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El caso Quisbeth Castro y el alcance del derecho a una

vivienda digna
26 abril, 2012 por JJL

La Corte Suprema (CS) se pronunció en el caso “Q. C., S. Y. c/ Gobierno de la Ciudad Autónoma

de Buenos Aires s/ amparo” que le exigía interpretar el alcance del derecho a una vivienda

digna. La decisión que toma es revocar el fallo del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad

de Buenos Aires que había, en los hechos, denegado la solicitud de la actora reenviando la

causa a segunda instancia para que resuelva con los criterios establecidos en el caso “Alba

Quintana”, fallo del TSJ. El voto mayoritario lleva firmas de los jueces Lorenzetti, Highton,

Fayt, Maqueda, Zaffaroni; y concurren a formar esa mayoría con voto propio: Petracchi y

Argibay.

Para analizar aspectos relativos a la admisibilidad de la vía procesal puede consultarse

el Dictamen del Procurador, dado que en los hechos lo que resuelve la CS es un recurso de

queja.

Nimiedades procesales aparte vamos a lo sustancial de fallo. Si bien la decisión adoptada es

importante para el caso de la señora Sonia Quisbeth Castro, cuando un tribunal, intérprete

final de la Constitución Nacional (CN), determina los alcances de los derechos es por demás

importante, no solamente lo que decide, sino también como decide, con qué fundamentos. En

tanto que esos fundamentos se esgrimen como directrices para casos futuros similares. Dicho

de otra manera, la CS determina el contenido y la forma de revisión judicial del derecho a una

vivienda digna -reconocido en nuestra CN y diversos instrumentos de protección de derechos

humanos- a partir de caso “Quisbeth”.

Veamos:

En el considerando 8 la CS determina “el sistema de fuentes” –tratados de DD.HH, CN,

Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, y leyes de asistencia de la Ciudad- que aplicará al

caso, para luego afirmar que es la propia Corte la que determinará el alcance de ese derecho

de acceso a la vivienda digna. A partir de esa enunciación del derecho de acceso a la vivienda

(en clave constitucional y convencional) establece tres características:


1. No son “esos derechos y deberes” meras declaraciones, sino normas jurídicas
operativas con vocación de efectividad. Aquí puede ampliarse la afirmación a todos
los derechos humanos, como se afirma en el mismo considerando 10.
2. También, a esos derechos y deberes –podemos leer también derechos económicos,
sociales y culturales-, poseen una operatividad derivada. Lo cual, en la tesis de la
Corte, “no es función de la jurisdicción determinar qué planes concretos debe
desarrollar el gobierno” (cons. 11); de lo cual la Corte infiere que no todos los
ciudadanos puedan solicitar la provisión de una vivienda por la vía judicial. Aquí,
digamos, se ponen paños fríos a la afirmación que mencionamos en el punto
anterior.
3. Finalmente esos derechos de operatividad derivada están “sujetos al control de
razonabilidad por parte del Poder Judicial” (cons. 12). En este pasaje de la sentencia
el Tribunal se guarda el poder para desplegar un control constitucional y
convencional de razonabilidad respecto del accionar discrecional de los poderes
políticos, en orden a la implementación de políticas para garantizar el goce efectivo
de derechos. En concreto el contenido o alcance de ese control de razonabilidad es
que “los poderes deben atender a las garantías mínimas indispensables para que
una persona sea considerada como tal en situaciones de extrema vulnerabilidad”
(cuarto párr. del cons. 12).

Se establece al Poder Judicial como garante del contenido mínimo de los derechos

fundamentales que requieren una prestación por parte del Estado.

Asimismo la Corte se encarga de dejar bien en claro que una política pública, para sortear el

mencionado control de razonabilidad, no depende del monto efectivamente aplicado a la

problemática, sino de la capacidad-idoneidad de la medida para superar la situación o paliarla

en la medida de lo posible (cons. 15).

El caso

Luego de estas afirmaciones la Corte encuentra que esa “garantía” o “contenido mínimo” se

ve afectado en tanto que supone una amenaza grave para la existencia misma de la persona,

toda vez que hay un niño discapacitado, con una madre en situación de calle. Es decir que la

política pública desplegada por la Ciudad de Buenos Aires “no es suficiente o adecuada ya que

ni siquiera atiende a las mínimas necesidades” (cons. 13 último párrafo). Por tanto revoca la

sentencia impugnada y manda que el Gobierno de la Ciudad intervenga en el caso con equipos

de asistencia social y de salud; como así también que garantice a la actora el alojamiento en

condiciones edilicias adecuadas a la patología del niño.

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