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LA ECONOMÍA
POSTKEYNESIANA
UN A N TID O TO
DEL PENSAMIENTO ÚNICO
Icaria § Antrazyt
E C O N O M ÍA
N o ia del tra d u c to r
Por otra parte, con permiso del autor, se han incorporado al texto algunas indicacio
nes escuetas a fin de ofrecer un plus de información sobre autores, términos o concep-
tos. Estos añadidos se presentan dencro de paréntesis angulados (< >).
© Marc l_avoie
© De esta edición
Icaria editorial, s.a.
Ausiás Marc, 16, 3o 2o I 08010 Barcelona
www.icariaeditorial.com
ISBN: 84-7426-785-4
Depósito legal: B-2 3.834-2005
In tr o d u c c ió n 7
I. La h e te ro d o x ia p o s tk e y n e sia n a L1
II. U n a m ic r o e c o n o m ía heterodox a 35
V I. C o n c lu s ió n general 131
9
tipos de interés; la flexibilidad de los precios no lleva necesariamente
a una economía hacia el equilibrio ó p tim o .
A m enudo se considera la econom ía tradicional com o una cien
cia lúgubre («dism al Science»), dado que postula que una sociedad
debe sufrir, ser ausrera y librarse a un competencia desenfrenada para
alcanzar el superbíenestar. La teoría postkeynesiana ofrece un m en
saje diferente, más cautivador: es la cooperación, y no la com peti
ción o las relaciones conflictivas, lo que puede llevar a resultados
m ucho mejores; y la escasez es, en cierta m edida, una construcción
intelectual que puede ser sorteada y superada (VENTELOU, 2001).
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I. LA H E T E R O D O X IA P O S T K E Y N E S IA N A
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C o m o indica su nombre, los postkeynesianos se inspiran en los
trabajos de John Maynard Keynes, el famoso economista de la un i
versidad de Cambridge, en Inglaterra. Se dice a veces que su obra
más conocida, publicada en 1936, Teoría general de la ocupación, el
interés y el dinero, dio origen a la teoría macroeconómica, Pero este
libro tam bién ha suscitado diversas interpretaciones divergentes
(COMEEMALE, 2003). Los economistas postkeynesianos proponen
una interpretación diferente de la que plantearon los economistas de
la «síntesis neoclásica», como Paul Samuelson o Jam esT o bin , igual
que difiere también del punto de vista de los «nuevos keynesianos»
(neoclásicos) como Gregory M ankiw o Joseph Stiglitz.
Los postkeynesianos modernos se inspiran principalmente en los
trabajos y métodos desplegados por los economistas que se codeaban
con Keynes en la época en que estaba escribiendo su Teoría general en
la universidad de Cambridge, com o Roy Harrod o Joan Robinson, o
que han contribuido a la formación de lo que se llam ó la «escuela de
Cambridge» en los años cincuenta y sesenta, como Nicholas Kaldor,
M ichal Kalecki y Piero Sraffa. Los postkeynesianos, como los regula-
cionistas (cuyas fuentes son a la postre bastante cercanas [BOYER,
19871), también están estrechamente relacionados con los economistas
institucionalistas, en especial con los que se han inspirado en las ideas
deThorstein Veblen o de John Kenneth Galbraith. También conec
tan con los estudios sobre el com portam iento empresarial dados a
conocer en 1936 por el «Oxford Economisis’ Research G roup». Pero
los economistas postkeynesianos, como Keynes, se interesan sobre
todo por los asuntos macroeconómicos.
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Gráfico 1. Filiación de las escuelas en macroeconomía
S8
r,g .-nj h-1
Walras
Marshall
13
LO S P O S I K E Y N E S IA N O S EN G R A N B R E T A Ñ A
La escuela de C am bridge
Harrod, Kalecki, Sraffa, Robinson, que se convirtió después en un es
Kahn, Kaldor, Pasinetti: todos es trecho colaborador de Joan R o bin
tos economistas están asociados a son, Harrod había comentado cada
la escuela de Cambridge, aunque los capítulo de la General Thtory d u
dos primeros no hayan trabajado rante la redacción de esta obra por
nunca en la universidad de C a m Keynes. Harrod se destacó por sus
bridge, sino en la universidad de trabajos innovadores, de 1939,
Oxford. Ames del hundim iento del sobre dinámica económica, en es
Imperio Británico y de que las un i pecial, gracias a su principio de la
versidades estadounidenses im pu inestabilidad dinám ica y a su con
sieran su hegemonía, esta escuela cepción del progreso técnico, no
gozaba de una influencia muy con ciones que luego se encuentran en
siderable en todo el m undo y cons R o bin so n , Kaldor y Kalecki, así
tituía un enclave destacado de pen com o en los autores postkeyne-
samiento heterodoxo. Hoy en día, sianos en general. También partici
solamente sus Escuelas («colleges») pó en los estudios de Oxford sobre
y el D epartam ento de economía el com portam iento de las empre
aplicada conservan ciertas tradicio sas, estudios que llevaron a poner
nes críticas. El Departam ento de en cuestión la teoría microeconó-
economía de Cambridge es comple mica dominante.
tamente neoclásico, hasta tal pu n Joan R o bin so n alcanzó fama,
to que los estudiantes de doctorado ante todo, por su trabajo de 1933
firmaron no hace mucho una peti sobre la competencia imperfecta,
ción similar a la de los estudiantes estudio elogiado por los economis
franceses de las Escuelas normales tas neoclásicos, pero que ella ulte
superiores, en la que reclamaban riormente desacreditó. Economis
más pluralismo en Ja enseñanza de ta muy prolífica, tiene como obra
la economía (FULLBROOK, 2003, cumbre La acumulación de capital
36). (1956), en la que aborda, a la vez,
la elección de técnicas, problemas
Los fundadores: escueta m onetarios y cuestiones de dis
presentación tribución, junto con los obstáculos
Roy Harrod fue el primer biógrafo para crecer a una tasa sostenida y
de Keynes. Igual que Richard Kahn, sin paro. Se trata de una obra clást-
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ca, igual que la Teoría general de pios neoclásicos. Kalecki era un eco-
Keynes, aunque a veces resulca de nómetra y en sus primeros trabajos
difícil lectura. Robinson, con Sraffa, se ocupó de los ciclos económicos,
dio la señal de partida de las «con de manera que los primeros mode
troversias deCam bridge sobre el ca los econométricos keynesianos se
pital» al poner en cuestión la con inspiraron en gran medida en sus
cepción neoclásica del capital y de planteamientos.
la distribución. Piero Sraffa también inm igró a
Nicholas Kaldor ha sido, junco Inglaterra, en 1927, procedente de
con Robinson, el principal ariete de Italia. Sraffa se dio a conocer por su
la revolución cambridgiana. De ori crítica a la teoría marshalliana de la
gen húngaro, llegó a Inglaterra en oferta en situación de competencia
1927. Las ideas de Kaldor estaban pura. Poco amante de impartir cur
en permanenteevolución. Ha hecho sos, Sraffa recibió el encargo de edi
aportaciones novedosas en muchos tar las obras completas de David R i
campos, examinando las teorías de cardo. Al m ism o tiempo, intentaba
la especulación, de los equilibrios resolver algunos problemas plantea
múltiples y de los encadenamientos dos por Ricardo (lo que explica que
virtuosos, y elaborando una m u lti se hable de teoría sraffiana o neorri-
tud de modelos de crecimiento o cardiana), en particular el famoso
de desarrollo. Asimismo, ha reali problema de la medida invariable
zado numerosos trabajos en el te del vaJor, asunto vinculado a la de
rreno monetario y fiscal. A unque terminación de los precios relativos
nunca intentó sintetizar sus escri en un m u n do en el que la produc
tos, sus trabajos teóricos y empíri- ción de mercancías se lleva a cabo
eos hoy son fuente de inspiración mediante un proceso circular. Este
para muchos investigadores. proyecto se consumó en 1960, con
M ichal Kalccki era un econo la publicación del libro Producción
mista polaco. Vivió en Inglaterra de mercancías por medio de mercan
entre 1936 y 1946, y allí entabló cías (1960), obra breve que Sraffa
una sólida amistad con Joan R o bin caracterizó como el preludio a una
son, Muchos economistas le atri bu- crítica de la economía neoclásica.
yen la verdadera paternidad del Atraídos por su prestigio, muchos
principio de la demanda efectiva. economistas italianos iránaestudiar
Además, a diferencia de Keynes, los a Cambridge, siendo los más cono
fundamentos microeconómicos de cidos PierangeloGaregnani (1990)
las teorías m acroeconóm icas de y Luigi Pasinetti (1993), cuyos res
Kalecki estaban exentos de princi pectivos estudios sobre la teoría del
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capital y sobre el crecimiento sec ta nuestros días, y King (1995b)
torial con tasas desiguales han mar ofrece una bibliografía exhaustiva.
cado una nueva etapa, por lo que a Además de la guía de H olt y
veces se habla de la escuela italo- Pressman (2001) y de los dicciona
cambridgiana. rios postkeynesianos de King (2003)
Para tener más información so y de Arestis y Sawyer (1994), existen
bre estos autores, o sobre los auto diferentes manuales de teoría posc-
res heterodoxos en general, véanse keynesiana, entre los que destacan
Arestis y Sawyer (2002) o Baslé et (en orden de dificultad creciente):
al. (1988). King (2002) expone la Reynolds (1987), Arestis (1992),
historia de los postkeynesianos has Lavoie (1992) y Eichner (1987).
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una racionalidad procedimcncal y una economía centrada en Ja pro
ducción. Escás distinciones no son nada arbitrarias; han sido recalca
das, de manera casi idéntica, por diversos autores heterodoxos (LAVOIE,
1992b). Más abajo abordaremos el rasgo político.
Paradigma
Presupuestos Escuelas heterodoxas Escuela neoclásica
Epistemología Realismo Instrumentalismo
Ontología Globalismo Individualismo
Racionalidad Racionalidad razonable Hiperracíonalidad
Núcleo analítico Producción, crecimiento Intercambio, escasez
Estrategia politica Intervención estatal Libre mercado
H o iis m o e in d iv id u a lis m o m e to d o ló g ic o
E n el corazón de la teoría neoclásica se encuentra el in d iv id u o , el
agente e con óm ico. Eso ya era o bvio en la teoría walrasiana del e qui
librio general, pero todavía es más p alm ario en la reconstrucción de
la nueva m acroeconom ía. Ésta requiere unas bases m icroeconóm icas
fundadas en u n agente representativo, a la vez c o n s u m id o r y p ro d u c
tor, que m ax im iza una d eterm in ad a fu n c ió n con determ inadas res
tricciones. Las instituciones, com o los bancos o las empresas, n o ha
cen sino enmascarar las preferencias de los in d iv id u o s, que son unos
seres atom izados, Eso dice, en sustancia, la tesis del in d iv id u a lis m o
m e todológico.
E n las teorías heterodoxas el in d iv id u o es u n ser social, podero
samente in flu id o por el e n torno, las clases sociales y la cultura que le
ha im preg nado . Las decisiones m icroeconóm icas de los in d iv id u o s
pueden dar lugar a paradojas m acroeconóm icas, c o m o es el caso de
la famosa paradoja del ahorro. Las instituciones tienen vida propia,
n o son tan sólo la em a n a c ión de los deseos de los in d iv id uo s que las
fo rm an, sino que tienen sus propios objetivos. El todo no es ú n ic a
m e nte la sum a de las partes. El organicism o o el ho iism o , o al menos
u n a c o n c e p c ió n m o d e ra d a d e estos p r in c ip io s , rein a entre los
heterodoxos. Las nuevas m atem áticas de la d in á m ic a caótica, apoya
das sobre n o linealidades y atractores extraños, h a n d ado un nuevo
im p u ls o a esta visión, puesto que im p o n e n u n acercam iento que sólo
puede llevarse a cabo en un plano global.
Las instituciones no son co ntem plad as c o m o im perfecciones,
sino m ás bien c o m o organizaciones qu e apo rtan un a fo rm a de esta
b ilid a d al sistema e co n ó m ic o . Relaciones de poder, asimetrías y re
laciones de fuerza son colocadas en p rim e r pian o. Eso pro m ue ve el
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estudio de la d is trib u c ió n de la renca entre las diversas clases sociales
o entre las diversas entidades que gozan de posiciones privilegiadas
c o m o los bancos o las grandes empresas, así c o m o el análisis de las
conexiones entre sectores y de las constricciones mesoeconóm icas.
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Producción y escasez
La definición tradicional de lo económ ico, inspirada en Lionel
Robbins, describe la economía com o la ciencia de la asignación ó p ti
ma de los recursos escasos. Esta definición no es aplicable más que a
la escuela neoclásica.
En la teoría neoclásica la escasez regula el com portam iento de la
economía. Todo lo que es importante es necesariamente escaso y tie
ne un coste de oportunidad. Los precios son índices de escasez. La
teoría neoclásica está construida sobre la base de una economía de
intercambio. Las hipótesis auxiliares que se presencan en los modelos
de producción sofisticados no sirven más que para preservar las con
diciones y los resultados del intercambio puro. Los productores ac
túan en una economía de intercambio glorificada, y no están ahí más
que para llevar a cabo operaciones de arbitraje.
En el campo de los autores heterodoxos es la noción de repro-
ducción la idea dom inante, y no la noción de escasez. Lo que pre
ocupa a los heterodoxos es cóm o crear recursos e incrementar la pro
ducción y la riqueza, como ya planteaban los grandes economistas
clásicos, como A dam Smith o Karl Marx, Las cuestiones esenciales
tienen que ver con la génesis de un excedente y con las causas del
crecimiento de la ocupación, la producción y el progreso técnico que
dan como resultado el alza del nivel de vida, cuestiones a veces abor
dadas por los teóricos neoclásicos del crecimiento endógeno. D ado
que no se postula el pleno empleo de los recursos, es obvio que resul
ta secundario el tema de su asignación, así que prima la cuestión del
grado de utilización. Lo usual es que la economía se encuentre en el
interior de la frontera de las posibilidades de producción, y esta mis
ma frontera puede ser desplazada. N o siempre es necesario realizar
elecciones dolorosas. Mas incluso si se alcanza el pleno empleo de los
recursos y de la mano de obra, los postkeynesianos sostienen que
habrá innovaciones que moverán esta barrera natural. El problema
económico no es asignar los recursos escasos, sino más bien superar
la escasez cuando existe.
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construyen modelos que demuestran que las economías capitalistas
basadas en un sistema de precios pueden desembocar en inestabili
dades o producir resultados subóptimos, hay que reconocer que la
mayoría de ellos tienen un prejuicio favorable con respecto a los
mecanismos del mercado, la libre empresa y el laissez-faire. Si fuera
verdaderamente posible eliminar las imperfecciones que entorpecen
la libre competencia o la circulación de una información perfecta, la
perfecta flexibilidad de los precios perm itida llegar al mejor de Jos
m undos. En el plano práctico, eso se traduce en la tesis según la cual
una intervención del Estado puede a veces ser necesaria a corto pla
zo, pero a largo plazo el ideal sería un m ínim o de intervención o de
legislación reguladora. El Estado es percibido como una fuente de
ineficiencias.
A esta confianza de los neoclásicos en los mecanismos de merca
do y de la mano invisible se contrapone la desconfianza de los eco
nomistas heterodoxos. Éstos, con énfasis diversos, ponen en cues
tión a la vez la eficacia y la equidad de los mecanismos de mercado,
cuando existen de verdad. La iniquidad de los mercados es subraya
da sobre todo por los economistas sociales, hum anistas y a n ti
utilitaristas. Por otra parte, los mercados no pueden ser abandona
dos a su suerte, pues no pueden autorregularse, como se vio en 2002
en el caso de fraudes financieros colosales de grandes empresas como
Enron o W orídcom . El mercado, m uy en especial el sistema finan
ciero, debe ser vigilado y regulado por el Estado, al igual que debe
ser protegida por el Estado la propiedad privada que está en la base
del sistema capitalista.
Según los economistas heterodoxos, la competencia pura, favo
rable para todos, no es más que una situación transitoria. La compe
tición exacerbada lleva rápidamente a la constitución de oligopolios
o monopolios. Los gobiernos tienen que intervenir o tomar posicio
nes en la arena de la economía privada, pues en caso contrario la
economía se vería abocada a una inestabilidad demasiado grande y a
un enorme despilfarro de recursos. El Estado tiene que gestionar el
mercado, al igual que debe gestionar la demanda global.
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Los elementos postkeynesianos esenciales
Las principales corrientes del pensam iento heterodoxo com parten los
presupuestos indicados más arriba. Ahora bien, ¿cuáles son los ras
gos que d isting ue n la escuela postkeynesiana de otros enfoques
heterodoxos?
Siete son las características que parecen peculiares de la corrien
te postkeynesiana, al menos si dam os crédito a las panorám icas de
esta escuela (ElCHN ER y KREGEL, 1975; AREST1S, 1996; PALLEY,
1996), Las dos primeras son tal vez las esenciales: a saber, el prin ci
pio de la dem anda efectiva y la consideración del tiem po histórico.
Estos dos elementos están presentes en todas las variantes de la es
cuela postkeynesiana. Las cinco restantes son rasgos auxiliares que
em anan de los dos elementos esenciales antedichos o de los presu
puestos heterodoxos. N o todos los postkeynesianos atribuyen a esos
rasgos la m ism a im portancia, y otras escuelas los adoptan en todo o
en parte.
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de las fluctuaciones de la casa de paro efectiva. En el m odelo decre
cim ie n to de Solow el crecim iento a largo plazo está lim itado por la
tasa de crecim iento de la población activa y la tasa de progreso téc
nico, que se postulan com o variables exógenas. E n los modelos de
crecim iento marxistas, la tasa de crecim iento de largo plazo está de
term inada por la tasa de ahorro sobre los beneficios y por el tipo de
beneficio norm al, siendo una y otra variables fijadas por el lado de
la oferta.
Lo que caracteriza a los economisras postkeynesianos es el recha
zo a creer que los factores del lado de la oferta puedan constituir una
restricción ni siquiera a largo plazo. Para los postkeynesianos el prin
cipio de la dem anda efectiva se aplica en todas las escaías temporales»
dado que la inversión determina causalmente el ahorro. Así pues, exis
ten infinid ad de equilibrios posibles de largo plazo, que dependen de
las restricciones impuestas por la dem anda y de las instituciones en
presencia. Al final, los factores del lado de la oferta van a ajustarse.
El tiem po histórico d in ám ic o
A m e n ud o, los postkeynesianos plantean la dico to m ía entre «tiem po
histórico» y «tiem po lógico»», una distinción que se remonta a tos
escritos de Joan R o binso n (1984). El tiem po lógico es el que subyace
en el estudio de los puntos de equilibrio, cuando u n o no se plantea
c óm o se alcanzan estas situaciones. Se m odifica un parámetro, se
desplaza una curva de oferta o de dem anda, se descubre una nueva
intersección, se la bautiza con la expresión de «nuevo equilibrio» y se
com paran sus propiedades con las de Ja intersección previa. Sin pro
blemas se podría rehacer el cam ino al revés. F,¡ tiem po carece de espe-
sor. El cóm o del tránsito de un pu n to de intersección a otro se deja a
oscuras.
Pero si tratamos con el tiem po histórico resulta que el tiem po no
es reversible. Puede ser extremadamente costoso y difícil darle la vuelta
a un a decisión ya ejecutada. Este es el caso, sobre todo, de las inver
siones en nuevos equipam ientos, que son costes fijos. La verdadera
escasez es la del tiem po.
Según los postkeynesianos, tiene una im portancia prim ordial la
ruta que se tom a después de cualquier cam bio, puesto que la tenden
cia a largo plazo no es más que el resultado de u n a sucesión de perío
dos cortos (KALECKI, 1971 ,1 65 ). C o m o han dicho H aievi y Kriesler
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Tabla 2. Elementos postkeynesianos significativos,
a parte de los presupuestos heterodoxos
Elementos esenciales
El principio de la Los efectos de la demanda predominan sobre
demanda efectiva los de Ja oferta, tanto a corto como a largo
plazo: es la inversión lo que determina el
ahorro, y no al revés.
El tiempo histórico Es preciso analizar la transición de un punto a
y dinámico otro y reconocer que las condiciones de la
transición pueden afectar al equilibrio final.
Elementos auxiliares
Los efectos nefastos Debido a los efectos sobre los ingresos, la
de la flexibilidad flexibilidad de los precios puede empeorar la
de los precios situación que se supone tendría que corregir.
La economía Los modelos deben tener en cuenta el hecho
monetaria de la de que Eos contratos son pactados en unidades
producción monetarias, que las empresas tienen deudas y
que las familias poseen activos, todo lo cual
impone determinadas restricciones financieras.
La incertidumbre El futuro es necesariamente diferente del
fu nd amen cal pasado; el futuro es imprevisible, pues las
decisiones actuales van modificando su
configuración.
Una microeconomía Esta microeconomía se apoya sobre unas
moderna y pertinente elecciones de carácter lexicográfico y sobre
unas curvas de costes en forma de L invertida
(véase capiculo 11).
El pluralismo de las La realidad es multiforme, lo que justifica la
teorías y de los presencia de variados métodos y ia existencia de
métodos. una multitud de teorías aparentemente rivales.
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equilibrio, esto es, sin que haya dependencia en relación con la ruta
seguida». Ahora bien, en general, según los postkeynesianos, no existen
equilibrios de largo plazo independientes de la trayectoria seguida
durante la transición.
Los postkeynesianos ponen en primer plano la necesidad de cons-
truir modelos dinámicos que tengan en cuenta la evolución en el
tiem po de Jos stocks de activos físicos o de riqueza financiera, y que
puedan explicar las recomposiciones de la estructura productiva. He
aquí el tiem po dinámico.
Keynes y buen núm ero de autores postkeynesianos, com o KaJdor
o Hym an Minsky, plantearon hace tiempo que el equilibrio que po
día alcanzarse no era independiente de La ruta tomada. Estas ideas,
antaño juzgadas poco idóneas para la formalización, se encuentran
ahora en el centro de los últimos desarrollos matemáticos no lineales
construidos en torno a las nociones de histéresis, de dependencia del
cam ino adoptado, de la irreversibilidad y de los efectos de «bloqueo»
(« iock-in »), com o es el caso de la adopción del teclado QWERTY. Es
tos conceptos im plican m uy a m enudo la existencia de equilibrios
múltiples. Sin duda, los postkeynesianos no tienen la exclusiva de
estas nociones, pero conviene resaltar que se hallan intrínsecamente
ligadas a su visión de cóm o funciona la economía.
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que los autores neoclásicos afirm an que la caída de los salarios n o
minales y reales contribuye a enderezar la econom ía hacia el pleno
em pleo, los postkeynesianos piensan, por el contrario, que la flexi
b ilid ad de los salarios nom inales y los salarios reales va a empeorar la
situación, dado que va a reducir la dem anda efectiva al d is m in u ir el
poder de com pra de los trabajadores y al aum entar la carga de las
deudas de los empresarios.
Dichas deudas constituyen una característica ineludible de las
economías monetarias de producción. Las economías modernas se
apoyan en la existencia de contratos estipulados en unidades m o ne
tarias corrientes, com o dólares o euros, y no en unidades de produc
to. Las familias no poseen directamente los activos físicos utilizados
por las empresas; conservan más bien activos financieros, y su mayor
o m enor disposición a renunciar a los activos menos líquidos puede
provocar crisis.
El m otor de la econom ía postkeynesiana es el gasto en inversión.
Este gasto es decidido por los empresarios, con independencia de las
decisiones de ahorro de las familias. El papel de los bancos es prim o r
dial, pues son ellos quienes sum inistran los adelanros requeridos por
las empresas para llevar a cabo la producción. Los postkeynesianos
o pin an que el sistema bancario concede créditos a todos los empresa
rios potenciales con solvencia. Esca reputación de solvencia depende
sobre todo del grado de endeudam iento de la empresa. Ése es el p rin
cipio del riesgo creciente de Kalecki, cuya incidencia es considerable.
La cuantía de los créditos y su coste en intereses variarán según la
economía se halle en expansión o en recesión. Eso se plasma en la
preferencia por la liquidez de los bancos.
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El concepto de incertidum bre radical se halla obviamente vin c u
lado a las nociones de tiem po histórico y de una racionalidad razona
ble, ligada a u n conocim iento lim itado. En el tiem po histórico el
futuro no puede ser igual al presente o al pasado. En términos técni
cos tom ados de la física, el m u n d o es no ergódico. lo que significa que
las medias y las fluctuaciones observadas en el pasado no se repetirán
de manera idéntica para cada lapso temporal (DAVIDSON, 1988).
Cada decisión crucial, según la definición forjada por G . L. S. Shackle,
destruye los procesos ergódicos que pudieran haber existido hasta el
m o m e n to en que se adoptó dicha decisión.
El rasgo de no ergodicidad relativiza las previsiones que pudieran
derivarse de los análisis estadísticos o de los estudios econométricos.
O sea, es poco verosímil que las regularidades observadas se repitan
en el futuro.
Los economistas postkeynesianos más fundamentaüstas, com o,
por ejem plo, Davidson y Minsky, opinan que la incertidum bre radi
cal pone en cuestión toda la teoría neoclásica. En efecto, a pesar de
que la incertidum bre radical sea omnipresente, los autores neoclásicos
hacen co m o si no existiera y c o ntin úan echando m ano del cálculo de
probabilidades. Si no lo hicieran, com o ha planteado sin rodeos un
autor galardonado con el premio N obel, R o b e n Lucas, el razona
m iento económ ico neoclásico n o tendría n in g ú n valor (citado en
ARENA y T o r r e , 1992, 15). Parece adecuada la réplica de Davidson
(1984, 572) de que ¡más vale estar aproximadam ente en lo cierro
que no incurrir en falsedad con precisión!
Algunos creen que la noción de incertidum bre roza el nihilism o,
si se afirma, por ejem plo, que, puesto que el futuro no puede ser
idéntico al pasado, es imposible saber si tal o cual política económica
tendrá los efectos previstos. U n p u n to de vista contrario estriba en
afirmar que, salvo en período de crisis, la incertidum bre crea ciertas
continuidades, puesto que los agentes o las instituciones van a m o d i
ficar poco su com portam iento ante fluctuaciones de cualquier tipo,
precisamente a causa de sus titubeos al encarar una inform ación im
perfecta.
27
Las diversas te n de n cias de la escuela po stke yn e sian a
28
¿UN P R E M IO N O B E L POST K EYN ESIA N O ?
29
teoría marxista del valor trabajo (STEEDMAN, 1977). C o n to d o y
con eso, el m o d elo de Pasinetri (1993) puede ser considerado c o m o
el arquetipo de u n a teoría sofisticada del valor trabajo.
Los restantes postkeynesianos pueden subsumirse bajo el título
de kaleckianos (entre ellos los más conocidos son sin d u d a M a lc o lm
S a w y e ry A m it B haduri). Se inspiran en Kalecki y, por tanto, in d ire c
tam ente en M arx (la parte de la obra de M arx referente al pro b le m a
de la realización de los beneficios), pero tam bién en K aldor y en los
¡nsmucionaliscas. Los kaleckianos son m u y eclécticos (KJNG, 2002,
219). Se ocupan tanto de los problem as m icroeconóm icos de fija
ción de los precios com o de los grandes agregados m acroeconóm icos,
así c o m o de las re la c io n e s fin a n c ie r a s m e s o e c o n ó m ic a s . Los
kaleckianos no creen que sus teorías sean más generales que las teo
rías neoclásicas; piensan sim plem ente que son más realistas y que se
aplican a un m ayor n úm e ro de industrias.
Sea co m o fuere, varios autores po d rían ubicarse en cualquiera de
los grupos, en especial los más eclécticos de todos, Alfred E ich n er
(1987) y Edw ard N ell (1998). Las divergencias más agudas se dan
entre fundam entalistas y sraffianos (ARENA, 1992). Estas divergen
cias de o p in ió n atañen, sobre todo, a la crítica de la e c o n o m ía neo
clásica. Los fundam entalistas o p in a n que la teoría neoclásica es falsa
porque o m ite la in ce rtid um bre radical, la inestabilidad de las a n tic i
paciones y las parrícularidad de un a e con o m ía m onetaria de p r o d u c
ción m onetaria; los sraffianos, por su parte, creen que es la parte «real»
de la teoría neoclásica la que es errónea, puesto que sus m ecanism os
de ajuste se apoyan en la existencia de precios de los factores (salario
real, tipo de interés real) que reflejan la escasez, lo que n o es el caso
en general, según los sraffianos. S in em bargo, fund am e ntalistas y
kaleckianos, c o m o explicó R o b in so n (19 84), piensan que esta crítica
es esencialmente una crítica interna a la teoría neocJásica y tiene poco
interés desde u n p u n to de vista heterodoxo, dado que desdeña el tie m
po histórico.
30
cam ente abordados por los sraffianos, prefiero incluirles en m i lista
do de postkeynesianos. En p rim er lugar a causa de los vínculos his
tóricos y am istosos que existen entre los sraffianos y las otras co
rrientes postkeynesianas, pero ta m b ié n por el hecho de que, cu a n d o
los sraffianos se o c upa n de asuntos m acroeconóm icos más concre
tos, p ro p o n e n m odelos de parecido tenor a los propuestos por otros
postkeynesianos.
Y, c u a n d o se dejan a u n lado las aportaciones críticas y se exam i
nan las contribuciones en positivo de las diferentes corrientes, es fácil
percibir que hay un notable consenso, sobre to d o en lo que concier
ne al papel desem peñado por el p rin c ip io de la d e m a n d a efectiva
(K lN G , 1995, 244-245). Por e jem plo, el m o d e lo de ocupación del
sraffiano G a ry M o n g io v i (19 91), centrado en la d e m a n d a efectiva,
ofrece resultados similares a los del m o d elo kaleckiano (capítulo IV),
al igual que el m odelo de crecim iento del sraffiano H e in z K.urz(1994),
tam bién centrado en el p rin c ip io de la de m a n d a efectiva, es en reali
dad una variante del m odelo de crecim iento kaleckiano (capítulo V).
Adviértase, por otra parte, que, en su estudio sobre las conexiones
existentes entre las tres corrientes, D u t t y A m ad e o (1990) hablan de
«neorricardianos keynesianos».
Las semejanzas son ta m b ié n llamativas en el caso de diversas con
tribuciones que tratan de la form a de las curvas de costes de las e m
presas (com párense los trabajos sraffianos de R o n ca g lia [19951 y
S chefold [1997, cap. xvil] con el c o nte n id o del capítu lo II), o de
c ó m o fu n c io n a un a econom ía m onetaria. Los sraffianos co m o C ario
Pánico (19 88), al igual que los fundam entalistas o los kaleckianos,
juzgan que el dinero es e ndóg eno y que los bancos centrales no pue
den controlar más que los tipos de interés a corto plazo (capítulo III).
M is aun, un sraffiano co m o R o n ca g lia (2003) ha propuesto u n aná
lisis del precio de los recursos naturales que n o se apoya para nada en
la n o c ió n de escasez, sino que recurre a factores c o m o la incertidum -
bre radical y el ritm o de cam b io técnico, que son ideas típicam ente
postkeynesianas.
Los siguientes capítulos dan algo más de realce ai enfoque kaleckiano
que al enfoque fundam entalista por diversos motivos. En primer lu
gar, el m o d elo kaleckiano ofrece una presentación clara, realista y co
herente del principio de la dem and a efectiva. El grado de formalización
que requiere es el ideal para los lectores del presente libro, por lo que
31
constituye, de hecho, el antídoto buscado contra el -pensamiento ú n i
co». Después, porque el m odelo kaleckiano es extremadamente flexi
ble y además ya ha demostrado que era fecundo: constituye una refe
rencia c o m ú n , a partir de la cual los economistas de diversas escuelas
(marxistas, sraffianos, estructuráis tas, regulacionistas) discuten y cons
truyen variantes. Finalm ente, a pesar de estar particularmente bien
adaptada para las investigaciones empíricas, la corriente kaleckiana es
en Francia, en España y en la Am erica Latina la menos conocida de las
tres corrientes postkeynesianas. y merece mayor difusión, Pero siguiendo
el talante kaleckiano, intentaré ser ecléctico y me ocuparé en especial
de los temas que inquietan a las corrientes postkeynesianas en bloque.
¿ P O S T K E Y N E S IA N O S O N U E V O S K E Y N E S IA N O S ?
32
se halla más cerca de la teoría post- precisamente Steve Fazzari, al que
keynesiana, en la medida en que en algunos sitúan entre los nuevos key-
genera! pone en duda la existencia nesianos, cuando en realidad es un
de una tasa natural de paro o de una economista kaleckiano.
tasa de crecimiento narur.il y única De todos modos, los posrkey-
(V an E es y G a r r f t s f n , 1993). nesianos y los nuevos keynesianos
F.sta convergencia de visiones difieren netamente, si se analiza el
también se da en el ám bito de los diverso papel desempeñado por la
trabajos de economía aplicada, por restricción de la demanda efectiva
ejemplo, en los trabajos sobre la po en los modelos peculiares de cada
lítica monetaria y la función de in grupo. Para los postkeynesianos este
versión. Actualmente, las investiga papel es predominante y esencial,
ciones de este género suelen dejar como hemos señalado más arriba;
mucho protagonismo a las restric para los nuevos keynesianos la de
ciones de liquidez, siguiendo la es manda global es en general exógena
tela marcada por Kalecki. Uno de y los racionamientos se producen
los especialistas de este campo es por el lado de la oferta.
33
II. UNA MICROECONOMLA HETERODOXA
La te o ría de la e le c c ión d el c o n s u m id o r
35
Herbert S im ón y su escuela behaviorisia. De hecho, Drakopulos
(1992) ha mostrado que el mismo Keynes podría ser incluido entre
los adeptos a esra teoría alternativa del consumidor. Dicha teoría no
se apoya en un enfoque axiomático, sino en unos principios que dan
razón de los comportamientos observados.
Antes de enunciar los principios sotenidos por los postkeynesianos,
conviene recalcar la diferencia entre necesidades y deseos. Los autores
neoclásicos modernos suelen equiparar estas nociones, algo que no
hacían sus predecesores como Alfred Marshall o Karl Menger. Las
necesidades pueden ser objetivamente clasificadas y jerarquizadas,
mientras que los deseos se configuran a partir de las necesidades y se
concretan en «diferentes preferencias en el marco de una categoría
com ún o de determinado nivel de necesidad» (LUTZ y LUX, 1979,
21). Esa distinción puede ilustrarse así: la sed es una necesidad; la
elección entre una fanta y una cola es un deseo.
36
Siete principios que gobiernan la conducta del consum idor
C o n vistas a comprender el com portam iento de los consumidores,
pueden señalarse los siete principios que se resumen en la tabla an
terior.
El primer principio, el de la racionalidad procedimemal, retoma
uno de los cuatro presupuestos de las teorías heterodoxas. Se ha com
probado que la gran mayoría de las decisiones de los consumidores
son espontáneas y se basan en rutinas o en elecciones que no atien
den a más de uno o dos criterios. Por ejemplo, a la hora de elegir un
tresillo, poder escoger entre muchos colores no compensará, en ge
neral, una calidad de la tapicería inferior a la apetecida por el com
prador. Los hogares no aquilatan todas las opciones posibles, salvo
para ciertas compras significativas. Eso permite, por otra parte, to
mar las decisiones necesarias de forma rápida.
Además, los consumidores se fijan a menudo unos umbrales, lo
que puede condensarse en el principio de la saciedad de las necesida
des. Más allá de este umbral, el bien no aporta ninguna satisfacción.
Este principio se parece al principio neoclásico de la utilidad margi
nal decreciente, que afirma que las sucesivas dosis de un bien apor
tan cada vez menos satisfacción. Pero, en contra de lo que dice el
principio neoclásico de no saturación, el principio postkeynesiano
de saciedad asevera que se alcanzará, para un precio positivo del bien
y una renta finita del consumidor, un umbral de saturación.
37
configura un haz de gastos* con diversas bifurcaciones en las que cada
ramal representa una partida o una subclase de gastos.
Las variaciones de precios relativos en el seno de los bienes de
una misma partida de gastos no tendrán, por tanto, ninguna influencia
sobre las decisiones que van a tomarse en lo que se refiere al gasto en
otras partidas. Estas variaciones de precios sólo tendrán im pacto so
bre las subcacegorías de la partida de referencia. Así, un descenso en
el precio de las camisas tendrá quizás un im pacto sobre la dem ada de
pantalones, pero no tendrá nin g ún im pacto sobre la dem anda de ser
vicios de odontología. Únicam ente la subida del coste global de los
componentes de una partida de gastos podría tener un im pacto sobre
la asignación arribuida a las otras grandes partidas. Por ejem plo, un
alza del coste global del vestido podría acarrear una d is m in u ció n de
los gastos en alim entación.
E n realidad, los estudios empíricos han demostrado claramente
que tas grandes partidas de gasto tienen unas elasticidades de precio
extremadamente débiles (entre -0,003 y -0,072, según un o de estos
trabajos) y unas elasticidades de precio cruzadas próximas a cero (in
feriores a 0,02 en más de 30 casos registrados sobre 36) (ElCHNER,
1987, cap. Vil), D ic h o de otro modo* los efectos de sustitución entre
las grandes partidas de gasto son prácticam ente nulos. Los efectos de
sustitución, que desempeñan un papel tan im portante en la teoría
neoclásica, no son corroborados a efectos prácticos más que en el
caso de confrontación entre productos similares (por ejem plo, en el
caso de zumos de fruta frente a refrescos con gas).
38
Según este principio, ia utilidad no puede ser represen rada por una
m agnitud unidim ensional. Si la utilidad existej tiene que ser represen
tada por un vector, cada uno de cuyos componentes está vinculado a
una necesidad. Se trata de lo que Georgescu-Roegen (1970} llam ó el
principio de irreductibilidad , que tam bién podría denominarse princi
pio de inconmensurabilidad. Pues no hay ningún arbitraje posible en
tre bienes situados en partida* principales distintas. N o es posible nin-
LOS P O S T K E Y N E S IA N O S Y EL O R D E N L E X IC O G R Á F IC O
A pesar de que los postkeynesianos los bienes por sí mismos. Cada bien
no han estudiado de manera siste posee un vector de características,
mática la teoría del consumidor, se de manera que el conjunto de bie
pueden encontrar indicacionesy su nes puede modelizarse como una
gerencias en los autores más cono- matriz de consumo. Si la matriz es
cidosyprolíficoscomojoan Robin- descomponible, eso significa que a
son (1972), Luigi Pasinetti (1984), cada grupo de características te co
Edward Nell (1992, cap. XVII). rresponde una necesidad. Es la ilus
Alfred Eichner (1987. cap. IX) o tración del principio de separación
Philip Arestis (1992, cap. V), Los de las necesidades, aceptado tam
trabajos más meritorios son los de bién por ciertos autores neoclá
Peter Earl (1983). Se puede encon sicos.
trar una presentación de cinco de Para pasar al principio de subor
tos siete principios en Lavoie (1992, dinación. es preciso introducir una
cap. I!) y una presentación formal elección de carácter lexicográfico»
del orden lexicográfico en Drako- que ordena los grupos de caracte
poulos (1994). rísticas según un orden de priori
Si fuera necesario formalizar los dades. El mismo Lancaster (1971,
principios de separación y desubor p. 154) propuso una combinación
dinación de las necesidades, buen de ese estilo, que llamó ^dominan
número deeconomistas posrkeyne- cia», aunque casi no creía en ella;
sianos estarían dispuestos a utilizar en cam bio, Ironm onger (L972)
la noción de características pro propuso en consonancia con dicha
puesta porKelvin Lancaster(1971). hipótesis una combinación de ese
Según Lancaster, los consumi género. Todo eso ha sido examina
dores están interesados en las ca do con rigor y detalle en la tesis doc
racterísticas de los bienes y no en toral de Jean Arrous (1978).
39
guna sustitución entre estas diferentes partidas de gastos. Los axiomas
de Ajquímedes y de sustitución bruta, tan esenciales para la teoría
neoclásica, que postulan que «todo tiene un precio» y que todo bien
puede ser sustituido por otro, no se sostienen. Las únicas sustituciones
posibles operan en el seno de las grandes partidas de gastos.
40
REMÉ ROY, EL P R IM E R T E Ó R IC O D EL E N F O Q U E
POS T K EYN ESIA N O D EL C O N S U M O
41
JEAN A N O U IL H , U N R E F IN A D O EX P E R T O
EN E L E C C IO N E S L E X IC O G R Á F IC A S
42
LAS E L E C C IO N E S L E X IC O G R Á F IC A S
EN E C O N O M Í A A M B IE N T A L
43
Supongamos que nuestro indivi Así, en el caso de individuos para
duo esté en el punto A, rodeado de los cuales el bosque se ha converti-
un bosque deramanoy^ydísponien- doen un primercriterio deelección
do de una renta neta^. ¿Cuánto es lexicográfica, las evaluaciones de
taría dispuesto a pagar para impedir contingencia no reflejan adecuada
una reducción del tamaño del bos mente un intercambio libremente
que? La cuantía será y- y* puesto aceptado, como debería ser el caso
que por debajo de y* el ingreso neto para todo mercado, incluso hipo
se convertiría de nuevo en el primer tético. En el fondo, la transacción
criterio. Ahora bien, esta cuan ría imaginada es semejante al pago de
subestima considerablemente el va un rescate. Pues bien, en el caso de
lor que el indiviuo atribuye al bos un rescate, nunca puede uno ser in
que, pues si se redujera el tamaño diferente entre la recompensa exi
del bosque y el individuo se encon gida y el valor atribuido a la entU
trara en B, su satisfacción sería mu dad en peligro. Por consiguiente, la
cho menor que en el punto C. Por teoría neoclásica del bienestar que
otro lado, ¿qué compensación sería da invalidada. Sea cual fuere la re
necesaria para que aceptara una re ducción dd tamaño del bosque, el
ducción del bosque? La cuantía del individuo no puede contribuir más
pago sería indefinida o infinita. que con la cantidad y -y*-
44
que los consumidores estarían dispuestos a abonar o a aceptar para
conseguir una mejora o soportar un deterioro de su entorno o de la
fauna, detectaron desde hace m ucho tiempo una enorme cantidad
de respuestas incongruentes con la teoría neoclásica y con sus curvas
de indiferencia habituales. Así, unos consumidores responden «cero»,
mientras que en otros pasos del cuestionario se declaran afectados
por las consideraciones medioambientales; otros dan por respuesta
cifras que parecen absurdamente elevadas.
Todas estas respuestas tienen sentido si, para dichos consum ido
res, el entorno constituye una necesidad primordial, subordinada a
una restricción m ín im a de ingresos. N inguna cantidad será bastante
alta para compensar el deterioro de su entorno. Para expresar su dis
posición, los consumidores oscilan, pues, entre unas pujas de protes
ta iguales a cero y otras pujas de cuantía desmesurada (SPASH y
H a n l e y , 1995).
45
cios, Aigunas pueden seguir las pisadas de las empresas dom inantes,
pero entonces son éstas las que deben fijar el precio líder, que consti
tuirá la norm a de referencia para el mercado en cuestión. Los precios
no vacían en general los mercados: no tienen com o objetivo igualar
la oferta y la dem anda.
Algunos postkeynesianos com o G albraith (1968) plantean com o
una característica de la empresa postkeynesiana el divorcio entre ges
tió n y propiedad. Nosotros diremos más bien, siguiendo a Robinson
(1972b, cap. VI!), que tanto los propietarios de las empresas com o
los ejecutivos están preocupados por la supervivencia a largo plazo de
la empresa. Van a desarrollar políticas y estrategias a fin de asegurar
la perennidad de su empresa (salvo anomalías, c o m o fue el caso d u
rante la locura bursátil de finales de los años noventa).
Las megasociedades tienen com o características disponer de va
rias fábricas o partes de fábricas, así com o la de ofertar diferentes
productos y servicios. Sus costes variables medios son aproxim ada
m ente constantes, com o veremos en detalle más adelante.
46
Poder y crecim iento
Numerosos estudios han revelado que los directivos de una empresa
tienen objetivos m últiples. Sin embargo, para sobrevivir, es conve
niente que la empresa sea capaz de d om in ar su entorno, ejerciendo un
control sobre la entrada de empresas rivales, sobre las actividades pro
pias de investigación y desarrollo, sobre sus proveedores, sobre sus
fuentes de crédito, sobre el futuro de la industria y, eventual menee,
sobre la legislación del gobierno. Para ejercer un control, hace falta
disponer de cierro poder. El poder es, pues, el medio para asegurar la
perennidad de la empresa, su escalafón en la jerarquía social y el res
peto de sus iguales. D ado que «poder» es un concepto vago y m u lti
forme, los estudios revelan una m u ltip lic id ad de objetivos explícitos.
¿ C ó m o se consigue el poder? U na empresa con un gran volum en
de negocios y una gran cuota de mercado tendrá más poder. El po
der, por tanto, está vinculado al tam año de la empresa y a las cuotas
del mercado. Para aum entar su tam año y su parte de mercado es pre
ciso crecer. Él crecim iento es, pues, el m edio para conseguir el poder.
Si hace falta explicítar que las empresas quieren m axim izar algo, d i
ríamos que buscan m axim izar su crecimiento.
El crecimiento siempre ha desempeñado un papel esencial entre
los autores postkeynesianos. Según R o bin so n (1962, p. 38), «el me
canism o central de la a cum ulación es el ardiente deseo de las empre
sas de crecer y sobrevivir». Eso ha sido verdad en todas las épocas del
capitalism o, tanto hoy com o hace cien años, en tiem po de Veblen, o
hace cincuenta años en tiem po de G albraith.
Según los economistas postkeynesianos, no existen límites al ta
m a ñ o ó p tim o de las empresas. N o existen deseconomías de escala.
Las empresas se hallan constreñidas en lo que atañe a su tasa de cre
cim iento, no en cuanto a su tam año absoluto.
47
Para la teoría neoclásica, todo empresario puede obtener fondos.
Le basta demostrar la calidad y seriedad del proyecto. Los fondos son
suministrados en función de la cifra de negocios o de los beneficios
futuros anticipados. Ésa era la tesis de la «nueva economía» del creci-
miento rápido {«start-up»), que duró poco, al tener que confrontarse
con la realidad de las ilusiones perdidas.
En el m undo real las empresas se hallan bajo el yugo de las res
tricciones financieras. La teoría postkeynesiana de la empresa sostie
ne el principio del riesgo creciente, planteado por Kalecki (1966, cap.
VIH), Este principio está ligado ai asunto de la incertidumbre esen
cial. La cuantía máxima que los mercados financieros o los bancos
van a prestarle depende del tam año de la empresa, y más precisamen
te de sus fondos propios, pues el prestamista quiere acotar sus ries
gos. La cuantía prestada va a ser un determinado m últiplo de este
capital. Además, los propios empresarios querrán lim itar los fondos
prestados, por miedo a encontrarse con falta de liquidez, o en una
situación de insolvencia que ponga en peligro la perennidad de la
empresa. Es el riesgo del prestatario.
El beneficio va a permitir a la empresa incrementar sus fondos
propios, asegurar su solidez financiera y tener acceso a| mercado de
obligaciones o a préstamos bancarios. El beneficio es la respuesta a
Jas necesidades financieras que constriñen el objetivo de maximizacíón
del crecimiento de la empresa.
La frontera de expansión
;Q u é conexión hay entre el tipo de beneficio y la rasa de crecimiento
a la que aspira una empresa? Los postkeynesianos piensan que las
empresas encaran dos constreñimientos esenciales (W oO D , 1975).
Por un Jado está la frontera financiera que, para cada tasa de creci
miento decidida por la empresa, determina el tipo de beneficio m ín i
mo necesario para financiar su expansión, según el principio del ries-
go creciente de Kalecki. Por otro lado está la frontera de ía expansión
que, para cada tasa de crecimienro, señala el tipo de beneficio máxi
mo que la empresa es capaz de alcanzar. Estas fronteras han de ser
entendidas com o restricciones que operan a largo plazo.
La frontera de la expansión tiene forma de campana. Dicho de otra
manera, el crecimiento de una institución comporta efectos positivos y
negativos. Cabe suponer que Jos efectos positivos superan a los efectos
48
negativos cuando la tasa de acumulación es débil. Las empresas que
invierten mucho incorporan más fácilmente tos últimos desarrollos tec
nológicos, reduciendo así sus costes de fabricación, con lo que aumen
ta su tipo de beneficio. Sin embargo, un rápido crecimiento dificulta la
integración de los nuevos empleados, en el plano de los valores y los
métodos de gestión propios de la empresa. Esto es lo que se denomina
«efecto Penrose», en recuerdo de la persona que identificó estos hechos,
Edith Penrose (1959), una amiga de Joan Robinson. Por añadidura, el
crecimiento rápido implica a menudo la adopción de técnicas menos
conocidas, gastos importantes en marketing o disminución del mar
gen de beneficio, todo lo cual reduce Ja tasa de beneficio máxima. Eso
explica la parte descendente de ia frontera de la expansión.
La frontera financiera
La frontera financiera tiene en cuenta las posibilidades de financia
ción de la empresa, tanto interna como externa. La inversión de las
empresas puede realizarse a base de autofinanciadón, o puede ser
financiada mediante endeudamiento externo adicional (préstamos
bancarios, emisión de obligaciones y/o acciones), que supondremos
es un m últiplo p del beneficio obtenido. Así, suponiendo que las
empresas consigan unos beneficios P, y que la tasa media de remune
ración en intereses y dividendos sobre el capital K sea i, la inversión
máxima que podrá llevarse a cabo será de:
/ « ( P - i K ) +p ( P - i K ) .
r - i + g / (1+ p )
49
La confrontación de las dos fronteras
Las dos fronteras se cortan en el p u n to G , que nos inform a de la tasa
de crecimiento m áxim a de la empresa en su contexto institucional.
Este p u n to es diferente del pu n to R, el cual correspondería a la em
presa neoclásica que quiere m axim izar su tipo de beneficio. Por lo
que se refiere a las empresas afectadas de ineficiencia-X, según la ter
m inología de Harvey Leibenstein (1978), estarían simadas en algún
lugar entre las dos fronteras.
50
La fo rm a de las curvas de costes
Los postkeynesianos postulan generalmente las llamadas «tecnolo
gías de Leontief». Según este supuesto, los coeficientes de produc
ción , esto es, la relación entre la cantidad de m áquinas utilizadas y el
núm ero de trabajadores, por una parte, y el producto de la empresa,
por otra, son coeficientes técnicos fijos, al menos en tanto que La
empresa produzca por debajo de su capacidad práctica (que d efini
mos más abajo). Los postkeynesianos descalifican la función de pro
ducción neoclásica tradicional (por ejemplo la función Cobb-Douglas)
con posible sustitución entre capital y trabajo.
C ada empresa dispone norm alm ente de varias factorías. Y cada
factoría se com pone de m últiples secciones, talleres o cadenas de
montaje. La capacidad práctica es la capacidad de producción de una
factoría o de una sección, tal com o es cuantificada por los ingenieros.
Cada sección está planeada para operar con un determ inado núm ero
de empleados durante un determ inado núm ero de horas. Por ejem
plo, en general, ante una pantalla de ordenador trabaja un solo em
pleado. Incluso cuando es posible cierta flexibilidad, hay normas b u
rocráticas, com o las normas de un^convenio colectivo que fijan el
núm ero de empleados que deben operar en cada m áquina. En defi
nitiva, unos coeficientes técnicos fijos constituyen la hipótesis más
verosímil en el corto plazo.
Hechos estilizados
A la postre, pues, tenemos los siguientes cuatro hechos estilizados
que configuran el núcleo de la teoría postkeynesiana de la empresa
(ElCHNER y KREGEL, 1975):
51
tanto, operan. salvo casos excepcionales, en la zona en que los
costes medios de fabricación son constantes.
52
LA F O R M A D E LAS CURVAS D E C O S T E
D E LAS EMPRESAS POSTKEYN ES LANAS
53
Esta flexibilidad se logra asim ism o gracias a los stocks, pero las
existencias en inventario no pueden servir más que una sola vez para
responder a u n a d e m a n d a inesperada. T am b ién añade cierta flexibi
lidad el poder recurrirá horas extraordinarias, aunque tengan un coste
horario superior, o poder a ñ a d ir u n cuarto tu rn o laboral; o sea, pro-
d ucie n do por encim a de la capacidad práctica, hasta el nivel de la
capacidad teórica {cjA ). Pero entonces las m áq uinas son más p ro pe n
sas a averías, que pueden resultar costosas, perturbar la p ro d u c c ió n y
hacer perder clientela.
Si la dem a nd a es m ay or que la d e m a n d a n orm al prevista, si crece
m u y rápidam ente y de form a c o n tin u a , la empresa no p o d rá dar res
puesta a la dem anda a m edio plazo. E n fecto, la construcción de nuevas
plantas requiere tiem po y m u y a m e n u d o las m áq u in a s requeridas se
fabrican por encargo. La ausencia de reservas de capacidad podría
a n im a r a empresas que operan en el extranjero o en mercados íimí-
crofes a lanzarse a la fabricación del pro ducto en cuestión. D ispo n e r
de reservas de capacidad es ta m bié n, pues, asunto de estrategias orien
tadas a desalentar a los com petidores virtuales.
En sum a, las empresas dispo n en de un c o lc h ó n de capacidad
ociosa porque tem en n o poder responder a un increm ento súbito de
la d em and a para determ in ad o producto, y perder así la bue na consi
deración de sus clientes. Las empresas saben que los clientes, en los
países capitalistas, pocas veces están dispuestos a esperar, y que si no
pueden co m pra r el pro ducto apetecido se plegarán a a d q u irir u n pro
ducto sim ilar, fabricado por un com petidor. Pues bien, conservar su
cuota de mercaco es u n o de los objetivos prim ordiales de cualquier
empresa, si quiere sobrevivir. Esa es la razón por la cual las empresas
m a n tie ne n cierta capacidad ociosa, a u n q u e la existencia de estas re
servas parezca ineficaz a prim era vista.
54
¿ C Ó M O SE C A L C U L A EL G R A D O D E U T IL IZ A C IÓ N
D E LA C A P A C ID A D ?
El m é to d o del « m a rk -u p »
La más sencilla de las teorías postkeynesianas sobre fijación de pre
cios es la teoría kaleckiana del «mark-up». Es el m é to d o de fijación de
precios con más solera, y m uchas pymes lo em plean todavía hoy, pues
es un m é to d o que requiere pocos recursos contables. D eb ido a su
sim p lic id a d es ta m b ié n el m étodo más a m e n u d o utilizad o en los
m odelos m acroeconóm icos postkeynesianos.
55
La teoría del mark-up supone que los precios dependen de los cos
tes unitarios directos (o coste medio de fabricación). Se añade luego a
este coste unitario un margen de beneficio bruto (destinado a cubrir
todos los gastos comunes y otras retribuciones salariales, asi como la
ganancia anticipada), con vistas a fijar un precio final de referencia.
Puesto que los costes unitarios directos son aproximadamente
constantes, sea cual fuere el volum en de producción, al menos mien
tras no se supere el nivel de plena capacidad, es obvio que la contabi
lidad requerida por este método es la más sencilla.
56
F O R M A L IZ A C IÓ N D E LOS P R O C E D IM IE N T O S
PARA LA FIJA C IÓ N D E P R E C IO S
57
cía es la suma de sus costos en tér Estxsdos últimas ecuaciones son
minos de salarios y en términos de de hecho virtualm ente idénticas,
beneficios sobre el capital: puesto que los sraffianos postulan
p - wrt + rM p que el coeficiente de utilización
estándar de la capacidad producti
p es un vector columna de pre
va es igual a uno.
cios, w es el salario por unidad de
Falta por averiguar si, y de qué
trabajo, « y M son respectivamente
manera, llegará la economía a estos
un vectory una matrizde coeficien
precios de producción (con o sin un
tes técnicos (el trabajo por unidad
tipo de beneficio único): es el tema
de output, y el número de m áqui
de la «gravitación». Se confrontan a
nas de cierto tipo por unidad de
ese respecto dos posiciones desta
oueput, y ^ es el tipo de beneficio
cadas. Una, que prioriza el papel de
uniforme.
los precios de mercado y su evolu
Todo eso puede reescribirse bajo
ción en virtud de las divergencias
la forma:
manifestadas entre oferta y deman
p = urn [ / - rM ]'! da: es la visión sostenida por algu
Esta ecuación es muy parecida a nos sraffianos y marxistas como
la ecuación del tipo de rendimien D um én il y Lévy (1996). Otra, que
to deseado, puesto que si se incor parte del coste normal, y que su
pora el valor de 0 en la ecuación de giere que las variaciones de costes
costes normales y si se supone que están en el origen de las variacio
el precio de coste es el coste en sala nes de precios: es la tesis propuesta
rio por unidad de producción, se por otros sraffianos como Boggio
llega a: (1980), más próximo a la corrien
p = U' wn(u -r v)'! te kaleckiana.
El m é to d o de la tasa de re n d im ie n to deseada
N um erosos estudios han c o nfirm a do que tanto las grandes empresas
com o buena cantidad de pymes ucilizan ahora el m étodo de la tasa
de ren d im ie n to deseada. Este m é to d o , exam inad o por L a n zillo ti
(1958) en sus trabajos para el Brookings Institure, es un caso parti
cular del m étodo del precio de coste norm al. C o m o en el caso del
coste norm al, se añade al coste total un ita rio norm al un margen de
beneficio neto. Este margen corresponde a una situación en la que la
empresa obtiene una tasa de rendim iento deseada sobre su capitaJ,
58
dadas unas ventas que igualan exactamente a la producción que co
rresponde al grado de utilización norm al de la capacidad. Este m éto
do es el más sofisticado, puesto que los contables tienen que dispo
ner de u n a estim ación correcta del valor del capital utilizado por la
empresa.
El m é tod o de la tasa de rendim iento deseada está m u y cerca de la
teoría de los precios de p ro ducción propuesta por los economistas
sraffianos para los m odelos multisectoriales. La tasa de rendim iento
deseada d es e m p e ñ a d m ism o com etido que el tipo de beneficio ñor-
mal en los modelos de precios de p ro ducción. E n los modelos srafifia-
nos. el tipo de beneficio norm al es el m ism o en todas las industrias o
sectores, y lo m ism o ocurre con el salario de los trabajadores. E n el
caso de modelos basados en la tasa de rendim iento deseada, tanto
esta tasa co m o los salarios pueden ser diferentes en cada sector. Por
consiguiente, cabe presum ir que el m odelo de precios sraffiano es la
versión idealizada de u n m odelo m ultisectorial basado en el m étodo
de la tasa de rend im ie nto deseada.
59
El mismo fenómeno se observa en el marco de los actuales mer
cados globalizados. En las industrias en que la competencia es fuerte,
o en las industrias en las que los productos importados no constitu
yen más que una pequeña proporción del mercado, las compañías
extranjeras fijan sus precios sobre la base de los precios interiores.
Estas compañías absorben las pérdidas o se embolsan los beneficios
casuales asociados a las alteraciones de los tipos de cambio. Ahora
bien» en las industrias dom inadas por empresas foráneas, éstas tienen
tendencia a «transferir» al extranjero las subidas de costes interiores
así como los efectos de las variaciones de los tipos de cam bio (BLOCH
y O l iv e . 1995).
60
medio y largo plazo que la disciplina impuesta por las fuerzas de la
competencia producirá sus efectos, a no ser que la empresa aborde la
renovación desús productos y la reducción de sus costes unitarios, a
fin de poder lograr unos márgenes de beneficio normales.
En caso contrario, la competencia empujará a las empresas inefi
cientes a la impotencia financiera, lo que les im pedirá avanzar en sus
programas de inversión, sea en equipo productivo, sea en investiga
ción y desarrollo (STEINDL, 1952; KAI.DOR, 1985, p. 47). La com-
binación de la frontera de expansión y de tas resrricciones financieras
va a presionar a estas empresas con costes elevados a crecer a ritm o
lento, lo que las condenará a una cuota de mercado en retroceso y tai
vez a su posterior desaparición.
61
cipo de beneficio macroeconóm ico. Lo m ism o sucede en los esque
mas elaborados por Pasinetci (1993), basados en la noción de econo
mía «natural*, que asignan a cada seccor vercicalmente integrado un
cipo de beneficio igual a la tasa de crecimiento del seccor.
Siguiendo la estela de los crabajos de Steindl ( 1952 , 5 1) y Lanzi-
llotri (1958), buen núm ero de postkeynesianos han señalado asimis
m o una relación m icroeconóm ica positiva entre la tasa de crecim ien
to tendencial de una empresa y el tipo de rendim iento apetecido o el
margen debeneficio neto de dicha empresa (ElCHNER, 1987; W O O D ,
1975).
Hace poco, los autores sraffianos han avanzado otra hipótesis, a
saber, que el tipo de beneficio norm al podría depender del tipo de
interés tendencial observado o anticipado (PfVETT], 1985; PANICO,
1988). D icho de otro m odo, en un régimen monetario con cipos de
interés reales elevados fijados por el banco central correspondería un
tipo de rendimienco apetecido real más elevado. H ay que señalar que
esca hipótesis ya había sido adm itida por ciertos autores posckeyne-
sianos com o Kaldor o Harrod. Para estos autores, el pago de intere
ses es equiparable a los otros costes de las empresas, y éscas intentarán
traspasar dichas cargas financieras a sus clientes.
Tradición Determinante
Marxista La lucha de clases
Kaleckiana El grado de concentración y la capacidad de restringir
la entrada a los competidores
de Cambridge La tasa de crecimiento del capital
SrafFlana El tipo de interés fijado por el banco central
62
representada por un desplazamiento hacia abajo de la frontera de
expansión, y en consecuencia por una reducción det tipo de benefi
cio norm al, para una rasa de crecimiento dada.
En el caso de las empresas que internan maximizar su casa de
crecimiento, el tipo de rendim iento deseado que debería incorporar-
se a los precios es el que está determ inado por la intersección de la
frontera de expansión con la Ironrera financiera. Es el resultado de la
ecuación ya presentada:
r< = *, + s / ( 1+ p )
El tipo de rendim iento deseado r será tanro más alto cuanto más
elevados sean el tipo de interés tendencia! í y la rasa de crecimiento
tendencia] g de la empresa o de ía industria.
En definitiva, todas las explicaciones acerca de la tasa de rendi
m iento deseado hallan una posible justificación en las fronceras de
expansión y financiera. Así, el alza de la dem anda cíclica podría oca
sionar un alza de los márgenes de beneficio en caso de que se produz
ca un aum ento de la tasa de rendim iento deseado: pero, de no ser así,
las fluctuaciones coyunrurales de la dem anda no deberían acarrear
modificaciones del margen de beneficio, co m o se ha com probado en
numerosos trabajos de investigación.
63
III. UNA MACROECONOMÍA DEL CIRCUITO
MONETARIO
65
de los fondos prestables, en un m u n d o sin dinero, el tipo de interés
sería el precio que aseguraría el equilibrio entre los fondos prestables
y las inversiones reales, esto es, entre la tasa de preferencia temporal y
la productividad del capital. El papel del banco central sería entonces
asegurar que el tipo de interés del mercado m onetario se adecuara
bien a este tipo de interés real de un m u n d o ficticio sin dinero. Es lo
que se denom ina el «tipo de interés natural». C u a n d o los tipos efec
tivos {en términos reales) son inferiores a dicho tipo natural, se dis
para la inflación. Los postkeynesianos descartan la existencia de esc
tipo natural (SM1THIN, 2003).
Existe otra diferencia im portante. Mientras que la mayor parte
de los nuevos keynesianos creen que las políticas monetarias restric
tivas, que tienen com o meta reducir las tasas de inflación a unos n i
veles aceptables, no tienen n in g ún im pacto a largo plazo sobre las
tasas de crecimiento de la economía, los postkyenesianos afirman por
el contrario que estas políticas monetarias restrictivas van a tener un
im pacto negativo* tanto a corto com o a largo plazo.
66
Tabla 6 . Características del dinero en econom ía postkeynesiana
y e n econom ía neoclásica
así com o de las reservas obligatorias exigidas por las leyes (MOORF.,
1988; ÜLGEN, 1995).
Por tanto, el dinero legal, al igual que el dinero bancario, es una
variable endógena, y no puede ser fijado de manera arbitraria por d
banco central. El volum en de dinero legal está relacionado con los
créditos realizados y con el dinero bancario a través de un divisor del
crédito. El dinero bancario no es un m ú ltip lo de la cantidad de d in e
ro de curso legal; por el contrario, el dinero de curso legal es un co
ciente de la cantidad de dinero bancario.
Esta inversión de causalidad arriba sugerida permite justificar
otras dos causalidadades invertidas, particularmente importantes. E n
67
el modelo postkeynesiano es la inversión que deciden las empresas lo
que determina la cantidad de ahorro. Para invertir, no hace ninguna
falta ahorro previo o depósitos preexistentes. Mientras sólo se pre
tendan movilizarlos recursos de una economía nacional, el financia-
miento de la actividad no depende más que de la credibilidad del
prestatario y de las normas financieras existentes. La escasez del finan-
ciamiento tiene naturaleza convencional.
Otra consecuencia de la endogeneidad de la moneda es que la
inflación no puede ser ocasionada por una excesiva tasa de crecimiento
del dinero. De hecho, la causalidad va en sentido opuesto: es la tasa
de crecimiento de los precios y de la producción lo que va a incidir
sobre la tasa de crecimiento del stock de dinero. Por lo tanto, las su
bidas generalizadas de los precios tienen que explicarse con claves
distintas a las usuales.
68
casas se halla por compicto bajo el control del banco cencral. Este
cipo base constituye el tipo de interés oficioso para el sistema fin a n
ciero. Los otros tipos, al menos los otros tipos a corto plazo, gravi
tarán alrededor de esa norma, que constituye, de hecho, lo que los
bancos centrales d enom inan su «tipo director» o «tipo de interés de
referencia».
En otros tiempos, la casa de descuento, esto es, el tipo al cual el
banco central prestaba a los bancos privados, era el tipo oficial de
referencia. En los países en que las operaciones de mercado abierto
(uopen marketv) son importantes, el tipo de referencia se halla ahora
representado por el cipo de interés de los bonos del Tesoro a un o o
tres meses. En Europa, con el euro, el tipo d o m in a n te para la
rcfinanciación es el tipo de referencia que fija el Banco Central Euro
peo. En Canadá y en otros países, el tipo de referencia es el tipo
interbancario del día a día, que es asumido por el banco central.
C on un sistema bien rodado, un banco central que fije u n tipo
de referencia del 3 ,0 0 % puede confiaren acertar por completo o lo
grar tasas entre 2,99 y 3 ,0 1 % todos los días, salvo anomalías. C o n
unas reservas obligatorias que se mantienen a lo largo de varios días
o semanas, como ocurre en el sistema europeo o estadounidense, las
estrategias planeadas por los bancos a veces no dan en el blanco con
canta precisión (la desviación media entre la diana y el tipo efectivo
de los federal funds <«fondos de la Reserva Federal»» de Estados U n i
dos es de siete puntos básicos <0,07%>).
El «tipo interbancario» es el tipo al que los bancos se prestan en
ere sí dinero de curso legal (por un día, dos días, siete días). Eviden-
cemenie, este cipo escá m uy cerca de los tipos sobre ios « repos»
<«repurchase agreement»>, o sea, ventas de bonos con pacto de
recompra. Lo cual, a efectos prácticos, engloba asimismo los tipos
pactados por los bancos y otros incermediarios financieros, incluido
el banco cencral, para las operaciones de prestar y pedir prestados
bonos del Tesoro (a uno^ dos, siete días). En Estados U nidos el tipo
interbancario es el federal funds rate <tipo de los fondos federales:».
La Reserva Federal (la Fed) interviene en el mercado de *<repos» para
aumentar o dism inuir reservas, y así alcanzar mejor sus objetivos.
La mejor prueba de la exogeneidad del tipo de interés de refe
rencia es que, cuando un banco central modifica su tipo de interés
oficioso, no cieñe ninguna necesidad de modificar las cantidades de
09
reservas disponibles. En seguida que se anuncia un nuevo tipo de
referencia, los tipos de interés a corto plazo se ajustan a él de forma
inm ediata.
70
En el caso de las economías de endeudam iento, resulta factible
un aum ento de las reservas gracias al incremento de los préstamos
acordados por el banco central, y por tanto gracias al aum ento de
préstamos concedidos por éste a los bancos privados.
71
Gráfico 3. Los balances contables simplificados del banco central
y de la banca privada en su conjunto
Banco Bancos
Activo Pasivo
Depósitos del
Divisas Depósitos de]
Créditos gobierno
, gobierno
Bonos del Billetes Depósitos privados
Bonos del
Tesoro * % de banco Fondos propios
Tesoro
Préstamos
A
Préstamos del
a bancos Reservas *- - Reservas
banco central
----- 4—-----
72
viene marcada por la demanda de los agenres, sino que es algo com
pletamente ajeno a este factor,
Los economistas postkeynesianos rechazan este análisis, y le con
traponen el fenómeno de la compensación (BERGER, 1972; L aVOIE,
2001). En una economía monetaria de producción, los bancos conce
den todos los préstamos que estiman aceptables; no necesitan esperar a
que aparezcan unas reservas excedentarias para conceder un nuevo cré
dito- En las economías de endeudamiento, la liquidez que los bancos
obtienen gracias a las divisas extranjeras va a permitirles reducir su en
deudamiento frente al banco central. En el activo del balance del banco
central, el aumento de las divisas extranjeras (los préstamos al extranje
ro) va a quedar perfectamente compensada por la reducción de los ade
lantos a los bancos privados (los préstamos a la economía interna). No
se producirá ningún cambio en las reservas o en la masa monetaria.
En el caso de economías de activos, la compensación se llevará a
término por iniciativa del banco central. Se emplea habitualm ente el
término «esterilización». Pero esta esterilización es automática. Por
un lado, al banco central le apetece absorber las reservas excedentarias;
por otro, los bancos privados buscan librarse de ellas para com prar
activos más rentables. El banco central puede vender bonos del Teso
ro a los bancos o proponerles una venta con pacto de recompra. Tam
bién puede recuperar una parte de los depósitos bancarios de la ha
cienda pública. En ambos casos, las reservas excedentarias serán
absorbidas por completo en una misma jornada.
73
por ejem plo. Este cipo es, pues, exógeno para el período señalado, e
independiente de las fluctuaciones de la econom ía o de la masa m o
netaria. En esce sentido, la oferta de dinero de curso legal es una línea
horizontal con respecto al tipo de referencia.
El banco central va m odificando periódicamente el tipo de refe
rencia según los imperativos de su política monetaria. En general, ele
va los tipos cuando suben la actividad económica (grado de utiliza
ción de la capacidad, inverso de la tasa de paro), las tasas de inflación
(ya sea efectiva o anticipada con relación a Ja rasa apetecida u objetivo)
y los stocks de activos financieros-, y reduce los tipos en caso contrario.
Eso es lo que se llam a la «función de reacción» del banco central, cuyo
ejemplo más conocido es la regla de Taylor. El tipo de referencia tam
bién podría modificarse en atención a cambios en los tipos de referen
cia del extranjero. E n tal caso, los tipos de interés de referencia dejan
de ser exógenos, puesto que dependen de la evolución de otras varia
bles del modelo. La oferta de dinero de curso legal se percibe entonces
com o una secuencia temporal de curvas horizontales, cuyos puntos
pertinentes formarían una curva de oferta de pendiente positiva.
C o n todo, para los postkeynesianos resulta preferible continuar
concibiendo el tipo de interés de referencia com o una variable exógena,
y visualizar la oferta de dinero de curso legal co m o perfectamente
elástica y además horizonral para d icha tasa, pues la decisión de
m odificar el tipo de referencia c o ntin úa siendo una decisión discre
cional. El alza de los tipos cuando la actividad económ ica se halla en
expansión no es ineluctable.
H>
ri 1
"r
/
-------- ►
Oferta de
dinero legal
74
Las relaciones e n tre los b a n c o s y las em presas
75
trato entre un banco y una empresa (o u n particular). El conrrato
especifica la cantidad máxima que el banco se compromete a prestar
a la empresa si ésta necesita tomar prestado, las condiciones que debe
cum plir la empresa y a veces el tipo de interés que se aplicará a las
cuantías prestadas (en este caso se exigen unos gastos para garantizar
el ripo de interés). En caso contrario, el tipo será fijado discrecional
mente por el banco, o bien el tipo de interés aplicado será el tipo de
referencia del mercado monetario (la tasa de rendim iento de los bo
nos del Tesoro, por ejemplo) más un margen fijado de antemano,
destinado a cubrir riesgo más gastos bancarios. El tipo variará, pues,
en función de la evolución general de los tipos de interés CWOLFSON,
1996).
La gráfica contigua indica el ripo de interés que serla aplicado a
empresas con niveles de endeudam iento diferentes. Por otro lado, si
se mantiene igual todo lo demás, en especial para empresas del mis
m o tamaño, cuanto mas elevado es este nivel de endeudamiento, tanto
mayor será la prim a de riesgo y por ello tanto más elevado será el tipo
de interés aplicado. Este gráfico es de aplicación tanto a las líneas de
crédito como a las emisiones de obligaciones de las empresas. El ren
dim iento exigido a dichas obligaciones será tanto más elevado cuan
to mayor sea el riesgo percibido, y cada prestatario será colocado en
un determinado grupo de riesgo. Este gráfico refleja de manera bien
clara el principio del riesgo creciente de Kalecki.
Tipo de ¡nlerés
de los préstamos
Pri ma de rie ig o d tl
,r prestatario preferente
Tipo de] mercado
monetario
Ratio de endeudamiento
del prestatario
76
El racionam iento del crédito
C o m o se ha indicado al principio de este capítulo, los postkeynesianos
afirman que la oferta de dinero es endógena. Esta afirmación recubre
tres facetas de la endogeneidad. Por un lado, com o hemos visto, las
reservas y los billetes de banco son suministrados por el banco cen
tral de manera endógena. Por otro lado, cuando Jas familias desean
poseer una pane de su riqueza en forma de depósitos bancarios, este
dinero bancario es creado de manera autom ática. ¿Y qué ocurre con
los depósitos que los agentes — empresas o familias— desean m an
tener un tiem po, pero con el objetivo de gastarlos? C o n otras pala
bras, ¿que hay del dinero crediticio? ¿También es endógeno el crédi
to bancario?
D e una parte, los postkeynesianos afirman que la oferta de crédi
to bancario es endógena y que los bancos conceden préstamos res
pondiendo pasivamente a la dem anda; de otra, reconocen, com o
Keynes, que siempre hay una franja de prestatarios insatisfechos, así
que existe cierto racionamiento del crédito. ¿Cóm o conciliar estas
dos afirmaciones, a primera vista contradictorias?
La respuesta es sencillamente que los bancos aceptan todas Jas
demandas de crédito que consideran solventes y racionan todas las
demás. Los bancos satisfarán todas las demandas de préstamos que
sean razonables, con tal que el prestatario sea de fiar. Los adelantos
que tos bancos están dispuestos a conceder no están lim itados más
que por la dem anda de los prestatarios juzgados solventes ( credit-
worthy).
¿C óm o reconocer si un prestatario es solvente? Por regla general
la banca clasifica al prestatario en un grupo de riesgo, según sus ante
cedentes, la secuencia de relaciones que el banco ha m antenido con
él, la actividad que va a financiarse y diversas ratios de endeudam ien
to, de liquidez o de cash flow, que se cotejan con los intereses que se
estima tendrá que devengar. Serán rechazadas Jas demandas de los
candidatos que no cum plan algunas de las exigencias, o que no acep
ten plegarse a los requisitos de seguridad (las garantías). En cuanto a
los prestatarios juzgados aceptables, los bancos van a abrirles tas lí
neas de crédito suficientes para que puedan proseguir norm alm ente
sus operaciones, dotando así a cualquier sistema monetario de pro
ducción de la elasticidad apropiada.
77
EL R A C IO N A M IEN T O DEL C R É D IT O BANCA R IO
78
La preferencia por la liq uide z de los bancos
Los postkeynesianos creen que hay que generalizar el concepto de
preferencia por la liquidez (D O W Y D O W , 1989)- D e ordinario la
preferencia por la liquidez se restringe a las elecciones de cartera de
las familias* en especial a su elección entre la posesión de dinero y la
posesión de títulos. Esta noción puede generalizarse a las empresas,
que tam bién pueden escoger enrre poseer activos financieros o c o m
prar activos físicos. La preferencia por la liquidez puede asimismo
aplicarse ai com portam iento de los bancos, que conceden préstamos
con más o menos facilidad. Esta preferencia por la liquidez es pues
un indicador de la prudencia de los bancos y una m edida de su con
fianza en el futuro.
¿C óm o se puede m edir la liquidez de los bancos? ¡Difícil proble
ma! En las economías de activos, en las que los bancos poseen títulos
em itidos por el Esrado (bonos del Tesoro), la liquidez es a m enudo
cuanrificada por el cociente entre los títulos exentos de riesgo y los
préstamos concedidos. En las economías de endeudamiento, un mejor
indicador de la liquidez de la banca es el cociente entre fondos pro
pios de la banca y préstamos concedidos. Esta razón o proporción,
llamada de solvencia, constituye por otra parte la m edida prudencial
que ha sido adoptada e impuesta por el Banco de Pagos Internacio
nales <de Basílea>.
La preferencia por la liquidez propia de cada banco tam bién puede
medirse con otros indicadores. C u a n d o la preferencia por la liquidez
aum enta, o sea, cuando un banco asienta una visión más pesimista
del futuro, d icho banco va a cambiar los criterios de adm isión que
aplica a la hora de colocar a ciertos prestatarios en los grupos de menor
riesgo. Va a reducir la tasa de endeudam iento admisible, o va a subir
los niveles exigidos de cash flow. Asim ism o, va a ser más severo en
cuanto a las garantías exigidas. Y finalm ente va a subir la prim a de
riesgo aplicada a cada grupo de clientes, así com o su tipo de interés
preferente en relación con las tasas del mercado monetario.
El incremento de la preferencia por la liquidez de los bancos va a
tener, pues, dos efectos. Primero, va a ser más elevado el tipo de inte
rés cargado a los prestatarios. En efecto, al esperar que suba el n ú m e
ro de fallidos, los bancos querrán proteger su tasa de rendim iento,
por lo que aum entarán el margerrde beneficio entre el tipo acreedor
y el tipo deudor. Segundo, ante unas condiciones más rigurosas, un
79
mayor porcentaje de prestatarios potenciales va a encontrarse en si
tuación de racionamiento. Y van a ser los prestatarios menos cualifi
cados o más recientes los que van a pagar la factura de esta prudencia
ampliada de la banca.
En los mercados de títulos pueden contemplarse reacciones si
milares. C uando los mercados se ponen nerviosos, aumenta la dife
rencia de interés entre los títulos de mala calidad y los rítulos del
Estado, y este diferencial es un excelente indicador para anticipar la
evolución de la economía.
80
im pondrá subidas de los tipos de interés. Estas subidas harán más
frágil la situación financiera de todos los sectores, pues el peso del
endeudamiento se habrá incrementado. Es muy probable que en
tonces los bancos den un giro de 180 grados a su pauta de com por
tamiento, agravando las primas de riesgo y las condiciones de los
préstamos. Hay riesgo de que todo termine con un crac financiero, a
menos que el Estado acepte encarar un vasto déficit financiero a fin
de sostener la demanda global.
La tesis de la fragilidad financiera de M insky vincula as/ las fluc
tuaciones económicas con unos hábitos financieros inestables, con las
conductas codiciosas de todos los agentes económicos y con la insufi
ciencia de una legislación que pudiese regular estos com portam ien
tos. Estos comportamientos engendran una serie cíclica de círculos
virtuosos y viciosos que no tienen necesariamente un origen real.
81
heterodoxos de la escuela que sea pueden consensuar, un marco que
reemplaza con ventaja la herramienta neoclásica típica de la maxiini-
zación con restricciones. Este artefacto m esoeconóm ico presenta
numerosos puntos en co m ú n con el enfoque analítico planteado por
James Tobin (1982), un economista de la síntesis neoclásica. E n su
discurso del N obel, Tobin explicó en qué se desmarcaba su enfoque
del de la econom ía neoclásica tradicional. Las diferencias se resumen
en cuatro características:
82
raciones. La matriz de los balances es una m atriz de stocks. Dichos
stocks pueden ser activos tangibles, com o la m aquinaria o los edifi
cios que constituyen el capital fijo de las empresas, y también el stock
de viviendas y de bienes duraderos de los hogares, com o los a u to m ó
viles en circulación, T am bién hay los stocks de inventarios de las
empresas (5), es decir, los bienes fabricados pero todavía no vendi
dos. Escos stocks tangibles no tienen contrapartida.
En cam bio, los otros activos, los activos financieros o créditos,
tienen necesariamente una contrapartida, que es una deuda. Estas
deudas aparecen en el pasivo del balance de otro agente o de otro
sector (hogares, empresas productoras, bancos privados, gobierno y
banco central).
¿D e d ónd e proceden los stocks de la m atriz de balances? V ie
nen de flujos que se añaden a los stocks existentes y tam bién de la
reevaluación de determ inados activos (que está excluida de la m a
triz de los flujos de operaciones). C ad a stock está asociado a los
flujos por m edio de una ecuación dinám ica que liga pasado con
presente. Por ejem plo, el valor E del stock de las acciones poseídas
por las familias a final de año, que es igual al producto del n úm e ro
de acciones e por su precio es la sum a de tres componentes: el
valor de las acciones poseídas a principios de año; el valor de las
nuevas acciones emitidas por las empresas y compradas por las fa
milias al precio corrience; y finalm ente la ganancia de capital deri
vada de las acciones poseídas a principios de año, merced al alza del
precio de estas acciones.
83
Tabla 7. M atriz de los flujos de operaciones en una
economía cerrada sin seccor público
84
rrada. Para poder representar adecuadamente una econom ía abierta,
haría falta que la matriz diera cabida al resro del m undo.
Ver tica! mente, cada transacción debe ser financiada. La restric
ción de los presupuestos sectoriales se plasma en el hecho de que la
colum na de cada sector debe sumar cero. Así, por ejemplo, los hoga
res reciben unos intereses (+ inDc-i>), unos dividendos (Pp) y unos
salarios (w N ), que pueden destinar al consumo ( Q , a incrementar
sus depósitos bancarios (AD), o a comprar acciones nuevas (peAe).
Esa es la restricción presupuestaria de las familias.
El caso de las empresas es más complicado. Venden bienes de
consumo C, y se venden entre sí bienes de inversión I, y poseen los
productos fabricados pero todavía no vendidos a los clientes AS, El
moneo tota] de estas ventas, sean efectivas o virtuales, tiene que ser
igual a los salarios y a los intereses abonados más Jos beneficios netos
del sector empresas. Esta ganancia neta se reparte en dos c o m po nen
tes: los dividendos abonados a las Familias y los beneficios no distri
buidos Pnd, que sirven para financiar las inversiones fijas y los stocks
de inventario.
Recursos y empleos
Los elementos de la matriz de estos flujos de operaciones que tienen
signo positivo representan un «recurso». Así, los salarios ( w N , el pro
ducto del salario prom edio por período w y el número de trabajado
res N) representan una corriente de ingresos o fondos para las fami
lias. En cambio, estos salarios representan para las empresas una carga
o «empleo», y en virtud de ello aparecen con signo negativo en la
columna Empresas. Las líneas inferiores de la matriz representan las
variaciones de créditos y deudas. Así, si las familias compran accio
nes (una cantidad e al precio de pf por acción), o aumentan sus depó
sitos bancarios (A D ), eso constituye un empleo y exige por tanto sig
no negativo, Pero cuando las empresas consiguen un nuevo préstamo
AL de los bancos, este incremento del stock de empréstiros constitu
ye un recurso para las empresas, por lo que se le asocia un signo po
sitivo.
El uso de los términos «empleo» y «recurso» puede provocar cier
ta confusión en el caso de los bancos. C uando un banco concede un
nuevo préstamo, este cam bio en el stock de préstamos viene afectado
por un signo negativo, mientras que llevan signo positivo los incre
85
mentos de depósitos bancarios. Así pues, se dice que los depósitos
son un «recurso», mientras que los préstamos son un «empleo». Eso
da la falsa impresión de que los depósitos son un recurso necesario
para la concesión de préstamos. Sin embargo, son los préstamos quie
nes crean los depósitos, com o vamos a ver. D ic h o de orro m o d o, aun
cuando la consecución de depósitos por parte de los bancos aparece
com o un «recurso» desde el pu n to de vista de las operaciones fin a n
cieras, son los préstamos concedidos por los bancos lo que constituye
el elemento causal de la actividad económica. Estos préstamos se crean
ex nihilo <de la nada>, a dem anda de aquellas empresas juzgadas com o
prestatarios solventes por parte de los bancos (LAVOJE, 2003).
La creación moneraria
¿C óm o se pone en marcha el circuito m onetario? En la tercera sec
ción hemos distinguido entre financiam iento inicial y financiam iento
final. Gracias al uso de las matrices de los flujos de operaciones va
mos a percibir mejor esta distinción esencial.
La financiación final queda ilustrada en la tabla vecina por la
co lu m n a de la cuenca de capital de los flujos de operación de las
empresas. A l final del período, al final del trimestre o del año, la acu
m ulación de capital fijo y el aum ento de los stocks de inventario son
financiados por tres fuentes posibles, al menos en el m odelo s im p li
ficado que estamos m anejando: em isión de nuevas acciones, más
préstamos bancarios e increm ento de beneficios no distribuidos P sd
(autofm anciación).
Las casillas sombreadas de la m atriz de los flujos de operación
ilustran el financiam iento inicial. C ua n d o nace el circuito m oneta
rio, al comienzo del período de producción, las empresas deben pedir
prestado el m onto necesario para pagar a sus trabajadores, que han
producido los nuevos bienes d S. Así que la cantidad recibida en prés
tam o para el período en curso es igual al m o n to de los salarios del
período en curso. Ésa es la primera etapa del circuito. Nótese que es
indiferente que las sumas tomadas en préstamo rengan com o fin la
producción de bienes de consum o o la de bienes de inversión.
E n suma, en el inicio de esta primera etapa del circuito, las em
presas adeudan un préstamo concedido por los bancos, mientras que
sim ultáneam ente anotan en su haber u n depósito bancario. En la
realidad esta primera etapa es infinitam ente breve, pues en general
86
las empresas no giran sobre su línea de crédito más que cuando efec
tivamente han de proceder a un pago. Los fondos recibidos en prés
tamo son, pues, inm ediatam ente transferidos a los hogares trabaja
dores, ya sea m ediante la emisión de talones, ya sea por vía electrónica
com o es hoy práctica usual.
En el m ism o instante en que los salarios w N son abonados a los
trabajadores, éstos entran a formar parte de las rentas de los hogares.
Así pues, antes de que estas rentas se hayan gastado, constituyen inexo
rablemente u n ahorro por parte de las familias, en form a de disponi
bilidades monetarias adicionales A D m. Ésta es la etapa ilustrada por
las casillas sombreadas de la tabla.
87
El papel de la m atriz de los flujos de operación en la
m odelización
La matriz de los flujos de operaciones, combinada con la matriz de
los balances sectoriales, es el esqueleto de la modelización de las eco
nomías monetarias de producción. A este esqueleto, y a las ecuaciones
dinámicas que vinculan los stocks y los flujos, habría que añadir las
ecuaciones de com portam iento de los diversos agentes sectoriales.
Cada modelo propuesto postula unos comportamientos diferentes
que van a asegurar el cierre ( closurr) del modelo y a determinar sus
resultados- A pesar de codo, los postkeynesianos com o G odley que
preconizan este m étodo creen que el esqueleto y las ecuaciones d in á
micas proporcionan una estruccura que restringe el conjunto de re
sultados posibles. Ciertas configuraciones son imposibles.
Según Godley, un modelo que describa adecuadamente una eco
nom ía monetaria de producción va a dar unos resultados parecidos,
sea cual fuere el valor que tomen los parámetros, tanto en el medio
como en el largo plazo. Un m odelo de esa estirpe debe integrar de
manera coherente los stocks y los flujos, y debe garantizar que codos
los flujos de operación son tenidos en cuenca. Sus relaciones de com
portamiento deben tomar en consideración las rescricciones presu
puestarias y las restricciones de una correcta agregación, en particu
lar las que están vinculadas a la selección de cartera.
Además, los agentes irán en pos de coeficientes que aseguren una
buena articulación entre flujos y stocks, en especial una adecuada
proporción entre las ventas esperadas y los stocks de inventario ape
tecidos por parce de las empresas. A veces eso se realizará sin que los
agentes se enteren o sean consciences de ello. Por ejemplo, cuando las
familias deciden consumir año tras año una fracción de sus ingresos
y una parte de su riqueza, su com portam iento supone la determina
ción a largo plazo de una relación constante entre riqueza (el stock) y
renta disponible (el flujo).
88
de los bancos privados; en cuanto a la demanda, las elecciones de
cartera de las familias), la oferta y la dem anda de dinero son necesa
riamente ¡guales en un modelo realizado adecuadamente. La igual
dad de la oferta y la demanda de dinero se verifica siempre, incluso si
no hay ninguna ecuación explícita que im ponga dicha igualdad.
En este marco, un exceso de oferta de dinero, que para los auro
res neoclásicos engendra inflación, es un sinsentido. La inflación no
puede ser causada por una oferta de dinero excesiva.
También puede comprobarse que el banco central y el Tesoro
público tienen la capacidad de m anipular los tipos de interés. Raras
veces se pone en duda que el banco central no pueda controlar los
tipos a corto plazo; sin embargo las instituciones monetarias tam
bién son capaces de controlar los tipos a largo plazo. Para ello hace
falta que estén dispuestas a aceptar fuertes variaciones en la com po
sición de sus deudas, es decir, en las proporciones de las emisiones de
títulos a corro y largo plazo.
En caso contrario, los tipos a largo plazo van a fluctuar de mane
ra bastante azarosa en relación con los tipos de interés a corto plazo,
incluso si, eventualmente, unos procesos de arbitraje que operen con
suavidad deben acercar los tipos de interés a largo plazo a los tipos de
interés a corto plazo anticipados para el futuro. Estos tipos anticipa
dos serán los tipos a corto plazo observados en el reciente pasado,
gravitando alrededor de los cipos de referencia del banco central, con
tal que éste los im ponga con suficiente convicción y constancia.
El análisis sistémico de las economías abiertas permite asimismo
demostrar que los desequilibrios exteriores no ponen, de n inguna
manera, en cuestión la posibilidad de controlar los tipos de interés
por parte de los bancos centrales. La verdadera restricción, en régimen
de cambios fijos, es que los desequilibrios exteriores no se van a reab
sorber por sí solos, de forma que la escasez; de reservas de divisas va a
forzar a los gobiernos a practicar unas políticas monetarias y fiscales
restrictivas. Existe, pues, un sesgo deflacionista en la economía m u n
dial, como volveremos a ver en el capítulo V, pues las economías con
superávit en la balanza de pagos no están de ningún m odo obligadas
a practicar una política expansionista que sirviera de contrapeso a las
políticas restrictivas de los países con déficit exterior.
89
IV, EL C O R T O PLA ZO : D E M A N D A EFECTIVA
Y M E R C A D O D E T R A B A JO
91
La segunda distinción es más propiamente temporal. El corto
plazo se aplica a una situación en la que el stock de capital se supone
constante; en el largo plazo el stock de capital es una variable que
crece con los flujos de inversión. El largo plazo describe: o bien una
economía estacionaria en la que la riqueza real de las familias es cons
tante y en la que la inversión neta (o sea, la inversión bruta menos la
amortización de la maquinaria) es nula; o bien una economía en cre
cimiento donde el stock de capital y la riqueza de las familias se ex
panden en forma exponencial.
Forzosamente, el análisis de corto plazo descrito más arriba es de
carácter parcial. En efecto, como se ha mostrado en el capítulo prece
dente, un análisis verdaderamente coherente debe vincular stocks a
sus correspondientes flujos. AJ postular que son datos tanto el stock
de capital de las empresas como la riqueza de los hogares, incluso si
las empresas invierten y las familias ahorran, se dejan en la oscuridad
las repercusiones de este ahorro y de aquellas inversiones. La situa
ción descrita no puede ser más que una rebanada de tiempo, un es
trato congelado de una secuencia de períodos conexos unos con otros.
C o m o explica Tobin (1983, cap. IV), el modelo IS/LM de la síntesis
neoclásica, que determina un ahorro y una inversión positivos, es un
ejemplo flagrante de esta dicotom ía artificial.
En el corto plazo, que es ahora el plano en el que nos situamos,
no se tendrán en cuenta los efectos de la inversión sobre el stock de
capital (la segunda definición). Postularemos asimismo que se verifi
can las anticipaciones, al suponer que la oferta ha tenido tiempo de
ajustarse a la demanda de productos (la primera definición).
Los c o m p o n e n te s de la d e m a n d a efectiva
92
En ía Gtnerat Theory < Teoría gtneral de la ocupación, el interés y el
dinero>, Keynes plantea la distinción entre las componentes autóno
mas y las componentes inducidas de la demanda efectiva. Lo que se
entiende aquí por componente inducida es una componente de Ja
demanda global corriente que depende del nivel de output corriente
(por tanto, de la renta corriente). F.n cuanto a la componente autó
noma, ésta no depende del nivel de output del período corriente. En
el marco de una economía cerrada sin sector público quedan única
mente dos partidas más, la inversión y el consumo.
Keynes supone que la inversión es esencialmente una variable
autónom a que depende de las anticipaciones a largo plazo de los
empresarios, mientras que el consum o es una variable inducida, al
menos en parte. Esta representación de la realidad es bastante sim i
lar a la adoptada por Kalecki en la mayoría de sus trabajos. La in
versión tam poco depende, para este autor, del nivel de o utp ut nor
mal. En cuanto al consumo, Kalecki lo descompone en dos partidas,
el consumo sobre los salarios y el consum o sobre los beneficios. El
primero es inducido, en tanto que el segundo es autón o m o , pues
Kalecki supone que depende de los beneficios obtenidos en perío
dos precedentes.
93
Y, restando, llegamos en seguida a la siguiente ecuación, que es
la famosa ecuación de Kalecki:
94
LA N E G A C IÓ N D EL EFEC T O D E S P IA Z A M IE N T O
( O « CROWDING-OUT»)
Los defensores del «pensamiento úni En primer lugar, los tipos de inte
co» afirman con frecuencia que toda rés dependen básicamence del tipo
expansión del gasto público con ei fin de referencia fijado por el banco
de relanzar la demanda global está central. Además, la ecuación de
condenada ai fracaso, pues el déficit Kalecki muescra que los déficit p ú
presupuescario va a succionar los re blicos tienen un impacto favorable
cursos financieros que necesita el sec sobre los beneficios de las empre
tor privado para financiar sus inver sas. El efecto de exclusión queda,
siones. Es lo que se llama «efecro por tanto, invercido. Así pues, en
crowdmg-out» — o el treasury view una economía cerrada con sector
<punto de visca del Tesoro reproba público, la ecuación de Kalecki
do por Keynes. El déficit público, al (1966, p. 35) se convierte en:
inducir un aumento de los tipos de
interés, reduciría la inversión privada Beneficios netos de impuestos =
y sería nocivo para el sector privado. Consumo sobre beneficios +
El punto de vista posckeyne- Inversión + Déficit presupuestario
siano es completamente diferente.
F O R M A L IZ A C ÍÓ N D E LA E C U A C IÓ N D E LOS B E N E F IC IO S
95
llegamos a la ecuación que define ríodo considerado, tanto la inver
los beneficios: sión como el consumo de los capi
talistas son ambos, en términos rea
P =p a ^ p a ¡
les, variables autónomas. De hecho,
Según Kalecki, los beneficios la determinación de los gastos de
macroeconómicos quedan prede inversión es un asunto tan contro
terminados, pues las inversiones vertido en economía que también
rea]izadas duran te el pe ríodo depen es conveniente considerar la inver
den en realidad de decisiones de sión como una variable exógena. Así
inversión tomadas con anteriori pues, los beneficios macroeconó
dad; en cuanto a] consumo de los micos dependen del gasto reai au
capitalistas, es en gran medida una tónomo a - a n \ de modo que se
función délos beneficios obtenidos puede escribir la ecuación prece
durante los períodos precedentes (o dente como:
de las ganancias de capital en la bol
sa). Desde el punto de vista del pe P - pa
LA E C U A C IÓ N D E LA D E M A N D A G L O B A L
96
OTRA ECUACIÓN DE LOS BENEFICIOS
97
principio de la dem anda efectiva es juzgada preferible a la de Keynes,
según opinan tanto Robinson (1984,9) com o Kaldor (1987, p. 141).
De hecho, ciertos analistas consideran que más bien se debería ha
blar de e c o n o m ía kaleckiana que de e con o m ía postkeynesiana
(DOSTALER, 1988, p. 134).
La función de utilización
La representación kaleckiana de la oferta global se apoya en el análi
sis postkeynesiano de la empresa moderna, presentado en el capítulo
11. El modelo kaleckiano se construye sobre la base de una función
de producción moderna, que los postkeynesianos llaman una f u n
ción de utilización (NELL, 1988, p. 106). La función de utilización
postula que no existen rendimientos decrecientes, al menos en tanto
que y mientras que el coeficiente de utilización de la capacidad sea
inferior a la unidad. Los rendimientos son constantes.
En los modelos kaleckianos se considera, por lo general, que exis-
ten dos tipos de m an o de obra, el trabajo variable (o directo) y el
trabajo fijo (indirecto) (ÁSIMAKOPULOS, 1975). El trabajo fijo no está
vinculado directamente a la producción. Corresponde en especial a la
actividad de los empleados, de los administrativos por ejemplo. El
trabajo variable está constituido por los trabajadores directamente li
gados a la producción. Sus salarios forman parte de los costes directos
de las empresas. A pesar de que esta distinción sea claramente útil y de
que permita explicar determinadas fluctuaciones de la proporción de
los salarios sobre la renta nacional en el marco del ciclo económico,
aquí haremos abstracción de ella. Supondremos que todos los traba
jadores están directamente implicados en la producción.
Incluso con esta hipótesis simplificadora, reencontraremos los
principales resultados derivados de los modelos kaleckianos, en espe
cial la relación positiva (ya señalada al final de la sección precedente)
entre el nivel del salario real y el nivel de ocupación.
98
IA FORM A LJZACIÓN DEL M O D E LO KALECK1ANO
99
dor, dado que entonces las empre searía vender y producir más, pues
sas sufrirían pérdidas, saben que un incremento de produc
En una economía moderna y en ción no aumenta en modo alguno
el nivel macroeconómico, la restric los cosres unitarios, al menos hasta
ción de la demanda efectiva es la que se llega a la plena capacidad. Sin
única restricción a la que se enfren embargo, tas empresas están cons
tan las empresas. Cada empresa de treñidas por su cuota de mercado.
100
Gráfico 6. El mercado de trabajo del m odelo kaleckiano
w/p
subida del margen de beneficios por unidad vendida (un aum ento
del parámetro 0 o © del capitulo II), pero la masa de los beneficios
totales macroeconómicos no cambia en m odo alguno, mientras que
la renta nacional, ventas y empleo global disminuyen.
La causa de esta reducción es la baja de la dem anda global que
acontece com o consecuencia del cambio en el reparto de los ingresos,
en detrim ento de los asalariados. Y éstos tienen una propensión a
consum ir superior a la de los receptores de beneficios.
101
LA PA RA D O JA D EL A H O R R O
Y LA PA RA D O JA D E LOS CO ST ES
C O N LA E C U A C IÓ N DE C A M B R ID G E
102
d cfccco sería m uy débil. Keyncs concluye que es el gasto público lo
que tiene que aum entar para eliminar un paro persistente.
Ciertos contem poráneos de Keynes, Pigou de forma destacada, y
numerosos economistas neoclásicos como D on Pacinkin, han soste
nido, por el contrario, que la intervención estatal es in útil. Según
ellos, el paro de los trabajadores ha de ocasionar una baja del salario
nom inal y de los precios, si éstos son suficientemente flexibles. D i
cha baja tendría entonces com o efecto el aum ento deseado del gasto
autóno m o , por la vía del incremento del poder de compra de los sal
dos monetarios. Las fuerzas del mercado van a eliminar el paro. Es lo
que se denom ina efecto riqueza o efecto de saldos reales.
Los postkeynesianos no creen en el autom atism o de la recupera
ción. En prim er lugar, este efecto no existe en una econom ía en la
que el dinero y la riqueza son variables endógenas, com o debe acon
tecer según hemos visto en el capítulo III. En segundo lugar, como
tam bién ha recalcado fo b in (1983, cap. I) la caída de los precios
tendría efectos perversos sobre las empresas, al agravar el peso real de
sus deudas, provocando así quiebras y caos que no harían más que
empeorar el estancamiento o la recesión.
103
1991). Para el salario (tv/p)f, habría igualdad entre la dem anda y la
oferra de trabajo en el nivel N ftf. Se trataría de un primer equilibrio de
plena ocupación, una situación de pleno empleo con salario real débil
y PIB tam bién débil. Pero existe asimismo un segundo equilibrio de
pleno, en el nivel N que se alcanzaría cuando el salario real fuera
(w/p)/. Se trataría de una situación de pleno empleo con salario real
elevado y PIB tam bién elevado.
¿Cuál de los dos equilibrios con plena ocupación es más verosí-
mil que se produzca?, ¿el equilibrio bajo B o el equilibrio alto H?
Para averiguarlo, comemos al azar un salario real que se sicúe inicial-
mente en el nivel (w/p)o, a medio cam ino entre los dos salarios de
pleno empleo. Para este salario interm edio, la oferta de trabajo sería
¡Vo, mientras que la dem anda de trabajo, si suponemos que la eco
nom ía se encuentra sobre la curva de dem anda efectiva de trabajo,
sería NoD.
Así pues, con un salario real (w/p)o, el mercado de bienes escará
en equilibrio, mientras que en el mercado de trabajo habrá paro, dado
que la oferta de trabajo es mayor que la dem anda de trabajo, ¿Puede
perdurar esta situación? Así puede ocurrir, según los economistas
posrkeynesianos. En virtud de su análisis, las anticipaciones de los
empresarios se confirm an, de m odo que estos agentes no cieñen in
centivo o interés en modificar sus decisiones. En cuanto al salario
real, no experimenta ninguna tendencia a cambiar, por cuanto la tasa
de paro permanece aproximadam ente constante y existen suficientes
rigideces institucionales en la economía.
Sin embargo, en una economía en la que el mercado de trabajo
estuviera libre de convenios colectivos, de pautas consuetudinarias,
de leyes y normas institucionales, la existencia de paro provocaría
una tendencia a la baja del salario n om in al w. En una econom ía con
precios flexibles de esas características, los precios tendrían tendencia
a permanecer constantes en virtud de la igualdad enere la oferta y la
dem anda globales, si suponemos que la economía se encuentra efec
tivamente sobre la curva de dem anda efectiva. Así, en una economía
de ese tenor, desprovista de rigideces, el salario real tendría tendencia
a descender, hasta alcanzar el nivel ( w/p)fr que corresponde a un equi
librio bajo de pleno empleo.
104
Gráfico 7. Equilibrios múltiples en el modelo kaleckiano
con una función de oferta de trabajo inclinada hacia atrás
w/p
105
fuerzas del mercado no conduce necesariamente at mejor de los re
sultados posibles. En nuestro caso, la presencia de sindicatos poten
tes que, en presencia de paro, im piden la caída de los salarios reales,
va a tener efectos benéficos sobre el empleo, la producción y el nivel
de vida de los ciudadanos en su conjunto.
D ado que el equilibrio alto de pleno empleo es inestable, tan sólo
la intervención permanente del Estado podrá conseguir que la econo-
mía se mantenga cerca de este equilibrio alto. El Estado debe interve
nir, para conservar unos salarios reales altos incluso en período de paro,
por ejemplo fijando por ley unos salarios m ínim os elevados (SM1Ü,
«salario m ín im o interprofesional garantizado 0 que presionen al alza
a todo el abanico salarial; im poniendo salarios elevados en el sector
público; adoptando leyes que favorezcan la constitución de sindicacos
fuertes, capaces de contrarrestar el poder de las empresas.
Este modelo muestra que las fuerzas del mercado pueden co nd u
cir a la economía hacia un e quilibrio sub óptim o con débil ocupa-
ción y débil nivel de vida. U na economía idéntica, pero regida por
convenios y legislaciones adecuadas, podría alcanzar un nivel de vida
más elevado y un alto nivel de ocupación.
106
greso técnico provocar un subida de la rasa de paro? ¿Puede ser un
fenóm eno m acroeconóm ico el paro tecnológico?
El m odelo kaleckiano está singularmente bien docado para res
ponder a esta pregunta, a causa de su sim plicidad gráfica y algebraica,
y tam bién porque tiene en cuenta los efectos de cualquier cambio
sobre la dem anda global.
108
En cambio, cuando los incrementos de productividad son pro
ducto de los esfuerzos de las empresas por recortar sus costes unitarios,
debido a que la economía está en recesión y a que las empresas estiman
que sus beneficios son insuficientes, es probable que los efectos de d i
chos incrementos de productividad sobre el empleo sean desfavora
bles. En efecto, los incrementos de productividad rienen entonces como
fin mejorar los márgenes de beneficio de las empresas, y es poco pro
bable que éstas accedan a compartir las ganancias con los trabajadores.
Así que los salarios no tendrán tendencia a aumentar con la producti
vidad, y las empresas serán poco proclives a aumentar sus inversiones.
Tenemos aquí u n ejemplo tanto de círculo virtuoso com o de cír
culo vicioso. C ua n d o la econom ía funciona bien, los incrementos de
productividad estimulados por la escasez de los trabajadores dispo n i
bles y por las economías de escala no van a tener efectos nocivos so
bre la ocupación. Pero cuando la economía está estancada o en rece
sión, los esfuerzos de las empresas para d ism inuir sus costes unitarios,
esfuerzos que están perfectamente justificados en el plano individual,
van a tener efectos perniciosos sobre el empleo m acroeconóm ico,
puesto que van a desembocar en una reducción de la ocupación. Este
círculo vicioso del paro tecnológico se parece un tanto a la situación
europea de los años 1980 y 1990. La persistencia del paro en Europa,
según los postkeynesianos, no se puede atribuir de n in g ú n m odo a la
supuesta rigidez a la baja de los salarios.
109
El reparto del trabajo tiene, sin embargo, cierras implicaciones en
lo que atañe a la productividad horaria del trabajador. Actualmente,
algunas empresas promueven la semana de cuatro días. En efecto, es
tas empresas se han percatado de que la reducción de la semana de
trabajo, o sea la reducción del núm ero de horas de trabajo, lleva a
ganancias de productividad, esto es, a un aum ento de la productivi
dad horaria. En el caso más favorable, los empleados consiguen sacar
en cuatro días la tarea que normaJmence realizarían en cinco.
Si así ocurre, y los empleados aceptan una reducción del 2 0 % de
su salario semanal o mensual, puesto que han reducido en una jor
nada su semana de trabajo, los costes laborales unitarios de las em
presas se reducirían en un 2 0 % , lo que comportaría un incremento
de productividad horaria del 20 % . La reducción de !a semana de
trabajo, en el marco de un programa de reparto del trabajo, puede
llevar sin d ud a a unos resultados similares.
Ahora bien, el sistema de reparto del trabajo, o la semana de cuatro
días, no puede producir los efectos favorables sobre la ocupación que se
han apuntado más arriba a no ser que el salario horario w/p de los tra
bajadores se incremente, por lo menos en proporción ai aum ento de la
productividad por hora de trabajo. D e otro modo, cuando el programa
de reparto del trabajo va acompañado de una reducción de la remune
ración mensual del trabajador, a causa de la reducción de! núm ero ofi
cial de horas trabajadas, tendrá unos efectos dim inutos y no desembo
cará en un aumento de la demanda de trabajo por parte de las empresas.
Para que u n sistema de reparto del trabajo tenga éxito, esto es,
para que dé lugar efectivamente a la creación de nuevos empleos, hace
falta que vaya acom pañado por un incremento del salario horario de
los trabajadores, a fin de evitar la d ism inución de la dem anda efectiva
de trabajo que va a producirse com o consecuencia del alza de la pro
ductividad horaria de los asalariados.
La mejor manera para conseguir esta subida del salario horario
es m anteniendo el salario semanal o mensual previamente percibido
por los ocupados, al margen de la reducción del núm ero oficial de
horas trabajadas. Los postkeynesianos no son partidarios de los pro
gramas de reparto del trabajo más que si van acom pañados de un
aum ento de la retribución horaria, es decir, cuando el salario sema
nal o mensual se mantiene al nivel precedente, a pesar de la reduc
ción del núm ero de horas de trabajo a la semana.
110
V. EL L A R G O P L A Z O : V IE JO S Y N U E V O S
M O D E L O S D E C R E C IM IE N T O
111
la propensión al ahorro de los capitalistas. Así que la tasa de creci
m iento del stock de capital, vista desde el lado del ahorro, es el pro
ducto de la propensión a ahorrar sobre los beneficios y de la rasa de
beneficio. D án do le la vuelta a la relación de Cam bridge, podemos
pues escribir: g = s r.
g = A K /K = I / K = a
112
¿Por qué es un equilibrio estable la posición H? Im aginem os que
los empresarios anticipan un cipo de beneficio r1* situado a m edio
cam ino enere los dos equilibrios. Para esce cipo de beneficio anticipa
do, habida cuenta de su función de inversión g1, los empresarios que
rrán incrementar su stock, de capital hasta la tasado. D ic h a tasa de
acum ulación va a producir un tipo de beneficio realizado ^ (s e g ú n la
relación de Cam bridge). Este tipo realizado es superior al tipo de
beneficio anticipado r°, de manera que vale predecir que en el si
guiente período los empresarios tendrán expectativas más o ptim is
tas. Así, de form a gradual, el tipo de beneficio anticipado debería ir
subienda hasta que al fin tipo de beneficio anticipado y realizado
fueran iguales a n*, en el p u n to H . La tasa de acum ulación sería
entonces gh*.
113
E n el m o d d o de crecimiento neoclásico de Solow, la d is m in u
ción de la propensión a ahorrar no com porta n inguna consecuencia
sobre la tasa de crecimienro de la economía; sin embargo, lleva a una
dism in ución del o utp ut per cápita. En los nuevos modelos de creci
m ie n to neoclásicos (los m odelos d e n o m in ad o s «de crecim iento
endógeno»), la dism in ución de la propensión a ahorrar desemboca,
en general, en un recorte de la tasa de crecimiento. Estos modelos
son congruentes con la ideología de los defensores del «pensamiento
único»: es necesario sufrir y acomodarse a la abstinencia si se desea
gozar de beneficios a largo plazo.
¿Qué pasa con los modelos de crecimiento postkeynesianos? ¿Tiene
también aquí efectos nefastos una dism inución de la propensión a aho
rrar? ¿O tal vez existe una forma dinámica de la paradoja del ahorro?
El gráfico anterior permite responder a esta pregunta. La para
doja del ahorro co ntin úa siendo válida en el modelo de crecimiento
postkeynesiano. La d ism inución de la propensión a ahorrar (en í 2)
inclina hacia abajo la curva de ahorro representada en lo sucesivo
por !a recta de trazos discontinuos. C o n la tasa de crecimiento g h el
tipo de beneficio realizado va a superar ahora el tipo de beneficio
anticipado rh*f pues en virtud de las inferiores tasas de ahorro la de
m anda global va a ser superior a lo iniciaJmente previsto. Así que los
empresarios van a incrementar gradualmente sus anticipaciones de
tipos de beneficio y van a aum entar las tasas de crecimiento efectivas.
El nuevo equilibrio estable está ahora fijado en el punto H\ que co
rresponde a un cipo de beneficio más elevado y a una tasa de acum u
lación tam bién más elevada. De este m odo, la dism inución de la pro
pensión a ahorrar conduce, paradójicam ente, a un aum ento de la
casa de crecimiento de la economía.
Esta conclusión entra en conflicto con un precepto importante del
«pensamiento único», según el cual el crecimiento no es posible más
que si las casas de ahorro de las familias son elevadas. En el marco del
modelo postkeynesiano, la parsimonia desembocaría, por el contrario,
en una paralización del crecimiento y a tipos de beneficio más bajos.
La ley de bronce
Ahora bien, los viejos modelos de crecimiento postkeynesianos tienen
una característica que es cuestionada a la vez por los economistas
kaleckianos y los economistas sraffianos. En el marco de los modelo«
114
de crecimienro de Robinson y Kaldor, el aum ento del tipo de benefi
cio que acom paña a unos tipos de crecimiento más elevados no es
posible más que gracias a la flexibilidad de los márgenes de beneficios.
Según los primeros postkeynesianos, el aum ento de los márge
nes de beneficios 0 ó 0 se sigue de la acción de las fuerzas de la co m
petencia a largo plazo. Los postkeynesianos de los serenra, Eichner
(1987) o W ood (1975), justificaron este efecto argum entando que
las empresas líder, en un m u n d o de oligopolios, tom arían la decisión
de aum entar sus márgenes de beneficios, cuando detectaran Ea exis
tencia de una tasa de crecimiento tendencia! más elevada.
Si suponemos que se producen estas reacciones, resulta que (para
un nivel de productividadfijo) a una casa de crecimiento más elevada
LA D E S C O M P O S IC IÓ N D E L T IP O D E B E N E F IC IO
115
tiene que corres pon de ríe un salario real inferior para los trabajado
res. Esta necesaria relación negativa entre salario real y tasa de creci
miento es rechazada por los kaleckianos y sraffianos contemporáneos.
Fue Paul Davidson (1972, cap.*11) el primero que puso de relieve
lo que juzgaba que era una incongruencia en la generalización de la
Teoría general. En Keynes (y en Kalecki), un aum ento de la dem anda
acarrea a corto plazo una subida de las cantidades producidas y por
tanto una subida del grado de utilización de la capacidad. E n los
viejos modelos de crecimiento postkeynesianos del estilo de Kaidor y
Robinson se postula que, en el largo plazo, el grado de utilización de
la capacidad vuelve a su nivel norm al y el ajuste entre oferta y de
m anda se lleva a cabo por m edio de los precios y de los márgenes de
beneficios.
D ado que este ajuste no se realiza vía cantidades, no es válido
afirmar que estos viejos modelos de crecimiento son una generaliza
ción de la Teoría general o de los modelos de Kalecki. Esta crítica ha
llevado a la elaboración de nuevos modelos de crecim iento postkey
nesianos, que a m e nud o se d e n o m in an «modelos de crecim iento
kaleckianos».
í 16
gastos de consum o autónom os), ya sea por un aum ento de los sala
rios reales. C o m o hemos visto en el capítulo anterior, este aum ento
de la dem anda global ocasionará un aum ento de la producción y, por
ende, un aum ento del nivel de utilización de la capacidad productiva
exiscente.
En el m odelo kaleckiano, el aum ento del grado de utilización de
la capacidad productiva incitará a las empresas a aum entar sus inver
siones de capital: más exactamente, los coeficientes de utilización más
elevados van a em pujar al alza la tasa de acum ulación, esto es, la tasa
de crecimiento del capital de las empresas. En resolución, todo au
mento de la dem anda efectiva conduce, a largo plazo, a una acelera-:
ción de la tasa de crecimiento de la economía. Tenemos aquí una
variante del efecto acelerador , efecto subrayado a m e n ud o por los
primeros keynesianos com o H ic k s o Samuelson.
En el m odelo kaleckiano, en contraste con el m odelo postkeyne
siano, una tasa de acum ulación más elevada se asocia a largo plazo a
un nivel de utilización de la capacidad productiva asimismo supe
rior. A pesar de que las empresas, por hipótesis, intentan todas ellas
preservar u n grado de utilización norm al de la capacidad (el coefi'
cíente u,), las fuerzas macroeconómicas van a producir efectos para
dójicos que perpetuarán la sub o sobreutilización de las capacidades
productivas. En general, el grado de utilización efectivamente reali
zado en el largo plazo es diferente del grado de utilización norm al, a
pesar de los esfuerzos de las empresas para reconducir los coeficientes
de utilización a sus niveles normales.
117
se verán mermados. ¿Cuál será entonces el efecto sobre la tasa de
acum ulación y el cipo de beneficio a largo plazo?
Ya sabemos cuál es el efecco sobre la tasa de acum ulación: ten
dencia a subir. Eso puede observarse en la parce superior de Ja gráfica
adjunta. La reducción de la proporción de beneficios sobre la renta
nacional reduce la propensión al ahorro global de la economía (j =
¡tú). La curva que representa la función de ahorro g va a a inclinarse
hacia abajo, como indica la línea de trazos. A corto plazo, para la tasa
de acum ulación in ic ia l^ * , las ventas derivadas de la nueva distribu
ción de la renta y de la superior dem anda de bienes de consum o co
rresponderían al nivel de utilización u *.
Este incremento de las ventas incitará a las empresas a anticipar
niveles de utilización de Ja capacidad más elevados. Así que las em
presas van a asum ir una tasa de acum ulación £ más veloz, y este pro
ceso al alza va a prolongarse hasta que la economía llegue a la tasa de
c re c im ie n to ^ * , con un grado de utilización u * . En este p u n to Jas
ventas reaJizadas van a igualarse de nuevo con la producción, como
se había postulado antes de la subida de los salarios reales. Topamos
de nuevo con la paradoja del ahorro, puesto que la reducción de la
proporción de los beneficios, y por tanto la reducción de la propen
sión global a ahorrar, conducen a una subida de la tasa de acum ula
ción de la economía. A quí, por añadidura, el grado de utilización de
la capacidad es superior a largo plazo.
118
G ráfico 10. El m odelo de crecim iento kaleckiano
y la paradoja de los costes
119
EL M O D E L O K A L E C K IA N O EN F O R M A D E E C U A C IO N E S
120
plus»). En el modelo esquemático ecuación del ahorro en función del
aquí presentado, sin trabajo indi- coeficiente de utilización:
rectoycon una productividad cons
(5) ¿ = s{ nu/v
tante, el salario real y la proporción
de los beneficios n varían siempre Ahora podemos cotejar la fun
en sentido opuesto. ción de ahorro (5) con la función
Com binando las ecuaciones (1) de inversión en la parte superior de
y (2), se obtiene la restricción de la la gráfica precedente.
demanda efectiva, es decir, el lugar Como en el viejo modelo de cre
de todos los puntos para los cuales cimiento posikeynesiano, eJ equili
la inversión es igual al ahorro, esto brio es estable si la reacción del aho
es, el lugar de todos los puntos para rro es mayor que la de la inversión
los cuales lo que se produce se ven frente a todo cambio en las variables
de. Tenemos así el tipo de beneficio endógenas (osea, aquí, el coeficiente
visto desde el ángulo de la restric de utilización u). En el presente caso
ción ocasionada por la demanda es, pues, necesario que se cumpla la
efectiva, r°s (representada por la siguiente condición: j ntJv > fi.
curva E D en el gráfico de la página Combinando las ecuaciones (I)
119). Tenemos pues: y (5) (o, in d is tin ta m e n te , las
ecuaciones (3) y (4)). queda deter-
(4) = [p u + (a - P u ) } / minadoel coeficiemede utilización
Por otra parte, si se combinan las de equilibrio:
ecuaciones (2) y (3), se obtiene la « * = ( a - $ u ) h eT t / v - Pv)
121
ción, y la subida de los salarios reales lleva a una subida del tipo de
beneficio. Estos dos resultados son com pletam ente contrarios a las
«leyes» del «pensamiento único». Estas dos paradojas evidencian lo
que sucede cuando no se postula, desde el com ienzo, el pleno empleo
de los recursos. Estas paradojas ejem plifican la aplicación del princi
pio de la dem anda efectiva y de los ajustes vía cantidades. D em ues
tran asimismo que el estudio de los com portam ientos individuales es
insuficiente para realizar enjuiciam ientos de cariz macroeconóm ico,
y que los errores de com posición acechan a los economistas.
Ex tensiones y o b je cio n e s al m o d e lo k a le c k ia n o
122
La segunda respuesta de los kaleckianos, más radica!, consiste en
afirmar que en realidad es la tasa de crecimiento natural la que se
ajusra a la tasa de crecimiento determinada por la dem anda efectiva.
Esta tesis ha sido sostenida particularm ente por León-Ledesma y
T hirlw all (2002). Para estos autores la tasa de crecimiento natural es
ella m ism a endógena, y se ajusta a la tasa de crecimiento realizada,
que es resultado de las fuerzas de la dem anda.
Diversos mecanismos explican este ajuste de la tasa natural hacia
las tasas efectivas. Por un lado, cuando la economía se halla en rápida
expansión, la oferta de trabajo tiende a desplegarse en varios frentes:
aum enta el núm ero de horas de trabajo por empleado, aum enran los
índices de participación de la población (sobre todo el porcentaje de
mujeres activas), aum én tala mano de obra extranjera. Por otro lado,
diversos mecanismos tienden a incrementar el ritm o de crecimiento
del progreso técnico: en un prim er m o m e n to la reorientación de la
m ano de obra hacia los sectores más productivos, a continuación las
economías de escala, y finalm ente los mecanismos dinám icos vincu-
lados en especial a los procesos de aprendizaje (leam ing by doing).
Todos estos mecanismos hacen que la tasa de crecimiento natural
pueda ser considerada com o endógena, y que pueda resultar deter
m inada en últim a instancia por factores relacionados con la dem an
da efectiva. Tendríamos, pues, aquí, unos efectos de histéresh, m o ti
vados por la evolución de la dem anda global, que provocan la aparición
de una m ultip licid ad de tasas naturales de crecimiento.
La Ley de Verdoorn
La relación positiva entre la tasa de crecimiento y la tasa de progreso
técnico de una economía, presentada bajo el nom bre de función de
progreso técnico por Kaldor (1974b), ha sido verificada para m u
chas economías, y es conocida con el nombre de Ley de Verdoorn
( M c C o m b i e y T h ir l w a l l , 1994).
C u a n d o se acopla la Ley de Verdoorn al modelo de crecimiento
kaleckiano, se obtienen unos resultados particularmente significati
vos. En efecto, im aginem os una d is m in u c ió n de los márgenes de
beneficio y por consiguiente, permaneciendo todo lo demás igual,
una subida de los salarios reales de los trabajadores. Sabemos que
eso, según el modelo kaleckiano, com porta una aceleración de la tasa
de crecimiento de la economía. Esta superior tasa de crecimiento
123
acarrea de rebote, en virtud de la Ley de Verdoorn, una subida de la
tasa de progreso técnico. Lo que significa una casa de crecim iento
más rápida del parámetro T (definido en el capítulo III), que repre
senta la productividad por trabajador. Kiesto que los salarios reales,
para un margen de beneficio dado, dependen esencialemente de este
Índice de productividad, ello im plica una superior tasa de crecimien
to de los salarios reales (LaVOIE, 1992, p. 327).
En suma, añadir la Ley de Verdoorn al modelo kaleckiano robus
tece aun más la paradoja de los costes. La dism inución de los márge
nes de beneficio y el aum ento relativo de los salarios tendrán entonces
efectos favorables no sólo sobre los tipos de beneficio de las empresas,
sino también sobre la tasa de progreso técnico y la tasa de crecimiento
de los salarios reales a largo plato, y por tanto sobre la tasa de creci
m iento del poder de compra de la población. Una vez más encontra
mos unos resultados que son completamente contrarios a las ideas
sostenidas por los defensores del «pensamiento único».
124
m utación g decidida por las empresas depende no sólo del nivel de
utilización de la capacidad, sino tam bién del tipo de beneficio nor
mal r estimado por Jas empresas (KURZ) o acaso de la proporción de
los beneficiosa (BHADUR1 y MARGL1N). Esta modificación, que puede
EL PAPEL D E LOS M E R C A D O S F IN A N C IE R O S
125
parecer trivial, tiene, con todo, efectos considerables sobre la parado
ja de los costes, a un c u a n d o preserve la p arado ja del ahorro.
En efecto, una subida de los salarios reales im plica una d is m in u
ción de la proporción de beneficios y una d ism in ución de la tasa de
beneficio normal. Los efectos favorables de la subida de los salarios
reales sobre la com ponente «consumo» de la dem anda global se neu~
tralizan entonces, en parte o totalmente, con los efectos desfavora
bles que el aum ento de los salarios reales ocasiona sobre la c o m p o
nente «inversión» de la demanda global. C uando predomina este efecto
negativo, el aum ento de los salarios reales lleva a una dism in ución de
la tasa de acum ulación, del tipo de beneficios y del grado de utiliza
ción de la capacidad: tenemos así un régimen de acum ulación orien
tado por el beneficio, régimen dom inante en el caso délas economías
movidas por normas de rendim iento típicas de los accionistas. La
paradoja de los costes deja de ser un vaticinio cierto, sólo es una po
sibilidad.
El consenso entre autores postkeynesianos y marxistas sobre es-
ros asuntos parece ser ahora del siguiente tenor (BLECKER, 2002).
En la práctica, el efecto negativo derivado de la d ism in ución del tipo
de beneficio normal queda anulado por el efecro posirivo que un in
cremento de disponibilidades líquidas causa sobre la inversión. En
efecto, numerosos estudios empíricos han demostrado que las deci
siones de inversión de las empresas eran m u y sensibles a la evolución
de su cash flow (FAZZARl rtal., 1 9 8 8 ). Pues bien, un nivel de utiliza
ción superior com porta una subida de los cash floivs.
Q u ed a por señalar que tanto el ahorro sobre los salarios com o las
cargas impositivas con que están gravados pueden m uy bien elim i
nar los efectos positivos sobre el crecimiento de una reducción de los
márgenes de beneficio. Además, en una economía abierta, una subi
da de los salarios reales, que se llevara a cabo por la vía de una subida
de los salarios nom inales, podría reducir la com petitividad de las
empresas locales y reducir, por tanto, la dem anda procedente del ex
terior.
126
teoría del m ultip licad or en economías abiertas y en los trabajos de
K aldor de los años setenta, muchas economías podrían crecer a un
ritm o más rápido, si no estuvieran constreñidas por sus balanzas de
pagos.
Según ciertos autores com o M c C o m b ie y Thirlwall (1994)* la
mayoría de los gobiernos im ponen restricciones al crecimiento con el
fin de evitar los desequilibrios exteriores motivados por un crecimiento
demasiado rápido de las importaciones. Estos países poseen recursos
para crecer rápidam ente y disponen de una dem anda global interior
suficiente para posibilitar una fuerte acum ulación de capital, pero se
enfrentan al peligro de un saldo comercial deficitario.
Desde luego, los déficit comerciales pueden ser compensados con
la entrada de capitales extranjeros; pero para codos los países, con la
excepción de Estados U nidos, cuya m oneda, el dólar, es la moneda
internacional, esta situación no puede ser más que Transitoria, en
especial debido a los intereses y dividendos que deben pagarse com o
contrapartida de la deuda acumulada y de [as inversiones proceden
tes del exterior. En suma, a largo plazo, la balanza comercial debe
equilibrarse, de manera que las importaciones, a lo sumo, tienen que
ser de la m ism a cuantía que las exportaciones.
Si se supone que las exportaciones dependen de la tasa de creci
m iento de la renta del resto del m u n do , mientras que las im portacio
nes dependen de la renca interior y de la propensión a importar, los
postkeynesianos han establecido la denom inada «Ley de Thirlwall».
Según esta ley, la casa de crecimiento m áxim a de largo plazo en una
economía abierta (salvo para Estados Unidos) está regida por la si
guiente ecuación: = ez/ t|.
La tasa de crecimiento m áxim a, atendiendo a la restricción de la
balanza de pagos de un país, esg af‘. Esta tasa es proporcional a la casa
decrecim iento del resto del m u n d o z y a la elasticidad E d é la dem an
da m u n dial de los productos del país de referencia. La c a s a b e s ,
además, inversamente proporcional a la elasticidad r| de la dem anda
local para los productos im portados del resto del m u n d o (aquí se
define la elasticidad com o el cociente del porcentaje de aum ento de
la dem anda para un porcentaje dado de aum ento de los ingresos).
Numerosos estudios empíricos parecen confirm ar esta sencilla
fórm ula, tanto para los países semündusrrializados com o para los
países industrializados. Entre éstos, en el período 1960-1990, sólo
Estados U nidos y Jap ó n parecen haber escapado a la regla. Estados
U nidos presenta unas tasas de crecimiento netamente superiores a
las pronosticadas por la ecuación precedente, merced al inm enso dé
ficit comercial que los demás países aceptan financiar gustosamente,
acopiando bonos del Tesoro estadounidense. Japón ha tenido tasas
de crecimiento inferiores a g Rr, merced a los enormes superávit co
merciales que va acum u land o añ o tras año.
Esta restricción de la balanza de pagos tiene efectos no desdeñables,
pues obliga a los países con fuerte crecimiento a frenar la dem anda
interna, co m o recomiendan siempre los burócratas del Fondo M o
netario Internacional y del Banco M u n d ia l, d ep rim ien d o así la de
m anda m u n d ia l global. Por el contrario, según D avidson (1985),
tendrían que implantarse mecanismos que obligaran a los países acree
dores a realizar los ajustes pertinentes. D icho de otro m odo, el Fon
do M onetario Internacional, u otro organism o bancario internacio
nal, debería forzar a los países que tienen superávit comercial a
aum entar su dem anda global, lo que evitaría tener que im poner p o
líticas de restricciones monetarias o presupuestarias a los países con
fuerte crecim iento y saldos comerciales deficitarios.
El asunto de la inflación
Además del e quilibrio exterior, existe una segunda resrricción que
podría poner en peligro los resultados del m odelo de crecimiento
kaleckiano. Esta segunda restricción es la inflación. Los economistas
marxistas G érard D u m é n il y D o m in iq u e Lévy (1999) han elabora
do una sugerente variante del m odelo kaleckiano, que pone en cues
tión los principales resultados de largo plazo de los modelos de creci
m iento postkeynesiano, en especial las paradojas del ahorro y de los
costes. Según D u m é n il y Lévy, cuando el grado de utilización de la
capacidad supera el nivel de utilización norm al, se activan determ i
nadas fuerzas inflacionistas. Aparece entonces una inflación de de
m anda. C u a n d o la d em anda es fuerte en relación con la oferta que se
produciría si el grado de utilización fuera el norm al, hay inflación.
En el m odelo de D u m é n il y Lévy, cuanto mayor sea la distancia entre
el nivel de utilización efectivo y el nivel norm al, más elevada será la
tasa de inflación.
D u m é n il y Lévy suponen tam bién que los bancos centrales im
ponen restricciones monetariass cada vez más severas mientras no
128
sea d om inada la inflación. Estas restricciones pueden manifestarse
bajo el aspecto de cipos de interés reales cada vez más elevados. Estos
tipos d ebilitan las anticipaciones de crecimiento tendencial imagina-
das por las empresas (a); tam bién pueden dificultar la o btención de
los créditos bancarios que éstas precisan, a consecuencia de la m uy
pesada carga financiera asociada con la subida de los cipos de interés.
129
CASSETT!, 2 0 0 3 ) . Unos altos niveles de utilización llevan a unos al
tos tipos de beneficio, que alientan a ios asalariados y a sus sindicatos
a ser más reivindicativos (K a LDOR, 1 9 8 5 , p. 3 9 ) . En particular, ése
es el caso cuando unos tipos altos van acom pañados de elevadas tasas
de crecimiento y de bajas tasas de paro. Pero con adecuados instru
mentos de negociación colectiva, no hay necesariamente una rela
ción positiva entre altas tasas de inflación y altas tasas de crecimien
to. Además, el aum ento del precio m undial de las materias primas
puede ser bloqueado por la constitución de stocks estratégicos supra-
nacionales. A fin de cuentas: la inflación no es inevitable; es el resul
tado de instituciones deficientes.
130
VI. CONCLUSION GENERAL
131
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