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Trabajo de promoción:

Caso Juanito o pequeño Hans.

"Acerca de la carencia paterna ó el papel del Padre en el complejo


de edipo."

Estudiante: Rodríguez Acosta, Nicolás Iván.

Año de cursada: 2018

Comisión: 3

Ayudante de comisión: Mulder, Silvia.

E-mail: nicko.13@hotmail.es

Facultad de Psicología.

Universidad Nacional de Mar del Plata.


Introducción:
El Complejo de Edipo; quizá sea de los conceptos más hablados de toda la teoría
psicoanalítica. Cualquier persona podrá incluso decir algo al respecto; reproducen el cuentito del
amor no correspondido del hijo hacia el progenitor del sexo opuesto. Asombrosamente también esto
sucede en el ámbito académico de la facultad de psicología, trivializando y desacreditando esta
operación universal. Aún más; también sucedió en ámbitos clínicos, con los posfreudianos, que
desde diferentes escuelas (inglesa y francesa) presentaban distintos enfoques de una misma
'situación'. Por esto mismo, diversos autores, y en particular Lacan, consideraron necesario el
esclarecimiento del complejo, ya que se repetían conceptos conocidos como "función paterna",
"falo", "castración", sin el orden lógico correspondiente. La intención de este trabajo es detallar el
papel del "padre" en este complejo, entendiendo que es el "concepto" más apedreado, confundido,
tanto de su función como de su lugar.
A pesar de ser aclarado por Lacan en sus Seminarios 4 y 5 (1956-1958) las erróneas
concepciones continúan “ vivas” en el sentido común de la sociedad. Estas creencias y/o prejuicios
se ven implícitamente presentes en cuestiones actuales como la reformulación de la "familia
moderna" y son usados, entre otras cosas, para desligitimar a las nuevas configuraciones familiares.
Para echar luz a estas cuestiones se explicitará la argumentación de Lacan y se ejemplificará con el
caso del pequeño Juanito.
Desarrollo:
En su seminario, libro 5, “las formaciones del incosciente” (1957/8), Lacan va a hablar sobre
cuestiones estructurales del psiquismo. Comienza nombrando como eje crucial la metáfora paterna
en relación con la función paterna, añadiendo su relevancia en el Complejo de Edipo. Conceptos ya
conocidos y muchas veces nombrados por los psicoanalístas de la época, pero no de una forma
ordenada ni correcta. Las cosas no están situadas en su lugar, adelanta Lacan.
Antes de empezar con su argumentación, hace un panorama sobre las cosas que se dicen
acerca del papel del padre en la estructuración psíquica del niño, y sus adjudicaciones, a veces
determinantes: diferentes formulaciones que tienen de denominador común la hipotesis
ambientalista: aquellos que explican la psicopatología del sujeto por la presencia ó ausencia, en el
entorno real, del padre en su familia. Haciéndo preguntas biográficas como: ¿el padre estaba? ¿se
ausentaba por mucho tiempo?, etc. ó si había peleas entre los padres, ó si había exceso de presencia
del padre, si era demasiado amable y demás características.
Lacan (1957-1958) es asertivo y a través de tres puntos sitúa y aclara las confusiones: 1) Sin
preámbulos aclara que la cuestión de su presencia o de su ausencia real en el entorno es estéril. “El
padre existe incluso sin estar” . Lo cuál desacredita por completo las hipótesis ambientalistas. 2) En
segundo lugar hace énfasis en la carencia paterna ya que se han hecho muchas vueltas con esto. Si
es demasiado amable o desagradable y demás. Introduce en su lección el estudio del caso Juanito
para precisar las dificultades que conlleva establecer la carencia paterna, ¿de qué carece?. Finaliza
la cuestión diciendo que aquellas hipótesis sobre la carencia paterna “no peca por lo que encuentra
sino por lo que busca”. Donde hay un error de orientación: confunden dos cosas que están
relacionadas pero no se confuden, el padre en cuanto normativo y el padre en cuanto normal. 3)
Finaliza aclarando acerca de la posición del padre en la familia, que esta no es lo mismo que su
papel normativizante. Ya que la carencia real que pueda tener posicionalmente en su familia, no es
hablar de su carencia en el complejo del niño.
Concluye estos adelantos señalando el camino para la elucidación de estas cuestiones: no es
en la dimensión real donde se tiene que buscar la carencia paterna en el complejo.
Lacan insiste en el retorno a los textos de Freud, ya que se encuentra ahí la respuesta:
recomienda los libros “Totem y Tabú” (1912), “Sobre la sexualidad femenina” (1931) e
“Introducción al narcisismo” (1914).
Señala que en la posición inicial el niño se sitúa como objeto del Otro. El niño se encuentra
en posición de objeto de la madre. De hecho, para la madre, tal como Freud (1931) ha revelado en
la estructuración del Edipo femenino con la ecuación falo = niño, el objeto de deseo es el falo
encarnado en el niño. Es decir que necesariamente para la estructuración psíquica del niño, debe
haber una psiquis ya estructurada que lo aloje como objeto de deseo: un sujeto deseante que ha
declinado su complejo de edipo, y queda entonces en busca de llenar esa falta a través de la
dimensión imaginaria. El niño es entonces un objeto de deseo del Otro. Al contrario de lo que
propuso Freud sobre la posición activa del infans, aquí es más bien pasiva; ya que necesariamente
en un primer momento es un objeto de deseo de un Otro.
En este adulto -ya estructurado psíquicamente- se encuentra presente tanto la madre y el
padre. Es por esto, dice Lacan (1956-1957) , “detrás de la madre simbólica está el padre simbólico”
y a raíz de esto, en su seminario 5 (1957-1958): “[...] un Edipo podía muy bien constituirse también
cuando el padre no estaba presente.”
¿Qué querrá decir Lacan, cuando menciona que el padre simbólico está detrás de la madre
simbólica?. Nos habla de “la metáfora paterna”, que por ser metáfora (una metáfora es la sustitución
de un significante por otro significante) se incluye en el campo o registro de lo simbólico. La
importancia crucial respecto del padre es su papel en el complejo de Edipo. Esta metáfora llamada
“Nombre-del-Padre“ sustituirá a otro significante, el significante materno, primer significante
introducido en la simbolización del infas. Martín Egge (2008), en su libro sobre tratamiento del
autismo, repasa estas consideraciones y lo explica de la siguiente manera: “Las idas y venidas de la
madre son muy importantes, ya que con su llegada cambia el escenario del mundo —el niño se lo
demuestra con su sonrisa— sobre el cual cae nuevamente el telón con su desaparición. En ausencia
de la madre, el niño percibe una falta que causa el deseo de su presencia. En esta fase, la madre, con
su ir y venir, introduce para el niño la dimensión simbólica, es decir que constituye lo que
podríamos llamar el primer tiempo de la metáfora del Nombre-del-Padre.”
Hasta aquí sabemos que la importancia del padre se da en el registro simbólico, y que se
inscribe a través de una metáfora. Para poder profundizar esta cuestión, y detallar las implicancias
de esta metáfora, qué es lo que sucedía antes y después, Lacan añade a este complejo la importancia
del falo.
Es el falo el primer significante que se inscribe en la dimensión simbólica del niño. Como
citamos anteriormente, por las idas y venidas de la madre. Sin embargo, el deseo materno es para el
niño un enigma. Desconoce su significado. En esta primera etapa el falo es imaginario, ya que es
por esta dimensión por la que el niño intentará satisfacer el deseo de su madre. El niño siente que
"es" el falo. Y está felizmente ocupando ese lugar de objeto. No obstante, al sentir su ausencia, al
encontrarse con la falta materna indica al niño que no lo es todo para la madre.
A través de la siguiente fórmula podemos entrever esta tríada imaginaria (deseo materno –
falo imaginio – y niño) y cómo el padre simbólico ya está presente en la madre, aunque velado para
el niño.

Para continuar el orden lógico, Lacan explica el Complejo de Edipo en tres tiempos:
ubicando la tríada imaginaria en el primer tiempo. El padre comenzaría su función estructurante a
partir del segundo tiempo con dos operaciones sumamente importantes: la castracíon y la privación.
Lacan (1956-1957) en su seminario 4, comentando la importancia del complejo de castración,
presenta el siguiente cuadro:

Agente Falta de objeto Objeto


Padre real Castración Imaginario
Padre imaginario Privación Simbólico

¿Por qué es importante el complejo de castración en el complejo de edipo? ¿Qué es lo que "se
castra"? : el falo. Su función es introducir al niño en el campo del deseo, ya que debe separarlo del
goce de la madre. Le indica que nunca será el falo en su totalidad. Que el no es el falo. Obliga al
niño a renunciar a ser el falo del Otro materno. "Porque es necesario que el hombre, macho o
hembra, acepte tenerlo o no tenerlo a partir del descubrimiento de que no lo es". El niño se pregunta
si es o no es el falo.
Freud (1912) ha mencionado esta función simbólica del padre a través del mito de la horda
de Tótem y Tabú.
Y he aquí una importante aclaración: es a través de la madre, en una modalidad mediadora,
la que posibilita esta inscripción. Es ella quien lo pone como "el que hace la ley". Este Otro
significativo, necesario pero caprichoso, comienza a mediar en su discurso "la ley" de un Otro más
allá de este (Egge, 2008). Este movimiento permite al niño vislumbrar la falta en este primer Otro,
conduciéndolo a la búsqueda de su propio deseo, hacia su subjetivización. Es de crucial importancia
esta mediación, ya que es clave para derribar las hipótesis ambientalistas. Al ser el primer Otro
caprichoso el responsable de mediar la ley, que ya está inscripta en su estructura psíquica, no es
impresindible el padre real. En suma, en el caso Juanito el padre está en la familia, es atento y
cariñoso; pero la madre no medía su palabra 'como la ley', por lo cuál no permite su función
simbólica en Juanito. En breve retomaré esta cuestión.
En el tercer y último tiempo del Complejo de Edipo es donde se realiza la inscripción de una
falta. Tener o no tener el falo. Se declina el complejo de edipo, permitiendo la exogamia con una
posición sexuada que se desenvolverá en la segunda oleada sexual.
En el siguiente esquema se observa como opera la metáfora paterna. Donde el resultado es la
inscripción de la falta en el Otro.

En el caso de Juanito la madre no cumple su modalidad mediadora de la palabra del padre.


Es decir que la madre se le presenta a Juanito en una posición ambigua: en primera instancia
aparece como madre castradora y, a su vez, permite a Juanito en su cama por las noches (para ella
no es la palabra del padre la que dicta la ley, es por ello que Lacan dice en cuanto al padre
inoperante: “lo que dice es exactamente como si tocara la flauta, quiero decir para la madre.”
(Lacan, J, 1957/8, p.199) ), provocándole angustia en un comienzo, que deviene fobia a los
caballos. Podemos rastrear cómo en la página 9 del informe clínico de Juanito se desenlaza el
complejo de castración a partir de la amenaza de la madre “Si haces eso, llamaré al doctor A, que te
corte el hace-pipí.” A la par, en la página 34 encontramos:
“Hans siempre acude temprano a nosotros, y mi esposa no puede dejar de tomarlo por
algunos minutos consigo en el lecho. Sobre eso yo siempre empiezo a ponerla en guardia, que es
mejor que no lo tome consigo” (…) “y ella replica esto y aquello, irritada tal vez: que eso es un
absurdo, que unos minutos no pueden tener importancia, etc.”. Ante tal ambigüedad y la falta de
intervención del padre real, Juanito recurre a su fobia, como una manera para que prosiga su Edipo,
lograr la operación de castración y así salir del complejo. Como aclaran Cacciari y Martinez (2011)
en El pequeño Hans y la triada paterna:
“como el Padre Real no interviene, Juanito recurrirá al artificio de la fobia para resolver
varias cuestiones: (a) hacer ingresar en la escena al caballo, como un sucedáneo del padre; (b)
transformar la angustia en “miedo al caballo”; (c) reordenar el espacio de la realidad.”

Conclusión:
El Complejo de Edipo, además de no haber sido muy bien entendido, ha sido fuertemente criticado
por cómo han sido llamado sus agentes. “Madre” “Padre”, etc. Siendo esto algo secundario y
cultural. Silvia Bleichmar (1999) ha explicado esto claramente: con el objetivo de diferenciar la
“producción psíquica” y “producción de subjetividad” utiliza al complejo de edipo para decir que su
universalidad se vale en que esta asimetría inicial, debido a la fetalización biológica, obliga que un
adulto provisto de sexualidad no sólo genital sino inconsciente, lo lleve al infans a la prematuración
psíquica a través de la parasitación simbólica y sexual que le ejerce. Es esta asimetría y el hecho de
que todas las culturas deben ejercer algún tipo de pautación que impida la apropiación del cuerpo
del niño por parte del adulto como objeto de goce. Y, en contraposición, la mamá, el papá, lo homo,
lo hétero, es cuestión antropológica, ya que lleva a una impregación de los elementos de la
constitución psíquica en el marco de aquellos de la producción subjetiva.
Referencias bibliográficas:
• Lacan, J. (1957/8) El seminario, libro 5 ”Las formaciones del inconsciente” clases 9, 10 y 11.
Paidós, Bs. As., 2003.
• Lacan, J. (1956/7) El seminario, libro 4 “La relación de objeto”. Clases 12,13,14 (puntos 2 y 3),
15 (punto 2 y 3) y 16 (puntos 2 y 3). Paidós, Bs. As., 1988 .
• Bleichmar S. (1999) Entre la producción de subjetividad y la construcción del psiquismo. Revista
del Ateneo Psicoanalítico. Nro. 2.
• Egge, Martín. (2008) El tratamiento del niño autista. Editorial Gredos, Madrid, 2008.
• Freud, S. (1931) Sobre la sexualidad femenina. O.C.XXI. Bs As, Amorrortu Editores.
• Freud, S. (1912) Tótem y Tabú. Bs As, Amorrortu Editores.
• Freud, S. (1914) Introducción al narcisimo. Bs As, Amorrortu Editores.
• Cacciari, A y Martinez, H. (2011) Juanito y la tríada paterna. (En: Revista "Perspectivas en
psicología", Año 8 N°8).

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