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Descartes – Sobre los Principios del Conocimiento Humano

1ª lectura 1-13

Descartes comienza la obra aplicando su idea de poner en duda todas las cosas ya que
muchas veces desde que hemos sido niños hemos juzgado mal y nuestros sentidos nos
han engañado, considerando como falsas todas las cosas de las cual puedes dudar. Este
planteamiento le lleva a dudar de la verdad de las cosas sensible si introduciendo su
principio escéptico, el sueño, esa imposibilidad de no saber diferenciar si los
conocimientos formados han sido soñados o no. No podemos discernir si los
pensamientos durante el sueño son más falsos que los de vigilia. Este ecepticismo le
lleva a dudar incluso de las matemáticas, cuando se plantea el genio omaligno (este
genio no forma parte del escepticismo).

Una vez rechazado todo aquello en lo que podemos dudar, Dios, cielo, tierra, cuerpo,
nos damos cuenta de que lo único que no podemos negar es que no somos, mientras
estamos dudando de la verdad de esto, pues no podemos impedir creer que YO
PIENSO, LUEGO SOY sea verdadero, pues esta es la primera verdad que encontramos.
Así, con esta noción conocemos la distinción de alma-cuerpo. El alma es una substancia
ttalmente distinta al cuerpo. Para ser, para pensar, no necesitamos una extensión
(cuerpo), no necesitamos ser en algún lugar y nos damos cuenta de que nosotros,
SOMOS, en razón sólo de lo que pensamos1. Pues así el alma precede al cuerpo (aunque
todavía no sepamos si existe ese cuerpo).

Pues así, el conocimiento que tenemos de nuestro pensamiento precede al del cuerpo.
Pues si negásemos que existe el cuerpo, nuestro yo no cambiaria a ser conformado por
el pensamiento. El alma posee una luz bajo la cual la nada no puede ser una propiedad
perteneciente a ella y, que cuando pensamos en algo que sea la nada, esta debe ir ligada
a lguna substancia pues e¡no puede pertenecer al alma.

2ª lectura Dios 13-44

1
Descartes entiende por pensar todo aquello que acontece en nosotros de tal forma que lo apercibimos
inmediatamente en ello, es decir, que captamos mediante una percepción clara y distinta. Así, pensar no
es solo entender, sino también querer, imaginar, sentir… Refiriendose solo a la acción del pensamiento a
la hora de decir que no podemos dudar de ello.
El pensamiento va esclareciendo las distintas verdades nuevas, conoce ideas de cosas,
halla nociones comunes que le lleva a demostraciones, etc. Pero, a la hora de pensar
cual ha sido la causa de su existencia, es decir, cuando el alma realiza una revisión de
las diversas ideas o nociones que tiene en sí halla la de un ser omnisciente,
todopoderoso y perfecto en extremo. Conociendo así no una existencia posible, sino una
absolutamente necesaria y eterna. Al concebir que este ser es perfecto debe concluir que
este es o existe, pues sino no podría ser perfecto. Además, al reflexionar sobre nuestras
ideas, nos percatamos que su causa debe ser más perfecta en la medida en que lo que
representan de su objeto tiene más perfección. Además, si prestamos atención a las
perfecciones que nos representa nuestra alma y somos conscientes de que poseemos
innumerables defectos, debemos concluir que estas perfecciones que conocemos son de
alguna naturaleza diferente a la nuestra, la cual es perfecta, es decir, Dios ha de existir.

Dios es nuestra causa, pues si no ni tendría noción de él y de sus causas perfectas.


Nosotros no hemos podido ser nuestra propia causa pues como ya he dicho
anteriormente, algo con carencias como el ser humano si ha sido creado por sí mismo no
tendría a noción de perfecciíon que posee a pesar de que carezca de ella y, el único que
posee ls perfeccioones es Dios asique ha de ser nuestra causa. Al igual que nosotros no
podemos comprender todo lo que hay en Dios, pues una mente finita no puede entender
lo infinito. A pesar de ello, podemos conocer sus atributos. Vemos que es eterno,
todopoderoso, fuente de toda bondad y de toda verdad (por lo que desacredita al genio
maligno), creador de todas las cosas y que, en fin, posee todo aquello en lo que
podemos reconocer… no está limitado por ninguna imperfeccion. Así, al saber que Dios
no nos miente perdemos toda duda sobre las realidades matemáticas, pues son
evidentes. Y si percibimos mediante los sentido alguna cosa, sea durmiendo o en estado
de vigilia, mientras que sepamos separar lo que sea claro y distinto, fácilmente
podremos asegurarnos de que ello sea verdadero.

Puesto que lo extenso es divisible en partes y supone la naturaleza del cuerpo, supone
imperfección, por lo que Dios no es corpóreo y no conoce como nosotros mediante los
sentidos. Dios quiere, entiendo y hace todo, no quiere la malicia del pecado ni es causa
de ella, pues esta no es una cosa.

Como ya sabemos, Dios es infinito y nosotros somos seres finitos, por lo que si Dios
nos revela algo o se lo revela a alguien como son los misterios de la encarnacion, etc.
No debemos tener duda alguna en creerlos aunque nuestra razón no pueda
comprenderlo. Todo aquello en lo que no encontramos límites y que no comprendemos,
es INDEFINIDO. No podemos intentar determinar algo infinito con nuestra alma, pues
no podemos. Asique definiremos todo aquello que no tenga limites como indefinido.
Definimos a estas cosas como indefinidas con el fin de reservar solo a Dios la
calificación de infinito. Tanto e que no observamos limites en sus perfecciones, como
también de que estamos seguros que no puede tenerlos. De esta manera, intentaremos
indagar, mediante la razón, sobre que ha puesto en nootros Dios como lo que
percibimos mediante los sentidos; así podremos saber en virtud de algunos atributos,
que es lpo que ha querido designarnos.

Ahora ien, centrémonos en el ser humano, poseemos dos modos de pensar: la


percepción del entendimiento y la acción de voluntad. De este modo, sentir, imaginar,
concebir cosas puramente inteligibles son diferentes modos de percibir; desar, sentir
aversión, negar, dudar son diferentes modos de querer.

A la hora de juzgar necesitamos tanto el entendimiento como la voluntad, la voluntad es


totalmente necesaria para dar el consentimiento a lo que hemos conocido por el
entendimiento. Siempre debemos juzgar cuando estemos seguros de haber enido un
conocimiento exacto, sino erraremos. Una de las causas de nuestros errore es la
voluntad, pues el alcance de esta es mayor que el entendimiento, pues este solo alcanza
los objetos que se le presentan y estos son muy limitdos, por el contrario, la voluntad
podría parecer infinita, puesto que no hay nada que sea objeto de ella. Por ello esta es la
causa de que llevemos más allá ala voluntad de lo que conocemos clara y distintamente
y erremos. Abién asi tenemos claro que nuestros errores no pueden pertenecer a Dios,
debido a que la principal perfección del hombre es el libre alnbedrío. Esta libertad se
conoce sin prueba, a través de la experiencia, y sabemos que a pesar de que Dios haya
creado todo nosotros poseemos esta libertad de elección. Por lo que nuestros errores son
defectos en la forma de obrar y, aunque se puedan atribuir las faltas a otras personas , a
Dios no.

También hemos de tener en cuenta que nuestra memoria nos induce a error

Tercera lectura 45-76(fin)


Comencemos hablando sobre las percepciones. ¿Qué es una percepcion clara y distinta?
Es clara aquella que es presente y manifiesta un espíritu atento, tal como vemos los
objetos que actúan cin bastante fuerza y que miramos. Y distinta aquella que es en modo
tal separada y precisa de todas las otras que sólo comprende en sí lo manifiestamente
aparece a quien considera como es preciso. Las percepciones pueden ser claras y no
distintas pero no puede ser distintas y no claras.

Durante los primeros años de nuestra vida, nuestra alma o pensamiento se encuentra
más unido al cuerpo y se ve privada de sus cualidades, pues se ve que no conoce nada
con distinción. Esto provoca que tengamos prejuicios en nuestro pensamiento por los
conocimientos formados de pequeños en base a esos prejuicios que nos nublan la mente
y no nos dejan conocer.

Hablando del conocimiento, todo aquello de lo que tenemos alguna noción y que crea
conocimiento en nosotros puede ser dos géneros: el primero contiene todas las cosas
que tienen alguna existencia; y el segundo contiene todas las verdades que no son nada
fuera de nuestro pensamiento. En lo que consideramos cosas asimismo, tenemos, en
primer lugar, nociones generales que se pueden referir a todas las cosas y las nociones
particulares que sirven para distinguirlas.

Dentro de las cosas creadas podemos distinguir entre intelectuales, es decir, son
substancias inteligentes o propiedades que pertenecen a las substancias; y las otras son
corporales, cuerpos o propiedades de este.

Cuando concebimos la substancia, solo entendemos que hay una cosa que subsista por sí
mismo, Dios. Por lo que el término substancias es unívoco respecto de Dios y de las
creaturas. Pero puesto que las cosas creadas algunas son de la naturaleza que no pueden
existir sin otras, las distinguimos de aquellas que sólo tienen necesidad de ser creadas
por Dios, llamando a estas substancias y a las otras cualidades o atributos de estas
substancias.

Las substancias de relacionan de igual manera sean inmateriales o materiales o


corporales, pues sabemos que existen sin la necesidad de alguna otra cosa creada.
Ahora, para sabe si esas substancias existen, es decir, si en el presente está en el mundo,
es preciso que tenga algunos atributos que nosotros podamos observar. Por ello, cuando
se conoce algún atributo, se tiene razón para concluir que la substancia existe. También
cada substancia posee un atributo principal, del que dependen los demás.
Podemos tener dos nociones o ideas claras de una substancia: una de una substancia
creada que piensa y la otra de una substancia extensa. Esto lo conseguimos con tal de
que separemos cuidadosamente todos los atributos del pensamiento y de la extensión.
Al igual que también podemos tener una idea clara y distinta de una substancia increada
que piensa y que es independiente, es decir, Dios. Siempre que sepamos que esta idea
no nos representa todo lo que en él hay y que no atribuyamos a la nada mediante una
ficción de nuestro entendimiento.

Ahora bien, definiremos lo necesario para saber sobre cualidades, atributos y modos par
a comenzar a tratar con ello. Cuando hablo de forma o modo no entiendo otra cosa que
lo que denomino en otros lugares como atributo o cualidad. Cuando considero que la
substancia es afectada o diversificada por ellos utilizo en particular el término modo o
forma, pero cuando en razón de este “cambio”, la substancia puede denominarse tal,
entonces llamo cualidades a las diversas formas que hacen que ella sea nombrada
substancia. Cuando pienso mas generalmente que estos modos o cualidades son en la
substancia, sin considerarlos de otro modo que como dependientes de las substancias ¡,
los denomino atributos. Por último, como ni en Dios no hay variedad ni cambio, no
afirmamos que haya en el modos o cualidades, solo atributos. También añadiendo que
atributo denominamos a aquello que se encuentra en la substancia siempre de la misma
forma, como la existencia y la duración en la cosa que existe y dura.

-Ahora hablemos sobre los números y universales, los cuales dependen de nuestro
pensamiento. Los universales se forman por servirnos de una misma idea para pensar
varias cosas particulares que guardan entre ellas una cierta relación, y puesto que
concebimos bajo ese mismo nombre todas las cosas representadas por esta idea, su
nombre también es universal. Pero, por ejemplo, cuando advertimos de forma más
concretas que algunas figuras de tres lados tienen un ángulo recto y otra no, formamos
en nosotros una idea universal del triángulo rectángulo que, se denomina especie, y
cuyo ángulo recto es la diferencia universal. Si hablamos de mov lo tomaremos por
accidente universal. Así, tenemos 5 universales: genero, especie, diferencia, el propio y
accidente.

-Distinciones: tres son los tipos de distinciones: la real, la modal y la de razón o la que
se hace según el pensamiento. La distinción real se da entre dos o mas substanca, en
tanto de que podemos concebir a un de ella clara y distintamente sin la otra. Es por ello
por lo que cada persona somos una substancia pensante clara y distinta de la otra. Y por
lo que concebimos la substancia pensante y la extensa como diferentes.

La distinción modal tiene dos clases de distinciones: la primera es la que existe entre lo
que hemos denominado modo y la substancia de la que depende y a la que diversifica.
Esta es cognoscible pues concebimos claramente la substancia sin el modo que difiere
de ella, pero no podemos tener una idea distinta de tal modo sin la substancia (distinción
modal entre la figura o el movimiento y la substancia corporal de la que ellas dos
dependen; entre afirmar o recordar y la substancia que piensa).

La segunda clase de distinción modal es la que se da entre dos diferentes modos de una
misma substancia. Esta es posible de advertir pues podemos conocer uno de los modos
sin el otro, tal como la figura sin el movimiento y el movimiento sin la figura, pero no
podemos pensar distintamente ni uno ni el otro sin que sepamos que ambas dependen de
una misma substancia (si una piedra esta en movimiento y es cuadrada, podemos
concebir la figura cuadrada sin saber si esta o no en movimiento).

La tercera distinción, la que se hace por pensamiento, consiste en que algunas veces
distinguimos una substancia de alguno de sus atributos sin el cual no es posible que
lleguemos a tener un conocimiento distinto de es substancia. También se da cuando
intentamos separar dos atributos de una misma substancia, pensando uno sin pensar el
otro. Esta distinción nos demuestra que no podríamos tener una idea clara y distinta de
una substancia si la desposeemos de tal atributo.

-Nociones distintas de la extensión y el pensamiento ¿Cómo es posible esto? Estas dos


las podemos concebir como las cosas principales que constituyen la naturaleza de la
substancia inteligente y corporal. Ahora, es más fácil concebir una substancia ue piensa
y una extensa, que la substancia sola. Pues no difieren de l asubstancia al estar
separadas pues muchas veces consideramos el pensamiento o la extensión sn hacer
reflexión sobre la cosa que piensa o que es extensa. También podemos considerarlos
como modos o diferentes formas de la substancia, en tanto que consideramos que
unamisma alma puede tener pensamientos diversos y que un mismo cuerpo con unas
mismas dimensiones puede tener distintas formas extensas. Sus propiedades o atributos
debemos considerarlos como dependencias de las substancias en que son.

También podemos tener nociones distintas de nuestras sensaciones, afecciones y


apetitos, aunque frecuentemente nos equivoquemos al formular juicios sobre ellos.
Tenemos ue tener cuidado a la hora de realizar juicios sobre ellos, comprendiendo solo
aquello que conozcamos precisamente por medio de nuestro entendimiento y de lo cual
nosotros estemos seguros por la razón.

-Juicios: Primero hemos de saber que las sensaciones son ideas que están en nuestra
alma y que juzgamos mal al situarlas en sitios, por ej, me duele la pierna. Para que
podamos descubrir lo que hay de claro en nuestras sensaciones debemos primero
conocerlas clara y distintamente, es decir, conocerlas en el pensamiento.

Ahora ie, podemos juzgar de dos formas acerca de las cosas sensibles, una nos lleva al
error y, de acuerdo con la otra, lo evitamos. Pues como ya hemos dicho anteriormente,
cuando percibimos colores, etc. Es lo mismo que decir que el tal objeto no se lo que
percibo, pues al juzgar los sentidos son cosas que subsisten fuera de nuestro
pensamiento, no concebimos eso de lo que hablamos por mucho que nuestras
sensaciones parezcan decirnos algo. Así pues, debemos evitar sorpresa que nos puede
hacer errar, ya que no debemos juzgar temerariamente sobre algo que no conocemos
clara y distintamente. Aunque muchas veces nos dejemos persuadir por o que nuestros
sentidos nos representan. Ahora examinemos los errores en los juicios.

La primera causa de los errores en los juicios reside en los prejuicios adquiridos en la
infancia, pues el alma estaba estrechamente unida al cuerpo y juzgaba que existi mas o
menos realidad en cada objeto según las impresiones que producen le pareciesen más o
menos instensas. Esa es la primera causa de los errores en los juicios. La segunda es
quwe no nos podemos olvidar de estos prejuicios. Cuando hemos alcanzado el uso
completo de nuestra razón y alma, aunque nos percatemos de que los juicios realizados
de niños eran erróneos, tenemos mucha dificultad para liberarnos de ellos.

La tercera causa de nuestros errores reside en la fatiga del espíritu al prestar atención a
todas las cosas que juzgamos. También puede ser por que ya nos hemos acostumbrado a
pensar de una manera errónea, por la búsqueda de las cosas inteligibles que son las más
difíciles de encontrar, pues no dependen de los sentidos ni imaginación.

Por último, el cuarto error es porque vinculamos nuestros pensamientos a las palabras,
las cuales no corresponden adecuadamente a las cosas. Pues la mayoría de los hombres
prestan más atención a la palabra que a la cosa.
Como conclusión, debemos liberarnos de nuestros prejuicios y rechazar todas las
opiniones que hemos concebido en nuestra creencia. De esta forma, conoceremos que
somos, que existe un Dios del que nosotros dependemos y, después, de haber
considerado sus atributos, podremos indagar la verdad de todas las otras causas puesto
que es causa de ellas. También hallaremos en nosotros el conocimiento de muchas
proposiciones que son perpetuamente verdaderas, la idea de una naturaleza densa o
corporal que puede ser movida, dividida, etc. Así, nos acostumbraremos a formar
nociones claras y distintas sobre lo que nosotros somos capaces de conocer.

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