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Se denomina “Etapa del deambulador” al periodo de vida que se extiende entre los 15 y 30 meses.
Se debe a que alrededor de los 15 meses, los niños abandonan definitivamente el gateo para
preferir la posición bípeda y la autolocomocion. En este periodo el niño es capaz de pararse x si
mismo, caminar, establecer distancias y desplazarse explorando su entorno inmediato.
Por otro lado, deja de ser un “bebé”,”infans” (sin habla), para convertirse en niño facultado para
hablar, expresar verbalmente ideas y sentimientos.
La maduración neurológica hace posible a lo largo del periodo, que la laringe, manos, piernas, pies
y esfínteres adquieran el control cortical necesario para incorporar nuevas pautas de
comportamiento.
CARACTERISTICAS:
a) Desarrollo motor
Destreza manual
Durante el primer año de vida, se produce el desarrollo funcional de la mano prensil. A los 12
meses el niño llega a tener una definida prensión fina en forma de pinza. A partir de entonces
el niño puede asir con gran delicadeza una amplia gama de pequeños objetos (migas, bolitas,
hilo). Pero para soltar adecuadamente, es necesario avanzar en la maduración neuromotriz y
atencional, ya que debe coordinar movimientos precisos del brazo y la mano con el lugar
elegido como objetivo. A los 15 meses los niños pueden apilar solamente un cubo sobre otro,
debido al deficiente soltar prensorio. Dejan caer o tiran en lugar de apoyarlo.
La maduración de las partes más distales del cuerpo, como las puntas de los dedos, hace que a
los 18 meses los niños quieran ellos mismos dar vueltas a las hojas del libro que se les está
leyendo. Generalmente lo hacen de a 2 o 3 hojas. También a esta edad comienza el interés por
manipular lápices, crayones aunque con prensión primitiva de todo el puño. Si se le ofrecen los
materiales, garabatea espontáneamente.
A los 24 meses el progreso en el control de los músculos flexores y extensores brinda una
coordinación manual mayor, con la posibilidad de asir mejor los lápices y hasta utilizar una
tijera pequeña. En el dibujo puede imitar el trazo vertical y circular y garabatea
espontáneamente en forma de círculos.
A final del 3er año, comienza a ceder el gran interés por el movimiento permanente, pudiendo
dedicarse a actividades sedentarias por mas tiempo. Ej: Puede permanecer sentado unos
minutos dibujando, con trazos ahora más controlados debido a mayor dominio manual, toma
el lápiz como un adulto (con los dedos) y no con el puño y es capaz de imitar el trazo
horizontal.
A los 36 meses llega a armar una torre de 9 o 10 piezas. Utiliza la cuchara con la prensión
necesaria como para no volcar el contenido al llevarla desde el plato a la boca. Domina el
manejo del lápiz al trazar líneas curvas y rectas, pone nombre a lo que dibuja: copa el círculo
sin ver la demostración y puede imitar el trazo de una cruz.
Debido a la lentitud del desarrollo de lateralidad, en esta etapa la acción bilateral va siendo
gradualmente reemplazada x la acción unilateral. Recién a los 5 o 6 años se alcanza la elección
definitiva por una de las manos y pies.
A los 12 meses la mayoría de los bebés alcanzan la posición erguida y desde ahí comienzan a
dar sus primeros pasos, al comienzo con ayuda de un adulto o sosteniéndose de algún mueble.
Gradualmente, y con el ejercicio puede conseguir mantener por si mismo el equilibrio
mediante la extensión de los brazos y la separación de las piernas. Ante una situación que
pueda amenazar la estabilidad, lo más probable es que vuelvan a la posición cuadrúpeda.
A los 18 meses la marcha sigue siendo algo rígida y los pasos tambaleantes, debido a la
dificultad en conseguir equilibrio estable y a la poca flexibilidad en las rodillas y tobillos. En
esta edad los niños se desplazan rápidamente, muchas veces inclinado hacia adelante, como
esfuerzo por mantener el equilibrio en la posición erguida. La estabilidad ya no depende de la
extensión de los brazos, por lo que estos pueden ser utilizados para transportar objetos.
Llevarlos y traerlos es una actividad predilecta. También puede subir escaleras de un escalón
por vez, acompañado, mientras que para bajar se sienta en cada escalón o se arrastra hacia
atrás.
La actividad motriz gruesa es predominante en esta edad. Son predominantes los juegos
enérgicos.
A los 36 meses puede correr aumentando y disminuyendo la velocidad con más facilidad y
detenerse o girar repentinamente. Salta con los dos pies juntos. Puede subir y bajar escaleras
alternando los pies, pedalear y pararse en un pie por unos segundos.
Hacia el final de esta etapa, con la atenuación de la actividad motriz gruesa, se incrementan los
periodos de actividad sosegada, y comienzan a interesarse en ordenar lo que desordenaron.
Control de esfínteres.
Es un proceso gradual que transcurre a lo largo del 2do y 3er año. Se pueden atravesar por
altibajos y periodos de meseta. Esto se debe a que este proceso depende de factores
fisiológicos y psicosociales, dentro de los cuales, la exigencia de los padres es decisiva.
Una posición muy rígida y exigente que no contemple la posibilidad de retrocesos temporarios,
es probable que en vez de adelantar, lo demore. Puede ocurrir que a la extrema exigencia del
adulto, el niño responda reforzando su actitud oposicionista.
PSA: Sabemos que durante esta etapa, el niño transita por la fase anal del desarrollo
psicosexual. Cuando el niño es capaz de dominar voluntariamente sus músculos, advierte
espontáneamente que puede demorar o provocar la micción y defecación. Este ejercicio de
retener y dejar pasar el producto se convierte en un ejercicio cargado de interés erótico. Freud
sostiene que en la defecación se plantea al niño, la necesidad de decidir entre la disposición
narcisista y el amor de objeto; o expulsa dócilmente los excrementos como sacrificio por amor
o los retiene para satisfacción autoerotica.
Entre los q5 y los 24 meses, transcurre una fase de “regulación parcial”. Alrededor de los 15
meses los niños comienzan a mostrar desagrado por los pañales sucios y eso puede ser
indicador de que se está en un momento oportuno para ser entrenado en el control
voluntario.
A partir de los 15 meses, algunos niños responden favorablemente si los padres tienen
constancia de sentarlo en la pelela a horarios regulares. Pero por la inmadura capacidad de
asociar las sensaciones internas con la excreción, todavía no es capaz de comunicar
anticipadamente si siente necesidad de evacuar.
A los 18 meses, si los padres continúan tratando de instalar ek habito, puede ser que el niño
llegue a inhibir la descarga hasta el momento de ser ubicado en la pelela. A veces las
incontinencias son intencionales, como modo de ejercer la voluntad y desafiar el pedido de los
padres.
A los 24 meses adquiere mayor dominio entre la relajación y la contracción del esfínter anal y
vejiga. Puede anticiparse al hecho y verbalizar la necesidad de ir al baño y hasta quizás pueda
diferenciar entre defecación y micción.
Recién a los 30 meses está en condiciones de asistirse solo en las funciones excretoras.
Durante la noche puede inhibir la micción y responder positivamente al estímulo levantándose
para ir al baño.
Ya a los 4 años es capaz de mantener por si mismo la rutina de evacuación. Pero, debido a su
inmaduro sentido del tiempo y su bajo umbral de control voluntario, pueden ocurrir algunos
episodios de incontinencia.
Hasta los 5 años puede haber episodios aislados de incontinencia, diurna o nocturna, debido a
factores emocionales o episodios de excitación.
Lenguaje.
Al final del 1er año, los niños son capaces de decir algunas palabras aisladas. Ausubel y Sullivan
(1983) señalan que por lo general esas primeras palabras suelen ser monosílabos duplicados
(mamá, papá, papa), según el gesto o la situación que lo acompañe, una misma palabra puede
tener diversas acepciones.
Una vez dominadas las primeras, aparece un lenguaje característico de los comienzos de la
etapa del deambulador (15 a 24 m). Se trata de la “jerga expresiva”, que consiste en una serio
de verbalizaciones que tiene apariencia de una narración compuesta por palabras, en la que el
niño intenta reproducir sonidos, pausas y declinaciones del lenguaje adulto.
A los 18 meses tienen incorporadas 10 palabras, aunque comprenden muchas más de las que
son capaces de pronunciar. También, es habitual el uso de las “holofrases”, donde una sola
palabra tiene el valor de una oración entera. Muchas veces estas están referidas a órdenes y
pedidos.
La conducta oposicionista normal, se expresa en el lenguaje por medio de la aparición de la
negación. A los 18 meses los niños se resisten a la solicitud del adulto, sacudiendo la cabeza.
Recién a los 24 meses pueden decir la palabra “no”. El psicoanalista René Spitz, ha ubicado la
aparición de “no” como uno de los 3 organizadores (junto a la angustia del 8vo mes y la sonrisa
social) que indican puntos nodales en el desarrollo psíquico normal de los niños.
Alrededor de los 21 meses, según Gesell, los niños disponen de unas 20 palabras y comienzan
a combinarlas en frases simples de 2 palabras. El niño suele utilizar el lenguaje para manifestar
su necesidad de evacuar o ser alimentado, con lo cual se advierte una posición más activa en
sus funciones vitales.
Con la formulación de las primeras frases se da comienzo a las “gramáticas infantiles” en las
que el niño desarrolla una serie de reglas para combinar diferentes clases de palabras. Tal
combinación de palabras es posible porque ha incorporado la estructura del lenguaje, aunque
de manera rudimentaria. Ej cabo, quero, sabo.
Algunos lingüistas señalan que los niños comienzas a construir oraciones mediante la
combinación de dos clases de palabras: pivote (con función fija) y abiertas (lexical). A medida
que el lenguaje se desarrolla, el niño selecciona determinados morfemas como palabras pivote
y los ubica en un posición fija en relación a las demás palabras, que constituyen su vocabulario
abierto. Ej: esta mamá/papá/nene; más leche/papa/correr.
Esto da lugar a que, aprox 24 meses, se formules frases de 3 palabras que combinan palabras
abiertas y pivote en formas más complejas. Comienzan a utilizar pronombres, “mío”, “mi”, “tu”,
aunque no siempre de manera correcta.
No, dame y mío, son las más utilizadas por el niño, debido a su incipiente sentido de
propiedad, al egocentrismo y por lo tanto a la creciente autonomía psíquica.
Alrededor de los 30 meses, se agrega una palabra que da cuenta del progreso en el desarrollo
psíquico. “YO”.
A finales del 3er año, los fundamentos del lenguaje están establecidos, si bien pueden
continuar las dificultades de pronunciación o hiperregulaciones verbales.
Juegos infantiles.
El juego es fundamental para el desarrollo psicológico. En el, los niños despliegan su mundo de
fantasía en el que todo es posible sin perder el contacto con la realidad.
Social. En la etapa del deambulador aparece un primitivo juego social denominado “juego
paralelo”, donde el niño disfruta de la compañía de otro niño jugando al lado suyo, aunque
todavía no le es posible compartir el desarrollo de un mismo juego, no comparte objetos ni
interactúa. A lo sumo, el contacto se limita a una disputa por a pertenencia de los juguetes.
Entre los 18 y 30 meses las interacciones más frecuentes entre pares son la lucha por la
posesión del objeto, la copia motora y el intercambio de objetos. En estos casos se destaca la
mediación objeto-juguete en la comunicación entre deambuladores.
Al final de esta etapa, con el mayor dominio del lenguaje, las disputas se hacen más verbales
que físicas.
Hacia fines de la etapa deambulatoria, los niños comienzan a hacer sus primeros juegos
dramáticos. Por lo general, los primeros juegos d. consisten en pequeñas representaciones de
la vida cotidiana.
Desde el PSA, Freud señala que el juego permite al niño hacer activo lo que antes sufrió
pasivamente.
Señala Aberasturi que el juego que realiza un niño es producto de la conflictiva psíquica
particular de la etapa que este atravesando. Por ello es frecuente en el 2do año, el juego con
líquidos o sustancias como arena, barro, plastilina y puré. Estos deben ser pensados en el
contexto del pasaje por la fase anal del desarrollo libidinal, donde estos materiales se
convierten en representantes simbólicos de las heces y la orina.
Freud, A. (1973) única como central a esa edad, la relación ambivalente que el niño establece
con sus objetos de amor. Expresada en el juego, en el tratamiento dado a los juguetes, donde
por ejemplo, los peluches y muñecos son acariciados y maltratados alternativamente, por
estas catectizados con libido y agresión. Gradualmente, los juguetes blandos y suaves tienden
a desaparecer mientras si incorporan otros materiales que brindan oportunidad de elaborar la
conflictiva de la fase anal (ej: relacionados a vaciar-llenar, abrir-cerrar, revolver, juguetes para
hacer rodar que permiten el despliegue del placer de la motricidad, materiales que permiten
construir y destruir en correspondencia con la ambivalencia afectiva, propia de esta fase).
Piaget considera al juego como una asimilación puramente placentera, “determinada por la
estructura intelectual que en cada momento fija su posibilidad y su límite”. Piaget ha
clasificado al juego en: Juego de Ejercicio (durante el p. sensoriomotor), Juego Simbólico
(durante el p. preop) y Juego Reglado (durante el p. op.).
Primeros dibujos.
La edad de aparición de los primeros grafismos es muy variable. Depende de cierto nivel de
maduración neuromuscular, pero además de las condiciones ambientales en que el niño se
desarrolla.
Gratiot-Alphandéry y Zazzo (1974) sostienen que debe considerarse como antecedente del
dibujo, la actividad del niño pequeño con sustancias como saliva, puré, sopa, barro y
excrementos, con las que produce un trazado y un gozoso garabateo mucho antes de
interesarse por utilizar un lápiz. En la actividad de manchar y ensuciar, el niño imprime su ppia
huella en el mundo exterior, como intento de apropiarse de él.
Señalan que los primeros trazos están determinados por: estructura de palanca del brazo y la
progresiva entrada en funcionamiento de las articulaciones del hombro, coso, puño, mano y
pulgar, por otro lado, por la creciente participación de la actividad perceptiva y del control
visual.
Garabato desordenado. Sirve a los fines de la pura ejercitación, ya que posibilita la descarga
kinestésica. Son dibujos sin orden ni control de movimientos.
Garabato controlado. El niño descubre que hay relación entre los movimientos que realiza y
los trazos que resultan. Comienza a haber coordinación visual y motora sobre a producción.
Los trazos se hacen más finos y puede ubicarse dentro de los límites de la hoja.
Garabato nominal. Aparece la forma. El niño comienza a establecer cierta relación entre el
dibujo realizado y los objetos del mundo que lo rodea y con ello la asignación de un nombre.
En ocasiones el nombre puede anteceder al dibujo y en otras variar en la medida que lo
realiza. Si el niño puede dibujar con intención de representar algo del ambiente, es porque
ha podido primero descentrarse del contacto concreto con los objetos. Pasa del pensamiento
kinestésico al pensamiento imaginativo.
Desde la psicogenética de Piaget, se puede agregar aportes realizados por Luquet. Según el, las
producciones gráficas, desde el comienzo giran en torno al realismo. Hasta los 8 años el niño es
realista de intención, dibuja más lo que sabe que lo que ve.
Según esta clasificación, el niño en edad deambulatoria, correspondes el Realismo Fortuito
(primeros garabatos con nombre a posteriori, de aparición alrededor de los 2 años) y el
Realismo Frustrado (fase de incapacidad sintética producto de la intensa centración del
pensamiento preconceptual, se extiende de los 2 a los 4 años aprox).
PSA. Aberasturi, A. (1972) señala que al dibujar, los niños intentan capturar en imágenes
inmóviles los objetos que aparecen y desaparecen. De esta manera pueden recrear y retener
los objetos en imágenes estáticas, con la consecuente disminución de la angustia de perdida.
Socialización extrafamiliar.
Jardín maternal.
El jardín maternal funciona para muchos niños como el primer ámbito de socialización
extrafamiliar. Alii se brinda la posibilidad de enriquecer los contactos sociales con pares y otros
adultos. Junto al aumento de sociabilidad, se produce un aumento de la tendencia del niño a
ejercer su independencia, a afirmarse como individuo y defender sus intereses.
Estudios revelan que los niños que asisten a estos jardines, tienen un mayor progreso en el uso
de materiales de juego, así como manejo de hábitos cotidianos. Además, se ha demostrado
que estos niños reaccionan con mayor espontaneidad en la participación social, a la vez que
reducen los episodios de temor ante quienes no pertenecen a su núcleo familiar próximo.
Desarrollo cognitivo.
Los niños llegan a conocer y comprender el mundo circundante a través de los procesos de
cognición. Estos abarcan la percepción de eventos en su ambiente, interpretación y
organización de esta información y su retención en la memoria. Durante el primer año, el
pensamiento está limitado en parte por la falta de un sistema simbólico como el lenguaje.
Piaget. En el curso del 2do año se completa el periodo sensoriomotor del desarrollo de la
inteligencia, durante el cual el niño va coordinando su experiencia sensorial con su actividad
motriz. Durante este 2do año, se dan el 5to y 6to estadios.
De los 12 a los 18 meses, se da el 5to estadio del p. sensoriomotor, con la reacción circular
terciaria. En esta etapa los niños empiezan a hacer “experimentos” en miniatura para ver cómo
se producen los resultados, repitiendo estas acciones y también variándolas para lograr
variaciones en el resultado. Los niños son plenamente intencionales, pero todavía no pueden
pensar en acciones y resultados posibles. Necesitan hacer pruebas y ensayos materialmente.
Sin embargo es un progreso en relación a la intencionalidad del 4to estadio. Lo niños del 5to
estadio pueden DESCUBRIR nuevos medios por experimentación activa.
En el 6to estadio (18 a 24m) se da la invención de nuevos medios por combinación mental. Se
inicia la representación. Ahora puede combinar mentalmente imágenes y anticipar las
consecuencias o soluciones ANTES de ponerlas en práctica.
Permanencia de objeto.
Esta noción le permite a los niños tener expectativas y “planes” razonables en relación al
mundo cotidiano. Si los objetos y personas siguen existiendo aunque no se los perciba,
entonces los niños pueden sentir su perdida cuando están ausentes y sienten que pueden
hacer algo para encontrar estos objetos o traerlos de vuelta.
Desarrollo emocional.
El negativismo infantil.
Esta conducta oposicionista (caprichos, berrinches) puede ser considerada como una
característica normal del desarrollo psicológico de los niños.
Al comienzo, la actitud oposicionista refleja el marcado interés del niño de 18 meses por lograr
liberarse de la ayuda del adulto, hacer cosas por si mismo y a su gusto. Hacer valer su ppia
voluntad, implicara una cierta oposición a los demás.
Las rutinas diarias, que hasta entonces aceptaba, se vuelven un campo de batalla para sus
actos de autoafirmación.
Su escaso sentido de propiedad, hará que surjan situaciones al reclamar lo “mío”, referido
tanto a los objetos propios como ajenos.
Hacia el final de esta etapa, con la mayor habilidad lingüística, se hacen mas sutiles los
métodos de resistencia.
A partir del 1er año, lo niños suelen resistirse a perder el contacto con el mundo que los rodea.
La hora de dormir es un momento de máxima soledad, donde es necesario abandonar los
objetos del mundo despierto, sobre todo la madre. Esto despierta gran ansiedad en el niño.
A menudo se registra una variedad de actividades denominado “ritual de tranquilización”. En
estas actividades se encuentra la succión del pulgar, suya función sería la de interrumpir el
contacto con el mundo exterior de manera de poder esperar serenamente que el sueño
devenga.
Puede haber también un determinado objeto que el niño prefiera llevarse a la cama cuando va
a dormir. “Objetos suaves, blandos, que en tanto objetos de transición, faciliten el pasaje
desde la participación activa hasta el retraimiento narcisista necesario para conciliar el sueño.”
(Freud, 1973).
Hacia el 2do año, los objetos y fenómenos transicionales dan paso a ciertas rutinas ritualisticas
de aparición a la hora de ir a la cama. Ej: luz prendida, lectura de un cuento, vaso de agua). Son
formas de resistirse a abandonar el interesante mundo exterior.
Al no tener un manejo flexible del espacio y tiempo, se producen este tipo de conductas donde
el niño parece aterrado a sus rutinas y reacio a todo posible cambio. Suelen ser utilizadas x el
niño, para demorar el momento de despedida y de quedarse a solas sin las figuras de apego.
El periodo que va desde los 15 meses hasta el 3er año marca la transición del bebe
dependiente de la madre, al niño independiente.
Las distintas habilidades del desarrollo infantil pueden verse FACILITADAS o DIFICULTADAS por
las actitudes conscientes e inconscientes de la madre. EJ: el niño que se para por sus propios
medios y camina, comienza una trayectoria de desplazamiento MAS ALLA de su madre. Por
tanto se requiere de una madre ajustada en esta etapa del desarrollo que implica el
desprendimiento de su hijo de lo que hasta entonces se mantenía en términos de
indiferenciación y dependencia.
Mahler, Margaret. (1977-1990) plantea que el nacimiento psicológico del infante humano es
un lento proceso intrapsiquico de Separación-Individuación que se extiende entre los 5 y 36
meses y permite al niño funcionar separadamente en presencia de una madre
emocionalmente accesible.
Separación-Individuación. 4 subfases:
Con el investimento libidinal de las capacidades de locomoción, el niño esta tan absorto en
practicar a marcha que no se preocupa si al caminar se aleja de la madre, solo cada tanto
retoma a ella como para reabastecerse libidinalmente, para luego continuar sus exploraciones
autónomas.