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UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VILLARREAL

FACULTAD DE PSICOLOGIA
SECCION DE POST- GRADO
SEGUNDA ESPECIALIDAD PROFESIONAL EN PSICOLOGIA

ESQUEMA DE PROYECTO DE TESIS 2018

Propiedades Psicométricas de la guía de evaluación del riesgo de violencia sexual


SVR en delincuentes adultos sentenciados en el Penal de Ucayali, 2019

Jackelin Patricia Arévalo Román


Segunda Especialidad en Psicología Forense y Criminología

1. DESCRIPCION DEL PROBLEMA

1.1 Antecedentes

1.1.1 Antecedentes Internacionales

Pizarro, Adonay (2006) registra la investigación: “Evaluación del riesgo de


reincidencia para agresores sexuales”. El objetivo de este artículo es dar a conocer
procedimientos e instrumentos de evaluación utilizados con agresores sexuales y
disponibles en la actualidad. Además, se hace hincapié en la necesidad de diseñar
y/o adaptar protocolos extranjeros en nuestro país con el propósito de estandarizar
rigurosamente los procedimientos de evaluación para condenados por delitos
sexuales. Esta investigación nos demuestra la necesidad urgente de contar con
perfiles de orden psicológico que tributen al conocimiento del agresor basándose
en pruebas de carácter psicológico.

Pueyo Antonio y E, Echeburúa (2010) registran la investigación: “Valoración del


riesgo de violencia: instrumentos disponibles e indicaciones de aplicación”, quienes
determinaron que la reducción y prevención de la violencia no es una tarea
exclusiva de la intervención jurídico-penal y requiere a otros profesionales, como
los psicólogos, para una participación especializada en campos como la evaluación
de la peligrosidad y el control de la reincidencia violenta. Los últimos avances en la
prevención de la violencia han propuesto sustituir la evaluación de la peligrosidad
por la valoración del riesgo de violencia. Esta tecnología tiene una mayor capacidad
predictiva del comportamiento violento futuro. En este trabajo se presentan los
fundamentos de las técnicas de valoración del riesgo de violencia y los
instrumentos adaptados al español para su aplicación en la psicología clínica,
forense y penitenciaria. Se describen brevemente la escala VRAG, la PCL-R, el
HCR-20, el SVR-20, la SARA, el EPV y el SAVRY, así como sus aplicaciones
específicas. En esta investigación también se puede apreciar el empleo del proceso
de elaboración de perfiles para el maltrato y abuso sexual.

1.1.2 Antecedentes Nacionales

Asimismo, se puede indicar que a nivel nacional no se contemplan investigaciones


relacionadas con el diseño de un instrumento de corte psicológico para valorar
asertivamente el perfil agresor; siendo esta investigación por tanto la primera.

1.2 Teoría Explicativa

Es necesario reconocer el objeto de estudio de la criminología que es: el infractor


(agresor), la víctima, el hecho criminal en sí y el marco social y ecológico que lo
envuelve. (Fig.1). Esto hay que entenderlo tanto en un marco individual, como en
un marco colectivo; es decir, en el estudio de un hecho concreto (por ejemplo, un
atraco) y en el fenómeno criminológico que puede implicar (por ejemplo, el alto
índice de atracos en una zona determinada).

Por otra parte, es de igual forma objeto de estudio de la criminología, la reacción


social ante el delito (agresión sexual). En el entorno de las victimas e infractor del
delito, en los medios de comunicación, etc. y el control social del delito; en los
términos más básicos, el "Control Social" estaba referido a la capacidad de la
sociedad de regularse a sí misma, acorde con los principios y valores deseados
(Morris Janowitz, Universidad de Chicago. 1975). La sociedad se sirve de dos
clases de control social; por un lado, el control formal (la policía, la justicia, la
administración penitenciaria) y por otro lado el control informal (la familia, la
escuela, el grupo de iguales, los vecinos, etc.)
Partiendo del estudio longitudinal “Cambridge” de West y Farrington que pretendía
“describir el desarrollo del comportamiento del delincuente y criminal en varones
de un suburbio de la ciudad, investigar hasta qué punto se podía predecir de
antemano, y explicar porque la delincuencia juvenil empezó, porqué continuó o no
en la mayoría de edad y porqué el delinquir en el adulto generalmente termina
cuando los hombres tienen entre 20 y 30 años” (Farrington, 1992). Obtenemos una
información en líneas generales que nos lleva a afirmar que el delincuente común
tiende a haber nacido en una familia problemática, con múltiples conflictos, bajos
ingresos, numerosa y con padres delincuentes. Cuando el chico es joven –menor
de 8 años-, sus padres lo vigilan muy poco, las relaciones padres-hijos son poco
sólidas y efectivas, utilizan prácticas de crianza severas o inconscientes y están
probablemente en conflicto o separados. En la escuela, se caracteriza por el
absentismo, la conducta perturbadora (rebelde, hiperactivo e impulsivo) y
resultados académicos bajos. Después de dejar la escuela, el delincuente suele
conseguir empleos poco cualificados, con bajo salario y con numerosos periodos
de desempleo. Su conducta delictiva tiende a ser más versátil que especializada.

Sus delitos probablemente lleguen a ser más numerosos durante la adolescencia


(13-19 años) entre los 20 y 30 años la frecuencia de sus delitos irá disminuyendo.
Cuando llega a los 30, el delincuente probablemente este separado o divorciado,
desempleado o con trabajos de bajo salario y si tiene hijos, estos estarán recibiendo
un ambiente familiar con similares características de privación, discordia, desorden
y escasa supervisión al que él experimento cuando era niño.

Se define como agresión sexual o violación al acceso carnal por vía vaginal, anal
o bucal, o introducción de objetos por la alguna de las dos primeras vías, el
responsable será castigada como rea de violación, con la pena acorde al delito
tipificado en el Código Penal. Por lo tanto, entendemos que violador es aquella
persona que mediante violencia o intimidación pretenda un acceso carnal por vía
vaginal, anal o bucal, o introducción de objetos. Se han realizado numerosos
estudios para establecer cuáles pueden ser los factores de riesgo que lleven a una
persona a cometer una violación, con el fin de aumentar las posibilidades de
predicción y tratar de disminuir las probabilidades de ejecución de estos actos.
Ahora bien, definiremos agresión como aquel evento que se caracteriza por infringir
o intentar infringir un daño a otro individuo, este daño puede ser físico o psicológico
(Berkowitz, 1993). Lo único en lo que se han puesto de acuerdo los autores con
esta definición es la intencionalidad, sin embargo, no hay un consenso establecido
sobre los propósitos que se persiguen con la agresión, ya que puede tratarse de
una respuesta adaptativa para defender la vida propia o ajena. Aquí
contemplaremos todas las posibilidades:

AGRESION EMOCIONAL: Es un tipo de agresión cuyo principal objetivo es


provocar daño y surge como resultado de una situación aversiva interior.

AGRESION INSTRUMENTAL: Se utiliza la agresión como medio para conseguir


algo.
AGRESION SEXUAL: Es la que utiliza para obtener placer mediante el dominio
sexual.

AGRESIÓN INDUCIDA POR EL MIEDO: Es la que se produce como respuesta a


una situación en la que la persona, se siente atacada o amenazada. Se trata de
una agresión reactiva.

Vamos a distinguir dos tipos de agresores sexuales por su incidencia y relevancia


en el campo de la criminología:

1. Violadores. (Agresores sexuales de mujeres).


2. Paidófilos. (Agresores sexuales de niños).

Se define como agresión sexual o violación al acceso carnal por vía vaginal, anal o
bucal, o introducción de objetos por la alguna de las dos primeras vías, el
responsable será castigada como rea de violación, con la pena acorde al delito
tipificado en el Código Penal. Por lo tanto, entendemos que violador es aquella
persona que mediante violencia o intimidación pretenda un acceso carnal por vía
vaginal, anal o bucal, o introducción de objetos. Se han realizado numerosos
estudios para establecer cuáles pueden ser los factores de riesgo que lleven a una
persona a cometer una violación, con el fin de aumentar las posibilidades de
predicción y tratar de disminuir las probabilidades de ejecución de estos actos. A
continuación, daremos las conclusiones del informe mundial sobre la violencia y la
salud en lo referente a este punto.

1.2.1. Estudio histórico del Abuso Sexual

En la historia de la humanidad encontramos infinidad de casos en los que el abuso


sexual ha formado parte de la cultura misma de los pueblos ya sea como parte de
ritos religiosos o costumbres. En el siglo V a. de C. Heródoto relata que en
Mesopotamia las mujeres debían entregarse a un desconocido antes de casarse,
en la famosa torre de Babel existía un santuario y en su interior una lujosa cama
nupcial en la que cada noche había una mujer diferente. Durante la Edad Media
podemos citar una práctica muy común, los derechos de pernada en los que el jefe
hombre del feudo tenía derecho de ser el primer hombre que tuviera relaciones
sexuales con una virgen (León Alatorre Alina, 2008).
En la antigüedad clásica se extendió la pedofilia en Egipto, Asiría, Persia, Arabia y,
sobre todo, Grecia y Roma. En Grecia se constituyó como algo socialmente
aceptado; Platón, en su diálogo sobre el amor, titulado “El banquete”, habla del
amor al efebo, que eran niños que acompañaban a los veteranos de la milicia para
infundirles el espíritu militar y una aptitud física óptima. No se separaban de ellos
ni para dormir, en consecuencia, tenían a los efebos como ocasionales objetivos
eróticos con los que satisfacían su sexualidad. Es esta obra Platón también hace
un análisis de su entrega a Sócrates, que era su maestro. Esta situación traspaso
a la mitología griega, así Zeus rapta a Ganímedes, efebo de gran belleza e hijo del
rey troyano Tros. Para muchos estudiosos de la mitología griega el dios Eros era
visto como deidad protectora de los amores pederásticos. El mismo Sócrates fue
condenado a muerte por celos entre diversos pedófilos importantes de la ciudad,
que veían que los más hermosos efebos se sentían atraídos por la inteligencia y
poder de sugestión del filósofo. Roma heredera de la cultura griega, heredó también
su pedofilia. Los efebos eran llamados concubini. La lectura del Satiricón de
Petronio expresa el estado de pedofilia romana. Los abusos en el ámbito sexual
por cuestión cultural pareciera que han desaparecido, pero en la época actual en
ciertas tribus de África aún se practican diferentes rituales en el ámbito sexual por
mencionar algunas: entre las tribus nandis, todas las niñas, a partir de los ocho
años, son consideradas como objeto de posesión común. En los ritos de iniciación
del pueblo keraki, cada muchacho es iniciado por lo hombres adultos en el
procedimiento de coito anal (León Alatorre Alina 2008).
El pionero de la investigación sobre el problema de abuso sexual fue David
Finkelhor (2005), sociólogo norteamericano, nos dice que el abuso sexual
constituye una de las diferentes formas de abuso a las cuales a lo largo de la
historia ha sido y sigue siendo sometido el ser humano (1980). En su libro “el abuso
sexual infantil” refiere que, el disgusto público que por varios años estuvo enfocado
en historias de niños lastimados y torturados está cambiando ahora hacia una
preocupación por la explotación sexual. Entre los años de 1977 y 1978 casi todas
las revistas habían publicado alguna historia que ponía de relieve los horrores del
abuso sexual en los niños, en cuestión de semanas una campaña contra la
fabricación y venta de pornografía infantil llegó a tener una prominencia política.
Desde el punto de vista de la conciencia pública, lo que estamos presenciando no
es ms que el descubrimiento de un “nuevo” problema social.

1.2.2. Estudio Histórico del Agresor Sexual

Si revisamos la evolución de la especie humana veremos que desde cuando el


hombre era más una bestia que aquello que conocemos como humano, se daban
la mayoría, sino todas, de las expresiones sexuales que hoy se ven. En la era
paleolítica, en los tiempos de la manada humana, la ley de la supervivencia era el
supremo mandato y tal vez el único criterio de orden o autoridad. Es por ello que la
horda humana era controlada por un «macho dominante», quien era el más fuerte
y feroz, el mejor cazador, el mejor proveedor de alimentos y guerrero en general.
Este macho dominante era el primero en alimentarse, en escoger refugio, y por
supuesto era el primero al escoger las hembras de su «harém», sin poner mucho
reparo en la edad o el consentimiento de las escogidas. Entonces tenemos que el
hombre primitivo llevaba una vida gobernada por las necesidades viscerales más
elementales, las mismas que por su naturaleza le resultaban impostergables. Este
comportamiento se mantuvo en la especie humana durante siglos, hasta que con
el paso del tiempo y la evolución, la manada humana acumuló experiencia, la
misma que al ser asimilada se hizo conocimiento, el mismo que fue transmitido a
las nuevas generaciones; así desarrolló una cultura, alcanzó cierto grado de
conciencia convirtiéndose la horda en una tribu dando origen a lo que hoy llamamos
ser humano (Carmen Manrique Ricardo, 2010. Acerca del Abuso y la Violación
Sexual. Revista Actualidad Psicológica).
Rodríguez Ortiz, Victoria (2000), realiza una investigación en torno a la evolución
conceptual del delito. El tratamiento que el delito de violación recibe en el Derecho
Romano exige un estudio pormenorizado de las diversas fases políticas del Imperio
atendiendo muy especialmente a las características socio culturales de cada
momento; en muchos casos no existen fuentes directas que tipifiquen el delito de
violación durante esta etapa., los textos grecolatinos que, aunque de un período
posterior, hacen referencia a numerosos casos de violación, así se recoge la
presunta violación de Rea Silvia por Amulio, hecho por el que quedaría embarazada
de Rómulo y Remo, o la soportada por Lucrecia de manos de Sexto Tarquino
aprovechando la ausencia del marido de ésta. El tratamiento del delito en esta
etapa del Imperio romano respecto de las acciones realizadas por hombres libres
contra la voluntad de esclavos/as propios o ajenos, al tener estos últimos la
consideración de cosas y no de personas no existía en estos casos un delito de
violación, sino que el hombre libre sólo era castigado por la comisión de un delito
de daños cuando la acción se llevaba a cabo teniendo como sujeto pasivo de la
misma a un esclavo ajeno; se presuponía en esta etapa que el sujeto activo era de
sexo masculino y sólo se podía hablar de violación en el caso de relaciones
heterosexuales (Revista de Estudios Históricos Jurídicos Nº 22. Valparaiso. Chile).
Durante la etapa de la Monarquía el bien jurídico tutelado era la castidad de la mujer
así como el honor de los familiares de la misma. No podemos hablar durante este
período de una lesión de la libertad sexual porque las mujeres no podían decidir
con quién mantener relaciones. Aunque para que una acción sea delictiva además
de ser anti jurídica ha de estar tipificada por ley, lo cierto es que durante la
Monarquía no existieron textos jurídicos en tal sentido. Resaltaba la importancia de
la castidad de la mujer como señal de honorabilidad durante la Monarquía hasta el
punto de convertirse en una característica exigible socialmente a cualquier mujer
libre (Revista de Estudios Históricos Jurídicos Nº 22. Valparaiso. Chile).
Los primeros estudios científicos sobre los agresores sexuales datan del siglo XIX
cuando Richard von Krafft-Ebing publica su famosa “Psychopathia Sexualis“ en
1886 y propone designar a la perversión sexual en la cual la satisfacción está ligada
al sufrimiento o la humillación infligidos al otro con el nombre de sadismo. Podemos
nombrar a Havelock Ellis, quien comienza a estudiar las perversiones sexuales y a
Albert Moll con su “Perversions”, publicada en 1891. Otro precursor fue Sigmund
Freud con sus “Tres ensayos sobre teoría sexual”, publicada en 1905. Desde
entonces numerosos científicos, médicos, psiquiatras, psicoanalistas y psicólogos
se han dedicado al estudio de las agresiones sexuales y el perfil del agresor. ¿Pero,
cuál es el perfil del violador típico? La gente prefiere pensar que el agresor sexual
o el abusador de niños son “viejos verdes”, personas con algún tipo de debilidad
mental, alcohólicos, drogadictos, o vagabundos, personas en las que fácilmente se
hallarían evidencias de su monstruosidad, pero esto no es así. La respuesta básica
a la pregunta es que no existe un violador típico (Badillo Grajales, Ricardo, 2013.
Artículo: En la Mente del Violador).
2.2.3. Definición y bases teóricas de la agresión sexual.

La sexualidad es inherente a nuestra existencia y de esta forma íntegra una


magnitud fundamental y sobresalientemente positiva de nuestra propia esencia.
Casi todas las personas muestran especial interés por el sexo en determinados
momentos de su desarrollo. Este impulso sexual tiene una clara base genética, y
es obvio que sin él nuestra especie no habría sobrevivido. En los delincuentes
sexuales, sin embargo, el problema está en la dirección en que se manifiesta este
interés. Es importante señalar al respecto que la adquisición de impulsos sexuales
desviados no conlleva que una persona sólo sea capaz de este tipo de actos
(Marshall, 2001). La intensidad del impulso sexual varía de unas personas a otras.
En el caso de los agresores sexuales esta intensidad puede ser muy elevada, lo
que podría explicar su tendencia a la promiscuidad (incluso con niños), que sean
incapaces de vincularse a una pareja, o que lleguen a la agresión física para
satisfacer sus deseos sexuales. De todas las formas de infringir la ley, quizá, es la
delincuencia sexual la que es más fuertemente rechazada por la comunidad en que
vivimos. El hecho de aprovecharse de víctimas indefensas y débiles como mujeres
y niños vulnera y transgrede lo más íntimo de la persona, empujándola sino a la
muerte, si al abismo de la tortura psicológica más despreciable e inmerecida (Tallo,
2002). En la medida que se conozcan las causas, la actitud hacia los más
vulnerables, las mujeres y los niños, la relación con la violencia, y las causas de la
reincidencia (por nombrar algunos de los factores de la conducta delictiva de los
agresores sexuales) se podrá plantear intervenciones para el área psicosocial de
la penitenciaria.

1.2.3.1. Antecedentes relativos a la agresión sexual.

La investigación sobre delincuentes sexuales ha seguido diversos caminos. Uno


de ellos, necesariamente el primero, se ha dirigido a describir del modo más
exhaustivo posible tanto los comportamientos de agresión sexual, como las
características demográficas y personales más comunes de los propios agresores
y de sus víctimas. Entre los estudios que se han realizado se ha considerado la
topografía de la excitación sexual, las actitudes hacia las mujeres y niños, las
distorsiones cognitivas y la competencia social de los agresores sexuales. El
análisis se plantea a la luz de los actuales conocimientos en la materia, de efectuar
predicciones adecuadas del riesgo de comisión de nuevos delitos sexuales
(Garrido y Redondo, 2006). Los abusadores sexuales son heterogéneos en las
características de personalidad y psicopatología. Pueden o no tener trastorno de
personalidad y cuando lo hay, es principalmente del tipo limítrofe, con dificultad en
el control de impulsos y en lograr relaciones de intimidad. En el caso de violadores
es más frecuente el trastorno de personalidad antisocial. En general, presentan
distorsiones cognitivas, dificultades en el desarrollo de empatía y en la habilidad de
entender y atribuir estados mentales a otros, lo que en la literatura se ha
denominado la teoría de la mente. Tienen especial habilidad para identificar niños
vulnerables. Si bien el consumo de alcohol y drogas es parte del debate abierto en
torno a las características de los abusadores y no se puede negar el efecto
deshinibitorio de algunas drogas, se considera importante tener en cuenta que
muchas veces el abusador justifica su comportamiento inadecuado por el uso de
drogas, en un intento de no responsabilizarse del hecho (González, 2004).
Y de acuerdo a lo que plantea el autor cuando nos referimos a la violación, este
delito es un buen ejemplo del uso de una violencia insensible, egoísta e
instrumental por parte de los psicópatas. No todos los violadores son psicópatas,
por supuesto. Algunos violadores son individuos desequilibrados que sufren
diferentes problemas psiquiátricos y psicológicos. Otros son el producto de
actitudes sociales y culturales que reducen a las mujeres a roles serviles. Los actos
delictivos de esos hombres, aunque repugnantes para la sociedad y horriblemente
traumáticos para sus víctimas, se puede entender mejor que es cometido por los
psicópatas por las características propias de ellos, como es el caso de la
insensibilidad emocional, que lo detallaremos más adelante en el apartado
correspondiente. Antes de iniciar una revisión de la literatura especializada en el
tema, es fundamental la aclaración del concepto parafilia, debido a que en algunos
abusadores sexuales está implícito, será entendido como un tipo de
comportamiento sexual ante objetos o situaciones que no forman parte de las
pautas habituales de los seres humanos, siendo las más habituales en este tipo de
delincuentes el fetichismo, voyerismo, exhibicionismo, por nombrar algunas.
Una exploración realizada desde la lectura científica, presenta la evidencia de que
la mayoría de los agresores sexuales se inician en su desviación sexual en el
período comprendido entre el final de la adolescencia y la primera edad adulta, es
decir, entre los 17 , 18 y 25 años. En el estudio clásico de Abel y su equipo (Abel y
Rouleau, 1989), estos autores encontraron que en una muestra de 561 agresores
sexuales, el 53,6% había iniciado sus intereses sexuales desviados antes de los
18 años, incluso, en el caso de violadores de mujeres adultas, el 30 % informó que
iniciaron su parafilia antes de esa edad. Estos datos confirman que los delincuentes
sexuales crónicos comenzaron su carrera sexual desviada a una edad temprana.
Por otra parte, es muy común hallar diversas parafilias presentes entre los
delincuentes sexuales, es decir, en distintos estudios se ha encontrado que los
violadores de mujeres adultas y los paidófilos tienen una mayor tendencia a mostrar
además otro tipo de parafilias como el exhibicionismo, el vouyerismo, el fetichismo,
etc. La conducta delictiva sexual suele manifestarse junto a dificultades en el
establecimiento de emociones íntimas y de relación sexual. Normalmente, el
delincuente sexual siente un fracaso crónico de impotencia y de falta de asertividad
con las mujeres, acompañado de una incapacidad para el control de los impulsos
hostiles y sádicos (Karpman, 1954). Para Abel y Rouleau (1989), los delincuentes
sexuales tienen un déficit general consistente en la falta de control de su impulso
sexual, y no déficit concretos de naturaleza emocional. Un punto que cobra especial
importancia es el estudio de las distorsiones cognitivas del agresor sexual. Para
Becker y Abel (1985), esas distorsiones, que frecuentemente están presentes entre
los agresores sexuales, son necesarias porque les permiten trasladar sus fantasías
a la acción y así tienden a perpetuar su conducta sexual desviada (Garrido, 1997).
Dentro de la categoría de “agresores sexuales”, se engloba una población muy
heterogénea, no sólo en lo que se refiere al tipo de actividad delictiva y a la comisión
o no de delitos sexuales, sino también a características personales, proceso de
socialización, psicopatología, estilo de vida, tasa de reincidencia y respuesta al
tratamiento. Así, en la evaluación del agresor sexual a nivel psicológico, se
deberán tener en cuenta tanto los aspectos relacionados con la conducta delictiva
(y sexual) del agresor, como los de tipo no sexual, para así, intentar establecer los
siguientes objetivos:
- El alcance y la magnitud de la desviación sexual.
- La existencia o no de una amenaza social inmediata o a largo plazo.
- Si se pueden modificar las cogniciones, actitudes, reacciones emocionales y
conductas erróneas.
- Qué programas de tratamiento podrán ser los más apropiados y el nivel de
motivación (Sánchez, 2004).

2.2.4 Tipología y prevalencia de las agresiones sexuales

2.2.4.1. Prevalencia y etiología de las agresiones sexuales

Las agresiones sexuales suponen una mínima proporción de la delincuencia


conocida (en torno al 1% del total de los delitos denunciados) y sus autores suelen
ser varones. La violencia sexual puede adoptar dos formas principales: las
violaciones de mujeres y los abusos de menores (Redondo, 2002). Las
alteraciones biológicas y los trastornos de la personalidad no son factores que, por
sí solos, impulsan a los delincuentes sexuales a llevar a cabo sus prácticas
delictivas. Su comportamiento sexual está trastornado en el sentido en que parecen
estar obsesionados con el sexo y afrontan los altibajos de la vida con
comportamientos sexuales tanto normales como anormales. Muchos de estos
delincuentes fueron víctimas de abusos en la infancia y algunos muestran toda una
serie de conductas sexuales desviadas. Su comportamiento sexual es anómalo y
tienen percepciones y actitudes distorsionadas que les impiden entablar relaciones
satisfactorias. Estas percepciones y actitudes distorsionadas, a su vez, justifican
sus prácticas desviadas (Marshall, 2001).
De acuerdo con las investigaciones que se han realizado, han aparecido algunas
conductas repetitivas en esas poblaciones. No obstante, como antes comentamos,
no es fácil la explicación de estos comportamientos, ya que en su etiología suelen
concurrir factores variados de distinta cualidad. Más allá de las diferencias
individuales, que necesariamente deberán ser estudiadas en cada caso, con
mucha frecuencia los agresores sexuales suelen presentar problemas de tres tipos
diferentes, aunque interrelacionados: en su comportamiento sexual (lo que resulta
obvio), en su conducta social más amplia, y en su pensamiento (“distorsiones
cognitivas”). El comportamiento sexual de muchos agresores sexuales se proyecta
de un modo desviado hacia objetivos sexuales inaceptables, como son los menores
de edad o el uso de la violencia para forzar el sometimiento sexual de una mujer.
Es decir “prefieren” estas formas desviadas de relación sexual, que son las que les
resultan más excitantes, y no logran “inhibir” tales maneras de obtener placer.
Según sabemos (Marshall, 2001; Marshall y Redondo, 2002; Redondo, 2002),
algunas de estas preferencias desviadas se han producido y consolidado en el
individuo sustancialmente mediante condicionamiento clásico, a partir de la
repetida asociación entre excitación sexual (a menudo, mediante masturbación) y
pornografía infantil o violenta. Por otro lado, el problema se acrecienta debido a sus
frecuentes dificultades para establecer relaciones sexuales normalizadas, es decir,
con personas adultas que consiente.
Ello puede deberse a que muchos agresores tienen menores habilidades de
interacción social con mujeres y con otras personas en general. En concreto suelen
presentar dificultades para comunicarse, para la empatía o comprensión de los
otros, y suelen mostrarse más ansiosos o nerviosos ante las situaciones sociales.
Todo este déficit les produce un mayor aislamiento social. No son inferiores los
problemas de los agresores sexuales en lo tocante a su manera de pensar sobre
la conducta delictiva. Suelen presentar un gran número de distorsiones cognitivas
o errores valorativos sobre las mujeres y su papel en la sociedad (p. ej., “las
mujeres deben someterse a los deseos de los hombres; así ha sido siempre”),
sobre la sexualidad (p. ej., “aunque sea obligada, seguro que ella disfruta”), y sobre
las normas y valores sociales y legales acerca de qué puede y no puede hacerse
en términos de comportamiento sexual humano (p. ej., “si un niño lo acepta, ¿por
qué no voy a poder tener una relación sexual con él?”). Estas distorsiones o
creencias erróneas orientan su conducta sexual de una manera inapropiada e
ilícita, y, además, les ofrecen justificaciones para ella.
Para Marshall los delincuentes sexuales tienen una alta probabilidad de crecer en
hogares en los que el apego con sus padres ha sido una experiencia destructiva,
que les ha enseñado a enfrentarse a los problemas con violencia o con estrategias
de no ocuparse de ellos; en ambos casos hay un sentimiento de autoindulgencia,
de no asumir la responsabilidad personal. El origen de todo habría que ponerlo,
entonces, en las características de las familias de los delincuentes sexuales,
dominadas por el abuso del alcohol, el abuso y la negligencia hacia sus hijos,
actividades delictivas y aislamiento social. A lo anterior, Marshall añade al conjunto
de experiencias relevantes para comprender la etiología de la delincuencia sexual
el haber sufrido ellos mismos abusos en la infancia, lo que probablemente les
orientó para que consideraran esas experiencias como algo positivo, dado que
cuando eran abusados recibían atención de sus agresores, y en su edad adulta
tienden a olvidar los aspectos emocionales negativos de tales experiencias.
Marshall y Barbaree crearon en 1990 un modelo comprensivo de la etiología de la
agresión sexual, donde tenían cabida las influencias biológicas, el contexto
sociocultural y el desarrollo psicológico del individuo. Es en este punto (en la
psicología) donde Marshall ubica el peso del proceso de convertirse en delincuente
sexual, y para ello emplea el concepto de “vulnerable”. ¿Quién es “vulnerable”?
Para Marshall, los niños que sufren un apego con sus padres caracterizado por la
indiferencia e inconsistencia (relación padres e hijos ansiosa-ambivalente), o bien
la frialdad y falta de cuidado y amor (relación de evitación) desarrollarán una pobre
autoestima, escasas habilidades sociales y muchas dudas a la hora de enfrentarse
a los problemas de la vida diaria (Garrido, 2005).

2.2.4.2 Tipologías de agresión


La imagen más popular del psicópata se relaciona con el agresor sexual
compulsivo, insaciable en su necesidad de ultrajar y/o asesinar a sus víctimas.
Afortunadamente y aun cuando estos casos existen, la gran mayoría de los
agresores sexuales no toman la vida de sus víctimas, del mismo modo que los que
utilizan a los niños para su disfrute sexual tampoco suelen ser homicidas de niños.
Existen tipologías de agresores sexuales. Es posible dividirlos en función de la
naturaleza del acto cometido: pedófilos, agresores de mujeres adultas, agresores
de homosexuales, necrofílicos, exhibicionistas, y los que practican la zoofilia. Este
tipo de conductas son delictivas en España, pero no así otro tipo de parafilias que
suelen considerarse como desviaciones sexuales. Muchos individuos suelen
describir un estado alterado de consciencia durante la comisión del acto sexual, un
estado de hiperalerta durante el que no están particularmente excitados, pero sí
muy conscientes de lo que ocurre en ese momento en el ambiente. Llegan a
excitarse pensando acerca del acto que van a cometer. La satisfacción obtenida de
éste se suele relacionar más con el placer fantaseado (Garrido, 1993). En general,
hablar de tipologías ayuda a poder entender mejor algunos aspectos de dichos
delincuentes que son categorizados en virtud de un patrón de conducta.

En relación a los violadores, una de las clasificaciones la ha realizado Nicholas


Groth, donde aparecen tres componentes de modo necesario en la psicología de
los agresores sexuales: hostilidad, poder y sexualidad (Groth, 1979). Las
interrelaciones entre estos factores y la intensidad relativa con que son expresados
varia de un sujeto a otro. Sin embargo, la agrupación de esas dimensiones le llevó
a concluir tres patrones básicos de agresión:

En la violación de hostilidad hay más violencia de la necesaria para consumar el


acto, de modo tal que la excitación sexual es consecuencia de la propia exhibición
de fuerza del agresor, al tiempo que es una expresión de hostilidad y rabia hacia
las mujeres (en desagravio por todas las afrentas recibidas de manos de las
mujeres). El sexo es un arma, y la violación es el modo en que éste es usado para
herir y degradar a sus víctimas. Estas personas suelen ser también violentas con
las mujeres en otros contextos (familia, trabajo, etc.).

En la violación de poder la meta es la conquista sexual, como compensación a la


vida rutinaria del agresor. Es decir, la violación es el medio por el que el sujeto
afirma su identidad personal y su adecuación sexual. La satisfacción sexual
alcanzada no parece elevada, ya que estos sujetos presentan una gran cantidad
de fantasías masturbatorias como predecesoras del asalto.

En la violación sádica, a diferencia de la violación de hostilidad, no hay una


explosión de agresión concomitante con la agresión, sino que el asalto es aquí
totalmente premeditado, proporcionando la perpetración de las lesiones una
satisfacción sexual ascendente, en un feed-back a modo de espiral (Garrido, 1993).
Con una visión posterior Ronald Colmes en el año 1989, distingue cuatro tipos
básicos que difiere del modelo anterior:
El violador de afirmación de poder es el menos violento de los violadores, así como
el menos competente desde el punto de vista social. De un bajo nivel académico,
tiende a permanecer soltero y a vivir con sus padres. Tiene pocos amigos, sin
pareja sexual y usualmente es una persona pasiva, poco atlético. Suele visitar las
tiendas donde se vende material pornográfico, y puede presentar otras
desviaciones sexuales como travestismo, exhibicionismo, fetichismo o voyerismo.
Por lo que respecta al proceso de violación, la motivación, es básicamente sexual,
buscando elevar su autoestima: Él se percibe como un perdedor. El control de otro
ser humano le sirve para creer que es una persona importante. Por esta razón, sólo
empleará la fuerza necesaria para dominar a su víctima. Su agresión sexual es una
materialización de sus fantasías, de ahí que opere bajo la idea de que sus víctimas
realmente disfrutan de la relación sexual, razón por la que puede conservar un
diario de sus asaltos. Estos continuarán periódicamente hasta que sea atrapado.

El violador por venganza quiere desquitarse, mediante su agresión, de todas las


injusticias, reales o imaginarias, que ha padecido en su vida. Aunque es
considerado socialmente competente, su infancia ha sido difícil, con sucesos
habituales de malos tratos, divorcio de los padres, y sus diversas experiencias de
residir con familias acogedoras y padres adoptivos. Su percepción de sí mismo es
la de “macho” y atlético, suele estar casado, y es descrito por sus amigos como
impulsivo y violento. En general, la violación es el resultado de una discusión
anterior con una mujer significativa en su vida, como su madre o esposa,
produciéndose de forma impremeditada y con el fin de dañar a la víctima. En efecto,
el violador por venganza puede llegar hasta el asesinato de su víctima; empleará
cualquier arma que esté a su disposición, y exigirá de su víctima a la que pretende
aterrorizar cualquier vejación y humillación. Los asaltos pueden sucederse cada
seis meses o un año.

El violador depredador intenta expresar en su agresión su virilidad y su


masculinidad. Experimenta un sentido de superioridad simplemente porque es un
hombre; está legitimado para violar. Esa es la forma correcta de tratar a las
mujeres. Su infancia es similar a la del violador por venganza, pero su vida
doméstica actual es más tormentosa que la de éste. Le gusta vestir de forma
llamativa, y frecuenta bares de encuentros. La víctima suele estar en el sitio
equivocado en el momento equivocado; es una víctima de la oportunidad. Empleará
la violencia que sea necesaria para dominarla y la someterá a múltiples asaltos. La
agresión es un acto de depredación y no se preocupa por ocultar su identidad. La
violencia puede incrementarse en violaciones subsiguientes, llegando a planear
ciertos aspectos de las mismas, como el ir provisto de un arma.
El violador sádico, es el más peligroso de todos. El propósito de la violación es la
expresión de sus fantasías agresivas y sexuales. Tiene el propósito de dañar a sus
víctimas tanto física como psicológicamente. Muchos de ellos tienen
personalidades antisociales y son bastante agresivos en su vida diaria,
especialmente cuando son criticados o resultan obstaculizados en su búsqueda de
satisfacción personal. En la infancia-adolescencia manifiesta ya problemas
sexuales, como excesiva masturbación y voyerismo. En su edad adulta, suele estar
casado y ostentar una posición de clase media, teniendo el respeto de sus vecinos.
Se trata de una persona inteligente, que planea sus asaltos, difícil de apresar. Su
agresión está dirigiendo a disfrutar horrorizando a la víctima, de ahí que utilice
parafernalia variada y en un ritual en su ejecución. Generalmente su violencia irá
incrementándose, llegando probablemente a matar a sus víctimas, convirtiéndose
en un asesino en serie. La periodicidad de sus ataques no está establecida, su
perfil es el de un psicópata, y dependerá de su empleo de drogas, los planes que
establezca, etc. (Garrido, 1993).

2.2.5. Conducta Delictiva de Agresor Sexual

2.2.5.1. Comprendiendo la conducta delictiva del agresor sexual


Blanca Vásquez Mezquita (2005), cuando habla de la agresión sexual, nos dice
que existen agresores sexuales emocionalmente estables e inestables,
introvertidos y extrovertidos, emocionalmente blandos y duros, dependientes e
independientes, homosexuales y heterosexuales y de todas las edades. También
nos dice lo poco que se sabe de ellos es que no suelen solicitar ayuda terapéutica
y que sí presentan unos ciertos patrones de tipo cognitivo-conductual y biográficos
que es lo que fundamentalmente buscaremos a la hora de su exploración.

A. Andrés Pueyo (2013), nos dice que estos delitos son motivo de extensas y
continuadas investigaciones criminológicas que nos han permitido conocer las
razones y causas de estos delitos, sus graves consecuencias, así como diseñar
programas adecuados para el tratamiento de sus autores en aras a reducir su
reincidencia y conseguir su reinserción social. La imagen del delincuente sexual,
como el paradigma del delincuente peligroso, está estrechamente asociada a esta
relación entre trastorno mental crónico y el riesgo de reincidir. Los avances en la
investigación criminológica, forense y clínica sobre las causas y las características
de los delincuentes sexuales, como el que se presenta en este número de revista,
nos aportan nuevas e interesantes evidencias. Los autores analizan la prevalencia
de los trastornos mentales en 2 grupos de delincuentes sexuales, según si sus
víctimas fueron menores de edad o adultos (independientemente del sexo de las
víctimas). Concluyen que la presencia de trastornos mentales, a lo largo de la vida,
es muy relevante especialmente para los trastornos mentales leves y las
toxicomanías, y la comorbilidad de ambas en la muestra de delincuentes analizada.
Sin embargo, indican que la presencia de los trastornos mentales graves es
escasa. Estos resultados son congruentes con la mayoría de las revisiones
internacionales de esta temática. Creemos relevante considerar que, basándonos
en las numerosas evidencias disponibles, a las que se suma el artículo antes
mencionado, los autores de los delitos sexuales no forman un grupo de
delincuentes homogéneo y, por tanto, ciertas generalizaciones como por ejemplo
la de la peligrosidad y cronicidad son abusivas y confunden más que ayudan a
comprender la realidad del delincuente sexual y su gestión individualizada. Los
delincuentes sexuales son un grupo heterogéneo que no responden de una manera
uniforme ni a las mismas motivaciones y menos aún al mismo perfil criminógeno
donde el trastorno mental ocupa un lugar preeminente (Revista Española de
Medicina Legal, “Delincuencia sexual, trastorno mental y peligrosidad”, 39 (1):1-2.
España).
Muchos delitos cometidos por perturbados sexuales son debidos no a su
perturbación, que "per se" puede o no ser delictiva, sino a una conducta sexual
tipificada como delictiva en la que puede influir el perfil de la personalidad, un
comportamiento sexual perturbado o circunstancias ambientales condicionantes,
por ejemplo intoxicaciones como el alcohol y/o las drogas. Por supuesto que
también estos delitos los pueden cometer perturbados sexuales (disfuncionales y/o
parafílicos o desviados), pero debe quedar en claro que estas perturbaciones
sexuales, por lo menos en su inmensa mayoría, no están contempladas por sí
mismas como delitos por el Código Penal vigente.

2.2.5.2. Psicopatología de la Sexualidad

El Psiquiatra Zazzali Julio R. (2007), nos dice que la sexualidad normal o eufilia, es
la actividad sexual placentera que se da voluntariamente entre personas maduras
de distinto sexo. La deseable evolución normal de la sexualidad, suele ser blanco
de muchos factores adversos o noxas que pueden interrumpirla, dificultarla o
desviarla, lo que generará una compleja problemática.
Dicho autor nos dice que existen dos tipos de disturbios sexuales, unos son
cuantitativos y otros cualitativos: Los cuantitativos en general cumplen con los
requisitos de la sexualidad normal tal como lo hemos definido, pero tienen variantes
en cuanto a cantidad e intensidad, es difícil establecer qué es lo normal en estos
casos; unos tienen problemas con la cantidad de oportunidades que llegan a una
culminación placentera, la que muchas veces no se obtiene. Son los casos de
frigidez e impotencia; hay casos de un incremento de los deseos que llegan a veces
una exaltación erótica casi permanente (erotomanía); en la mujer se lo llama
ninfomanía y es cuando casi inmediatamente al finalizar una relación ya se siente
un impulso muy intenso de tener otra; en el hombre se llama satiriasis.
El mismo autor, se refiere a las parafilias como aquella actividad sexual que no
respeta ciertos explícitos requerimientos cualitativos que definen la sexualidad
normal, en tal sentido será parafilia la violación que es la realización del acto sexual
sin la aceptación voluntaria de uno de los partícipes. Otra parafilia surge del no
respeto del requerimiento de la madurez de ambos partícipes, así pasa en la
pedofilia, que es la preferencia de un adulto por mantener relaciones sexuales con
niños. Una tercera forma de parafilia sucede cuando es transgredido el requisito de
la necesaria complementariedad de los participantes, eso sucede en la
homosexualidad, que es una realización sexual entre persona de igual sexo, es
decir no complementarias. Una cuarta manera de parafilia surge de no respetar el
principio de no consanguinidad, como ocurre en el incesto. Obviamente que será
también una parafilia la preferencia de un ser humano a tener relaciones sexuales
con animales, perturbación conocida como zoofilia o bestialismo.
Los disturbios sexuales en sus variantes cuantitativas (acentuación o debilitación
de la necesidad sexual) y cualitativas (expresiones eróticas extraviadas o parafilias)
no son expresiones específicas de determinados cuadros mentales, por el
contrario, pueden aparecer en prácticamente todos los disturbios psiquiátricos. La
manifestación sexual sólo será comprendida dentro del contexto de los trastornos
psicopatológicos del sujeto; cada cuadro psíquico que manifieste una parafilia debe
ser entendido a partir de la biografía particular del sujeto. Cuando no hay alienación
mental, las parafilias significan una reducción en el coeficiente de la libertad del
sujeto frente al impulso anómalo, hay entonces reducción, pero no anulación de la
libertad del sujeto (Zazzali Julio R. “Manual de Psicopatología Forense”, 2007).

2.2.5.3. Sexualidad e incidencia en el Crimen

El doctor Juan Carlos Romi, (2007), en su artículo sobre “Reflexiones sobre la


conducta sexual delictiva, nos dice que no se puede limitar la actividad sexual a la
sexogenitalidad o función reproductora (área biológica del sistema sexual) es
empobrecer ostensiblemente las posibilidades humanas y reducirlas a una
analogía animal. La presencia de la sexualidad como expresión placentera (área
psicosocial del sistema sexual) amplía y enriquece las posibilidades humanas de
la actividad sexual. La sexualidad del ser humano en cuanto es persona y puede
adquirir una personalidad, puede expresarse como una "relación interpersonal".
Podemos entender esta relación interpersonal de la sexualidad como una actitud
de protección y amparo de padres a hijos (como también se da en otras especies),
pero también como relación comunicacional de pareja que llega a ser específica de
la relación amorosa del hombre con una mujer y que se vivencia en forma de
ternura y relación emocionada.
De igual manera que para el estudio de la personalidad se requieren dos cortes:
uno logitudinal o historia vital y otro transversal, que es el aquí y ahora de la
conducta actual que nos da su estructura y desarrollo; la sexualidad debe
estudiarse en su constitución estructural, ya que el hombre nace sexuado pero no
sexualizado, hecho que se consigue con el desarrollo de la personalidad a través
del tiempo, y que además precisa de un aprendizaje, igual que el hablar, el caminar,
el comer, etcétera. La sexualidad forma parte indisoluble de la personalidad e igual
que en ésta se reconocen tres principios o capas básicas de su configuración
existencial:
1. La sexogenitalidad como elemento somático sustentador de la sexualidad,
determinada genéticamente y expresada por los caracteres sexuales primarios y
secundarios específicos de cada sexo.
2. La psicosexualidad como erótico, dada por factores pulsionales y emocionales,
el aprendizaje, la fantasía y el impulso necesarios para la acción o la motivación
sexual.
3. La comunicación interpersonal como capacidad de oblación o entrega afectiva
y donde la inteligencia y la voluntad se ponen al servicio del amor.
Son precisamente estas tres capas las que deben participar en la sexualidad para
que ésta adquiera su carácter de totalidad. A partir de esta posibilidad humana de
plenitud sexual puede darse toda la gama de manifestaciones de relaciones
sexuales que la imaginación humana admita y es una realidad de observación
cotidiana, entre ellas las conductas sexuales que configuran delito. Algunos
sostienen que detrás de todo delito se esconde un problema de alcoba. Si bien esta
afirmación es evidentemente excesiva, es cierto no obstante que la sexualidad
perturbada (disfuncional y/o desviada) es potencialmente generadora de conductas
desadaptadas que pueden desembocar en conductas delictivas. Con esta visión
panorámica de la función sexual ya estamos en condiciones de entender las
conductas sexuales humanas y si se dan o no en el marco de una personalidad
con perturbaciones psicosexuales y/o sexopatías (Juan Carlos Romi, 2007).
El mismo doctor Juan Carlos Romi (2007) nos dice que el individuo que delinque,
cualquiera sea la forma del delito, tiene una personalidad. La personalidad del
delincuente debe ser el centro de nuestra investigación porque es la unidad a la
que quedan referidas todas las manifestaciones de su accionar: conducta,
motivación, etcétera; por lo tanto el estudio de la conducta delictiva debe hacerse
en función de la personalidad total del individuo y su inseparable contexto social.
El individuo realiza continuas tentativas de adaptación al mundo en el que se
desarrolla y vive; el investigador debe descubrir el valor y la significación que ese
mundo adquiere para él. La significación y la intencionalidad de la conducta
constituyen un todo organizado (portador de un sentido) que se dirige a un fin.
Diremos entonces que la conducta sexual delictiva es una conducta concreta del
individuo, expresión de su relación con la víctima en un lugar (espacio) y en una
fecha (tiempo) determinados. Esto significa desde el punto de vista individual la
dificultad del delincuente para aceptar la ley, lo que implica dificultades en el
desarrollo de su personalidad. A su vez desde el punto de vista social significa una
alteración, violación o transgresión de la norma establecida. En esta tarea la
sexología y la psiquiatría forenses pueden establecer los aspectos de la
personalidad de cada delincuente y diferenciar un caso de otro al reconstruir con la
mayor exactitud posible la génesis y dinámica del fenómeno criminal en particular.
Siempre se ha insistido en acentuar la diferencia que existe entre el individuo
delincuente y el hombre socialmente adaptado.
Javier Urra (2003) nos dice sobre el origen, motivación y características de la
agresión sexual que esta nace de la motivación del placer sexual (forzado) y la
manifestación de poder, de control, de humillación. Muchos de los agresores
sexuales, se consideran “buena gente”: realmente están afectos de desviaciones
del comportamiento sexual (excitándose mediante el empleo de violencia o la
relación con niños) y distorsiones cognitivas mediante las que justifican sus
conductas. Sufren un proceso de condicionamiento, por lo que se incrementa, si no
son detenidos ni castigados, la disposición a delinquir y a convertirse en
delincuentes sexuales persistentes. Se caracterizan porque niegan su participación
en los hechos, o minimizan la gravedad de sus actos, o se desresponsabilizan
mostrando a la víctima como provocadora e incluso hipersexuada, tienden a hacer
creer que ha existido voluntariedad por parte del a víctima. También pueden culpar
a terceras personas, a su historia vivida (malos tratos o abusos sexuales recibidos;
a adicción a drogas; a situaciones increíbles). Además, adoptan el rol de víctimas
“la justicia ha sido extraordinariamente dura conmigo. Entienden que la sociedad
les impone una sanción: la cárcel y que con este castigo ya pagan lo realizado, no
incluyen la culpa como necesaria, no aceptan el tratamiento psicológico como
exigible, sino como una decisión personal y voluntaria. Los agresores sexuales
utilizan la violencia (física, emocional) o el engaño como atajo para alcanzar su
satisfacción, que es lo que no hacen las personas integradas sexual y socialmente,
las respetuosas (consigo mismo, con el otro, con las normas, con el denominado
temor de Dios).
Sin entrar en polémicas estériles se puede decir que es evidente que existe en el
delincuente una historia personal con determinadas características, un contexto
social y ciertas disposiciones que fallan en determinadas circunstancias y que
explicarían las conductas delictivas en general y las sexuales en particular. Existen
relaciones estrechas entre los rasgos de personalidad del delincuente y la conducta
delictiva, es decir, se observa que la conducta del homicida, del ladrón, del
estafador o del delincuente sexual presenta entre sí rasgos característicos, pero
distintos en cada figura.

2.2.6 Reincidencia y terapéutica.

2.2.6.1. Reincidencia

En los delincuentes sexuales suele ser menor que entre los delincuentes contra la
propiedad (en torno al 20- 30 por 100%, sin diferenciar delitos), pero esto no es así
en el caso de los delincuentes reincidentes, cuyos porcentajes en diferentes
estudios se sitúan en un rango entre el 35 y el 75 por 100. También un último
aspecto que se centra en valorar el riesgo de reincidencia concreto de estos
sujetos. La evaluación tanto de aspectos sexuales como no sexuales se centrará
en la entrevista, la evaluación fisiológica, la evaluación psicométrica y las pruebas
específicas (Urra, 2003). Hasta la fecha, la investigación ha revelado que los
delincuentes sexuales reinciden menos que los otros tipos de delincuentes.
Además, cuando los delincuentes sexuales reinciden, sus delitos suelen ser de
naturaleza no sexual. Así, cuando Langan y Levin (2002) examinaron la
reincidencia de 9.691 delincuentes sexuales liberados de prisión en 1994, y que
habían estado una media de tres años en libertad, hallaron que sólo un 12% habían
vuelto a cometer un delito sexual. En el reciente estudio de Schumuker y Lösel
(2008), se halló una tasa de reincidencia para delincuentes no sujetos a programas
de tratamiento del 17,5 %. Ahora bien, a pesar de estos datos, que señalan
claramente que los agresores sexuales tienden a reincidir menos que los otros
delincuentes, cabe decir que son ellos los que mayor tendencia muestran a cometer
un nuevo delito sexual (Duwe et al., 2008).
Por otra parte, al menos el 75% de las reincidencias por delito sexual se llevan a
cabo en personas a las que los agresores conocían previamente (Duwe et al.,
2008). ¿Cuáles son los mejores predictores de la reincidencia sexual? No todos los
factores influyen por igual en todos los delincuentes sexuales, pero la investigación
actual señala los siguientes como los más relevantes (Hanson y Morton-Bourgon,
2005):
- Tener un historial delictivo previo
- Diagnóstico de psicopatía
- Una orientación sexual desviada (parafilia; obsesión sexual)
- Víctimas previas desconocidas
- Relaciones íntimas conflictivas
- Identificación emocional con niños
- Historia previa de delitos sexuales que no implican contacto físico (p.ej.,
exhibicionismo).
Contrariamente, los delincuentes sexuales tendrán a reincidir menos cuando
agredan en el hogar (incesto), sean primarios, mayores de 50 años, y que busquen
víctimas niñas en vez de niños. Esto nos lleva a concluir que no todos los
delincuentes sexuales deberían ser tratados de la misma manera. Actualmente hay
un cierto consenso a la hora de señalar que son los agresores de niños
extrafamiliares los que presentan mayores tasas de reincidencia (es decir, pedófilos
homosexuales) (Garrido, 2008).

2.2.6.2. Tratamiento

Hace unos años, el tratamiento de los delincuentes sexuales no ofrecía resultados


favorables y junto a la población de delincuentes adictos a las drogas, eran los
sujetos que menos índice de éxito alcanzaban en la literatura especializada. Esta
afirmación se aplicaba especialmente a los casos donde la violencia sexual se
acompañaba de hechos agresivos más graves, denotadores de la existencia de
una psicopatía sexual. Es decir, la tipología de los violadores sádicos representaría
el desafío más notable que han de abordar los especialistas en la rehabilitación de
los delincuentes sexuales, sin descartar aquí los sujetos responsables de
agresiones repetidas y violentas a niños. En la actualidad tenemos datos para
mantener buenas esperanzas en el caso de delincuentes sexuales paidófilos y
exhibicionistas, pero con los violadores apenas sí sabemos mejorar los porcentajes
de éxito esperados por el mero transcurso del tiempo. (Marshall et al., 1991). Tal
vez la pregunta relevante ahora no es la de si los delincuentes sexuales pueden
ser tratados con éxito, sino esta otra: ¿podemos extraer algunos resultados
alentadores de las experiencias que tenemos hasta la fecha?.
En Norteamérica, donde existe más tradición de los programas diseñados para este
tipo de delincuentes. Los delincuentes no violentos suelen ser derivados a
programas comunitarios, si bien en general no suelen haber muchas oportunidades
para tratar a este grupo de poco riesgo- voyeuristas, exhibicionistas, etc. (Garrido,
1993). En estos últimos años, Hanson et al (2002) demostró mejores resultados,
quienes revisaron 43 estudios de tratamiento con estos delincuentes (comparando
más de 5000 sujetos tratados con más de 4000 no tratados), y hallaron que
mientras los no tratados reincidían en un nuevo delito sexual con una tasa del
16,8%, los tratados reincidían en un 12,3%. Las ganancias fueron parecidas
cuando se comparó la reincidencia en otros delitos. Un estudio más moderno, el de
Schumucker y Lôsel (2008), llevó a cabo, tras un estudio exhaustivo de la literatura
especializada, 80 comparaciones independientes entre grupos de delincuentes
sexuales tratados y no tratados (con un número total de 22,181 sujetos). La
mayoría de los estudios mostraron un efecto positivo. En conjunto, los delincuentes
tratados reincidieron el 11.1%, mientras que los no tratados llegaron al 17.5% (es
decir, un 37% de diferencia). Los hallazgos en reincidencia violenta y no violenta
fueron parecidos (Garrido, 2008).
2.2.7 Información adicional referida a la agresión sexual.

Existe diversidad de factores, al hacer alusión a los abusadores sexuales, se puede


hacer referencia a distorsiones cognitivas, a parafilias, a estructura de personalidad
psicopática, por nombrar las más relevantes. Pero si, existe una relación estrecha
al referirse a los violadores por poseer características propias del psicópata. Según
la revisión de la literatura especializada, se llega a la conclusión que este tipo de
conducta que podríamos denominar desviada se inicia en la adolescencia y edad
adulta, etapa en que generalmente se da la iniciación de experiencias. Las
agresiones sexuales suponen un 1% de la delincuencia y el sector vulnerable son
mujeres y niños. Este tipo de delincuentes enfrentan sus problemas a través de su
conducta sexual. Como tienen un comportamiento anómalo, es imposible que
establezcan relaciones satisfactorias.
Los abusadores sexuales obtienen una gran excitación como consecuencia de sus
prácticas desviadas, de ahí que tengan muchos problemas para inhibir ese
comportamiento. Si a esta dificultad en el control del impulso sexual le añadimos
otras carencias en el ámbito de las relaciones interpersonales, entenderemos que
les resulte muy difícil confrontar una relación adecuada con el sexo femenino, y
justifiquen mediante excusas y distorsiones su desviación sexual. En relación al
comportamiento sexual de muchos perpetradores se proyecta de un modo
desviado hacia objetivos sexuales inaceptables, como son los menores de edad o
también en el uso de la violencia para forzar sexualmente a una mujer. Así es como
lo explica, los investigadores Marshall y Redondo, estas preferencias desviadas se
consolidan mediante el condicionamiento clásico, por la asociación entre excitación
sexual y pornografía infantil, en el caso de los menores. Además, suelen presentar
dificultades para comunicarse, por lo que las situaciones sociales las vivencian
como amenazantes. Suelen presentar un gran número de distorsiones cognitivas o
errores valorativos sobre las mujeres y su papel en la sociedad. Estas distorsiones
o creencias erróneas orientan su conducta sexual de una manera inapropiada e
ilícita, excusándose de su accionar.
Para Marshall algunos indicadores relacionados con las familias de los abusadores
sexuales, es que han tenido una experiencia negativa con sus progenitores, por lo
que las situaciones han sido resueltas con violencia o las han enfrentado sin
hacerse cargo de la situación. Se deduce que el origen de este tipo de delincuentes
se da al interior de la familia, y a esto se suma el poder del abuso de alcohol, el
abuso de drogas y la negligencia hacia sus hijos, actividades delictivas y
aislamiento social. Marshall y Barbaree en el modelo para comprender la etiología
de la agresión sexual, considera a tres elementos constitutivos como son: las
influencias biológicas, al contexto sociocultural y el desarrollo psicológico del
individuo. Es así, como el autor aduce a la evolución de transformarse en
perpetrador sexual, utiliza el significado de vulnerable. Toma en consideración la
relación de los padres en referencia al apego caracterizado por la indiferencia e
inconsistencia o bien la frialdad, dando como consecuencia un deterioro en su
autoimagen, y un manejo deficitario al momento de enfrentarse a las dificultades
de la vida.
En relación a la tipología, existe diversidad en base a un patrón de conducta,
porque está implícito el concepto de parafilia, conducta sexual donde la fuerza
predominante de placer es traducida a otra actividad que no es la cópula. En
relación a la reincidencia, suele ser menor que en los delincuentes contra la
propiedad, no es asi, en el caso de delincuentes reincidentes, donde el porcentaje
trasciende el 35%. Y en estos casos, los delitos son de naturaleza no sexual. Otro
dato relevante es que en un 75% las reincidencias por delito sexual se llevan a
cabo en personas a las que los agresores conocían previamente. También se ha
llegado a la conclusión que los agresores de niños tienen una reincidencia mayor
al resto. Al referirse al tratamiento de los delincuentes sexuales, hace un tiempo,
no se observaba resultados favorables conjuntamente con la población de
delincuentes adictos a las drogas. Refiriéndose exclusivamente a los casos donde
se advertía violencia, como denotador de una psicopatía sexual. Por lo que, los
violadores sádicos representarían el reto más considerable que han de abordar los
especialistas en la rehabilitación de este tipo de delincuentes. En relación a las
diferencias entre los abusadores que utilizaron la violencia y los que no fueron
violentos, fueron las mínimas, no lográndose una diferencia significativa entre
ambos grupos.

2.2.7.1. Evaluación psicológica de la agresión sexual.

El lenguaje utilizado con el que se exprese ha de ser científico y técnico, pero


comprensible para los Magistrados. En el caso que se emplee un término
psicológico ha de explicitarse mediante una definición operativa del término
empleado. Analizar, demostrar y establecer la credibilidad del testimonio del niño a
través del análisis del mismo. Refrendar las aseveraciones basándose en la propia
experiencia profesional, teorías explicativas demostrada empíricamente y exponer
bibliográficamente, si es preciso, sus observaciones apoyándose en ellas.
Existe una serie de pruebas que valoran el grado de fiabilidad y de validez que
presenta el testimonio del evaluado. Entre los más utilizados está el SAL (Sexual
Abuse Legitimacy Scale) de Gardner (1987), es una escala de legitimación de los
abusos sexuales en la que figura un listado de síntomas que discriminan casos
reales de inventados o ficticios abusos sexuales. Otros cuestionarios que estudian
validez de las afirmaciones son el SVA (Statement Validity Análisis) utilizados en
varios países y su elemento central, el CBCA (Crietria-based Content Análisis) de
Yuille (1988), Horowitz. (1991) y Raskin y Esplín (1991).

1.3 Formulación del Problema

El pasado primero de octubre del 2012, entró en vigencia el nuevo Código Procesal
Penal, en dos Distritos Judiciales: Loreto y Ucayali y así se sumaron 23 los distritos
judiciales, que ya cuenta con una novísima herramienta jurídica procesal penal y, que
les permitirá luchar en forma denodada contra la corrupción generalizada, el sicariato,
los marcas, la delincuencia juvenil, delitos contra la libertad sexual y el crimen
organizado. Según la información difundida por el Poder Judicial, a propósito de la
puesta en vigencia del nuevo Código Procesal Penal, en estos últimos seis años,
nuestro país emprendió un camino de reforma, destinado a modernizar el Sistema de
Administración de Justicia Penal, siguiendo la corriente de cambios que se venía
efectuando en toda América Latina; ésta reforma empieza con la promulgación del
Decreto Legislativo N° 957, publicado el 29 de julio de 2004, mediante el cual se
dispone la entrada en vigencia de un nuevo texto normativo denominado “Código
Procesal Penal”, el cual está enmarcado en un sistema acusatorio - adversarial
basado en la oralidad. Según la información procesada del Poder Judicial, al mes de
Mayo del año 2011, del total de los Distritos Judiciales implementados de manera
integral al año 2010, se observa que del número promedio de audiencias
programadas, estas ascienden a 199,167; se han realizado 143,606 audiencias, lo que
representa un 72.1% en la efectividad de las audiencias; esto es, que cumplieron su
cometido por las que fueron programadas y solamente 27.9% se frustraron. La
implementación del Nuevo Código Procesal Penal en los diferentes distritos judiciales
del Perú, dado sus procedimientos y accionar de aplicación, han hecho necesario la
viabilidad para el profesional que labora bajo dicho contexto, el de contar con mayor
efectividad en la aplicación y/o el uso de instrumentos y recursos metodológicos de
vanguardia; cuyo objetivo es de precisar con mayor objetividad y cientificidad arribar
a conclusiones que posibiliten esclarecer los hechos de un delito, el cual, sirva para
apoyar y auxiliar los requerimientos de las cortes e instancias de justicia, así como de
las prácticas privadas.
Para el profesional que se orienta a la elaboración de Peritajes en el área psicológica,
crucial es contar con instrumentos de evaluación que nos permitan validar cuantitativa
y cualitativamente la aplicación de los mismos, de allí, contar con resultados fidedignos
y formalmente científicos que apoyen y den sustento valedero científico, valga la
redundancia, a las conclusiones del dictamen pericial, mismo que no solo es tomado
como medio de prueba para el operador de justicia y que el profesional acreditado
como perito forense deberá concurrir a las instancias judiciales para que en uso de la
oralidad pueda explicar e ilustrar científicamente el sustento que da soporte y
fundamenta las conclusiones de las mismas. De allí, es que se desprende el interés
por realizar un estudio de investigación de casos tipificado como delito contra la
libertad sexual, uno de los delitos más incidentes en el Distrito Fiscal y Judicial de
Ucayali. Con la finalidad de utilizar un instrumento validado para el contexto de la
realidad de dicho distrito, dado la implementación del Nuevo Código Procesal Penal
(NCPP) no se han realizado aun estudios de esta índole, es decir, que no se han
tomado las medidas pertinentes que amerita tal situación, en el sentido que no se
cuenta con una dotación de pruebas psicométricas normativizadas y validadas en el
área psicológica forense, lo cual, proveería de cientificidad al momento de valorar los
mismos en las conclusiones a los que se arribarían en los dictámenes periciales,
considerados como medio de prueba en un hecho delictuoso ocurrido, el cual, se
quiere esclarecer.
Según reportes del Instituto de Medicina Legal (2001), de todos los casos de delito
contra la libertad sexual, 73% de las víctimas son mujeres de todas las edades; el 94%
de hombres abusados son menores de 17 años. Del total de víctimas, el 9.7% tiene
entre 0 y 5 años; el 27.5% entre 6 y 12 años; el 51.1% entre 13 y 17 años. Según
estos datos, la infancia y adolescencia son los grupos más vulnerables a la violencia
sexual, especialmente las niñas y las adolescentes.
El incesto es un tipo de violencia sexual altamente frecuente que requiere de políticas
preventivas y de atención particulares Contrariamente a lo que se piensa, gran parte
de los casos de violencia sexual son perpetrados por familiares cercanos,
especialmente padre, hermano, tío, padrastro.. Reportes como el de DESCO (2000)
muestran que el 21.9% de los casos de violencia sexual ocurren dentro de las propias
familias y el 15.5% en casas de amigos y familiares. El 60% de agresiones sexuales
son cometidas por adolescentes de sexo masculino menores de 18 años. En la
sistematización de los Centros de Emergencia Mujer del Ministerio de la Mujer y
Desarrollo Social (MIMDES), se observa que la violencia sexual hacia niñas y
adolescentes mujeres es más grave aún que la violencia física o psicológica. En el
grupo de edad de 0 a 5 años los casos de abuso de niñas son el doble que en niños.
Entre los 6 a 11 años, se cuadriplica el número de casos de niñas en relación a niños.
Entre los 12 a 17 años se incrementa casi en 25 veces la diferencia entre niñas y
niños. Esta particular distribución epidemiológica del abuso sexual muestra
claramente la situación de desamparo y falta de poder de niños y niñas pequeños y
de adolescentes mujeres. En el mediano y largo plazo, son graves los efectos sobre
el desarrollo emocional: se bloquea la capacidad de acercamiento y vínculo con otros,
aumenta el riesgo de embarazo no deseado, se genera disfunción sexual y se causan
efectos neurobiológicos que resultan en cambios funcionales y estructurales de
sistema nervioso central.
En el Distrito Fiscal de Ucayali, el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de
esta localidad, el servicio de Psicología no cuenta dentro de su gabinete con pruebas
o test psicológicos normativizados y validados en el área forense para ser aplicados
en la exploración del perfil de personalidad, realizado a personas acusados por delitos
contra la libertad sexual; situación recurrente e incidente en el área de psicología como
un delito estadísticamente significativo de ocurrencia en este distrito fiscal y judicial.
El Servicio de Psicología de la División Médico Legal II de Ucayali, con la
implementación del Nuevo Código Procesal Penal en el distrito fiscal de Ucayali,
cuenta con algunas pruebas psicométricas de aplicación en la exploración de perfil de
personalidad en personas denunciadas por delito contra la libertad sexual, las pruebas
psicométricas utilizadas al no estar normativizadas al contexto en el cual se aplican,
no cuentan con la validación respectiva y por tanto fiabilidad científica de los resultados
de interpretación tanto cuantitativos como cualitativos de valoración complementaria.

1.4 Justificación e Importancia

Se considera de necesidad vital esta investigación dado la demanda de solicitud de


evaluación psicológica para determinar el perfil de personalidad de supuestos
agresores sexuales imputados en casos de delitos Contra la Libertad Sexual que
llegan al área del servicio de Psicología de la DML II del Distrito Fiscal y Judicial de
Ucayali. En vista que aún no se conoce alguna investigación local en esta área, y ante
la falta de instrumentos debidamente validados y normativizados científicamente para
el área forense y necesidad de su uso por el profesional psicólogo en el área forense,
los resultados de esta investigación permitirá validar científicamente el uso de este
Instrumento de evaluación que está orientado a determinar la valoración de la violencia
sexual en personas denunciadas por delitos contra la libertad sexual en el Distrito
Fiscal y Judicial de Ucayali.

Como bases legales de la presente investigación podemos acotar que en el código


penal peruano dedica en el Capítulo IX, desde el artículo 170 al artículo 178 sustentos
legales referidos al tema de Violación de la Libertad Sexual (Violación sexual,
Violación de persona en estado de inconsciencia o en la imposibilidad de resistir,
Violación de persona en incapacidad de resistencia, Violación de menor de catorce
años de edad, Violación de menor de catorce años seguida de muerte o lesión grave,
Violación de persona bajo autoridad o vigilancia, Seducción, Actos contra el pudor,
Actos contra el pudor en menores, Formas agravadas, Responsabilidad civil especial,
Tratamiento terapéutico). Siendo esto prácticamente lo real y no existiendo normas
técnicas conexas ni anexas a la normatividad que ayude al proceso psicológico
forense.

Ahora bien, esta investigación servirá de guía y/o comparación para futuras
investigaciones en el área forense que se quiera realizar, para muestras similares que
se manejan a diario, pero que pueden diferir de alguna manera en lo que respecta a
su realidad pluricultural, es decir, que este instrumento validado es de utilidad y podrá
ser utilizado para una población representativa a nivel regional como es la Selva
Oriental por sus características culturales, antropológicas, sociales, etc. Ahora bien
para realizar la investigación, cuento con la accesibilidad de una muestra poblacional
de delincuentes adultos sentenciados en el centro penitenciario de la ciudad de
Ucayali, así como de la programación del tiempo destinado a la aplicación de la prueba
por mi persona en calidad de investigadora, además de la consulta de fuentes de
información física y también la factibilidad de búsqueda a nivel virtual algunas veces
en mi trabajo y completamente de forma personal.

IMPORTANCIA: Esta investigación pretende buscar confiabilidad en sus resultados,


los cuales, a su vez permitirán el de apropiarse de una relevancia jurídico-legal y social
los dictámenes periciales en sus conclusiones, considerados éstos como medio de
prueba en un hecho delictuoso ocurrido, el cual, se quiere esclarecer aportando
evidencias objetivas claras que coadyuvan al sustento y el esclarecimiento del mismo.
Por lo tanto, el servicio de Psicología del Instituto de Medicina Legal II de Ucayali
contaría dentro de su gabinete de pruebas psicológicas con una batería adaptada ex
profesor y validada para el área forense local orientada a la exploración del perfil de
personalidad, que será realizado a personas acusados por delitos contra la libertad
sexual.

1.5 Objetivos

1.5.1 Objetivo General

Determinar las propiedades psicométricas de la guía de evaluación del riesgo de


violencia sexual SVR-20 en delincuentes adultos sentenciados en el Penal de
Ucayali, 2019.
1.5.2 Objetivos Específicos

- Determinar las propiedades psicométricas de validez y confiabilidad de la


dimensión Funcionamiento psicosocial en la guía de evaluación del riesgo de
violencia sexual en delincuentes adultos sentenciados en el penal de Ucayali,
son altas y significativas

- Determinarlas las propiedades psicométricas de validez y confiabilidad de la


dimensión delitos sexuales en la guía de evaluación del riesgo de violencia
sexual en delincuentes adultos sentenciados en el penal de Ucayali, son altas
y significativas

- Determinar las propiedades psicométricas de validez y confiabilidad de la


dimensión planes a futuro en la guía de evaluación del riesgo de violencia
sexual en delincuentes adultos sentenciados en el penal de Ucayali, son altas
y significativas

1.6 Hipótesis

1.6.1 Hipótesis General

Las propiedades psicométricas de validez y confiabilidad de la guía de evaluación


del riesgo de violencia sexual en delincuentes adultos sentenciados en el penal
de Ucayali, son altas y significativas.

1.6.2 Hipótesis Específicas

- Las propiedades psicométricas de validez y confiabilidad de la dimensión


Funcionamiento psicosocial en la guía de evaluación del riesgo de violencia
sexual en delincuentes adultos sentenciados en el penal de Ucayali, son altas
y significativas

- Las propiedades psicométricas de validez y confiabilidad de la dimensión


delitos sexuales en la guía de evaluación del riesgo de violencia sexual en
delincuentes adultos sentenciados en el penal de Ucayali, son altas y
significativas

- Las propiedades psicométricas de validez y confiabilidad de la dimensión


planes a futuro en la guía de evaluación del riesgo de violencia sexual en
delincuentes adultos sentenciados en el penal de Ucayali, son altas y
significativas
1.7 Variables

1.7.1 Definiciones conceptuales

Riesgo de violencia sexual: Consiste en la probabilidad que una persona


presenta de cometer delitos sexuales.

1.7.2 Definiciones operacionales

Funcionamiento Psicosocial: Indica el funcionamiento adaptativo o


desadaptativo de una persona en sus dimensiones psicosociales. Esta
dimensión constituye 11 ítems.

Delitos sexuales: Señala los aspectos relacionados a la comisión de


delitos sexuales. Esta dimensión constituye 7 ítems.

Planes de futuro: Explora si el evaluado cuenta con un proyecto de vida y


como planea ejecutarlo, así como si es realista. Esta dimensión constituye
2 ítems.

2. MÉTODO

Por la naturaleza, el estudio es de carácter aplicado según Sánchez y Reyes (1999) y se


corresponde al tipo tecnológico - descriptivo, en tanto busca fundamentar la validez y
confiabilidad de la Guía para la evaluación de la violencia sexual SVR-20, como predictor
de agresividad sexual en personas denunciadas por delitos contra la libertad sexual en el
Distrito Fiscal y Judicial de Ucayali.

2.1 Participantes

La población lo constituyen los internos del penal de Ucayali sentenciadas por delitos
contra la libertad sexual. La muestra se obtendrá mediante el estadístico
probabilístico aleatorio.

Edad
Frecuencia Porcentaje
25-39 7 23.3
41-59 23 76.7
Total 30 100.0
Tipo de delito
Frecuencia Porcentaje
Actos contra el pudor 7 23.3
Actos contra el pudor en menores de 14 años 6 20.0
Violación sexual de menor de edad 17 56.7
Total 30 100.0

2.2 Técnicas de Recolección de datos

Para la siguiente investigación se tendrán en cuenta las siguientes técnicas:

a. Técnicas de Gabinete. En este sentido se emplearan dos tipos de técnicas: el


fichaje mediante el cual se proveerán del diseño teórico que sustente la valoración
psicométrica y el análisis documental que ayudara a la adecuada percepción
conceptual de los fines y medios específicos para tratar la información y organizar los
diagnósticos de los internos sentenciados por delitos contra la libertad sexual en el
penal de Ucayali.

b. Técnicas de campo. Teniendo en cuenta la presencia de una variable única se


empleará la aplicación de una Guía para la evaluación de la violencia sexual SVR-20,
en los internos sentenciados por delitos contra la libertad sexual en el penal de Ucayali;
también es obvio centrarse en un manejo conjugado de indicadores propios de la
variable única cuya instrumentación se trabajará con un procedimiento de validez y
confiabilidad desarrollada por un criterio de jueces y por un método estadístico de alfa
de Cronbach.

2.3 Procedimiento

Atendiendo a la estructura de la variable única, el estudio corresponde al tipo de diseño


descriptivo con la configuración transversal con grupo único (internos sentenciados
por delitos contra la libertad sexual en el penal de Ucayali), tal como lo indica el
siguiente esquema:

O1

O2

O3
O4

O5

Donde O de 1 a 5 son las mediciones o caracterización psicométrica empleando el


SVR-20 en personas sentenciadas por delitos contra la libertad sexual en el penal de
Ucayali.

3. CRONOGRAMA

2018 2 0 1 9
ACTIVIDADES Setiembre- Enero- Marzo- M J J A S
Diciembre Febrero Abril
ETAPA DE PLANEAMIENTO
- Revisión bibliográfica X
- Elaboración del proyecto X
- Presentación del proyecto X
- Aprobación del proyecto X
- Implementación del X X
proyecto

ETAPA DE EJECUCIÓN
- Recolección de muestras X X X X X
- Procesamiento de muestras X X X X X
- Registro de datos X X X X X
- Análisis estadístico X X X
ETAPA DE COMUNICACIÓN
- Análisis e interpretación
- Elaboración del informe X X X X
- Presentación del informe X X
X

REFERENCIAS
Capella, C., & Gutiérrez, C. (2014). Psicoterapia con niños/as y adolescentes que han
sido víctimas de agresiones sexuales: Sobre la reparación, la resignificación y la
superación. Psicoperspectivas, 13(3), 93-105.

Contreras, J. M., Both, S., Guedes, A., & Dartnall, E. (2016). Violencia sexual en
Latinoamérica y el Caribe: análisis de datos secundarios. Iniciativa de Investigación sobre
la Violencia Sexual.

De Bortoli, L., Ogloff, J., Coles, J., & Dolan, M. (2017). Towards best practice: combining
evidence‐based research, structured assessment and professional judgement. Child &
Family Social Work, 22(2), 660-669.

Goldstein, N. E., Houck, M. J., & Folino, J. O. (2015). Tópicos actuales de la investigación
internacional sobre riesgo de violencia. Revista Criminalidad, 57(1), 27-43.

Lama, X., Gutiérrez, C., Capella, C., Dussert, D., Rodríguez, L., Beiza, G., & Águila, D.
(2015). Superación de agresiones sexuales infanto-juveniles y el sistema judicial: una
visión desde los participantes. Revista de Psicología, 24(1).

Lucioni, K. A., Desmarais, S. L., Hurducas, C., Condemarin, C., Dean, K., Doyle, M., ... &
Large, M. M. (2015). La práctica de la evaluación del riesgo de violencia en España.
Revista de la Facultad de Medicina, 63(3), 357-366.

Torán, F. J. D., & Fuentes, À. C. (2014). Evaluación del riesgo de reincidencia en un caso
de violencia sexual mediante el Sexual Violence Risk-20. Revista Española de Medicina
Legal, 40(2), 72-75.
ANEXOS

MATRIZ DE CONSISTENCIA

Propiedades Psicométricas de la guía de evaluación del riesgo de violencia sexual SVR en delincuentes adultos sentenciados en el Penal de
Ucayali, 2019

Jackelin Patricia Arévalo Román

PROBLEMA OBJETIVOS HIPOTESIS VARIABLES E INDICADORES

Hipótesis principal: VARIABLE 1: Riesgo de violencia sexual


Problema general: Objetivo general:
La guía de evaluación del riesgo de Dimensiones Indicadores Escala
¿Cuáles son las propiedades Determinar las propiedades
violencia sexual SVR-20 en
psicométricas de la guía de psicométricas de la guía de
delincuentes adultos sentenciados 1.Funcionamiento Psicosexual.
evaluación del riesgo de evaluación del riesgo de violencia
en el Penal de Ucayali, 2019 cuenta
violencia sexual SVR-20 en sexual SVR-20 en delincuentes
con propiedades psicométricas
delincuentes adultos adultos sentenciados en el Penal
significativas.
sentenciados en el Penal de de Ucayali, 2019. 2.Funcionamiento Psicológico.
Ucayali, 2019? Funcionamiento
Psicosocial Bajo
Objetivos específicos: 3.Roles sociales.
Moderado
Problemas específicos:
Hipótesis Secundarias:
A. Determinar la validez de la guía
Alto
A. ¿Cuál es la validez de la guía de evaluación del riesgo de
A. La validez de la guía de
de evaluación del riesgo de violencia sexual SVR-20 en 4. Conductas antisociales.
evaluación del riesgo de violencia
violencia sexual SVR-20 en delincuentes adultos sentenciados
sexual SVR-20, en delincuentes 1. Violencia sexual previa.
delincuentes adultos en el Penal de Ucayali, 2019.
adultos sentenciados es Positiva.
sentenciados en el Penal de Delitos sexuales
2. Aspectos psicológicos de la
Ucayali, 2019?
violencia sexual.
B. Determinar la confiabilidad de
B. La confiabilidad de la guía de
la guía de evaluación del riesgo de
evaluación del riesgo de violencia
B. ¿Cuál es la confiabilidad de violencia sexual SVR-20 en sexual SVR-20, en delincuentes Planes de
1. Planes de futuro
la guía de evaluación del delincuentes adultos sentenciados adultos sentenciados es Positiva. futuro
riesgo de violencia sexual en en el Penal de Ucayali, 2019.
delincuentes adultos
sentenciados en el Penal de
Ucayali, 2019?
MÉTODO Y DISEÑO POBLACIÓN y MUESTRA TÉCNICAS E INSTRUMENTOS PROCESAMIENTO DE DATOS

Tipo: El estudio es de carácter


aplicado y se corresponde al
tipo tecnológico– descriptivo.

Diseño de la investigación: Por


la variable única, el estudio
1. Entrevista Psicológica.
corresponde al tipo de diseño
descriptivo con la configuración
transversal con grupo único; el Método estadístico aplicado para
Internos del Penal de Ucayali
esquema es el siguiente: 2. Hoja Penológica. establecer la validez y confiabilidad del
sentenciados por delitos contra la
instrumento (criterio de jueces y método
O1 libertad sexual. La muestra se
estadístico de alfa de Cronbach).
obtendrá mediante el estadístico
O2 probabilístico aleatorio. 3. Guía de evaluación del riesgo de violencia sexual SVR-20, en
delincuentes adultos.
O3

O4

O5

Donde O de 1 a 5 son las


mediciones o caracteriza-ción
psicométrica empleando la guía
SVR-20.

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