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Sexualidad y Discapacidad Lic. Jorge A. Casarella PDF
Sexualidad y Discapacidad Lic. Jorge A. Casarella PDF
INTRODUCCIÓN
El tema del cual voy a hablar genera juicios diferentes. Esto se debe a que cuando
nos referimos a la sexualidad lo primero en surgir es el orden moral. Esto es producto de
la educación recibida influenciada por la Nueva Pastoral Cristiana, la era de la
industrialización y el poder que tuvo la psiquiatría como responsable del control social.
Estos acontecimientos, ocurridos a finales del siglo XVI, nos marcaron a fuego el modo de
pensar y actuar relacionado con la sexualidad. Esto tuvo su razón de ser, en particular una
razón económica-religiosa-de vigilancia social; pero fundamentalmente el objetivo de
imponer un nuevo modelo de vida, diferente al que se vivía.
No mirar, no oír, no ver. Tres premisas para eliminar todo lo relacionado con la
sexualidad. Para prohibir mediante la culpa-castigo cualquier referencia a este tema. En
este contexto, nace el ideal de “La Sagrada Familia” donde los niños son considerados
ángeles. Si bien el objetivo de reprimir la sexualidad es impuesto a todas las personas y
situaciones, éste recae con más rigor en los niños.
Si los ángeles no tienen sexo, y los niños son ángeles, los niños no tienen sexo. Se
les niega la posibilidad de ser seres sexuados. A comienzo del siglo XX, con la aparición del
Psicoanálisis, los niños dejan de ser angelitos y pasan a ser considerados perversos
polimorfos. Freud es el que descubre, con el peso de ese acto y dejando a la vista lo
oculto, que los niños son seres sexuados. Lo que era sabido pero, nadie decía. Es verdad
que anoticiarse de esto trajo sus complicaciones. Ya no se va a pensar al niño como un ser
inocente, y algunos de sus actos van a cobrar otro sentido.
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DEFINICIÓN DE DISCAPACIDAD
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Horacio Lejarraga como la “energía vital, fuente de la vida, del proceso creativo y
del placer”, dándole así un sentido amplio a esta palabra, pero no desprovisto de su
sentido original.
Martha Schorn dice que “sexualidad es una energía vital, intransferible, inherente
al ser humano y que se expresa en todo lo que la persona hace como parte integrante
de su personalidad”.
Esto significa que la sexualidad es un campo mucho más amplio que lo sexual, si
bien abarca a lo sexual, se extiende a toda la actividad humana. Olores, sabores, texturas,
que se van encarnando en diferentes actividades placenteras como el jugar con plastilina,
escribir, saborear una comida. Luego, en la clínica con discapacitados la sexualidad se
presenta de diferentes modos: por ejemplo, a muchos chicos durante las sesiones se les
caen mocos, o se relacionan con la caca de determinada manera. La lectura que hago,
cuando se me presenta caso así, es averiguar el valor que tiene ese elemento, moco o
caca, para ese sujeto, sea adulto o niño. Si es sólo moco porque está resfriado o si este
moco puede satisfacer algo de otro orden, por ejemplo si se lo come, chupa, o juega con
la caca, si disfruta de su olor o no. Si lo usa para escandalizar, o seducir a otro. Todos los
humanos pasamos por esta etapa que luego se ira regulando mediante los diques
pulsionales, asco, vergüenza, pudor, moral, con las particularidades de cada cultura. En el
caso de algunos discapacitados les lleva más tiempo cambiar estos modos de satisfacción,
otros se detienen en uno y les resulta difícil salir de allí. Entonces, con las posibilidades
que tiene cada paciente, comenzar a mostrarle lo que provoca en el otro, que reconozca
al semejante que recibe eso que él ofrece. Hay un primer momento en que él mismo será
considerado sujeto. Por lo tanto responsable de sus actos. Algunos discapacitados no
resisten esto y son los que estarán más en riesgo.
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Si la sexualidad es una condición psíquica universal, al discapacitado, más allá de la
discapacidad que padezca, también se lo debe considerar un ser sexuado, como a
cualquier sujeto atravesado por el lenguaje. Él no estará por fuera de la cultura que lo
ubica como varón o mujer, para lo cual deberá atravesar el proceso de sexuación que
significa tomar las insignias propias de su género. No me resultan útiles clínicamente las
definiciones de los distintos tipos de sexualidad basadas en categorías raciales,
ideológicas, religiosas u órgano-psíquicas: la sexualidad de los orientales, los occidentales,
los homosexuales, los discapacitados, etc. Pensado de ese modo, no hay “sexualidad del
discapacitado”.
Sostengo que la sexualidad es una, lo que las diferencia son las prácticas
relacionadas con las posibilidades orgánicas y psíquicas de cada sujeto. El cuerpo humano
entendido como una superficie, que es la piel y las mucosas, tiene la facultad de
experimentar placer cuando se las estimula. Estos sectores son las llamadas zonas
erógenas. Algunas de estas son más sensibles, como la boca, el ano, los genitales. Pero
cualquier sector puede elevarse a la condición de zona erógena. La energía sexual o libido,
es capaz de depositarse en distintas partes del cuerpo, erotizándolo. Así, todo el cuerpo
es erógeno y puede ser estimulado. Estamos preparados para los placeres si nos lo
permitimos. El siguiente ejemplo me pareció ilustrativo: el Dr. J. C. Kusnetzoff, comenta
que conoció una mujer que era la compañera de un hombre con una cuadriplejia bastante
importante, sin embargo ella lo prefería en relación a otros hombres porque decía tener
con él relaciones sexuales y orgasmos como nunca había tenido con otros hombres. A
pesar de que este hombre no tenía sensibilidad en la mitad de su cuerpo, que llevaba un
sondaje, que tenía erecciones reflejas de las que no tenía sensibilidad y que tenía que ser
transportado en brazos. Sin embargo y aún sin tener movilidad en brazos y piernas, él se
ubicaba de una manera donde ella podía ser la parte activa, acomodándose a la medida
de lo que su compañero le ofrecía.
Este ejemplo muestra cómo la obtención de placer, en este caso sexual, trasciende
los límites supuestos por la discapacidad. Sin embargo en ocasiones, aparecen dificultades
que están relacionadas con la culpa, el temor a la entrega, a la no aceptación del cuerpo y
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también a dificultades para conectarse a situaciones placenteras. No creo que alguien
tenga derecho a plantear un ideal en la forma de obtención de satisfacción. Sin embargo,
la cultura, la sociedad nos inculca modelos de lo debe ser, de cómo se debe disfrutar.
Desde lo que se debe comer y cómo, hasta con quién nos tenemos que relacionar y cómo.
Toda una serie de prejuicios que posiblemente tengan su razón de ser pero que, en el
contexto de la sexualidad, toman otro sentido porque lo que está en juego es la obtención
de placer.
Por otro lado, los seres humanos estamos condicionados por la estética corporal
establecida. Una imagen que no muestre fallas genera en el otro aceptación y placer, una
satisfacción de la mirada. Cuando esa imagen no se corresponde con el ideal de belleza,
de moda, puede provocar rechazo y hasta asco. Lo vemos cuando algún discapacitado con
alguna deformidad se hace presente en algún espacio público. O la gente mira o quita la
mirada. Incluso los terapeutas puede pasarnos que algún paciente nos produzca rechazo,
ya sea porque tiene olor desagradable, o se saca los mocos de la nariz y se come como
hacía Juan, un chico con síndrome de Down. Con él, cuando empecé a indagar en el por
qué lo hacía, descubro que lo hacía para hacerse rechazar. Buscaba ser rechazado y así
obtenía un tipo de placer diferente al cual estamos acostumbrados y que el psicoanálisis
llama goce. Trabajé con él posibilitando obtener una forma de satisfacción diferente,
mediante la palabra, tratando de que diga los motivos y que entendiera las consecuencias
de lo que hacía, fui acotando ese modo de hacerse rechazar. Esto le facilitó una mejor
relación con el entorno.
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Los padres son actores principales cuando se trata de personas con discapacidad.
Su postura frente a lo que le ocurre al hijo es fundamental para que éste no quede
supeditado a consolidarse en el lugar del “no puedo”. Estoy convencido que muchos
discapacitados son sostenidos en este lugar de no vida por razones diversas. Sin embargo,
sostengo que estos sujetos son deseantes. Esto es lo que ayudo a descubrir y a aceptar en
los padres. Y también en el mismo paciente. Ya que si son deseantes, son capaces de
comprometerse en el trabajo analítico a mejorar su calidad vida. (Distinto a otras posturas
que los reeducan por fuera del deseo)
Tenía una paciente con retraso mental, a la que su madre no le dejaba hacer nada.
Ni dentro y ni fuera de la casa, por temor a que tuviera un accidente. En las entrevistas
individuales con ella, descubrí que inhibía cualquier actividad de la hija. Luego de
descubrir la causa, le sugerí que empiece a permitirle hacer algunas tareas en la cocina y
ella lo aceptó. La hija pudo entonces, empezar a colaborar con tareas sencillas, como el
lavar los platos para luego ir avanzando hacia el aprender a cocinar, hasta llegar a esperar
al resto de la familia, con la comida servida. Esto produjo un cambio del lugar que
ocupaba. Y funcionó como disparador de su deseo de hacer. Al ser valorizada de otra
forma cambió su posición subjetiva. La madre pudo resolver lo que le resultaba
traumático, el conflicto con la discapacidad de la hija y le abrió la posibilidad de ser mirada
como hija.
Cuando aparecen estos temas tengo todas las entrevistas necesarias con los
padres. Les sirve para poder ver el tema desde otro lugar, para darles las herramientas
que los ayudará a tomar decisiones no tan apresuradas y atendiendo los verdaderos
requerimientos del hijo y no a los estándares establecidos.
El cuerpo del discapacitado muestra crudamente cómo alguien puede ser tomado
como objeto. Manipulado por muchos casi nadie se pregunta si él autorizó esa
intromisión. En general no media palabra. Me cuentan los padres, a veces también los
pacientes, que por ejemplo, lo tienen que bañar todavía porque no puede hacerlo solo, o
porque temen “que le pase algo”. Entonces pregunto si han intentado que lo haga solo
para ver si puede, que comience a vestirse, a ordenar sus cosas, y es allí en donde
aparecen las respuestas que dan cuenta de que el impedimento muchas veces también
está del lado de los padres. Es cierto que en algunas patologías físicas la imposibilidad es
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cierta, el cuerpo necesita ser manipulado por otros. En esos esos casos apunto a generar
la mayor privacidad.
LA MASTURBACIÓN
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medida de lo posible, ir creando un espacio de intimidad y buscar la forma para ir
sustituyendo esa forma de obtener placer, por otra. Siempre existirá la posibilidad de
ofrecer alternativas. Esto se puede trabajar en el ámbito terapéutico y en ocasiones
asesorando a instituciones, maestros y padres sobre cómo poder hacerlo. En general si el
discapacitado es considerado alguien que no puede, y se la pasa tirado en un rincón, como
le pasaba a un paciente mío, que hasta me costó sacarlo del sillón para que llegue a las
sesiones, es probable que esa inactividad facilitara la masturbación. Sacarlo de ese estado
propició la regulación de esa actividad.
Para poder resignar un cierto tipo de satisfacción hay que ofrecer uno nuevo. En un
análisis se trabaja esto, ustedes muchas veces se preguntan ¿qué hace un psicólogo?,
bueno por ejemplo esto: ayuda a sustituir un tipo de satisfacción por otra.
FANTASÍA DE EMBARAZO
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para conocerlo y, mientras le explicaba el método, ir orientándolo y bajándole el nivel de
ansiedad.
La madre sabía que es difícil que personas con síndrome de Down queden
embarazadas, sin embargo saberlo no la dejaba tranquila. Pudo estarlo recién con la
prescripción del uso de anticonceptivos prescriptos. Muestra este caso algo más: conocer
o saber algo no implica que las fantasías inconscientes dejen de tener efectos en el sujeto.
Los padres encuentran un espacio en las entrevista de orientación que no encuentran en
otro lugar ni siquiera en los grupos de padres, con sus amigos. Ni siquiera a veces, con los
médicos.
Se podría dar un consejo para responder, pero no sería útil. Lo importante es con
los padres, la construcción de una dinámica mental que llevará a actuar en las diferentes
situaciones, acorde a lo que haya que hacer o decir. Frente a las preguntas de los padres
tomo lo que saben, y a partir de allí busco aclarar, enseñar procedimientos, o guiar
mediante la palabra, a que descubran su respuesta.
Extiendo la frase que Freud dice a los analistas “deben tener una vida sexual
satisfactoria”, a todos los terapeutas que trabajan con discapacitados.
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La delicada tarea que significa el trabajo con personas es más delicada cuando
estas personas tienen alguna discapacidad. Si el trabajo es de contacto, como es el caso
más claro de los kinesiólogos, debe tenerse en cuenta que ciertas zonas del cuerpo son
sensibles y pueden provocar excitación. Siempre es conveniente comunicar al paciente lo
que se va a hacer y el por qué es necesario hacerlo. También solicitar autorización para
manipular su cuerpo.
En general, los que trabajamos con discapacitados, a veces por costumbre o por
estar en la vorágine terapéutica, dejamos de considerar a la palabra como un medio y
olvidamos la importancia que tiene una buena comunicación. No aclaramos nuestra
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función y la relación profesional que establecemos en el momento de recibir a una
persona y abrimos una ventana a que ese paciente pueda confundir su lugar y el nuestro.
Otras veces el que se confunde es el terapeuta cuando, por ejemplo, cree tener un
“caso”. Una chica que padecía trastornos del lenguaje, sólo emitía sonidos, había sido mal
diagnosticada como autista y padecía de una debilidad mental.
Había sido abusada por el abuelo y, a pesar de sus dificultades para hablar, con el
tratamiento, empezó a pronunciar algunas palabras. También hacía tratamiento con una
fonoaudióloga que se entusiasmó porque, dadas las características de la paciente, creyó
encontrar un caso para usarlo como ejemplo para presentar. La profesional me llamaba
constantemente tratando de sacarme la información sobre la paciente que yo le
retaceaba. En uno de los encuentros que manteníamos para ver cómo andaban los
tratamientos, le comento a la fonoaudióloga lo que pensaba: Que ella había quedado
fascinada con D. y que estaba repitiendo la escena de abuso, al tomarla como caso clínico.
Que eso iba en contra de lo terapéutico. Ella no pudo escuchar esto y continuó en su
postura y yo en la mía. No es prudente tomar a un paciente, cuando está en tratamiento,
como el caso clínico. Se puede perder el horizonte terapéutico.
jorac2005@yahoo.com.ar
Bibliografía sugerida:
Sigmund Freud- “Tres ensayos para una teoría sexual”; Tomo VII-O.C. Editorial Amorrortu.
Martha Schorn-“Discapacidad. Una mirada distinta, una escucha diferente”; Lugar editorial,
(Agosto 1999)
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Philippe Aries- “El niño y la vida familiar en el antiguo régimen”; Ed. Taurus, Madrid.
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