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Hutchinson Ley de Procedimiento Administrativo Comentada PDF
Hutchinson Ley de Procedimiento Administrativo Comentada PDF
ADMINISTRATIVOS
Ley 19.549 Decreto reglamentario 1759/72,
texto ordenado 1991 según reformas introducidas por decreto 1883/91
Con remisión al texto constitucional de 1994
Cinco son los sentidos (aunque la mujer tenga un sexto: el de gastar, lo que el
hombre gana), cinco son los dedos de la mano, cinco son los elementos
fundamentales (agua, tierra, aire, fuego y, sin ninguna duda, el scotch), cinco
son las estaciones que tiene el pueblo donde nací (las del tiempo y la del
ferrocarril) y cinco son las ediciones que, con ésta, logra este libro (como se ve,
ya no vivo de milagros; dependo de ellos).
Sin duda alguna, es la última edición de este milenio; así que si usted llegó
hasta aquí leyendo, aproveche y cómprelo porque con el tiempo será un
incunable (¡!).
Pero ocurre que, a pesar de todas las actualizaciones, este libro se basa en un
texto escrito hace tiempo, por un Tomás Hutchinson que ya no soy, y como no
vivo obnubilado en la creencia a ciegas de lo que digo, quizá debería
replantearme algunas cuestiones teniendo en cuenta la experiencia de todos
estos unos y, fundamentalmente, ni ver la magnificencia de esta naturaleza y
sus silencios, analizar si vale la pena continuar reflexionando sobre el derecho
y sus avalares.
TOMÁS HUTCHINSON
Este libro forma parte de la colección Textos Legales Astrea y la idea de hacerlo
no nació de mí, sino de los editores, y si bien en un comienzo no estuve
convencido de hacerlo, lo cierto es que, luego de que éstos supieron seducirme
con algo muy grato a todo "escocés", encontré un gran número de justificativos
(bendito el que inventó el porqué); por ejemplo: llegar, por su costo más
accesible, a los alumnos y abogados del Estado (o lo que quede de éste y de
éstos); cautivar a los abogados que no se dedican a administrativo para que
incorporen un libro pequeño a su biblioteca que pueda "ubicarlos en el tema";
hacerme la competencia a mí mismo (como hacían los viejos ingleses del
Ferrocarril Sud con los ómnibus que iban a Mar del Plata), como manda la ley
del "mercado".
El libro que viene ahora y en cuya tapa usted, lector, tropezó conmigo, es
reducido, a diferencia del primitivo, pues, al revés de lo que parecen opinar
otros, pienso que al derecho administrativo no conviene darlo en dosis
excesivas, que agolen a cualquier adulto por robusto que sea. Un poco para
adaptarme a Gracián: "lo bueno si breve dos veces bueno", y su corolario
lógico: "lo malo si breve, menos malo".
TOMÁS HUTCHINSON
INTRODUCCIÓN
En verdad, todas las funciones, todos los actos del Estado; legislativos,
judiciales o administrativos -y dentro de éstos, sean contratos, reglamentos,
actos administrativos o actos de la Administración- son objetivos que sólo
pueden obtenerse por medio de determinados trámites establecidos por el
derecho. Así la ley se elabora mediante el procedimiento legislativo, las
sentencias judiciales siguiendo el proceso judicial y los actos administrativos se
logran por medio del procedimiento administrativo.
La doctrina tradicional consideraba al "proceso" como privativo de la función
judicial, lo cual para Merkl era explicable, porque dentro de es la función se
hallan los orígenes del proceso y porque, dentro de ella se lo ha elaborado
sistemáticamente; pero no cabe duda de que también en la función
administrativa encontramos un fenómeno similar al "proceso judicial", al que
podríamos llamar "proceso administrativo", pero que, sin embargo,
denominamos "procedimiento administrativo".
Conviene observar que tiene que haber una íntima relación entre el
procedimiento y la materia objeto de él. El procedimiento es la forma con
arreglo a la cual un órgano público ha de ejercer sus funciones; luego el
procedimiento, para ser útil, ha de acomodarse a los fines, a la función.
Por ello, si bien la idea era que se adoptara la jurisprudencia de los Estados
Unidos, la reacción, conforme nuestra tradición, fue armonizar el sistema
colonial y patrio con nuestra norma fundamental extraña a nuestra
idiosincrasia (en lo que al tema se refiere).
En efecto, ya nos hemos referido sintéticamente a nuestros antecedentes en
materia de demandabilidad del Estado (ver Hutchinson – Barraguirre – Grecco.
Reforma del Estado: ley 23.696). Añadimos ahora que el Estatuto Provisional de
1816, en su cap. II, art. 13, disponía que los tribunales de justicia conocieran
por ahora en grado de apelación, primera suplicación de los pleitos sobre
contrabando y demás ramas y negocios de hacienda (la bastardilla es nuestra).
La Constitución de las Provincias Unidas de Sud América (1819), en la secc. 4a,
art. XCVII, determinaba que la Corte Suprema de Justicia conocerá
exclusivamente de todas las causas que tengan su origen en contratos entre el
gobierno superior y un particular; la Constitución de 1826 prescribía (secc. 6a,
art. 119) que la Alta Corte intervendría en las cuestiones que resultaran con
motivo de contratos o negociaciones del Poder Ejecutivo, o de sus agentes, y
tenía jurisdicción apelada en los negocios contenciosos de hacienda (art. 123).
Por ello, la ley 3952 vino a sustituir a la "venia legislativa" para facilitar el
ejercicio de las acciones contra el Estado. Por cierto que a tanto llegó la
confusión traída por las normas respectivas de la Constitución que, a diferencia
de lo que ocurría antes de acudir a normas tan extrañas a nosotros, recién con
la ley 11.634 se extendió a aquellas acciones que no fueran "civiles" (Grau).
Lo que queda claro, sin embargo, es que a pesar de la norma fundamental que
partía del principio anglosajón de la indemandabilidad del Estado conforme a la
interpretación que hacía de ella la sociedad estadounidense, nuestra
comunidad, de acuerdo con los principios que le eran tradicionales, adaptó al
sistema constitucional el sistema contencioso de nuestra madre patria, y creó
el reclamo administrativo previo como una posibilidad de defensa de los
derechos del particular que, a partir de él, podía demandar al Estado nacional.
Fue una solución de transición y de transacción.
b) Como instrumento para que los habitantes del país obtengan, en sede
administrativa, sin necesidad de recurrir a la justicia, la satisfacción de sus
pretensiones.
d) Como control del interés público o colectivo, al permitir la revisión por los
órganos superiores del accionar de los inferiores.
Nosotros hemos optado, por lo que se verá luego, por la siguiente clasificación:
Por ello la idea de igualdad no consiste en una igualdad absoluta, sino relativa,
y tampoco en una igualdad de carácter aritmético, sino proporcional a la
condición en que cada sujeto se halle frente al bien común susceptible de
reparto. Este principio tiene arraigo constitucional (art. 16, Const. nacional).
Este principio, según lo indica la ley, abarca diversos aspectos, los que serán
analizados al estudiar el art. 1°.
LEY 19,5491
PROCEDIMIENTOS ADMINISTRATIVOS
ÁMBITO DE APLICACIÓN.
REQUISITOS GENERALES:
1 Sancionada el 3/4/72 (DO, 27/4/72); modificada por ley 21.686 ni 21.1 (/77
(DO, 25/11/77).
IMPULSIÓN E INSTRUCCIÓN DE OFICIO.
INFORMALISMO.
LOS PLAZOS.
En supuestos como los señalados al final del considerando anterior, -en los que
existen procedimientos normados y que se refieren a relaciones con terceros-,
podría aplicarse en forma subsidiaria o analógica la ley 19.549 y su
reglamentación (decr. 1759/72, t.o. por decr. 1883/91), en aquellas situaciones
que dichos regímenes no contemplan y que la LNPA y su reglamento sí prevén
en atención a la supletoriedad dispuesta por el art. 2, inc. a, de dicha norma
legal. Este criterio fue receptado por la Procuración del Tesoro -expíe. 5085/84,
1004 con anexos, Ministerio de Defensa, RRAP, 95-80/83- (res. MD 1068/52).
Por su parte, la Procuración del Tesoro ha dicho en distintos casos que, cabe la
remisión a las normas de la LNPA, aunque más no sea supletoriamente
(Dictámenes, 174-28, 179-14; dictamen 171/90, BO, 23/1/91, 2a sección, p. 8);
lo propio ha dicho respecto a la Prefectura Naval Argentina (dictamen 348/91,
BO, 24/6/92, 2a sección, p. 29).
Los plazos procesales, juntamente con otros factores que se les asocian »
-como la comparecencia o la incomparecencia; la actividad o la inactividad-
dan lugar a instituciones como la preclusión y la caducidad.
Como nos encontramos ante una excepción al principio general opinamos que
la interpretación debe ser restrictiva. Por ello cuando se refiere a "recursos"
debe tomarse esta acepción en sentido estricto o restringido, alcanzando sólo a
los recursos y no a los otros medios de impugnación (ver lo que decimos en el
comentario al título VIII, RLNPA).
El error es excusable cuando ha habido razón para errar. Esto significa que se
exige que el particular obre con la prudencia adecuada. ¿Cómo se
compatibiliza esta norma con los principios del procedimiento administrativo?
El RLNPA específica, en cada caso, ante qué órgano deben interponerse los
diferentes recursos. Si aplicáramos el concepto de que el derecho se reputa
conocido por lodos, cuando el particular se equivocare en la interposición del
recurso habría obrado con negligencia, ignorando lo que debía saber: error iuris
nocet.
¿Es ése el alcance de la norma que estudiamos? Opinamos que no, ya que si
bien la ignorancia de las leyes no sirve de excusa, ocurre así cuando no hay
alguna excepción autorizada por la ley (Fallos, 103:155; 115:395). La
presentación de un recurso ante un órgano administrativo incompetente nunca
puede perjudicar al particular, toda vez que el art. 5°, inc. c, del RLNPA, impone
a la Administración ordenar que se subsanen los .defectos, de oficio o por el
interesado (principio de informalismo).
La frase final del art. 1°, inc. e, ap. 6°, es fiara: la Administración debe,
discernir la admisibilidad del recurso bajo la forma de denuncia de ilegitimidad
sobre la base de los límites allí mencionados (posible alteración de la seguridad
jurídica y el abandono voluntario del derecho). No se puede alegar otras
causales. La Administración debe emitir el pronunciamiento sobre la
admisibilidad formal de la denuncia de ilegitimidad como cuestión previa a su
tramitación.
Cumpliendo con lo así dispuesto se dictó por el PEN el decr. 9101/72, derogado
en su art. 2° por el decr. 1883/91 (UPA), y, en lo que restaba de su vigencia, por
el decr. 722/96.
Esla facultad que fue acordada al PEN, se ejerció al dictarse el RLNPA cuyo art.
38 -al que remitimos- contempla la cuestión.
Los procedimientos especiales vigentes hasta la fecha del dictado del citado
decreto que no fueron reconocidos por él, quedaron automáticamente
derogados.
Este decreto no siguió una técnica uniforme, pues algunos incisos se referían a
las normas identificándolas con precisión mediante el número de ley o de
decreto y en otros casos se hizo una referencia genérica al tema.
El art. 2° del decreto que contenía un rico material doctrinario propicio para el
debate ha sido derogado in totum (ver comentario al art. 6°, RPA). Incluía a las
entidades financieras oficiales y a las empresas del Estado, sociedades del
Estado, sociedades anónimas con participación estatal mayoritaria, sociedades
en las que el Estado fuera titular de todo o parte del patrimonio social y en el
Tribunal Administrativo de la Navegación, las que se regían por los regímenes
vigentes y en los que era pertinente por el título VIII del RLNPA (procedimiento
de impugnación); las demás normas de dicho reglamento se les aplicaban
supletoriamente. También se refería a los "entes públicos no estatales", los que
se regían por sus propios regímenes y supletoriamente por la LNPA y su
reglamentación (CSJN, 27/1 1/88, "De León", LL, 1989-B 690). El art. 1° ha sido
derogado por el decr. 722/96.
TÍTULO II
Debe ser ejercitada por el órgano que la tenga atribuida y a través del
procedimiento adecuado para ejercerla.
La característica de la norma administrativa es que confiere poderes, que
habilitan a la Administración para un obrar determinado, y dichos poderes han
de ser atribuidos de un modo positivo por el ordenamiento.
CUESTIONES DE COMPETENCIA.
ARTICULO 4.- EL PODER EJECUTIVO resolverá las cuestiones de
competencia que se susciten entre los Ministros y las que se plantean
entre autoridades, organismos o entes autárquicos que desarrollen su
actividad en sede de diferentes Ministerios. Los titulares de éstos
resolverán las que se planteen entre autoridades, organismos o entes
autárquicos que actúen en la esfera de sus respectivos
Departamentos de Estado.
Las relaciones que aquí interesan se dan entre entes públicos estatales. De
acuerdo con el texto del artículo, comprendería solamente a los entes
autárquicos. Sin embargo, pensamos que no es posible esa interpretación
restrictiva, toda vez que también se produce ese tipo de relaciones con las
empresas del Estado. Por ello entendemos que comprende a los entes
autárquicos, empresas del Estado, sociedades del Estado, sociedades
anónimas con participación estatal mayoritaria, sociedades mixtas o de
economía mixta (doctrina art. 32, inc. b, ley 19.549, modificado por ley
21.686).
El superior debe resolver sin sustanciación, pues es una cuestión ajena a las
partes. Excepcionalmente, por la naturaleza de la cuestión suscitada, podrá
disponer medidas que estime conducentes a "proveer mejor" su
pronunciamiento u oír al servicio jurídico si estima que pueda afectarse la
competencia.
La recusación se interpone por escrito, que como tal tiene que observar las
normas del título III del RLNPA, ante el órgano recusado.
El plazo para la presentación del informe es de dos días (arg. art. 6°).
TÍTULO III
COMPETENCIA.
CAUSA.
OBJETO.
PROCEDIMIENTOS.
d) antes de su emisión deben cumplirse los procedimientos esenciales
y sustanciales previstos y los que resulten implícitos del
ordenamiento jurídico. Sin perjuicio de lo que establezcan otras
normas especiales, considérase también esencial el dictamen
proveniente de los servicios permanentes de asesoramiento jurídico
cuando el acto pudiere afectar derechos subjetivos e intereses
legítimos.
MOTIVACIÓN.
FINALIDAD.
Algunas veces los autores, con el fin de unificar didácticamente las distintas
condiciones que deben concurrir para la existencia del acto, hablaban de
"elementos del acto", aunque aquella unificación agrupaba genéricamente
presupuestos que no eran elementos.
Deben aislarse los presupuestos de hecho propuestos por la norma para que el
acto pueda y deba ser dictado por la Administración. Ello es lógico si la
Administración ejecuta la ley, pues ésta -como imperativo abstracto conecta
una cierta consecuencia jurídica a un tipo de hecho específico. Si el acto
administrativo es el ejercicio de una potestad, él sólo puede dictarse en función
del presupuesto de hecho tipificado por la norma (v.gr., existencia de vacante
para justificar el nombramiento; cumplimiento de la edad para jubilar al
funcionario). Puede ocurrir que exista una situación más compleja o más
ambigua, cuya apreciación exija utilizar otros conceptos (de valor o de
experiencia, etc.), por ejemplo, urgencia, ruina, idoneidad.
Debe ser lícito. Así el objeto no debe ser prohibido por el orden normativo. La
ilegitimidad puede resultar de la violación de la Constitución, de la ley,
reglamento, acto general, contrato, acto administrativo anterior irrevocable.
Los procedimientos serán distintos según el objeto del acto. Por aquello que ya
dijimos acerca de la íntima relación entre el procedimiento y la materia objeto
de él, puesto que el procedimiento, para ser útil, ha de acomodarse a los fines.
Así, no puede haber un procedimiento único para los distintos tipos de
actividad.
Por ello, como afirma Marienhoff, todo acto administrativo particular tiene una
finalidad propia, correlativa a su objeto o contenido. Esla relación objeto-fin
responde específicamente a la finalidad perseguida por la norma y por la que
se le confirió la competencia al órgano que dictó la resolución particular, y
aquélla, ley en sentido formal o material, tiene su punto de partida y está
condicionada, a su vez, por la norma constitucional que autoriza su dictado y la
relación existente entre ella y el fin perseguido por la Constitución.
Es decir, que en todos los actos administrativos existe una primera y común
finalidad, que se va especificando a través de la distribución de competencias
dentro de la Administración y que determina el objeto o contenido que pueden
tener esos actos.
FORMA.
Sin embargo, pensamos con Zelaya que la ley se pronuncia por el criterio
restringido, y se refiere a la instrumentación constatada y documentada. El
procedimiento previo a la emisión del acto se expone en el art. 7°, inc. d, y la
notificación y publicación en el art. II (CNFedContAdm, Sala I, 12/9/95,
"Frávega", LL, I996-C-31).
Con relación a los requisitos legales, coincidimos con Zelaya en que es un error
haber incluido la firma, y que ésta no es requisito de forma, sino sencillamente
lo esencial para la existencia del acto administrativo; mientras no exista la
firma, el acto materialmente no existe. Si un decreto o una resolución no están
firmados, significa que no hay decreto ni resolución. Hay un papel escrito, sin
trascendencia jurídica alguna. Podría verse en ello un proyecto, a lo sumo.
Cuando, falta una firma esencial, el acto es nulo, pero no nos parece jurídico
proclamar la nulidad de un acto no firmado.
VÍAS DE HECHO
En el campo del derecho civil no hay dificultad para delimitar las "vías de
hecho", que se verifican siempre que un particular sin título ejecutorio
pretende por la fuerza material constreñir a otro particular a cumplir las
obligaciones asumidas.
Opina Linares que una "teoría de las vías de hecho" no puede formularse como
plena sin incluir la del "acto jurídicamente inexistente" (ver comentario al art.
14) porque no es correcto pensar que la vía de hecho no deba tener otro
contenido que el de "hecho material" consumado por un órgano administrativo
sin acto administrativo previo.
Así cabe decir que el silencio es un puro hecho al que la ley reconoce ciertos
efectos jurídicos, fistos se limitan a la finalidad perseguida por el legislador, es
decir, a evitar que la ausencia de una decisión determine la pérdida de
eventuales derechos de los particulares.
No puede caracterizarse sin más como la otra faz del silencio desestimatorio.
Con ello se estimula insensiblemente un tratamiento centralmente común de
ambas versiones y la intercambiabilidad de sus técnicas y problemáticas. En
los supuestos específicamente contemplados por las normas a las que remite
la LNPA, se entiende que la Administración accede, dando significado positivo a
su pasividad. Tal diversidad de consecuencias, comparándola con el silencio
negativo, tiene su fundamento en la específica naturaleza de las decisiones
que en tales casos corresponde adoptar a la Administración. Lo que se espera
de ella es la remoción de unos límites que han sido impuestos a los derechos
de los particulares, cuyo ejercicio quedaría condicionado a la constatación de
su compatibilidad con el bien común.
Cabe decir que a tal interpretación del silencio positivo habría que agregarle
que sólo a cambio del cumplimiento exacto y preciso de las formalidades
legales puede reconocérseles derechos a los particulares y por ello no puede
admitirse que tal silencio administrativo prospere cuando lo concedido por el
silencio no puede autorizarse con arreglo a la ley.
El artículo exige, para que opere el silencio, la denuncia de la mora, por lo cual,
al no existir esa denuncia, falta un presupuesto procedimental indispensable
para que exista el "presunto acto administrativo" susceptible de revisión
jurisdiccional. La "solicitud de prosecución del trámite" no es el pedido de
pronto despacho contemplado en el art. 10 de la ley 19.549 (CNFedContAdm,
Sala IV, 15/4/98, "Santa Lucía Cristal", ED, 182-47).
Como término final, del que se origina la producción del efecto -positivo o
negativo- del silencio para el interesado, hay que estar al día a partir del cual
expira el plazo, general o especialmente señalado por la ley, a lo largo de cuyo
transcurso se abstuvo el órgano administrativo de dictar su resolución, con
denuncia de la mora.
Debemos recordar que la institución del silencio administrativo, más que una
auténtica sanción que la ley impone a la pasividad administrativa, constituye
una simple presunción legal, iuris tantum, lo mismo en la modalidad positiva
que en la negativa, exigida por el principio de seguridad Jurídica y de respeto a
los derechos de los particulares en virtud de cuya ficción, en el primer caso, se
entiende conforme al concreto ordenamiento jurídico, la solicitud de aquél, y,
en el segundo, que lo que él pretendió, no se ha podido conceder. Con el
efecto, en el primer caso, de que el derecho pueda ya ostentarse y ser ejercido
como si expresamente se lo hubiera declarado o reconocido por la
Administración, y, en el segundo, que el propio interesado pueda impugnar lo
negado tácitamente, por el mismo procedimiento y con idéntico efecto con que
podría hacerlo en caso de una expresa denegación de aquél (Reyes
Monterreal).
Por otra parte, conviene reiterar que en ningún momento desaparece para la
Administración la facultad y obligación de resolver que la ley misma convierte
en inexcusable deber. Y al resolver en ningún caso puede sentirse vinculada
por el efecto preexistentemente producido por su propia conducta omisiva.
Si la resolución tardía no pudiera alterar, al menos en principio, la situación
precedentemente reconocida o denegada, carecería de toda razón y sentido
práctico y jurídico la obligación legal de resolver en forma expresa.
De ello se infiere que la eficacia de los actos, como más adelante veremos,
depende, en los de carácter general, de la publicación, y, en los de carácter
concreto, de la notificación.
Son varias, por tanto, las causas que determinan la pendencia de la eficacia de
los actos administrativos de alcance general.
b) En segundo lugar, cuando así se infiera del contenido del acto. Esto ocurre
en los actos sometidos a condición o término, pues mientras éste no
transcurra, o aquélla no se cumpla, el acto administrativo, aunque perfecto, no
produce efectos.
Esa declaración administrativa (acto) que define una situación jurídica nueva,
crea inmediatamente esta situación. El particular a quien afecte tal declaración
queda obligado por la fuerza misma de aquélla. Esto se conoce con la
denominación de autotutela declarativa. Significa que la Administración posee
lo que se denomina acción de oficio para, por sí, crear una situación jurídica
determinada.
De ahí surge que el acto tiene plena fuerza obligatoria y ejecutiva. Ejecutividad
del acto es obligatoriedad, exigibilidad y el deber de cumplimiento que el acto
implica. Esto en modo alguno puede considerarse una especialidad de los actos
administrativos, pues todos los actos jurídicos son, en principio, obligatorios. Lo
que sí es una prerrogativa de la Administración es la de dirimir las
controversias con los particulares que con ella se relacionan y decidir las
cuestiones unilateralmente por actos obligatorios ejecutivos (González Pérez).
Por lo dicho hasta ahora, parecería que producido un acto afectado de un vicio
determinante de nulidad, la Administración puede igualmente exigir su
cumplimiento. Así, el principal efecto de la nulidad, esto es, la falta de
consecuencias del acto viciado, no se produce automáticamente. Dicho acto
produce efectos, de manera que el particular debe reaccionar contra él a favor
de la posibilidad de impugnarlo.
Tanto es así, que la nulidad debe declararse de oficio por la Administración (art.
17), que en este aspecto no tiene restringida su facultad revocatoria, y también
por el juez (art. 17 in fine). Si en el derecho administrativo se puede exigir y
llevar a cabo el cumplimiento del acto en virtud de las prerrogativas de la
Administración que ya vimos, ello no agrega más que un plus: la obligación de
declararlo nulo desde el momento en que se advierta, por sí o por interesado,
la existencia de una carga de nulidad, tal como lo prescribe la ley.
Así, establece que "su fuerza ejecutoria (del acto)... impide que los recursos
que interponen los administrados suspendan su ejecución y efectos". He aquí
el principio que, por supuesto, no es absoluto, ya que, a continuación, el mismo
artículo establece que el recurso tendrá efecto suspensivo cuando una norma
expresa establezca lo contrario (p.ej., art. 17. ley 21.695; conf. CNFedContAdm,
Sala III, 12/8/90. "IFONA", JA. I990 III-126). En este caso la suspensión es
obligatoria para la Administración, y si no obstante ejecuta el acto recurrido,
incurre en vía de hecho (art. 90, inc. J RLNPA).
Los títulos preliminares del Código Civil, como desde hace mucho se ha
interpretado, corresponden a una teoría general del derecho, y por lo tanto son
aplicables a todas las manifestaciones jurídicas en sus diversas acepciones. El
hecho de estar la norma en la parle general y título Preliminar del Código, la
señala como principio general, no específico, del derecho civil o privado.
Como puede observarse en estos casos -con excepción del ap. d, en que se
establecen efectos diferentes del acto anterior y en oirás situaciones similares,
ya que la ejemplificación anterior no agota las posibilidades-, el nuevo acto
afectaría a los efectos ya consumados.
NULIDAD.
¿Durante qué plazo podrá oponérsela? ¿Puede ella ser convalidada? Usas y
otras más nos demuestran los múltiples problemas que debe resolver una
teoría general de la invalidez de los actos administrativos.
3 Hay que tener presente que un sistema de invalidez construido en un derecho que
tiene su centro en el problema ele la autonomía de los sujetas privados, no puede ser
totalmente aplicado a un derecho que tiene su centro en el problema de la dialéctica
voluntad-libertad, ya que "no es dable transpolar las nociones propias del derecho
privado en lomo de las nulidades absolutas a estos supuestos" (CNFedContAdm., Sala
IV, 8/4/99. "Villalunga Furlong SA", ED, Bol. Jurisp. CNFedContAdm, año 1999, n° 1,
22/9/99. p. 29).
de la nulidad: la falta de consecuencias del acto nulo, su carencia de efectos y
la consiguiente posibilidad de ser desconocido por el afectado, no puede
predicarse en el derecho administrativo (CNCiv, Sala C, 3/11/75, LL, 1976-B-
172).
a) Incompetencia del órgano.- Según la norma son nidos los actos dictados
con incompetencia, tanto en razón de la materia, del territorio, del tiempo y del
grado. En este último supuesto, si la delegación o sustitución están permitidas,
el acto no padece de nulidad. En los supuestos anteriores la nulidad estará
relacionada con el hecho de que la incompetencia sea patente o no (Forsthoff)-
Y es que existen diversos grados de incompetencia. Así, no es lo mismo que
ella se haya producido por invasión de las atribuciones propias de órganos de
otro "poder" o de otro órgano administrativo de distinta jerarquía.
1) Prohibido por la ley.- "La prohibición del acto se toma en sentido de objeto
lícito, es decir, jurídicamente imposible (Tallos, 304:898). Se incluyan en este
concepto los actos constitutivos de delitos o aquellos que tengan origen en un
hecho delictivo o que en su elaboración se haya producido un delito (producido
por documentos falsos o basado en testimonios falsos, si hubiera existido
cohecho, etcétera).
2) Actos objetivamente posible.- El art. 7° dice que el acto debe ser física y
jurídicamente posible. Por tanto el contenido imposible del acto constituye
causal de nulidad (violación de la ley). La imposibilidad se da tanto por falta de
sustrato personal (nombramiento de una persona fallecida), como por ausencia
de sustrato material (la cosa a que se refiere el acto ha desaparecido) o falta
de sustrato jurídico: aplicación de sanción disciplinaria a quien ya no es
funcionario (CNFedContAdm, Sala III, 9/12/80, LL, 1981-D-598, 36.016-S).
c) Vicios en la causa.- Hay dos clases de errores que pueden viciar la causa
del acto administrativo, y son: /) la falsedad en los hechos, y 2) la falsedad
jurídica.
Veremos que debe incluirse en este apartado el vicio en la "voluntad" por error
esencial de que habla el inc. a de la norma.
4) Falta la fecha, en aquellos casos en que ésta tenga carácter esencial (v. gr.,
caso de "órganos colegiados para apreciar si existe o no quorum, o cuando
esté ligado al ejercicio temporalmente limitado de una competencia.
Normalmente no da lugar a nulidad, pues la falta de fecha queda subsanada
con la forma de publicidad.
Así, por ejemplo, si del expediente del concurso para cubrir un cargo, surgiere
como triunfadora una persona y el acto final designase a otra, estableciendo
que se la nombra por haber ganado. La "voluntad real" era nombrar a aquélla;
por error se nombró a ésta. Es un error en la formulación de la declaración.
Lo que el acto decide no concuerda con los antecedentes. El acto dictado con
error esencial significa que carece de causa o que ésta es falsa. La nulidad se
debe a una razón objetiva: la carencia de causa.
2) Dolo.- La norma caracteriza a este supuesto como aquel acto que tiene
"como existentes hechos o antecedentes inexistentes o falsos". El alcance que
le acuerda la norma nos indica que el vicio está en la causa ("hechos o
antecedentes que le sirvan de causa", art. 7°), por faltar ésta o ser falsa. El
fundamento del vicio del dolo es la razón objetiva de la carencia de
presupuestos de hecho.
Si el acto es reglado y la violencia hace que el agente dicte un acto diverso del
requerido por la ley habrá violación en el objeto.
Hemos concluido con los supuestos enumerados por la norma, pero no son los
únicos casos de nulidad absoluta. Así, podemos citar:
ANULABILIDAD.
b) Causa.- Será anulable el acto cuando haya una apreciación errónea de los
hechos o la subsiguiente calificación de ellos. Así, es anulable el acto
administrativo en el cual se ha incurrido en error en la aplicación de la norma
cuyo texto es confuso o susceptible de posibles interpretaciones encontradas,
con lo cual el error es justificable (Procuración del Tesoro, Dictámenes, 76-359,
y dictamen 172/91, BO, 5/2/92, p. 13).
Sostiene Diez que ciertos actos no admiten condición y cita como ejemplo los
reglamentarios y los concernientes a un estatuto relativo a los administrados:
lo referente al nombramiento, promoción o licencia de un agente público,
etcétera.
b) Que no constituya la esencia del acto o razón principal que hubiera inducido
a la Administración a dictarlo.
Por último: ¿cuál es el tipo de invalidez del vicio que afecta a la cláusula
accidental? Al formar tales cláusulas parte del contenido del acto
administrativo, se aplican, por lógica consecuencia, los criterios que hemos
establecido al hablar de los defectos que pueden invalidar el objeto del acto.
c) Acto irregular.- Debe ser un acto afectado de nulidad absoluta. Por otra
parte, el artículo en su parte 2a establece que no podrá ser revocado si ha
generado derechos subjetivos que se estén cumpliendo. Por lo tanto el acto
nulo para que deba ser revocado tiene que:
1) Haber hecho nacer derechos subjetivos, pero que éstos aún no se estén
cumpliendo (CSIN, 22/9/87, "Olivera", ED, 130-406).
2) Afectar intereses legítimos o intereses simples. Ello así porque, la LNPA habla
exclusivamente de derechos subjetivos, debiendo interpretarse la imposibilidad
de que la Administración revoque el acto nulo con criterio restrictivo.
La LNPA adopta un criterio intermedio. Por principio, el acto nulo debe ser
revocado; como excepción; el acto nulo que generó derechos subjetivos que se
estén cumpliendo, no puede ser invocada. La Administración debe pedir su
anulación en sede judicial.
Como dice el artículo, la revocación del acto regular puede hacerse por razones
dé ilegitimidad o de oportunidad, mérito o conveniencia. Trataremos estas
cuestiones por separado.
c) Que ese acto haya sido notificado.- La ley sólo exige la notificación.
Aunque el acto no estuviera firme o consentido -estando, por ende, corriendo el
término para impugnarlo-, por el solo hecho de habérselo notificado al
particular ya es inalterable para la Administración, si se dan las demás
condiciones.
Esto debe considerarse que es una sanción del legislador a la mala fe del
particular (CNFedContAdm, Sala III, 17/9/84, "Hughes Tool Co."; íd., íd., 514188,
"Guarrochena Crespo", LL, 1984-D-363). Es irrelevante para la ley, que el
particular haya contribuido a la producción del acto; basta con que haya
advertido la existencia del vicio y no lo haya comunicado a la Administración.
Por cierto, no basta el mero conocimiento que el particular tenga del vicio, sino
cuando se demuestra una conduela carente de buena fe (Procuración del
Tesoro, dictamen 361/90, BO, 7/8/91, 2a sección, p. 18).
b) " Si la revocación, modificación o sustitución del acto o favorece al
interesado sin causar perjuicio a terceros".- Este perjuicio no debe ser
cualquiera, sino une que exceda el margen de tolerable.
Este acto es ''anulable en sede judicial" si existe perjuicio, pero la ley nada dice
sobre la revocación. No la excluye expresamente, pero tampoco la regula
especialmente. Sin embargo, pensamos que del espíritu de la norma surge,
como principio, la irrevocabilidad de los actos no muy gravemente viciados o
con "vicios menores o intrascendentes".
Ello no quiere decir que para esa revocación no sean necesarios ciertos
requisitos legales o que cuando el acto declare derechos subjetivos éstos
queden en el desamparo y no deban indemnizarse.
SANEAMIENTO.
RATIFICACIÓN.
CONFIRMACIÓN.
Ello no obsta para que no pueda aceptarse la posibilidad de que exista una
ratificación tácita del acto, que surja de una conducta inequívoca del superior,
manifestada por actos o hechos materiales que denoten la exteriorización de la
voluntad de ratificar el acto administrativo defectuoso, siempre que sean
compatibles con la forma del acto objeto de la ratificación:
CONVERSIÓN.
No se opone a ello la ley cuando dice que la conversión tendrá efectos a partir
del momento en que se perfeccione el acto, pues lo que la norma quiere
significar es que esa reutilización del acto inválido tiene efectos para el futuro.
La conversión es, en síntesis, una sustitución del acto: se toman los aspectos o
elementos válidos del primer acto viciado y se los incorpora a un acto distinto,
en cuyo contexto adquieren validez. Esta sustitución es la que, según la LNPA,
tiene efectos para el futuro, pero la extinción parcial del acto anterior por
invalidez tiene efectos ex tune, como toda extinción de actos nulos. La
conversión no sanea un acto inválido. Suple una situación con otra. Se dicta un
nuevo acto, aprovechando los elementos válidos del acto inválido. Pero este
acto inválido (nulo) -los elementos inválidos del acto- sigue siéndolo. El acto
nuevo (conversión) es el que para la LNPA tiene efectos para el futuro.
CADUCIDAD.
Hay autores que sostienen que se trata de una especie de revocación y otros
que afirman que esta figura constituye un medio específico de extinción de los
contratos administrativos y no es propia de los actos administrativos. Sin
embargo, con la sanción de la LNPA ha tenido recepción legislativa la tesis de
considerar que la caducidad es un medio particular de extinción del acto
administrativo, distinto de la revocación, en virtud del cual se sanciona el
incumplimiento del particular.
Esta circunstancia hace que sea una sanción, por lo cual su procedencia debe
ser limitada, ya que es una suerte de última vatio.
Pensamos que, tal como surge de las dos exigencias del artículo que
comentamos -constitución en mora y concesión de un nuevo plazo-, debe
hacerse una intimación al interesado -poniéndolo en mora y acordándole el
nuevo plazo-. Ello así, porque la Administración tiene que dejar constancia del
retardo del particular oficialmente comprobado -la mora no es un retardo
cualquiera; es uno comprobado oficialmente e imputable al incumplidor-, del
reclamo del cumplimiento y del plazo fijado para hacerlo.
Tenemos que plantearnos la cuestión sobre qué debe entenderse por plazo
razonable. Pensamos que el sentido de la norma es conceder al interesado un
plazo razonable de cumplimiento, esto es, requerir un hecho de posible
realización para el particular. Este plazo significa una ayuda al interesado para
que pueda cumplir con su obligación; debe atender, por tanto, a la realización
del fin público del acto administrativo. Por ello el cumplimiento efectivo no
puede quedar librado a la concesión de un plazo mínimo, que coloque al
particular en una situación angustiosa, ya que no es eso lo que quiere la ley.
REVISIÓN.
En los casos comprendidos en este inciso, la firmeza del acto cede ante la
evidencia que surgiría del nuevo medio de prueba invocado.
El inc. d concierne a los elementos delictuosos que hayan obrado sobre los
funcionarios, desviando su actuación en perjuicio del recurrente .
Comprende el prevaricato (arts. 269 a 272, Cód. Penal), el cohecho (arts. 256 a
259, Cód. Penal), la violencia y toda otra maquinación fraudulenta, o grave
irregularidad comprobada.
Se trataría, en los casos previstos por este inciso, de una resolución nula, por
estar viciada de dolo o fraude.
Lo común será que la falsedad se declare por acción o querella del propio
interesado, en cuyo caso el plazo empezará a correr desde la fecha en la cual
pase en autoridad de cosa juzgada la sentencia que declare la falsedad del
documento.
La determinación del dies a quo en el caso de los tres últimos incisos es una
cuestión de hecho, que puede discutirse y Ser materia de prueba-. Es una
rehabilitación de plazos por circunstancias de hecho extraordinarias.
Transcurridos los nuevos plazos que se rehabilitan, el acto adquiere
nuevamente firmeza.
Aunque la ley nada dispone al respecto, nos parece que el órgano deberá
resolver, salvo circunstancias excepcionales, sin sustanciar el recurso. Debe
examinar la admisibilidad, plazo, motivo, existencia prima facie del recurso y
eficacia presuntiva de la prueba omitida o declarada falsa. Y si encontrara que
se tiene que aportar nueva prueba, le imprimirá el trámite que corresponda. Si
se da intervención a aquellos a quienes el recurso pueda afectar (art. 3°,
RLNPA), después de examinar su admisibilidad se abrirá la causa a prueba si
los interesados lo solicitan. En este caso la apertura a prueba puede servir a la
contraria para demostrar que el plazo había vencido o para oponer otros
documentos a los recuperados y ofrecidos por el recurrente.
La revocatoria del acto firme producirá todos sus efectos, salvo los derechos
adquiridos por terceros de buena fe.
Cabe decir que el inc. b permite impugnar directamente la validez del acto de
trámite o interlocutorio (que por las circunstancias se "asimila a definitivo") que
indebidamente ha cerrado la vía administrativa, pero no habilita para entrar a
la discusión judicial de la pretensión sustancial.
Debe establecerse, por tanto, cuándo hay un derecho subjetivo para poder
determinarse en qué momento se lo lesiona; en suma, considerar cuándo un
interesado tiene un derecho subjetivo para que pueda ser jurídicamente
protegido. Este tema es uno de los más necesitados de una reflexión crítica.
Solo daremos aquí algunos lineamientos; entraremos más en detalle al explicar
el art. 3° del RLNPA (ver su comentario).
Abona esta distinción el hecho de que no exista plazo para inter poner la
impugnación, característica de los reclamos; en cambio, los recursos siempre
tienen plazo de interposición. Así se ha dicho que es un reclamo específico: el
reclamo contra reglamentos (Linares conf. CNFedContAdm, Sala I, 1216184,
"Raia", ED, 112-351, íd., Sala 11, 314179, "D'Abraccio", ED, 85-506;
CFedResistencia, 23/10/84, 23/10/84, "Asoc. Trab. Universidad", LL, 1985-B-90).
La norma no contiene ningún plazo. ¿Cuál se aplica? El art. 1", inc. e, ap. 4°,
expresa que cuando no se hubiera establecido un plazo rige el general de diez
días "para la realización de trámites". La decisión de un reclamo es un
"trámite". Vencido dicho plazo puede pedirse el "pronto despacho" y
transcurridos treinta días se opera el "silencio".
Ello porque, una vez que haya decisión judicial firme, la Administración no
puede limitarse a no aplicarla sólo en el caso concreto, porque sería írrito que,
a pesar de conocer que el reglamento está viciado de ilegitimidad, intentara
aplicarlo a aquellos que no lo han impugnado. En realidad, una vez declarado
ilegítimo el reglamento para un caso, la Administración debe derogarlo (ver
comentario al art. 83).
El acto general en su totalidad, o una parte de él, contiene los vicios que
justifican su impugnación indirecta a través de la impugnación directa del acto
de aplicación.
Tampoco, cualquiera sea la opinión que nos pueda merecer un plazo tal,
vulnera en modo alguno lo dispuesto por el art. 25 de la ley 23.054, pues no se
niega el acceso a la justicia sino que se establece sólo un recaudo temporal. Se
aplica a cualquier acción administrativa contra el Estado -salvo norma expresa
en contrario- que tenga por fin cuestionar una conducta de éste. Queda
exceptuada la demanda por indemnización por actividad lícita del Estado (pues
no hay cuestionamiento alguno de conducta) o por actividad ilícita cuando
previamente (y dentro del plazo) se cuestionó el hecho o acto ilegitimo. Pues si
no hubo declaración anterior de ilegitimidad no puede haber resarcimiento
alguno al faltar la "causa" de tal obligación (CNFedContAdm, en pleno, 24/6/86,
" Petracca”; ED, 118-391. Puede pedirse concomitantemente la ilegitimidad del
acto (dentro del plazo) y el resarcimiento.
El plazo se aplica a aquellos actos que tienen aptitud para modificar el status
jurídico del particular (ver ap. 5).
b) Dentro de los treinta días en los "recursos judiciales", excepto que una
norma contemple un plazo diferente. Aquella es la vía "'general" (González
Arzac), la "recursiva" es excepcional.
No se aplica a los actos cuyo objeto se rija por el derecho privado ni a aquellos
referidos a aspectos previsionales que se rigen por el derecho de la seguridad
social.
d) Vías de hecho.- El plazo para el artículo comentado corre desde que los
hechos de la Administración fueron conocidos por él afectado (CNFedContAdm,
Sala V, ]ülA/WrrCñYcágüñ''):
Cumplidos los requisitos del art. 10 y vencidos los plazos allí previstos, el
particular puede iniciar la acción en cualquier momento, tal lo que expresa la
norma. Pero también el RLNPA prevé otros supuestos de "denegación tácita":
son los referidos al vencimiento de los plazos para resolver recursos
administrativos. Cuando con esa denegación tácita se "agota la vía
administrativa" (v.gr., denegación tácita del recurso jerárquico) ¿se aplica la
solución del artículo?
Aunque la norma sólo haga referencia a los "plazos previstos en el art. 10" no
puede negarse la misma solución para estos últimos. La ratio inris es la misma.
En ambos casos es facultad del interesado considerar "tácitamente denegada"
la decisión. Siendo así, y considerado tácitamente denegado un recurso que
habilite la vía judicial, el plazo comenzará a contarse cuando el particular motu
propio lo decida; puede iniciarlo "en cualquier momento", sin que exista un
plazo determinado para hacerlo.
En efecto, como establece el art. 1°, inc. e, ap. 9°, "las actuaciones practicadas
con intervención de órgano competente producirán la suspensión de los plazos
legales y reglamentarios, inclusive los relativos a la prescripción". Como el
"silencio" no es un modo anormal de extinción del procedimiento, sino que es
una decisión del particular mientras el trámite sigue pendiente, la suspensión
sigue corriendo hasta el momento en que se inicia la acción judicial. Ergo, la
prescripción no podría operar.
Expresa Gordillo que los actos anulables prescriben a los dos años, aplicando el
plazo que establece el art. 4030 del Cód. Civil; pensamos, sin embargo, que la
citada norma se refiere a vicios que la LNPA considera como susceptibles de
ser sancionados con la nulidad absoluta. Su aplicación analógica no es
convincente, pues se refiere a supuestos distintos que, además, en nuestra
materia serían imprescriptibles.
AMPARO POR MORA DE LA ADMINISTRACIÓN.
a) Legitimación activa.- Puede ocurrir ante la justicia por amparo por mora
aquel que "fuere parte en un expediente administrativo"; la nota presentada al
presidente de una empresa privada prestadora de servicios telefónicos no da
origen a ningún expediente administrativo (CNFedContAdm, Sala de feria,
24/8/92, "Braile c/Telefónica de Argentina"). El art. 3° del RLNPA establece que
debe entenderse por parte interesada a "cualquier persona física o jurídica,
pública o privada, que invoque un derecho subjetivo o un interés legítimo" (ver
lo que decimos al comentar este artículo) (CNFedContAdm, Sala II, 18/7/95,
"Luis Gómez SRL", RAP, n° 205, p. 152).
Contra lo que opina Creo Bay, pensamos que la vía de la queja no impide el
posterior amparo por mora (si la queja es denegada o no resuelta); tampoco la
"vía del silencio" impide el amparo por mora, como dice tal autor. En realidad el
"silencio" no se configura hasta que el particular tenga por denegada la
petición y continúe con la instancia correspondiente. Un pedido administrativo
de "pronto despacho" no significa que después necesariamente se opte por el
silencio. Además, el amparo por mora podría plantearse por no resolverse el
'pronto despacho" administrativo; se pide, en ese caso, el pronto despacho al
juez (CNFedContAdm, Sala III, 5/4/85, "Buccianti de García Fernández")
c) Decisión final del juez.- Una vez contestado el informe o vencido el plazo
para hacerlo, el juez resolverá lo pertinente acerca de la mora. . Podrá rechazar
el pedido o. aceptarlo "librando la orden si correspondiere para que la
autoridad administrativa responsable despache las actuaciones en el plazo
prudencial que se establezca según la naturaleza y complejidad del dictamen o
trámites pendientes". Aunque hubiera habido mora de la Administración no
podrá ordenarse el "pronto despacho" por el juez si el órgano administrativo
carece de competencia (CNFedContAdm, Sala II, 28/3/85, "Di Biasi", JA, 1985-IV-
123, secc. índice).
En este caso el juez dicta una verdadera sentencia de condena.
No es óbice para la procedencia del amparo por mora que la cuestión de fondo
aparezca referida a una relación contractual (CSJN Fallos, 291:453; 307:562,
CNFedContAdm, Sala III, 28/4/88, "Astille ros Corrientes", LL, 1988-E227).
Dice Gordillo que por vía de este reclamo previo se puede impugnar cualquier
conducta administrativa, sea acto, hecho u omisión. Pearson opina que no
procede contra actos administrativos, sí contra los efectos del acto mismo.
González Arzac estima que queda limita da a escasas materias: "la acción
reivindicatoria, la de usucapión; las acciones meramente declarativas del art.
322 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación, en tanto ellas se promuevan en
juicio ordinario; la acción de retrocesión cuando al bien expropiado se le diera
un destino diferente al previsto en la ley expropiatoria". Fiorini opina que el
reclamo "establece un régimen procesal distinto, aplicable a una materia
diferente (de la de los arts. 23 y 24, LNPA), entre las que se encuentran las
demandas originadas en hechos administrativos y otras que, no habiendo sido
especificadas claramente por la ley, deben ser esclarecidas por la labor
jurisprudencial (CNFedContAdm, Sala IV, 15/4/86, "Verón") .
En realidad nos parece exacto que la vía del reclamo está limitada a escasos
supuestos y que trata casos distintos de los contemplados en los arts. 23 y 24
de la LNPA.
Son ejemplos que no agotan el tema. Claro está que en todos los casos se
requiere que no haya acto administrativo con pronunciamiento adverso, pues
entonces entramos en el régimen recursivo, salvo excepción expresa.
Nos parece una solución correcta pues si los recursos pueden fundarse tanto
en razones vinculadas a la legitimidad, como a la oportunidad, mérito o
conveniencia, o al interés público (art. 73, RLNPA), ¿por qué ha de ser distinto
en el caso del reclamo? La argumentación de que luego la fundamentación
referida a la oportunidad, mérito o conveniencia no va a ser sostenible en sede
judicial no tiene asidero, pues:
a) Lo mismo ocurre con los recursos. Tampoco aquí las razones de oportunidad
podrán hacerse valer judicialmente.
La tradición legislativa era requerir una decisión por decreto del Poder
Ejecutivo. Sin embargo, la legislación ha evolucionado, admitiendo una
progresiva admisión de competencia a niveles inferiores (p.ej., en los casos de
los recursos de alzada o jerárquico). Lo mismo ocurre en nuestro caso.
También aquí, al igual que en el caso del silencio (ver comentario al art. 10), se
debe partir del hecho de que los efectos que por ley se atribuyen al no
pronunciamiento de la Administración, no suponen una efectiva sanción a la
morosidad, pasividad o incumplimiento por parte de ella de la obligación que
también se le impone de decidir oportunamente las cuestiones planteadas,
sino que tiende a la protección de la seguridad jurídica.
Solución correcta, puesto que sigue los principios generales que la ley
estatuye, tanto para la impugnación judicial en caso de los recursos, cuanto
para el "silencio" del art. 10.
ARTÍCULO 32.- El reclamo administrativo previo a que se refieren los
artículos anteriores no será necesario si mediare una norma expresa
que así lo establezca y cuando:
El fundamento del inc. “a” parece ser, junto a la "inminencia del perjuicio a
sufrir", ante la posibilidad de ejecución del acto, la ilegitimidad prima facie
advertible cuando la citación omitida haya sido obligatoria.
En punto a las acciones que no tramitan por vía ordinaria -v.gr., expropiación,
amparo, etc.- no hacía falta su inclusión, pues no requieren la vía
administrativa previa.
La norma indica dos pautas: ritualismo inútil e ineficacia. Es decir, debe mediar
una clara conducta del Estado que haga presumir -iuris tantum- la ineficacia
cierta del procedimiento. Esa conducta, desde luego, debe beberse producido
en situaciones anteriores a la que da origen a la cuestión; no cabe decir que
porque hubo una conducta anterior en el expediente -v.gr., un dictamen o un
informe técnico- se pueda presumir el ritualismo inútil. No es, pues, inútil en
cualquier caso; debe haber una clara conducta anterior en otros supuestos que
amerite la alegación de la inutilidad.
Esta solución ha suscitado objeciones. Así, Grau opina que la ley ha hecho mal
en excluir del reclamo a esos entes, pues en esos casos, con mayor motivó, es
necesaria e imprescindible la reclamación, aludiendo u la participación de esos
entes en la economía nacional.
***
ÍNDICE GENERAL
INTRODUCCIÓN
LEY 19.549
PROCEDIMIENTOS ADMINISTRATIVOS
TÍTULO I
PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
TÍTULO II
COMPETENCIA DEL ÓRGANO
TÍTULO III
REQUISITOS ESENCIALES DEL ACTO ADMINISTRATIVO
Art. 18. [REVOCACIÓN DEL ACTO REGULAR) - 1. Revocación del acto regular. 2.
Revocación por ilegitimidad. 3. Excepciones. 4. El acto con defectos menores o
intrascendentes. 5. Revocación por razones de oportunidad, mérito o
conveniencia. 6. El sistema de la ley de procedimientos administrativos. 7.
Órgano competente.
TÍTULO IV
IMPUGNACIÓN JUDICIAL DE ACTOS ADMINISTRATIVOS
Art. 26.- 1. Transcurso del plazo para resolver sin que la Administración lo haga.
2. Precisiones, a) Acto que adquiere carácter definitivo por vencimiento de
plazos, b) Transcurso de los plazos previstos en el artículo 1°. c) El plazo de
prescripción. 3. Excepción.
SECRETARÍA GENERAL
Art. 7° - 1. Importancia de su creación.
Art. 8° - 1. Dotación transitoria. 2. Objetivos de la disposición.
Art. 9° - 1. Secretaría General: atribuciones. 2. Intervención de los jefes del
área despacho.
Art. 10. - 1. Direcciones de la Secretaría General. 2. Dirección de Información.
Art. 11. - 1. Inestabilidad del funcionario.
CUMPLIMIENTO DE PLAZOS
Art. 12 - 1. Automatización c informatización. 2. Objetivos.
Art. 13 - 1. Plazo de remisión.
Art. 14 - 1. Plazos para informes, notas y diligenciamientos.
Art. 15 - 1. Clase de actuaciones. 2. Diligenciamiento.
Art. 16 - 1. Responsabilidad. 2. Atribuciones y obligaciones.
SIMPLIFICACIÓN DE TRÁMITES
Art. 17 - 1. Tramitación. 2. Sanciones.
Art. 18 - 1. Inexistencia de "pases". 2. Tramitación por dos unidades.
DELEGACIÓN DE FACULTADES
Art. 19 - 1. Principio general. 2. Dictado de normativas particulares.
Art. 20 - 1. Responsabilidad.
Art. 21 - 1. Trámites iniciados con anterioridad, a) Trámite al que sólo le restaba
dictar el acto definitivo, b) Trámites paralizados por causa imputable al
interesado, c) Trámite paralizado por causa imputable a la Administración, d)
Trámites internos, e) Exclusión. 2. Firma de las resoluciones.
Art. 22 - 1. Responsabilidad. 2. Envío a la Secretaría General.
Art. 23 - 1. Sanciones. 2. Informe.
DISPOSICIONES GENERALES
Art. 24 - 1. Aplicación.
Art. 25. [De forma].