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4. ÉTICA Y POLÍTICA EN PLATÓN.

Platón, influido por su maestro Sócrates, siempre dio una gran importancia
a los aspectos éticos y políticos de su filosofía. La misión del alma es alcanzar el
conocimiento de las auténticas realidades, que a la vez la hace feliz.
Platón va a enfocar la misión del filósofo en la ética y la política desde un
punto de vista educativo. En la sociedad ideal de Platón, que nos plantea en La
República, la función de los filósofos es a la vez ser educadores y políticos, y
ambos aspectos están claramente relacionados.
La ética trata de la educación del alma. La función de los filósofos como
educadores no consiste en enseñar conocimientos, ya que estos se encuentran
en el alma del individuo, sino en enseñar a mirar a las ideas, es decir enseñar a
los individuos a descubrir en su interior las ideas que su alma contempló en el
Mundo de las Ideas.
El conocimiento racional cumple en Platón una función claramente ética,
ya que en la medida en que el individuo se acerque al conocimiento de la Idea de
Bien, podrá actuar correctamente y a la vez ser feliz. La Idea de Bien es
universal, por lo que los que alcancen su conocimiento sabrán lo que está bien y,
en este sentido, Platón puede ser considerado como un continuador del
intelectualismo moral de su maestro Sócrates, frente al relativismo de los
sofistas.
El hombre al conocer la idea de bien debe de actuar de manera justa,
justicia que consistiría en el orden, en el sentido en que cada una de las partes
del alma actuase de acuerdo con la función que le corresponde: el alma racional
con la prudencia; el alma irascible (el ánimo) con la fortaleza; y el alma
concupiscible (el apetito) con moderación.
Una de las funciones de la política consiste en la educación de la
sociedad. Recordemos la imagen del político de Platón como el filósofo que le
dice a los ciudadanos cómo son las cosas, frente a la del demagogo que es el
que les dice lo que quieren oír.
Los encargados de gobernar en la sociedad ideal de Platón son aquellos
que han sido capaces de alcanzar el conocimiento de la Idea de Bien y de
Justicia, ya que son los únicos capacitados para llevar correctamente las riendas
del estado. Los filósofos deben de ser por lo tanto los gobernantes de la polis.
Pero la política no debe de ser en ningún caso una finalidad en sí misma para los
filósofos, sino un acto de servicio para la sociedad en la que viven y les ha
educado. Si la política fuese un fin en sí mismo, los filósofos gobernantes
aspirarían a perpetuarse en el poder, pero al tener unas metas más elevadas, los
filósofos cumplirán con su obligación de gobernar de acuerdo con la Idea de
Bien, para una vez pasado su turno de gobierno volver al estudio de las ideas
que es la auténtica fuente de conocimiento y felicidad.
Para garantizar el buen gobierno de la polis es necesario que se eduque
adecuadamente a los ciudadanos, de manera que los mejores lleguen a ser
filósofos y por lo tanto puedan gobernar la ciudad. En la ciudad ideal de Platón
cualquier ciudadano libre, hombre o mujer, podía llegar a ser filósofo y por lo
tanto gobernante. Ahora bien, el proceso educativo era largo y constaba de
diversas materias de estudio: Aritmética (número) y Logística (cálculo);

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Geometría plana; Geometría espacial; Astronomía; Armonía y Dialéctica, que es
la meta de la educación.
La sociedad ideal de Platón, al igual que el Mundo de las Ideas, estaba
jerarquizada, y a cada una de las “clases sociales” le corresponde una función, al
igual que a las partes del alma, y tiene una serie de derechos y obligaciones.

Partes del alma Virtudes Partes de la "polis"


apetito (abdomen) templanza trabajadores-artesanos
coraje (pecho) valor guardianes-soldados
razón (cabeza) sabiduría filósofos-gobernantes

La justicia es la armonía del conjunto.


Los filósofos deben de gobernar, y para ello no deben de tener bienes
privados. Los soldados deben de ser fuertes, y la función de los trabajadores,
artesanos y comerciantes, es hacer posible la vida en la polis y sólo para ellos
parece correcto el enriquecerse. Por eso Platón llega a decir que si los
gobernantes son los artesanos o los comerciantes, el fin de su gobierno no será
la justicia y el Bien común sino el enriquecimiento.
Platón establece una gradación de las distintas formas de organizarse la
polis. Así, los regímenes políticos ordenados de mejor a peor serían:
Monarquía o aristocracia: gobierno los más sabios
Timocracia o timarquía: gobierno de los soldados.
Oligarquía: gobierno de los más ricos
Democracia: gobierno del pueblo
Tiranía: el demagogo se erige en tirano.

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