Está en la página 1de 4

“La vida social de las cosas. Perspectiva cultural de las mercancías” (1986) – Arjun Appadurai.

La tensión creativa emerge de la combinación de perspectivas distintas, y de esta tensión creativa


continúan surgiendo otros conocimientos.
Las mercancías y la política del valor.
El intercambio económico crea valor. El valor está contenido en las mercancías que se intercambian.
Centrándose en las cosas que se intercambian, y no simplemente en las formas o las funciones del
intercambio, es posible argüir que lo que crea la conexión entre intercambio y valor es la política,
entendida en sentido amplio. Las mercancías, como las personas, tienen una vida social.
Las mercancías pueden definirse provisionalmente como objetos de valor económico. Para Georg
Simmel, en su Filosofía del dinero, el valor nunca es una propiedad inherente de los objetos, sino un
juicio acerca de ellos emitido por los sujetos. Con todo, la clave para la comprensión del valor, de
acuerdo con Simmel, descansa en la región donde “la subjetividad es sólo provisional y no
verdaderamente muy esencial”.
Al explorar este intrincado dominio, el cual no es del todo subjetivo ni del todo objetivo, donde el
valor surge y funciona, Simmel sugiere que los objetos no son difíciles de adquirir porque sean
valiosos, “sino que llamamos valiosos a esos objetos que se resisten contra nuestro deseo de
poseerlos”. Lo que Simmel denomina objetos económicos en particular, existe en el espacio
comprendido entre el deseo puro y el disfrute inmediato, lo cual implica cierta distancia entre ellos y
la persona que los desea, distancia que puede salvarse. Esta distancia se cubre en y a través del
intercambio económico, donde el valor de los objetos está determinado recíprocamente. Es decir, el
deseo de uno por un objeto se alcanza mediante el sacrificio de algún otro objeto, que es el centro del
deseo de otro individuo. Tal intercambio de sacrificios constituye el tema de la vida económica, y la
economía –como una forma social particular– “consiste no sólo en valores intercambiables, sino
también en el intercambio de valores”. El valor económico, para Simmel, es generado mediante este
tipo de intercambio de sacrificios.
Varios argumentos se desprenden de este análisis del valor económico efectuado por Simmel. El
primero reside en que el valor económico no es sólo valor en general, sino también una suma definida
de valores, el cual es producto de la proporción de dos intensidades de demanda. La forma que esta
proporción adquiere es el intercambio de sacrificio y ganancia. Así, el objeto económico no tiene un
valor absoluto como resultado de su demanda, sino que ésta, en tanto base de un intercambio real o
imaginario, dota al objeto de valor. El intercambio es el que establece los parámetros de utilidad y
escasez, en lugar de que suceda al revés, y el intercambio es el que representa la fuente de valor: “La
dificultad de adquisición, el sacrificio ofrecido en el intercambio, es el único elemento constitutivo
del valor, del cual la escasez es sólo la manifestación externa, su objetivación en forma de cantidad”.
En una palabra, el intercambio no es un subproducto de la valoración mutua de objetos, sino su fuente.
Simmel considera al dinero como el instrumento más complejo en la conducción del intercambio
económico. ¿Cuál es el lugar del dinero en la vida moderna?
Explorar las condiciones bajo las cuales los objetos económicos circulan en diferentes regímenes de
valor en espacio y en tiempo. Las cosas específicas o los grupos de cosas circulan en ambientes
culturales e históricos particulares. Las formas en las cuales el deseo y la demanda, el sacrificio
recíproco y el poder, interactúan para crear el valor económico en situaciones sociales específicas.
El sentido común occidental contemporáneo y dominante, construido con base en diversas tradiciones
históricas en filosofía, derecho y ciencia natural, tiene una fuerte tendencia a oponer palabras y cosas,
y considera el mundo de las cosas como inerte y mudo, el cual es puesto en movimiento y animado,
y en verdad conocible, sólo mediante las personas y sus palabras. Sin embargo, en muchas sociedades
históricas, las cosas no han estado tan divorciadas de la capacidad de actuar de las personas y del
poder comunicativo de las palabras. El hecho de que tal percepción de las cosas no haya desaparecido,
incluso en las condiciones del capitalismo industrial occidental, es una de las intuiciones que apoyan
el célebre análisis de Marx contenido en El capital, sobre el “fetichismo de las mercancías”.
A pesar de que nuestro propio enfoque de las cosas esté necesariamente condicionado por la idea de
que las cosas no tienen otros significados sino aquellos conferidos por las transacciones, las
atribuciones y las motivaciones humanas, el problema antropológico reside en que esta verdad formal
no ilumina la circulación concreta, histórica, de las cosas. Por ello, debemos seguir a las cosas
mismas, ya que sus significados están inscritos en sus formas, usos y trayectorias. Es sólo mediante
el análisis de estas trayectorias que podemos interpretar las transacciones y cálculos humanos que
animan a las cosas. Así, aunque desde un punto de vista teórico los actores codifican la significación
de las cosas, desde una perspectiva metodológica son las cosas-en-movimiento las que iluminan su
contexto social y humano.
Las mercancías, y las cosas en general, son la sustancia de la “cultura material”. Son objetos de valor
y medios de obsequio y dote.
La relación entre cultura y mercancías.
Diferencia entre bienes especializados o de lujo y mercancías “primarias” o “de volumen”.
El espíritu de la mercancía. Las mercancías propiamente entendidas no son monopolio de las
economías modernas, industriales.
Rutas y desviaciones. Las estrategias (tanto individuales como institucionales) que hacen de la
creación del valor un proceso políticamente mediado.
El deseo y la demanda. Patrones de corto y largo plazo en la circulación de mercancías. El consumo
está sujeto al control social y a la redefinición política.
La relación entre conocimiento y mercancías. La política del valor es en muchos contextos una
política del conocimiento.
La política en tanto plano de mediación entre el intercambio y el valor.
Pocos negarían que la mercancía es una cosa profundamente socializada. Con fines definidores, la
pregunta es: ¿en qué consiste su sociabilidad? La respuesta purista, atribuida de modo rutinario a
Marx, es que la mercancía es un producto destinado principalmente al intercambio, y que tales
productos surgen, por definición, en las condiciones institucionales, psicológicas y económicas del
capitalismo. Definiciones menos puristas consideran a las mercancías como bienes dirigidos al
intercambio, independientemente de la forma que éste adopte. La definición purista cancela la
indagación de manera prematura. Las definiciones más vagas amenazan equiparar mercancía con
obsequio y muchas otras clases de cosas. Las mercancías son cosas que poseen un tipo particular de
potencial social, que son discernibles de “productos”, “objetos”, “bienes”, “artefactos” y otros tipos
de cosas (aunque sólo lo sean en ciertos aspectos y desde determinada perspectiva). Las mercancías
existen en una variedad muy amplia de sociedades (aunque con una intensidad y prominencia especial
en las sociedades capitalistas modernas).
En la mayoría de los análisis económicos modernos, las mercancías son tipos especiales de bienes
manufacturados (o servicios), que se asocian únicamente al modo de producción capitalista y que,
por tanto, sólo existen en donde éste ha penetrado. Así, aun en los debates actuales acerca de la
protoindustrialización, el tema en cuestión no es si las mercancías están asociadas al capitalismo, sino
si ciertas formas organizacionales y técnicas asociadas al capitalismo son únicamente de origen
europeo. En general, las mercancías son vistas como representaciones materiales típicas del modo de
producción capitalista, aunque sean clasificadas como insignificantes y su contexto capitalista como
incipiente.
Marx define la mercancía, en primer lugar, como “un objeto exterior, una cosa que merced a sus
propiedades satisface necesidades humanas del tipo que fueran”. Valor de uso y valor de cambio, el
problema de la equivalencia, la circulación y el intercambio de productos, la importancia del dinero,
la relación entre la forma mercancía y la forma dinero. Distinción entre los dos tipos de la circulación
de mercancías (mercancía-dinero-mercancía y dinero-mercancía-dinero), donde ésta última
representa la fórmula general del capital. Las mercancías se vuelven intrincadamente ligadas al
dinero, a un mercado impersonal y al valor de cambio. Aun en la forma simple de circulación
(vinculada al valor de uso), las mercancías se relacionan mediante la capacidad de conmensurabilidad
del dinero.
Marx: a fin de producir no meros productos sino mercancías, el hombre debe producir valores de uso
para otros, valores de uso sociales. Esta idea fue comentada por Engels en un paréntesis que introdujo
en el texto de Marx: “Para transformarse en mercancía, el producto ha de transferirse a través del
intercambio a quien se sirve de él como valor de uso”.
“Bajo todas las condiciones sociales, el producto del trabajo es objeto para el uso, pero sólo una época
de desarrollo históricamente determinada –aquella que presenta el trabajo gastado en la producción
de un objeto útil como atributo “objetivo” de este último, o sea, como su valor– transforma el producto
del trabajo en mercancía. Se desprende de esto que la forma simple de valor de la mercancía es a la
vez la forma mercantil simple adoptada por el producto del trabajo y que, por tanto, el desarrollo de
la forma de mercancía coincide también con el desarrollo de la forma de valor”.
Marx examina históricamente el cambio de producto a mercancía.
En su famoso análisis del fetichismo de las mercancías, Marx advierte, como lo hace en otros pasajes
de El capital, que:
“[…] la forma de mercancía es la más general y la menos evolucionada de la producción burguesa –
a lo cual se debe que aparezca tempranamente, aun cuando no de la misma manera dominante y por
tanto característica que adopta en nuestros días […]”.
Las economías precapitalistas, no estatales y no monetarias. Marx deja la puerta abierta a la existencia
de mercancías, al menos en su forma primitiva, en muchos tipos de sociedades.
Una mercancía es cualquier cosa destinada al intercambio. La pregunta no sería “¿qué es una
mercancía?”, sino “¿qué tipo de intercambio es el intercambio mercantil?”. Aquí, y como parte del
esfuerzo por definir mejor a las mercancías, necesitamos abordar dos tipos o formas de intercambio
que suelen oponerse formalmente al intercambio mercantil. El primero es el trueque (a veces llamado
intercambio directo); el segundo, el intercambio de obsequios. Comencemos con el trueque.
El trueque es el intercambio de objetos que se efectúa sin una referencia al dinero y con la máxima
reducción posible de costos de transacción sociales, culturales, políticos y personales. El criterio
anterior distingue trueque de intercambio mercantil, y este último del intercambio de obsequios
(independientemente de la forma en que se le defina). El trueque, ya sea como una forma
predominante o subordinada de intercambio, existe en una variedad extremadamente amplia de
sociedades.
Chapman: Las mercancías son utilizadas como objetos monetarios (y, por tanto, como valor o
cristalización de trabajo), y no sólo el dinero, en tanto unidad contable o medida de equivalencia. El
intercambio mercantil ocurre únicamente cuando un objeto monetario interviene en el intercambio.
Debido a que el trueque excluye, en su modelo, tal intervención, el intercambio mercantil y el trueque
son formal y completamente distintos, aunque puedan coexistir en ciertas sociedades.
El papel desempeñado por el dinero en la circulación mercantil.
En las diversas formas simples de trueque, advertimos un esfuerzo dirigido a intercambiar cosas sin,
por una parte, las limitaciones de la sociabilidad y, por la otra, las complicaciones del dinero. En el
mundo contemporáneo, el trueque va en aumento: se estima que alrededor de 12 mil millones de
dólares en bienes y servicios se intercambian anualmente en los Estados Unidos. El trueque
internacional (jarabe de Pepsico por vodka ruso; Coca-cola por palillos coreanos y elevadores de
carga búlgaros, por citar algunos ejemplos) están convirtiéndose también en una compleja economía
alternativa.

También podría gustarte