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Carta de Un Hijo A Sus Padres Separados
Carta de Un Hijo A Sus Padres Separados
SEPARADOS
Díganme con palabras y actitudes que puedo seguir amándolos a los dos y
ayúdenme a mantener una relación estrecha con ambos. Después de todo, fueron
ustedes quienes se escogieron mutuamente como mis padres.
No me pongan en situaciones en que tenga que escoger con quién irme, ni de que
lado estoy. Para mi es una tortura porque siento que si elijo a uno le estoy
faltando al otro, y yo los quiero y los necesito a los dos. Díganme que no tengo la
culpa de su separación, que ha sido su decisión y que yo nada tengo que ver.
Aunque para ustedes esto sea obvio, yo me culpo porque necesito conservar su
imagen intacta, y por lo tanto, el único que puede haber fallado debo ser
yo. Entiendan que cuando llego furioso después de estar con mi padre/madre, no
es porque él/ella me envenene sino que estoy triste y tengo rabia con ambos
porque ya no puedo vivir permanentemente con los dos.
Nunca me incumplan una cita o una visita que hayan prometido. No tienen idea
de la ilusión con la que espero su llegada, ni el dolor tan grande que me causa ver
nuevamente que han fallado. Denme permiso de querer a la nueva pareja de mi
padre/madre. Aunque en el fondo del alma me duele aceptarla, yo quiero
ganármela para no perder al padre/madre que pienso que me dejó por ella.
No me pidan que sirva de espía ni que les cuente cómo vive o qué hago con mi
otro padre. Me siento desleal para con él, y no quiero ser un soplón. No me
utilicen como instrumento de su venganza, contándome todo lo malo que fue mi
padre/madre. Lo único que con seguridad lograrán es que me llene de
resentimiento contra quien trata de deteriorarme una imagen que necesito
mantener muy en alto.
Esa madre, le enseña a su hija mujer, cómo vestir, cómo hablar, cómo interactuar
en la sociedad, cómo reaccionar ante un hombre, cómo ser femenina, cómo ser
coquetas, qué carácter tener, cómo tratar a su pareja, etc. Y del mismo modo,
cómo no ser, es decir, la hija mujer hará todo lo contrario.
Esa madre, le enseña a su hijo hombre, el tipo de mujer que debe buscar o
rechazar como pareja. El hijo buscará una mujer como su madre, que haga lo
mismo y reaccione igual ante la vida, o bien, buscará a alguien completamente
distinta, más fuerte o más blanda.
Y si se analizara la vida de todos los seres del mundo, llegaríamos a casi un 90%
de casos, en que todos nosotros guardamos a un niño o una niña herida
emocionalmente por su madre. La mente humana es tan singular, que si la madre
nos alimentó durante 15 años, no lo recordamos. Lo que recordamos, es el día en
que nuestra madre, nos dijo miedosos aquella ocasión en que no quisimos trepar
en aquel juego del parque. El subconsciente, acumula todas nuestras vivencias,
eso es un hecho. Pero lo que queda grabado en nuestra memoria, es el dolor y
dicho dolor nos hace vulnerables y propensos a sentir que “no nos amaron como
queríamos ser amados”. “No fuimos comprendidos como debíamos ser
comprendidos”.
Poco a poco y ya como adultos, aquellos niños o niñas resentidos, vamos armando
un gran caparazón a nuestro alrededor. Amamos a nuestra madre, sí. Pero
ocultamos el dolor de cada hecho negativo en el grado en que dicho dolor nos
haya herido o aún nos duela. Nuestra mente inconsciente, determina que la
madre “es mala” y en base a ello, continuamos con nuestra vida lo mejor que
podemos. Pero la madre no es mala, de ninguna manera. Claramente actuó
siempre, como ella pensó que era lo correcto y es más, ni siquiera recuerda todos
los hechos que como adultos, nosotros traemos cargando y sufriendo.
A esto, hay que sumarle, que cultural y socialmente, las madres son sagradas. A
la madre hay que amarla, venerarla y respetarla por encima de todas las cosas.
Lo que nos obliga necesariamente, a sentir culpa, si en determinado momento,
pensamos algo negativo de ella. Esto convierte nuestra mente en un caos y nos
derrumba como adultos.
Simplemente, llevamos años y años cargando dolor, rabia, culpabilidad,
resentimiento, coraje, impotencia, tristeza y la única manera de sanarlo es
reconciliarnos con esa madre.
Las heridas que yo puedo traer cargando, pueden ser tan pesadas como mi
carácter individual me lo hagan sentir. Tal vez mi madre era en exceso
sobreprotectora, o nunca me valoraba, o me halagaba de más y sonaba falsa, o
me abandonó, o me manipulaba, o me comparaba, o me hacía sentir miedo, o me
exigía demasiado, o me engañaba, o era demasiado autoritaria, o no confiaba en
mí, o vivía ajena a mí. Situaciones, pudieron ser muchas, pero en nuestra
inteligencia y capacidad para razonar, podemos comprender que nuestra madre,
también cargaba con sus propias heridas. Heridas que ella cargaba de mi
abuela. Y es justo en éste punto, que comenzamos a liberarnos, porque
comprendemos que ha sido una larga historia a través de generaciones, lo que
me ha ocasionado estos sentimientos.
Entonces, cuando ya hemos tomado consciencia de que nuestra madre actuó con
nosotros, como ella pensó que era correcto, y que además ella sólo repitió lo que
aprendió de su madre, podremos perdonarla. Podremos aceptar su victimismo,
sus miedos, su ansiedad, su perfeccionismo, su carácter exigente o duro, su
necesidad de quedar bien, su interés de meterse en todo, sus duelos no resueltos,
sus frustraciones amorosas, su necesidad de complacer a otros, su modo de ser
en que ella acepta quedarse al último.
Nuestra madre simplemente hizo con nosotros, lo que ella pensó o creyó que era
lo correcto en su momento. Cometió errores, sí, y ya no vamos a cargar con ellos.
Aceptando, por fin podremos perdonar. Perdonando a nuestra madre, nos
liberamos de ese dolor que arrastramos sin sentido.
LAS HERIDAS DEL PADRE AUSENTE
Un padre es muy importante en la vida de todas las personas. Una figura que
debemos reconocer ha sido muy opacada por la madre. El padre genera fuerza,
seguridad, confianza, manejo de límites y poder personal. ¿Te parece importante?
Definitivamente lo es. La relación con el padre es la que determina cuan exitosa o
no serán en sus relaciones con los hombres, lo cual en gran medida, se traducirán
la estima que tengan de si mismas. Por otro lado es fundamental entender la
proposición freudana de que en la vida de la mujer, su padre es su primer amor,
en sentido figurado. La hija traslada la imagen de papi al hombre que ama, si
papá fue funcional es probable que la mujer se sienta inclinada a repetir la
experiencia y busque/encuentre un hombre psicológicamente sano. Es decir, si
papá fue un hombre cálido, enterado de las necesidades tanto psicológicas como
físicas de la hija (techo, comida, salud, escuelas, diversiones, cariño, respeto del
desarrollo sano de la individualidad de la hija, de su necesidad de pertenencia al
grupo familiar, de la evolución de sus apegos, primero a los padres y hermanos,
después a los amigos, y posteriormente , al novio que la llevará fuera del núcleo
familiar), entonces ésta, como es fácil de imaginar, querrá y podrá encontrar en
otro hombre las características tan sanas que componen la personalidad del
padre y que le reflejen sentimientos de vida hacia los hombres.
El ausente físicamente
El ausente emocionalmente
Con un padre así, cuando niña, tu solo sientes o intuyes que no te amaban o
aceptaban como tu pequeño ser necesitaba, de esta manera desarrollas
comportamientos basados en las conductas de los otro hacia ti, en este caso, de
tu padre y tu madre, incluyendo el conflicto que vivían de pareja. Todo esto
conformo tu personalidad a la que llamaremos disfuncional, porque en el presente
no funciona, no logra ayudarte a ser feliz, a amarte a ti misma, a convencerte de
que te aman y por eso no escoges hombres que sepan amar, que puedan amarse
a si mismos.
El controlador
El violento
Por eso es importante preguntarse si tenemos relaciones tóxicas que nos hace
buscar al padre y su desamor en cada una de las relaciones.
Padres divorciados
Es difícil darse cuenta cuanto resultará afectada la hija como consecuencia del
divorcio de sus padres, si es muy pequeña, ya que no puede verbalizar la manera
en que vive la separación familiar, cuando se manifiesta el daño es en la
adolescencia, o en bajas calificaciones, en problemas alimenticios, o en etapas de
crisis de la edad adulta.
Acá el padre en su duelo egocentrado, solo puede ver su coraje y dolor por la
pérdida. Mientras el padre no se despoje de la ira que siente hacia la ex-esposa
no estará emocionalmente disponible para la hija. Los padres divorciados en
muchas ocasiones demuestran su presencia a través de regalos, visitas al centro
comercial, de una llamada telefónica, pero esto no llenará el vacío físico y
amoroso del padre que la hija necesitaba.
Pero ¿qué ocurre si nuestro padre no fue funcional?. Ahora sanaremos en nuestra
vida esta figura. De eso se trata de no pasarnos la vida lamentándose sino de
poner manos a la obra en las soluciones. A continuación te dejamos algunos
ejercicios de tratamiento que son bastante sencillos.
Ejercicios de Tratamiento
Asiste con tu padre o con quien represente su energía (En caso de padre
ausente) y pide que te de un abrazo. En tu mente repite “Papá tomo mi energía.
Me vuelvo poderosa, segura y fuerte. Acepto mi responsabilidad para conducir
mi vida como la adulta que ahora soy”
Escribe una carta con puño y letra donde saldes cuentas pendientes con tu
figura paterna. Puedes ser explicita pues no la entregaremos a la persona. Solo
nos permitirá limpiar nuestra mente. Una vez terminada léela en voz alta y
después quémala.
Valora las cosas positivas (Por difícil que esto sea en tu caso) esto te
permite liberar el resentimiento y la única beneficiada siempre serás tú.
Si quieres mejorar tu vida financiera la figura del padre es determinante. Así que
no hay mejor pretexto para buscar sanar nuestra figura paterna que nuestro
equilibrio emocional.
Herida paterna: Hablando de la herida paterna esta tiene que ver con la
confianza básica y con la confianza en el fluir de la vida. Es indispensable ir al
origen de los enredos familiares pues es donde se encuentran las raíces de
nuestros males.
En definitiva, estas cosas que marcan la vida y el corazón de las personas, tienen
que expresarse, charlarse, desahogarse. Hay que sacarlo todo afuera para que
adentro nazcan cosas nuevas. Trabaja con cada uno de los ejercicios propuestos y
disfruta dándote todo lo que necesitas ahora que eres una adulta. Ya no es tu
imagen paterna de niña la que te daña sino la que has forjado en tu mente.