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Hay miles de profesores que día a día tienen que convivir con cientos de mitos
sobre la educación. Algunos son propios de ciertos profesores -como en este
caso-, pero muchos otros son de la sociedad. Un grupo no menor de docentes
cree que hay niños y niñas que no pueden aprender, que algunos nacieron malos
para determinadas asignaturas, y que por eso les va mal. En la misma línea, un
sector grande de la sociedad cree que ser profesor es fácil, que “nunca se quieren
evaluar” y que quienes están en el aula son aquellos a quienes no le dio para otra
cosa. Pero aunque a algunos les duela, todo eso es cuento, y un cuento bastante
dañino.
Hoy sabemos que los prejuicios sobre las capacidades -o falta de ellas en los
alumnos- son inmensamente destructivos para los aprendizajes. Así ocurre, por
ejemplo, en matemáticas, particularmente con las niñas, las que en sus primeros
años obtienen los mismos resultados que los niños, pero con el tiempo empeoran.
¿Qué pasa en el camino? Si un profesor cree que una niña no puede aprender
matemáticas, lo más probable es que no aprenda matemáticas; pero no
porque no pueda, sino porque no se dispone a ello ni se esfuerza en hacerlo, ni
tampoco busca nuevas estrategias de aprendizaje, porque simplemente cree que no
puede. Y en muchos casos esa creencia la construye su propio profesor e
incluso su propia familia (como víctimas -y cómplices- de una cultura
sexista). Lo mismo pasa con algunos docentes que ya no creen en su profesión
ni en la capacidad transformadora del aula, y que refrendados en la creencia
social de muchos, terminan por vivir la sala de clases como un calvario.
Paremos con los mitos en educación. Todos pueden aprender, y los profesores
tienen un potencial impresionante de transformar trayectorias de vidas. Ellos
ejercen una profesión complejísima -probablemente como ninguna otra en
términos de demanda emocional-, son capaces de enfrentar urgencias, viven a
diario la multidisciplina y enfrentan minuto a minuto grandes desafíos
profesionales dentro y fuera del aula. Está bien decir alumno, y está muy mal
creer que ser profesor es fácil.