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EL ORGULLO DE SER PASTUSO.

Por Valentina León Guevara


Discursante: Farid Rosero
Estudiantes del Colegio del Sagrado Corazón de Jesús Bethlemitas
2019

“Bien dicen por ahí que cuando uno sacude el cajón de los recuerdos son los
recuerdos los que terminan sacudiéndolo a uno y es exactamente lo que, a nivel
personal, me provoca transportarme tiempo atrás y recordar como poco a poco las
mismas tierras que se posan bajo nuestros pies me acogieron con todo el amor del
mundo, dejando una marca imborrable en mi memoria; es exactamente por ello, por
lo que, creo firmemente que no podría existir mejor denotación que “ciudad
sorpresa” para la capital del departamento de Nariño, para estas tierras andinas
llenas de magia y cultura.

La ciudad de dos fundaciones, la de la montaña de fuego, la de artesanos de


marroquinería, madera, ebanistas y talladores, la décimo séptima más poblada de
Colombia y la de obras artísticas apreciadas a nivel local, nacional e internacional
resultan el escenario perfecto para que, una población que vive al pie de un volcán,
rebose en calidad humana, porque es innegable, que aparte de los bellos paisajes
que adornan fracciones del suroccidente de la nación, estos mismos sean aquellos
los que poseen seres humanos con alma de guerreros, mujeres visionarias quienes
cargaron en sus hombros el peso del sacrificio, el amor y la valentía; historia de
guerra, historia de lealtad, pero sobre todo, historia de amor, mismo amor que nos
caracteriza como Pastusos, calidez que hace que el frio queme un poquito menos…

El alma del pueblo Nariñense siente fuerte su palpitar al despertar en medio del
resguardo del padre de toda la población, el creador, el que cura alma, cuerpo y
espíritu. El volcán Galeras es muestra palpable de que Pasto es un terreno
albergador sagrado de vida, porque con cada mínimo vistazo el color verde invade
cada rincón de perspectiva, desde una isla de reserva vegetal de flora y fauna hasta
grandes minas de azufre en las profundidades de una laguna verde esmeralda, o
incluso, el alto de las coloridas montañas que genera la cuna del desarrollo cultural,
cultura que es patrimonio alrededor del mundo entero gracias a las manos que
parecen ser talladas por los mismos Dioses que crean cuentos de hadas llenos de
colores y orgullo de su historia en sus desfiles año tras año del 2 al 6 de enero,
involucrando con amabilidad y cortesía a millones de turistas, personas que no solo
disfrutan del ocio y recreación de las festividades sino también de la presencia del
pasado, ya que la ciudad también muestra un contraste arquitectónico sinigual,
desde un majestuoso santuario de estilo gótico en medio del cañón del rio Guáitara
hasta monumentos religiosos en el centro de la ciudad.”

Dicen que un pueblo que se identifica con su cultura es un pueblo que se alza
invencible ante las vicisitudes, y eso es lo que somos y siempre hemos sido los
pastusos; un pueblo bravo, valiente, inteligente y capaz; siglos atrás los criollos y
libertadores nos llamaba demonios de forma despectiva, y de muchas maneras lo
somos, porque corre sangre luchadora por nuestras venas, sangre que carga con
el fuego del Galeras, sangre que carga con la sabiduría ancestral americana, sangre
con la que Tamasagra y Capusigra defendieron sus tierras, sangre de Pastos…
Sangre que fue derramada por cobardes en las calles un diciembre de 1822, sangre
que corre por el cuerpo de cada uno de nosotros, sangre que tiene un montón de
historia, sangre que amalgama miles de características hermosas en una coraza de
firmeza, por eso es que yo estoy plenamente orgulloso de ser pastuso. ¡Que viva
Pasto!

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