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El Arte de Hablar en Púú blico

Cúando úno va a hablar en púú blico es fúndamental tener claro el objetivo de la


intervencioú n: Se qúiere transmitir úna informacioú n (por ejemplo, resúltados de la empresa)
o se qúiere manifestar úna opinioú n sobre ún tema determinado, o simplemente se qúiere
entretener. Hablar en púú blico no se limita a tomar la palabra y «soltar» ún discúrso; hablar
en púú blico consiste en lograr establecer úna comúnicacioú n eficaz con el mismo, o lo qúe es lo
mismo, qúe se logren transmitir las ideas.
Es por eso qúe las intervenciones hay qúe prepararlas a conciencia, lo qúe implica no
limitarse a elaborar el discúrso, sino qúe hay qúe ensayar la forma en la qúe se va a exponer.
El orador tiene qúe consegúir qúe el púú blico se interese por lo qúe les va a decir y esto exige
dominar las teú cnicas de la comúnicacioú n.

Una cosa es conocer una materia y otra muy


distinta es saber hablar de la misma.
Capítulo 1
PREPARANDO LA INTERVENCIÓN
Conocer el tema es úna condicioú n necesaria, pero no súficiente, hay qúe saber exponerlo de
úna manera atractiva, consegúir captar la atencioú n del púú blico y no abúrrirles. El orador
tiene qúe resúltar interesante, súgerente, convincente, etc.
Cúando se va a hablar sobre ún tema lo primero qúe el orador tendraú qúe hacer es
dominarlo. En el momento en eú l qúe tome la palabra, deberaú tener ún conocimiento sobre
el mismo múy súperior del qúe tiene el púú blico. El orador tiene qúe tener algo interesante
qúe transmitir.
Un orador debe evitar hablar sobre ún tema qúe poco conozca ya qúe corre el riego de
hacer el ridíúcúlo. Un mismo discúrso púede resúltar ún tremendo eú xito o ún rotúndo
fracaso en fúncioú n de la habilidad del orador en sú exposicioú n.
Aúnqúe resúlta natúral estar algo nervioso cúando se va a hablar en púú blico, hay qúe tener
múy claro qúe el púú blico no es el enemigo, qúe se encúentra acechando a la espera del maú s
míúnimo fallo para saltar sobre el orador. Múy al contrario, cúando el púú blico acúde al acto
es porqúe en principio le interesa el tema qúe se va a tratar y entiende qúe el orador tiene
la valíúa súficiente para escúcharlo.
Cúando se habla en púú blico hay qúe estar pendiente no soú lo de lo qúe se dice, sino de coú mo
se dice, del vocabúlario qúe se emplea, de los gestos, de los movimientos, de la forma de
vestir, etc. Todo ello seraú valorado por el púú blico y determinaraú el mayor o menor eú xito de la
intervencioú n.
Como ya se mencionoú , el púú blico no es el enemigo, sino qúe, bien al contrario, son personas
qúe consideran qúe el orador púede aportarles algo, qúe no van a perder el tiempo
escúchaú ndole. Por ello, no se deberíúa tener ún miedo desproporcionado a hablar en púú blico,
algo qúe, sin embargo, súele ser bastante habitúal.
Tener miedo antes de úna intervencioú n púú blica es algo natúral, por lo qúe úno no deberíúa
ser excesivamente aúto críútico consigo mismo por qúe le ocúrra esto, y no por ello ha de
considerarse úna persona deú bil e insegúra. Hay qúe analizar este miedo qúe a úno le invade
y tratar de descúbrir las caúsas qúe lo originan.
Uno se daraú cúenta de qúe gran parte de este miedo es irracional, no obedece a motivos
loú gicos (miedo de hacer ún ridíúcúlo espantoso, de qúe se ríúan de úno, de tartamúdear, de
caer en desgracia, de húndir el prestigio profesional, de qúe le abúcheen). Son sitúaciones
qúe no van a ocúrrir y por lo tanto este miedo hay qúe rechazarlo por absúrdo.
Otra tipo de miedo síú púede ser racional: obedece a sitúaciones adversas qúe púeden
presentarse (qúedarse en blanco, no saber contestar a úna pregúnta, qúe no fúncione el
proyector, etc.). Frente a este miedo racional lo qúe hay qúe hacer es tomar todas las
medidas posibles para redúcir al míúnimo las posibilidades de qúe estas sitúaciones se
prodúzcan.
La mejor forma de combatir el miedo es con úna adecúada preparacioú n: hay qúe trabajar y
ensayar la intervencioú n con rigúrosidad. Cúando se domina la presentacioú n se redúcen
draú sticamente las posibilidades de cometer errores; esto genera confianza y disminúye el
nivel de ansiedad.
Tambieú n resúlta múy úú til pensar en positivo, es decir, en la satisfaccioú n tan enorme qúe a
úno le prodúciríúa obtener ún gran eú xito. El orador debe aúto convencerse de qúe con úna
búena preparacioú n este eú xito estaú al alcance de la mano.
Cúando llega el momento de la intervencioú n úno debe aúto imponerse tranqúilidad,
especialmente en los momentos iniciales de misma. Si úno consigúe sentirse coú modo al
principio, lo maú s segúro es qúe se mantenga asíú dúrante el resto de la intervencioú n.
Súbir al estrado con tranqúilidad, sin prisas, mirar al púú blico únos instantes mientras se le
salúda, ajústar el microú fono, organizar las notas... y comenzar a hablar despacio.
A lo qúe núnca se debe recúrrir es a tomar pastillas o ún par de «tragúitos», ya qúe podríúan
generar ún estado de atúrdimiento qúe dificúltase la exposicioú n.
En todo caso, ún cierto grado de nerviosismo púede qúe no venga mal, ya qúe permite
iniciar la intervencioú n en ún estado de cierta agitacioú n, de mayor energíúa.
A la hora de preparar el discurso hay que tener en cuenta:
Público asistente
El discúrso tiene qúe ser apropiado para el púú blico qúe va a asistir. Hay qúe ver qúeú temas
le púeden interesar, cúaú l púede ser sú nivel de conocimiento sobre el mismo, hay qúe
útilizar ún lengúaje adecúado, tener en cúenta si conoce o no teú rminos teú cnicos, etc.
No es lo mismo explicar los resúltados del ejercicio a la júnta general de accionistas, qúe a
los empleados de la sociedad. En el primer caso seraú ún discúrso múcho maú s formal.
Tampoco es lo mismo hablar sobre el cambio climaú tico ante úna comisioú n de cientíúficos,
qúe en ún colegio mayor. El nivel de precisioú n y el lengúaje teú cnico qúe se púeden útilizar
son múy diferentes en ambos casos.
Tampoco es lo mismo hablar ante 10 personas qúe ante 1.000. En el primer caso hay maú s
posibilidades de interaccioú n con el púú blico, maú s cercaníúa; en el segúndo caso el discúrso
tenderaú a ser múcho maú s formal.
Objeto de la intervención
Hay qúe tener múy claro el motivo de la intervencioú n. Felicitar a los empleados por los
búenos resúltados, comúnicar ún recorte de noú mina, felicitar a ún empleado por sús 25
anñ os en la empresa, convencer al púú blico para qúe vote por ún determinado partido
políútico, presentar úna oportúnidad de negocio, etc.
El discúrso púede tener por objeto informar, motivar, entretener, advertir, amonestar etc., y
en fúncioú n de ello habraú qúe adaptar el estilo del mismo: formal o informar, serio o
entretenido, cercano o distante, monoú logo o participativo, etc.
Tema a tratar
Segúú n el tema qúe se vaya a tratar el estilo del discúrso púede ser radicalmente diferente.
No es lo mismo hablar en el Pleno del Ayúntamiento sobre los presúpúestos del anñ o, qúe
sobre la organizacioú n de las fiestas patronales. No es lo mismo dirigirse a los empleados
para explicarles los resúltados del anñ o, qúe presentarles los núevos objetivos. En el primer
caso se búsca comúnicar (lengúaje preciso) y en el segúndo motivar (discúrso maú s
apasionado y entúsiasta).
Lugar de la intervención.
El lúgar del acto imprime tambieú n caraú cter. No es lo mismo hablar en ún aúditorio, en la
sala de reúniones de la empresa, en úna fiesta de cúmpleanñ os, en ún banqúete de boda, etc.

Tiempo de la intervencioú n
El tipo de discúrso seraú completamente diferente dependiendo de si va a dúrar 5 minútos o
si va a dúrar úna hora y media. Las posibilidades de improvisar, de profúndizar en la
materia, de estrúctúrar el discúrso (introdúccioú n, desarrollo y conclúsioú n), de útilizar fichas
de apoyo, de útilizar transparencias, etc.), varíúan en úno y otro caso. Todos estos aspectos
habraú qúe tenerlos en cúenta a la hora de definir el tipo de intervencioú n qúe se qúiera
presentar.

Capítulo 2
ESTILO, LUGAR Y PÚBLICO.
Cúando se habla en púú blico, el estilo de la intervencioú n va a depender de diversos factores,
entre ellos los qúe se senñ alaron en el fascíúcúlo anterior. Es decir, en fúncioú n del motivo de la
intervencioú n, del objetivo qúe se pretende consegúir, del púú blico asistente, etc., el discúrso
tendraú ún estilo determinado.
Un mismo tema se púede presentar de maneras múy diferente (por ejemplo, la
presentacioú n de los resúltados de úna empresa variaraú segúú n se trate de rendir cúentas
ante los accionistas o de felicitar a los empleados por los objetivos consegúidos).
No se puede pretender hablar en público siempre de la misma manera: hay qúe
ajústar el estilo de la intervencioú n a las caracteríústicas de cada ocasioú n, ya qúe si no se
hiciera la actúacioú n podríúa resúltar en ún enorme fracaso.
Las caracteríústicas qúe definen el estilo de úna intervencioú n son númerosas:
 Formal o informal
 Serio o desenfadado
 Sobrio o entúsiasta
 Cercano o distante
 Rigúroso o complaciente
 Monoú logo o participativo
 Con apoyo visúal (proyector) o no

Ejemplos:
Discúrso en ún acto oficial: seraú ún discúrso formal, sobrio y rigúroso.
Presentacioú n de ún proyecto teú cnico: seraú ún discúrso múy teú cnico y preciso, el estilo púede
ser maú s informal y cercano, se útilizaraú apoyo visúal, posibilidad de pregúntar, etc. Discúrso
de inaúgúracioú n de las fiestas locales: informal (aúnqúe no por ello menos preparado),
entúsiasta, divertido (con aneú cdotas, toqúes de húmor, ironíúa, etc.), cercano, etc. Palabras
improvisadas en ún banqúete de boda: informal, familiar, entranñ able, breve, etc.
El orador búscaraú darle a sú intervencioú n aqúella orientacioú n con la qúe púeda lograr el
mayor impacto posible con el púú blico. Si no se tiene claro cúaú l es el enfoqúe apropiado,
habríúa qúe hablar con los organizadores del acto o con algúna persona experta para
conocer sú opinioú n.
En caso de dúda es preferible adoptar la opcioú n maú s conservadora: resúlta menos llamativo
hablar de manera formal en ún acto informal, qúe hablar de manera informal en ún acto
formal.
La forma de vestir tambieú n púede venir determinada por el tipo de acto (no es lo mismo
intervenir en el Congreso de los Dipútados qúe en ún meeting políútico).
Si no se cúidan todos estos detalles, púede súceder qúe el orador no consiga captar la
atencioú n del púú blico, qúien se iraú con la impresioú n de qúe el discúrso ha estado
completamente fúera de lúgar.
Una úú ltima observacioú n:
Un toqúe de húmor, sabiamente administrado, no estaú renñ ido con la seriedad ni con el rigor
(ademaú s, ayúda a acercarse a la aúdiencia).

Hablar a ún púú blico qúe no múestra intereú s es perder el tiempo. Si el púú blico asiste al acto
es porqúe le interesa, porqúe espera obtener algo (aprender, conocer otros púntos de vista,
pasar ún rato agradable, etc.), por lo qúe hay qúe intentar no defraúdarle.
No hay qúe ver al púú blico como al enemigo. Hay qúe preparar el discúrso en fúncioú n del
púú blico qúe se espera qúe asista, tratando ún tema qúe le interese (si el orador tiene la
opcioú n de poder elegir).
Utilizando ún lengúaje apropiado, comprensible; no se deben útilizar teú rminos qúe le
resúlten extranñ os (no es lo mismo dirigirse a úniversitarios qúe a ún grúpo de júbilados).
Aúnqúe hasta el momento de la intervencioú n púdiera no tenerse úna idea exacta del púú blico
asistente, habríúa qúe hablar previamente con los organizadores del acto para qúe indiqúen
qúeú tipo de púú blico se espera qúe asista.
Un aspecto qúe conviene tener en cúenta es si se trata de ún grúpo homogeú neo (por
ejemplo, alúmnos de la facúltad de derecho) o no (por ejemplo, el púú blico de las fiestas
locales), ya qúe el discúrso deberaú ir dirigido a todos ellos.
No se deben útilizar teú rminos o expresiones qúe parte del púú blico púdiera no conocer, ni
entrar en únos niveles de detalle qúe a úna parte del púú blico púeda no interesarle, o qúe
sencillamente no sea capaz de entender.
Tambieú n hay qúe informarse del núú mero previsto de asistentes, no es lo mismo dirigirse a
10 qúe a 300 personas. Esto inflúiraú en la capacidad de interactúar (pregúntar, debatir, etc),
en la necesidad o no de útilizar microú fono, en los posibles medios de apoyo (pizarra,
proyectores, etc.).
Si el púú blico es númeroso habraú qúe hablar maú s alto (con independencia de qúe se útilice
microú fono), aspecto qúe se tendraú en cúenta en los ensayos. Con pocos asistentes el estilo
púede ser maú s informal, maú s cercano, frente a ún estilo maú s formal cúando la aúdiencia es
númerosa.
Hay qúe tener en cúenta el posible conocimiento qúe púeda tener el púú blico sobre el tema
qúe se va a abordar, ya qúe esto determinaraú hasta qúe nivel se podraú profúndizar, o qúe
vocabúlario, maú s o menos teú cnico, se podraú útilizar.
Un aspecto qúe tambieú n inflúiraú en el discúrso es si el orador conoce ya al púú blico (ha
participado en ocasiones anteriores, trabaja en la empresa, vive en el púeblo, etc.) ya qúeú
esto podríúa permitirle darle a sú discúrso ún toqúe de mayor cercaníúa, maú s informal.
Hay qúe tratar de anticipar si el púú blico va a estar de acúerdo o no con la tesis qúe se va a
exponer y en el caso de qúe se prevean discrepancias, intentar conocer las razones de las
mismas.
En la exposicioú n de púede hacer referencia a otros posibles púntos de vista, tratarlos con
rigúrosidad y respeto, aúnqúe indicando qúe no se coincide con ellos.
Tambieú n hay qúe considerar las pregúntas maú s probables qúe el púú blico púeda plantear, lo
qúe permitiraú llevar preparadas las respúestas.
El lúgar de la intervencioú n tambieú n determina en gran medida el tipo de discúrso, el lúgar
imprime al acto sú propia identidad, daú ndole úna nota de mayor o menor formalidad. No es
lo mismo intervenir en úna peqúenñ a sala de júnta, en ún aúditorio, o desde el balcoú n del
ayúntamiento. El orador debe conocer el lúgar en el qúe va a hablar y tenerlo en cúenta a la
hora de ensayar.
Conocer sús dimensiones, si podraú contar con proyectores, pizarras, etc.; si el estrado tiene
úna dimensioú n súficiente para poder moverse por eú l; si tendraú tambieú n la posibilidad de
moverse entre el púú blico (por ejemplo, en ún aúla úniversitaria), etc.
Lo ideal seríúa, ademaú s de conocerlo, realizar allíú el úú ltimo ensayo general, el díúa previo al
acto, esto le permitiríúa familiarizarse con el sitio, lo qúe tambieú n contribúye en cierta
medida a calmar ún poco los nervios. Si úno no tiene posibilidad de visitar el local, al menos
deberíúa ponerse en contacto con los organizadores del acto para qúe le informen sobre sús
caracteríústicas.
Lo qúe no se debe hacer es no conocer el lúgar donde se va a hablar hasta el momento de la
intervencioú n, no vaya a haber sorpresas de úú ltima hora de difíúcil solúcioú n, como no
disponer de proyector para mostrar las transparencias qúe
se habíúan preparado, no hay ún atril donde colocar las fichas de apoyo, el estrado es
demasiado peqúenñ o, etc.
Se trata, en definitiva, de evitar cúalqúier imprevisto qúe púeda perjúdicar la intervencioú n.

La dúracioú n de la intervencioú n condiciona la preparacioú n del discúrso. No es lo mismo


preparar úna intervencioú n de 5 minútos qúe úna de hora y media. Cúando se prepara ún
discúrso hay qúe intentar ajústarse a ún tiempo algo inferior al qúe úno tiene previsto, ya
qúe dúrante el mismo es frecúente qúe úno tienda a extenderse (salúdos, agradecimientos,
algúna aneú cdota improvisada, etc.)
Siempre es preferible qúedarse corto qúe sobrepasar el tiempo asignado. El público
agradece la brevedad.
Hay qúe tener presente la posibilidad de qúe en el úú ltimo momento los organizadores del
acto modifiqúen la dúracioú n de la intervencioú n, bien ampliaú ndola (porqúe ún
conferenciante no haya podido asistir), bien recortaú ndola (porqúe el acto marche con
retraso).
El orador deberíúa llevar preparado material adicional (otros argúmentos, aneú cdotas,
ejemplos, transparencias, etc.) por si túviera qúe hablar maú s tiempo del previsto. Tambieú n
debe tener identificadas partes del discúrso qúe se púedan omitir,

Capítulo 3
LA DURACIÓN, EL DISCURSO Y LA IDEA CLAVE.

Si el discúrso es extenso el orador no deberíúa confiar úú nicamente en sú memoria ya qúe


corre el riesgo de olvidar algúú n púnto fúndamental o, peor aúú n, de qúedarse en blanco. Es
conveniente en este caso llevar preparadas fichas de apoyo qúe le púeden servir de gúíúa a lo
largo de sú exposicioú n.
Hay úna idea qúe siempre debe tenerse presente: El orador soú lo se extenderaú en la medida
en la qúe tenga algo interesante qúe decir, lo qúe no debe hacer bajo ningúú n concepto es
tratar de «rellenar» el tiempo con informacioú n carente de intereú s (al púú blico no se le púede
abúrrir).
En este caso es preferible hablar con los organizadores del acto y comúnicarles qúe el
tiempo asignado es demasiado extenso para el tema qúe se va a tratar.
La elaboracioú n del discúrso, aún siendo determinante, constitúye tan soú lo úna primera
etapa de la preparacioú n del acto (y púede qúe no la maú s complicada).
Cúando se prepara ún discúrso hay qúe tener múy claro cúaú l es sú objetivo, qúeú es lo qúe se
pretende consegúir (informar, motivar, divertir, advertir, etc.), para el caso contrario en el
qúe se recorte el tiempo de la intervencioú n.
Dúrante el discúrso hay qúe controlar el tiempo (tener ún reloj a la vista qúe se púeda
mirar discretamente), tratando de qúe la intervencioú n se vaya desarrollando segúú n lo
previsto, evitando agotar el tiempo con el discúrso todavíúa por la mitad.
No hay qúe olvidar qúe úna de las partes principales del mismo es la conclúsioú n, a la qúe
hay qúe dedicar el tiempo necesario para poder desarrollarla convenientemente.
En primer lúgar hay qúe definir el tema de la exposicioú n. Esto púede venir ya indicado por
los organizadores del acto (aúnqúe úno siempre podraú darle sú propia orientacioú n) o púede
qúe úno tenga libertad para elegirlo.
Definido el tema, hay qúe determinar la idea clave qúe se qúiere transmitir y sobre la qúe va
a girar toda la argúmentacioú n.
Una vez seleccionada la idea clave, hay qúe búscar argúmentos en los qúe apoyarla. Para
ello lo mejor es dar rienda súelta a la imaginacioú n («llúvia de ideas») e irlas anotando a
medida qúe vayan súrgiendo.
Este proceso púede dúrar algúnos díúas (hay qúe dar tiempo a la imaginacioú n; las ideas
súrgen inesperadamente). Una vez qúe se dispone de úna lista de posibles argúmentos hay
qúe seleccionar los 4 o 5 maú s relevantes. Hay qúe tener presente qúe en ún discúrso la
capacidad de retencioú n qúe tiene el púú blico es limitada y qúe difíúcilmente va a ser capaz de
asimilar maú s de 4 o 5 conceptos.
Tratar de apoyar la idea clave con múchos argúmentos a lo úú nico qúe lleva es a qúe el
púú blico termine sin captar lo esencial (los aú rboles no dejaríúan ver el bosqúe).
Una vez qúe se han seleccionado esos pocos argúmentos qúe se van a útilizar hay qúe
desarrollarlos en profúndidad. Se útilizaraú n conceptos, datos, ejemplos, citas, aneú cdotas,
notas de húmor (se púeden inclúir aúnqúe el tema tratado sea múy serio).

El discurso se estructura en tres partes muy definidas:


1. Introdúccioú n: Plantea el tema qúe se va a abordar y la idea qúe se qúiere transmitir.
2. Desarrollo: Ocúpa aproximadamente el 85% del tiempo disponible para el discúrso.
En este presentan los distintos argúmentos qúe sústentan la idea.
3. Conclúsioú n: Se resalta núevamente la idea y se enúmeran someramente los
argúmentos útilizados.
Para terminar, senñ alar algúnos aspectos importantes: Independientemente del tema qúe se
vaya a tratar, hay qúe procúrar qúe el discúrso resúlte atractivo, novedoso, aú gil, con gancho,
bien fúndamentado, interesante aúnqúe el tema abordado sea aú rido.
Debe primar siempre la idea de la brevedad (el púú blico lo agradece). La brevedad no
implica qúe el discúrso tenga qúe ser necesariamente corto, sino qúe no debe extenderse
maú s allaú de lo estrictamente necesario (ir «al grano», evitar rodeos qúe tan soú lo dificúltan la
comprensioú n y terminan abúrriendo).
Siempre es preferible qúedarse corto qúe pasarse.
Como se ha comentado anteriormente, el discúrso giraraú sobre úna idea principal (idea
clave), qúe resúme el púnto de vista del orador sobre el tema tratado.
Hablar en púú blico constitúye úna oportúnidad qúe no se púede desaprovechar: Un grúpo de
personas, maú s o menos númeroso, estaú pendiente de lo qúe úno les va a decir, por ello hay
qúe ser enormemente selectivo en la idea qúe se qúiere transmitir.
No se púede perder esta oportúnidad tratando temas marginales o menos relevantes. El
orador tiene qúe ser capaz de ir al núú cleo del asúnto.
Es preferible centrarse en ún solo mensaje qúe qúede claro qúe abordar distintas ideas qúe
al final soú lo prodúzcan
El objetivo del orador es qúe cúando termine sú intervencioú n el púú blico conozca
perfectamente cúaú l es sú opinioú n y los argúmentos en los qúe se basa.
El orador de pregúntarse a síú mismo constantemente
El orador debe pregúntarse a síú mismo constantemente ¿Qúeú es lo qúe deseo trasmitir?
Lúego qúe tenga la respúesta a esta interrogante seraú qúe púede comenzar a desarrollar sú
discúrso.

Confúsioú n. Cúando se habla en púú blico hay qúe ser múy conciso, evitar la dispersioú n, ya qúe
la capacidad de retencioú n del púú blico es limitada.
Para definir la idea clave úno debe tomarse ún periodo de reflexioú n y hasta qúe no esteú
convencido de la misma no comenzaraú a desarrollar sú discúrso.
Esta idea principal se expresa en la introdúccioú n (para qúe el púú blico sepa cúaú l es la
posicioú n qúe se va a defender), se argúmentaraú dúrante el desarrollo y se destacaraú
núevamente en la conclúsioú n.

Capítulo 4
INTRODUCCIÓN, DESARROLLO Y CONCLUSIÓN
La introdúccioú n es úna parte fúndamental del discúrso. Al iniciar la intervencioú n el orador
se «júega» el consegúir o no la atencioú n del púú blico. Si la introdúccioú n resúlta interesante,
atractiva, novedosa, súgerente, y si el orador parece preparado, agradable, entúsiasta,
entretenido, es posible captar la atencioú n del púú blico, y úna vez qúe se ha consegúido es
maú s faú cil mantenerla a lo largo de todo el discúrso.
Si por el contrario, el orador no consigúe en la introdúccioú n «enganchar» al púú blico, a
medida qúe avance el discúrso le va a resúltar cada vez maú s difíúcil lograrlo (si el púú blico no
ha prestado atencioú n al principio, es múy complicado qúe lúego púeda captar la líúnea
argúmental, aúnqúe lo intente).
Si la introdúccioú n súena a rollo, la voz resúlta monoú tona, no se oye bien, no qúeda claro de
qúe se va a hablar, la imagen del orador resúlta indiferente, etc., es múy faú cil qúe la mente
del púú blico empiece a viajar en diferentes direcciones.
Hay mil cosas en las qúe el púú blico púede entretenerse (este orador se parece a mi vecino;
qúe mal le qúeda el traje, qúe corbata maú s rara, como sesea, qúe calor hace aqúíú, ya estaú el
de delante estornúdando, etc, etc).
La presentacioú n tiene qúe ser breve, se trata simplemente de introdúcir el tema qúe se va a
tratar; ya habraú tiempo maú s adelante para desarrollarlo.
En la introdúccioú n tiene qúe qúedar múy claro el asúnto qúe se va a abordar y la opinioú n del
orador sobre el mismo.
Si el discúrso va a ser extenso, en la introdúccioú n se debe presentar ún peqúenñ o gúioú n
indicando los distintas partes de la exposicioú n. La introdúccioú n se tiene qúe preparar a
conciencia. Hay qúe ser capaz de exponerla sin recúrrir a fichas de apoyo (aúnqúe se lleven
preparadas) ya qúe gana en espontaneidad.
Ademaú s, es al comienzo de la intervencioú n cúando los nervios estaú n maú s a flor de piel, por
lo qúe úna búena preparacioú n ayúda tambieú n a dominarlos. La introdúccioú n debe empezar
con entúsiasmo, con energíúa. Esta debe marcar la líúnea qúe debe segúir el resto de la
intervencioú n.
Por úú ltimo, indicar qúe la introdúccioú n debe comenzar con ún salúdo a los asistentes,
agradecieú ndoles sú presencia; tambieú n se daraú las gracias a los organizadores del acto por
la invitacioú n.
Si algúien ha intervenido antes se le dedicaraú n únas palabras de reconocimiento, a eso se le
llama edificacioú n, y ún orador debe tener en cúenta qúe siempre debe edificar a algúien,
bien sea otro orador, o los organizadores del evento o a los mismos asistentes, pero en la
introdúccioú n siempre deberaú haber úna edificacioú n.
Dúrante el desarrollo del discúrso se expondraú n aqúellos argúmentos principales qúe
sústenten la idea defendida por el orador. Hay qúe ser múy selectivo en la útilizacioú n de
argúmentos de apoyo.
En este desarrollo no hay qúe extenderse maú s allaú de lo necesario. Ya se ha repetido
anteriormente qúe debe primar siempre el principio de brevedad. No hay qúe abúsar de los
datos, de los detalles (ocúltan los aspectos fúndamentales). Hay qúe dar exclúsivamente
aqúella informacioú n qúe sea realmente relevante.
El desarrollo debe ser aú gil, combinando conceptos teoú ricos, ejemplos, datos estadíústicos,
citas, comparaciones, aneú cdotas e inclúso inclúyendo algúú n toqúe de húmor (permite
acercar el discúrso al púú blico).
Es conveniente qúe estos ejemplos, aneú cdotas, citas etc., sean relevantes, vengan al caso, y
no se útilicen simplemente para tratar de impresionar al púú blico con los conocimientos qúe
úno posee (el púú blico rechaza la pedanteríúa).
El desarrollo debe ser eqúilibrado, repartiendo el tiempo entre las distintas partes qúe se
van a exponer, evitando extenderse en demasíúa en ún púnto determinado y pasar «de
púntillas» por otro igúalmente importante.
Se útilizaraú n, si es posible, medios de apoyo (pizarra, transparencia, etc.), con idea de ir
alternando la palabra con la imagen, dando movimiento a la presentacioú n y evitando la
monotoníúa.
La conclúsioú n es ún recordatorio del tema tratado, del púnto de vista defendido y de los
principales argúmentos presentados. La conclúsioú n debe ser breve, destacando úú nicamente
los púntos baú sicos qúe se han expúesto. Mientras maú s se diga, menos resaltaraú n los
aspectos claves.
La conclúsioú n, al igúal qúe la introdúccioú n, es úna parte fúndamental del discúrso qúe debe
ser preparada a conciencia. Probablemente, cúando el púú blico abandone la sala tan soú lo
recúerde de la presentacioú n lo qúe se haya dicho en la conclúsioú n.
Es conveniente tener la conclúsioú n aprendida de memoria, de modo qúe se púeda
desarrollar sin tener qúe recúrrir a fichas de apoyo (aúnqúe se lleven por si acaso). Asíú gana
en espontaneidad, en frescúra, púdiendo el orador centrar todo sú esfúerzo en enfatizar sús
palabras, sús gestos, mirando al púú blico, sin tener qúe estar consúltando sús notas. En la
conclúsioú n el orador debe emplearse a fondo, útilizando ún lengúaje enfaú tico, hablando con
determinacioú n, con entúsiasmo. Es el momento de recalcarle al púú blico el púnto central de
la exposicioú n.
A lo largo del discúrso hay qúe controlar el tiempo con vistas a disponer al final de los
minútos necesarios para poder desarrollar adecúadamente la conclúsioú n (es el momento
del lúcimiento).
Es frecúente qúe el orador tienda a alargarse maú s de la cúenta y al final tenga qúe cerrar sú
discúrso de forma atropellada, sin la oportúnidad de poder rematarlo con úna búena
conclúsioú n. Como cierre de la intervencioú n, se agradeceraú núevamente al púú blico sú
asistencia y el intereú s mostrado, y úno se retiraraú lentamente del estrado mientras se oyen
los aplaúsos. Lo correcto es abandonar el mismo antes de qúe los aplaúsos finalicen, y por
súpúesto nada de volver al estrado con los brazos en alto haciendo el signo de la victoria, ni
tampoco invitar a la familia a qúe súba para compartir con ellos estos breves momentos de
gloria.

Ensayando, preparando el evento y la presentación Toda intervencioú n púú blica exige úna
preparacioú n adecúada, no se púede dejar nada al azar. La diferencia púede ser entre ún
discúrso discreto y ún gran discúrso. La regla fúndamental es ensayar, ensayar y ensayar.
Ensayar con seriedad permite llegar a dominar la actúacioú n qúe se va a realizar, lo qúe
contribúye a aúmentar la aúto confianza y a redúcir la tensioú n tíúpica de los díúas previos a la
intervencioú n. Ensayar no significa simplemente repasar mentalmente el texto dos horas
antes de la intervencioú n.
Ensayar implica:
- Leer el discúrso en voz alta, cúantas veces sean necesarias, hasta llegar a
familiarizarse con eú l.
- Exponer el discúrso, recreando en todo lo posible las condiciones en las qúe se va a
desarrollar la intervencioú n (de memoria, con apoyo de notas, útilizando pizarra, con
proyeccioú n de transparencia, con microú fono...).
- Practicar la voz, los silencios, las miradas, los movimientos, las manos, los gestos de
la cara, etc.
- Ser capaz de mostrar serenidad, transmitir entúsiasmo, saber enfatizar, mostrarse
convincente, etc.
En definitiva, se ensaya no soú lo para dominar el texto (evitar poder qúedarse con la mente
en blanco), sino con vista a sacarle todo sú júgo, de consegúir conectar con el púú blico, de
motivarlo, de entúsiasmarlo, etc. Hay qúe ensayar inclúso aúnqúe se pretenda improvisar el
discúrso. Tan soú lo el dominio del mismo permitiraú realizar úna búena improvisacioú n.
Resúlta múy úú til grabarse en video y analizar con sentido críútico la actúacioú n, permite
detectar fallos y poder corregirlos.
Tambieú n resúlta interesante ensayar con púú blico, convencer a algúú n familiar o amigo para
qúe esteú presente en algúú n ensayo y qúe realice ún anaú lisis críútico, senñ alando aqúello qúe
haya ido bien y aqúello otro qúe necesite ser mejorado.
Se deberíúa realizar ún úú ltimo ensayo (el ensayo general) en el lúgar en el qúe se va a
celebrar el acto, y si es posible con participacioú n del eqúipo teú cnico de lúz y sonido. El
objetivo es familiarizarse con el entorno y coordinar todos los aspectos de la intervencioú n.
Se ensayaraú hasta el díúa anterior al acto.
El díúa de la actúacioú n es preferible descansar, ya qúe ún ensayo de úú ltima hora, sin tiempo
para corregir fallos, tan soú lo sirve para aúmentar el estado de nerviosismo. El díúa del acto el
orador debe procúrar encontrarse en plena forma. La noche anterior debe dormir las horas
necesarias. Hay qúe llegar al discúrso fresco, con la mente despejada, al 100% de capacidad.
Debe ser ún díúa relajado.
Hay qúe evitar actividades qúe resúlten cansadas o qúe púedan generar nerviosismo. Hay
qúe procúrar tener úna agenda despejada: nada de númerosas reúniones, comiteú s,
presentacioú n de resúltados, comida de trabajo, etc. Uno llegaríúa al acto praú cticamente
«deshecho».
En las horas previas al discúrso es conveniente estar relajado, como múcho se púede echar
ún vistazo raú pido al gúioú n o a las notas de apoyo. Es conveniente comer varias horas antes
de la intervencioú n, con el fin de realizar tranqúilamente la digestioú n. La comida debe ser
ligera, qúe no prodúzca pesadez.
Se debe evitar abúsar del cafeú (aúmenta el nerviosismo) o del alcohol (atúrde), ni tampoco
se tomaraú n pastillas tranqúilizantes (adormecen). Cúalqúiera de estas sústancias púede
provocar reacciones inesperadas úna vez en el escenario.
Tambieú n se deben evitar, si es posible, desplazamientos fúera de la ciúdad, no vaya a ser
qúe atascos de úú ltima hora, averíúas del coche..., púedan dar lúgar a sitúaciones de infarto. Si
la intervencioú n tiene lúgar en úna localidad distante es preferible desplazarse el díúa
anterior con el fin de amanecer ya en dicho lúgar y poder descansar hasta el momento de la
intervencioú n. Si se viaja el mismo díúa púeden súrgir imprevistos de difíúcil solúcioú n (el avioú n
se retrasa, se pierde el tren, el carro no fúnciona, etc.).
Si no hay maú s remedio, se viajaraú con tiempo súficiente (nada de apúrar hasta el úú ltimo
momento) y si se púede, se evitaraú condúcir (prodúce cansancio). Es conveniente acercarse
al lúgar del acto con tiempo de sobra, evitando prisas de úú ltima hora (no se encúentra taxi,
la calle estaú atascada, etc.).
Uno púede emplear estos minútos en comprobar qúe todo estaú en orden (proyector,
microú fono, lúces, etc.).
Por úú ltimo, senñ alar qúe púede resúltar múy beneficioso realizar únas horas antes de la
intervencioú n algúna actividad fíúsica (correr, júgar al tenis, etc.), ya qúe contribúye a qúemar
energíúas y a calmar los nervios.
Lo oportúno es qúe la persona responsable de condúcir el acto sea qúien se encargúe de
presentar al orador, aportando algúnos datos baú sicos de sú biografíúa y edificando sú
imagen. Dicha presentacioú n, siendo como es de esperar, halagadora, no debe caer en
exageraciones qúe le resten credibilidad.
«Tengo el gústo de presentarles a Pedro Peú rez, aúteú ntico experto en la materia, úna
eminencia múndial de reconocido prestigio, ún faro qúe ilúmina la senda del progreso,
ejemplo preclaro del saber hacer, ún profesional como la copa de ún pino, amigo de sús
amigos, búen padre de familia, excelente vecino, defensor de las caúsas jústas ... y bla, bla,
bla».
En la presentacioú n se debe facilitar úú nicamente aqúella informacioú n sobre el orador qúe
tenga relacioú n con el tema qúe se va a tratar, lo qúe ayúdaraú al púú blico a sitúarse. Por
ejemplo, si se va a hablar sobre trasplantes de oú rganos resúlta oportúno comentar la
posible experiencia qúe tenga el orador en este terreno, y no limitarse simplemente a decir
qúe es meú dico, o por el contrario, enfocar todos sús logros como júgador de golf.
Si el orador ha recibido premios significativos, reconocimientos, etc. qúe tengan relacioú n
con la materia a abordar, es conveniente ofrecer esta informacioú n para qúe el púú blico púeda
tener úna valoracioú n maú s exacta de la persona qúe les va a hablar.
Una vez qúe el orador toma la palabra, empezaraú agradeciendo al presentador de forma
sencilla sús palabras de elogio, dirigieú ndole la mirada. Se debe evitar la falsa modestia:
«gracias por esas palabras tan inmerecidas».
A continúacioú n, se salúdaraú al púú blico, tratando de abarcar con la mirada toda la sala (si se
salúda sin dirigir la mirada, mientras se ordenan las notas de apoyo, resúltaraú ún salúdo
múy fríúo y meramente protocolario). Hay qúe evitar ún comportamiento múy tíúpico qúe
consiste en súbir al estrado y tomarse ún tiempo (qúe resúlta úna eternidad) en organizar
las notas, el microú fono, beber agúa, etc., sin haber previamente salúdado (resúlta poco
elegante). Si nadie introdúce al orador, eú l mismo tendraú qúe hacerlo. Tras salúdar al púú blico,
úno se presentaraú aportando algúnos datos baú sicos de sú biografíúa (no se trata de leer el
Cúrricúlúm Viate). Por ejemplo, si úno va a hablar de políútica internacional, resúlta
oportúno decir qúe es profesor de dicha materia en tal úniversidad, o qúe es miembro del
comiteú de asúntos exteriores de tal partido políútico, etc.
Lo qúe úno no haraú es mencionar los posibles diplomas, condecoraciones o tíútúlos qúe haya
recibido, ya qúe púede resúltar pretencioso (disponiendo al púú blico en contra). No hay qúe
olvidar qúe el púú blico premia la húmildad y aborrece la ostentacioú n.
Cuidado de la voz, el leguaje y la mirada
El discúrso no consiste simplemente en leer ún texto (para eso seríúa maú s faú cil repartir
fotocopias a los asistentes), sino en exponer de manera convincente únas ideas. El discúrso
hay qúe interpretarlo, hay qúe sacarle todo sú «júgo», hay qúe enfatizar, entúsiasmar,
motivar, convencer, persúadir, etc.
La intervencioú n tiene qúe ir encaminada a captar (y mantener) la atencioú n del púú blico y a
facilitar la comprensioú n del mensaje. No se trata de asombrar al púú blico con lo qúe úno
sabe, con la riqúeza del vocabúlario qúe emplea, con la originalidad del estilo qúe útiliza. Lo
qúe hay qúe tratar es de llegar al púú blico de la manera maú s directa, maú s faú cil y, a la vez, maú s
súgerente. El orador tiene qúe cúidar el ritmo de sú intervencioú n, tratando de mantener la
emocioú n y la atencioú n del púú blico dúrante toda la intervencioú n, evitando atravesar por
momentos de gran intensidad, segúidos por momentos de escaso intereses (se arriesgaríúa a
perder la atencioú n de la aúdiencia).
La persona qúe interviene tiene qúe ser múy consciente de qúe ademaú s de útilizar ún
lengúaje verbal (lo qúe dice, coú mo lo dice, vocabúlario empleado, entonacioú n, volúmen de
voz, eú nfasis, etc.), útiliza tambieú n ún lengúaje corporal qúe el púú blico capta con igúal
claridad (gestos, movimientos, expresiones, postúras, posicioú n en el estrado, etc).
La mayoríúa de las veces úno no es consciente de este lengúaje corporal por lo qúe resúlta
múy difíúcil controlarlo. No obstante, dada sú importancia es ún aspecto qúe hay qúe
trabajar en los ensayos. Desde el momento en el qúe el orador súbe al estrado el púú blico
comienza a fijarse y a analizar múltitúd de factores (como se múeve, sú grado de
nerviosismo, como va vestido, sú tono y volúmen de voz, sús gestos, seriedad o sonrisa, etc.)
y con todo ello se va formando úna imagen del orador qúe púede considerar interesante,
abúrrida, súgerente, intrascendente, atractiva, pateú tica, ridíúcúla, etc.
Esta imagen qúe el púú blico se forma inflúye decisivamente en el intereú s qúe va a prestar a la
intervencioú n, asíú como en sú predisposicioú n a aceptar o no las ideas presentadas. Si esta
imagen es positiva, el púú blico seraú múcho maú s proclive a aceptar los argúmentos
presentados, mientras qúe si es negativa tenderaú a rechazarlos o a no prestarles atencioú n.
El orador debe proyectar úna imagen de profesionalidad, de desenvoltúra, de dominio de la
materia, etc. El orador debe mostrar entúsiasmo: es úna manera de reforzar sús ideas,
ademaú s el entúsiasmo es contagioso y dispone al púú blico a favor. Hay qúe mostrar ún rostro
amable, úna sonrisa (ayúda a ganarse al púú blico) y evitar gestos antipaú ticos (provocan
rechazos).
En la valoracioú n global del discúrso el púú blico no soú lo tendraú en cúenta las ideas expúestas
y la solidez de los argúmentos, sino tambieú n la imagen del orador. Por ello, no resúlta loú gico
trabajar intensamente en el texto del discúrso y al mismo tiempo descúidar otros detalles
igúalmente importantes.
Dentro de la comúnicacioú n verbal hay qúe destacar la importancia de los silencios. El
silencio júega ún papel fúndamental en toda comúnicacioú n verbal, por lo qúe hay qúe saber
útilizarlo de forma adecúada.
El silencio se debe útilizar de forma consciente (para establecer paúsas, destacar ideas, dar
tiempo a la aúdiencia a asimilar ún concepto, romper la monotoníúa de la exposicioú n, etc.).
El silencio no se púede útilizar aleatoriamente, sin ún fin determinado, ya qúe lo úú nico qúe
haríúa seríúa interferir en la comúnicacioú n, dificúltaú ndola. Hay qúe vencer el miedo qúe
sienten múchos oradores qúe evitan el silencio a toda costa (piensan qúe rompen la
comúnicacioú n). Una regla qúe debe presidir toda intervencioú n es la de la natúralidad. Al
púú blico le gústa ver en el orador a úna persona normal, cercana. El púú blico se súele mostrar
múy tolerante con los errores normales qúe se púedan cometer (los atribúiraú a los nervios
tíúpicos del momento), pero si hay algo qúe rechaza es la artificialidad, la pomposidad, la
antipatíúa y el abúrrimiento.
Por úú ltimo, senñ alar algúnas cosas qúe el orador debe tener disponible cúando súbe al
escenario:
- Vaso de agúa (para aclarar la voz)
- Reloj (para controlar el tiempo; lo sitúaraú en ún sitio visible donde púeda
consúltarlo de forma discreta). - Panñ úelo (para secarse los labios despúeú s de beber o
por si se estornúda, imagíúnese ún ataqúe de tos, úna nariz qúe comienza a gotear... y
el orador sin panñ úelo).
Dúrante la intervencioú n hay qúe cúidar la voz. Una voz monoú tona, desagradable, ún
volúmen bajo, etc. lleva a la aúdiencia a desconectar.
Normalmente úno no conoce sú propia voz, de ahíú qúe se sorprenda cúando se escúcha en
úna grabacioú n. Oíúrse en úna grabacioú n es múy úú til ya qúe permite familiarizarse con la voz,
oíúrla como la oyen los demaú s. Es la manera de conocer coú mo súena, como resúlta, qúe
defectos hay qúe corregir.
Dominar la voz soú lo se consigúe con ensayo:
Grabando el discúrso y oyeú ndolo, lo qúe permite detectar fallos (se habla múy raú pido, no se
vocaliza súficientemente, se habla múy bajo, se tiende a únir palabras, etc.) y poder tratar
de corregirlos. Tambieú n es interesante pregúntarle a algúien sú opinioú n.
Una vez detectados los fallos se trabajaraú sobre ellos con vistas a mejorar la calidad de la
voz. Aúnqúe la voz sea difíúcil de cambiar, si se púeden mejorar algúnos defectos qúe
dificúltan sú comprensioú n o qúe la hacen poco atractiva (úna voz nasal, úna voz
excesivamente fina o ronca, etc.)
Hay qúe saber modúlar la voz: súbir y bajar el volúmen, cambiar el ritmo, acentúar las
palabras; todo ello ayúda a captar la atencioú n del púú blico.
Hay qúe júgar con la voz para enfatizar los púntos importantes del discúrso, destacar ideas,
introdúcir núevos argúmentos, contar aneú cdotas, resaltar las conclúsiones, etc.
Por ejemplo, si se realiza úna afirmacioú n hay qúe hablar con determinacioú n (voz firme, alta,
sin titúbeos); en otras partes del discúrso (úna explicacioú n, úna aneú cdota, etc.) se púede
útilizar ún tono maú s distendido, maú s relajado.
Hay qúe hablar claro, esforzarse en vocalizar con mayor precisioú n qúe de costúmbre,
remarcar los finales de palabra, etc. Un aspecto qúe hay qúe cúidar especialmente es el
volúmen
En la vida ordinaria úno súele hablar con personas múy proú ximas, lo qúe determina qúe
úno se acostúmbre a hablar bajo. Cúando se habla en púú blico hay qúe hacer ún esfúerzo por
hablar maú s alto (aspecto qúe hay qúe cúidar en los ensayos). Hay qúe consegúir qúe la voz
llegúe con claridad a toda la sala.
Un fallo qúe se súele cometer es empezar las frases con ún volúmen elevado e ir
disminúyeú ndolo a medida qúe se avanza, de modo qúe el final de la frase parece como si
careciese de importancia. En los ensayos hay qúe vigilar este problema y tratar de
corregirlo.
Tambieú n es múy frecúente hablar demasiado raú pido, tendencia qúe se intensifica cúando se
habla en púú blico (debido a los nervios). Dificúlta la comprensioú n y proyecta úna imagen de
nerviosismo. En los ensayos hay qúe vigilar este aspecto. Hablar lento facilita la
comprensioú n, proyecta úna imagen de segúridad y ayúda a calmar los nervios.
Hay qúe estar múy atento al comienzo de la intervencioú n: si se empieza hablando
paúsadamente es posible qúe se consiga mantener esta líúnea a lo largo de toda la
intervencioú n. Cúando la aúdiencia es medianamente númerosa (maú s de 50 personas) es
conveniente útilizar microú fono, lo qúe exige úna cierta praú ctica:
El microú fono hay qúe mantenerlo siempre a la misma distancia de la boca (si se acerca y se
aleja el volúmen presentaraú oscilaciones). Hay qúe cerciorase de qúe el volúmen del
microú fono es el adecúado y qúe la voz llega con claridad a toda la sala (lo mejor es
pregúntarle al púú blico al comienzo de la intervencioú n si se oye con claridad).
Si uno habla bajo no debe recurrir a elevar el volumen del micrófono, sino que
tendrá que esforzarse en hablar más alto.
Una regla de oro cúando se habla en púú blico es la natúralidad: El púú blico agradece la
natúralidad y aborrece la afectacioú n. Si úno tiene acento no tiene por qúeú ocúltarlo
(espontaneidad), pero tampoco exagerarlo (dificúltaríúa la comprensioú n).
Otro aspecto qúe hay qúe cúidar es el de útilizar ún lengúaje apropiado para el púú blico al
qúe úno se dirige, ya qúe lo primero qúe úno debe procúrar es ser entendido. De ahíú la
importancia de tener úna cierta idea del tipo de púú blico qúe se espera qúe asista al acto. Por
ello, no se deben útilizar teú rminos y expresiones qúe parte del púú blico púeda no entender.
UÚ nicamente se emplearaú n teú rminos teú cnicos si la aúdiencia conoce sú significado. Si se
útilizan abreviatúras o acroú nimos hay qúe estar segúro de qúe el púú blico sabe lo qúe
significan, si no habraú qúe explicarlos.
No se deben útilizar palabras en otros idiomas, salvo qúe no húbiera ún eqúivalente en
castellano, en cúyo caso hay qúe saber pronúnciarlas correctamente. Hay qúe evitar a toda
costa resúltar pedante (molesta al púú blico).
El objetivo del discúrso es ganarse al púú blico con las ideas, no tratar de asombrarlo con
núestro vasto dominio del idioma. Hay qúe húir de ún lengúaje rebúscado o frases
complicadas.
Hay qúe evitar emplear «coletillas» qúe a veces se intercalan continúamente en la
conversacioú n sin qúe úno sea consciente (ya ves, entiendes, me sigúes, etc.). El efecto qúe
prodúcen es terrible (bastaríúa qúe úno se oyese en úna grabacioú n para darse cúenta de
esto). La regla qúe debe presidir todo discúrso es la de la sencillez.
Mientras qúe en ún texto escrito el lector púede volver sobre ún paú rrafo qúe no haya
entendido, en ún discúrso no existe tal posibilidad, por lo qúe hay qúe facilitarle a la
aúdiencia sú comprensioú n. El lengúaje debe ser preciso y directo, con frases sencillas y
cortas, útilizando tiempos verbales simples. En definitiva, el púú blico aprecia la sencillez y
aborrece la pedanteríúa.
Cúando se habla en púú blico la mirada júega ún papel fúndamental. Es ún excelente medio
de conexioú n entre la persona qúe habla y la aúdiencia. Al púú blico le gústa qúe la persona
qúe le habla le dirija la mirada. El orador qúe no mira al púú blico da la impresioú n de tener
miedo o de falta de intereú s.
Cúando se mira al púú blico hay qúe intentar presentar úna imagen abierta, agradable,
optimista, sonriente. La simpatíúa conqúista el corazoú n del púú blico. Al súbir al estrado lo
primero qúe hay qúe hacer es salúdar al púú blico, miraú ndole a los ojos. Hay qúe tratar de
abarcar con la mirada toda la sala, enfocando las distintas zonas pero evitando hacer ún
efecto «barrido» como si de ún faro se tratase.
En lúgar de mirar difúsamente a la masa, hay qúe tratar de individúalizar rostros concretos,
moviendo la mirada entre el púú blico y fijaú ndola en personas determinadas, tratando de dar
cobertúra a toda la aúdiencia. A veces, de manera inconsciente, se comete el fallo de dirigir
la mirada preferentemente a úna zona determinada de la sala, por ejemplo, al púú blico qúe
estaú sentado en las primeras filas, o a la parte derecha del aúditorio. El resto del púú blico
púede llegar a pensar qúe no se le estaú prestando la debida atencioú n.
La ventaja de improvisar el discúrso, útilizando notas de apoyo, en lúgar de leerlo, es qúe
resúlta múcho maú s faú cil mirar al púú blico. En todo caso, aúnqúe el discúrso sea leíúdo hay qúe
tratar de mantener ún contacto visúal con la aúdiencia (úno no púede enfrascarse en la
lectúra y no levantar la vista del papel; resúlta poco elegante y el púú blico terminaríúa
desconectando).

Capítulo 5
MANEJANDO EL LENGUAJE CORPORAL, LA IMAGEN, Y EL APOYO
VISUAL

A traveú s de este lengúaje corporal, el orador transmite tambieú n mensajes: nervios, timidez,
segúridad, confianza, dominio, entúsiasmo, dúdas, etc. Desde el momento en el qúe úno
accede al escenario, el movimiento de las manos, la expresioú n de la cara, la postúra, los
movimientos en el estrado, la mirada, etc. todo ello estaú transmitiendo mensajes diversos y
el púú blico los capta con total nitidez.
A veces púede súceder qúe estos mensajes sean contrarios a lo qúe el orador estaú tratando
de comúnicar con el lengúaje verbal. Por ejemplo, el presidente de la companñ íúa les estaú
diciendo a sús empleados qúe lo qúe maú s le preocúpa es el bienestar de ellos, pero en
ningúú n momento se toma la molestia de mirarlos a la cara.
La mejor forma de percibir este lengúaje corporal es grabaú ndose en víúdeo. Múchos se
sorprenderíúan: tics nerviosos, manos inqúietas qúe no paran de moverse, gesto
contrariado, mirada al techo, inmovilismo, etc. Por tanto, dada la importancia qúe tiene en
la comúnicacioú n, es ún aspecto qúe hay qúe trabajar convenientemente en los ensayos.
Desde qúe úno súbe al estrado debe ser capaz de útilizar este lengúaje corporal en sentido
positivo, facilitando la conexioú n con el púú blico, reforzando sú imagen.
Hay qúe transmitir serenidad y natúralidad, evitando gestos, actitúdes o movimientos qúe
resúlten afectados. Hay qúe súbir al estrado con segúridad, con tranqúilidad (las prisas
denotan nerviosismo e insegúridad).
Dúrante la intervencioú n es conveniente moverse por el escenario, no qúedarse inmoú vil,
pero controlando los movimientos, evitando deambúlar sin ton ni son. La movilidad rompe
la monotoníúa y ayúda a captar la atencioú n del púú blico.
Si el discúrso es leíúdo no cabe la posibilidad de movimiento, pero síú se debe mantener úna
postúra coú moda, ergúida, aúnqúe natúral, no forzada, sin aferrarse al atril ya qúe esto da
sensacioú n de insegúridad.
Si el orador estaú sentado trataraú de incorporarse a fin de realzar sú figúra y no qúedar
perdido tras la mesa, porqúe para establecer úna comúnicacioú n con el púú blico es
fúndamental el contacto visúal. Si es posible, por ejemplo en ún aúla, es aconsejable
moverse entre el púú blico, ayúda a romper las distancias, transmitiendo úna imagen de
cercaníúa. Hay qúe tratar de súperar la timidez, transmite insegúridad y dificúlta la conexioú n
con el púú blico.
Los gestos de la cara deben ser relajados: úna sonrisa sirve para ganarse al púú blico,
mientras qúe úna expresioú n crispada provoca rechazo. El movimiento de las manos debe
estar ensayado. Tan mala impresioú n prodúcen únas manos qúe no paran de moverse, como
únas manos inmoú viles. Los movimientos deben ser sobrios. Las manos se útilizaraú n para
enfatizar aqúello qúe se estaú diciendo, de manera qúe voz y gestos actúú en
coordinadamente, remarcando los púntos crúciales del discúrso.
La propia sitúacioú n del orador en el escenario transmite tambieú n mensajes súbliminales:
- De pie, en el centro del escenario: aútoridad.
- Sentado, en ún lateral del escenario: actitúd maú s relajada, menos solemne.
Ademaú s del lengúaje verbal y corporal, el orador tambieú n transmite úna imagen personal
qúe seraú valorada positiva o negativamente por el púú blico. Hay qúe tratar de proyectar úna
imagen positiva.
Una imagen agradable, abierta, (aúnqúe úno sea ún tíúmido empedernido), atractiva, etc., es
valorada favorablemente por el púú blico y ayúda a ganarse sú estima.
Una imagen descúidada, hosca, antipaú tica, pone al púú blico en contra (aúnqúe comparta las
ideas expúestas).
El orador debe vestir de forma apropiada para la ocasioú n:
- Si se trata de ún acto formal, vestiraú con traje.
- Si se trata de acto informal, podraú vestir de manera coú moda, deportiva, etc.
Hay qúe tratar de no desentonar con el púú blico asistente. Tan llamativo resúlta vestir de
manera desenfadada en ún acto formal, como ir de chaqúeta y corbata cúando el púú blico
viste de forma casúal.
El orador tiene qúe informarse de coú mo debe ir vestido. En caso de dúda es preferible
adoptar la opcioú n maú s conservadora. Una vez definido el estilo (formal o casúal), el orador
trataraú de vestir algo mejor qúe la media del púú blico asistente (no en balde es el
protagonista).
Tiene qúe sentirse coú modo, a gústo con sú apariencia. Esto acrecienta sú aúto confianza y le
permite lúchar contra la insegúridad. No obstante, debe evitar todo exceso. La imagen debe
realzar sú figúra, pero sin llegar a eclipsarla, el púú blico tiene qúe prestar atencioú n al
discúrso y no distraerse con ún atúendo espectacúlar. La imagen tambieú n debe estar en
consonancia con el mensaje qúe se qúiere transmitir:
Si se trata de úna reúnioú n festiva, por ejemplo, para celebrar los estúpendos resúltados del
ejercicio, el orador púede vestir con cierto exceso.
Si por el contrario, el director de la companñ íúa va a comúnicar ún recorte de noú mina deberíúa
vestir de manera maú s sobria. Detalles qúe úno cúida en sú vida ordinaria, deben recibir úna
especial atencioú n cúando se va a hablar en púú blico:
Bien peinado, bien afeitado, dentadúra relúciente, zapatos limpios, los botones abrochados,
corbata bien colocada, etc.
Hay qúe evitar cúalqúier detalle qúe púeda afectar negativamente a la imagen.
Por ejemplo, si el orador es de baja estatúra debe cúidar qúe el atril qúe útilice sea el
apropiado, qúe no qúede ocúlto detraú s.
Si intervienen dos personas al mismo tiempo con diferencias de estatúra considerables, es
conveniente qúe se sitúú en algo separado para evitar resaltar el contraste.

El orador púede apoyar el discúrso útilizando distintos medios visúales: pizarra,


transparencia, videobeam, etc. Sirven para captar la atencioú n del púú blico, facilitan la
comprensioú n, enriqúecen la presentacioú n, ayúdan a transmitir úna imagen de
profesionalidad, dan segúridad al orador.
El orador tiene qúe saber cúaú ndo y coú mo emplear estos medios visúales, ya qúe como ya
vimos estos púeden servir de apoyo al discúrso (ayúdan a captar la atencioú n del púú blico) o
púeden súponer ún obstaú cúlo (distraen). En sú úso debe primar la simplicidad:
Se útilizan para clarificar y hacer maú s comprensible la exposicioú n; esto soú lo se consigúe con
imaú genes sencillas ya qúe si son complejas y difíúciles de interpretar, en lúgar de aclarar
confúnden maú s.
Se deben útilizar imaú genes con colores: permiten resaltar los maú s relevante, remarcar las
diferencias y hacen qúe la imagen resúlte maú s atractiva. Este material de apoyo debe ser
eso, ún apoyo al discúrso, y no convertirse en la base de la presentacioú n. No púeden restar
protagonismo al orador. Si se va a útilizar material de apoyo, hay qúe emplearlo ya en los
ensayos. En los ensayos hay qúe recrear las condiciones en las qúe se va a desarrollar la
intervencioú n. El úso de este material de apoyo reqúiere úna praú ctica qúe soú lo con el ensayo
se consigúe.
Púede ocúrrir qúe al contar el orador con material de apoyo se sienta maú s tranqúilo y le
lleve a desatender el ensayo: no se púede caer en este error.
Hay qúe tener prevista la posibilidad de qúe en el momento de la intervencioú n no fúncione
el retroproyector o el videobeam. Para evitar úna sitúacioú n tan difíúcil como eú sta, por remota
qúe parezca, el orador ademaú s de preparar el discúrso contando con estos elementos de
apoyo, debe ensayarlo tambieú n sin la ayúda de los mismos.
Es decir, tiene qúe estar preparado para, si es necesario, desarrollar sú discúrso sin emplear
estos apoyos visúales. La pantalla o pizarra se sitúaraú en el centro del escenario para
facilitar sú visioú n desde todos los aú ngúlos. Mientras explica la imagen, el orador se sitúaraú
al lado de la pantalla para qúe el púú blico púeda verle al tiempo qúe sigúe la explicacioú n, sin
tener qúe ir mirando de ún sitio a otro.
El orador, mientras explica la imagen, estaraú mirando al púú blico y no de espalda
contemplando la pizarra o la pantalla.
Veamos algúnos elementos de apoyo.
a) Pizarra
Permite desarrollar úna explicacioú n paso a paso. Soú lo se emplearaú con grúpos redúcidos
(no maú s de 40 personas). Cúando se útiliza hay qúe tener en cúenta, escribir con letra clara
y grande, qúe sea faú cil de entender. Es conveniente útilizar varios colores: por ejemplo azúl
y rojo (úno para escribir y otro para súbrayar).
Mientras se escribe, hay qúe sitúarse en ún lateral para tapar lo menos posible. Ir leyendo
lo qúe se vaya escribiendo (facilita sú segúimiento). Una vez qúe se termine de escribir, úno
se volveraú raú pidamente hacia la aúdiencia, colocaú ndose al lado de la pizarra.
b) Transparencias
Se púeden útilizar con aúdiencias maú s númerosas (70-100 personas). A diferencia de la
pizarra permite tener el material ya preparado. Al servir de apoyo al orador, le ayúda a
eliminar úna de sús principales preocúpaciones (la posibilidad de qúedarse con la mente en
blanco). En la preparacioú n de transparencias debe primar la sencillez, hay qúe ir «al grano».
Tan soú lo se recogeraú n las ideas principales (maú ximo 3 / 4 líúneas por transparencias), qúe el
orador se encargaraú de desarrollar.
La transparencia no es ún resúmen del discúrso. Hay qúe evitar las transparencias
abigarradas qúe no comúnican nada y qúe resúltan difíúciles de segúir. Letra clara y grande,
qúe sú lectúra sea faú cil. Utilizar colores para destacar las ideas principales. No se púede
dejar de comentar ningúna idea qúe aparezca en la transparencia, ya qúe si no
aútomaú ticamente la atencioú n del púú blico se dirigiríúa a ella (si hay ún púnto qúe no es
importante es mejor eliminarlo de la transparencia).
Si se proyecta ún graú fico hay qúe explicarle a la aúdiencia qúe significa, coú mo se interpreta
(a veces son difíúciles de segúir). En los graú ficos hay qúe júgar con las escalas para resaltar el
mensaje qúe se qúiere transmitir.
Antes de comenzar la sesioú n hay qúe conocer coú mo fúnciona el proyector, comprobar qúe
estaú bien enfocado y qúe las transparencias se púeden ver desde toda la sala. El proyector
se colocaraú de manera qúe no dificúlte la visioú n a nadie del púú blico.
Soú lo se encenderaú en el momento en el qúe se vayan a proyectar transparencias y se
apagaraú cada vez qúe se prodúzca úna paúsa (ún proyector encendido prodúce ún rúido
molesto y sú lúz resúlta incoú moda). Las transparencias estaraú n perfectamente ordenadas
para qúe el orador púeda localizar faú cilmente aqúella qúe necesite. A medida qúe se vayan
proyectando se iraú n apilando con cúidado por si maú s tarde se qúisiera volver a proyectar
algúna de ellas. Cada vez qúe se proyecta úna núeva transparencia se daraú n únos segúndos
al púú blico para qúe le púeda dar úna primera lectúra, antes de comenzar a comentarla.
Mientras se proyectan las transparencias, el orador se sitúaraú al lado de la pantalla,
senñ alando y comentando los púntos qúe en ellas se recogen.
El orador no debe limitarse a leer la transparencia.
No hay qúe olvidar qúe la transparencia es tan soú lo ún material de apoyo. Se útilizaraú
exclúsivamente cúando sea conveniente, sin abúsar de sú núú mero.
c) VideoBeam
Ofrece ún enorme potencial de comúnicacioú n. Transmite úna imagen múy profesional. Se
púede útilizar con ún núú mero indeterminado de personas, ya qúe la imagen se púede
proyectar en diferentes monitores o pantallas repartidos por la sala. La capacidad de júgar
con las formas, los fondos, los colores, la animacioú n, etc., es formidable. Debe primar la
sencillez: proyectar imaú genes faú ciles de entender (evitar imaú genes recargadas).
El orador debe conocer perfectamente sú úso, con vistas a qúe dúrante la intervencioú n no
encúentre dificúltades y púeda concentrarse en el discúrso. La explicacioú n debe
desarrollarse a úna velocidad qúe permita al púú blico sú faú cil segúimiento. Con este sistema
se corre el riesgo de ir proyectando pantalla tras pantalla, sin qúe al púú blico le deú tiempo a
sitúarse. Tambieú n se corre el riesgo de preparar úna intervencioú n múy profesional, pero al
mismo tiempo múy fríúa y distante.
Capítulo 6
MANEJO DE FICHAS Y ATENCIÓN DEL PUBLICO.

Cúando úno habla en púú blico, si se limita a leer el discúrso resúltaraú múy abúrrido (falta de
espontaneidad y de improvisacioú n). Es recomendable improvisar, aúnqúe en este caso se
corre el riesgo de qúedarse en blanco (sitúacioú n temida por cúalqúier orador). Esto se
púede evitar llevando fichas de apoyo.
Por úna parte se dispone de ún gúioú n qúe recoge los púntos qúe úno qúiere tratar,
redúciendo al míúnimo la posibilidad de olvidos. Da segúridad al orador y le ayúda a calmar
los nervios. Por otra parte, le permite desarrollar el discúrso sobre la marcha (improvisar).
Esto le facilita introdúcir núevas ideas, resúltar maú s espontaú neo.
El úso de fichas de apoyo es especialmente aconsejable en intervenciones de con dúracioú n
de 30 minútos o maú s. Confiar úú nicamente en la memoria implica correr ún riesgo excesivo
(qúedarse en blanco, perder la líúnea argúmental, olvidar tratar algúnos de los púntos
principales, etc.). En la preparacioú n de las fichas de apoyo conviene tener en cúenta, útilizar
letra grande, clara, qúe sea faú cil de leer con ún simple vistazo.
Deben ser múy escúetas, recogiendo palabras claves, ideas baú sicas, etc, qúe sirvan de gúíúa al
orador. Hay qúe evitar fichas múy recargadas qúe dificúlten sú raú pida consúlta. Se
escribiraú n por úna sola cara, para no tener qúe darles la vúelta (resúlta maú s discreto). Es
conveniente útilizar papel dúro, ya qúe son maú s faú ciles de manejar y se arrúgan menos.
Las fichas se dispondraú n de manera ordenada e iraú n númeradas, para evitar qúe se púedan
desordenar y no sepa el orador cúal es la qúe viene a continúacioú n. En los ensayos se deben
útilizar las fichas de apoyo qúe maú s adelante se van a emplear en la intervencioú n (permite
familiarizarse con sú úso).
No hay qúe esconder las fichas de apoyo, fingiendo qúe no se útilizan. El púú blico entiende
perfectamente qúe es natúral qúe el orador se sirva de ún peqúenñ o gúioú n para desarrollar
sú discúrso. Se iraú n pasando discretamente y se iraú n amontonando en ún lateral (sin darles
la vúelta).
Aúnqúe se preparen fichas de apoyo para la introdúccioú n y la conclúsioú n, habríúa qúe tratar
de no tener qúe recúrrir a ellas. Son las dos partes maú s importantes del discúrso y es
preferible desarrollarlas de memoria, para poder poner todo el eú nfasis en sú exposicioú n
(mirar úna nota, aúnqúe sea ún instante esta espontaneidad).

Capítulo 7
REACCIÓN DEL PÚBLICO, SITUACIONES DIFÍCILES, PREGUNTAS Y
RESPUESTAS

A lo largo de toda la intervencioú n el orador tiene qúe estar atento a coú mo estaú reaccionando
el púú blico, bien sea con intereú s, con abúrrimiento, con simpatíúa, con aprobacioú n, con
rechazo, etc. Lo peor qúe púede ocúrrir es no consegúir captar sú atencioú n y eso es peor
inclúso a qúe el púú blico manifieste sú desacúerdo con la opinioú n presentada. Si el púú blico
no múestra intereú s, no es posible la comúnicacioú n.
Hay qúe captar la atencioú n del púú blico en el primer momento de la intervencioú n. Si no se
consigúe entonces, difíúcilmente se va a lograr maú s tarde. Por tanto, hay qúe emplearse a
fondo: salúdar amablemente, preparar úna introdúccioú n súgerente, júgar con la voz, con los
gestos, mirada, aneú cdotas, etc.
Al primer indicio de qúe el púú blico pierde atencioú n hay qúe reaccionar con prontitúd. Si el
púú blico desconecta definitivamente va a ser múy difíúcil volver a conqúistarle. Al púú blico qúe
estaú maú s alejado resúlta maú s difíúcil ganaú rselo, de ahíú la conveniencia , si es posible, de
moverse entre el púú blico, acercando sú presencia a la aúdiencia.
La extensioú n del discúrso júega en contra de la atencioú n del púú blico. Esto no qúiere decir
qúe el discúrso tenga qúe ser necesariamente corto; dúraraú lo qúe tenga qúe dúrar, pero no
debe extenderse innecesariamente.
Es posible qúe el púú blico manifieste discrepancia con la tesis del discúrso. Cúando el orador
prepara sú intervencioú n deberíúa anticipar sú posible reaccioú n (normalmente úno sabe
cúaú ndo sús ideas púeden resúltar poleú micas), y en el caso previsible de qúe haya
desacúerdo tratar de conocer los motivos. Esto permite al orador llevar preparadas las
respúestas a las posibles críúticas.
Si la reaccioú n contraria del púú blico húbiera sido totalmente imprevista y el orador ignorase
sús razones, lo mejor es pregúntarle directamente el por qúeú de sú rechazo.
Hay qúe darle al púú blico la oportúnidad de qúe exponga sús planteamientos; escúcharle con
atencioú n, comentando a continúacioú n qúe se trata de ún razonamiento respetable, aúnqúe
diferente al púnto de vista qúe úno sostiene.
Lo qúe no se púede hacer es aceptar las críúticas tal cúal, ya qúe debilitaríúa la posicioú n del
orador (perderíúa aútoridad). Tampoco eú ste debe atrincherarse en sús posiciones, criticando
dúramente los argúmentos expúestos por el púú blico e iniciando úna discúsioú n qúe termine
crispando aúú n maú s los aú nimos.
Un acto púú blico no es el lúgar maú s oportúno para úna discúsioú n acalorada. Múchas veces
con prestar al púú blico la atencioú n debida es maú s qúe súficiente para ganarse sú simpatíúa y
respeto, aúnqúe siga discrepando de los argúmentos expúestos.
En todo caso, el orador no debe confúndir la reaccioú n contraria de úna persona concreta
con úna opinioú n contraria generalizada. Cúando finaliza la intervencioú n el púú blico súele
aplaúdir. El orador daraú las gracias sinceramente, mirando al púú blico, y se retiraraú
discretamente.
Nada de esperar hasta qúe finalicen los aplaúsos, ni de volver al estrado a recibir úna núeva
ovacioú n como si de ún artista se tratase. Hay qúe evitar gestos del tipo levantar las manos
en senñ al de victoria, llevarse las dos manos al corazoú n, etc, ni se deben hacer comentarios
del tipo «qúe exagerados son», «no es para tanto», «cúanto los qúiero».
Una vez finalizada la intervencioú n resúlta interesante pedirle a algúien qúe haya asistido
qúe deú sú opinioú n sincera de coú mo ha resúltado (púntos fúertes y púntos a mejorar).
Cada intervencioú n es ún ensayo general de la sigúiente.
Aúnqúe no es normal qúe ocúrra, en ocasiones podríúa súceder qúe úna persona del púú blico
increpe con dúreza al orador. Si este ataqúe se prodúce en mitad del discúrso,
interrúmpiendo, lo apropiado es rogarle qúe espere al túrno de pregúntas para exponer sú
púnto de vista.
Si esta persona mantiene sú actitúd, habraú qúe indicarle edúcadamente qúe tenga la
amabilidad de abandonar la sala, discúlpaú ndose úno ante el púú blico por la interrúpcioú n.
Si el ataqúe se prodúce úna vez finalizada la intervencioú n, en el túrno de pregúntas, habraú
qúe indicarle edúcadamente qúe el estilo empleado no es admisible y qúe por tanto no se le
responderaú hasta qúe no útilice ún tono correcto. Si se mantiene en sú actitúd se le púede
ofrecer la posibilidad de discútir el tema personalmente úna vez conclúida la sesioú n, y si
insiste habraú qúe pedirle qúe abandone la sala.
El orador debe estar dispúesto a aceptar críúticas, lo qúe no tiene qúe admitir bajo ningúú n
concepto, y menos en púú blico, es qúe se le falte al respecto. Ante el púú blico qúedaríúa en úna
sitúacioú n múy desairada, perdiendo totalmente sú aútoridad.
Lo importante, en momentos tan delicados y desagradables, es mantener la calma y la
edúcacioú n, evitando responder con ironíúa o desprecio. No hay qúe darle al ofensor la maú s
míúnima excúsa para qúe persista en sú actitúd. Hay qúe tratar de no alterarse y menos aúú n
de iniciar úna trifúlca en púú blico. En sitúaciones de este tipo el púú blico súele reaccionar a
favor del orador, qúien ha sido verbalmente agredido, aún cúando discrepe de sús
argúmentos.
Si en la sala se prodúce úna sitúacioú n túmúltúosa hay qúe apelar a la aúdiencia a qúe se
tranqúilice. Si persiste la sitúacioú n se súspenderaú la intervencioú n únos minútos, a la espera
de qúe las agúas vúelvan a sú caúce, dúrante este tiempo el orador abandonaraú el estrado.
Al finalizar, el púú blico agradece la posibilidad de poder formúlar pregúntas sobre aqúellos
aspectos qúe no le hayan qúedado claro o sobre los qúe discrepe. La opcioú n de pregúntar
enriqúece la intervencioú n, consigúe involúcrar maú s a la aúdiencia y transmite úna imagen
de segúridad, de dominio de la materia.
Si no se domina súficientemente el tema tratado, habraú qúe evitar a toda costa el túrno de
pregúntas, ya qúe se corre el riego de no salir airoso del trance.
Al principio de la intervencioú n se indicaraú si se púede interrúmpir cúando súrja algúna
dúda o si habraú al final ún túrno de pregúntas. La posibilidad de interrúmpir púede ser
preferible cúando se esteú tratando ún tema teú cnico, complejo, resolviendo las dúdas tan
pronto se presenten, lo qúe permite al púú blico segúir con mayor facilidad el razonamiento
expúesto.
Esta opcioú n presenta como inconvenientes qúe las interrúpciones púeden impedir qúe el
razonamiento se desarrolle con flúidez, lo qúe púede perjúdicar a parte del púú blico;
ademaú s, las interrúpciones dificúltan controlar el tiempo de la intervencioú n, con el peligro
de llegar a agotarlo sin haber finalizado la intervencioú n.
Un túrno de pregúntas al finalizar la presentacioú n permite qúe eú sta se desarrolle con
continúidad, sin interferencia, y facilita al orador a controlar mejor sú tiempo.

Si se opta por ún túrno de pregúntas al final de la sesioú n:


- Se indicaraú el tiempo disponible.
- Se invitaraú a la aúdiencia a qúe plantee sús dúdas. Si nadie interviene, y tras úna
espera prúdencial, el orador púede realizar algúna pregúnta general (por ejemplo, si
tal o cúal púnto ha qúedado claro, o si la exposicioú n ha sido faú cil de segúir) con vistas
a animar a la aúdiencia a qúe participe.
- Hay qúe evitar qúe únas pocas personas monopolicen el túrno de pregúntas,
tratando de qúe intervenga el mayor núú mero posible de personas. Mientras se
formúla la pregúnta el orador miraraú a la persona qúe la plantea, pero cúando
responda miraraú a toda la aúdiencia.
- Las pregúntas se deben contestar con claridad, con precisioú n, evitando divagar.
- Cúando se responde úna pregúnta, se púede pregúntar al púú blico si algúien qúiere
anñ adir algo, de esta manera se le da maú s participacioú n, maú s protagonismo.
- El orador debe contestar siempre con edúcacioú n, aúnqúe la pregúnta formúlada
carezca totalmente de intereú s o haya sido ya planteada. Si algúien formúla úna
pregúnta qúe nada tiene qúe ver con el tema tratado, se le indicaraú amablemente
qúe la pregúnta planteada no es pertinente.
- Cúando se responde úna pregúnta, se daraú la oportúnidad a la persona qúe la
planteoú a insistir sobre el tema, por si algo no le ha qúedado claro o por si no estaú
conforme con la respúesta.
- Si este intercambio de púntos de vista comienza a prolongarse, habríúa qúe tratar de
cortar, ofreciendo la posibilidad a dicha persona de continúar analizando el tema
úna vez finalizada la sesioú n, se trata de evitar agotar el túrno de pregúntas
discútiendo ún solo púnto.
- Si el orador no sabe coú mo contestar úna pregúnta debe evitar mostrar nerviosismo o
contrariedad. Indicaraú con total natúralidad qúe desconoce la respúesta y solicitaraú
al púú blico asistente si algúien púede responder. Si nadie contesta, el orador se
comprometeraú a analizar el tema planteado y a dar úna respúesta a la mayor
brevedad posible. Lo qúe no púede hacer bajo ningúú n concepto es inventarse la
respúesta podríúa ser desenmascarado. El púú blico valora la sinceridad y comprende
qúe el orador púede desconocer algúú n aspecto determinado del tema tratado.
Cúando el tiempo disponible se esteú agotando, el orador senñ alaraú qúe tan soú lo qúeda
tiempo para dos pregúntas maú s. Una vez finalizado el túrno de pregúntas se agradeceraú
núevamente al púú blico sú asistencia y se daraú por conclúido el acto. Si por falta de tiempo
no es posible ún túrno de pregúntas, el orador púede ofrecerse a, úna vez finalizado el acto,
qúedar a disposicioú n del púú blico para contestar cúalqúier pregúnta qúe púeda tener.

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