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Introducción
Recientemente los zoológicos han sido objeto de intenso debate y muchos se preguntan si
son éticamente justificables. Para tomar una postura al respecto y poder evaluar éticamente
su existencia, es necesario conocer y analizar críticamente los argumentos que se dan tanto
a favor como en contra de ellos. En este texto presentaré los cuatro argumentos principales
sobre los que se basa la discusión en torno a los zoológicos. Se nos dice que son valiosos
porque: 1) son lugares de recreación, 2) porque cumplen una función educativa, 3) porque
protegen y reintroducen en vida libre especies en riesgo de extinción. Cada uno de estos
argumentos ha sido criticado por quienes se oponen a los zoológicos. Revisaré brevemente
algunos de los argumentos centrales tanto a favor como en contra sobre cada uno de estos
puntos. Tras hacer un balance de estos argumentos, podemos concluir que hay fuertes
razones para tomar una postura escéptica frente a estos cuatro argumentos que justifican la
misma base sobre la que atribuimos derechos a los humanos, podemos atribuir derechos a
los animales, entonces la respuesta a la pregunta que motiva este artículo es que los
*
Una versión modificada de este texto aparecerá publicada en Ética animal: fundamentos cognitivos
y filosóficos para nuestra relación ética con otras especies animales, compilado por Bernardo Aguilera
Dreyse, Alberto Lecaros Urzúa y Erick Valdés Meza, Editorial de la Pontificia Universidad Comillas de
Madrid, Madrid (en proceso de publicación).
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Antes de comenzar, hay que hacer algunas precisiones conceptuales y definir lo que
investigación. En ocasiones estos lugares también crían animales. Si los entendemos de este
modo, entonces los zoológicos son una institución relativamente reciente en la historia de la
tenían funciones educativas o de recreación popular, sino que eran simplemente un símbolo
de poder y riqueza. No eran zoológicos, propiamente hablando, tal como éstos se definen
cuando las colecciones privadas de fieras (ménageries) dan paso a los jardines zoológicos,
como los de Schönbrunn, en Viena en 1765, el Jardin des Plantes, en París en 1793, y el
en 1874.1 América Latina no quiso quedarse a la zaga y los primeros zoológicos como tales
se fundan en Buenos Aires (1875), Río de Janeiro (1888) y Montevideo (1894). Años
1
Para una historia más detallada de los zoológicos y los acuarios, véanse los artículos compilados en
Kisling (2001). La aparición de los zoológicos en el siglo XIX se debió también a que estos traían un prestigio
considerable a las ciudades que los albergaban, típicamente capitales de metrópolis imperiales. Como en la
Antigüedad, eran símbolos de poder y riqueza. Según explica John Berger (1992, p. 19): “En el siglo XIX, los
zoológicos públicos eran una confirmación del moderno poder colonial. La captura de los animales era una
representación simbólica de la conquista de tierras distantes y exóticas. Los ‘exploradores’ probaban su
patriotismo al mandar a casa a un tigre o a un elefante. El regalo de un animal exótico al zoológico
metropolitano llegó a verse como una muestra de relaciones diplomáticas subordinadas. Aun así, como
cualquier otra institución pública del siglo XIX, el zoológico, por más apoyo que diera a la ideología del
imperialismo, tenía que afirmar una función independiente y cívica”. La función era ampliar el conocimiento
científico y la educación del pueblo. Por otro lado, así como nuestra moderna idea del zoológico nace con el
imperialismo colonialista, coincidentemente también nace con él nuestra moderna idea del turismo, en la que
los zoológicos empezaron a tener un lugar cada vez más importante.
2
Hoy en día hay más de 1,200 zoológicos registrados en la Asociación Mundial de
Zoológicos y Acuarios (WAZA, por sus siglas en inglés), con alrededor de un millón de
animales vertebrados, que reciben unos 700 millones de visitantes cada año (WAZA,
2005). El 80% de estos zoológicos están en ciudades. Estos datos no incluyen los
zoológicos que no están registrados ante la WAZA y que probablemente no cumplen con
sus lineamientos.
Hablaré aquí sobre zoológicos, pero todo lo que diga sobre ellos puede extenderse
también a los acuarios. Aunque tienen problemas específicos dependiendo del tipo de
animales que manejan, no hay diferencias significativas entre los argumentos a favor y en
El público que asiste a los zoológicos los identifica como lugares de recreación.
vacaciones o días libres para pasar el día o hacer turismo. La gran mayoría de los visitantes
ven su experiencia en el zoológico como una actividad social con fuertes beneficios de
cohesión familiar. Dos terceras partes de los visitantes a zoológicos son familias y la razón
principal para visitarlo es hacer una “salida familiar” (Cain y Meritt, 2007). Muchos
recreación, dado que en muchos casos, ya sean instituciones públicas o privadas, dependen
fiestas de cumpleaños, bodas, congresos, así como oportunidades para interactuar con los
animales, montarlos o alimentarlos, entre otras muchas actividades que ofrecen (Carr y
Cohen, 2011).
3
Diversas ciudades han fomentado, como parte de sus políticas turísticas, la creación
de zoológicos, los cuáles se han convertido en uno de los principales atractivos turísticos,
especialmente para familias con niños. En algunos casos, entre el 60 y el 75% de los
visitantes son gente que no vive en la ciudad en la que se localiza el zoológico y que están
haciendo turismo (Cain y Meritt, 2007). De hecho, el turismo constituye una de las
principales razones de ser—.2 Sin embargo, el que los zoológicos constituyan un atractivo
turístico no puede servir de base para su justificación ética, porque hay otras muchas
formas de atraer turistas a una ciudad que no implican el cautiverio de los animales (como
entre otras).
Algunos estudios muestran que mucha de la gente que asiste a los zoológicos para
llevar a la familia o para hacer turismo no se interesa especialmente por los animales. Un
estudio sociológico, realizado por Edward Ludwig, mostró que “para la mayoría de la
ponerles atención más que de manera fugaz. De hecho, es probable que la mayoría de los
animales sean vistos de pasada a menos que el animal haga algo para detener al espectador”
(Ludwig, 1981, p. 314). La gente tiende a detenerse cuando los animales son alimentados,
hacen ruido, imitan la conducta humana o cuando hay cachorros. De otro modo, según
2
Citando a Tribe, Linke y Winter (2011, pp. 69-70) resumen la idea de los zoológicos como
atractivos turísticos del siguiente modo: “Los zoológicos también contribuyen significativamente a la
economía nacional. Operando como una atracción turística, crean empleo, compran bienes y servicios, reciben
turistas extranjeros que impulsan el intercambio de divisas, reinvierten los excedentes en el desarrollo del
zoológico y también atraen directa e indirectamente a los visitantes al área local”. Véase también Tribe (2004)
para un panorama más amplio de la relación entre los zoológicos y el turismo.
4
Kreger (1998, p. 378), la gente se detiene entre 30 segundos y dos minutos en cada
exhibidor, que no es tiempo suficiente para leer los letreros. La indiferencia de la gente
hacia los animales, afirma Ludwig, también tiende a desincentivar a los empleados del
la existencia de zoológicos, desde los años 70 la actitud de la gente hacia esta institución ha
por eso los zoológicos se han visto obligados a presentarse cada vez más como instituciones
porque hay muchas otras formas de recreación actualmente que no tienen los problemas de
que cada vez más gente vive en ciudades, se ha perdido la conexión con animales silvestres
y los zoológicos ofrecen una buena oportunidad para que la gente conozca directamente a
los animales y aprenda sobre la naturaleza. Además, dada la gran destrucción del hábitat de
muchas especies en todo el mundo, los zoológicos ofrecen una de las pocas oportunidades
para ver algunos animales cuyos hábitats ya no existen. Por eso, los zoológicos ponen cada
vez más énfasis en su aspecto educativo (Patrick et al., 2007) y de hecho han redirigido sus
3
Un campo relativamente nuevo de investigación es el de “estudios sobre visitantes” (visitor
studies), que estudia aspectos sociológicos, psicológicos y educativos de los visitantes a lugares públicos
como los zoológicos. Davey (2006) hace un útil recuento de la literatura sobre el tema. Algunos estudios
sobre visitantes muestran que un porcentaje bajo de visitantes están interesados en aprender sobre los
animales o la conservación (véase Dunlap y Kellert, 2004).
5
esfuerzos para incentivar no sólo a niños, sino a personas de cualquier edad. Asimismo, han
incrementado sus herramientas pedagógicas de modo que ahora usan cada vez más
una experiencia más rica (Andersen, 2003). Sin embargo, es probable que sean pocos los
zoológicos que cuentan con este tipo de herramientas educativas y que la mayor parte de la
información que reciben los visitantes provenga de los letreros explicativos colocados junto
a los exhibidores. Muchos zoológicos tampoco cuentan con personal suficiente para hacer
visitas guiadas, a pesar de que se ha visto que estas visitas mejoran el aprendizaje en los
visitantes.4
Sin embargo, a pesar del gran énfasis que ponen los zoológicos en la educación y de
la creciente literatura sobre su rol educativo, hay poca evidencia que demuestre que las
de los visitantes sobre biología o asuntos relacionados con la conservación. Tampoco hay
evidencia de que las visitas a los zoológicos tengan un mayor impacto educativo en los
visitantes que otros medios de información sobre animales, por ejemplo, programas
educativos de televisión sobre animales silvestres. Si alguien puede aprender más sobre una
de Animal Planet que en una visita al zoológico, entonces el peso del argumento educativo
a favor de los zoológicos pierde fuerza. ¿Por qué hay que tener cautivos a millones de
animales para aprender cosas que bien podríamos aprender de otros modos que no
4
Eric Jensen evaluó los resultados, entre niños de 7 a 15 años, relativos al aprendizaje sobre biología
y conservación de visitas guiadas y no guiadas por un educador en el Zoológico de Londres. “El 41% de las
visitas guiadas por un educador y el 34% de las visitas no guiadas resultaron tener aprendizaje relacionado
con la biología de la conservación. Los cambios negativos en el entendimiento de los niños sobre los animales
y sus hábitats fueron más prevalentes en las visitas sin guía” (Jensen, 2014, p. 1004). De hecho, estos números
sugieren que en ambos casos el impacto educativo es bajo.
6
impliquen su cautiverio? Hay modos alternativos de educación sobre los animales: visitas a
museos de historia natural o páginas de Internet con datos acerca de animales silvestres,
entre otras. No obstante, quienes defienden a los zoológicos argumentan que, aunque todo
esto puede ser verdad, este tipo de interacciones son “impersonales, vicarias y voyeuristas”
(Patrick y Tunnicliffe, 2013, p. 179) —aunque podría decirse que igualmente voyeurista es
que no provocan interacciones emotivas o afectivas de primera mano. Con todo, hay formas
perjudiciales para los animales, como sucede con el turismo ecológico no invasivo.
través de estas otras opciones que de una visita al zoológico; pero esa es una investigación
que precisamente deben hacer los zoológicos, para demostrar que se aprende más a través
de ellos que de otros medios. Como afirman Moss y Esson, la carga de la evidencia sobre el
pared. Durante muchos años, se han promovido con confianza como proveedores de
sobre los hombros de los zoológicos. Sin embargo, la investigación realizada hasta
7
zoológicos. De hecho, las críticas revisadas por pares de los últimos años […]
sugieren que esta cuestión está aquí para quedarse. Lejos de los objetivos educativos
grandes sean las afirmaciones, mayor será la base de evidencia requerida para
No basta que los zoológicos afirmen que están haciendo una labor educativa, tendrían que
información a los visitantes, sino en promover actitudes y valores positivos hacia los
sentido, algunos críticos de los zoológicos han argumentado que, de hecho, los zoológicos
tienen un impacto educativo negativo. Por ejemplo, Robert Sommer ha argumentado que
los niños, como por ejemplo que los lobos son feroces o, podríamos añadir, que las hienas
son depredadores cobardes y burlones o que los osos perezosos son perezosos (u otras
pesar de que tengan excelentes intenciones, incluso los mejores zoológicos pueden estar
creando estereotipos animales que no sólo son incorrectos, sino que en realidad van en
Aunque la situación ha cambiado desde que Sommer escribió esto, muchos zoológicos no
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hacen mucho para cambiar los estereotipos con los que la gente llega a ver a los animales.
encerrar animales si eso se justifica con una excusa (por ejemplo, que se hace con
para servir a los seres humanos y no como individuos conscientes con intereses propios.
Perpetúan la idea de que los animales no humanos son inferiores porque los humanos
Investigación científica
Una de las razones más comúnmente citadas a favor de la existencia de los zoológicos es
que en ellos se realiza investigación científica. Según Stoinski et al. (1998) 88% de los
zoológicos de Estados Unidos realizan algún tipo de investigación. 75% de ellos hacen
temas en los que se investiga en los zoológicos son fisiología general, bienestar animal,
embargo, en 1997, sólo 41% de 220 zoológicos europeos a los que se les invitó a participar
en una encuesta sobre investigación, respondieron diciendo que sí la hacían (Nogge, 1997).
Además, no todos los zoológicos hacen investigación en todas las áreas. Es muy probable
que muchos zoológicos que se encuentran en países en vías de desarrollo hagan poca o
ninguna investigación.
5
WAZA publicó recientemente una encuesta mundial sobre el impacto de los zoológicos en la
comprensión de la biodiversidad. Aunque el informe da muchos datos positivos sobre cómo ayudan a un
mejor entendimiento de la biodiversidad, también muestra que las visitas al zoológico hacen que la gente sea
17% menos comprometida a adoptar medidas de protección y creación de hábitats y 9% menos propensa a
actuar contra la contaminación y el cambio climático (Parker, 2017, p. 46 y WAZA, 2014).
9
Pocos zoológicos tienen contratado personal de tiempo completo dedicado a hacer
investigación, los zoológicos no alcanzan ni siquiera esa cifra (Wharton, 2007, p. 182). El
que pocos se pueden dar. Gran parte de la investigación que se hace en los zoológicos es en
buena medida financiada por otras instituciones, como universidades, instituciones privadas
investigación fuera del zoológico, por ejemplo, aquellos que hacen investigación en temas
de conservación.
en los zoológicos es el de qué tan válida y útil es la información que se obtiene. Algunos
realizadas dentro de los zoológicos carece de rigor científico y pocas veces se reporta en
encuentre en circunstancias similares a las del grupo al que se estudia. Esto hace que la
etología, es decir, de conducta animal. Sin embargo, se ha afirmado que no hay mucho que
términos) y bajo condiciones no naturales, por ejemplo, en las que no interactúan con otras
especies, en las que no tienen que procurarse su propio alimento o en que no pueden
desarrollar muchos de sus comportamientos naturales. Se podría objetar que los estudios de
10
etología sí aportan conocimiento sobre el comportamiento de animales en cautiverio, para
beneficio de ellos y que este conocimiento se utiliza para establecer parámetros para poder
comparar a estos animales con sus congéneres en vida libre. Obviamente, si los animales no
posibles conductas que no se podrían manifestar en vida libre. Es posible que muchos
zoológicos (sobre todo aquellos que tienen más espacio para reproducir más
aproximadamente las condiciones naturales de vida de los animales) puedan generar datos
más confiables, no obstante, es más probable que se pueda generar información mucho más
precisa estudiando a los animales en su hábitat natural, donde están más en contacto con sus
en los zoológicos tienen tres propósitos principales (Jamieson, 2004a, p. 170): 1) mejorar
las condiciones de los zoológicos para optimizar las condiciones en que viven y se
reproducen los animales, 2) proveer modelos animales que nos ayuden a entender
animales. Sin embargo, aunque el primer punto suene loable, eso sería innecesario si
humanas, habría que recordar que el grueso de la investigación que se realiza con animales
se hace con animales de laboratorio (como ratones, primates, gatos o perros) y no con
animales silvestres como los que encontramos en un zoológico. Cuando se usan animales
11
manipular tigres, leones, jirafas o rinocerontes para llevar a cabo procedimientos a veces
a cabo en una especie animal a los seres humanos, dadas las muchas diferencias entre
especies. En realidad, son pocos los animales en los que se puede hacer investigación y
incrementar nuestro conocimiento sobre los animales del zoológico. Sin duda, buscar el
valioso si no tiene una finalidad práctica. Los directamente implicados en los beneficios de
ese conocimiento son los animales mismos, puesto que este conocimiento nos ayudaría a
mejorar su salud y su bienestar, pero si millones de ellos que están en cautiverio encuentran
Conservación
(AZA, por sus siglas en inglés) define los zoológicos como centros de conservación que
Conservación y Ciencia para el año 2015, los miembros de la AZA invirtieron $186 mil
12
700 especies, 188 de las cuales se encuentran en peligro de extinción y 39 están
Muchos de los defensores de los zoológicos los presentan como modernas arcas de
Noé que tratan de conservar tantas especies como sea posible, sobre todo ante la
del acelerado ritmo de desaparición de especies. Se suelen citar como ejemplos de especies
que habían desaparecido en vida libre y que sólo lograron salvarse gracias a su
bisonte europeo (Bison bonasus), al hurón de patas negras (Mustela nigripes) y al caballo
silvestre de Mongolia (Equus ferus przewalskii), entre otros. Algunos zoológicos tienen
los que he mencionado, son raros: son muy costosos, usualmente tienen pocas
extender la agricultura, etc.).6 Los zoológicos no pueden proteger más que a una parte
6
Esto nos debe llevar a preguntarnos si tiene sentido la conservación de especies si sus hábitats
naturales han sido destruidos y nunca podrán ser reintroducidas. Este es un tema que requiere de un
tratamiento más amplio del que puedo darle aquí.
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insignificante de las miles de especies que están en peligro de extinción. Según la Lista
Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN por sus siglas
(UICN, 2017). Sin embargo, de estas especies, en 2008 la AZA tenía sólo 114 planes de
reproducción (Planes de Supervivencia de Especies o SSP, por sus siglas en inglés) para
Son pocos los casos de animales en cautiverio que pueden ser reintroducidos en vida
libre: muchos sólo conocen el cautiverio y no están preparados para los desafíos de su
liberación en hábitats naturales. Por ejemplo, estos animales suelen no tener miedo a los
humanos porque se han habituado a ellos y, al ser reintroducidos en vida libre, suelen
sucede con orcas liberadas. Se les tiene que enseñar a los depredadores, por ejemplo, a
cazar, porque esta conducta no es instintiva, sino aprendida. De hecho, es muy difícil, si no
general, los zoológicos no reproducen animales con la intención de reponer las poblaciones
amenazadas. Menos del 30% de las especies que tienen los zoológicos se encuentran en la
Lista Roja de la UICN como especies amenazadas; en algunos casos, las colecciones de los
otras palabras, la mayoría de las especies que tienen los zoológicos no están amenazadas
Dentro del porcentaje de especies amenazadas que tienen los zoológicos, la mayor
(35.62%). Reptiles, anfibios, peces e invertebrados ocupan el 12% restante. Sin embargo,
14
no parece haber ninguna razón ecológica para esta distribución. Según los datos de la Lista
mamíferos (23%) o a las aves (12%) (Stuart et al., 2004, p. 1783). No sólo están más
amenazados los anfibios, sino que el costo para su conservación es mucho menor que el que
comentó a Scientific American que los anfibios son “absolutamente vitales para sus
ecosistemas” y que “por el precio de mantener a un solo elefante en cautiverio por un año,
cerca de US $100,000, podrías pagar por la habilidad técnica y las instalaciones para salvar
a una especie entera de anfibios” (citado por Margodt, 2010, p. 16). Es decir, los zoológicos
tienen un marcado favoritismo hacia los mamíferos y las aves, que son más carismáticos y
que probablemente atraen a más visitantes, que hacia anfibios o invertebrados, que no
suelen ser tan atractivos al público, incluso cuando sería más efectiva y menos costosa su
no es ecológica, sino que tiene que ver con los intereses económicos de los zoológicos
supervivencia), así como de lo que perciben como las preferencias de los visitantes y sus
valoraciones estéticas. Esto ha llevado a algunos críticos de los zoológicos a sostener que
“la conservación que hacen los zoológicos es, en primer lugar, acerca de la conservación de
p. 17).
7
No sólo no fomentan su conservación, sino que el 59% de los reptiles y 73% de los anfibios
mencionados en la base de datos ISIS (International Species Information System) de zoológicos
estadounidenses de 2003 fueron capturados de vida silvestre. 21% de los mamíferos y 37% de las aves
también lo fueron (Baker, 2007, p. 145). De hecho, ocasionalmente los zoológicos necesitan tomar animales
de vida libre para propósitos de conservación, para mantener la diversidad genética de una especie.
15
Las probabilidades de éxito de los programas de reintroducción de especies son muy
bajas. Según Beck (1995, p. 156), de 145 proyectos que liberaron animales criados en
cautiverio para restablecer o reforzar poblaciones naturales, sólo un 11% tuvieron éxito.
Esto se debe a distintas razones, pero Paul Dolman et al. (2015) han argumentado que, a
siempre es una buena idea establecer una población de cría en cautiverio, porque sin
La cría en cautiverio puede ofrecer una última oportunidad cuando las especies se
algunas especies de alto perfil, pero en muchos casos no lo ha sido. Los programas
pueden fallar por muchas razones, incluyendo los retrasos en el logro de la cría
cautiverio que proteger sus hábitats y buscar los medios para que se mantenga una
población que se pueda reproducir en vida libre. Por otro lado, criar animales en cautiverio
bajo el pretexto de que se les reintroducirá puede desviar esfuerzos y recursos para
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Los animales criados en cautiverio presentan una serie de problemas que no tienen
los animales en vida libre. Entre los principales problemas se encuentra la falta de
de animales en cautiverio suelen ser pequeñas; un grupo genético (genetic pool) reducido
las causas por las que la mortalidad infantil en animales en cautiverio es mucho mayor a la
de los mismos animales en vida libre. Boakes et al. (2007) investigaron los efectos de la
supervivencia.
Hasta aquí he revisado algunos de los principales argumentos que dan los zoológicos para
justificar su existencia, así como algunas de las principales objeciones. Una conclusión
preliminar que podemos sacar es que los argumentos a favor de los zoológicos no son tan
sólidos como parecen a primera vista. Hace falta mucha más evidencia para probar, por
ejemplo, que los zoológicos efectivamente cumplen una función educativa significativa y
que ayudan a fomentar una ética ambiental adecuada a través de inculcar una visión más
comprehensiva de los animales y su medio ambiente. Haría falta que mostraran de un modo
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debería tener repercusiones más allá del ámbito de los propios zoológicos. También
tendrían que probar, entre otras cosas, que se enfocan en las especies más amenazadas y no
sólo en las más carismáticas para el público. Muchos creemos que nada de esto es posible,
y aunque fuera posible, hay otra línea argumental en contra de los zoológicos y que se
centra en los animales como portadores de derechos. Para el enfoque de los derechos
ninguna de las justificaciones que hemos examinado es suficiente como para anular o
La idea de que podemos disponer de los animales a voluntad y hacer con ellos lo
que nos plazca, como encerrarlos en una jaula y disponer de sus vidas, y luego afirmar que
negar que tienen intereses propios o, en cualquier caso, pensar que, si tienen intereses,
valen menos y que se pueden subordinar a los intereses de los humanos. En otras palabras,
lleva implícita la idea de que los animales son objetos que podemos poseer como se posee
una cosa. Negar que tienen intereses propios implica verlos como cosas, sin valor moral
independiente del de su propietario. Pero esta idea es inconsistente con las reacciones de
enojo o de indignación que cada vez más gente tiene frente al sufrimiento animal;
reacciones que no tenemos ante cosas que no tienen valor moral. Por coherencia, entonces,
hay que reconocer que los animales tienen intereses independientes de los de los humanos.
Esto les da un valor moral propio y los hace objeto de consideración moral y de respeto:
tenemos obligaciones morales hacia los animales, entre otras cosas, porque sus intereses y
sus vidas pueden verse afectados por nuestras acciones. Si no, ¿por qué quien se hace cargo
de un perro tiene obligaciones hacia él? Aunque puede haber diferencias (biológicas,
18
moral entre ellos. Ambos tienen el mismo valor moral; ambos tienen intereses porque
tienen conciencia de lo que les sucede y, además, de que sus vidas pueden ir a mejor o a
peor. Pero no sólo tienen valor moral, sino que podemos atribuirles derechos morales (que
atribuimos derechos morales (de los que los derechos humanos son una subespecie) a los
seres humanos, nos damos cuenta de que los atribuimos como mecanismos de protección a
la autonomía o la racionalidad, esto genera problemas para una teoría de derechos, porque
no sólo no explica que podamos atribuir derechos a los bebés prelingüísticos o a la gente
con discapacidades cognitivas severas, sino que hace renunciables derechos que
lo suficientemente complejas como para que también les atribuyamos derechos sobre esa
base.) Ahora, si aceptamos la idea de que los animales tienen derechos, se sigue que
tienen derechos que derivan de arreglos políticos o sociales de los humanos, como el
derecho al voto o al matrimonio, pero hay derechos que los seres humanos tenemos, y que
dadas las similitudes entre las capacidades físicas y cognitivas de humanos y animales, no
8
Cuando atribuimos derechos a los animales, este derecho tiene un destinatario, que somos los seres
humanos, no otros animales. Los derechos generan obligaciones en los seres humanos, no en otros animales.
Lo que queremos es una ética que rija nuestras acciones hacia los animales, no una que rija las suyas. He
ahondado más sobre el tema de los derechos de los animales en Ortiz Millán (en prensa). Para una defensa
más amplia de la idea de los derechos de los animales, véase Regan (1995 y 2016).
19
(véase Rachels, 1997). Los derechos a la vida y a la libertad se encuentran, sin duda, entre
los derechos que compartimos animales humanos y no humanos. Si los seres humanos
tenemos un derecho a la vida es porque ésta constituye un interés fundamental para seres
capacidad de planear y anticipar su propio futuro. Sobre la misma base podemos atribuir el
derecho a la vida a los animales. Si los humanos tenemos derecho a la libertad es porque,
sin él, nuestros intereses se verían dañados de manera significativa; la libertad nos permite
realizar nuestras capacidades y conducir nuestras vidas según nuestros planes. Para que un
individuo tenga un interés en la libertad “no se necesita más que el que la interferencia de
otras personas le causen daño al impedirle que haga lo que quiere” (Giroux, 2016, p. 33). El
los hemos conocido tradicionalmente. Estos dañan los intereses vitales de los animales al
mantenerlos en cautiverio. (Habría que matizar esta afirmación reconociendo que distintas
especies tienen diferentes intereses vitales según sus necesidades: el interés del león por
una vida en libertad que le permita desarrollar sus capacidades no es el mismo que el de un
folívoro (Bradypus variegatus), que necesita mucho menos espacio para desarrollarlas. Esto
comportarse de manera natural. Se les sustrae de su hábitat natural, se les separa de sus
manadas y se rompen vínculos importantes para ellos, se les impide interactuar con
miembros de otras especies, a veces incluso con los de su misma especie, o se les obliga a
vivir en grupos sociales anormales (como sólo machos o sólo hembras), se obliga a
especies solitarias a vivir en grupo o en densidades que generan conflictos sociales, se les
20
impide procurarse su propia comida y, en general, se les impide realizar las conductas que
llevarían a cabo en sus hábitats naturales. Por eso, incluso en los zoológicos con las mejores
tanto físicas como psicológicas, que desarrollan los animales de zoológico. La mera
exhibición de los animales al público les genera estrés (Davey, 2007), por no mencionar su
captura,10 traslado y manejo dentro del zoológico. Incluso a pesar de que muchos
zoológicos han dejado de exhibir a los animales en jaulas de concreto y barras de acero,
para dar paso a exhibidores que tratan de reproducir el hábitat natural de los animales,
muchos se encuentran en lugares con condiciones climáticas para las que los animales no
están adaptados. Además, los animales suelen pasar dos terceras partes de sus vidas
encerrados en casas de noche, mientras el zoológico está cerrado (cuando hay exceso de
ejemplares, algunos animales se alternan en el exhibidor cada tercer día, con lo cual pasan
más tiempo en sus casas de noche que al aire libre). Además, éstas suelen ser jaulas que
interacción con otros miembros de su especie, la vida de los animales de zoológico suele
estereotípicas, como la de los felinos que van y vienen dentro de su exhibidor, la de los
elefantes que menean la cabeza sin cesar o la de los osos polares que compulsivamente se
echan a nadar en círculos (véanse Swaisgood et al. 2005, así como los artículos compilados
9
Algo similar ha argumentado Jamieson (2004a y 2004b), pero sin recurrir a la idea de derechos de
los animales. Jamieson simplemente afirma que, dado que se impide que los animales lleven a cabo conductas
naturales en sus propios hábitats, existe una presunción moral en contra de mantener animales en cautiverio.
10
En muchos países, como México, la legislación impide que los zoológicos capturen animales en
vida libre para incluirlos dentro de su colección. Sin embargo, muchos animales provienen de donaciones o
han sido confiscados de circos o de gente que los ha adquirido de forma ilegal. Algunos de los problemas que
estos animales generan para los zoológicos son examinados por Cuarón (2005).
21
en Mason y Rushen, 2006). Son casos de neurosis causada por confinamiento. Esto lleva a
algunos animales a mostrar conductas agresivas que en vida libre no tendrían. Todo esto
muestra que los intereses vitales de los animales se ven afectados por el cautiverio.
bienestar no quiero dar la impresión de que la libertad es valiosa para los animales porque
les permite obtener otras cosas que son valiosas para ellos, como el bienestar. Si esto fuera
así, entonces los humanos podríamos seguir usando a los animales y manteniéndolos
cautivos siempre y cuando ellos estuvieran bien y no sufrieran. El interés de los animales
libertad en la medida en la que se les daña cuando la interferencia humana en sus vidas les
La situación del derecho a la vida en los zoológicos es tanto o más grave. Los
posteriormente los zoológicos no pueden mantener. Para un zoológico, basta con tener un
solo macho (de un león o de una hiena, por ejemplo) que pueda reproducirse con las
hembras de la manada. Tener más de uno puede crear rivalidades y problemas dentro del
embargo, en vez de dejar de reproducir a los animales, los zoológicos los reproducen
porque la contracepción puede implicar riesgos médicos, porque algunos animales pueden
volverse infértiles si no se reproducen y porque, dado que los privan de buena parte de sus
11
El tema del interés de los animales en la libertad ha sido desarrollado ampliamente por Giroux
(2016). Ella argumenta en contra de una concepción positiva de la libertad (entendida como una versión
sofisticada de la autonomía) según la cual los humanos podrían saber mejor que los animales qué es lo que
está en su mejor interés y mantenerlos bajo su dominio. Esto sucede cuando se subordina la libertad al
bienestar. En cambio, Giroux argumenta que tanto bajo una concepción negativa como bajo una concepción
republicana de la libertad, los animales tienen un interés directo en ser libres y que ese interés debe protegerse
reconociendo su derecho a la libertad.
22
comportamientos naturales, es importante dejar que se reproduzcan y críen a sus cachorros
(Parker 2017). Esto crea excedentes (mayormente machos) y los zoológicos tienen tres
soluciones para deshacerse de ellos —que además es una forma de mantener genéticamente
robusto al grupo de animales de esa especie—. La primera es que suelen tener programas
de intercambio con otros zoológicos, para evitar estos problemas, pero también posibles
endogamias. Pero por un lado, el cambio de zoológico de un animal rompe las relaciones
sociales dentro del grupo, crea inestabilidad social y genera tensiones para el animal
transferido. Algunos animales terminan pasando por varios zoológicos durante su vida.
solución para los animales excedentes es venderlos a individuos, instituciones privadas (que
no siempre tienen las condiciones necesarias para el mantenimiento del animal) o a clubes
animales mayormente sanos, pero inútiles para los programas de reproducción (son
preferible a mandarlos a zoológicos de calidad inferior, donde los animales la pasarán mal.
de animales sanos que se matan, pero su director ejecutivo, Lesley Dickie, estima que se
matan entre 3,000 y 5,000 animales en los zoológicos europeos al año (Barnes, 2014). Tan
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“Eutanasia” es claramente un eufemismo que usa el personal del zoológico y los veterinarios para
no hablar directamente de matanza; sin embargo, está mal empleado, porque la eutanasia consiste en dar
muerte sin sufrimiento físico a alguien, típicamente con dolor o sufrimiento, por su propio interés. En los
zoológicos se mata a animales sanos y, aunque muchas veces en interés del animal, se hace más bien en
interés del zoológico.
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sólo el Zoológico de Copenhague (donde su suscitó el caso de la “eutanasia” de la jirafa
Marius en 2014) mata entre veinte y treinta animales al año, habitualmente antílopes, renos,
cabras, pero también leones, tigres, zebras y osos (Parker, 2017). Aunque los zoológicos de
Estados Unidos prefieren el traslado de los animales, los reglamentos de la AZA también
permiten la matanza y es una práctica común, sobre todo entre animales poco carismáticos
excedentes porque éstos con frecuencia no se adaptan, pero sobre todo porque es muy
costosa para el zoológico y porque en muchos casos han desaparecido sus hábitats
de los zoológicos. Se objetará que los derechos pueden ser limitados cuando hay otros
todo porque hemos visto que estas justificaciones suelen no ser sino la expresión de buenas
hay modos en que se pueden transformar para que los animales que ahí viven estén mejor.
Lo primero es que exista legislación más rigurosa que impida la destrucción de los hábitats
buscar modos de enviar a sus animales excedentes a santuarios o a lugares donde puedan
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ranchos cinegéticos, como sucede en algunos zoológicos (Clifton, 1988)—. Sobre todo,
deben dejar de extraer animales de vida libre, como sucede con reptiles, anfibios y la fauna
marina (por ejemplo, las orcas y los delfines que se usan en acuarios). Finalmente, debemos
Un santuario es una instalación a la que se lleva a los animales para que vivan y estén
protegidos durante toda su vida; a diferencia de los refugios de animales, los santuarios no
buscan colocarlos con individuos o instituciones, sino mantenerlos hasta su muerte natural.
de primates Monkey World, en el Reino Unido, donde se encuentran muchos primates que
también ha recibido elefantes de circos y zoológicos; los elefantes cuentan ahí con varios
cientos de hectáreas de bosques y pastizales en los que pueden vivir el resto de su vida en
libertad. Hay muchos otros santuarios similares registrados ante la Federación Global de
Santuarios de Animales, una organización sin fines de lucro, fundada en 2007, que certifica
2016, el Zoológico de Buenos Aires cerró sus puertas para convertirse en un ecoparque,
mandando a buena parte de sus animales a santuarios y conservando sólo los animales que
Cada vez son más los santuarios de animales y progresivamente se presentan como
conservación de fauna silvestre, sobre todo en aquellos casos en los que se han perdido sus
hábitats naturales. La idea cobrará más fuerza cuando la gente que visita los zoológicos
mantener a miles de animales cautivos, cuestione las razones que comúnmente dan los
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zoológicos, deje de asistir a ellos y empiece a apoyar la idea de los santuarios. Estos deben
ser lugares donde los animales tengan la oportunidad de ejercer sus derechos a la libertad y
a la vida. Habremos empezado entonces a reparar una deuda histórica que tenemos con los
animales.13
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13
Agradezco los comentarios de Lorena Jiménez y Adriana Cossío a una versión anterior de este
ensayo. Asimismo, agradezco el financiamiento, a través de una beca PASPA, de la Dirección General de
Asuntos del Personal Académico de la UNAM.
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