de vista orgánico es una persona jurídica de Derecho Público, cuya
función es satisfacer necesidades públicas.
El órgano de servicio público puede satisfacer las necesidades públicas de dos
maneras: en forma directa o en forma indirecta. Lo hará en forma directa en aquellos casos
en que ejecute las labores de satisfacción de la necesidad con sus propios elementos, con
sus funcionarios, con sus recursos, capitales, etc. Es la persona misma la que efectúa la
prestación. (Ej: carabineros, FF.AA) Hoy se ha puesto de moda que el órgano público pueda
otorgar la prestación de manera indirecta a través de particulares, personas naturales o
jurídicas, con los que celebra un convención, un contrato, en virtud del cual ese
administrado asume la obligación de prestar el servicio por su propia cuenta y riesgo
obteniendo la remuneración de esos servicio por parte de los usuarios (concepción de
servicio público). (Ej: carreteras concesionadas).
b) La adaptabilidad
El servicio público debe tener la flexibilidad suficiente para adaptarse a las
variaciones que experimenten las necesidades públicas. Debe estar en permanente
adaptación al requerimiento social.
27
Siguiendo el principio de igualdad frente a la ley, todos los usuarios del servicio
público, deben ser tratados en forma igualitaria por el servicio público, no pueden
imponérseles cargas diferentes a sus usuarios. Pero esta igualdad debe entenderse en la
misma forma que la norma que determina la igualdad ante la ley, esto es, igualdad no es
sinónimo de identidad, de igualdad matemática. Lo que no puede hacerse es establecer
desigualdades arbitrarias o que no tienen un sustento de razonabilidad, lo que existe es
igualdad ante situaciones similares. Es por ello que por ejemplo en los servicios de
locomoción colectiva esta igualdad no existe y hay tarifa rebajada para estudiantes,
asientos preferenciales para ciertas personas, etc.
d) La regularidad
Significa que el servicio público debe actuar conforme a las reglas dictadas,
conforme a las normas vigentes. O sea, atenerse a la legislación, al ordenamiento jurídico,
acatar el principio de juridicidad y actuar en forma eficiente, eficaz y satisfactoria. También
esta establecido en la ley 18.575 en su Art. 28 que dice que los servicios públicos son
órganos administrativos encargados de satisfacer necesidades colectivas de manera
regular y continua.
b) Atendiendo a las relaciones con el sector privado hay servicios públicos de monopolio
estatal, vale decir, aquellos que no admiten la injerencia de particulares en la actividad
que desarrollan. Es muy característico en un sistema estatista. En segundo lugar están
los servicios públicos de libre competencia o de libre concurrencia con los particulares.
d) Según la naturaleza del vínculo que el órgano que presta el servicio tiene con el
jefe de la Administración del Estado que es el Presidente de la República (Art. 24
CPR), tenemos servicios públicos centralizados y servicios públicos descentralizados.
Los primeros son aquellos que dependen jerárquicamente del presidente de la
república, forman parte de la persona jurídica Estado y por ende carecen de
28
personalidad jurídica y patrimonio propio. En cambio los servicios públicos
descentralizados son personas jurídicas de Derecho Público, distinta de la del Estado,
con patrimonio propio, y que no están sometidos la dependencia jerárquica del
presidente de la república. Pero como el Art. 24 señala que al presidente de la república
corresponde la Administración y jefatura del Estado, estos servicios públicos no son
autónomos, sino que tienen una vinculación con el presidente, pero no es una
vinculación de jerarquía. Este vínculo entre el jefe del Estado y los servicios públicos
descentralizados recibe el nombre de supervigilancia, llamada por otros "control de
tutela".
Sobre esta materia se han pronunciado varios autores, algunos de ellos dicen que
la policía administrativa y servicio publico se oponen. Otros dicen que existe oposición, pero
que no es absoluta, coinciden en que existe oposición, pues la idea fundamental de la
policía es el concepto de imposición, en cambio el nudo de la gestión de servicio público es
la prestación. La policía limita el ejercicio de la libertad de los administrados, en cambio,
en el servicio público lo fundamental es satisfacer necesidades. Pero esta oposición podrá
no existir, pues se dice que por ejemplo algunas funciones de utilidad pública deben ser
ejecutadas por los particulares y de no hacerlo actúa la policía, y también esta misma
función puede ser cumplida a través de prestaciones de órganos administrativos, por lo cual
ambas no son tan contradictorias.
29
La primera, de carácter general, se refiere a la libertad de emprendimiento en favor
de los particulares. La regla de excepción es que esta libertad de emprendimiento aveces
se le puede otorgar al Estado, a sus órganos administrativos. Para que ocurra esta situación
excepcional se requiere de una ley de cuorum calificado que la autorice, y para el caso de
que en esa actividad empresarial se le quiera permitir al Estado situaciones de beneficio,
trato preferente o especial, también ellas deberán contar en una ley de cuorum calificado.
De tal manera entonces que en nuestra realidad hay una reticencia frente al Estado
empresario, solo por excepción se permite aquello, y solo por excepción también se permite
un trato preferente o especial.
Esta actividad económica del Estado administrador también tiene un reconocimiento
legal en el Art. 6 de ley de bases de la Administración.
CAPITULO II:
"LOC 18.575 DE BASES GENERALES DE LA ADMINISTRACION DEL ESTADO"
1. Antecedentes de su dictación
30
constituía un contexto que no podía seguir funcionando al alero de la nueva institucionalidad
jurídica que se estaba gestando a partir del texto constitucional de 1980. Así se dicta
entonces la ley 18.575 que fue publicada en el DO el 5 de diciembre de 1986.
Estas son definidas por Enrique Silva Cimma como “el conjunto de normas o ideas
matrices que han de servir a la organización y funcionamiento de los órganos de la
Administración del Estado”.
“Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas
dictadas conforme a ella y garantizar el orden institucional de la República”.
Y luego indica que “Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares
o integrantes de dichos órganos como a toda persona, institución o grupo”, para finalizar
indicando que “La infracción de esta norma generará las responsabilidades y sanciones que
determine la ley.
31
Desde un punto de vista orgánico, la Constitución consagra este principio de una
manera amplia, aplicable a todos los órganos del Estado y, en una perspectiva particular,
esta base orgánica y los principios mencionados son también aplicables al Estado
Administrador, a la organización administrativa del Estado, sea respecto de órganos que
tienen consagración constitucional como la CGR, Banco Central (108), Gobierno y
Administración interior del Estado (110), Municipalidades (118), etc.; o a aquellos otros
órganos del Estado administrador que tienen un desarrollo no constitucional sino
meramente legal.
“Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura regular de sus integrantes,
dentro de su competencia y en la forma que prescriba la ley.
32
conforme a ella. Es más, si se observa el artículo 6° de la CPR ni siquiera se hace referencia
a la ley sino que a la “Constitución y a las normas dictadas conforme a ella”, quedando
relevada la ley sólo para determinar la infracción a la norma, en tanto que el artículo 7°
prohíbe atribuirse otra autoridad o derechos que los expresamente le hayan sido
conferidos, no sólo en virtud de las leyes sino que primero en virtud de la Constitución.
Ignacio de Otto señala que “El principio de juridicidad no expresa otra cosa que la
idea de una limitación jurídica del poder público, entendido el término limitación en un
sentido amplio. Se trata de una concreción del principio de Estado de Derecho, que exige
la limitación jurídica del poder del Estado, exigencia llevada a sus últimas consecuencias
con la sujeción del propio legislador a la Constitución. El principio de juridicidad impone, por
lo tanto, la exigencia de normas jurídicas que vinculan a la Administración cuando actúa y
que de este modo la someten al Derecho.”
33
claro que todos los destinatarios de ella están obligadas a acatar sus disposiciones, de lo
que puede resultar la aplicación directa de la Constitución.15
Una opinión contraria señala en síntesis que aun cuando la norma constitucional
señala que la cuestión de inconstitucionalidad “podrá” ser planteada, lo que llevaría a la
doctrina contraria a sostener que el control de constitucionalidad corresponde tanto al juez
ordinario como al Tribunal Constitucional, en realidad el concepto “podrá” –ya siendo un
argumento débil- hace referencia a la cuestión de conferir poderes competencias o
legitimaciones y no entregar opciones o alternativas. Además plantea que aceptar una
interpretación como la señalada por la doctrina contraria implicaría: 1.- ir contra lo
pretendido por las modificaciones constitucionales en orden a asegurar una jurisprudencia
constitucional especializada y uniforme; 2.- ir contra la tradición constitucional; 3.- dejar sin
efecto la norma en que el juez de oficio envíe los antecedentes cuando se dé el supuesto
constitucional; 4.- sería un contrasentido a la posibilidad de las partes de plantear la
cuestión de inaplicabilidad por inconstitucionalidad.
34
Finalmente, en España García de Enterría y Fernandez indican que la Constitución
española no ha seguido el modelo kelseniano de justicia constitucional que en principio
limita sólo al Tribunal Constitucional hacer valer el carácter normativo de la Constitución.
Señala que han seguido el modelo americano de supremacía recogido también en el
alemán, destacando que el monopolio jurisdiccional del Tribunal Constitucional es sólo de
rechazo o de expulsión de leyes que contradigan la Constitución pero no de cualquier
aplicación de ésta. Indican que no puede el órgano judicial declarar por sí mismo que una
ley es contraria a la Constitución declaración que le pertenece en exclusiva al Tribunal
Constitucional pero sí es suya la competencia de “considerar” que esa contradicción puede
producirse y, paralelamente, la de resolver la duda por la negativa, esto es, a favor de la
constitucionalidad abstractamente planteable. Estos autores esquematizan aquellas
facultades aplicativas de la Constitución por parte de los jueces ordinarios de la siguiente
manera:
1.- Les corresponde la facultad de enjuiciamiento previo de constitucionalidad de las leyes;
2.- Suya es la facultad de resolver ese enjuiciamiento previo en sentido positivo de
constitucionalidad de la ley;
3.- Les pertenece también el juicio de “posibilidad” de inconstitucionalidad de la ley en el
cual tienen la obligación de plantear la cuestión de inconstitucionalidad al Tribunal
Constitucional;
4.- Pero quedan fuera de esa obligación de remitir la cuestión al Tribunal Constitucional la
eventual inconstitucionalidad de reglamentos en que los jueces debe decidir por sí mismos;
5.- La misma solución respecto de los actos jurídicos privados o públicos;
6.- Finalmente los jueces están obligados a interpretar la conformidad con la Constitución
de todas las normas del ordenamiento jurídico en el momento de aplicación de dichas
normas.
En realidad resulta muy difícil obtener una definición de nulidad de Derecho Público
precisamente porque depende de la forma en cómo ella se entienda por la doctrina y la
jurisprudencia.
35
de Derecho Público. Sin embargo, esto no sería técnicamente posible. Por ejemplo,
supóngase un “acto procesal”, que en realidad es un “acto estatal” (ya que emana del
órgano judicial que claramente lo es) que fuere dictado por faltar alguno de los requisitos
del artículo 7° de la CPR (fue dictado sin previa investidura regular de sus integrantes, por
ejemplo, sentencia de segunda instancia dictada con ministros implicados, o con
recusación pendiente o integrada la Corte en contravención a la ley) o fuera de su
competencia (una sentencia ultra petita o extra petita) o fuera de la forma que prescribe la
ley (actos dictados en procesos en que se han faltado reglas de procedimiento). ¿Serían
actos nulos de Derecho Público? Porque son actos estatales (es más, en otros paíse como
España, el Derecho Procesal no es disciplina autónoma sino que forma parte del Derecho
Público). Claramente no, son nulidades “procesales” (ya sea la nulidad procesal
propiamente tal o invalidación de la sentencia por casación formal). Por lo tanto, esta
definición no es aceptabñe.
Crítica: ¿Y qué pasa con las nulidades de fondo? Porque el artículo 7° solo
consagra nulidades formales, siendo en realidad que los mayores casos de nulidad de actos
administrativos son de fondo (desviación de poder, falta de motivos o ellos son insuficientes
o irrazonables, etc.) Entonces esta definición deja fuera las nulidades de fondo. (Incluso
Bermúdez ha llegado a decir que la nulidad de fondo que quedaría sería la nulidad absoluta
del artículo 1462 del Código Civil que señala que “hay objeto ilícito en todo lo que
contraviene al Derecho Público chileno…” Sin embargo, es norma se refiere a las
“declaraciones de voluntad” del acto jurídico de derecho privado que contravengan el
Derecho Público, no de los actos administrativos).
Por ello se plantea que las nulidades deben ser reguladas por sus respectivas
disciplinas.
36
que la Carta Política y la ley consagran son más bien escasas e insuficientes. Este hecho
origina una gran dificultad para entender cuál es y en qué consiste el régimen o sistema de
nulidad de Derecho Público.
Por otra parte, cabe destacar que el legislador no establecido una teoría unitaria
acerca de las nulidades administrativas. No existe una ley que establezca un tratamiento
único y general de la nulidad de los actos administrativos, por lo que una parte de la doctrina
ha intentado extraer del artículo 7° de la Constitución Política una teoría unitaria de la
nulidad con posiciones encontradas tanto a nivel de jurisprudencia como doctrina.
En efecto, tenemos por una parte una norma absoluta en el artículo 7° de la CPR
que establece que “Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura regular
de sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma que prescriba la ley” en tanto
que su inciso final establece que “todo acto en contravención a este artículo es nulo y
originará las responsabilidades y sanciones que la ley señale”.
2.- El artículo 13 inciso 2° de la ley 19.880 que establece las Bases de los Procedimiento
que rigen los actos de la Administración del Estado establece los requisitos de los vicios de
procedimiento o de forma que afectan la validez del acto administrativo. Dicha norma indica:
“El vicio de procedimiento o de forma sólo afecta la validez del acto administrativo
cuando recae en algún requisito esencial del mismo, sea por su naturaleza o por mandato
del ordenamiento jurídico y genera perjuicio al interesado”.
37
la República. Si el decreto o resolución ordenare la asunción de funciones en una fecha
anterior a la de su total tramitación, el interesado deberá hacerlo en la oportunidad que
aquél señale. En este caso y si el interesado hubiere asumido sus funciones, el decreto o
resolución no podrá ser retirado de tramitación ante la Contraloría General de la República.
Si este organismo observare el decreto o resolución, esta determinación será comunicada
al interesado, quien deberá cesar en sus funciones. Las actuaciones del interesado
efectuadas durante ese período serán válidas y darán derecho a la remuneración que
corresponda”.
5.- El artículo 144 del mismo Estatuto señala que “los vicios del procedimiento no afectarán
la legalidad de la resolución que aplique una medida disciplinaria, cuando incidan en
trámites que no tengan una influencia decisiva en los resultados del sumario”. Dicha norma
indica que:
“Los vicios del procedimiento no afectarán la legalidad de la resolución que aplique una
medida disciplinaria, cuando incidan en trámites que no tengan una influencia decisiva en
los resultados del sumario”.
En definitiva ¿Qué quedó del efecto absoluto de la nulidad de Derecho Público que
establece que “toda contravención” a ese artículo (art. 7°) es nulo? O bien Hay nulidad, pero
¿la regulación de sus efectos, están en la Constitución o en las respectivas leyes que
regulan la nulidad en los correspondientes casos?
En conclusión, parece que, a estas alturas del desarrollo dogmático chileno en esta
materia, ya no es posible seguir hablando de “Nulidad de Derecho Público” para los casos
en que se pretenda obtener la nulidad de un acto administrativo. El concepto de “Nulidad
de Derecho Público”, pese a lo profundamente arraigado que está, con una jurisprudencia
y doctrina de más de treinta años contiene un error conceptual de partida, confundiéndose
el género con la especie. En efecto, decir “nulidad de Derecho Público” es tanto como decir
“nulidad de Derecho Privado”, pero a nadie se le ocurre decir que la nulidad civil es una
“nulidad de Derecho Privado”, sino que, a lo sumo, una especie de Nulidad de Derecho
Privado, como también lo sería, por ejemplo, la nulidad en materia de sociedades.
38
Si la “nulidad de Derecho Público” es el género, entonces una especie de ella sería,
por ejemplo la “nulidad procesal” o la nulidad que implica “la casación” si se estimara que
el Derecho Procesal en estas materias forma parte del Derecho Público (en todo caso, se
trata de actos estatales); y del mismo modo, otra especie de nulidad de Derecho Público es
la “nulidad administrativa”, que debiera ser la forma correcta de denominarla, o bien,
derechamente hacer referencia simplemente a la “nulidad de los actos administrativos” .
Finalmente, cabe destacar que un sector de nuestra doctrina nacional hace una
distinción entre la nulidad y la invalidación de un acto o procedimiento administrativo.
En efecto, tanto la nulidad como la invalidación son dos formas de extinción anormal del
acto administrativo fundada en razones de ilegalidad del acto. Sin embargo la diferencia
entre ambas es que la invalidación es una ilegalidad del acto declarada por la propia
Administración Pública, en tanto que la nulidad es la ilegalidad del acto declarada por el
Juez.16 Es por ello que puede también señalarse que “la invalidación es el nombre que toma
la declaración de nulidad cuando es hecha por la propia Administración, que no por los
tribunales de justicia”17
Así se distingue:
El catedrático don Enrique Silva C. asegura que en Chile no hay inexistencia jurídica. El
tratadista Ramón Parada también plantea duda acerca de la conveniencia de tal doctrina.
16 Bemudez Soto, Jorge “Derecho Administrativo General”, Editorial Abeledo Perrot (Legal Publishing
Chile), Thomson Reuters, 2ª Edición, Santiago 2011, pág.130.
17 Moraga Klenner, Claudio, “Tratado de Derecho Administrativo, la Actividad Formal de la
Administración del Estado” Tomo VII (Rolando Pantoja Bauzá, Coordinador), Editorial Abeledo Perrot
Legal Publishing, Santiago 2010, pág. 266.
18 Concepto que ya está siendo discutido en el Derecho Administrativo, ya que algunos sostienen
(por ejemplo, el profesor Alejandro Vergara Blanco) que debiera hablarse de “nulidad administrativa”
más propio de la disciplina de Derecho Administrativo, que una “nulidad de Derecho Público”.
39
Ella se reduce a operar en los casos de concurrencia de vicios groseros que
determina la ley. Ejemplos, actos provenientes de órganos manifiestamente
incompetentes. Igual cosa respecto de actos de objeto imposible o delictual o en los casos
que se prescinden total y absolutamente del procedimiento legal, o de las normas
esenciales para la formación del consentimiento.
3. La anulabilidad
Es la nulidad que constituye la regla general frente a los vicios del acto, esto es, para
todas aquellas causales que no dan lugar a nulidad de pleno derecho o no consistan en
irregularidades no invalidantes.
En lo que a esta nulidad concierne, puede tener lugar tanto la figura jurídica de la
conversión como la de la convalidación del acto viciado y aun la incomunicabilidad de la
parte viciada a otras sanas del mismo acto. La acción para solicitarla es prescriptible y el
juez sólo puede declararla a instancia de interesado, sin perjuicio de que la propia
Administración, de oficio o petición de interesado, pueda también invalidar el acto. Los
efectos de la declaración de nulidad se originan a partir de su declaración (ex nunc). Es por
ello que la sentencia judicial que declara la anulabilidad, a diferencia de la nulidad de pleno
derecho tiene carácter constitutivo y no retroactivo.
4. Irregularidades no invalidantes
Hay ciertos vicios que no dan lugar a la anulabilidad por tratarse de defectos de
menor entidad como serían irregularidades de forma que no priven al acto de los requisitos
indispensables para alcanzar su fin ni originen la indefensión de los interesados. En este
caso, habrá un acto irregular pero válido.
40
Por otra parte, el profesor Jorge Reyes Riveros sostiene que el solo empleo de la
expresión "es nulo" no importa que se consagre la nulidad de pleno derecho
Señala que de acuerdo con este elemento interpretativo, habría que ponderar otras
disposiciones, además del artículo 7°, para averiguar si el constituyente ha establecido
ciertamente como única alternativa de sanción una nulidad ipso jure en caso de vicios de
los actos de las autoridades.
Finalmente señala que hay varias normas por considerar, destacándose el artículo
6°, expresando que si bien el principio de juridicidad se encuentra establecido en diversos
preceptos de la Ley Fundamental, en opinión de este autor el artículo 6° es el más genuino,
el más determinante, de tal elemento.
En primer término, toda conducta de los órganos del Estado queda sometida a la
Constitución Política, es decir, todo órgano del Estado y toda acción de ellos se encuentra
regida por el Código Político, y por ello el comportamiento de las autoridades debe respetar
ese texto.
Ahora bien, si se compara este precepto con el del artículo 7° -y no obstante que
ellos dos se complementan en gran medida-, fácil es advertir la mayor riqueza o extensión
41
o campo del primero, puesto que el segundo sólo se refiere a la investidura regular de los
integrantes de los órganos del Estado, a la competencia de dichos órganos y a los requisitos
exigidos por la ley.
Posteriormente en julio de 1978, sesión N° 402, pág. 3210, la redacción del precepto
en lo que interesa dice: "Todo acto en contravención a este artículo es nulo, salvo que la
ley establezca otro efecto que el de la nulidad para el caso de contravención". No aparece
en las Actas mencionadas el porqué de la nueva redacción ni tampoco la razón de suprimir
la parte subrayada en el texto vigente.
42
Con estos antecedentes este autor estima que la historia fidedigna de la norma del
inciso 3° del artículo 7° de la Ley Fundamental no es un elemento determinante en resolver
la cuestión planteada. En la nota N° 16 se reproducen los antecedentes más relevantes de
la discusión en el seno de la Comisión de Estudios.
Por otro lado, no es posible olvidar los interesantes comentarios de los profesores
Arturo Aylwin y Pedro Pierry Arrau respecto de la interpretación del artículo 160 de la Carta
Política de 1833, equivalente a los incisos 2° y 3° del actual artículo 7°, quien manifiesta:
"... en el sentido que esa nulidad es una nulidad de pleno derecho, tiendo a discutir, porque
en realidad en la misma Constitución de 1833, en otro artículo, en el 158, se hablaba de los
actos del Presidente de la República, a requisición de ejército, general al mando, en reunión
del pueblo, y señalaba a continuación que esos actos eran nulos de nulidad de pleno
derecho lo que le hace pensar que si hablaba de nulidad de pleno derecho en el artículo
158, frente a requisición del pueblo y de los militares en armas, cuando en el artículo 160°
se hablaba de que el acto es nulo, obviamente no sería nulidad de pleno derecho, o sea,
daría la impresión de que podría la propia teoría de Soto Kloss revertirse en su contra en
ese punto.
Desde el principio la teoría que veía a la nulidad de Derecho Público como una
acción constitucional, que operaba de pleno derecho, insanable, sin necesidad de
declaración judicial sino que sólo una constatación judicial de la nulidad e imprescriptible,
tuvo amplia difusión. (Teoría cuyo auge se debe al prof. Eduardo Soto Kloss) Ella no sólo
era atractiva por su simplicidad, sino que sobre todo por sus efectos. La jurisprudencia de
la Corte Suprema la acogió de manera uniforme durante la década de los ochenta, hasta la
década de los noventa.
| Sin embargo, desde finales de esa década la Corte fue ajustando el contenido de la
acción y ha atemperado los efectos del impulso inicial. En efecto, desde el conocido caso
Aedo Alarcón la Corte distinguió la acción de nulidad contra el acto, de los efectos
patrimoniales de su declaratoria. Para la primera hipótesis la declaró imprescriptible, para
la segunda aplicó las reglas generales de prescripción del Código Civil.
43
En efecto, en el caso Aedo Alarcón, Paulina Raquel con Fisco (Corte Suprema,
7 de noviembre de 2000), se acoge la postura de la prescriptibilidad de las acciones
derivadas de la Nulidad de Derecho Público.
La Corte Suprema expresó que “…La doctrina en general ha considerado que esta
nulidad, por las características que presenta y el modo como está concebida en el
ordenamiento básico de la institucionalidad, opera de pleno derecho de modo que solicitado
al tribunal, éste, al asentar los elementos de hecho que representan una invasión de
potestades, no tiene otra función que reafirmarla, constatando su existencia y siendo así,
no puede aplicársele las normas generales de Derecho Privado sobre prescripción de las
acciones. Asimismo, al no existir norma alguna que consagre lo contrario, cabe llegar a la
conclusión que esta nulidad es imprescriptible, debido a que no es posible aplicar esta
causal de extinción de las acciones y derechos sin una norma legal que la establezca”
(Considerando 7°). Aquí la Corte mantiene la misma línea jurisprudencial en cuanto a la
imprescriptibilidad de la acción de Nulidad.
44
“…Por lo cual acierta la demandada al afirmar que las acciones patrimoniales
intentadas en autos se encuentran extinguidas en virtud de haber operado a su respecto la
prescripción extintiva descrita en el artículo 2592 del Código Civil”.
Fue justamente este fallo el que desató la indignación del profesor Eduardo Soto
Kloss en su artículo “Comentario a sentencia de la Excelentísima Corte Suprema de
Justicia que declara prescriptible la acción de nulidad de Derecho Público” en la
revista “La Semana Jurídica”, n° 7, del 25 diciembre de 2000 a 1 de enero de 2001. A
continuación se expondrán los argumentos más relevantes de este comentario.
Soto Kloss señala que el fallo “cae en un vicio de incoherencia lógica, que lo hace
contradictorio, y por tanto, no se sustenta en una verdadera fundamentación; es más: acoge
una casación en el fondo incurriendo ella misma en un vicio de casación (“Contener
decisiones contradictorias” artí. 768 n° 7 CPC)”
“Y digo que es un giro incoherente, falto de toda lógica (y de la más elemental), por
cuanto si se afirma que la nulidad de Derecho Público es institución de fundamento
constitucional, y “base de la institucionalidad” (art. 7°), y con características tan típicamente
propias, como ipso iure e imprescriptible, a la que no es posible y resulta improcedente
aplicarle normas de Derecho Privado, no se ve cómo después de afirmarlo, se tiene la
parsimonia y la tranquilidad intelectual de afirmar, sin rubor alguno, que los efectos de esa
nulidad, como son el volver al Estado anterior a la dictación del acto nulo/restitución, y la
responsabilidad del Estado por los perjuicios/daño producido por dicho acto, sí son regidos
por el Derecho Privado”.
45
que carecería de todo efecto en el Derecho, y con gravísimo agravio en la víctima del acto
nulo. Sería una farsa demasiado ostensible, impropia de un tribunal supremo, pero sobre
todo un escarnio evidente a los derechos de la propia víctima, y un reírse en su cara, bajo
pretexto de hacer justicia que a nadie sensato convence…”
Ante esta crítica replica el profesor Pedro Pierry Arrau en su artículo “Nulidad de
Derecho Público: comentario a un comentario”, en la revista “La Semana Jurídica”, n°
11, del 22 al 28 de enero de 2001. En lo más relevante destaca:
“La posición del profesor sobre la nulidad de Derecho Público, que puede exasperar
y al mismo tiempo divertir a sus colegas y estimular intelectualmente a los alumnos,
haciendo interesante una cátedra tradicionalmente aburrida, tiene sin embargo una
particular gravedad cuando es acogida por los jueces. Peligrosa también, por cuanto, como
ha ocurrido, ha sido utilizada en diversos fallos para solucionar situaciones de evidente
injusticia, pero que ha dejado establecido un criterio jurisprudencial que después es seguido
en otro tipo de materias”.
46
“La prescripción es por sobre todas las cosas, una institución estabilizadora. Está
reconocida por el ordenamiento jurídico con una perspectiva esencialmente pragmática, en
atención a que existe un bien jurídico superior que se pretende alcanzar consistente en
lograr la seguridad y certeza en las relaciones jurídicas”.
En definitiva, parte de las razones de esta doctrina cambiante se deben a los vuelcos
jurisprudenciales que primero incorporó el ex Ministro Urbano Marín y en la actualidad el
Ministro Pedro Pierry, como en otras materias tales como la responsabilidad del Estado.
Por otra parte, sobre la perspectiva de las causales, la Corte desde principios de
2000, ha mantenido una regularidad a través de una serie de sentencias que en resumen
afirman que:
19Artículo 2497. “Las reglas relativas a la prescripción se aplican igualmente a favor y en contra del
Estado, de las iglesias, de las municipalidades, de los establecimientos y corporaciones nacionales,
y de los individuos particulares que tienen la libre Administración de lo suyo”.
47
(a) el texto constitucional no regula la nulidad de pleno derecho y por lo tanto requiere de
pronunciamiento expreso por parte del juez;
(c) no procede contra cualquier vicio, sólo operará en los establecidos en el inciso 1º del
art. 7º (Investidura, competencia y formas procedimentales y externas) según la
jurisprudencia.
A. La competencia administrativa
48
Es el conjunto de funciones y atribuciones que la ley le ha otorgado a un órgano de
la Administración para satisfacer las necesidades públicas o el interés general. La
estructuración del Estado administrador, la cantidad de sus órganos, va a depender
fundamentalmente de la concepción que una sociedad política tenga sobre la mayor o
menor injerencia del Estado en el desarrollo y existencia de las personas, de tal manera
que en sociedades de corte esencialmente liberal el Estado y sus órganos tendrán un papel
o función mínimo, residual, a diferencia de otras realidades en que a partir de una
concepción más socializante el porte y la presencia del Estado en la vida común de los
individuos será mayor.
Independientemente de lo expuesto y en cualquiera de las situaciones en que se
esté, lo importante en materia de competencia es que el Estado y sus órganos tengan sus
facultades y deberes claramente delimitados, ya que solo así podrán abordar de manera
eficiente y eficaz la satisfacción de la necesidad pública que es finalmente lo que interesa
y el fin del Estado administrador.
De una manera más precisa, la delimitación y establecimiento claro de la
competencia supone ventajas en la actuación pública que dicen relación con la atenuación
de conflictos de competencia, un funcionamiento más expedito y oportuno, una reducción
de la llamada burocracia al interior del Estado, un mejor servicio al cliente del Estado
(administrado), y un mejor control de la actuación pública y la consiguiente determinación
de responsabilidades.
La competencia de los órganos equivale a la capacidad de las personas del Derecho
Privado, ya que es la competencia del órgano lo que le permite a este actuar válidamente
en el campo del derecho. Esta competencia, a diferencia de lo que ocurre en el Derecho
Privado, es limitada, es restringida, ya que en el ámbito público es posible realizar solo
aquello que la ley permite.
49
aquella porción de necesidad pública encargada. Las atribuciones o potestades son el
conjunto de facultades, prerrogativas o potestades que el ordenamiento jurídico otorga
a cada uno de los órganos de la Administración para cumplir los fines asignados.
También se ha dicho que las atribuciones o poderes jurídicos son los instrumentos
jurídicos a través de los cuales los órganos responden a sus funciones. Por ejemplo,
para alcanzar sus fines o cumplir sus funciones, el órgano puede celebrar contratos o
expropiar. Este elemento obedece a la pregunta ¿cómo?
Ahora bien, debe quedar claro que función NO ES LO MISMO que atribución.
La función que es la materia, es el cometido, tarea que tiene el órgano para alcanzar
sus fines, en tanto que la atribución es el mecanismo o instrumento para que el órgano
cumpla su función. así por ejemplo, una de las funciones de la Municipalidad (materia)
es el aseo y ornato de la comuna (art. 3° letra f) y para llevarlo a cabo puede “contratar”
(atribución) con un tercero. Así, no es función de la Municipalidad el celebrar contratos
pero sí es función el aseo y ornato. Por otra parte el instrumento jurídico de que se vale
la Municipalidad para cumplir su función es, por ejemplo, celebrar contratos, o
expropiar.
El grado jerárquico: Este elemento se refiere a la posición que el órgano ocupa dentro
de la organización administrativa general del Estado, y por el cual es posible precisar si
un determinado ente público va a conocer y resolver de un asunto de manera definitiva,
de manera preliminar, etc. En el fondo este elemento se refiere a si un órgano de la
Administración va a conocer en único, primero o segundo grado. También se ha incluido
como grado “el momento” que de acuerdo a la ley le corresponde actuar a un órgano.
La improrrogabilidad de la competencia.
Sin embargo en forma excepcional y desde el punto de vista del funcionario existen
dos situaciones de especiales a considerar: la llamada abocación y la delegación:
a) La avocación
Es una figura administrativa, que permite a un agente jerárquicamente superior
atraer para sí el conocimiento y resolución de una materia que es de competencia del
funcionario inferior. Esta figura puede operar de oficio, por iniciativa del superior o puede
operar también a requerimiento de interesado por la interposición de un recurso. En doctrina
está bastante consensuada la figura de la avocación, y en el medio nacional se reconoce
50
su existencia no obstante que el ordenamiento jurídico (LBA) no la consagra expresamente.
Sus requisitos son:
b) La delegación
La delegación de firma
51
"Art. 35. Los reglamentos y decretos del Presidente de la República deberán firmarse
por el Ministro respectivo y no serán obedecidos sin este esencial requisito.
Los decretos e instrucciones podrán expedirse con la sola firma del Ministro
respectivo, por orden del Presidente de la República, en conformidad a las normas
que al efecto establezca la ley"
Para Soto Kloss, esta delegación de firma es claramente irregular, ya que no cumple
con los requisitos propios de una delegación y se ha desnaturalizado su sentido. (Utilizado
en origen para el caso que la autoridad tuviese un impedimento físico de firmar).
No será examinado.
B. La unidad administrativa
Según el Art. 3 de la CPE: “El Estado de Chile es unitario”, lo que implica que el
Estado administrador es unitario. Este principio tiene expresión en la ley de bases a través
de:
3) La unidad de acción: Este principio implica que en su conjunto, pero cada uno en lo
que corresponda los órganos del Estado deben desarrollar su actividad con el fin de
alcanzar el interés general, a través del principio de la competencia.
El principio de la unidad de acción lo encontramos en el Art. 6 y 7 de la CPE y Art. 2 de
la ley de bases.
a) Dispone el Art. 6 de la CPE: “Los órganos del Estado deben someter su acción a la
Constitución y a las normas dictadas conforme a ella.
Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de
dichos órganos como a toda persona, institución o grupo.
52
La infracción de esta norma generará las responsabilidades y sanciones que
determine la ley
b) Dispone el Art. 7 de la CPE: Los órganos del Estado actúan válidamente previa
investidura regular de sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma que
prescriba la ley.
Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse, ni
aun a pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que los
que expresamente se les hayan conferido en virtud de la Constitución o las leyes.
Todo acto en contravención a este artículo es nulo y originará las responsabilidades
y sanciones que la ley señale.
Los órganos que integran la Administración del Estado naturalmente deberán actuar
en forma coordinada con el objeto de evitar el mal uso o el doble uso de recursos en
tareas similares o iguales. Este principio se reconoce expresamente en el Art. 5 inciso
2° de la ley de bases que obliga a los órganos de la Administración del Estado a ejercer
sus cometidos coordinadamente y propender a la unidad de acción, de manera que al
actuar cada órgano dentro de su competencia, debe buscar un mismo fin, evitando
conflictos de competencia.
Según el Art. 27 de la ley de bases de la Administración del Estado: “Los servicios públicos
serán centralizados o descentralizados”
Centralización administrativa.
53
Centralización es el sistema en virtud del cual los órganos de la Administración del
Estado se organizan de un manera jerárquica respecto del poder central, de tal manera que
estos órganos carecen de personalidad jurídica propia y patrimonio propio, realizando sus
funciones con la misma personalidad jurídica y patrimonio del Estado o poder central.
a) Desventajas:
Dilación, demora, retardo, en la toma de decisiones. Burocracia en sentido peyorativo.
Poca efectividad en la atención de las necesidades regionales o locales ya que se tiene
una visión global, no focalizada.
Aumento de los conflictos de competencia.
No utilización de recursos humanos locales o regionales.
b) Ventajas:
Mejor aprovechamiento de los recursos, hay un solo ente que lo distribuye, los asigna y
los regula. Se aprovecha la economía de escala.
54
Existe la posibilidad de contar con recursos ilimitados, ya que se trabaja con el
patrimonio fiscal.
Existe posibilidad de revisión de la decisión del inferior, lo que genera una mayor
defensa de los intereses de los administrados. Siempre habrá segunda instancia.
La Descentralización administrativa
55
está dado por mecanismos internos del órgano, como por órganos externos a él, tales
como la CGR o el propio poder judicial.
g) Estos órganos son creados por ley.
h) El superior tiene potestad de resolución de conflictos que se produzcan al interior del
órgano.
i) Potestad disciplinaria para aplicar sanciones administrativas a sus funcionarios en los
casos que corresponda.
a) Ventajas:
Cercanía con la autoridad.
Órganos más ágiles en la solución de necesidades. (Menos burocracia)
Debería aprovechar de mejor manera los recursos humanos y materiales periféricos.
b) Desventajas:
Recursos limitados.
Ausencia de controles jerárquicos. (revisión por el superior)
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Elementos de la desconcentración
Efectos de la desconcentración
En su competencia especial son las mismas que las del órgano descentralizado, y
en su competencia genérica son idénticas a las del sistema centralizado.
Esta base orgánica se refiere a que el personal que labora en la Administración del
Estado sea el adecuado desde un punto de vista de su calidad y cantidad para satisfacer
las necesidades públicas que el ordenamiento ha entregado a cada órgano de la
Administración.
En materia de personal público, todo lo relacionado con los funcionarios que prestan
servicios en la Administración del Estado se encuentra regulado fundamentalmente por los
estatutos administrativos, que son los cuerpos legales que norman las relaciones entre
funcionario y órgano. (la relación es estatutaria legal y no contractual como ocurre en el
ámbito laboral).
El texto base en la materia es el estatuto administrativo de los funcionarios públicos,
ley 18.834 con sus modificaciones; y el estatuto administrativo de los funcionarios
municipales, ley 18.883, también con sus modificaciones.
Sin perjuicio de que más adelante estudiaremos esta materia, donde se hablará de
función pública, diremos por ahora que en la actualidad nacional se distinguen cinco tipos
o calidades de funcionarios: los titulares, los a contrata, los de exclusiva confianza, los a
prueba, y el mal llamado "funcionario a honorarios".
Finalmente debemos consignar que la función pública en Chile se estructura
fundamentalmente a partir de los textos legales mencionados, si bien no agotan el tema, ya
que existen textos complementarios como reglamentos de calificaciones, normativas
internas de los órganos y algunos otros textos legales importantes (v.g. 19.296, que regula
las asociaciones de funcionarios públicos)
57
Por último debemos consignar la atribución del Art. 65 inciso 4° de la CPR, en el
sentido de que es atribución exclusiva del presidente la iniciativa legislativa en relación con
la creación de nuevos servicio públicos o empleos rentados.
Efectos de la Jerarquía
Retirar la orden impartida: En este caso el superior retira la orden del campo del
derecho, aceptando la representación formulada, no generándose, por tanto,
responsabilidad o efecto alguno.
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Insistir en la orden adecuándola a derecho: Esto es, realizando las modificaciones
necesarias a la orden impartida, para que ella quede conforme a derecho. En este caso
tampoco hay responsabilidad o efecto para el inferior.
Por último se debe consignar que habrá responsabilidad para el inferior en todos
aquellos casos en que habiendo recibido una orden ilegítima no procede a representarla.
- Potestad disciplinaria
Esta se refiere a la facultad que tiene el superior de aplicar las sanciones indicadas
en la ley, a aquellos funcionarios que se han apartado del cumplimiento de sus obligaciones
o que han vulnerado las prohibiciones, deberes o incompatibilidades indicadas en la ley.
Esta potestad sancionatoria constituye un deber para el superior, ya que no es sino
manifestación del deber de fiscalización que el superior tiene respecto al inferior. Hoy día,
en virtud de las normas estatutarias (EA), las sanciones administrativas en nuestro
ordenamiento son la censura, la multa, la suspensión y la destitución.
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Desde esta perspectiva la jerarquía funcional se manifiesta en el deber u obligación
de obediencia que les asiste a los inferiores, esto es, el deber de acatar, de sujetarse a las
ordenes e instrucciones dictadas por el superior.
Este deber de obediencia comprende lo que se denomina "obediencia reflexiva" que
se refiere al deber del inferior de analizar la orden impartida, contrastarla con el derecho y
representarla por escrito al jefe superior si la encuentra ilegítima con todas las alternativas
ya examinadas a propósito de la figura de la representación.
En doctrina se conoce también la llamada obediencia absoluta que se refiere al caso
del inferior que habiendo recibido una orden del superior está obligado a cumplirla sin que
se le reconozca la facultad de revisarla y menos de representarla. En nuestro país se
menciona por los autores que habría un solo caso de obediencia absoluta, en el CJM, para
los casos de actuación fundados en la fuerza mayor o el caso fortuito.
a) Administración activa
Es aquella que tiene por objeto la satisfacción de las necesidades públicas que la ley le
ha entregado a los diversos órganos del Estado administrador.
La Administración activa admite a su vez sub categorías, distinguiéndose la función
ejecutiva, la función deliberante y la función consultiva.
La primera es aquella que se refiere y tiene como contenido la preparación y emisión
de las decisiones destinadas a producir efectos jurídicos en el campo del derecho, lo cual
se hace por dos vías: el acto administrativo y los contratos de la Administración, que a su
vez pueden ser contratos administrativos propiamente tal o contratos del derecho común.
La función deliberante. Esta es aquella que permite a cada órgano adoptar
decisiones en conformidad a la ley y que más tarde, en una etapa posterior, se concretarán
a través de la función ejecutiva.
La función consultiva es aquella que tiene por objeto asesorar a la Administración
activa en general (función ejecutiva y deliberante), mediante opiniones, informes jurídicos
y/o dictámenes.
b) Administración fiscalizadora
60
segundo encontramos en nuestro medio fundamentalmente dos instancias o actividades
como son el control que realiza la CGR, y el que realiza la función u órgano judicial.
El segundo aspecto es el que se refiere a la fiscalización del mérito. Dice relación
con el ejercicio de la función fiscalizadora referida a la eficiencia de la actuación
administrativa. Este control es ejercido por la autoridad superior del órgano.
En esta materia, en lo que se refiere a la fiscalización del mérito en la actuación
administrativa, tradicionalmente se enseña que ni la CGR ni la función judicial tenían
competencias revisoras o fiscalizadoras en el ámbito de la gestión administrativa. En
cambio, la Administración si puede fiscalizar el mérito, como indica el Art. 11 inciso 2° de
la ley 18.575 y el Art. 62 N° 8. En el caso del órgano judicial la gran vía es el recurso de
protección por la vía de la arbitrariedad del actuar de la Administración aunque aquí no es
un control de mérito sino que de legalidad o juridicidad ya que lo arbitrario, al final de
cuentas, también constituye una ilegalidad por lo dispuesto en los artículos 41 inciso 4° y
11 inciso 2° de la ley 19.880, el primero, que exige que las decisiones administrativas sean
fundadas, y el segundo que los actos administrativos de contenido desfavorable deben ser
motivados, en tanto que los artículos 2° y 53 de la ley 18.575 proscriben el abuso o exceso
de potestades, en el caso del primer artículo, y exigen razonabilidad en las decisiones, en
el caso del segundo.
El control de legalidad no solo dice relación con la sujeción a la ley, sino a derecho,
entendido en un sentido amplio.
En el caso de la CGR, el artículo 21º B señala que “La Contraloría General, con
motivo del control de legalidad o de las auditorías, no podrá evaluar los aspectos de mérito
o de conveniencia de las decisiones políticas o administrativas”, pero sí puede controlar,
como lo está haciendo actualmente, la “legalidad de fondo” de la Administración a través
del control de la motivación, razonabilidad, y fundamentación de los actos administrativos
(los artículos 41 inciso 4° y 11 inciso 2° de la ley 19.880, y los artículos 2° y 53 de la ley
18.575 ya mencionados) y la “interdicción de la arbitrariedad” como lo ha indicado en
algunos de sus dictámenes, sobre la base del artículo 19 n° 2 de la CPR que consagra la
igualdad ante la ley, y que por tanto, rechaza toda distinción arbitraria.
c) La Administración contenciosa
La regla en el ámbito de los recursos públicos es que ellos sean los suficientes y
necesarios para satisfacer adecuadamente el interés general que a cada órgano
61
corresponde. La realidad, en cambio, demuestra que ello no siempre es así y que en
algunas ocasiones se producen carencias en el presupuesto de los órganos públicos.
Sin perjuicio de ello, y en lo que se refiere al uso o inversión de los recursos, estos
siempre deben ser gastados o usados en la forma y términos que la ley autoriza. Aquí existe
el principio de la legalidad del gasto, que se traduce en la necesidad de que los recursos
sean utilizados en la forma y términos en que se refiere la ley o el presupuesto pertinente,
y siempre previa orden de autoridad competente. De lo contrario no se efectuará pago
alguno. Así lo indica el Art. 100 CPR en materia de tesorería. En esta fiscalización, para los
efectos de obtener el cumplimiento de la legalidad del gasto, tiene atribuciones la contraloría
de acuerdo al Art. 98 CPR.
Por excepción encontramos en nuestro medio el decreto de emergencia económica
del Art. 32 N° 20, que faculta en forma excepcional al Presidente de la República, con la
firma de todos los Ministros de Estado, decretar pagos no autorizados por ley, y ello para
atender necesidades impostergables en los casos o supuestos que la norma indica y con
un tope o límite del 2% del monto de gastos que autoriza la ley de presupuestos.
Finalmente se consigna que la responsabilidad en el uso de los recursos públicos
se hace efectiva, en nuestro medio, a través de la CGR, por medio de un procedimiento
contencioso administrativo especial, que es el juicio de cuentas.
La teoría indica que los órganos del Estado administrador debieran, en forma
permanente y sin excepciones, actuar siempre conforme a la constitución y a la ley. Sin
embargo, esta premisa básica resulta transgredida por la realidad. La praxis nos demuestra
que los órganos del Estado administrador, por distintas razones, terminan actuando al
margen precisamente de la constitución y la ley.
Considerando esta realidad es que la propia ley establece de manera importante el
principio del control. En una perspectiva general existen varios tipos de control, siendo el
que nos interesa el jurídico, y este se destina a obtener que los órganos del Estado
enmarquen su actuación dentro de la constitución y la ley.
En esta perspectiva de necesidad del control, un sector de la doctrina cuestiona que
este deba practicarse a priori, en forma preventiva a que se produzcan los efectos jurídicos
de la actuación administrativa, ya que según, esta postura, un control en ese momento
afecta la actuación administrativa, pues le resta eficiencia y eficacia.
Otro sector, por el contrario, estima peligroso dejar a la Administración con un control
solo posterior a que el acto produzca sus efectos, ya que se pueden vulnerar en forma grave
derechos de particulares.
En definitiva el tema se ha resuelto estableciendo técnicas de control jurídico
amplias que, para algunas actuaciones administrativas, suponen fiscalizaciones
posteriores, y para otras suponen revisiones previas o anteriores a la eficacia del acto en el
campo jurídico.
Clasificaciones de control:
a) Atendiendo al objeto
Se distinguen controles de mérito y de legalidad.
62
finalidad de evitar un acto ilegítimo, inoportuno o inconveniente. El ejemplo típico en Chile
es la toma de razón por parte de la CGR de ciertos actos.
El control a posteriori es aquel que se realiza con posterioridad a que los efectos del
acto han llegado al campo del derecho. La finalidad que este persigue es retirar del mundo
jurídico actuaciones ilegales, si así corresponde, o que ya no satisfacen el interés general.
1. Funciones Generales
2. Funciones específicas
3. Estructura de la contraloría
4. La toma de razón
63
El trámite de toma de razón puede tener su origen en la Constitución, en una norma
legal o en una resolución que dicta el Contralor General de acuerdo a las facultades que su
ley orgánica le permite. En la actualidad esta resolución es la número 520 publicada en el
DO el 14/12/1996, en la cual se señala aquellas actuaciones que, en concepto del Contralor
General y sin perjuicio de las otras fuentes ya mencionadas, deben quedar sujetas al trámite
de toma de razón. Respecto a la resolución 520 (que está modificada), al revisar su
contenido se observa que lo efectuado por el Contralor General es lo contrario a lo normado
por la ley, ya que la resolución indicada establece como regla general la exención del trámite
de toma de razón, y como excepción su procedencia. Lo que buscó la ley al dar esta
atribución al contralor fue precisamente lo contrario.
a) Determinar que existe conformidad entre el acto y los elementos jurídicos. En este caso
va a tomar razón y el acto quedará totalmente tramitado.
b) Tomar razón con alcance. Esta actitud no la contempla la ley, sino que está dada por la
costumbre del órgano de control. En este caso la CGR estima que el acto se ajusta al
ordenamiento jurídico, toma razón, pero sin embargo le hace presente al órgano de
ciertos aspectos del mismo que es necesario corregir, precisar o subsanar.
c) Representación del acto. Significa, de acuerdo a la CGR, que el acto no está conforme
al ordenamiento jurídico y, en consecuencia, lo representa, lo que significa que lo
devuelve al órgano de origen sin tomar razón de este.
64
De acuerdo a la resolución 520 de 1996, dictada a su turno por el contralor general,
en virtud del Art. 10 de la LOC de Contraloría, la máxima autoridad de este órgano está
facultada para eximir ciertas y determinadas actuaciones administrativas del trámite de
toma de razón. Del mismo modo existen leyes dentro del ordenamiento jurídico que en
forma expresa establecen también ciertas y determinadas exenciones.
Respecto de aquellas actuaciones que están exentas del trámite de toma de razón
hay que distinguir algunas exenciones propiamente tales y otras exenciones sujetas a
registro. En ambos casos la actuación administrativa no va a cumplir con el trámite de la
toma de razón, pero tendrán la diferencia entre sí de que las actuaciones administrativas
exentas pero sujetas a registro igual deben ir a la Contraloría para cumplir con este trámite.
El registro consiste en que el acto administrativo pertinente, en su original y sus
antecedentes pertinentes es enviado en el plazo de 15 días contados desde su emisión a
la Contraloría para que lo registre, esto es, para que la Contraloría tome conocimiento de
la existencia y contenido de dicho acto.
En relación a los actos exentos pero sujetos a registro, se plantea una antigua
discusión entre la CGR y los tribunales en el sentido de que el órgano contralor tiene
competencia para examinar la legalidad de una actuación administrativa en la instancia de
registro.
La CGR siempre ha entendido que si tiene competencia, por aplicación de la
Constitución en su Art. 98, en cuanto a que su obligación de fiscalizar la legalidad es
permanente, respecto de toda actuación administrativa y en cualquier instancia en que
tenga conocimiento de ello, ya sea el trámite de toma de razón u otro trámite, como el
registro.
Los tribunales, en general, han dicho que el trámite de registro faculta a la CGR
simplemente para tomar conocimiento de la existencia o contenido de un acto, registrar el
mismo, archivarlo, sin poder ejercer esta atribución de examinar la legalidad.
a) La toma de razón le otorga eficacia al acto administrativo, esto es, lo deja en condiciones
de producir consecuencias jurídicas en el campo del derecho. El acto queda perfecto,
va a producir todos sus efectos o consecuencias, quedando así habilitado para cumplir
con las finalidades últimas que se tuvieron en vista al dictar el acto.
65
b) Se le reconoce al acto, en forma mucho más afianzada, la presunción de legitimidad del
mismo, en cuanto a que por el trámite de toma de razón el acto administrativo se estima
que efectivamente se encuentra ajustado a derecho.
Modificación a la constitución
De acuerdo al concepto orgánico de Administración del Art. 1º, todos los órganos de
la Administración y todos sus funcionarios están obligados a guardar observancia a este
principio. En este sentido el criterio de interpretación de contraloría es muy expansivo,
incluyendo hasta los funcionarios que prestan servicios a honorarios.
Concepto de probidad
a) Conducta intachable: La conducta del funcionario no debe tener ningún tipo de reparo,
de duda o de cuestionamiento. También se ha interpretado extensivamente, incluyendo
a la vida privada de los funcionarios.
66
c) Preeminencia del interés general sobre el particular: Es un concepto interesante pues
el interés general lo describe la ley en el Art. 53 LBA. Es un concepto complejo, por lo
que cualquier conducta del funcionario que infrinja esta disposición está rompiendo con
el principio de la probidad. Es muy exigente.
Esta norma también se repite en términos muy parecidos en el artículo 61 letra g) del
Estatuto administrativo, ley 18.834.
Las Inhabilidades
"Art. 54. Sin perjuicio de las inhabilidades especiales que establezca la ley, no podrán
ingresar a cargos en la Administración del Estado:
a) Las personas que tengan vigente o suscriban, por sí o por terceros, contratos o
cauciones ascendentes a doscientas unidades tributarias mensuales o más, con el
respectivo organismo de la Administración Pública.
Tampoco podrán hacerlo quienes tengan litigios pendientes con la institución de que
se trata, a menos que se refieran al ejercicio de derechos propios, de su cónyuge,
hijos, adoptados o parientes hasta el tercer grado de consanguinidad y segundo de
afinidad inclusive.
Igual prohibición regirá respecto de los directores, administradores, representantes
y socios titulares del diez por ciento o más de los derechos de cualquier clase de
sociedad, cuando ésta tenga contratos o cauciones vigentes ascendentes a
doscientas unidades tributarias mensuales o más, o litigios pendientes, con el
organismo de la Administración a cuyo ingreso se postule.
b) Las personas que tengan la calidad de cónyuge, hijos, adoptados o parientes hasta
el tercer grado de consanguinidad y segundo de afinidad inclusive respecto de las
67
autoridades y de los funcionarios directivos del organismo de la Administración civil
del Estado al que postulan, hasta el nivel de jefe de departamento o su equivalente,
inclusive.
c) Las personas que se hallen condenadas por crimen o simple delito"
"Art. 55. Para los efectos del artículo anterior, los postulantes a un cargo público
deberán prestar una declaración jurada que acredite que no se encuentran afectos a
alguna de las causales de inhabilidad previstas en ese artículo"
"Art. 63. La designación de una persona inhábil será nula. La invalidación no obligará
a la restitución de las remuneraciones percibidas por el inhábil, siempre que la
inadvertencia de la inhabilidad no le sea imputable.
La nulidad del nombramiento en ningún caso afectará la validez de los actos
realizados entre su designación y la fecha en que quede firme la declaración de
nulidad. Incurrirá en responsabilidad administrativa todo funcionario que hubiere
intervenido en la tramitación de un nombramiento irregular y que por negligencia
inexcusable omitiere advertir el vicio que lo invalidaba"
Cuando esta norma habla de invalidación, lo hace como sinónimo de nulidad, aun
cuanto técnicamente no sea así.
"Art. 64. Las inhabilidades sobrevinientes deberán ser declaradas por el funcionario
afectado a su superior jerárquico dentro de los diez días siguientes a la configuración
de alguna de las causales señaladas en el artículo 54. En el mismo acto deberá
presentar la renuncia a su cargo o función, salvo que la inhabilidad derivare de la
designación posterior de un directivo superior, caso en el cual el subalterno en
funciones deberá ser destinado a una dependencia en que no exista entre ellos una
relación jerárquica"
"Art. 56. Todos los funcionarios tendrán derecho a ejercer libremente cualquier
profesión, industria, comercio u oficio conciliable con su posición en la
Administración del Estado, siempre que con ello no se perturbe el fiel y oportuno
cumplimiento de sus deberes funcionarios, sin perjuicio de las prohibiciones o
limitaciones establecidas por ley.
Estas actividades deberán desarrollarse siempre fuera de la jornada de trabajo y con
recursos privados. Son incompatibles con la función pública las actividades
particulares cuyo ejercicio deba realizarse en horarios que coincidan total o
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parcialmente con la jornada de trabajo que se tenga asignada. Asimismo, son
incompatibles con el ejercicio de la función pública las actividades particulares de
las autoridades o funcionarios que se refieran a materias específicas o casos
concretos que deban ser analizados, informados o resueltos por ellos o por el
organismo o servicio público a que pertenezcan; y la representación de un tercero en
acciones civiles deducidas en contra de un organismo de la Administración del
Estado, salvo que actúen en favor de alguna de las personas señaladas en la letra b)
del artículo 54 o que medie disposición especial de ley que regule dicha
representación.
Del mismo modo son incompatibles las actividades de las ex autoridades o ex
funcionarios de una institución fiscalizadora que impliquen una relación laboral con
entidades del sector privado sujetas a la fiscalización de ese organismo. Esta
incompatibilidad se mantendrá hasta seis meses después de haber expirado en
funciones"
Este título que estaba en Párrafo tres, artículos 57 a 60 D y desde el 65 al 68 fue derogado
por la ley 20.880 de fecha 5 de enero de 2016 denominada “ley sobre probidad en la función
pública y prevención de los conflictos de intereses”.
1.- Antecedentes.
Con fecha con 05 de enero del año 2016, se ha publicado en el DO la ley referida,
la cual se complementa con un Reglamento contenido en el Decreto 2/2016 del Ministerio
Secretaria General de la Presidencia, el cual a su vez, se encuentra publicado en el DO de
fecha 02 de junio del mismo año.
En lo fundamental, el texto legal en comentario se refiere al conflicto de interés,
entendiendo por tal, conforme a su art. 1, los casos en que concurre a la vez el interés
general propio del ejercicio de las funciones con un interés particular, sea o no de carácter
económico, de quien ejerce dichas funciones o de los terceros vinculados a él determinados
por la ley, o cuando concurren circunstancias que le restan imparcialidad en el ejercicio de
sus competencias.
A efectos de abordar el mencionado conflicto de intereses, la norma contempla dos
instrumentos a saber; la declaración de intereses y patrimonio, y el mandato de
administración de cartera de valores y enajenación forzosa.
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2.1.- Ámbito de aplicación.- sujetos obligados a formular declaración de intereses y
patrimonio.- Art. 4.
a.- El Presidente de la República, los ministros de Estado, los subsecretarios, los
intendentes, los gobernadores, los secretaros regionales ministeriales, los jefes superiores
de servicio, los embajadores, los ministros consejeros y los cónsules.
b.- Los consejeros del Consejo de Defensa del Estado, del Consejo Directivo del Servicio
Electoral, del Consejo para la Transparencia , del Consejo de Alta Dirección Pública, del
Instituto Nacional de Derechos Humanos y del Consejo Nacional de Televisión.
c.- Los integrantes de los Paneles de Expertos o Técnicos creados por las leyes 19.940,
20.378 y 20.410.
e.- Los oficiales generales y oficiales superiores de las Fuerzas Armadas y niveles
jerárquicos equivalentes de las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública.
g.- Los directores o las personas a que se refieren los incisos tercero, cuarto, y quinto del
artículo 37 de la ley 18.046, sobre Sociedades Anónimas, y los directores y gerentes de
las empresas públicas creadas por ley de las sociedades en que el Estado tenga
participación accionaria.
j.- Las demás autoridades y personal de planta y a contrata, que sean directivos,
profesionales y técnicos de la Administración del Estado que se desempeñen hasta el
tercer nivel jerárquico de la respectiva planta de la entidad o su equivalente. Para establecer
la referida equivalencia deberá estarse al grado remuneratorio asignado a los empleos de
que se trate y, en caso de no tener asignado un grado, al monto de las respectivas
remuneraciones de carácter permanente.
k.- Las personas contratadas a honorarios que presten servicios en la Administración del
Estado, cuando perciban regularmente una remuneración igual o superior al promedio
mensual de la recibida anualmente por un funcionario que se desempeñe en el tercer nivel
jerárquico, incluidas las asignaciones que correspondan.
l.- Los rectores y miembros de las juntas directivas de las universidades del Estado.
SE AGREGAN:
m.- Los miembros del Consejo del Banco Central. Art. 20.
70
n.- El Contralor General de la República, el Subcontralor General de la República, los
contralores regionales y quienes se desempeñen hasta el tercer nivel jerárquico en la
Contraloría General de la República. Art. 21.
ñ.- El cónyuge, siempre que este casado bajo el régimen de sociedad conyugal, y el
conviviente civil, en los casos que se haya pactado régimen de comunidad de bienes. En
todos los demás tipos de régimen la declaración es voluntaria.
Igualmente, los hijos sujetos a patria potestad, y quienes estén bajo tutela y curatela, del
funcionario declarante. Art. 8.
-La enunciación del pasivo, siempre que en su conjunto ascienda a un monto superior a
cien unidades tributarias mensuales.
-En el caso de los primeros cuatro tipos de sujetos obligados, deberá además incluirse el
nombre completo de sus parientes por consanguinidad en toda la línea recta que se
encuentren vivos y en el segundo grado tanto en la línea colateral como por afinidad.
-Opcionalmente, se podrá declarar de forma voluntaria toda otra posible fuente de conflicto
de intereses, distintas a las señaladas.
a.-Debe efectuarse dentro de los 30 días siguientes a la asunción del cargo, actualizarse
anualmente en el mes de marzo, y dentro de los 30 días posteriores al concluir sus
funciones.
71
b.-Efectuarse por medio de formularios electrónicos conforme a la ley 19.799, o en papel
debidamente autentificada por ministro de fe o notario.
c.-Es pública por medio del sitio electrónico de la institución hasta seis meses después del
cese de funciones, sin perjuicio de los datos sensibles y datos personales, y tendrá el
carácter de declaración jurada. Adicionalmente, se contemplan copias de la declaración
para la base de datos interoperables para efectos de fiscalización por parte de las entidades
responsables, y también para la CGR
1.-El jefe superior del Servicio, y la CGR son los encargados de verificar que la declaración
de intereses y patrimonio se realicé por los sujetos obligados a ella.
2.-La CGR. tiene la competencia para fiscalizar la oportunidad, integridad y veracidad del
contenido de la declaración de intereses y patrimonio.
72
o a sus organismos y en empresas que presten servicios sujetos a tarifas reguladas o que
exploten, a cualquier título, concesiones otorgadas por el Estado, incluidas las concesiones
de radiodifusión televisiva de libre recepción y de radiodifusión sonora.
- Los ministros de Estado, los subsecretarios, los intendentes, los consejeros
regionales, los superintendentes, los intendentes de dichas Superintendencias y los jefes
de servicios, respecto de su participación en la propiedad de empresas proveedoras de
bienes o servicios al Estado o sus organismos y en empresas que presten servicios sujetos
a tarifas reguladas o que exploten, a cualquier título, las concesiones otorgadas por el
Estado, cuando éstas o aquéllas se encuentren vinculadas expresa y directamente con el
ámbito de su competencia o bien sujetas, de acuerdo a la ley, a su fiscalización, y en las
concesiones de radiodifusión televisiva de libre recepción y de radiodifusión sonora.
Moción Parlamentaria
Introducción
73
encuentra reforzado por tratados internacionales como la Convención Interamericana de
Derechos Humanos y aquellos referidos a la prevención de la corrupción.
Así también, la publicidad de los actos de gobierno, permite que el ciudadano pueda
controlar en forma efectiva dichos actos, no sólo por medio de una comparación de los
mismos con la ley, sino también ejerciendo el derecho de petición. Se trata, entonces, de
un control en manos de los ciudadanos, que junto a los otros controles ideados en el marco
del Estado de Derecho, contribuyen a fortalecer la transparencia de la función pública y la
reducción de los posibles ámbitos de corrupción, pues el carácter multifactorial de la
corrupción exige otros medios que junto con los tradicionales del derecho penal permita
ampliar el efecto preventivo de las acciones estatales y de los ciudadanos.
En los últimos años en nuestro país, se han realizado esfuerzos en este sentido,
entre los cuales destacan:
Lo anterior, se debe al hecho que la misma ley de probidad dispone que uno o mas
reglamentos establecerán los casos de secreto o reserva de la documentación y
antecedentes que obren en poder de la Administración del Estado, lo que constituye una
seria barrera al derecho de acceso a la
información pública establecido en la ley.
74
en su artículo 9º, que los órganos de la Administración del Estado deberán clasificar los
actos y documentos que generen como secretos o reservados en conformidad a los
restrictivos criterios establecidos en su artículo 8º, lo que ha producido que numerosas
reparticiones públicas hayan dictado sin demora, sendas resoluciones en tal sentido,
restringiendo administrativamente el derecho a la información a niveles que lo hacen
prácticamente inexistente.
Los ejemplos señalados se han ido multiplicando hasta el día de hoy, siendo ya
habitual que la reserva o el secreto que recae sobre la correspondencia oficial se justifique
con la remisión al DS N° 291, de 1974, del Ministerio del Interior (por ejemplo, Dirección
75
Nacional de Fronteras y Límites del Estado, DO 14 de enero de 2004; Ministerio de
Relaciones Exteriores, DO 31 de enero de 2004; Subsecretaría de Pesca, DO 5 de abril de
2004; Conicyt, DO 26 de mayo de 2004; Servicio de Salud Metropolitano Sur, DO 26 de
mayo de 2004), situación que ha llamado la atención del Comité de Expertos del Mecanismo
de Seguimiento de la Implementación de la Convención Interamericana contra la
Corrupción, Tratado Internacional suscrito y ratificado por nuestro país, entidad que en su
reciente informe de 6 de febrero de 2004 recomendó al Estado de Chile la modificación de
la ley y de la norma reglamentaria. En el mismo sentido, la Contraloría General de la
República, en reciente Dictamen Nº 049883 de 4 de octubre de 2004, observó que en
diversas resoluciones se excede la normativa a los efectos de la declaración del secreto o
reserva, estableciendo materias
de tal amplitud que no resulta admisible entenderlas amparadas por la regulación legal y
reglamentaria que debe servirles de fundamento y, que “no se advierte el fundamento
preciso para declarar secretos o reservados determinados documentos”.
Por último, cabe señalar que este proyecto ley sólo busca regular parte del derecho a la
información, y específicamente al referido al acceso de la información de la Administración
del Estado, y el Poder Legislativo, quedando pendiente para la discusión parlamentaria, la
forma de hacer extensivo tales principios a la actuación administrativa del Poder Judicial.
Con fecha 11 de agosto de 2008 se promulga la Ley N° 20.285, que se publica en el Diario
Oficial del 20 de agosto del mismo año sobre Transparencia de la Función Pública y de
Acceso a la Información de la Administración del Estado, cuyo reglamento contenido en el
Decreto N° 13, de 2 de marzo de 2009, del Ministerio Secretaría General de la Presidencia,
fue publicado en el Diario Oficial del 13 de abril de 2009.
Precisado lo anterior, se debe señalar que esta ley, necesariamente se debe vincular con
lo dispuesto en el actual artículo 8° de la Constitución Política de la República, el cual en
76
su inciso segundo precisa que “ son públicos los actos y resoluciones de los órganos
del Estado, así como sus fundamentos y los procedimientos que utilicen “. En el
mismo sentido, se debe vincular también con el inciso segundo del artículo 13 de la Ley de
Bases Generales de la Administración del Estado que establece “ la función pública se
ejercerá con transparencia, de manera que permita y promueva el conocimiento de
los procedimientos, contenidos y fundamentos de las decisiones que se adopten en
ejercicio de ella “.
Este principio significa que toda persona tiene derecho a solicitar y recibir información que
obre en poder de cualquier órgano de la Administración del Estado, en la forma y
condiciones que establezca la ley. ( artículo 3°, letra d) Reglamento )
77
Sin perjuicio de lo anterior, los citados órganos se regirán por las disposiciones de la ley N°
20.285 que ésta expresamente señale y por las disposiciones de sus respectivas leyes
orgánicas que versen sobre los asuntos a que se refiere el citado artículo 1°.
3.3 Los documentos que les sirvan de sustento o complemento directo y esencial.
Bajo el concepto de sustento o complemento directo se incluyen los documentos que
se vinculen necesariamente con el acto administrativo en que concurren y siempre que
dicho acto se haya dictado, precisa e inequívocamente, sobre la base de esos documentos.
A su turno, bajo el concepto de sustento o complemento esencial se incluyen los
documentos indispensables para la elaboración y dictación del acto administrativo en que
concurren, de modo que sean inseparables del mismo.
3.6 Toda otra información que obre en poder de los órganos de la Administración,
cualquiera sea su formato, soporte, fecha de creación, origen, clasificación o
procesamiento.
3.7 Los actos y documentos que han sido objeto de publicación en el Diario Oficial.
78
En particular, respecto de la planta del personal; personal a contrata; personas que se
desempeñen a honorarios y aquellas que se desempeñan en virtud de un contrato de
trabajo, se debe señalar que cada organismo de la Administración del Estado debe incluir
en el respectivo sitio electrónico un listado con la individualización de ellos.
Cualquier infracción al deber de Transparencia Activa, puede ser reclamada por cualquier
persona ante el Consejo para la Transparencia, y se someterá al procedimiento
impugnatorio establecido en la propia ley.
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5.1.5 Principio de la divisibilidad, conforme al cual si un acto administrativo
contiene información que puede ser conocida e información que debe ser denegada en
virtud de causa legal, se dará acceso a la primera y no a la segunda.
5.1.6 Principio de facilitación, que discurre a que los procedimientos de
acceso a la información deben facilitar el ejercicio del derecho y no obstruirlo o impedirlo.
5.1.9 Principio del control, el que se expresa, por una parte, en que el
cumplimiento de este derecho debe ser objeto de fiscalización permanente y, por otra, en
que las resoluciones que recaigan en las solicitudes de acceso a la información son
reclamables ante un órgano externo.
En este sentido, se debe tener presente que la información solicitada se debe entregar en
la forma y por el medio que el requirente haya señalado, siempre que ello no signifique un
costo excesivo o un gasto no previsto en el presupuesto institucional, debiendo, además
tener presente, que sólo se podrá exigir el pago de los costos directos de reproducción y
de los demás valores que una ley expresamente autorice cobrar por la entrega de la
información solicitada.
Para materializar el ejercicio de éste derecho, el requirente o sujeto activo, deberá formular
su solicitud por escrito o, a través de sitios electrónicos, debiendo indicar:
80
habilitado;
d.- órgano administrativo al que se dirige;
e.- el medio a través del cual recibirá las notificaciones y
la información solicitada.
En relación a éste último aspecto, el solicitante podrá expresar su voluntad de ser notificado
mediante comunicación electrónica para todas las actuaciones y resoluciones del
procedimiento administrativo, indicando para ello, bajo su responsabilidad, una dirección de
correo electrónico habilitado, y en tal caso, los plazos comenzarán a correr a partir del día
siguiente hábil del envío del correo electrónico.
Para estos efectos, se entiende por SUJETO ACTIVO a toda persona que, de conformidad
a la ley, puede ejercer el derecho de solicitar acceder y recibir información que exista en
poder de los órganos de la Administración del Estado y, se entiende como SUJETO
PASIVO del derecho de acceso a la información a los órganos y servicios públicos a que
se refiere el inciso 1° del artículo 2° del reglamento.
Previa a la tramitación normal de la solicitud, se debe analizar si ésta reúne las exigencias
legales y de no ocurrir, se debe requerir al solicitante que subsane la omisión, con
indicación de tenerlo por desistido sino lo hace dentro del plazo de 5 días contados desde
la respectiva notificación.
Cuando no sea posible individualizar al órgano con competencia o cuando la solicitud afecte
a varios órganos, la institución requerida deberá comunicar dicha situación al solicitante.
81
comunicada al solicitante antes del vencimiento del plazo, señalando los fundamentos y la
extensión de la prórroga.
a.- Debe formularse por escrito, por cualquier medio, incluyendo el electrónico;
b.- Debe ser fundada, especificando la causa legal en que se fundamenta y las
razones que motiven su negativa;
c.- No podrá extenderse más allá del plazo que permite la ley;
d.- Debe notificarse de conformidad a las normas establecidas en el inciso final del
artículo 12 de la ley en exposición.
Todo abuso o exceso en el ejercicio de esta potestad dará lugar a las acciones y recursos
que correspondan.
82
La citada notificación debe hacerse dentro del plazo de dos días hábiles, contado desde
la recepción de la solicitud que cumpla con los requisitos de admisibilidad.
Los terceros disponen del plazo de tres días hábiles contados desde la fecha de la
notificación para ejercer su derecho de oposición, el cual deberá presentarse por escrito y
con expresión de causa.
Se debe tener presente que la denegación, que debe ser fundada, corresponde sea
resuelta por la autoridad, jefatura o jefe superior del órgano o servicio y, podrá ser parcial o
total, cuando concurra alguna de las siguientes causales:
83
- un alejamiento de sus funciones habituales.
Se debe entender por datos sensibles aquellos de carácter personal que se refieren a las
características físicas o morales de las personas o a hechos o circunstancias de su vida
privada o intimidad, tales como los hábitos personales, el origen social, las ideologías y
opiniones políticas, las creencias o convicciones religiosas, los Estados de salud físicos o
psíquicos y la vida sexual.
5.- Cuando se trate de documentos, datos o informaciones que una ley de quórum
calificado haya declarado reservados o secretos, de acuerdo a las causales
señaladas en el artículo 8° de la Constitución Política.
Los actos que una ley de quórum calificados haya declarado secretos o reservados, en
principio, mantendrán este carácter hasta que otra ley de la misma jerarquía deje sin efecto
dicha calificación.
6.- Los resultados de las encuestas o de sondeos de opinión encargados por los
órganos de la Administración del Estado facultados para ello, serán reservados hasta
que termine el período presidencial durante el cual fueron efectuados.
84
a.- Sólo podrán tomar conocimiento de los actos y documentos incluidos en la
declaración, los órganos y personas debidamente facultadas para ello.
c.- Los funcionarios de la Administración del Estado estarán obligados a cumplir las
medidas que fueren impartidas para resguardar los actos y documentos calificados de
secretos o reservados.
Una vez transcurrido el plazo de 20 días, o la prorroga en su caso, para que la autoridad
entregue la información solicitada y esta no lo haya hecho o cuando la autoridad denegare
la petición, el requirente tiene derecho a recurrir, POR ESCRITO, ante el Consejo para la
Transparencia a que se refieren los artículos 31 y siguientes de la ley en estudio, solicitando
amparo de su derecho dentro del plazo de 15 días contado desde la notificación de la
denegación, o desde que haya expirado el plazo de 20 días o su prórroga.
- la infracción cometida;
- los hechos que configuran la infracción;
- acompañar los medios de prueba que la acrediten; y
- acompañar copia de la solicitud de información y de la resolución denegatoria, si la
hubiere.
El requirente debe presentar su solicitud ante el citado Consejo, debiendo advertir que si
tiene su domicilio fuera de la ciudad asiento del CT - Santiago – ( sin perjuicio de los
domicilios que pueda establecer en otros puntos del país ) puede presentarlo en la
respectiva Gobernación, la que deberá, de inmediato y por el medio más expedito,
transmitirla al Consejo, entendiéndose que el reclamo ha sido presentado en la fecha de
recepción en la Gobernación respectiva.
85
Conocimiento y admisibilidad de los reclamos o amparo.-
Los reclamos formulados serán conocidos por el Consejo Directivo del CT, por regla
general, en la primera sesión ordinaria que celebre con posterioridad a su presentación o
en la segunda o posteriores, en la medida que el volumen de trabajo lo permita.
Si el reclamo omitiere alguno de los requisitos exigidos, el Consejo Directivo podrá ordenar
subsanar la omisión o aclarar la solicitud o reclamo, dentro del plazo de cinco ( 5 ) días
hábiles, con indicación que de no hacerlo, se declarara inadmisible.
Una vez recibido el reclamo conforme, el Consejo Directivo debe notificar la reclamación al
órgano de la Administración del Estado correspondiente, y si existiere un tercero
involucrado, también se le notificará mediante carta certificada.
El Consejo deberá dictar su resolución dentro del quinto día hábil contado desde que se
encuentre vencido el plazo de 10 días que tiene el órgano de la Administración del Estado
o los terceros - si existieren - para formular sus descargos u observaciones o desde que
haya vencido el término fijado para la realización de una audiencia, cuando así se haya
resuelto.
1.- Estimar que la información objeto del reclamo es secreta o reservada, y por
efecto derivado de ésta resolución, tendrán también esa calidad los escritos, documentos
y actuaciones que hayan servido de base para su pronunciamiento.
Procedimiento Disciplinario.-
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Paralelamente, el Consejo podrá estimar que es necesario iniciar un procedimiento
disciplinario para establecer la responsabilidad de algún funcionario o autoridad si ha
incurrido en alguna de las infracciones del Titulo VI de la ley en estudio.
El reclamo de ilegalidad será notificado por cédula al Consejo y al Tercero interesado, los
que tendrán el plazo de 10 días para presentar sus descargos u observaciones.
El Tribunal, evacuado el traslado o vencido el plazo que se dispone para formular las
observaciones, ordenará traer los autos en relación y la causa se agregará
extraordinariamente a la tabla de la audiencia más próxima, previo sorteo de la sala.
Sin perjuicio de lo anterior, la Corte podrá, si así lo estima pertinente, abrir un término
probatorio, que no podrá exceder el plazo de 7 días, y escuchar los alegatos de las partes
La Corte de Apelaciones dictará sentencia dentro del término de 10 días, contados desde
la fecha en que se celebre la señalada audiencia, o en su caso, desde que quede
ejecutoriada la resolución que declare vencido el término probatorio.
87
En contra la resolución que dicte la Corte de Apelaciones no procederá recurso
alguno.
El Consejo se crea como una corporación autónoma de Derecho Público, con personalidad
jurídica y patrimonio propio, naturaleza que se le otorga, básicamente para establecer su
independencia de los demás organismos públicos.
Sin perjuicio de lo anterior, durante la tramitación del proyecto de ley se discutió sobre el
alcance de su autonomía y, en especial, en su relación con las funciones que el
ordenamiento jurídico le otorga a la Contraloría General de la República.
En este aspecto, para los representantes del Ejecutivo, posición planteada en la Comisión
de Constitución de la Cámara de Diputados, el Consejo para la Transparencia, no obstante
su autonomía, “ siempre estaría sujeto a la fiscalización de la Contraloría General
de la República y a las disposiciones sobre Administración financiera del Estado.”, es decir,
está enmarcado dentro de la Administración del Estado.21
88
Pero, para el diputado Jorge Burgos, este Consejo tiene una naturaleza jurídica
especial, ya que, a pesar que la Comisión Mixta fue partidaria de crear el Consejo tal
como se proponía, se “ diseñó un órgano que tiene una extraña mixtura, pues en
algunos aspectos se acerca a un servicio público y en otros se separa de ellos.”22
Agregaba: “ Mi conclusión es que la Comisión Mixta diseñó al Consejo para la
Transparencia como un órgano único dentro del Estado. No hay otro que tenga estas
particularidades, lo que lo hace muy importante. Se siguió, entonces, la tesis de que
el legislador, dentro de su autonomía, puede diseñar órganos, sin seguir modelos
predefinidos. El Consejo no es ni parece un servicio público. Tiene tantos elementos
esenciales distintos que lo hacen singularísimo “.
Sin duda, esta zona gris sobre la posible colisión de funciones entre el Consejo y la
Contraloría ha sido uno de las críticas a este nuevo texto legal. En este sentido, el Ministro
Viera Gallo, en la discusión en sala en la Cámara revisora, refiriéndose al Consejo,
señalaba: “ Quedará por establecer en el funcionamiento del órgano su relación con la
Contraloría General de la República, que tiene por función más bien fiscalizar, pero que
tendrá que relacionarse con ese organismo nuevo, no para sobreponer atribuciones, sino
para complementarlas, de manera que la Administración Pública tenga cada vez más
probidad y sea más transparente.”23
En definitiva, el tema no fue resuelto expresamente por la ley, pero considerando que las
funciones del Consejo, preferentemente, están destinadas a pronunciarse, en sede
administrativa, sobre resoluciones de los órganos integrantes de la Administración del
Estado en una etapa preliminar, reconociendo la normativa la posibilidad de recurrir vía
reclamo de ilegalidad ante la Corte de Apelaciones respectiva, ahora en sede jurisdiccional
en un procedimiento contencioso – administrativo en contra de sus resoluciones, nos
parece lógico que el Consejo integrara, en su calidad de órgano autónomo – al igual que la
Contraloría General de la República o de las Municipalidades – la Administración del
Estado.
89
a) Fiscalizar el cumplimiento de las disposiciones de esta ley y
aplicar las sanciones en caso de infracción a ellas.
90
órganos de la Administración del Estado.
Los consejeros durarán seis años en sus cargos, pudiendo ser designados sólo para un
nuevo período y se renovarán por parcialidades de tres años.
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En general, las sesiones que realice exige un quórum mínimo de tres consejeros y los
acuerdos se adoptarán por la mayoría de sus miembros y, en caso de empate, resuelve el
Presidente.
Los Consejeros pueden ser removidos por la Corte Suprema, la que conocerá del
requerimiento en pleno especialmente convocado al efecto y el acuerdo debe adoptarse
con el voto conforme de la mayoría de sus miembros en ejercicio.
Las personas que presten servicios en el Consejo se regirán por el Código del Trabajo,
pero les serán aplicables las normas de probidad y las disposiciones del Título Tercero de
la Ley de Bases Generales de la Administración del Estado, condiciones que deben
quedar expresamente establecidas en los respectivos contratos de trabajo.
92
El personal que desempeñe funciones directivas en el Consejo, será seleccionado
mediante concurso público efectuado por el Servicio Civil de conformidad con las normas
que regulan los procesos de selección de la Alta Dirección Pública sobre la base de una
terna conformada por el Consejo de esa Alta Dirección.
Se debe tener presente que respecto de las donaciones que se hagan a favor del Consejo
no se requiere el trámite de insinuación a que se refiere el artículo 1401 del Código Civil y
se encuentran exentas del impuesto a las donaciones establecidas en la ley N° 16.271.
Por expresa disposición del artículo 43 inciso final de la Ley N° 20.285, las resoluciones del
Consejo se encuentran exentas del trámite de Toma de Razón por la Contraloría General
de la República.
93
d.- El incumplimiento injustificado de las normas sobre transparencia activa, será
sancionado con una multa de 20% a 50 % de las remuneraciones del infractor.
Se debe hacer presente que, respecto de las multas señaladas, la ley nada dice sobre que
tipo de remuneración se aplicará, siendo de la opinión, aún cuando en Derecho Público no
es posible aplicar disposiciones legales por analogía, que ésta debería recaer sobre la
remuneración mensual y sobre aquellos conceptos que la integran que tengan un carácter
permanente, aspecto que, a nuestro juicio, debería declararse expresamente en cada caso
particular, con ocasión del procedimiento disciplinario que debe implementarse para su
aplicación.
Para dicho efecto, deberá designar a uno de sus funcionarios abogados como Fiscal
instructor y una vez que éste emita el dictamen deberá elevar los antecedentes al Consejo
Directivo.
Sobre este particular, considerando que, en general, las investigaciones que realiza la
Contraloría General de la República y las conclusiones a que arriba ( sanciones ) carecen
de imperatividad, es decir, no obligan al órgano integrante de la Administración Activa al
cual pertenece el funcionario sancionado, entendemos que en este caso, al señalar la ley
que es el Órgano de Control quien establecerá las sanciones que correspondan, le está
otorgando carácter obligatorio a la sanción que determine la Contraloría General de la
República, la cual debería ser necesariamente aplicada por el Consejo, lo que sin duda
representa objetivamente una solución adecuada.
Sin embargo, conviene tener presente en esta materia que, según lo dispone el inciso final
del artículo 99 de la Constitución Política de la República, la organización, el funcionamiento
y las atribuciones de la Contraloría General de la República deben ser materia de una ley
orgánica constitucional; no obstante lo cual, en la especie, se estaría frente a una ley simple
otorgando una nueva atribución al órgano Contralor, al otorgarle imperatividad a las
sanciones establecidas, transformando, en consecuencia, dicha disposición en
inconstitucional.
94
ANEXO 1
Las primeras 100 decisiones (Extraído de página del Consejo para la Transpaencia).
Dentro de esta incipiente jurisprudencia del Consejo pueden destacarse los siguientes
criterios:
1. No basta que los servicios públicos invoquen una causal de secreto reserva; deben,
además, demostrar los hechos que respalden esa afirmación dado que la regla general en
materia de información en poder de la Administración es su publicidad (casos A15-09, A39-
09, etc.).
5. Las estadísticas oficiales que emiten algunos organismos públicos no son la única
información pública que ellos tienen. Los datos que permiten construir dichas estadísticas
no son, en principio, reservados, y aunque la forma de procesarlos y presentarlos pueda
dar pie a interpretaciones inexactas será el debate público y académico quien deberá
hacerse cargo de este tema (caso A19-09).
95
6. El resultado de las encuestas es secreto hasta que finalice el período presidencial
durante el cual fueron efectuados, conforme el art. 22 de la Ley de Transparencia. Sin
embargo, eso no quita que los contratos para realizarlas sean públicos pues los casos de
reserva o secreto deben interpretarse restrictivamente (casos A32-09 y A48-09).
7. El Consejo protege los datos personales de carácter privado: Los R.U.T. de los
funcionarios públicos que tiene la unidad administrativa de un servicio público no pueden
darse a conocer sin que antes se realice un test de interés público que pondere el interés
público con su derecho a la intimidad, pues es un dato personal obtenido de los propios
interesados en acceder a la función pública y no directamente de una fuente pública (casos
A10-09 y A126-09).
8. En los concursos para proveer cargos de trabajo en el sector público las personas tienen
derecho a fiscalizar quien es elegido y conocer las razones porque los postergaron (caso
A34-09).
ANEXO 2.
96
específicas que puedan existir o, en su defecto, según las disposiciones de la ya citada Ley
N°19.880, de 2003, atendido su valor supletorio” (decisión C533-09). Si la solicitud no se
ajusta a estos criterios también será declarada inadmisible.
97
98
- Cuando el reclamante no espera el cumplimiento del plazo que tiene el organismo para
responder frente a su solicitud de información, es decir, interpone el amparo en forma
anticipada -antes que transcurran los veinte días hábiles, prorrogables por otros diez, que
le otorga la Ley (v. gr., decisiones de inadmisibilidad por extemporaneidad en los casos
C169-10 y C182-10)-; o
- Cuando el reclamante interpone el amparo habiendo transcurrido el plazo legal que tenía
para hacerlo -con posterioridad a los quince días hábiles desde que el organismo determina
no proporcionar la información o desde el vencimiento del plazo que tenía para responder
la solicitud de información- (v. gr., decisiones de inadmisibilidad por extemporaneidad en
los casos C155-10, C162-10 y C167-10).
- Otros poderes del Estado y organismos autónomos que la Ley excluyó del ámbito de
competencia del Consejo, como el Banco Central, la Contraloría General de la República o
el Poder Judicial (v. gr. decisiones de inadmisibilidad por incompetencia en los casos C610-
09, del 5 de enero de 2010, y C159-10 del 30 de marzo de 2010).
98
99
99
100
En los casos referidos al personal que trabaja para la Administración del Estado, cuya
nómina y remuneración debe subirse al sitio web de cada servicio conforme al art. 7º d) de
la Ley Nº 20.285, el Consejo ha sentado como principio fundamental que su esfera de
intimidad es más reducida que la del resto de las personas en virtud de las funciones que
ejercen. Así, por ejemplo, se ha ordenado entregar copia de los sumarios administrativos
ya concluidos (decisión A47-09, de 15.07.2009), los puntajes finales de las calificaciones
de los funcionarios (decisiones A10-09 y A126-09, de 31.07.2009) y sus registros de
asistencia (decisiones A181-09, de 15.07.2009, y C434, de 27.11.2009). En materia de
concursos de personal la decisión de las reposiciones presentadas en los casos A29-09 y
A35-09, del 30.12.2009, aplica el principio de divisibilidad (art. 11 e) de la Ley) y establece
que una parte de los informes que se realizan a los candidatos que postulan a un cargo
público deben revelarse, como “medio indispensable para permitir el control de estos
procesos y la retroalimentación de los postulantes”: la historia curricular, la descripción de
la motivación y los puntajes asignados a cada atributo del perfil por la consultora y el Comité
de Selección a cargo del concurso. Además, solicitó la elaboración de una versión pública
de los criterios que fundan la calificación final de los postulantes. En cambio, el Consejo
declaró reservada la evaluación sicológica, la evaluación descriptiva de atributos y la
conclusión (síntesis de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas) que tienen estos
informes, por considerar que contienen un “juicio de expertos” difícilmente objetivable y que,
de difundirse, llevaría a cuestionamientos difíciles de dirimir y que, además de no generar
valor al sistema de reclutamiento, provocaría serios entorpecimientos en el funcionamiento
regular de este sistema dado el trabajo que representaría atenderlos y dada la alta
probabilidad de no dejar satisfechos a los interesados. También se excluyeron de dichos
informes los anexos que detallan la información de las personas que dan referencias de los
candidatos y el contenido de éstas, pues se entendió que “en caso contrario la sinceridad
de estos testimonios se reduciría y les quitaría buena parte de su valor”.
El Consejo, en principio, ha ordenado entregarlos toda vez que han sido elaborados con
presupuesto público y obran en poder de la Administración Pública, conforme el art. 5º, inc.
2º, de la Ley, salvo que concurra alguna causal de reserva o secreto como la del art. 21 Nº
1 b), esto es, que sean “antecedentes o deliberaciones previas a la adopción de una
resolución, medida o política” cuya difusión pudiese afectar el debido cumplimiento de las
funciones del organismo. Para esto debe justificarse que:
100
101
El Consejo ha ido decantado su postura en esta materia. La última decisión ha sido la C380-
09, de 27.11.2009, que ha distinguido entre los antecedentes de la estrategia jurídica del
órgano reclamado (tales como minutas internas, informes técnicos, etc.) y otros
documentos que sólo constituyen medios de prueba, concluyendo que sólo los primeros
serían objeto de secreto o reserva (especialmente si el requirente ya había tenido acceso
a los segundos).
101
102
del Estado. Por ello, el CPLT ha rechazado entregar los R.U.T. de los funcionarios
(decisiones A10-09 y A126-09, de 31.07.2009) y los domicilios, correos electrónicos y
teléfonos de particulares que están en poder de la Administración del Estado (decisiones
A33-09, de 30.06.2009, y A140-09 de 1.09.2009).
Está en el ADN de todo ser humano el tener que relacionarse con otros para el cumplimiento
de sus objetivos y metas, buscando aliados y potenciales “clientes”. Con las instituciones
sucede exactamente lo mismo, sobre todo si se trata de una que recién comienza a existir
e insertarse en el conjunto de las organizaciones del Estado y que, por lo tanto, tiene que
darse a conocer, presentarse y comenzar a formar redes y contactos que le permitan llevar
a cabo las tareas encomendadas, incorporando los principios de transparencia en la gestión
pública.
En ese escenario, y en el entendimiento de la autonomía conferida por el legislador, es que
el Consejo para la Transparencia comenzó, antes de su entrada en vigencia a generar sus
vínculos de manera de preparar la entrada de la Ley y de la institución.
La ley regula las audiencias solicitadas por lobbistas y gestores de intereses particulares.
102
103
Vía web; a través del formulario en línea que está disponible en los portales de las
reparticiones públicas.
La autoridad requerida tiene un plazo de tres días hábiles para aceptar o negar la
solicitud. En caso de aceptar, la audiencia puede ser delegada en otro funcionario del
servicio.
para saber con qué personas se han reunido las autoridades sujetas a la ley del lobby, y
qué materias se han tratado en dichas reuniones.
¿Qué es el lobby?
103
104
que realicen los sujetos pasivos y que sean necesarios para su funcionamiento.
104
105
Ministros/as
• Subsecretarios/as
• Embajadores/as
. Jefes/as de servicios
• Directores/as Regionales
• Intendentes/as
• Gobernadores/as
105
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Consejeros/as regionales
• Alcaldes(as)
• Concejales/as
Pasivo = Autoridades
Actividades registrables
Contratos.
106
107
Definiciones pueden darse muchas, pero nosotros las definimos como la “obligación
que pesa sobre el Estado o sus órganos de reparar el daño que ha causado a consecuencia
de su actividad administrativa”.
1.- EVOLUCION.
A) EVOLUCION EN GENERAL
Esta postura tiene lugar en la época del absolutismo de los monarcas, quienes
concentraban en sus manos todos los poderes, e impedían que los súbditos ejercieran
acciones tendientes a obtener la reparación de los perjuicios sufridos con ocasión de la
actividad del Estado. Ya desde la antigüedad, el Estado era "irresponsable, omnipotente y
omnisciente." Esta irresponsabilidad se basaba ya sea en la naturaleza celestial de los
reyes y emperadores ya sea en otro artificio. Como dice el presente epígrafe, el principio
de irresponsabilidad no sólo se extendía al Estado, sino que también a sus funcionarios,
porque se consideraba un sacrilegio dudar del Príncipe en cuanto a que éste no hubiera
elegido en forma digna y correcta a sus representantes. Pensar que el Príncipe se había
equivocado al elegirlos, o presumir que hubiera otorgado mandato para causar daño era
inconcebible. De ahí el conocido aforismo inglés "The King can do not wrong" (el rey no
puede equivocarse). Por lo tanto, el abuso del funcionario debía reputarse, a lo sumo, como
perjuicio causado por fuerza mayor o caso fortuito. Dicho de otra forma, "el hecho del
Príncipe era asimilado al casus o vis divina, no sólo respecto de sus súbditos, sino también
ante el mismo principado." De manera entonces que estos funcionarios "sólo quedaban
107
108
sometidos al capricho, la cólera o el afán vengativo del Jefe Supremo del Estado, único
dueño de vidas y haciendas."
108
109
César tenía dos patrimonios: el Erario o bienes del Emperador, y el Fisco o bienes
particulares, los cuales en conjunto eran mantenidos con los impuestos y se utilizaban para
sostener los servicios públicos. Con ello se daba la posibilidad de que las víctimas de
perjuicios causados por el Estado romano pudieran dirigirse contra el Fisco –no contra el
César, quien jamás podría ser responsable- para que éste le indemnizara los perjuicios
causados, y todo ello en las condiciones estatuidas por el Derecho Privado. Sin embargo,
al dejar el emperador de ser el primer magistrado para personificar al propio Estado
Romano, la distinción entre ambos patrimonios desapareció y la irresponsabilidad del uno
se extendió al otro.
En el mismo sentido, Soto Kloss sostiene que en pleno siglo XVIII aparece bajo
inspiración privatista en Prusia, el "artificio del Fisco", con el objeto de "no dejar sin
reparación los daños que la Administración prusiana produjere en su actividad...," y "será
la vía del Ius Privatum la utilizada para reparar los daños, si bien sobre la base siempre de
instituciones civilistas, y sin que se hable, ciertamente, de daños o reparación". En este
caso, el Fisco constituiría un "verdadero chivo expiatorio" –como dice Soto Kloss- en
materia de responsabilidad del Estado.
Sin embargo, ya no era posible mantener por mucho tiempo más el dogma de la
irresponsabilidad del Estado. En efecto, la aparición de una nueva noción de Estado
denominada "Estado de Derecho," permite pasar de un Estado irresponsable, a uno garante
de los derechos de los administrados y responsable de sus actos. En otras palabras,
"quedaba atrás el viejo Estado absoluto e irresponsable, y emergía con fuerza la concepción
de una Estado respetuoso de la legalidad enmarcada, rígidamente, en las normas
configuradas por su propio ordenamiento jurídico: el denominado Estado de Derecho. En
este mismo sentido, Cassagne señala que "la concepción Rosseauniana sobre la voluntad
general fue felizmente atemperada por obra del llamado Estado de Derecho, que no
109
110
reconoce poderes jurídicos absolutos e ilimitados a favor del Estado...". Esta nueva
concepción va socavando los cimientos mismos del dogma de irresponsabilidad, que
comienza a reconocer la responsabilidad del Estado, primero, tímidamente, mediante la
figura de la responsabilidad indirecta del Estado o por hecho ajeno, aplicándose en este
caso, las normas del Derecho Privado. En otras palabras, "los textos civiles tenían un
alcance general, asimilando la posición jurídica del Estado a la de un comitente, que debe
responsabilizarse por los actos de las personas que de él dependen".
Contra esta tendencia de aplicar el Derecho Civil a los casos de responsabilidad del
Estado se reaccionó, en el ya célebre fallo "Blanco", pronunciado por el Tribunal de
Conflictos, de fecha 8 de febrero de 1873,24 fallo que constituye la piedra angular de la
responsabilidad patrimonial del Estado en Francia, con una noción claramente publicista,
que rechaza la aplicación del Código Civil. Este fallo estableció "que la responsabilidad que
puede incumbir al Estado por los perjuicios causados a los particulares por el hecho de
personas que él emplea en el servicio público, no puede estar regida por los principios que
están establecidos en el Código Civil para relaciones de particular a particular", concluyendo
además "que esta responsabilidad no es general ni absoluta; que ella tiene sus reglas
especiales que varían según las necesidades del servicio y la necesidad de conciliar los
derechos del Estado con los derechos privados". De aquí, comienzan a desarrollarse
teorías publicistas, surgiendo la denominada "Teoría de la Falta de Servicio", entrando ya
a la etapa de una responsabilidad directa del Estado, para sumarse posteriormente a esta
teoría básica del sistema francés, la "teoría del Riesgo" que introduce un sistema de
responsabilidad objetiva.
B) EVOLUCION EN CHILE
110
111
Derecho Privado, aplicando por lo tanto, teorías del Derecho Público para reconocer la
responsabilidad Estatal. A vía de ejemplo, podemos mencionar los fallos Sociedad Fusch y
Plath con Fisco (Corte de Apelaciones de Santiago, 11 de enero de 1908)25 y Lapostol con
Fisco. (Corte Suprema casación de fondo, 8 de enero de 1930)26
Sin embargo, en una 2ª etapa (1938 hasta 1965) se produce un grave retroceso.
Surge la fatal distinción entre "actos de autoridad" y "actos de gestión", correspondiente a
la doctrina de la doble personalidad del Estado, abandonada en Francia antes del término
del siglo XIX, para determinar la responsabilidad del Estado, y al mismo tiempo, la
aplicación de los artículos 2314 y siguientes del Código Civil, unido todo esto, a la
declaración de incompetencia de los tribunales para conocer de asuntos contencioso-
administrativos. (La Constitución de 1925 establecía la creación de los tribunales
contencioso-administrativos, disposición que resultó ser programática solamente) Esta
teoría, ya obsoleta, distingue entre actos de autoridad o imperio, que son aquellos que
ejecuta el Estado haciendo uso de su potestad de mando para realizar sus fines públicos
esenciales, imponiéndose unilateralmente sobre todos en el ejercicio de su poder público;
y actos de gestión, que fueron en definitiva clasificados en actos de gestión privada -
aquellos por los que el Estado administra su propio patrimonio privado, es decir, persigue
fines privados y no públicos, utilizando los medios del Derecho Privado- y actos de gestión
pública -aquellos a través de los cuales el Estado realiza fines de carácter público,
equiparándose a los particulares, o sea, utilizando medios contractuales o bilaterales.
a la Constitución y con el auxilio de la fuerza pública, de orden de autoridad competente, con el único
objeto que no se perjudicara o interrumpiera el servicio de agua potable de una ciudad y que era
absolutamente necesario para la debida atención de la salubridad pública. El Estado debió
indemnizar. (Nótese que es un caso de responsabilidad objetiva).
27 Se trata de las lesiones sufridas por Estanislao Mario Granja a consecuencia de un disparo de
carabina efectuado por un carabinero sin mediar provocación alguna, el que dio en su pierna
izquierda, cayendo gravemente herido y con su pierna fracturada. La Corte señaló que el carabinero
es directa y personalmente responsable y no lo es el Estado porque el hecho no deriva de un acto
de gestión sino que del ejercicio de una función pública y por lo tanto no son aplicables al Estado las
normas del título XXXV de Libro IV del Código Civil desde que el artículo 2320 del Código Civil es
de Derecho Privado y no se aplica al vínculo del funcionario con el Fisco.
111
112
Es así entonces como surge una 3ª etapa, que tiene una leve diferencia respecto a
la anterior en cuanto distingue "actos de autoridad y los que no lo son", vale decir, considera
la existencia de la responsabilidad extracontractual "sin establecer la relación con un acto
de gestión", probablemente a raíz de las razones esgrimidas anteriormente. También
podemos citar en esta etapa fallos, tales como Becker y otro con Fisco (Corte Suprema
casación de fondo, 13 de enero de 1965)31 pero, no obstante mantener el concepto de
actos de autoridad en el cual el Estado es irresponsable, se restringe, sin embargo, el
concepto mismo de actos de autoridad. En efecto, en la causa Becker y otro con Fisco se
establece que son actos de autoridad "aquellos que directamente emanan de una ley o
reglamento, y que si las personas encargadas de ejecutarla obran dentro de las normas
legales o reglamentarias, no dan lugar a indemnización de perjuicios". De manera que todos
de luz, o bandera que previniera su existencia y que quedó sin la tapa o protección destinada a
impedir la ocurrencia del accidente.
31 Se trata del accidente de tránsito generado por un radiopatrullas conducido por un carabinero y
112
113
los demás casos –aún cuando no puedan encuadrarse dentro del concepto de actos de
gestión, pueden generar responsabilidad para el Estado –eso sí- conforme al Código Civil.
Toda esta presión, unida a la nueva Constitución de 1980 que además establece
expresamente en el artículo 38 inciso 2º la posibilidad de reclamar ante los tribunales de
justicia cualquier lesión que una persona sufra en sus derechos por la Administración del
Estado, de sus organismos y municipalidades, permite poco a poco, un giro en el
tratamiento jurisprudencial del tema que conduce a lo que podríamos denominar, una 4ª
etapa, que se inicia fundamentalmente con el fallo Tirado con Municipalidad de La Reina
(Corte Suprema 24 de marzo de 1981)32. Creemos que es así por los siguientes motivos:
2) Aplica una norma pública, el Decreto Ley 1.289 de 1976 (la entonces vigente Ley
Orgánica de Municipalidades) artículos 61 a 6333 y no preceptos del Código Civil.34
32 Se trata de los daños y perjuicio que sufrió doña María Eliana Tirado el 4 de mayo de 1977, a las
19:30 horas, ocasionado por la caída en una excavación profunda situada a menos de dos metros
del paradero de buses, el que no contaba con señalización de ninguna especie y ausencia de luces,
banderas, barreras de tierra o de madera o cualquiera otra protección destinada a impedir la
ocurrencia de accidentes.
33 En especial, el artículo 62 inciso final que prescribía que “la responsabilidad extracontractual
procederá principalmente, para indemnizar los perjuicios que sufran uno o más usuarios de los
servicios municipales, cuando éstos no funcionen, debiendo hacerlo, o lo hagan en forma deficiente”.
34 El fallo de la Corte de Apelaciones elimina el considerando 17 del tribunal de primera instancia,
que hacía referencia a los artículos 2320 y 2329 del Código Civil.
113
114
Artículo 38 inc, 2°. “Cualquier persona que sea lesionada en sus derechos por la
Administración del Estado, de sus organismos o de las municipalidades, podrá reclamar
ante los tribunales que determine la ley, sin perjuicio de la responsabilidad que pudiere
afectar al funcionario que hubiere causado el daño”.
114
115
Artículo 4°. (Título I. “Normas Generales”) “El Estado será responsable por los
daños que causen los órganos de la Administración en el ejercicio de sus funciones, sin
perjuicio de las responsabilidades que pudieren afectar al funcionario que los hubiere
ocasionado”.
Ley 18.290, artículo 174 inciso final. “La Municipalidad respectiva o el Fisco, en
su caso, serán responsables civilmente de los daños que se causaren con ocasión de un
accidente que sea consecuencia del mal Estado de las vías públicas o de su falta o
inadecuada señalización. En este último caso, la demanda civil deberá interponerse ante el
Juez de Letras en lo civil correspondiente y se tramitará de acuerdo a las normas del juicio
sumario”.37
Estas normas también forman parte del sistema de responsabilidad, para dar
solución a situaciones específicas como es el caso del artículo 174 de la ley 18.290 que
establece la responsabilidad municipal por el mal Estado de las vías públicas o su falta o
inadecuada señalización y que debe guardar la suficiente correspondencia y armonía con
el artículo 141 de la LOC de Municipalidades, la cual es más genérica que la anterior, la
que, a su vez, debe relacionarse con el artículo 42 de la LOCBGAE que repite el concepto
de falta de servicio, siendo muy similares ambos preceptos, pero sin olvidar que el artículo
N° 2/19.602 del 11 de enero de 2000, que fijó el texto refundido de la ley 18.695, Orgánica
Constitucional de Municipalidades.
37 Este inciso corresponde al anterior artículo 177 de la ley 18.290, el que fue derogado por el artículo
115
116
Artículo 42.- “El Fondo Nacional de Salud será responsable por falta de servicio y
las Instituciones de Salud Previsional por incumplimiento negligente, de su obligación de
asegurar el otorgamiento de las garantías explícitas de salud contempladas en esta ley,
siempre que tal incumplimiento sea consecuencia directa de su actuar”.
116
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descarta la “culpa del funcionario” pero no la “culpa de la Administración”, como dirían los defensores
de esta tesis.
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118
118
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En cuanto a las empresas del Estado, la cuestión también estaría resuelta por
cuanto el artículo 19 n° 21 inc. 2° somete a la actividad empresarial del Estado a la
legislación común aplicable a los particulares “la cuestón estaría resuelta respecto a ellas
en el sentido que su responsabilidad extracontractual se regula por el Código Civil…”43
2) Aplicación del artículo 2320 del Código Civil (responsabilidad indirecta) porque
éste sería el sistema general de responsabilidad en el derecho chileno, anterior a la
LOCBGAE y que constituiría la regla general a la que el artículo 42 hace excepción.
También rechaza esta postura porque sería un absoluto retroceso de la institución y
significaría volver a tener que desenterrar la distinción entre actos de autoridad y actos de
gestión.
A raíz de todo este análisis, Pierry concluye que la solución es “lograr la aplicación
definitiva de un solo sistema de responsabilidad para toda la Administración del Estado,
41 El actual artículo 141 señala que “Las municipalidades incurrirán en responsabilidad por los daños
que causen, la que procederá principalmente por falta de servicio”.
42 Nótese, sin embargo, que la norma del artículo 141 señala que la responsabilidad municipal
procede “principalmente” por falta de servicio, lo que deja abierto el campo para fundar la
responsabilidad en otros elementos. (Alvaro Troncoso Larronde).
43 Pierry Arrau, Pedro, “La Responsabilidad Extracontractual…,” cit., pág. 22
119
120
pero sin desconocer que el artículo 42 no se puede aplicar a las instituciones excluidas. Ello
puede hacerse aplicando la institución de la falta de servicio, pero no a partir del artículo
42, o del artículo 38 de la CPR… sino que a partir del artículo 2314 del Código Civil, al que
habría que volver como el derecho común en materia de responsabilidad extracontractual.44
Esta posición es sustentada por Eduardo Soto Kloss, Gustavo Fiamma, Rolando
Pantoja, Hugo Caldera, entre otros administrativistas.
En cuanto a las normas genéricas, Sostienen que la CPR no puede consagrar sino
una responsabilidad objetiva del Estado, porque –y siguiendo fundamentalmente al profesor
Eduardo Soto Kloss, el Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es
promover el bien común con pleno respeto y garantía a los derechos que la Constitución
establece, (Art. 1° inc. 4°); El Estado reconoce como límite el respeto de los derechos
esenciales que emanan de la naturaleza humana y es deber del Estado respetar y promover
tales derechos garantizados por la Constitución; (art.5 inc. 2°); porque nadie puede, en
caso alguno, ser privado de su propiedad, del bien sobre que recae o de alguno de los
atributos o facultades esenciales del dominio” sino de la manera que la propia Constitución
determina y previa indemnización (artículo 19 n° 24). Y además, porque el daño producido
en un tercero/víctima, implica una desigualdad ante las cargas públicas, (artículo 19 n° 20)
que genera una discriminación arbitraria que está prohibida a la autoridad estatal hacer
(artículo 19 n° 2)”. CPR.
44 Esta es la conclusión que no podemos compartir, porque después de hacer todo un análisis en
torno a la inaplicabilidad de las normas del Derecho Privado, proponiéndose una teoría netamente
ius publicista, se termina con la aplicación de una norma, precisamente, del Derecho Privado. Nótese
que aceptar el artículo 2314 (“El que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño al otro,
es obligado a la indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan las leyes por el delito o
cuasidelito”)como fundamento de la responsabilidad del Estado implica aceptar que el Estado es
capaz de delito o cuasidelito civil con todas las consecuencias que ello implica. Creemos que
asimilar el artículo 2314 a la falta de servicio es un tanto forzado si tomamos en cuenta que el Código
Civil sólo se regula a las personas jurídicas de Derecho Privado (artículos 545 y siguientes) y sería
difícil pensar que el artículo 2314 haya querido incluir a las personas jurídicas de Derecho Público
“las que se rigen por las leyes y reglamentos especiales” (artículo 547 inc. final). Esta idea
únicamente sería aceptable aplicando la integración del Derecho (como “salida de emergencia”)
en caso de vacío de la normativa de Derecho Público sobre la materia y siempre que fuera compatible
con Principios de Derecho Público, supuestos que no se dan por cuanto existen al menos dos
artículos que pueden abordar el problema (38 inc. 2° CPR y 4° LOCBGAE) y porque existen
Principios Constitucionales que no son compatibles con un régimen de responsabilidad subjetiva del
Estado.
120
121
Así, en el caso del artículo 38 de la CPR, tampoco se exige la concurrencia del dolo
o culpa para hacer responsable a la Administración por la lesión que cause en los derechos
de los administrados.
Por otra parte, a diferencia de lo sostenido por Pierry en cuanto que el artículo 38
inc. 2° de la CPR es una norma de competencia (procesal) y no una acción de
responsabilidad, el profesor Pantoja ya señalaba en 1987 que el artículo 38 inc. 2° no estaba
orientado ni tenía en mente al establecer su preceptiva, regular la Administración Pública,
ni el orden jurisdiccional.
121
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no sería dable de suponer, por una parte, que el legislador ha incorporado una regla de
responsabilidad objetiva en una disposición y un precepto diferente en el artículo 42,
debiendo existir entre las normas de una ley la debida correspondencia y armonía.
Sin embargo, para Gustavo Fiamma la situación del artículo 42 es distinta. Señala
que “la falta de concordancia entre el sistema previsto por el artículo 38 de la Constitución
con el sistema establecido por los artículos 42 de es de tal entidad que es imposible la
interpretación conciliatoria; dichos sistemas son esencialmente contradictorios, al extremo
de ser excluyentes entre sí…”.
Hemos terminado de hacer un muy breve resumen acerca de las posturas existentes
en Chile en torno a la Responsabilidad del Estado. Ahora expondremos la nuestra.
122
123
45Cabe destacar que el fallo fue Pronunciado por la Tercera Sala de la Corte Suprema, integrada
por los Ministros señores Héctor Carreño, Pedro Pierry, señora Sonia Araneda, señor Haroldo Brito
y el Abogado Integrante señor Rafael Gómez, siendo el ministro redactor el profesor Pedro Pierry
Arrau, quien es defensor reconocido de esta tesis.
123
124
en orden a que la responsabilidad del Estado por falta de servicio es una responsabilidad
objetiva. Sin embargo, ya es importante hacer presente que el mismo Tribunal razonó en la
doctrina contraria, para de todas formas señalar que uno u otro razonamiento no alteraría
el fallo. Por ello, ya es importante destacar que los Tribunales de Justicia comienzan a tener
cierta vacilación cuando se trata de definir el régimen de responsabilidad del Estado.46
Con respecto al fallo “Mauricio Hidalgo Briceño y otros con Servicio de Salud
Valparaíso y otros” es notoria la influencia del profesor Pedro Pierry, que por lo demás
obedece a toda una tendencia doctrinaria que afirma la responsabilidad subjetiva del Estado
en contra de las supuestas ilógicas consecuencias que trae consigo la aplicación de una
responsabilidad objetiva del mismo. Aquí la discusión doctrinaria es claramente insertada
en la jurisprudencia con la pretensión definitiva de cerrar dicha discusión.
¿Pero, por qué esta discusión hasta el día de hoy no obstante ser un tema tan
tratado y estudiado?
46 En efecto, haciendo un análisis muy general sobre la evolución o “involución”, -como quiera
interpretarse- acerca del régimen de responsabilidad del Estado, puede visualizarse una primera
etapa en que sin mayor contrapeso reinaba en Tribunales la doctrina de la responsabilidad “objetiva
del Estado”; en una segunda etapa y a consecuencia de una fuerte reacción doctrinaria contra esta
tendencia, se visualiza una cierta vacilación o duda al momento de calificar el régimen de
responsabilidad de los fallos, y los tribunales mencionaban las dos doctrinas para luego señalar que
no alteraba su decisión, y finalmente una tercera etapa en que derechamente hay un
pronunciamiento acerca de la responsabilidad subjetiva del Estado, sin perjuicio del último fallo que
se menciona en este trabajo.
47 Dichos temores fueron expuestos por el propio profesor Pierry –abogado del Consejo de Defensa
del Estado- señalando ante la Cámara de Diputados a propósito de la ley 19.653 que “si se deroga
el artículo 44, estableciéndose, además, en el artículo 4°, que el Estado responde siempre, que es
la tesis del Senado, significará que el Estado tendrá que pagar siempre...” y “...sostener que la
responsabilidad del Estado es objetiva significa que el Estado responde por toda su actividad, por
todos los hechos materiales aunque no haya ninguna falta de su parte...” (Historia de la ley 19.653,
Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, Sesión 26ª, 10 de diciembre de 1998, págs. 102 y
103). Obviamente dichas las cosas de esa manera como que “el Estado responde siempre” o
“responde por toda su actividad” como indicativa de responder por todo y por cualquier cosa,
lógicamente lleva a un temor generalizado, pero como ya se indicó, ello es por simplificar el concepto
de responsabilidad objetiva al extremo de hacer parecerlo como irracional o nocivo.
48 En este sentido, concordamos con Soto Kloss en cuanto dice –a propósito del fallo Tirado con
Municipalidad de la Reina- que la “llamada responsabilidad objetiva adquiere una tonalidad propia
no enteramente idéntica a la mera causalidad material”. Es decir, ya desde un principio el profesor
124
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agregarse algo más, un elemento adicional, objetivo por cierto, como lo es un daño
”antijurídico”, esto es, una “lesión”, con lo que se pretende demostrar que el Estado “no
responde por todo y cualquier cosa” puesto que con esta aseveración no todo daño que
ocasione la Administración habiendo relación de causalidad generará responsabilidad para
él.49 Es por ello que la responsabilidad objetiva requiere el elemento de antijuridicidad pero
“no el de culpabilidad ni dolo” que son elementos subjetivos sicológicos inaplicables. Por
otra parte, la falta de servicio también es una caso de daño antijurídico causado por la
Administración, desde que ella ha actuado “deficientemente” (concepto objetivo) pero no
“negligentemente” (concepto subjetivo) y por ello no hay problema en calificar esta
responsabilidad como objetiva desde que no se requiere la “culpa” del servicio sino que la
“deficiencia” del mismo.50 Tal vez, con esta óptima puede concluirse que hay más puntos
de encuentro que de desencuentro en torno a esta problemática y que afinando un poco los
conceptos, se puede llegar a una postura uniforme.
4.- CONCLUSIONES:
Soto Kloss ya diferenciaba la responsabilidad objetiva del Estado con esta “mera acusación material”
(normalmente establecidas en sistemas de responsabilidad civil).
49 Por ejemplo, el cierre decretado por inspectores ya sea en materia sanitaria, tributaria, municipal,
el no funcionamiento del mismo (por ejemplo, la falta de mantención por parte de la Municipalidad
de un mástil que cae y causa la muerte de un menor, lo que se acredita simplemente con la
constatación objetiva de que ningún funcionario revisó el mástil durante un cierto espacio de tiempo,
como fue el en caso de Aja García, Manuel con I. Municipalidad de Talcahuano (31 de marzo de
1999, Corte de Apelaciones de Concepción, abogado demandante fue el profesor de Derecho
Administrativo de la Universidad de Concepción, don Alvaro Troncoso Larronde). En cambio, si se
alega la negligencia o culpa del servicio, entonces en el mismo ejemplo la Municipalidad alegará la
falta de recursos, que por eso tiene sólo dos inspectores en toda la comuna, que era imposible hacer
mantención a un mástil, que en consecuencia, el servicio no tiene culpa ante esta imposibilidad
material, etc. con el consecuente peso subjetivo de probar la culpa del servicio la víctima.
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Para Pierry, este fallo constituye la piedra angular del Derecho Administrativo
francés, marcando el comienzo del desarrollo de la responsabilidad del Estado en Francia,
lo que permitió, entonces, que el Consejo de Estado elaborara una teoría al margen del
Derecho Civil, formulando la capital distinción entre falta de servicio y falta personal.
La teoría de la Falta de Servicio tiene el gran mérito de ser una construcción jurídica
netamente publicista, autónoma e independiente del Derecho Civil, y hace frente a las
graves falencias de que adolecía la teoría de la Falta o Culpa Civil aplicadas al campo del
Derecho Administrativo. Tal vez, una de las más relevantes, era aquella que decía relación
con la falta anónima.
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Otro criterio, es el formulado por Hauriou quien señala que “la falta de servicio
comprende el margen del mal funcionamiento que es posible esperar de la diligencia
mediana, y la falta personal es aquella que excede del citado margen de mal
funcionamiento”.
Por su parte George Vedel estima que “la falta de servicio consiste en toda falta o
incumplimiento a las obligaciones del servicio. La falta puede consistir en una acción como
también en una abstención, una actuación voluntaria como en una imprudencia o una
equivocación o en una torpeza. Ella puede estar constituida por una decisión ejecutoria (lo
que para nosotros es equivalente al acto administrativo negocial) como por una simple
operación material. Ella puede consistir en un defecto de la organización del servicio como
igualmente en una falla de su funcionamiento”.
Finalmente, para Raymond Odent, “hay falta de servicio cada vez que el servicio
público ha funcionado mal, ha funcionado prematura o tardíamente o no ha funcionado en
absoluto, cada vez que sus agentes han desconocido su competencia, las reglas
concernientes a su actividad, se han declarado culpables o negligentes”.
Como puede apreciarse, los criterios para distinguir entre falta de servicio y falta
personal son diversos. No existe uno unánime, uniforme o establecido en una ley, para
saber con precisión cuando se está en una u otra situación. Es por ello que esta teoría se
ha ido desarrollando a través de la jurisprudencia, lo que trae como consecuencia que estos
conceptos (falta de servicio y falta personal) no sean fijos, sino que evidentemente
variables a través del tiempo de acuerdo a las nuevas necesidades que surgen en el
terreno del Derecho Administrativo.
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Respecto a los hechos que constituyen falta de servicio, los tribunales han
señalado que aquélla se produce cuando:
Estos son los casos más simples y los primeros a los que se atribuyó el carácter
de falta de servicio. Son los casos típicos de accidentes provocados por vehículos del
Estado, negligencia médica en hospitales públicos, calles en mal Estado que causan
daños, etc.
2) El servicio no ha funcionado.
Respecto a los actos administrativos, éstos consisten en una ilegalidad como podría
serlo la no observancia del procedimiento de formación del mismo, dejando en la
indefensión al administrado afectado, o la falta de publicidad del mismo, o cuando
simplemente infringe la ley, o la cosa juzgada, o cuando hay desviación de poder,
incompetencia, etc.
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análisis de esta evolución para una mejor comprensión. En este sentido, la teoría atravesó
fundamentalmente por 3 etapas: 1) faltas separables y no separables; 2) acumulación de
faltas y 3) acumulación de responsabilidades.
51 Caldera reafirma esta posición señalando que “Una falta no es separable cuando ella no puede
ser desligada o aislada del funcionamiento del servicio. Falta no separable, falta de servicio y falta
simple son, generalmente, expresiones idénticas. Las faltas no separables comprometen la
responsabilidad del Estado…” y más adelante expresa: “ Hay falta personal cada vez que el hecho
perjudicial cometido por el agente está desprovisto de todo vínculo del servicio. en este sentido, falta
separable y falta personal son expresiones análogas.” (Caldera Delgado, Hugo, “Manual de
Derecho… cit.”, págs. 518 y 520.
52 Hay que destacar que esta distinción entre falta separable y no separable, y no entre falta de
servicio y falta personal, la recomendó Walline en su oportunidad: “Marcel Walline, critica el uso de
estas dos expresiones (falta de servicio y falta personal) calificándola de falsas, especialmente la
noción de falta de servicio que, según el autor francés, parecería dar a entender los casos en que la
colectividad pública es la solo responsable: la realidad es, sin embargo, que la colectividad pública
bien puede responder de una falta , aún cuando ella haya sido juzgada, por otra parte, como personal
del funcionario. Para evitar estos inconvenientes, M. Walline señala que cuando se trata de
caracterizar las faltas de las cuales responde o no el funcionario, es más conveniente utilizar las
expresiones “faute détachable o non détachable” del ejercicio de la función. La expresión
francesa “détachable”, vendría a equivaler, en nuestro idioma, a las expresiones “separable” o
“despredida” del ejercicio de las funciones”. (Rosales y Pucheu, “Responsabilidad del Estado…”
cit., pág. 60, nota al pie n° 83.
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En definitiva, pueden existir faltas personales o, dicho de otra forma, faltas, ya sean
material o intelectualmente separables. En este sentido, hay falta de servicio, o sea, una
falta no separable (ya sea material o intelectualmente) cuando ella “no pueda ser desligada
o aislada del funcionamiento del servicio” y hay falta personal “cada vez que el hecho
perjudicial cometido por el agente está desprovisto de todo vínculo del servicio”.53
2) ACUMULACION DE FALTAS.
3) CUMULO DE RESPONSABILIDADES.
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Ya no se trata de un cúmulo de faltas, sino que de una sola –la falta personal- que
compromete la responsabilidad de la Administración. Se señaló con ocasión del fallo
Lemmonier,58 por parte del Consejo de Estado, que “la falta se separa quizás del servicio,
pero el servicio no se separa de la falta”. El Estado es responsable desde el momento que
la falta personal “no se encuentra desprovista de todo lazo con el servicio”. Pierry señala
que “en este caso no existe cúmulo de faltas, sino únicamente la falta personal, existiendo,
eso sí, cúmulo de responsabilidades, y la víctima podrá dirigirse, en consecuencia,
indistintamente contra la Administración o contra el funcionario; o sea, ante la jurisdicción
administrativa o ante la jurisdicción ordinaria, según sea el caso. Si elige el primer camino,
el Estado podrá repetir contra el funcionario, ante los tribunales administrativos, por lo que
haya debido indemnizar a la víctima”.59
principal atracción un ejercicio de tiro cuyo peligro para la población había sido advertido,
frecuentemente, al alcalde. En medio del normal desarrollo de la fiesta, una bala proveniente de
dicho ejercicio alcanzó en pleno mentón a la esposa del señor Lemmonier. En este caso, el Consejo
de Estado señaló que la responsabilidad personal del alcalde no excluye, de manera alguna, la
responsabilidad de la colectividad pública, en este caso, la comuna de Rouquecourbè. Citado por
Rosales y Pucheu, “La Responsabilidad…,” cit., pág. 68, pie de pág. 94.
59 Pierry Arrau, Pedro, “La Responsabilidad Extracontractual…,” cit., pág. 15-16.
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Como puede observarse, las distintas gradaciones de falta, unida a los factores
aludidos, no hacen más que transformar la responsabilidad de la Administración en una
expresión maleable y ambigua; habrá que estarse a cada caso concreto para determinar si
hubo falta o no, o bien, cuál es la gravedad requerida para comprometer la responsabilidad
de la Administración; en algunos casos se exigirá una falta simple y en otros una grave.
Aún más, la gravedad requerida será de mayor o menor intensidad dependiendo del servicio
de que se trate o de las circunstancias que lo rodeen.
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Para alivianar esta crítica, se han establecido algunos casos de “presunción de falta”
que, para algunos, sería el punto intermedio entre la responsabilidad objetiva y subjetiva.
Sin embargo, este hecho en realidad no la disminuye, porque se instituyó sólo para casos
restringidos tales como los perjuicios causados a los usuarios de una obra pública, o la
actuación de servicios policiales y sólo bajo ciertas circunstancias. Además, si se presume
la falta, entonces la Administración puede desvirtuarla, alegando la ausencia de ella, lo que
no sucede en la responsabilidad objetiva, porque en esa situación no se trata de desvirtuar
la culpa, sino que no se considera aquella, ni para imputar, ni para exonerar la
responsabilidad del Estado, como se verá en su oportunidad.
4.- Esta teoría tampoco resuelve el problema acerca de los daños que puede causar
la Administración por la realización de los denominados actos lícitos. La teoría de la Falta
de Servicio supone actos ilícitos, los que pueden consistir en “negligencias, errores u
omisiones, como también en una ilegalidad”.
Es por todo ello que tanto la doctrina como la jurisprudencia han reaccionado
elaborando una nueva concepción de esta teoría.
Así, Juan Carlos Cassagne afirma que la falta de servicio implica “la alteración de la
igualdad, al soportar el particular un sacrificio especial que se traduce en la realización
133
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irregular de la función administrativa, debido por igual a todos los habitantes en forma
regular y permanente”. Este autor señala que la idea de falta de servicio es radicalmente
extraña al Derecho Civil, dado que la noción de responsabilidad extracontractual por daños
aparece configurada por la noción de culpa. El Derecho Administrativo produce, en cambio,
un desplazamiento y sustitución de la noción de culpa, poniendo el acento más que en el
autor del hecho ilícito, en el desequilibrio que produce el daño, y en el servicio público.
Luego, al referirse a su país (Argentina), señala que el Estado responderá siempre que
exista una falta de servicio determinada por no cumplir de una manera regular los deberes
u obligaciones impuestos a los órganos del Estado por la Constitución, la Ley o el
Reglamento o, simplemente por el funcionamiento irregular del servicio. Este concepto –
que denomina ilegitimidad objetiva- traduce “la disconformidad del acto o del hecho con el
ordenamiento jurídico administrativo, incluyendo en el mismo los Principios Generales del
Derecho Administrativo”.
Constituye uno de los primeros fallos sobre responsabilidad del Estado en vigencia
de los artículos 4° y 44 (hoy 42) de la LOCBGAE. (La ley 18.575 fue publicada el 5 de
diciembre de 1986).
Se trata de los daños que y perjuicios que causó el Servicio de Impuestos Internos
a Hexagón Limitada con motivo de la paralización de la liquidación de las pólizas de
internación de los automóviles importados por esta sociedad, impidiendo su
comercialización durante los tres primeros meses de 1977, período en el cual eran los
únicos vehículos importados para la venta en Chile. Una vez cesada la paralización,
Hexagón tuvo que bajar sus precios por la internación de gran cantidad de automóviles
importados teniendo que recurrir, en consecuencia, a créditos bancarios en moneda
nacional, más caros que los en moneda extranjera que tenía convenidos, sumándose a
60 Revista Derecho y Jurisprudencia, tomo 84, 2° parte, sec. 5°, año 1984, págs. 217-232.
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todo esto, la pérdida de la campaña publicitaria para la venta de sus vehículos al no poder
venderlos en los primeros meses de 1977.
El caso llegó a la Corte Suprema, la que sentenció en primer lugar, que no son
aplicables las normas de responsabilidad extracontractual del Título XXXV del
Código Civil sobre delitos y cuasidelitos (considerandos 11° y 12°)61 concluyendo que
las normas aplicables la constituyen las Actas Constitucionales62 n° 2 (actuales artículos
6° y 7° de la CPR) Y N° 3 (actuales artículos 1°, 19 n° 20 y 19 n° 24)63 y los artículos 4 °y
44 (42) de la LOCBGAE.
Se trata de las lesiones sufridas por el menor Alfredo Villegas Montes, (representado
en juicio por su padre, Carlos Villegas Lorca) y los daños ocasionados al automóvil que
conducía, con motivo del accidente que experimentara debido al mal Estado de la vía
pública. En efecto, en circunstancias en que el menor conducía por Avda. Diego de Almagro
en Providencia en dirección oriente poniente, a una velocidad razonable y estando obscuro,
sorpresivamente se percató de la existencia de una obstrucción en la segunda pista y parte
de la primera (consistentes en unos maderos con plásticos amarrados a ellos). Ante la
obscuridad del lugar y falta de señalización que advirtiera el peligro, debió efectuar una
rápida maniobra para salvar dichos obstáculos, perdiendo el control del vehículo para
terminar estrellándose contra un poste emplazado en la acera.
en otros términos. El artículo 62 inciso final señalaba que “la responsabilidad extracontractual
procederá principalmente, para indemnizar los perjuicios que sufran uno o más usuarios de los
servicios municipales, cuando éstos no funcionen, debiendo hacerlo, o lo hagan en forma deficiente”.
En cambio la actual redacción del artículo 141 establece que “las municipalidades incurrirán en
responsabilidad por los daños que causen, la que procederá principalmente por falta de servicio. No
obstante, las municipalidades tendrán derecho a repetir en contra del funcionario que hubiere
incurrido en falta personal.
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la redacción del artículo 177 de la Ley del Tránsito, la responsabilidad en que incurren las
Municipalidades, establecido el hecho de un accidente causado por las razones allí
descritas, es de carácter objetiva, lo que se traduce en que se incurre en ella por el sólo
hecho de verificarse los presupuestos ya analizados”. (Considerando 13).
Y también señala que “…en armonía con los preceptos de la ley 18.290 utilizados
en el estudio del presente conflicto, la ley 18.695, en su artículo 83, que tiene rango
constitucional conforme a la sentencia del Tribunal Constitucional de 29 de febrero de 1988
ha establecido que las Municipalidades incurrirán en responsabilidad por los daños que
causen, la que procederá principalmente por falta de servicio. En la especie, es evidente
que medió falta de vigilancia66 oportuna de los inspectores Municipales respecto al
funcionamiento y Estado de las señalizaciones de peligro que equivale a la falta de servicio
recientemente citada…” (Considerando 12)67.
2.- Otro caso: Aja García, Domingo Manuel y otros con Municipalidad de Talcahuano
(Corte de Apelaciones de Concepción, 31 de marzo de 1999, indemnización de
perjuicios, art. 38 inc. 2° de la Constitución)68.
Se trata del lamentable accidente sufrido por el menor Marco Antonio Aja Cabezas,
quien mientras se encontraba sentado en un muro de piedra que adorna la plaza ubicada
en el sector Higueras, Talcahuano, frente a un monolito que soporta un mástil de bandera,
junto a otros estudiantes, de improviso el mástil cayó hacia el sitio en que éstos estaban,
recibiendo Marco Antonio un impacto en el cráneo que le causó la muerte.
66 Y nótese que no se está considerando en esta falta de vigilancia una supuesta “culpa” de los
funcionarios o de la municipalidad sino que dicha falta se aprecia objetivamente, en relación con el
deber que las municipalidades tienen, en virtud de la ley, de mantener las vías públicas en buen
Estado (el artículo ° letra c) de la ley 18.695 establece que las municipalidades tienen la atribución
esencial –y en consecuencia el deber- de “administrar los bienes municipales y nacionales de uso
público…). Si “falla” el servicio en su obligación legal, nace la responsabilidad. Esta conclusión queda
confirmada si se toma en cuenta que la defensa de la municipalidad argumentó que era absurdo
imputarles responsabilidad porque de lo contrario “estaría obligada a mantener permanente
vigilancia en todas las más de 1500 obras que por año se ejecutan en la comuna” (pág. 230 del fallo
citado) con lo cual pretendieron escudarse en una ausencia de culpa respecto a su deber de
vigilancia. Véase lo peligroso que es entonces sustentar una responsabilidad subjetiva basada en la
“culpa del servicio”.
67 Cabe destacar que la Corte de Apelaciones de Apelaciones de Santiago había rechazado la
demanda en razón de que no existía “norma legal alguna que obligara a la Municipalidad a mantener,
por su cuenta, de día y de noche, la señalización de peligro en la obra que se ejecutaba en la vía
pública en el lugar y momento del accidente” (considerando 3°). Sin embargo, la Corte Suprema,
conociendo el recurso de queja señaló que sí existía obligación legal, partiendo del artículo 137 de
la ley 18.695 en relación con las funciones de “tránsito público y al deber de señalar adecuadamente
las vías públicas, según lo establecen los artículos 3 letra a) y 22 letra c) del mismo cuerpo legal, en
cuyo cumplimiento debe estarse, además de lo que dispongan los reglamentos sobre la materia, a
la “Convención sobre Señalización Vial”, suscrita por Chile en la Convención de Viena…”
(Considerando 2°) dejando la Corte Suprema, en consecuencia, sin efecto la sentencia de la Corte
de Apelaciones y confirmando la sentencia de primera instancia.
68 Revista Derecho y Jurisprudencia, tomo 96, 2° parte, sec. 5°, año 1999, págs. 59-67.
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a peatones y no sólo cuando se ve involucrado algún vehículo “porque es evidente que por las vías
públicas se desplazan también peatones, y por esa razón el art. 1° de la ley 18.290 hace aplicable
sus normas a todas las personas que como peatones, pasajeros o conductores de cualquiera clase
de vehículos, usen o transiten por los caminos, calles y demás vías públicas”. (Considerando 2°). En
137
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Se trata de uno de los primeros fallos que reconocen la responsabilidad del Estado
por su actividad denominada “lícita”74.
El caso es el siguiente: La Comunidad Galletué es dueña del predio Galletué
ubicado en la comuna de Lonquimay. Dicho predio admite como única explotación
económica factible la explotación forestal y dentro de ella, en forma casi exclusiva, la de la
especie denominada “Pehuén o Araucaria Araucana”.
el mismo sentido lo ha confirmado la Corte Suprema (Véase fallo Crisóstomo Cáceres, María Luisa
con Municipalidad de Concepción, 10 de agosto de 2000, en Revista de Derecho y Jurisprudencia,
tomo 97, 2° parte, sec. 5°, año 2000, págs. 132-139).
73 Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo 81, 2° parte, sec. 5°, año 1984, págs. 181-189.
74 Y que también ha sido considerada por los autores como un caso de responsabilidad del Estado
138
139
Es por ello que la defensa fiscal interpuso recurso de casación en el fondo puesto
que estimó infringidas, entre otras disposiciones, los incisos 1° al 5° del artículo 19 n° 24
relativas al Derecho de Propiedad, por cuanto aquéllas establecen la indemnización sólo
en los casos de expropiación75 y no puede darse, en definitiva una interpretación
extensiva de la norma a otros casos no contemplados expresamente en ellas, como
también el artículo 1437 del Código Civil, por cuanto la Corte declaró la existencia de una
obligación indemnizatoria sin que mediara alguna de las fuentes de las obligaciones que
señala dicho artículo.
Sin embargo, la parte central de este fallo es del tenor siguiente: “d) que en lo que
se refiere a los demás preceptos del n° 24 referidos en el recurso, es decir a los incisos 3°,
bellezas escénicas de América, Convención que para nuestro país es ley desde 1967, siendo por
consiguiente el legislador el que acepta que se proteja absolutamente una especie de la fauna o de
la flora al declarársela monumento natural y por tanto inviolable, especie que en este caso fue
singularizada en el Decreto Supremo n° 29, del año 1976, en lo que respecta a la Araucaria
Araucana…” (Considerando 3°).
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4° y 5°, es cierto que no pudieron considerarse, como lo hace el fallo, para subsumir en
ellos la acción de indemnización de perjuicios a que se condena al Estado, ya que estas
disposiciones establecen la obligación de indemnizar en el caso de expropiación, situación
que, se ha demostrado, no ocurre, como lo reconoce el propio fallo; pero este defecto de
encuadramiento de la acción indemnizatoria no significa que ella no sea justa y que esté
huérfana de toda base jurídica que permita acogerla; 9°) Que en efecto, la procedencia de
la acción de cobro de perjuicios tiene como sustento en este caso a la equidad y la
justicia atendidos los hechos que asienta el fallo impugnado… Por consiguiente, la
invalidación del fallo por los defectos de derecho anotados en los motivos anteriores
obligaría al tribunal de casación a emitir uno nuevo que igualmente diera acogida a la
demanda, con lo que resulta que tales vicios carecen de influencia en lo dispositivo”77.
Se trata de otro caso de responsabilidad del Estado por actos lícitos, consistente en
los daños y perjuicios sufridos por el demandante, agricultor, a consecuencia de la
prohibición del uso de predios necesarios para la ganadería, con el objeto de evitar la
introducción y propagación de la fiebre aftosa.
77 Este fallo tuvo voto de minoría de los ministros señores Correa y Zúñiga, quienes estuvieron por
acoger el recurso principalmente, por no existir fuente de obligación de indemnizar por parte del fisco.
78 Gaceta jurídica, n° 162, diciembre 1993, págs. 58-62.
79 En efecto, tal como se consigna en el Informe de Responsabilidad Extracontractual del Estado
redactado por Enrique Evans (Revista de Derecho Universidad Gabriela Mistral…, cit., pág. 155-
172), el demandante es dueño de tres fundos: “Latiguillo”, “Chacay” y “Lo Muñoz Norte”, los cuales
constituyen una unidad en que el uno sin el otro no pueden servir a esa explotación. Las resoluciones
del SAG implicaron entre otras, la privación absoluta en el uso y goce del predio Lo Muñoz Norte;
muerte de ganado; disminución de carne, y pérdidas por sobretalajeo.
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por la cual los efectos de dichas limitaciones y restricciones no son indemnizables ya que
no existe texto legal que disponga indemnizaciones…” (Considerando 1°)80.
La Corte, sin embargo, señaló que “se está ante un caso típico de responsabilidad
extracontractual del Estado, derivada precisamente, de su actividad administrativa;
actividad que se encuentra respaldada por la ley y que tiene como misión el logro del interés
general. El postulado esencial que surge de esta responsabilidad extracontractual,
conforme aparece de nuestra Carta Fundamental, lo constituye el principio que todo daño
ocasionado por la Administración que emana de una acción o de una omisión realizada por
alguno de sus órganos estatales, debe indemnizarse. Es así como la norma del inciso 2°
del artículo 38 de dicha carta establece…” (Considerando 2°).
Finalmente, el fallo termina diciendo: “Esta Corte comparte el referido criterio en todo
su alcance, debido al hecho de no hacer distinción el precepto estudiado en lo que dice
relación a la extensión de la indemnización, como tampoco en lo atingente a la existencia
de culpa o dolo, o a su falta, por parte de los agentes de la Administración”.
80Nótese que el argumento utilizado por el SAG es similar al caso de Hexagón, en cuanto a que no
existe texo legal que disponga la indemnización.
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Al respecto, existen dos posiciones marcadas sobre el problema: por una parte,
están quienes postulan que las normas del Código Civil relativas a la prescripción no son
aplicables a la responsabilidad del Estado y por lo tanto se consagra la imprescriptibilidad
de la acción indemnizatoria de la responsabilidad Estatal, y por la otra, aquellos que
sostienen que las acciones de responsabilidad del Estado son prescriptibles sobre la base,
precisamente, de las normas del Código Civil, ya sea el artículo 2332 o 2515.
declara prescriptible la acción de nulidad de Derecho Público”, Revista “La Semana Jurídica”, n° 7,
semana del 25 de diciembre de 2000 al 1 de enero de 2001, pág. 14, nota al pie 7.
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dentro de las cuales se encuentra el artículo 2332 sobre prescripción de las acciones
provenientes de ellos”.
“Es por todo lo anterior que este primer grupo de infracciones de ley denunciadas
en el recurso debe ser desestimado, pues la sentencia recurrida no ha infringido el artículo
2332 del Código Civil al no darle aplicación”.
La Corte indicó que “la mala praxis médica habida en la actuación del doctor… hacen
que deba tenerse por configurada en el presente caso la “falta de servicio”… en los
términos de los artículos 4° y 44 de la ley n° 18.575”. (Considerando 5°).
Pero expresa: “… Sin embargo, forzoso es reconocer que los cuerpos normativos
en que se encuentra su consagración originaria (artículo 38 de la Constitución Política de
la República, y artículos 4° y 44 de la Ley de Bases Generales de la Administración del
Estado) omiten del todo establecer una reglamentación particular y suficiente en lo que
concierne, entre otros importantes aspectos, a las características especificas de la acción
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ANEXO 1
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I.- INTRODUCCION
Si bien existe toda una jurisprudencia en esta materia que ya lleva largos años, la
responsabilidad por falta de servicio en materia sanitaria hoy se encuentra regulada
expresamente en el Título III de la ley 19.966 que establece un régimen de garantías de
salud86 cuyo epígrafe se denomina “de la responsabilidad en materia sanitaria”.
II.- DESARROLLO
86Conocida popularmente como la “ley Auge” y que fuera publicada en el Diario Oficial con fecha 9
de septiembre de 2004.
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responsabilidad objetiva87 del Estado88 lo que llevó a que desde aquel entonces, se
produjera una jurisprudencia uniforme por más de 20 años que estableció la
responsabilidad objetiva del Estado por falta de servicio89.
87 Considerando cuarto de la sentencia de la Corte Suprema, "Que no puede haber infracción de las
disposiciones del código civil cuando la sentencia, con extensos razonamientos, ha aplicado el
principio de la responsabilidad objetiva establecido en el artículo 62 de la Ley Orgánica de
Municipalidades, descartando la responsabilidad por culpabilidad y fundándola exclusivamente en el
hecho que ha provocado el riesgo, o sea, la causalidad material (Revista de Derecho y
Jurisprudencia, tomo 78, 2° parte, sec. 5° p. 44).
88 Ello sin perjuicio de la prevención del profesor Pierry que sostiene que, al parecer, la Corte
inclinan en sostener que la responsabilidad del Estado por falta de servicio constituye una
responsabilidad subjetiva o “culpa del servicio”. Es más, la postura llegó al punto de argumentar que
era un absurdo o incongruencia hablar de responsabilidad “objetiva” por “falta (culpa) de servicio”.
Sin embargo, este razonamiento también ha sido defendido, al señalar que el concepto de falta de
servicio es sinónimo de “omisión” del servicio en el sentido de falta como “ausencia”, “faltar” el
servicio o prestación debida en otra palabras “omisión falta=ausencia de actuación, inactividad (SOTO
KLOSS, [2008] p. 402) o bien como dice Cassange, el Estado responderá siempre que exista una
falta de servicio determinada por no cumplir de una manera regular los deberes u obligaciones
impuestos a los órganos del Estado por la Constitución, la Ley o el Reglamento o, simplemente por
el funcionamiento irregular del servicio. Este concepto –que denomina ilegitimidad objetiva- traduce
“la disconformidad del acto o del hecho con el ordenamiento jurídico administrativo, incluyendo en el
mismo los Principios Generales del Derecho Administrativo” (CASSAGNE, [1996] p. 286).
90 Según su texto refundido puesto que también a pasado anteriormente a ser el artículo 44.
91 Corte Suprema causa rol 3359-1991, citado en Gaceta Jurídica n° 131, pág. 78-86, la que se
pp.. 205-207; PANTOJA (1987), p. 45.; FIAMMA, (1989) pp. 434-435; SILVA (1995) p. 247.
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94 Así por ejemplo, en el fallo Mónica Cancino Fuenzalida con I. Municipalidad de La Cisterna” causa
rol Excma. Corte Suprema 1768-2007 de fecha 7 de agosto de 2008, se señala en el considerando
10° del fallo de primera instancia, confirmado por la I. Corte de Apelaciones de San Miguel y la Excma
Corte Suprema, que “Abordando el concepto de “falta de servicio”, los autores y la jurisprudencia se
encuentran en su gran mayoría contestes en que la responsabilidad derivada de este caso es del
tipo objetiva. Basta la ausencia del servicio y el daño para que haya responsabilidad, con
prescindencia aun de los medios con que efectivamente contaba un determinado órgano para
atender a sus funciones. Lo trascendente aquí es la víctima y no el agente generador de riesgo, por
cuanto es el propio Estado el que reconoce y garantiza la integridad de la persona humana, como lo
establece el artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política de la República. Se trata, en suma, de una
responsabilidad constitucional y no meramente civil. Con todo, aun acogiendo el criterio del profesor
de Derecho Administrativo, don Pedro Perry Arrau, según él que la responsabilidad por falta de
servicio es subjetiva, de momento que es necesario acreditar que el órgano no ha cumplido con su
deber de prestar servicio en la forma exigida por el legislador no obstante de disponer con los
recursos para ello y no concurrir ninguna causal eximente, no varía la opinión de esta sentenciadora
en cuanto a la existencia de responsabilidad, de momento que la falta de servicio se ha acreditado
por autos, y por cuanto la eventual falta de recursos ha de ser alegada y acreditada por el órgano
estatal demandado, cosa que en autos no ha ocurrido y, muy por el contrario, se ha omitido todo
medio probatorio en ese sentido.”
95 En el fallo “Mauricio Hidalgo Briceño y otros con Servicio de Salud Valparaíso y otros” causa rol
Excma Corte Suprema, 1976-2007, de fecha 14 de octubre de 2008, se señaló que “En primer lugar
debe decirse, como lo ha sostenido esta Corte, que en virtud del principio de legalidad contenido en
los artículos 6 y 7 de la Constitución Política de la República y 2 de la ley Orgánica Constitucional de
Bases de la Administración del Estado, los órganos del Estado deben adecuar estrictamente su
proceder al ordenamiento jurídico vigente, y su contravención generará las responsabilidades que
determina la ley; Decimosegundo: Que en concordancia con dichos preceptos, el artículo 38 de la
Carta Fundamental confiere, a toda persona que sea lesionada en sus derechos por la
Administración del Estado, de sus organismos o de las municipalidades, el derecho a reclamar ante
los tribunales que determine la ley, sin perjuicio de la responsabilidad que pudiere afectar al
funcionario que hubiese causado el daño; derecho cuyo ejercicio permite a la jurisdicción ordinaria
conocer y juzgar las acciones de resarcimiento fundadas en actos irregulares de la Administración;
Decimotercero: Que, en consecuencia, si bien los aludidos preceptos constitucionales reconocen el
principio de la responsabilidad del Estado, en modo alguno establecen su naturaleza, remitiendo a
la ley su determinación, lo que hacen los artículos 4 y 42 de la ley Orgánica Constitucional de Bases
de la Administración del Estado; Decimocuarto: Que, en efecto, el ordenamiento jurídico no encierra
disposiciones de carácter general que establezcan responsabilidades objetivas para los particulares
o el Estado y, por ende, esta clase de responsabilidad requiere de una declaración explícita del
legislador que describa las circunstancias precisas que puedan generarla. En este sentido, el artículo
38, inciso segundo, de la Constitución Política de la República no constituye el fundamento de la
responsabilidad del Estado sino tan sólo da la posibilidad de ejercer la acción en contra del Estado.
Visto de esta forma no puede sino considerarse una norma de competencia; Decimoquinto: Que esto
último implica que dicho artículo 38 de Estatuto Político tiene como propósito establecer la
competencia de los tribunales para conocer de la actividad administrativa y en ningún caso consagrar
la responsabilidad extracontractual del Estado, y mucho menos un determinado tipo de la misma. En
efecto, cuando esta norma exige al reclamante invocar un derecho subjetivo violado por la
Administración al decir “cualquier persona lesionada en sus derechos... sólo está refiriéndose al
requisito para poder demandar ante los tribunales. Ese y no otro es su sentido; Decimosexto: Que,
en segundo lugar, es necesario precisar, en lo que interesa al recurso, que como reiteradamente ha
147
148
que según el profesor Luis Cordero, el factor Pierry, contribuye definitivamente a establecer
la responsabilidad por falta de servicio como una responsabilidad subjetiva96
3.1.- Falta de servicio producida por una “falla estructural del servicio”.
Así en “Cancino con Servicio de Salud del Maule”97 la causa determinante de los
daños en la paciente, consistente en un cuadro clínico de severo daño medular transverso
de nivel dorsal D6-D7, parálisis oclear bilateral con anacusia (sordera) bilateral, y paraplejia
de extremidades inferiores, fue la aplicación de anestesia raquídea con una jeringa que
había sido lavada anteriormente con detergente, quedando con algunos residuos que
implicaron en definitiva la inoculación, conjuntamente con la anestesia, de una toxina que
causó los graves daños señalados. 98
sostenido esta Corte de Casación, la falta de servicio no es una responsabilidad objetiva sino
subjetiva, basada en la falta de servicio, en la que aquélla, considerada como “la culpa del Servicio,
deberá probarse por quien alega el mal funcionamiento del servicio, el funcionamiento tardío o el no
funcionamiento del mismo; que esta omisión o acción defectuosa haya provocado, un daño al usuario
o beneficiario del servicio público de que se trata; y, en fin, que la falla en la actividad del ente
administrativo haya sido la causa del daño experimentado, todo por disponerlo así el artículo 42 de
la ley de Bases de la Administración del Estado, lo que en la especie la parte recurrente no hizo. En
la responsabilidad por falta de servicio no interesa la persona del funcionario, el que podrá estar o
no identificado, lo que importa es la “falta de servicio, un reproche o reparo de legitimidad, lo que
desde ya excluye la responsabilidad objetiva ya que ésta se compromete sin necesidad de falta,
bastando para ello que el daño exista y también la relación de causalidad entre éste y el accionar
del Estado.”
96 “Así como el factor Marín marcó el giro jurisprudencial de la Corte Suprema en materia de
la falta de individualización de los responsables en materia penal. En efecto “La demandante señala
que la causa de esta tragedia se debió, según se pudo establecer en proceso criminal ante el Primer
Juzgado del Crimen de Talca, que fue sobreseído temporalmente, que a su cónyuge se le aplicó la
anestesia con jeringa de uso múltiple, no desechable, las que en virtud de una circular "Para
preparación de material para ser esterilizado" emitida por el Servicio de Salud del Maule, eran
lavadas con detergente, el que, por su condición de no bio-degradable, no se deshizo completamente
y ello posibilitó que quedaran al interior de la jeringa, algunos gránulos, los que al ser introducidos al
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149
líquido encéfalo raquídeo, desataron el cuadro clínico de paraplejia y sordera de carácter permanente
e irreversible, dañando de esa manera a su cónyuge. Expresa, que en el proceso criminal respectivo,
solicitó y obtuvo la reapertura del sumario, reiniciándose la investigación, logrando dejar establecido
en el proceso, la existencia del cuasidelito de lesiones graves gravísimas, en perjuicio de su cónyuge,
por la causa ya señalada. Que por resolución firme el Tribunal nuevamente sobreseyó la causa,
porque habiéndose establecido la existencia del cuasidelito materia de la investigación, no podía
atribuirse su autoría a persona determinada, pues todos cuantos intervinieron en la operación,
técnicamente actuaron bien, sólo que aplicando un reglamento o instructivo administrativo, que
resulta ser la causa eficiente y final de las lesiones gravísimas sufridas por su cónyuge. Señala, que
de esta forma se abre la posibilidad de accionar por la vía civil, para obtener al menos en parte, la
reparación de los gravísimos daños permanentes e irreversibles, que han sido ocasionados tanto a
su cónyuge directamente, como a todo su grupo familiar” (Citado en Ius et Praxis, Derecho en la
Región, Volumen 2 n°1 año 1996, pág. 125).
99 Fallo desarrollado en VASQUEZ (1999), p. 209-237.
100 Corte Suprema, 8 de noviembre de 2005, causa rol 4757-2005.
101 Considerando 4° de la sentencia de alzada.
149
150
También puede mencionarse los fallos “José Pérez Cabello; Marco Antonio
Hormazábal Rosas con Servicio de Salud Metropolitano Sur”105; “Ebner Peña, Rosa V. y
otro c/ Servicio de Salud Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo”106 y “Torres Trigo
con Servicio de Salud de Valparaíso y San Antonio”107 que se refieren a casos de pacientes
que se suicidaron al interior de recintos hospitalarios y que hemos clasificado dentro de la
falta de servicio por “falla en la organización” por cuanto el personal médico y paramédico
no actuó eficientemente en el cuidado de esas pacientes, pero también pueden incluirse en
la clasificación de “falla estructural” del servicio atendido a que también se reclamó que los
recintos hospitalarios no contaban con la infraestructura necesaria para atender a este tipo
de pacientes que sufrían patologías siquiátricas.108
Aquí nos referimos a la falta de servicio producida, entre otras, por: a) la falta de
cuidado del personal médico o auxiliar; b) mal disposición de los turnos; c) demoras o en la
atención producidas por una errónea organización de las medidas de contención.
150
151
Así, por ejemplo, en “Villar con Servicio de Salud Metropolitano Central”109 se hizo
responsable al Servicio de Salud por la falta de cuidado de los funcionarios de la Asistencia
Pública, al no haber adoptado las medidas necesarias para evitar los graves daños que
sufrió el actor a consecuencia de un desmayo que se le produjo luego de haber donado
sangre en la Asistencia Pública. El demandante, al levantarse, sufrió un desvanecimiento,
con caída al suelo, golpeándose la región parieto occipital derecha; y que en Estado de
coma fue trasladado al Instituto de Neurocirugía, el día 16 de julio de 1977 en la madrugada,
donde fue operado de urgencia. El fallo de la I. Corte de Apelaciones de Santiago señaló
en sus considerandos: “1º.- Que en el capítulo III sobre normas de Bancos de Sangre,
aludido en el considerando 12º del fallo de primera instancia, se expresa que el donante de
sangre debe ser controlado previamente para verificar que está sano, según su aspecto
general, cuál es su edad, peso, pulso, presión y temperatura, indicándose a continuación
once casos en que no debe extraérsele sangre al que se ofrece como dador, expresándose
que debe proporcionarse a este último un ambiente de comodidad. 2º.- Que todo lo anterior
demuestra que los responsables del Banco de Sangre deben ajustarse a las normas
señaladas y que, si no acreditan haberlas cumplido y el dador sufre un accidente, como la
lipotimia, serán de cargo de aquellos las consecuencias que afecten a este último. 3º.- Que
en el caso de autos no aparece acreditado que se haya dado cumplimiento a las normas
antedichas, por lo que el Servicio Nacional de Salud responde por los daños sufridos por el
dador de sangre”
En el caso “Ebner Peña, Rosa V. y otro c/ Servicio de Salud Aysén del General
Carlos Ibáñez del Campo”110 la falta de servicio consistió en que los funcionarios del
Hospital de Coyhaique no tomaron las medidas de resguardo necesarias para evitar que la
paciente que se encontraba con un embarazo de 24 semanas, se suicidara en
dependencias del hospital. Así el fallo establece en su considerando Tercero “Que, a virtud
de los hechos que la sentencia da por establecidos en su considerando Décimo Cuarto y
conforme a lo razonado en los motivos que le siguen, esta Corte concuerda con el
sentenciador acerca de haber existido la falta de servicio debatida, imputable al
demandado, en razón del irregular funcionamiento que cupo al Servicio de Salud y a sus
funcionarios en la entrega de una inadecuada atención hospitalaria a la paciente, en
circunstancias de haber avizorado claramente la patología que la afectaba, acorde con su
sintomatología y con las hipótesis diagnósticas actuales - si se tiene especialmente a la
vista que el comprobante hospitalario de Atención de Urgencia del 27 de marzo de 2006,
de hora 11:36, agregado a fojas 191, consignó expresamente "ideación suicida"; y que la
Hoja de Ingreso de fojas 192, de igual fecha y de hora de reingreso al Hospital a las 11:38,
consignó igual mención - antecedentes de los que resultó de toda evidencia un alto riesgo
vital, de origen psiquiátrico, redundante en una ideación suicida no superada desde su
primera internación, que no pudo razonablemente ignorarse u obviarse…”111
Que tales circunstancias exigían, entonces, que en esa misma mañana se cumpliera la inmediata
reevaluación de la paciente a fin de aprovechar la presencia a esa hora del equipo de salud mental,
lo que el personal a cargo no hizo; y que, en la espera del día siguiente, al menos debió haberse
adoptado entonces efectivas medidas para su cuidado personal, las que definitivamente tampoco se
ejecutaron con la seriedad que la urgencia y el riesgo requerían, omisiones todas que constituyeron
negligencias funcionarias suficientes para que el Juez a quo estableciera la falta de servicio que
ahora se impugna… SEXTO. Que, de igual manera, el considerando Vigésimo Cuarto del fallo
concluye, también acertadamente, en la existencia de relación causal entre aquellos hechos y la
151
152
Muy similar es el caso “Torres Trigo con Servicio de Salud de Valparaíso y San
Antonio”112 que también implicó el suicidio de un paciente destacando el fallo de primera
instancia en su considerando 19° “Que, de acuerdo a las probanzas ya reseñadas y
valoradas, ha quedado acreditado que por parte del recinto hospitalario hubo un mal
funcionamiento, una mala y deficiente atención prestada por el hospital Del Salvador al no
cumplir en forma adecuada con el cuidado y vigilancia que requería la paciente, como por
falta de infraestructura adecuada del hospital, que de haberse realizado dicha vigilancia y
de no haber existido una mejor adecuación a los elementos con que contaba el recinto,
habían evitado que la paciente concretara sus propósitos suicidas, teniendo por tanto
responsabilidad del Hospital Psiquiátrico Del Salvador y por consiguiente del Servicio de
Salud Valparaíso San Antonio, de haber faltado en el cumplimiento del deber de seguridad
respecto del paciente…” en tanto que la Corte de Apelaciones de Valparaíso señala en su
considerando séptimo “Que es irrefutable que en la situación bajo examen, en que la
paciente logró suicidarse al tercer intento, el Servicio Público ha funcionando mal o no ha
funcionado en absoluto, ha violado gravemente la regulación que pesa sobre él y que se ha
descrito, por lo que hay una clara falta de servicio atribuible al Hospital Psiquiátrico de El
Salvador de Valparaíso en los acontecimientos que culminaron con el suicidio de la
paciente”.
152
153
Si bien la defensa señaló que los síntomas que presentaba la paciente pudieron
llevar a un diagnóstico distinto del infarto como es el caso del resfrío, la Corte Suprema, y
para el caso que nos interesa, concluye una falla de organización en el hospital mencionado
señalando en su considerando tercero que “por otra parte, cabe tener como hecho
acreditado en la causa, por así desprenderse del antes mencionado sumario administrativo
instruido en el Hospital Regional de Temuco, copia del cual la propia demandada acompañó
a fs. 51 que en el momento en que fue conducida Albina Vega Castillo a ese nosocomio,
su servicio de urgencia no presentaba las condiciones más favorables para brindar una
atención adecuada a dicha paciente. Consta, en efecto, de las piezas de dicha investigación
administrativa, que el fallo, en alzada reseña en su consideración vigésimo el cual se ha
tenido por reproducido que tiempo antes, habían sido trasladados a la U.T.I. del
establecimiento los médicos cirujanos que se desempañaban en el servicio de urgencia,
quedando éste a cargo de médicos internistas, según lo informa don Gonzalo Arredondo
Carvajal, jefe del referido servicio, quien considera tal situación como una irregularidad, que
él había representado. A lo anterior, cabe agregar que, debido al “descanso compensatorio
a que se encontraba acogida la doctora Margarita Pérez Durán, a la cual le habría
correspondido realizar el turno en el servicio de urgencia el día 18 de febrero de 2002, debía
desempeñarse en su lugar la doctora Elizabeth Hellman Sepúlveda, pero ésta, a su vez,
había convenido en cambiar su turno con el médico Rodrigo Moreno González, el cual
cursaba segundo año como becado, situación extraña a lo habitual, pues, como lo asevera
el antes mencionado jefe del servicio de urgencia, doctor Gonzalo Arredondo, en esta
sección pueden desempeñarse, según acuerdo convenido con la facultad, médicos
becados de tercer año; habiendo sido, en definitiva, el doctor Rodrigo Moreno quien atendió
a la paciente y emitió el diagnóstico cuestionado…” Aquí puede visualizarse una falla de
organización del personal médico que fue uno de los factores concomitantes que llevaron
al deceso de la paciente.
Por último, se trata aquí de los casos en que la falta de servicio ha sido gatillada por
una falta personal, un negligencia atribuible a un médico o funcionario individualizado, por
lo que ha tenido que responder el Servicio.
Así tenemos los casos “Cortés Cortés, Carolina C. con Servicio de Salud Viña del
Mar Quillota”116 en que se condena a mencionado Servicio a raíz de la negligencia
producida a un menor de cinco años que se le aplicó en su glúteo derecho una inyección
de penicilina con benzatina en una arteria y no vía intramuscular como debió ser, lo que le
causó un cuadro de obstrucción arterial aguda y parálisis ciático derecho secundario a
trombosis arterial aguda de extremidad inferior derecha, y a la postre, se le produjo una
necrosis en su glúteo derecho, debiendo serle extirpada gran parte del mismo y hacerle
injertos que dejaron extensas cicatrices.
153
154
afirmó que no vio alteración externa en el glúteo, ni cambio de color ni tumefacción; pero
como consultaba por dolor le indicó analgésicos orales.
Otros casos ya conocidos como contra Ortega Weason118, Meza Rivera con Servicio
de Salud Metropolitano Occidente119, Aillapán Sepúlveda120 entre otros, cierran esta
clasificación y atendido a que la falta de servicio por falta personal del agente corresponde
a los casos más conocidos por nosotros, no nos detendremos en explicar otros fallos.
En efecto, como ya se señaló, la ley 19.966 incorporó un título III cuyo epígrafe se
denomina “de la responsabilidad en materia sanitaria”.
Este título contiene normas sustantivas referidas a la responsabilidad del Estado en
materia sanitaria que se indican a continuación:
Artículo 38.- “Los órganos de la Administración del Estado en materia sanitaria serán
responsables de los daños que causen a particulares por falta de servicio.
El particular deberá acreditar que el daño se produjo por la acción u omisión del
órgano, mediando dicha falta de servicio”.
Los órganos de la Administración del Estado que en materia sanitaria sean
condenados en juicio, tendrán derecho a repetir en contra del funcionario que haya actuado
con imprudencia temeraria o dolo en el ejercicio de sus funciones, y en virtud de cuya
actuación el servicio fue condenado. La conducta imprudente o dolosa del funcionario
deberá siempre ser acreditada en el juicio en que se ejerce la acción de repetición, la que
118 Corte Suprema 4 de octubre de 1984, que trataba del caso de un médico que en calidad de
anestesista, abandona el box en que se encuentra la paciente cuando la anestesia epidural aplicada
no había terminado y hacía su efecto en ella, no obstante que el médico había notado al principiar
el proceso anestésico dificultad para hablar y anomalía motora en las extremidades de la víctima.
El daño cerebral irreversible por anoxia como consecuencia del paro cardíaco en que permaneció
la afectada, sin que se adoptara recurso terapéutico, fue de responsabilidad del médico como
consecuencia del abandono que hizo de su paciente. para mayor detalle ver fallo en Gaceta Jurídica
n° 55 de 1985, comentado por don Eduardo Soto Kloss, págs. 2-13.
119 Corte Suprema, 30 de diciembre de 1992. El considerando tercero del fallo de primera instancia
señala que “…de los antecedentes analizados en el motivo que antecede se encuentra comprobado
que el día 25 de noviembre de 1981, Verónica Cecilia Meza Rivera concurrió a la maternidad del
Hospital Félix Bulnes por sentir síntomas de alumbramiento y como se trataba de una primigesta el
médico tratante le suministró una dosis de anestesia epidural para controlar los dolores, pero luego
como la primera dosis dejó de surtir efectos, por recomendación del médico tratante, la matrona le
suministró una segunda dosis, produciéndole un paro cardiorrespiratorio por lo que se tuvo que hacer
reaccionar a la paciente con masajes externos y respiración artificial y una vez recuperada, hacer
las maniobras con fórceps para que naciera la guagua y a consecuencia del paro cardiorrespiratorio
la paciente resultó con serios daños cerebrales correspondiente a un tipo de sicosis exógena, de
forma aguda que cursa con un síndrome de compromiso de conciencia, paro que a juicio del
sentenciador se produjo como consecuencia de la segunda dosis de epidural…” Texto completo en
VASQUEZ (1999) p.257-312.
120 Corte Suprema, 9 de enero de 2007, causa rol 1277-05. En este caso un médico practicó una
cirugía en el miembro viril de un paciente que padecía diabetes mellitus, lo que generó
complicaciones que condicionaron la pérdida del pene del paciente por necrosis y gangrena, estando
acreditado en autos que se trataba de una patología que no era de la especialidad del médico y que
no era recomendable la cirugía con la patología que presentaba el paciente. Para mayor detalle
véase el comentario de la sentencia en Soto Kloss, (2008) p. 399 y siguientes.
154
155
prescribirá en el plazo de dos años, contado desde la fecha en que la sentencia que
condene al órgano quede firme o ejecutoriada.
Artículo 42.- “El Fondo Nacional de Salud será responsable por falta de servicio y
las Instituciones de Salud Previsional por incumplimiento negligente, de su obligación de
asegurar el otorgamiento de las garantías explícitas de salud contempladas en esta ley,
siempre que tal incumplimiento sea consecuencia directa de su actuar”.
4.1.- Establece en forma expresa que la responsabilidad del Estado en materia sanitaria
procede por “falta de servicio”.
121 Como se verá más adelante, el profesor Pierry tuvo ingerencia en la dictación de estas normas,
de manera que su reiteración probablemente obedece a la tesis de este autor en cuanto a que se
consagre un régimen general de responsabilidad para toda la Administración fundada en la falta de
servicio que corresponde a una responsabilidad subjetiva. Para ello véase PIERRY (2000) p. 19 y
siguientes.
122 Cabe destacar que esta idea de establecer la falta de servicio como un régimen general de
Derecho Administrativo don Pedro Pierry Arrau, quien señaló a la Comisión de Salud que el número
de demandas por responsabilidad médica en contra del Estado ha aumentado en forma explosiva
155
156
la falta de servicio, o probar “la culpa” del servicio eliminando cualquier atisbo de
responsabilidad objetiva que sólo requeriría una acción u omisión, un daño y una relación
de causalidad, más no un elemento adicional como lo es la “prueba” de la falta de servicio124.
125 Leguina Villa, sostiene que “es bien sabido que la expresión francesa faute tiene un significado
mucho más amplia y, en cierto modo, más objetivo que el término culpa…Cuando se afirma por la
doctrina y la jurisprudencia francesas que el daño causado, para ser merecedor de resarcimiento,
debe ser imputable no solamente al funcionamiento de un servicio, sino también a un funcionamiento
fautit, se quiere aludir no tanto a una presunta e inexistente culpabilidad del servicio, sino más bien
a la antijuridicidad del daño soportado por la víctima, antijuridicidad que se traduce en anormal
funcionamiento del servicio… Por consiguiente, podemos concluir sin dificultad que, en el
ordenamiento francés, a pesar de ciertas apariencias de índole puramente terminológica, los entes
públicos están obligados al resarcimiento de los daños causados por el ejercicio de su actividad
jurídica o material, con independencia de la existencia o no de culpa en el comportamiento de un
funcionario, incluso en los casos en que este último sea perfectamente identificable y aunque se
compruebe la inculpabilidad de su acción”. LEGUINA (1970).
156
157
evidente126 que en algunos casos puede ser muy clara (un bache, una falta de señalización,
una acera desprendida etcétera) y en otros un tanto más compleja, como sucede
normalmente en materia sanitaria.127
4.2.- Establece el derecho de repetición en contra del funcionario, pero siempre que haya
actuado con culpa grave o dolo.
Esta norma debe ser vista como una garantía tanto para las víctimas como para los
funcionarios que trabajan en el Servicio Público, en el primer caso, porque el estándar
exigible para la víctima que demanda una daño causado por la Administración en materia
sanitaria, debe ser evidentemente más accesible que el exigible al funcionario, y por ello
deberá bastarle con acreditar en la primera situación que la Administración en materia
sanitaria ha incurrido en una falta de servicio entendida como una falla estructural del
mismo, o de su organización128, o que el servicio ha sido ineficiente o no ha funcionado, (y
si se quiere también, porque hubo una omisión del servicio) en tanto que tratándose del
derecho de repetición de la Administración al funcionario, se exija, ahora sí, culpa grave o
dolo de este último, sin perjuicio de plantearse si era necesario que se exigiera culpa grave
o dolo o simplemente culpa.129
126 Según este análisis no es contradictorio con una responsabilidad objetiva el que “haya de
configurarse por el demandante la falta de servicio que le sirve de causa de pedir” como sostiene el
profesor Pantoja (Pantoja [1987] p. 45).
127 Soto Kloss ya decía que “El hecho de que la responsabilidad del Estado sea objetiva no significa
en modo alguno que no haya que probar la víctima, sus herederos, el ‘hecho’ que produjo el daño,
aquí una omisión, como es la ausencia del debido cuidado respecto de la paciente… lo de objetiva
incide que no hay que probar culpa de ningún funcionario (cuya responsabilidad es subjetiva y gira
sobre su ‘culpabilidad’/negligencia o malicia), y obviamente tampoco culpa del organismo/Servicio
de Salud, el cual es intrínsecamente carente de ‘culpabilidad’ por ser un sujeto jurídico carente de
sustrato sicológico al que pueda imputarse dolo o culpa”. SOTO KLOSS, (2008) p. 407 al pie de página.
128 Hacemos notar que “basta” acreditar la falta estructural o de organización, o la ineficiencia u
omisión del servicio, pero ello no quita a que si se manifiesta la culpa de uno o varios funcionarios,
ella también sea el fundamento de la responsabilidad como sucede en muchos casos al analizar la
jurisprudencia. Lo que sucede es que en caso que la culpa funcionaria sea difícil de determinar, pero
aparecen elementos de ineficiencia estructural u organizacional del servicio, ella sea bastante para
hacer efectiva la responsabilidad.
129 Sobre este tema, a la víctima le basta tan sólo enunciar o acreditar la irregularidad de la
Administración en cuanto si se apartó del estándar exigido por la Constitución o las normas dictadas
conforme a ella, sin entrar a probar si el Estado actuó con culpa o dolo, porque al Estado le son
inaplicables estos conceptos. Al margen de las discusiones en torno a si la responsabilidad es
objetiva o subjetiva lo determinante es acreditar si funcionó o no funcionó el servicio. Sin embargo,
cuando el Estado indemniza, podría repetir contra el funcionario –siempre que le pruebe culpa grave
o dolo en su actuar. Si no logra probar la culpa o dolo del funcionario, o no es posible identificar al
funcionario culpable, o la irregularidad no es imputable a ningún funcionario sino que se debe a una
irregularidad estructural del Servicio, el Estado no podrá repetir.
157
158
III.- CONCLUSIONES.
130 Si por ejemplo, la acción de repetición no tuviese un plazo especial de prescripción sino que
estableciera el plazo de cuatro años contados desde la acción u omisión originaria de la falta de
servicio, podría suceder que el juicio en que se demanda al Servicio de Salud haya durado 5 años,
de manera que a la fecha en que fuere condenado, su derecho a repetición ya estaría prescrito.
131 Decimos claramente defectuosa porque, en materia sanitaria, perfectamente el daño sufrido por
una persona en materia sanitaria podría manifestarse después de 4 años contados desde “la acción
u omisión” (por ejemplo una enfermedad o patología que se manifiesta tiempo después de una
intervención o tratamiento negligente) y se daría el absurdo de que la acción de responsabilidad
nacería prescrita. Nótese que esta norma es más precaria que el artículo 2332 del Código Civil que
al menos cuenta el plazo de prescripción desde la “perpetración del acto” lo que ha permitido a la
doctrina civilista, y ante la evidente injusticia, interpretar la norma en el entendido que el plazo de
prescripción se cuenta desde la “perpetración” del “daño” que es el elemento indispensable para que
se consuma la perpetración del delito o cuasidelito civil. Es más, se plantea incluso la postura de
contar el plazo desde que el daño se manifiesta y pueda ser conocido por el responsable, porque
sólo entonces la interpretación es coherente con el carácter sancionador que se atribuye a la
prescripción extintiva. Para mayor análisis, véase “BARROS (2007) pp. 922-924.
132 Decimos discutible porque, porque sigue la tesis de aplicar el artículo 2332 del Código Civil que
establece la prescripción también de 4 años refiriéndose acciones de este título por daño o dolo…”;
que claramente se refieren a acciones de responsabilidad civil aplicables a particulares, de dicho
título del Código Civil. Tampoco sería aplicable el artículo 2515 que establece la prescripción de las
acciones ordinarias en 5 años desde que la acción de responsabilidad es una acción, especial y
autónoma del Derecho Público. Entonces se ha buscado la aclaración por vía legislativa como es el
caso.
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159
1.- La responsabilidad del Estado por falta de servicio en materia sanitaria, no puede estar
ajena a toda la evolución o involución –como quiera ser entendida- que ha experimentado
la responsabilidad de Estado en general en su actividad administrativa.
5.- En definitiva, sea considerada la responsabilidad por falta de servicio como objetiva o
subjetiva, la jurisprudencia es la que se ha encargado de determinar los casos en que hay
falta de servicio y que perfectamente es compatible con concepciones relativas a la
ineficiencia u omisión del servicio, más que a la supuesta “culpa” del mismo.
ANEXO 2.
a) La prescriptibilidad
159
160
d) El objeto de la demanda
Lo que se demanda son daños y sus perspectivas son amplias.
e) Sujeto ofensor
Cualquier órgano de la Administración del Estado. En una primera aproximación
entenderemos por tales los del Art. 1º LBA, sin embargo hay otros órganos que también
pueden ser considerados como tales aunque puede ser discutible.
a) La ciencia de la Administración:
- La unidad administrativa
- La especialidad o división de funciones
- La jerarquía
- La descentralización
- La simplicidad y flexibilidad
- La eficiencia y eficacia
b) Principios jurídicos
- La legalidad
- La competencia de los órganos
- La responsabilidad
- La impugnación
Este último principio está desarrollado en el Art. 10 LBA, y conforme a este artículo los
actos administrativos son esencialmente impugnables, y en ese sentido entonces los
administrados tienen siempre la prerrogativa o facultad de impugnar, siendo claramente la
regla general en la materia. Solo por excepción, la ley de procedimientos administrativos de
los actos administrativos contempla tres situaciones en que expresamente menciona la
imposibilidad de impugnar.
La LBA regula en su Art. 10 tan solo dos recursos que son los de reposición y jerárquico,
sin embargo hoy día, a partir de la ley de bases de procedimientos de los actos, podemos
agregar en forma complementaria los recursos de revisión y de aclaración, de tal manera
que el espectro hoy día de la ley de bases queda complementado con lo que establece el
texto en materia de actos administrativos.
De la misma forma el Art. 10 solo mencionaba estos dos recursos sin regularlos. Toda
esta materia queda hoy día entregada a la ley de procedimiento de los actos.
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Estos son los recursos ordinarios, tenemos también los extraordinarios que están
regulados en legislaciones complementarias sectoriales. No debemos dejar de mencionar
los recursos judiciales que son viables en materia contenciosa administrativa.
- El formalismo
- El control
- La continuidad del servicio público
- La carrera y la probidad funcionaria
- La apoliticidad
d) Principios políticos
Finalmente debemos decir que la ley de bases se forma en tres aspectos esenciales:
Por un lado, hoy la Administración está entendida de manera científica, moderna,
con un gravitante papel en la satisfacción de la necesidad pública.
Una segunda conclusión es entender que los procesos administrativos hoy día, son
de una enorme complejidad, ya que están relacionados multi disciplinariamente.
Por último debemos entender que la Administración del Estado desarrolla o cumple
en nuestro medio, un Estado moderno, lo que se llama la "función administrativa" y esta
función es, por definición, instrumental, en el sentido de que es una función que está a
disposición o en subordinación, de la función gubernativa o de gobierno, en términos tales
que la función gubernativa es la que diseña las políticas públicas, y la función administrativa
es la que se encarga de cumplir, de ejecutar en la práctica, lo que es concebido por aquella
otra función.
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1.- Concepto.
La Participación ciudadana implica que todas las personas entendidas como sujetos
con capacidades, derechos y deberes, puedan involucrarse en el quehacer gubernamental
fomentando así la transparencia, la eficacia y la eficiencia de los servicios y políticas
públicas.
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2. Control Ciudadano: Este eje abre el espacio a la fiscalización ciudadana, por lo que es
un llamado al compromiso de los actores democráticos para que no sólo participen en las
elecciones, si no que tengan un actuar permanente en la supervisión del quehacer de los
servicios públicos a fin de perfeccionaros, hacerlos más eficaces y cercanos. En tal sentido,
los órganos estatales deberán asumir como desafío profundizar la transparencia de la
gestión pública y promover que los ciudadanos puedan acompañar y monitorear en forma
efectiva los actos de los órganos de la administración del Estado y las políticas públicas
que se implementen.
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Con esto “El Estado reconoce a las personas el derecho de participar en sus
políticas, planes, programas y acciones.” (Art. 69)
2.- Cada norma deberá indicar su ámbito de aplicación, es decir, los servicios que
se regirán por dicha norma. En el caso de la Norma Ministerial, se deberá indicar además,
cuáles de sus órganos dependientes cuentan con norma propia.
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Cada norma deberá incorporar, como mínimo, todos los mecanismos obligatorios
por ley, a saber:
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CAPITULO IV:
"LA FUNCION PUBLICA"
En general nos vamos a referir a todo el régimen jurídico que regula las relaciones
entre los órganos de la Administración del Estado y sus funcionarios. En Derecho
Comparado se habla de "derecho del funcionariado".
1. Fundamento
Este tema tiene una base constitucional, específicamente en el Art. 38. En esta
norma, en la segunda parte de su inciso primero, hay una referencia al estatuto
administrativo. La función pública está considerada en el DFL 29 que contiene el texto
refundido y sistematizado de la ley 18.734, publicada en el DO el 16 de Marzo de 2005.
2. Principios
a) La carrera funcionaria
b) La Administración técnica y profesionalizada.
c) Igualdad de oportunidades
d) Responsabilidad funcionaria
e) Principio de la jerarquía
a) Principio de la probidad
b) Principio de la apoliticidad
c) Principio concursal
a) Principio de la calificación
b) Principio de la estabilidad
c) Principio de la remuneración igualitaria
d) Principio de la destinación del funcionario
e) Principio de la dignidad de la función.
3. Estatuto administrativo
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Otro aspecto a determinar es la aplicación del campo del estatuto, es decir a qué
órganos se les aplicará este cuerpo de leyes. Esto está desarrollado en el Art. 1° del DFL
29. En general se le va a aplicar a todos aquellos órganos de naturaleza centralizada y
descentralizada que no tengan un régimen especial. Sin embargo el propio Art. 1° establece
una excepción, señalando que no se aplicará a los órganos del Art. 21 inciso 2° LBA,
quienes se regirán por sus normas especiales. Respecto de ellos cabe plantearse si se les
podría aplicar o no supletoriamente el EA. No obstante que parece una idea razonable, la
jurisprudencia de contraloría y la doctrina, en menor grado, han señalado que esto no es
posible tanto por la excepción expresa del Art. 1°, como por la idea de que la voluntad del
legislador es establecer regímenes diferenciados. En la práctica estos órganos de
excepción están regidos por normativas muy completas que no tienen grandes vacíos.
Lo importante es que el EA es un régimen legal, no contractual. En el ámbito de la
función pública no existe contrato de trabajo, ni negociación colectiva, ni derecho a huelga,
etc.
A. Funcionario de planta
Estos son aquellos que prestan sus servicios en la planta del órgano
respectivo, la que a su vez está representada por el conjunto de cargos permanentes
asignados por la ley a cada institución (Art. 3 letra b). Este conjunto de cargos
permanentes se distribuye en las siguientes plantas: (art. 5°)
1. Directivos
2. Profesionales
3. Técnicos
4. Administrativos
5. Auxiliares
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a) Titulares: Son aquellos que ocupan y son nombrados en propiedad en un cargo vacante
dentro del órgano respectivo. En este caso, el cargo vacante dentro del servicio no tiene
asignado otro funcionario para llevar a cabo el ejercicio del mismo, sino que el cargo es
servido por este funcionario nombrado en propiedad.
b) Suplentes: aquellos funcionarios designados en esta calidad para ejercer un cargo que
está vacante (sin titular), por ejemplo, mientras se llama a concurso o en los casos en
que por cualquier circunstancia el cargo no es desempeñado o ejercido por su titular por
un plazo no inferior a 15 días. V.g. licencias médicas, pre y post natal, feriados
prolongados, etc.
El suplente, a su vez, tiene un cargo de titular dentro de la planta del órgano y podrá
percibir la remuneración correspondiente al funcionario que suple, en los casos en que
su titular no perciba remuneración. En los demás casos solo percibirá la remuneración
del cargo que sirve como titular. En el caso de la suplencia por cargos vacantes, esta
puede ser ejercida por un máximo de 6 meses, luego de lo cual necesariamente deberá
proveerse la vacante a un funcionario titular.
Finalmente, cabe señalar que hay jurisprudencia administrativa de la CGR que
permite que personas ajenas al servicio suplan cargos, siempre que cumplan con los
requisitos de ingreso y ejercicio del cargo.
Son profesionales que cumplen una función pública, pero cuyos derechos y
obligaciones se encuentran establecidas en un contrato a honorarios, por lo que en estricto
rigor, no son funcionarios públicos, pero en la práctica se les asimilan. No se les aplican las
normas del EA. Sus derechos y obligaciones están establecidos en el contrato pertinente.
Normalmente esta figura se utiliza para la contratación de profesionales, técnicos,
expertos en determinadas materias que deban realizar labores transitorias, no habituales
en el órgano. En esta misma línea y por la misma razón es posible la contratación de
extranjeros.
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Por reforma del año 1990, se permite la contratación a honorarios para fines
específicos según las reglas generales. Art. 10 inciso 2° EA.
Se piden los mismos requisitos para el ingreso a la Administración. Así lo ha dicho
la CGR y se debe comportar de la misma forma que un funcionario público.
Por la reforma de 1990 se desnaturalizó el contrato a honorarios.
Existen varios cargos de este tipo, son aquellos que se mantienen en sus cargos
mientras cuenten con la confianza de la autoridad que los nombra, en consecuencia pueden
ser removidos en cualquier momento, sin importar si lo han hecho bien o mal en el
desempeño de sus funciones.
Esto a diferencia de los funcionarios de planta, que al tener propiedad en el cargo
vacante, no están afectos a este sistema. Lo mismo ocurre con el funcionario a contrata
hasta el 31 de Diciembre.
Este tipo de funcionarios tiene fundamento constitucional (Art. 38 CPR) y legal. En
el EA se señala que serán cargos de la exclusiva confianza del Presidente de la república
o de la autoridad facultada para efectuar el nombramiento.
Son de exclusiva confianza del Presidente de la República el nombramiento de los
cargos de planta de la presidencia de la república, los ministerios, los SEREMIS y los jefes
de división o jefaturas de niveles jerárquicos equivalentes o superiores. En los servicios
públicos lo son: los jefes superiores de los servicios, los subdirectores, los directores
regionales y jefaturas de niveles jerárquicos equivalentes o superiores existentes en el
servicio.
Este empleo no tiene estabilidad ni derecho a indemnización, es una situación
precaria.
Están indicados en el Art. 12 EA y tienen una naturaleza general por lo que hay que
atender en definitiva a los requisitos particulares para cada cargo en cuestión.
6. Carrera funcionaria
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En esta materia hay que señalar que el estatuto aparece complementado con un
reglamento de calificaciones que en la actualidad corresponde al DS de interior N° 1825 de
1998.
La calificación tiene por objeto evaluar el desempeño y las aptitudes de cada
funcionario, atendidas las exigencias y características del cargo, y servirá de base para la
promoción, los estímulos y la eliminación del servicio.
Todos los funcionarios, incluido el personal a contrata, deben ser calificados
anualmente y de acuerdo a esta calificación, ubicados en ciertas listas según el puntaje
obtenido. Así tenemos las siguientes listas:
- Lista 1: De distinción
- Lista 2: Bueno
- Lista 3: Condicional
- Lista 4: De eliminación
Estos organismos son instancias administrativas generadas por la ley 19.882, que
han venido a incorporar una nueva institucionalidad en la función pública. Así respecto al
órgano más significativo como es la DNSC, se dice que es un servicio público
descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonio propio, que tiene por objeto la
coordinación, supervisión y perfeccionamiento de las funciones de personal en los servicios
de la Administración civil del Estado. Sus funciones principales son las de participar en el
diseño de políticas de Administración de personal, promover reformas y medidas de
mejoramiento del sector y prestar asesoría y apoyo a otros órganos de la Administración
del Estado.
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Obligaciones del Funcionario. Art. 61. (Atención con los arts. 90 A y 90 B).
d) Derecho a percibir asignaciones. Estas deben estar relacionadas con la función que
desempeña. Pueden ser de caja, de movilización, cambio de residencia, viáticos, etc.
(Art. 98)
e) Derecho a ocupar una vivienda fiscal del SERVIU en los casos en que haya
disponibilidad. Este beneficio puede ser gratuito, atendida la función que desempeña el
funcionario. En los demás casos se debe pagar un canon de arriendo, correspondiente
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9. La responsabilidad administrativa
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jurídico disímil de cada una, teniendo cada una normas jurídicas propias, principios propios,
órganos de encausamiento propios, etc.
Todo lo dicho es sin perjuicio de que en algunas ocasiones, a partir de un mismo
hecho, se generen efectivamente dos o más responsabilidades. Tal circunstancia en caso
alguno altera o modifica lo que hemos afirmado.
a) La censura
b) La multa
c) La suspención del empleo con privación de remuneraciones.
d) La destitución.
a) La censura
Consiste en una reprensión por escrito que se hace al funcionario, de la cual se deja
constancia en su hoja de vida. Esto supone un desmedro en el desempeño funcionario.
b) La multa
Consiste en la privación de un porcentaje de la remuneración mensual que no podrá
ser inferior a un 5%, ni superior al 20%. El funcionario está obligado a seguir trabajando.
Esta multa se aplica por una sola vez.
c) La suspención
Consiste en al privación temporal del empleo con goce de un 50% a 70% de
remuneraciones, pudiendo oscilar esta suspención en el rango de los 30 días a los 3 meses.
d) La destitución
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1. Ausentarse de la institución por más de tres días consecutivos, sin causa justificada
2. Infringir las disposiciones de las letras i, j y k del Art. 84, que se refiere a las prohibiciones
3. Infracción de lo dispuesto en normas especiales que establezcan esta sanción y en los
demás casos que el EA así lo indique
4. En los casos de condena del funcionario por crimen o simple delito
5. Por infringir lo dispuesto en la letra l del Art. 84
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1. Constitución de la fiscalía
2. Etapa indagatoria
3. Etapa acusatoria
4. Etapa resolutiva
5. Etapa de impugnación
Designado el fiscal y aceptando por este el cargo, debe designar una actuario que
a su vez puede ser funcionario del mismo órgano o de otra institución de la
Administración del Estado, el que tendrá la calidad de ministro de fe y certificará todas
las actuaciones del sumario (especie de secretario). (Art. 130)
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4. Etapa Resolutiva
Recibida por la autoridad superior la vista fiscal o dictamen, dicha autoridad deberá
resolver en el plazo de 5 días la determinación de alguna de las siguientes medidas:
l) Ordenar la reapertura del sumario: Esto procederá en todos aquellos casos en que la
autoridad detecte la conveniencia o necesidad de ampliarlo, investigar nuevos hechos
o inculpados, que falten diligencias a practicar para un mejor esclarecimiento de los
hechos, o para subsanar vicios de legalidad. (Art. 140)
Para todo ello la autoridad fija una plazo al Fiscal, al término del cual la autoridad
superior queda nuevamente facultada para ponderar el sumario y adoptar alguna de las
tres posturas.
b) Non bis in idem. no puede aplicarse más de una sanción por el mismo hecho.
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e) Principio pro funcionario. Corresponde aplicar la sanción que estuviere vigente al tiempo
en que la falta se debe castigar y que esté aparejada el hecho constitutivo del ilícito
administrativo. Sin embargo si una ley posterior a esa misma conducta le asignare una
sanción más benigna, corresponderá aplicar esta última
f) Principio de congruencia. Esto es, nadie puede ser sancionado por hechos que no
fueron materia de cargos (art. 140 inciso final).
c) La declaración de vacancia del cargo. (Art. 150 )Supone técnicamente que la autoridad
ha puesto término al nombramiento del funcionario, lo que ocurrirá en los siguientes
casos:
- Cuando sobrevenga un Estado de salud irrecuperable o incompatible con el desempeño
del cargo (licencia 6 meses durante los últimos 2 años). (Arts. 151-152)
- Pérdida de alguno de los requisitos de ingreso a la Administración.
- Ser el funcionario calificado en lista 4, o durante 2 periodos consecutivos en lista 3.
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Hay que señalar que la acción disciplinaria, la acción persecutoria del Estado contra
el funcionario, prescribe en 4 años contados desde el día en que este hubiere incurrido en
la acción u omisión que le da origen.
No obstante, si hubieren hechos constitutivos de delito, la acción disciplinaria
prescribirá conjuntamente con la acción penal.
Finalmente se consigna que la prescripción de la acción disciplinaria se interrumpe,
perdiéndose el tiempo transcurrido, si el funcionario incurriere nuevamente en falta
administrativa, y se suspende desde que se formulen cargos en el sumario o investigación.
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