Está en la página 1de 13

"La educación es la llave del conocimiento y la antesala de la felicidad".


Jesús Álava

He tenido la gran suerte de trabajar en todas las esferas de la psicología: clínica,


educativa, del trabajo… pero para mí la educación es la llave del conocimiento, es
la antesala de la felicidad, es el principal pilar que nos permite ser personas
auténticamente libres.
Inter1: soy Alicia, madre de un niño de 14 años, está en una edad en la que a los
padres nos inquieta muchísimo, la adolescencia. ¿qué recomendaciones nos
podrías hacer a los padres que tenemos niños en esta edad?
María: efectivamente, los 14 años son unos años complicados, lo psicólogos
siempre decimos que de 13 a 16 años es la etapa más difícil, más conflictiva, que
coincide con esa especie de despertar de la adolescencia. Y en tu caso, en tu hijo
estarás viendo que se produce una auténtica revolución, por una parte, las
hormonas, que los hacen sentir como desquiciados, y por otra parte esa necesidad
que tiene de reafirmarse, de decir: “ya tengo 14, ya soy mayor, tú ya no me tienes
que decir lo que tengo que hacer”, esa necesidad además por separarse y alejarse
un poco de la familia, es como sentirse más mayores y también la influencia de los
amigos en este momento es muy distinta, pero todo es más parafernalia de lo que
es en realidad.
De repente cambian, tiene cambios muy bruscos de humor, son muy ciclotímicos y
de repente se ponen muy retadores. Lo primero es paciencia, lo segundo es saber
que es un periodo que va a pasar, y después mucha comprensión con él (joven)
porque él mismo no se encuentra a gusto, no sabe muy bien dónde está, está
buscando su sitio en el mundo, está intentando constantemente encontrarse.
Entonces va a provocar muchísimas veces, y lo importante que tiene que sentir es
tu confianza, tu tranquilidad, que no pierdes el control. Ahí es un tema crucial,
cuando vea que no entras en sus provocaciones, ahí vas a conseguir muchísima
autoridad. Aunque ahora mismo está diciendo como que no quiere nada contigo, en
el fondo te sigue necesitando, y sigue necesitando mucho ese afecto y ese cariño,
en estos momentos de gran inseguridad, necesita también tu aprobación, necesita
sentir que sigues sintiéndote orgullosa de él, que sigues pensando que es un chico
realmente listo, que confías en ese punto que dices: “este es mi hijo de siempre a
pesar de que sea tan raro en este momento”. A lo cual yo diría: mucha confianza,
mucha comprensión, mucha paciencia, muchísimo cariño, no pierdas el control, no
caigas en su provocación, porque perderías toda la autoridad. Descúbrele, está muy
atenta, en estas edades empiezan a tener situaciones, vivencias muy diferentes. A
veces cuando nos damos cuenta se han escapado un poco, se han metido en
determinadas situaciones complicadas, mira muy bien qué hace, con quién, qué
síntomas tienen las cosas que más te puedan preocupar e intenta escuchar mucho,
observar enormemente y acercarte solo en aquellos momentos en los que él te lo
va a permitir.
Inter1: ¿cuál crees tú que es la asignatura pendiente en nuestro sistema educativo
o qué asignatura se podría mejorar?
María: hay un referente para mí en educación que es Josefina Aldecoa y ella decía
que nunca los padres habían estado tan preocupados como ahora por la educación
de sus hijos, pero que nunca se había sentido tan perdidos. La asignatura pendiente
sería enseñarnos a vivir, es decir, nos hubiera ido muy diferente. Yo soy psicóloga
y e ha servido muchísimo en la vida y lo utilizo todos los días, pero ¿por qué tienes
que ser psicóloga para que resulte más sencillo?, ¿Qué tal si hubiera una asignatura
que se la pudiéramos enseñar a nuestros hijos que es: ¿cómo conocerte mejor?,
¿Cómo conocerte para aceptarte realmente cómo eres?, ¿cómo sacer lo mejor de
ti mismo?, pero ¿cómo conocer a la gente que tienes alrededor?, ¿cómo vas a
actuar cuando tiene una persona muy positiva o muy agresiva?, ¿cómo ser mucho
más sociable?, ¿cómo aprender a escuchar?, ¿cómo aprender a razonar, ¿cómo
aprender a pensar?, es decir, ¿cómo desarrollar esa inteligencia emocional?, que
en definitiva sería cómo aprender a vivir. Si nos conociéramos más, sabríamos
relacionarnos, sabríamos ser felices, que es el objetivo final que todos buscaríamos
y seríamos menos manipulables, que es, en definitiva, el gran objetivo de la
educación. Hagamos niños, adolescentes, jóvenes, adultos que sean auténticos,
que sean ellos, que no sean manipulables.
Inter1: Otra cosa que nos pasa a los padres es que cometemos errores, practicante
los mismos. Cometemos errores comunes, ¿qué podríamos hacer para evitarlos?
María: primero la sobreprotección, es el gran error que estamos haciendo con las
jóvenes generaciones. Les estamos sobreprotegiendo tanto, estamos intentando
que su vida sea tan sencilla que al final los estamos anquilosando prácticamente, y
“si les proteges tanto, no les preparas para la vida”, al final van a andar es esta
especie de carrera que es la vida, van a andar con muletas, no podrán saltar los
obstáculos con los que se enfrentan. Josefina Aldecoa también decía que los niños
aprenden sus recursos practicándolos, viviendo sus situaciones, encontrando sus
respuestas, solucionando los problemas que realmente tiene que tener. Se trata de
estar a su lado, pero no para ir por delante, simplemente quédate atrás por si acaso
ves que se caen. La sobreprotección es un tema esencial en cualquier edad.
Después hay algo fundamental que es ser padres, ¿tu hijo puede tener otra madre?,
¿por qué a veces los adultos, intentamos ser niños, intentamos actuar como
colegas?, esa madre, ese padre es lo que él busca, busca tu directriz y tu ejemplo,
busca en qué mirarse. Es un papel que jamás va a poder sustituir nadie, no seamos
colegas.
Ahora decimos: “tenemos que hablar mucho con los niños”, por supuesto, ¿tenemos
que dialogar, tenemos que escuchar?, sí, ¿tenemos que pensar que con el dialogo
todo se soluciona?, no, y esto es una gran mentira. Tú tiene un hijo de 14 años que
a veces te dirá: “pero no me escuchas, escúchame, fíjate”. Tu sabes que cuando un
chico o chica quiere conseguir algo y está en medio de una obsesión o de una
rabieta, no escucha, no es el momento de dialogar. Es el momento de poner unas
normas muy claras y no dejarte llevar por esa aparente bonanza en el que todos
pensamos: “bueno, las cosas hablando…”, cuando el otro realmente escucha. A
ver, todos los niños necesitan pautas, normas, límites, es un error no ponérsela,
como es un error pensar que bueno, que esto no es para tanto, y ceder para evitar
males mayores, esto es algo que vemos en muchos padres. Cuando tú les mandas
a hacer registros, cuando dices: ¿por qué no anotas cómo actúa tu hijo?, ¿por qué
no anotas cómo he estado respondiendo yo?, ¿por qué no anotas cómo responde
él ante tu respuesta?, entonces te das cuenta que muchísimas veces te toma el
pelo. Y tenemos como ese mecanismo de defensa de decir. “bueno vamos a ceder”,
“bueno, pero por favor, la última vez”, no cedamos para evitar males mayores, a
veces cometemos grandes errores. Y tampoco hagamos que los hijos que se portan
bien cedan en función de sus hermanos. No sacrifiquemos a unos, porque casi
siempre sacrificas al que mejor se porta, en función del otro que es el que tiene
mayores dificultades, lo cual es una gran injusticia.
Pero hay un tema fundamental que nos preocupa mucho y es, ensenémosles a
pensar, a razonar, este es un tema crucial, y favorezcamos una vida en la que ellos
intenten ser generosos. Sabemos que la felicidad está en la generosidad. La
mayoría de los niños de hoy les educan en el consumismo, y si les damos todo a
cambio de nada, empiezan por no dar valor a las cosas y terminan por no dar valor
a las personas. En definitiva, no somos colegas, no les sobreprotejamos, no
cedamos para evitar males mayores, pongamos una serie de pautas, de normas,
de limites claramente establecidas, actuemos en función de cómo es cada niño y
con esa singularidad unifiquemos criterios entre los padres. Tratémosle de acuerdo
a la edad que tienen y a la singularidad que ellos pueden transmitirte y démosle
siempre confianza en ellos, pero confianza en nosotros mismos. Dialogo sí, pero
cuando escuchas. Si no: “soy tu padre y te voy a ofrecer unas pautas y unos límites
que hay que cumplir”.
Inter1: hay un tema que surge muy importante que es la frustración, que además
puede ser beneficiosa o puede ayudarles a desarrollarse, es positiva.
María: comentábamos que el primer error, la sobreprotección, ¿qué haces cuando
sobreproteges a un niño?, le estas quitando las posibilidades de que él experimente,
le estas quitando las posibilidades de que se frustre, se tienen que frustrar para
poder aprender, para elaborar recursos, esto es uno de los grandes dramas que
tenemos ahora mismo, en este momento en los centros de psicología, la gente que
más nos viene son jóvenes, de 18 a 30 años; hace 20 años los jóvenes nunca venían
a un centro de psicología, los traían los padres cuando estaban muy desesperados,
pero no ellos por gusto propio, ahora ¿por qué te vienen?, porque no tienen recursos
ante la vida, es decir, no han podido elaborar, realmente, no se han podido frustrar,
no les hemos dado esa oportunidad. Es decir, ¿la frustración qué es?, imagina un
bebé que quiere empezar a caminar, y ¿qué es lo que hace?, intenta levantarse, se
cae, si en ese momento se frustran, si tú al niño lo coges y dices: “ay pobrecito, Dios
mío…” ¿qué va a hacer?, ¿se va a quedar tres meses quieto hasta que sea capaz
de sostenerse antes de empezar a andar?, ¿se va a perder todos esos
aprendizajes?, es decir, la frustración en realidad es el camino al conocimiento y
esa es la llave de la inteligencia. Claro que te tienes que frustrar, porque si no, no
vas a vivir, porque tienes que experimentar, porque tiene que darte cuenta cuándo
aciertas y cuándo te equivocas, y tienes que aprender precisamente, de esos
errores. Los niños que no se frustran no aprenden en la vida, y van a tener
circunstancias difíciles, momentos en los que no les vamos a ayudar, hechos en los
que se encuentran realmente muy solos. Como no hayan elaborado esos recursos,
lo van a tener muy difícil.
La frustración es necesaria, hay que quitarle esa fuerza tan negativa, y lo tenemos
que aprender, al contrario, es decir, ¿qué haces como padre para que no se sienta
mal cuando tiene una frustración?, utilizar el sentido del humor en ese instante, lo
sacas de la sensación que pueda tener de fracaso, entre comillas, coge el aspecto
positivo de lo que ha podido aprender y se siente realmente muy bien. La frustración
nos hace más personas, más humanos, más sensibles, justos, inteligentes; dejemos
que los niños se frustren con atención, con compañía, y desde luego, dándoles las
oportunidades.
Inter1: ¿a qué edad tendríamos que empezar a ponerles los límites?
María: desde bebés, desde que nacen y lloran, ¿desde que nacen vamos a poner
pautas, normas, limites?, pobrecitos; No, desde que nacen les tenemos que ayudar,
ha habido teorías y algunas erróneas, la que más daños ha hecho en la educación
con los hijos ha sido, precisamente, esa de que los niños no necesitan normas,
pautas, deben de vivir en absoluta libertad. Eso ha sido un drama, en USA se dieron
cuenta y pidieron perdón, en Europa llego más tarde, y en España parece que ha
costado darse cuenta de esta realidad. Esas pautas, normas, hábitos que tiene que
ser de acuerdo a su edad, es decir, cuando tenga un año les vas a poder pedir que
corra, y cuando se dé contra su compañero y lo muerda porque aún no sabe
expresarse, no lo vas a regañar demasiado porque sabes que le vas a decir que no
lo puede hacer, pero no lo está haciendo porque quiere, no controla su movimiento.
Es muy distinto que tenga una agresividad con cinco años, que lo pueda hacer.
¿Qué nos da la medida de las pautas?, el sentido común; en cuanto cogemos un
poco de distancia, tú te imaginas la escena como si fuera un teatro, y te preguntas
¿esto es lógico?, vas a darte cuenta cuando el niño te está tomando el pelo qué es
lo que puedes hacer, y además en última instancia, cuando tengas dudas, siempre
tienes a la otra parte del equipo fundamental, que es el equipo educativo, al que le
puedes pedir y le puedes ayudar.
¿Pautas, normas son necesarias?, sí, ¿algunas veces se puede negociar con los
niños?, sí, depende en función de las edades, precisamente para favorecerles que
vayan creciendo, que se vayan responsabilizando de ciertas cosas, pero los limites
nunca se negocian. Si tú no puedes montar en una moto, no puedes montar en una
moto; si no puedes fumar, no puedes fumar; si te digo que tiene 13 años y no es el
momento de tener relaciones sexuales, no es el momento de tenerlas. Esas son las
cosas que siempre tiene que quedar claras.
Entonces pautas, normas, límites, hábitos desde pequeños, adecuado en función
de la edad, las características y peculiaridades de cada niño. No es tan complicado
cuando utilizamos ese sentido común, y si somos muy exigentes, preguntamos de
vez en cuando a la otra persona que es un poquito más blanda: ¿no me estaré
pasando?, y se hace lo mismo, al contrario, si soy muy blando pregunto a la otra
parte. Pero la propia cara del niño te dirá cuando aciertas.
Inter1: si continuamente están retándonos, poniéndonos a prueba, eso es algo para
los padres bastante complicado de gestionar, ¿qué consejo nos darías?
María: hacen muy bien, si realmente no nos estuvieran poniendo a prueba, si no
nos estuvieran retando, no estarían aprendiendo; los niños al principio nos
aventajan, por ejemplo, en su capacidad de observación, todos nacemos
observadores, tú ves un bebé que aún no tiene lenguaje, y sin embargo es capaz
de relacionarse perfectamente con su alrededor; porque observa y en función de
eso actúa, te sonríe, te seduce, llora, depende de lo que quiera en cada momento.
En los adultos llega un momento en que dejamos de observar, dejamos de aprender
y les damos a ellos en ese momento, una gran ventaja sobre nosotros. Debemos
volver a aprender a observar y ante sus retos, efectivamente, no caer en la
provocación, ser más perseverantes que ellos. Los niños no son más inteligentes,
pero si es verdad que son más perseverantes, y son más pacientes a su manera,
pueden ser muy impacientes cuando quieren algo, pero si quieren conseguir algo,
insisten una y otra y otra vez, y como te observan, saben perfectamente cuál es el
día que estás más tranquila segura, confiada, cuál es el día que estás tensa, que
estás con mal genio, que vas a ceder a la mínima…lo que tenemos que hacer es
resetearnos un poco y decir: ¿qué está haciendo mi hijo?, me está observando,
¿qué voy a hacer yo?, observar, le voy a sonreír, para despistarlo un poco y luego
voy a tener muy claro cuál es el objetivo en las cosas en las que puedo ceder y
dónde voy a mostrarme realmente firme.
Inter1: otro de los objetivos como padres, padres educadores es que nuestros hijos
se hagan adultos y se vayan haciendo independientes, seguros, autónomos, ¿cómo
podríamos ayudarles a conseguir este objetivo tan importante?
María: un objetivo tan ambicioso que prácticamente no va a terminar nunca, y que
se empieza cuando son bebés, recordemos que en el primer año de vida de un niño
su cerebro el desarrollo que tiene es el equivalente al que va a tener el resto de su
vida. Es decir, su plasticidad es tal que ahí ya aprende muchísimo, aprende un
poquito de los pilares de lo que van a ser después determinadas conductas
posteriores. Si queremos hacer a un niño seguro, autónomo, primero tenemos que
pensar cómo es, nacemos con un temperamento que es único, que cada niño es
diferente, podemos tener gemelos monocigóticos exactamente iguales, con la
misma dotación genética, y sin embargo, son muy distintos; lo primero que se debe
de hacer es aprender a hacer un traje a medida de cada uno, hijo, hija, partiendo en
este punto: ¿cómo puedo yo hacer?, porque hay niños que nacen mucho más
seguros, y niños que nacen más intranquilos, hay más inquietos y has otros que
nacen relajadísimos.
Punto de partida: ¿qué necesita un niño?, que tú le transmitas al principio tu
confianza, si queremos hacerles más seguros, el modelo que tiene que ver, es lo
que más les puede llegar, que te vean una persona segura, confiada, y sobretodo
que te vean una persona porque confías en ellos. ¿hay un momento que dejan de
depender de la opinión, de la valoración de los padres?, no, otra cosa es que te lo
digan y que te digan que, para nada, pero es cierto que jamás lo dejan. ¿qué es lo
que más les transmites?, o tu confianza o tu desconfianza en ellos, esto es lo que
es más crucial. Para que confiemos en un hijo, ¿Qué es lo que tenemos que hacer?,
creer en él, no solamente quererle, tú le puedes querer y puedes no creer, puedes
pensar que no va a ser capaz de hacer determinadas cosas.
Quererle queriéndole, es decir, ¿tú qué le demuestras a tu hijo?, te conozco muy
bien, te conozco cómo eres y me encanta cómo eres y sé que tienes cosas
maravillosas y te las pondero, y sé que tienes otras que se te darán peor y te las
valoro. Lo importante es que sienta que desde el principio que tu valor, su valor
como persona es por cómo es él, no tanto por lo que hace. Tú le vas a ayudar
siempre a que intente ser mejor persona, le vas a dar confianza diciéndoles que
estas completamente convencida que va a intentar hacer las cosas lo mejor que
sabe, y le vas a dar confianza diciéndole que sabes que es sensible, y que es una
persona que puede ser generosa, y le vas a dar confianza no valorándole tanto por
el resultado final, sino por el esfuerzo que realice.
El éxito en la vida no es tan importante, a veces, el éxito es una casualidad, en
ocasiones incluso es una injusticia. Lo importante es que ellos vean que tú les
fomentas el valor y el esfuerzo, si tú les dices: “yo creo en ti”, y ellos oyen que tú a
otras personas les dices cómo crees en ellos, las cosas que más te gustan, se
quedan como tranquilos; si ellos cuando tienen alguna dificultad te sienten a su lado
y sienten que tú confías en que van a poder solucionarlo, se quedan mucho más
tranquilos. Si en esos momentos de máximas dudas que puedan tener, ellos ven
que tú les ayudas a pensar, a reflexionar, a enfrentarse a sus miedos y a sentirse
tranquilos porque los pueden superar, claro que son mucho más autónomos, si ellos
ven que tu confías en la vida, que a pesar de las injusticias que pueda haber les
dices: “mira, el ser humano, a pesar de todo, es sabio, e intenta a lo largo de la
historia, ha habido situaciones infinitamente peores que se han resuelto”, hoy
tenemos guerras, tenemos actos terroristas, confía en el ser humano, yo confío, a
pesar de todo, seremos capaces de sacar lo mejor que tiene cada persona.
De eso se dan perfectamente cuenta, ponle pequeños caminos que tenga que ir
recorriendo, pequeñas metas, trabajando sobre todo sus recursos, haz que piense
y que sea dueño de sus pensamientos, ¿cómo conseguimos que un niño sea
seguro?, no pensando por los demás, no dejándose influir tanto por el medio que
realmente lo rodea, valorando sus propios pensamientos. Esa reflexión que necesita
tener es lo que más le va a ayudar en su vida. Enséñale que es bueno equivocarse,
porque va a aprender mucho de su equivocación, porque si no, no tendría la
oportunidad, a que en la vida hay que arriesgarse de vez en cuando, siempre
cubriéndote un poco, pero hay que arriesgarse en ese aspecto. Que puede ser
valiente, que no quiere decir que seas impulsivo, que te puedes llegar a controlar,
ensénale a controlar al máximo esos impulsos para que sea libre, para que sea
dueño de sus emociones y no sea esclavo de esa impulsividad que es lo que no
controla. Pero enseñarle a ser más autónomo es ensenarle a creer en la vida, a
disfrutar cada día, cada momento, de cada experiencia, de cada cosa que realmente
está haciendo, sabiendo que tiene tu confianza, tu apoyo, que nunca le vas a dejar,
que le valoras por encima de todo, que cuando lo pasa mal te va a tener ahí y
sabiendo que en las peores circunstancias es, seguramente, cuando más está
aprendiendo.
Inter1: los adultos trabajamos muchas horas, y en la mayoría de las familias
trabajan los dos, y del trabajo traemos frustración, problemas, ¿esta situación cómo
afecta a nuestros hijos?
María: sentimos culpabilidad porque nos gustaría poder dar más tiempo y poderles
ofrecer lo mejor de nosotros mismos. El tema de la conciliación no lo tenemos del
todo resuelto y es un camino que está ahí, aún por conseguir, por conquistar. Y es
cierto que muchas empresas incluso a veces actúan de formas, un poco sincera por
no decir hipócrita, pues aparentemente todos son facilidades, pero la realidad es
distinta. ¿qué es lo primero por hacer?, analizar, cuando tienes hijos pequeños
normalmente estas en un momento de tu carrera profesional de mucha exigencia
donde, a veces, te exigen mucho esfuerzo, y eso significa que se tiene mucha
tensión y mucha presión; lo importante es que tengamos claro: intentar darle a mi
hijo lo máximo que puedo, que es lo mejor de mí y lo mejor de mi tiempo. ¿cuál es
el tiempo que realmente termino y me queda al final?, hago las elecciones que sean,
pero ¿cuál es el tiempo que me queda?.
No nos sintamos culpables, los niños son inteligentes, a ellos no les vale tanto la
cantidad como la calidad, lo importante es que cuando llegues a casa, el tiempo que
tengas con tus hijos sea efectivamente de calidad. “Es que llego con las
preocupaciones del trabajo”, ahí si es crucial que cortemos, que seamos capaces
de decir: “ya está bien, ya se han llevado mucho de mi tiempo de mi esfuerzo, de
mi energía, ahora necesito dedicárselo a mi hijo”, ¿qué voy a hacer?, lo que los
psicólogos llamamos parada de pensamiento, es un cierto entrenamiento que se
consigue relativamente en poco tiempo y lo que se hace cuando llegas a casa es
que dices: ¿qué es lo que necesito?, estar un tiempo con mi hijo(s), pero sobre todo
lo que necesito es que mi hijo sienta que para mí ahora, cuando llego a casa son lo
más importante. Los hijos hablan cuando lo necesitan no a veces cuando les
preguntamos y para hacer eso lo primero que necesitan es sentirse bien, así que
cuando lleguemos a casa no empecemos con las preguntas, ¿por qué no
empezamos con un juego?, porque no empezar diciéndole “que ganas tenia de
verte, que alegría por fin de encontrarte”, y te imaginas en función de la edad que
es lo que puedes compartir con él en ese momento, y las confidencias van a venir
después, él te lo va a decir, y si no, pues tienes esas preguntas como abiertas, o les
cuentas cosas tuyas que hacen que inmediatamente te cuenten cosas suyas.
La culpabilidad te la notan, y si te notan culpable, se van a aprovechar y te van a
poner en una situación muy límite, porque eso es algo que ellos captan, si te notan
tranquila, también, y si estas tranquila vas a transmitir paz y vas a vivir lo mejor de
ti misma. Y cuando son pequeños no vale decir: luego dentro de unos años tendré
más tiempo, no, esa edad que ellos tienen no va a volver, y cuando más te necesitan
es cuando son más pequeños, y por supuesto que te necesitan en la adolescencia
y con 30 años, pero no tanto; entonces vamos a darles lo mejor, desconectando con
aquello que tú has dado lo necesario, pero no lo fundamental en tu vida. Si ellos te
ven los ojos más cálidos del mundo, si se dan cuenta que disfruta con ellos, que es
la mirada más amorosa que pueda existir, ese afecto y ese cariño hace que tú
misma te sientas bien, no te sientas culpable y des lo mejor de ti.
Inter1: ¿qué hacemos los padres con ese sentimiento de culpabilidad del que
hablas?, porque pensamos que no nos estamos implicando todo lo que deberíamos
y es muy difícil controlarlo. ¿qué consejos nos podrías dar?
María: la culpabilidad es como una insatisfacción interna y es algo que está
constantemente diciendo “ey ey”; siempre decimos que somos personas y como tal
tenemos limitaciones y podemos cometer determinados fallos, y tenemos
circunstancias que nos pueden influir más o menos. Esa culpabilidad, ese
sentimiento que a veces tienes es humano y es bueno, cuando escucho a un padre
o una madre que me dice: “me siento culpable, creo que no le doy lo mejor a mi
hijo”, digo que bien, porque realmente demuestras lo que te importa tu hijo, lo que
te interesa, el lugar fundamental que está ocupando en tu vida, y a partir de ahí va
a ser más sencillo, porque lo que haremos es decirte: que se tiene que acostumbrar
a una realidad, tienes que vivir de la mejor forma tu propia realidad, sabiendo dónde
están los limites, dónde están las cosas importantes y dónde vamos a poner ese
foco, el miedo, la culpabilidad, la inseguridad, todo eso nos quita mucho en relación
a nuestros hijos. Todo eso les ofrece casi lo peor de nosotros, y eso es lo que no
podemos hacer. ¿a mí me gustaría estar el mayor tiempo posible con ellos?, sí,
¿puedo?, bueno pues voy a intentar dentro de lo que es el resto de la vida y dentro
de la importancia de mi hijo, estar lo máximo posible, ¿tanto como a mí me
gustaría?, seguramente no voy a poder, y que hago, ¿me doy con un látigo
permanentemente?, no, si tu das lo mejor a tus hijos en el tiempo que puedes
realmente estar con ellos, no te sientas culpable. Disfruta porque eso también se
transmite; lo peor es cuando un padre transmite a su hijo infelicidad, tensión, estrés,
culpabilidad…eso si es algo que tenemos que trabajar.
Transmite confianza, ilusión, alegría, pautas, a veces tendrás que hacer cosas que
te cuestan un poquito, ese es el cariño autentico, lo otro es lo que tenemos que
mejorar. Hay algunos padres que se nos quedaron un poco en la adolescencia, un
hijo merece un padre adulto.
Inter1: hay otro aspecto que también les afecta mucho a los niños y son los
cambios, como mudarte, o cambiar de colegio, y ellos se estresan, llevan muy mal
el tema de los cambios. ¿cómo se podría hacer en este caso?
María: los psicólogos tenemos claro que un cambio, por ejemplo, de casa, es el
equivalente al nacimiento de un hermano y es impactante en la vida de un niño, a
veces no nos damos cuenta y con mucha frecuencia decimos: pero si es un cambio
mejor… no; a un niño le da mucha seguridad su espacio y lo conocido, y aunque su
cuarto fuera pequeño y no fuera tan maravilloso, es donde él se sentía feliz y
cómodo; ¿hay que avisarlo?, sí, aun sabiendo que lo va a pasar mal pero intentando
motivarle y estando a su lado, diciendo” sé que echas de menos tu cuarto, tu
cama…” para que él se sienta reconfortado, escuchado y en ese momento le dices:
yo también, ¿qué podemos hacer para sentirnos mejor?, haz que se implique desde
el primer momento, para que lo vida en un intento de superación y de encontrarse
bien.
En el colegio es algo parecido; cuando un niño ha estado en una escuela infantil y
pasa al colegio, pasa de ser el mayor a ser el pequeño, el que dominaba todo y
ahora se encuentra como una especie de hormiguita. Es un cambio esencial, si le
acompañan amigos es más fácil, pero no siempre se da. ¿Qué hacemos?, estar a
su lado, sobre todo en esos momentos de fragilidad, acompañándole y diciéndole:
ya sé que te van a hacer falta tus amigos, a tu profesora, es normal. Vamos a ver
cómo le podemos favorecer, a buscar niños puente. El que es especialmente
sociable, muy acogedor y que le va a encantar ese papel de favorecer un poco en
su adaptación. Tengamos muchísima paciencia, lo pasan mal, pero cuando
cambien, por ejemplo, a los 12 años, de primaria a secundaria, lo vuelven a pasar
mal, a sentirse pequeños de nuevo, y ahí tenemos que recordar siempre que los
profesores son nuestra principal muleta de ayuda y el equipo que tenemos que
formar con ellos es crucial. Estemos muy atentos a los primeros signos, porque
efectivamente, para ellos pueden ser a veces auténticos dramas.
Inter1: porque uno de los cambios de cada año es regresar al colegio, es algo que
altera a la familia, en cuanto a orden, horarios, y deberíamos saber gestionarlo y no
sabemos cómo hacerlo.
María: no anticipemos demasiado, a veces le tememos tanto que no dejamos que
la fecha llegue, no amarguemos las vacaciones innecesariamente, el tiempo de
adaptación, poquitos días, lo que si tenemos que ir adaptando nosotros los adultos
son sus horarios, que eso le ayuda mucho. Que empiecen a acostarse a un ahora
más parecida y levantarse mucho más temprano, empezar a tener pequeñas
normas, y después del desayuno: “vamos a leer un poquito, vamos a hacer esto…”,
es decir, algo que en esos hábitos le vayan ayudando.
Yo utilizo la prueba algodón, que es cuando el niño te dice: “no quiero volver al cole”,
y dices: “me parece muy bien, ¿y qué más?”, ¿y entonces qué vas a hacer?, todo
el día solo, porque los otros amigos sí van a volver, yo vuelvo a trabajar, los
profesores vuelven a dar clase, entonces tú te vas a quedar aquí, que se den cuenta
que es algo normal lo que piden pero que también es una irrealidad, no se puede
hacer. Trátalo con mucho sentido del humor, coge recursos de las cosas que sabes
que sí le gustan, con el regreso al colegio también suenan determinadas actividades
que le pueden encantar, volver a ver a determinados amigos, y que tengan la
confianza de decir: “me va a dar lo mismo, si me quejo 17mil veces, que mis padres
no es que no se preocupen, se ríen”, eso es lo que más lo desactiva.
Inter1: hay un tema que preocupa y genera debate, y es si los padres podemos
ayudarles a mejorar la inteligencia, ¿podemos?
María: podemos y debemos, porque lo van a necesitar. Hay personas que piensan
que inteligencia es sinónimo de conocimientos y no se trata de eso, no; inteligencia
son habilidades y recursos para vivir, es inteligencia emocional básicamente.
Podemos enseñarles a conocerse bien, en profundidad, a quererse, los adultos
cuando nos sentimos mal tenemos que aprender a perdonarnos, normalmente los
niños aprenden a perdonarse muy bien, pero a veces no saben tanto quererse.
Enseñémosles a quererse, a conocer a otras personas y a reaccionar en
determinadas circunstancias. ¿Qué haces en un momento cuando tienes un niño
muy agresivo o un compañero especialmente ambicioso o tienes un profesor con el
que se siente incómodo?, ¿cómo reaccionar?, luego en función del niño ¿qué es lo
que le voy a enseñar?, lo voy a entrenar para que desarrolle al máximo sus
habilidades o sus competencias, pero también para que asuma sus puntos más
débiles, ese es el desarrollo de la inteligencia. Es lo máximo que tú puedes dar,
siendo como eres para obtener la máxima felicidad en tu vida, teniendo los máximos
recursos ante el montón de dificultades que, sin duda te vas a encontrar.
La mejor inteligencia que le podemos enseñar a un niño es disfrutar, lo que hace
cada día, cuando estudia, cuando se relaciona con otros niños, cuando hace
deporte; cuando a un niño tú le enseñas a disfrutar, le enseñas a vivir y desarrollas
al máximo su inteligencia, y a veces se nos olvida. Hay niños que tu vez y dices
“wow que estudios, que resultados”, pero lo miras a profundidad y ves un niño infeliz,
y pocas cosas dan tanta pena que ver a un niño infeliz ante las circunstancias de
vida que le estamos creando. Claro que le podemos enseñar el desarrollo de la
inteligencia, los niños además lo aprenden muy rápidamente, pero teniendo muy
claro el objetivo: disfruta, disfruta al máximo, desarrolla tu potencial, controla tus
emociones, piensa y razona por ti mismo, y serás una persona libre, feliz, con
recursos.
Inter1: entonces aparece el concepto autoestima y ¿qué podemos hacer los padres
para ayudarles a conseguir una buena autoestima?
María: es un tema crucial, pues muchos adultos nos pasamos la vida intentando
mejorar nuestra autoestima. Es esencial para vivir y para sentirnos bien, que el niño
se acepte, se quiera, que confié en cómo es él, que tenga capacidad de reacción
ante las dificultades, que sea un niño resiliente, que en momentos complicados
salga adelante bien.
No es fácil; hay algunos niños que la tienen desde pequeños, con una autoestima
fantástica, se relacionan muy bien con las personas alrededor, se quiere mucho, es
un niño con estabilidad emocional. Pero ¿qué haces para favorecerlos?, enséñale
realmente cómo es, tanto al niño como al adolescente, no hay nada que más le
guste que hablar sobre sí mismo. Recuérdale cómo era de pequeño, recuerda lo
que más te llamaba la atención, lo que más le querías, lo que más le admirabas, y
a partir de ahí le dices todas las cosas fantásticas que ha ido haciendo en su vida,
y todas las cosas que sabes que puede hacer, y la autoestima es quererte cómo
eres, dile en qué es singular, en qué es especial. Si él aprende a conocerse, a
quererse y aprende a aceptarse, claro que tendrá una autoestima alta, pero al
principio es mucho lo que nosotros le podemos transmitir, constantemente
transmitamos esa confianza, incluso cuando le tenemos que poner un límite, una
norma o al decirle que eso no se puede hacer. La confianza y la autoestima en ese
momento, es decir: “yo sé que, aunque no quieres hacerlo y te gustaría hacer otra
cosa, tú lo puedes hacer y lo puedes conseguir”.
Inter1: te voy a plantear una situación que he vivido, y es cuando nuestros hijos nos
cuentan que, en el recreo, han estado jugando solos, porque no los ha aceptado el
grupo, los han rechazado, por un lado, queremos que sean capaces de resolver esa
situación, por otra parte, no queremos transmitir nuestra preocupación, entonces,
¿qué nos recomiendas?
María: tenemos que ver la edad que tienen, cómo es ese niño, porque no es lo
mismo un niño que habitualmente juega sin ninguna dificultad, a si es un niño que
tú sientes que está como asilado, que tiene poca relación con los demás o los otros
lo rechazan un poco. Ahí en función de eso lo que tenemos que hacer siempre es
cómo lo preparamos para superar esa situación. La tentación es ir inmediatamente
al colegio y decirle al profesor: “cómo es posible, no se ha dado cuenta, mi pobre
hijo…”, no se trata de eso, si podemos ir al colegio y hablar con el profesor y decir
¿cómo podemos hacer?, él lo está pasando mal en estas circunstancias, ¿cómo
podemos favorecer esa relación con otros niños?, a veces se sienta más aislado
porque le pueden tener cierta envidia, a veces sencillamente, tiene otra forma de
pensar y no les gusta lo que están haciendo los otros.
Lo que debemos hacer es intentar quitarle importancia y sonreír, tienes que
reaccionar de forma que él no espere, “vaya pues si mi madre me quiere y sonríe,
es que no es tan grave”, y a partir de ahí le vas sacando información, que termina
siendo crucial, como, por ejemplo, que se acababa de pelear con un compañero o
algo así y vas viendo cómo actuar. Se trata de sacar recursos, si conoces a tu hijo,
tienes la obligación de conocer bastante su entorno, y si lo conoces, le puedes
ayudar diciendo cómo integrarse y le va a resultar más sencillo y le das
determinados recursos. ¿qué podrías hacer para que mañana fulanito o
menganita…?, pero que sea él quien lo piense, lo razone y lo ponga en práctica. Y
si no funciona, pues le enseñas a aprender de eso que aparentemente ha sido un
fracaso, sintiéndose de nuevo mejor y diciéndole: esto te va a hacer crecer, esto te
va a hacer sentirte mucho más importante, mucho más mayor, vas a ser capaz de
superarlo.
Los niños cuando tú transmites esa confianza, se llenan tanto de ella, que se
vuelven llamativos para el resto de niños y resulta más sencillo.
De nuevo, no asustarte, sonreír mucho, ayudarle a pensar y reflexionar, a que él
mismo busque posibles alternativas, dar un empujoncito, hablar con el profesor para
que esté atento y lo facilite, y confiar en él.
Inter1: otra situación que suele ocurrir es que llega el fin de semana, tú quieres
descansar un poco, pero resulta que tus hijos tienen otro ritmo vital y a las siete de
la mañana se meten en la cama, te despiertan y tú estás agotada, ¿me levanto?,
otra vez el sentido de culpabilidad si no lo hago, no sabemos muy bien cómo
comportarnos.
María: tener un poco de flexibilidad, saber que los niños tienen una energía casi
ilimitada, si les da ilusión levantarse el sábado o domingo porque quieren jugar
contigo o hacer no sé qué, ahí tienes que evaluar si han dormido lo suficiente, sí,
¿qué quieren?, estar un rato en la cama jugando, disfrútalo, porque lo que más
valoran es tu tiempo, es tu presencia, disfrútalo, porque va a llegar una edad en la
que no van a ir a la cama, pero hay momento en que también quiere un poco de
intimidad y quieres que ellos se acostumbren a no tener siempre todo lo que quieren
en el momento, este es uno de los principales aprendizajes que podemos hacer
para que empiecen a controlar un poco sus impulsos. Y en función de la edad buscar
algo que sea razonable, como dejarlo jugar un rato y luego desayunamos, pero no
jugar siempre a lo que él quiere, sino también un poco a lo que conviene durante un
tiempo determinado, marcado por la edad para luego seguir con el resto de las
rutinas.
Pero no empieces el día amargada, de mal humor, empieza disfrutando porque eso
también lo notan, y cuando notan que disfrutan es más fácil que llegues a un
pequeño acuerdo y les digas: “como yo ya soy mayor y no tengo tu misma energía,
voy a dormir un ratito mientras tú haces esto, ¿te parece?”, depende de la edad,
porque hasta les puedes pedir que hagan el desayuno y ellos encantados; tú vas
negociando y te va a ser mucho más sencillo, pero disfrútalo y no vayas contra la
naturaleza, tienen mucha energía.
Inter1: María Jesús, he aprendido muchísimo, muchas gracias
María: siempre Josefina Aldecoa decía que hay dos sentidos fundamentales en la
vida: sentido común y sentido del humor. A veces los perdemos los dos en la
educación con nuestros hijos. Es una de las cosas fundamentales que tenemos que
recuperar, y luego no pensemos que porque haya situaciones muy difíciles ya va a
ser insuperable. En la vida hay crisis, con los hijos también, pero esas crisis van a
hacer que terminemos más fuertes, más unidos, que, a pesar de esas diferencias,
cuando el cariño es auténtico, cuando eres sensible, cuando te ocupas, te
preocupas y estas ahí, eso al final termina venciendo.
No desesperemos, pero no dejemos de estar atentos. Los niños siempre tienen
pequeños cambios, los primeros los hacen en casa y en el colegio, es fundamental
que estemos atentos, porque ahí podremos intervenir, para favorecer esa felicidad,
esa inteligencia emocional que siempre buscamos.
Queremos que sean felices, ellos quieren encontrarse a sí mismos, vamos
ayudarles en ese camino donde podemos ser la mejor ayuda, la mejor compañía,
haciendo siempre de padres, no sobreprotegiendo, dejando que de vez en cuando
se frustren, creyendo en ellos y haciendo ese crecimiento conjunto de ser mejores
personas a la vez.

También podría gustarte