Está en la página 1de 18

UNIVERSIDAD LAICA

ELOY ALFARO DE MANABÍ

FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS


Urología

Tema:
Prostatitis

AUTOR:
Zambrano Bazurto Jonathan Efren
Toala Vergara Tonny Thomas
Sánchez Salazar Nathaniel Robespierre

DOCENTE
DR.José Miguel Párraga Macias

Octavo Semestre “C”

Manta – Manabí – Ecuador


MISIÓN
Formar a médicas y médicos de atención primaria con valores éticos,
humanistas y de excelencia, sustentados en vastos conocimientos,
destrezas y habilidades para el manejo integral del proceso salud-
enfermedad, acorde a las políticas del Buen Vivir y de acuerdo con
los requerimientos de la provincia, región y país. (Consejo de
Facultad)
VISIÓN
Se enmarca en que en el año 2020 será una Facultad acreditada,
líder en el sector laboral de la Salud y transformada en un referente
nacional y continental con énfasis en atención primaria de salud,
excelencia académica y valores humanísticos, fomentando la
investigación formativa y proyectándonos a estudios de cuarto nivel.
(Consejo de Facultad)
PERFIL DE EGRESO DEL MEDICO GRADUADO DE LA
CARRERA DE MEDICINA DE LA ULEAM
1. Interpreta la estructura y función normal del cuerpo humano y su
homeostasis; y es capaz de interrelacionar estos conocimientos en
un sistema biopsicosocial.
2. Analiza las anormalidades en la estructura y funciones del cuerpo
humano, en relación con la fisiopatología de los diferentes aparatos
y sistemas, y su integración; fundamentando su diagnóstico en
evidencias.
3. Valora los determinantes del proceso salud/enfermedad y los
factores de riesgo para la salud, y es capaz de establecer la
interacción entre la persona y su entorno físico y social, a fin de
instituir medidas preventivas y de promoción, favoreciendo la
participación de las personas y las comunidades para la adopción de
estilos de vida saludable.
4. Integra en el ciclo vital humano los efectos del crecimiento, el
desarrollo y el envejecimiento sobre el individuo, la familia y la
comunidad, de manera sistémica.
5. Analiza la historia natural de las enfermedades agudas y crónicas
en los individuos y en los grupos humanos de acuerdo a su situación
geográfica, y sus condiciones sociales, económicas y culturales.
6. Participa, en su nivel de formación, en investigaciones formativas
enfocadas al análisis y generación de soluciones a los problemas del
proceso salud y enfermedad, en concordancia con los lineamientos
de desarrollo local y nacional, y las políticas de ciencia y tecnología.
7. Explica los mecanismos fisiopatológicos en la toma de decisiones
respecto a las conductas a implementarse en cada paciente;
considerando la respuesta del organismo a estímulos externos e
internos, y las relaciones riesgo-beneficio y costo-beneficio de las
diferentes terapias.
8. Desarrolla técnicas de información, comunicación y educación que
optimicen las diversas formas de atención de la salud, en un clima de
respeto al derecho del paciente a ser debidamente informado por su
médico, favoreciendo la participación y responsabilidad del paciente,
la familia y la comunidad en el cuidado de su salud.
9. Evalúa los determinantes psicológicos, genéticos y ambientales en
la producción y desarrollo de la enfermedad, incluyendo las
diferencias en la vulnerabilidad entre los diversos tipos de individuos,
familias y comunidades.
10. Valora la influencia de las creencias, cosmovisiones, actitudes, y
pertenencia a diferentes grupos sociales y etnias, en el proceso salud
– enfermedad.
11. Integra en el manejo del proceso salud – enfermedad, los
aspectos éticos, legales, psicológicos y sociales, asumiendo su
responsabilidad de todos los actos médicos.
Prostatitis
El término prostatitis comprende un amplio espectro de síntomas
inespecíficos del tracto genitourinario inferior caracterizados
fundamentalmente por dolor perineal o genital, síntomas miccionales
como disuria o polaquiuria y disfunción sexual en sus diversas
manifestaciones. Si a esta clínica ambigua le añadimos una
prevalencia elevada, mecanismos fisiopatológicos parcialmente
desconocidos, técnicas diagnósticas complejas y estrategias de
tratamiento a menudo frustrantes, tendremos servida una
problemática urológica de primera magnitud. Es por esta razón que
comités de consenso internacional intentan definir cada vez con
mayor precisión los límites de este síndrome, así como relacionar
cada una de las entidades nosológicas presuntamente implicadas y
expandir los criterios de inclusión a otras patologías, como por
ejemplo la cistitis intersticial del varón o las disfunciones
neuromusculares del suelo pélvico
Prevalencia
La prostatitis constituye la infección urinaria parenquimatosa más
habitual en el varón entre la segunda y cuarta décadas de la vida.
Tan sólo en Estados Unidos genera alrededor de 2 millones de
consultas médicas por año. Su prevalencia resulta difícil de estimar
debido a las propias limitaciones de los métodos diagnósticos y a su
confusión con el resto de patología prostática. Es por ella que
basándose en los índices de síntomas de prostatitis crónica del
National Institutes of Health (NIH) de Estados Unidos, proponen que
la presencia de dolor perineal espontáneo y con la eyaculación que
propicie una puntuación de 4 o más en la escala de dolor de la
Asociación Americana de Urología (AUA) puede ayudar a distinguir
entre varones con prostatitis frente a los que presentan síntomas
sugestivos de hiperplasia benigna. Datos epidemiológicos de
Norteamérica, Europa y Asia sugieren que del 2 al 10% de los adultos
presentan síntomas compatibles con prostatitis crónica en algún
momento de su vida, aunque otros estudios advierten que esta
patología podría asociarse o confundirse con la hiperplasia prostática
y el cáncer de próstata. Estratificada por edad, la prostatitis se
identifica en el 11% en sujetos menores de 50 años y en el 8,5% de
los mayores de esa edad. La prostatitis crónica bacteriana representa
menos del 20% de todas las prostatitis crónicas.
Patogenia
En la prostatitis aguda existe una verdadera infección
parenquimatosa aguda de la glándula prostática, generalmente por
uropatógenos habituales, que si se deja evolucionar sin tratamiento
puede provocar una diseminación bacteriana, e incluso una sepsis
de origen urinario o un absceso prostático que pongan en peligro la
vida del paciente.
En cambio, en las prostatitis crónicas se han barajado diferentes
hipótesis acerca de su etiopatogenia:
 Teoría obstructiva: el origen del dolor y los síntomas irritativos
u obstructivos estaría en una disfunción miccional por estenosis
uretral, disinergia esfinteriana u obstrucción del cuello vesical.
 Teoría del reflujo intraductal: una micción turbulenta de alta
presión produciría un reflujo de orina al interior de la glándula
prostática. Esta orina, al alcanzar por reflujo los conductos y
glándulas prostáticas, induciría una respuesta inflamatoria y,
con ello, una prostatitis abacteriana. Altas concentraciones de
uratos y creatinina en la propia secreción prostática.
 Teoría infecciosa: la abundante flora uretral normal, rica en
microorganismos grampositivos (Staphylococcus epidermidis,
Corynebacterium spp., Streptococcus spp., Streptococcus
grupo D, etc.), bacterias gramnegativas (básicamente
Enterobacteriaceae), Mycoplasma hominis, Ureaplasma
urealyticum, Chlamydia trachomatis y hongos, origina
problemas a la hora de discernir su auténtico papel patógeno
cuando son aislados en los medios de cultivo. Por otro lado, la
anatomía de la próstata y el asiento en ella de la infección es
otro factor peculiar a la hora de enjuiciar las posibilidades
diagnósticas. La prostatitis se produciría así,
fundamentalmente, por vía canalicular ascendente o
retrógrada, salvo algunas formas infrecuentes en las que los
microorganismos alcanzarían la próstata por vía hematógena
(Mycobacterium tuberculosis, Candida, virus, etc.). Una vez las
bacterias penetran en los conductos y glándulas prostáticas, se
multiplican rápidamente e inducen una respuesta del
organismo con infiltración de células inflamatorias. Mientras
que las bacterias plantónicas, en estado libre, son fácilmente
eliminadas por las defensas naturales con la ayuda de los
antimicrobianos, las microcolonias envueltas en películas
biológicas se acantonarían y producirían estímulos antigénicos
pequeños pero repetidos responsables de la inflamación
crónica.
 Teoría autoinmune: los estímulos antigénicos, ya sea
microbianos o por presencia de orina por reflujo, determinarían
una respuesta del sistema inmunológico humoral y celular, así
como el aumento de citocinas de respuesta inflamatoria como
la interleucina 1 y el factor de necrosis tumoral alfa.
 Teoría de la disfunción neuromuscular: el síndrome de dolor
pelviano crónico también se ha relacionado con el estrés y con
diversas alteraciones psicológicas, especialmente ansiedad y
tensión emocional. Sería una forma de enfermedad
psicosomática que provocaría una alteración funcional
neuromuscular pélvica, con el consiguiente incremento de la
presión uretral proximal que, además, facilitaría el reflujo de
orina hacia las glándulas prostáticas. El cuadro clínico doloroso
miccional y sexual del síndrome de dolor pelviano crónico.
Asimismo, se ha demostrado la asociación de dolor pelviano o
prostático y la disfunción del suelo pélvico, lo que indicaría un
mecanismo etiopatogénico compartido en relación con la
inervación pelviana. Otro hecho que reforzaría esta teoría es la
demostración de una alteración de la sensibilidad al calor/dolor
en la zona perineal que originaría respuestas dolorosas
desproporcionadamente elevadas a estos estímulos y que
explicaría las dificultades que implica el tratamiento de estos
síndromes dolorosos.
 Teoría venosa: relacionaría las prostatitis crónicas con la
llamada enfermedad pélvica venosa, que englobaría las
hemorroides y el varicocele y en donde una disfunción del
retorno venoso del plexo pelviano sería la responsable de las
manifestaciones en el área prostática.
Clasificacion del Nathional institude of health (2016)
La clasificación del NIH deriva de la prueba de Meares y Stamey o
prueba simplificada de J.-C.Nickel (Ver Tabla)
Se trata de la prueba de los cuatro vasos:
• VB1 (voided bladder 1) representa los primeros 10 mililitros del
chorro urinario y corresponde al volumen uretral.
• VB2 representa la muestra a la mitad del chorro y corresponde
al volumen más específicamente vesical.
• Un masaje prostático de 1 minuto permite la salida de algunas
gotas de secreciones prostáticas por la uretra llamadas
secreciones prostáticas tras masaje (SPM).
• VB3 representa los primeros 10 mililitros de orina tras el masaje
prostático. La SPM (Secreción prostática tras masaje) y VB3
representan el entorno microbiológico de la próstata.

Criticas De la clasificación
La clasificación del NIH está basada en la presencia de bacterias y/o
leucocitos en las muestras, lo que ha dado lugar a muchas críticas.
Un cultivo positivo no permite establecer el diagnóstico de SDPC
(sindrome doloroso pélvico crónico) de tipo II por sí mismo dado que
se pueden encontrar uropatógenos en el esperma o en las SPM en
controles asintomáticos. La asociación cultivo positivo y un paciente
sintomático es un argumento a favor de un tratamiento con
antibiótico. Lo mejor es que las muestras tomadas se analicen en un
laboratorio muy cercano que no requiera transporte. La incidencia de
leucocitos en los fluidos prostáticos es aproximadamente del 50%. La
estadificación entre clase IIIA y IIIB no ha ofrecido un suplemento de
información para orientar el tratamiento o el pronóstico.
La Sociedad Internacional de la continencia (ICS) ha propuesto otra
clasificación que distingue los órganos afectados por una sensación
dolorosa de origen:
• urológico (vesical, uretral, peneano, prostático, escrotal);
• ginecológico;
• anorrectal;
• neurológico;
• muscular.
Los criterios de exclusión son:
• la uretritis activa demostrada bacteriológicamente;
• los cánceres urogenitales;
• la estenosis uretral;
• la vejiga neurógena.
Algunos añaden una relación dermatológica, ortopédica, psíquica en
su sentido más amplio. Esto pone de manifiesto el desconocimiento
de las causas del síndrome y el hecho de que otros órganos además
de la próstata podrían estar implicados.

Un nuevo concepto de clasificación está basado en la noción de


fenotipo clínico. El SDPC representaría un síndrome con fenotipos
clínicos variables e identificables. Una anomalía genética o
anatómica podría potenciar un episodio desencadenante inicial
(infección, traumatismo) que conduciría a otros mecanismos
neurológicos que permitirían el mantenimiento o la progresión de la
alteración hacia un síndrome crónico. Los pacientes serían una
población heterogénea de individuos con diferentes
desencadenantes, complejos de síntomas y mecanismos de
mantenimiento y progresión. De esta forma, cada paciente con el
SDPC presenta un fenotipo clínico único.
Se han aislado seis puntos fenotípicos que conducen al sistema
anglosajón «UPOINT Clinical Phenotype Classification System».
• U: urinario;
• P: psicosocial;
• O: específico de órgano;
• I: infección;
• N: neurológico/sistémico;
• T: relativo a la tensión del músculo.
Cada campo fenotípico está asociado con posibles terapias eficaces.
Se está evaluando el desarrollo de una fenotipificación UPOINT del
paciente, un cuestionario con objetivo urológico.
Presentación clínica.
Categoría I. Prostatitis bacteriana aguda.
La prostatitis bacteriana aguda, categoría I, es una enfermedad
infecciosa rara pero importante del tracto urinario inferior. Se
caracteriza por un comienzo agudo de dolor combinado con síntomas
de evacuación irritativa u obstructiva en un paciente con
manifestaciones de una enfermedad febril sistémica. Típicamente, el
paciente refiere polaquiuria y urgencia miccional y disuria. Los
síntomas comunes de evacuación obstructiva son dificultad al inicio
de la micción, escasa interrupción de la micción, estranguria e incluso
retención urinaria. El paciente refiere dolor perineal y suprapúbico y
puede tener dolor o malestar asociado en los genitales externos.
Además, suele haber síntomas sistémicos importantes como fiebre,
escalofríos, malestar general náuseas y vómitos, e incluso
septicemia franca con hipotensión. La combinación y la intensidad de
los síntomas en la categoría I, prostatitis bacteriana aguda, varían
entre los distintos pacientes.
Categoría II. Prostatitis bacteriana crónica.
El indicio más importante para el diagnóstico de la categoría II,
prostatitis bacteriana crónica, es un antecedente de IU recurrente
documentada. Entre el 25 y 43% de los pacientes diagnosticados con
prostatitis bacteriana crónica mediante la prueba de los cuatro vasos
tuvo antecedentes de IU recurrente. Los pacientes pueden estar
relativamente asintomáticos entre los episodios agudos, o pueden
presentar un antecedente prolongado de SDPC que se describe con
detalle en la sección siguiente. La prevalencia de la prostatitis
bacteriana oscila del 5 al 15% de los casos de prostatitis. En una de
las series clínicas más grandes, encontraron bacteriuria importante
en el 4,4% de los pacientes con síntomas de PC.
Categoría III. Síndrome de dolor pelviano crónico.
Los síntomas de presentación de la categoría IIIA, SDPC inflamatoria
(prostatitis crónica no bacteriana), son indistinguibles de los de los
pacientes de la categoría IIIB, enfermedad no inflamatoria
(prostatodinia). El síntoma predominante en todos fue el dolor, que
por lo general se localizaba en el periné, región suprapúbica y pene,
pero también podía asentar en los testículos, la ingle o la región
lumbar. El dolor durante la eyaculación o después de esta es una
característica preponderante en muchos pacientes. Los síntomas
miccionales irritativos u obstructivos, como urgencia, polaquiuria,
dificultad al inicio y escasa interrupción del flujo urinario, están
asociados con este síndrome en muchos pacientes.
Categoría IV. Prostatitis inflamatoria asintomática.
Por definición, la categoría IV, prostatitis inflamatoria asintomática,
no causa síntomas. Los pacientes presentan HBP, una elevación del
nivel de antígeno prostático específico, cáncer de próstata o
infertilidad. La microscopia ulterior de las EPS o del semen y el
examen histológico de escamas celulares de la HBP, de muestras
del cáncer de próstata o de biopsias prostáticas revelan evidencia de
inflamación.
Evaluación del aparato urinario inferior.
Examen físico
El examen físico es una parte importante de la evaluación de un
paciente con prostatitis, pero por lo general no es útil para establecer
un diagnóstico definitivo o una clasificación. Ayuda a descartar otras
anormalidades perineales, anales, neurológicas, pelvianas o
prostáticas, y es una parte integral de la evaluación del tracto urinario
inferior cuando se obtienen muestras específicas de próstata.
En la categoría I, prostatitis bacteriana aguda, el paciente puede
presentarse con síntomas de toxicidad sistémica, es decir, rubor
facial, fiebre, taquicardia, taquipnea e incluso hipotensión. El paciente
por lo general refiere dolor suprapubico y quizás tiene retención
urinaria aguda detectable. El dolor perineal y el espasmo del esfínter
anal pueden complicar el examen digital del recto. La próstata en sí,
se describe en general como caliente, esponjosa y extremadamente
sensible a la palpación. Se considera que la expresión de líquido
prostático es totalmente innecesaria y tal vez perjudicial.
El examen físico de la categoría II, prostatitis bacteriana crónica y
categoría III SDPC no suele presentar características dignas de
mención. El examen cuidadoso y la palpación de genitales externos,
ingle, periné, cóccix, esfínter anal externo y paredes laterales
pelvianas internas pueden determinar áreas de dolor o malestar
importante. El examen digital del recto debe realizarse después que
el paciente haya aportado muestras de orina con antelación al
masaje prostático. La próstata puede ser normal en cuanto al tamaño
y la consistencia y también se ha descrito como aumentada de
tamaño y esponjosa. El grado de dolor desencadenado durante la
palpación prostática es variable y no ayuda a la diferenciación de un
síndrome de prostatitis. Se debe investigar cuidadosamente la
presencia de nódulos antes de realizar un masaje prostático vigoroso
para la obtención de muestras específicas.
Examen citológico del tracto urinario inferior.
La muestra de evacuación vesical 1 incluye los primeros 10 mL de
orina y representa la muestra uretral. La muestra de evacuación
vesical 2 es similar a la recolección de la parte media de la micción y
representa la orina de la vejiga. La EPS debe recolectarse
directamente en un recipiente estéril durante el masaje prostático,
incluye cualquier EPS atrapada en la uretra prostática. Las tres
muestras de orina se centrifugan durante 5 min y el sedimento se
examina con objetivo de gran aumento para evaluar los leucocitos,
macrófagos, cuerpos grasos ovales, eritrocitos, bacterias e hifas de
hongos. De manera similar, puede realizarse la observación en
fresco de una gota de EPS con un cubreobjetos. Las cuatro muestras
se envían al laboratorio para realizar el cultivo cuantitativo.
Urodinamia.
El dolor es el síntoma dominante en los pacientes que presentan
PC/SDPC, pero una constelación amplia de síntomas irritativos y de
evacuación obstructiva se asocia con este síndrome. Las causas
propuestas como determinantes de los síntomas irritativos
persistentes y de la evacuación obstructiva son la disinergia del
musculo detrusor del cuello vesical o del esfínter externo, la
obstrucción uretral proximal o distal, y la fibrosis o la hipertrofia del
cuello vesical.
Estas anormalidades pueden ser aclaradas y diagnosticadas
mediante los estudios urodinamicos, en particular la
videourodinamia.
Mediante la evaluación urodinamica de hombres con diagnóstico de
PC, se observó disminución de los índices de flujo urinario máximo y
medio, una presión de cierre uretral máxima significativamente
elevada y la forma infundibular incompleta del cuello de la vejiga
acompañada de estrechez uretral al nivel del esfínter urinario externo
durante la micción.
Endoscopia.
La experiencia clinica sugiere que la endoscopia del tracto urinario
inferior (cistoscopia), no está indicada en la mayoría de pacientes con
PC/SDPC. Sin embargo, la cistoscopia es aconsejable en los
pacientes en quienes los antecedentes, la evaluación del tracto
urinario inferior o los estudios auxiliares indican la posibilidad de un
diagnostico distinto de PC/SDPC. En estos pacientes se descubren
en forma ocasional procesos malignos, litiasis, estenosis uretrales,
etc… que pueden corregirse por medios quirúrgicos.
Ecografía transrectal.
Este se ha convertido en el método por imágenes más preciso para
evaluar la enfermedad de la próstata y constituye un recurso
especialmente útil para la evaluación del volumen prostático y como
guía ecográfica de la biopsia con aguja. Es un tema de controversia
el valor diagnóstico de la ecografía para diferenciar la enfermedad
prostática benigna de la maligna e incluso la diferenciación adicional
de diversos procesos benignos de la próstata. En 1988 se
describieron estructuras ecogenicas no homogéneas, dilatación
constante del plexo venoso periprostatico, vesículas seminales
alargadas y engrosamiento de los tabiques internos en los pacientes
con prostatitis. En 1989 se puntualizaron 7 signos ecográficos
asociados con la presencia de síntomas de PC en comparación con
los controles, y si bien la sensibilidad aumento con los recuentes
leucocitarios más elevados, los signos no fueron lo suficientemente
específicos para diferenciar los grupos clínicos.
La ecografía transrectal puede ser valiosa para el diagnóstico de
quistes prostáticos mediales en los pacientes son síntomas de
prostatitis, para diagnosticar y drenar los abscesos prostáticos o para
diagnosticar y drenar las vesículas seminales obstruidas.
Biopsia de próstata.
A veces los urólogos acuden a la biopsia de la próstata en un intento
de demostrar evidencia histológica de inflamación prostática o para
cultivar un microorganismo que no puede ser cultivado empleando el
enfoque habitual. En ocasiones, el hallazgo de un nivel elevado de
antígeno prostático específico o en el examen rectal digital lleva a
indicar la biopsia de próstata. La importancia y la interpretación de
las biopsias prostáticas en la PC son inciertas.
Con lo cual en este momento, las evaluaciones histológicas, de
cultivo y de biología molecular de las biopsias de próstata en los
pacientes con PC/SDPC siguien perteneciendo al ámbito de la
investigación.
TRATAMIENTO
Prostatitis aguda
Siendo la más grave de las categorías es la más fácil de diagnosticar
y tratar. Debe instituirse un tratamiento con ATB parenterales,
generalmente con internación.
Inicio parenteral (48 –72) luego vía oral hasta completar 4 – 6
semanas.
Opciones:
1) Quinolonas / Ciprofloxacina 500 mgs. C/12 hs.
Ofloxacina 200 mgs. C/ 12 hs.
2) Cefalosporinas de 3ª generación /Ceftrriaxona 1g. 24hs.
Cefotaxima 500 mgs. C/6. 8. hs.
3) Trimetoprima – Sulfometoxazol
Si hay disuria intensa o retención se coloca catéter PERMANENTE o
se realiza una cistoctomía mínima por punción suprapúbica.
En general el cuadro cede en 36 – 48 hs., se retira el catéter si lo hay
y se pasa a ATB orales.
Si el cuadro no cede pensar en la presencia de un absceso prostático,
que será revelado por el tacto y la ecografía. En ese caso se instala
ATB para anaerobios y se debe drenar el absceso –generalmente por
vía endoscópica.
Prostatitis crónica bacteriana
Tener en cuenta que es la situación menos frecuente. En caso de
hallarse leucocitos y gérmenes en las pruebas diagnósticas, se
instala una ATB prolongada 2 a 3 meses.
Los ATB usados deben ser aquellos que tienen capacidad de
penetración prostática, lo que está condicionado por el ph de la
secreción prostática, la liposolubilidad del ATB, su peso molecular,
capacidad de ionización y unión a proteínas.
En general en la actualidad las más empleadas son las quinolonas
de 3ª generación y la trimetoprima- sulfametoxazol. En raros casos
que se hayan identificado gérmenes sensibles a otros ATB la
elección será la apropiada siguiendo las reglas referidas.
Un tema que ha sido objeto de grandes controversias es el de las
Chlamydias como causa de PROSTATITIS CRÓNICA –traspolando
la presencia de EPIDIDIMITIS de esa etiología. Se han tratado
también casos con ATB intraprostáticos y por inyección anal
submucosa sin que estos métodos encontraran difusión.
Hay dos situaciones que merecen ser tenidas en cuenta y que
pondrían en duda el papel determinante de los gérmenes en la
génesis de estas prostatitis y son:
1) Pacientes que no responden a terapia ATB adecuada a pesar
obtenerse su “cura bacteriológica”.
2) Pacientes con recuento leucocitario positivo pero sin gérmenes,
que mejoran y aún curan con ATB.
Las recaídas son frecuentes y frente a esto se han adoptado distintas
alternativas, una la profilaxis ATB a dosis bajas, otra el masaje
prostático repetido juntamente con ATB.
Los tratamientos quirúrgicos son excepcionales y van desde la
corrección de estenosis uretrales, y esclerosis cervicales hasta la
resección transuretral de la próstata y aún la prostatectomía radical.
Categoría 3 A
En estos casos con conteo leucocitario positivo pero sin gérmenes,
se plantea la incertidumbre diagnóstica, por ello se considera el
tratamiento ATB por 2 a 3 meses, apoyándose en la posibilidad que
existan gérmenes no cultivables o potencialmente patógenos.
Si como ocurre frecuentemente no se obtienen resultados, el
tratamiento se orientará a otras posibilidades que son múltiples y de
resultados aleatorios y que también se emplean en la categoría 3 B.
Categoría 3 B
Son los casos en los que el conteo de leucocitos y la bacteriología
son negativos. En este caso el criterio inicial es semejante al
sostenido en la categoría 3 A, o sea instituir un tratamiento antibiótico
similar que muy probablemente fracasara.
Si esto ocurre se recurrirá a los tratamientos que se mencionan a
continuación todos los cuales han sido utilizados con distintos
resultados según distintos autores.
 Alfabloqueantes: apuntan a corregir trastornos
vesicouretrales. Se han empleado todas las drogas
disponibles, y los porcentajes de buenos resultados son muy
variables según los distintos estudios.
 Antinflamatorios: se usan con pobres resultados desde la
Indometacina hasta los inhibidores de la COX2.
 Relajantes musculares: se emplean diversos de ellos,
fundamentalmente el Diazepam con el objeto de mejorar las
disinergias vesicoesfinterianas y espasticidad del suelo
pelviano.
 Inhibidores de la 5 alfa reductasa: se ha usado, refiriendo
algunos autores mejoría por reducción del proceso inflamatorio,
mejorar el vaciamiento vesical y disminuir el dolor. No se han
referido las posibles repercusiones sobre la potencia sexual.
 Fitoterapia: se emplean de manera muy frecuente y si bien no
existen investigaciones amplias, se han referido mejorías por
sus efectos antinflamatorios, inhibición de la 5 alfa reductasa y
posiblemente por efecto placebo.
 Pentosanpolísulfato: estudios aislados que comparan la
prostatitis con la cistitis intersticial en la mujer y aún consideran
que esas prostatitis serían cistitis intersticiales, han empleado
el Pentosanpolisulfato con aparentes buenos resultados.
 Alopurinol: se ha usado basándose en la teoría que los uratos
depositados en la próstata por el reflujo, provocarían una
respuesta inflamatoria.
 Termoterapia: se la ha aplicado tanto por vía intrarectal como
intrauretral. Con ambos tipos se refieren éxitos a largo plazo.
Hasta la fecha no se ha podido determinar qué tipo de
pacientes se puede beneficiar según la sintomatología que
presentaron; sea dolor, disfunción sexual o trastornos
miccionales.
 Masajes de Próstata: esta técnica, la primera utilizada para
tratar la prostatitis, ha sido actualizada por diversos autores
quienes piensan que puede mejorar el drenaje de los conductos
prostáticos, facilitando también la inoculación y penetración de
los antibióticos. Otros utilizan una variante de la misma con la
intención de realizar una terapia miofascial liberadora,
mediante la electroestimulación del piso pelviano.
 Cirugía: situación de excepción en estos padecimientos.
Puede tratarse una cervicotomía en caso de una obstrucción
cervical demostrada hasta de una RTU amplia, especialmente
en pacientes con litiasis prostática infectada.
 Hay que tener en cuenta que la permanencia post-cirugía de
restos prostáticos infectados pueden mantener la
sintomatología.
 Miscelánea: comprende una serie de tratamientos o ayudas
complementarias que pueden tener éxito en casos particulares.
Entre ellos mencionamos la psicoterapia, biofeedback,
ejercicios de relajación (p. Ej. Yoga), cambios en hábitos
dietarios, eliminación de ciertos deportes (ciclismo).
CONCLUSIONES
Los múltiples tratamientos propuestos no hacen más que poner en
evidencia que todavía no se ha llegado a un conocimiento claro del
problema. Lo que llevó a Meares a decir: “Pocas de las dolencias del
tracto genitourinario, confunden más al paciente y al médico que los
procesos inflamatorios prostáticos”.
Bibliografia

1. Jiménez-Cruz JF, Broseta-Rico E. Clasificación, etiología,


diagnóstico y tratamiento de las prostatitis. Otros tipos de
prostatitis. Enferm Infecc Microbiol Clin [Internet].
2005;23(SUPPL.4):47–56. Available from:
http://dx.doi.org/10.1157/13091448

2. Broggi E, Bruyère F. Tratamiento de las prostatitis agudas.


EMC - Urol [Internet]. 2013;45(1):1–7. Available from:
http://linkinghub.elsevier.com/retrieve/pii/S1761331013641584

3. Vanden Bossche M, Roumeguère T. Prostatitis crónicas: signos,


diagnóstico y tratamientos. EMC - Urol [Internet]. 2012;44(2):1–
10. Available from:
http://linkinghub.elsevier.com/retrieve/pii/S1761331012620234

También podría gustarte