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ORÍGENES
Primeros Pobladores.- Se cree que en tiempos inmemoriales, llegaron a estas tierras grupos
humanos de recolectores y cazadores y ocuparon las cavernas de los cerros para protegerse del
constante ataque de las fieras y los de fenómenos naturales.
Cuando alcanzaron un mayor desarrollo de sus facultades mentales, llegaron a expresar sus
ideas mediante petroglifos y pintura rupestre. Así lo evidencian, diversas inscripciones que
encontramos en todo un rosario de cuevas, a lo largo del rio Marañón, entre los actuales distritos
de Camporredondo, Lonya Grande y Yamón; cuevas que también les servían como precarias
moradas, y donde, junto a las escenas de caza de animales, dejaron otros grabados, que sin
lugar a duda, son mensajes para las futuras generaciones.
Mas tarde, estas hordas humanas llegaron a domesticar algunos animales como la gallina y el
cuy; y, entre los vegetales: la papa, la quinua, la yuca, el camote, el maíz, el ají, etc.
ORGANIZACIÓN
Construyeron caminos, canales de riego y sus casas que se caracterizan por su forma circular
hechas a piedra labrada.
PRIMERA: Abunda en la región un ave muy conocida llamada Paujil o Parón, es de tamaño
regular, pico recto, patas largas y macizas, pecho de color amarillo, alas y cola larga, de color
parduzco y semi amarillentas, viven en parejas y hacen sus nidos a manera de bolsas largas y
fuertes que penden en forma de calabaza, de las ramas de los arboles altos y corpulentos.
Cantan bulliciosamente por las mañanas, al mediodía y al atardecer, curiosamente la hembra
emite su canto en voz aguda como si pronunciara: “Co-co-chi-luuuuuu, de inmediato el Paujil
macho contesta en tono grave y cortante y por varias veces “Co-co-chóooo, co-co-chóooo…
Según esta versión, los nombres de cocochillus y Cocochoes serian voces onomatopéyicas,
teniendo como origen el canto de estas aves.
SEGUNDA: En las tierras de clima tropical de esta vasta región (especialmente a orillas del
Marañón), y ocupadas por las tribus de los Cocochillus y Cocochóes, abundan desde tiempos
inmemoriales los famosos arboles de COCO, planta muy conocida en forma de palmeras cuyos
frutos son alimenticios y muy sabrosos. Se cree que la abundancia de estos árboles dio origen
para que los habitantes de las primeras tribus, bautizaran a estas tierras como Cocochillus (coco-
pequeño) derivado de Cocochoes (coco-grande). Hay que considerar que el coco es una planta
de origen americano y la vez coco es aymara, por lo tanto, pertenecen al antiguo Perú;
consideraciones que reforzarían a la segunda versión.
Últimamente se han descubierto admirables muestras de pintura de arte rupestre sobre las
paredes de las enormes rocas que se extienden a manera de base del cerro Cunamia, entre los
lugares denominados Onofre y Palacios. Asimismo se han descubierto infinidad de llamativas
inscripciones en bajo relieve sobre gigantescas e inaccesibles rocas en el sitio denominado
Galeras, dentro de la actual propiedad de don Raúl García Arteaga.
RESTOS ARQUEOLOGICOS
Los nuevos hallazgos de pintura rupestre como de las inscripciones en bajo relieve y la
abundancia de restos arqueológicos, están concitando la admiración de algunos arqueólogos
que han empezado su reconocimiento.
Al ser sometidos los Chachapoyas, al dominio incaico, primero; y, luego al español, estas tribus
pasaron al dominio de estos conquistadores.
Durante la primera mitad del siglo XVI, por encargo del conquistador don Francisco Pizarro, don
Alonso de Alvarado fundo la ciudad de San Juan de la Frontera de Chachapoyas,
estableciéndose allí muchas familias españolas; pero estas, inicialmente no se interesaron por
las tribus del Alto Marañón, hasta que en los últimos años de este mismo siglo, los señores:
Martin Ruiz de Avendaño, Francisco Collantes, Bernabé Aguilar, Juan de la Vega, y los hermanos
Jáuregui, recorrieron a caballo las cumbres del ramal de la cordillera central en busca de las
minas del metal precioso que tanto ambicionaban y descendiendo hasta los apartados valles del
Alto Marañón, se apoderaron de estas extensas y fértiles regiones.
En algunas documentos antiguos de obraban en poder de don José Adelicio Peláez Portocarrero
y de don Desiderio M. Pizarro Arista (primeras autoridades del Distrito), se encuentran
manuscritos con los siguientes datos.
Durante los últimos años del coloniaje aparece como dueña de la hacienda de Cocochillo, la
señora María de la Vega y Cáceres (posible heredera de Don Juan de la vega uno de los
conquistadores de estas tierras); quien al morir dejo, dejo su hacienda para sus cuatro hijos, uno
de ellos don Alonso Aguilar de la Vega, compro los derechos de sus tres hermanos, quedándose
como único propietario. Este hereda a sus hijos: Juan Joseph, Juan Antonio, Feliciana, Manuela
y Eusebia de Aguilar. De estos, el primero se ordeno de sacerdote y compro las acciones de sus
cuatro hermanos, por la cantidad de cincuenta pesos cada acción. El presbítero don Juan Joseph
de Aguilar dejo como herencia la hacienda a su hermana paterna doña Gosgonia de Aguilar y a
su sobrino Gerardo de Guevara, mediante testamento suscrito en presencial del Corregidor de
Maynas, general Joseph Mauricio Trigozo.
De este modo, la hacienda ha pasado de mano en mano, por herencia hasta 1860; año en que
aparee como propietaria doña Paula de Aguilar quien la vendió el año 1885 a don Florentino
Florida, por la cantidad de mil doscientos pesos. El año 1888 el señor Florida vende la hacienda
a doña Eulogia Martínez Pizarro, quien lo hereda a la señora María Timotea Farje Vda. De Pizarro
y esta, finalmente la vende a doña María de Asunción Vega, el año 1895, ultima hacendada de
Cocochillo.
Los hacendados y terratenientes Vivian con su familia en la ciudad de Lima; teniendo también su
residencia en la ciudad de Chachapoyas. Vivian gozando de la opulencia y prosperidad en
grandes mansiones, siempre fieles a las costumbres y tradiciones españolas.
Aun en la Época Republicana, hasta el año 1900, el 100% de los colonos no llegaron a disfrutar
de los dones de la libertad, pues estos habitantes permanecieron explotados y enfeudados en
las haciendas y latifundios.
PROCESO DE MESTIZAJE
Durante los últimos años del coloniaje y a través de todo el siglo XIX y las primeras décadas del
siglo XX, se había operado un proceso de mestizaje, en todas las haciendas, que mas tarde
conformaron el distrito de Camporredondo, predominando en los habitantes los apellidos:
Aguilar, Alva, Vega, López, Carreazo, Olivos, Ruiz, Ocampo, Ramos, De la Cruz, Pizarro, Tafur,
Olano, Meléndez, Santa Cruz, Huamán, Hoyos, Quiroz, etc. A la vez que aparecieron los
apellidos de los inmigrantes cajamarquinos: Chávez, Peláez, Zevallos, Cubas, Vásquez,
Sánchez, Delgado Rivera, Oblitas, Montenegro, Cieza, Altamirano, García, Heredia, Guevara,
Dávila, Fernández, Clavo, Vera, Gonzales, Segura, etc. Aparecieron también familias de
apellidos: Cipriani y Mecarini, evidentemente descendientes de Italianos.
El año 1898, los colonos de la hacienda de Cocochillo, casados de la explotación impuesta por
los hacendados de turno, se organizaron bajo la dirección del señor Manuel Vega; con el aporte
colectivo de los colonos, aunque en forma desigual, según su condición económica de cada uno,
reunieron la preciable suma de DOS MIL DOSCIENTOS SETENTA Y SEIS SOLES, CON
OCHENTA CENTAVOS, con cuya cantidad compraron la hacienda de Doña María Asunción
Vega.
Habiéndose presentado un serio impase entre los accionistas, por la desleal actitud de tres de
ellos, don Manuel Vega Gonzales propuso y consiguió que el señor José Santos Peláez Comeca
y Villegas (Prospero hacendado del Jaipe y Tullanya), prestigioso personaje consejero y
responsable, se integrara al grupo de compradores para encabezar la compra mediante
documento notarial le delegaron para que realice todas las gestiones ante las autoridades
departamentales: Regularice el impase, suscriba la escritura pública, solicite su registro en la
propiedad de inmuebles; y luego la participación y la división de la ex – hacienda.
Cabe destacar, que el mismo día en la asamblea general, los nuevos propietarios, ratificaron por
unanimidad, destinar un área de 50 hectáreas, para la futura población dentro de cuya área
quedaba la casa hacienda, la capilla, el cementerio y la casita de los colonos de la ex hacienda.
Este modo dieron cumplimiento a la diligencia judicial del 22 de Octubre de 1899.
En horas de la tarde de ese mismo día los fundadores de Cocochillo se concentraron en una
hermosa planicie ubicada en la parte alta desde donde se denominaba a la pequeña población.
Allí colocaron, sobre una base solida de piedras, una vistosa cruz de madera (de seis metros de
altura), y lo bautizaron con el nombre de “LA CRUZ DEL NUEVO SIGLO”. Acto seguido se
dirigieron a otra planicie ubicada hacia la parte sur oeste de la población, allí colocaron otra cruz
de madera (de las mismas dimensiones que la primera), y lo bautizaron con el nombre de: “LA
CRUZ DE SAN PEDRO”, en honor a nuestro santo patrón.
Luego, poniendo de manifiesto su inquebrantable fe cristiana, dieron gracias a Dios por haberles
guiado y protegido para realizar todas estas nobles acciones en provecho de sus descendientes
y, unidos en un solo corazón rezaron con unción católica el santo rosario.
Al finalizar los actos de este histórico día, todos los fundadores brindaron el tradicional dulce de
leche y la exquisita mistela agasajándose mutuamente, culminando con un alegre baile popular.
El año 1914 se materializo el acuerdo de la Asamblea del 29 de Junio de 1901, mediante escritura
pública de donación otorgada por los accionistas a favor del pueblo, en la persona y
representación de sus autoridades, el señor Agente Municipal Don Nicolás Oblitas; el señor
Teniente Gobernador Don Diego Delgado y el señor juez de paz Don José Santos Peláez
Comeca y Villegas.
REFLEXIONES FINALES
Tanto por los viejos manuscritos que existen, como por la tradición, se puede afirmar que hasta
la década del setenta del siglo XIX, las haciendas de Cocochó Pillías y Potrero, fueron más
poblados e importantes que Cocochillo; sin embargo durante las últimas décadas del último siglo,
la llegada de la Gendarmería procedente de Chachapoyas y la amenaza de los bandoleros de
Cajamarca y sembraron el pánico y desconcierto en todas las haciendas y latifundios, cuyos
propietarios se vieron obligados a enterrar sus ingentes riquezas y alhajas de oro y plata y
abandonando sus bienes se refugiaron en los pueblos vecinos.
Cococho, Cocochillo, Jaipe, Tullanya, San Francisco de Roble, Limones, Palto, Ocsho, Rejo, y
Galeras permanecieron, por cuanto los hacendados entregaron los fuertes cupos e impusieron
los Gendarmes tanto en monedas como en alhajas y animales.
Se cuenta que los hacendados de Pillías y Potrero, como no aceptaron entregar los fuertes
cupos, los montoneros incendiaron la casa hacienda, los estables y fincas de café, y obligaron a
los propietarios para que abandonaran sus propiedades, en esta circunstancias, los colonos
pasaron a poblar Cocochillo.
Después de algunos años, los propietarios de Pillías y Potrero recuperaron sus tierras pero
completamente deterioradas.
Al despoblarse la estancia de Potrerillo, la patrona Virgen del Rosario fue elegida como patrona
de Cocochillo siendo colocada con parte de sus alhajas en un nicho especial en la capilla a lado
del patrón de San Pedro.
Nuestros ante pasados fueron trabajadores muy honrados, solidarios y respetuosos de las leyes
que no gobiernan.
http://camporredondoq3uerido.blogspot.com/2011/02/historia-de-
camporredondo.html