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1.2 Educatibilidad PDF
1.2 Educatibilidad PDF
Concepto de educabilidad
1
Flitner, W. Manual de pedagogía general, Herder, Barcelona. 1972. Págs. 101 – 121. Allgemeine Pädagogik,
Ernst Klett. Stuttgart. 1968
1
si sólo estuviese bajo el imperio de las leyes del desarrollo espontáneo
natural, porque la educabilidad le permite enriquecerse elaborando
nuevas estructuras espirituales, que le engrandecen como individuo y
como miembro de una comunidad, es decir, personalizándole y
socializándole.
2
ciudadano, ofrecen opciones y modos de actualizaría. Los estados
reconocen un derecho existente ya; no añaden nada, sino que
brindan facilidad para que lo posible pase a ser real.
2
San Cristóbal, A. Filosofía de la educación. Rialp. 1965. Págs. 75 - 84
3
Bosquejo para un curso de pedagogía. La Lectura. Madrid. S/f. Pág. 9
3
que es el fin de la educación sistemática, fácil de conseguir mediante la
"instrucción educativa"; por tanto, la educabilidad de la voluntad
comprende a esta potencia y a la inteligencia mediante la cual se
consigue la educación moral. Sólo este tipo de educabilidad es "el
concepto fundamental de la pedagogía", opinión no compartida por
muchos teóricos que la omiten en sus tratados científicos o que no le
atribuyen el realce que Herbart le dio. Los altibajos de la influencia del
pedagogo alemán en la posteridad señala la curva de apreciación hecha,
en el decurso de las décadas, al tema de la educabilidad. Los que admiten
su importancia, sin embargo, continúan usando las expresiones
4
herbartianas de "plasticidad" y "ductilidad" .
4
Nassif, R. Pedagogía general, Hapelusz, buenos Aires. Pág. 135
5
“La esencia de la educación”, en Actas del I Congreso Nacional de Filosofía, Mendoza. 1949. Vol III. Pág.
1815
6
Ibid
4
inserta en una "naturaleza" y sobre la posición del catedrático español de
metafísica en esta cuestión. La teoría aristotélico-escolástica es calificada
de psicologista:
7
San Cristóbal, A. Op Cit. Pág. 70
8
San Cristóbal, Op. Cit. Pág. 71 - 72
9
Nohl, H. Teoría de la educación, Losada, Buenos Aires, 1952, pág. 83;
San Cristóbal. Op. Cit., págs. 84-93
5
Antropología y educabilidad
10
El puesto del hombre en el cosmos, Losada, Buenos Aires, 1972, págs. 40-47
11
Max Scheler. Op. Cit., pág. 43
6
vida en obsequio de otros que, a veces, precisa inventar... Nuevo
conocimientos, nuevos estilos artísticos, nuevas instituciones sociales,
nuevas liturgias religiosas”12.
12
Larroyo, F. Sisterna de la filosofia de la educación, Ed. Porrúa, México, 1973, pág 174.
13
Redondo, E. Educación y comunicación, C. S.I.C., Madrid, 1959
7
mayor éxito. En el aprendizaje se interioriza lo aprendido, y se
perfecciona la personalidad de quien aprende.
14
Tumlirz, O. Einfúluung in die Jugendkunde, 1921, vol. 1, pág. 10
15
Flitner, W. Op. Cit., pág 109
8
esencial. El filósofo alemán se enfrenta a ambos grupos:
Los actos del hombre frente a las cosas no son reacciones, sino
proyectos,18 o como ha dicho recientemente J. L. Pinillos parodiando
16
Max Scheler. Op. Cit., págs. 54-55
17
Max Scheler. Op. Cit., págs. 55-72
18
Zubiri, X. Naturaleza Historia, Dios, Poblet, Buenos Aires, 1948, pág. 342
9
expresiones conductistas, el hombre no responde a los estímulos, sino
que propone. La propuesta y el proyecto le distinguen de los animales,
cuya conducta es suma de respuestas a los mensajes del medio sin que lo
asimilen y lo conviertan en su mundo. Los aprendizajes y la experiencia,
tal y como la entiende J. Dewey, no son respuestas, sino propuestas.
Condiciones de la educabilidad
19
Confesiones, I, 1, 1
20
Naturaleza, Historia, Dios, pág. 382
10
El espíritu nos permite adornar al hombre que es un ser inconcluso,
abierto aun abanico de amplias posibilidades, donde ha de elegir y
autorrealizarse. Los animales no se equivocan, porque no proponen ni
proyectan, sólo responden; su "ceguera" instintiva les priva de la
perfectibilidad alcanzable por el hombre, por su inteligencia y libertad. El
hombre es educable, porque es un ser abierto en sus esferas
cognoscitivas y volitivas . El hombre corre el riesgo de equivocarse,
porque tiene posibilidad de acertar; he ahí su grandeza y su limitación.
21
Zubiri. Op. Cit. Pág. 392-393
22
Catalfamo, G. It fondamento dell'educabilitá, en It problema pedagógico, Morcelliana,
Brescia, 1955, pág. 235
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El hombre es educable, porque es sujeto y agente de cultura, y esto le
adviene por el espíritu, porque por la educación se inserta el educando en
el mundo y es capaz de civilidad.23
Otra operación propia del espíritu son los actos emocionales, que
simbolizan la otra esfera humana que no es pensamiento; es lo afectivo y
oráctico, donde la vida bulle y donde el espíritu se patentiza. Estamos
refiriéndonos a los llamados por la psicología sentimientos
supraindividuales, sentimientos espirituales... Son producto de los seres
espirituales, porque la afectividad está llena de intelectualidad. No están
estos actos emocionales totalmente determinados, sino que el hombre
puede encauzarlos, controlarlos y brindarles objetos dignos. Estas
operaciones del espíritu constituyen la educación de los sentimientos, que
ha preocupado a los prácticos de la educación, que veían amenazada su
labor, si el hombre no se adueña de estas capas de su ser, que dan "color
a la existencia". Los sentimientos vitales y anímicos emanan de la
"naturaleza"; pero los supraindividuales, del espíritu, nomenclatura muy
frecuente en Max Scheler y en E. Spranger.
23
Agazzi, A. Saggio sulla natura del fatio educativo, La Scuola Editrice, Brescia, 1951,
pág. 21
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fatalistas se excluyen por sí mismas del campo pedagógico.24 Por esta
razón, se ve comprometida la educabilidad en los sistemas deudores de
explicaciones biológicas del aprendizaje, debido a que se cerrarían las
opciones al hombre, y todo estaría determinado a través de las
estimulaciones, que necesariamente han de hallar ciegas respuestas.
Esto no sería libertad ni educabilidad, sino su antítesis: determinismo.
Hay otra serie de operaciones del espíritu por las que el hombre se
relaciona y comunica con los demás, constitutivas del proceso de
socialización, posibles también para los seres espirituales. Los animales
viven juntos, pero no se comunican; en cambio, el hombre es un ser -
con y en medio de los otros, manera maravillosa de ejercer su posibilidad
de apertura, más rica que la manifestada en los procesos cognoscitivos.
La capacidad de convivir es la explicación de las tares educativas
socializadoras, carentes de sentido, si el hombre fuese un ser
incomunicado, tal y como han enseñado los representantes del
existencialismo cerrado - Sartre, por ejemplo -, opuestos a la asistencia
de los niños a las instituciones escolares, porque indicaría la
irresponsabilidad de los padres en materia educativa, ya que en la escuela
la individualidad se diluye en el piélago de la comunidad formada por los
compañeros, mientras que en el seno de la familia encuentra el cobijo
apto para su desarrollo. Los existencialistas abiertos, por el contrario, se
han convertido en paladines de la comunicación humana, y han aplicado
esta inquietud a la educación. El encuentro con el otro, el aprender a
respetarle y admirarle, el sentimiento de cooperación, la preparación para
el entendimiento comunitario sin fronteras locales y regionales, y el uso
del grupo como medio educativo son expresiones de esta doctrina.
24
Bosquejo para un curso de pedagogia, La Lectura, Madrid, slf., pág. 9
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