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Bibliografía clásica: Borda, Guillermo , Tratado de Derecho Civil , Perrot, 1998; Cifuentes,
Santos , Negocio Jurídico , Astrea, 2004; Leiva Fernández , Luis, " Hacia una nueva
concepción de la forma a través del Código Civil" , LA LEY, 1987 - D, 943;López De
Zavalía, Fernando , Teoría de los Contratos , Zavalía Editor, 1991; Mosset Iturraspe,
Jorge - Piedecasas Miguel ,Código Civil Comentado, Contratos Parte General , Rubinzal
Culzoni, 2004; Rivera, Julio César , Instituciones de Derecho Civil , Parte General, Lexis
Nexis, 2007; Spota Alberto , Tratado de Derecho Civil, Parte General , Roque Desalma
Editor, 1958.
Art. 1015.— Libertad de formas. Sólo son formales los contratos a los cuales la ley les
impone una forma determinada.
El Código Civil sustituido regulaba la forma de los contratos en varias disposiciones del
capítulo 4, Sección Tercera, Título 1, y títulos 3, 4 y 5 de la Sección Segunda, ambas del
Libro Segundo, dedicado a la forma de los contratos y a la forma de los actos jurídicos
(instrumentos) respectivamente, que se complementaban mutuamente y que concluían con
una regulación similar a la que existe en el presente art. 1015. Así, el art. 974 establecía el
principio de libertad de forma para el negocio jurídico, y el art. 1082 establecía que las
disposiciones respecto de la forma de los actos jurídicos serían aplicables a la forma de los
contratos.
Del Capítulo: Proyecto de 1998, arts. 958 a 961; Proyecto de la Comisión dec. 468/1992,
arts. 887 y 888.
Del art. 1015: Proyecto de 1998, art. 958, Proyecto de Comisión dec. 468/1992, art. 586.
II. Comentario
Tal como surge de la referencia que hemos hecho al tratar las fuentes del art. 1015, la
regulación actual no modifica la sustancia de la regulación existente hasta la entrada en
vigencia del nuevo régimen.
El presente artículo establece que los contratos sólo son formales, o lo que es lo mismo, que
las partes deben sujetarse a una forma concreta para su ejecución, cuando alguna norma así
lo provea. Dichos contratos se llaman formales y la forma establecida es obligatoria. Así, de
una manera un tanto indirecta, establece que la regla general es que existe libertad en
cuanto a la forma que deben tener los contratos.
Ahora bien, el artículo comentado también indirectamente establece que un nivel mínimo
de formalización es necesario para la validez de los contratos, sin la cual la voluntad no
puede entenderse expresada. O sin el cual no puede verificarse la existencia de expresión de
la voluntad. Ello es consecuencia de lo establecido en el art. 284, con relación a la
expresión de la voluntad, y dicha expresión constituye la forma esencial de los contratos.
La forma escrita sigue siendo la forma residual por excelencia de la expresión de la
voluntad en el nuevo régimen, y dicha forma puede ser cumplida a través de los
instrumentos privados, regulados por el art. 286 y 287 de la nueva redacción del Código
Civil, y los instrumentos públicos, regulados por los arts. 290 y ss.
Nada se dice en el artículo comentado respecto del supuesto en que las partes hayan
provisto una formalidad específica. Pero entendemos que en virtud de lo establecido por el
art. 284 de la nueva redacción del Código Civil, la forma específica establecida por las
partes es también obligatoria para ellas y los contratos en dicha categoría también pueden
llamarse formales.
Nuestro Código Civil no exige forma especial para celebrar el contrato de locación de
servicios, razón por la cual rige el principio de libertad consagrado en el art. 974 del mismo
ordenamiento. La prueba, al igual que la forma, está sometida a las normas generales, por
lo que puede ser acreditado por toda clase de elementos de convicción, incluso por testigos
y presunciones (art. 1190, Cód. Civ) ( CNCiv ., sala A, 20/2/1998, LA LEY, 1998 - D , 470;
DJ, 1999 - 1 - 720).
La disposición del presente artículo no estaba prevista en la redacción anterior del Código
Civil de Vélez, pero igualmente era la solución que la lógica imponía.
Además, la propia legislación daba una solución similar a ciertos supuestos al decir, que los
actos que debían celebrarse por escritura publica debían modificarse siguiendo esa
formalidad (art. 1084, inc. 10).
II. Comentario
Siguen también el principio lógico las dos excepciones que la norma contempla, que son las
siguientes.
Primero, las estipulaciones menores, es decir aquellas que no tienen entidad como para
alterar la validez del contrato, pueden no respetar la regla enunciada.
Segundo, la disposición de la ley, que puede llegar a establecer una forma diferente a la del
contrato para la modificación contractual.
En rigor, la norma bajo análisis no resulta necesaria ya que las partes pueden pactar la
forma de los contratos que estimen más convenientes, pudiendo acordar inclusive una
formalidad más exigente que la establecida por la propia ley (art. 284 de la nueva
legislación). Y entendemos que la referida disposición también debería ser entendida
aplicable para las modificaciones contractuales.
III. Jurisprudencia
L a modificación del contrato celebrado por escrito debe acreditarse en principio, por igual
medio instrumental (CNEsp. Civ. y Com., sala II, 14/3/1985, LA LEY, 1987 - A, 654).
Art. 1017.— Escritura pública. Deben ser otorgados por escritura pública:
a) los contratos que tienen por objeto la adquisición, modificación o extinción de derechos
reales sobre inmuebles. Quedan exceptuados los casos en que el acto es realizado mediante
subasta proveniente de ejecución judicial o administrativa;
b) los contratos que tienen por objeto derechos dudosos o litigiosos sobre inmuebles;
c) todos los actos que sean accesorios de otros contratos otorgados en escritura pública;
d) los demás contratos que, por acuerdo de partes o disposición de la ley, deben ser
otorgados en escritura pública.
El Código Civil sustituido contenía la enumeración de los contratos que debían ser
celebrados por escritura pública en el art. 1184. Dicho artículo contenía 11 incisos con
diferentes supuestos.
Del art. 1017. Proyecto de 1998, arts. 960, Proyecto de Comisión dec. 468/1992, art. 887.
II. Comentario
Este artículo regula los contratos que deben celebrarse mediante escritura pública bajo la
nueva legislación. Como anticipamos, la escritura pública es prescripta como forma de los
contratos a los efectos de dar una formalidad determinada a ciertos actos que se entiende
que reclaman formalidad especial. En 4 incisos, el art. 1017 define cuales son dichos actos
a tenor del nuevo código.
El inc. a) del art. 1017 establece que toda transacción que contemple la adquisición,
modificación o extinción de derechos sobre inmuebles debe celebrarse mediante escritura
pública. La única excepción contemplada se da en el caso en que el negocio relativo a
inmuebles provenga de la adquisición de derechos emergentes de subasta pública, judicial o
administrativa.
En este caso, el inc. a) comentado no guarda diferencias con el art. 1184 inc. 1) del régimen
anterior, que tenía una redacción parecida e idéntica sustancia. Toda transacción relativa a
inmuebles merecía la certeza que otorga una escritura pública, y así se disponía, salvo que
la adquisición resultara de una subasta administrativa o judicial.
El inc. b) establece que los contratos que tengan por objeto derechos dudosos o litigiosos
sobre inmuebles deben ser ejecutados en escritura pública. Notamos que esta provisión es
innecesaria, ya que al versar en definitiva sobre derechos sobre inmuebles, los referidos
contratos ya se encontrarían sujetos a la ejecución de una escritura pública mediante el inc.
a) precedente. Este inc. b) se encontraba indirectamente establecido en el inc. 8 del art.
1184 del Código anterior, que regulaba que las transacciones sobre inmuebles debían ser
realizadas mediante escrituras públicas.
El inc. c) dispone que los actos que sean accesorios de contratos celebrados en escritura
pública, deberán ser celebrados también a través de dicho medio. Esta disposición incluye
las previsiones de los incs. 9, 10 y 11 del art. 1184 del régimen anterior.
Y el inc. d) prevé que los demás contratos que las partes y/o la ley establezcan que deban
celebrarse en escritura pública, también deberán celebrarse respetando dicha formalidad.
Este último inciso es una especie de cláusula residual que otorga carácter obligatorio a otras
disposiciones del Código Civil que requieran escritura pública como medio de
instrumentación, o bien a la voluntad de las partes. Esta cláusula no se encontraba en el
código anterior.
El nuevo Código no contempla directamente los siguientes supuestos que estaban previstos
en el art. 1084 del régimen anterior: las particiones extrajudiciales de herencia (art. 1184,
inc. 2), los contratos de sociedad civil, sus prórrogas y modificaciones (art. 1184, inc. 3),
las convenciones matrimoniales y la constitución de dote (art. 1184, inc. 4), toda
constitución de renta vitalicia (art. 1184, inc. 5), la cesión, renuncia y repudiación de
derechos hereditarios (art. 1184, inc. 6), los poderes a ser presentados en juicio, los de
administración de bienes, y los que contengan actos que deban ser redactados en escritura
pública (art. 1184, inc. 7), y los pagos de obligaciones consignadas en escritura pública (art.
184, inc. 11).
Los supuestos antes vistos, con alguna excepción, siguen requiriendo escritura pública para
su instrumentación bajo el nuevo régimen, pero la necesidad en ese sentido se establece en
la regulación específica.
Por ejemplo, véase el art. 448 para las convenciones matrimoniales, el art. 2299 para las
renuncias de herencia, el art. 1599 para la renta vitalicia, el art. 2202 respecto de la cesión
de derechos hereditarios, el art. 363 para la representación, que consigna que si el acto para
el cual la representación se otorga debe ser celebrado en escritura pública, el poder
respectivo debe tener dicho formato.
A su vez entre las excepciones encontramos a la partición extrajudicial de bienes, que a
tenor del nuevo art. 2369 puede hacerse por la vía que los herederos decidan si están todos
de acuerdo, aunque si hubiera inmuebles en el acervo debería hacerse por escritura pública
a tenor de lo establecido por el art. 1017 que estamos comentando. Y notamos que al no
regular las sociedades civiles, la nueva legislación deja sin sentido al supuesto contemplado
por el art. 1184, inc. 3, que no ha sido incluido en la nueva redacción.
III. Jurisprudencia
E n los contratos solemnes o cuya forma es impuesta por la ley ad solemnitatem, la omisión
de la forma priva al contrato de sus efectos propios, pero no es obstáculo para que en
ciertos casos el contrato produzca efectos diferentes. En los casos en que la omisión de la
forma priva al contrato de sus efectos propios, pero le asigna otros —e s decir se produce la
conversión del acto jurídico en un acto distinto — el contrato es solemne relativo o la forma
es solemne relativa ( CNCiv ., sala C, 10/7/1974, JA, 24 -1974 -3 91).
En el art. 1185 regulaba el caso en que el contrato deba realizarse por escritura pública y la
misma no hubiese sido otorgada, estableciéndose la conversión del contrato en obligación
de otorgar la escritura pública. El art. 1185 bis incluye (en rigor, explicita) la misma
solución para boletos de compraventa, estableciendo además que la propia escritura puede
ser suscripta por el juez. El art. 1186 limita la aplicación de esta solución cuando las partes
previeron que el contrato no valdría si no hubiese sido formalizado en escritura pública,
creando así voluntariamente un supuesto de solemnidad absoluta.
A su vez, el art. 1087 califica a la obligación de formalizar un contrato (de cualquier forma
que sea) como obligación de hacer que puede ser demandada bajo apercibimiento de daños
y perjuicios y el art. 1088 incluye a los contratos que fueron celebrados verbalmente
debiendo haber sido formalizados mediante instrumento público o particular.
Del art. 1018: Proyecto de 1998, art. 961; Proyecto de Comisión dec. 468/1992, arts. 587 y
888.
II. Comentario
El presente artículo establece la conversión del negocio jurídico, y dispone que el contrato
concluido sin la forma prevista o acordada valga como instrumento obligatorio de
celebrarlo bajo la forma debida, bajo apercibimiento de que el juez otorgue lleve adelante la
tarea. Y ello si la parte solicitante de la instrumentación asegurase el cumplimiento del
contrato.
La norma bajo comentario es consistente con los principios que se establecen en cuanto a
forma en el nuevo Código (ver art. 285), que también prevé la conversión con excepción de
los casos de elección de formas bajo pena de nulidad.
III. Jurisprudencia
Bibliografía clásica: Borda, Guillermo , Tratado de Derecho Civil , Perrot, 1998; Cifuentes,
Santos , Negocio Jurídico , Astrea, 2004; Leiva Fernández, Luis, " Hacia una nueva
concepción de la forma a través del Código Civil" , LA LEY, 1987 - D, 943;López De
Zavalía, Fernando , Teoría de los Contratos , Zavalía Editor, 1991; Mosset Iturraspe,
Jorge - Piedecasas Miguel ,Código Civil Comentado, Contratos Parte General ,
Rubinzal - Culzoni, 2004; Rivera, Julio César , Instituciones de Derecho Civil, Parte
General , Lexis Nexis, 2007.
Art. 1019.— Medios de prueba. Los contratos pueden ser probados por todos los medios
aptos para llegar a una razonable convicción según las reglas de la sana crítica, y con
arreglo a lo que disponen las leyes procesales, excepto disposición legal que establezca un
medio especial.
Los contratos que sea de uso instrumentar no pueden ser probados exclusivamente por
testigos.
El Código Civil sustituido trataba la cuestión en los arts. 1190 a 1194. Las provisiones
sustituidas eran más detalladas y extensas toda vez que se enumeraban los medios
concretos de prueba de los contratos (instrumentos públicos y particulares, juramento,
confesión, presunciones, y testigos).
Del capítulo: Proyecto de 1998, arts. 962 y 963; Proyecto de Comisión dec. 468/1992, arts.
889 a 893. Del art. 1019: Proyecto de 1998, art. 962. Proyecto de Comisión dec. 468/1992,
arts. 889 y 891.
II. Comentario
La norma comentada establece de una manera general y sucinta cuales son los medios de
prueba de los contratos. Y los medios concretos no se especifican, con lo cual todo medio
eficiente estará disponible para probar el acuerdo de que se trate. Esta normativa se
complementa con lo dispuesto por los arts. 284 a 319 del Código en su nueva redacción,
que regula la formas del acto jurídico.
El art. 1019, luego de la establecer una regla general muy amplia, hace referencia a que la
evaluación de la probanza debe hacerse teniendo en cuenta las normas de la sana crítica y
de acuerdo a lo dispuesto por las normas procesales. Este es un claro mensaje a los jueces, a
quienes el legislador apodera para considerar acreditada una relación contractual pero le
pide razonabilidad propia de la sana crítica y sujeción a las leyes procesales.
Como única excepción se establece que cuando se hubiere establecido un medio de prueba
específico, el la norma comentada no es aplicable. Y rige entonces el art. 1020. Entendemos
que la excepción aplica a todos los contratos que tengan forma especial prevista, ya sea por
disposición de la ley o por acuerdo de las partes.
III. Jurisprudencia
N uestro Código Civil no exige forma especial para celebrar el contrato de locación de
servicios, razón por la cual rige el principio de libertad consagrado en el art. 974 del mismo
ordenamiento. La prueba, al igual que la forma, está sometida a las normas generales, por
lo que puede ser acreditado por toda clase de elementos de convicción, incluso por testigos
y presunciones (art. 1190, Cód. Civ.) ( CNCiv ., sala A, 20/2/1998, LA LEY, 1998 - D , 470;
DJ, 1999 - 1 - 720).
Art. 1020.— Prueba de los contratos formales. Los contratos en los cuales la formalidad es
requerida a los fines probatorios pueden ser probados por otros medios, inclusive por
testigos, si hay imposibilidad de obtener la prueba de haber sido cumplida la formalidad o
si existe principio de prueba instrumental, o comienzo de ejecución.
El art. 1093 prohibía la utilización de testigos para la prueba de contratos de más de cierto
valor (diez mil pesos, cifra que estaba desactualizada ampliamente).
Del art. 1020: Proyecto de 1998, art. 963; Proyecto de Comisión dec. 468/1992, arts. 890,
891, 892 y 893.
II. Comentario
El art. 1020 establece que los contratos a los cuales se les establece una forma específica
para que sean probados, pueden igualmente ser acreditados por otros medios, incluyendo a
la prueba testimonial, si se demostrara que fue imposible obtener la prueba que acredite el
seguimiento de la formalidad, y/o si hay principio de prueba por escrito o comienzo de
ejecución del respectivo contrato.
Se define al principio de prueba por escrito con palabras de igual alcance a las utilizadas en
el antiguo art. 1192 del Cód. Civil.
Entendemos que la regulación actual tiene igual alcance y sentido que la sustituida, y por
ende la jurisprudencia anterior a la reforma tendrá la misma aplicabilidad luego de ella.
III. Jurisprudencia
L a condición según la cual debe respetarse la forma específica exigida por la legislación
pertinente para la conclusión de un determinado contrato administrativo —a los efectos de
su validez y eficacia —, porque se trata de un requisito esencial de su existencia, no sólo se
impone a las modalidades del derecho administrativo, sino que concuerda con el principio
general también vigente en derecho privado en cuanto establece que los contratos que
tengan una forma determinada por las leyes no se juzgarán probados si no estuvieren en la
forma prescripta (arts. 975 y 1191 del Cód. Civil) (CSJN, 10/2/2004, La Ley online).
Capítulo 9 - Efectos
Bibliografía de la reforma: Alterini, Jorge H., " Gravitación de la reforma del artículo
2505 del Código Civil" , ED, 43 - 1181 ;
Bibliografía clásica: Aparicio, Juan Manuel , " Contratos en general. Observaciones al
Proyecto de Código " , LA LEY, 2012 - F, 1213; Betti, Emilio , " Teoría General del
Negocio Jurídico " , 2a ed., Trad. Martín Pérez, Revista de Derecho Privado, Madrid,
1959; Borda, Alejandro , " Los efectos relativos del acto jurídico respecto de terceros " , JA,
2004- IV - 1153; Cifuentes, Santos,Negocio Jurídico , Astrea, Buenos Aires,
1986; Compagnucci De Caso, Rubén , " Efecto relativo de los contratos " , LA LEY,
2007- B, 1108; Compagnucci De Caso, Rubén , El negocio jurídico , Astrea, 1992; De
Castro Y Bravo, Federico, El negocio jurídico , Civitas, Madrid, 1985; De Lorenzo, Miguel
Federico - Tobías, José W. , " Complejo de negocios unidos por un nexo (El ligamen
negocial) " , LA LEY, 1996 - D, 1387; Galgano, Francesco , El negocio jurídico , Trad. F.
Blasco Gascó, Tirant Lo Branch, Valencia, 1992; Garrido Cordobera, Lidia M.
R. , " Nuevas perspectivas de la teoría general del contrato " , LA LEY, 2013 - F,
1011; Gastaldi, José María - Gastaldi, José Mariano , " Los contratos en general " ,
en Comentarios al Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación 2012 , Rivera, Julio
C., director, Medina, Graciela, Coordinadora, Abeledo - Perrot, Buenos Aires, 2012;Rivera,
Julio C., Instituciones de Derecho Civil , t. II, 6a ed., Abeledo - Perrot, Buenos Aires,
2013; Salas, Acdeel E. , " El principio de la relatividad de los contratos y su oponibilidad a
los terceros " , JA, 1947 - IV - 292, " La regla res inter alios acta " , JA, 1952 -IV - 3.
Art. 1021.— Regla general. El contrato sólo tiene efecto entre las partes contratantes; no lo
tiene con respecto a terceros, excepto en los casos previstos por la ley.
El Código Civil establece que los contratos sólo producen efectos entre las partes y no
benefician ni perjudicaban a terceros. Ese principio surge de lo dispuesto en los arts. 1195 y
1199 y también se encuentra enunciado, en forma general para las obligaciones, en el art.
503 que reza: Las obligaciones no producen efecto sino entre acreedor y deudor, y sus
sucesores a quienes se transmitiesen.
Según los fundamentos del Código Civil y Comercial, en esta sección se adopta el principio
del efecto relativo de los contratos, siguiendo las normas del Proyecto de 1998, que
establecía la regla general en su art. 974: " Los efectos del contrato vinculan a las partes, o
a los varios interesados que las integran" .
II. Comentario
La voluntad que genera obligaciones para las partes, es una voluntad bilateral que obliga,
en principio, sólo a quienes contrataron. Si hay libertad para obligarse, hay un deber de
respetar la palabra empeñada (Lorenzetti).
Por eso, la autodeterminación para generar una norma jurídica no puede sino tener, en
principio, efectos que alcancen a quienes crearon una relación contractual. Por eso, la
autonomía de la voluntad genera normas individuales sólo aplicables entre las partes que
intervinieron en el negocio jurídico.
Así, hablamos de los efectos subjetivos de los contratos para distinguir entre quienes se
producen las relaciones jurídicas patrimoniales que derivan del consentimiento contractual.
El principio general en esta materia es el " efecto relativo de los contratos" que surge de una
conocida frase en latín res inter alios acta aliis neque nocere, neque prodesse potest que
significa que la cosa concluida entre unos, no puede dañar ni aprovechar a los otros.
Se entiende por relatividad del contrato la limitación de los efectos contractuales a los
sujetos contratantes y sólo concierne a sus efectos internos, es decir a los derechos y
obligaciones que derivan del acuerdo (Rezzónico).
La regla del efecto relativo no debe interpretarse como una afirmación de que las
convenciones no repercutan de distintos modos sobre terceros, sino simplemente que no
hacen nacer para ellos derechos ni obligaciones, pues el contrato como ley particular se
circunscribe a los contratantes, a diferencia de las normas legislativas que todos deben
atacar (Gregorini Clusellas).
No obstante lo señalado, parte de la doctrina (Stiglitz) destaca que el contrato porta eficacia
general entendido ello en el sentido de que todos están obligados a reconocer sus efectos
sólo entre los sujetos de la relación jurídica.
III. Jurisprudencia
1. Los contratos, en principio, no producen efecto alguno ni pueden por consiguiente
aprovechar o perjudicar a las personas que no han concurrido a su otorgamiento o no han
estado representados en su realización (arts. 1195, 1199 y concs., Cód. Civil).Los contratos,
en principio, no producen efecto alguno ni pueden por consiguiente aprovechar o perjudicar
a las personas que no han concurrido a su otorgamiento o no han estado representados en su
realización ( CNCiv ., sala G, 24/7/1980, LA LEY, 198 0- D, 393).
2. Si bien el acceso a una reparación integral de los daños sufridos por las víctimas de
accidentes de tránsito constituye un principio constitucional que debe ser tutelado, ello no
implica desconocer que el contrato de seguro rige la relación jurídica entre los otorgantes, y
los damnificados revisten la condición de terceros frente a aquellos porque no participaron
en el contrato, por lo que si desean invocarlo deben circunscribirse a sus términos (CSJN,
LA LEY del 30/4/2014, 11 )
Art. 1022.— Situación de los terceros. El contrato no hace surgir obligaciones a cargo de
terceros, ni los terceros tienen derecho a invocarlo para hacer recaer sobre las partes
obligaciones que éstas no han convenido, excepto disposición legal.
Hemos señalado en el comentario al artículo anterior, cual es la regulación general que hace
el Código Civil sobre esta materia. El Proyecto de 1998 establecía una norma similar a la
presente en su art. 979: " El contrato no hace surgir obligaciones a cargo de terceros, ni los
terceros tienen derecho a invocarlo para hacer recaer sobre las partes obligaciones que éstas
no han convenido, salvo disposición legal" .
II. Comentario
Los terceros son, en principio, quienes no tienen con el negocio jurídico relación alguna.
Los sucesores, hasta el momento que son llamados a suceder, también son terceros.
Puede suceder que si bien los terceros sean ajenos al contrato celebrado, tengan sin
embargo algún interés en su éxito o en su fracaso. Por ello, generalmente se distingue
entre " terceros interesados" y " terceros no interesados" .
Son terceros interesados aquellos que pueden ostentar un derecho subjetivo o un interés
legítimo afectado por la relación jurídica. Tales son los sucesores particulares, los titulares
de derechos reales sobre las cosas que son objeto de la relación jurídica, los acreedores
privilegiados o quirografarios de las partes del negocio, y la masa pasiva del concurso, que
no es sino un conjunto de acreedores (Alterini, Jorge).
Terceros no interesados o penitus extranei son aquéllos totalmente ajenos al negocio y a sus
efectos, pues no tienen derechos subjetivos o intereses legítimos afectados por el acto
jurídico.
Por empezar los contratos pueden aumentar o disminuir la solvencia de los contratantes, por
ello sus acreedores pueden verse entonces indirectamente alcanzados por los efectos de un
contrato del cual no son parte. Aquí entran a jugar las disposiciones que rigen las llamadas
acciones integradoras del patrimonio: simulación (art. 333), fraude (art. 338) y la acción
subrogatoria (art. 739).
También existe a favor de los acreedores la acción directa prevista en el art. 736, es decir
supuestos en donde el acreedor ejerce una acción contra el deudor de su deudor, no se
subroga, sino que actúa en forma directa contra el deudor de su deudor.
III. Jurisprudencia
c) manifiesta la voluntad contractual, aunque ésta sea transmitida por un corredor o por un
agente sin representación.
II. Comentario
Si el contrato es un acto jurídico, y este último es un acto voluntario lícito que tiene por fin
inmediato la adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas
(art. 259), debemos concluir que " parte" en un contrato es " aquel sobre el cual se producen
las consecuencias jurídicas" que derivan del negocio. Pero este no es un concepto del todo
preciso, pues las consecuencias de un negocio, pueden también producirse sobre un tercero
ajeno a la contratación.
Por ello, tratando de precisar el concepto, podemos decir que parte es quien interviene en el
negocio jurídico ejerciendo una prerrogativa jurídica propia, tal es la definición de
Llambías, seguida por la mayoría de la doctrina. Para Betti, parte es la persona a quien se
refiere la forma y el precepto del negocio.
Quien es parte puede materialmente celebrar el acto o existir un otorgante quien no sea
parte. Como enseña Cifuentes, otorgar importa " disponer, establecer, estipular o prometer
una cosa" , quien otorga y es otorgante de un acto o negocio jurídico, será la persona o
sujeto que dispone, estipula, promete, establece u ofrece con el fin inmediato de obtener
efectos en derecho.
En suma, quien ejecuta materialmente un acto jurídico es el otorgante, que puede hacerlo
para sí (parte), o por otro o en nombre de otro (representante, comitente).
III. Jurisprudencia
Art. 1024.— Sucesores universales. Los efectos del contrato se extienden, activa y
pasivamente, a los sucesores universales, a no ser que las obligaciones que de él nacen sean
inherentes a la persona, o que la transmisión sea incompatible con la naturaleza de la
obligación, o esté prohibida por una cláusula del contrato o la ley.
El Código Civil dispone el en art. 1195 que Los efectos de los contratos se extienden activa
y pasivamente a los herederos y sucesores universales, a no ser que las obligaciones que
nacieren de ellos fuesen inherentes a la persona, o que resultase lo contrario de una
disposición expresa de la ley, de una cláusula del contrato, o de su naturaleza misma. Los
contratos no pueden perjudicar a terceros.
El Proyecto del año 1998 disponía en el art. 976: " Los efectos del contrato se extienden,
activa y pasivamente, a los sucesores universales, salvo: a) Si lo prohíbe una estipulación o
una disposición legal. b) Si la extensión es incompatible con la naturaleza del contrato. c)
Respecto de las obligaciones que requieren la prestación personal del contratante
originario" .
II. Comentario
La sucesión es a título universal cuando el sucesor tiene vocación a todo o a una parte
alícuota del patrimonio de una persona. La única sucesión universal en nuestro derecho es
la del heredero. En cambio, en la sucesión particular se transmite sólo una determinada
relación o situación jurídica.
Los sucesores pueden ingresar en una relación jurídica aun cuando primitivamente no
formaron parte de ella. En la sucesión mortis causa , el heredero tiene todos los derechos y
acciones del causante de manera indivisa. De donde surge que se extienden al sucesor
universal, los efectos activos y pasivos de los negocios jurídicos en que era parte el
causante (art. 2280) y pasan al sucesor universal las obligaciones que recaen sobre cada una
de las cosas que le transmiten, puesto que el sucesor universal es, a la vez, sucesor
particular en cada una de las cosas que forman parte de la herencia. En principio, el
heredero sólo responde por las deudas del causante con los bienes que recibe o con su valor,
en caso de haber sido enajenados (art. 2280, último párrafo).
También resultan intransmisibles los declarados tales por una disposición del mismo
negocio jurídico pues las partes pueden estipular que los efectos de un negocio se extingan
por la muerte de cualquiera de ellos. Ello así, siempre que se encuentre en el ámbito de la
libertad contractual, pues en ciertos supuestos la ley impone la continuidad del contrato,
como sucede en materia de locaciones urbanas.
III. Jurisprudencia
Los efectos de los contratos además de ser vinculantes para las partes y sus sucesores, se
extienden a éstos como si ellos mismos los hubiesen celebrado, máxime en casos en que el
excepcionante reviste carácter de continuador de la personalidad jurídica del co -
contratante, ocupando su misma posición contractual en el negocio jurídico
(CNACom., sala C, 15/8/1991, LA LEY, 199 2- A, 448).
Bibliografía clásica: Diez - Picazo, Luis , Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial , 6a
ed., Civitas, Madrid, 2007; Fontanarrosa, Rodolfo , " Derecho Comercial Argentino " , t.
II, Doctrina General de los Contratos Comerciales , Zavalía, Buenos Aires, 1979;Messineo,
Francesco , Doctrina General del Contrato , Trad. Fontanarrosa, Sentis Melendo, Volterra,
Librería del Foro, Buenos Aires, 1986; Rezzónico, Juan Carlos , " Perfil estructural de la
estipulación a favor de tercero " , LA LEY, 1979 - D, 882; " Rasgos esenciales de la
estipulación a favor de terceros " , LA LEY, 1979 - D, 725; Stiglitz, Rubén , " Estipulación
a favor de un tercero y seguro contra la responsabilidad civil " , JA,
1993 - II - 831; Zannoni, Eduardo , Ineficacia y nulidad de los actos jurídicos , Astrea,
1986.
Art. 1025.— Contratación a nombre de tercero. Quien contrata a nombre de un tercero sólo
lo obliga si ejerce su representación. A falta de representación suficiente el contrato es
ineficaz. La ratificación expresa o tácita del tercero suple la falta de representación; la
ejecución implica ratificación tácita.
El Código Civil establece que ninguno puede contratar a nombre de un tercero, sin estar
autorizado por él, o sin tener por la ley su representación. El contrato celebrado a nombre
de otro, de quien no se tenga autorización o representación legal, es de ningún valor, y no
obliga ni al que lo hizo. El contrato valdrá si el tercero lo ratificase expresamente o
ejecutase el contrato (art. 1161), aclarando que la ratificación hecha por el tercero a cuyo
nombre, o en cuyo interés se hubiese contratado, tiene el mismo efecto que la autorización
previa, y le da derecho para exigir el cumplimiento del contrato (art. 1162).
El Proyecto del año 1998, establecía en su art. 980: " Quien contrata a nombre de un tercero
sólo lo obliga si ejerce su representación. A falta de representación suficiente el contrato es
ineficaz; pero si la otra parte no conoció, o no hubo de haber conocido, la falta de
representación, quien la invocó responde por la reparación de los daños. La ratificación
expresa o tácita del tercero suple la falta de representación; la ejecución implica ratificación
tácita" .
II. Comentario
El contrato celebrado por el tercero no produce efectos y sólo resulta eficaz si se cumple
con el requisito de la ratificación. Producida la ratificación las relaciones entre el " falso
procurador" y el dueño del negocio serán regidas por las normas de la gestión de negocios
ajenos (art. 369).
Se trata de un negocio jurídico eficacia pendiente por estar sujeto a una condicio iuris de
eficacia (Zannoni), pues el contrato es ineficaz pero sujeto a la condición suspensiva de su
ratificación para producir efectos.
La ratificación es un acto jurídico integrativo, posterior a aquel que integra, en virtud del
cual el tercero pasa a ser parte del acto ratificado, quedando obligado conforme sus
términos y en condiciones de exigir su cumplimiento. Por este medio confirmatorio suple la
falta de representación y, por su intermedio, quien la efectúa aprueba lo que otra persona
hizo en su nombre sin apoderamiento (Gregorini Clusellas).
III. Jurisprudencia
Art. 1026.— Promesa del hecho de tercero. Quien promete el hecho de un tercero queda
obligado a hacer lo razonablemente necesario para que el tercero acepte la promesa. Si ha
garantizado que la promesa sea aceptada, queda obligado a obtenerla y responde
personalmente en caso de negativa.
I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto
El Código Civil estable en su art. 1163: El que se obliga por un tercero, ofreciendo el hecho
de éste, debe satisfacer pérdidas e intereses, si el tercero se negare a cumplir el contrato. La
norma contempla el caso en que se promete gestionar ante un tercero la realización de un
hecho. A diferencia del art. 1177 (promesa de cosas ajenas), aquí se garantiza un resultado,
por ello la responsabilidad no se limita a la una responsabilidad por interés negativo (la
falta de aceptación) sino a una responsabilidad plena por los daños y perjuicios ocasionados
por el incumplimiento.
El Proyecto de 1998 en su art. 981 disponía: " En los casos en que se promete el hecho de
tercero: a) El prometiente queda obligado a realizar los actos útiles para que el tercero
acepte su promesa. b) Si el prometiente garantiza que la promesa será aceptada, y el tercero
no la acepta, debe reparar los daños causados por esta negativa. c) Si el prometiente
también garantiza la ejecución debe reparar los daños causados por la inejecución del
tercero. Las cláusulas referentes a hechos de terceros que comprometen a los buenos
oficios, o a aplicar los mejores esfuerzos, sólo obligan en los alcances del inc. a)" .
II. Comentario
Sobre la figura de la promesa del hecho un tercero , la doctrina había cuestionado que se
pueda hablar de un verdadero contrato, se sostenía que en realidad lo prometido es un
hecho propio (emplear los medios necesarios), no se promete nada que deba hacer el
tercero y no se pretende por la declaración obligar al tercero. Naturalmente que si el tercero
da al estipulante, éste nada podrá reclamar al promitente; pero tal efecto no se explica
porque se haya pactado a cargo de tercero, sino por aplicación de la regla de que el pago
puede ser efectuado por tercero (López de Zavalía).
Quien promete una prestación o hecho (que comprende todo aquello que puede ser materia
de un contrato) a cargo de un tercero, queda en principio sólo obligado a realizar lo
necesario para que el tercero acepte esa propuesta contractual. En definitiva, el nuevo
Código recepta una usual práctica contractual de pactar que el tercero solo ejercerá
sus " buenos oficios" o " mejores esfuerzos"(best efforts ), evitando la responsabilidad
cuando no obtiene el resultado deseado. Ahora, si ha garantizado la aceptación del tercero,
queda obligado a obtenerla y responderá por los daños que ocasione la no aceptación del
negocio.
El que acepta la promesa del hecho de un tercero, queda obligado a este como si con él
hubiera contratado. En todos los casos, la ratificación del tercero convierte el acto en un
verdadero mandato con todos sus efectos legales.
Hay que distinguir la promesa del hecho del tercero de la promesa de transmitir o vender
una cosa ajena, regulada en los arts. 1008 y 1132, a cuyo comentario remitimos.
III. Jurisprudencia
1. Corresponde hacer lugar a la demanda entablada por quien suscribió una reserva para la
locación de un inmueble contra el representante de la inmobiliaria que suscribió la
misma — e n el caso, el documento hacía mención al " propietario " de la vivienda y no
decía el nombre del mismo — , debiendo éste devolver lo percibido más el doble en
concepto de señal o arras, comprobado que fue que el contrato se frustró por
incumplimiento de la parte locadora pues estaríamos en presencia de un caso de promesa
por tercero o promesa del hecho de un tercero. Corresponde hacer lugar a la demanda
entablada por quien suscribió una reserva para la locación de un inmueble contra el
representante de la inmobiliaria que suscribió la misma — e n el caso, el documento hacía
mención al " propietario " de la vivienda y no decía el nombre del mismo — , debiendo éste
devolver lo percibido má s el doble en concepto de señal o arras, comprobado que fue que
el contrato se frustró por incumplimiento de la parte locadora pues estaríamos en presencia
de un caso de promesa por tercero o promesa del hecho de un tercero (CACiv. y Com. de 5ª
Nominación de Córdoba,14/5/2002, LLC, 2002, 1312).
El art. 504 del Cód. Civil establece: " Si en la obligación se hubiere estipulado alguna
ventaja en favor de un tercero, éste podrá exigir el cumplimiento de la obligación, si la
hubiese aceptado y hécholo saber al obligado antes de ser revocada" . Vélez no se hizo eco
de las restricciones que recomendaba la doctrina de su época y recogió con amplitud esta
figura.
El proyecto de Código Civil de 1998 reguló de manera detallada esta promesa. En su art.
982, el proyecto disponía " Si el contrato contiene una estipulación a favor de un tercero
beneficiario, determinado o determinable, el prometiente le confiere los derechos o
facultades resultantes de lo que ha convenido con el estipulante. El prometiente puede
revocar la estipulación mientras no reciba la aceptación útil del tercero beneficiario; pero
no puede hacerlo sin la conformidad del estipulante si éste tiene interés en que ella sea
mantenida. El tercero aceptante obtiene directamente los derechos y las facultades
resultantes de la estipulación a su favor. Las facultades del tercero beneficiario de aceptar la
estipulación, y de prevalerse de ella luego de haberla aceptado, no se transmiten a sus
herederos, salvo que haya cláusula expresa que lo autorice " . El mismo código proyectado
establecía, además, que la estipulación a favor de tercero debía ser interpretada
estrictamente (art. 983) y que aun cuando haya habido aceptación, el estipulante tiene
derecho a revocar o a modificar la estipulación si se reserva expresamente esas facultades,
o si la estipulación debe ser cumplida luego de su muerte y el tercero beneficiario fallece
antes que él. Agregaba que esas facultades no podían ser ejercidas por los herederos del
estipulante, salvo cláusula expresa, ni por los acreedores (art. 984).
II. Comentario
Los contratos pueden contener estipulaciones a favor de terceros, se los suele
llamar " contratos a favor de terceros" , como lo son el seguro de vida, la donación con
cargo y la renta vitalicia. En estos casos hay una relación base entre el estipulante (quien
hace la estipulación) y el promitente (quien realiza la promesa a favor el tercero y la puede
revocar mientras no es aceptada). El tercero generalmente llamado beneficiario no es parte
del contrato base, sólo presta una adhesión perfeccionante. Puede aceptar o no la ventaja,
ya que se trata de una facultad de libre ejercicio. Si la acepta debe hacerlo saber al obligado
(promitente) y puede accionar directamente contra el promitente y contra el estipulante
(Lorenzetti).
En el derecho romano la regla era que el contrato hecho por una persona no podía hacer
surgir obligaciones a favor de otra, aunque la regla reconocía excepciones (p/ej. Las
donaciones sub- modo). Esta idea fue reconocida como principio por el derecho francés en
donde el Códe había establecido como principio general que no se podía estipular en el
propio nombre más que para uno mismo. (Se admite sólo como una condición de una
estipulación que se hace para uno mismo o de una donación que se hace para otro).
Sobre la naturaleza jurídica del contrato a favor de terceros se han ensayado varias teorías.
Para algunos autores, basados en el rechazo que el derecho romano hacía de esta figura, el
contrato a favor de terceros era siempre nulo, pero podía tomarse como una oferta hecha a
un tercero, que cuando es aceptada da nacimiento a un nuevo contrato. Para otros se trataba
de una " gestión de negocios" , en donde el estipulante es el gestor y el dueño del negocio
es el tercero. En una tercera posición, se ha dicho que el beneficio del tercero surge de la
declaración unilateral del promitente, que se apoya en un marco contractual que le da vida.
La doctrina argentina, desde hace mucho tiempo, viene sosteniendo que el derecho del
tercero surge lisa y llanamente de la voluntad de los contratantes, conforme el principio de
autonomía de la voluntad. Así, hay contrato o estipulación a favor de un tercero cuando una
de las partes del contrato (llamada estipulante) conviene en su propio nombre y a mérito de
un interés digno de tutela que la contraparte (llamada promitente) quede obligada hacia un
tercero (llamado beneficiario) a cumplir una prestación.
El tercero puede rechazar el beneficio otorgado y el promitente puede revocarlo antes que
se produzca la aceptación. El nuevo código establece que sola aceptación del tercero hace
nacer el beneficio a su favor, pero dicha aceptación no hace al tercero parte del contrato
celebrado, sólo le da firmeza a la estipulación realizada a su favor. Una vez aceptada la
estipulación y haciendo saber esa aceptación al estipulante, el tercero podrá exigir su
cumplimiento.
En nuestro derecho son ejemplos de contratos a favor de terceros: la donación con cargo
(art. 1562), la renta vitalicia (art. 1599), el contrato de transporte contratado por el
remitente a favor del destinatario, el seguro de vida. Aclara Atilio Alterini, que en materia
de responsabilidad médica se considera celebrado a favor de un tercero (el paciente) el
contrato que vincula a la clínica con el médico y el contrato por el cual el jefe incorpora un
profesional al equipo médico.
El tema fue tratado en las VII Jornadas Nacionales de Derecho Civil (Buenos Aires 1979).
Entre sus conclusiones se recomendó: 1) La estipulación debe interpretarse
restrictivamente, 2) La estipulación puede ser sólo una cláusula del contrato pero puede
ocupar íntegramente el contrato, 3) La facultad de tercero beneficiario de aceptar la
estipulación no se transmite a sus herederos.
III. Jurisprudencia
Art. 1028.— Relaciones entre las partes. El promitente puede oponer al tercero las defensas
derivadas del contrato básico y las fundadas en otras relaciones con él.
El estipulante puede:
a) exigir al promitente el cumplimiento de la prestación, sea a favor del tercer beneficiario
aceptante, sea a su favor si el tercero no la aceptó o el estipulante la revocó;
b) resolver el contrato en caso de incumplimiento, sin perjuicio de los derechos del tercero
beneficiario.
El Proyecto de 1998 establecía (art. 985) que el prometiente puede oponerle al tercero las
defensas derivadas del contrato básico y las fundadas en otras relaciones con él. Se
otorgaba al estipulante el derecho para exigirle al prometiente el cumplimiento de la
estipulación y, en su caso, para declarar la resolución del contrato, sin perjuicio de los
derechos del tercero beneficiario; así como para reclamarle el cumplimiento a su favor de la
estipulación si el tercero no la acepta o él la revoca.
II. Comentario
La estipulación en favor de tercero, que al formarse interesa a dos personas, pero en sus
resultados engloba a tres, conforma enlaces estructurales diversos tales como la relación de
provisión entre el estipulante y el promitente, la relación de valor entre el estipulante y el
beneficiario y la acción directa entre el tercero y el obligado (Rezzónico).
Así, en los contratos a favor de terceros se establecen básicamente tres tipos de relaciones
jurídicas. La del estipulante (quien contrata teniendo en mira beneficiar a un tercero) con el
promitente (quien se obliga a favor del tercero); la del estipulante con el beneficiario
(relación de valor que implica para el tercero un enriquecimiento patrimonial) que puede
reconocer distintas causas jurídicas, la más común es el deseo del estipulante de favorecer
al beneficiario con una liberalidad; y por último, la relación entre el promitente obligado y
el tercero beneficiario, como consecuencia de la cual el tercero tendrá contra el promitente
(y también contra el estipulante) acción directa para obtener el cumplimiento de la
obligación (Gregorini Clusellas).
El artículo que comentamos regula esas relaciones jurídicas estableciendo en primer lugar
que el promitente puede oponer al tercero las defensas derivadas del contrato básico y las
fundadas en otras relaciones con él. Así, el promitente podría oponer la excepción de
incumplimiento contractual o alegar la nulidad del contrato.
En la relación entre el estipulante y el promitente, el primero puede exigir el cumplimiento
de la promesa a favor del tercero beneficiario o a su favor si el tercero no la aceptó o si él la
revocó.
La solución legal se justifica pues el beneficiario no tiene una mera posición recepticia, está
provisto de acción, es titular libre y autónomo respecto del derecho asignado y tiene
facultad para dirigirse por sí para exigir el cumplimiento y, eventualmente, indemnización
por inejecución.
III. Jurisprudencia
Art. 1029.— Contrato para persona a designar. Cualquier parte puede reservarse la facultad
de designar ulteriormente a un tercero para que asuma su posición contractual, excepto si el
contrato no puede ser celebrado por medio de representante, o la determinación de los
sujetos es indispensable.
Mientras no haya una aceptación del tercero, el contrato produce efectos entre las partes.
II. Comentario
Este contrato puede cumplir dos finalidades. La primera es una finalidad de gestión. El
estipulante se encuentra ligado al tercero, en cuyo interés actúa y del que es gestor o
mandatario. Hay una representación oculta.
La facultad de comunicar quien asumirá como parte del contrato puede tener un plazo
establecido por acuerdo de partes, pero si nada se acordó al respecto, el Código fija un
plazo máximo para hacerlo de quince días desde la celebración del contrato.
Si el tercero no acepta la estipulación a su favor, quien contrató invocando que lo hacía por
él, quedará obligado personalmente frente al otro contratante.
III. Jurisprudencia
1. El comisionista que realizó una compra de un inmueble y no dio a conocer el nombre del
comitente, puede exigir por sí la contraprestación asumida por el vendedor, así como éste
también tiene una pretensión accionable contra aquél, sin perjuicio de la facultad para el
comisionista de hacerse sustituir en el negocio jurídico por el comitente, lo que puede tener
lugar, salvo la existencia de plazo legal o convencional, hasta el otorgamiento de la
escritura traslativa de dominio cuando el que compra en comisión notifica fehacientemente
al vendedor cuál es la persona para la que compró.El comisionista que realizó una compra
de un inmueble y no dio a conocer el nombre del comitente, puede exigir por sí la
contraprestación asumida por el vendedor, así como este también tiene una pretensión
accionable contra aquél, sin perjuicio de la facultad para el comisionista de hacerse sustituir
en el negocio jurídico por el comitente, lo que puede tener lugar, salvo la existencia de
plazo legal o convencional, hasta el otorgamiento de la escritura traslativa de dominio
cuando el que compra en comisió n notifica fehacientemente al vendedor cuál es la persona
para la que compró (C2ª ACiv. y Com. La Plata, sala I, 4/4/2006, LLBA, 2006 - 801 ).
Art. 1030.— Contrato por cuenta de quien corresponda. El contrato celebrado por cuenta de
quien corresponda queda sujeto a las reglas de la condición suspensiva. El tercero asume la
posición contractual cuando se produce el hecho que lo determina como beneficiario del
contrato.
El Código de Vélez no receptó esta figura. El texto está literalmente tomado del art. 987 del
Proyecto de 1998.
II. Comentario
La doctrina italiana, analizando disposiciones del Código Civil de aquel país, había
desarrollado la idea del contrato por cuenta de quien corresponda. En nuestro país,
Fontanarrosa explica que existen circunstancias en que alguien — q ue no es propietario de
ciertas cosas— se encuentra frente a la necesidad de celebrar algún contrato referente a
dichas cosas por cuenta de quien resulte titular de un derecho sobre ellas y destaca los
siguientes ejemplos dentro de nuestro derecho positivo.
La doctrina también ha definido este contrato diciendo que es aquel en que uno de los
otorgantes, al tiempo de la formación del acto, se reserva la facultad de designar el nombre
de la parte para una oportunidad posterior y dentro de un plazo prefijado. La razón está
dada en la circunstancia de que, al momento de formarse el contrato, ignora o se halla
indeterminada la persona que, una vez individualizada, habrá de ocupar su lugar (el del
otorgante) desligándose este último de la relación contractual (Stiglitz).
El Código sujeta el contrato a las reglas de la condición suspensiva (arts. 343 a 349), de
modo que sólo la determinación del beneficiario obliga a cumplir las prestaciones
convenidas. Es un acto jurídico de eficacia pendiente, no produce sus efectos propios
(aunque produce efectos tendientes a asegurar que su futura eficacia para el caso que la
condición se cumpla), ya que respecto de esos efectos propios, es ineficaz. Esta ineficacia
actual está pendiente del cumplimiento de la condición suspensiva (Zannoni).
De esta forma, al celebrarse el contrato uno de los contratantes sólo tiene formal o
aparentemente el carácter de parte, puesto que necesaria y forzosamente será reemplazado
más tarde por el verdadero contratante quien, hasta ese momento es un tercero.
Sección 3ª - Suspensión del cumplimiento y fuerza mayor. Por Luis Daniel Crovi
Bibliografía clásica: Alterini, Atilio Aníbal , " Los principios sobre los contratos de
UNIDROIT y las soluciones del derecho común" , DJ, 1997 - 2 - 1055; Brebbia, Roberto
H. , " La frustración del fin del contrato " , LA LEY, 1991 - B, 876; Brizzio, Claudia
R. , "Anteproyecto de Código Europeo de Contratos - Estudio Preliminar " , LA LEY,
1999 - C, 985; Compagnucci De Caso, Rubén H. ," La unificación de los contratos en
Europa " , LA LEY, 2005 - B, 1117; Garro, Alejandro M., " La Convención de las Naciones
Unidas sobre los contratos de compraventa internacional de mercaderías , su incorporación
al orden jurídico argentino " , LA LEY, 1985 - D, 868; Hernández, Carlos A - Trivisonno,
Julieta , " Suspensión del contrato en el Proyecto de Código " , LA LEY, 2012 -E,
1067; Messina De Estrella Gutierrez, Graciela N. , " La extinción del contrato por
declaración de una de las partes en el proyecto de Código Civil de 1998" , RCyS1999,
57; Wanjtraub, Javier H. , " La suspensión del cumplimiento del contrato " , LA LEY,
2007- C, 870.
Art. 1031.— Suspensión del cumplimiento. En los contratos bilaterales, cuando las partes
deben cumplir simultáneamente, una de ellas puede suspender el cumplimiento de la
prestación, hasta que la otra cumpla u ofrezca cumplir. La suspensión puede ser deducida
judicialmente como acción o como excepción. Si la prestación es a favor de varios
interesados, puede suspenderse la parte debida a cada uno hasta la ejecución completa de la
contraprestación.
Los principios de Unidroit sobre los contratos comerciales internacionales, han recogido la
figura que ahora recepta el Código Civil y Comercial, dichos principios establecen en su
art. 7.3.4. : " una parte que crea razonablemente que habrá un incumplimiento esencial de la
otra parte, puede reclamar una garantía adecuada del cumplimiento y, mientras tanto, puede
suspender su propia prestación. Si esta garantía no es otorgada en un plazo razonable, la
parte que la reclama puede resolver el contrato" .
II. Comentario
La frustración del negocio, en sentido amplio, alude al acto jurídico válido que no puede
cumplirse por circunstancias sobrevinientes no originadas por el hecho personal de las
partes (Brebbia). Existe una enorme cantidad de supuestos en donde no se presenta un
hecho que ponga límite definitivo a las expectativas de una o más partes del contrato, pero
modifica temporalmente el contexto originario en el que se gestó la relación. En estos
casos, si bien es razonable suponer que las partes afectadas mantienen su ilusión de que el
hecho configurativo de la frustración habrá de desaparecer (dejando en claro que muchas
veces puede transformarse en definitivo), no es menos real que sería de una tremenda
iniquidad pretender que quien conserva una expectativa deba cumplir tal como si el
contrato transitara por un andamiaje de normalidad (Wanjtraub).
El Código legisla aquí un instituto que, como vimos, ha sido incorporado por la lex
mercatoria , la suspensión de cumplimiento trata de solucionar aquellos supuestos donde no
se invoca la exceptio non adimpleti contractus pues hay todavía una esperanza de
cumplimiento de la prestación debida, pero quien está cumpliendo el contrato quiere
ponerse a resguardo de un posible incumplimiento definitivo de la otra parte. La suspensión
puede ser alegada como acción o como excepción dilatoria y tendrá efecto hasta que la
parte remisa cumpla u ofrezca cumplir.
No hay dudas que esta interesante incorporación admite que quien se enfrenta al
incumplimiento de la contraparte en el marco de un contrato bilateral con prestaciones de
ejecución simultánea, puede — s uperando una actitud meramente pasiva— accionar a fin
de obtener el reconocimiento judicial de la suspensión (Hernández).
El artículo regula la aplicación de este instituto en los contratos bilaterales cuando las partes
deben cumplir sus prestaciones de manera simultánea, permitiéndole a una de ellas
suspender su cumplimiento hasta que la otra no cumpla. El ejercicio de esta opción sólo
puede ser ejercida judicialmente.
III. Jurisprudencia
La jurisprudencia anterior la reforma se basa en las disposiciones del Código Civil. Por
ejemplo, en un caso la interdependencia y el equilibrio de las obligaciones recí procas
estaba, de modo evidente, en riesgo de quebrarse, pues en tanto el comprador venía
pagando en término todas sus cuotas desde hacía más de dos años, la obra no avanzaba en
la forma prevista y verosímilmente previsible conforme a las reglas de la buena fe. El
tribunal dispuso: " El derecho que confieren los arts. 510 y 1201 del Cód. Civil, si bien
está condicionado a que la obligación de la otra parte sea exigible, admite la salvedad
respecto de los supuestos de mediar peligro de que la contraprestación que debe efectuar el
beneficiario del plazo no se verifique, sea por insolvencia, cesación de pagos u otras
circunstancias que arriesguen romper la interdependencia de las obligaciones, como lo
autoriza el propio código en los casos de los arts. 1419 y 1425, haciendo aplicación de ese
principio subyacente en la exceptio non adimpleti contractus ( CNCiv ., sala E, 8/6/1976,
ED, 72 - 419 ).
Art. 1032.— Tutela preventiva. Una parte puede suspender su propio cumplimiento si sus
derechos sufriesen una grave amenaza de daño porque la otra parte ha sufrido un
menoscabo significativo en su aptitud para cumplir, o en su solvencia. La suspensión queda
sin efecto cuando la otra parte cumple o da seguridades suficientes de que el cumplimiento
será realizado.
II. Comentario
El artículo que comentamos, completando la disposición anterior, aclara que uno de los
contratantes puede suspender su propio cumplimiento como una forma de autoprotección
frente a la posible insolvencia del otro contratante o ante una circunstancia que le pudiera
impedir cumplir con las prestaciones debidas. Ya no estamos en presencia de obligaciones
que deben cumplirse simultáneamente.
Explica Lorenzetti que el tema empieza a ser debatido de modo relevante en Derecho Inglés
(a partir del caso Hochster vs De la Tour- 1853), de donde se pudo extraer la siguiente
regla: si una parte declara, antes del vencimiento de un contrato, su intención de no cumplir
o bien obra de tal modo que una persona razonable comprenda que no cumplirá su
obligación, la otra parte puede aceptar la decisión quedando desvinculada de su propia
obligación y teniendo derecho al resarcimiento, o bien rechazar la decisión de no cumplir
solicitando el cumplimiento. De allí nace la solución del anticipatory breach of contract.
El fundamento debe situarse en el acreedor que tiene una acción preventiva que se concede
a la parte cumplidora, puesto que no tiene sentido obligarla a seguir cumpliendo cuando es
seguro que la parte contraria no lo hará. Se trata de acción preventiva de tutela del crédito.
El supuesto de hecho activante no es la lesión como ocurre en la responsabilidad
contractual, sino la mera amenaza de lesión, la afectación de una expectativa de
cumplimiento.
Bibliografía clásica: Caivano, Roque, " La acción por daños y perjuicios derivados de los
vicios redhibitorios " , JA, 1993 - I - 280;Casas De Chamorro Vanasco, María L., " Acerca
de la garantía de evicción " , LA LEY, 1994 - E, 512; Crovi, Luis D., "Incumplimiento
contractual o garantía de evicción " , JA, 2001 - I - 126; López Dominguez, Adolfo, " La
defensa de evicción, su fundamento y arraigo en nuestra ley civil " , JA, 1953 - I - 20;
Salas, Acdeel S. , " Garantía de Evicción, Concepto y requisitos " ,JA, 1942- I - 625; Spota,
A., Citación de saneamiento, efectos jurídicos de su omisión, t. 17, La Ley; Spota, Alberto
G. , " La acción redhibitoria y su prescripción " , JA, 1955 - IV - 429; Wayar,
Ernesto , " Evicción y Vicios Redhibitorios " , t. I, II, Astrea, Buenos Aires, 2001.
El Código Civil de Vélez no tiene una regulación general del saneamiento en los contratos.
La norma que analizamos tiene su origen y resulta idéntica a la prevista en el art. 997 del
Proyecto de 1998.
II. Comentario
Por ello, el artículo que comentamos establece quienes están obligados al saneamiento. La
garantía pesa sobre quien transmite un bien a título oneroso, ya que se trata de una garantía
es natural de los contratos onerosos, como así también abarca a quien ha dividido bienes
con otros (división de condominio, partición hereditaria, etc.). Están también obligados al
saneamiento, los antecesores en el dominio en la medida que su transferencia fuera a título
oneroso.
II. Comentario
Wayar siguiendo a Salvat, considera que las voces evicción y saneamiento tienen
significados diferentes, aunque se hallen íntimamente vinculadas: mientras la primera
(evicción) indica la desposesión que sufre el adquirente de un derecho, la segunda se
refiere, con mayor rigor, a la indemnización de los daños y perjuicios derivados de aquella
desposesión.
El Código Civil y Comercial reafirma este principio que venía recogiendo la doctrina
mayoritaria, el objeto y alcance del saneamiento comprende las garantías de evicción y por
vicios rehibitorios que pueden manifestarse mediante la acción redhibitoria propiamente
dicha que persigue dejar sin efecto el contrato y la acción estimatoria o de quanti
minoris, que persigue reducir el precio de venta por los vicios de la cosa; y así como la
acción genérica por saneamiento que, excediendo las simples acciones anteriormente
referidas, puede tener por objeto la demanda por cumplimiento, es decir, que el adquirente
dirija al enajenante la pretensión que cumpla el contrato y perfeccione el título de la cosa
objeto negocial (caso de evicción), o bien, que repare o subsane los vicios o defectos
(vicios redhibitorios) (Gregorini Clusellas).
La evicción y los vicios redhibitorios son denominadas cláusulas " naturales" en todos los
contratos onerosos, pues existen aun cuando no se estipulen expresamente, aunque las
partes pueden renunciar a ellas o ampliarlas siempre que no exista mala fe o dolo.
Art. 1035.— Adquisición a título gratuito. El adquirente a título gratuito puede ejercer en su
provecho las acciones de responsabilidad por saneamiento correspondientes a sus
antecesores.
La norma que analizamos tiene su antecedente en el art. 999 del Proyecto de 1998.
II. Comentario
La garantía de saneamiento funciona en los contratos onerosos, sin perjuicio de ello, los
adquirentes a título gratuito (por ejemplo, donatario) pueden ejercer el derecho no contra el
transmitente a título gratuito (donante) sino contra los antecesores de éste que hayan
transmitido onerosamente.
Debemos también señalar, que la garantía por evicción funciona en el contrato de donación
en los supuestos previstos en el art. 1556, es decir cuando expresamente se ha asumido la
obligación, cuando la donación se ha hecho de mala fe, sabiendo el donante que la cosa
donada no era suya e ignorándolo el donatario, cuando la evicción es causada por el mismo
donante o en los casos de donaciones mutuas, remuneratorias o con cargo.
El art. 2098 del Cód. Civil de Vélez dispone, en relación a la evicción, que las partes
pueden aumentar, disminuir o suprimir la obligación por evicción. Norma similar trae el art.
2166 en materia de vicios redhibitorios, aclarando que para que estas cláusulas sean válidas
no debe existir dolo del enajenante.
La norma que analizamos tiene su antecedente en el art. 1000 del Proyecto de 1998, cuyo
texto es idéntico.
II. Comentario
Las partes pueden aumentar, disminuir o suprimir estas garantías pues en ellas no se
encuentra comprometido el orden público. Es bastante infrecuente que las partes aumenten
la responsabilidad por evicción o por vicios redhibitorios, pero en caso de existir, esas
cláusulas deben ser pactadas expresamente por cuanto implica al creación de una
obligación nueva, cuyos términos deben ser claros y precisos.
Como bien lo ha destacado Wayar, si bien la validez de estas cláusulas que agravan la
garantía es indiscutible, todo esta materia está gobernada por el principio jurídico de la
buena fe negocial (art. 961) y el ejercicio abusivo de los derechos (art. 10), en
consecuencia, el monto y gravedad de las sanciones deberá acomodarse a los principios
enunciados.
III. Jurisprudencia
La disposición del art. 2166 del Cód. Civil que establece que las partes pueden restringir,
renunciar o ampliar la responsabilidad por los vicios redhibitorios siempre que no haya
dolo en el enajenante se explica porque se trata de una garantía que no es de orden público,
pudiendo hacerse renuncia tácita de la misma (CACiv. y Com. Córdoba, 2ª Nom., 2/5/1980,
SP LA LEY, 980 - 700).
La norma que analizamos tiene su antecedente en el art. 1001 del Proyecto de 1998.
II. Comentario
La doctrina anterior a la reforma había destacado que los cláusulas que disminuían o
aumentaban la responsabilidad por evicción podían ser redactadas en términos genéricos,
que la voluntad de las partes deba estar manifestada expresamente no significa que los
términos deban ser sacramentales (Wayar).
El nuevo Código establece que las cláusulas que liberan al transmitente por el saneamiento
son de interpretación restrictiva. La norma que analizamos guarda relación con lo dispuesto
por el art. 1062 que establece que cuando una disposición legal establece expresamente una
interpretación restrictiva, debe estarse a la literalidad de los términos utilizados al
manifestar la voluntad.
A su turno, el art. 1095 dispone que el contrato de consumo se interpreta en el sentido más
favorable al consumidor y cuando existen dudas, se adopta la interpretación menos gravosa.
III. Jurisprudencia
Una consecuencia que deriva del principio general de buena fe, consiste en que en los
contratos onerosos, quien entrega a otro una cosa ha de responder por su vicios ocultos, es
decir aquellos que alteren su estado y calidad aparentes, y si bien, por regla los contratantes
privados pueden renunciar al derecho a reclamar por esos vicios, tal renuncia debe ser clara,
la intención de formularla no se presume y la interpretación de las cláusulas que la
contienen debe ser restrictiva (SCBA, 11/8/1981, DJBA, 122 - 73 ).
Art. 1038.— Casos en los que se las tiene por no convenidas. La supresión y la disminución
de la responsabilidad por saneamiento se tienen por no convenidas en los siguientes casos:
a) si el enajenante conoció, o debió conocer el peligro de evicción, o la existencia de vicios;
El art. 2099 del Cód. Civil de Vélez establece que es nula toda convención que libre al
enajenante de responder por evicción siempre que hubiere mala fe de parte suya. Idéntica
previsión tiene el art. 2166 en relación a los vicios redhibitorios refiriéndose al dolo del
enajenante.
El art. 2170 del Cód. Civil dispone que el enajenante está libre de responsabilidad por los
vicios redhibitorios, si el adquirente los conocía o debía conocerlos por su profesión u
oficio.
La norma que analizamos tiene su antecedente en el art. 1002 del Proyecto de 1998. Esta
última disposición preveía un supuesto más en el cual la supresión o disminución del
saneamiento se tenía por no convenida: cuando el bien es evicto por causas atribuibles a la
responsabilidad del deudor de la obligación de saneamiento.
II. Comentario
Aunque el texto parecería eximir de toda responsabilidad al enajenante, hay que entenderlo
en el sentido que éste no debe los daños y perjuicios pero siempre debe devolverse el
precio. Por otra parte, nada priva que las partes estipulen expresamente (aun conociendo
ambas el peligro) que el enajenante responderá por evicción o vicios ocultos.
Si el adquirente debía conocer lo vicios por su profesión u oficio, al adquirir la cosa obra
con error reconocible en los términos del art. 266 y pierde la garantía. Por supuesto, esa
circunstancia queda librada a la apreciación judicial.
III. Jurisprudencia
El art. 2170 del Cód. Civil no sólo se coloca en el supuesto de que el adquirente conociere
sino también que " debiera conocerlos por su profesión u oficio " y en el caso que se hiciera
asesorar por persona de la profesión u oficio; por ejemplo, si llevo a un mecánico a
examinar un auto, o si llevó a un arquitecto para examinar el estado de la casa, no puede
invocar vicios ocultos, porque precisamente la profesionalidad del que compra (o del asesor
del que compra) se revela en el descubrimiento de los vicios que no son aparentes para los
ojos del lego pero sí para los del experto ( CNCiv ., sala B, 18/12/1980, ED, 9 2- 682 ).
c) declarar la resolución del contrato, excepto en los casos previstos por los artículos 1050 y
1057.
La norma que analizamos tiene su antecedente en el art. 1003 del Proyecto de 1998. Se
establecía además, que si la resolución es parcial, la contraprestación que pagó, o que se
obligó a pagar, se reduce en la medida en que la falla del título, o el defecto del bien,
afecten su valor.
II. Comentario
III. Jurisprudencia
La norma que analizamos tiene su antecedente en el art. 1004 del Proyecto de 1998.
II. Comentario
Tampoco responde el enajenante cuando la transmisión fue hecha a riesgo del adquirente o
resulta de una subasta judicial o administrativa.
III. Jurisprudencia
Art. 1041.— Pluralidad de bienes. En los casos en que la responsabilidad por saneamiento
resulta de la enajenación de varios bienes se aplican las siguientes reglas:
a) si fueron enajenados como conjunto, es indivisible;
La norma que analizamos tiene su origen en el artículo en el 1005 del Proyecto de 1998.
II. Comentario
La norma que analizamos tiene su origen en el art. 1006 del Proyecto de 1998.
II. Comentario
La norma que analizamos tiene su origen en el art. 1007 del Proyecto de 1998.
II. Comentario
a) toda turbación de derecho, total o parcial, que recae sobre el bien, por causa anterior o
contemporánea a la adquisición;
El Código Civil de Vélez regula la evicción en los arts. 2091 a 2163. El Proyecto de 1987
no modificaba esa regulación.
La norma que analizamos tiene su origen en el art. 1008 del Proyecto de 1998. Este último
incluía dentro de las causales de responsabilidad a las cargas reales y las
obligaciones propter rem cuya existencia no le manifestó el enajenante al adquirente, salvo
que el adquirente las conoció o si hubo de haberlas conocido. Esta última excepción no
funcionaba si el enajenante actuaba profesionalmente en la actividad que corresponda a la
enajenación, a menos que el adquirente también se desempeñara profesionalmente en dicha
actividad.
II. Comentario
Por efecto natural del contrato oneroso, todo enajenante es responsable frente al adquirente
por las consecuencias que se derivan la turbación que un tercero realice invocando un mejor
derecho. La palabra evicción, en términos generales, como explicaba Vélez Sarsfield, es
toda especie de pérdida, turbación o perjuicio que sufra quien adquirió una cosa. En un
concepto más preciso, evicción implica que todo enajenante en un acto bilateral oneroso es
responsable frente al adquirente por las consecuencias que se derivan de la falta de
legitimidad del derecho que transmite.
Hay quienes sostienen que la " razón de ser " de este instituto encuentra en el equilibrio que
debe existir entre las prestaciones de los contratantes, el cual se vería seriamente
conmovido si uno de ellos, el adquirente, fuese privado de la cosa que adquirió por alguien
que invoque un mejor derecho que el suyo, y el otro, es decir el enajenante, no
experimentara perjuicio alguno. De ahí que, para restablecer el estado patrimonial de las
partes, el Código regula el instituto de la evicción que permite que ellas vuelvan a la
situación en que se encontraban antes de la celebración del acto oneroso (Casas de
Chamorro).
Para que funcione la garantía de evicción, quien adquiere por título oneroso debe verse
enfrentado a otra persona que ejerce una pretensión jurídica, por la cual le impida total o
parcialmente, el ejercicio del derecho transmitido. Esa turbación debe encontrar
fundamento en la pretensión jurídica que ejerce la otra parte pues si son turbaciones de
hecho el adquirente puede repelerlas por vía policial o judicial.
Existe una obligación de no hacer nada que turbe el derecho que transmite por parte del
propio vendedor y sus sucesores. Resulta lógico que quién debe garantía no puede con sus
actos vulnerarla. Es la obligación negativa de no turbar al comprador, a cargo del vendedor
y sus sucesores (Gregorini Clusellas).
La palabra evicción deriva de " evincere" que significa " vencer" y se aplicaba en derecho
romano a la victoria en juicio. En base a ello, algunos autores sostuvieron que la garantía
sólo podía hacerse efectiva cuando el perturbador esgrimía una pretensión judicial (Salvat).
Nuestra jurisprudencia ha admitido que cuando el derecho del tercero fuera indiscutible el
comprador puede hacer abandono de la cosa y reclamar la garantía de evicción.
III. Jurisprudencia
2. La empresa vendedora, aun de buena fe, es responsable ante el comprador por los daño s
por él sufridos al no poder patentar el rodado adquirido por la existencia de diferencias en
la numeración en su motor y chasis con fundamento en la garantía de evicción (Cámara de
Apelaciones en lo Civil y Comercial de Azul, sala II, 14/3/2006 , Abeledo Perrot online N°
35003190 ).
El Código Civil de Vélez, en el art. 2091, establece que no hay evicción por turbaciones de
hecho, ni por turbaciones de derecho procedentes de la ley o establecidas de manera
aparente por el hecho del hombre.
La norma que analizamos tiene su origen en el art. 1045 del Proyecto de 1998. El
antecedente establecía que el tribunal podía apartarse de aplicar la última exclusión
conforme las circunstancias de caso, ahora el texto pone como pauta de apreciación judicial
la existencia de un desequilibrio económico desproporcionado.
II. Comentario
No todas las turbaciones de derecho dan lugar a la evicción. El artículo que comentamos
aclara que no habrá lugar a garantía, ni en razón de las turbaciones de hecho causadas por
terceros ajenos al transmitente, ni aun en razón de las turbaciones de derecho procedentes
de la ley, ni la evicción resultante de un derecho originado con anterioridad a la
transferencia y consolidado posteriormente.
Así, por ejemplo, no da lugar a la evicción una servidumbre forzosa (art. 2166), ni un
derecho real (por ejemplo un usufructo) o personal (un comodato) conocido por el
adquirente al tiempo de la enajenación.
Art. 1046.— Citación por evicción. Si un tercero demanda al adquirente en un proceso del
que pueda resultar la evicción de la cosa, el garante citado a juicio debe comparecer en los
términos de la ley de procedimientos. El adquirente puede seguir actuando en el proceso.
El Código Civil prevé la citación del enajenante y sus efectos en los arts. 2108 a 2113, pero
la norma que analizamos tiene su origen inmediato en el art. 1010 del Proyecto de 1998.
II. Comentario
Como bien señala Wayar, si la evicción es una garantía impuesta por la ley, resulta que en sí
misma es una obligación de garantía que obliga a responder por las consecuencias de una
eventual privación o turbación en el ejercicio del derecho transmitido. El cumplimiento de
la obligación de garantía no sólo puede ser exigido por vía de acción, también su ejecución
puede ser demandada por vía de excepción. Ello tendrá lugar cuando el adquirente sea
demandado por el propio transmitente, pues en tal caso éste podrá defenderse arguyendo
que " quien debe la garantía no puede vencer" .
Siguiendo, en parte, la opinión de Josserand, este autor señala que la garantía de evicción se
convierte en una obligación de no hacer, puesto que el transmitente queda obligado a no
privar, no turbar al adquirente en el goce del derecho que le transmitió; pero también en
una obligación de hacer que tiene el obligado de acudir en defensa del adquirente,
asistiéndolo o sustituyéndolo procesalmente, frente a cualquier pretensión deducida en
contra del adquirente por parte de un tercero.
De lo que venimos explicando, surge que si un tercero (el que invoca un mejor derecho)
inicia una demanda contra el adquirente, este puede citar a juicio a su enajenante, quien
debe tomar intervención y salir en defensa de los derechos de su comprador. Si el
adquirente resulta vencido por el tercero, el enajenante deberá responder por los daños y
perjuicios y la devolución del precio cobrado. Las normas del Código Civil se
complementan necesariamente con las normas procesales de cada jurisdicción.
El adquirente también puede citar a su enajenante como " actor" en un juicio, cuando se
sienta amenazado por la turbación de un tercero o como una medida previa a la promoción
de una demanda.
III. Jurisprudencia
1. La citación no es técnicamente una demanda contra el enajenado sino un " aviso " que se
le formula en tiempo y con los requisitos legales que establece cada legislación procesal,
para que el transmitente tome intervención en la causa si así lo desea (CSJN, Fallos:
82:41 ).
b) citó al garante, y aunque éste se allanó, continuó con la defensa y fue vencido.
El art. 2117 del Cód. Civil establece que cuando el adquirente venciere en la demanda de
evicción no tendrá derecho a cobrarle al enajenante los gastos que hubiere hecho. La norma
que analizamos tiene su origen en el art. 1011 del Proyecto de 1998.
II. Comentario
Los gastos a que se refiere el precepto son las costas por el juicio. La norma difiere de lo
prescripto por el Código Civil que establece que cuando el adquirente venciere en la
demanda de la cual puede resultar una evicción, no tiene derecho contra el enajenante para
cobrar los gastos que hubiera hecho. La explicación es que el enajenante no puede ser
responsabilizado por la demanda infundada de un tercero (Cifuentes). Es decir, en el
régimen del Código Civil, sólo quedan a cargo del enajenante las costas cuando el
adquirente es vencido en el juicio, a menos que este último haya perdido la garantía por no
haber citado al enajenante o por haberlo hecho fuera del tiempo previsto en las leyes de
procedimiento, salvo que fuera inútil su defensa.
Wayar no participa de esa interpretación, para este último autor cuando el enajenante ha
sido debidamente citado y no se presenta o rehúsa defender al citante debe cargar con las
costas aun cuando el pleito se gane.
El actual Código Civil y Comercial soluciona esa discusión, el enajenante debe solventar
siempre las costas y demás gastos que el adquirente se vea obligado a realizar para
defenderse frente a terceros. El beneficio caduca si el enajenante no es citado o cuando pese
al allanamiento de este último, el adquirente continúa con la defensa y es vencido.
Art. 1048.— Cesación de la responsabilidad. En los casos en que se promueve el proceso
judicial, la responsabilidad por evicción cesa:
Sin embargo, la responsabilidad subsiste si el adquirente prueba que, por no haber existido
oposición justa que hacer al derecho del vencedor, la citación oportuna del garante por
evicción, o la interposición o sustanciación de los recursos, eran inútiles; o que el
allanamiento o el laudo desfavorable son ajustados a derecho.
En el Código Civil, la norma del art. 2110 establece que la obligación que resulta de la
evicción cesa si el vencido en juicio no cita de saneamiento al enajenante, o si lo hace
pasado el tiempo señalado por la ley de procedimientos. El art. 2112 establece que también
se pierde la garantía si el adquirente dejaba, por dolo o negligencia, de interponer las
defensas convenientes, o si no apelaba la sentencia de primera de instancia o no proseguía
la apelación. El enajenante debe responder si el vencido probara que era inútil apelar o
proseguir la apelación. Por último, el art. 2113 dispone que la obligación cesa cuando el
adquirente, sin el consentimiento del enajenante, compromete el negocio en árbitros y estos
laudan contra el derecho adquirido.
La norma que analizamos tiene su origen en el art. 1012 del Proyecto de 1998.
II. Comentario
Si el adquirente no cita está eximiendo de responsabilidad a su deudor, si el turbado omite
la citación su derecho a reclamar el saneamiento habrá caducado (Spota).
Si el citado (en tiempo oportuno y debida forma) no comparece, el juicio prosigue entre el
actor y del demandado, y su responsabilidad deberá hacerse en un juicio posterior. Si se
presenta y asume la defensa del adquirente, puede actuar en forma conjunta o separada con
la parte que solicitó la citación. La citación no excluye la actuación del demandado, ambos
continúan como partes del proceso.
Por último, caduca la garantía si el adquirente el adquirente se allana teniendo defensas que
oponer, pierde la garantía. Lo mismo sucede si ha optado por el procedimiento arbitral sin
consentimiento de su deudor, pues debe entenderse que ha asumido el riesgo del arbitraje.
III. Jurisprudencia
El art. 2111 del Cód. Civil establece una excepción al principio general establecido en el
art. 2110, conforme con el cual la obligación que resulta de la evicción cesa si el vencido en
juicio no hubiese citado de saneamiento al enajenante, o si la citación hubiera sido
extemporánea de acuerdo a la ley de procedimientos. La carga de probar que no había
oposici ón justa que hacer al derecho del vendedor (art. 2111, Cód. Civil), es exigible del
pretensor sólo cuando éste pretende responsabilizar por la evicción al enajenante no citado
en la forma prevista por el art. 2110 del Cód. Civil ( CNCom ., sala D, 21/9/1993, LA LEY,
1994 - E, 513 )
Art. 1049.— Régimen de las acciones. El acreedor de la responsabilidad dispone del
derecho a declarar la resolución:
a) si los defectos en el título afectan el valor del bien a tal extremo que, de haberlos
conocido, el adquirente no lo habría adquirido, o su contraprestación habría sido
significativamente menor;
La norma que analizamos tiene su origen en el art. 1013 del Proyecto de 1998.
II. Comentario
Hay supuestos en donde la ley no requiere la citación del enajenante para que responda por
evicción, directamente faculta al adquirente a resolver el contrato.
El primero de ellos se presenta cuando el defecto del título afecta tan significativamente el
valor del bien, de modo que se supone que de haberlos conocido el adquirente no hubiera
celebrado el contrato.
Art. 1050.— Prescripción adquisitiva. Cuando el derecho del adquirente se sanea por el
transcurso del plazo de prescripción adquisitiva, se extingue la responsabilidad por
evicción.
II. Comentario
El paso del tiempo puede sanear un título defectuoso y por ende impedir la turbación del
derecho del adquirente. La prescripción adquisitiva (art. 1897), tanto la breve (art. 1898)
como la larga (art. 1899), extingue la responsabilidad por evicción.
Como explica Alterini, ello se aplica, en materia de inmuebles, en el estudio de títulos que
es realizado por el escribano cuando otorga la escritura traslativa de dominio que se
proyecta diez o veinte años para atrás, pasado ese tiempo los defectos del título resultan
irrelevantes.
b) los vicios redhibitorios, considerándose tales los defectos que hacen a la cosa impropia
para su destino por razones estructurales o funcionales, o disminuyen su utilidad a tal
extremo que, de haberlos conocido, el adquirente no la habría adquirido, o su
contraprestación hubiese sido significativamente menor.
El Código de Comercio en el art. 473 establece: Las resultas de los vicios internos de la
cosa vendida, que no pudieren percibirse por el reconocimiento que se haga al tiempo de la
entrega, serán de cuenta del vendedor durante un plazo, cuya fijación quedará al arbitrio de
los tribunales, pero que nunca excederá de los seis meses siguientes al día de la entrega.
Pasado ese término, queda el vendedor libre de toda responsabilidad a ese respecto. Art.
476 Los vicios o defectos que se atribuyan a las cosas vendidas, así como la diferencia en
las calidades, serán siempre determinadas por peritos arbitradores, no mediando
estipulación contraria.
Al margen de la legislación civil y comercial, hoy la ley 24.240 regula en las relaciones de
consumo normas sobre vicios redhibitorios. La doctrina había sostenido que las normas
sobre evicción y vicios no son suficientes para amparar a los consumidores en el ámbito de
los contratos de consumo (Alterini). Entre otras cosas, se ha dicho la liberación de
responsabilidad cuando el adquirente debía conocer los defectos por " su profesión u
oficio" no puede ser considerada oponible al adquirente profesional puesto en el rol de
consumidor.
La norma que comentamos tiene su antecedente inmediato en el art. 1015 del Proyecto de
1998.
II. Comentario
Los vicios ocultos constituyen una garantía de los contratos onerosos que protege al
adquirente permitiéndole devolver la cosa al enajenante si presentan vicios que la hacen
impropia para su destino o exigir una disminución del precio.
Señala Wayar que aquí, a diferencia de la evicción, desaparece la figura del tercero (en la
evicción cumple el rol de evincente ), pero esa circunstancia no es suficiente para
desconocer el carácter de " obligación de garantía" que le cabe al deber que incumbe a todo
enajenante de asegurar que la cosa enajenada se encuentra en las condiciones pactadas o en
las condiciones normales para el uso que le impone su destino.
Pero no cualquier vicio puede hacer funcionar la garantía, sino aquel que la haga impropia
para su destino o disminuya gravemente su utilidad. Explica Wayar que para calificar cuál
es el destino específico de la cosa, no sólo debe valorarse su naturaleza, sino también se
atenderá a las previsiones de las partes expuestas en el contrato. El juez debe apreciar en
cada caso particular la gravedad del vicio en función del destino previsto para la cosa
adquirida, cuando esa finalidad no está especificada en el contrato, habrá de estarse al uso
común que se normalmente se le da.
III. Jurisprudencia
2. La acción redhibitoria se otorga por defectos o vicios ocultos de la cosa objeto del
contrato al momento de la tradición, los cuales la hacen " impropia para su
destino " ( CNCom ., sala B, 6/7/2012 , JA, 201 2- II I- 93 ).
El Código Civil, en su art. 2167 permite ampliar la garantía por vicios redhibitorios
haciendo tales a los que naturalmente no lo son, cuando el enajenante garantiza la no
existencia de ellos o la calidad de la cosa. Esa garantía tiene lugar aunque no se exprese,
cuando el enajenante afirmó en el contrato que la cosa estaba exenta de defectos o que tenía
ciertas calidades, aunque al adquirente le fuese fácil conocer el defecto o la falta de calidad.
La norma que comentamos tiene su antecedente inmediato en el art. 1016 del Proyecto de
1998.
II. Comentario
Una forma de ampliar la garantía es garantizar al adquirente por defectos específicos, aun
cuando estos puedan ser advertidos; o garantizar la inexistencia de vicios o una
determinada calidad de la cosa; o cuando se otorgan garantías especiales. En este último
caso, el adquirente puede optar por hacer efectiva la garantía.
II. Comentario
La responsabilidad por los vicios redhibitorios constituye una responsabilidad objetiva, sin
culpa, que obliga al enajenante a restituir las cosas a su estado primitivo (redhibición) sea o
no de buena fe, pero hay defectos no originan responsabilidad.
Los vicios deben existir al momento de la adquisición, aunque se hagan visibles con
posterioridad. Las circunstancias posteriores que hagan impropia la cosa o disminuyan su
valor no hacen funcionar esta garantía porque son fruto del desgaste por el uso normal o
devienen del caso fortuito.
Como lo establece el artículo, pesa sobre el adquirente la carga de la prueba de que el vicio
existía con anterioridad. Es la aplicación del principio general sobre la carga de la prueba.
III. Jurisprudencia
1. La cuestión relativa a la gravedad o importancia de los defectos de la cosa a fin de
determinar si existen o no vicios redhibitorios queda librada al prudente arbitrio judicial,
para lo cual habrá de tenerse en cuenta el destino del bien ( CNCiv ., sala F, 3/4/1979, ED,
8 6- 560).
2. No importan vicios ocultos la falta de elementos de placard lo que fue conocido por el
adquirente antes de la escritura pero sólo fue invocado después de ella ( CNCiv ., sala C,
30/9/1980, LA LEY, 1981 - C, 35).
3. No puede invocar vicios ocultos quien ha hecho revisar un automóvil por un mecánico o
un inmueble por un arquitecto antes de adquirirlos ( CNCiv ., sala E, 18/12/1980, ED,
92 - 682 ).
4. En materia de vicios ocultos, sólo cuando se trate de cosas muy complejas corresponde
exigir el asesoramiento de un experto (CCiv. y Com., sala I, San Isidro, 15/06/1999, JA,
199 9- I V- 103).
5. Son vicios ocultos los defectos de mampostería o rajaduras que se producen luego por
deficiencia en los cimientos de una construcción ( CNCiv , sala C, 19/4/1999, ED,
18 3- 385 ).
En el régimen del Código Civil y según el art. 4041, prescribe a los tres meses la acción
redhibitoria para dejar sin efecto el contrato de compraventa y la acción para que se baje del
precio el menor valor por el vicio redhibitorio. El plazo comienza a correr desde que el
hecho fue descubierto o se ha hecho aparente.
Parte de la doctrina (Alterini) entendió que dicho precepto es sólo aplicable al contrato de
compraventa, por ello, para el resto de los supuestos se aplicaría el plazo general de diez
años. Lopez de Zavalía sostiene que en función de lo dispuesto por el art. 2180 del Cód.
Civil, ese plazo de tres meses es aplicable a todo el régimen de la acción redhibitoria.
Por otra parte, el Código de Comercio (art. 473), establecía que la fijación del plazo para
que pudieran percibirse los vicios, que no se presenten al tiempo de la entrega, quedaba al
arbitrio de los tribunales, pero que nunca excederá de los seis meses siguientes.
La norma que comentamos tiene su antecedente inmediato en el art. 1018 del Proyecto de
1998, pero esta última norma no preveía que el incumplimiento de la carga de denunciar el
defecto extingue la responsabilidad por vicios ocultos, aunque si estaba prevista la falta de
denuncia como causa de caducidad de garantía en el artículo siguiente.
II. Comentario
Art. 1055.— Caducidad de la garantía por defectos ocultos. La responsabilidad por defectos
ocultos caduca:
b) si la cosa es mueble, cuando transcurren seis meses desde que la recibió o puso en
funcionamiento.
La norma tiene su antecedente inmediato en el art. 1019 del Proyecto de 1998, esta norma
establecía que con relación a los antecesores en el dominio, los plazos se computan desde la
fecha en que recibió la cosa quien la adquirió de ellos.
La ley 24.240 (art. 11) establece que cuando se comercialicen cosas muebles no
consumibles, el consumidor y los sucesivos adquirentes gozarán de garantía legal por los
defectos o vicios de cualquier índole, aunque hayan sido ostensibles o manifiestos al tiempo
del contrato , cuando afecten la identidad entre lo ofrecido y lo entregado, o su correcto
funcionamiento. La garantía legal tendrá vigencia por tres meses cuando se trate de bienes
muebles usados y por seis meses en los demás casos a partir de la entrega, pudiendo las
partes convenir un plazo mayor. En caso de que la cosa deba trasladarse a fábrica o taller
habilitado el transporte será realizado por el responsable de la garantía, y serán a su cargo
los gastos de flete y seguros y cualquier otro que deba realizarse para la ejecución del
mismo. Como se advierte, de acuerdo a esta última norma, en materia de contratos de
consumo el enajenante no se libera de responsabilidad aun cuando el adquirente conocía o
podía conocer los vicios ocultos.
II. Comentario
Como el plazo de prescripción entra a jugar a partir de que los vicios se han manifestado y
luego de los sesenta días de su denuncia. El proyecto fija plazos de caducidad del derecho,
de tres años si es un inmueble, contados desde que se recibió y de seis meses si son
muebles, contados desde que se recibieron o se pusieron en funcionamiento. Estos plazos
pueden ser aumentados convencionalmente.
Art. 1056.— Régimen de las acciones. El acreedor de la garantía dispone del derecho a
declarar la resolución del contrato:
La resolución puede solicitarse tanto si existe un defecto oculto que califique como vicio
redhibitorio como cuando las partes ampliaron la garantía en los términos del art. 1052.
III. Jurisprudencia
1. La acción por vicios redhibitorios tiende a definir la situación del contrato, para que se lo
deje sin efecto, o a precisar la situación de su precio, para que se lo reduzca ( CNCom .,
sala B, 12/3/2010 , Abeledo Perrot online N° 70061095 ).
II. Comentario
Como observa Wayar, si el defecto el subsanable o la cosa reparable y el enajenante toma a
su cargo los gastos de reparación, el adquirente no tendr á acción, porque el vicio habrá
perdido gravedad, a menos que la reparación no sea íntegra, o que no se repongan las piezas
malas por otras de la misma marca y calidad que las que tenían las originales.
También puede ocurrir que la reparación no sea suficiente para reponer la cosa al estado
que hubiera tenido sin defectos; en tal caso se habrá producido una disminución, por
hipótesis mínima, que podrá ser compensada mediante la reducción proporcional del precio
o la reclamación del daño sufrido.
Art. 1058.— Pérdida o deterioro de la cosa. Si la cosa perece total o parcialmente a causa
de sus defectos, el garante soporta su pérdida.
El Código Civil de Vélez establece en el art. 2178 que si la cosa con vicios redhibitorios se
pierde, el vendedor sufrirá la pérdida y si la pérdida fuese parcial, el comprador deberá
devolverla en el estado en que se hallare para ser pagado del precio que dio. A su turno, el
art. 2179 dispone si la cosa vendida con vicios se pierde por caso fortuito o por culpa del
comprador, le queda a éste sin embargo, el derecho a pedir el menor valor de la cosa por
vicio redhibitorio.
La norma del actual Código Civil y Comercial tiene su antecedente inmediato en el art.
1022 del Proyecto de 1998.
II. Comentario
Si la cosa se pierde como consecuencia del vicio, no se aplica el principio general que la
cosa perece para su dueño, pues el vendedor quien debe soportar las pérdida y por ende
devolver el precio por imperio de la resolución del contrato.
Bibliografía clásica : Agüero, Vanina L. , " Pautas cardinales que deben observarse al
tiempo de redactar una reserva de compra inmobiliaria" , SJA del 24/6/2009; Alterini,
Atilio , " Seña, pacto comisorio y compraventa de muebles" , RCyS, 2002, 1198;Fernandez
De Casal, Armando , " Concepto de seña en la doctrina y en el Derecho Argentino" , JA,
6- 196; Ferrer, María C ., "Algunas referencias acerca de la cláusula de seña" , SJA del
24/6/2009; Gastaldi, José M. - Centenaro, Esteban, " La seña" , Abeledo- Perrot, Buenos
Aires, 1997; Gastaldi, José M., " Las cláusulas de " reserva" y otras cuestiones en la
compra y venta inmobiliaria" , ED, 124- 287; Mosset Iturraspe, Jorge , " Las arras
confirmatorias" , JA, 1977- IV- 621; Weis, Claudia - Codino, Ezequiel, " La reserva
ad- refferendum y su alcance jurídico en la práctica inmobiliaria" , JA, 2000- I- 745.
El Código Civil estable (art. 1202): Si se hubiere dado una señal para asegurar el contrato o
su cumplimiento, quien la dio puede arrepentirse del contrato, o puede dejar de cumplirlo
perdiendo la señal. Puede también arrepentirse el que la recibió; y en tal caso debe devolver
la señal con otro tanto de su valor. Si el contrato se cumpliere, la señal debe devolverse en
el estado en que se encuentre. Si ella fuere de la misma especie que lo que por el contrato
debía darse, la señal se tendrá como parte de la prestaci ón; pero no si ella fuere de
diferente especie, o si la obligación fuese de hacer o de no hacer.
El Proyecto de 1998 regulaba el arrepentimiento en los arts. 971 a 973. El principio general
era que el derecho de arrepentirse se presumía aunque se haya entregado una seña.
II. Comentario
La seña consiste en la entrega de una cosa por uno de los contrayentes a otro a fin de
establecer el derecho de arrepentimiento del primero o de comprometer el cumplimiento de
su prestación. Esta dación o entrega consiste generalmente en dinero, pero puede entregarse
como seña cualquier cosa mueble.
Gastaldi y Centenaro la han definido diciendo que la seña es aquello que se entrega por una
parte a la otra, en virtud de una cláusula accidental de un contrato bilateral, con la finalidad
de facultar, a uno o ambos contratantes, la resolución por voluntad unilateral de uno de
ellos (arrepentimiento), o con la finalidad de confirmar el contrato (como cumplimiento o
principio de ejecución del mismo).
De lo dicho surge que la seña puede tener dos finalidades distintas: a) permitir el
arrepentimiento de una de las partes que desobligarse " perdiendo" lo entregado, b)
comprometer el cumplimiento, de modo que la entrega de la seña demuestra la firme
intención de seguir adelante con el negocio. En el primer caso, hablamos de la llamada seña
penitencial (la que permite el arrepentimiento), mientras que el segundo supuesto estamos
frene la llamada seña confirmatoria.
Se establece que debe devolverse lo que se dio con otro tanto de su valor. Esta disposición
es de carácter supletorio, se puede válidamente pactar que la seña se devolverá en forma
simple, sin doblarse.
No se requieren exigencias respecto las solemnidades que deben cumplirse para entregar
una seña. Por ello, el pacto puede ser hecho en forma escrita o verbal.
La seña penitencial o que da derecho a arrepentirse, implica para ambas partes la facultad
de desistir del negocio. Si la seña se pacta de esa forma, la facultad de arrepentirse es
discrecional (un pacto de displicencia) y puede ser ejercida sin invocar el motivo por el
cual, quien lo decide, se aparta del negocio.
III. Jurisprudencia
2. El vendedor que no concurrió a escriturar debe devolver el doble de la suma que le fue
entregada por el comprador como seña y a cuenta de precio, pues no se trata del mero
arrepentimiento que legisla el art. 1202 del Cód. Civil, al haber incurrido en una conducta
imputable y reprochable, porque primero entregó la documentación pertinente al escribano
designado y luego incumplió la obligación de devolver lo recibido, pese a que fue
debidamente intimado en tal sentido ( CNCiv ., sala G , 11/3/2013, LA LEY, 2013 - D,
304 ).
Art. 1060.— Modalidad. Como señal o arras pueden entregarse dinero o cosas muebles. Si
es de la misma especie que lo que debe darse por el contrato, la señal se tiene como parte de
la prestación si el contrato se cumple; pero no si ella es de diferente especie o si la
obligación es de hacer o no hacer.
II. Comentario
En la antigüedad, era frecuente la entrega de objetos de escaso valor (un anillo o una
moneda), como demostración de que se había llegado a celebrar el contrato. Actualmente,
la forma normal de " señar" es con dinero, la cantidad es irrelevante, como también lo es
que se " refuerce" la seña, pues en la medida que ese refuerzo no se entregue a cuenta de
precio, no elimina la posibilidad de arrepentirse, si así se hubiese pactado.
El objeto de la seña es generalmente, como vimos, una cosa fungible (dinero), pero todo
aquello que puede ser objeto de un contrato puede ser entregado en concepto de seña. Se ha
aceptado incluso la entrega de un título de crédito (cheque o pagaré) en tal concepto.
Cuando se conviene la entrega de una cosa en el futuro, se constituye una promesa de seña.
Por ello, se caracterizado a la reserva de compra, como una oferta irrevocable y garantizada
de celebrar un contrato, pues quien la da, garantiza la obligación que asume mediante la
entrega de un bien, comprometiéndose para el caso de retiro de la oferta pese a la
irrevocabilidad prometida, a indemnizar al destinatario de la oferta, autorizándolo a retener
el bien entregado.
III. Jurisprudencia
1. En cualquiera de sus modalidades, tanto en la seña civil como comercial, la estipulación
de la seña, suponen necesariamente la existencia de una relación contractual entre las
partes. En cualquiera de sus modalidades, la estipulación de la seña, supone necesariamente
la existencia de una relación contractual entre las partes (C2ª ACiv. y Com. de
C órdoba, 28/5/2010, Abeledo Perrotonline N° 70065398 ).
Bibliografía de la reforma: Gastaldi, José María - Gastaldi, José Mariano , " Los contratos
en general " , en Rivera, Julio César ,Comentario al Proyecto de Código Civil y Comercial
de la Nación , Abeledo - Perrot, Buenos Aires, 2012.
Bibliografía clásica: Etcheverry, Raúl A. , " Interpretación del contrato " , LA LEY,
1980 - D, 1053; Ghersi, Carlos A. , "Interpretación y comprensión del contrato " ,
en Manual de contratos civiles, comerciales y de consumo , La Ley, Buenos Aires,
2009; Paolantonio, Martín E. , " La interpretación del contrato en el Proyecto de Código
Civil de 1998" , en Alterini, Juan Martín , coord., Instituciones de Derecho Privado
Moderno. Problemas y propuestas , Abeledo - Perrot, Buenos Aires, 2001, volumen
1;Rivera, Julio C. , " La teoría general del contrato en el proyecto de Código
Civil argentino " , en Revista de Derecho Privado y Comunitario , Rubinzal - Culzoni,
Santa Fe, vol. 2006 - 3; Videla Escalada, Federico , La interpretación de los contratos
civiles , Abeledo - Perrot, Buenos Aires, 1964.
Las fuentes del nuevo artículo pueden hallarse en los arts. 1197 y 1198 del Cód. Civil de
Vélez, 218, inc. 1° del Código de Comercio sustituido, 1156 del Cód. Civil francés, 1366
del Cód. Civil italiano de 1942, 1954 del Ezboco de Freitas y 157 del Código alemán.
II. Comentario
En la interpretación del contrato no se busca lo que quiere cada una de las partes
individualmente, sino que el intérprete debe colocarse en un punto de vista que esté por
encima de interés particular de ellas, para descubrir cuál fue la verdadera declaración. Es
decir que hay que investigar el consentimiento, la voluntad común de las partes, y entra
aquí a jugar el principio liminar de la buena fe — q ue seguidamente veremos— , el cual
exige que se dé a la manifestación de voluntad el significado con que la entendieron las
personas que en ella confían.
2. Principio de la buena fe
El art. 1061 conserva el principio ético fundamental de la buena fe como regla básica en la
interpretación de los contratos. Así, y en concordancia con el Título Preliminar, que en el
art. 9° consagra el principio de la buena fe para el ejercicio de los derechos, la última parte
de la norma comentada recepta expresamente esta regla como pauta hermenéutica primaria.
Rige aquí el concepto de buena fe leal u objetiva, que impone el deber de actuar con lealtad
y rectitud, tanto en las tratativas anteriores al negocio, cuanto en su celebración,
interpretación y ejecución, y se aplica a ambas partes contratantes, esto es, al declarante y al
receptor de la declaración.
De esta manera, las normas morales continúan rigiendo no sólo el objeto de los contratos,
sino también la actividad contractual misma y, dentro de ella, la interpretación.
III. Jurisprudencia
El inc. 1° del art. 218 del antiguo Código de Comercio hacía referencia al sentido literal de
los términos empleados en el contrato, pero sobre ellos prevalecía la intención común de las
partes.
II. Comentario
III. Jurisprudencia
1. En un contrato de adhesión resulta abusiva la posibilidad de que una de las partes pueda
modificar, alterar o retocar el contrato después de firmar y de acuerdo a sus conveniencias
(CCiv., sala H, 20/2/1998).
2. Las exclusiones existentes en un contrato de adhesión celebrado entre los afiliados y las
empresas de medicina prepaga tienen carácter restrictivo y no deben ser interpretadas como
una prohibición a la prescripción del tratamiento, sobre todo cuando es un médico de la
cartilla de la demandada quien suscribe la recetas de los medicamentos negados. No obsta a
esta conclusión que la paciente adhiriera a la exclusión de cobertura de tratamiento u
operaciones que se hallen en etapa experimental y/o de investigación, porque es criterio
generalizado que esas exclusiones existentes en un contrato de cláusulas predispuestas
celebrado con las empresas de medicina prepaga tienen carácter restrictivo y no deben ser
interpretadas como una prohibición a su prescripción (CCiv., sala L, 27/5/2010).
Art. 1063.— Significado de las palabras. Las palabras empleadas en el contrato deben
entenderse en el sentido que les da el uso general, excepto que tengan un significado
específico que surja de la ley, del acuerdo de las partes o de los usos y prácticas del lugar de
celebración conforme con los criterios dispuestos para la integración del contrato.
Se aplican iguales reglas a las conductas, signos y expresiones no verbales con los que el
consentimiento se manifiesta.
Los antiguos arts. 217 y 218 del Código de Comercio constituyen el antecedente más
próximo de la disposición comentada. En efecto, el primero de ellos disponía que las
palabras de los contratos y convenciones deben entenderse en el sentido que les da el uso
general, aunque el obligado pretenda que las ha entendido de otro modo. A su turno, el inc.
6° de la segunda de las normas referidas establecía que el uso y la práctica generalmente
observados en el comercio, en casos de igual naturaleza, y especialmente la costumbre del
lugar de ejecución del contrato, prevalecían sobre cualquier inteligencia en contrario que se
pretendiera dar a las palabras.
II. Comentario
La regla es que siempre debe comenzarse por el análisis gramatical o semántico del
contrato, pues se trata de una declaración de voluntad. Por ello, los términos empleados por
las partes deben tomarse en el sentido ordinario, en su significación corriente, que surge de
los usos sociales, o sea, en el sentido que al vocablo dan los profanos
(Belluscio — Zannoni). Ahora bien, cuando existe discordancia entre las partes acerca del
verdadero alcance de los términos, la norma comentada aporta diversas pautas sobre la
interpretación de las palabras del contrato. Así, sienta el principio de que debe darse a las
palabras empleadas el sentido que les da el uso general, es decir que debe atenderse al
significado usual de una expresión en el tráfico. Se trata de los usos que corriente y
uniformemente se observan en la práctica de los negocios jurídicos, en especial en la de los
contratos. Precisamente, la utilización de estos usos del tráfico intenta determinar la posible
comprensión de los términos empleados.
La excepción la constituye la hipótesis de que las palabras que deban ser interpretadas
tengan un significado específico que surja de la ley, del acuerdo de las partes — q uienes
pueden convencionalmente limitar el alcance de las expresiones— o de los usos y prácticas
del lugar de celebración conforme con los criterios dispuestos para la integración del
contrato.
III. Jurisprudencia
1. La interpretación de las palabras de los contratos y convenciones debe efectuarse en el
sentido que les da el uso general aunque se pretenda haberlas entendido de otro modo
(CSJN, Fallos: 319:1688, disidencia de los jueces Eduardo Moliné O ' Connor y Adolfo
Roberto Vázquez).
Art. 1064.— Interpretación contextual. Las cláusulas del contrato se interpretan las unas
por medio de las otras, y atribuyéndoles el sentido apropiado al conjunto del acto.
El inc. 2° del art. 218 del Código de Comercio sustituido establecía que las cláusulas
equívocas o ambiguas debían interpretarse por medio de los términos claros y precisos
empleados en otra parte del mismo escrito, cuidando de darles, no tanto el significado que
en general les pudiera convenir, cuanto el que correspondía por el contexto general.
II. Comentario
A la hora de interpretar un acuerdo de voluntades, no puede soslayarse que aquél constituye
una unidad en su contenido, es decir que ni las palabras ni sus cláusulas pueden ser
consideradas aisladamente, sino que lo deben ser dentro del contexto general. El sentido de
cada cláusula debe desentrañarse dentro de ese todo integral que es el contrato. De lo
contrario, se corre el riesgo de cambiar el sentido de las declaraciones de voluntad. Ello es
así, pues es dentro de ese todo inescindible, orgánico, que las partes han manifestado su
voluntad, por lo cual cada contratante ha hecho suya la declaración del otro.
III. Jurisprudencia
1. Si la conducta seguida por la actora para ejercer la opción de prórroga del contrato es
manifiestamente inconciliable con el verosímil entendimiento del conjunto de sus cláusulas,
ella se encuentra reñida con lo dispuesto por el art. 1198 del Cód. Civil (CSJN, Fallos:
323:3035).
2. Corresponde rechazar el planteo de quien pretende que la interpretación del contrato que
suscribió se realice fuera de su contexto, pues en la interpretación de los contratos la
costumbre juega un papel principal (CCiv., sala D, 31/5/2004).
Los incs. 3° y 4° del antiguo art. 218 del Código de Comercio sentaban fuentes de
interpretación de los contratos, en sentido concordante con el actual art. 1065.
Así, se consideraba que las cláusulas susceptibles de dos sentidos, del uno de los cuales
resultase la validez, y del otro la nulidad del acto, debían entenderse en el primero; y si
ambos dieran igualmente validez al acto, debían tomarse en el sentido más conveniente a la
naturaleza del contrato y a las reglas de la equidad.
Asimismo, se consideraba que los hechos de los contrayentes subsiguientes al contrato que
tuvieran relación con lo que se discutía, eran la mejor explicación de la intención de las
partes al tiempo de celebrar el contrato.
II. Comentario
Por otra parte, lógico es que las negociaciones preliminares deban ser tenidas en cuenta a la
hora de interpretar un acuerdo de voluntades, pues desde el mismo momento en que se
inician las negociaciones previas al contrato, quienes intervienen en ellas quedan sometidos
al principio de la buena fe.
La norma incluye expresamente los hechos posteriores al contrato, pero no se excluyen los
hechos anteriores y contemporáneos, cuando éstos ofrezcan pautas indubitables de
interpretación.
Cuando las partes celebraron el contrato, persiguieron ciertos resultados, ya sea económicos
o de otra índole. Por ello, el fin práctico del contrato es un factor capital. De ahí que sea
indispensable conectar el medio utilizado con el fin perseguido por las partes, para atribuir
a ese medio que es el contrato su significación adecuada.
Dicho en otros términos, la interpretación del acuerdo de voluntades debe lograr que se
cumpla con la finalidad económica perseguida por las partes al contratar, por lo que — p or
ejemplo— no podría propiciarse una interpretación que conlleve a la alteración de la
reciprocidad y equivalencia de las prestaciones.
III. Jurisprudencia
2. El primer criterio para desentrañar la voluntad del disponente es estar a sus palabras
cuando son suficientemente claras, siendo principio de buena doctrina y jurisprudencia que
la conducta ulterior de las partes constituye base cierta de interpretación de los términos del
acto jurídico bilateral (CSJN, Fallos: 325:2935).
3. No corresponde decretar la nulidad de una cláusula contractual de un plan de medicina
prepaga pactada entre el afiliado y la empresa prestataria del servicio — p or la que aquél
perdía el beneficio de descuentos en razón de haber alcanzado la edad de sesenta y cinco
años — si no efectuó ningún reclamo anterior y siguió abonando los montos sin descuentos,
durante un extenso período que excede el plazo de prescripción. La solicitud es tardía y
contradictoria con el propio comportamiento, aun cuando la formule conjuntamente con el
cónyuge que sí la efectuó en tiempo oportuno (CCiv., sala J, 31/3/2010).
Art. 1066.— Principio de conservación. Si hay duda sobre la eficacia del contrato, o de
alguna de sus cláusulas, debe interpretarse en el sentido de darles efecto. Si esto resulta de
varias interpretaciones posibles, corresponde entenderlos con el alcance más adecuado al
objeto del contrato.
Aquí también se halla un antecedente en el inc. 3° del art. 218 del Código de Comercio
sustituido, pues si dos cláusulas eran susceptibles de dos sentidos, predominaba aquél del
cual resultaba la validez del acto; y si ambos dieran igualmente validez al acto, debían
tomarse en el sentido más conveniente a la naturaleza del contrato y a las reglas de la
equidad.
II. Comentario
Es decir que si los contratos se hacen para ser cumplidos, las cláusulas dudosas que
contengan no pueden llevar al incumplimiento de lo convenido.
III. Jurisprudencia
Si bien en los antiguos códigos civil y comercial no encontramos disposición alguna que
sirva de antecedente directo a la norma bajo comentario, puede hallarse su origen en la
teoría de los actos propios (" propium factum nemo impugnare potest " ). Según esta
teoría — r eceptada desde antiguo por la Corte Suprema de Justicia de la Nación y
recordada en numerosas oportunidades— , nadie puede colocarse en contradicción con sus
propios actos, ejerciendo una conducta incompatible con otra anterior deliberada,
jurídicamente relevante y plenamente eficaz. Así, es exigible a las partes una conducta
coherente, acorde con el deber de ejercer los derechos de buena fe, es decir, un
comportamiento coherente, ajeno a los cambios de conducta perjudiciales y, por ello,
incompatible con la confianza que una de las partes generó en la otra.
II. Comentario
Del requisito de obrar con rectitud y honradez, o sea con buena fe- probidad, resulta que es
inadmisible que un litigante pretenda fundamentar su accionar, aportando hechos y razones
de derecho que contravengan sus propios actos; es decir, que asuma una actitud que lo
coloque en contradicción con su conducta anterior.
III. Jurisprudencia
Art. 1068.— Expresiones oscuras. Cuando a pesar de las reglas contenidas en los artículos
anteriores persisten las dudas, si el contrato es a título gratuito se debe interpretar en el
sentido menos gravoso para el obligado y, si es a título oneroso, en el sentido que produzca
un ajuste equitativo de los intereses de las partes.
I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto
La regla del favor debitoris , consagrada por la disposición bajo comentario y cuyo
fundamento radica en que la intención de obligarse debe resultar de manera categórica del
contrato, ya lo estaba en el inc. 7° del antiguo Código de Comercio, que rezaba
textualmente: " En los casos dudosos, que no puedan resolverse según las bases
establecidas, las cláusulas ambiguas deben interpretarse siempre en favor del deudor, o sea
en el sentido de liberación" .
II. Comentario
La norma bajo comentario configura una disposición residual de las pautas anteriores, y
sienta una regla que distingue según que el contrato sea a título gratuito u oneroso. En el
primer caso, el acuerdo deberá ser interpretado en el sentido más favorable al obligado al
cumplimiento de la prestación; dicho en otros términos — c omo lo ha señalado la
jurisprudencia de nuestros tribunales— la duda debe resolverse a favor de la menor
transmisión de derechos e intereses. En el segundo supuesto, el sentido que se le deberá dar
al contrato es aquel que prevea un ajuste equitativo de los intereses de ambas partes
contratantes, esto es, conforme el principio de la equidad.
El art. 1068 recepta lo ya señalado por la doctrina, en punto a que la regla del favor
debitoris sólo es justa en los contratos gratuitos, pero no en los onerosos, en los que debe
estarse a la equivalencia de las prestaciones como criterio rector de la interpretación
(Borda, Llambias). Otra parte de la doctrina señala que con una interpretación dinámica de
la ley, el principio antedicho es de utilidad en la actualidad y respecto de los contratos
onerosos, si se lo concibe como tuitivo de la parte más débil del contrato (Rivera).
III. Jurisprudencia
Bibliografía clásica: Lopez Vilas, R., El subcontrato , Tecnos Madrid, 1973; Nicolau Noemi
Lidia, " Algunas cuestiones en torno a los contratos conexos, con especial referencia a la
subcontratación y a las cadenas contractuales dependientes e independientes " , RDPyC
2007 - 2.
El Código Civil no contenía normas generales sobre subcontratación. Si bien era una
cuestión ya conocida y analizada en los códigos de los siglos pasados, se la trataba
particularmente en cada contrato que lo permitía. V. Gracia el art. 1585 del Código de Vélez
establece que " El subarriendo constituye una nueva locación, y será regido por las leyes
sobre el contrato de locación".
Las fuentes del Capitulo y del articulo corresponden casi en su totalidad al Proyecto del C.
Civil de 1998, arts. 1035 a 1038
II. Comentario
El subcontrato es un nuevo contrato, por lo tanto, debe reunir los requisitos generales y
especiales de aquel del que depende. Se pueden observar entonces, un contrato principal y
uno derivado en grado de dependencia o subordinación.
Según Lopez Vilas: " El subcontrato, propiamente dicho, es ese segundo contrato, resultado
de una especifica utilización por el contratante intermedio (parte de ambos contratos) de su
posición en la relación jurídica originaria y principal".
Este fenómeno económico, captado desde hace tiempo por las normas jurídicas, consiste en
la sustitución de la posición contractual, hecha por la parte del contrato base, mediante la
celebración de un nuevo contrato (el subcontrato) sin extinguirse la primer relación
contractual (Mosset Iturraspe).
Art. 1070.— Disposición general. En los contratos con prestaciones pendientes éstas
pueden ser subcontratadas, en el todo o en parte, a menos que se trate de obligaciones que
requieren prestaciones personales.
II. Comentario
Esta disposición parte del principio general de permitir la subcontratación en los contratos
con prestaciones pendientes, lo cuales comprenden una cantidad considerable.
De todas formas esta implica dos limitaciones: una referida a la naturaleza de las
obligaciones que requieren prestaciones personales (intuitu personae) y la otra es la
prohibición de subcontratar dentro del marco de la autonomía de la voluntad.
b) de las acciones que corresponden al subcontratante, contra la otra parte del contrato
principal, en la extensión en que esté pendiente el cumplimiento de las obligaciones de éste
respecto del subcontratante. Estas acciones directas se rigen por lo dispuesto en los
artículos 736, 737 y 738.
Éste preveía las acciones directas en los supuestos de la locación de cosas y en el mandato.
En el primer caso se trata de acciones para el sublocatario por todas las obligaciones que
hubiese contraído con el locatario (arts. 1589 y 1591) y en el segundo acciones para el
sustituido contra el mandante por la ejecución del mandato (art. 1926).
II. Comentario
Inc. a): Tratándose de un nuevo contrato, es lógico que disponga de las acciones que ese
contrato le da.
Inc. b): La acción directa que prevé este inciso y que remite a las normas expresas que la
regulan, ya no deja dudas de su alcance y efectos. El subcontratado puede accionar contra
el contratante principal.
En cuanto a la acción directa, se dice que es la que compete al acreedor para percibir lo que
un tercero debe a su deudor, hasta el importe del propio crédito. El acreedor la ejerce por
derecho propio y en su exclusivo beneficio, tiene carácter excepcional, es de interpretación
restrictiva y sólo procede en los casos expresamente previstos por la ley.
Preveía acciones para el locador, ajeno al subcontrato, contra el sublocatario, art. 1592, o
para el mandante contra al sustituido, arts. 1926 y 1927.
II. Comentario
Bibliografía clásica: Hernández, Carlos A. , " Acerca del principio de relatividad de los
efectos del contrato y sus tensiones sociales" , RDPyC 2007 - 2; Ciuro Caldani, Miguel
Angel , Los contratos conexos , Fundación para las Investigaciones Jurídicas, Rosario,
1999; Marquez, José Fernando , " Conexidad contractual. Nulidad de los contratos y del
programa " , RDPyC 2007 - 2; Mosset Iturraspe, Jorge , Contratos conexos. Grupos y
Redes , Rubinal Culzoni. Santa Fe, 1999; Rinessi, Antonio Juan , " Conexidad y tarjetas de
crédito " , RDPyC 2007 - 2.
Art. 1073.— Definición. Hay conexidad cuando dos o más contratos autónomos se hallan
vinculados entre sí por una finalidad económica común previamente establecida, de modo
que uno de ellos ha sido determinante del otro para el logro del resultado perseguido. Esta
finalidad puede ser establecida por la ley, expresamente pactada, o derivada de la
interpretación, conforme con lo que se dispone en el artículo 1074.
El código sustituido no tenía normas que regularan esta categoría contractual, la única
conexidad prevista era la subcontratación. El primer intento formal de regulación surge en
el Proyecto de 1998 en su art. 1030. Posteriormente las conclusiones de las Jornadas
Nacionales de Derecho Civil de 1999 en Santa Fe sugieren una mayor y detallada
regulación, que se encuentra plasmada en la normativa estudiada.
II. Comentario
Existen supuestos en los cuales varios contratos se encuentran unidos por una operación
económica global. Conforme Lorenzetti, han aparecido las llamadas redes contractuales, en
las que numerosos contratos sólo tienen sentido si están unidos en un mismo sistema.
Existen varios contratos que tienen su propia tipicidad, su propia causa y objeto, pero hay
una operación económica superior a ellos, que les da un sentido único.
El análisis parte de la relación del grupo de contratos. Ante la existencia de estos contratos
autónomos, resulta indispensable que interactúen, convivan y funcionen entre ellos, ya que
el fracaso de uno puede acarrear el fracaso del sistema.
Los requisitos para que haya conexidad son los siguientes: 1) que haya dos o más contratos.
Para la conexidad se requiere más de un contrato, que pueden encontrarse condensados en
un solo instrumento o en varios; 2) autonomía. Ya sean principales o accesorios, contrato o
subcontrato, preparatorio o definitivo, cualquiera de ellos deben contar con todos los
elementos esenciales; 3) deben estar vinculados entre sí, con distintos grados de conexidad.
El cemento que los une, según Lorenzetti, es la causa - objetiva, que no sólo implica un
sentido jurídico sino fundamentalmente uno económico. Por su parte Mosset Iturraspe
considera que la conexidad no tiene como base la intervención de las mismas partes, la
misma fecha de celebración o el único instrumento; 4) finalidad económica común.
También llamada finalidad supracontractual, son los objetivos buscados y obtenidos a
través de una red de vínculos contractuales. Por ello se diferencia a la causa fuente y a la
causa fin de cada contrato de esta causa supracontractual, que contiene el negocio integral,
y que es la razón por la cual dos o más contratos están vinculados entre sí; 5) debe estar
previamente establecida por un diseño previo, por el convenio de partes, por la ley o por los
hechos. Esta conexidad puede surgir de una unidad organizadora, como es el caso del
shopping center, en interés de todo el grupo de comercios, no sólo del administrador.
En las XVII Jornadas Nacionales de Derecho Civil de 1999, que han sido fuente importante
y propulsora de la detallada regulación de la normativa en análisis, se ha dicho que " habrá
contratos conexos cuando para la realización de un negocio único se celebra, entre las
mismas partes o partes diferentes, una pluralidad de contratos autónomos, vinculados entre
sí, a través de una finalidad económica supracontractual".
La acción subrogatoria es valida para exigir al deudor de mi deudor y ante la mala actitud
de otros integrantes de la red.
III. Jurisprudencia
Tiempo atrás la jurisprudencia se ha pronunciado sobre " Corlatt S.A. c/Marshall Argentina
S.A " : " La salida de mercaderías implica diversos contratos de compraventa unidos entre
sí: el fabricante vende al mayorista, éste al comerciante intermediario o minorista y a través
de éste la mercadería llega al usuario; por tanto la venta de mercaderías sólo es completa
cuando se ha efectuado esa serie de contratos necesariamente vinculados
recíprocamente " (CNac. sala D, 29/6/1984, LA LEY, 1 9 8 4- A, 391 y 392).
Art. 1074.— Interpretación. Los contratos conexos deben ser interpretados los unos por
medio de los otros, atribuyéndoles el sentido apropiado que surge del grupo de contratos, su
función económica y el resultado perseguido.
I. Comentario
Art. 1075.— Efectos. Según las circunstancias, probada la conexidad, un contratante puede
oponer las excepciones de incumplimiento total, parcial o defectuoso, aún frente a la
inejecución de obligaciones ajenas a su contrato. Atendiendo al principio de la
conservación, la misma regla se aplica cuando la extinción de uno de los contratos produce
la frustración de la finalidad económica común.
Los principios del efecto relativo y la fuerza vinculante, imperantes en el código sustituido
y regidos por los arts. 217 al 220 del Código de Comercio contemplan a los contratos como
actos aislados, sin vinculación con otros. Los efectos de los contratos no se extienden a los
terceros, salvo excepciones, pero el efecto relativo contractual se ve afectado por la norma
en análisis, ya que sus alcance se puede extender a los no contratantes pero sí integrantes
del sistema.
II. Comentario
El principio del efecto relativo de los contratos, no sólo abarca a las partes contratantes y
con alguna excepción a los terceros, sino también a todos los integrantes del sistema.
Si bien los contratos mantienen la individualidad; si por alguna cuestión propia, el contrato
deviniese invalido o se resolviera por las razones que fueran; sus efectos pueden repercutir
sobre el otro.
El articulo en análisis debe ser examinado a la luz de todas las vicisitudes, que derivan en la
suspensión o extinción de un contrato, como la nulidad, resolución, rescisión, revocación o
frustración, entre otras, las cuales pueden involucrar a los participantes, cuando se vea
perturbada la finalidad supracontractual.
Si bien se ha dicho, que los contratos conexos alteran el principio del efecto relativo, se
sigue sosteniendo este pilar importante del principio general contractual conforme su art.
1021, aunque no con la misma fuerza e intensidad y con una lectura mas amplia que la del
Código de Vélez. .
Las partes ajenas al contrato celebrado pueden verse afectadas por sus consecuencias. Si
bien no están obligadas a permitir que terceros intervengan en su relación contractual, éstos
pueden inmiscuirse. No debemos olvidar que se van presentando nuevos paradigmas en
materia contractual, y allí se percibe un ámbito más amplio que el contrato, este último es el
instrumento para el sistema o red, que resulta ser el genero y el contrato la especie, por lo
que deberá trasladarse el principio del efecto relativo al negocio económico en su totalidad.
Así como la extinción de un contrato puede llevar similar suerte al restante vinculado, si la
ineficacia de uno no impide el logro del fin común, resulta de aplicación el art. 389 que
permite la divisibilidad de la nulidad, dando prioridad al principio de conservación y
permitiendo la existencia de los otros contratos conexos.
Bibliografía sobre la reforma : Aparicio, Juan Manuel , " Contratos en general" , LA LEY,
5/12/2012; Freytes, Alejandro E . " La frustración de fin del contrato y el Proyecto de
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Art. 1076.— Rescisión bilateral. El contrato puede ser extinguido por rescisión bilateral.
Esta extinción, excepto estipulación en contrario, sólo produce efectos para el futuro y no
afecta derechos de terceros.
I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto
Se trata de la institución reglada en el art. 1200 primero párrafo del Código de Vélez
Sarsfield. También se denomina " dictracto" ," contrarius consensos " , " contrato
extintivo" , " resiliación" , o " mutuo disenso" , en latín " mutuus dissensus ," aunque este
último caso es objetable (Compagnucci de Caso), por lo que parece preferible
denominarlo " consenso extintivo" . También se otorga el mismo sentido a la
voz " rescission" en el derecho de Estados Unidos (Spota- Leiva Fernández).
Este es el precepto que otorga sustento en la definición de contrato del art. 957 a la
expresión " extinguir relaciones jurídicas patrimoniales" .
La fuente inmediata es el art. 1040 del Proyecto de Código Civil de 1998 para la República
Argentina. También fue recibido en el art. 937 del proyecto el Poder Ejecutivo de 1993.
II. Comentario
1. Naturaleza jurídica
La rescisión bilateral es un contrato, tal como con claridad establecía el art. 1040 del
Proyecto de 1998, fuente del actual. Por ende es un acto jurídico bilateral sujeto a todas las
reglas sobre validez de tales actos.
Es informal, aunque se considera que si el contrato requiere una formalidad solemne, igual
forma debe requerirse a su distracto, sin embargo no corresponde exigir igual formalidad si
se trata de un mero recaudo probatorio, como suele ser propio de la forma escrita. Por eso,
también es admisible la forma tácita mediante la celebración de un contrato posterior e
incompatible con el que se resuelve.
El art. 1200 del Código de Vélez establecía que por la rescisión bilateral las partes podían
retirarse los derechos reales que se hubiesen transferido. Esto no ha cambiado. El derecho
real se constituye con el título y el modo. Si el título es un contrato, dejar sin efecto el
contrato implica privar al derecho real de su título, o lo que es lo mismo, extinguirlo.
Nada obsta a aceptar una rescisión bilateral parcial, siempre, desde ya, que el contrato no se
haya extinguido previamente, y tenga algún efecto pendiente. Pero en tal caso la extinción
no afectará a la parte del contrato base que se haya extinguido por cumplimiento.
6. Efecto ex nunc
El artículo dispone que la rescisión bilateral sólo produce efecto hacia el futuro, es decir, ex
nunc . Pero, ¿Qué efectos pueden subsistir siendo que, como ya se destacó, las prestaciones
no deben haberse cumplido ni extinguido por otra vía? La respuesta se encuentra en los
efectos ajenos a las prestaciones debidas entre las partes, v.gr. el sellado de un contrato que
pese a rescindirse no deberá restituirse, el requisito de contratar exigido por el Estado que
pese a rescindirse se habrá cumplido; y también en las prestaciones ya cumplidas cuando la
rescisión bilateral es parcial.
Las partes pueden acordar que la rescisión bilateral produzca efecto retroactivo, ex tunc .
Sin embargo hay contratos en los que tal efecto aunque se pacte no puede producirse por
haberse " consumido " las prestaciones, v.gr. en el contrato de locación pues aunque se
pueda restituir el precio de la locación, no es posible restituir el uso y goce de la cosa
locada.
8. Efecto relativo
Los contratos sólo producen efecto entre las partes, y sus sucesores. Tal efecto relativo no
alcanza a los terceros. Es lo que dispone el art. 1021 y anteriormente el art. 1195 del
Código de Vélez. De la misma manera el distracto, en cuanto contrato que es, no produce
efectos ante terceros. Esta conclusión es unánime ya durante la vigencia del Código
derogado. El art. 1076, igual que su antecedente, el art. 1040 del Proyecto de Código Civil
de 1998 para la República Argentina lo expresa con exactitud.
Cabe mencionar que igual regla — e l efecto relativo del distracto— está reglado para los
pactos de convivencia previstos en el art. 517 del Código por lo que frente a terceros sólo
producen efectos desde su inscripción en el registro previsto en el art. 511.
La oración " Esta extinción, excepto estipulación en contrario, sólo produce efectos para el
futuro y no afecta derechos de terceros ", es equívoca, pues los derechos de terceros no
pueden afectarse por pacto en contrario. El pacto en contrario que se admite, no alcanza a
los terceros sino únicamente al efecto ex nunc . La redacción está errada.
III. Jurisprudencia
1. Rescindir un contrato significa dejarlo sin efecto, por medio de lo que en la ciencia
jurídica se conoce como " distracto " ( CNCiv., sala D, 18/12/1980, LA LEY, 1981 - B,
514).
2. El art. 1198 del Cód. Civil no prevé una rescisión del contrato — e n el caso, de
locación — sobre la base de la imprevisión que pueda ejercerse unilateralmente fuera de los
estrados judiciales, al margen de la intervención moderadora del Tribunal, ni tampoco que
la parte que se dice perjudicada por el hecho extraordinario e imprevisible, sea ella el juez y
decida si la mejora equitativa ofrecida por la contraparte es la que responde a la equidad a
la que se refiere el artículo citado ( CNCiv ., sala C, 29/7/1982, JA,
1984 - II - 421; Colección de Análisis Jurisprudencial Contratos Civiles y Comerciales ,
d irector: Luis F. P. Leiva Fernández, La Ley, 2002).
Art. 1077.— Extinción por declaración de una de las partes. El contrato puede ser
extinguido total o parcialmente por la declaración de una de las partes, mediante rescisión
unilateral, revocación o resolución, en los casos en que el mismo contrato, o la ley, le
atribuyen esa facultad.
Este artículo recibe la doctrina del art. 1200 del Código de Vélez que sin embargo sólo
regulaba la rescisión bilateral.
La fuente inmediata es el art. 1041 del Proyecto de Código Civil de 1998 que tiene la
misma redacción
II. Comentario
1. La extinción se declara por acto recepticio
El artícu lo dispone que la extinción se produce por la declaración de una de las partes. Este
requisito, repetido en el art. 1078 inc. a), implica el carácter recepticio de la declaración que
debe ser emitida por todos los integrantes de una parte del contrato y comunicada a todos
los integrantes de la contraparte. El contrato se extinguirá al recibir la comunicación.
2. Rescisión unilateral
La rescisión unilateral participa del efecto hacia el futuro que se reconoce a la rescisión
bilateral. Frente a la previsión expresa del art. 1079 inc. a) puede concluirse que no es
válida la producción de efectos retroactivos salvo los casos respaldados en una disposición
legal expresa.
La rescisión unilateral debe tener sustento en una previsión del mismo acto jurídico o una
previsión legal que prevea las circunstancias que la autorizan.
El contrato a rescindirse debe contar con una cláusula autorizando a que tal proceder se
efectúe en forma unilateral (Alterini, López Cabana, Lafaille, Bueres, Mayo, López de
Zavalía, Spota, Leiva Fernández). Gastaldi considera que ese supuesto es de resolución del
contrato.
2.3. Rescisión unilateral no prevista en el contrato
Una parte de la doctrina (Lorenzetti) considera que en los contratos de larga duración
cuando no tiene plazo de duración o es indeterminado, está implícita la facultad de rescindir
unilateralmente aunque en el contrato base no se haya previsto especialmente esa facultad.
Esta corriente ha encontrado eco en diversos fallos judiciales, sobre todo a partir de la
causa " Automóviles Saavedra c. Fiat Argentina S.A. " (CSJN, 4/8/1988, LA LEY,
1989 - B, 4).
El Código ha recibido esta postura como regla general en el art. 1011 y como casos
particulares — q ue podrían haberse omitido en razón de ya existir una regla
general — para el contrato de concesión en el art. 1508 y para el contrato de franquicia en
el art. 1522.
Sin embargo, se da una paradoja: la inclusión de la regla del art. 1011 al respaldar con una
previsión legal la rescisión de contratos de larga duración aunque no se haya pactado plazo
o sea incierto, viene a eliminar esta categoría que ahora pasará a considerarse como de
rescisión unilateral de fuente legal.
Se prevé su aplicación en los contratos bancarios art. 1383, en el de cuenta corriente art.
1441, en la frustración del fin del contrato art. 1090, en la teoría de la imprevisión art. 1091,
en la locación art. 1203 y art. 1218, en el contrato de concesión art. 1508, en el de
franquicia art. 1522, en el comodato art. 1541.
Debe hacerse una acotación respecto a los pactos de convivencia. El art. 516 exige el
acuerdo de ambos convivientes para rescindir el pacto y su inscripción registral para
oponibilidad a terceros.
La revocación como instituto extintivo de los actos jurídicos tuvo su origen en los actos
unilaterales — v .gr. testamento (art. 2512), otorgamiento de poder (art. 380), etc.— . Se
aplica al contrato de mandato como extensión de la revocación del poder que viabiliza el
mandato (art. 1329). También a la donación, arts. 218 a una fundación, y 1569.
Es, en definitiva, un acto jurídico unilateral e incausado (Spota- Leiva Fernández), que a
partir de la previsión legal o contractual que lo autoriza, produce efectos extintivos ex
nunc sobre actos jurídicos unilaterales o bilaterales gratuitos.
Eso explica que en el art. 1110 el Código se refiera a la revocación de la aceptación (acto
unilateral y recepticio ) en los contratos de consumo.
También son casos de revocación la del retiro de la autorización para funcionar a una
persona jurídica (art. 164), la de la adopción simple (art. 629) o integrativa (art. 633), de la
promesa de recompensa (art. 1805) y del dominio revocable (art. 1967).
El Código derogado preveía que la revocación podía efectuarse también en forma tácita
(art. 1971) por el otorgamiento de nuevo poder a otro apoderado para cumplir el mismo
cometido sin dejar a salvo la subsistencia del anterior poder, y también por ocuparse el
poderdante directamente del objeto del poder (art. 1972 del Código de Vélez Sarsfield).
Estas normas que no fueron recibidas por el Código vigente, no son de aplicación a los
procesos judiciales.
Conforme a lo dispuesto en el art. 1079 inc. a) el efecto sólo se produce hacia el futuro (ex
nunc ). Sin embargo, el art. 1967 dispone que " la revocación del dominio de cosa
registrable tiene efecto retroactivo, excepto que lo contrario surja del título de adquisición o
de la ley" .
4. Resolución. Clasificación
Aunque el plazo también constituye una modalidad de los actos jurídicos, a diferencia de la
condición, en el plazo, el hecho que supedita la extinción de un derecho es un hecho futuro
y cierto en cuanto es de concurrencia inexorable, aunque se ignore el momento en que
sucederá. (V. art. 350 del Cód. Civil).
Constituye la principal causa de resolución facultativa está prevista en los arts. 1083 a 1089
del Código Civil.
Sin embargo la resolución por otras causas de las señaladas, produce efecto retroactivo a la
celebración del contrato (art. 1079 inc. b), con dos salvedades.
La primera es que la resolución no puede afectar a terceros que hayan adquirido su derecho
a título oneroso y de buena fe (art. 392 del Código Civil).
La otra salvedad es la que se sigue de la naturaleza de las cosas, pues si se han cumplido
prestaciones no restituibles en los contratos de duración (v.gr. el uso de la cosa locada en la
locación), el efecto retroactivo entre las partes no logrará conmover tales prestaciones, pues
son esencialmente " no restituibles" .
III. Jurisprudencia
1. El pronunciamiento que restó todo valor a la cláusula de un contrato, que es ley para las
partes (art. 1197 del Código Civil), con apoyo en principios generales, sin atender en forma
correcta y precisa a las particulares circunstancias del caso, satisface sólo de manera
aparente la exigencia de constituir una derivación razonada del derecho vigente con
aplicación a los hechos comprobados en la causa (CSJN, 4/8/1988, LA LEY, 1989 - B, 4).
7. Si el fallo recurrido contiene sólo una mera transcripción de una cláusula contractual,
prescindiendo de su examen crítico, resta -de este modo - todo valor a una cláusula de un
contrato que es ley para las partes (art. 1197 (Cód. Civil), sin atender en forma correcta y
precisa a las particulares circunstancias del caso, por lo que satisface sólo de manera
aparente la exigencia de constituir una derivación razonada del derecho vigente con
aplicación a los hechos comprobados de la causa (CSJN, 5/11/1991, DJ, 1992 - 1 -1072).
9. Si del contexto en que se desarrollaron las relaciones entre las partes surge que existía
una vinculación estable acorde con la naturaleza del contrato de concesión, resulta
irrelevante el plazo cierto y determinado de vigencia estipulado, por lo que debe
considerarse que la relación fue por tiempo indeterminado ( CNCom ., sala B, 11/4/1995,
LA LEY, 1995 - D, 636).
10. La parte que desea dejar sin efecto el contrato de concesión debe otorgar a la otra un
plazo razonable de preaviso tendiente a compensar las legítimas expectativas que de dicha
relación derivan, debiendo para su fijación tomarse en cuenta que a mayor plazo de
vigencia del contrato corresponde un mayor plazo de preaviso ( CNCom ., sala B,
11/4/1995, LA LEY, 1995 - D, 636).
11. Los daños ocasionados a los bienes e inversiones relativos a la operatoria come rcial del
concesionario deben ser resarcidos si se ha producido la ruptura unilateral del vínculo y se
prueba que los mismos no están amortizados. En tal sentido, deberá averiguarse la realidad
económica existente durante el lapso de vigencia de la relación, pues el tiempo de ejecución
del contrato constituye una presunción de hecho relativa de la amortización de aquéllos
( CNCom ., sala B, 11/4/1995, LA LEY, 1995 - D, 636 ).
Art. 1078.— Disposiciones generales para la extinción por declaración de una de las partes.
Excepto disposición legal o convencional en contrario, se aplican a la rescisión unilateral, a
la revocación y a la resolución las siguientes reglas generales:
d) la extinción del contrato no queda afectada por la imposibilidad de restituir que tenga la
parte que no la declaró;
e) la parte que tiene derecho a extinguir el contrato puede optar por requerir su
cumplimiento y la reparación de daños. Esta demanda no impide deducir ulteriormente una
pretensión extintiva;
g) la demanda ante un tribunal por extinción del contrato impide deducir ulteriormente una
pretensión de cumplimiento;
h) la extinción del contrato deja subsistentes las estipulaciones referidas a las restituciones,
a la reparación de daños, a la solución de las controversias y a cualquiera otra que regule
los derechos y obligaciones de las partes tras la extinción.
El Código Civil de Vélez hoy derogado carecía de reglas generales y concentradas para
atender a las consecuencias de la extinción unilateral de los contratos, sea por resolución,
revocación o rescisión unilateral.
Las hoy dispuestas, puede afirmarse, nacieron a partir de un proceso de síntesis de las
previstas en el Código Civil de Vélez Sarsfield para dichos modos extintivos y para la
mayoría de los contratos.
Indudablemente la fuente es el art. 1042 del Proyecto de Código Civil de 1998 para la
República Argentina, que con igual número de incisos que la ley vigente, está explicado en
detalle en el Fundamento N° 180 del Proyecto referido.
II. Comentario
1. Normas supletorias
Los ocho incisos contenidos en este artículo sólo se aplican a falta de previsión contraria
dispuesta por la ley o el contrato.
Agrega como ultima ratio que las condiciones son indivisibles. También por ello, si alguno
de los integrantes de una parte pierde la facultad de extinguir todos los de su parte la
pierden igualmente.
El Código no expresa qué consecuencia tiene el incumplimiento de este recaudo, que sólo
procede en subsidio de la previsión legal o contractual contraria, sin embargo cabe concluir
que de no concurrir esa pluralidad la comunicación no producirá el efecto buscado.
La forma no está pautada por lo que puede ser incluso verbal siempre que quede asegurada
la prueba.
El segundo inciso habilita la vía judicial o extrajudicial, bien que en caso de resistirse a la
extrajudicial habrá que recurrir a los estrados judiciales.
El inc. c) autoriza a la parte que no declaró la extinción, a resistirla en caso que la parte que
comunica extrajudicialmente la extinción del contrato, o demanda para que así se declare,
no haya cumplido con su prestación o no está en situación de cumplirla.
Se trata en definitiva de una suerte de exceptio non adimpleti contractus que en vez de
oponerse a la demanda de cumplimiento se opone a la pretensión de extinción.
Desde luego que esta norma sólo puede aplicarse a los contratos bilaterales, ya que en los
unilaterales en los que también es posible la extinción por decisión unilateral no hay
prestación a cargo de una de las partes. Igualmente considero que la pauta es meramente
general porque tampoco sería aplicable a los supuestos en los que la prestación a cargo del
declarante de la extinción debe ser de cumplimiento posterior a la del requerido.
5. Imposibilidad de restituir
Sin embargo prima la postura que considera que la imposibilidad de restituir la prestación
recibida por la parte que resuelve el contrato también se traduce — i gual que para la parte
incumplidora sujeto pasivo de la resolución— en la restitución de su valor (López de
Zavalía), máxime si la imposibilidad de restituir (v.gr. por destrucción de la cosa) surge
recién luego de resuelto el contrato (íd.).
Está previsto en el inc. e) que autoriza al que tiene derecho a extinguir el contrato a optar
por exigir su cumplimiento y la reparación de daños. Se trata de una concesión al principio
de conservación del contrato. Si opta por exigirlo, podrá, no obstante, luego reclamar la
extinción. Es la misma solución que la contenida en el art. 1204 último párrafo del Código
derogado que a su vez difería del artículo originario de Vélez Sarsfield que disponía que
intimado el cumplimiento ya no podría reclamarse la resolución tal como se mantuvo en el
art. 1375 inc. 3° aun luego de la ley 17.711, para el pacto comisorio que podía agregarse al
contrato de compraventa, norma que ha sido eliminada del Código vigente.
Incluso habiendo deducido la demanda judicial por cumplimento, será válida la pretensión
efectuada en subsidio de resolver, o lisa y llanamente, la posibilidad de modificar la
demanda antes de trabar la litis Si el demandado resiste la acción de cumplimiento, aun así
puede el demandante desistir de la acción por cumplimiento e iniciar una nueva demanda
por resolución (Alterini; Lavalle Cobo).
El concepto está reiterado en el art. 1085 que dispone que la condena al cumplimiento
conlleva implícito el apercibimiento de resolver el contrato si el demandado incumple
durante el proceso de ejecución.
El inc. f) contiene varias reglas. Una de ellas esta directamente vinculada al inc. e) en
cuanto establece que quien declara y comunica extrajudicialmente la extinción no podrá
luego — p or aplicación de la teoría sobre los actos propios— pretender el cumplimiento,
ni — p or ende— podrá el demandado cumplir válidamente. Una aplicación de la misma
regla aplicada a la demanda judicial de extinción se advierte en el inc. g) que reitera la
prohibición de pretender el cumplimiento luego de haber demandado por extinción.
La extinción del contrato — c ualquiera sea la vía por la que se produzca, judicial o
extrajudicial— , no produce la supresión de la totalidad de las cláusulas contractuales,
porque muchas de ellas están acordadas justamente para resultar operativas ante tal
circunstancia.
Igual está previsto en la Convención de Viena de 1980 (Alterini), aprobada con errores por
la ley 22.765
III. Jurisprudencia
3. Son improcedentes los daños y perjuicios reclamados por un contratante, ya que ante la
inejecución de las obligaciones por su contraparte — c onsistentes en ejecutar una obra con
el dinero que se le había entregado — no intimó el cumplimiento en forma expresa y clara
en los términos del art. 1204 del Código Civil, ni recurrió a la justicia por resolución de
contrato, lo que debió cumplir de estimar tardío el cumplimiento, por lo cual dicha
resolución jamás se concretó y debe concluirse que el contrato aún se encuentra vigente
(C1 ª Civ. y Com. San Isidro, sala II, 3/6/2010, LLAR/JUR/59625/2010).
5. Si bien la naturaleza jurídica del pacto comisorio expreso y del tácito es la misma, así
como también lo son — e n general — los requisitos para su ejercicio, en el expreso la
resolución extrajudicial sólo requiere la manifestación del ejercicio de la facultad
resolutoria y la comunicación de tal decisión en forma fehaciente, mientras que en el caso
del tácito, el art. 1204 del Código Civilexige una previa interpelación con el otorgamiento
de un plazo de gracia para el cumplimiento de las prestaciones adeudadas y bajo
apercibimiento de resolución ( CNCom ., sala D, 23/4/2008, LLAR/JUR/7956/2008).
Bien o mal el Código mejora al Código histórico que carecía de previsión al respecto, al
establecer legalmente los efectos que producen la resolución, la revocación y la rescisión
unilateral en relación al tiempo.
Fuente. Reproduce literalmente el art. 1043 del Proyecto de Código Civil de 1998 para la
República Argentina.
II. Comentario
No cabe duda que la resolución como modo de extinción de los contratos produce efectos
retroactivos entre las partes.
Tampoco hay dudas respecto de la rescisión incluso unilateral. Su efecto se extiende hacia
el futuro.
El problema surgía en la revocación. Vélez Sarsfield expresó en la nota al art. 1200: " Nada
hay más inexacto que decir, como dice el art. 1134 del Cód. francés, que las partes pueden
revocar los contratos por mutuo consentimiento, o por las causas que la ley autorice.
Revocar un contrato significaría en términos jurídicos aniquilarlo retroactivamente, de
modo que se juzgase que nunca había sido hecho; y ciertamente que el consentimiento de
las partes no puede producir este resultado. Las partes pueden extinguir las obligaciones
creadas, o retirar los derechos reales que hubieren transferido, mas no pueden hacer que
esas obligaciones y esos derechos no hubiesen existido con todos sus efectos. Pero las
partes, decimos, pueden revocar los contratos por mutuo consentimiento en los casos que la
ley autorice; es decir, si el contrato es hecho por un incapaz, por violencia, dolo, etc., y en
tal caso el contrato se juzga no haber tenido lugar. La transferencia del dominio, las
servidumbres impuestas, si se trata de bienes raíces, todo queda sin efecto alguno como si
el contrato no se hubiese celebrado. Véase Marcade, sobre el art. 1134 " .
Ningún hecho extintivo, sea rescisión bilateral retroactiva o no (art. 1076), revocación o
resolución (art. 1079) puede afectar derechos de terceros que hayan adquirido su derecho a
título oneroso y de buena fe, porque esa es la regla general del art. 392 que dispone tal
protección frente a las consecuencias el acto nulo. Con mayor razón es aplicable al acto
válido pero resuelto.
Esta salvedad hecha en el final del acápite sólo encuentra sentido respecto de leyes ya
existentes, y al solo efecto que no pueda interpretarse que lo dispuesto en esta art. 1079
deroga tácitamente lo allí dispuesto, ya que respecto a leyes futuras que dispongan lo
contrario no puede haber duda alguna ya que se impondrían sobre el Código Civil por el
mero hecho de ser normas jurídicas de igual jerarquía pero posteriores en el tiempo.
III. Jurisprudencia
3. La resolución del contrato puede operar ipso jure (como sucede en la condición
resolutoria) o bien puede requerir la manifestación de voluntad de la parte interesada en ella
(como ocurre en la que se funda en el arrepentimiento o en el incumplimiento de la
contraria). La resolución deja sin efecto el contrato retroactivamente; su consecuencia es
volver las cosas al estado en que se encontraban antes de la celebración (C1ª Civ. y Com.
Córdoba, 26/8/2008, La Ley online).
4. La rescisión es una causal de ineficacia que sólo se concibe en actos jurídicos de tracto
sucesivo o ejecución continuada o también aquellos que aún no han empezado a producirse.
Opera sólo para el futuro, es decir, que los efectos ya concluidos quedan firmes y las
relaciones jurídicas antes creadas no sufren ninguna alteración. La rescisión se da en los
negocios jurídicos de tracto sucesivo, de ejecución continuada o en los supuestos de
aquellos actos que no han comenzado aún a producir sus efectos (C1ª Civ. y Com.
Córdoba, 26/8/2008, La Ley online).
5. La rescisión opera, por un lado, en el caso del distracto, cuando los cocontratantes dejan
sin efecto, de común acuerdo, un contrato anterior, o, por el otro, cuando una de las partes,
o las dos pero sin convención, proceden de la misma manera dejándolo sin efecto (C1ª Civ.
y Com. Córdoba, 26/8/2008, La Ley online) .
6. La rescisión típica o bilateral es un acuerdo de voluntades por el cual se deja sin efecto
un contrato, por ello se la llama también distracto puesto que el acuerdo de voluntades
puede crear un vínculo jurídico, puede también extinguirlo o aniquilarlo (C1ª Civ. y Com.
Córdoba, 26/8/2008, La Ley online).
7. Los efectos de la rescisión dependen de la voluntad de las partes: éstas pueden acordar
que el contrato originario quede sin efecto retroactivamente, con obligación de las partes de
restituirse mutuamente lo que hubieren recibido la una de la otra; o bien pueden acordar
que el contrato deje de producir sus efectos en adelante, quedando firme los efectos ya
producidos (C1ª Civ. y Com. Córdoba, 26/8/2008, La Ley online).
8. La retroactividad resultante de una rescisión nunca puede perjudicar los derechos que los
terceros hubieran adquirido ínterin, como consecuencia del contrato originario (C1ª Civ. y
Com. Córdoba, 26/8/2008, La Ley Online ).
Art. 1080.— Restitución en los casos de extinción por declaración de una de las partes. Si
el contrato es extinguido total o parcialmente por rescisión unilateral, por revocación o por
resolución, las partes deben restituirse, en la medida que corresponda, lo que han recibido
en razón del contrato, o su valor, conforme a las reglas de las obligaciones de dar para
restituir, y a lo previsto en el artículo siguiente.
b) las prestaciones cumplidas quedan firmes y producen sus efectos en cuanto resulten
equivalentes, si son divisibles y han sido recibidas sin reserva respecto del efecto
cancelatorio de la obligación;
c) para estimar el valor de las restituciones del acreedor se toman en cuenta las ventajas que
resulten o puedan resultar de no haber efectuado la propia prestación, su utilidad frustrada
y, en su caso, otros daños.
Ambos artículos se corresponden con los arts. 1044 y 1045 del Proyecto de Código Civil de
1998 para la República Argentina a los que se les ha mejorado la técnica legislativa.
Mientras el art. 1080 se corresponde totalmente con el art. 1044 del Proyecto referido, el
art. 1081 tiene tres modificaciones no sustanciales. En el inc. b) se sustituyó en el original
la expresión " Las prestaciones que han sido realizadas" por la expresión más específica
de " las prestaciones cumplidas" . También en el mismo inciso se sustituyó la redacción en
sentido negativo que tenía el art. 1045 en la frase " si son divisibles y no han sido recibidas
con reserva de no tener efecto cancelatorio de la obligación" , por "han sido recibidas sin
reserva respecto del efecto cancelatorio de la obligación" .
II. Comentario
1. Reglas aplicables
El art. 1080 es claro al remitir a las reglas de las obligaciones de dar para restituir, previstas
en los arts. 759 a 761. Es una opción más precisa que la que seria remitir a lo concerniente
a la obligación de restituir a al dueño, por la muy sencilla razón que nada hace presumir que
el acreedor de la restitución sea el dueño en todo caso este último enfoque sólo habría sido
aplicable a la extinción de los contratos que constituyen título para la constitución de
derechos reales (compraventa donación etc.).
Al pacto comisorio se le aplican las reglas del art. 1081 (art.1085 del Cód. Civil).
3. Regla general
Esta contenida en el art. 1080 del Código. La referencia a la extinción total o parcial es
inconducente y de mala técnica legislativa por enunciar todos los casos de una serie a
semejanza de la redacción utilizada en las leyes anglosajonas.
De lo dispuesto en los arts. 759 a 761 resultan de aplicación las siguientes reglas:
a) El deudor debe restituir la cosa al acreedor quien a su vez tiene acción para exigirla.
b) Si son varios los acreedores debe restituirse a uno previa citación de los restantes.
Sin embargo esta última regla no parece plenamente aplicable a todos los casos de
restitución del objeto de un contrato resuelto revocado o rescindido, porque, va de suyo,
que el acreedor de la restitución puede no tener ningún derecho real sobre la cosa que se le
debe restituir.
Están contenidas en el art. 1081 y sólo se aplican en defecto de la previsión de las partes
efectuada en el contrato — y a que no parece interesado el orden público— o en el
distracto.
El inc. a) establece que la restitución debe ser recíproca y simultánea. Nuevamente queda a
salvo la eventualidad que las partes hayan pactado otra modalidad, sea en el contrato sea en
el distracto.
Está resuelto en el inc. b) del art. 1081. Si las prestaciones a restituir son divisibles y han
sido recibidas sin reserva de su eficacia cancelatoria, los efectos propios del pago quedan
firmes y producen sus efectos hasta su equivalencia; es decir hasta el valor de la prestación
de menor valor. Quien conserve la de menor valor es acreedor de la diferencia entre ésta y
el valor de la de mayor entidad que queda en poder de la otra parte.
El inc. c) se refiere a cómo deben calcularse las restituciones del acreedor, que en el
Proyecto de 1998 se expresaba como la parte no incumplidora. Se dispone que debe
considerarse el beneficio consistente en no haber efectuado la prestación que estaba a su
cargo, el valor de la utilidad que no recibirá y, eventualmente otros daños. La enunciación
de daños no queda restringida a los enunciados sino que cabe aplicar lo dispuesto en el art.
1740 en orden a la reparación plena de los perjuicios
La referencia a las ventajas que puedan resultar — n o sólo que resulten— de no haber
efectuado la propia prestación debe explicarse a través de lo previsto en el art. 1738.
III. Jurisprudencia
Art. 1082.— Reparación del daño. La reparación del daño, cuando procede, queda sujeta a
estas disposiciones:
a) el daño debe ser reparado en los casos y con los alcances establecidos en este Capítulo,
en el Título V de este Libro, y en las disposiciones especiales para cada contrato ;
c) de haberse pactado la cláusula penal, se aplica con los alcances establecidos en los
artículos 790 y siguientes.
II. Comentario
Desde luego que la mera rescisión o resolución de un contrato no acarrea per se reparación
alguna si la extinción no produce daño. Pero si lo produce el artículo en análisis establece
las reglas a las que debe sujetarse el resarcimiento.
El Código menciona tres tipos de reglas: las que surgen del mismo Capítulo, las previstas
en el Título V del mismo libro — s e refiere al Título " Otras Fuentes de las
obligaciones" en particular al Capítulo 1 " Responsabilidad civil"— y las disposiciones
especiales para cada contrato.
El artículo no parece reflejar una jerarquización entre los plexos normativos que menciona,
pero sí la hay y no es el que surge del orden de la enunciación efectuada en el art. 1082.
El primer sistema debe ser el que resulta de cada contrato en particular, v.gr. art. 1221
(resolución anticipada) en el contrato de locación de cosas que establece plazos y monto de
los resarcimientos o el art. 1261 sobre desistimiento unilateral en el contrato de obra o
servicios.
En síntesis se debe reembolsar todas las erogaciones que fueron de pago voluntario u
obligado pero sólo en la medida en que se correspondan a prestaciones no percibidas,
porque si corresponden a prestaciones que han quedado firmes, y en esa misma proporción
lo erogado redundó en beneficio de la parte acreedora por lo que no corresponde reembolso
alguno.
Los gastos reembolsables no se limitan a los de pago necesario para la celebración del
contrato, v.gr. honorarios notariales en una compraventa inmobiliaria que requiere de esa
forma específica, sino también de aquellos que pudiendo haberse omitido, sin embargo se
realizaron, vgr. pago de honorarios por estudio de títulos. No se trata, entonces, de resarcir
reembolsando los gastos en los que necesariamente debió incurrirse, sino reembolsando
todo lo que se gastó en ocasión de contratar, porque el resarcimiento debe ser pleno como
lo establece el art. 1740 del Código.
Ese enfoque no puede realizarse respecto de los tributos — v .gr. los que retiene el
escribano en una compraventa inmobiliaria—que siempre son de pago inexcusable.
La supresión de la palabra " también" luego de la voz " incluye" que traía en este inciso la
fuente del artículo, no modifica su significado, porque incluir no implica excluir otros
ítems.
El inc. c) establece que si se pactó cláusula penal debe aplicarse con los alcances
establecidos en los arts. 790 y siguientes.
Finalmente si la cláusula penal es divisible por consistir en el pago de una suma de dinero
(art. 791) no de prestaciones de hacer, no hacer o dar cosas indivisibles, si los deudores de
su pago son codeudores entre sí — o herederos del deudor (art. 799 del Cód. Civil)— la
obligación de pagar la cláusula penal es mancomunada y cada uno sólo debe su parte.
III. Jurisprudencia
5. De conformidad con lo dispuesto por los arts. 1204, 1420 y 1579 del Código Civil,
resulta procedente otorgar al adquirente de un inmueble, una indemnización de daños y
perjuicios derivados de la resolución por incumplimiento del contrato de compraventa
celebrado con el demandado, pues, el resarcimiento no se limita al interés contractual
negativo si no que abarca también el interés positivo que engloba las perspectivas
favorables que el acreedor podía legítimamente esperar como resultado del cumplimiento
de la obligación (CCiv. y Com. Común Tucumán, sala I, 28/4/2010, LLNOA, 2010
[agosto], 674, LL AR/JUR/23341/2010).
Art. 1083.— Resolución total o parcial. Una parte tiene la facultad de resolver total o
parcialmente el contrato si la otra parte lo incumple. Pero los derechos de declarar la
resolución total o la resolución parcial son excluyentes, por lo cual, habiendo optado por
uno de ellos, no puede ejercer luego el otro. Si el deudor ha ejecutado una prestación
parcial, el acreedor sólo puede resolver íntegramente el contrato si no tiene ningún interés
en la prestación parcial.
I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto
Este artículo y los seis siguientes corresponden al instituto del pacto comisorio que en el
Código originario estuvo reglado en los arts. 1203 y 1204.
Cabe recordar que el pacto comisorio que rigió a través del art. 1204 del derogado Código
Civil de Vélez fue tomado del art. 216del Código de Comercio, pues el art. 1204 originario
de Vélez Sarsfield disponía lo contrario que lo previsto en el derecho comercial.
En esencia es el art. 1048 del Proyecto de Código Civil de 1998 para la República
Argentina al que se le ha modificado en parte la redacción de la primera frase
sustituyéndose " La parte que no ha incurrido en incumplimiento tiene la
facultad " por " Una parte "y se le ha añadido la última oración " Si el deudor ha ejecutado
una prestación parcial, el acreedor sólo puede resolver íntegramente el contrato si no tiene
ningún interés en la prestación parcial " .
II. Comentario
Los arts. 1083 a 1085 contienen previsiones aplicables al pacto comisorio expreso y tácito.
El art. 1086 regula el pacto expreso y los arts. 1087 a 1089 lo referido al pacto comisorio
tácito.
Como se expuso ut supra el Código vigente modificó la redacción del Proyecto de 1998 que
hacía expresa referencia a que el legitimado era la " parte que no ha incurrido en
incumplimiento " . La ley vigente sólo se refiere a " una parte" sin hacer mención expresa
de que tal parte no debe ser incumplidor de su obligación.
En el Código de Vélez regía la regla del art. 510 que expresaba " En las obligaciones
recíprocas, el uno de los obligados no incurre en mora si el otro no cumple o no se allana a
cumplir la obligación que le es respectiva.
No queda sin embargo duda que el legitimado para resolver por incumplimiento es quien no
está en mora en el cumplimiento de su propia prestación. En palabras de A.
Alterini, " acreedor insatisfecho de la obligación" y " parte cumplidora de las obligaciones a
su cargo pues de otro modo no podría reclamar ni la ejecución" (art. 1201 del Cód. de
Vélez) " ni la resolución" (art 1204, 4° párrafo del Cód. de Vélez).
Dicha regla — q ue el moroso no puede constituir en mora— surge hoy del art. 1031 y más
especialmente del art. 1078 inc. c) aunque la diferencia con el derogado art. 510 sigue
siendo que éste estaba previsto como un presupuesto para la constitución en mora mientras
que el derogado 1201 y los vigentes 1078 inc. c) y 1031 apuntan más a una excepción que
debe oponerse por la contraparte.
Si ambas partes están en mora no puede resolverse por incumplimiento. (V. comentario al
art. 1088).
De la misma manera si optó por la resolución total, va de suyo que no puede luego desandar
lo hecho y pretender la resolución parcial.
Se trata de la oración incorporada al Código vigente tomada del art. 1048 del Proyecto de
Código Civil de 1998 para la República Argentina.
Aunque el deudor haya efectuado una prestación parcial, el acreedor del resto insoluto de lo
prometido, puede resolver parcialmente el contrato si lo cumplido le resulta suficientemente
satisfactorio. Sin embargo no podrá resolver íntegramente el contrato — porque ya hay una
parte cumplida— salvo que la prestación percibida carezca en forma aislada de un fin en sí
misma que justifique su mantenimiento. Si la prestación ya cumplida no tiene ningún
interés para el acreedor de las restantes prestaciones insolutas, podrá resolver todo el
contrato y a la par que demandar el resarcimiento de daños y perjuicios que haya sufrido,
restituir la prestación recibida.
Concordante con lo expuesto el art. 1088 inc. a) del Código, que regula los requisitos para
resolver por pacto comisorio tácito, explica el mismo concepto desde la mira de la
prestación insoluta: se puede resolver parcialmente si la prestación incumplida priva al
acreedor de lo que razonablemente tenía derecho a esperar en razón del contrato.
III. Jurisprudencia
Sólo la parte cumplidora puede ejercer el pacto comisorio (CFed. Civ. y Com., sala III,
31/8/1995, LA LEY, 1996 A, 474).
e) el incumplimiento ha sido anunciado por una manifestación seria y definitiva del deudor
al acreedor.
El artículo recibe la doctrina del art. 1204 del Código de Vélez y explicita el contenido de
los pactos a los que hacía referencia el tercer párrafo del artículo citado.
Los dos primeros incisos recogen lo que disponía el tercer párrafo del art. 1204 del Código
de Vélez, que expresaba " Las partes podrán pactar expresamente que la resolución se
produzca en caso de que alguna obligación no sea cumplida con las modalidades
convenidas; en este supuesto la resolución se producirá de pleno derecho y surtirá efectos
desde que la parte interesada comunique a la incumplidora, en forma fehaciente, su
voluntad de resolver" .
El artículo concuerda con lo previsto en el art. 1049 del Proyecto de Código Civil de 1998
para la República Argentina que expresa:
" Art. 1049. — Configuración del incumplimiento. A los fines de la resolución del contrato
se considera que una parte incurre en incumplimiento :
Los incs. a) y c) se aplican sin perjuicio de lo dispuesto en la Sección Octava del Capítulo
IX de este Título " .
Los incs. a) y b) del artículo vigente se corresponden con el inc. a) del Proyecto de 1998, el
inc. e) con el inc. b) del Proyecto referido. Los actuales incs. c) y d) carecen de correlato en
el Proyecto de 1998.
II. Comentario
1. Ámbito de aplicación
El art. 1084 prevé cuál es la magnitud del incumplimiento que habilita la resolución por
parte comisorio pero, a diferencia del texto derogado (tercer párrafo del art. 1204) el nuevo
Código no restringe sus previsiones al supuesto de pacto expreso, sino que es aplicable a
ambos supuestos, pacto comisorio expreso y tácito.
Un principio análogo también ha sido recibido por la regla 7.3.1. de los Principios de
UNIDROIT que utiliza la caracterización de "esencial" como lo hace el Código. También
los arts. 49.1 y 73.1 y 2 de la Convención de Viena de 1980 sobre Compraventa
Internacional de Mercaderías utiliza la misma voz. Por su parte el art. 1054 inc. a) del
Proyecto de Código Civil de 1998 para la República Argentina califica el incumplimiento
requerible como " significativo" .
3. Incisos a) y c)
En primer término que el cumplimiento estricto sea fundamental dentro del contexto del
contrato. Adviértase que puede serlo no sólo si se ha pactado expresamente sino también si
del contexto contractual resuelta que el cumplimiento análogo, aunque no estricto es
insuficiente. Pero, tal relevancia debe ser conocida o poder ser conocida por el
incumplidor .
Es decir que aunque no esté expresamente pactado como cláusula en un contrato escrito, lo
mismo deberá considerársela incluida si la importancia del cumplimiento estricto ha
sido — o pudo haber sido— de conocimiento del deudor incumplidor.
El inc. c) contiene una previsión análoga a la del inc. a): " ...a los fines de establecer la
esencialidad del incumplimiento se debe tomar en cuenta — e ntre otras circunstancias
— si ' priva sustancialmente a la parte perjudicada de lo que tenía derecho a esperar en
virtud del contrato' , o si ' el cumplimiento estricto de la obligación insatisfecha era esencial
dentro del contrato'" (Lorenzetti).
La formula del inc. b) coincide con el art. 2014 del Cód. de Lousiana de 1984 y la
Convención de Viena sobre compraventa internacional de mercaderías (ley 22.765).
4. Inciso b)
El inc. b) recoge la misma idea que el inciso anterior, pero destacando la oportunidad del
cumplimiento.
Pero el mantenimiento de interés del acreedor remite al instituto de frustración del fin del
contrato, frustración de la causa del contrato o frustración de la finalidad como llama a la
institución el art. 1090, porque si el interés del acreedor se pierde insatisfecho, aunque el
contrato pueda cumplirse, no satisfacerá la finalidad que la parte tuvo en mira al celebrar el
contrato. A su vez, la caída de dicha finalidad acarreará la caída del contrato en virtud de la
necesidad de concurrencia de la causa no solo en la concertación del contrato sino en sus
subsistencia conforme a la previsión del art. 1013 que expresa " Art.
1013. — Necesidad. La causa debe existir en la formación del contrato y durante su
celebración y subsistir durante su ejecución. La falta de causa da lugar, según los casos, a la
nulidad, adecuación o extinción del contrato " .
5. Inciso d)
6. Anuncio de incumplimiento
Finalmente, puede ocurrir que el deudor anuncie en forma seria y definitiva que no
cumplirá.
Frente a la seriedad del anuncio efectuado por el deudor, con las notas de seriedad y
definitividad (es decir no mera postergación), carece de exigibilidad tanto la el
requerimiento a cumplir como el otorgamiento de plazo alguno para el cumplimiento
(Lavalle Cobo) como lo resolvió la SCBA en 1979 (comp. Mayo- Tobías).
Es la situación que se conoce como automora (Padilla) en la que el deudor manifiesta
expresamente su voluntad de incumplir definitivamente la prestación a su cargo lo que
configura dolo como incumplimiento voluntario de las obligaciones a su cargo.
El concepto también está recibido en el art. 1088 inc. c) que establece que bajo esa
circunstancia el requerimiento es innecesario.
III. Jurisprudencia
1. El incumplimiento debe revestir gravedad (SCBA, JA 2002 - II, síntesis; CNCiv ., sala E,
13/6/1975, LA LEY, 1975 - C, 369; sala A, 16/3/1978, JA, 1979 - III - 453; íd, 20/11/1977,
LA LEY, 1978 - C, 43; CNCiv ., sala D, 6/9/197 9, LA LEY, 1980 - A, 42); pero si ambas
partes incurren en incumplimiento el pacto comisorio es inaplicable ( CNCiv ., sala J,
17/12/1996, LA LEY, 1998 -D, 457).
El Código de Vélez establecía en su art. 1204 cuarto párrafo " La parte que haya cumplido
podrá optar por exigir a la incumplidora la ejecución de sus obligaciones con daños y
perjuicios. La resolución podrá pedirse aunque se hubiese demandado el cumplimiento del
contrato; pero no podrá solicitarse el cumplimiento cuando se hubiese demandado por
resolución " .
Proviene del art. 1051 del Proyecto de Código Civil de 1998 para la República Argentina,
que expresa: " Art. 1051.— Conversión de la demanda por cumplimiento . La sentencia que
condena al cumplimiento lleva implícita la prevención de que, en el trámite de ejecución, el
actor tiene derecho a pretender que el contrato sea declarado resuelto, con los efectos
previstos en el art. 1044" .
II. Comentario
La diferencia substancial radica en que en el presente artículo se autoriza el uso del jus
variandi ya dentro del proceso judicial y se establece que ante el incumplimiento de la
sentencia que condena a efectuar la prestación, es decir, a cumplir, el acreedor puede optar
por dirigir el procedimiento hacia la resolución e indemnización de daños y perjuicios sin
necesidad de incoar otro proceso.
a) emplear los medios legales para que el deudor le procure aquello a que se ha obligado;
III. Jurisprudencia
Pese a haberse optado por el cumplimiento el acreedor puede luego resolver el contrato
( CNCom . sala D, 17/3/1977, LA LEY, 1977 - B, 370), aun luego de dictarse sentencia de
cumplimiento y en el procedimiento de ejecución (SCBA, 30/5/1972, LA LEY, 149 - 595,
30.012 - S).
Art. 1086.— Cláusula resolutoria expresa. Las partes pueden pactar expresamente que la
resolución se produzca en caso de incumplimientos genéricos o específicos debidamente
identificados. En este supuesto, la resolución surte efectos a partir que la parte interesada
comunica a la incumplidora en forma fehaciente su voluntad de resolver.
Recoge las previsiones del 3er. párrafo del art. 1204 del Código de Vélez, al que mejora.
Proviene del art. 1052 del Proyecto de Código Civil de 1998 para la República Argentina,
del cual difiere en detalles, para bien y para mal. El art. 1052 expresa " Art. 1052.
— Cláusula resolutoria expresa. Las partes pueden pactar libremente la cláusula resolutoria
para el caso de que se produzcan incumplimientos genéricos o específicos, así como regular
los requisitos para su operatividad y sus efectos.
También suprimió la frase " salvo estipulación en contrario" y añadió el requisito de forma
fehaciente.
II. Comentario
En el Código de Vélez estaba prohibido acordar este pacto en los supuestos de prenda (arts.
3222 y 1203), conocido como pacto pignoraticio y prohibido desde Roma, anticresis (arts.
3251 y 3252), venta de cosas muebles (arts. 1374 y 1376). Todas estas prohibiciones han
sido suprimidas por lo que habrá que estar atentos a la inserción abusiva de esta cláusula
tanto en los contratos títulos de garantías reales como en el de compraventa.
También rige la limitación elíptica proveniente del art. 1185 bis del Código de Vélez hoy
prevista en el art.1171 del Código que expresa " Art. 1171. — Oponibilidad del boleto en el
concurso o quiebra. Los boletos de compraventa de inmuebles de fecha cierta otorgados a
favor de adquirentes de buena fe son oponibles al concurso o quiebra del vendedor si se
hubiera abonado el veinticinco por ciento (25%) del precio. El juez debe disponer que se
otorgue la respectiva escritura pública. El comprador puede cumplir sus obligaciones en el
plazo convenido. En caso de que la prestación a cargo del comprador sea a plazo, debe
constituirse hipoteca en primer grado sobre el bien, en garantía del saldo de precio" . (V.
Borda, Spota - Leiva Fernández).
A diferencia de lo previsto en el art. 1087, como el art. 1086 nada expresa, no habría
inconveniente en que en un contrato unilateral y oneroso se pacte expresamente el pacto
comisorio (Alterini A. en Llambías, Mosset Iturraspe), v.gr. una donación que se espera
para tal día en el que no llega. También en ese sentido Planiol y Ripert.
En la aplicación del Código de Vélez podría ocurrir que se pactase expresamente un pacto
comisorio y que por inadvertencia se omitiese establecer a que tipo de incumplimiento se
refiere y cuáles son sus efectos, v.gr. sus consecuencias respecto de los actos ya cumplidos.
En tal caso cabía aplicar las normas — e scuetas — de la cláusula comisoria tácita en virtud
de la interpretación analógica prevista en el art. 16 de aquel Código (Alterini A., en
Llambías).
En el Código vigente también puede concurrir tal omisión, máxime tras la supresión de la
expresión " regular los requisitos para su operatividad y sus efectos " que utilizaba el
Proyecto de 1998 antecedente de la actual norma; pero, a diferencia del Código de Vélez,
ya no cabe duda que corresponde aplicar las reglas de los arts. 1083 y 1084 en orden a la
magnitud del incumplimiento y los arts. 1081 y 1082 respecto de sus efectos resarcitorios y
restitutorios.
5. El pacto debe ser claro y el incumplimiento previsto debe ser correctamente identificado
Lo dispone el art. 1086. La claridad es necesaria porque se trata de un instituto que vulnera
el principio de conservación del contrato procediendo a extinguirlo de suerte que su
interpretación siempre debe ser restringida (Lavalle Cobo). Sin embargo acordar dicha
cláusula ni requiere de fórmula sacramental alguna (Alterini A., en Llambías).
El Código es claro en este punto, se debe comunicar al deudor la voluntad de resolver pues
no basta con que esa parte esté incursa en mora automática, porque aun siendo morosa su
contraparte el acreedor podría desear en el cumplimiento.
Se decide así un punto controvertido durante la vigencia del Código de Vélez pues mientras
una corriente sostenía la necesidad de la comunicación resolutoria (Alterini A. en Llambías;
Lavalle Cobo) algún pronunciamiento sobre el pacto expreso sostuvo lo contrario
( CNCom ., sala D, 19/12/2007, DJ, 2008 - II - 502).
Tal exigencia ya estaba en el 3° párrafo del art. 1204 del Código de Vélez y se repite ahora
en el art. 1086.
Debe ser fehaciente, es decir, que hace debe hacer fe de la voluntad en él expresada, v.gr.
mediante una carta documento o un telegrama regido por la ley 750 y 1/2, o una
comunicación notarial en los términos del art. 12 de la ley 12.990.
Tanto el pacto comisorio expreso, como el tácito como el expreso, no requieren de demanda
ni pronunciamiento judicial alguno (Alterini A. en Llambías, Lorenzetti) pues operan ipso
jure, o, como dispone el art. 1088 inc. c) y disponía el art. 1204 inc. 3° del Código de
Vélez " de pleno derecho " , y la sentencia judicial de la contienda que podría generarse
producirá efecto no al momento de la demanda — e fecto declarativo de la
sentencia — sino al momento de la recepción de la comunicación fehaciente librada por el
acreedor conteniendo su voluntad de resolver el contrato.
El Código se refiere al momento como aquel el que se " comunica" la voluntad de resolver.
Esta expresión tanto como la del Proyecto de 1998 que reza " hace saber" debe ser
entendidas como el momento en que la parte incumplidora toma conocimiento o puede
tomar conocimiento de la voluntad de resolver de su contraparte.
Es una comunicación " recepticia" (Lavalle Cobo, Lorenzetti) que entre ausentes se rige por
lo dispuesto por el art. 980 inc. b) del Código; en esto absolutamente opuesto a lo que
preveía el art. 1154 del Código Civil de Vélez que recibía el sistema de la remisión.
El mismo principio — l a recepción— surge del art. 1088 inc. c) in fine para el supuesto de
pacto comisorio tácito.
El Código suprimió en su redacción la frase " Salvo estipulación expresa en contrario " que
utilizaba su antecedente de 1998. Ese cambio parece ser anodino pero, en definitiva, es lo
que autorizaba a que las partes pudiesen pactar una suerte de plazo de gracia para el
cumplimiento pues, en virtud de un pacto que previese la resolución, v.gr. a las 48 hs. de
recibida la comunicación, se podía otorgar otro plus para viabilizar el cumplimiento (v.
Lorenzetti), en un todo de acuerdo con el principio de conservación del contrato. La
supresión de ese texto hoy pone en duda la posibilidad de resolver en otro momento que no
sea la recepción de la comunicación.
III. Jurisprudencia
Recibe la disposición de la primera oración del art. 1204 del Código de Vélez, en la
redacción de la ley 17.711 que a su vez recibió la del art. 216 del sustituido Código de
Comercio.
Es trascripción del art. 1053 del Proyecto de Código Civil de 1998 para la República
Argentina que también remitía a los dos artículos siguientes, 1054 y 1055.
II. Comentario
Este artículo remite a lo dispuesto en los dos artículos siguientes, el 1088 y el 1089 cuyo
epígrafe es " Resolución por ministerio de la ley" ; sin embargo su fuente, el art. 1053 de
1998, no remitía al art. 1056 " Resolución por ministerio de la ley" sino únicamente a los
arts. 1054 " presupuestos de la resolución" y 1055 " requerimiento" .
2. Aplicación a los contratos bilaterales
Igual que en el art. 1204 del Código Civil de Vélez y en el art. 216 del también sustituido
Código de Comercio, el pacto comisorio tácito sólo es aplicable a los contratos bilaterales
es decir sinalagmáticos perfectos.
Para los unilaterales y plurilaterales cabe la previsión del pacto comisorio expreso.
3. Resolución abusiva
Se ha resuelto en varias oportunidades que la resolución por pacto comisorio aun en los
casos permitidos no se habilita ante supuesto de ejercicio abusivo.
III. Jurisprudencia
Recibe con variantes la regla del art. 1204 del Código Civil luego de la reforma de la ley
17.711, y del art. 216 del Código de Comercio.
El Código originario redactado por Vélez Sarsfield disponía lo contrario que el Código de
Comercio que cronológicamente le precedía, hasta que la ley 17.711 emparejó los textos
sobre la base del art. 216.
Proviene de los arts. 1054 y 1055 del Proyecto de Código Civil de 1998 para la República
Argentina. Los dos primeros incisos corresponden al art. 1054 que expresa:
" Art. 1054. — Presupuestos de la resolución. Para que proceda la resolución del contrato
por virtualidad de la cláusula resolutoria implícita :
El inc. c) del art. 1088 es el art. 1055 del Proyecto de Código Civil de 1998 para al
República Argentina que propone:
" Art. 1055. — Requerimiento. Para que se produzca la extinción total o parcial del
contrato por virtualidad de la cláusula resolutoria implícita la parte no incumplidora debe
requerir a la parte incumplidora, bajo apercibimiento expreso de la resolución total o parcial
del contrato, que cumpla en un plazo no menor de quince (15) días, salvo que de los usos, o
de la índole de la prestación, resulte la procedencia de uno menor. La resolución se produce
de pleno derecho al vencimiento de dicho plazo.
II. Comentario
Con el mismo alcance se expiden el art. 7.3.1. de los Principios de UNIDROIT; el art. 49.1
de la Convención de Viena de 1980 sobre Compraventa Internacional de Mercaderías y el
art. 1054 inc. a) del Proyecto de Código Civil de 1998 para la República Argentina.
Sin embargo si aún recayendo sobre una prestación principal el incumplimiento no es total
sino defectuoso o meramente parcial si no es esencial no alcanza para habilitar la resolución
por el pacto comisorio tácito. El requisito es de un incumpliendo esencial y lo que obsta a
que la parte acreedora reciba lo que sustancialmente tenía derecho a esperar en razón del
contrato o como expresa el inc. c) del art. 1084, si " el incumplimiento priva a la parte
perjudicada de lo que sustancialmente tiene derecho a esperar " .
A ese requisito se refiere expresamente el inc. b) del art. 1088. El ejercicio de la cláusula
resolutoria implícita, o pacto comisorio tácito, requiere que el incumplidor esté en mora
(Planiol y Ripert, López de Zavalía)
Este recaudo era también requisito inexcusable para la aplicación del instituto en el art.
1054 inc. b) del Proyecto de Código Civil de 1998 para la República Argentina.
Como quedó expresado en relación al art. 1083 sólo puede resolver por incumplimiento
quien no está en mora en el cumplimiento de su prestación, es decir el " acreedor
insatisfecho de la obligación" y " parte cumplidora de las obligaciones a su cargo pues de
otro modo no podría reclamar ni la ejecución" (Alterini, A., arts. 1201 y 510 del Cód. de
Vélez) " ni la resolución" (art. 1204, 4° párrafo del Cód. de Vélez).
En eso está acorde la doctrina (Albaladejo; Díez Picazo, López de Zavalía; Lorenzetti; Puig
Brutau, Puig Peña, Díez Picazo y Gullón; Alterini A. en Llambías; Spota - Leiva
Fernández; Vélez Torres).
Dicha regla — q ue el moroso no puede constituir en mora— surge hoy del art. 1031 y más
especialmente del art. 1078 inc. c) aunque la diferencia con el derogado art. 510 sigue
siendo que éste estaba previsto como un presupuesto para la constitución en mora mientras
que el derogado 1201 y los vigentes 1078 inc. c) y 1031 apuntan más a una excepción que
debe oponerse por la contraparte.
El acreedor insatisfecho debe requerir al deudor incumplidor que cumpla su prestación bajo
apercibimiento de resolver el contrato. Este recaudo avalado por la doctrina (comp.
Albaladejo) también se exigía en el derogado art. 1204 del Cód. Civil y en el art. 216 del
igualmente derogado Código de Comercio.
Concurren en tal exigencia también el art. 1454 del Código Civil italiano y el art. 1055 del
Proyecto de Código Civil de 1998, y el art. 8:106 de los Principios del Derecho Europeo de
los Contratos elaborado para la UE por la Comisión presidida por el Prof. Ole Landö.
El apercibimiento debe ser expreso — d ispone el inc. c) del art. 1088— pero el
requerimiento también debe serlo. No basta una mera exhortación a cumplir, pues si bien
no es requerible ninguna formula sacramental (Alterini A., en Llambías) la vaguedad de sus
términos tornan ineficaz al requerimiento (Lavalle Cobo, Ramella).
El requerimiento debe ser fehaciente como lo exige el art. 1086 para la cláusula resolutoria
expresa o pacto comisorio expreso. Esa exigencia ya estaba en el 3er párrafo del art. 1204
del Código de Vélez y se repite ahora en el art. 1086 de donde se extiende al art. 1088.
Fehaciente, significa que hace, debe hacer fe de la voluntad en él expresada, lo que se logra
v.gr. mediante una carta documento o un telegrama regido por la ley 750 y 1/2, o una
comunicación notarial en los términos del art. 12 de la ley 12.990.
El carácter recepticio conduce a que el requerimiento deba dirigirse al domicilio del deudor,
al especial contractual si lo hay o, en su defecto, al general real.
Surge de la regla del art. 1083 que también prescribe que la opción entre la resolución total
o parcial es excluyente de modo que optando por una luego el acreedor no podrá volver
sobre los propios pasos y pretender optar por la otra.
b) La intimación a cumplir,
c) el otorgamiento de un plazo de gracia para el cumplimiento que por regla no debe ser
inferior a los 15 días, entiéndese contados civilmente desde la recepción del requerimiento
por el deudor. Si se omite establecer un plazo — n uevamente el principio de conservación
de los actos jurídicos, en este caso el requerimiento— debe entenderse que roge el plazo de
quince días (Lavalle Cobo).
El plazo es el mismo previsto en el art. 1204 del Código de Vélez: uno no inferior a quince
días. Sin embargo como la propia norma vigente lo establece ese plazo puede reducirse si
de los usos o de la índole de la prestación resulta procedente uno menor. Es tradicional
considerar que la obligación de restituir cosa mueble (no voluminosa) no requiere tanto
tiempo, aunque sí podría necesitarse si se trata de una cosa mueble de gran dificultad de
traslado.
El tema adquiere relevancia si el acreedor intimó por un plazo menor al de quince días y
luego decide ampliarlo a quince días o más. Todo dependerá de la validez del primer plazo,
es decir si realmente estaba habilitado un plazo menor a quince días por los usos o la índole
de la prestación. Si no lo estaba sólo servirá el segundo requerimiento, que, en tal caso no
sería una ampliación sino el único requerimiento válido. Por el contrario si estaba
justificado un plazo inferior a quince días y luego el acreedor lo amplía no parece haber
inconveniente alguno porque — c omo ya se expresó— eso encuentra sustento en el
principio de conservación de contrato.
Otro enfoque (Borda, Lavalle Cobo) hace valer directamente el plazo mínimo legal de
quince días en caso de que el acreedor otorgue un plazo menor indebidamente por no
concurrir ninguna de las circunstancias que lo autorizan (uso o índole de la prestación).
10. La resolución es extrajudicial y produce efectos ipso jure
El efecto es ipso jure porque no requiere de acto complementario alguno, pero la resolución
se produce retroactivamente al momento de la mora que es anterior al del requerimiento
(Albaladejo; Díez Picazo; Puig Peña; Vélez Torres). Esto surge del inc. b) del art. 1079.
Debe recordarse que durante el plazo de gracia el deudor ya está en mora, por eso si cumple
luego de recibido el requerimiento deberá resarcir el perjuicio moratorio.
El Código mejora en este aspecto al art. 1204 de Vélez que al referirse al efecto que se
produce en caso de mantenerse el incumplimiento por el deudor luego de vencido el plazo
de gracia utilizaba la expresión " sin más " lo que daba pie a que pudiese
considerarse — e rradamente— que la resolución era automática sin que el acreedor
mantuviese la posibilidad de exigir el cumplimiento (Borda).
La primera situación debe concordarse con el inc. b) del art. 1084. Se trata del supuesto en
que el cumplimiento temporáneo es esencial, por lo que habiéndose incumplido, resulta
claro que otorgar un plazo de gracia para el cumplimiento es inconducente pues en caso de
producirse sería irrelevante por insatisfactorio. Exigir el requerimiento en tal caso sería lo
que Alterini A. y Llambías calificaron como " homenaje a un ritualismo perimido " . En tal
supuesto lo prescindible no es el requerimiento sino el plazo de gracia.
No cabe duda que la resolución también puede hacerse en sede judicial (Bueres; Lavalle
Cobo; López de Zavalía, Mayo- Tobías, Mosset Iturraspe; comp. Llambías).
El deudor requerido de cumplimiento puede cumplir dentro del plazo de gracia. Pero tal
cumplimiento, desde luego, no lo libera de la carga de los perjuicios ya generados por el
retardo, de modo que con el cumplimiento deberá acompañar el resarcimiento de los daños
y perjuicios moratorios o intereses moratorios si la deuda es de dinero.
III. Jurisprudencia
1. El acreedor que pretende la resolución no debe estar incurso en mora ( CNCiv ., sala G,
30/10/2009, LLAR/JUR/45362/2009).
2. Sin interpelación que otorgue un plazo de gracia la resolución por pacto comisorio tácito
es improcedente ( CNCom ., sala D, 23/4/2008, LLAR/JUR/7956/2008).
3. Si en el requerimiento se omite establece un plazo de gracia rige el de quince días (C3ª
Civ. y Com. Minas, Paz y Trib. Mendoza,28/12/1073, JA, 22 - 1974 - 814), lo usos
comerciales que habilitan a reducir el plazo de gracia deben demostrarse (CCiv. y Com.
Mercedes, 3/4/1979, ED, 82 - 516); el requerimiento debe contener el apercibimiento de
resolver si se mantiene el incumplimiento luego del plazo de gracia ( CNCom ., sala C,
29/5/1981, ED, 94 - 776). El requerimiento debe efectuarse por medio fehaciente (CNCiv .,
sala A, 15/10/2010, LA LEY del 7/2/2011, 11, LA LEY, 2011 - A, 224). También debe
demostrarse que el requerimiento fue recibido por el destinatario (CCiv. y Com. Formosa,
6/2/2006, LLLitoral, 2006 [setiembre], 1076; CNCiv . sala A, 15/10/2010, LA LEY,
2011 - A, 224).
El Código Civil de Vélez preveía además de la regla del art. 1204 una serie de preceptos en
los que se aplicaban reglas particulares o directamente no se aplicaba el pacto comisorio
tácito.
Muchos de ellos han desaparecido en el Código vigente (v. comentario al art. 1086 del
Código). Tales los supuestos de prenda (arts. 3222 y 1203 del Código de Vélez), anticresis
(arts. 3251 y 3252, íd.), venta de cosas muebles (arts. 1374 y 1376, íd.).
La regla de los arts. 1087 y 1088 se aplica a todas las situaciones que no tengan otra
disposición expresa. Subsiste del anterior sistema la limitación contenida en el art. 8° de
la ley 14.005 de compraventa de lotes en mensualidades y la proveniente del art. 1185 bis
del Código de Vélez hoy prevista en el art. 1171 del Código (v. Borda, Spota - Leiva
Fernández).
Este precepto excluye del ámbito de aplicación del requerimiento referido en el art. 1088 a
los supuestos en los que la ley autoriza a una de las partes a resolver unilateralmente. Es el
caso del desistimiento unilateral de la obra por parte del locatario de obra (art. 1261), el
contrato de cuenta corriente bancaria (art. 1404) y en el contrato de comodato (arts. 1539 y
1541), la revocación del mandato (art. 1331) y todo los supuestos de desalojo en la locación
de cosas excepto el desalojo por falta de pago que se referirá seguidamente.
La norma también hace referencia a supuestos especiales. En tal ítem cabe incorporar el
supuesto de desalojo por falta de pago de dos períodos consecutivos de alquiler en el caso
de tratarse de un inmueble destinado a vivienda, al art. 1222 del Código como modo de
extinción del contrato de locación de cosas. Para tal situación el Código prescribe una
intimación al pago previo a la interposición de la demanda judicial para recuperar la
tenencia en la que el plazo de gracia es de diez días.
En alguna oportunidad se consideró erróneamente que el contrato título del derecho real de
usufructo no era susceptible de resolución por vía del pacto comisorio tácito.
III. Jurisprudencia
1. No se aplica el pacto comisorio al contrato título del derecho real de usufructo porque no
configura una de la causales taxativas de extinción del usufructo previstas en los arts.
2934 y 2937 del Cód. Civil ( CNCiv ., sala E, 2/2/2004, DJ, 2004 - 2 - 326, LA LEY,
2004 - D, 203, con nota de Ethel Humphreys, ED, 207 - 400, JA, 2004 - II - 427).
El instituto no existía en el Código Civil de Vélez, aunque su utilidad hizo que se invocase
y aplicase frecuentemente en la jurisprudencia y la doctrina a través de la teoría de la causa
fin contenida en los arts. 500, 501, 502 y particularmente en el ámbito del contrato de
locación en los arts. 1522, y 1604, del Código Civil.
Se propició su incorporación legislativa en el art. 943 del Proyecto de 1987, sancionado por
ley 24.032 y vetada por dec. 2719/1991, de donde pasó a los proyectos de 1993, el del PEN
(art. 1204) y el de la Comisión Federal de la Cámara de Diputados (art. 1200) y de allí al
precedente inmediato que es el art. 1059 del Proyecto de Código Civil de 1998 para la
República Argentina que expresa:
" La causa debe existir en la formación del acto jurídico y durante su celebración, y
subsistir durante su ejercicio.
II. Comentario
Aunque el Derecho Privado y el de los contratos, sin duda, es hijo del derecho romano,
la frustración de la causa fin del contrato no se vincula en forma alguna al derecho romano.
Nace a principios del siglo XX en forma coetánea al surgimiento del abuso del derecho en
Francia, en la jurisprudencia inglesa con los conocidos como Casos de la Coronación.
El tema empezó a desarrollarse varios siglos antes. Concretamente en la causa Paradine vs.
Jane del año 1647 se trató de un locatario que debió pagar el alquiler pese a haber sido
privado de la tenencia por un enemigo del Rey pues el inmueble había quedado situado en
territorio en el que el Rey carecía en los hechos de autoridad.
Entonces se dijo que si la relación jurídica es de origen legal y no se puede cumplir por
circunstancias insuperables, es la propia ley la que exonera de responsabilidad al deudor de
la prestación, pero que si el origen de la obligación es contractual el deudor debe responder
de cualquier manera por no haber previsto la cláusula de exoneración de responsabilidad.
Se reconocía — e n definitiva— el caso fortuito y la fuerza mayor como supuestos que
liberaban al deudor del cumplimiento de la prestación debida, pero esa exoneración de
responsabilidad no se admitía en el campo de las obligaciones de origen contractual (Ray).
Resultaba evidente la " inflexibilidad en punto al cumplimiento del contrato" (Stiglitz),
pues lo pactado debía cumplirse indefectiblemente, " cualquiera sea el acontecimiento o
situación" que pueda invocarse.
Eso fue en 1647. En 1863 el juez Lord Blackburn resolvió la causa Taylor vs. Caldwell . Se
trató del alquiler de un Music Hall para dar cuatro conciertos entre junio y agosto de 1861,
sin embargo el teatro se incendió por caso fortuito antes de comenzar las funciones.
Era claro que en tal caso no había previsión contractual alguna que hiciese recaer el
perjuicio en ninguna de las partes contratantes.
El juez Lord Blackburn podía reiterar la conclusión de 1647 recaída en Paradine vs. Jane en
el sentido que los contratos se deben cumplir a rajatabla; sin embargo decidió que el
contrato podía considerarse sujeto a " una condición implícita " que supuestamente
establecía que si la cosa arrendada se destruía sin culpa de nadie, las partes quedaban
liberadas del cumplimiento de sus obligaciones, sin responsabilidad alguna. El locador no
proporcionaría el teatro ni el locatario pagaría el alquiler.
Como se advierte, es una notoria aproximación al instituto del caso fortuito en el derecho
continental, aunque a través de incorporar la ficción de la condición implícita.
Para la coronación del futuro rey Eduardo VII se previeron como festejos un desfile y la
revista de la flota del mar que realizaría el rey a bordo de una embarcación. Se alquilaron
para el día del desfile balcones y ventanas que — s in embargo— quedaron desiertas
porque el futuro rey se enfermó y debió postergarse el desfile. Al postergarse la coronación
y los festejos algunas de tales locaciones cambiaron de fecha, pero otros contratos
desembocaron en conflictos que debieron ser resueltos por la Corte de Apelaciones de
Londres, en el año 1903.
En el primero de tales causas — C handler v. Webster — el locatario, había pagado los dos
tercios del precio, cuya restitución reclamaba por falta de consideration . A su vez el
locador exigía el pago del saldo de precio. Al desestimar la demanda y aceptar la
reconvención la Corte de Apelaciones de Londres sostuvo que " el efecto de la frustración
no era declarar la nulidad ab initio del contrato, sino solamente relevar a las partes de
ulteriores prestaciones" .
En el segundo caso — K rell vs. Henry — se había alquilado una ventana sobre Pall Mall.
El locador exigía el pago del saldo de las 2/3 partes del precio adeudado que deberían
haberse pagado el mismo día en que se anunció la suspensión del desfile, mientras que el
locatario reconvino por restitución del tercio pagado anteriormente. Pero la solución de la
Corte de Apelaciones, al rechazar la demanda del locador y acoger la reconvención de
restitución del locatario, fue diametralmente opuesta.
Se concluyó que para llegar a establecer el sentido del contrato debía analizarse que ya en
el mismo anuncio puesto por el locador en la ventana ofrecida en alquiler, surgía la
finalidad del arriendo consistente en observar el desfile real. Esa era su consideration —s u
causa en derecho continental— que formaba parte de " la base del contrato" , pues siendo
común, quedó incorporada explícitamente para ambas partes al contexto contractual, y la no
realización del desfile la frustró (Stiglitz).
También la fallida revista de la flota de mar originó casos análogos y entre ellos merece
destacarse el de Herne Bay Steamboat Co. vs. Hutton en el que se arribó a una solución
totalmente diferente.
El Tribunal, en este caso, hizo lugar al pedido de cobro del saldo de precio por considerar
que no podía concluirse que observar la revista de la flota de mar fuese
la consideration común del contrato, pues los pasajeros bien podrían realizar un crucero
observando a la flota, aun sin presencia del rey.
También durante la IIª Guerra Mundial debe recordarse el caso de Fibrosa Spolka de 1939.
A ello deben sumarse situaciones planteadas a consecuencia de la Guerra Civil Española,
del conflicto del Canal de Suez de 1956, y durante la guerra entre Irán e Irak en 1982.
Este último conflicto dio lugar al caso del buque Evia que involucró a la Empresa Cubana
de Fletes.
El buque Evia había sido fletado para embarcar en Cuba un cargamento de cemento para su
traslado a Irak. Al llegar al puerto de Irak realizó la descarga en dos días pero no pudo dejar
el puerto por causa del conflicto armado que se desencadenó el mismo día en que concluyó
la descarga. Seis meses quedó el buque sin poder hacerse a la mar y la mayoría de la
tripulación fue repatriada. Los armadores demandaron por cobro del flete de los seis meses
pero los fletadores resistieron la demanda sosteniendo que el contrato se había frustrado. En
la instancia arbitral, y en las judiciales que hubo, se juzgó que había concurrido un supuesto
de frustración de la causa fin del contrato que se había producido a los 12 días de terminar
la descarga, cuando ya la situación resultaba insuperable.
Empiezo por Puerto Rico. Cuando el gobierno del Estado Libre Asociado de Puerto Rico,
me distinguió encargándome elaborar varios Títulos y Capítulos del Proyecto de Código
Civil de Puerto Rico, propuse dos disposiciones que expresan:
Art. 224. — El acto jurídico debe tener causa lícita al momento de su celebración y
conservarla hasta su ejercicio.
Art. 225. — La falta de causa lícita coetánea a la celebración, vicia de nulidad al acto
jurídico.
Si al momento del cumplimiento del acto, la causa se frustra por razones no imputables a
las partes, el acto puede resolverse por decisión del perjudicado, o adecuarse las
prestaciones.
Sí, cabe lamentar, que el Draft of Common Frame of Reference (Borrador del Marco
común de referencia para el derecho europeo de los contratos), carezca de los dos institutos
que remedian el quiebre de la base objetiva del contrato. Me refiero a la excesiva
onerosidad sobreviniente y a la frustración de la causa fin del contrato.
En la Argentina hay una tendencia marcada hacia la admisión del instituto, desde hace 20
años.
En 1991 en Buenos Aires se realizó la XIII edición de las Jornadas Nacionales de Derecho
Civil, que nuclea a todos los profesores de derecho civil, romano e internacional privado de
las universidades participantes. En esa oportunidad se propició la recepción legislativa del
instituto lo que se tradujo en la incorporación del art. 943 del Proyecto de Reformas de
1987, lamentablemente vetado por el Poder Ejecutivo.
En el año 1993 se elaboraron dos Proyectos de reformas al Código Civil que se refirieron al
tema: el encargado por el Poder Ejecutivo a la Comisión creada por dec. 468/1992 en su art.
1204; y el elaborado a propia iniciativa por la H. Cámara de Diputados de la Nación por
medio de la llamada Comisión Federal en su art. 1200.
Paso ahora a comparar la doctrina sobre la frustración de la causa fin del contrato, con el
caso fortuito, la excesiva onerosidad sobreviniente, la condición resolutoria y el
incumplimiento del plazo esencial.
6.1. Con el caso fortuito y fuerza mayor
Guarda una gran analogía con la frustración de la causa fin del contrato.
En cambio, en la frustración de la causa fin del contrato, el hecho jurídico que altera el
contexto contractual no genera un obstáculo en el campo fáctico sino en la volición. El
acreedor deja de desear el cumplimiento porque aun si se cumpliese, la prestación carecería
del sentido buscado al contratar. La prestación es posible pero inútil, pues, por la
concurrencia del hecho frustrante, se pierde el interés que se buscaba satisfacer al contratar.
Además, en la frustración de la causa fin del contrato, no es necesario que concurran los
seis recaudos que se exigen para la procedencia del caso fortuito. Me refiero al carácter
imprevisible, inevitable, ajeno al deudor, actual, sobreviniente, que se erige como obstáculo
insuperable para el cumplimiento; aunque algunos de tales recaudos — e n realidad— son
comunes a ambos institutos.
Pero la diferencia más importante es conceptual: la frustración de la causa fin del contrato
no constituye una exoneración de responsabilidad por incumplimiento, sino de resolución
por haberse perdido la causa fin que es un elemento esencial del contrato.
La analogía es fuerte porque ambas instituciones surgen como remedio para situaciones de
quiebre de la base objetiva del contrato, lo que condujo que algunos autores propiciasen la
aplicación analógica de algunos de los recaudos, por ejemplo el carácter bilateral del
contrato.
Sin embargo lo primero que se advierte es que en la frustración se afecta la causa, mientras
que en la excesiva onerosidad sobreviniente sólo se afecta la magnitud de la prestación. Se
pierde la proporción entre el valor que se esperaba pagar o recibir y el que se pretende
recibir o pagar.
Por mi parte, aun reconociendo que ambos institutos comparten la defensa de la base
objetiva del contrato, no veo inconveniente alguno en que la doctrina sobre la frustración de
la causa fin del contrato se aplique a un contrato unilateral, en el que la causa común,
conocida y aceptada por el otro contratante, no parece que merezca menos respeto que la
adjunta a un contrato bilateral.
Hay contratos con obligaciones puras y simples, sin modalidad alguna, pero no hay
contrato sin causa fin.
Finalmente los efectos son disímiles, pues la condición resolutoria cumplida extingue el
contrato como si nunca hubiese existido, lo que no acontece en la frustración de la causa fin
del contrato que en caso de suceder autoriza la subsistencia de los efectos cumplidos.
La confusión suele originarse en que una misma circunstancia puede erigirse por las partes
como causa fin y pactarse como condición resolutoria.
Hay sin embargo una diferencia más importante entre ambos institutos. Consiste en que en
caso de acordarse un plazo esencial, y no cumplirse, no existe resolución, sino que
directamente eso constituye un incumplimiento del contrato que otorga derecho al acreedor
a recibir resarcimiento de todos los daños sufridos. En cambio, si se malogra la causa fin
antes del cumplimiento, y tal quiebre es ajeno a las partes, no nace el derecho a resarcir.
7. Requisitos de aplicación
Para aplicar con éxito la teoría de la frustración de la causa fin del contrato deben reunirse
los siguientes requisitos.
La doctrina exige, por analogía con la excesiva onerosidad sobreviniente en razón que
ambos institutos afrontan el desequilibrio o el quiebre de la base objetiva del contrato,
varios recaudos para la procedencia del instituto (De Lorenzo, Freytes).
El primero de los requisitos es que el contrato al que se aplique sea bilateral, oneroso y
conmutativo.
Es que si se admite la frustración por haberse quebrado la base objetiva del contrato, nada
importa qué tipo de contrato sea, porque todos tienen causa fin.
Por los mismos motivos no me parece procedente exigir que el invocante esté exento de
mora. Debo destacar en este punto que la jurisprudencia argentina al término del período de
gran inflación que cesó a principios de 1991 actualizaba obligaciones dinerarias medie o no
mora del deudor.
7.2. Aplicación a los contratos conexos
Está prevista en el art. 1075 del Código que dispone: " Efectos. Según las circunstancias,
probada la conexidad, un contratante puede oponer las excepciones de incumplimiento
total, parcial o defectuoso, aún frente a la inejecución de obligaciones ajenas a su contrato.
Atendiendo al principio de la conservación, la misma regla se aplica cuando la extinción de
uno de los contratos produce la frustración de la finalidad económica común " .
También se requiere (Brebbia) que el contrato sea de cumplimiento diferido, sea por tener
un plazo suspensivo, sea por ser de tracto sucesivo. En todo caso, debe permitirse abrir la
ventana temporal necesaria para que el evento ajeno a las partes pueda producirse y
malogre la causa.
La aplicación de esta doctrina asume que el contrato tiene una causa fin. Por fin del
contrato debe entenderse — e n opinión de Díez- Picazo— el propósito a que el contrato
sirve dentro de la vida real, vale decir, el resultado empírico o práctico que en orden a los
propios y peculiares intereses se pretende alcanzar" .
Sin embargo explicar en qué consiste la causa fin derivaría invariablemente en la necesidad
de distinguir la causa fin del objeto del contrato, para acabar irremediablemente en dos
posturas marcadamente diferenciadas: causalismo o anticausalismo , según se admita o no,
la existencia de la causa fin como requisito esencial de los contratos.
Más sencillamente, yo tengo por cierta la explicación que efectuó Llambías al enseñar que
en un contrato de locación de inmueble para prostíbulo — p or ejemplo — la causa consiste
en ejercer la prostitución que es una causa fin ilícita e invalidante en la Argentina, y el
objeto es el inmueble. Sin embargo, reconozco que ése es un caso extremo y que en
muchísimos otros supuestos la diferencia es difícil de explicar.
En el derecho inglés el tema parece ser un poco más sencillo porque refieren el instituto al
elemento consideration que difiere de nuestra causa fin, y, por ende, es ajeno a este debate.
También se exige que la causa fin esté incorporada al contrato, que es la única manera de
integrarla a su base objetiva. Y para estar incorporada a la base objetiva del contrato,
obviamente, debe ser conocida o resultar cognoscible por el otro contratante.
No es necesario que esté incorporada en forma expresa como cláusula contractual, aunque
si lo estuviese, es claro que no debe estar prevista como condición resolutoria pues el efecto
en caso de cumplirse sería muy diferente.
También es requisito de procedencia que se frustre dicho fin. Es decir que se malogre el fin
del contrato. Frustración es en expresión de Morello el supuesto en el cual el contrato
válidamente constituido no ha llegado a su fin debido a la irrupción en su desarrollo de un
hecho sobreviniente que derivó en la imposibilidad relativa de cumplimiento...
Se exige también la ajenidad en la producción del evento frustrante. Es decir, que haya una
desnaturalización de la base objetiva del contrato sin que tal quiebre pueda ser imputable a
la actividad de las partes.
En los casos en los que la finalidad es propia de uno de los contratantes y aceptada por el
otro, si el evento frustrante es imputable a la actividad del deudor de la prestación, el evento
configuraría incumplimiento; y si es imputable a la propia actividad del sujeto que erigió su
móvil en la causa fin común del contrato, se aplicaría el brocardo nemo auditur propriam
turpitudinem allegans.
Resolver el contrato es un efecto que sólo puede asumirse ante un evento definitivo.
Por ello la frustración de la causa fin del contrato si sólo tiene un efecto temporario no
habilita la aplicación de la doctrina, salvo desde luego que ese retardo afecte un plazo
esencial como lo propone el Restatement of Law. Contracts, del American Law Institute.
Un último requisito es de carácter negativo. El evento frustrante de la causa fin del contrato
no debe impedir el cumplimiento material de la prestación debida, por la sencilla razón que
en caso contrario — s i lo impidiese — sería un supuesto de caso fortuito o de fuerza
mayor.
Paso a referirme ahora a los efectos, tanto a los vinculados a la implementación del
instituto, como los atinentes a la eficacia del contrato, y la suerte de las prestaciones
pendientes y cumplidas.
8.1. Invocación por la parte afectada
La parte afectada debe invocar la doctrina. Aunque en Gran Bretaña se resolvía de pleno
derecho sin mediar voluntad de las partes (Ray) en nuestro sistema jurídico debe ser
invocada por las partes que son las únicas que saben de la causa fin común, en particular
por aquella a la que se reclama el cumplimiento.
Por el mismo motivo, en mi opinión tampoco procede su aplicación de oficio por el juez.
Además, el caso fortuito es una mera causal de exención de responsabilidad del deudor por
quiebre de la relación causal entre la actividad del deudor y el incumplimiento; en cambio
en la frustración de la causa fin del contrato, se llega a la ineficacia por supresión de la
utilidad buscada por ambas partes o por una y aceptada por la otra (Stiglitz).
En orden a la suerte de las prestaciones debe distinguirse entre las ya cumplidas y las
pendientes.
De la misma manera, si alguna de las partes efectuó algún gasto en cumplimiento del
contrato que no podrá cumplirse, deberá restituirse lo gastado.
Años más tarde, en 1943 Gran Bretaña dictó una ley — L aw Reform (Frustr ated
contracts ) Act, 1943 — (Ray; Puig Brutau) recibiendo la doctrina de la sentencia recaída
en el caso Fibrosa. A partir de esa ley se podían declarar frustrados los contratos bajo
jurisdicción inglesa con los siguientes efectos: a) se recupera lo pagado con anterioridad de
la frustración; b) si hubo gastos se puede ordenar que se retenga ese dinero o que se cobre
una suma compensatoria según quien sea el que pagó los gastos; c) si una parte un
beneficio valuable debe compensar a la otra en la medida de ese beneficio; d) no se aplica
el instituto si se pacto en contrario.
El último efecto que referiré es la interpretación restrictiva que debe darse al instituto.
En Gran Bretaña, durante siglos campeó la regla del cumplimiento a ultranza y recién luego
de los Casos de la Coronación empezó a abrirse paso esta doctrina. Por ende, por ser de
excepción su interpretación debe ser restrictiva.
En nuestro medio — a plicando derecho continental romanista— a los contratos les cabe el
principio de conservación de los actos jurídicos por lo que cualquier incidencia tendiente a
privarles de efecto, también debe ser de interpretación restrictiva.
La frustración de la causa fin del contrato es una medida protectiva que como tal
corresponde aplicar a la parte débil del contrato, tal como lo señaló la Corte Suprema de
Justicia de la República Argentina al negársela a una persona jurídica que toma un préstamo
de cuatrocientos cincuenta mil dólares (U$S 450.000).
III. Jurisprudencia
2. La frustración del fin del contrato presupone la insubsistencia del propósito impulsor
inicialmente considerando como la " razón" o el " sentido " para contratar, lo que
implica que las partes confiaron en el mantenimiento de los motivos durante el curso del
contrato y hasta su extinción. Las circunstancias sobrevinientes deben proyectarse sobre el
resultado o finalidad, de manera que malogren el motivo que impulsó a contratar, al punto
que desaparezca el interés o utilidad en la subsistencia del contrato ( CNCiv ., sala A,
27/3/1995, ED, 167 - 213).
5. Se rechazó la frustración solicitada por una persona jurídica que toma un préstamo de
cuatrocientos cincuenta mil dólares (U$S 450.000) (CSJN, LA LEY, 2008 - B, 43).
7. La frustración del fin del contrato presupone la insubsistencia del propósito impulsor
inicialmente considerado como la razón o el sentido para contratar. Así, las circunstancias
sobrevinientes deben proyectarse sobre el resultado o finalidad, de manera que malogren el
motivo que impulsó a contratar, al punto que desaparezca el interés en la subsistencia del
contrato. También es requisito de procedencia de la doctrina de la frustración del fin del
contrato que las circunstancias que inciden sobre la causa, conocida o conocible, no hayan
sido provocadas por ninguna de las partes de la relación sustancial ( CNCiv ., sala F,
25/4/1996, LA LEY, 1997 - D, 342).
9. El fin del contrato es el propósito básico de una de las partes, conocido y aceptado por la
otra, de manera tal que se objetiva y se convierte en fin para ambas partes. No es necesario
que la finalidad en cuestión se haya convertido en contenido del contrato por encontrarse
mencionada expresamente, pero sí que haya sido tenida en cuenta por ambas partes al
determinar tal contenido y manifestarse, al menos, mediatamente en el mismo ( CNCiv .,
sala F, 25/4/1996, LA LEY, 1997 - D, 342).
10. Un padre contrató con una confitería la prestación de servicio de lunch para la fiesta de
casamiento de su hija, y pagó la totalidad del precio, pero luego, los novios desistieron de
celebrar la boda, lo que le fue comunicado a la confitería demandada con una antelación de
15 días. Lo interesante es que la solicitud del padre prosperó porque no fue él quien desistió
de contraer matrimonio (C1ª Civ. y Com. La Plata, sala 3ª, 30/7/1987, cit. por Stiglitz,
Rubén S., JA, 1998 - II - 937).
11. Alerces SRL organizó un shopping donde tenía previsto incorporar comercios diversos,
en particular, algunos que impulsaban a los visitantes a permanecer en el sitio, porque
proporcionaban entretenimientos, salas de cine, restaurantes etc. La permanencia en
el shopping , de alguna manera promovía el consumo, pues el visitante concurriría a
disfrutar del esparcimiento y, a veces por comodidad y otras por tentación, haría otras
compras en los otros comercios del shopping. Carrefour Argentina esperando recibir las
ventajas que proporcionaba el emprendimiento alquiló un gran local dentro
del shopping. Sin embargo Alerces no logró interesar a empresarios del rubro de
entretenimientos y gastronómicos de modo que el shopping estaba organizado y funcionado
pero la gente concurría sólo a efectuar una adquisición determinada y concluida la compra
se retiraba. Así las cosas, Carrefour concluyó que lo que recibía no era lo que satisfacía la
causa fin del contrato de locación del inmueble, por lo que entró en un conflicto con su
arrendador que luego desembocó en el juicio. Allí claramente se malogró la finalidad
económica perseguida, que no sólo era conocida y aceptada, sino incluso promovida por el
organizador del centro de compras, arrendador del local. En conclusión la Cámara de
Apelaciones resolvió el contrato invocando la doctrina de la frustración de la causa fin del
contrato (CNCiv ., sala M, 13/10/1997, LA LEY, 1998 - E, 566).
12. La Ley de Defensa del Consumidor no pone al estado de mora del comprador como
valla, obstáculo o impedimento alguno para pedir la resolución del contrato, como sí lo
hace el art. 1204 del Código Civil— e n el caso, se consideró de aplicación el art. 10 bisde
la ley 24.240 al caso de resolución, por frustración del fin del contrato celebrado entre la
actora y una cooperativa de vivienda —, pues se está ante un régimen legal distinto, en el
cual se privilegia la defensa del sujeto consumidor ante los abusos de los vendedores o
proveedores (CCiv., Com. y Minería San Juan, sala I, 18/3/2008, LL Gran Cuyo, 2008
[julio], 600).
13. La diferencia entre la teoría de la frustración del fin del contrato — e n el caso,
invocada por un productor de cigarrillos como causal de rescisión de un contrato de
distribución — y el caso de fuerza mayor reside en que la primera afecta al sentido de la
prestación o a la causa fin del acuerdo, motivando que ella, pudiendo ser cumplida pierda
su razón de ser, mientras que la segunda imposibilita el cumplimiento de las obligaciones
contractualmente convenidas ( CNCom ., sala D, 22/5/2001, LA LEY, 2001 - F, 423, RCyS,
2001 - 535, con nota de Carlos Molina Sandoval, DJ, 2002 - 1 - 102, Colección de Análisis
Jurisprudencial Contratos Civiles y Comerciales - Director: Ricardo Luis Lorenzetti, LA
LEY, 2005, 188).
14. La frustración del fin del contrato es admisible en nuestro derecho como causal de
rescisión del vínculo — e n el caso fue invocada por una productora de cigarrillos como
causa de rescisión de un contrato de distribución — cuyo cumplimiento o continuación de
cumplimiento ha perdido sentido y razón de ser por haber sobrevenido hechos de ciertas
características que generan una nueva situación distinta a la existente al tiempo de la
celebración del contrato (arts. 1604 inc. 4°, 1522 y 1772, Cód. Civil) ( CNCom ., sala D,
22/5/2001, LA LEY, 2001 - F, 423, RCyS, 2001 - 535 con nota de Carlos Molina Sandoval,
DJ, 2002 - 1- 102).
15. Es improcedente la invocación de la frustración del fin del contrato como causa
justificante de la rescisión abrupta de un convenio de distribución de cigarrillos efectuado
por la productora y sustentado en que la conducta de su competidora la obligó a modificar
su sistema de comercialización — e n el caso, dicha competidora convirtió en exclusivos a
algunos distribuidores prescindiendo del resto — , si no acreditó la imposibilidad
económica o comercial de mantener a la actora durante el tiempo necesario para preavisarla
de la futura ruptura del vínculo ( CNCom ., sala D, 22/5/2001, LA LEY, 2001 - F, 423,
RCyS, 2001 -535 con nota de Carlos Molina Sandoval, DJ, 2002 - 1 - 102).
Art. 1091.— Imprevisión. Si en un contrato conmutativo de ejecución diferida o
permanente, la prestación a cargo de una de las partes se torna excesivamente onerosa, por
una alteración extraordinaria de las circunstancias existentes al tiempo de su celebración,
sobrevenida por causas ajenas a las partes y al riesgo asumido por la que es afectada, ésta
tiene derecho a plantear extrajudicialmente, o pedir ante un juez, por acción o como
excepción, la resolución total o parcial del contrato, o su adecuación. Igual regla se aplica al
tercero a quien le han sido conferidos derechos, o asignadas obligaciones, resultantes del
contrato; y al contrato aleatorio si la prestación se torna excesivamente onerosa por causas
extrañas a su álea propia.
Los cambios introducidos provienen del Proyecto de Código Civil de 1998 para la
República Argentina en sus arts. 1060 a 1062 que proponían:
Igual regla se aplica al tercero a quien le han sido conferidos derechos, o asignadas
obligaciones, resultantes del contrato; y al contrato aleatorio si la prestación se torna
excesivamente onerosa por causas extrañas a su álea propia.
Art. 1061. — Funcionamiento. Si una parte pretende la rescisión, la otra puede impedirla
ofreciendo la adecuación de las prestaciones.
Si una parte pretende la adecuación del contrato, la otra puede requerir la rescisión.
Cuando el tribunal dispone la rescisión parcial o la adecuación debe facultar a la parte que
no las requirió u ofreció para optar por rescindir totalmente el contrato. La declaración
rescisoria debe ser formulada en el expediente en el que tramita el proceso, dentro del plazo
de quince (15) días.
Art. 1062. — Disposiciones comunes a los tres artículos anteriores. Lo establecido en los
tres artículos anteriores rige salvo estipulación o disposición legal en contrario.
Se aplica, en su caso, lo previsto en los artículos 1043 a 1045, para la extinción del contrato
por rescisión unilateral. No procede la reparación de daños, salvo que haya sido pactada.
El Código ahora vigente carece de mención al instituto en sus Fundamentos por lo que
parece oportuno exponer los del Proyecto de 1998 en su Fundamento 181, que expresa:
Cuando el tribunal dispone la rescisión parcial o la adecuación debe facultar a la parte que
no las requirió u ofreció para optar por rescindir totalmente el contrato. La declaración
rescisoria debe ser formulada en el expediente en el que tramita el proceso, dentro del plazo
de quince días.
La exigencia de que la excesiva onerosidad resulte irrazonable o inicua resulta del Código
Civil holandés de 1992 (artículo 6.258 -1). La acción por adecuación del contrato fue
apoyada por la doctrina y por la jurisprudencia dominantes, y surge de varios antecedentes
(Código Civil portugués de 1967, artículo 437, inciso 1; Código Civil peruano de 1984,
artículo 1440; Proyecto de Código Único de 1987, artículo 1198; Proyecto de la Comisión
Federal de la Cámara de Diputados de 1993, artículo 1199; Proyecto del Poder Ejecutivo de
1993, artículo 899]). La dependencia de los motivos o propósitos de carácter económico
que tuvieron las partes al celebrarlo, y de la factibilidad de su cumplimiento, fue prevista
por el Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993 (artículo 899).
La posibilidad que se le otorga a la parte que no optó por la rescisión parcial ni por la
adecuación del contrato de preferir su extinción total, coincide con el criterio del Código
Civil holandés de 1992 (artículo 6.260.2), y tiene su razón de ser en que, cuando el tribunal
pone manos en el contrato para declarar su rescisión parcial o para adecuarlo, desarticula lo
convenido. Es razonable que la parte a quien se le impone esta desarticulación tenga
derecho a retirarse del contrato afectado por la excesiva onerosidad sobreviniente, y obtener
su extinción total " .
II. Comentario
A diferencia del Código de Vélez el nuevo Código no exige que el contrato sea oneroso, de
modo que ante esa omisión queda habilitada la aplicación del instituto también a los
contratos gratuitos.
Por mi parte en los Fundamentos del Proyecto de Código Civil para el Estado Libre
Asociado de Puerto Rico expresé " Es irrelevante que el contrato sea oneroso o gratuito,
porque es tan injusto que quien deseó efectuar una donación deba cumplirla a un valor
excesivo, como si se tratara de un contrato oneroso. (Conf. art. 1468 del Código Civil,
italiano).
La postura contraria, que sostenía la letra del derogado art. 1198 fundada en que la razón
del instituto es la equivalencia de las prestaciones fue defendida por López de Zavalía y
Mosset Iturraspe.
El art. 1198 del Código de Vélez disponía: " No procederá la resolución, si el perjudicado
hubiese obrado con culpa o estuviese en mora " . Es decir que si el
perjudicado — d emandante— había actuado con culpa en la producción del evento dañoso
no podía invocar el instituto, o al menos no hacerlo con éxito. Igual conclusión se seguía de
su condición de moroso porque la mora ponía a su carga los perjuicios sufridos (art. 508 del
Código derogado).
El nuevo Código vigente no incorporó esa regla en forma expresa. Pero requiere que la
causa de la alteración extraordinaria de las circunstancias existentes al tiempo de la
celebración sobrevenga por causas ajenas a las partes. Esta expresión abarca el concepto de
culpa. La alteración extraordinaria no será ajena a la parte si está incursa en culpa.
Pero la culpa — a demás de obstar al carácter de " ajenidad" en la producción del evento
desequilibrante— también pone en cabeza de quien actuó con culpa las consecuencias del
caso fortuito. El que actuó con culpa responde por las consecuencias fortuitas en los
términos del art. 1733 inc. d).
Por otro lado la mora hace al deudor responsable también del caso fortuito, que en la
excesiva onerosidad sobreviniente es el evento imprevisto que altera gravemente la
ecuación económica del contrato a no ser que esa mora sea indiferente para la producción
del daño (art. 1733 inc. c del Código Civil y Comercial). Es decir que sea irrelevante, v.gr.
por ser posterior a la producción del evento imprevisible.
3. Planteo extrajudicial
En el Código de Vélez la iniciativa para pretender el reajuste la tenía del demandado por
resolución, quien podía resistir la acción, allanarse o peticionar el reajuste. Pero el
demandante perjudicado por el evento imprevisto y dañoso sólo podía demandar la
resolución.
Esa situación generó que gran parte de la doctrina resistiese la solución y propiciase el
reconocimiento de una acción de reajuste en cabeza del demandante.
Por autorizar tal acción se pronunciaron Alterini, Caramelo Díaz, en Stiglitz, Casiello, Flah
y Smayevsky, Lavalle Cobo; Morello -Troccoli, Mosset Iturraspe. En contra, sosteniendo la
literalidad del derogado art. 1198 lo hicieron: Abatti y Rocca, Belluscio, Bustamante
Alsina, De Abelleyra, López de Zavalía, Masnata y Vázquez. (Puede verse una excelente
reseña de legislación comparada, posturas y argumentos en De Lorenzo - Tobías ).
Por nuestra parte entendimos " que aun la parte que sufre la excesiva onerosidad de su
prestación puede exigir, ya no la resolución contractual, sino el reajuste razonable
o " equitativo " de la contraprestación para mantener el equilibrio contractual, dado que la
resolución es una facultad o derecho potestativo, y puesto que las convenciones, como
pasamos a indicarlo, se celebran para ser cumplidas (Spota — Leiva Fernández). Y porque
es la conclusión más ajustada al principio de conservación de los actos jurídicos a la par
que no cabe sino reconocer que si el perjudicado puede demandar la resolución — q ue es
el remedio de mayor envergadura— también puede peticionar el de menor consecuencias.
El art. 1091 autoriza la resolución parcial del contrato peticionado por vía de acción o de
excepción. Sigue en ello a lo propuesto en el art. 1060 del Proyecto de Código Civil de
1998 para la República Argentina.
Sin embargo puede ocurrir que la pretensión de rescisión parcial incoada por el demandante
resulte económicamente inaceptable por el demandado que sin embargo sólo podría
resistirla solicitando el reajuste.
Por eso el Proyecto de 1998 recibió la posibilidad prevista por el Código Civil holandés de
1992 (art. 6.260.2), y propuso en su art. 1061 " ...Cuando el tribunal dispone la rescisión
parcial o la adecuación debe facultar a la parte que no las requirió u ofreció para optar por
rescindir totalmente el contrato " . Lo que se comprende porque sólo las partes son
verdaderos jueces de la conveniencia del negocio, ya que en muchos casos puede ser
preferible para el emprendimiento negocial la resolución total a la parcial.
6. Incorporación de tercero interesado
Siguiendo al Proyecto de Código Civil de 1998 para la República Argentina el art. 1091
prescribe que " Igual regla se aplica al tercero a quien le han sido conferidos derechos, o
asignadas obligaciones, resultantes del contrato " .
Hubiese sido conveniente una remisión al art. 1725 para graduar la previsibilidad del
evento.
El concepto de previsibilidad del evento dañoso adecua a las características del sujeto
perjudicado. Para juzgar la previsibilidad debe atenderse al mayor deber de obrar con
prudencia y pleno conocimiento de las circunstancias (Messineo), conforme a la regla
establecida en el art. 1725 (coincidente con lo que preveía el art. 902 del Código derogado),
en tal sentido se ha ponderado en diversos pronunciamientos la calidad de comerciante, de
abogado, de operador con bancos en el extranjero (Leiva Fernández).
III. Jurisprudencia
1. El art. 1198 del Código Civil no concede una acción de revisión del contrato para el
supuesto de excesiva onerosidad sobreviniente, previendo únicamente que la mejora
equitativa pueda ser ofrecida por la otra parte (CSJN, Fallos: 315:790; LA LEY, 1992 - C,
491; JA, 1992 - IV - 166).
2. La CSJN, 21/5/2002, LA LEY, 2002 - F, 726; DJ, 2002 - 3 - 942, rechazó un recurso
extraordinario dejando firme un fallo de la CFed. Mar del Plata que admitió la procedencia
de la acción autónoma de revisión.
4. La facultad revisoria del contrato no puede ser admitida judicialmente cuando media
expresa oposición de otro contratante en tanto, ello importaría erigir a los jueces en
intérpretes del interés de las partes, desconociendo el principio de autorregulación de los
intereses privados ( CNCom ., sala C, 1/9/2005, LA LEY, 7/2/2006).
6. De acuerdo con los claros términos del art. 1198 del Cód. Civil, la ley sólo confiere a la
parte perjudicada la posibilidad de obtener su liberación mediante el ejercicio de la acción
resolutoria, lo que excluye la procedencia de una acción autónoma por revisión o
recomposición del contrato ante la inexistencia de regla legal que así lo autorice. De allí
que resulte improcedente adoptar, por vía de interpretación judicial, soluciones distintas a la
introducida por el art. 1198 del Cód. Civil, como remedio de aplicación excepcional para
conjurar el problema de la imprevisión ( CNCom ., sala E, 10/5/1989, LA LEY, 1989 - D,
240).
7. Cabe recordar, en este aspecto, que el comerciante reviste un carácter profesional que le
da una capacidad para los negocios de la que carece el denominado " hombre de la calle " y
por tanto su conocimiento respecto de la evolución del mercado cuando se manifiestan
signos de alto riesgo, toma de antemano las medidas tendientes a conjurar tal estado de
cosas, cuando no se aprovecha del mismo para obtener ventajas ( CNCom ., sala B,
17/9/1987, LA LEY, 1988 - A, 237).
8. Aun la orientación doctrinal que admite frente al art. 1198, 2ª par. del Cód. Civil (Adla,
XXVIII - B, 1799), que el perjudicado pueda peticionar la revisión de la relación jurídica,
sólo admite dicha revisión en el marco legal de la precitada norma ( CNCom ., sala B,
19/2/1987, LA LEY, 1987 - B, 4).
10. El comerciante reviste un carácter profesional que le da una capacidad para los
negocios de la que carece el denominado "hombre de la calle " y por lo tanto, su
conocimiento respecto de la evolución del mercado cuando se manifiestan signos de alto
riesgo, toma de antemano las medidas tendientes a conjurar tal estado de cosas, cuando no,
aprovecharse del mismo para obtener ventajas ( CNCom ., sala B, 22/7/1985, LA LEY,
1986 - A, 148).