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Ahora bien, sentado el hecho de que las sentencias aludidas deben ser
directamente aplicables y ejecutables en territorio mexicano,43 y aun ante las
disposiciones de la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado, existe
una realidad que no podemos soslayar: en la práctica, una gran cantidad de
autoridades, de distintas adscripciones, niveles y órdenes jurídicos, intentan
justificar su conducta pasiva, y en muchos casos negligente, ante el cumplimiento
de las sentencias, precisamente en la ausencia de un adecuado y efectivo marco
normativo que les permita con mayor facilidad y holgura realizar determinados
actos que en muchos casos ciertamente salen de su zona de confort.
Muchas han sido las justificaciones para su retraso. Años atrás, a pesar de
considerar su importancia, se argumentaba que al no tener el Estado mexicano
sentencia alguna en su contra no era realmente necesaria, además de ser
políticamente complicada su expedición; pero la realidad cambió y ahora nos
encontramos ante la inevitable obligación de acatar las citadas resoluciones. Otra
consideración, de hecho, más relevante, era la ausencia de un sustento
constitucional que permitiera la expedición de esta ley, es decir, que algunos
sectores consideran que es indispensable contar con un precepto constitucional
que dé pie a dicha norma para evitar problemas de constitucionalidad. La cuestión
es que, ya sea porque se le da prioridad a elaborar o impulsar otras leyes, por falta
de voluntad política, de un verdadero compromiso con la protección a los derechos
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humanos de los habitantes del territorio nacional, o bien por la falta de fundamento
constitucional, no tenemos ninguna ley que regule eficientemente el tema que nos
ocupa, dejándonos en un vacío jurídico, con todas las consecuencias que esto
acarrea. Sin embargo, el panorama se aclara, en la reforma constitucional de
2011, en materia de derechos humanos, se establece un mandato al legislador
para crear una "ley de reparación" por violación de estos derechos. Sin perjuicio
de que el constituyente no fue muy claro en cuanto a los alcances e implicaciones
de la misma, estimamos que ésta podría ser el conducto para incluir lo relativo al
cumplimiento de estas sentencias condenatorias, que a final de cuentas ordenan
la reparación a las víctimas, A pesar de que ya lo hemos señalado, simplemente
queremos reiterar la relevancia y alcance de algunas reparaciones a que hemos
sido condenados, las cuales inciden directamente en normas jurídicas o
interpretaciones de éstas. Recordemos que la Corte Interamericana ha dicho que
se puede violar la Convención Americana cuando se omite dictar ciertas normas, o
bien al tener otras que la contravengan, aun cuando sean acordes al sistema
jurídico interno. En este sentido, por ejemplo, la Corte sostuvo la convencionalidad
del artículo 13 constitucional en materia del fuero de guerra, sin embargo, las
interpretaciones derivadas del mismo deben cambiar, al ir en contra de los
estándares internacionales, así como el contenido del artículo 57 del Código de
Justicia Militar. Así también, la Corte ha puesto de manifiesto la obligación del
Estado mexicano de legislar en algunos temas concretos, por ejemplo, es
necesario compatibilizar la tipificación del delito de desaparición forzada, con la
Convención de la materia, así como establecer algún recurso que permita
impugnar la aplicación de la justicia militar, y también la actualización a nivel
secundario de la reforma constitucional en materia electoral, que permite que sea
posible el análisis de la constitucionalidad de la regulación legal del derecho a ser
elegido. Por otra parte, también una serie de criterios jurisprudenciales deberán
ser analizados para determinar su compatibilidad con la Convención, como
aquellos que determinan la no existencia de control difuso de constitucionalidad, y
las que se refieren a la jurisdicción militar, entre otros de carácter sustantivo y
adjetivo. Control de convencionalidad y de constitucionalidad Como se ha
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señalado previamente, uno de los efectos derivados de las sentencias
condenatorias a nuestro país de mayor trascendencia para el orden jurídico
mexicano es sin duda el control de convencionalidad. Si bien tiene su inicio y
consolidación en varios casos previos ante la Corte Interamericana, a México le
resulta esta obligación de forma directa e indubitable a partir de las sentencias de
Rosendo Radilla, Inés Fernández, Valentina Rosendo, así como Cabrera y
Montiel. Iniciaremos por señalar que la doctrina especializada sostiene que existen
dos clases de control de convencionalidad; uno de carácter concentrado que
ejerce única y exclusivamente la Corte Interamericana al ser la guardiana e
intérprete final de la Convención Americana, y otro de carácter difuso, cuyo
ejercicio corresponde a todos los jueces de los Estados que formen parte del
sistema interamericano y que hayan aceptado la competencia contenciosa de la
Corte, mismo que ha sido definido como "el deber de los jueces nacionales de
realizar un examen de compatibilidad entre las disposiciones y actos internos (del
caso concreto), con los tratados internacionales y la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos". Como era de esperarse, una obligación
de esta naturaleza ha generado una gran polémica e incertidumbre en nuestro
país, en especial en el ámbito judicial. Señaló la integración del parámetro de
análisis del control de convencionalidad, mismo que se integra con: Todos los
derechos humanos contenidos en la Constitución Federal (con fundamento en los
artículos 1o. y 133), así como la jurisprudencia emitida por el Poder Judicial de la
Federación; Todos los derechos humanos contenidos en Tratados Internacionales
en los que el Estado mexicano sea parte. Criterios vinculantes de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos establecidos en las sentencias en las que
el Estado mexicano haya sido parte, y criterios orientadores de la jurisprudencia y
precedentes de la citada Corte, cuando el Estado mexicano no haya sido parte. La
Corte indica que la interpretación que deberán llevar a cabo los jueces implica
realizar lo siguiente: Interpretación conforme en sentido amplio. Ello significa que
los jueces del país, al igual que todas las demás autoridades del Estado mexicano,
deben interpretar el orden jurídico a la luz y conforme a los derechos humanos
establecidos en la Constitución y en los tratados internacionales en los cuales el
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Estado mexicano sea parte, favoreciendo en todo tiempo a las personas la
protección más amplia. Interpretación conforme en sentido estricto. Ello significa
que cuando hay varias interpretaciones jurídicamente válidas, los jueces deben,
partiendo de la presunción de constitucionalidad de las leyes, preferir aquélla que
hace a la ley acorde a los derechos humanos establecidos en la Constitución y en
los tratados internacionales en los que el Estado mexicano sea parte, para evitar
incidir o vulnerar el contenido esencial de estos derechos. Inaplicación de la ley
cuando las alternativas anteriores no son posibles. Ello no afecta o rompe con la
lógica del principio de división de poderes y del federalismo, sino que fortalece el
papel de los jueces al ser el último recurso para asegurar la primacía y aplicación
efectiva de los derechos humanos establecidos en la Constitución y en los
tratados internacionales de los cuales el Estado mexicano es parte. Una precisión
importante es que "todas las autoridades del país en el ámbito de sus
competencias tienen la obligación de aplicar las normas correspondientes
haciendo la interpretación más favorable a la persona para lograr su protección
más amplia, sin tener la posibilidad de inaplicar o declarar la incompatibilidad de
las mismas". La Corte hace énfasis en que el control de convencionalidad, ex
oficio, en materia de derechos humanos debe ser acorde con el modelo general de
control establecido constitucionalmente, y para clarificar la forma en que el mismo
ha de operar propuso el siguiente "Modelo general de control de constitucionalidad
y convencionalidad.
La Corte accedió a reservar los nombres verdaderos de las víctimas para proteger
su integridad y seguridad personal, hechos del caso se refieren a la tortura que
sufrieron los señores Juan García Cruz y Santiago Sánchez Silvestre cuando
fueron detenidos por la Policía Judicial del Distrito Federal en junio de 1997 así
como a la falta de investigación de tales hechos. Se refiere, también, a las
declaraciones inculpatorias que fueron obligados a rendir ante el Ministerio
Público, así como a los dos procesos y condenas penales contra aquellos por los 10
cuales se les impusieron penas de 3 y 40 años de prisión en violación de garantías
del debido proceso. Los señores Juan García Cruz y Santiago Sánchez Silvestre
permanecieron privados de su libertad durante 15 años, 10 meses y 12 días, hasta
que fueron puestos en libertad el 18 de abril de 2013 en cumplimiento de
sentencias emitidas por tribunales internos con posterioridad al sometimiento del
caso a la Corte Interamericana. El 6 de junio de 1997 los señores Juan García
Cruz y Santiago Sánchez Silvestre fueron detenidos sin orden judicial, por agentes
de la policía, por la supuesta comisión de los delitos de portación de arma de
fuego de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea; Asociación delictuosa
y Rebelión y por los delitos de homicidio, lesiones, robo con violencia, delincuencia
organizada y daño en los bienes. Mientras estaban bajo la custodia de los agentes
policiales, fueron torturados para obligarlos a auto inculparse en relación a la
comisión de tales delitos. Como consecuencia de los tratos de los que fueron
víctimas, ambos se declaran culpables de los cargos tanto en las primeras
declaraciones rendidas ante el Ministerio Público, como en la primera declaración
judicial que rindieron. Fueron sentenciados en primera instancia el 28 de agosto
de 1998. El juzgado los declaró penalmente responsables de la comisión del delito
de ‘portación de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza
aérea, condenándolos a tres años de prisión y multa de doce días. Tras la
apelación, se confirmó la condena de privación de libertad. Respecto del valor
probatorio de las declaraciones de los señores García Cruz y Sánchez Silvestre el
tribunal indicó, que, si bien presentaron huellas de lesiones, no hay pruebas de
que estas hayan sido realizadas por sus captores para que brinden una confesión
por los cargos. El 6 de septiembre de 2001 el juez de primera instancia dictó la
sentencia estableciendo la responsabilidad penal de Santiago Sánchez Silvestre y
Juan García Cruz por la comisión de los delitos de homicidio; lesiones; robo con
violencia; delincuencia organizada y daño en los bienes. La condena consistió en
una pena privativa de libertad por el término de cuarenta años y mil días de multa.
Tras la interposición de un recurso de apelación contra esta sentencia, se resolvió
la Primera Sala Colegiada Penal de Texcoco resolvió revocar la sentencia penal
condenatoria de 6 de septiembre de 2001, emitió una sentencia penal absolutoria
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el recurso de apelación, en la cual se confirmó la condena. El 18 de abril de 2013
La Corte dispone que Esta Sentencia constituye per se una forma de reparación.
De conformidad con lo dispuesto en el acuerdo de solución amistosa, el Estado
debe: realizar y proseguir de modo diligente todas las investigaciones y
actuaciones necesarias para deslindar responsabilidades y en su caso, sancionar
la comisión del delito de tortura, en perjuicio de los señores García Cruz y
Sánchez Silvestre, eliminar los antecedentes penales que pudiesen existir en
contra de [los señores García Cruz y Sánchez Silvestre, en relación con los
hechos del presente caso, otorgar a las víctimas atención médica preferencial y
gratuita a través del Programa de Acceso Gratuito a los Servicios Médicos y
Medicamentos a las Personas Residentes en el Distrito Federal que Carecen de
Seguridad Social Laboral y brindarles atención psicológica a través de la
Procuraduría Social de Atención a las Víctimas de Delitos en sus domicilios o en
las instalaciones del Centro de Atención a Víctimas y Ofendidos más cercana al
mismo, a elección de las víctimas, otorgar a la esposa del señor Santiago Sánchez
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Silvestre atención médica gratuita a través del Programa de Acceso Gratuito a los
Servicios Médicos y Medicamentos a las Personas Residentes en el Distrito
Federal que Carecen de Seguridad Social Laboral, realizar un acto público de
reconocimiento de responsabilidad [internacional y disculpa pública por los hechos
del presente caso, realizar las publicaciones indicadas en la Sentencia, garantizar
la educación de las víctimas hasta la conclusión de sus estudios universitarios o
técnicos, según sea su interés[, … a través del] pago de becas educativas,
garantizar la educación de la hija del señor Santiago Sánchez Silvestre hasta la
conclusión de sus estudios universitarios o técnicos, según sea el interés que en
su momento tenga la misma a través de una beca escolar, entregar en propiedad
una vivienda en el Distrito Federal a cada víctima a través del “Programa de
Vivienda Nueva en Conjunto a cargo del Instituto de Vivienda del Distrito Federal,
realizar un seminario con expertos para debatir la aplicación de la doctrina de la
inmediatez procesal utilizada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y a
hacer llegar las conclusiones de dicho evento a diversos servidores públicos
encargados de la defensoría de oficio, así como de la procuración e impartición de
justicia, realizar “la publicación en el Diario Oficial de la Federación y en otro diario
de amplia circulación nacional, por una sola vez, de un resumen de [la sentencia
del juicio de amparo 778/2012], previamente acordado con las víctimas y sus
representantes, efectuar un Programa para operadores de justicia para continuar
otorgando capacitación a los servidores públicos encargados de la defensoría de
oficio, así como de la procuración, e impartición de justicia bajo los estándares
internacionales más altos, para que puedan identificar, reaccionar, prevenir,
denunciar y sancionar, el uso de técnicas de tortura”, pagar a cada una de las
víctimas las cantidades acordadas por concepto de indemnizaciones del daño
material y del daño inmaterial, pagar las cantidades acordadas por concepto de
reintegro de costas y gastos a la abogada María del Pilar Noriega García y a
CEJIL, El Estado debe, dentro del plazo de un año contado a partir de la
notificación de esta Sentencia, rendir al Tribunal un informe sobre las medidas
adoptadas para cumplir con la misma. La Corte supervisará el cumplimiento
íntegro de esta Sentencia, en ejercicio de sus atribuciones y en cumplimiento de
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sus deberes conforme a la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y
dará por concluido el presente caso una vez que el Estado haya dado cabal
cumplimiento a lo dispuesto en la misma. La Corte decide, Homologar el Acuerdo
de solución amistosa y reconocimiento de responsabilidad del Estado, suscrito por
las víctimas, sus representantes y México. Aceptar el reconocimiento total de
responsabilidad internacional efectuado por el Estado en dicho acuerdo. Valorar
positivamente el referido Acuerdo de solución amistosa y reconocimiento de
responsabilidad del Estado, por su trascendencia para alcanzar una solución a la
controversia del caso en este proceso internacional. La Corte declara que, El
Estado, tal como lo reconoció en el acuerdo de solución amistosa, es responsable
por la violación de los siguientes derechos contenidos en la Convención
Americana, libertad personal(artículo 7, integridad personal artículo 5, garantías
judiciales y protección judicial artículos 8 y 25, todo lo anterior en relación con el
deber general de respetar los derechos , artículo 1.1,por la violación de las
disposiciones 1, 8 y 10 de la Convención Interamericana para Prevenir y
Sancionar la Tortura y por la violación de la obligación de adoptar disposiciones de
derecho interno artículo 2 de la Convención Americana, en conexión al artículo 6
de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, en perjuicio
de Juan García Cruz y Santiago Sánchez Silvestre.
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CONCLUSION:
Los hechos del caso se refieren a la detención ilegal y tortura de Juan García Cruz
y Santiago Sánchez Silvestre, ocurrida el 6 de junio de 1997, así como también a
la falta de garantías en el proceso del cual resultaron condenados. La tortura a
que fueron sometidos proyectó sus efectos en sus primeras declaraciones en las
que se auto inculparon de ciertos delitos. El caso resultó en un acuerdo de
solución amistosa por el cual Estado reconoció su responsabilidad internacional
por los hechos, y que fue homologado por la Corte IDH. El Estado, tal como lo
reconoció en el acuerdo de solución amistosa, es responsable por la violación de
los siguientes derechos contenidos en la Convención Americana, libertad
personal, integridad personal (artículo 5), garantías judiciales y protección judicial,
todo lo anterior en relación con el deber general de respetar los derechos, por la
violación de las disposiciones 1, 8 y 10 de la Convención Interamericana para
Prevenir y Sancionar la Tortura y; por la violación de la obligación de adoptar
disposiciones de derecho interno de la Convención Americana, en conexión al
artículo 6 de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura,
en perjuicio de Juan García Cruz y Santiago Sánchez Silvestre.
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OPINION PERSONAL:
BIBLIOGRAFIA:
https://www.corteidh.or.cr/CF/jurisprudencia2/ficha_tecnica.cfm?nId_Ficha=378
https://revistas-colaboracion.juridicas.unam.mx/index.php/rev-instituto-interamericano-dh/
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- :~:text=Las%20sentencias%20condenatorias%20a%20M%C3%A9xico,dirigido%20a%20su%20m
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https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/9/4337/8.pdf