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Índice
PRÓLOGO ....................................................................................................................... 5
MI ÚLTIMO SESTEO, Jordi Llavoré.............................................................................. 6
EL VALOR DE LA INTEGRIDAD, Álvaro Peiró Burriel ............................................. 7
COMO CIEGA, Lupe Eichelbaum ................................................................................... 8
APOCALIPSIS Z. ALTERNATIVO, Javier Arnau ......................................................... 9
SOMBRAS CHINESCAS, Carolina Pastor ................................................................... 10
LA SOMBRA, Óscar Torres .......................................................................................... 11
¿POR QUÉ?, Santiago Sánchez Pérez ........................................................................... 12
LOS MEJORES CLIENTES, Santiago Eximeno .......................................................... 13
HEREDEROS, Francis Cuevas ...................................................................................... 14
EL ARMARIO, Elena Montagud ................................................................................... 15
EL DON DE LILITH, Francis Cuevas ........................................................................... 16
LA ADICCIÓN DEL PODER, Álvaro Peiró Burriel..................................................... 17
QUIÉN ES ESA, Elena Montagud ................................................................................. 18
MIEDO, Alfonso Zamora Llorente ................................................................................ 19
PUERTA DEL ÁNGEL, Isabel V .................................................................................. 20
LA MARCA EN LA PUERTA, Macu Marrero ............................................................. 21
OJOS QUE NO VEN, Sergio de Marcos ....................................................................... 22
CLAUSTROFOBIA, Óscar de Marcos .......................................................................... 23
ESCALAS, Ángel Villán ................................................................................................ 24
VAMPIRO, Óscar Torres ............................................................................................... 25
SU SONRISA, SU ETERNA SONRISA, Víctor Mancha ............................................. 26
TORTILLA, Uriska ........................................................................................................ 27
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PRÓLOGO
Hola, amigos.
Tenéis ante vosotros una curiosa antología surgida gracias a la generosidad de
varios amigos escritores, que no dudaron ni un momento en colaborar en un proyecto
tras el que hacía ya tiempo andaba.
Son ellos, los autores, quienes gracias a su aporte, han logrado que esta primera
Antología de Microrrelatos vea hoy la luz. Estoy en deuda con ellos y soy consciente de
que difícilmente podré devolverles el favor.
Ahora es a vosotros a quienes quiero pediros algo:
Ya sabéis que esta Antología es totalmente gratuita, para que la descarguéis
cómo y cuándo queráis. La idea es difundir este tipo de literatura, el microrrelato, y que
vosotros disfrutéis de ello, nada más.
Bien. Esa era la idea inicial. La cuestión es que ahora mismo, el objetivo es
mucho más importante.
Hay un chavalín llamado Aitor, que a causa de una negligencia médica, necesita
el cuidado constante de sus padres. Ambos han tenido que dejar sus respectivos trabajos
para dedicarse en exclusiva a cuidar del pequeño.
Aitor necesita de cuidados especiales y eso cuesta dinero. Amén de la compañía,
material sanitario específico y tantas otras cosas, su tratamiento no es nada barato.
Es por eso que os pedimos algo. Si tras leer esta antología crees que valdría la
pena gastarse un euro en ella, te pedimos de corazón que mejor dones ese euro en la
cuenta de Daniel y Laura, los padres de Aitor.
Un euro no te sacará de pobre, pero para ellos, sí cuenta.
Nadie te obliga a hacerlo, desde luego. Pero si crees que la antología lo vale y
aún más importante, si puedes ponerte en el lugar de esos padres abnegados, te ruego
que les ayudes con tu donación.
Piensa que por un euro, estarás ayudando y mucho a alguien que lo necesita.
Un saludo y gracias.
Athman M. Charles
13/03/2011
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MI ÚLTIMO SESTEO
Jordi Llavoré
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EL VALOR DE LA INTEGRIDAD
Álvaro Peiró Burriel
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COMO CIEGA
Lupe Eichelbaum
No puedo. No puedo más. No veo. Veo tanto que estoy como ciega. Donde otros
ven una pared, un árbol, un perro, un rostro,…el cielo; yo veo millones de organismos
diminutos a mi alrededor que impiden a mi retina captar lo mismo que el resto del
mundo. Ácaros con formas monstruosas, motas de polvo, restos de porquerías de
minúsculo tamaño, granos de polen, bacterias solas o en colonias, fragmentos de gotas
de agua… Un universo interminable en el que vivo sumergida, espantada, del que no
puedo salir. Los aparto con mis manos, con mis brazos, a patadas, pero siempre hay más
y más a mi alrededor. Nunca acaba. Nunca acabará. Acaparan mis días y mis noches
también, protagonizando mis pesadillas. Sólo conozco la realidad del resto de las
personas porque los oigo hablar.
Todos creen que estoy loca. No pueden entender que mis ojos son como lentes
potentes de microscopio.
Pero esto terminará hoy.
He llegado a mi límite. Lo he sopesado y prefiero la alternativa. Me arrancaré
los ojos y conoceré la paz.
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APOCALIPSIS Z. ALTERNATIVO
Javier Arnau
Las paredes de mi casa siempre han estado limpias; lustrosas, podría decirse. Por
eso me cabreó sobremanera que el Apocalipsis zombi me las ensuciara de sesos y
sangre. Que la mayoría de la mugre fuera de mi cerebro y de mis entrañas, y de las del
resto de mi familia, no me cabreó tanto como el pensar en aquellas paredes; claro que,
en estas condiciones, para pensar en paredes estaba yo.
Ahora que tengo un momento de tranquilidad y sosiego, llego a la posible
conclusión, de que todo empezara así; un primer zombi que ensució las paredes con las
vísceras de sus víctimas, y éstas se cabrearon tanto que luego fueran por ahí matando
todo lo que se moviese, en venganza… Bueno, no es momento de
elucrubac…elubruca… bueno, no es momento, voy a seguir con mi nueva tarea de
“redecorar paredes…”
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SOMBRAS CHINESCAS
Carolina Pastor
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LA SOMBRA
Óscar Torres
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¿POR QUÉ?
Santiago Sánchez Pérez
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LOS MEJORES CLIENTES
Santiago Eximeno
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HEREDEROS
Francis Cuevas
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EL ARMARIO
Elena Montagud
Unos hombres muy altos trajeron el armario. Mami me dijo que era un regalo de
la abuela, y que era muy bonito. A mí nunca me han gustado los armarios, y tampoco la
abuela. Es vieja y huele raro. Son grandes y oscuros por dentro. Me hacen pensar en
monstruos y en el hombre del saco.
Cuando los hombres se fueron, yo fui despacito hasta mi habitación. Los
muebles son muy chulos, todos ellos de colores vivos, pero aquel armario no. Aquel
armario era de un gris apagado y parecía malvado. Una de sus puertas estaba
entreabierta, pero sólo pude ver oscuridad. Di saltitos con un pie y con otro, y al final
decidí acercarme. Mami decía que me estaba haciendo mayor, y debía ser el niño más
valiente del mundo.
Nada más coger el pomo de la puerta escuché un ronco gruñido que venía de
dentro del armario. Comencé a temblar. Abrí un poquito la puerta y me encontré con
unos ojos rojos, que me miraban hambrientos.
Llamé a mami a gritos. Me regañó porque me había hecho pipí encima.
Mientras me sacaba en brazos de la habitación, los ojos continuaron mirándome.
Nunca me habían gustado los armarios. Ni la abuela.
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EL DON DE LILITH
Francis Cuevas
Una variada fauna humana habitaba el local. Paladines de los bajos fondos,
agazapados en la barra, a la caza de algún trabajo interesante. Bellezas fatales
revoloteando aquí y allá. Pesados cincuentones, amos de sus propios mundos privados,
compartiendo mesa en la penumbra con engominados empresarios de éxito. Pocas cosas
podrían inquietar a semejantes especímenes humanos, sin embargo, la entrada de una
mujer captó la atención de un modo singular.
Armonía. Una figura esbelta sin perder las formas voluptuosas. Un pelo de
indefinidos tonos claros enmarcaba un magnifico rostro de facciones contrapuestas: Una
frente serena y reflexiva junto a unos ojos salvajes y una boca adecuada para noches
febriles. Tras ella, un terrible Polifemo de traje impecable ejerciendo de escolta.
―Acompáñeme ―Le interpeló con una reverencia una pequeña asiática
mientras los guiaba silenciosa hacia las estancias privadas del piso superior.
II
La sala no era amplia. Alfombras árabes cubrían el suelo. Una mesa baja,
rodeada de cojines, dominaba la escena. Dos figuras se hallaban frente a frente.
―Quedamos en que sólo un guardaespaldas, señor Barros
―Vamos madame Acnia, usted posee una ventaja evidente. Mis chicos solo
esperarán fuera. Seguro que pronto recibirá la confirmación del pago.
Y así fue. Una sonrisa de tiburón emergió bajo los ojos de carroñero de Barros.
―Esto no es algo que se haga todos los días ―Comenzó a hablar la dama
rompiendo el incómodo silencio―. Nuestra supervivencia depende de la ignorancia
sobre nuestra existencia. Además, aunque sepamos que se trata de un virus peculiar,
subsisten ciertas creencias sobre los orígenes de nuestra extirpe. ¿En qué cree usted?-
―¿Creer? Yo sólo creo en la única verdad, el dinero.
III
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LA ADICCIÓN DEL PODER
Álvaro Peiró Burriel
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QUIÉN ES ESA
Elena Montagud
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MIEDO
Alfonso Zamora Llorente
Por más que he intentado darle esquinazo, ha sido imposible, llevo todo el día
huyendo de Él, tratando de escapar de esta trampa que me ha preparado para darme
caza.
No me puedo creer que dentro de unos minutos estaré muerto, y que mi muerte será la
más dolorosa que me pueda imaginar, la más cruel y sangrienta.
Otra vez su respiración, ahora la he sentido prácticamente al lado de mi posición, el
miedo no me deja mover, tengo los músculos paralizados.
Algo viscoso me acaba de caer en la cabeza, no puede ser, es Él, esta encima de
mi cabeza, subido a una piedra, ha estado ahí todo el tiempo, disfrutando de mi temblor,
esperando el momento justo para echarse encima de mí, y empezar la carnicería.
No puedo hacer nada, ni rezar, solo espero que la primera dentellada acabe conmigo y
me evite ver cómo me desmiembra lentamente.
Poco a poco baja de su posición, sin quitar su mirada de la mía, esos ojos
amarillos y enormes brillan como dos soles, está deseoso de devorarme, pero le pueden
las ganas de verme sufrir.
Sus dientes afilados se acercan a mi pierna temblorosa, son unos segundos
angustiosos, no quiero verlo, me tapo la cabeza con las manos, suplico a Dios que todo
acabe pronto.
El dolor es tremendo, la lentitud de su mordisco es cruel, poco a poco sus dientes
van penetrando en mi pierna, desgarrándola con saña y maldad.
No puedo evitar gritar, me muero, veo sus dientes acercándose a mi
cara…dolor…oscuridad…
Esa luz…
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PUERTA DEL ÁNGEL
Isabel V
―¡Suerte!
Su voz la apagó el estridente frenazo del metro al entrar en la estación. Todos se
arremolinaron, el conductor salió de la cabina y bajó a las vías.
Desde el andén decenas de ojos curiosos rodeaban la escena; alguien se volvió y
con un gesto negativo de la cabeza confirmó: no hay nada que hacer, el SAMUR ha
certificado su muerte; nadie se apartaba de allí.
Una delgada figura de piel albina y negro traje observaba, algo distanciada, lo
sucedido. Sus claros ojos azules, casi transparentes, brillaron; con una sonrisa dibujada
en su rostro se alejó pensando en su buena obra del día: el anciano que ya no sufriría
más sintiéndose abandonado.
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LA MARCA EN LA PUERTA
Macu Marrero
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OJOS QUE NO VEN
Sergio de Marcos
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CLAUSTROFOBIA
Óscar de Marcos
Claustrofobia. Agobio.
Ante mi tengo una infinita llanura blanca, de tal magnitud, que evoca la
inconmensurable tundra hiperbórea, o el lomo de un antediluviano ancestro de Moby
Dick. Pero por textura, por posibilidades, por potencia de ser acto, se trata de nívea
arcilla por modelar, presta para ser manipulada por mí.
En este lugar poseo poder absoluto, el logos, el verbo que puedo tornar carne o
piedra, vicio o virtud... Omnipotencia es mi privilegio en estas tierras inciertas. Mis
posibilidades son tan amplias como alcancen mi imaginación y habilidad.
Pero un criterio ajeno a mi marca unas pautas.
Este terreno me pide un Camelot, una Atlántida, una R’lyeh, pero me veo
limitado. Una casa, un mausoleo tal vez; pero nada de mundos ni metrópolis; tampoco
hay espacio para grandes sagas o epopeyas.
Trescientas es el cupo. Tres mil aún me parecería poco.
Pero ¿no lideró Leónidas a trescientos espartanos contra un millón de persas?
¿Qué es más digno? ¿El Dios nórdico que, tras abatir a Ymir, talló con su cuerpo
el mundo? ¿O acaso el mero mortal, que con su imaginación y capacidad, creó el fresco
más hermoso que jamás ha coronado una capilla? ¿Qué nombre es más recordado hoy:
Odín o Miguel Ángel?
Ambos merecen total admiración y respeto, pues hicieron lo que pudieron con
sus capacidades y materiales, llevaron al límite sus posibilidades.
Son dos sendas diferentes, dos mentalidades distintas. Lo mismo que dos
idiomas provenientes de la misma lengua muerta: parecidos, mas no iguales.
Quizá lo principal sea seguir aquella vieja máxima: “Hagas lo que hagas,
esfuérzate por hacerlo lo mejor posible”.
Como dijo aquel sabio gris creado por Tolkien: “Uno solo puede elegir qué
hacer con el tiempo que le ha sido dado”.
Y he aquí lo que yo he hecho, he aquí mis trescientas palabras.
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ESCALAS
Ángel Villán
Los niños, algunos intrigados y otros obligados, estudiaban las muestras en los
microscopios de la escuela. El profesor, con aire monótono y aburrido, explicaba la
definición y cualidades del plancton. Yin, tan inquieto como intrépido, llevó la punta
del bisturí hasta un pequeño poliqueto y lo aplastó sin miramientos.
Tan lejos como cerca de allí, en cuestión de segundos y de milenios, los
habitantes del infinitesimal planeta Zuriuk se preguntaron qué había causado la
catástrofe en su galaxia vecina. Tras estallar sin previo aviso en millones de supernovas,
había desaparecido de su firmamento.
Yin observó los restos pegados al bisturí en el mismo momento en el que una
ballena tribatlante engullía la Nube de Magallanes, Andrómeda, Omega, Orión y, por
supuesto, la Vía Láctea.
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VAMPIRO
Óscar Torres
La polilla, toca una y otra vez, la bombilla que ilumina tenuemente el cuarto de
mi salón.
Su zumbido se mezcla con su inquieta sombra, en un vaivén de luz y oscuridad,
que se proyecta sobre las paredes.
Luz.
Oscuridad.
Ansiedad.
Deseo.
Las tripas rugen.
Observo mis dedos. Se están quedando cada vez más azulados. ¿Cuándo perdí
mi humanidad? ¿Dónde está mi cuerpo y alma?
Mente en blanco.
Vuelvo la vista a la mesa.
Sujeto el cuchillo y el tenedor e intento cortar la carne que tengo delante.
El pulso me tiembla. La polilla vuelve. Intento olvidarla. Solo es un fantasma.
No existe. No hay sombras. Solo luz.
El acero del cuchillo chirría en el plato. Me llevo un buen trozo a la boca. Tengo
seco el paladar. Me entran nauseas de sólo pensar en comer algo cocinado.
Lo escupo. No soy capaz de tragarlo.
Vuelve otra vez. Veo su sombra desdibujada en las paredes. Tengo hambre, no
aguanto más. Un espasmo doloroso me recorre desde estómago hasta la garganta. Hace
días que no salgo a cazar.
Estoy jodido. Esta vez sí que moriré de inanición.
Una sombra se mueve en el fondo de la habitación y viene hacia a mí.
¿Será ella? ¿O un fantasma?
No, es Jhonsie, mi gato siamés.
Salta a la mesa y se acerca con curiosidad a mi plato. Olfatea la carne y levanta
la vista. Se queda mirando con sus grandes ojos azules llenos de curiosidad. Me maúlla.
Él también tiene hambre.
La polilla vuelve golpear mí conciencia.
La sombra que se proyecta borra la poca humanidad que me quedaba.
Miro a mí gato. Se humedecen los labios.
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SU SONRISA, SU ETERNA SONRISA
Víctor Mancha
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TORTILLA
Uriska
Me he despertado sobresaltado por un ruido, ¿un jadeo?, no, tan sólo otra
maldita pesadilla.
Oigo el corazón golpeándome en el pecho al compás de las teclas que mi chica
aporrea en la habitación de al lado, otra noche trabajando en su tesis, tengo que intentar
controlar la respiración y volverme a dormir...
Me espera una mañana estresante de trabajo, mucho ruido y los clientes no se
cansan de hablarme y de quejarse, como si yo fuera el único que les pudiera resolver sus
dudas, ojalá todo fuera tan fácil.
La tarde en casa es otra cosa, un programa de historias de ficción consigue
relajarme hasta la hora de irme a consulta con mi psiquiatra el Dr. Costelo.
Quiero que me ayude a luchar y afrontar mis pesadillas, aunque él parece
interesarse más por otras cosas que por mi miedo a dormir y se empeña en que le hable
de mi chica, de su tesis, la cual escribe desde que tuvo ese accidente mortal haciendo
submarinismo; de mi trabajo en la funeraria y como los difuntos conversan conmigo;
del programa de historias de ficción en la que algunos hechos llegan a ocurrir al poco
tiempo.
Ha puesto cara de horror cuando le he comentado que el de hoy contaba como
Pepa Pérez Pinillo con su amante José Mora Centella planean envenenar con una tortilla
de patata al marido de ésta.
Al salir de la consulta me doy cuenta por primera vez del cartel que reza en la
puerta: Dr. Costelo & Dr. Mora. Al día siguiente leyendo el periódico mientras
desayuno decido que tendré cambiar de consulta, la noticia narra que el Dr. C. apuñaló a
su socio el J.M.C. 15 veces y a su esposa P. P. P. 23 veces después de que esta le
sirviera tortilla de patata.
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