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BANCO DE LA REPUBLICA
B M lO Í E C A LU ÍS A N G EL A R A Ñ O ©
/ Ü
CARLOS GURMÉNDEZ
TRATADO DE
LAS PASIONES
>9
“Cada pasión tiene su dialéctica propia.
J osé Bergamín
&?\ -
D. R. © 1986, F o n d o d e C u l t u r a E c o n ó m ic a , S. A. de C. V.
Av. de la Universidad, 975; 03100 México, D. F.
ISBN 968-16-2113-1
Impreso en México
I. CRITICA DE LA PASION PURA
1 Emmanuel Kant.
9
TRATADO DE LAS PASIONES CRITICA DE LA PASION PURA 11
10
sas que padece las aprioriza o apropia racionalmente. La El mundo se constituye como pasión crítica y doloro-
razón es, originariamente, una percepción o aprehensión sa. Crítica porque no lo respeto como tal y subvierto su
pasiva.* orden cosmológico, rechazo, no admito su presencia inme
Conocer es apasionarse en vano y sufrir inútilmente diata, la recreo y ordeno su caos multiforme, siguiendo mi
porque la razón es una pasión absoluta de absoluto, “ del armonía subjetiva. Por esta pasión crítica, que no cree dog
Todo absoluto” 2. Al buscar la racionalidad del mundo y máticamente en la simple realidad de lo que es, me adueño
creerse ella misma el Yo de las cosas, la razón es pasión de las cosas terrestres, convirtiéndolas en mi posesión. Así el
pura. Decimos pura, porque es base de todo conocimiento o Yo se siente no sólo ordenador, sino dueño total del univer
experiencia posible, de todo sufrimiento o pasión real, viva. so. ¿Solipsismo o subjetivismo? Ni lo uno ni lo otro. Senti
Existe, como afirma Kant, “ un yo incondicionado, algo sim mos la tentación del absoluto, pero padecemos la presencia
ple e indiviso” , pero que solamente se manifiesta en su ac de la realidad y necesitamos confrontarla con la experiencia.
ción de sintetizar la multiplicidad de las experiencias que Entonces descubrimos que la razón-pasión es limitada y,
vivimos. Pero este Yo no existe por sí mismo, no es el Yo por ello, dolorosa, meramente especulativa.
con espíritu, sustancial de Descartes, pues sólo obra ante las La dialéctica trascendental de Kant se propone, según
presencias reales de las apariencias. La apercepción trascen E. Cassirer, negar las falsas quimeras que se crea la Razón,
dental es sentirse como Yo unificador o pasión única. “ La dominada por su pasión de absoluto. Si la dialéctica es, por
vivencia o conciencia experimental” 3 es la pasión pura, o esencia, la demostración de la irrealidad de los ídolos de la
sea, la unidad de todos los actos cognoscitivos, de todas las Razón, Kant justifica necesario que ésta cree sus propias
direcciones e ímpetus cordiales que nos arrastran hacia la ideas para navegar por el mar inquieto y proceloso de los
realidad. Pura es toda pasión no contaminada por la empíri hechos. Aunque las ideas no son reales, las precisamos, pues
ca, que nace de sí y en sí misma se apoya para abrazar tienen una función regulativa, orientadora. Así, son reales
sintéticamente el mundo y sus cosas dispersas. Esta razón es en su irrealidad, porque nos deslumbran, apasionan, se apo
una pasión que no crea. Contempla, asiste al espectáculo, al deran de nosotros, nos dominan, dirigen y cuando estallan
panorama rico, múltiple y diverso del mundo. Esta pasión hipostáticamente, se constituyen en ideales. “ Por lo tanto,
racional es teoría, pero se hace a sí misma pasión absoluta. el Ideal es para la idea el prototipo (prototypon) de todas
Si es cierto que Kant concibe el Yo como unidad constante las cosas, que en su conjunto toman de ahí, como copias
e idéntica consigo misma, ello no significa la afirmación de defectuosas, la materia para su posibilidad y que, aun acer
un sujeto existente por sí y para sí. Es tan sólo una subjeti cándose más o menos a aquél, se hallan siempre separadas
vidad sin sustancialidad concreta, pero que se revuelve y agi de él por una distancia infinita” . Dialectar, para Kant, es
ta en las cosas a las que se asoma. “ Yo me soy a mí mismo razonar contra la Razón, es la pasión de la sin razón, o sea,
objeto de mí mismo y de mis representaciones” , afirma su actividad apasionada que salta por encima de sí misma y
Kant. Luego, todo lo que existe es una proyección de mi traspasa sus límites fronterizos. La pasión es el disparadero
razón pura o de mi pasión crítica, pues al organizar el mun de la razón que se lanza como un cohete hacia la totalidad
do fenoménico desde el yo, lo dirijo, lo estructuro, mejor absoluta, el universo-mundo. Viaja así la pasión hacia lo
dicho, lo hago mío. desconocido, a una totalidad inalcanzable. Sin embargo, la
pasión de la razón es dialéctica: vuela hacia una realidad
concreta de experiencias posibles, y es consciente que esa
2 Kant.
totalidad es algo inalcanzable, es una simple idea que tiene
la razón pura para cavilar, convencer a la pasión y proyec-
3 Wilhelm Dilthey.
12 TRATADO D E LAS PASIONES
CRITICA DE LA PASION PURA 13
tarla, dirigirla hacia fines positivos. Veamos la diferencia so Aeropagita? Noúmeno es el fenómeno oculto, invisible,
que existe entre la razón-pasión y la pasión racional. pero real y presente. Descubrirlo es el objetivo supremo de
La Razón yacía inmóvil, como “ assoupi de someils la pasión de la Razón.¿En qué consiste? Es la cosa en sí que
touffus” 4, adormecida en una siesta contemplativa y especu la pasión presiente o adivina y que no puede ver como un
lativa. Teorizaba, y sabemos que la teoría es una acción objeto de los sentidos, es el núcleo radiactivo del yo en
ordenadora, una operación sintética, pero la razón estaba movimiento apasionado por conocer.
quieta. Permanecer con los ojos abiertos, mirando y agru Al fracasar en su tentativa de crear la unidad real del
pando lo disperso es una pasión inactiva, gozosa o dolorosa, universo, “ la Razón ha llegado a ser, se ha puesto a ser prác
puesto que la visión nos encanta por el prodigio de descu tica” 6, y se descubre a sí misma como voluntad. Comien
brir nuevos objetos y no hay mayor placer que la admira za a querer, desear con independencia del mundo de los
ción que nos suscitan, origen de la pasión, según Descartes. objetos y sólo se somete a la regla que ella establece. “Vis” ,
Pero, a la vez, es dolorosa, porque se imprimen las cosas en deseo, “voluntas” son pasión, eros. La voluntad es autono
nosotros y desaparecen, dejándonos sólo su visión pasajera. mía, conciencia de libertad. “ Yo me hago a mí mismo” ,
La Razón dormía su verano interminable de satisfacciones
dice Kant. Al querer ser y afirmarse, se crea el hombre
gozosas y agudos dolores ciegos. Pero ya encendida por los
voluntariamente libre. Este sujeto es principio del acto, de
ideales, se proyecta hacia el mundo y no se contenta con
su praxis constitutiva, de las acciones que le van a realizar.
domeñarlo, busca trascenderlo o trascendentalizarlo. El viaje
Esta libertad es la conciencia como voluntad apasionada de
sin fin que emprende la razón, al asumir la pasión, es la ser. “El imperativo categórico es anodino y descolorido - di
actividad pura por sí misma, su base real donde descansar,
ce García Bacca— frente a este descubrimiento de la posibi
pues esa totalidad a la que se dirige no existe absolutamente
lidad creadora del Yo” . La Razón constituía, ordenaba, pero
ni puede percibirla como tal. La pasión es, pues, el postula ahora, por la pasión de su querer o voluntad, es creadora,
do de la razón, su dinamismo o acción secreta en búsqueda transformadora, ya no es un mero objeto del sujeto. Es por
de una posible experiencia de su integridad total. Por consi esta autodeterminación de la voluntad, que la Razón adquie
guiente, la pasión no es hirsuta ni desmelenada, es conscien re conciencia de su acción creadora, pues al descubrir en sí
te de la razón o razones que lleva dentro, de los fines posi misma que su querer es, a la vez, acción y principio de todos
bles que busca. La pasión es el movimiento o la dialéctica los actos, se siente poderosa, capaz de transformar el mun
trascendental de la razón, poseída por el ideal de abarcar y do. “ En la crítica de la razón pura y, en la práctica, se
abrazar toda la realidad. Sueño utópico pero necesario de la presupone la idea de una suprema vinculación del conoci
pasión-razón. miento y de la voluntad” 7. Kant supo unir “Wissen” (cono
¿Qué hacer para que la Razón no se disloque? En este cer) y “Wollen” (voluntad), la pasión pura con la práctica.
viaje es enloquecedor topar siempre con los límites infran ¿Cómo llegar al conocimiento total, al saber absoluto?
queables del conocimiento y la inalcanzable unidad del uni La pasión pura acepta el mundo objetivo tal como está
verso. En efecto, hay lo escondido, el inteligible, el noúmeno, constituido y la razón práctica puede recrearlo o transfor
“ na mao de Deus, na sua mao direita reposara meu cora-
marlo, porque es la praxis creadora del hombre, su voluntad
qao” 6 ¿Existe, pues, un Dios indescriptible, desconocido,
y conciencia de la libertad, que expresa la realidad de su
innominado como lo describe la teología negativa de Dioni-
querer. En este caso, querer tiene la misma motivación que Goethe, es el goce tranquilo de la pura contemplación. Qui
deseo, porque el conato de ser que es el ímpetu del apetito zá sea, también, un placer delicioso, el deliquio sereno de la
nos impele a salir de nosotros mismos a buscar cuanto ansia visión objetiva, pero no es la pura satisfacción de un apetito,
mos. Es en el cuerpo material, placentero y deseoso, donde sino un conocer para querer. Voluntad y acción útil, que no
nace la razón práctica, por la necesidad de comprender el es sólo mía, sino colectiva, por tratarse de “ un fin en sí
mundo, para adaptarlo a las necesidades del cuerpo. Así se mismo” , como exigía Kant, de un principio objetivo de la
unen la pasión pura y la pasión práctica. Queremos com voluntad: hacerse a sí mismos personas. Queremos, obra
prender, juzgar, conocer (pasión contemplativa, desinterasa- mos, nos movemos para ser una realidad humana. “ Una
da, pura) para llegar a sentirnos, saber de nosotros mismos y voluntad es libre cuando se halla sujeta a leyes morales” ,
crear el mundo a medida de nuestros deseos o sueños (pa afirma Kant, pues esta acción de la pasión pura es objetiva-
sión práctica). Como al conocer tomamos conciencia de lo dora de la pasión práctica. “ La razón pura es, de por sí, lo
que queremos, resulta evidente esta unidad del saber y el único práctico” , es decir, lo que queremos debe sujetarse a
obrar. fines racionales que se concatenen unos a otros. La pasión
La razón práctica es la voluntad consciente de sí mis vive de una sucesividad de razones que la justifican. Dicho
ma, el yo que piensa, concibe y proyecta sus deseos, racio en otras palabras, cada acción está precedida de una razón
nalidad de la pasión que juzga y calcula lo que más le con que la ilumina en sus pasos, y continuada por un análisis
viene para conservar el ser que somos. Y no sólo pensamos racional del acto realizado.
para vivir, sino para adentrarnos, reafirmarnos, consolidar Vemos cómo la pasión pura es la que lleva a resultados
nos y poder hacernos como queremos. Naturalmente somos prácticos, concretos, a una modificación de la estructura
objetos, criaturas, medios los unos para los otros, y debe objetiva de la realidad, mediante la conciencia de la libertad.
mos ser fines, comunidad de seres racionales, como exigía Se es libre, cuando existe elección entre múltiples fines y la
rigurosamente Kant, organización y unidad teleológica de voluntad se ejerce en esta selección de medios para llegar al
sujetos independientes. Para ello hay que ser personas libres, cumplimiento de ellos. En consecuencia, la razón guía a la
fijarnos una meta, un ideal, un objetivo, para llegar a ser lo pasión. Cabe, pues, aceptar como verdadero que “ la razón,
que nos proponemos. La razón práctica es a la vez una por sí misma, es independiente de todos los fenómenos,
pasión soñadora, proyectiva, idealizadora. A su vez la pasión ordena lo que debe acaecer, ordena que se lleven a cabo
práctica es mental, racionalizadora y también material, des ■icios” 10. En consecuencia, al hacernos obramos apasionada
carnado interés del deseo, mera actividad de la voluntad, el mente, pero con arreglo ajuicio racional, y vamos creando
afán de querer para, simplemente, subsistir. “ Conocemos, una colectividad objetiva, un universo humano. Etica es la
para vivir” 8. Sin embargo, conocer no es el medio más segu identidad real y no abstracta de la razón con la pasión. Nos
ro para existir, si tan sólo sirviese a nuestros fines de mera unimos por ese lazo invisible de la pasión, que nos propone
subsistencia. Conocer no sirve para nada sin la voluntad o *1nes concretos de conocimiento, normas de la conducta.
pasión de conocimiento, es decir, que debe trascender la I’.isión pura y razón práctica se unen en este último fin de
particularidad, su mero pragmatismo, lo que Marx llamaba 1iear una unidad de voluntades o pasión universal, objetiva,
“ Schmutzige Jüdische Tátigkeit” 9. El conocimiento, dice ' I Uno platónico, la cosa en sí kantiana, la unidad real de
a relad. Para Kant, la pasión es conciencia activa, ideal de la
8 Friedrich Nietzsche. 10 K an t.
9 “Sucia actividad judía”.
16 TRATADO DE LAS PASIONES
1 Etienne Gibson
2 Tratado de las pasiones del alma
i1 Platón.
17
18 TRATADO DE LAS PASIONES HISTORIA DEL CONCEPTO DE PASION PURA 19
segundo volumen de Etica, juzga que las pasiones derivan de sión interior reflexiva, mediata nos aisla e irrealiza al perder
nuestra naturaleza pulsional, afectiva y no podemos elimi la comunicación con los otros individuos. En esta huida del
narlas porque son necesarias para vivir y perseverar en nues mundo real, por falta de contacto con los demás, nos desva
tro ser. Deben someterse a la razón para que no nos infiera necemos como realidades presentes auténticas: somos subje
daños terribles la impulsividad oscura y violenta que las tividades pero carecemos de objetividad. También la pasión
origina. Juan Luis Vives3 piensa que las pasiones no son irreflexiva, inmediata de alocada aventura donjuanesca nos
malas porque excitan, desarrollan la actividad humana y, disuelve en la instantaneidad deliciosa o estética. Creemos
dice: “Infundió Dios, artífice admirable, en el ser animal vivir atentos a problemas personales cuando, en verdad, se
esta facultad de las pasiones que sirviesen a modo de acica nos escapan y sólo vivimos rodeados de nuestros fantasmas.
tes para estimular su alma” . Sin embargo, considera que al La pasión nos angustia porque estamos buscándonos siem
padecerlas el espíritu originan “ perturbaciones” e “ impo pre y no nos encontramos jamás, pero tiene la virtud de
tencias” , y cuando son muy violentas crean confusión men mantenernos inquietos, ocupados y preocupados, sin dejar
tal, “ ceguedades” que no permiten ver nada. Por ello acon nos reposar en el goce de la pura contemplación.
seja que la razón juiciosa debe permanecer alerta y vigilante Kierkegaard rechaza la pasión del conocimiento o ra
para impedir que las pasiones nos dominen, es decir, que no zón práctica porque al ser universal nos objetiva y priva de
se hagan permanentes en el hombre ni se constituyan en la verdadera pasión reflexiva, nos hace vivir para el mundo
enfermedades o vicios del alma. Por el contrario, David Hu objetivo y, a la vez, nos inmoviliza, sosiega definitivamente.
me4 las considera buenas, pacíficas y necesarias, pues nos Esta eternidad falsa, ilusoria del que vive conociendo, vícti
benefician para poder realizar nuestras apetencias y son la ma de la pasión infinita del saber, se resuelve en la estática
razón intrínseca de ser, de existir del hombre. eleáíica de la negación del proceso, de la mutación radical,
Toda pasión es material, pero está escondida en la mo del cambio. Por el contrario, la pasión es dialéctica porque,
rada interior y desde allí, encerrada y oculta, clama por salir al inquietarnos, es el principio de la acción y del movimien
a realizarse. Mientras no puede vivir por sí misma, atravesar to. Kierkegaard6 afirma que la eternidad no se logra por la
sus distintas etapas, “ es ia pura posibilidad de ser” , dice Kier- unificación de las contradicciones, sino por la alternativa lo
kegaard5, la subjetividad, una predisposición, una tendencia, Uno o lo Otro. “ ¡Qué nos importa la verdad objetiva! La
un ímpetu que llevamos dentro. “Mi meditación es una pa verdad verdadera, real, es la subjetividad” , afirma. El mundo
sión” , añade, que nos encierra, enmudece, endemonia o me no se mueve, está quieto, somos nosotros, individuos los
lancoliza, y ya no sentimos la comunicación de la alegría. que estamos en movimiento perpetuo. La pasión nos alterna
Por esta pasión que nos acucia y atormenta, llegamos a y, como un arco tenso, somos quietud e inquietud, dice
sentirnos y logramos adquirir la presencia de nuestra reali Kierkegaard7, sosiego y tormento, reflexión y frenesí. La
dad o de nuestra conciencia ideal. Kierkegaard dintinguió pasión jamás se tranquiliza ni llega a la unidad consigo mis
una pasión mediata, reflexiva de otra inmediata, irreflexiva. ma, porque vive de sus contradicciones, de su perpetuo des
En efecto, si el pensamiento abstracto disuelve nuestra reali garramiento, ni puede constituirse en acción, al no salir de
dad individual en la universalidad del conocimiento, la pa sí misma. Pero tampoco la pasión subjetiva, dialéctica nos
lleva a la realización de nuestro ser, ya que la etapa estética,
ética y religiosa nos universaliza y estanca en la inmovilidad acto, el más fundamental de todos porque es el impulso
de una figura sustancializada de ser. Pues si la etapa religiosa mismo. Porque es así, la pasión debe arrebatarnos, sacar de
es la síntesis o conciliación de la estética y de la ética, quicio al más cuerdo y racional de los hombres. Pero no
constituye una peregrinación en el horizonte sin fin, que creamos que es un desenfreno sin sentido, pues toda pasión
nos descubre la angustia de la irrealidad de nuestro yo. En tiene un fin concreto: Grandet, buscaba el dinero; para
consecuencia, la pasión es un mero poder del que dispone Goriot, fueron sus hijas; del barón Hulot son las mujeres. La
mos para obrar y para ser. Sola, ensimismada es únicamente pasión es luminosa, inteligente para lograr sus fines y no la
una esperanza, una luz oculta que llevamos dentro, pero distraen otros, por más brillantes que sean. Sabe renunciar a
inerte, quieta y desesperada llama interior que no nos tras todo, “a ceux la vous les ouffrirez toutes les femmes de la
ciende. Sin embargo, aunque resulte paradójico, debemos terre, ils s’en moquent, ils ne veulent que celles que satisfait
interiorizar la pasión, sentirla, hacerla nuestra para poder leur passion” , afirma Balzac por boca de uno de sus perso
vivirla realmente. ¿Cómo unificar la pasión que es universal najes.
para poder vivirla, personal e íntimamente, en las particula Al vivir una pasión o para ella, no caemos en la inmuta
ridades de su realidad? bilidad porque, al ser un impulso teleológico, no es siempre
Hemos visto que la pasión en sí y por sí es una poten la misma. Quizá los novelistas, para impresionar más pro
cialidad tensa, un eros íntimo del que disponemos. Para fundamente, crearon pasiones permanentes y duraderas. Pe
sentirla, debemos vivir una pasión, ésta, ésa, aquélla, pero ro, en realidad, vivimos distintas pasiones durante nuestra
una sola exclusivamente y no otra a la vez ni compartida. vida que son la dialéctica de la sucesividad histórica del ser
Pero la pasión, como la entiende Kierkegaard, es demasiado individual. La mayor virtud de la pasión es hacernos vivir
sublimada para realizarse concretamente como existencia. realmente. La pasión, al buscar nuestro bien, nos individua
Es, y continúa siendo, un mensaje de esperanza, de posibili liza, es un dinamismo interior que nos mueve para alcanzar
dad de inquietud y de movimiento dialéctico. Nos abre las la dicha. En realidad, la pasión busca liberarnos de la pasión
puertas del devenir individual, del proceso de realización de misma, es decir, del apasionamiento que conlleva. Sí, la pa
la personalidad, pero se queda en las fronteras de la pasión, sión es un continuo padecer, pero nos hace sentir, esperar,
sin llegar a su realidad dramática. De hecho, tenemos que pedir, renunciar, vivir todos los momentos de nuestra
experimentar una pasión, no la pasión en sí, para poder existencia. La pasión es siempre un acto.
reflexionarla y conocerla. Una pasión idealizada es la razón La pasión universal y objetiva que nos gobierna aparece,
común, el buen sentido cartesiano que tenemos todos los en Hegel, como la razón de la Historia. Todo lo real es ra
hombres. Pero una pasión racional, universal y objetiva, la cional y toda la racionalidad es real. La Historia es la razón en
kantiana o kierkegaardiana, nos mantiene dentro de los marcha hacia el Espíritu donde se opera la identidad de la
límites de la prudencia y de la sensatez. Por el contrario, oposición entre Razón y Pasión. Las pasiones individuales de
una pasión real, verdadera tiene que apasionarnos, desafo los hombres, estrechas, particulares y diabólicas, se oponen
rarnos, lo que no significa que nos domine y absorba, sino al triunfo del fin último de la Razón. Sin embargo, la volun
que nos impulse por su dinámico arrebato a vivir, a la ac tad subjetiva de la pasión es el factor activo, el principio
ción. realizado, pero “ la Idea es lo interno, es la vida ética realiza
Se dice que somos victimas de nuestras pasiones, por da” 8. Así expresa claramente la utilidad de las pasiones y, a
que padecemos necesidades que nos obligan a salir de nues
tra inercia y precipitan a la búsqueda impetuosa de objeti
vos. Pero la pasión no es sólo padecimiento, es también un 8 G.W.F. Hegel, Filosofía de la Historia Universal.
22 TRATADO DE LAS PASIONES HISTORIA DEL CONCEPTO DE PASION PURA 23
la vez, su necesaria servidumbre a la finalidad trascendente concretos que nos impelen. De estos impulsos dirigidos a la
de la moral y del bien: “el interés particular de la Pasión es, satisfacción de necesidades objetivas, como hambre, sed,
por tanto, inseparable de la realización de lo universal” . sexo, nace la pasión, que Marx define “el ímpetu objetivo
Hegel establece una diferencia entre pasiones mezquinas, para la realización del hombre” . Así la concibe como la
pasajeras y pasión única, dominante, grandiosa que se apo necesaria exteriorización (Verwirklung), objetivación que es
dera de todo nuestro ser: la pasión creadora. “Y si llamamos una alienación positiva (Entfremdung) del hombre frente a
pasión al interés en el cual la individualidad entera se entre su alienación negativa o ajenación humana. Como en Hegel,
ga, con olvido de todos los demás intereses múltiples que la pasión para Marx tiene un polo positivo y otro negativo.
tenga o pueda tener, y se fija en el objetivo con todas las ( ’uando es afán posesivo, que se expresa en la supuesta “ ten
fuerzas de su voluntad y concentra en este fin todos sus dencia innata” a la propiedad, la pasión es negativa, pues
apetitos y energías, debemos decir que nada grande se ha crea la lucha de intereses, el desorden en la economía, el
realizado en el mundo sin Pasión” . No cabe una definición caos en la sociedad, el conflicto permanente de las clases,
más precisa de la universalidad necesaria de la pasión y de su porque al individualizarse la pasión origina la competitivi-
función activa. Las pasiones individuales, piensa Hegel, son dad, la rivalidad, el odio, haciéndose maléfica y dramática.
el móvil de la Historia porque son la materialidad misma de Porque la esencia de la propiedad privada no radica, como
la acción, la expresión de las necesidades humanas y de los l»ien vió Marx, en la posesión efectiva de los objetos, sino en
intereses egoístas de los hombres. En este sentido, son de la privatización del yo, en su pasión individualizada y egoís-
moníacas, pues representan la particularidad frente a la uni la. Y éste es el origen de su alienación subjetiva: afán de
versalidad de los designios de la Razón. Pero esta aparente enriquecerse, lo que vuelca la pasión hacia enseres, cosas,
oposición entre pasiones y pasión única o razón universal, la haciendas, pertenencias a las que nos entregamos, enajenán
resuelve Hegel con su famosa tesis “ List der Vernunft” 9, donos. Por el contrario, la pasión para Marx es positiva
que se sirve de las pasiones para realizar sus fines, es decir, cuando es activa, diligente, enérgica; cuando de impulso
la espiritualización o humanización progresiva del mundo arrebatado, en dirección asimiladora de objetos y seres, se
objetivo y natural. En el decurso del proceso histórico las cambia en pasión consciente de la totalidad de la persona, o
pasiones individuales necesarias, pero egoístas y oscuras, se sea, de vital se transforma en psicológica. Sencillamente,
transforman en pasión trascendente, objetiva, universal, lu que de interesada y egoísta, se vuelva generosa y objetiva.
minosa, en Espíritu subjetivo, y la razón abstracta, inmóvil, Entonces, ya no se sienten las pasiones como la expresión
se convierte en autoconciencia dinámica, en pasión espiri de una necesidad inmediata, aunque Marx no excluye la
tual que arrebata al mundo. La Historia es, así, la pasión o inevitable dialéctica de pasión-necesidad, por nuestra condi
el espíritu de la razón. ción pasivo-objetiva, y pasión-activa o impulso consciente
Por el contrario, Marx concibe la pasión como un pa que nos afirma subjetiva y humanamente.
decimiento sensible, y es corporal porque busca satisfacer las La pasión es, pues, fruto de la necesidad y de una
apetencias del cuerpo. Para Marx, como más tarde para resplandeciente actividad, contradicción dialéctica que se re
Freud, el cuerpo es un haz inequívoco y apretado de violen suelve armoniosamente. Para Marx, la psicología, es el con
tas pulsiones inconscientes. Más tarde, éstas se hacen impul junto de todas las fuerzas activas, creadoras del hombre, su
sos con una orientación imprecisa, pero que ya son afanes positividad energética. El hombre no está solo en su subjeti
vidad intencional, proyectiva o interioridad fantasmal. Marx
piensa, como Hegel, que el hombre se expresa en sus actos,
9 “ A stu c ia d e la R a z ó n ” . en lo que crea, en lo que ha realizado. La única pasión
24 TRATADO DE LAS PASIONES
10
Karl Marx. 1 Rafael Alberti.
25
DE LA PASION A LAS PASIONES 27
25 t r a t a d o d e l a s p a s io n e s
según han demostrado Wallon y el soviético Luria. Para con impulso eje al que nos sometemos voluntariamente. Esta
vertirla en pasión no basta con sentir la emoción, es necesa paradoja se explica por el deseo intenso que toda pasión
rio que la acompañe una fuerte tensión íntima. tiende a satisfacer. Pero no hay que confundir el deseo con
La pasión nace de la afección íntima que nos causa un la apetencia de algo exterior que provoca nuestra gana de
acontecimiento exterior. Por ello, no podemos sentir~Con poseerlo. No, la pasión es un deseo que se ha constituido
pasión el hambre, la sed, la libido y tampoco el dolor o la subjetivamente en nuestro interior y que exige su realiza
vergüenza. Es indispensable que la emoción se una al sentir ción objetiva. “A ceux-lá, vous les offririez toutes les fem-
íntimo para crear lo que Agnes Heller denomina “ disposi mes de la ierre, ils s’en moquent, ils ne veulent que celle qui
ciones emocionales” , palabras equívocas a las que preferi satisfait leur passion” , dice Balzac. El deseo de la pasión es
mos el sentir emotivo, pues no basta la mera disposición que único, porque se forma y configura tal como yo lo quiero.
designa un estado emocional ambiguo en que estamos en En realidad, soy el objeto de mi deseo que parte de mí y
vueltos primaria y subjetivamente, “ involviert zu sein” . Las acaba en mí mismo.
pasiones no se originan, como piensa Agnes Heller, de los Una pasión es real cuando es vivida, sentida y querida
“gefühles” , es decir, de sentimientos vagos y pre-emotivos, con tesón. Pero el drama de la pasión consiste en que no
sino de los actos concretos de la corporeidad, que son refle quiere o no puede satisfacerse nunca. Cuando se siente una
jos interiores de hechos exteriores. Sentimos las pasiones pasión se goza con ella, se sufren sus consecuencias y hasta
como actos potenciales a realizar. Toda pasión es querencia se corre el peligro de desaparecer en ella. Las pasiones son
porque toda pasión es voluntad. Para sentir una pasión hay “fixe Begierde” (Marx), deseos permanentes que no nos
que desearla. Como decía Balzac, es un querer ansioso, abandonan ni siquiera una vez satisfechos. Por ello, las pa
obstinado, pertinaz y el que la vive demuestra tener una siones no son fugitivas o provisionales y, a veces, constitu
gran voluntad. La pasión es cultivar lo que sentimos, desear yen el drama de toda una vida. Pero, tampoco son la eterni
lo que nos afecta y, luego, aceptarlo íntimamente. El que dad invariable, metafísica que pensaba Unamuno, ni un pro
siente una pasión, sea amorosa, del juego u otras, la busca, yecto definitivo de existencia, como su personaje Abel Sán
la goza y la sufre voluntariamente. Entonces la pasión es chez envidiado y envidioso, pasión que le condena por
real, porque la adentra, la quiere suya como raíz de su ser y vida. La pasión, como hemos explicado, no es una disposi
de sus actos. La pasión nace siempre precedida de un deseo ción emotiva a la que estamos forzados o predispuestos, es
y sólo este acto volitivo origina su realidad. No es exacto, una cadena a que nos atamos voluntaria y gozosamente. En
pues, como afirma Agnes Heller, “ Gefühls dispositionen zur consecuencia, podemos vivir muchas y diferentes pasiones,
Leidenschaft werden” 2. Por el contrario, son los sentires, pues, en el fondo, son siempre orientaciones hacia objetivos
cuando los aceptamos y queremos libremente, que se con concretos. Julián Sorel se entregó a la ambición, pasión que
vierten en pasiones. Tampoco es exacto que una pasión en olvida cuando siente el amor.
vuelva toda la personalidad, como una atmósfera vegetativa Toda pasión en sí misma es absoluta, pero a la vez es
que nos dominase. La pasión es el sentimiento como reali relativa porque no nos domina definitivamente. En este sen-
dad efectiva y operativa, se constituye al quererla y se pue lulo, Balzac dramatizó la pasión, haciéndola una potencia
de convertir en la totalidad de la persona, porque es el ciega. Con mucho mayor realismo, Stendhal comprendió
que el hombre es un haz de pasiones contradictorias, sucesi
vas. Por ejemplo, la ambición que nos afirma puede convivir
2 “Solamente las disposiciones sentimentales se convierten en con el amor que realiza nuestra negación al entregarnos. El
pasiones” orgullo es resultado de la humillación, una reafirmación vo-
28 TRATADO DE LAS PASIONLS DE LA PASION A LAS PASIONES 29
luntaria, exagerada de sí mismo, para mantenerse sólido y efecto, la pasión se divide en pasiones y éstas a su vez se
erguido. La humildad es una reacción del orgullo herido, enriquecen multiplicándose y sucediéndose a sí mismas en
una negación íntima de sí, para evitar la completa destruc un proceso discontinuo. Sin embargo, aunque lo natural de
ción. Sobre estas antítesis dialécticas délas pasiones, tuvo las pasiones es crear una inquietud sofocante, a veces se
Spinoza exactos y precisos barruntos. Así contrapone unita realizan en una quietud posesiva satisfecha, la de su realiza
riamente alegría y tristeza, amor y odio, orgullo y humildad, ción objetiva. De aquí deriva el goce de la propia encarna
avaricia y prodigalidad, pues debido a la raíz dialéctica de la ción o exteriorización de su pasión, la alienación básica del
naturaleza humana cada afecto atrae su opuesto. hombre apasionado.
La pasiones arrancan de este tronco común dramático
y contradictorio, y se diversifican porque cada una de ellas
tiene un fin preciso que cumplir sea como sea. Estos deseos
de la pasión se fijan y obstinan cuando surgen dificultades
para satisfacerlos. Pero, nos preguntamos dubitativos: los
deseos de las pasiones, ¿quieren realmente satisfacerse?
Creemos que las pasiones cambian, pero no se cumplen nun
ca, sin que ello se deba a los obstáculos reales que surjan en
su camino. Por ejemplo, la ambición de Julián Sorel no nace
sólo por las dificultades que tiene para escalar de posición
social, como hijo de carpintero que es, sino también porque
su ambición es producto del orgullo herido, de una humilla
ción padecida, sentida hora a hora, día a día. Por ello, la
“grande passión” con que sueña constituye una liberación,
la verdadera emancipación de su condición humilde, y a
través de ella lo que quiere es triunfar, afirmarse, ser. No
son los obstáculos que estimulan o acrecientan su pasión,
es su ser mismo que se convierte en sueño permanente,
infinito.
El drama de la pasión insatisfecha crea un Yo ideal,
una imágen del que podría ser y no es. Por esta razón, los
deseos no se realizan nunca, ya que si los objetivos parecen
concretos en un primer momento, más tarde se van transfor
mando en lejanos, invisibles. Entonces los deseos, al no te
ner fronteras ni límites se hacen por naturaleza inasequibles y
nos alienan. En consecuencia, las pasiones reales, verdaderas
son todas románticas porque se afanan por las irrealizables y
quiméricas aspiraciones de los deseos. Ahora bien, en el
curso de su proceso, las pasiones pueden cambiar, hacerse
otras y hasta opuestas: la avaricia en prodigalidad, el amor
en odio, la tristeza en alegría, la envidia en admiración. En
LA PASION COMO ALIENACION 31
34
36 TRATADO DE LAS PASIONES
37
PASION RACIONAL Y RAZON APASIONADA 39
38 TRATADO DE LAS PASIONES
blamos del combate entre la pasión y la razón. La razón es, lodo y para conseguirlo tiene que ahorrar al máximo. Tam
bién Romeo y Julieta razonan su pasión, analizando las vir-
y sólo debe ser, esclava de las pasiones, y no puede preten
Iudes físicas y anímicas que posee cada cual, y luchan con
der otro oficio que el de servirlas y obedecerlas” 1. Sobre
tra todos los obstáculos que se oponen a su amor con la
esta servidumbre de la razón a las pasiones gira, según Kent
vehemencia de sus razonamientos poéticos y de sus pensares
Smith, toda la filosofía de Hume. Esta concepción, en apa
sentidos. Julián Sorel, al analizar fría e implacablemente las
riencia paradójica, demuestra que si la pasión se dirige con
toda energía hacia un objeto, la razón es un valioso auxiliar metas claras y definidas de su ambición, es un racionalista
de sus exigencias. Pero, ¿qué entiende David Hume por Pa metódico de su pasión. Todas las pasiones son racionales,
pues se meditan aun las que parecen más bajas, elementales
sión y Razón? y primitivas. En consecuencia, la pasión es racional y la
Una pasión es la razón alterada por la viva emoción
razón apasionada.
que en la mente ocasiona un objeto que excita el apetito. Y
por razón entiende Hume, una pasión serena, tranquila que La antinomia de razón y vida que desgarraba a Unamu-
no afecta el corazón ni causa desorden en el temperamento. no, se armoniza en su poesía porque piensa los sentimientos
Así encuentra una identidad originaria entre Pasión y Ra y sentimentaliza las razones. Esta división patética la vivió,
zón. Razonables son, pues, las pasiones tranquilas, y pasio lambien, Kierkegaard, para quien el pensamiento al objeti
nales las razonadas y explicativas. En consecuencia, según varse priva de realidad a la existencia. Sólo más tarde des
Hume, nos domina una Pasión única, o pasión-razón que cubrirá que la pasión es inmediata, irreflexiva, y me
gobierna y dirige el mundo de los hombres. Esta razón se diata, reflexiva. En cambio para Sartre, las pasiones son
llama Pasión cuando es violenta, sensible., y Razón cuando inútiles, porque nos encierran en nuestros yos, son la obsti
se manifiesta calma, reflexiva. nación y la particularidad de la subjetividad que, sin embar
Las pasiones son todas racionales, pues cada una tiene ro, busca la totalidad de sí misma. De esta lucha y masacre
su propia razón que la explica y justifica. Los celos, por ejem de las pasiones individuales surge la posibilidad de comuni
plo, la pasión en apariencia más inexplicable, el celoso los cación, de armonía y, algún día, se constituirá el nosotros,
justifica poseído de razones. Calderón, en El médico de su •■I yo común, dice Sartre en el prefacio a Le traité, de
honra, racionaliza los celos hasta el extremo que ya no es André Gorz. Si las pasiones riñen hoy combates singulares,
una pasión sino una fría razón teologal. El avaro, cuyo tipo el futuro se abre a un diálogo amplio, racional en que se
más representativo es Harpagón, calcula tan fría y ordenada explicarán cada una de ellas y discutirán las causas de su
mente la mejor forma de conservar su tesoro, que lo llega a incomprensión recíproca. Entonces, cada una de las pasio
amar “ plus que reputation, qu’honneur et que vertu” , dice nes tendrá sus fundadas y explícitas razones de existencia.
Moliere. Incluso cuando la avaricia es una pasión absoluta, I a comprensión será el fruto de esta armonía racional de las
metafísica, como en Magia Roja12, el protagonista encuentra pasiones, que coexistirán amablemente en una sociedad so
sus razones para vestirse de harapos, no cohabitar con su cialista, realmente igualitaria.
mujer para no gastarla y tiene por hija una muñeca que no La razón, como intuyó Kierkegaard, es una pasión,
le cuesta dinero, porque no come. Las razones de su avaricia porque razonar subjetiva y verdaderamente sobre sí mismo,
son convincentes: quiere acumular dinero por encima de es una pasión infinita, apasionada. También para Sartre la
"• flexión es una pasión totalizadora, que no logra nunca el
lodo de lo que aspira y busca. El mismo Nietszche descubre
1 David Hume, Tratado de la naturaleza humana. una pasión del conocer, necesaria para conservar la voluntad
2 Michel de Ghelderode.
de potencia y el ejercicio del dominio sobre la vida. La
TRATADO DE LAS PASIONES PASION RACIONAL Y RAZON APASIONADA 41
40
estrategia amorosa que desarrolla Kierkegaard, en Diario de la Revolución. La ideología era una Idea que hizo suya y
de un seductor, prueba que el pensamiento es el medio vivió totalmente. Por esta razón, su pasión fue activa, revo
para la conquista de una criatura. Sólo pensándola mucho lucionaria y cumplió con la finalidad que se proponía; trans
puede apresar su víctima y poseerla por la reflexión formar el mundo que le había sido dado, transmutándolo o
apasionada. La náusea, de Jean-Paul Sartre, demuestra que idealizándolo. Y no sólo esto. Si en Octubre pudo decir en
la razón pura de la conciencia se estremece de asco ante la el momento justo: “ ¡Ahora o nunca! ” , para que triunfase
facticidad viscosa del cuerpo. El protagonista examina la Revolución, fue porque sabía la hora en que se podía
todos sus actos, los analiza hasta descomponer en átomos realizar su Idea. La ejecución y cumplimiento del ideal revo
reflexivos su existencia apasionada. En consecuencia, razón lucionario es el principio de todas las acciones, el acto su
y pasión se conciertan en su aparente desavenencia. premo de la pasión.
Los que sienten pasiones fuertes y sólidas, llegan hasta
el borde del idealismo trascendental. Están absolutizados
por la idea, que es regulativa y no constitutiva, se dirigen, se
mueven y giran en torno a ella, única estrella que les alum
bra en su noche interior. Se sacrifican por ella, renunciando
a todo lo que no sea esta idea sublime que se apodera de sus
almas. Es el entusiasmo por la Idea o la pasión por las ideas,
que explicaba Kant, que nos impulsa a ideologías políticas,
sociales, morales. Todos los ideales son ideas vividas apasio
nadamente, entregas totales y absolutas que operan la dona
ción completa de sí mismo. “ Mefaits de la passion unique” ,
comenta Felicien Marceau, olvidando que si Balzac pinta las
devastaciones de la pasión, describe igualmente su innegable
grandeza. Los hombres, se dice, suelen ser víctimas de sus
pasiones cuando, en realidad, sólo son grandes aquéllos que
pueden sentirlas y vivirlas en la plenitud arriesgada que com
portan. Las pasiones son grandiosas cuando nos comprome
ten completamente. Es la existencia de un individuo dedica
do sólo a una tarea, a un plan fijo. La especificidad de este
compromiso radica en que se renuncia a la consecución de
todo fin personal por pasión a la Idea, que se convierte en la
pasión de nuestra pasión. Un compañero de Lenin explicaba
que éste había entregado toda su vida a una idea fija: la
Revolución. Es el entusiasmo kantiano, típico de la pasión
ideal. Se podría pensar que la pasión de Lenin por la Revo
lución era puro fanatismo de la razón ideal, o una limitación
unilateral de su personalidad. Pero esta pasión era, a la vez,
una acción, un don sublimado de sí mismo. El ideal platóni
co y kantiano se transformó en su idea individual, cristiana
GENESIS DE LAS PASIONES 43
sa en inhibición pasiva, que prueban ia extraordinaria movi Kirrkegaard dijo: “la pasión es la posibilidad de ser” , pero
lidad del sistema nervioso. Las diferencias entre el apático y i'1noró que desde nuestra realidad material nace ese espíritu
el nervioso, quieto e inquieto, desapasionado y apasionado h uso, infinito, creador de la pasión misma, por el que cla
varían de acuerdo a las modalidades sensibles de los senti maba. Las pasiones son acciones desencadenadas por las
dos. Lo que viene a probar que estamos condicionados por iraociones sensibles de palias o apatías.
el sistema nervioso coordinador y, también, por nuestros órga Cabe también la negación de la materialidad tempera
nos sensoriales, los ojos, el oído, las manos. Por ejemplo, el mental que nos constituye. Por ejemplo, que el tímido no
psicólogo Eysenck demostró que los quietos (introvertidos) ll' i'.ue a ser humilde, se haga reflexivo, concentrado y, por
tienen capacidades auditivas y visuales más reducidas que ■ la mediación, se transforme en orgulloso. Asistimos a mu-
los inquietos (extrovertidos). i líos casos de saltos psicológicos imprevisibles, pues la timi-
El origen de las pasiones es material, porque del tempe ili'/. puede servir para almacenar energías intensas en el reca-
ramento que poseemos como dato real es imposible soslayar i" íntimo que, al concentrarse por actos reflexivos, ocasione
el “humus” corporal que nos constituye. Nuestros tempera una explosión de soberbia. Julián Sorel, en los primeros
mentos son orientaciones del cuerpo que nos predisponen a • apítulos de Rojo y negro, aparece apocado, tímido, pues
la excitación o inhibición, a la inquietud o la quietud. Nues u ne conciencia de su condición humilde, de su origen
tra constitución corporal determina la reacción inmediata a 1ainpesino. Más tarde, en los salones del Marqués de la
la afectividad o a la indiferencia afectiva. Así, los tempera Mole, se muestra altanero, pedante y soberbio. Esta nega-
mentos ardientes tienden a encolerizarse, apasionarse fácil 1ion de su constitución temperamental es una acción, un
mente, y los fríos a la timidez, el apocamiento. En conse •" lo sustancial, negación que, de hecho, es una afirmación,
cuencia, las pasiones no modifican ni cambian nuestra es •ni acto libre de creación de sí mismo. Esto no quiere decir
tructura corporal, al contrario la reafirman libre y decidida ■ine podemos obliterar nuestra realidad corpórea ni siquiera
mente. A este respecto, afirma Teplov, “ si las propiedades "Ividarla. Lo que ocurre es que disponemos de diversas posi
tipológicas generales determinan el temperamento de un bilidades a desarrollar desde nuestra natural estructura cor
hombre, las particulares tienen fundamental importancia pa poral. Somos, por ejemplo, inquietos y este ardor constituti
ra el estudio de las capacidades especiales” . Las pasiones vo puede derivai' en pasión buceadora, haciéndonos un in
son, pues, actos positivos de creación, reafirmaciones del ser vestigador científico, o derivar en un ser lleno de odio,
individual por obra de sí mismo. El nervioso, inquieto, ar violencia o sediento de venganza. El personaje que nos pinta
diente, puede convertirse en un orgulloso; y el quieto, tími Moliere es un codicioso que busca poseer bienes sin límites,
do, alicaido en un humilde. “ Humildóse” , dice César Valle- y se convierte en un avaro, conservador celoso del tesoro
jo, para expresar esta capacidad que tenemos de crear la pro iue posee. “ La libertad es la conciencia de la necesidad” 2,
pia humildad. Nos hacemos orgullosos o humildes sobre la i .is pasiones son requerimientos imperiosos, acciones del
base de nuestra materia corporal o disposición psíquica, tem i' mperamento que, al mismo tiempo, nos ofrece una multi
peramental. Nebylitzin llega a la conclusión que los factores plicidad de posibilidades. Veamos como se constituyen len-
neurofisiológicos de las diferencias psicológicas individuales, i *i. progresivamente desde su base corpórea y temperamen
es decir, de las propiedades naturales en su interación con tal.
las multifacéticas influencias del medio circundante, crean, En primer lugar tenemos, como hemos dicho, el indivi-
en fin de cuentas, el sorprendente y desconcertante fenóme
no de la personalidad humana. Así se produce la unidad del
cuerpo, materialidad física, con la idealidad de la pasión. 2 G.W.F. Hegel.
GENESIS DE LAS PASIONES 49
48 TRATADO DE LAS PASIONES
dúo de temperamento nervioso, que es inquieto, activo por va y negativa: en el primer caso es una pasión activa, en el
naturaleza. No puede estar tranquilo, pues siente una necesi segundo una pasión defensiva, pasiva.
dad invencible de hacer algo sea como sea, quizá sin finali Dentro de la categoría de la quietud o de la placidez
dad o propósito alguno. Este inquieto demuestra una cierta temperamental, encontramos el personaje que no hace abso
seguridad en sí mismo, una positiva actividad, una solidez de lutamente nada, el pasivo total. Es el perezoso, símbolo de
nervios poderosa. Pero existe otro tipo de inquieto que se la inercia metafísica de la materia. Claro que hay perezosos
siente agitado, conturbado, sin poder evitar una emotividad de perezosos. Por ejemplo, el estudiante que se despereza de
constante, que sufre el mundo exterior global y oscuramen su pereza orgánica, es decir, que todavía no puede despertar
te, sin saber por qué se siente alterado. Tal vez presiente un de su letargía invernal,’ para preparar con dinamismo sus
peligro, adivina una amenaza o tiene el pálpito de una catás exámenes; y otro tipo de perezoso es el lento, parsimonioso
trofe inmediata, pero no puede hacer nada para evitarlos. La en sus trabajos para llevarlos a cabo con el menor gasto de
inquietud que domina a ambos inquietos es innegable, pero energía. Podríamos multiplicar los ejemplos de la apatía,
de naturaleza diferente. Uno es seguro, firme y el otro inse pero tenemos la posibilidad de convertirla en pasión, afir
guro, débil. Actividad pasiva del primero y debilidad activa mando el ser que constitutivamente somos. Toda pasión se
del segundo. En el seno mismo de cada temperamento exis «rea por una acción, un acto de voluntad decidido y enérgico.
te una diversidad de caminos y posibilidades para el indivi La patía y la apatía constitutivas, son las bases corpo
duo, pues puede ser fuerte, equilibrado, o sin equilibrio, rales de las pasiones. Así, en el inquieto se origina la pasión
frágil, oscilante dentro de la misma reacción emotiva consti de la codicia, y en el quieto la pasión de la pereza. El paso
tucional. •le la inquietud a la codicia pasa por diferentes grados ascen
La materialidad corporal está atravesada por distintas dentes. El inquieto debe hacerse resuelto, para alcanzar una
corrientes de energía reales y posibles. Enmarcado en la mayor intensidad activa y no perderse en una agitación sin
inquietud o nerviosidad generalizada del inquieto, aparece el objetivos precisos, como es el caso del curioso o del snob,
personaje decidido, enérgico que obra sin vacilaciones. Este ese delicioso diletante. La inquietud del inquieto exige der
individuo, cuando se enfrenta a un dilema, se determina la paralización de su movilidad continua, requiere serenidad
rápidamente a actuar. No tiene dudas ni le embargan refle en su nerviosidad desorientada. Debe fijar una atención
xiones amedrentadoras, ni le hacen retroceder los peligros. muy cuidada en los objetos del mundo exterior. Al mismo
Es un ser activo, pero irreflexivo, una pura espontaneidad tiempo quedar detenido, dejar de agitarse y concentrar
de la acción. En oposición, tenemos el apático, que todo le luda su pathos en la finalidad de su objetivo. Es decir,
deja frío y no se mueve ni conmueve aun ante el aconteci convertir la pasión que siente tomo posibilidad, en acto
miento más pavoroso. Demuestra así una entereza, una au iiistotélico, en ejecución y realización de lo que lleva
tosuficiencia o estoicidad admirable. Sabe resistir a las im dentro como potencialidad. Es el deseo intenso, ardiente, la
presiones cambiantes y a las situaciones variables del mundo 11real gana” que se apodera de nosotros, base elemental de la
exterior. Su insensibilidad es prueba de una fortaleza. Tam pasión de la codicia. “ Begierde” , “ wish” , “ envíe” , “cona-
bién existe el apático que se defiende interiormente contra Ius” expresan esta idea de querer, de voluntad que es co
los posibles peligros y ataques provenientes del mundo exte mún a todas las lenguas. “ Souhait”, “ désir” , “voeu” trasun
rior. Es impasible por debilidad, al no sentirse capaz de tan anhelo, aspiración, ansia, avidez, apetito que cuando se
oponerse a ellos. Su constitución orgánica es débil y, cons apoderan de nosotros ya no los podemos dejar de satisfacer.
ciente de ella, se refugia en la imperturbabilidad, creándose Un objeto es siempre el soporte o sujeto del deseo,
una piel de elefante. La indiferencia puede ser, pues, positi- liste es el origen de la pasión que llamamos codicia. Nace de
50 TRATADO DE LAS PASIONES GENESIS DE LAS PASIONES 51
la avidez incontenible de bienes que no son míos, los posee El ganancioso cuando tiene como cebo el beneficio se
otro, o no son de nadie. Los objetos están ahí, en el mundo, ion vierte en codicioso. La codicia es pasión por la adquisi-
para quererlos y desearlos. El que tiene gana de algo, está ■ión siempre renovada. Sin embargo, el codicioso no tiene
dominado por un deseo violento, imperioso cuya satisfac una necesidad violenta, urgente y posesiva como el ganan-
ción no admite espera. Pero la gana, una vez satisfecha, i ¡oso. Su deseo es más interior, más hondo y al no sentirlo
consumido el objeto fungióle que la provocaba, muere. de forma inmediata, puede y sabe esperar. Es menos im
Gana es, pues, una disposición u orientación del deseo que pulsivo que el ganancioso y contiene, refrena sus apetitos
acaba por desaparecer, aunque no podamos satisfacerla. Se más violentos. El codicioso, a diferencia del ganancioso, no
nos va la gana con la misma subitaneidad con que aparece. siente la apetencia indiscriminada de posesión. Escoge, se
Ahora bien, la gana puede hacerse permanente, duradera. lecciona sus objetos, porque no está dominado por la avi
Entonces nos convertimos en gananciosos, es decir, con de dez. En este sentido, codicia lo que necesita, respondiendo a
seos y apetencias que se renuevan, porque el objeto de nues las necesidades de su temperamento. Si es activo, nervioso y
tra gana cambia o se modifica. Mientras en castellano, gana diligente, buscará el sosiego, la paz, esa seguridad que exige
significa propensión natural hacia alguna cosa, en las lenguas su inquietud peregrina. Deseará la propiedad de bienes fir
escandinavas designa “ abrir la boca” para satisfacer una ape mes y seguros que confortan y aseguran contra los azarosos
tencia inmediata. Luego, se siente gana porque los sentidos infortunios. Por el contrario, si es tranquilo, pausado y me-^
están muy despiertos para coger lo que se ofrece a los ojos lancólico, se inclinará a desear horizontes inmensos, es decir,
ávidos y a la boca ansiosa. Es el ganancioso, cuya gana es una vida agitada, aventurera, tormentosa.
constante aunque no se fije en una cosa concreta. Frente al Lo que define a la codicia como pasión, es no poder
ganacioso está el desganado, que nada le atrae y no siente dejar de desear lo que es ajeno, y permanecer siempre al
apetitos ni deseos específicos. Ganancioso y desganado son acecho para apoderarse de lo que se ansia. Este afán posesi
los polos positivo y negativo de las reales ganas o querencias vo es tan violento que llega a deformar el deseo originario,
empíricas. hasta hacer desear incluso lo que no se desea. A esta aliena-
Cuando las ganas desaparecen, sentimos una desgana i ión de la codicia nos ha llevado la sociedad capitalista desa-
total que, a veces, llega a hacerse cósmica, como el estado irollada, al imponernos apetencias y deseos que no sentimos
de vacío y abatimiento que experimentaban Jean-Paul Rich- ni son vitales, creando las necesidades artificiales de que
ter y Antero de Quental, ante la abrumadora y todopodero habla Agnes Heller que nos obligan a querer y sacrificarnos
sa presencia de la Naturaleza. Esta vastedad con su riqueza por conseguir cuanto no necesitamos. Así, estos codiciosos
infinita, nos quita las ganas, nos desgana de vivir y nos fueron elevados al rango de hombres virtuosos, honestos, los
sumerge en la postración de la melancolía, en el pozo de la “guíen Menschen: sie sind in et was interessiert was ausser
tristeza más suave y delicada. La desgana precede a la triste ilinen liegt” 3. Son buenos los diligentes y activos empresa
za y a la melancolía. Comenzamos a desganarnos por las rios que buscan beneficios cada vez más altos.
cosas y las personas, a no apetecerlas ni desearlas, para ter A esta pasión de la codicia se opone su contraria: la
minar inmóviles, budas vivientes y recoletos, ensimismados prodigalidad. Deshonestos y malos son los hombres pródi
en la oscuridad de la apatía. Sin embargo, podemos recupe gos, los que gastan, regalan a otros lo que tienen, y no se
rar más tarde la gana, y hasta sentirnos gananciosos después
de haber vivido desganados, porque respondemos a la bipo-
laridad, actividad (gana) y pasividad (desgana), de nuestro 3 “Hombres buenos: porque están interesados por algo que está
organismo corporal. lucra de ellos” . Bertolt Brecht, Canción de las buenas gentes.
52 TRATADO DE LAS PASIONES
interesan por los bienes, las riquezas que el mundo les ofre
ce. La prodigalidad es una pasión tan incontenible como la
del codicioso, pues así como éste no puede dejar de querer
poseer, el pródigo se complace en el regalo, en el don gene VIII. CLASIFICACION DE LAS PASIONES
roso jorque no puede dejar de dar. La prodigalidad mani
fiesta también el goce de tener y la ofrenda continua se De la voluntad activa del querer nace la codicia, pasión
convierte en una satisfacción de la propiedad, ya que el fundamental y base de todas las pasiones: envidia, celos,
pródigo tiene que poseer para poder dar. El Padre Goriot, orgullo, ambición, venganza, avaricia, lujuria. Por el contra
generoso con sus hijas hasta extremos sublimes de sacrificio,
rio, de la inactividad del querer nace la humildad que, como
fue, al comienzo de su vida, el típico codicioso acumulador dijo Spinoza, no es una virtud y sí una pasión. El humilde
de una sólida fortuna. En la prodigalidad se expresa la dia siente que no puede querer con suficiente energía, originan
léctica invertida de la codicia: al dar me satisfago de poseer. do la pasión de la apatía o voluptuosidad del reposo sin
La dádiva demuestra que se es poderoso, rico, y esconde en aspirar a nada, recogido en sí mismo, apartado del munda
la generosidad- el placer de la posesión. nal ruido. Sin embargo, nada hay más soberbio que esta
Otra forma de la prodigalidad es el despilfarro, cuando
humildad sencilla. Todo ser humilde es un sincero hipócrita,
se siente la imperiosa necesidad de gastar sin límites, como pues la humildad total no existe. En el fondo esconde y
si el ir desprendiéndose de sus bienes fuera para rescatar o conserva la potencia de su voluntad, que no quiere ejercer.
pagar una dolorosa culpa originaria. En alemán “ schuld” “Humildóse, hasta hacerse muy pequeñito” 1, descubre un
significa culpa y, a la vez, deuda. El despilfarrador, imagen orgullo disimulado, porque es consciente del valor que
dramática del pródigo, obra como si debiese todo lo que supone hacerse insignificante para fortalecerse. La humil
posee, devolviéndolo con un frenesí desmedido. Disipa su dad, enseña Spinoza, es más útil que dañina. Es conocer la
fortuna porque tiene conciencia de cuán inútil es y lo poco, propia realidad, las limitaciones, lo que no podemos reali
en realidad, que necesita. Mientras el codicioso vive afanoso zar. No es sólo creerse impotente, que sería esa falsa
en pleno desasosiego, víctima de su ansiedad posesiva, el virtud cristiana que, con toda razón, llamaba Nietzsche
pródigo goza la beatitud de la apatía originaria, la santa "moral de esclavos” , sino ser consciente de las posibilida
indiferencia por todos los bienes, es decir, la prodigalidad des e imposibilidades de que se es capaz. El humilde es
logra el objetivo final de la codicia: no tener más deseos. consciente de su poder y de su impotencia, contramínen
Las pasiones son siempre conscientes de sus acciones le al orgulloso que, ignorándose a sí mismo, puede creerse
porque, ya en su origen, saben lo que quieren y tienen una estúpida y vanidosamente todopoderoso.
meta o ideal realmente asequible. Las pasiones son la con
ciencia de nuestra realidad, de nuestra naturaleza orgánica, La humildad tiene su origen orgánico: son seres gene-
de nuestras necesidades vitales más profundas. Veamos co ialmente débiles, de temperamento apocado y cortedad de
.mimo. Estos individuos son más propensos a abandonarse al
mo se dividen y subdividen.
decaimiento natural que precede a la humildad. Cabe expli-
«arla como el descenso de la actividad al vacío, el sufrimien-
lo de hundirse en la indiferencia que siempre precede a esta
pasión de los caídos o recaídos. La humildad es una
negación voluntaria de sí mismo, causada por un daño infli negación de sí mismo y afirmación de esta negación. La
gido desde el mundo exterior. Así como la codicia nace del caridad, “ entrega de sí mismo, impotente e inactiva” 2,
objeto ajeno que suscita nuestro deseo ardiente, la humildad amor estéril por los otros, prodigalidad de los bienes que
se origina por la intensidad del fracaso del deseo. Esto no se poseen, en todas estas manifestaciones significa un
significa que los humildes sean resentidos o estén dolidos ejercicio del poder, un obrar para reafirmarse, un egoísmo
por su frustrada tentativa. No, la experiencia les enseña que sutil de realización propia. El caritativo se entrega a los
retirarse, humillarse es más conveniente para su conserva otros para salvarse. Cristo ho es el “ idiota” que creía Nietzs-
ción. Humilde es el hombre a la defensiva, que se niega a ser • lie, pues sabe lo que hace, entiende su sacrificio: muere
él mismo, para protegerse contra los posibles golpes que para inmortalizarse, adquirir gloria y permanecer en las con
puedan asestarle. Está dispuesto a todas las renuncias, a ciencias de los hombres. El caritativo busca, también, cum
todas las abyecciones. plir su realidad humana íntegra. Afirma Nietzsche que el
De la humildad nace la modestia, que Spinoza define cristiano se somete humildemente para defender su existen
“hoc est cupiditas honnibus placendi” , deseo de agradar a cia y, más tarde, imponer su voluntad a los otros.
los hombres, pero pasando desapercibida. No hay, pues, fal La caridad no es una virtud, es una pasión activa. Así
sa modestia, como suele calificarse, porque toda modestia es se explica como una religión primitivamente de esclavos, se
falsa en sí misma al tener como objetivo esconder un valor convirtiese en la religión de los poderosos. El que lo tiene
en el que cree el ser que lo encubre. Cuando este querer lodo puede dar, entregarse a otros, no siente envidia. La
pasar desapercibido no se cumple, nace la vergüenza, ese caridad es la dádiva de los ricos, un afán de poder, una
pudor que Sartre definía como la necesidad que tiene el voluntad tenaz de afirmación de sí. Al ejercer la caridad
hombre de ocultar su condición de objeto expuesto a demostramos que somos más poderosos y haremos de los
todas las miradas. El vergonzoso no quiere ser sujeto •pie la aceptan seres inferiores que humillamos con nuestra
activo y, a la vez, teme ser objeto pasivo. Como no puede generosidad. “Yo no doy limosnas. No soy tan rico” 3. La
asumir la objetividad que es, su vergüenza es, también, falsa, i aridad dividió a los hombres en poderosos (los generosos) y
porque vive la ambivalencia de ocultamiento necesario y el humildes (los menesterosos).
libre deslumbramiento de sí mismo. Por esta razón el ver Vemos como caridad y humildad se entrecruzan. La
gonzoso, sólo al desnudarse o confesarse rompe el encanta i aridad debía llevar la humildad al corazón, pero como es
miento mágico de su propia condición de fetiche u objeto una pasión se ensoberbece y no se humilla. Por el contrario,
pasivo, y se libera de la vergüenza. humilla con su generosidad, pues reduce a los otros al esta
Lo que se llaman las virtudes cristianas, también surgen do de siervos y mendigos. Una de las actitudes típicas de los
de la pasión radical que es la humildad. Compasión, piedad, llamados señores, es la obligación de dar. Se les reconoce
resignación significan etapas en la renuncia del querer, del por su caridad, que esconde el poder de que gozan en la
desear y de la voluntad de vivir. Estas virtudes, que son los •".tentación con que la ejercen sobre los que nada tienen. El
vicios espléndidos del cristianismo, nos preparan al sacrificio < listo bizantino esPantocrátor rodeado de Oro, símbolo de
supremo, al holocausto de la crucifixión: la caridad, pasión la caridad, y desde la cima de su omnipotencia la derrama
sublime de vivir y morir por los próximos. Para Nietzsche .obre los pobres, desvalidos y menesterosos. Así se com-
estas virtudes cristianas significan una apostasía del deseo y
del natural instinto de vida. Descubrió sagazmente que esta
moral de esclavos irredentos, escondía una astuta estratage 2 G.W.F. Hegel.
ma de supervivencia. En efecto, toda pasión lie desdobla en 3 Friedrich Nietzsche.
56 TRATADO DE LAS PASIONES CLASIFICACION DE LAS PASIONES 57
prende que la teología paulina y tomista celebre a los hom existencia en su conjunto. Su propia pasividad orgánica le
bres como siervos de Dios. La caridad envilece y abate el induce a creer que cuanto se mueve y se crea en el mundo es
orgullo, es una pasión activa, operante que divide a los hom un engaño de los sentidos. Conclusión a la que llega porque
bres en poderosos y mendigos. sus manos están inactivas, no producen artefactos como el
La total desgana, el no hacer, desear ni querer nada se artesano, quien no duda de la realidad al crear objetos para
expresa en el ascetismo. Cristiano perfecto es el ermitaño que su satisfacción. También la ociosidad origina el diletantis
se refugia en la soledad de una cueva o, como decía Kierke- mo, esa búsqueda de entretenimientos y novedades que sus
gaard, tampoco es necesario encerrarse en un claustro para citen un nuevo interés por la vida, que se va perdiendo en la
dar la espalda al mundo. El asceta renuncia a la vida con el aburrida monotonía del ociar. La repetición incesante de los
fin de alcanzar la santidad. En su pasión sedentaria, el santo hábitos termina en bostezo de senador antiguo, o como el
es un egoísta perfecto, sublimado, pues no tiene más ocu millonario moderno que busca islas paradisíacas para entre
pación que desvivirse por la salvación propia. La santidad es tener el tedio de su ocio.
la pasividad suprema. La versión laica de esta pasión exclusi No hacer nada, permaneciendo en la inactividad total,
va, autodevoradora, es un afán de realización personal similar lleva a una nueva pasión: la pereza, que es la suprema ociosi
al camino de perfección teresiano, el “ subjetivismo parasita dad. Aunque de origen orgánico, no es espontánea ni nace
rio” como llamaba Lukacs a esa búsqueda de “la realidad de mos con ella. Como demostraron Husserl y Merleau-Ponty,
verdad del Ser” de Heidegger, o la angustiosa indagación el cuerpo es cinético, un haz de movimientos, “una serie de
sobre la “originalidad personal” de los existencialistas. reflejos condicionados” 4. Llegar, pues, a ser perezoso cuesta
Otra pasión de la pasividad es el ocio, disfrutar del mucho trabajo, supone un despliegue sucesivo de actos, un
descanso, de la quietud, un delicioso complacerse en no proceso dinámico contrario al movimiento natural. La
hacer nada, pero no es totalmente inactiva. El gran poeta originalidad de Oblomov, el personaje de la novela de
gallego Manuel Antonio, decía en una carta a su amigo el ( íoncharov, consiste en descubrirnos los mecanismos secre-
pintor Alvaro Cebreiro: “Xa vexo que estás empeñado en Iamente activos de la pereza, es decir, cómo poco a poco
no facer nada. E unha das cousas que mais traballo costa ••e va entregando hasta constituirse en pasión. Su fina
conseguir”. Encontrar el bienestar, la comodidad, un estado lidad es llegar a la completa pasividad del Nirvana: no te
placentero es la actividad de la ociosidad. El trabajo mental ner fines, no ambicionar ni amar, y quedar sumido en la
necesita del ocio para poder pensar libremente, sin distraer meditación lánguida, evaporándose en un sueño de
se en la lucha cotidiana por la subsistencia. Los ociosos muerte. Para conquistar este absoluto, es necesario luchar
filósofos y los trabajadores manuales constituían la división contra todo lo que el mundo nos ofrece como tentación. La
en clases del mundo antiguo. La acción racional suprema del pereza es el resultado de una energía íntima. Y no sólo nos
platonismo, es consecuencia de este ocio que permitía en apasiona por la quietud paradisiaca en que nos sumerge sino
tregarse de lleno a la meditación. que, a medida que vamos emperezándonos, sentimos cada
La ociosidad puede derivar en hastío, indiferencia fren vez más próxima la paz definitiva del no desear, la contem
te a cuanto nos rodea, o en la desconfianza, acompañada de plación estática.
una benevolente comprensión de los asuntos humanos, que Llegamos así, a la pasión de la sin pasión, a la pasión
es el escepticismo. El origen filosófico del escéptico quizá se desapasionada, que no es una vuelta a la apatía originaria.
halle en el remanso excesivo y prolongado de un ociar espe
culativo. El que mucho piensa, olvidado del cuerpo o con
éste adormecido, cae en pesimistas deducciones sobre la 4 1.P. Pávlov.
58 TRATADO DI', LAS PASIONES CLASIFICACION DE LAS PASIONES 59
Lo que ocurre es que todas las pasiones al cumplirse pierden percepciones, sentimientos y emociones anímicas, que son
la patía que las impulsaba. El odio se dispersa en odios que reforzadas por movimientos del espíritu. Las pasiones se
lo tranquilizan; el amor se apaga al realizarse; los celos asesi originan, secreta e interiormente, en el seno del alma
nan el objeto que los devora, y mueren. No hay, pues, pasio misma sin que el cuerpo participe. Pese a esta concepción
nes totalmente páticas o apáticas, porque todas coinciden espiritualista, trata de localizar materialmente las pasiones
en su acabamiento. En otro caso, serían patéticas, doloro- y sostiene que hay una pequeña glándula en el cerebro
sas, una afección inmovilizadora. Al contrario, las pasio donde el alma ejerce sus funciones más específicamente
nes cambian y modifican nuestro temperamento. Por esta que en otras partes, para descubrir finalmente “ le coeur, á
razón, se dividen en pasiones activas, enérgicas, y pasiones cause que c’est comme en lui qu’on sent les passions” .
sedentarias, pasivas. Las primeras nos arrancan la patía natu Lntonces el cartesianismo sería pascaliano, pues todas las
ral (épathon), ese deseo vehemente que sufrimos, y nos razones de las pasiones tendrían un centro. Sin embargo,
tranquilizan. Las pasiones activas al orientarnos hacia fines Descartes rechaza finalmente que el sitio de las pasiones se
determinados, nos perfilan, individualizan y, en consecuen halle en el corazón, como se cree por las alteraciones que le
cia, nos serenan, nos sosiegan. Dejamos de ser los seres provocan, y mantiene su dualismo básico; hay pasiones acti
oscuros, turbulentos y caóticos que éramos, pues las pasio vas que él denomina errónea y unilateralmente “ acciones o
nes vividas con intensidad operan sorprendentes mutaciones voluntades del alma” que son, en realidad, actos racionales
en nuestro carácter, haciéndonos diferentes de lo que fui conscientes, y pasiones propiamente dichas que padecemos
mos antes de vivirlas. Un ejemplo es el celoso que, siendo sin quererlo, que nosotros hemos denominado pasiones inac
violento pór temperamento, se hace cauteloso y prudente tivas o sedentarias. W
para satisfacer su pasión. Sin embargo, no se pierde el deseo Descartes enfoca una lucha sin dramatismo entre las
originario que nos hacía ser como éramos. Ocurre que vivi voluntades firmes y las pasiones débiles que nos arrastran y
mos una pasión hasta agotarla, pero revive el deseo antiguo vencen. Las almas fuertes son las que logran dominar sus
en otra nueva que también vamos a vivir y consumir. Así se pasiones, pero también las pasiones pueden combatir entre
crea la historia de una pasión que es la de una existencia, lo sí y disgregar el alma en este combate singular, llevándola al
cual no quiere decir que toda la vida esté dominada por una inás deplorable de los estados. Por esta razón, al clasificarlas
sola, sino por sucesivas pasiones que nos temporalizan, Descartes distingue seis pasiones primitivas. La primera de
nos deshacen y rehacen. “Yo me sucedo a mí mismo” , dice todas las pasiones es la admiración, “ súbita sorpresa del
Lope de Vega. En efecto, hemos visto que hasta una pasión alma” , de la que nacen la estima y el desprecio, el orgullo y
como la pereza exige enormes esfuerzos para llegar al reposo la humildad, encadenándose así sucesivamente. Las pasio
que busca, porque las pasiones sedentarias también nos mo nes básicas son, pues, el amor, el odio, el deseo, la alegría.la
difican, haciendo patética nuestra apatía. Las pasiones acti tristeza. Pero al centrar en la admiración la causa de todas
vas y las sedentarias al vivirlas se conciertan y conjugan en la las pasiones, las espiritualiza, pues la admiración es pura
historia individual, creando una unidad entre ellas. mente intelectual, y aunque conmueve el corazón y aveces
En Tratado de las pasiones del alma, Descartes agita la sangre, no es una afección ni emana del cuerpo.
constata la dualidad cuerpo alma que nos constituye, y Kntiende que las pasiones son buenas por espirituales, salvo
afirma: “ il n’y a point de meilleur chemin pour venir á la cuando se exceden en demasía. Por ejemplo, la admiración
connaissance de nos passions que d’examiner la différence es nociva si se convierte en asombro o pasmo permanente,
qui est entre l’áme et le corps” , para llegar luego a una pues impide conocer la causa que nos suscita admiración.
definición de las pasiones como una conjugación de Las pasiones serían actos conscientes, que van descendiendo
TRATADO DE LAS PASIONES CLASIFICACION DE LAS PASIONES 61
60
en su escala valorativa hasta llegar a las pasiones propiamen estudiarlas con sus contrarias. David Hume las divide en
te dichas, como el amor y el odio. Todavía el amor conserva directas e indirectas. Entiende por directas el deseo y la
idealidad, para Descartes, pues lo funda en el conocimiento aversión, primer grupo de pasiones contrapuestas, á las que
o representación de la bondad del objeto deseado, la conve suceden la alegría y la tristeza, la esperanza y el miedo, la
niencia que suscita, que denota un puro intelectualismo de confianza y la desesperación. Entre las indirectas están el
la pasión amorosa. El amor sería así, querer exclusivamente orgullo, la humildad, la ambición, la vanidad. Como pode
lo que estimamos o valoramos, socratismo un tanto inge mos observar, la dicotomía de las pasiones directas no se
nuo, ya que en realidad podemos amar a seres que no valo reproduce en las indirectas. Esto se debe a que, para Hume,
ramos. En su puro intelectualismo, un amor así sería mera las pasiones directas se originan por lo bueno o lo malo, por el
placer o el dolor que nos causan, es decir, por los estados
concupiscencia. Para Descartes el amor es sobre todo deseo
que crean en el cuerpo, mientras que el origen corporal de
y el deseo guarda también su idealidad, pues lo define como
las indirectas es muy remoto. Pese a esta oposición, Hume
una expectativa de futuro, “un esperado estar, un confiado
intuye una unidad en las pasiones que las conexiona: “El
ser” . Finalmente, la alegría y la tristeza le parecen más pró
Alma, principio vivificante de todas las pasiones, es la sim
ximas a estados corporales que a pasiones anímicas. Descar
patía” . En consecuencia las pasiones, aunque enemistan a
tes sostiene un dualismo en las pasiones: espirituales-activas
los hombres, crean vínculos sólidos entre ellos y sientan las
y físicas-pasivas. bases de la sociabilidad humana.
Spinoza no diferencia entre pasiones, su monismo es
completo: todas son afecciones que experimenta el cuerpo. Piensa David Hume que la pasión es una razón violenta
que se apodera de la mente, originada por un bien o un mal
“ Quatenus homines affectibus, qui passiones sunt” 5. Las
que causa una sensible emoción. Y por razón entiende las
pasiones son materiales y pasivas porque las padecemos,
pasiones apacibles, sosegadas que sufrimos, sin que nos cau
pero como, a la vez, las sentimos, son activas, acciones
sen tumultos ni convulsiones desordenadas en el tempera
espirituales. Por ejemplo, la alegría entona el cuerpo, “ por
mento. Para Hume sólo hay pasiones apacibles, las primeras,
ella la potencia de obrar del cuerpo aumenta” , mientras que
V pasiones impetuosas, las segundas. Sin embargo, las pasio
la tristeza disminuye la capacidad corporal. De la alegría
nace el orgullo, “ Superbia est Laetitia” , contento de sí nes sosegadas pueden hacerse violentas y éstas, a su vez,
mismo que hace creerse superior a los otros. Por el contra ilulces, quietas. Las pasiones diferencian a los hombres unos
•le otros y los hace distintos de lo que son.
rio, de la tristeza nace la humildad, “Humilitas est Tristi-
tia” , insatisfacción y desprecio por la realidad que se es. La Historia Universal también refleja las pasiones
Para Spinoza todas las pasiones remiten a las afecciones y •lominantes en cada una de sus etapas. En las formaciones
.ocíales asiáticas predominaba la soberbia, centro activo
tienen su origen en los estados corporales. personificado en el soberano déspota, y la humillación que
Las pasiones, tal como nosotros las entendemos, son
afirmaciones de negaciones y negaciones de las propias •ofrían los súbditos, seres desprovistos de toda posibilidad
afirmaciones, lo que origina su división unitaria o dualismo •le decisión y sumidos en la masa gregaria, anónima. En las
monista. Es decir, son acciones que crean una nueva reali ociedades greco-latinas asistimos al imperio de la ociosidad,
dad dialéctica: el hombre en continuo proceso de hacerse. origen de la meditación, y la manuabilidad o trabajo esclavo
Por consiguiente, para definir y juzgar las pasiones debemos huse de la economía, que permite el intercambio de bienes y
• roa la polis. En la sociedad feudal son pasiones vivas la
usura, como codicia generalizada, y la humildad de los
5 “ Los hombres están dominados por apetitos que son pasiones” . •lervos ante el Señor, el orgullo de los poderosos, la
TRATADO D F LAS PASIONES
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64 TRATADO DE LAS PASIONES LA CODICIA 65
partir del hecho que el codicioso es aquél que no posee nada ical posesión. Ciertos codiciosos terminan en refinados
o muy poco. Por ello es fácil confundirlo erróneamente con soñadores de horizontes infinitos y marineros del más allá.
el ambicioso, que es un codicioso ideal, metafísico, de otros "Songe á la douceur d’aller lá basvivre ensemble... Oü tout
quilates, como Rastignac y Rubempré, que son ambiciosos est luxe, calme et volupté” 2. Pero hay otros que ya no
sin codicia. sueñan con mares del Pacífico ni con islas de encantamiento
La codicia es un viaje sin fin del deseo. Pero ciertos v sí, en cambio, con moradas seguras, bien defendidas
codiciosos saben y pueden limitar su frenesí posesivo por contra el asalto de los audaces, contra la nueva ola de la sed
temor a la ruina. Son los de temperamento apocado, tími codiciosa. No es raro encontrar al ex-capitán de presa que
do, los Colón que no descubrirán América ni una tierra empezó codicioso y por timidez se encierra en sus sueños, y
firme donde asentarse. Estos pacatos y temerosos codiciado- va sólo viaja para buscar tesoros y riquezas imaginarias. To
res son aventureros del espíritu, como Lord Jim, el personaje das las codicias implican un riesgo, un peligro que aun a los
de Joseph Conrad. Este hombre corrompido por la idealiza más temerarios amedrenta y los hace retroceder. A otros,
ción del oro, se disuelve en sueños y ambiciones de paraísos más inquietos, este riesgo les incita a la aventura de arros-
monetarios en los que satisface su codicia, porque carece de 11 arlo, aumentando la tensión de su codicia. Entonces la
voluntad tenaz para hacer fortuna, tesaurizar. Sin embargo, búsqueda de propiedades se convierte para ellos en una pa
el codicioso verdadero es un realista ingenuo que se atiene ción transcendente, definitiva, y jugándoselo todo, hasta
siempre al mundo, proyectado hacia su presencia misteriosa, mueren en esta lucha.
como indicaba Nicolai Hartmann, partidario de apetencias En el viaje permanente de la codicia por todos los
concretas, sin ensoñaciones. La auténtica codicia es siempre mares del mundo, la aventura puede concretarse en resulta
realista, se desea lo que oímos que existe, aunque no lo dos positivos, creando fortunas inmensas. Basta sólo con
tengamos a la vista ni lo toquemos. Codiciamos siempre saber aprovechar el azar” , decía Marx, lo que implica una
realidades. sabiduría, un cálculo acertado, un apostar oportunamente
Ahora bien, hay codiciosos que aspiran a poseer algo '■ii el juego de los azares y dominar la teoría de la probabili
cuya apropiación se convierte en un ideal regulativo que dad. “Juega codicioso con el hada Fortuna” , aconsejaba Ma-
orienta su quehacer y su vida. Neokantianos sin saberlo, *iuiavelo. Pero el verdadero y auténtico codicioso no es un
buscan el Bien, la cosa en sí, irrealizables. Esta forma de 'nacional ni un insensato. Su aventura es ordenada, medida,
codicia, que se confunde con la ambición cuando no lo es l ogrado las propiedades que deseaba, se retira y las defien
en realidad, nace en la sociedad moderna capitalista. El Di de. Es decir, se concentra en la posesión de sus bienes, los
nero se ha convertido en la idealidad suprema, es tan pode mira, que es una forma de la codicia, se recrea como el
roso como las pasiones porque invade las conciencias tras ■mnpesino en la contemplación de sus tierras, o se esconde
mutado en un Bien que permite realizar todos los ideales y "tino el avaro en la lóbrega habitación, para acariciar con
apetencias. El Dinero es la idea central del hombre, su meta •neto sutil las engañosas monedas, símbolo ilusorio de la
física. “ Comienza el reino de la santa, venerada, sólida, ama posesión. También puede codiciarse lo que otro tiene y para
ble, graciosa, bella, noble, joven, todopoderosa pieza de "bleñerlo, se lanzan a la aventura, trascendiéndose a sí mis
moneda” 1. La codicia se transforma así en una navegación mos. Igualmente se codicia lo que es nuestro, pues tememos
del ensueño, perdiendo su verdadero objetivo que es la l"Tderlo y nos esforzamos en retenerlo y conservarlo. Hay
O 1
1 Honorato de Balzac. La prima Bela. Baudelaire. L ’invitation au voyage.
TRATADO DE LAS PASIONES
66 LA CODICIA 67
otra codicia que se centra en el goce y disfrute de lo poseí nada más porque no puede desear. Tener o Ser, tal es el
do no sólo para conservarlo, sino para encarnarse o personi dilema que el codicioso ha presentido toda su vida y que
ficarse en los bienes materiales que se poseen. descubre cuando se siente agotado. En realidad, lo que ha
Entre el temor y el temblor vive el codicioso su aventu buscado siempre a través de su aventura codiciosa es afirmar
ra vital. Pero, sobre todo, se aferra con mucho cuido, como y conservar el que verdaderamente es, sin falsos idealismos.
hemos visto, a sus propiedades que guarda celosamente. Son No existe, pues, la artificial antinomia existencialista
sus manos ávidas, símbolo de la garra que apresa, las que que plantea Gabriel Marcel en Avoir et etre. El codicio
aferran los bienes materiales conquistados con mucho traba so por su pasión extremada de posesión demuestra que
jo y afán. No descansa nunca, porque teme le arrebaten sus su ser consiste en tener. Se realiza y es, verdaderamente, al
bienes como, a su vez, él los arrebató. En este sentido se correr la aventura de la codicia. La oposición entre la autén-
entrega de tal forma a su pasión, que ésta le consume. Por ticidad espiritual de Ser y la inautenticidad material de Te
que la finalidad del codicioso, su objetivo real es poder dejar ner es falsa, pues no se puede olvidar que los seres humanos
de desear y reposar. Pero no puede lograr esa paz interior. Y tienen intereses particulares, egoísmos posesivos, pasiones.
en esto consiste la grandeza de su pasión, porque es perfec La grandeza del materialismo francés de Helvetius, en su
tamente consciente de que está consumiendo su vida por el obra D ’Esprit, descubrió que el deseo interesado es el
deseo de poseer, no puede evitarlo y seguirá adelante hasta móvil secreto de toda acción humana. Diderot confirmó
el agotamiento, el sacrificio de sí mismo. El codicioso se esta tesis al afirmar que los sentidos materiales y los espiri
convierte así en un atormentado interior que no cesa de tuales persiguen la conservación del individuo. También los
desear. Allá en la lejanía, aspira a colmar todas sus ansias y empiristas ingleses, como Hume, Berkeley hasta llegar a
poder descansar e imagina cielos beatíficos, paraísos de la Adam Smith, atisbaron en la pasión el origen de toda acción
quietud. Sin embargo, no puede renunciar al deseo de po bondadosa, de la virtud y por consiguiente de la Etica. Pese
seer. Más aun, poseyendo, la propiedad que tiene no le satis a que las pasiones llevan al enfrentamiento, a la lucha de los
face, no le calma, sueña con dejar de acrecentar sus bienes, hombres entre sí, se conciertan en una armonía razonable y
sus acciones, sus fincas pero, cuanto más tiene, más desea se puede llegar a “ concordar todos en todas las cosas, de
tener. forma que las Almas y los Cuerpos de todos lleguen a crear
La codicia es el veneno oculto del alma, como decía una sola Alma y un único Cuerpo” 3. Resultado que se
Shakespeare, una vez depositada esa semilla crece y se mul obtiene cuando los hombres se esfuerzan en perseguir su
tiplica. El codicioso se entrega a ella como si fuese generoso, propio interés y obedecen a sus pasiones para buscar
mejor dicho, sabe que se juega la vida en una apuesta total, pintos la utilidad común a todos. Claro está que esta armo
pues ofrenda su ser mismo pero nunca sus bienes a los que se nía es irrealizable en un mundo de rivalidades de intereses y
aferra ávidamente. Por ello desea descansar, sin desearlo. <le luchas individualistas propias del capitalismo, salvo por
Esta es su contradicción interior, su dramática ambivalencia. "bra y gracia de esa “mano invisible” de que habla Adam
La utopía de todo codicioso es un falso deseo de ceder Smith. Sin embargo, pese a esta utópica concepción de una
todos sus bienes y refugiarse en una aldea de la montaña. innonía ideal y hasta teológica de las pasiones, tanto los
Estos espejismos de su pasión deseosa de respiro y quietud, materialistas franceses como los empiristas ingleses cono-
revelan una verdad: el cansancio, la fatiga del deseo. El <¡eron que la naturaleza del ser humano es deseo, pasión,
codicioso ha deseado tanto que ya no puede desear más. interés.
Vencido por su propio deseo, se siente arruinado sin una
declaración formal de suspensión de pagos. Ya no quiere 3 Spinoza.
TRATADO DE LAS PASIONES LA CODICIA 69
68
La esencia del hombre es apetecer cosas necesarias para nuestras pequeñas codicias, que nos van distrayendo de este
conservarse. Luego ser es tener. En este sentido todos so asalto final que llevará a la prodigalidad, el eeoísmo a la
mos codiciosos. Claro que la posterior separación idealista y generosidad, siguiendo las inclinaciones naturales y secretas
luego existencialista de Ser y Tener, tiene sus razones pro de la pasión misma.
fundas. Querer tener es una necesaria alienación de sí mis Hemos visto que el codicioso al apoderarse de las co
mo para subsistir y al mismo tiempo la forma de manifestar sas, se queda en ellas. Esta alienación de su vida supone una
se, una afirmación de su ser. El hombre deja su huella en exteriorización, una entrega, un acto de darse que realiza la
todo lo que toca o coge y así humaniza el mundo. Pero al finalidad de la codicia, cuya pasión antitética es la prodigali
convertir la propiedad privada de deseo en posesión, Tener dad. El pródigo no quiere tener nada y encuentra una satis
ya no es Ser, en este caso es codiciar, sufrir una alienación facción, un placer en regalar lo que posee, ofrecerlo sin
negativa, un dejar de ser lo que somos: seres humanos. Con mezquindades ni regateos. La prodigalidad consiste en dar,
razón el existencialismo descubre esta fisura entre Tener y sin esperar nada a cambio. No es la dádiva de sí mismo lo
Ser, pues el afán de posesión que desarrolla la propiedad que busca realizar, ofrece el objeto o la propiedad que posee
privada apareja la pérdida del propio ser, que sólo recupera para desprenderse de la avidez originaria. No olvidemos que
remos cuando perdamos la codicia. Esta sería la moral del para dar es necesario previamente tener. El pródigo ha sufri
existencialismo de Gabriel Marcel y otros: renunciar ascé do también los tormentos interiores de ese desear sin fin del
ticamente a tener para poder ser. Sin embargo, como no codicioso y quiere descansar, olvidar aquella angustia posesi
podemos renunciar a desear ni a buscar el interés propio y va. Por esta razón, puede llegar hasta el despilfarro, que es la
tampoco dejar de satisfacer nuestras pasiones, lo realmente materialización objetiva de la propiedad.
humano es no renunciar a nada, codiciando la abundancia, El despilfarrador quiere liberarse de cuanto posee,
la prosperidad, la riqueza para todos. echarlo por la borda, entregarlo a cualquiera, un amigo im
En esta etapa histórica del capitalismo monopolista provisado, un transeúnte. Le quema las manos tener cosas o
que vivimos, se hace imposible satisfacer el ansia colectiva dinero y sufre la pasión irrefenable, incontenible de la dona
de posesión y se va desvaneciendo el sueño de hacer fortuna ción. Sus familiares quieren internarlo en un sanatorio psi
personal. La renuncia subjetiva ala propiedad privada es la quiátrico, le creen loco, ignorando que dar es una pasión tan
base de toda desalienación, pero, en realidad, seguimos codi fuerte como codiciar. Aclaremos que al desear nos entrega
ciando enseres, objetos artificiales y no necesarios. Somos mos, porque el deseo es, a la vez que afán de poseer, una
todos servidores y consumidores de la producción en masa, exteriorización, un ofrecerse, un derramarse en las cosas que
dependientes de las grandes empresas monopolistas que nos despiertan nuestra avidez. El pródigo, como lo tiene todo,
contentan proporcionándonos objetos codiciados por los nada desea y no puede entregarse. No es extraño que le
deseos ilusorios y metafísicos que nos han creado. Así nace domine por entero la pasión de dar. Pero su donación es una
el conformismo, aceptación sin crítica de un mundo social forma de ocultarse que, al mismo tiempo, revela lo que
que discriminad amen te permite podamos colmar nuestras ape pretende esconder: el ser que es. Heidegger denomina “ver-
tencias, saciar nuestras múltiples codicias. Pero de la con horgen” a este desvelamiento de la ocultación. El pródigo,
ciencia de esta condición de consumidores siervos surgirá la d dar sin tasa ni medida, pretende taponar el agujero negro
gran codicia colectiva: apoderarse de la única gran propie de una culpa: la codicia originaria. Actúa como si pagase
dad, el sistema de producción. Hasta que llegue ese momen mía deuda libremente contraída. Se ha apropiado de bienes
to, la hora de la ruptura histórica, el despertar del Gran que no cree suyos o no necesita, y al darlos devuelve lo que
Codicioso, seguiremos gozando con fruición tranquila de no le pertenece. Es natural que, en una sociedad basada en
70 TRATADO DE LAS PASIONES LA CODICIA 71
la conservación y defensa a ultranza de la propiedad priva de caer también en la desidia más completa, ir abandonán
da, el pródigo constituya un peligro tan grande como el dose lentamente hasta sumergirse en la apatía originaria.
ladrón. ¿Es la prodigalidad una pasión dañina? No, ai despojar
La prodigalidad manifiesta lo impropio de la propiedad nos de la propiedad, nos desprivatiza y desaliena. La prodi
y la culpabilidad de apoderarse de un bien que es común a galidad nos enseña a perder ese artificial “ instinto de propie
todos. En efecto, el deseo, y hasta cierto punto la codicia, dad” que durante siglos se ha enseñoreado de la subjetivi
pueden legítimamente aspirar a poseer objetos fungibles, dad, penetrando en nuestro ser hasta casi constituirlo. La
para nuestra conservación y subsistencia, pero no podemos prodigalidad es una pasión liberadora del individualismo po
adueñarnos de un bien material duradero, como el aire, el sesivo, pero no hace desaparecer la codicia originaria siem
suelo, el campo, las ciudades, para desnaturalizarlo. Contra pre creadora de nuevas pasiones. Si la liberalidad del derro
riamente a la sentencia ingenua de Proudhon, la propiedad che calma el ansia posesiva, basta que los ojos recreen su
no es un robo, pero si es un delito la privatización de la inirada en objetos desconocidos, para que surja un nuevo
propiedad por codicia. Por consiguiente, donar pródiga e género de apetencia: la envidia.
insensatamente revoluciona el mundo de los propietarios,
los enfurece con toda razón. El pródigo aparece como un
inconsciente, un irreflexivo que atenta contra él mismo y
contra la sociedad. Sin embargo, esta rebeldía del pródigo
expresa lo más verdadero de su individualidad. No se alza
contra el orden de los propietarios ni contra su ser como tal,
se opone con todos sus medios a la universalización de la
propiedad: lo que tiene cree que es particular y únicamente
suyo, que puede tirarlo, regalarlo o usarlo como mejor le
parezca. De esta forma, privatiza aún más lo que posee, y se
convierte en más radicalmente posesivo que nadie.
La esplendidez del pródigo puede revelarse como ufa
nía, una pretensión exagerada de exhibir su riqueza y poder,
o fatuidad, enorgullecimiento pedantesco. También puede
esconder un vanidoso, que se siente satisfecho al regalar,
invitar y obsequiar para aumentar su prestigio y que todos
canten sus alabanzas. El pródigo puede ser un benefactor,
alabado y bendecido por los que reciben sus bienes, llegan
do a despojarse de cuanto posee. En este sentido, recuerda
el franciscanismo ingenuo, puro que renunciaba a todos los
bienes terrestres para entregarse al goce tranquilo de la Na
turaleza. Esta pasión franciscana revela la mayor codicia de
propietario: todo lo que quiere y contempla, el universo-
mundo lo siente suyo. Pues bien, a semejanza del francisca
no, el pródigo experimenta una santa indiferencia por todos
los bienes terrestres hasta alcanzar cimas ascéticas, pero pue-
LA ENVIDIA 73
72
74 TRATADO DF. LAS PASIONES LA ENVIDIA 75
Mira, observa, está pendiente del que envidia sin salir nunca esclavos y están dominados por su incapacidad de acceder a
de sí mismo. La envidia es una pasión que corroe interior lo que ambicionan. En esta misma línea, Max Scheler vincu
mente y es tan intensa y atrozmente sentida que puede la la envidia con el resentimiento y el odio, ya que “ surge
llevar a los peores desafueros. Pero también puede conte tliel sentimiento de impotencia que se opone a la aspiración
nerse y consumir toda una vida en pequeñas envidias: la hacia un bien por el hecho de que otro lo posee” . Pero
corbata de un amigo, la finca que posee, la forma ondulada ¡entiende que la envidia más trágica es “ la que inspira una
de sus cabellos, los éxitos por su riqueza o ascética pobreza. persona no por los bienes que posee, sino por lo que ella es
Son muchas y muy variadas las formas en que se mani intrínsecamente” . Claro que también el envidioso puede
fiesta la envidia y también sus causas, pero la pasión es reaccionar, disminuyendo a quien o lo que envidia. La tenden
siempre la misma, “ trabaja en la sombra” 2, en la oscuridad cia del envidioso a injuriar, rebajar y empequeñecer los valo-
tenebrosa de la conciencia y allí, entre tinieblas, atormenta ies que admira y desea es puro “ negativismo universal de los
y enferma. Al interiorizarse la envidia se profundiza, pero valores”4 .
envenena y corroe. Esta es una envidia pasiva, doliente En la sociedad moderna, como resultado de la libre
que amarillea el cuerpo y oscurece el alma. Pero hay otra competencia y la lucha cotidiana de intereses opuestos por
envidia, dice Unamuno, activa, soleada, angélica, esti el dominio del mercado, la envidia se convierte en pasión
mulante y creadora. Este envidioso quiere ser como el que generalizada o unlversalizada. Los empresarios compiten en-
es objeto de su envidia, imitarle, parecérsele. El envi lre ellos, los comerciantes riñen por ofrecernos sus mercan
diado termina por convertirse en modelo o imagen favorita cías, y hasta los tenderos se disputan y celan por la calidad
del envidioso quien, impulsado por esta envidia emuladora, ile sus productos. Este estado de rivalidad colectiva engendra
puede llevar a cabo hazañas increíbles. una envidia solidaria, armoniosa, una forma de convivencia
La admiración que conlleva la envidia le descubre a social, que tiende a disminuir con el advenimiento del capi
Schopenhauer la bondad, hasta cierto punto, de esta pasión, talismo de los monopolios que, como dice Galbraith, dictan
y dice: “ Es natural sentir como amarga la propia escasez, mis leyes al mercado e imponen sus precios. ¿Desaparece la
cuando se contempla el gozo y la propiedad ajenos” . Tam envidia al perder su raíz social que es la competencia? Por
bién, por lo desdichado que es el envidioso, hace hincapié en el contrario se acentúa, pues al multiplicarse los bienes y
que la envidia es humana y muy diferente de la alegría que facilitar el acceso a ellos se envidia a los que tienen más. Y
se experimenta ante el mal ajeno que “ es pura crueldad olvidamos o ignoramos a quienes disponen de los hilos del
diabólica” . Schopenhauer describe la envidia como una pa poder económico, los invisibles señores del sistema produc
sión solitaria que crea un muro entre el tú y el yo, imposible tivo, para fijar nuestra atención envidiosa en el vecino que
de abatir. Por el contrario, la filosofía irracionalista alemana posee un gran auto u otro objeto delicado y exquisito que
condena la envidia como la más horrenda de las pasiones, aiscita en nosotros una envidia creciente y corrosiva. La
pues constituye una solapada y secreta amenaza contra los •.ociedad de consumo que, en principio, permite a las dife-
valores del hombre noble. Esta pasión es “ biliosa, esquina icntes clases sociales tener acceso a todos los bienes, debería
da, de mira oblicua. Se envidia al que sube alto, al gran iminorar la envidia pero, en realidad, la aviva y enardece.
hombre, al rico” 3. Estos envidiosos tienen una moral de Puede alegarse, con cierta razón, los beneficios de esta rivali
dad, pues la envidia por los mismos objetos crea una sociali-
■ ---------------------------
2 Bacon.
4
3 Nietzsche. Max Scheler.
76 TRATADO DF, LAS PASIONES LA ENVIDIA 77
dad o convergencia, funde individuos diferentes en un deseo • líela. Freud afirma que compañerismo, solidaridad, espí-
común que los empuja a emularse entre ellos por su pose ulii de cuerpo derivan de esta envidia primitiva. -
sión. i Otra de sus formas de manifestarse es la envidia medi-
Hay otra forma de envidia que es sentir al otro como si i<iIiva, reflexiva, consciente de la realidad del Otro como
fuese yo mismo. Al envidiarlo me identifico con él y la pi esencia ausente. Este envidioso lleva a su morada interior
envidia se convierte en solidaria. Heidegger concebiría la ■I ser que envidia, se lo representa vivamente y no lo
envidia como una manifestación del “Mitsein” , existir con ■•!vida nunca. Lo mira con los ojos físicos, órganos de la
juntamente envidiados y envidiosos. Al sentir con otros se • nvidia, y después lo revive por el recuerdo. Puede limitarse
res distintos que se me oponen, pero no me son indiferen ••lo a tenerlo siempre presente y quedarse en esta negación
tes, la envidia nos socializa. La envidia, así, es un mensaje de otro, lo que avivará su envidia corrosiva. Pero también
contacto, de conexión o intercambio, ya que no puede sen puede profundizar en él, analizarlo hasta llegar a compren-
tir envidia el que no convive, el aislado, el apático, el indife •Ir rio, es decir, aceptarlo positivamente, envidiándolo amo-
rente. Pero, como observa Marx, dentro de esta unidad so i<-saínente. Esta forma de envidia ahonda en la conciencia
cial del mercado se libra la lucha de las individualidades ■Irl otro, penetra y se sumerge en sus conflictos, trata de
poderosas o envidiosas. Precisamente, es esta relación inten llegar a ser como él, de superarle, enajenándose. Querer
sa, o correspondencias recíprocas que crea la intersubjetivi iiT lo que otro es, puede constituir también un proyecto de
dad, lo que, a su vez, apareja la separación, el aislamiento de vida consistente en envidiar, estimando y valorando, al que
las conciencias individuales. El mecanismo unificador del r abomina, queriendo al que se odia, su doble. Es la histo-
mercado que escinde y separa, origina las envidias múltiples. i la que nos cuenta Unainuno en Abel Sánchez. En este
La envidia es la expresión de esta lucha de rivalidades, de los •uso, la envidia opera esa escisión en la conciencia de que
conflictos de los individuos solos, pero conectados por una habla Hegel: “Yo soy Yo y el Otro que llevo conmigo” 7.
acción común que los enlaza a través del trueque de mercan Dividirse a sí mismo al objetivarse, ¿es la realidad de la
cías, del comercio recíproco. El mercado es el eje de la ■onciencia? ¿Ese otro es mi yo, o es su imagen que está
coexistencia pacífica de los individuos. Así se origina el •Irntro de mí fija, impresa? Tal vez soy diferente del que
milagro de la convivencia envidiosa, una armonía de intere • iría ser,, como dice César Valíejo en un poema, y me veo
ses contrarios y opuestos de las envidias reales, el “ Geistige n otro que se esconde a mi mirada en una esquina, o anda
Tierreich” 5, como llamaba Hegel a la sociedad civil burgue por las calles, me detengo a mirarle y descubro que somos
sa. También para Freud, la envidia es el origen de la sociali- Iguales. La semejanza puede resultar sorprendente y hasta
dad, porque esta pasión nace “ cuando el hijo mayor acoge iri rible, pero se entabla el diálogo con ese otro. “ Estos
en un principio la intrusión de un nuevo hermanito” 6. Esta monólogos son refracciones de la conciencia de sí mismo” ,
envidia hubiera quedado satisfecha con el asesinato del i omenta lúcidamente Eduardo Dieste. Muchos yos diferen-
hermano recién llegado, pero como no puede llevar a cabo Irs pueden habitar mi yo unitario.
¡este crimen, el niño se siente obligado a solidarizarse con Miguel de Unamuno concibió la envidia como una pa
los demás. Y así comienza a formarse en él un sentimiento úl única, ontológica, metafísica, cuando es plural, históri-
comunitario que experimentará un desarrollo ulterior en la , dialéctica. En su obra Abel Sánchez podemos ver las etapas
I proceso de esa envidia total, dominante, estática y no
dinámica, intemporal. Joaquín Monegro la ha sentido siem !.uñoso. El médico Joaquín intenta aplastar con su re
pre, desde que nació, como un bebedizo le dió Dios, como nombre la fama de Abel. Como la envidia no le deja amar,
una pasión eterna. No es la historia de una pasión que se va Ifaquín se casa por compasión para luchar contra Abel.
haciendo hasta apoderarse del alma de un ser. La envidia de "¿No seremos todos envidiosos?” , se pregunta Joaquín.
este personaje es siempre la misma, innata, inmóvil. Por ello Quizá nacemos con este pecado original porque codiciamos,
Abel Sánchez, el envidiado, es Joaquín Monegro, el envidio •leseamos, amamos. La fama de Abel le persigue por todas
so, y ambos, imágenes especulares de su creador. No hay un partes, y éste pinta su gran cuadro sobre el tema bíblico
conflicto real de individualidades fuertes, es un solo perso Caín y Abel. “ ¿Quién mató a Caín? Su hermano Abel” ,
naje que reflexiona, se contempla en su espejo y objetiva su afirma Joaquín, porque el envidiado, el favorito, el privile
subjetividad. El objeto es Abel Sánchez, el sujeto Joaquín giado mata al desafortunado, el desdichado que está conde
Monegro. Una obra de espiritualismo laico, de soledades nado por Dios a la envidia. Lo va asesinando poco a poco
concentradas, recluidas en sus celdas interiores. El Otro a ••on su felicidad y alegría que suscitan la desdicha y la triste
quien se envidia es una ficción necesaria, para el monólogo za del otro. Abel es la imágen que está dentro de Joaquín
dialogado del envidioso consigo mismo, con su pasión, un torturándole, encendiéndole de negruras y rencores acumu
desdoblamiento, pero no el conflicto real de intereses lados. Tan se entrega Joaquín a su envidia que acaba engran
opuestos, una libre competencia. Esta novela es la expresión deciendo a Abel. En el discurso que pronuncia con motivo
de un mundo estático, estrecho, provinciano sin cambios de la presentación del cuadro, aparecen intuiciones lumino
profundos, eternamente establecido en sus pasiones definiti sas de Unamuno: la envidia estimula, incita a transformar lo
vas, metafísicas. Es la atmósfera espiritual de los intelectua que se desea y hace propio cuanto envidia. Así, este envidioso
les, de los célibes, de los solitarios que corresponde a una es fundador de ciudades, padre de la industria, de la vida
etapa histórica del individualismo burgués. Sin embargo, social. También puede ser un extraordinario agitador de ma
Abel Sánchez nos ofrece la envidia como una pasión sas, un magnífico revolucionario porque es “ ingeniero de la
condensada, químicamente pura. Por esta razón, es reve •■iividia” 8 En efecto, vivir significa luchar, competir, desa
ladora y demostrativa. Joaquín sintió la natural envidia liarse, rivalizar, es decir, envidiar. Las envidias son más pro-
infantil ante la popularidad de Abel, que era simpático, y Inudas y agudas en las pequeñas ciudades porque los hom
él antipático. Todavía adolescentes, ambos sueñan: uno va bres se avecinan, están muy próximos, muy unidos. Cómo
a estudiar, el otro pintará. Pero Joaquín y Abel son no van a sentir envidia si todos son como hermanos. Por ello
reflejos del mismo espejo, tienen igual ambición de gloria, exclama Abel, agradecido al discurso de Joaquín: “ Tú y no
de fama, de renombre. Son los idénticos envidiando, ape yo has hecho mi cuadro. ¡Tú! ” .
teciendo, y aman a la misma mujer. Triunfa Abel, el
envidiado-envidioso que no sabe qué envidia. Por el contra La envidia es, en el fondo, admiración, odio y amor,
rio, Joaquín es consciente del rencor que siente por su envi una pasión dialéctica, contradictoria. Si la envidia, pecado
dia: “ Empecé a odiar a Abel con toda mi alma y me propu "liginal de la codicia, fuese querer desposeer, negar al otro,
.n ía entonces odio, que es otra pasión que busca destruir.
se, a la vez, ocultar este odio, abonarlo, criarlo, cuidarlo en
Mientras que el verdadero envidioso quiere conservar al en
lo recóndito de las entrañas” . Esta es la más exacta defini
vidiado porque representa una imágen de lo que él aspira a
ción de la envidia, su interiorización en la conciencia. Allí se
conserva como pasión demoníaca de las tinieblas. La envidia
es un odio secreto, oscuro del alma, frío, congelado que
nació al socaire de su amor. Abel se convierte en un pintor 8 Helmut Schoeck.
LA ENVIDIA 81
80 TRATADO DE LAS PASIONES
En la novela de Unamuno, Joaquín mata imaginativa
ser. Por ello, aunque intenta privarle de sus cualidades y mente a Abel, asesinato de ficción teatral, un puro espejis
bienes, no es para destruirlo. “ Sólo un envidioso puede en mo para convencer que son dos personas diferentes. Pero no
contrar placer con mi impotencia y mis sufrimientos” 9. Sí, i-paña a nadie, todos sabemos que son una sola y única
deleitan las penas del envidiado, porque el secreto de la persona, un actor con dos máscaras diferentes de la envidia.
envidia es desear su mal, pero no busca destruirle. Desea Así como las soledades contrapuestas o unidas crean la
empobrecerlo para engrandecerse. Envidiamos para privar a envidia, también despiertan la pasión contraria: enriquecer
los otros de lo que tienen, para ensanchar nuestros domi ,i! otro, dotarlo de bienes y cualidades propias. Sin embargo,
nios, potenciar nuestro yo. La envidia es como un odio, esta donación de sí nace, paradójicamente, de la envidia
pero no es el odio, y tampoco la admiración del envidioso es porque la presencia continua, torturante, obsesiva del otro
amor, pues el que ama quiere el bien del amado. El amor es para descubrir cómo es, despierta el deseo de darle lo mejor
una acción desinteresada, un deseo de perfección para el ile uno mismo. Quizá esto proceda del instinto o reacción
otro, hacerlo mejor, amándolo. Por el contrario, el envidio biológica primitiva de cobijar y proteger al otro para defen
so si admira es porque quiere imitar al que envidia, lo consi dernos, al sentirnos partícipes del idéntico destino de la
dera un modelo ideal, pero no quiere hacer bien a lo que ya especie, para perpetuarnos. Este altruismo opuesto a la envi-
considera perfecto y deseable. Y su admiración no es ado- •lia es su pasión antípoda, pues las envidias al multiplicarse
rativa realmente, pues a lo sumo que aspira es a una igual pueden destruirnos. Y, para salvarnos, necesitamos la ayuda
dad, es decir, tener lo que el otro tiene. Con razón ha dicho recíproca que nos proteja contra la envidia corrosiva y disol-
Marx que el comunismo primitivo es la envidia generalizada, vente. Es la lucha de la patía, de la vida, contra la apatía, la
ya que aspira a la igualdad absoluta. indiferencia, la muerte.
La dialéctica de Unamuno es cualitativa, de antítesis Al deseo de posesión que origina la envidia se opone el
insalvables, dramáticas. Su Abel Sánchez nos ofrece an afán de entrega, de renuncia. El primero es una necesaria
tinomias desgarradoras: “ todo odio es envidia, todo odio, afirmación de sí para subsistir, el segundo una negación o
padres, es envidia” . Creemos que hay también amor, porque ibdicación del hombre. Pero el afán de posesión, pasión
el envidioso afirma la existencia del envidiado, no quiere iK’tiva y enérgica es, a la vez, una negación, una realización
su eliminación pura y simple. El que envidia, afirma Una del deseo, mientras que la dádiva de sí mismo es una afirma
muno, admira y en consecuencia ama. Pero de esta forma ción, una realización de sí mismo. Es por el altruismo que
confunde admiración con amor. El envidioso ama en cierto llegamos al egoísmo, a la defensa conservadora del yo, al
sentido, al alegrarse con las penas y agobios del envidiado. individualismo solitario. No es extraño que sea desde la sole-
Le ama diabólica, perversa y odiosamente, pero no ama con dad que intentamos realizar nuestra ofrenda. No salimos
amor. En todo amor hay odio, pues al combatirnos los que nunca de nuestro yo, pero nos abandonamos íntegramente.
nos amamos, nos odiamos amorosamente, pero no hay nun (JMieremos a todos sin salir de nuestra soledad. Como Malte
ca envidia. En el fondo, este envidioso lo que quiere es ser I inridds Brigge cuando se asoma a la ventana de una casa
envidiado, “ ¡ah, si me envidiase, si me envidiase! ” , excla ■n París, para entregarse, ofrecerse sin salir a la calle. Nos
ma Joaquín. Esta es su verdadera envidia que se vuelve con limitamos a desear la entrega, pero nos cuidamos mucho de
tra sí mismo “ en la soledad jamás lograda de estar solo, sino ollar hacia lo desconocido. Lo que realmente se quiere es
*
que siempre allí él, el otro” . .cutir el sosegado anhelo, este quieto y sereno afán de dona-
i ion sin fin. Amar a todos y a nadie, es el drama de Malte,
||iir expresa exactamente la poetisa portuguesa Florbela Es-
9 S pinoza.
82 TRATADO DE LAS PASIONES LA ENVIDIA 83
“Eu quero amar, amar perdidamente. no es compasión ni caridad, corresponde a la bondad natu-
Amar só por amar; Aquí... além. ral del hombre, a su capacidad de entrega y negación de sí
Mais Este e Aquele, o Outros e toda a gente. mismo para vivir la existencia de los otros. La pTesencia
Amar. amar. E nao amar, ninguem”. ajena puede darnos y nos da, de hecho, la dimensión exacta
de lo que deseamos. Vivir soterrados en las cuevas del in
Cuando sólo se ama por amar, es pasión la dádiva, pero no es consciente, impide saber lo que queremos realmente. Se co
amor. En todo deseo existe una manifestación, una realiza dicia porque somos pasiones interesadas, pero nuestros ape
ción personal y al entregarse sin salir de sí mismo se exterio ólos inmediatos no nos unifican ni acuerdan jamás. Cada
riza como un amante eterno, esencial. La tragedia de Malte uno sigue su propia senda oscura, que se entenebrece con
consiste en que no tolera ni acepta ser amado. ¿Cómo amar dudas y vacilaciones. Es necesario que otros vengan a ofre
solitariamente, sin el intercambio necesario? Lo natural es cernos soluciones, abrir nuevos caminos. Claro que podemos
no poder amar sin ser amado, ya que la reciprocidad es la unirnos en defensa de nuestros intereses, solidarizarnos pe-
base del amor. En el caso de Malte y otros semejantes, se io, aun así, no tendremos fines comunes, tan sólo concierto
trata de un amor sin pasión, de un desamor. La pasión de la de voluntades, soluciones espontáneas. Necesitamos revolu
dádiva esconde un anhelo interior que no puede satisfacerse cionarios activos que racionalicen nuestros deseos, nuestros
nunca. Luisa Labbé, Gaspara Stampa y Santa Teresa sienten objetivos. Sólo ellos, como los personajes de André Malraux
la pasión de darse sin fin ni acabamiento, es entregarse pol '•n Condición humana, sienten la verdadera fraternidad, ha
la entrega misma, es el don de sí necesario por temperamen cen luminosas nuestras pasiones oscuras, nos enseñan a diri
to y constitución. Esta ofrenda es una pasión en la que se mimos conscientemente a fines concretos y a otros últimos
consumen y arden. más definitivos. Estos seres que se entregan a vivir la vida de
“ Opfer” , en alemán, significa donación y a la vez sacri otros, “ apóstoles” les llamaron los rusos a principios de
ficio. El que se da sin límites renuncia a sí mismo para '•ij'lo, no unen altruísticamente a la humanidad, como los
reafirmar su soledad y cae en una íntima ansiedad que le leofilantrópicos de la Revolución Francesa, ni guardan rela
domina. Sentir este afán de darse, es lo contrario de la ción alguna con el amor individual. Sin embargo, sin esta
envidia que codicia y apetece lo que otros tienen. La cari ■opacidad o disponibilidad del hombre para entregarse, no
dad es el sentido profundo de la prodigalidad. El caritativo existiría la pasión del amor. Para amar es necesario prodigar-
se da y proyecta su donación, mientras que el pródigo se ic sin fin, renunciando a los fines posesivos de la pasión
limita a repartir lo que posee, pero se libra muy bien de interesada. Por ello, solamente educando a los hombres, cul
entregarse él mismo. Sin embargo, esta entrega se manifiesta tivando su tendencia natural a la generosidad, podrán capa-
de formas diversas. Unos se alegran del éxito, de las conquis ' liarse para el amor. Sin conciencia del sacrificio del interés
tas, de la felicidad de los otros, del bien ajeno, pero pasiva y propio en bien de los otros, no podremos acceder nunca a la
fríamente, y otros apasionada y activamente. Querer el bien verdadera pasión amorosa.
de otro es participar en su vida, hacer propios los problemas En el hombre hay fuerzas generosas que se oponen a la
que le agobian, ayudar a resolvérselos material y moralmen • nvidia oscura y demoníaca que clausura en la soledad tene-
te. “ Esta caridad cristiana es la base de la potencialidad luosa de sus tormentos. A esta pasión activa que se ocupa
revolucionaria” 10, convertiría al cristianismo en energía o •Id bien ajeno, corresponden igualmente las sinceras pasio-
praxis transformadora. Sin embargo, esta pasión por el otro cristianas de caridad, compasión, conmiseración, por
I r. que sufrimos con los otros. Nos aproximamos a sus cora
zones, participamos de sus conflictos, les proporcionamos
10 E rn st B loch.
84 TRATADO DI'. LAS PASIONES LA ENVIDIA 85
consejos útiles o inútiles, hasta les resolvemos angustias eco pues, generosidad de esta pasión humana que constituye la
nómicas. Todo ello nos hace conscientes de nuestra capaci antípoda de la maldad, del egoísmo y de la envidia. ‘
dad de desprendimiento, de generosidad, pues deseamos fer , fSe ama en realidad cuando se participa activamente en
vorosamente el bien ajeno, pero no les abrimos perspectivas la vida del otro, se ayuda a construir su bienestar.* Esta
de la conciencia ni del amor. Nuestra pasión es pasiva, inac pasión bienhechora crea la unidad apasionada de los hom
tiva. Nos contentamos con asistirlos en su tristeza y cobijar bres. Mientras que la caridad es una pasión pasiva que no
los en su desamparo. En realidad, colaboramos a que acep compromete, pues sentir amor por todos, como el personaje
ten con resignación su destino trágico. No despertamos en de Rilke, es crear soledades insatisfechas, anhelantes, perdi
ellos la capacidad de sacrificio ni los alentamos a que bus das en la infinitud. El dadivoso Malte, como el envidioso
quen las causas reales de sus desdichas. “ Amar es compade loaquín Monegro, sólo se aman y envidian a sí mismos. Son
cer” , decía cristiana y evangélicamente Unamuno, lo que proyecciones de la conciencia solitaria del yo, incapaces el
significa unirse a otro en el abrazo de la tristeza resignada. primero de amar porque sufre una pasión desapasionada, y
Este amor inactivo no transforma ni trasciende a quienes lo el segundo riñe un conflicto consigo mismo, aislado, solo,
viven, pues aceptan su condición humana como inevitable. ■.in luchar verdaderamente con el otro a quien pretende en
Por esta compasión recompensamos a los otros de la envidia vidiar. La envidia como su contraria la caridad, son pasiones
dañina, destructora y nos quedamos tranquilos frente a noso que se sufren, arrebatan, consumen y no se excluyen porque
tros mismos. Por el contrario, los orgullosos rechazan indig se atraen recíprocamente. El envidioso se entrega a su pa
nados la compasión, entendiéndola como un falso amor que vón, es víctima de ella para afirmarse, y el caritativo se
se les brinda. La conmiseración “ per se mala et inulis est” 1\ consume solidariamente, amando sin amor. Así, la envidia
ya que el compadecido se siente despreciado en su condi enciende “ la guerra civil de los nacidos” 12, la lucha implaca
ción humana, disminuido en la consideración y estima del ble de las individualidades, la libre competencia de la inicia-
que le compadece. Y, realmente, no se puede amar cuando uva privada, y su antípoda la caridad generosa, que desea el
no se valora, aunque sea participando del dolor ajeno. amor y el bien de todos, nos aisla y separa, creando más
La caridad cristiana es una pasión generosa, pero impo '•'dedad. Bien lo previo Spinoza cuando dice: “ No son me
tente, inefectiva. No es amor ni tampoco lo posibilita, por nos insensatos porque excitan la risa, aquéllos que se consu
que esta entrega ilimitada de sí mismo no es para el bien de men de amor, y noche y día no más dan que en pensar o
los otros, la búsqueda de su felicidad y alegría, sino para ■oilar en la mujer amada” , sufren una pasión imaginativa
conllevar ambos el sufrimiento y la desesperación, aceptan que se enciende y apaga a sí misma, sin contacto con la
do resignados el mal y el dolor. No es el camino del amor, icalidad. Estas soledades son malsanas porque conciben pen-
que es la unidad en la transformación, el himno de la ale ..miientos tenebrosos, despiertan suspicacias y temores que
gría. El amor es una pasión gozosa, efectiva, no una pasión nos arrebatan cuanto poseemos. Si la envidia es deseo de
dolorosa, inactiva. Es la posesión práctica, sólida de un bien poseer la inteligencia, el éxito o la corbata de mi dichoso
o persona querida que nos colma de satisfacción, de pleni hermano, existe otra al revés, que se refleja en ese miedo a
tud y que valoramos tanto que con su posesión podemos que otro envidioso se proponga conquistar el bien más pre-
cambiar por completo nuestro estado de miseria, de sole • indo, el tesoro de mi alma, la fuente de mi dicha, tan bien
dad, y conquistar una felicidad radiante, completa. Bondad, descrito por Tofte13 y que viene a confirmar Descartes
12
Francisco de Quevedo
11 S p in o za. 13 Blasón de los celos.
86 TRATADO DE LAS PASIONES
1 William Shakespeare.
2 “Ciertamente, los hombres deberían ser como los vemos”
87
TRATADO DE LAS PASIONES LOS CELOS 89
88
en las representaciones de Otelo en la Unión Soviética, des y añade Shakespeare: “como si encerrara en su pensamiento
de 1945 a 1957, rara vez se interpretó al Moro como un algún mostruo demasiado horrible para mostrarse” .
hombre obsesionado por los celos. Shakespeare no creía, Los celos nacen de sospechas que se convierten en re
como Calderón y Unamuno, que las pasioríes son innatas, flexiones que torturan. No sólo cela el que teme perder lo
como bebedizos que Dios nos da al nacer. La pasión de los ■liie le pertenece, sino también el que razona inquieto. Pero
celos se crea lentamente, se nutre de dudas que exigen prue no es el celoso un ser desasosegado, irreflexivo, pues al ocul
bas fehacientes, y se multiplica, se complica en ternuras, tar y encubrir las sospechas que le atormentan, necesita
dulcedumbres. Así, aumenta en progresión creciente hasta pensar, conjeturar, forjar hipótesis. Otelo discute con Yago
desencadenarse y estallar en tragedia. Los celos no son siem lodas las posibilidades que pueden surgir del equívoco en-
pre iguales ni se repiten jamás desde una inmovilidad previa. «Uentro de Cassio con Desdémona. “ Dangerous conceits are
m their natures poisons” , dice Yago, “ que pueden quemar
¿Cómo nacen en Otelo?
Yago tiene sus razones para odiar al Moro que no le ha i’Omo minas de sulfuro” . Es, pues, su imaginación especula
nombrado su ayudante militar. También sospecha que se tiva que tortura al celoso.
acostó con Emilia, su mujer, que ha seducido a Desdémona Otelo, ya víctima de sus celos, cede a la tentación y
y a otras mujeres. Yago es el envidioso que cela por natura pide a Yago que vigile a su mujer. Todavía confía en la
leza y como buen cobarde pasivo, incapaz de actuar por sí virtud de Desdémona, pero quiere pruebas, evidencias. En
mismo, infiltra a otro su envidia. “La conciencia procede tonces se convierte en el celoso verdadero: vive de dudas,
siempre del exterior y penetra en la espontaneidad” 3 .Yago, vacilaciones y deseo de degradar la imagen de su mujer
con mucha astucia y perfidia calculada, despierta los celos de por voluptuosas fantasías de venganza. Negros presentimien
Otelo. Así, la pasión amarillenta engendra otra verdosa, tur tos le asaltan, a los que siguen momentos de calma, entre
bia, más violenta. De la reflexiva, perversa y meditativa envi "diosy tristezas. El celoso crea así su propio mundo inte-
dia, nace la grandiosa, arrebatada y vehemente pasión de los iior, en torno al cual giran todos los acontecimientos ex te
celos. Para despertarla en otro, “ el medio consiste en engañar, nores. Otelo es invulnerable a otra pasión que no sea los
después de algún tiempo, los oídos de Otelo, susurrándole que ' *'los que le dominan. Sin embargo, sigue queriendo a Desdé-
Cassio es demasiado familiar con su mujer. Cassio tiene una mona, a quien ve como “ a fine woman, a fair woman, a
persona y unas maneras agradables, para infundir sospechas . ’íweet woman” , pero días después la cree pérfida, desleal,
He aquí fraguado el plot, la conspiración de Yago en la que "luro que vale más ser engañado mucho que saber sólo un
van apareciendo su envidia, su venganza, pasiones que, para poco” . Insondable y abisal verdad de los celos. Ya no hay
Shakespeare, se entrecruzan, mezclan y confunden. Yago or tranquilidad para el espíritu. Cree y no cree que su esposa es
ganiza una pendencia para que Cassio sea destituido de su honrada. Y él, que era el hombre confiado, ha dejado de
mando militar, pero éste acude a los buenos oficios de Des «ilo para convertirse en otro ser, ardiente vengativo, conde-
démona para recuperar su puesto. Una buena ocasión para H.ido por sus recelos. Con mucha exactitud Rafael Dieste4 ,
depositar en Otelo la semilla de la sospecha: “No me agrada, drduce que el pensamiento racional origina una extraña des-
-d ice Yago- que Cassio se escapara como un culpable al 1onfianza de la sensibilidad, frente a las presencias reales del
veros llegar” . Estas palabras despiertan los pensamientos mundo exterior. Pues bien, Otelo duda porque piensa mu-
suspicaces de Otelo. “ Pensar, por el cielo, me sirve de eco”, 1lio, durante noches enteras duerme desvelado, lúcido, per-
piejo por sus construcciones especulativas. Las sospechas se lado por amor y amó sin prudencia, en demasía, con pasión
han infiltrado hasta hacerse desconfianza pura. desaforada. Despierta finalmente de su delirio y comprende
¿Cómo llegar a la certeza absoluta de su desdicha? «lile ha sido hechizado. La intensidad de su pasión celosa le
“Pienso que tú eres justo, y pienso que no lo eres” . Inseguro llevó a la perplejidad extrema, desconcierto que consuma en
de cuanto le dice Yago, exclama: “ ¡Quiero alguna prue (i suicidio. Yago sobrevive, “ más cruel que la angustia, el
ba! ” , como el científico moderno para quien la verdad hay hambre o el mar” , comenta Shakespeare la tremenda perver
que demostrarla. “Dame la prueba palpable de que es des sidad realizada por este personaje, “ divinidad del infierno” ,
leal” , insiste. El celoso necesita apasionadamente una razón que gobernó a Otelo hasta ocasionar tamaño desastre. Pero
justa para sus celos. Quiere convencerse que hay causas ver no atribuyamos a un solo hombre la responsabilidad exclusi-
daderas que confirman la realidad de su pasión. El sueño de v.i de esta tragedia, pues son los celos, pasión absorvente, los
Cassio, que inventa Yago, al que agregará el pañuelo robado que realmente matan.
a Desdémona, son pruebas definitivas. Otelo obtiene así lo Calderón de la Barca nos ofrece una concepción dife-
que quería. “Mis pensamientos sanguinarios, con paso vio irnte. Los celos no son una pasión que consume al que la
lento no refluirán jamás hasta que no se hundan en una padece, son una razón apasionada, extrema y sutil que busca
inmensa venganza proporcionada a la ofensa” . Ya no podrá lUiardar y preservar a la mujer amada. Este celoso vigila,
contener Otelo su pasión, que le dominará como un vértigo. rHtá atento a lo que es suyo. La esposa forma parte de sus
Ela perdido la racionalidad de sus celos, está fuera de sí, piopiedades y cuando burla al marido comete un atentado
desorbitado y sólo poseído por la furia celosa cuando Yago ' mitra su bien más preciado: el honor, “ esa parte inmortal
le susurra que Cassio se vanagloria de haberse acostado con del hombre” , como dice el mismo Shakespeare, contra el
Desdémona. “ Encima de ella, dormido con ella” , imagina laien nombre, el patrimonio del alma, lo más mío de mí
con tal desesperación que le hace desear su muerte: “ ¡No mismo, lo que llevo dentro para toda la eternidad. Esta
vivirá, mi corazón se ha vuelto de piedra! ” . Pero Otelo ii íu razón gobierna y dirige siempre la pasión calderoniana
sigue dividido, la ama y ia odia, necesita vengarse y desea mu en obras como El mayor monstruo del mundo, donde
salvarla. Tal es la polaridad dialéctica, lucha de contrarios no son la implacable ejecución de una venganza. Tetrarca
que desgarra a los celosos verdaderos. La furia dolorosa de i micibe sospechas al encontrar el retrato de Mariene, su
Otelo se explica porque desconoce a Desdémona, sólo la ha mujer, en manos del emperador Octavio. Sus dudas se aden-
poseído algunas noches. Desdémona le ama por sus hechos 11 un y condensan en un apasionado monólogo: “Todo es
heroicos, por la biografía de soldado noble e íntegro. Pero muía, como no sean mis celos” , que nacen de la codicia, el
permanece entre ellos la diferencia de razas y el sentimiento il.in de poseer íntegramente a su mujer. Es también una
de otredad, extrañeza que enmascara sus verdaderos “ yos” i'.isión de absoluto pues “que amor en el alma vive y si ella a
y da lugar a la desconfianza mutua. Sólo una compenetra olfa vida pasa no muere el amor, sin duda, puesto que no
ción cierta podría despejar las incógnitas y desvelar el mis muere el alma” . Estos versos del personaje celoso de Calde-
terio que rodea los actos de Desdémona. Pero ya es demasia i"ii expresan el significado trascendente del amor del que
do tarde, lo que aumenta los celos y el delirio vengativo de Notan los celos. “ Si yo muero, ella ha de morir, y yo orde-
Otelo. “ ¿Quién eres tú? ” , interroga colérico. Una vez más ii.iré que se la asesine antes que caiga en brazos de otro
la ternura le vence: “ ¡Ay, Desdémona! , ¡Aparta, aparta hombre” . Mariene, al descubrir estos propósitos de unir ho-
lejos, lejos! La contradicción patética de su pasión aflora "i ii y muerte, exclama: “ ¡Oh infeliz, una y mil veces, la que
en estas oscilaciones de odio y amor que precipitan la trage ii ve aborrecida de la cosa que más quiere! ” . Si la posesión
dia. Cometido el crimen lo justifica honorable, porque ha ma- h»l;il condiciona el amor, los celos constituyen la defensa
92 TRATADO DE LAS PASIONES LOS CELOS 93
extrema de esta integridad. Pero al descubrir fisuras o Calderón responde: para defender el honor, impedir toda
limitaciones, los celos atormentan y acucian: “Porque ella, al mancha, eternizar su alma. Los celos son así una razón cal
fin, no ha de ser ni viva ni muerta de otro dueño, no; que mi culadora, instrumental de la propia salvación. Pero los celos
amor se ha de ofender, aunque no lo llegue a ver”.# Este nos entenebrecen, nos disimulan y al sumergirnos en nues-
celoso siente a la esposa como algo de lo que se ha enseño iro interior, nos pueblan de razones y sin razones, de dudas
reado y apoderado para toda la eternidad. Por ello, sus celos metódicas, de telarañas vacilantes. Al celar disfrazamos lo
“son hijos de envidia y de amor” , ya que envidia apriorísti- que realmente se busca: saber lo que siente la persona ama
camente al que pueda poseer a su mujer que quiere para él da, sin que ella se aperciba, para lo cual tenemos que ocul-
solo. Si para Shakespeare los celos tienen ojos de color ver larnos, disimular, y al hacerlo perdemos la sinceridad propia
de, para Calderón “ esta rabia, esta pasión de los celos, que buscando la ajena. Entonces sólo queda, calderonianamente
celos son el mayor monstruo del mundo” , tienen ojos de hablando, el honor, el yo soterrado, hundido en las tinie
basilisco y oídos de áspid. blas de los celos que debemos recuperar sea como sea. El
En El médico de su honra5, la pasión del honor es ■.cutido último de Calderón es salvar al hombre del abismo
más fuerte que la dolorosa de los celos, que ya sólo ■•iniestro en que lo precipita esta pasión.
atormentan ligera y superficialmente. El protagonista, Don Los celos también pueden ser leves como las penas y,
Gutierre, siente muy unidos amor y honor. “ A mi entender, sin llegar al sufrimiento trágico, nos hacen prudentes. La
quien hizo al amor ofensa se le hace al honor en él” . Basta comedia de Tirso de Molina, Amor y celos, demuestra que
el hallazgo de una carta del hermano del Rey dirigida a su '■star celoso “ es facultad que agudiza el ingenio” . Don
esposa, para que sienta su honor comprometido “ ¡A peligro Pedro da celos a la Duquesa Margarita con su hermana Vic-
estáis, honor, yo os he de curar, honor!” . En esta obra toria quién, a su vez, tendrá celos de Carlos al que enamora.
no hay asomo ni rastro de un amor real. El personaje se I os celos “ si aumentáis amores” , unen fas voluntades opues-
propone medicinarse contra su desdicha, disimular sus in •as y crean verdadero amor entre amantes desconcertados.
tenciones, esta pena, este agravio. No quiere tener celos, que I stima Tirso de Molina que los celos obligan a pensar seria
son átomos, ilusiones, desvelos que paralizan la voluntad e mente y al abrirnos las puertas de la sabiduría y la discrec-
impiden descubrir la ciencia que cura el honor. “ ¡Que no se 1¡ón nos hacen buenos y prudentes. Asombraría esta con-
qué son los celos, viven los cielos! ” . “ El amor te adora, el ■lusión, si no supiésemos cómo los celos obligan a meditar
honor te aborrece” . En este conflicto entre razón y pasión, mucho para lograr soluciones a los problemas encontrados
Calderón opta decidido por la teología de la salvación eter •leí amor. Pero si el celoso ama de verdad, también puede
na del alma del hombre, es decir, de su personalidad, de su bngir amores que no siente y burla, burlando, engañar has-
trascendencia. Los celos son una estrategia de la pasión li forzar a que se le ame. Son, pues, muchas las formas de
amorosa para descubrir los secretos que oculta la persona cutir celos, como autocelarse, tal el personaje de la come-
amada. Mediante el espionaje celoso, se descubre la verda di¡i de Tirso, Celosa de sí misma, que se hace pasar por
dera realidad del otro que también atormentaba a Shakes "lia mujer para atraer al hombre que ama, y acaba teniendo
peare, quien, como buen actor que era, sabía todos los tru i . los de la imagen que ella ha creado. El juego de Magdalena
cos para fingir y esconder su intimidad. Conocer la verdad a i •«nsiste en representar el papel de la mujer que Don Mel-
través de los celos, ¿para qué? Como buen pragmático, i bor desea y cuya mano preciosa entrevio un día al azar.
• Hiriéndose esa otra, logra conquistar a don Melchor, que
mu en ella la mujer de su sueño. Este desdoblamiento origi-
5 C a ld eró n d e la B arca. " i unos celos reales, sobre todo cuando Angela, enamorada
TRATADO DE LAS PASIONES LOS CELOS 95
94
de don Melchor, le pregunta: “ Siendo tú quien despierta su la Orestiada, de Esquilo, describía los del hijo por su madre
voluntad y encubierta diste causa a su desvelo, ¿de quién adúltera, asesina de su padre, que le impulsan a matarla.
puedes tener celos? “ ¡De mí misma! ” , contesta Magdale Es el primer rito calderoniano. Complejo de Orestes en
(¡ne se une el amor por la madre con el deseo de vengar el
na, que desea que el enamoramiento de Don Melchor, más
soñado que real, se convierta en amor. Debe descubrir su nombre de su padre. Complejo de Orestes que es, a la vez,
de Edipo pues sus celos son fruto del amor incestuoso, in
juego, desengañarle del. sueño que tejió para él y vencer los
consciente que siente por su madre. Sin embargo, los celos
propios celos que desencadenaron la falsa imagen que había
uo son una pasión en la sociedad esclavista greco-romana,
dado de sí misma. porque la mujer no es todavía objeto de veneración ni culto
Tirso de Molina entiende los celos como ardides para
v tampoco juega un papel esencial en el amor clásico. Aun
llegar a conocerse, saber cuál es nuestra verdadera sustancia que goza de libertad y alcance rango de vestal o virtuosa
y tener conciencia lúcida que el amor es el descubrimiento matrona, es una esclava pasiva que vive en el hogar, al mar-
de nuestra realidad escondida, subyacente, misteriosa. La' lien del amor y no puede suscitar celos apasionados. Los
teología católica de Calderón es una racionalización de la celos son una pasión medieval que nace con el feudalismo,
pasión de los celos escudadores del honor, cuyo objetivo
con la conciencia del ejercicio del dominio territorial. El
final es la salvación del alma, la inmortalidad del Yo propie señor feudal era dueño de todo lo que estaba comprendido
tario o egoísmo metafísico, egotismo trascendental. Por el
ni sus extensiones vastísimas: el ganado, los frutos, las cose
contrario, la teología cristiana de Tirso de Molina es un acto
chas, las mujeres, los hombres. Cometer infidelidad amorosa
de fe viva, una confianza en la justificación de los celos, en
es una traición a todo el señorío, un delito desde el punto
la razón de la pasión. No pueden comprenderse sus comedias
de vista jurídico-patrimonial. Pero, al mismo tiempo, los
de juego o intriga apasionada, sin conocer su obra teológica
celos constituyen la pasión íntima del caballero, pues sentir
fundamental. El condenado por desconfiado. Se condenan los es una pena gloriosa, un desafío de su grandeza.
los átanosos, los recelosos y desconfiados que temen per
Por influencia de los discursos neoplatónicos de las
der su alma, su Yo esencial, único. Se salvan los que
' ortes de amor y de la poesía provenzal, en el otoño del
esperan y confían, los que tienen celos pero no recelos, los
medioevo se llegó a una adoración mística y extática de la
que aman. La teología de Calderón de la Barca encarna la fe
mujer amada, a quien se rendía poética devoción. El
racional, mientras la de Tirso de Molina representa la espe
ranza apasionada: “ fui desconfiado de la gran piedad de mior, para estos caballeros, era un servicio, un velar ar
mas, un culto religioso. En consecuencia, la infidelidad
Dios. Y yo también sea maldito, pues que fui desconfiado”.
George Bernanos6 demuestra que la religiosidad desespera -«instituía la ofensa más terrible y sacrilega contra la esencia
da, meticulosa está habitada por el demonio. Así pues, los 'Ir este amor sublimado, celestial. Paradójicamente, la mujer
celos en Calderón son odios rencorosos motivados por la idealizada, poetizada por el señor feudal, podía traicionarlo
salvaguardia de sí mismo, de la vanagloria y el orgullo. Para porque era una esclava con alma, mientras que el esclavo,
Tirso, en cambio, los celos son amor, avivan la pasión y "iisiderado sólo animal de carga, carecía de ella. Así po-
crean las correspondencias, las armonías amorosas. Tal es su ■lian amar lo que, al mismo tiempo, despreciaban como un
mensaje consolador y piadoso. mero objeto de su dominio. Los celos eran fruto del amor
Los celos son una pasión antiquísima, inmemorial. Ya pmpio, de la conciencia todopoderosa de sí mismo, una
m.mifestación del afán de conservar el linaje, la continua-
i"ii de sus dominios. Era una atención cuidadosa para sal
ir uardar el feudo, que estaba amenazado por la misma
6 Sous le soleil de Satan.
L
96 TRATADO DI. LAS PASIONES LOS CF.LOS 97
pasión idealizada y la trova dulce de la saudade amorosa. El ran en pasión dominante de las ciases burguesas, pero la
caballero medieval era una víctima candorosa de los celos inseguridad del marido frente a la esposa, y viceversa, conde
que le creaban sus propias posesiones. nados a ser propiedades inalienables, desencadenaban la
Con el advenimiento del capitalismo, se sienten los ce tragedia de los celos. Bastaban unas miradas sospechosas,
los como una codicia posesiva y exigen una mayor fidelidad tímidos contactos de manos, viajes injustificados y otros
para asegurarse la propiedad y usufructo de la esposa, un múltiples pequeños motivos para provocar la inquietud y la
bien muy costoso, aunque haya recibido una dote, como necesidad de resguardar la propiedad del ser amado. Tam
exigían las reglas del matrimonio burgués. Hobsbawn7 se bién, para evitar la pérdida total de lo que se ama, podía
asombra del sentido colectivista de la familia burguesa, fren compartirse, como el personaje de Dostoyevski9, y las co
te al arraigado individualismo del capitalista. No creemos medias francesas boulevardieras.
que exista tal oposición ya que el capitalista, al igual que el Actualmente, como está desapareciendo el sentido de
burgués, es dueño de todo: la casa, la fábrica, la mujer y los propiedad personal por obra y gracia de la expropiación a
hijos, que son proyecciones de su autoridad. Desde esta los expropiadores, todo es intercambiable: las mujeres, los
cima de propietario único, absoluto, se crea también una hombres, los objetos, los bienes son fungibles y consumi
colectividad de egoísmos asociados, como hace evidente bles. Aquellos furibundos celos burgueses se han esfumado
Sartre8 . y, los que añoran el pasado, se lamentan que tampoco existe
Los burgueses de la primera etapa capitalista defendían
el amor con la misma ferocidad que el propietario se resiste el sentido del honor que los acompañaba. La histora con
a dejar lo que es suyo, la propiedad personal. Sus celos podían temporánea, por ausencia de los celos clásicos, puede llevar
llevarles hasta la catástrofe, como al barón Hulot, personaje nos a la dispersión del amor en efímeros y contrapuestos
de Balzac, que se consume en ellos; o el barón de Charlus, encelamientos. ¿Han muerto los celos? Sería una buena
hundido en la preocupación-persecución de su idolatrado ventura pero, al contrario, se han diversificado en pequeños
violinista Morel; se pueden multiplicar los celos hasta enlo celos, pues es tan fácil poseer que cualquiera puede obtener
quecer o se suicida el que no puede resistirlos; o convierte lo que otros han conseguido. O quizá, se han trasmutado en
en víctima a la persona amada a quien sacrifica y destruye en celo universal, cósmico, ambición del capitalismo monopo
lista de dominar absolutamente todo.
holocausto a su pasión celosa. Tales son las grandes devasta
Descartes, con fina clarividencia, señalaba que los celos
ciones que causa la razón-pasión de los celos burgeses.
La burguesía no rindió a la mujer el culto idolátrico de es una pasión semejante a la del avaro que vela con miradas
recelosas su tesoro, por miedo a que se lo roben. “Je dis
los caballeros medievales, porque ignoraba el amor neopla-
Mifil ne Taime pas de la bonne sorte; car, s’il avait un vrai
tónico, pero la amaba con la avaricia celosa del dueño
nnour pour elle, il n’aurait aucune inclination á s’en méfier,
único, exclusivo. Sin embargo, esta posesión racional, medi
da y lógica de propiedades claramente deslintadas, que co mais ce n’est pas propement elle qu’il aime, c’est seulement
Ir bien qu’il imagine consister á en avoir seul la possesion” .
rrespondía a la organización de la sociedad burguesa, podía
Y como esta mujer puede escapar, herir o engañar con
desenfrenarse en pasiones frenéticas de apropiación indebi
'■Iros, los celosos buscan evitar todas estas posibilidades no
da de lo ajeno. No era frecuente que los celos se convirtió-
perdiéndola de vista. El narrador de Proust10 encierra a Al-
bertina, creyendo así poder dominarla por completo. Es •illá de la posesión física, para encontrar la verdadera fide
también un pretexto para entregarse al placer de la reflexión lidad. Recordemos también el personaje femenino de André
introspectiva, calmar sus celos, tranquilizarse y hasta olvidar Malraux en La condición humana. La mujer ha' tenido
su presencia torturadora. Estos amantes celosos buscan ob una aventura con un compañero y se lo cuenta al marido,
jetivar a la persona amada, privándola de su libertad. Un dándole la espalda para no verle. El marido siente el deseo
personaje de Cervantes11 empareda a su joven esposa para natural de matarla, pero los hombres somos impulso ciego
evitar que pueda engañarle, pero ella, valiéndose de sutiles v también espíritu, reflexión. Ella le explica sabiamente:
ardides, logra tener un amante. El celoso es semejante al "Yo no te pertenezco ni soy una cosa que posees. Soy
sado-masoquista, descrito por Sartre, que busca el ver libre. Estoy a tu lado porque te prefiero al otro y a
dadero yo del otro para hacerle sumiso, es decir, objeto. mantos he conocido íntimamente. Te he escogido” . Libre
Tarea vana e imposible porque ningún sentimiento se resig elección que significa un’intento de acabar con los celos,
na a someterse y dejarse manipular como si fuese una cosa. 1 este mal de la posesión. Libertad suprema que encontra
Jamás acepta esa enajenación masoquista, aun cuando logre mos en Los acreedores, de James Joyce, prodigiosa obra
gozar hipnotizado por el sádico. En efecto, la mujer-obje dramática donde los personajes razonan sus infidelidades
to víctima de los celos, al sentirse humillada y despreciada, iimorosas y las iluminan ante nuestras conciencas per
se venga de mil maneras, enloqueciendo al celoso fascinado plejas.
por su presencia que ha fetichizado. El celoso termina por Los seres que son invulnerables a la hermosura pálida
caer en brazos del otro que motiva sus celos, así como el de los celos y no despierta sus dudas la atracción seductora
esclavo de Hegel se enseñorea y domina a su amo. El poder del objeto amoroso es porque tienen confianza en su yo, \
que ejerce la mujer celada sobre el hombre celoso es tan seguridad y firmeza del alma, un diamantino eje interior.
fuerte que puede llevarlo al suicidio, enajenado por la fija Hnamuno12 demuestra que los celos son una prueba de in-
roncebible debilidad, de carencia de valor y de falta de
ción que le consume.
Contrariamente a otras pasiones, los celos no engen seguridad en sí mismo. Sólo los cobardes, los flojos de vo
dran pasión antípoda, como sería la generosidad que se luntad y sin fines concretos en la vida, pueden sufrir celos,
opone a la codicia. Los celos se contradicen y se vuelven pasión enfermiza propia de débiles mujerucas que temen
esperada o inesperadamente contra sí mismos. Los celos del perder a sus hombres en brazos de otras más jóvenes, viene a
aire matan, reza el título de una obra de Calderón, para decir este personaje. Un verdadero hombre, rico y generoso
expresar que no se puede resistir su violencia destructora. no puede jam ás caer víctima de la triste y plañidera pasión
T am poco pueden mudarse en confianza renacida ó de los celos, la reciedumbre que ostenta su orgullo se lo
restaurada, porque el solo hecho de sentirlos la hacen perder Impide.
para siempre. La paradoja de no sentir celos, siendo celoso,
se desarrolla en Le cocu magnifique, de Fernand Cromme-
lynck, ejemplo del sentido moderno de los celos. El mari
do consiente que su mujer se entregue a otros hombres,
para saber si le es realmente fiel. Prueba sarcástica, burla
metafísica de los celos que es necesario vencer, yendo más
i2
11 El celoso extremeño. Nada menos que todo un hombre.
EL ORGULLO 101
2 E rasm o d e R o tte rd a m .
1 D escartes.
100
102 TRATADO DE LAS PASIONES EL ORGULLO 103
resultados de la difícil tarea de irse haciendo de la propia propia potencia activa, ¿cómo no sentirse orgullosos? Lo
nada. Llegar a ser, arrancando del no ser, nos hace sentir contrario sería falsa modestia.
ufanos. Y siempre tenemos motivos para sentir orgullo. Todas las pasiones precedentes que hemos analizado,
“Hier sein, ist wunderbar” , dice Rilke, expresando que estar emanan de los otros o de situaciones exteriores definitivas
aquí, simplemente ser, es maravilloso. En consecuencia, el pero que, también, pueden ser fortuitas, ocasionales. Por el
orgullo es la pasión de sentirse, descubrirse, conocerse. contrario, el orgullo es una pasión subjetiva que se va crean
El natural contento de sí puede deformarse por una do interiormente, es fruto de un trabajo cuidadoso de la
autoafirmación excesiva y creerse tan poderoso que no se voluntad, del deseo de ser, del afanarse. El orgullo es la
necesita nada ni a nadie, estableciendo una rigurosa frontera concentración de la pasión misma. Sin embargo, pese a su
entre su Yo y los otros. El orgullo es el principio del aisla universalidad abstracta, hay muchas y diferentes formas de
miento, de la conciencia única de Hegel, del estoico que orgullo. ¿Cómo podría envidiar quien se basta así mismo?
resiste impasible a todos los avatares de la existencia. Este Se explica porque para considerarse único, exclusivo, ha
orgulloso en su combate solitario sabe adquirir consistencia, eliminado a los otros como presencias en su conciencia, no
y se mantiene como una roca donde rompen las olas inquie existen, han desaparecido. Entonces, cuando elogian méri
tantes. El orgullo es también la solución de la dialéctica tos o valores ajenos provocan envidia en este orgulloso que
señor-esclavo, pues su orgullo le impedirá ser víctima del está imposibilitado, por su mismo orgullo, para entrar en
esclavo y tampoco esclavizarlo a él. En palabras hegelianas, liza competitiva con los otros. “Concebimos fácilmente que
el orgullo es la suprema independencia de la conciencia, un el orgulloso es necesariamente envidioso” , confirma Spino
saber de sí, escisión o separación necesaria para llegar a la za. Esta envidia es bastante frecuente en los pequeñoburgue-
Razón. Este orgulloso se conoce porque puede verse como ses profesionales, médicos, abogados, ingenieros, intelectua
si fuera otro, diferente. Claro que ésto implica un desdén, les a quienes hiere en su orgullo la capacidad técnica de sus
un menosprecio por los demás, pero tampoco depende de colegas .
ellos ni sufre codicia por lo ajeno. Tiene demasiada confian Al gran burgués o empresario capitalista miembro de la
za en sus dotes naturales, sin la menor duda sobre sí mismo Trilátera!, no le afectan estas sórdidas y míseras envidias. Su
porque sabe que es soledad absoluta, es decir, “ la universali orgullo no proviene de creerse superior a los otros, sino del
dad de la conciencia” 3. No padece los conflictos interiores hecho cierto de su potencia económica que le da una inne
de una conciencia desdichada y carece del menor asomo de gable supremacía sobre los demás mortales. Este soberbio
dualidad. No se puede concebir un orgulloso dubitativo, que no tiene conciencia real de su valor intrínseco pero sí
temeroso o desgarrado. Parecería, pues, que el orgullo no es de la efectividad del poder de que dispone, no se contenta
una pasión y sí el triunfo de la racionalidad lógica e impla con saberse valioso ni se refugia en sí mismo. Se siente “ el
cable de un destino que se asume voluntariamente. Por el Supremo” , como se autodenominaba Francia, el dictador
contrario, el orgullo es la más apasionada de todas las pasio del Paraguay; o “Salvador del Salvador” , se titulaba Vicente
nes, es la que más nos afecta y, como dice Spinoza “ ad- (¡ómez, de Venezuela; es el “ ¡Viva Yo! ” , grito salvaje y
quiescentia in se ipso summun, quod sperare posumus”4. primitivo de Melgarejo, el dictador boliviano, cuando asesi
Cuando se obra bien y todo lo conseguido es fruto de la naba a Belzú, que le había traicionado. A esta galería de
soberbios empresarios y dictadores, grandes o pequeños,
3 G.W.F. Hegel. pertenecen también los caudillos políticos, para quienes el
4 ‘‘Lo máximo que podemos esperar es la aprobación de uno resto de la humanidad son anónimos harapientos sobre los
mismo” . que ejercen un predominio en el que basan la propia supe-
TRATADO DF. LAS PASIONES EL ORGULLO 105
104
rioridad. Es decir, si no tuviesen riqueza o poder político, periores a los otros. Necesitamos un Augusto Pérez para
no podrían ser soberbios. La diferencia entre el orgulloso y sentirnos orgullosos y, en consecuencia, falsamente felices.
el soberbio radica en que el primero se sostiene y afirma El protagonista de El licenciado vidriera, de Cervantes, se
solo, sin necesidad de los otros, a quienes puede ignorar; imagina que es de cristal y pasea por las calles de Sa
mientras que el soberbio precisa mandar, dirigir, dominar a lamanca temeroso de que le quiebren, tan frágil se siente.
otros hombres para sentir con profundidad su condición Y finalmente se cura cuando, desengañado de su sueño,
humana. La soberbia es el orgullo del ejercicio del poder. vuelve a la conciencia de la realidad. ¡Ejemplar enseñanza
Todos los poderosos son soberbios, pero no son envidiosos. cervantina! Vidriera, como don Quijote, regresa a la razón
Los artistas, los investigadores, los científicos, los sa de su pasión, sueño o locura. Porque bien podemos engañar
bios conscientes de sus capacidades sufren, les duele su Yo nos, arrebatarnos hasta el extremo de creer en la realidad de
ante la posibilidad de ser negados, ignorados sus valores, la ficción, y vernos excepcionales, únicos, dotados de un
disminuidos en la opinión de otros, pero tampoco sienten Itenio o duendecillo particular. Pero también dudamos de
envidia, sólo una tristeza suave y resignada. Estos orgullosos nuestra superioridad, oscilando entre la realidad y la ficción,
se ensimisman y retiran a sus moradas íntimas, pero no se como los personajes de Pirandello que sufren la ambivalen
desprecian o desestiman ni se consideran inferiores a los cia o dualismo de sentirse acrecentados por sí mismos y
otros. Y cuando muchas veces son heridos en su orgullo, pol disminuidos, inferiorizados por el origen social, el mundo de
la opinión adversa que intenta inferiorizarlos, reaccionan donde proceden.
con terribles pesadumbres y, con ejemplar dignidad, se refu La autovaloración del orgulloso puede ser sincera,
gian en su orgullo de “ ni envidiado ni envidioso” 5. ■liando se siente capaz de asimilar, comprender todo lo que
percibe, es sagaz en la intelección de las cosas, enérgico y
Hay orgullosos que ante el desprecio ajeno estallan
voluntarioso. Sin embargo este orgullo, que se puede consi
con violencia. Tal es el caso de los que comparan sus ca
derar normal y que origina la supervaloración, nace del des-
pacidades con la de otros considerablemente más podero rontento que subyace en el propio contentamiento. Tiene
sos, comparación que suscita orgullos furiosos que se mani ■lile aplastar a los otros, pulverizarlos para que desaparezca
fiestan soñando y deseando desgracias y males a sus rivales
l.i insatisfacción y poder confirmar su supremacía real, efec-
como un consuelo para sí mismos. Aunque el orgullo es
Iiva. Con razón explica Spinoza que este orgulloso ama la
conciencia realista de lo que verdaderamente se es, pueden
piosencia de los aduladores que le afirman la opinión supe-
extremarse las propias cualidades, originando una superva- nor de sí mismo, le disuelven las dudas y odia el juicio de
loración del Yo y aumentar hasta el delirio en el contraste los generosos. El hombre generoso tiene la virtud de dar a
con los valores ajenos. Este orgulloso necesita creer que -.ida cual los méritos y valores que le son propios y no
sobrepasa a los otros, pero, de hecho, se limita a imaginar esa ‘ '.■'atima ni regatea la ponderación cuando la superioridad
superioridad y crea de sí mismo un personaje ilusorio. Buen evidente. Esta forma de orgullo, que necesita creer en
ejemplo de ello es Niebla, la novela de Augusto Pérez o el Id propia superioridad para olvidar la inferiordad, suele
otro Yo de Unamuno: “ Ente de ficción” . ¿Ente de reali Tuse en los pequeño-burgueses de origen campesino o
dad? De realidad de ficción, que es ficción de realidad”. piDietario que se han elevado, por su capacidad de
Cabe soñar el ser que soy, imaginándome como otro que no Turro y de trabajo, sobriedad, activismo, a una condición
soy. Es el personaje que solemos inventar para creernos su ueial superior a la de su nacimiento. Para afianzar la nueva
■inación, necesitan rebajar, menospreciar a los que fueron
compañeros, para asegurar y sostener la creencia de sus
5 Fray Luis de León.
106 TRATADO DE LAS PASIONES EL ORGULLO 107
extraordinarios méritos. Este orgullo desmedido intenta ro, ese símbolo de la circulación de las mercancías, le infun
ocultar el temor a recaer en el origen de su primera condi de el orgullo de poseer el secreto de un poder que metamor-
ción social que ya consideran inferior. Viven atemorizados f'osea a los hombres. El mismo, se transforma en Dios, Tras
por las sombras de las humillaciones sufridas y la posibilidad cendencia, en Capital “ un valor que se valoriza a sí mismo,
de volver a sumirse en la situación de objeto pasivo, de monstruo animado que rompe a trabajar como si tuviese
oprimido condenado a la eterna rotación de las cosechas, a amor en el cuerpo” 8. Este capitalista representa al máximo
la inmovilidad de un horario trazado de antemano, a los que orgullo, que significa, a la vez, la mayor expresión de su
no podían escapar. Ahora que se sienten libres, indepen impotencia interior. Dejar de sentirse orgulloso de sí mismo,
dientes, creadores de su destino, tienen que defender su para enorgullecerse por poseer un capital, crea el vacío ínti
libertad de acción, el orgullo de lo que han logrado, aunque mo, la alienación o enajenación del orgullo. Marx describe el
sea odiando con rencor. “Cela fait que les orgueilleux tá- poder transustanciador del Capital, ya que la creación de
chent d’abaisser tous les autres hommes”6 . A esta forma de plusvalía es el alma, el fin, la obsesión del capitalista en la
orgullo pertenece también el pequeño propietario que vive que se encuentra una satisfacción absoluta. El orgullo, pa
limitado en sus posibilidades, endeudado con los bancos, sión desmedida que puede llevar a enriquecernos al despo
amenazado por los acreedores. Este hombre siente exacerba seer a otros, también empobrece y sume en la marmórea
do el orgullo de su independencia, frente al peligro de hun objetividad de la alienación negativa, llegando el capitalista
dirse en la miseria común, la escasez, y lucha denodada y en su autovaloración al menosprecio por la propia condición
orgullosamente contra el empobrecimiento. Son los perso humana. El hombre para sentir orgullo necesita poseer algún
najes de Chejov, en Tres Hermanas, drama del orgullo heri valor por sí mismo, pero el capitalista, una vez conseguida la
do, y de los tímidos de La Gaviota, sofocados de orgullo. riqueza que le enorgullece, pierde el orgullo porque se con
El gran capitalista, aunque podría vanagloriarse, ufa vierte en agente del Capital, en un valor objetivo. Y ya no
narse del esfuerzo realizado para llegar al poder que ostenta, puede sentir orgullo, esa magnífica pasión humana.
lo olvida o no tiene en cuenta sus propios méritos por el Decía Descartes que los hombres están agitados de en
deslumbramiento que sobre él ejerce la riqueza material. Si vidias, odios, celos y cóleras porque los orgullosos empobre
todo lo tiene y todo le es posible, no le caben dudas sobre sí cen a los otros hombres, haciéndolos pasivos, sumisos. Así,
mismo. Puede permitirse el lujo de desconocerse tanto co el mundo se divide en poderosos y humillados, explotadores
mo ignora a los demás, que tampoco desprecia porque no y explotados. Pero unos y otros ignoran realmente lo que
existen para él. Está orgulloso de su poder, pero no de lo son: los poderosos no tienen conciencia de su propio valor
que es como hombre. “ El más alto grado de orgullo es la humano, y los humildes de su fuerte sensibilidad. Al caer en
máxima ignorancia de sí mismo” 7. Este orgulloso se conside la objetivación frígida de su condición social, no saben que
ra tan por encima del común de los mortales que no necesi el orgullo esconde en sí mismo la humildad y ésta un orgu
ta rebajar u odiar a los otros para alimentar o acrecentar su llo oculto. La condición humana natural ha sido pervertida
superioridad. Tampoco valora su astucia, habilidad, inteli por la historia política y social. Peter Weiss9 describe la
gencia, ánimo esforzado, méritos que pueden ser induda lucha que tiene lugar, desde los orígenes de los tiempos, entre
bles, sólo es consciente de lo que posee: la riqueza. El dine los humildes, desposeídos, vencidos, y los orgullosos, pode-
8 Carlos Marx.
6 Descartes.
9 Estética de la resistencia.
7 Spinoza.
108 TRATADO DE LAS PASIONES EL ORGULLO 109
rosos, triunfadores. Historia de combates que se repiten has •iue durante el desarrollo psíquico “el Otro es un perpetuo
ta nuestros días, pues en 1925, dice el autor, podías salir de acompañante del Yo” . El orgulloso también tiene siempre la
contemplar en el museo de la Unter der Linden un friso de presencia real o imaginaria del humilde, y éste, la compañía
la batalla entre Oplitas y sus enemigos, y encontrar esta permanente, aguda y punzante del orgulloso. Ambas pasio
misma lucha de clases reproducida de nuevo en las calles nes se oponen y se identifican, su historia no es uniforme ni
berlinesas. Pero, como resultado de estos enfrentamientos, siempre la misma, porque es apasionada, es dialéctica. Orgu
puede resultar lo contrario: humillados los orgullosos y llo y humildad son unidades psíquicas funcionales separadas
enorgullecidos los humildes, porque el natural orgullo hu que se vuelven a unir para actuar recíprocamente. Monismo
mano se acentúa en ambos contrincantes para mejor defen dualista de la vida de estas pasiones.
derse. Spinoza observa que los orgullosos odian a los humil
des, cuya condición humana temen. Por esta razón tratarán
de conservarse orgullosos, creando un colectivo de podero-1
sos que reafiancen sus situaciones privilegiadas.
El orgulloso necesita defenderse porque es un humilde
potencial y se encastilla, se ensimisma para evitar que le
humillen. La altanería, la arrogancia, el desprecio son distin
tas y variadas manifestaciones de orgullo en las clases altas.
Por el contrario, el humilde se defiende con la murmura
ción, publicando los vicios de los orgullosos y puede llegar
hasta la difamación. Cuanto más rebelde sea en su humil
dad, más proteste y critique, se sentirá realzado en su condi
ción humana, perdiendo su debilidad tristísima, y se hallará
más endurecido para luchar contra los orgullosos. Criticar
los errores de los poderosos enardece a ios humildes, y dice
Spinoza: “et ut tándem solam Abjetionem laudent, eaque
glorientur” 10. Los humildes se convierten en orgullosos al
combatir el orgullo de los que se creen superiores. Asi, pues,
todo orgullo verdadero esconde humildad y la humildad un
orgullo auténtico. En síntesis, la humildad del orgulloso y
su debilidad es el desprecio, la ignorancia de los inferiores, y
el orgullo de los humildes consiste en el odio y la crítica
implacable de los orgullosos.
No se puede comprender el orgullo sin humildad y
tampoco la humildad sin orgullo. En su obra Le role de
l ’autre dans la conscié rice du moi, Henri Wall o n descubre
110
/
quien ama y no le corresponde, pero le compadece. A su préstamo indispensable que acrecentará su capital. En gene
vez, ésta ama al hijo del príncipe Valkovski, quien la rebaja ral son más proclives al ejercicio del orgullo que a la práctica
y termina por abandonarla, inflingiéndole la más atroz de la humildad, pero cuando se arruinan, víctimas de la libre
de las humillaciones. Pero no se trata sólo de humillar, tam competencia, vuelven a la condición originaria y se revelan
bién de ofender. El príncipe está ofendiendo siempre al como lo pobre hombres que son y su ancestral humildad.
padre de Natasia con su riqueza, ofende al escritor con su También hay muchos Babbits, el personaje de Sinclair
altanería y a su propio hijo con su exceso de bondad. Para Lewis, tras la máscara soberbia de los ejecutivos de las gran
estos personajes no hay salida. La reacción orgullosa con des empresas. Hay otros, y son los más, obligados a ser
tra la humillación, es una vana tentativa que termina en la humildes porque sólo ofrecen lo único que tienen: la fuerza
interiorización reflexiva, en la soledad, un retiro para esca de su trabajo. Estos hombres no poseen nada, son radical y
par a la congoja de las heridas sufridas. A la postre, significa totalmente pobres, proletarios cargados de hijos, empobreci
la resignación, aceptar la impotencia, esa humillación contra dos y empobreciéndose. Natural es su humildad porque sa
la que protestan. ben que de otros depende su destino y el de .su familia.
Las clases sociales reflejan esta misma psicología de la Pueden aceptar cristianamente esta situación y resignarse,
humildad dostoyevskiana. El pequeño propietario es un hu convencidos que su pobreza es voluntad de la Divina Provi
milde discreto, reposado, sin demasiadas ambiciones ni codi dencia, que son seres inferiores, indignos, pues no hallan
cias desmesuradas, pero tiene que humillarse incondicional gracia a sus ojos. Y creen que nada pueden hacer, por más
mente ante el poderoso para obtener préstamos de los Ban libre que sea su arbitrio, frente al capricho de un Dios omni
cos y se vuelve a humillar para demorar el pago de sus potente.
deudas. Como vive bajo la amenaza de ruina, acude a todos Max Weber y otros sociólogos han visto en la prédica
los expedientes más humillantes para salvarse, llegando has de la humildad una posible conexión entre capitalismo y
ta la indignidad. A este respecto comenta Descartes: “Mémc cristianismo, pues la humildad eterna, metafísica hace la
on voit souvent qu’ils s’abaissent honteusement auprés de sumisión forzosa, necesaria de los hombres para que el capi-
ceux dont ils attendent quelque profit ou craignent quelque (alista obtenga los máximos beneficios, fijando de una for
mal” . En sus cuentos analiza Chejov la dolorosa humildad ma unilateral e irreversible las condiciones del humilde tra
de los pequeños funcionarios. Recordemos el encuentro de bajo asalariado. Para perpetuar la mansedumbre de los hom
dos antiguos compañeros de oficina, en una estación de bres necesitan una religión que ofrezca una felicidad futu-
ferrocarril. Departen con efusiva camaradería.pero uno de ia, como el Gran Inquisidor de Dostoyevski. La gran sagaci
ellos, al ver la condecoración que luce su amigo, cambia de dad del catolicismo, frente al protestantismo, es prometer a
actitud: se deshace en elogios, se descompone en torpes los humildes una recompensa en el más allá. A cambio de la
balbuceos de admiración embelesada y se despide con repe aceptación cristiana de la pobreza, espera a los humildes un
tidas inclinaciones, ofreciendo la imagen de una humildad paraíso seráfico en la otra vida. La humildad es el sacrificio
grotesca. necesario para ganar el Cielo, negocio de la salvación que
Los grandes empresarios parecería que no necesitan condenó tan severamente Lutero. Y qué distinto es, tam
utilizar la humildad, pero ocurre, afirma Descartes, que bién, el grito de Santa Teresa: ¡“ No me mueve mi Dios para
los más arrogantes y soberbios son los que tienen el espíritu quererte el Cielo que me tienes prometido” ! Pero cabe la
más bajo y humilde. Es decir, que los buscadores del “Bece rebelión terrestre, no celestial, de los humillados, una suble
rro de Oro” o cazadores de beneficios, también se disfrazan vación orgullosa de la humildad contra el sufrimiento, la
de humildad para obtener subvenciones del Estado o un pobreza y la enfermedad que de ella provienen. Cuando los
114 TRATADO DE LAS PASIONES LA HUMILDAD 115
humildes conquisten o, mejor dicho, reconquisten el orgullo como ellos. La generación de poetas y escritores portugue
natural de la propia humildad, estaremos al borde de una ses que Ramalho Ortegao, a la que pertenecía, denominó
gran revolución. Orgullosos de ser lo que son, los desvalidos, "os vencidos da vida” , no podían ser capaces de emprender
desamparados y humildes se levantarán armados de la con .lociones concretas para transformar el mísero y triste país
ciencia de su pasión todopoderosa. en que vivían, sumidos en la embriagadora y dulcísima sau
Entre las distintas manifestaciones de la humildad está dade. La debilidad de la voluntad que es, según Spinoza, el
el falso, indecoroso, estúpido orgullo de ser humilde, esa origen de la humildad, les hacía sentirse realmente víctimas
“humilité vicieuse” de que habla Descartes. El que se siente por su impotencia. Pero estos “vencidos da vida” , no se
débil, enfermizo, con poca voluntad de resolución, suele abandonaron a la tristeza de la humildad y han tenido la
profesar una inquina solapada contra los fuertes y podero energía suficiente para expresar su descontento con una reali
sos de quienes depende. Esta humildad recogida, tímida, dad que no pudieron transformar. Sumidos en la radical
está muy próxima al orgullo, pues nace de comparar la debi congoja de existir, se sentían orgullosos y conscientes de su
#
lidad propia con la energía que observa en los demás. Este humildad, porque soñaban mundos futuros mejores, mien-
tipo de humilde es inclinado a censurar las flaquezas ajenas, 1ras los otros dormían.
para justificar las suyas. Pero al vivir pendiente de los actos \La conciencia clara de la propia impotencia genera
y más mínimos gestos de los otros, espiando sus caídas y otro tipo de humilde que reacciona con orgullo de su deca
faltas, comprueba que todos padecemos descalabros ínti dencia y humildad irreparable.’tSe defiende con acritud vio
mos, agobiantes tristezas que le contentan y hacen enorgu lenta a la más mínima ofensa, revelando una susceptibilidad
llecerse en su humildad. El hombre es el ser que saca fuerza extrema. Es su forma de mostrar el orgullo de su humildad
hasta de su debilidad. “ ¡Levanta el brazo, álzate de tu pro v, a la vez, la frágil contextura de su personalidad de la que
pia miseria!” 3, significa que un hombre, por más pobrísi- no se siente responsable. Por el contrario, otros humildes
mo que sea, es capaz de transformar el mundo. No es extra ocultan celosamente su orgullo, disfrazándolo de humildad
ño, pues, que debido a esta constitución contradictoria y callada y reverenciosa. Ya Descartes había observado, “ ceux
dual (“ el hombre es la unidad de sus diferencias” )4, sienta s|Ui ont l’esprit le plus bas, sont les plus arrogants et super
el gallardo orgullo de su humilde condición. ites”. Los oficinistas obsequiosos, los funcionarios celosos,
Los fracasados son otros ejemplares exquisitos entre los frailes y curas ganaciosos, exhiben una aquiescencia son
los humildes. Van por las calles de la vida con sus harapos riente y benévola para ocultar un orgullo ensoberbecido.
ostentosos y su conciencia tristísima por dentro. Alguna vez Habituados a cultivar el servilismo más abyecto al poderoso,
tuvieron sueños de grandeza, pero carecieron de la audacia i humillarse todos los días ante él, sin embargo esconden y
para realizarlos. Y fueron tropezando, resbalando hasta caer nutren sueños de grandeza. Humildad hipócrita, pues, como
en el abandono dulcísimo, en el hoyo más profundo de la buenos realistas, saben también lo que su orgullo no puede
tristeza. Pero que no engañen estas apariencias. En el fondo, Iransformar: la inferioridad de su situación frente a la opu
estos humildes son orgullosos, porque se sienten capa lencia en que viven los que le son superiores. Las constantes
ces de grandísimas concepciones que su flaca y débilísima v reiteradas humillaciones que sufren .para ganar favores,
voluntad deja en sueños inalcanzables. Hay muchos seres icrminan por abatir su orgullo.
Debemos señalar otra especie de humildes, más sutil y
«laíiina. Son los que se muestran pobres e indefensos ante
3 César Vallejo, Poesías completas. )os poderosos y fuertes, altaneros ante los que siempre espe-
4 Carlos Marx. i.in algo porque nada tienen. Ejemplos de esta doblez son.
116 TRATADO DE LAS PASIONES LA HUMILDAD 117
los gerentes de empresa, capataces, administradores de fin que vive tiene que suprimir a la mujer que tanto mal le
cas, altos funcionarios con sus subordinados. Pero sobre to infiere al hacerle bien. Sólo después de asesinarla encontrará
do, el colonialismo ha creado el tipo más vil: “ le pouvre la paz, librándose así de la sumisión. Será el orgulloso redi
blanc” que castiga y desprecia “ au pouvre négre” , más hu mido por la rebelión, por una acción violenta y que parece
millado todavía que éste por el sistema de explotación. incongruencia de la humildad. Tal es la dialéctica del orgullo
La dialéctica del orgulloso y el humilde es tan comple y la humildad que Eugene O’Neill reñeja fielmente en su
ja como la del señor y el esclavo, de Hegel. La dualidad drama Llega el hombre de hielo.
orgullo-humildad se separa en capital orgulloso y trabajo Hay otros seres que aún disfrazados de humildes, no se
humilde. Estos seres que no se ven ni se oyen desde sus sienten tal, y están orgullosos de sus propias perfecciones.
opuestas y lejanas situaciones (el capitalista cree ser hones No buscan demostrar ante los demás sus virtudes ni las subli
to, activo y al trabajador lo ve deshonesto, perezoso) pue mes cualidades que creen poseer. Saben que la vanidad es
den establecer relaciones específicas y hasta duraderas, por inútil, es decir, un pavonearse ostentoso para exhibirse en
que son conscientes de la mutua necesidad. No ocurre lo los salones, sin obtener resultado positivo alguno. Tampoco
mismo en las relaciones entre hombre y mujer. Si es verdad se limita, como el orgulloso, a tener fe en sí mismo, pues la
que el Yo del niño siempre está acompañado de Otro, ese creencia es una hipótesis que exige confirmación en los he
modelo que se le propone para que lo imite, el odio del chos. Así se origina en este humilde orgulloso la síntesis
imperfecto al perfecto rompe todo posible entendimiento. unificadora de estas dos pasiones. Desde su humildad pro
Ahora bien, si el orgulloso se aproxima con afecto al humil yecta con orgullo, sueña, conjura, piensa cómo satisfacer lo
de y trata de ayudarle, éste puede llegar a venerarlo y acep que codicia: dinero, gloria, amor, mujeres, hijos. Cualesquie
tar sus perfecciones que le humillan aún más. La generosi ra que sean sus sueños, por más diversos y opuestos, querrá
dad del orgulloso despierta en el humilde una animosidad engrandecerse, elevarse, ser de hecho superior. Poseído por
contra sí mismo que, finalmente, se muda en odio hacia la esta voluntad de potencia, renunciará a los escrúpulos, a los
superioridad de la criatura orgullosa: su amor le hace daño, helios sentimientos y a las tímidas virtudes. Lo importante
su paciencia le quema poco a poco. Sin embargo, la mujer para él es seguir subiendo con tesón, sin abandonar la lucha
orgullosa ama el odio que siente por ella el hombre humilde; por más sufrimientos y heridas que le cause. El resultado es
porque se da cuenta que ese odio es veneración, admiración, el arribismo que todo lo justifica. Se triunfa en sociedad,
una forma de valorarla. Pero la atmósfera se hace insoporta como Rastignac, o en la vida, como Rubempré, los persona
ble y la orgullosa renuncia a su orgullo, se humilla ante el jes de Balzac. La verdadera victoria de la burguesía consistió
humilde, suplicándole que ascienda hasta ella, a la cima del en inyectar a todos sus miembros la energía sublime de Ju
orgullo. Entonces podría establecerse la armonía entre am lián Sorel5, que representa la ambición, el Yo poderoso que
bas pasiones. codicia la totalidad del mundo. El orgullo que nace de una
También puede ocurrir que estalle la violencia, al no humilde condición originaria, desencadena la más violenta y
poder soportar la permanente humillación que significa la enérgica de todas las pasiones: la ambición.
generosidad del orgullo. El desprecio que siente por sí mis
mo el humilde está causado por el amor que ella, la orgullo
sa, la perfecta siente por él, y que se manifiesta en el perdón
reiterado, la conmiseración y la ternura cada vez que él
reincide en la borrachera, el fraude, la estafa y otros delitos
propios de su inferioridad. Para salvarse de la humillación en 5 Protagonista de Le rouge et le noir, de Stendhal.
LA AMBICION 119
ambición es una pasión que nos domina porque la hemos noca de Macbeth: “ Los pensamientos especulativos nos
elegido y sabemos lo que claramente deseamos. Es como un hiften inciertas esperanzas, pero los golpes determinan el re
crimen que se premedita y madura para realizarlo. Por esta sultado verdadero” . Hay pues que rechazar hasta’las som
razón se puede confundir a Macbeth con un criminal cuan bras vacilantes que preceden siempre a la realización del
do, en realidad, es un ambicioso. La ambición es por esencia proyecto. En todos estos dramas hay un inductor, Yago
absoluta, no admite otras pasiones. Es poderosa no por pura Otelo, su esposa para Macbeth, que simbolizan el nece
única, sino porque su fuerza viene desde muy lejos, del sario cálculo frío, la racionalidad luminosa para cumplir la
hondo enraizamiento en la persona. Poder y ser se unen por ambición. “ ¡Y si fracasamos! ” , vacila Macbeth. “ ¿Tienes
la ambición. Llegar al Poder significa ser más que nadie, miedo a ser el mismo en ánimo y obras que en deseo? ” , le
estar por encima de los otros hombres, ser supremo. El acucia Lady Macbeth. Es exacto que se corresponde el de- /
hombre sueña ser Dios” , dijo Sartre, porque ambiciona llegar seo con su realización, pero media la duda, un no me atrevo
a la totalidad de sí mismo, sin pasiones que le desgarren. pue descubre una voluntad débil, flaca, al paso que su mujer
Esta ambición absoluta de poder quiere llegar a ser ontoló- es la pasión fogosa y cruel de la ambición. Macbeth y Ham-
gica, pero se. queda meramente en una lógica de la domina Et viven más especulativamente y dudan para decidirse a
ción, como explica Heidegger1, de conquista y apropiación • uinplir lo que desean. La meditación interior debilita su
tecnológica para someter a los hombres, no para que sean «opacidad de acción, es decir, la pasión misma. Por el con
por sí mismos lo que quieren ser. La ambición suprema del mino Lady Macbeth, que no ha concebido la ambición, es
ambicioso es conquistar el Poder que no nos hace ser, pero más libre y cuando aparece como posible no se detiene a
da la inmensa satisfacción de sentirnos ser con una intensi meditarla, busca cumplirla, porque la pasión verdadera es
dad tal que nadie que no esté en él puede comprender este n ción. El hombre es por lo que hace, dijo Hegel. También
placer. el ambicioso Macbeth piensa “ si con hacerlo quedara hecho,
Hemos dicho que la ambición muerde el alma, es un D mejor entonces sería hacerlo sin tardanza” , consciente de
permanente acicate que estimula y mantiene atento, azuzan •ine no puede intercalar más tiempo entre la ambición ya
do los sentidos. El ambicioso ve con mayor claridad y oye explícita y su cumplimiento. Sin embargo, es Lady Macbeth
tan finamente que puede percibir las sombras de las cosas, puien lo empuja a la decisión final. Por estas vacilaciones se
que los demás no pueden ver. Macbeth es la historia de una lu podido creer que Macbeth es más criminal que ambicio-
ambición. Escucha los gritos de las brujas, prediciéndole que olvidando que el crimen sólo es el simple instrumento
será Rey. Se estremece al oírlas porque las hermanas íratici lora llevar a cabo su ambición. Shakespeare separa la acción
das le revelan lo que él siente y lleva desde largo tiempo i<■1lexivo-pasiva de Macbeth de la irreflexión-activa de Lady
impreso en el alma. Macbeth está dispuesto a escucharlas Macbeth, y sólo las unifica como necesarias en el momento
porque son voz clara y diáfana de su propia conciencia, un •le la ejecución del crimen. Pero, una vez cometido, Mac-
proyecto que ha entretejido, pensado, elaborado dentro de l'fth vuelve a la reflexión para adquirir conciencia de este
sí mismo. Ambiciona el poder y cuando el Rey Duncan le " lo. “ ¿Conocer mi acción? Mejor quisiera no conocerme a
anuncia que ha designado heredero a su hijo, decide pasara la mí mismo” . Ya no dormirá más. Ha asesinado el reposo, la
acción. No puede medir gran distancia entre el fin ya concreto ■alma en que se complacía soñando su ambición. Llevarla a
que se ambiciona y su ejecución, dice Shakespeare por 1abo despierta la inquietud, la tortura angustiada de la con-
1luncia donde se fraguó la conspiración.
La ambición es la raíz de todos los crímenes. Potencial-
1 Heráclito. mente lleva en sí la destrucción universal, es la devastadora
TRATADO DE LAS PASIONES LA AMBICION 123
122
absoluta. La ambición mata para conquistar una tierra de lortuna o buenos matrimonios, adquiriendo propiedades,
hombres que duermen, de niños inocentes, de mujeres sumi fundando empresas. Esta tesis es exacta para la primera eta
sas. Hitler es el Macbeth del siglo XX, el nihilista, como lo pa del ascenso social de la burguesía que refleja Balzac e.i
define Rauschnigg, que no tiene ideología y sólo el poder l,a comedia humana, donde los personajes encarnan una
como única meta. Pero este Poder es la nonada, el vacío: logosa ambición que, para realizarse, exige el fin del amor
‘•orno ideal o paradigma de la concienca. Pero, una vez con
Es el fajo del fascismo solidada y afirmada la burguesía como clase, surge bien
detrás del saludo, nada pronto el desengaño sobre los beneficios de sacrificar toda
detrás de la nada, abismo, una vida a la ambición. Marcel Proust4 nos muestra cómo
escribió Unamuno. Sin embargo Macbeth, después de su mi personaje, que ha consagrado su vida y todos sus esfuer
crimen, medita en la devastación causada que ya no puede zos para entrar en el Jockey Club y en los salones de la alta
detener, y comprende que la única solución es el suicidio1 aristocracia, recibe el desprecio altivo de una gran burgue
rodeado de brujas irracionales que pronuncian fórmulas enig sa, representada en la abuela del Narrador para quien la
máticas: “ la vida es una sombra que pasa, un cuento sin nobleza es “ un ramassis de faineants” , un conjunto de pará
sentido contado por un idiota” . Sin sentido para la ambi sitos y de inútiles. El mismo Swann, al final de su vida
ción, cuando se transforma en tensión velocísima, ciega, ani ilescubre que el éxito mundano, al que se había entregado
quiladora de la vida. “ He ido tan lejos en el lago de la sangre ron frenesí, sólo le devuelve indiferencia, es una nada. Y
que si no avanzara más, el retroceder sería tan difícil como nene esta dolorosa comprobación cuando, aquejado de un
ganar la otra orilla” . Esta ambición sólo termina con la mal terrible, su íntima amiga la princesa de Guermantes
muerte. Así lo comprende Macbeth y se deja matar, pues“la ‘•penas le saluda en una reunión y se escabulle para acudir a
sangre llama a la sangre” . tm baile. La ambición social deja el mismo vacío que el
La ambición, como bien ha visto Adler2, tiene su ori ejercicio del poder. Swann, pobre judío advenedizo, ha go
gen en un sentimiento de inseguridad e inferioridad. El zado estéticamente de las preciosidades que proporciona la
hombre, movido por su voluntad de poder, quiere ascender, illa sociedad. Las iglesias, los cuadros, los muebles y hasta
triunfar y sentirse así afirmado individualmente. Cuando las primaveras y otoños se revisten de esplendor al socaire
esta ambición fracasa, origina todas las neurosis. Si la ambi ■le nombres sonoros, apellidos ilustres que él tenía la dicha
ción de poder es trágica por absoluta, hay otras ambiciones •le frecuentar. Pero la ambición social, una vez realizada, se
más equilibradas y normales. Por ejemplo, la ambición so mvela ilusión engañadora y vacua.
cial que Balzac representa en Rastignac y Rubempré, dos Positiva y con resultados más fructíferos es la ambición
personajes que sacrifican los ideales de su juventud para (le los grandes empresarios. Schumpeter5, celebra el espíritu
triunfar en el mundo. En este sentido, la novela moderna es innovador de estos hombres, la gracia técnica, las novedades
“ la epopeya de la burguesía” 3, el fin del idealismo quijotesco 'l'ie han aportado a las revoluciones industriales. Su ambi-
que sacrifica el amor al éxito en la vida, bien sea haciendo ■ion ha sido el motor de todas esas benéficas transforma-
■iones que tanto bien han aportado a la humanidad. Sin esta
•nibidón, no existiría la industria moderna. Para ellos no
existieron fronteras e invadieron todos los continentes, ambiciosa de las criaturas, abandona cuanto posee y se hun
creando el mercado mundial y la economía cosmopolita. de en la noche oscura de los sentidos. No ve, no oye ni
“ Sin duda alguna, los profetas de la burguesía del siglo XIX palpa, y renuncia a la pulsión misma, al deseo originario de
lucharon por un solo mundo más o menos igual, pero donde vivir, a las naturales ambiciones por su ambición única.
todos los gobiernos reconocerían las verdades de la econo Abdica de sí mismo para llegar a la fusión con el Dios
mía y del liberalismo, llevadas a través del planeta por mi •disoluto, sin atributos, cualidades, innominado de la teolo
sioneros impersonales más poderosos que los que ha tenido gía negativa, en el que se engolfa y anonada. Este Absoluto
la cristiandad o el Islam; un mundo hecho a imagen de la que buscaba no tiene realidad de verdad, existencia fenomé
burguesía, en el que desaparecerían las diferencias naciona nica. ¿Vale la pena negarse a sí mismo para encontrar la
les” 6. Pero, después de revolucionar el mundo con su ambi Nada? El místico ambicioso al final de su camino espinoso y
ciosa audacia, se convirtieron en “ tycoones” , feroces ¡aves duro, descubre que Dios se encuentra en él, escondido en su
de presa sedientos de beneficios, avariciosos acumuladores Yo, en el seno de su alma invisible. El amor solitario es el
de riqueza hasta el punto de provocar la desilusión del ma resultado de esta ambición de absoluto. El Dios con que
yor de sus admiradores, el gran economista Schumpeter. La ‘.uñaba no tiene realidad, es la cosa en sí de Kant, una
ambición venció a estos hombres de nobles aspiraciones y, presencia invisible, subjetiva en la que necesita creer como
desmoralizados, entregaron su poder a jóvenes ejecutivos idealidad para realizar su ambición de Absoluto.
que administran sus empresas con eficiencia y habilidad, Semejante a la ambición mística es la de los políticos.
pero sin la ambición creadora de aquellos prometeicos em <iobernar satisface un deseo profundo de sentirse ser, perso-
presarios. ualiza y distingue la individualidad. Pero el poder político es
Los pequeños burgueses tienen también su ambición. una abstracción de la conciencia social, colectiva. Sólo es
Es modesta, limitada, se satisfacen conservando la propie ical como ideal. El verdadero poder lo tiene la clase domi
dad. Máximo Gorki7 describe la lenta, anonadante deca nante y como en general el político gobernante no pertene
dencia de una familia que acaba en la más total carencia de ce a ella, lo usufructúa, pero no lo posee realmente. Sin
ambición. Tolstoi8 narra la agonía de un pequeño burgués embargo, los encantos miríficos del poder le hacen sentirse
que teme a la muerte, porque se considera a sí mismo la poderoso. Esta es la base subjetiva de la seducción que ejer
realización de todas sus ambiciones, es decir, una propiedad ce el poder para la ambición política. Foucault y otros ana
que le ha costado grandes esfuerzos conseguir. No vale para lizan el poder en sí, que tiraniza, oprime la libertad indivi
nada tanto empeño en triunfar si, al final, la muerte inexo dual encarcela el deseo, hace de la libertad sexual un saber e
rablemente expropia todo: nuestros bienes, nuestro ser. Y la instituye las pasiones como represiones. Este poder omní
culpa no es suya, piensa este personaje, fue la ambición. modo y omnisciente es una entelequia pálida, una sublime
Quizá la más recompensadora de todas las ambiciones, idea platónica. El poder es una emanación de las fuerzas
sea la mística, esa búsqueda del amor absoluto. La meta a '.ocíales en lucha, el equilibrio necesario, la Razón que ar
alcanzar es el Todo. Para unirse con Dios, el místico, la más moniza los antagonismos de los hombres, o hasta una poli
cía, si se quiere, de consecuencias desgarradoras. Pero el
l’oder, con mayúscula, no existe realmente. Hans Freyer
.señala que el marxismo demostró el carácter fantasmal del
6 E.J. Hobsbawm, The Age o f Capital. 1848-1875. listado como poder autónomo, pues al estar subordinado a
7 Los Artamonov. l.i sociedad carece de independencia. En definitiva, la políti-
8 La muerte de Ivári Ilich. c.'i, el poder, el Estado no son realidades absolutas, ajenas a
126 TRATADO DE LAS RASIONES LA AMBICION 127
los hombres, sino superestructuras o síntesis ideales de la tence” . Este joven pobre, hijo de un carpintero, desea ternu
realidad social. No existe una autonomía real del poder, ra, amor y sueña vivir una gran pasión. Pero ambiciona tam
pero sí existe una independencia ideal, es decir, una delega bién dinero, ascender de clase social, pasando de su humilde
ción del poder a los políticos para que lo ejerciten. Esto condición campesina a la burguesía rica y acomodada. Igual
provoca muchas veces una confusión cegadora, unashipósta- mente sueña con la victoria de Napoleón y de los jacobinos
sis de poder. Vemos, pues, como la ambición del místico y que le proporcionarán más ocasiones para desarrollar su
la del político se realizan en la misma irrealidad: el primero energía interior, su libre individualidad.
se entrega a Dios, lo busca como supremo poder lejano, y lo En les comienzos de sus relaciones con madame Renal
encuentra dentro de sí mismo; el segundo espera Todo del desea el amor, pero teme la humillación que pueda sufrir si
poder y descubre el vacío existencial. es rechazado. El sentimiento amoroso de estos personajes se
Ahora bien, los fines individuales de la ambición pue hace cada vez más intenso y finalmente se realiza. No pode
den subordinarse a los intereses generales de la sociedad y mos aceptar que la ambición, pasión obsesiva e invasora de
servir a una causa universal. Las ambiciones personales de loda la personalidad, excluya el amor, como afirma Agnes
Napoleón fueron útiles para expandir los ideales de la Revo Heller. El protagonista de Rojo y negro no lo olvida ni deja
lución Francesa. “Lo activo es siempre lo individual; yo soy en el trasfondo de sus sentimientos, pues forma parte de su
lo que soy en la acción; es un fin lo que trato de cumplir. ambición. “Julien, fut eperdument amoreux” . “ Son amour
Este fin puede ser un fin bueno, un fin universal. Lo univer était encore de l’ambition, c’etait de lajoie de posseder lui
sal debe realizarse mediante lo particular” . Así explica Hegel pauvre étre malhereuxe et si méprisé, une femme aussi no
la aparente incongruencia de que la ambición personal del ble et aussi belle” . Las pasiones más opuestas pueden convi
político sea aprovechada por la Historia para cumplir sus vir y no se excluyen. La prueba es Julián Sorel, que no tiene
fines. Un político llega al poder y cree que podrá realizar una pasión única dominante, sino muchas y entreveradas
sus más caras ambiciones, sin darse cuenta que está cum ambiciones: el amor, el poder político, el odio a la alta
pliendo una misión histórica que le trasciende. Lo que Hegel burguesía traidora a los ideales de la Gran Revolución y a la
llama “ ardides de la Razón” , es la vinculación forzosa y nobleza, que admira por el brillo encandilador y el poderío
necesaria entre la ambición política subjetiva y la idea como que ostenta. Claro está que, en la primera parte de la novela,
universalidad. bilián Sorel olvida un poco sus ambiciones sociales y polí-
La Razón se sirve de las pasiones para obrar y los licas, para entregarse totalmente a su otra ambición: el
hombres, a través de ellas, satisfacen sus intereses, pero cum mnor.
plen un destino. Muchas veces son supuestos postulados En la segunda parte, ya secretario del marqués de la
teóricos que son, de hecho, solamente experiencias o goces Mole, el protagonista triunfa socialmente. Es admirado, res
subjetivos: Dios como supuesta presencia en la conciencia o petado, elogiado y hasta mimado por los jóvenes aristócra-
el Poder para acrecentar la imaginaria supremacía del ser his que ahora desprecia en el fondo de su corazón. Realiza
que lo ejerce. Vanas e irreales ambiciones por las que se ba la ambición mundana, vuelve a amar. Pero el amor por
consumen valiosas criaturas. Pero hay otras ambiciones ñor Matilde de la Mole no es tan intenso como el sentido por
males, reales, posibles. Julián Sorel, el protagonista de Rojo madame Renal. Quizá no fuese un autentico amor y sí más
y negro, ambiciona el amor y crearse una posición social. ■I orgullo que le creaba la satisfacción amorosa. “Moi, pau-
Al principio su ambición parece fría, calculadora, antipática vic paysan, j ’ai done une declaration d’amour d’une gran
pero, en realidad, es ardiente, le quema por dentro ‘Tambi ■lame! ” . Se deja amar y ama. Matilde era la grande passion
tion qui jusqu’alors avait été l’essence méme de son exis- puc completa la realización de todas sus ambiciones: triunfo
TRATADO DE LAS PASIONES LA AMBICION 129
128
social, dinero, matrimonio con una joven noble. El pobre y las. Este tipo de ambicioso no se centra en las posibilidades
anónimo campesino llega a la cúspide de su carrera ambicio interiores de la soledad (Kierkegaard) y disuelve su am-
sa. De repente, todo fracasa. Madame Renal envía la tatl »- lación, como señaló acertadamente Georg Lukács, en un
ca carta al marqués de la Mole, acusando a su ex-amante de Horizonte de infinitudes sucesivas, buscando a Dios, el abso
ávido arribista y despiadado ambicioso. Cuando Ju ían dis luto definitivo y último. El ambicioso a que nos referimos
para contra madame Renal sacrifica su ambición de podei y concentra sus proyectos hacia realidades posibles de reali
su crimen se convierte en un acto de amor. Poi esta razón, zar. Es un realista de la esperanza con justificadas razones,
cuando va a morir se reconcilia consigo mismo, acepta te iz que son resultado de una reflexión sobre su situación en el
el sacrificio. El filósofo francés René Girard afirma que e mundo y sus propias potencialidades Rechaza la tentación
No que tantos filósofos modernos asimilan a *a libertad y .1 de refugiarse en el recuerdo, esa suave y tranquila nostalgia
la vida es, en realidad, heraldo de servidumbre y de muerte. de la vuelta atrás. Por el contrario, todo su ser bulle de
Efectivamente, el egotismo del héroe stendhaliano, su indi, ■lidíente inquietud hacia el futuro, hacia lo radicalmente
vidualismo acerado es la raíz de la ambición desmesurada y nuevo. Ahora bien, el futuro que se busca difiere de
destructiva que le lleva a la muerte. El Yo único, exclusivo, ■muerdo a la modalidad temperamental de cada ambicioso.
poderoso es la negatividad burguesa de la natural, candorosa Unos buscan la felicidad personal, otros la fortuna, aquéllos
y necesaria afirmación de sí mismo. Para que las pasiones «I amor. Pero todas estas ambiciones tienen un horizonte
no nos extravíen ni envuelvan en sus violentas tempestades, real que justifica las esperanzas del ambicioso. En este caso
debemos llevar a cabo la Educación sentimental que nos Iii ambición es una pasión que, como todas las afecciones,
propone Gustave Flaubert en esta obra. Federico Moreau, e tiende hacia el mundo exterior.
protagonista, busca el amor absoluto y cree haber encontra Franz Bren tañe, en su obra Psicología, demostró que
do su ideal en la figura de una mujer entrevista apenas en las pasiones no quedan limitadas a sentirse, son intenciona
un vagón de ferrocarril. No olvidará nunca su imagen, vivna les y se dirigen siempre al objeto, “gemeinte gegenstand”
para ella una gran parte de su vida y, a la postie, se encuen decía Husserl. En consecuencia la ambición como es una
tra con el vacío, la nada. Se sacrificó a la búsqueda de este- pasión vive y sufre todos los cambios temperamentales de la
amor inalcanzable con el quijotismo de una madame esperanza, al desear y buscar. Podemos afirmar con Ernst
Bovary, ajeno a la única realidad que presencio: la Revolu Bloch que la esperanza hace a la ambición militante y prác-
ción de 1848. Flaubert narra este drama para enseñarnos l tea, porque el ambicioso lleva dentro de sí una promesa y
que no se puede vivir sólo de sueños, idealidades, proyectos lucha para realizarla. Experimenta angustia, temor, desespe-
y debemos renunciar a toda ambición que no sea posible. 1 ación, impaciencia, serenidad, estados anímicos que corres
Sin embargo, no podemos vivir sin ambiciones, cuyas ponden a la estimación de las situaciones exteriores que
raíces son la inquietud, el nervioso afán, el ímpetu deseoso posibilitan o dificultan la realización de su ambición. La
que nos constituye. Se condena justamente a los seres que dirección intencional de la ambición aumenta de intensidad
carecen de metas, de fines. La ambición es proyecto de vk ,1 cuando el objeto parece próximo y el fuego interior de la
futura. El ambicioso es un anticipados un utópico de sil <.pera quema de impaciencia anhelante. Pero si está ahí nos
propia existencia, el hombre de la esperanza, dina Ernsl entregamos con más fuerza e ímpetu que nunca a la ambi
Bloch, que tiene ante sí un horizonte de posibilidades medí ción. Es la diferencia que media entre la posibilidad de la
esperanza que nos impacienta y la realidad posible que am-
lucionamos. Así, por ejemplo, la angustia y el temor son
9 Mensonge romantique et vérité romanesque. estados que reflejan una ignorancia de las posibilidades rea-
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social, dinero, matrimonio con una joven noble. El pobre y tas. Este tipo de ambicioso no se centra en las posibilidades
anónimo campesino llega a la cúspide de su carrera ambicio interiores de la soledad (Kierkegaard) y disuelve su am
sa. De repente, todo fracasa. Madame Renal envía la fatídi bición, como señaló acertadamente Georg Lukács, en un
ca carta al marqués de la Mole, acusando a su ex-amante de horizonte de infinitudes sucesivas, buscando a Dios, el abso
ávido arribista y despiadado ambicioso. Cuando Julián dis luto definitivo y último. El ambicioso a que nos referimos
para contra madame Renal sacrifica su ambición de poder y concentra sus proyectos hacia realidades posibles de reali
su crimen se convierte en un acto de amor. Por esta razón, zar. Es un realista de la esperanza con justificadas razones,
cuando va a morir se reconcilia consigo mismo, acepta feliz que son resultado de una reflexión sobre su situación en el
el sacrificio. El filósofo francés René Girard 9 afirma que el mundo y sus propias potencialidades Rechaza la tentación
No que tantos filósofos modernos asimilan a la libertad y a ile refugiarse en el recuerdo, esa suave y tranquila nostalgia
la vida es, en realidad, heraldo de servidumbre y de muerte. ile la vuelta atrás. Por el contrario, todo su ser bulle de
Efectivamente, el egotismo del héroe stendhaliano, su indi urdiente inquietud hacia el futuro, hacia lo radicalmente
vidualismo acerado es la raíz de la ambición desmesurada y nuevo. Ahora bien, el futuro que se busca difiere de
destructiva que le lleva a la muerte. El Yo único, exclusivo, «cuerdo a la modalidad temperamental de cada ambicioso.
poderoso es la negatividad burguesa de la natural, candorosa Unos buscan la felicidad personal, otros la fortuna, aquéllos
y necesaria afirmación de sí mismo. Para que las pasiones el amor. Pero todas estas ambiciones tienen un horizonte
no nos extravíen ni envuelvan en sus violentas tempestades, ieal que justifica las esperanzas del ambicioso. En este caso
debemos llevar a cabo la Educación sentimental que nos l;i ambición es una pasión que, como todas las afecciones,
propone Gustave Flaubert en esta obra. Federico Moreau, el liende hacia el mundo exterior.
protagonista, busca el amor absoluto y cree haber encontra Franz Bren taño, en su obra Psicología, demostró que
do su ideal en la figura de una mujer entrevista apenas en las pasiones no quedan limitadas a sentirse, son intenciona
un vagón de ferrocarril. No olvidará nunca su imagen, vivirá les y se dirigen siempre al objeto, “gemeinte gegenstand”
para ella una gran parte de su vida y, a la postre, se encuen «lecía Husserl. En consecuencia la ambición como es una
tra con el vacío, la nada. Se sacrificó a la búsqueda de este pasión vive y sufre todos los cambios temperamentales de la
amor inalcanzable con el quijotismo de una madame esperanza, al desear y buscar. Podemos afirmar con Ernst
Bovary, ajeno a la única realidad que presenció: la Revolu bloch que la esperanza hace a la ambición militante y prác-
ción de 1848. Flaubert narra este drama para enseñarnos iica, porque el ambicioso lleva dentro de sí una promesa y
que no se puede vivir sólo de sueños, idealidades, proyecto:, lucha para realizarla. Experimenta angustia, temor, desespe-
y debemos renunciar a toda ambición que no sea posible. iación, impaciencia, serenidad, estados anímicos que corres
Sin embargo, no podemos vivir sin ambiciones, cuya', ponden a la estimación de las situaciones exteriores que
raíces son la inquietud, el nervioso afán, el ímpetu deseoso posibilitan o dificultan la realización de su ambición. La
que nos constituye. Se condena justamente a los seres qur «Iirección intencional de la ambición aumenta de intensidad
carecen de metas, de fines. La ambición es proyecto de vida ' liando el objeto parece próximo y el fuego interior de la
futura. El ambicioso es un anticipador, un utópico de su ' ■.pera quema de impaciencia anhelante. Pero si está ahí nos
propia existencia, el hombre de la esperanza, diría Ernsl 1 'bregarnos con más fuerza e ímpetu que nunca a laambi-
Bloch, que tiene ante sí un horizonte de posibilidades inédi • Ion. Es la diferencia que media entre la posibilidad de la
1 .peranza que nos impacienta y la realidad posible que am
bicionamos. Así, por ejemplo, la angustia y el temor son
9 Mensonge romantique et vérité romanesque. '"hados que reflejan una ignorancia de las posibilidades rea-
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les de nuestra ambición, como angustia a Kierkegaard el hombres son como los navios, están agitados por vaivenes
encuentro con Dios y a Heidegger la temporalidad que lleva contrapuestos. Sin embargo, creemos que la ambición es
a la muerte. El temor, secuela de la angustia, nos hace retro una pasión tan fundamentalmente básica que puede dar sen
ceder, asustados ante las improbas dificultades. La aparición tido a una existencia, ya que su finalidad es la propuesta
del miedo significa dejar de confiar en cumplir los deseos unitaria de todo los actos del ambicioso. Claro está que
largamente acariciados. aunque la esperanza es su componente esencial, la ambición
La esperanza implica perspectivas de realización, repre no es sólo especulativa, imaginativa, soñadora, esperanzada,
senta las mañanas dichosas, los horizontes radiantes de la como piensa Bloch, exige voluntad tenaz, perseverancia, há
ambición. Sin embargo, para Husserl, la esperanza son los bitos repetidos, todo un tesoro de heroísmo y sacrificios
recuerdos que poseen en ellos mismos una proyección hacia para lograr lo que se ambiciona. Los investigadores cientíl i
el futuro. “Jeder ursprünglich Konstituirende Process ist eos como Pasteur, Koch, Darwin y nuestro Cajal, son ejem
beeselt von Protentionen, die das Kommende ais soches leer píos de esta ambición práctica, laboriosa, paciente, jornalera
Konstituiren und auffangen” 101. La esperanza del ambicioso que no ceja en su empeño hasta descubrir, desvelar el miste
tiene en común con la angustia el temor a la pérdida de sí rio, la incógnita de lo que buscan. Su ambición objetiva va
mismo, cuando presiente no alcanzará el objetivo que se ha más allá de la subjetiva, e igualmente legítima, de renombre
propuesto. Este peligro que está en él, se yergue en el hori y gloria que pedía Unamuno como premio de la acción
zonte de la madrugada entre sombras y claridades que llena creadora de la ambición personal. “ El genio, es una larga
de dudas la desesperación esperanzada o la esperanza deses paciencia” , nos recuerda Paul Valery. La ambición, más que
perada de la ambición. Pero, como decía Hólderlin, “wo esperanzas, exige resultados positivos, descubrimientos nuc
Gefahr ist, wáchst das Rettende, alie” 11. A la desesperación vos. Aunque los objetivos del artista, el literato, el escultor
que lleva en sí la esperanza, sucede la seguridad, la confian o el filósofo sean diferentes de los del investigador cientíli
za en la realización de las ambiciones por una decisión sub co, el fin de la ambición es el mismo: la realización de la
jetiva, porque no podemos limitarnos a esperar pasivamente persona que solamente se cumple por la praxis creadora de
su cumplimiento. El quietismo esperanzado, el advenimien la pasión ambiciosa.
to esperado, lleva al infierno de la angustia, el terror y la Ahora bien, la ambición puede manifestarse como co
desesperación. La verdadera esperanza ha de despertar la dicia extrema de posesión de bienes, fama, poder, material i
energía viva, el afán de lucha por el futuro anhelado, por eso /ación y plena exteriorización del hombre hacia la búsqueda
bien imaginado, pero posible, que constituye la meta do de fines materiales. Cuando esto no es así, la carencia de
nuestra ambición. La esperanza exige, para realizarse, una ambición no significa una desvalorización del hombre, sino
acción firme, persistente, decidida, una pasión total y po la manifestación de su reciedumbre moral. No se deja seducii
sitiva. por la riqueza corruptora ni la vanagloria del renombre y
Ernst Bloch piensa que no existen pasiones únicamenli' tampoco por los engaños del poder. Se resiste a todas las
dirigidas a un solo objeto, son cambiantes, varían, ya queloi mutaciones de la ambición codiciosa y se retira de la compe
inicia entre individualidades, refugiándose en la modestia,
pasión antípoda de la ambición, que no es humildad. El que
10 “ Originariamente cada proceso que se constituye está lleno di no tiene ambiciones, goza de un sosiego interior, de la lem
pre-intenciones que captan al vuelo lo que va avenir como forma vi. planza o pasión contenida en la dignidad recoleta y su oi gu
cía” . Para una fenomenología de la conciencia interior del tiempo.
lio es prudente, comedido. Falto de objetivos materiales que
11 “ Donde hay peligro, surge la salvación” . imbicionar, puede dedicarse serenamente a cultivar su jardín
TRATADO DE LAS PASIONES LA AMBICION 133
] 32
interior. Al no buscar nada en el exterior, concentra su sistir en falta de interés material, para elevarse por encima
ambición en perfeccionarse para crear una estatua de sí mis ilc la vulgaridad ambiciosa, y distinguirse por una aristocrá-
mo. También puede vivir sencillamente su vida, discreta y i ica singularidad. El fin de los artistas es aparecer desintere-
sabrosamente, sin metas lejanas por las que luchar. Estos sados, pero la ambición yace soterrada en la pasión vital,
hombres modestos aman la vida, una hermosa mujer, un i-onerosa del artista, pues al entregarse a los placeres de la
buen vaso de vino, charlas calmosas, domingos de excursión, rxistencia buscan crear una individualidad distinta, nueva,
tardes de paseos. Vivir para ellos es apasionarse por todo y lotalmente diferente de la burguesa. Esta ambición sin am
por nada en particular. La vida, como ambición, es una pa biciones'es muy ambiciosa, porque es muy difícil sobresalir
sión como puede ser el cumplimiento de un destino glorio v distinguirse en una sociedad nivelada por la ambición ma
so, pero limitada a la cotidianidad puede hacer hasta olvidar terial.
nuestras obligaciones y las naturales ambiciones, que vamos Hay otros seres que no ambicionan nada porque son
perdiendo por amor a la vida misma. Esta ambición es una 1 ilóbiles, indiferentes, no sienten ni padecen. La fortuna, la
pasión que sacrifica el hedonismo epicúreo y hasta el goce i-loria, el poderles dejan fríos. De temperamento tranquilo,
más modesto que requiere una deleitosa reflexión anticipa lal vez han llegado a ser apáticos en virtud de desengaños y
d o s , pues exige renunciar a todas estas satisfacciones de la terribles desilusiones. Este hombre que ya no cree en nada
vida inmediata para trascenderla en un fin último. es un escéptico hoy, porque ha sido un fanático ayer. Ha
El gozador, el bohemio, el excéntrico, el artista, el lenido una fe que los acontecimientos le han destruido. El
hippie son la antítesis del ambicioso. No sacrifican la vida a escepticismo es un resultado del desengaño en ideologías
un interés objetivo, no quieren tenerlos y menos realizarlos. absolutas y aparece como el relativismo del conocimiento.
Si carecen de pasión exterior, como el ambicioso lleno de Su polo extremo, el pirronismo, desconfía sobre todo de la
codicia posesiva, tienen una intensa pasión interior, una dis apariencia de las presencias. “ El punto de partida del escep
ponibilidad graciosa. Son los antiburgueses por excelencia, ticismo es liberarse de la inquietud, a consecuencia de sus
seres que no están sujetos a ninguna norma ni obligación. Es pender el juicio” 12. De esta forma, el escéptico vive tranquilo
posible esta libertad que disfrutan por su falta de ambición. sin ambición alguna porque no espera nada. Ya decía
Se les puede comparar al gozador estético, de Kierkegaard, Séneca: “si no quieres sufrir de temor, renuncia a la espe
o al bohemio de chaleco amarillo a “ lo Gautier” que espan ranza” .
taba con sus excentricidades a una burguesía austera, entre De aquí procede la aparente serenidad del escéptico
gada a sus ambiciones. Estos bohemios chocan más por su pero, en realidad, es un traidor, un apóstata como Juliano,
ostentosa libertad y ausencia de codicia, que por sus pirue <|uién en su ambicioso e intolerante fanatismo se creía capaz
tas y estravagancias lúdicas. Sin embargo, el artista bohemio de salvar el mundo. El fanático, al tropezar con obstáculos o
que odia al burgués por su ambición de hacer y acumular descubrir errores en el camino del proceso histórico, aban
dinero y sólo se entrega a la prosperidad de su empresa, dona la lucha porque ha perdido la fe mesiánica, obtusa,
también sacrifica su vida, como Baudelaire al arte o Flau- ciega que le animaba, sin comprender que podía haberla
bert a la perfección rigurosa, estética del estilo. Pero éstas sustituido por una esperanza lúcida en los progresos paulati
son alienaciones particulares de la alienación general, colec nos. Entonces se convierten en escépticos irónicos, sutiles e
tiva y social, como bien subrayó Sartre. inteligentes, considerándose por encima de las pasiones hu-
La ambición artística, que parece tan desinteresada,
cabe dentro del sistema total de codicias abiertas o disi 12
muladas de las individualidades. Esta ambición puede con- Sexto Empírico, Bosquejo del Pirronismo.
TRATADO DE LAS PASIONES LA AMBICION 135
134
manas. En el fondo, no soportan lo efímero, lo pasajero, la beatitud que le es tan necesaria. Al no lograr la impasibili
vanidad huidiza de la temporalidad. Descubrir el carácter dad, que en el fondo y tras su ironía comprensiva busca, se
transitorio de la realidad les produce náuseas, como el per revuelve con pasión odiosa contra toda la humanidad.
sonaje de Sartre, y renuncia el escéptico a la ambición espe Suele confundirse el escéptico con el indiferente, cuan
ranzada, origen de sueños y deseos de transformación. Así do son muy distintos. El escéptico se hace y el indiferente
escapa a las inquietudes y zozobras de las pasiones y vive lo es por temperamento. Su abulia le presenta desinteresa
feliz en su indiferencia apática. El resultado de esta visión do, sin ambiciones, ya sean nobles o vulgares pero, en reali
del mundo reflexiva y antidogmática, relativista y ‘no abso dad, no desea nada porque su naturaleza no responde a los
lutista es el descanso o ataraxia escéptica, la postración del estímulos exteriores o los puede rechazar fácilmente. Sin
ánimo, la quietud spinozista, la carne triste de Mallarmé, el embargo, la indiferencia es un estado que también se crea.
hartazgo de libros, del saber absoluto, de la ciencia positiva, Alberto Moravia, en su novela Gli indiferente, refleja
la abulia y el conformismo de la santa indiferencia. '■I frío desinterés por el mundo que experimentan sus perso
El escéptico, sin embargo, no es frío y totalmente indi najes, víctimas de un sistema social y político basado en la
ferente. Cierto que no quiere creer, no desea confiar en la mdiferenciación ideológica como concepción dominante de
Historia ni en el sentido racional del Tiempo, pero huye de l,i vida. El fascismo, de supuesta ideología autoritaria, lo
la vida y se afana en no compremeterse jamás, porque pre •iue impuso fue el desengaño y tuvo como objetivo llenar su
tende alcanzar un estado satisfactorio que no dé cabida a la vacío ideológico con una nueva nada: el desinterés total por
pasión que implica sufrimiento. Pero no logra del todo su los problemas ideológicos, morales, filosóficos y políticos.
propósito, pues la huida de todo compromiso y de toda No se trataba de perpetuar el fascismo, como decían, sino
pasión es un movimiento de la pasión misma, una ambición 'Ir crear seres sumisos que aceptasen el sistema capitalista
hacia este objetivo. El escéptico busca la indiferencia como imperante como único posible, y para preservarles de otras
el ambicioso el poder, pero mientras éste puede llegar a ideologías utilizó la represión. El neocapitalismo con idénti
conseguirlo, aquél difícilmente podrá eliminar todo el sufri cos fines, operó con la seducción, liberando los instintos,
miento ni lograr la completa serenidad, la apatía que ambi dundo rienda suelta a la satisfacción de todos los deseos y
ciona, lo cual aumentará la intensidad de su pasión escéptica. libertades individuales. Su objetivo era modelar un tipo de
La apatía es un estado que corresponde al tempera hombre contento, apolítico, sin razón crítica, que acepte el
mento y constitución biológica. Pero el que no es natural mundo tal cual está constituido y no desee cambiarlo. Con
mente apático y desea serlo, se enreda en una lucha sin loda lógica, Moravia escribió II conformista.
límites. Algunos acontecimientos exteriores no le perturba El conformista es un escéptico que vive retirado de lo
rán el ánimo, en cambio otros le extremecerán y perderá la iue creía descomunales ambiciones. Es producto de una
imperturbabilidad en que se creía asentado. Esta oscilación •ociedad abierta y libre, cuya finalidad es crear seres malea-
entre quietud e inquietud puede hacer zozobrar su escepti 1 dos, resignados y tolerantes con todo lo que pasa, que no se
cismo, o se esforzará denodadamente en conservarlo sin ih'en contra la sociedad en que viven ni protesten contra la
conseguirlo nunca. La consecuencia de la frenética pasión i un ilia que les ha caído en suerte. El conformista es un
del escéptico por librarse de las pasiones y de toda esperan •limpiar magnífico de dulzura, mansedumbre, paciente y
za posible en la Historia, es el desdén altivo por todos Ion Lista tolerante con las maldades ajenas, pues sabe aguantar
hombres y la existencia misma, contra todo lo que no está •"das las adversidades. Pero al aceptar todo tal cuál es, ter
quieto, contra el mundo exterior que se mueve y puede mina por hacerse cómplice del fascismo, la delación, la trai-
agitar su corazón, trastornar sus hábitos, privándole de la 1 ion, el crimen. Moravia, con enorme sabiduría ética, descu-
TRATADO DE LAS PASIONES LA AMBICION 137
136
bre que el conformista, por su íntima complacencia a acep fanatismo unilateral, no es para abrazar la multiplicidad y
tar todo sin oponer resistencia, es un amoral. Nada es, pues, entrar en el pluralismo escéptico, sino que deja de ser. Este
más peligroso que esta apatía del conformista que le priva escéptico no es sólo traidor a una ambición o una idea, lo es
de ambiciones y de conciencia de los fines morales, lleván lambién a sus raíces ontológicas. Es un ser a la deriva, sin
dole poco a poco a la degradación. La ausencia de ambición norte ni brújula, desprovisto de horizonte. No puede reno
impone un sometimiento que disuelve moralmente al hom varse ni dejar ya de ser como es, porque se ha abandona
bre. Así, los conformistas son potencialmente criminales, do. Este escéptico es inmovilista, rechaza el cambio y acepta
pues su indiferencia oscurece la distinción entre el bien y el loda la realidad como está constituida. Es antirrevoluciona-
i í o , conformista y su razón crítica la ejerce para combatir
mal, la alegría de la tristeza. En ese estado de conformidad,
las emociones, las pasiones se homogeinizan y la pasividad loda posibilidad de esperanza, de ambiciones ideales. Antí
de la sensibilidad crea una tolerancia increíble al sufrimien poda del ambicioso, su función es impedir la proliferación
to. El conformista logra lo que el escéptico no consiguió: de esperanzas, el despertar de entusiasmos o ideas revolucio
ver el mundo como totalidad indiferenciada. narias. Es el verdadero enterrador de la Historia, como
Los escépticos pueden ser también prudentes dogmáti <'ioran y otros, para quienes la Historia no tiene sentido.
cos, dubitativos creyentes, ambiciosos realistas. Bloch dife Entre los seres carentes de ambición, están los que por
rencia la corriente cálida del marxismo, que tiene una exi naluraleza son cortos, reservados, tímidos. Si alguna vez
gencia inaplazable de realizar sueños y esperanzas, de la otra invieron sueños ambiciosos, pronto renunciaron a ellos y se
corriente fría que sopesa, calcula las posibilidades reales de cobijan en la poquedad de su intimidad calmosa. E l tío
cumplir las ambiciones revolucionarias. A la primera corres Irania, de Chejov, abandona sus ambiciones para refugiarse
ponden los que se lanzarán fácilmente a las aventuras impro • n una ternura sencilla hacia todos y en una soledad egoísta,
visadas, locuras insensatas, atentados individuales, cayendo pueblerina. Estos apocados por naturaleza,o que la vida les
en un extremismo infantil; a los de la segunda corriente, ln 11.1 forzado a ser, tienen sueños humildes, esas vagas ensoña-
vigilante y analítica prudencia del escepticismo les ofrece «iones tristes que Chejov refleja tan delicada y suavemente
'tt-na sana cura contra los desmadres de la ambición. Esto:, • u sus dramas. Quieren un mundo sin conflictos, pacífico y
escépticos como están desprovistos de entusiasmo por ideas ordenado. Fácilmente se encandilan y enamoran del orden,
o personas, origen del fanatismo según Agnes Heller, tienen 1.1 estabilidad burguesa y finalmente caen en la modorra, la
lucidez racional para juzgar las posibilidades exactas de I» •■•iIvana de vivir, arrastrados por su poca entereza de ánimo,
esperanza. El escéptico que rechazó el fanatismo y dogma '."n vivos-muertos por falta de energía íntima y proyectos
tisino es más clarividente y juicioso que el que tiene grande-, vihiles.
ambiciones desmesuradas, porque no osa traspasar impru Otro ejemplar de inercia y pasividad lo ofrece el que se
dentemente los exactos límites de la realidad. Ahora bien, desgaja de la familia, de los amigos y de cuanto le pertenece.
fanático no es el que siente entusiasmo por una idea, sino el No quiere atarse a nadie ni a nada. Su desinterés o “ instinto
que se entrega a una misión en la vida y compromete su sei i mítico” que decía Freud, busca superar dentro de sí el
íntegro en cumplirla. Por consiguiente, no es la ambición ni nuco por los seres y las cosas, estableciendo una lejanía
la pasión por una idea, sino la idea realizada apasionadamen i liberada y voluntaria para romper con todos los lazos
te. Frente a este fanático, el escéptico se configura como un 1 mi iliares y amistosos. Poco a poco va despegándose de lo
renegado de su compromiso, de lo que era, y no sólo de su» •|Ut* más le ha atraído y su desinterés le desencarna hasta
ideas, también de la esencia misma de su ser. Al decepciu ■'invertirle en fantasma de sí mismo.
narse y perder entusiasmo por lo que creía, abandonando su í La ausencia de ambición origina otro tipo humano; el
138 TRATADO DI'. LAS PASIONLS LA AMBICION 139
aburrido. El hastío de existir lo crea la monotonía de la dhal en escribir con la misma frialdad del Código Civil, im
vida, con su eterna repetición cíclica de primavera, verano, poniendo una disciplina objetiva a su pasión subjetiva. De
otoño e invierno. Este eterno retorno de lo inevitable, el esta forma, la objetividad servía a los fines de su ambición
agujero de la nada, aparece justamente cuando no se tienen profunda de creador. También Flaubert luchó para llegar a
fines ni ambiciones. El trabajo aparece como una operación la perfección de estilo y dominar el secreto impulso de su
rutinaria siempre igual. La automoción del engranaje indus espíritu romántico. En realidad, querer ser objetivo es una
trial crea aburrimiento, desinterés y falta de afección por los ambición de la subjetividad. Algunos marxistas han caído en
seres y las cosas. La monotonía del trabajo diario ahoga el la supervaloración de la objetividad, afirmando que sólo
deseo, las ganas de vivir, la ambición. Si el trabajo respon '.iendo desapasionados se puede juzgar las realidades concre
diese a una verdadera vocación que incita y estimula, desa tas del proceso de una sociedad. Cualquier juicio empañado
parecería el aburrimiento, pues la vida con su prodigiosa •le subjetivismo deforma la claridad de la visión. También si
riqueza no puede aburrir jamás. Es la sociedad alienada, ¡ fines o intereses particulares guían la acción política, se frus-
corrompida por la monotonía universalizada, el vacío cós 11 a o destruye la realización de los objetivos. Así se planteó
mico, ese abismo pascaliano en que nos sumerge el capitalis ti lucha entre el objetivismo evolucionista de Kauskty
mo moderno, lo que crea el aburrimiento. El novelista Cesa ( ‘confiemos en la evolución social que llevará al socialis
re Pavese1 3 analiza la angustia que nace de la conciencia de mo”), y el subjetivismo de Lenin que creía en la acción
la inutilidad del trabajo cuando éste fatiga y anonada. Tam personal para llevar a cabo los ambiciosos objetivos de la
bién Paolo Volpini14 describe la contrita monotonía de un «evolución. Pero no hay tal antinomia entre objetividad y
obrero en la fábrica cuyo trabajo mecanizado, siempre igual, ubjetividad, pues sólo mediante un análisis frío, objetivo,
va matando poco a poco su vida. desapasionado de la realidad se pueden encontrar los medios
Hay seres que se creen objetivos porque carecen de para cumplir los fines subjetivos de la más audaz de todas
ambiciones personales. Esta objetividad es muy difícil de luí ambiciones: la revolucionaria.
conseguir, pues, dice José Bergamín, “ no puedo ser objetivo El mero hecho de vivir sin ambiciones ni metas ideales,
porque no soy objeto” , juego de palabras que encierra una 1 ica la displicencia típica del indiferente. Pero ésta puede
verdad profunda. Pretender ser objetivo significa renunciar a ' i también una postura romántica, como la de Lord Byron,
los sueños aspiraciones, propósitos inmediatos, abandonar displicencia que constituye una manifestación del desdén
su Yo. El ser objetivo no tiene, en realidad, fines para sí por los otros, o una cierta tristeza, spleen de andar por la
mismo. Un tecnócrata, un economista, un jurista, que se ' ida sin ideales ni objetivos. El displicente puede ser un
enfrentan diariamente con números, estadísticas y leyes individuo que, harto de vivir, se siente por encima de los
pueden fácilmente inclinarse a vivir de estas actividades "(ios o, al contrario, por no haber vivido siente ajenos y
frías, desapasionadas, implacables. Aspiran a una objetividad 1 slraños a cuantos le rodean. Sin embargo, es muy difícil
que muchas veces no pueden lograr, y se esfuerzan, luchan 1 ntirse ajeno a los otros por más hostiles que parezcan. La
por alcanzar la neoclásica impavidez marmórea de juicio. I" i mandad de la especie común nos obliga a ocuparnos
Tratan de eliminar todo asomo de subjetivismo que estiman •mos de otros. Ahora bien, podemos adoptar la postura dis
uniteralidad, mezquindad partidaria. Así, se esforzaba Sten plicente para establecer una deliberada distancia que nos
1 1-l ienda contra toda perturbación del ánimo. Sin embargo,
M" es la indiferencia hacia los otros lo que nos distancia,
13 Lavorare Stanca. pilo la ausencia de intereses personales o ambiciones ciue
14 Memoriale. p,,K unan al concierto común de los hombres. Es inevitable
140 TRATADO DE LAS PASIONES LA AMBICION 141
caer en la displicencia cuando se está desposeído de toda den culpar de su frustración? Sabemos que la vida es una
pasión interesada por la vida, como resultado de una pasivi combinación de destino, voluntad y azar y es muy difícil
dad deliberada o involuntaria. Pero si es fácil ser disciplente, '■•conocerse único culpable del fracaso. Generalmente la re
es muy difícil sentirse totalmente desapegado. Lo natural es sistencia que ofrece el mundo al ejercicio de nuestra volun-
interesarse, participar en la vida de los demás, pues somos i.ul, “ la esencia del esforzado querer mismo” 15, impide la
copartícipes en intereses y emociones comunes, solidarias. realización de nuestros propósitos. Esta oposición puede en
En realidad, tras la displicencia se esconde el temor al sufri durecer la voluntad, haciéndola más enérgica y poderosa, o
miento, al conflicto doloroso, al choque de la pasión propia derrotarla por completo. Pero, en realidad, no es el mundo,
con otras pasiones. Esta táctica defensiva no siempre resulta por más hostil que nos parezca, lo que se opone al cumpli
eficaz y puede desencadenar en los otros una reacción vio miento de nuestras ambiciones, son los otros, éste, ése,
lenta que le haga perder su deliberada indiferencia. El displi iqifél, cuyos caminos se cruzan u oponen al mío. Ante la
cente ambiciona conquistar un desapego real y definitivo dmrota de sus proyectos, el ambicioso frustrado puede que-
que no puede lograr, pues la indiferencia total es incompati d.nse en una resignación apagada, melancólica, o intentar
ble con la supervivencia del individuo. Un mínimo de inte '■•ligarse, echando la culpa de su fracaso al otro que se ha
rés, una brizna de ambición o un soplo de pasión es indis ■puesto a sus fines. Realizar una ambición implica siempre
pensable para vivir. El “ flaneur” que describe Walter Benja ■ni enfrentamiento, una lucha de intereses contrarios. Los
min es un displicente, modelo de hombre occidental, que ■immigos son, pues, los otros que hieren, ofenden, atacan al
lleva dentro de sí un “ Traumbild” , una imagen, la mercancía •>que desea, codicia, a la raíz de la ambición. El deseo de
ideal, el Paracleto, la idea platónica del Bien, el produelo ■uganza es una pasión natural que nace como reacción del
perfecto. Curiosamente es el ambicioso más radical, pues ye herido o una acción dañina infligida.
bajo su máscara de indolencia esconde un deseo que va más
allá de los límites naturales. Busca la mercancía de lasmer
cancías, el producto invisible, no la realidad de un objeto
por más exquisito y atractivo que sea.
Toda ambición se consume al realizarse o bien se frus
tra. En el primer caso, crea satisfacción, orgullo de misión
cumplida, y en el otro crea resquemor, amargura e insatis
facción. Queda una tercera solución: gozarse en la frustra
ción y seguir inquiriendo sobre el misterio de la existencia
por más yermo que sea el camino. “Cantar es Ser” , decaí
Rilke, pues el que canta no está satisfecho jamás y su ambl
ción entonces se proyecta al infinito hasta abrazar v
relacionar, unificando todos los seres y las cosas visibjes i
invisibles. Pero este es un proyecto metafísico que nos trns
ciende a todos los seres humanos. Lo natural es sentirnos
felices con el cumplimiento de los fines que buscábamos, y
tristes, amargos por el fracaso de nuestras ambiciones.
La tristeza que sufre el fracasado procede de su orgullo
herido, de sentirse menospreciado. Ahora bien, ¿a qué pin is
M aine d e B iran.
LA VENGANZA 143
pontánea, para pensar la venganza. De esta forma se enfría de Morel, es éste quien le ofende en público con sarcasmos
la rabia y se academiza la pasión. “La venganza es una furia crueles para vengarse de un amor odioso y ridículo que
escolástica” , decía Valla-Inclán de las pasiones calderonia perjudica su reputación artística. Dialéctica de ofensor y
nas. Sin embargo, esta racionalidad fría de silogismos es una ofendido, semejante a la del señor y el esclavo, de Hegel,
razón apasionada. Calderón lo que trata es de racionalizar la pues las yíctimas de la venganza se vengan también. En el
pasión para justificar la venganza, poniendo el pensamiento drama de John Glasworthy, La huelga, el patrón se ven
al servicio de ella. Sin duda, la germinación lenta y progresi en día a día al exigir a los obreros un trabajo agotador para
va de la venganza está dirigida e iluminada por una razón aumentar su capital, y llega hasta el despido que los conde-
alerta. El que quiere vengarse analiza, madura leiita y segu nn a la miseria. Pero conscientes de la necesidad que tiene
ramente su proyecto y antes de ponerlo en práctica, conspi de su mano de obra, los obreros suspenden el trabajo, ven-
ra, conjetura, no se precipita jamás, como Othelo, víctima de K¡indose de la codicia del patrón con huelgas y actos de
..ibotaje que le hacen perder dinero. Los tejedores, de
una alucinación arrebatada. Valle-Inclán señala la pureza de
la pasión en los personajes de Shakespeare, que no la razo ' iorhard Hauptman, refleja este mismo problema. Y hasta
l >;intón, el personaje de Brüchner, que cae víctima de la ven-
nan escolásticamente. Por ello, la venganza de Othelo es un
iwnza, se venga de los enemigos a quienes ofende su audacia
odio lleno de amor, como matar para Julián Sorel es un acto
v ambición. El amante ejecuta su venganza cuando es enga
amoroso, una entrega de sí mismo. Los personajes de Calde
ñado, pero la amada se venga con el sufrimiento de los celos
rón matan fría y cruelmente, sin amor, pero es también una
pie le causa. Esta dialéctica demuestra que la venganza une
venganza apasionada porque está precedida de tormentosas ni ejecutor y a la víctima de ella.
angustias íntimas, de pensamientos y reflexiones dolorosas.
Tanto la venganza fría, metódica, racional calderoniana y la Nos vengamos también por envidia, pues ver la dicha
dr otro, sus éxitos y brillantes cualidades, suscita el espíritu
apasionada, furiosa, violenta shakespeariana son pasiones
jilo venganza que, en este caso, al no nacer de la ofensa, no
mentales que se viven soñando, imaginando, proyectando
i* .pieria rabioso impulso, sino un resquemor concentrado.
hasta constituir la venganza como realidad existencial. En I I que se venga por envidia cumple su venganza tardíamen-
otras palabras, no es ontológica, nos hacemos vengativos. I®, sin prisa. Puede esperar mucho tiempo, como Joaquín
Ca venganza está motivada, también, por otras pasio
donegro2 que intenta, casi al final de su vida, robar el amor
nes, como los celos, la codicia, la envidia. Encelarse suscito
i' los hijos de Abel para vengarse de toda la envidia que le
el deseo de venganza, porque nos han arrebatado la muja Ip/.o sufrir.
que amábamos. Cuando la codicia o la envidia quiere quitar
nos el bien que nos hace felices, despiertan la furia vengativa La venganza es una pasión que sacia el orgullo, calma
l"‘. celos, satisface la envidia, colma la codicia, realiza las
de la revancha. El amor también puede ser su causa, ya que '"Iliciones frustradas. Es una revancha de los deseos insatis-
es difícil no sentir deseos de venganza al amar y ser despre ■líos, malogrados y de las heridas sufridas. La actitud
ciados, o heridos en las fibras más profundas. La falta de i mpre a la defensiva, “ les mots piquants” de Madame Ver
reciprocidad en el amor, lleva a las venganzas más extrañas il"'¡n ', que procede de una baja clase social, son venganzas
El amor no correspondido del barón de Charlus por el violi II" su orgullo temeroso encogido. Al herir a sus invitados,
nista Morel, 1 suscita la venganza al revés. No es Charlus
quien se venga, pese a estar dolido por las continuas afrentan
2
' Miguel de Unamuno, Abel Sánchez.
3 Marcel Proust, Du cote de chez Swann.
1 Personajes de Marcel Proust.
146 TRATADO DE LAS PASIONES LA VENGANZA 147
situados en una escala social superior a la suya, satisface una de un sueño frustrado o de un deseo fracasado, se descubre
venganza inconsciente, oscura. La venganza, en general, se | a sí mismo, sabe quién es. El goce que proporciona la ven
elabora y proyecta. Pero muchas veces se retrocede sin lie- | ganza consiste en volver a recobrar la tensión y la energía
varia a cabo, por temor a represalias y sucesión en cadena do propias, experimentar alegría. Y no sólo es instrumento de
venganzas. Sin embargo, cuando se ejecuta sin premedita- 1 conocimiento, pues al vengarnos nos comprometemos ínte
ción, espontáneamente, como Madame Verdurin, responde i gros, nos jugamos la vida porque nuestra venganza puede
a otro mecanismo psicológico: la reacción impulsiva por una desencadenar otras ajenas en las que podemos desaparecer.
herida siempre abierta y latente del orgullo, la envidia, los I.n consecuencia, al ejecutar la venganza nos conocemos y
celos o la ambición, y a la menor ocasión ataca súbita e realizamos nuestro ser, arrojándolo al mundo con desafio, lo
inesperadamente. En este caso no es una acción vengativa que supone un acto de audacia con todos sus riesgos.
determinada y dirigida desde la conciencia contra una perso En Tesis sobre Feuerbach, afirma Marx que el pensa
na, es el estallido de la pasión que permanece escondida. miento no es puramente teórico, sino práctico. La verdad o
Las pasiones burladas, frustradas, sedientas encuentran falsedad de una teoría sólo se demuestra en la praxis. La
en la venganza el mecanismo de compensación. El que cum venganza puede dilatarse, complaciéndose el vengativo en
ple un acto de venganza se realiza a sí mismo, completa su imaginarla de mil formas hasta quedarse en esta ensoñación
inacabamiento. Así, el celoso al matar a su rival o a la i» proyecto sin ejecutarlo. Para comprobar la autenticidad
criatura que le atormenta restaura su equilibrio y serenidad •le la venganza, hay que averiguar si se es capaz de llevarla a
perdidos. Otelo después de su crimen, satisfecha su vengan cubo o se queda en mera intención. Ejecutar una venganza
za, reflexiona con una claridad asombrosa, se define a si no significa sólo el cumplimiento de un proyecto vengativo,
mismo y descubre los móviles de sus celos. Esta autognosis lino la radical negatividad del otro. Pero para inferirle el
revela que la venganza cumplida despierta a la razón de su ilaño que se desea, es preciso abandonarla seguridad perso
alucinada y obsesiva idea fija. El protagonista de El médico nal. Por este riesgo que corre, el vengador se afirma y unifi-
de su honra4, le dice lo más tranquilo, a su futura consorte, ' a totalmente. Ya no hay un hiato entre lo que promete y
que al coger su mano recuerda que las suyas están mancha lo que es. Por el acto de realizar la venganza, es lo que
das de sangre. Puede expresarse con esta calma porque luí pensaba ser, no se desmiente ni traiciona.
restaurado su honra y su orgullo. Vuelve a ser el que ha sido Debemos recapitular las distintas etapas necesarias has-
siempre y que la pasión celosa había extraviado. La vengan 1 i llegar a la ejecución de la venganza. Todas las pasiones
za cumplida devuelve al origen y puede hacer sentir al ven llenen una causa externa que las desencadena. Come hemos
gador más satisfecho de su ser, más completo y acabadn, 1 xplicado, el origen de la sed de venganza es la rabia, ira,
Por ejemplo, si la ambición es conquistar mujeres, el donjua "'lera que produce una afrenta, que puede dominarse y
nismo práctico, ligero e inconsistente al vengarse de quien si iodo vuelve a la normalidad aparente, pero no se olvida
ha opuesto a sus deseos, no solo recupera su condición di ..... Después de cierto tiempo, esta herida se resiente,
cazador triunfante de hembras, sino que la conciencia di •viva la rabia soterrada y renace el agravio. Entonces, se
quién es se renueva y rejuvenece por el acto cognoscitivo d« r r.a a pensar la venganza que puede revestir diversas formas
la venganza. Fausto dentro de don Juan, es la sabiduría en el proyectarse. Existe una venganza que espera la ocasión
impulso mismo, ese hombre sin nombre al tomar venganza favorable, un motivo real o pretexto inventado para
varia a cabo. Esta demora no es progresivo olvido, la tiene
mpre presente, pero sabe aguardar y la espera no le deses-
4 C a ld eró n d e la B arca. i" Algunos personajes de los dramas de Calderón tienen
148 TRATADO DE LAS PASIONES LA VENGANZA 149
este equilibrio y frío cálculo. Responden a un temperamen '• áala Agustín Moreto, quizá pensando en las personas que
to sereno, sin nervios, que sabe domeñar sus ímpetus. Otro -lominan su pasión y calculan meticulosamente su venganza.
tipo de vengativo es el que se consume en la espera, sin Como no es un arrebato incontrolable, la acción deliberada,
adoptar ninguna decisión. Imagina, fragua, inventa mil situa ucionalizada hace la venganza injusta. Es hasta natural cas-
ciones, se confabula con amigos para vengarse, pero se detie- I iil'.ar al que nos ha hecho daño, pero cuando se ha dejado
ne siempre antes de actuar. Responde a una naturaleza ner i-asar tiempo, para entender y razonar la venganza, esta ya
viosa con reacciones lentas a los estímulos exteriores. .Tam no es justa. Sin embargo, la sed de venganza es una cólera
bién el vengativo imaginativo se recrea en la meditación de "ilíáfhica, ‘'elle est fondeé sous uneactionquinoustoucheet,
la venganza, pero su espera no es inactiva, como la de Ion I -lont, nous avons désir de nous venger” , dice Descartes. Este
otros personajes mencionados, está tejida de especulaciones I -l-'seo de venganza es justo porque se cobra lo que debe,
fecundas. Dichas reflexiones constituyen a veces sorpren -•. una vindicación que restablece el equilibrio roto por el
dentes análisis psicológicos de las motivaciones y actos de la 'Inflo causado. Pero una vez ejecutada, la venganza se trasmuta
persona que le ha dañado. Recordemos algunas meditacio -'ii odio. En este sentido, es una pasión destructora, venga
nes del protagonista de El doble5, ese laberinto de cristal ba- “ Los hombres, en efecto, son diversos y, sin embar-
enrarecido en que vive este personaje sediento de venganza, H", la mayoría envidiosos, más proclives a la venganza que
que no se atreve a ejecutarla. Una invencible cobardía lo -1 la misericordia” 6. Cuanto más se domina la sed de
impide llevar a la práctica su proyecto porque conoce a su viíganza y controlan sus efectos exteriores sin que se
enemigo y teme ser más víctima que victimario. Esta espe n.insparenten, “ inais qui ronge davantage le coeur” 7, más
culación ensimismada, puede terminar en el delirio esquizo •liiflina, peligrosa y mortal es, porque no se calma hasta
frénico. "ti.sumarse. “ La venganza es placer de Dioses” , dice el re-
El vengativo apasionado también piensa su venganza, bán para expresar la satisfacción intensa que causa y, a la
pero el mismo pensamiento ardoroso le impulsa a la acción V o z , la terrible, la difícil hazaña de ejecutarla. De pensarla a
y no se detiene. Puede alucinarse, como Otelo, por la pasión •1. varia a cabo hay un duro trecho que los dioses salvan
vengativa, pero son sus pensamientos los culpables del cu 1 •- ilinente en su omnipotencia, pero que el hombre debe
men, pues, en este caso, pensar significa figurarse, represen HH’orrer para establecer la unidad entre proyecto y acción,
tarse las personas y las situaciones de acuerdo a sus inten Hiirrioridad y exterioridad, la unidad ontológica que agrega
ciones. No es una especulación que aporte un examen clan- "" i nueva dimensión a la venganza. Pero al placer de cum-
de la realidad. Por el contrario, son suposiciones, hipótesis .1 i'ln la, sucede la tristeza, la amargura. Y no es por arrepenti-
las que presta certidumbre la imaginación apasionada. Oln ""‘•nto de lo hecho que se atrista el vengador, pues bien
forma de venganza apasionada es el que sacia su sed sin " 1I11 ral y humano es devolver un mal por otro. La venganza
arrebatamiento ni alucinación shakespeariana. Se venga Ion *l»*litada suele desencadenar el odio, la lucha sin término ni
ta y cotidianamente contra un mal que ha recibido. “ Es In Por ello, dañar a otro es dañarse uno mismo, es autoven-
cólera d e aquellos que palidecen, más terrible que la de lo| Satisfacer la venganza personal contraría el orden y
que enrojecen” , dice Descartes. Su pasión es lúcida y sal- 1 i'íi itu universales, pues significa oponerse a la realización
escoger cada momento oportuno para descargar el peso <!• 1 destino histórico: lograr la unidad de los hombres, la
Idea, como exigía Hegel. •i esta pasividad de su víctima, “sa forcé est augmenteé peu
No cabe duda que la venganza es hasta necesaria y i peu par l’agitation d’un ardent désir de se venger excité
justa al vivir en una sociedad en que todos recibimos afren 'hms le sang” 9. Estos seres débiles son los que se dejan
tas, donde la humillación y el insulto son permanentes. La vencer por la cólera y su debilidad constitutiva, al aparecer
venganza colectiva de los hombres que sufren la injusticia, la ">n la sed de venganza, desencadena una furia vengadora
explotación y los daños puede servir al fin de la Historia: ■inc será tanto mayor cuanto más dependientes sean de los
crear un mundo sin venganzas, desterrando para siempre el "Iros. Así, la víctima de la venganza se siente vengada, y el
agravio injusto que le da origen y crear una sociedad armo o-ligativo se debilita cada vez más al desear vengarse, porque
niosa por obra de la unidad firme y sólida de los hombres, •r condena a vivir siempre para otro.
Si la venganza personal puede dar placer, no aporta la dicha Nos hemos referido a las venganzas esperadas, pensa-
verdadera. “ La independencia del individuo no sirve para •bis, apasionadas. Ahora nos ocuparemos de la venganza de-
ningún fin, incluso en la disolución de su ser para sí, incluso wsperada, de la que en apariencia no tiene causa ni motivo,
en la negación de sí mismo no puede atribuirse al propio lis la que estudia Fram^ois Mauriac en su novela Thérése
tiempo su significación positiva, que es la de ser para s f’H. Ih'squeyroux. La protagonista, acusada de haber enve
En consecuencia, renunciar a la venganza, aunque comporte nenado a su marido, sale en libertad. El marido no ha hecho
una negación de sí mismo, adquiere una positiva afirmación ni dicho nada en concreto que la agraviase. Su acto que
Es renunciar a la particularidad para alcanzar la sustancial i resulta inverosímil e inexplicable, tiene una justificación,
dad de la individualidad. Solamente unido con otros en unn bus padres de Teresa la casan, por ese entretejido de intere-
rebelión contra las venganzas, podremos vengarnos conjus nos que se crean en los pueblos de provincia, con un buen
ticia. Las pasiones no son nunca malas si son comunes ;i hombre anodino. Ella acepta sin amor, pero tampoco lo
todos los hombres, si los vincula y une en un determinado lechaza. Es como un refugio. Vive pacíficamente con él.
fin bueno, universal. Esta unidad de los hombres la demucs IVro, mientras tanto, Teresa comienza a despertar a la vida
tra la dialéctica del vengador con el que le ha ofendido, pues mlerior. El encuentro con Juan de Azevedo, el novio de
I l
al ejecutar su venganza devuelve el daño que ha recibido. \mie, su cuñada, le inquieta y desazona. Tiene una hija
Pero el mayor placer que obtiene, vengándose, es la supiv pequeña a la que presta poca atención, tan intensamente
macia que logra sobre quien le ha agraviado. Es una victoria naipada está por sus problemas íntimos. “Moi, songeait
decisiva y despiadada cuya finalidad es la desaparición, d lliéfése, la passion me rendrait plus lucide, rien ne m’echa-
“ no ser” del enemigo.
9 Descartes.
G.W.F. Hegel.
152 TRATADO DE LAS PASIONES H LA VENGANZA 153
pperait de l’étre dont j’aurais envíe” . Así sueña con la posi el espíritu propietario del matrimonio burgués, de la fami
bilidad del amor, que no ha conocido nunca y que concibe lia, del amor. Todos la dañaron, impidiéndole llegar a ser
como un camino luminoso, vehemente, como el amor a
Dios, pues para ella lo humano y lo divino se fusionan en un
amor único y total. “Ce n’est peut-étre pas tant de chercher
Dieu que de le trouver et l’ayant decouvert, que de demeu
I una criatura libre para realizar sus sueños y ambiciones. Al
fin sola en París, la gran ciudad donde la abandona su
marido, librándola a su suerte, se permite soñar y esperar.
Renacería y comenzaría de nuevo a vivir, olvidaría. “ Rien
rer dans son orbite” . Todos creen que su tentativa de cri ne l’interesait de ce qui vit, que l’étres de sang et de chair”.
men es pasional, que ha querido mucho a su marido y des Le interesan las pasiones que son más violentas que todas las
pués le ha odiado cuando, en realidad, ni le amó ni le odió tempestades. En carne propia había experimentado cómo la
nunca. Vivían ajenos el uno al otro. Ella se fue formando ambición no realizada la llevó a otra pasión, la venganza. Al
sola y creó su ambición: el amor, la vida espiritual, artística, vengarse no se sintió feliz ni satisfecha, pero con ese crimen
literaria. Para realizar su ambición existían numerosos obs intentó liberarse de la opresión que le dañaba y oscurecía.
táculos: su marido, la provincia, la familia, el sistema de La venganza había sido un acto de justicia, que le permitió
propiedad privada. Todo ese mundo, condensado en su ma encontrar un nuevo camino: su libertad solitaria.
rido, le causa, un persistente daño que no acierta a percibn Thérése Desqueyroux testimonia que la venganza es
con claridad. Esos pequeños males que agobian su existencia una destrucción, un aniquilamiento recíproco, un consumir
son como ideales inalcanzables. Lo que ella busca es liberal se del vengador y de la pobre víctima. Sin embargo, para
se de la gris y triste monotonía de su vida, que parece cada Icresa era la única salida, la posiblidad de salvación. Que
día mas remota. Hasta que llega a la conciencia de la frustra darse sola, aunque desamparada y triste, era la libertad, la
ción de su ambición secreta e ideal. Nadie es culpable y autonomía del yo para cumplir su voluntad, la única manera
todos lo son. Su marido, sin saberlo, le impide el camino liara crearse desde la nada, desde sus cenizas, pero “ elle
hacia el amor, hacia Dios mismo y hacia su ser. Pero no si aimai ce dépouillement” que le permitiría llevar a cabo esta
sóme terá “ á ce morne destin commun” . Tiene que vengarse! larea ardua, difícil, “mais il y aurait des aubes de sa future
del fracaso de su vida, de todos los sueños y ansias que vie”.
no podrá realizar. Descartes sostiene que la generosidad, atributo de las
La idea del crimen se forja cuando Teresa comprendí' •limas fuertes, es antípoda de la venganza. Pero es indudable
que su vida será una tiniebla perpetua. El proyecto de ven 'iue la venganza cumplida descarga las tensiones, tormentos
ganza fué parsimonioso, lento, paulatino. Envenena poco .1 v furias rencorosas que padece el vengativo. En este sentido,
poco a su marido, esperando verle morir, implacable, fría, i's una liberación porque una vez reparado el daño que moti
sin piedad. Se vengaba en él de todo el orden burgués y vó la venganza, es natural que no se piense más en ella y
también al asesinar con esa atroz morosidad, se mataba sin hasta perdonar al ofensor. Así, la venganza concluye en su
remedio. Perdida la esperanza, se oscurecía su camino, J "puesto y puede aparejar el olvido o el perdón. Examine
hunde en el abismo de la soledad más egoísta y ya no ve la mos estos casos. Cumplida la venganza, la vida continúa y es
agonía de su marido ni la suya. Su venganza fue contm natural que el tráfago existencial le lleve a no recordar más
todos: el destino, la familia, la ambición de mas propiedll ese episodio doloroso. La característica de la cotidianidad,
des, poique “elle avait toujours eu la propieté dans le sang"l ■■orno analizó Heidegger, es la ocupación-preocupación, uni
que impide a estos seres ser ellos mismos. dad de teoría y práctica que constituye el fardo y pesadum
No se puede entender esta novela sin leer previamente bre del hombre natural. El olvido es, pues, resultado de
los Manuscritos económico-filosóficos, de Marx, que anali/n nuestro ser y de estar en el mundo. Por el contrario, el
154 TRATADO DE LAS PASIONES LA VENGANZA 155
perdón es una virtud cristiana, una apostasía o negación de Ahora bien, si nos negamos a la venganza porque no damos
la pasión natural misma. Hasta el mismo Descartes reconoce importancia al ser que nos hizo daño, podremos perdonar
que no se debe tolerar, sin la debida respuesta, las injurias y pero nunca olvidar. Lo recordaremos siempre y puede rea
daños que se nos infieren. La venganza está en principio parecer de pronto, con la violencia sorprendente e inusitada
justificada, pero el perdón, si es un acto voluntario, signifi del recuerdo, reavivando con más intensidad la sed de ven-
ca la negación del yo, de su dignidad y orgullo necesarios. panza. El olvido esconde la memoria del hecho dañino y allí
No podemos perdonar a nuestros enemigos, sólo ignorarlos •igue viviendo soterrado. A la vez, la constante obsesión por
u olvidarlos. En el fondo, el que perdona se venga, perpetúa la idea de vengarse puede detener su ejecución, porque el
y mantiene la venganza encendida al negarle trascendencia pensamiento paraliza la acción.
al acto ofensivo. Al perdonar manifiesta un menosprecio Bergson estableció una diferencia entre memoria vo
por el ofensor, que es la mas sutil y perfecta venganza que luntaria racionalizada, utilitaria, mecánica y la memoria pu
se puede imaginar. ní espontánea, libre, temporal. Pero esta oposición no es del
La diferencia entre olvidar y perdonar radica en que el iodo exacta. En efecto, siempre estamos olvidando recuer
olvido es un acto involuntario, mientras el perdón es delibe dos que nos esforzamos en conservar y recordamos, sin pre
rado. Magnanimidad que no es expresión de generosidad, tenderlo, otros que creíamos olvidados. “Les souvenirs in-
como supone Descartes, sino ignominia, envilecimiento del <onscients loin de cesser d’exister, ayant simplement cessé
yo, que necesita afirmar su ser frente a la injuria del otro. d’étre útiles” 10. Tenemos, pues, una memoria constante del
Renunciar a defenderse es una traición a la vida misma, pues olvido y un olvido permanente del recuerdo. Lo que Berg-
se perdona deliberadamente por conveniencia, falta de arro l'-on denominaba memoria pura es un recuerdo oscuro persis
jo, cobardía o pasión mezquina, limitada. Por el contrario, tente que no se puede olvidar: “ Le passé dans la memoire
el que ejecuta su venganza se juega integro, se compromete •'si comme un chant interrompu, mais qui persiste tout en-
totalmente en su acción, pués puede hasta perder la vida. De • k t jusq’en ses moindres détails dans les tenébres souterrai-
esta forma, atribuye trascendencia a la persona de quien se 1 íes de finconscient” 11. Pero Bergson no se percató que sin
quiere vengar, a sus dichos o hechos. Su venganza es un« olvido no hay memoria. Así, la idea de venganza puede
entrega de sí mismo al reconocimiento de la realidad del ■■liarse en olvido y resurgir de las sombras con ímpetu in
otro. Implica valoración por la gravedad que atribuye a las sospechado. Y puede ocurrir sin esfuerzo alguno ni desearlo
palabras o actos por los que ha de vengarse. Descartes piensa pne olvidemos la sed de venganza y desaparezca toda cólera
que restar importancia a la ofensa demuestra una fortaleza vengativa. Es decir, podemos querer olvidar sin conseguirlo,
de ánimo capaz de resistir a todos los agravios. Creemos, poi V olvidar sin proponérnoslo realmente. También podemos
el contrario, que prueba una indiferencia hacia los otros, Muisérvar afanosamente la idea de vengarnos, con memoria
una singular apatía o un calculado desdén. Lo natural, es (voluntaria, que diría Bergson, y pese a nuestro esfuerzo
responsabilizar al ofensor, dándole su debida importancia, olvidarla por completo. Luego, la memoria involuntaria es
lo que supone una calificación decorosa, es atribuirle ser. La lienípre recuerdo no querido y la memoria voluntaria un
venganza no debe perdonar ni olvidar, antes bien, alvengai
nos afirmamos al otro, lo rescatamos de la noche del ser, lo
hacemos existir con plenitud para nosotros. Vengarse no o P 10 Henri Bergson, Materia y memoria.
sólo destruir al enemigo, es también comprender y aceptai
11 “En la memoria, el pasado es como un canto que se ha inte-
su existencia. Cuando se ha sufrido la presencia de la persiv [iumpido, pero que persiste completamente y hasta en sus menores
na que ofendió, esta adquirirá ausencia y podrá olvidarla i•-1alies en las tinieblas subterráneas del inconsciente”
156 TRATADO DE LAS PASIONES LA VENGANZA 157
olvido deseado. El error de Bergson consistió en creer que '•ombría y desfigurada imagen. La raíz de esta avaricia de
“ nous n’oublions rien” cuando, en realidad, podemos recor conservarse, de no morir está en una valoración exagerada
dar precisamente porque olvidamos. “Ce qui nous rapelle le de sí mismo, “ c’est-á-dire, l’amour de soi et de toufes choses
mieux un étre, c’est justement ce qui nous avions oublié” 13 pour soi”13. Pues bien, si nos vengamos es para recuperar mi
La memoria no es, como pensaba Bergson, independiente •er o mis propiedades. Temor a desintegrarse en la muerte o
del cerebro, de la materia y del cuerpo, pues son los ojos, •liie nos roben en vida crea reacciones elementales de nues-
los oídos, el tacto y el olfato que conservan recuerdo de lo Ira naturaleza humana, una angustia primitiva, pero necesa-
que olvidamos. Es decir, la idea de venganza puede queda i iia pasión de vivir que surge del terror a la muerte. Heideg-
en mero proyecto y olvidarse, quedando arrinconada en la i’it describió este afecto básico como un estado pasajero del
memoria. Así, al vengarnos, en vez de destruir el objeto de alma, y añade que el hombre oculta este temor en la distrac-
nuestra venganza, reafirmamos su existencia, afianzamos su rión, las frivolidades gozosas de la vida, remitiéndolo al fu-
ser. La venganza es la afirmación de la negación y al reali mro, o lo sepulta en el tan cómodo “ si tan largo me lo
zarse constituye la contradicción consigo misma. liáis” . Sin embargo, esta descripción no es del todo exacta.
La venganza no puede realizarse totalmente nunca por I I temor a la muerte no podemos disolverlo en las ocupa-
que si asesinamos o hacemos desaparecer al enemigo, viviré • iones cotidianas de la existencia. La pasión de vida es tan
mos su permanente presencia fantasmal, y si no lo destruí inerte que quiere prolongarse más allá de la muerte. Esta es
mos conservaremos inalterable la esencia de la víctima, r:i b raíz de nuestra avaricia constitutiva. Tampoco el temor a
decir, su realidad ausente estará siempre presente. De lo que ln muerte es el instinto tanático de que habla Freud, la
se deduce que los fines individuales de las pasiones no siem i' inemos porque amamos la vida. Sólo así podemos domi
pre se cumplen, pues el resultado de lo que nos proponemo-, nar el terror que provoca, pues todo nos la recuerda: el
puede ser opuesto a nuestras intenciones originarias. “En Iii ueño, “esa pequeña muerte de todos los días” 14; el organis
historia Universal y mediante las acciones de los hombre, mo, supremo abandono y dejadez de sí mismo que semeja
surge algo más de lo que ellos se proponen alcanzar, alj.’,u mi perecer; el trabajo, que puede fatigar hasta desear el
más de lo que ellos saben y quieren inmediatamente. Loi •¡'scanso definitivo; las estaciones, con su invariable repeti-
hombres satisfacen su interés pero, al hacerlo, producen ;il ión vacía; la noche, al envolvernos en su oscuridad total.
go más que está en lo que hacen y que no estaba en su | h’l deseo de aferrarnos a lo que somos y no queremos dejar
conciencia ni en su intención” , dice Hegel para explicar ln •ln ser, nace la avaricia, otra pasión natural.
aparente contradicción entre finalidad de las pasiones y su
realización. Igualmente, Engels señala que los resultados o
consecuencias de las pasiones individuales al socializarse soi
prende y contrarían a sus protagonistas, porque la sociedad
transforma, muda, las intenciones y fines de las pasiones.
Entonces vengarnos, ¿para qué? Para conservar el sri
que somos. Es un agarrarse a sí mismo con desesperaciéu
por temor a desaparecer. “ Angst zum Tode” significa l¡i
angustia del hombre por la muerte, despavorido ante mi
13
La Rochefoucauld
14
12 Marcel Proust. Shakespeare.
LA AVARICIA 159
158
TRATADO DE LAS PASIONES 161
160 LA AVARICIA
talismo primitivo. Se pasa el día pensando, revuelve sin lu/.nn es siempre mártir
ideas, las agita. Esta avaricia es una especie de delirio, un.i ■ f icu,o o de una h tótesT s de,simple C im e n ta c ió n de
pasión obsesiva, “ At cum avarus de nulla alia re, quam do
■ » actividad práctica: h, uerbacf>, diferencia dos tipos
lucro vel de nummis cogitet” , dice Spinoza.
En Las novelas de Torquemada, Galdós pinta mu I»! v1C?’ qUC cons¡ste e n lT '? desin<eresada, poco
*"’yccto teórico, y Ja ,!a Jenficación de una dea o
gistralmente el avaro concentrado e inseguro, ahorrada f'o ^ < / „ < ? „ £ £ % ^ t - , imere‘ddea, y
hasta el sacrificio de sí mismo: “ Aquellos avaros de antiguo
cuño, que afanaban riquezas y vivían como mendigos y m
morían como perros en un camastro lleno de pulgas y d< B T B do- or‘enta toda su v¡d"Cla¡'* a <lue nos estamos
billetes de Banco metidos entre la paja, eran los místicos o ■/íuncia de todos sus aetn* d a obtener la máxima
metafísicos de la usura; su egoísmo se sutilizaba en la idc| •Peonarse ni dejarse invadií ? ''0 SU razón nü P^de
pura del negocio; adoraban la santísima, inefable cantid;i<I 1 ‘ icncia de su finalidad práct,/ * C° dida h i t a d a . La
sacrificando a ella su material existencia, las necesidades de! j „ ;lmo Permanente. Debe v e n ? ef ge e) ejercic¡° de un
cuerpo y de la vida, como el místico lo pospone todo a lii ,Una operación comercia? * 0 mucho antes de ini-
absorbente idea de salvarse”. Mas tarde, estos avaros descu ... otros riesgos. Como una 3 <3ue.P.uede arruinarse o
brieron los beneficios que podían obtener del intercambio K llah r Cerba y d°i°rosamente snhZ 1n | ieiada la operación
de mercancías, y se convierten en esos comerciantes, descu « dabilKa imaginarias pérriid! bfe los Posibles peligros,
tos por Ferdinand Braudel, “ que conectan necesidad con dif‘cd ‘iue se extravíe su ra í^ pos,bles ganancias, es
abundancia entre una ciudad de Asia y otra de Europa”. Eli H debemos señalar qué esm r T Ut,,itaria V Pragmática.
personaje de Galdós también “ sufrió, sin comprenderlo,!!., P l uménica. No es la razón tn ? SPUramente exleri°r,
metamorfosis que ha desnaturalizado la usura metafísica, I nido interior conforme a sus f q , Ue Crea o recrea su
convirtiéndolo en positivista (-••)• A reinados nuevos, prim i lP ra sobre las cosas y jos serPo lc ca es- Por el contrario,
pios nuevos. Comparando lo pequeño con lo grande y I" " " ,0>Pues no se ve com0 una r T w ,ndePendencia de sí
privado con lo público (...), transigía, ¡pues no había dtf B n , según Hegel, es s i e Z e i n l ^ ° bjetiva- La ^ c -
» lucia sí. Por el con pre “ *■**» y subjetiva, un volver-
transigir!, doblegándose a la lógica de los tiempos” .
La avaricia origina dos tipos de avaros: el materialista v £ Pidrdad objetiva y está está volcado sobre la
el idealista. El primero se afana, se preocupa por guardar v """‘'O exterior es lo único QuetenaI,Zado por completo. El
aumentar sus bienes. Es calculador, frío, racionalista; mide, í na de 'os sensualistasv Z “ r P m él' Pcr° a <&+
pesa, valora el bien que posee y no suena con fortuniii
voluptuosas, quiméricas. En general, es un hombre que con R puede obtener de ¡as cosas S° ,° pos‘bIe provecho
tabiliza por partida simple y la multiplicidad caótica di I i! en e' mundo. Si “la refley a de ias Personas que se
mundo la unifica y organiza con las formas a priori dH
entendimiento. Clasifica sus negocios, ordena y sofoca su* * ""erior, desviandola m°rad°a hT haCÍa nuestra mora-
ímpetus, controla su sensibilidad para no debilitarse o sen si
bilizarse demasiado. Suele decirse: esto es lo que me pertd R Pgencias azarosas, las advers a ?Var0 también sufre sus
nece, y lo demás no me interesa” . Ejercita su razón conIni ¡“S crisis cfclíe,,. Per™ “ d - e ,a j u n t u r a eco-
U razdn> ai no internarse
la pasión. Pero, naturalmente, su razón es apasionada poi
que codicia y ambiciona la propiedad. Sin embargo, el c|l 2
culo de la razón es más fuerte que su pasión de dinero. U “ Actividad judía” .
TRATADO DE LAS PASIONES LA AVARICIA 163
162
jamás en sí mismo, vive pendiente del azar y de la probabili reo también sin saberlo, aspira a gozar de los bienes terres
dad. La racionalidad ingenua, refleja y no reflexiva del ava tres con serenidad esplendorosa, lujosa. Sin embargo, obra,
ro, está azotada por las tempestades y vientos provenientes actúa siempre para lograr la máxima ventaja y beneficio. Su
de las aventuras de la vida que, paradójicamente, trata de dinamismo es espeluznante. No le arredran los mayores obs
neutralizar con su razón lógico-matemática. táculos y sigue adelante, asciende, va hacia el dinero como
Si el avaro típico aparece lleno de prudencia y de sabi liada la Idea trascendente. No es el “ tycoon” americano de
duría racional, también puede que sueñe enardecido y su principios de siglo ni el industrial europeo. Este avaro tiene
razón se dispare. El protagonista de Magia Roja3 imagi algunos rasgos comunes a ellos mas es diferente, aunque los
na montañas de oro que se reproducen sin cesar. En este representa a todos. No es un creador como aquéllos, sino un
caso la pasión de la avaricia deslumbra su razón y así un enamorado del tesoro invisible, ideal que sigue buscando.
vulgar estafador puede engañarle, prometiéndole fabricai Tiene una riqueza que acaricia codicioso como el avaro,
oro en su propia casa. Es natural que caiga en la irracionali pero no está contento, no le es suficiente. Ambiciona más
dad ciega, porque la avaricia de dinero es como el número dinero y lo busca desaforadamente. Poseído de esta idea,
infinito, una cifra de la teoría de los conjuntos, inmedible, ignorando la realidad y las contingencias del mundo, puede
inalcanzable. Es como desear la inmortalidad, la infinitud de zozobrar en esta aventura. Sin embargo, la idealidad del
la finitud. El avaro posesivo sueña con la eternidad como un .ivaro puede manifestarse con mayor prudencia y cálculo,
reposo contra el tormento acuciante de su codicia. No deseo sin esa forma de delirio que es la búsqueda infinita del
prolongar esa movilidad destructora, la temporalidad asesino dinero. El mismo Jerónimo de Magia Roja, sueña con
de su pasión avarienta. Y caerá en la ruina, cegado como un ictirarse a un refugio seguro, después de acumular el oro
Rey Lear, por la piedad de su avaricia, al descubrirse solo. que cree necesario, pues la orgía de la avaricia, tanto ideal
sin nada, desnudo y desamparado. oomo la material, sufre los riesgos de un horizonte cerrado.
El otro tipo de avaro, el idealista, se caracteriza por su La pasión de la avaricia desenfrenada llega un momento en
conciencia de la abstracción del dinero. Sabe perfectamente que se apaga, consumiendo al que la padece. El avaro, por
que es el símbolo de la mercancía, de la riqueza, el instru •‘■mor a la aniquilación interior, presiente el peligro y sofo-
mentó secreto de un poder invisible. No se afana por consci >'n, contiene su pasión ideal por el dinero. Harto de símbo
var bienes rústicos o fincas urbanas, ni lleva una contabilí los abstractos, busca la apacibilidad en su propiedad tran
dad rigurosa. Busca la esencia inmaterial e irreal de la pro quila, la quinta señorial, la posesión respetable y gozosa, sin
piedad: el dinero. Razona astuta y prácticamente como el más delirios ni sueños.
avaro materialista, pero no delira jamás, pese a la ansiedad Hemos esbozado las vinculaciones del avaro con su ri
que también tiene de monedas tangibles, contantes y sonan queza e ideales. Ahora estudiaremos la relación del avaro
tes. Sin embargo, su razón va mas allá de las apariencias y i <»nsigo mismo. ¿Su avaricia se limita a sus bienes, a la
no se deja engañar por el oro, la plata, el billete, la conver! i ••uñosa y conmovedora “ cassette” de Harpagón, o llega has-
bilidad de la divisa. Platónico sin saberlo, este tipo de avaro ' i la raíz de su ser? En el primer caso, la avaricia es, como
se mueve solamente por el dinero como Idea. Piensa, no sin í"-inos descrito, una codicia posesiva, conservadora, guardia-
razón, que es el Bien, la encarnación de la bondad, porqm mi de su tesoro. En el según constituye un proceso de autoa-
proporciona todo lo que hay de mejor en el mundo. Epico wquilación. Así, por ejemplo, Jerónimo, el protagonista de
Uugia Roja, se viste de harapos, come migajas, no hace
1 1 amor con Sybila, su mujer, para no gastarla y, además,
tiene por hijo una muñeca, “enfant parodique” que, como tencia y a la ceguera totales. “ Mon esprit est troublé et
dice el padre “ c’est rideal” porque no crece, no grita, no ¡'ignore ou je suis, q u ije suis et ce queje fais. Hélás, mon
consume. Además su mujer es virgen, un tesoro más que pauvre argent, mon cher ami, on m’a prive de toi! ” , excla
posee, pues la virginidad cuenta y tiene su importancia. Este ma Harpagón al descubrir el robo de su adorada “ cassette” .
personaje representa el avaro absoluto, metafísico que se En su obra La ética protestante y el capitalismo, Max
ahorra a sí mismo. Sacrifica su estómago, el deseo sexual, el Weber describe la austeridad del protestante y su avaricia
sueño, no duerme mucho porque el sueño enturbia los senti como la base moral necesaria para el nacimiento del capita
dos que deben estar alerta para acumular tesoros invisibles. lismo. Sin avaros no hay capital. El éxito empresarial depen
Austeridad, sobriedad y disciplina flagelante que representa de de la sobriedad, de una fuerte voluntad ascética, de una
al avaro del primer capitalismo. A este respecto comenta enorme capacidad de sacrificio. Son las virtudes de la avari
Marx que la economía política, esta ciencia de la riqueza es, cia, moral de la abstinencia y del esfuerzo de los avaros
al mismo tiempo, la ciencia de la renuncia y de la indigen respetables, frente a los disolutos, licenciosos intelectuales y
cia, del ahorro y añade: “Es la ciencia de la ascesis y su los obreros despilfarradores, borrachos. Esta práctica de la
verdadero ideal es el avaro ascético, pero usurero” . Así, la avaricia, que correspondió al ascenso social de la clase media
avaricia, por amor a la riqueza, lleva a la pobreza más total. baja, ya no es lo usual de una burguesía rica y próspera,
El avaro Jerónimo encarna la miseria más mísera. Renuncia afirma el historiador Hobsbawm.
a ser, a su yo más profundo, a las objetivaciones de sus actos El avaro vive un drama extraño consigo mismo. Su yo,
y hasta a disfrutar de lo que posee. Sólo busca atesorar, .inegado en la ambiciosa codicia de posesión, es un fantasma
empobreciéndose. <|üe le persigue y atormenta. Tras la búsqueda de dinero,
El Harpagón, de Moliere, también representa la miseria 'lUe le ha llevado a la pobreza absoluta y a la pérdida de su
del rico avariento. Su misma vestimenta muestra su sobrie Ñor, trata de reencontrarse con su fantasma necesario, el oro,
dad indecorosa, su tacañería y decadencia física. Su casa '.imbolo abstracto de sí mismo. Así, la pasión de guardar y
también le personifica: tapices anticuados, muebles destar atesorar la sustituye por la fiebre de dinero, materia más
talados, camas desvencijadas, todo evoca una atmósfera ce abstracta todavía. “ Yo los compro a todos, los obispos y al
rrada, polvorienta, sórdida y corrosiva. En esta etapa del Rapa mismo... Compro la Trinidad” , creyendo en este poder
capitalismo primitivo, la avaricia es una virtud básica. Todo el todopoderoso. Pero la tragedia del avaro consiste en que no
mundo se convierte en avaro, el capitalista debe tesaurizar y puede asegurarse jamás la posesión del dinero, potencia tras
el obrero hacer economías. La avaricia afecta a la esencin cendente que se le escapa y huye. Fueron los hombres que,
misma del hombre, reduciéndole a un ser enteco y mostreu mediante una convención arbitraria y sutil, dieron al dinero
co. “Cuanto menos comas, bebas, menos libros compres, •■I valor necesario para el intercambio de mercancías. Este
vayas al teatro, al baile, al restaurante, cuanto menos pien imeque universal de productos, aparece como algo ajeno,
ses, ames, teorices, cantes, obres, sientas y cuanto más aho uxtraño, emancipado de sus creadores, “Personliche Unab-
rres, tanto más grande será tu tesoro, al abrigo de mitos y ii.íngigkeit auf sachliche Abhangigkeit” 5 . Así el Dinero, en
de ladrones, tu capital” 4. Jerónimo y Harpagón economizan una determinada fase del desarrollo humano, se convierte,
sobre su ser, corrompidos y alienados por la avaricia. Este 1 "ino Dios, en una esencia invisible. Y el avaro, adorador de
espíritu venal y utilitario termina por reducirles a la impo
este ídolo, sufre al no poder poseerle definitivamente, total sí mismos ya que no pueden poseerse. Entonces se les apare
mente para llegar a la paz consigo mismo. Marx rechaza la ce el dinero como el Objeto universal creado por el hombre.
analogía del dinero con la sangre y el lenguaje, porque fren Esta idealidad del Dinero revela una subjetividad que se
te a la individualidad concreta el dinero representa la univer ignora a sí misma, es decir, un sujeto dependiente, alienado
salidad del intercambio, la venalidad, la corrupción, es “dio por un objeto simbólico. Así, el yo del avaro se convierte en
allgemeine Ware” 6. pasión tensa, mero proyecto deseoso y anhelante de poseer
En la circulación de las mercancías el dinero desapare dinero, símbolo de prosperidad y de la paz dichosa. Este
ce para el avaro, se abstrae, se simboliza. Entonces surge la deslumbramiento que sufre obedece a que el dinero repre
relación de dependencia a él como Idea que domina y se senta lo que él quiere ser. Jerónimo envidia a Amador:
enseñorea de sus almas avariciosas. Sin embargo, el dinero, “Vous étes le plus riche des hommes, puis vous possedez
valor universal o ideológico, es al mismo tiempo una mer l’inmortalité. Partager ce bien” 9. Este personaje teme tam
cancía común, como cualquier otra. Esta particularidad de bién que la propiedad de su alma, su tesoro invisible, se
su universalidad es la mayor contradicción dramática para el disuelva con la muerte.
avaro. Sabe, por los datos inmediatos de la experiencia mer Cree el avaro que todo el dinero del mundo debe perte-
cantil, que puede fácilmente tener dinero y, sin embargo, le necerle, porque es una creación de todos, colectiva. Ahora
parece inalcanzable. El avaro termina por descubrir que tras bien, como de hecho no le pertenece lo busca fuera de sí
el dinero se esconden los hombres, él mismo, su yo degolla como ajeno. El dinero es, pues, su yo como Otro que le
do, y que es el medio material para establecer relaciones enajena y puede más tarde, si continua obsesionándole, cau
entre seres humanos. “Das Geld ist das reale Gemeinwe- sar trastorno y locura. Al objetivarse el sujeto nace la pasión
sen” 7 y, a la vez, “ blose Abstraktion” 8. Al percatarse que el desenfrenada de la avaricia. Pero el yo del avaro es sólo un
dinero es un bien común a todos los hombres, el avaro se proyecto de ser, no una realidad efectiva, pues ha renuncia
desengaña, hundiéndose en la melancolía y la desesperación, do a sentir, a gozar, a vivir, y sigue buscando afanosamente
El culto al dinero por el avaro, preludia el desarrollo realizar su ser por el dinero. Es difícil que lo consiga, en
de la moderna sociedad industrial. La avaricia es total, tanto este estado de desesperación ambiciosa. Si se contentase con
de parte de los individuos como por los Estados. La adoni lo necesario, como recomienda Spinoza, y buscase el dinero
ción religiosa del Dinero, explica Marx, tiene su base en el como valor útil, no como valor de cambio, se realizaría y
ascetismo, autosacrificio, frugalidad, economía, desprecio podría concentrarse tranquila y sabiamente en sí mismo.
de los goces materiales efímeros y temporales, para entre La ansiedad de la avaricia al lanzarnos tras el enigma o
garse a la búsqueda del tesoro eterno. De aquí procede l;i idea del dinero, nos engaña como un espejismo y nos aleja
conexión del puritanismo inglés y el calvinismo holandés de nuestras cualidades reales, de nuestro yo, el verdadero
con la avaricia. Implica una gran fuerza de imaginación re tesoro oculto que no suena ni se puede contar, pero que es
presentar el idealismo metafísico, la Providencia que es el nuestra esencia personal. El avaro vive siempre angustiado,
dinero. Pero los avaros tienen ese poder conceptual, al des febril, inquieto, no porque tema perder solamente sus aho
cubrir que tras el dinero se halla su yo, y sienten envidia de- rros, sus propiedades. Es por sí mismo un perpetuo sedien-
lo, un codicioso sin fin, interminable. Se trata de una avari-
ciosidad que, en apariencia, no tiene explicación. Este ava-
6 “ L a m e rc a n c ía g en eralizad a” .
7 “ E l d i n e r o e s la r e a l c o m u n i d a d h u m a n a ” . M a r x .
riento tiene una apetencia de riquezas diversas, pero innomi avaro. Ya no cuida celosamente lo que posee y vive en
nadas, sin figura concreta. A la vez, presiente que el tiempo demasía el deseo de posesión de objetos exteriores, de bana
le corroe por dentro, que poco a poco le asesina. Entonces lidades. Disparado fuera de sí, enajenado, pierde lá concen-
acude al alquimista, el mago trasmutador que lo puede ha lilición interior, base de la existencia del avaro, y ya no
cer de oro, diferente del que es, imperecedero, eterno. ¿Có aieña con el oro para eternizarse. El afán de Unamuno de
mo llega a tan peregrina e insensata ambición? La búsqueda i onservar la individualidad que somos, el hombre de carne y
de tesoros terrestres, y sobre todo tan diversos, distraen la migre, es una forma de avaricia, el sueño platónico de afe-
atención del avaro, lo dispersan y nace la nueva angustia M¡irse a la propiedad interior. Significa guardarse, como los
Piensa que no vale la pena aprehender las cosas que desea, •' libes o los solteros, para no gastarse ni reproducirse. Es la
porque tampoco le satisfacen ni colman. Su inquietud la iivaricia de la avariciosidad. También el deseo sexual es la
centra en sí mismo, en su deseo inextinguible: la avariciosi libido, una tensión que solamente se calma en la reproduc-
dad que no es una pasión innata, pero que la sociedad de la • ion, es decir, en la avaricia de tener prole, unos hijos que se
abundancia ha inculcado en su cuerpo y en su alma. El no consideren como posesiones o prolongaciones de sí mismo.
quiere ser una criatura fungible y perecedera como los obje
tos que codicia. La fungibilidad de las cosas que consume
origina la angustia del tiempo que padece y que nace de su Contrariamente al avaricioso, el avariento vive recluido
deseo múltiple e insaciable, reviviendo de sus propias cení n su casa. No le interesa el mundo exterior ni le seduce la
zas. En este sentido, Max Frisch, el escritor suizo alemán, '' onomía de la oferta y la demanda. Es frugal, austero,
sostiene que esta lucha por no desaparecer se refleja no sólo ■niteloso, cobarde. No busca ni arriesga nada de cuanto
en el reino humano, sino también en el animal, vegetal, posee y sólo lo defiende. Así como Jerónimo es el símbolo
mineral. Jerónimo, el protagonista de Magia Roja, cree en •leí avaricioso, Harpagón lo es del avariento. Se satisface y
contrar la solución en la trasmutación de los metales en oro, iccrea con “ su cassette” , que él cree aparece y desaparece,
pues solamente cambiando su finitud en inmortalidad puede pero la siente segura en el trasfondo de su corazón. No
conservar la propiedad de su alma. “ Je suis le chef des vi 'lesea más que conservar esa caja que contiene todo su teso-
vants” , dice, creyendo que se ha transustanciado de carne hu el valor supremo de su existencia. El avariento está en
mana en oro auténtico, en legítimo Pantocrator, dueño del p.iz consigo mismo y significa la quietud total de la soledad,
mundo, Señor de señores. Este es el sueño, pero la realidad i • un pobre hombre que aguanta, vigila a todos los que cree
es otra. Cómplice de un falso alquimista, de un fabricante indician su bien. Aunque siempre temeroso, en el fondo
de mentiras su transustanciación es imaginaria, no real, es licué una gran seguridad en sí mismo y goza de una sereni-
oropel, no oro puro y tampoco es inmortal sino eterno en la •1.1(1 admirable porque tiene todo lo que desea: su caja que
simple, banal repetición de sí mismo. La única eternidad a es su tesoro.
que llega con toda certeza es su avaricia, pues siempre vuel El avariento se destruye de forma distinta al avaricioso.
ve a ser lo que ha sido: un avaro codicioso. Al fracasar en su Mientras éste se aniquila en una búsqueda codiciosa, en ese
tentativa de vencer el tiempo, ha cambiado algo de forma, ... endio típico del fuego áureo de su locura, como el triste
pero no se ha transustanciado y su ser sigue siendo la avari imal de Jerónimo que se cree dueño de todo el oro del
cia. ¿Quería al cambiar dejar de ser avaro? ¿Podía renun mundo y oro él mismo, el avariento se consume interior
ciar a sí mismo? Tal vez deseaba, buscando muchas cosas, mente, silencioso, en soledad lenta. El avaricioso cree que
no encontrar nada y quedarse con su nuda propiedad. Esa •i" morirá nunca si se convierte en oro puro, es decir, sujeto
ansiedad permanente termina por hacerle desaparecer como minortal de la avaricia, pero el avariento sabe que envejece,
170 TRATADO DE LAS PASIONES LA AVARICIA 171
que se va extinguiendo. Entoncer llega a desear tanto lo que mente que sacrificó su vida a un valor que ha creado con
conserva como si no lo tuviese y termina consumido por su otros avariciosos como él, pero que no es una realidad de
codicia insatisfecha. Con palabras de Unamuno, el avaricio verdad por sí mismo; el avariento, al irse consumiendo to
so sueña con la inmortalidad del alma, la repetición eterna talmente por la pasión que le domina, comprueba que la
de sí mismo, entre sueños que se sueñan, inmovilizado, y el propiedad, goce supremo que debiera proporcionarle liber-
avariento con la resurrección de la carne, no perder nuncael lad, le hace más dependiente y esclavo, lo convierte en pose
cuerpo que posee, expresando así la más sublime avaricia edor poseído. Es lógico que el avaro termine queriendo des
avarienta. prenderse de cuanto posee.
El antípoda de la avaricia no es la generosidad como La propiedad privada se desvanece al escamarse en
podría deducirse, sino la avaricia misma que consume y mercancía, “ ein sinnlicher úbersinnliche Ding” l01, bien uni
agota al avaro. A su pasión se entrega con olvido total de sí versal al que todos pueden acceder. Como bien demostró
mismo, con riesgo de su bienestar. Por acaparar y conservar Marx, el propietario es expropiado por el empresario, quien
sacrifica sus hijos, el amor, los goces naturales, y hasta pone lo es por la sociedad anónima, ésta por el gran capital y, a
en juego todos sus bienes, especulando en operaciones fi su vez, éste por el capitalismo multinacional. Lo mío, lo
nancieras. La pasión de la avaricia al dominarle, consuma profundamente mío desaparece en un todo colectivo: la
todas las entregas y abandonos. Por ejemplo, Torquemacla concentración de la propiedad en monopolio. Cada propie
se siente inexplicablemente generoso y visita a cada uno de tario, aún el más poderoso y sólido, está corriendo siempre
sus acreedores para ofrecerles rebajar los intereses de sus el riesgo de ruina, no por la competencia, sino porque el
deudas, llegando hasta renunciar a ellos cuando encuentra capital es concentrado en grandes monopolios internaciona
una fuerte y desconfiada resistencia. ¿Cómo explicar tan les. En consecuencia el avaro, por más tentativas desespera
súbita generosidad? Galdós la analiza con gran sutileza psi das que haga, no puede conservar para sí la propiedad, el
cológica: el hijo de Torquemada, muchacho con grandes oro, la caja fuerte. La avaricia está condenada a desaparecer
dotes intelectuales, “ el prodigio de los prodigios, un jirón como pasión humana. Sin duda alguna, en los albores del
excelso de la divinidad caído en la tierra” , sufre un ataque capitalismo, constituyó una pasión estimulante, un aguijón
de meningitis que pone en peligro su vida. El despliegue y acicate de la actividad. El avaro, por sus virtudes austeras
generoso de este avaro se justifica por un cálculo frío: de su y frío racionalismo, creó una prosperidad sin precedentes en
desprendimiento en favor de otros confía lograr la salud del la Historia. La avaricia fue el motor que transformó una
hijo, según el arraigado principio que es preciso dar un poco sociedad estática e inerte, en otra dinámica y activa.
para recibir mucho. De esta forma renuncia a la avaricia por Todavía hay avaros que se resisten a perder su propie
amor a la avaricia misma. dad y la defienden a sangre y fuego, hasta que se ven obliga
Como toda pasión, la avaricia es una ofrenda de lo más dos a renunciar a ella porque deben transformarla o entre
profundo de sí. Tanto ef avaricioso como el avariento se garla a otros que la administren y hagan fructificar. Pero
entregan a una búsqueda ansiosa de bienes el primero; y al liay otros avaros que aceptan arruinarse, quedarse sin nada
cuidadoso celo de conservar cuanto posee el segundo. Arrui para poder gozar, paradójicamente, de su avaricia. Ya no
nan, gastan sus cuerpos y sus vidas en tentativas vanas, uno tienen más que su yo y se deleitan con este único bien que
en apresar el dinero como esencia tangible, el otro en guar les queda. Max Stirner1 1 plantea el problema verdadero de la
dar una propiedad evanescente. Y cuanto les parecía objetos
palpables, sólidos, seguros se transustancia en invisible reali
dad, en inmanencia subjetiva. El avaricioso descubre final 10 “ U n a c o s a s e n s i b l e - s u p r a s e n s i b l e ” . K a r t M a r x .
11 El Unico y su Propiedad.
LA AVARICIA 173
172 TRATADO DE LAS PASIONES
I
es impulsiva, puede llegar hasta el crimen en su ansiedad
avaricia. ¿El yo puede convertirse en nudo y exclusivo Ob posesiva, pero se limita al disfrute de la propiedad o a soñar
jeto para el sujeto? , o por el contrario, ¿es la subjetividad platónicamente con la riqueza infinita, por ello es una pa
que crea esa mercancía invisible, el Sujeto como objeto? El sión pasiva, conservadora. La avaricia ambiciona siempre al
yo empírico, cuando deja de ser propietario, se convierte en go, pero no es capaz de plasmar su deseo en producto. El
Sujeto o trascendental yoidad, refugio último del avaro. Pe trabajo, que parecería la negación de la avaricia, es el cum
ro en esta universalidad, pierde su particularidad y significa plimiento de su finalidad frustrada, al entregarse el hombre
el fin de la avaricia, es decir, la avaricia se realiza completa a una actividad fuera de sí mismo, para crear los objetos que
mente por la negación de sí misma. Al darle unidad a los necesita o desea.
átomos dispersos y propiedades múltiples del yo, se crea el
de todos, que no es todavía el “ nosotros” . Así, pues, el fin de
la avaricia es al mismo tiempo su realización plena. La re
nuncia al yo particular sumerje en el único totalmente Yo y
que es el Todo. Así, el avaro, al quedarse sin nada, convierte
su yo en el todo de sí mismo. Es lo único que le queda y, a
la vez, un tesoro inapreciable, el más valioso. “ ¡Que no me
arranquen mi Yo! ” , clama desesperadamente Unamuno
con delirio de propietario.
El yo elemental, primitivo, codicioso con que nacemos,
se transforma mediante un proceso paulatino. Jean Piaget des
cribe el paso del egocentrismo infantil a la socialidad, mien
tras que el psicólogo soviético Vygostky sostiene, por el
contrario, que el yo es social desde su origen y, sólo más
tarde, al interiorizarse se individualiza y egotiza. Las dos
tesis demuestran que el yo único, quizá por ser el más tras
cendental es el más avaro de sí mismo, el de los verdaderos
propietarios. Sartre, prologando Le Traitre, de Andró Gorz,
habla de “ la matanza recíproca” de los yos destrozados por
sus avaricias. Sin embargo, pese a esta hostilidad, sospecha
que será posible una armonía futura y que estos odios indi
viduales mutuos, diríamos avaricias, están trazando los
puentes para llegar a un entendimiento. Pero solamente por
la renuncia a la individualidad del yo propietario, codicioso
y avaro, se podrá llegar a la concordia del Todo, al Uno
platónico, al Nosotros, base de una nueva y verdadera socie
dad humana sin avaros, avariciosos ni avarientos que se dis
puten dramáticamente la posesión de los bienes terrestres.
Hemos visto que la avaricia, aunque endurece el alma,
concentra la voluntad hacia fines precisos, manifestación de
una actividad que no es productiva ni creadora. La avaricia
EL TRABAJO 175
suprema vivencia de sí mismo, experimenta su poder y sien vas, puede ejercer sobre la vida del hombre. También allí
te toda su fuerza vital en pleno ejercicio. existió una pasión por el trabajo que se llamó “ stajanovis-
Comprendemos que el trabajo al dar todas estas satis mo” , culto al productor héroe, que lograba la máxima ren
facciones, se pueda convertir en una obsesión o pasión nega tabilidad social. Pero tras toda la propaganda ilustrada, se
tiva alienante, como el ejecutivo que lleva trabajo para con revelaba una profunda pasión ideológica por los grandiosos
tinuarlo en su casa, y corre de aquí para allá con el portafo planes de transformación del mundo natural, que llevaron a
lios como si fuera su único tesoro. Pues bien, los que sienten cabo en la creación de grandes obras, empresas de la prodi
esta pasión de trabajo por el trabajo en sí, lo que quieren es giosa voluntad humana. Esa estatua del obrero y la koljosia
no hacer nada realmente, quizá entregarse a “ esos sueños na, que se ve en casi todas las ciudades soviéticas, es el
eróticos que suscita los movimientos de la máquina” , o des símbolo de un mirar profundo hacia adelante. El filósofo
cansar de todo, vaciarse interiormente, dejándose llevar por soviético Ougurtsoven8, establece la diferencia entre la pa
la monotonía del trabajo. Pero es Walter Benjamín6 quien sión del trabajo creadora, afirmativa del hombre, “vigorosa
mejor describe el proceso de mecanización del trabajo que explosión de optimismo y de marcha hacia el futuro, en la
penetra en todas las esferas, social e individual, de la vida sociedad socialista” , y la condenación negativa, fardo y pesa
moderna. Como los productos de la industria son trabajo dumbre que es el trabajo en la sociedad burguesa. Por el
objetivado (muerto) y trabajo subjetivo (vivo), el hombre contrario, Adam Schaff sostiene que al subsistir la división
cae dominado por la magia de la mercancía, y convierte su del trabajo en la sociedad socialista, origina alienaciones en
vida en una búsqueda de objetos soñados que corresponden la industria y cooperativas agrícolas, y dice: “ En el socialis
a su pasión subjetiva, a su querer y preferencia más direcla. mo el producto material del trabajo sigue apareciendo como
Es natural que sean la Sociología y Psicología Social mercancía y de ahí que pueda, por cualquier error en la
americanas las que hayan estudiado con mayor agudeza los planificación, constituirse según las palabras de Marx como
síndromes de la alienación del trabajo. Melvin Seeman7 si1 un poder enemigo del hombre en el mercado” . Sólo el pro
ñala cinco estados psíquicos creados por ella: powerlesness, letario que sabe vende la fuerza de trabajo y, por tanto, es
impotencia para decidir en una gran empresa o monopolio, mercancía él mismo, puede escapar a esa objetivación de su
privando al ejecutivo de poder; meaningless, el individuo no condición humana. “Cuanto mas consciente sea del modo
puede prever los resultados de sus actos; normlessness, c:l de ser que le impone el orden de la producción, menos se
dirigente de una empresa se convence que sólo violando las sentirá mercancía” 9.
normas sociales y legales, mediante fraude o evasión de im El pequeño burgués, el poeta, el bohemio son los que
puestos, pueden aumentarse los beneficios; isolation, estado sufren como nadie y en carne propia la fetichización de sí
de aislamiento y extrañeza que viven frente al mundo que mismo en sus pasiones. De aquí el gozoso estremecimiento
les rodea; Self-strangements, sensación de rareza que expon que sienten estos personajes al sumergirse en la inmensidad
menta un individuo con respecto a sí mismo y puede Ilegal oceánica, victorhuguesca, espiritista de las muchedumbres. /./
a constituirse en enfermedad psíquica. jlaneur, nuestro “paseante en corte” , al principio no busca
En la Unión Soviética se estudia también los efecto1, nada, simplemente deambula, se entretiene mirando, con
que el proceso mismo del trabajo, en fábricas y cooperali ojos que no ven. Dirige sus pasos hacia las galerías donde
están situados los comercios mas elegantes, “ so das eine ferencia brutal, el aislamiento insensible de cada uno en sus
solche Passage eine Stadt, eine Welt im Kleinen ist” 101. Se intereses privados, resulta aún más repelente cuando todos
divierte inspeccionando los objetos que se ofrecen miríficos se aprietan en un pequeño espacio” , dice Engels, refiriéndo
en su prodigiosa variedad. Dentro de estas galerías se siente se a la ciudad de Londres. Y ya no puede escapar a una
como en su casa. No hace nada. Sale, toma un café, lee un situación en que no hay comprador ni vendedor, solamente
periódico, mejor dicho, lo hojea, y vuelve a regocijarse de es cosa para otros y estos cosas para él. La ciudad le parece
nuevo con los escaparates llenos de mercancías, espectáculo como un gran fantasma. “ Das Warenhaus ist der letzte
de la riqueza de la vida en toda su multiplicidad. De visión Strich des Flaneurs” 13. Sólo en Galerías Lafayette, El Corte
en visión, el paseante se convierte en observador impasible, Inglés, encontrará satisfacción, en la concentración de pro
dibujante de trazo rápido, botánico del asfalto, zoólogo de ductos, a la multiplicidad de deseos que es él mismo. Pero
rostros humanos. En suma, un curioso impertinente con no logrará establecer una comunicación real con nadie, co
ojos atentos y abiertos, pero callado, reservado, como ensi mo lo demuestra las características del intercambio en el
mismado. Legitima su paseo ocioso, dice Benjamín, estar erotismo moderno al que se entregan libremente, esperando
pendiente de todo lo que pasa. Así se opera la transforma recibir algo a cambio de la donación inmediata. En realidad,
ción y “ este urbanita comparte la situación de las mercan se ofrece para trocar la Cosa que es por otra cosa que le
cías” , sin ser consciente de ello. Sin embargo, se siente atrae.
contento de entregarse a la corriente susurrante de los com En esta situación analizada, tampoco se produce la re
pradores. Se explica la felicidad que le arrebata porque no ciprocidad objetiva. El hombre-cosa no se identifica con
hace ningún esfuerzo, es la Cosa misma con un alma. “Jo nadie, entra y sale de la vida de otros seres sin dejar huellas
crois a mon ame: La Chose” n . Es evidente que los produc de su paso. Cuando tratan de unirse eróticamente, el resulta
tos creados por el trabajo le expresan y al identificarse apa do son espejismos gozosos, esa ebriedad efímera o dicha
sionadamente con ellos se reifica, cosifica, “ se hace concicn fugitiva de ir de mano en mano, sin sentir el calor humano
cia objetivada” 12. En este caso la satisfacción es mayor qui que encierran. Los amantes fracasan porque no pueden lle
la del trabajo creador, que sólo puede plasmar un producto gar a ser realmente el Otro, que está siempre lejano. Sin
objetivo único que expresa la subjetividad, mientras que al embargo no se detienen, prosiguen su búsqueda a través de
ser mercancía se adapta a cada comprador, es él mismo y sueños, es decir, pasiones escondidas, nocturnas que quieren
otro que compra, multiplicando su identidad y habita en cumplir. “Also Erinnerung und Erwachen sind aufs engste
distintas personalidades que enriquecen el aburrimiento (li vcrwandt Erwachen ist, die dialektische, Kopernikanische
la gran ciudad. Al hacernos mercancía penetramos en cada Wendeung des Eingedenkens” 14. Llevan pasiones ocultas
una de ellas, las pasiones se objetivan, reviven con los mil dentro, en la inmanencia del recuerdo, en la trascendencia
atractivos de los objetos y nos diversificamos como las cosas viva de la mirada despierta y buscan realizarlas. Pero esta
mismas que nos solicitan. Sin embargo, este Yo-Cosa se que liíisqueda no tiene fin: se mira un escaparate, una mujer
da solo, incomunicado en el seno de la gran urbe. “La indi
13 “ L o s g r a n d e s a l m a c e n e s s o n l a ú l t i m a e t a p a d e v i a j e d e l o s
10 “ E s t a s g a l e r í a s s o n c o m o u n a c i u d a d , u n p e q u e ñ o m u n d o "
M e a n t e s o c io so s ” . W a lte r B en jam ín .
W alter B en jam ín .
14 “ E n t o n c e s e l r e c u e r d o y s u d e s p e r t a r e s t á n m u y e s t r e c h a m e n
11 L e ó n D e u b e l .
te l i g a d o s , p o r q u e d e s p e r t a r e s p r e c i s a m e n t e e l c a m b i o d i a l é c t i c o c o -
12 G e o r g L u k á c s , Historia y conciencia de clase. l u i r n i c a n o d e l p r o p i o p e n s a m i e n t o ” . W . B e n j a m í n , Passagen-Werk.
182 TRATADO DE LAS PASIONES EL TRABAJO 183
sonríe, la perspectiva de una calle se abre, y todo despierta escapa a las limitaciones del especialismo, “ fachidiotismus”
una ansiedad infinita que termina por cansar. Sólo lo nuevo que decía Marx, de los limitados tecnócratas, necesarios del
vuelve a atraerles. La moda es la exhibición de la novedad. desarrollo industrial. El libro, el cuadro, la escultura, son
Quizá encontrarán realizados en los nuevos productos sus mercancías más que circulan por el mercado de valores y
deseos, sus sueños. Pero la novedad pronto envejece. ¿Qué adquieren una vida propia al margen de sus creadores, con
les impide cumplir sus pasiones como están viendo las bellas virtiéndoles en hacedores acotados, como todo trabajador
mercancías tan bien logradas? Por la sencilla razón que la de la sociedad capitalista industrial. Compárese esta situa
subjetividad no se deja objetivar totalmente. El trabajo crea ción de los artistas de nuestros días con los del Renacimien
un producto, pero el producto no crea a su productor. Acla to, hombres que pudieron desarrollar plena y totalmente su
remos. personalidad.
El trabajador elabora una mercancía que se separa de él Husserl reprocha a la ciencia moderna ls, la carencia de
y va a vivir por cuenta propia, pero el productor aunque se un pensamiento teórico generalizador, como el de Galileo.
convierta en mercancía no puede encontrar objetivadas sus Igual acusación fórmula Faustino Cordón 16 a la biología
pasiones en las cosas. El resultado de su trabajo es un objeto genética y molecular. El problema no consiste en la limita
material, palpable, mientras las cosas que sueña son intangi ción del especialismo, sino en la ausencia de una concepción
bles y solo representables por la imaginación. Al verlas en su teórica o visión global del trabajo humano creador. El espe
intención son unas consigo mismo, pero no las puede ver ni cialismo es una técnica necesaria del trabajo productivo que
tocar fuera de sí como las mercancías. Por ello, el desengaño no impide la elaboración teórica de la propia experiencia
de la novedad es inevitable. A través de lo nuevo están práctica. El mal consiste en que el trabajador espiritual se
esperando encontrarse, y encuentran lo mismo, lo de siem convierte en creador exclusivo, es decir, en propietario de
pre otra vez igual: la mercancía. Por ello, la actividad cre;i los frutos de su ingenio, objetivando su producción artística
dora, el trabajo productivo si objetiva nuestras pasiones, a ln en detrimento de su subjetividad. Sólo por una teoría uni
vez subjetiviza nuestros productos, las mercancías. Subjetivi versal que le une a otras actividades humanas, se liberará de
dad de la objetividad que nos hace deambular soñadores, la pasión posesiva de sus productos, sean libros, cuadros,
inquietos por todas las calles del mundo, víctimas de ln música, investigación científica, y de la idea de que todo lo
fetichización o idealización subjetiva de las mercancías, poi que produce es sólo suyo. Al perder la propiedad de sus
que a través de ellas nos buscamos a nosotros mismos, o km creaciones, se desobjetiva, pues estaba limitado y encerrado
pasiones que deseamos satisfacer. en el mundo pobre, raquítico,de su creación posesiva. En
El trabajo al crear sus productos concentra las pasiones tonces su obra será la Cosa, el producto total, como Leonar-
humanas en una única pasión que hace del hombre unn «lo, Miguel Angel, Galileo que se desposesionan, cada uno en
mercancía más. Por esta razón se buscará a sí mismo cu ;u mundo, para llegar a una realización plena. Sólo la pro
todos los objetos que crea o ha creado. Tentativa vana pero, ducción como totalidad libera al hombre del carácter estre
a la vez, infinita. Así, la actividad productiva, creadora, in» cho de su trabajo. El drama de los artistas, ingenieros, inves-
libra al hombre de su condición de siervo de la mercancía ligadores, de todo creador moderno, es la obsesión por su
Pese a que la automación lo libera de la fatiga y pesadumbn propia obra que les convierte en propietarios serviles de sus
del trabajo, mientras subsista la propiedad privada que oripl
na la pasión posesiva como la única básica y fundamenlnl
15 Crisis de la ciencia europea.
del ser humano, no hay perspectivas de liberación por H
trabajo. Tampoco la actividad artística, literaria, filosófim 16 La función de la Ciencia en la sociedad.
184 TRATADO DE LAS PASIONES EL TRABAJO 185
I
creaciones. No saben hacer otra cosa que fabricar poemas, una idea, un proyecto, espejo en el que se mira. Walter
esculpir piedra, construir puentes. Tampoco la multiplicidad Benjamin estudia los muchos espejismos que ocasiona verse
dispersiva de dones, resuelve el problema de la objetividad reflejado en las mercancías que se exhiben en las galerías
del trabajo. El hecho que un arquitecto pueda construir mercantiles. “Como nuestra cara reflejada en el espejo, el
casas y componer bellas sinfonías, este dominio de técnicas ser consciente es un ser duplicado” 21. Desdoblado, diría
diversas no le convierte hoy en hombre total, pese a que la mos, porque busca ver algo que siente dentro de sí mismo.
actividad creadora múltiple es condición para llegar a la Frente a la apatía de las cosas se opone la actividad de las
universalidad del trabajo humano. personas. Toda pasión está dirigida por una reflexión previa,
Con las distintas técnicas, que son trabajo aplicado, se guía de la acción.
ponen las cosas al servicio de las personas, dándoles ánimo, Otra forma de cosificación de las personas es la distrac
humanizándolas. Tal es la tesis de Juan David García Bac- ción, el no prestarse debida atención, descuidarse, vivir abs
ca17, inversa a la de Walter Benjamin. “ Las cosas son mi traídos ajenos a sí mismos y a los otros. El supremo distraí
persona, que es diferente de esa unidad por la que se identi do es el desapasionado, porque sufre de indiferencia. No
fica la persona con las cosas, es cosa. En rigor de la pala habla consigo, no se concentra ni le atormentan las pasio
bra, los artefactos no son cosas: llamémoslos enseres” 18 nes. Por el contrario, los apasionados, como Otelo y el pa
Frente a las cosas naturales hostiles e indiferentes, creamos dre Goriot, están atentísimos a cuanto pasa en torno suyo,
las artificiales, obra de nuestra inventiva y de nuestra inge jamás se distraen porque tienen un objetivo, una única pa
niosidad. Ocurre al revés de la trasmutación de personas en sión a realizar y viven preocupados, anhelantes. El hombre
cosas, pues “esas máquinas son de alguna manera personas, desapasionado puede convertirse en éste o ése, sustituible
están hechas por y para el hombre” . “ Los anteojos miran a por otro, es decir, en cosa, mercancía. Las leyes del merca
mis ojos” 19. Si los productos de nuestro trabajo llevan la do operan esta transformación objetiva. “ El cualquierismo,
huella, la traza humaría y, como hemos dicho, expresan lo la mediocridad triunfante, crece la cosificación” , afirma
que somos, son pasiones objetivadas, a su vez las personas, García Bacca.
los seres humanos se cosifican. García Bacca no niega esta El trabajo homogeiniza a todos los trabajadores. Benja
cosificación, pero afirma que lo que llamamos alienación no min ha explicado la cosificación de la persona como resul
es una cosificación, pues los productos del trabajo humano tado de la circulación de la mercancía y su universalización,
ostentan las huellas de nuestras manos y testimonian las que domina todas las esferas de la vida humana. Pero una
posibles y distintas cosificaciones de las personas. La prime _ persona no debe ser algo anónimo y el trabajo debe singulari
ra consiste en la pasividad, la apatía, pues los seres humanos zarla, y concretar éste, ése, aquél. Sin embargo, el trabajo
cuando no se mueven tienen la misma inercia que las cosas cualquieriza, iguala a lodos. La exteriorización del hombre,
naturales. “ Son, simplemente, lo que son, y nada más” 20 de sus pasiones que es el trabajo, no es la manifestación o
No buscan nada, no quieren, no desean, carecen de pasio personificación, sino su cosificación. Ahora bien, García
nes, pues la pasión del individuo es reflexiva porque tiene Bacca sostiene que esta cosificación es una alienación positi
va, pues el trabajo, esa pasión objetiva, la operación manual
e intelectual de nuestro cuerpo, es una extensión del domi
17 Cosas y personas.
nio del hombre sobre las cosas naturales, frías e inertes.
18 Ib id.
19 Ib id.
21
20 Ib id. Passagen Werk.
186 TRATADO DE LAS PASIONES EL TRABAJO 187
Cosificación sería así humanización. “ No calumniaremos al hombres, verificación de su eficiencia que consiste en una
mundo moderno, acusándolo de cosificación desaforada de práctica-teórica, una experimentación efectiva de s.u bondad
las personas” , señala García Bacca. Pero no podemos hacer o maldad, de su eficacia o ineficacia ontológica, o sea, si
abstracción del hecho que la ciencia y la técnica están situa sirve para el bien de los hombres. Hoy se puede certificar,
das en una determinada etapa del desarrollo social y están que las máquinas automáticas acentúan la actividad parcela
condicionadas por el sistema imperante, como demostró ria y atomizada de los trabajadores, debido a un sistema
Marx. Consciente de ello, García Bacca afirma que una reificado, cosificado, donde los individuos no son más que
cosa es reconocerles a la ciencia y a la técnica ser causa de objetos.
que los hombres sean más cosa cada día y otra, bien diversa, Adam Schaff22 apunta la posibilidad de una liberación
agradecérselo en nombre de las personas” . En consecuencia, del trabajo por la automación y el fin del especialismo. Cita,
es un sistema de producción, transitorio, provisional, histó en apoyo de su tesis, la siguiente frase de Marx: “ La auto
rico y no la producción en sí misma, el que crea una técnica mación suprime el especialismo y su idiotismo” . Pero si esto
opresiva que cambia, “ transustancia” diría García Bacca, a fuera así, los países capitalistas desarrollados habrían reali
los hombres en cosas. Pero a su vez, estos productos de la zado ya los fines del socialismo. Sin embargo, análisis poste
industria, del trabajo humano apasionado tienen un alma, riores, entre ellos los recogidos por Herbert Marcuse23, de
están animados, viven por sí mismos como si fuesen perso muestran que la automación significa el dominio absoluto
nas, no cosas inertes. Pero no sólo como manualidades ni de la máquina sobre los hombres, quienes terminan por
porque sirvan, sean útiles, capaciten al hombre, sino porque •idaptarse a sus movimientos, olvidando o renunciando a los
nos gobiernan, dirigen nuestros pasos, nos hacen observado que les son naturales y propios. La automación si de un lado
res, detectives, amantes pasajeros, poetas urbanos, malhc libera al trabajo manual de su pesadumbre y hasta lo intelec-
chores anónimos, trabajadores, capitalistas, parásitos, soña lualiza, de otro intensifica la cosificación, porque el ocio
dores impenitentes, fotógrafos, pintores. Tal como el traba que crea realiza la individualidad de la persona automatiza
jo crea cosas para los hombres, las cosas crean determinados da. Así, la técnica actual es primitiva, subdesarrollada por
tipos de seres aptos, domesticados y útiles para las cosas que sólo inventa aparatos, máquinas, artefactos que nos co
mismas. Entonces las cosas no sólo personifican, se hacen difican y alienan. Por el contrario, la técnica del futuro que
como personas. Marx denomina “ productiva” , contribuirá al desarrollo de
Los distintos sistemas de producción conforman los las energías de la tierra y a la realización de las pasiones
hombres a su imagen y semejanza, es decir, hombres especí naturales del hombre que son la base para realizar un trába
ficos adaptados a las condiciones del aparato productivo lo realmente creador.
Generalizando, se puede afirmar que los hombres tienen las No es la técnica, como se piensa hoy, la simple fabrica
pasiones que corresponden al estilo o forma de su trabajo, ción de máquinas, por más extraordinarias que sean. Las
es decir, que están condicionados por el sistema social y invenciones tecnológicas representan sólo la idealidad, el
político imperante. Es pues el trabajo humano productivo el proyecto, la concepción de la técnica, aunque se materiali
que crea las pasiones objetivadas del sistema imperante tic cen en productos o artefactos, porque estos productos no
producción y, por consiguiente, una sociedad, un tipo detci crean nada por sí mismos. “Producción, distribución, inter-
minado de relaciones humanas. La alabanza positivista de l.i
técnica como su difamación romántico-idealista por Marcti
se, Heidegger y otros, tienen que ser verificadas en la práeli 22 La alienación como fenóm eno sociai.
ca, comprobando si la técnica es beneficiosa o no para lo » O^ One-dimensional man.
TRATADO DE LAS PASIONES EL TRABAJO 189
188
cambio y consumo, forman un circuito animado por la pro usarse. “Al suprimir el producto, el consumo le inflinge el
ducción” 24. La producción en un futuro será el trabajo del golpe final, pues la producción no es solamente producto en
hombre para su uso, es decir que, en último término, la tanto que actividad cosificada, sino en tanto que objeto para
técnica condicionará una producción que termina en el con el sujeto activo” 25. La producción se reduce finalmente a
sumo, su destino final. Entonces los frutos de la técnica ya una actividad creadora de la pasión del trabajo. Ahora bien, la
no serán singulares, sino resultados de la producción total, fabricación de utensilios, enseres, máquinas engendra una dia
colectiva del trabajo creador. El consumo directo desaliena léctica infinita de nuevos deseos y nuevos medios para satisfa
rá a la producción de su trabajo abstracto y a la técnica de cerlos, pues ejercen los unos sobre los otros una acción recí
su subjetivismo primitivo, de la creencia ingenua que se proca. En consecuencia, no es posible concebir la técnica co
crean objetos que sólo sirven como propiedades. La nueva mo la solución ideal y práctica de todos los problemas huma
técnica productiva al objetivar los productos que crea, obje nos. El secreto de la técnica y sus modos de producir, como
tivará al hombre particular, unlversalizándolo. Desaparecerá liemos dicho, está en el sujeto activo, en el trabajo creador
el subjetivismo de los medios de producción al consumirlos, del hombre. No se puede abstraer la técnica ni espiritualizar
y el objetivismo fijo, parminedeo, estático de los objetos la, separándola de los deseos concretos de los hombres, pues
producidos. La producción será un movimiento continuo de las técnicas nacen precisamente para satisfacer las necesida
consumo, y el proceso de la técnica consistirá en la creación des humanas. Tampoco se puede pensar que la técnica, por
de medios de producción que, a la vez, destruirá para creai sí misma, es inservible, destructora y aniquiladora de las
otros nuevos. Se suprime así el sujeto espiritual, abstracto luerzas esenciales del hombre, pues mediante la innovación
del trabajo y el objeto producido ya no se cosifica, porque continua de sus fórmulas pueden mejorar y transformar el
es sustituido vertiginosamente por otro. La técnica será, mundo. En realidad, más que el desarrollo de las fuerzas
pues, la dialéctica del trabajo incesante de la producción, productivas, predominó el desarrollo técnico. “El molino de
trabajo de la negatividad, porque la producción continua y mano, determina la sociedad feudal; el molino a vapor, la
permanente se basa en la destrucción de todo lo creado. Poi •ociedad capitalista” 26. Esto no quiere decir que la técnica
este movimiento continuo y permanente de la producción, por sí misma origina los medios de producción. De ser así,
es decir, del trabajo espiritual abstracto con el trabajo mate ó Historia sería la evolución de unas realizaciones tecnológi-
rial concreto, se unen técnica y producción. Sobre esta nuc 1 ;is que darían nacimiento a sucesivas estructuras y forma-
va base tecnológica, la pasión del trabajo, motor de la técni 1 iones sociales. En realidad, no es posible aislar abstracta-
ca creará nuevos deseos e inventará los objetos para satisín oicnte la técnica de las necesidades, deseos y pasiones, ni
cerlos. En consecuencia, los objetos ya no serán subjetiva "ii las técnicas que impulsan la Historia, sino las apetencias
bles y los sujetos consumidores no podrán ser cosificado:. los hombres que crean los medios de satisfacerlas. Los
Subjetivismo técnico y objetivismo productivo se disuelvrn nuevos deseos destruyen las viejas técnicas que ellos han
simultáneamente. En el primero desaparece la propiedad •umdo y crean otras para poder realizarlos. La verdadera
privada de los medios de producción, y en el segundo la nica, producto del trabajo espiritual y material, intelec-
reificación o alienación de los hombres por los objetos tpi. 1'iIIl y manual a la vez, sirve a las apetencias siempre
"i<'viles y cambiantes de los hombres, que no son pasivas,
producen.
El verdadero destino de la producción es su nadif'iai iiio productivas. Acuciados por sus necesidades, los
ción, porque los objetos están producidos solamente pai i
j 2 5 K arl M a r x .
24 26 K a r l M a r x .
K arl M arx.
190 TRATADO DE LAS PASIONES EL TRABAJO
191
hombres producirán infatigablemente, superando las distin Benjamín. El poeta de la subjetividad del trabajo, de la pa
tas técnicas, agotándolas. Sin embargo, no se puede deducir sión interior reflexiva es Rainer María Rilke, afirmando que
de ello, que “ la técnica es el fundamento del ser y el motor debemos abandonar el ser que somos, despedirnos siempre
del devenir” 27. Lo decisivo es el trabajo humano, verdadero de lo que hemos llegado a ser “para ascender y subir a las
origen de la técnica, y no la técnica como fuente de la cumbres de Ronda” . Esto significa un trabajo incesante de
actividad creadora. “ La técnica revela la relación activa del la pasión interior como fuente de riqueza espiritual y mate
hombre con la Naturaleza” 28. rial. Sin embargo, en el pensamiento de Rilke se percibe una
A la pasión del trabajo, culto a la eficacia, rendimien idealización objetivista y fetichista del Yo, que le vuelca en
to, éxito económico, se debe oponer el trabajo de la pasión. un subjetivismo cerrado, sin contacto con los otros seres.
Antítesis en apariencia irreconciliables que en la práctica si' Un ejemplo de deformación subjetivista del trabajo es
resuelven armoniosamente, pues el secreto de la técnica es l;i el concepto central de la angustia, en la filosofía de Heiddeg-
pasión oculta que nos trabaja por dentro y se plasma exte ger, actividad arrebatadora que no llega a manifestarse nun
riormente en los productos magníficos de la cosecha del ca como acción concreta y solidaria. Igualmente Proust, en
ingenio humano. “ El trabajo es por excelencia la pasión sus exhaustivos análisis, descompone en minuciosidades mi
creadora del hombre, es la absoluta pobreza como objeto y croscópicas el intenso y esforzado trabajo de su subjetivi
la posibilidad general de riqueza” 29. Ya en sus Manuscrito:. dad, pero este Yo profundo permanece incomunicado. El
Económico-Filosóficos situaba el origen del trabajo en l;i monólogo interior de James Joyce es también una expresión
pasión, en la subjetividad. Para Marx no hay trabajo sin de la subjetividad creadora del trabajo, pero destrozada pol
pasión, pero tampoco hay verdadera pasión si no se desboi la cotidianidad objetiva de la instantaneidad. Lo que se lla
da a sí misma en acción, añadiendo que puede darse el ma conciencia del arte moderno, frente a la inocencia del
trabajo sin acción exterior, como en el sueño, la imagimi clásico, la abre Cezzane con su reflexión sobre los medios
ción, en la emotividad receptiva, manifestaciones todas di artísticos: color, forma, dibujo. Lo que significa un trabajo
una actividad interior, lo que confirma la continuidad de mi arduo, laborioso de la subjetividad del artista para encon
concepción del trabajo, sin ruptura epistemológica algiiini trarse objetivamente a sí mismo, sin temblor emotivo que lo
El mundo post-capitalista se orienta hacia unaperspo perturbe. Tarea difícil para tratar de eliminar el tema, la
tiva de futuro en que desaparecerán los propietarios de pro anécdota, la vida misma en la obra de arte, porque no se
ductos para fomentar un proceso de consumismo que acabu puede hacer del arte una ciencia.
rá por agotar su ciclo y se volverá al natural consumo de ln Como hemos visto a través de esta disgresión, el traba
producción, que terminará con la hegemonía objetiva di I jo se divide en trabajo abstracto, Subjetivo, espiritual, y tra
capital sobre la subjetividad del trabajo. La verdadera pasión bajo concreto, específico, material. Marx establece, en El
del trabajo consistirá en realizar la subjetividad activa ibl ( apital, que si se prescinde del valor de uso de las mercan-
hombre concretando su imprecisa intimidad. rías éstas no tienen más propiedades que ser productos del
Baudelaire fue el representante de la verdad abstraehi Irabajo. ¿Y qué es un valor, sino definir lo que estimamos
objetiva d e la m ercan cía d u ran te el siglo XIX, señaló W alh» valioso? El valor de los objetos consiste en que sirven para
satisfacer nuestros deseos, pasiones que, en realidad, son
necesidades explícitas. Tiene un valor lo que es útil y bene-
27 Kostas Axelos, Marx, penseur de la tecnique. licioso para mi cuerpo y espíritu, “ appetit des Geistes” 30
28 Karl Marx, Grundrises. 30
Karl Marx, El capital.
29 Ibídem.
192 TRATADO DE LAS PASIONES EL TRABAJO 193
Precisemos este concepto objetivo-subjetivo. La utilidad de y se le rinde culto como ilusión para hacerse todos propieta
los objetos depende no sólo que sirvan, también porque rios, mientras los obreros en su trabajo concreto, llegan a
poseen cualidades intrínsecas. Pero el valor de una mercan tener conciencia del valor de su energía que es trabajo vivo,
cía es el beneficio subjetivo y nada más. Sólo es realmente origen y causa del valor de las mercancías, cristalizaciones
valiosa cuando se puede cambiar por otra mercancía que es del trabajo muerto. En la estructura de la sociedad capitalis
necesaria, más útil o rinde una ganancia. Identidad de un ta aparece la automación, que prevee la disminución del
valor objetivo, intrínseco con el valor subjetivo que se le da. trabajo asalariado de manera que quede mayor tiempo libre
En consecuencia, los valores de uso son “ die Stoffliche Trá para el ocio, la diversión, el estudio o la contemplación,
ger des Tauschwetrs” 31. La dialéctica del valor consiste en frente a la devoción ascética y puritana del trabajo, moder
estimar lo que poseemos y podemos cambiar. Este valor de namente se cultiva el ocio. Frente a un trabajo exteriorizado
cambio nos da la medida de su valor de uso y, al mismo que vaciaba de contenido humano al trabajador y se llevaba
tiempo, la cantidad de dinero que proporciona este trueque .i cabo con indiferencia total por lo que se hacía, surge un
sirve para disfrutar del valor de uso de otra mercancía. A sn ocio, una inactividad que permite llenar la oquedad en que
vez, la cualidad o virtud intrínseca de la mercancía desapare sumía un trabajo realizado con olvido de la realidad perso
ce en el cambio y se transforma en cantidad que equipan! nal. Con la práctica de la dulcedumbre benéfica del descan
productos de naturaleza diferente. “ Der Tauschewert ers so ocioso, el hombre recobra su intimidad y despierta a la
cheint, zunáchst ais das quantitative Verháltnis” 32. Sin em existencia verdadera. Pero como es necesario trabajar para
bargo, pese a que el cambio iguala los valores más distintos, vivir, se crea una nueva y original división del trabajo: gasto
no contiene ni un átomo de valor de uso porque carece de tic energía al trabajar y actividad creadora en el descanso. Se
valor en sí mismo. En consecuencia, al buscar lo que tienen dibujaría así, como real y eficaz, la unión aristotélica entre
de común las mercancías para establecer su valor, se desen praxis del trabajo y poiesis del ocio fecundo.
bre que son materia transformada, elaborada por distinto» El trabajo tiene como ideal supremo no hacer nada,
trabajos. Pero cuando se convierten en valores de cambio, pero el ocio mismo lleva a un permanente trabajo, estable
desaparecen las diferentes formas de trabajo que las proilu ciendo un nexo indisoluble entre ambos. Thorstein Ve-
jeron y aparece el trabajo humano general, abstracto. Esli l)len33, describe cómo la inactividad de los ricos es engen
es el verdadero valor de una mercancía, pues se necesita unn drados de trabajo. En efecto, la regalada vida de éstos y el
cantidad de esfuerzo para producirlas, es decir, la pasión vacío que sufren, despierta la búsqueda de distracciones y
necesaria. Así como no es posible la pasión sin laspasiom objetos nuevos que crean una industria lujosa e inútil para
individuales, tampoco el trabajo abstracto puede existir mu •atisfacer los caprichos de una holgazanería millonaria. La
los distintos y plurales trabajos humanos concretos. lortuna y ociosidad que disfrutan es resultado de su trabajo,
En la sociedad burguesa la idea dominante es el trabni" bien por el acertado “aprovechamiento del azar” 34, ola or-
como pasión materializada en las mercancías, impera solí»* .'Miüzada explotación del trabajo ajeno, pero el consumo
todas las órbitas materiales y espirituales de la sociedad "•Jtentoso a que les obliga su ociar desencadena, de nuevo, el
orienta voliciones y sentimientos de los hombres que viví n 11abajo de los otros. En consecuencia, si la pereza es la
en esa etapa de la Historia. Se estimula la pasión del trabnl" ispiración bien merecida del trabajo, el sueño del ocioso es
31 “ l o s p o r t a d o r e s d e l o s v a l o r e s d e c a m b i o ” . M a r x . 33 ¿ aclase ociosa.
32 “El valor de cambio aparece como relación cuantitativa” 34 Karl Marx.
TRATADO DE LAS PASIONES
194
1 Etica a Nicomano.
195
TRATADO DE LAS PASIONES LA PEREZA 197
196
nía, yaciendo voluptuosamente en una profunda postración. camiento de su fuerza moral, por su lentitud y abandono” 2
No quiere ni desea hacer nada. Representante típico de esta Precipitado en el fondo de su ser, allí está enterrado en vida.
pereza volitiva es Oblomov, el personaje de Goncharov, Acaso un tesoro íntimo se esconda todavía soterrado, pero
que siente el placer, la voluntariedad del reposo. “ Experi “el pensamiento y la voluntad se habían paralizado hacía
mentó una sensación de tranquila satisfacción al pensar tiempo y, al parecer, irremediablemente”3 No parece que
que podría estar echado en su sofá desde las nueve hasta las tenga salvación. La pesadumbre de la inercia le dominó por
tres de la tarde, y desde las ocho hasta las nueve de la completo. Ya no servía para nada. No pensaba ni quería.
mañana siguiente” . El rostro de Oblomov ofrece una expre Estaba muerto en vida. Pero las apariencias engañan. ¿Y si
sión de apatía y aburrimiento permanente. Cuando se apaga fuese al revés: que los vivos estuviesen muertos y los inmóvi
y hunde sin perspectivas de futuro, entretiene su abulia con les vivos? Oblomov, el perezoso absoluto, único, excepcio
vagos y risueños proyectos que son como una chispa de nal, siente, padece, porque puede percibir el movimiento y
fuego que anima su alma yerta. Es lo contrario de su amigo recoger todas las sensaciones. La sensibilidad es un estado
Stolz, el ruso alemán, lleno de la energía más viva y entu de receptividad que exige quietud. Cuanto más pasivo mejor
siasta. “ El ardor juvenil de Stolz se contagiaba a Oblov” , se captan las impresiones que nos asaltan. En consecuencia,
pero pronto recaía inevitablemente en la inercia. “ Se apode la pereza es un padecer aflictivo, una pasión, porque las
raba de él la indiferencia con más rapidez que el entusias sensaciones penetran la superficie del cuerpo y lo hieren.
mo” . La quietud en que vive, echado en el sofá todo el día, La pereza constituye la sorpresa dolorosa de la sensibi
le disuelve interiormente. Era un proceso lento que le iba lidad. La pereza es pasión suprema, es la verdadera naturale
haciendo extraño, diferente de los otros seres activos, vivos, za de la pasión. El perezoso al no buscar nada, está más
enérgicos. Este curioso personaje no quiere ser como los qm predispuesto a recibirlo todo, es pura receptividad. Su pasi
trabajan sin descanso, corren, se afanan para satisfacer su» vidad le hace vivir indefenso, en un perpetuo estado doloro
pasiones. Oblomov no sufre pasión alguna, pero es precisa so. Así, paradójicamente, el perezoso “un esqueleto vivo, un
mente esta carencia de pasiones lo que crea su pasión venia animado muerto”4 , es una criatura estremecida, sensible,
dera: conseguir la quietud completa que no ha logrado toda frágil, tierna porque cuanto percibe le hiere en carne viva, es
vía. Le visitan amigos, recibe cartas molestas que debe con una dolorida pasión. La misma pereza que sufre, el silencio
testar, tiene que mudarse de casa, hablar con unos y otros y paz que le rodea le abre las puertas del mundo como
Todo le parece horribles esfuerzos que le hacen exclamai espectáculo. Entonces sufre por su estancamiento en la iner
“ ¡Qué vida ésta! ¡Qué ruido tan atroz el de la capilnl' cia, como hemos visto que padece Oblomov, pero se goza en
¿Cuándo llegará la deseada vida paradisiaca? ” . Y sigue ln la pereza. Su sensibilidad es doliente y, a la vez, placentera.
chando desesperadamente para no hacer nada. Trabaja ptn ■ De la ataraxia, es decir, esa impasibilidad de la pereza, el no
no trabajar, se inquieta para aquietarse. querer afectarse o impresionarse, nace el placer epicúreo de
Si el trabajo es materializar la pasión en un produi l" poder mirar el mundo sin turbiedades apasionadas. La re
no trabajar es espiritualizarse, evaporarse, deshacerse. El li ■ nuncia a la agitación, a la turbulencia de los deseos, esa
bajador es un testigo de sí mismo, está manifestando sit-ni Iranquilidad del alma es condición necesaria del placer de
pre su presencia. Por el contrario, el perezoso se o'culln
rehuye la existencia. Mientras el trabajador es un ser cu ■I
2 Ivan Goncharov, O b lo m o v .
mundo, el ocioso está fuera de él, hundido en el abismo T
3 Ib ídem.
la ausencia y de la inmanencia más sombría. Lo peor 11*po
cuando, “ sintió tristeza y pena por su torpeza, por el csl.m 4 Calderón de la Barca.
TRATADO DE LAS PASIONES LA PEREZA 19 9
198
vivir. La placidez íntima de la pereza, hace encantadora la za a la que se abraza. El sueño de Oblomov es el de Heide
existencia. No hacer prácticamente nada, sólo quizá despe gger en Holzwege, buscar a través de los caminos del bos
rezarse para emperezarse, y ser feliz simplemente aspirando que, entre las ramas oscuras de sus árboles, la realidad ínula
el aire puro o al recoger el olor tierno de la yerba húmeda. ria del Ser, el gran Todo. Se busca ambiguamente, a través
Basta con sentir, sin hacer el más mínimo esfuerzo. Con de estas sendas perdidas, la Naturaleza íntegra y, a la vez. la
razón dice La Rochefoucauld en una de sus Máximas: “ el paz interior, sentirse ser, la verdadera pereza, el paraíso.
reposo de la pereza es un secreto encanto del alma” . Aban Pues para descansar en el ocio es necesario vivir la propia
donarse a sus delicias íntimas es gozar de una suprema beati integridad absoluta de la conciencia, del Yo real y cumplí
tud que compensa, en parte, por la suspensión de toda acti do, es decir, asentado en el placer de hallarse a sí mismo, sin
vidad y la renuncia a esa búsqueda terca de los más ardien asomo de duplicidad inquietante. Tal es el destino de esta
tes fines que constituye la esencia de nuestras vidas. Es la pasión de la pereza, estado final de una lucha ardiente de lo:,
voluptuosidad de la pereza que siente Oblomov, a la vez que que nacieron o se sienten lasos, abandonados, apáticos, l a
el sufrimiento. El placer se encuentra en la belleza artística, pereza es una felicidad a la que aspira y por la que se afana
como decía Picasso, no se busca jamás, se siente estática y denonadamente Oblomov. Es el combate del ocio vivo
pasivamente cuando estamos muy quedos, silenciosos, en contra la pereza mortal.
estado profundo de pereza y beatitud. El verdadero placel El perezoso lucha contra el acabamiento de su energía,
es esta paz interior: no quiere llegar a la dejadez suprema que teme. “Desde el
primer momento tuve conciencia de mí, sentí que ya me
¡Qué descansada vida apagaba” , dice Oblomov, y agrega: “Empecé a extingoii
la del que huye del mundanal ruido, me. . . ” . Corría peligro de consumirse progresiva y lenta
y sigue la escondida senda mente, sin saber qué hacer para evitar el apagamiento de su
por donde han ido alma y luchar contra su enfermedad incurable: lá obloniovi
los pocos sabios que en el Mundo han sido ! 5 lis. Entonces busca con desesperado afán la felicidad del
paraíso deseado, la verdadera pereza. “ ¿Acaso todos no pro
Podríamos extendernos en una apología del ocio y dt curan conseguir lo mismo con que sueño yo? ¿Acaso el mo
la pereza, pues no hacer nada significa la dicha de realizan livo de nuestra agitación, pasiones, guerras, comercio y polí
todos los antojos y caprichos, vivir en plena libertad, gozan tica no es por lograr el reposo, por conseguir ese ideal de
de la aventura, entregarse a la contingencia, escapando a la paraíso perdido” . “ También tu utopía huele a Oblomov” , le
rutina diaria, al mecanismo repetido y forzado del trabajo contesta Stolz, el vencedor activo y enérgico. Tampoco
La pereza es una liberación de la esclavitud de la obligación Oblomov se da por vencido todavía. Dentro de él luchan
y de los ritmos crueles del tiempo cronológico. El perezo'." dos tendencias opuestas: la pereza involuntaria que le arras
solamente obedece al compás desordenado, caótico, libo Ira a la paralización completa y la pereza voluntaria que la
que él mismo crea, a su tiempo interior, el de la memonn busca en el amor, el paraíso, la felicidad tranquila. Do\
que olvida, el de los instantes prodigiosos que caen fuera il* pasiones le dividen: el amor al recogimiento en su casa y "I
las hojas del calendario. Comprendemos el sueño de Obi" nnor a la vida, a la calle. Se desgarra entre el sueño mortal
mov pues, ¿quién le pone puertas al campo? Sueña con H del lento perecimiento y el gozoso encuentro del ensuciio,
mar, los ríos, los bosques, el cuadro infinito de la Naturalt
la exaltación amorosa. El amor por Olga es su última tenia
iiva para salvarse de la extinción total. ¿Podrá lograrlo?
5 Fray Luis de León.
¿Tendrá curación la oblomovitis?
TRATADO DE LAS PASIONES LA PEREZA 201
200
La pereza es una preparación o disposición para la irregular y ellos padecen por dentro” . El perezoso siente el
muerte. Esa rígida e implacable quietud que se apodera del deseo de morir, aunque difícilmente se suicida, pues este
perezoso, semeja a la inmovilidad del fin eterno. Sin embar acto supone una atrevida decisión de la que no ‘es capaz.
go, no es esta apariencia exterior lo que sugiere la semejan Puede atribuirse el origen de esa anomia que descubre Durk
za, es el deseo que va por dentro, pues el perezoso lo que heim al desorden de una crisis económica o los desastres de
quiere es morir y poder descansar para siempre. La vida le una guerra, como sostiene el sociólogo francés. Sin embar
fatiga con sus ansiedades trágicas, agitaciones múltiples, de go, creemos que la serenidad misma, al mudarse en monoto
sórdenes y revoluciones que le conturban el ánimo. ¿La nía permanente, es la que realmente invita al suicidio. Perdi
vida? ¡Opónle parte de tu muerte! ” 6 do el sosiego, desea morir porque, desde hace muchísimo
El hartazgo de vivir nace progresivamente, sin descubrí tiempo, todos los días los perezosos se van matando, pero
miento súbito de la nada existencial. Primero adviene el no lo saben. Arropados en la dulzura bobalicona y engañosa
tedio que embota y, a la vez, tranquiliza, porque entonces de la serenidad, van apagándose como un fuego lento. Pero
todo lo que pasa, si es que ocurre algo, resulta igual, lo de de sentirse morir a querer la muerte media una gran distan
todos los días, que embrutece y embota más el entendí cia y se puede descubrir que la quietud de la pereza es la
miento. Sin embargo, la vida era confortable, lenta pero no muerte misma.
tediosa ni aburrida. Paseábamos por los jardines^, visitábamos La pereza es la pasión de morir que no debe confundir
o nos visitaban amigos, teníamos una pequeña muchachil se con “ el Ser para la muerte” 8 que supone una resuelta
que todos los jueves nos daba un intenso placer, leíamos pof decisión de la conciencia íntima, o sea, aceptar la propia
las mañanas echados, eso sí, en la cama para no fatigarnos temporalidad finita. Por el contrario, el perezoso se muere
demasiado el mismo libro que no terminábamos nunca, pero inconscientemente, al abandonarse y dejarse arrastrar por el
que nos ayudaba a adormecernos. ¿Qué joven no ha disfru tiempo. En realidad no siente el paso de las horas y todo se
tado de esta deliciosa calma de la vida perezosa? Pero, di’ convierte en idéntico e igualmente aburrido, en monotonía
repente, aparece la monotonía, la repetición hastiadora de atemporal. El perezoso bosteza de eternidad porque está
los mismos actos, ese todo igual y siempre lo mismo. Enton ciego para los valores del Tiempo, que se compone de mu
ces, si la vida es una muerte, ¿para qué seguir viviendo? chos tiempos diferentes y sucesivos que nos enriquecen.
Algo dentro se rompe y desaparece la serenidad que daba Ajeno a la temporalidad, el perezoso ya no lucha contra la
sentido al perezoso. muerte y siente el deseo de abandonarse todavía más a su
Anomia llama Emile Durkheim7 a la ruptura de la nor pereza.
ma vital. La tentación de suicidarse aparece cuando el peiv La muerte es la pereza suprema, la inmovilidad defini
zoso pierde su calma olímpica. El sociólogo francés explicu tiva. No querer nada, dormir pacíficamente, ni siquiera so
claramente los distintos suicidios: “ El suicidio egoísta si fiar, tal es la pasión que siente el perezoso. “Morir es desna
define porque los seres humanos no ven ya un sentido en cer” 9, volver al seno materno, al origen de donde procede
sus vidas; el suicidio altruista, porque este sentido les paren mos, a la nada o sombra absoluta. El perezoso no tiene
estar situado fuera de la vida. El tercer tipo de suicidio esto conciencia de su tiempo ni de la Historia, por.ello siente la
determinado por el hecho de que su acción se ha hecho
8 H e id eg g e r.
6 César Vañejo.
9 M ig u e l d e U n a m u n o .
7 El suicidio.
202 TRATADO DE LAS PASIONES LA PEREZA 203
ruptura interior como un fin o explosión definitiva de su día van y vienen como moscas, ¿y para qué? ” . Todos viven
existencia. Sin embargo, aunque resulte paradójico, el pere buscando algo, en dura competencia con los otros, con una
zoso es un trabajador incansable. “Nadie conocía ni veía ansiedad enfermiza. Además, si todo trabajo esperioso, for
esta vida interior de Ilia Ilich. . . Sólo Stoltz le conocía a zado, nos condena y entristece, supone un esfuerzo tremen
fondo y hubiera podido hablar de la capacidad y del volcá do que nos fatiga, ¿cuál es la finalidad de la acción? Querer
nico trabajo interior de aquella cabeza” 101. Y es cierto, el siempre más y que a una volición le suceda otra. La volun
perezoso no descansa nunca: proyecta, concibe, fragua pía tad de vivir, la sed de vida y de acción es un perpetuo
nes, desarrollando desde el sofá o la cama una intensa activi sufrimiento que no se satisface jamás con la realización efí
dad íntima. Quizá sus concepciones sean estériles porque no mera de un objetivo. Esta cadena de actos fracasados lleva, a
se manifiestan en actos, pero le ocupan jornadas enteras que través de penosos esfuerzos, a la miseria y la desgracia. Sola
depuran y afinan su alma. Este perezoso, instalado en su mente negándose a trabajar se puede alcanzar la paz inte
quietud, sueña activamente, reflexiona de continuo sin alio rior, disfrutar de la pereza contemplativa y deliciosa. La
rrar ningún esfuerzo. Creaba Oblomov un mundo para si felicidad consiste, pues, en conquistar el nirvana interior por
mismo a imagen de sus deseos, pero sus pensamientos eleva la renuncia ascética, como exigía Schopenhauer para llegar a
dos se quedaban siempre en puras divagaciones. En realidad terminar con el sufrimiento y alcanzar la suprema contem
todo perezoso trata de evadirse de la actividad concreta poi plación estética.
la reflexión y el pensamiento. Estas ensoñaciones especulativas de la pereza, ofrecen
La pereza es también “die stille Genuss der reine Be un panorama encantador, de idilio bucólico, como el que
trachtung” n ,Oblomov medita y no hace nada, trabaja espe Oblomov describe a Stolz. Un proyecto es la construcción
culativamente para no trabajar de hecho. Esa actividad inte mental, el dibujo para la acción. La vida es pensamiento y
rior que practica Oblomov es un sueño lúdico, una diversión trabajo, luego hay que hacer planes para realizarlos, materia
o entretenimiento del pensamiento, no un esfuerzo real di lizarlos. Pero el perezoso no tiene fines que cumplir, sólo
conocimiento del mundo. Es lo que llaman los idealista' elucubraciones engañosas para evadirse de su propia realidad
alemanes, una especulación del Yo trascendental frente ni humana. Sus libres y fantasiosas divagaciones son un paraíso
No-Yo del mundo, que aparece como irreal, de contorno artificial adormecedor, un olvido deliberado de sí, una fuga
vagos e inseguros. La verdadera seguridad la encuentra <I de su dolorosa pasividad. Pero Oblomov conoce los males de
perezoso en torno a su ser que descansa y medita en 11 la pereza y confiesa, a su amigo Stolz, la inanidad y el vacío
sofá. “ El trabajo es la imagen, sentido, elemento y fin di' ln de su vida, que entretiene con idealistas y artificiosas medi
vida, por lo menos de la mía” , dice Stolz. Pero este razona taciones para esquivar su verdadero problema: cómo romper
miento no convence a Oblomov, quien había llegado a 11 su estado lamentable de postración y abandono, salir de su
conclusión kantiana que el mundo es una representación d< i casa y entrar finalmente en la existencia. La angustia de la
Yo, y la vida una fabricación de la mente constructora. A i pereza la crea el cansancio que da el descanso, la modorra
descubre la inanidad e inutilidad de toda acción propln de la quietud, la fatiga entumecida del reposo. Oblomov no
hasta de la ajena y se pregunta: “ ¿Cuál es el motivo de mu puede despertar del eterno sueño de sus elucubraciones por
vidas? No se quedan tumbados, sino que durante todo <I que la verdadera reflexión es un acto, una acción, como dice
llegel. Para alzarse de la pereza y nacer a la acción reflexiva,
debe dejar de ser pura conciencia sumergida en las sombras,
10 Iva» Goncharov. desdoblarse y contemplarse, como ante un espejo, para des-
11 “el goce tranquilo de la pura contemplación” . Goethe. • ubrirse a sí mismo como un objeto claro, luminoso. Como
204 T R A T A D O D E LA S P A S IO N E S LA PEREZA 205
este esfuerzo no puede realizarlo, los pensamientos por los razones internas, el fin de la vida es la muerte” . Pero los
que discurre el perezoso son sueños lúcidos, pero que le seres humanos no se resignan a la apatía, a la muerte y
mantienen dormido, le postran en un letargo ocioso, afian luchan contra ellas. Sólo el otro puede salvarnos por la iden
zando la continuidad de su noche poblada de “ someils ton tificación del abrazo, conjugación de un mortal con un mor
ffus” 12, como un fauno. tal. Es lo que Freud llama Eros, es decir, la libido selectiva
El perezoso, sin salir, de su casa, también podría esca que se une a otra libido para crear la vida y multiplicarla.
par de la pereza mortal, obrar por la reflexión y abrir los Como observa justamente Paul Ricoeur, el dualismo
ojos a la verdadera realidad individual, entrar por la puerta Eros-Thanatos aparece como un dramático “ renversemen du
estrecha del conocimiento interior. No es necesario saltar de pour ou contre” . En un sentido todo es muerte, porque la
la cama y lanzarse con ímpetu furioso a la acción vital. voluntad de conservarse y la pasividad perezosa es un cami
Perezosamente y sin afanarnos, podemos comenzar la obra no hacia ella; de otro lado todo es actividad, ya que por la
de la exploración de nuestra personalidad, pero sin distraei unidad consigo mismo, o sea, el narcisismo, se anticipa la
nos ni entretenernos con divagaciones que nos vuelven al unión con el otro, origen del deseo cósmico e infinito de la
sendero del sueño inerte de la meditación, que es el opio (li vida misma.
la pereza. También Oblomov quiso salir del letargo ocioso,
viajar, amar y hasta se entregó con entusiasmo a Olga. Pero
termina por abandonarla, porque el amor es un trabajo ex
cesivo para un alma dominada por una pereza que ya ha
hechado hondas raíces. Y Oblomov comienza a encontrarle
encantos a su casera, a quien desea simplemente porque
está muy próxima y no le cuesta ningún esfuerzo ir a su
encuentro. Ya no vuelve a salir jamás de su casa y finalmeu
te, recluido en su habitación, sin afeitarse, pues le cuesta
mucho trabajo, ve pasar los .días que le acercan a su fin.
Hemos dicho que la pereza es la imagen viva de la mué i
te. Freud13, comprueba que por un mecanismo de repetición *
12 M a l l a r x n é .
(
física se convierte en energía psíquica, lo que explicaría la
tensión del deseo que sufre el protagonista de Lenormand
que, en un principio, sólo aparece y desaparece con los
XIX. EL DESEO movimientos del viento. Pero cuando más tarde esta tensión
es permanente, se convierte en angustia, es decir, conciencia
de que el deseo es compulsivo y no podemos dejar de desear.
La pasión del deseo es una agitación del alma que la dirige Así se opera la transición de la tensión sexual física a la
hacia el futuro, para adquirir un bien que ha imaginado1 libido psíquica. Esta angustia se manifiesta más clara y níti
En efecto, en su pura energía primitiva o cuantitativa, el damente cuando conocemos las trabas u obstáculos de la
deseo es una pulsión violenta y posesiva. Freud12, define la realización del deseo, de lo que dedujo Wilhelm Reich una
libido como un deseo imperativo, acuciante, excitación do
lorosa que se puede medir, ya que al poseer el objeto desea
do se produce la distensión de la energía acumulada. ¿La
Í
frustración, una carencia de energía del propio desear. Estos
impedimentos a la consecución de lo que deseamos, muda la
tensión sexual. Al perder energía pulsiva inmediata o parali
zarse el deseo, éste se interioriza y nos afecta. La representa
libido es una mera energía que brota de la persona, o es una
trasposición al cuerpo de las fuerzas físicas, del movimiento ción interior del deseo aviva su intensidad y lo aumenta
mismo de la materia? En el primer caso, el cuerpo origina hasta el paroxismo, adquiriendo así una potencia inusitada.
por sí mismo el deseo; en el segundo, sería el resultado dn De todos es sabido que la componente imaginativo-
las vorágines del cosmos. Pero no hay tal oposición. Según afectiva integra todas las manifestaciones del deseo, es lo
Mac Intyre3, el concepto de Freud sobre la energía física til que se denomina “ la cerebración inconsciente del deseo” .
la libido semeja a la materia en movimiento de Engels, sien Así define Freud la libido como “ la energía psíquica de las
do indiferente que el origen de la libido provenga de excita
ciones exteriores o interiores, porque es una corriente que
recorre todo el cuerpo. En consecuencia, se puede afirmai
¡
pulsiones sexuales” 4. No es sólo el.deseo la fuerza material
que nos invade desde el mundo exterior, es también un
fuego abrasador que se siente íntimamente y parece quemar
que no tenemos deseos, y sí somos víctimas del deseo. las entrañas. La transformación de energía material en
En su obra dramática Simoun, Lenormand cuenta la psíquica convierte el deseo en movimiento permanente, en
historia de un hombre maduro impelido, como el violento deseo del deseo, en melodía continua, como expresó Mozart
aire cálido del desierto, a desear sin fin cuerpos nubiles, y en Don Juan. En consecuencia, el deseo no es mera pulsión
corre peligro de consumirse en esta búsqueda inextinguible sexual, es una pasión total.
de su libido oscura, a la que obedece sin querer, involunta El deseo es un ímpetu hacia el mundo exterior y vuel
riamente. Esta energía íntima de la libido, que Freud calili ve sobre sí mismo para recuperar energías y seguir la bús
ca “ intensidad excesiva”, sólo se puede calmar y distendei queda de su objeto. En el primer movimiento hacia fuera, el
por la satisfacción. Pero, ¿qué ocurre cuando es permanente deseo es una pasión proyectada al futuro, “ á vouloir pour
y no cesa de aguijonear al cuerpo? Entonces, la energía favenir Ies choses qu’elle se represen! lui étre convena
bles” 5; en el segundo se trata de una regresión al deseo
originario. Esta bipolarización de la dirección del deseo, se
1 D e sc a rte s.
206
208 TRATADO DE LAS PASIONES EL DESEO 209
resuelve en una síntesis dialéctica: la razón o idea de l;i presente y futuro del deseo. En sus tabulaciones la subjetivi
pasión del deseo se orienta a la elección de un sujeto coni dad se escinde unitariamente, es decir, inconscientemente
plementario y, a la vez, rememora lo que ha deseado, crean fabula, imagina asociaciones libres sin sentido aparente, pe
do de esta fusión el ideal que encarna su deseo. ro que esconden un signo conceptual o símbolo libídico, y
La pasión deseosa es peregrina, navega en el mar agila conscientemente crea conceptos, expresados en figuras visi
do de la inmensidad oceánica de la vida, vagabundea sin bles. Esta oposición interna del deseo se resuelve en la repre
objeto sexual determinado, en búsqueda de uno preciso que sentación de la imagen elegida. Objektwahl o elección de
no ha encontrado. Parecería que el deseo errabundo viaje objeto es la etapa final de todos los estadios libidinosos del
en el seno de la fluidez, de la diversidad, del movimiento deseo. Entonces, cuando se sale de esa inmersión en la oscu
puro de la existencia inconmensurable, caótica, sin sentido ridad del pasado, del inconsciente, se concibe con claridad
ni razón. Por el contrario, el deseo tiene una razón insita un ideal del deseo, una representación mental, un afecto, es
lograr la satisfacción que le proporcionará la posesión del decir, “la presencia del cuerpo en el alma” que dice Freud.
objeto deseado. Sin embargo, el deseo se divide en aspiracio Entonces se conforma idealmente una figura sin delirios
nes antagónicas: el goce posesivo de diversos objetos sexun oníricos, la concebimos sabia y calculadamente para realizar
les, meros instrumentos de satisfacción del deseo subjetivo, en ella nuestro deseo. Swann para desear a Odette, necesita
y la búsqueda de un sujeto determinado, que elige entro imaginarla como el personaje de un cuadro de Vermeer, un
muchos, para consumar el deseo exteriorizado. “La historia símbolo de la ternura plácida y serena, porque las imágenes
del objeto es la historia de la función objetal, y esta historia del deseo son símbolos, verdaderos conceptos, límites de la
es la historia misma del deseo” 6. Esta antítesis se resuelve realidad. En consecuencia, al desear lo que soñamos, repre
cuando el yo se convierte en objeto de pulsión. No porque sentación y deseo se unen en un concierto afín.
se introduzca el concepto de narcisismo, como creía Freud, El deseo es material e ideal, real e imaginativo. Lo que
sino porque el yo que desea se siente sujeto y desde ese deseamos se transforma en Yo ideal, como por ejemplo si se
momento enfoca a los otros no ya como objetos, sino tañí desea la vehemencia o la ternura expresa un concepto gene
bién como sujetos. Así, de la regresión freudiana avanza el ral de lo que necesitamos y deseamos. Ahora bien, estos
deseo a una subjetividad consciente de su pasado inconscicn conceptos o símbolos, como ternura y vehemencia, mani
te. En este trayecto progresivo, se descubre e ilumina todo fiestan una cualidad del cuerpo: pasividad deliciosa, pausada
lo prohibido, rechazado, las fantasías del deseo, sus elucu ile la caricia en el primero, mientras la vehemencia denota
braciones y pensamientos oscuros. Pero esta subjetividad lodas las tempestades variadas y rítmicas de la corporeidad,
consciente es, a la vez, inconsciente, porque cuando elige iluminada por fuegos sucesivos. También expresan estados
definitivamente el objeto sexual del deseo se opera una evo psíquicos, pues la ternura es necesidad de cobijo después de
cación de la fantasía primaria elaborada en la noche oscui.i sufrir las penas de la ansiedad, y el que desea la vehemencia
del alma. El encuentro, pues, con el objeto elegido significa se trasciende en múltiples experiencias recogidas en un úni
a la vez, la realización de un deseo del pasado infantil o co abrazo quemante.
adolescente. Para Freud el futuro del deseo está en eitr La antinomia entre el futuro del deseo, su proyección
regreso o vuelta atrás, en la felicidad perdida, pasado que al intensiva y su regreso al pasado se resuelve, como vemos,
futurizarse se presentiza, conjugando así la dialéctica pasado, por el principio de realidad sobre el del placer, o sea, por la
objetivación completa de la subjetividad. Así, la realidad es
la relación objetiva con el otro, no solamente con otro cuer
6 Sigmund Freud. po como origen exterior de placer, es sentir el deseo del
TRATADO DE LAS PASIONES EL DESEO 211
210
otro que reaviva y afirma el propio. De esta forma se crea la Ahora bien, el donjuanismo es también una pasión sub-
relación recíproca entre seres complementarios y semejan I jetiva, por la tensión arrebatada de comprender al otro que
tes. Con la posesión objetiva se realiza la unidad de los se desea. El objeto sexual aquí es sujeto de conocimiento
deseos sexuales y terminan los estados o gradaciones del del deseo que busca poseer para desmenuzarlo y analizarlo,
deseo. Sin embargo, una vez cumplido y satisfecho, el deseo descomponiendo su realidad objetiva. Este donjuanismo in-
se puede transformar en pasión, es decir, en búsqueda perma
nente de nuevos objetos, lo que significa un regreso a la
inquietud originaria de la libido y, a la vez, constituirse
I tensivo es una aventura cognoscitiva en la que se emplean
argucias de la razón, pensamientos interrogativos que subje-
tivizan el objeto sexual. Por el contrario, el don Juan exten
como ser ansioso que ya no puede dejar de desear. sivo ve mujeres y más mujeres, pero ningún rostro. Para
El donjuanismo es la pasión infinita del deseo, la ansie lograr poseerla recurre al engaño, al fraude, a la mentira. “El
dad dolorosa y trágica que impide la realización satisfactoria trueque, adoro” , dice el don Juan de Tirso de Molina que lo
del deseo y su tranquilidad. ¿Es el donjuanismo un deseo de define “un hombre sin nombre” . Efectivamente, este don
posesión objetiva o una pasión subjetiva? La apropiación Juan no es un individuo, es la potencia anónima, oscura,
extensiva de seres como objetos por afán de conocimiento o una encarnación del deseo mismo, “ símbolo del apetito fe
para desvelar su misterio convierte el principio de realidad roz y salvaje del deseo” 8 que no repara en medios para
en principio de placer, es decir, el regreso a la errabunda conseguir su fin. Hasta llega a sustituir en la cama a otro,
búsqueda del propio deseo a través de sujetos diferentes. El fingiendo que es él, lo que demuestra su energía abstracta y
principio de realidad no debe confundirse con el hallazgo anónima.
del amor, esa conjunción de dos seres que significaría la paz Frente a la falsa concepción de Moliere, que considera
definitiva del deseo. Por el contrario, la posesión objetiva a don Juan un individuo concreto, ridículo personaje, inca
del deseo, la elección de objetos acrecienta la sed deseosa y
origina, de hecho, la pasión del deseo: el donjuanismo, ham
bre de poseer muchas mujeres. Esta cuantificación del deseo
a través de las conquistas, propia del don Juan, que le enor
gullecen como macho español o “ coq gaullois” , retrotrae el
deseo a su fuerza originaria. El don Juan es la materia en
1 paz de dominar, Tirso de Molina acierta al describirlo como
una potencia avasalladora, demoníaca, incontenible. “Si tan
largo me lo fiáis, ¡vengan engaños! ” , significa que mientras
viva don Juan no puede sosegar su ímpetu, aunque le ame
nacen las penas del Infierno. Es pura energía terrena que no
puede aspirar a la felicidad celeste. Por esta razón, no se
movimiento de Engels, “jeder Trieb ist ein Stück Activl _ arredra ante ningún obstáculo, todos los vence y supera. Su
tát” 7, es decir, que el deseo sexual se puede medir como un violencia irresistible asalta palacios, casas de labradores y las
terreno, porque cada conquista amorosa es una fracción del dificultades aumentan su pasión, desencadenan su energía.
deseo mismo. Este donjuanismo manifiesta un estado per A. la víctima no la ve ni la conoce, pero siempre es presa
manente de excitación sexual y de tensión perenne de l:i segura de su cacería. “ ¿Quién ha de ser? Un hombre y una
mente, que llevan a la búsqueda de una satisfacción que no mujer” 9. Nada más y nada menos. Esta es la idealidad de
se logra nunca. Es la pasión objetiva del deseo, pues se unen don Juan, no es persona ni individuo, como dice Kierke-
la excitación física, causada por el objeto exterior, y la idea gaard, sólo una pujanza arrolladora, casi siempre victoriosa,
que acompaña siempre al deseo como sensación pasiva que [jue pocos pueden resistírsele. i
se padece, para impulsarlo a una actividad concreta de pose
sión. O
K ie rk e g a a rd .
El Don Juan, de Lord Byron, refleja la pura intensidad don Juan reside precisamente en la fuerza de su sensualidad
del deseo, que fracasa en su grandiosidad épica. Moliere lo deseosa que embellece a las mujeres y al sentirse atraída .
pinta como un burlador pervertido que sabe engañar con maravilladas por ese deseo de que son objeto caen víctima',
astucia, lo que indica un cierto grado de reflexión en el de los espejismos del deseo.
ímpetu gozoso, y también Tirso de Molina cuenta la agudez El encanto musical de la ópera Don Juan, de Mozarl
de sus artimañas. Don Juan es, como el capitalista moderno, procede del movimiento continuo que expresa la pura aven
“ un aprovechador del azar” 10, un afortunado jugador por tura de su deseo. Don Juan aquí es la temporalidad que .<•
que sabe sacar ventaja a la ocasión cuando se presenta. No lleva a cabo a través de rupturas en la continuidad del deseo
tiene escrúpulos morales y se lanza precipitado a la conquis acuciante. Salta, brinca, asoma y desaparece, para volvei a
ta de la mujer, aprovechándose de su flaqueza y debilidad. reaparecer en una playa, en un palacio, en una choza. I a
Sin existencia propia ni nombre que lo identifique, sabe pasión de su deseo es temporal, musical. Pero este tiempo
seducir. “No tiene palabras, es por el genio de su sensuali que vive don Juan no es el de la simultaneidad y coexisl e 11
dad que engaña” n . Pero esta afirmación es incompleta, por cia, simétrico, sucesivo, de Kant, sino el arbitrario, capricho
que don Juan no es sólo audacia, superpotencia del deseo, so y discontinuo de la rapidez instantánea que se sucede a
hay en él una perversidad reflexiva, unos ojos alerta, una trozos, una pura espontaneidad sin sustancia temporal. Asi,
atención curiosa que lo prepara intelectualmente para el “la obertura de Don Juan es vigorosa como la idea de Dio ,,
asalto de la mujer. Sin duda no sabe hablar con elocuencia agitada como la vida del mundo, estremecedora en su pía
ni convencer con razones, pero tiene imaginación para in cer, plena de inspiración en su goce de la vida” 13. El tiempo
ventar falsas promesas, que facilitan su conquista. No se de don Juan se compone de momentos breves de placer «pu
puede oponer deseo y reflexión, como hace Kierkegaard, se repiten. Por esta razón, porque el tiempo es monotonía
porque “ todo deseo es el deseo de un deseo” 12. Si el sueño busca don Juan la diversidad, la verdadera pasión objetiva
es un deseo realizado, el deseo es un sueño idealizado, un del conocimiento.
pensamiento, una idea a cumplir. Que don Juan no es total La vida amorosa de don Juan es una sucesión de nio
mente irreflexivo se demuestra porque a través de la felici mentos que no tienen relación entre sí, una temporal id a«l
inconexa, rota, destruida, que no es el sin sentido ni razón
dad o desgracia que va creando a sus mujeres, lo que busca de Nietzsche, sino la idealidad del tiempo abstracto \
es conocerse, saber quién es, dejar de ser un hombre sin homogéneo que no discurre realmente de Newton y Descaí
nombre. tes, un mero mecanismo temporal. Don Juan busca la
Hemos dicho que la finalidad de don Juan es la pose heterogeneidad, pero siempre encuentra en las mujeres, la
sión objetiva, no el sujeto sexual. Por consiguiente, ignora a sombra de su yo, el hastío. Por ello sigue buscando pan
quien posee. Esta inconciencia exaspera e intensifica su an realizar la posesión real, el conocer. Al mismo tiempo «purn
siedad de conocimiento que no se realiza nunca. Así, el ser individuo, porque el deseo es universal, abstracto, y poi
único que puede vencerle es el convidado de piedra, porque las conquistas sucesivas busca llegar al Yo cartesiano, a la
es el espíritu invisible que niega el alma visible del cuerpo subjetividad de su deseo. Aspira, pues, a temporalizan con
la sensualidad. Sin embargo, el secreto de la seducción tic cretamente su vida. Sin embargo, don Juan arde y se con ai
me en el profundo fuego del deseo más concreto y « .la
10
K arl Marx.
tuerza erótica individual es lo que le hace irresistible l>aia la
11
Soren Kierkegaard.
13
12
Sigmund Freud, I n t e r p r e t a c i ó n d e lo s s u e ñ o s . Soren Kierkegaard.
TRATADO DE LAS PASIONES EL DESEO 215
214
mujeres. José Bergamín14 afirma que esta fogosidad suya es busca es conocerse, ya que se ignora, arrebatado por su
la temporalidad humana que lo determina, pues don Juan propio fuego no tiene tiempo para descansar y, por consi
tiene alma (fuego) porque dispone de tiempo, aunque éste guiente, para ser. “Don Juan parece que quisiera siempre
sea fugaz, homogéneo y siempre igual. “ Fantasma del tiem empezar por descristianizarse, arrojando fuera de sí su nom
po, de la vida temporal que lo trasciende, nos parece la bre misterioso, personal, para identificarse con el puramente
figura humanísima del Burlador al correr de los tiempos, impersonal del Bros” 17. Así se convierte en un mito salva
fugitiva” 1S. Sin embargo, al asimilar Bergamín este esquema dor del sexo, en la encarnación sensible de una idea, que
temporal al de Heidegger, (“ ser en el Mundo, ser con los revela el carácter fetichista de esta creación espiritual o pro
demás y ser para la muerte” ), parecería que ese fuego subje ducto material de la literatura. Es el seductor esencial, mirí
tivo que le arroja al mundo a la conquista de mujeres, es fico que seduce y debe seducir a las mujeres de todos los
para morir helado por la estatua de piedra. Claro que este tiempos.
proceso temporal no es sino en apariencia el de don Juan, La generalización objetiva del deseo que representa, le
pues lo que Heidegger dice es que el tiempo es futuro y que transforma en una mercancía fetichizada, en un valor de
existimos para consumirnos en el propio fuego vital. Toda cambio. El sexo es un objeto simbólico de trueque, encarna
vida es, pues,'proyecto, dirección futurista. Por el contrario, do en don Juan, el mito tentador que está exhibiéndose,
don Juan vive un presente eterno, tejido de momentos di le pavoneándose, luciéndose para atraer y su propio fuego que
rentes pero inconexos. Su tiempo no es dialéctico, hegelia ma al que se le aproxima. Don Juan se convierte así en un
no, múltiple, diverso ni tiene sentido progresivo, lógico, ra nombre suprasensible, mítico. “ ¡Mi nombre! ¡Parece ser
cional con una meta inmanente para llegar a la comprensión cosa importante mi nombre!” 18, manifiesta su abstracción
de su realidad temporal. La dialéctica existencial, la úniea mercantilizada. Claro que en este drama el nombre es una
verdadera se desarrolla en un tiempo cualitativo, heterogé máscara de la verdad. El marido celoso ve en don Juan al
neo y es, a la vez, proyectiva, pues todo lo que nos ocurm seductor ideal y fascinante, al conquistador legendario, má
tiene una razón de ser, una lógica inmanente finalista, t ■. gico e inexplicable. Don Juan es una creación colectiva ideal
decir, histórica. que representa la conquista infalible, al convertirse en ideal
Nuestra vida se desarrolla en un tiempo de oposición de seductor, por el éxito seguro que tiene con las mujeres.
triangular, es decir, pasado, presente y futuro se con trapo Pero, para lograrlo, y es lo que no saben los creadores del
nen para apretarse y unirse en una síntesis superior: el Im mito, hay que renunciar a lo que somos, individuos de carne
último de nuestra historia individual. Por el contrario, t i y hueso, y mudarse en deseo universal abstracto con lo que
tiempo de don Juan es un presente instantáneo, repetid" se logra primero la posesión infalible y luego la transustan-
“La dialéctica de don Juan es la del hombre con la estatua' ciación dolorosa en mercancía, o sea, en leyenda por encima
dice acertadamente Bergamín. Don Juan vive extensivanmi de los tiempos, en ilusoria y fingida eternidad. El mérito de
te, a lo largo y ancho de la tierra, pero no tiene existen* 11 la obra de Rafael Dieste consiste en descubrir el abismo que
interior. “Don Juan no sabe lo que es, y si lo supiera no lo hay entre el mito de seductor ideal y el don Juan real,
sería” 16. Por esta razón no es individuo. Y aunque lo <|iM doméstico, que es provocado a duelo por una supuesta se
ducción siempre rechazada y nunca realizada.
Don Juan no es tan sólo ese ser inconsciente víctima Existe otro personaje, el seductor imaginativo, que sien
de su propio deseo, porque no es el irresponsable e insensa te el deseo, pero no le domina. Es un ser tierno, hace nego
to que se le pinta, abandonado a un ímpetu inmediato. Don cios, trabaja, tiene otras actividades porque es'como los
Juan sabe que su fuerza demoníaca, burladora procede del demás hombres, un ser concreto, normal que desea y a la
dominio calculador que tiene del deseo. El Don Juan de vez es deseo él mismo. Por el contrario, Don Juan es deseo
Tirso, como el de Zorrilla, concibe planes, forja estrategias, puro, sin más afición que satisfacerlo.
concierta dificultosas citas, se bate en duelos, inventa miste Hay otro tipo de seductor, seducido por su propia ima
rios, fragua conspiraciones. Esto prueba que su deseo es una gen. Es el sujeto que se tiene a sí mismo como objeto. En
pasión y no simplemente un impulso incontenible. este sentido, Freud tenía cabal razón cuando afirma que el
La pasión del deseo se manifiesta como un afán de deseo comienza por el narcisismo y, más tarde, se transfiere
conquista. No se trata de poseer para reposarse, sino para a otros cuerpos pero, en el fondo, lo que hace es buscarse a
volver a poseer sin fin, como un ave de rapiña. Mientras el través de los nuevos objetos sexuales. Como sujeto es objeto
deseo es inmediato, para crearse como pasión exige un pro de su deseo anónimo, que no necesita esforzarse ni pensar.
ceso, formar una idea de lo que desea. Debe imaginarse el Sencilla y simplemente desea. Pero cuando se mira en el
objeto en el corazón, y luego delibera y piensa cómo llegar a espejo, se ve diferente de como siente, por que “ le désir de
coger la presa. Toda pasión, aun la más inmediata, es siem Phomme c’est le désir de l’Autre” 20. Es ese otro de sí mis
pre reflexiva. Por ello, no se puede afirmar que don Juan no mo que descubre y penetra en él, lo que explica la dualidad
quiere reflexionar19. Está pensando siempre porque su pa de este seductor. El objeto sexual que buscaba fuera, está en
sión es una cavilación constante de cómo conquistar y po su interior, trascendido, objetivado. Lo que se llama “el
seer. Don Juan es así un trabajador negativo, que absorbe y inconsciente” es esta proyección permanente del Otro, una
elimina continuamente a todo lo que desea. Por ello es falso presencia oscura como ausencia. Porque está lejano el obje
también el dualismo que inventa Kierkegaard entre un don to de sí mismo, debe buscarlo. Y nace el deseo que ya no se
Juan espontáneo, irreflexivo, hirsuto, y otro racional, seduc mira al espejo. Concibe el objeto que sea, porque el pensa
tor ideal y profundo. Sin duda, existen diferencias entre la miento es deseo mismo. Este es el proceso cié este seductor,
pasión extensivo-objetiva y la pasión intensivo-subjetiva del seducido por sí mismo, es el discurso del Deseo, del Otro
deseo, pero este contraste no es chocante antagonismo. El que le posee y domina como su objeto, le dirige y orienta.
verdadero don Juan es pasión deseosa y deseo apasionado. Pero, a la vez, tiene su discurso subjetivo, el de la voluntad
Examinemos ahora al seductor ingenuo, sentimental propia que se concentra en un objeto concreto: la persona
que se enfrenta azorado al misterio de otro ser, y quiere que desea. Entonces razona, proyecta cómo conquistarla. Y
desvelarlo a través de un curioso interrogatorio, pues confía éste es el origen de la pasión del deseo.
crédulamente en la verdad de la palabra. Pregunta, deman En la obra de Lenau, asistimos al espectáculo de un
da, se angustia, no cesa de inquirir para saber cómo es el don Juan que aparece recogido, fatigado, calmo, como sin
otro. Se hace objeto él mismo para poder convertir a su deseo. Este infausto personaje es un reflejo de la propia
amada en sujeto. Para ello forma una estrategia semejante a melancolía del autor, melancolía que Freud define como
la del don Juan irreflexivo. La diferencia consiste en que la “pérdida de objeto de la libido” . Este don Juan deja de
suya es más sosegada y lenta.
19 Jacques Lacan.
Jo sé B e rg a m ín .
218 TRATADO DE LAS PASIONES EL DESEO • |'í
serlo al perder interés por la conquista gozosa. Siente remor to” 23. Se trata, pues, de observar lo que ella puede <>l......
dimiento por los daños inferidos y convoca a sus amantes en esta primera apertura de su intimidad. Al relie >•.mn,n - n
abandonadas, para repartir entre ellas su fortuna, antes de voz alta, poco a poco revela su misterio. Pero*cslc \edm mi
suicidarse. Y llegan los numerosos hijos de este don Juan, no se precipita de gozo al abrazo posesivo. Sabe >mi.ii<I h 1 1
acompañados de sus respectivas madres. Después don Juan distancia para afianzar su conquista y asegurar la conl.....
se suicida, dejándose atravesar por la espada de un rival, dad del diálogo. Luego se ofrece él mismo y ella pem tu • n
competidor en aventuras galantes y contrincante vengativo su interior, se convierte en objeto reflexivo. Sus pal.ibiii
El cazador don Juan es, a su vez, cazado porque ya no tiene son meditadas, sopesadas, contorsionadas hasta II c /m i i i i
pasión conquistadora y puede morir. más íntima sustancia. “Goza de su reflexión sobic id plm ■i
El seductor intensivo, que analiza Kierkegaard, es otro a la vez que opera la conquista” 24256.El objeto sexual a lu
don Juan. No toma posesión inmediata del objeto sexual y mudado en sujeto vivo, activo, en sujeto-objeto de m i i i i i i m
medita mucho su conquista. No es por la astucia ni trazando do interior. Pero se halla a mitad de camino de la avenim i
un plan estratégico que conquista a una mujer, como el don cognoscitiva, porque todavía percibe en el otro ciei la d< l> u
Juan puro y espontáneo. Este seductor atrae por el discurso sa, que no es subjetivamente reflexiva y sí la natiu.il " i1" ■
insinuante, metódico, suavísimo de su dialéctica. ‘Será <I ción de todo ser a descubrirse por completo. “ La iialund / i
diálogo del alma consigo misma” 21. Toda su disertación se femenina es un abandono con la apariencia de ifM-.u ii
proyecta a un fin determinado: apoderarse del núcleo de h cia” 2s. Por ello busca la entrega libre, consciente y im «pin
persona que desea, de su yo más íntimo. No se trata de un re que la mujer caiga víctima de la embriaguez, del eiig.iiiu <•
dibujo táctico o de refinada astucia, como supone Kierkc de la tentación. Su verdadero arte consiste en logia........
gaard en su ingenuo satanismo. Tampoco consiste en mu entrega voluntaria y a sabiendas. Cuando el misleiio m luí
insinuación deliberada ni hurgar sutilmente en el interior di revelado y la donación de la amada es total, el priiu ipio d>
una criatura. El seductor intensivo empieza, como un sabur realidad vence al principio de placer, pues la con june....
so, a rastrear las huellas de la persona que desea y haslii amorosa se realizó como objetividades reales y, .i l.i ve /
encontrarla es como una mercancía que brilla, la más valió»» como subjetividades reflexivas. Culminación recíproca ó. I
para él. Habla con ella y comienza la negociación, el lenl" deseo, al que se entregan dos sujetos objetivados plcnniuen
descubrimiento. Quiere saber todo de ella: su vida pasad.) te. Este es el momento supremo del descubrimiento común
sus amores, sus gustos y preferencias. Pero ocurre que mu “El instante es todo, y en el instante la mujer es lodo '
guna mujer abre fácilmente las ventanas de su intimidad Llegado aquí, este seductor pierde interés y deja de descaí '
Protestas, quejas y súplicas, cierran el alma ajena que si la mujer origen de su indagación amorosa, para ir en I>u .< ■
codicia poseer. El seductor insiste hasta que despierta la de otro ser nuevo. El seductor intensivo, aunque puede <mi
reflexión en el otro. Así, “se convierte la criatura deseuil * fundirse con un don Juan, no se contenta como éste cu la
en interesante” 22, pues la reflexión le obliga a entreabrii mi satisfacción de la conquista. El placer lo prologa rcnn Mi
hermética interioridad. “ Lo interesante constituye el tcin rando su peripecia erótica. Pero, como buen gozadoi i .lili
no donde va a entablarse la lucha hasta llegar al agotamim
23 I b íd e m .
24 Soren Kierkegaard.
21 Aristóteles. 25 I b íd e m .
22 Sóren Kierkegaard. 26 I b íd e m .
220 TRATADO DE LAS PASIONES EL DESEO I
co, necesita siempre nuevos motivos de reflexión, y se lanza yo. El seductor intensivo penetra en el misterio de mu
a la búsqueda de otra criatura desconocida, enigmática que, criatura que desea, la descubre, constituyéndola como un
cuanto más oscura y hermética, tanto más atractiva y luju sujeto, en apariencia independiente de él mismo. Pero, en
ríante será para su viajera libido infatigable. realidad, este sujeto termina por convertirse para el seducloi
No nos engañemos con las apariencias. El espíritu in en objeto subjetivo que le revela la naturaleza de su deseo,
quisitivo del seductor intensivo no busca el amor absoluto a lo que realmente quiere y que desconocía. Así, el seducloi
través de la multiplicidad infinita del deseo. Sufre, como el intensivo aprende de sus objetos sexuales a conocerse, ,i
vulgar don Juan, de la intemporalidad temporal, pues sus profundizar en el contenido de su libido, y son ellos los q u e
conquistas o etapas eróticas las vive en una atmósfera fuera le descubren la imagen sexual que buscaba entre sombrar.
del tiempo. La diferencia con el donjuanismo consiste en Pues la libido es una excitación que sólo sabe que necesita
que la repetición de sus aventuras, hastiado de ellas, puede satisfacerse y nada más. Pero para conseguir su satisfacción
llevarle a buscar un amor sereno, ese diálogo entre personas plena, requiere una cierta idea, la figura concreta de un
que lo saben todo una de otra, y se reposan en una afección deseo. En consecuencia, sólo por las experiencias erótica;., el
recíproca. Tanto el Don Juan de Moliere, como el de Lord seductor intensivo puede llegar a conocer lo que desea ính
Byron, y hasta un cuento de Prosper Merimé27, prefiguran mámente.
la salvación de don Juan y de su peregrinar continuo en una Freud apuntó siempre a que toda realización de un
vida serena, en el reposo del seductor vencido por el amor. deseo actual es el cumplimiento de un deseo del pasado,
Todas estas obras literarias apuntan a la posibilidad que la sueño, recuerdo o la prolongación de una imagen soterrada
pasión del deseo, esa sed atormentada de conquistas múlti u olvidada. También para el seductor la aventura erótica
pies, se concentre y termine en una mujer subyugadora del equivale al redescubrimiento de su deseo ancestral narcisir.
ímpetu de don Juan, en el amor melancólico. Pues, para ta. Pero solamente puede hacerse efectivo mediante un rcco
don Juan, el amor es una derrota, la pérdida del sentido de nocimicnto mutuo, dialéctica usual del señor y del esclavo
su vida. La renuncia a nuevos atractivos, sugerencias, res que señaló Lacan28, es decir, que el seductor se somete al
plandores de hermosuras inéditas, es la extinción del deseo deseo de su conquista para apoderarse de ella y entrar en mi
de su libido. laberinto secreto. A su vez, la víctima necesita obedecer al
Al estudiar el seductor intensivo-reflexivo, descubrimos deseo del seductor para hacerse sujeto, independizarse y no
que, en el fondo, es un ser solitario, concentrado en sí ser mero objeto deseado. Esta lucha termina en un reconocí
mismo, que se tiene como único y exclusivo objeto de su miento o síntesis dialéctica, al admitir que el deseo de uno
deseo. Esta afirmación puede resultar contradictoria con su es deseo del otro. Condicionamiento mutuo que es la íinali
donjuanismo de conquistador sucesivo. Sin embargo, el añil dad profunda, aunque inconsciente, de todo el sutil trabajo
lisis concreto de sus experiencias erótico-discursivas, di reflexivo del seductor intensivo.
muestran que sus aventuras son apropiaciones de un ser cu En otros casos, la búsqueda del yo sexual en la imagen
el que se proyecta o se busca. Ya Freud había estudiado 11 deseada, fracasa rotundamente. Logra el placer, es decir, la
narcisismo como una etapa previa al descubrimiento del oh ilusión o sueño de una satisfacción, pero no se descubre a u
jeto sexual. Pero en este caso, no se trata de la prehistoria mismo ni lo que desea a través del cuerpo vibrante y eslíe
del deseo, sino de una búsqueda del Otro para descubrir mi mecido del otro. Pero puede ocurrir también que el descii
28
27 Las ánimas del purgatorio. Ecrits.
222 TRATADO DE LAS PASIONES EL DESEO 223
brimiento sea sorpresivo, como si esa criatura ya se hubiera frenando sus ímpetus. Sin embargo, don Juan no renuncia
entrevisto en un tren veloz o al volver una esquina y se voluntariamente al deseo posesivo, es obligado a ello por el
hubiera perdido en la oscuridad del recuerdo. Sin embargo, mundo que le critica. Hace suya, acepta, una autoridad ex
cuando esa imagen efímera que permanecía oculta, y desea terna en su interior, para llegar a la idealización salvadora y
da, reaparece y se plasma en una figura concreta, es la aven simula una conversión que no practica, pues ha cambiado
tura trascendental del seductor intensivo, porque le descu un objeto sexual exterior, por otro ideal, interior. “ Se con
bre la raíz de su ser: un individuo que se tiene a sí mismo vierte en sustituto de una ligazón libidinal, por la introyec-
como causa y objeto por excelencia de reflexión. ción del objeto en el yo” 30. Esta transformación del deseo
La sublimación del deseo es la posible salvación de don en subjetividad deseosa, predispone a la sublimación, que es
Juan. Esto ocurre cuando se experimenta un desfallecimien la renuncia definitiva al objeto sexual, orientándose el suje
to de la tensión de la libido que lleva a abandonar el objeto to hacia otra nueva pasión no sexual.
deseado. Es el resultado de un largo proceso que se inicia al
descubrirse don Juan víctima del deseo de otro, que la mu
jer es la verdadera seductora y él es el seducido. Entonces, al
I La castidad no es, como suele creerse, la antípoda del
deseo, sino una metamorfosis de la libido, es “ la promoción
de lo sublime en el corazón del deseo” 31. El casto esconde
sentirse objeto se opera una regresión de la libido al narcisis un deseo violentísimo que lo satisface en el pensamiento, o
mo originario, como dice Freud. Inmerso en sí, el deseo se es asceta que lo domina y reprime voluntariamente. Enton
purifica y aparece lo que denomina “ ideal del Yo” . Es don ces la castidad puede ser liberación de la pasión del deseo o
Juan salvado por la identificación con su objeto sexual, o de su exceso desmedido, dándose la paradoja en el cristiano
por el arrepentimiento, como el personaje de Lenau, que de que la lujuria aparece con la castidad. De aquí, las tenta
acepta la moral como una imposición autoritaria provenien ciones de San Antonio que son manifestaciones de la incon
te de la sociedad o del super-ego. Es la aceptación por parte tinencia que crea la castidad, porque el deseo no se apaga
de don Juan de su fracaso erótico. Al comprender que ha nunca. Sólo puede transformarse (sublimación), o dividirse
sido seducido y no es más el seductor, se siente dominado en deseo puro-impuro (don Juan) y deseo impuro-puro (los
por otro con el que se identifica, y esta sumisión de su ascetas estetas).
deseo sexual le obliga a constreñirse. “ La formación del Al deseo estético le seducen las formas, siente atrac
ideal sería, por parte del Yo, la condición de la repre ción por la belleza, que Kant define como un estado o tono
sión” 29. Pero esta idealización o salvación del deseo al inte afectivo en la forma, es decir, lo que nos queda de la con
riorizarlo no cambia su destino; aun vencido, es siempre templación desinteresada de una cosa visible, que abarca y
Don Juan, como lo vemos en el personaje de Moliere que sintetiza sus aspectos variables. Con razón dice Juan D. Gar
sigue jugando eróticamente con las jovencitas que encuen cía Bacca: “ Bello es más bien fórmula que forma” . Pues
tra, porque su deseo continúa proyectándose hacia el objeto bien, el deseo sexual desea las figuras, la armonía de los seres,
ideal o deseo subjetivo que conserva en el fondo de sí mis pero no las ideas o conceptos sobre ellas. La belleza no es
mo. Sigue deseando, pero ya no se entrega a la conquista ontológica ni lógica, porque es visible, carnal, material. De
inmediata, ni a la fácil posesión. Sus exigencias son mayores seamos la apariencia de las criaturas, su hechura concina que
y quizá hasta exageradas. Antípoda de sí mismo, aparea- nos seduce subjetiva y sentimentalmente. Veamos como se
concentrado, íntimo, reprimiendo las pasiones, sofocando y
30 Sigmund Freud.
29
Sigmund Freud. 31 Paul Ricoeur.
224 TRATADO DE LAS PASIONES EL DESEO
opera la correspondencia entre el deseo y las formas exterio to, real. Su castidad impura frena la pureza impulsiva del
res de la belleza que lo suscita. deseo, porque la pasión estética trasciende las formas sen:.i
El objeto sexual aparece encarnado, o sea, incitante, bles en búsqueda de lo sublime, de la Idea.
cuando se establece una relación o tono afectivo entre lo Ignorar la presencia del cuerpo como objetividad crea,
que se desea y el objeto. En otras palabras, atrae por la también, la castidad como estado de pureza, de inocencia
riqueza de sus formas, por su pureza exterior que nos pene Se es casto natural y gozosamente cuando no sentimos que
tra y entusiasma. “ El deseo sexual es apetito que engendra nuestra corporeidad está compuesta de miembros, tej idos y
la belleza” 32. Sin embargo, no podemos tener un ideal pre sangre. Cuando comprendemos que lo poseemos como real i
vio sobre ella, porque la belleza está determinada por la dad corporal, entonces la conciencia acompaña a la presen
realidad de las presencias, ese ser o cosa concreta que nos da cia física. Ahora bien, ¿el cuerpo es el Yo, nuestro hogar, o
goce, placer. “ Un objeto bello es una alegría para siempre, es el soporte exterior de la tensión y de la acción? Cuando
jamás se disolverá en la nada” 33. El deseo sexual, porque es actuamos,, no tenemos présente el cuerpo, pero sentimos
formal y se atiene a las apariencias, es puro, inocente, casto. difusa y constantemente que existe. Suele ocurrir que el
Por el contrario la lujuria es impura porque va más allá de cuerpo se ignore hasta que vienen otros a descubrir su malí-
las formas, busca su secreto íntimo y se enturbia, se envene rialidad. “La vergüenza es el sentimiento de tener mi si-i
na de oscuridades y tinieblas profundas. El que sufre esta exterior” 35. Por mí mismo, no percibo que soy materia l'ísi
lujuria metafísica, padece una angustia sin fin porque tiene ca, porque mis actos la ocultan, pero si no hago nada, esloy
un ideal de belleza platónica, trascendente que no puede pasivamente sentado o de pie ante un sujeto que me mira,
encontrar en el mundo de las formas terrestres. Es el sentido entonces siento mi cuerpo como objetividad. La vergüenza
de la búsqueda del personaje de Thomas Mann34, que viví- no proviene del hecho de haber cometido una falta aunque
una dialéctica de perfección a través del goce estético de los esta sea flagrante, nace de que el hombre es un objeto peí
sentidos. Este deseo sexual solamente se puede satisfacer ceptible, observable. El pudor es una manifestación de la
por la lujuria, es decir, la descomposición de las formas qui vergüenza original y evidencia el hecho que poseo un cuei
se han gozado. Si el protagonista se complace mirando al po. También la desnudez nos revela que somos pura objeli
joven efebo es porque olvida o trasciende esta realidad y ve vidad para los otros que nos miran y desconciertan. Cuando
el cuerpo que le atrae como manifestación de su ideal estéti al vernos desnudos sentimos turbación, inquietud, demu es
co, lo que exige disolver la concreción de las formas e impli tra que ha aparecido la sexualidad que precede al desperlai
ca una negación de las apariencias sensibles. Disfruta al con del deseo.
templar el cuerpo joven del efebo, pero, en el fondo, lo j El casto no sabe que tiene un sexo hasta que otros se
menosprecia porque no lo desea. Es una exaltación de l;i j lo descubren. Pero el hecho que lo ignore, no quiere (leen
vida para la muerte, una manera estética de gozar disolvien que no desee, ya que el deseo existe siempre y se desea aún
do las formas concretas de la belleza real. Hecho que di sin saberlo. “ Los eunucos no cesan de desear”36, lo que no
muestra su castidad adorativa, pues si el deseo fuese verdti significa que exista una sexualidad abstracta, independienl<
dero, habría tomado posesión de ese objeto sexual concrc del mundo exterior. Es indudable que el sexo, físicamenle
hablando, es una energía material, la potencia fisieo-psíqun a
32 P l a t ó n .
33 J o h n K e a t s .
35 J e a n - P a u l S a r t r e , El ser y la nada.
36 Ib ídem.
34 Muerte en Venecia.
TRATADO DE LAS PASIONES EL DESEO 17
226
de la libido que realiza los deseos. Consideramos, inexacta po deseado. De esta forma, desmaterializa e idealiza el cun
la división que opera Sartre entre sexualidad y deseo. Si es po. Por el conirario, el cuerpo ajeno es objeto de mi subjel i
cierto que deseamos porque vemos objetos sexuales y lo vidad que desea, y el sujeto que deseo, su cuerpo m ata íal I .■
somos para ellos, no se deduce que el deseo nace sólo del intencionalidad afectiva de Scheler, Husserl y Sartre implli a
mero mirar mutuo. Es necesario poseer una carga sexual de una eliminación de la realidad objetiva del sujeto que *.r
energía acumulada pasivamente en la castidad o ignorancia desea. Es falso afirmar que “ el deseo es la conciencia que *.»
del deseo. Los niños son castos porque tienen la potenciali hace cuerpo” 38. Creemos que el deseo es el cuerpo que ■.«
dad física de la libido y aunque disponen de órganos sexua hace pura materialidad ansiosa, con un fin sexual de pos<
les que los capacitan para desear, no desean. Con los ancia sion objetiva. Sartre imagina que el deseo se apodera del
nos ocurre al revés. Desean las formas puras, la carne que los cuerpo y lo hace pesado, lo entumece hasta adormeceilo
tienta, pero se satisfacen con la caricia, es decir, al tocar y Estos estados que describe le demuestran que la conciem m
recorrer el cuerpo ajeno sin necesidad de poseerlo. “ El de invade el cuerpo. Por el contrario, el cuerpo tiene una emi
seo se expresa por la caricia, como el pensamiento por el ciencia objetiva que es precisamente el deseo de copulación
lenguaje” 37. Han dejado de experimentar la tensión exaspe con otro cuerpo. Tampoco es exacto que la conciencia e s «I
rada, violenta e impulsiva de la libido, pero conservan su cuerpo que desea unirse a otra conciencia corporal, poique
energía potencial que les impide dejar de desear. En este el cuerpo no es mero instrumento de la conciencia, dro a
sentido, son y pueden ser castos, porque sus exigencias ya por sí mismo. El deseo es conciencia cuando tiene como luí
no son perentorias ni urgentes. Los viejos saben desear con la posesión de un objeto sexual, y es inconsciente, cnslo.
cretamente, anhelantes, llenos de afán, poseídos de la angus puro cuando no lo ha determinado, aunque lo busque osen
tia que crea la frustración de la discontinuidad de su libido. ramente. Esto significa que se puede desear sin sabei emu o
Por el contrario los niños, ricos en potencialidad sexual, no tamente lo que se desea, ni haber concebido una imagen
tienen un deseo concreto ni saben cómo desear. En suma, si anterior. Sólo es consciente el deseo cuando sabe lo qm
los viejos tienen deseos, aunque carecen de sexualidad vigo quiere. Por tanto, la conciencia del deseo nace de la hús<jin
rosa, y los niños poseen una sexualidad fortísima sin deseos da del cuerpo que desea. En este sentido Sartre dice acería
precisos, esta dialéctica de sexo y deseo demuestra precisa damente que el deseo nos compromete como pasión. I n
mente su unidad. Ambos extremos, niños y viejos, viven el otras palabras, que todos somos donjuanescos al arrojar un.1,
sexo y el deseo con distinta intensidad. audazmente al mundo y recorrerlo para encontrar la perro
Sartre incurre en una nueva inconsecuencia al afirmar na concreta o imaginada que buscamos. En este caso podi ia
que el deseo no busca un cuerpo material “ busca un cuerpo parecer que don Juan quizá busca a través de sus aven (uní.
en situación” , trascendente, desmaterializado. Concibe el eróticas un ser trascendente cuando, en realidad, la posesión
deseo como la intencionalidad afectiva ya analizada poi de cualquier objeto sexual que encuentra es el real. Enlon
Scheler y Husserl. Sin embargo, creemos que el deseo busca ces se puede afirmar que el deseo es la inconciencia hecha
poseer un objeto sexual que, naturalmente, es físico y a la cuerpo, porque desear es también ignorar el cuerpo que se
vez subjetivo, espiritual, es decir poseer un sujeto y no me desea y sólo actúa el deseo oscuro, primitivo e inocen le cu
ramente un objeto, pero jamás una conciencia. Sartre afirma su castidad. De esta inconciencia corporal procede la pasión
que la conciencia subsiste siempre en el horizonte del cuer- del deseo, que es búsqueda permanente e insaciable. Clan-
38
37 I b íd e m . I b íd e m .
228 TRATADO DE LAS PASIONES EL DESEO 229
que también se puede experimentar un deseo sosegado, seo proviene tanto de su idealización como por la catástrofe
tranquilo, esperando que aparezca el objeto sexual que nos asoladora de su pasión física ansiosa. Si se ha podido afir
corresponda y despierte nuestro deseo de su sueño o al mar que don Juan, a través de sus innumerables aventuras,
cuerpo de su inconciencia. buscaba el amor, es porque no encuentra nunca el objeto
Si el origen del deseo se halla en la materialidad del sexual que deseaba, pero lo imagina, lo figura. “ Los fantas
cuerpo propio, “ en esta vergüenza originaria de sentirse ex mas del deseo” 41, son representaciones, sueños que el deseo
terioridad” 39, la realización de la pasión o conciencia del no piensa. El mismo deseo, dios fluvial de la sangre que nos
deseo se produce cuando se convierte en amor. Sin embar arrastra en sus torrentes, no deja ver con claridad lo que
go, el deseo en sí mismo, no tiene fin ni término y sólo de deseamos y enturbia nuestros ímpetus. Para saber lo que el
deseo violento, imperativo, se transforma en ternura deseo deseo quiere, es preciso concentrarse, separarse del bullicio,
sa, esa memoria del deseo que nos hace desear de nuevo. de la agitación inquieta del deseo. Esta castidad forzosa es
Recordemos un cuento de Guy de Maupassant, que narra el necesaria para pensar el amor que deseamos. La abstracción
encuentro de dos antiguos amantes, ya viejos, en un parque o espirituaíismo en que vive el joven, la clausura íntima en
de París. Al rememorar su pasado, se despierta la ternura el monasterio de su conciencia, esta profunda interioriza
recíproca y cáen abrazados sobre la hierba, donde los sor ción es una etapa previa para crear el deseo. Necesitamos,
prende un policía y los lleva detenidos, acusados de atenta pues, viajar por dentro del alma, gozar un régimen de sereni
do a la moral pública. Esta bellísima historia demuestra que dad y absoluta clausura para encontrar el ideal, la forma o
el deseo no cesa nunca, aunque se remanse y serene su figura de nuestro amor, “ esos ojos deseados que tengo en
violencia tempestuosa. mis entrañas dibujados” 42. Ya una vez sabiendo lo que se
Cuando la conciencia sostiene al cuerpo como mera desea, hay que lanzarse a la conquista del ser creado o soña
facticidad insoportable, el deseo puede degenerar en asco, do en el corazón interior, esa Dulcinea del Toboso que to
provocando náuseas abrumadoras la propia materia corpo dos ansiosamente hemos buscado.
ral. Entonces, buscará distanciarse de ella, dejando de obe Mientras Don Juan encarna la aventura trágica del de
decer a los ímpetus del cuerpo que son sus deseos múltiples. seo, Don Quijote representa el idealismo verdadero, realista
Esta histérica y enfermiza sensación de viscosidad del cuer de la empresa amorosa. Esto no quiere decir que al amar se
po propio origina un ascetismo, la renuncia a sentir deseos. deje de desear. Sin duda alguna el joven, sumergido en la
Es a esta sublimación idealista del deseo que lleva la Feno embriaguez abstracta de la reflexión, renuncia provisoria
menología, con la diferencia que, para Sartre, el deseo tiene mente al deseo de posesión física y rehuye la presencia del
su origen en la materialidad del cuerpo, mientras que para amor carnal. Se comprende que es una pausa reflexiva para
Heidegger, Scheler y Husserl, el hombre es un ser asexuado. crear la imagen deseada del amor. Terminada esta etapa,
Frente a este idealismo podría oponerse el materialismo del inicia la verdadera aventura del amor, sabiendo ya qué
deseo que encarna el personaje de La prima Bela40, ese viejo buscar. Entonces el amor se convierte en deseo y se corre
decadente que impulsado por su aficción a las jovencillas, se otra vez tras de él, se le persigue como una idea real. Yerra
degrada hasta arruinarse física y moralmente, víctima de su el joven, cae, tropieza, pero los errores no le arredran y
obsesiva y fantasmagórica pasión deseosa. El fracaso del de vuelve de nuevo a la búsqueda del camino recto. El amor es
sujeto y su desintegración en él, tenemos el ejemplo típico es porque hemos convertido la necesidad del cuerpo en una
del amor como pasión absorbente. Lo que un personaje de idea del espíritu. Entonces la apetencia de la pasión se trans
Balzac llama “ hommes á passions” son los que no pueden forma en fuga precipitada hacia el objeto amoroso sin repo
saciar su sed de amor más que en una única fuente y para so ni fin, y desaparece toda la realidad en su riqueza diversa,
beber en ella venderían sus almas al diablo. Para algunos, este panorámica al hacerse la persona amada objetividad pura.
veneno es el juego, la especulación en bolsa, los cuadros, ¿Cómo se opera este cambio de pasión relativa, normal, en
coleccionar insectos; para otros, es una mujer. A estos últi pasión absoluta, obsesiva?
mos se les puede ofrecer todas las las mujeres de la tierra y Hemos dicho que la necesidad corporal se convierte en
las rechazarán, pues solamente una, esa Unica puede satisfa idea espiritual. Entonces el amor crea desde dentro su figura
cer su pasión. Con frecuencia esa mujer no les corresponde, necesaria, la de su deseo, y tan la identifica con su yo que
pero no les importa, están dispuestos a todos los sacrificios desaparece el sujeto que piensa. Esta imagen creada ideal
posibles e imposibles para obtener, aunque sean briznas, una mente se apodera del sujeto y lo subyuga, dominándole
satisfacción posesiva. Estas reflexiones del personaje de totalmente. Pero aquí no termina. Esa figura está dentro y
Balzac demuestran que la pasión se desintegra en sus objetos fuera del sujeto que la desea, le pertenece y es extraña. Esta
respectivos y a la vez en su ímpetu posesivo. ausencia de su presencia y la presencia de su ausencia, de
El que sufre esta pasión amorosa suele ser una criatura sencadena todas las furias anhelantes de la pasión. Este
ferozmente egoísta, y lo único que quiere es satisfacerla. En amante obsesionado siente que su idea corporeizada o per
este sentido, se limita, se embrutece, porque la pasión amo sona idealizada le huye, se le escapa. Corre tras de ella como
rosa si a veces sublima, también envilece y no deja ir más en pos de una figura visible-invisible, pues tiene la sensación
allá del horizonte de la subjetividad, de las apetencias inme que desaparece en sus brazos, que la posesión es siempre
diatas. “Que suis-je? Un méchant cadavre don l’áme esl evanescente y por más que la renueve no tiene jamás seguri
partout oü son mes filies” 1. La perturbación mental que dad posesiva, la certidumbre de que es suya. No puede apre
sufren los apasionados obsesivos es la superestructura ideo henderla, porque se ha convertido en un objeto suprasensi
lógica, espiritual de una infraestructura material de la corpo ble, inalcanzable. Esta idealidad es posible porque el sujeto
reidad. Las necesidades e impulsos del cuerpo crean la ima se encierra en sí mismo y desde su interior busca al otro, lo
gen del objeto de la pasión que se idealiza hasta convertirse persigue a través de sus dudas, celos, angustia. Entonces la
en una realidad absoluta. En cambio, la relación normal con pasión física no es el cumplimiento del deseo ancestral de ser,
el objeto amoroso, la posesión tranquila y objetiva es una pasión unitiva que calma, en realidad está entregado a sí
liberación de la pasión, ya que deja de ser, como tal objeto, mismo, no al otro, sin salir nunca de su subjetividad. De
al amarlo. En este sentido, “ todo amor es antropófago, es aquí procede, de esta raíz subjetiva de la pasión, la búsque
una cena totémica” 12. La pasión satisfecha no se obsesiona, da ansiosa del otro, de su verdadera realidad que origina la
renueva la posesión por la atracción que ejerce el objeto pasión única, absoluta del amor. Personajes de Proust, como
amoroso o lo abandona en busca de otro nuevo. Pero cuan Swann, el barón de Charlus y el propio Narrador, son vícti
do no podemos liberarnos de esa dependencia al ser amado, mas de esta pasión absolutamente subjetiva, a la que no
aunque sea nuestro o lo hayamos poseído múltiples veces, pueden renunciar. Proust juzga que el amor nace de un
deseo frustrado: “Ce soir, je crois queje ne serais pas libre” ,
se disculpa un personaje, rechazando la invitación. El pesar
1 Honorato de Balzac, Le pere Goriot.
que suscita esta pequeña pena imperceptible, indolora es el
2 Sigmund Freud. principio del amor como sufrimiento intenso para Proust.
234 TRATADO DE LAS PASIONES EL AMOR PASIONAL 235
Todos estos personajes sufren apasionadamente porque “ en de Crecy como la figura de un cuadro florentino y es esta
realitée, dans l’amour il y a une souffrance permanent” . nueva imagen, creada por él mismo, que despierta su pasión.
Así, el barón de Charlus siente por el violinista Morel una Nunca la vio como era realmente y sólo al final de'su vida se
pasión no correspondida, le protege hasta llevarle a la cum lamenta: “ Dire que j ’ai gaché des annés de ma vie pour une
bre de la gloria artística, y acepta todas las humillaciones de femme qui ne me plaisait pas, que n’etait pas mon genre”
que es objeto para conservaren sí mismo un amor que sufre Pero había sufrido celos, humillaciones, traiciones, todo lo
dolorosamente y al que no puede renunciar. Se somete a las soportó para conservar su amor. Cuando ha verificado el fin
exigencias de su amante, a sus caprichos, a sus ataques vio de su pasión y ya no la quiere, se casa con ella porque se
lentos, es decir, a la dura ley que le impone su pasión amo siente desengañado, envejecido, solo.
rosa. Como vemos, la pasión real del Narrador se transforma
Si una pequeña frase nos hiere o la mirada fugaz de un en idea obsesionada y la creación subjetiva de Swann en
rostro apenas entrevisto originan la pasión, ésta sólo se pro pasión atormentada, dolorosa. Sin embargo, pasión e idea se
longa al experimentar una necesidad ansiosa. Será, pues, esa conciertan y unen. Tanto el que crea ideal y subjetivamente
mujer o ese hombre únicamente que suscitarán la pasión do el amor, como el que lo vive realmente, se entregan con
ahora en adelante. Albertina aparece en la playa de Balbec3 pasión a su objeto amoroso. Tanto el amor que siente el
y despierta el interés del Narrador. Al sentirla lejana como Narrador por Albertina, fraguado por sutiles impresiones y
una figura imposible de alcanzar, experimenta al instante variaciones imperceptibles del deseo, o el de Swann creado
una mezcla de placer y dolor presentido. “ Des lors, tout un de ficciones estéticas, sufren igualmente la presencia de ese
processus d’angoisses se developpe et suffit pour fixer notre otro ser, real o inventado, que les inquieta, atormenta y
amour sur elle qui est l’objet á peine connu de nous” 4. No es origina celosías, dudas, envidias, angustias. Por más subjeti
pues, la idea que crea la pasión, sino la pasión que crea In vo que sea el amor, el Otro que se ama es una realidad
idea, porque el dolor que se siente, ese padecer fulminante, objetiva, una presencia permanente y única que existe, bien
esa angustia súbita es la esencia de la pasión misma que ¡il como sombra que no se percibe claramente (el Narrador a
interiorizarse conserva permanentemente la imagen de l;i Albertina) o con toda lucidez (Swann ve a Odette, al final,
persona deseada. Este ser entra en la conciencia, se desvane la cocota que es), esta pasión es una entrega total a la perso
ce y vuelve a reaparecer por influencia de acontecimientos na creada o increada. Es sólo sufrimiento y hasta pérdida
nimios que no parecen importantes. De estos vaivenes apa del yo, porque la donación es total, absoluta, sin exigir
sionados, surgen los sufrimientos posteriores: celos, ansie reciprocidad. Es un abandono a la nada, un hundirse en el
dad, angustia, melancolía, tristeza. vacío, en la permanencia de la angustia, la pasión de la
El ideal, o concebir íntima, subjetivamente a un sei, pasión misma.
origina también la pasión amorosa. “El amor, es crear una El amor-pasión es diferente del amor apasionado, por
persona suplementaria distinta de la que lleva el mismo que implica una unión en que se fusionan el cuerpo y el
nombre en el mundo y cuyos nuevos elementos provienen espíritu. Por el contrario, la pasión del amor es unilateral,
de nosotros mismos” 5. Recordemos que Swann ve aOdette hace del amante un sujeto prisionero de sí mismo que siente
y sufre solo, porque el otro es un objeto silencioso que no
responde jamás a su pasión angustiosa. Es así una entrega
3 Marcel Proust, La prisonniére. sin límites, como la pasión de Swann por Odette, la del
4 Ib ídem. barón de Charlus por Morel, la de Robert de Saint-Loup por
5 Marcel Proust, Du cote de chez Swann. Rachel, la del Narrador por Albertina. Este amor apasiona-
EL AMOR PASIONAL • 1/
236 TRATADO DE LAS PASIONES
do es profundo, real y cumple la verdadera entrega de sí querida por el amante, es una convicción previa a (oda i M"
mismo. Pero, a la vez, es un holocausto, la propia negación, riencia amorosa del hombre burgués. “ Le soir oíi il n i ni
“ la idiotez de El Príncipe Idiota, una reencarnación de la pas trouvé Odette chez les Verdurin, commence*de ilrr.in i
pasión de Cristo” 6. Esta forma de amor es un sufrimiento la possession, toujours imposible d’un étre” 8. Y esta lejanl.i
continuo, una agonía inútil, una enfermedad mortal. Sin en que se ha proyectado el ser que amamos, nos lo hace m;r.
embargo, tras este amor apasionado se esconde una afirma particularmente deseable, aunque el sufrimiento sea más m
ción de sí, un deseo de satisfacerse por encima de todo y tenso y profundo, pues la dificultad erizada de espinas p'nia
hasta con sacrificio de los otros que son instrumentos para llegar a la posesión total, causa dolores vivísimos en el coj a
realizar su pasión. Esta doblez constitutiva de la pasión zón amante. El mal que hacen esas amantes ajenas, extrañas
amorosa la descubre Hegel: “ indem es nicht Hárteres gibt y lejanas es una crueldad de pérfida dimensión. “Et pour
ais diese Punktualitat des Selbstbewusstseines, die negierl tañí, cette Odette d’oü lui venait tout ce mal ne lui etait pas
wird und die ich ais afirmative haben solí” 7. También es moins chére, bien au contraire plus précieuse, comme si au
manifestación o expresión del individualismo egoísta de la fur qui grandissait la souffrance, grandissait en méme temps
sociedad burguesa anárquica, atomizada donde los indivi le prix du calmant, du contrepoison que seule cette femme
duos luchan solos apasionada y duramente por afirmarse possédait” 9 . En efecto, si ella es eí origen del dolor que
ellos mismos contra los otros, ya que no pueden gozar de sufre el amante, sólo una manifestación afectiva, tierna,
una autonomía ni de suficiencia individual. puede cambiar esa aflicción en alegría.
El carácter inasequible, inalcanzable del objeto amoro La dependencia al objeto amoroso evidencia la conti
so, le proporciona a éste un valor extraordinario, como algo nua fuente de padecimientos sin fin. Sartre le reprocha a
raro, exquisito y precioso. La amada se convierte así en la Proust su atomismo psicológico que le convierte en cómpli
expresión material, concreta de un valor de cambio, pues si ce objetivo del pensamiento burgués positivista y añade:
el objeto amoroso se hace difícil y remota la posibilidad de “No concebimos la posibilidad de hacer el análisis del amor
conseguirlo, adquiere una supervaloración. Es la idealización porque el desarrollo de ese sentimiento, como el de todos
o abstracción de la mercancía descrita por Marx y llevada los demás, es dialéctico” . Pero Sartre se equivoca, porque es
por Walter Benjamin a sus últimas consecuencia neoplatóni posible y además necesario para racionalizarlos dialéctica
cas, al transformar el amor apasionado en Idea dominante mente, pues no se puede comprender sintética y unitaria
de toda la sociedad burguesa. No se trata de equiparar el ser mente un sentimiento, sin descomponerlo analíticamente. A
humano, hombre o mujer, con una mercancía que se com la síntesis dialéctica solamente se llega por un detallista,
pra y vende. Tampoco de concebir el amor como un negó paciente y microscópico proceso o lento desarrollo que es el
ció o intercambio, aunque el dinero venaliza todo y los método analítico. Así, el análisis del amor de Proust corres
seres son corrompibles por unas monedas. No, esta forma de ponde exactamente a la conciencia atomizada de la sociedad
burguesa, individualidades separadas, escindidas, luchando
amar corresponde a la forma fetichista, ideal, platónica de la
entre sí para conquistar un amor ideal, imposible. Es necesa
mercancía y del dinero. La inaccesibilidad de la amada es
rio, pues, analizar y pensar el amor para comprender la
esencia trágica, dolorosa que tiene en la realidad social bur-
6 Friedrich Nietzsche.
7 “Nada es más duro que la extremosidad de la autoconciencia, 8 Marcel Proust, Du cote de chez Swann.
pues se niega a sí misma para afirmarse” . G.W.F. Hegel, Filosofía del
9 Ib ídem.
Derecho.
238 TRATADO DE LAS PASIONES EL AMOR PASIONAL
guesa, en el mundo espiritual contemporáneo. Mediante esta mente el sufrimiento de una conciencia que jamás se puede
abstracción o idealización del amor, “ la burguesía oculta su ocultar a sí misma la realidad, es búsqueda celosa de cuál es
base material y precisamente, para llegar a ese fin, debe el verdadero ser que amamos. Si la conciencia elábora una
imitar a una feudalidad desprovista en sí misma de significa idea de la persona amada y la construye como un valor
do económico, pero utilizable como máscara de la gran bur simbólico, al mismo tiempo la pasión, “ ouvriére invisible” ,
guesía” , comenta Walter Benjamín sobre Proust. Este en deshace esa creación ideal y por sus sufrimientos descubre
mascaramiento del amor agudiza la pasión, pues al convertir trozo a trozo la verdad objetiva de un ser. Es esta contradic
el objeto amado en signo de valor no existe como persona ción dialéctica o esta tensión aguda lo que constituye el
real, sino como ente de ficción, una idea platónica. Swann contraste entre la idealidad del amor y el realismo de la
ama a Odette porque le recuerda el rostro de la mujer de un pasión. Si la idealidad del amor y el dolor de la pasión se
cuadro10. “ II se precipitait sur cette vierge de Botticelli et se contradicen y parece que nos llevan por un horizonte sin
mettait á lui pincer les joues” . Pero cuando finalmente la ve sentido, cuando los ideales se desvisten de ilusiones, de espe
de carne y hueso aparece lo que realmente es, la amante jismos y las pasiones de sus goces y pesadumbres, se confa
ocasional y momentánea de muchos de sus amigos. Enton bulan para crear la sabiduría espléndida y madura del cono
ces esa idea estética y neoplatónica estremece su corazón y cer realista, la verdad objetiva, palpable que es el amor apa
le retuerce de una intensa pasión dolorosa. No es por descu sionado en todas sus formas.
brir la miseria de la realidad frente a la nobleza del ideal,
sino que su amor mismo es una pasión real, una búsqueda
de conocimiento, una desmitificación de sus propias abs
tracciones ideales. Lo que diferencia al amor feudal del
amor burgués, es un idealismo ciego y absoluto del primero,
bien distinto al lúcido realismo cognoscitivo del segundo. La
pasión o el sufrimiento permite a los personajes de Prous!
llegar a descubrir la realidad.
Sin embargo, la pasión es inseparable del amor, la idea
lización platónica del realismo apasionado. La sublimación
de la persona amada no es la cristalización stendhaliana, esa
etapa previa del amor, sino la esencia del amor mismo que
lleva a buscar la realidad del ser amado, su verdad objetiva
El sufrimiento que origina el amor demuestra el fracaso di'
todas las técnicas de idealización abstracta, del ocultamicn
to de la realidad por una ficción enoblecedora. Así, se pue
de afirmar que Un amor de Swann es el modelo, el protoli
po de este amor-pasión doloroso en las futuras relaciones
del Narrador con Albertina, género de amor trágico que si
repite en todos los personajes. Porque la pasión es precisn
240
242 TRATADO DE LAS PASIONES EL AMOR PATERNAL 243
resultado de la entrega a su pasión absoluta. El mundo ente el drama de la ruptura irreconciliable entre mundos opiles
ro había girado en torno a su única idea: “Mes filies, c’etait tos y generaciones distintas. Debemos diferenciar la oposi
mon vice a moi, elles etaient mes maitresses, enfin, tout”. ción sanguínea, material de la espiritual e ideológica, hs
Esta obsesión le entorpecía y a la vez le daba una espléndida sobre la base del afán posesivo material de los padres, al
lucidez que alcanza luminosidad cuando describe el amor concebir a los hijos como una mera prolongación de sí
apasionado, arrebatado que siente por sus hijas, porque la mismos, que se origina el antagonismo espiritual. El padre se
pasión es siempre conciencia clarísima de sí misma. siente dueño, señor del hijo y éste un esclavo que necesita
No hay pasiones inconscientes e hirsutas, primitivas. liberarse de su dominio. A esta natural oposición se añade
Sólo los instintos fugaces violentos y las pulsiones inmedia las diferentes situaciones históricas en que viven padres e
tas nos ciegan porque obran con el automatismo reflejo de hijos.
un mecanismo. Por el contrario, las pasiones por más insen Constituye un progresismo ingenuo creer que los jóve
satas que parezcan, nos salvan de las ferocidades del instinto nes representan siempre un avance ideológico frente a los
y de sus siniestras tinieblas. “ Souvent l’étre le plus stupide padres. En realidad, muchas veces supone un retroceso o
arrive sous i’effort de la passion á la plus haute eloquece salto atrás, y en otros encarnan la ruptura violenta necesa
dans l’idée... et semble se mouvoir dans une sphére lumineu- ria. En el drama de Turgeniev los padres son reflejo del
se”2. Sin embargo, la pasión de este personaje por sus hijas espíritu pasivo, conformista que corresponde a una situa
resultó catastrófica para ellas. Su fanatismo apasionado le ción histórica en la que predominaba el intercambio direc
impidió comprender la naturaleza real de sus hijas, las mimó to, la relación patriarcal y protectora del señor sobre el
demasiado y las dejó casar con quien quisieron, a su guisa. siervo campesino. Estos padres eran parásitos idealistas, ca
La primera con un conde, la segunda con un banquero. Una balleros distinguidos como los gentleman británicos dueños
dice que se arrojaría por la ventana antes de acostarse con de esclavos negros en el deep South de Estados Unidos,
su marido, y la otra lo engaña con un amante que la explota soñadores románticos abstractos, a veces ridículos. Este
Los yernos cierran definitivamente las puertas de su casa a mundo de hidalgos se hunde con las reformas de Alejandro
este padre desdichado, y sus hijas le dejan morir en el cuar II para la liberación de los siervos. Por el contrario, los hijos
tucho miserable de una pensión. son realistas burgueses, creen en la necesidad de la mercan
Este patético melodrama de cruel realidad, es resultado cía, esa entidad visible y física, y no tienen sueños románti
de la destructora pasión paternal. El padre Goriot, al aban cos. Así, Bazarov niega los valores ideológicos de sus padres.
donarse a la satisfacción de su pasión posesiva no pudo Es un nihilista adusto, agresivo y como buen positivista, se
objetivarla ni trascenderla. No se entregó con pasión activa ¡i interesa por las Ciencias Naturales.
orientar, guiar y comprender lo que eran sus hijas ni ayudó El nihilismo fue la manifestación de una crisis de la
a formarlas para que pudieran seguir cada una su propio sociedad y, a la vez, significa la ruptura de lo que se creía
camino que les permitiría realizarse plenamente. unidad natural entre padres e hijos. La solución desvincula-
Hemos dicho que los padres aman a los hijos con pa dora del nihilismo es el repudio a la pasión dominante de los
sión absoluta y posesiva. La resistencia de los hijos a sci padres, una sublevación contra el mundo que ellos represen
dominados crea el conflicto entre ambos. Padres e hijos 3 tan, contra su cultura, sus ideas, su ética. Los nihilistas bus
caban un corte violento con los padres, nada más y nada
menos, pero esta ruptura asume una significación histórica:
2 Honorato de Balzac, Le pére Goriot. los hijos no quieren y ya no pueden representar la continui
3 Iván Turgeniev. dad sin fisuras de sus padres y se entregan para encarnar la
244 TRATADO DE LAS PASIONES EL AMOR PATERNAL 245
idealidad abstracta, meramente negativa de una nueva socie ciende jamás. Los hijos dominan, y estos padres vuelven al
dad, mercantil. Bazarov sólo acepta lo que le enseña la ex infantilismo de la caprichosa arbitrariedad, se enajenan y
periencia práctica y desdeña cuanto no puede comprobar, espejan en sus hijos que les sirven de paradigma, modelo de
verificar en la realidad. Pero más tarde, este empirismo bur libertad para satisfacer todas las pulsiones instintivas. La
gués del valor de uso tangible, trasmuta los productos en sociedad neocapitalista creó un conformismo acrítico al dar
valores de cambio ideales. Los nihilistas, espíritus positivis satisfacción a todos los deseos de los hijos, transformando la
tas y prácticos en un principio, se revelaron después débiles, pasión dominante y absorbente de los padres en sumisión
inconsistentes, frágiles. Bazarov, revolucionario decidido, irracional a los caprichos y fantasías de sus hijos a quienes
cae víctima de un amor platónico y no muere en una lucha imitan, buscando realizar también como ellos todos sus ape
heroica contra el orden ideológico de sus padres, muere en titos. Padres e hijos viven sin conflictos y todos contentos
la cama de una vulgar infección. en la beata aceptación pacífica del orden establecido, basa
La rebelión nihilista fue una protesta contra la socie do en una supuesta creencia que la bondad natural, el amor
dad feudal que encarnaban los padres. Pero no lucharon por instintivo entre padres e hijos crea el entendimiento entre
una verdadera sociedad burguesa y democrática. Su ideolo ellos. Así, por la antinomia inevitable de las pasiones, los
gía correspondió a una etapa de transición hacia una socie hijos se apoderan de la conciencia de los padres. Es la ven
dad en que predominaría la vaga idealidad de los valores de ganza de los esclavos, típica de toda dominación.
cambio, sin llegar al dominio del capital. El nihilismo no El objetivo de los padres debe consistir en la sublima
tuvo meta ni fines concretos, fue un movimiento de rebel ción de su amor paternal, anulando lo que tiene de posesivo
des individualistas confabulados contra otros individuos: sus y dominante, para entregarse a la noble tarea de coadyuvar
padres. De aquí provino su debilidad de carácter y la falla a la formación de sus hijos. Sólo al renunciar a esa unión de
de una ideología positiva. Ahora bien, sin estos nihilistas dependencia forzosa, que se creyó siempre natural, y por el
que tuvieron la audacia de repudiar a sus padres y romper
conocimiento realista que permite descubrir las virtudes y
todos los vínculos con el pasado que ellos representaban, no
carencias de los hijos, el amor paternal podrá ser una pasión
hubiera sido posible la revolución democrática de Febrero y
activa que busca formar un nuevo ser con olvido completo
la socialista de Octubre. Supieron los nihilistas quedarse so
de sí mismo, de esa voluntad egoísta de reencarnarse en él.
los, desligados de la protección de sus padres que juzgaban
excesiva, asfixiante, destructora de la individualidad y de la
libertad. Turgeniev expresó en un poema, titulado “ La Vic
ja” , el terror del hijo ante la pasión dominante y tiránica do
su madre. El rechazo a la absorción e invasión de los padres
en el mundo de los hijos, desencadenó la reacción nihilista
de la juventud.
Los padres de hoy están dominados por una pasión
antípoda: el respeto a la espontaneidad, a la originalidad de
los hijos y terminan por someterse a ellos, causándoles los
mayores desequilibrios psíquicos y morales. Al no guiar y
orientar a los hijos en su camino vital, dejándoles obrar a sil
guisa y hasta ayudarlos a realizar lo que quieren, sea o no
bueno para ellos, la pasión paternal no se objetiviza ni tras
EL AMOR FILIAL 247
que el padre impone, es decir, un deseo ajeno que el niño culpabilidad arcaica y remota. ¿Culpa de los padres, porque
hace suyo. Sabe que la sumisión le conviene e interioriza la el amor excesivo niega el “yo” en formación del niño? ¿O
autoridad para convertirla en deber. El mismo se impone culpa de los hijos, que corresponden al amor paterno con
unas reglas de conducta y a cambio los padres lo alimentan, una necesitada sumisión que destruye la reciprocidad? Sea
lo visten, abrigan, amparan y protegen. ¿Hasta qué medida como fuere, el conflicto está planteado en términos de
tienen conciencia los niños de cuanto necesitan de sus pa amor y destrucción mutua. Si los padres aman con demasía
dres? Es total, porque comprenden que sus actos y volicio a sus hijos es para no preocuparse de ellos, no formarlos ni
nes están dictados por los padres. Por sus actos de obedien educarlos, abandonándolos a su propio destino. Y si los
cia llegan a identificarse y a querer ser como ellos, “ pa hijos reverencian a sus padres, es porque los necesitan, por
dres procesales” 2 y caen en la sumisión al Yo ideal, todopo conveniencia, por egoísmo instintivo y no por amor.
deroso que representan. La moral infantil es heterónoma, Creemos que la causa real de esta situación conflictiva
pues está basada en el acatamiento incondicional y sin dis se debe a que los padres olvidan que ellos también fueron
cusión a la autoridad paterna. Aunque a la vez sienten una hijos, mientras que los hijos están viviendo la memoria de
suave hostilidad escondida, esta queda soterrada por el te este olvido, es decir, que inconscientemente repiten en ellos
mor y la reverencia casi religiosa de que sólo es bueno lo el amor descuidado de sus padres, así como la autoridad que
impuesto por sus padres. En este sentido, el niño es un ejercían. Estos padres están todavía encendidos de rencores
jurídico formalista que se atiene al mero enunciado de la ley ocultos que se unen a recuerdos de admiración por un padre
y actúa conforme a lo mandado. Así se crea en el niño un que se desea imitar, ser como él. También en los hijos se
sentimiento de veneración por los padres que se convierten mezclan afectos antípodas, el resentimiento turbio de temor
en el modelo ideal, un arquetipo a imitar. respetuoso unido a un amor empañado de envidia. Este
En el trato cotidiano con sus amigos descubre el niño odio es ancestral, antiguo, procede de la infancia que creó la
la camaradería y la fraternidad, es decir, el afecto recíproco. necesidad permanente de los padres para desarrollarse y esta
Todos los juegos que practica nadie los impone, son fruto herida recoleta sangra, atormentada por la humillación que
de un acuerdo tácito y explícito. Su afectividad ha conquis quiere ocultar y no puede. Y el amor, es clarísimo deseó de
tado una nueva latitud: la cooperación, el vivir en común ser como el padre, de emularlo, pero también vencerlo y
con otros divirtiéndose, estudiando, trabajando. La expe demostrarle su superioridad. Es una envidia sana, cristalina
riencia de esta nueva unidad humana contribuye a despertar que busca la realización de su yo, a través de esa imagen
su conciencia a la necesidad de la amistad, esa valoración y ideal de perfección paterna. Tal es la situación dialéctica,
estima mutua que ya no buscará en los-padres. Esta diferen quizá inconsciente, que han vivido y aún viven padres e
cia es percibida agudamente por el adolescente que, enton hijos. No excluimos que estas desavenencias secretas y hon
ces, comienza a rebelarse contra la autoridad paterna y ya dos desgarramientos filiales, puedan históricamente ser su
no quiere recibir órdenes sin discutirlas o compartirlas. El perados, o resolverse por una concienciación, una coopera
adolescente exige a los padres un amor basado en el respeto ción activa hacia un mismo fin entre padres e hijos. Demos
mutuo, para poder entenderse y valorarse realmente. ¿Có tración de las infinitas posibilidades creativas de la persona
mo llegar a este equilibrio armónico cuando subsiste entre lidad por la práctica del respeto mutuo, es la novela de
ellos una tensión afectiva ambivalente? Amor y odio consti Máximo Gorlci3. Invirtiendo los papeles de educador, es el
tuyen la pasión filial y se manifiesta en una conciencia de
3 La madre.
2 César Vallejo.
TRATADO DE LAS PASIONES EL AMOR FILIAL 251
250
hijo quien descubre a la madre su verdadero camino y le inconfesable. Así el amor filial intenso que tanto admira
ayuda a seguirlo. Pero, de esta armonía consciente, estamos mos, esa paciente y humilde adoración por los padres, nace
todavía muy lejos. del rencor profundo que se alimenta contra ellos, y cuyo
La realidad actual que verificamos es un conflicto inso origen puede ser muy diverso: por haberse sentido depen
luble, bien por exceso amoroso de los padres que ven a los dientes, necesitados; por envidia al poder de ellos; por celos
hijos siempre niños débiles, o por el amor reverencial, sumi de los éxitos de la madre; por rivalidad sexual con el padre
so de los hijos que despierta un rencor oscuro, inconfesado, que domina fácilmente su vida amorosa, mientras el hijo se
que sepultan en lo más interior de la conciencia. Sin embar debate en deseos narcisistas, tropezando con mil obstáculos
go, “ no lo olvidaron, quisieran olvidarlo como si hubiesen en su búsqueda del objeto sexual. La pasión filial, según
cometido un crimen, pues en algunos momentos, breves sin Freud, sufre una ambivalencia afectiva que crea la venera
duda pero tremendos, desearon la muerte de un padre que ción exagerada y hasta delirante por el arquetipo paterno o
adoran y respetan” 45. El sentimiento de culpa por un asesi la solicitud excesiva de la madre, y la necesidad de ocultar
nato pensado y hasta representado, aunque sea un instante, una agresividad latente contra sus progenitores. Pero no se
no se borra fácilmente. Es necesario hundirlo en las cuevas trata de una pasión ambigüa, como supone Freud, sino de la
más lóbregas del alma, allí dondo toda imagen del recuerdo bipolarización dialéctica “ Amor, inseparable del odio” 7,
desaparece. Para eliminar al padre o inmortalizarlo muerto, que explica exactamente la realidad contradictoria de toda
se crea el inconsciente, lugar seguro en el que podemos pasión verdadera. Pese a que Freud sostiene que la tensión
confiar para depositar allí nuestros secretos más terribles. odio-amor se mitiga por un desplazamiento emotivo (el odio
Sin embargo, el deseo de muerte formulado contra la perso hacia un amor dramático y el amor hacia sentimientos agre
na amada, sigue explicando Freud, es reemplazado por el sivos y violencias imaginarias), la pasión filial sufre del mis
terror a verla morir, que lo retrotrae a su culpa, al remor mo amor odioso y odio amoroso que viven los amantes. El
dimiento de conciencia, al temor infantil por las reglas que error de Freud consiste en actualizar los deseos primitivos
ha violado y el castigo paterno que se le impondrá. de la infancia cuando, en realidad, se trata de tendencias,
La pasión filial es a veces más compleja, pues el amor proyecciones y tensiones hacia el futuro que fueron frustra
intenso por los padres se equilibra por una antipatía secreta das. El hijo ama apasionadamente a sus padres, pero este
que se oculta con excesivas demostraciones de cariño. En amor tiene una finalidad, busca la comprensión, la acepta
otros casos, la hostilidad misma crea una desmedida pasión, ción total de su ser por los padres, y que estos le ayuden a
un enmadramiento. “ La ternura exageradamente apasionad;! encontrar su vocación, su camino verdadero. Como esta co
e inquieta que existe en las relaciones entre madre e hijos” 1 rrespondencia se revela problemática, cuando no imposible,
despierta una pasión filial que nace del odio y se convierte la respuesta inevitable es un odio secreto, un hondo rencor
en amor obsesivo, dominante, llegando a fetichizar, a con incontenible. Sin embargo, el hijo no renuncia a la esperan
vertir en idea fija las figuras de sus padres por la “veneración za de ser comprendido, exactamente como un amante que
y divinización de que se les hace objeto” 6, sin duda para siempre espera la entrega de la persona amada.
compensar la falta de estimación que refleja una animosidad Frente a unos padres indiferentes, que no le demues
tran cariño, el odio que experimenta el hijo puede convertir
se en deseo de muerte, rompiendo la permanente ambivalen-
4 Sigmund Freud, Tótem y tabú.
5 Sigmund Freud.
6 Sigmund Freud. Iván Turgeniev, Humo.
EL AMOR FILIAL 253
252 TRATADO DE LAS PASIONES
cía de la pasión filial. También la veneración fetichista, ese Manuscritos económico-filosofíeos. Humanismo teórico que
espejismo de la pasión filial se descompone y cae hecha nos libra de la ofrenda permanente, del sacrificio en holo
añicos a medida que el hijo se acerca a un conocimiento real causto a una perfección ideal “ ens realissimun” , ser Supre
de la personalidad de sus padres. Freud explica esta decep mo que nos agobia y aplasta, impidiéndonos ser lo que so
ción como originaria del sentimiento religioso. La necesidad mos: seres libres, con un yo que piensa y se hace a sí mismo
que siente la pasión filial de reverencia y adoración que, en sin la presión tiránica de los dioses o del padre real. La
el fondo, es esperanza egoísta de obtener del padre protec religiosidad de la pasión filial, que se eleva en busca de pro
ción y cariño, se muda en amor a Dios, al que se concibe a tección y ternura, a la vez se prosterna, y el hijo se aniquila
imagen y semejanza del padre carnal. Es la operación de al renunciar a' ser por sí mismo, a su propia realidad de
sustitución típica, como resultado de un cambio evocativo. verdad. De aquí se explica que se pueda desear la muerte del
“ El Tótem sería la primera forma de sustitución del padre, padre, para poder alcanzar la libertad cartesiana, es decir, la
y Dios otra posterior y más desarrollada” 8. La pasión filial conciencia crítica, racional de sí mismo.
permanece intacta, sólo muda el objeto real en ideal. Es la El ateísmo, o sueño de asesinar al padre real o celestial,
sublimación del padre, al que se haya unido sin poder libe nace del fracaso de la pasión filial y de su realización impo
rarse de su presencia. Pero al no ver satisfecho su deseo de sible. Los padres pueden ayudar a conseguir determinados
protección y cariño, en su ansiedad por ampararse, lo susti objetivos, pero nunca pueden sustituir a los hijos en la tarea
tuye por otro Padre que cree más poderoso y paternal. La personal e intransferible de vivir. Por ello, es inevitable esa
pasión filial convertida en pasión religiosa revela un estadio rebelión humanísima teórica del hijo contra el padre, des
infantil de necesidad no superada y prueba que no se ha pués de adorarlo y divinizarlo como los griegos a sus dioses
llegado a la autonomía moral, a la autosuficiencia. Así, des o los hebreos a su Dios, que también fueron primero figuras
de el desamparo de su condición humana, Dimitri Karama- humanas. Pasada la adoración al padre se busca un Dios
zov siente la añoranza de Dios, mientras que Iván desea la lejano que corresponda a nuestros deseos humanos, es decir,
muerte de Dios para desubiimizar al padre real. el hombre real en el Padre ideal, una nueva dimensión o
Es curioso comprobar la coincidencia de las imágenes acercamiento religioso humanista. Lo que las religiones lla
ideales de Dios con figuras humanas, que revelan la añoran man oír la voz de Dios o de los dioses, es sentir que hablan
za paternal. Sentir la necesidad de Dios es una forma explí como superhombres. La aproximación humana a Dios es
cita de retornar a la humanidad del Padre o a la presencia una tentación que vivimos en nuestra pasión filial, pues
deseada del Hijo, pues ya explicó Hegel que la encarnación humanizamos el ídolo paterno después de haberlo diviniza
de Jesucristo es la muerte de Dios. Dimitri Karamazov sufre do. Es decir, volvemos a intentar atraerle, conquistarlo con
la presencia terrible del padre que vacía su existencia de ofrendas y generosidades para obtener a cambio amor y
toda humanidad y la muda en amargo desierto. Entonces, protección. Pero tanto el padre real como el celestial perma
busca a Dios con rostro humano, a su padre divinizado o necen impasibles, hasta hostiles. Y ni siquiera ese odio que
humanizado. Este odio secreto y escondido es necesario pa finaliza en desear la muerte del padre, o sea, el ateísmo
ra independizarse, liberarse de la pasión filial sumisa y poder teórico, puede suprimir la ligazón, religación que une al
realizarse. Así, todos somos ateos, primera etapa del huma hombre con su padre, el Dios viviente. Esta unión persiste
nismo teórico, práctico y positivo que describe Marx en pero con distanciamiento, porque el padre real está en su
propio mundo y mantiene la distancia como expresión de
venganza contra sus criaturas separadas, a quienes no les
8 Sigmund Freud, Tótem y tabú. perdona su autonomía, que se hayan hecho libres e indepen-
254 TRATADO DE LAS PASIONES EL AMOR FILIAL 255
dientes. En el fondo, el padre aspira a reapropiarse sus hijos, voluntad como un Dios. El ateísmo no consiste en afirmar o
que sean manifestaciones de sí mismo. Por esta razón no negar la existencia de Dios, sino establecer su relación con el
accede a compartir el sufrimiento de la pasión filial. Sin hombre, ya que negar a Dios teóricamente es afirmarlo
embargo, el hijo no puede separarse del padre, porque su como Espíritu subjetivo en la interioridad. Así, se puede
ateísmo teórico, el deseo de muerte no logra jamás cometer amar al Padre sin nombrarle jamás, porque está en el hom
el asesinato real del padre. A lo más que puede llegar es a bre mismo, pero como hijo suyo en formación lactante, co
sustituir la imagen divinizada paterna por la sublimada, abs mo simple criatura. Es el hombre que al formarse a sí mis
tracta del Espíritu, del Yo creador y hasta del moi profond, mo realiza a Dios, como resultado de su trabajo espiritual.
es d ecir, por una representación esquelética de la Tal es la concepción de La fenomenología del espíritu10.
paternidad. El hombre sólo se libera del sufrimiento de la Hegel puede descubrir a Dios en el hombre porque la
pasión filial por un Dios-Padre o abstracción sublimada, historia de Dios es la del pensamiento humano. Amarse uno
como Prometeo, reapropiándose del fuego esencial, es decir, mismo es tener a Dios dentro como posibilidad, no como
del poder de la divinidad por la realización paulatina, segura realidad. De esta forma, el hombre es el Espíritu objetivado,
y progresiva de su propia esencia humana. El asesinato del trascendente. La subjetividad del hombre, su pasión filial, se
padre es tan puramente teórico como el que insinúa Iván transforma en amor total, en realización objetiva del Espíri
Karamazov a su hermanastro Smerdiakov, y que él mismo tu. De lo que puede deducirse que el hijo al amarse, ama al
no es capaz de cumplir. padre como su propia totalidad. Así, el ateísmo, odio al
El ateísmo es puramente teórico, “ mehr noch ein Abs- padre, se convierte en amor a su realidad absoluta, Dios
traktion ist” 9, que no se atreve a suprimir realmente a Dios- vivo, histórico. La Filosofía de la historia, de Hegel, culmina
Padre porque los hombres necesitan seguir adorándolo co en una divinización del Mundo o realización del hombre en
mo Idea de perfección suma, el Dueño universal de todo lo la Historia, es decir, en la reconciliación Padre e Hijo.
mejor. La muerte de Dios o asesinato del padre es un pro Con arreglo a la concepción de Feuerbach, el amor
yecto ideal que no se realiza nunca, pues el ateísmo es sólo filial es una pasión por la Bondad, el Bien que representa el
una filantropía filosófica, un amor ideal a la humanidad, padre. Es un amor objetivado que se basa en la esperanza de
una sustitución del amor a Dios. Por otra parte, el ateísmo recompensa y del que se espera una prodigalidad de dona
al negar a Dios es la afirmación negativa del padre, pero no ciones. Para Feuerbach, Dios es una creación del amor del
es la solución de la realidad del hombre. Sólo por la encar hombre, su esencia misma idealizada y trascendida a un
nación del Hijo puede desaparecer Dios como Padre terrible Objeto. El hombre crea Dios a su imagen y semejanza por
e inmenso, arbitrario y omnipotente, jefe de la tribu de que es la culminación de todas sus necesidades, aspiraciones,
Israel, dueño de ganado y de mujeres, Objeto supremo del sueños, que le es muy difícil y doloroso satisfacer, pues mu
odio de los hijos. La aparición de Cristo significa la entrega, chas veces están más allá de sus posibilidades. Entonces bas
el amor, la igualdad que suprimiría la distancia, la lejanía ta implorarle, rogarle para que conceda lo que soñamos o
entre padres e hijos. Pero el ateísmo, lleva al Hijo del Hom deseamos. Tal es el fondo humano, existencial del amor a
bre a amarse a sí mismo, a la soledad absoluta, al yoísmo, Dios, concebido y representado necesariamente como Padre
puro solipcismo del cristiano. Por consiguiente, si el hombre dispensador de gracias y dones, como persona o sujeto que
es libre y su yo el único amor, todo le está permitido, lo encarna. En otras palabras, Dios-Padre ama como el hom-
puede asesinar, robar, violar, satisfacer los caprichos de su
10
9 “es una Abstración más” . Karl Marx. G.W.F. Hegel.
256 TRATADO DE LAS PASIONES EL AMOR FILIAL 257
bre, pero divina y perfectamente porque su esencia es dona starets Zósimo reverencia el odio de Dimitri origen de su
ción, actividad incesante y gratuita de ofrendas, mientras el sufrimiento, pues sólo los que odian pueden amar, es decir,
hijo sólo se entrega para recibir. La diferencia se acentúa seguir el camino del dolor. Dimitri intentará matar a su
porque la divinidad del padre radica en que no espera nada padre muchas veces, sin Ilegal' a realizarlo, y razones no le
de los hijos, y éstos aman del padre sólo su poder de genero faltan. Es un viejo depravado, lujurioso, bufón miserable, vil
sidad infinita, que en ellos es parcial y limitada. farsante. “ ¿Por qué existirá un hombre como éste?”, se
Los lazos de esta religación se cortan cuando el hijo desespera Dimitri. “ ¿Le oyen ustedes, fraile, oyen al parri
puede iniciar la creación de su ser, orgullosa y estoicamente cida? ”. Teodor Karamazov es el padre violento, celoso, que
solitario, y descubre que puede ser padre de su realidad todo lo quiere para sí. Expulsa a sus hijos de la casa y los
rehaciéndola, transformándola. Cuando aparece la acción despoja de sus bienes. Es el personaje omnipotente y terri
como principio creador, desaparece la pasión filial, el some ble que describe Freud en Tótem y tabú.
timiento al Dios desconocido o al real y conocido: el padre, Hay muchas formas de odiar. Dimitri odia tan activa y
ese otro que es lo más prójimo. Marx llama “ humanismo sinceramente que quiere asesinar. “ ¿A quién matamos? ¡Al
práctico” a esta etapa donde el único padre o Dios es el viejo! , porque odio el rostro de padre, su nariz, sus ojos, su
hombre mismo como humanidad sentida, como totalidad impúdica sonrisa” , exclama Dimitri. irrumpe con violencia
viviente o sociedad real. Entonces, el padre queda atrás, en la habitación del padre, le golpea y le hace sangrar, pero
suprimido por olvidado o, mediante la transus tan dación de no va más allá. Sin embargo, el odio de íván es mucho más
que habla García Bacca, incorporado a los actos del hijo, a lógico y racional, lo odia porque es su creador. Ha sublima
su corporeidad espiritual, formando parte intrínseca de su do al padre en Idea. Sufrirá igualmente como su hermano
realidad, sin representarlo ni alontanarlo como Objeto de su Dimitri, pero odia a su padre como a Dios, por su tiranía y
pasión filial que no puede satisfacer jamás. Pero si seguimos omnipotencia. También porque quiere ser él mismo y su
buscando el Padre que puede corresponder con amor a nues padre y Dios se oponen. Este odio es todavía más peligroso
tro amor, entramos en la desesperación pura kierkegaardia- que el de Dimitri. “ ¿Qué dice Iván? Casi le tengo más
na, ateísmo religioso que lleva la pasión filial más allá de la miedo que al otro. Sólo tú no me causas temor”, comenta el
imagen paterna, a la nada del ser, al vacío del Todo. viejo Karamazov con su otro hijo Aliosa. En efecto, el odio
En la pasión filial el odio es inseparable del amor. Tó de Iván es lúcido, pero secreto; el de Dimitri es impulsivo,
tem y tabú, de Freud, completa Los hermanos Karamazov, pero cristalino y es natural que se tema más la pasión refle
de Dostoievski. El Tótem es el símbolo del amor y odio que xiva que la irreflexiva. El sufrimiento odio-amor de estos
coexisten en el desgarramiento. “El psicoanálisis nos ha re hermanos es semejante y diferente. Dimitri odia ciega y
velado que el animal totémico es una sustitución del padre” violentamente, pero respeta al padre, lo reverencia, mientras
Los hijos aman al padre apasionadamente porque quieren Iván se rebela precisamente contra su imagen. La pasión de
identificarse con él, pero “ odiaban al padre que tan violen Dimitri es el sufrimiento doloroso que adivina el starets
tamente se oponía a su necesidad de poderío y a sus exigen Zósimo, una agonía lenta, un paulatino hundimiento, una
cias sexuales” En consecuencia, su amor es siempre una autocrucifixión. La pasión de Iván es la soledad, la soberbia
pasión insatisfecha. Es lo que intuyó el patriarca Zósimo, orgullosa, la autosuficiencia. La leyenda que inventa el Gran
cuando se arrodilla ante Dimitri Karamazov, el hijo rebelde Inquisidor es bien demostrativa de su sufrimiento: íván odia
que odia a su padre. Todos se interrogan por las razones de a Dios-Padre y se siente Cristo, pero no se juzga necesario
esta incongruente y disparatada humillación ante una erial 11 porque el amor a los hombres es ineficaz, no sirve para
ra violenta y bárbara. Pero lo comprendemos al punto: el nada, por ello a Cristo le crucificarán muchas veces. “ A mi
258 TRATADO DE LAS PASIONES EL AMOR FILIAL 259
juicio, el amor de Cristo hacia los hombres es una especie de
milagro imposible sobre la tierra'’, dice el Gran Inquisidor. tado por su impulsividad, el asesinato de su padre, no justifi
Estos hermanos sufrirán hasta aniquilarse: Dimitri se desga ca intelectualmente el parricidio. El ateísmo de Dimitri es
rra entre el amor a una mujer espiritual, soberbia, altanera y trascendental, sentimental, y el de Iván es teórico, filantró
pico, abstracto.
otra primitiva, elemental, orgía y fiesta gitana del holocaus
El otro hijo, Aliosa Karamazov, no odia ni ama a su
to, entregándose a la locura de la exaltación destructora.
padre. Es una criatura pasiva, bondadosa que es arrastrada
Iván llegará hasta el borde de consumar su teoría criminal.
por la pasión de sus hermanos y participa, sin quererlo, en la
Ambos son ateos porque odian a Dios-Padre, pero son cris
conspiración de asesinar al padre. Es un ser apacible,
tianos porque sufren la pasión del sacrificio. Dominado por
sufriente por carecer de pasión activa, enérgica para alcanzar
la razón, Iván es un ateo teórico y justifica el asesinato de su sus objetivos.
padre, porque si Dios no existe todo está permitido. Iván ve
“ ¿Quién no ha deseado la muerte de su padre? ” . Esta
en Dios el Señor que impide la libertad del hombre-siervo, el
pregunta de Iván Karamazov en el juicio, es reveladora de la
Padre que se opone al Hijo, su enemigo. Entonces, si el
polaridad odio-amor. Se odia solamente a quien se ha ama
Padre desaparece, él será libre, alcanzará la plena conciencia, do o se ama todavía profundamente, porque se ha llegado a
el Yo de Descartes que empieza a pensar con independencia
la más absoluta identificación, que puede operarse de dos
de Dios. Iván representa el rebelde moderno. Su drama con
formas: apropiarse la imagen del padre, mitificándola al sub-
siste en que no puede librarse de la imagen de Dios-Padre ni jetivarla, o bien trascenderla, objetivándola como presencia
tampoco se atreve a destruirla. Le atormenta la idea, el odiosa. “ Odia a lo que has amado, ama a lo que has odia
proyecto de vivir la libertad sin Dios, pero le duele su yo do” , dijo en la conversación de Clovis, el primer Rey cristia
solitario, teme el desamparo sin protector o Gran Inquisi no de los francos. El que odia lo que amó reniega de sí
dor, que es otro velador de la miseria de los hombres y de mismo, como el anticomunista más furibundo odia el anti
sus errores. Piensa que es necesario un Dios encarnado, visi guo comunista que está dentro de él, intenta borrarlo, supri
ble, que ame a los hombres: Cristo, pero también es impo mirlo. También el hijo desea la muerte del padre, porque
tente y no puede hacer nada. El sufrimiento de Iván es quiere arrancar de cuajo su semejanza con él. No olvidemos
conciencia de la soledad inerme. “ Todo está permitido” sig que en la novela se dice que Iván es un fiel reflejo de su
nifica que la libertad es un tormento, una desesperación padre.
permanente, porque permite hacer cuanto se quiere, pero Todo ser humano que odia amando o ama odiando
encierra el peligro de disolverse en el torbellino de las pa está desdoblado. El crítico Bitsilli afirma que todas las nove
siones. Y si Dios existe, no soy libre, no soy nada. Vive las de Dostoievski giran alrededor del doble que llevan dentro
desgarrado entre la posibilidad de ser todo, es decir, Padre sus personajes. Esta contradicción responde a la dualidad
que todo le está permitido, o ser hijo, siervo obediente. que constituye el Yo y el Otro. Así el hijo quiere convertir
Llegar a ser hombre con una conciencia libre y racional de se en el padre de su padre, suprimirle, reduciéndole a su
sus propios fines y no saber cómo realizarlos, convierte a mínimo tamaño para privarle de su amenazadora y terrible
Iván en un desesperado de la esperanza. potencia. También puede amarle odiosamente, y entonces le
Dimitri, por el contrario, es un ateo religioso, odia y sirve de guía en sus pasos vacilantes, es un refugio para él, y,
ama, porque venera en el padre la fuerza externa capaz de al convertirse en su Protector, repite la historia al revés.
frenarle. Busca su salvación final en el amor a la madre que “ ¡Todos han muerto a su padre y fingen horror en este
es la pasividad contemplativa, la oración de quietud, que instante! ” , exclama Iván cuando le están juzgando. Sí, to
diría Santa Teresa. Capaz de cometer en la práctica, arreba dos sin exclusión, le han deseado fa muerte para poder exis-
260 TRATADO DE LAS PASIONES EL AMOR FILIAL 261
tir, ser ellos mismos reales, de verdad. Lo que implica la violenta, irrumpa en la habitación y mate al padre. Aunque
ruptura con el Otro que llevamos dentro, con nuestro ori en realidad lo mata Smerdiakov, éste es la encarnación ma
gen. Pero el problema está en que no siempre se puede terial de los ideales de Iván, el doble perfecto de su odio.
matar el ser que somos y entonces seguimos siendo lo que
éramos, criaturas en trance de formación. Por ello, el odio
contra el padre manifiesta el deseo arcaico, ancestral de
liberación de sí, de libertad total. “Nadie puede negarnos el
derecho de desear” , reclama Iván Karamazov. Pero el deseo
en sí mismo no es un acto, y aün cuando se acusa de ser
culpable, como no pudo matar a su padre se queda con él
dentro, con su imagen obsesiva, es decir, con su pasión filial
dramática.
Hemos dicho que se puede objetivar al padre como
presencia odiosa. Smerdiakov, el hijo natural, es el verdade
ro asesino. Ha tomado para sí la frase de Iván “ si Dios no
existe, todo está permitido” . Por consiguiente puede matar
y mata. Es la “ razón vil” que describieron Adorno y Hork-
heimer, calculadora, instrumental, el fin justifica los medios,
que pervierte a todos y cambia a los seres en cosas. De esta
pasión es víctima Smerdiakov, criatura ambiciosa, codiciosa
que no amaba ni odiaba a su padre. Le asesinó racional y
fríamente con un objetivo: robarle y vengarse de los malos
tratos recibidos. También la pasión de Iván es racional, ase
sina en idea, en proyecto a Dios. Es la razón enemiga de
toda teología, que se afirma a sí misma negándose. Este es
el drama de Iván y de todos los que como él sufren pasiones
racionales o son apasionados racionales. Como no pueden
realizar lo que conciben, su sueño, viven la razón como
pasión destructora, como afirmación de una negación de-sí,
como tormento de la conciencia. La razón los centra en sí
mismos, los hace conscientes, y la conciencia vive de sus
continuas negaciones, mejor dicho, esta razón-pasión es l;i
verdadera negación de la negación, to r ello, no es como
pensaba Feuerbach de la teología, que Dios se esconde tras
la filosofía, el Padre mitificado en el Hijo, sino el hombre
real, el hombre racional, como pensaba Marx, que es a la ve/
el de la pasión concreta, objetiva. Iván es también Smerdia
kov, un razonador frío, egoísta que se marcha de casa, espi
rando que su hermano Dimitri, arrastrado por su pasión
EL ODIO 263
en una caseta de baño. Yo flaco, débil y angosto; tú fuerte, odio entre los hombres. El odio es más humano que el
grande y ancho...” “ A todo esto correspondía luego tu su amor, porque refleja la realidad que somos y la dependencia
premacía espiritual” . Convencido de la omnipotencia pater de nuestra condición humana, por ello es un saber o con
nal, prosigue describiendo su lucha contra ella: “ Subdividí ciencia del sufrimiento. También es más fuerte que el
el mundo en tres partes: una, en la cual vivía yo, el esclavo, amor, porque somos más sensiblemente afectados por el mal
bajo leyes que sólo habían sido inventadas para mí (...) un que por el bien. De nuestras discrepancias surgen las con
segundo mundo, infinitamente lejos del mío, en el cual vi tiendas entre los hombres y pueden llegar hasta el odio.
vías tú, ocupado en gobernar (...) finalmente, un tercer mun Pero es una pasión pasiva cuando simplemente nos encarni
do, en el cual vivía el resto de la gente feliz y sin órdenes ni zamos en acentuar nuestras diferencias: el apasionado odia
obediencia” . Toda esta lucha contra el miedo a la presencia al quieto; el triste, al alegre; la misma tristeza rechaza la
invisible del padre en todos los actos de su vida, desemboca pasividad irritante y voluptuosa de la melancolía; el razona
en un odio, tensión desesperada que reflejan los personajes dor, al irreflexivo; el disparatado, al calculador; el vehemente,
de sus obras El Castillo y El Proceso. Este odio impotente al impasible. Estas diferencias de temperamentos cultivadas
demuestra también la incapacidad de Kafka para unirse y activamente crean odios pasivos e inertes en los que pode
comprender la subjetividad real del otro como yo próximo, mos quedar encerrados, sin destruirnos.
pues solamente podría dejar de odiar al padre incorporándo El odio activo es consustancial a la atomización de la
lo, haciéndolo hijo suyo. sociedad burguesa, en ella “ nos universaux nous separent,
El odio procedería de nuestra debilidad constitutiva, ils fournissent l’occasión permanent des masacres particulié-
como una manifestación de flaqueza, cobardía, inferioridad. res” 8. Estamos divididos porque la propiedad privada ha
Por el contrario, pensamos que el odio es una reacción-ac despertado la sed de apropiación que enciende la rivalidad y
ción de nuestro organismo necesaria para luchar contra el recíproca competencia. Esta lucha permanente de indivi
mal, el adversario. Es la conciencia luminosa de sentir al duos en búsqueda de los mismos bienes, crea la hostilidad
otro como potencia que puede dañarnos. Así, odiamos para mutua y es origen de todos los desastres entre los hombres.
luchar contra todo lo malo, contra el dolor universal, contra El odio no se crea solamente por las diferencias de tempera
el dolor mismo que es el mal supremo para nuestros cuer mentos o intereses, pues nuestras relaciones con los otros,
pos. En este sentido, el odio es la salvación contra el enemi en general, son de por sí dramáticas, conflictivas. Nace el
go potencial y salvaguardia de nuestra integridad física y odio cuando sufrimos la dependencia de quienes nos man
espiritual. Sin odio, no podríamos garantizar la continuidad dan y dirigen. La subordinación a la jerarquía provoca ten
de nuestro ser, por ello es vital y necesario para vivir. siones odiosas: “ Suena Jefe, repercute subordinado” 9. Este
La génesis de esta pasión, como bien intuyó Spinoza, odio burocrático suele ser callado, humilde, secreto y no se
es la variedad de los afectos que experimentan los hombres. manifiesta con disputas desgarradoras. Odian silenciosamen
Cada individuo reacciona según su temperamento o el hu te como los personajes de Chejov, pero también pueden
mor de su bilis, que diría Descartes, a los estímulos y actos sublevarse llenos de justo odio, como los de Gorki, por que
procedentes del mundo exterior “ En tanto que los hombres el yo no tolera la servidumbre como realidad contundente.
están dominados por las afecciones que son pasiones, pue Si es natural que se responda con odio por un daño sufrido,
den ser diferentes en la naturaleza y contrarios los unos a
los otros” 7. La diversidad de caracteres y apetitos, crea el
8 Jean-Paul Sartre. Prólogo a Le traite, de André Gorz.
7 Spinoza. César Vallejo, Poesías completas.
266 TRATADO DE LAS PASIONES EL ODIO 267
no parece lógico que se odie a la persona que hace un favor. nato necesita justificarlo en su conciencia, comprender el
Este odio se explica como una reacción defensiva frente a la por qué de su acto futuro. Sin esta dimensión interior no
situación de humillada dependencia al otro, a quien se que puede decidirse a ejecutar el crimen. Pero la conciencia re
da más obligado que nunca por el favor recibido. El recono flexiva de Raskolnikov debilita su voluntad de poder y men
cimiento de este hecho descubre la realidad de una servi gua su decisión. De aquí la contradicción de su odio: quiere
dumbre permanente que puede despertar en el favorecido matar, pero duda, vacila ante la acción.
un odio intenso que, a primera vista, parece incomprensible. Nietzsche concibió el superhombre con una capacidad
Sin embargo, hasta en lo más profundo del odio, mismo de inmensa de odio contra los seres débiles, inferiores, resenti
la exacerbación del individualismo egotista y diferenciador, dos y dice: “ Los nuevos valores tienen que imponerse por la
asoma una reciprocidad de intereses, una correspondencia violencia. Va a recaer sobre nosotros la empresa de gobernar
que crea una sutil maraña de lazos invisibles, de acuerdos la Tierra” n . Señaló claramente que la misión de los fuertes es
impenetrables entre los hombres lanzados a la conquista de aniquilar a los débiles. Los nobles, hombres de elevado naci
unos bienes que se van a disputar. Este amor auroral, revela miento, son completos -sigue explicando-, desbordan de
dor de la natural unidad humanales destruido por los odios vitalidad y son felices por activos, enérgicos, mientras que
individuales que nos separan y enredan en batallas incruen los oprimidos, los impotentes, se consumen en la inercia y la
tas, pero dejan heridas abiertas que pueden no restañar nun pasividad. La paradoja consiste en que estos poderosos guías
ca. Sin embargo, esta combatividad del odio por más agresi tienen que pensárselo mucho, porque no hay acción posible
va que sea y amargue muchas veces, es afectiva porque se sin conciencia previa. Y también los oprimidos, los explota
asienta en una identidad fundamental de la que derivan las dos, los resentidos son fuertes, porque se afirman a sí mis
discrepancias individuales. mo con las revoluciones que, como la Revolución francesa,
El odio verdadero, el esencial es una pasión destruc les permite hacer triunfar sus ideales igualitarios; es decir, el
tora, es el deseo violento y obsesivo de aniquilar a otro ser, sufrimiento de la opresión desencadena la acción más deci
de hacerlo desaparecer de la faz de la tierra. En este sentido, dida: la rebelión de los sumisos y explotados. Pues bien, si
es una pasión activa, el asesinato en potencia, una idea que estos seres pasivos son capaces de acciones violentas, la ver
ocupa íntegramente. Raskolnikov10 elabora minuciosamente dad es lo contrario de lo que afirma Nietzsche: la conciencia
en su intimidad el proyecto de matar a la vieja usurera. En de los poderosos debilita, paraliza, y son los débiles, por su
este caso, el odio es una pasión racionalizadora. Se siente un capacidad de acción, los activos y enérgicos, los que real
hombre superior, un intelectual que está por encima de la mente desbordan vitalidad. Napoleón es un pelele de las
humanidad vulgar, porque él es una conciencia y los otros fuerzas oscuras, innominadas de la Historia, como bien ex
son inferiores en su inconsciencia. Se ve superhombre, un plicó Tolstoi. Es el héroe que cumple el destino que la
Bonaparte, con una extraordinaria voluntad de poder y pue Revolución le impuso, y su heroicidad consistió en una obe
de permitirse todo: asaltar, robar, asesinar. Esta prodigiosa diencia ciega, pasiva al proceso de las leyes revolucionarias.
novela revela los mecanismos secretos del odio y su contra Por el contrario, Nietzsche ve en Napoleón, “ síntesis de lo
dicción. ¿Odia realmente Raskolnikov? Aparentemente só inhumano y de lo superhumano” , el héroe que debe odiar y
lo desprecia a la vieja, y en su mente la reduce a la mínima su tarea consiste en ejercer su voluntad de poder, extermi
existencia, a la pura inferioridad. Pero para cometer el asesi nando a los esclavos, a los inferiores, a los impotentes. Pero
11
10 Crimen y castigo. Fedor Dostoievski. Así habló Zaratrusta.
268 TRATADO DE LAS PASIONES EL ODIO 269
no sospechó Nietzsche, o tan solo intuyó, que la conciencia parecerá el odio. Esto será posible suprimiendo la propiedad
más refinada y debilitadora puede coexistir con la voluntad privada, que es la que realmente origina y multiplica las
de poder, es decir, la negación con la afirmación de sí mis- diferencias individuales engendradoras de odios. Cuando los
•mo. Raskolnikov, cometido el crimen, cree que acaba de hombres se unan entre ellos para fines comunes y desaparez
cumplir la tarea del héroe, demostrar que es como Napoleón ca el antagonismo individualista y rival, podrán olvidar sus
Bonaparte, un ser todopoderoso que puede matar a otro odios y reposar en armonía.
que considera mera alimaña. Pero luego, aparece el remordi El odio es pasión de pasiones porque está implicito en
miento, el retorcerse sobre sí misma la conciencia. La filo todas ellas: “ invidia, Irriso, Contemtus, Ira, Vindicta e reli-
sofía de Nietzsche explica así el crimen de Raskolnikov: “El qui aíectus qui ad Odium referentur vel ex eodem oriun-
castigo tiene la virtud de despertar en el culpable el senti tur ’1213 Pero de todas ellas es la envidia que más lo nutre y
miento de culpa” . La represión de los instintos es causa de acrecienta, “ es la pasión más violenta y atroz, pues más
la interiorización del hombre, y se manifiesta en el remordi pronto se aplaca el odio nacido de una gran injuria o afrenta
miento, esa debilidad o enfermedad que es el desdoblamien que el de la envidia” , señala Luis Vives En efecto, co
to por obra de una intensa reflexión. El hombre sumergido mienza Caín por envidiar a su hermano Abel y acaba asesi
en sí mismo, pierde la voluntad activa y se recluye en su nándolo por odio. Los celos de Yago destilan odio contra el
monasterio íntimo, se olvida del mundo exterior. Pero la generoso y espléndido Otelo, cuyos éxitos con las mujeres
verdad es todo lo contrario, pues la interiorización reflexiva envidia. En los dramas de Calderón el amor es más odioso
es acción misma, y la actividad de los nobles es sólo práctica que amoroso y los celos un odio pérfido sin el menor asomo
teórica. El dualismo de Nietzsche, la oposición que estable de ternura. Creer que la criatura amada engaña, suscita un
ce entre interioridad y exterioridad, nobleza y vileza, acción odio devorador, intenso, infernal que puede concentrarse en
y reacción es totalmente falso.; Raskolnikov se entrega y ella o desplazarse contra el rival que intenta arrebatársela.
confiesa para liberarse de la pesadumbre de su conciencia. La avaricia está también llena de odio contra los que quie
Luego este odio es un fracaso porque se destruye a sí mis ren disputar al avaro su tesoro. Aunque el odio nace de la
mo, y no al que quiere aniquilar. Claro está que Raskolni avaricia, no la origina. La avaricia es un afán de posesión,
kov no es un criminal vulgar. El desdoblamiento de su con pero al vivir en una sociedad competitiva donde todos de
ciencia le llevó a creer que era un superhombre y podía sean o envidian lo que otros poseen, nace la rivalidad y por
cometer un crimen. tanto el odio. De otra parte el avaro es ambicioso, desea
Desear ser ejemplar único y excepcional de la especie hacer suyo todo lo ajeno y profesa un intenso odio a los que
humana, es otra forma de odiar. En este sentido, Sartre poseen lo que él no tiene. La codicia del personaje de Ghel-
afirma que la pasión del odio tiende a su absoluto: el asesi derode14 sueña con poseer todo el oro del mundo y es feliz,
nato de todos los otros, acabar con ellos para quedar tran no odia, pero cuando teme que otros vengan a disputárselo o
quilo y sin odios. Pero es un proyecto imposible de cumplir robarlo, estalla el odio con violencia. Tampoco el avaro sien
porque, si podemos eliminar a todos nuestros enemigos, te odio cuando disfruta con tranquilidad de sus cajas con
vuelven a reaparecer en otras figuras y otros actos, pues del
solo hecho que ese otro no soy yo, estalla el conflicto y 12 c
nace el odio. Seguiremos odiando mientras no se cree, sobre “Envidia, venganza, celos, orgullo, avaricia y el amor mismo,
la base de este odio alienador, un nosotros que nos unifique. cuanto más apasionado, está lleno de odio o nace de él”. Spinoza.
Cuando comprendamos y aceptemos que el otro no es mi 13 Tratado del alma.
enemigo, sino necesario para nuestra realización plena, desa 14 Magia roja.
270 TRATADO DE LAS PASIONES EL ODIO 271
monedas, como Harpagón. Pero como al mismo tiempo des nistas y rivales. “ El orgulloso odia sobre todo a los que son
confía que pueden robarle, sobre todo de la codicia de sus objeto de alabanzas por sus virtudes” 16. También la sober
hijos, germina secretamente el odio en su corazón y cuando bia es la expresión más concentrada de odio por los demás,
el peligro que teme se concreta, el odio sale a la luz y se debido a la ostentosa opresión tiránica que ejerce el desdén
manifiesta desaforadamente. La ambición es noble estimu del soberbio sobre cuantos le rodean. El soberbio es un
lante, quizá sea la pasión que nos eleva por encima de nues dictador potencial que aspira a someter los seres al imperati
tra condición pasiva y sufriente, hasta llevarnos a realizar las vo de su voluntad. Exige una sumisa y abyecta obediencia,
empresas más audaces y las hazañas más grandiosas. Sin por odio apriorístico contra todos los hombres. La burla,
embargo, cuando otro ambicioso se interpone en su camino, esa despiadada crítica ejercida contra las flaquezas, errores o
el odio aparece con inusitada violencia destructora. Estos torpezas ajenas, revela el odio intenso que siente el soberbio
ambiciosos realizarán las mayores vilezas e injusticias contra para salvaguardar su impuesta superioridad, y se ceba en la
los que se oponen a la consecución de sus propósitos. Tam más leve inferioridad que ve en otros, para destruirlos sin
bién la envidia en el transcurso de su evolución llega al odio. compasión. La burla es más demoledora que la ironía, pues
Joaquín Monegro15 se llena de odio al ver reiterados los éxi ésta siempre respeta los valores reales de la persona.
tos de Abel, porque su envidia celosa quiere emularlo, llegar Sobre el odio en el amor, ya hemos explicado cómo se
a ser como él. Claro está que al envidiar ya se comienza a originan recíprocamente. En todo amor palpita el odio, al
odiar, porque constituimos al otro en enemigo potencial o no poder lograr la posesión total del ser amado, a quien se
adversario posible. La rivalidad engendra odio o al revés, el acaba odiando. También aunque la entrega sea inmediata,
odio naciente aumenta con la competencia gradual de los no se deja de odiar, pues siempre se ambiciona una unión
contendientes. cada vez mayor, más completa. Esta ambición infinita de
Hay otras pasiones como la venganza, el orgullo, la amor crea odio. El mero hecho de la diversidad de tempera
soberbia, el amor que el odio despierta por una ofensa o mentos de los amantes no es solamente causa de odios futu
daño recibido. Este odio es inmediato, irreflexivo y quiere ros, sino que es germen de odio dentro del amor. Es bien
destruir al ofensor. La venganza proviene de un mal sufrido sabido que los extremos se atraen y el amor o el odio pue
que no podemos olvidar. Para Nietzsche la memoria de la den nacer de las diferencias profundas de los seres. El amor
ofensa demuestra la debilidad de una estructura psíquica, más apasionado puede surgir del odio entre seres que nó
que es origen del resentimiento. Pero el que sufre, es natural tienen ninguna afinidad, que no son próximos ni se entien
que odie a quien le ha hecho sufrir. Por odio que crea el mal den y al pertenecer a mundos distintos ya se odiaban. Pero
inferido se cometen los más atroces actos de venganza. también, aún existiendo una afinidad de gustos e identidad
El orgullo, pasión de la autosuficiencia, crea un odio de pareceres, el amor se transforma en odio al descubrir sus
oscuro en el orgulloso contra todos los otros hombres a diferencias, pues entre dos seres no existe ni puede crearse
quienes considera potenciales enemigos. Nadie nace orgullo una unidad sin fisuras. El odio es la desgarradura, la división
so, se va haciendo como resultado de una elevada valoración interna del amor.
de sí mismo basada en la ínfima estima que siente por los Así como el dolor es lo negativo en sí mismo, el odio
demás. Este juicio negativo es la expresión de un odio, quizá descubre las fronteras del Yo, es la negación lógica sentida
inconsciente, que le hace intuir en los otros seres sus antago vitalmente. Es la furia que experimentamos por las propias
16
15 Miguel de Unamuno, Abel Sánchez. Spinoza.
272 TRATADO DE LAS PASIONES EL ODIO 273
limitaciones. El odio nace, pues, como una rebelión contra El odio como acción nos salva del odio como pasión.
nuestras carencias y necesitada realidad, porque no nos re Mejor dicho, al unlversalizarlo y proyectarlo objetivamente
signamos a sufrir pasivamente el dolor de ser como somos. en la realidad, destruye el odio individual. Este odio trascen
El odio es el principio mefistofélico de la negatividad que, dido es el principio de la negatividad en la Historia. No
por obra y gracia de las propias limitaciones, aparece en el olvidemos que la negatividad tiene su origen y se provecta
mundo como una pasión trascendente. Vivir es una tarea en el mundo como resultado de la autonegación del hom
ardua, problemática y el hombre se niega y afirma para bre. Er hat zwar die negation, also das alte vernichtende
existir, al descubrir su insuficiencia repetida. Es dolor de Nichts, gánzlich zwischen Thesis und Synthesis einges-
ser, “und sie ist eine Scherank in seinem Gefühl bes- pannt” 18. De modo que el Espíritu, que siempre niega, no
timmt” 17. El ímpetu o furia interior que empuja al hombre puede realmente dar un paso sin servir al progreso, a la
a rebasar y superar estos límites, es un odio, llama que nace creación de lo bueno y lo mejor. El odio es así una pasión
del profundo fuego de la soledad limitada. El odio es raíz y positiva que destruye la injusticia afianzada en el mundo, la
motor de la Historia, la secreta causa de las transformacio realidad corrompida, el mal en sí mismo. El odio es la pro
nes del mundo, pues destruye todo lo caduco e inválido. Si ductiva muerte de 1a. existencia presente, pues al destruir lo
es subjetivo en su origen, se objetiva y universaliza como antiguo aparece lo nuevo y mejor. Pero el odio no se limita
potencia dinámica, ante la inmovilidad y petrificación del a destruir, es un movimiento incansable en búsqueda del
movimiento histórico. ¿Cómo se opera esta mutación de pa Bien, de la Bondad, de la Belleza, de la Idea y del Ideal. Así
sión subjetiva en pasión objetiva? como la rebelión contra la propia negatividad es el origen y
Sabemos que los hombres viven desgarrados por la afir motor del odio, su finalidad es la búsqueda de un mundo
mación negativa de sí mismos, dualidad de la que parece no ideal. Por esta razón, aniquila todo lo malo para realizar el
pueden salir, pues toda afirmación siempre está precedida y bien inexistente, desconocido todavía por los hombres. “ Lo
seguida de una negación. ¿Cómo unir esta dualidad? Por la mejor que un niño puede hacer es romper todos sus jugue
impulsividad creciente del odio que, al no detenerse jamás tes 19 El poder negativo del odio es necesario, útil para
en la pasividad negativa, resuelve la tensión dialéctica entre terminar de destruir lo putrefacto que pervive aún como una
necesidad e impulso. Paradójicamente, el odio es la negación lenta agonía.
positiva del hombre, porque odiando con ímpetu violento Ahora bien, el odio como mera negación es inútil e
rechaza la negación íntima que le hace padecer y se afirma inservible, puro vacío. “ Las Furias y tantas otras alegorías
sólidamente. El odio es así la negación de nuestra negación, posteriores de carácter similar son ciertamente poderes, pe
la afirmación defensiva del ser mismo, de su existir, y salva ro sin independencia y solidez afirmativas” 20. El odio puede .
guardia de la destrucción que lleva consigo. Pero, el hombre ser simplemente destructivo, como el fascismo que lleva a la
no puede quedarse en la inacción de limitarse a odiar, pues guerra, a la demolición de todos los valores, sin crear nada.
un odio pasivo hace sufrir más y crea resentimiento, es de Hay, pues,, una negatividad negativa en la Historia: el odio
cir, odio llagado, doloroso que se goza en sus propias heri estéril e infecundo. “ Sin duda, Mefistófeles por sí mismo
das, las toca para que no cierren y mantenerlas abiertas. No,
debemos odiar activamente, trascendiendo el odio subjetivo, 1 8 44
individual en pasión y afán destructor del mal existente. La negación, es decir, el antiguo No destructor, está tendida
entre Tesis y Síntesis” . Ernst Bloch.
19 G.W.F. Hegel, Enciclopedia.
17 “Es una frontera en su propio sentir” . G.W.F. Hegel. 20 G.W.F. Hegel.
274 TRATADO DE LAS PASIONES EL ODIO 275
—digamos Mefistófeles sin Fausto que le utiliza como estí comodidad al mundo existente. Entonces, es necesario
mulo y vehículo— no cuenta para la dialéctica” 21. Sin em aprender a odiar, descubrir el valor negativo de esta pasión
bargo, debemos diferenciar a Mefistófeles de Satán y del para gritar No a la injusticia, al crimen, a la explotación, a la
satanismo. El primero siente una pasión reflexiva, un odio tristeza roedora de la resignación. Debemos odiar totalmen
concienzudo, una sabiduría, porque si Fausto vendió su al te, pronunciarnos contra esto y aquello, como exigía Una
ma a Mefistófeles, este cayó bajo su dominio. Ya demostró muno, sustituir las armas de la crítica racional por la crítica
Unamuno como Sancho Panza se aquijotó y Don Quijote se de la razón crítica, es decir, sublevarse racionalmente pero
hizo sanchopancesco. Por el contrario, Satán es el pobre con pasión. Sólo así reinsertaremos la negatividad en la His
diablo que se rebela contra el poder de Dios por envidia, toria, haciéndola subjetiva y personal. Protestaremos porque
como señaló Byron, para sustituirlo en su imperio celeste. estamos consumidos por ese abrumo de necesidades innece
El odio mefistófelico es sutil, insinuante, calculador, frío e sarias; por la vacía satisfacción del sexo ya liberado de su
implacable, lúcido, mientras el odio de Satán es ciego, nega deseo acuciante; contra la quietud amodorradora del bienes
tivo, fascista, es odio estúpido por amor al odio, es decir, tar físico y metafísico; nos alzaremos contra un Dios escon
una encrucijada, un abismo sin salida. “ Lo meramente nega dido que no se manifiesta visiblemente ni se encarna.
tivo es siempre pobre y superficial en sí” 22. Por ello hay Las pasiones no destruyen al hombre ni la servidumbre
odios que no tienen solución ni sentido último. Son perfec- a ellas es causa de catástrofes individuales, como pensaban
, ta y absolutamente estériles como los odios de individuo a los clásicos de la filosofía. La verdadera finalidad de las
individuo. Tampoco a Fausto, la sabiduría y el afán de in pasiones es aniquilar la realidad presente para lograr su
vestigar, podemos comprenderlo sin el negativo Mefistófe transformación futura. Es, pues, de modo racional y por
les, satánico instrumento que utiliza Fausto para llegar al razones explícitas que odiamos la miseria humana que ame
conocimiento último de la totalidad del Mundo. Necesita el naza con el fin del hombre. Este odio es creado por una paz
odio para llegar al amor, es decir, fundirse con la rica y idílica embaucadora, un sexo libre, pero entristecedor, un
hermosa verdad terrestre. “ El frío y diabólico Fausto” , lo amor que crea soledades, la perfección idéntica de la coti
define Hegel, odia siempre y no sacia jamás su afán de cono dianidad, la desigualdad injusta y dolorosa. Digamos No a
cimiento, penetrando en las zonas más oscuras y tenebrosas esta realidad que nos destruye lentamente, para afirmar un
de la realidad mundanal. La inquietud de Fausto por saber Sí lleno de odio esperanzados
es tan desgarradora como el odio Ígneo que le anima a no Odiamos el cálculo hierático de la razón instrumental
contentarse jamás con la verdad conocida, y Mefistófeles le burguesa, por concentrar en una minoría la riqueza del
susurra al oído “ ensimísmate en la negación, principio de la mundo y así asegurarse el poder, para recabar lo contrario:
acción” . renuncia a la propiedad individual y distribución de la rique
Cuando no sabemos lo que queremos ni tenemos con za en beneficio de todos los hombres. Odiamos para oír el
ciencia de la trascendencia de la Historia, del más allá de canto, soñado en nuestra sangre, de la utopía,
toda presencia y de la realidad de la utopía, reverenciando
Vendrá en siete bandejas la abundancia.
todo lo que existe sin protestar siquiera con meláncolicas
Todo el mundo será de oro súbito 23.
quejumbres, no odiamos y nos conformamos por inercia o
Por esta negación de la posesión individual, se afirma la
21 Ernst Bloch.
23
22 G.W.F. Hegel. César Vallejo, P o e s ía s C o m p le ta s .
276 TRATADO DE LAS PASIONES EL ODIO 277
propiedad universal, colectiva. Los concentradores de rique odiar el voluntario desconocimiento y la ignorancia recípro
za, valor encarnado en el oro material, perderán sus falsas ca, afirmamos que por el tacto escuchan los que no oyen y
ilusiones de dominio sobre otros hombres. “ Y el oro, fabu descubre para los que no ven la verdad secreta de los aman
loso mendigo de vuestra propia secreción de sangre, el oro tes. Odiaremos a los ignorantes que no quieren saber y a los
mismo será entonces de oro” 24. Quiere decirse que la finali que creen saber todo, para desenmascarar la ignorancia de
dad del oro será servir a todos los hombres, brillando con los sabiondos. Igualmente nuestro odio se cebará en las ha
aura bizantina, como encarnación de la idea platónica o das, el azar arbitrario que siega una vida juvenil llena de
Kyros Kristos, al unir con lazos dorados a los dispersos, a promesas, la probabilidad calculada que asesina. Odiaremos
los solitarios. Y los que sufren, extrayendo con penoso es hasta matar la misma muerte, y “ sólo la muerte morirá” 29,
fuerzo el oro oscuro sepultado en las entrañas de la tierra, es decir, enterraremos lo que ha fenecido y está acabado
sin ver jamás lucir el Sol, brillará con todo esplendor para históricamente. Diremos Sí a lo que está vivo, aunque no lo
ellos mismos, los verdaderos creadores de esta riqueza áurea. veamos porque está oculto. Afirmaremos una vida que se
También cuando vemos a los enamorados riñendo hasta el renueva eternamente y se sucede a sí misma sin muertes
exterminio, aislados en sus pasiones subjetivas sin poder desgarradoras. Y hasta mataremos, con nuestro trabajo en
crear la unión amorosa, odiaremos el amor que destruye. común el mismo mundo que hemos creado con tantos afa
Para ello será necesario el No rotundo al amor posesivo, y nes, para poder vivir todos unidos.
frente a esta realidad tristísima oponer un Sí a la entrega El odio es anticipador de un mundo nuevo que vamos
desinteresada, a la fraternidad universal, a esa camaradería creando al luchar contra una realidad destructora, pero toda
del corazón y la razón. “ Se amarán todos los hombres y vía presente. Y no podemos limitarnos a odiar con manse
comerán tomados de las puntas de nuestros pañuelos tris dumbre, es preciso odiar con ganas, voluntariamente, con
tes” 25. Es necesario destruir por el odio los falsos amores, arriesgado empeño, pero sin precipitarnos en aventuras irra
para poder “ amar aunque sea a traición, a tu enemigo” 26. Y cionales. Tenemos que odiar activamente, con violencia me
también odiaremos la ceguera cósmica que obnubila e impi tódica, calor doctrinal para aniquilar este mundo y crear
de comprender los valores positivos de los hombres, su altu otro mejor. Odiaremos, dominando el arrebato de la pasión
ra estelar. Diremos Sí a los invidentes que perciben lo que hirsuta, sosegando las palpitaciones acuciantes del odio para
son en realidad los otros y “verán ya de regreso, los cie poder alcanzar con nuestras manos los paraisos soñados, la
gos” 27. Sin oír ni decir palabra, extáticos, asombrados, “y promesa de Edad de Oro. Mediante la reflexión, el odio
palpitando escucharán los sordos” 28. Tampoco tocamos adquiere una eficacia demoledora, una realización positiva,
nunca las fibras secretas, porque es más fácil no saber uno es aliento, esperanza. Esta negatividad tiene que apoyarse en
del otro ni querer alumbrar el mutuo misterio, y nos acopla la pasión negativa de la crítica. Pero no se puede caer en la
mos en la noche ciegamente para calmar la tensión desespe negación por doquier, ese juicio implacable que destruye la
rada de la libido que nos lanza al abismo corporal. Pero al certidumbre en la realidad incuestionable de lo positivo que
ha llegado a ser y el hecho que está siendo, aunque no la
veamos florecer plenamente. En consecuencia, no es la ra
24 Ib ídem. zón pura que puede sustituir el odio, sino la pasión racional
25 Ib ídem. del odio mismo que afirma, encauza verdaderamente su
26 Ib ídem.
27 Ib ídem. 29
Ib ídem.
28 Ib ídem
278 TRATADO DE LAS PASIONES
XXIV. EPILOGO
281
OBRAS PUBLICADAS EN LA SECCION DE FILOSOFIA
Afofoagnano, N„: Diccionario de filosofía.
Afobagnano, N., y Visalberghi, A.: Historia de la pedagogía.
Assaun» P.: Freud y Nietzsche.
Ayer, A.J.: El positivismo lógico.
Baumer, F.L.: El pensamiento moderno europeo. Continuidad
y cambio de ideas.
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000002
«■■■■■■■i
La pasión ha sido puesta por la filo so fía y la re li
gión en el origen del dram a hum ano. Para los e s
to ico s, por ejem plo, está en la base del desastre
!■■■ m oral. El cristia n ism o la contem pla com o la raíz
del pecado. M as la pasión es tam bién el cim iento
de la acción humana y entendida de form a no abs
tra c ta se co nvierte en hechos, se tra n sfo rm a en
pasiones. Los griegos afirm aban que los dioses
ciegan a los que quieren perder. ¿Y qué son los
dioses sino pasiones? En este libro, Carlos Gur-
m éndez, autor tam bién de una Teoría de los se n
tim ie n to s (FCE, 1981), nos lleva a desentrañar la
esencia y el sentido de las pasiones, tales com o
la codicia, la envidia, los celos, la hum ildad, la am
bición, la venganza, el trabajo, el deseo, el am or,
etcétera, pues, com o dice José Bergamín, " c a
da pasión tiene su dialéctica p ro p ia ".
El análisis de esta dialéctica c o n s titu y e uno de
los tem as clásicos de la filo so fía universal, con
virtiéndose así en una pasión del con o cim ie n to .
Esta apasionada reflexión que c o n s titu y e la pre
sente obra no duda en valerse de la historia y la
literatura, actos hum anos por excelencia, para ha
cer nacer los conceptos que com ponen un a u té n
tic o tra ta d o sobre las pasiones.