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GUNSA
EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, S .A.
PAMPLONA
LIBRO PRIMERO
[Primera división de das cosas en las que son y las que no son.]
' Cicerón, De oratore, 1, 1; De divinatione, 11, 1; De amicitia, VIII, 26. La fórmula se halla
en varios autores.
Cfr. San Agustín, De civitate Dei, V. 9, 4; CCSL 47, p. 139, 138-144; PL 41, 151. Jeau-
neau refiere esta fórmula, con preferencia, a Filón de Alejandría, De opificio mundi, 99 (Cohn
1 Wendland, editio minor, Berlin, 1886, p. 27, 28-31) y a Marciano Capella, De nuptiis, VII,
738 (ed. A. Dick, Leipzig, 1925, pp. 372-373).
80 Juan Escolo Eriiiocna Sobre las naturalezas, Libro 1 81
[[VI cii sí misma, y finalmente, contempló las mismas criaturas en sus efectos.
Según los filósofos'*, el cuarto modo es el que dice, no de manera im- Pues no pudo conocer la causa de sí misma antes de que procediera hacia la
probable, que en verdad son únicamente los seres que se comprenden con el propia especie.
solo entendimiento; sin embargo los que, varían a través de la generación, N. Aquello no debe preocuparte, sino, más bien, considera más profun-
que se unen y se disuelven por las separaciones o contracciones de la mate- damente lo que ha sido dicho. Pues si hubiésemos afirmado que los ángeles
ria, por las distancias de los lugares, [445C] y también, por los movimientos Iiebían conocido las causas principales de los seres, en tanto que constituidas
de los tiempos, verdaderamente se dice que no son, como es el caso de los cii Dios, [446B] parecería que nos oponemos al Apóstol", quien afirma que
cuerpos que pueden nacer y corromperse. cl mismo Dios y las causas de todos los seres en Él, las cuales no son otra
cosa excepto lo que Él mismo esL6,están más allá de todo lo que se dice y se
comprende. Y por esto es necesario que nosotros sostengamos la recta vía
El quinto modo es el que intuye la razón en la sola naturaleza humana, la
inedia para que no parezca que nos oponemos al Apóstol o que no mante-
cual, cuando perdió, al pecar, la dignidad de imagen divina en la que pro-
liemos la opinión de la suprema y santa autoridad del maestro. Así pues, n o
piamente estuvo, abandonó merecidamente su propio ser, y por ello se dice
hay que dudar que una y otra hayan dicho la verdad sino, por el contrario,
que no es. Sin embargo, cuando por la gracia restaurada del Hijo Unigénito
mantenerla firmemente. Por tanto, la razón no permite que la causa de todos
de Dios es conducida de nuevo al primitivo estado de su sustancia en la que
los seres, que supera todo entendimiento, llegue a ser conocida para ninguna
fue creada según la imagen de Dios, comienza a ser y a vivir en Este Hombre
iiaturaleza creada, según el Apóstol. ''¿Pues quién -dice"- conoció el pen-
que fue creado según la imagen de Dios. A este asunto parece referirse lo
samiento del señor?' Y en otro lugar'': "La paz de Cristo que supera todo
que dice el Apóstol": "Y llama a los seres que no son como a los que son",
ciitendimiento". Pero si la Causa de todos los seres ha sido inalcanzable por
esto es, a aquellos que fueron perdidos por el primer hombre y que cayeron
todos los existentes que fueron creados por ella, sin ninguna duda [446CJ las
en una especie de no [445D] subsistencia, Dios Padre a través de la fe en su
razones de todos los seres, que eterna e inmutablemente están en ella, han
Hijo, los llama para que sean como aquellos que ya han renacido en Cristo,
sido absolutamente inalcanzables por todos los seres de los que son razones.
aunque también esto pueda ser comprendido de esta manera acerca de estos
hombres a los que Dios llama cotidianamente de las profundidades secretas [Que las razones de todos los seres se dlce que no son en cuanto conren~das
de la naturaleza, en las que se considera que no son, para que aparezcan sen- en Dios, pero se dzce que son en cuanto pueden ser comprendrdas por
siblemente en la forma y en la materia y en todos los demás accidentes en el entendimtento angéltco o humano, a través de las teofanias]
los que pueden manifestarse los seres ocultos, salvo que [446A] la razón más Sin embargo, no se apartará de la verdad -según considero- cualquiera
indagadora puede encontrar también algún otro modo además de éstos. Pero que haya dicho que en las inteligencias angélicas están ciertas teofanías d e
por el momento, si a ti no te parece de otra manera, pienso que de esta cues- estas razones, esto es, ciertas apariciones divinas comprensibles a la natura-
tión ya se ha dicho demasiado. leza intelectual, sin embargo no las mismas razones, esto es, los ejemplares
A. Totalmente suficiente, a no ser que me dejara un tanto perplejo lo que principales. Creemos que San AgustínI9 dijo, de manera no incongruente,
parece que dijo Sag AgustínI4 en su Hexnemeron, esto es, que la naturaleza que aquellas teofanías habían sido vistas en la criatura angélica antes de la
angélica fue creada antes que toda criatura, no en el tiempo, sino por su dig- generación de todos los seres inferiores. Por tanto, no nos perturba lo que
nidad, y por esto contempló las causas primordiales de todas los otros seres,
además de las de sí misma, esto es, los ejemplares principales, que los griegos ,S
Carta a los Filipenses, 4, 7.
llaman npw-rh~una,a los que había contemplado primero en Dios, después Ih
Véase Enúgena, De praedestinatione, 11, 17-18; CCCM 50, p. 10); Periphyseon, 111,
575B.
" Platón, Tirneo, 27d-28% según la traducción de Calcidio, ed. J. H. Wasrink, London- "
Carta a los Romanos, 11, 34. Cfr. San Agustín, De Genesi ad litteram, 11, VIII, 18 (CSEL,
Leiden, 1952, 2" ed. (1975). p. 20, 15-20. 28, 1, p. 44, 23; PL 34, 270); De consensu evangelistarum, IiI, XiII, 48 (CSEL, 43, p. 334,
ii
Carta a los Romanos, 4, 17. 19. PL 34, 1188).
,a IH
San Agustín, De Genesi nd litfernm, IV, X X W , 4-XXXII, 50 (CSEL, 28, 1, pp. 123- 13 1; Carta a los Filipenses, 4, 7.
11
'
PL 34, 313-317, ad sensiim). Máximo el Confesor, Ambigua Ni Johannem, 67, 137 (CCSG San Agustín, De Genesi ad litteram, IV, XXIV, 41 (CSEL 28, 1, pp. 123-124; PL 34, 3 13,
18, p. 259; PG 91, 1416 A3). ;iI sentido).
86 Juan Escoto Eriúgena Subre las naturalezas. Libro 1 87
dijimos, a saber, que también los ángeles contemplan primero en Dios las inuestro cuerpo, contemplaremos al mismo Dios con diáfana claridad. Pues
causas de la criatura inferior, después en sí mismos. Pues no sólo se llama si la altura de la esencia divina supera la capacidad purísima de la contem-
Dios a la esencia divina, sino también con frecuencia es denominado Dios plación angélica -pues fue expuesto con anteriores razones que la esencia
por la Santa Escritura aquel modo por el que, de cualquier manera, [446D1 divina no es [447C] comprensible para ninguna criatura intelectual, la que
se muestra a Sí mismo a la criatura intelectual y racional, conforme es la ca- IIO hay duda que en los ángeles se realiza de la máxima manera; a nosotros
pacidad de cada una. Y este modo suele ser llamado por los griegosz0teofa- también no se nos ha prometido26ninguna otra felicidad que una igual a la
nía (esto es, aparición de Dios). Ejemplo de lo cual es: "Vi al Señor que iiaturaleza angélica-, ¿de qué modo la felicidad de la naturaleza humana
estaba sentad^"^' y las demás cosas de este tipo, no habiendo visto la esencia gozará de que sea contemplada la altura de la esencia divina?
del mismo sino algo hecho por Él. Por tanto, pues, no hay que extrañarse si N. Has estado agudo y vigilante. Pues no sin causa te preocupas por esta
en el ángel se comprende un triple [447A] conocimiento: uno en verdad cuestión. Pero considerada que te es suficiente lo que antes dijimos en gene-
superior, que se expresa en él acerca de las razones eternas de los seres, se- ral de toda criatura.
gún el modo anteriormente dicho; después el conocimiento que recibe en sí
A. ¿Qué fue ello? Te ruego lo repitas.
desde los seres superiores como si confiara para sí mismo en una maravillosa
e inefable memoria, como casi una imagenz2 expresa de la imagen. Y por N. ¿Acaso no definimos de modo universal que la esencia divina por 9
esto, si puede conocer los seres superiores a sí mismo de tal modo, ¿,quién se iiiisma no es comprensible a ningún sentido corpóreo, a ninguna razón, a
atreverá a decir que no posee en sí mismo cierto conocimiento de las inferio- ningún entendimiento, sea humano o angélico?
res? Así pues, rectamente se dice que son aquellos seres que pueden ser A. Lo recuerdo, y no puedo negar que lo he aceptado de esta manera.
comprendidos por la razón y el entendimiento, y de forma semejante se dice Pero, según me parece, o bien aquella conclusión anteriormente dicha se
con verdad que no son los que, sin embargo, superan toda razón y entendi- resuelve enteramente, y concederemos la misma contemplación de la divina
miento. csencia a la criatura intelectual, por sí [447D] misma; o si no se puede resol-
A. Por tanto, ¿qué diremos de aquella felicidad futura que se promete a ver, porque ha sido establecida con razones cerifsimas, será necesario que
los santos, que consideramos que no es ninguna otra cosa, salvo la pura resuelvas con verdaderas razones y ejemplos probables el modo de contem-
[447B] e inmediata contemplación de la misma esencia divina? Como dice el plación divina, que se promete a los santos en el futuro y en la que subsisten
santo evangelista Juan2': "sabemos que somos hijos de Dios y todavía no se siempre los ángeles.
nos manifestó qué seremos. Cuando, sin embargo, se manifieste, seremos N. Ignoro a qué modo te refieres, si no es a aquel del que hace poco
semejantes a Él, pues lo veremos tal como es". De nuevo el Apóstol Pablo2': /448A] hemos discutido.
"Ahora lo vemos como en un espejo y de forma enigmática; entonces, sin A. Quisiera que repitieras cuál sea, pues no lo recuerdo bien.
embargo, lo veremos cara a cara". De nuevo San AgustínZ5,eii los libros de
N. ¿No recuerdas qué se había convenido entre nosotros, cuando comen-
La ciudad de Dios, dice -como juzgo- acerca de la contemplación futura de
tibamos ciertas cuestiones del Hexaemeron del santo padre Agustín?
la esencia divina: "A través de los cuerpos que llevaremos sobre nosotros,
cualesquiera que sean, a cualquier otro cuerpo que dirijamos las miradas de A. Ciertamente lo recuerdo, pero quiero escucharte de nuevo sobre este
asunto.
N. Te preocupaba, como pienso, de qué modo el padre citado haya dicho
'" Dionisio Areopagita, De cuelesri hierrirchiu, IV, 3 (ed. G. Heil 1 A. M. Ritter, p. 22; PG 3 , que los ángeles primeramente han conocido en Dios las causas de los seres
180C-181A). que han de ser creados, las cuales están eternamente en Dios y son Dios, des-
" I s a í u ~ 6, , l . pués en sí mismos; finalmente, de qué modo haya dicho que han conocido
Gregorio de Nisa, De imaxine, 12 ( 1 3 ) (PG 44, 164 A15). San Agustín, De niusicn, VI, XI, las propias especies y diferencias de las mismas criaturas, si la esencia divina,
32 (PL 32, 1180). con las razones que en ella existen esencialmente, no puede ser comprensible
'' IJ~<on,3,2. para ninguna criatura.
24
I Curtri a los Coriiitins, 13, 12.
25
San Agustín, De civitare Dei, XXII, XXIX, 6 (CCSL 48, p. 861, 185-197; PL 41, 800-
801). "' San Lucas, 20, 36.
Siibre las naturalezas, Libro 1 89
A. Lo recuerdo todo. N. Con razón dices verosímil. Pues, ¿quién podrá afirmar que es así y n o
N. ;Recuerdas qué respondíamos a esto? dc otra manera, cuando estas cuestiones parecen exceder las capacidades
Iiumanas del entendimiento, todavía en esta carne frágil? [449A]
A. Ciertamente lo recuerdo, si la memoria no me falla. Decías, pues,
[448B] que los ángeles no habían visto las mismas causas de los seres que A. Sin embargo, quisiera que mostraras brevemente qué puedes exponer
subsisten en la divina esencia, sino ciertas apariciones divinas a las que, como iicerca de esta teofanía, es decir, qué es, de dónde procede, en dónde reside, si
dices, los griegos llaman teofanías, y han sido llamadas con el noinbre de las se forma dentro o fuera de nosotros.
causas eternas de las que son imágenes. Añadiste también que no sólo la [Acerca de la reofanía]
misma esencia divina que existe en sí misma inmiitablemente se llama Dios, N. Preguntas una cuestión profunda e ignoro qué problema más elevado
sino también que las mismas teofanías que se expresan desde ella y sobre ella pueda llegar a plantearse en las investigaciones humanas. Diré, sin embargo,
en la naturaleza intelectual, se predican con el noinbre de Dios. lo que pude encontrar sobre esta cuestión en las obras de los Santos Padres
N. Lo recuerdas bien. Pues así lo dijimos. que se atrevieron a tratar tales problemas.
A. Pero, ¿qué tiene que ver con el asunto presente? A. Te lo suplico, responde.
N. Según me parece, no poco. Pues considero que de esta manera como N. Preguntas, por tanto, qué es la teofanía y de dónde procede y en dón-
los ángeles ven siempre a Dios, también los justos habrán de verlo como los (le se halla.
ángeles, no sólo en esta vida, cuando sufren el éxtasis, sino también en el A. Efectivamente.
futuro.
N. Hallamos que el monje Máximo, filósofo divino en la exposición de
A. Así pues, no veremos al mismo Dios por sí mismo, [448C] porque ni los Sermones de Gregono el teólogo, disputó3' sobre esta teofanía de forma
los ángeles lo ven -pues esto es imposible a toda criatura, ya que, como dice inuy profunda y sutil. Pues dice que la teofanía no se realiza desde otra parte
el Apóstolz7,"solo Él posee la inmortalidad y habita una luz inaccesiblen-, sino desde Dios; sin embargo, se realiza con el descenso del Verbo divino,
sino que contemplaremos ciertas teofanías hechas en nosotros por Él. esto es, del Hijo unigénito, que es la Sabiduría del Padre, descendiendo hacia
N. No. Pues cada uno será informado según la elevación de su propia [449B] la naturaleza humana, creada y purificada por Él, y por la ascensión
santidad y de su sabidurí2" a partir de una y la misma Forma a la que todos de la naturaleza humana elevándose hacia el citado Verbo, por medio del
los seres aspiran -me refiero al Verbo-. Pues Ella misma habla de Sí misma rnnor divino. Aquí llamo descenso no al que tuvo lugar en la encarnación,
en el Evangeliozn: "En la casa de mi Padre hay muchas mansiones", Ila- sino al que se hace por la divinación, esto es, por la deificación de la criatura.
mándose a Sí misma la casa del Padre. La cual, siendo una y la misma y Por tanto, se hace la teofanía a causa del mismo descenso de la Sabiduría d e
permaneciendo inconmutable, sin embargo parecerá múltiple a estos a quie- Dios hacia la naturaleza humana por la gracia, y de la ascensión de esta
nes se conceda generosamente habitar en ella. Pues cada uno, coino dijimos, misma naturaleza hacia la Sabiduría por el amor. A cuya interpretación pa-
poseerá en sí mismo el conocimiento del Verbo unigénito, cuanto se le dará rece sumarse el santo padre Agustín exponiendo el texto del Apóstol3':
por gracia. Pues cuanto [448D] sea el numero de los elegidos, tanto será el "Quien se hizo para nosotros Justicia y Sabiduría". Pues así lo expone: "1 a
número de las maiisiones. Cuanto haya sido el número de las almas santas, Sabiduría del Padre, en la cual y por la cual fueron creados todos los seres, la
tanta será la posesión de las teofanías divinas. cual no es creada, sino que crea, se hace en nuestras almas por cierto des-
A. Parece verosímil censo inefable de su misericordia y se une [449C] a nuestro entendimiento
para que de cierta manera inefable se haga una cierta sabiduría compuesta
por el mismo que desciende hasta nosotros y que habita en nosotros, y por
inliestra inteligencia atraída por Él, hacia Él y formada en Él". Semejante-
--p.-
mente diserta sobre la justicia y sobre las demás virtudes que se hacen no de criatura intelectual de modo admirable, se manifiesta de tal manera que la
otra manera que por cierta admirable e inefable conformación de la divina misma -me refiero a la Esencia divina- aparezca sola en ella, es decir, en la
Sabiduría y de nuestra inteligencia. Pues -como dice Máximo3'- cuanto el criatura intelectual. Pues la excelencia inefable de la misma supera a toda
entendimiento humano asciende por la caridad, tanto la sabiduría divina des- naturaleza que participa de ella, de modo que no se halle ninguna otra cosa
ciende por la misericordia; y esta es la causa y la sustancia de todas las virtu- cn todos los que son inteligentes salvo ella misma, mientras que por sí misma,
des. Así pues, toda teofanía, esto es, toda virtud, se realiza no sólo en esta como dijimos, no se manifiesta de ningún modo.
vida, en la que aún comienza en quienes son dignos de ser informados, sino A. Veo perfectamente aquello que quieres demostrar. Pero no percibo
también en la vida futura en quienes habrán de aceptar la perfección de la con bastante claridad cómo estas explicaciones pueden estar de acuerdo con
beatitud divina, no fuera de ellos, sino [449D1 en ellos, y por Dios, y por las palabras del santo padre Agustín.
ellos mismos.
N. Así pues, estate más atento y volvamos a las palabras que consideramos
A. Así pues, las teofanías se hacen desde Dios en la naturaleza angélica y ;interiormente de él. Se hallan, como creo, en el capítulo vigésimo [450C]
humana, iluminada3, purificada y perfeccionada por la gracia a causa del segundo de La ciudad de Dios3" "A través de los cuerpos que llevaremos
descenso de la Sabiduría divina y de la ascensión de la inteligencia humana. sobre nosotros, cualesquiera que sean, a cualquier otro cuerpo que dirijamos
N. De acuerdo. Pues a esta razón conviene lo que el mismo M á x i m ~ di- '~ las miradas de nuestro cuerpo, contemplaremos al mismo Dios con diáfana
ce, puesto que cualquier cosa que el entendimiento [450A] humano haya claridad". Fíjate en la fuerza de las palabras. Pues no dijo: A través de los
podido comprender, esto mismo se hace el entendimiento. Por tanto, en cuerpos que llevaremos contemplaremos al mismo Dios, porque Él mismo
cuanto el ánimo comprende la virtud, en tanto Él mismo se hace virtud. Sin iio puede ser visto por sí mismo. Sino que dijo: "A través de los cuerpos que
embargo, si buscas ejemplos de estas cosas, con toda evidencia han sido llevaremos, cualesquiera que sean, a cualquier otro cuerpo que dirijamos las
puestos por el mismo Máximo". Pues como el aire iluminado por el sol no miradas de nuestro cuerpo, contemplaremos al mismo Dios". Así pues, será
parece ser otra cosa que luz, no porque pierda su naturaleza, sino porque la visto a través de los cuerpos en los cuerpos, no por sí mismo. Semejante-
luz prevalece en éste, de manera que éste mismo se considere semejante a la mente, la divina esencia se manifestará, no por sí misma, sino por el entendi-
luz, así la naturaleza humana, unida a Dios, parece hacerse totalmente Dios, miento en los entendimientos, por la razón en las razones. Pues la excelencia
no porque deje de ser naturaleza, sino porque recibe la participación de la del poder divino se manifestará en la vida futura para todos los que, por la
divinidad para que Dios solo parezca ser en ella. Mas, ausente la luz, el aire contemplación, habrán de ser dignos de la misma, [450D] de forma tan in-
es oscuro; sin embargo, la luz del sol, subsistente por sí, no es aprehendida tensa que ninguna otra cosa brillará para ellos en los cuerpos o en los en-
por ningún sentido corpóreo; cuando, sin embargo, la luz solar se mezcla tendimientos, salvo ésta. "Pues Dios será todo en todos"". Como si, abier-
con el aire, entonces empieza a aparecer de tal manera que, siendo inapren- tamente, dijera la Escritura: Dios solo aparecerá en todos. De ahí que el santo
sible en sí [450B] misma para los sentidos, sin embargo, mezclada con el aire Job3' diga: "Y en mi carne veré a Dios". Como si hubiese dicho: En esta
puede ser captada por los sentidos. Y con este ejemplo comprende que la carne mía, que ha sido afligida por muchas tentaciones, tanta [451A] gloria
Esencia divina que es incomprensible por sí misma, unida, sin embargo, a la ha de existir, que, así como en el modo actual nada se manifiesta en ella sino
muerte y corrupción, de la misma manera, en la vida futura, nada se me ma-
nifestará en ella, sino solo Dios, quien verdaderamente es vida, inmortalidad
' Máximo el Confesor, Ambigua nd Johannetn, VI, 140-145; X X E , 23-24 (CCSG 18, p p . e incorrupción. Pero si prometió tal gloria en orden a la felicidad de su
48-49, 167; PG 91, II13BC. 1288A). cuerpo, ¿qué no ha de ser considerado acerca de la dignidad de su espíritu?
33
Diunisio Areopagita, De caelesris hierarchiu, 111, 2; VII, 3; VIII, 2; De ecclesiaricri hierar-
chiu, V, 3; VI, 5 (ed. G. Heill A. M. Ritter, p. 19, 3-8, p. 30, 22, p. 31, 5, p. 106, 12-16, p .
119, 8-15; PG 3, 165C, 209CD. 504B. 536D-537A. Cfr. Eriúgena, Commenrarius in Evan-
yeliuin Johnnnis, IV, V11, 49-54 (SC 180, pp. 316-318; PL 122, 338D).
'* No se localird. Cfr. Aristiiteles, De anima, 111, 4 (429b 30-31), 8 (431b21). " S a n Agustín, De civirare Dei, XXII, XXIX, 6 (CCSL 48, p. 861, 185-197; PL 41, 800-
" Máximo el Confesor, Ambig~iand .lohnnnem, 111, 120-130, 390-391; VI, 612-626, 662- 801).
il
669 (CCSG 18, p. 25, 34, 64, 66; PG 91, 1073C-1076A. 1088D. 1137B, 1140C, ad sen- I Corintios, 15, 28.
sum). ' v o b , 19, 26.
S<rbre las naturalezas. Libro 1 93
Sobre todo cuando, como dice el gran teólogo Gregorio", cambiará los principio), [451D] porque únicamente Él es la causa principal de todos los
cuerpos de los santos en razón, la razón en entendimiento, el entendimiento scres que han sido creados a partir de Él y por Él mismo. Y por esto, es tam-
en Dios, y, por ello, toda la naturaleza de aquellos se cambiará en el mismo hi6n el fin de todos los seres que son por Él; pues todos los seres tienden a
Dios. Los paradigmas bellísimos de esta cuestión fueron puestos en la expo- íi1"" mismo. Así pues, es el principio y el medio y el fin: ciertamente es el
sición de Gregorio por el citado Máximo. Uno de los cuales pusimos ante- principio, porque por Él existen todos los seres que participan la esencia; es,
riormente cuando hablábamos del aire; otro, sin embargo, lo añadimos aho- si11embargo, el medio, porque en Él y por Él subsisten y se mueven; es el
ra, el cual se refiere al fuego y al hierro. Pues cuando el hierro arde con el I'iii, porque hacia Él se mueven los seres que buscan el descanso de su mo-
fuego y se disuelve en líquido, nada de su naturaleza [45 lB] le manifiesta a vimiento [452A] y la estabilidad de su perfección4'.
los sentidos que permanece, sino que todo se convierte en la cualidad ígnea; A. Creo muy firmemente, y, en cuanto es dado, comprendo que esto pro-
sin embargo, a través de la sola razón se sabe que se conserva su naturaleza, piamente sólo se predica acerca de la Causa divina de todos los seres, porque
aunque licuefacta. Por tanto, como todo el aire parece luz y todo el hierro ella sola crea todos los seres que existen por sí misma, y no es creada por
licuefacto c o m o dijimos-, también parece fuego, permaneciendo, sin em- iiinguna otra causa superior y precedente a ella. Pues ella misma es la su-
bargo, sus propias sustancias; así también habrá de ser admitido por un sano prema y la única Causa de todos los seres que subsisten desde ella y por ella.
entendimiento que después del fin de este mundo, toda la naturaleza corpó- Quisiera, sin embargo saber qué opinas de este asunto. Pues no poco me
rea e incorpórea parecerá ser solo Dios, permaneciendo la integridad de la Iprcocupa que, mientras con mucha frecuencia en los libros de los Santos
naturaleza, para que también Dios, que por sí mismo es incomprensible, se Padres que han intentado disertar acerca de la naturaleza divina, encuentro
comprenda, en cierto modo, en la criatura. Pues la misma criatura, por un que ésta no sólo crea todos los seres que existen, sino que también es creada
milagro inefable, se transformará en Dios. Pero basten estos ejemplos, si estas e11ellos. Por tanto, si es así, no encuentro fácil cómo se haya de mantener en
cuestiones se te manifiestan con claridad. pie nuestro razonamiento. Pues decimos que sólo ella crea [452B] y de nin-
A. Realmente empiezan a estar claras, cuanto está permitido que tales gún modo es creada por otro.
cuestiones aparezcan claras a nuestros entendimientos. Pues sobre esta cues- N. Con razón te has preocupado. Pues también yo me admiro mucho de
tión inefable, ¿quién en esta vida puede hablar de Él con tal claridad [45 lC] csto y habría deseado que pudieras haber conocido por ti mismo de qué
que el deseo de quienes investigan no apetezca nada más allá? Sobre todo iiiodo estas cuestiones, que parecen ser contrarias entre sí, no puedan opo-
cuando ninguna otra gloria se nos promete en la vida futura, salvo el cono- nerse entre ellas, y cómo debe entenderse la verdadera razón de esto.
cimiento por la experimentación de aquellas cuestiones, que aquí abajo son
A. Te mego que comiences. Pues espero, sobre tales asuntos, no mi opi-
creídas por la fe y buscadas y demostradas por la razón, cuanto es permitido.
iii6n sino la tuya, y el camino adecuado del razonamiento.
N. Juzgas cauta y razonablemente. Así pues, considero que hay que vol-
N. Así pues, si te parece, en primer lugar considero que ha de examinarse
ver a las cuestiones que han sido propuestas, es decir, a las divisiones de la
lo que en la Sagrada Escritura hay acerca del nombre muy usado, que es
naturaleza.
llios. Pues aunque la Divina Naturaleza se denomine con muchos nombres,
A. Ha de volverse ciertamente a estas divisiones, porque, en estos proble- coino son la Bondad, la Esencia, la Verdad y los demás del mismo modo,
mas que han de tratarse, se ha de observar un método para que puedan llegar con mucha frecuencia, sin embargo, la Divina Escritura usa este nombre.
a algún fin.
A. Claramente, me parece.
[Sobre la nat~imlrzrrque creu y qrie no es crericlu]
N. Así pues, la primera diferencia de las citadas divisiones de la naturaleza
que consideramos se refiera a la que crea y no es creada. Y no sin razón,
porque tal clase de naturaleza se predica propiamente de Dios solo, quien
solo, creando todos los seres, se comprende que es Üvapxos, (esto es, sin I(/
Cfr. Platón, Leges, IV, 715e-716a. Pseudo-Aristóteles, De mundo, VII, 401b24-27 (ed.
W. L. Lorimer, Paris, 1933, pp. ,101-102). Apuleyo, De mundo, 38 (ed. J . Beaujeu, p. 157).
I)ioiiisio Areopagita, De divinis nominibus, IV, 4; V, 8 (ed. Suchla, p. 148, 8-11, 187 y 3 ,
19
Gregorio Nacianceno, Orrrtiones, VII, 21 (PG 35, 781C-784A). Máximo el Confesor, 14-15; PG 3, 700A9-13, 824 A6-7, B7-8; PL. 122, 1131A5-9, 1150A8-10, B11-12).
Aiiibigua in Joha~liiem,XVII, 167-173 (CCSG 18, p. 141; PG 91, 1249D-1252A). " Dionisio Areopagita, De divinis nominibus, V. 10 (ed. Suchla, p. 189; PG 3, 825B).