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Psicoanalisis Con Ninos Eric Laurent Anibal Leserre Silvia Tendlarz y Otros PDF
Psicoanalisis Con Ninos Eric Laurent Anibal Leserre Silvia Tendlarz y Otros PDF
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Indice
5
Contribuciones
Esos verdaderos niños .......................................................... 101
Patricia Diana Hefjes
El saber en la salida de una cura ........................................ 107
Haydee Iglesias
Los estragos de la madre-analista...................................... 115
Bernard Nominé
Juego y estructura en la clínica con niños.......................... 123
Mabel L. Grosso
Enseñanza de la práctica
"No sos tu tío muerto''.......................................................... 141
Varios
"Del Prohibido Nombrar al nombrarse" ........................... 151
Agueda H emández
6
La infancia
y el psicoanálisis
Infancia: niños/niñas
.Germán L. García
10
Que algo anhelado durante el dí;,¡. aparezca logrado en el suefio mu~s- .
tra la detención del desplazamiento del deseo. En este sentido, los sue-
fios sencillos (de adultos y de niños) aparecen como la desaparición del
deseo en la satisfacción de la petición. ¿Acaso "infantil" significa alie-
nación del deseo en el objeto? En el mismo capítulo que comentamos
Freud dice: "Un más penetrante y detenido estudio de la vida anímica de
los niños nos muestra, sin embargo, que en su actividad psíquica desem-
peñan ·un papel importantísimo inadvertido durante mucho tiempo por
los investigadores, fuerzas instintivas de conformación infantil, y, por
tanto, habremos de dudar de la felicidad que a esta edad (infantil) atri-
buyen luego los adultos''. ¿No se trata de la misma "atribución" que
Freud hace a los sueños infantiles, que tendrían la "felicidad" de encon-
trar con facilidad un objeto que realiza el deseo? Pareciera que sf, pues-
to que niega a la vez la felicidad de esta edad infantil y la supuesta sen-
cillez de sus sueños (al decir que también los adultos tienen sueños
infantiles y, transitivamente, los niños tienen suefios adultos).
Es en una niña - no en un niño-donde encuentra que la metáfora
paternal disuelve la supuesta sencillez de un deseo q!Je encontraría su
objeto reproducido de los que se ofrecen a la apetencia diurna de las
peticiones. Esa niña es, por casualidad, su hija: "Admitiendo que las
palabras que los niños suelen pronunciar dormidos pertenecen también
al círculo de los sueños, comunicaré aquí uno de los primeros sueños
de la colección por mí reunida. 'Teniendo mi hija menor diecinueve
meses, hubo que someterla a dieta durante todo un día. pues había
vomitado repetidamente por la mañana. A la noche se le oyó exclamar
enérgicamente en suellos: Ana F(r)eud, f(r)esas, f(r)ambuesas, bollos,
papilla". ¿Qué decir de esta escansión del nombre donde el objeto de
la necesidad se invierte en la pulsión oral? Freud comenta: "La peque-
lía utilizaba su nombre para expresar posesión, y el menú que a conti-
nuación detalla contiene todo lo que podía parecerle una comida dese-
able". Perq sabemos que ese menú, desde la metáfora del canibalismo,
contiene al propio Freud en tanto padre. Ana Fresa de Freud, Freud
Frambuesa de Ana: los objetos (fresas, frambuesas. bollos, papilla) que
se "alucinan" en este suefio no son la satisfacción, sino la fruta "repe~
tida como rebelión" contra la prohibición de ·comer.
11
Hs poeo lo que sahcmos de fa fase oral en relación con la pulsión
lnvocuntc (muy explícHa en este sueño), aunque Freud adjudique a esta
fas(;! lu constitucit~n de la meLáfora paternal (de la meráfora, en realidad).
Comer-ser comido se metaforiza para Freud, en una relación con la
función del padre, mientras vuelve a la empiria de M. Klein en la des-
crlpcilín de la relación de nutrición (madre-hijo).
l.a oralidad como satisfacción autoerótica, introduce la pulsión
11_1cdiante la actividad óel chupeteo,. ¿Cómo decir que se trata de la rela-
cl6n con la madre? La incoi]Joración puede ser escópica, puede ser
mediante la respiración (Hombre de los lobos).
l.aplanche y Pontalis, en su Diccionario, olvidan por completo la
• relación entre la fase oral y la incorporación del padre. El término
"canibalístico" es deslizac1o hacia la signit1cación que le otorgara
Abraham y luego M. Klein y Bcrtran Lewin. La conexión entre cani-
balismo y constitución de la metáfora (paternal) desaparece y la teoría
gira en el ternario imaginario de la relación madre-hijo y un objeto
(gratit1cante/ frustrante) que obtura la conexión con el signit1cante falo
como ausencia de objeto y conexió n con el ternario simbólico de la
función del padre.
El deseo será, entonces, solamente actual: petición y satisfacción o
ausencia de satisfacción. La madre que va y viene por el espacio ima-
ginario tiene el deber de regular sus entradas y salidas en función de
un niño que dejará de ser sujeto del Fort-Da, sujeto por el Fort-Da.·
Si todo el poder está del lado de la madre, toda la responsabilidad
estará también de su lado: las fresas y los bollos necesarios., sin ningún
nombre articulándose en la escansión del menú.
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escribe: "Una niña de ocho af1os, hija de un amigo mío, aprovechó una
ocasión en que su madre se ausentó de la mesa para proclamarse su
sucesora, diciendo a su padre: Ahora soy yo la mamá. ¿No quieres más
verdura. Carlos? Anda, loma un poco más".
Sin embargo. Freud aclara que esta niña en particular quiere a su
madre y cuenta a continuación el sueño de una nifia psicótica que desea
la muerte de su madre: "En la demencia frenética con que comenzó su
enfermedad mostró una especial repulsión hacia su madre, insultándo-
la y golpeándola en cuanto intentaba acercarse a su lecho. En cambio,
se mostraba muy cariñosa y dócil para con su hermana, bastante mayor
que ella. A este período de excitación surgió otro más despejado, aun-
que algo apático y con grandes pert.urbaciones del reposo, fase en la
que comencé a someterla a tratamiento y a analizar sus sueños. Gran
c.amidad de los mismos trataban, más o menos encubiertamente, de la
muerte de la madre. Así, asistía la sujeto al entierro de una anciana o
se reía senlada en la mesa con su hermana, ambas vestidas de luto".
De aquí Freud concluye que el amor de las histéricas por sus
madres. en lo que tiene de exagerado, encubre este deseo de muerte
manitiesto en la demencia. Pero, de paso, en esta demencia hay tres
mujeres y ningún hombre. Mientras que la niña que alimenta al padre
no es una demente.
¿Un padre que atender constituye a una niña, de la misma forma
que la ausencia de este padre hace una loca?
Imposible no recordar a Isabel de R y a Un. caso de paranoia con-
trario a /.a teoría psicoanalftica. En diversos textos de Freud la niña
desea la muerte de la madre, así como el niño desea la muerte del
padre. Pero estos deseos no son simétricos: nüentras la muerte del
padre está en el fundamento de la constitución del niño, la muert;e d~
la madre se sitúa en la imposibilidad de la constitución de la ml,ijC[;
Tener la madre, perderla en el odio, ser (al 11nal, en la vuelta cli maté-
rica) la madre.
Entre maternidad y mujer hay algo que no falla, de la mi$1Ua. map~
ra que algo falla entre la niña y el varoncito q\le eUa mmcª dej,a de ser,
¿Por qué el psicoanálisis infantil sigue sin anotar las diferencias
entre nifios y niñas?
13
La vuelta llamada Klein
l. El niño goza jugando con las palabras, dice Freud!El niño se angus-
tia al asociar con palabras, dice Klein.
14
su teoría, la infancia construida por Freud aparece en la pedagogía de
Kant.
¿Es que los rúños y las rúñas no dicen nada singular? No hay
recuerdos infantHes, sino recuerdos referidos a la infancia: hay un
espacio construido por los . adulto~. La inmortalidad de los padres,
negada por la realidad, se refugia en los "hijos". El rúño y la niña, por
el deseo de no ver de los padres, son sostenidos en la omrúpotencia que
supone cierto suicidio imaginario. ¿Acaso los niños n() prestan su palª-
bra a la reali zación de un deseo en los padres?
Cuando el niño y la niña quieren salir de esto producen sfntornas
que son la angustia de los padr~s. El síntoma viene a constituirse como
mancha en el espejo del narcisismo parent~. ¿Quién tiene la culpa? La
teorfa de la seducción comienza a produc.ir efectos. La madre lo mimó
demasiado, el padre no le prestó la atención debida. El niño no fue
deseado, el niño no fue cuidado. ¿Quién tiene la culpa? La respuesta
clásica decía que la madre, la modernidad oscila entre dos culpables:
la sociedad y/o el padre.
15
noico que defiende sus miembros del ataque de los extraños: cuidar de
los que rondan la hija, protestar de las amistades (masculinas y feme-
ninas) dellújo, recelarse mutuamente por amiguas relaciones que habí-
an pasado por ser solamente amistosas.
Los hijos son el goce incestuoso de los padres. el sufrimiento de su
imposibilidad. la "causa" de sus deseos. ¿Cuántos padres encontraron,
casi en el borde de su comedía sexual, una amante de la edad de la hija?
¿Cuántas madres sintieron despertar en ellas cierta vaga inquietud
frente a los amigos adolescentes de sus hijos?
Los hijos, el bien supremo vedado. De la misma ma.nera. que la
madre es el bien supremo vedado para ellos.
Melarúe Klein describió las fantasías adultas en relación con los
niños y con los hijos, así como la respuesta seductora de los mismos a
los pedidos angustiosos de sus padres. ¡011. niño terrible que dibujas el
cuerpo despedazado de tu madre para que suponga que deseas volver
a ella. cuando en realidad sólo pides perderla para siempre!
El malestar en la cultura
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El superyó no es la cultura, sino el malestar de la cultura_, El rúño
escuchado por Freud es un "juguete erótico", es el soporte de la infan-
cia de los padres y el sueño de una recuperación del yo ideal de los
mismos.
El rúño escuchado por Fre:ud tiene un malestar singular: la sexuali-
dad infantil. Poco importa que Freud haya descubierto la sexuaUdad
infantil en general o haya escuchado el momento histórico en que los
niños comenzaban a ocupar cierto lugar en la econonúa Iibidinal de la
fatililia: lo cierto es que lo infantil se vuelve sex.ual. El rúño no es sólo
un sigrúficante, sino que funciona como objeto a. Pero además, en un
momento hasta su función de objeto a puede ser abolida al ser tomado
como sopone del significante falo. Un significante, una diferencia. Un
niño comparado con otro rúño y que sostiene o amenaza en esta com-
paración el ideal oe los padres . .
Lacan ha subrayado en la más neurótica de las perversiones .en la
llamada homosexualidad1 el desafío al padre -su llamada, muchas
veces desesperada, caído en las redes de la onuúporcncia materna-.
¿Cómo decir que el niño quiere quedarse con la madre. sin decir a
la vez que necesita liberarse de ella? La muene del padre, el amor al
padre, la vertiente pasiva del edipo y su relación con la religión: algu-
nos de los temas excluidos del infantil psicoanálisis.
Malest.ar de los padres producido por el sexo de los hijos, malestar
de los hijos por el lugar que ocupan en la trama libidinal de los padre~,
malestar en la cultura que se designa por supery9: mandato del goce,
agujero "obseeno y feroz'' de una metáfora fallida, la que da nombre ~1
pape~,·
Es a ese m~lestar de la cultura que responden los síntomas de los
niños: "Las fobias de los niños pequeños a la soledad, la oscuridad y
las personas extrañas, fobias que han de considerarse casi normales,
desaparecen por lo general con el transcurso del tiempo.
Las zoofobias, tan frecuentes, siguen la misma suerte, e igualmen-
te muchas histerias de conversión de los años infantiles. Durante el
período de latencia es frecuentísima la aparición de ceremoniales,
pero sólo un pequeño tanto por ciento de estos casos llega a desarro-
llarse hasta plenas neurosis obsesivas. Las neurosis infantiles 1 en
17
gener~-dentro de los límites de nuestras experiencias clínicas, cir-
cunscriptas a niños de ciudad. de raza blanca, sometidos a altos nive-
les culturales-son episodios regulares del desarrollo, aunque has~a
ahora no se les haya concedido la atención que merecen. En los neu-
róticos adultos hallamos siempre los signos de una neurosis infantil
sin excepción. En cambio, no todos Jos niños que muestran tales sig-
nos llegan después a ser neuróticos. Quiere esto decir que en el curso
de la maduración tienen que haber desaparecido ciertas condiciones
de la angustia y perdido su significación ciertas situaciones peligrosas.
A esto se agrega que algunas de estas situaciones peligrosas logran
salvarse y pasar a épocas posteriores, modificando correlativamente
su condición de la angustia ( ... ). Otras condiciones de angustia no se
hallan destinadas a desaparecer, sino a acompañar al hombre durante
toda la vida. Así, el miedo al superyó". (Inhibición, síntoma y angus-
tia. Cap. 9). ·
Volvamos a repetir: el niíio reprime un saber sobre la muerte del
padre, la nifia está pendiente de un amor y sólo se vuelve deseante por
una pérdida.
Se puede amar como niña o como niño, per9 sólo se puede desear
como masculino. El "infante" es el espacio construido por el deseo de
los padres, la exclusión de la pulsión invocante.
Si Lacan tiene ra:tón, será necesario pensar la diferencia entre
infancia (donde el niño encarna el deseo de los padres), masculino
(como deseante) y 1lirioslniñas (queriendo ser deseables). Lo que no
puede sostenerse es el ti empo filosófico que supone la difere ncia
"infancia''/"adultéz" en tanto referidos a la duración de una cosa que
sería el cuerpo. En cambio, existe un tiempo lógico. Instante de mirar:
infancia. Tiempo de comprender: masculino. Momento de concluir:
niñoslniñns. Pero aquí la diferencia de sexo no sigrúfica articulación de
la castración sino entrega al lugar deseable. Hacer de hombrecito,
hacer de mujercita. Si el instante de mirar de lo qu~ llamamos infancia
puede ser referido al yo ideal, el tiempo de comprender masculino se
referirá al superyó, mientras que el momento de concluir en tanto que
nirlol11ifuz $e~á insta\lfaclón de un ide.al del yo.
SiQ el tiempo lógico, sin el juego imaginario de los ideales, es
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imposible salir de los supuestos de la maduración (aunque, por educa-
ci6n, se los deje de nombrar) pulsional.
Muchos adultos son niflos y son niñas, concluyeron de alguna
for ma en esta certeza. ¿Se explica esto diciendo que "reprimen'' algo?
En el campo de la práctica del psicoanáüsis con niños/niñas el retorno
a Freud se ha visto afectado por, la supresión de un discurso que no
supo proponer algo diferente. En forma vergonzante, en el secreto de
la consulta, con los pcquefios se sigue haciendo lo que la ternura pro- .
pia dicta y lo que la experiencia de Melanie KJein obliga.
Contra el psicólico de Melanie Klein, será necesario vol ver al
pequeño perverso y la pequeña perversa de Frcud: "Si obramos con
prudencia, no haremos más que traducirles a lo consciente aquello que
ya inconscientemente saben( ...) no se corre nunca peligro de pervertir
a una muchacha inexperta, pues en aquellos casos en los que no exis-
te ya un conocimiento inconsciente de los procesos sexuales no llega
jamás a producirse sfntoma (histérico) alguno. AHí donde surge una
histeria no puede hablarse ya de inocencia en el sentido que los padres
y los educadores dan a este concepto. En 11iños y nirins de diez, doce y
catorce años he llegado a convencerme de 1a absoluta exactitud de este
principio". La cita pertenece al Caso Dora, es anterior al tierno
Juanito.
El síntoma es aquí un saber inconsciente, será prudente escuchar-
lo. ¿Acaso no lo hizo ya Maud Mannoni? Es necesario leerla. allí se
avanza hacia Lacan sin que exista un verdadero retorno de Freud.
La construcción de la infancia por el psicoanálisis se relaciona con la
función del niño en nuestra cultura. Será necesario, entonces, estudiar
los niños supues10s en las diferentes pedagogías (la excelente Paideia de
· Jaegger puede ser un punto de partida). El niño supuesto por la pedago-
gía de Kant no es el mismo que se encuentra en el Emilio, siendo éste
último quien más convence a los adultos. Un infante es deseado, pero 1 ª
pedagogía existe porque allí también comienza un desean t~.
¿No es cualquier análisis el movimiento que conduce d~l deseablf.
que parasita el reconocimien¡o, al deseante que salta al boroe.del 4,b~
mo de la causa~ El poder es algo que se dice. el psicoanálisis algo qQe
se escucha.
,·..
19
Las personas grandes y el niño
Eric Laurent
21
Es cierto que nadie ha contribuido, tanto como Freud, a compleji-
zarla. En la época de la ciencia, él se dedicó a producir las etapas del
desarrollo del niñ.o que hacían de ese desarrollo un camino mucho más
complejo que la pubertad, al punto, para los psicoanalistas, de hacerla
desaparecer.
Este corte entre el niño y el adulto retorna nuevamente bajo apa -
riencias técnicas como las de los especialistas de adolescentes o de
niños.
Freud, es necesario no olvidarlo -como a veces sucede-, era pedia-
tra. Trabajó durante una decena de años, entre su retorno de París de
1886 y el momento en que se introdujo seriamente en los estudios
sobre la histeria en 1896, en una consulta para niños.
Durante diez años, iba tres veces por semana, los martes, jueves y
sábados, de 15 a 16 horas, a trabajar en un instituto, el Instituto
Kassowitz. Era uno de los primeros dispensarios abiertos por un miem-
. bro de la comunidad judía de Viena. Kassowitz había transformado, un
departamento, dentro de un edificio burgués, en un dispensario para
niños que él quería abierto para los niños pobres y las enfermedades
.generales de la infancia.
Freud mismo, en su presentación, su autobiografía, sefiala antes de
dejar París y de volver a Viena: " Yo residí algunos días en Berlín a fin
de obtener algunas nociones sobre las enfermedades generales de la
infancia. Kassowitz, quien dirigía en Viena un instituto público para
los níños enfermos, había prometido instalarme allí un servicio para las
enfermedades nerviosas de los nifios. En Berlín, encontré junto a Ad.
Baginsky, una acogida y un apoyo amistosos. En el Instituto
Kassowitz, publiqué en el curso de los afias siguientes varias obras de
cierta amplitud sobre las parálisis cerebrales uni y bilaterales de los
niños. Es por otra parte a continuac.ión de ésto que Nothnagel me
encargó más tarde, en 1897, que tratara este mismo tema en su gran
"Manual de la terapia general y especializada". 2
Jones, en su biografía, señala que Freud, tenía que instruirse en
pediatría porque él sabía que no podría esperar un puesto en la clínica
universitaria de psiquiatría y de neurología en Viena a causa de que era
judío.
22
No hay que olvidar entonces que antes de escribir sobre el Pequeño
Hans, Freud había visto muchos niños, al punto que Pierre Marie, neu-
rólogo francés, escribe en 1893 en la Revista Neurológica, a propósito
de la Monografía de Freud: "Esta Monografía es sin duda alguna el tra-
bajo más exacto y el mejor pensado que ha aparecido hasta el presente
sobre la cuestión tan confusa y tan poco conocida de las displejías cere-
brales infantiles, publicándose cincuenta y tres casos observados."
Esta Monografía se realiza a la manera de Freud: doscientas veinte
páginas incluyendo una bibliografía de ciento ochenta títul.os, al estilo
del primer capítulo de "La ciencia de los sueños" con su bibliografía.
Sabernos además -las cifras han sido verificadas- que en el
Instituto Kassowitz, en sus comienzos, en 1884, había siete mil tres-
cientas once consultas por añ.o.
He aquí seguramente una de las cosas que dieron a Freud la autori-
dad con la cual él sitúa, en las cartas a Fliess, la fecha del desencade-
namiento de la histeria entre un año y medio y cuatro años. Freud no
retrocede ante la disminución del umbral de la fecha de la pubertad a
causa de la consideración de la importancia del traumatismo causado
por la cuestión del sexo en el niño. El conservará siempre el lugar oe
la pubertad como lo que permite la reedici6n de Lo que pasó en la
inf<Ulcia. El1o conservará a todo lo largo de su obra para designar este
nuevo goce al cual el niño tiene acceso y esta nueva manera que tiene
su sexo de manifestarse.
Con esta datación de la histeria, Freud remonta la preocupación
sexuada en el niño a los seis meses de edad, lo que tiene como conse-
cuencia que el niño no puede concebirse sin una cuestión edípica,
como el Hombre de los Lobos lo demuestra. Al mismo tiempo, Freud
sitúa en los diferentes estadios de la organización genital infantil todo
un modo, toda una serie de versiones del padre que se retraducen. Es a
propósito del Hombre de los Lobos que admitirá el estadio de organi-
zación oral infanW porque le demostró que sus problemas alimentarios
estaban ligados al padre.
Reconocer la pulsión oral no implicaba en absoluto para Freud la
existencia de un estadio oral de organización infantil. La primera edi-
ción de "Tres ensayos" reconocía plenamente la pulsión oral. Sin
23
embargo, Freud no le otorgaba como consecuencia la introducción de
un estadio oral sino a partir de la conexión con el padre, la comida teté-
mica y el canibalismo.
A panir de allí, en Freud, el psicoanálisis ha estado tendido entre
dos ejes: por un lado la relación con el falo, constante después del ini-
cio de la exisrcncia del sujeto; por~l otro, las diferentes versiones que
da el desarrollo del niño a través de las organizaciones pulsionales.
Estaba claro para Karl Abraham. que se hizo el héroe, el portavoz
del psicoanálisis con los niños, que el psicoanálisis de un niño consis-
tía en tomarlo de la mano, hacerle pasar de las organizaciones fantas-
máticas pregenitalcs a una organización genital y reconstruir así el
desarrollo del niño.
El fin del psicoanálisis del niño estaba claramente planteado, así
como su meta y su desarrollo por el mismo motivo. Un niño sumido en
un mundo de objetos parciales era conducido a un mundo donde, a tra-
vés de su relación con el falo él era "edipizado'' ("edipianisé'').
Abraham lo planteaba así y ha pem1anecido constante en el mundo
psicoanalítico. Tomemos como ejemplo el libro de Joyce Mac Dougan
y de Serge Lebovici, libro que no es reciente ya que data de los años
1960, pero que ha sido reeditado regularmente, la úlrima vez en 1984.
Este libro ha sido traducido al inglés y contiene dos prefacios, uno de
Winnicott, otro de Lebovici. Todo eso forma una suene de pot-pourrí
internacional. El niño es americano, habla con Joyce Mac Dougall en
inglés, y apareció primero en francés antes de ser traducido al inglés.
Se trata allí de una psicosis infantil guiada en un año hasta la cura.
Los dos autores han preparado luego juntos la publicación y seña-
lan lo siguiente: "Los dos autores de este li bro se reunían cada semana
para discutirlo y comentarlo. Es sin embargo a nuestro paciente a quien
le debemos lo esencial de este documento, es él quien nos ha llevado a
comprender el camino t1oloroso que ha recorrido, atacado sin cesar por
sus objeros internos. hasta que una organización portadora de valencia
edfpica se abre paso y le permite un cierto dominio de valor pseudo
neurótico. 3
Sobre qué estamos de acuerdo en este texto? Los "estadios de orga-
nización infantil" son más bien considerados como los "estadios de
24
desorganización infant.il'': el objeto oral y el objeto anal atacan desde
el interior. Esta metáfora. no muy freudiana, es post- ldeiniana. ella
supone la obra de Melanie Klein.
Se supone luego el sadismo de los diferentes estadios (oral-anal)
-los objetos internos atacan- y enseguida una "orgaruzación portado-
ra de valencia edípica- . Es el Edipo sin serlo, y eso le perrrute un "cier-
to dominio de valor pseudo-neurótico". Lo "pseud<.}-neurótico'' res-
ponde a lo "portador de valencia". Finalmente, es como si hubiera un
padre.
El Dr. Lacan señalaba que la mejor definición de la psicoterapia que
puede darse es la de "hacer creer a alguien que él cree en su padre".
Construir un mito "portador de valencia edípica" de modo de "tener un
dominio pseudo-neurótico'' según los términos utilizados por Lebovici
y Joyce Mac Dougall, puede traducirse así: "hacerle creer a alguien
que tiene un padre".
Desde el punto de vista de la enseñanza de Lacan. ¿hemos salido
verdaderamente de tal perspecti va? Esta es muy cómoda y por debajo
de numerosas variaciones y reformulaciones, constituye una vulgata en
el movimiento psicoanalítico.
Quisiera distinguir en la enseñanza de Lacan una teorfa clásica de
la cura del ruño y su crítica. hecha por el mismo Lacan. Ella se encuen-
tra en el rexto intitulado "De una cuestión preliminar a todo tratamien-
to posible de la psicosis''. La definición que él da está toda entera en
un materna, el materna de la metáfora paterna.
Nombre-del-Padre Deseo de la Madre A
_ _ __ __ ___... Nombre del Padre ( - - )
Deseo de la Madre Significado del sujeto Falo
25
objetos que él busca en la madre. No hay relación directa, si se quiere,
entre el nilío y el padre. El niño no se identifica, "no encuentra su valor
fálico", no tiene la idea, de que todo lo que se dice en el Otro tiene
valor fálico. sino gracias al operador del Nombre-del- Padre. El nifio
no se identifica más que al tomar sobre el padre la identificación fun-
damental por la cual él asume el deseo ele la madre. Se deduce de eso
un cierto número de conse{;uencias clínicas, para las diferentes esn·uc-
turas. Nosotros nos atendremos a las perversiones y a las psicosis.
En lo que concierne a las perversiones: "Todo el problema de las
perversiones consiste en concebir cómo el niño. en su relación con la
madre, relación constituida en el análisis no por. su dependencia vital,
sino por su dependencia de amor, es decir por el deseo de su deseo, se
identifica con el objeto imaginario de ese deseo en tanto que la madre
misma lo simboliza en el falo"4 • Esto para las perversiones.
En lo que concierne a las psicosis: "Sin duda la adivinación de lo
inconsciente ha advertido muy tempranamente al sujeto que, a falta de
poder ser el falo que le falta a la madre, le queda la solución de ser la
mujer que le falta a los hombres".5
Todo, en este pasaje, está en el "muy temprano" y en la "adivina-
ción de lo inconsciente". "Muy temprano" quiere decir. que antes del
desencadenamiento de la psicosis del Presidente Schreber, que no
sobreviene muy temprano (ci ncuenta y un años. es tardío). había algo.
El "muy temprano" puede ser comparado con lo que Lacan JI amó "una
insondable decisión del ser'' en un texto publicado dlez años antes de
aquel que nosotros citamos, "Acerca de la causalidad psíquica··.
Jacques-Alain Mi1ler ha podido hacer entender el alcance de esta
"insondable decisión".
El sujeto Schreber terúa "muy temprano", a causa de esta "inson-
dable decisión del ser''. una idea de la solución para la operación fáli-
ca. Entretanto él se identi ficó, como pudo. con una "identificación
cualquiera sea, por la cual el sujeto (Schreber) asumió el deseo de la
madre". 6
Lacan, presenta así una distribución general de la clínica, asignan-
do su lugar al niño, en cada estructura, a partir de la consideración del
falo, y esto en una perspectiva totalmente distinta de la de los estadios
26
de Abraham. Este último se reducía a deducir la neurosis infantil del
estadio anal, post-sádico; deducía la melancolía del estadio sádico
oral, es decir que él asignaba a cada enfermedad una etapa del desa-
rrollo. El término del falo está en la oposición, es un término antievo-
lutivo. Lacan reconocfa el objeto transicional de Winnicott, pero se
rehusaba a tomarlo dentro de una perspectiva evolutivá.
El interés de Winnicott era en efecto mostrar que por más lejos que
uno se remonte, se encuentra siempre un objeto de tipo fálico en el
medio de los estadios pulsjonales más kleinianos, un objeto no klei-
niano en el seno mismo de este desarrollo.
En esta perspectiva, ¿qué es analizar un niño? Es asegurarse que él
tenga una versión del falo, asegurarse que él no es el falo, pero qu.~
tiene una relación con el hecho de haber sido el falo. Es asegurarse, por
un lado, que él lo ha sido y por otro, que él no lo es más.
27
El les explica esto: "Los hombres se inscriben en un tiempo que lla-
mamos planetario, t1ondc se enterarán de ese algo que ha surgido de la
destrucción de un ant1guo orden social que yo simbolizaría por el
l mperio tal que su sombra se ha perfilado durante largo tiempo en una
gran civilización. el cual ha sido sustituido por algo bien distinto y que
no tiene en absoluto el mismo sentido. los imperialismos, sobre los
cuales la pregunta es la siguiente: ¿cómo hacer para que las masas
humanas. desti nadas al mismo espacio, no solamente geográfico sino
en ocasiones familiar, permanezcan separadas? ( ... ) Cómo noso-
tros-otros (nos-autres) , quiero decir, los psicoanalistas, vamos a res-
ponder: la segregación puesta al orden del día por una subversión sin
precedente." 10
Se trata aquí de una visión que no hallará verdaderamente sus mate-
mas sino t!I año siguiente en el Seminario sobre "El reverso del psico-
análisis". y se trata igualmente de una crítica del Edipo. Para com-
prender cómo situar al ruño, estamos obligados a poner en cuestión el
tratamiento del goce a una escala que no es la escala familiar. La esca-
la familiar del tratamiento del goce -la metáfora paterna y el Edipo-
está aquí tomada en un orden de subversión mucho más grande.
Cuando Lacan hace referencia a la obra de Freud en este texto, él
hace además que su propia lectura arranque de la época de su
Seminario sobre "La transferencia" e indica su camino hacia "La ética
del psicoanálisis''. ¿Qué es entonces la obra de Freud? se pregunta él.
"Justo antes de los puntos culmi nantes del camino que yo instauré de
su lectura antes de abordar la transferencia, después de la identifica-
ción, después de la angustia, no es por azar, esa idea no se le ocurriría
a nadie, si este año, el cuarto ante de que mi Seminario en Sa.inte Anne
nnalice. he creído deber asegurarnos de la ética del psicoanálisis.
Parece en efecto que corremos el riesgo de olvidar en el campo de
nuestra función que una ética está en su principio, y que desde enton-
ces todo lo que se pueda decir, y también sin mi consentimiento sobre
el fin del hombre, es concerniente a una formación que se puede cali-
ficar de humana que es nuestro principal tormento." 11
A lo largo de estos Seminarios. Lacan interroga eso que el psico-
análisis ha aportado a la cuestión del goce. La cuestión del falo imagi-
28
nario, tal como ella está inscripta en la metáfora paterna. ya no es sufí-
dente.
Jacqucs-Aiain Miller ha demosrratio que el Seminario sobre "La
transferencia'' gira alrededor de la escritura del falo imposible de nega-
tivizar. y esta última se inscribe en el borde de estas considerac.íones
sobre el imperio. el niño. la libertad humana, los goces y su tratamien-
to social.
En la "Proposición ( ... ) sobre el psicoanalista de la Escuela'', Lacan
evoca el lugar de la ideología edípica en el mundo, en los tres regis-
tros, simbólico, imaginario y real.
Para definir el horizonte del psicoanálisis, para definir la tarea y el
trabajo de doctrina del jurado del pase, él evoca tres horizontes: el de
la crírica en lo simbólico del mito edípico, el de la crítica de las
Sociedades de Psicoanálisis por la función que ellas atribuyen al padre
ideal en lo imaginario y tercer punto. el campo de concentración como
ligura real de un goce nuevo propio de nuestro siglo.
Uno puede preguntarse cómo con proposiciones tan claras, noso-
tros nos hemos vuelto a encontrar con jurados del pase que apuntaban
a la intimidad íntima de los sujetos. sin rel ación con estas cosas tan
éxtimas como son la organización de la familia en las sociedades con-
temporáneas, la organización de la sociedad analítica y el surgimiento
del campo de concentración.
En eltinal del texto sobre la infancia alienada, Lac.an dice: "Ciertas
antimemorias tienen estos días actualidad (¿por qué son anti, estas
memorias? Sí es de no ser confesiones. se nos advierte, ¿no es esa
desde siempre la diferencia con las memorias?). Sea como sea, el autor
Jas abre con la conüdencia de extrañas resonancias con la cual un reli-
gioso le elijo adiós: "Yo he llegado a creer. mire Usted, en este ocaso
de mi vida, le dice, que no hay personas grandes". He aquí lo que seña-
la la entrada de todo un mundo en la vía de la segregaci6n." 12
Si se releen las Antimemorias de Malraux n, se halla en la primer
página de estas memorias lo siguiente:
"Yo me evadí en 1940 con el futuro capellán de Vercors, nos reen-
contramos poc-o tiempo después de nuestra evasión en el pueblo ciel
cual él era cura párroco y donde él daba a más no poder a los israelíes
29
certificados de bautismo de cualquier !echa. a condición sin embargo
de bautjzarlos.
- Siempre algo les quedará, dice el capellán.
-¿Desde hace cuánto tiempo usted contiesa?
- Desde hace unos quince años.
- ¿Qué es lo que la confesión le ha enseñado de los hombres?
- Usted sabe, la confesión no enseña nada porque desde que se con-
fiesa se es otro, está la gracia. Y sin embargo ... y en primer lugar que
la gen[e es mucho más desdichada de lo que se cree. Y luego elevó sus
brazos de leñador en la noche llena de estrellas:
- Y luego en el fondo el hecho es que no hay personas grandes."
30
costado profundamente infantil. Hay una conexión en las
Antimemorias entre el tema, digamos, del niño y el del campo de con-
centración. Es lo que Lacan continúa a su manera: del hecho de que ya
no hay personas grandes, él hace, por un lado, el signo de la entrada en
el mundo de la segregación y por·el otro, el enuncio del reino del niño
generalizado: "¿Atraparemos -dice-, de la expresión el niño gene-
ralizado la consecuencia?" 15• No es seguro que en un mundo modit1-
cado por la ciencia y el discurso del capitalismo, el padre tenga toda-
vía un estatuto trágico.
El estat\ltO del padre moderno es aquel del padre claudeliano, es un
padre humillado, es el padre de familia en tanto trabajador, aquel que
aporta el dinero del hogp.r y a quien en el fondo y cada vez más no. se
pide otra cosa que ser un trabajador aplicado con una participaciQn
general de la responsabilidad definida por la ley de modo democráti-
co, y muy poco trágico. Si este padre está bien asegurado, puede desa-
parecer, los niños serán educados.
Los discursos organizan el mundo. El sujeto se inscribirá allí a
pesar del padre, ¿más allá del padre? Est.:1. es la pregunta que plantea
Lacan al reexaminar el Edipo freudiano a través de la tragedia claude-
liana y el padre de Moisés y el monoteísmo en "El reverso del psico-
análisis".
Una persona grande, sería un sujeto que podría ser responsable de
su goce, que podría responder de él de otra forma que bajo el modo de
la queja que escucha el confesor. ¿Pero hay un sujeto que sepa lo que
él hace de su goce?
Ciertamente no e1 padre ideal en tanto que amo del goce, en tanto
que amo del deseo, sino aquel que ha llegado hasta el límite de un
deseo y que ha visto sus restos. A partir de allí, Lacan redel'inirá al
padre, menos en términos de falo que.en relación con el objeto a.
En "La lógica del fantasma", el Dr. Lacan podr(a asf dirigirse a su
público: "Todos los que aquf me escuchan, ustedes son todos aquí,
abortos del deseo que los ha puesto en el mundo''. 16
Esto es brutal, pero viene en lugar de: "Ustedes son todos aquí,
falos del deseo de la madre, ustedes son todos aquí también, resto,
envoltura que han perdido del deseo que los ha puesto en el mundo. El
31
falo que el padre les prometía, el 'tú serás un hombre, hijo núo', eso
estaba muy bien para Kipling, para la fonnaci6n del hombre imperial."
El padre. según Lacan, deviene desde ahora aquel que puede, no
prometer el falo, sino enfrentarse a la parte de viviente perdida. Esto es
una versión de Edipo en Colana, aquel que se mortifica en vida, aquel
que entra en la muerte brutalmente, aquel que los hijos tratan de rete-
ner pero que va al templo y desaparece inmediatamente.
Esta cuestión del niño es solidaria del fin del análisis. Michel
Silvestre en su artículo "La neurosis infantil según Freud'' señalaba
que para el niño lo que se sabe es que él responde a la pregunta de la
madre en juego en la metáfora paterna: "La pregunta que se plantea el
niño, dice, es: '¿Qué desea mi madre?'. A esta pregunta hay una rS!S-
puesta -incluso si es al precio de una neurosis que el niña la encuen-
tra. Por el contrario, la pregunta que se plantea aquel para quien la CíiS-
traci<.'Sn es ta. co.o.dición de la. .sexualidad, sería más bien aquella que
Freud plantea: '¿Qué quiere la muj er?'. Allí justamente, no hay res-
puesta: e.l significante falta" P
Michel Silvestre concluía entonces su artículo sobre el deseo de la
mujer y eso nos lleva a la ausencia de signiíicante en el Otro. El signi-
ficante de la mujer no se encuentra en el Otro.
A partir de. 1969. para Lacan hay una cuestión preliminar a todo tra-
tamiento posible del niño. y es la cuestión de la sexualidad fe menina.
A partü de ''Aun", la cuestión de la sexualidad femenina está total-
mente tendida entre clos polos: por un lado tiene una relación directa
con el otro y por el Otro, una relación directa con el objeto a. lo que
distribuye de manera nueva los enigmas de la posición femenina y el
"¿qué quiere la mujer?".
Si el estatuto del niño en el psicoanálisis se desplaza. en Lacan. del
falo al objeto a, esto implica una basculación de la teoria y del t1n del
análisis con el niño.
En un caso, el niño debe responder desde el punto de vista fálico.
El fin se deternúna cuando él tiene una versión del falo; ya n.o vale
entonces la pena continuar, esto es suficiente, por más que le haga falta
más tarde poner esta versión a prueba. En el otro caso, lo que es nece-
sario, es una ver~ión del objeto a.
32
A través de estas dos maneras de concebir el problema. por un lado
la reali zación fáHca, por el otro la separación de-c.on (d'avec) el obje-
to a, Lacan deja abierta una cuestión. Yo la formularía así: hay sin duda
algo que separa al niño de la persona grande, lo que no es seguramen-
te la edad. no es seguramente el desarrollo ni la pubertad, sino es la res-
ponsabilidad del goce.
Notas
l. Recogido de una exposición hecha en París el21 de marzo de 1991 en el marco del
Seminario de Psicoanálisis con niños.
2. S. Freud, "Sigmund Preud presentado por él mismo", Gallimard. París. 1986, pp.
24-25.
3. J. Mac Dougall. S. Lebovici, "Diálogo con Sammy'', Payol. 1984, p. 8.
4. J. Lacan. "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis",
Escritos, Seuil, París, 1966. p. 554.
5. [bid, p. 566.
6. lbid, p. 565.
7. J. Lacan, "Discurso de clausura de las jornadas sobre las psicosis en el niño".
Q11arto, 15, febrero 1984. pp. 27--32.
8. J. Lacan. ''Dos notas sobre el niño''. Omicar?. 37, Navarin. París. 1986, pp. 13-14.
9. J. Lacan. "Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la
Escuela''. Scilicel, 1, Seuil. Paris, 1968, pp. 14-30.
10. J.lacan. "Discurso de clausura( ... )". Op. cit., p. 28.
ll . !bid, p. 28.
12. lbid, p. 31.
13. A Malraux. "El espejo de los limbos". Tomo I.Aruimemorias, Gallimard, 1972.
14. Le Lutetia. el hotel Lutetia era el lugar adonde volvían los prisioneros de los cam-
pos de prisioneros y de concentración siendo en un comienzo recibidos, y un poco
- muy poco- humanizados. E.> allí que el presidente Mitterrand encontró a Marguerile
Duras quien era voluntaria para hacer las listas, recibir a las gentes, etc. (N. de R.)
15. Op. cit., "Discurso de clausura( ... )", p. 31.
16. J. Lacan, "La lógica del fantasma", inédito. 1966-1967.
17. M. Silvestre. '·La neurosis infantil segun Freud", Mañana el psicoanálisis,
Navarin. paós, 1987, pp. 210-211.
33
Dos referencias al niño
en Lacan
Aníbal Leserre
1) Presentación
35
"En primer lugar, el lenguaje, hasta el del amo, no puede ser más
que demanda. demanda que fracasa. No es un éxito suyo. es por su
repetición como se engendra algo que es de otra dimensión que he lla-
nlado la pérdida -la pérdida por la q),le toma cuerpo el plus de ,g,.oce.
Esta creación repetitiva, esta inauguración de un;:u;limensión que
ordena todo aquello con lo que va a poderse juzgar la experiencia ana~
lítica, puede partir también de una impotencia original -para decirlo
todo; la del niño, lejos de ser la omnipotencia. Sí se ha podido adver-
tir que el psicoanálisis nos demuestra que el niño es el P~·\Ífe del hom-
bre, es precisamente porque debe haber, en_alg!lnapar!e? algo que haga._
mediac;.ión y es precisamente la instancia del amo en tanto viene a pro-
ducir, como UQ,ii&nií1c.ante., no im_por_ta cuál después de rodo, el si,gni-
ficante an10,." 2
Dos referencia, dos ubicaciones que nos presentan dos imágenes
sobre el niño, situadas históricamente. Imágenes que en la tústoria de
las ideas de Occidente presentan un antes y un después de la revolu-
ci6n industrial. Sin embargo, en relación a la experiencia analítica, lo
que subrayamos es que no significan una oposición en el sentido estríe·
to del término, sino un línúte.
Vale la aclaración de que solamente trataremos de presentar ambas
referencias y que no aspiramos a desarrollar aquí la amplia gama de
consecuencias implicadas en los párrafos transc.riptos.
36
Inscribiéndose en este desarrollo, lo que llama "La estructura funda-
mental de la loc.ura'', en el texto "Acerca de la causalidad psíquica'' se
define como la discordanciª· Jli.ll)lQJd.ial ~ntre el y.o 'j. el ser.
Recordemos la última parte del párrafo señalado: " .. .la locura sólo se
maniliesra en el hombre y con posterioridad a la 'edad de razón', y de
aquí se verifica la intuic.ión pascaliana de que 'un niño no es un hom-
bre"'. Destacamos que estas frases indican que son las primeras iden-
lificaciones del niño (lnfans), las que determinan (aparte de las tlja-
ciones de la neurosis) esa "loc.uraH gracias a la cual un hombre se cree
u.nJ1Qll1bre~ fórmula paradógica en tanto el hombre es más que su cuer-
po. Sin embargo, esto no le hace saber más acerca de su ser.
Retengamos este punto como límite en tanto el proceso de identifica-.
ci<5n no implica un saber sobre el ser.
¿Porqué intuición pascaliana? Solamente diremos que es una ti·ase
que se encuadra en la reflexión de Pascal sobre la relación del hombre
al universo. Ret1exión que encuadra lo singular, lo individual y la fe.
Estableciendo, en lo singular. la diferencia entre el espíritu del geóme-
tra y el espíritu de finura. Espfritu de tinura que posibilita diferenciar
lo singular de lo concreto y que para Pascal. más allá de los principios
universales (matemáticas), permite ver con una mirada que cala en la
totalidad. Es, en síntesis, lo que posibilita el pensar abstracto. Con res-
pecto aela H\ solamente citemos el pensamiento tan conocido: "El
corazón tiene sus razones, que la razón no conoce." Siendo el indivi-
duo .quien sólo y en su personal decisión se arriesgará en su apt,~~sta.
Cuestiones que enmarcan la at1rmaCil~n de Pascal sobre el límite de la
ciencia, en relación al destino hum ano sobre la vida y la muerte. De
all í, la importancia de los tres factores mencionados anteriormente y
que fueron desestimados por Descartes. Con respecto al hombre. la
imagen de "caña pensante''3, lo describe en su fragilidad, pero a la vez
en su grandeza. en tanto puede pensar su fragilidad: la muerte.
Mientras que para Pascal, el universo nada sabe de eso.
Antes de pasar a la segunda de las frases, destaquemos tres puntos
como consecuencias y perspectivas que la frase "Un nií'io no es un
hombre" nos presenta en la enseñanza de Lacan4 :
37
1) Es una afim1ación que se puede leer retroactivamente desde: "Los
hombres, las mujeres y los niños no son más que significantes''. 5
2) Que la perspectiva del signitlcante niño implica en la acción ana-
lítica un más allá de la asociación libre en la función de lo escrito.
Punción indicadora de la "radical ambigüedad significante", que
nos señala que si la vida puede detlnirse por la función de repro-
ducción (reproducción de un cuerpo). ésta no se puede circunscri -
bir ni a la vida ni a la muerte, ya que siendo sexuada entraña a
ambas. Pero también esta "radical ambigüedad significante",
implica que no hay ninguna "realidad prediscursiva". Hombres,
mujeres y niños, nada significan como realidad prediscursiva.
3) Las consecuencias de la diferencia planteada en la frase "Un niño
no es un hombre'' no nos autoriza a plantear una especialidad en
cuanto a la práctica. pero tampoco nos disculpa de la existencia de
las diferencias . Se trata -en la acción analítica- de las condiciones
de posibilidad, y de mantener sensibles las reglas a la experiencia.
38
Psicoanálisis, que es de donde extraemos la frase "El niño es el padre
del hombre", recordemos que lo que primero afirma Lacan es que el
lenguaje no puede ser más que demanda. Entendemos que se trata de
que las necesidades del hombre pasan por el Otro, es decir, son des-
viadas. Y que en tanto demanda, es que se produce la identificación
primaria, aquello que suspende. que filtra, que fragmenta y modela las
necesidades en los desfiladeros del signit1cante. Transformación del
organismo en un cuerpo e instalación de una pérdida. Tal c.omo lo
refiere Lacan, en el párrafo citado, la repetición engendra la pérdida
por que toma cuerpo el plus de goce. Toma cuerpo el p~us de _gºc~ ll
través y bajo..la.forma..d~.re.p.etid.ón que.da..c.u.enta,d.el...r.asgo.unario,..es
decir de una idenf.ificil.~W!\, .RasgQ, qu~_ lleva la m~ca ctel Otro.
Sin embargo, creemos que el uso de la frase "El niño es el padre del
hombre", en el contexto de "Más allá del Edipo'' por parte de Lacan,
tiene otros alcances aparte de los mencionadas. Recurriendo retrospec-
tivamente al seminario sobre la Etica, leemos:
"Si el beneficio, si la novedad de la experiencia analítica debería limi-
tarse a esto, ella no llegaría más lejos que ese pensamiento fechado que
nació mucho antes que el psicoanálisis, según el cual el niño es el padre
del hombre. La fórmula, citada con respeto por Freud mismo, es de
Wordsworth, poe~a romántico inglés.'''. Encontramos una pista al ubicar
brevemente la figura de Willian Wordsworth ( 1770-1850) y el poema al
que alude Lacan. Poeta inglés, quién en el siglo XIX expresara lo que
Valéry en el Siglo XX, al decir que se escribe mejor cuando la emoción
ha cesado. Su poesía expresa, a través de la liberación de las reglas de
composición y estilo establecidas por los autores clásicos-característica
principal del romanticismo-. la idea de conciencia de la personalidad
humana. Como rasgo peculiar de Wordsworth, citamos la siguiente frase:
"El poeta no debe dejarse llevar por la emoción que conforma el poema,
sino más bien por la emoción recordada con tranquilidad''.
El Poema, en sus tres últimos versos. dice así:
39
A la vez. estos tres versos sirven de prefacio a su extensa Oda:
"Indicios de inmortalidad en los recuerdos de la primera infancia".
Tanto de la lectura de estos versos, así como de la extensa oda
recién citada, podemos inferir que se trata de un anhelo. Anhelos que
el romanticismo de W. Wordsworth, expresa en los valores del espíri-
tu de la tjerra que revela -en una imprevista iluminación- la presencia
divina en el mundo visible. Es el poeta quien revive, ante las formas de
la naturaleza, la mirada del nifio que no está mortit1cada por el racio-
cinio. Valor otorgado. entonces, a los recuerdos de la infa ncia. a los
anhelos del niño y a sus ideales. Pero si la experiencia analítka se limi-
ta a valorar los recuerdos de la infa ncia, a valorar los anhelos del niño
y otorgar un valor máximo a la aparición de sus ideales (Lacan dice)
" ...ella no llegaría más lejos que ese pensamiento fec hado que nació
mucho antes que el psicoanálisis .. .''. Todo esto. Lacan lo ubica como
un límite, en el sentido de que vela el camino hacia lo real. Por lo tanto,
vemos que la experiencia analítica debe ir un poco más lejos que la
ubicación del niño como padre del hombre. Dicho de otro modo, debe
ir más allá del edipo. Creo que es una cuestión central- y una enseñan-
za permanente en la práctica con niños- como se plantea esta referen-
cia a la infancia, es decir, en que términos se plantea. Por lo tanto, si la
experiencia analítica, en el campo de la neurosis, nos lleva en sus con-
tenidos a la génesis individual, la ubicación de esta referencia s.ituada
en el romanticismo inglés. como génesis individual nos escontte algo.
En este sentido, es un límite al que hay que atravesar.
Por lo tanto, la perspectiva que presentamos al ubicar como un lími-
te la referencia "el niño es el padre del hombre", implica ubicar la ten-
sión entre el inconsciente y el campo pulsional. Además que esta refe-
rencia junto a la de "Un niño no es un hombre", si bien situadas histó-
ricamente, presentan entre sí una escansión, un corte en la historia de
las ideas de occidente, la oposición no es tal, en relación a la práctica
analítica sino justamente la concordancia en ese límite que intentamos
señalar.
Situemos, para concluir, algunos de los contornos. de este límite:
Como se recordará, el marco del seminario de .la. Etica.implica la ubi-
cación de la pregunta ¿Cuál es el alcance de la palabra? Ubicación en
40
el marco de nuestra acción, es decir en la retlexión ética que podemos
alcanzar y si esta reflexión -que sería la del psicoanálisis-, avanz6 un
poco más que las expresadas por la psicología: Acción analítica que al
inscribirse en el campo de la demanda, implica diferencias en la rene-
xión sobre el ¿Que hacer del hombre para actuar de manera recta? La
posición de Lacan, si bien es diferente, no por ello deja de inscribirse
en los sentidos y en los propósitos de quienes reflexionaron sobre la
moral e intentaron articular éticas. Lacan se suma a esa retlexión de
occidente pero presemando un tesis totalmente novedosa:
" ... mí tesis es que la ley moral, el mandamiento moral, la presencia
de la instancia moral, es aquello por lo cual, en nuestra actividad en
tanto estructurada por lo simbólico, se presentifica lo real - lo real
como tal, el peso de lo real.''9
Tesis que implica:
* Primero, que la ley moral se afirma contra el placer.
*Segundo, que al poner el peso en lo real, hablar de ley moral pare-
ce cuestionar lo que. comúnmente s.e llama ideal.
* Tercero, que en relación a la oposición primera de Freud
(Principio de placer-principio de realidad) el más allá del principio de
placer ubica la pulsión de muerte e indica que el principio de realidad
es la continuación del principio de placer por otros medios.
Desde estos puntos, Lacan subraya el carácter problemático de lo
que qui ere decir "realidad" para Freud. ¿Se trata de lo social?, ¿de lo
cotidiano?, ¿del conformismo con lo establecido? ¿de los usos acepta·
dos?, ¿de lo que ha descubierto la ciencia?, ¿de lo que no ha descu-
bierto? ¿de lo que vemos? ¿de lo que nos indican nuestros sentidos?
No, se !rata de la realidad psíquica. Pero esta realidad psíquica presen-
ta un carácter problemático. Una carácter asociado a que "los limites
éticos del análisis coinciden con los límites de su praxis.'' 10 Y si la pra-
xis analílica, es una acción moral. pero en el sentido de que a través de
ella desembocamos en Jo real, por lo tanto los límites éticos son los de
su práctica. ¿Es el principio de realidad el que pone fin al proceso del
análisis? Pensamos con Lacan que no, y que en cierto sentido tenernos
un consentimiento del sujeto de ir más allá del placer. Búsqueda. que
la experiencia freudiana, resalta como vfa de una verdad reveladora.
41
podemos decir. un saber sobre las condiciones de goce implicadas,
tanto en la acción. como en los síntomas del sujeto. La cuestión es si
esa verdad reveladora es una ley superior (vale para lodos) o una ver-
dad particular (vale solo para uno). ubicándonos en la relación entre lo
universal y lo particular. Verdad que se encuentra en cada uno pero
también en otros. Verdad patticular, en tanto se presenta en cada uno
bajo la forma de una íntima especific.idad, con un carácter de deseo
(anhelo imperioso. Wunsch que la experiencia analítica revela y que
tkne un carácter particular e irr~ductible. Sin embargo, lo múversal es
que esa particularidad se encuentra en cada uno de los seres hablantes
(singularidad). ¿Pero bajo qué forma aparece este deseo? Se lo ha cali-
ficado de fase regresiva, de irrealista, de infantil, de pe~sami ento libe-
rado al deseo (deseo considerado como la realidad). ¿Este es el lfnúte
de nuestra experiencia? Lacan responde diciendo: "¿Pero, es éste todo
nuestro descubrimiento, es ésta toda nuestra moral: la atenuación, el
nacimiento, el descubrimiento de ese pensamiento de deseo, de la ver-
dad de ese pensamiento? ¿Esperamos que de su sola revelación surja
un lugar neto para un pensamiento diferente? En cierto modo sf, es de
ese modo, es así de sencillo. Pero también, al formular así las cosas,
todo verdaderamente nos queda velado". 11
Dicho de otra manera. llegar al punto de los Ideales, que la frase "El
nifio es el padre del hombre" nos presenta, es el límite que la perspec-
tiva del fin de análisis debe atravesar.
A su vez, nos parece una cuestión central corno se plantea esta refe-
rencia a la infancia, es decir, en qué términos se plantea. Si la expe-
riencia analítica, en el campo de la neurosis, nos lleva en sus conteni-
dos a la génesis individual, sin embargo, lo que sostiene Lacan es que
esta génesis individual nos esconde algo, que hay que ir más allá.
Entonces, ubicar la referenci a "al niño CQ(lli) padre..del.hombr~:. l!)}pli-
ca ubic.ar la tensión entre et..ve.nsanlieoto..ir).consciente .y el-pensamieu-
to que se denomina "adulto'.'.
Cito a Lacan:
"Lo que palpamos sin cesar es que éste (referido al pensanúento
adulto) es más bien lerdo en comparación con ese famoso pensamien-
to del nifio, del que nos servimos para juzgar a nuestro adulto. Lo uti-
42
lizamos no como un contraste, sino como un punto de referencia, punto
de perspectiva, donde lo no acabado, incluso las degradaciones, con-
fluirían y culminarían. Hay aquí una contradicción perpetua en el uso
que hacemos de esa referencia." 12
Valgan estas notas para ubicamos en esa contradicción que señala
Lacan y no responder con un "modelo de ser adulto".
Notas:
(!)J. Lacan, " Acerca de la causalidad psíquica", Escritos 1, Ed. Siglo XXI, Pág 177.
{2) J. Lacan, El Seminario, Libro XVII, El re~-erso del psicoanálisis. (1969-1970). Ed.
Paidós. Pág 132
(3) Citemos el pensamiento de Pascal : ··m hombre es solamente una caña, la cosa más
frágil de la naturaleza, pero un caña pensante. No hace falta que el universo entero se
annc para aplastarle: uo soplo de viento, una gota de agua, basta para destruirle. Pero
aún cuando el universo lo aplastara. el hombre sería todavía más noble que lo que lo
mata. Porgue sabe que muere, y lo que el universo tiene de ventaja sobre él, pero el
universo nada sabe de eso:· Citudo por Johunnes Hirschberg. Historia de la Fílosofítt.
Ed. Herder, Barcelona 1965.
(4) Hemos tratado de desarrollar estas implicaciones en un libro. que lleva por titulo;
"Un niño no es un hombre'" (Ed. Atuel. Bs. As 1994). partiendo de tomar las referen-
cias al niño en los Escritos de J. Lacan. Una lectura que sitúa las diferencias del desa-
n·ollo en un eje diacrónico. pero en relación a un elemento estructural como es el suje-
to. y que nos ubica, en la práctica del psicoanálisis, las diterencias desde una perspec-
tiva sincrónica.
(5 ) J. Lacan, El Seminario. Libro XX. Aun. Ed. Paidós. Pág 45.
(6) J. Lacan, Libro XVII, Op. Cit.
(7) J. Lacan, El Seminario, Libro VII, La Etica del pJicoanálisis. Ed. Paidós. Pág 35.
{~) Anrología poética del Romanticismo inglés. La música de la humanidad. Selección
y u·oducción de Ricardo Silva-Santisteban. Tusque ts Editores. Barcelona 1993.
A continuación transcribimos el poema de W. Wordsworth:
« MY HEART LEAPS UP WHEN I BEHOLD...»
Salta mí corazón cuando contemplo
un arco iris en el cielo:
fue así cuando empezó mi vida;
os asi ahora que soy hombre:
así ha de ser cuando envejezca,
¡si no. morir quisiera!
El Niño es el padre del Hombre;
y quisiera mis días se concierten
unidos por auténtica piedad.
(9) J. l.acan, El Seminario, Libro VII, Op. Cit.
(lO) ldem.
(1 1) ldem.
( 12) ldem.
43
Gramática de la infancia
" En verdad, nos gustaría saber más sobre los efectos de sim-
bolización en el niño ( ... ) No hay duda de que estos efectos -
donde el psicoanalist.a coincide con el tipo de héroe moderno
que ilustran hazañas iiTisorias en una situación de extravio-
po<irán ser COITegidos por una vuelta al estudio en el que el psi-
coanalista debería ser maestro, el de las funciones de la pala-
bra:• .1. Lacan
" Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoaná-
lisis". (1953)
45 -
La lingüística: Roman Jakobson
46
parado de los sistemas ti ngüístícos fo nológicos en devenir y en disgre-
gación.
El orden que siguen los niños en la adquisición gradual del sistema
fonológico de su entorno, revela según Jakobson algunas leyes gene-
rales. Así el observa que en algunas afasias lo que se pierde en última
instancia es lo que primero se ha adquirido.
Es en el paso del balbuceo al lenguaje, cuando el sonido ad<:Luiere
una nueva función, se c.onvjert·e en..UD..S.Q.D.i..d.o de la lengua. adquiere en
ese momento valor fonemáticn.. No se trata por lo tanto de la capaci-
dad o incapacidad de articular ciertos sonidos, sino de Ia<tpari.ción del
sistema de oposiciones fo nemáticas. Por eso en el afásic.íJ lo que
importa no es el empobrecimiento de los sonidos articulables o audi-
bles sino el de los fonemas. es decir, el de los sonidos con función dis-
tintiva.
Hay dentro de la moderna patología del lenguaje autores como
K.Goldstein. que plantean que no hay ningu na diferencia entre los
sonidos y las palabras. Para Jakobson el fonema participa de distinta
fom1a que la palabra en la funci6n semiótica del lenguaje. "Si las pala-
bras tienen una significación determinada y constante. el fo nema no
ejerce más que una fu nción distintiva". Sin poseer en tanto que tal, una
significación positiva- propia.
Podemos concluir, que e l acento puesto por Jakobson en la función
distintiva del fonema, como central para la adquisición del lenguaje
excluye cualquier especulación psicológica acerca del modo en que tal
fu nción es adquirida por el individuo.
47
en la noción de equilibrio, noción tomada del modelo de la homeosta-
sis de la biología. Para él no existen en el hombre estructuras cognos-
citivas innatas sino que lo único hereditario es el funcionamiento de 'la
inteligencia. A su vez, éste funcionamiento sólo engendra estructuras
a traves .de una organización de acciones sucesivas ejercidas sobre los
objetos.
Sti' método se llama constructivismo porque no hay adquisición de
conocimientos por asociación, sino, que hay asimilación de objetos a
esquemas del sujeto. Piaget postula la existencia de esradíos que ates-
tiguan una construcción contínua. Cada estadío tiene que ver con la
adquisición de nuevas fom1as de conocimiento que llevan al equilibrio.
Respecto del tema específico del lengu~e, él lo considera co.mo una
forma particular de la funció n semiótica; en el desarrollo mental del
ni ño es de vital importancia la aparición de esta forma para la evolu-
ción de conductas posteriores. Piaget diferencia el .significante del sig-
nit1cado de manera tal que el primero permita la representación del
segundo. La constitución de la representación se logra a partir de la
función semiótica o simbólica que engloba un conjunto de conductas,
entre ellas. el lenguaje. El lenguaje al estar confomado por signos
colectivos y arbitrarios "procura el prototipo de un sistema de signifi-
cantes distintos, puesto que en la co~ducta verbal el significante es
constituido por los signos colectivos que son las palabras, mientras que
el sigtúficado es dado por la significación en las palabras, es decir por
los conceptos( ...)'' (La formación del símbolo. Cap. 6 pag. 222-223).
Este sistema de signos no le sirve al niño para expresar lo indivi-
dual, por eso el niño tiene necesidad de otro sistema de significantes
más particulares y motivados. "el símbolo'', representación del mundo
imaginario del niño. Se trata de un lenguaje que tiende a la satisfacción
clel yo y es la expresión de una verdad individual, es l a manifestaci6n
etc su cualidad egocéntrica. Para Piaget el niño progresa desde el len-
guaje egocéntrico hacia una socialización del pensamiento, que a su
vez progresivamente evoluciona hacia un pensamiento formal, lógico
y racional.
Para Piaget el pensamiento precede al lenguaje, que es para él
secundario y adquirido.
48
Lacan formula varias críticas a Piaget, una de ellas la encontramos
en el Seminario Problemas cruciales para el psicoanálisis de 1964
/.65. Allf Lacan objeta la formulación del lenguaje egocéntrico de
Piaget, al cual le opone dos cuestiones:
a) El axioma: un significante representa al sujeto para otro signifi-
cante.
b) La preexistencia del Otro, es decir que aun cuando el niño pare-
ce hablar consigo mismo, siempre hay Otro.
s~ podría ampliar y argumentar esta crítica pero no es el objeto de
L'Sk trahajo, razón por la cual tomaremos a Vigotsky que tambien dis-
cut~ co n Piage1 a raí1. dd lenguaje egocéntrico.
VigDI~ky puhlica en ] 934. un lihro llamado: Pensamiemo y len-
guaje. En este libro plantea la noción de signit1cado, donde se unen
pcnsamkmo y habla para construir el pensamiento verbal, en el signi-
ficado se da tambien una relación entre inteligencia y palabra. A su vez
una palabra no se refiere a un solo objeto sino a un grupo o clase de
objetos y cada uno de ellos es a su vez una generalización. La genera-
Uzación constiruye un acto verbal del pensamiento y refleja la realidad
en un sentido distinto de la sensación y la percepción.
Para Vigotsky la función primaria del signlficado es la comunica-
ción, el intercambio sociaL
El medio de comunicación es el signo (palabra o sonido) y a través
de sucesos simultáneos un sonido puede asociarse con el contenido de
alguna experiencia y servir entonces, para transmitir el mismo conte-
nido a otros seres humanos.
En cuanto a sus c.ríticas a Piaget, estas s.ecentran en el tema del len-
guaje egocéntrico, como ya lo hemos señalado. Sabemos que Piaget
asocia el lenguaje egocéntrico con·un monólogo que no tendría inter-
locutor, y el lenguaje socializado adquirido temporalmente más tarde
serviría para comunicarse. Para Piaget. el lenguaje egocéntrico se ateo-
tia a medida que el niño se acerca a la edad escolar, para Vigotsky ese
lenguaje se va convertir con el tiempo, en leng!laje interiorizado, para
él el lenguaje egocéntrico es una etapa de transición en la evolución
que va del lenguaje verbal al interiorizado. Dice: "Nuestra hipótesis, es
que el proceso de lenguaje interiorizado se desarrolla y se torna esta-
49
ble al comienzo de la edad escolar y éste hecho causa la rápida caída
del lenguaje egocéntrico que se observa en esta etapa''.
Para Vigotsky, al contrario que para Piaget el primer lengu&je del
niño es social, global y multifuncional, luego sus funciones comienzan
a diferenciarse.
Finalmente en nuestro breve recorrido de las concepciones del len-
guaje para la psicología, tomaremos a N.Chomsky, quien parte de la
filosofía. Su intento más ambicioso es Ja formalización de la lengua,
pero tiene efectos sobre el campo de la psicología.
Chomsky crea una linguística nueva llamada transformacional o
generativa. Uno de sus trabajos más importantes es su libro titulado:
Estructuras Sintácticas, Chomsky discute con los c.onductistas ameri-
canos, pero tarnbien con Piagct, con los primeros no está de acuerdo en
que el lenguaje sea considerado una conducta más, con Piaget discute
el tema del lenguaje como adquirido, ya que para él existen-estructu-
ras gramaticales innatas. Esto último es lo que él denomina la G. U.
(gramática uni versal), estas leyes generales innatas son comunes a
todas las lenguas; luego lo transformacional, es lo que se va adqui-
riendo y es particular. Chomsky se pregunta ¿cómo es que un nifio de
dos años que no puede hacer operaciones matemáticas simples, puede
sin embargo hablar correctamente? Su respuesta es que el lenguaje
el
nace con cada sujeto y ademas es un elemento que hombre no com-
parte con los animales, hay la posibilidad de desarrollar el lenguaje por
que hay una estructura universal innata.
Para él la naturaleza tiende a la uniformidad y a la simplicidad,
razón por la cual los estímulos internos funcionan corno meros facto-
res desencadenantes, que ponen en marcha el dispositivo del aprendi-
zaje lingüístico, sin afectar su funcionan;üento.
A su vez, para Chomsky, las representaciones lingüísticas son
representaciones mentales, es decir representaciones con realidad psi-
cológica. El lenguaje es un espejo de la mente en el sentido en que el
conoeimiento de los principios que lo rigen sirven de guía para el
conocimiento de otros módulos, así él dirá que hay modularidad de la
mente, lo que significa que es un sistema de subsistemas que interac-
tuan y que cada tmo posee propiedades específicas.
50
Para Chomsky la mente tiene un poder de cognición innato, que se
d~s pierta o se pone en marcha si algo lo incita a ello.
Es sobre el tema de lo innato que discute con Piaget. este último no
acepta esta hipótesis de las estructuras innatas. sí cree que hay un pro-
grama genético; como ya hemos sefialado Piaget plantea una dialéctica
de la adaptación, la homeostasis y la asimilación, para Chomsky no hay
estructura externa que se intemalice hay algo ya dado: la G.U. Para Pia-
gct los procesos cognitivos son resultantes de la autoregulactón orgáni-
ca. A su vez estos procesos regulan la relación del hombre con el medio.
Como ven tal como lo planteaba Eric Laurent repecto a las neuro-
ciencias, tanto para Chomsky como para Piaget hay un t~rgano de cog-
nición, aunque pongan el acenlo en cuestiones diferentes.
A su vez Lacan. tambien se ocupó de Chomsky en el Seminario
Problemas cruciales para el psicoanálisis.
Para él no resulta tan importante como para Chomsky, que una frase
sea gramatical o no, sino que tenga sentido, dirá: "Una cadena signifi-
cante engendra siempre, habiendo previsto que ella sea gramatical, una
significación. Diría más: no importa cual".
Señala que los lingüistas. en tanto son científicos preocupados por
la formalización, forc.Iuyen al sujeto, para los psicoanalistas el sujeto
es el pivote de su praxis.
El lenguaje en Freud
51
La primera vertiente es la que Freud llama: "los usos lingüfsticos",
la segunda es la del "lenguaje fundamental'' que remite a1 obstáculo y
es aquf donde Freud, recurre a la filología. ·
Entonces. si de un lado están: los usos lingüísticos. la gramática
latina, las declinaciones, lo descifrable. del otro encontramos. el resto
indeclinable. algo que tiene el carácter de escrirura, por eso se lo-com-
para con los jeroglíficos, allí se sitúan las marcas de la satisfacción.
Tomando esras dos vertientes nos ocupamos de elegir las citas que
se ret1eren en Freud aJ niño y al lenguaje, la recopilación de éstas
merecería otro trabajo, sin embargo trancribiremos algunas que nos
parecieron más sigrúíicatlvas para la ocasión desechando otras, por el
momento. Así mismo, habría que decir que quizas haya una relación
entre las dos vertientes del lengu aj.e:.en..F~ud y su uso de los términos:
infanda e infantil, ya que para él la infanciá es un momento de la vida,
donde se dan determinadas cuestiones referidas a lo que él llama
sexualidad infantil etc.., en Freud hay un pasaJe de la infancia a la
pubertad o a otros momentos, mientras que lo infantil es algo particu~
lar, que no cambia. y es un núcleo~ una matriz ligada al fantasma,_
Hay muchas citas en Freud referidas al placer que el niño experi-
menta al jugar con las palabras, por ejemplo en El chiste y su relación
con. lo inconsciente (1905) dice: "En éste ejercicio descubre el niño
efectos de placer surgidos de la repetición de lo análogo y del reen-
cuentro de lo conocido que brinda un inesperado ahorro de energía''.
En la misma obra destaca el papel de los juegos de asociaciones de
palabras. y el placer de disparatar en los niños, que luego serán repri-
midos por efecto de la educación.
En Totem. y tabtí. ( 1913), resaltará la creencia en el poder de la pala~
bra equiparando neurótico, ni ño y primitivo. El primitivo como el ne4-
rótico obsesivo teme y. .cree en la omnipotencia del pensamiento. que
es a su vez el puder de las p_alabra$, nombrar algo es co nvocarla A su
vez el niño y el primitivo creen en ei poder de SOJJ.S ~as. si el niño
teme la muerte del p.a.d.re es .p.or que alguna....i'.e.Z la_¡le~'t
En ningún caso Freud se refiere al aprendizaje del lenguaje sino a
los efecto~ de éste sobre el cuerpo, o sus variaciones en las leyes que
gobiernan el inconsciente.
52
Si nos referimos a los efectos del lenguaje en el cuerpo. bastará
recordar los primeros trabajos de Freud: en Estudios sobre la Msteria
habl a de "conversión por simbolizacit~n'' o de "expresión lingüística de
los síntomas'', en la astasia-abasia de Isabel R. se retiere a una "pará-
lisis funcional simbólica'', en la abasia había buscado según Freud,
"una expresión simbólica de sus pensamientos".
Otra via para el estudio del lenguaje en Freud es la que se abre a
partir del texto sobre Lo incouscieflle ( 1915), allí surge el arduo pro-
blema de la representación cosa y la representación palabra, por otra
parte ya había anticipado algo de ésto cuando se refería al hecho de que
los niños toman las palabras CillllO. cosas dt~l mundo En este escrito
dice que ''aprendemos a hablar en cuanto asociamos una imagen sono-
ra de la palabra con un sentimiento de inervación de la misma". Luego
agrega que recibimos despues de hablar una "imagen sonora de la pala-
bra pronunciada''. Para él la palabra es una representaci6n compleja
que se ha formado por un proceso asociativo, donde confluyen ele-
mentos de origen visual, acústico y kinestésico.
Es decir, que según creemos coexisten en Freud varias concepcio-
nes del lenguaje que no son subsumibles en la teoría significante enun-
ciada por J.Lacan. Que Lacan elija subrayar la importancia del len-
guaje en psicoanálisis para elaborar el llamado "retorno a Freud" no
significa que ésto dé cuenta de las concepciones del lenguaje existen-
tes en Freud mismo.
Lenguaje en Lacan
Para abordar este tema habría en principio que seguir por un lado
las variaciones en torno al tema del lenguaje a lo largo de la enseñan-
za de Lacan y el uso que él hace de témúnos tomados de la lingüística
tules como: signit1cante. signo, significación, significado, etc. Por el
otro, la acuñación de términos tomados de otras disciplinas pero que
ndquicrcn un senlido distinto en el marco de la teoría psicoanalítica.
tules como discurso, letra, lectura. escritura, etc.
Partiremos del tex.to princeps: Función y campo de la pal~bra. y el
53
lenguaje en psicoanálisis. allí Lacan realiza una doble operación: al
tiempo que va esbozando su teoría del significante, la palabra y el len-
guaje, realiza una crítica a los post-freudianos por la aplicación que
hicieron de ciertos términos de Freud, desvirtuando según él, la letra
del maestro y llevando al psicoanálisis a convertirse en otra cosa, llá-
mese psicología, padagogía materna o reeducación emocional del
paciente.
Lacan <.lic~: "A11rmamos por nuestra parte que la técnica no puede
ser comprendida ni por consiguiente aplicada, si se desconocen los
conceptos que la fundan. Nuestra tarea será demostrar que estos con-
ceptos no toman su pleno sentido sino orientándose en un campo de
lenguaje, ordenándose a la función de la palabra". ~sta cita es sólo una
orientación, su desarrollo y la confrontación de la misma con otras será
motivo de otro trabajo.
1) Este trabajo surge de lecturas sobre el tema del lenguaje en el niño realizado en el
ámbito de una investigación en curso del Módulo sobre Infancia del Cenlro Dcscarlt:s.
2) El mismo fenómeno ocurre en Francia. señala Annie Cordieu en su libro Los retra-
sados no existen (Nueva Visión 1994).
2) He be Tizio ¿Qué es el lenguaje para el psicoanálisis?
54
1\lhltogralía:
llllj.lltlllnd Frcud:
/.o inf'onsciente. Tomo XN.
Nrwms conferencias de introducción al psicoanálisis.
AngusTia y vida pttlsional. Tomo XV1
'/'orem y tc1bti. Tomo Xlll.
1\swdios sobre la histeria. Tomo U
1:'1 chiste y su relación con lo inconsciente. To mo XII
Caso Jtwnico. Tomo X. Amon·ottu ed.
J11cqucs Lacan:
Función y campo de la palab1·a y del lenguaje (1953) Escritos I.
Instancia de la letra en el iru:onsciente (1957) Escritos l . Siglo XXi Ed. l 984
Problemas cruciales para el psicoanálisis Seminario inédito.
Roman Jakobson:
Lengrwje infantil y afasia. Ed. Ayuso. Madrid. 1974
Nmun C homsky:
Reflexiones sobre el lenguaje. Ed. Planeta.
010111sky, Plagct y otros:
f'(•orf.as del lenguaje, teorías del aprendizaje. Ed. CrfticD Glijalbo. Barcelo na.
19K3
Jl!UU Piagct:
Formación del símbolo e11 el niño. Ed. Fondo de Cultura Económica Bs.As. 1986.
Psicología. de la inteligencia. Ed. Psique
L.s.Vygotsky:
Pensamiento y lenguaje, comentarios crfticos de J.Piagct. Ed. La Pléyade.
HobcTizlo:
¿(Jué es el lenguaje para el psicoanálisis? Arl. en Revista Freudiana. !991
NLimcro 3.
SS
Estructura, fantasma
y síntoma
El niño y el tiempo lógico
en la cura
Liliana Cazenave
59
La si ncroní~ . que es ·e~ intervalo si_gniiicantt). él instant.e- Implica una
relación entre los dos ténninos signi11cantes, que no es de simultaneidad.
sino de conjunción.
La diacronía: La sucesi0h de marcas hace a la duración que ordena
el tiempo en dirección progresiva: pa.<;;ado. preseme. futuro.
Pero para considerar el tiempo del inconsciente es necesario insertar
otro tiempo que anuda e~ t as dimensiones en un orden que no es ni linc~
al ni continuo. Esto l'uc trabajado en la obra freudiana con el concepto de
· cmrés c.aup-:--P.n una nota agregada al historial del Hombre de Jos Lobos,
Freud sitúa en la temporall<J~ de la cura. una "aprehensión consciente
en palabras'' de .lo que había side> "aprchendidu inconscientemente" a los
cuatro años en la época del sueño. Se lfata de w1 anudamiento operado
en el análisis con posterioridad a los efectos de la escena en los síntomas.
Este puede ronnularse en el futuro anterior, tiempo de la emm~n..dd
fantasma¡ " Habrá l!uerido ser devorado por el lobo". Es tt~. futuro anteri,or
anuda de manera sincrónica pasado._prcsente y futuro ~, quebrando su con-
tinuidad y pcnurbando su orden para hacerlos equivalentes.
Ef6tcieti "i'nconscíemc es ihocsuur:tibte·porquc lamemoria·de--ta repe-
tici<)n es la conservc,1ción de los nexos lógicos de una sintaxi&. que aporta-
la inscripción del significante.·
Instante de 1~ mirada:
Entre la marca primera y su repetición, se establece el intervalo tem-
poral de la sincronía; se trata aquí de la conjwtción lógica de dos signi-
60
s2 ncames.lo que abre una hiancia, una exclusión
lógica donde es imposible q!le el significante-
se r~en.cuentre consigo miSI:llO (S (A.. }). La
S(.A)
marca opera una primera ~xtracciQp .de .goce al
(a) convertirlo en significante, dejando a su vez un
exceso de goce que se aloja también en ese
runtu: el objeto (a). de donde el sujeto podrá advenir. Se trata aquí del
lW ~~t o impersonal q_ue toctavfa n.o...ba..r.es,¡mndido al_q,u,i..é.o .so.y? que el sig-
l\il !~UJH C planlea.
Hntre el S 1 y el (a) encontramos 1 +(a). primera prcsentificaci6n del
t)lw que es la madre, goce cerrado de la unidad madre- niño. De la rept:.-
ll ~lt~n surge el l de la diferencia. que d_ar~ lygar .al q~iebrc de es.ta unill-
~~~h1n .
Tiempo de comprender:
$ En el tiempo de la diacronía~ e l enlace si~nifican
le permite la emergencia del sujeto de la signifi;
S(_...-·-~S 2 cación. que se supone el objeto faltante que se
desliza en la cadena. Se estructura la pulsión, en
lq renuncia al goce cerrado, a la madre. El S 1 al repetirse en la Demanda
~h:<:ttí a un trabajo de pérdida y de producción del plus de goce. Pero se
trulu aún de un goce no fijado a la marca. pues ésta, aún no se ha escri-
tn.
Este tiempo tiene un límite. cuando el sentido se eclipsa, y el sujeto
M~ tksvancce tocando algo real vinculado al objeto.
Momento de concluir:
~ El sujeto se confronta a la angustia de su indelermi-
s, + S2 n.~~i9n. pues Y~. no puede suponer~~ el clemen.Lo fal-
tante que <..'ompleta al Otro (1- (a)). Se trata de la
S(f.) lli!gustía de castración que . marca la .enl(.aáa en.J.a.
neuros.is_iJJianliL En un movimient<i reiioactivo ~e
vul'l vc al tiempo de la sincronía, a la confrontación con la fa1ta de signi-
!'l~;mH<.: ei1el ()tro (~ (!)') yla inconmensurabilidad del opje_~o. Es lo que
cn'él aserto se formula como la percepción de ese tiempo de retraso fren-
61
te a la argumentación que se le supone al otro, lo que genera la,. p~i~¡l de
p~sél!. al a~t;l. CÍe. conc,IuÚ para.salir de la indeterininación. 1 . -· .
En este movirnienw de retroacción que es propiamente el aprés coup,
el repitiente vuelve sobre lo que es repetido produciendo un efecto de
ruptura que funda al sujeto como idénf.ico a su significante, aunque no
por ello menos dividido. El efecto retroactivo_puede definirs.e como el,
.acto ffi.iS!n~ <ll1.e vi~!le a fundar al sujeto, ligado a la caída ineluctable de'
objeto (a), que funcionará en el campo del Otro como causa de deseo.
El rasgo se escribe ~-undando la operatoria de la identificación y fijan-
do el goce en el fantasma que se abrocha en la sincronfa. El sujeto toca
en la certidumbre de su acto la verdad de su ser~ que es a:f~mada en la
enunciacíón del fantasma. ·
_Esta conclusjón que se abrocha en est~.primer 'l:I?rés cour._ de la neu-
rosis infanlil, no es otra cosa que 1<( inscripcic5n_del discurso del Amo;:
discurso del Inconsciente, donde ernerg~ _e_l sujeto personal del deseo,
que responde al quién soy? insertándose en Ja cadena como Ideal, y por
OtrO Iaao como desvane~irrúcrüo. Aquí~ el fantasma establece una equi-
valencia entre el sujeto y el objeto (~\mientras que en sudimeosi9n..i.m.a,-
ginariaunifica at sujeto y vela la hiancia del Otro (S( A)), introduciendQ.
·un tiempo de eternidad. -
La certidumbre de goce__ru:llicipada en el fantasma se ha de vetificar
en el advenimiento de 1~ puberta~ en tm segundo aprés coup que tendrá
lugar en el enc.u.entr<? del goce con el. Otro sexo.
Antes del abrochamiento de cada aprés coup, tenemos que pensar en
un sujeto caracterizado por no haber recorrido totalmente el circuito lógi-
co de la repetición, pero cuya subjetividad no es fundamentalmente dife-
rente: '' ... la historia se hace ya en el escenario donde se la representará
una vez escrita ... " 2• Es esta misma verdad, renovada en su sentido, la que
volvemos a encontrar cuando esta historia es contada.
Pero cabe la pregunta: Si el fantasma se tija como resultado del aprés
coup edípico, de qué fantasma se trata hasta entonces? Podemos pensar,
como Jo señala Lacan en la carta a J. Aubry, que se trata del fantasma
materno, mediado o no por la función del padre. La articulación del niño
al mismo, es condición para su estructuración subjetiva; pero ésta habrá
d~ -~ef. tr.~S.igi_Qn~U' no. l:ln~_faQturª. e.t~~· Por ello Lacan señala en el
62
....·;;;.:.
*
~IJkl'\ll'oill tk dUUl\UI':t de las jornadas sobre la psicosis en el niño"\ que
!11 tj lh · ·····t~mu ~~n lu intervención analítica, es de oponerse a que sea e!
~fí'P d!l rrlrlul'l que responda al objeto (a) del fantasma materno.
1 :1111111 h1 h an~ Miller en la "Apertura de las Jornadas: Desarrollo y
~Hiit Hll a' •. LtlniOu puede ubicarse en el trayecto que va del Objeto (a)
11 t ; ll!tr•·, rn qt:upado por las operaciones lógicas que hemos dcsplega·
d11 ~!i !11, lk rnpos de la repetición. Se tratará en el ca~o por caso de deler:
nú u;~t ( t i qlli' mo.~~.~-l1l9 .ü~.J.a trJm~form-ª~ió.n ..s.~J)~H~L~ªd.ª-~l)j~J.a,_
63
Con respecto al cambio de escuela el padre prefiere esperar un año
más para concretarlo y la madre considera la conveniencia de efectuarlo
de inmediato.
En el transcurso de l a~ entrevistas el padre pide constantemente a la
madre que espere y lo deje hablar. Podemos pensar que el "destiempo''
de M. representa la, verdad de lo que hay de sintomático en la pareja
parental: '.'tiempos diferenLes''.
La madre se describe como apurada, el padre se qu~j a: "no das tiem-
po''; más adelante dirá que los desacuerdos en la pareja se resuelven con
licmpo o con violencia y éL "cómo el torero. hace la verónica o da la
estocada''.
El apuro materno tiene sus razones. fue criada "adosada'' a un her-
mano menor como retrasado mental; su madre "niveh~ para abajo". no
haciendo diferencias entre ambos. por lo que los maneJaba juntos a las
colonias de niños deficientes. Su hermano, comenzó a hablar an tes que
ella, por lo que se preocuparon más por ella que por él .. . "Quién era el
idiota?". El padre y el abuelo. ·'ctc ideología nazi''. manifestaban su
Techazo hacia el niño: "cámara de gas para los Down". La madre de M.
se casó con un judío.
He aquí anticipado el dato de los signit1cantes de donde el sujct9
habrá de smgir.
In$tante de la mirada
M. tira unos animalitos en una caj a mientras dice: "Se están matan-
do". "Te voy a contar lo que me pasa en el colegio. cosas lastimad as. Un
cl1ico le hizo a otro 'clac' en la cabeza: casi pierde la memoria. Ese chico
es muy tonto'·. Le pregunto: "Qué es un tonto?". Responde: "Un chico
que anda siempre del brazo de la mamá".
En el transcurso de las sesiones se cae o tropieza frecuentemente, gol-
peándose particularmente la cabeza; exclama: "Qué estúpido!''.
La<> sesiones transcurren en una acti vidad que cabalga enrrc la impul-
sión y el acting out y que consiste en realizar lo que él llama ''experi-
mentos'' con basurila'\ y otros elementos que mezcla y (.;alienta con
fuego. Cuando llega el momento de desprenderse de sus produccione~
64
lt\t' !t'n uuie.nda que no se las aplasten. El desborde en su hacer es cons ~
11!1111'. pDr lo que es necesario su acotamk nto mediante el cone de juego
11 ~~ ..,1ti1J. l'oclemos pensar que M. responde al síntoma de la pareja paren-
IMI ,.,111 l' l pasaje al acto. En él. el sujeto desaparece bajo el significante
ll~~ In representa, haciendo equivaler su cuerpo a este objeto de goce
11
Está detenido como objeto en el intervalo de
nplt~ s lado''. "retra~ado''.
In~ ~ i gn ilkanres aportados por el Otro. No se trata sol amente del sínto-
lllll lllaterno. sino de éste articulado al Nombre del Padre, ya que el rctra-
"u .,t·na!a la falla de la función paterna ante la cual est.e niño queda con-
rrnlil ado.
l·.n una sesión a la que llega lastimado por una caída producida cuan-
l.lu .,,. oponía a que su madre lo trajera a sesión, acepto su deseo de no
~1111 nr. dándole otro horario. Concurre gustoso a ese horario, diciendo
tJllt' st· quedará sólo cinco minutos para no rctra.o;arse en Uegar a un cum-
fll ~·nnos.
h t'n el presente de esta t}.'ché donde la accil)n analftica puede hallar
~ ~~ 1'1 il·ad a. El aceptar su falta instituye una rosibilidad simbólica de fal-
ltu al ( >tro si_n quedar en el lu,&.?r del ohieto aplastado. La intervención
unulit ica escancie una diferencia que opera una pérdida de goce y preci-
phu la modulaci <.~n de otro tiempo.
TI\'!Hpo de comprender
65
El presente de la interpretación aísla tetroactivamente en este "estre-
llar" el tiempo originario del que el sujeto surge ahora, modificado. En
efecto, se ha producido un pasaje desde el eslrellarse la cabeza en sus caf-
u<L'> hacia el estrellar el agujero castratorio materno que la nave vacía
r~prcsenta. A partir de aquí la arliculación de la metáfora paterna se des-
plazará en diversas significaciones. Ahora M. representa con el símoma
la verdad de la pareja parental. Un mito de vela la función de este sínto-
ma: Un monstruo que devora nifios no puede ser detenido. Un viejo cbi-
cato no puede hacerlo. Un pequeñito con aspecto de tonto logra matarlo
con argucias y la ayuda de un brujo sabio. Acompafia el relato con obser-
vaciones: "El zorro es el animal más vivo: se hace el muerto".
Es justamente en el lugar de fracaso del Nombre del Padre en coordi-
nar el goce al falo1. que el goce superyoico se. cuel.a.. M. plantea su dile-
ma: Cómo legalizar el ,goce del órgano? Juega con fuego y se desborda
quemándose. Comenta: "Cuando prendo fuego puedo hacer cualquier
cosa".
La operación de la castración que lo separa del lugar del goce del Otro
tomándolo inexistente comienza a efectuarse: Un personaje corta la len-
gua de un monstruo ''come cabezas" salvando a un pequeño que al ser
liberado le dice al monstruo: "No soy tu lengua". Luego el pequeño mata
a su protector y llora frente a su monumento.
Es justamente la instalación del padre simbólico, lo que pernúte des-
plegar en un fantasma al Otro que hace existir con su goce: El personaje
salvador y el pequeño son pisoteados por el monstruo, perdiendo sus
cabezas, escena que M. significa como suicidio.
En una serie de sesiones su preocupadón está centrada en rearmar
mufiecos destrozados. En una de ellas comenta que su padre fuma y que
el tabaco hace mierda.
Si el amor lo lleva a reparar a este padre castrado, impotente para neu-
tralizar el goce morúfero, es por este goce que destruye sus produccio-
nes. b n una sesión en que aplasta la cabeza de un muñeco que había
armado cuidadosamente, se le impide continuar la destrucción. En otra
que anuncia que va a perder el partido de cartas que está jugando, se esta-
blece el corte antes de finalizarlo. La construcción fantasmática conlleva
un cuestíonarniento del goce apresado.
66
Momento de concluir
67
del objeto del campo del Otro, que funciona ahora como causa de su
deseo . .En la última sesión juega a "matufiar" con las canas: "Cuando era
chiquito me dijeron coná y corté las cartas; me querían matar! ... Ahora
te corté el palo; hay que saber ganar al truco. Voy a seguir ganando por
toda la eternidad.''
La respuesta fantasmática se abrocha aquí en la sincronía de un futu-
ro anterior: "había querido ser matado, estrellado''. La separación del
sujeto del lugar del objeto del goce que conlleva la construcción del fan-
tallma permite advenir un nuevo sentido que trastoca la suposición ante-
rior. El "ser matado" ha virado a "ser un rnatufíero", invirtiendo su
"retraso" que es ahora adjudicado a los otros.
Un saldo de saber resulta de esta operación: el saber hacerse el bobo
para ser el más vivo implica un saber hacer semblante que es del orden
de la invención.
El sujeto sale en el marco de la conclusión edípica, con los títulos en
el bolsillo para poder devenir padre y macho. La intervención analítica
lo ha posibilitado al franquear el plano de las identificaciones y cernir el
goce que lo detenía en el camino hacia el deseo.
Bibliografía
68
Acerca del fantasma y del
síntoma en la dirección
de la cura con niños*
Ana Ruth Najles
69
del significante de La mujer en el Otro, que se traduce por la falta de
complemento para el falo del lado femeni no. Este goce no sigrúfican-
tizable, que sólo podrá marufestarse en los intervalos del significante,
da cuenta de que no todo puede ser dicho. Así, cuando una mujer dice
que quiere tener un hijo, no podernos saber qué desea ni de qué goza.
Mientras que la respuesta de Lacan al objeto de deseo de la madre, es
el falo. Sabemos que él analiza -siguiendo a Freud-la problemática de
la diferencia de los sexos a la luz del falo, primero en tanto imaginario
("De una cuestión preliminar... "-1956- ) y luego como simbólico. En
"La significación del falo" (1958) , el falo es presentado como aquello
a partir de lo cual ambos sexos se sitúan y además como una sigrufi-
cación a la que se aliena todo sujeto en tanto dividido, o sea como un
elemento que está implicado en su constitución. Este es e l modo en que
Lacan. OQQJlÍ~!l~lQ§C! ª- las teo~ías referidas a la frustraci(tn que otorga-
ban un poder ilimitado a la madre en relación al niño, if1$ert~ p9r
medio de.. la . demanda
~- .
de amor otro elemento en esa relación.. De este
modo, Jm[ Ja c:l.i.aJA::tY:a de _la demanda el niño espera recibir de la.
madre el don de lo que no tiene. a la vez. qve intenta. ser lo qu~. tapp n~.
$.\,1 falta~ En este texto la problemática de los sexos es siruada en los tér-
minos de tener o no tener el falo en tanto que significante, introdu-
ciendo lo femenino por medio de la cuestión del ser. Como señala
J.-A. Miller en ''La naturaleza de los semblantes", hay sólo dos salidas
para las mujeres a nivel del falo: o bien adquirirlo a toda costa (penis
neid freudiano) -lo que constituye la salida lústérica-, o bien hacerse
ser causa del deseo del Otro, posición de una mujer en relación al fa n-
tasma de un hombre.
El falo es entonces, en tanto significante, patrón de medida de todos
los objetos del deseo, significante a partir del cuál los asf llamados
objetos parciales -seno, heces, mirada y voz- tienen un valor equiva-
lente en la économía libidinal.
Pero como subrayáramos más arriba, Lacan se encuentra con que la
vía fálica no alcanza para dar cuenta de las mujeres, ya que en ellas
aparece un goce más allá del que circula a través de los signiticantes.
Se abre asf una brecha entre el deseante - $ - , por estructura macho,
y la vertiente del goce que no-todo cae bajo la égida del semblante fáli-
70
co. Se introduce asf el problema de la identificación en las mujeres, ya
que la pregunta que se impone es cómo se pasa de la identificación pri-
maría al pa<ire y de la serie de las identi:ficacione.s. viriles.. a saber qué
es ser una mujeL La respuesta nos rentite a la falta del significante que
identifique a la mujer en tanto tal. Es así que se pone en evidencia la
labilidad de las identificaciones en las muJeres, lo que dá cuenta de ese
fenómeno tan frecuente en ellas : el mimetismo.
Entonces, si en tantn madre .:se desea el falo) en tanto:_mujer ~~ obie-
to causa de deseo será el semblante fetichizado de un partenaire que
deviene así hombre castrado o muerto~ como señala C.Soler en "El
no-todo deJ goce y la sexualidad femenina". De este modo el objeto a
causa de deseo de una mujer es este pene en tanto falo, y el objeto a
causa de deseo de la madre es el niño como tapón de la falta fálica,
donado por un hombre. Pero esto tampoco nos dice cuál es el goce
obtenido por esta mujer, y el hecho de que nada se pueda decir de él,
nos hace salir del régimen edípico o régimen del Uno. Esto quiere
decir que en una misma persona pueden coexistir una mujer y una
madre, dando cuenta asf de que más allá del goce fálico y del plus de
gozar correlativos de la castración, hay Otro goce, goce real que se
encubre por definición. En el régimen del Uno-todo, entonces, entra el
objeto a como resto de la operación del Uno sobre el cuerpo, lo que lo
siiúa en la categoría del semblante y por ende diferente de lo real. En
<:ambio, el no-todo, término con el que Lacan designa el registro de lo
femenino o de lo no edípico, no cuenta con un significante que permi-
tiría escribir la relación sexual, relación sexual que aparece como agu-
jl.!ro real y que por tanto llama a la invención de un saber de semblan-
te.
El semblante. producción de lo simbólico con lo imaginario, inven-
(U modos de hacer existir la relación sexual El significante- S1- es el
semblante por excelencia, ya que coloca algo donde no hay [ ~~ ] El
11ujeto en tanto respuesta de lo real, surge de estas coordenadas.
··Et fantasma>. concepto anterior al de semblante en la enseñanza de
l.ucun, es situado comQ.el imentn deinventar a partir del significante
una relación sexual que no exiS1e..
71
La formulación l(>gica del fantasma es solidaria de la consideración
d~l síntoma como metáfora significante del sujeto.
l .n rcrert::ncia a la lógica está ligada a que ésta es un hecho <.le escri -
tura y que como tal es el único medio de aprehender lo real. Para Lacan
d fan tusma es lo que funciona como real para el sujeto; si se refiere a
~1 como la "perversión" del sujeto, es porgue éste es el modo de inven-
tar una relación sexual -y por ende un goce- allí dónde ésta es impo-
sible. Por otra parte -ya en este término- Lacan pone en evidencia que
el fantasma es un modo de crear una versión del padre, como Otro
gozador. El nombre del padre, entonces. es el seudónimo de la madre
en tanto ella como mujer designa el goce como Otro, como diferente.
Este recorrido, en la ens~ñanza de Lacan. forma parte de un trayecto
que va del mito a la estructura. trayecto homólogo al de un psicoaná-
lisis.
Si la lógica es un hecho de escritura. es porque se trata de letras. El
fantasma, entonces, es el producto del signit1cante actuando sobre el
cuerpo. Como señalara Jacques Lacan en la reseña del Seminario de "La
lógica del fantasma'': "el lugar del Otro ha de tomarse en el cuerpo y no
en otra parte, no es intersubjetividad sino cicatrices sobre el cuerpo... ",
y es en este lugar donde se sitúa el goce que se extrae como plus, a par-
tir del goce que no hay. La letra entonces,será la marca -letra a, en tanto
que resto de la operación-dejada por el significante en este cuerpo, lugar
del Otro. Así podemos decir que padre y madre no son más que signit1-
cames imaginarios que producen ciertos efectos que son del orden del
sentido, sentido que se extrae de la letra. Sabemos que el sentido es pro-
ducido por el fantasma, y es éso de lo que el sujeto goza (jouissancel
joui-sens). ya que lo simbólico se hace tomar por lo real por el efecto de
abrochamiento que realiza de lo imaginario. El fantasma puede tambien
formularse como el resultado de dos modos diferentes de la identifica-
ción. así como de las dos operaciones que dan cuenta de la misma. La
alin1ación es la operación por la cual el sujeto en tanto falta en ser, se
identifica con los signiticantes de la demanda del Otro. Esta es la iden-
licación simbólica al rasgo, de la que habla Lacan, siguiendo a Freud
(ídcnlificación al Sl). La operación de separación es aquella por la cual
el sujeto se da un ser como complemento de su falta en ser. Por esta ope-
72
ración se "identitlca··, ya no a los signitlcantes del Otro, sino al objeto
supuesto del deseo del Otro (objeto a ) -identificación histérica en
Freud-. De este modo, se observa que tanto el S1 como el a ocupan el
mismo lugar, el lugar vacío del sujeto. lugar vacío producto de lacas-
tración estructural que efectúa el lenguaje sobre el ser pa:rhmte, o sea el
agujero que introduce lo simbólico en lo real -no hay relación
sexual-.Lacan escribe el resultado de estas dos operaciones ($ O a), es
decir, rantasma.Debemos señalar -tal como lo at1rmara C.Soler en su
Seminario en Saint-Anne, a comienzos del año 1993- que el fantasma,
causa de deseo del sujeto, no se trasmite.
Si el ~~cp.nsc~cntc sólo existe bc\io transferencia, ún,icanwnt~ e.n. ~l.
dispositivo
. '
analítico podrá
.
surgir
.
el sujeto
. .
y verifi~arse el ser .d..~ QQj.G:-
ro que é~J.e se .ba.l:m~ oaoo en su..fantasma.
Tomaremos a titulo de ejemplo, una secuencia clínica del análisis
de un niño de 7 años, que venía aquejado por múltiples temores noc-
turnos, entre ellos el de que a su padre le pasara algo malo. y por un
miedo acendrado a la violencia que le impedía participar en juegos con
compañeros de su edad. Además, en las primeras entrevistas. relató
que no soportaba los gritos, ya que sus padres. mientras vivían juntos,
"se mataban a gritos''.
En una entrevista en la que Sergio relata su versión del cuento de
Caperucita Roja en la que Caperucita y el Lobo se acribillaban a tiros
con ameu·alladoras, mientras la abuela se iba deshaciendo en cenizas
en el baño. ante mi pregunta acerca de la oeasión en que le fué conta-
do el cuento por primera vez, responde que lo vió en el Mundo de
Disney. por televisión. Agrega que ese fué el día que sus padres le dije-
ron que iban a separarse. Cuando le pregunté que había pensado en ese
momento, respondió que pensó que todo iba a ser mejor a part.ir de
allí. pero que no dijo nada. Ante la pregunta de si hubiera querido decir
o hacer algo, responde que ll,tJ.Qj~Ja querido hacer una gran diclrtr~il· En
ese punto interrumpo esa entrevista.
Observamos aquí ~JlW, ap'tfece el sujeto como respues..ta. lo re.~! oe
pQ.r l.a produ,cci.ón deLobj~to .ao.al. q! .sujeto es ese. obJ~tP: en SJ.t f~QW
ma, gozando de esa posición: [t4 -t S,~] . Sabemos que el dispositivo
. $ /a
73
analítico se soporta en el discurso analítico, en el que el analista ocupa
1:!1 lugar de semblante de objero para que el sujeto puesto al trabajo, pro-
duzca los significantes- amo de su alienación [Sl] y de ese modo, se
separe de ese plus de goce que se inventó por medio de la operación de
separación, que como ya dijéramos, es rambién una alienación al Otro.
ya no de los signit1cantes, sino del deseo. Queremos remarcar el hecho
.de que el fantasma- en tanto es la respuesta primera del sujeto para
enmascarar la ausencia de la relación sexual S(A), inventando una rela-
ción con un objeto, objeto plus de goce: a - asegura al sujeto, ya que
satura el intervalo significante, impidiendo que aparezca su pregunta.
Sólo la inducción del sujeto a hablar hace que la pregunta reaparezca y
que se abra el camino hacia la pulsión, que está enmascarada por el fan-
tasma cuando el sujeto está en el plano de la identificación.
Luego de la entrevista que acabamos de relatar, Sergio comienza a
hablar de cómo le gustaría que fuera su padre. Hay que resaltar que el
ideal de padre que él tiene, no coincide con el padre de la realidad, cosa
que con dolor él comienza a reconocer en sus dichos. En entrevistas
posteriores, comienza a interrogarse sobre la posición sexuada de un
compañero -semejante-. del que tennina diciendo: ¡No es troli!,
momento en que corto la entreyjsta.
Observamos, que vía el semejante, esta reflexión remite a su pre-
gunta por el goce del padre. Estamos hablando de lo que J. Lacan
denominó histerización del discursot ! ---7 ~.J.., y anteriormente, pues-
a/ s2
ta en forma del síntoma, paso necesario para la entrada en el discurso
analítico ~ ---7 _j_ .,¡. , entrada situada por la cesión o transferencia de
1
S2 / S 1
goce al lugar del analista, que así puede funcionar como semblante del
ohjeto causa de la división del sujeto.
No hay que olvidar que un psicoanálisis tiene como fin que ei ·suje-
to consienta a ser feliz, consintiendo a su propio goce pulsional,lo que
implica la renuncia a su diferencia subjetiva
El síntoma entonces. hace su aparición por la vacilación del fantas-
ma.. vacilación que se produce siempre por un encuentro con lo real
WIJC/!1.-.
74
La articulación entre el síntoma y el fantasma está claramente
expuesta por Lacan en su texto "Subversión del sujeto y cli~Jéctica del
deseo en el inconciente freudiano" (1960). Si bien en el texto sitúa al
síntoma como significado del Otro - s(A), punto de retorno del mensa-
je en forma invertida desde el lugar del Otro-, lo plantea también como
resultado de una triple determinación: la ya mencionada del mens~je
del Otro -simbólica- , la del fantasma - real- y la del moi - imaginar! ;l-.
A partir de esta conceptualización, podemos situar dos considera-
ciones diferentes del_síinoma!· COJ1~9 )!ariqble Y._como constanf.e. El sín-
toma como .~~~l,e Pf.!.Yüyg_iª I,a.vertienJe significa~tt;! d.~l,_ ~~m~, ya
que el sujeto dividido es un efecto de significación de la cadena signi-
ficante. y por tanto. variable. Pero situar el síntoma como CQnst~te,
privilegia su verti.ente .Qe goc.~ o sea el obje.ta a com.Qiner:c~(,i .e.Ii el ieo~
gt!aje. Esto supone llamar, . síntomaJa <;i~rto n:-octo de conjunc.Wu.cte.la "
ve~dad y et goce {objeto a en el lugar de la verdad en el discurso his~
térico). Al principio de su enseñanza, Lacan planteaba el síntoma
como la aplicación de lo símbólico sobre lo imaginario, lo que lo situa-
ba al nivel de las elucubraciones del inconciente. Pero más arriba sef'\a-
lábamos que sus últimas enseñanzas, plantean el síntoma como el efec-
to de lo símboHco sobre 1o real, lo que lo sitúa a nivel del goce: "sín-
toma ... (es) la manera en que cada uno goza de su inconciente. en tanto
que el inconciente lo detennina"(Lacan, l8/2175 ,R.S.I:.). Esto es lo
mismo que decir ~l. JQO.do en que e} sujeto goza del SI' lo. que impliq¡
una superposición de S1 y a. Es ésto lo que hace in~ignia para un suje-
to (J.-A. Miller), o sea que el síntoma es signo para el sujeto de que
algo no marcha en lo real. El sinthome, entonces, es planteado por
Lacan en su seminario sobre Joyce, como aquello que cierne lo que tie-
nen en común el síntoma y el fantasma, o sea, la satisfacción pulsio-
nal. Este goce supone, como ya dijéramos, un cuerpo afectado de
inconciente, vale decir, que el goce no se concibe fuera del lenguaje.
Observamos en la escritura del discurso análitico t !.. ---) _l ,¡_• que
· S2 1 sl
.).ll1. psicq~n4lisis consiste en la disyunción del Sl. y del a mediante la
pr9d11cción d.e los sign,WMWe.s. amos, o.peración qu.e .sep~r.ª' ~t .S1 ctc
cadena (Sz), poniendo en evidencia su caracter de fuera 4e sentido, lo
iª
75
t¡uo ni mismo tiempo. expone que la función ciel síntoma es la de suplir
11 11.1 rclud<ín s<:xual, extrayendo un goce a partir del goce que no hay.
l.u<:un plantea al síntoma como necesario en tanto es lo que "no cesa
~Jc cscrihirse'', necesariedad que exige como principio un vacío -la ine-
xlswncia- .
Como señala Miller en "Lo que hace insignia", siguiendo los desa-
rrollos que hiciera J.Lacan en su seminario " ... ou pire", la inexistencia
supuesta en el principio de producción de la necesidad es a la vez la de
la ver(lad y la del goce. lo que quiere decir, el vaciamiento de la Cosa
como de goce y de todo lo que habría en el Otro (¡_¡)). Se trata del cero
en tanto lugar vacío, agujero introducido por lo simbólico en lo real.
que está en el principio mismo del primer Uno de la insistencia, de la
necesidad del síntoma.
El síntoma se plantea pués como una constante, a partir de que se
lo sitúa en relación con una escritura que no cesa de producirse.
Este no cesa nos introduce en la dimensión (iel tiempo en el análi-
sis. En primer lugar el tiempo de las entrevistas preliolina¡es, necesa-
rio para que se constituya el síntoma analílico por medio de la suges-
tión que ejerce el analizante sobre el analista para obtener de él la res-
puesta exigida por su fantasma para la constitución del síntoma. Y
luego el ñempo propio del análisis, cuyo fin era planteado por Lacan.
comodqentitlcación al síntoma, en tanto ésto quiere decir que el suje-
to deje de creer en él, d~e de creer que tiene algún sentido..
Evidentemente, este tema es objeto de una investigación que está en
curso~ por lo cual nos detendremos por ahora en este punto, que aún
nos plantea múltiples interrogantes.
(~' l Esll.! u·ahajo ha ~ido presentado en las liT Jornadas nacionales del Centro Pcquerlo
Hnn~. el 13 de noviembre de 1993.
76
Bibliografía
77
Estructura y
estructuras clínicas
Maria Diharce
Eduardo Canónico
79
El otro punto se dirige a ''la muerte del sujeto'', ya que el estructu-
ralismo excluye la relación del sujeto con la palabra. Sabemos que
Lacan responderá con la formalización del sujeto del inconsciente
freudiano, que requerirá de un topología y una lógica particulares. .
Entonces, en esta estructura regida por la lógica del significante
deberá insertarse el viviente para que podamos hablar del sujeto. Sólo
es posible hablar del sujeto, a partir de su inserción en la cadena signi-
ficante.
Las operaciones lógicas 4ue articulan este proceso. Lacan las brin-
da en el seminario XI y el escrito Posición del Inconsciente, nos refe-
rimos a: Alienación-Separación.
Estas operaciones de la estructura producirán un sujeto.
Entonces, si reconocemos una estructura (Lenguaje), los avatares
en el proceso de Alienación- Separación determinarán diferentes desti-
nos para el sujeto, distintos posicionamientos que llamaremos estruc-
turas clínicas.
En nuestra investigación, deberá estar presente un "axioma" laca-
ruano: "si bien todo es estructura, no todo es significante".
Por lo que será necesario un continuo esfuerzo de formalización
para situar, para cercar en la estructura aquello que queda por fuera del
campo significante.
Un modo que nos resulta interesante, es el de las estructuras de dis-
curso (Sern. XVII). entendido ésle como modo de lazo social articula-
do por el lenguaje. Si tornamos, por ejemplo el discurso amo, encon-
tramos en él la representación de la cadena signiHcante, pero también
hay un lugar para el sujeto y otro para el producto. el resto de la ope-
ración ... .
S_,
--a
Estructura Psicótica
81
Ausencia de dicha función, agujero en la sigrúficación fálica, a -
dialéctica en la estructura psícótica.
La metáfora paterna, en su ausencia, no separa a la madre de la fas-
cinación de encontrar la verdad de su objeto en su hijo.
El pasaje de el nombre del padre a los nombres del padre, la plura-
lidad de l a x que sostiene la función, nos permite pensar en la clínica
cn n niños , los d~t os de las intervenciones del analista en la dirección
d1..· la <:ura.
E n tanto objt.:to, allí capturado, e n relación a un Otro sin barrar,
sujeto al goce del Otro.
Inserto en el lenguaje, pero fuera de discurso, el significante no
representa a un sujeto para otro significante. Falta de intervalo, efecto,
la holofrase.
Tomando el modelo que da Lacan en el Seminario 11 , y comenta-
do por Eric Laurent, en una conferencia en Bruselas (1982), haremos
el siguiente desarrollo.
X o sl
O. s, s', s", s'", ... S (1. (a, a·,. a .. , a,, , ... ))
82
En este seminario, los cuatro conceptos fundamentales del psico-
análisis (1964), y en este grafo. nos muestra Lacan una polaridad
~structural, rninima estructura de una clítúca diferencial.
Tenemos entonces. por un lado "sujeto de goce", fuera de discurso,
efecto de la fordusión sigrúficante nombre del padre, por el otro "suje-
to del significante'', en la estructura neurótica.
Anticipa Lacan aquí, los matemas, elementos que en diferentes
lugares darán lugar a la estructura de discurso. Es sobre la interdicción
de goce, que se funda la estructura de discurso.
Quizás el problema o la dit1cultad se plantea, en relación a la
dimensión temporal , al "cuando" se define la estructura.
Tomaremos un caso clínico, cuyo autor es Fran~ise Leguíl, titula-
do "Cura de un niño Paranoico?".
Se apoya el autor en una frase de Lacan de los Escritos 1, página
163. que dice asf: " ... la causalidad de la locura debe tomar en cuenta
la dimensión temporal, pues necesita considerar el inasible consenti-
miento de la libertad, cual aparece en el hecho de que la locura sólo se
manifiesta en el hombre y con posterioridad a la edad de la razón ... ".
Desde aquí se hablará de fenómenos psicóticos en la infancia, pues
habitualmente, no reviste forma sistematizada.
Fatah, 7 años, derivado por la escuela debido a la enorme indife~
rencia _que manifiesta por las actividades escolares, el fracaso es com-
pleto aunque sí manifiesta vivacidad de espíritu.
La cura transcurre entre 1986 y 1987. Algunos breves recortes. En
una sesión, modifica el ritmo en forma brusca y dice: "el cerebro es
fascinante. Es difícil dibujar un esqueleto, porque hay que hacerlo sin
decoración. El cuerpo humano forma parte del cerebro? Un bebé con-
tiene un esqueleto. pero qué hace eso en la panza de la mamá? Mi
secreto es reflexionar sobre el bien y el mal. Pero tiene que haber
alguien o algo que gobierne cada cerebro. Los árabes oran, eso quiere
decir que ellos escuchan a su cerebro. La oración los vuelve sagrados
y unidos. Por ella se dejan programar por su cerebro. También habría
que hablar de los dos primeros hombres".
Más adelante en febrero, dice: "un día haremos un esqueleto con la
piel, para que sepas de que modo un esqueleto crece y envejece''.
83
En marzo se produce la sesi(~n del ciclón. Fatah pretende clasificar
los lápices según su color, al no conseguirlo exclama: "están desvitali~
zados", y no puede explicar esta palabra que lo perturba apenas Lcguil
se lo sefiala. Mancha furiosamente un papel. lo llena con un garabato
alocado y frenético. Intenta en esa hoja ubicar a Argelia en el interior
de uno de ellos. No lo consigue. renuncia y comenta su producción
diciendo: "es un ciclón, deja a la gente sin abrigo". "Los ciclones se
inventaron c.on una especie de truco que nadie conoce, que no se puede
saber". Finalmente Fatah interrumpe en octubre. en el punto en que el
síntoma cede. a sorpresa de los maestros el aprendizaje se consolida
excepto residuales dislexias.
Finaliza Leguil: "La edad le permite dejar disperso lo que sin duda>
sistematizado. se volvería más temible. Actualmente es una curaci6n.
La adolescenda. la corúrontación con la experiencia del sexo y la vida.
amenazan con ponerla en entredicho. ''
Esperar a la veriticación en la pubertad, segundo abrochamiento,
momemo de concluir. El caso de Lcguil y muchos otros nos muestran
y se explican a partir de este modo de pensar la clfnica.
Sin embargo. la práctica mi sma nos muestra a veces. lo contrario.
Francos y claros diagnósticos de autismo, y psicosis infantiles, en la
infancia.
Rossine Lefort a propósito dl'tNadia)dice: "Estaba cerca de caer en
la psicosis pero todavía había un hilo que la retenía".
El encuentro entre NacHa y el analista como A, no era inaugural. su
apertura al significante implicaba una etapa anterior. una metáfora ori-
ginal, la del nombre del padre. Sin embargo. sin la intervención del
analista. Nadia hubiese muerto o caído en la psicosis. Nos pregunta-
mos: Si había Metáfora Paterna. por qué caería en la psicosis?
lmpasses en la teorí_a. que orientan nuestra investigación, a partir de
los obstáculos que la clínica con niños nos impone.
84
Neurosis
85
térico, en esta niña de cuatro años y medio.
Nos preguntamos si es posible definir una histeria sjn tener en
cuenta su goce. ( ~<- €:. f'·~ l-o., .)
En la transmisión del caso, no hallamos refe~enc.ias para ubicar el
goce. asf como tampoco datos sobre su fantasma; sí en cambio, teorí-
as sexuales infantiles. No encontramos las modalidades de goce que
habitualmente presentan las histéricas de un análisis.
Mantenemos entonces corno interrogación la cuestión de hablar de
un sujeto definido como neurótico a pan.ir de su ubicación en el Deseo;
o la necesidad de esperar la verificación de esta elección, en la puber-
tad, con la articulación del goce vfa fantasma.
Bibliografía
J.- A Miller. "S' truc dure". en: Mmcmas 1/, Manantial. 1990.
J. Lacan. Seminario 11. Paidós. 1987.
J. Lacan. Seminario 17. Paidós. 1992.
E. Laurenl. "El niño y su madre... en: Analiticón N., J. 1986.
E. Laurenl. "Conferencia en Bruselas" . en: Revista Descartes N° 3.
Franyoise Leguil. ..¿Cura de un niiio paranoico?, en: Niiios en psícoannlisís.
Manantial, 1989.
Rosine Lefort. Nacimiento del Otro. Paidós. 1983.
E. Laurcnt. "El objeto en e l psicoanálisis con niños". en: El Analitic6n N° 3, 1987.
86
El lugar del niño
en la estructura
Blanca Musachi
J. Rl niño en el psicoanálisis.
88
1iun hién Miller en la apertura de la jornada del año pasado decía
Hlguiendo a Lacan. que el pri mer estado del sujeto es ser objeto a en el
dlst:urso del Otro, y qu~ a través del nifio se asisle a la manera según
h1 cual el sujeto surge de la masa de los sigrúficantes del Otra. Así se
fluecle considerar que hay grados entre el objeto a y $, es decir entre el
ohjl..!tn que colma al Otro y el agujero del sujeto. Además hay que tener
en cuenta, como señalaba Miller en esa oportunidad. el hecho de que
t:l ser humano en tanto que viviente puede advenir completamente
cnmo sujeto, entendiendo por esto que el sujeto al ser un efecto signi-
lh:unte deja fuera por estructura un resto del viviente. un resto de goce
que se pierde por habitar el lenguaje.
Es por todo esto que consideramos la importancia de la posición de
uhjeto del niño en la estructura pero no para hacer de ello un elemen-
to que valga para lodo caso en que llega un niño al análisis, no para
pusar por a1to el valor de la palabra del nifio. En el niño también se
puede ubicar la responsabilidad cie un sujeto, ya sea a través de su pala-
bra o su silencio.
89
diente, pero en donde también aparece más expuesto y desprotegido
frént.e al discurso del amo.
Es que, tal como decía Colette Soler en cierta oportunidad, el dis-
curso capitalista es el reino del empuje al consumo que hace de cada
individuo un proletario, casado con los productos por Jos que es utili-
zado; y cuando los semblantes de gozar que se proponen para dirigir el
deseo de los sujetos van a la quiebra, no queda más que la cantidac;l
para inscribir la diferencia,; lo cual forcluye la singul aridad, que tien~
su retorno en lo real a través del malestar hecho síntoma;.
Para ternúnar y a modo de conclusión podemos decir que hay un
Jugar del nifio en el estructura que varía según cual sea esa estructura.
Si se trata de la estructura del discurso del amo que le da poder a cier-
tos S 1 para dirigir el deseo de los sujetos. el niño allí es hoy un objeto
privilegiado para el empuje al consumo.
Si se trata de la estructura del discurso que es su envés, el discurso
del analista, el nif'l.o allí debe poder poner en juego su singularidad de
sujero, su responsabilidad en relación a un deseo, y todo esto será posi-
ble si el analista que trata niños no se extravfa buscando justificar un
psicoanálisis especial, específico para nifios, ya sea que estos hablen
poco, sean casos graves o difíciles.
Bibliografía
90
Novela familiar y fantasma
1.a novela familiar es un tema de niños - es algo que los niños reJa.
tun. o 4ue los adultos recuerdan como algo relativo a su infanda. Y el
8U.It'to. en tanto sujeto, siempre es hijo. Solemos concluir, una vez con-
~~pt uatizado el fantasma, que la novela familiar tiene únicamente valor
Ü(} unécdota, de interpretación yoica del lugar del sujeto en la estr~Cl!.l~
tll l'~t~.l_l_iliar. Pensamos, y tcnciiios.. razones para.dio, que por ser res-
pu~~sla subjetiva es una respuesta ramasmálic.a, cuyo sentido va a deve-
tnr d análisis. Si "el valor del psicoanálisis es el de operar sobre el fan-
lltwma"1 ¿qué lugar dar a la nove1a familiar una vez construido este
f}nlin~pto?
Con la intención de no r~~uc;:_ir 1'!. nov~Ia, al_fª_
ntagf!_lti- -no plantear
aolumente que en la teoría la novela es reemplazada por el mito, y el
nilh > es reemplazado por el fantasma- voy a presentar un recorrido por
lu novela familiar y el fantasma para explorar algunas articulaciones y
(;UicrL'IH:ias. intentando extraer consecuencias de "La nowla familiar
dttl twunític.o"1 de Freud. Algunos de los ejes de este comentario son:
J) Ja l~slructura del fantas ma y de la novela 2) el lugar de ambos en la
dlr~t:d <'in de la cura 3) la articulación de los significantes edípicos en
jYt!ttt' 4) la relación con el goce 5) la relación al saber.
Para esto voy a considerar primero el fantasma de "Pegan a un
91
niño" ral como lo examina Freud, tomándolo además como modelo de
construcción del fantasma. y la lectura que Lacan hace de este fantas-
ma. Y con el paradigma de este análisis, abordar la novela familiar del
neurótico.
En el escrito "Pegan a un n:iño" 3 de 1919. Freud analiza esta fanta-
sía, que es independiente del contenido de la neurosis -lo que también
se verifica para la novela- fantasía que termina con una satisfacción
sexual masturbatoria y aparece en un momento preciso: al final o des-
pués del complejo de Ed:ipo. Pero tiene una prehistoria, y esta prehis-
toria es la que solo el análisis devela -una prehistoria que no tiene que
ver con la realidad ni con escenas presenciadas. Se trata simplemente
de una frase: "No sé.... ; pegaban a un niño", asociada a una satisfac-
ción sexual onanista voluntaria o involuntaria. El niño maltratado no
es nunca el propio sujeto, sino otro niño; el agente del castigo, siempre
un adulto representante de la autoridad. Recuerdo brevemente los tres
tiempos: el tiempo que aparece en la consciencia (Un niño es pegado);
un tiempo preconsciente (El padre pega a un roño -odiado por mí). Y
la fase inconsciente, que no t1gura en el enunciado y sostiene toda la
estructura de esta fantasía aunque nunca haya tenido existencia real, es
''yo soy pegado por mi padre''. Freud dice: "es una construcción del
análisis, peró no por eso deja de constituir una necesidad". La pregun-
ta que guía su investigación en este texto es: ¿Por qué una fantasía en
la que unos desconocidos son maltratados llega a convertirse en un ele-
mento persistente en la tendencia libidinal del sujeto? Podríamos decir
nosotros: ¿cuál es la clave del goce? Y Freud encuentra a lo largo de
este trabajo que la clave es el complejo paterno: en esta escena que
nunca existió el sujeto se ha "inventado'' un padre. un padre qu_e ama
al sujeto. La escena im.xmsciente, que da coherencia a las tres, es la que
da un lugar al sujeto en relación a la paliza del padre.
freud subraya las consecuencias que liene esto en el carácter bajo
el modo, por ejemplo, de la susceptibilidad a sentirse muy fácilmente
maltratado frente a personas que puedan ser incluidas en la serie pater-
na.
Cuando Lacan analiza este texto en el seminario sobre "Las forma-
ciones del inconsciente"4 ubica primero a los personajes de esta fama-
92
~ -
:tfu t•n n·laci6n al triángulo simbólico M/P/l y al triángulo imaginario
',ht"l!lHHogo sostenido por el falo, significante del deseo de la madre.
l~fll la 111adr~ no aparece en esta fantasía; este fantasma está sosteni-
gu "'11 una relación triangular entre el sujeto, el hermano (o hermana) y
Ul fltl<ll~·. Independientemente de la diferencia de Jos sexos. el trián.:gu-
lu prl111ordi al está. cons.tiluido por el niñ.o. .el padre,.Y. c.t fal?. Subraya
ijtw nn tenemos que asimilar el personaje que l'ustiga al padre, sino que
dtthL'IItos uhicarlo en un punto que es "e~~ 9~4s a..JJá (lelp.adre, .Ulá$..aUá
l111l padre rl!al. con~o .~nción del pac1re''. Aísla lo que permanece cons-
HUHl' e u este fantasma en los ejemplos en los que se basa Freud, y dcs-
llt~·u su vertiente simbólica: el látigo representa el orden simbólico
eumo tal. que barra, que abole al sujeto. Hay un cambio de sentido: el
(gtll.;!o da a este fantasma su carácter masoquista, Y.!~)__9..U.~§KYi.Q _parp.
Q\;mt·¡;ar d amor del padre sirvepara signitkarlo_ Dice Lacan: "es pre-
(;'[snmente !:iú carácter simb(~lico. como taL 16 que est.á erotizacto, y esto.
tksd~· ~~ origen". El segundo tiempo de este fantasma, tiempo maso-
tJUista ("mi padre me pega''), pone de manit1csto la relación esencial
d~·l sujeto con el significante, con la Ley, y su función es siluar al sujc-
IU l~ll relación al Otro. Es el objeto de una crueldad "que consiste en
ftClllarlo como sujeto. como sujeto descante''. Aclara que esta relación
l!11plku sufrir por algo que existe más allá :''lo que llamamos el padre
yti lkne poca importancia: es la Ley". Esto circunscribe una función
dd padre como significante. como Nombre del Padre.
J. /\.. Millcr5 retoma el comentario que Lacan hace del texto "Pegan
u un niño''. Este fantasma plantea la relación del sujeto con el signifi-
cunlc: es una escenificación de la castración, de la inscripción signifi-
l!Uilll'. Pero como todo fantasma. connota una relación con el goce. Y
tl(klllás del padre como Nombre del Padre, redoblando al Otro, con-
t-:n•lil.ando a la Ley, hay un padre que es 01 superyó encarnado como
padre. con el erotismo y el goce que conlleva. Este padre de HPegan a
uu niño'' toma cons.istenc.ia a través de este goce que está sostenido en
t.•l i'anlasma; esta fantasía muestra una versic5n del padre no solo como
slgnilicante, sino también como goce. No es la versión del complejo de
Edipo que requiere que el lazo libidinal con la madre se disuelva para
li 1nrtarse -el cnmpl~jo de Edipo. tanto para el varón como para la nena.
93
necesita pasar por la preferencia por el padre. Se ven casos en los que
muy precozmente ha "caído'' para el niño la impostura paterna, pero de
todas maneras se sigue manteniendo a este padre. No se trata de un
padre idealizado como el de la novela familiar. Este llamado al padre
que busca ser efectivizado en el cuerpo es una manera de sostenerlo,
inventando un padre que goza pegando al sujeto y que puede ser tanto
o más consistente que el padre idealizado. Es un invento, no fue un
acontecimiento de la lústoria de1 sujeto, y aun cuando sigue siendo una
versión imaginaria del padre -imaginarizada a través de los personajes
que la encarnan- revela también la cara de goce del padre. De la clíni-
ca podemos recordar los casos en los que un niño se coloca siempre en
situación de ser objeto de golpes, burlas y humillación. Sintetizando:
el ser golpeado es por un lado concretización de la Ley - Nombre del
Padre, vertiente.significante- y porotr~_ parte Tmpiíca un punto de fija-
ción de goce :-vertiente del superyó.
Freud consideró que los elementos de este fantasma -sujeto, obje-
to. contenido y significación -van variando sus lugares. Podríamos
aplicar el modelo con que Lacan analiza "La carta robada'' y ver el
cambio de lugar de los significantes en juego. Por ejemplo, en el fan-
tasma de "Pegan a un niño" no aparece Ja madre sino reemplazada por
un hermano. Y. cuando ella se muestra como agente del castigo, es por-
que está ocupando ·el lugar de( padre; sósteniendo esta funcló~ del
padre. . . ..
Yendo a la novela: la "novel~. familiar clel neurótico'' es el término
con el que Freud nombra a un conjunto de fantasías a través de las cua-
les el sujeto í.rnaru nariza los lazos que io unen con sus QªQf~~·. Estas
fantasías tienen una serie de versiones más o menos limitada según
Freud, quien pone en su fundamento al complejo de Edipo. El suje~o
se inventa una familia a través de una especie de novela que imagina.
Para abordar cuál es el resorte de la novela que cada niño se ha crea-
do, vamos a detenernos en las dos etapas en que Freud la divide.
En una primera etapa, pregenital o presexual. el niño no conoce
todavía las condiciones sexuales de la reproducción, e imagina ser un
llijastro o rujo adqptivo. Esta idea es a menudo conscientemente recor-
dada desde la más temprana infancia. En esta etapa se apoya primero
94
Pfe.ud para no mbrarla "novela familiar": es la Qovela que el sujet o crea
lif~t Jl"dl·r sep~rarse ~e sus padres, y lo. hace reemplazándolos por
{tlrt1t. d1· 111aynr .1erarqma.
l .llq!o considera una ~~$..~JlQ_ll._ fase, sexuada, cuando ya entra en
IU\!~t' -; u conoc.imiento del mecanismo de la procreación y comprende
UIJI,llnrdaci(m co n l a madre es certissima, en tanto la descendencia del
Jtldh; ~·s incierta. Ahora la ncción cambia, y no duda más de que su
fiHUirt• st·a su madre. Esta fase sexual tiene también otro contenido:
ltnu~llla situaciones eróticas, y coloca a la madre en escenas de intide-
Udt~d serreta, atribuyéndole relaciones amorosas clandestinas. Puede
IQiutlicarle tantos amantes como hermanitos tenga, y una razón posi-
itij t!S p:1ra rreud. entonces. ser protagonista, legitimarse y eliminar a
:IU!i lll.:nuanns proclamándolos ilegítimos. A la variedad de motivos
.ll~ pu¡•tk tener la novela, freud agrega 6ste: el i!.ttento de eliminar la
llll«d(Ht de parentesco con una hermana por la cÜal se siente scxual-
tflt~llll.' atraído. Y enfatiza que bajo la apariencia de hostilidad, lo que
nilt'l' l'l niño es conservar, aunque disfrazado, el amor por sus padres;
tJ~ lii misma manera en que en la fantasía de fustigación "ser pegado"
\!Dmhlaha de sentido y metaforizaba a "ser amado", en la novela la hos-
~ilthld sustitu ye al amor por sus padres.
\' al!o ra ya no en relaci6n a ambos progenitores. sino a la madre,
lliHilkndo la lectura que hace Esthela Solano 6 podemos descomponer a
Gt}Y ~ IIa en madre y mujer. Como madre está en relación al falo. al
J)adn: y al niño; y en tanto que mujer. a prutir de sus múltiples aman-
·108 !iUpucstns aparece su incompletud, la "x'' de un goce que podría, o
fttL estar articulado por la función fálica.
hn la novela está esbozada la posibilidad de algo más allá del sig-
tU11cant ~. a través de la "x" del goce de la madre en tanto mujer, pero
d~ tudas maneras debemos enfatizar su aspecto signincante. No hay un
»u'-·~ particular como en el fantasma. y si lo hay, si hay un goce pul-
Jiuiiul ~..·n jllego. está sostenido en el fantasma. Novela y fantasma son
nwllos imaginarios -de-responder a la pérdida del amor de los padres
=·''!,;¡ nuvda familiar... " es posterior en un año a "Teorías sexuales
lnltuttilcs'', tex.ro al que prolonga-; son dos maneras de responder a "no
huy rdaci6n sexual". Freud sHúa en el origen de las construcciones
95
, noveladas deJ .Eujeto el na~imiento de un hermanito, o un castigo, u
otro suceso gue sacu<;la al .nHío del lugar en el que se creía inst,alado:
son respuestas subjetivas a la falta en el Otro, velándola. Ambos ofre-
, cen una escena en la cual el suj~to se puede ubicar. .aunque sea como
hijo ilegítimo -esta ilegitimidad propone al menos un sitio, en compa-
¡:ación con la pérdida de lugar que ha conmovido al niño.
Dado que tanto novela como fantasma están separados dc1 conteni-
do de la neurosis ¿puede establecerse alguna relación entre Jos tipos
clítúcos y estas fantasías? Freud dice que la novela aparece mucho más
frecuentemente en varones, algo que adjudica a la rivalidad edípica
masculina. Pero también podemos atribuir este hecho al valor fálico
que el fantasma cobra en el hombre ~xponente de esto son las fanta-
sías en las cuales el niño es héroe. menos frecuentes en las niñas -tema
que vale la pena explorar en sus variantes en cada caso.
En el fantasma hay una prevalencia del obj~to y un eclipse (jel suje-
to. en tanto en la novela se exalta al yo y al pad.n,~id.eal. La novela es
un intento de separarse de los padres a pesar del sentido de.preservar-
los que el análisis despeja, mientras el fantasma de .-;P~gan a un nfñ'Q''·\
-y todo fantasma, ya que éste es uno de los textos en que Lacan apoyó
su conceptualización del fantasma fundamental- mues.tra~la. faz de
goce del padre, sin el trabajg.para sen~arse de él que s.e intenta con la
novela.
Siendo elJantasma un montaje para transformar el goce en ptaj:er
¿cuál es el goce de la novela?'Más allá del goce imaginario de creerse
el autor del argumento, su especificidad es algo a ser construido en el
análisis, a través de la construcción del fantasma. Si el fantama resiste
a la interpretaeión por vía del signit1cante, la novela nos da el camino
significante que sostiene a aquel. Puede acentuarse el aspecto diacró-
ruco de la novela y el sincrónico en el fantasma: en los casos en que
somos testigos de las vías por donde se va construyendo la novela,
sabemos que hay un fantasma que está soportándola, suponemos al
objeto de entrada. pero la construcción del fantasma no se hace sin ir
recorriendo los significantes que fueron constituyendo esa trama.
La respuesta que da la novela al encuentro con la diferencia sexual
y el goce de la mujer es una respuesta que no pone en juego al objeto
96
{t~ la pulsión - si el objeto está en jueg.Q._ lo está través del fa ntasmª.
~¡ue ~.:s primero resQectO .dc.la...novel\,.La novela tiene el valor de mos-
lntr mas ctanrrrrenre nrtasTración en su estatuto im¡lginario . .Y cuáles
son los SiRnificantes priyi,.~~giados para ese niño; pero los objetos de
umor y de identificación constituyen un límite de la elaborací6n posi-
ble de la novela. El fantasma sitúa al objero, y su determinación tiene
una historia que en algunos casos no puede ser reeorrida más que
siguiendo siguiendo los pasos de la novela familiar, que especifica al
Otro cuya falla vela.
En cuanto a la relación con el saber: en la novela el sujeto ya sabe,
no quiere saber más. En la fantasía de "Pegan a un niño" algo sabe:
cómo obtener goce a partir de ella -de ahí la excitación inequívoca-
mente sexual que la acompaña. Pero si nos referimos al fantasma fun-
damental, de ese goce el sujeto no sabl!. No se consulta por la novela,
salvo en algunas oportunidades, especialmente en casos de adopción
·-en los que no es casual, además, la frecuencia con que se presentan
trastornos en el aprendizaje. Y aun en estas ocasiones, cuando se con-
sulta por la novela es porque ésta se ha hecho síntoma. Podemos ver
t.:ot!xistir al padre idealizado y al padre del goce, por ejemplo, coinci-
diendo en la persona del padre adoptivo y el genitor respectivamente,
o a la inversa; o ambos encarnados en una misma figura. o variando
sus lugares a lo largo de distintos momentos de la cura. La novela
cobra entonces todo su interés y su utilidad, haciéndose imprescindible
su construcción en el curso de la cura.
Para concluir, en el S. XXI7 Lacan ubica el lugar de la pregunta en
el niño, de sus porqués; dice que "los niños actúan como si estuviesen
interesados, pero ya saben lo que preguntan, lo reprimen, y no quieren
saber de eso." Esto hace necesaria la constitución de un síntoma analí-
tico que funcione como causa para recorrer la cadena significante de la
novela.
97
Olbllograíaa
( 1} l.ncan. Jacques " Discurso de clausura de las Jornadas sobre Ja psicosis en el niüo"
en "El aualiticón·• W 3. Correo!Paradiso. Barcelona, 1987
{2) Preud, Sigmund ''La novela famHiar del neurótico" O.C.vol.II B.N., 1948
(3) Freud, Sigmund "Pegan a un niño" O.C. vol. I, B.N.I948
(4) Lacan. Jacques Seminario V (inédito), clase del 1212/58
(5) M iller, J.-A. ..Del síntoma al fantasma y retorno",clase del3/ll/82. versión inédi-
ta.
(6) Solano, Estheta "Au-dela du roman familia!: la passe'' en Revue de l'ecole de la
Cause freudienne n° 21 .
(7) Lacan. Jacques S. XXI ''RSI" (inédito), clase de1 9/4/74 .
98
Contribuciones
Esos verdaderos niños
Patricia Diana Heffes
101
Para Freud, en sus corrúenzos, también fue asf. Las nunca olvida-
das histéricas que escuchó en los albores del psicoanálisis, le ofrecie-
ron el guiño que le permitió establecer esa misma proposición.
¿Por qué considerar la sexualidad femenina solo en referencia al
psicoanálisis con niños? Del trabajo sobre esta pregunta, surge el
siguiente enunciado: Al principio de un psicoanálisis hay que descu-
brir qué hay de la sexualidad femenin a y al final , en cambio, se trata-
rá de una invención. La dialéct ica descubrir- invemar opera en el sen-
tido de la propuesta lacaniana de ir de un Otro al otro, del A al peque-
ño a, de lo universal a lo particular. Inventar supone que solo hay el
vacío del Otro(~.
Ubicar al inicio la sexualidad femenina supone considerar la lógica
de la cura según qué hizo el sujeto para responder al vacío del Otro,
cómo se las arregló para poner algo allí donde había nada. Cuando del
ser se trata, el sujeto se las ingenia para constituir respuestas del lado
de Poros o de Penía, lo que no resulta igual pero funcio na. La respuesta.
al vacío del Otro surge de la dialéctica del amor en términos de ser.
J.- A. Miller decía: "El amor. propiamente, no es una cuestión de tener
si no de ser. "2
Una cura bien puede consistir en seguir la trayectoria de1 sujeto en
las cuestiones del amor hasta ese punto de invención llamado por
Lacan "nuevo amor·· donde el saber adquiere otro estatuto.
102
ciones morales." Con relación a este párrafo, el Sr. López Ballesteros
hace un comentario en el que destaca lo que denomina "prefiguracio-
nes de modernos conceptos'' y dice haberse visto tentado de traducir
este párrafo con terminología actual. Pero veamos qué introduce Freud
en ese pasaje.
E~ tablece dos términos cruciales: la impotencia del n.it'io y la inter-
vención del Otro materno, articulados en ese punto de real , dado por
las condiciones ni claras, ni precisa~.¡, de la existencia de un nuevo
ser ... humano, nombrado incapaz y dependiente de la asistencia ajena.
La madre da consistencia al grito del niño presa en una cadena cons-
truida por la relación de esa mujer con su propia falta. Esto que Freud
denomina "fund6n secundaria de la comprensión (comunicación)"
toma el lugar, como él mismo lo dice. de "fuente primordial de rodas
'l as motivaciones morales". La dependencia del sujeto al Otro es para
Frcud el punto inicial que le da pie para formular el concepto de super-
y6. El superyó freudiano está en relación directa con el amor, la con-
d~ncia moral se gesta a raíz del temor a perder el amor, de lo que resul-
tll la dependencia de los otros.
1'-:.-.tt.: ca mi"no va desde el goce. pasando por el amor, hasra llegar al
tks~ll. pero este camino sólo puede ser recorrido a través de la vía de
lu ld~rllllkaci(m. Son los sig ni lkantes del Otro los que van a con1igu-
rur c:su qu~ l·'rc:.ud llama en la cita "las motivaciones morales", las cua-
~~~~ crucl!n merced n su propio lcilmotiv: la angustia por la pérdida del
unmr.
103
identificarse con el tipo ideal de su sexo. rú siquiera responder sin gra-
ves vicisitudes a las necesidades de su partenaire en la relación sexual,
e incluso acoger con justeza las del nifío que es procreado en ellas."3
De este modo Lacan restituye en 1958 la función de nudo que le es
propia al concepto de castración en la teoría freudiana.
Una mujer rechaza una parte esencial de su femineidad para cons-
tituirse en el falo del Otro, pretende ser amada y deseada por lo que no
es, y encuentra en el cuerpo de un otro el significante de su propio
deseo. El amor y el deseo convergen para ella sobre el mismo objeto.
El amor de una mujer hacia un hombre toma la apariencia de amar al
que tiene (A), pero esto no es más que el velo que oculta que ella sabe
que él es castrado (JV.
Para el hombre. en cambio, amor y deseo se separan en ese punto
donde ella se constituye por t::1 significante fálico dando por amor lo
que no tiene. El ama en tanto ella encarna por su castración imagina-
ria al Otro barrado(~, y el propio deseo fálico del hombre hará surgir
"otra mujer" que produzca como efecto la sígniticación fálica.
Hombre y mujer, decía antes, son sigtúficantes de uso corriente con
los que se nombra a aquellos que constituyen el desencuentro pri mor-
dial. Diría mejor que se trata de dos fant asmas que se encuentran en el .
acto sexual constituidos por esa particular articulación del deseo y el
goce. Como resultado de esta operación se obtendrá el producto: lújo.
La relación del sujeto a su falta siempre está referida al Deseo de la
Madre como consecuencia de que cada quien que soporta esa falta es
hijo de una madre que encarna ese deseo. Pero esto que puede parecer
una obviedad, no lo es en la medida en que clirucamente podemos defi-
nir la vida de cualquier hombre o mujer como el intento indeclinable
de satisfacer el deseo materno. lo que da cuenta de aquello que da con-
sistencia a lo infantil tal como Freud se ha referido.
"Esos verdaderos ni f\os" es una expresión de Lacan4 en alusión al
infa ntilismo de los padres quienes pretenden enmascarar el nústerio de
su unión o de su desunión frente a su hijo. a cuenta de lo que la amne-
sia infantil dej<.S como saldo respecto del coito de los padres.
Esos verdaderos niflos que son los padres, no hay otros sino ellos
en la familia -dice Lacan- , juegan su juego sin saber, en la mayoría
104
de los casos. que lo infa ntil está allí presidiendo la partida.
Finalmente, la sexualidad femenina como cuestión preliminar a
todo tratanúento posible es una proposición que da consistencia a una
lógica de la cura en la medida que provee los térnúnos que es preciso
art'icul ar para llegar a una conclusión. Paniendo del amor, en tanto es
lo verdadero de la demanda. guiados por la castración en sus vertien-
tes de deseo y goce, para arribar a lo que causa al sujeto quedando al
descubierto el vacío del Otro que se escribe /A.
Notas
Bibliografía
lOS
El saber en la salida
de una cura
Haydee Iglesias
107
ocurre con el saber en la lógica de una cura? Son preguntas que orien-
tan esre trabajo.
Pienso entonces que eJ niño lacaniano. momenro de la constitución
subjetiva, no es ni irresponsable ni inocente en relación al goce ni al
saber. ya que de entrada está confrontado a lo que del Otro le viene
como lo real de lo que se goza y los signit1cames del saber. La efec-
tuación de la estruetura implka como el niño va ubicándose en sus pro-
pias respuestas.
El funcionamiento de la estructura no supone un sujeto pasivo.
idéntico a lo que le viene como saber en el campo del Otro. Esto se
vuelve particularmente importante en la clínica con niños que sostiene
un lugar para él como analízante de pleno derecho.
No se trata ele la pregunta ''qué sabe un niño" sino: cuál es la rela-
ción del sujeto al saber. Parrimos de la suposici<'>n de un sujeto dividi-
do que tiene un lugar frente al saber imposible de alcanzar como suje-
to, en tanto un signit1cante es su representante frente a este saber, tal
como lo volviera a decir en la 3ra.. pero que se escribe ya en el dis-
curso del amo.
108
Nuestra tarea en la clínica con niños nos obliga a precisar entonces
qué ocurre con el saber en la lógica de la cura con niños.
Este saber es una visagra que articula la posici6n del niño como ~ío~
toma de la pareja parental, y el síntoma del niño. Una lógica que arti·
cula por un lado como goza el niño de ese saber que le viene del Otro
y al que está obligado por estructura a prenderse, y por otro, que ocu..
rre cuando el niño formaliza su síntoma y qué ocurre a la salida de una
cura.
¿Cuándo un niíío es traído a la consulta? Un niño es traíoo cuando
su respuesta ya no es satisfactoria como goce y como saber, haciendo
síntoma en los padres que se implican parcialmente en lo que ese sfn.
toma del niño les concierne.
La modalidad transferencia] de un niño suele <!Xi~ü' una. opl:}rac.i1,1n
de sustracción de goce pendiente a realizar en lo que ~s p1.1e.~to ~.n jue~O.
en transferencia. Los síntomas de entrada en un niño son \Ula re.spues.~
ta al vacío. pero del lado de lo que no cesa de escribirse cpmo ~uplen·
cia de la falta en el Otro.
Elegí un caso en el que el saber fom1ó parte de la formali~"Qlóll d~l
síntoma tanto del niño como de su madre. aunque el motivu de oon•
sulta había sido por una enuresis primaria, en un niño de 8 años, ·
A N. lo trae su madre y su nueva pareja, y además de la enuresls
nocttuna, agregan que les preocupa que N. no da besos, que temen por
su destino sexual porque sólo juega con nenas en la escuela. Dicen que
ellos saben que esto no debe ser así a esta edad, también sabemos que
N. no pone el cuerpo para competir, por ej. al fútbol. Agregan otras
cosas que saben.
Hay un saber imaginario y un cuerpo ligados en el discurso paren-
tal que no se interroga sobre esto.
El pis del niño viene a hacer límite a una totalidad de saber. soste-
niendo en la enuresis el no-todo saber en el que N sostiene una posibi-
lidad de no ser todo apresado por su madre que tanto sabe de él.
El pis, lo que ella no sabe que hacer con ese pis. sintomatiza como
para traerla a la consulta.
Hay un goce en- el cuerpo de~ saber que no se sabe, pero la enu-
rcsis síntomatiza en la madre como respuesta de goce es insatlsfncto-
109
ría. La enfrenta a una falta en saber y una falta en gozar de la que jus-
tamente ella no quiere saber.
PPra la madr~ N. nació sin referencia a un hombre: "yo lo tuve
sola". ••el padre de N. no estaba", "N. es hijo mío".
N. es puesto por su madre en posición de no tener y en relación a
ser, ser de ella y no s~r de un varón. Esta madre ubica al padre como
uno más en la serie de "tipos" impotentes para ella, sosteniendo un
í>alx:r t¡ue lambién alcanza a que ella sabe sobre lo que es un padre, y
es ti;! padre de N. no lo es.
El padre confirma parcialmente esto, pero tiene una posición que
descompleta este saber sobre él, negándose a firmar del todo lo que
dice la madre de N., posición del padre de N. que la enloquece.
También este padre le dice a N. que "los padres separados no saben
todo el uno del otro".
El niño en el dispositivo
110
Llega entonces sosteniéndose es un no-saber. no-todo no-saber,
sino ubicando en transferencia algo del orden de la invención propia,
amenazada, secreto de su poder.
El rúño puede implicarse en su demanda bajo la forma de un cierto
saber hacer en el dispositivo: no habla y se queja direcrarnente de sus
padecimientos pero puede traer al dispositivo. a su modo, aquello que
lo perturba, aquello que lo ocupa. aquello frente a lo cual su respuesta
es ineficaz y que hace síntoma, irúcialmente en el Otro.
Propongo entonces que, tomando otro estatuto del saber, el saber
del analista puede pensarse como el de acudir en apoyo de un saber que
debe efectivizarse como invención que lo separe de velar con un sin-
loma en su cuerpo la verdad de la pareja parental.
Lo que un sujeto tiene en tanto invención de saber en su constitu-
ción con el síntoma y el fantasma, como respuestas al S (9\). (grafo de
Subversión del sujeto ... ).
El síntoma supone una particularidad en relación al falo, Falo que
le concierne al niño y es sobre el fondo de falta que el falo implica, el
rúño tiene en los momentos de su constitución de dos posiciones, la de
ser y la de tener. Esta última, en tanto saber, el sujeto dispondría de una
versión de falo desde la que sostener su propio goce fálico, tal como lo
propone MiUer hablando de la tarea de Juarúto.
Este niño lo ilustra en su tensüjn entre el no saber que descompleta
a su madre, y la invención que dispone no del todo a salvo.
El pis imaginariza la función paterna como falla, pero también es
pantalla y velo que lo cubre y se destina al amo que no puede hacer con
él un todo-saber, no puede hacerlo del todo esclavo. El pis castra al amo.
111
3.- Momento donde se construyó la salida
N. ya no está del lado del que no puede jugar, sino que son los
padres los que se enfrentan a que ellos no le ofrecieron un colegio
donde N. pudiera encontrar clúcos de su nivel de instrucción y estimu-
lación. N. puede tener. N. suma al cambio de colegio, otros reclamos
de mudanzas en su casa: cambio de cuarto, etc. cambiando su conduc-
ta social.
N. pide terminar su análisis: argumenta que ya sabe arreglárselas
sin análisis y que ahora en lugar de análisis quiere ir a "aprender otro
idioma". Un idioma que lo ubica en la línea paterna: está ligado a su
apellido, viene además vía identific ación con unos niños extranjeros
ligados a l a nueva pareja de la madre, y lugar extranjero que su padre
sancionó con las marcas del deseo al prohibir un viaje en cierta oca-
sión.
La madre se opone a que termine, porque si bien ve que N. está
bien, ella esperaba del análisis otra cosa: "me desespera no saber quién
es ni qué quiere realmente", desesperación que ahora queda de su lacto,
sin la suplencia de los síntomas de N.
N. en la última sesión pregunta: como sabés sobre lo que me pasa?
N. se despide ubicando un saber como enigma en el ~. del que se
desentiende tras enunciarlo ya que es su manera de irse del dispositi-
vo.
Los estatutos del saber que ilustra el caso los puedo pensar como:
a. El saber S2 que se descompleta en la irrupción de un significante
S 1 como representante de un sujeto (dic. amo)
112
d. El saber y su frontera con el goce supuesto del Otro supuesto.
113
N. se va del dispositivo no ya del todo como un niño, sujetado a su
madre, soportando en su cuerpo la confrontación modalizada en
"saber''. Algo del saber no sabido se sitúa de otro modo. Puede irse
como cualquiera, en busca de placer, descanso y olvido. como dijera
Fellini en su última película, La voz de la luna.
Ui b liografia
Frcud, Sigmund.
"Introducción al psicoanálisis'' Conf. 17. El sentido de los síntomas ( 1916)
"Más allá del principio de placer" ( 1920)
"Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños" (1 925)
Ed. AmoiTortu. 1986. Argentina.
l acan. Jacques.
Seminario 15. Seminario del Acto (inédito)
Seminario 17. El envés del psicoanálisis. Paidós. Argentina.
Seminario 20. Alin. Paidós. Argentina.
Seminario 21. l os incautos no yerran (inédito)
··conferencia de G inebra sobre el Sú1toma". 1975. Intervenciones y Textos 2.
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de Psicoanálisis, Cómo terminan los anális is. EOUA. 1994.
Varios, La conclusión de la cura, Vlll Encuentro Internacional 1994, Francia.
114
Los estragos de la
madre-analista
Bernard Nominé
Sabemos desde Freud que el niño tiene relación con su madre por
medio de un sigrut1cante con el cual va a identificarse: el falo. Para
recuperar el goce perdido que compartía con la madre tendrá que iden-
tificarse con la falta de la madre y el falo es un significante que dice
esa falta.
Desde Lacan sabernos que, el sujeto que se ha identit1cado con el
falo, sin embargo no recupera todo el goce perdido. Pierde algo de lo
que él fue como objeto de goce para la madre porque eso no entra en
el orden del lenguaje. Esta parte perdida lo divide y causa su deseo.
Lacan indica esa cosa con la letra (a).
Ese resto que no entra en el orden del lenguaje no concierne única-
mente al niño; también la madre hace uso de él, hace de él otra cosa
que un falo. Pero no es muy justo decir que hace uso de él. Digamos
más exactamente que no hace directamente uso de él aunque esté en el
principio mismo de lo que ella goza.
Para aprehender eso hay que remontarse a la lústoria de la madre
que fue primero una niña.
El pene es lo que le falta a la niña. Es pues lo que va a reclamar a
la madre pensando que su madre lo tiene y que no se lo dio. Es lo que
Freud llamó la envidia del pene: "penisneid". Cuando ella se dé cuen-
115
r
1u de que su madre no lo tiene irá a buscarlo del l.ado del padre bajo
una forma simbólica: el falo que podría conseguir teniendo un niño del
padre.
Ese niño del padre es tan imposible de tener como el pene de la
madre; así, como mujer. si tiene un niño. éste será el resultado de esta
doble imposibilidad: no será lo que le falta a la madre y tampoco será
un niño del padre. Y sin embargo tendrá algo que ver con esos dos
objetos, aunque no completamente.
En efecto, en cada etapa que acabamos de describir algo escapa a la
traducción significante.
Lo que reclama la niña a la madre lo llama "Penisneid'', pero ya así
lo que reclama no representa todo lo que le falta; en efecto. lo que le
falla es el goce del cuerpo de la madre y su propia posición de objeto
de goce para la madre:
Penisneid
(a)
Para conseguir ese falo-niño del padre será necesario pasar a orra
cosa. Tendrá que estar dispuesta a encarnar como mujer lo que causa
el deseo del hombre. Es allí que se encarnará del mejor modo la ten-
116
ucnd a a ser objeto de goce, puesto que según Lacan la posicil'Sn teme-
ni na es la del objeto que orienta perversamente el deseo de un hombre.
No por eso encuentra alú lo que e1la ha sido como objeto de goce
rara su madre. sólo hace semblante de ser el de su partenaire. Pero en
Jin. hay allí de todas formas cierto parentesco, cierta proximidad que
quizás puede ser peligrosa. En erecto, este objeto, este (a), si es preci-
so huscarlo, mejor será no encontrarlo realmente.
Digamos pues, que si bien llega a satisfacer su tendencia pasiva (es
d término empleado por Freud). no por eso recupera su (a); pero siem-
pre espera encontrarlo en el resultado de la cópula, o sea en el niño que
pueda tener.
El niño ocupa entonces el lugar de (a) para la madre. causa de su
deseo; la divide. La hace "no toda'' madre. Por otra parte no es el único
que cumple esa función; más le vale, que no tenga eso a su cargo y que
el padre sea también aquel que haya podido hacer a la madre "no-toda"
madre.
Lo que haría a la madre "toda" es un tapón fálico que no existe
como tal. Esto sería pues, el callejón sin salida para un nilío puesto en
tal posición.
El niño, en tanto que su posición de objeto para la madre supera la
problemática fálica, la confronta con Jo que dt! su goce no es todo fáli-
co. o sea que la confronta con lo que se concibe tan mal de la posición
femenina de la madre.
Podría pensarse que el padre queda excluído de este asunto ya que
él se acantona en el registro fálico, ¡pero qué va! Porque el padre sólo
tiene derecho al respeto y al amor si precisamente hace de la madre su
mujer.
Así. cuando decíamos antes que el niño supone al padre un saber
sobre el goce de la madre, ahora tenemos que precisar que ese saber es.
sólo supuesto. dado que en realidad es con una mujer y no con una
madre con quien el padre está confrontado. Es el partenaire de ese goce
femenino del que no sabe nada.
Hay algo allí de lo indecible. Es lo que llamamos el "no-todo" fáli-
co asumido por la posición femenina. A ese lugar de lo indecible, aun-
que tratemos de cernirlo en el análisis, no le hacemos sufrir la 14 Cat:ás-
117
trofc". como dt:cía Freud, o sea no nos empeñamos en que entre a toda
costa en el campo del sentido.
Lo indecible no tiene sentido y sin embargo, ¿no es él el que defi -
ne el sentido? ¿No es él el que oriente el campo del sentido?
Lo .indecible está en el corazón del lenguaje; es un vector; es el vec-
tor que orienta la palabra.
Sin duda el niño está más próximo de este indecible que el adulto
que ha acabado de velarlo con sus identificaciones fálicas y que ha
construfdo sus ficciones que organizan las relaciones de papá-mamá
ahf donde no bay relación sexual.
Las historias de papá- mamá son rel aciones de significantes.. El
sujeto infantil se las inventa cuando puede, lo que le permite proteger-
se de la ausencia de relación sexual.
No hay relación sexual quiere decir que si del lado masculino el
sujeto busca hacer de una mujer un objeto que causa su deseo, la posi-
ción femenina en cambio, no es simétrica. Del lado femenino el suje-
to se borra detrás de la representación del objeto que es para el Otro.
Lo que quiere decir que una mujer sólo busca su propio objeto en otra
parte, en el ruño a quien acoge y de quien se ocupa como madre.
Eso es lo que Philippe Lacadée, Marie- Jean Sauret y yo habíamos
escrito hace tres años así:
118
Anna Freud es la "analista-nurse"; Melanie Klein es la
"madre-analista". Analizó a tres de sus hijos.
La historia del psicoanálisis con niños está manchada por esta figu-
ra de la madre-analista. Es preciso decir que Melanie Kleín no es la
primera. La pionera es Herminia Von Hug Helmuth. Es la primera psi-
coanalista de niños. Redacta una teoría sobre el psicoanálisis de niños
en J920. He aquí, en particular, el perfil tipo que desea que tenga el
psicoanalista del niño:
"Como son sobre todo mujeres quienes se dedican al cuidado del
cuerpo y del alma del niño, el .conocimiento del que acabamos de
hablar nos invita a formar mujeres inteligentes y buenas para la edu-
cación psicoanalítica''.
Las mujeres que se dedican al cuidado del cuerpo y del alma del
niño, Lacan diría que son aquellas que se ocupan de su objeto causa de
deseo. Dicho de otro modo, lo que Herminia Von Hug Helmuth pro-
pone como modelo para el psicoanálisis con nifios es el niño objeto (a)
de la madre-analista. Es la inversa de un análisis en el sentido de que
es la madre la que es dividida, puesta al trabajo por el niño.
Es la historia de Herminia, quien publicó un falso diario de adoles-
cente, o sea quien hizo pasar como testimonio de una adolescente a
quien hubiera recogido. algo que sólo es ficción autobiográfica, o sea
una escritura de su fantasma.
El niño que la divide, que causa su deseo, es aquel que nunca tuvo
pero que su hermana mayor tuvo de una unión ilegítima. Está muy
celosa de su hermana y empieza su análisis con l. Sadger poco después
del nacimiento de su sobrino. A la muerte de su hermana quiere tomar
a su cargo a este niño mientras que su hermana se había opuesto a ello
en su testamento. A Sadger se lo nombra tutor del niño. Si bien podrí-
amos objetar que no era la madre de este ruño, que no emprendió ver-
daderamente una cura con su sobrino, no deja de ser por ello el proto-
tipo de La madre-analista. Sin cesar se sirve de su sobrino para confir-
mar la "tesis genial" de Freud sobre el niño perverso polimorfo. Le
hace interpretaciones salvajes, publica artículos sobre éi (Análisis de
un sueño de un niiio de 5 años y medio, 1911).
Detengámonos un.momento en esa noción del niño "perverso poli-
119
morfo". Si el niño es "perverso polimorfo" ¿no será porque por estruc-
tura divide a su madre? Está claro que el perverso es aquel que frente al
Otro. busca presentificarlc su objeto para confrontarlo con su castración.
Pero todo esto no es sino artificio ya que si cree que es él el encargado
de castrar al Otro es porque no cree en la castración de la madre.
Podríamos decir que lo que viene a poner término a la perversión
poli morfa del niño es que él se percate de la castración materna y que
pueda considerar que él no es el único en tenerla a su cargo, sino que
también la perversión paterna hace de su madre una mujer.
Nada hay de todo eso en las relaciones entre la tfa Herminia y su
sobrino; él solo tiene a su cargo causar el deseo de esa madre adopti-
va. Además él se queja de ser su "objeto de experimento", de ser
"conejillo de Indias". Así se fija la relación perversa y ésta funciona en
perfecta sím(!tría ya que Hermini a Von Hug Helmuth empieza a temer
la crueldad de su conejillo de Indias. Si a priori el conejillo de Indias
está más bien en posición masoquista, por sus sempiternas interpreta-
ciones que tienden a hacer del niño un pequeño sádico, elJa acabamos-
trándole la vía que lo neva una noche a estrangularla en su cama. Por
nn Herminia muere "toda'', amordazada por su tapón fálico. Fin de
analista. El sobrino la hace pasar de la vida a la muerte. La hace "toda".
Se intentó enterrar el asunto a pensar de un juicio que armó jaleo,
pero pienso que no se puede borrar de la historia esa figura de la
madre-analista, tanto más cuanto que hizo escuela.
Anna Freud le pisó los talones en cierto modo, tomando por su
cuenta la educación psicoanalftica que ella predicaba para los niños.
Anna Freud es la analista-nurse. No olvidemos que Melanie Klein es
otra figura de la madre-analista. Bien podríamos decir que la madre-
analista es la posición de un sujeto que se pone del lado madre pero
que se niega a ser marcado por el "no-todo''. Trata de hacerle producir
al niño, que es su objeto (a) y que entonces la descompleta, un saber
que le evitaría la división.
O sea que ella quiere recuperar con el signit1cante, lo que se le esca-
pa como objeto (a). De alú su disposición para falicizarlo wdo.
En este asunto el objeto (a) sufre la catástrofe y se pueden medir sus
estragos.
120
Si el espectro de la madre-analista permanece todavía en el psico-
unálisis con niños, es de notar que pudo dar nacimiento a otra figura,
In dd analista-madre. El prototipo del analista-madre es Winnicon.
El pensaba que tenía que encarnar a la madre "suficientemente
buena". Así y todo hay que reconocerle el mérito de haber introducido
el "suficientemente". En efecto. le daba un espacio a1 objeto, pero que
lo haya pemado como transicional no era sut1ciente para el caso. El
objeto transicional siempre tiene el aspecto del buen objeto cuya ima-
gen se puede acariciar.
El objeto (a) es otra cosa; es lo indecible.
Si quisiéramos conservar el "suficientemente'' de Winnicott. podrí-
~unos decir de una madre que es deseable que sea suficientemente
mujer.
En cuanto a dar el retrato tipo del analista de niños. ¡ni que hablar!
Deseemos tanto al niño como al adulto, o sea, deseemos al sujeto que
encuentre un analista que esté en la buena posición. es decir, en una
posición suficientemente femenina.
Tal posición no caracteriza a ningún sujeto; cualquiera puede
arriesgarse si Jo sostiene un deseo de analista. Es desde ese lugar que
incluye un "no-todo'' saber, que el analista puede salvaguardar la causa
del deseo hacia la cual acompaña a su analizante.
121
Juego y estructura
en la clínica con niños
Mabel L. Grosso
l. S. Freud en "Más allá del prjncipio del place r" estudia el funciona-
miento del aparato psíquico en una de sus actividades más tempranas:
los juegos infantiles. ELjugar infantil como acción de conseguir placer.
Observando a su nieto de un año y medio puntúa lo siguiente:
123
mando el o-o-o (tort), luego tiraba la cuerda para traer el carre-
te. y al verlo reaparecer exclamaba alegremente a-a-a (da) aquí.
4) Los niños repiten en sus juegos todo aquello que en la vida les ha
causado una "intensa impresión" y de este modo tratan de darle
salida a la energía de la misma adueñándose de la situación.
124
6) También hay otra fuente de placer distinta de las ameriores: cuan-
.do el niño pasa de la pasividad del suceso (sufrirlo) a la actividad
del juego, hacer sufrir a cualquier compañero (otro) la sensación
''desagradable" que experimentó y así se venga en aquél, de la per-
sona que se lo infirió.
b) Porque no confían del todo en los adultos como para ser completa-
mente honestos con ellos.
125
y odio, las fantasías, angustias y defensas que se produjeron en el curso
de las primeras relaciones objetales.
El juego le sirve para analizar, si no hubiera juego no podría anali-
:t.:ar". Los niños no asocian porque se angustian ante el acto de hablar,
de verbalizar.
Fabrica un código conforme a la semántica del inconsciente (ej.
Dick: estación=mamá, lren=papá, etc.). Le da una especie de léxico
para hablar junto con el niño, le da un vocabulario. O sea ella se colo-
ca como el Otro del Código. En función de lo que ella va a poder inter-
pretar y decir el sentido de lo que el niño va a hacer con los juguetes
(vagones, estación). Si el vagón entra en la estación, ella va a decir papá
entra en mamá. En referencia a esto Colette Soler señala que la relación
entre los sexos es una inyección que tiene el nombre de sugestióu.
Con referencia a la transferenC-ia nos encontramos aquí con la ver-
riente imaginaria: dualismo de la relación primitiva (relación entre dos
personas en la cual no entra ningún objeto).
Con respecto al tipo de juego dice que los más sencillos y poco
sotlsticados facilitan la proyección de las fantasías reprimidas.
El cajón individual que se le ofrece al niño, al iniciar el tratamien-
to se constituye en el primer momento en el Símbolo del secreto pro-
fesional, del mismo modo que 1a palabra dada al adulto -en la que
confía al irúciar un tratanúento psicoanalítico.
126
Desde el inicio, el nifío, comunica su fantasma inconsciente sobre
la enfermedad o el conflicto por el cual es traído al tratamiento. y
muchas veces su fantasía inconsciente de curación.
Surgen muy rápidamente estas fantasías por temor a que repitamos
la conducta de los objetos originarios que le provocaron la enfermedad
o conflicto.
Junto al temor evidencia el deseo de que no seamos como ellos y
asumamos un nuevo papel en el que le demos lo que necesita para su
mejoría. ·
127
Habla de "z.ona de creación": intenta asir el enigma del surgimien-
to de la primera metáfora. con la producción dd ··objeto transicional ".
VII. S. Freud: Algunos años antes (1919) de "Más allá del principio
del placer'' (en 1908) escribe "El poeta y los sueños diurnos". dice
"todo niño que juega se conduce como un poeta situando las cosas en
un nuevo orden para él".
E1 niño distingue la realidad de su juego a pesar de la carga de afe--c-
to con lo satura.
Apoya los objetos y circunstancias que imagina en objetos tangibles
y visibles del mundo real.
El apoyo es lo que diferencia el jugar del ¡amasear.
Cuando se deja de ser niño se prescinde del apoyo en objetos rea-
les, y ~n lugar de jugar se fantasea (ensuefios más o menos diurnos).
El niño juega eonformando con el juego un sistema psíquico cerra-
do. No ofrece sus juegos como un espectáculo. pero no lo oculta.
El adulro se averguenza de sus fantasías y las oculta a los otros.
Esra conducta díspar es porque:
-El juego de los niños es regido por sus deseos (deseo de ser adul-
to). El niflo juega a ser mayor.
- el adulto sabe que de él se espera que no juegue ni fantasee, sino
que obre en un mundo real.
129
Caracteres del fantasear·
. Las pulsiones insatisfechas son las fuerzas que impulsan las fanta-
sías, y cada una de ellas es una satisfacción de deseos, una satisfacción
de la realidad insatisfactoria.
"El deseo utiliza una ocasión del presente para proyectar, conforme
al modelo del pasado, una imagen del porvenir".
Un poderoso suceso actual despierta en el poeta el recuerdo de un
suceso anterior de la infancia, y de este parte el deseo, que crea satis-
facción de la obra poética, la cual deja ver elementos de la ocasión
reciente y del antiguo recuerdo.
La poesía, como el sueno diurno son la continuación y el sustituto
de los juegos infantiles.
130
Juego: está en el lugar del fantasma, en la constitución del fantas-
ma fundamenral. Fantasía o fantasmas son mani festaciones del fantas-
ma fundamental.
131
fantasía a los que se refiere S. Freud. Tres Tiempos engarzados en el
deseo:
1) El Presente:
El acontecimiento y la insistencia de Alicia de que escriba el cuen-
to.
2) El Pasado:
La infancia de Carro! con sus traumáticas experiencia.¡;¡.
3) El Futuro:
La salida de esa situación o elaboración de sus imposibles por la
escritura.
Lewis Carral escribe en 1862, época en la cual el psicoanálisis no
estaba fundado y es a partir del recurso de la escritura que transmi-
te sus imposibles.
132
¿Por qué los niños autistas no
tiene cuerpo?*
Los ángeles cubren los cielos en las ciudades con Dios. Cada noche
tiene su guarda de seres sin cuerpo que desde las palabras transitan por
las almas creyentes. Y estos seres inmateriales, sin sexo ni sustancia,
que protegen los sueños, son para Lacan puros signíficantcs que el
Renacimiento destituyó de su reino.
El significante otorga un cuerpo, y también lo fragmenta, resque-
brajándolo en órganos y funciones. Hurta de vida al viviente que
reconstituye en lo imaginario la integridad de su imagen velando su
goce. La libido se vuelve incorpórea: un órgano fuera del cuerpo, que,
a diferencia de los ángeles, no es un significante. sino que expresa el
plus-de-goce exterior a la acción de lo simbólico. El cuerpo no es ya
S(~lo la proyección de una superflcie sino que tiene agujeros. y en esos
huecos se aloja el sendero de goce que traza los bordes del cuerpo.
Para tener cuerpo y hacer uso de él deben conjugarse las acciones
de Jo simbólico, lo real y lo imaginario. Pero sin la operación simbóli-
ca que permite la constitución de los bordes, del espacio y del tiempo,
el sujeto queda sin cuerpo y sin ángel.
La unificación del cuerpo sufre sus transformaciones con el
derrumbe imaginario que produce el desencadenamiento de la psico-
sis: fenómenos de doble, de despersonalización, de cuerpo despedaza·
133
do. La imagen del cadáver leproso conduciendo a otro cadáver lepro-
so de Schreher da cuenta tanto del desdoblamiento imaginario como
del rasgo de mortificación del objeto de goce -la carroña que es él
mismo- que se aloja en la imagen. Por el lado de la esquizofrenia e1
cuerpo padece la acción del goce del órgano. Esto marca el contrapun-
to clásico: goce del Otro en la paranoia, goce en el cuerpo (que se
manifiesta como hipocondría) para la esquizofrerua. Los dos tipos clí~
nicos de la psicosis -con su tratamiento particular del goce- man-
tienen la presencia de un cuerpo.
¿Qué pasa con los rufios autistas precoces en los que no se puede
ha'Qlar de desencadenamiento, de estabilización ni de suplencia previa
al desencadenamiento? ¿Qué decir con respecto a un cuerpo que pare-
ciera no pertenecerles: golpeado, ignorado, sin agujeros? ¿Alcanza la
inclusión en el lenguaje de todo sujeto para considerar que los autistas
tienen cuerpo?
134
La institución belga "L' Antenne 11 O" se ocupó recientemente de
rcpertoriarlos. La relación al cuerpo muestra la insensibilidad de estos
niños frente al dolor y la usual ausencia de enfermedades. En cuanto a
la imagen, manifiestan dos fenómenos opuestos: un desinterés correla-
tivo a una atracción por los agujeros y orificios, o bien una imitación
simétrica de los movimientos del otro según secuencias ordenadas.
Establecen una serie de fenómenos en torno a la relación con los obje-
tos separables del cuerpo (núrada, voz, conúda y excrementos) que
presentan siempre las mismas modalidades, pero varían sus contenidos
según sea el objeto de que se trate: evitación, falta de dirección hacia
el otro, intercambios simétricos o reproducción de secuencias fijas. O
bien el Otro queda completamente excluido, o bien cautivado en un
orden inalterable. A veces la presencia de ciertos objetos se vuelve
indispensable, pero en tales casos se les aplica una "palpitación", una
ligera oscilación a la manera de un ritmo. La falta de unidad de medi-
da fálica produce trastornos espacio- temporales que obligan a recorri-
dos fijos: el agujero de significación es ubicuitario, va de los costados
al irüinito inconmensurable. Cuando hablan, los trastornos del lengua-
je se refieren a la estructura holofrásica que hace que repitan infatiga-
blemente las mismas palabras y fonemas, con un modelo de mensaje
no invertido, con un orden preciso.
2. ¿Autismo?
135
dón panicular con sus padres (padres obsesionados por detalles pero
poco afectivos).
Se caracterizan por su imposibilidad de establecer conexiones ordi-
narias con personas y situaciones desde el inicio mismo de la vida, por
su "inclinación a la soledad autista, alejando todo lo externo que se
acerca al niño''. Actúan como si las personas de su entorno no estuvie-
ran.
Kanner considera que eJ exterior es vivido desde un comienzo por
estos niños como una amenaza no localizable que se vuelve el estatu-
to propio de lo exterior. Esto produce que toda acción del otro sea vivi-
da como intrusión (incluye la alimentación, los cuidados corporales. e
incluso la simple presencia).
Desde la creación del término "autismo'' por Bleuler en 1911 (para
nombrar el retraimiento en el propio mundo imaginario de la esquizo-
frenia), este término adquirió distintos sentidos según fuera utilizado
para nombrar una patología precoz o un estado secundario al desenca-
denamiento de la enfermedad. La distinción emerge de los resultados
terapéuticos. Se considera que en general los tratamientos que produ-
cen cierta salida del encierro aulista ocurren en psicosis cuyo «autis-
mo" nombraba más bien su desconexión con el mundo exterior, por lo
que se trataría de un autismo secundario. Lo propiamente autista es eJ
despegue del Otro correlativo a la anulación de toda direccionalidad, e
incluso de presencia.
No existen autismos puros -algo que ya fuera señalado por Colette
Soler-. Deben ser más bien considerados como un polo, "un recha.~o
de entrar. en la alienación, deteniéndose en el borde',', que tos lleva a
aparecer como "significados del Otr.o~: .(hablan por ellos y buscan un
sentido a su conducta}. Caracteriza a los niños autistas por el senti-
miento de persecución (a través de la voz y la mirada), la anulación y
el rechazo de toda intimación o llamada proveruente del Otro. A partir
de esta polarización, las psicosis en los niños se manifiestan como for~
mas mixtas. Esto permite zanjar la polaridad autismo primario y autis~
mo secundario. Podemos entender así qué elementos estructurales se
ponen en juego en el autismo planteado fuera de su devenir ulterior.
136
3. La intrusión es sin cuerpo
137
togo a la banda de Moebius que carece de interior y de exterior. Sin
embargo, el universo de los autistas no se confunde con la "bidimen-
sionalidad.. teorizada por Meltzer para la psicosis. Según señala Eric
Laurent, este s~j~to quf! es COillO l~ tray~ctoriª- de\~ .bandª .~in_.agl.!j~
ros de Moebill~ se ~ncu.entGl. sum.e.r&}do .en.JJA.e,&P1tGlo .qu~ h.a~e..QIJ.~ ~!
~Ol:he a 300 metros de distanci~ y el q1:1e el rtiñ.o tiene.en.la.mano sea1.1
uno .y. el mismo. Por ello, el niño puede intentar
. agarrarlo
.. a través de
l.a ventana .
En este punto podríamos preguntarnos en qué se distingue el autis-
mo en los niños de la psicosis del adulto. Los nif'íos autistas no cuen-
tan con el ret.'Urso de las suplencias imaginarias que permite las distin-
tas identificaciones que sostienen al sujeto frente a la falla simbólica.
Por esto mismo, el organi.smo q~e ellos son J~Uede ~e~ mal~atado o
ignorado: no tienen orificios, .. cuerpo
. .... . ni imagen.
' .• .,
Borges consideraba que los niños eran inmortales porque nada sa-
bían acerca de la muerte. Más aún: en realidad no hay inscripción de
1~ propia muerte en el psiquismo. Como contrapunto a esta afirmación
están los ángeles a quienes los significantes volvieron eternos. Los
nifios autistas, que por cierto no son inmortales, viven como en un
espacio sin cuerpo, perpetuado fuera del tiempo. Pero la analogía se
quiebra: el psicoanálisis no interfiere en el mundo etéreo de los ánge-
les; para los nifios psicóticos, por el contrario, se diseñan otros cami-
nos.
Referenc.fas:
138
Enseñanzas
de la práctica
"No sos tu tío muerto"
1.41
Presentación del niño
142
Lo que surge bajo la apariencia del muerto-vivo es el hombreclto
obsceno, encarnación más clara de lo sirúestro. Lo siniestro da cuerpo
a cierto plus, a lo que en el sujeto es más que el sujeto misnw.
Por otro lado, M arma montajes de personas que van golpeando en
cadena con instrumentos, hasta que finalmente hay uno que queda col-
gado, patas para arriba, solo.
En tercer térnúno, trae la historia de los luchadores ''sumos" , ali-
mentados por sus padres con el fin de transformarlos en esos mons-
truos deformados para que continúen en ese lugar de lucha.
Vemos así que:
1) Muertos- vivos
2) Uno que queda colgado solo (expresión que alude por lo de "col-
gado" también a quedarse solo).
3) Alimentar un monstruo.
Son los significantes que se despliegan ante el analista como testi-
go. Lugar del A en el que se inscribe, bajo la forma de relato, la posi-
ción de M: "hacerse el malo".
143
El monstruo aparece en la Cura
144
La presentación vía el. fantasma muestra al sujeto en una posició11
de objeto.
Al decir de Lacan: "algo viene a revelarse que es del orden de la
experiencia subjetiva, que ocurre repentinamente o que es propia-
mente el fundamento de lo que se llama síntoma analítico, a saber,
algo instalado en lo subjetivo. No podrá ser resuelto por ninguna
forma de diálogo razonable y lógico. Aquf, el psicoanalista, afirma a
aquél que sufre de ello, al paciente, 'usted no será liberado de ese
nudo más que en el interior del campo'. m
Es así como M abrirá la confesión que incluye a las distintas gene-
raciones. Aporte de goce al A que se enlaza a un punto de falta.
Su tío lo dejó colgado en ese lugar.
Llorar presentifica la falta, hace pensar al A.
La identificación al falo muerto lo ubica en el lugar de falso muer-
to que deniega la verdadera muerte. Así M interpreta al Otro, al deseo
mortífero del A, que si bien lo mortifica. le da un lugar. aunque sea el
de falo mueno.
M se propone con su posición famasmática, mediante ese falo mor-
tll'icado, completar a ''La abuela" en tanto A, a "La abuela" en falta
de ese heredero varón.
Recordemos la figuras de lo femenino que da Freud en el apólogo
de los tres cofrecillos: "La nwdre- La amilda - La muerte" .
M oscilaba entre la madre y la muerte; oscilación de la que empe-
zará a poder salir vfa el amor de transferencia. recordemos que para
Lacan ''el amor es lo que permite al goce condescender al deseo". 2
A continuación de lo que hemos dado en llamar una verdadera con-
fesión que denuncia la trama de tres generac.iones, M se lastima el
dedo y se lo entablillan.
Manitiesta su temor de que no le quede bien.
Me pide que le mire el dedo, y en ese momento relata lo que él le
había llecho a su hermana, bastante tiempo atrás, y que sólo había sido
enunciado por su madre en la primera entrevista. Dice, trasluciendo
cierto arrepentimiento, que una vez le quebró el brazo a su hermana,
que él no lo hizo a propósito y agrega que ··por suerte. /.e quedó bien".
Al contar las monstruosidades de las que es capaz, cuenta que él no
145
tiene amigos porque no le gusta que lo "miren como a un tonto", por
eso le cortó a tijeretazos el cuaderno a un compañero.
Le digo, entonces, que de eso se trata: hacer el monstruo le hace
espantar amigos.
Se hace síntoma el sufrimiento por no tener amigos. Esa posición
de monstruo ahuyenta a los amigos; dependerá de él asumirlo. La
lucha será difícil. M sabrá que pierde algo por preservar ese goce.
Entra y sale de esta dramática, mostrando lo difícil que resulta
renunciar a un goce que lo habita -pero que comienza a entrar en el
inconsciente-. ya que esta posición le da un lugar en A, le da un ser
en el fantasma.
El dedo entablillado en tanto encuentro azaroso con al go que puede
lesionar su integridad, es un pretexto para que el texto se despliegue.
La denegación ;·no lo hice a propósito", introduce el deseo vfa la
culpa, la culpa-falta índice de la división del sujeto y por ella se impli-
cará en su goce con el temor de que este goce retome sobre sí.
Se abre aquí una pregunta dirigida a la analista: ¿Qué tendrá que
ver él con esto?, inaugurando la posibilidad de producir un saber sobre
el goce.
Contemporáneamente a estos relatos comienza en la familia el
montaje preparatorio del BAR MITZVA. Todos se preguntan si él
podrá estar a la altura del acontecimiento. Ante el hecho de tener que
ir a estudiar para la ceremonia, aparecen inhibiciones que di ticultan su
preparación. es interesante sei'ialar que la inhibición esrá ligada al
momento en que el estudio del texto de las leyes de Dios le permitirá
a M. mediante el ritual, acceder a la comunidad de los hombres, ins-
tancia de pasaje en el judaísmo en la que el sujeto puede acceder al
saber del texto.
En esa época, M dice haberme visto una noche en el templo (lugar
en el que le aclaro no estaba), confundiéndome con una mujer que
tenía el mismo corte de pelo.
Será a partir de allí que comienza su qprendizaje, momento en que
depone la mirada (en la analista). en el fantasma, esto le permite poder
de.lar de darse a ver a ésa, "La Abuela.", Dios gozador que esperaba su
BAR MITZVA para poder morir.
146
Deponer ese objeto en el lugar del analista es lo que dará cue nta de
la instauración del Discurso analítico, donde el lugar del semblante es
ocupado por este objeto y, que a partir de allí, podrá funcionar como
objet<r-causa de la división del sujeto.
El padre de M está por tener un nuevo hijo con su actual mujer. Esta
situación altera a la familia materna, que se averguenza de que eso se
sepa: ''habrá que mostrttr el bebé en el BAR MmVA ".
M tiene que decidir si va a dedicarle una vela a su hermano, y le
pregunta a su madre delante de la analista: "¿Vos, en mi lugar, que
harías?" .
Ella no responde.
Le digo, entonces, que se trata de que él decide lo que quiere.
Luego de esto, en el dispositivo analítico, M anuncia: ''voy a ltacer
11.11 sketch macabro". Agarra un muñeco bebé, le pincha los ojos y dice:
"la enfermera se lo entrega a la madre. Y le dice: Este es el bebé del
futuro".
De eso se trataba. de entregar a la madre un bebé fallado. Así evi-
denciar el punto de castración en la madre, castración que retorna
sobre el sujeto bajo la forma de pérdida de la mirada.
En la sesión siguiente cuenta un sueño por primera vez. Lo titÚla
como un película ·'Duro de matar". Dice que había una calavera que
venía a vengarse de lo que le hicieron. Confesión vía el inconsciente
del Jugar armado por el suj eto, el de monstruo vengador de aquello que
se le ha hecho.
En función de los dichos acerca del lugar que él dice ocupar en la
familia, recordemos que no puede dejar de recaer sobre él el odio que
su propia madre sentía por su hermano, dado el lugar privilegiado de
heredero que éste tetúa para sus padres.
147
Caricaturas
Para concluir
148
pccto del Otro (el efecto signi t1cante de su demanda en las formas que
ésta ha tomado), si no también la posición de los progenitores (S 1-S2)
en el cliscurso como lazo, como dice muy bien Guy Clastrs.
El Sínthome revela la simbolización del rea l en que el síntoma con-
siste su realización subjetiva. implica la cadena inconsciente de tres
generaciones que asistieron al engendramiento del sujeto.
El síntoma como puesta en forma de ese saber no sabido, es decir
del reconocimiento de la lógica que rigió la constitución, el trabajo de
subjetivización de marcas signit1cante..s de tres generaciones.
También podernos ver claramente aquí cómo el síntoma en el niño.
como lo plantea Lacan en los años '70. es el síntoma del rechazo de
aquello que no se puede articular en el lugar del Otro. síntoma d.e la
verdad de la pareja parental, del goce del Padre en relación al goc-e de
la madre.
Así son claros en este caso los et'ecros del Nombre del Padre en
tanto el padre falla en su función por estar sometido al DM, a la abue-
la Diosa gozosa que maneja los hilos familiares y que ordena se la
á! canee.
La posición de M con sus muertos vivos muestra ese reverso del
Nombre del Padre, el padre obsceno que definitivamente no puede
acotar lo que resta como goce del DM. Deja así a M en el lugar del falo
revelado falo materno, nuzrco que atestigua cómo M está atrapado en
el sueño del Otro (materno), entrampado en ese monstruo, señal de la
ligazón al DM incestuoso.
Vemos én M cómo asienta la consistencia en el goce de una ima-
gen, que tenía la garantía del deseo del Otro. Pero para comprender la
fuerza del monstruo no alcanza la identificación con aquello que terna
el padre corno rasgo atractivo para el DM. Entonces hizo falta escuchar
también la contaminación del Deseo mortífero para ubicar la posición
de falo muerto con respecto a la abuela materna. Se puede ver cómo
aún a costa de esta morrit1cación tiene un lugar posible en el A, por ello
sostenido y cuidado por M.
Queremos vol ver a remarcar que es en el campo mismo de la trans-
ferencia donde esta posición se transfom1a en síntoma analítico.
Es en este punto donde el goce deviene sufrimiento para el niño,
149
dando cuenta así de que se ha producido un proceso de subjetivización.
La interpretación "no sos tu tío muerto" permitió despejar el apor-
re di! goce que M hace al Otro.
La respuesta de M "tenés ganas de llorar" dirigida al analista en
tanto A, marca que la fijeza de su posición de objeto Monstruo, se
dchía a que era ese y solo ese el único lugar po~ible para alojarse. Es
en ese mismo único lugar como posible, el BAR MITZVA esperado es
el que provee los elementos que mediante el análisis recuperan para
este sujeto su lugar simbólico, su dignidad de marca.
Esto fue posible por la separación de la Demanda del A y la entra-
da en la dialéctica del deseo.
Del enunciado fantasmático "La venganza del Monstruo" al enun-
ciado •· bebé del futuro, bebé sin mirada porqrte se le pincllan los
ojos " , se pone en juego en el dispositivo la castración vía el deseo del
analista. Deseo del analista que opera para posibilitar el pasaje de
hacerse mirar que dá cuerpo al plus de goce, al amor al saber que le
permitirá el acceso al texto sagrado y al texto del incon'sciente. Se
movilizan allí distintas formaciones del inconsciente, producciones del
sujeto que dan cuenta de una diferente utilización de sus marcas a tra-
vés del humor, la ironía y la estética.
Participan
I.JIIana Cazena1•e, Alejandro Daumas, Adela Fryd (relatora), Mabel Grosso,
Catalina (iuerberoff, Agueáa Hernández, Aníbal Leserre, Ana Rutlt Najles, Ana
Celia Netnaric.
Citas bibliográficas
150
"Del Prohibido
Nombrar al nombrarse"
- Salida del análisis de un niño -
Agueda Hernández
151
L.u~ padres. como "pareja", están asistidos casi constantemente por
un terapeuta. sobre todo en los "constantes'' momentos de crisis.
152
-"Soy quien más besa a mamá",agrega.
-"Soy; ¿quién más besa a mamá?", le digo.
Me mira de frente y responde:
-"También papá".
Va al baño, se lava las manos y vuelve a besarla.
-"Soy el duefio de mamá", dice desafiante mientras me mira muy
excitado.
El despliegue imaginario de Juan viene a hacer resistencia a la posi-
bilidad de la cadena significante y la aparición del sujeto. No hay un
Otro en cuya falta pueda alojarse. ya que más bien aparece esta fan-
tasmatización que lo encierra en su goce. "Soy el dueño de Mamá",
habla de un " ser'' como objeto para el Otro materno.
Continúan con sus narraciones ; en un determinado momento, dice:
- "como trampa en la que caen los chicos''. "Es en una casa. están
en el sótano, cavan ellos mismos el suelo para poder salir". Luego
agrega:
- "¿es una trampa que sea dueño de mamá y que mamá sea dueña
de mi?".
Con esta pregunta dirigida al analista, se estableció la posibilidad
de una "dialéctica de saber" y el comienzo de su cura.
153
·"Al final¿ lo matan a él?"
Vuel ve a hacer aparecer al fantasma, pero éste no se puede mover,
lo inmoviliza, luego lo dibuja. Dice:
-"Así no se puede seguir andando. Mirá", me muestra las manos
cnchastradas de plastilina, "mirá, deja las marcas".Después apreta sus
manos sobre la mesa mientras dice
- "necesito dejar las marcas", "para poder andar se necesita borrar
y dejar las marcas". Lo hace sobre la mesa con sus manos de plastili-
na.
Le señalo que tenemos que ver de qué marcas se trata, que para eso
tal vez el necesita "ese vacío".
Inmediatamente me pregunta:
-"¿Cómo es eso del adentro y el afuera"? "¿Cómo es esto?"
"Francia, ¿está dentro de París, o París está dentro de Francia? (lo
mismo dice de mi consultorio y del edificio) "Qué está afuera y qué
adentro?"
b) FANTASMA ORCHESI:
-"todo taponado y pegoteado... solo tiene censores que dicen:
"Andá por acá. andá por allá ...". "El que lo toca queda pegado. El
mismo no se puede despegar. Al final, mirá, se le acabó la energía".
-"Mirá mis manos, así no voy a poder ni dibujar ni escribir" (coin-
cide con momentos de desprolijidad y confusiones en el colegio).
Insisto en que piense como son esas marcas que lo dejan tan sucio,
lleno de pegotes para ''saber ese algo" que lo tiene así confuso.
-"¿Cómo es que no puedes "marcar'' de otra manera?", señalo.
Hace con lápiz y papel el dibujo de una cara muy marcada con colo-
res, desbordada, sin límites y a la que llama: "fantasma del llenado".
Dice sobre el mismo:
- "es un Juan anormal, desesperado, despelotado y distraído". Me
hace escribir esto aliado.
Luego, con regla, hace otro dibujo que llama "Juan encuadrado"y
al que le hace un marco lleno y prolijo. A este me pide que le escriba
al lado: "Juan que lo pude agarrar"; dice de éste que es más normal, y
a¡re¡¡a:
154
- "le hice el recuadro".
En la serie de agujeros y el vacío él dice: "necesito este vacfo".
vacío que necesita "encuadrarlo" para tener un lugar en el Otro.
Operación simbólica en este encuadre fantasmático que lo pacifica.
En efecto, me dice: "Se está ordenando la familia." mientras escrt·
be en el pizarrón:
Papá Mamá
Juan María
Trata de dibujar una casa y se le mete "un huracán que arrasó con
todo"Luego enumera quien queda vivo y quién queda muerto.
Le digo que ahora ya podemos comenzar a ordenar sus lugares, sus
ideas, su pensar y su saber sobre su familia...?. Me dice:
- "Mirá, María es mayor que yo?. Porque nacimos el mismo mes".
Le digo que él sabe esto, que sí, el mismo mes, pero distinto año.
-"Pero! (se golpea la cabeza). Esa María se murió, hay otra chiqui-
tita que es mi hermana (me cuenta confundido).
Le digo que sí, que hubo otro embarazo de su mamá que perdió des-
pués de María; que le pregunte a los padres.
Me mira sorprendido. Dice: "Mamá se hace la tonta. no me dice,
papá tampoco".Le digo que si él pregunta, seguramente le van a con-
testar.
La madre me llama al día siguiente, comentando la pregunta for-
mulada por Juan.
155
Gunoe está el diván, para que pueda acostarse y hablar. Comienza a
'hahhu de su amigo Agustín.
·"En la casa de él una vez me hice caca ... pero sabés. me pide plata
prestudu y no me la devuelve". Me olvido algo en la casa de él y no me
lo devuelve... No sé ... me convence".
·''Yo le doy. no quiero, porque tengo miedo que me deje, es nti
meJor amigo". Y es por eso que ahí me distraigo".
Le señalo: ¿Que es eso de distraerse, hacer que no ve. que nó pien-
sa, de dónde viene eslO de la distracción?.
Responde:- "¿Sabés una cosa? Papá es el distraído. Se olvida por lo
menos tres cosas por semana. Hay padres importantes, gerentes. y
padres no importantes, que no dan bolilla. Papá se olvida de todo''
Relata, a continuación. varias anécdotas de las distracciones del padre.
-"Yo le grito y le grito" . Lo dice con vehemencia, repitiéndolo.
Sueños
Masculino Femenino
Yo María
·"Pem me enojo con ella, con María. Mamá y toda la familia le dan
%lita a ~lla que a mí';.
156
Se pregunta por su lugar en la familia y surge ahora como incógni-
ta que trata de franquear, su "prohibido pasar", "prohibido hablar'' del
comienzo.
Su sosterúmiento de la madre embarazada en la pareja "hijo" "car-
gado" "Padre-prohibido-t.achado"se conmueve. Ahora "provoca'' a su
padre, "le grita". Apela a la función paterna al caer un punto de iden-
tit1cación un rasgo del Padre "distraído".
Juan plantea su pregunta por el padre, a partir de la pregunta por la
falta. por la pérdida del lado de la madre. Aparecen las categorías
mayor y menor a partir del "ordenar" el n.acimiento de su hermana y la
pérdida del embarazo de la madre. Es mediante la operación analítica
sobre el sujeto del significante, función reguladora, construcción de
Juan, lo que le permite separarse de su lugar inicial en el fantasma
materno. Su cuerpo ahora, es un cuerpo "deshecho", atravesado por un
signilicante. Además, el goce pulsional se regulariza en el falo y lacas-
traci<~n. estableciéndose un "corte'" en relación a la complerud mater-
na.-
Las construcciones fantasmáticas de Juan én el transcurso de la
cura, ficciones reguladoras como versiones del fantasma, operaron
permitiéndole que su cuerpo no sea el condensador del goce de la
madre.
157
·"But!no. pensé que no soy la tonuga, porque pude salir corriendo".
Tortuga, sustitución significante "de cartón" dice. muy comicamente,
como salida de ese lugar que lo dejaba sometido al goce de un Otro sin
castrur.
Cuenta que se puede defender, que se le fue la mano con su amigo
Agustín; esta vez no lo convidé ... y me defendí.
Escribe en un papelito en la anteúltima sesión.
NI sapo ni liebre
nJ tortuga ni portero
ni lechuga comido por tortugas
ni hacer caca ni hacerles caca
ni distraer ni ser distraído
Preferiblemente ser Juan.
Que no coma y no sea comido
que no mate y no sea matado
Este muestra lo prolijo que puedo ser.
Esto muestra que puedo frenar a Agustín.
Ni ser gordo ni ser engordado
Ni ser sucio ni ser ensuciado
Ni ser loco ni ser alocado
Ser Juan.
En la sesión siguiente nos despedimos. El mira su carpeta (de dibu-
jos) haciendo exclamaciones cuando encuentra alguno de sus primeros
dibujos; luego lo acomoda y me dice que le coloque una hoja que diga:
"Aquí está todo el trabajo del análisis de Juan con Agueda". Me pide
que lo guarde "porque está seguro que va a volver" ...
En ese momento Juan tenía 8 años y medio; Juan, nombre al que
llega y desde donde hace "su salida''.
Dlnllogralíll
Jaques Lucun: "Dos notas sobre el niño'' Jenny Aubry, lnJetvenciones y l(?Xfus ll, Ed.
Manantial. 1988.
JQquus Lacan: ;.Discurso de clausura de las jornadas sobre psicosis infantil", Psicosis
l~afllll. Ed. Nueva Visión. 1971.
Jh'ic l.aUI'Illlt: "Hay un fin de análisis para los níiios'', Uno po1· Uno, Rev. Mundial de
Palc:uanllll8is N" 39, 1994.
158
Hacer del "qué soy"
una pregunta
Adela Fryd
159
l .a relación especular aparece como el soporte y la matriz misma
tld yo, es decir, supone una prevalencia clínica del narcisi_smo Q!J.e
lo determina como g,oce de la imágen de sf. No es el goce del cuerpo
pr~_>pio, sino el goce del sem.blant, el semblante de sí en d cspejp.
Se puede decir que lo que para Lacan determina y organiza la pri-
mera teoría pero también el primer evitamiento del tema dd goce, es
d estadio del espejo. esto es, la liga7.ón del goce y de lo imaginario.
"El apólogo del estadio del espejo es para decir que el objeto en.
el hombre está investido vía su imagen especuln.r". 2
El sujeto enmara:fiado en su falla de identit1cación..es llevad.o a er~
gir un semblante. que se ~.onvi erle en el lugar de un go~e; e~to señala
que la identificación na,rcisjsta alcanzada so)o_sirve para gozar de .sí.
(El térm ino imaginario que se presenta a partir de lo especular hace
emrar al Otro en el lugar del goce. Para Lacan, el primer estatuto del
goce es un estatuto fuera de lo simbólico.)
Nos encontramos, pues. con un sujeto en pleno padicimiemo, en
lucha contra la desaparición. haciendo un esfuerzo por domjnar su
fading. ¿Cuál es la solución que pued~ ofrecerse a un sujeto éifeyt~.do.
por esta falla de idenrHicación? Si d problema aparece como una falla
de identificación ¿no será la identificación la solución de la neurosis?
Lacan nos llevará a pensar que la solución está del lado del Otro: es
del lado del Otro, allí donde se plantea la pregunta, donde se encuen-
tra la solución.
Ya la clínica mostraba de qué modo el goce como imaginario tam-
hién se desplaza y se transfiere a otras funciones, lo que genera la
expectativa de que pueda ser capturado por lo simbólico. Esto es lo que
da su lugar a la teorfa del falo, ya que ella traduce el cruce de la barre-
ra de lo simbólico, una clínica cuyo Lérntino esencial es la identifica-
d(Sn con el falo. De tal modo. explicamos estos casos como paradig-
máticos del deseo de completar la privación de lo que le fal ta a la
madre. ubicándose en el deseo de ser el falo. De tal modo, la fal ta es
rc::romada en esos términos, donde el sujeto deberá concluir que él no
es el falo. Del mismo modo que la encrucijada clifi.ica, esto es. la reac-
e~ón terapeúlica negativa, es lo que lleva a Freud a enfrentar ese goec
que se resiste y a plantear la pulsión de muerte, es la clínica lo que lle-
16()
vará a Lacan a replantear el problema de si el tratamlenw del goce
puede ser resuelto en una·escala familiar. edípica. si el falo podrá ser
una mediación que drene toda la pu1sión.
(Quisiera recordar que el momento en que Lacan formula esta
orientación hacia lo real en la dirección de la cura es justamente la
clausura del Congreso de Psicosis en la Infancia).
Estos casos serán la puesta a prueba de los conceptos de Lacan en
nuestra propia clínica, conceptos que nos permiten acompañarlo en los
caminos que va recorriendo, algunos de los cuales superan los anterio-
res.
La mediación fálica aparece como no exhaustiva; a partir de este
punto. la confrontaci6n del goce y el falo permitirá apreciar cuál es el
alcance y la incidencia del significante en el goce. y es aquí donde la
categoría del objeto a encuentra su necesidad.
Diremos que e1 sujeto aparece atrapado por la cadena significante y
la mortificación que eso comporta; el nifio, como todo el mundo, está
atrapado sin saberlo en la estructura de un discurso cuyo producto. es
función del objeto a, objeto innombrable, que no se inscribe en el sen~
!ido, que no trata de hacerse reconocer. Puede no scrle signifkado pero
sí impuesto. ''Cuando la angustia le hace signo de lo real. el niño se
esforzará por sentar la consistencia de su moi, por ejemplo en el goce
de la imagen o de un otro que se le aparezca como detentador de la
gara11tía del Deseo del Otro. " 3
La permanencia del yo lleva a Lacan a hablar de consistencia de lo
imaginario y le da la pauta de que esta consistencia no puede estar fun-
dada en lo imaginario especular. conduciéndolo hacia su causa que ni
la clínica especular ni la del falo logran abordar. De este modo Lacan
reconsidera primero lo imaginario, quitándole su funcionamiento de
relación. para después salir de la encrucijada donde el Deseo es d
Deseo del Otro y avanzar hacia el hecho de que el semblanre, vehicu-
lizado en un discurso, disimula una econonúa de goce.
Sabemos que el yo es muy proclive a la identificación, llegando
hasta la locura de ínt1arse imaginariamente. Esto sucede en un momen-
to en que ya lo simbólico ha alcanzado a lo imaginado; pero tanto en
el núcleo del yo como detrás de esa inchazón se encuentra ese plus de
161
¡roce. Es esa eclosión de goce lo que a veces se materializa en la i ma-
~en, dando cuerpo a cierto plus que en el sujeto es más que el sujeto
mismo. Imagen que es en él más que su yo mismo. Esto oos confirma
lu presencia de lo real persistiendo en el corazón de lo imaginario.
¿,Qué goce. qué "eso habla" puede haber en esta fijeza para dar sos-
lén a esta imagen?
El disfraz pegado al cuerpo (ni me veo ni me oigo)
La escuela era dificultosa para Uriel, pegado a su madre y con lazos
sociales muy restringidos. Se presenta como un niñ.o imparable, com-
pelido sin cesar a mostrar sus habilidades y una imagen de fortaleza.
Uriel fue esperado como niña ; nació prematuro, muy cltiquitito y
con <lificultades urinarias. Internaciones y operaciones jalonaron su
primer año de vida.
El disfraz traído de su casa y a los gritos dice "aquí está Rubén
Pcuchele, el ancho más frondoso de la tele, el ancho más amoroso."
Se transforma en túnja y empieza a instalarse en un ritmo enloque-
cedor, llega hasta a desnudarse en su afán de mostrar cómo da las pata-
das.
Enredado en un fundamentalismo declamador: "Profesor ninja,
profesor nazi, cruz nazi", "me van a comprar un shofar", "quién grita
más fuerte con el shofar". Se lo detiene en este elemento, el shofar. El
dice: "Moisés lo usaba para que los ieudim escucharan".
Continúa una exhibición matúaca de la imagen, producto de ese
desalojamiento del Otro. Como él no puede dirigirse al Otro, Uriel le
grita a la pared: no hay a quién escuchar. Desde el ascensor se lo oye
vociferar. La sesión comienza: "Yo toco el shofar más alto que todos".
"Voy a ser rabino". "Los nazis me pusieron una cruz esvástica".
Deslizando el significante nazi, le pregunto qué le pasó cuando
nudó. El responde:"Me operaron del pito ". Y me pregunta :" ¿Me
pueden volver a operar?"
Los padres contaron que no se había po<lido hacer el ritual del
"brls'' dadas las condiciones de Uriel al nacer. Ante las actuadas bata-
llns de los ninjas con los nazis, la analista interviene:' "Entonces los
nazis le reconocen corno judío''. Se produce un movimiento de bús-
4\leda que lo encamina hacia los textos del pueblo judío. Dice: "Hay
162
una nena que va a saber mucho del "cabalat shnbat" porque .IU papl. tJ
rabino.
Comienza los primeros encuentros con su padre, le pide que le lea
textos de la Torah, conservando el estilo de fanatismo .
La elección de un personaje fijo "ninja" lo hace combatir como una
fiera con esos imaginarios nazis, dando cuerpo a un plus que muéstra
una eclosión de goce tal que no bay traje que lo acote. Marúa de la ima-
gen como manera de darle cuerpo a ser un judío.
A partir del "nazi-nací" y de la intervención "los nazis te reconocen
como judío'' hay un acercamiento al significante judío, a los textos
bíblicos, intento de suplir un ritual simbólico. Pero no es suficiente:
Uriel no puede cobijarse en el significante judío; el ninja, en su omni-
potencia plena. no lo abandona. prosigue su despliegue sin freno: en la
escuela, Uriel se resiste a escribir. "¿Qué soy, soy judío o soy el ninja.
aquel que va a forzar al Otro?''
Aquí nos encontramos con la imposibilidad de acaparar vía el sig-
nificante. de apresar el goce a través de lo simbólico.
¿Cómo apresar lo que en un momento Lacan situó como el extre-
mo accaismo de la subjetivización de un Kakon?
Al encuentro del Otro.
La analista escribe "ninja" en un papel, Uriel pregunta qué es eso.
Dice " yo no escribo porque en la escuela me enseñan a insultar. Mi
papá quiere que insulte.''
En este momento, ante un reclamo del padre por la actuación esco-
lar de Uriel, se lo hace pasar a la sesión . Uriel hace un gran esfuerzo
por mostrarle sus juegos, sus juguetes ninjas. pero el padre los arroja
con desprecio, diciendo: "son asquerosos, basura".
Uríel primero se descontrola, luego se convierte en el Ninja. Se
repite "asqueroso" "basura" para papá.
Sorprendentemente, nombra a una mujer del personal de su padre
que se dedica a limpiar; es la que recoge la basura. Uriel juega a que
es ella y con mucha gracia juega con palabras "papa-papatzión -pala-
zón''.
En ese momento, su padre dice que Uriel es su cuarto rujo y que lo
agarró ya sin paciencia para escuchar. Cuenta que el humor de Uriel le
163
NeUerdu o su propio padre: "Mi padre decía: "Yo hablo en ldish y él
nn me entiende. El habla y yo soy sordo pero nos di venimos mucho.''
Es este momento en que comienza para Uriel la dialectizací<5n de su
d~sco. Hablará de sus ataques, que llamará "la locura del karate''. Su
novela lo representará: no lo escuchan. él no escucha.
164
cimos a partir del Otro su deseo. Aquí partimos del goce y no llegamos
a encontrar al Otro más que en una punta. Así, en los efectos de semi-
do, estos niños encerrrados en su goce llegan a hacer que el signifi-
cante los represente y puedan entrar en un discurso.
Hay una apertura que se da en el análisis: Uriel no se dirig.ía al Otro
porque el Otro no se dirigía a él. Es el deseo del analista lo que hace
existir algo en el Otro, abriéndola posibilidad de comenzar a construir
la pantalla de su fantasma, de poner en acto para que vuelva a ponerse
en juego Ja contundente impronta del látigo. Ser azotado por el padre,
ser el objeto, pero ahora en una fantasmática.
A partir deJa palabra que pudo escucharse desde el Otro. que pudo
dirigirse al Otro. se logra atrapar aquello que pueda completar y esta-
bilizar. a saber, el fantasma y la identiticación. El goce fue así al reen-
cuentro del Otro. Desde el barullo de palabras sueltas. SI que funcio-
nan solos, hasta entrar en cadena, llevar el signit1cante a la dignidad de
letra, Uriel podrá circunscribir su goce. leer sus propias trazas y dise-
ñar su humor y su grada.
Si no pensamos estas modalidades clínicas como identificaciones
solidificadas, sino con la categoría de semblante, podremos tener un
acceso a lo real, lo que nos permitirá alcanzar el goce que allí se encap-
sula.
Cuando Lacan articula el deseo y lo simbólico en la cadena signifi-
cante, su teoría conduce a la delimitación de lo que puede decirse. Pero
la novedad será que lo que no puede decirse tiene un efecto de senti-
do. Son estas encrucijadas clínicas las que dan cuenta de la existencia
de un real que solo se muestra y se da por la vía de lo imaginario. Un
real de goce que no es localizable como objeto, sino como plus de goce
y por ello da rama consistencia y asiento al moi. La estructura del len-
guaje no llega a poder signiticar ese nexo de lo real con lo imaginario,
pero no quita su verificación y su mostración.
Todo trabajo analítico deberá tomar en cuenta este "¿Qué soy?'';
estoy en el lugar del goce.
En estos casos. la consistencia es la constancia de la relación del
sujetO con el goce. La respuesta ''Yo soy" es el retorno del "lo que
quiere decir'', pero se trata de un querer decir que concierne al Otro, un
165
Otro que ha permitido la pregunta sobre su deseo. Pero este será uno
de esos casos en los que se muestra que "Eso goza" ; él no puede diri-
girse al Otro porque el Otro no se ha dirigido a él.
Lacan nos marcó un camino que nos mostrará cómo avanzar desde
d goce como acéfalo hacia el reencuentro del Otro, hacia el reencuen-
tro de lo simbólico. Y a partir de allí, cómo transformarlo en una pre-
gunta.
Mediante el análisis, las palabras recuperaran su lugar, su dignidad
de marca, y es allí donde la escucha del analista le permitirá salir de la
impasse producida por la fijeza de estas encrucijadas para inducir un
viraje que permita la entrada en el discurso analítico.
NOTAS:
BIBLIOGRAFIA:
166
Las cuentas del goce
Ana Celia Nemaric
Introducción
De la entrada
167
De hl salldü
La conclusión de la cura de un túño debe tener en cuenta aquello
que nos propone E. Laurcnt: que éste haya podido realizar "una elec-
d6n del deseo perfectamente decidido'' (... ) y "una elección sobre el
uso del rantasma'' 1• Pero es condición de ese proceso que haya habido
"incicle ncias analíticas sobre el goce del sujeto (sin lo cual) no pode-
rnos hablar de que un análisis tenga valor. Que ya no goce más como
gmr.aba. que ya no sufra más como sufría''2 .
Los padres de Lorena, ruña de cinco años. solicitaron una consulta
por indicación ctel colegio al que ella asistía. Previamente había sido
evaluada en una clínica por neurólogos, psiquiatras, psicopedagogos,
fonoaudiólogos, etc. Según relataron. Lorena se aislaba. hablaba en
forma confusa, era inmadura, no se defendía si le pegaban, hablaba al
revés. repetía como le hablaba uno, no narraba, concluyendo el padre,
con cierto ro no despectivo. que L. "siempre fue distinta'', nunca había
Horado ni pedido cosa alguna.
La analista cscuch6 el relato parental al tiempo que observaba una
mirada curiosa y vivaz en la niña. Esta primer entrevista. donde circu-
ló la palabra y la mirada. pareció ser la oportunidad que La paciente
estaba esperando para desplegar su pregunta: ¿cómo es una mujer?
¿castrada? Hilo de Ariadna que recorrerá todo su tratamiento del que
sólo recortaremos algu nos tramos. aquellos que dan cuenra de la cons-
titución de su falta, agujero que orgaruza el recorrido y le permite for-
mular la pregunta por la mujer: su madw ¿qué desea?, y con ello la
c.onstitución de su neurosis y la salida de su cura.
De la pregunta
168
Aunque, consideraban a su hijo menor como poseedor de todas las
cualidades deseables. Luego del parto de L. la madre tuvo una depre-
sión que le duró varios meses. Deseaba suspender el amamantanúcn-
to. pero por indicación dd pediatra continuó hasta los seis meses.
Luego etc ser destetada. L. rechazaba la mamadera y más tarde, tenien-
do dientes. no masticaba. En el momento de la consulta era una nena
delgada que no aceptaba la comida con agrado.
Durante la primer entrevista observé un hecho recurrente: Lorena
permanentemente se dirigía a la madre preguntándole: "¿eto qu'e?'' y
ella le contestaba molesta. sin mirarla. Reconocimiento de su deseo que
no llegaba. Al oír en el relato de los padres que ella a veces quería tocar-
le los genitales a su hermru10, dirigiéndose a su madre preguntó: "¿la
doctora tiene pirulo?". Luego se acercó a la madre y le tocó los pechos,
riéndose un poco avergonzada. alliempo que remedaba tomar la teta.
Estos padres no demandaban saber alguno sobre la enfermedad de
su hija, actitud mantenida durante todo el tratamiento, como si una
enfermiza decadencia del deseo se hubiera instalado en la pareja. En
una entrevisra muy posterior la madre explicó que creía que su hija era
tímida como ella y como su padre. ret1exionando que "no hacía falta
que ella, Lorena, pidiera nada, porque siempre estaba todo". Se pre-
guntaba si esto de "haberle dado tanto''. no sería la razón de no haber-
la dejado crecer a su hija.
La niña, en sus entrevistas, se mostraba silenciosa, úmida y obser-
vadora. Sin embargo. surgió una novedad en las mismas: más allá del
"¿eto qu'e?", que reiteró, preguntó "¿para qué es esto?". al tiempo que
irrumpía con sonriente "¡hola!" que la situaba en la dimensión del
encuentro y el reconocinúemo. Pregunta por la presencia del otro que
anunciaba la instalación progresiva de la transferencia, así como el
juego y la fantasía que en las sesiones siguientes desplegaría.
Existía en este caso una cuestión a discernir: si se trataba o no de
una ps.icosis tal como lo habían pensado los profesionales que la ha-
bían evaluado. Los miedos como síntoma fóbico; sus enfermedades
como efecto del atravesamiento significante en el cuerpo y fundamen-
talmente la pregunta por la castración en la mujer que concernía a su
problemática, me hicieron pensar que se trataba de una neurosis.
169
El recorrido. La hechura de la falta
Continuando con la indagación iniciada en las primeras entrevistas
pas6 de la pregunta al tocar, y del tocar al tocarme. Me arañaba suave-
mente; casi sin fuerza interrogaba el cuerpo del Otro. Establecí qué
podía tocar y qué no; permiso y prohibición permitieron un corte a un
tocar indiferenciado, -introduciendo la posibilidad de significación.
Ante sus producciones preguntaba "¿quién las hizo?". Responderle
con su nombre no la conducía a reconocerse en ellas, por lo que devol-
vía su pregunta o respondía con un silencio interrogativo. Escuchadas
sus preguntas en el sentido de1 Che vuoi?, era necesario un paso inter-
meclio para efectivizar la posibilidad de trazar un armazón fantasmáti-
co que viniera en respuesta. No tardó en precipitarse la secuencia que
sigue: "Vi a Ana con el señor. Entonces Ana no tiene pirulo porque lo
tiene el señor". Luego tomó una muñeca y dijo: "¿qué tiene? Nada; le
falta el agujerito. ¡Hacéselo Ana!". Prosiguió, "¿quién le puso el piru-
lo a Maxi?". Contesté: "cuando nació Maxi tenía pirulo porque era
varón". Al irse pidió: "el zapalito quiero llevar para mi muñeca".
Esta secuencia, que gira alrededor de la diterencia de los sexos,
apuntaba a la constitución de la falta. Salir de la nada para ingresar en
la dialéctica falo-castración. Para ello requería un Otro en falta. llevar-
se el zapatito era una manera de crearlo.
Prosiguió su investigación por los agujeros. Hacía caca en sesión
demandando la mirada del analista y preguntando por el destino de las
mismas. Inició el juego de escondidas ; la desaparición de un objeto o
de la analista le producía angustia y miedo pero no retrocedía en su
intención de evitar la mirada del Otro. Progresivamente pudo escon-
derse creando un velo, una pantalla a la mirada del Otro. Bajo estas
condiciones pudo ir accediendo a 1a pregunta.
Tiempo después comenzó a desarrollar una intensa actividad mas-
turbatoria como un recupero de goce, que se iría haciendo cada vez
más íntimo. La lectura de un libro le permitió efectuar una identií1ca-
ción que hizo de corte a la masturbación, pasando a hacer semblante
de falo y a fonnular una pregunta: "¿cómo es una nena?". Pregunta por
la mujer que no había podido dirigir a su madre. La eficacia simbóli-
170
ca, que venía operando desde 'la primer entrevista, adquiere su forma
más evideme al concebir la mujer como castrada.
171
ta", identificación que vcrúa signada del lado paterno y queJe daba un
ser en su fantasma, pero que la dejaba por fuera de las "iguales".
Parecía ser esa "frase secreta''3 , que la determinaba como S l, en su
posición subjetiva. Parecía ser el nombre de su goce como sujeto4, al
tiempo que lefa lo poco satisfactoria que ella era para su madre: "ella
no estaba contenta''.
El otro relato: era una maestra que dice: "¿cuándo terminás tu prue-
ba'? ronta, vos repetiste, ¡tenés que hacer pruebas diagnósticas como
anles!". La analista le interpreta que, parece que las pruebas además de
hacerla sufrir mucho le recuerdan aquellas otras que le tomaron de chi-
quita en el sanatorio x. A esto responde con un: "¡vos andate a la coci-
na!". Le contesto, me ence:rrás como en un gabinete. Sorprendida res-
ponde "y. ¿yo como Ana?" . .. "bueno, ahora yo sé''. A partir de esa
sesión, la signil?cación "distinta" como S 1 cae, situándose en "la que
sabe". en la línea dd I(A). La instalación plena en la neurosis la llevan
al abordaje de aspectos pendientes, creando nuevos cuentos. Los pode-
mos considerar como mitos ya que en ellos se "designa y enseña sobre
lo que hay más de real'' 5 y "el mito es asf. al mismo tiempo, lo que
vela. dando forma discursiva a dicha imposibilidad y lo que indica el
lugar de dicha verdad"6 • Estos mitos, al tiempo que revelan un real y
una verdad, constituyen en su reiteración intentos de inscripción de
aquello que faila del Nombre del Padre y la someten al Deseo de la
madre en un goce que hace estragos.
Luego de haber contado más de lO cuentos sobre Pinocho, historia
que conoce. produce uno larguísimo, en el que los personajes eran
encarcelados. envenenados, permaneciendo el padre inoperante y
Lor~na ahora identificada a la bruja goza de las escenas relatadas; deci-
do no escucharla más y me retiro a otro recinto. Este acotamiento del
¡oce en el campo del Otro, producido por la elisión de la presencia del
analista, permite el advenimiento del deseo; pide un cambio de horario
para Ir a un cumpleaños. En una sesión posterior, al hacerle notar que
lHI sus n.tcntos no hay mujeres, sí brujas y malas, responde realizando
unn sus1 itudón simb(mca: instituye a Gepcto como viudo. Pasa de una
llmdn.' gozadora a una madre muerta, en falta, que le permite entrar en
1\INtnrln'i que ¡lran en el orden del deseo, el amor y la diversión.
172
Salida
173
más; por ahora no necesito seguir yendo''. Le observo que se equivo-
có. Sin inmutarse, contesta que afuera no se equivoca. En su última
sesión dice tener otros compromisos ... "vos fuiste buena y las cosas
van mejor -me explica-, hablo con los demás, antes no hablaba con
los chicos''. Le pregunto qué recuerda de los cuentos. "De Pinocho,
que era de madera y hablaba y se lo dan a Gepeto y hace un muñeco
que le crece la nariz porque ntiente". Pareciera que de esta manera
resume la trayectoria de su análisis: ella estaba como madera-muñeca
tomada por el significante, pero hacía falta un Gepeto-analista que
desde el dispositivo y su deseo de analista perntitiera que adviruera la
falta. Falta alrededor de la cual esta niña pudiera organizar su estruc-
tura, acotando el goce, para permitir sus recorridos y posibilitar ese
medio decir de la verdad del deseo . Medio decir en el que a uno por
uno nos crece la nariz. Lorena tenía 11 años.
Conclusión
Citas Bibliograficas
J. Laurent, E.: "El objeto en Psicoanálisis con niños". Analiticón N° 3, Ed. Paradiso.
Barcelona.
2. Solano Suárez. E.: "Conferencias del Cepan 1992". En Cltnicapsicowwlúica con
nilfos, Medellín, Colombia.
3. Soler. C.: Conferencias Hispanoparlante. Caracas, 1992.
4. Millcr. J.-A.: El seminario inexistente. Ed. ManantiaL Buenos Aires.
5. MiUer. J.-A.: "El mito". Re1·isra Fraudiana, Vol. W 3. 1991. Barcelona.
6. Miller. J.-A. "La IPA y Lacan ante e l problema del Hombre de las ratns". en:
Histeria y obsesión, Ect. Manantial.
175
El ritual de la alegría
Clotilde Pascual
Con este título, dado por el mismo paciente a lo que para él constituía
una de las formas de expresión de su goce (goce del Otro durante las cri-
sis maníacas). voy a presentar un caso de psicosis en un adolescente de
16 años en tratamiento conmigo desde hace 2 años.
Lo que funda para mi la presentación de este caso es la interrogación
acerca de la identidad de las categorías que fundan la estructura en la
neurosis y en la psicosis.
Es pues, ~sta cuestión, puesta de manifiesto en el último libro de
Rosine y Robert Lefort: Estructuras de las psicosis, y hecha por J.-A.
Miller a J. Lacan durante la apertura de la Sección Clínica de París, en
1976, que me ha guiado en la reflexión sobre este caso de psicosis.
Trataré de exponer alguna<) de las modalidades del goce en la psico-
sis. qu~ mostrarán al mismo tiempo las maniobras en la transferencia. ya
que se trata de un caso de clínica bajo transferencia, por más que sea un
caso de psicosis.
Antes de pasar a su exposición, un preámbulo en lo que concieme al
goce en la psicosis. En J. Lacan, este punto del goce ha sido tratado, entre
otros textos, en "Una cuestión preliminar a todo tratamientO posible de la
psicosis'', en 1958, en referencia a la forclusión del significante del
Nombre-del-Padre y a la ausencia de la significación fálica, que mos-
trarían la irrupción de un goce en lo real.
177
lb.et delirio. l!ll In metáfora delirante. el psicótico sitúa el goce no en
el falo. te lno en el Ot ro, un Otro sin desprendimiento de objeto, en rela-
c~n lll cual el sujeto p ~icóti co se sitúa en tanto que objeto de su goce.
Presentado así, e l psicótico pone de entrada el problema de Ja trans-
ferenci a. ¡,Qué lugar ocupará el analista en la cura de un psicótico?
Al respecto, J. Lacan nos habla de la importancia de la transferencia
en la cura con los psicóticos, lo que nos pennite pensar el dispositivo
anal([ico para este tipo de pacientes. Es en ese mismo texto que nos dice:
''Dejaremos aquí de momento esta cuestión preliminar a todo tratamien-
to posible de las psicosis, que introduce. como se ve. la concepción a for-
marse de la maniobra en es te tratamiento de la transferencia".
Están así planteados los dos ejes a través de los cuales voy a trabajar
en este caso:
el primero: ciertas modalidades del goce en el psicótico.
el segundo: las maniobras en la transferencia que consistirían en que
el analista, situándose por su presencia como siendo el lugar de conden-
sación del goce, produzca en el paciente Wl pasaje de la certeza sobre el
goce. hacia una suerte de cuestionamlento. Un enigma que daría lugar a
un trabajo donde el goce pasaría a un semblante de discurso, pasaría en
el lenguaje.
Acerca de las modalidades del goce, intentaré situar el sujeto en los
momentos que atraviesa durante la cura, respecto al significante, al Otro
y al objeto. Momentos cruciales, estructurales.
Estos momentos serían: el de las primeras entrevistas, su relato respecto
al desencadenamiento. la construcción de su delirio y la estabilización que
sitúo. por una parte, en un punto de depuración y de detención de su delirio
en una metáfora delirante. y. por otra parte, en un trabajo de escritura.
Por lo que se refiere a las primeras entrevistas, me parece importante
precisar que durante un período de dos meses nada detemlinante me per-
rnitió establecer un diagnóstico de psicosis.
Por aquel entonces, el paciente era un adolescente de .14 años y
medio, mandado por el psiquiatra que trataba a la madre por una psico-
sis maníaco-depresiva. Su fracaso escolar, sus conductas "extrañas'' y el
hecho de que se le veía apartarse de los otros chicos de su edad, eran los
motivos de la consulta.
178
Por lo que se refiere a los padres, la madre expresaba su temor de que
su hijo pudiese tener la misma enfermedad que ella y pensaba que los
problemas del nifio eran la consecuencia de no haber podido ocuparse de
él cuando era pequeñ.o. a causa de las crisis que ella padecía. La primera
de esas crisis tuvo lugar tres meses después del nacimiento del nifio. la
madre estuvo hospitalizada, quedándose el nifio al cuidado de su abuela
materna, durante unos meses.
El padre dirá su sentimiento de haber fracasado en tanto que padre y
haber considerado siempre a su hijo como un extrafio, diferente de él.
como si no fuese su hijo. Se pregunta si está tonto o loco, y espera que
el tratanúento conmigo le dé una respuesta a esta pregunta y permita una
"normalización" de las conductas de su hijo.
179
vltlu. R~Npecto a sus padres, piensa que son seres perfectos, ideales, que
¡;aben mejor que él lo que le conviene, y a quien tiene que obedecer.
1.o que para él justifica este tratamiento es dejar de pensar que es dife-
rl;!ntc de los demás y mejorar en sus estudios. Se pregunta sobre todo por-
que necesita "hacer el payaso". Pensé entonces que se trataba de un cues-
Lionamiento que se hacía, y que me hacía. acerca de una entrada en aná-
lisis.
Después de dos meses de este trabajo, hubo una interrupción de unos
tres meses, efectuada por mi, a causa de una baja materna.
Desencadenamiento
180
interpreta que le ocurrirá esto o aqueUo. o que le pa~ará alguna desgra-
cia.
A l escucharle. pienso en e l desencadenamiento de una psicosis que
incluiría una falie pre-psic6tica. a causa de los fenómenos que me trae de
una cierta peq>lejidad y de los fenómenos de borde, de limite. que le
mantienen aún en un semblante de discurso. La categoría de goce que
presenta es la de ponerse, en tanto que objeto, a la merced del Otro que
goza, pero con un esfuerzo muy claro para introducir una separación
entre él y el Otro (tentativa de escritura. la idea de hacer una película ....
etc.)
A partir de este momento. me concentro en la escucha, intento hacer-
me testigo de su mundo y no intervengo para contradecir su versión del
mundo que él empieza a construir, sino solamente para que pueda dudar
de aquel Otro torturador. respecto a él, es decir que no haya certeza sobre
ese goce del Otro.
Pienso en la transferencia en el sentido que el analista sería el lugar
de recepción del síntoma, es decir del delirio, y que esta puesta en fun-
ción del analista a1 nivel de la estructura equivale al mont~je de un fan-
tasma.
En este fantasma, el objeto no sería el objeto causa del deseo. sino un
objeto nuevo. construido en análi sis. que podría localizar el goce del
sujeto psicótico.
El analista no sería solamente alguien que demuestra la estructura y
sus categorías, sino alguien que interviene sobre lo real y que opera una
repartición del goce, de tal manera que éste está extraído del campo del
Otro.
Por otra parte, su "hacer el yanqui" y luego "hacer el payasd' desem-
bocó, desde algún tiempo, sobre lo que él mismo llama el ritual de la ale-
gría, y que empieza como una sumisión al mandato de una fra')e de sus
compañeros "tu no eres un yanqui, eres un payaso". Lo explica diciendo
que empieza por hacer el payaso. como una especie de ritual al principio
de las clases. para no pensar en el daño que le van a hacer, para calmar
los espírítus de sus compañeros. Pero, pierde el control y no puede parar.
Conoce entonces una gran excitación, se siente muy alegre, hasta el
punto de llegar a olvidarse de los demás, sobre todo olvida el pensa-
181
miento de que los otros le estan ocultando algo. Este se acaba en crisis
de agitación y de excitabilidad. Creo que en esas crisis maníacas hay.
wmo dice J.. Lacan en Televisión, un retorno en lo real de lo que está
rechazado en el lenguaje. Es un rechazo del Orro, su abandono. ligado a
una subjetivización extrema. Podría ser también una causa. un conden-
sador de goce, lo que substiluiría .al objeto causa del deseo que no exis-
te, en tanto que tal, en la psicosis. Es la no-función del objeto (a) bajo la
cobertura de i(a), es el no-reconocimiento de su imagen. De no haber esa
cesión del objeto, el sujeto hace o~jeción, con su propio cuerpo. al goce
del Otro y se identifica al Otro gozador.
Construcción de un delirio
182
tentativa de cura, como una localización del goce en W1 Otro más limita-
do: el Otro torturador, el de la Gloria, ... etc.
A nivel de la transferencia, sigo ubicándome en el lugar de aquel que
interroga sobre el goce del Otro. que le acompafia en este cuestiona-
miento e interpreta acerca de la separación. de cara a producir una dis-
tancia entre el sujeto y el Otro, entre el sujeto y el objeto pulsional que
le estorba, que sobra. Por otra parte, el paciente núsmo me sitúa en el
lugar de la inscripción, desde el momento en que la certeza sobre el goce
puede ser transformada. Piensa que hablar en sesión, es poner fuera de él
lo que vive, es como hacer una película o escribir en una hoja de papel
lo que le ocurre, para librarse de una carga, para compartirla conmigo.
Metáfora delirante
183
Podcmo/i <.h.!cir lo mismo acerca del significante extranjero. Sería el
"l¡nlflcnntc coordinador de tocio su trabajo, el pensamiento principal que
ordun y limita su delirio. que le pone al trab~jo.
Y si en este trabajo. el Otro del significante 'falta, él pone en este lugar
KU Otro de reemplazamiento.
En efecto. en ese "ser extranjero", él pone su Otro de reemplaza-
miento. serfa un hombre sabio, que lo sabría todo de la vida, y que no
tendría necesidad de hablar. En ese Otro, pone su abuelo materno, quien
J'ue un poeta imponante en Cataluña.
A partir de esta identificación, se cuestiona acerca de lo que Hama sus
enigmas (el amor, la muerte, la sexualidad, la vida, por átomos y los espí-
ritus), intenta contestarlos ponkndo por escrito todo este trabajo.
Pienso, acerca de como se situaba el sujeto en esos momentos estruc-
turales. que el desencadenamiento tuvo lugar cuando. frente a la pregun-
ta sobre la diferencia, su identificación imaginaría cae, la d<! ser "un yan-
qui", frente a lo que viene del Otro, la frase: "No eres un yanqui , eres un
payaso". Identificaciones imaginari as que antes, a lo largo de su vida.
han debido ser otras, pero que le servían de estabilizador, hasta que se
vea confrontado en deber rendir cuentas de quien era él realmente, en
relación a los demás. hasta que la marginalidad, en la cual había vivido,
no le sirva má~.
En el desencadenamiento no hay significan te que le represente, salvo
aquel que encarna haciendo el payaso. Por lo que se refiere al Otro, se
Otro oscila entre el Otro de la Gloria y el Otro del Tormento. y por lo que
se refiere a1 objeto, él , encarna ese objeto del goce del Otro. o bien se
identifica al Otro gozador.
En la construcción del delirio, estos tres términos se consolidan aún
más y es en la aparick~ n de la metáfora delirante que hay un cambio
estructural. El sujeto se representa por el significante "extranjero" y se
encama como objeto en el "extranjero'', al mismo tiempo que el Otro es
el "extranjero'' para él. Es decir que mediante esta fonua de metáfora. el
significante puede representar el sujeto para el Otro, y no solamente el
Otro para el sujeto. Hay un efecto metafórico, pero c.on la peculiaridad
que no hay desprendimiento de objeto, ni substitución significante. Hay
una forma, aunque precaria, de representante del sujeto psicótico.
184
Es a partir de esa forma precaria que construye su trabajo de escritu-
ra, la segunda parte de este trabajo son poemas en lengua inglesa, cartas
dirigidas a chicas extranjeras, a propósito de las cuales dice que le gus-
laría estar en su lugar, ''guiones'' de películas. Las poesías hablan de ese
amigo ideal. de ese hombre sabio, que lo sabría rodo y que no necesita-
ría hablar. Los "guiones" hablan de personajes que comparten su vida
entre dos mundos total mente distintos.
Hay una estabilización y un largo carrúno para recorrer en esa cons-
trucción de puntos de identificación, gracias a la cual y a través de la
escritura, puede construir un lazo social entre él y el Otro. También, pone
distancia entre él y Jas figuras de sus Otros: el de la Gloria, el del
Tormento, .. . ele. Y localiza su goce en el escrito. Resulta ser, pues. un
trabajo de paci11cación en relación al enigma del goce del Otro.
Acerca del trabajo de escritura, hace falta precisar que veinte afios
antes de ocuparse de la suplencia del Nombre-del-Padre en Joyce, J.
Lacan había articulado ya delirio y escritura. en el caso Schreber.
Para él Schreber sería un compromiso a una tentativa de reconstruc-
ción mínima de un mundo a partir de la metáfora delirante, y que frente
a ese "embrollo" significante. intentó comunicar, a través del artificio de
la escritura, una forma ajustada de su delirio.
El escrito funciona como reagrupamiento del sujeto alrededor de un
punto t1jo, que hace del texto el objeto. Opone al goce del Otro un goce
tocalizable en el escrito.
Es así como pienso este trabajo de escritura en este pacieme, como
una forma de estabilización. pero habiendo conocido una descompensa-
ción, y manteniendo siempre una intuición delirante.
El trabajo de escritura no es, como en Joyce, un a suplencia a la for-
dusión del significante Nombre-del-Padre. No se trata de una estructura
"sinthomée", porque ha habido desencadenamiento. Se trata de una esta-
bilización alrededor de ese objeto-escritura. Estabilización que le ha per-
mitido continuar sus estudios y considerar la posibilidad de hacer estu-
dios de "relaciones públicas", entablar contactos sociales. tener amigos,
aunque su problema sea no sentir deseo hacia las chicas de su edad.
¿Qué es ese objeto-escritura?
Al respecto, podemos leer en el libro, antes citado, de Rosine y
185
Robert Lefort, que la cuestión de la escritura siguiendo a Robert, es: ''la
marca que el hombre deja, cualquiera que sea el soporte. para tapar, en
lo reaL el agujero que el significante comporta en la estructura del suje-
to. Ese agujero, que la escritura viene a colmar, es sin duda, el agujero
que viene de la estructura. el que ha sido dejado vacío por la caída del
(a), causa del deseo y de1 plus-de-goce. En ausencia de este agujero. la
escritura. en tanto que marca del sujeto, puede venir a ocupar este lugar.
El paranoico se dedica a cavarlo".
Me planteo dos preguntas:
La primera, acerca de ese objeto-escritura en el caso de la psicosis
que tuvo un desencadenamiento y su diferencia con el objeto lengua
inglesa, en la escritura de Joyce, ya que Joyce presentaba una psicosis
"sinthomée".
La segunda, acerca de la sublimación en la psicosis.
¿Podemos considerar ese objeto-escritura como una construcción en
análisis de un objeto que sirve para localizar el goce y no el deseo. de un
objeto que hace que el psicótico pueda deshacerse del objeto que está de
m fui?
Y si es asf ¿qué diferencia habrfa en relación a la escritura de Joyce?
Acerca de la segunda pregunta, ¿se podría hablar de un trabajo de
sublimación en la psicosis. si podemos suponer que ha habido trans-
formación de ese objeto real pulsional del psicótico en objeto-escritu-
ra? ·
186
El trabajo con el síntoma,
una puntuación en la clínica
COD niDOS
.-
Mónica Prandi
A propósito del análisis con una niña de seis afios. intentaré puntuar
dos movimientos para pensar el trabajo con el síntoma .
Partiré para ello ubicando al síntoma como divisoria de aguas,
como ese elemento privilegiado de la clínica que marca un antes y un
después, un limite entre lo preliminar y un análisis.
Lacan en el seminario VI nos deja pensarlo como signit1cado del
Otro, como el efectO estructural del inconsciente en su aspecto de sig-
nificación. Es ésta una concepción del síntoma que privilegia su
dimensión signit1cante, no conceptualiza todavía el goce.
Posteriormente, el síntoma es pensado como S 1 que surge en el
lugar de la signit1cación retroactiva.
Esta significación que surge, pone en juego al sujeto de la enuncia-
ción que se instala en el síntoma.
A esta altura también se trata de un modo de pensar al síntoma que
incluye lo real, porque la significación del Otro es un punto donde se
puede delimitar una recuperación de goce que conlleva una pérdida.
Decir que un análisis comienza a partir del síntoma es poner al suje-
to como condición.
El sujeto localizable en el síntoma, habla ya de la efectuación de la
estructura, se trata del suj eto representado por el significante.Pero la
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clínica con niños tiene la riqueza de revelarnos también los impasses
en la efectuación de la estructura. De modo que con los niños, el ana-
lista puede ir al encuentro de un sujeto no representado por un sigruti-
c:.ante para otro sígniticante, el analista puede hallarse frecuentemente
ante otro tiempo de su constitución. ante su fading.
En este punto recordamos que Lacan liga "a la condición de un
objeto (...... ) el momento de fading del sujeto, estrechamente ligado a
la división que padece por su subordinación al significante". Es decir
que en el liempo del sujeto desaparecido bajo el golpe del significan-
te, está li gado a la condición de objeto.
Este es el punto de indeterminación subjeriva que se resolverá en la
vuelta que el recorrido de la demanda lleva a culminar en la identifi-
cación. La interrogación sobre el deseo del Otro será el fundamento de
esa identiticacidn .
Si nuestra clínica nos pone en relación con quienes en el camino de
la constitución del sujeto se hallan detenidos en este punto, se nos
actualiza entonces la cuestión de cuándo un ruño deviene analizante.
En la particularidad de este caso que hoy presento, intentaré tam-
bién recortar !os distintos estatutos del sujeto precisando el momento
de efcctuadón de la estructura, tiempo a partir del cual se abrió una
dirección de trabajo que permitió interpelar el goce del síntoma.
Daniela llega a verme formulando lo que revela su posición subje-
tiva: ¿falta mucho para que salga?
La puntuación que recae sobre esta frase abre una asociación vía un
Juego con animales. que la lleva a decir "uno casi queda afuera". En la
escena también elige un oso del que dice "no se puede parar".
"No para" es también lo que interroga la madre, en el momento de
consultar. lo que la ubica a Daniela como síntoma de la par~ja paren-
tal. Dice "no para, es .inquieta. agresiva con otros chicos", a la vez que
se manifiesta sorprendida porque si"bicn está en contínuo movimiento,
nunca se cae.
En la historia de esta pareja se cuentan dos embarazos perdidos y
otros dos bebés que nacieron muertos, después de lo cual el padre no
quería saber nada más de hijos.
No obstante, nace esta nena quien también tuvo problemas. Fue
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prematura y las complicaciones llevaron a su madre a pensar que no
sobreviviría, dejándole co mo saldo un "vi ctemasiado, vi morir muchos
chicos". Sin embargo esta niña no cae, tinalmenle se recupera y es de
destacar otro comentario de la mamá: "al final caminó adelantada, yo
por mi cuenta le puse un kinesiólogo que la estimule, estuve bien''.
En cuanto al padre, en estas primeras entrevistas, sólo aparece bajo
dos modos: no queriendo saber sobre hijos y también diciendo "no
estoy como debería".
Volviendo a las entrevistas con Daniela, cuando llega a decir a la
analista "no se puede parar'', cambia de juego. Tomara unos cubos y
apilándolos pregunta "¿a ver si se caen ?". A la vez pide a la analista
que se duerma.
El juego de esta nena en el seno del dispositivo, plantea su pregun-
ta: ¿qué soy para el Otro? En el marco de estas ficciones intenta resol-
ver el punto de angustia, tornándose el juego en la vía posible para sor-
tear la indeterminación subjetiva.
La transferencia organi za el despliegue de dos lugares estructurales.
el lugar del sujeto y el del Otro pueden vislumbrarse en el juego de esta
nena. Ella demanda al Otro que no la mire. Si bien esre pedido es el
intento de localizar su punto de inconsistencia, a la vez es lo que reve-
la que el Otro consiste mirándola.
Se trata de una articul ación al Otro vía una madre que ha visto
morir-caer, demasiados chicos, por lo que se-le responde no parando.
Hay que ver si se cae. es la pregunta.que despliega en el juego que
por un lado c.onnota la consistencia del Otro. y por otra parte habla de
su posición como· objeto mirada.
Este es el camino de resolución de la indeterminación subjetiva que
Daniela tomó. ¿Qué quiere el Otro?, es el fundamento de esta identifí-
cac.ión imaginaria que se fórmaliza como objeto mirada. Ella será el
objeto hacia donde se dirige la mirada materna, desde allí responde no
parando. Es el goce fantasmático el que impide parar para no confir-
mar al otro su caída.
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Hacia el síntoma
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Sobre el goce del síntoma.
Dii>Jiografía
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