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Facultad de Psicología
Carrera de Especialización en Psicología Clínica de la Discapacidad
Sexualidad y Discapacidad
Introducción
Anya es una de las dos jovencitas que forman parte de La Tribu, siendo quienes participan
de las salidas nocturnas junto al grupo a beber alcohol y tener relaciones sexuales con sus
compañeros. Además, son llevadas por uno de los jóvenes y un adulto (que hacia el final de
la película sabremos que es el docente del taller de carpintería) a una zona que pareciera ser
una playa de estacionamiento de camiones, para mantener relaciones sexuales con los
conductores a cambio de dinero, lo cual es gestionado y organizado por estos dos. Ambas
mantienen una actitud de compañerismo y complicidad entre ellas, preparándose con
entusiasmo antes de cada noche.
Podríamos tomar en este caso lo que Marta nombra búsqueda de reafirmación a través de
la sexualidad por la desvalorización acentuada por la falta de audición (1997, p.71).
Pareciera no haber lugar para la ternura, mostrando una actitud de omnipotencia ante un
otro oyente a quien satisfacer de alguna manera. Al no poder comunicarse con los oyentes,
buscan reafirmarse ante ellos a través de su desempeño sexual.
Estas adolescentes, de unos 17 o 18 años, son incitadas por el profesor que organiza las
salidas nocturnas y por otro hombre que pareciera pertenecer a dicha comunidad educativa
también, a irse a Italia a seguir “trabajando”. En una escena puede verse a este último llegar
con regalos para los cuatro (las dos muchachas, el profesor de carpintería, y el joven que los
acompaña por las noches, que es quien media entre Anya y su amiga, y los choferes de los
camiones encargándose del cobro y manejo del dinero). Les muestra fotos y les va
contando cuál es su plan. Podríamos pensar esta situación dentro del marco de la trata de
personas, dimensión que tal vez las jovencitas no lograban vislumbrar enceguecidas por la
propuesta. Unos días después son llevadas a comenzar con los trámites del pasaporte y
demás documentación. Alisedo (2018) dirá que aquellos que disponen de muy pocas
palabras, pocos giros expresivos, teniendo menoscabada su capacidad de simbolizar, la
capacidad de imaginar y de tener un papel en la sociedad, son los más desvalidos ante los
demagogos que aportan respuestas seductoras, los que ofrecen prótesis para la identidad.
“Para no estar reducidos a tener que pensarse y definirse únicamente en términos negativos,
como excluidos, desempleados, estigmatizados, pueden tener la tentación de precipitarse
sobre imágenes, sobre palabras, que recomponen mágicamente los pedazos” (p. 15). Dirá
que estos buscarán revertir su exclusión considerándose únicamente como sordos puros, o
enemigos de los oyentes, o dueños absolutos de la Lengua de Señas, o declarándose
opositores a esta. Todos hechos que parecen aportar remedios para la crisis. Y
agregaremos que “ser elegida por un oyente era no sentirse tan sorda ni tan dañada. Menos
aún, castrada. La sexualidad y el uso o las manifestaciones de la misma están relacionadas
directamente con la valorización o desvalorización que esa mujer tenga respecto de sí
misma” (Schorn, 2015, p.3).
A modo de conclusión
BIBLIOGRAFÍA