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Ministerio
de Educación, Cultura
y Deporte
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Frágil.
Curso sobre manipulación
de bienes culturales
DIRECCIÓN GENERAL
DE BELLAS ARTES Y BIENES CULTURALES
Y DE ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS
MINISTERIO
DE EDUCACIÓN, CULTURA
Y DEPORTE SUBDIRECCIÓN GENERAL
DE MUSEOS ESTATALES
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Catálogo de publicaciones del Ministerio: www.mecd.gob.es
Catálogo general de publicaciones oficiales: publicacionesoficiales.boe.es
Edición 2013
Organización
Subdirección General de Museos Estatales
Museo Nacional de Antropología
Dirección
Ana Tomás Hernández
Coordinación
Patricia Alonso Pajuelo
Ana López Pajarón
Belén Soguero Mambrilla
Colaboración
Cristina Morilla Chinchilla
Publicación coordinación
Ana Tomás Hernández
Agradecimientos
Los organizadores del curso agradecen el apoyo técnico y económico a Cauri
Asociación de Amigos del Museo del Museo Nacional de Antropología, SIT,
Arte y Memoria, y Archimóvil, Sistema de Archivos.
Edita:
© SECRETARÍA GENERAL TÉCNICA
Subdirección General
de Documentación y Publicaciones
NIPO: 030-13-179-6
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Frágil. Curso sobre manipulación
de bienes culturales
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ÍNDICE Pág.
Introducción.............................................................................................................................. 6
Objetos entre manos: aspectos fundamentales............................................................... 11
Introducción a la manipulación de los objetos culturales.
Profesionales involucrados y su formación. Jorge Rivas y Marta Plaza.......................... 12
Importancia de la prevención de riesgos laborales
en la manipulación de bienes culturales. Pedro Vicente Alepuz...................................... 24
Materiales, soportes y aspectos técnicos. Laura Ceballos Enríquez............................... 32
Normativa y estandarización para la manipulación de bienes culturales.
Guillermo Andrade........................................................................................................... 44
Objetos que se muestran: colecciones, difusión y exposición temporal................... 53
Tráfico (o manipulación) de bienes culturales: aspectos jurídicos.
Inmaculada González Galey............................................................................................ 54
Planificación y medios técnicos para la manipulación de bienes culturales.
Jesús García Navarro........................................................................................................ 70
Gestión de movimientos de la colección estable. Manuel Montero Eugenia................. 88
Soportes individuales en la exposición de bienes culturales. Mario Oliva Puertas...... 106
La manipulación de objetos culturales con fines educativos
y en pro de la inclusión social. Teresa Díaz Díaz........................................................... 120
Estudio de casos................................................................................................................... 129
Objetos de artes decorativas y diseño. Paloma Muñoz-Campos.................................... 130
Grandes formatos en los almacenes del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
(MNCARS). Pureza Villaescuerna Ilarraza y José Manuel Lara Oliveros.................... 144
Manipulación de textiles e indumentaria: de la fibra al plástico,
de la bidimensionalidad al volumen. Silvia Montero Redondo...................................... 166
Manipulación, exposición y almacenamiento de documento gráfico:
materiales y procedimientos. Mónica Pintado Antúnez................................................ 178
Riesgos en la manipulación de colecciones de historia natural.
Patricia Pérez Dios, Josefina Barreiro Rodríguez y Celia Santos Mazorra.................. 196
Manipulación y montaje del material etnográfico: retos y soluciones.
Ana Tomás Hernández.................................................................................................... 216
Manipulación de material etnográfico en el Museo Nacional de Antropología (MNA):
la colección de indumentaria de corteza batanada.
Cristina Morilla Chinchilla............................................................................................. 238
La manipulación de fotografía y otros registros sonoros y audiovisuales.
Ana López Pajarón.......................................................................................................... 250
CV de los ponentes............................................................................................................... 279
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6
Introducción
Cuando se propuso la realización de este curso, y se perfiló por primera vez el programa de in-
tervenciones, algunas reacciones fueron de sorpresa: ¿cómo se puede hablar durante dos días
“únicamente” sobre manipulación de bienes culturales? ¿acaso para mover un objeto no basta con
ponerse unos guantes? ¿o ni siquiera eso?
Esta reacción responde a una curiosa situación de ambivalencia: por un lado, y sobre el
papel, se ha ido poco a poco reconociendo la importancia de la conservación preventiva en la pre-
servación de bienes culturales, y por otro lado, y de hecho, ocupa un rol todavía secundario frente
a la más visible, y atractiva, intervención directa sobre los objetos.
Es significativo, no obstante, que una inadecuada manipulación de los objetos sea la prin-
cipal causa de daños y alteración de los objetos en préstamo a exposiciones temporales. Un 60%
de las reclamaciones a los seguros tienen que ver con pequeños daños durante el transporte y la
manipulación, siendo el 40% restante repartido entre otras causas.
En 2004, hace casi diez años, la aseguradora AXA-Art informaba de que sus pagos alcanzaban
los 3 millones de libras anuales para cubrir daños de obras de arte en tránsito. Debe tenerse en
cuenta, además, que la cantidad de accidentes es aún mayor si consideramos las alteraciones que
se resuelven con una intervención de restauración por parte de la institución prestataria, y no a
través de la prima de seguro, o los accidentes que tienen lugar fruto de la actividad diaria de la
institución, sin que sea necesario un movimiento externo con aseguramiento.
Únicamente por sí mismas, estas cifras hacen merecedora de un curso específico a esta ma-
teria, aunque, como veremos a lo largo de los textos, existen muchas otras cuestiones técnicas que
se deben tener en cuenta.
Teniendo esto en mente, desde el Museo Nacional de Antropología se optó por un enfoque
amplio en cuanto a contenidos, y el planteamiento inicial intentó ser ambicioso. El contenido del
curso se diseñó como una nueva cita anual con la conservación-restauración en el museo, que
pretende ser periódica, tratando de dar un enfoque distinto al de otras instituciones y complemen-
tando la oferta formativa ya existente.
El curso se dirigió a todo el personal que puede estar implicado en la manipulación de piezas
en algún momento de la vida musealizada del objeto. Debía hablarse de movimientos internos, y
de todos los riesgos que se derivan del trabajo diario en una institución cultural. En estas manipula-
ciones participan conservadores, conservadores-restauradores o mozos de equipos de movimien-
tos, pero también investigadores externos, fotógrafos e, incluso en ocasiones, también el personal
de limpieza y mantenimiento. También se contemplaron los movimientos externos (préstamos y
depósitos), en los que participan empresas de transporte y montaje de exposiciones, personal de
centros receptores, etc.
De todo este personal, era posible que no todos poseyeran conocimientos sobre el tema y,
difícilmente, estos conocimientos podrían acreditarse de algún modo. Las preguntas que el curso
quería responder o, al menos, plantear, eran varias a este respecto: ¿es necesario un “papel” que
certifique que una persona sabe cómo manipular colecciones museográficas? ¿o hablamos de unos
conocimientos y unas destrezas que se acreditan con la experiencia, con los años de trabajo junto
a estas colecciones?
Sea cual sea la respuesta, debemos acordar qué debemos exigir a los profesionales que ma-
nipulan nuestro patrimonio, y cómo (y quién) debe formar a las personas en contacto con las
piezas. ¿A través de la enseñanza reglada, de los museos, de los institutos de conservación, de las
empresas? Si, como efectivamente así sucede, existe un vacío actualmente, es necesario alcanzar
acciones formativas coordinadas entre todos estos agentes, y determinar los requisitos comunes
de esta formación y sus equivalencias internacionales.
La formación continua y estandarizada en esta materia, tal y como se reclama por ejemplo
desde la Comisión Europea, supondría un factor clave para favorecer los préstamos internacio-
nales, tejiendo una red de profesionales a nivel europeo que asegure la perfecta conservación (y
manipulación) de la piezas en préstamo. Es fundamental dar un primer paso para establecer un
perfil profesional con conocimientos y destrezas comunes a todos los países de la UE1.
–– Servir como punto de partida para nuevas prácticas en relación con este aspecto de la
conservación: formación, metodología, límites que se deben establecer.
Para ello, a lo largo del curso, se adoptó un doble punto de vista. Por un lado, profundizar
sobre todos aquellos aspectos encaminados a proteger a los objetos (planificación de los proce-
sos, protección jurídica y documentos administrativos relacionados, conocimientos de materiales
en contacto y equipamientos existentes, estado de conservación y naturaleza del material); y, por
otro, todos aquellos enfocados a proteger al manipulador (riesgos durante la manipulación: físi-
cos, químicos, biológicos; protección jurídica).
Dentro de esa labor de planificación, queda a nuestra elección determinar los recursos ne-
cesarios para el movimiento, en función de las necesidades detectadas. Desde la importancia del
trabajo en equipo (un concepto que parece haber sido sustituido por otros más sonoros, como el
término “multidisciplinar”), al carácter único de cada objeto; cada manipulación implicará técni-
cas, materiales o procedimientos concretos en cada caso.
1 En comunicación personal durante el curso con Ana Schoebel, IPCE, se plantea como una interesante posibilidad de acre-
ditación para aquellos profesionales sin formación específica, pero con una larga trayectoria que avala sus competencias
técnicas en la manipulación de colecciones, la identificación y definición de un perfil concreto en el Catálogo Nacional de
Cualificaciones Profesionales del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. A día de hoy, por ejemplo, es posible para
los profesionales dedicados al mantenimiento de bienes culturales en textil y piel optar a esta cualificación (http://www.
educacion.gob.es/educa/incual/pdf/1/RD_1199_2007_TCP.pdf).
Si alguna idea se repitió incansablemente durante las dos jornadas programadas, es que no
existen recetas únicas para toda una colección. Problemas específicos requieren acciones adapta-
das y a medida, y se debe trabajar para lograr un equilibrio entre los beneficios que proporciona la
estandarización y la importancia de las soluciones individuales.
En el desarrollo de estas acciones, será imprescindible distinguir entre los materiales y los
procedimientos que intervienen en la manipulación. Si uno de estos dos puntos falla, el movimiento
del objeto no será adecuado. De nada sirve extremar el celo durante un traslado, si para realizarlo
empleamos materiales de baja calidad o no adecuados al tipo de pieza. De la misma forma, invertir
en equipamiento costoso no sirve de nada si los movimientos no siguen las normas de prevención
de riesgos, o si aplicamos de forma incorrecta los materiales a un soporte de manipulación.
El tipo de institución en que nos encontremos condicionará todas estas decisiones, por un
lado, desde un punto de vista de recursos técnicos o económicos, por otro, en cuanto al tipo y
naturaleza de la colección. Pero, como en todo proceso de planificación, la evaluación final será de
vital importancia para detectar el acierto en esta toma de decisiones. Identificar errores, carencias
o aspectos positivos del proceso de manipulación, será vital de cara a nuevos movimientos.
Cerradas las jornadas, y teniendo muy presentes los comentarios de los participantes en su
evaluación final del curso, podemos destacar, además de la necesidad de ahondar en la cuestión
del perfil profesional, una serie de aspectos que quedan pendientes para próximos cursos.
Por un lado, aunque se pretendió que el abanico de ponentes fuera lo más amplio posible, es
necesario dar voz a instituciones que en esta ocasión no estuvieron representadas en las jornadas:
instituciones privadas (galerías, museos, fundaciones), que juegan un importante papel en este ám-
bito; escuelas de conservación-restauración; profesionales autónomos o pequeñas empresas, etc.
Mirando al futuro, deberá también tenerse en cuenta el punto de vista internacional: ¿qué se está
haciendo en el resto del mundo en materia de manipulación de bienes culturales?
Del mismo modo, se habrán de tratar temas que, por falta de tiempo, quedaron en el tintero
o requieren de una mirada más cercana, como el tratamiento de materiales arqueológicos, las co-
lecciones científico-técnicas o la fotografía, tradicional o en impresión digital, y el resto del material
audiovisual.
Por último, sin duda la mejor manera de dar continuidad a esta iniciativa es contemplar un
cambio de modelo, más ambicioso y participativo, en el que exista una fase práctica, con grupos de
trabajo reducidos. De esta manera, se logrará prestar atención a las dudas de manera más cercana
e individualizada, y familiarizar a los participantes con los pequeños y grandes retos diarios que im-
plica la manipulación de bienes culturales.
No podemos cerrar estas líneas sin agradecer a todos los ponentes su participación y su total
confianza en este proyecto desde el primer momento. El curso tampoco habría sido posible sin la
colaboración de la Asociación de Amigos del MNA, Cauri, y la Secretaría de Estado de Cultura. No
podemos olvidar el valioso patrocinio de SIT-Grupo Empresarial, Archimóvil y Arte y Memoria.
Asimismo, el equipo del Museo encargado de la organización de las jornadas, quiere dar las
gracias en especial a todos los asistentes, que con su respuesta ante esta convocatoria hicieron po-
sible que Frágil! saliera adelante [Fotografía: M.ª Dolores Hernando Robles].
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12
Introducción a la manipulación
de los objetos culturales.
Profesionales involucrados
y su formación
Marta Plaza Beltrán
mplazabe@art.ucm.es
Resumen: A lo largo del tiempo, nuestro Patrimonio es susceptible de sufrir algún tipo de ma-
nipulación, ya sea para exposiciones temporales, traslados, restauraciones, préstamos o investi-
gación y para ello es necesario crear protocolos específicos de actuación, contar con un equipo
profesional cualificado y tener los medios auxiliares precisos para cada caso.
Introducción
Ante la problemática de la manipulación de los objetos culturales debemos plantearnos una serie
de cuestiones fundamentales:
Con objeto de dar respuesta a las dos primeras preguntas nos vamos a remitir a la clasifica-
ción general del Patrimonio Histórico Español, partiendo de la definición que nos da la RAE del
verbo manipular: “Operar con las manos o con cualquier instrumento” (RAE, 2001). Según esta
definición, en el cuadro de la figura 1 encontramos varios elementos patrimoniales que son sus-
ceptibles de sufrir algún tipo de manipulación. Entre ellos podemos destacar el conjunto de bie-
nes culturales muebles –como las pinturas, esculturas, retablos, documentos gráficos, colecciones
científicas, etc.– y algunos bienes inmuebles –como las pinturas murales, mosaicos, etc.–, todos
ellos incluidos dentro del ámbito del patrimonio cultural tangible.
PATRIMONIO
NATURAL CULTURAL
TANGIBLE INTANGIBLE
MUEBLE INMUEBLE
Pinturas, esculturas,
Monumentos,
retablos, textiles,
Parques nacionales, sitios arqueológicos, Música, lenguaje,
documentos, foto-
Monumentos naturales, sitios históricos, usos y costumbres,
grafías, colecciones
Reservas naturales obras de ingeniería, leyendas
científicas, restos
pintura mural
arqueológicos
Entre las entidades públicas donde los bienes culturales son susceptibles de sufrir algún tipo
de manipulación podemos citar: los museos públicos (salas, talleres, laboratorios, almacenes); los
centros de restauración (talleres, laboratorios, almacenes); Patrimonio Nacional (Palacios, salas,
talleres, laboratorios, almacenes), otros organismos –como ministerios o embajadas– y determina-
dos sitios arqueológicos.
Dentro del ámbito privado, la manipulación de los objetos culturales puede llevarse a cabo
en museos privados (salas, talleres, laboratorios, almacenes), talleres de restauración, fundaciones,
galerías de arte, colecciones particulares, en iglesias y conventos, etc.
En el interior de las instituciones existen una serie de actividades que requieren el movi-
miento de los objetos, entre las que destaca la documentación (catalogación, inventario, estado de
conservación, documentación gráfica y fotográfica, etc.), la investigación (estudio de estilos, data-
ción, etc.), los cambios de ubicación dentro de la institución (salas, almacenes, etc.), los estudios
analíticos (análisis de laboratorio para determinar alteraciones, técnicas artísticas, etc.), la restaura-
ción (tratamientos de conservación curativa y restauración), el depósito o el embalaje.
Mucho más evidente es el movimiento que sufren las obras con motivo del transporte para
exposiciones temporales (cambios de ubicación y entorno) o para préstamos.
Una vez establecidos los objetivos de la manipulación y determinada la actuación sobre las
obras, es necesario seguir y respetar las siguientes normas, con el propósito de mantener las piezas
en un correcto estado de conservación:
b) Conocer la naturaleza de los objetos: esculturas (madera, metal, piedra, marfil, etc.); pin-
turas (tabla, lienzo, soportes nuevos, técnicas de ejecución: óleo, temple, acrílico, etc.),
documento gráfico (dibujos, grabados, fotografías, etc.), nuevas instalaciones (video, in-
formáticas, elementos variados, etc.).
c) Determinar las dimensiones, peso y forma de la pieza para diseñar sistemas individualiza-
dos de embalaje, transporte, etc.
j) Otros aspectos que se deben considerar dentro de un protocolo: mover los objetos de
uno en uno, uso de guantes, emplear las dos manos, sujetar las obras por sus partes más
sólidas, evitando las zonas salientes o puntos débiles, etc.
(Alonso, 2010)
El significado de estas palabras ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, del mismo modo
que varía según las diferentes partes del mundo. Por ejemplo, en los países anglosajones “conser-
vación” engloba todos los cuidados que se aplican a una obra de arte con el objeto de alargar su
vida, pero deja fuera de esta definición toda intervención que suponga un añadido o restitución.
Según lo mencionado, “restauración” sería una reconstrucción de las partes deterioradas devol-
viendo la unidad a la obra. En Francia y en los países latinos, “restauración” implica tanto la fase de
curación como el tratamiento de faltas. En los países anglosajones e hispanoamericanos se deno-
mina “curador” o “curator”: encargado de museo o exposición.
A continuación vamos a concretar los tres conceptos citados (conservación preventiva, con-
servación curativa y restauración), sus objetivos y el campo de actuación de cada uno de ellos.
Conservación preventiva
Podemos definir la conservación preventiva como toda intervención en el entorno de la obra de arte
que vaya destinada a retardar y preservar a los materiales de los factores agresivos exteriores que les
puedan crear procesos de degradación y evitar en lo posible reincidencias de esos procesos.
Podemos decir, por lo tanto, que su campo de actuación implica: inventario, catalogación,
registro, análisis de los factores de deterioro, diagnosis, gestión de la exposición, embalaje, trans-
porte, depósito, control de condiciones ambientales, control de plagas, seguridad, etc. pero solo
en los tres primeros apartados podríamos incluir algún tipo de manipulación sobre la obra (Thom-
som, 1998).
Durante los trabajos de inventariado, catalogación y registro, las piezas van a ser manipu-
ladas dentro de unos límites mínimos: colocación de siglado, estudio artístico, registro,
etc. A continuación vamos a diferenciar estos tres términos, muchas veces unificados:
• El inventario identifica detalladamente cada objeto y supone una inscripción, una re-
dacción de datos: identificación, localización, descripción, valoración y clasificación de
los bienes integrantes del patrimonio cultural. Se trata de un instrumento para conocer
de forma cualitativa y cuantitativa los bienes integrantes del patrimonio.
• El registro es el conjunto de datos relacionados entre sí. Se trata del asiento legal y
administrativo de los bienes integrantes del patrimonio cultural.
Ante cualquier manipulación que se vaya a realizar sobre un objeto cultural es impres-
cindible determinar el estado de conservación que presenta, analizando los factores de
deterioro (físicos, químicos, biológicos, físico-químico-biológicos, antropogénicos, etc.) y
cómo estos han afectado al conjunto, estableciendo una diagnosis pormenorizada de las
alteraciones. Para ello se recurre a los estudios específicos realizados mediante métodos
no invasivos (fotografía visible, UV, IR, estudios radiológicos –RX, gamma, etc.–, colorime-
tría, otros) y/o métodos invasivos (estratigrafías, análisis químicos de aglutinantes, etc.).
Toda exposición exige un proyecto expositivo previo (estudio del tipo de colección, tamaño
de las piezas, etc.), así como de un análisis pormenorizado de los elementos y materiales expositi-
vos (vitrinas, paneles, peanas, etc.) (Herrema, 2006: 91-104).
Por su parte, el embalaje de las obras de arte precisa de una serie de actuaciones previas,
como la determinación de los sistemas de embalaje según la obra (simple, múltiple, bandejas, pa-
neles deslizantes, sistemas de ranuras, sistema de balsa, cuñas, doble caja, etc.); el diseño de cajas y
contenedores (madera, metal, cartón, plástico, portátiles, maletines); el control de las condiciones
Por otro lado, los depósitos de las obras deben cumplir con una serie de requisitos: los sis-
temas de almacenaje deber ser acordes con la naturaleza y características de las piezas (cajones,
peines, estanterías, etc.), teniendo siempre presente que los almacenes son lugares destinados a
albergar los objetos que no se exponen en los museos. Estaríamos hablando de espacios divididos
en secciones atendiendo a la naturaleza de los objetos que se custodian: esculturas, pinturas, di-
bujos, etc., ya que estos materiales requieren unas condiciones climáticas diferentes, tanto de luz
como de humedad y temperatura. Los depósitos han de proteger los bienes de los agentes exter-
nos y minimizar todo lo posible los intrínsecos. Para el diseño de estos espacios se han de tener
en cuenta los tipos de objetos, cantidad, técnicas de ejecución, etc. Por ejemplo, para las obras
pictóricas se suele emplear el sistema de peines o estanterías acolchadas a 45% de inclinación;
para obras escultóricas, estanterías reforzadas o plataformas sobre el suelo para las obras de gran
formato; las obras gráficas (papel, fotografía) se almacenan con un sistema de planeros o de peines
(si están enmarcadas las obras) (Rico, 1999).
Antes de proceder al transporte de las piezas hemos de estudiar y comprobar que está pre-
parado tanto nuestro equipo humano como el propio objeto para su movimiento a la situación
definitiva. Tenemos que saber cuál es la mejor manera de trasportarlo: si por medios manuales,
en cuyo caso tendremos en cuenta el peso y el volumen y en consecuencia cuántas personas y de
qué modo han de sujetarlo; o por medios mecánicos, habiendo comprobado antes que estos lo
puedan recibir, mover y depositar sin riesgo.
El transporte terrestre es el medio más empleado debido a que solo requiere una carga
y una descarga. El inconveniente es el límite de tamaño de las obras, el peso y el exceso de vi-
braciones que sufren los objetos durante el recorrido. Actualmente, para corregir los defectos
del transporte por carretera se han introducido novedades en los vehículos, como sistemas
de suspensión muy sofisticados, importantes sistemas de seguridad, controles de humedad y
temperatura, etc.
Por su parte, el transporte ferroviario es un medio muy empleado a principios del siglo xx
pero actualmente en desuso por el tiempo necesario para realizar el recorrido, falta de control de
las vibraciones, personal que manipula no familiarizado con el manejo de las obras, etc.
Sin embargo, el transporte marítimo es un sistema poco utilizado por constituir un viaje
largo, con bodegas muy grandes que presentan cambios muy bruscos de H y T. Se emplea para
esculturas de gran tamaño realizadas con materiales resistentes a estos cambios: metal o piedra.
Junto con el transporte terrestre, el transporte aéreo es una modalidad muy empleada
por los diferentes tamaños de bodegas y sistema de colocación de la carga (contenedores o no);
sin embargo existe el inconveniente de la posible manipulación por personal no cualificado,
excepto en los casos en los que existan agentes de carga y descarga en la empresa contratada
(VV. AA., 2006).
c) Evaluación de riesgos.
El presente curso está orientado a la manipulación de las obras desde el punto de vista de
la conservación preventiva, pero no podemos dejar de mencionar otras vías como la conserva-
ción curativa o la restauración donde los profesionales manipulan y trabajan directamente con
las piezas.
Conservación curativa
El ICOM define la conservación curativa (anteriormente denominada directa) como “todas aque-
llas acciones aplicadas de manera directa sobre un bien o un grupo de bienes culturales que tengan
como objetivo detener los procesos dañinos presentes o reforzar su estructura. Estas acciones solo
se realizan cuando los bienes se encuentran en un estado de fragilidad notable o se están deterio-
rando a un ritmo elevado, por lo que podrían perderse en un tiempo relativamente breve” (ICOM,
2008: 2).
Según lo expuesto anteriormente, cada objeto artístico o bien cultural requerirá de interven-
ciones específicas determinadas por su naturaleza o constitución material.
Restauración
El ICOM entiende la restauración como “todas aquellas acciones aplicadas de manera directa a un
bien individual y estable, que tengan como objetivo facilitar su apreciación, comprensión y uso.
Estas acciones solo se realizan cuando el bien ha perdido una parte de su significado o función a
través de una alteración o un deterioro pasados” (ICOM, 2008: 2).
Las intervenciones restauradoras sobre la obra de arte tienen como finalidad la restitución
o mejora de la legibilidad de la imagen y el restablecimiento de su unidad potencial, siempre que
esto sea posible sin acometer una falsificación artística o histórica y sin borrar huella alguna del
transcurso de la obra de arte a través del tiempo.
A continuación vamos a estudiar los perfiles profesionales de aquellas personas que, de una
manera u otra, se ven involucradas en la manipulación de los objetos culturales.
Dirección
Director
Responsable ante el Patronato o la Junta. También puede ser un conservador jefe, conserva-
dor o conservador director.
Conservación
a) Conservador Jefe
b) Conservador
c) Ayudante de museos
d) Auxiliar de museos
Restauración
a) Restaurador jefe
b) Restaurador
En algunas ocasiones las funciones del responsable de registro son ejercidas por el
conservador o el ayudante de museos.
Técnicos de exposición
En este grupo podemos incluir a los montadores (encargados de la preparación, instalación y mo-
vimiento de todos los objetos de la exposición bajo la supervisión del conservador, mantenimiento
de los sistemas electrónicos, etc.); carpinteros, fotógrafos, maquetistas, electricistas, instaladores,
informáticos, dibujantes, educadores, programadores, relaciones públicas, consultores (consul-
ting, exhibition advisors), etc.
–– Competencias:
Personal de laboratorio
a) Físico
• Competencias: estudio de los materiales vinculados con las obras; análisis del efecto
producido por los agentes de deterioro sobre los materiales constitutivos de las obras;
asesoramiento en materia de preservación y restauración.
b) Químico
• Competencias: estudio de los materiales vinculados con las obras; análisis del efecto
producido por los agentes de deterioro sobre los materiales constitutivos de las obras;
asesoramiento en material de preservación y restauración, etc.
c) Biólogo
• Competencias: estudio de los materiales vinculados con las obras; análisis del efecto
producido por los agentes de deterioro sobre los materiales constitutivos de las obras;
asesoramiento en material de preservación y restauración.
d) Auxiliares técnicos
Bibliografía
Alonso Fernández, Luis; García Fernández, Isabel (2010): Diseño de exposiciones. Concepto, instalación
y montaje. Madrid: Alianza Forma.
Fernández, Charo, y otros (2008): Conservación preventiva. Exposiciones temporales. Procedimientos.
Madrid: Grupo Español IIC.
Herreman, Yani (2006): “Presentaciones, obras expuestas y exposiciones”. En Boylan, Patrick J. (ed.):
Cómo administrar un museo: manual práctico. Paris: UNESCO e ICOM, pp. 91-104.
Icom (2002): Código de Deontología del ICOM para los Museos. París: Consejo Internacional de Mu-
seos. Disponible en: http://archives.icom.museum/codigo.html.
Icom-CC (2008): “Terminología para definir la conservación del patrimonio cultural tangible”. En Actas
de la XVa Conferencia Trianual del ICOM-CC, Nueva Delhi, 22-26 de septiembre de 2008. 2 vol.
Nueva Delhi: Allied Publishers.
Ministerio de Cultura: Disponible en: http://www.mcu.es. Acceso: 15 noviembre 2011.
Real Academia Española (2001): Diccionario de la Lengua Española. 22.ª edición. Disponible en: http://www.
rae.es. Acceso: 25 abril 2012.
Rico, Juan Carlos (1999): Los conocimientos técnicos. Museos, arquitectura, arte. Madrid: Sílex.
Thomsom, Garry (1998): El Museo y su entorno. Madrid: Akal.
VV. AA. (2006): Criterios para la elaboración del Plan Museológico. Madrid: Ministerio de Cultura.
Importancia de la prevención
de riesgos laborales en la manipulación
de bienes culturales
Pedro Vicente Alepuz
Área de Prevención de Riesgos Laborales
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte
Plaza del Rey 1, C. P. 28071, Madrid
pedro.vicente@mecd.es
Resumen: La manipulación manual de cargas es una actividad que puede ocasionar daños en la
salud de los trabajadores.
Desde la Ergonomía puede hacerse una notable contribución a la salud laboral de estos trabajado-
res, por ello, en el presente tema vamos a exponer una serie de actividades que se llevan a cabo
desde el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales y cuya finalidad es reducir al máximo las
consecuencias de accidentes de trabajo debidos a la manipulación manual de cargas, eliminando,
o al menos reduciendo, los riesgos que entraña esta manipulación.
Palabras clave: manipulación manual de cargas, cargas, prevención de riesgos laborales, ergonomía.
Introducción
De una manera general entendemos por manipulación manual de cargas cualquier operación que
implique el levantamiento, empuje, tracción, transporte o desplazamiento de un objeto.
Desde el Servicio de Prevención se realizan una serie de actividades, tales como evaluaciones
periódicas, formación específica y vigilancia de la salud, con el objetivo fundamental de reducir al
máximo las consecuencias de accidentes de trabajo debidos a la manipulación manual de cargas,
eliminando, o al menos reduciendo, los riesgos que entraña esta manipulación.
Cualquier actividad preventiva debe tener como punto de partida conocer sobre qué debemos
prevenirnos.
La información aportada por la evaluación de riesgos nos permitirá, asimismo, priorizar esas
acciones, frente aquellos riesgos no tolerables con el fin de controlarlos.
Conocer estas situaciones y obtener una información detallada de ellas, solamente es posi-
ble contando con la colaboración de los responsables y del personal de los departamentos en los
que se producen.
Identificación de peligros
En el tema que nos ocupa hoy, los riesgos que entraña la manipulación manual de cargas,
dependen fundamentalmente de los siguientes factores:
–– La carga.
–– La tarea.
–– El entorno.
–– Las personas.
Consecuencias
ESTIMACIÓN DEL
VALOR DEL RIESGO Ligeramente Dañina Extremadamente
dañina dañina
Moderado Se deben hacer esfuerzos para reducir el riesgo, determinando las inversiones
precisas. Las medidas para reducir el riesgo deben implantarse en un periodo
determinado. Cuando el riesgo moderado está asociado con consecuencias
extremadamente dañinas, se precisará una acción posterior para establecer, con
más precisión, la probabilidad de daño como base para determinar la necesidad de
mejora de las medidas de control.
Importante No debe comenzarse el trabajo hasta que se haya reducido el riesgo. Puede que
se precisen recursos considerables para controlar el riesgo. Cuando el riesgo
corresponda a un trabajo que se está realizando, debe remediarse
el problema en un tiempo inferior al de los riesgos moderados.
Normativa de aplicación:
Lugar de trabajo
Las actividades pueden llevarse a cabo en el taller o en el emplazamiento donde se encuentran los
bienes culturales, aunque frecuentemente esta situación supone un cambio del lugar de trabajo
donde se debe realizar la actividad. Esto requiere consideraciones específicas en cada caso, direc-
tamente relacionadas con las propias del edificio y con el lugar donde se realiza, accesibilidad y
ubicación del puesto.
El control de los riesgos es más fácil en el propio taller en todos los aspectos: accesibilidad,
ubicación del puesto, condiciones de temperatura, humedad, etc.
Condiciones medioambientales
Están directamente relacionadas con el emplaza-
miento donde se realiza la actividad, interiores o al
aire libre, zonas de fácil ventilación o zonas poco
ventiladas, etc. A las condiciones anteriores se deben
añadir la generación de contaminación del ambiente
por los propios productos generados por los mate-
riales precisos para la restauración, como aquellos
que la propia actividad genera (polvo, humos, etc.)
y aquellos otros que puedan ser generados por otras
Figura 1. Instituto Nacional de Seguridad e Higiene actividades que se realicen en zonas próximas.
en el Trabajo.
Medidas preventivas:
–– Medidas técnicas.
• Medios mecánicos.
• Tamaño de la carga.
• Superficie de la carga.
• Suelos.
• Espacio de trabajo.
• Condiciones termohigrométricas.
• Ráfagas de viento.
• Iluminación.
• Movimientos bruscos.
–– Medidas organizativas.
• Ritmo de trabajo.
Figura 3. Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el
• Pausas. Trabajo.
Vigilancia de la salud
También es importante la vigilancia de la salud de los trabajadores, puesto que en su componente
preventiva ayudará, por una parte, a los propios trabajadores a conocer su estado de salud y, por
otra, a los técnicos de prevención a reforzar nuestro conocimiento sobre la adecuación de las me-
didas implantadas.
Glosario
Manipulación Manual de Cargas: cualquier operación de transporte o sujeción de una carga por
parte de uno o varios trabajadores, como el levantamiento, la colocación, el empuje, la tracción
o el desplazamiento, que por sus características o condiciones ergonómicas inadecuadas entrañe
riesgos, en particular dorsolumbares, para los trabajadores.
Carga: cualquier objeto susceptible de ser movido, incluyendo animales, personas y materiales,
por medio de grúa u otro medio mecánico, pero que requiere el esfuerzo humano para moverlo o
colocarlo en su posición definitiva.
Bibliografía
Real Decreto 487/1997, de 14 de abril, sobre disposiciones mínimas de seguridad y salud relativas a la
manipulación manual de cargas que entrañe riesgo, en particular, dorsolumbares, para los traba-
jadores. B.O.E. n.º 97, de 23 de abril de 1997.
Guía técnica para la evaluación y prevención de los riesgos relativos a la manipulación manual de car-
gas. Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, 2003.
Evaluación de Riesgos Laborales. Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, 1996.
Palabras clave: materiales, conservación, soporte para transporte, embalaje, soporte de exhibi-
ción, soporte de almacenaje, manipulación, transporte obras de arte, caja de transporte, almacén
de museo, informe de estado de conservación, Plastazote®, Ethafoam®, polietileno, espuma, ries-
gos, deterioro, IPCE, MAPOUR, Polyevart.
Introducción
En estas jornadas nos referimos al hecho de “manipular bienes culturales”, esto es, al hecho físico
de coger, trasladar, colocar o usar un bien cultural material para su estudio, fotografía o cualquier
otro propósito dentro del museo. Nos sorprendería la cantidad de veces que es necesario hacer
esto, y las pocas veces que nos hemos planteado si los procedimientos que empleamos son los
correctos. Una de las principales causas de daño de los objetos culturales son los daños mecánicos
donde hay detrás un uso o manipulación inadecuada, disfrazado como “accidente”. En el caso de
una cerámica fracturada el daño es ya permanente e irreversible, pero estos daños son evitables
mediante los procedimientos y los medios de protección adecuados.
1 https://www.cci-icc.gc.ca/bookstore/viewCategory_e.aspx?id=20&thispubid=398.
No existe una forma fija de manipulación, ya que todo estudio debe comenzar desde la pers-
pectiva del objeto, y no desde el marco teórico de un “protocolo publicable” que pretendamos
hacer extensivo a todos los objetos.
En esta charla pretendo dar a conocer mediante ejemplos la variabilidad de casos de ma-
nipulación que pueden darse dentro de un mismo grupo de objetos, en este caso la escultura
policromada por sus características de tridimensionalidad y complejidad estructural. Por ello pre-
tendo resaltar la importancia del proceso de inspección desde el punto de vista de su fragilidad
para la manipulación.
La reflexión sobre las actitudes que históricamente han provocado daños en objetos: como la
falta de limpieza (que afecta a objetos claros, porosos y metales), la falta de espacio (que pone en
riesgo de aplastamiento de materiales flexibles y riesgo de rotura de piezas con volúmenes salien-
tes), pero sobre todo la falta de conocimiento, los vicios heredados del uso tradicional, arraigado
en nuestro subconsciente, etc. que influyen en la manera que nosotros nos comportamos con el
objeto, aún a sabiendas de que ese objeto ya no es el mismo en el momento que se convierte en
bien cultural, u “objeto de museo”.
Existen guías3 sobre procedimientos que nos ayudan a identificar estos vicios y actitudes y
sirven como modificadores de conducta, como un planteamiento general son la primera base so-
bre la que trabajar. Hay mucho publicado respecto a estándares para mejorar la calidad de los pro-
cedimientos, o normativas que cada centro se redacta para su uso interno, e incluso manuales que
se difunden para el beneficio de la preservación de las colecciones. Todo este material bibliográfico
son herramientas teóricas muy útiles, pero no debemos olvidar que no todo el mundo relaciona-
do con los objetos está en condiciones de acceder a ellos o simplemente de leerse un informe o
manual que puede estar en un cajón o la biblioteca antes de mover un objeto. En la mayoría de los
casos nadie lo hace.
Para evitar esto, es necesario proteger los objetos más sensibles mediante protecciones o
soportes que prevengan los daños físicos o de otra índole. El diseño de los mismos, su señalización
con instrucciones de manejo y la selección de los materiales correctos es esencial para que esta
protección cumpla su función.
2 Applebaum, B.: Guide to Environmental Protection of Collections. Sound View Press, 1991.
3 http://www.gov.mb.ca/chc/hrb/pdf/handling_museum_objects.pdf; http://www.nps.gov/museum/publications/mhi/chap6.pdf.
El examen de un objeto individual debe centrarse en el estudio de sus riesgos, que dependerá de
la naturaleza del objeto, su estado de conservación y el contexto donde este objeto se manipule.
Ya no es posible dar reglas generales respecto a esto, puesto que las necesidades de cada objeto
son únicas, por ello este estudio debe ser confiado al especialista. Es necesario conocer los aspec-
tos relevantes del objeto que puedan sufrir alteraciones en su manipulación para minimizarlas.
Ponemos como ejemplo los siguientes casos, a la hora de estudiar una pieza donde evaluaremos
su estructura y su superficie o decoración.
–– Su estructura:
• Si tiene partes móviles: porque todo movimiento en piezas articuladas supone una
sobretensión y desgaste de sus zonas de unión.
–– Su superficie:
• Si la superficie resbala: en casos como cerámica vidriada o vidrio, hay que evitar el uso
de guantes de algodón, sustituyéndolos por guantes de otro tipo que no resbalen o
simplemente con las manos desnudas y limpias.
• Si la superficie es pegajosa o pulverulenta: casos más raros, como pueden ser las piezas
de plástico en proceso de deterioro que exudan plastificantes, o las obras policromadas
con pigmento sin aglutinante, representan un reto a la hora de su manipulación.
Como vemos, no nos interesan aspectos como daños antiguos, suciedad, presencia de man-
chas, grietas estabilizadas, ataques antiguos de insectos y en general daños que no representen un
peligro a corto plazo. Distinguir un daño antiguo de un riesgo potencial es misión de profesionales
de la conservación/restauración competentes en cada especialidad.
Para cumplir estos objetivos, entran en juego requisitos diferentes, ya que varía el plazo de
tiempo en que entra en contacto con el objeto, sus propiedades como amortiguadores de vibra-
ciones (para el transporte) y la estética de su diseño (para su exhibición).
No existen diseños estandarizados para soportes, sino que se deben adaptar a las necesida-
des de forma individual. El estudio de cada caso es esencial, y se comienza por un estudio particu-
lar de cada objeto, para estudiar la distribución de su peso y qué puntos de contacto son los más
seguros para diseñar el sistema según esta premisa.
Cada función requiere una posición del objeto y unos materiales de construcción diferentes,
por ello es difícil que un mismo soporte sirva para varias funciones a la vez (que sirva para trans-
portarlo, y a la vez para exhibirlo y para almacenarlo).
Las obras pequeñas y de poco peso presentarán infinitamente menos inconvenientes que las
obras de gran tamaño, los objetos pesados, con elementos salientes y los objetos móviles. A mayor
peso del objeto, se necesita mejor diseño, mejor sistema de amortiguación y mayor resistencia o ri-
gidez en el anclaje a la caja, ya que las fuerzas generadas durante el movimiento se multiplican. Los
elementos salientes son un inconveniente en el movimiento de las obras y su anclaje, son frágiles
y tienden a engancharse a los elementos de la caja en su extracción, por lo que deben trasladarse
en cajas desmontables para facilitar su manipulación y evitar esos riesgos.
Los sistemas varían según el sistema de contacto con la pieza, pero en todos los casos se
parte de un informe previo con una foto o esquema que señalice dónde y cómo puede sujetarse
el objeto a la caja en el embalaje.
4 http://www.iaph.es/Patrimonio_Historico/cd/ficheros/8/ph16-60.pdf.
Figura 1. Esquema de anclaje flotante, o cama blanda, talla- Figura 2. Esquema de anclaje flotante realizado con plan-
do en un solo bloque de espuma. Imagen: Laura Ceballos. chas de espuma. Imagen: Laura Ceballos.
Figura 3. Esquema de anclaje mediante tirantes o barro- Figura 4. Sistema de anclajes mediante guillotinas confor-
tes, forrados de espuma con amortiguación mecánica, y madas (en este caso realizadas en madera y espuma por
atornillados a la caja. Imagen: Laura Ceballos. SIT España) que se deslizan sobre raíles de madera atorni-
llados a la caja. El orden de retirada/colocación de los ele-
mentos y su posición debe estar bien señalizado. Imagen:
Laura Ceballos.
1. El anclaje flotante: una solución es un anclaje flotante, haciendo una cama de espuma
blanda donde descanse la pieza sobre la mayor superficie posible, que es apto para piezas
pequeñas de poco peso, sin salientes ni formas complejas y que tengan una superficie
resistente a la fricción (fig. 1).
5 http://www.sitspain.com/index.php?option=com_content&view=article&id=68&Itemid=71&lang=es;
http://www.youtube.com/watch?v=sof_8_H5MsQ.
2. Empleo de tirantes o barrotes: para obras más complejas, como esculturas de mayor
tamaño, los anclajes más extendidos son los tirantes o barras forradas de espuma que
aprisionan la obra en los puntos necesarios y se atornillan a la caja. Es un sistema más im-
provisado y sencillo, pero mal diseñado puede ocasionar daños por un exceso de presión
en piezas huecas (fig. 3).
4. La información y señalización: todos los sistemas de anclaje para el transporte deben se-
ñalizar el orden de colocación y la posición exacta de las piezas, ya que en exposiciones
las piezas se embalan por lo menos dos veces, y rara vez los operarios son los mismos en
todos los casos. Esta información debe estar recogida por un lado mediante la numera-
ción clara de los diferentes elementos de la caja y de los anclajes, y por otro mediante una
hoja de instrucciones sencillas que debe viajar junto con la caja y leerse antes de abrirla.
5. Los materiales: sin entrar en los materiales de aislamiento para la construcción de cajas,
aspectos que vienen recogidos en otras secciones de esta publicación, la selección de
materiales de los anclajes se centra en la selección de espumas de polímeros que ofrez-
can buenas propiedades mecánicas de amortiguación de golpes. En el mercado hay dos
familias de espuma, las derivadas de los poliuretanos (buenas propiedades mecánicas
pero pobre estabilidad química) y las derivadas del polietileno (buena estabilidad quí-
mica pero peor resolución mecánica)6. Nos decidiremos por las segundas por dar prio-
ridad a la estabilidad química al tratarse de un contacto directo dentro de un espacio
confinado. En caso de remodelaciones de museos, las cajas de transporte se emplean
demasiado a menudo como contenedores de almacén, en cuyo caso el diseño debe te-
ner en cuenta el largo periodo de contacto de la pieza con el material de transporte, y no
emplear nunca materiales inestables en el embalaje.
6 La familia de los poliuretanos son las espumas tradicionales más cómodas, con estupendas propiedades mecánicas de
ajuste, no en vano las empleamos en nuestro bienestar en colchones, asientos, etc. Tienen el inconveniente de su baja es-
tabilidad, ya que liberan isocianatos (sustancias que pueden reaccionar con los bienes culturales) al final de su vida útil, por
lo que se miran con desconfianza en nuestro campo. Más aún si se trata de confinar una obra dentro de una caja durante
un tiempo prolongado.
La familia de los polietilenos son espumas mas limpias, lo que denominamos más inertes, y no tienen esos inconvenientes
químicos. Sin embargo son menos resolutivas en sus propiedades mecánicas, no son tan flexibles como los poliuretanos y
no se adaptan tan bien a los objetos. Tienen menor resiliencia, o capacidad de recuperación de forma frente a una presión.
Mejor comportamiento se obtiene por adición de plastificantes, aunque estos tienen peor estabilidad química y colaboran
en el deterioro de la espuma a largo plazo.
La prioridad en el diseño del soporte es siempre la seguridad del objeto, que nunca se debe
poner en peligro para obtener una presentación escénica. El soporte no debe arañar ni desgastar
la superficie, no mancharla por el uso de adhesivos o migración de plastificantes o revestimientos,
ni deformar la pieza. Teniendo en cuenta que va a permanecer en esa posición durante mucho
tiempo, el objeto debe descansar sobre el soporte, ya que cualquier presión que se ejerza puede
dejar huellas o deformar la pieza. Esto es especialmente importante en objetos blandos (orgánicos
o etnográficos).
En otros capítulos de esta publicación se desarrolla con profundidad la complejidad del di-
seño de soportes para objetos en exposiciones de museos.
Un soporte de almacén viene a ser una prótesis que fija los elementos móviles de los obje-
tos, ayudan a evitar y corregir las deformaciones en objetos blandos (ej. cestería, textil) y facilitan
la manipulación de objetos frágiles que presenten complicaciones a la hora de moverse. De esta
forma, el objeto no se agarra directamente con las manos, sino a través del soporte que sirve de
cama o bandeja. El objeto permanece en contacto con su prótesis durante mucho tiempo, por lo
que su diseño tiene como prioridad la seguridad física y química de los materiales que se seleccio-
nen y el ajuste al objeto sin ejercer presión. Solo se separa de él para la fotografía o la exhibición.
No es preciso ajustarse a una presentación estética dictaminada por una exhibición, por lo que los
mismos materiales, una vez evaluados, pueden emplearse en diferentes situaciones.
7 http://www.mfa.org/collections/conservation-and-collections-care/costume-accessories.
ban. En el soporte diseñado se incluía una señalización clara de las zonas frágiles/resistentes de la
pieza representada gráficamente en forma de ficha fijada al soporte, para ayudar a todo aquél que
por cualquier razón deba mover uno de esos objetos en el futuro.
En la siguiente serie de fotografías se resume a grandes rasgos los pasos seguidos para la
elaboración de soportes de almacén en el MAPOUR para la colección de esculturas, una vez termi-
nado su proceso de conservación-restauración (figs. 5-12):
Figura 5. Estudio previo de las piezas para su soporte, se anotan sus características sobre equilibrio, zonas frágiles y se
decide su posición, zonas de apoyo y zonas de anclaje según su estado. Foto: IPCE.
Figura 6. Por el mal estado de las bases de muchas escul- Figura 7. Las mediciones sobre la pieza se realizan, entre
turas y la disposición exenta de las estanterías del almacén, otros medios, mediante un transportador de perfiles, prote-
se decidió que una parte de ellas se conservara en posi- giendo previamente la policromía de la escultura.
ción horizontal para evitar el riesgo de caída accidental.
Se puede construir un conformador de perfiles blando si-
Foto: Laura Ceballos.
guiendo las instrucciones de las notas publicadas online del
Canadian Conservation Institute, CCI (CCI Notes 18/3: Cons-
truction of a “Soft” Profile Gauge http://www.cci-icc.gc.ca/pu-
blications/notes/18-3-eng.aspx) Foto: IPCE.
Figura 8. Las formas curvas se recortan en espu- Figura 9. Se realiza un ajuste previo de las piezas de espuma de po-
ma de polietileno (Plastazote®) mediante una cu- lietileno (Plastazote®) sobre la escultura, mediante alfileres. Una vez
chilla térmica. Durante este proceso es importan- comprobado el ajuste, la unión definitiva entre las piezas de espuma
te trabajar con campana de extracción de humos se realiza mediante pistola termoencoladora.
y mascarilla homologada para gases. Foto: IPCE.
Estas piezas no se “enganchan” a la escultura, sino que se adaptan
a ella. Un ajuste mediante presión puede ocasionar daños a la poli-
cromía a la hora de introducir o retirar la obra del soporte. Foto: IPCE.
Figura 10. Se comprueba la eficacia del soporte para el movimiento. La pieza descansa sobre una bandeja realizada en
tablero fenólico de madera laminada, que proporciona rigidez, sobre la que se adhiere una plancha de espuma de polieti-
leno (Plastazote®).
Los anclajes se han estudiado para inmovilizar la pieza a esta bandeja, y permitir unas inclinaciones de al menos 45 grados
sin que la pieza se desplace. Foto: Laura Ceballos.
Posición Tumbado.
Topes de Plastazote.
Figura 12. En cada soporte se adjunta una ficha con las incidencias que puede presentar cada pieza a la hora de su movi-
miento y manipulación. Imagen y foto: IPCE.
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second edition. Otawa: Canadian Conservation Institute. ISBN 0-660-18843-0.
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Odegaard, Nancy (1992): A Guide to Handling Anthropological Museum Collections. Tucson, Ari-
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Ahora en español por el mismo editor: Guía para el Manejo de Colecciones Antropológicas
de Museos.
Ortega Ortega, Antonio (1996): “Embalajes y materiales para el transporte de obras de arte”. En PH:
Boletín del IAPH, n.º 16. Sevilla: Consejería de Cultura y Deporte.
Pacin (Packing and Crating Information Network) & American Association of Museums (Registrars
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Cameo. Conservation and Art Material Encyclopedia Online. Museum of Fine Arts, Boston. Dispo-
nible en: http://cameo.mfa.org.
Normativa y estandarización
para la manipulación
de bienes culturales
Guillermo Andrade
Departamento Técnico SIT Grupo Empresarial
Avenida de Fuentemar 13, C. P. 28823, Coslada, Madrid
guillermo.andrade@sitspain.com
Introducción
La manipulación de bienes culturales es nuestra actividad
cotidiana. Para una empresa como SIT, la metodología para
una correcta manipulación ha evolucionado con la práctica
y constante resolución de problemáticas para la manipu-
lación, protección y traslado de prácticamente todos los
tipos de bienes culturales durante más de 50 años (fig. 1). Figura 1.
Por este motivo, no solo es de nuestro total interés, sino motivo de participación activa, la
propuesta, redacción y establecimiento de estándares y normativas con el fin de perfeccionar y
homologar la práctica profesional de manipulación, embalaje y transporte.
• Asentar los riesgos (como principio general la “decisión final” será tomada por el pro-
pietario/custodio del bien).
• Riesgos relacionados con los objetos (derivados de su naturaleza material, técnica de
manufactura, estado de conservación, condiciones ambientales).
• En todos los casos un restaurador deberá examinar el objeto y contribuir en la decisión
de mover el objeto e indicar áreas de fragilidad y vulnerabilidad, recomendaciones de
conservación preventiva, exposición, tratamientos requeridos, así como recomenda-
ciones para la manipulación, embalaje y transporte.
Las solicitudes para servicios deberán ser recibidas en un rango de 2 a 4 meses previos
a las fechas planeadas para el embalaje, de acuerdo al tamaño y complejidad del servicio
requerido, además de proporcionar la siguiente información por cada objeto:
Antes de manipular o mover un objeto se deben de observar con anticipación una serie
de pasos, los cuales se comunicarán a todos los involucrados en el proceso. Se deberá
determinar una metodología:
–– Manipulación
–– Desembalaje y reembalaje
Proyectos Europeos
Patrocinados por la Comisión Europea (fig. 3), Directorado
General para Investigación.
–– CONSTGLASS. Proyecto que estudia la estabilidad de vidrieras históricas que han sido ya
sometidas a repetidos tratamientos de restauración, recomendando las más apropiadas
técnicas de manipulación para este frágil tipo de bien cultural cuando se requiere su des-
montaje para estudio, tratamiento o resguardo.
Estos dos proyectos europeos de investigación, en los que SIT participa como socio desde
el año 2006, han probado la eficiencia de los marcos microclimáticos, conocidos anteriormente
como climabox, recomendando importantes mejoras para su diseño, componentes y materiales de
fabricación. Por la comprobada eficiencia de estos equipamientos diseñados para mejorar la con-
servación de las obras, en numerosos museos se utilizan como una útil herramienta que, además
de estabilizar las condiciones ambientales y mantener una adecuada calidad de aire alrededor de
las obras microclimatizadas, consiguen una muy segura manipulación de las obras al evitar todo
contacto directo sobre la delicada superficie de los objetos.
Marcos microclimáticos
Herramienta óptima para una segura manipulación, transporte, exposición o almacenaje (fig. 4).
Figura 4.
Con la ayuda del Instituto Noruego para la Investigación del Aire (NILU), del Instituto Fraun-
hofer y del Birkbeck College de la Universidad de Londres, ha sido posible incorporar dosímetros
dentro de los marcos microclimáticos para conocer en todo detalle la calidad del aire en contacto
con las obras. Esta novedosa tecnología en el mundo de la conservación de bienes culturales, y en
volúmenes de aire tan reducidos, se basa en finas capas de metal (oro, cobre, plata, plomo, etc.)
sensible a los contaminantes en el aire, y que al corroerse modifican su conductividad y propor-
cionan parámetros con los cuales estimar la presencia de gases nocivos (vapores ácidos, volátiles
orgánicos, formaldehídos, ozono, etc.) para la adecuada conservación de las obras.
El marco microclimático cuenta, en todos los casos, para su segura y eficiente manipula-
ción, con un sistema de montaje que garantiza una estable instalación o colgado, compensando el
peso extra que adquiere la obra microclimatizada por su vidrio de protección frontal y elementos
traseros. Este sistema de colgado, de requerirse, puede incorporar alarma de movimiento o ma-
nipulación no autorizada, se adapta a prácticamente cualquier tipo de paramento y puede tener
una capacidad de carga de hasta 200 kg. En estos casos, los trabajos de manipulación y montaje de
obras de gran formato y peso, normalmente le son encomendados a los equipos técnicos de SIT,
para garantizar el anclaje de los sistemas de carga.
Bibliografía
Chapuis, Michel; Lydon Adèle; Brant-Grau, Astrid (2009): Preserving our heritage, Improving our
environment, Volume II, Cultural Heritage Research: FP5, FP6 and related projects. Euro-
pean Commission. European Research Area.
Grontoft, Terje (2011): “Impact loads of air pollutants on paintings: performance evaluation by
modelling for microclimate frames”. En Journal of the American Institute for Conservation.
Fall/Winter 2011, Volume 50, Number 2, pp. 105-1221.
Texto presentado en el encuentro Frágil de febrero 2012 en Madrid (con visualización en PowerPoint).
www.kaipachanews.blogspot.pe
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Resumen: Sabido es que desde hace tiempo estamos asistiendo a un cambio en los parámetros
culturales y las diferentes instituciones están rompiendo sus barreras para permitir la movilidad
de sus bienes culturales; sin embargo, es precisamente esta movilidad la que cada vez tiene menos
barreras y los bienes se ven expuestos a constantes movimientos que repercuten en su protección.
Ante esta situación, cabe preguntarse ¿Cómo garantizar la seguridad de los Bienes Culturales
frente a su manipulación? ¿Qué alternativas aseguradoras podemos encontrar? ¿Qué regula-
ción jurídica existe al respecto? ¿Es muy proteccionista nuestra legislación? ¿Está seguro nuestro
patrimonio cuando lo manipulamos? En el presente artículo trataremos de ir respondiendo a es-
tas cuestiones conformando así una visión genérica de cuál es el panorama actual en este ámbito.
¿Acaso hemos pensado qué entendemos por manipulación de bienes culturales? ¿y qué podemos
llegar a entender y a incluir bajo esa rúbrica? Ante ello, sería conveniente también tratar de extra-
polar el concepto a otros ámbitos del movimiento y del tráfico del patrimonio cultural en los que,
sin duda, la manipulación de los bienes es un agente protagonista y su regulación jurídica es un
asunto de obligado tratamiento.
Ante esta situación, cabe preguntarse ¿Cómo garantizar la seguridad de los Bienes Cul-
turales frente a su manipulación? ¿Qué alternativas aseguradoras podemos encontrar? ¿Qué
regulación jurídica existe al respecto? ¿Es muy proteccionista nuestra legislación? ¿Está seguro
nuestro patrimonio cuando lo manipulamos?
Tratar de responder a cada una de estas cuestiones supondría una extensión propia de mo-
nografías jurídicas, pues perfectamente podían ser objeto de un estudio singularizado; es por ello,
que el presente artículo solo pretende exponer de forma orientativa y genérica los principios y
normativa jurídica que han de servir de base a cualquier movimiento o manipulación de obras de
arte, dejando abierta la posibilidad de futuros ensayos específicos.
Pero…, ¿acaso hemos pensado qué entendemos por manipulación de bienes culturales? ¿y
qué podemos llegar a entender y a incluir bajo esa rúbrica?, ante ello sería conveniente detenernos
y tratar de extrapolar el concepto a otros ámbitos del movimiento y del tráfico del patrimonio cul-
tural en los que, sin duda, la manipulación de los bienes es un agente protagonista y su regulación
jurídica es un asunto de obligado tratamiento.
¿Manipulación? ¿Tráfico?
Manipulación de bienes culturales…, tráfico del patrimonio histórico…; observamos pues que
el ámbito de la circulación y el movimiento de obras de arte es objeto de una polisemia semántica
en su denominación que, sin duda, la alejan de un significado clarificador y directo y perturban la
concreción de su contenido.
Si bien es cierto que parte del sector evita utilizar el término tráfico por la connotación
peyorativa y el maniqueísmo de ilegalidad que le rodea, sin embargo, el término manipulación
tampoco se desliga de cierta ambigüedad, de ahí que muchos teóricos prefieren hablar de circu-
lación de bienes culturales.
En cualquier caso, lo que está claro es que al abordar el tema, por muy tangencialmente que
se haga, debemos partir distinguiendo los diversos ámbitos de actuación en los que las obras de
arte se ven expuestas a cualquier movimiento o manipulación.
Es por ello que se considera conveniente que los museos cuenten en su seno con un depar-
tamento especializado en el movimiento de los bienes, y que su personal reciba continua y actua-
lizada formación en la manipulación de las diferentes tipologías de obras.
1. Movimiento de proyección interna: realizado por el personal del museo y marcado por
secuencias como: colgado y descolgado de la obra en sala, traslado a un departamento
técnico, traslado a sala de tránsito, traslado a almacén (colgado en peines o depósito en
estanterías-planeros).
Sin ánimo de detenernos en las conocidas reglas que rigen la manipulación de obras de arte,
hemos de destacar que, sin duda, la principal medida, tanto de seguridad física como de protec-
ción jurídica de las obras museísticas, es el registro de todos y cada uno de sus movimientos, como
principal herramienta de control y seguimiento tal y como establece el Reglamento de Museos de
Titularidad Estatal y Sistema Español de Museos (R.D. 620/1987).
Pero el ámbito de la manipulación de los bienes dentro del Museo puede extrapolarse a otra
serie de actuaciones que incluyen o conllevan movimientos cuya regulación debe ser perfectamen-
te marcada mediante un Contrato de Servicios, Negociado sin publicidad y con concurrencia de
ofertas, conforme a lo establecido en el Real Decreto Legislativo 3/2011, de 14 de noviembre, por
el que se aprueba el texto refundido de la ley de Contratos del Sector Público.
En dicho contrato se especificarán las funciones del adjudicatario que habrán de ser principalmente:
–– Embalaje de protección/desembalaje de obras de arte.
–– Ordenación y adecuación de las obras en los depósitos internos del museo.
–– Montaje y desmontaje de las obras para exposiciones temporales y exposición permanente.
–– Manipulación, protección temporal y traslados internos de obras de arte y fondos documen-
tales del museo, así como de cualquier elemento relacionado (paneles, palés, soportes, etc.)
–– Movimiento y manipulación de obras de arte del museo, depositadas en otras dependen-
cias o instituciones.
Conforme a todo ello, la empresa adjudicataria será responsable de la seguridad laboral de los ope-
rarios mediante una cobertura de seguro por accidentes, y principalmente se responsabilizará de
los daños ocasionados por su personal en las obras, mobiliario o instalaciones del museo; por todo
lo cual deberá contar con un equipo de acreditada experiencia, capacitación técnica y eficiencia en
el manejo de obras de arte.
“Por el contrato de préstamo, una de las partes entrega a la otra, o alguna cosa no fungible
para que se use de ella por cierto tiempo y se la devuelva, en cuyo caso se llama comodato,
o dinero u otra cosa fungible, con condición de devolver otro tanto de la misma especie y
calidad, en cuyo caso conserva simplemente el nombre de préstamo. El comodato es esen-
cialmente gratuito”.
Partiendo pues del Código Civil, tanto la Ley 16/1985, del 25 de junio, del Patrimonio Histó-
rico Español (PHE) como el Real Decreto 620/1987, del 10 de abril, por el que se aprueba el Regla-
mento de Museos de Titularidad Estatal y el Sistema Español de Museos, establecen la obligación
de que la salida de cualquier obra de un museo de titularidad estatal debe ser autorizada por una
Orden Ministerial1, sin la cual no podrá llevarse a cabo la exportación temporal.
Exportación
Pues bien, llegados a este punto y dado que la exportación es el ámbito por antonomasia en el que
la manipulación de obras de arte se da con mayor dimensión, debemos prestar especial atención
a su regulación jurídica marcada por la siguiente normativa:
–– Nacional
• Constitución Española 1978. Arts. 9, 44, 46, 48, 50, 51, 148 y 149.
• Ley 16 /1985, de 25 de junio, del Patrimoni Histórico Español. Título III.
• R.D. 111/1986 del 10 de enero, de desarrollo parcial de la Ley del Patrimonio Histórico
Español Título III.
–– Unión Europea
“Salida del territorio español de cualquiera de los bienes que integran el PHE, incluidos
aquellos que tengan por destino los países miembros de la Unión Europea. La solicitud de
autorización para la exportación debe ser expresa y previa a la realización de la misma.”
1 R.D. 620/1987, del 10 de abril, por el que se aprueba el Reglamento de Museos de Titularidad Estatal y el Sistema Español
de Museos.
Art. 6. 3. “Toda salida de estos bienes fuera de las instalaciones del Museo al que están asignados, incluso para participar
en exposiciones temporales, deberá ser previamente autorizada mediante Orden del Ministerio correspondiente”.
Como bien queda especificado, obligado resulta el previo permiso de exportación para que
esta se pueda dar, pues de lo contrario:
“La exportación de un bien mueble integrante del PHE sin la autorización, constituirá delito
de contrabando o en su caso infracción.
Permiso de exportación
El permiso de exportación es concedido por el Director General de Bellas Artes y Bienes Cultura-
les y de Archivos y Bibliotecas previo informe de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación
de Bienes del Patrimonio Histórico Español, que mensualmente se reúne en Pleno y Sección para
estudiar e informar sobre las solicitudes de exportación presentadas2.
a) Exportación definitiva.
b) Exportación temporal con posibilidad de venta.
c) Exportación temporal: en este caso el art. 31 de la LPHE establece: “El periodo máximo
de estancia en el exterior es de 5 años, renovable hasta 10 o 20 años” (10 años para los
Bienes de Interés Cultural, BIC, y 20 para el resto)3.
a) Destino a países de la UE
2 Cada mes la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del PHE se reúne en Pleno y en Sección para estu-
diar las solicitudes de permiso de exportación presentadas en función de su tipología:
– Reunión del Pleno: se estudian las solicitudes de Exportación Definitiva; de Exportación Temporal con Posibilidad de Venta;
de Declaración de Importación; de Prórroga de la Importación; Casos de Tráfico Ilícito de Bienes Culturales.
– Reunión de la Sección: se estudian las solicitudes de Exportación Temporal.
3 Este plazo dado por la Ley va referido principalmente a los depósitos de larga duración de obras en el extranjero, pues nor-
malmente los permisos se conceden por periodos de tiempo más reducidos, atendiendo a lo requerido por los solicitantes y
al destino de las obras que suele ser exposiciones temporales, estudios o tratamientos de diferente tipo fuera de España.
• Bienes entre 50 y 100 años cuyo valor sea igual o mayor a determinadas can-
tidades fijadas en el Reglamento 116/2009, del Consejo del 18 de diciembre
de 2008, relativo a la exportación de bienes culturales.
b) No necesitan permiso de exportación:
• Bienes entre 50 y 100 años cuyo valor no supere las cantidades fijadas.
• Bienes con menos de 50 años (autores vivos o fallecidos).
Exportación temporal
Ni qué decir tiene que el panorama expositivo de las últimas décadas, posibilitado por el préstamo
interinstitucional, ha hecho de la manipulación de obras de arte su principal vehículo que, por un
lado dinamiza las técnicas de conservación y transporte, y por otro queda sometida a los paráme-
tros que regulan dicho préstamo marcando las condiciones y documentación requerida para la
consiguiente protección, conservación y seguridad de los bienes.
Es notable también el incremento que en los últimos años han sufrido las exportaciones
temporales impulsadas no solo por instituciones sino también por particulares que las solicitan
con diferentes finalidades: restauración, estudios técnicos, investigaciones científicas o, cómo no,
exhibiciones temporales.
Conforme a ello, la solicitud del permiso de exportación, cuando es realizada por institucio-
nes públicas4, debe ir acompañada de la siguiente documentación adicional:
Deberá indicar las piezas prestadas así como el interés científico de la exposición y ha de
ser firmado por el director de la institución prestadora o el presidente de su Patronato,
dando así el consentimiento al préstamo de las obras.
2. Informe de conservación
Ha de realizarse de forma individualizada para cada uno de los bienes que se van a ex-
portar, lo más concreto posible, indicando el mapa de daños de la pieza si se considera
necesario y firmado por el responsable de conservación de la institución prestadora.
3. Condiciones de préstamo
Como su propio nombre indica, se trata de un documento en el que se detallan todas las
características de cualquier tipo que ha de reunir la sala en la que se expongan los bienes
prestados; debe contar con el visto bueno de sendas instituciones a través de las corres-
pondientes firmas de sus responsables.
Cuando el solicitante del permiso de exportación temporal es un particular, se entiende que él es el responsable absoluto
4
del estado y seguridad de la obra, por lo que no tiene sentido exigir toda la documentación que se menciona para los
casos en los que el solicitante son instituciones públicas.
Puede darse el caso de que el solicitante no sea el propietario de la obra, en cuyo caso necesitaría aportar una autoriza-
ción de este último. Este mismo régimen se aplica cuando el solicitante es una entidad privada, benéfica o eclesiástica.
lor, los riesgos incluidos y excluidos, cualquier cláusula especial a tener en cuenta y, sobre
todo, la fecha de cobertura, que ha de ser de clavo a clavo.
6. Informe de transporte
Conviene que sea elaborado por la empresa que realiza el transporte, detallando en él
todos los datos tanto de la empresa transportista, de las empresas corresponsales, del
responsable concreto del transporte y, principalmente, se debe reflejar de la forma más
detallada el itinerario a realizar desde la carga de las obras hasta su descarga.
Si hay dos ámbitos a destacar en toda manipulación de obras de arte, por su propia razón de ser y
esencialidad, es el transporte y la cobertura de seguridad durante el mismo; por ello, conviene que
nos detengamos un momento y dirijamos nuestra mirada a la regulación de sendos sectores, pues
aunque no sea objeto de este artículo hacer un análisis exhaustivo, expondremos sus principales
parámetros jurídicos.
Como hemos comentado anteriormente, el transporte de obras de arte ha de llevarse a cabo por
una empresa especializada en el sector cuya contratación quedará sometida al marco normativo
tanto nacional como internacional en función siempre del medio de transporte utilizado.
1. Marco Internacional
Dentro de este último punto, resulta de especial interés para nosotros la definición del
límite cuantitativo de la indemnización que deberá ser asumida por la empresa portea-
dora en los casos de pérdida, deterioro o retraso en la entrega, por lo que la indem-
nización será calculada teniendo en cuenta el valor de la mercancía perdida, dañada o
el perjuicio que haya ocasionado el retraso en la entrega, pero siempre supeditado a
dicho límite que varía dependiendo del medio de transporte.
DEG, Derecho Especial de Giro: unidad de medida definida por el Fondo Monetario
Internacional, FMI (valor de la moneda nacional de un Estado Parte calculada confor-
me al método de valoración aplicado por el FMI para sus operaciones y transacciones);
1DEG = 1’180340 €.
• Transporte terrestre:
• Transporte marítimo:
–– Regulado por la Ley del 22 de diciembre de 1949 del Transporte Marítimo de Mer-
cancías en régimen de conocimiento de embarque así como las Reglas de Hamburgo:
Convenio de las Naciones Unidas relativo al Transporte de Mercancías por Mar, del 31
de marzo de 1978.
• Transporte aéreo:
2. Escolta
Existen determinadas ocasiones en las que tanto la complejidad del traslado como
la relevancia de las obras de arte que son objeto de manipulación justifican el re-
fuerzo de la seguridad bien mediante escolta oficial o bien mediante la contratación
de empresas privadas.
El seguro
Paralelamente y complementando todas estas medidas de seguridad que deben estar presentes en
cualquier medio y modo de manipulación de obras de arte, destacamos la figura del Seguro que ga-
rantizará la protección de los bienes de cualquier causa de riesgo, y cuya contratación se llevará a cabo
conforme a la Ley 50/1980, del 8 de octubre del Contrato de Seguro.
5 En su redacción dada por el Decreto-Ley 2/1999, de 29 de enero (BOE núm. 26, de 30 de enero), Ley 14/2000, de 29 de
diciembre (BOE núm.313, de 30 de diciembre), Real Decreto-Ley 8/2007, de 14 de septiembre (BOE núm. 225. de 19 de
septiembre, Ley 25/2009 (Art. 14) (BOE núm. 308, de 23 de diciembre).
6 Modificado por Real Decreto 938/1997, de 20 de junio (BOE núm.148, de 21 de junio), Real Decreto 1123/ 2001, de 19 de oc-
tubre (BOE núm. 281 del 23 de noviembre), Real Decreto 277/2005, de 11 de marzo (BOE núm.61 del 12 de marzo), Sentencia
de 30 de enero de 2007, de la Sala Tercera del Tribunal Supremo (BOE núm. 55, de 5 de marzo), Real Decreto 4/2008, del
11 de enero (BOE núm. 11, del 12 de enero), Real Decreto 1628//2009, del 30 de octubre (BOE núm. 263, del 31 de octubre),
Real Decreto 195/2010, del 26 de febrero (BOE núm. 60, del 10 de marzo).
De este modo, tanto la organización de cualquier exposición temporal como cualquier otro
tipo de manipulación de obras de arte que suponga el traslado fuera de su sede, conlleva la contrata-
ción de una Póliza de Seguro cuyos parámetros podrían ser los siguientes:
–– Asegurado: obras de arte integrantes de la exposición que figuran en el listado que el to-
mador envía a la compañía aseguradora.
–– Ámbito de cobertura: a todo riesgo y “de clavo a clavo”, es decir, incluyendo todas las
manipulaciones, embalajes, desembalajes, montajes, desmontajes, estancias y transporte
autorizados desde la desinstalación de la obra hasta su instalación.
–– Junto a ello, la suscripción de la póliza de seguro habrá de incluir algunos datos específi-
cos como:
A esto habría que añadir una serie de cláusulas establecidas por las Normas In-
ternacionales de Carga y Descarga7; junto a ellas, otro punto de especial interés en la
Contratación de un Seguro es el establecimiento del Régimen de Siniestros e Indemniza-
ciones, que vendría a ser el siguiente:
7 Las cláusulas establecidas por las Normas Internacionales de Carga y Descarga habrán de ser las siguientes:
a. Institute Cargo Clauses (tipo A): seguro de cargas y mercancías contra todo riesgo excepto pérdida inevitable por vicio
del objeto o por embalaje inadecuado.
b. Institute Strikes Clauses
c. Institute War Clauses
d. Cláusula de exclusión por contaminación radiactiva
e. Cláusula de cobertura de terrorismo
f. Cláusula de daños ocasionados por terceras personas ajenas a la exposición
g. Cláusula de liquidación de siniestros sin franquicia
h. Cláusula de descabalamiento
i. Cláusula de opción de recompra
j. Cláusula del Museo
k. Cláusula de Cristal
l. Cláusula de Liquidación de Siniestros sin franquicia
m. Cláusula de Depreciación o Demérito Artístico
n. Cláusula de Exoneración de Transportistas
Una realidad más que evidente es que los seguros tienen un coste cada vez más elevado, lo que
unido al ferviente y casi competitivo ritmo de las exposiciones temporales, ha dado lugar a la pre-
sencia de otra alternativa de aseguramiento de las obras garantizado, esta vez, por el propio Estado.
En efecto, se trata de la Garantía del Estado pero, como no es objeto de este ensayo hacer
una disertación pormenorizada de la misma, nos limitaremos tan solo a marcar los principales
parámetros que la estructuran y la rigen según queda perfectamente establecido por la legislación
que la regula:
Conforme a esta regulación legal, la Garantía del Estado queda definida como “el sistema de
aseguramiento público a través del cual el Estado español asume el compromiso de asegurar las
obras de relevante interés artístico, histórico, paleontológico, arqueológico, etnográfico, científico
o técnico que se cedan temporalmente para su exhibición pública a museos, bibliotecas o archivos
de titularidad estatal y competencia exclusiva del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y sus
Organismos Públicos adscritos”8.
Añadiéndose también como solicitantes de la Garantía del Estado la Fundación Thyssen-Bornemisza, las Salas de Ex-
8
posición de Patrimonio Nacional y las Exposiciones organizadas por la “Sociedad Estatal de Acción Cultural, S.A“ que se
celebren en instituciones dependientes de la Administración General del Estado (según la Disposición adicional segunda
del R.D. 20/2011).
Del mismo modo, quedaría excluido de dicha cobertura la destrucción, pérdida, sustracción
o daño de las obras debido a:
En cualquier caso, la cuantía de las indemnizaciones que se otorgan, en su caso, por el Es-
tado se determinará según las siguientes reglas establecidas en el RD 1680/1991, que vienen a ser
como siguen:
La cuantía de esta indemnización no podrá exceder del valor de la obra declarado en la solici-
tud y reconocido en la Orden de otorgamiento de la Garantía del Estado.
Junto a los bienes de relevante interés artístico, histórico, paleontológico, arqueológico, et-
nográfico, científico o técnico que se cedan temporalmente para su exhibición pública, la Garantía
del Estado también cubre a:
–– Bienes de titularidad pública o privada.
–– Bienes nacionales o extranjeros.
–– Bienes cedidos en préstamo o en depósito.
Hemos de puntualizar, además, que en la aplicación de la Garantía del Estado, existe un siste-
ma combinado de aseguramiento: la cobertura de una cantidad inicial hasta un determinado límite
(franquicia, hasta 60.000), que es contratada por la institución organizadora con una compañía
aseguradora privada y que, por encima de ese límite, es el Estado quien asume la responsabilidad
indemnizatoria (los límites de la franquicia aparecen recogidos en el RD 1680/1991).
Tras haber sido solicitada, es necesario contar con tres informes favorables procedentes de:
la Oficina Presupuestaria del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, de la Abogacía del Estado
y de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español;
una vez informada positivamente por los tres órganos (y contando con el acuerdo del Consejo
de Ministros, cuando sea necesario, conforme a las cuantías establecidas en el Real Decreto-Ley
20/2011) el otorgamiento de la Garantía se hace efectivo por medio de la correspondiente Orden
Ministerial que será debidamente publicada en el Boletín Oficial del Estado.
En efecto, somos conscientes de que el fenómeno de la protección de las obras de arte en cuanto
a su manipulación no es un fenómeno ocasional ni mucho menos localista, sino que lo que real-
mente le da sentido es todo lo contrario, su internacionalidad, de ahí que al menos a nivel euro-
peo, se esté planteando, de forma colectiva y común, la temática de la manipulación de los bienes
culturales y sus diversas vertientes.
A tal efecto ha sido creado por la Comisión Europea un Grupo de Trabajo denominado: Prio-
rity D: Examination of ways and means to simplify the process of lending and borrowing, dentro
del cual existe un Subgrupo dedicado específicamente a trabajar sobre el transporte de los bienes
culturales que, en diversas reuniones durante 2011 y 2012, han abordado, entre sus principales
cuestiones, las siguientes:
–– Cómo evitar el control físico de los bienes culturales antes de embarcar para suprimir así su
manipulación en el desembalaje que conllevaría su control; para ello se plantea la posibilidad
de conseguir que los museos estén acreditados como expedidor conocido (known consig-
nor) y las empresas de transporte como agente acreditado (regulated agent), necesario para
que se le pueda conceder el contrato de Embalaje y Transporte.
–– Clasificación de los bienes culturales a efectos de aduanas siguiendo unos códigos esta-
blecidos en el Reglamento (CEE) 2658/87 del Consejo, de 23 de julio de 1987, relativo a la
Nomenclatura Arancelaria y Estadística y al Arancel Aduanero Común.
–– En estos grupos se sigue trabajando de forma coordinada y continuada sobre estos y otros
temas del sector, analizando prácticas y estudiando nuevos resultados en las diversas reunio-
nes convocadas en el seno de la Comisión Europea y en las que se cuenta con la presencia
de técnicos expertos en la materia, y pertenecientes a la Subdirección General de Museos
Estatales y a la Subdirección General de Protección del Patrimonio (Leticia de Frutos Sastre,
Ana Tomás Hernández y María Agúndez Leria), cuya labor en este grupo ha sido impecable.
Llegados a este punto, cabría preguntar ¿hemos agotado todas las posibles formas de manipula-
ción de obras de arte? ¿quedan todas ellas protegidas bajo el paragüas legislativo?, ¿cabría hablar
de manipulación desde la óptica del tráfico ilegal de bienes culturales? o ¿acaso hablar de manipu-
lación de obras de arte es hablar de falta de regulación, de falta de control, de falta de seguridad?
Normativa
Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español (LPHE).
Real Decreto 111/1986, de 10 de enero, de desarrollo parcial de la LPHE.
Real Decreto 620/1987, de 10 abril, por el que se aprueba el Reglamento de Museos de Titularidad
Estatal y del Sistema Español de Museos.
Reglamento 116/2009, del Consejo del 18 de diciembre de 2008, relativo a la exportación de Bienes
Culturales.
Convenio relativo al Contrato de Transporte Internacional de Mercancías por Carretera, de 19 de
mayo de 1956.
Ley 15/2009, de 11 de noviembre, de Contrato de Transporte Terrestre de Mercancías.
Ley del 22 de diciembre de 1949 del Transporte Marítimo de Mercancías en régimen de conoci-
miento de embarque.
Reglas de Hamburgo: Convenio de las Naciones Unidas relativo al Transporte de Mercancías por
Mar, 31 marzo 1978: Ley 48/1960, de 21 de julio, sobre Navegación Aérea.
Convenio de Montreal para la unificación de ciertas reglas para el transporte aéreo internacional, 28
mayo de 1999.
Ley 23/1992, del 30 de julio, de Seguridad Privada.
Real Decreto 2364/1994, del 9 de diciembre, que aprueba el Reglamento de Seguridad Privada.
Orden Ministerial, de 23 de abril de 1997 por la que se concreta determinados aspectos en materia de
empresas de seguridad, en cumplimiento de la Ley y el Reglamento de Seguridad Privada.
Orden INT/317/2011, de 1 de febrero, sobre Medidas de Seguridad Privada.
Ley 50/1980, de octubre, del Contrato de Seguro.
Real Decreto 1680/1991 sobre Garantía del Estado para obras de interés cultural. Disposición Adi-
cional Segunda.
Real Decreto-Ley 20/2011, de 30 de diciembre, de medidas urgentes en materia presupuestaria,
tributaria y financiera para la corrección del déficit público.
Resumen: Un conocimiento exhaustivo de todos los condicionantes de la obra, tanto de sus propias
características como del entorno que la rodea, nos permite poder identificar y diagnosticar aquellos
riesgos potenciales que pueden comprometer la correcta conservación de las mismas, y al mismo
tiempo implantar y desarrollar las medidas necesarias para una correcta ejecución del traslado.
En palabras de Jiménez (1982) “la planificación es un proceso de toma de decisiones para al-
canzar un futuro deseado, teniendo en cuenta la situación actual y los factores internos y externos
que pueden influir en el logro de los objetivos”.
Los objetivos de una correcta planificación para la manipulación de bienes culturales radican
en determinar el verdadero estado de conservación de las obras que se van a trasladar, garantizar la
conservación de las mismas, e identificar las potenciales causas de riesgos, decidir las prioridades
y minimizar al máximo los procedimientos erróneos.
Dentro de estas fases está contemplada aquella que se desarrolla posterior al retorno de las
obras, y que también deberemos planificar, para poder sacar el mayor rendimiento posible a los
procesos internos de evaluación y control, los cuales nos permitirán evolucionar y corregir defec-
tos para la ejecución de futuros proyectos.
En esta primera fase se comprobarán y determinarán las medidas reales de las pie-
zas, así como su peso y características dimensionales y físicas que puedan comprometer
su manipulación.
• Tipología y construcción
El tipo de bien cultural, junto con sus dimensiones y sus características intrínsecas
nos marcará el tipo de embalaje.
• Materiales y acabados
El tipo de material en el que está realizado el bien, así como sus acabados su-
perficiales, determinarán también las características del embalaje y de los materiales
de protección que se van a utilizar, debiendo ser estos últimos los adecuados para la
conservación de la obra de arte.
Los materiales no serán los mismos para una escultura de hierro o granito que para
una porcelana o una talla románica.
2. Evaluación de riesgo
Una vez inspeccionada la obra, y con los datos y conclusiones obtenidas, se realizará
una inspección del entorno físico de la obra que se va a manipular, evaluando los posibles
riesgos que podemos encontrarnos durante las diferentes fases de manipulación.
Debemos centrar la atención en una serie de puntos, para determinar posibles ries-
gos durante el recorrido:
Contaremos con zonas limpias de trabajo, libres de obstáculos, lo más diáfanas posi-
ble y con los medios necesarios para la manipulación, retirando aquello que no utilizaremos.
Posiblemente, la zona donde está ubicado el bien será la misma en la que trabaje-
mos, pero, en ocasiones, nos encontraremos con espacios reducidos en los que no podre-
mos trabajar, y que obligarán a trasladar la pieza a otras dependencias para su embalaje.
Debemos tener en cuenta que la mayor parte de los traslados de obras de arte se
realiza por vía terrestre, en vehículos especialmente acondicionados, cuyas características
veremos más adelante.
Cuando nos encontramos ante un traslado por vía aérea, las características de pro-
tección de los materiales utilizados en el embalaje, y el propio embalaje en sí, deben cum-
plir una serie de requisitos especiales que garanticen la conservación de las colecciones.
Estudiando las características de la obra y el tipo de traslado, determinaremos los niveles
de protección necesarios.
Para un traslado de colecciones a una exposición temporal nos encontramos con las
mismas necesidades, pero teniendo en cuenta que se trata de una intervención de mayor
nivel, por lo que se requiere una mayor planificación, en la que entran cuestiones relati-
vas a horarios de embarques aéreos, petición de permisos de exportación e importación
temporal, planificación de rutas de viaje seguras y con las escalas necesarias, etc.
Si a lo largo del desarrollo del programa de trabajo se produjeran cambios en los pa-
sos 1 y 2, habría que revisar este programa, con el fin de comprobar que dichos cambios
no alteran el programa establecido, y si lo hacen, modificarlo en consecuencia.
Como hemos podido comprobar, para la ejecución del traslado de una obra de arte
hay que tomar en consideración diversos factores. Entre ellos, la calidad de los embalajes
es parte fundamental para preservar las obras transportadas ante posibles deterioros.
Figura 2.
Las principales causas de deterioro a las que nos enfrentamos durante los procesos
de manipulación, embalaje y transporte de colecciones o bienes culturales son:
• Vibración.
• Golpes e impactos.
• Cambios bruscos de temperatura.
• Cambios en la humedad relativa.
a) Solidez y Seguridad
b) Aislamiento Térmico
Para ello se utilizarán materiales aislantes, provenientes del petróleo como mate-
ria prima, y que cotidianamente denominamos espumas, que cubrirán todas las caras
internas del embalaje. Todos los materiales utilizados en el embalaje deben ser los mas
estable posible, pH neutro y de baja conductividad térmica, además, deben ser autoex-
tingibles y no producir combustión alguna en caso de incendio.
c) Vibroaislamiento
–– Un Departamento Técnico capacitado para diseñar las mejores soluciones para los tras-
lados más delicados y complicados. Estos técnicos, especializados en conservación y ma-
nipulación de colecciones, desarrollarán y determinarán los procesos de manipulación y
las características de los embalajes que se van a utilizar. Deberán estar especializados en
el conocimiento de materiales térmicos y vibroaislantes, así como en todos aquellos ma-
teriales destinados a la conservación de los bienes.
Los manipuladores de obras de arte deben estar capacitados para tales trabajos,
ya que, como hemos visto anteriormente, los mayores riesgos durante un traslado se
encuentran en la fase de manipulación, momento en el estamos en contacto directo con
la pieza, transmitiendo vibraciones constantes y aumentando el riesgo de caídas, roces y
golpes (figs. 3A y 3B).
Figura 3A.
Dentro de lo que entendemos como medios materiales relacionados con la ejecución de ma-
nipulación y traslado de colecciones o bienes culturales, entendemos no solo aquellas herramien-
tas de apoyo para la manipulación directa de los bienes, sino también la infraestructura necesaria
para la fabricación de embalajes, soportes y vehículos para el traslado.
Es por ello que una empresa especializada en la manipulación y traslado de obras de arte
debe contar con:
Figura 5. Figura 6.
Durante los procesos de manipulación y traslado de una obra de arte debemos disponer de
todos aquellos medios de apoyo que hayamos considerado necesarios durante la planificación de
los trabajos, optimizando los recursos disponibles, sin improvisaciones ni dejando nada al azar.
Todos los medios materiales que se vayan a emplear, deberán cumplir con todas las condi-
ciones y normativas, tanto legales como las referidas a su uso o funcionamiento operativo, que
resultan de aplicación para tales trabajos.
1. Medios materiales relacionados directamente con las piezas, tanto en lo que se refiere a
las características físicas, como a las condiciones de manipulación y cuidados particulares
para manipulación y traslado de cada una de ellas:
• Carros
• Traspaleta
Figura 7. Figura 8.
• Escaleras
• Andamio
Es importante que esté equipada con válvula de seguridad para prevenir sobre-
cargas accidentales.
• Elevador vertical
Al igual que la grúa de sala, pero con una mayor capacidad de carga y altura, está
indicado para la manipulación e instalación de piezas pesadas y en accesos complica-
dos (fig. 10).
• Puente Grúa
• Mesa Hidráulica
• Minigrúa Araña
Este tipo de minigrúa se utiliza cuando los accesos, tanto interiores como exte-
riores del edificio, impiden manipular las piezas de forma habitual. Además condicio-
nado por el peso de la obra (fig. 13).
• Cuña Hidráulica
• Carretilla Mecánica/Forklift
Nos permitirá mover cargas pesadas de forma sencilla y rápida. Gracias a sus
dimensiones reducidas resultan muy versátiles.
Antes de manipular o trasladar el bien, será embalado con un material que deno-
minaremos “primera capa”, a base de papeles neutros o tisús, que lo protejan del polvo,
roces, etc. Además, el personal encargado de “tocar” la obra, irá equipado con guantes,
evitando ensuciar o dañar la superficie de la pieza con sus manos.
Todos estos materiales menores, así como espumas para apoyo de piezas, herra-
mientas o utensilios, cartones, soportes, mantas, etc. deberán estar disponibles durantes
los procesos de manipulación y embalaje de las colecciones (fig. 15).
2. Medios materiales relativos a los espacios por las que se trasladen las diferentes piezas,
atendiendo a las dimensiones y características de accesos y pasos del edificio.
Protección básica: será la protección general de los suelos del edificio en aque-
llas zonas de tráfico intenso de personas y de material menor. Evitará que los suelos se
ensucien de polvo o restos orgánicos traídos desde el exterior. Sobre ellos circularán
carros con ruedas neumáticas y ruedas no marcantes, con materiales de poco peso.
Esta protección se realizará a través de plástico resistente, extendido y fijado sobre el
suelo, o con cartón especial cerado antideslizante.
• Rampas
Indicadas para salvar cualquier tipo de obstáculo, tipo escalón o resalte, tanto
arquitectónico como de la propia museografía. Totalmente portátiles y antideslizantes,
las encontramos de varios tipos: madera, aluminio, reforzadas. Se adaptan a las medi-
das y condiciones necesarias.
• Mesas de trabajo
Indicadas para garantizar una correcta iluminación durante los procesos de exa-
men del estado de conservación de las piezas.
En una exposición temporal, una vez realizado el desembalaje de las piezas, los
respectivos correos encargados de velar por la conservación de las mismas, realizan
sus informes de conservación antes de que sean instaladas en sus vitrinas y soportes.
Para ello necesitan una correcta iluminación que muchas veces no se consigue con la
general de la sala.
Junto con todos los medios humanos y mecánicos involucrados en un traslado de coleccio-
nes que impliquen la contratación de profesionales especializados, es imprescindible que estos
últimos cuenten con políticas de contratación de personal adecuadas, fomentando la contrata-
ción estable y propia que garantiza la experiencia, además de contar con una política de calidad
certificada que asegure la correcta ejecución de los trabajos. Dicha certificación (ISO) garantiza
la máxima calidad en los procesos de gestión, coordinación y realización de los trabajos de ma-
nipulación y traslado de las colecciones, asegurando el estado de conservación de los bienes en
todo momento.
El desarrollo de una panificación previa y protocolo de actuación que dirija los procesos
de manipulación de una obra o bien cultural, así como la utilización de todos los medios a nues-
tro alcance, tiene por objetivo garantizar la conservación de las colecciones durante todos los
procesos de trabajo, minimizando al máximo los procedimientos erróneos y las situaciones de
riesgo (fig. 19).
Figura 19.
Para ello es imprescindible establecer una metodología de trabajo, creando una relación de
intereses entre técnicos y profesionales de museos e instituciones del sector cultural, promocio-
nando la actividad de todos los agentes implicados, fomentando el entrenamiento, actualización
y reciclaje de los profesionales implicados, manipulador, restaurador, conservador, personal de
registro, técnicos y, por lo tanto, elevando el nivel profesional del grupo de trabajo.
En definitiva, crear una organización y un reglamento con sus criterios y normativas, deter-
minará un paso decisivo en este campo tan privilegiado en el cual profesionalmente nos vemos
involucrados.
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NOTA: La mayor parte de este texto está basado en la experiencia de profesionales del transporte,
los cuales determinan aspectos que ayudan a conseguir una visión más real y actualizada.
Resumen: La manipulación de una obra de arte es siempre un factor de riesgo para su integri-
dad y conservación. Si previamente analizamos convenientemente todos los componentes que
tienen que ver con nuestra actuación y adoptamos todas las precauciones posibles para extremar
la correcta ejecución de las maniobras necesarias, habremos puesto mucho a favor de la mejor
conservación de la obra.
La racionalidad del movimiento, las dificultades relacionadas con su entorno, las características es-
peciales de la obra o incluso la maquinaria que facilite su movimiento son elementos primordiales
a la hora de efectuar una intervención apropiada. También la utilización de los mejores medios y
condiciones para su movimiento, exposición o almacenaje.
Pero si importantes son los factores anteriormente citados también lo son la formación, experien-
cia, cohesión y capacitación del personal que va a ejecutar el movimiento. Los museos y empresas
de transporte tienen a su cargo plantillas que, en una mayor o menor medida, tienen que estar
familiarizadas con las obras de arte y saber que tienen en sus manos bienes que son patrimonio de
la humanidad.
que muestran un contenido científico de interés, supone que los museos no solamente organicen
exposiciones temporales con obras propias y/o ajenas, sino que roten las obras que exponen (sus
contenidos) o incluso renueven sus salas o incluso sus edificios (sus propios continentes). Todo
ello tiene una incidencia directa en el movimiento y en la manipulación de las obras de arte, tanto
en las que se prestan (o reciben) como en las que las suplen.
La manipulación de una obra de arte somete a la misma a un riesgo de deterioro, que puede
ser mayor o menor en función de las circunstancias en las que se produzca o de la manera en que
se realice.
–– Por qué
–– Quién
Para efectuar un movimiento de una obra se recibe la orden a través del departa-
mento de Registro de Obras de Arte, quién a su vez lo recibirá del Director Adjunto de
Conservación. Es decir, cualquier movimiento de una obra de arte en el Museo del Prado
estará autorizado previamente por la dirección del mismo.
–– Cómo
• Dificultades por el tipo de montaje que se requiere (altura, distancias entre las propias
obras, etc.).
• Dificultades de tiempo de trabajo para cumplir los plazos requeridos.
–– Cuándo
–– Dónde
Las obras, dependiendo cuál sea la causa del movimiento, se ubicarán en ámbitos
muy diferentes:
• Salas de exposición.
• Almacenes.
• Talleres.
• Sala de embalaje.
Este y otros condicionantes son los que hay que conjugar para intentar manipular
las obras de la mejor manera, al tiempo que se exponen el mayor tiempo posible.
Un aspecto muy importante de nuestro trabajo debe ser la rigurosidad en el protocolo de actua-
ción en cuanto a los movimientos de obras:
Condicionantes:
1. Horario: cuando el lunes cerraba el museo, se podía concentrar gran parte del trabajo en
este día para ejercer un avance importante del trabajo semanal: se podían realizar movi-
mientos masivos o de una complicación extrema al contar con el tiempo que proporcio-
naba el propio cierre. Tras la apertura permanente todos los lunes eso ha desaparecido:
el trabajo hay que dividirlo teniendo este importante factor en cuenta. La distribución que
se debe hacer de los trabajos, algunos de ellos con una estimación imprevisible, dificulta
su ejecución de cara a la apertura al público. La apertura de los lunes del museo ha tenido
consecuencias no solo en la logística del trabajo, sino también en el cambio del horario
de trabajo del propio equipo. Se ha buscado una jornada buscando el máximo aprove-
chamiento del horario de cierre del museo, adelantando nuestro horario de entrada y
retrasando la salida. Por otra parte, se ha unificado el horario de todo el colectivo, lo que
supone aunar esfuerzos para poder conseguir el desarrollo de los diferentes trabajos.
2. Variedad de las obras de arte: una dificultad añadida al propio montaje de las obras es la
propia variedad de los objetos que se manipulan. Esto hace necesario incrementar los
conocimientos que uno debe adquirir para asumir que no tiene absolutamente nada que
ver la manipulación de unos objetos con respecto a los otros.
• Pinturas.
• Esculturas.
• Dibujos, grabados.
• Objetos artísticos.
• Tapices.
Nuestro deber está en especializarnos en todos ellos, ya que debemos estar prepa-
rados para su manipulación y montaje.
4. Coordinación con otros colectivos: es importante también conocer las ventajas e incon-
venientes del edificio y también del funcionamiento de su gente (sus horarios, por dónde
se mueven, qué limitaciones nos imponen). La coordinación con otros colectivos que
también trabajan en el museo y con los que necesitamos tener un contacto directo:
• Conserjes, con los que cotejaremos dónde vamos a trasladar las obras para un embalaje
o qué obras vamos a instalar o retirar de las salas.
• Electricistas, con los que tendremos que compartir la maquinaria o debatir la preferencia.
• Personal de limpieza, que nos indicarán cuándo podemos trasladar obras a una sala
que haya necesitado su intervención.
El Convenio Colectivo se refiere al equipo de montaje como “el personal que realiza el movimiento
de obras de arte”.
Sin embargo, el equipo de montaje de obras de arte efectúa de hecho un amplio abanico de
trabajos, entre los que se podrían enumerar los siguientes:
1. Movimiento de obras de arte entre los diferentes espacios del museo (salas, talleres, búnker,
almacenes, etc.).
4. Reubicación completa de obras en almacenes debido a las necesidades propias del Mu-
seo, vaciando áreas enteras de almacén y completando otras nuevas.
7. Medición, toma de datos y pesaje de las obras para completar su respectiva ficha de la
base de datos del museo (SIMA), o porque se precisa para presupuestos, detalles para
montaje de las obras en otras instituciones, etc.
8. Visita a almacén con personas del museo o ajenas a él, para efectuar trabajos sobre las
obras (examinar la obra, investigación, etc.) o sobre el propio almacén.
14. Embalajes o desembalajes ocasionales de las obras (obras externas, protecciones ocasio-
nales de las obras expuestas).
15. Manejo de maquinaria relacionada con el montaje y el movimiento de las obras de arte.
16. Notificación al Servicio de Electricidad de las modificaciones que se efectúan en las salas para
que iluminen las obras colocadas, las modifiquen o retiren los focos correspondientes.
17. Conocimiento actualizado y preciso de los diferentes tránsitos del museo, para tener al
día diferentes alternativas a la hora de trasladar una obra de arte.
–– Ponderación.
–– Responsabilidad.
–– Destreza.
–– Sensibilidad.
–– Solvencia.
–– Capacidad de mejora y renovación.
–– Cierta capacidad física.
Se pueden no tener todas estas cualidades, incluso el exceso de una puede compensar la
pobreza o carencia de otra, pero algo que considero fundamental es saber trabajar en equipo. Es
importante estar dispuesto a aportar al grupo lo que sea necesario (incluso si es más de aquello
que le correspondería) para realizar este trabajo de una manera correcta.
Otro aspecto fundamental en este tipo de trabajo es el conocimiento del personal, de sus
cualidades y de sus carencias, a la hora de distribuir los trabajos. Saber dónde se pueden explotar
mejor las virtudes de cada cuál y, por qué no decirlo, conocer también los límites de cada uno para
no poner en riesgo la obra. A la hora de distribuir los trabajos este conocimiento marcará dónde se
necesita reforzar o dónde se puede prescindir de alguien para un trabajo determinado.
Han mejorado en el Museo notablemente los medios para manipular, levantar y trasladar las obras
de arte. En los últimos 25 años ha habido una mejora y un aumento notable de la dotación de ma-
quinaria, debido sobre todo al aumento de espacio de almacenaje y a las necesidades que cubrir en
el propio almacén. Su versatilidad, capacidad de levantamiento, desmontaje o de poder plegarse,
facilidad de traslado, utilización, almacenaje, etc. han incrementado las posibilidades de manipu-
lación con respecto a las obras de arte y son un elemento crucial a la hora de preservar su estado
de conservación.
a) Variedad del tipo de carros (con ruedas neumáticas, o de menor diámetro, etc.) en fun-
ción de la necesidad. También para el transporte masivo de obras.
g) Rampas desmontables que permiten el paso de obras pesadas (o carros) entre salas a
diferentes niveles (fig. 2).
Figura 5. Elevación
a) Se podrían destacar los colgadores para cable ajustables japoneses. La empresa fue capaz
de desarrollarlos de una manera óptima, para la mejora de una de las piezas que ellos
tenían en su catálogo, después de incitarles a ello (figs. 3 y 4).
d) Los colgadores que llevan actualmente los marcos fueron elegidos por su versatilidad. Era
una manera de evitar manipulaciones innecesarias sobre el marco de la obra (extrayén-
dolos para el embalaje de la obra y colocándolos después), al tiempo que aumentaban
su seguridad.
En resumen, seguridad y calidad son dos de los factores que debemos tener en cuenta en la
búsqueda de los mejores materiales para el montaje de obras. Y si además conseguimos facilitar la
manipulación, pues perfecto.
El funcionamiento del propio museo crea un alto nivel de exigencia debido al número de
obras que se mueven, las dificultades arquitectónicas, la cantidad de eventos que se celebran y el
escaso tiempo con que se cuenta. Muchas obras son declaradas fundamentales y se intenta que
estén expuestas el mayor tiempo posible. En los últimos años ha habido una mejora generaliza-
da en la manipulación, tendiendo a mecanizar muchos movimientos o manipulaciones que hace
unos años se realizaban manualmente. El hecho de conocer el Museo, y saber exactamente qué se
quiere, supone una ventaja a la hora de tomar una decisión, así como saber con qué alternativas
nos podemos encontrar a la hora de que surja un imprevisto (avería de un montacargas, cambio
circunstancial de un itinerario en el movimiento de una obra, manejar varias posibilidades a la hora
de ejecutar un movimiento, etc.).
2. También podríamos destacar otro aspecto: la mejora del conocimiento de las obras que
tratamos, sus dimensiones, sus pesos e incluso el de sus marcos, cuando existen. El con-
trol de todo ello ayuda a la hora de decidir cómo se mueve, o por dónde, una obra.
3. Se intenta mejorar la calidad del trabajo que se desarrolla mediante la aplicación de nue-
vas técnicas, nuevos materiales, nueva maquinaria.
6. El hecho de contar con personal propio en el equipo de Brigada facilita y agiliza los mo-
vimientos: poder moverse con libertad por los espacios internos del Museo, utilizar la
maquinaria o herramienta precisa, tener acceso a la base de datos y sobre todo la capaci-
tación para manipular las obras de arte son cuatro factores con los que no cuenta ningún
otro colectivo del Museo.
8. Para adelantar y aprovechar mejor los tiempos en el montaje de una sala realizamos
previamente un apunte esquemático (en una hoja de MS Paint) de la distribución de las
obras en dicha sala, su altura, sus calles, orientación, etc. Normalmente, en un hipoté-
tico desmontaje provisional, el conservador tenderá a colgar las obras tal y como esta-
ban, lo que disminuirá casi con toda seguridad las veces que tendremos que manipular
la obra.
a) Almacenaje
–– Pinturas:
Figura 10. Casquillos con rodamientos. Figura 11. Desplazamiento del cilindro.
–– Un mueble para contener rulos con obras de hasta 7 metros (lienzos sin basti-
dor, tapices, etc.) (fig. 12).
–– Dos armarios planeros con cajones para contener obras que haya que conser-
var en posición horizontal (lienzos sin bastidor, obras frágiles o cuyo estado de
conservación así lo aconseje).
–– Esculturas:
• Se ha aumentado la capacidad del almacén (hasta 160 m2 en planta, con una altura
útil de hasta 4 metros, con estanterías de acero paletizables de diferentes anchos
y regulables en altura). Además de cuatro compactos móviles para aprovechar el
espacio útil.
–– Artes decorativas:
–– Útiles:
Figura 16. Polipasto de una velocidad. Figura 17. Polipasto de dos velocidades.
b) Movimiento y manipulación
c) Montaje
–– Se intentan mejorar los materiales, los colgadores, etc. utilizados para los montajes.
Se podría destacar el espíritu de colaboración entre una empresa japonesa y los
técnicos de montaje del museo. Aparte de utilizar en el Museo gran parte de su
material, por la fiabilidad y garantía que ofrecen, sería muy destacable el empeño de
mejora y desarrollo de sus propias piezas.
Figura 19. Soporte con casquillo de teflón. Figura 20. Estructura de acero.
los que van colocadas las propias obras. En la manipulación y el montaje nosotros
actuamos sobre el palé y nunca sobre la obra, lo que va a reducir considerablemente
el riesgo (figs. 14 y 15).
–– Polipasto de dos velocidades, para manipular obras muy delicadas, que atenúa tanto
el arranque como la parada de la obra, evitando la brusquedad y el riesgo en esos
momentos críticos (figs. 16 y 17).
Personal
Conclusiones:
1. Sería muy positivo que hubiera una escuela de formación de manipuladores de obras de arte,
una escuela de la que salieran con una base sólida, para poder poner en buenas manos el patri-
monio. En definitiva, crear una cantera de profesionales especializados.
Estoy encantado de haber intervenido en este foro en el que creo que todos hemos podido apren-
der y también compartir algo de lo que conocemos, cada uno desde puntos de vista muy diferen-
tes, pero con un fin común.
Soportes individuales
en la exposición de bienes culturales
Mario Oliva Puertas
Colaborador Museo Nacional de Antropología
mariooliva.puertas@gmail.com
Es evidente que para el desarrollo de todos estos aspectos es necesario contar con un equipo de
profesionales, con conocimientos en todas las áreas comprometidas en la realización de un men-
saje expositivo.
Figura 1A: Máscaras dan, Costa de Marfil. Colección particular. Figura 1B: Figuras guardián relicario, byeri, fang, Gui-
nea Ecuatorial. Museo Nacional de Antropología.
Sin duda, el elemento fundamental de una exposición son las colecciones que se van a expo-
ner. El conjunto de obras elegidas, su significado, estarán íntimamente relacionadas con el mensaje
que se quiere difundir y la estrategia de comunicación prevista. Su tipología, sus características
formales y materiales (dimensiones, peso, material), nos plantearán distintas limitaciones y posibi-
lidades. La colección que se va a exhibir marcará la pauta para el desarrollo de la exposición.
Por otra parte, el espacio disponible de la sala limitará las posibilidades de la exposición,
sobre todo en la elección de obras de grandes dimensiones.
Con este espacio debemos crear un entorno y marcar un recorrido que sustente el desarro-
llo de este mensaje expositivo, en coherencia con una determinada intencionalidad. Tenemos que
facilitar al visitante la contemplación de los bienes y desarrollar un ambiente adecuado en donde
la iluminación también juega un papel fundamental (fig. 2).
Para llevar a cabo este cometido, y conjugar colecciones, espacio, mensaje, nos ayudamos
de una serie de elementos auxiliares de exposición y protección, que, a veces sin ser punto de
atención, conforman el marco expositivo. Estos elementos, adaptándose a las peculiaridades de las
colecciones, nos permitirán acentuar aquello que creamos relevante.
En este conjunto, incluimos distintos soportes mecánicos horizontales y verticales, que si-
túan a las piezas en una posición y altura determinada de forma estable; vitrinas, que nos ofrecen
un compartimento estanco; elementos de protección físicos y psicológicos; instrumentos de difu-
sión; mobiliario de descanso, etc.
Figura 3A: Máscara yaka, R. D. Congo. Museo Nacional de Figura 3B: Figura guardián relicario, byeri, fang, Guinea
Antropología. Ecuatorial. Museo Nacional de Antropología.
nera generalizada cuestiones y problemas del ámbito expositivo, sin darnos información de qué
tipo de materiales hemos de utilizar y qué soluciones técnicas podemos desarrollar. Queremos
destacar las publicaciones del OCIM realizadas por Isabel García Gómez y Anne Villard, por su
concreción en el estudio de los problemas que plantea la exposición de material etnográfico. En
cuanto a los trabajos desarrollados en España, además de las publicaciones enfocadas al ámbito
expositivo en su conjunto, y que nos proporcionarán una terminología técnica adecuada (Alonso
1999; Fernández, 2008), quiero destacar los trabajos desarrollados por Laura Ceballos en el IPCE,
en donde nos propone una distinción entre soporte de almacén, de transporte y de exposición, y
nos da información sobre qué tipo de materiales podemos utilizar en diferentes casos.
Podemos ver como a lo largo de la historia el uso e instalación del soporte ha ido evolucio-
nando en relación con la consideración y respeto al bien cultural. No hace mucho tiempo hemos
visto como los distintos sistemas de anclaje, espigas y vástagos, se insertaban en el material del
objeto, provocando daños irreparables. Hoy en día, cualquier intervención sobre los bienes cultu-
rales orientada a facilitar su exposición, nunca debe ocasionar pérdidas irreversibles sobre el bien.
Existen soluciones técnicas que nos permiten su exposición y materiales inertes que en contacto
con el bien no causan perjuicio.
Aportaciones de un soporte
Cuando el objeto no tiene la estabilidad necesaria para mantenerse en una posición adecuada para
su legibilidad, o el mero apoyo de este en una superficie no ayuda a su conservación, sino que pue-
de dañar alguno de sus elementos debido a la fragilidad del material que lo constituye, mediante
la realización de un soporte individualizado y su instalación podemos recuperar estos aspectos de
conservación y seguridad en su exhibición. Estas circunstancias se ponen de manifiesto en mul-
titud de objetos de carácter etnográfico, hechos con materiales muy sensibles a la deformación
por su propio peso. Podemos citar como ejemplo todos aquellos bienes culturales realizados con
fibras vegetales o animales, plumas, materiales que en ocasiones recubren toda su superficie, o
aquellos cuya superficie exterior es deformable y pegajosa a determinada temperatura como los
aceites y ceras.
La posición con que apreciamos un objeto influye en la lectura e interpretación que poda-
mos hacer de este. Sin duda es necesario asesorarse, documentarse para disponer la pieza en una
posición adecuada. Un soporte debe ayudar a que la legibilidad del objeto sea lo más completa
posible. Son muchos los bienes que, debido al desconocimiento de su uso se disponen de forma
errónea, aplicando una concepción occidental alejada de la idea original.
Por otra parte es indudable la presencia estética que el soporte aporta al objeto. Este ele-
mento extraño que le acompaña, intentará pasar desapercibido, ser discreto, estar en un segundo
plano, y sobre todo diferenciar y resaltar la pieza.
Es evidente que para el desarrollo de todos estos aspectos es necesario contar con un equipo
multidisciplinar, entre los que están los conservadores, restauradores, historiadores, antropólogos,
diseñadores, técnicos de exposición, expertos en técnicas y materiales, etc. Solo el conjunto de co-
nocimientos aportados por estos profesionales podrá dar como resultado una exposición correcta.
Me dispongo a examinar estas aportaciones que ofrece, cuando sea necesario, la utilización
de soportes individualizados, concretándolos en una serie de puntos que resumen las posibilida-
des de su uso: seguridad, conservación, lectura y estética (figs. 3A y 3B).
Seguridad
Cuando nos referimos a este término no queremos aludir a la seguridad frente algún tipo de acción
social o acto vandálico, sino en el sentido de estabilidad del objeto. Veamos distintos aspectos en
relación con este punto:
–– En piezas cuya estabilidad propia es dudosa, los soportes aportan una sustentación fiable,
evitan la posible caída por cualquier circunstancia. Son muchos los objetos que en equi-
librio pueden rodar y caer con facilidad por un leve movimiento o golpe fortuito en una
exposición.
–– Los puntos de apoyo o unión soporte-objeto deben ser los mínimos, en número y en
superficie de contacto, y los suficientes para ofrecernos una estabilidad fiable. Se sitúan
en puntos estratégicos, intentamos tomar en cuenta el centro de gravedad del objeto,
buscan el contacto en zonas estructuralmente estables, evitando cualquier tipo de ma-
terial del objeto susceptible de deformación o daño por el propio peso. Se busca zonas
interiores, ocultas, carentes de decoración.
–– En préstamos para exposiciones el uso de un soporte adecuado nos asegura que el objeto
va a tener una posición estable una vez salga del embalaje y durante su exposición.
Las caídas y desplazamientos de los bienes culturales son unas de las principales causas de
deterioro, no solo durante su exposición sino también durante su almacenamiento, aunque en
este caso tenemos que contar con otros recursos (soporte de almacén).
Conservación
Es indudable pensar que la estabilidad que proporciona la utilización de soportes ayuda a la con-
servación de los objetos.
Cuando seleccionamos los bienes que vamos a exponer nos encontramos con objetos que
dentro del conjunto de la colección, por las características del material o su fragilidad, preferimos
no exhibir por riesgo de daños. Pongamos como ejemplo el conjunto de byeris, esculturas cere-
moniales de la cultura fang, que se embadurnan de aceite de palma (fig. 4). Estas piezas, a tempe-
ratura ambiente, muestran una superficie mordiente, pegajosa, un acabado susceptible de cambiar
su aspecto estético con el leve contacto con otra superficie. Este problema se extiende a muchos
objetos que poseen materiales grasos en su acabado, materiales que a determinadas temperaturas
son mordientes.
El contacto con guantes de algodón, utilizados por los conservadores y restauradores, pro-
vocaría la adherencia de fibras en el objeto, causas de un futuro deterioro. El simple contacto con
unos dedos desnudos, o cubiertos de látex o nitrilo, provocarían algún tipo de daño.
Otros ejemplos de bienes culturales que plantearían problemas en su apoyo sobre una su-
perficie lo constituyen, como ya mencionamos, la multitud de objetos realizados con distintos
materiales naturales: pieles, fibras, etc., materiales deformables por su propio peso. Enumerar el
conjunto de materiales que englobarían estos términos sería interminable, podríamos hacer un
recorrido alrededor del mundo y observaríamos como en todo tipo de culturas estos materiales
son parte fundamental en la elaboración de objetos propios: plumas en tocados de pueblos de la
Amazonía, Norteamérica, Melanesia; cabellos en cráneos de Indonesia y África; fibras vegetales en
objetos, máscaras y esculturas (fig. 5).
Figura 4. Detalle. Figura guardián relicario, byeri, fang, Figura 5. Máscara beembe, R. D. Congo. Museo Nacional
Guinea Ecuatorial. Museo Nacional de Antropología. de Antropología.
Legibilidad
Estética
Sin duda, el soporte en contacto con el bien, aporta un componente estético al conjunto, contem-
plamos distintos aspectos:
Cuántos objetos que no fueron concebidos como obra de arte, siendo por supuesto una
expresión plástica del hombre, tras la manipulación en su presentación, pasan a ser contemplados
como objetos artísticos. Los soportes presentes en colecciones particulares o, galerías de arte, son
capaces de ensalzar un objeto, aportar sobre ellos cierto grado de interés (fig. 7A y 7B).
Es curioso como todos ellos colocaban sus colecciones acumulando los objetos, en vitri-
nas y paredes, formando un mural para la inspiración y la contemplación. Un conjunto de obras,
pertenecientes a André Bretón, se exhibieron en su conjunto, como una obra creativa, Le mur
d’André Bretón, expuesta en el Musée National d’Art Moderne Centre George Pompidou de
París en 2003.
Es significativo, por lo extraño que es conocer la autoría de los soportes, la relación en-
tre el coleccionista suizo Barbier-Mueller, con Inagaki, supporteur o creador de los soportes
(Villard, 2003). La peculiaridad de sus soportes, como huellas del objeto, identificados por su
material, acabado, además de una impresión como firma (fig. 8), hace que muchos bienes cultu-
rales con su soporte se daten e identifiquen rápidamente, hasta el punto de que en multitud de
bienes han sido objeto de incorporación de copia de soporte tipo Inagaki.
–– En todo momento el contacto con el objeto se hace con guantes de algodón, nitrilo,
látex, etc., en función de su condición material, si es necesario podremos realizar una
protección temporal.
–– Toma de medidas: es necesario una toma de medidas, perfiles, líneas de dibujo y otras
consideraciones como el peso, dimensión y material del objeto para el posterior diseño
del soporte.
• Acabado e instalación del material de protección en los puntos de contacto del so-
porte con la obra.
• Montaje final.
Material y Diseño
Hemos observado como una opción muy utilizada es la de usar materiales transparentes
como el metacrilato y el vidrio. Esta elección marca una línea muy propia y adecuada en ciertos
casos, en otros, no es la más acertada.
Figura 9A1. Tocado pez martillo bijago, Gui- Figura 9A2. Tocado pez martillo bijago, Figura 9B. Figura, byeri, fang,
nea Bissau. Museo Nacional de Antropología. Guinea Bissau. Museo Nacional de An- Guinea Ecuatorial. Museo Nacio-
tropología. nal de Antropología.
Como material estructural se utilizan distintas clases de metales y aleaciones (cobre, plata,
latón, bronce, acero inoxidable) que permiten construir estructuras más ligeras y resistentes que
otros materiales como por ejemplo la madera (material hoy en día desechado por la emisión de
compuestos orgánicos). Algunos de estos metales poseen la cualidad de ser dúctiles y flexibles,
lo que ayuda en posteriores correcciones. La unión de los distintos elementos se hace mediante
distintos métodos de soldadura.
Los diseños se adaptan a la pieza, buscando no entorpecer la mirada del observador hacia la
obra, buscan el lugar más adecuado para sujetar el objeto y ofrecer seguridad. Como elementos de
estabilidad y anclaje, se utilizan placas, de peso y dimensiones adecuadas, en las que recae toda la
tensión debida al peso de la obra (fig 9A1, 9A2 y 9B).
Finalmente se aplica una pátina de color y acabado adecuada a la obra. Esta capa exterior
estabiliza la posible oxidación del metal y suele estar constituida por resinas acrílicas, polietileno,
cera microcristalina, etc. Esta estructura en ningún momento está en contacto con la obra, los pun-
tos de contacto se aíslan de nuevo mediante distintos materiales de protección.
–– Sistemas de espigas, casquillos, en piezas con terminaciones huecas. Los espacios interio-
res se protegen con material inerte.
–– Sujeción por su propio peso. La forma peculiar del objeto permite abrazarlo.
–– Vaciado de un molde de la parte inferior de la obra, de tal forma que sirva de apoyo.
–– Estructuras flexibles que facilitan el montaje. La estructura se deforma para facilitar el
montaje y recupera su posición original sin crear tensiones en el objeto (fig. 10).
–– Estructuras más complejas. Plasticidad del diseño. A veces el soporte se conforma con
una serie de elementos que se ensamblan en el montaje final. Se suelen unir mediante
sistemas mecánicos y a veces llevan sistemas reguladores de presión para proporcionar
una tensión adecuada y permitiendo modificaciones en su posición (fig. 11).
Materiales de protección
A continuación mencionamos una serie de materiales utilizados para las zonas de contacto obje-
to-soporte:
–– Polietileno:
Figura 10. Máscara luba, R. D. Figura 11A1. Estructuras móviles y Figura 11A2. Protección de elementos estruc-
Congo. flexibles. turales.
Conclusión
Poco a poco en distintos ambientes de trabajo se va aceptando la necesidad de contar con profesio-
nales que acometan estos problemas presentes en la exposición de bienes culturales. Profesionales
con conocimientos en materiales, tecnología, conocimientos estéticos, plásticos y conocedores
de las técnicas de conservación de bienes culturales, cuyos tratamientos se podrían incluir como
labores de conservación preventiva y restauración.
Como ideas principales en relación con el uso de soportes individuales quisiéramos resaltar
las siguientes:
–– Tratamiento particular de la obra: cada objeto muestra una serie de peculiaridades dis-
tintas de las de otro, excluyendo las seriadas. Eso exige un conocimiento y una toma de
datos concreta.
–– Facilitar que la lectura de la pieza sea más comprensible: no cabe duda que la posición de
un objeto determina su legibilidad y conocimiento.
Bibliografía
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Goutier, Jean-Michel (2003): André Breton. 42 rue Fontaine. París: Camels Cohen.
Cocteau, Jean (1960): El brujo de la forma. En Combalía, Victoria (1981), Estudios sobre Picasso.
Barcelona: Gustavo Gili. p. 220.
Resumen: El Museo Tiflológico de la ONCE1, que se encuentra abierto desde finales del año 1992,
se convierte en el primer museo donde todas las piezas expuestas pueden ser tocadas, siendo su
lema “Un Museo para ver y tocar”. Esta es una de las diferencias que le caracterizan con el resto de
museos2 en los cuales está prohibida la manipulación táctil de sus colecciones.
Las personas ciegas, deficientes visuales graves, o con cualquier otra discapacidad, realizan pro-
ducciones artísticas culturales que son un factor importante para su desarrollo individual y para su
integración social. Debido a esta cuestión, y para cubrir estas necesidades, se plantea este espacio
expositivo como un hecho educativo, para que las personas ciegas y deficientes visuales graves
puedan conocer y estudiar el arte, al hacer accesible sus contenidos y quedar en pie de igualdad
con el resto de ciudadanos que tienen la posibilidad de ser usuarios de cualquier museo, mientras
que para este colectivo resulta fundamental que la gran mayoría de sus colecciones sean accesibles
al tacto, a fin de procurar un planteamiento más solidario, más integrador, más progresista… en
definitiva para disminuir el desconocimiento, aportar educación e inclusión social.
El Museo Tiflológico, cuyo nombre viene del griego “tiflos” que significa ciego, y –“logia” que es
la parte de la medicina que estudia, en este caso la ceguera, adopta este nombre para que quede
reflejado que sus contenidos abordan todos aquellos temas relacionados con la ceguera junto a la
exposición de obras de artistas ciegos y deficientes visuales graves. Debido a su gran valor didácti-
co y contenido de sus fondos, la ONCE no dudó en abrir sus puertas al público en general3.
1 VV. AA. (1998): Guía del Museo Tiflológico. Un museo para ver y tocar. Toledo.
2 ARES, Félix (2011): Museos de la Ciencia y el Medio Ambiente”. En Revista de Museología, n.º 20. Madrid. Asociación Espa-
ñola de Museólogos.
3 GARCÍA LUCERGA, M.ª Asunción (1993): El acceso de las personas deficientes visuales al mundo de los museos. Madrid.
Las colecciones del museo se encuentran distribuidas en tres grandes salas bien diferenciadas:
Los autores de estas reproducciones son maquetistas profesionales, que las ejecu-
tan a escala e idénticas al original y se esmeran, para que cumplan la característica princi-
pal de ser táctiles, junto a la objetividad didáctica y cultural; para ello utilizan materiales
resistentes, como son madera, piedra, mármol, resinas, etc.
CELA ESTEBAN, M.ª Estrella (2003), “Maqueta de La Torre Eiffel de París (Francia)”, en Revista Integración n.º 41. Págs. 42-44.
4
Figura 2. Acueducto de Segovia. En la fotografía podemos Figura 3. Maqueta del Patio de los Leones de la Alhambra
ver como dos usuarios, reconocen la maqueta a través de Granada. Cubiertas de madera de nogal y haya, acaba-
del tacto. das en barniz mate.
CELA ESTEBAN, M.ª Estrella (2005), “Maqueta del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial”, en Revista Integración n.º 44.
5
Págs. 29-31.
Figura 4. Rafael Arias. Lluvia en la ciudad. Cuadro al óleo. Figura 5. José María Prieto Lago. Sueños de mediano-
che. Escultura en bronce.
pula de la Sala de las Dos Hermanas, para apreciar su decoración interior de mocárabes,
a fin de lograr un mayor realismo conseguido con la composición y la talla que ofrece la
textura y la visión del mocárabe suspendido en el techo de la cúpula, así como la orien-
tación y estructura de la sala. Sus paredes y cerramientos de muros están construidos en
contrachapado de okume, metacrilato y tela de algodón, las cubiertas en madera de nogal
y haya, acabadas en barniz mate. Se completa con incrustaciones de diferentes maderas
en el interior de las salas y pinturas de primera calidad.
Ilustramos estas salas con un ejemplo de los muchos artistas plásticos que tene-
mos, se trata de Rafael Arias Fernández (fig. 4), cuya discapacidad se debe a una ceguera
total. Este madrileño comenzó a dibujar desde muy pequeño conociendo todo sobre las
mezclas de colores y la técnica del óleo, en la cual se centra desde que en 1990 perdió
totalmente la visión. Primeramente realiza el dibujo con pasta relieve, con esta pasta y
con la ayuda de cuerdas, gomas o cualquier elemento que le sea útil para la realización de
rectas, curvas o incluso para conseguir perspectiva, realiza el boceto que posteriormente
le servirá para orientarse en el lienzo y delimitar las zonas de color. Es el más internacional
de los artistas con los que cuenta el museo, ya que ha realizado más de cuarenta exposi-
ciones en más de diez países diferentes.
Figura 7. Juan Torre. Mikel Erentxun cantante de pop-rock. Foto- Figura 8. Caja de matemáticas realizada en metal.
grafía en relieve.
Figura 9. Máquina de escritura en braille, American Foundation. Figura 10. Mapa de Just. Mapa en relieve de España, confec-
Fabricada en hierro cromado. cionado con materiales diversos: tela, cuero, piel, cadenetas,
chinchetas, etc.
Tomamos como ejemplo de escultura a José María Prieto Lago (fig. 5), cuya disca-
pacidad es la sordoceguera. Los bocetos de sus obras los realiza en madera, pasándolas
finalmente al bronce. Las características de su proceso artístico serían el realismo y la
tridimensionalidad en el espacio, junto con la suavidad de las líneas que invitan a acariciar
las piezas.
Respecto a la obra de arte textil, cabe destacar una singular artista como es Sagra
Ibáñez (fig. 6), la cual aprovecha su resto visual para combinar colores y mediante la ma-
teria textil conseguir todas las posibilidades táctiles y todas sus texturas, a través de obras
confeccionadas con materiales de origen natural, fibras animales (seda y lana) y vegetales
(algodón) teñidas por ella misma, en colores fríos, grises, crudos y azulados, para conseguir
a través del color y la textura realzar los efectos de volumen, para conseguir este mismo fin,
la artista realiza sus trabajos en la técnica del alto lizo.
–– SALA DE MATERIAL TIFLOLÓGICO. En esta sala se exhiben objetos utilizados por las per-
sonas ciegas en su vida diaria para el aprendizaje de la lecto-escritura, como vía para acce-
der a la cultura y la vida laboral. Aquí se ubican vitrinas donde podemos encontrar pautas,
regletas, punzones, cajas de aritmética, tableros de dibujo y máquinas para el sistema
braille mecanizado. Todas estas piezas sirven para comprender mejor la vida de los ciegos,
su evolución y la superación de dificultades de este grupo social, a lo largo de la historia.
• Caja de Matemáticas (fig. 8). Se trata de una caja rectangular, fabricada en hierro, den-
tro de la cual se encuentra una rejilla perforada por orificios cuadrangulares y tipos
de mezcla tipográfica (plomo y antimonio) con los números y signos matemáticos en
caracteres visuales y en relieve, para realizar las operaciones matemáticas.
• Sensibilizador del tacto. Es una caja de cartón que contiene doce tacos, seis pequeños y
seis grandes, de distintos tipos de madera: cerezo, haya, encina, peral, chopo y flandes.
Cada taco tiene grabada la inicial del nombre de su madera. En la cara interna de la tapa
de la caja parece una lista con los nombres de las maderas. Se trata de un juego, cuyo
propósito es el de educar el tacto.
• Máquina de escritura en braille, American Foundation (fig. 9). Fabricada en hierro cro-
mado, de carro móvil y cabeza reproductora de relieve fija, para la escritura del sistema
Braille. Dispone de un teclado convencional de seis teclas, en baquelita y la barra espa-
ciadora en hierro, e incorpora la tecla de retroceso y liberadora de carro y el tambor,
que a su vez es móvil, está realizado en madera pintado en negro.
• Mapa de Just (fig. 10). Se trata de un mapa en relieve de España, Portugal, Andorra,
parte de Francia y norte de África, confeccionado por el profesor ciego Francisco Just
en 1879, para enseñar la geografía a sus alumnos, que a su vez también eran ciegos.
El mapa está montado sobre un bastidor de madera, encima coloca una tela de tipo
arpillera y, sobre ella, un mapa topográfico de la Península, sobre el que se asientan
directamente diversos materiales, como telas de distintas texturas, cueros, papeles,
cartulinas, ante, piel, que se utilizan para diferenciar las provincias, una de la otra, al
En este momento, cuando viajan las piezas, es cuando resultan más manipuladas, y
para que sufran lo menos posible, viajan en sus respectivas cajas, hechas a medida, para
prevenirlas de todos los probables avatares a las que quedan expuestas.
Como hemos podido apreciar a lo largo de toda esta ponencia, la variedad y cantidad de
materiales diferentes con los que cuenta el museo, añadido a la posibilidad de ser tocadas todas
las piezas, supone un problema que se plantea diariamente, el de la restauración y mantenimiento,
debido a que al ser manipuladas sufren deterioros y roturas. Para subsanar este problema y mante-
ner el museo en condiciones óptimas, se cuenta con la labor de una restauradora, especializada en
distintos tipos de materiales y conocedora de sus compatibilidades, para obtener un buen resulta-
do a la hora del pegado y recuperación de fragmentos.
Para la cuestión más delicada y específica como es la restauración de los libros, se cuenta
con varias empresas especializadas en papel; al ser este un material que requiere un tratamiento
diferente a la hora de subsanar la proliferación de microorganismos e insectos, humedades y la
foto-oxidación y el amarillamiento que contienen los libros antiguos, debido a la acumulación de
polvo, el envejecimiento natural de los materiales y el mal estado de conservación que han sufrido
a los largo de los años, antes de llegar al museo, se necesita alejarlo de los ambientes altamente
contaminantes.
CONSUEGRA CANO, Begoña, (2000): Comunicación y visitantes con discapacidad visual en espacios expositivos. Madrid
6
Bibliografía
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Cela Esteban, M.ª Estrella (2005), “Maqueta del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial”. En Re-
vista Integración, n.º 44. Madrid: ONCE. pp. 30-32.
Consuegra Cano, Begoña (2000): “Comunicación y visitantes con discapacidad visual en espacios
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Madrid: ONCE, Ministerio de Cultura, pp. 139-142.
García Lucerga, María Asunción (1993): El acceso de las personas deficientes visuales al mundo de
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VV. AA. (1998): Guía del Museo Tiflológico. Un museo para ver y tocar. Toledo: ONCE.
www.kaipachanews.blogspot.pe
130
Manipulación de objetos
de artes decorativas y diseño
Paloma Muñoz-Campos
Museo Nacional de Artes Decorativas
C/ Montalbán 12, C. P. 28014, Madrid
paloma.munozcampos@mecd.es
Resumen: La formación es uno de los pilares del Plan Nacional de Conservación Preventiva,
por lo que cursos como este contribuyen de manera directa a la diseminación de buenas prácticas
en conservación preventiva. En este artículo se desarrollan los aspectos prácticos relacionados
con todo lo que implica la manipulación de objetos de artes decorativas y diseño, tanto en lo refe-
rente a los movimientos internos en el museo, como a los movimientos externos, subrayando las
peculiaridades de este tipo de bienes culturales. Se hace especial hincapié en la planificación, que
nos permite minimizar los riesgos y prevenir los deterioros evitables. Se explican cuáles son las
herramientas y el equipamiento de apoyo que facilitan la manipulación, y en qué medida el factor
tiempo juega un papel fundamental. Se ofrecen claves para la manipulación segura de objetos de
vidrio, cerámica, marfil, mobiliario, metales, joyería y tejidos.
Introducción
En primer lugar, me gustaría agradecer a Ana Tomás, que contactó conmigo para invitarme a parti-
cipar en este encuentro, a Cauri, al Museo Nacional de Antropología y a todas las personas que han
hecho posible su celebración. Quisiera recalcar mi aplauso hacia esta iniciativa y felicitar a todos los
que han colaborado, por su trabajo y por la excelente coordinación y organización de todos los as-
pectos que implican la consecución de este tipo de jornadas.
No quisiera entrar en materia sin antes mencionar la importancia que tiene el hecho de que
esta iniciativa encaja adecuadamente dentro de uno de los objetivos fundamentales del Plan Na-
cional de Conservación Preventiva (PNCP): la formación, contemplada a todos los niveles, tanto
profesionales como a través de actividades de educación informal. Como sabemos, existe un vacío
importante en la formación reglada de diversos aspectos relacionados con la conservación preventi-
va, entendida en un sentido actual, desde la perspectiva del siglo xxi, fundamentalmente en el ámbito
institucional. Han existido y existen iniciativas privadas, lanzadas desde diversas plataformas, e inicia-
tivas de instituciones dispersas sin una previa voluntad de coordinación.
Quiero destacar que uno de los pilares básicos del éxito de la implementación de las prác-
ticas de conservación preventiva y de la filosofía teórica sobre la que se asienta es el trabajo en
equipo (fig. 1). Es una frase muy utilizada últimamente, pero no por ello ha perdido su importan-
cia, sino todo lo contrario. En conservación preventiva el trabajo en equipo a todos los niveles es
fundamental para el éxito de cualquier proyecto, tanto en el seno de los que planifican y toman las
decisiones, como en el de los que ejecutan el trabajo sobre el terreno. Y es una práctica de la que
todavía adolecen muchas de nuestras organizaciones.
El trabajo en equipo significa comunicación fluida y respetuosa entre las personas impli-
cadas directamente en el proyecto e implica la transmisión de información clara a aquellos que,
aunque no estén directamente implicados, sí tienen potencialmente algo que aportar. Si queremos
subsanar lagunas, corregir errores y avanzar hacia la implantación de buenas prácticas en conserva-
ción preventiva, es mejor comprender que no debe haber demasiadas “propiedades” en las parce-
las técnicas e intelectuales. Si no estamos dispuestos a compartir, las cosas no salen tan bien. Todo
esto es evidentemente una opinión personal, asentada sobre años de experiencias compartidas,
pero creo que el trabajo en equipo está reñido con el afán de protagonismo.
Figura 1.
Con el tiempo y la experiencia (y con las obligadas oportunidades que nos ha brindado la
efervescencia de exposiciones temporales durante los últimos quince años), hemos aprendido
que durante la manipulación se producen muchos deterioros evitables. Esto es lo que me gustaría
que recordáramos. Que hemos de esforzarnos por minimizar los deterioros evitables, trabajar so-
bre nuestro círculo de influencia, sobre lo que podemos cambiar, pues hay otros muchos riesgos
que escapan a nuestro control.
Pero además, los ejemplos de objetos de los que vamos a hablar son tan variados que nos
vamos a encontrar con bastantes elementos añadidos a tener en cuenta y con situaciones muy
diferentes. Para empezar, hemos de considerar su heterogeneidad. Nos encontraremos con obje-
tos muy pequeños, objetos medianos y grandes formatos; podemos tratar con objetos ligeros, de
apenas unos pocos gramos, y objetos muy pesados, que pueden pesar cientos de kilos. Y, sobre
todo, será muy habitual que tengamos que lidiar con objetos que están compuestos de múltiples
materiales. Por eso es necesario que las normas generales hayan de ser matizadas según los casos.
Un aspecto específico sobre el que hay que reflexionar es que los objetos de artes decorati-
vas y diseño son objetos inconscientemente asociados a objetos de uso en nuestras casas, a objetos
cercanos a nuestra vida diaria, lo que nos puede hacer suponer inconscientemente, si no reflexio-
namos antes, que podemos manipularlos de la misma manera que lo hacemos en casa. Sabemos
que eso no es verdad, porque una silla de museo ya no es para sentarse, una taza ya no vamos uti-
lizarla para beber, ni vamos a usar un arcón del siglo xvi como mueble para guardar la ropa. Esto es
importante porque son precisamente aquellos puntos por los que se manipulaban durante su vida
útil (pre-museable, podemos llamarla) los elementos más vulnerables a la hora de moverlos hoy,
siendo esos puntos o zonas por donde los objetos se suelen deteriorar con mayor facilidad (Fig. 2).
Figura 2. Figura 3.
Entre los enemigos, destacan sin duda: la falta de espacio, la desinformación de los manipu-
ladores, las prisas y los traslados masivos de objetos (fig. 3).
De un modo más genérico, si nos referimos a los movimientos de objetos para préstamos ex-
ternos, el gran enemigo –genérico– son las exposiciones temporales, habitualmente un escenario
de alto riesgo que crece exponencialmente cuando hay multiplicidad de sedes. Y si nos centramos
en los movimientos internos en el museo, hay dos circunstancias que, aunque afortunadamente
suelen ser extraordinarias, son especialmente peligrosas: las situaciones de emergencia (por fue-
go, agua, accidente) y la realización de obras en el inmueble que, desgraciadamente, es habitual
que se hagan a museo abierto y convivan por tanto con las actividades diarias.
Por supuesto, se han desarrollado consejos y normas, pautas que nos ayudan a la manipula-
ción segura. Pero cada institución tiene que desarrollar sus propios protocolos para adaptarlos a
sus características, tales como los condicionantes arquitectónicos de partida, el grado de heteroge-
neidad y uso de las colecciones y las vías de circulación vertical y horizontal con las que cuenta. No
podemos olvidar, además, la seguridad física de las personas, por lo que las pautas dictadas por los
manuales de prevención de riesgos laborales hay que respetarlas lo más al pie de la letra posible.
Hablaremos de ello cuando nos refiramos al equipamiento.
Figura 4. Figura 5.
Entre los EPI’s se encuentran la indumentaria de operador, los guantes adecuados, prótesis
externas –como fajas de protección lumbar– o las escaleras seguras (fig. 4).
Como HEFA’s podemos definir las bateas y bandejas, los carros y grúas en todas sus varieda-
des (figs. 5 y 6) o los croquis de embalaje.
Por eso es fundamental analizar, en primer lugar, además de la obvia identificación de los
bienes patrimoniales objeto del traslado, los recursos de los que disponemos, para trazar nuestro
plan y asegurarnos de que la manipulación puede llevarse a cabo con el menor riesgo posible. Es
probable que, una vez conocidos los recursos, tengamos que declarar que no es posible cumplir
los mínimos. En ese caso, tendremos que aplazar el movimiento para el momento en que nos ha-
yamos provisto de lo necesario.
Figura 6. Figura 7.
Conciliando las normas de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (31/1995, BOE del vier-
nes 10 de noviembre de 1995), priorizaremos la seguridad de las personas que están trabajando en
la manipulación, sabiendo además que ello influye directamente en la seguridad de los objetos. Si
estamos subidos en lo alto de una escalera colocando o extrayendo piezas de una estantería alta, la
escalera debe ser segura y debemos contar con el apoyo de una persona que la sujete desde el suelo
y que reciba en sus manos los objetos que le iremos pasando. No debemos intentar bajar o subir por
una escalera con los bienes patrimoniales en las manos.
En este punto, es oportuno detenernos a hablar de las características de los operarios de mani-
pulación. Aunque, por supuesto, estos deben estar formados adecuadamente para el trabajo, TODO
el personal del museo o que esté en el museo, incluyendo la Dirección y los investigadores o colabo-
radores externos, deben ser conscientes del riesgo que implica la manipulación de objetos artísticos.
Por ello deben conocer los procedimientos o protocolos de actuación y qué deben hacer en el caso
de daños accidentales (p.e.: hacer una foto antes de tocar, recoger los fragmentos y guardarlos en un
sobre, entregar al departamento de conservación, registrar la incidencia describiendo lo ocurrido).
La experiencia anotada y difundida sobre los daños producidos por un accidente nos puede ayudar
mucho para no cometer los mismos errores o, por lo menos, para tener en cuenta lo que produjo el
accidente y minimizar la ocurrencia de situaciones semejantes en el futuro.
en las que se refieren al traslado de objetos de artes decorativas y diseño en un edificio como es el
MNAD (Museo Nacional de Artes Decorativas). Lo que SIEMPRE debemos hacer y lo que NUNCA
procuraremos hacer.
Como regla general manejaremos siempre cada objeto como si fuera frágil, lo sea o no. No
solo hay que tener cuidado cuando cogemos delicados de vidrio o cerámica. Objetos policroma-
dos o pulimentados de madera, metales, tejidos o cuadros, todos son susceptibles de deterioro
cuando se manipulan.
SIEMPRE
2. Antes de mover un objeto, decidiremos dónde y cómo vamos a llevarlo. Tenemos que
saber y preparar de antemano el espacio de recepción y despejar el camino que vamos
a recorrer. En el caso de que vayamos solos esto es fundamental, hay que abrir antes las
puertas y eliminar los obstáculos. Si alguien nos acompaña, esa persona debe ir delante y
ocuparse de las puertas. En cualquier caso, recorreremos antes el camino para comprobar
que está transitable. Prepararemos el “medio de transporte” (carro, bandeja, caja, per-
cha…) antes de coger el objeto. El desconcierto o la dificultad en el traslado incrementa
el riesgo de golpes o caídas accidentales. Estas precauciones son siempre pocas en el
MNAD, debido a lo angosto de casi todas las vías de circulación y a la densidad de objetos
en todos los almacenes.
4. Si vamos a mover cualquier cosa (escalera, mesa, soporte museográfico, silla. etc.) en
un espacio en el que hay fondos museográficos (la gran mayoría de espacios en el caso
del MNAD).
5. Cuando estemos viendo a alguien manipular mal un objeto o tenemos que asesorar sobre
cómo manipularlo, es inútil gritar o decir ¡cuidado! si no especificamos concretamente
con qué hay que tener cuidado. Es mejor acercarse con calma y transmitir tranquilamente
el mensaje.
6. Como norma general –ya comentaremos las excepciones– siempre usaremos guantes y
las manos deben estar bien limpias y secas para manipular un objeto. La transpiración
de las manos contiene ácidos, humedad y sales, por lo que su deposición puede ser
muy corrosiva sobre la superficie de algunos objetos. Los objetos pulidos de metal y las
fotografías recogen fácilmente esos fluidos en forma de huellas dactilares, que quedan
marcadas. Los objetos porosos de superficies blanquecinas, como yeso, mármol, papel o
marfil, se manchan con la suciedad y la grasa de los dedos, dejando puntos pegajosos en
la superficie, sobre los que el polvo del ambiente se deposita fácilmente.
NUNCA
2. No introduciremos el pulgar por dentro del borde de ningún objeto para cogerlo.
5. Nunca intentaremos acarrear varios objetos a la vez. Es más seguro hacer varios viajes.
7. Nunca sujetaremos un cuadro solo por la parte superior del marco o metiendo los dedos
entre el bastidor.
8. Nunca levantaremos por las esquinas un grabado, un dibujo o un fragmento textil que
carecen de montaje.
Sin prisa pero sin pausa, el factor tiempo en la manipulación: ideas para
mejorar los procesos cuando el tiempo apremia
¿Influye el factor tiempo a la hora de manipular? Naturalmente, el tiempo influye en todos los
sentidos: el tiempo/clima –si hace frío o calor, si hay mayor o menor humedad ambiental, si hace
viento al introducir o sacar una caja del museo–, el tiempo que tengamos para llevar a cabo el mo-
vimiento –el necesario, el apremiante–, el tiempo/tempo –el ritmo de nuestros operarios, la fecha
tope de inauguración–. Todos los factores relacionados con el tiempo han de tenerse en cuenta.
En conexión directa con el factor tiempo están los traslados masivos. Debido al coste económico
de un traslado masivo de objetos (ya sea causado por una exposición grande, por un cambio de
sede o porque se van a efectuar obras en el inmueble), es muy importante en estos casos dedicar
el tiempo suficiente a planificar bien el traslado, incluyendo todas las labores de documentación
de los fondos que hay que trasladar (fotos, croquis, descripciones de procedimiento), marcaje y
etiquetado, selección de tipos de embalaje, lugar de destino, puntos de origen y destino, tiempo
de permanencia en el embalaje, etc. No describiremos este aspecto en más detalle, pues requiere
una extensión que excede los límites de este artículo.
Figura 8. Figura 9.
Antes de empezar, tengamos cuidado para que ningún elemento (botones, lazos, bolsillos)
de nuestra ropa pueda engancharse en los objetos. Prestaremos especial atención a las joyas y
bisutería y nos quitaremos aquellos accesorios que puedan dañar los objetos (anillos, pulseras,
relojes, broches, collares).
–– Los objetos decorativos de cerámica, metal, vidrio, marfil, etc., deben cogerse con ambas
manos cerca de su punto de gravedad, es decir, por su parte más ancha o más pesada.
Para extraerlos de una balda, deslizaremos una mano por debajo y la otra mano asirá late-
ralmente la pieza consiguiendo el equilibrio. Es fundamental fijarse antes en los objetos
de alrededor: es posible que necesitemos planificar el movimiento de otros objetos para
extraer el que nos interesa.
–– Los cuadros deben transportarse con las manos agarrando por ambos lados el marco o,
en el caso de carecer de marco, el bastidor.
–– Los grabados, dibujos o cualquier obra gráfica sin enmarcar debe trasladarse siempre
sobre un soporte rígido, que deslizaremos por debajo intentando reducir al mínimo la
manipulación de la pieza. Una vez en su soporte, solo tocaremos este último.
–– Los objetos grandes, pesados o delicados (figs. 8 y 9), como grandes piezas de mobiliario
o esculturas, que serán manejados entre dos o más personas, deben levantarse flexionan-
do las piernas y no doblando la espalda, para no hacerse daño al hacerlo.
Si los trasladamos en un carro con ruedas, mientras una persona conduce el carro,
la otra sujetará con sus manos la pieza y será quien abra las puertas, despeje el camino y
cuide para que la pieza no choque con dinteles o marcos. Deberá tenerse especial cuidado
al cruzar umbrales de puertas que tengan embellecedores en el suelo y al pasar sobre suelos
rugosos, ya que ambas cosas generan vibraciones que pueden producir fracturas. Si la pieza
es muy grande (un piano, un armario) deberá ir una persona a cada lado del carro.
El carro debe ser fácil de manejar, con suspensión en las ruedas y con los laterales
amortiguados con material de goma absorbente de impactos.
Para trasladar sillas, sillones o sofás, no los cogeremos por los brazos ni por el res-
paldo sino por la parte inferior del asiento, levantándolos con ambas manos.
Las piezas de mobiliario grandes suelen ser desarmables en varios elementos. Con-
sultaremos cómo hacerlo y procederemos a su desmantelamiento para minimizar el peso
y facilitar el traslado. Es útil, en el caso de muchas piezas, hacer croquis de situación de ca-
jones y elementos y guardar cuidadosamente los tornillos y tuercas en sobres marcados.
Esto facilitará enormemente el montaje. En el caso de que tenga puertas, comprobare-
mos que están bien cerradas o las fijaremos para que no se abran durante el movimiento.
Si optamos por no quitar los cajones –suponiendo que el objeto no sea muy pesado– los
sujetaremos con cintas acolchadas para evitar vibraciones.
–– Las piezas planas grandes y pesadas (fig. 10), como tableros de mármol, vidrieras, espejos
o pinturas, deben acarrearse verticalmente.
–– Los tejidos merecen especial mención. Por supuesto, nunca se tocarán con las manos,
pues la suciedad que penetra en su estructura es mucho más difícil de eliminar que en
otros objetos. En cualquier caso, las manos se lavarán y secarán bien siempre inmediata-
mente antes de empezar a trabajar con tejidos y después de cada interrupción.
Los tejidos solo entrarán en contacto con materiales químicamente inertes (libres
de ácido) y si empleamos telas industriales deberán ser tratadas para eliminar el almidón y
otros aditivos comerciales que emiten compuestos volátiles perjudiciales para los tejidos.
Esto, evidentemente, dependerá del tiempo de contacto. Si es muy breve, podrá utilizarse
cartón normal y tela comercial.
Los tejidos planos de pequeño y mediano formato deben trasladarse sobre sopor-
tes rígidos libres de ácido, de modo que sea el soporte el que cargue con el peso y el que
sea manipulado.
Figura 10.
Los tejidos planos de gran formato se transportarán sobre una batea o caja forrada
o bien enrollados sobre soportes cilíndricos estables, siempre horizontalmente y entre
dos o más personas.
Las piezas de indumentaria nunca deben probarse. Para trasladarlas con su percha,
debemos distribuir equitativamente el peso en nuestros brazos, cogiendo la percha con
una mano y el resto del tejido descansando en un punto medio sobre el antebrazo de la
otra mano. Nunca los trasladaremos colgados libremente de modo que el peso del tejido
recaiga solo sobre unos pocos puntos, ya que podría romperse por esa zona.
–– Cuando coloquemos objetos sobre una mesa o una estantería, ninguna parte del objeto
debe proyectarse más allá de las medidas del soporte, es decir, que no sobresalga.
–– Cuando apilemos cuadros u otros objetos enmarcados (tejidos, obra gráfica), nunca lo
haremos en horizontal y, como norma general, no apilaremos más de 5 piezas juntas.
En cualquier caso, siempre que apilemos, debemos agrupar los objetos por tamaños, de
modo que no haya objetos de tamaños muy variados.
–– Para apilar verticalmente estos objetos planos, enmarcados o no, contra una pared:
• Comprobaremos que los bordes de la obra no van a resbalar sobre el suelo y, si es así,
pondremos en el suelo material de amortiguación no resbaladizo.
• Colocaremos planchas de espuma entre las obras, para que no se dañen entre sí con
las aristas de los marcos.
–– Si las obras van a quedar así apiladas durante algún tiempo, las protegeremos del polvo
con una lámina de plástico transparente.
Es muy útil indicar con carteles con letra grande y clara algunos mensajes que todos puedan leer:
OBJETOS DELICADOS, NO PONER NADA ENCIMA.
Por otra parte, en el uso de guantes, las investigaciones avanzan y las noticias, a veces di-
ferentes a las conocidas, unas publicadas y otras transmitidas oralmente, se suceden, por lo que
podréis encontrar opiniones distintas a las que aquí ofrecemos.
Existen en el mercado diversos tipos de guantes que seleccionaremos dependiendo del ob-
jeto que vayamos a trasladar. En general, los guantes de látex podríamos decir que son de uso
universal (son de color blanquecino), debido a su adaptabilidad y a que permiten sujetar los ob-
jetos sin peligro de que se nos resbalen. La limpieza y la higiene quedan garantizadas porque son
desechables. Su inconveniente es que son incómodos si han de llevarse durante mucho tiempo.
En la actualidad, los guantes de látex casi no se usan porque provocan alergias cutáneas y han sido
sustituidos por los de nitrilo (los que usamos en el museo son azul turquesa, aunque yo también
los he visto morados) (fig. 12).
–– Los guantes de algodón son más cómodos (fáciles de poner y quitar, lavables), pero no se
deben usar para objetos de superficie satinada o resbaladiza, como cerámica, porcelana
o vidrio. Son muy adecuados para metales, papel y tejidos, pero no deben usarse tam-
poco cuando la superficie es intrincada, presenta filigranas o hilos metálicos, en los que
las fibras del algodón pueden quedar enganchadas. Hay que lavarlos a menudo, aunque
encojen, algo a tener en cuenta a la hora de elegir las tallas.
–– Finalmente, para objetos muy pesados que corran peligro de resbalarse (como grandes mue-
bles), podemos usar los guantes gruesos de cuero, que se agarran muy bien y amortiguan en
cierto modo el daño producido en las manos por las aristas al transportar objetos de peso.
Conociendo los tipos de guantes, su composición y su compatibilidad con los materiales que
constituyen los objetos, lo mejor es aplicar el sentido común. Si no los tenemos a mano, o están
sucios por un movimiento reciente y no podemos lavarlos en ese momento, según qué objeto po-
demos usar un trozo de tela o de espuma de polietileno para no tener que cogerlo con las manos.
La manipulación es una acción que, al igual que otros aspectos de la conservación preven-
tiva, requiere de una buena dosis de sentido común y de imaginación. Imaginación para idear
soluciones prácticas cuando las circunstancias lo requieren.
A medida que avanza nuestra experiencia y a medida que el público requiere de nosotros
que las colecciones de nuestros museos sean más accesibles, se plantean nuevos retos. Por eso, el
intercambio de experiencias, la difusión de las investigaciones y la generosidad entre los profesio-
nales nos va ayudando a disipar las dudas en el camino y aprender de las paradojas.
ICCROM: The International Centre for the Study of the Preservation and Restoration of Cultural
Property (http://www.iccrom.org). Boletín, cursos y publicaciones. Habitual encontrar mu-
chas cosas en español.
Museum of Fine Arts de Boston (http://www.mfa.org/). Página muy adecuada para materiales, aun-
que hace tiempo que no entro y no sé cómo va de puesta al día.
SCMRE: Smithsonian Center for Materials Research and Education (http://www.si.edu/scmre). Al-
gunos recursos en versión bilingüe (español-inglés). Visión general de cómo hacen las cosas
en Estados Unidos. Bien pensado y con consejos útiles.
Resumen: El texto recoge algunas de las conclusiones del estudio que, a propósito de los trabajos
de acondicionamiento de los nuevos almacenes del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
(MNCARS) y del traslado de la colección, se llevó a cabo con el objetivo de conocer la presencia y
condicionantes de grandes formatos en el arte contemporáneo.
1 Un ejemplo de esta tendencia se recoge en la exposición celebrada en Brujas recientemente bajo el título Arte, cuanto
más grande mejor.
espacio no solo era cuantitativa (con obras obligadas a permanecer en sus embalajes en pasillos,
hacinadas en cajones dificultándose su estudio y conservación, etc.), sino también cualitativa y por
la amenaza de traslado que conlleva toda ocupación temporal. Para la colección del MNCARS la res-
puesta a la falta de espacio llegó con la ampliación de Jean Nouvel.
Una operación de traslado como la nuestra, con gran cantidad de movimientos internos entre cua-
tro sedes de almacén, distribuidas en dos plantas de cada edificio del museo (fig. 5), requería un
esfuerzo importante de planificación.
El conocimiento profundo de la colección es, sin duda, la primera tarea que se debe abordar
en este momento.
La finalidad de esta fase no es otra que la de proporcionar una visión, lo más comple-
ta posible y lo más cercana a la realidad de nuestra colección. Solo de esta manera es posible
dar respuesta a las exigencias derivadas de su especificidad. Se empezó por lo más elemen-
tal, tipo y número de objetos, para ir descendiendo después en aspectos como la distribu-
ción porcentual según clasificación genérica, volumen o superficie que ocupan, porcentaje
de la colección en exposición, previsión de crecimiento, uso de la colección, etc.
Sabatini 5.ª
Sabatini 0 Nouvel 0
Nouvel −1
Nouvel −2
Obras Bidimensionales
2% Cine y video
Escultura e instalaciones Con bastidor o soporte rígido: Altura o longitud mayor de 2,5m
10%
Obras Bidimensionales
Arte gráfico 28%
18% Dibujo
Altura, longitud o profundidad: Mayor de 2m
Figura 6. Distribución de la Colección según Clasificación Figura 7. Límites a partir de los cuales se puede considerar
Genérica. gran formato.
Escultura e Instalaciones
Mayor de 2m o de 115kg
11%
Figura 8. Distribución Gran Formato entre la Colección de Escultura e Instalaciones del MNCARS.
Pintura
Mayor de 4m 1%
Mayor de 2,5m
8%
2% Mayor de 2,5m
Figura 10. Distribución Gran Formato entre la Colección de A. Gráfico, Dibujo y Fotografía del MNCARS.
En los siguientes gráficos (figs. 8, 9 y 10) aparecen representadas en color verde las
obras que, salvo excepciones, se podían considerar como formatos habituales, debiendo
contemplar todas las precauciones a la hora de su manipulación, pero de las que no cabía
esperar problemas derivados de su excesivo tamaño o peso. Por el contrario, en color
amarillo y una pequeña representación en rojo, nos encontramos con aquellas obras que
hemos calificado como grandes formatos y en las que tanto su manipulación como su
almacenaje exigirán mayores esfuerzos.
Figura 11. Hardware aplicación SIMARS-MOVA. Figura 12. Etiqueta código de barras y PDA.
Por otra parte, el marcaje o siglado de bienes culturales debe ser muy cuidadoso, ya
que es el instrumento principal para asegurar la identificación del objeto, siendo esta la
primera medida de preservación de su integridad. Con el doble objetivo de minimizar los
riesgos de errores en el control de obras durante el traslado y agilizar dicho control, y tras
estudiar los diferentes sistemas de marcaje de obras conocidos (Ministère de la Culture:
2008), nos decidimos por el empleo del sistema basado en códigos de barras. Esta elec-
ción comportó una serie de trabajos que implicaron también a diferentes departamentos
del museo. En primer lugar, en colaboración con el equipo informático administrador de
la base de datos del museo (SIMARS) se desarrolló una aplicación (SIMARS-MOVA) para
“Windows Mobile” (fig. 11). Dicha aplicación permite visualizar ciertos datos de las obras,
registrar los movimientos realizados a partir de un dispositivo PDA, visualizar obras ubica-
das en una determinada signatura topográfica, etc. La búsqueda a través de la PDA puede
realizarse mediante la introducción textual del autor, título o número de inventario o a
través del lector láser de código de barras. El dato que se codifica, en el caso del objeto, es
el número de inventario, mientras que para la ubicación es la signatura topográfica (figs.
12 y 13). Es destacable también el esfuerzo realizado en la creación del árbol topográfico
de las nuevas dotaciones de mobiliario de almacén: armarios, planeros, cajones, baldas,
peines…, todo debía estar descrito e identificado.
900
800
700
Número de obras
600
500
400
300
200
100
0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11
Período comprendido entre 2001 y 2011
Figura 13. Lectura de signatura topográfica Figura 14. Incremento de la colección según clasificación genérica.
con PDA.
3 Para garantizar el cumplimiento de estas exigencias, Carmen Muro, química del Departamento de Conservación y Restau-
ración, sometió a la etiqueta seleccionada a pruebas de envejecimiento y analizó los materiales de soporte y adhesivo. Los
resultados la declararon apta para el uso planteado.
4 Por ejemplo, con dibujo, obra gráfica y fotografía, sometidas con frecuencia a un movimiento mayor de lo habitual, se usa-
ron etiquetas neutras aplicadas en las fundas de mylar, o en la parte interna del paspartú, y etiquetas normales en la parte
posterior del marco, cuando la pieza se prepara para su exposición.
De forma paralela a este trabajo con las obras, también en esta fase de planificación
se elaboró el pliego de prescripciones técnicas que regirían el concurso para la fabrica-
ción, suministro e instalación del equipamiento de los nuevos almacenes. En su redacción
intervino el equipo de Almacén, en colaboración con el Departamento de Conservación y
Restauración, y el Área de Arquitectura, Mantenimiento y Servicios Generales.
Se entiende que para el cálculo de superficie y/o volumen se considera la superficie ocupada por la obra y aquella que
5
garantice una manipulación segura de la misma. Generalmente, para calcular esa cifra se multiplica la superficie ocupada
por la obra por 1’3.
Figura 15. Embalaje contenedor de escultura gran Figura 16. Sala para peines Gran Formato con accesos amplios.
formato.
Por otra parte, quizás hayamos detectado en el estudio de nuestra colección que el
problema no es tanto el excesivo tamaño del largo o alto de estas obras, sino del fondo
de las mismas (presencia de marcos de viaje, técnicas mixtas…). Necesitaremos, en este
caso, plantear que las mamparas estén más separadas de lo habitual entre sí, o explorar
la posibilidad de variar la separación entre ellas, gracias al diseño de frontales de ancho
variable (fig. 17).
En nuestro caso contamos también con la presencia de obras de gran formato que
se conservan enrolladas. La fabricación de armarios rotativos dotados de sistemas infor-
máticos pensados para optimizar al máximo el volumen en altura, se ha ido introducien-
do, procedente del almacenaje industrial, en las áreas de reserva para obras de arte. Estos
muebles, versiones muy mejoradas en cuanto a la reducción de vibraciones en el traslado
de las piezas y en cuanto a la introducción de sistemas de seguridad y protección frente a
polvo y contaminantes, permiten el desplazamiento de los grandes formatos enrollados
sin necesidad de manipulaciones arriesgadas. Los objetos se suministran a través de una
ventana colocada a una altura ergonómica para el operario, lo que facilita la recepción de
los mismos. Pero esta solución, en principio idílica, está justificada en aquellas situaciones
de elevado movimiento de este tipo de obras y requiere, por otra parte, el cálculo de la
dimensión del armario más adecuado para nuestra colección. No estaría justificada la fa-
bricación de un armario de 7m de longitud, si tan sólo hay 1 pieza de más de 6m y el resto
no supera los 5m, ya que el coste de fabricación se dispara a partir de esa medida (fig. 18).
Por último, en el caso de obra gráfica, dibujo o fotografía de gran formato, desen-
marcados, susceptibles de ser conservados en planero, debemos reflejar el tamaño que
deberán tener los cajones de ese planero. Pero si, en la manipulación de estos grandes
formatos para extraerlos del cajón, hemos detectado que al salvar la altura del frontal del
cajón puede dañarse la obra, se puede plantear además que los frontales de esos cajones
sean abatibles (fig. 19).
Figura 19. Planero Gran Formato con frontal abatible. Figura 20. Vista del muelle de carga una vez despejado
de mobiliario, sustituido el asfalto por cemento y marcado
con líneas amarillas en el suelo, distribuyendo los canales
de circulación.
los robos, el vandalismo y la pérdida involuntaria, el fuego, el agua, los insectos y animales dañinos,
los contaminantes, las radiaciones, la temperatura contraindicada y el índice de humedad relativa
contraindicada” (Michalski, 2006: 52), en el contexto del traslado abordado, nos hemos centrado
en las actuaciones destinadas a minimizar las llamadas fuerzas físicas directas, derivadas de la mani-
pulación y transporte de las piezas al nuevo almacén, sin olvidarnos de otros agentes de deterioro,
como la temperatura y el índice de humedad relativa contraindicada.
Hay que tener en cuenta que, para poder detectar los agentes de deterioro que afectan a
las colecciones del MNCARS, fue necesario hacer un ejercicio de búsqueda de aquellos elementos
y actuaciones que podían influir directa e indirectamente de manera negativa en el traslado. Para
ello, el personal técnico contaba con la experiencia y el conocimiento de las colecciones, del edi-
ficio y de los métodos de trabajo. Este ejercicio, como señala Michalski (2006: 61), “exige sentido
común, un poco de inteligencia y una buena ojeada. La inspección de riesgos es una forma de
entrar al mundo real de las colecciones, aguzar su sentido práctico pero también su imaginación,
ya que es preciso imaginar todo lo que podría salir mal. Supone una gran intimidad con los obje-
tos y suscita un interés real por su seguridad”. A la experiencia se unió una inspección general de
riesgos, y conforme se desarrollaba el traslado, se efectuaron distintas inspecciones particulares a
la hora de realizar los movimientos de obras de gran formato.
Atendiendo al esquema propuesto por el ICC, las fuerzas físicas directas se encuentran rela-
cionadas, con tres niveles diferentes en los que el equipo del museo ha actuado dentro del contex-
to de la manipulación, traslado y almacenamiento de las piezas. Estos niveles son:
En relación con la actuación en los espacios por los que transitaba la obra, se adop-
taron distintas medidas que afectaban al muelle de carga, nexo de unión entre la antigua
y la nueva área de reserva y paso obligado de las obras de arte. Las características de este
espacio impiden que exista una separación efectiva entre el uso como muelle de carga
para obras de arte con otras necesidades del museo, como abastecer a otros servicios
del edificio con suministros de restauración, librería, etc. Por lo que, durante el traslado,
se estableció un rígido protocolo que priorizaba el tránsito de obras de arte frente al
de elementos museográficos o de consumibles, fijando horarios diferenciados para los
mismos. Entre las medidas que afectaban al espacio, se procedió también a la retirada de
elementos museográficos, cajas vacías y máquinas expendedoras que se habían ido acu-
mulando en el muelle, por tratarse de un espacio de gran amplitud y de paso frecuente
de gran parte de los trabajadores del museo. En este sentido, hay que tener en cuenta que
para el traslado de obras de arte, y en particular de grandes formatos, es necesario contar
con espacios amplios donde las piezas y sus manipuladores puedan circular con holgura
y seguridad. Después de despejarse la zona del muelle, se pintó y se mejoró el solado,
sustituyendo el asfalto por cemento, y finalmente se pintaron líneas amarillas en el suelo,
marcando los canales de circulación y los espacios en los que no se permitía aparcar vehí-
culos de carga. Para minimizar los cambios bruscos de temperatura, se procedió a reparar
el portón de acceso exterior y se estableció también un protocolo de apertura y cierre de
compuertas (fig. 20).
Figura 21. Actuaciones en el traslado de escultura: susti- Figura 22. Actuaciones en el traslado de escultura: cincha-
tución de viejos palés de madera por otros de polietileno. do de las piezas en los nuevos palés.
En relación con el traslado de las pinturas de gran formato, es preciso señalar que
muchas de las obras las conservábamos preferentemente almacenadas con bastidores de
transporte. Estas estructuras, utilizadas para viaje, también las conservamos para almace-
namiento, con el fin de proteger las obras de suciedad, abrasiones y golpes. Sobre todo
en el arte contemporáneo, y en particular en los grandes formatos, es bastante común
que los cuadros no lleven marco o lleven sencillos listones de madera. Los contramarcos,
además de dar rigidez a la pintura, permiten una manipulación que impide que durante
el transporte y colgado los operarios en ningún momento toquen directamente la obra y
permiten un transporte ergonómico, posible gracias a las asas laterales.
Dentro del traslado de obras de gran formato, destaca el de las piezas de soporte
papel. Dichas obras, aunque no muy numerosas, se encuentran en un módulo de pla-
neros en el que uno de sus lados supera los 2,70m. Debido al extraordinario tamaño del
mueble y a sus buenas condiciones, decidimos conservarlo y trasladarlo a los nuevos al-
macenes para su uso. Utilizamos las propias gavetas, construidas en bastidor de aluminio
y fondo de policarbonato, como elemento de transporte. Para ello hubo que acondicio-
narlas previamente. Decidimos este medio de transporte una vez estudiado el recorrido
hasta los nuevos almacenes, en el que en dos accesos debíamos de manipular las obras en
diagonal, puesto que no nos permitían procedentemente trasladarlas en horizontal. De
este modo, si manipulábamos cualquiera de estas obras sin cinchar previamente, nos ex-
poníamos a que el propio peso del papel resbalara de la carpeta y pudiera doblarse. Previo
al traslado, revisamos las piezas que albergaba el planero para evitar que, por su fragilidad
en la técnica o un relieve excesivo, pudieran dañarse en su manipulación. Una vez hecha
la revisión, preparamos las gavetas, interfoliando las piezas y protegiéndolas en su parte
superior con glassiné (papel encerado). Sobre este pusimos planchas de Microlen® (una
plancha de polietileno que actuaría de amortiguador) y a manera de protección exterior,
unas planchas de cartón corrugado. Para sujetar todo el conjunto utilizamos cinchas de
amarre, que amortiguamos en su recorrido con trozos de espuma. Para el transporte de
las gavetas ya preparadas, se optó por un portacuadros y se intentó, en todo momento,
hacer las menores maniobras posibles. Además, este transporte iba a ser complicado no
tanto por el peso, como por la altura y longitud de los bastidores metálicos (fig. 26).
En cuanto al personal técnico de museos, fuimos tres las personas que nos dedica-
mos en exclusivo al traslado, y una cuarta persona trabajó como apoyo en la labor diaria
de registro.
A todo esto, habría que añadir el procedimiento adoptado para uso del muelle, que
priorizaba el tránsito de obras de arte y al que ya nos hemos referido en el primer nivel
de actuación que afectaba al muelle de carga. En esta tarea contamos durante el traslado
con una persona de seguridad que controlaba el uso de la plataforma y velaba por la ob-
servancia del protocolo establecido. Además, este procedimiento quedó por escrito y se
dio a conocer a los servicios implicados en el uso de este espacio.
Características de la obra
Se trata de una escultura realizada en acero corten macizo mediante la técnica de soldadura. La
obra, datada en 1987, mide 126,5x95x138 cm y pesa 2.800kg, por lo que forma parte del bloque de
obras consideradas como grandes formatos. Descansa en un palé metálico reforzado y diseñado
a medida.
En verano de 2011, aprobado el préstamo de esta pieza por el Patronato del MNCARS y una
semana antes de su salida, la plataforma sufrió una importante avería que la inutilizaría por un
plazo de 20 días. Sin margen de espera para la reparación de la plataforma, se valoraron todas las
opciones para la extracción de la obra al exterior sin desestimar que, si la integridad de la obra no
se garantizaba al 100%, debía procederse a la anulación del préstamo.
Figura 26. Actuaciones en el traslado de la reserva de papel: acondicionamiento de las piezas en las gavetas de gran for-
mato para su trasporte en las nuevas reservas.
Tal y como comenta Kevin Marshall (Marshall, 2009), el primer paso a dar en la manipulación de
un gran formato tridimensional es la inspección pormenorizada tanto del objeto, como del reco-
rrido y equipo de trabajo. A continuación, es fundamental conocer el estado de conservación de
la obra. Por ese motivo, en este caso se contó en todo momento con la presencia de personal del
equipo de Conservación y Restauración del Museo. Principalmente, se debe de comprobar si existe
alguna condición o restricción de manipulación, así como daños o intervenciones que sitúen a la
obra en un estado de mayor vulnerabilidad. Igualmente, se debe comprobar si la pieza tiene partes
separadas y en ese caso proceder a manipularlas de manera separada (no es el caso de la obra de
Chillida). Es importante que las responsabilidades de cada miembro del equipo estén claras, la
confusión en la manipulación de una obra de gran formato puede ser muy peligrosa. De igual ma-
nera, debe haber una única persona que ejerza de coordinador del grupo y que, una vez iniciado
el movimiento, será quien marque las pautas que deben seguirse.
Conocida la obra y sus exigencias de manipulación, el equipo del museo estudió, en cola-
boración con la empresa adjudicataria del concurso de transporte de esta pieza y, de manera por-
menorizada, la propuesta de manipulación para sortear el obstáculo de la plataforma inutilizada.
El planteamiento consistía en la elevación de la obra a través del túnel por el que se desplaza
la plataforma, mediante la tracción producida por una grúa oruga instalada junto a la apertura de la
plataforma en el muelle de carga del museo. La pieza salvaría un desnivel de unos 11m, suspendida
a través de fuertes eslingas del gancho polea de la grúa. Previamente había que trasladar la obra
desde la sala donde estaba depositada hasta la base de la plataforma anclada en el nivel −2. Una
vez en el muelle de carga junto a la grúa, el propio brazo de esta sería el encargado de reposar la
obra en el interior del embalaje en el que iba a viajar hasta su destino.
Para ejecutar esta propuesta es imprescindible identificar las características físicas del objeto
como el tipo de material, dimensiones, peso y centro de gravedad principalmente.
Medios auxiliares
Dos traspaletas con capacidad de carga de 2.000kg cada una. Dos eslingas y material de amortigua-
ción de las mismas. Una grúa oruga con brazo que gira 360º en torno a su eje. Dos walkie-talkie
y una cuerda.
Equipo
El movimiento
Dos personas del equipo de montaje del MNCARS trasladan la escultura desde su almacén hasta el
punto de partida con la grúa. Para ello usan dos traspaletas, siendo fundamental que ambas per-
sonas estén perfectamente coordinadas entre sí, especialmente a la hora de girar en las curvas. En
la base de la plataforma, la escultura se ubicó en la vertical del gancho del que colgaría la obra. Es
importante que la tracción se ejerza verticalmente para evitar oscilaciones durante el ascenso. Este
hecho obligó a acercar la obra a la pared posterior del foso de la plataforma. En previsión de que
pequeños movimientos pendulares pudieran acercar aún más la pieza a esa pared, provocando ro-
ces durante la ascensión, se instaló una cuerda que, a modo de viento, corrigiera esos posibles mo-
vimientos si llegaban a producirse. Terminada esta preparación, el controlador de la grúa comuni-
có al operario de esta que empezara a recoger cable muy despacio, hasta conseguir que la pieza se
separara del palé. En ese momento el equipo de técnicos de manipulación, tras asegurarse de que
la pieza está estable, retiran el palé. La escultura permaneció suspendida del gancho, a unos 30cm
del suelo durante uno o dos minutos, tiempo suficiente para conseguir que las eslingas tensaran y
para observar cualquier anomalía imprevista. Superado este tiempo, el coordinador de la grúa co-
municó al operario que continuara con el movimiento de manera lenta y continua, sin cambios de
aceleración ni de ritmo (fig. 28). A partir de ese momento se estableció un perímetro de seguridad
en la base de la plataforma, colocándose todo el equipo fuera del mismo. Incluso el encargado de
sujetar la cuerda que impediría la aproximación de la escultura a la pared, permaneció en la parte
exterior de dicho perímetro. Cuando la pieza llegó a la altura del muelle, el siguiente paso consistió
en recoger el brazo de la grúa y que este girara sobre sí mismo hasta introducirla en el interior de
su embalaje. Estas operaciones se realizaron de manera muy cuidadosa para evitar oscilaciones de
la obra, aún suspendida. Una vez colocada dentro del embalaje, el equipo de cuatro personas de
la empresa de transporte procedió a retirar las cinchas y la cuerda, y a cerrar la caja, ajustando las
paredes laterales y la tapa de la misma.
Características de la obra
En cuanto a las piezas de pintura de gran formato del MNCARS, destaca la obra de Francesco Cle-
mente, Ricordo (1983). Se trata de la pieza de mayores dimensiones que conservamos montada en
bastidor en almacén (360x460cm). Este óleo sobre lienzo ingresa en el año 2000 y desde el primer
momento carece de un lugar de almacenamiento apropiado a su naturaleza y dimensiones. Hasta
2011 se ubica en la sala de mayor altura y amplio acceso del almacén de Sabatini. Esta pintura en
la reserva se encontraba calzada, para aislarla del suelo. Pero la forma más recomendable de alma-
cenar esta obra hasta que se dotara al almacén de un mobiliario apropiado, debería haber sido un
bastidor de transporte. Sin embargo, las limitaciones arquitectónicas impedían construir un ele-
mento provisional de estas características. Además, esta pintura estrangulaba considerablemente
el paso a una de las mayores reservas de pintura del edificio Sabatini. La ubicación de la pieza ha
condicionado los métodos de trabajo en el espacio de reserva, que se ha tenido que adaptar pau-
latinamente a acoger piezas con las que no se contaba a la hora de rehabilitar y dotar de mobiliario
a los almacenes del edificio histórico.
Previo al movimiento, se hace una revisión del estado de conservación del soporte, para determi-
nar su solidez estructural y estabilidad, antes de la manipulación8. En concreto, los bordes de la
pintura se encuentran en buenas condiciones, aunque carece de marco. Por el contrario, el lienzo
se encuentra bastante destensado.
8 Sobre las reglas básicas para la manipulación de obras de arte, ver: Rowlinson (1987) y De Ruijter (2010).
Se opta por un portacuadros metálico muy resistente y, en concreto, el que menos levanta del
suelo, a fin de evitar obstáculos, manipulaciones innecesarias y buscando la mayor estabilidad de
la pieza en el carro.
Equipo
La operación se realiza con cuatro personas del equipo de manipulación del museo y dos técnicos
del almacén. La carga y descarga del cuadro la hacen principalmente dos de los operarios, mien-
tras que los otros dos sujetan la parte posterior del cuadro, con la precaución de no sostener el
bastidor por sus travesaños horizontales (una mala manipulación en este sentido puede provocar
deformaciones en la tela). Toda la operación fue supervisada por dos técnicos del almacén de
obras de arte.
El movimiento
En primer lugar, el cuadro tiene que transitar por los estrechos pasillos del edificio Sabatini, cuya
altura no plantea ningún problema, pero donde, por el contrario, la iluminación instalada en las
paredes se convierte en un obstáculo. A pesar de las dificultades, el problema real lo plantea el
acceso al montacargas del edificio Sabatini y la altura del mismo. Las dimensiones de la cabina
obligan a descargar la pieza del carro y, ya en el interior del montacargas, los manipuladores apo-
yan la obra sobre planchas de polietileno (figs. 29 y 30). Una vez llegamos al muelle de conexión
entre los dos edificios, el cuadro se vuelve a cargar en el portacuadros y de ahí a través de la
plataforma se transporta a los almacenes de Nouvel. Los accesos y pasillos que habían constitui-
do una dificultad añadida en el transporte de este tipo de obras en los almacenes de Sabatini,
en el edificio de la ampliación no suponen obstáculo alguno, pues los accesos tienen una altura
de cuatro metros y la sala de grandes formatos tiene acceso directo desde la plataforma. En
los nuevos almacenes, durante la fase de acondicionamiento y amueblamiento, se tuvieron en
cuenta espacios que se adaptaran a las dimensiones extraordinarias de las piezas que conserva-
mos y no el que las piezas que se adaptaran al espacio. De esta manera, la obra de Clemente se
ubica en la actualidad en un peine de gran formato (fig. 31). En cuanto al colgado de este tipo
de obras en peine, cabe mencionar cómo, contando con diversos tipos de ganchos, optamos
por aquellos que destacan por su resistencia y cuentan con una pestaña inferior que impide que
estos se desprendan y caigan cuando se extrae el cuadro. Dichos ganchos se contemplaron en el
pliego de prescripciones técnicas particulares que regiría el concurso de fabricación, suministro
e instalación del equipamiento. Además de los nuevos ganchos, para las obras de gran formato,
también utilizamos un durmiente definido en el pliego técnico, que nos permite colocarlo en la
parte inferior del cuadro y de esta manera la obra descansa segura sobre dicha superficie, y se
reparte de forma equilibrada el peso de la obra.
Figura 28. Homenaje a Juan Gris durante la manipulación. Figura 29. Traslado de la obra de Francesco Clemente,
Ricordo: vista de la entrada de la obra en el montacargas
del edificio Sabatini.
Figura 30. Traslado de la obra de Francesco Clemente, Figura 31. Traslado de la obra de Francesco Clemente,
Ricordo: vista del tránsito de la obra por el muelle de carga. Ricordo: pieza ya colgada en los nuevos peines del alma-
cén de Nouvel.
Figura 32. Desmontaje y manipulación de la obra In the Figura 33. Desmontaje y manipulación de la obra In the cour-
course of the Time (6) de Hannah Collins: momento del se of the Time (6) de Hannah Collins: proceso de protección
desmontaje en el que se procede a retirar las sujeciones y enrollado de la obra para su transporte y almacenamiento.
perimetrales de la obra, dejando sin retirar las dos superio-
res. Dos operarios sujetarán la pieza para evitar desgarros.
Desmontaje y manipulación de la obra: In the course of the Time (6) de Hannah Collins
Características de la obra.
Otro de los ejemplos que vamos a exponer es el de la obra de Hannah Collins, In the course of the
Time (6). Esta pieza de características especiales utiliza como soporte un papel fotográfico pegado
a lienzo, cuyo montaje se realiza directamente en pared a modo de tapiz. Para su sujeción posee
unos orificios en la parte perimetral del soporte, que permiten fijar la pieza a la pared. La imposibi-
lidad de montar la obra sobre bastidor requiere ser enrollada cada vez que no se expone.
Equipo
La operación se realiza con cuatro personas del equipo de manipulación del museo, un técnico del
almacén y dos restauradores.
El movimiento
En este caso, atenderemos al desmontaje de la obra en el que se procede a retirar las sujeciones
perimetrales de la obra, dejando sin retirar las dos superiores. Dos operarios sujetarán la pieza
para evitar desgarros en los orificios que sustentan todavía el peso en la parte superior, mientras
que los otros dos operarios, sobre escaleras, proceden a retirar las escarpias previamente afloja-
das (fig. 32). Con sumo cuidado, los cuatro operarios coordinados depositan la pieza con la cara
hacia arriba sobre el tisú, que previamente habían preparado en el suelo. Con otra capa de tisú
protegen también la superficie de la fotografía y de manera coordinada se enrolla la obra sobre el
rulo preparado al efecto, operación muy coordinada y que debe de hacerse de manera ordenada y
sistemática, para evitar que se tuerza la obra y no se produzcan arrugas ni tensiones en el soporte
(fig. 33). Para obras como la de Hannah Collins, que por su almacenamiento necesariamente se de-
ben conservar enrolladas, se ha planteado la construcción de un mueble que integra el almacenaje
vertical con un sistema paternóster9, que viene a facilitar la maniobrabilidad de estos grandes rulos
y, a su vez, optimizar la altura del techo de la sala.
Conclusión
A modo de conclusión, cabe destacar que el conocimiento exhaustivo de la colección adquiere una
importancia fundamental a la hora de acometer operaciones de traslado como la anteriormente
expuesta. A esto hay que añadir la consideración, análisis y evaluación de los espacios y medios
disponibles, así como la colaboración con las diferentes empresas encargadas de fabricar el mobi-
liario de almacén.
Entre los aspectos positivos destacan la mejora en las rutinas de trabajo y la revisión siste-
mática del estado de conservación de las obras de arte. Además, con ocasión del traslado, se ha
buscado la participación en el mismo de los distintos departamentos del Museo, desarrollando y
ampliando aspectos como la necesidad de coordinación entre equipos de trabajo, la gestión de es-
Sistema de almacenaje vertical automático, que permite optimizar al máximo el espacio disponible, permitiendo almacenar
9
de manera vertical los rulos con obra. Este sistema, utilizado en origen en almacenes de mercancía, ha sido adaptado para
utilizarse en las reservas de los museos, principalmente para almacenar obras textiles enrolladas. Este equipamiento está
formado por una estructura portante en la que la entrada y la salida de las mercancías están automatizadas gracias a un
mecanismo extractor y elevador, y acerca el rulo con la obra al operario que la manipula.
Por último, este no ha sido más que el comienzo de un proyecto en el cual ahora nos vemos
inmersos en una segunda fase de adecuación y amueblamiento, en la que la experiencia adquirida
durante el primer traslado nos ayudará a resolver con mayor eficacia los nuevos retos del futuro.
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Manipulación de tejidos
e indumentaria. De la fibra al plástico;
de la bidimensionalidad al volumen
Silvia Montero Redondo
Conservadora-Restauradora de Tejidos e Indumentaria.
Departamento de Conservación del Museo del Traje, CIPE
Área de Tejidos e Indumentaria. Museo del Traje, CIPE
Avenida Juan de Herrera 2, C. P. 28040, Madrid
silvia.montero@mecd.es
Generalmente, los objetos que comúnmente englobamos con el término “textiles” y en par-
ticular “indumentaria”, están realizados a partir de fibras naturales, artificiales y/o sintéticas, gene-
ralmente de naturaleza orgánica, pero no siempre es así. Un gran número de ellos, sin embargo, no
están realizados con fibras textiles sino con otro tipo de material y tecnología, como pueden ser:
la piel curtida, los plásticos o polímeros sintéticos aplicados a los trajes, el vidrio y/o los metales
presentes en las fibras a modo de hilos entorchados o formando elementos decorativos aplicados
sobre los objetos, etc.
En cuanto a su morfología, también existen diversas tipologías que podemos agrupar en ob-
jetos realizados de una sola pieza, como es el caso de una alfombra, una bandera, un estandarte, un
tejido plano, o de varias piezas unidas entre sí formando una estructura volumétrica. En este caso
nos encontramos con el caso de la indumentaria, que agrupa a su vez una serie de objetos que po-
demos denominar “complementos de indumentaria” o “accesorios”. Por tanto, como “indumen-
taria”, podemos distinguir entre prendas, es decir, trajes y otro tipo de objetos, más accesorios:
bolsos, sombreros, abanicos, zapatos, sombrillas, etc. De igual forma, en cuanto a su uso, también
podemos diferenciar entre textiles de uso decorativo –como pueden ser los tejidos que recubren
paredes de estancias–, o por un uso de hábito, de vestido.
Por tanto, con los términos “textiles” e “indumentaria” englobamos a una gran variedad de
objetos que presentan una enorme complejidad a nivel material y estructural, y, con esta premisa,
es difícil establecer normas de manipulación universales para todas ellas.
Toda manipulación conlleva un riesgo y, por tanto, esta acción no debe ser tomada a la ligera
cuando se trata de objetos de esta naturaleza que, en la mayoría de los casos, y por formar parte
de nuestra vida cotidiana, se banalizan, dando como resultado que los riesgos se multipliquen
hasta llegar en muchas ocasiones a provocar daños irrecuperables: roturas, desgarros, enganches,
deformaciones, pérdidas de aplicaciones, etc.
Por tanto, insistiendo aún más en el tema tratado, debemos partir de un primer punto, pre-
vio y necesario: el máximo respeto por el objeto de naturaleza textil o de indumentaria que se va
a manipular, y la necesaria toma de conciencia de su fragilidad ante las acciones de manipulación.
Dentro de una institución museística, este examen lo realizan dos tipos de profesionales
distintos, con competencias muy diferenciadas:
1. El conservador de museos encargado de una colección concreta y/o el personal que tra-
baje con él en la correcta identificación del objeto. En su catalogación: investigación his-
tórica, artística y/o antropológica. Este examen, se realiza directamente en el almacén para
evitar desplazamientos innecesarios con los consiguientes riesgos para la pieza.
1. Investigación. Se trata de una de las tareas básicas que se llevan a cabo en un museo y es
el punto de partida que, posteriormente, posibilita la difusión de las colecciones. La inves-
tigación se lleva a cabo desde dos puntos de vista: desde el conocimiento histórico-artísti-
co-antropológico y desde el punto de vista de su conservación y restauración.
3. Almacenaje. Implica una manipulación previa, pero a la vez constante cada vez que se
quiera realizar un movimiento de piezas. Un correcto almacenaje, realizado en función
de la naturaleza, estructura de las piezas y de su estado de conservación, determinará su
correcta conservación y preservación para generaciones futuras.
Investigación
Figura 1. Jubón del siglo xvii en su soporte de conserva- Figura 5. Proceso de intervención. Limpieza química por
ción, realizado en función de sus requisitos particulares. inmersión.
El almacenaje de las colecciones requiere de un amplio espacio para albergar todo tipo de piezas que
constituyen la colección: con todo tipo de materiales y formatos.
La primera tarea que se debe realizar en el almacenamiento de las reservas es la planificación previa,
que no es posible sin un conocimiento exhaustivo de la colección a nivel cuantitativo y cualitativo. Es
importante racionalizar el espacio teniendo en cuenta, además, las acciones de manipulación necesa-
rias para la entrada y salida de piezas.
El tipo de mobiliario requerido para conservar las piezas debe basarse en las premisas de:
Existe una gran tipología de mobiliario en función de las colecciones que se conservan:
Armarios compactos, armarios estándar, planeros, peines (tejidos montados de gran formato), estan-
terías, armarios para rulos, etc.
Una vez diseñado el espacio, con el mobiliario instalado y completamente limpio y revisado,
se debe proceder al almacenaje de las piezas. Pero, antes de realizar cualquier tipo de movimiento
o manipulación innecesaria, hay que realizar un análisis exhaustivo de la colección. Este análisis,
como ya he indicado anteriormente, se realiza por el personal técnico del museo en dos ramas
de conocimiento distintas pero complementarias: los conservadores de museos que, gracias a su
conocimiento de la colección, establecerán criterios de ordenación cronológicos o tipológicos; y
los conservadores-restauradores de textiles e indumentaria que, apoyados en sus conocimientos
técnicos de conservación de estos objetos y tras analizar el estado de conservación de cada uno
de ellos, establecerán las normas de conservación y su distribución en el interior del mobiliario. A
partir de este análisis, bajo las directrices del conservador-restaurador, se fabricarán los soportes
de conservación específicos para almacenar toda clase de piezas. Son soportes de conservación
realizados a medida de cada una de ellas y según sus necesidades: tipo de material (seda, algodón,
lana, sintético…) morfología, buen o mal estado de conservación, productos de degradación exis-
tentes, incompatibilidad de objetos por su materialidad y grado de deterioro, etc.
Una vez almacenada, la pieza debe ser fácilmente accesible, identificable sin ser manipulada y
debe permitir su transporte sin que se tenga que tocar directamente la pieza.
–– Soporte en rulo: únicamente para tejidos planos sin realce, aunque, en caso de existir, es
necesario proceder de una manera determinada. Las piezas bidimensionales (ya sean de in-
dumentaria o no) pueden ser almacenadas en rulo, si su estado de conservación lo permite,
y de esta forma se ahorra espacio en almacén. El soporte – neutro. Cartón pH no neutro.
Aislado con Marvelseal®. Guata de poliéster. VentulónTM. Algodón-funda.
El soporte de conservación para almacenar piezas textiles y de indumentaria debe tener la finalidad de:
En la figura 6 podemos ver un ejemplo de armario compacto, perteneciente a los almacenes del
Museo del Traje, CIPE.
Figura 6. Compacto del almacén de indumentaria del Museo del Traje, CIPE. Figura 7. Armarios de indumentaria indivi-
duales. Museo del Traje, CIPE.
En él vemos una distribución del espacio en dos partes diferenciadas: la parte superior for-
mada por barras que están destinadas a albergar indumentaria tridimensional que, por su natura-
leza y estado de conservación permite este tipo de soporte; y el espacio inferior, distribuido en
cajones para contener aquellas piezas que se encuentran en peor estado de conservación.
Para proceder a la ordenación de las salas de reservas, es necesario acudir a otro tipo de per-
sonal de la institución que trabaja con estas colecciones pero no manipula directamente las piezas.
Se trata de personal no técnico, que manipula o traslada aquellos elementos mecánicos que permi-
ten el movimiento masivo de piezas de un lugar a otro dentro de la institución. Su actuación debe
ser dirigida y supervisada por los técnicos del museo y siempre deberá ir acompañado por ellos (el
conservador-restaurador o conservador de la colección) hasta que llegue a su destino. Durante el
desplazamiento, se tomarán medidas que aseguren la estabilidad de las piezas:
1. Los vehículos conducidos por este personal y que transportan los soportes que contienen
las piezas (percheros, planeros, bandejas) deben tener amortiguación y evitar los movi-
mientos rápidos y bruscos.
2. Los soportes deben tener protección para evitar roces o depósitos de suciedad sobre
las piezas.
5. El circuito que se va a recorrer debe ser previamente revisado por los técnicos para evitar
posibles interferencias durante el movimiento de piezas.
6. Este tipo de transporte debe estar siempre dirigido y coordinado entre los técnicos que
participen en él, quienes deben dar las instrucciones claras y precisas sobre el recorrido
a hacer.
Documentación fotográfica
Otro tipo de actividad, que requiere la acción previa de manipulación del técnico cualificado, es el
fotografiado de la colección. En este caso, para que la fotografía realizada por el fotógrafo profesional
de la institución sea un éxito, el conjunto formado por la pieza de indumentaria y su soporte debe ser
atendido por el conservador-restaurador, quien los manipulará hasta conseguir la posición idónea y
equilibrada (figs. 8 y 9).
Exposiciones Temporales
La actuación que mayor manipulación requiere y, por tanto, con la que más aumentan los riesgos
de deterioro para la colección, es la celebración de exposiciones temporales (dentro y fuera de
la institución).
Figuras 8 y 9. Fotografías del catálogo de la colección de Mariano Fortuny y Madrazo, realizadas por el fotógrafo Munio Rodil..
Pero no sirve cualquier soporte. Es necesario elaborar, al igual que para con el almacenaje,
un soporte específico de conservación que asegure su integridad material, física y química. Al ser
un soporte adaptado a su morfología, resultará adecuado a la morfología corporal del momento
histórico al que corresponda la pieza. Así, un vestido de los años 20, requerirá, por su estructura,
un soporte más plano y rectangular que uno de los años 50, en que lo que imperan son las formas
geométricas cónicas.
Figura 10. Detalle de exposición temporal “Sorolla and the glory of Spanish dress”. 2011-12. Queen Sophia Spanish Ins-
titute. New York.
En toda exposición temporal se requieren unos pasos previos, en los que el conservador-restau-
rador de textiles e indumentaria va determinando la metodología a seguir en cuanto a manipulacio-
nes, en embalajes para transporte y manipulaciones en los montajes de las exposiciones.
Todos los requisitos de manipulación van determinados en este informe previo, pero
a lo largo del periodo de gestación de la exposición se van centrando actuaciones en fun-
ción del discurso del comisario (colocación de piezas) y diseño del arquitecto (colocación
en vitrinas/no vitrinas/peanas/plintos y otros elementos museográficos).
Figura 13. Grupo de conservadores-restauradores de tejidos Figura 12. Montaje de exposición e intervenciones pun-
e indumentaria durante el montaje de la exposición Yves tuales ante posibles incidencias.
Saint Laurent, celebrada en la Fundación Mapfre, en 2011.
Para asegurar un buen resultado, es imprescindible realizar junto con el equipo de la institución
que solicita la obra, un cronograma de trabajo con secuencias de montaje, tiempos de ejecución, gru-
pos de manipulación, apertura de cajas – coincidentes con aperturas de vitrinas, etc.– .
Se realizan también todo tipo de fichas de trabajo que faciliten el montaje y la correcta manipu-
lación. Estas fichas establecen, por ejemplo, el orden del montaje en un mismo conjunto y los sopor-
tes necesarios, así como la ubicación de los mismos en los embalajes.
Es fundamental que el profesional responsable del cuidado físico de las piezas durante una
exposición tenga capacidad de improvisación ante cualquier percance que pueda surgir, sin planifica-
ción previa. En ocasiones, durante los días de montaje de la exposición, surgen cambios que conllevan
manipulaciones no programadas con anterioridad: puede haber cambios de ubicación de las piezas,
cambios de orientación o forma de exposición que conlleva un cambio de soporte, modificaciones
de discurso de última hora, etc. En estos casos, por tanto, es fundamental la presencia del conser-
vador-restaurador especialista que, como buen conocedor de las piezas, podrá intervenir o asesorar
en cuanto a los posibles cambios, ya que su cometido es la salvaguarda física y material de las piezas
expuestas, así como de su valor cultural (fig. 12).
Figura 14. Proceso de instalación de los tapices del Metropolitan Museum of New York en el Museo del Prado. Proceso dirigido
y supervisado directamente por la conservadora-restauradora (textile conservator), del MET: Cristina Carr.
Conclusiones
El mejor punto de partida para la adecuada manipulación de una obra textil o de indumentaria es
el respeto a la obra. Para muchos resulta difícil enfrentarse a este tipo de obras por su cotidianidad,
por la identificación con objetos que diariamente nos rodean y diariamente manipulamos. Pero
existe una gran diferencia porque estos objetos han adquirido la categoría de Bien Cultural u Obra
de Arte y, por tanto, merecen un respeto y cuidado especial.
–– Personal de montaje: manipula los soportes, embalajes. Asegura anclajes bajo la supervi-
sión directa del conservador-restaurador.
Debemos ser conscientes de que toda manipulación conlleva un riesgo para la pieza textil
o indumentaria. Se trata de objetos muy frágiles que requieren manipulaciones muy concretas y
unas condiciones muy específicas de conservación preventiva: humedad relativa, temperatura e
iluminación. Pero intervienen muchos materiales por ser piezas poliméricas, con incompatibilida-
des entre ellos y requisitos de conservación distintos.
Las instituciones deben ser conscientes de los riesgos que corren este tipo de obras en los
préstamos a exposiciones temporales. Estos riesgos están presentes, y aumentan cada vez que se
manipula una obra para ser transportada y expuesta.
Bibliografía
Brossard, I. (1997): Technologie des textiles. París: Dunod.
Garaud, Ch. et Sautreuil, B. (2000): Technologie des tissus. París: Editions Casteilla.
Illes, Veronique (2004): Guide de manipulation des collections. París: Somogy Editions d’art.
Rotaeche González de Ubieta, Mikel (2007): Transporte, depósito y manipulación de obras de arte.
Madrid: Editorial Síntesis.
VV. AA. (1993): Saving the Twentieth Century: the conservation of modern material. Otawa, Canadá.
Canadian Conservation Institute.
Agradecimientos
Quiero agradecer al Museo Nacional de Antropología y, en particular a Ana Tomás Hernández, por
invitarme a formar parte de este proyecto.
Manipulación, exposición y
almacenamiento de documento gráfico:
materiales y procedimientos
Mónica Pintado Antúnez
Servicio de Conservación y Restauración de
Bienes Culturales de la Diputación de Castellón
Complejo socio-educativo C/ Penyeta Roja s/n
12004, Castellón de la Plana
mpintado@dipcas.es
Resumen: La manipulación de documentos, libros y obra gráfica conlleva una serie de riesgos que
pueden provocar deterioros físicos y/o alterar la estabilidad de sus materiales. El traslado y apertura
de un volumen para su consulta, la elección de un sistema expositivo, el montaje de una obra gráfica
y su enmarcado son algunas de las tareas que requieren el manejo de las obras. Los materiales que se
utilizan como soporte de sistemas expositivos y almacenaje pueden provocar inestabilidad química
o por el contrario aumentar la permanencia de las obras. Este escrito pretende explicar la importan-
cia de la elección de estos materiales y su repercusión en la conservación de las obras además de
repasar los métodos que pueden disminuir los riesgos potenciales de toda manipulación de obras
documentales.
El Servicio de Restauración de la Diputación de Castellón tiene como objetivo ayudar a los muni-
cipios de la provincia a cuidar los bienes culturales que custodian. Colaborar con archivos muni-
cipales, colecciones museográficas y el Museo de Bellas Artes de Castellón de la Plana me ha per-
mitido trabajar con una gran variedad de obras y tipologías documentales. La dificultad de algunas
instituciones locales para conseguir recursos específicos para labores de conservación, nos lleva a
ser realistas y plantear medidas acordes con sus posibilidades. En este sentido, además de valorar
el estado de los depósitos y proponer medidas correctoras en su caso, se estudian métodos de
individualización y protección ajustados a las realidades de cada centro.
Una pintura se cuelga en una pared, panel o peine; una escultura descansa en una peana
o estante del almacén y un libro reposa en una balda de un archivo o biblioteca. En cambio, para
almacenar o exponer una obra gráfica necesitamos soportes auxiliares o contenedores que las
alberguen. Los sistemas de individualización y protección pueden ayudar a minimizar los factores
externos de deterioro, pero también pueden generar otros daños si no se utilizan los materiales
adecuados.
La primera parte de este escrito va a tratar sobre las características de los diferentes materia-
les que pueden estar en contacto con las obras, y la segunda, sobre los métodos de protección y
sistemas de manipulación más seguros.
Materiales
La calidad de los materiales interviene de manera decisiva en su permanencia, y esto es aplicable,
tanto al soporte del propio documento, como a los papeles y cartones que utilizamos para los con-
tenedores de protección. La inestabilidad de los materiales de protección se transfiere a las obras
en contacto, por tanto, la elección de un material inadecuado puede alterar en gran medida su
estabilidad. Esta transferencia, no solo se hace por contacto directo. Los materiales de pasta mecá-
nica de madera, por ejemplo, exhalan al ambiente ácidos orgánicos volátiles como ácido fórmico y
acético entre otros. En este sentido, conviene mencionar también que la elección de los materiales
de armarios y vitrinas de exposición son de gran importancia, sobre todo si estamos ante sistemas
permanentes, ya que los componentes ácidos que desprenden los materiales de construcción
también afectan a las obras contenidas (Craddock: 1992).
Por todo lo expuesto anteriormente, podemos afirmar que la buena calidad de los materiales
que se utilizan para almacenar o exponer libros, documentos y obra gráfica, puede ayudar a mini-
mizar la interacción con los factores ambientales de deterioro.
Papel y cartón
El papel y el cartón son los materiales más utilizados para la realización de sobres, cajas y otros
soportes auxiliares de individualización y protección de los documentos. Sus constituyentes son
principalmente pasta de celulosa y una sustancia adhesiva, llamada apresto, que impermeabiliza la
superficie y permite la escritura. La pasta de celulosa puede proceder de fibras vegetales principal-
mente algodón, lino, cáñamo u otras especies vegetales utilizadas en Asia, madera y/o papel reu-
tilizado. Las fibras de algodón son de alto grado de pureza, ya que al igual que las fibras vegetales
usadas para los papeles japoneses, no contienen apenas impurezas.
Muy al contrario sucede cuando se emplea la madera como materia prima, usada desde me-
diados del siglo xix. El primer proceso de obtención de la pasta maderera consistía en el triturado
mecánico de troncos de árboles. Esta pasta denominada mecánica produce un papel de fibra corta
que contiene todos los componentes de la madera. La acidez de algunos de ellos, como la lignina,
hemicelulosa y pectina provocan gran fragilidad y deterioro del papel.
El mal estado de conservación detectado al cabo de los años en los libros de numerosas
bibliotecas impulsó algunos cambios en la fabricación del papel. Se desarrollaron dos métodos
que, mediante drásticos procesos químicos, eliminaban los compuestos ácidos responsables del
deterioro. Al purificar la pasta y eliminar parte de sus componentes, el porcentaje de obtención
disminuye entre un 45-55% y consecuentemente aumenta el coste de los papeles y cartones elabo-
rados con este tipo de pulpa químicamente purificada. Hay dos métodos de obtención de pulpa
químicamente purificada: el primero se denomina ácido (utiliza bisulfito) y el segundo alcalino
(utiliza sulfato), siendo este último mucho más utilizado en la actualidad por su menor contamina-
ción del medio y por ofrecer ciertas ventajas en la calidad del papel obtenido.
Posteriormente, se encontró un sistema que, reduciendo los costes de los procesos quími-
cos, permitía obtener un papel de calidad superior al fabricado de pasta mecánica. Mediante el
método semiquímico, como así se denomina, se logra eliminar parcialmente las sustancias ácidas.
Su porcentaje de obtención es mayor y por tanto el coste es menor que el de pasta completamente
purificada. Un ejemplo de papel realizado con este tipo de pasta es el llamado kraft, cuya estabili-
dad y resistencia son mayores que la de un papel de pasta mecánica, aunque la presencia de ciertos
componentes ácidos hace que no sea adecuado para fines de conservación.
La industria papelera, por razones ecológicas, químicas y técnicas, ha realizado en las últimas
décadas algunos cambios en su producción, como es la utilización del papel post consumo para la
elaboración de lo que se denomina papel reciclado. La naturaleza y composición de esta pasta, prin-
cipalmente de pulpa mecánica, hace necesarios varios procesos de refinado, lo que aumenta la fra-
gilidad del papel, y desaconseja la utilización de este papel reciclado en el campo de la preservación.
Con relación al apresto de papel y cartón, este puede ser natural o sintético. Los primeros
papeles que se encuentran en España, testimonian inicialmente el uso del almidón de harina de
trigo y posteriormente el uso de gelatina o cola animal. Posteriormente, la adición de una sustancia
llamada alumbre a la gelatina mejoraba la adhesión de la cola al papel y la resistencia a la penetra-
ción de la tinta. En el siglo xix, con la industrialización del papel, se introdujo el encolado en masa
con apresto de alumbre-colofonia. Esta sustancia permitió aprestar globalmente por baño, pero la
acidez de estos dos componentes fue en pocos años reconocida como causa de deterioro y su uso
fue descartado con la aparición de los aprestos sintéticos. En los años 60, se generalizó el uso del
AKD (dímero de alquil ceteno) y diez años después se extendió el uso del ASA (anhídrido alquenil
succínico). Ambos aprestos se pueden aplicar a modo de apresto global en la última fase de la ela-
boración del papel o como apresto superficial, son resistentes a ácidos y álcalis y son considerados
aprestos neutros.
Las investigaciones de William Barrow en los años 60 relacionaron el mal estado de los libros
de procedencia maderera con la presencia de componentes ácidos responsables de la inestabili-
dad química del papel. Estos estudios demostraron que la adición de una sustancia alcalina en los
procesos de elaboración del papel ayudaba a neutralizar eventuales fuentes de acidez y mejoraba
considerablemente su permanencia. En general, por su fácil aplicación y bajo coste, se generalizó
el uso de carbonato cálcico aplicado a la pasta papelera, lo que se denomina reserva alcalina.
En la segunda mitad del siglo xx, producto de la demanda de papel de calidad, se intentó
crear una normalización de la calidad de los papeles. La eliminación de la lignina y la utilización de
aprestos neutros caracterizan lo que se denomina papeles permanentes, que son los que tienen la
propiedad de mantenerse estables durante largos periodos de tiempo en unas condiciones nor-
males de almacenamiento en bibliotecas, archivos y otros ambientes protegidos. Las bases de es-
tandarización tardaron varios años en establecerse y en 1994 se publicó la ISO 9706 –Information
and documentation-Paper for documents Requirements for permanence, donde se especificaron
los requisitos para que un papel sea permanente.
Los requisitos indispensables de la norma ISO 9706 son tener un pH de 7,5-10, una reserva
alcalina: 0,4 mol, una resistencia a la oxidación que se mide con el número Kappa, que deberá
ser menor que 5, y una determinada resistencia física. Además de estos requisitos, la norma ISO
11108 incluye otros que hacen que el papel sea además de permanente, perdurable. El primero
hace referencia al tipo de fibra con el que debe estar confeccionado, que debe ser principalmente
algodón, lino, cáñamo o una mezcla de estos. El segundo, es en relación con el gramaje, que debe
ser al menos de 70g/m² y el tercero es la determinación de la resistencia al plegado, que es lo que
asegura la durabilidad y resistencia física del papel.
De todo esto se deduce que ciertos términos, que ahora se usan indistintamente, provienen
de estas dos normas internacionales. Así, encontramos con facilidad nombres comerciales de pa-
peles como papel permanente y papel de archivo que se usan para definir generalmente papeles
de calidad. Falta probar si estos términos hacen realmente referencia a estas normas, es decir, si se
distinguen por ser uno de pasta químicamente purificada y el otro de algodón.
Hay una serie de conceptos técnicos que es conveniente explicar, ya que se utilizan a menu-
do en las descripciones de los papeles:
–– Alfacelulosa es el grado más puro de la celulosa. Conviene aclarar que cuando en la des-
cripción de un papel vemos 100% de alfacelulosa, quiere decir que aunque la procedencia
de la celulosa sea madera, esta ha sido purificada hasta obtener su grado más estable. No
obstante, debemos saber que esta especificación no es del todo exacta, ya que el papel
está compuesto también por otras sustancias que también participan de ese porcentaje.
–– Número Kappa mide la resistencia a la oxidación que tiene un papel y es una magnitud
que se desarrolló por la imposibilidad de asegurar un papel de pasta de madera purificada
con 0% de restos de madera.
En relación con los cartones de montaje, es conveniente apuntar las interesantes normalizacio-
nes que podemos ver en otros países, donde las diferentes categorías establecidas permiten escoger
el producto deseado, sin necesidad de realizar un esfuerzo cada vez que queremos entender ante
qué tipo de cartón estamos. En los años 80, en Reino Unido, se realizaron numerosos esfuerzos por
unificar la nomenclatura del cartón de montaje, y después de varios encuentros entre enmarcadores,
fabricantes y conservadores, en 1990, consiguieron establecer las siguientes categorías:
2. Cartón Conservación: pulpa de madera químicamente purificada sin papel post consumo,
con pH de 8,2.
3. Cartón Estándar: cualquier cartón de montaje que no cumpla las características de con-
servación o museo.
Paralelamente, en Estados Unidos, la Biblioteca del Congreso también comienza a hacer es-
pecificaciones de cartones de montaje y en 1997 establece las primeras, en las que curiosamente
no se separan los cartones realizados con pulpa de algodón de los realizados con pasta quími-
camente purificada (Leveton 2005: 38). Al año siguiente, otro simposio celebrado con restaura-
dores, representantes del IPC y de Fine Art Trade Guild, fabricantes de cartones, distribuidores
y enmarcadores, demostró que, aunque el estándar británico distinguía entre la calidad museo
(fibras 100% de algodón) y calidad conservación (pulpa de madera químicamente purificada), en
otros países estas denominaciones eran intercambiables o incluso sinónimas. Se concluyó con que
calidad museo debería llamarse algodón calidad museo para no confundir, y que calidad conser-
vación sería pulpa de madera purificada sin pasta post-consumo. Durante los años siguientes se
supervisaron estos estándares y en 2002 se publicó:
Personalmente, desde hace años he utilizado esta denominación por su claridad, pensando
que estaba ampliamente aceptada. Cuando me detengo a mirar las descripciones de los catálogos
comerciales, me doy cuenta de que no es así. Aprovecho este escrito para proponer adoptar esta
denominación o desarrollar otra que nos sirva para hacer descripciones claras y sin confusiones en
el marco nacional. Esto nos permitiría conseguir los materiales que necesitamos sin necesidad de
interpretar presencias y ausencias en las especificaciones comerciales.
En este apartado, es necesario comentar que, aparte del apresto mencionado anteriormente,
los cartones de montaje están hechos con dos o más capas de cartón pegadas con un adhesivo. Los
más empleados según las especificaciones de los cartones, son PVA y EVA (Jaques, 1999: 8). Esta
autora expone que PVA es una sigla confusa, ya que puede referirse a poli (acetato de vinilo) PVAC
o a poli (alcohol vinílico) PVAL ó PVOH, aunque sabiendo que se trata de un adhesivo que se usa
en la fabricación de cartones se deduce que se trata de poli (acetato de vinilo). Este se usa desde
los años 30 y tiende a llevar plastificantes incorporados. Investigaciones llevadas a cabo por Horie,
y corroboradas posteriormente por el Instituto Canadiense de Conservación, demostraban que el
pH de varios PVAC testados estaba entre 3,5 y 5,0 y que, con el tiempo y en ciertas condiciones,
podían exhalar gases de ácido acético. Recientes estudios han demostrado que un aumento de los
niveles de gases de ácido acético en un entorno cerrado conlleva un descenso de pH del papel, lo
que demuestra la importancia de la ventilación y renovación de aire recomendada en los depósi-
tos documentales. Los plastificantes migran provocando pérdida de flexibilidad, oscurecimiento y
amarilleo por la exposición a la luz y el envejecimiento. No obstante, debemos señalar que, según
esta autora, las especificaciones de los cartones de montaje normalmente aseguran que, cuando
han usado PVAC, está exento de plastificantes. En este sentido, es conveniente mencionar que,
investigaciones llevadas a cabo con sistemas anóxicos de enmarcado, demostraron que la cantidad
de gases de ácido acético desprendidos en un montaje sellado eran insignificantes para provocar
daños químicos en la obra (Thickett: 2005).
Finalmente, debemos mencionar que hay en el mercado papeles y cartones con capacidad
de absorción de humedad y contaminantes. Los papeles que tienen la capacidad de absorber hu-
medad1 son indicados para vitrinas o marcos, pero cuando se saturan deben ser sustituidos. Algu-
nos estudios realizados al respecto en obra enmarcada, concluyen con que su utilización puede
ayudar a reducir las fluctuaciones en periodos cortos de exposición (Thickett: 2005). En relación
con la absorción de contaminantes, existen papeles y cartones con zeolitas o con trampas mo-
leculares2 capaces de absorber los contaminantes de la atmósfera o los generados por las obras.
Estos también se saturan y cuando esto ocurre empiezan a emitir los gases atraídos, lo que puede
generar un ambiente más contaminado. Por tanto su utilización debe hacerse con cautela solo en
montajes donde sea posible hacer un seguimiento y un control de su efectividad.
Poliéster
En ningún caso debemos usar materiales no probados para su uso en conservación. Años
atrás, se utilizaron láminas transparentes de acetato que con el tiempo se declararon potencial-
mente dañinas por el ácido acético que desprendían. En la actualidad, el producto que puede
usarse con relativa seguridad es el poliéster, concretamente el poli (tereftalato de etileno) PET.
Pero no todo el PET garantiza su inocuidad como contenedor de documentos. Hay que tener en
cuenta que este material apareció para dar soluciones al mundo agroalimentario y por tanto exis-
ten muchos tipos orientados a cubrir necesidades ajenas al mundo de la preservación. La diferen-
cia estriba en las sustancias que se le añaden para mejorar ciertas propiedades, como plastificantes,
inhibidores de UV, o por ejemplo poli (cloruro de vinilideno) PVDC, añadido para facilitar el empa-
quetado mecánico de alimentos. Esta sustancia es muy nociva para el papel y nos sirve de ejemplo
para ilustrar la importancia de utilizar el tipo de material exacto que necesitamos.
1 Artsorb® es un material regulador de humedad que se sirve en forma de perlas, casetes y hojas.
2 Los papeles Microchamber® contienen zeolitas, que son sustancias capaces de absorber y neutralizar los gases dañinos
Según especificaciones de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, para que un PET
pueda usarse con ciertas garantías en la conservación de documentos, deberá cumplir una serie
de requisitos: ser claro e incoloro, estar orientado biaxialmente, no contener aditivos como capas
plastificantes ni inhibidores de UV, y garantizar que no amarillea con el envejecimiento.
Son varios los fabricantes de láminas de PET. Cada uno de ellos fabrica diferentes productos
para cubrir multitud de necesidades y una letra o número lo acompaña para designar el tipo de
lámina de PET concreto en relación con sus características y propósitos. La falta de producción
nacional hace que en España se importe todo el poliéster que utilizamos mediante empresas espe-
cializadas que nos lo suministran. Es conveniente saber que no todos los fabricantes comercializan
sus productos en todos los lugares del mundo. La publicación de algunos trabajos que avalan la
buena calidad de un tipo de lámina de poliéster concreto, no implica que nosotros podamos usar
esa referencia. Un ejemplo de ello, es el uso del Mylar® tipo “D” que podemos leer en algunas
publicaciones referentes a trabajos hechos en Norteamérica, donde se garantiza su calidad y la
ausencia de aditivos dañinos para los documentos. Este tipo concreto de material no se distribuye
en España y por tanto su uso no es una referencia útil para nosotros. En su lugar, las empresas es-
pecializadas nos pueden ofrecer la alternativa correspondiente adecuada para el almacenamiento
de nuestros documentos.
Vidrio de protección
Las vitrinas y marcos de protección están hechas con un material transparente que permite la visi-
bilidad, al tiempo que protege las obras de los factores ambientales y de posibles actos vandálicos.
La exposición a la luz es una de las causas de deterioro de las obras de papel, sus daños son acu-
mulativos e irreversibles, y estos materiales de protección pueden ayudar a preservar las obras de
parte de la radiación más perniciosa para el papel, la ultravioleta.
Tradicionalmente, para resguardar la obra gráfica enmarcada, se ha usado vidrio común o ca-
lizo. Desde hace unas décadas el uso de vidrios acrílicos se ha generalizado por sus ventajas: pesa
la mitad, es mucho más flexible y resistente. Sin embargo, hay que mencionar que no siempre es
aconsejable: las partículas de técnicas en seco, como pastel y carboncillo, no siempre están fijadas
al soporte y la electricidad electrostática puede desprenderlas. Los riesgos de rotura durante su
manipulación y traslado son menores, por ello se aconseja para préstamos y exposiciones tempo-
rales que requieran traslados.
El vidrio acrílico es un poli (metil metacrilato) PMMA, lo que comúnmente se llama metacri-
lato, y destaca por ser el más transparente de los plásticos. Lo fabrican varias marcas registradas y
cada una de ellas tiene diferentes tipos en función del grado de protección a la radiación ultravio-
leta y las consecuencias de la reflectancia y la carga electrostática.
Los vidrios acrílicos específicos para la protección de obras de arte filtran entre un 93-98%
de la radiación ultravioleta, pero hay una marca registrada3 que recientemente ha conseguido un
producto que garantiza un filtrado del 99% de estos perniciosos rayos, añade propiedades antirre-
flectantes y garantiza la ausencia de carga electrostática. Su precio es muy elevado, pero puede ser
una opción muy interesante para obras especialmente vulnerables.
Optium Museum Acrylic® es un vidrio acrílico que ofrece una protección del 99% de la radiación ultravioleta y muy buenas
3
Otros materiales
Además de papel, cartón y poliéster, hay otros elementos que intervienen en el montaje y enmar-
cado de obra gráfica como elementos de montajes, cintas de sellado, espaciadores...
Existen sistemas de sujeción inocuos más o menos idóneos en función del tipo de obra,
peso, formato y temporalidad del montaje. Por un lado, tenemos métodos en seco que utilizan
cintas autoadhesivas, y por otro, métodos artesanales con adhesivos acuosos (fig. 1).
El sistema en seco se basa en tiras y cantoneras de poliéster que se pegan con cintas au-
toadhesivas. Existen en el mercado cantoneras confeccionadas en diferentes tamaños y tiras, con
una pieza de cartón que salva el grosor del soporte, que podemos cortar al tamaño conveniente.
Al margen de estos materiales, a menudo utilizamos tiras de poliéster que rodean a modo de cin-
turón el documento y cuyos cabos se introducen por unas ranuras hacia el reverso de la trasera
donde se fija con cinta autoadhesiva.
Para la elección de este método, debemos saber que este adhesivo se puede deteriorar con
el tiempo en función de los factores ambientales, con la consecuente caída de la obra en el interior
del marco. Por ello, este sistema sólo estará indicado para obras de poco peso, para exposiciones
temporales o para montajes de conservación de almacenaje en armarios horizontales.
Debo mencionar que los papeles realizados en una reintegradora mecánica, por ejemplo
con pulpa de algodón y cáñamo, resultan una posibilidad interesante para acharnelar, por la multi-
direccionalidad de sus fibras, bajo coste, y fácil elaboración con el gramaje deseado. Obviamente,
esto es posible solo en los centros de trabajo donde contamos con este tipo de equipamiento.
La adhesión de las charnelas se puede hacer con adhesivos de éter de celulosa como la me-
tilcelulosa4, o con almidón de trigo5, y su aplicación debe ser cuidadosa para aportar la mínima
4 La concentración adecuada depende del tipo de metilcelulosa y del papel que deseamos acharnelar. A modo orientativo,
una concentración entre el 2 y el 4% podría ser adecuada.
5 La concentración difiere de unos tipos a otros y del papel que vamos a adherir. A modo orientativo, una concentración
humedad a la obras. Para ello, un truco interesante es empastar la charnela de papel sobre una
superficie de madera que absorbe la mayor parte de humedad y previene la creación de cercos.
Otros materiales que se usan son las cintas de lino autoadhesivas para realizar bisagras en
carpetas paspartú y sellar las obras que se van a enmarcar. Las cintas de sellado comerciales que
incorporan una capa de aluminio se utilizan para aislar el galce de los marcos y sellar las traseras.
Llamamos métodos tradicionales a los contenedores habituales de documentos sueltos y obra grá-
fica como sobres; camisas y carpetillas; carpetas rígidas de cartón; cajas de cartón y enmarcaciones.
La elección de unos u otros depende de multitud de factores como el tipo de obra y material, su
estado de conservación, la protección del resto de la colección, las condiciones ambientales (luz,
temperatura, humedad relativa, calidad del aire y ventilación), tipo de instalación, las característi-
cas y frecuencia de uso, la temporalidad del montaje…
Documentos
En relación con la manipulación de los documentos, y dadas las limitaciones que plantea
el uso de materiales transparentes impermeables para contenedores permanentes de almacena-
miento, se puede proponer la utilización de sobres de este material preparados para utilizarlos en
las salas de consulta.
Los documentos con sellos de placa y sellos pendientes serán tratados con especial cuidado,
ya que su carácter tridimensional los hace muy vulnerables a los daños físicos. Los pergaminos con
sellos pendientes se montarán en carpetas con ventanas alzadas, cunas que alojen los sellos pen-
dientes y surcos donde descansen los enlaces (fig. 3).
Figura 2. Caja de cartón hendido con suplemento de cartón. Figura 3. Montaje de sello pendiente.
Libros
La extracción de libros de estantes debe hacerse de manera cuidadosa. Nunca deben cogerse de la
cofia o parte superior del lomo, ya que es muy fácil que se creen roturas. En su lugar, se debe coger
el libro por el centro del lomo, y los libros no deben estar demasiado apretados en los estantes,
aunque tampoco muy sueltos porque de ese modo se pueden deformar. Para facilitar la extrac-
ción los libros deben llevar sistemas de cintas o carpetas con cintas que permitan tirar de ellas, sin
ejercer presión en los libros. Además de las tradicionales carpetillas con cintas de algodón, existen
diferentes posibilidades, como es el caso de las tiras de poliéster que abrazan al libro sujetas con
cintas de algodón o Velcro®, que permiten extraer los volúmenes sin generar daños físicos. Por
supuesto, las cajas son una buena opción para almacenar libros y manipularlos sin riesgo. En la ma-
yoría de archivos, los libros están en cajas de cartón corrugado en los estantes, y son extraídos en
los depósitos para llevarlos a las salas de consulta. En los casos más afortunados, las cajas se hacen
a medida para cada libro con lo que pueden ser trasladados en sus contenedores. Estas pueden ser
de cartón fino doblado o construidas con cartón rígido.
La exposición de libros tendrá en cuenta que la apertura del volumen no debe provocar
daños físicos en la encuadernación. Para resolver este problema, los libros se montan en atriles
con el ángulo de apertura que permita exponerlo por la página deseada, sin forzar la encua-
dernación. Estos atriles pueden adquirirse comercialmente o realizarse de manera artesanal.
Pueden ser de madera, metacrilato, tela acolchada, espumas, materiales hinchables y cartón.
Para mantener el libro abierto por la página deseada hay sistemas comerciales de cordones que
se depositan en las zonas marginales, aunque generalmente se utilizan tiras de poliéster que se
sujetan por detrás del volumen.
Obra gráfica
En primer lugar, la manipulación de una obra gráfica debe hacerse siempre utilizando un soporte
auxiliar. El grosor o dureza de este se escogerá en función del tamaño y peso de la obra. Para mani-
pular un expediente será suficiente una carpetilla de papel de un gramaje en torno a los 180 gr/m²,
pero para trasladar una serigrafía de un metro cuadrado, por ejemplo, será más conveniente el uso
de una carpetilla con una cara de cartón rígido con una tapa de papel, que permita darle la vuelta
sin riesgos. Si la manipulamos cogiéndola directamente y además con una mano, lo más probable
es que creemos alguna marca en la película pictórica. Las obras con técnicas en seco son vulnera-
bles al desprendimiento de sus pigmentos. Por esta razón nunca debemos apoyar un papel sobre
ellas para manipularlas, ya que el roce levantará parcialmente estas partículas y el movimiento las
depositará en zonas aledañas, con el consecuente emborronado del dibujo.
La protección de una obra grafica también va a depender de multitud de factores, pero en gran
medida vendrá condicionada por su técnica, estado de conservación y el contenedor que las alberga.
Si la obra se almacena en cajas con pocos ejemplares o armarios horizontales, se pueden individua-
lizar de manera sencilla. Si, por el contrario por motivos de espacio deben ir varias obras apiladas, se
tendrá en cuenta que las cajas sean rígidas para impedir que el peso de las superiores afecte a las que
se encuentran en la parte inferior. Camisas de papel permanente, carpetillas con una trasera rígida,
sobres con una parte de poliéster y montajes en carpetas paspartú son algunas de las opciones más
utilizadas para la individualización de obra gráfica.
A raíz de estas conclusiones, se realizó una división de los tipos de apresto de los cartones de
montaje. Los estudios de Hofenk de Graaff establecieron dos tipos de apresto: blando y duro (Shulla:
1999). En el grupo de aprestos blandos englobaríamos el almidón y la gelatina, y en el de aprestos
duros los sintéticos. La principal diferencia entre uno y otro estriba en el diferente grado de poro-
sidad y permeabilidad, siendo más porosos y permeables los cartones con aprestos blandos y más
impermeables los cartones con aprestos duros.
Con todas estas conclusiones, las instituciones holandesas optaron, por un lado, por pedir a
los fabricantes un cartón de pulpa de algodón de mayor densidad, y por otro, por sustituir las tradi-
cionales carpetas paspartú. En su lugar, se optó por montar las obras en traseras de cartón, situadas
de tal manera que, si se colocara un paspartú para su exposición, no hubiera que modificarlo. Se
adhería un cartoncillo pegado con una bisagra a la trasera, de modo que se diera la vuelta sin nece-
sidad de eliminarlo en caso de enmarcarlo. De esta manera, la obra queda más protegida, y no hay
necesidad de sustituir montajes para realizar exposiciones temporales. La única desventaja de este
método es que la obra con técnicas vulnerables al roce no se protege del objeto depositado sobre
él. Este problema fue solucionado con la colocación de una capa de tejido no tejido de poliéster en
el interior de las carpetas. Las obras que lo requerían se quedaron en carpetas paspartú, aunque se
sustituyeron los cartones de las ventanas por otros de cartón de mayor densidad.
En relación con las obras que se desean exponer, estas deben enmarcarse o montarse en
vitrinas. Para enmarcar una obra, debemos saber que la obra nunca debe tocar el cristal, por lo que
será necesario el uso de paspartú o espaciadores. Si vamos a utilizar un marco nuevo tendremos
en cuenta que el galce debe albergar el cristal, las dos capas de la carpeta paspartú, la trasera de
protección y dejar espacio libre para que se asegure la circulación de aire por detrás de la obra.
Cuando utilizamos un marco antiguo, el galce no siempre permite albergar todas estas capas. Para
solucionarlo, se puede aumentar el galce con varillas de madera, con varillas comerciales o ponien-
do una trasera atornillada al marco (Canadian Conservation Institute: 1995). Tendremos en cuenta
que la trasera del marco nunca debe estar en contacto con la pared, para lo cual se pueden poner
piezas en las esquinas que alcen la obra y permitan la ventilación. Si, además del marco antiguo, la
obra está montada en un paspartú original con características específicas que aconsejan su conser-
vación, será forrado con un papel permanente o papel con trampas moleculares, para que la parte
ácida del cartón no esté en contacto con la obra.
Para montar una obra gráfica en una trasera de cartón nunca debemos adherir directamente
la obra a su trasera. Esta práctica, extendida durante años para enmarcar obra, ha provocado multi-
tud de deterioros. La adhesión directa con puntos de cola, cintas autoadhesivas de doble cara o la
completa adhesión, provocan deformaciones por la imposibilidad que tiene la obra de encogerse
y expandirse. Además, su desmontaje resulta muy complejo y es fácil crear roturas si no se lleva a
cabo por un especialista. Conviene mencionar que algunas de las cintas autoadhesivas de doble
cara, que lamentablemente todavía se utilizan para montar obras de papel, se reblandecen con
calor. Es interesante señalar como truco práctico que la utilización de un secador de pelo resulta
de gran ayuda para despegar estos sistemas de sujeción (fig. 4).
Para evitar todos estos problemas, existen distintos métodos de sujeción que fijan la obra a
su trasera de manera indirecta y permiten que la obra “respire”. La facilidad para desmontar la obra
es importante en todos los casos, pero todavía más en aquellas exposiciones temporales donde la
obra prestada por otras instituciones debe ser devuelta en su condición de origen. Por este motivo,
hemos mencionado en el apartado de materiales, la alternativa que ofrecen los métodos en seco
ya que, además de facilitar el desmontaje, no aplican nada sobre la obra.
Las obras que por su tamaño, peso y permanencia en una exposición necesiten métodos de
sujeción más seguros y duraderos, serán montadas con un sistema de charnelas colocadas por el
reverso. La localización de estas dependerá de la obra, su forma, peso y características. En general,
cuando la obra lleva paspartú, se sitúan únicamente dos charnelas en el margen superior. En las
obras que no llevan esta ventana de paspartú, el margen inferior queda suelto y para evitarlo es
necesario colocar más charnelas. En estos casos, se pueden colocar en el margen inferior o incluso
por todo el perímetro. Este sistema perimetral es generalmente necesario cuando estamos ante
una pintura que llega hasta los márgenes del papel, con cierta capa pictórica y peso, ya que la co-
locación de dos charnelas en la parte superior resulta insuficiente (fig. 5).
En relación con el tipo de sujeción de la charnela a la trasera, puede ser de tres modos. Si
vamos a montar la obra en una carpeta paspartú que va a tapar los márgenes de la obra, la sujeción
será en “T”. Esto es, se pega otra tira en sentido perpendicular que cubre la parte de la charnela
que sobresale. Cuando la obra se monta en una trasera con todos sus márgenes descubiertos, la
sujeción de la charnela a la trasera se hace en “V”, es decir con una tira que la sujeta por detrás de
la obra. El tercer sistema de sujeción resulta muy interesante cuando se necesitan charnelas peri-
metrales, y consiste en el paso de las charnelas al verso de la trasera a través de unas ranuras prac-
ticadas en esta, que quedan escondidas detrás de la obra. Para ello, debemos tener en cuenta que
las charnelas no deben ser colocadas en el extremo de los márgenes, sino dos o tres milímetros
hacia el interior. Este sistema es muy útil y práctico, y es una de las técnicas de montaje utilizadas
en el Victoria & Albert Museum (Battisson: 2005), institución que también ha desarrollado otras
técnicas igualmente interesantes (fig. 6).
Las tareas de enmarcado y desenmarcado deben hacerse en espacios limpios, lugares prepa-
rados donde apoyar los marcos desmontados intercalando piezas de cartón corrugado y, por su-
puesto, fijando los cristales y sus traseras con herramientas de sujeción para evitar que se rompan
durante su manipulación.
El desenmarcado se hará en una mesa limpia con material mullido para que el marco no
sufra, sobre todo si tiene molduras. Se trabajará con buena luz y herramientas adecuadas, entre las
que es muy útil un imán para recoger los clavitos o flechas de sujeción que se irán depositando en
un contenedor y un cepillo de limpieza para eliminar partículas de polvo de la obra.
Al realizar la ficha de estado, antes del desmontaje y para prevenir accidentes, tendremos en
cuenta si a simple vista se ve adhesión de la obra al cristal, si está suelta de su montaje o directa-
mente pegada.
Con la obra hacia abajo se desmontan las alcayatas, escarpias y cordeles. Se retira la cinta de
sellado y se guardan las posibles etiquetas con la ficha de la obra. Se desclavan las flechas o clavos
de sujeción y se comprueba que no queda ninguno escondido por el galce del marco.
A continuación, comprobamos, con la obra hacia abajo, empujando ligeramente con los
dedos, si el vidrio está suelto o fijo al marco. Si está suelto y es de pequeño tamaño, levantamos
todo el contenido por dos esquinas diagonales y lo depositamos en una mesa. Se retira la trasera
de protección y se coloca un cartón como trasera provisional para dar la vuelta al conjunto, y con
la obra ya hacia arriba se retira el vidrio.
Si el vidrio está suelto pero la obra es de mayor tamaño, colocamos una trasera provisional a
todo el conjunto, le damos la vuelta, se retira el marco y se continúa con las operaciones mencio-
nadas anteriormente. Cuando el cristal está fijo, se coloca una trasera provisional y, con el marco
en vertical ligeramente inclinado, se recoge el conjunto de la obra.
Una vez desenmarcado, se observa la obra para valorar el estado del montaje y saber si es
necesario sustituirlo, e identificar el método de sujeción. Si se trata de un método incorrecto de
adhesión nunca intentaremos despegarlo tirando de la obra y tendremos la precaución de llamar a
un especialista. Del mismo modo, si estamos ante un sistema de charnelas, tampoco intentaremos
despegarlas de la obra, y en su lugar, cortaremos su adhesión con la trasera.
En el proceso de enmarcado, debemos mencionar que la limpieza del vidrio debe hacerse
con agua desionizada y, si es insuficiente, con solución hidroalcohólica, pero nunca con productos
comerciales que contengan amoniaco. La solución se aplicará a un trapo de algodón y no directa-
mente al vidrio. Debemos tener en cuenta que los vidrios acrílicos son mucho más vulnerables a las
abrasiones. La eliminación de polvo se realizará con plumeros suaves y, si esto resulta insuficiente,
se podrán usar productos comerciales fabricados específicamente para este tipo de vidrios6.
Existe un producto fabricado por True Vue® para la limpieza de los vidrios acrílicos que asegura no rayar la superficie y estar
6
Como ya hemos mencionado anteriormente, la madera despide gases orgánicos por lo que
es conveniente aislar el galce de los marcos. Para ello, podemos utilizar tiras de materiales aislan-
tes que se sellan con aplicación de calor o cintas autoadhesivas comerciales que llevan una capa
de aluminio.
Para manipular la obra existe un método muy seguro que reduce considerablemente los ries-
gos (Van der Reyden: 1984). Consiste en hacer un conjunto compuesto por la trasera, la obra en su
carpeta paspartú y el cristal. Todo este bloque se sella con cinta autoadhesiva de lino por los cuatro
lados, pero evitando que la parte adhesiva toque el cartón del montaje. Para ello existen dos méto-
dos. Uno, en el que se cortan tres trozos de cinta para cada lado y se pegan entre ellas a modo de
escalera, dejando una primera parte que se adhiere al cristal, una segunda que tapa la parte adhesiva
de la primera y coincide con la carpeta de la obra, y una tercera que adhiere la trasera. Como la cinta
de lino de la que disponemos en España es de tres centímetros de anchura, con este sistema se des-
perdicia mucho material y por ello recomendamos un segundo método en el que la cinta se divide
en dos partes de un centímetro y medio cada una. Esta tira más estrecha se coloca en la parte central
de una cinta entera, con lo que queda dividida en: parte con adhesivo, parte con lino (coincidente
con la carpeta de la obra) y parte adhesiva al reverso de la trasera (fig. 7).
Con este sistema se reduce la manipulación, ya que el cristal limpio se sella con la obra y no hay
posible entrada de polvo o astillas de madera en su interior, con las molestias y riesgos que conlleva.
Una vez sellado el conjunto, se pone en el marco, se fija con cualquiera de las herramientas de suje-
ción que existen en el mercado y se sella con cinta. Esta puede ser: autoadhesiva de papel, de papel
engomado al que se le aplica humedad para activar su adhesivo y autoadhesiva de papel con una capa
de aluminio con el fin de impedir la entrada de insectos. Es conveniente mencionar que el proceso
de clavado comporta un pequeño riesgo de rotura del cristal cuando este es mineral. Este riesgo es
mayor o menor en función de su estado, de la presión que se ejerce y del método de clavado, pero
existen cintas de material mullido7 que pueden ponerse en el galce, en la parte donde descansa el
cristal para amortiguar la presión.
Métodos proactivos
Los sistemas de individualización y protección tradicionales minimizan los riesgos físicos derivados
de la manipulación y la incidencia de los factores ambientales, pero existen otros sistemas que
además absorben los contaminantes o el oxígeno de la atmósfera que envuelve las obras. Estos
sistemas se denominan montajes proactivos.
El carácter local de los trabajos que se realizan en este Servicio, no me ha permitido hasta aho-
ra desarrollar estudios en relación a montajes de este tipo, no obstante me parece interesante incluir
este apartado, y citar algunas investigaciones llevadas a cabo en los últimos años sobre este tema.
Los métodos proactivos, ofrecen protección física, pero además pueden aislar las obras de
contaminantes/oxígeno. Para ello las obras se sitúan en contenedores estancos donde se extraen
estas sustancias.
Podemos encontrar muchas publicaciones de trabajos realizados con estos principios. To-
dos ellos se basan en la construcción de contenedores estancos donde se extrae el oxígeno y se
sustituye por un gas inerte como el Argón, se ponen materiales absorbentes de contaminantes y
sistemas de detección o monitorización en el interior de los marcos o vitrinas (Nicholson, Ritzen-
thales: 2005). Algunos trabajos han sido de investigación (Locket, Mckenzie: 2005) y otros detallan
procedimientos realizados con éxito desde hace unos años (Puriton, Irving: 2005).
Todos estos sistemas tienen en común el aislamiento de las obras. Conseguir un ambiente
hermético no es fácil. El sellado debe hacerse con materiales impermeables al oxígeno y la humedad.
Hay varios materiales barrera, cuya calidad y coste varía en función de su grado de permeabilidad. Se
trata de combinaciones de capas de polietileno, poliamina y aluminio fabricadas por varias marcas8.
Además de retirar los contaminantes del microambiente, los montajes herméticos retienen aquellos
que se generan en su interior y por ello es esencial utilizar productos absorbentes (MacDonald:
2005). Existen diversos tipos: de carbón activo, de filtros de carbón y la gama Microchamber®. Estos
productos tienen una vida concreta y cuando se saturan empiezan a emanar gases que pueden crear
una atmósfera todavía más contaminada. Si el sistema de sellado lo permite, deberán ser sustituidos
y, si no, deberá suplantarse el montaje completo. Algunos productos son muy útiles porque llevan in-
corporados indicadores e incluso tienen productos capaces de neutralizar ciertos gases corrosivos9.
Para finalizar, me parece interesante mencionar ciertas referencias a estudios previos que se
mencionan en la publicación de la Tate Gallery referida anteriormente. Según los autores de esta
publicación, estudios realizados por Russell y Abney en 1888 ya apuntaron que la decoloración de las
acuarelas podía verse minimizada con exposiciones sin oxígeno, pero también señalaron que cier-
tos colores podían verse severamente afectados. Este estudio y otros posteriores (nombrados en la
publicación referida) demostraron que el enmarcado anóxico era beneficioso para papeles de pasta
mecánica, y la mayoría de acuarelas y tintas orgánicas, pero tenían efectos adversos sobre otros como
el azul Prusia, siena, bermellón y rojo de plomo, y consecuentemente es imprescindible proceder
previamente a la identificación de pigmentos antes de proponer un sistema anóxico de exposición.
Partiendo de estas premisas, Tate está realizando estudios ulteriores, con el fin de poder asegurar
métodos anóxicos de almacenamiento que reduzcan el amarilleo del papel y la decoloración de las
tintas sin causar efectos adversos.
Conclusiones
La calidad de los materiales que ponemos en contacto con las obras juega un papel importante en
su conservación pero su elección debe hacerse con cautela en función de la naturaleza, el estado de
la obra, la temporalidad del montaje y las condiciones ambientales del lugar de almacenamiento o
exposición. Este escrito pretende concienciar sobre la estrecha relación existente entre un material
de baja calidad y una posible inestabilidad química que afecte al objeto, pero recalca que debemos es-
tudiar cada caso y ser consecuentes con las necesidades particulares de cada uno de ellos. La elección
de los materiales debe hacerse mediante la comprensión de sus características reales y no de técnicas
de venta que en ocasiones dificultan su entendimiento y adecuada elección.
Los métodos mencionados para reducir los riesgos durante la manipulación de documento
gráfico son sencillos y de fácil aplicación. Con el manejo indirecto de la obra mediante la utilización
de soportes auxiliares o montajes cerrados se reducen los accidentes y sus graves consecuencias.
Espero que este escrito contribuya a mejorar la metodología de trabajo en la custodia de nues-
tras colecciones.
Bibliografía
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manentes”. En Información, cultura y sociedad, 24. Buenos Aires: Universidad de Buenos
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men disponible en [ref. de febrero de 2011]: http://cool.conservation-us.org/iada/ta03_30.pdf.
Agradecimientos
Para finalizar, quiero agradecer al personal del Museo Nacional de Antropologia por haber hecho
el esfuerzo de organizar este curso y, en particular, a Ana Tomás por el entusiasmo que nos ha
transmitido. También a mi compañera Mariam Marco Navarro, con quien he compartido dudas,
inquietudes y tantos buenos momentos.
Riesgos en la manipulación
de colecciones de historia natural
Celia Santos Mazorra
csantos@mncn.csic.es
La forma de conservación de los diversos materiales que forman parte de estas coleccio-
nes va a depender de la clase de espécimen que tengamos, es decir, que partamos de material
geológico o biológico, o que queramos conservar las partes blandas, que se descomponen, o las
partes esqueléticas, que no están sometidas a la acción de las bacterias. También va a depender
de su tamaño. No es lo mismo conservar un pequeño insecto que el esqueleto fosilizado de
un megaterio. Depende del uso al que estén destinados, pues no prepararemos igual las series
dedicadas a investigación que los objetos que pasarán directamente a formar parte de exposicio-
nes permanentes. Son de especial importancia los rasgos que se quieren destacar, por ejemplo
anatomía interna o morfología externa. Y por supuesto, dependerá de los recursos y técnicas
disponibles en cada momento, de forma que en la actualidad los ejemplares no se preparan igual
que en siglos anteriores.
–– Colecciones en seco. Pueden conservarse en seco los invertebrados con conchas o con
esqueletos externos (insectos montados en alfileres –lámina 3A–, conchas de moluscos,
la mayoría de los equinodermos y los exoesqueletos de corales, de algunos crustáceos
y de algunos arácnidos), muestras vegetales asociadas con insectos parásitos, agallas
inducidas por insectos parasitoides y muchos materiales de vertebrados (pieles de estu-
dio, cráneos, ejemplares naturalizados –lámina 2A y B–, trofeos, esqueletos completos
montados –lámina 2C–, esqueleto post-craneal: articulado, parcialmente articulado, no
articulado, ejemplares liofilizados, partes diseccionadas como dientes, otolitos, conte-
nidos estomacales, egagrópilas, material fecal seco, cáscaras de huevo o huevos com-
pletos, nidos, plumas, escamas). En seco y en atmósfera normal de oxígeno se conserva
el material geológico: minerales, biominerales (perlas, ámbar), rocas, muestras de oro,
piedras preciosas, joyas, lapidarios, meteoritos y objetos fabricados con rocas y mine-
rales. Las piezas paleontológicas mantenidas en seco pueden ser fósiles de plantas o
animales en matriz, moldes, contramoldes, insectos en ámbar, huesos fósiles excava-
dos, nódulos con restos, esqueletos fósiles articulados (réplicas u originales) y xilópalos
(troncos fosilizados) (lámina 4).
Información completa sobre los materiales de las colecciones de historia natural puede consultarse en Hawks, 1999; Mac-
1
Las etiquetas se conservan en el mismo medio que el ejemplar (en seco, en fluido o congeladas).
Respecto a sus fines científicos, estos ejemplares se utilizan para verificar la investigación
realizada en el pasado y realizar investigación en el presente, y servirán en el futuro para aplicar
nuevas técnicas de investigación que ahora desconocemos, como se desconocían en el siglo xix el
microscopio electrónico, el RAMAN, o los análisis de ADN. La trazabilidad de la investigación publi-
cada solo es posible si se conservan los ejemplares previamente estudiados, o aquellos a los que se
han aplicado las técnicas de investigación. De ahí la especial importancia de la preservación de las
colecciones de historia natural.
Es importante señalar que estamos tratando con una fuente de información no renovable. En el
museo contamos con numerosos ejemplares que ya no se encuentran en la naturaleza porque se han
extinguido totalmente, o lo han hecho en el lugar donde fueron recolectados (IWGSC, 2009: 11-12).
Momentos críticos
A la hora de analizar los riesgos para los ejemplares durante su manipulación, y con objeto de mi-
nimizarlos, deberemos en primer lugar repasar los momentos críticos con los que nos podemos
encontrar y trazar unas recomendaciones generales.
–– Colecta e ingreso. Desde su colecta, los ejemplares son tratados para preservar tanto su
integridad física como la información científica que les acompaña. Habrá que prestar es-
pecial atención a los procesos de colecta, preparación y etiquetado en el campo, traslado
desde el campo hasta las colecciones, y fijación y/o preparación en el laboratorio2.
–– Investigación científica. Hemos visto que las colecciones de historia natural están siempre
al servicio de la investigación científica, es importante que tanto los propios investigado-
res que trabajan con ejemplares, como los técnicos de microscopios o escáneres sean
conocedores de las normas de manipulación de cada uno de ellos.
–– Exposiciones. Cada vez más este tipo de ejemplares participan en exposiciones perma-
nentes o temporales, por lo que es necesario prestar atención a dos momentos clave,
como son la selección de piezas y los traslados, montajes y desmontajes4 en las diferentes
sedes (Láminas 1A, 2B y 3C)5.
–– Divulgación. La divulgación científica es una actividad cada vez más demandada por la so-
ciedad, por ello la implicación de las colecciones del museo es creciente en la realización
de talleres, cursos, o visitas a las colecciones, momentos en los que se permite al público
la manipulación directa de los ejemplares, por lo que es imprescindible mostrar cómo
deben hacerlo, además de controlar qué piezas pueden participar en las diferentes activi-
dades (Bacharach, 2000: 25-27).
–– Otros. En un museo de historia natural nos encontramos también con situaciones extre-
mas que pueden resultar muy perjudiciales para los ejemplares, como son las obras en
almacenes o salas de exhibición permanente, los traslados de sede o los traslados entre
almacenes. De la coordinación de todos los agentes implicados, y del buen diseño y ges-
tión de todos los pasos, depende que estos se realicen sin incidentes.
Agentes de deterioro
Las alteraciones debidas a fuerzas físicas por manipulación inadecuada pueden producir en
nuestros ejemplares microfisuras, arañazos, abrasión, roturas, aplastamiento, colapso, deforma-
ción o incluso la pérdida parcial o total del ejemplar.
2 Sobre métodos de colecta, preparación y conservación puede consultarse Barrientos, 2004; Calvo, 1994; Diéguez, 1994;
Martín-Mateo, 1994 y Sanchíz, 1994.
3 Sobre manipulación consultar Jonhson, 1999; sobre etiquetado Harrison, 2008 y Simmons, 1999; acerca de inventarios y
dejado de tener interés para la institución a la que fue prestada, y puede acrecentarse la tentación de ahorrar costes en
ese momento.
5 Sobre la manipulación de piezas cuando son utilizadas en exposiciones, consultar Bacharach, 2001.
Entendemos por disociación cualquiera de las siguientes tres situaciones (Waller & Cato,
2009: 1):
–– Pérdida del objeto. Cada ejemplar es irreemplazable, es importante tener esto siempre
presente antes de su manipulación.
–– Pérdida de los datos relacionados con el objeto. Las etiquetas que acompañan a los ejem-
plares deben considerarse una pieza más de los mismos, sin la cual una parte muy im-
portante de la información se ha perdido. Un ejemplar que haya perdido su información
perderá todo su valor científico, conservando únicamente un valor didáctico o estético
si lo tuviera. Las plagas, la iluminación inadecuada o unas condiciones ambientales no
controladas pueden ser nefastas (Soriano, 1994: 80). En colecciones paleontológicas, un
caso especial de pérdida de datos puede deberse a su destrucción como consecuencia de
procesos de descomposición de la pirita presente en algunas piezas6.
–– Incapacidad de relacionar los objetos con sus datos. Debemos contar siempre con un ade-
cuado etiquetado de objetos o grupo de objetos con su número de identificación7, siendo
esencial la unidad entre la pieza y sus datos. Hay ejemplares que cuentan con un gran nú-
mero de etiquetas asociadas. Cada etiqueta puede contener información importante sobre
cualquier momento de la vida del ejemplar, desde su colecta hasta el presente. Aunque
hayamos pasado toda la información del ejemplar a una base de datos informatizada, las
etiquetas deben seguir vinculadas a la pieza, porque nuestra lectura y transcripción de los
mismos puede no ser correcta, y el error solamente podrá ser rectificado en el futuro si
se conserva la información original asociada al ejemplar. Gran parte de los fondos de un
museo de historia natural son muy antiguos, algunos de los códigos que se utilizaban para
el etiquetado o marcado de los ejemplares los desconocemos en la actualidad y, aunque
ahora no seamos capaces de leer y transcribir correctamente esas etiquetas, quizás en el
futuro sea posible.
Para evitar el deterioro de los ejemplares debido a una manipulación deficiente es necesario contar
con unas normas de manipulación generales para nuestra institución, que sean conocidas por todas
las personas que estén o puedan estar vinculadas con el manejo de los ejemplares del museo. Es
muy importante que las siguientes normas generales se expliquen y entreguen por escrito a todo el
personal que colabore con nosotros en la colección, realice prácticas, consulte ejemplares o parti-
cipe en el montaje de exposiciones.
6 Sobre tratamiento específico tras el deterioro de etiquetas por efecto de la descomposición de la pirita puede consultarse
Stooshnov & Buttler, 2001.
7 Sobre etiquetado y siglado de ejemplares ver Hawks & Williams, 2005; Byrne, 2000c y Davison & Fox, 2011.
8 Para más información consultar Johnson, 1999; Hawks, 1999 y Williams & Hawks, 2005.
–– No lleves puesto nada que pueda dañar los ejemplares: collares, pulseras, anillos, cinturo-
nes con piezas que cuelgan, etc.
–– Maneja un solo ejemplar cada vez, en especial si es grande y/o pesado, y utiliza ambas
manos: una para sujetar y otra para equilibrar.
–– No sujetes las piezas por partes protuberantes, ni por pequeños huesos o zonas pegadas,
sino por zonas estables. Si se trata de ejemplares con apéndices; patas, cuernas, o cual-
quier otra protuberancia, sujétalos por la peana o el soporte.
–– Si el ejemplar debe colocarse en una posición inestable, asegúrate de que lo soporta. Co-
lócalo en una posición estable tan pronto como sea posible.
–– Antes de mover una pieza, debes diseñar previamente el recorrido, teniendo en cuenta
anchura de pasillos, vanos de puertas, posibles obstáculos en el trayecto y el lugar en
que va a ser depositado el ejemplar. Si se trata de ejemplares de grandes dimensiones, es
necesaria una planificación más exhaustiva. Medios de trasporte: camiones (Lámina 3D),
máquinas o permisos de circulación. Edificios: rutas de salida y entrada, escaleras, tipos
de suelo, dimensiones de puertas y personal necesario.
–– Evita apilar muchas cajas, se pueden romper por exceso de peso y dañar los ejemplares.
–– Las diferentes partes de un ejemplar siempre hay que trasladarlas juntas, incluidas sus
etiquetas.
–– Nunca debemos tirar etiquetas ni separar las etiquetas del ejemplar. Atención al manipu-
lar varias piezas, no confundas las etiquetas de unas y otras, el siglado de los ejemplares
ayuda a evitar errores9. El material de la etiqueta y la tinta utilizada deben estar adaptadas
al tipo de conservación de los ejemplares.
–– Atención cuando manipules etiquetas antiguas dobladas, desdóblalas con sumo cuidado,
evitando que se rompan. Si se rompen por la fragilidad: recompón los pedazos, fotogra-
fíalas e introdúcelas en una bolsa de plástico, sacando todo el aire que puedas de la bolsa.
–– Utiliza guantes: los apropiados para el tipo de ejemplares que manipules (Barker, 2010: 1;
Johnson, 1999: 6; Johnson, 2001: 10).
Sobre materiales y técnicas adecuadas para el siglado de piezas consultar Davison, Alderson & Fox, 2006.
9
• Cuando manipules ejemplares en líquidos asegúrate de que dejas siempre los frascos
bien cerrados y en la posición adecuada para evitar la pérdida de líquido conservante.
• El centro de gravedad se desplaza dentro del frasco, lo que en caso de grandes volúme-
nes puede dar lugar a accidentes y roturas, con pérdida o deterioro de ejemplares.
–– Material en seco. Los ejemplares más problemáticos a la hora de su manipulación son las
piezas naturalizadas11. Antes de su manipulación es necesario atender tanto a su aspecto
exterior (escamas, plumas o pelo), como al interior (paja, madera, metal, escayola, barro o
resinas) para diseñar la estrategia de manipulación que será diferente en cada caso.
• Nunca envuelvas las piezas naturalizadas ni los esqueletos montados: escamas, plumas,
pelo, pequeños huesos, pueden sufrir con las fricciones de los materiales de embalaje.
Utiliza embalajes especiales (lámina 2C) y con guillotinas para los ejemplares de este
tipo (lámina 2B).
• Las vibraciones son especialmente perjudiciales para este tipo de colecciones por lo que
no deben almacenarse en compactos.
• Su traslado debe hacerse en caja entomológica y con una sujeción suficiente para mi-
nimizar las vibraciones del transporte (lámina 3A). Los montajes para exposiciones hay
que hacerlos siempre in situ (lámina 3B).
• Coloca los ejemplares utilizando pinzas, con movimientos verticales y evitando el roce
con los ejemplares adyacentes.
• Picha el alfiler siempre en el mismo lugar de la etiqueta, para evitar perdida de información.
10 Más información sobre manipulación de ejemplares conservados en fluido en Bentley, 2007 y Simmons, 2001.
11 Más información sobre la manipulación y conservación de ejemplares naturalizados en Ramotnik, 2006.
12 Más información se puede consultar en Izquierdo, 1994.
A B
C D
Lámina 1.
A B
C D
Lámina 2.
• Algunos de los ejemplares de rocas y minerales, como el talco o el yeso, pueden ser
altamente sensibles a su manipulación, fragmentándose por simple contacto.
• Muchos de los fósiles, y algunas rocas y minerales, poseen un alto peligro de rotura en
determinadas zonas (lámina 4A), por lo que debemos manipularlos, siempre que sea
posible, sobre una superficie rígida. Por ejemplo, las mandíbulas de grandes mamíferos
presentan una tendencia a romperse por la sínfisis cuando se manipulan directamente
(lámina 4C).
• Por su naturaleza mineral o rocosa se trata de objetos pesados, que debes mover utili-
zando, en su caso, los medios mecánicos necesarios (lámina 4D).
• En las colecciones de geología se encuentran objetos muy valiosos, como piedras pre-
ciosas o meteoritos, debes conocer y cumplir los protocolos de seguridad existentes.
• Utiliza siempre guantes de látex o de nitrilo cuando manipules fósiles, nunca de algo-
dón, porque sus fibras pueden quedar enganchadas en la superficie irregular de los
ejemplares, favoreciendo la proliferación de mohos y bacterias.
• En los fósiles de plantas que conservan la película carbonosa, es importante evitar rozar
esa película (Lámina 4B).
Materiales de riesgo14
Muchas de las sustancias que se van a nombrar son peligrosas debido a que sus efectos son acumu-
lativos en el organismo, ya que estos suelen percibirse a largo plazo, por lo que a veces se menos-
precia la importancia que pueden tener para el profesional que trabaja a diario con las colecciones.
A veces, ese día a día, las prisas o el cansancio, nos hacen olvidar que nuestra salud está en juego.
Sin embargo, tampoco se debe sentir un miedo exagerado, solo hay que concienciarse de que los
riesgos existen y seguir unas sencillas normas de seguridad con el fin de evitarlos o minimizarlos.
13 Para ampliar la información sobre la manipulación de colecciones geológicas y paleontológicas ver McDonald, Elder &
Shelton, 2005.
14 Sobre la manipulación de objetos tratados con sustancias de riesgo pueden consultarse Norbut, 1998; Johnson, 2001;
Simmons, 2001; NPS, 2002; MacDonald, Elder & Shelton, 2005; William & Hawks, 2005 y Ratmonik, 2006.
A B
Lámina 3.
A B
C D
Lámina 4.
Entre los pesticidas que se han aplicado de forma tópica podemos mencionar como
los más importantes el arsénico (en pieles de aves y mamíferos17), el DDT y el cianuro
(en colecciones de insectos). Los efectos de estas sustancias son acumulativos y pueden
causar desde enfermedades crónicas hasta la muerte, también por inhalación, contacto o
ingestión18.
Para evitar o reducir el riesgo es muy importante recopilar información sobre qué
productos se han utilizado en las colecciones que tenemos entre manos. Si es posible, se
debe hablar con las personas que trabajaron en la colección en el pasado y buscar docu-
mentos que puedan recoger esa información (registros de ingreso y catálogo, informes
anuales, registros de mantenimiento, registros de compra, registros sobre conservación,
etc.). Y, por supuesto, hay que usar los equipos de protección individual adecuados frente
al riesgo químico, en este caso bata de laboratorio, guantes (que no sean de algodón por-
que permiten el paso del arsénico o el cianuro) y, si fuera necesario, el uso de mascarillas
adecuadas19. Es muy recomendable lavarse las manos después de trabajar con las colec-
ciones, especialmente si a continuación nos vamos a comer20, para evitar la ingestión ac-
cidental. Hay dos cuestiones muy importantes en este caso: nunca hay que llevar la ropa
15 Otros también utilizados fueron: naftaleno (bolas de naftalina), óxido de etileno, bromuro de metilo y fluoruro de sulfurilo
(Vikane®) (Johnson, 2001).
16 Información concreta sobre sus efectos puede consultarse en Knapp, 1993 y Pereira & Wolf, 2001.
17 También se aplicaba este tipo de tratamiento en objetos etnográficos fabricados a partir de materiales orgánicos (cuero,
cestería y textiles). Los compuestos de arsénico conservan su toxicidad y, una vez tratados, es difícil descontaminar por
completo los objetos que contienen arsénico. Después de su aplicación, el arsénico tiende a adherirse firmemente al pelo
y a las plumas, de forma que, a veces, los compuestos pueden ser visibles en forma de polvo blanco. En general, cuanto
mayor es la pieza, mayor será la probabilidad de que el arsénico esté presente (Johnson, 2001).
18 Información más amplia sobre los efectos para la salud, de fumigantes y pesticidas, puede consultarse en Szulczynska,
de laboratorio a lavar a casa, en especial si se vive con niños, ancianos o con mascotas y,
aunque sean muy bonitos y atrayentes, jamás utilizar un montaje de taxidermia en talleres
donde los niños o adultos puedan tocarlos, si se sospecha que en algún momento fueron
tratados con arsénico.
–– Conservantes y fijadores
Otros materiales de riesgo son los fijadores y conservantes utilizados para evitar
que las partes blandas de los organismos se descompongan por acción de las bacterias.
Los animales de cuerpo blando deben ser fijados e introducidos en líquidos conservantes.
Las colecciones que habitualmente almacenan más material con este tipo de conserva-
ción son las de peces, anfibios, reptiles, muchos invertebrados y las de larvas de insectos.
La mayoría de los ejemplares de historia natural conservados en líquido se almacenan en
alcohol o formol21. El etanol es muy volátil e inflamable, y las soluciones de formol además
se consideran carcinógenas. Ambos pueden ser absorbidos por la piel y las membranas
mucosas del cuerpo, especialmente a través de los pulmones. Además, hay fijadores que
contienen sales de metales (arsénico, cromo, cobre, mercurio)22. Para conservar objetos
en este tipo de fluidos se deben usar frascos con cierre hermético que eviten o minimi-
cen la evaporación, y las áreas de trabajo deben estar suficientemente ventiladas. Si hay
que manipular directamente los ejemplares empapados en estos líquidos, se deben usar
guantes que no sean de algodón y, en el caso del formol, además una mascarilla adecuada.
No hay que olvidar trabajar cerca de extintores clase ABC, y mantener las colecciones de
fluidos lejos de equipos o instalaciones que puedan producir calor o chispas.
Hay numerosos productos químicos que se usan en los procesos de fijación, tin-
ción, decoloración e inclusión. Entre ellos se encuentran soluciones de cianuro, hidrato
de coral, fenol, timol, EuparalTM, sales de metales y otros altamente tóxicos23. Una pre-
paración microscópica ya montada no supone ningún riesgo, a no ser que se rompa. La
exposición a los materiales tóxicos se produce durante el montaje y durante la limpieza
o el proceso de volver a montar. Una manipulación segura requiere el uso de guantes de
nitrilo en el interior de campanas extractoras24.
21 El formol se vende como una solución de gas formaldehído 37% en agua, con una pequeña cantidad añadida de alcohol
metílico. La palabra formalina se refiere a una mezcla de esta solución con agua. El término “10% de formalina” se refiere a
una solución de una parte formalina por nueve partes de agua, lo que da lugar a una solución que es en realidad un 3,7%
de formaldehído en agua (Simmons, 2001).
22 Si desconocemos la composición de un líquido preservante, debemos tratarlo como si fuera de riesgo.
23 Hay cientos de diferentes productos químicos y mezclas químicas que se han utilizado en el montaje de las preparaciones
microscópicas en las ciencias biológicas. Información más amplia puede encontrarse en Williams & Hawks, 2005.
24 Se recomienda el uso de guantes de nitrilo siempre que se manipulen preparaciones microscópicas.
apropiada con un filtro HEPA26. Su eliminación debe siempre realizarse a través de una
empresa de residuos autorizada, y esto debe aplicarse también a cualquiera de los pro-
ductos químicos de riesgo utilizados en la conservación de las colecciones, que se han
mencionado en los apartados anteriores. No hay que confundirlo con el silica gel27 que
se usa para amortiguar los cambios de humedad relativa, por ejemplo en contenedores
con fósiles piritizados.
Objetos de riesgo
Hemos visto que las colecciones geológicas están formadas fundamentalmente por
minerales y rocas, y hay que tener claro que algunos de esos minerales y rocas son un
riesgo en sí mismos. El primer riesgo que nos encontramos en este tipo de colecciones es
el riesgo por ingestión. Muchos minerales son tóxicos. Los más comunes son de aluminio,
antimonio, arsénico, berilio, bismuto, cadmio, bromo, plomo, mercurio, selenio, talio y
uranio, pero no son los únicos. Sin embargo, a pesar de su inicial toxicidad, algunos de
sus compuestos no son tan peligrosos gracias a su baja solubilidad, característica nece-
saria para que el mineral sea absorbido por el aparato digestivo29. Es decir, su toxicidad
será más alta cuanto más solubles sean. Damos como ejemplo el rejalgar, un compuesto
de arsénico que puede alterarse por la acción de la luz produciendo óxidos de arsénico,
que son muy solubles y por lo tanto muy peligrosos. Si no nos lavamos las manos tras
manipularlo, y después comemos o fumamos, el arsénico pasa al organismo y comienza
a acumularse. El arsénico tiene efectos nocivos sobre el sistema nervioso, la médula ósea
y el hígado; el uranio y el cadmio sobre los riñones, etc. Como este ejemplo hay cientos:
arsenolita y claudetita, también mineral de arsénico, la cervantita y senarmonita, de an-
timonio; la greenockita, de cadmio; lorandita y pierrotita de talio, etc. Algunos de ellos
son muy raros, pero no hay que olvidar que estamos hablando de colecciones científicas
cuyo objetivo es precisamente el mantenimiento de largas series incluso de los minerales
más raros. Esto son solo apuntes generales y no podemos dar aquí una lista de minera-
les exhaustiva, y además hay que tener en cuenta que cualquier elemento en cantidades
suficientes podría suponer un riesgo. Las normas de seguridad son evidentes: saber re-
conocer los minerales, pues en una colección el nombre generalmente está escrito en las
etiquetas, pero no su composición; uso de guantes de neopreno cuando se manejan los
minerales que contienen elementos potencialmente tóxicos y lavarse las manos cuando
haya terminado. Es también evidente que no se pueden utilizar en talleres donde deban
manipularse, pues los niños los confunden con caramelos y los chupan.
26 HEPA. High Efficiency Particulate Air (filtros de alta eficiencia para partículas en suspensión).
27 Este producto se presenta empaquetado en bolsitas con una clara indicación de su contenido.
28 Información general sobre el riesgo del material geológico y paleontológico puede encontrarse en Johnson, 2001; McDonald,
los pulmones. El peligro es mayor cuanto menores sean las fibras. Son un conocido can-
cerígeno por esta razón los minerales de amianto30 (amosita, crisotilo, crocidolita, etc.).
Menos conocidas son otras especies minerales como la magnesioriebeckita, cuyos efectos
son también muy nocivos cuando forma masas fibrosas. Hay que insistir en que si se ha
de trabajar en una colección de minerales es imprescindible conocerlos y reconocerlos.
Siguiendo unas pautas básicas, lo habitual sería una exposición poco frecuente a niveles
bajos, es decir, lo manipularemos de forma directa durante poco tiempo. Hay que utilizar
los equipos de protección personal adecuados (mascarilla autofiltrante del tipo adecua-
do y guantes31) y los ejemplares deben ser almacenados en cajas herméticas, o bolsas de
cierre hermético, con el fin de evitar que vapores o partículas pasen al aire, indicando el
contenido en la caja o bolsa, si no lo está ya. En colecciones antiguas los mayores riesgos
aparecen precisamente en las colecciones no clasificadas o no etiquetadas.
Otro tipo de riesgo por inhalación lo presenta el radón emitido por los fósiles de
yacimientos con elementos radiactivos32. El radón es un gas radiactivo resultante de la
desintegración radiactiva del radio, que a su vez se forma por la desintegración del uranio
o del torio. No vamos a entrar en tecnicismos, solo apuntar que determinados subpro-
ductos procedentes de la desintegración del radón33, pueden dañar el tejido pulmonar
si se inhalan, y causar cáncer de pulmón, como consecuencia de irradiación interna. El
radón es invisible e inodoro, lo que le puede hacer muy peligroso en zonas donde se en-
cuentran almacenadas colecciones geológicas y paleontológicas, porque no hay indicios
de que está ahí. Es un peligro para la salud cuando se acumulan altos niveles dentro de
los edificios. El radón puede encontrarse en altas concentraciones en algunas tierras y
rocas que contengan uranio, granito, esquistos, fosfatos y en pechblendas. Son radiacti-
vos por ejemplo los fósiles de la Formación Morrison de EEUU, que contienen carnotita,
que es un mineral de uranio; o el yacimiento de Córcoles en Guadalajara, que contiene
uranio, vanadio, estroncio y bario. El riesgo de irradiación externa del uranio o del torio es
muy bajo, debido a que emiten partículas poco penetrantes, que se evitan simplemente
manteniendo la distancia o con una barrera física. Como medidas de seguridad se deben
ventilar bien las áreas de almacén34, con ventilación forzada en caso de ser necesario. Hay
que reducir al mínimo el contacto con las muestras radiactivas, usar guantes de látex o
nitrilo (ya que el algodón deja pasar la radiación), llevar bata de laboratorio y después no
olvidar lavarse las manos.
Es muy importante que se entienda que estas normas generales no son adecua-
das para ejemplares que emiten altos niveles de radiación, o cuando se guardan grandes
cantidades de minerales radiactivos, pues entonces el riesgo de irradiación externa es
elevado. En este caso los ejemplares deben almacenarse en cámara de plomo y estar con-
trolados por el Consejo de Seguridad Nuclear35.
33 La vida media de este gas es de 3.8 días. Durante este tiempo se transforma en polonio-218 radiactivo, también perjudicial
protección frente a la exposición a la radiación natural (BOE núm. 22; 26 de enero de 2012). El objeto de la Instrucción es
establecer criterios radiológicos sobre aspectos relacionados con la exposición a la radiación natural en lugares de trabajo.
35 Real Decreto 783/2001, de 6 de julio, por el que se aprueba el Reglamento sobre protección sanitaria contra radiaciones
ionizantes (BOE núm. 178; 26 julio 2001). Real Decreto 1439/2010, de 5 de noviembre, por el que se modifica el Reglamento
sobre protección sanitaria contra radiaciones ionizantes, aprobado por Real Decreto 783/2001, de 6 de julio (BOE núm.
279; 18 noviembre 2010).
Lámina 5.
Busca asesoramiento. Habla con las personas que han trabajado en esa colección
anteriormente, comprobarás que su ayuda es muy valiosa.
Recopila las hojas de datos de seguridad de materiales. Actualmente todo está dispo-
nible a través de Internet, pero también se puede solicitar a los delegados de prevención.
Acude a cursos específicos de prevención donde se traten cada tipo de riesgo ex-
haustivamente y, a su vez, forma y conciencia al personal a tu cargo o a tus compañeros
sobre su importancia. Insiste para que apliquen las medidas de prevención: a los nuevos
y a los veteranos. Y no te canses de repetirlo, especialmente a aquellas personas que por
su antigüedad en el centro ven con escepticismo la implantación de las nuevas medidas.
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Manipulación y montaje de
objetos etnográficos: retos y soluciones
Ana Tomás Hernández
Museo Nacional de Antropología
C/ Alfonso XII 68, C. P. 28014, Madrid
ana.tomas@mecd.es
Resumen: Las colecciones etnográficas, formadas por objetos pertenecientes a la cultura material
de distintos pueblos y comunidades indígenas, presentan una gran diversidad. Este es un factor
determinante a la hora de desarrollar estrategias de conservación preventiva para estos objetos, y
también en lo que se refiere a la gestión de sus movimientos.
Este artículo intenta destacar los aspectos comunes a estas colecciones, que derivan en unos proble-
mas concretos que deben tenerse en consideración. Atendiendo a estas características, a la función
original del objeto antes de su llegada al museo y a su naturaleza material, se plantean una serie de so-
luciones prácticas para la manipulación de objetos etnográficos. El marco ético vigente, y la relación
con las comunidades de origen, se convierten en dos pilares fundamentales de estas actuaciones.
Palabras clave: museos, objetos etnográficos, cultura material, conservación preventiva, manipu-
lación, almacenamiento, conservación indígena.
Introducción
El Museo Nacional de Antropología (MNA), como otros museos de temática similar, posee colec-
ciones etnográficas1 muy variadas en cuanto a la naturaleza de los objetos que las componen, su
historia material, su estado y necesidades de conservación, y también en cuanto a sus característi-
cas técnicas o formales.
Todos estos objetos, siguiendo las diferentes definiciones que de este tipo de patrimonio
hacen las organizaciones culturales y los textos normativos2, tienen en común su pertenencia a la
cultura material de distintos pueblos del mundo, incluyendo los pueblos indígenas.
1 El texto mantiene la terminología tradicional “colecciones etnográficas” y “objetos etnográficos”, si bien existe un interesante
debate en la actualidad sobre la manera más adecuada de referirse a estas piezas. El mejor ejemplo es el cambio de nombre
que se plantea para el Grupo de Trabajo del ICOM sobre Colecciones Etnográficas, dentro del Comité de Conservación.
http://www.icom-cc.org/54/document/ethnographic-conservation-newsletter-34-december-2012/?action=Site_Down-
loads_Downloadfile&id=1147. Acceso: 12 de diciembre de 2012.
2 Se hace referencia al patrimonio etnográfico en el texto de la Ley de Patrimonio Histórico Español (Título VI) o en la defi-
nición del Patrimonio Inmaterial de la Convención de la UNESCO de 2003 (art. 2.1), por mencionar documentos tanto de
ámbito nacional como internacional. Son interesantes los matices sobre pueblos indígenas y minorías que aportan la Carta
sobre diversidad cultural del ICOM (2010) y la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007).
Partiendo de que la definición del término “cultura material” se sigue discutiendo en círculos
académicos, y escapa al objetivo de este artículo, entenderemos por cultura material como todo el
patrimonio tangible, por tanto, objetos físicos, que es manifestación de la cultura desarrollada por
un grupo social. En este sentido, los objetos etnográficos son expresión y reflejo de usos y cos-
tumbres de diferentes pueblos; de ideas, conocimientos y técnicas (tradicionales o emergentes);
de representaciones y manifestaciones estéticas; de rituales, creencias y simbologías; así como de
una historia y un entorno natural y social inherente a estos grupos.
Todos los objetos que constituyen las colecciones etnográficas poseen, por tanto, una fuerte
carga espiritual y de identidad, específica para cada cultura.
La especial naturaleza de estas colecciones hace necesario que el museo que las alberga esté
preparado para incluir los aspectos mencionados en la toma de decisiones, lo que también afecta
a la conservación y, en definitiva, a la manipulación de estas piezas.
Figura 1. Cesta navajo (CE637). Junto al objeto se consigna la manera en que, por prescripciones simbólicas, debe volver
a orientarse la pieza en caso de ser manipulada y cambiada de posición.
De este modo, todo el personal interno e, idealmente, también los investigadores o visi-
tantes que vayan a tener contacto con las piezas, aun bajo supervisión, podrán resolver sus dudas
sobre cómo manipular correctamente las piezas.
De entre las problemáticas comunes a todos los objetos etnográficos, que deberán tenerse
en cuenta al elaborar esta guía, pueden destacarse las siguientes:
–– Se trata de objetos que se viven, de uso cotidiano. En algunos casos, incluso fueron re-
mendados o reparados por sus propietarios, para poder seguir siendo utilizados. Estas
reparaciones pueden no presentar la resistencia necesaria, y hacen necesarias mayores
precauciones durante la manipulación. Por otro lado, si algo se repite en manuales y tex-
tos sobre manipulación, es el cambio que se produce en el objeto al entrar a formar parte
de la colección del museo, y que se hace si cabe aún más patente en las colecciones etno-
gráficas. Un objeto utilitario deja de serlo, y un asa nunca más será un asidero, aunque nos
lo siga pareciendo, sino una zona delicada con la que deben aumentarse las precauciones
durante la manipulación3.
–– En muchos casos, se trata de piezas que transmiten valiosa información sobre su comu-
nidad de origen, que no podemos eliminar o alterar. Así, podemos encontrar pátinas de
uso que no pueden deteriorarse, mucho menos eliminarse durante el movimiento de la
pieza. Del mismo modo, algunos de los objetos pertenecen al mundo de lo espiritual,
por lo que es frecuente la presencia de depósitos de materia orgánica procedentes del
culto y las ofrendas. Estos restos deben mantenerse intactos, y no alterarse o perderse
por manipulaciones inadecuadas, ya que constituyen una fuente de información primaria
fundamental sobre el sistema de creencias de ese determinado grupo cultural (fig. 2).
–– Por último, cabe hablar de la naturaleza delicada de dichos materiales, en muchas oca-
siones debido a la técnica utilizada para su manufactura. Así, por ejemplo, pueden en-
contrarse materiales precariamente adheridos a la superficie del objeto, como es el
caso de una figurilla de la cultura bijago, recubierta con aplicaciones rituales de cáscara
de huevo y pigmento blanco; o de las policromías de las figuras kachina, a base de
pigmentos de colores con significados simbólicos. En ambos casos, estas sustancias se
aplican sin aglutinante y hacen necesaria la presencia de un soporte de manipulación,
pues el contacto con las manos, aun protegidas con guantes, puede hacer que se dete-
riore el objeto (fig. 4).
De cara a que la gestión de los movimientos tenga en cuenta todos estos factores, un nuevo
paradigma de conservación debe aplicarse necesariamente a la manipulación de colecciones et-
nográficas, y debe quedar reflejado en esta guía: la conservación indígena (indigenous curation).
Figura 2. Figura antropomorfa, cultura Figura 3. Figura o Bulol, ifugao, Filipi- Figura 4. Muñeca Kachina, hopi, área
bijago (CE11020). Presenta depósitos nas (CE2095), compuesto de materia- del Suroeste, 1900-1940 (CE19485).
orgánicos, procedentes de ofrendas les múltiples con requisitos diferentes Se coloca sobre un soporte de es-
durante su uso como objeto de culto durante la manipulación: madera, fibras puma (Plastazote®) para evitar tocar
por parte de la comunidad de origen. vegetales, pelo, partes móviles (ador- la capa pictórica, que presenta pig-
Fotografía: Miguel Ángel Otero. nos de metal, pipa), etc. Fotografía: Mi- mentos pulverulentos.
guel Ángel Otero
Los thangkas son pinturas religiosas, con una función devocional y didáctica. Su iconografía varía, aunque suelen repre-
4
sentar a deidades, o bien escenas narrativas. Tradicionalmente, eran realizadas sobre seda, y acompañadas de bordados
(aunque el cambio cultural hace que ahora puedan encontrarse impresas). Para favorecer el transporte, estas pinturas se
concebían para ser enrolladas. El MNA alberga ocho de ellas en su colección de Asia.
Otro ejemplo de esta cuestión en las colecciones del MNA podría ser la manipulación de
los tambores ñáñigos procedentes de Cuba, pertenecientes a la sociedad masculina secreta de los
abakuá. En el caso del tambor ekué, este solo puede ser tocado por el iyamba en el “cuarto de los
misterios”, donde se oficia en secreto, ya que representa la energía vital de los espíritus mayores
de este culto5. Si bien lógicamente no podremos esperar a que un ñáñigo manipule esta pieza cada
vez que el museo lo necesite, será necesario que exista un respeto hacia determinadas prescrip-
ciones. Idealmente, la institución debería entrar en contacto con los productores del objeto para
obtener asesoría en cuanto a la manipulación de estos objetos sagrados, cargados de simbología.
En otros casos, para facilitar el día a día de la institución, algunos museos, en colaboración
con las comunidades, llevan a cabo ceremonias para desacralizar los objetos y así permitir la ex-
posición y el trabajo museológico con las piezas. En última instancia, algunos objetos dejan de ser
objeto de preservación, para permitir el deterioro natural que se pretendió en la comunidad de
origen, como es el caso de algunos objetos funerarios (Flynn, 2001: 15).
Muchos de los objetos repatriados fueron tratados con pesticidas y presentan una alta toxici-
dad durante su manipulación (por ejemplo, pieles y tejidos pueden retener gran cantidad de pes-
ticidas o sustancias peligrosas, como arsénico). Por ello, dentro del programa se tiene en cuenta la
necesidad de proporcionar formación en el tema a las comunidades receptoras. Así, por ejemplo,
se estudia la aplicación de protocolos generales de control de plagas (Integrated Pest Manage-
ment), y también la gestión sostenible de los residuos sólidos de la manipulación de material con-
taminado (e. g. equipos de protección individual).
Aunque entre estas colecciones se incluyen también textiles, obras sobre papel, cerámicas o
marfiles; estos materiales pueden encontrarse en otros tipos de museos, por lo que no serán obje-
to de este texto. A fin de no solapar contenidos con otros ponentes, y centrarnos en materiales que
son más representativos de una colección etnográfica, se ha realizado una selección atendiendo a
aspectos funcionales (según el uso original que tuvo la pieza antes de entrar en el museo) o mate-
riales de los objetos, que condicionan su manipulación.
5 Para profundizar en esta cuestión, resulta interesante el libro de Fernando Ortiz, Los tambores ñáñigos, publicado por la
editorial Letras cubanas en 1994.
6 Si bien la Convención de la UNESCO de 1970 no recoge de manera explícita la cuestión de la restitución a las comunida-
des por cuestiones éticas, el preámbulo de este texto sí apunta que “los museos, las bibliotecas y los archivos, como insti-
tuciones culturales, deben velar por que la constitución de sus colecciones se base en principios morales universalmente
reconocidos”. De hecho, en los últimos años, desde la Dirección General de este organismo se han aplaudido las iniciativas
legales que permiten la repatriación de restos humanos a sus comunidades de origen.
7 Puede ampliarse información sobre el marco jurídico y el procedimiento de restitución en el sitio web de la Repatriation
nidos de la ponencia.
Manipulación según
la naturaleza funcional
Armas
Para evitar la corrosión del metal en el futuro, deberán elegirse los guantes más adecuados9.
Se evitarán siempre los de algodón, que pueden engancharse a la superficie irregular de un metal
con corrosión (CHM, 2007) o pueden deteriorar una superficie decorada y delicada (NPS, 2002).
Según un estudio de la Universidad de Queens, para evitar que se inicien procesos de oxidación
en la superficie del metal debido a la presencia de sulfuros o cloruros en los propios guantes, es
aconsejable el uso de guantes de nailon con dedos de poliuretano (Hoffman, 2009). Es imprescin-
dible asegurarse de que no se trata de dedos de cloruro de polivinilo (PVC), que sí podrían oxidar
el objeto (NPS, 2002). Del mismo modo, cualquier material en contacto con las piezas metálicas
deberá ser inerte y libre de ácidos, para no favorecer procesos de corrosión.
Por lo que se refiere a armas de fuego, debe revisarse que ninguno de los objetos que com-
pone la colección esté cargado y, aun habiendo realizado esta comprobación, usar el sentido co-
mún y, tal y como recomienda la bibliografía, manipular como si lo estuvieran. Así pues, jamás se
debe apuntar con ellos o colocar el dedo en el gatillo (White, 1995; Montgomery, 1999).
Las colecciones etnográficas, además, pueden albergar otro tipo de armas. Es el caso de los
dardos de cerbatana de la Amazonía, que figuran en la colección del MNA (fig. 5). Antes de mani-
pularlos, debemos asegurarnos de si la punta de los dardos está impregnada de curare, una pasta
obtenida a partir de distintas especies vegetales, que contiene una toxina natural que se utiliza para
inmovilizar a las presas, ya que es un potente inhibidor neuromuscular. Esta sustancia es altamente
tóxica por contacto o por ingestión, y mortal si llega al torrente sanguíneo10.
9 Sobre este tema, resulta muy interesante el Anexo dedicado a los guantes de la norma del CEN sobre embalaje de bienes
culturales (CEN, 2011).
10 Sobre la toxicidad del curare y las medidas preventivas que deben tenerse en cuenta durante la manipulación de dardos,
consultar la ficha de seguridad elaborada por Rose Kubiatowicz. Disponible en: http://havegloves.vpweb.com/upload/Cura-
reEMSDS2.17.09RK.pdf. Acceso: 18 de octubre de 2012.
Instrumentos musicales
Puesto que su función original era la de producir sonido, y como en muchas ocasiones fue-
ron manufacturados para ser portátiles, es común que los instrumentos sean ligeros, o de cons-
trucción fina y delicada, a pesar de poder presentar una apariencia robusta. Al mismo tiempo, su
acabado suele ser muy elaborado. Además, en algunos puntos, la pieza pudo ser sometida a fuertes
tensiones durante su fabricación (metales, plásticos, pieles), para así obtener formas concretas que
resultaran en la sonoridad adecuada. Por ejemplo, la lámina de latón puede ser propensa a fractu-
rarse en los llamados bordes de grano del metal (Barclay, 1997).
Por todo esto, son objetos que deben tratarse como los más frágiles del museo durante la
manipulación (Barclay, 1997). A fin de facilitar el proceso, es recomendable disponer de sopor-
tes rígidos para los objetos de menor tamaño, que permitan el acceso y el estudio sin necesidad
de tocarlos.
Como norma general, las partes móviles, como teclas, clavijas o boquillas, deberán fijarse al
cuerpo del objeto durante los desplazamientos.
Mecanismos
Muchos museos etnográficos cuentan entre sus colecciones con objetos pre y post-industriales
que presentan mecanismos internos imprescindibles para su funcionamiento: desde máquinas de
coser hasta balanzas o relojes (fig. 6).
Una adecuada conservación de estos objetos puede suponer, además, que puedan seguir
realizando su función, por lo que una cuidadosa manipulación es esencial. Para desplazar estos
objetos, sobre todo los de gran tamaño, son de aplicación las mismas metodologías que en otros
tipos de piezas, aunque es necesario aumentar la precaución para evitar vibraciones o golpes que
pudieran alterar o desalinear los engranajes, o bien desincronizar los mecanismos.
Quizá el caso más llamativo de esta tipología de piezas sean los relojes, por su variedad y su
complejidad constructiva. Para permitir su mantenimiento, y correcto funcionamiento, una mani-
pulación regular puede ser necesaria: dar cuerda, mover las manecillas, poner en marcha un pén-
dulo, etc. La limpieza del mecanismo y la maquinaria es recomendable anualmente, y es primordial
para asegurar su funcionamiento a largo plazo. Por este motivo, una adecuada manipulación es
imprescindible, o podríamos provocar daños irreparables al objeto (Moss, 2003).
Es habitual que, en colecciones con gran número de relojes exista una persona especializada
que se encargue de su mantenimiento y conservación, ya que no suelen ser de aplicación reglas
generales para distintos modelos.
Figura 6. Rueca de la colección de Europa, Alemania, 1925 (CE14550). Una incorrecta manipulación podría dañar el meca-
nismo que acciona la rueda o la trasmisión a través de la correa.
Encontramos distintos objetos realizados con piel en las colecciones etnográficas, fundamental-
mente indumentaria y recipientes, aunque también aparece formando parte de otro tipo de pie-
zas, como de instrumentos musicales o armas.
Lo habitual es que, por su origen, hablemos de piel de mamífero, pero también puede ser
de ave, reptil e incluso de pez. La parte de la piel que se emplea es la dermis, el llamado tejido
conjuntivo, formado hasta en un 90% por proteínas, en su mayor parte colágeno.
Para poder ser utilizada, la piel puede haber sido sometida a procesos de curtido, o sim-
plemente haber sido lavada y secada, lo que significa que nos encontramos ante características
diferenciadas que, por tanto, requieren de técnicas diferentes de manipulación (Dirksen, 2011).
Es el caso del curtido, con el que obtenemos una piel con una mayor resistencia, flexibilidad
y suavidad. El curtido permite estabilizar el colágeno, desnaturalizando la proteína mediante agen-
tes curtientes (minerales –sales de cromo–, aluminio, vegetales –taninos–), y transformándola en
cuero. De esta manera, se evita la descomposición de la materia (estas sustancias, al ser absorbidas
por las fibrillas de la dermis, se combinan con ellas, haciéndola insoluble e imputrescible) y, a veces
se le aporta color.
En muchos casos, los objetos llegan al museo tras un uso prolongado, por lo que la materia
de base puede presentar alteraciones, e incluso parches y remiendos realizados por sus propieta-
rios. Antes de mover estas piezas, deberemos asegurarnos de cómo afectará un movimiento a esas
zonas de tensión o debilidad.
La temperatura excesiva, la iluminación intensa y el paso del tiempo, con la consiguiente oxi-
dación de los taninos u otros aditivos, producen rigidez y contracción de las fibras que componen
la piel (NPS, 2002), dificultando su manejo. Cuando la piel o el cuero están rígidos o friables, no
es recomendable doblarlos, ni sujetar por los bordes durante la manipulación, ya que se podrían
crear roturas o grietas.
Por otra parte, el biodeterioro (tanto insectos como hongos) puede afectar mecánicamente
a la piel o al cuero, por lo que la manipulación de los objetos debe tener en cuenta la posible pér-
dida de resistencia estructural de la pieza.
Una causa extrema de deterioro es la podredumbre roja (red rot), un deterioro químico irre-
versible debido al contacto con dióxido de azufre y otras sustancias, que supondrá el agrietamiento
de las zonas afectadas y, en casos graves, la pérdida de resiliencia y la pulverulencia del cuero. Es
aconsejable no manipular bajo ningún caso las piezas afectadas por esta alteración, ya que el estrés
físico aumentará la degradación química (NPS, 2002).
La superficie de la piel, además, se araña fácilmente y, como es una materia muy porosa, se
aconseja siempre su manipulación con guantes para evitar manchas y abrasiones.
A la hora de levantar y mover estas piezas, sobre todo prendas pesadas de indumentaria, hay
que tener sumo cuidado para no tensionar las zonas de costura o los puntos de unión. Lo ideal es
que este tipo de piezas se almacenen en horizontal, sobre un soporte plano que servirá también
como soporte de manipulación para facilitar los desplazamientos.
La naturaleza proteica de la piel hace necesario el uso de materiales sin reserva alcalina (NPS,
2002). La elección del grosor del material, para evitar que el soporte se curve, dependerá del peso
del objeto. Un cartón corrugado, o una lámina de plástico corrugado (Coroplast®, un copolímero de
polipropileno) son buenas opciones. Si no disponemos de cartón neutro y estable, podemos intro-
ducir una lámina barrera de polietileno y nailon aluminizado (tipo Marvelseal®). En algunos casos,
las piezas deberán rellenarse con un material de acolchado, para así conservar su forma original12.
En el caso concreto del MNA, la mayoría de las piezas de piel procedentes del área de las gran-
des llanuras de América están decoradas con cuentas de vidrio o púas de puercoespín, por lo que hay
que tener precaución al manipularlas con guantes de algodón, porque se pueden enganchar a ellos.
Un interesante glosario de materiales para embalaje, almacenamiento y manipulación de piezas es el que propone PAC-
12
Plumaria
Los colores naturales se producen por dos procesos: químico o físico (Hill y McGraw, 2006).
El primero, se debe a la pigmentación de la pluma, es decir, a la absorción de luz de diferentes longi-
tudes de onda, según la naturaleza de pigmentos presentes en las plumas. El segundo, los llamados
colores estructurales, se generan por la interacción de la luz con los tejidos biológicos.
La degradación de las plumas durante la manipulación podría centrarse en dos factores: su-
ciedad y deterioro físico. Un procedimiento correcto juega un papel esencial para evitar los daños
producidos por estas dos causas (Doucet y Hill, 2001:152):
–– Deterioro físico: las pérdidas en la estructura iridiscente de las plumas alteran la colora-
ción; la abrasión superficial también puede producir la decoloración de los pigmentos. Por
otro lado, la manipulación incorrecta puede iniciar grietas en la queratina, que finalmente
provoquen deformaciones, fracturas o roturas totales de las plumas.
Así pues, a pesar de su resistencia intrínseca (tan útil durante el vuelo), las plumas son ex-
tremadamente frágiles. Simplemente tocándolas se pueden separar las barbas, también se puede
doblar o romper el cálamo y se puede erosionar la superficie del vexilo, que es lo que proporciona
el color e iridiscencia a la pluma. Por todo ello, hay que evitar tocarlas directamente.
Además, el vexilo puede quedar separado del soporte, sobre todo cuando las barbas han sido
separadas del cálamo para obtener efectos decorativos, o cuando han sido teñidas o pegadas a un
soporte secundario.
Por su parte, el plumón suele emplearse pegado y presenta muchos problemas a la hora de su
manipulación, ya que es fácil que se desprenda de la pieza, lo que obliga a idear soportes especiales
para desplazar el objeto (fig. 11). En la fabricación de bandejas, camas o soportes para objetos de
plumaria, se evitará el uso de espumas de polietileno en contacto directo con la pieza, ya que su
temperatura de fusión está muy por debajo de la de las plumas y, en caso de incendio, podría dañar
el objeto. Del mismo modo, las cargas estáticas de las láminas de polietileno (tipo Mylar®) por de-
bajo del 40% de humedad relativa podrían hacer que el plumón o las plumas se desprendieran del
objeto (NPS, 2002).
En cuanto a la coloración, ya desde los primeros estudios (Test, 1940), se apuntó que las dis-
tintas características químicas de los diferentes biocromos implicaban distintas propiedades para
Figura 10. Estructura macroscópica y microscópica de una Figura 11. Abanico, huron (CE8004), almacenado sobre un
pluma típica o de contorno. A partir de fotografía de Sami soporte de manipulación que evita tocar o deteriorar el plu-
Sieranoja, 2010 (CC) món y la piel completa de dos pájaros empleados como
decoración.
cada uno de ellos. Así, las plumas que cuentan con pigmentos de melanina serían más resistentes
que las que no los tienen (Bonser, 1995). Según esta teoría, la coloración tendría un papel mecáni-
co, es decir, que determinaría la resistencia a la abrasión, al desgaste y a la rotura13.
En el caso de los colores estructurales, las superficies responsables de producir los co-
lores, que pueden ser finas películas lisas o redes de difracción, están generalmente situadas
cerca de la capa exterior, por lo que son más susceptibles al desgaste y abrasión que los colores
pigmentarios.
Por ejemplo, en el caso de colores iridiscentes, si la manipulación del objeto altera la cur-
vatura de las bárbulas, los efectos producidos por la luz cambian, afectando al cromatismo de las
plumas. En el color no iridiscente, si los espacios de aire son alterados, lo mismo sucederá con
el cromatismo.
Por otro lado, en cuanto a la unión al soporte en el que se instalan las plumas cuando se
aplican enteras (incluyendo el cálamo), hay dos grandes técnicas que presentan muchas moda-
lidades: el amarre con cordón y el encolado.
Podría deberse a un mayor grosor de esta queratina melanizada, que afecta a la morfología de la pluma en su sección
13
transversal (determinando su resistencia a la flexión y a la rotura); o bien a la incorporación del pigmento en modo de grá-
nulos, lo que aumentará su resistencia a la abrasión y a la deformación.
Sin embargo, a día de hoy, la base mecánica para esta afirmación no ha sido todavía determinada. Otros autores, en publica-
ciones más recientes (Butler y Johnson, 2004), cuestionan estas afirmaciones, pues no existen evidencias experimentales, y
apuntan hacia la posición de las plumas como factor que debe tenerse en cuenta al hablar de resistencia y coloración.
Figura 12. Traslado con ayuda de un carro de varias piezas de plumaria, durante Figura 13. Tocado occipital o Lahetô,
la rotación de colecciones. karajá, área amazónica (CE12270),
colocado sobre una dolly para su tras-
lado desde el almacén a la sala de
exposición.
La mayor parte de las piezas de plumaria que se conservan en el MNA proceden de los
grupos indígenas de la Amazonía. Algunos de estos objetos se exponen en dos vitrinas dedicadas
al arte plumario. Como la exposición prolongada a la luz es muy perjudicial para este tipo de
piezas, altamente sensibles a las radiaciones lumínicas, el museo sigue una política de rotación
de colecciones para evitar la decoloración y la fotodegradación de estos objetos.
Las piezas se cambian cada seis meses, por lo que son las colecciones del museo que más se
“mueven”. Con las piezas pequeñas se procede como se ha explicado anteriormente, se colocan en
un soporte plano de cartón neutro y se transportan en un carro, en posición horizontal (fig. 12).
Con los grandes tocados el principal inconveniente es su gran volumen y delicada estructu-
ra, que impide encontrar cómodos puntos de agarre, tanto para una como para dos personas. Para
poder mover este tipo de piezas es imprescindible contar con un buen soporte, que se utiliza tanto
en la exposición como en el almacenamiento, a fin de minimizar la manipulación.
Para su diseño, es necesario reducir el peso al máximo sin comprometer su estabilidad, y fa-
cilitar un sistema que permita asirlo con facilidad. Nuevamente, la naturaleza proteica del material
hace necesarios materiales sin reserva alcalina (fig. 13).
Si las plumas forman parte de un objeto compuesto por otros materiales, se recomienda ma-
nipular tocando esas materias (objetos tridimensionales, como tocados o indumentaria) o sobre
un soporte o bandeja, para repartir el peso de manera regular (objetos bidimensionales).
En esta categoría debemos incluir cestos, pero también podrían aplicarse las normas generales a
alfombras, sombreros y objetos similares, todos ellos objetos realizados a partir de fibras vegetales,
y confeccionados mediante diferentes técnicas de tejido o enrollado, a base de elementos rígidos
o flexibles, o la combinación de ambos.
Todas estas piezas, por su condición de objetos de uso cotidiano, fueron muchas veces utili-
zadas a la intemperie –luz, humedad o sequedad extremas–, y, por lo tanto, sometidas a situaciones
de estrés físico. Por este motivo, suelen llegar a las colecciones en un estado de conservación que
no permite su fácil manipulación. La oxidación y la hidrólisis ácida de la celulosa pueden provocar
friabilidad en las fibras y, por tanto, fragilidad de la estructura.
La naturaleza del material, y la textura superficial propia de las técnicas de tejido, desaconse-
ja los guantes de algodón, porque pueden quedar residuos en la superficie del objeto.
Para manipular este tipo de piezas, suele ser adecuado mantenerlas en la posición prevista
cuando fueron manufacturadas. Además, es recomendable evitar asas y bordes (Illes y Denon,
2004), por lo que es preferible sujetar la pieza por la base y apoyar la otra mano en una de las
paredes del cesto. Aunque asas y bordes son zonas que en origen eran resistentes, pues durante
su manufactura se solía incorporar un sistema de refuerzo, con el uso y el paso del tiempo son las
partes que se deterioran en mayor medida y con mayor velocidad.
Las zonas donde no debe ejercerse presión, además de las partes con algún deterioro con-
creto, son aquellos puntos de las bases de forma irregular en los que la cesta ha apoyado todo su
peso durante largo tiempo (Clark, 1993). Su debilidad estructural puede suponer deformaciones
irreversibles, rasgados o incluso roturas, al ser sometidas las fibras a una ligera presión.
Como relleno puede emplearse, por ejemplo, una espuma de polietileno recubierta de tisú
o un tejido tipo Tyvek® (fibras de polietileno no estructuradas y termosoldadas, para evitar abra-
sión superficial). De esta manera, se evitan posibles deformaciones durante el manejo de la pieza.
En el caso de sombreros, el relleno puede servir como material de apoyo durante el almacena-
miento (Clark, 1988).
Un texto algo antiguo, pero todavía válido, sobre las distintas espumas disponibles en el mercado y las diferencias entre
15
Entre las colecciones de antropología física, disciplina que estudia al hombre desde un punto de
vista biológico y que fue el origen del MNA como institución, encontramos también restos huma-
nos. Su presencia en el museo hace necesaria una definición de qué son estos materiales y cuáles
son los requerimientos para su manipulación.
¿Qué entendemos por tanto por “restos humanos”? Atendiendo a la definición del Museum
Ethnographers Group (1994) y del DCMS (2005), englobaríamos dentro de este término a los
especímenes biológicos de la especie Homo sapiens, prehistóricos e históricos, conservados par-
cialmente o en su totalidad, así como los artefactos realizados a partir de estos restos, alterados
deliberadamente para la obtención de nuevos productos.
Si el respeto por la comunidad y la cultura de origen del objeto debe ser una máxima en la
manipulación de objetos etnográficos, en el caso de los restos humanos el marco ético se hace
imprescindible. Todas y cada una de nuestras actuaciones deben realizarse teniendo en cuenta la
Las momias son especímenes resultado de procesos de momificación (naturales –hielo, arena, ciénagas– o artificiales –dese-
16
cación, evisceración o embalsamamiento–), es decir, procesos mediante los cuales se consigue la preservación de las partes
blandas del organismo (tejidos, órganos internos) deteniendo o ralentizando el proceso natural de descomposición.
–– Antes de la manipulación
• Informe preliminar
Muchos de los daños existentes en este tipo de colecciones, tales como pérdi-
das, fracturas o erosión superficial, se producen de manera acumulativa debido a mani-
pulaciones incorrectas, a menudo ya durante su vida en el museo (Cassman, Odegaard,
Powell Eds., 2007: 32).
• Espacio de trabajo
Un aspecto muy importante que debe tenerse en cuenta si se trabaja con colec-
ciones de este tipo es señalizar, de forma bien visible, las zonas del almacén que siem-
pre deben tocarse con guantes, tales como escaleras, carros, tiradores de compactos
17 Por citar algunos: Código Ético del ICOM y de las diferentes asociaciones nacionales de Museos; Códigos de Conducta
profesionales (Museum Ethnographers Group, Institute of Archaeologists of Ireland); The Vermilion Accord on Human Re-
mains, WAC, 1989. Aunque muy necesario, no existe en España un texto marco sobre la cuestión de la presencia de restos
humanos y su gestión en museos y colecciones museográficas.
18 Recomendamos para el informe preliminar de material óseo el Capítulo 4 de Cassman, Odegaard y Powell (Eds), 2007,
“Condition Assessment of Osteological Collections”. Incluye asimismo un glosario de términos, que puede aplicarse a todo
tipo de colecciones de antropología física.
–– Manipulación directa
• Protección individual
Es imprescindible el uso de guantes, por tres motivos: higiene, respeto a los restos
y, en última instancia, prevención de posible contaminación de los especímenes, por
ejemplo, para un futuro análisis de ADN (Cassman, Odegaard, Powell Eds., 2007).
• Procedimientos
Figura 15, 16 y 17. Manipulación para identificación y estudio de material osteológico. Espacio y sistema de almacenamien-
to, con identificación de números de inventario. Área de trabajo con fichas, separada de la zona de estudio con especíme-
nes. Fotografías cedidas por el Dr. Antonio González-Martín (Facultad de Ciencias Biológicas, UCM), tomadas en el MNA en
el marco del Proyecto de Investigación “Atlas etnohistórico y topogenético de las Islas Filipinas” (HAR 2010-21063).
Para huesos largos, de naturaleza más resistente, como los de piernas y brazos,
se evitarán los extremos (epífisis), que presentan menos densidad y son, por tanto,
más frágiles. Las zonas de menor grosor, como los pedículos de las vértebras, se evita-
rán también como zonas de contacto. En el caso concreto de cráneos, no se introdu-
cirán los dedos en los orificios oculares, ni se asirán por los dientes, que podrían estar
sueltos, y se colocarán las manos de tal forma que la mandíbula inferior quede apoyada
durante el movimiento (figs. 15, 16 y 17). Durante el apoyo, se evitará ejercer presión
en dientes y zona occipital (Flynn, 2001).
Ver serie de ilustraciones sobre cómo manipular material osteológico en Cassman, Odegaard y Powell (eds.), páginas 54-57.
21
Para su realización, se deben estudiar las partes que pueden soportar, y repartir,
el peso del ejemplar, para posteriormente diseñar los distintos puntos de apoyo (ta-
llando espumas de alta densidad, resistentes a la deformación, y cubriéndolas con un
material suave que evite la abrasión).
Es importante pensar un soporte que pueda abrirse (Santos Varela, 2002). Por
ejemplo, un modelo similar a una tulipa, con laterales desplegables, que protejan el
cuerpo del polvo en caso de que no se conserve en una atmósfera de gases inertes libre
de partículas en suspensión, y, al mismo tiempo, permita la ventilación. Una adecuada
conservación preventiva (algo tan esencial como no permitir que el polvo se acumule
sobre el cuerpo), no solo evitará el biodeterioro, sino que también evitará manipulacio-
nes innecesarias para la limpieza.
Conclusión
A lo largo del texto hemos desarrollado procedimientos de manipulación e introducido materia-
les, siempre de acuerdo a los actuales estándares de conservación preventiva en museos. Todos
ellos, se establecen acorde a la fragilidad y naturaleza concreta de los objetos que componen las
colecciones etnográficas, e intentan ser accesibles a cualquier institución, sin importar los recursos
económicos o técnicos a su disposición.
y el trabajo colaborativo entre las instituciones con colecciones de tipología similar son también
fundamentales.
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Acceso: 8 de febrero de 2012.
La manipulación del material etnográfico sigue siendo un reto cultural y práctico que supera a
menudo las expectativas de cualquier museo, sobre todo en los que como el Museo Nacional de
Antropología de Madrid (MNA), poseen una colección tan variada en cuanto a materiales y locali-
zaciones geográficas.
Tan solo en Hawái y Samoa se sigue trabajando con corteza batanada. Algunos artistas aislados también utilizan este ma-
1
terial para otro tipo de obras. En África sigue viva y declarada en Uganda Patrimonio Inmaterial en el año 2008.
La bibliografía acerca del tema sigue esta misma lógica, es decir, los estudios se centran a me-
nudo en las prendas decoradas o asociadas a usos rituales (Kooijman:1972, 1963). Tan solo existen
algunos trabajos más detallados que se han ocupado del tema en la región de Luzón (Vanoverbergh:
1929; Kron-Steinhardt:1991), aunque el conocimiento del trabajo de corteza batanada en Filipinas
dista mucho de encontrarse bien documentado.
2 Agradecemos a Greta Hansen, y todo el equipo de Laboratorio de Conservación de Antropología de la Institución Smith-
sonian, su cálida acogida en el proyecto de Conservación Preventiva de la colección Wilkes de corteza batanada, en el
hemos tenido la oportunidad de colaborar. Este proyecto ha ayudado a entender mejor nuestra colección y ha aportado
ideas y soluciones para futuros planes en el MNA.
3 Colecciones de importancia y antigüedad similar existen actualmente solo en pocos museos (Volkenkunde en Leiden,
British Museum de Londres, Museo Nacional de Filipinas en Manila y Museo de Historia Natural de Washington DC. Son los
ejemplos más representativos). La crónica de nuestra colección está recogida en el Catálogo de la Exposición General de
las Islas Filipinas celebrado en Madrid en 1887.
La corteza se desprendía del tronco joven del árbol o, en el caso del balete, de las raíces
colgantes empleando un cuchillo. Posteriormente se separaba la corteza exterior (corcho) de la
interior, y se preparaba para ser batanada. El batanado o golpeado de la corteza se realizaba con un
mazo de madera o un cuerno de carabao sobre la corteza húmeda contra un tronco depositado en
el suelo a tal efecto. El proceso de batanado esencialmente liberaba los almidones o carbohidratos
solubles en agua contenidos en las fibras, los cuales formaban una pasta viscosa encargada de que
las fibras permaneciesen unidas en el proceso de extensión de la corteza (Quintanar-Isaías, A.,
López Binnqüist, C., y Vander Meeren, M.: 2008, pp. 41-42).
El instrumento fundamental del batanado era el mazo de madera maciza (gíkai, xikai), en
el cual podían tallarse incisiones, líneas verticales en zigzag u horizontales, que al final del proceso
quedaban marcadas en la corteza húmeda dándole una textura peculiar. Estas huellas del mazo
“grabadas” en la corteza son lo que los conservadores denominamos “marca de agua”, aunque este
4 Agradecemos al departamento de Antropología del Museum of Philippine People la información prestada a este respecto.
En Palawan todavía hacen bolsas de corteza de árbol procedente del Artocarpus o árbol del pan. En Barangay Concep-
ción, algunas familias batak aún hacen ropa de corteza a modo de souvenir según el informe de Goloubinogg, M., Draft
Report of Market Study, Center for International Forestry Research (CIFOR), University of the Philippines Los Banos (UPLB),
publicación en línea: http://www.cifor.org/lpf/docs/Palawan/3_8_Annex%207.%20Market%20Study%20Report_no%20
pics_formatted.pdf. Acceso: julio de 2012.
5 Los árboles de la familia ficus son llamados baliti o balisi por los ifugao, y balete por los tinguian. El nombre indígena balete
designa unas diez especies de ficus según Kron-Steinhardt, Ch. (1991:935). También se menciona la utilización de la corteza
de la Wikstroemia en Vanoverbergh (1929: 184).
6 La técnica de batanado de corteza de árbol está documentada en la isla del Luzón desde 1600, aunque probablemente
término tiene una acepción diferente respecto a la entendida en papel. Las piezas con “marca de
agua” son evidentemente más finas en grosor que las que no lo tienen y por tanto más frágiles en
la manipulación. Muchas cortezas tienden a rasgarse siguiendo las marcas de batanado.
Algunas fuentes documentan el hervido y fermentado de la corteza con el fin de hacerla más
dúctil para el batanado (Kron-Steinhardt:1991, p. 45). Este proceso podría ser similar al utilizado
en las Islas Célebes: la corteza de ficus se batanaba, hervía, lavaba en el río y dejaba fermentar un
número variable de días, para finalmente ser batanada de nuevo (Aragon, V. L.: 1991, pp. 37-39).
Una vez acabado todo el proceso, la corteza se podía cortar y coser en varias capas, como es
el caso de las chaquetillas o chalecos, e incluso llevar cosidas a su vez otras piezas de corteza de
diferente color o bien pintadas con pigmentos naturales generalmente de tonos ocres o negros.
Como algunos conservadores ya han hecho notar, existe una gran diferencia entre el estado
de conservación de la corteza batanada histórica de color oscuro respecto a la de color claro. El
color en principio depende de la especie arbórea de la que la corteza ha sido obtenida y de la can-
tidad de extractivos (taninos, ceras, resinas) contenidos en el floema secundario o corteza interior
empleada para hacer la indumentaria: el ficus da como resultado prendas más gruesas, de color va-
riable entre el siena oscuro, ocre rojo o amarillo, mientras que la morera del papel o Broussonetia
papyrifera produce prendas más blancas y finas. Sin embargo, ambas pueden haber sido teñidas,
lo cual genera problemas añadidos para su conservación. Según el conservador Daniels, se ha ob-
servado que las prendas más degradadas correspondían a una de estas dos categorías: cortezas de
color oscuro o negro, muy ácidas y con alto contenido en hierro, o bien cortezas de color rojizo
con bajo contenido en hierro pero ricas en taninos (Daniels, V.: 2001). Estos dos casos son los más
comunes en el MNA, y en efecto, algunos de los análisis muestran fibras ricas en hierro y arcillas,
aunque lo selectivo y escaso de la muestras no permite aún establecer una base de estudio para
determinar los componentes mayoritarios de las fibras de las piezas del MNA7.
Aunque estos dos factores son posiblemente algunas de las causas de la extrema fragilidad
de las piezas, aún no existe una respuesta clara que dé explicación a las causas de degradación de
la corteza batanada de coloración rojiza o siena oscura. Por una parte, existen otros elementos
presentes en el floema secundario o corteza interior como oxalatos o cristales que pueden influir
como catalizadores en la oxidación8. Además de esto, existen agentes aplicados a la corteza una vez
acabada, como perfumes vegetales (la corteza fermentada desprende un olor desagradable que
puede ser neutralizado) o aceites (que protegen la corteza del agua), que influirían negativamente
a largo plazo en la conservación de las prendas.
Estas piezas particularmente frágiles, en consecuencia, son a las que hay que prestar ma-
yor atención en la conservación preventiva. Nuestro objetivo en este artículo es proponer unas
pautas sencillas de manipulación y almacenamiento generales para la corteza batanada, y par-
ticulares respecto a las piezas mencionadas anteriormente, que puedan ser útiles en otras co-
lecciones. Hemos centrado nuestro interés en tres puntos esenciales: la manipulación directa
del material, su almacenamiento y soportes necesario para ello y finalmente, su manipulación
durante la exhibición.
7 Se realizaron análisis de tres piezas de coloración oscura con problemas graves de conservación (cat. CE7368, CE7373,
CE451). Agradecemos a Enrique Parra, del laboratorio LARCO, el trabajo realizado, así como los análisis llevados a cabo
por M.ª Dolores Gayo y Solenne Gaspard, del Laboratorio de Análisis del Museo del Prado.
8 El contenido de cristales, oxalatos y la medición de compuestos férricos y pH de las fibras, han sido los supuestos con los que
Scharff, A. (1996) ha trabajado para establecer las causas de alteración de la tapa hawaiana conocida como mamaki. Estos
mismos supuestos podrían tomarse en cuenta para el resto de la corteza batanada, haciendo especial énfasis en los taninos.
Manipulación directa
La manipulación directa de la indumentaria de corteza ha de tener en cuenta los dos factores de
riesgo principales de la corteza batanada: la gran porosidad de la fibra, y por tanto su amplia capa-
cidad de absorción de fluidos y sensibilidad a la humedad, y en segundo lugar la escasa flexibilidad
de la corteza oscura cuando la pieza alcanza un nivel elevado de deterioro y oxidación.
La alta porosidad del material, y en general de todos los objetos fabricados a partir de vegetales
cuyos componentes mayoritarios son la celulosa y la lignina, los hace más vulnerables a las acumu-
laciones de polvo y aumenta el riesgo de absorción de manchas. El agua es suficiente para provocar
una migración de tintes o sustancias intrínsecas de la fibra, que resulta en un daño irreversible.
La alta acidez, que deriva en una rápida pérdida de flexibilidad de la fibra, es casi un deno-
minador común en casi todas las piezas que conserva el Museo. Los pH de las cortezas oscuras
oscilan entorno a un 3,5 y un 4,59, y son piezas características específicamente de Filipinas, aunque
también las encontramos muy parecidas en la cercana Borneo. Son las que requieren una manipu-
lación más cuidadosa.
Algunas de las causas externas, o debidas a la manufacturación que producen un pH tan áci-
do son la presencia de taninos, debidos a tintes procedentes de productos naturales, y la presencia
de iones férricos procedentes de pigmentos aplicados a modo de decoración, como ya hemos
sugerido. Otros, como la aplicación de aceites y otras sustancias vegetales a modo de acabado, han
de ser considerados.
Es importante tener en mente estos factores de degradación para establecer una diferencia
entre las cortezas más degradadas y otro grupo de cortezas que sin embargo muestran un sorpren-
dente buen estado de conservación. Aunque también existen ejemplares oceánicos con problemas
de acidez –la tapa hawaiana aceitada o la tapa conocida como mamaki, por ejemplo (Firnhaber,
N., y Erhardt, D.,:1986)– en general, las cortezas blancas oceánicas conservan durante más tiempo
la flexibilidad, cosa que no ocurre con las filipinas. En términos generales, la corteza blanca de la
morera del papel y la corteza sin teñir son aquellas que más resistencia mecánica tienen y, por lo
tanto, pueden colocarse en cajones evitando las aristas del doblado mediante cilindros revestidos
de algodón, como veremos más adelante.
9 Los análisis de fibras y pH se realizaron en el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria (INIA). Agradecemos
a Juan Carlos Villar, José Luis Simón, José María Carbajo y Nuria Gómez, su ayuda desinteresada durante este proyecto.
Para la determinación del pH se utilizó un pHmetro Crison modelo digit 501, equipado con un electrodo Crison 5209, ade-
cuado para esos pequeños volúmenes de muestra.
10 Ver Daniels, V. (2001), pág. 5. Para la parte química y naturaleza de los componentes solubles e insolubles de la corteza ver
Para manipular y guardar una corteza de gran longitud que conserva la flexibilidad, utiliza-
mos un sistema de doblado que evita la arista del doblado. Pusimos un cilindro blando de fibra de
poliéster forrado de algodón (si no existe peligro de que la pieza quede enganchada) o un cilindro
de cartón neutro en el caso de que hubiera peligro de rotura de las fibras por rozamiento con el
algodón del soporte.
Hacer esto mismo con una corteza oscura altamente oxidada podría provocar una deforma-
ción difícilmente reversible e inmediata pérdida de fibras. En estos casos, la única solución es la
fabricación de un soporte interno a medida que se adapte a la pieza sin forzarla. Inevitablemente,
y sobre todo en las piezas tridimensionales de corteza batanada, no podemos estandarizar un tipo
concreto de relleno, pero existen algunas publicaciones sobre las que podemos tomar ideas para
hacer bases y rellenos a medida (Rose, C. R., De Torres, A. R., Eds.:1992). Por supuesto, la mejor
manipulación es la que procede de la correcta formación de la plantilla del museo, además de las
instrucciones específicas para investigadores y exhibición o rotación de ejemplares en vitrinas.
Almacenamiento y planificación
La conservación preventiva de la colección de corteza batanada del MNA se realizó conforme a una
previsión anual de manipulación tomando como referencia los movimientos de años anteriores,
el interés de los conservadores en este tipo de materiales, las futuras exposiciones, y finalmente
el estado de conservación de las piezas. Es lo que en el Museo hemos denominado Plan de Ma-
nipulación en Almacenes (Santos, F, Alonso, P., Morilla, C., Ruiz Jiménez, I.:2011) y que consistió
en este caso esencialmente en establecer el rol de la colección de corteza batanada dentro de los
programas del museo.
Su recolocación se realizó en compactos y cajones en plano con el fin de evitar la luz y el pol-
vo, que podrían afectar a algunos pigmentos delicados como la cúrcuma. Elegimos esta forma de
almacenamiento descartando el doblado, enrollado y el colgado de las prendas, por las razones que
explicaremos a continuación.
Doblar la corteza causa rotura de fibras y deformaciones irreversibles, como ya hemos comen-
tado. Algunas deformaciones son relativamente reversibles pero la mayoría de las piezas con alto
grado de oxidación no permiten un tratamiento con humedad controlada que devuelva la corteza a
su estado original, aun con una elevada humedad ambiental, lo cual tampoco era el caso en el MNA.
Aplicar localmente humedad para corregir una deformación implica igualmente pérdida de fibras,
con lo cual debe evitarse al máximo.
Enrollar las piezas añade indudablemente estrés a la fibra. Además, podría provocar el des-
prendimiento de algunos pigmentos aplicados de forma gruesa a pincel y, finalmente, podría
causar también deformaciones irreversibles.
Descartamos igualmente colgar las piezas en perchas, por muy buen estado de conserva-
ción en el que se encuentren, por añadir un estrés excesivo en la zona de los hombros en el caso
de los chalecos, y en realidad de cualquier otra pieza.
La opción más viable parece ser al almacenamiento en plano con soportes interiores y ex-
teriores para la indumentaria tridimensional. Para las piezas de color claro de gran longitud, es
aconsejable el ya mencionado sistema que consiste en el doblado evitando aristas. Los cajones
ideales deben tener una base o bandeja de fibra textil en su fondo con el objetivo de que exista
la mayor ventilación posible.
Las cortezas oceánicas que hemos mencionado anteriormente (kapa o tapa) procedentes
de Polinesia (Hawái, Fiji, Samoa, etc.), que conservan otros museos, son esencialmente grandes
superficies planas de corteza batanada y decorada que no plantean problemas en cuanto a su
lectura versus almacenamiento, puesto que su uso y la forma de almacenamiento coinciden.
Estas grandes superficies fueron realizadas para verse en plano desde el suelo o bien en vertical.
Este no es el caso de piezas filipinas, que aún conservan la forma del cuerpo que las utilizó
y así deben ser almacenadas. Las bandas de cabeza o las fajas que guardan la forma del contorno
de la cabeza o el diámetro de la cintura, han de ser manipuladas intentando conservar esta forma
por ser parte fundamental de la información que la pieza brinda al espectador o al investigador.
Con esta idea se hicieron cajas que permitiesen un almacenamiento individual y la vez un apila-
miento, evitando perder la “deformación” de la corteza.
Otro aspecto interesante que debe tenerse en cuenta para la correcta manipulación en
el almacén es el material de envoltura que favorece un contacto indirecto entre las manos y la
pieza. Debe utilizarse tisú neutro con el fin no manchar la fibra y separar unas piezas de otras
para evitar migraciones de acidez. La cuestión de la reserva alcalina en este tipo de materiales,
aunque generalmente es recomendable, ha de considerarse cuidadosamente pieza por pieza de-
bido a posibles añadidos y cosidos en la corteza, así como sustancias impregnadas. En general,
las precauciones deben ser parecidas a las que aplicamos para el papel y el pergamino con un
rango de pH entre el 7,0 y el 8,5.
La corteza debe estar además completamente aislada de otro tipo de materiales como la
seda, la cual es naturalmente ácida, o la lana, que emite componentes sulfurosos que pueden
afectar negativamente a la corteza.
Finalmente, añadiremos lo que es común a otras muchas piezas en el almacén: las tarjetas
o signaturas antiguas de papel o cartón ácido deben aislarse con film de poliéster para evitar el
contacto con la corteza y, por supuesto, estar visibles de forma que no haya que mover excesiva-
mente el material para una simple identificación. Las instrucciones de manejo que mencionába-
mos anteriormente pueden recordarse brevemente en los compactos con una cartela.
Exposición
Como es sabido, la exposición de objetos etnológicos implica siempre un riesgo extra para su con-
servación porque las condiciones de sala pueden acelerar el deterioro de las piezas debido a la luz, la
humedad y, por supuesto, la manipulación. En el caso de la corteza batanada existen estándares de
conservación a los que añadiremos algunas matizaciones (Verner J. E., y C. Horgan, C. J.:1979, p. 31.).
La corteza rojiza y oscura, con una gran carga de componentes férricos, es extremadamente
sensible a la radiación ultravioleta y una exposición continuada acelera extraordinariamente el grado
de deterioro. La figura 4 corresponde a la parte posterior de un chaleco del s. xix, una pieza utilizada
por los hombres de la cordillera filipina para tareas diarias. La parte decolorada fue afectada por la luz
solar, de ahí la violenta diferencia cromática entre una zona y otra.
Aunque es un caso extremo de degradación debida a los rayos ultravioleta, lo cierto es que las
precauciones en la exposición de objetos de corteza batanada deben ser las mismas que las que to-
mamos con los documentos gráficos antiguos. Por tanto los luxes de exposición deben ser alrededor
de 50, y por un tiempo limitado.
La temperatura y humedad que han de tener estos materiales, como siempre, no pueden
ajustarse a parámetros rígidos. Los factores de degradación que mencionábamos anteriormente, las
necesidades del material y una tabla de humedad relativa (HR) y temperatura a la que ha estado so-
metida la pieza durante su almacenamiento y los efectos adversos o beneficiosos que ha generado,
deben ser las guías para establecer estos parámetros. En el caso del MNA, un 45% de HR y 22 grados
centígrados son los parámetros utilizados en esta colección.
Los soportes de exposición de la corteza batanada, más que en ningún otro material, tienen un
carácter eventual y no son una opción para el almacenamiento, no pueden ser reaprovechados. La
manipulación en uno y otro contexto es muy diferente, y la exposición de una corteza batanada debe
considerarse como algo especial.
Los chalecos, faldas y fajas de nuestra colección, son piezas altamente degradadas que no de-
ben exponerse focalizando la tensión de la corteza en un lugar concreto, por ejemplo en la zona de
los hombros, en el caso de los chalecos al utilizar un maniquí. El tipo de degradación causada por
una exhibición semejante en una pieza de color rojizo u oscuro, no sería visible en la primera semana
de exhibición, pero probablemente al cabo de un mes veríamos desprendimientos de virutas y un
comienzo de rasgado o deformación en la zona de los hombros.
Sin embargo, las chaquetas de corteza blanca no tratada y reforzada con hilos de corteza tren-
zada o de algodón, posiblemente podrían resistir en exposición un tiempo considerable.
En lo concerniente a los soportes de exposición, lo mismo dicho para el almacén podría ser
aplicable aquí: como base o incluso en la misma vitrina de exhibición, deberían evitarse la seda y la
lana. La base más recomendable es el algodón tratado de trama tupida, con el fin de impedir que las
virutas se enganchen. Una opción válida a considerar sería la tela sintética de poliéster, y es aconse-
jable el doble soporte durante la exposición: una base de exhibición y otra de manipulación (o asa)
que se acoplen y eviten al máximo movimientos innecesarios de manipulación.
Las preguntas: cuánto tiempo puede estar expuesta una corteza o cómo se deciden los límites,
deben responderse conforme un estudio previo en el laboratorio de conservación. Lo ideal es tener
matrices de estos materiales, como ahora veremos, y hacer una comparativa de laboratorio porque,
a diferencia de otros objetos, la corteza batanada necesita más estudios en el campo de conservación
que permitan establecer el comportamiento de este material respecto a los agentes de deterioro.
La figura 5 de los cajones de almacenamiento muestra también una maqueta para soporte
expositivo, que constituye al mismo tiempo una prueba de cómo podría afectar a la flexibilidad
de esta corteza blanca el hecho de colocarse siguiendo la forma de la cintura femenina. El soporte
está realizado de espuma compacta de polietileno y sujeto con cintas de algodón neutro sin forzar
el acoplamiento, intentando reproducir la cintura de su dueña.
La razón que nos llevó a elegir cortezas de este tipo para realizar pruebas fue intentar dar res-
puesta a la pregunta metodológica más importante que debemos hacernos antes de exponer una
pieza de indumentaria de corteza batanada. ¿Podemos exhibir una corteza tal y como fue utilizada
en origen con el fin de facilitar la lectura antropológica y funcional de la pieza? ¿Admite la fragilidad
de estas piezas poder exponerlas de este modo? Este problema es común a muchas colecciones
de antropología material y debe decidirse junto con el conservador, historiador o antropólogo a
cargo de la colección.
Figura 4. Parte posterior de un chaleco de corteza bata- Figura 5. Modelo de almacenamiento de piezas de corteza
nada. La imagen muestra la decoloración producida por la en buen estado de conservación, con soportes que eviten
exposición a la luz solar de la zona izquierda. Fotografía de arista de doblado. Modelo de soporte-matriz para bolsa de
la autora. cintura. Fotografía de la autora.
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La manipulación de fotografía
y otros registros sonoros y audiovisuales
Ana López Pajarón
Departamento de Documentación
Museo Nacional de Antropología
C/ Alfonso XII 68, C. P. 20014, Madrid
ana.lopezp@mecd.es
Durante muchos años, las líneas de actuación en materia de conservación de gran parte de orga-
nismos e instituciones culturales estuvieron dirigidas hacia las obras de arte, arqueología y monu-
mentos, de forma que los archivos impresos, mapas, libros, fotografías y películas custodiados en
estos lugares quedaron relegados a un segundo plano.
No fue hasta los años 60 cuando resurgió el interés por los archivos y bibliotecas, paralela-
mente al reconocimiento de su importancia como fuente de información. A partir de entonces,
estas instituciones comenzaron a hacer grandes esfuerzos por la conservación de sus coleccio-
nes y se establecieron programas centrados en conservar y preservar estos materiales (Vaillant y
Valentín: 1996).
Puesto que la manipulación del papel ya se ha tratado en otro artículo de esta publicación,
este se va a centrar en la manipulación de la fotografía y de otros registros sonoros y visuales, com-
prendidos dentro de la expresión materiales de archivo (Bello, C. y Borrell, A.: 2002) que, junto
con otros materiales como libros o documentos, conforman el cuerpo del fondo documental.
Materiales
Las colecciones fotográficas forman un fondo especial dentro de archivos, bibliotecas y museos.
Y sus problemas de conservación y manipulación también son un caso especial, pues se debe
buscar la estabilidad química, física y biológica de todos los elementos que componen el registro.
Conocer y acceder a esta destacada fuente documental y artística puede resultar una tarea larga
y difícil, puesto que las colecciones pueden estar compuestas por fotografías obtenidas mediante
diferentes técnicas y soportes. No obstante, al igual que ocurre con el resto del patrimonio cultural
y artístico, es un deber de los profesionales de hoy conservarlo, facilitar su acceso y transmitirlo a
las generaciones futuras.
En este sentido, aunque la durabilidad de las imágenes obtenidas por la acción de la luz fue
una preocupación constante desde los pioneros de la fotografía, no ha sido hasta los últimos años
cuando la demanda de información relativa al cuidado y manipulación de fotografías históricas se
ha incrementado notablemente.
La consulta, el uso y, como consecuencia, la manipulación, tanto del personal como de los
usuarios, resultan nefastos para el material de archivo, pues afectan directamente la vida útil de
las colecciones. La falta de precaución en la manipulación y un uso excesivo constituyen un serio
problema para la conservación del material de archivo, puesto que gran parte del deterioro físico
que se puede observar en él se produce durante estas acciones.
Otro riesgo importante son las huellas dactilares o grasa procedente de los dedos, deposita-
da en la superficie de las fotografías, pues tiene consecuencias múltiples: puede suponer el inicio
de reacciones químicas producidas por la propia grasa o por elementos que resulten atraídos y
fijados por ella, así como ser fuente de nutrientes para muchos microrganismos, por lo que supo-
nen un riesgo biológico. También puede producir el efecto contrario y “proteger” de las agresiones
ambientales externas.
Estas acciones, que afectan a la vida de los registros, dependen del conocimiento de los com-
ponentes de la estructura morfológica de los originales y la precisa evaluación de cómo cada uno
de ellos influye en su permanencia, aspectos que son, por ello, esenciales.
Para realizar una correcta manipulación, hay que tener en cuenta la fragilidad de la imagen
fotográfica, la diversidad de factores que afectan a su estado de conservación y la frecuencia y al-
cance de los deterioros que presentan los materiales fotográficos.
Por este motivo, es esencial llevar a cabo una identificación y evaluación de fotografías, en las
que se deberán considerar las características físicas de las mismas, teniendo en cuenta el procedi-
miento de obtención y su estado de conservación. Las imágenes fotográficas se obtienen mediante
procesos físico-químicos y su estructura es compleja, estas dos cuestiones inciden en su perma-
nencia y estabilidad.
El primer paso será por tanto conocer la composición de las imágenes. Una fotografía consta
de tres partes diferentes:
–– El soporte, que puede ser de vidrio, metal, película plástica, papel o papel con recubri-
miento de resina.
Existen diversos soportes fotográficos (Fuentes, 2008), como papel, vidrio, metal, plásti-
cos transparentes e incluso otros como cerámica, marfil o textiles. Igualmente, hay diversidad de
emulsiones fotográficas: colodión, albúmina, gelatina, etc. o sin emulsión, y de tipos de imágenes
finales usadas en fotografía: amalgama de mercurio y plata, plata de revelado físico, plata fotolítica,
plata filamentaria, hierro, platino, paladio; y pigmentos, tintes preformados, tintes cromógenos1.
A esto habría que añadir la multitud de elementos asociados a las imágenes fotográficas que
complican las estructuras anteriores y su estabilidad: materiales utilizados para la protección de
los registros (estuches, tisúes); baños de cobertura empleados para aumentar la permanencia de
los artefactos; los aportados, como la aplicación manual de color, caligrafías manuscritas, barnices.
Aunque de alguna forma están incluidas en lo anteriormente mencionado, hay que recordar
que cualquier consejo sobre cuidado, almacenamiento y manipulación de fotografías es aplicable
a las impresiones digitales (impresiones o positivos producidos por una impresora de imágenes
digitales), obtenidas por diversos procedimientos2. De hecho, las impresiones digitales son, según
el National Film & Sound Archive of Australia (2010), más susceptibles a los efectos negativos de la
luz, el aire y la humedad, por lo que debe tenerse especial cuidado de mantenerlos a salvo de es-
tos elementos. Igualmente son susceptibles a las huellas dactilares, adhesivos, presión, se pueden
doblar3. Existen varios tipos de impresiones digitales que tienen superficies muy sensibles y pue-
den sufrir fácilmente abrasiones, arañazos y otros daños físicos si no se manipulan con cuidado.
De hecho, las abrasiones son un problema más severo para las impresiones digitales que para los
materiales empleados en la fotografía tradicional. Estas abrasiones pueden ser provocadas por los
sistemas de almacenamiento, así como por una manipulación inapropiada. Al igual que ocurre con
la fotografía en soportes tradicionales, los daños físicos causados a las imágenes digitales durante
su manipulación son generalmente irreversibles.
1 A. Fuentes (2008) aporta ejemplos de los distintos soportes fotográficos, emulsiones y tipos de imágenes
2 Jürgens, Martin C. (2009): pp. 226-227, 247, 250.
3 Idem
Además de la fotografía, los registros sonoros y audiovisuales son cada vez más habituales en ar-
chivos, bibliotecas y museos, y también requieren unos sistemas de almacenamiento y unos criterios
de manipulación específicos. La información que contienen podría perderse si un soporte se daña
debido a malas prácticas de almacenamiento y manipulación. Este tipo de material tiene una vida cor-
ta, aunque su naturaleza permite que se reproduzca en otro soporte cuando está muy deteriorado.
En cuanto a los registros sonoros, la fijación del sonido sobre un soporte hace pasar el so-
nido del estatus de vibración acústica impalpable al fonograma. Desde 1877, el registro sonoro ha
tomado muchas formas y, por este motivo, las colecciones de audio están formadas por una varie-
dad de materiales amplia, aunque los más comunes son los discos y las cintas. Las colecciones más
antiguas pueden incluir también cilindros de cera.
Los cilindros son uno de los primeros soportes utilizados para registrar el sonido. En princi-
pio estaban realizados en cera, animal o vegetal, y a partir de 1893 en celuloide. En cualquier caso
deben ser manipulados con cuidado.
Por otra parte, la forma más común de registros de audio encontrados en bibliotecas, archivos
y museos son los discos de larga duración con microsurcos (12 pulgadas, 331/3 rpm y 7 pulgadas, 45
rpm), generalmente prensados en cloruro de polivinilo, o los discos de goma laca de 78 rpm.
Los primeros discos de goma laca datan de la última década del siglo xix, y se utilizaron
hasta los años 50, cuando fueron gradualmente remplazados por los discos de vinilo. Incluso bajo
condiciones de almacenamiento adecuadas, la goma laca de estos discos sufre un debilitamiento
lento y progresivo, que se acelera con niveles de humedad elevados. Este debilitamiento produce
un polvo fino que se desprende cada vez que se toca el disco, eliminando información que se en-
cuentra en los surcos.
Los discos de vinilo han sido utilizados desde la década de 1950 hasta la actualidad. Aunque
el vinilo es estable, su vida no es indefinida. Los discos de vinilo están hechos de cloruro de polivi-
nilo (PVC), que se degrada químicamente al ser expuesto a los rayos ultravioleta o al calor.
Los discos de acetato son los utilizados para grabaciones instantáneas en los años 30. Duran-
te la 2.ª Guerra Mundial, la base del disco podía estar hecha de aluminio o de vidrio. Incluso algu-
nos discos de acetato tenían la base de cartón; esto ocurría especialmente en el mercado de “gra-
baciones caseras”. La base se cubría con una laca de nitrocelulosa plastificada con aceite de ricino.
En general, los discos de audio son un medio resistente, y los discos de principios de la
década de 1900 se pueden escuchar todavía. No obstante, como todos los materiales de archivo,
investigadores y personal deberían utilizar solamente copias, no originales.
Los daños por uso más habituales en el caso de los discos de audio son las abrasiones, los
bordes picados, los surcos desgastados o discos rotos. Se debe tener especial cuidado con los dis-
cos de aluminio, pues son muy maleables y, si se reproducen con agujas duras, se pueden destruir
los surcos.
Dentro del apartado de medios magnéticos se encuentran las cintas magnéticas (registros de
audio y video en casetes, cintas de audio y computación en carretes, disquetes de computación,
etc.), que están hechas habitualmente de una fina capa magnética de cromo u óxido de hierro,
unida con un adhesivo a una película más gruesa de poliéster. La capa magnética es la encargada
de grabar y almacenar las señales magnéticas que se escriben en ella. Como la información se al-
macena en las cintas magnéticas según patrones creados por las partículas magnetizadas, cualquier
pérdida o desajuste del óxido magnético provoca una pérdida de información.
Los formatos de cinta de audio magnética más habituales en las colecciones de museos y
bibliotecas incluyen cintas de audio ¼, casetes y DAT4.
Las cintas de casete son mucho más delgadas y débiles que las cintas de carretes, y su promedio
de vida útil es muy corto. Se recomienda utilizar cintas de carrete para una conservación a largo plazo.
En cuanto a los videos, desde comienzos de la década de los 50, han existido más de 40 for-
matos, los cuales han variado en tamaño, velocidad y en la forma de sostener la cinta. Desde los
años 50 se han creado diversos formatos analógicos: Betamax, VHS, U-matic, 8mm.
Como todos los medios magnéticos, los videos y las cintas de audio tienen una vida corta y
sufren igualmente por el uso y los problemas de deterioro natural que afectan a estos medios. Las
cintas pueden presentar, entre otros daños, deterioros en los bordes, cintas dobladas (si la caja es
inapropiada), cintas rotas o desmagnetización.
Las colecciones de audio y video requieren, por tanto, un cuidado y manejo especial, para
asegurar la preservación de la información grabada. La vida útil de las cintas depende de la calidad
de la caja, de la calidad de la grabación y de las condiciones de almacenamiento. En cualquier caso,
la información que debe ser conservada indefinidamente es necesario transcribirla periódicamen-
te desde los antiguos medios a los nuevos, no solo porque los medios no son estables, sino porque
la tecnología de grabación puede convertirse en obsoleta.
Para conservar los registros realizados sobre banda magnética, se deben cumplir tres condi-
ciones básicas:
El DAT o Cinta de Audio Digital, (del inglés Digital Audio Tape) es un medio de grabación y reproducción de señal desarro-
4
llado por Sony a mediados de 1980. Fue el primer formato de casete digital comercializado y en apariencia es similar a una
cinta de audio compacto. Como muchos formatos de video casete, un casete DAT solo puede ser grabado por un lado, a
diferencia de un casete de audio análogo compacto.
Por todas estas cuestiones, el uso de medios magnéticos para grabar y almacenar informa-
ción textual y numérica, sonido e incluso imágenes supone, según Van Bogart (1995), nuevas opor-
tunidades y retos en relación con su conservación para los bibliotecarios y archiveros.
Por último, nos referiremos a los medios ópticos, que se han utilizado de forma comercial
desde principios de los años 80. Son medios que utilizan la tecnología de la luz (en concreto, luz
láser) para la recuperación de la información. El láser lee y escribe datos empezando desde el cen-
tro del disco y continúa en espiral hacia el borde exterior.
Estos medios, en concreto los CDs y DVDs, se han convertido en un formato popular para la
grabación y el almacenamiento de contenido digital, pues permiten un acceso y distribución de la
información más fácil y rápida, así como proporcionan mayor capacidad.
Los discos láser aparecieron en 1978. El CD-ROM está en uso desde 1985 y posteriormente
llegaron el CD-R y el DVD.
Los discos láser generalmente son discos de vidrio o plástico de 12 pulgadas (30 cm).
Los CD-ROM (Disco Compacto- Lee Solo Memoria) se originaron a partir del disco compac-
to de audio que apareció a mediados de los años 80, por lo que sus dimensiones físicas y caracte-
rísticas son las mismas.
En cuanto a los discos CD (disco compacto) y DVD (disco de video digital o disco digital
versátil) existen tres tipos básicos: memoria de solo lectura (ROM), de escritura única (RAM), y
borrable (R), y cada uno utiliza un material diferente en la capa de datos (aluminio moldeado, tinte
orgánico o película con cambio de fase, respectivamente).
Según F. R. Byers (2003), el deterioro medioambiental es solo uno de los retos de la preser-
vación de este material. Una amenaza potencialmente más inmediata es la obsolescencia tecnoló-
gica, que se ha convertido en el principal problema para preservar los medios digitales y ópticos.
Los avances tecnológicos convertirán a los actuales discos ópticos en obsoletos dentro de unos
años. Si el software que se utiliza actualmente deja de estar disponible, será necesaria una migra-
ción para poder acceder a la información. Las películas y el papel son mucho más estables en este
sentido, pues el lenguaje humano no cambia tan rápido como el software, el hardware de un orde-
nador o el formato de los medios.
Por estos motivos, archiveros y bibliotecarios ponen un gran énfasis en preservar el con-
tenido de los medios digitales a largo plazo, a la vez que asegurar su usabilidad diaria. Entre sus
mayores retos están asegurar la disponibilidad del contenido digital de sus colecciones y mantener
el sistema de almacenamiento lo más parecido al original hasta que el contenido no sea necesario
o se migre a una tecnología más moderna pues el sistema ha quedado obsoleto.
Aunque los fabricantes aseguran que los CD pueden durar hasta 200 años (Tapic, 2001),
estudios independientes advierten que la vida de los CD dependen de las condiciones de almace-
namiento, la manipulación y la estabilidad de sus componentes.
Los daños más habituales de estos materiales son las abrasiones superficiales y la suciedad.
También las etiquetas y la tinta de los bolígrafos pueden dañar la capa protectora. Cualquier ele-
mento en la superficie de un disco óptico que impida al láser centrarse en la capa de datos puede
resultar en la pérdida de datos mientras el disco es leído (huellas dactilares, manchas, abrasiones,
suciedad, polvo, disolventes, humedad y cualquier otro material extraño). Doblar al disco por cual-
quier medio, por ejemplo al sacarlo de la caja o al colocarlo en ella, también puede dañar el disco,
causando tensiones.
Otro grupo de materiales que se pueden encontrar en instituciones culturales son las películas.
Desde la década de 1890, los fabricantes han creado una amplia variedad de películas cine-
matográficas, para responder a las necesidades de los usuarios (National Film Preservation Foun-
dation, 2004).
Todas las películas cinematográficas tienen la misma estructura básica; están compuestas de
dos capas, una de emulsión de gelatina muy fina, y una capa fina de plástico, que le da soporte. La
emulsión lleva los materiales fotosensibles, formando la capa de creación de la imagen, y contiene
diminutas partículas de plata que forman imágenes en blanco y negro, o capas de tintes de color
que forman imágenes en color. Todos estos materiales se deterioran de diferentes maneras, sin
embargo, las recomendaciones para su conservación son prácticamente las mismas5.
A lo largo de la historia de la cinematografía, los fabricantes han utilizado tres tipos de plás-
tico transparente para la confección de los soportes de las películas6. El primer material plástico
artificial utilizado como soporte fue el nitrato de celulosa, un material dotado de grandes cualida-
des mecánicas y ópticas, pero inestable y altamente inflamable, que se fabricó entre 1889 y 1951, y
se utilizó entre 1900 y 1939. Los soportes de las películas más modernas suelen ser de acetato de
celulosa (reemplazó al nitrato desde 1939) o poliéster (plástico sintético utilizado a partir de los
años 50) y se consideran “películas de seguridad” porque contienen inhibidores en la base para
evitar que esta arda (National Film & Sound Archive, 2008).
El repertorio de películas tiene diferentes anchos, creados para distintos mercados. El ancho
se mide de borde a borde y se expresa en milímetros. Para cada ancho de película, hay un equipa-
miento concreto. Los pasos7 de películas más habituales son 8mm (Regular 8mm y Super 8mm,
introducido en 1932 para las películas caseras), 16mm (introducido en 1923 para el mercado edu-
cativo y doméstico) y 35mm (usado desde 1893 y hasta hoy en día en cine comercial).
5 Ver más información sobre procedimientos de color en Del Amo, Alfonso (2007).
6 Ídem.
7 Ídem.
Las películas pueden dañarse fácilmente, incluso cuando están en buenas condiciones. Estos
daños pueden deberse al uso, tanto por personas como por las máquinas. Entre los problemas
más habituales que pueden presentar las películas están la descomposición y degradación de los
soportes, la contracción y pérdida de elasticidad y adherencia de la película, roturas (que afectan
a la continuidad de la película), lesiones en perforaciones y bordes (que afectan al arrastre de la
película), así como rayas y manchas (Del Amo, 2007).
Almacenamiento
En estrecha relación con la manipulación, ya que influye considerablemente en la forma de reali-
zarla, están los sistemas de almacenamiento.
Aunque se trata de materiales muy variados, y después especificaremos si existe alguna me-
dida concreta para materiales determinados, existen una serie de recomendaciones sobre el alma-
cenamiento comunes a todos ellos:
El papel y el cartón deben cumplir con una serie de criterios (Boadas et alii: 2001),
en los que profundiza uno de los artículos de estas actas. Estos materiales permiten la ano-
tación con lápices de grafito; su opacidad es una buena barrera para prevenir la exposición
innecesaria a la luz. Por otro lado, absorben más agua que las fundas de plástico, son más
fáciles de ensuciar y, al no ser transparentes, implican una mayor manipulación de la foto-
grafía e incrementan los riesgos de deterioro de carácter mecánico al obligar a meter y sacar
el registro para cualquier comprobación.
De este modo, el papel con reserva alcalina se recomienda para proteger registros frá-
giles y/o montados en soportes secundarios acidificados; para negativos al colodión, nega-
tivos al gelatino-bromuro, negativos al nitrato de celulosa, ambrotipos, ferrotipos, papeles
de revelado B/N, positivos en papel sobre monturas ácidas. Y el papel neutro para calotipos,
negativos en color, papeles a la sal, papel a la albúmina, cianotipos, positivos color sobre
papel. En caso de duda, se debe usar siempre papel neutro.
Por otra parte, los materiales de los envoltorios plásticos también deben cumplir
con unos criterios (Boadas et alii., 2001): ha de ser estable y elaborado sin plastificantes
ni compuestos de vinilo porque reaccionan rápidamente en contacto con otros materia-
les. La superficie no debe ser satinada, recubierta o mate. Los tipos recomendados para
la ubicación de fotografías son el poliéster, polietileno y polipropileno, pero deben ser
específicos para la conservación8.
Los más habituales son los sistemas de protección directa, aquellos que protegen a
cada uno de los originales y están en contacto directo con los distintos materiales. Estas
envolturas protectoras son vitales para la preservación del material, ya que protegen de
una manipulación excesiva, durante los traslados, en las estanterías y además protegen
contra incendios, humo e inundaciones, de la luz, del polvo, y actúan como material tam-
pón ante las fluctuaciones del medio ambiente y contra la contaminación atmosférica.
Ver análisis realizados dentro del proyecto Polyevart del IPCE: http://www.mcu.es/patrimonio/docs/MC/POLYEVART/Ficha_
8
funda_Secol.pdf.
• Carpetas con ventana-paspartú: están indicadas para obras de pequeño y medio forma-
to; y también son recomendables para obras que se han de exponer frecuentemente,
ya que la misma carpeta puede enmarcarse. La carpeta va protegida por dos hojas de
cartón 100% algodón, cuya parte superior tiene una ventana, que deja ver la obra, pro-
tegida con una hoja transparente de tereftalato de polietileno (fig. 2).
En cuanto a las fundas y sobres de plástico, estos pueden adquirirse en los for-
matos normalizados o en rollos de distintas medidas. Deben evitarse los que utilizan
adhesivos para el sellado y potenciar los que lo hacen por ultrasonido.
Una vez que las fotografías se han guardado adecuadamente en carpetas, mangas
o sobres, se pueden almacenar vertical u horizontalmente en cajas con apertura frontal
realizadas con materiales de calidad de conservación.
• Cajas: existe una gran variedad de materiales, formatos y precios. A la hora de elegir, se
deberá tener en cuenta la importancia de los originales y la frecuencia con que estos
son consultados. Como recomendaciones generales, las cajas deben ser de cartón neu-
tro, sin grapas ni colas ácidas. Verticales para materiales suficientemente rígidos (placas
de vidrio, fotos montadas sobre cartones gruesos) y horizontales para materiales que
se pueden deformar si se ponen en vertical.
Figura 2. Fotografía de gran formato en carpeta con venta- Figura 3. Caja en la que se guarda álbum más pequeño, el
na. Fotografía: Ana Tomás Hernández, MNA. espacio sobrante se rellena con una espuma de tipo Etha-
foam®. Fotografía: Ana Tomás Hernández, MNA.
• También se puede considerar el sistema del archivador, que puede en cambio producir
grandes inercias, aunque cada vez que se abre un cajón se produce una renovación del
aire y se tiene acceso a una importante cantidad de material que se puede inspeccionar
con solo abrir el sobre correspondiente.
–– Los álbumes suelen presentar deterioros como estar desencuadernados, hojas sueltas, sig-
nos de acidez. La mejor solución es empaquetarlos en hojas, atarlos con una cinta de algo-
dón y guardarlos en una caja reforzada. Si ciertas fotografías o las páginas del álbum parecen
provocar daño a los materiales adyacentes, es recomendable interfoliar con un papel de
conservación fotográfico. Esto no debe realizarse si la encuadernación queda forzada por el
volumen extra de papel. No se deben utilizar los álbumes modernos que tienen páginas con
adhesivo cubiertas con láminas plásticas. Deben almacenarse horizontalmente, preferente-
mente en cajas forradas con un acolchado de papel tisú libre de ácido.
–– Los negativos de vidrio requieren de una protección individualizada con sobres de papel,
abiertos por uno de los laterales o con cuatro solapas. Deben almacenarse verticalmente,
sobre el lado largo, en cajas adecuadas, con un separador de cartón cada cinco placas;
siempre que las cajas no estén ni demasiado llenas (lo que dificultaría la extracción de las
fotografías, con el correspondiente riesgo de roturas), ni demasiado vacías (lo que tam-
bién podría producir roturas a consecuencia de las oscilaciones). Uno de los problemas
que presenta este sistema es una cierta dificultad para la inspección. Algunos autores
(Boadas: 2001) proponen el almacenamiento horizontal para placas de formatos superio-
res a 18x24cm.
–– Las diapositivas en color pueden ser albergadas en hojas de plástico y sellarlas mediante
ultrasonido. O almacenarlas en vertical.
• Se deben almacenar los discos y demás materiales en contenedores individuales (fig. 4).
Así, los cilindros se guardaban siempre en cajas de cartón rígido, en cuyo interior
llevaban en muchos casos una estructura suplementaria para atenuar los golpes. Este fiel-
tro colocado en el interior puede ser el origen de humedades, por lo que debe retirarse el
embalaje original y recolocar el cilindro en un contenedor más adecuado.
Los discos se deben almacenar en fundas interiores de polietileno suave. Evitar las
fundas de papel, cartón o PVC.
Los discos ópticos se deben guardar en cajas de plástico especiales para CDs y
DVDs. Los sistemas de almacenamiento más habituales son las cajas de acrílico tipo “jo-
yero”, que son una buena protección contra las abrasiones, el polvo, la luz y los cambios
bruscos de humedad. Pueden albergar entre 1 y 6 CDs, dependiendo del diseño. Es la
conocida caja de plástico transparente, con una tapa de bisagras, una o más bandejas de
plástico, y una tarjeta para etiquetado (fig. 5).
Existen otros tipos de cajas, como la slimline case, que es una versión más fina de la
anterior, sin bandeja, usada sobre todo para discos de audio; la amaray case, usada para
DVD; o la snapper case, una alternativa a la anterior.
• Dejar los discos en su embalaje o caja para minimizar los efectos de los cambios
medioambientales.
• No intercalar discos de diferentes tamaños (sobre todo en el caso de los discos mecá-
nicos de audio), ya que los más pequeños se pueden perder o dañar, mientras que los
más grandes pueden estar sometidos a una presión desigual.
• Las películas deben estar guardadas en un lugar seco con las mínimas fluctuaciones
de temperatura y humedad. El almacenamiento más idóneo para películas en blanco y
negro es un cuarto oscuro, fresco y seco (15º-18º) que mantenga las condiciones esta-
bles durante el año. En el caso de los materiales de color, se recomienda temperaturas
por debajo de 8º, lo cual es una opción más difícil y cara. En ambos casos, es esencial
mantenerlos alejados del agua, pues es un gran peligro para estos materiales.
• Las películas almacenadas deben ser enrolladas en una bobina en una tensión moderada.
La tensión ideal de enrollado es cuando una película se mantiene unida en la bobina. An-
tes de la proyección de la película debe ser rebobinada en una mayor tensión, para evitar
que la película se suelte y que provoque pequeños arañazos mientras el proyector pone
la película en la puerta de proyección (National Film & Sound Archive, 2008).
Figura 4. Contenedor de cinta de vídeo. Fotografía: Ana Figura 5. Caja contenedor de CD-DVD. Fotografía: Ana To-
Tomás Hernández, MNA. más Hernández, MNA.
Figura 6. Interior de una lata. Presenta un émbolo central Figura 6. Detalle del interior de una lata, con base de su-
donde pueda encajar el eje de la película, para así evitar perficie rugosa para favorecer la circulación del aire en el
movimientos indeseados en el interior de la lata. Fotografía: interior. Fotografía: Pureza Villaescuerna y José Manuel
Pureza Villaescuerna y José Manuel LARA, MNCARS. LARA, MNCARS.
• La IFLA (1998) añade que las películas en rollos deben guardarse con la emulsión hacia
adentro. Según Alfonso del Amo (2007), no está plenamente demostrado que se deri-
ven diferencias para la conservación de colocar hacia dentro o hacia fuera la emulsión
durante el bobinado9.
• En cualquier caso, y en películas que hayan de pasar largos periodos almacenadas sin
uso, lo más aconsejable es realizar rebobinados periódicos, invirtiendo la posición de
película y emulsión, colocando en el exterior del rollo el extremo anteriormente situa-
do en el interior y cambiando de dentro a fuera (o viceversa) la posición relativa de la
cara emulsionada. Es aconsejable no solo por los efectos preventivos sino por “aliviar”
las tensiones mecánicas acumuladas por la contracción del material (Del Amo, 2007).
• Las películas deben estar en un contenedor, que mantiene la suciedad y los materiales
extraños lejos de la película, y evita una manipulación brusca. Es esencial envasar co-
rrectamente la película. En cualquier caso, especialmente cuando se trate de los enva-
ses originales, las cajas aplastadas o defectuosas deben ser sustituidas tras la primera
identificación del material.
Se debe sacar cualquier papel o tarjeta que esté dentro del contenedor, así como
cualquier papel usado para envolver, y deben almacenarse separadamente y documenta-
dos adecuadamente. Deben colocarse horizontalmente en repisas de metal.
Comisión de Preservación de la FIAF, Basic Film Handling, abril de 1985, epígrafe 7.3.
9
En los materiales de preservación que deban estar largo tiempo sin uso alguno y,
sobre todo, en los realizados sobre soportes de celuloide, puede ser aconsejable retirar el
núcleo de plástico utilizado para el bobinado. Por lo menos para los materiales de preser-
vación es, sin duda, más conveniente envolver los rollos con una lámina de papel poroso
no ácido (Del Amo, 2007).
Manipulación
En cuanto a la manipulación de todos estos materiales de archivo, ciertos aspectos son comunes
a todos ellos:
–– Trabajar solamente en áreas designadas, en las que esté prohibido comer, beber y fumar.
El área de trabajo debe estar limpia.
–– En el caso de tener que realizar trabajos “sucios”, como con los materiales que son ana-
lizados por primera vez, limpiados y preparados para su integración en la colección, la
superficie de trabajo se debe cubrir con un papel limpio, que se vaya cambiando según
se vaya ensuciando.
–– Hay que evitar costumbres como chupar el dedo con el que se pasan las hojas de un libro
o álbum, pues la transferencia de saliva o de pintalabios puede causar daños irreparables.
También hay que evitar tocarse o rascarse la piel, pues la nariz, la frente, las orejas o los
párpados son áreas con depósitos de grasa que pueden ser transferidos a los materiales.
Igualmente debe evitarse utilizar crema de manos o lociones que contienen sustancias
químicas aceitosas que pueden dañar la imagen o el soporte.
–– Utilizar guantes para cualquier operación con originales, dado que las grasas y la propia
transpiración de las manos pueden perjudicar los materiales. Los dedos son el primer
punto de contacto entre estos y la persona cuando se manipulan. Minimizar estos contac-
tos reduce el daño.
Los guantes de algodón, sin lino, limpios y sin pelusas, son los más utilizados. Son
cómodos y permiten que “salga” el calor. Sin embargo, se ensucian fácilmente y deben ser
remplazados con regularidad.
Para manipular soportes magnéticos de modo seguro es necesario, según Mikel Ro-
taeche, usar guantes de nitrilo, pues los guantes de algodón pueden dejar fibras adheridas
sobre la superficie de lectura, y los de látex pueden provocar condensación de humedad
que, al reaccionar con los compuestos de la superficie, desencadenan reacciones incon-
troladas que pueden llegar a borrar la información. Los soportes magnéticos siempre se
presentan en una carcasa de plástico rígido que protege la superficie de lectura de los
agentes externos, pero aun así es recomendable usar los guantes de nitrilo.
• Proporcionar copias en lugar de los originales siempre que sea posible. Los originales
no deben ser manipulados.
Manipulación de fotografía
Una vez conocida la composición de la fotografía y sabiendo la importancia que tiene el sistema de
almacenamiento, tanto para la conservación del objeto, como para facilitar su manipulación, nos
vamos a centrar en los criterios que se han de tener en cuenta a la hora de manipular este material.
Las fotografías pueden pertenecer a una colección que no está organizada, ser una adquisi-
ción reciente todavía almacenada en sus embalajes originales, o pueden incluso existir situaciones
inusuales que planteen problemas desconocidos, incluso para personal cualificado. Una manipula-
ción incorrecta en estos casos puede resultar dañina para las fotografías.
Figura 8. Manipulación de placa de vidrio. Foto- Figura 9. Manipulación de fotografía enmarcada. Fotografía: Ana To-
grafía: Ana Tomás Hernández, MNA. más Hernández, MNA.
Por otra parte, a medida que pasa el tiempo, las presiones bajo las que trabajamos día a día
y la familiaridad con la que regularmente manipulamos los materiales pueden provocar que nos
saltemos esos procedimientos. Por este motivo, es necesario revisarlos periódicamente para ase-
gurarnos de que los materiales son manipulados de una forma segura.
Estas son algunas de las recomendaciones específicas a tener en cuenta a la hora de mani-
pular fotografías:
–– Nunca tocar el lado de la emulsión de una imagen fotográfica (por ej. impresión, negativo,
transparencia, diapositiva, etc.), incluso llevando guantes.
–– Manipular los objetos guardados en cajas como si fueran libros. Tener en cuenta que algu-
nos componentes que incluyen vidrio pueden estar rotos o sueltos por la caja.
–– Las fotografías grandes o pesadas deben manipularse con un soporte auxiliar, como una
cartulina rígida. También debe utilizarse con objetos delicados.
–– Manipulación delicada para evitar rayar los materiales (debido a la fragilidad de la capa de
la imagen o del soporte), hacer arrugas y pliegues o cortes, roturas o pérdidas de material.
–– Cuando se trate de sobres de tipo solapa, se recomienda colocarlo sobre un soporte au-
xiliar, abrir las solapas y ver el contenido (fig. 10).
–– Si son álbumes, dependerá del tipo, siendo necesarias en algunos casos espátulas, o cor-
tar las esquinas en el caso de estar colocadas las imágenes en estas.
–– Realizar las anotaciones del registro o inventario siempre con un lápiz de grafito (se re-
comienda una dureza del #2, pues un grafito muy duro puede marcar el anverso y uno
blando puede dejar residuos), en el reverso de la fotografía y sin que quede marcado.
Boadas (2001) contempla en el caso de que no fuera posible, la utilización de tinta china
negra, aunque supone un riesgo, puesto que en el caso de una hipotética inundación
podría transferirse a la fotografía más próxima.
–– Es importante identificar las fotografías, de cara a futuras referencias, pero no usar bolí-
grafos, sellos o etiquetas adhesivas, que dejan una impresión en el papel fotográfico y a
largo plazo, y pueden dañar la fotografía a nivel químico. No utilizar tampoco cintas adhe-
sivas, grapas, alfileres, clips o elásticos de goma en el material fotográfico.
Voellinger (2009) recomienda colocar los objetos que estén guardados en emba-
lajes a prueba de vapor en una mesa o estante en condiciones ambientales normales,
para templar los ítems hasta la temperatura ambiente. Colocar los ítems almacenados en
habitaciones en frío con HR controlada, sin embalajes especiales, en una bolsa de plástico
antes de sacarlos de la habitación fría. Estos objetos se templarán correctamente en el
área de almacenamiento.
Para mantener los beneficios de la conservación en frío, los ítems no deberían sa-
carse más que unos minutos al año ni por largos periodos de tiempo.
Recalcar que todas estas medidas son aplicables a las impresiones digitales10.
Jürgens, M. (2009).
10
Dadas las características físicas y técnicas de estos materiales, es preciso recomendar unos
criterios concretos para la manipulación de los distintos materiales.
–– Para manipular los discos de menor tamaño, hay que insertar los dedos índice y medio en
el agujero central, abriéndolos después para evitar que el disco se caiga. Para los cilindros
de más de 12,5 cm de diámetro, se deben utilizar los cuatro dedos colocándolos en el
interior del manguito, y el pulgar sobre el borde.
–– No tocar nunca los surcos con los dedos, pues la grasa o las impurezas que se depositan
pueden provocar deterioros (aparición de microorganismos) o distorsiones en el sonido.
Además son muy susceptibles de deformarse. Los cilindros de cera deberían estar a tem-
peratura ambiente antes de tocarlos; el choque de temperaturas de la calidez de la mano
puede provocar que los cilindros de cera fríos se rompan.
En cuanto a los discos de audio de larga duración, conviene tener en cuenta lo siguiente:
–– Sacar el disco con surcos del estuche (con la funda interior) sosteniéndolo contra el cuer-
po y aplicando una leve presión con la mano y logrando así arquear el estuche abierto.
Sacar el disco sosteniendo una esquina de la funda interior.
–– Evitar presionar el disco con los dedos, ya que cualquier partícula de polvo atrapada entre
la funda y el disco será presionada dentro de los surcos.
–– Sacar el disco de la funda interna arqueándola y dejando que el disco resbale gradualmen-
te hacia una mano abierta, de manera tal que los bordes caigan en el interior del nudillo
del dedo pulgar. El dedo corazón debe alcanzar la etiqueta del centro. Nunca introducir
la mano dentro del forro.
Siguiendo a Van Bogart (1995), en general, se deben manipular las cintas con cuidado,
mantenerlas limpias y aplicar el sentido común. Y como medida más concreta, hay que recordar
que las cintas magnéticas requieren unas precauciones de cuidado y manipulación muy espe-
ciales, puesto que se trata de una forma magnética de almacenamiento. Por este motivo y para
prevenir la pérdida de información, se debe evitar su exposición a campos magnéticos fuertes.
En general esto no es un problema, salvo cuando estos materiales tienen que ser transportados
o enviados.
Debido al daño potencial que pueden sufrir, es importante insertar y sacar las cintas
de los lectores con cuidado y en áreas de la cinta que no tenga información grabada. Y
nunca se debe sacar una cinta en mitad de una grabación importante.
–– Las grabadoras de audio y video deben mantenerse en excelentes condiciones con el fin
de producir grabaciones de alta calidad y de evitar daños en las cintas que se reprodu-
cen. Las grabadoras sucias pueden estropear las cintas al dejar restos por la superficie
de las mismas y arañarlas. Se debe limpiar a fondo el reproductor en los intervalos re-
comendados (cabezales, clavijas de guía, mecanismos de carga). Incluso las partículas
más pequeñas transportadas por el aire pueden causar una pérdida de información, si
el desperdicio se deposita entre el cabezal y la cinta.
Las grabadoras que no están mecánicamente alineadas pueden rasgar o estirar las
cintas, o escribir pistas mal colocadas.
Estas son algunas de las recomendaciones para manipular los medios ópticos
(Byers, 2003):
• Utilizar un rotulador permanente para marcar en el lado de la etiqueta del disco.
• No rayar la superficie. No escribir en el área de datos del disco (donde el láser “lee”);
no usar bolígrafo, lápiz o marcadores de punta fina sobre el disco; no escribir en el
disco con rotuladores que tengan disolventes. No usar etiquetas adhesivas; no intentar
despegar o volver a poner una etiqueta.
Por último nos referiremos a los criterios de manipulación específicos de las películas.
Figura 12. Película en lata de polietileno sin plastificantes. Fotografía: Pureza Villaescuerna y José Manuel Lara, MNCARS.
Por este motivo, se deben tener en cuenta los siguientes aspectos en relación con la manipulación
de películas:
–– Las películas generalmente llegan a los repositorios en bobinas de proyección. Sin embargo,
los elementos de producción se adquieren a menudo en núcleos, ejes de plástico alrededor
de los cuales se enrolla la película para su almacenamiento. Las películas en estos núcleos
suelen ir dentro de latas (fig. 12).
Las latas de películas, la primera línea de defensa de estas, pueden estar oxidadas
o abolladas. Para abrir una lata dañada, golpear suavemente sobre una superficie dura. Si
esto no funciona, como último recurso, forzar la apertura de la lata con un destornillador,
con cuidado de evitar que la hoja se deslice hacia el interior y dañe la película.
–– Una vez que el proceso de deterioro intrínseco del material ha comenzado, las películas
son más propensas a dañarse con la manipulación. El material deteriorado se puede vol-
ver bastante frágil; en este estado, sacarlo repetidas veces de su lugar de almacenamiento
puede producir un daño considerable. Más aún, los materiales deteriorados se pueden
volver pegajosos y adherirse a otros objetos.
–– En ocasiones, las películas pueden tener una ligera curvatura, debida a una baja o alta
humedad, y es necesario dejar que la película se aplane antes de verla. Si se deja a la pelí-
cula aclimatarse, con unas condiciones moderadas de humedad relativa, normalmente se
aplanan (NFPF, 2004).
–– La exposición prolongada a negativos deteriorados puede ser peligrosa para la salud, es-
pecialmente cuando se trata de grandes colecciones. Por ejemplo, al estar en presencia
de vapores ácidos producidos por el “síndrome del vinagre”, puede producirse irritación
de las mucosas. Para evitarlo habría que trabajar en un sitio bien ventilado, y usar guantes,
gafas de protección y mascarilla.
–– Siempre que sea posible, la manipulación se realizará sobre una mesa de trabajo, dota-
da de sistema de rebobinado (manual o mecánico) y pantalla luminosa. En ocasiones,
puede ser preciso utilizar una visionadora (moviola) o, incluso, los equipos de proyec-
ción del archivo, habiendo comprobado antes que el material está en condiciones de
circular por dichos aparatos. Hay que remarcar la necesidad de conservar el equipo
técnico en las mejores condiciones posibles, de forma que no pueda dañar las películas
(Del Amo, 2007).
Las partículas de polvo son muy dañinas para las películas; aisladamente pueden
arañar las superficies (al quedar aprisionadas entre las espiras en el rebobinado), y al
circular la película por las máquinas el polvo se acumula en las piezas fijas (patines,
presores y rodillos), pudiendo producir lesiones graves que deterioren, e incluso inuti-
licen, la película. Para prevenir la acumulación de polvo sobre la película, al trabajar con
proyectores, moviolas o rebobinadoras, hay que tener en cuenta que esta se carga de
electricidad estática al enrollarse, por lo que atrae todo el polvo que flota en su entorno
(Del Amo, 2007).
–– El rebobinado es una herramienta que permite enrollar y desenrollar una película lenta-
mente, sin producir tensiones en las perforaciones. Se recomienda utilizar rebobinados
manuales para inspección de películas y otros más potentes para transferir las películas de
bobinas a núcleos (NFPF, 2004).
Figura 13. Izquierda: Enrollado firme para transporte. El rollo puede apoyarse en vertical sin que su circunferencia exterior
se deforme marcadamente. Derecha: Enrollado suave para almacenamiento prolongado. A baja presión la película se
deforma, debiendo ser manejada con sumo cuidado, y puede desenrollarse y “partirse” con facilidad. Fuente: Del Amo,
Alfonso (2007).
En las copias de uso frecuente y, en cualquier caso, para el transporte fuera del archi-
vo, el enrollado debe realizarse con la tensión suficiente para que no sufra deformaciones al
manejarla en la rebobinadora o el proyector; la superficie debe presentar un aspecto plano
e igual, sin resaltes ni soluciones de continuidad o separaciones entre espiras sucesivas. Por
el contrario, en el bobinado de películas para almacenamiento prolongado y, desde luego,
Conclusión
Los museos, bibliotecas y archivos son repositorios de un material al que hasta ahora se había pres-
tado poca atención, pero muy variado y cada vez más numeroso, y que requiere unas condiciones
de conservación y almacenamiento especiales, y una manipulación delicada, de cara a conservarlo.
Sin embargo, la medida más efectiva para preservar estos materiales para generaciones fu-
turas es, sin duda, minimizar su manipulación. Los originales no deben ser manipulados. Por este
motivo, es necesario buscar otras opciones que garanticen el acceso a estos registros fotográficos,
sonoros y audiovisuales.
Hoy en día, con las nuevas técnicas de reproducción, como la microfilmación o la digitaliza-
ción, la difusión del patrimonio se agiliza y esto ayuda a garantizar su protección, pues una vez que
obtengamos las reproducciones, podremos retirar los originales de la consulta y reservarlos para
casos especiales.
A medida que la tecnología progresa, cada vez se digitalizan más colecciones, lo cual asegura
de cierta forma su preservación y legado para el futuro.
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www.kaipachanews.blogspot.pe
280
CV ponentes
Introducción a la manipulación de los objetos culturales. Profesionales involucrados
y su formación
Jorge Rivas y Marta Plaza, Universidad Complutense de Madrid
Jorge Rivas es Doctor en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid. Máster en
Gestión del Patrimonio Cultural (UCM). Profesor de la asignatura: “Conservación y Restau-
ración de Pintura Contemporánea” de la Facultad de Bellas Artes de la UCM (Departamento
de Pintura-Restauración).
Marta Plaza es Doctora en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid. Profesora
de la asignatura “Conservación y Restauración de Obras de Arte I” en la Facultad de Bellas
Artes de la UCM (Departamento de Pintura-Restauración).
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CV de los ponentes 281
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282 CV de los ponentes
www.kaipachanews.blogspot.pe
CV de los ponentes 283
Ana Tomás es Licenciada en Bellas Artes, línea de intensificación en conservación, por la Uni-
versidad Politécnica de Valencia (UPV). Master en Gestión Cultural por el Instituto Univer-
sitario de Investigación Ortega y Gasset, IUIOG (adscrito a la Universidad Complutense de
Madrid) y Master en Conservación de Bienes Culturales por la UPV. Desde 2010 es Ayudante
de Museos en el Museo Nacional de Antropología.
Ana López Pajarón es licenciada en Historia del Arte por la Universidad Autónoma de Madrid
y conservadora de museos desde 2009. Trabaja en el Museo Nacional de Antropología, como
responsable del departamento de Documentación, del que depende el Archivo Fotográfico.
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