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UNIVERSIDAD VIZCAYA DE LAS


AMERICAS

KARLA CAROLINA QUIROZ BUSTAMANTE


JUICIOS ESPECIALES
FRANCISCO ALEJANDRE
DEM7
2DO PARCIAL
TRABAJO DE INVESTIGACION
CASO DE Juan García Cruz* - Santiago Sánchez Silvestre*
INDICE:
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1. PORTADA
2. INDICE
3. INTRODUCCION
4. DESARROLLO
5. DESARROLLO
6. DESARROLLO
7. DESARROLLO
8. DESARROLLO
9. DESARROLLO
10. DESARROLLO
11. DESARROLLO
12. DESARROLLO
13. DESARROLLO
14. Desarrollo
15. Desarrollo
16. Desarrollo
17. desarrollo
18. CONCLUSION
19. OPINION PERSONAL
20. BIBLIOGRAFIA
INTRODUCCION:
Los hechos del caso se refieren a la tortura que sufrieron los señores Juan García
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Cruz y Santiago Sánchez Silvestre cuando fueron detenidos por la Policía Judicial
del Distrito Federal en junio de 1997 así como a la falta de investigación de tales
hechos. Se refiere, también, a las declaraciones inculpatorias que fueron
obligados a rendir ante el Ministerio Público, así como a los dos procesos y
condenas penales contra aquellos por los cuales se les impusieron penas de 3 y
40 años de prisión en violación de garantías del debido proceso. Durante el
proceso ante la Corte, los representantes comunicaron que habían sido
informados por sus representados que las víctimas tienen otros nombres distintos
a los que han utilizado en los procesos penales internos seguidos en su contra y
en este proceso internacional y explicaron que habían ocultado su verdadera
identidad por el temor de que sus familiares sufrieran represalias.
Las sentencias condenatorias a México ponen en evidencia fallas importantes
sobre protección, defensa y ejercicio efectivo de los derechos humanos en México;
han servido para hacer evidente esta situación y para hacer conciencia de que hay
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que cambiar de rumbo, uno plenamente dirigido a su máxima garantía. De
acuerdo con la Convención Americana, la Corte ejerce principalmente tres
funciones: contenciosa, la facultad de dictar medidas provisionales, y la
consultiva. La jurisprudencia de la Corte, en ejercicio de su competencia
contenciosa, deriva tanto de las sentencias sobre excepciones preliminares, sobre
el fondo, sobre reparaciones, sobre interpretación de sentencias y sobre
competencia, así como de las resoluciones sobre medidas provisionales y
cautelares y su cumplimiento. Así, la efectividad deberá suponer la existencia de
un mecanismo idóneo y con posibilidad real de efectuar la protección y, en su
caso, reparación a las violaciones generadas por los actos de autoridad, regulando
su debida aplicación por parte de las autoridades jurisdiccionales. Además de las
particularidades de cada una de las resoluciones, debemos señalar que la
condena a un Estado, en primer lugar, implica la determinación de su
responsabilidad internacional por la violación a derechos humanos y el
consecuente deber de reparación, pero por increíble que parezca también puede
rescatarse un efecto pedagógico, pues pueden coadyuvar a la creación de una
cultura de derechos humanos, también han puesto de manifiesto las anomalías
que hay que atender; han servido para comprobar que a pesar de que por
voluntad propia somos parte del sistema interamericano, los operadores jurídicos
no tienen claro cómo deben proceder, ni cuál es el alcance real de las sentencias,
temas en los que habrá que avanzar. Cumplimiento de las sentencias: Resulta
fácil apreciar que las medidas de reparación a que hemos sido condenados tienen
graves implicaciones, cuya ejecución en muchos casos ha encontrado obstáculos
de derecho interno, sin embargo, los Estados no pueden oponerse a su
cumplimiento por esta causa; en primer lugar porque se trata de una sentencia
dictada con base en la Convención Americana que fue voluntariamente suscrita
por el Estado, además de haberse admitido expresamente la competencia
contenciosa de la Corte Interamericana, y, en segundo lugar, porque también
resulta aplicable la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, que
estipula su cumplimiento de buena fe y sin la posibilidad de utilizar razones de
derecho interno para eludir obligaciones convencionales. La Convención
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Americana, en su artículo 68, estipula que: Los Estados Partes en la Convención
se comprometen a cumplir la decisión de la Corte en todo caso en que sean
partes. La parte del fallo que disponga indemnización compensatoria se podrá
ejecutar en el respectivo país por el procedimiento interno vigente para la
ejecución de sentencias contra el Estado. Esto implica que el sistema
interamericano no dispone un procedimiento específico para el cumplimiento de
las sentencias ni para la implementación de las reparaciones a que se encuentran
obligados los Estados, sino que remite para ello al derecho interno. En otra
oportunidad ya hemos establecido la situación prevaleciente a nivel legislativo
respecto del cumplimiento de las sentencias de la Corte Interamericana, misma
que se puede definir como insuficiente e inoperante.39 Distinto a otros países que
cuentan con leyes específicas,40 el marco legal aplicable se limita al artículo 2o.
de la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado, mismo que
únicamente prevé (con serias deficiencias) algún mecanismo para reparaciones de
carácter pecuniario, de tal suerte que quedan fuera aquellas que tengan una
calidad distinta.41 Previo análisis de otros cuerpos legales, y ante la conclusión de
su inefectividad para funcionar como sustento y fundamento a los distintos actos
jurídicos que deben llevarse a cabo para cumplimentar estas sentencias,42 nos
hemos pronunciado por la conveniencia de contar con una norma específica para
ello. Antes de continuar por esta línea argumentativa, es imperioso señalar que
estamos convencidos de que las sentencias de la Corte Interamericana deben
considerarse de aplicación y ejecución directa en el orden jurídico mexicano. Esto
es así debido a que México, en pleno ejercicio de su soberanía, suscribió la
Convención Americana, y en acto posterior aceptó la competencia contenciosa de
la Corte, de tal suerte que tomó la decisión, igualmente soberana, de someterse a
la jurisdicción de dicho tribunal con facultades para juzgar sobre violaciones a
derechos humanos imputables al Estado. En este orden de ideas, es evidente e
indubitable que se encuentra obligado a cumplir no sólo con las disposiciones del
pacto que voluntariamente signó, sino también a regirse por la jurisprudencia que
emita el órgano intérprete de dicha norma internacional, y muy en especial a
ejecutar las sentencias condenatorias en su contra. Lo anterior en adición a que la
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reciente reforma constitucional en materia de derechos humanos obliga a las
autoridades a promover, respetar, proteger. y garantizar los derechos humanos,
pero además a prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones cometidas.

Ahora bien, sentado el hecho de que las sentencias aludidas deben ser
directamente aplicables y ejecutables en territorio mexicano,43 y aun ante las
disposiciones de la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado, existe
una realidad que no podemos soslayar: en la práctica, una gran cantidad de
autoridades, de distintas adscripciones, niveles y órdenes jurídicos, intentan
justificar su conducta pasiva, y en muchos casos negligente, ante el cumplimiento
de las sentencias, precisamente en la ausencia de un adecuado y efectivo marco
normativo que les permita con mayor facilidad y holgura realizar determinados
actos que en muchos casos ciertamente salen de su zona de confort.

Es precisamente por ello que a lo largo de varios años ha existido la inquietud de


crear una norma que resuelva esta problemática, e incluso se ha trabajado sobre
ella.44 En concreto hubo una propuesta de "Ley General de Cooperación con el
Sistema Interamericano", con intervención de las secretarías de Relaciones
Exteriores, de Gobernación, organizaciones de la sociedad civil y algunas
instancias académicas. Pero la realidad es que ésta tan esperada ley no ha visto
la luz.45

Muchas han sido las justificaciones para su retraso. Años atrás, a pesar de
considerar su importancia, se argumentaba que al no tener el Estado mexicano
sentencia alguna en su contra no era realmente necesaria, además de ser
políticamente complicada su expedición; pero la realidad cambió y ahora nos
encontramos ante la inevitable obligación de acatar las citadas resoluciones. Otra
consideración, de hecho, más relevante, era la ausencia de un sustento
constitucional que permitiera la expedición de esta ley, es decir, que algunos
sectores consideran que es indispensable contar con un precepto constitucional
que dé pie a dicha norma para evitar problemas de constitucionalidad. La cuestión
es que, ya sea porque se le da prioridad a elaborar o impulsar otras leyes, por falta
de voluntad política, de un verdadero compromiso con la protección a los derechos
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humanos de los habitantes del territorio nacional, o bien por la falta de fundamento
constitucional, no tenemos ninguna ley que regule eficientemente el tema que nos
ocupa, dejándonos en un vacío jurídico, con todas las consecuencias que esto
acarrea. Sin embargo, el panorama se aclara, en la reforma constitucional de
2011, en materia de derechos humanos, se establece un mandato al legislador
para crear una "ley de reparación" por violación de estos derechos. Sin perjuicio
de que el constituyente no fue muy claro en cuanto a los alcances e implicaciones
de la misma, estimamos que ésta podría ser el conducto para incluir lo relativo al
cumplimiento de estas sentencias condenatorias, que a final de cuentas ordenan
la reparación a las víctimas, A pesar de que ya lo hemos señalado, simplemente
queremos reiterar la relevancia y alcance de algunas reparaciones a que hemos
sido condenados, las cuales inciden directamente en normas jurídicas o
interpretaciones de éstas. Recordemos que la Corte Interamericana ha dicho que
se puede violar la Convención Americana cuando se omite dictar ciertas normas, o
bien al tener otras que la contravengan, aun cuando sean acordes al sistema
jurídico interno. En este sentido, por ejemplo, la Corte sostuvo la convencionalidad
del artículo 13 constitucional en materia del fuero de guerra, sin embargo, las
interpretaciones derivadas del mismo deben cambiar, al ir en contra de los
estándares internacionales, así como el contenido del artículo 57 del Código de
Justicia Militar. Así también, la Corte ha puesto de manifiesto la obligación del
Estado mexicano de legislar en algunos temas concretos, por ejemplo, es
necesario compatibilizar la tipificación del delito de desaparición forzada, con la
Convención de la materia, así como establecer algún recurso que permita
impugnar la aplicación de la justicia militar, y también la actualización a nivel
secundario de la reforma constitucional en materia electoral, que permite que sea
posible el análisis de la constitucionalidad de la regulación legal del derecho a ser
elegido. Por otra parte, también una serie de criterios jurisprudenciales deberán
ser analizados para determinar su compatibilidad con la Convención, como
aquellos que determinan la no existencia de control difuso de constitucionalidad, y
las que se refieren a la jurisdicción militar, entre otros de carácter sustantivo y
adjetivo. Control de convencionalidad y de constitucionalidad Como se ha
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señalado previamente, uno de los efectos derivados de las sentencias
condenatorias a nuestro país de mayor trascendencia para el orden jurídico
mexicano es sin duda el control de convencionalidad. Si bien tiene su inicio y
consolidación en varios casos previos ante la Corte Interamericana, a México le
resulta esta obligación de forma directa e indubitable a partir de las sentencias de
Rosendo Radilla, Inés Fernández, Valentina Rosendo, así como Cabrera y
Montiel. Iniciaremos por señalar que la doctrina especializada sostiene que existen
dos clases de control de convencionalidad; uno de carácter concentrado que
ejerce única y exclusivamente la Corte Interamericana al ser la guardiana e
intérprete final de la Convención Americana, y otro de carácter difuso, cuyo
ejercicio corresponde a todos los jueces de los Estados que formen parte del
sistema interamericano y que hayan aceptado la competencia contenciosa de la
Corte, mismo que ha sido definido como "el deber de los jueces nacionales de
realizar un examen de compatibilidad entre las disposiciones y actos internos (del
caso concreto), con los tratados internacionales y la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos". Como era de esperarse, una obligación
de esta naturaleza ha generado una gran polémica e incertidumbre en nuestro
país, en especial en el ámbito judicial. Señaló la integración del parámetro de
análisis del control de convencionalidad, mismo que se integra con: Todos los
derechos humanos contenidos en la Constitución Federal (con fundamento en los
artículos 1o. y 133), así como la jurisprudencia emitida por el Poder Judicial de la
Federación; Todos los derechos humanos contenidos en Tratados Internacionales
en los que el Estado mexicano sea parte. Criterios vinculantes de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos establecidos en las sentencias en las que
el Estado mexicano haya sido parte, y criterios orientadores de la jurisprudencia y
precedentes de la citada Corte, cuando el Estado mexicano no haya sido parte. La
Corte indica que la interpretación que deberán llevar a cabo los jueces implica
realizar lo siguiente: Interpretación conforme en sentido amplio. Ello significa que
los jueces del país, al igual que todas las demás autoridades del Estado mexicano,
deben interpretar el orden jurídico a la luz y conforme a los derechos humanos
establecidos en la Constitución y en los tratados internacionales en los cuales el
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Estado mexicano sea parte, favoreciendo en todo tiempo a las personas la
protección más amplia. Interpretación conforme en sentido estricto. Ello significa
que cuando hay varias interpretaciones jurídicamente válidas, los jueces deben,
partiendo de la presunción de constitucionalidad de las leyes, preferir aquélla que
hace a la ley acorde a los derechos humanos establecidos en la Constitución y en
los tratados internacionales en los que el Estado mexicano sea parte, para evitar
incidir o vulnerar el contenido esencial de estos derechos. Inaplicación de la ley
cuando las alternativas anteriores no son posibles. Ello no afecta o rompe con la
lógica del principio de división de poderes y del federalismo, sino que fortalece el
papel de los jueces al ser el último recurso para asegurar la primacía y aplicación
efectiva de los derechos humanos establecidos en la Constitución y en los
tratados internacionales de los cuales el Estado mexicano es parte. Una precisión
importante es que "todas las autoridades del país en el ámbito de sus
competencias tienen la obligación de aplicar las normas correspondientes
haciendo la interpretación más favorable a la persona para lograr su protección
más amplia, sin tener la posibilidad de inaplicar o declarar la incompatibilidad de
las mismas". La Corte hace énfasis en que el control de convencionalidad, ex
oficio, en materia de derechos humanos debe ser acorde con el modelo general de
control establecido constitucionalmente, y para clarificar la forma en que el mismo
ha de operar propuso el siguiente "Modelo general de control de constitucionalidad
y convencionalidad.

Juan García Cruz* - Santiago Sánchez Silvestre*

La Corte accedió a reservar los nombres verdaderos de las víctimas para proteger
su integridad y seguridad personal, hechos del caso se refieren a la tortura que
sufrieron los señores Juan García Cruz y Santiago Sánchez Silvestre cuando
fueron detenidos por la Policía Judicial del Distrito Federal en junio de 1997 así
como a la falta de investigación de tales hechos. Se refiere, también, a las
declaraciones inculpatorias que fueron obligados a rendir ante el Ministerio
Público, así como a los dos procesos y condenas penales contra aquellos por los 10
cuales se les impusieron penas de 3 y 40 años de prisión en violación de garantías
del debido proceso. Los señores Juan García Cruz y Santiago Sánchez Silvestre
permanecieron privados de su libertad durante 15 años, 10 meses y 12 días, hasta
que fueron puestos en libertad el 18 de abril de 2013 en cumplimiento de
sentencias emitidas por tribunales internos con posterioridad al sometimiento del
caso a la Corte Interamericana. El 6 de junio de 1997 los señores Juan García
Cruz y Santiago Sánchez Silvestre fueron detenidos sin orden judicial, por agentes
de la policía, por la supuesta comisión de los delitos de portación de arma de
fuego de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea; Asociación delictuosa
y Rebelión y por los delitos de homicidio, lesiones, robo con violencia, delincuencia
organizada y daño en los bienes. Mientras estaban bajo la custodia de los agentes
policiales, fueron torturados para obligarlos a auto inculparse en relación a la
comisión de tales delitos. Como consecuencia de los tratos de los que fueron
víctimas, ambos se declaran culpables de los cargos tanto en las primeras
declaraciones rendidas ante el Ministerio Público, como en la primera declaración
judicial que rindieron. Fueron sentenciados en primera instancia el 28 de agosto
de 1998. El juzgado los declaró penalmente responsables de la comisión del delito
de ‘portación de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza
aérea, condenándolos a tres años de prisión y multa de doce días. Tras la
apelación, se confirmó la condena de privación de libertad. Respecto del valor
probatorio de las declaraciones de los señores García Cruz y Sánchez Silvestre el
tribunal indicó, que, si bien presentaron huellas de lesiones, no hay pruebas de
que estas hayan sido realizadas por sus captores para que brinden una confesión
por los cargos. El 6 de septiembre de 2001 el juez de primera instancia dictó la
sentencia estableciendo la responsabilidad penal de Santiago Sánchez Silvestre y
Juan García Cruz por la comisión de los delitos de homicidio; lesiones; robo con
violencia; delincuencia organizada y daño en los bienes. La condena consistió en
una pena privativa de libertad por el término de cuarenta años y mil días de multa.
Tras la interposición de un recurso de apelación contra esta sentencia, se resolvió
la Primera Sala Colegiada Penal de Texcoco resolvió revocar la sentencia penal
condenatoria de 6 de septiembre de 2001, emitió una sentencia penal absolutoria
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el recurso de apelación, en la cual se confirmó la condena. El 18 de abril de 2013

y ordenó la liberación de Juan García Cruz y Santiago Sánchez Silvestre, la cual


se produjo ese mismo día. Procedimiento ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos: Fecha de presentación de la petición,10 de mayo de 2000.
Fechas de informes de admisibilidad (80/03): 22 de octubre de 2003. Fecha de
informe de fondo (138/11): 31 de octubre de 2011. Fecha de remisión del caso a la
Corte IDH: 17 de marzo de 2013, Acuerdo de solución amistosa y reconocimiento
de responsabilidad del Estado: Los días 7 y 8 de noviembre de 2013 el Estado y
los representantes, respectivamente, comunicaron haber llegado a un acuerdo de
solución amistosa y solicitaron, interina, que se les permitiera firmarlo en la sede
de la Corte. México también solicitó al Tribunal que emitiera una Sentencia y “diera
por concluido este caso”. El 18 de noviembre de 2013 se llevó a cabo el acto
formal de la firma del “acuerdo de solución amistosa y reconocimiento de
responsabilidad del Estado” en el presente caso. Petitorio de la CIDH: la Comisión
Interamericana presentó sus observaciones al “acuerdo de solicitud amistosa y
reconocimiento de responsabilidad del Estado” en el caso. La Corte
Interamericana es competente para conocer del presente caso, en los términos del
artículo 62.3 de la Convención Americana, en razón de que México es Estado
Parte de la Convención desde el 24 de marzo de 1981 y reconoció la competencia
contenciosa de este Tribunal el 16 de diciembre de 1998. El 2 de noviembre de
1987 México ratificó la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la
Tortura. La Corte recuerda que tiene competencia temporal, como regla general, a
partir de la fecha de ratificación de los instrumentos respectivos y del
reconocimiento de su competencia contenciosa, de acuerdo a los términos en que
se hayan formulado dichas ratificaciones y reconocimiento. Si bien la declaración
de reconocimiento de competencia de la Corte Interamericana incluye una
limitación temporal, en el presente caso el Estado aceptó todos los hechos
contenidos en el Informe de Fondo de la Comisión, “incluso aquellos anteriores a
la aceptación de la competencia contenciosa de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos”. Es decir, existe una clara manifestación de voluntad del
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Estado de reconocer todos los hechos incluidos por la Comisión en dicho informe,
así como las violaciones que se configuren en este caso y sus consecuencias
jurídicas, otorgando así su consentimiento para que el Tribunal homologue en su
entera dimensión el Acuerdo firmado por las partes en el presente caso, de modo
tal que México ha desistido expresamente de cualquier limitación temporal al
ejercicio de la competencia de la Corte. Este Tribunal valora positivamente dicha
aceptación hecha por el Estado para este caso específico. De conformidad con el
artículo 63 Solución amistosa del Reglamento de la Corte, el Tribunal deberá
determinar la procedencia y efectos jurídicos del acuerdo de solución amistosa a
que arribaron las partes y del reconocimiento de responsabilidad internacional
formulado por el Estado en el mismo. La Corte estima, además, que alcanzar
acuerdos entre las partes contribuye con los fines del sistema interamericano de
protección de los derechos humanos, especialmente con el propósito de encontrar
soluciones justas a los problemas particulares y estructurales del caso. Ello
también permite que las violaciones en perjuicio de las víctimas del presente caso
sean reparadas de forma más pronta que si se hubiera continuado el curso normal
del litigio ante este Tribunal hasta su finalización. Para contribuir a lograr ese
propósito la Corte emite la presente Sentencia en el menor tiempo que le fue
posible. El Tribunal estima que dicho reconocimiento de responsabilidad
constituye una contribución positiva al presente proceso y a la vigencia de los
principios que inspiran la Convención Americana. Asimismo, la Corte considera,
como en otros casos, que tal acuerdo de solución amistosa y reconocimiento de
responsabilidad producen plenos efectos jurídicos en el presente caso. Respecto
de las medidas de reparación descritas en el acuerdo convenido por el Estado, las
víctimas y sus representantes, la Corte las homologa en los términos descritos en
la presente Sentencia por contribuir al objeto y fin de la Convención Americana. En
vista del reconocimiento de responsabilidad de hechos y de violación de derechos
efectuado por el Estado, respecto de los cuales ha cesado la controversia en este
proceso, México es responsable por las violaciones a los derechos humanos en
perjuicio de los señores Juan García Cruz y Santiago Sánchez Silvestre que se
resumen a continuación, así como por haberlos sometido a detención arbitraria
porque fueron sometidos a tortura durante su detención inicial y hasta que fueron
puestos a disposición de la autoridad competente. Adicionalmente, el Estado
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aceptó su responsabilidad internacional por la falta de efectividad del control
judicial de la detención, ya que “la intervención judicial [en el proceso por el delito
de portación de arma de fuego de uso privativo del Ejército]no resultó un medio
efectivo para controlar la legalidad de las actuaciones llevadas a cabo por los
funcionarios policiales encargados de la detención y custodia de Juan García Cruz
y Santiago Sánchez Silvestre y restablecer sus derechos Respecto de los
derechos a las garantías judiciales y la protección judicial, así como la obligación
de investigar la tortura a la que fueron sometidos Juan García Cruz y Santiago
Sánchez Silvestre, México es responsable de la violación de los “artículos 8 y 25
de la Convención Americana en relación con el artículo 1.1 del mismo instrumento
y los artículos 1, 6, 8 y 10 de la Convención contra la Tortura debido a la falta de
una investigación seria, exhaustiva e imparcial de la denuncia de los presuntos
actos de tortura”, que los compelieron a declararse culpable[s] de los delitos y
hechos imputados en relación con la portación de armas de fuego de uso privativo
del Ejército, homicidios, lesiones, entre otros, mediante confesiones escritas, de
las cuales posteriormente se retractaron. La violación al derecho de defensa,
respecto de las garantías protegidas en el artículo 8.2.d, e y f61 de la Convención,
debido a que durante las declaraciones que rindieron el 6 de junio de 1997 ante la
Policía Judicial y el 8 de ese mes ante el Ministerio Público de la Federación no
contaron con la asistencia de un abogado defensor, la violación al principio de
presunción de inocencia protegido en el artículo 8.2 de la Convención y a las
garantías protegidas en el artículo 8.2.g y 8.3 de la misma, así como al artículo 10
de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, como
consecuencia de que los tribunales en ambas causas penales otorgaron valor a
las declaraciones ministeriales [rendidas los días 6 y 8 de junio de 1997 indicando
que no habían pruebas para demostrar la tortura, colocando la carga de la prueba
en su contra y considerando los presuntos culpables. Los tribunales no cumplieron
con excluir totalmente las declaraciones rendidas ante el Ministerio Público y la
declaración judicial rendida el 8 de junio de 1997, lo cual debieron hacer por
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cuanto la existencia de tortura inhabilitaba el uso probatorio de dichas evidencias,
de conformidad con los estándares internacionales. Por otra parte, el Estado
reconoció que incumplió la obligación general de adoptar disposiciones de
derecho interno, establecida en el artículo 2 de la Convención Americana, así
como la obligación contenida en el artículo 6 de la Convención contra la Tortura.
La Corte considera relevante destacar que el incumplimiento de la obligación de
investigar los hechos de tortura en el presente caso proviene, fundamentalmente,
de la omisión de las autoridades estatales de iniciar una investigación penal para
investigar esos hechos de forma independiente de los procesos penales seguidos
contra las víctimas. La Corte considera indispensable resaltar que el proceso
penal llevado contra los señores García Cruz y Sánchez Silvestre por portación de
arma de fuego de uso privativo del Ejército poseía un objeto distinto al de
investigar los hechos de tortura cometidos en su perjuicio. Ante las alegaciones de
los señores García Cruz y Sánchez Silvestre de haber sido torturados y las
constancias en las actas de sus declaraciones y certificados de sus exámenes
médicos de que presentaban lesiones físicas, correspondía al Estado iniciar de
oficio e inmediatamente una investigación efectiva de dichos alegatos de tortura
conforme a los protocolos y estándares específicos. Si los hechos eran
constitutivos de un delito de tortura o de otros delitos, como lesiones, no era una
determinación que correspondiera realizar a los jueces a cargo de los procesos
penales contra los señores García Cruz y Sánchez Silvestre. Adicionalmente, el
Tribunal reitera su jurisprudencia sobre la regla de exclusión de pruebas obtenidas
mediante tortura, tratos crueles e inhumanos y coacción capaz de quebrantar la
expresión espontánea de la voluntad de la persona. Asimismo, la Corte ha
indicado que aceptar o dar valor probatorio a declaraciones o confesiones
obtenidas mediante coacción, que afecten a la persona que la rinde o a un tercero,
constituye a su vez una infracción a un juicio justo. La Corte estima pertinente
reiterar que los actos de tortura que pudieran haber ocurrido anteriormente a que
el imputado efectúe su declaración pueden tener incidencia en el momento en que
la rinde. Por otra parte, ha sido puesto en conocimiento de la Corte que, en el
sometimiento del presente caso a la Corte, se emitieron dos sentencias 15
2013, con posterioridad a la emisión del Informe de Fondo por la Comisión y al

particularmente importantes por su contenido y por estar dirigidas a proteger los


derechos humanos de las víctimas de este caso efectuando un control de
convencionalidad: una de amparo y otra posterior en materia penal. De esta
manera, las referidas sentencias resultaron particularmente relevantes para ‘cesar
la controversia’ y para alcanzar un acuerdo de solución amistosa. En este sentido,
en dicho acuerdo se afirmó que con [dicha sentencia penal de 18 de abril de 2013
se dio cumplimiento a la Recomendación Tercera del Informe de Fondo”. El
Tribunal resalta que las mencionadas sentencias invocaron normas de la
Convención Americana, así como estándares internacionales contenidos en la
jurisprudencia de la Corte, No obstante, el Tribunal hace notar que aun cuando
esas decisiones internas fueron particularmente relevantes para establecer las
bases que permitieran un acuerdo de solución amistosa en el presente caso, las
mismas fueron emitidas 15 años, 10 meses y 11 días después de los hechos
violatorios, tiempo durante el cual los señores García Cruz y Sánchez Silvestre
estuvieron privados de su libertad, en violación de sus derechos humanos. Por
ello, resulta particularmente importante la ejecución de las medidas de reparación
por parte del Estado dirigidas a la no repetición en México de hechos similares a
los ocurridos en el presente caso.

La Corte dispone que Esta Sentencia constituye per se una forma de reparación.
De conformidad con lo dispuesto en el acuerdo de solución amistosa, el Estado
debe: realizar y proseguir de modo diligente todas las investigaciones y
actuaciones necesarias para deslindar responsabilidades y en su caso, sancionar
la comisión del delito de tortura, en perjuicio de los señores García Cruz y
Sánchez Silvestre, eliminar los antecedentes penales que pudiesen existir en
contra de [los señores García Cruz y Sánchez Silvestre, en relación con los
hechos del presente caso, otorgar a las víctimas atención médica preferencial y
gratuita a través del Programa de Acceso Gratuito a los Servicios Médicos y
Medicamentos a las Personas Residentes en el Distrito Federal que Carecen de
Seguridad Social Laboral y brindarles atención psicológica a través de la
Procuraduría Social de Atención a las Víctimas de Delitos en sus domicilios o en
las instalaciones del Centro de Atención a Víctimas y Ofendidos más cercana al
mismo, a elección de las víctimas, otorgar a la esposa del señor Santiago Sánchez
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Silvestre atención médica gratuita a través del Programa de Acceso Gratuito a los
Servicios Médicos y Medicamentos a las Personas Residentes en el Distrito
Federal que Carecen de Seguridad Social Laboral, realizar un acto público de
reconocimiento de responsabilidad [internacional y disculpa pública por los hechos
del presente caso, realizar las publicaciones indicadas en la Sentencia, garantizar
la educación de las víctimas hasta la conclusión de sus estudios universitarios o
técnicos, según sea su interés[, … a través del] pago de becas educativas,
garantizar la educación de la hija del señor Santiago Sánchez Silvestre hasta la
conclusión de sus estudios universitarios o técnicos, según sea el interés que en
su momento tenga la misma a través de una beca escolar, entregar en propiedad
una vivienda en el Distrito Federal a cada víctima a través del “Programa de
Vivienda Nueva en Conjunto a cargo del Instituto de Vivienda del Distrito Federal,
realizar un seminario con expertos para debatir la aplicación de la doctrina de la
inmediatez procesal utilizada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y a
hacer llegar las conclusiones de dicho evento a diversos servidores públicos
encargados de la defensoría de oficio, así como de la procuración e impartición de
justicia, realizar “la publicación en el Diario Oficial de la Federación y en otro diario
de amplia circulación nacional, por una sola vez, de un resumen de [la sentencia
del juicio de amparo 778/2012], previamente acordado con las víctimas y sus
representantes, efectuar un Programa para operadores de justicia para continuar
otorgando capacitación a los servidores públicos encargados de la defensoría de
oficio, así como de la procuración, e impartición de justicia bajo los estándares
internacionales más altos, para que puedan identificar, reaccionar, prevenir,
denunciar y sancionar, el uso de técnicas de tortura”, pagar a cada una de las
víctimas las cantidades acordadas por concepto de indemnizaciones del daño
material y del daño inmaterial, pagar las cantidades acordadas por concepto de
reintegro de costas y gastos a la abogada María del Pilar Noriega García y a
CEJIL, El Estado debe, dentro del plazo de un año contado a partir de la
notificación de esta Sentencia, rendir al Tribunal un informe sobre las medidas
adoptadas para cumplir con la misma. La Corte supervisará el cumplimiento
íntegro de esta Sentencia, en ejercicio de sus atribuciones y en cumplimiento de
17
sus deberes conforme a la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y
dará por concluido el presente caso una vez que el Estado haya dado cabal
cumplimiento a lo dispuesto en la misma. La Corte decide, Homologar el Acuerdo
de solución amistosa y reconocimiento de responsabilidad del Estado, suscrito por
las víctimas, sus representantes y México. Aceptar el reconocimiento total de
responsabilidad internacional efectuado por el Estado en dicho acuerdo. Valorar
positivamente el referido Acuerdo de solución amistosa y reconocimiento de
responsabilidad del Estado, por su trascendencia para alcanzar una solución a la
controversia del caso en este proceso internacional. La Corte declara que, El
Estado, tal como lo reconoció en el acuerdo de solución amistosa, es responsable
por la violación de los siguientes derechos contenidos en la Convención
Americana, libertad personal(artículo 7, integridad personal artículo 5, garantías
judiciales y protección judicial artículos 8 y 25, todo lo anterior en relación con el
deber general de respetar los derechos , artículo 1.1,por la violación de las
disposiciones 1, 8 y 10 de la Convención Interamericana para Prevenir y
Sancionar la Tortura y por la violación de la obligación de adoptar disposiciones de
derecho interno artículo 2 de la Convención Americana, en conexión al artículo 6
de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, en perjuicio
de Juan García Cruz y Santiago Sánchez Silvestre.
18

CONCLUSION:

Los hechos del caso se refieren a la detención ilegal y tortura de Juan García Cruz
y Santiago Sánchez Silvestre, ocurrida el 6 de junio de 1997, así como también a
la falta de garantías en el proceso del cual resultaron condenados. La tortura a
que fueron sometidos proyectó sus efectos en sus primeras declaraciones en las
que se auto inculparon de ciertos delitos. El caso resultó en un acuerdo de
solución amistosa por el cual Estado reconoció su responsabilidad internacional
por los hechos, y que fue homologado por la Corte IDH. El Estado, tal como lo
reconoció en el acuerdo de solución amistosa, es responsable por la violación de
los siguientes derechos contenidos en la Convención Americana, libertad
personal, integridad personal (artículo 5), garantías judiciales y protección judicial,
todo lo anterior en relación con el deber general de respetar los derechos, por la
violación de las disposiciones 1, 8 y 10 de la Convención Interamericana para
Prevenir y Sancionar la Tortura y; por la violación de la obligación de adoptar
disposiciones de derecho interno de la Convención Americana, en conexión al
artículo 6 de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura,
en perjuicio de Juan García Cruz y Santiago Sánchez Silvestre.
19

OPINION PERSONAL:

La Corte considero relevante destacar el incumplimiento de la obligación de


investigar los hechos de tortura en el presente caso proviene, fundamentalmente,
de la omisión de las autoridades estatales de iniciar una investigación penal para
investigar esos hechos de forma independiente de los procesos penales seguidos
contra las víctimas. La Corte considero resaltar que el proceso penal llevado
contra los señores García Cruz y Sánchez Silvestre por portación de arma de
fuego de uso privativo del Ejército poseía un objeto distinto al de investigar los
hechos de tortura cometidos en su perjuicio. Ante las alegaciones de los señores
García Cruz y Sánchez Silvestre de haber sido torturados y las constancias en las
actas de sus declaraciones y certificados de sus exámenes médicos de que
presentaban lesiones físicas, correspondía al Estado iniciar de oficio e
inmediatamente una investigación efectiva de dichos alegatos de tortura conforme
a los protocolos y estándares específicos. Si los hechos eran constitutivos de un
delito de tortura o de otros delitos, como lesiones, no era una determinación que
correspondiera realizar a los jueces a cargo de los procesos penales contra los
señores García Cruz y Sánchez Silvestre.
20

BIBLIOGRAFIA:

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Sentencias condenatorias al Estado mexicano dictadas por la


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