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Resumen del libro de Amos:

Esquema del contenido:

1. Juicios contra las naciones vecinas (1.1–2.5)


2. Juicio contra Israel (2.6–16)
3. Denuncias y amenazas (3.1–6.14)
4. Visiones de castigo (7.1–9.10)
5. Restauración futura de Israel (9.11–15)

Amós fue uno de los grandes profetas del siglo VIII a.C., aunque él prefería verse a sí mismo como
un hombre sencillo, dedicado a sus trabajos campesinos, como «uno de los pastores de Tecoa»
(1.1). Así lo manifiesta en su controversia con el sacerdote Amasías, que lo acusa de traicionar al
rey de Israel: «No soy profeta ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero y recojo higos silvestres»
(7.14).

Llegó, sin embargo, un día en el que tuvo lugar la transformación de Amós en el mensajero
enviado por Dios a profetizar en el reino del norte. Como él mismo dice: «Jehová me tomó de
detrás del ganado, y me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo Israel"» (7.15).

A unos 10 km. al sur de Belén, cerca del Mar Muerto y como colgada entre las montañas de Judá,
se encontraba la pequeña ciudad de Tecoa. Amós residía en ella, aunque por alguna razón que
ignoramos desarrolló en el reino del norte su actividad profética. Debió de hacerlo alrededor del
año 750 a.C., «dos años antes del terremoto» (cf. Zac 14.5), durante el reinado de Jeroboam II
(783–743 a.C.).

Era una época de prosperidad para el reino. Bajo el cetro de Jeroboam, el comercio con otros
países enriqueció al estado; Israel recobró el esplendor de los días de David, y por la fuerza de las
armas (6.13) logró recuperar territorios que había perdido al oriente del Jordán (2 R 14.25).

Amos (que significa carga, cargador) era originario de Tecoa, trabajaba como pastor y recolector, y
es ejemplo que Dios llama a los menos esperados, a quienes nadie escucharía, los más humildes,
los que son "solo un "en la estructura social (solo un viejo, solo un pastor, solo un campesino, etc.)
Dios lo llama para que hable en su nombre, que envíe su palabra a ser escuchada por su pueblo de
Israel y las demás naciones que tanto se han descarriado de la ley divina que el mismo les dicto.
Sus mensajes son para impedir la condenación y juicio por sus pecados en tiempo en donde Israel
vivía gran prosperidad, prosperidad que los hizo olvidarse de Dios y adorar a dioses extranjeros,
dar culto a la avaricia y la riqueza, que se conseguía a costa de la pobreza del resto de la población.

El libro comienza con la condena a varias naciones por sus injusticias y pecados ante la ley divina
(Amos cap. 1 y 2), se menciona a Damasco y Edom, condenadas por arrasar contra Israel, Gaza y
Tiro por traficar con esclavos, Ammon por violar a toda mujer de los pueblos que invadían, Moab
por quemar el cuerpo del rey de Edon, y al reino de Judá e Israel por las varias injusticias sociales
contra la casta más miserable y levantar culto hacia falsos dioses.
Amos condena la hipocresía de los pueblos, cuando Dios les ha dado grandes bendiciones, les ha
advertido de los peligros, ha cuidado de sus hijos, les ha hecho promesas a través de un pacto, no
volvieron hacia él, mas cuando Vivian malos tiempos y desgracias le reclamaban por que los ha
abandonado, comportamiento tan natural del ser humano, en tiempos de comodidad hacernos los
sordos, ciegos y mudos, pero al alterarse dicha paz nos volteamos hacia Dios implorando
misericordia y reclamándole. Estas personas estaban alejadas de Dios en sus corazones. Egoísmo,
ostentación, inmoralidad y la opresión del pobre estaban a la orden del día. La justicia era
despreciada. En esta situación, Amós aparece anunciando el juicio de Dios.

Amós 3:7, “Porque no hará nada Yavé el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.”
Dios les hace el llamado de atención exclamando que los castigos no llegan sin un aviso previo, al
cual los profetas son los mensajeros encargados de entregar el aviso al pueblo, que muchas veces
menosprecian y hacen caso omiso. Pues el castigo será conforme a sus pecados, llegaran sus
enemigos a arrasar con sus ciudades, para cumplir la palabra de Dios, limpiar las tierras de
poblaciones que viven sin fe y sin leyes.

Amos 4:12, "Por eso, ahora vengo a pedirte cuentas Israel, prepárate a enfrentarte con tu Dios."
Dios da a conocer su castigo, el pueblo de Israel esta advertido, los desafía a que sigan entregando
sacrificios, diezmos, a anunciar sus ofrendas voluntarias, a festejar los ritos, pues lo hacen con el
corazón sucio y con doble intención. Condena el contraste de lujos en la clase alta con la miseria
de los pobres, cada vez unos pocos se hacen más ricos a costa de los pobres que cada vez son más,
situación de corrupción, inmoralidad e injusticia que se vive hoy en día en todas partes del mundo.

Amos 5:15, "Aborrezcan el mal y amen el bien, impongan la justicia en sus tribunales, y quizá Yavé
Sabaot se apiade del resto de José". Es un llamado al arrepentimiento antes que sea demasiado
tarde. Habrán lamentaciones, después serán los Ayes! En el día de Yavé, el cual será sombrío para
Israel, estará cubierto de tinieblas, Dios rechazara a aquellos que no escucharon antes y será
implacable.

Amos 6: "Ay de Ustedes, los primeros de la primera de las naciones, a quienes acude todo el mundo
en Israel, ustedes descansan en su orgullo y se sienten seguros en el cerro de Samaria!". Hace
referencia a las lamentaciones del pueblo de Israel, pues ahora se gozan de la buena vida, se salen
con la suya, cometen pecado por su mismo egoísmo, prepotencia, orgullo, pero no alargan el día
final, al contrario, lo aceleran. Y Dios enviara a destruir todo ese imperio, reducirá a escombros
todo palacio y todo símbolo de lujo y adoración de la creación de las manos del hombre.

En los siguientes capítulos se habla de las cinco visiones que tuvo Amos sobre Israel:

Amos 7,1: "Cuando estaba brotando de nuevo el pasto, después del corte para el rey, el estaba
fabricando langostas". Primera visión que Dios le mostraba a Amos, la plaga de langostas que
enviaría a destruir todos los campos y morirían de hambre todos los Israelitas. Pero Amos
intercede por su pueblo y pide a Dios que no suceda, y así fue.
Amos 7,4: "El señor llamaba al fuego para que secara los manantiales y marchitara los campos".
Segunda visión que se le es revelada al profeta Amos, que nuevamente pide a Dios que no suceda,
pues el pueblo de Jacob es muy pequeño y no se salvara.

Amos 7,7: "Un hombre de pie al lado de un muro con un nivel de plomo en la mano, entonces el
señor dijo "voy a ver si está o no desplomado el pueblo de Israel pues ya no lo apuntalare mas, los
lugares sagrados de Isaac serán destruidos, los santuarios de Israel demolidos, y yo me lanzare con
espada en mano contra la familia de Jeroboam". Podemos ver que lo profetas no siempre se
dedican a amenazar al pueblo, sino que lo protegen de la ira de Dios, pero en la tercera visión se
muestra la determinación de Dios a la cual Amos no interviene.

Amos 8,2 "Dios me pregunto ¿que ves Amos?, yo respondí: "una Canasta de Frutas maduras", y
Yavé me dijo "También está maduro mi pueblo de Israel, el fin ha llegado, ya no le perdonare mas".
En la cuarta visión se denuncia la explotación de los comerciantes y los ricos hacia los pobres, el
adulterar las balanzas, vender desechos, aumentar los precios y reducir las medidas, sacar
provecho del hambre del miserable, así pues Dios les dice que pasaran hambre ellos también, pero
no hambre físico, si no hambre espiritual, hambre de la palabra de Dios, palabra de consuelo que
no llegara en el día que sean juzgados.

Amos 9,1: "vi al señor de pie junto al altar, que decia: "rompe las columnas para que se hunda el
techo y les parta a todos la cabeza, y si alguno se salva, lo matare a espada, pues ninguno puede
huir ni escapar con vida" Se nombran numerosas amenazas contra Israel, la total aniquilación del
reino del pecado, pero siempre se planta la semilla de la esperanza, otra oportunidad para el
pueblo de redimirse y comenzar de nuevo, se habla de un "resto" que quedara:

Amos 9, 9-10: "Sin embargo, no exterminare totalmente la casa de Jacob, pues estoy dando
órdenes para que se sacuda Israel como se limpia el trigo, sin que se pierda un solo grano, En
cambio a espada morirán todos los pecadores de mi pueblo que andan diciendo "No depende de ti
que se acerque la desgracia y caiga sobre nosotros".

Y nuevamente Dios promete tierras de abundancia y prosperidad para aquellos que decidan tomar
su rumbo, se reparara la choza de David (Amos 9,11), Los pueblos de Israel y de Judá serán uno
solo, vendrán los exiliados y construirán sus ciudades (Amos 9,14). Serán plantados en la tierra y
nunca mas serán arrancados del suelo que Dios les dará. (Amos 9,15) Y aquí finaliza la profecía que
Dios manda a través de Amos, un simple campesino que castigara las desigualdades e injusticias
sociales que aun hoy día se ven cada vez más drásticas, especialmente en nuestro país,
explotación del pobre, enriquecimiento de unos pocos, leyes que protegen a las máximas
autoridades y condenan al humilde, corrupción abrumadora acompañada de un coctel de pocas
oportunidades laborales, inseguridad y violencia. No tenemos más que confiar en la promesa de
Dios, pues seremos consolados en su plan de salvación, ningún pecado quedará impune, ningún
injusto saldrá victorioso.
Aplicación Práctica

Algunas veces pensamos que somos un “solo un.” Somos solo un vendedor, granjero o ama de
casa. Amós sería considerado un “solo un.” Él no era ni profeta, ni sacerdote, ni el hijo de alguien.
Él solo era un pastor, un pequeño comerciante en Judá. ¿Quién lo iba a escuchar? Pero en lugar de
poner excusas, Amós obedeció y se convirtió en la poderosa voz de Dios para el cambio.

Dios ha usado a los “solo un,” tales como pastores, carpinteros, y pescadores a través de la Biblia.
Cualquier cosa que seas en esta vida, Dios puede utilizarte. Amós no era mucho. Él era un “solo
un.” “Solo un” siervo de Dios. Es bueno ser un “solo un” de Dios.

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