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Detall
e de un fresco con sátiro y ninfa
Promiscuos
¿Por qué? Venus, la diosa del placer y del amor, era la madre de Eneas, fundador del linaje romano,
con lo que siempre gozó en Roma de especial veneración. A su vez, el falo representaba y
simbolizaba las misteriosas fuerzas creadoras y fecundadoras del universo, el poder generativo de
la naturaleza que protegía la vida contra las fuerzas que pudiesen amenazarlas. De ahí que formara
parte del inmobiliario urbano y doméstico.
Y tomando a la doncella,
la recosté sobre las flores, y cubriéndola
con un suave manto, sosteniendo su cuello entre mis brazos,
mientras temblaba de miedo como un cervatillo ante el lobo,
acaricié delicadamente sus pechos con mis manos
donde la piel mostraba el tierno encanto de su juventud.
Y abrazando su hermoso cuerpo,
liberé el blanco vigor acariciando sus rubios cabellos.
Ovidio, Amores, 2, 19
II
Glande, punto supremo
del ser
del amado.
Con temor, con alegría
reciba tu acometida
mi trasero perforado
En la novela, Jesús no se casa, pero vive la pasión del amor con la prostituta María
Magdalena, que le cura la herida de su pie en una de sus largas travesías. Él le revela
que no conoce mujer y ella lo lleva a su cama, lo desnuda, se ausenta un instante y le
ofrece su desnudez y su perfume. Toma sus manos y se las pasa por todo su cuerpo para
que lo aprenda, para que lo conozca.
“… entonces sintió que una parte de su cuerpo, ésa, se había hundido en el cuerpo de
ella, que un anillo de fuego lo envolvía, yendo y viniendo, que un estremecimiento lo
sacudía por dentro…”. Se quedó ocho días con ella y volvió porque lo habían tocado,
simultáneamente, el amor y el deseo.
De esa manera y sin decirlo, el premio nobel portugués se acerca al territorio de los
evangelios apócrifos o perdidos que hablan de un Jesús enamorado y casado. Entra, sin
mencionarlo siquiera, al escenario del papiro en lengua copta que ha pasado por las
pruebas del carbono 14 con su fragmento “Jesús les dijo, mi esposa…”. Una prueba
irrefutable de su boda para unos; una prueba de nada para el Vaticano, que niega su
autenticidad.
Por su obra, y en gran parte por su Evangelio, la Iglesia condenó dos veces a Saramago.
Lo condenó en vida y lo volvió a condenar tras su muerte. Lo definió como “ideólogo
antirreligioso”. Lo calificó como “insomne por las cruzadas o por la inquisición” y
olvidadizo de las purgas y genocidios del comunismo ruso. Pero Saramago nunca dejó
de ser marxista e hizo de su Evangelio una cara de Jesucristo, imaginaria, novelesca y,
por encima de todo, infinitamente humana.
Para leer esta carta baja hasta nuestro río. Escucharás, de pronto, una
cosecha de aire pasar sollozando en la corriente. Escucharás la
desnudez unánime del agua y el sonido. Y el rumor del minuto más
antiguo formado con el átomo de un día. Mas, de repente, escucharás,
oh bella música femenina, la catarata inmóvil del silencio.
Entonces, te hablaré desde las letras: Era enero. Salimos del colegio.
¿Cómo has pasado estas vacaciones? ¿Sientes alguna vez entre los
labios ese azúcar azul de la distancia?
Mañana son dos años, siete meses. Te conocí con toda mi alma
ausente; sufría entonces, por la primavera, un bellísimo mal que ya no
tengo.