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El Papel de La Politica Monetaria Milton Friedman PDF
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aun suponiendo que se pudieran lograr, servirían de muy poco. La política monetaria
es condenada dos veces. La contracción, echada a andar, sobre este punto, por un
colapso de la inversión, o por una escasez de oportunidades de inversión, o por un
ahorro necio, no podía haberse parado, se dijo, mediante medidas monetarias. Pero
había una alternativa disponible: la política fiscal. El gasto del gobierno podía
completar lo que le faltaba a la insuficiente inversión privada. Las reducciones de
impuestos podían minar el ahorro necio.
Esta resucitación fue fuertemente alimentada, entre los economistas, por los
desarrollos teóricos iniciados por Haberler pero llamados con el nombre de Pigou, que
indicaban un canal (a saber, cambios en la riqueza), por medio del cual los cambios en
la cantidad real de dinero pueden afectar la demanda agregada, aunque no alteren las
tasas de interés. Estos desarrollos teóricos no minaron al argumento de Keynes contra
la potencia de las medidas monetarias ortodoxas cuando la preferencia por la liquidez
es absoluta ya que, bajo tales circunstancias, las operaciones monetarias usuales
implican, simplemente, el substituir el dinero por otros capitales, sin cambiar la
riqueza total. Pero sí mostraron como los cambios en la cantidad de dinero producido
por otras formas, podían afectar el gasto total, aun bajo tales circunstancias. Y, más
fundamentalmente, socavaron la proposición teórica clave de Keynes, es decir, que aun
en un mundo de precios flexibles, una posición de equilibrio, con empleo total, puede
no existir. De ahí que el desempleo tuvo que ser explicado, otra vez, por rigideces o
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imperfecciones y no como el resultado natural de un proceso de mercado totalmente
operativo.
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En un libro sobre el financiamiento de la prosperidad norteamericana, editado
por Paul Homan y Fritz Machlup, y publicados en 1945, Alvin Hansen dedica nueve
páginas de texto al “problema de los ahorros-inversiones”, sin tener la necesidad de
usar las palabras “tasa de interés” o algún concepto cercano. En su contribución a este
volumen, Fritz Machlup escribió “las preguntas relacionadas con la tasa de interés, y
en particular las relativas a su variación o su estabilidad, no pueden estar entre los
problemas más vitales de la economía de la posguerra pero están, ciertamente, entre
las perplejas”. EN su contribución, John H, Williams (no solamente profesor de
Harvard sino también antiguo consultor de New York Federal Reserve Bank) escribió:
“no veo ninguna posibilidad de una resucitación de un control monetario general en el
período de la posguerra”.
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la promoción del no desempleo, y la prevención de la inflación se le considera como un
objetivo continuo pero definitivamente secundario. Y hay un desacuerdo importante
acerca del criterio sobre la política, que varía desde el énfasis en las condiciones del
mercado de dinero, las tasas de interés y la cantidad de dinero, hasta la creencia de
que el estado del empleo mismo debe ser el próximo criterio de la política.
Hago notar, sin embargo, la similitud entre los puntos de vista que prevalecían
en los últimos años veinte y los que existen actualmente porque me temo que, tanto
ahora como entonces, el péndulo pudo muy bien haberse alejado demasiado y que,
ahora como entonces estamos en peligro de asignar a la política monetaria un papel
más grande los que puede llevar a cabo.
1. No puede fijar las tasas de interés más que por muy limitados períodos.
2. No puede fijar la tasa de desempleo más que por muy limitados períodos.
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reduce sus rendimientos. Durante el proceso, también aumenta la cantidad de
reservas disponibles para los bancos y, por lo tanto el monto del crédito bancario y, por
último, la cantidad total de dinero. Es por eso que los banqueros centrales, en
particular, y más abiertamente, la comunidad financiera, generalmente creen que un
aumento en la cantidad de dinero tiende a bajar las tasas de interés. Los economistas
académicos aceptan la misma conclusión pero por diferentes razones. Ellos ven en el
ojo de su mente, un cuadro por preferencia por liquidez, con un declive negativo ¿Cómo
se puede inducir a las personas a guardar cantidades más grandes de dinero?
Solamente ofreciendo tasas de interés bajas.
Hasta cierto punto, ambos tienen razón. El impacto inicial de aumentar la
cantidad de dinero a un ritmo más rápido del que ha estado aumentando, es reducir
las tasas de interés, por un tiempo, más de lo que se hubieren reducido, de otra
manera. Pero esto es solo el principio del proceso no el fin. El ritmo más rápido de
crecimiento monetario estimulará el gasto, tanto a través del impacto en inversiones
de tasas de interés de mercado más bajas, como a través del impacto en otros gastos y,
por lo tanto, precios relativos de saldos de efectivo más altos de lo deseable. Pero el
gasto de una persona es el ingreso de otra. El aumentar el ingreso aumentará el
cuadro de preferencia de liquidez y la demanda de préstamos: también puede
aumentar los precios, lo cual reducirá la cantidad real de dinero. Estos tres efectos
invertirán la presión descendente inicial sobre las tasas de interés, bastante pronto,
digamos, en algo menos que en un año. Juntos, tenderán, después de un intervalo un
poco más largo, de uno o dos años, a volver a colocar las tasas de interés en el nivel en
el cual hubieran estado, de otra manera. Ciertamente, dada l atendencia de la
economía a sobrereaccionar, muy probablemente aumentarían las tasas de interés,
temporalmente, más allá de ese nivel, poniendo en marcha un proceso cíclico de
ajustes.
Un cuarto efecto, siempre y cuando fuera operativo, irá aún más allá y
significará, definitivamente, que un ritmo más alto de expansión monetaria
corresponderá a un nivel de tasas de interés más alto, y no más bajo, que el que
hubiera prevalecido, de otra forma. Deje que el ritmo más alto de crecimiento
monetario produzca aumento de precios y dejará que el público espere que los precios
continúen subiendo. Las personas que piden prestado estarán entonces dispuestas a
pagar y los prestamistas demandarán entonces tasas de interés más altas, como lo
indicó Irving Fisher hace décadas. Este efecto de expectación de precios es lento en
desaparecer. Fisher estimó que transcurrieron varias décadas antes de llegar a un
ajuste completo y trabajos más recientes coinciden con sus estimaciones.
Estos efectos subsecuentes explican porque todos los intentos de mantener las
tasas de interés a un nivel bajo han formado a las autoridades monetarias a
comprometerse en compras de mercado abierto, sucesivamente más y más grandes.
Explican porque históricamente, las tasas de interés nominales altas y crecientes, han
sido asociadas con el rápido crecimiento de la cantidad de dinero, como en Brasil o en
Chile, o como en los Estados Unidos, en años recientes y porqué las tasas de interés
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bajas y descendentes., han sido asociadas con el crecimiento lento de la cantidad de
dinero, como en Suiza, ahora, o como en los Estados Unidos, de 1929 a 1933.
Como un asunto empírico, las tasas de interés bajas son un signo de que la
política monetaria ha sido apretada, en el sentido de que la cantidad de dinero ha
crecido lentamente; las tasas de interés altas son un signo de que la política monetaria
ha sido fácil, en el sentido de que la cantidad de dinero ha crecido rápidamente. Los
hechos más amplios de la experiencia van, precisamente, en la dirección opuesta de
aquella que la comunidad financiera y los economistas académicos han tomado
generalmente por hecho.
Paradójicamente, las autoridades monetarias podrían asegurar tasas de interés
nominal bajas pero, para ello, tendrían que empezar en lo que parece la dirección
opuesta, comprometiéndose en una política monetaria deflacionaria. Similarmente,
podrían asegurar tasas de interés nominales altas, comprometiéndose en una política
inflacionaria y aceptando un movimiento temporal de las tasas de interés, en la
dirección opuesta.
Estas consideraciones no sólo explican porque la política monetaria no puede
fijar tasas de interés; también explican porque las tasas de interés son un indicados
tan engañoso respecto a si la política monetaria es “apretada” o “fácil”. Para eso, es
mucho mejor fijarse en el ritmo de cambio de la cantidad de dinero.
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al efecto Fisher, no meramente deflación sino deflación más y más rápida, para
mantener la tasa de mercado por encima de la tasa “natural” inicial.
Este análisis tiene su contraparte cercana en el mercado de empleo. En algún
momento, hay algún nivel de desempleo, el cual tiene la propiedad de que es
consistente con el equilibrio en la estructura de las tasas de salario reales. En ese nivel
de desempleo, las tasas de salarios reales tienden, generalmente, a elevarse a un ritmo
secular “normal”, por ejemplo, a un ritmo que pueda ser mantenido indefinidamente,
siempre y cuando la formación de capital, las mejores tecnologías, etc., permanezcan
en sus tendencias a largo plazo. Un nivel más bajo de desempleo es una indicación de
que hay una demanda excesiva de mano de obra, que producirá una presión
ascendente en las tasas de salarios reales. Un nivel más alto de desempleo es una
indicación de que hay un abastecimiento excesivo de mano de obra que producirá una
presión descendente sobre las tasas de salarios reales. EN otras palabras, la “tasa
natural de desempleo” es el nivel que sería pulverizado por el sistema Walrasiano de
ecuaciones de equilibrio generales, siempre y cuando existan, en ellas mismas, las
características estructurales reales de los mercados de mano de obra y de mercancías,
incluyendo las imperfecciones del mercado, la variabilidad estocástica en demandas y
abastecimientos, el costo de recoger información acerca de las vacantes de trabajo y de
la disponibilidad de mano de obra, los costos de movilidad, etc.
Usted reconocerá la cercana similitud entre esta exposición y la famosa curva
Phillips. Esta similitud no es una coincidencia. de la relación entre el desempleo y el
cambio de salarios, es merecidamente celebrado como una contribución importante y
original. Pero, desgraciadamente, contiene un defecto básico: la falla de distinguir
entre los salarios nominales y los salarios reales, igual que el análisis de Wicksell falló
en distinguir entre las tasas de interés nominales y las tasas de interés reales.
Implícitamente, Phillips escribió su artículo para un mundo en el cual todos
anticipaban que los precios nominales serían estables y en el cual esa anticipación
permanecía inmovible e inmutable, pasara lo que pasara a los precios y a los salarios
reales. Suponga usted en contraste, que todo el mundo espera que los precios
aumentaran a un ritmo de más de 75% al año como, por ejemplo, ocurrió en Brasil
hace unos pocos años. En ese caso, los salarios deben aumentar a ese ritmo
simplemente para mantener los salarios reales sin cambio. Un abastecimiento de
manos de obra será reflejado en un aumento menos rápido en los salarios nominales,
que en los precios anticipados y no en un declive absoluto de los salarios. Cuando
Brasil llevó a cabo una política para bajar el ritmo del aumento de precios y tuvo éxito
en bajar el aumento de precios a aproximadamente 45% al año, hubo un aumento
inicial rápido en el desempleo, debido a que, bajo la influencia de las anticipaciones
anteriores, los salarios estuvieron subiendo a un paso más alto que el nuevo ritmo de
aumento de precios, aunque más bajo que antes. Este es el resultado experimentado y
que se debe esperar, de todos los intentos para reducir la tasa de inflación por debajo
de aquella que se había anticipado ampliamente. Para evitar mal entendidos,
permítame en hacer énfasis en que al usar el término de ritmo “natural” de desempleo
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no quiero sugerir que sea inmutable e incambiable. Por el contrario, muchas de las
características del mercado que determinan su nivel son hechas por el hombre y por
las políticas. En los Estados Unidos, por ejemplo, las tasas de salario mínimo legal, así
como los decretos Walsh-Heali y Davis-Bacon y la fuerza de los sindicatos de trabajos,
hacen que la tasa natural de desempleo sea más alta de lo que sería de otra manera.
Las mejoras en los canjes de empleos, en la disponibilidad de información acerca de
vacantes de trabajo y de abastecimiento de mano de obra, etc., tenderían a bajar la
tasa natural de desempleo. Uso el término natural, por la misma razón que lo usó
Wicksell, o sea, para tratar de separar las fuerzas reales de las fuerzas monetarias.
Asumamos que las autoridades monetarias tratan de fijar la tasa de desempleo
del “mercado” a un nivel por debajo de la tasa “natural”. Para efectos de exactitud,
supongamos que se requiere un 3% como blanco de la tasa y que la tasa “natural” es
más alta que el 3%. Supongamos también, que comenzamos en un período en que los
precios han sido estables y que el desempleo es más alto del 3%. De acuerdo a eso las
autoridades aumentan la tasa del crecimiento monetario. Esto será expansionario.
Aumentando los saldos de efectivo nominales, más de lo que el público lo desea, se
tenderá, inicialmente, a bajar las tasas de interés y, de esta y de otras formas, a
estimular el gasto. El ingreso y el gasto comenzarán a subir.
Para empezar, mucho, o la mayoría, del aumento del ingreso tomará la forma
de un aumento en la producción y en el empleo, más que en los precios. El público ha
estado esperando que los precios sean estables y los precios y los salarios han sido
fijados sobre estas bases, para dentro de algún tiempo. A las personas les toma tiempo
ajustarse a un nuevo estado de demanda. Los productores tenderán a reaccionar a la
expansión inicial de la demanda agregada, aumentando la producción, los empleados,
trabajando más horas y los desempleados, tomando empleos ofrecidos ahora a los
salarios nominales anteriores. Hasta aquí esto es una doctrina bastante aceptada.
Pero todo esto describe los efectos iniciales. Debido a que los precios de venta de
los productos responden típicamente a un aumento no anticipado en la demanda
nominal, más rápido que los precios de los factores de producción, los salarios reales
recibidos han bajado, aunque los salarios reales anticipados por los empleados
subieron, ya que los empleados implícitamente evaluaron los salarios ofrecidos al nivel
de precios anterior. Ciertamente, la caída simultánea expost en los salarios reales,
para los patrones, y el aumento exante, en los salarios reales, para los empleados es lo
que permitió que aumentara el empleo. El declive expost en los salarios reales pronto
afectará a las anticipaciones. Los empleados empezarán a calcular aumento de precios
en las cosas que compran y pedirán salarios nominales más altos para el futuro. El
desempleo del “mercado” está por debajo del “natural”. Hay una demanda excesiva de
mano de obra, por lo que los salarios reales tenderán a subir hacia su nivel inicial.
Aunque el ritmo más alto de crecimiento monetario continúe, el aumento en los
salarios reales invertirá el declive del desempleo y luego conducirá a un aumento, lo
cual tenderá a regresar al desempleo a su nivel anterior. Para mantener el desempleo
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en su nivel previsto de 3%, las autoridades monetarias tendrían que aumentar el
crecimiento monetario todavía más. Como en el caso de la tasa de interés, la tasa del
“mercado” puede ser mantenida por debajo de la tasa “natural” solamente por medio
de la inflación. E, igualmente, como en el caso de la tasa de interés, solamente
acelerando la inflación. Inversamente, dejen que las autoridades monetarias escojan
un blanco para la tasa de desempleo que sea mayor que la tasa “natural” y ello
producirá una deflación y, además, acelerada.
¿Pero cuánto tiempo es, dirá usted, lo “temporal”? Para las tasas de interés
tenemos alguna evidencia sistemática respecto a cuánto tiempo toma cada uno de los
diversos efectos para desarrollarse. Para las tasas de desempleo no tenemos
evidencias. A lo más, puedo aventurar un juicio personal, basado en un examen de la
evidencia histórica, en donde los efectos iniciales de una tasa de inflación más alta y
no anticipada, duran aproximadamente de dos a cinco años, en donde este efecto
inicial empieza luego a invertirse y en donde un ajuste total a la nueva tasa de
inflación toma más o menos el mismo tiempo para el empleo, que para las tasas de
intereses o sea, digamos, un par de décadas. Tanto para las tasas de interés como para
el empleo, permítanme agregar una calificación. Estas estimaciones son para cambios
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en la tasa de inflación del orden de la magnitud que ha sido experimentada en los
Estados Unidos. Para cambios mucho más grandes, como los que ha habido en países
sudamericanos, el proceso de ajuste total se apresura mucho más.
Para expresar la conclusión general de una manera aún más distinta, las
autoridades monetarias controlan las cantidades nominales: directamente, la cantidad
de sus propias responsabilidades. En principio, pueden usar este control para fijar una
cantidad nominal (una tasa de cambio, el nivel de precios, el nivel del ingreso nacional,
la cantidad de dinero por una o por otra definición). No pueden usar su control sobre
cantidades nominales para fijar una cantidad real: la tasa real de interés, la tasa de
desempleo, el nivel del ingreso nacional real, la cantidad real de dinero, el ritmo de
crecimiento del ingreso nacional real o el ritmo de crecimiento de la cantidad real de
dinero.
Pero el dinero tiene una característica que estas otras máquinas no comparten.
Debido a que es tan penetrante, cuando se descompone, lanza una llave inglesa a la
operación de todas las máquinas. La Gran Contracción es el ejemplo más dramático
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pero no el único. De las contracciones principales habidas en este país, una sí y otra no
han sido producidas, ya sea por desórdenes monetarios o, cuando menos, muy
exacerbadas por desórdenes monetarios. Todas las inflaciones principales han sido
producidas por expansión monetaria, casi siempre para hacer frente a las demandas
de guerra prevalecientes, las cuales han forzado la creación de dinero para
suplementar impuestos explícitos.
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conocida, en el futuro y, preferentemente, que será altamente estable. Bajo cualquier
arreglo institucional concebible y, ciertamente, bajo los arreglos que prevalecen
actualmente en los Estados Unidos de Norteamérica, hay solamente una cantidad
limitada de flexibilidad en los precios y en los salarios. Necesitamos conservar esta
flexibilidad con objeto de lograr cambios en los precios y salarios relativos que se
necesitan para ajustarse a cambios dinámicos en gustos y tecnología. No debemos
disiparla, simplemente para lograr cambios en el nivel absoluto de precios que no
sirven para ninguna función económica.
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tiempos de guerra a la producción de tiempos de paz, la política monetaria puede
suavizar la trasmisión mediante un ritmo de crecimiento monetario más alto de lo que
sería deseable, de otra manera, aunque la experiencia no es muy alentadora en el
sentido de que lo pueda lograr, sin ir demasiado lejos.
¿Cómo debe ser manejada la política monetaria para construir nuestras metas,
como está capacitada para hacerlo?. Está claro que ésta no es la ocasión para
presentar un "Programa para Estabilidad Monetaria" detallado, para usar el título de
un libro en el cual traté de exponerlo. Aquí, me restringiré a dos requisitos principales
para política monetaria que son continuación, bastante directa, de la discusión
precedente.
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Para los Estados Unidos, en particular, las tasas de cambio son una de guía
indeseable. Valdría la pena que mejore el grueso de la economía se ajustará al pequeño
porcentaje consistente en mercado exterior, si esto garantizará el liberarse de la
irresponsabilidad monetaria, como ocurriría, bajo un estándar de oro real. Pero
escasamente valdría la pena hacerlo, simplemente para adaptarse al promedio de las
diversas políticas que las autoridades monetarias adoptarán en el resto del mundo.
Sería mejor dejar que el mercado ajustará las condiciones del mundo, a través de tasas
de cambio flotante es, el aproximadamente 5% de nuestros recursos dedicados al
comercio internacional, reservando la política monetaria para promover el uso efectivo
del 95%.
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lejos…, la política correcta para la Reserva Federal era volver atrás a finales de 1966.
Pero nuevamente fue demasiado y lejos pues no sólo restableció sino que superó la
antes excesiva tasa de crecimiento del dinero. Y este episodio no es excepción, una y
otra vez ha sido ese el curso seguido, como en 1919 y 1920, en 1937 y 1938, en 1953 y
1954, en 1959 y 1960.
Mi propia receta sigue siendo que las autoridades monetarias hagan todo lo
posible para evitar tales cambios, adoptando públicamente la política de lograr un
ritmo de crecimiento estable en un total monetario especificado. El ritmo de
crecimiento preciso, al igual que el total monetario preciso, es menos importante que la
adopción de algún ritmo establecido y conocido. Yo mismo he clamado por un ritmo que
logrará, en promedio, una estabilidad aproximada en el nivel de precios de los
productos finales, lo que he estimado que requeriría un ritmo de crecimiento de
moneda de algo así como 3 a 5% por año, más todos los depósitos bancarios
comerciales, o bien, un ritmo decrecimiento de moneda ligeramente más bajo, más
depósitos de demanda solamente. Pero sería mejor tener un ritmo fijo que produjera,
en promedio, una inflación moderada o una deflación moderada, mientras fuera
estable, que sufren las amplias y erráticas perturbaciones que hemos experimentado.
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requiriendo cambios y ajustes y disturbando el tenor uniforme de nuestras fórmulas.
Pero el crecimiento monetario estable proporcionaría un clima monetario favorable a
la operación y efectiva de esas fuerzas básicas de empresa, ingenuidad, invención,
trabajo arduo y ahorro que son los verdaderos resortes del crecimiento económico. Esto
es lo máximo que podemos pedirle a la política monetaria en nuestro estado actual de
conocimientos. Pero ese tanto, y es bastante, está claramente a nuestro alcance.
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