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La propulsión naval comenzó con la necesidad del hombre navegar por agua, puesto a
que usaban troncos ahuecados a modo de embarcaciones o cualquier otro tipo de material
flotante del entorno, siendo éstas las primeras embarcaciones, luego de eso se vieron en la
necesidad de conseguir o crear un mecanismo que lo impulsaran y se les ocurrió utilizar sus
brazos como una forma de impulsarse utilizando remos, es decir, propulsión a sangre. De esta
manera al hombre primitivo se le ocurrió la idea de unir dos o más troncos para formar balsas
que aprovechaban las corrientes para desplazarse, en donde emplearon timones como
sistema de direccionamiento de aquellas embarcaciones.
No obstante, los primeros poblados que consiguieron navegar por alta mar a remo y
vela fueron los fenicios y los egipcios, convirtiéndose así en las primeras civilizaciones
constructoras de barcos. Los poblados realizaban grandes estudios de los astros con los
cuales se guiaban con la estrella Polar durante y la noche y el sol durante el día. Los trirremes
que eran embarcaciones de tres hileras de remos estas galeras fueron necesarias por los
distintos imperios pues se usaban para acciones bélicas y así de esta manera se logró
perfeccionar las velas dando un gran salto en cuanto a la navegación pues llegaron a controlar
el viento casi por completo
Sin embargo, ésta navegación prevaleció durante mucho tiempo hasta que James Watt,
alrededor de 1765, hizo la primera máquina de vapor el cual fue un invento de uso práctico
gracias a la incorporación de un condensador externo que permitió cerrar el ciclo abierto del
vapor. A partir de entonces, se suceden diversas tentativas de conseguir aplicaciones prácticas
y eficientes de la máquina de vapor como fuerza motriz, en especial para la propulsión naval.
Es en 1783, el francés Jeffrey fue el primero en conseguir aplicar la máquina de vapor a un
buque; así, logró que una nave con un propulsor de ruedas de paletas. En 1804, John Stevens
desarrolla una máquina de vapor aplicada a una transmisión con hélices. En 1807, Robert
Fulton hace navegar su vapor de paletas. De ese modo, se establece el primer servicio regular
en buques a vapor. Y el último fue en 1824, donde Sadi Carnot presentó a la comunidad
científica sus trabajos sobre el segundo principio de la termodinámica; de esta manera se
consolidó el concepto del ciclo de vapor y facilitó, con esto, el desarrollo de las plantas de
propulsión a vapor en los buques, lo cual dio inicio a la era del vapor en la propulsión naval.
En 1894, Charles Parsons idea una nueva máquina más eficiente que el motor alternativo, la
Turbina a Vapor. Con la revolucionaria turbina, fueron definitivamente derrotados en la carrera
tecnológica los buques de propulsión a vela.
Cabe agregar, que para el siglo XX fue el tiempo en el que el hombre se vio en la
necesidad de mejorar los diseños de los sistemas de propulsión. Es entonces donde probaron
novedosos diseños y medios alternativos de energía, entre los cuales el que más ha
prosperado ha sido el motor Diésel que en la actualidad es el más usado. No solo se produjeron
cambios a nivel de propulsión y generación de energía también en cuanto al diseño y
construcción de naves. También se produjo un aumento de eficiencia de la maquinaria con el
uso de turbinas a gas, energía nuclear., dando así mayor autonomía, velocidad y
maniobrabilidad a los buques actuales.