Está en la página 1de 12

¿Por qué entrevistas con padres?

Lic. Gabriel Linari

Les quiero leer dos trabajos en tiempos distintos uno que centra la
pregunta sobre el que hacer de un analista con niños. El segundo
responde al primero con un nuevo dispositivo de trabajo: “Entrevista
con padres”.

¿Por qué jugamos con niños?


El siguiente trabajo es parte de un largo recorrido que comenzó a
partir de la pregunta que titula al mismo: ¿Porqué jugamos con niños?,
pregunta que se fue bordeando, contorneado, y más allá de las
respuestas a la que fui llegando, junto a colegas, alumnos y el trabajo
esencial con pacientes; sigue abierta.

La primera respuesta viene de la mano de Freud, de aquel texto


maravilloso que es “El creador literario y su fantaseo” (1908) señala:
“¿No deberíamos buscar ya en el niño las primeras huellas del
quehacer poético?”, se pregunta Freud, y continúa diciendo: “La
ocupación preferida y mas intensa del niño es el juego. Acaso
tendríamos derecho a decir: todo niño que juega se comporta como un
poeta, pues crea un mundo propio o, mejor dicho, inserta las cosas de
su mundo en un nuevo orden que le agrada” (1). Entonces, el niño
con su juego reconstruye el mundo, hace su mundo. Tarea que va ir
configurando su trama subjetiva, tarea que viene realizando desde
infante, desde su encuentro siempre traumático con el Otro y la
realidad exterior. A partir de esta respuesta casi título de un libro
ejemplar: “Realidad y Juego” de Donald Winnicott, encontraremos un
camino sobre la clínica con niños.

Pero la pregunta ¿porque jugamos con niños?, es mas visceral.


Una colega recién recibida trae a supervisión una duda: “¿El analista
juega también, o el que juega es solo el niño?”, otra un poco mas
aguda, dice: “tantos años de estudio, para jugar a las damas, ¿es eso
lo que tengo que hacer?”

Que difícil decir que en el trabajo transferencial la apuesta esta


en juego, como alguna respuesta a estos pedidos del que hacer.

Cuantas veces escuchamos a los padres decir: “cuando vas a


decirle a tu psicólogo lo que te pasa, en vez de seguir jugando”, cuan
complejo es decirle a unos padres que de eso se trata, que pagan
para que su hijo juegue.

Esto no es poco, un niño juega, va tomando su mundo y


elaborando su realidad por la vía del juego. Jugar con un niño es
meternos en sus producciones lúdicas. Freud escribe en el texto citado
en referencia al espacio del juego infantil: “sería injusto suponer que
no toma en serio ese mundo, al contrario, toma muy en serio su juego,
emplea en él grandes montos de afecto” (2). De eso se trata de la
elaboración, el proceso de trascripción, por la vías de economía
libidinal.
A continuación pasó a señalar algunas consideraciones sobre el juego
producto de casi dos décadas en la escucha con niños:

1- El juego, una formación del inconsciente

El juego es una formación del inconsciente y como tal comparte


un lenguaje, tiene su estructura. El juego, es interpretable.

2- La interpretación del juego, su sentido, es su finalización.

Interpretar el juego a un niño, por el lado del sentido, hace que lo


deje de jugar, o no quiera jugar mas con nosotros, o como en tantos
casos dejar el espacio analítico.

Que quiero decir, que si se lo llena de sentido, el monto de


angustia puede ser insoportable. La verdad aparece no como un
medio decir sino en el medio del decir. Si una niña que juega con
muñecas “una le dice a la otra que la va a dejar” y el analista sagaz
señala: “como tu papá con tu mamá”, lo creado en análisis, se cierra,
es como si hiciéramos conciente lo inconsciente, y sabemos que de
eso no se trata. Se trata del Eso, como sostener el deseo, no de dar
sentido, sostener la subjetividad y la elaboración.
3- El juego la elaboración de lo traumático

A continuación una breve viñeta clínica:

“Lucia es una paciente que fue abusada a los 8 años por un


amigo de la madre, en sesión jugamos a dibujar y que cada uno
adivine lo que dibuja el otro. De pronto dibuja un círculo con una raya,
dice: ¿Sabes que es? Miro y le digo una moneda partida, un circulito…
se pone colorada, Dale vos sabes, es una concha rota”. Angustia del
analista que fue desesperado a tomar una supervisión, y que todavía
recuerdo, me dijo una gran analista “ya esta elaborando, lo puede
dibujar y jugar con eso”.

4- La interpretación analítica

Interpretar no es cerrar, en la estructura neurótica, el juego ya es


interpretación, no hace falta nuestra docta no ignorancia, es preferible
jugar, preguntar, para seguir jugando. Quedaría abierta la pregunta
que forma toma el juego en las diferentes estructuras subjetivas.

5- Hay fin de análisis con niños

Si, tiene que haber un fin de juego con un niño, lo creado en el


espacio transferecial tiene que cerrarse, lo normal es que los chicos
jueguen con otros chicos o con sus familiares, nosotros no somos
parte del hábitat de niño. Estamos en una ficción propia del espacio
transferencial, jugamos, pero tienen que seguir jugando su infancia en
su lugar.

Antes de seguir con una consideración más, retomemos la


pregunta que da título al presente trabajo: ¿Por qué jugamos con
niños?

Luego de dar una charla sobre: “Las entrevistas con padres”, en


las cuales se arribo a conclusiones que si bien dichas entrevistas,
delimitan el campo de atención, tanto desde el efecto situacional como
la variable histórica de una trama familiar y produciendo en muchos
casos un ordenamiento lógico de dicha trama; en la gran mayoría de
los casos esto no producía cambios en el sufrimiento del niño.

Escuchamos varias veces lo necesario que es que los padres


estén en tratamiento individual o de pareja. Claro que no se puede
pedirlo como un delivery de comida, a lo sumo se le puede señalar si
no pensaron en la posibilidad de una charla con un profesional. Lo que
conocemos es cuando se presenta un adulto y dice en la primera
entrevista. “Me manda el psicólogo de mi hijo, yo vengo por el nene”,
frase que puede repetirse entrevista tras entrevista, o aparecer cada
vez que emerja algo de lo subjetivo de ese sujeto. Eso no es un
tratamiento, aparecen las demandas de tratamiento del psicólogo, de
la escuela, donde esos padres quedan desautorizados y son
mandados, habiendo una baja implicación subjetiva de los mismos y
atornillados a la demanda de Otro.
Distinto es que a partir de una consulta por un hijo, uno de los
padres, se pregunta por su propia responsabilidad y demanda una
escucha más allá de su saber hacer.

La gran mayoría de los casos en las instituciones son lo no


implicantes, se escucha: “Me dijo la maestra que venga, en mi casa
esta lo más bien, hace todo lo que le digo…” A veces tienen razón es
la maestra, el niño esta también en un entramado escolar.

Entonces, con entrevistas a los padres, charlas con escuelas,


instituciones, otros profesionales, no basta. Es necesario poner en
juego otra forma de escucha, dar otra respuesta clínica al
padecimiento infantil: Jugar con los niños.

De este trabajo pasaron 3 años y se pudo pensar otra


consideración nueva:

“Entrevistas con padres”


Autor: Gabriel Linari
De las Demandas a los Deseos

El siguiente recorrido va a transitar por el encuentro con sujetos que se


nombran desde una determinada parentalidad y como se enmarca una
posibilidad de escucha a partir de entrevistas psicológicas su propia
implicancia subjetiva.
Muchas veces escuchamos la complejidad que trae atender a niños o
adolescentes por parte de los padres de los mismos. Algo que resuena es “el
tema son los padres”, hasta llegar a decir el obstáculo que se presenta del lado
de estos mismos. Eso que se repite casi como un mantra “la que necesita
atención es la madre o el padre”. Más de una oportunidad derivamos a este
familiar a otro servicio y dentro de un tiempo el colega de otro servicio nos
dice en la mayoría de los casos: Solo nos habla del pibe.

Donde una escuela deriva a un niño, los padres lo traen y nosotros


derivamos a los padres a adultos; repitiendo ese lugar, la demanda es del otro.
Así como nos preguntamos como puede ser que un padre venga con su hijo
diciendo: “No se que hago acá me mandan de la escuela”, este misma persona
dice “no se que hago acá me manda el psicólogo de mi hijo”.

No podemos educar a los padres sobre su deseo. Lacan señala en el


seminario 5 “Se estaría totalmente equivocado al creer que es suficiente con
enviar a los susodichos padres a la escuela de padres, para que se reubiquen,
porque contrariamente a lo que se dice, los padres por supuesto están allí para
algo. Es decir que no es por nada que se es obsesivo. Hay que tener para eso
en alguna parte el modelo.” (J. Lacan Seminario 5 Clase 22)

Claro que hay un modelo ¿pero cual?, las responsabilidades subjetivas


sobre la forma en que se producen las relaciones familiares como estas se
ordenan y normativizan vía la forma en que cada uno de los representantes de
dicho conjunto esta ubicado, habilitan una trama propia de la constitución
particular de esa familia, que van desde la formalización de una forma de
nominación y como esta misma nomenclatura los toca.
En el nombre del hijo
Un grupo de colegas pensamos en formar un dispositivo analítico que
pueda escuchar a los familiares de pacientes en tratamiento que pertenezcan al
Servicio Infanto Juvenil de Centro de Salud N°3. Siendo el tratamiento del
menor un requisito necesario para comenzar a tener entrevistas con alguno de
los padres o familiares independientemente de las entrevistas que requiera el
tratante del menor. El otro requisito es que se anoten con el nombre y el
número de historia clínica del menor tratante. Esto último origina una primera
marca en la simbolización de la apertura a una serie de entrevistas. Marca que
por cierto va a traer distintas formas de subjetivación. Esta posibilidad de
escucha puede sortear en muchos casos obstáculos transferenciales propios de
la compleja trama familiar. Donde el lugar de los padres al tener otro lugar
para ser escuchado no queda atrapado en las redes transferenciales del analista
que atiende al menor. Es de señalar que el dispositivo aquí propuesto se señala
en algunos casos, dado que no todo analista que atiende un menor necesitaría
de un espacio a parte del lugar que habilita su propia intervención.

El espacio de entrevistas a padres no es un lugar de orientación a


padres, por ende no es un lugar donde se dice o se señala el que hacer. Si se
habilita una escucha en un primer tiempo donde es el analista del menor el que
sugiere al familiar la posibilidad de una escucha por algún profesional del
equipo, si este acepta se le propone una serie de entrevistas. Es condición que
el mayor acepte el espacio por su propia voluntad. A partir de este momento
empieza la serie de entrevistas. Como señala Lacan en el texto: “De una
cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”: “No hay por
supuesto ninguna necesidad de un significante para ser padre, como tampoco
para estar muerto, pero sin significante, nadie, de uno y de otro de esos
estados de ser sabrá nunca nada.”

Comenzamos a escuchar los significantes que hacen de estos padres un


lugar para sus hijos. Como se inscriben los deseos y como salen del
anonimato, para que en cada marca, la nominación paterna y el deseo de la
madre que lo porta, marque y dejen huella, en las variadas formas en que el
cuño de la castración hace soportable lo imposible de la no
complementariedad de los sexos.
Restituir en la escucha la dignidad del Deseo Materno, como un deseo
que por definición es deseo de otra cosa, hacer soportable lo que lleva en su
boca como lo señala Lacan en el Seminario 17 “Cada vez más los
psicoanalistas se embarcan en algo que efectivamente es muy importante, a
saber el rol de la madre es el deseo de la madre. Es absolutamente capital
porque el deseo de la madre no es algo que uno pueda soportar así nomás, en
definitiva, y que eso les sea indiferente: entraña siempre estragos. ¿No es
cierto? Un gran cocodrilo en cuya boca ustedes están, es eso la madre, ¿no?
No se sabe si de repente se le puede ocurrir cerrar el pico: eso es el deseo de la
madre. Lo que traté de explicar es que lo que tenía de tranquilizante es que
tenía un hueso así -les digo cosas simples- había pues algo que era
tranquilizante, improviso, había un rodillo, así, bien duro, de piedra, que está
en potencia a nivel del pico: eso retiene, eso atranca, es lo que se llama el
Falo, el rodillo que los protege si de golpe se cierra” Una madre que conozca
de su deseo hace un lugar distinto a La madre. Lo que deja la intervención de
la Nominación del Padre, como articulador y promotor de un Falo, que por
estructura esta en la cultura y no en el cuerpo de su hijo como el falo de la
madre, un falo en menos.
La familia Muda con M de mamá
N viene con su padre y su madre a consulta. N no habla, pasa de
profesional a profesional, como un enigma habilitando un caso raro,
igualmente no habla. N tiene 15 años, termino la primaria, la escuela y sus
compañeros lo ayudaron a pasar. La garantía de un si o un no escrito, más el
amor y cariño. N no tiene ningún problema para hablar pero no habla. En las
escuelas secundarias no lo dejan entrar.

Luego de unos meses, la terapeuta empieza a citar a los padres. R es el


padre, diagnostico de esquizofrenia, no quiere ir al hospital de día de su obra
social, toma medicación antipsicótica cuando quiere. R esta pegado a N lo
baña, lo acompaña al baño, le da de comer… La terapeuta de N deriva al
padre al dispositivo de padres. Esto lo fundamenta como un primer intento de
separación entre N y R. Se comienza a atender a R.

Aparece en su discurso su mujer, M. M se presenta y le dice a la analista


del menor: “Esto no va, no sirve para nada, él no habla, mi marido no trabaja
ni toma la medicación, lo voy a sacar a mi hijo. Son mejores los evangelistas.
¿Nadie va a hacer hablar a mi hijo?” Pregunta que por su tono de furia, deja
sin palabras a la analista de N.

Se deriva al dispositivo a la madre. M se presenta: “Soy la madre de N


me da risa venir, nunca me dijeron que venga yo insisto, me peleo, pero lo que
digo no le importa a nadie. Estoy mal, tengo un marido que esta enfermo, un
hijo que no me ve ni me habla, y el otro no me quiere”. Presentación cargada
de angustia. M comienza las entrevistas, va a poder hacer un relato de su vida,
del brote de R y empezamos a recorrer lentamente, sus deseos. Ella quiere y
cree que su marido va a volver a ser como antes “el trabajaba, era otro” de su
hijo dice: “¿porque mi hijo no es normal?, el tiene que hablar, es inteligente, el
otro día me dijo que tenía hambre el me habla” Se le pregunta que le dijo,
“hambre, heladera, cocina, ya”,” y luego se enoja, baja la mirada y mi marido
le trae la comida”. Lejos de ser una oración, N repite palabras.

La madre pudo trabajar, sus propios deseos y diferenciarlos de sus


ideales, aceptar un hijo y un marido con escasos recursos simbólicos. Fue muy
doloroso y arduo, aceptar que el tratamiento propuesto en la institución, no
estaba dando un resultado para M positivo. Su hijo no hablaba. Se empezó a
buscar otra institución que pudiera aceptar una modalidad diaria para que N
pudiera empezar algún tipo de escolarización. La obra social solo lo aceptaría
si N tiene un certificado de discapacidad. M comienza a solicitarlo por las vías
administrativas “Yo no quería dar el brazo a torcer, pero mi hijo, no puede
hablar, no le falta nada, pero algo le falta”.

Si partimos del enojo de M con la terapeuta de N. El trabajo en equipo


posibilito algunas nuevas vías para ir aceptando las distintas posiciones
subjetivas. Si bien la madre dado que trabaja casi todo el día no se podía
ocupar de los tratamientos, a partir de darle un espacio de escucha; no solo
sostuvo el suyo, sino el del marido dado que hasta va su psiquiatra, va a hacer
los trámites a su obra social, fue al hospital de día del padre y el que puede ser
del hijo. Antes esto lo derivaba a su marido, pensando que era un trabajo para
el, pero en realidad los dos R y N no se podían separar. Uno de los momentos
de separación del padre y el hijo, era, cuando cada uno estaba con sus
terapeutas.
A modo de conclusión: La apertura del espacio

En la actualidad N R y M continúan en tratamiento, el rol de M es


mucho mayor, pudo hablar con su hijo mayor el cual decía que no la quería:
“Es que el tiene miedo de que si R no se hace cargo, el tiene que cuidar a N,
(se ríe) y al padre también. ¿Y a mí quien me cuida? Esa es la tragedia de mi
vida (vuelve a reír)”.

A través del encuentro clínico con un lugar para escuchar familiares de


un sujeto que viene a consulta, se propone pensar las propias implicancias
subjetivas de dichos familiares en la trama familiar que los atraviesa
subjetivamente. La propuesta: “Entrevistas a padres” desde un marco
conceptual psicoanalítico

También podría gustarte