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Así funciona la formación técnica en otros

países
Lograr un sistema de educación técnica de calidad y pertinente es un reto para la
gran mayoría de Gobiernos. Estas son algunas de las experiencias más exitosas de
las que debería aprender el país.

“Escucho y olvido. Veo y recuerdo. Hago y entiendo”, dice un proverbio chino. En


general, muchas personas coinciden con esa aseveración: hay cosas que solo se
aprenden en la práctica. Sin embargo, la opinión popular, es que la educación
técnica —donde la enseñanza por la práctica toma relevancia— es de segundo
nivel. ¿Cómo hacer de esta alternativa una opción atractiva y de calidad? No hay
ningún modelo que aplique a todos los casos por igual. Pero las experiencias
internacionales demuestran que hay ciertos factores de éxito.

Por ejemplo, es importante tener un contenido educativo pertinente. De acuerdo con


el documento Avances y retos en la formación para el trabajo en Colombia del
Banco Interamericano de Desarrollo (BID), hay que “capturar de manera confiable
información sobre los requerimientos de habilidades del sector productivo para
elaborar y actualizar currículos”.

Lea: Universidades, ¿imposibles de pagar?

Además, la educación vocacional funciona mejor cuando se aplica desde temprano.


De esta manera, los sistemas de educación técnica más destacados ienden a
promover este tipo de metodología desde los 14 o 15 años. A esta edad, los jóvenes
ya están decidiendo qué opción profesional prefieren y, muchas veces, ya están
formándose en las empresas.

Pero, sobre todo, los expertos destacan la importancia de la articulación entre las
entidades públicas, las instituciones educativas y las empresas. De acuerdo con el
estudio Educación al empleo: diseñando un sistema funcional de la consultora
internacional McKinsey & Company, en los mejores sistemas de formación técnica a
nivel mundial existe una relación simbiótica donde las escuelas proveen fuerza de
trabajo oportuna a las empresas y estas participan activamente en el diseño
curricular.

Educación dual, el modelo por excelencia


Uno de los modelos de formación técnica más reconocidos en el mundo es, sin
duda, el dual en Alemania. La educación germana tiene su origen en los gremios de
artesanos en el siglo XV. Estas instituciones tenían un papel vital en la formación de
aprendices en la práctica laboral y en la creación de escuelas de medio tiempo en
las que se formaban jóvenes artesanos en aspectos relacionados con su trabajo. En
la mayor parte de Europa, estos gremios perdieron relevancia hacia el siglo XIX,
pero en Alemania se mantuvieron hasta la actualidad. De ahí la importancia del
aprendizaje práctico y la fuerte vinculación del sector productivo dentro del sistema
de educación dual del país teutón.

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En este modelo los jóvenes de 15 a 18 años estudian el 30 % de la semana en
una erufsschule (una institución de educación media con énfasis en la formación
técnica) y el otro 70 % en una empresa como practicantes. Esto facilita su inmersión
temprana en el campo laboral y la aplicación práctica de los conceptos académicos
aprendidos en la escuela.

Para que esto funcione, la clave es la colaboración entre los sectores público y
privado. Los empleadores tienen una importante influencia en el proceso de diseño
curricular gracias a su participación en la junta directiva del Instituto Federal de
Formación Profesional (BIBB), que desarrolla los contenidos académicos. Pero,
además, cada empresa formula su propio plan de formación durante el tiempo que
pasa el aprendiz en la organización. En las compañías más grandes, por lo general,
los practicantes entrenan en un taller de aprendizaje, pero en las más chicas se
involucran dentro del mismo proceso de producción, muchas veces bajo el model
tradicional de acompañar, observar y colaborar a un maestro a hacer el trabajo.

Hoy el sistema dual es uno de los caminos educativos más seleccionados en


Alemania; cerca del 40 % de los estudiantes lo escogen. Y no solo en ese país.
Muchos lugares de todas las latitudes lo han intentado replicar, con mayor o menor
éxito; se ha probado en China, Rusia, Vietnam, Corea del Sur, Filipinas, Chile, e
incluso en Colombia.

Sin embargo, este popular sistema no está exento de críticas. Según un estudio de
2015 publicado en The Journal of Human Resources, los egresados de programas
de educación dual se vinculan más fácilmente al ámbito laboral que los
profesionales, pero se les dificulta más conseguir empleo a partir de los 40 años,
pues los aprendices carecen de competencias generales necesarias para adaptarse
a los cambios laborales a largo plazo.

Por otro lado, muchos critican el frenesí mundial por replicar el modelo dual ‘a las
bravas‘. Y es que el éxito de este está muy relacionado con el contexto histórico,
económico y cultural alemán, como sugiere Dieter Euler, director del Consejo de
Investigación del BIBB, en el estudio Sistema de entrenamiento vocacional dual: ¿un
modelo para otros países? Pero en un país donde la educación técnica ha carecido
de reconocimiento para el Gobierno, las empresas y la sociedad, “difícilmente se
podría implementar el modelo dual”, según dice el profesor Euler.

Sin embargo, otros países han superado estas dificultades. En Corea del Sur, por
ejemplo, lograron implementar parte de las enseñanzas del sistema dual y superar el
rechazo de una sociedad que no creía en el valor de la educación técnica. Algo
similar sucedió en Singapur, donde el compromiso del Estado con la formación para
el trabajo logró elaborar un modelo de educación técnica de renombre internacional.
Por otro lado, la participación del sector empresarial también resulta fundamental en
el caso de India, que tiene el reto de cualificar a su enorme población.

Le puede interesar: Las universidades con mayor índice de empleabilidad en


Colombia

Cuestión de estatus
En 2010, el Gobierno de Corea del Sur se dio cuenta de que su problema con la
educación técnica iba más allá de lo financiero y lo académico; era una cuestión
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cultural. La sociedad coreana valora enormemente el academicismo, hasta el punto
tener una de las tasas de cobertura universitaria más altas del mundo. Esto era un
gran problema para las labores manuales y técnicas, que carecían del talento
humano suficiente.

Por esta razón, el Gobierno creó las Escuelas Meister (maestro artesano en
alemán), institutos de técnicos de educación media. El Estado les paga la matrícula
y la residencia a los estudiantes, quienes reciben el apelativo de ‘jóvenes meisters’.
La idea es combatir los prejuicios sociales y mejorar el estatus social de los que se
dedican al trabajo manual y técnico en el país.

En el primer año los alumnos estudian competencias básicas, y en el segundo y


tercer año escogen una especialidad. Para entonces, muchos ya tienen contratos de
aprendizaje con el sector empresarial. Como en el sistema de educación dual
alemán, los estudiantes coreanos intercalan el aprendizaje en las Escuelas Meister y
en la práctica laboral. La industria se involucra en cada aspecto de este proyecto y,
además de participar en el diseño curricular, facilita la obtención de empleo de los
jóvenes. Las cifras son prometedoras: 85 % de la primera generación de jóvenes
meisters cuentan con un contrato laboral, aun sin obtener su título profesional.

Visión hacia el futuro


Como destaca un informe del Center on International Education Benchmarking
elocuentemente titulado El fénix: educación vocacional y técnica en Singapur, este
estado pasó en muy corto tiempo de ser una pequeña nación sin industria ni
educación técnica a ser uno de los grandes representantes mundiales en la
formación para el trabajo. Dada la naturaleza geográfica de la isla, que no cuenta
con recursos naturales para explotar, los singapurenses entendieron desde muy
temprano la importancia de invertir en su capital humano.

En los años sesenta, el país asiático puso en marcha una estrategia nacional para
desarrollar su industria de la mano de la formación técnica. Ya entonces los colegios
técnicos enseñaban Ingeniería Mecánica, Instalación Eléctrica, Servicio de Radio,
Mecánica de Motor, Refrigeración y Aire Acondicionado, entre otras materias. De
hecho, en 1968, el Ministerio de Educación ordenó que todos los estudiantes de
bachillerato vieran Metalistería, Carpintería, Dibujo Técnico y Electricidad Básica.

Hoy, 65 % de los alumnos optan por un bachillerato técnico en dos opciones, el


diploma técnico, que implica pasar tiempo completo en un politécnico, o el
certificado máster en educación técnica, que incluye dos años en el Instituto de
Educación Técnica (ITE) y hacer tres años de experiencia práctica. Y no son los
únicos. Los docentes de las instituciones de educación técnica también tienen que
trabajar periódicamente en una empresa en la misma área en la que enseñan.

El impulso empresarial
La participación del sector privado es fundamental. En especial, en los países que,
como India, requieren soluciones masivas por su alta población y el rápido
crecimiento de su economía. Por esta razón, en 2010, el Gobierno creó la
Corporación Nacional de Desarrollo de Habilidades (NSDC, por sus siglas en
inglés), cuyo principal objetivo es encontrar y financiar iniciativas privadas que
promuevan la formación técnica. El resultado ha sido una sinergia público-privada

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sin precedentes en la que múltiples empresas y fundaciones educativas se están
haciendo cargo de cumplir la meta del Estado.

Las alianzas público-privadas han tenido tanto éxito en India que, en menos de ocho
años, el NSDC formó a 5,2 millones de estudiantes con la ayuda de 235 entidades
privadas. Pero el caso más destacado ha sido el de IL&FS, una compañía india de
financiación, que en 2007 desarrolló un programa para formar a jóvenes de áreas
rurales con cursos técnicos cortos (de solo tres meses) en 27 campos laborales. El
programa ha entrenado a la fecha a 1,5 millones de jóvenes, razón por la cual el
estudio Educación al empleo: diseñando un sistema funcional de McKinsey &
Company lo destaca como uno de los casos de formación para el trabajo más
interesantes.

IL&FS Skills les garantiza a los estudiantes un empleo una vez terminan el curso.
Para cumplir con esto tiene acuerdos con más de mil empresas en todo el país.
Parte de la instrucción que se entrega en los centros de entrenamiento es en medios
digitales con la herramienta K-Yan, desarrollada por la propia empresa. Además, los
precios de los programas no son altos, el estudiante recupera su inversión en un
tiempo promedio entre dos y seis meses de trabajo una vez terminado el curso.

¿Cómo va la educación dual en Colombia?


Hace casi 20 años, la Cámara de Industria y Comercio Colombo-Alemana (AHK)
trajo el modelo dual para implementarlo en las universidades del país. La primera en
implementarlo fue la fundación Universitaria Empresarial de la Cámara de Comercio
de Bogotá. En esta institución la mayoría de programas son de formación dual y
tienen convenios con 377 empresas coformadoras.

Además, hay programas de educación dual en Bucaramanga, con la Corporación


Universitaria Alexander Von Humboldt; en Cali, con la Autónoma de Occidente, y en
Barranquilla, con la Universidad de la Costa. Estas suman cerca de mil estudiantes
en formación dual en el país, según las cifras de la AHK. A nivel de educación
técnica y tecnológica, el Sena cuenta con 1.486 practicantes bajo el modelo dual,
formato que implementa desde 2014. Actualmente, tienen acuerdo con 16 empresas
para 21 programas. En estos, el practicante debe repartir su tiempo un 50 % de
estudio y el 50 % restante en la empresa.

De acuerdo a la AHK, hay dos factores que dificultan la expansión del modelo dual
en el país: la falta de conocimiento y de disposición en el sector laboral. Para que
este sea exitoso requiere que muchas empresas se vinculen e inviertan en la
formación de su propio capital humano, y no muchos empresarios colombianos
están preparados para eso.

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Formación técnica, fundamental para el
empleo
Cada día hay más empresas que quieren tener aprendices del Sena. Sin embargo,
la formación técnica todavía tiene serios retos en el país: mejorar su reconocimiento
social y las competencias blandas de sus egresados.

El Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) asegura que uno de los desafíos más
importantes es aumentar la empleabilidad de sus egresados. La meta para 2018 es
que tres de cada cuatro aprendices obtengan un trabajo de calidad. Los resultados
indican que van por buen camino; la tasa de vinculación laboral de los aprendices de
la entidad ha mejorado en los últimos años, de 35 % en 2010 a 68 % en 2017. Esto
significa que hoy dos de cada tres aprendices consiguen un empleo formal una vez
finalizan su formación. Además de eso, en varios programas ya se ha superado la
meta: en los sectores de minería, transporte y electricidad la tasa de vinculación de
los egresados está entre el 77 % y 79 %.

Aunque las cifras marchan bien, el Sena espera que más compañías incluyan dentro
de sus equipos a los aprendices. Según María Andrea Nieto, directora general del
Sena, es necesario que los empresarios reconozcan que el talento humano del
futuro está en el Sena. Para lograrlo, uno de los desafíos que tiene esta institución
—que lleva 60 años ofreciendo formación técnica— es aumentar los contratos de
aprendizaje para vincularlos a todos.

El modelo de formación de la institución se caracteriza por combinar la enseñanza


teórica con la práctica. De este modo, el contrato de aprendizaje es la herramienta
esencial de coformación que les permite a los aprendices aplicar las habilidades
adquiridas en un ambiente productivo, y a los empresarios, contratarlos toda vez que
su formación se ajusta a las necesidades de su negocio.

Con este contrato, las empresas pueden acceder a dos grandes incentivos: primero,
invierten en el recurso humano que van a requerir a corto o mediano plazo. Y
segundo, pueden obtener ventajas tributarias diseñadas por el Gobierno, como la
deducción de hasta el 130 % en los gastos anuales por salarios y prestaciones
sociales de los aprendices que sean contratados de forma adicional a los previstos
legalmente.

El número de contratos de empresas que están formando y empleando a un


aprendiz pasó de 260.000 en 2014 a 345.000 contratos en 2016. Como es el caso
de Bancolombia, por ejemplo, una de esas empresas que ha trabajado de la mano
con el Sena. “El Sena ha sido un aliado de Bancolombia por muchísimos años,
particularmente en el desarrollo de programas formativos a la medida”, explica
Enrique González, vicepresidente de Gestión Humana de Bancolombia.

Frente a ese panorama fructífero, el Sena espera beneficiar este año a 407.000
aprendices para que enriquezcan su formación y aumenten sus posibilidades de
conseguir un empleo.

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Los retos de la formación del Sena

La formación dual, también implementada en Alemania y en México, es un modelo


educativo que permite la entrada al mercado laboral a un amplio espectro de la
población. En Alemania, por ejemplo, implementaron este modelo antes de 1969,
cuando se unificaron las regulaciones regionales, con resultados sobresalientes en
la reducción del desempleo juvenil. “Hay 1,4 millones de aprendices (conocidos
comúnmente como azubis en alemán) cursando uno de estos títulos en formación
dual. Los estudios duran entre 2 y 3,5 años y capacitan en 327 profesiones distintas.
El Gobierno alemán reconoce que este sistema es la clave para que la tasa de
desempleo juvenil esté por debajo del 7 %”, según diario español El País.

En México, la formación dual se implementó en 2013 para cerrar la brecha entre lo


que los estudiantes aprenden en las escuelas y las competencias que les exige el
mercado laboral. Según el secretario de Educación de México, Aurelio Nuño, “hasta
2017, han participado 4.000 estudiantes en 400 empresas”, aseguró en una columna
de opinión publicada por El Financiero. En el momento, México tiene el reto de hacer
que su programa tenga un alcance nacional y que más empresas de todos los
sectores productivos se articulen y logren 10.000 estudiantes formados con este
modelo para 2018.

Aunque la formación técnica es reconocida por su relevancia en la industria y en la


economía de estos países, y a pesar de que en Colombia las alianzas de
empresarios con el Sena han aumentado en los últimos años, se debe fortalecer la
formación en competencias blandas, como la comunicación, el trabajo en equipo, el
liderazgo y la resolución de conflictos, las cuales, según empresarios, pueden
marcar la diferencia en el mercado laboral.

Para María Andrea Nieto, las competencias blandas son un eje fundamental en el
proceso de formación de los aprendices. Es por esto que desde la dirección del
Sena se está trabajando en implementar un programa curricular transversal para
todas las formaciones técnicas que ofrecen, buscando que los egresados de la
institución cuenten con una preparación apta para ocupar un rol central.

Las prioridades del Sena

Aunque para Nieto es importante trabajar en las falencias de los aprendices, una de
sus prioridades es aumentar el valor de la formación técnica en la sociedad. Espera
que el tema sea de agenda nacional. Por ello, cree que existe la necesidad de
convocar a distintos sectores para tener una conversación profunda sobre la
importancia de la formación técnica y el rol que va a tener en la generación de
empleo. Tres razones justifican su necesidad de promover el debate. Por un lado,
Nieto asegura que la tecnología está cambiando las necesidades de los empresarios
y se están requiriendo nuevas competencias. Por otra parte, la formación técnica
contribuye a la expansión de nuevos modelos de negocio. Y por último, Colombia
necesita conectar la oferta de formación con las realidades de un país en paz.
“Espero entregar una entidad más pertinente, es decir, conectada con las
necesidades del sector económico, y así, dejar una ruta clara sobre el

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fortalecimiento de la formación técnica como una necesidad para la generación del
empleo”, concluye Nieto

A propósito del cumpleaños número 60 del Sena, vea en video los logros que ha
tenido esta institución:

El desafío que tienen los colegios en la


formación de las habilidades para la vida
Por *MARTIN E.P. SELIGMAN Y ALEJANDRO ADLER

En un mundo globalizado con cada vez más desafíos y oportunidades, el colegio no


necesariamente inculca las habilidades que los niños y jóvenes requieren para
alcanzar su máximo potencial y realizar sus proyectos de vida.

Empecemos con dos preguntas: ¿Qué queremos para nuestros niños y jóvenes? y
¿qué es lo que el colegio les enseña? Más allá de las particularidades del contexto
educativo colombiano, si usted piensa como la mayoría de las familias, los
educadores y funcionarios de gobierno de alrededor del mundo, probablemente su
respuesta a la primera pregunta incluya palabras como “bienestar,” “salud,” “éxito,”
“felicidad” y “paz”. Para responder a la segunda, lo más seguro es que surjan
conceptos como “alfabetización,” “aritmética,” “conocimiento,” “memorización” o
“aprobar pruebas estandarizadas”. Tal vez le sorprenda saber que la intersección
entre ambas respuestas suele ser nula.

Con base en la psicología positiva, la educación positiva propone que, junto con el
aprendizaje académico, el desarrollo de habilidades para la vida y la mejora del
bienestar contribuyen a la formación integral de niños y jóvenes y, por ende, a la
cimentación de una sociedad sana.

En realidad, el aprendizaje académico y el desarrollo de habilidades no son


mutuamente excluyentes. Todo lo contrario, tal y como lo muestra la evidencia
internacional, inculcar habilidades y promover el bienestar mejoran el desempeño
académico de los estudiantes, aun en pruebas estandarizadas nacionales como
Saber en Colombia o internacionales como Pisa, que por primera vez midió el
bienestar estudiantil en 2015.

Pero, ¿qué es el bienestar, qué son las habilidades para la vida, cómo los medimos?
El primer término se refiere a las emociones positivas, al sentido y propósito de vida,
a las relaciones saludables y al involucramiento cultural, profesional y comunitario.
El bienestar tiene valor intrínseco: es una aspiración universal. También tiene un
valor instrumental porque contribuye a las trayectorias positivas de vida.

Las habilidades para la vida son aquellas que nos permiten alcanzar el máximo
bienestar posible como individuos y como sociedad. Algunos ejemplos son la
presencia plena, la empatía, la comunicación efectiva, el pensamiento crítico, la
toma de decisiones y la resiliencia. Más allá de las adecuaciones contextuales y

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culturales que puedan requerir, estas habilidades son universales y propias del
desarrollo humano y se pueden medir a través de instrumentos psicológicos que han
sido validados internacionalmente y cuentan con el mismo rigor metodológico que la
medición de la alfabetización o la aritmética.

El primer paso para desarrollar estas habilidades para la vida y el bienestar a gran
escala es la medición. Al medir las habilidades y el bienestar podemos saber cómo
están nuestros estudiantes hoy y cómo cambian a través del tiempo.

Para ello resulta fundamental que los educadores entiendan, aprendan, desarrollen
y encarnen estas habilidades para poder enseñarlas e infundirlas en sus propios
ecosistemas educativos. El currículo escolar también debe incluir una materia
específica para su desarrollo que promueva la enseñanza de estas habilidades.
Finalmente, estas se deben de infundir en el currículo de manera transversal para
que el conocimiento académico y las habilidades para la vida se aprendan de
manera entrelazada.

El modelo de educación positiva ya es exitoso en decenas de países desde México


hasta Bután. El trabajo que hemos llevado a cabo en Colombia hasta ahora nos deja
claro que como país se encuentra en un momento históricamente fértil para sembrar
y cultivar semillas para la paz, la paz duradera.

Se requiere, por lo tanto, de una educación comprometida con la formación integral


de los jóvenes colombianos pues es el vehículo más poderoso para garantizar el
empoderamiento y el bienestar de generaciones enteras. El compromiso a nivel de
política pública, junto con el compromiso a nivel ciudadano, serán la brújula
necesaria para emprender este camino virtuoso.

“A pesar de los avances, los niños y jóvenes no


están desarrollando las habilidades
necesarias”
El país debe mejorar su calidad educativa y las habilidades de los jóvenes para que
puedan competir a la par con los países más desarrollados. Semana Educación
entrevistó a Diana Hincapié, asociada senior de Educación del BID para conocer
más de ese tema.

Muchas personas en América Latina y el Caribe no cuentan con las habilidades


necesarias para progresar en un mundo rápidamente cambiante. Semana
Educación habló con Diana Hincapié, asociada senior de Educación del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), sobre lo que funciona y lo que no en las políticas
públicas de educación en el continente y en el país.

De acuerdo con la experta, existen soluciones costo-efectivas que permiten


perfeccionar las habilidades en todas las etapas de la vida, desde la infancia hasta
la adultez. Aprendiendo de los éxitos y de los fracasos de la región y del mundo, los

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gobiernos pueden elaborar e implementar políticas basadas en la evidencia que
sirvan para preparar de manera más adecuada a sus ciudadanos, empresas y
países, de modo que puedan competir en el contexto económico actual que
continuará cambiando con el avance tecnológico.

Además, Hincapié será uno de los líderes presentes en la Cumbre Líderes por la
Educación 2017 que se llevará a cabo este 20 y 21 de septiembre en el Cubo de
Colsubsidio.

Semana Educación (S.E.): ¿Cuáles son las habilidades necesarias para


progresar hoy en América Latina y sobre todo en Colombia?
Diana Hincapié (D.H.): Las habilidades necesarias para que los países de América
Latina progresen son las que permiten el desarrollo de los individuos en el mercado
laboral y se pueden llevar a cabo a lo largo de la vida. En nuestra investigación
“Aprender mejor: Políticas Públicas para el Desarrollo de Habilidades”, las definimos
como las capacidades innatas o adquiridas que aumentan la productividad de un
individuo. Estas habilidades se dividen en dos tipos: las generales y las específicas.
Las generales mejoran la productividad de las personas en una amplia gama de
ocupaciones y se pueden clasificar en tres grandes categorías: habilidades
socioemocionales, cognitivas y académicas. Por otro lado, las habilidades
específicas son aquellas que aumentan la productividad en una gama reducida de
ocupaciones, sectores o empresas. En un mundo rápidamente cambiante, algunos
trabajadores pueden sentirse amenazados. Pero el cambio tecnológico y la
robotización también ofrecen oportunidades laborales para quienes hayan
desarrollados habilidades que les permitan aprender mejor, como por ejemplo, tener
capacidades de resolución de problemas, o el pensamiento abstracto y creativo. Los
empleadores buscan trabajadores responsables, capaces de trabajar en equipo.
Esto es válido para todos los países, incluyendo Colombia.

S.E.: ¿Cómo influyen las políticas públicas y los gobiernos para que las
personas aprendan mejor y logren desarrollar su potencial a lo largo de la
vida?
D.H.: Estamos en un contexto donde poco a poco la tecnología va tomando más
espacios. Afrontar este desafío es fundamental. Si bien los gobiernos de la región ya
están haciendo grandes esfuerzos para el desarrollo de habilidades, es necesario
que las inversiones se hagan de una manera más eficiente. Deben tomar decisiones
basadas en evidencia rigurosa que pueda señalar el camino y exponer tanto los
éxitos y las lecciones aprendidas, y proporcionar una base sólida para la toma de
decisiones. Con este conocimiento, los responsables de las políticas públicas
pueden expandir a escala programas que han demostrado ser costo-efectivos. Por
ejemplo, vimos que en promedio, el uso de tecnología guiada con tiempo adicional
es más costo-efectivo que extender la jornada escolar. Para contribuir con este
esfuerzo, creamos un sitio web (el cual saldrá próximamente) que ayuda a los
gobiernos a identificar programas que han sido evaluados de manera rigurosa. Es
una herramienta que categoriza, estandariza y presenta evidencia sobre dichas
políticas de una forma accesible.

S.E.: ¿Qué se está haciendo bien en el país y qué debería cambiar?


D.H.: La región y el país han hecho grandes esfuerzos para desarrollar las
habilidades de sus ciudadanos. Las tasas de matriculación escolar están
convergiendo hacia las de los países desarrollados. Por ejemplo, la inscripción en
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los niveles de primaria, se sitúa a la par con las tasas de las regiones desarrolladas.
En Colombia, la tasa de asistencia neta en primaria era de 96 % en el 2015. La
brecha de matriculación también se está cerrando en la escuela secundaria. Y el
país ha mejorado su desempeño en las pruebas Pisa desde que empezó a
participar. Sin embargo, este progreso no es suficiente para cerrar las brechas de
habilidades que tenemos con los países desarrollados, ni las brechas que existen al
interior de país, entre el sector rural y urbano, o entre estudiantes de diferentes
contextos socioeconómicos.

Las pruebas Pisa que se llevaron a cabo en el 2015 mostraron que entre los 70
países participantes, Colombia se posicionó en el puesto 57 del ranking global en
Ciencias, 54 en Lectura, y 61 en Matemáticas. Desafortunadamente, esto implica
que alrededor de la mitad de los estudiantes no cuentan con las habilidades básicas
en estas ramas del saber y que el país tiene un rezago equivalente a 3 años de
escolaridad con respecto a los países de la Ocde y 5 años con respecto al líder de la
clasificación que es Singapur. Además, se observan grandes diferencias en los
resultados al interior del país. Es decir, Colombia debe hacer un esfuerzo grande en
mejorar la calidad de la educación para que sus ciudadanos puedan competir a la
par con los de los países más desarrollados. Por otro lado, se deben resaltar las
iniciativas que se están realizando en temas de inclusión y calidad de la educación.
Por ejemplo, el programa Ser Pilo Paga provee incentivos para que los alumnos
permanezcan en el sistema educativo. Los resultados preliminares muestran
también una mejora en el desempeño en las pruebas de los estudiantes de
secundaria.

S.E.: ¿Cómo estamos en Educación y en materia de políticas públicas con


respecto a los demás países de la región?
D.H.: El país y la región han hecho esfuerzos por aumentar el gasto en educación.
Actualmente, América Latina y el Caribe destina en promedio 3 puntos porcentuales
más de su producto interno bruto a la educación que hace 25 años. Hoy en día, la
región destina a educación cerca del 5% del PIB, un nivel cercano al que invierten
los países desarrollados. Colombia está invirtiendo la misma proporción, un punto
porcentual más que hace 20 años. En cobertura, el país se encuentra en el
promedio de los países de la región en primaria y terciaria, y por encima de la región
en secundaria. Sin embargo, el país se encuentra un poco alejado de las tasas de
asistencia neta de los países desarrollados principalmente en los niveles de
secundaria y terciaria. A pesar de este gran esfuerzo en aumentar la inversión, los
niños y jóvenes de la región no están desarrollando las habilidades necesarias. Por
ejemplo, en Ciencias, Colombia ocupó el puesto 57 entre 70 países y economías
participantes, por detrás de Chile, Uruguay, Trinidad y Tobago y Costa Rica. A pesar
de esto, junto con la ciudad autónoma de Buenos Aires, Bogotá es la ciudad de
mejor desempeño dentro de las ciudades que participaron de forma independiente
en la región. Pero es importante resaltar que Colombia mejoró significativamente su
desempeño en las 3 materias evaluadas por Pisa y está dentro de los 10 países con
mejor ritmo de mejora.

S.E.: ¿Cómo ve el BID la inversión en formación de maestros en Colombia?


D.H.: Desafortunadamente, como en la mayoría de los países de la región, en
Colombia la profesión docente no es muy atractiva para los jóvenes. Según datos de
Pisa 2015, solo el 6% de los estudiantes de secundaria de 15 años reportan estar
interesados en ser docentes, frente al 22% que reporta interés en ser ingeniero.
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Además, los estudiantes universitarios que entran a estudiar Educación son aquellos
que obtuvieron los menores puntajes en la prueba Saber 11. Un estudio de Balcázar
y Ñopo del 2015 encuentra que durante su formación universitaria las habilidades de
los estudiantes de educación empeoran frente a lo que sucede con las habilidades
de otros estudiantes. Además, a pesar de los esfuerzos por mejorar los salarios de
los docentes, los maestros siguen percibiendo menores salarios que otros
profesionales y técnicos de similares características, cerca de 11% menos.

S.E.: ¿Qué hay que hacer para mejorar la inserción laboral en el país? ¿Cómo
fortalecer ese paso de la academia al mundo laboral?
D.H.: Lo más importante para mejorar la inserción laboral es el desarrollo de
habilidades cognitivas, académicas y socioemocionales, que permitan a los niños y
jóvenes estar preparados para enfrentar un mundo laboral cambiante. Igualmente es
necesario garantizar su desarrollo a lo largo de las diferentes etapas de la vida, ya
que la actualización de ellas es la clave para asegurar la continua empleabilidad de
los trabajadores. Particularmente, los empresarios han manifestado que no
encuentran a jóvenes con las habilidades necesarias para el mundo laboral. En un
estudio del BID que encuestó a 1.200 empresas en América Latina, el 88 % de los
empleadores manifestó tener dificultades para encontrar empleados con las
habilidades adecuadas al egresar de la secundaria. Ese estudio muestra que las
habilidades más demandadas por los empresarios son las habilidades
socioemocionales, como la responsabilidad, el trabajo en equipo, el autoestima y el
autocontrol. Por lo tanto, es clave que se implementen políticas públicas que
permitan el desarrollo de estas desde la primera infancia, y a través de la niñez y la
adolescencia. Estas políticas deben estar orientadas a mantener a los jóvenes
motivados para que no abandonen la escuela, y deben promover una mejora en la
calidad de la educación. Además, es importante que el sector educativo trabaje de la
mano del sector productivo para que las habilidades que desarrollen los estudiantes
sean relevantes para el mercado laboral. La innovación y la experimentación en
políticas públicas en América Latina y el Caribe será clave para encontrar y ofrecer
las soluciones adecuadas para los numerosos trabajadores que están en el mercado
laboral, deseosos de mejorar sus vidas con un buen empleo.

“Los estudiantes deben aprender a seguir


aprendiendo”
Las competencias socioemocionales se han convertido en un tema de agenda. Es
por eso que varios expertos como Alejandro Adler, director de Educación
Internacional del Centro de Psicología Positiva de la Universidad de Pensilvania,
recomiendan potenciarlas.

La educación se ha convertido en la semilla de la esperanza para reconstruir el país.


Es por eso que en tiempos del Posacuerdo, el acceso a una formación de calidad es
la oportunidad fundamental para garantizar una paz sostenible que asegure un
proyecto de vida digno para todos los colombianos.

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Bajo esta premisa de construir el ciudadano que queremos para que enfrente este
nuevo contexto, Semana Educación celebrará la Cumbre Líderes por la Educación
2017, el evento más importante del sector educativo.

La Cumbre tendrá lugar los días 20 y 21 de septiembre en el Cubo de Colsubsidio


en Bogotá y contará con la participación de expertos nacionales e internacionales
que debatirán sobre el estado de la educación en el país y en el mundo.

Uno de los exponentes más reconocidos es Alejandro Adler, director de Educación


Internacional del Centro de Psicología Positiva de la Universidad de Pensilvania.
Originario de México, Adler es licenciado en Psicología y en Economía, y tiene una
maestría y un doctorado en Psicología, todos de la Universidad de Pensilvania.
Actualmente es uno de los 60 miembros del Grupo Internacional de Expertos en
Bienestar de las Naciones Unidas – un grupo de expertos internacionales de
distintas disciplinas que trabajan con las Naciones Unidas para implementar un
nuevo paradigma de desarrollo basado en el bienestar.

El experto trabaja con los gobiernos de Bután, Nepal, India, México, Perú, Emiratos
Árabes Unidos, Australia, Jordania y Colombia, entre otros, y sus proyectos infunden
en los currículos escolares de estos países habilidades para la vida basadas en la
psicología positiva. Además, miden el impacto que tienen estos programas en el
bienestar de los jóvenes, en su desempeño académico y en otros resultados
positivos de vida. De acuerdo con Adler, “para disfrutar de una Colombia que florece
hay que plantar las semillas de la educación positiva”.

Semana Educación lo entrevistó para conocer más sobre la importancia de las


habilidades socioemocionales y la educación positiva.

Semana Educación (S.E.): ¿Qué es la educación positiva y cómo puede


contribuir al desarrollo de futuros ciudadanos?
Alejandro Adler (A.A.): Es un modelo que enseña las habilidades para la vida y el
bienestar, junto con el desempeño académico tradicional como las matemáticas, las
ciencias, la alfabetización, y demás disciplinas. Esta formación integral permite que
cada individuo se desarrolle a su máximo potencial, y por ende que la sociedad
entera florezca. En un mundo como el de hoy, ha nacido la necesidad de tener
ciudadanos con valores, actitudes, habilidades y el conocimiento para tomar las
mejores decisiones para sus propias vidas y para la sociedad entera. La última
década de estudios nos han revelado que las habilidades para la vida y el
desempeño académico no son mutuamente excluyentes, todo lo contrario: el
bienestar potencia el desempeño académico y, eventualmente, el laboral. Y no sólo
eso, sino que las habilidades para la vida incrementan el bienestar integral del ser
humano y promueven comportamientos prosociales, mejor salud física, y mayor
civismo en general. En conclusión, podemos decir que buenos ciudadanos crean el
terreno fértil para una sociedad civil y educada.

S.E.: ¿Por qué es tan importante apostarle al desarrollo de competencias


blandas y habilidades socioemocionales ahora?
A.A.: El mundo está cambiando a un ritmo vertiginoso que no tiene precedentes.
Además, la mayoría del conocimiento que tenemos hoy será obsoleto dentro de diez
años. Lo que nunca será obsoleto es el repertorio de las habilidades para la vida que
lleva cada persona, que incluyen las habilidades sociales y las emocionales junto
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con las cognitivas. Lo esencial es que los estudiantes de hoy aprendan siempre a
seguir aprendiendo a través del pensamiento crítico, de la resolución de problemas,
de la innovación, del liderazgo y demás habilidades, adaptándose a un mundo que
seguirá cambiando a un ritmo cada vez más acelerado. Necesitamos un paradigma
educativo que se complemente con la fomentación de habilidades para la vida
entera.

S.E.: Décadas de investigación han permitido identificar qué habilidades para


la vida contribuyen a incrementar el desempeño académico. Son famosos los
ejemplos de países como Bután. ¿Cómo podemos aplicar la metodología de la
educación positiva en Colombia?
A.A.: Algo que nos han enseñado décadas de estudios de la psicología cultural es
que los humanos de distintas culturas tienen más en común de lo que los distingue.
En otras palabras, los humanos son humanos, independientemente de que estén en
Bután o en Colombia. Por supuesto que es absolutamente esencial adaptar
cualquier programa o intervención al contexto y a la cultura local, pero las
habilidades para la vida plena y para la mejora del desempeño académico han
resultado ser las mismas, ya sea en Bután, en México, en Dinamarca o en
Colombia. Lo que cambia es el embalaje de estas habilidades universales y
perennes. Mientras que las habilidades para la vida y para el éxito académico y
profesional – como la comunicación efectiva, la resiliencia, el pensamiento crítico, la
toma de decisiones, la gratitud, y demás – son las mismas alrededor del mundo, la
manera en cómo se enseñan y cómo se aprenden varía, pues tienen que resonar
con el contexto y la cultura local para que tenga relevancia en la vida de los
estudiantes y que tenga sentido dentro de su manera de entender el mundo.

S.E.: El tema de la resiliencia es muy significativo para el contexto en


Colombia. ¿Cómo hablar de resiliencia en la educación para poderla
implementar?
A.A.: Durante los últimos 20 años hemos visto que la resiliencia le permite, de un
lado del espectro, a jóvenes afortunados a enfrentar los desafíos de la vida con
mayor sabiduría, y del otro lado, a jóvenes que han salido de conflictos armados a
reintegrarse de manera exitosa en la sociedad, previniendo su reclutamiento futuro
por grupos armados. La resiliencia es la capacidad de poder enfrentar los desafíos
de la vida y de poder rebotar de ellos. Esto aplica a un desafío tan cotidiano como
un desacuerdo con un amigo, hasta algo tan traumático como estar expuesto a la
guerra durante años. Afortunadamente, existen habilidades cognitivas, emocionales
y conductuales que incrementan la resiliencia del individuo y de la sociedad, y estas
se pueden enseñar y aprender a cualquier edad. Ya que todo ser humano va a
enfrentar desafíos en su vida, es esencial que la resiliencia, junto con las demás
habilidades esenciales para la vida, se enseñe con la misma seriedad que la que se
le da a las matemáticas, a las ciencias y a las demás materias académicas en los
colegios. Nuestros estudios han encontrado que cuando a las personas se les
enseña cómo volverse más resiliente, una proporción mayor de la gente que sufre
un trauma logran capitalizar su experiencia y crecer a partir de ella. El crecimiento
postraumático se da con mayor incidencia en jóvenes adolescentes que aprenden
las habilidades cognitivas, emocionales y conductuales de la resiliencia.

S.E.: Las habilidades para la vida no son elementos que se puedan evaluar en
una prueba como las Matemáticas o el Lenguaje. ¿Cómo sabemos que lo
estamos haciendo bien?
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A.A.: Afortunadamente décadas de estudios científicos nos han brindado
instrumentos de medición que nos permiten medir las habilidades para la vida con el
mismo rigor que las matemáticas o la alfabetización. Con validación en distintas
poblaciones a nivel global, existen instrumentos conductuales, de observación y de
auto-reporte con propiedades psicométricas confiables que nos permiten definir,
medir, cultivar y evaluar el cambio de las habilidades para la vida.

Un ejemplo conductual de la habilidad de la auto-regulación de un niño pequeño, por


ejemplo, es decirle que puede comerse un dulce que le gusta mucho ahora o
esperar un rato y recibir dos, en vez. La cantidad de tiempo antes de que el niño se
come el dulce que tiene en frente es una medición objetiva de su auto-regulación. Y
este dato aparentemente tan simple predice elementos como desempeño
académico, la probabilidad de que una persona se divorcie años después, el éxito
profesional y demás resultados positivos de la vida. Cada habilidad tiene
instrumentos de medición análogos a este.

S.E.: Si se llega a implementar con éxito este tipo de educación, ¿cómo ve a


Colombia en 30 años?
A.A.: Si Colombia decide invertir en la formación integral de sus niños y jóvenes
puede esperar gozar de los mismos frutos que otros países que han implementado
este modelo de educación han disfrutado ya: una sociedad más productiva, cívica y
contenta y con individuos que disfruten de vidas más plenas, con sentido y
propósito; una cultura rica, diversa, inclusiva, vibrante, e importantemente en el
contexto específico de Colombia, una paz realmente inclusiva y duradera. Para
disfrutar de una Colombia que florezca a su máximo potencial, hay que plantar las
semillas fértiles necesarias y estas radican en la educación positiva y requieren de
un compromiso incondicional a nivel de política pública y a nivel de cada ciudadano.

La importancia de enseñar a los niños a sentir


y a ser
Los expertos aseguran que fomentar el desarrollo de competencias
socioemocionales, como la empatía, desde los primeros años de vida es el camino
para formar seres humanos íntegros y tolerantes.

El desarrollo emocional de los niños y jóvenes en los colegios estuvo relegado


tradicionalmente a un segundo plano para darle prioridad a la formación académica
y tradicional. Con el paso de los años y, más exactamente, con el cambio de siglo,
este tipo de pedagogía se ha vuelto una prioridad para algunos colegios en
Colombia. Sobre todo para los que entienden su incidencia de cara al contexto de
posacuerdo que vive el país y como garantía de una paz estable y duradera y de la
no repetición. De hecho, cada vez es más común ver cómo en muchos de ellos
cobran fuerza los planes académicos complementarios orientados a fortalecer
ciertas capacidades sociales de los estudiantes y favorecer el trabajo en equipo. Se
trata de herramientas que, según varios expertos, brindan estabilidad a los menores
y mejoran sus relaciones interpersonales.

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El psicólogo Daniel Goleman subraya en su libro Inteligencia emocional la
importancia de que los niños aprendan a manejar sus emociones desde los primeros
años con el acompañamiento de sus padres y profesores. Esto garantiza el estímulo
de la autoconciencia, la autorregulación y la empatía, además de mejorar sus
resultados académicos. Esto último porque, o bien se sienten más confiados en su
desempeño y sus habilidades, o, en caso de no tener un buen rendimiento, los
alumnos son capaces de superar las barreras que se les presentan por medio del
control emocional.

La ruta para educar sobre las emociones

De acuerdo con la doctora Vera Tatiana Colón, coordinadora de Consultores en


Psicología de la Universidad Javeriana, para formar en competencias
socioemocionales durante la primera infancia es recomendable “implementar
actividades centradas en lo lúdico y lo creativo, como por ejemplo, por medio del
juego, de la lectura de cuentos, del canto y del dibujo, que permitan a los niños la
expresión y el conocimiento de las propias emociones”.

Explica que el vínculo que establece el menor con el maestro en sus primeros años
es una relación privilegiada. Así, el profesor se convierte en una figura primordial
con incidencia directa en su desarrollo emocional y en el manejo futuro de las
situaciones que enfrentará.

Anne Kalil, psicóloga clínica de la Universidad Javeriana y especialista en psicología


de la niñez y la adolescencia de la Universidad de La Sabana, señala la importancia
de que los colegios cuenten con la ayuda de profesionales expertos, como
psicólogos educativos, que acompañen a los niños en un proceso que
permita desarrollar la inteligencia emocional. “El objetivo es identificar, reconocer,
aceptar y posteriormente aprender a manejar las emociones. En cada edad se
deben trabajar diferentes aspectos y acompañar a los niños y adolescentes a vivir
sus emociones sin juzgarlas. Deben aprender a aceptarlas y, lo más importante,
comunicarlas a los demás de forma efectiva y funcional”.

Para la doctora Kalil, un niño que sabe cómo manejar sus emociones será un
adolescente y un adulto capaz de comunicarse con el otro, ponerse en sus zapatos,
vivir en comunidad, respetar las normas y trabajar en equipo. “Podrá alcanzar sus
sueños con más efectividad y aprenderá a ser resiliente y compasivo consigo mismo
y con los demás”, concluye.

La mayoría de psicólogos señalan que formar en habilidades socioemocionales no


es sencillo debido a lo abstracto de este tipo de aprendizaje. Lo que puede funcionar
para un niño puede ser inservible para otro. Sin embargo, teóricos y expertos en el
tema recomiendan algunas técnicas de fácil aplicación. Son las siguientes:

1. Mindfulness

Es un método de meditación que consiste en efectuar una serie de ejercicios que


buscan generar espacios de quietud y silencio, para que los estudiantes entren en
contacto con su cuerpo, con las sensaciones que experimentan, con las emociones,
con los pensamientos y con los estímulos externos. Aplicado en niños y jóvenes

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tiene un impacto en la mente, la concentración, el aprendizaje, en la reducción de
agresividad, en la autoconciencia y en la autorregulación.

2. Yoga

Es una técnica de meditación que involucra movimientos posturales para fortalecer


la concentración. En los colegios cumple la finalidad de conectar a los niños, jóvenes
y profesores con su organismo, sensaciones y emociones, y generar espacios de
autoconciencia de su propio ser sin estímulo externo.

3. Otras opciones

Existen además otras herramientas basadas en el desarrollo del bienestar


psicológico, la felicidad, las fortalezas y virtudes humanas. Según estas teorías,
cuando el cerebro experimenta este tipo de emociones se impulsan el aprendizaje y
la creatividad. Algunas de estas técnicas que se pueden emplear con niños de la
primera infancia y que varias instituciones del país promueven desde hace años son:

Gratitud: hacer que los estudiantes escriban o digan en voz alta por qué están
agradecidos o qué fue lo bueno del día. Con este método el menor se vuelve
consciente de su contexto, de lo que le hace feliz y lo que no, y puede actuar frente
a su realidad.

Meditación: cinco minutos de silencio y quietud en los niños tiene un efecto


poderoso en la construcción del cerebro y en la configuración de emociones
positivas. El silencio permite a los niños reflexionar sobre lo que sienten.

Practicar actos de bondad: según los expertos, cuando se ayuda a alguien se


experimenta una sensación de bienestar y se fortalece la empatía.

Ejercicio físico: hacer deporte tiene beneficios mentales. Además de regenerar las
neuronas, generar nuevos canales neuronales, disminuir los niveles de estrés y
tensión, ayuda a impulsar habilidades como la disciplina, la dedicación y la
determinación en los niños.

Escribir o dibujar: mediante esta técnica, los profesores y padres pueden identificar
y reconocer la emoción que experimenta el niño y acompañarlo para que tome
conciencia de ella, pueda serle útil o transformarla por una más práctica.

Hay que enseñar a los niños a ser felices


La educación positiva es una metodología pedagógica que se fundamenta en el
bienestar de los estudiantes. Estas son algunas de sus ventajas si se implementara
en Colombia, como recomiendan los expertos.

“Hay que enseñar a los niños a ser felices”

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Una de las grandes críticas a los sistemas educativos contemporáneos es que no
forma el carácter, ni preparan a las mentes para los retos de la vida, sino que se
centra más en la obtención de resultados cuantificables. Los recién graduados de
los colegio salen a las universidades sin saber cómo llevar sus vidas o darles un
propósito. Es por eso que la necesidad de formar a los jóvenes en competencias
blandas se ha convertido en una tendencia que va a en aumento.

Dentro de estas nuevas tendencias se han fundado nuevas metodologías y filosofías


de enseñanza, entre ellas la educación positiva, la cual se basa en la psicología
cognitiva, la neurociencia y las mejores prácticas del aprendizaje. Esta se diferencia
de otros enfoques que incluyen las habilidades socioemocionales y las
competencias ciudadanas, ofreciendo herramientas para la formación del carácter y
el desarrollo de los procesos emocionales y motivacionales para que los estudiantes
se conviertan en agentes de cambio para el desarrollo de sus comunidades.

“En días como hoy la educación está sintiendo una fuerte necesidad en cambiar el
camino a seguir para formar a las personas del mañana. Pasa en los colegios y
pasa al interior de las familias en donde se ha presentado un mayor interés en
formar personas con base en la integridad, la honestidad y la compasión”, señaló en
entrevista con Semana Educación Tom Harrison, director de Educación del Jubilee
Center of Character and Virtue de la Universidad de Birmingham (Reino Unido),
institución pionera a nivel mundial en la investigación y aplicación práctica de la ética
y los valores en los colegios, universidades y empresas.

Según el experto que estará en el país gracias al Instituto Florecer, la educación


positiva se basa en crear en las aulas un ambiente caracterizado por una mayor
atención y pensamiento positivo y holístico. “Los niños tienen la necesidad de
sentirse queridos, por eso es necesario que estimulemos su sentimiento de
autosuficiencia y expectativas de éxito en la vida”, agregó.

Para él, los modelos tradicionales de educación se han anclado en evaluar a los
estudiantes mediante pruebas, pero lo que realmente importa es cómo lograr
desarrollar y potenciar las habilidades de los estudiantes. Y es que esta tendencia,
ligada a la inteligencia emocional ha comenzado a ser uno de los rasgos más
valorados por las empresas. La razón tiene que ver con que muchas veces el éxito
profesional o familiar tiene más que ver con la forma cómo las personas se
enfrentan a la vida que con el coeficiente intelectual o las calificaciones académicas.

Harrison recalcó que es importante formar el conocimiento de los jóvenes desde el


carácter y competencias como la lealtad y la ética en los estudiantes más jóvenes,
pero también en los profesionales.

La inteligencia emocional hizo su aparición en 1995, cuando el psicólogo


estadounidense Daniel Goleman publicó su libro del mismo nombre.. La obra
acaparó la atención tanto de sus colegas, como también de los publicistas y los
empresarios. Para Harrison, que ha trabajado con los gobiernos de Estados Unidos
y Reino Unido en desarrollar metodologías encaminadas a formar el conocimiento y
competencias como la lealtad, asegura que la gestión adecuada de las emociones
permite a las personas ser más creativas e innovadoras. “Cuando uno se siente
pleno y feliz con sus emociones es mucho más fácil enfrentar el fracaso. La clave
está en el ensayo y el error”, concluye Harrison.
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Los sesgos como obstáculos pedagógicos
Por HENRY MURRAIN*

Las expectativas que tiene un docente de sus estudiantes —o la falta de ellas— son
un factor determinante que puede condicionar su experiencia de aprendizaje de
manera positiva o negativa.

El profesor Carlo Federici Casa me enseñó que uno de los objetivos más
importantes de la investigación en pedagogía debe ser descubrir aquellas barreras
que dificultan el aprendizaje de los niños. Él las denominaba “obstáculos
pedagógicos”, en los que se incluyen los sesgos o prejuicios que generan grandes
inequidades a diario e imposibilitan la movilidad social de las personas en nuestra
sociedad.

Un sesgo cognitivo (o prejuicio) es un atajo que toma nuestra mente para simplificar
la información que recibimos. No son fácilmente distinguibles y no somos
conscientes —racionalmente— de ellos cuando operan. Se presenta, por ejemplo,
cuando le atribuimos a una persona cualidades o defectos simplemente por observar
su aspecto físico o sus gestos. Es decir, hacemos atribuciones, tenemos una serie
de expectativas sobre su comportamiento y no somos conscientes de que todo esto
está ocurriendo.

Un famoso experimento llevado a cabo en Estados Unidos en los años ochenta


evidenció el efecto de estas atribuciones tácitas y de los sesgos en el desempeño
escolar: un grupo de investigadores realizó un examen a jóvenes de diversas
instituciones educativas del país. Luego de realizar la prueba decidieron alterar los
resultados de quienes habían obtedido los peores resultados en el examen.
Cambiaron las notas más bajas por notas altas y después presentaron los
resultados a sus maestros. Los docentes recibieron los resultados un tanto
incrédulos. Pasado el tiempo, los investigadores volvieron a los colegios para
observar el desempeño de los estudiantes, y sorprendentemente la mayoría de los
que eran considerados “malos” habían mejorado su desempeño escolar.

Quizás le interese: Las infracciones que más cometen los profesores universitarios

Los investigadores reunieron a los docentes responsables de los cursos que habían
sido parte del experimento y les contaron que habían alterado la nota de algunos
estudiantes de desempeño bajo y que creían que dicha mentira había sido
responsable de que ellos tuvieran una relación distinta con aquellos estudiantes.
Seguramente eso podía explicar el nuevo desempeño de los alumnos. El ejercicio
fue cuestionado por el hecho de haber involucrado una mentira; sin embargo, mostró
de manera contundente que las expectativas que un docente tiene de sus
estudiantes son un factor crítico en su experiencia de aprendizaje.

Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía en 2006, ha sido uno de los


intelectuales que más han llamado la atención sobre este tema: el efecto de los
sesgos en la forma como organizamos e interpretamos el mundo. En su libro Pensar
rápido y pensar lento cuenta que luego de una conversación con un psicólogo tomó
la decisión de calificar de nuevo los exámenes que había realizado durante el
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semestre, utilizando métodos para “controlar” sesgos como tapar el nombre de los
estudiantes. Cuando terminó de recalificar, observó que “el mundo era menos
coherente” y todo había cambiado.

Recientemente realizamos algunas pruebas sobre sesgos en Colombia. Tomando


textos preparados por investigadores, pedimos a diversos grupos de docentes que
nos ayudaran a calificar ensayos, cambiado los nombres de los autores
aleatoriamente. Observamos que algunos nombres son evaluados de forma más
estricta y otros, con más benevolencia. Estos hallazgos nos mostraron que el aula
es también un lugar de construcción simbólica de relaciones y representaciones que
median la experiencia de aprendizaje.

Una de las bases más importantes de la movilidad social es la educación. Sin


embargo, si no se tiene en cuenta el efecto de los sesgos en la experiencia de
aprendizaje, el aula será simplemente un espacio de reproducción de taras que
circulan en la sociedad. En Colombia, la investigación sobre sesgos y prejuicios
tácitos es incipiente, pero urge un trabajo de investigación más intenso que dé
cuenta de estos obstáculos y de cómo problemáticas como el machismo y el
racismo generan barreras en la experiencia de aprendizaje de miles de niños a
diario.

“La mecánica cuántica es incorrecta porque


está incompleta”: Lee Smolin
Las universidades más prestigiosas del mundo invierten tiempo y dinero en
experimentos cuánticos, pero según el físico teórico Lee Smolin, profesor en el
Perimeter Institute en Waterloo, Canadá, la mecánica cuántica quizás esté
equivocada.

La mecánica cuántica es una de las áreas más fascinantes de la


ciencia moderna. Pero también es misteriosa y desafía nuestro
sentido común.

El mundo cuántico describe los extraños fenómenos que ocurren a nivel subatómico,
que muchas veces contradicen nuestra intuición y lo que aprendimos en clase de
física en la escuela.

"Si crees que entiendes la mecánica cuántica, es que no entiendes la mecánica


cuántica", dice una frase popular que se le atribuye al Premio Nobel de Física
Richard Feynman.

Y es que puede ser tan enigmática, que muchas personas, desde artistas hasta
místicos y charlatanes se inspiran en conceptos cuánticos para hablar de la
posibilidad de viajes en el tiempo, realidades paralelas y curas milagrosas.

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Las universidades y laboratorios más prestigiosos del mundo invierten tiempo y
dinero en experimentos cuánticos y la tecnología del futuro se inspira en varios de
sus hallazgos.

Pero en medio de este entusiasmo, hay un pequeño detalle que podría aguar la
fiesta: la mecánica cuántica quizás esté equivocada.

Así lo sostiene el físico teórico Lee Smolin, profesor en el Perimeter Institute en


Waterloo, Canadá.

De hecho lo dice de manera tajante: "La mecánica cuántica es incorrecta", le dice


en entrevista telefónica a BBC Mundo. "Es una explicación incompleta de lo que
está ocurriendo al interior de átomos y moléculas".

Smolin es autor del libro "La revolución inconclusa de Einstein: en busca de lo


que yace más allá de lo cuántico", en el que expone su posición crítica respecto al
rumbo que ha tomado el estudio de esta área de la ciencia.

Su libro parte de la idea de que Einstein se dio cuenta de que la física cuántica
contradice la física newtoniana, y por eso entendió que había que lograr una teoría
revolucionaria.

Para Smolin, el problema de la mecánica cuántica es que está basada en conceptos


y principios equivocados.

Su crítica suena provocadora, pero para entenderla debemos remitirnos a lo básico


de la mecánica cuántica.

Un enfoque "realista"

Smolin acepta que la física cuántica está llena de misterios, pero su crítica está en la
forma de abordar esos enigmas.

Uno de los abordajes a los fenómenos cuánticos declara que es imposible conocer
de manera completa lo que ocurre a esa escala, y que por lo tanto debemos
conformarnos con tener una "descripción permanentemente incompleta de la
naturaleza", según explica Smolin.

Es decir, resignarnos a tener simplemente "probabilidades" de lo que puede estar


ocurriendo ahí.

El otro abordaje, al que Smolin llama "realista", es uno que acepta que la mecánica
cuántica ofrece una descripción incompleta de la naturaleza, pero se esfuerza por
llenar esos vacíos con una descripción detallada de lo que ocurre.

Dos mundos en uno

La teoría cuántica se basa en dividir la realidad en dos.

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Por un lado está el "mundo clásico", que es el que todos percibimos a simple vista
y donde funcionan las leyes del movimiento de Newton que todos conocemos, como
la inercia o la acción-reacción.

Pero al mismo tiempo, según esa teoría, a escalas subatómicas existe un "mundo
cuántico", que juega bajo sus propias reglas y que no se puede explicar con las
leyes del mundo clásico.

Esta división fue planteada por el físico danés Niels Bohr en 1927 y es parte
fundamental de lo que se conoce como la Interpretación de Copenhague.

Smolin no le ve sentido a esa división de la realidad.

"Como Bohr dejó en claro, el límite que separa el "mundo cuántico" y el "mundo
clásico" es arbitrario y se puede dibujar de manera diferente en cada experimento,
dependiendo de las intenciones del observador", dice.

"Esa división del mundo en dos partes es parte de la mistificación y la aseveración


de que la mecánica cuántica va en contra de la idea de que hay una realidad
objetiva".

"Fallará en algún punto"

Pero si la mecánica cuántica parte de principios equivocados, ¿cómo es posible que


se muestre como una de las disciplinas más prometedoras para lograr increíbles
desarrollos tecnológicos, que van desde la informática y las telecomunicaciones
hasta la compresión de cómo funciona nuestro universo?

No me sorprende que la mecánica cuántica haya logrado predecir con precisión el


comportamiento de los dispositivos cuánticos, como los superconductores o las
pequeñas computadoras cuánticas construidas hasta ahora", reconoce Smolin.

"Pero creo que debe fallar, y fallará en algún punto".

Así, Smolin muestra su escepticismo sobre si esta "nueva física" saldrá a relucir al
momento de construir computadores cuánticos. "Es una pregunta que permanece
abierta, lo cual hace que esos experimentos sean realmente emocionantes".

Misticismo

Pero además de los problemas que Smolin ve en los fundamentos de la mecánica


cuántica, a ellos le suma lo que el llama el "misticismo" con el algunas personas
interpretan el resultado de los experimentos.

"La física cuántica es contraintuitiva, los fenómenos que observamos en nuestros


laboratorios son difíciles de describir, son fenómenos que retan nuestra intuición",
explica.

"Pero además de eso, hay gente que la añade un misticismo que definitivamente la
hace aún más difícil de comprender", agrega.

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Smolin también critica a quienes se aprovechan de laincertidumbre que rodea a lo
cuántico para cuestionar los hechos objetivos.

"Hemos visto el auge de un desafío a la idea de una realidad objetiva, y eso es


peligroso", dice el científico.

"La idea de la democracia se basa en que aunque seamos diversos y diferentes


entre nosotros, hay aspectos de la vida y preguntas en las que debemos converger
en una realidad objetiva".

"La física cuántica es objetiva sin importar la filosofía que esté en boga en
determinado tiempo", dice.

Una teoría más completa

El objetivo de Smolin es lograr una teoría "más completa".

"La mecánica cuántica es útil en ciertas situaciones y tiene cierto nivel de


precisión, pero está basada en ideas completamente erradas y necesita ser
reemplazada por una teoría más rigurosa que brinde una mejor explicación de lo que
está ocurriendo al nivel atómico".

Para él, esta visión crítica no tiene nada que ver con criticar a sus colegas,
simplemente es lo que debe hacer alguien que trabaje en la ciencia.

"Si tu consideras que el problema es que la teoría cuántica está incompleta, te


sientes inspirado para hacer más ciencia y completarla", concluye.

Cuarta revolución industrial depende del


desarrollo del recurso humano
SEMANA Educación habló con María del Pilar Noriega Escobar, coordinadora del
foco de Tecnologías Convergentes e Industria 4.0 de la Misión de Sabios, sobre los
desafíos que deberá enfrentar el país para sumarse a la tendencia global de la
convergencia tecnológica.

María del Pilar Noriega lidera el equipo de la Misión de Sabios que


buscará darle recomendaciones al país sobre cómo responder a
los desafíos productivos de la industria tecnológica.

Encaminar el país hacia las necesidades de la cuarta revolución industrial es una de


lo grandes tareas que tiene la Misión de Sabios, grupo que comisionó la Presidencia
de la República el primero de febrero para que formulara distintas recomendaciones
de política pública.

Para María del Pilar Noriega Escobar, doctora en Ingeniería de la Universidad de


Wisconsin-Madison y coordinadora del foco de Tecnologías Convergentes e
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Industria 4.0 de la Misión, el país debe preparar el recurso humano y promover
conexiones entre la industria y la academia para explotar mejor la oportunidad que
presentan estas nuevas tecnologías.

SEMANA Educación: ¿En qué consiste la convergencia tecnológica?

María del Pilar Noriega: Es un proceso que integra varias disciplinas, como las
diferentes ingenierías, química, física, biología, materiales, tecnologías digitales, y
neurotecnologías, para crear nuevos conocimientos, capacidades y aplicaciones a
gran escala con fines específicos.

Las tecnologías convergentes se refieren a la integración de tecnologías


fundamentales y emergentes que utilizan arquitecturas similares, tales
como Nanotecnología, Biotecnología, Tecnologías de la Información y de la
Comunicación (TICs) y Ciencias Cognitivas (conocidas como NBIC). Esta
integración requiere plataformas amigables y esenciales para la actividad humana.
En general estas tecnologías hacen referencia a la utilización masiva o
multitudinaria. No se trata del desarrollo de cada una de las disciplinas per se,
sino de su encuentro para crear nuevos ecosistemas, paradigmas y marcos de
referencia.

S.E.: ¿Qué están cambiando estos nuevos desarrollos tecnológicos?

M.P.N.: Impulsada por una convergencia tecnológica sin precedentes en la historia


de la humanidad, la cuarta revolución industrial está modificando dramáticamente
nuestro estilo de vida, el trabajo y el relacionamiento de los seres humanos y de las
empresas e instituciones. Parte de esta revolución está enmarcada por los
progresos en manufactura avanzada, materiales inteligentes, sensórica, robótica,
automatización, inteligencia artificial, realidad aumentada, internet de las cosas,
computación en la nube, analítica masiva de inteligencia de datos, computación
cuántica y muchos más.

Es muy evidente el cambio en la rápida velocidad de creación, desarrollo tecnológico


y adopción de estas tecnologías, que ya afecta a la gran mayoría de industrias y
países. Por eso, me parece que Colombia está en un momento histórico. Estos
avances -combinados con el desarrollo urgente del talento humano- podrían
representar una oportunidad única para dar un gran salto en innovación, dar
respuestas a los desafíos críticos de país y aspirar a exportar algunas de
estas al ámbito global.

S.E.: ¿Qué necesita el país para dar ese salto?

M.P.N.: La convergencia tecnológica requiere la modernización de la infraestructura


actual, así como nuevas infraestructuras digitales, a través de mecanismos como,
por ejemplo, la internacionalización, la promoción de alianzas público-privadas y la
atracción de capitales de riesgo para el emprendimiento de base tecnológica. Esto
presume, en un país como Colombia, políticas públicas modernas de Ciencia,
Tecnología e Innovación (CTeI) acordes con la necesidad de desarrollar el
recurso humano necesario, con aspiraciones a corto, mediano y largo plazo,
así como, equilibrios entre academia e industria, y desarrollos endógenos y

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exógenos que creen valor y sean promotores de crecimiento económico y
competitividad

S.E.: ¿Qué desafíos ve en la convergencia tecnológica?

M.P.N.: Es incuestionable, que, a raíz de su uso global, esta generará desafíos


éticos sin precedentes. Por consiguiente, es muy importante no perder de vista al
ser humano ético como centro imprescindible de los desarrollos tecnológicos y
sociales, que contribuya, y a la vez se beneficie, de las ciudades y territorios
sostenibles, nuevos programas de formación y autoestudio, el trabajo colaborativo,
redes inteligentes, acceso a productos especializados de gran consumo, entre otros.
El gran desafío será que estos beneficios no lleguen a unos pocos, sino a la
sociedad en pleno.

S.E.: ¿Quiénes conforman el foco de tecnologías convergentes e industria 4.0


en la Misión de Sabios?

M.P.N.: Este foco está conformado por el profesor Tim Andreas Osswald, del
departamento de ingeniería mecánica de la Universidad de Wisconsin-Madison; el
profesor Jean Paul Allain, del departamento de ingeniería nuclear, plasma y
radiología de la Universidad de Illinois; el doctor Orlando Ayala, quien fue durante
muchos años vicepresidente ejecutivo global de la compañía Microsoft; y yo, que
tengo un PhD en Ingeniería de la Universidad de Wisconsin-Madison e hice estudios
de posgrado de la Universidad Tecnológica de Dresde y el Instituto IKT de la
Universidad de Stuttgart, en Alemania.

¿Qué es la cuarta revolución industrial y por


qué va a cambiar a la educación?
Las tecnologías 4.0 están de moda. Con la automatización digital están cambiando
todos los sectores de la sociedad, y la educación no es la excepción. Hay repensar
el sistema educativo. Vea cómo.

Los sistemas robotizados cada día hacen más labores que antes
solían hacer las personas.

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Esta semana, el presidente Iván Duque anunció en el Foro Económico Mundial de
Davos, Suiza, la apertura del primer Centro para la Cuarta Revolución Industrial en
Medellín. ¿Por qué es eso relevante para el país? ¿Qué le importan las tecnologías
4.0 a la educación?

El mundo del trabajo está cambiando y va a cambiar aún más en los próximos 10
años. Los robots cada vez hacen más trabajos que antes solían hacer las
personas. Y la educación será la principal herramienta de estas últimas para
no quedar en desuso al mismo ritmo que se desactualizan los smartphones.

Es temporada de despidos
En el banco Sberbank, el más grande de Rusia y Europa Oriental, hay una
sensación de incertidumbre desde que el CEO de la empresa, Herman Gref, anunció
el plan de despedir para 2021 a 45.000 empleados, cerca del 15% de su capital
humano (para hacerse una idea, es casi como despedir a todos los empleados de
los tres bancos más grandes de Colombia). ¿La razón? Llegaron los robots.

Son más baratos, predecibles y, en opinión del banco, pueden hacer el mismo
trabajo que actualmente desarrollan muchos empleados. Ya el gigante ruso lo ha
puesto en práctica con Anna, una robot que desde marzo opera el contact center
para clientes empresariales.

Con un sistema de Inteligencia Artificial (IA), escucha y responde preguntas como la


ubicación del ATM más cercano y, en el futuro, entregará información del balance de
cuenta y estado de pagos. Gracias a ella, el contact center, que maneja unas 20.000
llamadas al día, redujo el tiempo de operación a la mitad. Por esto, el Sberbank
despidió cerca de 5.600 empleados en el segundo semestre de 2018.

En 2017 contrataron un equipo de robots-abogados que era capaz de escribir


demandas automáticas, y sustituyeron el puesto de 3.000 humanos. En diciembre,
Promobot, otro software de IA, empezó a hacer labores de consultoría de clientes.
Según ha dicho Gref en distintas entrevistas, 98% de las decisiones de extender un
préstamo y 30% de entregar uno nuevo a una empresa lo hace
un software inteligente.

Está convencido de que ese es el futuro, el mundo del trabajo de la cuarta


revolución industrial, donde el internet de las cosas y la automatización de las tareas
humanas le darán un giro copernicano a las relaciones laborales, sociales y
económicas. Verdad no le falta; hoy, las máquinas escriben, identifican imágenes,
analizan, toman decisiones y (sobre todo) aprenden de ellas.

Eso promete cambiar definitivamente el tipo de trabajos que desempeñan


actualmente las personas. Los trabajadores del futuro tendrán que destacarse
en un set muy distinto de competencias. Un desafío grande, pero prometedor. La
revolución industrial significa, también, la revolución de la educación.

¿A quiénes van a reemplazar?


La automatización de las labores humanas no es nueva, pero está llegando a otro

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nivel. Para este año, habrá cerca de 2,6 millones de robots industriales en todo el
mundo. Muchas funciones mecánicas en fábricas de ensamblaje las desempeñan
desde hace décadas.

Hasta 800 millones de personas (o 30% de la fuerza laboral mundial) tendrían


que buscar un nuevo trabajo de aquí a 2030 por culpa de la automatización.

Pero ya se están moviendo a todo tipo de sectores. En las instituciones de


educación superior identifican estudiantes en riesgo de deserción por medio del big
data. En el mundo del arte, el software Watson Beat, de IBM, crea canciones
autónomamente. Ya incluso son robots (teacher bots) los que le enseñan a otros
robots a reconocer imágenes o analizar patrones.

Según el estudio “Jobs lost, jobs gained: Workforce transitions in a time of


automation”, publicado en 2017 por la firma McKinsey & Co, hasta 800 millones de
personas (o 30% de la fuerza laboral mundial) tendrían que buscar un nuevo
trabajo de aquí a 2030 por culpa de la automatización, según las tecnologías
probadas hasta el momento.

Ese es el escenario más catastrófico. “Aunque la mitad de las actividades laborales


tiene el potencial de ser automatizada por tecnologías probadas actualmente, la
proporción de trabajos desplazados será probablemente más baja por factores
técnicos, económicos y sociales que afectan su adopción”, asegura el informe.

El cálculo es altamente incierto, y no hay manera de asegurar qué sucederá en doce


años. Diferentes metodologías varían en sus estimados –el estudio de McKinsey
sugiere, en un escenario más amable, que cambiaría solo el 15% de la fuerza
laboral–.

Depende también de la región. En Estados Unidos, los pronósticos oscilan entre un


7% y un 47% de empleos automatizables; en Japón, entre 6% y 55%; en Bolivia,
entre 2% y 41%. En cuanto a Colombia, entre un 20% y 30%, según Deloitte.

“Las actividades más susceptibles son las que implican trabajo físico y las
que se dan en ambientes predecibles, como operar maquinaria o preparar
comida rápida. La automatización tendrá un menor impacto en los empleos
con interacciones sociales”

Depende así mismo del área laboral. El sector financiero, por ejemplo, tiene una
probabilidad bastante alta de robotizarse. Lo que ocurrió en Sberbank no es un
accidente: Bank of America pasó de tener 288.000 personas en 2010 a 204.000 en
2018; en Sudáfrica, el Nedbank anunció el pasado marzo el despido de 3.000
trabajadores; en Suecia, el Banco Nordea eliminó 6.000 puestos; en Japón, el grupo
financiero Mitsubishi UFJ planea sustituir 9.500, casi lo mismo que el Citigroup, que
podría recortar 10.000 (la mitad de su equipo de tecnología y operaciones), según el
Financial Times. Todos por la misma razón: automatización de funciones.

De acuerdo con el informe de McKinsey, “las actividades más susceptibles son las
que implican trabajo físico y las que se dan en ambientes predecibles, como operar
maquinaria o preparar comida rápida [...] La automatización tendrá un menor

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impacto en los empleos con interacciones sociales, donde las máquinas no pueden
desempeñarse como los humanos por el momento”.

Si le da curiosidad, puede consultar la susceptibilidad de automatización de su


ocupación en este link.

Los nuevos trabajos


Este tipo de pronósticos fatalistas no son atípicos. Hace 240 años, Ned Ludd, un
obrero de Leicestershire, Inglaterra, rompió dos tricotosas en un ataque de furia por
las dificultades laborales que empezaban a sentir los trabajadores ante el
surgimiento de estas máquinas para tejer.

Hoy hay poca claridad sobre la autenticidad histórica de este personaje, pero a
principios del siglo XIX se convirtió en el símbolo del movimiento ludita, que adoptó
su nombre y participó en manifestaciones, disturbios y quemas de fábricas y molinos
en todo el país.

Según el Informe sobre el desarrollo mundial 2019 (WDR, por sus siglas en inglés),
del Banco Mundial, sobre “la naturaleza cambiante del trabajo”: “No ha habido un
momento de la historia en que la humanidad no esté preocupada por dónde lo
llevará su talento para innovar. En el siglo XIX, Karl Marx le preocupaba que ‘las
máquinas actúen como una competencia superior al trabajador’. John Maynard
Keynes advirtió en 1930 sobre el desempleo que surgiría de la tecnología. Sin
embargo, la innovación ha mejorado una y otra vez los estándares de vida”.

La inversión en tecnología podría crear entre 20 y 50 millones de trabajos en el


mundo.

Si se tiene en cuenta la evidencia histórica, la tecnología siempre ha generado


más puestos laborales de los que ha destruido. Desde 1980, la introducción del
computador portátil creó 18,5 millones de trabajos, solo en Estados Unidos. Y
en Europa, la economía de apps ha creado 1,6 millones.

Un estudio de Deloitte encontró que en Reino Unido la IA ha destruido 800 mil


empleos desde 2001, pero propiciado 3,5 millones nuevos. Además, estos pagan en
promedio 13.000 dólares al año más. Con cada nueva tecnología en la historia ha
ocurrido el mismo resultado.

El estudio de McKinsey estima que para 2030 la inversión en tecnología podría


crear entre 20 y 50 millones de trabajos en el mundo. Si a eso se le suman los
280 que se pueden generar en los próximos diez años por el aumento del consumo,
principalmente en economías emergentes, el impacto de la automatización no
parece tan grave.

“Es difícil tener conclusiones sobre cómo serán las tareas del futuro”, señala
Paolo Falco, economista de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (Ocde). “Es más fácil saber cuáles de las labores que realizamos hoy
se podrán reemplazar. La tecnología creará cientos de trabajos nuevos de los que
no tenemos ni idea ahora”.

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Es fundamental desarrollar una fuerza laboral con más competencias de alta
complejidad intelectual (como análisis de datos y pensamiento crítico) y
competencias socioemocionales (como la sociabilidad, la resiliencia y la
empatía).

Sin embargo, incluso en los panoramas más tecnooptimistas, la rapidez del cambio
produce inquietudes. Una transición abrupta, señala el estudio de McKinsey,
resultaría en un crecimiento súbito del desempleo y en mayores iniquidades.

Frente a esta posibilidad, es fundamental desarrollar una fuerza laboral con más
competencias de alta complejidad intelectual (como análisis de datos y
pensamiento crítico) y competencias socioemocionales (como la sociabilidad, la
resiliencia y la empatía).

Estas son, a la vez, las más difíciles de automatizar y las más transversales, útiles
sin importar el campo laboral al que se dedique; es decir, donde los empleados
pueden encontrar un valor agregado. Y, por otro lado, una fuerza laboral que pueda
adaptarse a los cambios más fácilmente, actualizarse al mismo ritmo que los
avances tecnológicos.

Menos humanos-robots, más humanos-humanos

En 2016, The New York Times reportó el caso de Sherry Johnson, una georgiana de
56 años que había perdido su trabajo por la automatización. No una sino dos veces.
La primera vez, en un periódico local en el pueblo de Marietta, donde se encargaba
de manejar las impresoras. Luego en una fábrica de máquinas médicas. Antes de
retirarse, Johnson terminó trabajando en un refugio de animales, el empleo que más
feliz la hizo. Allá no podía sustituirla un robot, que no tiene cómo “darles
atención y cariño”.

“Los líderes empresariales están buscando gente con capacidad de liderazgo


y comunicación oral y escrita; con inteligencia emocional, que no peleen por
cualquier cosa, pero que sepan defender su punto de vista amable y
correctamente".

Razón no le faltaba. La capacidad de relacionarnos socialmente (incluso con los


animales) es una parte indispensable de las competencias humanas. Es tan
importante que es fácil subestimar su relevancia en el mundo laboral; pero varios
estudios han demostrado la relación entre el manejo comportamental y la obtención
y retención de empleos a largo plazo.

No en vano, el 79% de las habilidades más demandadas por las empresas es de


tipo socioemocional, de acuerdo con el documento de trabajo “Employer Voices,
Employer Demands”, realizado en 2016 por analistas del Banco Mundial, el cual
revisó 24 estudios sobre el tema.

Incluso en Colombia, donde el impacto de la cuarta revolución industrial ha sido


menos fuerte que en otros países, los empleadores están urgidos de esas
competencias. Según un estudio realizado por Manpowergroup en 2017, “los
líderes empresariales están buscando gente con capacidad de liderazgo y
comunicación oral y escrita; con inteligencia emocional, que no peleen por
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cualquier cosa, pero que sepan defender su punto de vista amable y correctamente;
y, especialmente, con flexibilidad cognitiva, que tengan la curiosidad y la facilidad de
aprender, desaprender y reaprender”, dijo Juan David Tous, gerente de
comunicaciones de esta multinacional en Colombia.

¿Qué explica la creciente importancia de las competencias socioemocionales en el


mercado laboral? Según el documento del Banco Mundial, “que las computadoras
todavía son muy malas para simular la interacción humana. Leer la mente de
otros y reaccionar es un proceso inconsciente, desarrollado por miles de años de
evolución. En el ambiente laboral, es fundamental que las personas sean
capaces de trabajar en equipo, resaltar las ventajas individuales y de
adaptarse a los cambios. Esa interacción rutinaria es el núcleo de la ventaja
humana sobre las máquinas”.

Las competencias socioemocionales tienen otra ventaja más: son transversales. Son
casi igual de útiles en cualquier campo laboral. Sherry Johnson no necesitó
reaprender un nuevo set de competencias para incorporarse a un nuevo trabajo.

Las habilidades socioemocionales son entre 2,5 y 4 veces más importantes


que las cognitivas para propiciar la movilización social.

Diferentes competencias blandas pesan más en distintas labores. Según el estudio


“Social and Emotional Skills”, de la Ocde, las competencias que mejor predicen el
buen desempeño laboral y el salario son: la persistencia, el autocontrol, la
confiabilidad y la orientación al logro.

La extroversión es buena para predecir el desempeño en trabajos gerenciales y en


ventas. La regulación emocional es especialmente importante en trabajos con
fechas de entrega y alto nivel de estrés, y la apertura a la experiencia para trabajos
científicos.

Un dato interesante es que las habilidades socioemocionales son “entre 2,5 y cuatro
veces más importantes que las cognitivas para personas de bajos ingresos”; esto
señala su relevancia como vehículo de movilidad social.

La generación de los datos

Ciertas competencias técnicas de alto nivel también serán muy importantes en el


mundo laboral. Dos de ellas se están posicionando como las más
solicitadas: programación y análisis de datos.

Salvo las relacionadas con Marketing y Análisis de Negocios, Ingeniería Eléctrica y


Diseño Automotriz, las 25 competencias duras más requeridas por empleadores en
el mundo implican algún grado de conocimiento de estas, según un estudio
de LinkedIn publicado el pasado enero.

Para hacerse una idea de hacia dónde está yendo el mundo, las cinco más
demandadas son Computación en la Nube, Minería de Datos, Administración
de las Tecnologías de la Información y Desarrollo Web.

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De hecho, un informe de Burning Glassdoor Technologies y Oracle Academy
sugiere que la mitad de los trabajos en el primer cuartil de ingresos (más de 57.000
dólares al año) requiere conocimiento de programación.

Y, sin embargo, solo 18% de estos posiciones exigían un título en Ciencias


Computacionales, lo que hace pensar que, conforme avanza el mundo digital, el
lenguaje de la programación se vuelve una competencia transversal, más allá de la
Ingeniería de Sistemas.

No es un accidente que Harvard tenga curso de Programación para Abogados,


en el que los futuros juristas aprenden a hacer “lobby con análisis de datos,
automatizar litigios en masa e investigar de manera online”, y que el Imperial College
de Londres ofrezca uno en “Lenguaje de Programación para Médicos”. O que países
como Reino Unido, Argentina y Singapur incluyan la programación en sus bases
curriculares para primaria y bachillerato.

Sin embargo, para Paolo Falco, estas de nada sirven sin creatividad. “Hay tareas
muy especializadas que hoy son relevantes. Pero pasa lo mismo que en la
programación, que se pensaba era de alto nivel técnico e imposible de automatizar,
y descubrimos que también la pueden hacer las máquinas. El nivel técnico no es
suficiente; tiene que ser acompañado del lado creativo”.

“Necesitamos pasar de modelos masivos de educación a formas más


personalizadas, que es lo que están pidiendo los jóvenes. Se requiere una
educación más flexible, al ritmo de cada quién".

Como señala el economista italiano, sin creatividad incluso el conocimiento


altamente técnico puede caer en desuso. Según un estudio de Deming y Kadeem
Noray de 2018, el alto retorno económico de las carreras aplicadas
en STEM (por las siglas en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y
Matemáticas) disminuye, en promedio, un 50% en la primera década de vida
laboral, pues sus conocimientos quedan obsoletos. Muchos profesionales,
incluso, terminan abandonando esa área de trabajo.

De ahí la importancia de hacer la famosa conversión de estas carreras en STEAM


(agregándole un nuevo componente fundamental: el Arte).

Repensar el sistema
“Un tema importante de resaltar”, señala Falco, “es que hablamos de competencias
blandas porque son las que necesitamos hoy”. Consideramos que serán importantes
en el futuro, por lo que muestran los avances tecnológicos de punta hasta el
momento. Pero quién sabe cuáles serán las que requeriremos mañana.

Aún con todos los estudios sobre el tema, es importante recordar que el futuro de la
cuarta revolución industrial es incierto. En este sentido, lo primero, dice el
economista italiano, es implementar un sistema de adaptabilidad y flexibilidad de
la educación, incluso antes de pensar qué competencias enseñar.

“Debemos cambiar lo que venimos haciendo”, dice Maritza Rondón, rectora de


la Universidad Cooperativa de Colombia. “Necesitamos pasar de modelos masivos
de educación a formas más personalizadas, que es lo que están pidiendo los
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jóvenes. Se requiere una educación más flexible, al ritmo de cada quién; que
reconozca los saberes de los alumnos. Si lo aprendió en la universidad de la vida,
¡qué importa!”

En ese sentido, todavía le falta mucho al sistema educativo. En las instituciones


de educación superior en Colombia, aún no hay mecanismos para reconocer el
conocimiento informal de los estudiantes, algo importante para recibir a quienes
están interesados en estudiar y provienen de rutas no tradicionales.

El mundo todavía no tiene las condiciones necesarias para universalizar el


aprendizaje. “Un estudio de la Ocde próximo a salir muestra que los países están
poco preparados para el aprendizaje durante la vida. Hay estudios sobre el tema,
pero pocos programas comprobables”, dice Falco.

Ese es un último componente fundamental. Mañana, cuando un robot venga a


sustituir el trabajo de abogados, contadores o ejecutivos de cuenta en el banco más
grande de Rusia –o, para ese efecto, en cualquier otro lugar del mundo–, la idea no
es que los reemplace un recién egresado más preparado, sino que los mismos
empleados puedan volver al sistema para aprender y reinventarse.

Está en las manos del sistema educativo evitar la catástrofe que significaría lo
contrario. Una responsabilidad bastante delicada.

Los trabajos de la cuarta revolución industrial


Por LUISA FERNANDA SERRATO*

Con la llegada de las nuevas tecnologías, la educación superior necesita repensar


sus bases para poder avanzar, transformarse y evolucionar. ¿Cuáles son las
carreras del futuro? ¿Cuáles son las áreas de formación que el país requiere?

Las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial cambiarán de manera contundente el


mercado laboral

Con el nuevo año llegan nuevas tendencias laborales que pueden afectar no solo la
manera de trabajar, sino también las posibilidades que ofrecen las carreras
universitarias y las habilidades que se requieren en los estudiantes. Dentro de cinco
años, por ejemplo, más de un tercio de las habilidades (35%) que se consideran
importantes en la fuerza de trabajo actual habrán cambiado.

Para 2020, la cuarta revolución industrial habrá traído robótica avanzada,


inteligencia artificial y aprendizaje automático. Estos desarrollos no solo
transformarán la forma en que vivimos, sino también la manera en la que
trabajamos; por lo que algunos puestos laborales desaparecerán, otros crecerán y
tareas que ni siquiera existen hoy se convertirán en algo común. Lo que es seguro
es que la fuerza de trabajo futura deberá alinear sus habilidades para seguir vigente.

Potenciar habilidades

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La creatividad se convertirá en una de las tres habilidades más importantes que
necesitarán los trabajadores. Con la avalancha de las nuevas tecnologías y las
nuevas formas de trabajo, los empleados tendrán que innovar en su forma de
pensar si quieren beneficiarse de estos cambios. La capacidad de negociación y la
flexibilidad ocupan un lugar destacado en la lista de habilidades para 2018; pero
esto cambiará a partir de 2020, pues comenzarán a descender de los 10 primeros
puestos a medida que las máquinas, utilizando grandes cantidades de información,
comiencen a realizar tareas por nosotros.

Natalia Jaramillo, directora de educación para Microsoft Colombia, asegura que “las
tendencias en tecnología, las nuevas condiciones de la población –como el aumento
en la longevidad–, y las transformaciones en los hábitos de trabajo en las
organizaciones están transformando la demanda de habilidades. En este sentido,
esta crecerá en carreras como matemáticas, ingeniería, computación, investigación
científica, liderazgo y entrenamiento dada la transformación del sector productivo”.
Jaramillo también afirma que las profesiones relacionadas con las Ciencias
Humanas crecerán en demanda dado los cambios poblacionales y sociales.
Transversal a todo tipo de disciplinas, algunas habilidades como resolución de
problemas seguirán vigentes, y otras, como la inteligencia emocional y la flexibilidad
cognitiva, tomarán más importancia en los próximos años.

¿Qué estudiar?

Para nadie es un secreto que el éxito en el mundo laboral depende, en gran medida,
de la carrera que se estudió en la universidad. Con la llegada de las nuevas
tecnologías, la educación superior enfrentará retos pero también verá grandes
oportunidades, lo que hace necesario repensar la manera como ofrece sus servicios.
Las competencias tecnológicas tendrán que ser puestas en práctica de la mano de
las Ciencias Humanas. Asimismo, habrá un aumento en la demanda de medicina,
matemáticas, cuidado de las personas, liderazgo, y educación.

De hecho, instituciones de educación superior como la Universidad del Rosario, le


están apostando a la formación de líderes capaces de adaptarse e innovar ante los
nuevos desafíos que trae la cuarta revolución industrial. Actualmente, cuentan con
un pregrado en Matemáticas Aplicadas y Ciencias de la Computación (MACC), que
recibió sus primeros estudiantes en 2017 y cuya fuerza laboral empezará a
vincularse al mercado en 2021.

El Observatorio para el Empleo en la Era Digital indica que ocho de cada diez
jóvenes, entre 20 y 30 años, encontrarán un empleo en trabajos que aún no
existen.

Valérie Gauthier, directora del Departamento de Matemáticas Aplicadas y Ciencias


de la Computación de la universidad, asegura que lo que buscan con este tipo de
carreras es “formar a los jóvenes para que lideren la transformación digital del país.
Además, los estudiantes podrán profundizar en áreas de conocimiento como
analítica de datos, inteligencia artificial y seguridad digital, muy necesarias a nivel
mundial. Según datos del Ministerio de Tecnologías de la Información y
Comunicaciones, la necesidad de profesionales que dominen estos temas es
urgente”.

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Interrupción en la industria

No cabe duda de que el cambio en las profesiones del futuro dependerá mucho de
la industria. Los medios de comunicación y el entretenimiento, por ejemplo, ya han
experimentado una gran cantidad de transformaciones en los últimos años. Ahora, la
educación, especialmente las universidades y sus programas de pregrado, deberán
reinventarse y cambiar los paradigmas pedagógicos para superar los desafíos
venideros.

Natalia Jaramillo afirma que, así como el sector transporte (Uber) y el hotelero
(Airbnb), el sector educación está en un proceso de cambio, pasando de un modelo
de valor basado en la reputación de la universidad hacia uno centrado en el
desempeño y el valor agregado que se les pueda dar a los estudiantes. “Más allá de
crear un modelo de educación específico, las universidades deben comenzar a
entender al estudiante y su proceso académico para poder asegurar logros de
aprendizaje”, agrega.

Asimismo, deberán apostarle a la formación integral de sus alumnos, a fortalecer los


principios éticos y la sensibilidad social. “La formación universitaria no se limita
únicamente a los contenidos de las materias, los cuales son muy importantes, sino
también genera hábitos de estudio, capacidad de trabajo, de análisis, pensamiento
crítico, habilidades de trabajo en grupos multidisciplinarios, de manejo de presión,
entre otras. Esta formación, unida a la capacidad de aprender de manera autónoma,
adaptarse e innovar, logrará que los futuros profesionales afronten de la mejor
manera los retos que les imponen los cambios en la era de la economía digital”,
puntualiza Valérie Gauthier.

La educación está en medio de una transformación y es claro que el cambio no dará


espera, es por eso que los educadores y líderes empresariales deben ser proactivos
en capacitar a los más jóvenes, para que todos puedan beneficiarse de la transición
hacia la llamada “cuarta revolución industrial”.

Las carreras del futuro

1. Manejo de bases de datos (Big Data).


2. Psicoterapia y conciliación.
3. Investigación científica (biólogos, químicos, matemáticos e
ingenieros enfocados enla investigación científica).
4. Ingeniería informática.
5. Ciencias del medio ambiente.
6. Atención y cuidados de la salud (médicos, terapeutas físicos,
enfermeras, optómetras, odontólogos y fonoaudiólogos).
7. Administración.
8. Finanzas.
9. Emprendimiento y liderazgo (Soft Skills).

Informe BLS Employment Matrix, dependencia de la Secretaría de Trabajo de


Estados Unidos

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Las 10 habilidades para 2020

1. Resolución de problemas
2. Pensamiento crítico
3. Creatividad
4. Gestión de personal
5. Trabajo en equipo
6. Inteligencia emocional
7. Juicio y toma de decisiones
8. Orientación al servicio
9. Negociación
10. Flexibilidad cognitiva

Información de The World Economic Forum ‘The Future of Jobs’

Empresas tecnológicas: la cuarta revolución


industrial
Mientras los petroleros se rascan la cabeza, los ejecutivos de Apple, Google,
Microsoft y Facebook descorchan champaña. Las grandes tecnológicas parecen
inmunes a las tempestades que padece la economía mundial.

Las estrellas del reciente Foro Económico Mundial realizado en Davos un par
desemanas atrás no fueron los banqueros y mucho menos los petroleros. Ocuparon
ese lugar las empresas tecnológicas, las únicas que pueden sonreír en estos días
de nerviosismo general. Mientras los analistas y los hombres fuertes del mundo
financiero trataban de ponerse de acuerdo acerca de la magnitud de la próxima
recesión y cuáles sectores económicos resultarán más damnificados, las empresas
de tecnología mostraban resultados sorprendentes.

Durante la misma semana en que se hablaba de la fatiga de la economía china, la


imparable caída del petróleo y su impacto en los mercados bursátiles, la inminente
quiebra de numerosas economías que dependen del hidrocarburo y los flagelos
derivados de las olas migratorias a Europa, Apple dio a conocer sus cifras: entre
octubre y diciembre obtuvo utilidades netas por 18.400 millones de dólares, e
ingresos por 74.600 millones. Lo logró vendiendo teléfonos, tabletas y relojes, para
lo cual necesitó menos de una quinta parte de la fuerza laboral que requiere
Volkswagen (con más de 500.000 empleados), y apenas el 6 por ciento de la
compañía petrolera china (con 1,6 millones de empleados), que soportan serios
dolores de cabeza por estos días.

El foro mismo tenía como tema central la “cuarta revolución industrial” –así
denominan a la incorporación de las tecnologías digitales más recientes en los
negocios– y el impacto que ella traerá en la economía mundial. La inteligencia
artificial aplicada a sistemas de big data, robótica y el internet de las cosas hará
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ganar mucho dinero a los empresarios que la están adoptando, pero destruirán al
menos 7 millones de empleos en los próximos cinco años, según un documento
oficial de Davos. No obstante, la industrialización 4.0, como también se le denomina
a esta perspectiva, parece ser el único camino esperanzador.

Tres empresarios de tecnología y telecomunicaciones aparecen entre los cinco


hombres más ricos del mundo, según la reconocida lista Forbes: Bill Gates, Carlos
Slim y Larry Ellison. Pero Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, Jeff Bezos, de
Amazon, y Larry Page y Sergei Brin, propietarios de Google, figuran entre los 20
primeros. Por contraste, dos décadas atrás encabezaban esta lista magnates
petroleros, banqueros, constructores y vendedores de armas.

Apple no es el único que hace sonar las trompetas. De hecho, la semana pasada
Google reveló los resultados del trimestre octubre-diciembre de 2015, ahora bajo el
nombre corporativo Alphabet (la matriz que alberga a Google, YouTube y demás
negocios). Alphabet, con una valoración de 554.000 millones de dólares, superó en
diciembre a Apple como la empresa más valiosa del mundo. Según el informe, hizo
ventas en ese periodo por 74.500 millones de dólares y obtuvo utilidades netas por
21.000 millones de dólares, lo que significa un crecimiento del 18 por ciento en
relación con el mismo periodo de 2014. Lo logró vendiendo anuncios publicitarios en
su famoso buscador, en YouTube y en las apps del sistema operativo Android,
presente en el 52 por ciento de teléfonos móviles, para lo cual necesitó apenas
53.600 empleados, menos del 4 por ciento de la fuerza laboral de Walmart.

Incluso Facebook, la red social más grande de internet, cuyo modelo de negocio ha
estado en cuestión por años, reportó por primera vez desde su creación ganancias
superiores a los 1.000 millones de dólares. En el mismo periodo de las empresas
mencionadas anteriormente, Facebook obtuvo utilidades netas de 1.562 millones de
dólares e ingresos totales de 5.480 millones. No es mucho frente a las cifras de
Apple y Google, pero es espectacular para una red social cuyo modelo de negocio
parecía hasta hace poco muy incierto. Lo logró vendiendo anuncios publicitarios en
las páginas de sus 1.590 millones de usuarios activos, y necesitó tan solo 9.200
empleados, apenas una fracción de los 462.000 del Banco Industrial y Comercial de
China (ICBC), número uno en la lista Forbes.

Y el gigante Microsoft, con nueva estrategia y nuevo jefe, se sumó también a la lista
de los que sonríen en el mundo de los negocios. El último trimestre de 2015 le dejó
ganancias netas por 5.000 millones de dólares, e ingresos totales por 23.800
millones. La que por casi dos décadas fue la más grande de las tecnológicas, parece
haber encontrado la solución a sus dificultades desde la llegada de Satya Nadella a
la dirección de la compañía. Logró sus resultados vendiendo tabletas Surface,
consolas y juegos Xbox, el famoso paquete Office y servicios en la nube mediante la
plataforma Azure, para lo cual requirió de 120.000 empleados, menos de la tercera
parte de los trabajadores de China Construction Bank, el número dos de la lista
Forbes.

Por supuesto, el sol no brilla igual para todas las tecnológicas. Twitter afronta serios
problemas y la semana pasada varios de sus altos ejecutivos saltaron del barco. El
precio de la acción cayó de 40,4 dólares a 16,9 en el último año y a lo largo de 2015
las pérdidas trimestre a trimestre aumentaron 25 por ciento. Yahoo, otro de los
históricos de la era internet, no ha logrado revertir una caída que parece terminal. Lo
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más preocupante de la ‘nueva economía’ es que genera muy pocos puestos de
trabajo. Para nadie es una sorpresa que las tecnologías de punta traen como
consecuencia una caída en el empleo. Lo vivieron los trabajadores del siglo XVIII,
durante la primera Revolución Industrial y se advierte también en los tiempos
actuales. Mientras, se perderán 7 millones de puestos de trabajo en los próximos
cinco años (la mayoría en oficinas, servicios y sector salud), la tecnología solo
compensará eso con 2 millones de nuevos empleos, la mayoría de los cuales están
destinados a personas con altos niveles educativos especializados, según el estudio
presentado en el Foro Económico Mundial.

Las tecnológicas tampoco aportan significativamente al acuciante problema de la


desigualdad y la injusta repartición de la riqueza en el planeta. De hecho, la
concentración de riqueza se ha agudizado dramáticamente en los últimos años, y el
Foro de Davos puso este tema sobre la mesa. Un estudio de la organización
humanitaria Oxfam indica que hace cinco años 388 individuos atesoraban la misma
cantidad de dinero que 3.600 millones de personas, la mitad más pobre de la
población mundial. Hoy esa elite se ha reducido a 62. El informe Una economía al
servicio del 1 por ciento, presentado en Davos, calculó que el 1 por ciento de los
habitantes de la Tierra posee la misma cantidad de dinero que el 99 por ciento
restante. Por eso, Amira Yahyaoui, miembro de la mesa directiva del Foro
Económico Mundial, expresó en medio del debate que “la cuarta revolución industrial
debe ser ante todo una revolución de los valores”.

El impacto de que un algoritmo mida nuestra


productividad en el trabajo
(y pueda despedirlo)
En 2018, Ibrahim Diallo fue despedido de su trabajo. No por su empleado, sino por
una máquina. ¿Qué significa eso para el futuro del trabajo?

El sitio de noticias tecnológicas The Verge descubrió que la


automatización se está usando para monitorear y despedir a
empleados de Amazon en sus centros de trabajo.

Es un titular que puede que hayas leído algunas veces: los robots te quitarán
el trabajo en el futuro. Ya está ocurriendo en el gigante de ventas por
internet Amazon, aunque tal vez no de la forma que te imaginas.

El sitio de noticias tecnológicas The Verge descubrió que la automatización se está


usando para monitorear y despedir a empleados de Amazon en sus centros de
trabajo. Todo se basa en estándares de productividad, según documentos obtenidos
por el medio estadounidense.

Así es como funciona. "El sistema de Amazon rastrea las tasas de productividad
asociadas a cada individuo", se lee en el informe, "y genera automáticamente
cualquier advertencia o suspensión, en base a la calidad o la productividad, sin la
participación de los supervisores".

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La empresa protagonizó noticias recientemente debido a quejas por bajos salarios y
por condiciones de trabajo extenuantes.

Una empleada de un almacén de Amazon le contó a la BBC en condición de


anonimato que no bebía suficiente agua porque los objetivos de trabajo hacían muy
difícil tomar descansos para ir al baño. Otro explicó que los trabajadores son
tratados "como robots" y despedidos rutinariamente por no cumplir "objetivos
pocos realistas".

El reporte de The Verge sugiere que miles de trabajadores pierden sus trabajos con
la compañía anualmente por no mover paquetes lo suficientemente rápido.

Eso plantea un escenario en el que la inteligencia artificial es el jefe. Un


algoritmo capaz de monitorear y despedir a empleados sin mucha intervención
humana.

Le puede interesar: Cuarta revolución industrial depende del desarrollo del


recurso humano

Tratados como robots... por robots

"Los trabajadores de Amazon son tratados como robots por robots", le cuenta a la
BBC Stacy Mitchel, del Institute for Local Self-Reliance(ISLR), una organización sin
fines de lucro en defensa de negocios locales, con base en Estados Unidos.

"Parece que esperan que las personas sean, literalmente, ruedas de su


maquinaria, fácilmente desechables".

No está muy claro cuáles son los objetivos establecidos para los empleados, los
estándares de producción o el alcance de la automatización.

La única respuesta que Amazon le dio a la BBC -y a la mayoría de las


organizaciones que informaron sobre esta cuestión- fue la siguiente: "No es
verdad en absoluto que los empleados sean despedidos a través de un
sistema automatizado. Al igual que muchas compañías, tenemos expectativas
de rendimiento, independientemente de su los empleados sean altos
ejecutivos o empleados de almacén".

"Nunca despediríamos a nadie sin antes asegurarnos de que recibieron todo nuestro
apoyo, incluido entrenamiento específico para ayudarle a mejorar. Puesto que
somos una compañía que sigue creciendo, es nuestro objetivo empresarial
garantizar oportunidades de desarrollo laboral a largo plazo para nuestros
empleados".

La firma no aportó detalles específicos sobre el alcance de la automatización,


si es que lo hay, dentro de ese proceso.

Hace una semana, sin embargo, prometió recortar tiempos de entrega para clientes
de todo el mundo en su servicio Prime. Pero, ¿serán los empleados de sus
almacenes quienes tengan que pagar el precio?

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¿El futuro del trabajo?
Este no es el primer caso que se denuncia de máquinas que despiden empleados y,
definitivamente, no será el último. Entonces, ¿qué significa eso para el futuro del
trabajo?

Las compañías llevan años usando la tecnología para monitorear y registrar el


rendimiento de sus empleados. Eso se aplica a una multitud de cosas, desde
análisis digital de venta hasta el control de las horas de entrada y salida en una
fábrica.

"Es prácticamente inevitable porque la tecnología ya existe, y veremos más


empresas experimentando en ese espacio", le cuenta a la BBC David D‘Souza,
director del Instituto Certificado de Personal y Desarrollo (CIPD), en Londres, Reino
Unido.

"La pregunta clave es qué constituye un exceso de confianza en un sistema, y en


qué medida podemos o debemos reemplazar las relaciones de persona a persona".

Surgen muchas cuestiones cuando las empresas empiezan a monitorear


la productividad de los empleados de forma automática. Por ejemplo:

 ¿Qué tan efectivo es para obtener lo mejor de cada persona?


 ¿Qué impacto tiene sobre los empleados y sobre su visión hacia la
organización?
 ¿Debería haber una intervención humana?

Will Knight, editor senior de inteligencia artificial en el MIT Technology Review, la


revista que elabora esa prestigiosa universidad, el Instituto de Tecnología de
Massachusetts, propone un ejemplo de qué papel podría desempeñar esa
tecnología en la oficina:

"La gente trabaja de formas diferentes y puede haber más de una ‘forma correcta”
de hacer las cosas", le dice a la BBC.

Así que si un algoritmo está configurado para rastrear la productividad en


base al número de emails que envía cada empleado, entonces un trabajador
podría ser visto como más productivo porque envió más emails, aunque el
resultado sea el mismo.

Pero, ¿qué ocurre cuando los estándares de productividad no son absolutos,


sino relativos? El caso de Amazon ofrece algunas claves.

El informe de The Verge muestra que sus sistemas automatizados confían en


estándares de productividad que cambian constantemente: "Amazon dice que la
recapacitación es parte del proceso para que los trabajadores cumplan con los
estándares y que solo cambia cuando más del 75% de los trabajadores de un
centro lo hacen".

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Stacy Mitchell lo resume así: "Una vez que la mayoría de la gente en un
almacén alcanza la tasa de productividad establecida por Amazon, ésta
aumenta. Los empleados tienen entonces que tratar de superar a los demás
para cumplir el objetivo".

También: Los 10 empleos donde más han aumentado las vacantes en América
Latina

En última instancia, quienes no logran hacerlo son despedidos.

"Así que es una carrera de locos para salvar tu trabajo y no quedarte abajo", añade
Stacy.

"No importa si eres más productivo que los trabajadores de un centro hace un
año. La productividad absoluta no importa".

¿Qué impacto podría tener en los empleados?

David D‘Souza inste a que las empresas consideren si merece la pena realmente
automatizar procedimientos como la contratación y el despido.

"El hecho de que un proceso pueda ser automatizado no significa que deba serlo, o
que no pueda ser hecho mejor por un humano".

"Los empleados quieren dignidad y respeto, y es difícil de imaginar que, en el futuro,


podamos tener esa interacción con un código".

En 2018, Ibrahim Diallo fue despedido de su trabajo. No por su empleado, sino


por una máquina.

Su jefe estaba confundido, pero no fue de ayuda, según le contó Diallo a la BBC:
"Me despidieron. No había nada que mi jefe pudiera hacer. Nada que mi director
pudiera hacer. Se quedaron pasmados mientras empacaba mis cosas y salía del
edificio".

Diallo esperaba que su caso sirviera de advertencia a empresas para que no


confíen demasiado en la automatización, que puede tener un impacto adverso
en los empleados.

"Podría argumentarse que usar la tecnología de esa manera nos hace retroceder a
siglos en cuanto a la experiencia del empleado", dice David D‘Souza.

"El trabajo necesita funcionar para la gente. Y las organizaciones deben comprender
la parte negativa y las implicaciones económicas de tratar mal a sus empleados".

Si te preguntas qué puedes hacer como empleado, este es su consejo:

"Busca otro lugar y toma buenas decisiones sobre tu


carrera"

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Tecnología: oportunidad o amenaza en la
educación
De frente a lo que muchos llaman "la cuarta revolución industrial", crece la
preocupación porque robots y máquinas reemplacen el trabajo humano,
incrementando el desempleo. El cambio en la fuerza laboral ha contribuido a que
más personas opten por tomar cursos 'online'. Este será uno de los temas a tratar en
la Cumbre Líderes por la Educación.

“Necesitamos enfrentar de manera urgente el reto de la


automatización, la robótica podría hacer gran parte del trabajo
contemporáneo redundante”.

“Necesitamos enfrentar de manera urgente el reto de la automatización, la robótica


podría hacer gran parte del trabajo contemporáneo redundante”, afirmó Jeremy
Corbyn, líder laboralista de Inglaterra que alertó, además, sobre la necesidad del
país de ofrecer un servicio nacional de educación para preparar a las personas para
el desempleo tecnológico. Y no es el único que tiene esta opinión. Un futuro en el
que robots, máquinas y computadores compongan la mayor parte de la fuerza de
trabajo parece ser una posibilidad cada vez más aceptada por los expertos.

Si bien puede que esto nunca ocurra, o que suceda dentro de un tiempo lejano, hoy
en día los desarrollos tecnológicos están impactando directamente el mercado
laboral. Así, la adopción de inteligencia artificial, big data, cloud computing y nuevas
formas de programación no solo han revolucionado procesos industriales, también
han cambiado los tiempos de ejecución, manufactura, comunicación y, sobre todo,
las habilidades que las empresas buscan de sus empleados. Según un estudio
conducido por la Universidad de Oxford, 47 por ciento de los trabajos podrían ser
automatizados por robots. Una investigación de Burning Glass Technologies,
emprendimiento que estudia los mercados laborales, asegura que es cada vez más
común que las empresas ofrezcan posiciones en “trabajos híbridos”.

Mientras cambia el mundo laboral de manera vertiginosa, el sistema educativo


tradicional sigue proponiendo el mismo modelo que, en un mundo en el que el
tiempo y el dinero son cada vez más preciados, resulta para muchos una opción
muy costosa. Además, la creencia de que un título universitario automáticamente le
dará al egresado un trabajo está siendo rebatida por la realidad. Empleadores dudan
al contratar a un egresado sin experiencia laboral y, en muchas ocasiones, los
aplicantes no tienen las habilidades –cada vez más específicas– que el sector
requiere.

El sistema educativo tradicional se encuentra con un desafío más en cuanto a


capacitar a sus estudiantes con habilidades tecnológicas. Introducir nuevos temas al
pénsum de las carreras no es siempre tan fácil. Como respuesta, han surgido
múltiples cursos masivos y abiertos por internet, llamados Moocs por sus siglas en
inglés. Las plataformas que los ofrecen, contrario a las universidades, tienen un fin
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abiertamente lucrativo y, por ende, se guían por una lógica de mercado. Su éxito,
entonces, depende de la efectividad de su servicio. Para lograrlo, se concentran en
asegurar empleo, algo en lo que las universidades comenzaron a fallar.

Así, estas plataformas deben estar en constante diálogo con las empresas,
investigando qué nuevas habilidades requieren, qué tipo de perfiles son más
valorados y ofertando plazas de trabajo. Flatiron School, por ejemplo, tiene, como
otras plataformas, un tipo de oferta bastante llamativa: “Estudie con nosotros de 600
a 800 horas y le garantizamos trabajo dentro de los siguientes seis meses. Si no
sucede, le devolvemos su dinero”. Otras, como CodeFight, ganan una comisión
sobre el primer sueldo de sus estudiantes cuando logran emplearlos. Además, esta
lógica de mercado ha llevado a las plataformas a desarrollar cursos modulares de
corta duración que usan estrategias de los juegos en línea y, por medio de análisis
de datos, adaptan el contenido a lo que el alumno más necesita.

“Necesitamos enfrentar de manera urgente el reto de la automatización, la


robótica podría hacer gran parte del trabajo contemporáneo redundante”.

Juan David Cruz es uno de los colombianos que de manera más efectiva ha sabido
usar los Moocs. Sin haberse graduado de la universidad, comenzó a tomar cursos
en Edx para aprender a desarrollar sus propias aplicaciones, conocimiento excluido
de su pénsum universitario. “Para tomar el curso de introducción a la ciencia
computacional lo único que necesité fue acceso a internet. Ahora tengo mi propia
empresa, y Vista, una de mis aplicaciones, ayuda a las personas con discapacidad
visual a identificar lo que está a su alrededor usando la cámara del celular”, asegura.
Se ganó el WWDC Scholarship, de Apple, y sus aplicaciones han sido aceptadas
en Bootstrap track de FbStart (FacebookStart), dos incentivos otorgados por dos de
las más influyentes compañías tecnológicas. Según cifras de Platzi, plataforma de
aprendizaje online colombiana, el 80 por ciento de sus estudiantes avanzan en su
carrera gracias a sus cursos y el 10 por ciento inicia su emprendimiento. Sin duda
esta iniciativa abre nuevas puertas para sus alumnos.

Aprendizaje para toda la vida

A medida que la fuerza laboral cambia, las empresas comienzan a valorar


habilidades que hace unos años no eran las más buscadas. Cuando en 2014 la
nueva jefa de Microsoft cambió el criterio de selección de la compañía, no pocos se
sorprendieron. La curiosidad era ahora una de las habilidades más buscadas por la
empresa. La decisión se inspiró en un estudio conducido por el psicólogo de
Stanford, Carol Dweck.

En este, se caracterizaba a los estudiantes en dos grupos: quienes piensan que las
habilidades son innatas y fijas, y quienes creen que estas pueden ser adquiridas o
mejoradas por el aprendizaje. Esta disposición de aprender está estrechamente
relacionada con la curio- sidad, ya que, según el estudio “States of Curiosity
Modulate Hippocampus-Dependent Learning via the Dopaminergic Circuit”, la
curiosidad sobre un tema hace que aprenderlo sea más fácil. En un campo laboral
que a diario mejora sus procesos e introduce nuevas tecnologías, la facilidad para
aprender con rapidez es cada vez más valorada.

Robots vs humanos
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Mientras que muchos temen un futuro de desempleo masivo, otros creen que la
introducción de robots en la fuerza laboral será una oportunidad para transformar los
oficios de los humanos. Para Toby Walsh, profesor de Inteligencia Artificial (AI, por
sus siglas en inglés) de la Universidad New South Wales en Sidney, en 150 años
será difícil encontrar un trabajo en el que las máquinas no sean mejor que los
hombres. “Esto significa que los únicos empleos disponibles serán aquellos que los
humanos prefiramos hacer. La revolución de AI será una oportunidad para
redescubrir las cosas que nos hacen humanos. Tendremos trabajos que nos hablen
sobre la experiencia del humano”.

Cómo sobrevivir en el mercado laboral del


futuro
Jaime Saavedra, Director Senior de Educación del Banco Mundial e invitado
especial a la Cumbre Líderes por la Educación 2018, habló de la necesidad de
invertir más en educación de calidad ante el panorama de la automatización de los
trabajos y los cambios del mercado laboral en el futuro cercano.

En menos de 12 años se podrían perder cerca de 800 millones de puestos


laborales gracias a la automatización de funciones que hoy en día hace un ser
humano, según un estudio publicado por McKinsey Global Institute. Ante este
escenario, es imposible determinar cuáles serán los oficios “humanos” en 30
años, pero una cosa es cierta: al ritmo en que cambia el mundo, la velocidad a
la que tendrán que capacitarse los profesionales será cada vez más rápida.

Ya hoy, el mercado laboral está cambiando a un ritmo vertiginoso. Y el sistema


educativo -paquidérmico por naturaleza- está fallando en satisfacer la demanda de
las nuevas competencias que busca. Una brecha que solo agrava el hecho de que,
en promedio, solo el 50% de los alumnos logran las competencias básicas en las
áreas tradicionales -Ciencias, Matemáticas y Comprensión Lectora-.

En otras palabras, el sistema no está respondiendo lo suficientemente rápido a la


demanda de competencias del futuro y, de hecho, ni siquiera está cumpliendo en
proveer las competencias tradicionales. Así las cosas, se está acumulando un grupo
de egresados pobremente educados que no tienen las capacidades para emplearse
hoy y mucho menos las tendrá para hacerlo en unos años.

Esta preocupación ha llevado al Banco Mundial a enfocarse en la educación, como


motor para desarrollar el capital humano que necesitará el mundo de cara a un
futuro incierto. Por ello, publicó este año el Informe de Desarrollo Mundial 2018
sobre el tema “Aprender para hacer realidad la promesa de la educación”, en el que
analizó a profundidad los principales problemas del sector educativo. Y está
trabajando actualmente en una publicación para 2019 titulada “The Changing Nature
of Work”, que traduce algo así como “La naturaleza cambiante del trabajo” (el título
exacto en español todavía no está definido).

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Por esta razón, Semana Educación habló con Jaime Saavedra, director superior de
las Prácticas Mundiales de Educación del Banco Mundial, sobre el futuro de la
educación, lo que encontraron en sus informes y sobre cuál debería ser la
conversación del sector en este momento coyuntural para Colombia. Esto como
antesala a la Cumbre Líderes por la Educación 2018, que contará con la
participación de Saavedra.

Semana Educación (S.E.): Ustedes vienen hablando de una “crisis en el


aprendizaje”. ¿Qué significa eso?

Jaime Saavedra (J.S.): A nivel mundial ha habido un avance en términos de que


más chicos están en la escuela. Pero, lamentablemente, eso no se traduce en más
aprendizajes. En un país típico de América Latina, la mitad de los chicos que están
en la escuela no logran los niveles mínimos en Matemáticas, Ciencias y
Comprensión Lectora. Eso nos lleva a un conjunto de temas a trabajar relacionados
con la educación básica, por un lado, y con la educación de adultos, por el otro.
Piensa nada más en el reto que tenemos con el stock de egresados que han salido
desde hace 5, 10 y 15 años con condiciones educativas de baja calidad y que se
han ido acumulando en el mercado de trabajo. Pueden tener hasta 40 años y no
tienen los fundamentos básicos que van a necesitar en el mercado laboral los
próximos 40 años. ¿Cómo darle las capacidades básicas a chicos que ya pasaron
su vida escolar? Esa es otra gran área compleja que se nos viene a nivel global.

S.E.: Sobre eso, el Banco Mundial viene trabajando su próximo Informe de


Desarrollo Mundial sobre el mercado laboral ¿Nos puede adelantar algo de lo
que encontraron?

J.S.: Ese informe lo vamos a publicar recién en octubre y estamos justo por
aprobarlo en el Banco. Una característica de este reporte es que los avances del
mismo se han estado publicando todos los viernes durante los últimos tres meses
con el fin de recibir comentarios en tiempo real. Algunos de esos resultados los
podremos discutir en la presentación [en la Cumbre Líderes por la Educación 2018].

Con todos los procesos de automatización, robotización e inteligencia artificial, lo


que vemos es que se están acabando viejos empleos a nivel global y se están
creando otros nuevos que hace unos años ni conocíamos. No sabemos
exactamente hacia dónde van a ir las cosas ni cómo se van a dar esos cambios en
cada uno de los países. Lo que es claro es que va a haber un cambio de estructura
del mercado laboral.

No sabemos exactamente cuáles serán los trabajos pertinentes. Pero sabemos que
el principal seguro ante esta realidad es la educación. Tener un conjunto de
habilidades y competencias básicas va a ser lo único que te asegure que puedas
sobrevivir en un mercado de trabajo incierto los próximos 40 años.

S.E.: ¿Cuáles son esas competencias?

J.S.: Se habla de dos cosas: una es el aprendizaje de competencias


socioemocionales; cómo asegurar en las escuelas que los chicos tengan todo ese
conjunto de habilidades blandas como la perseverancia, trabajo en grupo, empatía,
pensamiento crítico, etc. Estas siempre han sido importantes, pero ahora lo son
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más, particularmente el tema de aprender constantemente, de cara a los cambios
laborales que vendrán en el futuro. Enseñar eso no es tan fácil como enseñar
Matemáticas. Tú no tienen un curso de Perseverancia 101. Además, nos falta
mucho entender mejor cómo podemos medir esas competencias. Entonces es un
área mucho más compleja, pero también fundamental.

Lo otro son las competencias digitales. Eso es cada vez más importante y es un
área en la que encontramos un reto en muchos países que, si no solucionamos,
puede resultar en muchas inequidades. La tecnología es una herramienta que puede
hacerte muchísimo más productivo, pero el acceso a ella está hoy todavía muy
diferenciado según los ingresos que tengas. Por eso se lo tenemos que asegurar a
todos los chicos, en particular a los que vienen de menores niveles socioeconómicos
y que van a tener dificultades de encontrarlas en sus hogares.

Ahora, eso no quiere decir que descuidemos las competencias básicas


fundamentales, que también son cada vez más importantes. Tenemos que seguir
avanzando en términos de mejorar la calidad de la educación y las prácticas
pedagógicas en Matemáticas, Competencias Lectoras y Ciencias. Ahí hay todavía
un reto importante. Por ejemplo, en países como Colombia hay grandes desafíos de
igualar la calidad de los aprendizajes en las áreas rurales respecto a las urbanas.

S.E.: Tengo entendido que ustedes están trabajando en un Índice de Capital


Humano ¿Qué nos puede contar sobre este?

J.S.: Ese es otro gran tema que está empujando el Banco Mundial. Básicamente,
estamos desarrollando un índice que clasifica a los países de acuerdo a los
resultados que obtienen con sus inversiones en salud, educación y servicios
sociales. Lo innovador de este índice es que está compuesto de resultados que
están vinculados con la productividad y el crecimiento económico según la
evidencia. Cabe anotar que el índice va a estar limitado por la disponibilidad de
datos comparables entre países. Por esto, va a ser un índice bastante simple para
empezar, pero esperamos que evolucione.

Aunque el índice es un elemento altamente visible -y tal vez controversial- del


trabajo del banco en este tema, es solo una pieza de un portafolio más amplio de
intervenciones que la institución está enfatizando con mayor fuerza.

S.E.: ¿Por qué es necesario hablar de la inversión en capital humano?

J.S.: Es necesario poner sobre la mesa otra vez el tema. Ese discurso ha estado en
la discusión muchas veces, pero no ha tenido suficiente impacto sobre la inversión
que se hace en la mayoría de países. Uno ve las discusiones a nivel
macroeconómico y se fijan en la inflación, la cuenta corriente y la tasa de inversión
de capital físico. Pero rara vez en la inversión de capital humano.

De hecho, en este mundo de análisis macroeconómico siempre se oye que los


sectores sociales son los ‘soft sectors’ (sectores suaves), cuando en realidad no hay
nada blando en elaborar una reforma educativa o una reforma de salud. ¡Desde el
punto técnico, financiero y político son complejísimas!

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Lo grave es que en los países pobres y de ingreso medio rara vez encuentras la
burocracia más calificada en estos sectores. Estas carteras -que necesitan reformas
excesivamente complejas- no tienen burocracias con el mismo nivel de calificación
que un Ministerio de Economía. Ustedes tuvieron de ministro de Salud a Alejandro
Gaviria (no puedes pedir más que eso), pero esa no es la regla en los países en vía
de desarrollo.

S.E.: Acá en Colombia se está hablando mucho de la necesidad de hacer una


reforma educativa. Desde su perspectiva, ¿qué factores deberíamos tener en
cuenta en una eventual reforma?

J.S.: Un concepto que para mí es importante es que para que cualquier reforma
educativa funcione debemos tener al menos tres elementos fundamentales: que
haya un diseño razonable de las políticas; la capacidad de implementación, desde el
Ministerio de Educación hasta la escuela misma, y el compromiso político. Porque
una cosa es que un diseño pedagógico funcione en una escuela o en diez, y otra en
10.000.

En ese sentido, el tema del manejo de la escuela y el rol que tiene el director
también es fundamental. El rector es un pobre tipo que tiene a veces pocos
recursos, pero sin embargo tiene que administrar 500 chicos, sus padres de familia y
a 70 profesores. Y a veces tiene muy poco margen de maniobra, porque no puede
operar completamente ni los recursos humanos ni los económicos. La estructura de
financiamiento no es perfecta y que ver cómo hace para que esa pequeña empresa
que es la escuela funcione todos los días. Y si no funciona, le van a echar la culpa a
él, no al Ministerio ni a la Secretaría de Educación, que están muy lejos.

Tenemos que preguntarnos si realmente les estamos dando las atribuciones y la


flexibilidad que necesitan para manejar esa institución. Usualmente, una de las
características de los sistemas educativos más exitosos es que el director tiene al
mismo tiempo una gran responsabilidad y una gran autonomía. Tiene que rendir
cuentas, pero es autónomo. Eso es algo que falla en muchos países de ingreso
medio como Colombia.

S.E.: ¿Qué lección podemos aprender los países más avanzados en


educación?

J.S.: Hay un detalle sobre Singapur: a pesar de ser nuestro país de referencia como
uno de los que mejor lo está haciendo en educación, ellos mismos sienten que
todavía no están en donde quisieran. Todavía sienten que no han invertido lo
suficiente en la educación. Esa es una cosa muy interesante: los países que les va
bien también son países que tienen una gran ambición de ir mejorando.

En un país como Finlandia, que es otro de los mejores, están preocupadísimos


porque no están seguros de tener una equidad perfecta (ellos siempre han tenido la
obsesión de que toda escuela dé exactamente el mismo nivel; de que tú puedas ir a
cualquier escuela y la calidad sea la misma). Y, ahora, que tienen una mayor
segregación espacial en algunos barrios, les preocupa que puedan estar generando
inequidad en el sistema.

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En ese sentido, los países que les van bien no dicen "ya estamos bien, ya estuvo".
Por el contrario: son países con la obsesión permanente de cómo asegurarse que la
calidad y la equidad de sus sistemas sean las mejores posibles. Eso es algo muy
importante para destacar y tener en cuenta.

¿En qué hemos avanzado y qué nos falta para


mejorar la calidad de los docentes en el país?
El estudio “La profesión docente en Colombia: normatividad, formación, selección y
evaluación”, publicado por la Universidad de los Andes, aborda cómo funciona y en
qué falla el eje central del sistema educativo: los maestros. Este tema será discutido
por los expertos en la próxima Cumbre Líderes por la Educación.

Solo el 30% de todos los docentes del país tiene títulos de


posgrado

No es una revelación decirlo: los profesores son el componente escolar con mayor
influencia en el aprendizaje. Mejorar su calidad eleva también los estándares del
proceso educativo. Está más que comprobada la relación entre tener un buen
maestro, asistir a una mejor universidad y devengar mayores ingresos laborales en
el futuro. Pero, mejorar las condiciones legales, sociales y formativas de la labor
docente en Colombia es más fácil decirlo que hacerlo.

Aunque el gobierno ha avanzado a pasos lentos hacia la profesionalización y el


aseguramiento de la calidad de los profesores del país, todavía hay grandes déficits
en el ámbito de formación y homogenización de las condiciones de calidad de los
encargados de educar a los niños, especialmente en las regiones más necesitadas.
Un insumo fundamental para entender este retador panorama es el documento de
trabajo “La profesión docente en Colombia: normatividad, formación, selección y
evaluación”, publicado por la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo de la
Universidad de los Andes.

De los profesores del país 14,5 % son provisionales en cargos definitivos.

Este realiza un diagnóstico del estado de la profesión, enfocándose en cinco


aspectos: la normatividad que rige la carrera docente, la configuración de su fuerza
laboral a lo largo del territorio nacional, la formación inicial de los maestros, los
procesos de selección y evaluación y la formación en servicio.

Radiografía del sector

La mayoría de docentes en el país tiene más de 45 años de edad (el 59%), pero una
proporción importante, el 28%, está entre los 35 y los 45 años. Solo el 14% tiene
menos de 35. En cuanto al género, el 65% de la fuerza docente del país está
compuesta por mujeres, principalmente en primaria, donde la relación es de tres
profesoras por cada hombre; en secundaria y media la relación es de uno a uno.

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Los profesores del sector público están divididos en dos estatutos, el viejo (2277),
que cobija a todos los maestros que ingresaron al magisterio antes de septiembre de
2002, y el nuevo (1278), que empezó a regir de ahí en adelante. Esto ha conducido
a que el 54,6% de los docentes del país estén bajo el estatuto 2277 y solo el 28,6%
bajo el 1278, según cifras de 2014. El restante, que equivale al 16,8%, son
profesores provisionales.

El número de maestros de primaria sin educación universitaria es: 3 veces


mayor en los municipios con altas tasas de desplazamiento forzado.

Desde 2002 los maestros del sector público son elegidos por la calificación que
obtienen en el concurso docente. A veces hay vacantes definitivas sin llenar por
ausencia de candidatos elegibles, en ese caso, las plazas son ocupadas por
nombramientos provisionales. En Colombia, hay un altísimo número de profesores
provisionales en puestos permanentes. En total, solo 2,2% de los docentes son
provisionales en cargos temporales (por licencias o incapacidades médicas),
mientras 14,5% son provisionales en cargos definitivos.

Lo grave de esto es que, como señala el documento, “la proporción de docentes


provisionales está asociada negativamente con el aprendizaje de los estudiantes
medido por las pruebas Saber 11”. Por si fuera poco, la proporción de docentes
provisionales es más grande en los municipios con mayor índice de necesidades
básicas insatisfechas (19,5% para primaria y 23,7% para secundaria y media) y en
los que han vivido el desplazamiento (20,5% para primaria y 26,4% para secundaria
y media).

“La profesión docente en Colombia: normatividad, formación, selección y


evaluación”.

Este fenómeno se suma al hecho de que los docentes en estas zonas están menos
preparados. El número de maestros de primaria sin educación universitaria es tres
veces mayor en los municipios con altas tasas de desplazamiento forzado.

La carrera docente

Todo esto da cuenta de un sistema desigual, con dos puntos mucho más graves:
primero, la concentración de la oferta de licenciaturas en ciudades capitales,
municipios con más de 100.000 habitantes y en la Región Andina; y, segundo, el
bajo rendimiento de estas en las pruebas Saber Pro. Sus egresados están por
debajo del promedio de otras carreras en lectura crítica, inglés y razonamiento
cuantitativo, y solo los superan leve- mente en comunicación escrita. Aunque esto
puede tener que ver con que, por lo general, los estudiantes con peores pruebas
Saber 11 tienden a ingresar a las licenciaturas.

La excepción son las escuelas normales superiores, donde por el contrario muestran
muy buenos resultados en las pruebas de Estado. En promedio, logran una
desviación de 0,15 puntos en las pruebas Saber 11 por encima de los demás
estudiantes del sector público, demostrando la importancia en la formación de la
fuerza docente del país. Una vez graduados, los aspirantes a profesores en el sector
público deben pasar el concurso docente, que incluye un examen “de papel y lápiz”.

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Es de anotar el espíritu meritocrático de este concurso, aunque, según el
documento, tiene dos falencias: que la evaluación “no permite verificar las
capacidades de la persona como docente” y que el periodo de prueba en el que
entran los seleccionados cuando están en su puesto es muy corto, de solo cuatro
meses. Los profesores nombrados tienen además que realizar otras dos pruebas:
una evaluación de desempeño anual, en la que el supervisor califica las
competencias funcionales y comportamentales del docente, y una evaluación de
competencias. Este es un requisito para ascender en el escalafón e incluye un video
de una clase (que vale el 80%), una autoevaluación (10%), una encuesta a los
estudiantes (5%) y el promedio de las últimas dos evaluaciones de desempeño
(5%). En cuanto a la educación posgradual, solo el 30% de todos los docentes del
país tiene estos títulos.

Solo el 30% de todos los docentes del país tiene títulos de posgrado.

Para mejorar este indicador, el gobierno ha avanzado en los últimos dos años en
dos estrategias: financiación de maestrías, con las Becas para la Excelencia, y
formación situada, con el programa Todos a Aprender. Ambos han demostrado
buenos resultados, pero, como señala el informe, no basta para ampliar la cobertura
de la oferta posgradual (que también está concentrada en la región central) sino que
hay que mejorar la calidad de los programas.

En este sentido, los autores del documento señalan que el país ha demostrado en
los últimos años que es posible articular cambios en el corto y mediano plazo para
profesionalizar su labor y mejorar la calidad de los docentes. Aunque todavía falta
mucho. Es necesario seguir desarrollando procesos que le faciliten a los docentes
los conocimientos, habilidades y herramientas que requieren.

¿Cómo construir la Argentina que soñamos desde la educación?


¿Es Argentina un país rural que ha olvidado su ruralidad?
¿Se enseñan y se aprenden realmente las competencias
socioemocionales?
¿Qué responsabilidad tiene el entorno empresarial en las políticas
educativas?
¿Cómo formarnos para ser competitivos y generar desarrollo en la era
digital?
¿Puede el acceso a la escuela compensar las desigualdades
socioeconómicas de las familias?

¿Qué es más importante que hablar de educación? Colombia está en un momento


histórico en el que la educación juega un papel fundamental y es enseñar a los
colombianos a vivir en paz. Bajo esta premisa, Semana Educación realiza cada año
la Cumbre Líderes por la Educación.

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Se trata del evento más importante del sector educativo en el país, un escenario
para compartir experiencias pedagógicas innovadoras y discutir sobre los retos en
educación.

La Cumbre Líderes por la Educación 2016 fue la tercera edición de este encuentro.
Durante sus dos días, los más de 900 asistentes escucharon a 57 expertos entre
nacionales e internacionales del sector educativo, repartidos en diez mesas de
trabajo que discutieron sobre la educación desde la primera infancia hasta la
vinculación al sistema laboral.

Lo cierto es que convertir a Colombia en la nación más educada de la región exige


superar varios obstáculos, unir voluntades y encontrar consensos para saber cuál
país se quiere construir. Estas fueron sus principales conclusiones.

1. ¿Por qué educar?


Todos los países que han salido de un conflicto armado han tenido que reconstruir
su tejido social mediante la educación. Pero no basta con solo aumentar la cobertura
y su acceso, mejorar la infraestructura y capacitar maestros. Una clave, de acuerdo
con el Kroc Institute for International Peace Studies, yace en saber con qué finalidad
se va a educar. Un caso emblemático es Irlanda del Norte, donde tras la firma de la
paz en 1998 el Estado erigió un sistema educativo con el objetivo de inculcar la
comprensión mutua, la aceptación de las diferencias y la integración.

2. Hay que arrancar temprano


Una de las brechas más grandes se abre en la primera infancia. Ya desde los
primeros años de vida, millones de niños de escasos recursos carecen de estímulos
antes del colegio. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a los 6 años
las “diferencias cognitivas empiezan a notarse y crean desventajas en el sistema”.
Las consecuencias son desastrosas, no solo por las carencias intelectuales y la baja
competitividad, sino porque justamente estos niños tienen más dificultades para
desarrollar habilidades sociales y emocionales. El país necesita no solo seguir por la
senda de la formación inicial, sino también capacitar a los padres para que sepan
acompañar a sus hijos desde el primer momento.

3. Sin currículo, el camino no es claro


El país sigue con la tarea pendiente de definir las directrices sobre cómo y qué debe
enseñarse en las aulas. Para algunos, hablar de currículo es imposible, pues no solo
hay ya estándares curriculares, sino que la Constitución establece una libertad de
cátedra. Para los críticos, sin embargo, es necesario un currículo que permita
reflexionar sobre el futuro y encontrar consejos sobre la sociedad por construir. El
debate no es nuevo y se necesita resolver. No solo porque la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) ya le recomendó al gobierno crear
estándares, sino porque la paz abre la puerta para redibujar el destino de Colombia.

4. Los docentes son la base


Los esfuerzos del gobierno por mejorar la calidad docente en Colombia por medio
de becas, créditos y otros incentivos son el camino correcto para contribuir a un
sistema de educación de alto nivel. Sin embargo, hay que acelerar el ritmo para ver
más y mejores resultados. Quienes deciden formarse como profesores siguen
teniendo los resultados más bajos en las pruebas de evaluación docente. Además,

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el modelo de evaluación, aunque necesario, requiere definir las competencias
específicas que debe desarrollar un educador.

5. Competencias blandas, la clave del bienestar


Un país que quiera avanzar en educación debe entender que las habilidades
socioemocionales de sus ciudadanos son una clave crucial para ser competitivos en
el siglo XXI. Las naciones de Asia y Europa que lideran las pruebas internacionales
como Pisa han enfocado sus esfuerzos en equilibrar, desde las aulas, capacidades
cognitivas y socioemocionales. De acuerdo con la Ocde, sólo una formación integral
permitirá a las personas enfrentar los desafíos de la actualidad. Es por eso que el
contexto actual colombiano exigirá asimilar valores como la tolerancia y el respeto a
las diferencias y lograr manejar sus emociones para vivir en paz.

6. El bilingüismo es una apuerta abierta al mundo


La importancia del inglés y su manera de enseñarlo a través de la vida es
trascendental. Sin embargo, en cuanto a la formación en un segundo idioma, es
importante vincular la didáctica con los diferentes conocimientos disciplinares y se
necesitan herramientas para mejorar el uso de este idioma en el país. Queda claro
que no es suficiente hablar inglés para enseñarlo. Además, hay que aumentar las
practicas, pero también hacerles un seguimiento y acompañamiento cuidadoso para
garantizar su pertinencia.

7. Para cerrar las brechas se necesita pertinencia


Las ciencias y la ingeniería son claves para la competitividad de las industrias, la
tecnología y la innovación. Pero Colombia no alcanza todavía los niveles deseados.
A pesar de los esfuerzos, aún no existen incentivos suficientes para las carreras
relevantes. Según el Sena, para 2018 harán falta cerca de 90.000 ingenieros de
sistemas y telemática en el país, una tendencia en ascenso. También en
investigación las cifras dejan mucho que desear. El país tiene siete doctores por un
millón de habitantes, mientras que el promedio latinoamericano es de 41. En cuanto
a las publicaciones científicas, Colombia solo alcanza la mitad del promedio
regional.

8. Hay que sincronizar los esfuerzos


Por último, hay que tener en cuenta que en el terreno de la educación en Colombia
abundan los actores. Cientos de fundaciones e instituciones trabajan
permanentemente y por la misma causa. Sin embargo, la cantidad de esfuerzos no
asegura la calidad de los resultados. En gran parte, debido a la falta de un sentido
de labor colectiva. Esto ha abierto brechas entre entidades con los mismos intereses
, así como entre privados y gobierno. Uno de los efectos más graves es que hay
regiones del país sobreintervenidas, y otras que carecen completamente de
acciones con impacto. Es por eso que mejorar la educación solo será posible si
Colombia cuenta con un liderazgo sólido en todos los niveles del gobierno y la plena
participación de todos los grupos de interés.

Es por eso que a un año de estas enseñanzas, la Cumbre Líderes por la Educación
vuelve en su cuarta edición, pues quedan tareas pendientes y el compromiso de
seguir debatiendo los temas que le competen al país. Este año, los próximos 20 y 21
de septiembre, diferentes expertos a nivel nacional e internacional se reunirán en el
Centro Empresarial El Cubo de Colsubsidio, en Bogotá.

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Se tratarán diferentes temas de relevancia como la formación para la vida, la
educación en las regiones y cuál será la nueva perspectiva educativa de cara a las
próximas elecciones presidenciales, temas que podrían hacer parte del debate sobre
educación en cualquier país del mundo, pero que adquieren particular relevancia en
el contexto colombiano.

Además, la Cumbre abordará otros temas de manera transversal como las


competencias socioemocionales como motor de desarrollo en la sociedad. Y es que
quienes se enfrentan al reto de crear una sociedad próspera deben ser conscientes
de que son las personas las que construyen el país.

“No hay que creer en sistemas rígidos que


controlen a los profesores”
Semana Educación habló con Jaak Aaviksoo, exministro de Educación de Estonia,
sobre la responsabilidad de los gobiernos en la formación de los docentes y en las
estrategias para avanzar en calidad educativa.

“No hay que creer en sistemas rígidos que controlen a los profesores”

Hablar de educación se ha convertido en una premisa necesaria para Colombia,


sobre todo en este momento en el que el país atraviesa una etapa crucial en su
historia: el del posacuerdo. Es ahora cuando el acceso a la formación de calidad se
presenta como la herramienta fundamental para garantizar, por un lado, una paz
sostenible y duradera que asegure la no repetición y, por otro, asegurar un proyecto
de vida digno para todos los colombianos.

Estas son razones de peso suficientes para celebrar la Cumbre Líderes por la
Educación 2017, el evento más importante del sector educativo en el país y
organizado por Semana Educación, que en esta cuarta edición girará entorno a un
gran eje temático: ¿Qué ciudadano queremos formar?.

La Cumbre, que tendrá lugar los días 20 y 21 de septiembre en el Cubo de


Colsubsidio, en Bogotá, contará con la participación de expertos nacionales e
internacionales que debatirán sobre el estado de la educación en el país y en el
resto del mundo.

Uno de ellos será Jaak Aaviksoo, actual rector de la Universidad Tecnológica de


Tallin, en Estonia, y exministro de Educación de ese país durante 1995 y 1996, y
nuevamente desde el año 2011 a 2014. La importancia de este país a nivel
educativo es trascendental, pues en los últimos años ha experimentado un repunte
vertiginoso en las pruebas Pisa. De hecho, en la última evaluación obtuvo el tercer
lugar a nivel mundial y el primero frente al resto de países en el Viejo Continente.

Semana Educación lo entrevistó para conocer más sobre el sistema educativo


estonio.

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Semana Educación (S.E.): ¿En qué puntos centró su política educativa en los
años en los que ejerció como ministro?

Jaak Aaviksoo (J.A.): En los 90, después de que Estonia fuera reconocida como
una república independiente de la Unión Soviética, diseñamos un currículo nacional
basado en el pensamiento crítico y que fuera independiente a la ideología que se
manejaba en los tiempos de la URSS. También lanzamos un programa para
digitalizar y traer tecnología a todas las escuelas. Después, entre 2011 y 2014
impulsamos una política para subir el sueldo de los maestros en todo el territorio y
otra para brindar mayor autonomía a los colegios. Lo que buscamos constantemente
fue subir nuestros estándares de calidad y apoyar la educación vocacional.

S.E.: ¿Cómo ha logrado Estonia avanzar tanto en educación en los últimos


años?

J.A.: El país tiene una gran tradición educativa. Los índices de alfabetización han
estado por encima del 90 % desde hace más de 120 años. Pero creo que la principal
razón es que la población le da mucha importancia a la educación. Fue a través de
la educación que los estonios lograron ser independientes y exitosos en su vida
personal, teniendo en cuenta que el país estuvo durante muchos años bajo el control
alemán y soviético. Creemos firmemente en el acceso universal a una educación de
calidad y en invertir en la formación de nuestros profesores y en su continua
capacitación.

Relacionado: ¿Qué tiene que aprender Colombia de Estonia?

S.E.: ¿En qué aspectos se centra el sistema educativo estonio?

J.A.: Somos muy críticos con nuestro sistema educativo, aunque los indicadores
internacionales nos muestran que vamos por buen camino. Nuestro principal reto es
alentar a las personas talentosas y motivadas para que elijan la labor docente como
profesión. También nos enfocamos en la protección y formación de la primera
infancia porque somos conscientes que es en esa etapa donde los niños empiezan a
desarrollar sus capacidades. Los errores en el aprendizaje son muy difíciles de
corregir en los últimos niveles académicos, así que tratamos de adelantarnos a los
acontecimientos.

S.E.: Usted habla de habilidades, ¿cómo forman a sus jóvenes en capacidades


socioemocionales?

J.A.: Nosotros vemos que las competencias socioemocionales juegan un papel cada
vez más importante, sino el más importante, en el desarrollo de las personas.
Creemos que los colegios deben contemplar su aprendizaje y crear espacios
favorables en los que se puedan poner en práctica. Tiene mucho que ver con el
trabajo que realizan los profesores en el aula de clase, así como en la experiencia
social y positiva que los niños viven al seno de su familia.

S.E.: ¿Qué rol juegan los profesores en el sistema educativo de Estonia?

J.A.: Los docentes son la clave del sistema educativo en nuestro país y es
responsabilidad del gobierno formarlos, confiar en ellos y empoderarlos. Desde hace
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25 exigimos a cualquier persona que quiera ejercer la docencia tener un título de
maestría. También exigimos una formación de alta calidad a los profesores de
preescolar. En la actualidad, el salario promedio de los docentes está por encima del
salario promedio del resto de trabajadores. Estamos tratando de impulsar ahora que
el salario mínimo de los primeros sea igual al salario promedio nacional de los
segundos y el salario promedio de los docentes sea un 120 % más alto que el
promedio nacional del resto de trabajadores. No creemos en un sistema rígido en el
que haya que controlar todo lo que hace un profesor en el aula, sino en brindarle
capacitación y acompañamiento para que construya un espacio favorable, sano y
motivador para sus estudiantes. La responsabilidad es suya.

S.E.: En relación con el tema de las brechas de capital humano, ¿cómo es el


sistema de formación técnica en el país y cómo lo impulsan?

J.A.: Los estudiantes estonios pueden elegir a los 16 años si quieren recibir una
educación secundaria general o una formación técnica. Tres de cada cuatro jóvenes
eligen la academia, pero creemos que debería ser una relación de 50/50 porque
muchos de ellos abandonan sus estudios en esta etapa de su vida sin un título y no
se vuelven a vincular jamás con el sistema educativo. Estamos trabajando junto con
el sector productivo para hacer de la formación técnica una educación más práctica.
El problema es que las empresas en el país son muy pequeñas y no tienen la
capacidad para aceptar tantos estudiantes en prácticas.

S.E.: ¿Qué cree que puede aprender Colombia de Estonia en términos


educativos?

J.A.: Los estonios creemos que la educación es el cimiento del futuro de nuestro
país. Esto significa que debemos proporcionar a cada niño acceso a educación de
calidad, al margen de su condición socioeconómica y procedencia. Creemos en la
igualdad de oportunidades y en la importancia de contar con profesores de calidad
en los que confiamos.

Por qué los Millennials no duran en sus


trabajos
La alta rotación de los Millennials, personas entre los 15 y 35 años de edad,
representa, sin duda, un enorme desafío para los empresarios: ¿cómo retenerlos y
generarles un ambiente laboral satisfactorio y confiable?

Hoy, las empresas se enfrentan a una cruda y difícil realidad: jóvenes talentosos que
abandonan sus puestos de trabajo en cualquier momento, motivados por una nueva
oportunidad laboral, con mejores beneficios y mayores espacios de vida personal.

María Alejandra Serna y Alejandra Ángel, psicólogas de la Universidad de los


Andes, han investigado sobre la inestabilidad laboral y tienen una respuesta para
disminuirla: “Una forma de evitar que los Millennials se vayan de su puesto de
trabajo –dicen- es desarrollar en los directivos de las empresas tres habilidades
básicas: empatía, comunicación y liderazgo. Estas les permitirán comprender mejor
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las necesidades particulares de sus jóvenes empleados, sus expectativas,
preferencias e intereses dentro de la organización, a fin de desarrollar estrategias
que promuevan la satisfacción laboral de los mismos”.

Según la propuesta de intervención de Serna y Ángel, después de revisar diversas


fuentes, dichas habilidades les permitirán a los Millennials ver a los directivos como
probables modelos a seguir, sentir que tienen algo nuevo que aprender de ellos y
recibir retroalimentación directa para su crecimiento personal y laboral.

“Con la habilidad de la empatía podrán comprender a sus jóvenes trabajadores y


ayudarles a desarrollarse en sus puestos de trabajo; con la habilidad de la
comunicación estarán en capacidad de enviarles mensajes asertivos, con
retroalimentaciones y críticas constructivas que los hagan sentir en constante
aprendizaje; y por medio del liderazgo, podrán guiarlos e inspirarlos. Todo ello
contribuirá a la realización personal de los jóvenes y los mantendrá satisfechos en
sus puestos actuales por más tiempo”, dicen las profesionales.

Anteriormente, las empresas buscaban motivar a sus empleados con factores


externos (buenos salarios, ambientes laborales adecuados y posibilidad de hacer
carrera), dado que los trabajadores buscaban seguridad y estabilidad en sus
puestos. Sin embargo, afirman las psicólogas, con el cambio de prioridades de los
Millennials, hoy se deben enfocar los esfuerzos empresariales al fortalecimiento de
otros factores que conlleven a la autorrealización personal y profesional, como un
trabajo gratificante, reconocimiento y tareas interesantes.

La alta rotación de estos jóvenes es perjudicial para las empresas, dado que deben
invertir constantemente en capacitaciones, pierden los conocimientos adquiridos del
trabajador que se va y la capacidad de generar un ambiente laboral de confianza.
Como lo afirman los investigadores Eduardo Martin Cuesta, María Elena Ibáñez,
Rosana Tagliabue y Marcela Zangaro, en su artículo La nueva generación y el
trabajo, en la revista Barbarói de la Universidad de Santa Cruz do Sul (Brasil), “a la
hora de ser fieles, el compromiso de los Millennials es para consigo mismos y no
para con la empresa que les haya proporcionado empleo”.

“En numerosos estudios y encuestas, los Millennials no han salido bien librados en
cuanto a su compromiso y lealtad en sus puestos de trabajo. Con frecuencia, los
adultos se refieren a esta generación como inmadura, irresponsable e inestable
laboralmente”, agregan Serna y Ángel, “lo cual no puede estar más alejado de lo
cierto. El problema no es que el Millennial no quiera trabajar, es que los mayores no
se han tomado el tiempo de entenderlo”, agregan.

Además, como lo sostiene el sociólogo Zygmunt Bauman las nuevas generaciones


gozan de un bienestar económico que en generaciones anteriores era desconocido.
Hace unos años, tener un trabajo era un privilegio: había que conservarlo a toda
costa y podían durar toda la vida en una empresa. Sin embargo, en los últimos años,
los Millennials quieren obtener nuevas experiencias, como si la realización personal
dependiera del cambio y no de la estabilidad que gozaron sus padres y abuelos.

Para mantenerse satisfechos, los Millennials necesitan sentir que están creciendo
todos los días y que son retados intelectualmente de manera constante, por lo cual
buscan empresas que se alineen a sus valores y, si no las encuentran, crearán sus
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propios emprendimientos para poder alcanzar sus sueños. “No son personas que
estén dispuestas a conformarse y este es el gran reto que deben superar las
empresas”, concluyen las psicólogas.

“Necesitamos maestros para darle sentido a los


contenidos digitales”
Richard Culatta, especialista en el uso de la tecnología en la educación, habló con
Semana Educación sobre las ventajas pedagógicas de las herramientas digitales,
cómo debemos usarlas y cómo cambiarán el paradigma de la enseñanza.

“Necesitamos maestros para darle sentido a los contenidos


digitales”

La innovación de la educación en el siglo XXI está ligada con el correcto uso de la


tecnología. Hoy más que nunca, se hace importante pensar en cuál es el uso
apropiado que se le debe dar en las aulas a las nuevas herramientas digitales para
que solucione los principales retos de la educación.

Por esta razón, en la Cumbre Líderes por la Educación 2017, el evento más
importante del sector educativo, se abordará a profundidad el papel de la educación
en la era digital. En el contexto de este evento, varios expertos en esta materia
compartirán su conocimiento el 20 y 21 de septiembre en el Cubo de Colsubsidio en
Bogotá.

Entre ellos estará Richard Culatta, CEO de Sociedad Internacional para la


Tecnología en la Educación (ISTE, por sus siglas en inglés), una organización
internacional que ayuda a los profesores a reconocer y a mejorar el uso de la
tecnología en sus clases. De hecho, Culatta destaca la importancia de la tecnología
para crear un modelo educativo que entienda a los estudiantes, los convierta en
sujetos activos y les enseñe el gusto por el aprendizaje.

Sin embargo, no basta con usar la tecnología. Como apunta el experto, “la
tecnología es un catalizador”, tanto de buenas prácticas, como de las malas. Y
depende de los profesores, directivos y administradores enfocar esta herramienta en
la dirección de una buena enseñanza.

Semana Educación: ¿Cuáles son los retos de la educación de hoy?

Richard Culatta: Me parece que en general tenemos dos grandes retos: cerrar las
brechas educativas y personalizar más la educación. En todo el mundo las
oportunidades educativas siguen siendo muy desiguales. Por esa razón, algunos
estudiantes tienen grandes oportunidades de tener éxito en la vida, mientras otros
no. Por mucho tiempo estas brechas significativas en términos de las oportunidades
que les proveemos a los jóvenes se han mantenido, incluso aquí en Estados Unidos.
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La otra parte es que no hacemos un buen trabajo personalizando la educación de
acuerdo a las necesidades de cada estudiante. Generalmente, les damos a cada
uno las mismas actividades, las mismas tareas, pero sabemos que ellos no son
iguales, tienen diferentes fortalezas y debilidades, diferentes pasiones, diferentes
retos. Y creo que tenemos que hacer un mejor trabajo como sistema educativo de
adaptar y ajustar el aprendizaje a las necesidades de cada individuo.

S.E.: Y, ¿qué puede hacer la tecnología para ayudar a solucionarlos?

R.C.: En cuanto a cerrar la brecha, se debe proveer más acceso equitativo. Si estás
en una escuela o en un pueblo donde no tienes un experto para cada materia, la
tecnología te permite conectarte con expertos de todo el mundo. Por ejemplo, no
todos los colegios tendrán un profesor con una experiencia avanzada en física o en
computación, y eso es algo normal. Pero con la tecnología no hace falta, pues los
estudiantes se pueden conectar a otros lugares del mundo donde van a encontrar
esa experiencia. Además, es más fácil acceder a recursos de alta calidad.
Desafortunadamente, muchos colegios en el pasado usaban libros de texto viejos.
Los colegios con más plata podían comprar recursos más actualizados y los que no,
se quedaban con materiales desactualizados. La tecnología está nivelando el
terreno para que los jóvenes, sin importar en qué escuela estén, tengan recursos de
calidad.

En términos de personalizar la educación, lo que podemos hacer es ayudar a los


estudiantes y profesores a encontrar en qué aspectos deben concentrar su tiempo.
Una de las razones por las que no personalizamos la educación es que antes hay
que saber en dónde tiene dificultades el estudiante, cuáles son sus intereses, cuáles
son sus fortalezas y debilidades. Y ese es un proceso muy laborioso. No es fácil
saber cómo está cada uno de los 30 estudiantes, o más, que hay en cada clase.
Pero la tecnología puede proveer una foto en tiempo real de cuáles son los puntos
débiles y fuertes de los estudiantes y, basado en eso, agregar recursos y actividades
para ayudarlos a fortalecer las áreas en las que flaquean y a avanzar más rápido en
las que son mejores.

S.E.: Si sabemos que ese uso de la tecnología funciona, ¿por qué no lo


hacemos más?

R.C.: Esa es la gran pregunta. De hecho, es la pregunta a la que más tiempo


deberíamos dedicarle. Creo que uno de las razones es que se puede hablar de
estos beneficios todo lo que se quiera, pero hasta que no ves cómo funciona es muy
difícil que los educadores cambien sus prácticas. Uno de los retos es que
necesitamos ejemplos. Yo los llamo ‘escuelas faro‘. Cuando trabajé con la
administración del presidente Obama creamos estas estas escuelas y encontramos
que luego otros profesores y administradores podían venir a mirarlo y decir ‘oh,
ahora entiendo cómo es‘. Eso hace que sea mucho más fácil para ellos, adoptar
esas prácticas.

Pero estas escuelas faro necesitan un montón de apoyo, no basta con decir
"háganlo". Usualmente necesitan inversión adicional, expertos y un montón de
apoyo, porque crear el modelo es muy difícil. Pero si puedes hacer eso en algunos
colegios, luego es mucho más fácil implementarlo en otros lados.

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S.E.: ¿Es posible que los educadores tengan miedo de implementar
estas herramientas tecnológicas y cambiar el sistema tradicional?

R.C.: Seguro. El cambio siempre da miedo. Lo interesante es que yo veo maestros


que todo el tiempo me dicen: "esta tecnología es difícil de usar, es incómoda, yo no
soy bueno con la tecnología". Pero luego cogen su celular, actualizan Facebook, se
escriben por Whatsapp, etc. Ahí yo digo: “¡Espera! los docentes sí saben usar la
tecnología, pero no están cómodos cuando les toca usarla en clases”. Creo que
muchas veces nos preocupamos pensando que los profesores no son muy buenos
con estas herramientas tecnológicas y lo que pasa es que no han tenido la
instrucción necesaria para aprender a usarla. Ahí hay un rol muy importante para las
escuelas de educación, los gobiernos, las organizaciones como ISTE. De hecho,
ese es nuestro objetivo, ayudar a que los maestros sepan cómo usar la tecnología
en las aulas.

S.E.: Usted habla de que debemos reemplazar el concepto de estudiantes por


creadores. ¿Cómo es eso?

R.C.: Tradicionalmente vemos a los estudiantes como esponjas que succionan la


información que les da el profesor. Cuando empezamos a usar la tecnología,
algunas personas lo hacen con el mismo modelo, aunque ahora es la tecnología la
que provee la información. Esa es la manera menos interesante de usar estas
herramientas. Lo mejor es usarlas para que los estudiantes solucionen problemas
juntos, colaboren, creen, diseñen. Básicamente, eso es lo que quiero decir con esta
idea de reemplazar el concepto de estudiantes por creadores. Yo no quiero un niño
sentado ahí memorizando. Si eso es todo lo que hacemos con la tecnología, es
mejor quedarse con el papel. Ahora con un computador tienes las herramientas para
crear tus soluciones y cooperar con gente de todo el mundo, y eso es mucho más
interesante. Cuando veo escuelas que hacen eso es realmente genial.

S.E.: ¿Y qué cosas puede crear un estudiante con la tecnología?

R.C.: Por ejemplo, en una escuela que visité recientemente vi que algunos
estudiantes en una clase de Biología, pero al aire libre. Tenían un dispositivo
electrónico con el que estaban sacando muestras de plantas cerca a su escuela.
Trabajaban con un profesor de una universidad para desarrollar mapas genéticos de
las plantas. Luego, esas investigaciones iban a aparecer en un artículo en una
revista científica en cooperación con investigadores de la universidad. Son solo
niños de colegio, y ya están haciendo una investigación científica en cooperación
con una universidad. ¡Eso es genial! Una forma de hacer la clase hubiera sido
sentarse y escuchar toda la lección sobre plantas y la genética, pero ellos decidieron
hacer investigación en asociación con la universidad. Y eso fue posible por la
tecnología.

S.E.: ¿Estamos usando mal la tecnología en las escuelas?

R.C.: La tecnología es un catalizador. Si la aplicas con métodos de enseñanza poco


efectivos, lo que haces es reproducirlos. Tendrás más pedagogías malas que
buenas. Ahora, si se aplica a pedagogías efectivas, ayudará a mejorarlas. ¿Hay
casos en los que la tecnología está mal usada? Absolutamente. Y también hay
casos en los que se usan muy bien. Así que creo que es nuestra responsabilidad
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pensar qué estamos catalizando con la tecnología. Si es solo leer algo en una
pantalla y responder unas preguntas de selección múltiple, la tecnología ayudará a
multiplicar esa técnica, aunque no es un uso muy efectivo. Si en cambio, les provee
una herramienta a los estudiantes para que solucionen un problema en su
comunidad, la tecnología potencia los alcances de la educación.

S.E.: Existe esta teoría que expresa que en el futuro cada niño tendrá un tutor
digital personalizado, que lo conocerá tan bien, que reemplazará a los
profesores. ¿Qué opina de esto?

R.C.: Yo creo que la tecnología va a reemplazar a los maestros que no sepan cómo
usarla. En otras palabras, siempre habrá un papel para maestros que entiendan
cómo usar la tecnología efectivamente, porque el verdadero valor agregado de la
mente de los maestros es ayudar a crear sentido, hacerles preguntas difíciles a los
estudiantes, retarlos, empujarlos y ponerlos a pensar en maneras diferentes. Nunca
habrá un momento en el que eso no sea necesario.

Ahora, si todo lo que hace el profesor es presentar un contenido, entonces sí, llegará
el tiempo en que la tecnología lo haga mejor. Google ya lo está haciendo. Puedo
entrar a Youtube y conseguir una mejor información que con un profesor. Sin
embargo, para lo que siempre necesitaremos a los profesores es para darle sentido
de esa información.

S.E.: Su papel va a tener que cambiar...

R.C.: Sin duda. Ahora dejan de ser la única fuente de información y tienen que
volverse más una guía que acompañe a los estudiantes en su experiencia educativa.
Muchos maestros en todo el mundo ya lo hicieron. Pero, de vez en cuando, entras a
una salón de clase y solo ves a los niños sentados en fila copiando lo que dicta el
profesor. Esas clases no son tan chéveres.

S.E.: ¿Cómo imagina el futuro de la educación?

R.C.: Hay muchas cosas que me gustaría ver. Pienso que una de ellas es tener
herramientas diseñadas para que los estudiantes sepan en tiempo real en dónde
tienen problemas y en dónde les está yendo bien. Eso ya lo estamos haciendo, pero
me gustaría verlo más. Muchas veces la retroalimentación que les damos a los
alumnos es muy tarde para ser útil. Hoy les damos un exámen, algunos reprueban y
luego seguimos adelante con otro tema. Pero, ¿qué sucedería si pudiéramos darles
una retroalimentación inmediata, de tal forma que puedan ajustar las cosas con las
que tienen dificultades antes de fallar en un exámen?

Otra cosa que quisiera ver es una nueva forma de entrenar a los profesores.
Enseñar puede ser una experiencia muy solitaria. Hoy, por lo general, cada tanto
hay un taller en la escuela y los profesores se reúnen y escuchan a alguien hablar
de pedagogía y ya, el maestro vuelve a su clase y sigue enseñando. Creo que
tenemos que cambiar eso. Una de las cosas que ISTE está haciendo es algo que
llamamos Redes Profesionales de Aprendizaje, que son conversaciones en línea
con profesores de todo el mundo para compartir su experiencia, hacer preguntas,
conseguir consejos. Pienso que es una manera mucho más efectiva para que los

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maestros se formen. Y no en un evento al que van una vez al año, si no que sea
algo que hagan en su día a día.

Más que tecnología, la educación necesita


líderes de cambio
Anthony Salcito, vicepresidente de Microsoft Education, habló con Semana
Educación sobre la importancia de llevar la tecnología a las escuelas e incentivar a
los docentes para que se apropien de ella.

Más que tecnología, la educación necesita líderes de cambio

Por estos días, varios maestros y expertos del sector se reúnen en Corferias,
Bogotá, para participar en Virtual Educa, una iniciativa de cooperación multinacional
para incentivar el desarrollo y la innovación educativa. Entre ellos, Anthony Salcito,
una de las mentes más experimentadas en la aplicación de tecnologías para el
estudio. El vicepresidente de Microsoft Education Worldwide ha viajado por todo el
mundo para conocer de primera mano cómo el uso de la tecnología está cambiando
la educación.

Sin embargo, Salcito tiene claro que aunque las nuevas herramientas tecnológicas
de la era 2.0 son el futuro de la educación, no son el motor principal del cambio.
Para eso, dice, hacen falta educadores innovadores que se apropien de la
tecnología capaces de repensar el modelo educativo y generar mejores resultados
de aprendizaje.

Semana Educación (S.E.): ¿Cuál es el papel de la tecnología en la educación


en la actualidad?

Anthony Salcito (A.S.): Necesitamos la tecnología en las clases. En el mundo en


que vivimos, la tecnología debería sin duda ser parte de cada espacio de
aprendizaje de los niños. Pero la verdadera transformación que hace falta en la
educación debe entender que la tecnología es un elemento, no el componente
principal. La tecnología facilita esa transformación, pero no es el vehículo. La idea es
que la tecnología se convierta en la respuesta para mejorar los resultados de
aprendizaje, no es llevar la tecnología a los colegios por el hecho de llevar la
tecnología en sí.

S.E.: ¿Qué habilidades necesitan los estudiantes hoy en día y cómo la


tecnología les ayuda a obtenerlas?

A.S.: Hay una amplia gama de habilidades que los empleadores están demandando,
pero en particular se buscan mucho las 5 C‘s: colaboración, creatividad,
comunicación, pensamiento crítico y pensamiento computacional. Estos son cada
vez más solicitadas en un espacio laboral que es más colaborativo, global y diverso.
Esas son las cosas que tenemos que promover en las clases.

S.E.: ¿En qué consiste el pensamiento computacional?


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A.S.: Este es probablemente el más nuevo y menos entendido. Se trata, no solo de
usar computadores, sino de entender cómo pensar diferente con la tecnología. Esto
es una cosa muy poderosa que los estudiantes tendrán que desarrollar en las clases
para prepararlos para su futuro.

S.E.: En Colombia vemos escuelas donde llegan los computadores pero


carecen de conectividad o los maestros no tienen los conocimientos para
explotarlos. ¿Cómo se afrontan estos retos?

A.S.: Lo que tenemos que hacer es poner la tecnología detrás del plan de
transformación educativa. Cuando traes un computador a la clase lo que pasa
típicamente es que entra el profesor a preguntarse: “¿Cómo conecto mis libros y mis
lecciones? ¿cómo lo arreglo cuando se rompe? ¿cómo consigo más para los
estudiantes?”. Son preguntas técnicas. Lo que yo quiero es que se vaya más allá de
la tecnología, pensar cómo obtenemos mejores resultados de aprendizaje, cómo
ampliamos el interés de los estudiantes por un tema, cómo expandimos sus
horizontes más allá de Colombia y pensamos globalmente.

Todas esas preguntas se pueden resolver con la tecnología. Pero toca empezar por
hacérselas. Porque lo que pasa cuando se empieza por la integración tecnológica,
que es la parte fácil, es que los profesores dejan de plantearse estas cuestiones.
Cuando las computadoras van por delante, los profesores son reticentes a usarlas.
En el mejor de los casos, los maestros que las usan solo están automatizando el
mundo físico que tenían antes. Entonces, están haciendo lo mismo, solo que con un
computador.

S.E.: ¿Qué tan difícil es capacitar a los profesores?

A.S.: El reto no es entrenarlos a usar computadores. La mayoría de profesores hoy


usan smartphones y otros dispositivos tecnológicos para hacer un montón de cosas
en su vida personal, y saben cómo usarlos. El reto es darles la confianza de que su
papel se expande, no disminuye, con la tecnología.

Muchos profesores se resisten a la tecnología porque sienten que les resta su valor.
En nuestra experiencia, es todo lo contrario: la tecnología valoriza al profesor. Hoy
en día ellos pueden orquestar un aprendizaje que existe más allá de la clase, más
allá del horario escolar; pueden inspirar a los estudiantes a aprender y a indagar
más a fondo sobre los temas que están explorando. Los profesores pueden hacer
muchas cosas ahora con la tecnología. Pero tienes que darles la confianza de que
se enseña y se aprende de un modo diferente que antes.

S.E.: ¿Y en qué tiene que cambiar el papel de los docentes?

A.S.: Ahora un maestro está acostumbrado a ver su papel como un transmisor del
contenido. En muchos sentidos, ahora eso se puede hacer con la tecnología y el
papel del profesor se vuelve más el de inspirar a los estudiantes, crear un camino
personal en cada uno, usar lo que aprenden los alumnos fuera de la clase y aplicarlo
con proyectos colaborativos dentro del aula. Ese rol requiere más innovación y
liderazgo en los maestros. Por eso, lo que nosotros hacemos con Microsoft no es
solo instruir a los educadores sobre cómo usar Office 365, sino cómo pensar
diferente dentro y fuera del aula.
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S.E.: Y aquí en el país, ¿se está generando ese cambio de mentalidad?

A.S.: Colombia está empezando a entenderlo con el trabajo que están desarrollando
programas institucionales como Computadores para la Educación. Estos se están
haciendo la pregunta de si hay que pensar diferente sobre los líderes educativos,
sobre el currículo y el aprendizaje fuera y dentro del aula. Pienso que hay ejemplos
del liderazgo, tanto como prácticas individuales de docentes como de instituciones
educativas innovadoras, que refuerzan esa visión. Así que hay una conciencia sobre
la transformación que debe hacerse. Lo que falta ahora es trabajar en la segunda
fase, que es llevar esos cambios a cada escuela colombiana.

S.E.: ¿Qué es la educación para usted y cómo debería ser la educación del
futuro?

A.S.: Pienso que la educación siempre ha sido sobre ayudar a la gente a obtener
más de su futuro, ayudar a la gente a sacar a sus familias de la pobreza, inspirar
pasión por resolver los problemas que el mundo enfrenta. Y, sobre todas las cosas,
es sobre de empoderar a las personas para crear el futuro que quieren ver. Un
sistema educativo diseñado perfectamente no deja afuera a ningún estudiante, crea
oportunidades, prioriza los resultados educativos y trata el futuro de cada aprendiz
como el motivo primordial del cambio. Además, un buen modelo educativo celebra
las experiencias de aprendizaje. Importa más cómo se sienten los estudiantes en
clase que lo que les ponen a hacer.

La inteligencia artificial irrumpe de a poco en


la vida cotidiana
El concepto pasó de ser una creación de la ciencia ficción a una realidad con la que
convivimos en el día a día.

Habrá un futuro en el que las máquinas inteligentes estarán


omnipresentes en nuestra vida cotidiana.

El creador de Facebook, Mark Zuckerberg, prevé instalar un sistema de inteligencia


artificial para controlar su casa al estilo del Jarvis de Iron Man, pero incluso para la
gente común y corriente esto está dejando de ser un asunto de ciencia ficción.

"2016 fue el año en que tomamos conciencia, y se mostró a los consumidores la


idea de la inteligencia artificial más orientada hacia el mercado de masas", resumió
Carolina Milanesi, analista de la firma Creative Strategies.

Este potencial lo ilustra de manera particular el dispositivo con comando de voz


"Echo" de Amazon, que incluye un asistente llamado "Alexa", capaz de responder a
preguntas o dar órdenes a otros objetos conectados en la casa, dijo la experta.

La empresa especializada Consumer Intelligence Research Partners (CIRP) estima


que se ha producido un aumento "espectacular" este año en el interés de los
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consumidores hacia esos aparatos, de los que se han vendido más de cinco
millones de unidades en Estados Unidos desde finales de 2014, en un mercado al
que su rival Google Home se sumó en el otoño boreal.

La inteligencia artificial comenzó a enriquecer paralelamente productos que usa un


público no tan restringido, como por ejemplo la nueva mensajería instantánea de
Google conocida como Allo, que sugiere respuestas, o la propuesta del mejor punto
de encuentro entre un chófer y su pasajero en la aplicación móvil de Uber.

Máquinas omnipresentes

Las automotrices han acelerado el paso para ofrecer a la venta automóviles


autónomos, "sin chófer", cuya conducción también se hará con inteligencia artificial.

Esta tecnología también se aplicará en los supermercados para identificar


automáticamente el contenido de los carritos sin necesidad de cajeros, una novedad
presentada recientemente por Amazon.

Alexandre Alahi, investigador en los laboratorios de inteligencia artificial de la


Universidad de Stanford, anticipa "un futuro en el que las máquinas inteligentes
estarán omnipresentes en nuestra vida cotidiana".

"Tendremos robots en las casas, en las calles con los coches autónomos, pero
también en las estaciones, los hospitales y la ciudad en general", para ayudar a las
personas ciegas que se desplazan, detalló.

"Nuestras casas, los espacios públicos se volverán inteligentes para aumentar


nuestra seguridad, nuestra salud, nuestra productividad".

Los sistemas de sensores, capaces de ver y de aprender como los humanos gracias
a los algoritmos y a una capacidad de cálculo informática que analiza muy rápido
cantidades enormes de datos, podrían, por ejemplo, reemplazar la supervisión de un
doctor las 24 horas en las habitaciones de los hospitales y permitir mantener en sus
domicilios a personas mayores, o reducir el congestionamiento en las estaciones de
servicio en las horas pico.

El sistema informático Watson de IBM ayuda actualmente a los especialistas de


medicina genómica a acelerar el análisis de ADN y determinar los tratamientos
personalizados para los enfermos de cáncer.

Google presentó a finales de noviembre un algoritmo que detecta signos de


retinopatía diabética en los ojos. Tanto Facebook como Microsoft presentaron este
año sistemas capaces de "mirar" las imágenes y describir el contenido para los
ciegos.

Las máquinas conquistaron en marzo el complejo juego de origen oriental go, en el


que cualidades normalmente restringidas a los humanos, como la intuición y la
creatividad, son consideradas esenciales. Los algoritmos de AlphaGo, creados por
una filial de Google, ganaron 4-1 al campeón del mundo surcoreano.

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Falta la inteligencia‘ social‘

Se han hecho enormes progresos con "resultados próximos al desempeño humano"


con el reconocimiento de contenido de las imágenes, pero falta mucho trabajo para
desarrollar paralelamente "una inteligencia social", matiza Alexandre Alahi, que
trabaja sobre este tema en el terreno de los sistemas de transporte.

Así, un automóvil autónomo circula sin problema en una ciudad muy estructurada
como Mountain View, en Santa Clara, California, donde Google tiene su sede, pero
"no puede hacer el tour del Arco del Triunfo" en París, donde el clima es menos
controlado y los desplazamientos de otros vehículos, menos previsibles.

"Existen situaciones donde la tecnología no logra leer de manera eficaz los


comportamientos de la gente", explicó el investigador, entonces hay que encontrar
medios para comprender y responder a las conversaciones sociales para "coexistir
con los humanos dentro de los mismos espacios".

La inteligencia artificial es fuente de inspiración pero también de temor, como queda


reflejado en una serie de iniciativas de investigadores y empresas que apuntan a
garantizar que el impacto sea positivo para la sociedad y quieren evitar los desvíos
hacia los "Terminator".

"Si se piensa en eso ahora, atemoriza, pero aún van a pasar años" para que la
tecnología alcance todo su potencial, que se irá incorporando a la vida cotidiana
gradualmente, por etapas, relativizó Milanesi.

Los 14 consejos de Bill Gates a los recién


egresados
El hombre más rico del mundo aconsejó a los jóvenes que acaban de terminar la
universidad sobre lo que él haría si estuviera en su lugar.

Bill Gates nunca terminó la universidad. El fundador de Microsoft estudió dos años
en Harvard y abandonó la carrera para dedicarse de lleno a la empresa de
computadores que acababa de fundar junto a Paul Allen. Sin embargo, su carrera
como director de la compañía de computación más grande del mundo y filántropo ha
sido tan exitosa que las nuevas generaciones de futuros emprendedores lo buscan
constantemente a pedirle consejos.

Por esta razón, y aprovechando que es temporada de graduaciones en Estados


Unidos, Gates se dirigió a todos los nuevos profesionales alrededor del mundo. Con
una retahíla de mensajes por Twitter y un mensaje que publicó en su blog personal,
el multimillonario felicitó a la promoción del 2017 y les ofreció algunos consejos para
su futuro.

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El magnate le recomienda a los recién graduados cuáles cree que son las mejores
oportunidades laborales en este momento, la importancia de apreciar el talento de
los demás y por qué hay que positivamente sobre el mundo.

“Los recién graduados me piden muy a menudo consejos. Y a riesgo de sonar como
este chico...”, empieza Gates, enlazando la famosa línea de la película El graduado
en la que el señor McGuire le recomienda a Benjamin, interpretado por Dustin
Hoffman, meterse all negocio de los plásticos.

 1/ New college grads often ask me for career advice. At the risk of sounding
like this guy…https://www.youtube.com/watch?v=Dug-G9xVdVs …

“Inteligencia artificial, energía y ciencias biológicas son campos


prometedores donde puedes hacer un gran impacto. Es lo que miraría en
este momento”.

 2/ AI, energy, and biosciences are promising fields where you can make a
huge impact. It's what I would do if starting out today.

Según el mismo Gates dijo en su blog Gatesnotes.com, “apenas comenzamos a


descubrir todas las maneras que la Inteligencia Artificial hará a las personas más
productivas y creativas. Hacer energía limpia, asequible y confiable será esencial
para combatir la pobreza y el cambio climático. Y las biociencias están llenas de
oportunidades para ayudar a las personas a vivir más y más saludables”.

“Al recordar el momento en que dejé la universidad, veo que hay algunas cosas que
me hubiera gustado saber”.

 3/ Looking back on when I left college, there are some things I wish I had
known.

“Por ejemplo, la inteligencia toma muchas formas distintas. No es unidimensional. Y


no es tan importante como solía pensar”.

 4/ E.g. Intelligence takes many different forms. It is not one-dimensional. And


not as important as I used to think.

El magnate confiesa que en sus primeros años al frente de Microsoft creía que “si
podía escribir un gran código, podía manejar bien a la gente o un equipo de
marketing o cualquier otra tarea. Tuve que aprender a apreciar los diferentes
talentos de las personas. Entre más rápido entiendas esto, más rica será tu vida”.

“También tengo un gran arrepentimiento: cuando dejé la escuela sabía muy poco
acerca de las desigualdades en el mundo. Me llevó décadas aprender de ello”.

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 5/ I also have one big regret: When I left school, I knew little about the world’s
worst inequities. Took me decades to learn.

En su blog, Gates confiesa que no aprendió esto hasta cuando viajó con su esposa,
Melinda Gates, a África. “Estábamos impactados por lo que vimos. Nos sorprendió
mucho que millones de niños estuvieran muriendo de enfermedades por las que
nadie se preocupa en los países desarrollados. Pensamos que era la cosa más
injusta del mundo y que no podíamos esperar en hacer algo al respecto”.

“Tú sabes más que yo cuando tenía tu edad. Puedes empezar a luchar contra la
desigualdad, ya sea en la calle o alrededor del mundo, y cuanto antes mejor”.

 6/ You know more than I did when I was your age. You can start fighting
inequity, whether down the street or around the world, sooner.

“Mientras tanto, rodéate de personas que te desafíen, que te enseñan y te


empujen a sacar lo mejor de ti. Tal y como hace @MelindaGates conmigo”.

 7/ Meanwhile, surround yourself with people who challenge you, teach you,
and push you to be your best self. As @MelindaGates does for me.

“Como @WarrenBuffett, yo mido mi felicidad en base a la gente que me


rodea que me hace sentir feliz y amado, y por la diferencia que logró crear
en los demás”.
 8/ Like @WarrenBuffett I measure my happiness by whether people close to
me are happy and love me, & by the difference I make for others.

“Si pudiera darles a cada uno de ustedes un regalo de graduación, sería este, que
es el libro más inspirador que he leído jamás”.

 9/ If I could give each of you a graduation present, it would be this--the most


inspiring book I've ever read.

Es el libro “Los ángeles que llevamos dentro” escrito por el psicólogo


experimental Steven Pinker en 2011, que trata del declive de la violencia
en el mundo moderno. Pinker argumenta que, en contra del popular adagio
de que ‘todo tiempo pasado fue mejor’, hoy en día la erosión de los valores
asociados a la familia y la religión y el surgimiento del individualismo y el
pensamiento cosmopolita ha conducido a una sociedad vez menos
violenta.

“En el libro, Pinker nos muestra cómo el mundo es cada vez un lugar mejor. Podría
sonar como una locura, pero es verdad. Este es el momento más pacífico en la
historia de la humanidad”.

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 10/ @SAPinker shows how the world is getting better. Sounds crazy, but it’s
true. This is the most peaceful time in human history.

“Esto es muy importante, ya que si tu crees que el mundo está mejorando, vas a
querer difundir el progreso y las mejoras a más personas y lugares”.

 11/ That matters because if you think the world is getting better, you want to
spread the progress to more people and places.

“No significa que debamos pasar por alto los serios problemas que estamos
enfrentando. Esto sólo significa que tú crees que puede ser resuelto”.

 12/ It doesn’t mean you ignore the serious problems we face. It just means
you believe they can be solved.

“Esta es la parte central de mi visión del mundo. Me sostiene en tiempos difíciles y


es la

 13/ This is the core of my worldview. It sustains me in tough times and is the
reason I love my work. I think it can do same for you.

Finalmente, Gates termina sus consejos con una nota positiva: “Estamos en un
momento maravilloso para estar vivos. Y espero que lo aproveches al máximo”.

 14/ This is an amazing time to be alive. I hope you make the most of it.

¿Qué tan buena idea es educar con


computadores?
Cada vez más países se inclinan por formar a sus estudiantes con contenidos
digitales y no con textos. Sin embargo, este tipo de programas no siempre resultan
efectivos. Análisis de Semana Educación.

Un debate en la escuela es el uso de contenidos en la enseñanza y los resultados


de los mejores colegios demuestran que estos son indispensables para obtener
buenos resultados. La pregunta ahora es cuál es la mejor forma para transmitir los
contenidos: si impresa o digital.

Actualmente hay un auge de ofertas digitales para el aprendizaje y el Gobierno


planea adquirir el mayor porcentaje de contenidos para la educación pública en
dicho formato.

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No obstante. Julián Cristia, líder del Departamento de Investigación del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), advierte que América Latina está haciendo
grandes inversiones para introducir tecnología en la educación, pero, por el
momento, las evaluaciones indican que los impactos han sido limitados.

Agrega que, pese al consenso sobre el enorme potencial de la tecnología para


mejorar la educación, es necesario preguntarse si los programas son guiados o no.
Por programas guiados se refiere a aquellos que dan frecuencia y tipo de uso
esperado, especifican la materia que se va a mejorar, el software que se va a usar y
el tiempo de uso de las computadoras. Por el contrario, los programas de uso no
guiado se concentran en proveer recursos tecnológicos, pero no dan guías claras de
cómo utilizarlos. Es el caso del proyecto One laptop per child, que distribuyó
computadoras portátiles para colegios rurales, pero los profesores recibieron poca
información y una evaluación rigurosa demostró que no hubo impacto en
matemáticas ni en lenguaje.

En los programas de uso guiado destaca a India, donde se estableció que los
estudiantes usaran dos horas semanales de software para aprender matemáticas,
se conectaba al currículo nacional y al nivel de los estudiantes. Pueden tener menos
computadores pero si el docente está capacitado y se trabaja con contenidos
pertinentes, los resultados son mejores.

Para implementar sistemas de uso guiado, Cristia recomienda dar un soporte sólido
a los maestros, al tiempo que se enfoquen objetivos de aprendizaje; es decir, que
los gobiernos deben especificar para qué área va la tecnología y los recursos de los
contenidos.

Además es necesario monitorear y evaluar los programas para poder identificar


avances y desafíos y pensar en acciones correctivas. Bien usada, la tecnología
indudablemente contribuye a cerrar brechas de aprendizaje, sobre todo en
estudiantes de bajo perfil socioeconómico.

Semana Educación consultó los 20 colegios que lideran los resultados de la prueba
Saber para determinar cuáles contenidos y materiales utilizan en las áreas básicas y
encontró que lenguaje y matemáticas son las que demandan más textos, mientras
que para ciencias y sociales usan con mayor frecuencia las guías elaboradas por los
colegios.

En cuanto a contenidos digitales se usan mucho menos que los libros de texto y que
las guías, pero en igual proporción para todas las materias.

El problema de las guías es que no están reguladas y, al ser responsabilidad de


cada institución, es difícil medir su calidad, mientras que muchos de los libros se
compran más para consulta en el bibliobanco que para uso de cada alumno.

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La importancia de la tecnología en la
Educación
En el marco de la segunda semana TIC, expertos se reunirán durante cinco días
para debatir el futuro del país en materia de educación y tecnología.

De los países de América Latina, Colombia se encuentra entre los principales líderes
en materia de digitalización del sector educativo. De hecho, la política pública del
país reconoce que las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) son una
oportunidad para transformar el ecosistema digital y educativo. De acuerdo a este
panorama, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) ha enfocado la mayoría de
sus esfuerzos sobre el papel de la tecnología, la cual tiene desafíos tanto en
infraestructura, como en conectividad en todas las escuelas del territorio nacional.

Es por eso que incrementar y transformar la calidad de la educación, promover la


conectividad en los salones de clase, digitalizar la educación e involucrar a los
principales ministerios para hacer de estos temas una prioridad nacional se ha
convertido en el objetivo del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe en las Naciones Unidas
(Cepal), en su rol de secretaría técnica del proceso eLac y Cisco.

Para ello, CAF, Cepal y Cisco unieron fuerzas con los ministerios de Educación y
TIC para la realización del foro Educación para el siglo XXI: Educación y
Conectividad, que tiene como objetivo generar recomendaciones para el desarrollo
de una iniciativa en materia de infraestructura tecnológica y conectividad en el
sistema educativo basadas en las experiencias de países como Estados Unidos,
Portugal, Uruguay y de organizaciones como la Comisión Europea y la Ocde.

Desde ayer hasta el próximo viernes, varios expertos nacionales e internacionales


se reunirán para discutir los retos que enfrenta Colombia en materia de educación y
tecnología para definir los desafíos que implica llevar conectividad a las escuelas y
aulas de clases más aisladas del país y también la importancia de tener un plan de
financiación y una política clara para alcanzar los objetivos en el tema.

De acuerdo con la Unesco, aproximadamente 58 millones de niños de primaria


alrededor del mundo no tienen acceso a la educación, y más de 250 millones de
entre cuarto y quinto grado no son capaces de leer, escribir o realizar operaciones
matemáticas básicas. Es así como se convierte en una necesidad proveer una
conectividad de calidad a Internet en los salones de clase permite digitalizar la
educación.

Lo cierto es que al combinar un plan de estudios de alta calidad y programas de


entrenamiento a docentes de acuerdo al nivel y a la complejidad del entorno de
aprendizaje, la educación digital puede transformar a las nuevas generaciones de
estudiantes en los pensadores del siglo XXI. Así lo afirmó Andrés Maz, director de
Políticas Públicas para América Latina de Cisco: “La innovación tecnológica en la
educación con el desarrollo de plataformas avanzadas de aprendizaje constituye un

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elemento fundamental para acelerar la transformación de la educación, mejorar su
calidad y expandir su cubrimiento”, dijo.

Al mismo tiempo, experiencias documentadas en el estudio que presentó Maz


“Conectividad Escolar para el siglo XXI”, han demostrado que llevar Internet al salón
de clases, bajo programas diseñados con el propósito de incrementar el ambiente
educativo, mejora los resultados de los estudiantes, complementa los objetivos de la
educación formal y entrena a los alumnos para desarrollar las habilidades
necesarias para vivir y ser exitosos en el mundo digital. Adicionalmente, las
experiencias revelan que con una participación política e implementación de
programas que faciliten el financiamiento, es posible conectar a todos los salones de
clase de un país en un periodo de cinco a siete años, o a veces menos.

Según el ministro encargado de Educación, Francisco Cardona, a la fecha se han


distribuido más de 600.000 computadores portátiles y tabletas en las instituciones
educativas oficiales del país, se ha capacitado a más de 200.000 docentes en el uso
de estas herramientas y más de 1.000 municipios cuentan con conexión de fibra
óptica de alta velocidad. Estos esfuerzos han permitido, tal como lo corroboran el
Centro Nacional de Consultoría y la Universidad de los Andes en 2014, que los
egresados de instituciones educativas que se han beneficiado con estos programas
de infraestructura y capacitación aumentaran en un 7,5 % el ingreso a la educación
superior.

“El Ministerio de Educación de Colombia tiene una gran visión sobre el papel de la
tecnología en la educación. Ahora solo necesita llevar la infraestructura tecnológica
y de conectividad a las escuelas para hacerla una realidad. Hemos visto cómo otros
países lo han hecho y estoy convencido de que Colombia tiene la capacidad de
conectar todas sus escuelas en un proyecto de tres a cuatro años”, agregó Maz.

Es así que durante los próximos días se espera que el país defina una hoja de ruta y
disminuya la brecha que existe en el acceso a la información por medio de la
educación.

“El humanismo siempre triunfa”


Steven Pinker es uno de los científicos más importantes del mundo.

El científico, Steven Pinker, uno de los científicos más importantes del mundo, es
famoso por su audaz teoría de que la humanidad hoy vive el tiempo más pacífico de
su historia. Estará en el Hay Festival y SEMANA habló con él, entre otras cosas,
sobre la paz.

En 2012, Steven Pinker publicó un libro que lo hizo popular en todo el mundo, pero
que también lo convirtió en blanco de críticas e, incluso, de burlas. Se trata de un
mamotreto de 1.200 páginas titulado Los ángeles que llevamos dentro. Allí, este
lingüista, psicólogo experimental y experto en ciencias cognitivas canadiense revisa
las estadísticas de los actos de violencia registrados en miles de años y expone una
tesis atrevida: los tiempos de hoy son los menos violentos de la historia.

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No solo eso. También dice que la Segunda Guerra Mundial está lejos de ser el
conflicto con más muertos y le exige al mundo, propenso al fatalismo y al
pesimismo, reconocer los logros que ha alcanzado la sociedad. “El declive de la
violencia puede ser el más significante y menos apreciado desarrollo en la historia
de nuestra especie”, escribe.

SEMANA: ¿Cómo le explicaría a una víctima del conflicto armado su teoría de


que la violencia está en declive?

STEVEN PINKER: Le diría que Colombia no es el único país en la Tierra y que el


hecho de que hayan vivido tanta violencia no afecta la conclusión de que el mundo,
en su conjunto, hoy es menos violento que antes. Colombia ha sido una excepción,
pero la tendencia que describo se basa en estadísticas.

SEMANA: La reciente masacre de ‘Charlie Hebdo’ hace pensar que su teoría es


lejana de la realidad.

S. P.: La violencia siempre existirá y sus víctimas siempre sufrirán. Pero mis
observaciones sí tienen que ver con la realidad. Hoy millones de personas saben
que la probabilidad de morir en un tiroteo o en una guerra civil es mucho más baja
que antes. Sucesos como el de París significan un retroceso, sí. Pero los mismos
colombianos saben de lo que hablo: hoy la guerra en su país es menor y los
homicidios se han reducido.

SEMANA: ¿Le va bien con una teoría optimista en un mundo más bien
pesimista?

S. P.: Bastante bien. Sé que en la Casa Blanca conocen mi tesis y que líderes de
otras naciones la han citado. Y a mí eso me alegra porque sé que hay mucha gente
que piensa que no hay nada que el hombre pueda hacer para mejorar la sociedad.
Yo revisé registros históricos y advertí que nuestros ancestros, de hecho, tuvieron
mucho éxito al luchar por disminuir la violencia.

SEMANA: Hace poco publicó un artículo en que se refiere a Colombia como


modelo de reducción de violencia. ¿Cuánto sabe del país?

S. P.: Me interesa desde que lo visité por primera vez en 1976. Tengo un amigo, a
quien conocí en la universidad, y también mantengo correspondencia con una amiga
en Medellín. La última vez fui en 2011. Esta semana vuelvo para el Hay Festival, y
en 2016 iré otra vez por invitación de la Universidad de los Andes. En el artículo
actualizo las estadísticas de mi libro, y ahí es obligatorio hablar de Colombia, en
particular, de la caída de los homicidios en Bogotá y Medellín.

SEMANA: ¿Cómo ve la paz con las Farc?

S. P.: Es un proceso necesario. En cierto momento, toda sociedad se da cuenta de


que llegó el instante de dar un paso atrás y ver la violencia como un problema a
solucionar, en vez de una competencia a ganar. Pienso que ustedes ya tienen una
capacidad de análisis suficiente para saber qué es lo más beneficioso.

SEMANA: ¿Cuál podría ser un aporte de las humanidades a un eventual


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posconflicto?

S. P.: La ciencia permite dos cosas. Te hace sentir seguro de que lo que dices es
verdad y te permite ser preciso. Solo así es posible entender por qué pasa lo que
pasa. Muchos de los avances históricos han surgido de argumentos humanistas: las
ideas contra la esclavitud, contra la guerra, contra la tortura… De ahí el valor de la
discusión intelectual y la importancia de que quienes toman decisiones valoren ese
debate. No es una coincidencia que las sociedades más brutales sean siempre las
que más reprimen la libertad de expresión.

SEMANA: ¿En qué momento la humanidad entendió que debía aplacar la


violencia?

S. P.: No hubo un solo momento. Piense en historias como la de quien mata a


alguien en una taberna por un insulto, que comenzaron a bajar en Europa ya en la
Edad Media. Pero hoy por hoy hay lugares en el mundo donde aún impera la
anarquía y asesinatos de ese tipo siguen presentándose. Luego, está la violencia
institucional, es decir, la de quienes le aplicaban la pena de muerte a un simple
ratero, que empezó a reducirse después de la Ilustración. Y también está la violencia
de las guerras, que solo vino a reducirse tras la Segunda Guerra Mundial.

SEMANA: ¿Y la discriminación sexual?

S. P.: Esa es otra forma de violencia e incluye, por ejemplo, la persecución de los
homosexuales y las agresiones contra las mujeres. Esto solo empezó a caer en los
años sesenta o setenta.

SEMANA: ¿Eso significa que, mientras que la violencia en el mundo caía,


Colombia entraba de lleno a la guerra?

S. P.: Sí, y eso tiene que ver con tres cosas concretas. Lo primero, la falta de control
territorial del Estado. Lo segundo, el comercio ilegal. Donde hay contrabando hay
anarquía, y ahí la gente no puede poner demandas, ni llamar a la Policía, sino que
usa la fuerza. El tercer factor fue la Guerra Fría. Las batallas ideológicas entre los
extremos políticos condujeron a guerras civiles en todo el mundo. Después de 1989,
los conflictos fueron cesando. Pero Colombia ha tardado.

SEMANA: Usted dice que la educación ha sido clave para disminuir la


violencia. ¿Cómo explica que algunos jefes de las Farc, que estudiaron en
universidades, terminaron incurriendo en terrorismo?

S. P.: Hay ideas que pueden impulsar la violencia y, por lo general, son ideas
tóxicas. El marxismo es una, y el nacionalismo y el fundamentalismo religioso
también lo son. Lo interesante de esto es que, a largo plazo, la fuerza destructiva de
esas ideas las hace desaparecer y permite la sobrevivencia del pensamiento
humanista. En otras palabras, el humanismo siempre triunfa.

SEMANA: En su libro usted habla de una “racionalidad colectiva” que le ha


permitido a la humanidad controlar sus impulsos violentos. ¿A qué se refiere?

S. P.: Hoy sabemos que en todos los países la gente con el paso del tiempo, y sobre
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todo en el siglo XX, se ha vuelto más inteligente. La ciencia conoce este fenómeno
como el efecto Flynn y lo atribuye a la educación y a los esfuerzos por alfabetizar a
la gente. Yo pienso que ahí yace buena parte de la explicación de por qué la
violencia ha disminuido.

SEMANA: ¿Aparte de la educación qué más ha contribuido a eso?

S. P.: Otros factores son el surgimiento del Estado, que monopolizó el uso de la
fuerza, y de las ciudades y el comercio, que obligaron a la gente a relacionarse sin
agredirse. Al final, lo que sucedió es que las sociedades fueron entendiendo que
vale la pena conservar las ideas que les traen beneficios. Casi siempre, se trata de
ideas que aplacan la violencia.

SEMANA: ¿Y cómo cabe ahí el fenómeno del Estado Islámico? ¿Es un


retroceso?

S. P.: El declive de la violencia en el mundo no es un proceso mágico que envuelve


a la Tierra y la hace de inmediato más pacífica. Y pienso que el Estado Islámico sí
ha conducido a un revés, pero pequeño: nos ha llevado atrás unos diez años. Pero
quiero decirle algo. En el mundo hay 200 países y viven más de 7.000 millones de
personas. Si uno se pone a buscar a los más violentos, pues los va a encontrar. De
hecho, ese es un problema del periodismo a la hora de entender el mundo.

SEMANA: ¿Cómo así?

S. P.: Los periodistas, casi por definición, seleccionan con pinzas un hecho violento
y atraen la gente a él. Así producen una distorsión del mundo y no permiten una
visión general. Hay lugares como Angola, Mozambique, Timor Oriental o Sri Lanka
donde las guerras terminaron y por eso allá no tienes un reportero con una cámara
diciendo que aquí no se ha matado a nadie.

SEMANA: Basado en lo que sabe de la historia de la violencia, ¿cómo será el


futuro?

S. P.: Solo un tonto haría predicciones seguras porque la verdad es que hay
demasiadas posibilidades de que ocurran sorpresas desagradables y nadie sabe
cómo serán. En general, sin embargo, las tendencias son positivas. A medida que
los países sacan a su gente de la pobreza y acaban con las guerras civiles, las tasas
de violencia se reducen. Y no dude que cobrarán más y más importancia las
campañas para reducir la violencia contra los niños, las mujeres y los
homosexuales.

Steven Pinker es uno de los científicos más importantes del mundo, famoso por su
teoría de que la humanidad hoy vive el tiempo más pacífico de su historia.

La importancia de entender los traumas de los


estudiantes

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Semana Educación entrevistó a Darshan Campos, especialista Fulbright en
educación, que habló de la necesidad de un nuevo enfoque en la educación que
priorice las necesidades de los niños.

Después de la firma de la paz, el principal reto que tendrá el país será llevar la
reconciliación a los territorios golpeados por la guerra. Será entonces cuando la
educación jugará un papel fundamental.

La instituciones educativas tendrán la labor vital de curar las heridas del conflicto y
sanar la deuda histórica del país con los jóvenes que no han encontrado en la
enseñanza y la formación una alternativa a la violencia. O, como lo define Darshan
Campos, especialista Fulbright en educación, potenciar papel del Trauma Informed
Teaching (Educación informada en los traumas). “La paz no es algo que se firma en
un papel, sino que se practica y se construye diariamente”, explica.

Desde su labor como docente en Estados Unidos, Campos ha hecho un esfuerzo


por curar las secuelas de la violencia intrafamiliar y socioeconómica en sus
estudiantes, valiéndose de todo tipo de estrategias, desde sentarse a hablar de los
traumas, hasta la meditación, el juego y el baile.

Quizás le interese: “Es responsabilidad del gobierno formar y empoderar a los


profesores”

Su metodología busca que los profesores se enfoquen en las perspectivas y los


problemas de los niños y se vuelan sanadores dentro de la comunidad.

Semana Educación habló con Campos, quien párticipará en la Cumbre Líderes por
la Educación 2017 que se celebrará en el Cubo de Colsubsidio, Bogotá, el 20 y 21
de septiembre. El evento más importante del sector educativo en el país está
organizado por Semana Educación.

Semana Educación: ¿Cómo funciona el Trauma Informed Teaching?

Darshan Campos: Antes que nada es una mentalidad. Es decir, es una forma de
pensar sobre la educación y sobre la violencia. La violencia viene en muchas
formas: violaciones, incestos, adicciones, guerras, detenciones. Y estas no están por
allá afuera, sino que son experiencias que viven en nosotros, en nuestro cuerpo y
nuestras familias. Si un niño es abusado en su casa, esa experiencia no se queda
allá, sino que la lleva consigo al colegio. Entonces obviamente deben ser parte de la
escuela, debemos pensar cómo lo apoyamos, cómo entendemos mejor su
experiencia.

Déjeme darle un ejemplo: En una comunidad que lucha con el hambre, los niños no
pueden aprender ni los adultos enseñar. Entonces por qué no miramos al colegio
como un huerto, donde todo lo que hacemos gira alrededor de crear alimentos. Así
que todo el currículo que creemos, todos los proyectos de matemática y lectura sean
para construir un sistema de irrigación o un plan de cultivo.

S.E.: Es como un cambio de perspectiva...

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D.C.: Exactamente. Es un enfoque totalmente diferente. La mayoría de las escuelas
fueron construidas para estudiantes en el siglo XVIII, pero ya no somos esas
personas. ¡Ahora tenemos el internet! Hay muchas cosas que ya no necesitamos en
las clases. Los exámenes, por ejemplo. Sabemos que todos somos individuos
diferentes, con diferentes hábitos, diferentes maneras de ser. Algunos somos más
tímidos, otros más abiertos. Entonces hagamos del salón de clases un espacio para
que se cultiven todas esas posibilidades.

S.E.: ¿Por qué dice que no necesitamos los exámenes?

D.C.: En muchos colegios es examen tras examen tras examen. Según muchos
estudios, hacer pruebas no funciona. Sirve solo para un tipo de estudiantes, los que
les va muy bien en las pruebas. Pero de pronto otros estudiantes no son buenos
para demostrar su inteligencia de esa manera o no aprenden tan bien así.

Algo que yo hago con mis estudiantes cuando tengo que hacer una prueba es que
les doy a todos mis estudiantes un esfero rojo para que corrijan el examen. No
tienen que responder nada, solo rayar la hoja. ¿qué les parece que está mal con la
prueba?, ¿qué opinan de las preguntas?, ¿qué les molestó? Y luego, ellos rompen
la prueba (están usando sus manos, están liberando tensión) y la tiran a la basura.
Es un ejercicio de meditación sobre cómo hacemos las pruebas, qué podemos hacer
diferente. Es algo tonto, es divertido y, sí, desperdiciamos algo de papel. Pero el
punto es que no solo les entregamos una prueba, también discutimos sobre ella.

S.E.: ¿Cómo deberíamos calificar a los estudiantes entonces?

D.C.: Honestamente, no creo que debamos tener notas. Los estudiantes deberían
autoevaluarse y evaluarse entre ellos. Me parece mejor preguntarnos cómo acceder
al conocimiento desde perspectivas diferentes, usar esa información para ver si
estamos consiguiendo los resultados educativos que necesitamos y crear un
currículo que de hecho funcione para la comunidad.

Es un modelo muy diferente y es más difícil para los administradores. Los exámenes
facilitan la tarea de los políticos, los administradores y las editoriales de libros de
texto. Pero no la de los estudiantes y los profesores. Para mí, la educación debería
ser para los estudiantes; cubrir sus necesidades. Ese es el alma del Trauma
Informed Teaching. No se trata de la nación, ni del sistema escolar, sino de qué
necesita la comunidad. Si eres de una población indígena, tus necesidades van a
ser muy diferente a si estás en Medellín o en Oakland, ¿por qué debemos hacer el
mismo examen para todos? Es una pregunta difícil, pero estamos en tiempos
difíciles: tenemos que innovar.

S.E.: Es decir, ¿para usted los maestros deben ser una especie de psicólogos
o amigos de los estudiantes y tener con ellos una conexión fuerte a nivel
personal?

D.C.: No somos doctores, y eso lo tenemos que recordar. Hay otras personas que
tienen esos roles. Aunque nosotros también tenemos un papel muy especial. Para
mí, es uno de los trabajos más hermosos que hay. Pero tiene que ser un trabajo del
corazón. A veces nos olvidamos de eso, porque tenemos un mal día o estamos de
mal humor -igual que les pasa a los niños- y nos cansamos también.
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Puede leer: Ahora las universidades también enseñan a fracasar

S.E.: ¿El Trauma Informed Teaching se dirige únicamente a los niños que han
sufrido de violencia o también puede beneficiar al resto de estudiantes?

D.C.: Es algo de lo que todos nos podemos beneficiar, aunque no seamos


sobrevivientes de trauma (que casi todos los somos). Cualquier persona aprende
más entre mayor cantidad de métodos educativos uses. Música, danza, meditación,
cocinar, salir a la naturaleza, entre más formas tengas para acercarte al cuerpo, más
probable es que se te quede grabado. Si estudias un libro para una prueba, puede
que lo recuerdes solo por un tiempo y que luego se te olvide. Pero cuando usamos
la enseñanza socioemocional lo que hacemos es que ponemos a trabajar nuestras
mentes y nuestros corazones y nuestros cuerpos de la mayor cantidad de maneras
posibles.

S.E.: En sus años de profesora, ¿qué experiencia la ha marcado más?

D.C.: Hace un tiempo trabajaba en un centro comunitario donde la mayoría de


personas eran refugiados de guerra de Yemen. Yo estaba jugando en el suelo con
los chicos y estaba haciendo un rompecabezas del mundo con una niña yemení de
7 años. Ella señaló el mapa, me dijo "ese es Yemen", y empezó a contarme sobre la
guerra. Me contó que su tía estaba ahí todavía y que no podía salir. Estábamos
aprendiendo geografía,pero era ella la que me estaba enseñando a mí la historia de
su gente. Eso me dolió mucho y le dije que podíamos escribirle una carta a su tía.
No se la podíamos mandar, porque ella estaba en un lugar inaccesible, pero
podíamos poner la carta en un globo y ver a dónde se la llevaba el viento. Fue algo
pequeño y simple, pero fue una manera de escuchar lo que ella quería decir, y a la
vez una oportunidad para practicar su inglés. Usted me preguntaba, ¿los maestros
son como terapeutas? Sí, en cierto sentido. O más bien somos como amigos, como
guías. Pero también somos los adultos en esas situaciones, y tenemos que pensar
siempre en cómo educarlos.

Relacionado: Niños hiperactivos: menos pastillas y más terapia

S.E.: ¿Son los profesores indolentes con las preocupaciones de sus


estudiantes?

D.C.: Hay algo de eso. Y hay que preguntarnos por qué. Muchos profesores están
agotados. Nuestro trabajo es muy difícil, en serio. Después de que mi estudiante me
hablara sobre la guerra en Yemen yo fui a casa y lloré. Pero no puedo llorar todos
los días. A veces tenemos que tomarnos un descanso o cambiar lugar de trabajo. Y
es una cosa muy difícil. Pero si no eres feliz enseñando, no vas a ser un educador
efectivo. La educación es tanto del corazón como de la mente.

S.E.: Usted dice que viene de un contexto familiar algo traumático, ¿cómo
influyó en su comprensión actual de la educación?

D.C.: Yo fui criada por una madre soltera y éramos muy pobres. Mi padre la mayor
parte del tiempo estaba perdido o sin hogar o en prisión. Para mí eso fue muy duro.
En esa época, yo odiaba la escuela, la sentía como una prisión. Pero entonces leí
un libro en la escuela llamado "Mamá, estás despedida" y la escuela se volvió un
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refugio para mí, un lugar donde podía soñar. En ese sentido fui muy afortunada. Yo
tengo la piel clara, más que el resto de mi familia o la mayoría de mis amigos, así
que el trato que recibí fue muy diferente. Me apoyaban mucho porque era más
parecida a las profesoras que los demás. Eso me marcó: por qué a mí me fue bien
en el colegio y a ella no. Especialmente para alguien como yo, que vino de una
familia sin mucha educación y sin mucho dinero. Eso me hizo estudiar cómo sucede
el aprendizaje, de dónde viene, cuáles son sus barreras. También por eso yo me
emociono mucho con la educación, porque sé lo que hizo conmigo; hizo al mundo
más grande y menos tenebroso. Si puedo hacer algo así en la vida de mis
estudiantes, pienso que habrá valido la pena.

Ahora las universidades también enseñan a


fracasar
Algunas de las instituciones educativas más reconocidas del mundo ofrecen talleres
y proyectos pensados para una generación más frágil y estresada, que no sabe
cómo enfrentarse con el fracaso

Cualquiera diría que a perder se aprende solo, que es de esas cosas que la vida se
encarga de enseñar. Pero por algo será que hoy en día las universidades están
enseñando a sus estudiantes cómo fracasar sin que pierdan la cabeza.

Y es que el grado de estrés entre los jóvenes universitarios, las presiones


académicas, las nuevas vivencias emocionales y la incapacidad para manejarlas
han vuelto necesario que muchas instituciones de educación superior en Estados
Unidos creen talleres, programas y proyectos para enseñarles una lección de vida
fundamental a sus estudiantes: cómo fracasar.

En Harvard, por ejemplo, con los egresados más exitosos (económicamente) del
mundo, invitan regularmente algunos exalumnos para que hablen de sus mayores
fracasos. Esta iniciativa, llamada Success-Failure Project, además de recopilar
testimonios sobre los logros y fracasos, recoge análisis sobre el paradigma del éxito
y los grandes rechazos profesionales de profesores y directivos

En Princeton se inventaron el Perspective Project para que los propios estudiantes


compartan, por medio del formato video, sus mayores fracasos (y qué aprendieron
de ellos) en su vida universitaria. Algo similar a lo que hace el Resilience Project de
Stanford y la Universidad de Pensilvania con el Proyecto Penn Faces.

El Davidson College de Carolina del Norte incluso ofrece un “Fondo para el


Fracaso” con el que alienta a los estudiantes a desarrollar una idea innovadora y a
fracasar en el intento, sí tienen que hacerlo. No hay ninguna presión porque el
proyecto sea viable o exitoso. De hecho, les dan entre 150 y 1000 dólares (lo que
equivale a entre 465.000 y 3’095.000 pesos colombianos) para hacerlo. “Thomas
Edison fracasó cientos de veces antes de crear la bombilla. Queremos que ese seas
tú”, reza la descripción del proyecto.

“En nuestro campus, todo se puede sentir muy competitivo. Creo que nos dejamos
llevar por la idea de mostrar una imagen de perfección. Pero ver que se habla

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abiertamente de estos fracasos, para mí, hace que sientas que está bien, que todo
el mundo tiene problemas”, explicó Carrie Lee Lancaster, estudiante de primer
semestre en el Smith College al New York Times.

En esta universidad femenina privada crearon el programa Fracasando Bien, que


también prendente desestigmatizar el fracaso. Las estudiantes pueden asistir a
charlas sobre cómo lidiar con estas experiencias aparentemente negativas y
sacarles provecho.

Fracasando Bien incluye talleres como “Por qué muchos exitosos piensan que son
un fraude”, “Liderazgo para rebeldes” o “Fiesta del té sobre el perfeccionismo y la
cultura del estrés”.

Estos programas surgen de la idea de que los jóvenes estudiantes están entrando a
la universidad sin las habilidades necesarias para lidiar con sus dificultades.
Además, las instituciones educativas se han apoyado en la teoría, cada vez más
popular, de “fracasar hacia arriba”, según la cual los fracasos son un paso más en el
camino al éxito.

Los casos sobre fracasos impregnan la cultura popular. Steve Jobs fue expulsado de
su propia empresa, J. K. Rowling fue rechazada en varias editoriales antes de
publicar Harry Potter, a Elvis Presley le dijeron que no podía cantar, a Harrison Ford
que nunca triunfaría en el ‘showbiz’ y Albert Einstein tuvo que trabajar en una
empresa de patentes porque nadie lo quería como profesor.

“Los fracasos, los contratiempos y las dificultades son parte normal de la experiencia
universitaria y de una vida exitosa [...] Alentamos a los estudiantes a que
reconozcan el potencial que existe en los fracasos”, recoge la página web del
Princeton Perspective Project.

Jóvenes hiper estresados

En su libro ‘El regalo del fracaso’, la escritora y educadora Jessica Lahey explica
que las nuevas generaciones de padres sobreprotegen y privan a sus hijos de la
experiencia del fracaso. Entonces, estos colapsan cuando se enfrentan a los
“diferentes causantes de estrés propios de la pubertad, las expectativas académicas
exacerbadas y la creciente carga de trabajo” típicos de la universidad.

“El fracaso -desde pequeños errores a sonoros fallos de juicio- es un aspecto


necesario y fundamental del desarrollo de nuestros hijos [...] Sin embargo, cada
decepción, cada rechazó, cara corrección y cada crítica son pequeños fracasos,
oportunidades disfrazadas, valiosos regalos identificados erróneamente como una
tragedia. Lamentablemente, cuando evitamos o desestimamos el valor de estas
oportunidades con el fin de preservar la sensación de despreocupación y felicidad a
corto plazo de nuestros hijos les estamos privando de experiencias que es necesario
que vivan para poder llegar a ser adultos capaces y competentes”, opina Lahey.

Estos jóvenes “privados del fracaso”, como los llama la autora,, tienden a ser más
depresivos y necesitar más ayuda psicológica. Según varios estudios publicados por
la American College Health Association, en los últimos siete años ha habido un

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incremento continuo en los niveles de ansiedad entre universitarios y la de demanda
de servicios de consejería estudiantil.

Por esta razón, las instituciones educativas se han volcado a estos talleres que
pretender reducir los niveles de estrés y desestigmatizar el fracaso.

“Por mucho tiempo asumimos que estas eran cosas que se aprendían
automáticamente en la niñez”, le dijo Donna Lisker, rectora del Smith College al New
York Times. “La idea de que un joven de 18 años no sepa perder suena absurdo.
Pero creo que en muchos sentidos hemos arrancado a los niños de vivir esas
experiencias de forma natural”, concluyó.

“Es muy difícil aprender si constantemente


estás rodeado de problemas”
Stephanie Jones, profesora asociada de la Universidad de Harvard, habló acerca de
la importancia de los entornos escolares para el aprendizaje de los niños.

Durante el Foro Educativo Nacional, evento que buscó resaltar experiencias


inspiradoras en educación de los colegios, se contó con la participación de expertos
nacionales e internacionales para identificar las herramientas que permitan mejorar
el ambiente escolar, propiciando las condiciones para el aprendizaje de los niños y
jóvenes. En esta edición del evento, más de 128 personas, provenientes de todas
partes del país y de otras partes del mundo, contaron sus experiencias en la labor
de enseñar.

Entre ellas estuvo Stephanie Jones, profesora asociada de Educación Urbana de la


Universidad de Harvard. Su investigación, fundamentada en las ciencias de la
prevención, se enfoca en evaluar los efectos de la pobreza y la exposición a la
violencia en el desarrollo social, emocional y comportamental de niños y
adolescentes. Durante los últimos 10 años su trabajo se ha enfocado en dos
grandes áreas: evaluar el impacto de intervenciones para estudiantes de preescolar
y primaria, que promueven el desarrollo social y emocional y su efecto en el
comportamiento y el desarrollo de nuevos currículos, su implementación y
evaluación.

SEMANA EDUCACIÓN (S.E.): ¿Qué es el aprendizaje social y emocional?


Stephanie Jones (S.J.): Mis trabajos de investigación siempre han estado ligados al
aprendizaje social, emocional y de comportamiento, aunque últimamente me he
acercado al tema de la primera infancia también. La relevancia de estos estudios
reside en su aplicabilidad, ya que los resultados ayudan a mejorar los métodos de
atención y enseñanza en bebés, niños y adolescentes que crecen en ambientes
vulnerables y de alto riesgo.

S.E.: ¿Por qué es importante prestarle atención a las habilidades sociales,


emocionales y de comportamiento durante el aprendizaje?
S.J.: Durante la enseñanza se ponen a prueba y desarrollan una serie de
habilidades que tienen que ver con la atención, el conocimiento, la concentración,
habilidades sociales y emocionales, la resolución de problemas y demás, si todos

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estos elementos trabajan en armonía el aprendizaje mejorará. Es muy difícil poder
aprender si constantemente estás rodeado de problemas cuando eres niño y no los
sabes resolver. Entonces, todas estas habilidades apoyan el aprendizaje y son
esenciales para generar entornos y ambientes sanos de enseñanza y aprendizaje.
Existen cuatro factores que los adultos deberían tener en cuenta a la hora de ayudar
a los niños con esto, el primero es enseñarles cuáles son estas habilidades, el
segundo es hacerles notar su importancia, el tercero consiste en practicarlas y
ponerlas a prueba y luego está en hablar de ellas.

S.E.: ¿Cómo la pobreza y la exposición a la violencia afectan el desarrollo


social, emocional y comportamental de los niños y adolescentes?
S.J.: Estar expuesto a ambientes vulnerables y de pobreza conlleva a que el
proceso de enseñanza y aprendizaje se haga más difícil, pues hay muchos retos
como enfrentar experiencias traumáticas y de estrés tóxico. Como todos sabemos,
estar expuestos a traumas y estrés hace que las habilidades socioemocionales no
se desarrollen de una manera adecuada. El continuo estrés bloquea las funciones
principales del cerebro e influencia el cómo el niño podría enfrentar su entorno.
Entonces, este aspecto aunque parezca invisible, es vital; porque si podemos
ayudar a los niños con su crecimiento socioemocional y cognitivo tendremos
grandes beneficios a futuro.

S.E.: Desde su perspectiva, ¿cómo ve o qué ha oído hablar de la población en


Colombia que ha sido afectada por el conflicto armado y otro tipo de
problemáticas?
S.J.: Representa un completo reto poder abordar a la población que ha tenido que
vivir condiciones de extrema violencia. Pero ahora estamos de cara a una gran
oportunidad de poder atender a este tipo de población que ha sufrido y tiene
falencias por culpa del entorno en el que tuvo que vivir. Lo que hay que hacer es
ponerle énfasis a actividades que conlleven colaboración, paz y conexión entre
diferentes actores de la sociedad. Yo veo que emprender este reto es una gran
oportunidad para unir al país.

S.E.: ¿Cómo hacer para que los niños no se desmotiven a pesar de los
problemas sociales que los rodean?
S.J.: Hay dos cosas muy importantes para tener en cuenta: en primer lugar los niños
necesitan relaciones sociales de muy alta calidad, esto quiere decir que deben estar
en contacto al menos con una persona que ayude a desarrollar en ellos estímulos
positivos y los motive emocionalmente; en segundo lugar hay que encontrar
actividades que los apasionen, pues un niño que se muestre interés en algo es
imparable.

S.E.: ¿Qué beneficios existirán a futuro si se hace un acompañamiento en la


educación de la población vulnerable?
S.J.: Los beneficios serán obviamente no recaer en lo que estamos intentando
curar, como la violencia, el maltrato y las deficiencias a nivel cognitivo en el aula.
Pero también aumentará la tasa de población que termina la escuela secundaria y
universidad. Además, está demostrado que la población que se beneficia de este
tipo de iniciativas conseguirá un trabajo más fácilmente, pues sus habilidades y
competencias lograrán satisfacer mejor las expectativas de los empleadores.

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Los libros de autoayuda no ayudan
Un polémico psicólogo danés señala que los libros de superación personal hacen a
sus lectores más deprimidos y estresados, y en algunos casos hasta crean
minipsicópatas.

Pensar positivo, confiar en su voz interior, encontrarse a sí mismo, seguir sus


sueños, vivir el momento son consejos que hoy ofrecen cursos, seminarios y libros
de crecimiento interior. Pero según el filósofo y psicólogo danés Svend Brinkmann,
estos no hacen más felices ni exitosas a las personas. Todo lo contrario. Crean
adultos infantiles que sienten la imperiosa necesidad de seguir sus sentimientos sin
importar las consecuencias. Personas frustradas porque ese crecimiento personal,
que debería tener un límite, se volvió un proyecto de nunca acabar. Y al ser
individuos inacabados se estresan y entristecen. “Estos libros enseñan que todos los
problemas del individuo pueden solucionarse al seguir unos simples pasos. Y
cuando fallan, sienten que ellos son los únicos culpables”, dijo a SEMANA
Brinkmann, autor de Stand Firm, al que define como “un libro de autoayuda contra
los textos de autoayuda”.

Para Brinkmann, el mundo de la autoayuda ha generado individuos introspectivos y


centrados en sí mismos con riesgos de sufrir ansiedad y depresión. En casos
extremos incluso ha creado minipsicópatas. Brinkmann menciona a Anthony
Robbins, un gurú que asesoró a los presidentes George W. Bush y Bill Clinton y que
define el éxito como “hacer lo que quiere, cuando quiera, donde quiera, con quien
quiera y por el tiempo que quiera”. El experto dice que tomar este consejo al pie de
la letra podría conducir a una personalidad antisocial. De hecho, el autor menciona
un trabajo de una de sus estudiantes cuyo objetivo era comparar las
recomendaciones de los libros de autoayuda con los principales criterios del
desorden de personalidad antisocial, y observó que dos de los rasgos, la falta de
control de los impulsos y la ausencia de culpa, se observan en estos textos. “En el
mundo de la autoayuda se habla de ‘hazlo ya’, ‘solo se vive una vez’, ‘aprovecha el
día’. Además, incentiva muy poco preocuparse por lo que otros piensen”.

Consulte: James Altucher, el rebelde de la autoayuda

Brinkmann escribió su libro intencionalmente en el mismo formato que pretende


criticar. La gran diferencia está en que, al contrario de lo que proponen los textos de
esta categoría, propone despedir a los coach personales, cambiar los libros de
superación personal por novelas, concentrarse en lo negativo, saber decir no, dejar
de mirarse el ombligo y suprimir sus sentimientos. “Los libros de autoayuda no son
el problema, sino el síntoma de una enfermedad”, explica. Y esta para él es la
cultura de la aceleración social. “Dormimos menos y cambiamos de pareja, trabajo y
ciudad con más frecuencia”. Los libros de autoayuda proveen con fórmulas sencillas,
pasos resumidos y consejos prácticos para estar actualizándose no solo en lo
profesional, sino en los asuntos del alma, en busca de crecimiento interior, mayor
felicidad, más oportunidades y una vida llena de éxitos. Stand Firm da a los lectores
herramientas para resistir la industria de la autosuperación que, según la revista
Forbes, mueve al año más de 10.000 millones de dólares solo en Estados Unidos.

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Aunque ese movimiento pretende liberar y promover la realización personal de la
gente, Brinkmann dice que se ha vuelto una religión del yo en la que cada individuo
es el centro del universo. “Son como un pequeño dios que decide lo que es bueno y
malo”. La mayoría de sus seguidores terminan adictos a los libros de autoayuda, los
terapeutas y el coach de vida, a quienes Brinkmann considera los sacerdotes de
esta fe. Y de todos los mantras que circulan en la cultura de la autoayuda, los más
perversos para él son la búsqueda interior y el autoanálisis. “Se da la idea de que
todas las respuestas están en su interior, pero eso es absurdo”. En un ambiente de
depresión económica la culpa de que alguien no encuentre trabajo no es solo suya.
Pero con este tipo de mensajes “se privatizan o individualizan los problemas
sociales”, dice.

Recomendamos: El amor en los tiempos de la autoayuda

Muchas de sus recomendaciones hacen parte de los estocios, como Séneca, que
creían que la gente se siente mejor cuando separa la razón de la emoción. Por eso
Brinkmann recomienda reprimir las emociones, usar máscaras, controlar los
impulsos y ver la perspectiva de otros. Para el autor no hay ninguna dificultad en ver
el vaso medio vacío; en decir un problema en lugar de un reto; en tener rutinas,
hábitos y permanecer firme en los principios en lugar de vivir en constante
desarrollo; en no siempre estar pensando en el lado positivo de las cosas y en bajar
las expectativas y esperar lo peor. En lugar de visualizar las cosas que quiere lograr,
como lo ordena El secreto, un libro que ha vendido más de 20 millones de copias, el
experto sugiere la visualización negativa: imaginar que pierde todas las cosas, un
concepto conocido como pesimismo defensivo, muy efectivo contra la ansiedad
porque ayuda al paciente a apreciar su vida.

Le sugerimos: "Es necesario romper los apegos": Walter Riso

A pesar de su popularidad, el libro del psicólogo ha levantado ampolla. En su país,


expertos en coaching, como Reinhard Stelter de la Universidad de Copenhague,
creen que Brinkmann critica textos baratos de autoayuda como los que tienen como
título ‘Diez pasos para una vida feliz’. Eso mismo piensa el coach Andrés Aljure,
quien señala que el espectro del mundo de la autoayuda es enorme. “Unos son muy
serios y científicos, otros son ligeros, pero a todos los clasifican bajo ese rótulo”.
Otros critican su propuesta de deshacerse del coach, pues, como dice el psicólogo
Camilo Medina, el apoyo profesional es importante cuando se necesita. “Si hay
problemas reales es mejor hablar con un profesional”.

Medina considera que los libros de autoayuda sirven siresuelven la inquietud que el
lector tiene. Aljure agrega que leerlos no es suficiente, sino que se deben aplicar
para ver resultados. Pero Ana María Aragón, librera de Casa Tomada, que no vende
libros de autoayuda porque “no nos convencen”, coincide con Brinkmann en que la
buena literatura logra el mismo efecto: “El autoconocimiento, la reflexión, y permite
vivir la vida de personajes no solo de esta cultura ni de este tiempo, sino de
momentos históricos pasados. Lo otro es un recetario de lugares comunes”.

James Altucher,
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el rebelde de la autoayuda
En sus libros aconseja no ir a la universidad, no comprar casa y no tener acciones
en la bolsa. Antes millonario, se desprendió de todo excepto de 15 posesiones que
lleva en un bolso.

James Altucher tiene 48 años, dos hijos y le habla a una


generación llena de angustia en Estados Unidos. Las múltiples
crisis económicas lo han golpeado y le han enseñado lecciones
curiosas que comparte con sus coterráneos. No se considera un
gurú y se sabe imperfecto. Por eso llega a casi 12 millones de
estadounidenses que o lo leen o lo escuchan.

Soñar, endeudarse, comprar y trabajar toda una vida para pagar deudas. El ‘sueño
americano’ ha muerto, pero algunos irreverentes proponen alternativas para
refundarlo. A sus 48 años, James Altucher es uno. Les aconseja a los jóvenes
alejarse drásticamente de la ruta clásica de ‘casa, carro y beca’. Considera esas
metas una camisa de fuerza obsoleta en la economía actual. Altucher no cree saber
más que nadie y no quiere reemplazar a Noam Chomsky, pero ha construido una
filosofía distinta desde su experiencia en finanzas, en start-ups de Silicon Valley y en
inversiones en Wall Street, donde amasó fortunas y luego las perdió por causa de
crisis devastadoras y decisiones arriesgadas.

El nuevo gurú no le habla al viento: sus libros de autoayuda, publicados por


Amazon, venden bien, su blog es concurrido y millones de personas bajan su
podcast al mes. Una generación de 12 millones de estadounidenses hastiados de
perseguir metas que no parecen propias ni alcanzables lo escucha o sigue en sus
distintas plataformas. Él acepta que es desaliñado, que no es un ciudadano modelo
y que no siempre mira a la gente a los ojos. Pero nadie puede criticarle no vivir sus
preceptos en carne propia. “Tengo la ambición de no tener ambición”, explicó al
diario The New York Times.

Mucho ha pasado desde que en los años noventa se hizo rico en Silicon Valley con
una compañía de diseño que tenía entre sus clientes a pesos pesados como los
estudios Sony y Miramax. En esa época dio los pasos esperables en un joven
acaudalado. Compró un apartamento de casi 2 millones de dólares y le sumó otro
millón en mejoras. Cuando bien le parecía viajaba en helicóptero a Atlantic City a
jugar póquer y parecía vivir la vida loca a gusto. Pero también lo aquejaban los
problemas del nuevo rico. Al diario neoyorquino le dijo: “Sentía que era un pobretón,
que no iba a ser feliz hasta tener 100 millones”. Con esa meta invirtió en varias
compañías que fracasaron en la gran burbuja de internet.

Puso sus ojos en la Bolsa de Valores de Nueva York. Para ganar esa nueva apuesta
de vida se preparó con cientos de libros sobre inversión. Brillante, Altucher no
demoró en convertirse en un experto intuitivo consultado por medios de
comunicación como el Financial Times y el canal CNBC. A la vez abrió un fondo de
inversión y planificó start-ups. Pero no contaba con una bomba que lo echaría todo

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al suelo: la crisis financiera de 2008. Tuvo deseos suicidas, pero logró salir de la
depresión.

Empezó su nueva cruzada, sin saberlo, al publicar las ‘Diez razones para no tener
acciones en la bolsa’, cuando se encontró con que miles compartían sus angustias.
Su estilo resultó único, franco, imperfecto y honesto, y mostró a la gente cómo
planificar su camino desde sus fallas y virtudes.

En 2012 lanzó como editor independiente el libro 40 alternativas a la universidad, en


el que argumenta que con los 200.000 dólares que los jóvenes gastan hoy día para
pagar sus estudios en Estados Unidos pueden viajar por el mundo e invertirlos
sabiamente para salir adelante. No solo lo dice, traza el camino. Se graduó de la
Universidad de Cornell, pero hoy no se la recomendaría a nadie.

Su libro cumbre Choose Yourself, ha vendido medio millón de copias desde 2013 y
ha resonado en la generación que animó a precandidatos anti-establishment a la
Presidencia como Bernie Sanders. Y es que sus preceptos van en esa línea.
¿Casa? Otra posesión que según Altucher suele llevar a deudas y a aplacar el
progreso. “Nadie debería ubicar más del 5, 10 por ciento de su portafolio en una
inversión, pero con las casas la gente pierde la cabeza y destina 60, 70 por ciento
de lo que tiene”, sentencia.

Altucher salta de una casa amiga a otra, alternando con lugares alquilados por
Airbnb. Carga una maleta que heredarían sus hijos si hoy muriera. Según describe
el periódico neoyorquino esta contiene entre “un computador ‘laptop’, un iPad, tres
pares de pantalones, tres camisetas y una ziploc con 4.000 dólares en billetes de
dos dólares”. Su historia se identifica con la de muchos norteamericanos del siglo
XXI, que a pesar de ser educados encuentran cada vez más difícil sobrevivir en un
mundo que ya no les ofrece motivos para ser felices.

El amor en los tiempos de la autoayuda


Uno de los fenómenos comerciales más llamativos del siglo XX ha sido el de los
libros de autoayuda. Se calcula que a lo largo del siglo pasado se vendieron unos
500 millones de ejemplares de este subgénero de no ficción. Reportaje de Arcadia

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Oficialmente, el primer libro de autoayuda se publicó allá por 1857 y se
llamaba, cómo no, Self-Help. Su autor, Samuel Smiles, un político adelantado a
sus tiempos, pero que siempre tuvo dudas en cuanto al título, pues temía que
pudiera parecer una apología del egoísmo. De hecho, lo que defendía era el
esfuerzo personal y la idea de que las verdaderas revoluciones suceden en el
interior de nuestra cabeza. La frase con que Smiles inició su libro –“La
providencia ayuda a quienes se ayudan a sí mismos”– resume a la perfección
el espíritu de esta “filosofía casera”.

En realidad, los orígenes de la literatura de autoayuda son mucho más


antiguos. Miles de personas tienen en la Biblia un libro de cabecera cuyos
consejos y máximas siguen al pie de la letra en su vida diaria. El estoicismo de
las Meditaciones de Marco Aurelio y la Consolación de la filosofía de Boecio,
la sabiduría budista del Bhagavad Gita y el camino taoísta del Tao Te Ching
también llevan siglos proporcionando una orientación a quienes buscan
ayudarse a sí mismos.

Pero como decíamos al principio, la autoayuda propiamente dicha nació y se


consolidó en el individualista siglo xx, la era dorada del “viaje interior” y la
búsqueda del “yo”. Una de sus fuentes innegables es la obra de Sigmund
Freud, que al introducir la noción de la autoestima sentó las bases para la
filosofía del “do it yourself”, es decir, “hazlo tú mismo”. De hecho, los libros
de autoayuda son, por así decirlo, la versión mainstream del psicoanálisis
freudiano. Los primeros psiquiatras que ofrecieron en lenguaje coloquial su
panacea particular para conseguir un bienestar espiritual arrasaron en el
mercado editorial. Dos clásicos del género son Cómo ganar amigos e influir
sobre las personas (1936), de Dale Carnegie y Yo estoy bien, tú estás bien
(1969), de Thomas Harris, ambos con más de quince millones de ejemplares
vendidos y traducidos a decenas de idiomas.

Durante los cuarenta años que median entre las dos obras se fue gestando lo
que sus incontables detractores llaman la psicología popular, una
pseudodisciplina paralela y consustancial a la literatura de autoayuda. La
simplificación de las teorías psicoanalíticas y el empleo de términos
supuestamente científicos como bloqueo, autenticidad, catarsis, yo infantil,
validación o autoinculpación son las armas que emplea el ejército de
“expertos” que inunda desde hace más de medio siglo nuestros medios de
comunicación con sus fórmulas mágicas para arreglarnos la vida. Según los
estadounidenses Stephen B. Fried y Ann Schultis, los pilares básicos de un
libro de psicología popular son “la proclamación de su eficacia, la
presentación de estrategias terapéuticas basadas en una pruebas científicas y
una experiencia profesional, el estilo claro y directo del lenguaje, el currículum
del autor y la incorporación de una bibliografía”. En opinión del filósofo
español Gustavo Bueno, las cifras astronómicas de ventas de esta “literatura

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basura” son un fenómeno aterrador y destinado a “débiles mentales”.

Libros para mujeres

Pero uno de los padres de la autoayuda fue precisamente el doctor Freud, no


solo por su célebre teoría psicoanalítica, sino por su estudio de la psique
femenina, tema prácticamente desconocido en la primera mitad del siglo xx.
Hoy la mujer constituye un gran segmento del mercado editorial, pero Freud
fue uno de los primeros en plantear una cuestión hoy clave en cualquier
departamento comercial. “¿Qué quieren las mujeres?”, se preguntaba el
visionario doctor cuando muchos dudaban de que la mujer tuviese alma.
Desconcertado, el austriaco bautizó a la mujer como el “continente oscuro” y
se declaró incapaz de desentrañarlo. Hoy, setenta años después de su muerte,
el mundo femenino es uno de los negocios más prósperos del mundo.

Sentados ante las mesas de sus despachos, los editores de hoy se siguen
preguntando más o menos lo mismo. Su versión de la pregunta es “¿Qué leen
las mujeres?”, pero la esencia es la misma. Una de las respuestas quedó clara
a partir del monumental éxito de Los hombres son de Marte, las mujeres de
Venus, de John Gray, cuyas ventas ascienden a cuarenta millones de
ejemplares desde su publicación en 1992. Una de las premisas en que se
basaba el libro, hoy plenamente aceptada, es que las diferencias entre
hombres y mujeres son universales. La constatación escrita de esta sospecha
hizo que millones de mujeres del mundo entero se lanzaran a las librerías a
comprar el libro del doctor Gray, que aparece frecuentemente en periódicos,
revistas y programas de televisión estadounidenses como “el experto en
relaciones humanas más vendido de todos los tiempos”.

El advenimiento del feminismo, unido al concepto freudiano de la autoestima,


ha potenciado un filón editorial de proporciones descomunales. Las mujeres
parecen tener un ansia insaciable de leer sobre sí mismas, sus peculiaridades
y las diferencias que las separan de los hombres. Al hilo de este interés han
surgido verdaderas multitudes de expertos y expertas dispuestos a soltar su
perorata sobre el asunto. Paralelamente a un sinfín de manuales que
proclaman tener la fórmula de “la mujer perfecta” –Adelgazar para siempre,
Manual de la imagen de la mujer, Cómo ser una diosa del sexo, Cómo ser una
mujer irresistible, El libro de la belleza, Lecciones sobre el lápiz labial y la
felicidad–, está la corriente de la autoafirmación femenina, que proclama
verdades pseudocientíficas del tipo “los hombres se orientan mejor porque
emplean el hemisferio derecho, pero las mujeres se comunican mejor porque
usan el hemisferio izquierdo”.

Los últimos éxitos

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En medio de este maremágnum de manuales, lecciones, trucos y triquiñuelas,
a comienzos de la década de los noventa se publicó un libro que también ha
sido un fenómeno de ventas, Mujeres que corren con los lobos, de la autora
estadounidense Clarissa Pinkola Estés. “En el transcurso del tiempo hemos
presenciado cómo se ha saqueado, rechazado y reestructurado la naturaleza
femenina instintiva. […] Durante miles de años, y basta mirar el pasado para
darnos cuenta de ello, se la ha relegado al territorio más yermo de la psique”,
escribe la autora en las primeras páginas. Las lectoras lo clasifican como un
libro de superación personal, y uno de los mejores de su género, pero la
propia Estés –que es doctora en psiquiatría, cómo no– explica en sus
conferencias que el éxito de la obra se debe precisamente a que “no es de
autoayuda”. En cualquier caso, lo rabiosamente moderno es su contenido, que
desdeña el modelo de mujer occidental moderna y sofisticada, capaz de
competir con el hombre en todos los terrenos de la vida pública y privada. El
mensaje parece estar calando hondo, pues Mujeres que corren con los lobos
lleva más de dos millones de ejemplares vendidos en el mundo entero.

Pocos años después, en 1995, aparecía en el mercado otro libro puntero, quizá
el último éxito comercial del gran subgénero del siglo xx. Se trata de
Inteligencia emocional, de Daniel Goleman, que en su obra atribuye a las
mujeres una capacidad casi sobrenatural de percibir y manejar los
sentimientos ajenos. “Al navegar por nuestra vida, lo que nos guía son los
miedos y envidias, las iras y depresiones, las preocupaciones y ansiedades.
Hasta las personas más sobresalientes académicamente son susceptibles de
dejarse llevar por sentimientos incontenibles”, explica el autor. Lo único que
nos permite sobreponernos es la inteligencia emocional. La mayoría de las
mujeres tienen esta “aptitud superior”. Algunos hombres también. El resto la
puede aprender. Inteligencia emocional lleva vendidos cinco millones de
ejemplares y se ha traducido a treinta idiomas.

En los últimos años se ha dado un fenómeno curioso. Del subgénero de la


autoayuda han brotado otros géneros literarios más serios que el de origen.
Ejemplo de ello es Una historia natural del amor (Anagrama, 2000), de Diane
Ackerman, que podría englobarse dentro de una nueva categoría llamada
“ensayo de autoayuda”. Otra derivación importante es la “novela de
autoayuda”, cuyo máximo exponente sería El diario de Bridget Jones. Además,
está la vertiente del “manual de autoayuda ilustrado”, que escriben algunas
autoras de ficción incapaces de sustraerse al reclamo comercial, como
Carmen Posadas con Un veneno llamado amor (Temas de Hoy) y Lucía
Etxebarría con Ya no sufro por amor (Martínez-Roca). Ahora bien, las adictas al
género puro y duro no deberían perderse De verdad está tan loco por ti
(Ediciones B, 2005) y Si está roto no lo arregles (Ediciones B, 2006), Greg
Behrendt. La cosa promete.

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"Es necesario romper los apegos"

Walter Riso, psicólogo y escritor italo-argentino, lanzó en


Colombia su nuevo libro 'Desapegarse sin anestesia'

SEMANA: ¿A dónde apunta el título de su libro?

WALTER RISO: A romper con los apegos que nos atrapan. Pueden ser personas,
objetos o situaciones. El apego es una vinculación obsesiva y una adicción
socialmente aceptada. Lo que plantea el libro es una filosofía del desprendimiento.

SEMANA: ¿Cómo se enferma una persona de apego?

W.R.: Por la debilidad por el placer, producto de la inmadurez emocional. Y por una
ambición desmedida que lleva a que la persona nunca esté satisfecha.

SEMANA: ¿Cómo se detecta la patología del apego?

W.R.: Por un deseo insaciable, siempre querés más. Y a pesar de lo negativo de la


conducta, persiste en el comportamiento.

SEMANA: Eso suena doloroso. ¿Cómo, entonces, se logra el desapego?

W.R.: Sí, es muy doloroso. Lo primero es reconocer que uno está apegado y que las
cosas no son para siempre. Y luego, hay que crear una resistencia activa, es decir,
“bueno, no me voy a dejar dominar por esto”. Es en ese momento cuando sueltas
tus armas.

SEMANA: ¿Es más difícil desapegarse de un amor, de alguien que muere, de


los objetos, o es relativo?

W.R.: Desapegarse de alguien que muere no es tan difícil porque la propia


naturaleza te ayuda con el duelo. De una persona que está con otra y que no quiere
estar con vos, es muy complicado. La gente siempre tiene la esperanza y, por
ejemplo, la esperanza de un amor imposible es terrible. Desapegarse de un objeto
también es difícil porque depende solo de vos, el objeto no habla.

SEMANA: ¿Usted ha sentido que se muere de amor?

W.R.: Sí, en la adolescencia, dos o tres veces. Y siempre me preguntaba por qué
siempre estoy en el lugar equivocado.

SEMANA: En realidad nadie se muere de amor...

W.R.: No, pero sí hay gente que entra en estados depresivos muy fuertes, incluso
puedes matar por amor. Ahora, decir que me voy a morir de amor, es

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completamente estúpido.

Decir que por amor hacemos lo que sea, no es correcto. En el nombre del amor no
se pueden hacer desastres.

SEMANA: ¿Le preocupa que a autores como usted y libros como los suyos los
califiquen como embusteros?

W.R.: Yo soy un académico, tengo doctorado en Psicología y Filosofía. Traduzco la


psicología a un lenguaje sencillo con la idea de ayudar. Los míos son libros de
divulgación y de superación serios.

SEMANA: ¿Le molesta que califiquen sus escritos como de autoayuda?

W.R.: No. Me molestaría sentir que no lo hago bien. Yo no soy un escritor que
escribe de psicología, soy un psicólogo que escribe. No tengo ínfulas de maestro ni
de literato.

Un colegio sin notas ni tareas


Contra viento y marea, una educadora colombiana saca adelante un novedoso y
polémico sistema, el cual ha dado excelentes resultados.

QUE ESTUDIANTE no ha soñado con un colegio en donde no pongan tareas, no


hagan exámenes ni previas escritas, donde los profesores no lo pasen al tablero y
mucho menos le dicten charlas interminables? ¿Un colegio en el que no tenga que
llevar cuadernos y donde no haya calificaciones ni izadas de bandera? Aunque
parezca mentira, ese edén escolar ya existe en Colombia, y desde hace 11 años.

Se trata de la Fundación para la Actualización de la Educación -Face-, donde se


aplica un novedoso concepto escolar que ha alcanzado tan buenos resultados, que
hoy es el centro de atención de expertos pedagogos. En días pasados la Fundación
Face se robó el show dentro de un encuentro de innovaciones en evaluación en
secundaria, organizado por el Ministerio de Educación y el Centro de
Investigaciones de la Universidad Pedagógica Nacional. Pero no ha sido fácil abrirse
campo en un medio en que la educación clásica no ha dejado espacio para más.
Desde 1983 ha luchado contra viento y marea para obtener el reconocimiento
jurídico.

Quien está detrás de este novedoso sistema es una pedagoga antioqueña, Margoth
de Pellegrino. Todo comenzó en un jardín preescolar que fundó en 1977, y donde
desarrolló una experiencia educativa distinta a la tradicional. El experimento tuvo
tanto éxito, que los padres de familia le pidieron que les diera oportunidad de aplicar
la fórmula en los grados básicos y superiores. Así surgió Face.

No obstante, conseguir una licencia de funcionamiento fue bastante difícil. Además


de que el colegio no encajaba en las rígidas normas legales vigentes, la aprobación
por cursos que hace el Ministerio de Educación tampoco servía porque en Face las
cosas no son tan 'normales'. Existen nueve grupos de primaria a bachillerato, en los
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cuales los alumnos están alineados por edad, aunque sus niveles de conocimiento
sean disímiles entre uno y otro . Cada grupo lleva el nombre de un planeta o de un
satélite del sistema solar.

La graduación de bachilleres debió hacerse a través del Instituto Colombiano para el


Fomento de la Educación Superior (Icfes) porque por las vías regulares no se pudo.
En la primera ceremonia de graduación, en 1991, el científico Carlos Eduardo Vasco
Uribe, uno de los sabios y coordinador de la Misión de Ciencia, Educación y
Desarrollo, resaltó cómo los bachilleres de un colegio "metafísicamente inexistente"
para las autoridades habían conseguido excelentes puntajes en el examen para la
universidad. Fue necesaria la reciente reglamentación de la educación para que, por
fuerza de ley, las innovaciones de Face quedaran reconocidas.

"Estamos visualizando el futuro y tratando de hacer hoy lo que muchos estarán


haciendo en 20 años", asegura Margoth de Pellegrino. Y explica que Face concibe
la educación "en el amor" como base para buscar la libertad, la verdad y el respeto
de cada uno de sus alumnos. Una educación que hace énfasis en el ser por encima
del tener. Y dentro de esa filosofía se pretende que en una sociedad que vive del
privilegio del tener, y que por eso concibe calificaciones, notas, medallas,
competencia contra los demás, se entienda que cada ser humano es único e
irrepetible y no comparable.

Por eso no existen los cursos que midan un supuesto nivel de conocimiento, ni notas
que los comparen. En Face el estudiante se autocalifica bimestralmente, no en
previas ni exámenes ni en memorización, sino en exposiciones (al estilo de la
sustentación de tesis de grado universitario). El profesor de cada área discute esa
evaluación y un panel compuesto por profesores del área ayuda a una decisión final.
Así se elimina la antipatía de poder del maestro sobre el alumno y se da una
relación entre iguales.

En resumen, cada estudiante de Face es formado como una persona autoanalítica y


autocrítica. "La relevancia de una pedagogía centrada en el amor busca una
alternativa frente a las prácticas educativas usuales, centradas en la amenaza, el
castigo, la nota, el examen, etcétera, Frente a los efectos de esta educación: la
mentira, el engaño, la hipocresía y la trampa", resalta el investigador de la
Universidad Pedagógica, Juan Francisco Aguilar Soto, en un trabajo que destaca los
avances logrados por Face en la evaluación educativa.

Mecanismos como el de la autoevaluación y la ausencia de premios y la formación


de autodidactas han llevado a reconocer la revolución de este sistema educativo. Es
una enseñanza que tiene como eje al alumno y le fomenta actitudes de creación,
cuestionamiento y crítica. Desde sus comienzos el estudiante siente la necesidad de
investigar y en cada aula tiene la biblioteca de consulta. Y aunque hay quienes
critican la posibilidad de anarquía que estas relaciones pueden generar, lo cierto es
que la experiencia ha demostrado que una vez la comunidad escolar aprende a
manejar este concepto, se derrumban los fantasmas del poder inquisidor y dictatorial
que implica el colegio para muchos estudiantes.

Mientras la propuesta se abre camino, los vientos de cambio ya contagiaron al


colegio Carpe Diem, de Cartagena, que está aplicando la misma fórmula. Y para que
el cambio sea integral, la Fundación Face, a través de Ecos (Escuela de
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Conocimiento Superior), busca formar maestros que respondan a esa revolución
educativa. En síntesis, es un proceso que enriquece el sistema educativo nacional, e
incluso responde con todas sus innovaciones al nuevo concepto que aconsejó la
Misión de Ciencia y Educación para el siglo XXI, pero que, como todo lo nuevo,
además de ser llamativo también ha sido combatido."-

La educación del pasado ya no sirve


Los expertos que participaron en los debates de la mañana de la Cumbre Líderes
por la Educación coincidieron en que es necesario reformular los sistemas
educativos para garantizar un mejor futuro. Estas son sus propuestas.

La conclusión a la que llegaron los expertos en educación que participaron en los


conversatorios de la mañana de la Cumbre Líderes por la Educación, organizada por
Semana Educación en el Cubo de Colsubsidio en Bogotà, es contundente: se
requiere reformular la educación para adaptarla a los tiempos que corren y a las
nuevas demandas de un mundo cada vez más rápido y volátil. Según Marc Prensky,
líder en tecnología y educación, solo desde una educación diferente preparemos a
los niños para los desafíos del siglo XXI.

Alejandro Santos, director de la Revista Semana, abrió el evento con un resumen de


las noticias más importantes del año y además, describió a grande rasgos, las
características de las mesas de discusión que se sucederán a lo largo de los dos
días de Cumbre.

El siguiente en intervenir fue Francisco Cardona, ministro de Educación encargado


tras la renuncia de Gina Parody, que dejó su cargo cinco semanas para unirse a la
campaña del ‘Sì’. “Estamos aquí reunidos para pensar la educaciòn en los próximos
años en un escenario de paz. Eso implica nuevos compromisos, pero los recursos
para la educación son inaplazables, porque la educación nos va a garantizar una
paz duradera y estable y a construir un país próspero”, indicó. Y concluyó que, lo
que se está haciendo desde el Gobierno Nacional “es soñar por un país con
igualdad de oportunidades y abriles las puertas a los niños y niñas para dignificar la
vida de los colombianos”.

Sin embargo, Cardona fue crítico con la realidad del país en términos de educación
y subrayó que todavía queda camino por recorrer para ser un referente a nivel
mundial. “Tenemos que fortalecer el sistema educativo, mejorar el acceso y la
calidad. Implementar la jornada única, apostar por la excelencia docente, fomentar el
bilingüismo y asegurar la educación superior de calidad”.

En términos de cifras, el ministro encargado anunció que el Gobierno construirá


10.000 aulas por año en lo que resta de presidencia de Juan Manuel Santos.
También que entregarán 17.000 becas de maestrìa para docentes y que lograrán
una tasa de cobertura del 52 % en instituciones de educación superior.

Hablemos de cómo transformar la educación

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Con estas palabras, Francisco Cardona inauguró los conversatorios del día, con el
panel ‘Contenido y currìculo para el trabajo en el aula de clase’, con la participación
de Víctor Saavedra, viceministro de Educación Preescolar, Básica y Media; Luisa
Pinzano, directora de Alianza Educativa; Horacio Álvarez Marinelli, especialista
senior en Educación para Colombia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID);
Marc Prensky, experto mundial en tecnología y educación, y Andrea Escobar,
directora de Semana Educación, encargada de moderar el panel.

En su discurso inaugural, Prensky fue claro al afirmar que se necesita redefinir la


educación para que se ajuste a la volatilidad de los tiempos que corren, porque los
jóvenes de hoy y los niños del mañana no son los mismos que hace 20 años, ni el
mundo es igual. “Hay que empoderarlos y mostrarles que pueden resolver
problemas. No nos interesa gente que sabe mucho, sino gente que resuelva
conflictos y situaciones”.

Aseguró, asimismo, que los métodos tradicionales ya no son eficientes. “Antes se


pretendía que las habilidades para la vida cotidiana empezaran al graduarse de la
universidad, pero lo que tenemos que hacer es prepararlos para que resuelvan los
problemas reales desde los primeros años. Tienen que cambiar el mundo desde ya
y las herramientas tecnológicas son medios ideales”, explicó

En relación con el contexto nacional, Víctor Saavedra, indicó que es necesario


garantizar unos estándares mínimos de aprendizaje con material didáctico que
incluya libros, lápices, talleres y estrategias pedagógicas.

No hubo consenso entre el resto de conferencista. Para Horacio Álvarez, es esencial


integrar los componentes curriculares en los planes de los colegios más pobres.
“Los mejores rectores y profesores estàn en las instituciones con condiciones
socioeconómicas altas. En los lugares pobres, se trabaja con los niños con las
uñas”. El especialista del BID explicó que es necesario llegar a unos acuerdos
mínimos, pero que el currículo “no puede servir para coartar la libertad, sino
fundamentarse como una herramienta para garantizar la equidad”.

Luisa Pizano, por su parte, indicó que el currículo tiene que desarrollar las
competencias fundamentales para la vida cotidiana, como el pensamiento
matemático y la comprensión lectora, pero aclaró que solo desde la autonomía
escolar se pueden desarrollar esas habilidades.

La educación en el posconflicto

El segundo panel de la mañana, ‘Reescribiendo Colombia’, tuvo como ponentes


a Joshua Mitrotti, director de la Agencia Colombiana para la Reintegración; Zulia
Mena, exalcaldesa de Quibdó y actual viceministra de cultura; Mauricio Akviar, rector
de la Universidad de Antioquia; Ramsés Vargas Lamadrid, rector de la Universidad
Autónoma del Caribe para debatir sobre qué rumbo debe tomar la educación para
superar la violencia del país y de cara a un futuro contexto de posconflicto.

Para Mittrot, el modelo educativo no premia al más pilo, ya que la educación de


calidad no está llegando a las regiones. “Què pasa con la media jornada, que hacen
esos niños mientras tanto, dónde está la presencia del Estado. La educación es un

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elemento protector. Tenemos que empezar a pensar sistemática y
metodológicamente, para involucrarlos en un nuevo referente”, dijo tajante.

Zulia Mena, por su parte, quiso recalcar que se requiere de una educación
multicultural, porque no basta con los saberes, los métodos, “se necesita ir más allá,
para articular la diversidad y la democracia, mejorar la relación con el otro y construir
una nación partiendo de la diferencia”. Su ponencia fue una se las que más acogida
tuvo entre los asistentes, que la ovacionaron durante varios minutos.

Emiliana Vegas, del BID, cerró la jornada matutina de conferencias con una
ponencia en la que resaltó que, aunque la región avanza cada año en términos de
calidad educativa y cobertura, todavía hay muchos retos. "En todos los países hay
brechas, pero algunos países hacen un mejor trabajar por nivelar la desigualdad
social en la educación. Por ejemplo, los resultados de los mejores colegios de
Colombia, preparan a su alumnos peor que los colegio más atrasados de Corea del
Sur. Hay brechas, pero no estamos bien ni en los mejores colegios", concluyó

La generación de los hipersensibles


Los jóvenes de hoy se ahogan en un vaso de agua. Pese a que son mucho más
preparados, se derrumban fácilmente y no toleran críticas. Esto dicen los expertos
sobre este fenómeno.

Son más preparados, tienen más títulos y parecen muy dispuestos a luchar por sus
ideales en un mundo lleno de retos. De hecho, los jóvenes de hoy son más
independientes en lo político y abrazan la diversidad. Pero suele haber individuos
vulnerables tras esa coraza, que se derrumban ante cualquier problema. En el
mundo anglosajón los llaman la generación snowflake, porque son tan frágiles como
un copo de nieve. Los expertos afirman que los mileniales, jóvenes nacidos entre
1980 y 1995, que hoy en día representan un gran sector de la población mundial,
protagonizan esta tendencia. De hecho, un estudio de Pew Research reveló que
esta es la generación que menos valora la libertad de expresión, pues cerca del 40
por ciento se inclina por censurar discursos que puedan ser ofensivos.

Según Claire Fox, directora del Instituto de Ideas en el Reino Unido y autora del libro
I Find That Offensive!, muchos en esa generación no pueden lidiar con puntos de
vista distintos a los suyos, y no toleran las críticas a pesar de que sean válidas.
“Reaccionan agresivamente porque creen que tienen derecho a hacerlo y además
exigen disculpas si llegan a sentirse ofendidos”, afirma la autora. Esta conducta
quizás se exacerba porque buscan luchar por el respeto a la individualidad, a la
aceptación de las diferencias, y en ese contexto las críticas pueden percibirse como
una agresión a la libertad. “Esto los hace hipersensibles a cualquier observación
sobre sus comportamientos y muestra una exigencia a veces exagerada de recibir
un trato de igual a igual”, dice la psicóloga María Elena López.

Este fenómeno ha sido particularmente visible en las universidades de los países del
primer mundo. Las instituciones más tradicionales han prohibido a varios profesores
opinar sobre temas políticos, de raza o género porque es preferible proteger a los
alumnos de supuestas agresiones. Por ejemplo, Andy Martin, profesor de la
Universidad de Cambridge, fue víctima de esta generación de hipersensibles. Un día
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hizo en clase un chiste de doble sentido y varios estudiantes salieron a protestar.
Algo parecido ocurrió en la Universidad de Oxford, donde varios alumnos crearon
una campaña en Twitter con el hashtag #RhodesMustFall, para derribar la estatua
de Cecil Rhodes, pues la presencia en el campus de un monumento en honor de
ese personaje racista resultaba ofensiva.

Chris Patten, rector de Oxford, definió el fenómeno como una situación preocupante
que va en contra de la idea misma de universidad. “Está claro que debe haber
límites como no promover el odio y la violencia, pero es incomprensible que los
estudiantes y algunos profesores quieran protegerse de las visiones que no les
gustan mediante la censura y la intolerancia al debate”, dice.

En Colombia y América Latina no se conocen casos tan extremos, pero en redes


sociales sí hay manifestaciones de jóvenes que en Facebook y Twitter expresan con
mucha frecuencia y vehemencia sus puntos de vista. Esto muchas veces no genera
un debate sano, sino una lucha basada en la agresión. Debido precisamente a la
intolerancia y la hipersensibilidad de la mayoría, que los hace ver como personas
políticamente correctas. No en vano esta generación se caracteriza por ser muy
individualista y el uso constante de las redes sociales potencia ese egocentrismo.
Algunas investigaciones hablan de un narcisismo exagerado donde “la imagen que
proyectan en sus cuentas de Facebook, Twitter e Instagram son muy importantes.
Las selfis y los ‘likes’ son criterios para medir su aceptación y reconocimiento”, dice
López.

Pero también son muy vulnerables a frustrarse por cualquier revés del destino y todo
les duele el doble. Ante el más mínimo tropiezo se echan a la pena. Los expertos
creen que los grandes culpables son los padres, pues educaron a sus hijos en
medio de una burbuja en la que nada les falta y en donde no tienen que esforzarse
demasiado. Esto los vuelve alérgicos a los fracasos y las críticas, y los hace sentir
especiales, delicados y únicos. Ben Machell, columnista del diario The Times de
Londres, dice que además creen que cada sentimiento y capricho es válido, y fuera
de eso se empecinan en que los demás no tengan que experimentar desilusiones o
contradicciones en un mundo lleno supuestamente de ‘malas opiniones’.

Lo anterior se debe también a que los papás perciben el mundo como un lugar cada
vez más inseguro y deben darles cuidado extra a sus hijos. Esto provoca un nivel de
sobreprotección bastante grande. Por eso quizás los jóvenes son menos resilientes,
o en otras palabras, son más débiles ante las adversidades y les cuesta más
superar las dificultades. Probablemente “estos patrones de crianza están asociados
a esquemas de educación más abiertos y, en muchos casos, más laxos”, dice
López.

Esto se suma a que los jóvenes de hoy tienen demasiadas presiones encima. Deben
estar muy bien preparados a nivel académico para ser exitosos y en su apretada
agenda está también convertirse en activistas contra el cambio climático, el racismo
y la discriminación de género, entre otras cosas. Esa vulnerabilidad, dice Fox,
también se debe en buena medida a que son la primera generación que no puede
escapar a los problemas de estar hiperconectados a los celulares y al modo de vida
del siglo XXI. “Deben manejar una identidad alterna en las redes sociales donde
puedan comunicarse y discutir durante horas sobre X o Y situación. Terminan
exhaustos”, dice la autora Susanna Schrobsdorff.
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El fenómeno ha producido una epidemia de ansiedad y depresión. Así lo advirtieron
varios psicólogos en el artículo de portada del número del 27 octubre de la revista
Time. Allí explican que esta generación llena de contrastes ha vivido como nadie los
veloces avances de la tecnología, la apertura y la globalización, pero también de las
crisis de violencia política y religiosa, la corrupción, las brechas sociales y el cambio
climático. “El hecho de vivir estas transformaciones debería hacerlos más fuertes,
pero no parece ser así. Muchos se muestran más vulnerables y sensibles a estas
amenazas para la sociedad que además les generan miedo e incertidumbre”, dijo
López a SEMANA.

Ante este panorama, los expertos se preguntan si esta generación es mejor o peor
que las anteriores. Todos coinciden en que no es fácil dar una respuesta clara al
respecto, pues como las demás tiene sus pros y contras. No cabe duda que los
mileniales tienen un potencial para ser unos abanderados genuinos de un mundo
mejor para todos, pero les falta ser más condescendientes e imponer sus modos de
pensar de forma democrática y respetuosa. También recomiendan que en las casas
y en los colegios se promuevan clases o lecciones de resiliencia, pues está
comprobado que quienes desarrollan esta habilidad tienen mayor equilibrio frente a
situaciones difíciles.

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