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La argumentación surge ante problemas o cuestiones de naturaleza teórica o práctica (formarse una

creencia o decidir). La argumentación judicial en materia de hechos calza en ambas naturalezas: se


forma una convicción para tomar determinada decisión.
Para clarificar la noción de argumentar se debe diferenciar entre: Las propiedades siempre presentes
cuando se habla de argumentación (concepto), y las distintas interpretaciones de estas propiedades
(concepciones).
En un plano abstracto los elementos del concepto de argumentación son: Uso del lenguaje (hablado,
escrito, etc) consistente en dar razones para defender o combatir una tesis; un problema precedente
cuya respuesta se basa en razones adecuadas a esa clase de problema; ver la argumentación como
una actividad (lo que sucede entre el planteamiento del problema y la solución del mismo) racional
orientada a un fin y con criterios para evaluar la misma; y como resultado (premisas, conclusión e
inferencia).
Concepciones de la argumentación y valores jurídicos. Concepción formal (certeza): Las reglas de
inferencia para considerar un razonamiento válido; concepción material (verdad y justicia): hechos
que hacen verdaderos tanto las premisas como las conclusiones; concepción pragmática
(aceptabilidad y consenso): ver la argumentación como una actividad para persuadir al público
(retórica) o a un participante (dialéctica).
Esquema Argumentativo de Toulmin: Pretensión (tesis y conclusión), razones (relevantes y
suficientes), garantía (justificación del paso de las razones a la pretensión), respaldo (argumento de
validez de la garantía). Frente a este esquema se presenta los cualificadores (expresión de la certeza
de la conclusión) y las razones de refutación (situaciones excepcionales que socavan la fuerza de los
argumentos).
La argumentación no obedece en general a una clase de concepción pura ya que la corrección
material presupone la corrección formal, la cual a su vez tiene valor persuasivo. Por lo cual no
deben verse como concepciones sino como dimensiones con un mayor o menor peso dependiendo
de la perspectiva que se asuma. Por ejemplo, en la justificación realizada por el juez se enfatiza la
dimensión material ya que no es suficiente que la decisión sea consecuencia lógica de ciertas
premisas, o mostrar que la misma fue aceptada por cierto auditorio.
Las razones pueden explicar o justificar decisiones. La motivación judicial requiere de lo segundo.
Las falacias surgen por los intereses de la gente que no pueden ser declarados y por las dificultades
cognitivas de los seres humanos y son argumentos que tienen la apariencia de válidos, pero no lo
son. Se utilizan con el fin de engañar (sofisma) o sin la conciencia del engaño que suponen
(paralogismo).
Las falacias formales generalizan precipitadamente o aparentan haber utilizado una regla de
inferencia válida, las falacias formales son las de ambigüedad y falsa analogía, las falacias
pragmáticas infringen reglas del comportamiento de quienes argumentan. Al no poder trazarse
nítidamente la distinción entre estas clases, lo importante sería revisar la bondad (o apariencia de
bondad) de los argumentos desde cualquiera de las anteriores perspectivas.

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